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Serie: Esdras y Nehemías

30
abril
¿Como podemos tratar el desánimo? (2)
Lectura extraída del libro “Pásame otro ladrillo” de Charles R. Swindoll

Comentado por Pastor Pablo Carhuachin G.

Día 29: Nehemías 4:18-23

1
1. Determinar un sitio de reunión. V. 19
“Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de los otros.
(Proveyó un lugar de reunión). En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.”

¿Cuál era el punto de reunión? El principio era éste: No traten de pelear solos. Este principio aún tiene validez. Tenemos que tener un
punto de reunión. Necesitamos un amigo íntimo, alguien que pueda unirse a nosotros cuando se presente el ataque. No trate usted de
pelear solo. Ninguno de nosotros debe decir: “Yo no necesito a nadie más”. Esa es una teología pobre y comunica una idea deformada
del cristianismo. Debería ser: “No es posible que yo lo haga solo. Pero, Oh Dios, si tú me das tu fortaleza por medio del Espíritu Santo
con alguien de la familia, que puede estimularme y a quien yo pueda estimular, estaré reunido en torno a ti hasta el último día de la
prueba”.
¿Hay algún pasaje bíblico que apoye la necesidad de tener un punto de reunión? ¡En realidad, lo hay! Cuando Jezabel buscaba a Elías,
él corrió y se metió bajo un árbol en el desierto, y dijo: “Señor, quítame la vida. No vale la pena vivir. Estoy solo”. ¿Qué hizo Dios? Le
llevó alimento, Elías fue nutrido y sostenido por ese alimento durante 40 días y 40 noches. Luego Dios le dijo: “Elías, levántate. Tú no
estás solo”. Y le dio un compañero llamado Eliseo. 1 Reyes 19 dice que Elíseo le servía a Elías. La parte bella de esta historia es el hecho
de que este acontecimiento señaló el momento en que Elías realmente comenzó su marcha. Había hallado un punto de reunión. Dios
le había dado un compañero con el cual podía contar, al cual podía descubrir su alma, con el cual podía compartir sus heridas y aliviar
su soledad.
¿Cuenta usted con alguna persona como esa? Si no, busque la manera de cultivar una amistad así, exprésele a Dios ese anhelo, ore
para conseguirlo. No se rinda hasta que pueda unir su alma con otro que tenga un espíritu afín, que se preocupe por su alma y sus
necesidades. Tú necesitas a una persona que le sirva como punto de reunión. Nehemías dijo: “Cuando ustedes oigan el grito de batalla,
acudan al lugar donde está la trompeta”. Allí está la fortaleza.

2. Desarrollar un ministerio de servicio a otros.


El de ocuparlos en un ministerio de servir a otros. Vv. 21, 22 ellos continuaron la obra. “Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la
mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas. También dije entonces al pueblo: Cada uno con su
criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra”. Él dijo: “Miren, necesitamos ayuda. Les
pido que se sirvan y ayuden el uno al otro. No podemos manejar esto solos”. v. 23 “¡ni siquiera tuvieron tiempo para cambiarse la ropa!
Mientras se bañaban, permanecían en la obra”. Se ayudaban el uno al otro en el servicio y en el compromiso.
¿Está usted comprometido en las vidas de otros? Esta semana, ¿cuánto tiempo pasará sirviendo a otros? ¿O se preocupa sólo por sí
mismo? Todos debemos detenernos a contemplar cuan cortas son nuestras vidas, fijándonos si hemos invertido algo de nuestras
vidas en las vidas de otros. ¿Quiere saber cómo no sentirse inútil cuando esté jubilado? Permanezca en contacto con las necesidades
de otros. Recientemente murió una anciana miembro de nuestra congregación. Una de las jóvenes de nuestra oficina me dijo: “Lo que
angustia es que esa clase de persona está desapareciendo”.
Nehemías dijo: “No nos sentemos a lamer nuestras propias heridas. Necesitamos ayudarnos los unos a los otros. Metámonos en el
asunto de preocuparnos por los demás. Sirvamos. Ministremos. ¿No es ese el lado difícil del cristianismo? ¿No tengo que abandonar
mis derechos y negarme a mí mismo?
El desánimo en realidad es una enfermedad interna. Comienza con los gérmenes de la duda de uno mismo. Por medio del temor y de
las exageraciones negativas, comienzan a crecer los gérmenes y se multiplican. Pronto perdemos nuestro camino, nos debilitamos,
salimos corriendo y nos escondemos. En la medida en que continúa, virtualmente llegamos a ser inútiles y completamente derrotados.
Nos volvemos presa fácil del enemigo de nuestras almas, el cual se hace cargo de nosotros y anula nuestros esfuerzos. Eso puede
ocurrir casi de la noche a la mañana. Puede ser difícil manejar el desánimo, pero ciertamente no es imposible. Recuerde, no es una
enfermedad mortal.

Comentarios finales

R
Recuerde que esto pudo llegar a la vida de los grandes hombres de la Biblia, pero también de la actualidad, la clave para salir de ellos no está
en mantenerse solo ensimismado en su desgracia, está en tomarse de la mano de Dios y de alguien que ame a Dios y le escuche, ore a Dios y
le dé palabras de ánimo. No estamos solos, bendito Consolador, el Espíritu Santo.

*Los comentarios han sido agregados por Ps. Pablo Carhuachin.

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