Está en la página 1de 341

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.

Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.

También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes

sociales y ayudándolo a promocionar su libro.

¡Disfruta de la lectura!

2
Juli Aleja E. Mel Markham
Marie.Ang Katita CrisCras
Majo_Smile♥ Liz Holland

Liz Holland Mary Haynes Anelynn Dannygonzal


Mel Cipriano Val_17 Michelle♡ Sandry
Julieyrr Adriana Tate Snow Q Cris
Marie.Ang *~Vero~* Florbarbero Niki
ElyCasdel Evanescita Cris_Eire Mel Markham
Jasiel Odair Verito Vanessa Farrow Ale
Beatrix Mire Miry GPE Sofia Belikov
BeaG Valentine Rose Anty
Vani Diana Juli

AriannysG
Sofía Belikov
Amélie.
Anakaren
LucindaMaddox
Jaky Skylove♡
3
Valentine Rose Lizzy Avett' florbarbero
Cotesyta Jane Mel Markham
GypsyPochi Victoria Jasiel Odair
Michelle♡ Daniela Agrafojo SammyD
ElyCasdel Niki Meliizza
Key itxi Dannygonzal
Laurita PI NnancyC Dafne2
Gabbita pauloka Verito
Emmie Miry GPE Val_17
*Andreina F* Diss Herzig Aimetz Volkov
Karool Shaw Julieyrr
Anakaren Eli Mirced

Aleja E Andreeapaz CrisCras


Marie.Ang Mel Wentworth
Juli Pau_07

francatemartu
Capítulo 1 Capítulo 28
Capítulo 2 Capítulo 29
Capítulo 3 Capítulo 30
Capítulo 4 Capítulo 31
Capítulo 5 Capítulo 32
Capítulo 6 Capítulo 33
Capítulo 7 Capítulo 34
Capítulo 8 Capítulo 35
Capítulo 9 Capítulo 36
Capítulo 10 Capítulo 37
Capítulo 11 Capítulo 38
Capítulo 12 Capítulo 39
Capítulo 13 Capítulo 40
Capítulo 14 Capítulo 41
Capítulo 15 Capítulo 42
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 43
Capítulo 44
4
Capítulo 18 Capítulo 45
Capítulo 19 Capítulo 46
Capítulo 20 Capítulo 47
Capítulo 21 Capítulo 48
Capítulo 22 Capítulo 49
Capítulo 23 Epílogo
Capítulo 24 Agradecimientos
Capítulo 25 Sobre el autor
Capítulo 26 Five Ways to Fall
Capítulo 27
Cuando una hermosa bailarina cruza su puerta, el propietario de
un club de striptease debe decidir si seguir sus reglas o a su corazón en
la tercera novela de la autora de One Tiny Lie y Ten Tiny Breaths.
Ser propietario de un club de striptease no es la fantasía que la
mayoría de los tipos esperan que sea. Con muchas horas, un personal
con suficientes problemas para mantener a una sala de psiquiatría en el
negocio, y la policía regularmente dando problemas, Cain, de
veintinueve años, está empezando a replantearse su misión tácita de
salvar a las mujeres a las que contrata. Y entonces la rubia de ojos
marrones, Charlie Rourke, cruza su puerta y las cosas se complican de
verdad. Cain se rige por una estricta norma de “no dormir con el
personal”. Pero estar alrededor de Charlie desafía el autocontrol de
Cain… y ha pasado mucho tiempo desde que una mujer ha hecho eso.
Charlie Rourke, de veintidós años, necesita mucho dinero, muy
rápido, con el fin de desaparecer antes de que sea demasiado tarde.
Quitarse la ropa para hombres hace que su estómago se retuerza, pero 5
Charlie se dice a sí misma que al menos está dándoles un buen uso a sus
habilidades de actuación y danza. Y aunque sus compañeras bailarinas
parecen ansiosas por atrapar a su sexy, sofisticado y verdaderamente
atento jefe, ella no está interesada. Después de todo, Charlie Rourke no
existe en realidad —y la chica que pretende ser no puede distraerse por
un romance.
Desafortunadamente, Charlie pronto descubre que desarrollar
sentimientos por Cain es inevitable, y que esos sentimientos pueden ser
correspondidos —pero perderle cuando descubra en qué está
involucrada será más doloroso que cualquier otra sentencia que esté
esperando por ella.
Ten Tiny Breath, #3
Creo que algunas personas son inherentemente malas.
Creo que la culpa es un gran motivador.
Creo que la redención es algo que se puede luchar por alcanzar pero
nunca plenamente.
Creo que existen segundas oportunidades solo en sueños, nunca en la
realidad.
Creo que no tienes años, o meses, o semanas para impactar en la vida
de una persona.
Tienes segundos.
Segundos para ganarlos,
Y segundos para perderlos.

—Cain.

6
Traducido por Mel Cipriano & Julieyrr
Corregido por AriannysG

7
Gotas de sangre decoran el polvoriento hormigón gris como una
obra de arte abstracta. El salvaje robusto frente a mí —con su labio
inferior abierto, y un fiero corte en su mejilla—, puede ser la causa de
algo de eso. Pero teniendo en cuenta la paliza descomunal que estoy
recibiendo de las manos de este violador recientemente puesto en
libertad condicional, la mayor parte de esa sangre debe de ser mía.
Sosteniendo mi codo izquierdo contra las costillas que él acaba
de romper con una serie de golpes fuertes, me cuesta no hacer una
mueca cuando mis pies trastabillan hacia las cuerdas del ring
improvisado. Gritos y gritos me bombardean desde todos los ángulos,
haciendo eco a través del aparcamiento subterráneo de este edificio
de oficinas en el centro. Por lo general, hay una cantidad decente de
perras ricas que me lanzan sus nombres, números y comentarios
halagadores. Sin embargo, esta noche no. Todas estas personas
apostaron veinte a uno en mi contra y están, sin duda, imaginándose
playas de arena blanca y autos brillantes.
Demonios, incluso yo casi apuesto en mi contra. Pero, no hay una
persona en el mundo en la que confíe esa cantidad de dinero. Excepto
tal vez, a Nate. Pero él tiene catorce años y es un conocido socio mío,
así que bien podría haberle pintado una diana en la cabeza si lo
enviaba a la casa de apuestas.
—¡Vamos, culo marica! —deja salir Jones, chocando sus carnosos
puños, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
Me quedo en silencio mientras Nate me salpica la cara con agua
fría y trago algunas gotas, tratando de despejar el sabor cobrizo de mi
boca. Oí que a este tipo le gusta arrastrar sus golpes, así que no me
preocupa que él me cargue como a un toro. Sin embargo, sí estoy
preocupado por la presión de la multitud. Puedo sentir su impaciencia
en el aire durante mi pausa. Quieren ver cómo cae al suelo mi cráneo.
Ahora. Es una lucha clandestina real. Del tipo que trae al elemento
criminal de alto vuelo y ávidas emociones como una familia en
navidad. Aquí no hay categorías de peso. No hay pruebas de drogas. Ni
reglas. Nada de arbitraje. La pelea no termina hasta que el cuerpo
destrozado de un combatiente sea recogido del suelo.
No es exactamente el mundo al que un padre amoroso
introduciría a su hijo. Pero no tengo un padre amoroso. Tengo uno
malvado con aires de mafioso, quien, después de estar conmigo lo
suficiente como para enseñarme a defenderme y a endurecer mis
músculos, decidió que podía hacer algo de dinero real y me tiró en la
escena de las peleas ilegales en Los Angeles. A la edad de diecisiete
años, cuando mi cuerpo todavía no se encontraba plenamente
desarrollado, pero era sólido a causa de entrenamientos agotadores, mi
padre insistió. No puedo decir que me fui de mala gana. Incluso lo
disfruto, la mayoría de las veces. Siempre es el rostro de mi padre el que
8
golpeo y sus huesos son los que rompo cada vez que levanto los puños.
Cada vez que pulverizo a mi oponente.
Y ahora, a los diecinueve años, estoy luchando por mi vida en el
escalón más alto de este mundo ilícito. Podría ganar a lo grande. O
podría terminar en una bolsa para cadáveres. Mientras miro al matón
en frente de mí, sus pectorales mejorados con esteroides crispados con
anticipación, venas feas que sobresalen de su cuello, y su rostro hecho
un lío horrible de sangre y tinta, acepto que probablemente esta noche
no vuelva a ser el último en pie. Soy un imbécil por presentarme a esta
pelea. Seguro que Jones está pasado en metanfetamina. Solo hacen
falta dos dosis de fentanilo para poner de rodillas al animal, y no tengo
tranquilizantes de elefante en mi bolsillo trasero.
—¡Zee! —La voz de Nate se quiebra detrás de mí, usando mi
nombre de combate. Echo un vistazo por encima del hombro al chico
escuálido en mi esquina. Mi único confidente confiable, el que está a mi
lado en cada pelea. Sostiene su celular en su oído; su piel de ébano se
vuelve de un tinte ceniciento enfermizo—. Algo va muy mal en Wilcox.
—Wilcox. La calle de mis padres. Los grandes ojos color melaza de Nate
parpadean hacia mi oponente, antes de volver a mi cara destrozada.
—¿Están peleando de nuevo? —le pregunto. No sería la primera
vez.
La cabeza de Nate se sacude lentamente, con expresión sombría.
—No, algo diferente. Benny vio que aparecieron dos tipos hace
unos veinte minutos. —Benny es un chico de quince años que vive en la
calle de mis padres y va a la escuela con Nate. Es un idiota, pero adora
a Nate por estar conectado conmigo.
—¿Para él o ella? —Tan inquietante como suena la pregunta, es
válida. Mis padres tomaron caminos empresariales por el lado
equivocado de la moralidad; mi papá se aventuró en el negocio de la
droga, y mi madre manejó un pintoresco negocio de contabilidad
empresarial/burdel en la casa de mi difunta abuela. Y ahora uno de
ellos ha cabreado a alguien, está claro, lo suficiente como para que le
sigan la pista hasta su puerta.
Normalmente, no me importa una mierda. Estaría en éxtasis. Tal
vez, si mi padre cabreaba a la gente adecuada, podrían deshacerse
de mi problema. Pero es la una de la mañana de un martes, y Lizzy, mi
hermana de dieciséis años, podría estar durmiendo en su cama. Y, si
estos tipos fueron en busca de dinero y papá va a la butaca ahuecada
para pagarles, va a descubrir que está vacía.
Porque robé hasta el último centavo para terminar con esta
pelea.
Una nueva imagen incendia mi cabeza. Alguno de estos
muchachos tomando su pago en Lizzy.
9
Eso es todo lo que toma para que aparezca mi adrenalina, y el
dolor paralizante en mi costado se desvanece al instante cuando miro a
mi oponente a través de nuevos ojos. Si entierro la aguja del
cuentakilómetros, puedo llegar a su casa en menos de quince minutos.
Puede ser suficiente. O no. Este matón es lo único que me impide
salir ahora mismo.
—Nate, dile a Benny que llame a la policía.
Lanzo mi botella de agua en el suelo y cargo hacia adelante.
Se acabó muy rápido, y ninguno de los espectadores parece
saber qué diablos pasó. El silencio llena el gran aparcamiento, mientras
todo el mundo espera a que se levante Jones. Todo el mundo menos
yo. Sé que no lo hará por un tiempo. Me pareció que sus huesos se
agrietaron en el momento en que su cabeza cayó a un lado con los
golpes venenosos que le di en una rápida sucesión.
Sigue sin moverse cuando mis neumáticos chillan por la rampa
subterránea.

***
—Quédate aquí —le grito a Nate mientras estaciono mi auto en el
medio de la calle. No estoy seguro de cómo no choqué, dado que
tengo un ojo cerrado por la hinchazón. Salto, corriendo más allá de la
multitud de curiosos, hacia los vehículos de emergencia y oficiales de
policía. Las luces intermitentes, los policías corriendo con radios en sus
manos. No podrían haber llegado más de diez minutos antes que
nosotros.
Lleva cuatro oficiales, un arma destinada a la frente, y un juego
de esposas para detenerme. No van a dejar que vaya adentro, no
responderán a la maldita pregunta que hago una y otra vez. ¿Lizzy está
bien? En su lugar, me martillan con una avalancha de palabras que no
registro, que no me importa reconocer.
—¿Qué te pasó, hijo?
—¿Quién te hizo esto, hijo?
—Necesitas asistencia médica.
—¿Cómo conoces a los ocupantes de esta casa?
—¿Dónde has estado desde la medianoche hasta tu llegada
aquí?
A pesar de mi advertencia, Nate se aventura a salir de mi auto y
de alguna manera se desliza a través de la cinta de la policía. Como
una sombra silenciosa, él espera mientras un joven paramédico cura el
10
corte por encima de mi ceja y me informa que tengo tres costillas rotas.
Apenas la escucho mientras observo el desfile dentro y fuera de la
puerta principal de mis padres.
Mientras veo aparecer al forense.
El comienzo del amanecer ilumina el cielo cuando una… dos…
tres camillas salen por fin.
Todas cubiertas con bolsas negras.
—Siento tu pérdida, hijo —me dice un oficial de policía fornido,
con voz áspera. No escuché su nombre. No me preocupo por eso—.
Este tipo de cosas no deberían suceder.
Él tiene razón. No deberían. Lizzy no debía haber estado allí. Si yo
no hubiera renunciado a ella, si no la hubiera echado de mi
apartamento, no hubiese estado allí.
Yo podría haberla salvado.
Pero ahora es demasiado tarde.

***
Presente
—¿Qué quieres decir con que no pueden entregarlo hasta
después del fin de semana? —A pesar de todos los esfuerzos por
mantener la calma, mi tono es mordaz.
—Señor, lo siento. Como ya he explicado, estamos
experimentando escasez de mano de obra. Estamos trabajando tan
rápido como nos sea posible para cubrir los pedidos. Le pedimos
disculpas por las molestias —recita de manera uniforme la representante
de atención al cliente, sonando como si hoy lo hubiese dicho cientos de
veces. Porque estoy seguro de que lo ha hecho.
Pellizco el puente de mi nariz para mitigar el repentino dolor de
cabeza que se forma, y lucho contra el impulso de golpear el tubo
contra el escritorio. Esta conversación es una completa pérdida de
tiempo. Es lo mismo que he tenido todos los días durante dos semanas.
—Dígale a su gestión que “inconveniente” no es la palabra
correcta. —Cuelgo antes de que tenga la oportunidad de arrojar la
respuesta ya escrita para eso.
Con un gemido, me recuesto en la silla de cuero y cruzo los brazos
detrás de mi cabeza. Examino las paredes de mi despacho forrado de
piso a techo con estantes, que hace las veces de sala de suministros.
Cinco semanas de noches anormalmente ocupadas en Penny, junto
11
con entregas esporádicas de cerveza significa que no voy a tener de
nuestras mejores marcas para el próximo fin de semana. Eso quiere decir
que tendré que pasar otra noche de sábado explicándoles a los
clientes por qué el hecho de que no tengamos Heineken, no les da
derecho a un baile de regazo gratis.
Algunos días, odio este negocio.
Últimamente, lo odio todos los días.
Abriendo una botella fresca de Rémy Martin de alta gama, vierto
el profundo líquido dorado en mi vaso. Es mi vicio: una copa antes de
que el club abra para tranquilizarme, y una al cerrar el lugar. Por
desgracia, los nervios no se van tan fácilmente y me encuentro
rellenando la copa. Es algo bueno que nuestras horas estén limitadas o
tendría un problema con la bebida. A doscientos dólares la botella,
también tendría un problema de dinero.
Se abre la puerta de mi oficina mientras la quemadura
reconfortante se desliza por mi garganta.
—¿Cain? —La profunda voz de Nate retumba un segundo antes
de que su metro ochenta y seis, y casi ciento treinta kilos, aparezca a
través de la puerta. Todavía me asombra en lo que se ha convertido de
la noche a la mañana ese niño flacucho; en el gigante que ahora está
de pie frente a mí. No debería sorprenderme, sin embargo, teniendo en
cuenta que yo era quien pagaba los altos recibos del supermercado
durante sus períodos de crecimiento en la adolescencia—. Acabo de
recibir un mensaje de Cherry. Está enferma.
—¿Te envió un mensaje?
Él asiente lentamente; sus ojos oscuros no dejan de mirarme.
—Es la tercera vez que se reporta enferma en dos semanas.
—Sí —coincide, y sé que sus pensamientos están en la misma
onda que los míos. Nadie me conoce mejor que Nate. De hecho, nadie
me conoce, excepto Nate.
Cherry ha trabajado para mí durante tres años y medio. Ella tiene
el sistema inmunológico de un tiburón. La última vez que empezó a
faltar porque se “enfermó”, la encontramos siendo maltratada y
golpeada por su novio idiota.
—¿Crees que él esté de vuelta?
Meto los dedos en mi cabello, apretando los dientes con el
aumento de la frustración. —Después de lo que pasó la última vez, si
aparece, sería el mayor idiota del mundo. —Como advertencia, él lo
mandó al hospital con una fractura de fémur y dos hombros dislocados.
Tengo que pensar que fue un medio eficaz de disuasión—. A menos que
ella lo haya invitado.
12
Pongo los ojos en blanco. Cherry es una buena chica con baja
autoestima y terrible gusto para los hombres. Aunque me sorprendería,
no pondría las manos en el fuego por ella. Ya he visto esto. Muchas
veces.
—Creo que voy a pasar por su casa para asegurarme de que no
se trata de nada más que un virus o una cuestión digna de sopa de
pollo. —Nate agarra las llaves del bastidor.
Con un suspiro, gruño—: Gracias, Nate. —La ayudamos durante
un año a mantenerse limpia y libre de su novio idiota. Lo último que
quiero ver es una repetición—. Y, toma. —Saco un billete de veinte
dólares de mi cartera y lo tiro en mi escritorio—. A su hijo le encantan las
Big Macs.
Nate frunce el ceño a mi dinero, dejándolo allí. Debería haberlo
sabido.
—¿Y si él está ahí?
—Si él regresó… —Me paso la lengua por los dientes—. No hagas
nada. Llámame. Inmediatamente.
Con un saludo perezoso, Nate sale de mi oficina, me deja con mis
codos sobre el escritorio y mis manos cruzadas contra mi boca
apretada, preguntándome qué voy a hacer si Cherry ha dado un giro
para peor. No puedo despedirla. No cuando necesita nuestra ayuda.
Pero… mierda. Si tenemos que pasar por esto de nuevo con ella…
Y tuve que convencer a Delyla para que volviera a la consejería
la semana pasada debido a que empezó a cortarse de nuevo. Dos
semanas antes de eso, llevamos a Marisa al hospital con
complicaciones posteriores al aborto clandestino que el estúpido de su
novio la convenció de hacerse. Aún ni siquiera ha podido volver a
trabajar. Y la semana antes de eso…
Un golpe en mi puerta, solo unos segundos más tarde, hace que
mi temperamento se encienda inesperadamente. —¿¡Qué!?
Se asoma el rostro de Ginger.
Respiro profundamente y gesticulo un “lo siento”, castigándome
en silencio por gritarle.
—Oye, Cain, mi amiga vendrá a reunirse contigo esta noche —me
recuerda con aquella voz ronca adecuada para las empresas de sexo
telefónico. A los clientes les encanta. Les gusta todo de ella, incluyendo
aquellos grandes pechos naturales y esa lengua perspicaz—. ¿Te
acuerdas? La que te mencioné a principios de esta semana.
Me quejo. Me había olvidado por completo. Ginger me lo sugirió
el viernes pasado mientras arbitraba una discusión entre Kinsley y China
en el pasillo. Nunca estuve de acuerdo en reunirme con esta persona, 13
pero no había dicho que no. Ginger está claramente tomando ventaja
de eso.
—Cierto. ¿Y quiere un trabajo de qué? ¿Bailarina?
La cabeza de Ginger sube y baja; su cabello salvaje y corto —
teñido de platinado, miel y rosa—, hecho un desorden. —Creo que ella
te gustará, Cain. Es diferente.
—Diferente, ¿cómo?
Sus calientes y rosados labios se tuercen. —Es difícil de explicar. Ya
verás cuando la conozcas. Te gustará.
Mi mano se abre camino a mi nuca, tratando de frotar la tensión
permanente. No va a funcionar. Los viajes semanales a un masajista no
hacen nada por el tipo de nudos que crea este lugar. —No se trata de
que me guste, Ginger. Tenemos mucho personal. No necesito más
bailarinas ni camareras en estos momentos. —Dada la reputación de
Penny, este lugar se ha convertido básicamente en la crème de la
crème de los clubes de entretenimiento para adultos. No tomo personal
al azar. Solo por referencia y la rotación es baja. Aparte de Kinsley, no
he contratado a alguien nuevo en casi un año. Demasiadas bailarinas,
significa más peleas entre mujeres que dinero.
—Lo sé, Cain, pero… Creo que realmente va a gustarte. —Ginger
ha atendido la barra durante años, más que cualquier otra persona.
Confío en su juicio. Las otras tres personas que nos recomendó resultaron
ser excelentes empleadas que ahora están en la trayectoria de una
vida saludable, lo que las aleja del negocio sexual. Demonios, ella fue
quien me presentó a Storm, ¡mi brillante historia de éxito!
Tras una larga pausa, pregunto—: ¿Y sus preferencias? ¿Es ella…?
No es que importe, por supuesto.
Sus ojos verde azulados, como los de un gato, brillan mientras me
sonríe. —Estoy bastante segura de que le gustan los tipos. Todavía no he
visto la prueba, pero eso es lo que me dice mi instinto. Por desgracia
para mí. —He aprendido a apreciar de verdad la orientación sexual de
Ginger. Nunca existió ese momento incómodo con ella, donde decidió
que yo agradecería tener su mano en mi polla. Es una de las pocas
empleadas mujeres de la que puedo decir eso. Es una de las razones
por las que me llevo tan bien con ella.
—¿Su nombre?
—Charlie.
—¿El real o el artístico?
Se encoge de hombros. —El real, creo. “Charlie” es el único
nombre que me ha dado.
Hago una pausa para tomar otro sorbo. —¿La apruebas? —
Ginger conoce los requisitos. Ni drogadictas. Ni proxenetas. Ni
14
prostitutas. Tengo cero tolerancia por las drogas y la prostitución. Si los
policías me atraparan me cerrarían en menos de un segundo, y muchas
personas dependen de Penny como para dejar que eso suceda.
Además, aquí no hay necesidad de ello. Me aseguro de que las chicas
puedan conseguir dinero de modo seguro, sin tener que vender los
últimos jirones de su dignidad.
Me responde su brusco movimiento de cabeza.
—¿Experiencia?
—Vegas. Tuvo un par de entrevistas aquí, incluyendo al Sin City. —
Arquea las cejas de forma significativa—. Sabes lo que les hace hacer
Rick.
Me recuesto en mi silla. Sí, he oído cuales son los requisitos de Rick
para conseguir y mantener un puesto de trabajo en su club. No ayuda
el hecho de que el tipo es un gordo con cabello grasoso. —¿No
cumplió?
Ginger ríe. —Por lo que me dijo, apenas logró salir sin vomitar.
Asiento lentamente. Eso sin duda le gana algunos puntos
conmigo. Quiero ayudar a cada mujer que siente que tiene que
quitarse la ropa para sobrevivir pero yo soy solo un hombre, y no todas
las mujeres son lo suficientemente fuertes como para evitar las trampas
de esta industria.
He visto a muchas de ellas caer muy rápido.
Y tratar de atraparlas una y otra vez es muy agotador.
Mirando la exóticamente bella cara de Ginger, al final hago la
gran pregunta.
—¿Cuál es su problema, Ginger? ¿Por qué desnudarse? —Con un
dedo, trazo lentamente el borde de mi vaso. Por lo general hay una
buena razón. O una mala, dependiendo de cómo se mire. Por las
proporciones de lo que completamente normal van los jodidos
empleados, los números generalmente pesan más por la última—.
¿Deserción escolar sin futuro? ¿Antecedentes de abuso? ¿Novio imbécil
con ganas de dinero extra? ¿Problemas con papá? ¿O es que solo
busca atención?
La cabeza de Ginger se inclina mientras murmura en tono seco. —
¿Muy hastiado?
Pongo mis manos en el aire. —Eres la excepción. Lo sabes. —
Desde el día en que entró en mi oficina, en su decimoctavo
cumpleaños, nunca he tenido que preocuparme por ella. Viene de un
hogar estable, libre de abuso y no le intimida el escenario. Su propósito
es directo y honesto: ahorrar suficiente dinero para abrir una posada en
Napa Valley. Con el tipo de dinero que recauda aquí, yo diría que
conseguirá pronto ese sueño. 15
Después de una pausa, se encoge de hombros. —Todo lo que sé
es que quiere hacer buen dinero. Pero parece tener la cabeza bien
puesta, ya que no tomó los otros trabajos.
Debido a que probablemente pensó que estaría chupando una
polla en la habitación privada… Con una exhalación profunda y mi
mano contra mi frente, frotando suavemente el ceño fruncido,
murmuro—: Muy bien. Ya veremos. —¿En serio voy a hacer esto ahora?
¿Y si es otra Cherry? ¿O Marissa? ¿O China? ¿O Shaylen? ¿O…
—Genial. Gracias, Cain. —Hace una pausa, apoyando contra el
marco de la puerta su forma curvilínea, vestida con pantalones cortos y
una camiseta sin mangas para la atención de la barra—. ¿Estás bien? Te
ves desgastado últimamente.
Desgastado. Es una buena manera de describirlo. Agotado
semana tras semana y mes tras mes por clientes descarados, problemas
diarios de propiedad y empleados que parece que no pueden
enderezar su vida sin alguien que interfiera. Tener la atención de la
policía porque suponen, en base a mi pasado y mi negocio actual, que
sigo los pasos de mis padres; y ese es el resumen de mi vida durante la
última década.
Es suficiente para hacer que cualquier persona racional
abandone.
Y lo he considerado. He pensado en vender Penny y alejarme.
Luego miro las caras de mis empleados, los que sé que sin mí van a
terminar en un lugar como Sin City, y los dientes de metal de la trampa
alrededor de mi pecho se vuelven más apretado.
No puedo abandonarlos. Todavía no. Si tan solo pudiera conseguir
este lote seguro, sin necesidad de añadir más problemas a mi plato,
podría vivir mi vida tranquilamente en algún lugar. Una remota playa en
Fiji suena bastante bien.
Sin embargo, ninguno de esos pensamientos son dichos en voz
alta. —No he estado durmiendo bien —le digo, poniendo la sonrisa falsa
que he dominado. Empieza a sentirse como una máscara de hierro
sofocante.
Por la forma en que se arruga su frente, sé que no me cree. —Está
bien, bueno, ya sabes que si los quieres, siempre tienes mis oídos —me
ofrece sonriendo juguetonamente mientras rueda sus caderas y guiña—
. Y nada más.
Su suave risa la sigue por la puerta, animando temporalmente mi
humor severo mientras me pongo a preparar la nómina para el
pequeño ejército de bailarinas, la seguridad, la cocina y camareros que
tengo empleados. Serge, un hombre de cuarenta y ocho años,
cantante de ópera italiano retirado, maneja mi cocina como si fuera
suya, pero yo manejo todo lo demás. 16
Por desgracia, veinte minutos más tarde cuando llega la llamada
de Nate, mi humor severo regresa con una venganza. —Su Dodge azul
está aquí.
Mi puño golpea contra el escritorio, haciendo vibrar todo. —Me
estás tomando el pelo, ¿verdad? —Me tomo un momento para
hacerme con el control de la formación de rabia que burbujea dentro
de mí. Nate no se molestó en contestar. Los dos siempre hemos tenido
una facilidad para las bromas, pero sabe sobre qué no debe bromear
conmigo. Los idiotas que toman ventaja sobre las mujeres es una de
esas cosas.
—¿Quieres que entre? —ofrece Nate.
—No, espera afuera. Si él regresó, seguramente se la está
llevando. —Tan estúpido como es este chico, debe haber aprendido
después de la última vez—. Voy en camino. No entres, Nate. —Doy esa
advertencia con una voz severa. No podría soportar la idea de perder a
Nate. Ni siquiera debería haberlo dejado participar. Debí haber hecho
que se fuera a la universidad y llevara una vida normal. Pero no lo hice,
porque es todo lo que tengo y me gusta tenerlo cerca.
En cuestión de segundos estoy fuera de mi asiento y en cuclillas
en la esquina, marcando la combinación de seguridad. Mis dedos se
envuelven firmemente alrededor del acero mordaz de mi arma. Me
desprecio por tocarla. Representa a la violencia, la ilegalidad… la vida y
las decisiones que he dejado atrás, que no iba a dejar que me volvieran
a consumirme. Pero si esto significa mantener seguros a Nate, Cherry y
su hijo de ocho años, que me llamó al celular desde el de su madre en
busca de ayuda cuando la encontró inconsciente en el sofá la última
vez, entonces voy a meter el cañón justo en la sien de esa basura.
Estoy a punto de deslizarla en la funda cuando se abre la puerta.
—¿Cain?
Tengo que empezar a cerrar la maldita puerta de mi oficina, me
digo. Reprimiendo una maldición, deslizo la pistola en la caja fuerte y
me paro, y luchando por reprimir el veneno de mi voz, gruño—: Ginger,
debes aprender… —A tocar, es como se supone que termine esa frase.
Pero en vez, termina en un silbido agudo, cuando me encuentro
mirando a mi pasado.
A Penny.

17
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Sofía Belikov

Plan A; Entregarme y rogar por inmunidad a cambio de


información.
No tengo la suficiente información concreta para atraparlo.
Seguro terminaré en la cárcel por los siguientes veinticinco años. Si
incluso llego ahí, viva.
Plan A; Entregarme y rogar por inmunidad a cambio de
información.
Plan B; Perder toda identificación y fingir amnesia, por lo que el
gobierno se verá forzado a crear nuevos documentos para mí… tarde o
18
temprano.
¿Y si ponen mi foto en las noticias? Él me encontrará. Además,
puedo terminar encerrada en un hospital psiquiátrico por un tiempo
indefinido. Y no sé si mis habilidades actorales sean bastante
convincentes.
Plan B; Perder toda identificación y fingir amnesia, por lo que el
gobierno se verá forzado a crear nuevos documentos para mí… tarde o
temprano.
Plan C; Comprar una nueva identificación y hacer desaparecer a
Charlie Rourke.
Está allí de pie, perforando agujeros en mi cara.
Dado que nunca antes he puesto los ojos en él, no sé cómo luce
su complexión normal, pero apostaría que no es la blanca y enfermiza
palidez que veo ahora.
Como si hubiera visto un fantasma.
Intento llamar la atención de Ginger, para ver si cree que su
reacción es extraña, pero no puedo.
—Lo siento. Llamé a la puerta, pero no respondiste —ofrece a
modo de disculpa. Es verdad, llamó a la puerta, y esperamos cerca de
un minuto antes de entrar. No sé lo que hacía en su oficina, detrás de la
puerta cerrada con una señal que decía “jefe” y un par de ropa interior
de encaje fijada a ella, pero, por la expresión de asombro de su rostro,
hemos interrumpido algo. Una mirada hacia abajo confirma que su
cinturón está abrochado.
—Esta es mi amiga, Charlie, de quien te conté. —Los largos y
delgados dedos de Ginger me apuntan y fuerzo una sonrisa brillante.
“Amiga” suena un poco engañoso, viendo como todo lo que le he
dicho a Ginger sobre mí es una deliberada mentira.
La conocí hace solo tres semanas. Su clase de principiantes para
aprender a bailar al caño acababa de terminar y se quedó para ver la
clase avanzada. Supongo que la impresioné, porque se sentó toda la
hora y luego me habló al oído en el vestuario, diciéndome lo buena que
soy. Tomé su número sin intención de llamar. A la semana siguiente,
Ginger me arrinconó después de clases y no me dejó hasta que fui a
almorzar con ella. La semana pasada, me coaccionó para ir de
compras. No hay nada malo con ella. Tiene veintiséis, pero no lo
demuestra la mayoría del tiempo. Tiene una risa fácil y genuina y un
sentido del humor sarcástico. También es persistente. No planeaba
conocer gente, viendo que no estaré en Miami tanto tiempo. Pero
supongo que puedes decir que nos hemos vuelto amigas —con
mentiras y todo.
Es irónico nos conociéramos así. Debido a mis habilidades de baile 19
y vestimenta, ella asumió automáticamente que era una nudista. No
hubo juicio en aquellos brillantes ojos verdes cuando preguntó en qué
club trabajaba. Ese es el por qué admití los pocos clubes adultos a los
que apliqué y la horrible “entrevista” en el llamado club Sin City. Del que
salí corriendo. Su cara de duendecillo se iluminó, lo cual no era la
reacción que esperaba. Entonces, explicó que trabajaba en el bar del
mejor club de Miami y se ofreció a conseguirme un empleo. Preguntó
sobre mi experiencia y, por supuesto, mentí. Le dije que había trabajado
en Las Vegas.
Me fui de Las Vegas cuando tenía seis años. Naturalmente nunca
he hecho nudismo ahí.
Después de mi experiencia con Sin City, no estaba segura de si
podía hacerlo. Pero cuando vi la inusualmente elegante señal en el
frente; vacía de cualquier caricatura de grandes pechos o luces
intermitentes, solo el nombre, Penny’s Palace, supe de inmediato que
este era el lugar para mí. Y Ginger me prometió que el dueño, Cain, no
se parecía a ningún otro. La forma en que habla de él, pensaría que
tiene una especie de premio del “jefe del milenio”.
Pero, sigue mirándome fijamente.
No ha parpadeado ni una sola vez.
Me percato de la casi imperceptible sacudida de su cabeza
antes de que ofrezca en un tono cortante—: Charlie. Cierto. Hola.
—Hola. —Me encontraba fría y segura viniendo aquí,
aprovechando incontables horas de clases de actuación para preparar
mi amplia y amistosa sonrisa. Ahora, sin embargo, bajo la mordaz
mirada de este hombre, escucho el bamboleo con esa pequeña
palabra. Doy un paso hacia delante y extiendo la mano.
Sus ojos color café por fin dejan de curiosear en mi rostro para
bajar la mirada hacia mi mano —sin moverse— y lucho contra la
urgencia de retirarla. Ginger juró que este tipo era de primera clase,
pero aun así hace su dinero con comercio sexual. Un montón de cosas
se ponen movidas bajo este techo y las manos probablemente no son
una de ellas. Nunca sacudí la mano de ese canalla en Sin City —Rick—
antes de que me diera instrucciones de subirme a su regazo a los dos
minutos de mi entrevista. No debería estar sorprendida por la reacción
de este chico.
Estos propietarios son todos iguales.
Respiro profundo, recordándome que he manejado mi parte justa
de degenerados y puedo hacer esto.
Diablos, yo soy una degenerada.
Como si saliera de su deslumbramiento, Cain acepta al fin mi
mano en la suya, con los ojos fijos en los míos. —Hola, Charlie. Lo siento.
Acabas de… sorprenderme. Te pareces mucho a alguien que conozco.
—Hay una pausa—. A alguien que conocía —se corrige con suavidad.
20
Su voz lleva consigo un sonido suave y educado, lo que me sorprende,
dado nuestro entorno.
—Está bien, bueno, voy a estar en el bar, ordenando cosas. —
Ginger se escabulle de la oficina, cerrando la puerta tras de sí,
dejándome sola con este hombre. Tomo unas cuantas respiraciones
tranquilas. Voy a estrangularla.
No sé qué esperar. Ginger no me dijo mucho de Cain, que no sea
que es muy agradable y honesto, que trata muy bien a sus empleados,
y si voy a bailar en Miami, entonces Penny’s es el lugar para trabajar.
Dijo que a veces se pone intimidante, pero es simplemente reservado. Y
tiene mucho con lo que tratar, al tener este club.
Ciertamente dejó los detalles de su apariencia física, me doy
cuenta, mientras mi mirada viaja por su cuerpo para ver las curvas bien
definidas bajo una camisa ajustada de vestir abotonada y pantalones
de vestir negros. Como si ese cuerpo no fuera suficiente, su rostro es
perfecto; pómulos angulosos y una mandíbula afilada combinan para
darle un aspecto masculino pero sin embargo, casi bonito. Es como una
escultura; y bastante opuesto a Rick de Sin City.
Básicamente, Cain es un caliente baja bragas.
Que tu jefe sea un caliente baja bragas es demasiado extraño
como para dejarlo fuera de la ecuación. Cain es el tipo de chico que
hace que las mujeres pierdan las palabras y el hilo de sus pensamientos
cuando caminan por ahí. Excepto, Ginger, al parecer.
Pero atractivo o no, me siento incómoda, mientras su inteligente y
dura mirada rueda lentamente por mi cuerpo, evaluándome.
Respirando hondo, echo los hombros hacia atrás. Levanto la barbilla. Lo
miro directo a los ojos. Hago todo lo que sé que es debido para
aparentar confianza. No me encogeré bajo el intenso escrutinio. Si voy a
estar sobre su escenario, quitándome la ropa para sus clientes, no
puedo ponerme nerviosa por esto.
Así que me quedo de pie y lo dejo juzgarme en silencio mientras
contemplo su oficina, viendo todos los estantes, repletos de cajas.
Aparte del gran escritorio en un extremo y un sofá de cuero negro
escondido en una esquina, parece un cuarto de almacenamiento. Por
su aspecto, se esperaría algo elegante y ordenado.
—Ginger dijo que tienes experiencia. —Su tono es más suave que
cuando nos presentamos.
Respondo sin dudar—: Sí, un año en Las Vegas. En The Playhouse.
—Lucho contra el impulso de empezar a retorcer uno de mis rizos rubios.
Sé mis líneas, y esa es una que dice que estoy mintiendo. Ginger me
advirtió, que bajo ninguna circunstancia, le mintiera a Cain Ford, porque
siempre se entera y, cuando pasa, le molesta. Pero es imposible prestar
atención a esa advertencia, dada la situación. 21
Además, soy una mentirosa muy competente.
Y apuesto a que no hará una comprobación de referencias a
profundidad. A falta de una intervención divina, no encontrará a una
Charlie Rourke que trabajó en The Playhouse en Las Vegas.
Porque no existe Charlie Rourke.
Cain se inclina contra su escritorio y cruza los brazos sobre el
pecho, solamente acentuando los definidos músculos en sus hombros y
bíceps. —¿Tienes alguna preferencia?
Mantengo mi cara compuesta —soy una experta sin emoción—
mientras me esfuerzo por descifrar su pregunta. ¿Preferencia con qué?
¿El escritorio? ¿El piso? ¿Ese sofá? ¿Está a segundos de bajarse la
cremallera?
O Cain interpreta mi larga pausa como confusión o repite la
pregunta en su cabeza y se da cuenta de cómo puede ser tomada,
porque añade muy claramente—: En el escenario. Cuando estás
bailando.
Exhalo y me amonesto en silencio. —Soy bastante buena en un
caño. —Eso no es mentira. En realidad, eso le resta crédito a mi talento.
He sido gimnasta desde que tenía cinco, así que mi cuerpo es fuerte y
ágil. Luego, hace dos años, necesité una excusa para visitar un estudio
de baile específico en Queens una vez a la semana, así que me inscribí
en la clase de caño. No bajo mi verdadero nombre, por supuesto.
Resulta que bailar el caño se me da de forma natural. Pero no he
trabajado en el movimiento donde dejo caer mi ropa.
—De acuerdo —dice lentamente, moviendo su mandíbula, como
si estuviera pensando. Duda por un segundo—. ¿Completamente
desnuda o solo senos?
—Solo senos. —No debería estar tan impaciente. He escuchado lo
que usan como parte inferior estas chicas y muy bien podrían estar
completamente desnudas.
Los ojos de Cain automáticamente caen a mi pecho cuando
digo eso, y parecen establecerse ahí. Su forma entera está congelada
en el lugar.
Como si esperara.
Por supuesto que es así. Quiere saber lo que está poniendo en su
escenario.
Un temblor recorre mi estómago. Puedo hacer esto. Esto será
menos mortificante que la última vez. Tratando de apaciguar mi
respiración antes de que mi corazón explote y salga de mi pecho,
deslizo rápidamente mis pulgares bajo las tiras del vestido de verano
color amarrillo limón y las bajo hasta que pasan mis hombros. Con una
22
aguda inhalación, bajo mis brazos y el vestido va con ellos. No me puse
un sostén intencionalmente. Imaginé que haría rápido este incómodo
proceso y un poco menos embarazoso. Lo último que quería hacer, era
soltar con torpeza los ganchos del sujetador…
Porque eso haría que el estar de pie en la oficina tipo almacén de
este hombre en mi tanga blanca fuera mucho más incómodo de lo que
ya era.
Los labios de Cain se separan, pero ningún sonido sale de él
mientras sus ojos se amplían por uno, dos, tres, cuatro segundos. Y luego,
es como si despertara, porque se mueve repentinamente. Se para,
descruzando los brazos y dando unos pasos hacia mí, observo con mis
pulmones apretados como se agacha delante de mí y agarra las tiras
del vestido agrupado alrededor de mis tobillos. Lo jala hacia arriba, y sus
dedos dejan rastros calientes contra mi piel cuando ajusta los tirantes. Si
mi cuerpo ya no estuviera tan rígido como un cadáver, su tacto
probablemente me habría hecho estremecer.
Mirándome con unos ojos llenos de sabiduría, dice con voz tensa,
como si contuviera la respiración—: No tienes que hacer eso para mí.
De hecho, te pido por favor que no lo hagas de nuevo conmigo. Jamás.
Trago saliva y asiento, con mis mejillas en llamas, de alguna
manera más humillada por su reacción que si hubiera tanteado mis
senos como lo hizo el otro cerdo. Girando sobre sus talones, marcha
hacia su escritorio, con una mueca en su hermoso rostro. No sé si he
hecho algo mal o si tengo el trabajo.
Necesito este trabajo.
Cain habla de nuevo. —¿Solo bailas en el escenario? ¿Qué hay
de bailes privados? —Veo su mirada en mí desde debajo de una franja
de pestañas espesas—. No cobro honorarios por algún espectáculo, así
que lo que ganas ahí, te lo llevas a casa.
La pequeña exhalación escapa de mis labios antes de que
pueda detenerla. Cuando ideé este plan hace dos semanas, no era
totalmente consciente de los mecanismos internos en estos clubes. Pero
se puede encontrar cualquier cosa en internet. Me enteré que muchos
propietarios cobran una tarifa alta por espectáculo, de manera que las
chicas ganan su dinero trabajando duro en el escenario y en los cuartos
privados. Se rumorea que, aunque ilegales, muchas de ellas hacen
“extras” con el baile de regazo. La idea de desnudarme en un
escenario en frente de la gente, es bastante difícil para mí. Pero los
bailes de regazo…
Lo haré.
Tengo que hacerlo, me recuerdo.
Cuando ese día salí corriendo de Sin City, estaba segura de que
mi plan se acabó. Quiero decir: ¡Cómo iba a realizar a diario bailes de 23
regazo cuando ni siquiera podía pasar mi entrevista!
Pero Ginger me dijo que Penny’s es diferente. Que Cain es
diferente. Que nadie en los cuartos privados se quita los pantalones, y
que hacer “extras” es una de las únicas formas en que puedes se
despedida.
Cain sonaba demasiado bueno para ser cierto.
Alzando mi barbilla con determinación de acero, digo—: Ambos,
por favor. —Tragando la repulsión que burbujea en mi garganta, aclaro
con un esfuerzo—: Quiero trabajar en los cuartos privados como
también en el escenario.
Cain expulsa el aire de su boca, y una mano en la cadera
mientras la otra se desliza a través del cabello oscuro perfectamente
arreglado y ligeramente ondulado al tiempo que me mira con dureza.
Hay una mirada inexplicable en sus ojos, pero sé que trata de leerme.
Me pregunto si está decidiendo si pedirme una demostración. Mi mirada
se desplaza hacia el sofá de nuevo y el estómago se me aprieta. De
alguna manera, creo que darle a este chico un baile de regazo por la
entrevista podría ser más difícil que hacer uno para un depravado.
Porque si puedo conseguir pasar la vergüenza y los nervios, podría
disfrutarlo.
Pero no me pide una demostración. En cambio, me pregunta—:
¿Alguna vez has trabajado como cantinera?
Sacudo la cabeza, frunciendo el ceño.
—Tengo demasiadas chicas trabajando en los cuartos privados.
Pero trabajar detrás de la barra aumentaría tus ganancias
significativamente. Es lo que solía hacer otra de mis bailarinas de
escenario. —Continúa, más para sí mismo—: Veamos cómo funciona
eso primero.
Vine aquí esperando lo peor; como que estaría frotándome en los
regazos de tipos durante el fin de semana porque debía hacerlo. Y, sin
embargo, ahora, me invade el alivio.
—¿Por qué estás en esta profesión? —pregunta de repente, y me
atraviesa una vez más con la mirada.
Una pregunta que sí esperaba. Encuentro su mirada y la
mantengo mientras explico—: Porque soy buena en esto, tengo un
cuerpo decente, y no tengo ningún interés en servir papas fritas por un
salario mínimo mientras averiguo lo que quiero hacer el resto de mi vida.
—Lo digo tal como lo practiqué; calmada, clara y convincentemente.
Es una buena respuesta. Una que no crea dudas. Y bastante alejada de
la verdad. Sé exactamente lo que quiero hacer con mi vida.
Terminarla y empezar una nueva. 24
Asiente lentamente, sus labios presionados en una mueca. No sé si
eso significa que estoy contratada o no, así que me muerdo la lengua y
espero un veredicto concreto. Todavía estoy esperando la decisión de
Cain cuando suena su celular. Observo con los dedos entrelazados
frente a mí mientras él responde con un gruñido—: ¿Sí? —Escucha; su
mano libre frota ausentemente un pequeño tatuaje detrás de su oreja.
Un segundo más tarde, grita—: ¡No! Voy en camino. —Colgando, hurga
en un cajón y sale con un puñado de papeles—. Llena estos, por favor.
Mañana en la noche trae una copia de tu licencia de conducir. —
Cualquier gentileza que se desplegó en su voz, se ha desvanecido. Es
todo negocios ahora, mientras desliza las hojas a través de su escritorio
con manos que se ven fuertes y musculares, pero incapaces de
tranquilizar—. Si le gustas a la gente, tienes el trabajo. —Volviendo esos
ojos una vez más en mi dirección y deteniéndose por un momento,
agrega—: ¿Está bien?
—Absolutamente. Gracias —digo con un asentimiento y lo que
espero sea una sonrisa cortés mientras recojo los formularios.
Con eso, se gira y agacha detrás de su escritorio. Escucho el
repique de algo metálico que me recuerda a la caja fuerte de mi
padrastro. Cuando Cain se pone de pie, es para ajustar una funda y un
arma a él, sobresaltándome. No es la primera vez que veo un arma.
Tengo una. He usado una. Pero verlo con una aquí, en estos momentos,
era inesperado. ¿Por qué necesita una?
Poniéndose una chaqueta ligera para ocultarla —moriría usando
eso en el calor del verano, pero ocultar tu arma es una ley en Florida y
asumo que Cain es un ciudadano que respeta la ley— se acerca y, con
una mano en la parte baja de mi espalda, me urge hacia la puerta. No
es rudo, pero tampoco cortés. Conmigo en el pasillo, cierra la puerta de
su oficina y camina hacia la salida, sin voltearse una sola vez.
Me quedo de pie allí, inhalando el débil olor a cerveza y
captando con mis oídos a alguien que prueba el sistema de sonido. El
que tocará la música con la que me desnudaré mañana por la noche.
Respiro hondo cuando una erupción de mariposas revolotea en
mi estómago, y me abrume la repentina urgencia de dar rienda suelta a
mi vejiga.
No es para tanto.
Mamá hizo esto.
Puedo hacerlo.
Después de todo lo que he hecho, de lo que he sido cómplice,
quitarme la camisa en frente de un montón de borrachos no es nada.
Merezco sufrir un poco.
25
Echo un vistazo a la documentación en mi mano. Dijo que quería
una copia de mi licencia. Está bien. Lo único que precisa en ella es mi
fotografía.
Traducido por ElyCasdel
Corregido por Valentine Rose

—Hola, Cain.
Empuja uno de esos grandes y rubios rizos hacia atrás sobre su
hombro desnudo, dirigiendo mi atención a su cuello. Es un movimiento
de coqueteo, pero con Penny, no creo que lo haga intencionalmente.
—¿Cómo estás esta noche? —Cierra la distancia y una mano delicada
tiembla sobre mi hombro, como hace siempre que me recibe antes de
su turno. Escalofríos recorren mi piel, como cada vez que me toca.
—Estoy bien, Penny. —Soy mucho más alto que ella; cuando se
para directamente frente a mí, necesita inclinar la cabeza para 26
mirarme. Eso me da la mejor vista de esa boca grande que estuve tan
cerca de besar anoche. Tan cerca de rendirme ante una urgencia
egoísta.
Ojalá las cosas pudieran ser diferentes entre nosotros, pero no se
puede.
Se merece mucho más que yo.
Saber eso fue lo que me detuvo de besarla anoche, a pesar de
que ella obviamente lo esperaba.
Me fuerzo a sonar como si me importara cuando pregunto—:
¿Cómo está Roger? ¿Espero que los dos tengan planes para las
vacaciones? —Él le dará una buena vida. Es un tranquilo plomero en sus
treinta, que la sigue por el club y quiere desesperadamente que
renuncie. Podrían tener juntos una linda vida. Ella estaría lejos de este
mundo.
No puedo darle nada de eso. Aquí es donde pertenezco.
Antes de que se vaya, veo la más pequeña arruga en su frente.
Atasca su cabello detrás de la oreja y retrocede, tragando antes de
hablar. —Oh… bien. Está bien. Sí, vamos a conocer a su madre. —
Asintiendo como para confirmar sus palabras, atrapa la misma hebra
una segunda vez—. Debería ir a vestirme.
La miro alejarse, ahogándome en mi decepción.
***

Sé que no es Penny.
Y aun así, mientras manejo a toda velocidad mi Navigator negro
por la calle, con el aire acondicionado al máximo, hacia el
apartamento de Cherry, para lidiar con el inminente desastre, se
reproduce una y otra vez en mi cabeza el nombre Penny . Esos rizos
rubios, esos carnosos labios rojos, ojos perfilados con delineador pesado
negro que me hacen preguntar cómo luce sin maquillaje. ¡Cuerpo
decente, mi trasero! La gente paga miles para tener esa hermosa figura
de reloj. Y esas tetas son malditamente perfectas. Cirujanos plásticos la
usarían como una modelo de diseño. Ni siquiera necesita sostén para
mantenerlas arriba. Obviamente no usaba uno hoy cuando se quitó el
vestido.
Justo como cuando Penny entró en mi club ese primer día,
pidiendo trabajo.
No follo con mi personal. Nunca. Estoy aquí para ayudarlos a
ponerse de pie y alejarse del comercio del sexo, no para enterrarlos más
siendo el jefe sórdido que los trata como putas. Desde ese día, hace
casi nueve años, cuando establecí el pago por The Bank —club que 27
poseía antes de abrir Penny’s—, he mantenido el código con resolución
estoica. Por supuesto, un chico joven rodeado de desnudistas que se le
lanzan a diario, fue una verdadera prueba de fuerza de voluntad.
Tomé un montón de duchas frías esos primeros meses.
Imaginé que estaría bien. Luego entró Penny y, bueno, era
imposible de ignorar.
Imposible no amarla en segundos.
Y si solo me hubiera apegado a mi política y permanecido lejos
de ella, no habría terminado con su cabeza golpeada a solo pasos de
mi oficina.
Si la muerte de Penny sirvió de algo, fue para evitar que vuelva a
distraerme de mi propósito en este negocio. Y seguro que no
enamorarme.
Aquí me encontraba, pensando que había puesto la tragedia
detrás de mí y seguido adelante. Hasta esta noche, entra una parecida
a Penny y vuela en pedazos mi recuperación.
¿Qué hice? Me quedé boquiabierto mirándola como un maldito
pervertido. Miré su cuerpo, evité su gentil saludo de manos, la hice
retorcerse bajo mi mirada.
Y ella dejó caer su vestido y esa chispa —la extraña conexión de
intriga, esperanza y lujuria fue mucho más fuerte de lo que debía
provocar solo un cuerpo desnudo en espera— me golpeó. La que había
sentido una vez. Cuando Penny entró en mi oficina.
Me puse duro como una roca al instante.
Sin embargo, Ginger tenía razón. Ella es diferente. Ilegible, en su
mayor parte. No fría, pero es o muy hábil escondiendo su expresión, o
no es expresiva para nada. Además de ese sonrojo cuando levanté su
vestido, parecía imperturbable durante toda la experiencia. Y eso no es
normal. En todos estos años, en todas las entrevistas, nunca había visto a
una mujer tan calmada mientras pedía trabajo en mi club. Las mujeres
siempre eran nerviosas. Usualmente, coquetean mucho. De vez en
cuando, me giraba por un segundo y las encontraba de brazos y
piernas abiertas sobre mi escritorio.
Sin embargo, esa mujer no…
Nunca ha trabajado en una habitación privada. Vi esa deglución
brusca cuando estableció que le gustaría trabajar en ambos. Ya fuera
eso o… trabajó en una habitación privada y pasó algo malo. La
mantendré afuera hasta ver que descubra que fue.
Le daré sus papeles a mi investigador privado. El que hace el tipo
de chequeos a fondo y profundos con el que no se molestan los
empleadores promedio. Sé que no es normal, pero no soy normal y no
28
dejaré que nada ilícito se arrastre en mi lugar, descarrilando todo lo que
he construido con tanto esfuerzo.
Hablando de ilícito… entro al estacionamiento afuera del
complejo de apartamentos de Cherry, preguntándome cuánto falta
antes de que esto se descarrile.

***

—¿Seguro que estás bien? —La resonante voz de Nate retumba


en el altavoz Bluetooth de mi Nav.
—Sí —murmuro. Las farolas que cruzo exponen suficiente luz para
revelar mis nudillos hinchados. No puedo creer que lastimé mis nudillos,
pero supongo que ha pasado tiempo desde que quebré una
mandíbula con mi puño. Años, de hecho. A pesar de los numerosos
encuentros cercanos en este negocio, nunca estuve cerca de poner un
dedo en los malvivientes que atraen mis empleados. Normalmente la
sombra de Nate al pasarlos los tiene corriendo antes de que sea
necesario.
Pero el ex de Cherry es un tipo especial de basura, un cabrón que
vende droga con una inclinación por abofetear a nudistas, y supongo
que creyó que la advertencia “no vuelvas a parpadear en dirección de
Cherry” tendría fecha de expiración de un año. Se requería una
remoción más permanente de la vida de ella.
Y creo que esta noche nos aseguramos de eso.
Mientras Nate me espera afuera del apartamento, vio al hijo de
Cherry jugando en el vecindario, así que supimos que no se encontraba
en peligro inminente. Una caminata rápida hacia la ventana para
encontrarla doblada contra el sillón, sin luchar contra él, mientras el
idiota se estrellaba contra ella desde atrás, a la vista privilegiada de
quien sea que pasara.
Me costó mucho no derribar la puerta de una patada y entrar.
Me encontraba furioso. Furioso con ella por dejar entrar a este chico.
Furioso con ella por dejarlo usarla así.
Furioso de que él siguiera respirando.
Tanto como me interesaba la idea de apalearlo en el suelo, hay
mejores maneras de hacerse cargo de esta cucaracha. Nate estuvo en
guardia mientras yo regresaba corriendo al estacionamiento. Exploté los
seguros de la camioneta del chico —hay algunos talentos que nunca se
te olvidan—, y una vez dentro, dejé una bolsa de coca en el
compartimento de la guantera.
Podría evadir la escena de la droga a toda cosa, pero donde las
29
necesitara, tenía conexiones. Esa noche, en mi camino al apartamento
de Cherry, las necesitaba. Por ella y su hijo.
Esperamos a que dejara a Cherry. Como sospeché, estaba
cargado, pero no tomó nada desarmarlo y lanzarlo contra la pared. Ni
siquiera tuve que sacar mi propia arma.
No tenía intención de ponerle una mano encima. Pero luego el
estúpido fue a llamarme proxeneta. No debería importarme lo que
dijera un degenerado como él, pero me importaba, porque sabía que,
para todos afuera, me veía exactamente como tal. Le clavé un par de
agujas al “novio” de Cherry antes de que Nate me alejara. Dejamos
que el idiota se tambaleara a su camioneta. Incluso le regresé su arma,
descargada y limpia de mis huellas digitales, y luego lo seguimos hasta
que lo atraparon los policías que notifiqué de un conductor intoxicado.
Él tiene antecedentes, así que sé que harán un registro completo.
Cuando lo hagan, encontrarán la droga y el arma.
Está tan bien como muerto por los siguientes veinticinco años.
Sé que es algo sucio. Y sé que lo haría todo de nuevo si tuviera
que hacerlo. Aun así, me deja frío meter mis manos de nuevo en ese
mundo.
—Estaré bien. ¿Estás seguro de que puedes mantener el lugar y
hacerlo funcionar solo? —le pregunto a Nate mientras giro el volante
para dirigirme a mi condominio.
—Pan comido. Un chimpancé podría hacerlo funcionar. De
hecho, un chimpancé lo hace funcionar —bromea, ganándome una
risa—. Tómate un descanso. Lo necesitas. —Es curioso que él, quién pasa
tanto tiempo en Penny’s como yo, me diga que yo necesito un
descanso. Entonces de nuevo, Nate no es quién últimamente está
perdiendo la calma.
—Sí, de acuerdo. Vigila a Cherry, ¿sí?
—Ya pasé por ahí. Tuve que traer comida fresca. La otra cosa se
enfrió. Ella está bien. Con la vista despejada. Parece como si hubiese
sido una llamada sexual.
Ruedo los ojos, pero dejo que el más pequeño suspiro se me
escape. Siento alivio, en parte porque ella no ha vuelto a consumir y,
eso con ese chico detrás de las barras, y porque las “llamadas sexuales”
de ese tipo no involucrarán a chicas lindas como Cherry por un largo
tiempo.
—Te veo mañana, Nate. —Después de una larga pausa, suelto—:
Gracias por tu ayuda.
—Sí, jefe. Intenta mantenerte alejado de los problemas. 30
Al segundo en que cuelgo, presiono la marcación rápida.

***

—Está inusualmente caluroso, incluso para julio —canturrea Vicki,


en tanto sus tacones de quince centímetros repiquetean contra el
mármol. Mis ojos siguen el contoneo de sus caderas mientras se
pavonea por el vestíbulo hacia mi espaciosa cocina. Ella es una rubia
platinada de treinta años, y corredora de valores que piensa que soy un
inversionista bancario de veintinueve años. Porque es lo que le dije.
Mujeres de su calibre quieren a un hombre socialmente aceptable.
Un propietario de un club de nudistas no es un hombre
socialmente aceptable.
Y sin duda soy exitoso en el campo de la inversión bancaria,
basado en mi espacioso condominio de dos pisos con vistas al mar de
Miami, en uno de los edificios más codiciados de la bahía. En serio,
es gracias a un gran inversionista bancario que tengo todo esto.
Además de esa mentira y mi dirección, no sabe nada de mí.
Bueno, también sabe mis posiciones favoritas.
No puede haber duda de qué quiero cuando mi número aparece
en su pantalla de llamadas. Nunca hay culpa. Al menos, no de mi parte.
Vicki es lista y una mujer de negocios exitosa que sabe —y tiene— lo
que quiere. Probablemente devora el ego de los hombres como
desayuno. El primer día dejó claro que no tiene tiempo para novio ni
esposo; está más enfocada en ser la primera mujer vicepresidente de su
compañía. Eso está bien para mí porque no hago todo el asunto de las
relaciones. La verdad, no sé cómo hacerlo.
Pero sé cómo follar.
Y con Vicki, eso es exactamente lo que hacemos.
—Sí… —Paso una mano por mi cabello húmedo, fresco de la
ducha, al tiempo que Vicki se gira para establecer sus ojos verdes en mi
pecho desnudo. No me interesa ponerme una camisa. Le gusta mirar de
modo desvergonzado mi cuerpo y los varios tatuajes que adornan mi
piel. Me los hice hace años, en el meollo de mi otra vida. Me siento
aliviado de haber optado por los diseños tribales en lugar de los cráneos
y animales rabiosos.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunta con una sonrisa coqueta. Los
dos sabemos que a ninguno nos importa cómo estuvo el día del otro. Su
atención vuela a mi mano lastimada por un breve momento, la que
ahora está envuelta dentro de una bolsa de chícharos.
Le ofrezco un vaso de vino tinto. —He estado mejor. —No soy muy
31
hablador. Creo que le gusta eso de mí. Una vez hizo un comentario
fuera de lugar sobre querer amordazar a sus compañeros de trabajo
porque amaban escuchar sus propias voces.
Vicki no me pregunta que pasó. Hace un lindo sonido y ofrece—:
Bueno, entonces… qué te parece relajarte y permitirme cuidar de ti. —
Se dirige hacia la cocina. Levanto mi habitual vaso de coñac, y la sigo
en mi escasa sala en tema gris y crema que tiene vista a la bahía por la
ventana doble.
Tomando asiento en mi silla de cuero, examino tranquilamente su
altura y cuerpo en forma mientras toma un largo trago de vino. Una vez,
me contó que va al gimnasio todos los días a las cinco de la mañana. A
juzgar por esas piernas kilométricas que desaparecen en su vestido, y
todo lo duro que sé que hay debajo del mismo, no lo dudo.
Poniendo su bolso y vaso de vino en el final de la mesa, saca una
tira de condones del bolso y los deja afuera. Le gusta traer los suyos
propios. Es una cuestión de control. No puedo evitar reír. —¿Un poco
ambiciosa?
—Una chica puede soñar —ronronea al tiempo que se estira para
desabrochar la tira que rodea su cuello. Su vestido se desliza, revelando
un pequeño pecho firme y la perfecta inclinación de su estómago. Ya
me encontraba duro, con anticipación, pero una nueva oleada de
sangre se apresura a mi ingle. Con las ventanas abiertas y la lámpara a
mi lado, no dudaría que alguien con binoculares cerca del edificio
estuviera teniendo un buen espectáculo. Estoy seguro de que Vicki
también ha pensado en ello, y no parece importarle. De hecho, creo
que disfruta con esa idea. Rezuma confianza. Teniendo en cuenta lo
mucho que trabaja en ello, se merece sentirse bien con su cuerpo. No
estoy seguro de cuán confiada se sentiría si supiera que, todos los días,
estoy rodeado de hermosas mujeres veinteañeras, con la capacidad de
tener a cualquiera si las quisiera. Ese tipo de conocimiento desanima
incluso a la mujer más segura. Pero no tengo razón para decírselo, así
que no lo hago. Simplemente, me siento en silencio, y disfruto de la vista
sin una pizca de culpa mientras se quita sus tacones. El vestido les sigue
de cerca.
Y se me pasa por la cabeza un vestido amarillo al chocar con el
piso de mi oficina, y los pechos redondos más alegres frente a mí.
Charlie Rourke.
Regresa para burlarse de mí, horas después.
Las manos de Vicki se mueven de su cintura a mis pantalones de
chándal. Levanto mi cuerpo para ayudarla a quitarlos. —Pasó bastante
tiempo. Me alegra ver que me has extrañado —bromea
seductoramente, envolviendo la mano en mi longitud y comienza a
acariciar. 32
—He estado ocupado —Ha pasado un tiempo. Para ser
totalmente honesto, me he aburrido de estas noches. No hay nada
malo con las mujeres. Simplemente, todo esto se siente… vacío.
De cualquier modo, Vicki no es quién provoca esta respuesta,
pero si quiere reclamar, que lo haga. Nos hará felices a los dos. Dejo
caer la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. Un profundo gruñido se
escapa de mis labios. Y evoco la visión de la belleza de ojos cafés. Dejo
que el recuerdo me consuma, dándome cuenta de que esta es la
mejor forma de sacar a Charlie Rourke de mi sistema antes de tener que
verla bailar mañana.
Tendré que verla bailar mañana.
Mis ojos permanecen cerrados —la imagen de Charlie sin vestido
se mantiene en mi mente—, mientras Vicki me enfunda, sube a mi
regazo y me guía dentro de ella.
Agotamos su suministro de condones.
Traducido por Jasiel Odair & Beatrix
Corregido por Cotesyta

—Ratoncito, eres perfecta para este trabajo —dice, apretando mi


hombro con una gran mano—. Nadie va a sospechar de ti.
—¿Estás seguro?
Su cálida sonrisa demuestra su promesa. —Por supuesto. Hacemos
el equipo perfecto, tú y yo.
—Te extraño.
—Yo también te extraño.
—¿Las cosas están bien? ¿Estás disfrutando de Miami?
33
Cojo un hilo suelto en mi colcha. Es temprano, hay sol, y anoche
dormí apenas. Todavía tengo que decidir si me preocupa más bailar en
un caño en topless en el escenario dentro de doce horas o lo que
sucederá si no soy buena en eso.
Necesito este trabajo. Sin City me dio una muestra de cómo sería
involucrarse en la prostitución, y no puedo darme el lujo de hacerlo. Así
que, eso es todo. De hecho, trabajar en Penny se siente tan bien como
es posible, bajo las circunstancias.
—Sí. Las cosas están muy bien. —Mantengo mi voz tranquila. Para
que no sospeche. En este momento, tengo su confianza. Tengo que
tener eso.
—¿Pasas mucho tiempo en la playa?
—Sí. Eso y el gimnasio.
—Bien. Me alegro de que estés disfrutando de la vida. ¿Algún
grupo de teatro al que quieras unirte?
—Sí, puede ser. —Grupo de Teatro... no muy a la altura de la
Escuela Tisch de las Artes, donde se suponía que debía estar inscrita en
el otoño. Después de lo que pasó, mi padrastro me hizo aplazarlo por un
año y me envió a Miami a “estar a salvo”.
La realidad es que nunca lograré ir, y eso me decepciona. —Bien,
bien. —Hay una larga pausa—. Obviamente, has recibido el paquete.
—Así es. —Como un reloj. Cada lunes por la mañana a las nueve,
una cajita llega al hotel de estancias prolongadas donde se supone
que debo estar viviendo. Kyle —el tipo lindo de seguridad de veintiséis
años que tiene un interés por mí— la recibe, a cambio de un café y una
sesión de quince minutos de coqueteo.
Cada paquete tiene un nuevo teléfono con un nuevo número. Un
nuevo teléfono, significa que cada semana hay intervenciones
telefónicas legales, lo que significa que no hay pruebas incriminatorias.
Y todo lo que quiere Sam es que no haya pruebas incriminatorias.
Por supuesto, mi explicación a Kyle no implica teléfonos
desechables ni por qué podría necesitarlos. En cambio, elaboré un
hermoso cuento de hadas moderno; en el que a mi madre le gusta
enviarme provisiones cada semana, pero tienen que llegar a esta
dirección o mi padre, con quien me estoy quedando ahora, se pondría
furioso.
Me costó bastante decir esa mentira. Si la atención de Kyle
hubiese estado en mi cara y no en mis pechos, podría haberse dado
cuenta. Mamá no puede enviarme paquetes porque murió hace diez
años, debido a complicaciones poco frecuente durante el parto, junto
con mi medio hermano nonato. Es una historia triste, de verdad. Como
34
una desertora de la escuela, madre a los quince años y desnudista de
las Vegas a los dieciocho, Jamie Miller creyó que su suerte había
cambiado cuando llamó la atención del mucho más viejo y rico
empresario de Nueva York, Sam Arnoni.
O, como algunos lo conocen, Big Sam.
Tenía seis años cuando se casaron después de un romance
torbellino de tres meses. Nos mudamos de nuestro apartamento de dos
dormitorios en las Vegas a su gran casa de Long Island. El día que nos
mudamos, mi mamá me sentó y me dijo que escuchara a Sam. Que si
yo era una niña buena, él nos daría una buena vida.
Tenía ocho años cuando murió ella, dejándome con mi padrastro.
Él es todo lo que he tenido desde entonces. En verdad, él no tenía por
que mantenerme. Nadie lo habría culpado por buscar a mi padre —
que no me quería— y dejarme en su puerta. Es decir, ¿por qué
responsabilizarse? Pero no lo hizo. Siempre y cuando yo fuera una
ratoncita obediente, Sam me dijo que estaríamos juntos.
Así que lo fui. Y a cambio, él me dio todo lo que posiblemente
jamás podría desear.
Al saber lo que conozco ahora, habría preferido la puerta de mi
padre.
—Bien. Me alegro de oír eso. Recargaré tu cuenta mañana.
—Está bien. —Por mucho que deteste tomar su dinero, entre más
dinero me envía, más rápido puedo ahorrar.
Más rápido puede dar sus frutos mi plan.
Más rápido puedo huir de él.
—Bueno, tengo que volver al trabajo. —Las conversaciones con
Sam nunca duran más de unos pocos minutos. Es un tipo muy
ocupado—. Revisa tu correo electrónico, ¿quieres?
Esas son las palabras mágicas. —Está bien. —Sé que mi voz suena
forzada y por eso me aclaro la garganta para que se relaje. No hay
sonido dudoso con Sam. Él tiene que pensar que estoy totalmente a
bordo con esto.
—Te quiero, ratoncito.
Me trago un nudo doloroso. Tal vez me quiere... a su manera. —Yo
también te quiero. —No hay nombres reales. No se hace referencia a
papá o Sam. Esa es otra regla, incluso con los teléfonos desechables.
Sam es un tipo paranoico. Y con razón.
Cerrando los ojos mientras cuelgo, tomo una respiración
profunda. Sabía que vendría esto. Ya han pasado tres semanas desde
la última de estas llamadas. Con pavor helado arrastrándose a través
de mi cuerpo, me acerco y abro mi portátil.
35
Inicio la sesión en la cuenta de Gmail —la que comparto con
Sam— hago clic para encontrar el mensaje no enviado. Así es como
Sam me da sus directivas. Si no se emiten mensajes de correo
electrónico significa que tampoco se puede interceptarlos. Sigo
mirando el mensaje, que contiene el nombre y la dirección de un café
fuera de Ocean Drive, junto con una hora de reunión para mí y Jimmy,
el nombre del hotel, y una imagen de los compradores; “Bob” y “Eddie”.
Mi boca se seca al instante y siento otra ola de náuseas.

***

—¡Hola, tío Jimmy! —Me fuerzo a ampliar la sonrisa falsa y


envuelvo los brazos alrededor del hombre corpulento en sus mediados
de los cincuenta.
—Hola, querida. Es tan bueno verte. —Se ríe en voz baja,
aplastando mi cuerpo contra su vientre redondo. Para cualquier
transeúnte inocente, el tío Jimmy podría pasar por un Santa Claus
vacacionando. Claro, su cabello es más gris que blanco y me cuesta
imaginármelo a Santa en una camisa hawaiana amarilla y sandalias en
cualquier época del año, pero tiene ese brillo en sus ojos y, una risa fácil
y tranquila que te pone cómodo.
Las apariencias pueden engañar.
Como yo. Aquí estoy, sonriendo y aceptando casualmente un
latte helado en un café de Miami de parte de un hombre que no es mi
tío. Mi cabello rubio y lacio natural está ahora castaño y ondulado,
gracias a una peluca. Mis ojos son de color verde oliva y se encuentran
adornados con delineador marrón, escondidos detrás de las gafas
oscuras. Un sujetador deportivo disimula mi pecho bien dotado debajo
de una camiseta casual, completando el conjunto con mis pantalones y
zapatillas de deporte. Una ilusión efectiva de una joven reuniéndose
con su tío amoroso, durante los recados, para tomar un café en una
mañana de jueves.
Participamos en una charla sin sentido durante quince minutos;
me pregunta acerca de la universidad, el programa de inglés al que no
estoy inscrita y le digo lo fantástico que es todo. Le pregunto por la tía
Beth, que no existe, y me dice que ella está encantada con su nuevo
Honda Accord blanco. Es bueno. Tan afable. Sam y él han estado “en el
negocio” desde hace años. Vive en Manhattan, pero tiene una
empresa de construcción aquí, por lo que viaja con regularidad. Es una
situación para “matar dos pájaros de un tiro”. Aparte del mejor amigo
de Sam, Dominic, Jimmy es su primer amigo de “negocios” que yo haya
conocido. Sam me mantiene en una base de conocimientos
imprescindibles, y no debo saber nada más, aparte de lo que voy a
hacer por él. No sé si eso es para protegerme o minimizar su propia
36
vulnerabilidad, en caso de que alguna vez lo traicione. El hecho de que
ahora esté trabajando directamente con Jimmy, dice mucho.
Obviamente, él confía en Jimmy tanto como en mí. Sam nunca ha
estado en Miami y cuando me dio un beso de despedida, me dijo que
me vería en un año. No estoy autorizada para volar a casa y él no va a
ser detenido aquí.
Luego de un ruidoso sorbo de mi bebida —necesitaba la
cafeína— me levanto, le doy un abrazo rápido al tío Jimmy, agarro un
juego de llaves de automóviles que yace junto a mí, y me dirijo hacia la
calle, buscando el Honda blanco de alquiler.

***

Quizá muera de insolación antes de culminar este día. Incluso con


el aire frío de este coche de alquiler en mi cara, varias gotas de sudor
siguen goteando por mi frente. Aunque eso podría ser más debido a los
nervios que a la temperatura tan alta. De cualquier manera, esta
peluca no está ayudando.
Deteniéndome en la parte delantera del hotel, estaciono el
coche y abro de golpe el maletero. Entonces pretendo leer algo en mi
teléfono. En realidad, me estoy tomando un momento para serenarme
mientras que el aparcacoches descarga mi bolsa.
Esta es mi vida, por ahora. Tengo que hacerlo. Y dentro de una
hora, puedo empaquetar la memoria en una bolita, meterla en una
caja y pretender que nunca sucedió.
Hasta la próxima vez.
Cuando salgo del asiento del conductor con mi bolso vacío, no
soy más que otra turista sonriente. Cada fibra de mi cuerpo quiere
agarrar el mango de la maleta, que es mucho más grande que la
última, pero no lo hago. Simplemente les muestro mis dientes blancos al
aparcacoches y a los mozos mientras aprieto fuertemente el pedazo de
papel, garabateado con el número 1754.
Esa es la habitación de hotel que tengo que visitar.
—Voy a dejar mis cosas y luego volveré a hacer algo de turismo.
Un cuarto de hora, como mucho. ¿Se debe aparcar el coche o puedo
dejarlo aquí? —pregunto casualmente.
—Lo que prefiera, señorita. Incluso podemos guardar su equipaje
en la recepción hasta que llegue, si lo desea. —Es un hombre con
aspecto de abuelo, el pelo blanco y una sonrisa amable.
Probablemente tiene nietos encantadores, con los que juega y abraza.
No he visto ni sabido de mis abuelos desde que tenía tres años.
37
Todo lo que conozco es a Sam.
—Oh, muchas gracias. Sin embargo, mi novio ya ha pagado. Yo
solo voy a refrescarme y luego volver a salir mientras él está trabajando.
—Finjo un bostezo, pensando que mi rapidez a veces me sorprende
incluso a mí—. Un vuelo largo y todo eso.
—Por supuesto.
Estamos entrando al vestíbulo principal, cuando le entrego un
billete de diez dólares y sigilosamente, coloco mi mano en la manija de
la maleta. —Me la llevo de aquí.
Comienza a objetar pero lo interrumpo con una sonrisa. —Está
bien. Es solo un bolso y tiene ruedas. Además, me gusta el ejercicio. —
No quieres estar cerca de esta maleta, abuelo.
Con un gesto tardío de agradecimiento, el hombre amable se
dirige de nuevo afuera.
Y yo libero el suspiro más pequeño de alivio. Esa fue la parte fácil.
Si me permito pensarlo durante un segundo, me estoy metiendo
en algo francamente aterrador. Así que no pienso en ello. Pongo mi
mente en blanco y finjo que estoy a punto de subir al escenario mientras
ruedo la bolsa hacia el ascensor y pulso el botón del decimoséptimo
piso. En cierto modo, así es. Sin duda, estoy interpretando un papel.
Apoyada contra la pared fría, veo cómo se iluminan los botones,
asegurándome de mantener mi cara hacia abajo, lejos de las cámaras
de seguridad. Y me pregunto, por enésima vez, cómo me metí en este
lío. ¿Cómo podría haber hecho las cosas de otra manera? ¿Qué hay en
mí que hizo de este arreglo una apuesta segura para Sam? ¿Siempre
estuve destinada a esto? ¿O este era el destino de mi madre? Algunas
personas podrían preguntarse qué le atrajo a un empresario inteligente
y rico de una desnudista de veintiún años, con una hija. Aparte de su
impresionante belleza, por supuesto. Pero, si no hubiese muerto, ¿estaría
en mi lugar, de pie en el ascensor? ¿Soy simplemente una sustituta
retrasada?
¿Y ella sabía la clase de mundo al que traía a su hija?
Hace doce años, entré en un cuento de hadas. Mi nuevo
padrastro me tomó de la mano y me llevó a una sala pintada de
púrpura y llena de juguetes, libros y ropa. Todo lo necesario para ganar
el amor y la devoción de una niña de seis años. Y la ganó. Sam me
llenaba con más cariño, más regalos y más atención de lo que podía
imaginar. Todo lo que podía desear y las cosas que nunca pude soñar.
Como el día en que Becky Taylor dijo que su papá la amaba más
de lo que el mío me amaba porque él le compró un pony. El hecho de
que yo nunca conocí a mi verdadero padre hizo que doliera mucho
más de lo debido. No soy el tipo de chica que llora, pero ese día, llegué 38
a casa llorando.
Unas semanas más tarde, para mi noveno cumpleaños, me
encontré con un semental negro con un lazo amarillo alrededor de su
cuello, atado a un árbol en nuestro patio trasero. Fue el mejor regalo de
cumpleaños que había recibido, y eso solidificó cuánto más me amaba
Sam porque no me compró un miserable pony. Me compró un caballo
de carreras.
Lo llamé Black Jack. No es muy original en cuanto a los nombres
de caballos de carreras, pero Sam dijo que era perfecto. El día en que
Black Jack ganó en Belmont, Sam fue el que me subió al lomo del
caballo. Una foto que sigue enmarcada en su escritorio en casa,
haciéndolo parecer un padre orgulloso y cariñoso.
Una ilusión. Para los extranjeros, para mí. Tal vez incluso para sí
mismo.
Por un largo tiempo no me di cuenta que Sam podría ser
“diferente”. Es decir, él era mi padre y la única persona que me
quedaba. Y, además, yo también era “diferente”. Excepcionalmente
inteligente, de acuerdo a todas las pruebas de aptitud. Pero con esos
resultados llegaron informes de que era inusualmente inexpresiva.
“Lenta”, como me llamó un profesor idiota en una reunión de padres y
maestros, porque no andaba por todos lados aullando, gritando y
riendo, como cualquier otro niño. “Rara”, oí los susurros de algunos niños
no tan discretamente detrás de mí.
Sam dijo que eran un montón de idiotas y yo era perfecta tal
como era. Pero también decidió que debía aprender a aullar, gritar y
reír. Así que me inscribió en clases de actuación. Me dijo que algunas
veces hay que pretender ser algo que no eres. Resulta que soy una
actriz muy buena. Cuando me concentro, puedo moldearme en casi
cualquier cosa.
Tal vez, por eso Sam pensó que este sería adecuado.
Yo tenía diez años la primera vez que presencié algo que se
podría denominar “turbio”. Una noche, Sam y yo hicimos un viaje de
padre e hija a Nicoll Bay. En el camino, jugamos un divertido juego de
“ves algún auto extraño siguiéndonos”, en donde miraba por la ventana
trasera en busca de cualquier vehículo que hiciera constantemente las
mismas vueltas que nosotros. Cuando llegamos, se encontraba oscuro y
tranquilo al lado del agua. Fuimos a dar un paseo, y él me cogió la
mano mientras yo devoraba un helado de fresa de cono. Recuerdo que
nos detuvimos y él sacó algo del bolsillo del abrigo. Un segundo más
tarde, movió su brazo hacia atrás y lanzó algo en las aguas profundas.
Me tomó de la mano de nuevo, me guiñó un ojo, y continuamos
caminando.
No le pregunté qué arrojó. De hecho, no dije ni una palabra. Solo
39
le apreté la mano y seguimos caminando.
Tenía doce años cuando pasé junto al sótano en el medio de la
noche; en mi camino a agarrar la nueva caja de panecillos, y escuché
voces hostiles. Tuve que presionar la oreja contra la puerta. Sam y
Dominic se encontraban ahí discutiendo, algo sobre la policía, huellas
dactilares y Dominic decía que quería “salirse”, pero según Sam, no
había “salida”, y se hallaban juntos en esto. En un tono severo que él
nunca usaba conmigo, acusó a su mejor amigo de ser un puto
descuidado. Nunca decía malas palabras. Las escaleras crujieron
ruidosamente cuando corrí a la cocina, donde fingí calentar un vaso de
leche.
Ahí fue donde me encontró Sam.
—¿Qué escuchaste? —preguntó en ese tono sereno y uniforme;
sus ojos grises severos.
Nunca le mentí y mi instinto me decía que no podía comenzar
entonces. —A ti y Dominic hablando de la policía y las huellas
dactilares.
Con una inhalación profunda, llevó su mano a la boca para
cubrirla con un masaje y sofocar una maldición. —A veces puedes
escuchar cosas que no debes.
Asentí lentamente.
—Es importante que nunca repitas esas cosas. Nunca. O todo lo
que tenemos aquí, tú, yo, esta casa, esta vida desaparecerá. Te
llevarán lejos. Vivirás en un orfanato, donde la gente no te apreciará por
lo que eres. No tendrás a nadie que te ame. No estarás en gimnasia o
actuación. ¿Quieres eso?
Frunciendo los labios con fuerza, negué con la cabeza.
—Nunca hables de cosas que puedes escuchar o pensar, ¿bien?
—advirtió Sam.
Asentí de nuevo. —Como aquella noche en Nicoll Bay.
Recuerdo sus ojos abrirse como platos, como sorprendido. Como
si le sorprendiera que lo notara o lo recordara, o ambos. —Sí. Como eso.
La gente va a utilizar esa información para hacernos daño. No quieres
eso, ¿verdad?
—No. —Me incliné para rodearlo con mis brazos. Sam era el único
padre que conocía. Me amaba, a pesar de que yo no lo veía mucho a
causa de su agenda atareada. Pero él se aseguraba de asistir a todas
las competiciones de gimnasia y las obras de la escuela. Siempre se
sentaba en la primera fila y siempre era el primero en levantarse —con
los brazos cargados de flores— para decirme la gran actriz que iba a
ser. Me dolía la idea de perderlo. Haría cualquier cosa para que eso no
suceda. 40
Cuando la esposa de Dominic apareció en la puerta una semana
más tarde en un ataque de histeria, en busca de su marido, quien había
estado ausente durante días, me paré al lado de Sam y observé en
silencio mientras la abrazaba y limpiaba las lágrimas, mientras negaba,
con la cara llena de preocupación, diciéndole que no lo había visto
desde el cuatro de julio, tres semanas antes. Cuando ella se aventuró a
darme una mirada, yo balanceé la cabeza arriba y abajo en acuerdo.
Esa fue la primera mentira que dije por Sam.
Cuando se fue, él me dio una palmadita en la espalda y susurró—:
Ese es mi ratoncito. Tan callada cómo es posible.
Le sonreí. Hacerlo sentir orgulloso siempre me hacía sentir cálida
en el interior.
Meses más tarde, un excursionista encontró el cuerpo de Dominic
en un parque nacional en el estado de Maine. Su arma se hallaba a su
lado. El informe de noticias citó un suicidio. Todo lo que dijo Sam fue—:
Es una pena. —No vi sorpresa en sus ojos, ni lágrimas en sus mejillas. No
las tuvo hasta el funeral. Ahí es donde las soltó. Al parecer, Sam tenía sus
propias habilidades de actuación.
¿Yo? No dije absolutamente nada.
Y ahora estoy aquí.
El ascensor emite un sonido cuando llega al piso diecisiete, y
tengo que apretar los músculos para contener las ganas de hacer pis al
tiempo que arrastro la maleta. Puedes hacerlo. La última vez fue bien.
Sin embargo, algo con respecto a esta entrega se siente
diferente. Los chicos a los que entregué antes eran diferentes. Ese hotel
no era tan elegante. Y esta maleta es demasiado grande. Si está
totalmente llena, entonces...
Trato de no pensar en ello, mientras miro los números de las
puertas y las señales de salida en el extremo de la sala. En el momento
en que llego a la 1754, mi discurso incentivo ha perdido todo su valor y
vuelvo a apretar los músculos.
Dos golpes rápidos, seguidos por una pausa larga y un tercer
golpe, según las instrucciones de Sam. Mi estómago salta en mi
garganta cuando veo que algo se posa detrás de la mirilla. Me tuve
que sacar mis gafas de sol en el vestíbulo porque caminar en un hotel
con ellas es simplemente sospechoso. Por suerte, con mucho maquillaje
y el pelo, la mayoría de la gente no me reconocería si me vieran por la
calle.
La puerta se abre para mostrar a un hombre alto y calvo con una
camisa dorada de golf, que coincide con la imagen que encontré en el
correo electrónico. Se hace llamar Bob. Un nombre muy básico, muy
falso. Ni siquiera se molesta en ocultar la pistola semiautomática sujeta a 41
su cinturón en la cadera.
Aquí es donde aprovecho las habilidades de actuación que
aprendí en la escuela Tisch de Nueva York.
Con una sonrisa amable, ofrezco—: ¡Es tan bueno volver a verte!
—Esa es la línea del guion, y me aseguré de memorizarla a la
perfección. Big Sam depende de diversas formas de garantías. Es por
eso que, incluso con los teléfonos desechables, nunca hablamos
abiertamente. Es por eso que hasta sus borradores en los correos
electrónicos, nunca transmitidos, son redactados cuidadosamente. Es
por eso que hay actuaciones específicas muy severas para estos
intercambios.
Es por eso que sigue haciendo esto, desafiando sin problemas a la
ley.
Basado en su apariencia, estos tipos son de los que también hay
que tomar precauciones. Mantengo mi cabeza en alto mientras el
hombre me lleva a través de la suite espaciosa, pasando a dos niñitos
distraídos con un juego de boxeo en su Wii, y hacia una habitación
donde un hombre rubio en sus treinta y tantos años se encuentra
acostado en su cama grande, con un brazo apoyado detrás de la
cabeza al mismo tiempo que revisa los canales.
Ojos verdes sin nada especial se levantan al fin de la pantalla
para mirar mi cara y mi cuerpo. Quiero estremecerme, pero en cambio
sonrío y digo—: Hola, Eddie. —Ese es el nombre de la otra imagen.
Tampoco es su nombre real, por supuesto.
—Hola, Jane. ¿Eres policía? —pregunta.
—¿No es esa una frase hecha para la televisión? —respondo con
fluidez. Es un poco inquietante, la facilidad con la que puedo meterme
en este papel. Creo que es mi fuerza con la actuación de estilo
improvisado, junto con una necesidad instintiva de auto-preservación.
Sea lo que sea, parezco confidente y experimentada. Las dos cosas que
me dijo Sam que debía rezumar. Las dos cosas que definitivamente no
soy—. Pero si te hace sentir mejor… no soy policía. Sabes quién es mi
jefe, Eddie. —Bueno, sabe quién es mi jefe, pero no sabe que también
es mi padrastro. Bajo ninguna circunstancia, será revelada ese tipo de
información; una regla que Sam taladró en mi cabeza hace mucho
tiempo.
Sin preámbulos, Bob se apodera de mi boldo y comienza con su
búsqueda, revisando mi cartera, la licencia de conducir ficticia con el
nombre de “Jane”, que utilizo para estas ocasiones. Una tercera
identidad. Otra precaución à la Sam. No se molesta en leer la
información porque sabe tan bien como yo que es una falsificación.
Una vez que acaba con mi cartera, vacía los pocos otros contenidos de 42
mi bolso, un paquete de chicles, una pluma, la pistola Glock con la que
me armó el tío Jimmy. Solo para el show. Eso es lo que se espera, me
dijo. De todos modos, Eddie arruga la frente al tiempo que Bob la deja
en una mesa. —¿Sabes cómo usar eso?
—¿Qué crees tú? —Sí, ya sé cómo usar un arma. Lo supe desde
que tenía dieciséis años, cuando Sam sugirió casualmente llevarme con
él al campo de tiro. Como un ávido cazador, le gusta mantenerse al día
con sus prácticas de tiro y va todos los sábados. Yo aproveché la
oportunidad de pasar más tiempo con él, comparándolo con un
momento de unión entre padre e hija.
Soy una buena tiradora.
Sam es tirador asesino.
Eddie no me responde. En cambio, ofrece con una sonrisa
relajada—: Si te hace sentir mejor, tampoco somos policías.
—Bueno. Me alegro de que lo hayamos aclarado —murmuro con
indiferencia—. Espero que estés disfrutando de tus vacaciones en
familia. Es bastante bonito aquí. Caluroso, sin embargo, en esta época
del año.
Unas vacaciones en familia. Supongo que eso es parte del gran
engaño. Lleva a tu familia a unas vacaciones. Envía a la joven inocente
para que entregue las mercancías. Nadie presta atención.
Eso es Sam para ti. Astuto.
Me pregunto cuántas habitaciones de hotel ven estos pobres
niños.
Una sonrisa torcida curva el labio de Eddie. —Sí, la esposa está
fuera, gastando mi dinero ganado con esfuerzo.
Satisfecho de que no haya micrófonos en mi bolso, Bob se
acerca a mí y demanda con voz firme—: Alza los brazos. —Cumplo con
rapidez; mi estómago se tensa con nudos. Me concentro en una pintura
que cuelga sobre la cabecera de la cama, en la mujer bailando bajo la
lluvia con un paraguas rojo tirado en la acera junto a ella. Pensando en
lo mucho mejor que sería mi vida si yo pudiera estar bailando bajo la
lluvia ahora.
Ese pensamiento me recuerda que dentro siete horas, voy a
utilizar mis clases de pole dance para el más grande número de
cachondos de Miami.
Y para ese extraño dueño del club.
Me pregunto si eso va a agitar mi estómago más que esto.
Doy la bienvenida a la distracción que viene con esos
pensamientos, cuando las manos de Bob se toman su tiempo,
pasándolas de arriba abajo por mi piernas, haciendo que me quite los
zapatos. Cuando sus dedos comienzan a punzar el área de mi
43
entrepierna, aprieto los dientes con fuerza, deseando que se me
permitiera usar vaqueros. Si lo hubiera hecho, sin embargo, me harían
quitármelos de inmediato.
Respiro.
Profundas y largas respiraciones.
Respiro con el malestar creciente, el pánico, las náuseas.
El duro recuerdo.
Sam me prometió que estos compradores no son maleantes. Sino
hombres de negocios inteligentes, tal como él. Interesados nada más
que en ganar dinero.
Que nada como eso volvería a pasar.
—Date prisa. —grita Eddie. Las manos ásperas de Bob aprietan mi
culo en su camino hasta la camisa, luego debajo de la camisa, donde
permanecen.
Respiraciones profundas.
No estoy realmente aquí.
Esto va a terminar pronto.
Aunque no disfrute de esto más que la atención a mi región
inferior, esto no evoca los mismos horribles recuerdos. Aun así, cuando la
yema del dedo se mete bajo mi sujetador y comienza a deslizarse de un
lado a otro sobre mi pezón, y el destello de una sonrisa lasciva toca los
labios de Bob, decido, que ya he tenido suficiente.
—A Sal Pal también le gustaba hacer eso —le digo en voz baja y
tranquila, luchando contra el escalofrío que el nombre todavía provoca,
mientras nivelo a Bob con una mirada significativa.
Veo la chispa de reconocimiento, y saca sus manos con prisa y
una mueca de desprecio. No es de extrañar. La mayoría de la gente en
este negocio ha oído ese nombre. ¿Cómo podrían no hacerlo? El
macabro hallazgo del cuerpo de Sal fue noticia nacional. Los informes
dicen que él seguía vivo cuando fueron cortadas sus manos y otras
extremidades vitales.
Ese día, hace meses, cuando Sal me hizo eso, él no tenía idea de
quién era yo para Sam. Es decir, ¿cómo podría saberlo? Probablemente
pensó que era una prostituta, en busca de hacer algo de dinero extra.
Nadie en la posición de Sam, enviaría a su propia hijastra —una chica
que crió y supuestamente amaba—, en una transacción de drogas.
Nadie más que un loco.
Sal no tenía idea de qué clase de hombre que es realmente Sam.
Yo tampoco, pero lo averiguamos con bastante rapidez. Esa
noche era la segunda vez que corrí a casa a llorarle a mi padrastro. Él se 44
mantuvo en calma, mientras yo, entre sollozos irregulares que no podía
controlar, explicaba con detalles cómo Sal sintió la necesidad de
explorar todos los lugares posibles y altamente improbables, para un
micrófono oculto.
Sam apretó los dientes y pasó la mano por mi pelo, diciéndome
que hice bien, que completar la entrega y después venir a él era lo
correcto. Me entregó pastillas para dormir y esperó a mi lado hasta que
me dormí.
Una semana más tarde, mientras intentaba tragar un trozo de
pizza fría en un estado semi-catatónico, miré distraídamente mientras la
cara fea de Sal manchaba la estación de noticias con las frases
“relacionado con las drogas” y “enviar un mensaje claro” como
titulares. Los asesinos ni siquiera trataron de ocultar sus restos. Los dejaron
esparcidos a un lado de una carretera principal, y le pintaron sobre el
pecho, con su propia sangre, la palabra respeto.
Sam puso los brazos a mi alrededor y me susurró al oído, como si
tuviera miedo de ser escuchado—: Lo atrapé por ti, ratoncito. Trató de
huir. Pero no se puede huir de mí. —Me besó en la frente y luego,
añadió—: Nadie me falta el respeto de esa manera. Y nadie va a
tocarte otra vez.
Recuerdo estar sentada allí, temblando entre sus brazos,
inhalando el olor de su colonia Brut —que una vez me tranquilizaba—, y
notando un par de cosas: su referencia al respeto por sí mismo, cuando
fui yo la que había sido violada, y la palabra otra vez . ¿“Otra vez”? No
quería una próxima vez. ¡No quería más! Como Dominic, su mejor amigo
y socio.
Dominic, quien apareció muerto.
Aquel día aprendí algunas cosas: que me encontraba
involucrada en algo que me sobrepasaba, y que sería imposible
zafarme de ello hasta que lo permitiera Sam. Si alguna vez lo permitía.
Pero lo más importante, es que fue el día en que me di cuenta
que debería estar aterrorizada de mi padrastro.

***

El coche de alquiler está esperándome cuando salgo del hotel


con mi bolsa de la cámara —la que es tan pesada con la recompensa
que la correa me lastima el hombro—, y esta increíble sonrisa falsa
pegada a mi cara.
Tenía razón. Esta entrega fue algo totalmente diferente. Eddie
tiene que tener una red establecida por aquí si va a mover tanta
heroína. Tal vez eso significa que no me van a volver a llamar por un 45
tiempo. Esa esperanza me hace hundirme en el asiento de conducir
con alivio.
Por mucho que quiero correr al lugar de intercambio y
deshacerme de todas las pruebas, no puedo correr el riesgo de ser
detenida por la policía con una bolsa llena de billetes de cien dólares.
Así que mantengo el límite de velocidad, haciendo la distancia hacia el
lugar de intercambio —una calle residencial bastante tranquila—,
insoportablemente larga. Mi teléfono muestra un mensaje de Jimmy,
diciéndome que fue una maravilla verme hoy. Ese es el código para “no
hay moros en la costa”.
Aparco el coche, guardando las llaves y el dinero en el maletero.
Al otro lado de la carretera hay un parque público y allí, sé que
encontraré a un hombre parecido a Santa Claus, descansando en un
banco, leyendo el periódico. Esperando.
Pero no lo busco porque eso no está, bajo ninguna circunstancia,
permitido. Siguiendo el estricto protocolo, camino unos treinta metros
por delante de donde espera mi Sorento azul marino. Con mi juego de
llaves extra para desbloquearla, subo y me alejo, justo cuando empieza
a sonar mi teléfono.
—¿Hola?
—¿Todo bien?
Abro la boca, pero dudo. ¿Debo decirle a San lo que pasó ahí?
No… Bob es un idiota, pero en nada comparado a Sal. Además, no
quiero ser la razón de otro brutal desmembramiento y asesinato. Creo
que tengo a Bob bajo control y si es lo peor con que tengo que lidiar,
puedo manejarlo.
—Todo bien. Todo ha ido según lo planeado.
—Bien. En el futuro tratarás con ellos mucho más. Eddie tiene
grandes conexiones. Disfruta del resto de tu día.
El teléfono se apaga.
Mucho más. —¡Cómo pudiste hacerme esto! —susurro en medio
del silencio. ¿Cómo podría? Hasta yo sé que no pones en peligro a
propósito a las personas que amas.
Es en el estacionamiento de mi apartamento que por fin me
pongo a temblar, cuando mis nervios reaccionan a toda la tensión que
mi fuerza de voluntad logró suprimir durante demasiado tiempo. Hace
un año dejé de contar el número de entregas. Todas eran tan
pequeñas, tan fáciles. Pero luego comenzaron a agrandarse, y sucedió
el asunto con Sal… y ahora estoy lidiando con grandes entregas. Sé en
mi interior que solo se pondrán más difíciles y más arriesgadas.
Hubo un descanso de entregas después del “incidente”, en el que
Sam me colmó de calzados Louboutins y vestidos bonitos y pendientes 46
de diamantes. Creí que era su manera de decir que lo sentía, que
reconocía que era una mala idea implicarme en su “negocio”.
Me permití creer que todo había terminado.
Entonces un hombre me acorraló al salir del gimnasio una noche
de mayo, justo después de terminar el último de mis exámenes de la
escuela secundaria, haciéndome todo tipo de preguntas acerca de Sal
y Sam. Mantuve la serenidad, interpretando a la perfección a la
muchacha de dieciocho años, despistada y normal.
Le dije a Sam al segundo en que llegué a casa y al día siguiente,
me entregó un sobre de manila, lleno de nuevos documentos y
certificados de identificación, de nacimiento, licencia de conducir,
pasaporte, tarjetas de crédito. Todo lo necesario para ser Charlie Rourke
de veintidós años, de Indianápolis. El paquete vino con un boleto de
partida esa noche a Miami y una cuenta bancaria con diez mil dólares.
Con una pesada mano sobre mi hombro y, con voz calma y uniforme,
me dijo que su ratoncito tenía que desaparecer por un tiempo. —Esto te
mantendrá a salvo y escondida de tipos así. Solo relájate, pasa
desapercibida y espera hasta que se calme todo esto. No queremos
que nada nos relacione con lo de Sal.
Nos relacione.
—Pero ¿qué pasa con Tisch? —había preguntado.
Puso una sonrisa pesarosa. —Vas a tener que aplazarla por un
año. Es muy arriesgado. Yo me ocuparé de ello. —Recuerdo la
decepción que me inundó ese noticia.
Instruyéndome a entregar toda mi identificación verdadera, hasta
mi tarjeta bancaria, Sam murmuró—: Ya no eres tú. Eres Charlie Rourke y
solo Charlie Rourke. Sé quién quieras, pero permanece en el personaje,
mi pequeña actriz. Mientras tanto, nadie te encontrará. Nadie va a
hacerte daño. Todo lo que hay en este sobre es legítimo. Es una
identidad real. —Murmurando más para sí mismo—. Con los cientos de
dólares, no deberías tener problemas.
Recuerdo que quedé boquiabierta; una reacción rara pero no
había sido planeada.
Esto no era el tipo de identificación a medias que se elige de una
bolsa de licencias de conducir robadas para engañar a un gorila. Sam
tenía que haber empezado a hacer estos arreglos mucho antes de
ayer, antes de que nadie se me acercara.
Esa fue mi primera pista de que Sam no me decía la verdad.
Y cuando la primera entrega solicitada se produjo un mes
después de mudarme a Miami, sabía con certeza que este movimiento
tenía menos que ver con mi seguridad y sí con los negocios.
Sam pretendía expandir su empresa en Miami. 47
Y decidió utilizarme para hacerlo.
Fue entonces cuando empecé a preguntarme si ese tipo que se
me acercó fuera del gimnasio nunca fue una amenaza real. Todo
estaba muy bien programado para ser una casualidad. Tal vez él era un
amigo. Tal vez Sam lo contrató para que le diera una excusa para
enviarme a Miami.
Para asustarme.
Pensé en simplemente huir. Empacar las maletas y desaparecer
en la noche. Pero las palabras anteriores de Sam se ciernen sobre mí
como una nube ominosa. No se puede huir de mí. Mientras Sam tenga
un nombre, me temo que él me encontrará.
Y cuando lo haga…
¿Qué queda? El plan. Es un buen plan.
He creado una persona completamente nueva, con rizos grandes
y llamativos, ojos marrones y capas de maquillaje, con partes
semejantes de perfección y fallos. Una persona real a los ojos de los
ingenuos.
Pero no soy yo.
Me quedaré hasta que haga el dinero suficiente y tenga una
nueva identidad. Una de la que Sam no sepa. Y luego voy a correr. Voy
a volar al último rincón del mundo.
Voy a desaparecer.
De verdad.

48
Traducido por BeaG
Corregido por GypsyPochi

—¡Gracias a mí, estamos completamente abastecidos de nuevo!


—grita Ginger con voz ronca al tiempo que yo camino pesadamente
hacia mi oficina. El sonido de traqueteo de botellas se detiene y arrastro
mis pies de regreso hacia el refrigerador, donde encuentro a Ginger con
su culo para arriba en pantalones cortos, inclinándose sobre un barril de
cervezas y, tratando en vano, de moverlo. La chica puede estar bien
tonificada, pero no tiene posibilidades de mover un barril de ochenta
kilos.
Sin dudarlo, entro y agarro el otro lado. —¿Sabes que Nate o 49
alguno de los chicos moverán todo esto, cierto?
Con un sonido de burla, sonríe y murmura—: Sabes que no
necesito un hombre para nada.
Me río, sacudiendo la cabeza. —Si, Ginger. Lo has dejado
bastante claro. —Haciendo un inventario visual de todas las cervezas
mientras paso una mano por la parte de atrás de mi cabello, murmuro—
: ¿Cómo pasó esto?
Su sonrisa es poco menos que triunfal mientras cruza los brazos
sobre su amplio pecho y se apoya contra la fría pared. Mechones de
color azul que no tenía ayer corren por su cabello. —En serio
necesitamos trabajar en tu encanto con la atención al cliente, Cain.
Espero a que se explique, sabiendo que tomaría más que
encanto para conseguir que nuestros refrigeradores y estanterías se
reabastecieran tan rápido, dada la supuesta escasez. Finalmente
confiesa—: Un camión pequeño se pasó anoche sin nada. Así que… —
Por la manera en que dice esa palabra, y sus lindos ojos se desvían
hacia el suelo, sé que no me va a gustar lo que voy a escuchar—.
Hannah y yo le dimos al repartidor una pequeña demostración del
espectáculo privado que tendría si hacía que nuestro depósito se
llenara milagrosamente para esta noche.
—Jesucristo, Ginger —gimo y me golpeo mi frente contra el marco
de la puerta. Tengo una buena idea de qué clase de espectáculo
podían dar esas dos, dado el hecho de que habían estado juntas en el
pasado, y eran al menos, amigas cercanas—. Sabes que no dejaré que
nadie se prostitu…
—¡Oye! —Chasquea sus dedos con manicura a centímetros de mi
nariz. Es una de las pocas personas que tiene el descaro de hacerlo—.
No te atrevas a usar esa palabra conmigo. No ofrecimos nada de eso.
Pero, si dejar que ese jodido retardado se viniera en sus pantalones al
tiempo que Hannah y yo nos tocábamos hasta segunda base significa
que no tenemos que lidiar con los clientes molestos todo el fin de
semana, entonces no me importa una mierda quien vea. ¡Yo me la
jodería, directo en el escenario!
Ginger rara vez se pone insolente conmigo y es bastante
reservada cuando se trata de sus relaciones, lo que significa que los
problemas de suministro comenzaron a hacerle efecto. Clientes
infelices, por lo general, significa propinas de mierda y eso, significa
empleados molestos. Ellos trabajan duro por su dinero.
Alzo las manos en señal de rendición. Ahora que ha negociado
este acuerdo, dar marcha atrás resultaría en un furioso repartidor e
incluso peor servicio al cliente por quién sabe cuánto tiempo. —Muy
bien, de acuerdo. Pero nunca más ofrezcas algo así. Y adviérteme para
poder apagar las cámaras, ¿sí? —No quiero evidencia de… nada—. Y
asegúrate que Ben o Nate estén detrás de la puerta, por seguridad. 50
Ella guiña un ojo. —De nada.
Cierro la puerta del refrigerador detrás de nosotros y añado—:
Sabes, podría venirme bien un gerente a tiempo completo. ¿Seguro que
no quieres el trabajo?
—Preferiría que me depilaran con cera el cuero cabelludo —dice
en una voz cantarina, regresando hacia el bar principal para terminar
de arreglar las cosas. Se le ocurre una respuesta astuta cada vez que se
lo pregunto—. ¡Oh! —Ralentiza el paso y dice por encima del hombro—:
No te olvides que Charlie saldrá a las once. Trata de no actuar de
manera extraña de nuevo, ¿está bien?
—¿Ella dijo que actúe de manera extraña? —No me sorprendería
si lo había hecho.
—Yo lo estoy diciendo. Solo… ella quiere este trabajo de verdad.
Asiento lentamente. —¿Estás de acuerdo en que ella esté en la
barra contigo? Creo en que podemos poner a una tercer chica allí,
dado lo ocupado que hemos estado.
Sus labios llenos se curvan en una mueca. —Pensé que ella
pretendía bailar.
Considero como responder esto. —Solo en el escenario por ahora.
Entrecierra sus ojos y sé que está tratando de entender mis
motivos. —De acuerdo, seguro. Es que pensé que habías dicho que no
contratarías a nadie más para la barra.
—Sí. Pensé muchas cosas ayer. —Y luego Charlie se deslizó dentro
de mi oficina.
Ginger se encoge de hombros. —Si sigue estando así de lleno, sin
duda necesitaremos a Charlie. —Luego, esos mechones de color azul
desaparecen en la esquina, dejando que el nombre cuelgue en el
denso aire entre nosotros.
Charlie.
No me he olvidado de ella. Estuvo presente en mi noche con
Vicki, plagó las cuatro horas de sueño que tuve, interceptó mi
entrenamiento en la mañana…
Es porque luce como Penny. Eso es todo. Pero no es Penny. Sólo es
otra mujer joven que necesita hacer dinero y me buscó para un trabajo
y nada más. Si sus motivos para desnudarse son ciertos o no, está por
verse. Mientras más rápido me acostumbre a ella, más pronto se
convertirá en una igual a las demás. Con suerte, no se quedará aquí por
mucho tiempo.
Y yo necesito mantener mi polla muy lejos de ella.
51
***

—La fila da la vuelta a la esquina, de nuevo —dice Nate a mi


lado, deslizando los ojos por la multitud.
—Esto es una locura. Quiero decir, es bueno para el negocio,
pero… —Froto el lado de mi cuello mientras observo el mar de cabezas.
Penny’s es un club de tamaño decente, cuatro mil quinientos metros
cuadrados de escenarios, salas VIP, y áreas para sentarse, y estamos
llenos. De acuerdo a la puerta principal, nadie se ha ido en la última
hora. La mayoría de los clientes están vueltos hacia el escenario, y
Mercy; una chica pequeña con cabello platino, ojos azules y una
cintura ultra delgada, cuyo nombre real es Annie. Algunos roban
miradas a alguna de las doce pantallas planas que muestran el juego
de los Marlins. Otros, están ocupados en su intento de llamar la atención
de alguna de las muchas chicas que pasan por allí.
He hecho todo lo posible para mantener a Penny elegante versus
sórdido. Dejé las luces de neón al mínimo, optando por luces suaves
para contrarrestar las del escenario. Los pisos son de color caoba, al
igual que las barras y el escenario. En el lado sur del club, hay un salón
VIP un poco elevado, con sillones de cuero de lujo y una vista sin
obstáculos de todo el escenario.
Aun así, no tiene importancia que tan moderna y de buen gusto
sea la decoración, no importa que tanto limpie el personal, cuando
entro a este club, siempre se siente sórdido para mí.
—Gracias a Dios que el repartidor vino hoy o estaríamos lidiando
con una pequeño desastre —murmuro, más para mí.
—Por Dios, te refieres a Ginger, ¿cierto? —La risa profunda de
Nate es un ruido sordo. Para cualquier persona que no lo conoce,
parece un tipo de esos que asustan. Hecho a semejanza del
estereotipo gánster. Desde luego, él hace el papel perfectamente
cuando lo necesita.
Pero yo conocí a Nate cuando era un niñito desnutrido y sucio de
barrio, corriendo por las calles de noche cuando los niños de su edad
no tenían nada que hacer afuera en South Central. Vi los furiosos
hematomas en sus mejillas, resultado de cuando él no se movía lo
bastante rápido para responder a las demandas de su madre
drogadicta. Vi su caja torácica cuando no comió nada más que una
hogaza de pan con moho en una semana. Vi sus lágrimas en las noches
cuando se sentaba confuso en su pórtico, preguntándose por qué su
madre todavía no lo amaba, como dijo que haría cuando él le llevara
una bolsita de crack.
Nate ha sido una constante en mi vida durante trece años. Lo
puse bajo mi protección, asegurándome de que fuera alimentado, 52
bañado, vestido, y a salvo. A cambio, me dio su inquebrantable
confianza. El chico me idolatraba. Siempre fue una relación un tanto
extraña, Nate era cinco años menor que yo, pero en él, encontré un
nivel de co-dependencia que me ayudó a superar esos oscuros años
después de que mi familia fuese asesinada. Llevarlo conmigo cuando
dejé South Central por Miami, fue una fácil decisión.
La canción “Cream” de Prince comienza a rezumbar en el sistema
de sonido. Esa es la canción firma de Cherry y la multitud regular lo
sabe, explotando en una ronda de aplausos mientras sale la exótica
asiática al escenario en un vestido de lentejuelas de plata y zapatos de
tacón que podrían sacarle los ojos a alguien.
—Hice algunas llamadas. El tipo se irá lejos por un largo tiempo —
dice Nate, mirándola comenzar su rutina.
No veo nada más que sonrisas y guiños mientras Cherry comienza
a mover sus caderas. —¿Ella sabe que nosotros estamos al tanto?
Sacude la cabeza. —No lo creo. Se encontraba de buen humor
hoy cuando llegó.
—Bien. —Aunque sigo enfadado de que ese imbécil insinuara que
yo era el proxeneta de Cherry. Mis ojos se mueven por la multitud de
hombres excitados, que miran con avidez mientras ella se retuerce y
gira su cuerpo al ritmo de la música con una agilidad increíble. Ese es su
talento.
Flexibilidad extrema.
Y eso es lo que se imaginan estos tipos, sus fantasías más grandes
cobran vida con Cherry al mando. Lo que ellos no ven, es a la chica de
veinticuatro años que quedó embarazada a los quince y ha luchado
para darle una buena educación a su hijo desde que sus padres
tradicionales la botaron de su casa y sus vidas. A la chica que es tan
insegura que termina con imbéciles que la usan por sexo y la mantienen
adicta a las drogas.
—Cain… —Nate solo sacude la cabeza mientras sus ojos se
desvían a la multitud. Sé que está a punto de decir lo de siempre. No
puedes salvar a todo el mundo. Sin embargo no lo dice, porque una
pequeña conmoción atrapa su atención. Hannah, con un cliente
borracho que le toqueteaba el pecho.
Ninguna cantidad de dinero compra eso debajo de mi techo.
En segundos, Nate habla por su intercomunicador, ordenándole a
tres porteros para que lleven a la salida lateral al tipo y a su escandalosa
despedida de soltero de ocho personas; por sus cuellos si es necesario.
Es por eso que lo puse a cargo de la seguridad. Además de ser una de
las pocas personas en las que confío, toma las decisiones arbitrarias de
forma natural. Entiende lo importante que es tener una reacción
53
exagerada.
Que tan importante es no dar nada por sentado.
Sé que todavía se culpa por la noche en que Penny fue
asesinada. Pero no fue su culpa. Diablos, él ni siquiera debería haber
trabajado en un club para ese momento, era malditamente joven, a
pesar de su tamaño. Si alguien tenía la culpa de la muerte de Penny,
ese era yo. Por esperar tanto tiempo para decirle que estaba
enamorada de ella.
Por decírselo.
Por tener mi puerta cerrada, por no parar el asesinato que ocurrió
a tan solo a unos pasos de distancia.
Recibo una palmada en el hombro, irrumpiendo mis
pensamientos oscuros. —¡Siento como si me acabaran de hacer rayos X
en las bolas! ¿Cuándo instalaste esos nuevos detectores de metal? —
Me vuelvo para encontrar parado a mi lado a un Ben bronceado, en su
uniforme negro de portero, renovado después de una celebración de
una semana por haber tomado el examen para ejercer la abogacía.
Aparte de Nate, Ben ha sido el portero que más tiempo ha estado en
Penny’s, trabajando aquí mientras estudiaba en la escuela de leyes.
Siempre he tratado de conservar una línea de separación entre
mi persona y los empleados. Me ayuda a mantener un nivel de respeto
cuando se trata de seguir las reglas. Ha funcionado con la mayoría.
Pero Ben ha conseguido atravesar la línea para convertirse en uno de
mis amigos más cercanos. Es un hombre tranquilo y un empleado
fantástico, aparte de algunos rumores de aceptar mamamas en el
depósito. Pero también he oído rumores de que disfruté de un trío con
Mercy y Ginger en la misma habitación.
Creo que recordaría haber hecho eso.
—El lunes —respondo, dándole una palmada de bienvenida en su
espalda.
Ben frunce el ceño. —¿Dónde estaba yo?
—¿Hecho mierda en México? —ofrezco, ganándome otra de las
risas profundas de Nate.
Una amplia sonrisa divide el rostro de Ben. —¡Nunca en la vida! —
Aunque veo a sus ojos desviarse con sus pensamientos, seguramente de
las numerosas mujeres que follo en su estancia allí; luego regresa su
atención a mí—. ¿Por qué la seguridad reforzada?
—Teasers está cerrado indefinidamente. —Teasers, un club
popular pero de mala calidad con una reputación de dar la bienvenida
a dudosa clientela, fue cerrado hace seis semanas por tener una red de
prostitución. Ahora la clientela está buscando un nuevo lugar a donde
llevar “sus negocios” mientras reciben bailes privados y, por desgracia, a 54
juzgar por el aumento de tipos que tratan de pasar por mis puertas con
pistolas, Penny’s parecía ser su lugar de preferencia. Francamente, estoy
sorprendido. Este no es un típico club de entretenimiento adulto. Solo
estamos abiertos en las tardes, y cierro las puertas a las dos de la
mañana. Incluso he comenzado a cerrar los lunes. Eso, más mis
conexiones con la fuerza policial a través de Dan Ryder, el prometido de
mi ex bailarina Storm, y mi rotundo rechazo a asociarme con cualquier
actividad ilícita, hace que Penny’s sea un lugar poco probable para
que ellos se congreguen.
Ben asiente con entendimiento. —Algún idiota trató de entrar con
una espada samurái atada a su pierna hace dos semanas.
Nate y yo sacudimos las cabezas con consternación al tiempo
que el espectáculo de Cherry llega a su final, ganándose un bullicioso
grito de aprobación de la multitud.
—Debes contratar a más bailarinas asiáticas, Cain —murmura
Ben—, el público ama las asiáticas.
—La aman a ella, idiota —lo corrijo con una sonrisa irónica y una
sacudida de cabeza.
—Sí. Anoche he tenido clientes demandando bebidas gratis y
bailes en el regazo porque ella no se encontraba —dice Nate, con una
mirada incrédula.
Malditos clientes. Siempre buscando aprovecharse. O, en este
caso ser montados de forma gratuita. Lanzo un suspiro y le doy una
palmada a Nate en el hombro. —Gracias por cubrirme anoche. ¿Cómo
estuvieron las cosas?
Titubea con su respuesta y su mirada severa se fija en un vaquero
grande, cuyo brazo está estirado sobre la baranda, tratando de
alcanzar el tobillo de Cherry, para atraer su atención. Sin embargo, los
otros porteros se le van encima en segundos, llevándolo hacia atrás.
Después del ataque sobre Storm hace tres años, ellos saben que deben
abalanzarse primero y preguntar después. Ese ebrio idiota ni siquiera
debió haber estado aquí. Por eso despedí a dos porteros que vigilaban
la sección.
Nate por fin contesta a mi pregunta. —Bien. Salvo por China y
Kinsley que se pelearon de nuevo.
Maldigo. —Esas dos se están poniendo demasiado territoriales con
Penny’s. —Eso es lo que pasa cuando las bailarinas están aquí por
mucho tiempo. Comienzan a reclamar clientes regulares y a ponerse
irritables si alguien invade su territorio. Y China se puede poner
especialmente irritable con su lengua filosa. Esa que esconde el hecho
de que su padre la violó repetidas veces, física y sexualmente. Ella es un
poco sensible cuando te metes debajo de su exterior de teflón. He
tenido trabajo para rato con ella, ayudándola a superar un caso grave 55
y no diagnosticado de dislexia. Está lista para tomar su examen de
desarrollo de educación general pronto. Si la despido, terminará en las
manos de canallas como Rick Cassidy, donde la encontré en un
principio, o con algún otro tipo que se alimenta de la vulnerabilidad
como una piraña.
Esa es la situación con estas chicas. Sí, algunas solamente están
aquí para sobrevivir a la universidad y pagar las cuentas. Pero muchas,
han pasado por cosas de mierda que las ha dejado sin estima propia,
una necesidad de atención, y sin idea de que más hacer para que
funcionen sus vidas. Incluso tan joven como era a los dieciséis años,
sabía que mi hermana Lizzy iba por ese mismo camino. En algunas
maneras, China me recuerda a ella.
Pero nunca sabré como hubiera resultado mi hermana porque no
la salvé a tiempo.
La voz del DJ Terry suena en el altavoz para anunciar—: La
siguiente es Charlie… una nueva incorporación a Penny’s. ¡Asegúrense
de darle una calurosa bienvenida!
—¿Chica nueva? —Los ojos de Ben se iluminan inmediatamente.
—No comiences, idiota —le advierto con un tono cortante. Todos
mis porteros saben que se irán, si los descubro follándose a las chicas.
Ben ama su trabajo, así que estoy bastante seguro de que nunca ha
roto las reglas bajo mi techo. Pero también sé que controlar lo que hace
fuera de Penny’s es demasiado opresor y simplemente imposible. Sólo
puedo esperar a que Ben las trate con algo de respeto. A decir verdad,
si alguna de estas chicas pudiera domesticar el lado salvaje de este alto
rubio, creo que tendría una feliz vida delante de ella.
Me da un encogimiento de hombros. —No hemos tenido un
nuevo talento desde hace tiempo. Las cosas se estaban poniendo
viejas.
Un gruñido de acuerdo me hace volverme hacia mi izquierda,
para encontrar que el normal ceño fruncido de Nate fue reemplazado
por el comienzo de una sonrisa torcida.
—¿Tú también, Nate?
—Creo que podría venirnos bien un cambio. —Hay algo secreto
en su mirada que no puedo leer.
—¿Es buena? —pregunta Ben, añadiendo una sonrisa socarrona—
. Bailando, quiero decir.
—Claro que sí, Morris —digo irónicamente—. Solo mantén tus
jodidas manos lejos de ella.

56
Traducido por Vani & Julieyrr
Corregido por Michelle♡

Voy a vomitar.
El hecho de poder pasearme por una habitación de hotel y llevar
a cabo una operación de tráfico de heroína sin que me tiemblen las
manos no tiene importancia en este momento.
Ahora, mientras estoy parada detrás de una cortina de
privacidad en unos pantaloncitos negros, que muestran un poco mi
trasero, y un chaleco entallado que cubre la parte superior del
revelador bikini rosa —la cual apenas cubre más piel de la que está
próxima a ser expuesta a una muchedumbre de hombres burlones y 57
críticos—, parece que mis rodillas estuvieran a punto de torcerse.
Los tres tragos de tequila que tomé en mi camerino no hicieron
nada para calmar mis nervios. Solo me hicieron sentir más incómoda.
No estoy segura de poder hacer esto.
¿Y por qué esas luces tienes que ser tan brillantes? Parecen haber
un millón de focos por ahí, preparados para trasladarse hacia abajo y
resaltar cada centímetro de mi piel expuesta.
—¿Estás lista? —me dice al oído una voz ronca.
Con un salto de sorpresa, me volteo para encontrar a Ginger
detrás de mí. Lanzo de inmediato los brazos alrededor de sus hombros,
lo que nos sorprende a ambas. No soy amante de los abrazos y no
estamos en esos términos pero, claramente, estoy desesperada.
Ella ríe. —Oh, vamos. Estoy segura que esto no es nada
comparado a Las Vegas, ¿verdad?
Luego de apartar mis brazos, subo y bajo la cabeza y trago,
soltando la farsa de mi boca mentirosa sin problemas. —Tengo pánico
escénico. Eso es todo. Esto es lo mío.
Con una sonrisa suave y un apretón a mis bíceps, me guiña y
dice—: Bueno, ve a mostrar lo tuyo allí y yo voy a animarte. Te vi hacer
esto. Serás fantástica. —Desaparece por las escaleras al tiempo que el
DJ me hace señas.
Treinta segundos.
Tomo una respiración profunda y murmuro en voz baja—: Solo
unos meses de esto y luego soy libre.
No sabía en qué me metía cuando dejé caer ese bolso del
tamaño de un estuche en un estudio de baile en Queens; además de
un brillante Volvo plateado. Sam siempre me enviaba a hacer
pequeños recados. Ir a las tintorerías, recoger el correo, depositar
cheques. Me ocupaba de todas nuestras compras de comestibles. Las
diligencias era un modo para “ganar mi sustento”, me había dicho Sam
alegremente. Así que cuando me pidió que dejara un paquete en la
ciudad... lo hice.
Sencillo.
Cuando Sam me entregó una identificación con el rostro y
nombre de otra persona y dijo que me inscribiera en una clase de baile
semanal en ese mismo estudio en Queens, lo descubrí con bastante
rapidez. Aun así, lo hice, sin decir una palabra.
Él lo justificó diciendo que le hacíamos pasar un buen momento a
la gente y nos llevábamos un poco de dinero. No era diferente de la
venta de alcohol durante la Ley Seca. Me tragué esa mierda al 58
principio. Pero, de nuevo, solo tenía dieciséis años.
Era ingenua.
Estúpida.
No me pareció muy importante. Había visto a mis amigos
fumando después de la escuela. Estuve en fiestas donde alguien llevó
ocho bolsas de cocaína o un puñado de pastillas de éxtasis. Oí toda la
campaña de “di no a las drogas” alto y claro, pero las drogas parecían
estar en todas partes en la escuela secundaria. En todas partes, las
personas se divertían. Y cuando algo se halla en todos lados y la gente
se divierte, comienza a parecer menos inmoral. Casi... aceptable.
Y cuando tu padrastro —el hombre que te ha criado y dado
todo—, te pide que hagas algo, las líneas del bien y el mal se ponen en
unas poco más difusas, y se hace más fácil negar esa vocecita dentro
de tu cabeza. Supongo que al crecer no tuve el mejor ejemplo moral.
Sin embargo cuando vi el interior de la maleta en la primera
parada de Miami... por fin me di cuenta. Sam no negocia solo con ocho
bolsas y algunos puñados en las fiestas. Sino que trafica con cientos de
dosis de heroína.
Malditas maletas.
Él negocia con las cosas que convierten a las personas en adictos,
arruina las vidas, y por último las mata.
Y estoy ayudándolo a hacerlo.
Fue entonces cuando dejé de ignorar a esa vocecita. Al fin me di
cuenta que Sam me involucró en algo malo y que no importa la
cantidad de autos y vestidos de diseñador que me compre. La llamada
de atención trajo una ola de culpabilidad con la que todavía estoy
aprendiendo a lidiar. Ahora me esfuerzo para dormir, comer. He perdido
al menos cinco kilos de mi cuerpo ya delgado. Todas las mañanas me
levanto y siento el impulso de salir por la puerta y nunca mirar hacia
atrás.
Cuando escucho en las noticias otro caso de sobredosis, me
siento responsable. Las noticias no son las sobredosis recreativas; sino lo
realmente adictivo, como la heroína. Es como si los periodistas me
hablaran, juzgaran y condenaran. Con mi ayuda, niños de apenas
catorce años han tenido una sobredosis. En realidad no hay tal cosa
como un consumidor de heroína ocasional.
Pero no quiero pasar el resto de mi vida luchando
financieramente, así que supongo que mis sentimientos de culpa no son
lo suficientemente abrumadores. Eso, o soy una verdadera mala
persona.
Me merezco lo que me pasó con Sal en New York. Merezco
desnudarme delante de una muchedumbre de hombres pervertidos.
Me merezco lo peor. 59
Sam también merece ser castigado por todo lo que ha hecho; a
innumerables víctimas anónimas, y a mí. Por darme el amor y la
protección que parecía incondicional, pero en realidad me puso
cadenas.
¿Pero quién va a castigarlo?
Espío por la cortina, y veo todas las caras en la multitud;
esperando interesados. Todos esos ojos estarán puestos en mí. No creo
que haya estado en un escenario tan grande en mi vida. Por otra parte,
tal vez es solo porque voy a estar sola —básicamente desnuda— lo que
lo hace parecer aun más grande.
Observo mientras tres chicas bajan de las plataformas circulares
que sobresalen del escenario. En medio de los espectáculos principales,
las chicas se turnan para burlarse un poco de la audiencia. Pero saben
que deben dejarlo ahora.
Para permitir que todos los ojos caigan en mí.
Mi potencial jefe también se encuentra allí, luciendo elegante
con una camisa entallada de color azul oscura mientras se apoya sobre
una baranda, hablando con ese gorila gigantesco —Nate, oí que lo
llamaba alguien— quien vigila la puerta de atrás todas las noches.
Incluso en la oscuridad y a la distancia, puedo ver los músculos de sus
brazos. El hombre debe tener un cuerpo inmaculado debajo de esa
ropa.
Cuando me preparaba en el vestuario, oí un montón de
comentarios sobre Cain. Comentarios con respecto a que él es muy
temperamental, sugerencias sobre cómo animarlo, seguido de risas
malvadas. Es evidente que cada una de ellas daría su teta izquierda
para acostarse con él. No me sorprende. En otras circunstancias —tanto
mías como suyas— tal vez habría querido lo mismo. Una morena
llamada Kinsley comentó que él la “reconfortó” la semana pasada en
su oficina y en privado. Me pregunto cuántas de ellas se han acostando
con él. Sin embargo es confuso. Quiero decir, yo tiré mi vestido en el
suelo. Podría haber intentado algo conmigo, pero no lo hizo. Supongo
que no soy su tipo. Eso es lo mejor.
No sé qué pensar de las otras bailarinas. Me gané un par de
miradas de sorpresas, pero por lo demás prácticamente me ignoraron.
Ginger dice que es porque no han tenido una chica nueva por aquí en
mucho tiempo, que no sea Kinsley. Y a pocas personas les agrada ella.
Terry golpea la ventana de cristal de su pequeña cabina y apunta
hacia el escenario cuando los acordes iniciales de mi canción elegida
—“Coming Undone”, de Korn— suenan por los altavoces. Me gané un
guiño de aprobación cuando la solicité. Sé que probablemente no es la
primera opción para la mayoría de las bailarinas, pero me da energía, y 60
dado que esta es la canción con que trabajo normalmente, soy capaz
de moverme de manera fluida, casi como un una rutina.
Y una rutina estricta es lo que necesito.
Con una última respiración profunda, me las arreglo para meter
esa misma capa de confianza que asumo en cada entrega.
Y recuerdo que mi madre hizo esto.
Que yo puedo hacer esto.
Que voy a hacer esto, así muy pronto puedo librarme de las
cadenas de Sam.
Salgo de mi escondite, con la adrenalina a toda máquina y mi
corazón latiendo con fuerza. Me concentro en el poste en frente de mí y
mido mis pasos con el ritmo de la música —los acordes distorsionados en
mis oídos, compitiendo con los latidos de mi corazón—, en lo que espero
sea un pavoneo sexy. Incapaz de evitarlo, mis ojos van en dirección de
Cain por un momento y veo su oscura mirada intensamente fija en mí.
Quiero correr.
Pero no puedo. Me obligo a poner mi atención de nuevo al poste
y lo agarro con una mano determinada. Mi cerebro puede estar loco
pero mi cuerpo sabe lo que necesita hacer.
Empiezo.
Los años de gimnasia del nivel competitivo me han dado la fuerza
física, el equilibrio y la coordinación para acertar cada movimiento que
aprendí en clases de pole-dance y no me contengo ahora, ejecutando
las vueltas más complejas, caídas y transiciones con facilidad.
Se siente sorprendentemente orgánico y los movimientos me salen
con naturalidad. Y si mantengo la vista y mi atención en el poste, el
ritmo pesado de la música, y el tono azul suave de las luces del
escenario, casi puedo olvidar que estoy rodeada de miradas lascivas
de hombres.
Casi.
Pero no puedo quitarme la sensación de sus ojos en mí. Y Cain...
De alguna manera, su atención es más estresante que el de los cientos
de otros combinados. Probablemente debido a que su opinión es en
última instancia, la que importa. Cuando cometo el simple error de
dejar que mis ojos pasen por él durante un minuto, encuentro esa misma
mirada de acero en mí, pero más severa. Lo suficiente para paralizar mi
corazón acelerado. Y tan inquietante que mi agarre se resbala. Por
suerte, no estoy en medio de una caída que podría romperme la nariz u
otro movimiento peligroso, y por eso me recupero rápidamente.
Oigo un par de gritos y alaridos alentadores. No puedo detener
por más tiempo lo inevitable. Apretando los dientes, uso mi mano libre
para abrir los broches del chaleco. Lo deslizo por mis hombros y lo arrojo 61
a un lado, dejando al descubierto la parte superior. El murmullo de la
multitud me da punzadas de placer.
Ya no siento la agitación en mi estómago. Al segundo en que
esos broches se abrieron, el entumecimiento asumió el control. Lo tomo
con mucho gusto, porque queda un minuto y medio de esta canción y
el chaleco no es lo último que debo dejar en el escenario si quiero este
trabajo.
Y también bloqueo los silbidos y gritos mientras continúo con mis
movimientos bien practicados y dejo que mi mente derive hacia otro
lugar. A los valles de Toscana, donde podría gestionar en un pequeño
viñedo. A las colinas de África, donde podría observar a los leones
tomando el sol caliente; los Alpes Suizos, donde podría volar por el aire
en una tabla de snowboard. No sé cómo hacer snowboard. Pero tal vez
un día, voy a aprender.
Al instante en que alzo la mano para tirar de las cuerdas de la
parte superior del bikini, para dejar caer el trozo de tela, exponiendo mis
pechos a la habitación fresca por el aire acondicionado y los aplausos y
silbidos, estoy bronceándome en una playa privada en las Maldivas.
Estoy en cualquier lugar sin el tráfico de drogas. Sin desnudarme.
En cualquier lugar sin una vida vergonzosa.
Es cuando he escapado detrás del escenario —con mi cuerpo
tembloroso mientras se desvanece la descarga de adrenalina— que soy
capaz de respirar de nuevo. Lo hice. Superé mi primera presentación.
Me trago la repulsión. Acabo de desnudarme en el escenario. Acabo
de desnudarme en un club lleno de hombres. No me han tocado,
pero...
Tengo puesta la parte superior del bikini en segundos y sin
embargo, siento la necesidad de rodearme con los brazos, para abrazar
a mi propio cuerpo. Y deseo que Ginger estuviera aquí, porque sé que
podría venirme bien su consuelo amistoso.
Por el aspecto de la mujer morena con un traje de cuero azul que
me mira con una sonrisa torcida, no voy a obtenerlo de su parte. —
Nunca has estado en el escenario, ¿verdad? —Sus ojos se deslizan por
mi cuerpo rápidamente mientras abrocho mi chaleco.
Tomo una respiración profunda para calmar el temblor en mi voz y
aparento confianza. —En Miami no. ¿Por qué?
Levantando una ceja hacia mí, murmura—: Por nada.
Siento un escozor raro en mis ojos. No estuve bien. Estuve mal.
Estaba allí, en el escenario, pensando que podría estar haciéndolo bien,
pero no era así. Apestaba en lo amateur. Si no salgo de aquí ya, voy a
estallar en lágrimas mortificadas antes de que pueda controlarlo. 62
No voy a llorar delante de ella, ni de nadie.
—Siguiente... ¡China! —dice Terry en voz alta al tiempo que
suenan las primeras notas de “Like a Prayer”. Con una sonrisa, la mujer
—que supongo es China— pasa junto a mí para ocupar el escenario.
Lucho con el impulso de estirar el pie y hacerla tropezar.
Estoy completamente vestida de nuevo, corriendo por las
escaleras y dirigiéndome hacia la zona del bar, cuando me doy cuenta
que no recogí ni un solo billete. —¡Mierda! —maldigo y ahora las
lágrimas inflaman mis ojos. Acabo de desnudarme de forma gratuita. Un
viaje al infierno... ¡Para nada!
Parpadeo varias veces para no ponerme a llorar en medio del
club de striptease y, cuando me he reorientado, veo un puñado de
dinero, unido a un gorila sonriente alto, atractivo y rubio. —Toma... Es
posible que desees esto. —No estoy segura de si es porque me desnudé
delante de una multitud o la conversación con esa perra —quien ahora
se mueve por el escenario como si fuera la dueña del lugar— o la forma
en que me está sonriendo este hombre, pero me levanto y lo miro
fijamente, sin habla.
—Soy Ben.
Ben es mi caballero de brillante armadura.
Me toma un momento tranquilizarme. Ben espera pacientemente
mientras lo hago. —Lo siento. Eso fue estúpido de mi parte —digo con
las mejillas rojas, murmurando un “gracias” y aceptando el fajo de
billetes—. Guau.
—Sí, lo hiciste bien para tu primera noche. —Observa mi gesto de
confusión y pregunta—: ¿Qué pasa?
—No, es solo... —Echo un vistazo de reojo a China al tiempo para
ver como su vestido cae al suelo mientras ella sopla un beso a un
hombre bajo y calvo. No perdió el tiempo—. No creo haberlo hecho
muy bien. No me relacioné con nadie. —Hice exactamente cero
interacción.
Ben asiente. —Definitivamente harías mucho más si echaras
guiños y sonrisas. Pero Penny’s no es un club típico, y una gran cantidad
de estos tipos van a pagar por un buen espectáculo. Ese fue
un buen espectáculo.
—Gracias, Ben. —Ya me gusta este tipo. A pesar de que su
atención se ha desplegado a mi pecho, donde permanece con una
pequeña y astuta sonrisa. Cruzo los brazos sobre mi pecho y su sonrisa se
amplía. Me doy cuenta de que no tiene sentido cubrirme. Tal vez ha
aprendido de memoria lo que hay debajo de mi ropa, al igual que la
mayor parte de la multitud. Afortunadamente, Ben se da la vuelta y
encamina hacia la barra principal. Lo sigo mientras él me lleva a la zona 63
donde se encontraba Cain, con la cabeza hacia abajo para no atraer
la atención de nadie.
Creo que voy a derrumbarme en el suelo si alguien me dice una
sola palabra.
Necesito un veredicto feliz esta noche. Si voy a hacer esto, tiene
que ser en Penny's. Me lo dice mi instinto.
Ahora que me encuentro fuera del escenario, el lugar no parece
tan amenazador. Las luces no son tan brillantes, la música tampoco es
tan distorsionada y yo ya no estoy tan sola. Hay chicas en todas partes.
Debe haber cuarenta chicas en la pista. Mis ojos recorren el club para
mirar el mobiliario elegante, simple pero sofisticado y los accesorios que
no me di cuenta antes. El estilo, el ambiente, todo exuda lo poco que
he visto de Cain. Con clase, masculino, sin embargo, con una pizca de
algo incierto.
Hablando de Cain...
Echo un vistazo por los alrededores, buscándolo realmente, y
llamo la atención de Ginger desde detrás de la barra. Hace un gesto a
un vaso vacío y articula—: ¿Quieres un trago?
Asiento agradecida. Charlie Rouke tiene veintidós años y permiso
para beber legalmente, así que, ¿por qué no debo sacarle ventaja a
eso? Beber como menor de edad es el menor de mis problemas en lo
que se refiere al incumplimiento de la ley.
—¿Dónde está Cain? —pregunto a Ben cuando se sienta junto a
Nate.
—Se fue. —Una pequeña sonrisa toca sus lindos labios—. Creo que
tenía que ocuparse de algo. Algo que requería los cinco dedos de la
mano.
—Oh. —La decepción ahoga mis esperanzas. Ni siquiera se quedó
el tiempo suficiente para contratarme. Es mi culpa. No me relacioné con
la gente, después de todo. No como la bailarina que estuvo antes que
yo, que estuvo haciendo la postura de perro con un trozo de hilo
dental, a centímetros de la cara de hombre. Y sin duda, tampoco fui
como China, que parece dispuesta a quitarse su... Sip, ahí va su tanga.
Ni siquiera saqué mis pantalones cortos y ella está totalmente desnuda.
No sé cómo una persona hace eso. Tal vez es mejor actriz de lo que soy
yo.
Vuelvo a sentir una punzada de dolor en mi pecho, profundizando
el latido incesante que ha ido creciendo en las últimas semanas. Me
gustaría pensar que es un mal caso de ardor de estómago, pero estoy
bastante segura de que no es así. ¿Qué voy a hacer si no consigo este
trabajo? Por mucho que odie estar allí arriba, tan repulsiva como
todavía me siento, necesito una nueva identidad como la que Sam 64
arregló para mí; del tipo que permite iniciarte completa y
legítimamente.
Sin eso, me veré obligada a buscar trabajo clandestino. No voy a
ser capaz de conducir legalmente, abrir una cuenta bancaria, alquilar
un apartamento o inscribirme en la universidad. Ni viajar. Sin una tarjeta
legítima con un nombre y mi cara, no voy a ser capaz de empezar de
nuevo y llevar una vida buena y normal. Las personas no se dan cuenta
de lo vital que es una pieza de identidad.
Si Cain no me contrata, supongo que tendré que volver a Sin City
con el rabo entre las piernas. Con solo recordar a ese hombre velludo y
sudoroso con los pantalones alrededor de sus muslos hace que mis
piernas se cierren.
—¡Aquí tienes, querida! —canturrea Ginger, entregándome un
vaso de algo. Lo vacío con un gran trago—. ¡Lo hiciste muy bien!
—No estoy tan segura —murmuro, suplicándole a sus ojos bonitos,
delineados fuertemente con delineador azul ahumado, que me
convenza de lo contrario—. China no parecía pensar eso.
Ginger arruga su rostro. —No le hagas caso. Solo está dándote
problemas. Es una perra y no le gusta la nueva competencia.
Lanzo un suspiro reticente. De acuerdo, escuchar eso ayuda un
poco. Ginger siempre hace y dice cosas para tratar de hacerme sentir
mejor. Me pregunto si eso significa que es una amiga de verdad. No lo
sé. Solo he tenido amigos superficiales y conocidos casuales. Aquellos
donde la gente me hablaba porque soy guapa y rica. Nunca he tenido
un mejor amigo, uno con quien pudiera hablar de lo que sea. Sam lo
prefería así. Supongo que todo salía mejor, ya que no había nadie que
dejar cuando me fui de Long Island. —¿Crees que Cain me dará el
trabajo?
Se encoge de hombros. —No veo por qué no. —Inclinándose, ella
golpea a Nate en su caja torácica—. ¿Dónde está el jefe, hombre?
—Fuera.
Rueda los ojos. —Por…
—Por toda la noche.
—Gracias por explayarte, Nate. —Con un suspiro exasperado, me
ofrece una palmadita reconfortante en el hombro—. No te preocupes.
Tendremos una respuesta mañana y estoy segura de que será una
positiva. —Con un guiño, agrega—: Estarás trabajando en el bar
conmigo.
—Oye. —Ben se interpone entre nosotras, lanzando un brazo
fuerte y musculoso sobre cada uno de nuestros hombros—. ¿Tú la
trajiste, Ginger?
Ella lo mira con recelo. —Sí. ¿Por qué?
65
Una curiosa sonrisa aparece en su cara. —¿Cómo se conocen?
Él gruñe cuando el puño de Ginger le golpea en la costilla. —
Somos amigas, Ben —protesta, mientras se dirige de nuevo a la barra. La
sonrisa maliciosa de Ben la sigue, sin disimular su breve apreciación por
su culo, muy visible en un vestido rojo ajustado.
Esconde esa sonrisa amplia para mirarme, y con su brazo aún
sobre mi hombro, Ben murmura—: Entonces, Charlie…
Este tipo es increíble. No oculta el hecho de que es un jugador,
pero ese encanto juvenil y relajado, de algún modo hace que sea algo
lindo. Y hoyuelos. Hoyuelos profundos que ponen una cubierta temporal
sobre mi preocupación y me hacen sentir como si todo estuviera bien
en el mundo. Me pregunto si siempre es tan coqueto.
No soy muy experimentada en el departamento de coqueteo.
Tan anormal como es mi vida, mi experiencia en relaciones
probablemente coincida con el de la chica de secundaria promedio.
Salvo cuando otras chicas en la escuela secundaria estaban ocupadas
llorando por mensajes de textos sin respuesta y luchando contra
amenazas vacías, yo solo seguía adelante, más centrada en el teatro.
Así que tal vez no soy normal en ningún aspecto.
Dada mi natural actitud reservada y el modo en que me criaron,
soy generalmente la única que escucha más de lo que habla. Nunca
he perseguido a un chico. Tuve un par de novios en la secundaria.
Salíamos mucho en grupos. En los momentos en que estuve a solas con
un chico, no había mucha necesidad de coquetear; o de hablar, en
general.
Perdí mi virginidad con Ryan Fleming —el protagonista en la obra
de secundaria— durante mi primer año. Ni siquiera éramos novios
cuando sucedió, pero nos habíamos conocido durante meses y sabía
que yo le gustaba. Parecía gustarle a un montón de chicos en la
secundaria. Ryan dijo que se debía a que yo era “misteriosa” y “no
molesta”. Muchas de las chicas en la secundaria me odiaban y creo
que era por la atención que recibía de los chicos. Y porque me
marcaron como una esnob a causa de mi reserva.
Ryan fue el primer y único chico por el que sentí algo. Era dulce y
comprensivo. Muy bien educado. Sabía que en el futuro él sería de la
Ivy League. Habíamos estado saliendo por dos meses cuando me invitó
a su baile de graduación. Con mucho gusto acepté, ya tratando en mi
mente cómo podríamos hacer que una relación a distancia funcionara
el año siguiente.
Sin embargo, Ryan nunca vino a recogerme esa noche. No
contestó su teléfono ni mis mensajes hacia él. Cuando llamé a su casa, 66
su madre parecía sorprendida de que lo estuviera esperando. Ella
tartamudeó un poco, confusa, y al final admitió creer que habíamos
roto.
Me senté en esa escalera de caracol de nuestro vestíbulo durante
horas, con los hombros encorvados, la mente confundida y mi corazón
en pedazos abatidos.
Cuando Sam llegó a casa, su cara era una máscara de calma.
No revelaba nada; ni preocupación, ni simpatía. Tomando asiento junto
a mí, me explicó que esto era lo mejor, que yo era joven y no debía
atarme a alguien. No dije nada, simplemente lo miré. Y luego movió sus
ojos grises entrecerrados hacia mí y dijo, en un tono uniforme, que no le
agradaba la idea de que yo tuviera una relación seria. Que él mantuvo
su parte del trato al darme todo lo que deseaba, al protegerme, al no
dejarme sola en este mundo.
Siempre he tenido una necesidad visceral de complacer a Sam.
Escuché rumores de que Ryan terminó apareciendo en su baile
de graduación, llegando solo y yéndose con mi némesis de la infancia,
Becky Taylor. Cuando lo vi en el pasillo el lunes, pasó por delante de mí,
como si ni siquiera me conociera, pero no podía dejar de notar que su
espalda se veía rígida, sus pasos eran rápidos y su cara era de un tono
pálido que no me hallaba acostumbrada a ver en él. Como si estuviera
aterrorizado de verme.
Tuve un pensamiento en aquel entonces —que Sam podría estar
involucrado con este extraño giro en el comportamiento de Ryan—
pero lo deseché rápidamente. Es decir, Sam nunca permitiría que yo
saliera tan herida.
Ahora, sin embargo, no puedo evitar preguntarme si Sam fue la
única razón por la que estuve sentada en los escalones, sufriendo hasta
la medianoche con un vestido violeta y mi teléfono en las manos.
Me tomó un tiempo superar a Ryan, pero lo hice, y hubo otros
chicos. Todos efímeros, solo siendo muescas en mi cinturón de último
año. Todos los chicos que abandoné al segundo que sentí cualquier
atisbo de emoción. Y después de lo que pasó con Sal, no he tenido
mucho interés en nadie.
Ahora este rubio atractivo me está comiendo con los ojos como si
quisiera enseñarme todo lo que no puede un adolescente, y algo más.
—¡Ben! ¡Retrocede! —El vozarrón de Nate aparta su atención de
mi cara con una pequeña mueca.
—Sí, sí —murmura, apartando su brazo de mí. Pero me lanza un
guiño inmediatamente después. Nate parece no darse cuenta. Está
ocupado escuchando algo en su auricular. Algo divertido, al parecer,
ya que una amplia sonrisa divide su intimidante cara en dos.
—¡Oye, Ginger! Tu “cliente” está aquí. 67
Volteo a tiempo para ver la cara de Ginger arrugarse en
desagrado. Se toma un trago de algo y luego lo baja hacia el
mostrador mientras sale de detrás de la barra. Pasando a Ben, quien se
dobló de risa, ella señala con sus dedos a los dos gorilas divertidos y
dice—: Solo recuerden este sacrificio cuando más tarde esta noche se
estén tomando una cerveza fría. —Con una pausa y un guiño, añade—:
Tal vez la próxima vez ustedes puedan sacrificarse por el equipo.
Esto reduce la risa de Ben. —Oh, no —dice, sacudiendo la cabeza
con fervor—. Solo juego para un equipo, y King Kong y esa maldita
tercera pierna suya no están autorizados a participar en mi juego.
—¿Sintiéndote inadecuado? —responde Nate con una sonrisa y
una palmada sobre el hombro de Ben antes de que su tono se vuelva
serio una vez más—. Será mejor que la sigas allí atrás para esto.
Lanzando un saludo perezoso en mi dirección, Ben sigue a Ginger
al tiempo que agarra a su amiga bailarina de pelo castaño por el codo
y se dirige hacia las habitaciones VIP.
No hay necesidad de que me ponga cómoda aquí, sin saber si
voy a permitirme volver, así que decido ir a casa. De cualquier forma
prefiero estar sola. Y tomarme una larga ducha hirviendo para que tal
vez pueda deshacerme de este sentimiento vil antes de llegar a ese
escenario y desnudarme de nuevo mañana.
Y a la noche siguiente.
Y a la noche siguiente.
Espero.

68
Traducido por Mary Haynes
Corregido por ElyCasdel

Agarro el volante con tanta fuerza que mis nudillos se vuelven


blancos. Si no bajo la velocidad, me van a detener o voy a envolver mi
camioneta alrededor de la baranda. Reconociendo esto, mi pie sigue
sin dejar de presionar el acelerador.
Ella baila igual que como lo hacía Penny.
El estilo, la gracia, la clase.
Con una sonrisa triste y los ojos cerrados. Como si tuviera un
secreto. Como si su mente hubiera desaparecido en algún lugar, como
si estuviera imaginándose en cualquier otro lugar, en vez de en ese
69
escenario.
Es algo de belleza rara, la forma en que su cuerpo suavemente
giró, se hundió y contorsionó, burlándose de los hombres sin la
necesidad de yacer desparramada o con el culo en el aire como
cualquier otra bailarina.
Me encontraba duro en el segundo que dio un paso hacia el
escenario. Pensaba alguna manera de tenerla en una habitación
privada cuando su parte superior por fin salió.
No soy mejor que Rick Cassidy o cualquiera de esos otros buitres.
Finalmente suelto el aliento que estoy conteniendo, levanto el pie
del acelerador, ralentizando mi Navigator hasta el límite legal. En el
fondo, sé que no es verdad. No justifico a las chicas por drogarse para
aflojarse para dar un baile y shows privados. No llevo a las chicas a una
prueba de manejo cuando las contrato, y seguro que no exijo
mamadas al final de la tarde. Las bailarinas ya ni siquiera me excitan.
Todo lo que veo son niñas que necesitan una segunda oportunidad.
Niñas que necesitan que alguien las proteja, porque nadie lo ha hecho.
La forma en la que debería haber protegido a mi hermana.
Y a Penny.
Pero aquí esta una mujer que yo quiero. En el segundo en el que
Ben empezó a bromear acerca de cómo sus pechos eran demasiado
perfectos para ser naturales y cómo lo descubría él mismo esta noche,
le dije que estaba despedido, y no bromeaba. Él y Nate intercambiaron
una mirada de qué-mierda-está-mal-con-él y entonces creo que Ben se
dio cuenta, porque preguntó qué pasaba entre Charlie y yo. Decidí que
tenía que salirme antes de que hiciera más el ridículo.
Así que, me escapé.
No sé si puedo manejar el saber que ella está haciendo eso en mi
club todos los días. Una tentación que podría no ser capaz de ignorar
indefinidamente porque, maldita sea, este sentimiento es tan adictivo
como una dosis de heroína.
Contratarla sería una mala idea.
Reconozco esto incluso mientras echo un vistazo a la pila de
papeles que se encuentran en el asiento del pasajero. La aplicación de
Charlie, su identificación, todo lo que necesito enviarle a mi
investigador. Con solo mirarla, a la fotocopia de su cara, me recuerda
mi malestar actual. Me acomodo. Es un poco después de las once.
Incluso con mis normales cuatro horas de sueño y un entrenamiento de
dos horas, esta será una larga noche de mierda.
Presiono el botón de marcado situado en mi volante. 70
***

—Ha pasado un tiempo —ronronea Rebecka, pasando por mi


puerta principal. La voz de la mujer tiene una nitidez que raya en lo
arrogante. Hasta que está gritando, de todos modos.
—He estado ocupado. —Me las arreglo para decir con la boca
llena de coñac.
—Me alegro de que hayas llamado. —Pasando sus manos por su
cabello negro azabache, añade—: A pesar de que ya es tarde.
—Me alegro de que vinieras.
—Y tú también, pronto. —La sangre corre por mi polla con su
promesa. Sus agudos ojos azules recorren mis gabinetes cuando entra
en la cocina—. El valor de la propiedad ha subido. Podría hacerte un
montón de dinero si vendes ahora. —Fue su agencia de bienes raíces la
que me vendió este apartamento en primer lugar. A veces creo que
sigue volviendo más por la oportunidad de negocio que por el sexo.
Creo que podría ser esa clase de mujer.
—Lo tendré en cuenta —le aseguro en un tono seco mientras la
observo dar vuelta y acecharme lentamente, una sonrisa burlona en sus
labios pintados de rojo.
Sus dedos van directo a mis pantalones, hábilmente deshaciendo
el botón y bajando la cremallera. —Has eso.
Ese será el punto de nuestra conversación durante la noche.
En segundos, Rebecka está de rodillas con esos labios envueltos
alrededor de mí, tomando toda mi longitud. Con un gemido, bajo el
vaso. Agarro la parte posterior de su cabeza con una mano, la jalo
contra mí. Normalmente nunca le haría eso a una mujer, pero a
Rebecka le gusta.
Me pide que le haga un montón de cosas que a otras mujeres no
les gusta.
Cosas que me deberán dar unas horas de distracción antes de
tener que decidir qué hacer con Charlie.

71
Traducido por Val_17
Corregido por Key

—Charlie Rourke. Veintidós… —Insípidos ojos marrones se deslizan


por mi cuerpo mientras hace un lento círculo a mí alrededor. He
quedado con nada más que mi tanga blanca. Me hizo desnudarme
antes de comenzar cualquier conversación.
Ahora, todo lo que puedo hacer es calmar mi respiración y no
envolver mis brazos a mí alrededor.
Con esa barriga hinchada sobresaliendo por debajo de una mal
ajustada camiseta de golf a rayas verdes y blancas, Rick Cassidy
parece que podría estar sufriendo de lo imposible: Embarazo masculino.
Pero no es su barriga lo que lo hace tan poco atractivo. Ni siquiera es el 72
mechón de pelo sobresaliendo de la parte trasera de su camiseta, o sus
piernas desproporcionadamente delgadas, o el peinado, o la nariz
deforme, o su bigote de estrella porno.
Es esa sonrisa falsa, vacía de autenticidad, llena de malas
intenciones, que hace que mi piel quiera arrastrarse de mis huesos. Es
todo lo que imaginé que sería el dueño de un club de striptease. —¿Eres
qué…? —Girándose para mirarme, estira su mano para ahuecar mi
pecho izquierdo, dándole un duro apretón. Su aliento apesta a café y
cigarrillos—. ¿Una copa C?
Trago mi repugnancia. Fuera de las vendedoras especialistas en
Victoria’s Secret, nunca he tenido que responder esa pregunta. Y
ciertamente nunca me manoseaban cuando me lo preguntaban. En
tanto concentre su asquerosa atención por encima de mi cintura,
puedo soportarlo. —Sí, es correcto.
—Y —dice mientras su mano se desliza hacia abajo para rozar mi
abdomen con los nudillos—, diría que tal vez una cintura de sesenta
centímetros. —Él resopla—. Al igual que tu edad1.
Lucho contra el impulso de apartarme de él, me distraigo
explorando la estrecha oficina. Hay un pequeño escritorio en un rincón,
cubierto de periódicos doblados y latas de Coca-Cola dietética. La
1
En inglés las medidas son distintas en este caso él dice: twenty-two-inch
(veintidós pulgadas), que en español sería aprox. 60 centímetros.
mayor parte del espacio está ocupado por un desgastado sofá de
cuero marrón. Uno que parece muy bien utilizado. No hay manera de
que alguna vez me siente en eso. En la esquina opuesta, encuentro una
cámara apuntando hacia nosotros, la luz roja intermitente dice que está
grabando esta “entrevista”.
Ugh.
—Aquí —digo, estabilizando mi mano mientras extiendo una
copia de mi currículum. Parece ridículo, el ofrecerle mi información
ahora, pero bien puedo entregarlo ya que me tomé las molestias de
hacerlo—. Trabajé en Las Vegas, en…
—No importa. —Rick lo rechaza con un gesto de su mano
mientras se pasea hasta el sofá—. Siempre y cuando puedas dar un
buen baile privado, estás contratada. —Cuando se gira hacia mí,
revelando una amplia sonrisa y un conjunto de dientes torcidos, sus
dedos gordos ya tienen el cinturón desabrochado y la cremallera
bajada.
Sólo toma otro segundo para que esos pantalones caqui de
tienda departamental se deslicen hasta sus rodillas. Sus bóxers negros
siguen luego con la ayuda de sus manos, y mis grandes ojos
automáticamente caen para ver la repulsión venosa sobresaliendo.
Ahora hago una mueca. No puedo evitarlo. Dejándose caer de vuelta
en el sofá con una sonrisa de anticipación, dice—: Ven a mostrarme 73
cuánto deseas un trabajo en Sin City… y quítate las bragas.

Aún está oscuro cuando despierto sobresaltada en la cama,


empapada en sudor, luchando por aire, temblando con asco. Esta es la
segunda vez que he tenido esa pesadilla.
No, no es una pesadilla. Recuerdo. Porque sucedió.
Exactamente. De. Esa. Manera.
Gracias a Dios había terminado conmigo poniéndome mi vestido
—saltándome el sujetador— y corriendo por la puerta. Pero, si Cain no
me contrata para este trabajo, la pesadilla bien podría tener un nuevo
final pronto. Necesito este trabajo. Tiene que ser en Penny’s.

***

—¡Eres un desagradable hijo de puta!


Por lo menos tengo un poco de entretenimiento de mis vecinos.
Si puedo recomponer los últimos cinco días en este lugar, suena
como que el tipo tiene problemas manteniendo sus pantalones puestos
con cualquier y cada mujer dispuesta y la pareja está tratando de
arreglar sus problemas maritales con abuso verbal y objetos lanzados.
Por lo general, lo solucionan al mediodía. Entonces tengo que
escucharlos tener sexo salvaje de reconciliación. Sin embargo, hoy
suena más hostil, así que creo que ella lo atrapó en otra situación
comprometedora anoche.
Me mudé a este pequeño apartamento hace dos semanas. Con
paredes estucadas de colores soleados y techo de tejas rojas, el edificio
parecía accesible. Acogedor, incluso. Sin embargo, fue la renta barata
lo que me convenció. La estancia prolongada en el hotel costaba miles
de dólares por mes y, aunque Sam se aseguró de que tuviera más que
suficiente para cubrirlo, decidí que todo el plan de necesito-suficiente-
dinero-para-desaparecer-de-la-faz-de-la-tierra requería cambios
extremos en mi estilo de vida. Así que tranquilamente me mudé aquí.
Por lo que Sam sabe, sigo en la estancia prolongada.
En este momento, realmente me gustaría estar allí.
Tal vez fui un poco demasiado extrema.
Algo golpea con fuerza la pared junto a mi cama. Imagino que
una sartén. Espero que no sea una cabeza. Llamaría a la policía y lo
reportaría, pero no los necesito en mi puerta haciéndome alguna
pregunta o tomando mi nombre. Así que espero, cruzando los dedos
para que alguien más haga la llamada.
Mientras lo hago, compruebo alguna de mis muchas preguntas
74
en la sala de chat. Sé que necesito una nueva identidad. Sólo que no sé
nada acerca de cómo conseguir una. La Internet parece ser el mejor
lugar para iniciar mi investigación. Por desgracia, no he llegado a
absolutamente ninguna parte. Ni siquiera un pequeño empujón en la
dirección correcta. Aparte de un tipo diciéndome que mis problemas
no pueden ser tan malos y otro ofreciéndome enviarme fotos de su
pene, no he tenido ninguna respuesta.
Y hoy… nada.
Pero tengo tiempo para resolver las cosas, me digo. No es como si
tuviera el dinero en este momento, de todos modos.
Arrastrándome fuera de la cama con la melodía de “¡tú y tu
asquerosa polla pueden irse directamente al infierno!”, me tambaleo a
la nevera para servirme un vaso de jugo de naranja, manteniendo un
ojo en el líquido mientras lo vierto. Aprendí por las malas que las
cucarachas son comunes en los edificios con apartamentos de rentas
baratas, que ellas pueden meterse en una nevera mal cuidada, y que
deberías atenerte a envases con tapas en vez de cartones o podrías
encontrar cadáveres marrones flotando en el interior.
El día que aprendí esa dura lección, también tuve una mini-crisis
antes de llegar a un acuerdo con mi situación. Prefería lidiar con
cucarachas aquí que con cucarachas en una penitenciaría federal por
los próximos veinticinco años de mi vida.
Este es un medio para un fin.
Saboreo el líquido frío, regocijándome en el pequeño milagro de
que me siento menos detestable que anoche después de dormir un
poco, cuando un repentino golpeteo suena contra mi puerta. Me
sobresalto y congelo, mi boca llena de jugo.
Nadie me visita. Nadie sabe dónde vivo. Esto debe ser un error.
Pero, ¿y si no lo es? ¿Y si Sam descubrió que me mudé? No creo
que vaya a estar feliz. Siempre está diciendo lo importante que es para
nosotros decirnos la verdad. Irónico, dado que hablamos en código y
realmente nunca admitimos nada. ¿Qué hará Sam cuando se entere?
La posibilidad hace que mi corazón comience a acelerarse. De
puntillas, me escabullo a la puerta y miro a través de la pequeña mirilla
para encontrar a un hombre de cabello oscuro con gafas de sol.
Santa mierda.
Es Cain.
¿Qué hace aquí? Mierda… mi solicitud. Le di esta dirección. No
pensé que la usaría.
Retrocedo cuando su puño sacude la puerta con otro golpe, 75
seguido rápidamente por un—: Hola, Charlie. —No hay ninguna inflexión
al final, así que sabe que me encuentro al otro lado de la puerta. Debe
haberme visto moverme pasando la mirilla.
—Uh… ¡sólo un minuto! —grito, mis ojos recorriendo
frenéticamente el apartamento, mi corazón, ya acelerado, a punto de
explotar. Atrapo mi reflejo en el espejo de la puerta del armario.
—¡Mierda!
No tengo ni un poco de maquillaje y mi pelo es un liso desastre
enredado después de mi ducha de anoche. Verá exactamente cómo
me veo, con el beneficio añadido de las oscuras ojeras bajo mis ojos. No
quiero que vea mi verdadero yo. Necesita ver a Charlie. Confiada, bien
organizada, de veintidós años, bailarina y diva Charlie Rourke de
Indianapolis. Pero tampoco puedo dejarlo parado ahí durante media
hora mientras me oculto detrás de una máscara de rizos suaves y
pesado delineador.
Al menos puedo vestirme, noto, tengo puesta una tanga y una
diminuta camiseta blanca. No es que no me haya visto en menos.
Poniéndome un par de pantalones cortos y una camiseta más
presentable, tomo un segundo para ocultar la variedad de pelucas que
uso bajo mis sábanas. Con una última mirada al estado de mi
apartamento, abro la puerta finalmente.
Maldición. Cain se ve diferente. No es que no se viera bien antes,
pero parece más joven hoy, más relajado, vestido con pantalones a
medida azul oscuro y una camisa blanca, fuera del pantalón, hecho de
ese fino material que cuelga tan bien de sus curvas y músculos. Y Cain
tiene un montón de buenas curvas y músculos. Su cabello está peinado
hacia atrás, pero un poco más desordenado, con los extremos
encrespados alrededor de su cuello.
No puedo adivinar su edad. Es uno de esos tipos que podrían
tener veinticinco… o treinta y cinco. Hay una dureza en su mandíbula y
una agudeza en su mirada que no se consigue con la juventud.
Además, es un exitoso hombre de negocios que dirige un popular club
de striptease. Tiene que estar en sus treinta y tantos.
Independientemente de la edad que tenga, Cain es caliente.
Sam era veinticinco años mayor que mi madre cuando ella se
casó con él. No se veía para nada como Cain, pero ciertamente
encontró algo muy atractivo en él. Con suerte, algo además que su
dinero. Sólo tengo recuerdos borrosos de mi madre, pero sí la recuerdo
sonriendo mucho después de que Sam llegó a nuestras vidas. Me
pregunto si seguiría sonriendo. Me pregunto si yo incluso estaría en esta
situación, si ella no hubiese muerto.
Nunca me he sentido atraída por un hombre mayor antes, pero
creo que Cain es el tipo de “hombre mayor” con el que podría estar. Sin 76
embargo, salir con Cain no está sobre la mesa. En este momento, no sé
si tener a Cain como mi jefe está sobre la mesa.
Ciertamente yo no estoy sobre la mesa, dada mi necesidad de
permanecer bajo el radar hasta que pueda desaparecer en unos pocos
meses.
Tengo que dejar de pensar en Cain y mesas.
Puedo sentir su mirada fija en mí desde detrás de esas gafas de
sol. Sólo puedo imaginar lo que está pensando en estos momentos. Sé
que me veo completamente diferente. Más joven. Espero que no
empiece a cuestionar mi identidad…
¡Mierda!
Mis ojos. Olvidé ponerme los lentes de contacto.
Exhalo muy lentamente. Es demasiado tarde para hacer algo al
respecto ahora. Tal vez no se dé cuenta. Él es un chico, después de
todo.
Cain se quita sus gafas de sol y pone esos ojos cafés en mí,
ofreciéndome una cálida sonrisa. La primera que he visto de él. —Espero
que no te importe que me pasara por aquí. —Levantando la bandeja
de Starbucks que está llevando, añade—: Hay opciones frías y calientes.
¿Ginger me dijo que eras una adicta a la cafeína?
Sin duda está mucho menos intenso que cuando lo conocí la
primera noche. Su voz es más suave, también. Y es dulce de su parte
preguntarle a Ginger sobre mis preferencias. No puedo evitar sospechar
que esta bandeja de café es su manera de disminuir el golpe de que
apesto como stripper y no tengo un trabajo. Que tendré que dirigirme
de regreso a Sin City o algún otro sórdido club para realizar actos
lascivos a la administración. Ginger confirmó que Rick no es la
excepción en la industria del comercio sexual. Tal vez Cain aún me
dejaría ser barman, al menos.
De todos modos, no lo puedo mantener de pie ahí mientras me
quedo muda. Mi lengua, temporalmente congelada, vuelve a
funcionar. —Sí. Lo soy. Por favor —Me aclaro la garganta y retrocedo—,
entra.
Pasa junto a mí a través de la puerta y atrapo ese fresco olor a
madera que inhalé por primera vez en su oficina. Es agradable. Más
agradable que el mío, probablemente, dado que acabo de pasar la
noche en la cama, sudando. —Lo siento. El aire acondicionado se
rompió y el propietario no lo ha arreglado todavía. —“Un poco de
calor” no es la descripción correcta. Es sofocante.
Los ojos de Cain recorren mi espacio como haciendo un
inventario. No hay mucho para catalogar. Lo alquilé amueblado, lo que
incluye una sencilla mesa plegable para dos personas, un sofá naranja 77
hecho de un extraño material de vinilo, y una cama grande, pero es
más como una de dos plazas. No soy la persona más ordenada en el
mundo pero, aparte de unas cuantas camisetas esparcidas sobre una
silla y un cesto de ropa lavada, pero sin doblar, todo está guardado. Mi
cocina está impecable. Ni una migaja. Eso es más una necesidad de
supervivencia que hábitos de limpieza. Soy yo contra las cucarachas, y
una bolsa abierta de pan asegurará su victoria. Incluso he puesto
estratégicamente una lata de Raid en mi mostrador como una
advertencia para ellas.
Realmente no está funcionando.
La atención de Cain se posa sobre mi cama apresuradamente
hecha por un momento y un pensamiento me golpea. ¿Es aquí donde
él me da el ultimátum de “si deseas el trabajo…” que el imbécil de Sin
City me dio? Tal vez ese es su modus operandi, ¿en la privacidad de mi
propio apartamento en vez de su lugar de trabajo? Tal vez vive de esa
filosofía de “No jodas donde comes”.
¿Podría hacerlo?
Incapaz de evitarlo, mis ojos ruedan sobre los bordes definidos de
la espalda de Cain, visibles a través de su ceñida camisa. No creo que
sea simplemente su aspecto físico lo que llama la atención de las
mujeres. La forma en que su cuerpo se mueve irradia una fuerza y
control que muchas mujeres encontrarían sexy. Me imagino que es
bastante exigente, quizás un poco agresivo. El tipo de tomar a una
mujer contra la pared porque eso es lo que él quería. Dudo mucho que
la emoción juegue en las motivaciones de Cain.
Aun así… tengo que admitir, dormir con Cain por este trabajo no
sería exactamente comparable a, supongamos, un desollamiento
público. Sería sórdido y completamente físico, sólo de pensar en este
hombre encima de mí en mi cama ahora mismo agita una necesidad
en mi vientre, una que no he sentido en meses.
Pero… ¡no!
¿Qué demonios voy a decir si eso es lo que intenta? Gotas frescas
de sudor ruedan por mi espalda. ¿Y mis habilidades superiores de
improvisación? Es como si nunca hubieran existido. La confiada e
ingeniosa Charlie Rourke ha dejado el edificio infestado de cucarachas,
dejando a un peón de madera en su lugar. Tengo que calmarme. Si
puedo hacerlo por traficantes de drogas, entonces ciertamente puedo
hacerlo por el dueño de un club de striptease.
Cain se gira para mirarme de nuevo y lucho con el impulso de
inquietarme. Su boca se abre y cierra un par de veces antes de decir—:
Una chica como tú no debería estar viviendo en esta área.
Por su tono autoritario, no puedo evitar sentir que Cain está
regañándome, y mis mejillas se calientan un poco con vergüenza.
Encojo un hombro. —No es tan malo.
78
Eso podría haber sido convincente si no fuera por los gritos
repentinos de “¡perra sucia!” y “¡polla asquerosa!”, a través de la pared.
El silencio cuelga en el aire mientras Cain me mira incluso más
fijamente, probablemente esperando mi respuesta a eso. No hay
mucho que pueda decir, sólo tratar de restarle importancia. Le doy una
sonrisa avergonzada. —Ike y Tina se están poniendo muy creativos con
sus apodos cariñosos.
No me devuelve la sonrisa. Obviamente, no lo encontró tan
gracioso. Me pregunto si encuentra gracioso algo. Sólo puedo imaginar
el tipo de lugar donde vive Cain. Es tan organizado, desde su oscuro
cabello ondulado hasta los zapatos con estilo pero masculinos. Si viera
el tipo de casa en que crecí, tal vez no estaría mirándome con tanta
lástima ahora. O tal vez sería diez veces peor, porque se preguntaría
cómo caí tan lejos de mi vida privilegiada.
—Aquí. —Sostiene la bandeja de bebidas hacia mí, sus ojos fijos en
mi cara—. Hay un café con leche helado, un Frappuccino, y un café
normal, crema y azúcar a un lado.
—Una sobredosis de cafeína. Exactamente lo que necesito en
este momento —reflexiono, metiendo mi cabello detrás de la oreja.
Finalmente, eso gana un labio superior curvado con diversión. —
Lo siento por irme antes de que terminaras anoche. Tenía que… —
Suspira, sus ojos entrecerrados por sólo un instante antes de volver a la
normalidad—…irme.
Ocupándome con la tapa del café con leche helado, espero en
silencio su decisión. ¿Será bailarina en topless y barman en el mejor club
de striptease de la ciudad o… algo peor? Mucho, mucho peor.
Su voz baja rompe el silencio. —Así que, ¿cuántas noches podrías
trabajar?
Dejo de hurgar en mi vaso y levanto la mirada para encontrar que
esa desconcertante mirada sigue sobre mí. —Quieres decir… ¿tengo el
trabajo?
La cabeza de Cain se inclina una vez, como asintiendo. Atrapo un
atisbo de algo como un destello de conflicto a través de sus ojos, pero
cuando me mira sin emociones de nuevo, la mirada se ha ido,
reemplazada con una expresión completamente ilegible. —Puedes
bailar en el escenario y atender con Ginger. Trabajar en la habitación
tendrá que esperar.
Una ráfaga de alivio inunda mi pecho mientras mi huída se mueve
un paso hacia la realidad. Sorprendiéndome con una extraña y
descontrolada reacción, salto hacia adelante y envuelvo mis brazos a
su alrededor. —¡Muchas gracias! Quiero decir, ¡no creí que me
contratarías! Pensé que no fui lo suficientemente buena. Yo… —El alivio
abrumador ha tomado el control de todos mis instintos y de repente
79
estoy balbuceando como una idiota, todo mientras mis brazos se
envuelven alrededor del cuello de mi nuevo jefe y su cuerpo se pone
rígido bajo mi tacto.
Oh, Dios. ¿Acabo de romper el récord de despido más rápido
después de la contratación?
Me alejo rápidamente, alisando mi camiseta. —Lo siento. Eso fue
inapropiado. Estoy…
Para mi sorpresa, Cain empieza a reír. Es un sonido tan agradable.
—Está bien. —Probablemente me encuentro demasiado cerca de él,
pero no se aleja. Noto por primera vez los reflejos dorados en sus ojos
marrones y una cicatriz sobre su ceja izquierda.
También noto que el tatuaje en su cuello, detrás de su oreja
dice Penny. Mi corazón palpita. Obviamente era alguien muy
importante para él. Debe haberla amado. ¿Dónde está ahora?
Aclarando su garganta, añade con una sonrisa fácil—: Estoy
acostumbrado a cosas mucho peores que un abrazo, Charlie. Un
abrazo está bien.
Bueno. Quizás Cain no es tan intimidante todo el tiempo. Alcanzo
mi café con leche helado, que ahora puedo disfrutar con facilidad.
Excepto…
—Así que, ¿supongo que mi jefe en The Playhouse tenía cosas
buenas que decir acerca de mí? —Trato de sonar lo más casual posible.
—Sigo validando tus referencias, pero te daré el beneficio de la
duda y te dejaré empezar esta noche —confirma Cain en voz baja.
—Increíble. —Entonces, todavía puede despedirme. O tal vez
pueda impresionarlo lo suficiente antes de esa fecha así dejará que me
quede—. ¿Cuántas noches puedo trabajar?
—Tantas como quieras.
—¿En serio? ¿Y todo lo que hice estuvo bien? Es decir, el atuendo,
y…
—Estuvo bien.
—¿Estás seguro? —Trago, sin querer decir lo que voy a ofrecer—.
Probablemente podría sacarme los pantalones si quieres…
—No quiero —me interrumpe, su tono de repente cortante.
—Está bien. —Me obligo a no fruncir los labios. Y estamos de
vuelta al Cain severo. Si el incidente del vestido y esta reacción me
dicen algo, es que tiene problemas con las bailarinas haciendo cosas
por él. O tal vez sólo yo haciendo cosas por él. Eso está bien. ¡Los
pantalones cortos permanecen puestos!
Tomando otra mirada alrededor de mi apartamento, los músculos 80
de su mandíbula se tensan, Cain murmura—: Conozco un mejor edificio
de apartamentos para vivir, podría hacer una llamada…
—Está bien, de verdad. Ya has hecho bastante por mí. —La última
cosa que quiero ser es un caso de caridad para Cain.
Con un giro renuente de su boca, inhala profundamente por la
nariz. —Bien, bueno, supongo… debería irme. —Siento que no está
contento. Su mano se desliza sobre su cuello, sobre ese tatuaje. Lo hace
mucho. Me pregunto si sabe que lo está haciendo.
Levantando el café con leche gigante en el aire en señal de
ánimo, le ofrezco una sonrisa y empiezo a darle las gracias por el café y
el trabajo, cuando un grito de ¡Fuera! ¡Fuera de mi vida y nunca
regreses!, me interrumpe, seguido de un grito desgarrador, una fuerte
explosión, y el sonido del vidrio estrellándose dentro de mi apartamento.
Antes de que pueda entender lo que acaba de pasar, el fuerte
cuerpo de Cain se aplasta contra mí, tirándome al suelo, soltando la
bebida de mi mano para salpicar toda la pared más cercana a
nosotros. Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuerpo de manera
protectora, su palma acuna mi cabeza, y puedo sentir su aliento en mi
mejilla, está tan cerca de mí.
—¿Estás bien? ¿Estás herida?
Cuando no digo nada, levanta mi barbilla con una mano. Gira
suavemente mi cara, así estamos de frente, y él está a un simple
centímetro de distancia. —Charlie. ¿Estás bien?
Todo lo que puedo manejar es un asentimiento y trago saliva.
Debería estar enfocada en averiguar qué demonios pasó en mi
apartamento, pero en cambio, inhalo esa deliciosa mezcla de jabón y
colonia, muy consciente de mi cuerpo presionado contra el suyo y
cada latido de su corazón, su ritmo más rápido y más duro que el mío.
Estar tan cerca de Cain es paralizante. Fácilmente podría quedarme así
todo el día.
Por desgracia, eso no va a pasar. —Está bien. Quédate abajo —
gruñe antes de saltar y dirigirse a mi puerta, sus zapatos crujiendo sobre
algo mientras pasa. Me toma un momento procesar que mi espejo se
encuentra destrozado. Una mirada a la pared de enfrente me muestra
el pequeño orificio.
Esos lunáticos tienen un arma.
Y, por los gritos que escucho, Cain acaba de entrar allí,
desarmado.

81
Traducido por Adriana Tate
Corregido por Key

A Charlie casi la disparan.


Justo delante de mí, mientras me quedé merodeando por ahí
como un adolescente hormonal —buscando una excusa para hablar
con ella por un poco más de tiempo, quizás persuadirla para que se
mudara— a Charlie casi la disparan.
Y yo sólo me quedé de pie allí, a sólo unos segundos de recibir un
disparo.
La primera cosa que veo cuando entro por la puerta ya abierta
de este apartamento de mierda en este edificio de mierda en este
82
barrio de mierda, es un tipo blanco flacucho con una camiseta
manchada y con pantalones militares rasgados, con un chorro de
sangre corriendo por un lado de su cara. Sus ojos rojos y brillantes
alternan entre sus manos y yo, las cuales están agarrando torpemente
una pistola. Obviamente, está atascada o estoy seguro de que el
imbécil hecho un manojo de nervios estaría disparando balas como
Yosemite Sam en este instante.
Este desgraciado pudo haber matado a Charlie.
Puedo sentir mis fosas nasales dilatarse mientras estoy parado en
la puerta, como un toro a punto de atacar. Mis manos
automáticamente se tensan, una tendencia natural que se remontan a
mis días de peleas.
Tengo que quitarle esa pistola de las manos.
Y luego voy a darle una paliza al cabrón hasta dejarlo destruido.
Estoy a mitad de camino hacia él cuando de repente escucho un
grito y siento un peso caer en mi espalda. Alguien comienza a golpear
mis hombros como un chimpancé rabioso. Tiene que ser su mujer.
No tengo paciencia con las mujeres que defienden a los hombres
que intentan matarlas. Me retuerzo y giro, y la tiro unos cuantos metros
lejos. Aterriza sobre su flacucho trasero al lado del sofá, sin lesiones. Es
decir, sin ninguna lesión adicional. Basado en la desagradable herida a
lo largo de su frente, se ve como si ya hubiera sido golpeada una vez.
En mi visión periférica, veo a Charlie parada en la puerta. Estoy a
punto de gritarle que se vaya cuando escucho un sonido de chasquido,
seguido de una explosión y un aullido de dolor. Me doy la vuelta para
encontrar al tipo desplomado en el suelo, con las manos envueltas
alrededor de su pie izquierdo. La sangre ya está saliendo.
El idiota se acaba de disparar a sí mismo.
Me habría reído si no hubiera una pistola cargada tendida en el
suelo al lado de su cuerpo retorciéndose. Necesito lidiar con eso
primero. Mi rabia está todo menos apaciguada ahora; obtuvo
exactamente lo que se merecía. En lugar de castigarlo más,
simplemente me acerco y pateo el arma hacia debajo del sofá.
Y luego suspiro de alivio, pensando que la situación está bajo
control.
—¡Cain! —grita Charlie un segundo antes de que algo pesado me
golpee en la parte posterior de mi cráneo. No es suficiente para
noquearme, pero joder cómo duele. Haciendo una mueca y
agachándome, con mi brazo en el aire para evitar un nuevo ataque,
me giro sobre mis talones para encontrar a la perra loca de nuevo de
pie y el jarrón de bronce que lanzó hacia mí situado cerca de mis pies.
Está paralizada, con esos ojos llenos de odio, rojos y brillantes como los
83
de su esposo, alternando entre la pistola que apunta a su cabeza y yo.
La pistola de Charlie.
—Cálmate o te dispararé. ¿Comprendes? —dice Charlie con un
impresionante grado de compostura, entrando lentamente en el
apartamento. Sus manos ni siquiera tiemblan.
La mujer tiene suficiente sentido común para darse cuenta que
Charlie no está jugando. Ella retrocede rodeándome, dejando un gran
espacio de por medio, hasta que alcanza al idiota gimiendo y
revolcándose en el suelo. Dejándose caer de rodillas a su lado,
comienza a sollozar mientras presiona sus labios en su cabeza, sus brazos
se envuelven alrededor de su cuerpo sin apretarlo. —¡Lo siento tanto,
cariño! ¿Vas a estar bien? ¡Te amo! ¡Lo siento tanto!
Las sirenas suenan en la distancia. Alguien ha llamado a la policía.
—Charlie. —Mis ojos aterrizan en la pistola en su mano—. Deberías
regresar a tu apartamento. Yo me encargaré de esto a partir de aquí.
No se lo tengo que pedir dos veces. Mete la pieza debajo de su
camisa antes de salir, escondiéndola de cualquier testigo curioso.

***
Unas horas y un bombardeo de preguntas de los policías más
tarde, me encuentro enfrentando a una muy callada Charlie en su
sofocante apartamento una vez más.
—Aquí, toma esto. —Sostiene una bolsa de hielo para mí. Pero no
la agarro. Todo lo que hago es extender mi mano y tocar su delicada
mano, unida a su delicado brazo, unido a su delicado cuerpo, el cual
habría caído al suelo si esa bala hubiese salido a sólo unos pocos
centímetros hacia la izquierda.
Ella se estremece por mi tacto, con cautela levanta la bolsa hacia
mi cabeza mientras se pone de puntillas. Me estremezco cuando toca
el chichón. —Lo siento, pero necesitas ponerle hielo. Ven y siéntate. Eres
demasiado alto para mí. —Envuelve sus dedos alrededor de mi bíceps y
me guía hacia la silla roja plegable al lado de la mesa del comedor. Es
una sensación extraña tener a alguien guiándome. Dándome órdenes.
Cuidándome.
Voy voluntariamente, encontrándome intrigado por esta inversión
de roles.
Sacando la otra silla, se apoya en ella con una rodilla y continúa
ocupándose en silencio de mi chichón. Afortunadamente, eso fue todo.
No quiero lidiar con puntos de sutura. La boca de Charlie se mueve
como si quiere decir algo pero duda. Así que no dice nada, conforme
con estar medio de pie, medio inclinada mientras yo simplemente miro
84
ese perfecto rostro proporcionado. Porque no puedo evitarlo.
Los ojos de Charlie no son de color marrón. Son de un profundo y
fascinante color azul-violeta. Nunca he conocido a nadie con iris de
color violeta. He escuchado que existen, pero que son una rareza.
Elizabeth Taylor aparentemente tenía ojos de color violeta. Si se veían
como los de Charlie, entonces no es de extrañar que continuara
consiguiendo maridos. Por qué demonios Charlie querría ocultar esas
cosas hermosas, me supera.
Todo acerca de Charlie se ve diferente de la mujer que se
presentó en mi oficina hace dos días. Sabía que esos grandes y mullidos
rizos probablemente no eran naturales, pero en realidad cambiaban la
forma de su rostro, haciéndola parecer más redonda de lo que
realmente es. ¿Y por qué demonios usa todo ese maquillaje? Es
despampanante sin él. Nunca he visto pestañas naturales de este largo
antes. Y su piel es lisa como la porcelana, como una de esas muñecas.
Así es como luce Charlie, como una perfecta muñequita. Excepto con
esa ultra grande y sexy boca.
Una joven y perfecta muñequita.
No estoy seguro de que tenga veintidós años. Es tan difícil de
decir con las mujeres de hoy en día. He visto a niñas de catorce años de
edad verse mayores. Podría ser posible que la licencia de Charlie sea
falsa y que sea menor de edad. Ya le he enviado sus papeles a mi
detective privado y estoy esperando una llamada de él en cualquier
momento. A parte de robar a su anterior jefe ciego o atacar a otras
bailarinas, no me importa demasiado su experiencia pasada en el club
de las Vegas. Pero estoy un poco preocupado por su edad… mierda.
¿Qué pasa si puse a una niña de catorce años en mi escenario?
Empujo ese pensamiento fuera de mi cabeza con fuerza. Ahora
sólo busco excusas, razones por las cuales contratarla es una
jodidamente mala idea. Razones además de mis propias razones
egoístas.
A menos que sea una menor de edad o una criminal, puede
tener un trabajo en Penny’s por el tiempo que lo necesite. De eso estoy
completamente seguro. Después de distanciarme —con la ayuda de
Rebecka— fui capaz de ver que exageraba. Pensé en decirle que solo
puede atender la barra, pero decidí no hacerlo. El escenario significa
una diferencia de unos cientos de dólares por noche. Estará bien. Solo
me tendré que adaptar a ver a Charlie con el pecho desnudo todos los
días. No voy a enviarla a chuparle la polla a Rick —o peor— porque
quiero evitar un caso de bolas azules.
Así que ahora aquí estoy, con esta joven mujer de aspecto
angelical de ojos color violeta, jugando a la niñera conmigo. Y todo lo
que quiero hacer es tocarla. 85
Mierda.
Ella se aclara la garganta y luego, con una ligera risita, dice—:
¿Puedes creer que se disparó a sí mismo en el pie? —El sonido de su voz
y la forma en que su rostro se suaviza son tan contradictorias dadas las
palabras que acaba de decir y por lo que pasamos. La mayoría de las
mujeres, y francamente los hombres, estarían nerviosos después de que
una bala apenas los rozara en su propia casa. Penny habría llorado.
Ginger estaría teniendo un ataque apropiado. Kacey, mi anterior
camarera, habría matado al hombre con sus propias manos. Pero
Charlie continua estando en una sorprendente e imperturbable calma
por toda la experiencia.
¿Es esta la forma en que siempre ha sido? ¿O algo o alguien la
hicieron ser de esta manera?
—Drogadictos —murmuro, causando que su risita muera
repentinamente. Ah, Cain. Si sólo tuvieras sentido del humor, como Ben,
ella todavía estaría riéndose.
Y probablemente tendida de espaldas en esa cama.
Pero nada de lo que pasó hoy es ni remotamente divertido. —
Charlie, realmente no me gusta la idea de que te quedes en un
apartamento al lado de vecinos que portan armas. Te podrían haber
disparado.
Sus ilegibles ojos parpadean hacia mí. —Y tú podrías haber sido
disparado.
Suspiro, sin estar seguro de qué más decir. Estoy haciendo mi
mejor intento de no convertirme en el controlador maniático que puedo
ser. Estas chicas no necesitan un jefe dominante, y no soy dueño de sus
vidas. Necesitan sentir que están tomando sus propias decisiones,
aunque sea con mi ayuda. Pero, en serio… una bala acaba de pasar
cerca de su cabeza ¿y aun así no se quiere mudar? ¿No tiene ningún
sentido común?
Un dedo frío de repente roza la piel detrás de mí oreja, donde
está mi tatuaje. —Ella debió haber sido alguien muy importante para ti
—murmura Charlie, trazando las letras suavemente.
No le respondo, la sensación de su piel contra la mía, a pesar del
recordatorio del pasado, enciende algo profundo dentro de mí.
No necesito que me toque de esta manera ahora mismo. La intensidad
del día está finalmente fundiéndose con mi testosterona, creando una
bola de tensión reprimida en mi interior. No lleva sujetador y esa camisa
tiene un corte demasiado bajo. Cuando me abrazó antes, podía sentir
sus pezones a través de la fina tela. Me sentí tan aliviado cuando se
alejó, antes de que tuviera la oportunidad de sentir mi respuesta en mis
vaqueros. Pero ahora básicamente está mostrándomelos en mi cara,
por la forma en que se ha posicionado. Me pregunto si eso es 86
intencional.
—Tienes sangre en la camisa —murmura de repente, su dedo
moviéndose de mi cuello para tocar mi hombro.
Mi piel comienza a hormiguear cuando me giro para, de hecho,
ver la mancha oscura marrón-rojiza. —Joder. Esa mujer debió haber
sangrado sobre mí cuando estuvo en mi espalda. Tengo que tener algo
en mi auto —murmuro, comenzando a levantarme cuando las primeras
gotas de sudor comienzan a formarse. No tengo muchas debilidades. La
sangre de otras personas sobre mí es una molesta debilidad. He tenido
suficiente experiencia con eso, pero nunca me molestó hasta la noche
en que Penny murió, cuando no me podía sacar la sangre de las
manos, sin importar lo fuerte que la restregué.
La mano de Charlie se presiona contra mi clavícula,
paralizándome al instante.
—Quédate. Yo lo buscaré. Necesitas sentarte por un rato. —
Sacando su mano de mi cuerpo, la tiende y arquea su ceja expectante.
Normalmente, desestimaría su firmeza con un suave movimiento
de cabeza y una sonrisa. Normalmente, no estaría en su apartamento, a
diez metros de distancia de su cama, en primer lugar. Pero estoy
demasiado agitado para concentrarme. Además, nada parece ser
normal hoy.
Los ojos de Charlie observan mi mano mientras la deslizo dentro
de mi bolsillo para sacar mis llaves. Espero que no se dé cuenta del otro
bulto en mis pantalones. —Navigator negro. Bolsa de golf en el asiento
trasero.
Estoy de pie y sacándome la camisa sucia sin pensarlo por un
segundo, tirándola al suelo. Es basura ahora. Ni siquiera me molestaré en
lavarla. Acomodándome mientras mis ojos recorren el espacio, me
pregunto dónde escondió esa arma. O más importante, por qué la tiene
en primer lugar. Por protección, probablemente. Es una mujer soltera en
Miami y vive aquí. Apostaría una gran cantidad de dinero que el
número de serie está rayado y no tiene una licencia para portarla. Pero
parecía saber cómo usarla, con la firmeza que tenían sus manos.
Ateo o no, necesito rezar una pequeña oración para que sus
vecinos no mencionaran que Charlie tiene una pistola cuando los
policías aparecieron. Dudo que incluso el prometido de Storm, el
detective Dan Ryder, tuviera suficiente autoridad para enterrar esa
cuestión jurídica.
Mis ojos aterrizan sobre la cama desecha otra vez, en las sábanas
de seda blancas donde Charlie duerme. Sin pensarlo, me paseo por
ella, agarrando el borde y deslizando el material a través de mis dedos.
Estas son caras. La gente que vive en los barrios de Miami no gasta
dinero en sábanas costosas a menos que sea un lujo al que estén 87
acostumbrados, un lujo en el que no piensan dos veces. Y sin embargo,
este no es un lugar donde alguien acostumbrado a los lujos se permitiría
estar internado. Quiero decir… ella sabe que está infectado. El
mostrador se encuentra lleno de recipientes de Tupperware y hay una
jodida lata de insecticida Raid al lado de su tostadora, por el amor de
Dios. Y para el colmo de la contradicción del buen gusto, un par de
tacones sofisticados —idénticos a los de Vicki— yacen al lado de su
cama. Soy un hombre de apuestas y apuesto que estos no son
imitaciones. Y si Vicki los usa, entonces son de uno de esos diseñadores
de alta gama.
Quizás Charlie es una ladrona.
Perfecto. He contratado a una ladrona menor de edad.
Saco mi teléfono de mi bolsillo para verificar la pantalla en busca
de alguna llamada perdida de mi detective privado. Nada. Dejo caer
el teléfono de regreso en mis vaqueros e instintivamente me muevo
para acomodarme otra vez, maldiciendo silenciosamente a mi polla por
no concentrarse en el asunto más apremiante entre manos.
El crujido de un pedazo de espejo perdido en la limpieza es la
única cosa que me advierte de la presencia de Charlie. Me doy la
vuelta para encontrarla de pie en la puerta, con los ojos abiertos como
platos del pánico mientras me mira, de pie junto a su cama con una
mano en sus sábanas y la otra sobre mí mismo. Suelto ambos, pero no es
lo suficientemente rápido.
En segundos, el pánico en su rostro se suaviza. —¿Qué estás
haciendo? —Su mirada se mueve entre mi rostro y su cama. Y la parte
superior de mi pecho, el cual ahora está desnudo.
Y mi ingle.
Por primera vez en no sé cuánto tiempo, siento el color quemar
mis orejas. —Nada raro. —Creo que puedo haber superado a Rick
Cassidy en términos de sordidez. Bravo, Cain—. Quizás un poco raro —
corrijo, sin tener nada mejor que decir para compensar la incomodidad.
Lentamente se acerca a mí, lanzándole miradas furtivas a mi
pecho. Estoy acostumbrado a atrapar la mirada de las mujeres en mi
cuerpo. Paso muchas horas en el gimnasio todas las mañanas, así que
sé que estoy en una jodida buena forma —incluso en mejor forma de la
que estaba cuando tenía dieciocho años y luchaba. Pero tener la
mirada de Charlie sobre mí hace que mis terminaciones nerviosas
chispeen como un circuito eléctrico fuera de control. Me hace incapaz
de pensar con claridad.
Ella agacha la cabeza, pero atrapo la adorable sonrisa curvando
sus labios cuando mira otra vez, y mis hombros se hunden aliviados por
que no la he asustado por completo. Tendiéndome la camisa negra
que había metido en la bolsa para una extraña mañana de golf, me
88
pregunta—: ¿Esta está bien?
—Perfecta. Gracias. —Nuestros dedos se rozan cuando me la
entrega, agitando más mi sangre. La observo mientras se gira para
caminar hacia la cocina, su perfecto trasero redondo meneándose en
esos pequeños pantalones cortos. Necesito salir de aquí antes de que
explote en mis pantalones.
Se inclina para sacar una pequeña botella de lejía de debajo del
fregadero. Obligándome a apartar la mirada, deslizo mis brazos a través
de las mangas y tiro de la camisa por encima de mi cabeza.
Charlie deja escapar un grito y da un salto lejos de la zona del
lavabo, lanzando un pequeño cepillo de limpieza junto con la lejía.
—Les gustan los lugares oscuros y húmedos —le digo en voz baja,
sumando dos más dos.
Asiente y se muerde el labio inferior, en una mezcla de disgusto e
ira estropeando su hermoso rostro mientras permite que su cuerpo se
estremezca una vez. Aprieto los dientes luchando contra la pequeña
sonrisa que amenaza con mostrase. No porque su situación sea
divertida, sino porque finalmente reaccionó de la forma que esperaba
que lo hiciera. Porque finalmente veo una expresión en su rostro que
parece espontánea y descontrolada.
El Cain persuasivo se ha ido. —No te vas a quedar en este
apartamento, Charlie. Ni por una noche más. —Saco mi teléfono de mi
bolsillo—. Empaca tus cosas. Ahora. —No puedo evitar la severidad en
mi tono de voz; tiende a escaparse en situaciones en las que tengo que
tomar el control.
Charlie se voltea para contemplarme con una mirada severa. Me
pregunto cómo reaccionará a mi lado más desagradable. No le doy la
oportunidad de discutir. —Esto no es negociable. Si quieres trabajar para
mí, no vas a vivir al lado de un montón de drogadictos. No te quiero
cerca de esa mierda. —Presiono “llamar” en mi teléfono, agrego—:
Conozco un buen lugar.
Dándole la espalda, espero. Quizás me va a lanzar algo a la
cabeza. No sería la primera vez…
La familiar voz ronca contesta al tercer repique. —Aquí Tanner.

89
Traducido por *~ Vero ~* & Mary Haynes
Corregido por Laurita PI

—¿Conduces un nuevo Sorento y vives en los suburbios? —En el


asiento del pasajero, la cara bonita de Ginger se tuerce
desconcertada. Se subió en el segundo en que entré al
estacionamiento del complejo de apartamentos detrás de Cain. Hoy
lleva el pelo peinado recto y liso, con mechas multicolores hasta la
barbilla.
—Lo heredé. —Las mentiras se deslizaban por mi lengua muy
fácilmente. Es la misma mentira que le di a Cain cuando me ayudó a
cargar mis pertenencias en la parte trasera. Me di cuenta por su mirada
inexpresiva que podría no haberlo creído, pero no me lo dijo.
90
Gracias a Dios que Sam no me envió aquí con otro Volvo —toda
esta farsa sería mucho más difícil de vender. Por otra parte, me imagino
que un Volvo no hubiera durado una noche en el estacionamiento del
edificio del otro apartamento. La verdad es que casi vendí mi
camioneta para convertirla dinero. Pero podría volver a Sam a través de
Jimmy, y eso plantearía preguntas. Me imagino que puedo conseguir
alrededor de veinte mil dólares por su venta al segundo en que esté lista
para abandonarla.
Mis ojos recorren el edificio de apartamentos con estuco blanco
que hay enfrente de nosotros. A pesar de las rejas en las ventanas de la
parte inferior, parece bastante agradable y bien mantenido. Nada del
otro mundo, pero espero que no sea un lugar donde tenga que
preocuparme de recibir un disparo de pie en medio de mi estudio.
Creo que hoy hice un buen trabajo ocultando mis emociones de
Cain. Pero teniendo en cuenta que llevo una constante sensación de
amenaza sobre mis hombros en estos días, no creo que recibir un
disparo fuera tan impactante para mí como lo sería para alguien más.
De cualquier manera, no quería parecer vulnerable frente a mi nuevo
jefe, así que hice mi mejor esfuerzo para concentrarme en hacer la
situación más liviana mientras ponía hielo en el golpe en su cabeza.
—Entonces, ¿tú vives aquí?
—Un par de nosotros. Mercy, Hannah, China y yo.
—¿China? —repito, lanzando una mirada de soslayo a Ginger—.
¿La China? —¿La víbora que casi me hizo llorar anoche?
Resopla. —Sí, la única. La mala noticia es que es una perra. La
buena noticia es que está bien si consigues ver su lado bueno. —Esa es
Ginger. Es contundente y sarcástica, pero siempre trata de mantener las
cosas positivas.
—¿Cain vive aquí también?
—¿Cain? —resopla Ginger—. De ninguna manera. Vive en algún
lugar de la ciudad. Pero es dueño del edificio. Lo compró hace dos
años.
—Es dueño de este edificio —repito, mi tono inexpresivo—. Y
cuatro de sus empleadas del club de striptease viven aquí.
—Cinco, ahora —corrige Ginger con una sonrisa.
—Me estás tomando el pelo, ¿verdad? —¿Voy a estar
desnudándome para él y viviendo bajo su "techo"? Es decir, si no me
despiden por proporcionar referencias falsas. ¿Qué demonios? ¿En mi
prisa por alejarme de mi dominante padrastro traficante de drogas, me
permití ser adquirida por un proxeneta?
Ginger parece no darse cuenta. —Sé que es un poco extraño. 91
Cain es un poco extraño. ¡Pero vas a ser mi vecina ahora! —Deja
escapar un grito emocionado—. Podemos tomar café por las mañanas
con Mercy e ir al gimnasio juntas. Puedes ser mi conejillo de indias para
probar recetas. —Ginger está tomando clases de cocina, pero se niega
a comer nada de lo que hace, por miedo a convertirse en una chef
corpulenta, según dice—. ¡También podemos ir a trabajar juntas! He
oído que vas a trabajar conmigo todas las noches. —Con una ceja
levantada, agrega—: Eso es un montón de tiempo de Ginger para ti.
Espero que te des cuenta de lo afortunada que eres.
Oh, hombre. Mantener un perfil bajo es difícil cuando hay gente
mirando cada uno de tus movimientos… Mierda… No puedo permitirle
a nadie verme; me dirigiría a la caída de mi disfraz. Así es como
comienzan las preguntas. No puedo tener a la gente haciendo
preguntas.
Ninguno de ellos puede saber nunca en lo que estoy metida.
Debería haber mantenido mi apartamento infestado de
cucarachas, pero Cain dejó claro que no era una opción. Me
acompañó a ver al casero y, después de observarlos tener una
acalorada conversación sobre los agujeros de bala y las condiciones
espantosas, seguida de amenazas acerca de demoler el lugar —no sé si
Cain podría hacer que eso suceda, pero seguro que sonaba
convincente— le entregó mis llaves y el propietario me devolvió el
depósito de garantía.
Observo mientras el esbelto cuerpo de Cain se desliza fuera del
asiento de conductor, con su teléfono en su oreja. No sé si estar
agradecida o enojada con cómo sucedieron las cosas hoy.
O preocupada.
Sin duda, el hecho de que podría obtener una noche de sueño sin
tener que dejar las luces encendidas es más que tentadora. Pero… ¿por
qué hace todo esto? Ahora tengo un trabajo y lo que supongo que será
un lugar mejor para vivir. ¿Qué va a querer a cambio? Todo el mundo
quiere algo.
Sam seguro lo hace.
Y Cain está haciendo todo a pesar de no saber nada de mí.
Excepto que tengo un arma, sobre lo que no dijo ni una palabra.
—Seguro que le gusta involucrarse con la vida de sus empleados
—digo en voz alta.
La mirada de Ginger se clava en su jefe. Ahora, nuestro jefe. —Sí,
tiende a hacerlo. —Hace una pausa—. Pero no en el mal sentido. Es un
buen tipo —me asegura—. Un poco diferente, a veces. Solitario.
Encantador, de vez en cuando. Y puede ser malhumorado, pero quién
no lo sería, con toda la mierda de la que se ocupa.
Estoy de acuerdo con ella. Hoy temprano, capté raros destellos
de un bromista y juguetón Cain, con sus risas suaves. Eran pocos y
92
distantes entre sí, pero cuando se soltó, no podía negar que tenía una
atracción magnética. La mayoría de las veces, sin embargo, parece
estresado —su espalda rígida, sus agudos ojos clavados en mí como si
buscara respuestas.
Lo observo ahora cuando comienza a caminar, con una mano
ajustando hábilmente el cuello de su camisa nueva mientras habla. Por
las arrugas profundas en su frente, no parece impresionado con la
conversación. Tal vez es mi verificación de antecedentes.
No es bueno.
Cuando volví de agarrar esa camisa de su Navigator —un
impecable y bien mantenido vehículo, que olía a fresco y limpio, como
él— me lo encontré de pie junto a mi cama y de inmediato me entró el
pánico. Pensé que había descubierto las pelucas que escondí. Pero
luego me distraje por el hecho de que mis sábanas se encontraban en
su mano. Las sábanas de algodón egipcio de 1200 hilos que tuve que
comprar porque las sábanas baratas hacen que me pique la piel y me
mantienen despierta hasta la mitad de la noche, paranoica de que los
insectos estén correteando por todo mi cuerpo.
Y estaba sin camisa.
Y su otra mano descansaba en su ingle.
Ese fue un momento súper incómodo.
Incómodo porque no sabía lo que estaba haciendo, y torpe,
porque al instante quería que me ofreciera el mismo ultimátum que
tenía de Rick. En ese mismo momento, me hubiera entregado.
—Y es intenso —dice Ginger, cortando mis pensamientos. Hace
una pausa—. Y de principios. Cain marcha a un ritmo diferente. Quiero
decir, he escuchado el tipo de cosas que algunas de estas chicas
intentan con él, y nunca cae en la trampa.
—¿Nunca? —Siento mi cara apretarse con la duda al mirar de
nuevo hacia fuera, a la figura alta y oscura, todavía en el teléfono—.
Mentira. —No lo creo. No importa, porque puede hacer lo que sea, o
con quien sea, que quiera.
—No… —La suave risa de Ginger llena mi camioneta—. Ben
bromea con que Cain tiene que tener un pene malformado, de tamaño
hobbit, porque no hay manera de que cualquier hombre pueda poseer
un club de striptease y poder elegir de una bandeja, palabras de Ben
no mías, y no aprovechar.
—Eso sería desafortunado —murmuro. La idea de Cain con una
malformación o un pene de tamaño hobbit deja mi interior cargado de
una gran decepción. Siento los curiosos ojos verdes de Ginger en mí
cuando pregunto—: ¿Alguna vez alguien lo ha visto con una mujer?
—Nop. Bueno, tal vez Nate, pero buena suerte en conseguir sacar
algún detalle sucio de él. Ese tipo es como la propia Muralla China
93
privada de Cain.
Veo a Cain prefiriendo una sofisticada mujer de traje que tiene
una nariz apretada y una actitud presumida, que sólo alguna vez tiene
relaciones sexuales en una cama con las luces apagadas. A quién
nunca traería cerca de un club de striptease. Pero, entonces, ¿por qué
lo tendría en primer lugar? ¿Y por qué ella estaría bien con él siendo
dueño de uno? A menos que ella no sepa que es propietario de un
club.
Y puede o no puede ser un proxeneta.
Todos estos pensamientos contradictorios se arremolinan
alrededor de mi cabeza, ninguno encaja con el hombre que veo
delante de mí. A menos que… una idea aún más desalentadora me
viene a la cabeza. —¿Crees que Cain es gay?
Ginger me da un resoplido burlón y sacude la cabeza
confiadamente, lo que me dice que no lo cree así, y un suspiro de alivio
se me escapa antes de que pueda evitarlo. —Puede ser que nunca
toque a las chicas, pero eso no quiere decir que no lo haya atrapado
ajustándose los pantalones cuando una de ellas camina por allí y
accidentalmente —Utiliza comillas en el aire—, roza el culo contra su
entrepierna. —Hace una pausa—. No las despide por eso, aunque
algunas merecen ser arrojadas a la calle. En realidad nunca lo he visto
despedir a una bailarina, ni una sola vez. Oh. —Frunce el ceño—. Mentí.
Hubo una. Pero esa chica traficaba con drogas en Penny's. Cain tiene
un gran problema con las drogas. Creo que es una de las razones por
las que odia a Rick Cassidy tanto. No sabemos si Rick es el que suministra
a las chicas las drogas o si tiene algún distribuidor canalla trabajando
con él, pero todas las chicas que van a Sin City parecen salir adictas.
El calor se arrastra hasta mi cuello y mis orejas, y siento una ligera
capa brillante en mi frente.
Sin embargo, Ginger continúa, inconsciente de mi malestar
creciente. —Había una chica, Mindy, trabajaba en Penny's hace unos
años. Era muy agradable, y trabajaba duro. Pero entonces empezó a
salir con este traficante de marihuana local. Un completo idiota. Cain ni
siquiera lo dejaba entrar en el estacionamiento para recogerla.
Demonios, estoy segura que no tenía permitido estar dentro de Penny's.
Durante semanas, Cain y Nate estuvieron llevando a Mindy a su casa
por las noches, porque no tenía licencia y a Cain no le gustaba la idea
de que viajara en autobús a esa hora.
Hay una larga pausa, durante la cual Ginger no dice nada
mientras estudia su esmalte de uñas verde, y, finalmente, tengo que
empujarla. —Entonces, ¿qué pasó?
Consigo un gesto desdeñoso de su mano. —Oh, Cain finalmente
consiguió llegar a ella y dejó al tipo. Fue casi al mismo tiempo que 94
terminó arrestado por la policía. —Sonríe—. Todos esos sacos de basura
tienden a conseguir lo que se merecen cuando se trata de Cain. —Las
cejas de forma perfecta de Ginger se juntan—. Mi punto es, no te
preocupes. Si no violas la ley, tu trabajo está seguro.
Oh, Ginger… si tú supieras. ¿Sería Cain capaz de pasar semanas
tratando de disuadirme de mi deshonesta vida? Dudoso. ¿Despediría mi
culo en un segundo? Probable. ¿Iría tan lejos como para asegurarse de
que termino en la cárcel, a donde pertenezco?
Estar cerca de alguien como Cain está sonando más peligroso
para mi futuro a cada segundo.
—De todas formas, Penny's es su vida. Prácticamente vive allí.
Hace gala de no ver a las bailarinas en sus shows y no se acuesta con el
personal. Se queda en su oficina cuando el club está abierto. Es un tipo
tranquilo y privado que no dice mucho, pero se puede ver que tiene
mucho que decir. —Su pequeña nariz se arruga—. ¿Sabes lo que quiero
decir?
Asiento lentamente. —Sí, lo sé. —Me di cuenta por la forma en
que sus ojos se quedaron pegados a mi cara que las ruedas giraban
constantemente. Incluso ahora, cuando Cain parece estar absorto en la
conversación, su mano sigue frotando su cuello, sobre ese tatuaje—.
¿Quién es Penny?
—Oh… —La cara de Ginger se desploma—. Una bailarina que
trabajaba para él. Fue asesinada por su prometido en su primer club.
—Por Dios —murmuro. Sabía que había una historia detrás de eso.
Un hombre no nombra un bar por de una mujer y se tatúa su nombre en
la nuca sin motivo—. ¿Tenía Cain algo con ella?
—Nadie sabe realmente lo que pasó. —Puedo sentir los ojos de
Ginger perforando el lado de mi cara mientras sigo mirando a Cain—.
Mírame, Charlie. —Lo hago, y me encuentro que se giró en su asiento
para mirarme de lleno. Su boca se abre para decir algo, pero frunce el
ceño de repente—. Eres imposible de leer, ¿sabes eso? —La mezcla de
asombro y enfado en su voz me hace sonreír. Sé que lo soy. Me gusta
serlo. Sam siempre ha dicho que tengo una cara de póquer increíble.
Ahora, sólo le doy a Ginger un encogimiento de hombros de "no puede
evitarlo".
Rodando los ojos, vuelve al tema que nos ocupa. —Escucha, sé
que Cain es muy atractivo y la atención que te da puede hacer que te
sientas realmente bien contigo misma. Y confundida sobre él y sus
intenciones. He visto a muchas mujeres venir a Penny's y empezar a
pensar que hay algo allí. Comienzan con la esperanza de que hay algo
allí. —La voz de Ginger adquiere este tono tranquilo y autoritario—. No lo
hay, Charlie. No es más que un hombre muy amable que hace todo lo
posible para ayudar a sus empleadas. Es así de simple. 95
—No te preocupes. No estoy a punto de arrojarme sobre él. —Me
voy en un par de meses, de todos modos. No tiene sentido complicar mi
vida con un hombre al que voy a tener que mentir a diario y del que
tenga que alejarme eventualmente. Sin embargo, por extraño que sea,
y como de cuidadosa soy respecto a sus intenciones, hay en mi vientre
un bache inesperado de decepción ante su advertencia.
—Buena chica —bufa Ginger, como si recordara algo—. E ignora
todo lo que oyes alrededor de Penny's. Esas chicas hablan estupideces
todo el tiempo. Son peores que los chicos, lo juro. Al parecer, tengo la
oportunidad de hacer el programa porque le doy mamadas a Cain
cada noche antes de mi turno. —Rueda los ojos, pero luego se ríe.
—Y…
Sus ojos de gato se estrechan. —¿Y qué?
—¿Y nunca has querido que pase algo con él?
—No es mi tipo. —Su frente se arruga y me mira raro, dudando por
un momento antes de añadir—: Un poco de demasiado pene para mí.
De todas las respuestas que esperaba de Ginger, no esperaba
eso. Pero tiene todo el sentido. Siento mi boca abrirse en forma de "O"
mientras busco una respuesta. Nunca ha mencionado sus preferencias.
Ni en el gimnasio, ni en el almuerzo, ni de compras, cuando me cambié
de ropa delante de ella… Uh-oh. ¿Me estuvo mirando?
No sé qué decir ahora. No tiene importancia para mí —pero no sé
cómo responder. Finalmente, todo lo que puedo llegar a decir es—:
Nunca he tenido una amiga gay antes.
Por la forma en que su cara se divide en una amplia sonrisa, está
bien con esa reacción. —Y ahora, cuando sientas la necesidad de
defender tu postura pro-derechos gay con alguna declaración triste
como: "Yo tengo un amigo gay", no te acostarás con nadie nunca más.
—Me guiña un ojo mientras abre la puerta del coche y se desliza hacia
afuera—. Y, por cierto, nunca te estuve mirando en los probadores… —
Rueda los ojos—. Todas las chicas hetero piensan lo mismo.
Me río mientras salgo de mi coche.
En la parte de atrás de mi camioneta hay dos maletas, una caja
con comida enlatada, y una bolsa de basura con mis bonitas toallas y
sábanas de 1200 hilos. Eso es todo lo que tengo en Miami. Hice a Cain
dejar mi apartamento para traerme un café recién hecho mientras
rápidamente empacaba todo. No quería que viera todas aquellas
pelucas estúpidas. Son difíciles de explicar.
—Déjame llevar eso. —Cain me sorprende por detrás
descansando una mano sobre mi hombro mientras se estira para tomar
la caja. Es un gesto platónico, y todavía estoy confundida sobre mi
nuevo jefe, pero me atraviesa un escalofrío. Lleva la caja hacia la
puerta de entrada al tiempo que lo sigo, estudiando sus brazos mientras 96
se esfuerzan maravillosamente contra el peso.
Ginger abre la puerta y nos guía hasta donde un hombre de
mediana edad calvo en pantalones cortos a cuadros y una camiseta
desteñida que se extiende a lo largo de un vientre protuberante nos
encuentra. Cain interviene y coloca la caja en el suelo para poder
darse la mano con el hombre.
—Bueno, bueno. —El rostro del hombre se desplaza de Cain a mí,
y de nuevo a Cain—. Es bueno verte de nuevo.
Los labios de Cain se curvan en una sonrisa encantadora. —A ti
también, Tanner.
—Si… —Tanner hace una pausa por un segundo antes de decir—:
¿Y a quién tenemos aquí? —Posa sus ojos en mí—. ¿Tú eres la que busca
un lugar?
Una mirada rápida a Cain me dice que me está mirando
intensamente. —Supongo que lo soy.
—Bueno. —Los pies de Tanner comienzan a arrastrarse a lo largo
del camino de cemento. Imagino que es nuestra señal para seguirlo
mientras pasa una parrilla, el olor de la carne cocinándose me recuerda
que es temprano en la tarde y no he comido todavía—. Es algo bueno
que Cain llamara cuando lo hizo —dice Tanner por encima de su
hombro—. Estaba a punto de ofrecerle este lugar a alguien más.
—Se ve bien aquí, Tanner —dice Cain en voz alta, con los ojos a la
deriva sobre el pequeño patio, donde está claro que alguien ha estado
trabajando duro para mantener la apariencia del jardín, a pesar del
sofocante calor y la sequía.
Tanner se detiene por un momento, su mano se eleva para
rascarse la barriga distraídamente mientras mira el espacio —Sí, Livie
viene aquí una vez a la semana para patear mi trasero y ponerme en
marcha —dice refunfuñando, pero es seguido por una sonrisa torcida,
por lo sé que no está realmente molesto con esta chica llamada Livie—.
No sé lo que pasará cuando se vaya a la universidad a finales del
verano.
—Me ha contratado como reemplazo de pateadora de culos —
dice una dulce voz femenina en voz alta. Todos nos giramos para ver a
una bonita mujer rubia, en un vestido de verano blanco, dando
lentamente un par de pasos desde el segundo piso, con una mano en
la barandilla, la otra apoyada en la pequeña protuberancia en su
vientre. Es apenas perceptible, pero, por la forma en que está
acunándolo, supongo que está embarazada.
Cain no vacila, caminando rápidamente hacia el fondo para
encontrarla, con los brazos extendidos ampliamente. Ella lanza sus
brazos alrededor de su cuello y prácticamente salta en un abrazo. Es
obvio que son cercanos. Qué tan cercanos, tengo que preguntarme. 97
No tengo que preguntarme si esta mujer bailó en Penny´s.
Basándome en sus ridículamente enormes pechos falsos, es una apuesta
segura asumir que lo hizo.
Tampoco tengo que preguntarme si Cain y yo seremos así de
cercanos, porque sé que no voy a estar aquí el tiempo suficiente para
desarrollar ese tipo de amistad.
—Esa es Storm —confirma Ginger—. Solía vivir aquí. Atendíamos
mucho el bar juntas. —Da un paso adelante para darle un abrazo a la
mujer. Cuando se retira, las manos de Ginger se mueven en un instante
al vientre de la mujer—. ¡Se está empezando a mostrar!
La cola de caballo de Storm se menea cuando sumerge la
cabeza en una risita. —¡Lo sé! Mucho antes de lo fue con Mia. Voy a ser
una ballena en mi tercer trimestre.
—Te ves tan hermosa como siempre, cariño —dice Cain. La
sonrisa radiante no ha dejado su rostro—. ¿Qué estás haciendo aquí?
La sonrisa de felicidad se transforma en una de tristeza cuando la
pena entra en su tono. —Dejando un poco de sopa para la señora
Potterage —suspira Storm—. No está haciéndolo bien. El cáncer se ha
diseminado. Me imaginé que podría ayudar dentro de mis posibilidades,
después de lo mucho que me ayudó con Mia. —Hay una pausa y luego
Storm extiende su mano en mi dirección, presentándose formalmente—.
Hola, soy Nora. Pero todo el mundo todavía me llama Storm.
La acepto con un asentimiento cortés. —Charlie.
—Charlie —repite, su brillante mirada azul centelleante.
Realmente no hay nada que no sea bello en esta mujer. Desde sus
dientes blancos perfectamente rectos, su piel brillante, su sonrisa amplia
y conmovedora, al hecho de que está dejando sopa a una mujer
moribunda.
—¿Parece que vas a mudarte aquí? —Le lanza una mirada a mis
cosas, aún junto a la puerta. A parte de la ropa a la que necesito
desesperadamente hacerle lavado en seco —vestidos caros de
diseñador que Sam compró para mí como regalos de despedida—
toda va a pasar a través de un ciclo de lavado de agua hirviendo antes
de que un solo hilo entre en mi nuevo apartamento.
—Dentro del 1-D —responde Tanner por mí.
Los ojos de Storm se ensanchan con excitación mientras observa
al casero. —¡El antiguo departamento de Trent!
—Sí, pero muy mejorado desde que ese bromista vivía allí —se
burla Tanner.
Niega con la cabeza y se ríe. —Espera a que se lo diga. —Por la
forma fácil en que bromean, te puedo decir que le gustó tenerla como
98
inquilina. Eso no me sorprende. Estoy segura de que Tanner no se queja
mucho de tener a un montón de strippers calientes viviendo en su
edificio.
Apretando el codo de Cain, Storm murmura—: Asegúrate de
pasar. Pronto. A todo el mundo le encantaría verte.
—Voy a estar allí para la boda —confirma Cain.
La sacudida de cabeza de Storm me dice que lo desaprueba. —
No es lo bastante pronto.
La cabeza de Cain cae mientras se ríe de ella. Es un gesto tan
infantil y tan extraño en él. Me gusta verlo. A Storm también debe
gustarle, porque comienza a reír y le aprieta el brazo. Una vez más. Ellos
se tocan un montón.
—¿Vas a estar trabajando en Penny´s, Charlie? —pregunta Storm.
Asiento.
—Bueno… —Sus manos, otra vez, se deslizan hacia arriba y hacia
abajo por el brazo de Cain—. Puedo decir que has tenido suerte. Cain
es un jefe de ensueño.
Siento el calor subir por mis mejillas. Sustituiría con gusto mis
pesadillas con sueños de Cain. Pero las palabras sueño y Cain en una
frase revuelven con nerviosismo mi estómago hasta el punto en que me
temo que todo lo que salga de mi boca sonará inapropiado. Así que
simplemente aprieto los labios y le ofrezco una sonrisa.
—Bueno, basta. —Cain niega con la cabeza, con una expresión
de timidez que no se ajusta a su típica fachada.
Con un guiño, Storm anuncia—: Bueno, tengo que recoger a Mia
de su cita de juegos y empezar la cena. Disfruta del nuevo lugar,
Charlie.
—Estoy segura de que lo haré. —Miro su falda y el movimiento de
su pelo en conjunto mientras se aleja, tarareando en voz baja,
pensando en lo agradable que realmente es. Esa podría ser yo, en unos
pocos años. En mi nueva vida.
Con esto, Tanner nos conduce al 1-D, haciendo sonar un gran
juego de llaves para abrir la puerta. Cuando entro, de inmediato me
golpea una ráfaga de aire fresco y no puedo dejar de inclinar la
cabeza hacia atrás y cerrar los ojos, suspirando.
Cain se ríe junto a mí. —El nuevo propietario compró el edificio
hace dos años y gastó algún dinero en mejorar las cosas, incluida la
reconversión de aire central.
Me siento fruncir el ceño sin querer. ¿Un nuevo dueño? —¿Pensé
que tú eras el dueño de este complejo?
Una feroz mirada lanzada hacia Ginger me dice que tal vez ella
99
no tenía que mencionármelo. Hmm… Interesante. Otra capa de
misterio, al ya de por sí enigmático Cain.
—El lugar fue remodelado —interrumpe Tanner, abriendo el horno
y mirando como si esperara algo en su interior. El apartamento es
impecable por lo que puedo ver —las etiquetas de eficiencia
energética están todavía en los aparatos y el aire huele a pintura fresca
y a fibra de la alfombra. Dudo mucho que a cualquier residente de la
variedad de seis patas se le permita permanecer aquí.
—Por Dios, ¿cuándo es que mi lugar va a ser renovado? —canta
Ginger, asomando la cabeza en lo que parece ser el cuarto de baño,
basado en la pared de azulejos más allá de la puerta—. Creo que
tengo que cambiarme con Charlie. Ya sabes, reglas de antigüedad.
Este lugar puede ser también el Ritz-Carlton, en comparación del
destierro en el que me sumergí el mes pasado. La sola idea de que no
tengo que imaginarme una línea de cucarachas haciendo la conga a
lo largo de mi mesa de la cocina mientras duermo permite que la
tensión de mi espalda se levante. Pero… —Creo que este lugar está un
poco fuera de mi alcance. —Una autoinducida pobreza por debajo de
mi nivel; pero una, de todos modos.
Cain posa una fuerte mirada sobre mí. —¿Cuánto costaba tu
último lugar?
Titubeo. —Seis cincuenta.
—¿Eh? ¡Qué casualidad! Igual que aquí. ¿Cierto, Tanner? —Casi
me río de la manera inexpresiva en la que dice eso.
—Sí, señor —confirma Tanner demasiado rápido, apartando su
atención hacia el panel del interruptor de la luz en la pared.
Es una mentira como nunca oí otra. Querido Dios… Me las he
arreglado para conseguirme un proxeneta. Por supuesto. Sabía que los
desvaríos de Ginger sobre este tipo eran demasiado buenos para ser
verdad.
Tanner sostiene una llave en un anillo. —El lugar viene amueblado.
Hay una cama, un sofá y una mesa de cocina que llegarán en breve.
Todo nuevo. Parte de la renovación.
Seguro que lo es. —Gracias, Tanner. Esto es… perfecto —ofrezco
finalmente con una falsa sonrisa. No es culpa de Tanner. También
trabaja para un proxeneta.
Gruñe en respuesta y luego avanza hacia la puerta. —Tengo que
volver a mis hamburguesas. —Es una excusa válida para irse, y sin
embargo, me da la impresión de que el hombre torpe está más ansioso
por el tiempo en soledad que por su comida.
Cain se vuelve a mirarme con una expresión afligida en su rostro.
—Siento lo de antes. No podría tener la conciencia tranquila
100
abandonándote allí. Este lugar es más limpio. Más seguro.
Me muerdo el labio para quedarme callada.
¿Más limpio y más seguro para quién? ¿Mi futura clientela?
¿Ginger podría estarme mintiendo? No se desnuda, pero eso no
significa que no se venda en secreto. ¡Mira lo que hago yo en secreto! A
seiscientos cincuenta dólares al mes en alquiler, Cain va a querer una
compensación de alguna manera, y al parecer no va a ser por tener
relaciones sexuales con él. Sin embargo, Ginger podría estar mintiendo
sobre eso también. ¿O sólo lo ignora?
Algo no cuadra. Supongo que tendré que tomar esto día a día.
Tengo un trabajo en Penny’s y un apartamento decente. Por ahora. Voy
a hacer un montón de dinero, rápido. Me voy a quedar, pero cuando el
primer cliente aparezca en mi puerta, me voy. Hasta entonces, tengo
que mantener mi plan.

***

—¿Qué tal por aquí? —dice Ginger, con las manos haciendo un
gesto hacia la larga pared de mi apartamento. La sala es pequeña y sin
embargo se las arregló para hacer que los transportistas levantaran,
arrastraran y subieran el suave sofá gris de microfibra en cinco lugares
diferentes. Todo le ha costado un par de guiños, toque de “que-brazos-
tan-grandes-tienes”, y un trozo de su tarta casera de crema de
melocotón. Si no lo supiera, pensaría que está a unos segundos de
pedirle al rubio que vuelva a su apartamento para “mover” su cama.
Estoy segura de que, por la forma en la que la está persiguiendo, está
esperando lo mismo. La mujer es casi tan engañosa como yo.
En toda la tarde, Ginger no se ha alejado de mi lado. Insistió en ir
a comprar comestibles conmigo, lavar la ropa conmigo, esperar los
muebles conmigo, desempacar conmigo. O está mintiendo y realmente
está esperando que vire en su dirección, o ese susurro que cogí antes
de Cain hacia ella era una directriz para que no me deje fuera de su
vista.
Sigo a los transportistas, de mala gana les doy una propina de
treinta dólares a causa de las demandas de Ginger, y me quedo unos
minutos para mirar por encima de lo que me dijo que se llama “los
espacios comunes”. Gotas de sudor se forman instantáneamente en mi
piel por este calor loco del verano en Miami, y me recuerdo que debo
estar agradecida por el aire acondicionado en mi apartamento. Son
casi las seis y Tanner se encuentra ahí afuera —sus pantalones cortos a
cuadros mostrando aquellas nudosas rodillas— rociando una flamante
parrilla con pistolas infantiles de agua a dos manos. Se ve
absolutamente estrafalario pero bastante contento. El aire huele a
101
hamburguesas de nuevo. Supongo que Tanner es uno de esos solteros
con un plan de alimentación muy poco creativo compuesto por carne
a la parrilla.
Todavía lo estoy mirando cuando una puerta del apartamento de
enfrente se abre y sale un hombre de cabello oscuro.
Mi respiración se dificulta.
Cain.
No mira hacia mí, así que no me ve mientras camina rápidamente
pasando a Tanner con un medio saludo, al parecer con prisa para salir
de allí. Cuando miro hacia atrás, al apartamento que dejó, me
encuentro a China inclinándose en su puerta, en un muy pequeño y
apretado par de pantalones cortos y camiseta, mirando su espalda en
retirada, con el pelo alborotado y una sonrisa secreta suavizando sus
rasgos.
Se da la vuelta para regresar a su apartamento, pero se detiene,
sus ojos pétreos quedándose fijos en los míos. Una amplia sonrisa de
satisfacción se extiende por su rostro y asumo que ha descubierto que vi
a Cain dejar su apartamento. Estirando los brazos sobre su cabeza,
poco a poco se vuelve y camina hacia el interior. Me golpea al instante
una imagen de un gato, gratificado después de devorar una lata de
salmón y listo para deambular y bañarse en un parche de sol.
—Nunca, mi culo, Ginger —murmuro. Estoy bastante segura de
que Cain era su lata de salmón.
China puede ser antipática y arrogante, pero probablemente es
muy talentosa. No me sorprende, y sin embargo no puedo ignorar el
peso de la decepción, sabiendo que Cain estaría interesado en alguien
como ella.
—¡Oye! ¿Por qué tienes todas estas pelucas? —Escucho que
Ginger llama. Le niego a mi pánico salir a la superficie mientras me doy
la vuelta y regreso; la encuentro dando saltos con mi larga peluca
negra en la cabeza.
¡Maldita sea! Al menos no ha encontrado mi arma todavía. —
Estoy en teatro. Esas son accesorios —le respondo simplemente.
—Ajá… teatro. Sabes, tengo una cosa por las mujeres de pelo
oscuro —dice con un guiño exagerado.
Suspiro.

102
Traducido por evanescita
Corregido por Gabbita

Charlie no confía en mí.


A pesar que mantuvo su rostro cuidadosamente controlado, no
pudo ocultar la dura mirada en esos ojos mientras estábamos parados
en su nuevo departamento.
Debí haber advertido a Ginger para que no le dijera que yo era
dueño del edificio. ¡Mierda, me gustaría que nadie lo hubiera
descubierto para empezar! Sé lo que parezco, teniendo a varias de mis
bailarinas viviendo allí. Y ahora también a Charlie.
Aun así me siento aliviado de que no esté cuestionando mis
103
motivos. Eso me dice que es inteligente y que no sacaría provecho de
ello. Pensé en pasar por su departamento después de terminar con
China, pero decidí no hacerlo. De cualquier forma, Ginger está ahí. Le
pedí que se quedara para ayudar a Charlie a instalarse, pero, lo que es
más importante, para asegurarme de que está realmente bien después
de lo que ocurrió hoy más temprano.
De todos modos, voy a volver a verla esta noche.
Aprieto los dientes contra la indeseada emoción que se extiende
junto con ese pensamiento.
Traducido por Vani
Corregido por Emmie

—Un minuto, Charlie —dice mecánicamente Terry, al igual que lo


hizo anoche. Estoy dentro de las sombras, al igual que la primera noche,
a la espera de que los primeros acordes de mi canción perforen a
través de los altavoces, Supermassive Black Hole de Muse en este
momento. Sólo que esta noche ya no estoy a prueba. Tengo el trabajo.
A pesar de mi equipo relativamente modesto, mi falta de interacción
con el público, y mi extraña selección de canciones, Cain me contrató.
Debería sentirme feliz. Debería sentirme menos nerviosa.
Entonces, ¿por qué estoy a segundos de hacerme pis encima? 104
Instintivamente hundo mis brazos sobre mi pecho.
Llevo varias horas en el bar. Dado que no tengo absolutamente
ninguna experiencia detrás de la barra, y algunos dirían nada que
hacer en cualquier lugar cerca de un bar, me limité a la limpieza,
almacenamiento y cobro. Fue una buena distracción.
Pero ahora estoy aquí, acobardada. Estoy a punto de subir a esa
montaña rusa tenebrosa por segunda vez, a pesar de que sé
exactamente qué tan tenebroso eso es. Tal vez no estará tan lleno esta
noche. Quizás… Conteniendo el aliento, miro alrededor de la barra y
veo un mar de cabezas. Se pueden haber multiplicado en los últimos
diez minutos.
Esto es ridículo. Estoy interpretando un papel. Charlie Rourke es
una diva del pole dance segura de sí misma. Eso es todo lo que es esto.
Un papel que interpretar. Los actores hacen escenas incómodas todo el
tiempo. Soy una actriz, y esto es simplemente una escena incómoda.
Que voy a interpretar una y otra vez.
Seis noches a la semana.
Durante meses.
Oh, Dios. Voy a enfermarme.
Tomo una respiración profunda y calmante, y me recuerdo a mí
misma con un murmullo—: Te mereces esto, eres una perra
narcotraficante.
—¿Cómo va tu cosa del miedo escénico? —dice una voz ronca
detrás de mí.
—¡Ginger! —chillo, en parte feliz, en su mayoría con pánico de
que pueda haber oído mis pequeñas palabras de aliento. Por la sonrisa
en su cara, sé que no lo hizo. Pongo mis brazos alrededor de su cuello,
como lo hice la noche anterior—. Odio hacer esto —admito, en un
estallido raro de debilidad.
—Guau, realmente tienes un mal caso de nervios. —Ríe mientras
me despego de ella—. Lo harás bien. Eres increíble allí. —Moviendo las
cejas, agrega—: Debería saberlo. —Hay una pausa y luego una
pequeña sonrisa acurruca sus labios—. Cain está mirando.
—¿Qué? —Siento que mis ojos se amplían mientras me giro y miro
de nuevo.
Efectivamente, veo su delgado cuerpo colgando encima de la
barandilla junto a Nate, sus hermosos ojos oscuros en el escenario.
Esperando en silencio. Mi corazón comienza a golpear contra la pared
de mi pecho. —¡Dijiste que nunca sale del club! —No estaba allí cuando
salí de la zona del bar para cambiarme. 105
Y lo sé porque yo lo estaba mirando.
Se encoge de hombre en un yo-no-sé-qué-te-dije. —No lo hace.
Nunca mira a las bailarinas, Charlie.
—Sí, él tampoco duerme nunca con ellas, ¿verdad? —murmuro
burlonamente, ganándome su ceño interrogante. Con un suspiro, me
explico—: Lo vi salir una noche con China. Estaba bastante claro lo que
nuestro padre proxeneta estaba haciendo por allí.
—Oh. —La cara de Ginger se arruga con fuerza mientras agita la
cabeza—. La estaba ayudando a estudiar para su examen de
desarrollo de educación general. La chica es bastante disléxica. No
podía ensartar cinco palabras juntas cuando la contrató, y ahora ella
quiere un diploma de la escuela secundaria. Eso es todo lo que era.
Confía en mí.
Miro al suave propietario del club de striptease. ¿Ayudarla
a estudiar? ¿En serio? —Ella seguro que no hace que se vea así —digo, y
mi duda es obvia en mi tono, aunque siento una oleada de alivio
atravesar mi cuerpo.
—Por supuesto que no. China ha estado enamorada de Cain
durante años. Cualquier posibilidad que consiga para reclamar su
territorio ficticio sobre él, lo tomará. Y, palabra de advertencia —
añade—, nunca dejes que Cain te oiga llamándolo proxeneta. Eso es
un punto sensible para él. Tu favorito, Rick Cassidy, lo llamó así una vez,
en la cara. Cain golpeó bien su culo. Nate lo quitó antes de que
pudiera matar al hombre.
Trato de imaginar al hombre reservado de ahí dándole una paliza
a alguien. Es difícil. Incluso hoy en día, cuando él estaba tratando con
mis vecinos locos, era inusualmente tranquilo. La única señal de que
estaba listo para ofrecer una paliza fueron sus manos tensas a los
costados.
—¿Por qué está ahí afuera, Ginger? —La última cosa que quiero
hacer es que Cain se arrepienta de contratarme.
—Bueno, de acuerdo con Ben, Cain realmente disfrutó tu show de
anoche.
—Disfrutar como…
Miro para encontrar su sonrisa lasciva. —Al igual que gozarlo. —
¿Cómo demonios iba a saberlo Ben? ¿Estaban hablando de mí? Una
nueva y más poderosa erupción de nervios alborotados me golpea. Me
tenso cuando su fría mano frota mi hombro—. Así que tienes que ir allí y
burlarte de él.
—¿Qué? —grito. Cain no parece ser el tipo de persona que
apreciaría las burlas.
Sus delgados hombros desnudos se sacuden cuando se ríe. —
Mira, si tuviera que salir y desnudarme para un bar lleno de hombres, me
106
gustaría elegir uno y pretender que no hay nadie más allí. Uno con el
que realmente querría desnudarme en una habitación, a solas. Ya
sabes… si no fuera lesbiana.
—Estás loca. —Un golpe contra el vidrio por encima de mí me
dice que Terry está a punto de reproducir la música y mi estómago se
contrae.
—Lo estoy, pero eso no viene al caso. Hannah odia subir al
escenario y, entonces, eso es lo que lo hace. Eso funciona para ella.
—¿Por qué Cain?
Resopla. —Porque sé que piensas que es una preciosidad. Y
puedo decirte que es un hecho que él es un hombre increíble. Y debido
a que cada una de las bailarinas de aquí morirían por tener la atención
de Cain sobre ellas. Así que toma ventaja de ello. Él es sexy y seguro.
La música comienza pulsando a través de los altavoces.
Desnudarme para Cain. —No sé si hacer eso va a ayudar con mis
nervios, Ginger.
Se encoge de hombros. —Vale la pena. Dijiste que estabas en la
actuación, ¿verdad?
—Sí.
—Bueno, ve y actúa como si estuvieras tratando de seducir a tu
atractivo, magnifico, rico e intocable jefe. Puede ser un apoyo, al igual
que tu peluca. —Resopla—. Podría ser divertido.

***

Hay una posibilidad de que simplemente sea despedida.


No sé por qué escuché a Ginger. Probablemente porque estaba
desesperada. Y desnudarme para Cain sería agradable. Idealmente, no
con un centenar de hombres mirando. Y, a decir verdad, hizo que estar
en el escenario fuera un poco más fácil.
El hecho de que Cain aparentemente “disfrutó” mirándome
anoche, estimuló una necesidad dentro de mí para complacerlo de
nuevo. Pero el hecho de que él ya me había pedido que no me quitara
la ropa para él debería haberme detenido.
¿Tal vez no se dio cuenta de lo que estaba haciendo? Por la
expresión fría y dura en su rostro, y la forma en que su cuerpo se movió
hasta que estuvo de pie rígidamente, dudo eso seriamente.
Cuando se acerque a mí esta noche, lo negaré, por supuesto.
Pero no se me acerca después del espectáculo. Lo abandona 107
inmediatamente después que me bajo del escenario y nadie lo ve por
ahí de nuevo.
Y entonces termino mi turno, empujando la realidad de
desnudarme dentro de una pequeña y ordenada caja. Lo pliego en la
parte más oculta de mi mente, como algo que tengo que hacer, por
ahora. Al igual que lo que hago para Sam.
No será para siempre.
Traducido por Verito
Corregido por *Andreina F*

Show número tres.


Ayer creí que era mi imaginación. Sólo ilusiones de mi polla.
Salí para ver la representación de Charlie. Llámalo un instinto del
estómago. Más como un instinto de la ingle, si soy completamente
honesto. De cualquier manera, salí para ver si su segunda noche sería
tan buena como la primera.
No lo fue.
Fue mejor. 108
Porque sus ojos se hallaban en mí al momento en que apareció. Y
siguieron ahí mientras se movía, deslizándose sobre mí íntimamente,
como si compartiéramos un secreto.
Y cada artículo de ropa que se sacó fue frente a mí, así que tuve
el impacto completo de la revelación, sus pechos saltando a
saludarme.
También lo hizo cada tipo junto a mí, pero que se jodan.
Mi polla me dijo que era todo para mí.
Así que, por supuesto necesitaba venir aquí esta noche, sólo para
ver si mi polla había estado jugando trucos conmigo.
Creo que Charlie acaba de guiñarme un ojo.
No debería estar disfrutando esto, pero no podía evitarlo. Lo
hago. Demasiado.
Necesitaba parar de venir aquí cuando Charlie baila.
Traducido por Mire
Corregido por Karool Shaw

Show Número Siete


Estoy jugando el papel de la stripper que se burla de su estoico
jefe. Eso es todo lo que es esto.
Y debo estar haciéndolo muy bien, porque no hay duda en mi
mente que Cain lo disfruta. Puedo decirlo por la forma en que se inclina
hacia delante, la forma en que su boca se abre, la forma en que sus
manos agarran la barandilla tan fuertemente que la tensión ondea a
través de sus brazos... Por el mismo hecho de que está ahí fuera,
mirando. Noche tras noche. 109
Tomo una respiración profunda y muevo las caderas con el sonido
lento de la guitarra de Head of the Herd’s “By This Time Tomorrow”,
mientras alcanzo a enlazar mi dedo a través del lazo de la parte superior
de mi bikini. Dejar al descubierto mis pechos así aún se siente como un
puñetazo en el estómago. La única cosa que hace que sea más fácil es
asegurarme que estoy frente a Cain cuando siento al aire frío golpear
mi piel y lanzo el pequeño trozo del material con lentejuelas. No me
importa que Cain me mire así, y eso ayuda a bloquear los silbidos al azar
y los gritos de apreciación de los verdaderos clientes.
Lo hago nuevamente ahora, ya que tengo todas las noches
desde mi segundo show, deteniendo mis caderas y bloqueando mis ojos
con los suyos en lo que tiro mi top a su dirección. Normalmente
atraparía sus ojos bajando por mi cuerpo por un segundo antes de
levantarlos a mi rostro otra vez.
Esta noche, sin embargo... la mano de Cain se desliza de la
barandilla para llegar abajo y apretarse a sí mismo. No me siento segura
de si quería que yo lo viera. Sería la primera vez que ha hecho algo tan
visiblemente sexual. No logro evitar que mi mandíbula se caiga por una
fracción de segundo. Mientras mis ojos vuelven a su rostro, veo su
habitual máscara indescifrable y supongo que él no se dio cuenta de
que lo hizo.
Hasta que hace un guiño.
El simple acto envía una sacudida a través de mi cuerpo, hasta
mis muslos. Tomando una respiración profunda, soy incapaz de reprimir
mi sonrisa mientras me sumerjo en lo de antes.
Parece que ya no soy la única jugadora en este pequeño juego.

***

—Oh, vamos. Como si no intentaras hacer esas bebidas


desagradables —murmura Ginger, vertiendo una ronda de Guinness
mientras sus caderas se mueven con la música. Ginger no se queda
quieta. Nunca—. ¿Quién no sabe cómo mezclar un Harvey
Wallbanger?2
En mi tercera noche aquí, Ginger decidió que sería una buena
idea de pasarme de verter shots consecutivos y jarras de cerveza a
mezclar cócteles. Sin instrucción. A los clientes no pareció importarle,
sobre todo al anunciar que mi “desfloramiento” estaba en ella.
Posterior a que mi primera creación torciera la cara de un cliente
de manera tan nauseabunda que Dee Dee corrió por un cubo, que se
convirtió rápidamente en un juego. Ginger me hizo hacer al menos una
bebida extraña para mí por noche, otorgándole a mi brebaje un nuevo
nombre basado en su estado de ánimo y en lo que la cara de ese
110
valiente cliente luciera al instante en que sus papilas gustativas fueran
atacadas.
Los nombres suelen hacer caer mi mandíbula.
Ginger tiene una imaginación sorprendentemente sucia.
Levanto una mano al nivel de mi mejilla. —Claramente, yo.
—Oh, todavía hay bastante que aprender —murmura,
guiñándome un ojo cuando desliza las bebidas en el mostrador—. Te
juro que pensaba que nunca festejaste un día en tu vida antes de
Penny.
¿Las fiestas de la escuela secundaria con cajas de cerveza y
refrigeradores con Smirnoff cuentan? Sam era estricto con solo un par
de cosas, y beber era una de ellas. Él dijo que era peligroso, que
terminas diciendo cosas que no debes decir y metiéndote en un
montón de problemas. Bueno, estoy segura de no querer caer sobre
cualquier cosa de lo que hacía, por lo que evité el alcohol la mayor
parte, tomando una bebida toda la noche para que no estuviera con
las manos vacías. Así que encajo.

2 Cóctel a base de vodka y zumo de naranja.


He estado trabajando en Penny por hace más de una semana y,
tan impactante como es admitirlo, no sabía que pudiera tener más
diversión en mi vida. Pasar el rato con Ginger y Dee Dee en el bar toda
la noche es divertido, las noches pasan rápidamente, y hago un buen
dinero. No tan bueno como lo estuviera haciendo en las habitaciones
VIP, pero Cain no lo ha permitido aún. Estaría mintiendo si dijera que no
me sentía aliviada sobre ello. Y temiendo el día en el cual tuviera su
aprobación.
Porque entonces no tendré excusa válida.
Desnudarse en el escenario sigue siendo horrendo, nervios
destrozados por cuatro minutos, como mucho, pero mi mente ya no
tiene que desviarse a la montaña, la playa y todos esos otros lugares
que me imagino yendo cuando termine de ser Charlie Rourke. Eso sigue
poniéndose cada vez más atascado en una habitación con poca luz, a
solas con Cain.
En su despacho.
En una habitación VIP
En el camino al refrigerador de la cerveza.
En serio... en cualquier lugar.
Ginger ha creado un monstruo.
111
Y lo que alimenta estos pensamientos ilícitos es el hecho de que
Cain sigue saliendo a mirar. No se ha tocado más la polla, ni guiños. Él
no hace ningún esfuerzo para hablar conmigo desde que me contrató.
Las pocas veces que me he cruzado con él en los pasillos traseros, he
conseguido nada más que un movimiento de cabeza.
Pero en lo que estoy en el escenario, siento esos ojos oscuros en
mí, como los de un depredador acechando a su presa, mientras que la
música vibra a través de mi cuerpo, y mis piernas envueltas alrededor
de la fría barra, mi cadera girando y rodando e inclinada y agachada.
Ciertamente soy una actriz fantástica.
Y Cain es una distracción aún más fantástica.

***

Show Número Trece


Me he vuelto audaz. Me cambié los pantalones muy cortos, ya
que, a pesar de lo que dijo, no quiero que Cain se aburra. Así que he
adoptado la combinación de esta pequeña-falda-parte inferior del
bikini que es más reveladora, pero no completamente. Al igual que un
traje de baño pequeño, me digo.
Y no me molesto en ocultar lo que estoy haciendo nunca más. Lo
enfrento frontalmente mientras mis dedos se enroscan alrededor de la
tela de mi parte superior y lo sacan. Mientras le doy un guiño. Veo sus
labios abrirse un poco y la sombra de una sonrisa en el momento en que
sus ojos se pasean sobre mi cuerpo, sin pudor. Incluso desde aquí, veo el
fuego en ellos.
Me encanta la sensación de sus ojos en mí.
Aunque la posibilidad de él siendo mi proxeneta se ha
desvanecido, aún no sé qué demonios pensar sobre Cain. Por la noche,
cuando estoy acostada en mi cama, aliviándome a mí misma de esta
frustración acumulada, así puedo quedarme dormida, sigo todavía
imaginándolo como un hombre exigente sin emociones.
Solo ahora, es de una manera muy atractiva.
No estoy segura de cuán precisa fue Ginger cuando lo llamó
“seguro”.
Este es mi jefe.
Pero, mientras espero silenciosamente para escapar de mi vida,
esto también es un infierno de un juego embriagador.

112
Traducido por Valentine Rose & Vani
Corregido por Anakaren

—¡Cain!
—¡Dos semanas y media por una simple investigación de
antecedente! ¿Para qué mierda te estoy pagando, John? —Estoy
agradecido de haber tenido el buen juicio al instalar una barrera de
sonido en los muros de mi oficina. No ahoga por completo la palpitante
música del club, pero, al menos, puedo tener una conversación
telefónica sin gritar.
Una bocina resuena de fondo y me imagino el redondo
113
estómago de mi investigador privado presionado contra el volante de
su soso sedán negro, siguiendo a la infiel esposa de alguien o a un
estafador a través de las calles de Los Ángeles. Pasa la mayor parte de
sus días haciendo eso. Y son días pesados por lo que me cuenta. John
trabaja más que yo. Después que su tercera esposa lo dejara, se dio
cuenta que el matrimonio y su carrera no congeniaban.
Conocí a John hace diez años, cuando él aún era un policía. Es
muy informado, rápido, de confianza y —lo más importante— es muy
discreto en lo que a él respecta. También es caro, pero lo vale. Lo
contacto para revisar todos los expedientes de mis empleados.
Encuentra cosas que ningún investigador jamás encontraría, y
usualmente obtengo respuestas de su parte dentro de unos días.
—Sí, bueno, esto no es Backgrounds R Us3 —gruñe irónicamente;
las habituales indirectas que normalmente los empleados usan en
lugares así—. Este tomó un poco más de trabajo…
Mi estómago se tensa mientras espero silenciosamente por su
veredicto, preguntándome qué descubrió. He estado temiendo este
momento.

3Agencia de Investigadores privados


—Tienes a una fugitiva ahí, Cain. Charlie Rourke fue vista por
última vez en Indianapolis hace cuatro años. Se fue en su decimoctavo
cumpleaños, y nadie la ha visto desde entonces. No hay ningún registro
policial. Ha sido un fantasma hasta que abrió una cuenta bancaria, y
reservó un vuelo de Nueva York a Miami en mayo.
—Huh. —No debería estar sorprendido, sin embargo, lo estoy. He
tenido a otras fugitivas aquí antes. Kacey, una extraordinaria barman
pelirroja y la mejor amiga de Storm, fue una. No le había tomado mucho
tiempo a John apilar lo fundamental que explicaban a la inaccesible
mujer de cabellos de fuego: el accidente que mató a sus padres, sus
graves heridas, la larga recuperación psicológica, la recuperación
mental inexistente.
Las consecuencias de la auto-destrucción.
Pero no fue difícil descubrir que Kacey intentaba escapar. —¿De
qué está huyendo Charlie?
—Mi suposición es de su padre alcohólico y abusivo. Golpeaba
fuertemente a su madre, hasta que finalmente murió hace tres años. El
padre está en Pendleton de por vida por eso.
—Mierda. —Paso una mano por mi cabello. Si ha estado huyendo
por cuatro años, me pregunto si incluso sabe que su madre está
muerta—. ¿Algún otro familiar? 114
—Un tío, el hermano de su padre. Además de él, nadie más.
—Así que es de fiar. O sea, su edad, ¿todo lo demás está
controlado? —Contengo el aliento. No hay nada de la mujer que llevé
al escenario que diga “niña”.
—Sí, así parece.
Me acomodo en la silla, las semanas de tensión
abandonándome.
—La licencia de conducir que salió es la misma que me
mandaste. No hubo ninguna antes. También encontré una antigua
fotografía de ella. Parece ser la misma chica. Es difícil de confirmar, sin
embargo, especialmente cuando tu chica se arregla tanto a cómo es
en realidad.
Aquello no me sorprende. He visto a Charlie bajo todo ese
maquillaje. Luce completamente diferente. —¿Su color de ojos?
—Azul, creo. Espera… —Hay un crujido—. Sip… azul.
El violeta podría ser confundido con el azul. A menos que la foto
sea de buena calidad al mirarla de cerca, nadie sería capaz de decirlo.
—Y no fui capaz de confirmar su trabajo en ese club en Las Vegas, pero
mis fuentes me dicen que el propietario ha sido conocido por hacer
contratos ilegales, así que es bastante posible que esté diciendo la
verdad.
—Huh. —No dudo que haya trabajado ahí. Por la manera que
baila, sabe lo que está haciendo—. De acuerdo, bien.
—¿Por qué… estás tocando eso?
—John…
—Sí, sí. Ya lo he escuchado antes. —Su desconfianza me
molesta—. Estaré en Miami en unos meses, creo. Pasaré por ahí. A
disfrutar un par de espectáculos.
—Hazlo. Pide a Mercy. Tu viejo y gordo trasero tendrá un ataque
al corazón.
La risa como respuesta me hace sacudir la cabeza y sonreír. John
está en el comienzo de sus cincuenta y, si es como recuerdo, aún sigue
viviendo de café y grasosas hamburguesas. —Sería bueno verte de
nuevo, amigo mío.
Colgando, volteo a la pila de papeles con la escritura
garabateada de Charlie. Así que, ha estado fuera del radar por cuatro
años. Debió haber estado quedándose en casa de sus amigos. Casas
de chicos. Aceptando trabajos ilegales para sobrevivir. Supongo que es
por eso que no hay registros de ella. Sin cuentas de gas, sin tarjetas de
crédito. Nada.
Tal vez tenía miedo de ser encontrada, y es por eso que mantuvo
un perfil bajo. O tal vez descubrió que su papá está en la cárcel, y
115
piensa que está a salvo, por lo que ha salido de su escondite.
Especulación. Eso todo lo que he obtenido.
El que haya rehusado a las demandas de Rick Cassidy me dice
que probablemente no llegaba a fin de mes en los callejones. Me
encuentro respirando mucho más fácil ante esa información. Pero los
zapatos y ropa de diseñador. Y el nuevo auto que obtuvo de una
supuesta herencia. Encuentro ese detalle difícil de creer, especialmente
ahora.
Lentamente, me froto la barbilla mientras pienso en este acertijo.
Hay una gran posibilidad que Charlie obtenga dinero por sexo, pero si
es así, con una muy sana clientela. Un hombre rico, incluso. Pero
entonces, ¿dónde está todo el dinero? ¿Dónde fue? ¿Por qué no a una
cuenta bancaria hasta hace unos meses atrás?
No importa, decido, con una determinada mirada. Si ella está
aquí, debe estar intentado comenzar desde cero. Y es tiempo que me
detenga de estar evitándola porque, simplemente tal vez, pueda
ayudar.
Si confía en mí.
Y si me puedo controlar a su alrededor.
***

El estallido de la música me golpea cuando salgo de la


habitación. El rostro de Ben muestra una gran sonrisa cuando me ve, y
su boca comienza a moverse mientras dice algo en su auricular a todos
los porteros. Tengo una buena idea de lo que es, porque Nate me puso
al corriente de la charla. Simplemente le doy una dura mirada, y
continúo caminando. Por años, hice unas cuantas rondas por el club
cada noche. Pero los clientes comenzaron a sacarme de quicio, y ver a
mis empleadas presumir sus cuerpos nunca ha sido lo mío. Por lo que
dejé de venir hace dos años, a menos que hubiese un problema que la
seguridad no pudiera manejar.
Y, sin embargo, cada noche por las pasadas dos semanas,
cuando las manillas del reloj de mi pared marcan las once, me
encuentro deambulando con un vaso de coñac en la mano e
inclinándome contra la barra.
Como el perro de Pavlov.4
Sólo que no hay un hueso de hule al final del camino. Sólo una
hermosa bailarina, y una frustración acumulándose.
Me he convertido en un masoquista. El sufrimiento parece haberse
desarrollado durante una noche. La noche que Charlie comenzó a 116
trabajar aquí, para ser exactos. Y cada noche después de eso, he
venido a observar su show.
Para mí.
Es muy claro, muy obvio que es para mí.
La tensión entre nosotros es evidente, y crece en un tan alarmante
ritmo a una profunda y embriagante conexión, altamente riesgosa. Soy
un adicto. Ya no hay manera que pueda permanecer quieto en mi
oficina mientras Charlie está allí arriba en mi escenario. Peor aún… he
comenzado a irme más tarde del bar en la noche. Tengo suficiente
sentido común para alejarme de ella, matando el tiempo al tener
conversaciones con Nate, alguna de las bailarinas, y un poco de
clientes a los que no quiero estrangular.
Pero la carga eléctrica entre nosotros sigue intensificándose.
Encuentro a Nate de pie inmóvil en su lugar —con la mejor vista
del lugar— le doy un palmetazo en su hombro. Sabe mejor que
comentar mi aparición cronometrada. —¿Cómo estás? Atestado de
nuevo, por lo que veo.

4Experimento que Ian Pavlov hizo con su perro con el objetivo de un entrenamiento
psicológico.
Con un gruñido, reporta—: Saqué a dos chicos, pero ha estado
bastante aburrido.
—Bien. —Mis ojos se dejan llevar al suelo, mentalmente
calculando cuánto se llevara una chica promedio a casa con esta gran
multitud. Afortunadamente, una gran cantidad. Miro al escenario
donde me muestra que Cherry está llegando al final de su show.
Ella es la siguiente.
La atención de Nate se centra en su auricular por un momento.
Con el ceño fruncido, lo escucho anunciar—: Kinsley y China están
discutiendo de nuevo. Ben se está dirigiendo al camerino ahora para
separarlas.
—Mierda —murmuro—. ¿Qué voy a hacer? Una de ellas tiene que
irse si esto sigue así. —Tendrá que ser Kinsley. La chica está pagándose
la universidad con este trabajo, pero no estoy tan preocupado por ella
tomando el tipo de decisiones estúpidas y desesperadas que China
haría. Ella terminaría de vuelta en algún lugar como Sin City si la
despido.
—Tal vez deberías ir y hablar con ellas —sugiere Nate.
—Tal vez tú deberías —respondo. La última vez que fui al camerino
para separar una pelea de gatas, terminó en lágrimas y las dos mujeres
desnudas sollozando, frotándose a cada lado mío y rogándome que las 117
perdone.
—Diablos, no. Yo me ocupo de la seguridad. Encuentra a un
mánager para que lidie con esa mierda.
—¡Por supuesto! Simplemente preséntame a alguien que no me
robe, o trate a mis empleadas como putas. —Dos veces en el pasado,
contraté a managers porque sabía que necesitaba ayuda dirigiendo un
club de este tamaño. Atrapé al primero echando un vistazo a los
depósitos de dinero nocturnos, e intentó culpar a los empleados. Al
segundo lo encontré en una habitación privada exigiéndole a una
chica bailes eróticos a cambio de un mejor puesto en el escenario. El
imbécil ni siquiera tuvo la decencia de apagar las cámaras. Cuando se
las reproduje para él, su única respuesta fue un encogimiento de
hombros y un—: Creí que bromeabas acerca de eso.
Sacudo la cabeza. —Necesito a una mánager que maneje esta
mierda. —Ginger ya se hace cargo de la mayoría del personal
femenino y sus horarios. Se ofreció para hacerse cargo hace un año,
después de que una de las bailarinas me tendiera una hoja de papel
con las fechas de su ciclo menstrual para planificar todo. Soy bueno en
ofrecer departamentos, y en espantar novios holgazanes. No soy el
chico que sigue la vía del calendario hormonal.
—Y a la vez una psicóloga —suelta Nate, escuchando mi gruñido
en consentimiento.
La voz de Terry suena por los parlantes mientras Ben se desliza
junto a mí. —Todo resuelto. Por ahora.
—¿Cómo lo hiciste?
Ben pasa sus manos arriba y debajo por su pecho. —Les dije que
no tienen que pelear por mí. Con mucho gusto me las llevaré después
del trabajo esta noche.
—Entonces las amenazaste…
Ben ríe ligeramente. Después de un momento de silencio,
casualmente dice—: ¿Qué estás haciendo aquí, jefe? —Echando un
vistazo a su inexistente reloj con un fingido ceño fruncido, continúa—:
¿Ya son las once?
—Puedes sacar esa sonrisa de mierda de tu cara en cualquier
momento, Morris.
Sólo provoca que crezca más.
—¿Cuándo vuelven esos resultados del bar? —Mantengo mi voz
plana cuando volteo a ver el escenario.
—¿Por qué?
—Así puedo despedir tu trasero de una vez.
—En septiembre. —Sonríe con suficiencia, ni siquiera un poco
preocupado—. Así que… ella aún está soltera, por lo que dicen por ahí
118
—remarca Ben mientras los primeros acordes de una fuerte canción
suenan. Cada una de las elecciones de Charlie es diferente a las
normales canciones pop. Las canciones son apresuradas y energéticas,
pero con una ventaja al igual que ella en el escenario. Es como si ella se
transformara en otra persona.
Por el brillo en los ojos de Ben, sé que me está observando. —No
tengo ni idea. —Es una mentira. Sí tengo idea. Estoy bastante seguro
que está soltera. Por lo que me ha dicho Tanner, no ha visto salir a nadie
de su casa.
Y por supuesto, le he pedido que mantenga un ojo.
—Ella es increíble —murmura Ben, yaciendo derecho cuando la
figura curvilínea sale en un nuevo vestuario —una pequeña falda
plateada y una remera hecha tiras— y va directo a un elegante giro
mientras sus ojos se fijan en los mío—. Mierda, ¿viste la mirada que
acaba de darme?
—Eso no era para… —Me muerdo la lengua para reprimir el resto
de mi respuesta. Mierda, mordí el anzuelo y Ben lo sabe, pero no dice
nada. Simplemente continúa siendo un gran imbécil.
—Quieta y calmada. Concentrada. Sin ser molesta y no se queja.
Simplemente tan… misteriosa. Puedo verme con ella. —Siento mi
mandíbula tensarse mientras Ben se inclina hacia mí—. Tienes un poco
más de tiempo para que le llegue una persona, pero cuando me
marche de aquí… no hago promesas. Excepto una. —Arquea las
cejas—. Ella no me va a rechazar.
—Vete a trabajar, Morris. —Estoy listo para sacarle los dientes
blancos de niño bonito de su arrogante boca, de un puñetazo. Pero
mayormente, quiero que se largue así puedo centrar toda mi atención
en mi chica.
Mierda, no es mi chica.
Ben se va con una triunfante sonrisa en su rostro. No sé si está
molestándome o si no está bromeando al decir que irá tras ella. Con
Ben, en realidad nunca se sabe. Pero, ¿qué pasa si el maldito engreído
tiene razón, y ella no lo rechaza?
Ah, mierda.
Me volteo para ver las caderas de Charlie rodar en un
provocativo giro; la pequeña tanga bajo su falda revela suficiente
trasero para provocar al muy conocido pulso entre mis piernas. Ni
siquiera tiene que estar desnuda para que pase. Está hermosa, de
manera que puedo morir, completamente vestida. Estoy medio
agradecido que se arregle de la manera que lo hace cuando va al
escenario, con los rulos y el intenso maquillaje y los contactos. Quiere
decir que el público no logra verla como es. La verdadera ella. Lo que
yo logré ver.
119
Y tal vez es lo que está escondiendo.
—Es tan buena como Penny lo era. —Aquellas palabras se sienten
como un puñetazo en mi estómago. Nate nunca trae a Penny a
colación. De hecho, apenas se refiere a este lugar por su nombre.
Simplemente, siempre es el bar, o el club.
—Lo es. —Tal vez incluso mejor. El público amaba a Penny. Era
hermosa y dulce, y, a pesar que trabajaba en las habitaciones VIP, aun,
de alguna manera, mantenía ese aire de inocencia. Creo que sólo
buscaba a alguien que la ame. Usando su cuerpo como incentivo era
la única manera que pensó que lo lograría.
—¿Esto es todo de lo que se trata? —incita Nate—. ¿Te recuerda
a Penny?
Paso la lengua sobre mis dientes, decidiendo qué quiero decir.
Nate no es un chico que lo deja ir. No después de todo lo que hemos
pasado juntos. No cuando trae a colación a Penny. —No. Quiero decir,
luce como ella y baila como ella, pero… —Charlie no parece tan
inocente. Y donde Penny era alegre, dulce y transparente, Charlie es
reservada e imposible de descifrar. No creo que esté desprovista de
emoción; creo que sólo lo guarda más que la mayoría. Pero, ¿por qué?
—Ella parece tener su cabeza clara, por lo que he escuchado. Y
no puede sacar sus ojos de ti.
Aquí vamos. Esto es por lo que me he puesto al día con Ben y
Ginger. Al parecer, ahora voy a hablarlo con Nate. —No sé cuándo este
lugar se convirtió en una maldita cafetería de secundaria, Nate.
Me ignora. —Sabes, todos aquí estarían contentos si te decidieras.
Saco mi atención de la atlética pierna de Charlie alrededor del
caño para mirar a mi importante confidente justo a los ojos ahora. —Oh,
claro. Estarían muy felices por ver al jefe aprovecharse de la refrescante
stripper de veintidós años —murmuro, mi voz llena de sarcasmo.
La voz de Nate se vuelve dura cuando cruza los brazos—. Sí, lo
estarían, Cain. Bueno —agrega—, quizá no China, pero lo superaría.
Ruedo los ojos. China ha tenido una cosa por mí durante años. Por
el momento, ella ha respetado la resistencia que mantiene nuestra
relación platónica, no soy idiota. Sé que sus intereses se irán.
—Mi punto es que has probado tu punto. No estás en esto por el
culo, el dinero o por dártelas de jefecito. No eres un jodido criminal. —
Me nivela con una mirada siniestra—. No eres como tus padres.
Me pongo a la altura de su mirada y bajo la voz. —Charlie no
tiene que estar atada a alguien como yo. No puedo hacerle eso. —
Sabe de lo que estoy hablando. Lleva mis secretos culpables con él
como si fueran los suyos propios.
Una ronda fuerte de aplausos estalla y me vuelvo a la escena a
120
tiempo para ver la parte superior de Charlie volar lejos, una tímida
sonrisa curvando su boca mientras me mira y toma su sujetador de
encaje negro. Debajo de eso... Mi respiración se engancha. Maldición.
Estoy bastante seguro de que podría tener eso. Esta noche, si quisiera. Si
fuera un completo idiota.
Gracias a Dios, mi oficina estaba equipada con un baño privado
con ducha. Tendré un grave caso de bolas azules esta noche. Al igual
que todas las noches desde que empezó todo este juego.
No esperaba esto de ella.
Y nunca esperé disfrutarlo tanto.
—¿Entonces por qué no la dejas trabajar en las habitaciones
todavía? —pregunta Nate.
Tomo un sorbo de mi bebida. El cuarto de la noche. —No creo
que jamás haya trabajado en un VIP antes.
—¿Entonces? Mercy tampoco. O Hannah. O Levi...
Sé exactamente a dónde quiere llegar Nate. Nunca he parado a
ninguna de las chicas de hacer lo que quieren por dinero, mientras
estén a salvo y sea legal, porque soy lo suficientemente inteligente
como para saber que si ellas han envuelto sus cabezas alrededor de la
idea, entonces lo que yo les diga no va evitar que suceda. Ellas solo van
a terminar en algún lugar de mala muerte como Sin City o Teasers. O
peor... en un callejón. En algún lugar donde nadie las busque. —Sabes,
para un hombre con una palabra diaria o máximo diez, has ido muy por
encima hoy.
La única respuesta que obtengo es un bufido. Y esa mirada letal.
—Está bien. No quiero a Charlie haciendo esa mierda con
alguien. —No juzgo a estas chicas por lo que hacen y no voy a tratarlas
con menos respeto a causa de ello. Demonios, se los permito. Pero, me
acuerdo de los nudos en mi estómago cada vez que veía a Penny
volver de una habitación VIP. Odiaba verla volver de allí. Odiaba la
idea de ella en el regazo de esos tipos.
Pero lo permitía.
Y cada vez que trataba de imaginarme con Penny, el
conocimiento de que le permití venderse a sí misma de esa manera se
deslizaba dentro de la imagen, como huellas digitales sucias en un
hermoso lienzo. Cuando me enteré que Charlie probablemente nunca
ha estado en un ambiente VIP antes... No voy a mentir, la emoción me
recorrió.
Ella no está contaminada por esas huellas sucias.
Todavía.
Y egoístamente no quiero dejar que suceda.
121
—Con nadie, excepto tú, quieres decir —Nate corta mis
pensamientos con ese tono de complicidad.
—No me he sentado...
—Pero quieres. Admítelo.
No digo nada.
—Ella es la primera persona que te he visto mirando en dos
ocasiones desde que Penny estaba alrededor. Y nunca acostumbrabas
a salir y ver a Penny en un escenario como este. Charlie se ha metido
debajo de tu piel. Eso tiene que significar algo, Cain.
—Eso significa que tengo que ser realmente duro. —Ese es el
eufemismo del maldito siglo. La noche que mudé a Charlie a su nuevo
lugar, Grace —una heredera de veintiocho años de un importante Valle
de Sonoma de viñedos— estaba en la ciudad y me hizo una visita
nocturna. No podía sacarme los ojos violetas de Charlie y su cara de
muñeca de mi cabeza. Eso habría estado bien, no había dicho su
nombre cuando me venía.
Después de esa noche, he evitado llamar a Vicki, Rebecka o
cualquiera de las otras chicas en mi marcación rápida, pensando que
tendría mi enamoramiento con la chica bajo control antes de
arriesgarme a insultar a otra mujer. Dos semanas más tarde, mis bolas
están a punto de estallar. No sé cómo los monjes sobreviven.
Probablemente no por ver show de strippers en vivo todos los días.
Inhalo bruscamente cuando Charlie desabrocha el sujetador del
cordón negro, estremeciéndome con un espasmo de dolor en mi ingle
ya que aparecen dos pezones de color rosa caramelo. Ben tiene razón.
Deben ser falsos, son tan perfectamente redondos y... perfectos. Amo y
odio que ella esté allí arriba en el escenario. Amor, porque es la única
manera en que voy a llegar a verla así y alimenta las fantasías enfermas
constantemente girando en mi cabeza. Odio porque todo el mundo
está viéndola de esa manera y con los malditos mismos pensamientos
sucios.
Mirando a sus miembros fuertes pero delicados, no puedo evitar
preguntarme si su padre abusivo tenía pensamientos sucios sobre ella.
Mis dientes se aprietan al instante por esa pregunta, mi deseo de tomar
medidas. ¿Cuántas veces fueron esas partes de su hermoso cuerpo
magulladas y rotas por ese idiota? Gracias a Dios que está en la cárcel
o lo perseguiría y lo haría sufrir realmente.
—John volvió a mí, Nate. Charlie tiene un pasado, lleno de
comemierda. Ella no necesita otro para añadirlo a su colección.
Nate suspira, sacudiendo la cabeza. —Mierda —lo oí murmurar en
voz baja. Si hay un tipo cuya debilidad por estas chicas tan sensible
como la mía, es Nate. 122
—Ella está aquí para hacer dinero, no para hacerle frente a su
jefe alcanzándola. —A pesar de que parece decidida a torturarme—. Y
tengo suficiente para hacer frente. No necesito añadir una aventura
con una empleada a mi propio plato. Estoy haciendo lo correcto al
mantenerme alejado de ella. —Puedo escuchar el tono de mi voz. Es
sólido y convincente. Pero no estoy tratando de convencer a Nate.
Soy yo quien se necesita convencer, mientras la veo, imaginando
cómo se siente su sudor.
—Tal vez no deberías estar de pie aquí como un niño muriendo de
hambre a la espera de un pedazo de pan fresco, entonces —hay
regaño en su tono seco—. Estás atormentándote, lo sabes.
—Vete a la mierda —devuelvo. Un hombre corpulento en el lado
del escenario me llama la atención. Está gritándole algo a Charlie. No
puedo escuchar, pero puedo leer sus labios, las palabras viles
formándose en su boca. La forma en que está haciendo un gesto con
crudeza en su regazo.
—Y saca al hijo de puta de la camisa amarilla de mi club, en este
momento. —Gruño. Normalmente, no boto a clientes por gritar cosas y
hacer gestos. Es un club de entretenimiento para adultos, donde las
mujeres muelen el regazo de chicos hasta que explotan en sus
pantalones, por el amor de Dios. Y sin embargo he estado echando
clientes todas las noches durante dos semanas, cuando Charlie los
enciende.
Nate no dice una palabra. Simplemente camina y con una
pesada mano sobre el hombro del hombre, y lo que imagino es una
instrucción contundente en su oído, acompaña al tipo sin argumento.
Nadie discute con Nate.
Desde donde Ben está de pie, lo sorprendo sacudiendo la cabeza
hacia mí.
Si, probablemente merezco eso.

123
Traducido por Diana
Corregido por Amélie.

—¿Viste cómo Cain echó a otro cliente? —dice una chica con un
brillante cabello rosado mientras se apoya en su silla para atar las
correas de sus absurdamente brillantes tacones, que combina con su
bikini absurdamente revelador de lunares plateados y negros.
—Seguro que estaba enojado por algo —dice la amiga de
Ginger, una dulce chica de pelo castaño llamada Ana. Después de una
pausa, analiza—: No puede ser dinero. Le llega por montones.
Me cambio en silencio, escuchando las conversaciones del
grupo, sin estar segura de qué añadir a la conversación. Espero que no
124
se den cuenta de que estoy aquí.
—Sólo necesita un buen polvo —bromea Kendra, una morena
bailarina con brillante cabello negro, mientras se quita su ajustado
vestido color verde lima a cambio de una mezcla de plumas y lazos —su
atuendo de escenario—. Levi, ¿por qué no dejas que se venga sobre
esas tetas?
La hermosa rubia con pechos muy grandes y muy falsos guiña un
ojo diabólicamente y el grupo de cinco mujeres estalla en risitas.
Están en racha con las historias sexuales a expensas de Cain esta
noche. Me pregunto si son realmente puras bromas inofensivas o si hay
una pizca de verdad en ellas, cuando Kendra susurra—: Alguien debe
estar provocando esa polla de ensueño para que no se corra... —Cinco
pares de ojos giran fuertemente a mirarme.
Ah, sí. Los rumores.
—Sólo estoy haciendo mi trabajo —me las arreglo para decir
después de tragar saliva, agachando la cabeza para ocultar mis
mejillas enrojecidas.
Las risas en el vestuario no me calman, incluso cuando se abre la
puerta y China entra, utilizando su traje de escena y llevando un bikini
hecho para una niña de ocho años. Me sorprende que se haya
molestado en poner nuevamente la ropa después de su show. Esa mujer
está perdiendo todo atisbo de modestia.
—¿Qué es tan gracioso?
—Oh, la chica nueva nos contaba cómo planea darle una
felación al jefe en su oficina esta noche.
Siento mi cara estallar de calor mientras niego con la cabeza.
Estas mujeres no sólo son groseras; son implacables.
—Por supuesto. —La risita amarga de China le sigue cuando toma
un asiento junto a un casillero—. Aunque estoy segura que la chica
nueva sabe que no tiene lo necesario para seducir a un tipo como
Cain. —Sus afilados ojos recorren de arriba a abajo mi cuerpo con una
acentuada sonrisa.
Hay un borde en su tono —casi una advertencia— que atrapo
inmediatamente. Y me molesta muchísimo. En lugar de ser decente,
esta mujer me hizo querer salir llorando del escenario la primera noche.
Desde entonces, no ha hecho nada más que dispararme feroces
miradas. Estoy segura de que ella comenzó el rumor de que soy terrible
en la cama. Y que tengo ladillas. Ahora, está tratando de ponerme en
mi lugar, y ese lugar es claramente debajo de ella y lejos de Cain.
No soy idiota. Traté con chicas celosas en la secundaria. Pero
probablemente debería tener cuidado a su alrededor. Sam me enseñó 125
a mantener siempre mis pensamientos para mí misma—. Guarda tus
palabras —decía—. Sólo revela lo que es absolutamente necesario. —
La manera que fui criada, la verdadera yo evita confrontaciones y
discusiones. Estaba satisfecha de dejar a los otros liderar, para ir con la
corriente.
Pero Charlie Rourke no lo va a aceptar con esta perra. Ella tiene lo
suficiente para aguantar. —Estoy segura de que si la chica nueva
tuviera interés, tendría su polla en sus manos en menos de dos segundos
—contesto dulcemente, mientras paso mi camisa sobre mi cabeza.
Silenciosamente agradezco a mi profesor de teatro de segundo
año por darme el papel de Regina George en la versión modificada
de Mean Girls de la escuela.
Por supuesto, no había ninguna charla sobre pollas en esa
actuación.
Pero Charlie Rourke puede adaptarse a cualquier situación.
Una fuerte erupción de silbidos y abucheos llenan la habitación, seguida
de palmadas en mis piernas. Supongo que me he unido oficialmente al
interno club de strippers. Por desgracia, la víbora de pelo negro me
mirara fijamente con una helada mirada que no está desplegando una
alfombra de bienvenida.
***

Miro a Ginger con interés mientras acepta un billete de veinte y


lanza un sugerente guiño a un cliente. Es fascinante —la manera que
coquetea con estos hombres, nunca en un millón de años podría
adivinar que no está interesada en nada más que sus propinas. Y, por la
radiante sonrisa que explota en la cara del hombre, él tampoco lo
haría.
—Oye —dice Ginger mientras ajusta uno de sus desordenados
pinchos que han perdido altura y ahora está cayendo sobre su ojo—.
¿Cuándo es tu cumpleaños? —Es tarde y el bar finalmente ha
disminuido, permitiéndonos la oportunidad de charlar.
—Catorce de febrero —contesto automáticamente mientras boto
los limones y el hielo de los vasos sucios.
—¿El día de San Valentín? —exclama, emocionada.
Me congelo. Ese no es el cumpleaños de Charlie. Es mi
cumpleaños. ¡Maldita sea! Aprieto los dientes, enojada conmigo misma
por el error. Normalmente soy muy buena manteniendo mis historias en
orden. Sin embargo, Ginger tiene una forma de relajarme, haciéndome
olvidar por qué estoy aquí en primer lugar. El cumpleaños de Charlie es
el veintitrés de septiembre, pero es demasiado tarde para corregirlo. 126
Mientras ella nunca vea mi identificación, debería estar bien. —¿Por
qué?
Se encoge de hombros. —Pensé que debería saber. Te veo todos
los días, después de todo. No quiero estar sentada, hablando... No sé...
—Hace una pausa, buscando algo sin duda atroz—, de depilaciones
brasileñas o hongos en los pies, cuando debería haberte hecho una
torta.
Arrugo la nariz en fingido disgusto, mientras que dentro de mi
cabeza, estoy haciendo cálculos. Debería haberme ido antes del
próximo febrero, así que no tengo que preocuparme por ello. Estaré
completamente sola en el mundo para celebrar ese día. El pensamiento
trae una punzada de tristeza en mi pecho. Dada nuestra cercanía en
casa, el trabajo y la natural energía de Ginger, nos hemos convertido en
íntimas amigas en un corto periodo de tiempo.
La voy a extrañar.
—Bueno, el mío es el veinticinco de diciembre, por cierto. Ambas
tenemos cumpleaños fáciles de recordar. Empieza a pensar en un
maravilloso regalo para mí.
—Eh. Eres como el niño Jesús. —Mentalmente hice una promesa
de enviarle una tarjeta cada año a Ginger, sin importar en dónde esté.
—¿No lo sabías? Soy la segunda venida5. Comienza a inclinarte
ahora.
Lanzo un popote en su cabeza, ganando un guiño.
—O quizás yo debería inclinarme ante ti. —Comienza a limpiar el
mostrador, evitando mi mirada interrogante—. Cain debería estar por
salir pronto. —Me dispara una penetrante mirada con esos ojos de gato,
agregando en tono seco—. Otra vez.
Por supuesto.
—Algo que quieras admitir, ¿Charlie?
Pasando por la entrada de la barra y rodeando la esquina para
limpiar un derrame en el mostrador, no puedo evitar la sonrisa que se
estira por mi cara cuando un río de emociones atraviesan mi cuerpo.
Haciendo que la negación que va a salir de mi boca suene
completamente deshonesta.
—Oh, ¡olvídalo! —espeta Ginger, su mano alejándome.
Estoy riendo cuando escucho—: Oye, bonita —Un alto y delgado
hombre de mediana edad se apoya en la barra junto a mí. Lo he visto
aquí antes. Es un cliente habitual de los fines de semana. Tiene cuidado
de no tocarme, por lo cual estoy agradecida—. ¿No estabas arriba al
escenario hace un rato? —Sus ojos bajan hasta mi pecho y mi mente
automáticamente convierte su pregunta, ¿No estaban esos pechos en
127
el escenario hace un rato?
Me estoy acostumbrando a esto. Pasa todas las noches. El hecho
de que no estoy disponible para bailes privados me hace parecer
mucho más atractiva. Le ofrezco una sonrisa reservada —la misma que
le ofrezco a todos los hombres que se me acercan en el bar, mientras
espero a que un portero los aleje— y un encogimiento de hombros. —Tal
vez.
Por la sonrisa en sus labios, pensará que estoy jugando a ser
tímida. —Bueno, tal vez podrías darme un entretenimiento de uno-a-
uno. Sé seis tarifas durante una hora, pero como he oído que no haces
bailes privados —dice mientras empieza a sacar su billetera —. Creo
que uno de los grandes podría hacerte cambiar de opinión.
Lucho para impedir que mis ojos se salgan. ¿Podría hacer mil
dólares por una hora esta noche si hago lo mismo que hago en el
escenario, en una habitación privada? Bueno, habría más que eso.
Ginger me explicó exactamente lo que tiene que ver un baile de
regazo. Mis ojos se desvían a la fila con cinco tragos de tequila que está
vertiendo Dee Dee. Tal vez si me tomo todos esos ahora mismo...

Las profecías de una Segunda Venida son varias y están presentes en


5

muchas religiones y culturas. La más conocida en Occidente es la creencia


del cristianismo sobre el regreso de Jesús.
Una protectora mano aterriza en mi hombro. —Creo que Mercy—
la rubia del vestido rojo de allá— está disponible para darle ese baile —
anuncia Ben, interponiéndose entre el hombre y yo, aplastando la
propuesta como un insecto. El hombre larguirucho rápidamente
desocupa la barra con un guiño y una sonrisa tímida.
—Gracias, Ben —le ofrezco. Ben es quien generalmente me
rescata.
Él me muestra esos hoyuelos. —Alejar a los tipos de ti es mi trabajo.
—Y golpearlos es su afición. ¡Hey! ¡Ho…! —Ginger canta, agitando
los brazos en tonto baile, ganando risitas de los clientes a nuestro
alrededor.
Ruedos los ojos pero también me río. —Bueno, de cualquier
manera. ¿Puedes creer que me ofreció mil dólares? —Miro al rostro
agradable de Ben con incredulidad. Hemos charlado un poco durante
el último par de semanas, lo suficiente para considerarlo un amigo. Un
amigo atractivo, divertido y a veces ofensivo que tendría sus pantalones
desabrochados en menos de dos segundos si se lo pido.
Pero sigue siendo un amigo.
—No me sorprende en lo más mínimo. —Sus ojos se deslizan hacia
abajo por una fracción de segundo y sé que sólo robó una mirada de
mi escote. Ben es un tipo de pechos. Y de piernas. Y de culo—. Pero me 128
alegro de que no lo hayas aceptado.
—Sí. —Muevo ligeramente mi cuerpo para limpiar el resto de la
cerveza con mi paño. ¿Por qué es eso, otra vez?
—¿Cómo está todo por aquí esta noche? —pregunta la familiar y
suave voz masculina detrás de mí, y un bache de nervios pican en mi
estómago. Girándome, encuentro a Cain a mi otro lado, con una mano
apoyada en la barra y la otra en su bolsillo.
Oh, es cierto. Porque mi sexy jefe —que se lo permite a todos las
demás— no me lo permite a mí. Ginger dijo que su razonamiento no
tiene ningún sentido. Está bastante lleno, que si tuviera que hacer uno o
dos bailes privados una noche, ninguno de los otros bailarines pondrían
sus plumas en un montón. A excepción de China, por supuesto, pero
ella está enojada conmigo pase lo que pase.
—Todo controlado —murmura Ben, tomando un paso hacia atrás,
una mezcla de enojo y diversión en su cara—. Sólo un tipo que
finalmente le creció un par de bolas y se acercó a Charlie.
Probablemente viene aquí cada noche para verla bailar.
Un raro destello de ira aparece en los ojos de Cain, pero
rápidamente se desvanece con la voz de Ginger. —¡Cain! ¡Qué
sorpresa! —La alegría en su tono es imposible de no notar.
Estos dos no tienen vergüenza cuando se trata de provocar a su
jefe. Por otra parte, al parecer yo tampoco. Sólo que lo hago de una
manera muy diferente.
Cain los ignora, volviendo su atención a mí. —¿Cómo van las
cosas para ti, Charlie?
Mi boca se abre pero vacilo por un segundo. —Ah, bien... Bien. —
Me está hablando. Han pasado semanas y en realidad me está
hablando. Mirando ese hermoso rostro con sus ojos en mí, siento el calor
al instante precipitarse hasta mis muslos. Gracias a los no convencional y
completamente insatisfactorios juegos previos entre nosotros, me siento
del tipo torpe en estos momentos.
Su mirada se desplaza hasta mi pecho y luego regresa arriba.
Dejo que una satisfactoria sonrisa aparezca en mis labios para que sepa
que lo atrapé. ¿Podría Cain en realidad estar lo suficiente interesado en
mi como para hacer algo al respecto? Es imposible saberlo. Pasé
tiempo estudiándolo: su cara suele ser inexpresiva, sin importar la
situación. Como la mía. Me pregunto si viene naturalmente —como
yo— o si ha entrenado constantemente para ser tan ilegible. Sus manos
permanecen quietas aun cuando habla y cuando está escuchando a
otros hablar —que es a menudo, porque Cain parece que prefiere
escuchar— él traza distraídamente el borde de su copa con su dedo.
Sin embargo, él no tiene problemas con el contacto visual. Esos 129
oscuros ojos marrones perforan a través de ti. Y tienes la sensación de
que está mentalmente atrapando tus palabras para referencias futuras.
Sólo tiene unos cuantos movimientos habituales. El más común es
cuando su mano frota distraídamente al lado de su cuello, detrás de la
oreja izquierda. Dónde está ese tatuaje. Y, en ocasiones, cuando me
atrapa estudiándolo, su labio superior se curvea en un lado en una
sonrisa torcida.
Y me ha atrapado mirándolo. Mucho.
—Las cosas van bien, Cain —ofrezco, agregando—: aunque hace
calor. Miami está caliente. —El clima. Aburrido, pero seguro.
Él mueve su cuerpo, con los codos descansando en la barra,
estirando el material de camisa sobre su tenso pecho. En el club, Cain
siempre lleva una camisa con botones y pantalones de vestir que
resaltan bien su trasero. Con el aire operando al máximo, puede salirse
con la suya fácilmente.
Y maldita sea si no lo hace aún más atractivo.
Mi nariz atrapa un atisbo de su delicioso perfume e inhalo
profundamente.
—Es cierto, no eres originaria de aquí. ¿De dónde eres?
—Indianápolis.
Él asiente lentamente. —¿Viviste allá por mucho tiempo?
—Toda mi vida. —El truco para mantener las mentiras en orden es
que sean fáciles de recordar. Charlie Rourke es de Indianápolis. Punto.
Veo como Cain levanta su copa a los labios para tomar un pequeño
sorbo, sosteniendo el licor en la boca por un momento antes de que los
músculos de su garganta se tensen al tragar. Diablos, incluso cuando
traga es sexy. —¿Y tus padres? ¿Siguen ahí?
Mi instinto me dice que está tratando de obtener información, y
eso me pone nerviosa a decir algo en absoluto. —Sí.
Su mirada recorre la multitud otra vez, nunca deteniéndose en el
escenario donde la bailarina llamada Delyla se saca otra prenda. —
¿Saben acerca de ti bailando?
Frunzo el ceño y sacudo mi cabeza. Parece la respuesta correcta.
¿Qué padres querría saber que su hija está haciendo esto? Sam
realmente sabía de mis clases de baile del caño. No pareció
preocuparse por ello. Funcionó también como una protección. Le doy
un pequeño saco a uno de los gerentes allí una vez por semana antes
de la clase.
—El dinero es bueno, ¿verdad?
—Sí, el dinero es bueno. —El dinero es muy bueno. Entre la barra y
el escenario, obtengo varios miles a la semana—. Podría ser mejor. Un 130
hombre acaba de ofréceme mil por una hora. ¿No es una locura?
Escuché la tensión casi imperceptible en la quijada de Cain. —No
me sorprende. —Hay una pausa—. ¿Estás molesta conmigo por no
haberte puesto allí?
Debería decir que lo estoy, pero mi cabeza está negando antes
de que pueda salir la mentira. Cuando sus hombros parecen hundirse
en alivio, me alegro de que dijera la verdad.
—Nunca has trabajado en una habitación privada, ¿verdad? —
pregunta tan suavemente y aún el pánico me atraviesa de repente.
¿Ha descubierto que mentí sobre el estriptis en las Vegas? ¿Va a
despedirme? ¿Es por eso que está aquí, hablando conmigo ahora?
Ginger dijo que es imposible ser despedido de Penny, pero también dijo
que no le mienta.
Y todo lo que he hecho es mentir.
Mordiendo el interior de mi boca para evitar mostrar mi inquietud,
miro la multitud mientras decidir cómo responder. ¿Si me dice ahora
mismo que podría trabajar en eso cuartos, podría hacerlo?
Estaba sola en una habitación con Sal cuando sucedió. Dijo que
era normal quitarse los pantalones. Escondiendo mi pánico, me reí en su
cara y le dije que no era nueva en esto. Entonces le pregunté si él exigió
que todos los hombres vinieran a visitarlo, también. Sal mostró una
sonrisa malvada — con torcidos, dientes manchados, antes de agarrar
la parte posterior de mi cuello y golpear mi cuerpo sobre la mesa,
preguntándome si quería hacer esto por las buenas o por las malas.
Todavía no estoy segura cual fue.
Recuerdo contener el aliento y observar la puerta, esperando el
otro hombre —con el que normalmente traté— vuelva. Siempre fue
respetuoso, en cuanto a un traficante de drogas se trata. Él no permitiría
esto.
Sal no me violó en el sentido tradicional, tan sorprendente como
puede ser, dado todo lo que lo hizo. A veces todavía tengo destellos de
sus ásperas manos callosas mientras tocaba mi cuerpo. Cuando no
reaccioné —ni un sonido, ni una lágrima, ni siquiera cuando debería
haber gritado de dolor— creo que se cansó. Como cuando un gato
anda alrededor de un ratón que no se mueve. Me llamó una perra fría y
me dio la espalda para verificar una entrega, dándome tiempo para
levantarme los pantalones. En el momento, me sentí aliviada de que me
dejó ir sin el máximo provecho. La mayoría de los hombres lo habrían
hecho.
No fue sino hasta después de que corrí a mi auto, después de que
conduje, después de caer en llanto frente a Sam, que la conmoción
termino y la peor parte de todo me golpeó. La parte donde vacié mi
estómago, pero no me sentí satisfecha. Cuando estaba bajo el agua 131
caliente hasta que mi piel estuviera abierta pero todavía no podía
sentirse limpia. Cuando me ponía ropa y todavía me sentía desnuda.
Cuando me acurruqué en una bola hasta que las pastillas para dormir
tomaran efecto, sólo para despertar apretando mis muslos, sintiendo
como sus dedos sucios habían estado allí.
El acontecimiento con Sal, si bien fue horrendo y humillante, duró
no más de treinta segundos. Pero el sentimiento de completa y absoluta
inmundicia persistió durante semanas. —¿Charlie? —La voz de Cain
irrumpe en mis pensamientos.
—Simplemente no puedo hacerlo. —La verdad se desliza fuera de
mí antes de que pueda controlarlo, y siento los ojos de Cain clavados al
costado de mi cara.
Me sorprende cuando una cálida mano rodea mi brazo, la yema
de su dedo pulgar corriendo por mi bíceps cariñosamente. Girándome,
encuentro la normalmente inexpresiva cara de Cain apretada con
preocupación. —Si alguna vez sientes que puedes hacerlo,
¿prométeme que vendrás a hablar conmigo?
Asiento en respuesta. Sé con certeza de que Cain sin duda no me
haría sentir vil. Cain me haría sentir muy, muy bien.
Y ahora estoy segura de que sé por qué Cain no me permite
trabajar en el piso. Ginger tenía razón. No se trata de tener exceso de
personal. Sabe que no he trabajado en uno de esos cuartos y está
haciendo su mejor esfuerzo para mantenerme lejos. Para mantenerme
a salvo.
Estoy viviendo una vida donde la seguridad es un lujo, donde la
única familia que tengo arriesga mi bienestar sin pensarlo dos veces. Sin
embargo, le llevó a este hombre —un extraño— unos pocos segundos
para decidir que me protegería.
Más allá de mis frustrados sentimientos físicos por Cain, siento una
punzada de algo nuevo. Algo no deseado. Algo que Sam nunca
aprobaría.
Sólo se amplifica por las próximas palabras de Cain. —Sabes que
puedes venir a mí para cualquier cosa, ¿verdad, Charlie? Te ayudaré
cada vez que pueda.
Apretando los labios, asiento mientras lucho para ajustar mi mente
a esta versión de Cain. Esta interacción es tan diferente a cualquier otra
que hemos tenido. Me veo obligada a llegar a la conclusión de que
Cain simplemente puede ser un hombre realmente bueno.
Un hombre que se merece una buena mujer.
La opresión en mi pecho me dice que esa mujer no soy yo.
No sé si me merezco su atención o no, pero el diablo dentro de mí
la desea. —¿Estás disfrutando el show? —pregunto, manteniendo mi
132
tono casual.
Veo el destello de sorpresa antes de que baje la cabeza y se ría,
su mano deslizándose sobre ese tatuaje. Su boca se abre y cierra varias
veces antes de mirarme con una mirada peligrosa, su tono habiendo
disminuido repentinamente unas pocas octavas. —Es exactamente al
juego que estás jugando, Charlie.
No debería preguntar. No debería. No preguntes. No...
—¿Y te gusta jugarlo? —Me sorprende que siquiera me haya
escuchado con lo tan baja que era mi voz.
Debió haberlo hecho —eso o leyó mis labios, donde su mirada
está enfocada— porque se acerca, hasta que nuestros pechos están
casi tocándose pero no lo hacen. Sostengo el aire en mis pulmones
cuando se inclina hacia mi oído, su cálido aliento deslizándose a lo
largo de mi cuello. —Sí, me gusta. Demasiado.
Veo que se retira y cuando se voltea, soy incapaz de respirar
durante varios largos segundos mientras las mariposas se retuercen en
mi estómago.
Y me pregunto si tal vez también hay otro lado —uno oscuro,
menos controlado, no tan bueno— de Cain, después de todo.
Traducido por Anelynn*
Corregido por AriannysG

—Pensé que dijiste que te ibas a alejar de ella.


Levanto la vista de mi escritorio para ver la oscura silueta de Nate
cerniéndose sobre mí, sus brazos cruzados sobres su pecho.
De todas las formas que debería haber respondido su pregunta…
—No sé de qué estás hablando, Charlie.
—Es inapropiado.
—Tal vez deberías interactuar más con los clientes para que así
puedas hacer más dinero. 133
Pero no. Solo pateé la puerta abriéndola ampliamente e invité a
entrar a una enorme montaña de problemas porque Charlie Rourke ha
balanceado una bola de demolición dentro de mi fuerza de voluntad.
Levantando un lapicero y lanzándolo, gruño—: ¡Ella me está
volviendo jodidamente loco! ¡Y sí! —Levanto las manos en el aire—.
Estoy muy consciente de que sigo saliendo ahí para dejarla hacerlo.
—Cain, eres un maldito tonto terco. —En frente de otros, Nate
muerde su lengua. Pero el club estás cerrado y vacío, y no se contendrá
ahora. Es tanto molesto como refrescante.
Con un resoplido, murmuro—: Dime algo que no sepa.
Mueve su cuerpo del escritorio de tal manera que está
cerniéndose sobre mí otra vez.
—Creo que necesitas salirte de esta situación.
—Sí… —Mi enfoque se mueve hacia el montón de formularios de
suministros en mi escritorio, rápidamente descartándolo. Lo he
escuchado antes—. Tal vez podría sacarla del escenario y que haga la
administración. Le pagaré bien. Será menos distracción para mí.
Hay una pausa, y entonces la mano de Nate encuentra su
camino hacia el puente de su nariz para apretarla, como si tuviera un
repentino dolor de cabeza viniendo.
—¿Administración, Cain? Esas bailarinas se la comerán viva.
Me encojo de hombros.
—Ella es callada, pero no tímida. —Seguro como el infierno que
no lo fue esta noche. Él tiene razón, sin embargo. Tienes que tener la
personalidad de Ginger, ruidosa, avasalladora, insensible al límite, sin ser
pisoteada por aquí—. Tal vez puedo conseguir que China la respalde.
La gente le hace caso. —Lo digo sin pensarlo.
Nate suelta una carcajada.
—¿China va a ayudar a la mujer que te estás tirando?
—No me la estoy…
—No importa. Todos en este lugar piensan que así es.
Suspiro.
—Tal vez quitar a Charlie del escenario matará todo eso.
—¡Eso no detendrá los rumores! Solo le echará leña al fuego. —Me
sacude su cabeza.
—Como sea. —Ondeo una mano desdeñosamente—. Ya no me
importan una mierda los chismes. Ha estado pasando por años. —Solo
que este chisme podría volverse un hecho, por la forma en que están
yendo las cosas. 134
Nate hace su camino hacia la puerta. No lo culpo por querer irse
a casa; casi son las 4:00 pero repentinamente se detiene.
—Hombre, he atravesado el infierno y he vuelto contigo, Cain. Te
debo todo. Pero estoy cansado de verte perseguir fantasmas y culparte
por mierda que no puedes cambiar, joder, eso pasó hace años y no fue
tu culpa.
»¿Te acuerdas la noche que abrimos este lugar? Te sentaste
en esa silla, muy enojado, mirando un viejo video de vigilancia de Penny
en el escenario, prometiendo que si alguna vez conocías a una chica
como ella, harías las cosas de diferente manera. No te sentarías otra vez
y harías excusas. Demonios, dijiste que te alejarías de este negocio en
un latido si solo pudieras tener otra oportunidad.
Pienso en esa noche. Recuerdo querer dispararme en la cabeza
la siguiente mañana después de tomarme la mitad de una botella de
coñac. Entonces recuerdo ver la pantalla congelada mostrando el
rostro de Penny en el monitor y queriendo tomarme la otra mitad de la
botella. Pero malditamente seguro que no recuerdo decir nada de eso.
Nate no espera por mi negativa.
—Y aquí estas, haciendo exactamente lo mismo con Charlie.
—Eso no es nada como…
—¡Es exactamente lo mismo! —Nate raramente alza la voz pero,
cuando lo hace, me recuerda que no es el pequeño niño flaco que
conocí en South Central—. Sabías que querías a Penny y esperaste,
dando excusa tras excusa de cómo no eras lo suficientemente bueno,
de por qué merecía algo mejor, de por qué te aprovechabas de ella.
Interpretando a un jodido mártir. Y entonces finalmente haces un
movimiento, ¡en el momento que ella está camino al altar! —Su voz de
repente disminuye porque sabe que sus palabras ya me han golpeado
y las siguientes me patearán mientras estoy en el suelo—. Y no es muy
tarde.
El aire cuelga silencioso y pesado. Nate ha golpeado viejas
heridas que cerraron pero nunca sanaron verdaderamente. Debería
haber enamorado a Penny en el momento que entró por mi puerta.
Pero hice lo que pensé que era lo “correcto” al mantenerme alejado.
Me imaginé que esperaría. Esperar hasta que ella saliera de este
negocio, hasta que ya no estuviera trabajando para mí y entonces tal
vez le diría cómo me sentía.
Pero un plomero llamado Roger me quitó eso. Apareció,
deslumbrándola con flores y cenas románticas, haciéndola sentir tan
especial como yo quería hacerla sentir. Como yo debería. Le propuso
matrimonio en cuatro meses. Fue rápido e inesperado me golpeó como
un tren de carga pero aun así, mantuve mi determinación,
convenciéndome a mí mismo que él podría darle una vida que yo no
135
podía. Ella merecía una cerca y un padre respetable para sus bebés. Yo
era el dueño de un jodido club de strippers con un avión de carga con
esqueletos.
La noche que ella vino a decirme que había decidido fugarse el
siguiente fin de semana, que no volvería, entré en pánico. Ya no podía
negarlo, estaba enamorado de ella y egoístamente la quería para mí.
Así que le escupí mis entrañas. Me puse de rodillas, mis manos
envueltas en sus piernas, rogándole que no se casara con él, que se
quedara conmigo, que me diera una oportunidad. Le dije todo sobre
mí. ¡Todo! Todo solo salió de golpe.
Me gritó por no decirle como me sentía antes, lloró porque no
podía hacerle eso a Roger, que él era bueno para ella y que podía
destrozarlo. Y entonces se rompió completamente, cayendo en mis
brazos. Hicimos el amor esa noche en mi oficina, por primera vez y
última. Ella se fue con un “lo siento”.
Nadie excepto Roger jamás sabrá lo que pasó exactamente la
noche siguiente. El video de vigilancia la mostraba a ella trabajando en
su último turno con una sonrisa triste. Todos asumieron que era porque
extrañaría los amigos que había hecho. No pude enfrentarla, así que
me escondí en mi oficina como una cobarde, enterrándome en
papeleo.
Cerca de la media noche, las últimas cámaras captaron a Penny
y a Roger en una conversación susurrando. Por las lágrimas en sus ojos y
el repetido “lo siento” formándose en sus labios mientras movía
nerviosamente su anillo, como si tratara de quitárselo, tengo una buena
idea de lo que hablaban.
Por qué decidió hacerlo entonces, en el bar, jamás lo sabré.
Ojalá hubiera estado ahí. Ojalá Nate hubiera estado cerca. Ojalá
la hubiera enamorado en los primeros cuatro segundos que entró en mi
vida. Desearía muchas cosas…
Ojalá hubiera sabido que Roger tenía un temperamento del
infierno.
—Estás asustado, hombre —proclama Nate ahora con esa mirada
penetrante fijada en mí—. Has todas las excusas que quieras, estás
completamente asustado de salir herido otra vez. Esa es la razón por la
cual estás dejando que Charlie juegue este pequeño juego de ella,
disfrutando la vista mientras tomas el salto. Crees que evitando la
conversación de alguna manera te mantendrá a salvo. Te tengo
noticias, Cain. Ya estás enamorado de esa chica. No te puedes enfocar
en nada más cuando ella está en el edificio. ¡Me tomaron diez
segundos completos para llamar tu atención esta noche y estabas
justo a mí lado!
Me froto las manos sobre la cara. Observaba a Charlie y a Ginger
136
reaccionar a algo que dijo Ben. Nunca vi a Charlie reír a carcajadas
antes, pero esta noche lo hacía. Estaba desesperado por saber qué era
lo divertido, y amargado porque era Ben quien la hacía reír así y no yo.
—¿Pero qué si ella no quiere tener nada conmigo? —Penny
podría haberse entregado a mi esa noche y podría haber estado
rompiendo su compromiso por mí, pero vi el miedo en sus ojos cuando
saqué mi pasado. El asco. Yo no era la clase de chico que ella
buscaba. Y también vi la confusión porque, a pesar de su boda
inminente, a pesar de no ser el ciudadano modelo, ella sí sentía algo por
mí. Ya sea si quería o no—. ¿Charlie no merece a alguien normal?
—¿Quieres decir como un agradable y callado plomero quien
golpee su cerebro al suelo? —Sus palabras me apuñalaron en el pecho
mientras se gira y lentamente camina hacia la puerta—. Hazlo más fácil
para todos, incluyéndote a ti mismo, Cain. Dile a Charlie lo que sea que
sientas necesario sobre ti. O no le digas nada de tu pasado, porque es
el pasado y no creo que importe tanto como crees. Cualquiera de las
dos cosas, haz un maldito movimiento. Hazlo ahora.
Traducido por Jasiel Odair & evanescita
Corregido por Anakaren

—Charlie. —Escucho gritar la voz de Ginger por encima de mi


secador de pelo.
—¿Sí? —respondo gritando, dando la vuelta para verla
sosteniendo un teléfono.
El nuevo teléfono desechable que recogí esta mañana en el hotel
de estadías prolongadas.
Desconecto mi secador de pelo, coloco mi expresión plana
mientras lo tomo. La pantalla se ilumina mostrando "número
desconocido”, alguien llamó y Ginger contestó.
137
Siento drenarse la sangre de mi cara.
Oh, no...
—Estaba sonando, así que contesté —explica Ginger, aunque por
el ceño fruncido y el tono vacilante, creo que se está preguntando si tal
vez eso fue un error.
Me encantaría decirle que seguro como el infierno no debería
haber hurgado en mi bolso y responder, pero ahora no es el momento.
Con la creciente burbuja de pánico formándose, le digo—: Gracias,
Ginger. Saldré en un segundo.
Abre la boca, pero luego hace una pausa, como pensándolo
mejor. Ella debe haber decidido que es mejor no decir nada. Girando
sobre sus talones, camina de nuevo hacia mi sofá y se hunde en él.
Tomo una respiración profunda mientras presiono la puerta casi
cerrada, pero no del todo, para asegurar que Ginger no se escabulla,
presione su oreja y escuche a escondidas. Ella sería del tipo que hace
eso. Con el teléfono en la oreja, y una ligera vacilación en mi voz,
digo—: Hola.
—Hola, Ratoncito. —Es el saludo estándar, sólo está la tensión en
la voz de Sam que oigo cuando está disgustado conmigo—. ¿Quién es
Ginger?
Mierda.
Sabe su nombre.
Eso significa que hablaron.
¿Qué dijo ella? ¿Qué le dijo? ¿Él sabe que tengo un trabajo? Que
estoy trabajando en un club de striptease? ¿Qué me mudé? Mi mano se
abre paso para agarrarme la garganta y puedo sentir mi pulso
acelerado bajo mis dedos mientras trago una vez, dos veces, tres
veces. ¡Maldita sea, Ginger! En sólo unos minutos, ella pudo haber
desentrañado mi vida, ¡mi plan!
Tragando el nudo paralizante en la garganta, me explico—: Una
amiga.
—¿Una amiga que responde este teléfono?
—Me encontraba en el baño y lo escuchó sonar.
Hay una pausa anormalmente larga. Así es como Sam
típicamente muestra su irritación. Silencio. Creo que él piensa que la
creciente ansiedad es más eficaz que gritar.
Creo que tiene razón.
—¿Tu amiga Ginger va a contestar el teléfono a partir de ahora?
—No. Definitivamente no. 138
Hay otra larga pausa. —Te dije que mantuvieras un perfil bajo allí.
Hacer amigos no es tener un perfil bajo.
De acuerdo, respira profundo. No suena como si le hubiese dicho
algo. —Lo siento. Realmente no es nada... ella es sólo una vecina que
viene a tomar café a veces.
—¿Una vecina a la que dejas contestar este teléfono? —Mis
músculos del estómago se contraen. Me asomo hacia Ginger, todavía
tumbada en mi sofá, hojeando una revista—. ¿Tengo que ir allí a ver
cómo estás?
Contengo el grito, manteniendo los dientes apretados hasta que
puedo llegar a conseguir un tono relativamente calmado. —No. Todo
está bien. —No me ha vigilado hasta ahora, y por cómo suena eso,
estoy muy segura que no quiero que empiece ahora. La sola idea de
Sam infiltrándose en mi vida de fantasía me causa dolores en el pecho.
No necesito que venga aquí. Que encuentre que me he mudado.
Averiguando que le he estado mintiendo.
Que encuentre a Ginger.
Dios sabe lo que haría con ella entonces.
—Esto no es un juego. Deshazte de ella y consulta tu correo
electrónico de inmediato —exige Sam en un tono cortante.
—Está bien. —No dudo ni por un segundo. A pesar de que me
esperaba una llamada hasta la otra semana o dos, realmente no quiero
hacer una entrega hoy. Pero supongo que el negocio es bueno para
Sam.
Para nosotros.
El teléfono queda muerto y cierro la puerta del baño antes de
sentarme en el inodoro, agarrándome el estómago con
náuseas. ¡Estúpida, estúpida Charlie! ¿Qué estaba pensando? Tengo
que ser inteligente al respecto. Todo esto es fingido. Una vida fingida,
amigos fingidos, risa fingida.
Sentimientos fingidos.
Estoy cómoda aquí, y eso es un mal movimiento. Es demasiado
arriesgado. Puedo caer con demasiada facilidad. Una simple llamada
telefónica acaba de demostrar que si no tengo cuidado, Sam
comenzará a sospechar.
Y tener a un Sam sospechando no puede terminar bien.
Saco mí otro teléfono —por supuesto, ¡recordé mantener ese
cerca de mí! Sigo rápidamente sus instrucciones. Bob y Eddie de nuevo.
Hoy a las tres de la tarde. Suspiro. Hoy es lunes, nuestro día libre. Ginger y
yo iríamos de compras esta tarde. En realidad esperaba esto.
Necesitaba otro equipo para el teatro. 139
Supongo que tendré que deshacerme de ella.
La amargura se expande dentro de mi pecho ante la perspectiva.
Él está a miles de kilómetros de distancia, pero Sam sigue
manteniéndome firmemente presionada bajo su pulgar. ¿Qué clase de
padre no querría que su hija tenga una amiga? ¡Sólo una!
Revisando mi rostro en el espejo, veo que mi tez todavía es pálida
enfermiza. Eso debería ayudar a mi causa.
Ginger está frente a mí al segundo que salgo. —¿Por qué tienes
dos teléfonos?
Abro la boca para responder, pero vacilo. Mi respuesta
preparada siempre ha sido simple. Trabajo. Sólo que no puedo usar esa
excusa ahora.
Sin embargo, Ginger tiene sus propias ideas. —¿Eres un policía
encubierto?
La mera sugerencia me hace estallar en carcajadas. ¡Si supieras lo
lejos que estás de la realidad! Afortunadamente, la risa es lo que
necesitaba para que mi mente trabajara en, lo que espero sea, una
respuesta suficiente. —El soporte tiene un mejor plan de larga distancia,
así que lo uso para llamar a mis padres.
—Oh... —Sus labios se tuercen—. ¿Ese fue tu padre?
Asiento.
Haciendo un punto al cerrar su revista y arrojarla sobre la mesa de
café, Ginger dice—: Bueno, siento decirlo, pero tu padre no es muy
agradable.
—¿Qué te dijo?
—¿Además del interrogatorio? No mucho.
Lucho por mantener la calma cuando otra burbuja de ráfagas de
pánico crece en mi garganta y la sangre se drena de mi cara una vez
más. Oh, no... —¿Qué le dijiste, Ginger?
—Nada, aparte de mi nombre. Él no quiso decirme quién era, así
que no le ofrecí más información. Probablemente te dijo que yo era una
perra.
El suspiro de alivio se escapa de mis labios antes de que pueda
controlarlo. Sé que no debería decirlo. Sé que sólo levantaría sospechas,
pero no puedo correr el riesgo con la otra alternativa. —Ginger, por
favor, nunca respondas mi teléfono de nuevo.
Ella se sienta con la espalda recta, frunciendo el ceño
nuevamente, sólo que más profundo. —Yo sólo trataba de ayudar.
—Lo sé. —Ginger es generalmente tranquila, pero la he visto salirse
de control cuando se le critica por hacer algo que ella piensa que es 140
útil—. Solo... la próxima vez, llévame el teléfono, en vez de responderlo.
Dejándose caer de nuevo en mi sofá, murmura—: Está bien. Lo
que sea. —Hace una pausa mientras me mira fijamente—. ¿Estás bien?
Te ves un poco pálida.
Eso sonó muy bien... —En realidad, no me siento muy bien, Ginger.
Creo que el yogur que me comí pudo haber estado malo. Mi estómago
se ha pronunciado.
La cara bonita de Ginger cae, su irritación se desvanece en un
segundo. —Oh, lo siento. No te preocupes por las compras hoy,
entonces. Ve y descansa. —Ella se levanta y se acerca a frotar mis
hombros—. Hazme saber si necesitas algo.
Aprieto los dientes en contra de mi creciente sentimiento de
culpa por mentirle a mi amiga.

***

Ginger supone que está en la playa, pero no lo está. Puedo ver a


través de mi ventana que se tendió en un sillón en la zona común,
bronceándose. Para empeorar las cosas, Tanner está afuera también,
haciendo todo lo posible para evitar mirarla, mientras él está en la
parrilla y ella parlotea con él.
Y ahora me tengo que quedar en mi apartamento con un par de
pantalones cortos de yoga, una camiseta sin mangas, y una peluca en
una bolsa de deporte, con menos de una hora hasta mi momento,
preguntándome cómo diablos voy a pasar por encima de ellos. Ya he
probado las barras en las ventanas para ver si podía colarme por la
puerta trasera. No puedo. Mientras la suerte debería decir que no son
sólo para decoración.
¿Por qué usé la excusa de enferma? ¿Por qué no simplemente
dije que tenía una cita que se me había olvidado? ¡Maldición! Ahora no
hay manera de que pueda salir sin ser atrapada en mi mentira.
Espero otros veinte minutos con los dedos cruzados para que se
vayan, pero no lo hacen. Por último, no puedo esperar más. Con una
respiración profunda, y una excusa que espero elaborar bien, abro
silenciosamente la puerta. Hay una pequeña —estúpida— parte de mí
que piensa que no se darán cuenta que me escapé si soy silenciosa.
—¡Charlie! —El largo y esculpido cuerpo de Ginger está fuera de
su silla en un segundo. Ella realmente podría ser una stripper, con esas
curvas. Tanner voltea y me reconoce, atrapa a Ginger en su bikini, y
rápidamente desvía su atención de nuevo a sus alitas de pollo con un
ligero rubor en sus mejillas.
—¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo? —Su preocupación es
genuina y dulce. 141
Y alimenta mi culpa.
—Sólo iré a la tienda por algunos medicamentos.
—Oh, quédate en casa. Yo voy por eso —insiste Ginger
rápidamente, sus manos sobre mis hombros para detenerme. Siento la
fuerza en su intento de darme la vuelta y meterme nuevo en mi
apartamento—. Me quedé en caso de que necesitaras algo.
Mierda. Ginger no está haciendo esto fácil. ¡Piensa rápido! —Está
bien, Ginger. Tengo que ver a todos los frascos. Sólo hay un tipo de
pastilla que no me hace alergia y no puedo recordar su nombre.
Su ceño fruncido me dice que no aceptará esa respuesta. —
Bueno, tomaré fotos de todos los frascos y te las envío.
Ya estoy sacudiendo mi cabeza y retrocediendo hacia la puerta.
No puedo decir nada más que—: No, no...
Ginger se detiene como si estuviera pensando sobre esto. —
Bueno, ¡entonces espera! Déjame ponerme algo de ropa. Iré contigo.
—¡No! —No esperé que saliera un grito pero lo hace. ¡Maldita
sea! ¿Por qué Ginger tiene que ser tan agresiva y... una buena amiga?
Necesitaba irme. Correr y no tener que dar explicaciones de mis
acciones. Sabía que esto sucedería. Sabía que vivir tan cerca de los
amigos causaría problemas. Que estaba mejor en el lugar infestado de
cucarachas. Nadie hacía preguntas allí. A nadie le importaba.
Se muerde el labio, y sus ojos finalmente se mueven rápido hacia
las correas alrededor de mi hombro. Intencionalmente escondí mi bolsa
de gimnasio detrás de mí, tratando de ocultarla. Una mueca se forma
en su rostro cuando reflexiona sobre algo. —No estás realmente
enferma, ¿verdad? Estás tratando de deshacerte de mí.
—¡Estoy enferma, Ginger! Santo cielo. Eres una paranoica. —Soy
una amiga de mierda.
Tanner se aclara la garganta varias veces, como para
recordarnos que está parado allí mismo, capaz de oír la conversación.
Ginger no le hace caso. —¿Vas al gimnasio sin mí?
—No, Ginger. Te juro que no.
Con las manos aterrizando en sus caderas, ella suspira. —Estás
fingiendo estar enferma para dejarme por un chico. Eso es lo que es. —
No puedo decir si ella está molesta, herida o curiosa, o tal vez una
combinación de las tres—. ¿Se trata de Cain?
Otra garganta despejada de Tanner. —No, Ginger. No voy a ver a
un tipo.
Cruza los brazos sobre su pecho, con su cabeza inclinada, dice—: 142
Entonces se trata del tipo de teléfono. Él no es realmente tu padre,
¿verdad?
Como si fuera una señal, el teléfono desechable en mi bolso
comienza a sonar de nuevo. Ya debería estar en la cafetería para
encontrarme con Jimmy. No tengo más tiempo para esto. —Hablaré
contigo más tarde, Ginger —le digo me alejo enérgicamente. Excepto
que no sé si ella va a hablar conmigo. Puedo haber acabado de perder
a mi primera amiga real.

***

—Esta no es una cita de mierda en la peluquería y no somos


novios —dice Bob en el segundo en que la puerta de la habitación del
hotel está cerrada.
—Lo siento. Había obras de construcción —murmuro. Ya he
recibido un sermón de Jimmy, y estoy segura de que obtendré
tratamiento del silencio de Sam cuando hable con él después.
—Acabemos con esto —murmura Eddie, sentado en su lugar
habitual, mirando la pantalla de televisión y pareciendo indiferente.
Bob es una historia distinta. —Me importa un carajo si una
carretera explotó. Se trata de las grandes ligas. Consigue llegar a
tiempo y todo va sin problemas. Se llama respeto. Llegas tarde y me
cabrea. No me quieres cabreado.
Le doy una breve inclinación de cabeza, preguntándome si he
leído mal el papel de Bob aquí. Pensé que era sólo el músculo. Ahora
mismo, mientras sus patas carnosas comienzan su búsqueda áspera e
invasiva de mi cuerpo, está actuando como si ejecutara todo el show y
yo estando quince minutos tarde es un ataque personal contra él.
Cuando sus manos alcanzan el interior de mis muslos e
involuntariamente me endurezco, se para a mirarme a los ojos, un
destello de diversión toca su cara de un modo sombrío. —No pienses
que porque llegas tarde nos vamos a saltar una revisión. —Sostiene su
punto manteniendo mi mirada mientras sus manos se extienden a
empujar mi culo, como si en silencio me dice que él puede ir lejos con
casi cualquier cosa en estos momentos. No digo nada, mantengo mi
rostro sereno, imperturbable. Sin embargo, no puedo apartar el sudor
que se precipita. No soy así de controlada.
Agarrando mis caderas y girándome hacia la pared, Bob no me
avisa antes de que levante de un tirón mi camisa, estirando la parte
inferior sobre mis hombros. Siento sus dedos enroscarse alrededor de la
parte trasera de mi sostén deportivo cuando comienza a tirar de los
cierres.
¿Qué mierda? Esto es nuevo. Esto no sucedió la última vez... 143
—Es fácil ocultar los cables en estas cosas —explica, aunque no
puedo dejar de sentir la sonrisa malvada en su voz. Pura mierda. Este es
Bob tratando de ejercer su autoridad sobre mí. Me muerdo la lengua
para evitar quejarme.
Esto va a terminar pronto.
Mientras Bob todavía está luchando con los cierres después de
diez segundos, una sonrisa sale de mis labios, espontáneamente. —¿No
hay mucha experiencia con ellos, Bob?
El ladrido de risa de Eddie suena un segundo antes de que mi
cuerpo se sacuda en un tirón violento. Oigo el desgarro de la tela a
medida que el sentimiento de apoyo desaparece y sé que Bob ha
arruinado un buen sujetador deportivo. Comienza a estirar, presionar y
torcer el material mientras murmura—: Sigue así, Jane. He hecho
registros corporales antes. Nunca se puede ser demasiado cauteloso de
una rata.
Mi estómago se vuelca con sus palabras y aprieto los dientes
antes que algo estúpido salga y se resbale fuera de mi boca. Sé que
tuve la suerte de que Sal nunca me violó. Sé que no voy a tener tanta
suerte por segunda vez. Pero no puedo dejar que Bob vea que tengo
miedo, y desde luego no puedo dejar que me hable así o nunca voy a
tener una base sólida en esto de nuevo. Desde algún lugar muy dentro,
me las arreglo para sacar un tono glacial y replicar—: Tal vez debería
dar detalles sobre estas pequeñas sesiones románticas cuando hable
con Big Sam por teléfono.
El resoplido de Eddie suena en el fondo. —Vamos a estar
haciendo negocios juntos por un tiempo. ¿Qué tal si ustedes dos
enamorados comienzan a llevarse bien?
Las manos invasoras de Bob alcanzan a deslizarse sobre mis
pechos. Él no dice nada, pero escucho su aguda exhalación los
ahueca cada uno en sus manos por un tiempo un poco largo.
—Bien... —gruñe Eddie.
Las manos de Bob finalmente caen y él anuncia—: Todo limpio.
Doy un tirón a mi camisa y me doy la vuelta, luchando contra la
necesidad de envolver mis brazos alrededor de mi pecho a medida que
completamos el resto de la transacción. Se tarda sólo unos minutos y
luego me largo.
Otra entrega exitosa de drogas para añadir a mi currículum.
Otro recuerdo horrible para enterrar con mi sórdido pasado
cuando me alejo.
Tengo que concentrarme en tomar medidas deliberadas para
contenerme de correr por el pasillo al salir del ascensor, y lejos de ese 144
hotel. Y por alguna razón, no me puedo quitar la imagen de un hermoso
hombre de pelo oscuro de mi mente, sólo que se vio empañada por
una mirada de disgusto. La misma mirada que Cain tenía en su rostro el
día que salió de mi apartamento.
Sin embargo, la mirada carece de significado para mis vecinos
drogodependientes.
Es lo que significa para mí.
A pesar del calor de la tarde opresiva, siento un escalofrío recorrer
mi cuerpo.

***

Algo ha cambiado en el aire desde nuestra conversación hace


dos noches. No puedo registrar lo que es. No es la música, aunque la
canción que he elegido —"Sail" de Awolnation— es decididamente más
lenta. No es mi rutina, aunque tengo que controlar algunos de los
movimientos para que fluyan con la música. Ciertamente no es la
atención de Cain.
Él todavía está de pie en su habitual ubicación, sin dejar de mirar con
esa intensa mirada mientras me quitaba la ropa. No es el la iluminación
o la ubicación o la multitud, que esta tan congestionada como
siempre.
Y sin embargo, hay algo más. Algo mucho más profundo y más
sustancial flotando en el aire.
Una atracción magnética.
Un dolor en el pecho.
¿Es lo que dijo la otra noche? ¿Su confesión, aunque fue breve?
No puedo ubicar lo que ha cambiado, pero todavía lo siento
después de salir del escenario, y es a la vez atractivo y problemático.
Estoy tan distraída mientras troto por las escaleras, de camino a los
vestuarios, que no veo al hombre hasta que me doy de bruces con él.
—Disculpe —empiezo a murmurar hasta que levanto la mirada y
veo sus fríos ojos azules.
Y jadeo.
Si había alguna duda en su mente, cualquier duda en cuanto a si
era la misma chica que entregó la heroína con él ayer, mi reacción lo
confirma.
La boca de Bob se extiende en una amplia sonrisa malvada. —
Bueno, bueno. Vine para ver un show. No esperaba tal sorpresa. 145
Esto es malo. Muy malo. Si yo no estuviera tan obsesionada con
Cain, hubiera visto que Bob había venido. Lo habría visto en la multitud y
hubiera ocultado mi rostro de él. ¡Mierda! De todos los clubes en los que
podría entrar, ¿él tuvo que entrar en este? ¿Esto es una casualidad? ¿O
me siguió aquí?
Basada en la expresión de su rostro, no me lo creo. Creo que me
está diciendo la verdad y esta tan sorprendido de encontrarme aquí
como estoy yo de verlo.
—Supongo que estas desnudándote para nosotros de ahora en
adelante, ya que eres una profesional. ¿No es así, Charlie? —Un ligero
insulto en sus palabras me dice que está muy lejos de estar sobrio.
Incluso mejor. No sé qué tipo de borracho es y si puedo confiar en
él para mantener la boca cerrada. Pero el hecho de que se me acercó
abiertamente me dice que no puedo. Con vacilación, mis ojos
parpadean hacia Cain. Respiro un pequeño suspiro de alivio. Todavía
está allí, hablando con Nate, sus ojos fijos en algo más. No se ve como
que me ha notado con Bob.
Si estoy aquí por más tiempo, seguramente lo hará. O Nate lo
hará. O Ben. No puedo tener a cualquiera de ellos hablando con mi
borracho, socio del narcotráfico.
Tengo que lidiar con esta situación potencialmente explosiva y
rápidamente.
Tragando mi repugnancia, ofrezco a Bob una sonrisa falsa
cuando enlazo mi brazo con el suyo y lo llevo a un lugar donde
tendremos privacidad para convencerlo de dar la vuelta y marcharse.
Me acerco a los dos gorilas sin cuello que custodian la entrada de la
sala VIP, preparando mi mentira, de que Cain me ha dado el visto
bueno.
Y ruego que Cain no este mirando mi espalda ahora.
Los dos tipos —aparentemente tan anchos como altos— me
miran, luego a Bob, y asienten una vez. No pierdo ni un solo segundo,
llevo a Bob a la primera habitación disponible. Semanas atrás Ginger
me dio un tour, así que sé que las habitaciones son todas iguales,
limpias, con poca luz, y sencillamente amuebladas. Desde entonces, he
visitado estas habitaciones sólo en mis sueños, tanto en el escenario y en
la noche. Cain siempre ha sido el que me espera en el interior.
Estar aquí con Bob ha convertido el escenario en una pesadilla.
—¿Qué dirían mamá y papá, sobre su
pequeña Charlie mostrando sus tetas en el escenario y traficando…?
—¡Cállate! —chasqueo, girando alrededor para enfrentarlo. Debe
estar más borracho de lo que creí al principio—. Para alguien en
las grandes ligas —señalo entre comillas, burlándome de él por su
anterior regaño—, ¿seguro quieres abrir la boca? —Incliné mi cabeza
hacia la cámara en un rincón de la habitación, levantando
146
intencionalmente mis cejas.
Bob captura mi movimiento y lo descarta con un bufido y un
gesto. —Esos son solo una fachada. Ninguno de estos propietarios
realmente quiere una prueba de lo que ocurre aquí.
—Este propietario sí —le advierto lentamente, aunque en silencio
ruego a Dios que tenga razón. También rezo para que el sonido no
funcione en la grabación. Espero que la música reproduciéndose a lo
largo de los altavoces amortigüe nuestras palabras, en todo caso.
Frotando su barbilla, una mirada meditabunda toca de repente
su cara, Bob susurra—: Sabes, Eddie ha estado tratando de conectar
con este tipo por años. Viendo que trabajas aquí…
—No sucederá. Cain hará que te metan en la cárcel antes de
recibir la propuesta de tu boca. Él no quiere tener nada que ver con ese
mundo. Tienes que irte, ahora mismo.
La cara de Bob se tuerce con desagrado. Tengo entendido que
no le gusta que le digan qué hacer. Con la misma rapidez, sin embargo,
se suaviza. —Claro que sí, Charlie.
Suprimiendo un rodado de ojos, doy la vuelta hacia la puerta,
intentando salir de la habitación. Un fuerte agarre sobre mi muñeca me
detuvo. —No me des la espalda.
Respiro hondo, tratando de calmar mis nervios evaluando
rápidamente la situación en la que me he puesto yo misma, Bob es
medio respetable cuando está sobrio. Pero ahora no está sobrio y,
claramente, no es en absoluto respetable. También es un traficante de
drogas grande y musculoso que pudo no hacerme daño todavía, pero
fácilmente podría esta noche, y por alguna razón, ahora se cree que
tiene la sartén por el mango porque ha invadido mi vida “real”.
En cierto modo, así es.
Y mi instinto me dice que va a utilizarlo para su provecho.
Tragando, le explico con calma. —Tengo que terminar mi turno
detrás de la barra. Y tú debes irte. Me he enterado que los gorilas de
aquí no son muy amables con los clientes que ponen sus manos en las
chicas.
—Entonces es una buena cosa que nadie va a decirles, ¿no? —
Dándole a mí brazo un apretón doloroso en advertencia—. Tan pronto
como tenga un show privado, tú puedes hacer lo que mierda quieras.
Va por la casa, por supuesto.
Está borracho, me recuerdo a mí misma. Sus reflejos serán más
lentos... —Está bien, seguro. Una canción. Siéntate en la silla —estoy de
acuerdo y con calma, tratando de aplacarlo.
A segundos que sus dedos me liberan, corro hacia la puerta. 147
Borracho o no, Bob no es tan tonto o tan lento como esperaba,
esperaba que lo esquivara. Dolor se dispara a través de mi cuero
cabelludo, cuando agarra un puñado de mi pelo y tira de mí hacia él,
hasta que mi espalda está contra su pecho. Enrosca sus dedos
alrededor de mi pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás hasta que mi
cuerpo en su totalidad se tuerce en un ángulo incómodo mientras lo
miro a la cara.
Entonces me da una bofetada en la mejilla.
Con la mano abierta, pero con el dorso, y es tan fuerte que el
ardor trae lágrimas a mis ojos. Estoy segura de que dejara una marca.
—¿No tienes miedo de mí? Deberías. —Tira de mi cabeza,
ganando otra mueca de dolor—. ¿Crees que estás protegida? ¿Crees
que estás a salvo? —Una risa malvada se escapa de sus labios—. Como
que me gustas, Jane… Charlie… o como sea que carajo te llames.
Tienes pelotas. Bueno… —Sus ojos giran hacia abajo mientras su mano
libre se abre camino bajo mi falda, girando alrededor de la parte
trasera de mi diminuto bikini, haciendo como si fuera a quitármelos.
Inhala, exhala.
Los deja puestos. —Algunas metafóricamente, de cualquier
modo. Pero no me gusta que pienses que puedes solamente
desecharme. No me gusta en absoluto. —Me avienta hacia el tubo.
Consigo agarrarlo antes de perder el equilibrio y caer hacia el suelo —
claramente bloqueando cualquier intento de huir— me suelta—. Inicia
en cualquier momento.
Mis ojos observan la puerta. Está a sólo un metro y medio de
distancia.
Gano una sonrisa dentada de Bob. —Tú eliges, es aquí o la
próxima vez que te vea.
No soy idiota. Si cedo ahora, todavía va a tratar de obligarme a
hacerlo después y no habrá porteros allí para salvarme. —Eddie no lo
permitiría —le contesto, imponiendo seguridad en mi voz. No tengo ni
idea de lo que podría permitir Eddie, pero él no ha tenido paciencia
para los métodos de búsqueda de Bob hasta el momento, así que sólo
espero estar en lo cierto.
Por el estrechamiento de los ojos de Bob y el enrojecimiento
repentino de sus mejillas, no era lo correcto a decir. Llega a mí en un
instante, pateando mis pies para hacerme caer y empujarme contra
suelo. Aterrizo con un golpe fuerte, sacando todo el aire de mis
pulmones.
—¿Crees que lo que dice Eddie se hace? —Se agacha para
sujetarme la cara y levantarme, sus fuertes dedos aprietan mi mandíbula
hasta que las lágrimas brotan de mis ojos—. No le pertenezco a Eddie.
¡Hago lo que quiero! 148
El musculoso brazo de Bob tira hacia atrás y lo veo hacer un puño.
Cierro los ojos y me contraigo, preparándome contra el impacto que
está a punto de venir, sabiendo que va a causar graves daños.
Pero nunca llega.
El sonido de la puerta abriéndose de golpe y un grito vienen un
segundo antes de que el agarre doloroso de Bob se desvanezca y me
deje caer de nuevo al suelo, el dolor pasa un par de segundos por mi
cara escabulléndose hacia mi mandíbula. Cuando me las arreglo para
levantarme, me parece ver a Nate y Ben al lado de Cain, que tiene a
Bob de rodillas sujetándolo por el cuello de su camisa con los nudillos
blancos. Bob tiene por lo menos treinta libras más que Cain, pero en
este momento, con la rabia ardiendo en los ojos oscuros de mi jefe y de
la manera en que luce el cordón de sus músculos a lo largo de su cuello
y brazos, no dudo de que Cain pudiera vencer a Bob en cuestión de
segundos.
Y que bien podría hacerlo.
—¿Quién mierda eres tú? —gruñe Cain, toda apariencia de su
reservado carácter profesional se ha ido. Cuando Bob no contesta, sus
ojos se amplían de ida y vuelta entre Nate, Ben, y la puerta, las fosas
nasales de Cain comienzan a chispear—. Tienes unos cuatro segundos
para empezar a hablar.
—Es fácil amenazar cuando estamos tres a uno, ¿no? —Bob se
echa hacia atrás con una sonrisa burlona, tratando de mantenerse
firme, incluso mientras está de rodillas.
Eso hace que los labios de Cain se curven en una sonrisa. No es la
sonrisa que me encanta. Es una sonrisa maliciosa que no toca sus ojos.
Como si estuviera esperando una invitación. —Nate, Ben… tomen a
Charlie y salgan. —Su tono gélido envía un escalofrío a través de mis
entrañas.
Ben y Nate comparten una mirada, pero no se mueven.
—¡Fuera. Ahora! —El grito de Cain me hace saltar.
Ben se mueve como si fuera a obedecer, tratando de llegar a mí
con una mano. Sin embargo, Nate no se mueve. —Sabes que no puedo
hacer eso, jefe.
—¿Y eso por qué? —se burla Cain, sin abandonar nunca los ojos
de Bob. Es como si supiera la respuesta, pero quiere que Nate lo diga en
voz alta, para que Bob lo escuche.
—Debido a que este idiota no va a salir de aquí si te dejo solo con
él —responde Nate, tan tranquilamente—. Así que ¿por qué no dejas
que me ocupe de él? —añade un poco más suavemente—. Déjalo ir,
Cain.
No he tomado un solo aliento, desde que irrumpieron. Tengo que
149
tomar uno ahora. Es pequeño e inestable, mientras estudio el rostro de
Cain —una máscara fría, indiferente y llena de odio— ahora me doy
cuenta de que pase de una situación peligrosa a otra.
Necesito que Bob se vaya. Inmediatamente.
—Estoy bien, Cain. No es más que un tipo que pensaba que era
otra persona —explico, dando un paso hacia adelante.
La severa mirada de Cain finalmente se posa sobre mí. Hay
confusión dentro de sus ojos que no me pasa desapercibida ¿miedo?
¿Pánico? ¿Ira? ¿Conmoción? con pasos vacilantes, cierro la distancia y
coloco sutilmente una mano en su antebrazo, que está tenso por su
rigidez. Sus ojos no han dejado los míos. —Cain, por favor. Simplemente
deja que Nate se lo lleve. —Odio la súplica en mi tono, pero en este
momento, estoy desesperada. No puedo tener a Bob diciendo una
palabra y definitivamente no puedo tener a Cain dándole una paliza.
Eso sólo terminara mal para mí en el camino. Con las cosas así, no sé lo
que esto va a significar en mi próxima entrega. No puedo pensar en eso
justo ahora.
Ahora mismo tengo que calmar esta situación.
Lentamente froto la mano sobre el brazo de Cain, estirando cada
músculo, tan firmemente apretado como él.
Después de otra larga pausa, finalmente libera a Bob de su
abrazo de muerte y camina por delante de mí, poniendo mi cuerpo
detrás de él de manera protectora.
Cuando Bob lucha por levantarse, sus ojos parpadean hacia mí.
Veo la promesa en ellos.
La promesa de venganza.
Lucho contra el estremecimiento que se desliza a lo largo de mi
espina dorsal.
—Ese tipo no es bienvenido en este club —advierte Cain—.
Quédate jodidamente fuera.
Bob resopla, arrastrándose al lado de Nate, quién tiene una mano
gigantesca descansando sobre su hombro para dirigirlo en la dirección
correcta lo más rápido y silenciosamente posible. Bob lanza hacia atrás.
—Quizás deberías mirar más de cerca el tipo de prostitutas que
contratas aquí.
Nate y Ben —obviamente conociendo a su jefe muy bien—
anticipan su reacción moviéndose rápido, Nate empuja a Bob fuera de
la habitación, mientras que Ben bloquea a Cain detrás de él
persiguiéndolo. —No te preocupes. Nosotros nos encargaremos de él —
dice Ben, dando un paso hacia atrás lentamente—. Y tú cuida de
Charlie. 150
Mis manos encuentran mi estómago, presionando contra la
creciente maraña de nervios que llevo por dentro. ¿Por qué
simplemente no podía seguir manteniendo estas dos vidas separadas
por más tiempo? Es como si el universo conspirara en contra mía,
recordándome que no tengo una cantidad indefinida de tiempo. Que
todo se vendrá abajo. Con sólo una llamada telefónica, con una sola
visita…
Ginger sospecha algo. Todavía me habla, pero de mala gana.
Ahora Bob sabe cómo encontrarme. ¿Y si hubiera sido Jimmy el que
vino aquí? Joder, mañana podría ser Jimmy estando aquí, viéndome
desnudarme. Mis entrañas se aprietan más fuerte ante la idea.
Y Cain…
En algún momento se abre paso de nuevo en la habitación VIP.
Me está estudiando con esos ojos de halcón. ¿Puede ver mi confusión
interna? ¿Mi culpa? ¿Mi duplicidad? Si lo hace, no lo demuestra. Sólo
está allí, observándome en silencio hasta que estoy a punto de gritar.
—Di algo —exige finalmente en un susurro ronco. Esperaba que
me gritara como lo hizo con Bob. Que me despidiera por estar en la
habitación VIP con un cliente, aunque es evidente que no estaba
dando ningún entretenimiento. Espero que me mire con odio y ojos
disgustados. Que me interrogue, presionándome con preguntas,
acusaciones, teorías.
Pero no hace nada de eso. Tranquilamente empuja la puerta.
Entonces, se mueve con tanta fluidez que echo de menos, siento que
tira de mi cuerpo hacia él por la muñeca. A su firme pecho mientras sus
brazos se envuelven alrededor de mi cuerpo, tirando de mí,
acercándome, hasta que casi puedo sentir el desorden de sus
emociones que irradian de él, esa misma preocupación, el dolor y el
miedo que vi en sus ojos.
Y la última cosa que esperaba que haga en este momento es la
primera cosa que hace.
Levantando una mano, con la que rodea mi cuello, Cain baja su
boca sobre la mía. Con seguridad, sin dudas. Ciertamente no hay
timidez, su lengua persuade a que se separen mis labios y luego la
introduce para reclamarla como si ya le perteneciera, hábilmente me
acaricia de una manera que hace que mis rodillas se debiliten y un
gemido tenue retumba en mi garganta.
Tardo unos pocos segundos para que mi cerebro sorprendido
comprenda plenamente lo que sucede, pero mi voluntad es inmediata
cuando lo hago, cayendo en él, mis manos se arrastran por encima de
su estómago y pecho saboreando cada ángulo duro que he imaginado
tocar durante semanas. Profundiza el beso, sus brazos tiran de mí,
apretándome a su cuerpo, atrapando mi mano sobre su pecho, en la
parte donde descansa su corazón. Siento que late más salvajemente 151
que el mío y me maravilla que puedo estar haciéndole eso.
Sus labios roban mi aliento totalmente, besándome con sed
exigente, como si hubiera estado esperando una eternidad para hacer
esto y que va a estar esperando otra eternidad para hacerlo de nuevo.
Pero no puedo ignorar el temblor de su cuerpo, estando tan
cerca de él.
Cain está temblando.
Hemos estado jugando este juego, que no se siente como uno
más y no estoy segura de cómo me siento acerca de eso.
Así como de repente, se libera de mí.
Traducido por Verito
Corregido por LizzyAvett’

—¡Cain! —Los puños de Nate golpean tan fuerte la puerta de mi


oficina que los cuadros de fotos colgando en el interior golpean el suelo.
Normalmente sería difícil escuchar algo porque las paredes no son
insonorizadas y la música del club resuena fuerte. Pero escucho la
innatural agudeza en su sonido natural y eso pone en marcha las
alarmas.
Apresurándome a abrir la puerta —siempre la bloqueo cuando la
caja fuerte está abierta— encuentro el rostro ceniciento de Nate, sus
ojos abiertos, mientras mira al suelo, murmurando—: Traté de llegar aquí. 152
Todo pasó tan rápido.
Sigo su mirada.
Y mi respiración se detiene.
El cuerpo de Penny, dañado y frágil, está en una pila, boca
abajo. Puedo ver la herida abierta en la parte superior de su cabeza, la
sangre que fluye oscurece su rubia cabellera.
El rastro de sangre comenzando a metro y medio por el pasillo me
dice que se las arregló para moverse una distancia considerable. Y la
dirección en sus manos yacen extendidas a mi puerta... veo el hilo de
sangre a lo largo de la mitad inferior del metal.
Manchas de dedos.
Buscando.
Rastros de sangre alrededor de mi perilla.
No puedo apartar mis manos de ella.
Al segundo en que vi la cara de Charlie —sus ojos apretados
fuertemente contra el golpe viniente de su atacante— mi miedo
explotó.
Pudo haber pasado. Otra vez.
—Cain, ¿estás bien? —La voz de Charlie me devuelve a la
realidad, una suave canción para recordarme que no es Penny. No está
muerta. Está justo aquí, frente a mí, mi frente se presiona contra la de
ella mientras agarro sus brazos, mientras lucho para calmar mi
respiración entrecortada.
Acabo de besarla.
Necesitaba hacerlo. Necesitaba estar cerca de ella, sentir su
calor, su vida, contra mí. Y ahora, enfocándome en esa hermosa cara
tan cerca de la mía, sus suaves pantalones acariciando mi piel, sus
siempre perceptivos ojos mirándome con aprensión, estoy luchando
conmigo para no hacerlo de nuevo.
No. No en una maldita habitación VIP, donde cientos de chicos
han follado por un precio nominal, luego de que acaba de ser
atacada, ¡idiota!
Aprieto mis dientes por la urgencia que me consume pero sé que
si permanezco así de cerca, mi autocontrol perderá. Así que me alejo.
Lo suficiente para tener una buena mirada de su cara, mis manos
ahuecando su mejilla en un gentil agarre. —¿Dónde estás herida?
—Sólo mi mejilla —Frunce su cara, como si recordara el dolor—, y
mi cuero cabelludo, cuando él tiró mi cabello como una maldita niña
pequeña. 153
Deslizo mi mano alrededor de la parte trasera de su cráneo —a
través de su suave cabello que no está manchado con sangre porque
ella no es Penny, me recuerdo— y dejo que mis dedos la acaricien
gentilmente. Con dulzura.
Cierra sus ojos y sus labios se abren, claramente disfrutando la
atención, y otra vez peleo con la urgencia de agacharme y besar esa
boca abierta. He estado observándola en ese escenario por semanas,
pensando en ella sin parar, diciéndome a mí mismo en un millón de
diferentes formas que esto no puede pasar.
Casi no parece real.
—¿Mejor?
—Mmmm... —Su mano alcanza la mía desde donde descansa en
la parte trasera de su cabeza, y la pone hacia abajo con sus dedos
entrelazados. No sé si alguna vez he sostenido así la mano de una mujer.
Está haciendo que mis nervios hagan corto circuito. Me pregunto si lo
siente también, o si soy solo yo. Vibrantes ojos se abren para deslizarse
sobre mí, aterrizando en mi boca—. Estás temblando.
Tiene razón. Estoy temblando. No lo había notado.
Exhalo profundamente, tratando de regular mi corazón. Estamos
tan cerca que me pregunto si puede sentirlo. —Cuando entré y vi a ese
chico listo para golpearte... —Mi voz se rompe—. Me recordó a alguien.
O algo que pasó, hace años.
Los dedos fríos de Charlie se arrastran por mi cuello, trazando las
letras de mi tatuaje, como si mostrara su entendimiento sin decir una
palabra.
Manteniendo mis ojos en los de ella, pregunto cautelosamente—:
¿Quién era él, Charlie? —Trato de no tener amargura en mi voz pero es
imposible. Incluso pensar en el hijo de puta me hace apretar los puños.
Tan feliz como estoy con Charlie, una pequeña parte de mí quiere
correr al estacionamiento para matarlo. Sé que Nate le dará una
advertencia, pero no es suficiente.
Su mano llega a mi mejilla, su delicado toque alisando mi delgada
barba. Instintivamente me giro hacia ella, dejando que sus dedos
acaricien mi boca. —Te lo dije, él pensó que yo era alguien más —
ronronea, fingiendo desinterés. Pero su cuerpo se tensa repentinamente
y sé que está actuando. Se inclina para descansar su mejilla en mi
pecho, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura, y egoístamente
acepto el afecto, envolviendo mis brazos en su caliente y fuerte cuerpo
otra vez, mientras dejo que mi barbilla repose en su cabeza.
Y me maravillo de cómo las cosas pueden cambiar tan rápido.
Diez minutos atrás, mi polla palpitaba mientras miraba el perfecto
cuerpo de Charlie atormentándome en el escenario, preguntándome 154
qué demonios le diría esta noche. Preguntándome si había algo más
que una atracción física incontenible.
Tres minutos atrás, vi a alguien tratar de romper ese mismo cuerpo
perfecto y el suelo se abrió bajo mis pies, recordándome cuan fácil
podría perder mi oportunidad de averiguarlo.
Y sólo en segundos, estoy seguro de que algo más profundo que
un espectáculo de desnudistas y atracción física está empezando a
desarrollarse entre nosotros.
En segundos.
No debí haber esperado tanto. Debí haberla enamorado cuando
caminó por mi puerta. Cada segundo desde entonces, he estado
perdiendo precioso tiempo y posibilidades, repitiendo los errores de mi
pasado. Nate tiene razón. No puedo cambiar nada de lo que pasó.
Sólo puedo aprender de ello.
¿Pero que si esto no es nada más que un juego para Charlie? Sé
que está mintiéndome sobre ese chico. La única razón por la que
descubrí que ella estaba ahí fue porque Jeff —uno de los guardias— dijo
algo sobre ella entrando por el auricular y Nate lo captó.
Pensé que entraría en una escena totalmente diferente cuando
me metí por la puerta, y sin embargo entré de todos modos, como un
rarito celoso, listo para gritarle por jugar conmigo de la manera en que
lo hace. Una parte de mí está aliviada por la manera en que la
encontré. Saber eso me da nauseas.
Así que, ¿qué mierda debería hacer ahora? Presionarla a decirme
quién era ese tipo realmente no me llevará a ningún lado. Lo presiento
por la manera en que está actuando. Pero tampoco puedo tenerla
bajo el foco, teniendo más chicos “confundiéndola” con alguien más.
Quizás eso es porque la orden sale. —No vas a subir a ese
escenario por un tiempo. —Escucho el tono controlador y posesivo que
odio deslizándose en mis palabras y de inmediato reconozco la orden
por lo que realmente es: una excusa para que ella ya no sea
desnudista.
Sus brazos pierden el agarre de mi cintura mientras se aleja. —
Necesito el dinero, Cain. —Su negativa suena a medias, como si lo dijera
porque siente que debe hacerlo.
No puedo decir que no estoy entusiasmado con ello. Quiero que
odie el escenario y odie desnudarse.
Para todos excepto yo, así es.
Apartando un mechón de cabello que cayó por su frente, no
dudo en ofrecer. —Tengo algunas cosas administrativas con las que
puedes ayudarme. Es fácil y te pagaré lo mismo. Y estarás conmigo.
Asintiendo lentamente como si procesara la posibilidad,
155
murmura—: Supongo que eso servirá... —En sus ojos calculadores,
atrapo un destello de suavidad. ¿Alivio?—. ¿Por cuánto tiempo?
—Ya veremos. —Sí, ya veremos, de acuerdo... Mi mirada no
puede evitar deslizarse a los dos firmes montículos presionados contra mi
caja torácica. Si fuese por mí, este cuerpo jamás vería el escenario de
nuevo. Quiero estos miembros largos y musculosos, y estas perfectas
tetas, y esta suave y sedosa piel, solo para mis ojos. Quiero todo de ella
para mí…
Un suave suspiro se escapa de sus labios. Sus grandes iris café
comienzan a brillar mientras mira hacia arriba y se da cuenta de lo
cerca que está de mí. Por la suave sonrisa que toca sus labios, ella sintió
ese movimiento.
Exhalando lenta y pesadamente, muevo mis manos para tomar su
cintura y forzarme a alejarme de ella antes de que esto vaya de cero a
desnudo en sesenta segundos. Existe el perder el tiempo y existe el
perder la primera vez. Tomar a Charlie en una de mis habitaciones VIP
ahora estaría mal. —Ven —Pongo mi brazo por su cintura y la acercó a
mí—, pongámosle hielo a esa mejilla.
Charlie permanece tranquila mientras la guio a mi oficina. De
hecho, no ha dicho ni una palabra, además de agradecer a Ginger
quien, luego de sacar los detalles de Ben, corrió hacia nosotros con una
bolsa de hielo.
Ahora se ve nerviosa. O insegura de cómo actuar a mí alrededor.
Eso nos hace a los dos.
Saco una silla y la insto a sentarse. Inclinándome hacia atrás
contra mi escritorio delante de ella, empujo la silla hasta que sus piernas
desnudas, luciendo largas y sexys en esa pequeña falda, tocaron el
lado de mi muslo. Eso prácticamente me permitiría sostener el hielo
contra su mejilla por ella. Codiciosamente, necesito tocarla. El hecho
de que no se aleja me dice que está bien con ello.
La furiosa marca roja seguramente será un moretón en unos días,
pero nada dañará esa preciosa cara de muñeca que tiene. Charlie es
perfección. Tiene una cara en la que podría perderme a mí mismo. Y lo
hago ahora mismo, dejando mi mirada en su exuberante boca. No
puedo evitar pasar mi pulgar por su labio inferior. Sus labios son mucho
más suaves de lo que he imaginado.
Ojos brillantes miran hacia mí, esperando expectantemente. Y mi
mano se inmoviliza. No sé dónde ir después. ¿Qué está bien? ¿Qué
permito pasar? ¿Sólo dejo que las cosas sucedan? ¿Dejo salir mi pasado
con ella como lo hice con Penny, así sabe con qué hombre se está
envolviendo, el tipo de violencia que he visto, la clase de compañía
que mantengo?
O talvez, Nate tiene razón. ¿Algo de eso debería importar? Me
importa a mí, ¿pero a ella? Sé que Charlie viene con su propio equipaje
156
de secretos. Pero, francamente, siempre y cuando no esté haciendo
algo inmoral deliberadamente, no me importa una mierda lo que ha
hecho. Sólo quiero ayudarla a alejarse de ello.
Levanta su mano para presionar la mía contra su boca.
¿Realmente estamos haciendo esto?
—No sé cómo hacer esto, Charlie —digo en poco más que un
susurro, espero que me entienda—. Nunca he hecho… esto.
Luego de una larga pausa, su labio toca mi piel mientras susurra—:
Creo que lo estás haciendo muy bien.
Siento mi labio curvarse en una sonrisa, sus intentos para construir
mi confianza son encantadores. Estoy aprendiendo rápido sobre Charlie
y mientras más aprendo, más me gusta. Ella no pregunta mucho y aun
así siempre sabe qué decir.
Deja caer mi mano, permitiéndome llevar el hielo a su mejilla otra
vez. —¿Estás seguro de que quieres que haga cosas de oficina? —
pregunta—. No tengo experiencia. —Aprieta sus ojos cerrándolos,
añadiendo rápidamente—: Con asuntos de oficia. Tengo mucha otra
experiencia. —Entonces sus mejillas explotan con color.
Es una visión tan rara ver a Charlie nerviosa que no puedo evitar
reír, lo que pone sus mejillas aún más rojas y una risita se escapa de sus
labios. Y esa risita es música para mis oídos.
Repitiendo sus palabras de más temprano, bromeo. —Creo que lo
harás muy bien. —Yo, por otro lado, tratando de mantener mis manos
fuera de ti mientras estas en mi oficina, no lo haré—. ¿Qué te parece
venir mañana a las cuatro de la tarde?
Sonríe y asiente. —Charlie Rourke, asistente administrativa, a su
servicio.
Mmmm... Me gusta el sonido de eso. —Sabes que estoy buscando
una gerente femenina, ¿verdad?
—¿Para hacer qué, exactamente?
Me encojo de hombros. —Para ayudarme a manejar este lugar. Es
mucho trabajo para hacerlo solo.
Asiente lentamente, considerándolo.
—Piensa sobre ello. —Levanto la bolsa de hielo e inspecciono su
mejilla. Si miro lo bastante cerca, puedo ver dónde sus nudillos hicieron
contacto. Si alguna vez veo a ese chico de nuevo... Mis puños se
aprietan en anticipación—. ¿Te duele?
Agita su mano con desdén. —Es solo un moretón. Nada roto. 157
Confía en mí, he tenido muchos de esos.
—¿Tu padre? —Mierda. ¿Acabo de preguntar eso? Contengo mi
respiración, esperando que Charlie no lo haya notado.
—No, de... —Se detiene, su ceño se frunce profundamente—. ¿Mi
padre? —Traga—. ¿Qué quieres decir?
Ah, mierda. ¿Qué hay en Charlie que me hace decir mierda
estúpida? ¡Nunca digo mierda estúpida! Rápidamente tratando de
cubrir mi error, aclaro mi garganta y digo—: Nada. Quiero decir, un
montón de chicas trabajando aquí tienen padres abusivos y sólo
asumí…
—Cain. —El borde en su voz es inconfundible. Es fuerte con partes
iguales de desconfianza y pánico. Ajusta su cuerpo para que sus piernas
no me toquen más y su espalda está rígida—. Eres un mentiroso terrible.
Charlie es muy perceptiva. Nadie más que Storm y Nate saben
sobre John y como lo tengo, básicamente, robando la vida privada de
mis empleados. Ahora Charlie lo sabrá porque, aunque nunca he hecho
esta cosa de las relaciones antes, soy lo suficiente inteligente para saber
que no funciona si le mientes en la cara a la persona.
Suspiro con arrepentimiento y luego comienzo a relatar lo que
John me dijo. —George Rourke, nació el primero de Mayo, 1962.
Conductor de camiones con un problema de alcohol y un historial de
abusar a tu madre hasta su muerte. —¿Charlie incluso sabe que su
madre murió? Por su mirada de venado encandilado, supongo que no.
¡Mierda! Mis entrañas se retuercen. Esto se pone peor y peor—. Te
escapaste en tu cumpleaños número dieciocho y no ha habido rastro
de ti hasta tu vuelo de New York a Miami hace dos meses. Mira, tengo
muchas verificaciones de antecedentes de todos mis empleados. Del
tipo investigación privada.
Aclarando su garganta, apenas se las arregla para decir—:
Necesito el resto de la noche libre. —Busco mis llaves para llevarla a
casa pero ya está negando con la cabeza, una mano fuera para
detenerme, temblando ligeramente—. No, Cain. Solo… —Traga, con la
voz ronca—. No.
Siento como si un camión se estrellara contra mi pecho. —Espera.
Por favor, dime que sabías sobre tu madre. Por favor dime que no
acabas de enterarte. —Si no lo sabía, creo que me volveré loco.
Veo como traga y luego deja salir despacio—: Sí. Sabía de la
muerte de mi madre.
Busco su mano pero ella la aleja. —Sé cómo luce, pero puedes
confiar en mí.
—Te equivocas, Cain. Realmente no sé absolutamente nada
sobre ti. —Girando en sus tacones, se va. 158
Solo así. En segundos, cualquier confianza que pude haber
ganado... perdida.
Duré como tres minutos. No puedo dejarla así. A pesar de sus
protestas, estoy de pie, llaves en mano, y dirigiéndome a la puerta para
ir tras ella. La colorida cabeza de Ginger me detiene.
—¿Charlie está bien? Levi dijo que salió como una tormenta de
aquí.
Ya estoy maniobrando mi camino alrededor de ella. No tengo
tiempo para Ginger ahora. —No, no lo está.
Su mano se posa en mi brazo para detenerme. —Espera...
—No ahora, Gin...
—¿Estabas con Charlie la tarde de ayer?
Eso desacelera mis pasos. ¿Por qué preguntaría eso? —No. —Me
giro para darle una mirada confundida.
Junta sus labios. —No iba a decir nada, pero luego de lo que Ben
me dijo que pasó esta noche... —Ella gruñe—. Necesito decirte sobre
ayer. Quizás tú puedas encontrarle sentido.
Miro a la puerta de salida y luego de vuelta a Ginger, sin saber si
escuchar lo que tiene decir o salir a buscar a Charlie.
—Hablé con un tipo en su teléfono ayer. Ella dijo que era su padre
pero no estoy segura.

159
Traducido por Michelle♡ & Liz Holland
Corregido por Jane

¿Quién diablos es George Rourke?


Se supone que esta fuera una identidad falsa. ¡Falsa! Pero la
forma en que Cain sólo continuó, hablando de esta gente que
supuestamente conozco, me hace creer que Charlie tiene una vida real
que implica a personas reales...
Charlie es una persona real.
Al parecer, hasta hace cuatro años, una persona que 160
probablemente se rio y lloró y fue de fiesta con sus amigos. La gente la
llamaba Charlie y ella respondía. Se miró en el espejo y vio un rostro que
no era mi cara, la que ha asumido su identidad.
¿Y luego desapareció sin dejar rastro? La gente no sólo
desaparece. Lo sé, porque yo lo estoy intentando. Sólo hay una
explicación que tiene sentido.
Oh, Dios.
Me veo obligada a salir de la carretera. Apenas tengo mi cinturón
de seguridad fuera y la puerta abierta antes de que los contenidos de
mi estómago se esparzan por el pavimento. Gracias a Dios que es tarde
y estoy en una tranquila calle sin testigos, aparte de los gatos callejeros
a través del camino, inspeccionando un contenedor de
basura. Cuando no me queda nada para expulsar, subo de nuevo en el
asiento del conductor. Las lágrimas comienzan a fluir, pero las limpio
con furia.
Tengo que saber.
Con sangre golpeando en mis oídos como un tambor incesante,
miro el reloj del salpicadero. Es sólo después de medianoche. Sam
seguirá levantado. A pesar de su edad, es un ave nocturna y un
madrugador.
Sé que no debería hacer esto. Se supone que nunca tengo que
contactar con él, pero necesito que me convenza de que mis
sospechas son erróneas. Golpeo el número de la casa de Long Island
desde el teléfono desechable, esperando que no se pueda rastrear si
hay una intervención telefónica en el teléfono de su casa.
Con manos temblorosas y respiración irregular, espero, mi corazón
se siente como que va a parar pronto si no encuentro algo de alivio
para él. Ni siquiera sé si él estará en casa. Casi nunca está en casa...
Sam contesta a la tercera llamada.
Conteniendo mi miedo con un trago duro, no pierdo el tiempo. —
¿Quién era Charlie?
No oigo nada.
Nada.
Y luego un clic.
Me obligo a respirar mientras presiono el teléfono contra mi
pecho. ¿Me escuchó? ¿Pensaba que era una llamada de
broma? ¿Debo volver a llamar?
El timbre del teléfono que rompe el silencio me hace saltar.
Golpeó "contestar", y escucho, frunciendo los labios.
—¿Por qué lo preguntas? —Su tono es bajo y áspero. Sam puede
161
ser exigente, pero he oído usar esa voz sólo una vez antes, con
Dominic esa noche. Apuesto a que cambió de celular. Es probable que
también este en el sótano sin terminar. La habitación está
completamente vacía, por lo que es difícil de ocultar cualquier error
dentro, si alguien alguna vez logra superar a Simba y Duke, dos de los
más grandes y más hostiles rottweilers que he visto nunca.
Aprieto los dientes, en busca de una excusa. En mi frenesí, no
consideré cómo iba a ir esta conversación. Simplemente estaba
buscando una respuesta para tranquilizarme. No le puedo decir lo que
sé. No le puedo decir nada acerca de Cain o sus prácticas de
investigación. ¡Estúpida chica! ¿Qué me está pasando? Estoy siempre
tan atenta. Ahora, cuando más lo necesito para mantener mi cabeza,
¡lo estoy perdiendo!
Pero es demasiado tarde. Sam necesita una respuesta. Me trago
mi miedo. —¿Era una persona real?
Su baja risa amenazante me hace temblar. —Bueno, por supuesto
que es real. Ella eres tú.
Cierro los ojos con una espiral de pavor. Está siendo evasivo. —
¿Era alguien más antes de que ella fuera yo?
Hay una pausa y luego, para mi sorpresa, Sam responde—: Sí.
Hormigueos recorren mi cuello. —¿Dónde está ahora?
—Tantas preguntas, mi ratoncito... Tengo que preguntarme por
qué. —Oigo la familiar atracción de la cadena fijada a la luz en el
sótano. Encendido… Apagado… Encendido… Apagado… Y vuelvo a
pensar en el día que me entregó todas las identificaciones de Charlie. El
día que recogió todas las mías. ¿Qué iba a hacer con ellas? ¿Venderlas
a otra persona para que pueda pretender ser yo?
Aprieto los labios para no hablar. Nunca he cuestionado a
Sam. Nunca. Y ahora él recibe una llamada telefónica de mi parte en el
medio de la noche, plagada de acusaciones tácitas. Esto lo volverá
suspicaz.
—¡Respóndeme! —exige finalmente.
—Me pregunto si ella esta... —Fuerzo a bajar la bilis que sube de
nuevo en mi garganta—. ¿Qué pasó con ella? —¿La mataste,
Sam? ¿Fue por mí? ¿Tenías todo planeado hace cuatro años? ¿Tal vez
antes?
Por supuesto que no espero que Sam admita nada. Nunca ha
compartido nada incriminatorio conmigo. Si alguna vez fuera a la
policía, no tengo nada más que acusaciones y pruebas circunstanciales
que no se sostienen. Ciertamente no hay información valiosa para un
trueque por mi exoneración. Aparte de Dominic y ahora Jimmy, nunca
he conocido a ninguno de sus asociados. Rara vez puse un pie dentro
de sus empresas legítimas. No sé cómo consigue la heroína; nunca 162
preguntaría. Sé que hizo algunos viajes al Medio Oriente en los últimos
años por el "negocio". Pero dudo mucho que su empresa de bienes
raíces, su compañía de techado, su restaurante de carnes de
franquicia, o cualquiera de las otras docenas de empresas en las que
está involucrado tenga algo que ver con el Medio Oriente.
Estoy segura que la DEA6cuestionaría sus viajes, si estuvieran
observándolo. Nunca ha sentido su presencia, sin embargo. Por otra
parte, no sé cómo se sentiría tener la atención de la DEA. Por lo que sé,
ese tipo entrometido de la primavera pasada no era amigo de Sam y
de hecho era la DEA. O son discretos o no se han enterado de Sam
todavía. Supongo que cuando eres realmente bueno en lo que haces,
es más difícil precisar cosas sobre ti.
Oigo el silbido del aire a través de los dientes de Sam en el otro
extremo antes de que ofrezca, en un tono indiferentemente falso—:
¿Quién sabe? Tal vez ella traicionó a alguien que le dio todo. Tal vez no
era un buen ratoncito.
Mi corazón comienza a correr, golpeando contra mi caja
torácica. Él evadió la pregunta, pero para mí, es claramente una
respuesta.
Y una advertencia.

6 Administración para el Control de Drogas.


—¿Es eso lo que querías saber?
Aclarando mi garganta, me las arreglo para soltar—: Sí.
—Espero no tener nada de qué preocuparme. Recuerda, estamos
en esto juntos. No hay lugar para ser descuidada. Ayer fuiste
descuidada.
Descuidada. Lo mismo que acusó a Dominic de ser.
—Lo sé, S… —El sabor cobrizo de la sangre tiñe mis papilas
gustativas mientras me muerdo la lengua con fuerza, para evitar decir
su nombre—. No va a suceder de nuevo.
—Bueno. Porque tenemos una muy buena cosa. Y va a ser mucho
mejor. —Hay una pausa—. Veo que te estás quedando sin dinero. Voy a
depositar otros diez en tu cuenta mañana. Ve a comprarte algo bonito.
—Lo haré. Gracias. —Dinero... Todo se reduce a dinero. Como
Sam valora eso sobre todo lo demás y como asume que todos lo hacen,
también. Lo curioso es que Sam podría depositar diez veces esa
cantidad en mi cuenta sin sentirlo financieramente. Pero nunca me da
demasiado. Sólo lo suficiente para mantenerme
alrededor, necesitándolo.
Escucho la estática en el teléfono por no sé cuánto tiempo pasa
después de que Sam cuelga. Por último, me hundo en mi asiento.
163
Charlie Rourke era una persona real.
Y la verdadera Charlie Rourke está muerta.
He estado obviamente fingiendo ser una chica muerta desde
hace meses. La he convertido en una bailarina de striptease y una
traficante de drogas. He mirado con interés el día en que pueda cortar
su identificación en pedacitos y pretender que nunca existió.
Pero existió.
Y Sam probablemente tuvo que ver con su muerte.
¿Era sólo alguna desafortunada chica que conoció a la persona
equivocada una noche? ¿Alguien en busca de una fugitiva rubia que
nadie echaría de menos? ¿O es que Sam conoció a la verdadera
Charlie Rourke? ¿Traficaba drogas para él? ¿Hizo algo para no ser de su
agrado?
¿Estoy a punto de no ser del agrado de Sam? Con Ginger
contestando mi teléfono desechable, con las preguntas repentinas, con
lo que aún puede tener que escuchar de Bob. ¿Y si Bob le dice acerca
de Cain?
Cain.
Mi pecho palpita cuando su nombre toca mis
pensamientos. Estuve demasiado distraída, corriendo esta noche desde
Penny, para pensar en todo lo que había ocurrido. No sé qué fue eso
allá, pero sé que no quiero que termine. Él parecía decidido a mantener
sus manos sobre mí y yo tenía la intención de dejar que lo hiciera, todo
el camino a su casa y en su cama, si él me invitaba.
Pero ahora Cain está justo en el medio de ello. Ha hecho de Bob
un enemigo. Piensa que tiene toda mi historia. No puedo estar enojada
con él acerca de contratar al investigador. Entiendo por qué lo hace. Es
para protegerse de gente exactamente como yo.
Pero no está protegido. Sam es demasiado inteligente para
él. Sam es demasiado inteligente para todos.
¿Este plan tonto que tengo? Eso es todo lo que es... tonto. Nunca
voy a ser capaz de comprar una identidad como la que Sam organizó
para mí porque probablemente mató por ella. Todo lo que puedo
hacer es tomar mi dinero y correr.
Tengo guardados veinticinco de los grandes en mi cuenta, una
cuenta "secreta", diferente de la colectiva con Sam. Añadidos diez de
los grandes que obtendré mañana y otros veinte más o menos por mi
camioneta y puedo hacer un corte limpio con una buena cantidad de
dinero. Por supuesto, voy a tener que vaciar ambas cuentas y,
entonces... ¿llevar cincuenta y cinco mil dólares en mi bolsa del
gimnasio? Porque no puedo abrir una cuenta bancaria sin ningún tipo
de identificación y no voy a correr el riesgo de usar la de Charlie. No sé
si Sam podría encontrar una manera de rastrear una cuenta bancaria a 164
su nombre, pero no puedo correr el riesgo. Para estar segura, tengo que
asumir que si se introduce "Charlie Rourke" un segundo en cualquier
computadora, puede encontrarme.
Voy a subir a un autobús y me voy... ¿dónde? Siempre he querido
ver el sur profundo. Tal vez en algún lugar de Luisiana o
Alabama. Alguna ciudad de bajo perfil en la que podría ser capaz de
trabajar bajo la mesa y alquilar un pequeño apartamento sin las
necesarias verificaciones de antecedentes. O podría cruzar la frontera
con México. Pero entonces nunca conseguiré regresar de nuevo,
porque nunca voy a conseguir un pasaporte nuevo. No... Tengo que
permanecer en el país. Para siempre. Nunca voy a ir a Europa o el
Caribe. No hasta que Sam muera y de alguna manera asuma mi
identidad real otra vez. ¿Cuándo sucederá esto? ¿Dentro de veinte
años? ¿Treinta años? ¿Después de treinta años de anonimato?
Suspirando, echo un vistazo a mi reflejo en el espejo
retrovisor. Con seguridad, voy a cortar mi pelo. Quizás teñirlo. ¿Todavía
usaría lentes de contacto de color? ¿Ocultar mis ojos violetas?
¿Qué nombre debo usar? No mi nombre real y no Charlie. Algo
nuevo.
Hace un mes, cuando pensé en esto —dejar todo mi pasado
atrás y empezar totalmente de nuevo—, una sensación de euforia corría
por mí. Como cerraduras abriéndose, cadenas cayendo, y ser capaz de
simplemente correr sin mirar atrás. Ahora, sin embargo, ahora que está
pasando realmente, no como lo había planeado, pero sucede, sin
embargo, de alguna manera me siento más atrapada que antes.
No tendré a nadie.
No tendré nada.
—¿Por qué, Sam? ¿Por qué me haces esto? —Durante años, no
sentí nada más que gratitud y lealtad hacia Sam. Pero ahora, no siento
más que amargo dolor.
No tengo otra opción.
Tengo que correr.
Ahora.
Presionando mí frente al volante, dejo que las lágrimas caigan
libremente.
***
—¿Ginger?
Sus ojos parpadean abiertos. —¿Sí?
—¿Te han echado de tu apartamento?
—No ¿Por qué?
165
—Bueno... —Doy una breve mirada a mi alrededor para ver que
nadie está fuera—. Porque son las dos de la mañana y estás sentada
frente a la puerta de mi apartamento, dormida.
Estirando intencionadamente sus brazos sobre su cabeza, Ginger
se pone de pie y se aleja. Desbloqueo y abro mi puerta. Sin invitación,
me sigue adentro.
—¿Acaso Cain te envió aquí para comprobarme? —Arrojo mis
llaves en la mesa final y enciendo la única lámpara en la sala de estar.
—¿Por qué haría eso? —pregunta tímidamente, desviando su
mirada a una uña astillada. Ginger perdería su camisa en un juego de
póker.
Con un suspiro, me desplomo sobre mi sofá, enfocándome en el
techo punteado. Estoy agotada. Emocional y físicamente agotada. —
Porque aun deberías estar en Penny y sin embargo saliste temprano
para sentarte fuera en la puerta de mi apartamento. —No puedo
ignorar la punzada de decepción en mi estómago porque Cain no
estaba esperándome. Sé que le dije que me dejara en paz y es lo mejor,
pero... aun así.
Siento los ojos de Ginger en mí, en mis ojos inyectados en sangre y
las rayas de rímel que estoy segura de haber reunido. Dos horas de
llanto hacen eso. Finalmente se decide por—: ¿Cómo está tu mejilla?
—Está bien. —Mientras no la toque, ni sonría, o vomite al lado de
la carretera, apenas lo noto.
Con el más mínimo suspiro, oigo sus pasos ágiles mientras pasea a
mi nevera. El sonido metálico de cristal me dice que sacó dos botellas
de cerveza. —Toma. —Entregándome una, agarra el control remoto
escaneando rápidamente los canales. Al instante sé lo que está
buscando. Descubrimos muy pronto que compartimos un amor
por Seinfeld. No parece haber un episodio a esta hora de la noche, sin
embargo, así que ella aterriza en el final de Seven—. ¡Oh, me encanta
esta parte! Me da escalofríos —exclama, exagerando un
estremecimiento mientras mete sus piernas debajo de ella en la esquina
opuesta del sofá. Nos sentamos en silencio mientras vemos a Brad Pitt
abrir una caja para encontrar la cabeza de Gwyneth Paltrow en el
interior.
No puedo decir que estar cerca de Ginger es completamente
cómodo con esta nube cerniéndose sobre nosotras. Pero estoy bastante
segura de que ella está enojada conmigo. En todo caso, creo que está
preocupada.
No recuerdo lo que se siente tener a alguien preocupado por
mí. Sam nunca se preocupa, y punto. ¿Y mi mamá? Bueno, me acuerdo
de ella quejándose mucho al probarse ropa en frente del espejo. Ella
era joven, rubia y hermosa. Llevaba un montón de maquillaje y un 166
perfume con olor dulce, y ponía un gran esfuerzo en su aspecto. La
recuerdo alisando su ropa una y otra vez cuando salíamos, incluso en
gimnasia, mientras hablaba con los padres y yo trabajaba en mi
equilibrio y mis principiantes movimientos básicos. La recuerdo
frunciendo la frente mientras se sentaba en la mesa de la cocina,
ordenando lo que suponía eran billetes. La recuerdo preocupándose de
no encontrar nunca un buen marido con todo su "equipaje".
Pero no recuerdo su preocupación sobre mí.
Entonces, cuando Sam llegó, estoy bastante segura de que todos
sus temores se desvanecieron.
Ginger finalmente rompe el silencio. —Cain parecía bastante
asustado esta noche. —Su mirada nunca sale de la televisión mientras
bebe un sorbo de su cerveza.
No sé cómo hacer esto. Había dicho. ¿Hacer qué? ¿Tener una
relación? ¿Es eso lo que Cain piensa que va a pasar entre nosotros? ¡No
puedo! Y sin embargo, cuando lo dijo, no puedo fingir que no sentí una
ráfaga de calor en mi pecho, irradiando hacia fuera por mis miembros,
mi deseo de acurrucarme con él sofocando.
Nunca he hecho esto. Si eso es cierto, entonces no puedo dejar
de preguntarme... ¿qué fue Penny para él?
—¿Alguna vez conociste —pregunto—, a Penny?
Ginger suspira. —Oh... sí. Empecé a trabajar en The Bank cerca de
dos meses antes de que muriera.
—¿Cómo era?
—No la conocí bien. Era hermosa. Rubia, ojos marrones, como
tú. Así que muchos clientes venían sólo por ella. Parecía ser buena. No
era mala, al igual que algunas de las otras chicas. —Con una sonrisa,
admite—: Era una bailarina de barra también. Me recuerdas a ella. Su
estilo, quiero decir. Eres elegante y algo artística, si se puede utilizar la
palabra artística para describir a ese tipo de cosas.
—¿Y su prometido? ¿Dijiste que la mató?
Toma un largo sorbo de su bebida mientras su cabeza sube y
baja. —Sí… su relación fue un poco rápida y extraña. Creo que Penny
tenía muy baja autoestima y sólo buscaba un buen tipo que la quisiera.
No era el tipo de chica que se tomaba en serio la escuela o tenía
mucha ambición. Más del tipo de tener un equipo de béisbol y hornear
pasteles por el resto de su vida. —Una mano sube rápidamente—.
¡Ningún juicio aquí! Esa cantidad de bebés es ambiciosa. Y planeo
hornear pasteles también. Sólo que los haré para los clientes en mi
posada de lujo en la región vinícola. Pero… —Hace una pausa—. El tipo
era un cliente. Un hombre tranquilo y calvo. Nada especial. Pero un
baile privado de ella y estuvo hundido.
Me pregunto si es por eso que Cain no me deja hacer bailes
167
privados.
Ginger asiente lentamente. —Él venía a visitarla casi todas las
noches. La llevó a cenar y le envió muchas flores. No estábamos muy
sorprendidos cuando se presentó en el trabajo con una piedra en la
mano después de sólo unos meses. No quería que bailara más, y me
acuerdo de ella diciendo que nadie que no fuera su esposo podría
decirle qué hacer, así que... —Los hombros de Ginger se elevan y caen.
—¿Qué más recuerdas de ella?
La boca de Ginger se tuerce mientras piensa. —Era un poco
frívola. Una semana parloteaba sobre la boda en la playa que iban a
tener, la próxima semana iba a ser una boda por la iglesia a lo grande
en su ciudad natal. Entonces, de repente, se iba al día siguiente para
Vegas.
Asintiendo lentamente, pregunto—: ¿Y Cain? ¿Cómo se lo tomó?
Los hombros de Ginger se sacuden. —Él estrechó la mano del
hombre, le felicitó. No lo sé… Cain es Cain. Si algo pasaba entre ellos, lo
escondieron bien. Él nunca salió a babear sobre ella en el escenario
cada noche… —Siento una mirada de soslayo de Ginger en mí, pero
mantengo mis ojos fijos en la televisión—. No sabía que Penny era el tipo
de guardar un secreto como dormir con el jefe, sin embargo.
—¿Qué pasó después de que murió?
Ginger hincha las mejillas y libera todo el aire de sus pulmones. —
Fue complicado. Roger fue condenado y fue a la cárcel. El Bank nunca
volvió a abrir después de esa noche. Cain lo vendió tan pronto como los
policías terminaron su investigación. Al parecer, desapareció durante un
mes para hacer Dios sabe qué. La única persona con la que hablaba
era Nate, que vivía con él en ese momento.
—Y entonces, de repente se apareció en mi apartamento un día
unos meses más tarde, me decía que estaba abriendo un nuevo club
en nombre de Penny y me preguntó si quería un trabajo.
Caemos en silencio entonces mientras reflexiono sobre sus
palabras. ¿Es por eso que se ha obsesionado conmigo como lo ha
hecho? ¿Porque le recuerdo a alguien por la que claramente se
preocupaba profundamente? ¿Posiblemente amaba? ¿Soy sólo un
recuerdo viviente?
Nunca voy a tener la oportunidad de averiguarlo. He aceptado
que tengo que irme.
Mañana.
No puedo arriesgarme a otra gota después de lo que pasó con
Bob. Y probablemente he inspirado algunas dudas por parte de Sam
ahora, con mis preguntas. Por lo que sé, Sam podría estar en un avión,
dirigiéndose aquí para interrogarme. 168
¿Pero estoy lista para esto?
¿Puedo empacar y alejarme de este pequeño apartamento en
el que sin querer he empezado a pensar como en casa? ¿Puedo darle
las buenas noches a Ginger esta noche cuando realmente quiero decir
adiós?
¿Puedo simplemente alejarme de Cain? ¿Olvidarme de lo que
podría haber sido?
En el apartamento tranquilo y atenuado, me oigo decir—: Ginger,
eres una muy buena amiga.
Hay una larga pausa, y me imagino que se está preguntando si
hay algo más que no estoy diciendo. Finalmente simplemente suspira. —
Sé que lo soy, Charlie.

***

Puedo ser un poco paranoica.


Aun así, tengo mi arma cerca de mi muslo mientras espío a través
de las persianas al hombre desconocido fuera de mi ventana, mis
manos temblando ligeramente. Con sus oscuros pantalones de color
caqui y camisa de golf blanca, con una máquina de firma electrónica y
una gran caja blanca en sus manos, él sin duda se parece a un tipo de
entrega. Pero ¿qué está entregando? ¿Y cómo llegó hasta aquí? Yo no
lo llamé.
Le doy la vuelta al interruptor de seguridad pero luego me hundo
rápidamente de nuevo en los recuerdos de mi viejo vecino
disparándose en el pie. Ni siquiera debería estar sosteniendo un arma de
fuego en este momento, tan cansada como estaba después de dar
vueltas toda la noche, mi estómago revuelto, incapaz de apagar mi
mente, ya que trataba de convencerme de que me quedara. A eso de
las seis de la mañana, finalmente me di por vencida y me arrastré fuera
de la cama para empacar.
La única cosa de la que he estado segura desde entonces es que
tengo que cuidar mi espalda. Tener cuidado con las cosas extrañas.
Como repartidores fuera de mi puerta. Por lo que sé, Sam sabe
exactamente donde me mudé y me envía otro aviso, debido a que la
advertencia de la noche anterior no fue lo suficientemente clara.
Tal vez es una cabeza cortada.
Con un estremecimiento, me quedo congelada detrás de la
cortina, agradecida de que él no me puede ver, observando en silencio
mientras el extraño toca de nuevo, esta vez más fuerte. Espera un
minuto y luego se da vuelta para irse, murmurando algo ininteligible.
Doy un suspiro de alivio. Amenaza abandonada.
169
Es así, hasta que veo a Tanner avanzando a través de la zona
común en sus pantalones cortos a cuadros y su camiseta demasiado
apretada. El tipo lo intercepta rápidamente, sosteniendo el paquete
hacia fuera. La mano de Tanner llega a la máquina de firma
electrónica.
Mierda.
¿Qué pasa si Tanner se entromete? ¿Y si toma la caja dentro de su
apartamento y lo abre? No hay una explicación razonable de por qué
una persona me enviaría una cabeza humana.
Rápidamente pongo mi arma en el suelo y luego me precipito por
la puerta de mi apartamento y corro hacia ellos, mientras que el
repartidor está entregando la caja a Tanner. —¡Hola!—grito en un
apuro—. ¡Creo que eso es para mí!—Ambos se giran para mirarme.
Quito de un tirón la caja de las manos de Tanner antes de que
tenga la oportunidad de objetar. —Lo siento, no oí la puerta —le digo al
repartidor de mediana edad, cuya mandíbula está abierta. Con una
mirada hacia abajo, me doy cuenta de que todavía estoy con la
camiseta blanca, sin sujetador, y la tanga con la que he dormido.
Desnudista o no, debería avergonzarme de ser capturada así
fuera del trabajo, pero estoy demasiado nerviosa en estos momentos.
Con mi corazón latiendo en mi pecho, me giro y me apresuro de vuelta
a mi apartamento—plenamente consciente de la vista que el repartidor
y Tanner tienen—, antes de cerrar la puerta detrás de mí y abrazar a la
caja a mi pecho.
Mi piel pincha. La caja es fría. Como si hubiera estado refrigerada.
Las cabezas cortadas necesitan refrigeración.
—¡Maldita Ginger y esa maldita película!—Sé que es una locura y
altamente improbable, y sin embargo no puedo desalojar el
pensamiento ahora, mientras camino con el estómago hundido y las
rodillas tambaleantes hacia mi mesa de comedor para dejar la caja.
Con mis dedos apretados en puños, me quedo mirando la caja blanca
simple y alta, adornada con una cinta púrpura pero no mostrando
ninguna otra marca de identificación.
Una cabeza encajaría muy bien allí.
¿Tal vez la cabeza de la Charlie Rourke verdadera?
Conteniendo el aliento, arranco la parte superior de la caja y
retiro el papel seda.
Y exhalo ruidosamente.
¿Flores?
¿Alguien me envió flores?
Mi curiosidad alcanza su punto máximo y mi corazón se salva de
170
explotar, meto la mano en el interior y saco un ramo impresionante en
un florero de cristal claro. Todos los tipos de flores, por lo menos una
docena de variedades diferentes. Pero todas tienen una cosa en
común: su color.
Son todas violeta.
El tono azulado-púrpura exacto de mis ojos.
Pocas personas saben acerca de mi color natural de ojos. Sólo
una persona en Miami sabe. La emoción se agita dentro de mi pecho
mientras saco la tarjeta pequeña metida dentro. Las palabras son
simples, la petición clara:
Tus secretos están a salvo conmigo. Por favor, dame una
oportunidad. —Cain
Me había preguntado si Cain se dio cuenta de que mis ojos no
eran verdaderamente marrón ese día en mi antiguo apartamento. Sería
difícil no hacerlo, pero una vez más, él es un chico y la mayoría de los
chicos no se dan cuenta de los detalles básicos como el color de los
ojos. Cain obviamente lo hizo, pero él nunca pronunció una palabra.
Por favor, dame una oportunidad... —Ojalá pudiera—susurro, ese
doloroso nudo formándose en mi garganta otra vez mientras dejo que
mis dedos rocen los pétalos aterciopelados.
***

Si espero más, Ginger estará en mi puerta para el café.


Tengo que irme ahora.
Cierro la puerta de mi apartamento por última vez y dejo caer la
llave a través de la ranura del buzón. Tanner la encontrará cuando se
den cuenta de que me he ido. Rápida y silenciosamente ruedo mi
maleta por el camino, hago mi camino fuera de la puerta y a mi SUV,
que voy a vender en un concesionario un cuarto de hora después sacar
todo mi dinero del banco.
Con mis manos agarrando el volante, me tomo unos minutos para
mirar el estuco blanco del edificio por última vez, recordando la forma
magnífica de Caín yendo y viniendo alrededor de este estacionamiento
hace sólo tres semanas. Al mirar hacia abajo a las flores en el lado del
pasajero, que no puedo soportar la idea de abandonar, siento las
lágrimas calientes empezando a correr por mis mejillas.
Sé que irme es la decisión correcta. Lo sé.
Y sin embargo, cada paso está tomando cada onza de fuerza
de voluntad que tengo. 171
Traducido por Snow Q
Corregido por Paltonika

—Ronald Sullivan. Cuarenta y dos. Sin esposa, no tiene hijos. Se le


retiró el cargo por asalto en el año 1995. Sospechoso por vender
narcóticos, pero no se le ha atrapado con nada. Te enviaré las fotos
para que puedas reconocerlo. También tengo su dirección, si la quieres.
Vive en un apartamento por la Veintitrés.
Oh, Charlie. ¿En qué te metiste? —Como siempre, eres invaluable,
John.
—Y estás financiando por tu cuenta mi villa de retiro en Tahiti. Sólo
no les digas a las brujas de Eastwick. —Tengo que alejar el teléfono de 172
mi oído tan pronto como resuena la estruendosa risa de John.
—No tengo motivos para hablar con tus ex esposas, John. A
menos de que sea para hablar del gran idiota que eres.
Otra ronda de carcajadas resuenan cuando mi broma baja por la
espalda robusta de John. —¿Todo esto es por la chica?
Con un suspiro, murmuro—: Todo se trata de la chica, estos días.
—Después de que Ginger me contara lo que sucedió el lunes, la
llamada del “padre” al otro teléfono de Charlie, sabía que no podía ser
su padre porque su padre está en la cárcel y ahora sólo puede hacer
llamadas por cobrar, la envié a casa temprano para echarle un vistazo
a Charlie. Luego revisé el video de seguridad de la sala dos VIP.
No hay duda en mi mente de que Charlie sabía quién era el
chico. La forma en que se paseó por la habitación, agarrada de su
brazo, la manera discreta en la que le advirtió de la cámara. Todo en
como interactuaban gritaba familiaridad. Cuando observé su mano
colarse debajo de la falda, mi mandíbula tronó debido a la tensión en
mi rostro. Cuando lo vi acariciarla con el reverso de su mano, tuve que
detenerlo y tomar una respiración profunda para tranquilizarme.
Como era normal, pude contar con que Nate manejara la
situación. Después de descargarle un puñetazo al intestino del chico en
una esquina silenciosa del estacionamiento, miré esa cinta de vigilancia
también, con una sonrisa malditamente gigante en el rostro, Nate lo
arrastró de regresó al Camry negro que decía que era suyo y lo dejó
retorciéndose de dolor en el suelo mientras buscaba su billetera y el
coche, investigando tanta información como le fuera posible. Una vez
que Nate le confiscó el arma cargada que encontró debajo del
asiento, arrojó al chico en el asiento del conductor como si fuera un
juguete masticable. Al lado de Nate, todos parecían juguetes
masticables.
Nate le dejó claro que si algo le sucedía Charlie, la cinta de
seguridad iría a la policía acompañada con toda la información de
Ronald, y luego sería una carrera para ver quien lo encontraba primero,
la policía o yo.
Y Ronald desearía que fueran los policías.
Como un regalo aparte, Nate dejó un último golpe brutal en la
nariz del imbécil y lo dejó ahí, acunando su rostro contra el flujo de
sangre. Imaginé a Ronald Sullivan pasando la noche con mucho dolor, y
posiblemente en la sala de emergencias.
Nate y yo sabemos que tendremos que cuidarnos las espaldas por
un rato. Pero si veo al chico por aquí de nuevo, no dudaré en acabar
con él.
—Y su padre todavía está encerrado, ¿cierto? 173
—Sí, señor. No saldrá por un largo tiempo.
—Gracias por la información, John —ofrecí antes de colgar,
mirando el reloj mientras tomaba un largo trago de mi bebida. Son las
cuatro treinta. Charlie debía estar aquí a las cuatro para el trabajo
administrativo y nunca llega tarde. No debería sorprenderme de que no
haya aparecido. Después de anoche, estaré sorprendido si viene en
absoluto.
No ha respondido mis llamadas, aunque el florista confirmó que
recibió mis flores esta mañana. Nunca le he enviado flores a una mujer.
Espero que no fuera demasiado. Espero que no pensara que era cursi.
Todavía no tengo idea de que decir, qué hacer, cuánto tiempo y
espacio debería darle.
¿Y qué tal si no me quiere una vez que sepa todo lo que soy?
Mis manos encuentran su camino hacia mi cuello, donde se
cierran fuertemente. ¿Cómo resultará todo? ¿Me verá como otro
Ronald Sullivan? ¿O alguien tan violento como su padre? ¿O algún
chico que probablemente se aprovechó de ella en el pasado, que
podría estar todavía haciéndolo?
Tal vez me verá como uno o todos ellos. Tal vez le mostraré mi
alma y huirá de mí hacia los brazos de un chico normal con padres
normales y una carrera normal. Tal vez eso sería lo mejor.
***

Estoy seguro de que mi cuerpo se estremeció visiblemente el


segundo en el que me dirigí hacia el bar esta noche, para ver a Charlie
detrás de la barra. Tuve que convencerme de que no iba a venir, pero
está aquí, mezclando tragos, sonriéndoles a los clientes.
Evitándome.
Inmediatamente se desplazó hacia el extremo contrario de la
barra cuando me acerqué. No voy a mentir, eso se sintió como un
puñetazo en el corazón. Luché contra la necesidad de arrojarla sobre
mi hombro y exigirle que habláramos. Tuve que ocultarme en mi oficina
para calmarme.
Pero ahora estoy de regreso, porque no puedo permanecer lejos
de ella. Son las diez. Sólo estoy esperando que intente subirse a ese
escenario de nuevo. La arrojaré sobre mi hombro si lo intenta.
—¡Cain! —Una voz familiar me llama, un segundo antes una mano
golpea mi hombro. Es el prometido de Storm, Dan, y Ginger está
alineando tragos delante de él.
En mi visión periférica, atrapo a Charlie levantar la mirada ante el 174
sonido de mi nombre, pero cuando trato de hacer contacto visual ya
ha bajado la mirada. Con un suspiro, regreso mi atención a Dan por el
momento. —¿Qué estás haciendo aquí? —Estoy verdaderamente
curioso, dado que no es el tipo que frecuenta club de desnudistas.
Detesta que Storm trabaje aquí, con todo derecho, y unicamente fue
feliz el día que renunció.
Un chico detrás de él, quien obviamente era parte del grupo de
Dan, palmea su espalda y grita—: ¡Celebrando! Estás mirando al Agente
Especial Dan Ryder.
Dan solo niega con la cabeza, pero no puede evitar que la
gigante sonrisa se escape.
Y no puedo evitar igualarlo, anunciando—: ¡La próxima ronda va
por mi cuenta!
Cuando John hizo la verificación de los antecedentes de Dan —
por supuesto hice que investigaran al chico de Storm— terminó
etiquetando a Dan como el auténtico niño explorador. Y todo lo que
Dan había hecho desde ese día solo ha fortalecido esa declaración. El
chico heredó una gran cantidad de dinero un par de años atrás de su
abuela, una magnate petrolera. Tanto que podría pasar el resto de su
vida viviendo en una playa, pescando… haciendo cualquiera cosa, en
realidad. En su lugar, continuó persiguiendo a los criminales, con la
esperanza de unirse a la DEA. Y finalmente lo logró. Está apunto de
perseguir a escorias peligrosas, y hacer una gran diferencia.
Dan es uno de los pocos chicos buenos. Y ser su amigo me ha
ayudado de una gran forma. Por años, tuve policías de rutina en mi
puerta, buscando razones para acabar conmigo. He sido arrastrado a
la estación, interrogado por horas, vigilado alrededor de la ciudad. Me
encerraron por un par de días una vez, hasta que mis abogados
hicieron su magia. Desde que Dan comenzó a salir con Storm, solo he
tenido un puñado de problemas. Todos aman y respetan al chico.
Seguro, todavía tengo amenazas extrañas, pero todo lo que tengo que
hacer es llamar una vez a Dan y todas las amenazas parecen
desaparecer por su cuenta.
—¿Y qué tal un baile para el agente especial? —grita uno de los
amigos de Dan.
Ya estoy negando con la cabeza, una risa escapándose. —Storm
colocaría mis bolas en un saco si escucha que alguien lo tocó.
El amigo, borracho y claramente sin interés en la aprobación de la
esposa, sacude su billetera en dirección a China. —Tenemos una de
categorías ¡Ella lo aceptará!
Dan me da una sacudía de cabeza casi imperceptible, sus ojos
ampliándose cuando mira el vestido azul eléctrico de China. No hay
necesidad. Con un ademán, consigo la atención de Nate y señalo
175
hacia Dan, gesticulo con la boca—: Sin bailes. —No vale la pena ser
asesinado por una mujer embarazada. O más probable, por su mejor
amiga y secuaz, Kacey.
Dirigiéndome a Dan, pregunto—: Entonces, ¿Storm lo sabe?
—sí, Nora lo sabe. —Dan todavía se niega a reconocerla por el
nombre con el que todo el mundo la llama, aunque a ella no le
importe—. Me llamaron al final de mi turno. Los chicos decidieron
traerme al bar para celebrar.
—¿Cuándo comienzas?
Toma un largo sorbo del trago. —La próxima semana.
—Trabajo nuevo, boda, bebé en camino… Vas a estar ocupado.
—Sí. —La cabeza de Dan sube y baja mientras frota la parte
trasera de su cuello, añadiendo ausentemente—: Y está a punto de
ponerse peor por el turno que vamos a tomar en las calles.
Otro de los amigos oficiales de Dan levanta su trago en el aire,
bridando—: Por el Agente Especial Dan Ryder, ¡el miembro más reciente
de la DEA! —Ruidosas celebraciones estallan alrededor de nosotros.
Segundos después, escucho un chillido de pánico. Mi atención
vuela por el bar para encontrar a Ginger de pie en el lugar donde
Charlie permanecía de pie. Mirando hacia el piso.
Traducido por florbarbero
Corregido por Victoria

—¿Charlie?
Abro los ojos y veo un masculino ceño fruncido y filas de estantes
y cajas. Estoy tumbada en el sofá de la oficina de Caín.
—¿Estás bien? —Caín está sentado en el sofá, su cuerpo
cerniéndose sobre mí de manera protectora. Siento el calor de su mano
que acuna mi cuello, y la intimidad de su pulgar mientras lo frota
suavemente hacia atrás y adelante, capturando la esquina de mi boca
—y mi respiración— en cada pasada.
¿Qué sucedió? Ah, claro.
Caín es amigo de un agente de la DEA.
176
Caín es un ciudadano respetuoso de la ley que odia todo lo que
tenga que ver con las drogas y es amigo con un agente de la DEA.
Y yo tráfico heroína.
—¿Charlie?
—Estoy bien —digo con voz áspera.
Ginger me alcanza un vaso de agua e inmediatamente me
siento. Con una mano deslizándose por debajo de mí a mis omóplatos,
Caín me ayuda, mientras su otra mano acomoda la corta falda de mi
vestido a un nivel respetable. Me estremezco en respuesta.
—Caíste como un saco de ladrillos. ¿Qué pasó? —Ginger frunce el
ceño.
Me encojo de hombros, tratando de restarle importancia. —No
estoy segura. Me mareé por un minuto. Ahora estoy bien. —No estoy
para nada bien. Mi corazón se acelera.
Se supone que debo irme. Debería estar en un autobús, cerca de
Louisiana o Alabama, donde sea que la suerte me lleve. Me hubiera ido,
si el banco hubiese liberado mi dinero. Me dijeron que tardaría
veinticuatro horas para que pudiera retirar una suma tan grande de mi
cuenta. Cuando argumenté que la suma no era tan grande, me enteré
de que Sam me depositó 25.000 dólares en lugar de los diez que
mencionó. Me pregunto si esa es su manera de disculparse. Así es como
opera por lo general Sam, después de todo.
Es gracioso... al segundo que el cajero me informó que no podía
retirar todo ese dinero —que no podría irme hoy, después de todo— una
repentina ligereza me inundó.
Alivio.
Alivio de tener una excusa válida para quedarme por una noche
más.
Era como una intervención del destino, señalándome una vez más
hacia Penny.
Puedo tener esta noche con Caín. Voy a tomar una noche con él,
con lo que esté dispuesto a darme, ganando recuerdos a los que poder
aferrarme.
La preocupación de Caín no ha desaparecido. —¿Está muy
caluroso? ¿Demasiado ruidoso? ¿Qué comiste hoy? —Hay un tono
frenético en su voz que me dice que el “no sé qué sucedió” o restarle
importancia no funcionará, él está verdaderamente preocupado por
mí.
—Oh, mierda. —Ruedo los ojos dramáticamente para que no se lo
pierda—. No he comido nada desde el almuerzo. Lo olvidé por
completo. —Eso es cierto en parte. No comí, pero fui muy consciente de
177
ello. Simplemente no tuve ganas de hacerlo, ya que mi estómago se
retorcía y revolvía por la ansiedad.
Caín suspira. —¿Puedes caminar? —Se para y levanta una mano.
La tomo, y una corriente eléctrica baila al instante a lo largo de mis
miembros y a través de mi núcleo.
—Bueno. —Sus ojos se desvían hacia mi boca—. No puedo tenerte
desmayándote detrás de mí bar. Tienes que comer.

***

—Este lugar es muy agradable —admito, mirando por encima de


la barandilla de color blanco a la Bahía de Biscayne. Estamos sentados
en una pequeña mesa en la esquina de un patio con palmeras,
mientras una banda toca música country alternativa suavemente en la
esquina opuesta.
Tuve la precaución de mirar todo cuidadosamente camino al
trabajo, y otra vez, cuando me subí a la camioneta de Caín. Pero
ahora, lejos del ruido del club, y el ajetreo de las calles de Miami, por
primera vez en todo el día me siento segura. Resguardada.
Una sonrisa amplia y poco frecuente, en el rostro de Caín me dice
que está contento. —Es uno de mis restaurantes favoritos. Vivo un poco
más allá. —Su dedo índice señala uno de los edificios altos de
condominios de lujo sobre el agua. No me sorprende. Cain tiene "piso
de soltero" escrito sobre él. Y añade en el último momento—: No he
estado aquí por un tiempo.
—¿Qué te dice eso? —murmuro secamente.
Su cabeza se mueve una vez en señal de asentimiento. —Sí, lo sé.
Necesito una vida. Storm y Nate me lo siguen recordando. —Una ligera
risa escapa de sus labios.
Actúa como un sedante para mí, la calidez y relajación
arrastrándose por mis extremidades. La camarera llega con una botella
de vino y no decimos nada, sólo nos miramos silenciosamente cuando
llena nuestras copas con cabernet, el suave zumbido de la
conversación y la música flotando a nuestro alrededor.
Una vez que la camarera se va con nuestro pedido, Caín
finalmente toma la palabra, con voz tranquila. —Me asustaste esta
noche.
Siento que mis mejillas ardiendo. Ahora que la conmoción
desapareció, estoy más avergonzada que otra cosa. —No me sucede
muy a menudo. —En realidad nunca me he desmayado antes, pero no
quiero que Caín lo sepa, así que me aseguro que mi mano se mantenga
178
firme cuando tomo un sorbo de mi vino. Me observa silenciosamente,
recostándose en su silla con una camisa blanca desabrochada en la
parte superior y luciendo casual. Su pelo oscuro, por lo general
ordenado, está ligeramente despeinado ahora, y no hay la más mínima
sombra de barba sobre su mandíbula.
Es el hombre más apuesto que alguna vez vi en mi vida. No puedo
creer que he estado desnudándome para él todas las noches en el
escenario. Y me ha estado observando. Y me besó anoche con una
especie de abandono imprudente que no sabía fuera posible. Y ahora
estoy sentada frente a él en la mesa. Desesperada por ir a su casa esta
noche.
El Caín que he estado usando como soporte en el escenario
durante todas estas semanas es un hombre sin emociones, que no
quiere nada más que sexo. Es agresivo, exigente y se va cuando ha
conseguido satisfacerse. Aparte de un flechazo lujurioso, es difícil
imaginarme formando lazos con un hombre así.
Pero el Caín que experimenté anoche no es nada así. Ese Caín es
apasionado, dulce y, me temo, tiene la capacidad de consumirme.
Esa es una posición traicionera para estar, teniendo en cuenta
que soy una chica que está escapando.
Mañana.
—¿Charlie? —Se inclina hacia delante, hablando suavemente—.
¿Estoy perdonado?
No lo culpo por investigar a sus empleados. Pero aun así, no
mucha gente lo hace tan exhaustivamente. —¿Por qué no una simple
verificación de antecedentes?
Desliza una mano hasta su cuello, hacia el tatuaje, frotándolo
lentamente mientras sus ojos se desvían a la multitud. —Conozco la
clase de mundo en que vivo, y a esta industria. Hago un montón de
cosas para protegerme.
Vacilo. Y luego me recuerdo a mí misma que esta noche es mi
única noche con Caín. —¿Por qué haces lo que haces? Me refiero al
club... al edificio de apartamentos...
Su cara se arruga en una sonrisa rápida y luego se relaja con una
expresión contemplativa. Toma un sorbo de su vino, y sospecho que
analiza sus pensamientos. Decidiendo que quiere admitir. —En todos
estos años, he tenido que conseguir apartamentos muchas veces para
las bailarinas. Novios abusivos... complejos infestados... —Hace un gesto
hacia mí—, vecinos peligrosos. Tenía mucho sentido comprar un edificio,
para así tener un lugar seguro donde enviarlas. —Sus dientes se
apretaron visiblemente—. No quería que nadie supiera que yo era el
dueño. Pero Tanner accidentalmente lo dejó salir...
—¿Por qué es importante?
179
Suspira. —No quiero que las bailarinas se sientan abrumadas por
mí. —Hace una pausa—. No sé cómo explicarlo. Yo sólo... temo que
piensen que estoy tratando de ser el dueño de ellas. Quiero ayudar a
estas mujeres a alejarse de este estilo de vida. La última cosa que estoy
tratando de hacer es explotarlas.
—Pero, eres... —Dejé que mi voz fuera a la deriva cuándo lo veo
fruncir el ceño.
—Sí, los estoy explotando porque soy el dueño y opero el club de
striptease en el que trabajan. —Oigo la tensión en su voz y estoy segura
de que lo ofendí—. Sé exactamente lo que parece. Me siento en
conflicto acerca de eso todos los días. —Sus dedos arrastran sobre el
exterior de la copa para atrapar una gota de vino—. Hice la mayor
parte de mi dinero antes de abrir el club. Penny gana mucho, pero no
consigo las ganancias que otros propietarios harían. Las bailarinas,
camareras y porteros reciben propinas, pero yo no me llevo nada de
eso. Mantienen todo lo que ganan. Gasto mucho tiempo y dinero
tratando de ayudarlos en lo que puedo. Orientación, tutoría, cualquier
cosa que necesiten. —Me lanza una mirada seria y oscura—. Si van a
elegir esta vida, no puedo detenerlas. Pero les puedo dar un lugar
seguro donde estar, hasta que puedan decidir salir.
—Eso es muy... —Mi voz vacila cuándo busco la palabra
correcta—, noble.
—Es más como una compensación —dice en voz baja, dando un
pequeño sorbo mientras sostiene mi mirada cuidadosamente, como si
pudiera verme procesar sus vagas palabras.
¿Compensación por cosas que hizo en su pasado? Así que Caín
no es perfecto. Me pregunto qué ha hecho que sea tan malo. Me
pregunto si es tan malo como lo que he hecho. ¿Y si es peor? ¿Lo
perdonaría si me entero de que fue un violador o un asesino? ¿Eso es
peor que traficar drogas, arruinar vidas?
¿Es lo mismo?
¿Quién decide?
Apoya los codos sobre la mesa y se inclina más cerca de mí,
preguntando en voz baja—: ¿Quieres hablar de lo que pasó entre
nosotros y lo que significa?
No esperaba que sacara el tema tan abrupta y valientemente.
Evadiendo la pregunta con un largo trago lento de mi vino, finalmente
logro decir—: ¿Siempre eres tan directo?
Eso gano una sonrisa tímida. —No soy muy bueno realizando
pequeñas charlas. —Su dedo recorre el borde de su vaso—. Me
parecen que una pérdida de tiempo.
180
—Puede ser —acuerdo. En nuestro caso, esto no podría ser más
cierto. Hay un reloj para nosotros y va a detenerse.
Mañana.
¿Se molestará Caín cuándo me vaya? ¿Va a estar molesto
conmigo si no digo adiós? ¿Debo decirle? Tal vez debería hacerle saber
que no voy a estar ahí por mucho tiempo, por lo que él sabría que esto
no se puede convertirse en algo…
—¡Caín! ¡Qué agradable sorpresa! —La voz femenina al costado
de nuestra mesa me toma completamente por sorpresa y dejo escapar
una exhalación, sin darme cuenta de que estuve conteniendo la
respiración. Me giro para encontrar a una mujer pelirroja, alta, con
labios de color rosa brillante y piel cremosa de pie junto a nosotros, con
los ojos fijos en Caín.
La expresión de él no dice nada, pero la pausa de cuatro
segundos seguro lo hace. Está muy sorprendido de ver a esta mujer y,
aunque no puedo estar segura, no parece estar feliz. —Larissa. —Se
levanta de su silla, y le da un beso en cada mejilla—. ¿Qué estás
haciendo en Miami? —Es completamente educado, pero en el tono de
su voz capturo una ligera tensión.
Si tuviera que adivinar, diría que la mujer está en sus treinta y
pocos años. Por sus Manolos y su traje de diseñador, ella tiene dinero.
Por la forma en que está sonriendo a Caín en este momento, tiene un
buen gusto para los hombres.
Por la dureza en mi estómago, creo que ha tenido una probada
de Caín.
Ciertamente no luce como una mujer que alguna vez haya
aparecido en el escenario de Penny.
La manicura de su dedo apunta hacia un edificio a través del
agua, al otro lado de la bahía. —Mi empresa hizo el diseño interior del
nuevo hotel de lujo que abrió este fin de semana. Necesitaba
presentarme. Fue una gran cosa en los medios de comunicación.
Su empresa. Sí, ella tiene dinero, está bien.
—Te dejé un mensaje de voz ayer para hacerte saber que estaría
en la ciudad. ¿No lo escuchaste? —Por la forma en que su cabeza se
ladea hacia un lado y su mano descansa en antebrazo de Caín, ya no
me pregunto si ellos tuvieron algún tipo de relación. Lo sé.
Y ahora veo la clase de mujer que normalmente atrae a Caín. Ni
mi verdadero yo, ni la versión de Charlie Rourke juegan en su liga. Eso
me hace preguntarme por qué conseguí su atención en absoluto. ¿Es
porque le recuerdo a Penny?
Aclarando su garganta, Caín da un paso hacia atrás y realiza un
gesto hacia mí. —Larissa, esta es Charlie.
181
Tengo que relajar conscientemente mi mandíbula mientras los ojos
verdes se vuelven hacia mí, analizándome, observando mi pelo,
demorándose en mi vestido y mis zapatos demasiado tiempo. También
llevo un par de Manolos, junto con un sencillo y sexy vestido negro sin
tirantes de un diseñador de alta gama de Nueva York, ambos regalos
de Sam. No hay nada barato en lo que estoy usando.
Y sin embargo, ella se burla de todos modos.
—Charlie... lindo. —Por la mirada arrogante en su cara, sé que
"lindo" significa algo completamente diferente y no es nada agradable.
Y por la mandíbula apretada de Caín y la disculpa en sus ojos, puedo
decir que también lo ve así—. ¿Es la abreviatura de algo?
Me pregunto cuándo estuvieron juntos. Me pregunto si él estará
con ella próximamente. Ese pensamiento llena mi estómago de miedo.
Pero no voy a demostrarlo.
—Nop. Sólo Charlie —digo, recostándome en la silla como si me
sintiera completamente a gusto, ofreciéndole una sonrisa. Una sonrisa
de suficiencia que dice: "Voy a cenar con el hombre con quién quieres
estar y por lo que sabes, lo estaremos haciendo como conejos cuando
lleguemos a casa." Y si eso no es lo suficientemente claro, me dirijo a
Caín y digo con dulzura—: Lo siento, bebé. Apagué tu teléfono antes de
ir la cama anoche. No quería que nos molestaran.
No estoy segura de cómo lo va a tomar, pero al diablo dentro de
mí no le importa.
Caín se aclara la garganta por segunda vez y se sienta. Me guiña
el ojo antes de tomar un sorbo de su vino, con esa sonrisa que oculta
detrás otra vez.
Pero esta mujer, o bien no se ha dado por aludida o es
demasiado egocéntrica para aceptarlo. —Entonces, ¿cómo se
conocen?
La lengua de Caín se desliza rápidamente sobre su labio superior,
una señal de que está molesto. Está molesto por el cuestionamiento. O
por ella, en general. O las dos cosas. —Charlie trabaja para mí.
Impresionante. Ahora "La dueña de la Empresa de Diseño" Larissa
puede mirarme apropiadamente con desprecio.
—¿En serio? No pareces ser el tipo de persona que está en la
banca de inversión.
Sus ojos están fijos en Caín, por lo que no puede ver cómo mi
boca se abre momentáneamente. ¿La banca de inversión? ¿Es eso lo
que ella piensa que él lo hace? Al parecer, no soy la única llevando una
vida alternativa.
Caín me está mirando como un halcón ahora. Debe estar
preguntándose si seguiré el juego. —Creo que las apariencias engañan.
182
Y asisto a Caín con el trabajo en la oficina.
—¿Lo asistes? —Una sonrisa divertida se forma en sus labios, sus
ojos viajando a la deriva sobre mi cuerpo de nuevo, pero de una
manera diferente ahora. Una manera inquisitiva.
En mi visión periférica, veo los labios de Caín hacen una mueca
cuando inhala fuertemente y me pregunto por qué. Afortunadamente,
el mozo viene con nuestra comida, rompiendo la torpeza. —Estaré aquí
hasta el lunes, Caín, si deseas llamarme podemos ponernos al día. Mi
asistente está en la ciudad, también. Estoy seguro de que le encantaría
verte. —Eso es una broma con connotaciones sexuales o nunca he oído
una.
Olvídate de Caín molesto. Estoy malditamente molesta ahora. Ella
está ocupando mi precioso tiempo con él. Sin siquiera pensarlo, alcanzo
hacia adelante para estrechar la mano de Caín y atrapo su mirada.
Para mi sorpresa, Caín no desperdicia un momento, rodando mi mano
dentro de la suya, arrastrando un dedo por mi palma, enviando chispas
a través de mi cuerpo. —Me imagino que voy a mantenerme muy
ocupado hasta el lunes y mucho más allá, Larissa. Ahora bien, si nos
disculpas, tenemos que comer para que podamos llegar a casa.
Hay una larga pausa. Me atrevo mirarla y la veo con la boca
torcida por el disgusto. —Bueno, la mejor de las suertes. —Ella sostiene su
cabeza en alto mientras se aleja, a un ritmo acelerado. Cuando
desaparece girando en la esquina, hago un movimiento de deslizar mi
mano de la de Caín, pero él la atrapa dentro de la suya por un
momento, estudiándola, antes de finalmente dejarla ir.
—Lo siento si fui presuntuosa, pero ella me alteró y me di cuenta
que te molestaste. Me imaginé que fingir que éramos novios era la mejor
manera de deshacerse de ella.
Su frente se arruga con curiosidad. —¿Cómo sabías que yo me
encontraba molesto?
Dudé un momento, apuñalando a un trozo de carne de mi
ensalada. ¿Debo decirle? ¿Pensará que estoy loca? Sus ojos
expectantes sobre mí hacen que finalmente responda. Hago un gesto
hacia su boca con mi mano libre y explico—: Lames tu labio superior
cuando estás molesto.
—¿Me has investigado? —pregunta bromeando.
—Tal vez —admito, esperando que no note el enrojecimiento de
mis orejas—. Por mi cuenta, sin embargo. No contraté ayuda. —Una
mirada avergonzada destella sobre él, y tengo que reír—. Tengo una
cosa por el lenguaje corporal y las expresiones faciales. Solía hacer
mucho teatro, y observar a la gente es una buena manera de aprender
a interpretar diferentes roles.
—Teatro... hmm. —Cortando su carne, pregunta casualmente—: 183
¿Qué más hago?
—No mucho, siendo honesta. Eres muy reservado. —Levantando
mi tenedor al aire, realizo un gesto hacia su cuello—. Frotas ese tatuaje
sobre tu cuello cuando estás ansioso.
Caín asiente. Después de un momento, pregunta—: ¿Qué más?
—Aclaras tu voz cuando estás incómodo.
—¿Qué otra cosa?
—Formas puños en tus manos cuando estás realmente enojado.
Te vi hacerlo ese día en mi antiguo apartamento. —Y anoche, con
Bob—. A veces veo que lo haces cuandoestás alrededor de Ben.
Eso produce un fuerte estallido de risas. —Sé que hago eso. Es una
vieja costumbre de mis días de lucha.
Es como una pequeña migaja de pan, un pequeño rastro de
información sobre la historia de Caín. Ávidamente, continúo con el
tema—: Lucha... ¿Cómo boxeo?
Da una sacudida casi imperceptible con su cabeza. —Lucha del
tipo de la que nunca puedes hablar. La que hace un montón de dinero.
Mis ojos recorren su rostro, tan perfecto como es, y se asientan en
la pequeña cicatriz sobre su ceja izquierda. Me pregunto qué tipo de
daño le han hecho a su hermoso cuerpo. —¿Alguna vez fuiste herido
gravemente?
—Algunas costillas rotas, nudillos magullados, algunos cortes. Eso
es todo. Así que... no.
Echo un vistazo hacia sus manos, las que colocaron hielo en mi
mejilla hace sólo veinticuatro horas. Ahora me pregunto qué tipo de
daño han hecho. —¿Alguna vez lastimaste a alguien gravemente?
Fijando sus ojos oscuros en mí, reconoce—: Sí, lo hice, Charlie. Muy
mal. Uno de ellos nunca se levantó.
No estoy segura de la reacción que espera de mí, pero eso no me
hará rehuir. —¿Es ahí donde hiciste este dinero del que hablas?
—¿Quién está siendo directo ahora? —Su tono no parece
molesto—. Sí. Hice la mayor parte de mi dinero con la lucha.
Aclaro mi garganta, decidiendo llevar la conversación en otra
dirección. —¿Cómo conoces a Larissa? —Incluso su nombre hace arder
el pecho por los celos. Un destello de sorpresa atraviesa su rostro y me
encojo de hombros—. Dijiste que no eras bueno con las pequeñas
charlas.
—Conocí a Larissa durante su último viaje de negocios a Miami y
no tenía planes para conectar de nuevo con ella. Nunca. —Enrosca sus
labios de una manera juguetona mientras empuja mi plato ligeramente,
184
recordándome que tengo que seguir comiendo—. Me salvaste.
—Difícilmente creería que te encontraras en peligro con ella.
Sus cejas se arquean drásticamente. —No, créeme. Lo estaba. Eso
es... —Niega con la cabeza. Cuando me atrapa mirándolo, todo tipo
de terribles imágenes lascivas atraviesan mis pensamientos mientras
trato de mantener la cara seria. Su frente se frunce profundamente.
Creo que veo un toque de rubor en su rostro, pero no puedo estar
segura—. Lo siento.
—No lo hagas. —Hago una pausa y luego me atrevo a añadir con
voz sensual fingida—: Señor inversionista.
El rostro de Caín se ilumina con una sonrisa. —Las mujeres por lo
general no entienden mi elección de profesión, así que no soy abierto al
respecto.
Dijo las mujeres. Plural. Maldita sea. Tenía la esperanza de que solo
fuera ella. —No, supongo que no lo hacen. —Tampoco entiendo su
elección de profesión. Todavía no. Es tan diferente a cualquier otro
propietario de un club, y de cualquier persona que haya conocido. Casi
no parece real.
Una mirada taciturna destella en su rostro. —Ninguna de ellas
sabe mucho acerca de mí. Pero eso no parece molestarles.
Siento una punzada de tristeza en mi corazón. Un montón de
mujeres son amadas y reciben atención sólo por su exterior atractivo.
Pero ¿qué pasa con los hombres como Caín? No soy mejor que Larissa.
Lo he utilizado en el mismo sentido, aunque lo he hecho en el escenario.
Esa cara, ese cuerpo; distrayéndome lo suficiente como para no ver al
hombre que se encontraba en el interior.
Irónicamente, estoy empezando a pensar que lo que está debajo
de esa superficie puede ser aún más hermoso.
—Tal vez estás saliendo con el tipo equivocado de mujer —le digo
en voz baja, sosteniendo su mirada.
—No tengo citas, Charlie. Nunca he hecho esto. Te lo dije ayer.
—Tampoco mirabas los espectáculos de tus bailarinas, ¿no?
Escucho el suave sonido de su mano frotando su rastrojo de
barba, cuándo se cubre la boca con la mano, escondiendo una
pequeña sonrisa mientras me mira juguetonamente con unos ojos
chispeantes. —Sólo a una.
Calor inunda mi cuerpo. Me pregunto si sabe que puede hacer
eso con sólo una mirada.
Para cuando el camarero viene a recoger los platos, mi comida
está sólo consumida a medias, pero he acabado con dos tercios del
vino y siento un hormigueo en mis muslos. O tal vez es la mirada
185
constante de Caín la que lo produce.
Dejo que Caín lentamente y a regañadientes me lleve a su
Navigator. Duda al abrir la puerta del lado del pasajero para mí como
un caballero. Su mano se abre camino a la parte baja de mi espalda y
el simple toque roba mi aliento, consciente de como mi cuerpo es de él
en este momento. —¿Quieres que te lleve de regreso a tu
departamento, o a Penny, o…? —Deja la pregunta en el aire, como si
me diera la oportunidad de decidir si esta noche se termina o no. No
tengo ningún interés en darle las buenas noches y decir adiós a Caín
todavía. Sé exactamente lo que quiero. Por la forma en que está
mirando mi boca, creo que Caín también lo hace.
Tragando contra la explosión de emoción dentro de mí, me
pongo firme, y mirándolo descuidadamente, sacudo mi cabeza
lentamente.
Traducido por Cris_Eire
Corregido por Daniela Agrafojo

Mantengo mi brazo alrededor de la tensa cintura de Charlie


mientras caminamos por el viejo muelle. Podría decir que estoy
sosteniéndola tan cerca porque está oscuro, porque ella está un poco
borracha, y porque los tablones del suelo están desnivelados. Pero la
luna llena proyecta bastante luz por delante, Charlie parece haber
pasado la borrachera, y los tablones están perfectamente bien.
Estaba muy cerca de conducirnos de vuelta a mi apartamento.
Tan. Tan. Cerca.
Mi incómoda erección me recuerda lo que podría estar haciendo
186
ahora, de haber girado a la izquierda en lugar de ir al frente.
Pero no puedo. Todavía no.
No, si quiero hacer esto bien. Y maldita sea, quiero hacer algo
bien. Conducir a Charlie a casa esta noche para poder follarla hasta
que salga el sol, cuando no sabe nada sobre el hombre que soy, no se
siente bien. Ese es el tipo de cosas que hago con Vicki y Rebecka. No
voy a tratar a Charlie como a esas otras mujeres.
Quiero más.
—Entonces, ¿los de seguridad nos dejan estar aquí? —sus brazos
se mueven alrededor de nosotros, sus tacones colgando de sus dedos.
—Claro. Soy un miembro de aquí. —Todos los guardias de
seguridad en este club privado me conocen. Les doy dinero para que
miren hacia otro lado cuando salgo al muelle en medio de la noche. Lo
he estado haciendo durante años. Es mi santuario secreto. Es la única
razón por la que me uní, en primer lugar.
Sin embargo, nunca había traído a alguien conmigo. Nunca
había querido. Y esta noche les he dado un extra para no dejar que
nadie, ni siquiera ellos, esté en el muelle.
Cuando el camarero vino a recoger nuestros platos esta noche,
me entró el pánico. No me sentía listo para dejar ir a Charlie todavía. Me
estaba divirtiendo demasiado. Y eso a pesar de la aparición de Larissa.
De todas las personas con las que encontrarse… ¡Mierda! Gracias a Dios
que la mujer tuvo la decencia de no sacar a relucir los detalles explícitos
de nuestro tiempo juntos. Ese fin de semana comenzó con una inocente
bebida en el bar del mismo restaurante en el que estábamos esta
noche, y terminó con Larissa, su muy atractiva asistente de veintitrés
años de edad, y una bolsa llena de juguetes.
Esa mujer está metida en mierdas raras.
Me dejé llevar, pero la culpa me carcomió más tarde y me
prometí que nunca más volvería a liarme con ella. Larissa es una versión
femenina de lo que aborrezco, aprovechándose de su poder. Sí, es
hermosa y encantadora, pero puede ser una víbora enroscada, como
lo fue esta noche, con Charlie. Por un segundo, pensé que iba a
proponernos una orgía.
Algo me dice que Charlie no tiene ningún interés en
compartirme.
Sonrío, pensando en la sonrisa de suficiencia que tocó los
hermosos labios llenos de Charlie mientras se inclinaba sobre la mesa y
me reclamaba. Podría haber sido un espectáculo, pero en ese
momento no había nada que quisiera más que ser suyo.
La forma en que manejó a Larissa esta noche, con clase, gracia, y
un borde de maldad, fue hermoso. Inesperado.
187
Me hizo ponerme duro.
Es por eso que tenía que llevarla a algún otro lugar que no fuera
mi casa. Incluso ahora, no puedo evitar tomar nota de lo tranquilo y
privado que es este muelle. Lo oscuro que está. Qué tan fácil sería para
mí conseguir bajar ese vestido, algo que he estado fantaseando con
hacer durante semanas.
Caminamos en silencio, Charlie presionándose aún más contra mí,
hasta que llegamos a un banco del parque en el extremo del muelle.
—¿Vienes mucho por aquí?
—Cada domingo por la noche, después del cierre de Penny.
Siempre solo… —La guío al final del banco y me siento a su lado,
estirando el brazo hacia fuera para acercarme lo más posible sin tirarla
a mi regazo. Olas de su suave perfume floral siguen golpeándome,
haciéndome inhalar profundamente.
—Es muy bonito —murmura, inclinando la cabeza hacia atrás
para apoyarla en mi brazo, sus labios curvándose en una apacible
sonrisa—. Sereno. —La luz de la luna brilla sobre ese bonito cuello blanco
suyo, exponiéndolo, y me encuentro inclinándome, luchando contra el
impulso de pasar mi lengua a lo largo de él, bajando por toda la
longitud de su cuerpo.
—Gracias por las flores —dice de repente, añadiendo más
suavemente—: Nunca antes te di las gracias. Son hermosas. El color es
impresionante.
Guío su cara hacia mí poniendo un dedo en su barbilla. —Los ojos
marrones son bonitos, pero los ojos violetas… no puedo dejar de pensar
en ellos. —Es cierto. No puedo. Me he estado muriendo por verlos de
nuevo, desde el día que la contraté—. ¿Por qué los escondes?
Hala su labio inferior, sin duda decidiendo si decirme la verdad o
no. Con un suspiro, dice—: Porque necesito ser fácil de olvidar. —El dolor
en su voz es inconfundible y mi pecho se aprieta. ¿Es por el idiota de
Ronald? ¿U otro tipo como él?
No puedo pensar en ese tipo en este momento. Hará que apriete
mis puños, y Charlie se dará cuenta. Pasé por su edificio más temprano
esta noche y casi me detuve. Casi.
Pero no lo hice. Juzgando por el mediocre edificio, supongo que
no la llenaba de dinero y regalos a cambio de relaciones sexuales. No
quiero causarle más problemas, y hasta que no sepa lo que está
pasando, acechar al chico podría ir mal.
—Eres un montón de cosas, Charlie Rourke, pero olvidable no es
una de ellas, con o sin iris violeta.
Cuando abre los ojos de nuevo, hay una triste sonrisa tocando sus 188
labios.
—¿Por qué vienes aquí a pensar?
Nostalgia agridulce me baña. —Me recuerda a mi infancia, de
vuelta en Los Ángeles. Mi abuela solía llevarnos a mi hermana y a mí en
las tardes del domingo hasta el muelle, cuando éramos niños. —A pesar
de criar al despreciable hombre que resultó ser mi padre, recuerdo que
mi abuela era una señora buena, de voz suave, que nos abrazaba
mucho. Creo que hizo lo mejor que pudo como madre soltera,
manteniendo dos trabajos de camarera para proveerlos. Nunca conocí
a mi abuelo. Él fue a la cárcel por robo a mano armada años antes de
que naciera, donde finalmente murió de un ataque al corazón. De los
pocos comentarios que mi papá hizo sobre su temperamento y sobre la
forma en que le "enseñó" a mi padre a luchar, la manzana no caía lejos
del árbol.
En esas tardes, nos compraba a mi hermana y a mí perritos
calientes y un helado para cada uno. Mientras comíamos, nos
sentábamos lado a lado en un banco al igual a este mientras
comíamos, los pies de mi hermana ni siquiera tocaban el suelo, era tan
joven. No sabía que mi abuela no podía darse el lujo de invitarnos cada
semana. Pero cuando era pequeño, no pensaba en ese tipo de cosas,
solo tomaba lo que me daban. No recuerdo jamás haberle dado las
gracias. Hasta hoy, no sé si alguna vez supo con cuántas ganas
esperaba esas tardes.
Desearía haberle dicho cuando tuve la oportunidad.
—No me acuerdo de mis abuelos —dice Charlie en voz baja—. Mi
mamá me dijo que solían cuidarme cuando era muy pequeña. Mi
madre me tuvo cuando tenía quince años, por lo que la ayudaron
mientras terminaba la escuela secundaria. En mi cabeza, veo a esta
mujer rubia de más edad con pelo rubio y un delantal rojo a cuadros,
de pie sobre un gran porche blanco, saludándome. —Frunce el ceño—
. Pero no estoy segura de si era real o no. —Inclinándose hacia mi
cuerpo, su cabeza se asienta en el hueco de mi brazo—. ¿Cómo se
llama tu hermana?
—Lizzy. —El doloroso bulto que solía aparecer al pronunciar ese
nombre hace tiempo que ha desaparecido, dejando sólo leve
amargura.
—Lizzy —repite Charlie en un susurro. Hay una pausa, una ligera
vacilación, y luego confiesa—: habría tenido un hermano, pero murió
durante el parto. Mi madre iba a llamarlo Harrison. Ella decía que
siempre quiso un hijo llamado Harrison.
Envolviendo mis dedos alrededor de un mechón de su pelo, juego
con él, maravillado por lo sedoso que es. 189
—¿Harrison y Charlie?
Su pecho se eleva con una inhalación profunda. —¿En dónde
está tu hermana ahora?
Me detengo a ver un barco navegar en la distancia, mientras
decido cuánto quiero compartir con Charlie esta noche. Hasta el
momento, no ha parecido en lo absoluto intimidada por lo que ha
aprendido. No puedo evitar querer darle salida a todo y averiguar
rápidamente si me rechazaría. Aparte de Penny, Storm, y Nate —y John,
por supuesto, que fue el primer oficial en la escena esa noche hace diez
años— nunca he hablado con nadie acerca de mi pasado. Y solo Nate
conoce toda la historia. Pero, ¿realmente quiero airear toda mi mierda
en una noche? Podría terminar la conversación de esta noche
rápidamente acercándome y besándola. Eso acabaría con toda la
charla. Estoy seguro de ello.
Siento los ojos interrogantes de Charlie en mi cara, y eso es todo lo
que necesito para ablandarme.
—Ella murió hace diez años, con mis padres, en un asesinato
relacionado con las drogas. Los policías nunca pudieron culpar a nadie
por ello.
El cuerpo de Charlie se tensa junto a mí y eso hace que contenga
la respiración. ¿Es esta la parte donde comienza a preguntarse si
realmente quiere involucrarse con un tipo como yo?
—¿Qué recuerdas de tu hermana?
Suelto el aire a través de mis dientes. Esperaba que me
preguntara cómo se involucraron con las drogas, si eran culpables. Si los
echaba de menos. Esta era una pregunta que no esperaba, y que de
alguna manera se sentía aún más invasiva.
La mano de Charlie se posa sobre la mía asentada en mi regazo.
La hala hacia ella, dejándola descansar a mitad de su muslo, justo
donde termina su vestido. Tener mi mano sobre su suave piel desnuda es
definitivamente distractor.
Trago saliva, y el sonido llena el aire. —A los dieciséis años, Lizzy
tenía un chip en su hombro y una actitud que daba ganas de
estrangularla. Ya había sido expulsada de dos escuelas, y suspendida en
otra por pelearse. Se encontraba metida en la bebida y en fumar
marihuana. Con chicos mayores… —Sacudo la cabeza.
Los cuidados pulgares de Charlie hacen pequeños círculos en la
parte posterior de mis nudillos cuando pregunta—: ¿Te llevabas bien
con ella?
—Honestamente… No podía soportarla. —Es doloroso incluso
ahora admitirlo, pero es la verdad—. No era la niña con la que crecí.
Cambió. Unos tres meses antes de morir, me enteré de que trabajaba
para algún idiota propietario de un club de striptease, dando mamadas
y Dios sabe qué más. Trabajaba debajo de la mesa utilizando la
190
identificación de una chica latina de veintiséis años llamada Blanca,
que no se parecía en nada a ella. ¡Tenía dieciséis años! Al propietario no
le importaba.
Exhalando con fuerza, como si eso dejara ir la culpabilidad que
todavía persistía diez años más tarde, continúo—: Y a mí tampoco. No lo
suficiente. —Con temor, bajo la mirada a esa cara de muñeca y
encuentro… no sé qué significa esa mirada. Es ilegible. Sin juzgar, sin
asco. Ninguna de las cosas que vi en los ojos de Penny cuando admití
eso mismo.
Me incita a seguir. —Yo no era mucho mejor que ella, créeme. Me
mudé cuando tenía diecisiete años y pasé un año quedándome en los
sofás de mis amigos. Apenas me gradué de la escuela secundaria.
Luego empecé a meterme en peleas más grandes. Haciendo mucho
dinero. Suficiente para un coche propio y un apartamento. Dejé que
Lizzy fuera a vivir conmigo por unos meses, pero luego descubrí lo del
club y la eché. Se mudó de nuevo con nuestros padres. No hice nada
ante el hecho de que se estuviera vendiendo. Todo porque no podía
ver más allá del duro exterior de perra, a la chica que todavía se
hallaba allí en algún lugar, necesitando a alguien que viera por ella.
Dudo que fuera tan dura cuando ellos… —Mis dientes crujen al
apretarlos—. Estoy seguro de que fue más como la niña que conocí al
crecer, en esos últimos momentos de su vida. —Por lo menos, siempre lo
es en mis pesadillas, cuando los brutales y explícitos detalles de los
informes de la policía cobran vida y la oigo gritar por mí, por mi ayuda.
Para devolver el dinero que yo había robado en primer lugar.
—¿Y tus padres? ¿Sabían lo que estaba pasando?
Amargura se desliza a través de mi cuerpo y, por mucho que lo
intento, no puedo evitar sentir la tensión volviéndose más fuerte.
—Mi padre traficaba con cocaína y marihuana. Mi madre… —
Exhalé un suspiro de derrota— …traficaba con sexo. Eran escoria. Si
sabían lo que estaba haciendo Lizzy, no les importaba. Joder, por todo
lo que sé, mi madre recibía algo de alguna manera. Lizzy no tenía a
nadie para protegerla de ellos.
El cuerpo de Charlie se vuelve rígido contra mí, recordándome lo
que probablemente ha tenido que hacer frente en su propia vida.
Cruzando mi brazo extendido en la parte posterior del banco a lo largo
de su pequeño cuerpo, la acerco a mí.
La cálida noche está en silencio a nuestro alrededor mientras
espero que Charlie diga algo. Que me diga que no fue mi culpa, que
no podría haber sabido lo que iba a pasar, que no debería dejar que la
culpa me carcoma. Todas las típicas cosas que he escuchado de Storm
y Nate, que no disminuyen mi culpa. Pero no dice nada de eso. En su
lugar, levanta mi mano a su boca para besarla suavemente antes de
llevarla de vuelta a su regazo, donde su vestido se ha subido aún más.
191
—Suena como que no era la única que necesitaba a alguien
para protegerla.
No discuto con ella.
Hay una pausa y luego pregunta—: Entonces, ¿cómo terminaste
en Miami?
—Después de que Lizzy fue asesinada, me perdí en la culpa por
un tiempo. Yo… —Mi mente se desvía de nuevo a esos meses después,
cuando luchaba más que nunca, y cada lucha era una apuesta de
todo o nada, donde me apostaba hasta el último centavo a mi
nombre. Era un alto riesgo, alta recompensa, y si perdía, lo perdería
todo. Pero no podía ser derrotado, porque todos mis oponentes tenían
la misma cara, la mía. El hermano que dio la espalda a su hermana
pequeña. No la hermana que maldecía y se mofaba, y que se dejaba
caer de rodillas por cincuenta dólares. La niña con los ojos de color
avellana, que se sentaba en silencio en ese banco del muelle,
comiendo su helado, mirando al hermano que se suponía que debía
protegerla siempre. En mi mente, Lizzy se convertía otra vez en esa niña.
Y era esa niña quien yacía rota en la sucia alfombra peluda manchada
de sangre en la sala de mis padres.
Me golpeé como la mierda durante meses.
Tragando para intentar alejar la ronquera de mi voz, continúo. —
Hice un montón de dinero luchando. Mucho dinero. —La mano que
tengo alrededor de sus hombros se flexiona de forma automática,
como siempre hace cuando pienso en todas esas peleas, todas esas
costillas que fracturé, esas narices que rompí, esos chicos que golpeé
hasta la inconsciencia. El chico que involuntariamente maté la misma
noche que mi familia murió—. Con el tiempo, me cansé de ello. Sabía
que no iba a conseguir que me sintiera mejor. Así que decidí hacer algo
más… positivo. No puedo volver atrás en el tiempo, pero pensé que si
podía ayudar a otras chicas como Lizzy, tal vez me sentiría como si
hubiera pagado mi parte. Siempre va a haber una chica que piense
que no tiene otra opción y siempre va a haber tipos de mierda como
Rick Cassidy, que se alimentan de su desesperación y las convierten en
drogadictas y prostitutas. Descubrí que podía hacer algo productivo
con mi dinero, como abrir mi propio club. Necesitaba alejarme de South
Central, sin embargo. Necesitaba un cambio.
Charlie se gira hacia mí, hasta que puedo sentir su aliento en mi
cuello. Tan serio como es el momento, mi sangre instintivamente fluye
hacia abajo. No sé cuánto tiempo más podré ser un ser humano
decente con mi mano apoyada así en su muslo y el remolino de crudas
emociones martillando en mi pecho.
—Pero, ¿por qué Miami?
192
—Miami es conocida por sus leyes de mente abierta en el área
del entretenimiento para adultos. Una gran cantidad de ciudades por
ahí restringen la desnudez, o el alcohol con la desnudez, o los tipos de
bailes que puedes conseguir. Sin embargo, Miami no. En Miami, puedes
tener una hamburguesa en una mano, una cerveza en la otra, y una
mujer completamente desnuda delante de ti. Me imaginé que una
ciudad como ésta —con tales leyes liberales— produciría un montón de
Lizzys. Necesitaba al menos un propietario de un club que mirara por las
chicas. Alguien que balanceara lo peor de ellos.
—Así que abrí un pequeño club llamado The Bank. No era nada
llamativo o enorme. Sólo estaba aprendiendo acerca de la industria.
Demonios, era demasiado joven para estar abriendo un club para
empezar. Pero fue bien porque no puse restricciones a las chicas, por
mucho que lo odiara. Todavía lo hago. Dejo que las chicas hagan todo
lo que sea legal, pero nada más, y me aseguro de que estén a salvo. —
¡Maldita sea, no hubo alguna vez una curva de aprendizaje más
dolorosamente empinada que los primeros meses al ser dueño de The
Bank! Por suerte, soy rápido aprendiendo y tuve una gran fuente de
información, el dueño de un club de striptease de Las Vegas. A cambio
de una pelea arreglada, la cual gané y él hizo un montón de dinero, me
dejó esencialmente vivir en su club durante un mes, aprendiendo el
oficio. Quería asociarse conmigo cuando me fui a Miami, pero me
negué. En cambio, John lideró el negocio como propietario, en el
papel, hasta que cumplí los veintiuno. Sabía que podía confiar en él.
—Trato de hacer lo correcto por mis empleados, al menos. Como
no lo hice por mi hermanita.
—Entonces, ¿todo esto es por una segunda oportunidad?
—No. Se trata de intentar equilibrar lo bueno con lo malo. No creo
en las segundas oportunidades, Charlie.
Hay un largo momento de silencio y luego pregunta—: China te
recuerda a tu hermana, ¿verdad?
Asiento lentamente. —Siento tanto dolor al mantenerla alrededor.
—Con una mirada de reojo, admito con lo que me imagino que es una
sonrisa tímida—: Sé que probablemente no ha sido buena contigo.
—Eso es una subestimación. —Charlie se ríe.
Probablemente sea el momento de dejarla descansar y dejar de
golpearla con mi mierda. Sé que puedo ser intenso. En una noche, ha
aprendido que fui criado y educado por delincuentes, que no soy ajeno
a la violencia brutal, que les miento a las mujeres y luego las follo, y que
era el peor hermano del mundo.
Y está acurrucada contra mí como si todavía quisiera estar aquí.
Puedo ahorrar la peor parte para otro día. 193
Se pone de pie y camina hasta apoyarse en la barandilla del
muelle, descalza. Si no fuera por la luna llena, probablemente no sería
capaz de verla bien, pero gracias a ella, puedo disfrutar de la vista de
su silueta con el océano de fondo. Hay una brisa, lo suficiente para
desordenar algunos mechones de su pelo y para que el material de su
corta falda vuele.
Ya echo de menos su calor junto a mí. —¿No has tenido suficiente
de mí esta noche? —murmuro, y oigo la melancolía en mi voz. Son más
de las tres y no quiero irme, pero noto las ojeras bajo sus ojos. Me
imagino que no durmió mucho anoche. Ginger me dijo que llegó a
casa unas horas después del incidente con su agresor, con la cara llena
de lágrimas.
Girando lentamente hacia mí, Charlie dice—: Sé que me estás
diciendo todo esto para asustarme. Pero no va a funcionar. Nada de lo
que me has dicho hasta ahora me hace pensar mal de ti.
Una inesperada ola de alivio se estrella contra mí con su
admisión.
Observo su frente arrugarse cuando vacila, como si estuviera
decidiendo si debería decirme algo o no.
—Y si… —Una vez más, hace una pausa y veo su mandíbula
tensarse. De repente mira hacia otro lado, parpadeando
repetidamente. ¿Eso que veo son lágrimas no derramadas?
—¿Charlie? —Preocupación empieza a burbujear dentro de mí,
todos los pensamientos de meterme bajo su ropa desaparecen—.
Puedes decirme, Charlie. Cualquier cosa. No te voy a juzgar. Dios, si has
aprendido algo esta noche, es que no te voy a juzgar. —El nombre de
Ronald Sullivan está en la punta de mi lengua. Quiero
preguntarle, ¿Quién es él para ti? ¿Qué hizo? ¿Quieres que me deshaga
de él? Pero mantengo mi boca cerrada. No quiero presionarla, y seguro
que no quiero alejarla de mí como hice ayer.
Con la misma rapidez, lo que sea que fuera —miedo, indecisión—
desaparece. La intensidad de su mirada me recuerda a Charlie en el
escenario. La seductora. Mi mente todavía está preocupada, pero
ahora mi cuerpo está de nuevo en estado de alerta.
Inevitablemente, mis ojos se dirigen a esas tetas que he visto
destapadas en veintidós maravillosas ocasiones e inhalo con fuerza. Sí,
he mantenido un seguimiento de sus espectáculos. Lo que no he
contado es el número de veces que me he masturbado después con
las imágenes firmemente grabadas en mi mente. De sólo pensarlo
tengo que ajustarme antes de poder evitarlo.
Y, por supuesto, me pilla haciéndolo. 194
Sonríe. La tímida sonrisa que me da cuando se está quitando su
blusa para mí en Penny.
Creo que nunca voy a decirle que no a Charlie Rourke.
Trago mientras mi sangre comienza a golpear a través de mis
venas, mientras mi respiración se vuelve entrecortada.
Mientras una telaraña de cosquilleos hormiguea sobre mi piel.
No puedo creerlo. Nunca me he sentido así. Ni siquiera con
Penny.
En realidad estoy nervioso de estar con una mujer.
Traducido por *~ Vero ~* & Mire
Corregido por Niki

¿Entendería Cain?
¿Vería mi situación como lo que es, que sigo ayudando a Sam
para sobrevivir? ¿Para darme la oportunidad de liberarme? ¿O me vería
tan débil?
Estuve tan cerca. Estuvo en la punta de mi lengua. Pero
simplemente no pude formar las palabras. No puedo correr el riesgo.
¿Qué haría? Después de todo lo he oído esta noche, no lo sé. Tal vez
me ayudaría porque anhela arreglar cosas, o tal vez se alejaría porque
195
es como un recordatorio de su pasado.
Sin embargo, no puede solucionar esto. Solo puede ponerse en
peligro por intentarlo. No, Cain necesita permanecer en la oscuridad. Y
me voy mañana, así que no hay razón de hacer añicos esa ilusión de mí
que se ha creado, la fugitiva abusada, en busca de un nuevo
comienzo. La mitad de eso es cierto, en cualquier caso. O lo será,
mañana.
Esta noche se trata de aceptar que el destino ha traído a un
hombre como Cain a mí. Creo que pude haber tropezado con un
santo. No lo merezco. Cain es un buen hombre, endurecido por
demasiados errores en su pasado. No sus propios errores, aunque es
claro que siente que tiene que asumir gran parte de la culpa.
Es tan víctima como su hermana, deduzco.
Tan víctima como lo soy, a veces creo.
Cain ha puesto todo eso en el pasado, sin embargo, y está
haciendo algo al respecto. Yo, todavía estoy en el centro del mal, y
todo lo que estoy tratando de hacer es huir y fingir que nunca sucedió.
—No te he contado todo aún —dice Cain en voz baja, como si
estuviera leyendo mi mente.
Hago una pausa, preguntándome qué otra cosa podría ser,
además de la enorme tragedia personal que acaba de compartir. En
verdad, no creo que me gustaría saber. —Me has dicho lo suficiente.
Y no te he dicho nada. Verdades a medias, eso es todo. Es cierto
que hay una pequeña lápida junto a la de mi madre que dice Harrison
Arnoni. Dejé fuera el hecho de que mi madre murió junto con él, y que
su padre es un traficante de drogas que ahora me manipula en cada
elección, cada decisión.
¿Y esa memoria de la señora rubia en el delantal a cuadros rojo?
Eso es real. Por supuesto, he dejado de lado la parte de la pelea a gritos
entre ella y mi madre, que me arrastró por el brazo, con una maleta en
la mano, unos pocos minutos más tarde. Recuerdo palabras como
cristiano y pecador saliendo de la boca de la señora rubia. Recuerdo a
un chico de cabello grasiento esperando por nosotras en el camino de
entrada azul que olía a cigarrillos de El Camino. Recuerdo despedirme
de mi abuela por última vez. Recuerdo las lágrimas en su cara mientras
agitaba su mano.
Para alguien tan joven, recuerdo muchísimo.
Pero no puedo compartir nada de eso con Cain ahora, porque
sería revelar mucho acerca de mi verdadero yo. Charlie Rourke es
simplemente un conjunto de mentiras con algunas verdades a medias
para apaciguar mi conciencia culpable. 196
Y ahora estoy ansiosa por acallar mi conciencia por completo.
—¿Cain? —Doy otro paso hacia adelante hasta que me
encuentro de pie entre sus piernas abiertas.
—¿Sí? —Está sentado, relajado, con una mano tendida a lo largo
del respaldo del banco y la otra descansando casualmente en su
rodilla. Sin embargo, la tensión en su mandíbula me dice que se siente
cualquier cosa menos relajado. Me pregunto si tiene alguna idea de lo
que viene. Debe ser así. Me he estado frotando contra él como un
animal en celo durante la última hora.
Es ahora o nunca.
—¿Siempre eres tan caballero?
Una sonrisa toca los labios de Cain. —No… no lo soy. Y tú
ciertamente no estás haciéndolo fácil para mí en este momento.
Tragando las conflictivas emociones y los nervios dentro de mí,
pregunto—: ¿Y cómo hago para hacerlo imposible para ti?
Ojos lujuriosos me miran y alcanzo a ver un destello en ellos que no
puedo describir. Hay una larga pausa, y luego sus manos se envuelven
alrededor de la parte posterior de mis muslos. Con un tirón enérgico,
pone primero una rodilla en el banco, seguida por la otra. Antes de que
sepa lo que está pasando, me encuentro a horcadas en su regazo con
mis manos apretadas alrededor de su cuello y mi vestido arrugado
alrededor de la parte superior de mis muslos. Las manos de Cain han
encontrado su lugar alrededor de mi cadera, y tira hacia adelante
hasta que estoy al ras con la suya, hasta que es imposible pasar por alto
su erección contra mí.
Otra ola de calor se extiende entre mis piernas. He estado caliente
allí desde el segundo en que me desperté en el sofá de su oficina, pero
la intensidad ha alcanzado nuevos niveles. No me sorprendería si lo
empapo a través de sus pantalones.
—¿Estás segura? —Sus ojos se clavan en los míos, sus labios—a solo
unos centímetros de los míos—se separan, su respiración entrecortada.
Dejo que mis ojos paseen sobre las líneas masculinas de su cara, y
mis dedos rozan el ligero rastrojo a lo largo de su garganta. Aspiro ese
delicioso aroma a limpio, a madera que siempre voy a relacionar con
él. Quiero memorizar cada momento de esto, porque nadie me ha
hecho nunca sentirme de la manera en que Cain me está haciendo
sentir en estos momentos.
Que lo que quiero realmente importa.
Y en este momento, no quiero nada más que a Cain.
Intencionalmente muevo mi pelvis aún más cerca de él, hasta que su
dureza se clava en mí, dejo que mis labios rocen su tan fuerte
mandíbula—algo con lo que he fantaseado hacer todas las noches
197
desde hace semanas.
Oigo el silbido del aire un segundo antes de que sus dedos se
cierren alrededor de las correas delgadas de mis bragas y tire de ellas.
Su erección está presionada contra mí. Sin embargo, con la misma
rapidez las suelta, y sus manos se abren paso a mi espalda—por debajo
de mi vestido—para presionar mi pecho contra el suyo. Siento su
corazón latiendo contra el mío mientras atrapa mi labio inferior con su
lengua, atrayéndome hacia adelante.
Acepto la invitación, cerrando mi boca sobre la suya con avidez,
sintiendo su lengua húmeda conectar con la mía en una danza
posesiva. Mis manos encuentran su cara y lo urgen más cerca de mí,
disfrutando del rastrojo varonil bajo mis dedos. Por mucho que quiera
todo de Cain, podría fácilmente sólo hacer esto hasta que salga el sol;
me encanta la forma en que su boca se mueve contra la mía, su sabor,
los pequeños gemidos que hace.
Pero solo tengo esta noche, me recuerdo a mí misma.
Sin que sus labios dejen los míos, sus manos emergen de debajo
de mi vestido para tirar de la cremallera. La tela cae. Con la habilidad
de un experto, tiene mi sujetador abierto en un segundo, exponiendo
mis pechos al aire fresco de la noche.
Y a él.
Sus dedos no pierden el tiempo para encontrar su camino a mi
piel desnuda, extendiéndose para acariciarme, frotando ambos
pezones endurecidos con las yemas de sus pulgares simultáneamente.
Escalofríos corren por mi cuerpo. —¿Tienes alguna idea de cuánto
tiempo he pensado en hacer esto? —susurra en mi boca.
—¿Semanas? —bromeo, pero mi corazón se acelera. No puedo
dejar de empezar a mecerme contra él, su confesión llevando mi propio
deseo a alturas desesperadas.
Se escapa del beso con un gemido, sus manos deslizándose para
agarrar mi culo. Levantándome por mis rodillas le da a su boca un
acceso más fácil a mis pezones. Aprovecha al máximo, tirando uno a su
boca. Inhalo bruscamente contra la succión casi dolorosa, pero
rápidamente la contrarresta con una lengua apacible.
Mis brazos instintivamente se envuelven alrededor de la cabeza
de Cain, apretándolo más cerca de mí mientras mis dedos se enredan
en su cabello. Está siempre tan perfecto que esperaba que estuviera
duro con productos. Estoy encantada de descubrir que es suave como
la seda.
Aprieto mi cuerpo más cerca del suyo. No puedo acercarme lo
suficiente.
—Joder, Charlie —gruñe, sus pulgares deslizándose debajo de las
correas de mis bragas jalándolas hacia abajo hasta donde sea posible,
198
hasta que escucho los primeros rasgados del elástico por haber sido
estirado demasiado.
No estoy muy segura de cómo Cain se mueve con tanta fluidez,
pero en cuestión de segundos me tiene de espaldas, tendida junto al
banco, mientras está encima de mí. No es lo más cómodo para
tumbarse en este momento pero realmente no me importa.
Con habilidad, baja sin esfuerzo mi ropa interior hasta llegar a mis
pies, me la quita, y la arroja casualmente al suelo. Agarrando mis
piernas por mis pantorillas, las dobla suavemente y las empuja hacia
atrás, dejando espacio para acomodarse con una rodilla en el banco y
una pierna en el suelo, frente a mí. Sus manos se posan sobre mis rodillas
y comienzan su descenso por el interior de mis muslos. El calor sube en
mi bajo vientre.
Y entonces empuja mis muslos. Bien separados.
De repente, el hecho de que he estado empujando mis límites en
un escenario durante varias semanas significa menos que nada. Estoy
tumbada completamente expuesta en un banco de un muelle en el
medio de la noche, para un hombre que toda mujer desea—que yo
deseo—y el solo pensamiento ya genera una repentina tensión a través
de mi cuerpo. No sé lo que esperaba, pero no era esto. No tan rápido.
Cain no estaba bromeando acerca de no perder el tiempo.
Se mueve sobre mí, los músculos de su cuello y hombros
estirándose hermosamente mientras se sostiene a sí mismo. —Estás
nerviosa —acusa con una pequeña sonrisa burlona antes de inclinarse y
dejar que su lengua se deslice hacia fuera para tomar mi labio.
—No, no lo estoy —miento, sintiendo mis mejillas sonrojarse.
—Te pusiste tensa —empuja, pellizcando mi labio inferior
juguetonamente antes de colocar un suave beso en mis labios—. ¿Estás
segura de que estás bien con todo esto? Podemos parar.
Es bastante dulce de su parte estar tan en sintonía con mi cuerpo
y preocupado por mí, pero no quiero parar. En respuesta, mis dedos
serpentean por la hebilla de su cinturón, desabrochando y haciendo un
trabajo rápido con sus botones y cremallera, mi mano desciende
debajo de sus calzoncillos para agarrar su pene más rápido de lo que él
esperaba que hiciera.
Un gemido escapa de los labios de Cain.
Y sonrío. Ben estaba tan equivocado. No hay nada tamaño
Hobbit o malformado aquí. Cain es perfecto.
—¿Qué pasa—seguro que estás bien con esto? —bromeo,
acariciando su longitud, sintiendo las gotas de humedad en la punta.
Gotas por mí. Saco mi mano y marco un punto lamiendo mi pulgar
mientras me asomo desde debajo de las pestañas pesadas—. ¿Estás 199
nervioso?
Se ríe. Aunque no es desagradable, hay una pizca de maldad en
el sonido que no le he oído antes. —¿Es este un nuevo juego tuyo?
Bueno, Charlie, sabes que me gusta jugar a tus juegos. —Desplazándose
fuera de mi alcance, las manos de Cain bajan mi vestido hasta los
tobillos y lo quita—. Iba a dejar que mantuvieras esto puesto, pero… —
De pie, dobla mi vestido en una pila ordenada y lo mete bajo mi
cabeza como una almohada. Luego, reanuda su posición en una
rodilla, admirando mi cuerpo sin reservas. No dudo de que la luz de la
luna sobre nuestras cabezas esté proporcionando mucha luz para su
escrutinio. Me niego a encogerme bajo ello, aunque esto es a la vez lo
más erótico y lo más vergonzoso que he experimentado jamás.
—¿Seguridad alguna vez camina por aquí? —pregunto, incapaz
de disimular el temor en mi voz.
Sus manos se mueven a mis muslos. Separa más mis piernas,
levantando una hasta dejarla sobre el respaldo del banco mientras insta
la otra hacia abajo, colgando fuera del borde. A pesar de mis intentos
de actuar indiferente, inhalo bruscamente, mi cuerpo comienza a doler,
en busca de un poco de alivio, tanto de él como de esta posición
comprometedora.
—No lo harán esta noche. Me he asegurado de ello. Se lo
contrario, no haría esto contigo aquí. —Confío en que no lo haría, lo que
me hace relajarme, levemente. Con las altas y gruesas barandas de
madera alrededor de nosotros y la pequeña estructura que sirve como
una barrera detrás, somos invisibles para todos.
Aun así...
No conozco muchos hombres que podrían sentarse allí y estudiar
a una mujer desnuda abierta como lo estoy yo, sobre todo teniendo en
cuenta que solo he confirmado que Cain está duro como roca y
empapado. Pero esto es lo que me pasa por tratar de burlarme de un
hombre con el auto-control de una máquina.
Me acuesto ahí, mirándolo—totalmente vestido—mientras me
mira con intensidad quemando dentro de esos ojos marrones por lo que
es probablemente solo un minuto, pero se siente como una eternidad.
Finalmente, ese gesto que me encanta toca sus labios. —No tengo
miedo de admitir que estoy un poco nervioso, Charlie. —Jadeo cuando
siento un dedo lentamente moverse por mi centro y mi cuerpo se
tensa—. ¿Puedes tú admitir eso? ¿O vas a seguir mintiendo?
¿Cain está nervioso? El caliente baja-bragas Cain, que tiene las
mujeres literalmente lanzándose hacia él, ¿se siente nervioso por estar
conmigo? —Sí, lo estoy —susurro finalmente.
—Bien. Sé cuando mientes, Charlie, así que muy bien puedes
decirme. —Siento la culpa tratando de abrirse camino de nuevo a la
vanguardia de todos mis pensamientos, todas mis palabras, con su
200
advertencia. Pero luego, sus dedos se deslizan sobre mí por segunda
vez, por mi parte cada vez más mojada, y la culpa desaparece al
instante—. ¿Sabes lo impresionante que eres? —Mi respiración se atasca
mientras siento la agradable intrusión, sus dedos moviéndose en un lento
movimiento circular mientras observa cómo responde mi cuerpo.
Cierro los ojos justo cuando su toque se desvanece y el calor de su
aliento patina sobre mí. Dejo escapar un gritito cuando siento su lengua
en mi contra, remplazando el trabajo de sus manos.
Es como nada que haya experimentado antes. Mis dedos una vez
más encuentran su camino a su cabello sedoso mientras lo siento gemir
contra mi, sus manos apretando mis muslos, y me muerdo el labio para
no gritar. Toda la intensidad de esas noches, los sueños, los bailes para
Cain—combinado con la realidad de que está aquí ahora, conmigo,
han producido una tormenta dentro de mí que está a punto de estallar.
Arqueando mi espalda contra el placer de su lengua—
ahondándose y deslizándose con experiencia y específicas
intenciones—siento una acumulación familiar en mi bajo vientre. No
tomará mucho tiempo antes de que los brazos de Cain se aprieten
alrededor de mi cuerpo para mantenerme quieta mientras me remata,
y tengo que apretar los dientes para no alertar a los guardias de
seguridad.
No hay tensión ni modestia en mí cuando termino y los labios de
Cain se mueven hasta arrastrar besos a lo largo de mi vientre, mis
pechos, mi cuello. Cuando llega a mi boca, no dudó en poner un suave
beso, a pesar de que puedo saborearme en él.
Nunca he probado eso. He tenido chicos bajando en mí antes,
pero se sentía como un juego previo necesario antes de tener sexo; no
fue hecho ni la mitad de bien, y nunca hasta el orgasmo.
Nunca he tenido un orgasmo con un hombre. Punto. Aunque no
creo que sea del todo sorprendente; solo tengo dieciocho años. Me da
la impresión de que podría experimentar casi todo con Cain si tuviera
más tiempo.
Deslizando una mano bajo mis hombros, Cain me tira hacia arriba
y sobre su regazo de nuevo, su erección clavándose en mí, por lo que es
muy claro lo que quiere. Lo que estoy dispuesta a darle. Mientras se
inclina hacia delante para tomar la billetera de su bolsillo trasero, mi
boca se adhiere a un lado de su cuello—a ese punto sensible donde su
tatuaje está—y mis dedos ansiosos trabajan en los botones de su camisa
para revelar el cuerpo esculpido debajo de ella. Me he estado
muriendo por tocarlo de nuevo desde ese día en mi antiguo
apartamento. Ahora, me maravillo de lo caliente que su piel está al
mismo tiempo que presiono mi pecho desnudo contra él.
Cuando oigo el paquete de aluminio rasgarse, decido ayudarlo 201
sacándole sus calzoncillos, mis manos calientes se envuelven
rápidamente alrededor de su longitud para comenzar a acariciarlo. —
Tranquila, Charlie. Estoy a punto de explotar —gruñe mientras me
levanta en mis rodillas otra vez. Mientras se libera rápidamente a sí
mismo de sus pantalones tirando hacia abajo más allá de sus muslos,
espero con impaciencia cuando se desliza un preservativo.
El ágil y enérgico Cain regresa, agarrando mi cadera y
poniéndola en posición por encima suyo. Ya no pregunta si estoy
segura. No pregunta si estoy nerviosa. Simplemente cierra los ojos
conmigo mientras empuja dentro de mí suavemente—estirándome,
llenándome por completo. Es casi demasiado para mí y tengo que
respirar por la presión.
Cuando está enterrado muy dentro de mí, detiene el movimiento
y me empuja a su boca, atrapando mi jadeo con sus labios, robando mi
aire, mis pensamientos, mi todo.
Y entonces, empezamos a movernos uno contra el otro.
Es un ritmo lento al principio, con sus manos agarrando mis
caderas para dictar la velocidad que quiere. Estoy bien con la lentitud
porque todavía estoy sensible, y tenerlo dentro de mí es simplemente
abrumador.
No pasa mucho tiempo para que mi cuerpo lo acepte, sin
embargo, y cuando lo hace, nuestro impulso se acelera rápidamente,
sus embestidas cada vez más duras, sus besos más hambrientos, su
tamaño dentro de mí aún más grande.
Finalmente, me aparto de su boca y aparto sus manos de mi
cadera, mirándolo a los ojos mientras le ofrezco una sonrisa burlona al
tomar el control del ritmo, mis fuertes músculos de las piernas trabajando
para él. Se inclina hacia atrás, sus labios se abren, mirando mi cuerpo
moverse por debajo de sus ojos entornados. Su mano encuentra su
camino de regreso y estoy a punto de alejarla de nuevo, hasta que me
doy cuenta de que no está ahí para dictar mis movimientos. Está ahí
para asegurarme de que estoy recibiendo todo el placer de esto
también.
—Charlie... —Oigo el nombre en su susurro, el deseo en él, y
realmente desearía que fuera mi nombre el que estuviera diciendo.
Estirando su mano libre, dobla los dedos alrededor de mi nuca. Tira de
mi lengua a su boca en un beso exigente, sofocando un gemido
profundo cuando siento su cuerpo ponerse rígido, lo siento latiendo
dentro de mí.
Hice eso por Cain. Yo. Lo encendí así de mucho. Esa comprensión
desgarra un segundo orgasmo en mí casi al instante y no puedo dejar
de gritar. 202
No hasta que sus caderas se detienen y su respiración se ralentiza
a un jadeo pesado es que nuestros labios se liberan. Enrosco mi cuerpo
desnudo—recubierto con una fina capa de sudor ahora—en su pecho,
con él todavía dentro de mí. Grandes y fuertes brazos me envuelven y
siento sus labios apretados contra mi frente. No hace ningún movimiento
para salir, aparentemente contento con quedarse donde está.
Me maravillo de esta nueva versión de Cain que he descubierto.
No es el hombre duro y agresivo con el que he fantaseado. No es el
Cain emocional que experimenté anoche.
Es agresivo y emocional. Es lo mejor de ambos mundos. Un tipo al
que ansiaré sin cesar cuando me haya ido.
—Prometo que la próxima vez será en una cama cómoda, Charlie
—murmura en voz baja. Lucho para evitar que mi cuerpo se tense por
sus palabras, pero no puedo, y estoy segura de que lo siente. Dejando
caer mi boca abierta contra su cuello, acepto con entusiasmo que
quiero una próxima vez. La quiero desesperadamente. La quiero ahora.
Probablemente fue un error dejar que esto sucediera.

***
Los comienzos del amanecer iluminan el cielo mientras Cain me
acompaña a la puerta de mi apartamento. Casualmente sugirió volver
a su apartamento pero lo rechacé, apenas capaz de pasar las excusas
a través del nudo punzante en mi garganta.
Tengo una cita con el dentista.
Necesito ir a hacer las compras.
Necesito recoger mi camioneta.
Mentiras. Todas mentiras.
Sin embargo, no insistió y no sé si es porque la sugerencia no
pretendía ser seria o porque tomó mis excusas como un rechazo hacia
él. O porque realmente puede decir cuando estoy mintiéndole y eso le
molesta.
El viaje en auto a casa fue inusualmente silencioso y, tan agotador
después de no dormir durante dos días, tan saciada como estoy, casi
me quedé dormida. Si no fuera por esa enfermedad agitándose dentro
de mí en el momento en que me puse mi vestido en el muelle, podría
haberlo hecho.
Mientras deslizo mi llave en la cerradura y abro la puerta, siento el
cuerpo de Cain un paso más cerca de mí y tengo miedo de que vaya a
invitarse a sí mismo a mi apartamento. Miedo porque voy a tener que
echarlo. Miedo porque preferiría mucho más sostenerlo cerca.
203
—¿Charlie?
Aprieto los dientes por un momento antes de ponerme una
máscara. O trato de hacerlo. Mi adrenalina finalmente ha
desaparecido, dejando una cáscara vacía de una chica que ha
experimentado demasiadas emociones paralizantes en las últimas
treinta y seis horas—tanto lo mejor como lo peor. Ni siquiera puedo
pensar con claridad. Afortunadamente, estoy muy cansada de llorar;
de lo contrario estaría llorando con fuerza ahora.
Estoy exactamente donde me encontraba ayer por la mañana,
solo que ahora el dolor en mi corazón es aún más pronunciado.
Finalmente, me doy la vuelta para hacerle frente a Cain, para
sumergirme en esos cálidos ojos marrones que me miran
detenidamente, su aprehensión pobremente encubierta dentro de ellos.
—Gracias por esta noche, Cain —empiezo, pero me atasco.
Componiéndome al tragar saliva, me las arreglo para decir—: Gracias...
por todo. —¿Por qué no puedo contenerme? ¡Solo por un poco más de
tiempo, maldita sea!
Un surco profundo aparece rápidamente por su frente, pero lo
suaviza. —Mi amiga Storm está teniendo una pequeña reunión en su
casa esta tarde. Es una especie de celebración para su novio, Dan. —
Sostiene su teléfono distraídamente—. Acabo de recibir el mensaje. De
todos modos… —Su voz se apaga mientras sus ojos van hacia mi boca—
. Deberías venir.
Le doy un patético intento de una sonrisa. —Claro, voy a pensar
en ello. —Voy a pensar en ello mientas estoy subiendo al autobús.
Algo parecido a la decepción destella en sus ojos y resisto al
golpe rápido de culpa en mi estómago. —Está bien, Charlie. —Se inclina
para rozar sus labios contra mi mejilla, cerca de mi boca, pero no
aterrizan allí, como si no estuviera seguro de que lo permitiría.
No dudo en voltear hacia él para robar un último beso, para tratar
de transmitir con mi cuerpo lo mucho que ha llegado a significar para
mí en un corto período de tiempo, lo mucho que me gustaría que esto
pudiera continuar.
Cuánto lo voy a extrañar.
Un fuerte brazo se enrolla alrededor de mi cintura mientras me
aplasta contra su cuerpo, emparejando y elevando mi nivel de pasión
con el suyo mientras me inclina, obligando a mi boca a abrirse mientras
su lengua se sumerge en ella.
Cain no parece tener cualquier velocidad, excepto “intensa”.
Combinando eso con mi propia confusión personal es un desastre
esperando a suceder. Cierro los ojos y me dejo hundir dentro de su
fuerza mientras me pierdo en él una vez más cuando la familiar ardor 204
comienza a recorrer mi cuerpo.
En algún momento, mis rodillas se doblan y me parece que no
puedo levantar los párpados. Apenas escucho la puerta cerrarse
cuando me vuelvo ingrávida dentro de los brazos de Cain. El suave cojín
de mi colchón es como una nube mientras Cain me acuesta.
—Charlie, ¿dónde están tus sábanas? —Le oigo preguntar, pero
no respondo.
Están empacadas en mi maleta, que está ubicada vanamente en
la esquina.
Esperándome.
Un momento después hay una mano alisándome el cabello de la
frente. —Duerme un poco.
—Está bien —murmuro con un suspiro, aunque todavía estoy
luchando contra la dulce atracción de olvido que me llama a ceder. Se
supone que debo estar yéndome en unas pocas horas, pero necesito
dormir. Solo un par de horas y luego me iré—. Adiós, Cain. —No puedo
conducir a cualquier sitio ahora mismo…

***
Alguien está golpeando mi puerta.
Mi cuerpo se siente como si estuviera encadenado a la cama
mientras lo levanto, reacio a abandonar la comodidad del sueño,
incluso desde un colchón vacío.
—¡Charlie! ¡Abre! —Es Ginger y suena frenética. Con
preocupación creciendo dentro de mí, me tambaleo hacia la puerta
principal con prisa, abriéndola sin precaución.
—¡Estás viva! —exclama, caminando por delante de mí, hacia mi
apartamento. Los lazos de su colorido traje de baño superior asoman
por debajo de un vestido de rayas rojas y blancas de verano—. Es la
cuarta vez que he venido hoy. ¡Pensé que estabas muerta! Ve y alístate.
—¿Qué? —Me rasco la cabeza con aire ausente, rebuscando
entre mis recuerdos borrosos. ¿Alistarme para qué?
—Son más de las tres y vamos donde Storm.
¿Más de las tres? —¿Qué? —No le creo. Lanzándome a sacar mi
teléfono de mi bolso, confirmo con una creciente burbuja de pánico
que no está mintiendo. No… Necesito ir al banco y luego vender mi
coche y después… dejar Miami. ¡No voy a tener tiempo suficiente!
Ginger se acomoda en mi sofá, control remoto en mano,
haciendo girar un mechón de cabello rosa brillante. Y sé que, con
excepción de ponerme de acuerdo para ir con ella, solo un incendio o
205
un montacargas harán que se vaya. Sus ojos van a la deriva sobre las
flores que adornan mi mesa. —Esas son preciosas. ¿Quién te las dio?
—Nadie —murmuro distraídamente mientras me tambaleo de
nuevo a mi habitación y cierro la puerta. Apoyándome contra ella con
un suspiro, cierro los ojos. ¿Qué debo hacer?
Sé que si pudiera quitarme a Ginger de encima, todavía podría
hacer que funcione. Solo llegaría a un estado extranjero y a la ciudad
en medio de la noche. Reviso el teléfono prepago ubicado en mi bolso,
una punzada de ansiedad agitándose por la posibilidad de haber
perdido una llamada de Sam.
Sin llamadas perdidas. Libero un suspiro.
Y si… ¿pudiera quedarme por otro día? Quiero decir, ¿en serio
hay algún peligro en permanecer aquí por solo un día más? Tengo
semanas antes de que pueda esperar otra solicitud de retiro y Bob ni
siquiera podría entrar en Penny’s si quisiera causarme daño hasta
entonces. Y Sam es… Tengo que creer que él no me haría daño por un
capricho o un presentimiento, incluso tan paranoico como es. Soy
demasiado valiosa para él. Soy su peón no sospechoso.
Habría venido aquí en primer lugar. Me visitaría en persona, verlo
por sí mismo. Tengo que creer eso. Después de todo, él me había
criado. Eso tiene que valer de algo.
Mi resolución se disipa en segundos, como si nunca hubiera
estado allí. O tal vez lo estuvo, hasta anoche. Las náuseas
arremolinándose en la boca de mi estómago finalmente ceden a una
explosión de anticipación. Abriendo mi maleta, busco rápidamente a
través de mi ropa por mi traje de baño.
De repente, no puedo ir donde Storm lo suficientemente rápido.

206
Traducción por Cris_Eire
Corregido por Itxi

—¡Oye, extraño! —Storm me saluda en la puerta, llevando un


delantal y una radiante sonrisa—. Me alegro de que hayas podido venir
con tan poco tiempo. —Después de darme un fuerte abrazo, frota mis
bíceps cariñosamente. Storm me toca mucho. No permito el contacto
del resto, pero de Storm, no me importa. Sé que es un gesto totalmente
platónico y, de ella—una de mis mejores amigas—en realidad me relaja.
Revisando su delantal—uno que dice Advertencia: Mujer
Asando—acaricio mi estómago y pregunto—: ¿Qué hay para cenar? —
Alimentar a la gente es la pasión de Storm y es una excelente cocinera. 207
Han bromeado sobre instalar una puerta giratoria para todas las
personas que entran y salen regularmente de su casa en la playa de
Miami.
—Hamburguesas caseras y un montón de otras cosas. Suficiente
para una multitud, que parece que crece rápidamente por aquí. —
Hace una pausa—. Así que, dime… ¿Estás o no con esta nueva bailarina
seductora?
—Treinta segundos en la puerta, Storm. Y no recuerdo que seas
chismosa. —Me muevo hacia atrás. En el interior, mis tripas se retuercen.
No sé qué diablos pasó esta mañana. Después de lo que sólo puedo
describir como el tipo de sexo alucinante que sacia todas las fibras de
mi cuerpo y el alma de una manera que ninguna otra mujer lo ha
logrado, Charlie me apartó.
Yo esperaba con entusiasmo que me acompañase a mi casa, a
mi ducha, a mi cama.
Para continuar ansiosamente donde lo dejamos.
Pero de lo único que parecía ansiosa era alejarse de mí. Comenzó
a tropezarse con sus palabras, ofreciendo débiles excusas.
Prácticamente rogándome que la llevara a casa.
Confundiéndome completamente.
Para ser justos, ella se encontraba tan exhausta que casi se
desmayó en mis brazos y quedó inconsciente un minuto después de
dejarla en su cama. Lo sé porque me senté a su lado y la observé hasta
que se durmió, apartando de su cara su hermoso cabello rubio,
preocupándome de que debería despertarla para quitarse esos
malditos contactos, buscando sábanas caras que no pude encontrar.
Aun así, agotada o no, algo no se sentía bien por la forma en la
que dejamos las cosas. Tal vez todo lo que le dije empezó a llegarle
dentro y se asustó. Tal vez debería haberla llevado de vuelta a mi
apartamento, en lugar de dejar que esto sucediese en el muelle. Sin
embargo, no pude evitarlo.
Me acosté en la cama durante horas, analizando cada segundo,
cada palabra que salió de su boca. Cada gemido…
Y todavía no puedo darle sentido.
Dios, espero verla hoy.
Ginger prometió que haría lo que pudiera para conseguir que
Charlie viniera. Ahora supongo que tendré que esperar. Y esquivar el
interrogatorio de Storm.
—No lo soy. Soy una romántica empedernida. Hay una gran
diferencia. —Sonríe, mostrándome sus dientes blancos y perfectos—. Y
cuando se trata de tu misteriosa vida amorosa, sí, tus amigos están muy 208
interesados. Te lo juro, Ben está enamorado. ¡No lo recuerdo hablando
tanto de una chica en mi vida!
Le entrego una bolsa de regalo con varias botellas de vino,
intentando distraerla, cuando unos pies descalzos corren desde la
cocina. —¡Caín! —La mini Storm se estampa contra mí, sus pequeños
brazos enroscándose alrededor de mi cintura.
—¡Mia! —Me río para mis adentros mientras tomo un pedazo de su
rubio cabello dorado en mi mano y le doy un tirón juguetón. Ella se
queda mirándome con esos inocentes ojos azules, los mismos que se
clavaron en mi corazón el día que me miró y sonrió mientras gateaba
alrededor de los muebles de mi oficina, disfrutando de su recién
descubierta movilidad.
—Muy bien, muy bien. Hablaremos más tarde… —Storm toma el
vino con una sonrisa secreta—. Los chicos están en la cueva. —
Deslizando su brazo alrededor del hombro de Mia, gira suavemente a su
hija alrededor y la dirige de vuelta hacia la cocina—. Ven, pequeñita.
Esas verduras no se van a lavar solas.
Me dirijo por el pasillo de su palaciega casa frente al mar de
Miami. Storm se mudó aquí con Dan hace tres años, Mia y sus amigas—
las hermanas, Kacey y Livie. Eso fue en la misma época en la que la
Storm dejó Penny´s y abrió su propia escuela privada de acrobacias. El
día que vino a mi oficina para decirme—sus dedos retorciendo la tela
de su falda nerviosamente, como si no estuviera segura de cómo me
tomaría la renuncia de la bailarina más popular en Penny´s—fue el día
más feliz de mi vida.
Storm es mi brillante historia de éxito. Es por eso que hago lo que
hago.
La obvia voz de Ben se escucha a mitad del pasillo. —… se había
ido cuando me desperté, lo que fue una mierda porque maldita sea,
tenía la más espectacular…
—¿Polla? —Interrumpo muy alto cuando entro en la habitación,
golpeando el hombro de Ben cuando paso por su lado. No me
sorprendo de encontrar a la gran mayoría de ellos con cervezas en la
mano, jugando videojuegos. Es cómo generalmente los encuentro,
mientras las mujeres pasan el rato fuera en una de las muchas terrazas o
en otra habitación. Aunque Storm llama a esta habitación la cueva de
Dan, no hay nada remotamente del estilo de una cueva. La luz entra
por las ventanas de la pared del techo y, aparte de la sección de cuero
color canela y gabinetes de color castaño, todo se encuentra
decorado en tonos blancos y grises.
—¡Chicos, el jefe está aquí! —grita Ben mientras los chicos
irrumpen en una ronda de risas por mi muy oportuna interrupción—.
Sólo diciéndoles lo más destacado de México.
—Embelleciéndolo, estoy seguro. —Murmuro, aunque realmente
209
no me cabe duda de que cada parte de lo que Ben cuenta es verdad
y ocurrió exactamente como lo describe. A veces me pregunto cómo
su pene no se ha caído todavía.
Dan rodea el sofá con su gran mano extendida, una sonrisa
genuina aparece en su cara. —Me alegro de verte aquí, Caín.
—Felicidades, de nuevo. ¿Cómo tienes la cabeza después de
anoche?
Se encoge, pero luego ríe. —Esos tipos son animales. Lo siento, no
tuve la oportunidad de hablar contigo. Ha pasado un tiempo.
—Lo sé. Un verano loco… ¿Storm va bien con el embarazo por el
momento?
Esa luz chispea en los ojos de Dan, la que siempre aparece ante la
mención de Storm. Ahora que se van a casar y lleva a su hijo, es como
un trozo de beicon humeante. —Sí, va bien. Sabremos lo que es pronto.
—Niña. —Trent—el novio de Kacey y un elemento permanente en
el hogar Ryder—anuncia con una sonrisa, y añade un—: Hola, Caín —
aunque su vista no se aparta de la intensa ronda de boxeo uno-contra-
uno con Nate.
—Trent. —Me gusta Trent. No me gustó mucho cuando me enteré
de quién era en realidad, sobre todo cuando mi camarera y mejor
amiga de Storm—Kacey—explotó de forma fea. Hasta hoy, doy gracias
a Dios de no haber sentido la necesidad de haberle hecho una
verificación de antecedentes. Si lo hubiera hecho, le habría pateado el
culo fuera de mi bar.
Y probablemente golpeado hasta quedar poco de su vida.
Dan casualmente se inclina a tirar de la oreja de Trent por ese
comentario, antes de sacudir la cabeza. —Que Dios me ayude si es otra
chica. Me estoy ahogando en estrógenos.
—Consigue un perro. —Sugiere Nate, seguido de un profundo
grito de — ¡sí! —cuando el jugador de Trent cae al suelo en una escena
exagerada de knockout en la pantalla.
—¿Por qué? —Ben resopla—. Storm sólo cortará sus bolas por
dejarlas a la vista. Entonces, todavía estarás rodeado de estrógeno, y
además tendrás que aguantarte recoger la mierda de un eunuco de
cuatro patas dos veces al día durante los próximos diez años.
Dan le dispara una sonrisa torcida. —Quizás no. Storm no te ha
cortado todavía por dejarlas a la vista, compañero.
Otra ronda de resoplidos y risitas llena la habitación y me
recuerda lo mucho que he echado de menos estar con los chicos fuera
de Penny´s. Últimamente, me dejo envolver demasiado con todas las
cosas relacionadas del club. 210
Tengo que conseguir una vida. Idealmente, una que incluya a
Charlie.
—¿Una bebida? —ofrece Dan, ya alcanzando la botella de Rémy
que sabe que prefiero. Normalmente, nunca aceptaría nada de mis
amigos que atienda a mi caro gusto, pero Dan y Storm pueden pagarlo
fácilmente y Storm no considerará ninguna otra cosa.
—¿Cómo va el club estos días? —pregunta Dan mientras me
entrega un vaso lleno—. Ben me dijo acerca de los detectores de
metales. ¿Tienes más basura entrando ahora que Teasers ha cerrado?
— Si… es una inversión, pero vale la pena. —Tomo un sorbo de mi
bebida.
Asiente lentamente, una mirada curiosa pasando por su cara, y
me pregunto hacia dónde se dirige esta conversación esta vez. Las
conversaciones con Dan sobre el club tienden a dirigirse a una
dirección en general.
Baja su voz para decir—: Comencé a escuchar rumores de
alguien nuevo en Miami. Desde el norte, trayendo heroína pura de la
calle. Ninguno de esos idiotas pandilleros que normalmente podemos
atrapar en unas pocas semanas. Es una operación organizada. Puede
ser grande. Esperan que vaya a conducir a una guerra territorial con la
banda. —Dan me estudia de cerca con su siguiente pregunta—. ¿No
has visto ni oído nada?
Esta no es la primera vez que habíamos tenido esta conversación.
No soy el único que tuvo una verificación de antecedentes. Después de
que Storm dejó Penny´s, me confesó que el detective Dan había hecho
indagaciones y pidió algunos favores, sospechando de mí. No le llevó
mucho tiempo cavar en mi pasado. Puedo haber—milagrosamente—
evitado antecedentes penales por mis propios crímenes, pero todavía
estoy atado a un rastro de papel feo en lo que se refiere a mis padres.
Sólo estaba involucrado en el mundo de las drogas y la
prostitución por relación. Supongo que el bueno de papá no creía que
mezclarme con ese lado de la empresa familiar fuese una decisión
inteligente, cuando podría hacer mucho dinero conmigo luchando. Sin
embargo, Dan no es estúpido. Ha visto su parte de ese mundo. Sabe
que no está construido en silos—separando los distribuidores de los
proxenetas de los ladrones de los asesinos. Sabe que hice todo tipo de
conexiones, quisiera o no. Infierno, todavía se me acercan corredores
de apuestas de vez en cuando por una pelea de alto precio. ¡Diez años
después y en Miami! Y luego está el hecho de que estoy en el negocio
que estoy, donde constantemente se me acercan con proposiciones
ilícitas.
Dan sabe que puedo averiguar, si quisiera participar. Si quisiera 211
correr el riesgo de ser etiquetado como un informante de la policía,
básicamente pintando una diana en mi pecho y poniendo a todos a mí
alrededor en peligro.
—No he oído nada, Dan. Y sabes que esos cabrones no se
acercan en ningún momento a Penny´s. Por eso tengo la seguridad que
tengo. Por eso soy selectivo con quien contrato.
Dan asiente con la cabeza una vez. —Lo sé, Caín. Pero le dije a
los chicos que de todos modos preguntaría. —Con una exhalación
fuerte, cambia rápidamente de tema, su tono aligerándose—.
Entonces, dime acerca de esta nueva bailarina de Penny´s.
—¿La que tiene a Caín masturbándose en su oficina cada
noche? —grita Ben, mientras le da furiosamente a los botones para
golpear al jugador de Nate en la cara—. Uh-oh. ¡Mira! Está montando
ya una tienda de campaña.
—Vete a la mierda, Morris. —Me inclino hacia atrás con una risa
molesta—. No estoy… —Cierro los ojos y doy un suspiro. No tiene sentido
defenderme. No estamos en Penny´s. Eso significa que los guantes están
colgados y el idiota sólo está entrando en calor. Gracias a Dios que no
sabe nada sobre la noche anterior.
—¡Así es como se hace! —grita Ben, lanzando el mando al ancho
pecho de Nate—. Quiero decir, en serio, Cain… —Ben se gira ahora a
darme toda su atención, sacudiendo la cabeza—. Eres todo un travesti.
No mereces ser dueño de un club. Joder, ¡no mereces ser dueño de una
polla!
Sé que Ben sólo abre su boca por fines de entretenimiento. Hemos
tenido más de un par de conversaciones francas con Ben borracho en
el pasado, donde expresó su admiración eterna por mí al no tomar
ventaja de mi posición.
Aún así, miro mal a Dan, que no puede evitar la sonrisa en su cara.
—Gracias, amigo, por traerla a colación.
Dan levanta sus manos en una pretendida señal de rendición. —
Sólo estoy sorprendido de escuchar que el hombre de acero finalmente
está colgado de una mujer como el resto de nosotros los pobres tontos,
eso es todo.
—No estoy colgado.
Las toses y las risas mal disimuladas desde el sofá confirman que
nadie cree eso. Diablos, ni siquiera yo lo creo. Después de anoche, mis
pensamientos se hallan más firmemente sobre Charlie de lo que
estaban antes. Demonios, ella sabe la mayoría de mi mierda personal
¡Durante diez años, he mantenido todo encerrado! Una noche con ella
y estoy derramando mis entrañas como un prisionero en una sala de
torturas. Sólo que no fui torturado. Lejos de eso.
—Charlie podría darte una oportunidad, sabes. Si ya dejaras tus 212
sesiones nocturnas de masturbación y la invitaras a tomar tu… —la voz
de Ben se corta de forma abrupta, sus ojos clavados en algo detrás de
mí. Dan y yo nos damos la vuelta a la vez para encontrar el objeto de
sus bromas de pie en la entrada con un bikini azul y un plato de verduras
en sus manos.
Ben tiene razón. Estoy montando una tienda de campaña ante la
visión de ese cuerpo. Sólo que es mucho más deseable ahora que he
estado en su interior.
Ahora que estoy desesperado por entrar en él de nuevo.
Pero estoy muy emocionado por sólo verla de nuevo. Debo de
tener una sonrisa estúpida en mi cara en estos momentos.
A la mierda, no me importa.
La veo pasear y lucho por cerrar mi mandíbula abierta. — Storm
me pidió que les trajera esto, chicos —explica, sus pies descalzos no
hacen ruido contra la dura madera. Por supuesto, Storm lo hizo. Porque
estoy aquí.
Para una chica que acababa de oír la rudeza de Ben, teniendo
en cuenta la maldita voz alta que tiene, se lo está tomando bastante
bien. No hay mejillas encendidas, ni mirada mortificada, nada. Yo, en
cambio, estoy agarrando la parte de atrás de mi cuello para no
lanzarme sobre el sofá para golpear a Ben.
—Hola, Charlie. —La gran tonta sonrisa de Ben está ahora en
plena acción. El tipo es tan suave alrededor de las mujeres que
probablemente no se siente lo más mínimo incómodo—. ¿Cuándo
llegaste? —Ciertamente no se siente incómodo acerca de comprobar
su pecho.
—Justo ahora. Con Ginger. —Inclinándose hacia adelante, ofrece
su mano a Trent—. Hola, soy Charlie.
Hay una tardanza de dos segundos en la respuesta de Trent,
cuando simplemente se queda mirándola a la cara antes de que
dejase con calma abajo el mando del juego y su cerveza, y se
adelantase para aceptar su mano con esa maldita sonrisa sobre la que
todas las chicas del club todavía charlan cada vez que se presenta allí.
—Trent. Hola.
El apretón de manos dura uno, dos, tres segundos más de lo
necesario y me rechinan los dientes, buscando cualquier enrojecimiento
de la piel o lamida de los labios por parte de ella. Por Dios… Sé que Trent
está completamente enamorado de Kacey, así que mis celos son
totalmente infundados, y sin embargo, aquí estoy, listo para separarlos.
Una noche. Sólo una noche con ella, y estoy acabado.
—Hola, Nate. —Charlie le da un guiño al gran oso de peluche,
que le sonríe antes demostrar una rara y amplia sonrisa hacia mí. Nos
ponemos en contacto cada mañana con una rápida llamada
213
telefónica o con un mensaje. Hoy se presentó en mi puerta. Él parecía a
punto de arrancarme la verdad fuera de mí cuando finalmente
confesé.
Dando la vuelta al sofá, Charlie extiende una mano hacia Dan. —
No llegué a conocerte oficialmente ayer por la noche, conmigo
desmayándome y todo eso.
—Charlie. He oído hablar mucho de ti. —Al menos Dan tiene la
decencia de no quedarse mirándola.
—¿Y quién ha estado llenándote la cabeza con mentiras acerca
de mí? —contesta suavemente, esos gruesos y hermosos labios suyos
extendiéndose en una sonrisa.
—Caín nunca miente —replica Ben con una sonrisa.
Su juguetona mirada parpadea hacia mí, donde descansa
durante varios segundos—un divertido baile de luz dentro de ésta.
Lucho contra el impulso de tirar de ella hacia mí pero no puedo
evitar que mi mirada caiga a esas redondas tetas y mi boca se abra al
instante, recordando su suavidad en contra de mi lengua. Cuando miro
hacia arriba, sus ojos se han oscurecido un poco.
—Es bueno saberlo. —Con un guiño y una firme y lenta caricia
hacia abajo por mi brazo, se vuelve hacia Dan y le dice—: Storm quería
que dijera que te necesita en la parrilla. Tanner está fuera de control.
Con un profundo suspiro, murmura—: ¿Trajo de nuevo el maldito
pulverizador?
—Sí. —Charlie se ríe—. Y es ridículo.
Sacudiendo la cabeza, Dan sonríe con gusto hacia ella. —Bien,
dile que estaré allí en breve.
Con mi vaso en mi boca, mi mirada sigue a Charlie a la puerta,
sus caderas balanceándose juguetonamente. Sabe que la estoy
mirando. Debe de saberlo.
—Por si sirve de algo, no te culpo, hombre. Guau. —La frente de
Dan se arruga—. Un poco joven, sin embargo…
—Veintidós.
Sopla una bocanada de aire hacia fuera. —Bueno, si alguna vez
cederías ante una empleada, no te culpo por esa.
Demasiado tarde. Y voy a hacer todo lo que pueda para ceder
de nuevo. Esta noche.
—Hasta entonces, ¿quieres que llame a Mercy para hacer frente
a tu pequeño problema? —Ben pregunta—. Es fantástica. Y discreta. 214
Miro a Ben con firmeza. —Es mejor que sea una puta broma.
—¡Por supuesto que estoy bromeando! No la he tocado…
todavía. —Su rostro se divide en una amplia sonrisa.
—Bien, porque despediría seriamente tu culo.
—Bueno, entonces… —Ben golpea su mano sobre la mesa de
café—. Considera esta mi carta de aviso.
Por las miradas que intercambiamos, todos nos preguntamos lo
mismo, ¿Ben va en serio?
Guiña un ojo, luego ofrece en un tono más sombrío. —Conseguí
un trabajo fijo de medio tiempo en un bufete de abogados en la
ciudad. Me acabo de enterar esta mañana.
—¿En serio, Morris? —Presiona Nate.
—Sí. —Los brazos de Ben se extienden sobre su cabeza, con las
manos detrás de su cuello mientras suspira profundamente.
No esperaba perder a Ben tan pronto. —Pero, ¿no tienes que
esperar un mes más antes de obtener los resultados de tu examen?
Agita una mano desdeñosa. —Sí, pero lo hice genial. No estoy
preocupado. Ellos no están preocupados. Voy a estar en período de
prueba hasta que sea oficial.
Mi molestia previa con Ben desaparece al instante. Cierro la
distancia mientras acepta una palmada de felicitación en el pecho por
parte de Nate. Le ofrezco mi mano, que toma con firmeza, un atisbo de
satisfacción en los iris azules. —Vamos a echarte de menos, amigo, pero
eso es increíble. Lo has hecho bien. —Realmente lo ha hecho. Después
de romperse la rodilla y perder su oportunidad como estrella mariscal de
campo, Ben aprovechó su cerebro—uno que la mayoría de la gente no
se esperaba—para ponerse a estudiar derecho. Ahora, después de
años en Penny´s, Ben está siguiendo adelante.
El bruto sin tacto inclina su cabeza, una rara mirada pensativa
apareciendo sobre su rostro. Apuesto a que no se ha molestado en
mencionárselo a su padre. El maldito viejo malhumorado de alguna
manera lo torcería en un fracaso. Creo que por eso Ben es un tipo tan
fácil, feliz todo el tiempo. Tiene siempre un miedo mortal de que lo
comparen con su propio padre.
—En serio, amigo, no te vayas por ahí con eso. Es vergonzoso.
Tengo una foto de Charlie en el escenario que puedo enviar a tu
teléfono, si lo necesitas mientras te ocupas de tu problema en el baño.
El momento ha terminado.

215
Traducido por Vanessa Farrow & MiryGPE
Corregido por Mire

No debería estar aquí.


—Ahhh... esto es vida. —Suspira Ginger, hundiéndose en la silla
con un margarita nuevo en la mano—. Si solo no tuviéramos que
trabajar esta noche.
Gruño de acuerdo, observando el área del impresionante patio
de piedra con vista a una piscina enorme de forma irregular con varios
nichos. Todo el espacio está adornado con varias flores tropicales.
Sentadas donde estamos, nos encontramos totalmente protegidas del
sol con una pérgola y un enrejado. 216
—Gracias a Dios por la brisa —añade Ginger, y mis ojos siguen los
de ella a los dos ventiladores de techo de gran tamaño colocados en
las vigas por encima de nosotros, trabajando horas extras para hacer
circular el aire caliente del verano.
El sonido de llamas chisporroteantes atrae mi atención hacia el
extremo lejano, donde Tanner—completando el atuendo del “primo
Eddie” con un sombrero de paja, calcetines negros puestos hasta la
mitad de sus pantorrillas y sandalias—está demostrándole a Dan por qué
su uso del pulverizador de doble agarre en una parrilla debería
comercializarse. Alternando entre sacudir la cabeza y risas bajas,
finalmente Dan consigue que Tanner le entregue su arma y le deje la
parrilla a él.
Al agente de la DEA recién nombrado.
No debería estar aquí.
Pero realmente no tuve otra opción, me digo. Ginger se
encontraba decidida a traerme. Cuando admitió con una sonrisa que
Cain también estaba empeñado en que me trajera, cualquier
esperanza para un argumento murió en mis labios.
Cuando Storm me pidió que llevara una bandeja de verduras al
final del pasillo, no esperaba pasar entre un grupo de hombres que
hablaban de mí acerca de toquetear las partes de Cain. Viniendo de la
boca de Ben, esto no es exactamente sorprendente, pero aun así. No
estoy segura de cómo evité el rubor de la cara. Me hallaba segura de
que mis rodillas cederían por un momento cuando todos se detuvieron
para mirarme.
Por la mirada en el rostro de Cain, se encontraba a la vez
sorprendido y muy contento de verme. Por su mirada lujuriosa
desvergonzada, estoy bastante segura de que quiere más de lo que
tuvo anoche. Ese pensamiento hace que todo mi cuerpo zumbe de
emoción.
—¿Estás bien? Has estado más callada de lo habitual hoy. —Me
vuelvo para encontrar a Ginger mirándome fijamente.
—Sí, estoy bien. Solo cansada —murmuro a través de otro bostezo.
Me siento como si pudiera dormir durante días.
—¿Te quedaste tarde anoche?
—Sí. —Me sirvo una zanahoria. Cansada y hambrienta. No he
comido en todo el día. Mi cuerpo está jodido de todas las formas.
—Hmm... Entonces, ¿por fin quebraste ese caballo estoico y
entraste bien en él?
—Ginger. —Mis grandes ojos se lanzan a Tanner. Está al alcance
del oído, pero con su espalda hacia nosotras y se mantiene así.
Teniendo en cuenta que está evitando todo contacto visual conmigo
217
desde mi fiasco casi desnuda con el repartidor de ayer, no me
sorprende.
Afortunadamente, Storm pasa por la puerta en ese preciso
momento, balanceando dos tazones contra su vientre, exclamando en
voz alta—: ¡Tiempo de comida! —Cain se arrastra detrás de ella, sus
fuertes brazos cargados de más alimentos. Me di cuenta antes que
mantuvo un poco de barba en su rostro, afeitándose en todas partes
excepto la zona alrededor de la barbilla y la boca.
Realmente me encantó la sensación de esos suaves rasguños
contra mi piel.
Mi corazón automáticamente se acelera y me sorprendo a mí
misma sonriendo, los recuerdos de la noche anterior golpean el fondo
de mi vientre. Todas las demás realidades se desvanecen en el fondo y
mis problemas de alguna manera se hacen menos urgentes, menos
graves. Eso es lo que estar alrededor de Cain me hace. Es un escudo
mental contra todo lo que es malo en mi vida. Incluso desnudarme en el
escenario se volvió algo que puedo disfrutar—en una forma retorcida—
por él.
—¡Cain! Justo hablábamos de ti —chilla Ginger, disfrutando de
cualquier oportunidad para burlarse de su jefe.
—Lo apuesto —murmura con sequedad, desapareciendo detrás
de mí para colocar los platos en una mesa a un lado. Un segundo más
tarde, siento manos frías enroscándose alrededor de mi cuello y sus
dedos índices trazando lentamente a lo largo de mi clavícula.
Debe sentir que trago duro en mi garganta mientras trato de
calmarme. ¿Qué está haciendo? ¿Quiere que todos sepan que nos
acostamos anoche?
¿O... somos algo ahora?
—Perdón por ser grosera, pero el engendro exige alimentos —
murmura Storm, sin esperar para cargar un plato para ella—. Damas,
sírvanse ustedes mismas antes de que esos hombres rabiosos salgan. Se
olvidan de sus modales a veces. —Cain hace un punto en sacar mi silla
mientras me levanto, sus manos dándole a mi cintura un afectuoso
apretón cuando paso por ahí, enviando un escalofrío a través de mi
estómago. Storm mira por encima del hombro en ese preciso momento
para captar la mano de Cain sobre mí y una sonrisa socarrona toca sus
labios. Estoy feliz de ver que no es una burla llena de veneno, como la
que esperaría de China.
Aun así, me pregunto si alguna vez durmieron juntos. Me pregunto
si él me diría la verdad si le preguntara. Me pregunto si quiero saber la
verdad. La idea de Cain con otra mujer—o mujeres—me hace apretar
los dientes. 218
Acabo de volver a la mesa con un plato de comida cuando la
fila de hombres grandes desfila a través de la puerta. Las manos de
Cain, una vez más encuentran mi piel desnuda, su pulgar frotando
arriba y abajo en mi espalda, dándole un ligero tirón a la tira de la parte
superior de mi bikini, como si estuviera listo para desatarlo, mientras
mete mi silla. Si me concentro intensamente, todavía lo siento dentro de
mí. Realmente no debería pensar en eso ahora.
No me esperaba esto. No me esperaba que fuera tan abierto
acerca de lo que hay entre nosotros.
No esperaba quererlo tanto.
Mi corazón da un vuelco cuando se sienta a mi lado, en lugar de
en el sofá seccional al aire libre donde ya Nate se puso cómodo.
Inclinándose, su boca roza mi oreja mientras susurra—: Lo siento, pero
después de anoche, no seré capaz de mantener mis manos lejos de ti.
—Esto envía un escalofrío a través de mí—. Espero que estés de acuerdo
con eso.
Por la sonrisa tocando su cara, sabe malditamente bien que estoy
más que de acuerdo con esto. Al bajar la vista a mi parte superior del
bikini, sin duda nota las dos pequeñas protuberancias sobresaliendo,
ahora también puede ver la prueba de eso.
Me siento en silencio mientras sirve un vaso de agua para mí. —
Dime si quieres algo más fuerte y lo conseguiré en el bar para ti, ¿de
acuerdo? —Asiento, pero no digo nada. Cain sirviéndome me golpea
profundamente en el pecho, en una oleada emocional que es a la vez
relajante y paralizante.
—¿Sirviéndole a las mujeres hoy, Cain? —grita Ginger con una
sonrisa traviesa mientras golpea el trasero de Ben y se mete frente a él
para llenar su plato—. ¿O simplemente es a la que estás tratando de
impresionar?
—Puede ser un hijo de puta delicado si quiere… —El murmullo de
Ben es interrumpido con un fuerte codazo en el estómago de Ginger y
un grito de “lenguaje” de Storm. Los ojos de Ben al instante parpadean
a la niña de ocho años, que silenciosa escucha cada palabra desde su
asiento junto a Nate. Él hace una mueca de disculpa a Storm.
—Aquí. Mantente callado. —Como para impedir que algo más
salga de la boca de Ben, Ginger mete tres palitos de zanahoria en ella.
Él le sonríe lascivamente, pero no pronuncia una palabra más, ocupado
masticando como un caballo.
—Entonces, Charlie… ¿Ginger me dijo que eres una gimnasta? —
dice Storm.
Asiento lentamente, preguntándome qué más han hablado
Ginger y Storm que me involucre.
219
—Deberías venir a mi escuela de acrobacia. Estaré buscando una
entrenadora de medio tiempo pronto, debido a... —Un dedo índice
muy cuidado apunta hacia su cintura mientras mete un poco de
ensalada de pasta en la boca.
—Oh... —Siento mi frente arrugarse fuertemente—. No sé nada
sobre la acrobacia.
Ella agita una mano desdeñosa mientras mastica y traga. —Estos
niños necesitan mantenerse al día con los fundamentos básicos
también. Apuesto a que estarías bien con eso. Y te pagaría, por
supuesto.
—Bueno, gracias por la oferta —respondo, sin saber qué más
decir. No voy a estar aquí el tiempo suficiente para tomar su oferta en
serio, pero es agradable de ella ofrecerme un trabajo. Me enferma
pensar lo que diría si supiera en lo que estoy involucrada. Ciertamente
no me querría ni a mil metros de su escuela y los niños.
—Cazando ilegalmente mis empleados, ¿no? —comenta Cain
con una sonrisa torcida.
Storm se encoge de hombros, lanzándole su propia sonrisa
diabólica. —Me imaginé que ya no te gustaría verla en el escenario,
ahora que... —Sus cejas se arquean sugestivamente.
—Charlie no volverá al escenario. En absoluto. —Tengo la
sensación de que la respuesta es rápida, firme y sin lugar a discusión. No
es que discutiría.
¿En absoluto?
Una mano se posa suavemente sobre mi rodilla, debajo de la
mesa, y me da un suave apretón antes de deslizarse hasta mi muslo. No
demasiado lejos. Solo lo suficiente para recordarme lo de anoche.
Gracias a Dios hay un mantel colorido escondiendo mi exhibición
lasciva mientras mis piernas se separan instintivamente, ganando un
apretón más fuerte y un lento siseo de entre sus dientes. Me pregunto si
es por eso que empujó mi silla tan adentro.
¡Dios mío! ¿Cain piensa que estoy a favor de las cosas públicas?
Quiero decir, estaba desnudándome para él... en público. Anoche
tuvimos sexo... en un lugar público, a pesar de que se encontraba
desierto y oscuro.
Mis piernas impulsivamente se aprietan de nuevo mientras un hilo
de sudor—y no del calor opresivo—baja por mi nuca. Cain no mueve la
mano. Por el rabillo del ojo, capto esa sonrisa casi imperceptible, y
francamente sexy, suya. Lo suficientemente atractiva para que me
relaje contra su mano una vez más.
—Así que, Trent, olvidé decirte que Charlie tiene tu antiguo
apartamento —dice Storm lo suficientemente alto para ser escuchada
220
por los otros, lanzando un guiño en mi dirección.
—¿En serio? —Trent lame un poco de salsa de tomate de la parte
interior de su pulgar antes de tomar otro bocado de su hamburguesa. Es
un hombre alto, atractivo, con el cabello castaño despeinado y una
sonrisa inductora de revoloteos. Es el tipo de chico del que me habría
enamorado fácilmente antes de conocer a Cain.
Y, ahora que conocí a Cain, creo que estaré midiendo todos los
hombres futuros con él en los próximos años. Volviéndome para tener
una vista periférica de esa mirada resuelta sobre sus amigos mientras él
come en silencio, me pregunto si hay más de él en el mundo. Me
pregunto si alguna vez conoceré a alguien que estará a su altura, que
me hará sentir lo que sea que estoy sintiendo en este momento.
O si Cain es el correcto y no hay segundas oportunidades en la
vida.
—Es mejor inquilina de lo que nunca fuiste —se burla Tanner con
esa sonrisa tonta.
—Eso es porque ha sido consentida con las renovaciones y aire
acondicionado. —Trent lanza de regreso, sonriéndome.
—Espera. Espera solo un minuto. —La mano de Ben está en el
aire—. ¿Cuándo te mudaste allí, Charlie?
—Hace poco más de tres semanas —respondo, preguntándome
dónde va esto.
Ben vuelve su enorme cuerpo para enfrentar a Tanner, quien
ahora tiene la cabeza hacia abajo y está inhalando su comida como si
fuera la última. —¡He estado esperando por un apartamento en ese
edificio durante un año y me sigues diciendo que no hay ninguno
disponible, idiota!
—¡Ben! —espeta Storm.
—¿Podemos lavarle la boca con jabón, mamá? —pregunta Mia,
con una sonrisa pícara en su rostro.
—Olvídate del jabón. Creo que necesitamos blanqueador —
murmura Storm.
—¡Lo siento! —exclama Ben—. Pero el alquiler es ridículamente
bajo para ese lugar. ¿Por qué no me lo daría, Tanner? Sin ánimo de
ofender, Charlie.
Supongo que Cain se las arregló para mantener su estado de
propietario de alguna manera privado porque Ben, obviamente no lo
sabe, de lo contrario estaría reprochándole sobre esto a él y no a
Tanner.
—Tanner tiene reglas estrictas contra las orgías —responde Cain
por su superintendente.
221
Ginger y yo apenas mantenemos la comida en la boca con las
carcajadas que resultan.
—¿Qué tienes en contra de las orgías? —Por la expresión en el
rostro de Ben, pensarías que era completamente serio.
—¿Qué es una orgía? —Toda la diversión se interrumpe y las
cabezas se vuelven a la niña de ocho años, mirando con ojos curiosos a
un congelado Nate, con una ceja levantada y un tenedor en dirección
a su boca abierta.
Dan se pone de pie al instante. —¡Bueno! Mia, es momento para
prepararte para tu fiesta de pijamas. Te llevaré.
—Pero, Dan... —Viene la voz quejumbrosa, a pesar de que se
pone de pie y lo sigue hoscamente.
—Ustedes dos están en labores de limpieza por eso. —Storm
extiende dos dedos, apuntando a Ben y Cain, quiénes tienen la
decencia de parecer avergonzados.
Sin embargo, la decepción de la pequeña niña por haber sido
obligada a irse no dura mucho tiempo, cuando oigo su grito
emocionado desde el interior solo unos segundos más tarde. —¡Livie!
—¡Hola, hola! —Dos mujeres jóvenes impresionantes salen al patio:
una con el cabello de color rojo brillante, la otra con el cabello negro
azabache. Ambas tienen los ojos azules más claros que he visto en una
persona, y cualquiera puede ver que son hermanas. Sus mejillas
agitadas por el viento y melenas salvajes me hacen pensar que estaban
pasando el rato en un coche, conduciendo a alta velocidad por la
autopista.
La pelirroja hace una línea directa hacia Trent, se inclina y lo besa
en el límite inapropiado en los labios. Su bikini negro luce un cuerpo
muscular sólido, marcada con cicatrices blancas a lo largo de un
costado. Si ella es consciente sobre ellas, nunca sabrías. Dado que su
trasero está en ángulo directo a la cara de Ben, diría que es bien o
inconsciente o simplemente así de confiada. Me pregunto si también se
desnudaba en Penny’s.
—¿Estás intencionalmente torturándome con esta vista, Kace? —
murmura Ben. Eso la hace liberarse de su bloqueo de labios con Trent.
Se vuelve para golpear la frente de Ben juguetonamente. —
Siempre.
La chica con el cabello negro—supongo que la más joven de las
dos—silenciosamente coloca una caja en frente de Storm antes de
llegar a frotar su vientre de embarazada.
—¡Oh! ¡Compraste otra tarta de lima! —chilla Storm, su ojos
brillantes. 222
—Kacey dijo que necesitamos mantener a Genghis feliz —
responde la chica rodando lo ojos.
Storm resopla. Para nosotros, explica—: Kacey jura que la
reencarnación de Genghis Khan7 está creciendo dentro de mí y está
tratando de conquistar el mundo para comer la totalidad del suministro
de alimentos. —Sentándose, mira la tarta con los ojos muy abiertos, y
añade en un murmullo—: Puede que tenga razón.
La pelirroja—Kacey, estoy presumiendo—vuelve la atención a
nosotros, esos ojos azules inolvidables explorando sobre la mesa,
ralentizándose a medida que pasan sobre mí, antes de asentarse en el
hombre a mi lado. Se acerca para darle una palmadita en el hombro.
—Me alegra ver que estás vivo.
—Es bueno verlas a ustedes dos de nuevo. —Gesticulando hacia
mí, dice—: Esta es Charlie. Charlie, te presento a Livie y a Kacey.
Obtengo una sonrisa amable de Livie. De Kacey, una ceja
sugerente y—: ¿La Charlie?

7
Fue un guerrero y conquistador fundador del primer Imperio mongol en Asia, el
imperio contiguo más extenso de la Historia.
Sin esfuerzo respondo—: ¿La Kacey? —Aunque siento un pequeño
malestar interior. No sé cómo me sentiría sobre ser un tema de
conversación entre toda esta gente que no conozco.
—La única —responde con una carcajada—. ¿Dime que no
viniste con ese idiota de ahí? —Su barbilla se mueve en dirección a Ben.
—No, pero se irá conmigo. ¿Cierto, Charlie? —Su pregunta es
para mí, pero sus ojos y su sonrisa torcida están en Cain, y me da la
impresión de que está provocando intencionalmente a su jefe sobre
algo.
Una risa profunda explota desde el normalmente reservado Nate.
Supongo que sabe más que Ben sobre lo que pasó entre Cain y yo
anoche. Eso o Ben es realmente muy odioso. Cualquiera de ellas es una
posibilidad. De todos modos, me sonrojo ante la idea de Cain dándole
a Nate demasiados detalles.
Ignorando a Ben, Cain les pregunta—: ¿Qué estaban haciendo
hoy? Lucen... —Su voz se apaga.
—¿Cómo si acabáramos de saltar de un jodido avión? —Los
grandes ojos atónitos de Livie me dicen que no está bromeando.
—¡Y fue una magnifica acelerada! —Kacey lanza un brazo sobre
el hombro de su hermana, su rostro radiante mientras la aprieta con
fuerza. Una pequeña ovación estalla alrededor del patio, todo el 223
mundo las felicita por algo que yo nunca podría hacer, con mi miedo
mortal a las alturas. Incluso la idea provoca que un temblor recorra mi
cuerpo. Por supuesto, Cain lo siente y me frota la pierna con dulzura.
—¡Buen trabajo, hermanas retorcidas! —grita Ben con la boca
llena de comida, sonando genuinamente impresionado.
Los ojos de Storm están brillando positivamente mientras las mira a
ambas. —¡No te acobardaste! Bien por ti, Livie. Voy contigo la próxima
vez.
—No, no hay próxima vez. —La cabeza de Livie se sacude una y
otra vez con firmeza.
—¡Oh, vamos! ¡Fue divertido! ¡Admítelo! —provoca su hermana.
—No. No es divertido. Tal vez diversión más tarde. Ahora mismo...
—Toma una respiración profunda y suspira—, voy a descansar un poco.
Necesito descansar. Y planear la muerte del Dr. Stayner.
Me pregunto quién es el Dr. Stayner. Suena como si tuviera algo
que ver con ella saltando de un avión.
—¿Quieres que te ayude a relajarte? —Esos hoyuelos profundos
de Ben se muestran con toda su fuerza.
—No, gracias. —La respuesta llega firme y rápida, sugiriendo que
ella esperaba su oferta y tenía el rechazo listo en la punta de la lengua.
Aun así, las mejillas de Livie se vuelven carmesí al instante. Girando sobre
sus talones, se ha ido en un instante.
—¡Dios mío, Benjamin Morris! —Storm lanza su servilleta sobre la
mesa—. Estás fuera de control últimamente. ¿Necesito arreglarte?
Rugidos de risas estallan de Nate y Trent. Incluso Ben y Cain
empiezan a reír. Estoy pensando que hay una broma escondida que
solo los hombres saben, porque las mujeres intercambian miradas
perplejas y ojos rodados.
No puedo dejar de envidiar a este grupo al escuchar la
conversación fluyendo fácil, las bromas amables de ida y vuelta, y risas
genuinas que recubren la atmósfera de calidez. Hay una conexión
profunda entre todos los presentes, y no puedo decir que he
experimentado algo parecido.
Por mucho que sé que no pertenezco, todos están haciendo su
máximo esfuerzo para hacerme sentir lo contrario. Y cuando los platos
están vacíos y recogidos, y la gente empieza a dispersarse en varias
direcciones, un rastro de tristeza se escurre a través de mí.
—Eso fue fantástico, Storm —exclama Ginger, de pie para
estirarse mientras un fuerte chapoteo proviene de la piscina. Trent y
Kacey, buceando juntos—. Voy a ir a flotar un rato antes de que sea
obligada a trabajar para mi jefe volviéndome esclava. —Le hace un
guiño a Cain antes de salir.
224
Los ojos de Ben siguen su camino, como si se preparara para
seguirla, cuando Storm le recuerda—: La cocina está al otro lado. —Le
esboza una sonrisa radiante mientras lo destierra a su castigo, y con
dulzura agrega—: y asegúrate de enjuagar bien los platos antes de
cargarlos en el lavavajillas. Tuve que conseguir un reparador aquí la
última vez.
—Sí, señora. —Ben está de pie rápidamente, esa sonrisa todavía
pegada en él cuando se inclina sobre su hombro y le planta un beso en
la frente—. Y siento lo de antes, con Mia. —Lo escucho ofrecerle en un
tono inusualmente suave. Por más tonto que sea, Ben no es un idiota. A
veces es difícil recordar eso. Sobre todo ahora, cuando lo veo echar un
vistazo bien dirigido al escote de Storm, que prácticamente se derrama
fuera de su vestido.
Si Storm se da cuenta—que supongo que lo hace, porque su
mano se extiende hasta abofetear suavemente su rostro—no se enoja.
No creo que Storm sea el tipo de enojarse fácilmente.
—¡Gracias por la comida! —grita Tanner, caminando sin prisa
hacia la casa—. Tengo que volver al apartamento ahora.
—¿No te vas a quedar para la torta de Dan?
Frotándose la barriga protuberante, Tanner murmura—: Oh, no.
Tengo que volver a mi, er... —Su voz se desvanece mientras recoge su
pistola de agua.
A tus tendencias antisociales.
Storm simplemente sacude la cabeza y se ríe. —Me alegro de que
hayas podido venir, Tanner. La próxima vez, ¿por qué no traes a esa
amiga tuya? —Su sugerencia solo acelera sus piernas flacas que lo
llevan a la casa—. Conoció a alguien en línea. —Storm agita las cejas
hacia mí—. Estoy tratando de conseguir que la traiga a la boda.
El calor de la mano de Cain desaparece repentinamente de mi
muslo y un pequeño gemido de desaprobación se escapa de mi
garganta, incluso antes de que lo note. Él nunca intentó nada más, y
eso me dejó aliviada y frustrada.
Con una risa oscura, Cain comienza a recoger una pila de platos.
Cuando empiezo a levantarme, con la intención de ayudar, me insta a
mi asiento con un empuje hacia abajo contra mi hombro. Mis ojos lo
siguen mientras acompaña a Ben a la casa, con los brazos llenos de
platos.
—Él es definitivamente una linda vista, ¿no? —Una sonrisa secreta
toca los labios de Storm mientras rompe un pedazo de corteza del pie
con los dedos. 225
Aclaro mi garganta mientras un ligero rubor se apodera de mis
mejillas. Storm probablemente puede ver eso. Afortunadamente, no
puede ver también el aumento de los celos en mi estómago. No quiero
que ella lo mire de esa forma, aunque su observación es verdad.
Cuando su risa suave y musical llena el aire, me doy cuenta de
que está bromeando conmigo. —Ve, Charlie —instruye Storm, moviendo
una mano, como espantándome, y una sonrisa, sus ojos hambrientos en
el pastel—. Me uniré a ti, pronto.
Con una inclinación de cabeza, me excuso, dirigiéndome
directamente a meterme en la refrescante piscina, consciente de que
el azul del traje de baño es lo suficientemente claro como para mostrar
cualquier mancha de humedad que pude haber adquirido debido a la
atención de Cain. Mi cuerpo se deleita con el leve choque de agua fría
mientras envuelve mi piel, bajando mi temperatura algunos grados. Me
gustaría no tener todo este maquillaje. Ojalá pudiera zambullir mi
cabeza.
Nado hacia el otro extremo de la enorme piscina para descubrir
un pequeño jacuzzi separado, complementado con chorros para
masajear mis músculos doloridos y cansados. Me elevo sobre la
separación y entro, me recuesto y silenciosamente absorbo la escena.
Kacey está flotando sobre su estómago en un colchón de aire, su
atención pegada a Trent, quien está descansando en una esquina.
Ginger parlotea con Nate, cuyo cuerpo enorme—sólido con músculo—
ocupa dos tercios de la escalera.
Storm y Dan realmente tienen una gran vida aquí. No puedo dejar
de sentirme como un intruso; aceptando su calidez y hospitalidad,
comiendo su comida, riendo con sus amigos.
Mantener el empleo de Dan.
Aun así, podría verme viviendo en este mundo—viniendo a
barbacoas, pasar tiempo con estas personas, trabajando con Storm en
su escuela.
Estar con Cain.
Si solamente pudiera alejarme de Sam, realmente poner todo en
el pasado.
Si solamente...
Veinte minutos después de chorros masajeando mis músculos,
mientras el sueño me burla entre los gritos ocasionales de Ginger,
escucho la puerta del patio abrirse y cerrarse. Levanto mi cabeza a
tiempo para ver un lado del perfil de Cain salir.
Mi cuerpo instantáneamente vuelve a la vida mientras observo los
músculos de su moldeado cuerpo—el cuerpo con el que estaba
entrelazada anoche—moviéndose con cada paso de su acercamiento. 226
Cambió su ropa por un traje de baño que cuelga peligrosamente bajo
sobre esa sexy pelvis en forma de V, la cual sabía que debía tener y de
la que ahora puedo conseguir un buen vistazo. Tan musculoso como
Cain es, de ninguna manera es fornido. Su forma se halla en el lado
atlético, con músculos pectorales que no se ven como senos, venas que
agregan dimensión a sus brazos y un exquisito paquete de ocho que es
casi irreal.
Me obligo a parpadear, fuerte, para aliviar la tensión repentina en
mis ojos.
Sus ojos de fijan en mi ubicación, y luego el elegante cuerpo de
Cain desaparece en la parte profunda de la piscina con un elegante
clavado. ¿Hay algo que él no haga extremadamente bien? Cruzo mis
brazos sobre la división y descanso mi barbilla sobre ellos, esperando
con anticipación embriagadora mientras su gran forma se mueve bajo
el agua hacia mí, emergiendo a menos de treinta centímetros de
distancia. Cruza sus brazos ligeramente sobre los míos. Está tan cerca de
mí que solo tendría que moverme un poco para darle un beso.
—¿Relajada?
No estoy segura de cómo responder a eso, porque estoy tanto
relajada como consciente, de repente, de cada terminación nerviosa
de mi cuerpo. Me atrevo a liberar una mano y trazar con un dedo su
barbilla. —Te ves bien con rastrojo —comento casualmente.
Con ese brillo peligroso en sus ojos que vi ayer en la noche, se
inclina para susurrarme al oído—: Te ves bien mojada.
Mi respiración se atasca. No esperaba ese nivel de descaro de él.
Después de anoche, no estoy segura de por qué no.
Utiliza sus brazos poderosos para levantarse sobre la pared. Me
muevo hacia atrás para darle espacio mientras ágilmente se desliza
hacia el jacuzzi conmigo. Rodea con un brazo mi cintura y me coloca
en su regazo sin demora, alcanzando el dobladillo de la parte superior
de mi traje de baño, para deslizar un dedo por debajo.
Creo que me encuentro por conocer otro lado de Cain. Uno
peligrosamente juguetón que se relaja con sus amigos y toma lo que
quiere. Y me hace bromas.
—¡Cain! —siseo, más sorprendida que otra cosa. Empujo su mano
mientras señalo a los demás con mi cabeza, aunque no hay forma de
que puedan ver lo que sucede en el pequeño jacuzzi, gracias a la
pequeña pared y el gran tamaño de la piscina. Dudo que alguno de
ellos diga nada, de todas formas. A excepción de Ben, por supuesto,
pero no ha salido de la casa todavía—. Contrariamente a lo
que obviamente piensas, prefiero la privacidad.
Un destello de diversión toca los labios de Cain antes de
desaparecer. Estira sus brazos a cada uno de sus lados a lo largo de la
pared curva, echa su cabeza hacia atrás y cierra los ojos. —No te
227
preocupes. No soy un pervertido.
Su manzana de Adán sobresale en un sexy ángulo agudo y no lo
puedo evitar. Me acerco y recorro lentamente con mi dedo el bulto,
sintiéndolo moverse cuando traga duro. Cuando llego a la base de su
garganta, no me detengo, continúo hacia abajo para empezar a trazar
sus duros músculos y los patrones de los tatuajes que adornan su pecho.
Lucho contra el impulso de deslizar mi mano más abajo, para ver
lo mucho que esto lo afecta. Sabiendo que puedo provocar tal
reacción en un hombre como Cain, me enciende tanto como si él
estuviera realmente tocándome.
Sus ojos se abren para verme mientras lo estudio tranquilamente.
—Me alegra que hayas venido hoy, Charlie. Pensé que tal vez... —Su voz
se apaga por un momento mientras veo su mandíbula apretarse—…
eso era todo. —Tiene esa mirada, la misma que vi anoche, cuando me
preguntó si me encontraba segura. Si me encontraba segura de
estar con él. Como si hubiera alguna razón posible para que alguien no
estuviera demasiado encantada por tener las atenciones de Cain.
Sus palabras se sienten como un puñetazo en el estómago
mientras que un remolino de emociones contradictorias choca contra
mí. Culpa porque él tiene razón; ¡se suponía que era así! Angustia
porque podría haberlo herido. Amargura por la fecha de caducidad
inminente que se cierne sobre nuestras cabezas. Abrumador deseo de
borrar sus dudas, justo aquí y justo ahora.
Egoísmo.
Egoísmo puro y crudo por aferrarme a él y nunca dejarlo ir, a
pesar de saber que no debería. Se arremolina en lo profundo de mi
vientre y es imposible de resistir.
¿Cómo sucedió esto tan rápido?
Mi situación es imposible y, peor aún, no puedo explicársela a él.
Sin embargo, ojalá pudiera. Desearía estar segura de que no pensará
mal de mí.
—Oye. —Una de las manos de Cain se eleva para cerrarse a un
lado de mi cuello, su pulgar frotando mi mandíbula
tranquilizadoramente—. ¿Está todo bien?
No, Cain. No está bien. Estoy colgando de un péndulo que se
balancea de atrás hacia adelante entre una pesadilla y un sueño. ¡Solo
que la pesadilla es real! Cuando estoy con Cain, nada más importa. Y
cuando no lo estoy, soy muy consciente de cuan estúpida soy por
encontrarme aquí. Cómo estaría tan cerca de ser libre de Sam y las
drogas para siempre, si solo lo dejara ir.
—Sí, estoy bien, Cain. —Un nudo doloroso se forma en mi
garganta de nuevo. Agacho la cabeza, porque temo que vaya a ver la
228
mentira en mis ojos. Me resulta más difícil fingir alrededor de Cain.
Tomando algunas respiraciones profundas, me cuesta colocarme la
máscara de calma. O juguetona. Me conformo con una máscara sin
emociones. Dudo que sea una convincente.
—¿Quieres hablar sobre eso? —pregunta en voz baja,
evidentemente no comprando mis palabras.
Distraídamente trazo las líneas del diseño decorando su hombro,
mientras un “no” huye desde mi lengua en un susurro. No hay mucho
que pueda decir sin levantar las sospechas de Cain, y por eso necesito
permanecer en silencio.
Como el pequeño ratón silencioso que Sam me enseñó a ser.
Me sorprendió que no preguntara sobre Bob. Ni siquiera ha
mencionado la otra noche, aunque mi instinto me dice que se halla en
su mente. Es como si esperara el momento oportuno antes de sacarlo a
flote.
Con un profundo suspiro, la cabeza y los brazos de Cain caen
hacia atrás una vez más. Esta vez sus ojos permanecen abiertos y veo la
frustración en ellos. —¿Por qué tengo la sensación de que realmente no
quieres estar aquí, Charlie? —Puedo sentir, más que percibir, la tensión
repentina canalizarse a través de su cuerpo.
—Sí lo quiero. Créeme.
Hay una larga pausa. —Comprendes que las cosas que te dije
anoche no se las admito a cualquiera, ¿cierto? —Levanta su cabeza de
nuevo, sus ojos suplicándome.
Puedo arreglármelas para solo realizar respiraciones cortas e
irregulares. Quiero estar emocionada por las palabras de Cain justo
ahora. También feliz de que Cain sea tan abierto conmigo, tan honesto.
Pero no puedo, y eso contrae mis pulmones dolorosamente. No sé
cómo responder, así que digo—: Sí. Me alegro de estar aquí, también. —
Porque no hay nada más verdadero que eso.
Ese ceño naturalmente fruncido, se arruga más. —¿Lo que pasó
anoche te molesta? Mira... —Veo los músculos de su mandíbula tensarse
mientras rompe el contacto visual, su mirada buscando en el agua
delante de nosotros—. Sé que puedo ser muy intenso a veces. E
impaciente. Y tal vez que eso sucediera en un muelle fue menos que
ideal para ti. —Ojos oscuros me miran—. En ocasiones soy más
desinhibido, cuando no pienso con claridad. —Una mano se eleva para
jugar con un mechón de mi cabello—. Tal vez deberíamos tomar las
cosas con calma de nuevo.
¿Qué? Siento formarse una mueca en mi rostro. ¡No! ¿Tomar las
cosas con calma? ¿Cuándo ese maldito reloj sigue con su Tic Tac? ¡No!
¡No! ¡No!
Él continúa, aparentemente inconsciente de mi pánico interno. — 229
Te advertí que no sé cómo hacer esto. Aun así…
Las palabras de Cain mueren con un siseo al segundo en que
deslizo la parte delantera de su traje de baño hacia abajo y lo tomo
con fuerza. Ya se encuentra duro. —No tengo ningún deseo de tomar
las cosas con calma —digo de forma neutra, sosteniendo su mirada
mientras comienzo a acariciarlo.
Fija su mirada de acero en mí y comienzo a pensar que podría
haber ido demasiado lejos. Pero no me detengo. —Gracias, maldito
Dios —murmura finalmente, alcanzando mi mano para quitarla de él
con una sonrisa—. Pero no creo que Storm apreciaría eso aquí. —
Después de una pausa, añade fingiendo seriedad—: Además, pensé
que preferías la privacidad.
—Y yo creía que no te gustaba perder el tiempo. —Me hago
hacia atrás y luego me encojo de hombros—. Tal vez fue una venganza
por el espectáculo que me hiciste hacer en el muelle.
Una ceja levantada es la única advertencia que llega antes de
que mi cuerpo sea movido, deslizándome fuera del regazo de Cain
para aterrizar en el asiento construido, con mi espalda hacia los demás
y el cuerpo de Cain entre mis piernas, sus rodillas dobladas y empujando
mis muslos hacia arriba, una sonrisa maliciosa en su rostro. —¿Quieres un
espectáculo? —Sus ojos miran hacia abajo, a mi cuerpo vulnerable,
fácilmente visible bajo el agua ahora que los chorros se apagaron. Ojos
ardientes regresan pesando sobre mí, ideas circulando en ellos que no
puedo descifrar, pero hacen que mi cuerpo se abra a él con
anticipación—. ¿Crees que yo merezco venganza? ¿Qué te parece una
venganza por las últimas tres semanas?
Resoplo. —¿Qué, vas a bailar en el escenario para mí esta noche?
—Una visión cruza por mi mente y, a pesar de lo increíblemente
masculino y sorprendente que es Cain, no puedo evitar soltar una
carcajada.
El agua comienza a salpicar mi cara. —¡Detente! —Levanto las
manos en defensa, tratando de protegerme a pesar de mi ataque
continuo de risa—. ¡Todo mi maquillaje se va a arruinar!
—Bien. —Lanza agua de nuevo, su sonrisa volviéndose tierna, su
voz volviéndose insoportablemente suave—. Entonces consigo ver a la
verdadera Charlie.
Mi risa se corta abruptamente cuando rompo el contacto con sus
ojos. Oh, Cain... el engaño es mucho más profundo que el delineador
de ojos y lentes de contacto de color.
—¿Charlie?
Lucho por tomar una respiración profunda mientras miro hacia él,
arriesgando una pregunta susurrada—: ¿Y si no te gusta lo que ves?
Hay una pausa larga, donde sus ojos serios exploran los míos y sé
230
que busca algo de verdad, alguna razón para mi miedo, y luego sus
manos se deslizan hasta mi nuca. —No me importa lo que has hecho,
Charlie. Debes saber eso. En lo que sea que estuviste involucrada para
arreglártelas está en el pasado. Lo que sea que tus padres pudieron
haber hecho. Estás a salvo aquí y puedes empezar de nuevo. Tu pizarra
está limpia conmigo.
Le creo. Si solo eso realmente estuviera en el pasado.
Acerca su boca sobre la mía, en un beso devastador, sacando el
aliento justo fuera de mis pulmones.
Desde algún lugar detrás de nosotros, lejos de esta nube de
euforia en la que me estoy hundiendo rápidamente, oigo la voz de Ben
retumbar de repente. —¿Cuándo jodidos sucedió eso?

***

—Para mi querido futuro esposo —Storm se encuentra de pie


alzando un vaso de leche mientras bengalas bailan sobre el pastel en la
mesa delante de mí—. Estoy tan orgullosa de ti por perseguir tus sueños y
por haber elegido un noble camino de atrapar maleantes, incluso
cuando el camino de lujo es más fácil y más atractivo. ¡Felicitaciones
por convertirte en el agente especial Dan Ryder!
Todo el mundo deja escapar gritos de ovación, incluyéndome,
aunque apuesto que el mío es el único mezclado con vergüenza
desgarradora.
Pongo un trozo de pastel a un lado y silenciosamente me disculpo
para usar el baño, tomo mis cosas en el camino, con el fin de
cambiarme. Nate y Ginger se adelantaron para abrir el bar pero Cain
me retuvo, así que básicamente me encuentro a su merced. No es que
me queje de eso, aunque prefiero estar a su merced en otro lugar.
—¿Charlie? —Hablando del diablo... Me giro para encontrar a
Cain siguiéndome dentro de la casa, con sus ojos en mi trasero antes de
dirigirlos de nuevo a mi rostro. No sé si él justo roba esas miradas ahora o
si siempre sucedieron e hizo más de un esfuerzo para encubrir eso—.
¿Qué estás haciendo?
—Solo voy a cambiarme. ¿Por qué?
Mientras me alcanza, tengo que inclinar mi cabeza hacia atrás
para mirarlo a los ojos. Una mano se eleva para posarse en mi hombro,
su pulgar frotando sobre él con dulzura. —Estabas jugando con tus
dedos.
¿Qué? Mi cara debe decirlo todo, porque sonríe. —Cuando estás 231
nerviosa, juegas con tus dedos. No dramáticamente, pero... lo he
notado. —Un serio ceño fruncido pasa sobre sus rasgos—. ¿Qué te puso
nerviosa?
Maldito hombre perceptivo. —Nada. Simplemente no tengo
ganas de una noche de servir bebidas. —Tratando de alejar su
preocupación, bromeo—: Estoy cansada. Alguien me mantuvo
despierta toda la noche.
Después de una larga pausa, una sonrisa se forma a lo largo de
sus labios. Deja que sus ojos se deslicen por encima de mi cuerpo. —Eso
es muy malo. Esperaba que me dejaras mantenerte despierta esta
noche, pero…
Apoyo mi mano en mi cadera y muestro seriedad en mi rostro.
Mientras tanto, la excitación se arrastra a lo largo de mi piel, como una
llama que se extiende rápidamente. Otra noche completa con Cain.
Solo la idea es suficiente para debilitar mis rodillas. —¿Me estás tomando
el pelo?
Su boca se tuerce con el pensamiento antes de encogerse de
hombros. —Es un cambio agradable de lo habitual, ¿no estás de
acuerdo?
—¿Qué pasa con el bar? ¿Ginger estará bien sin mí ahí?
Rueda sus ojos en respuesta. Sé que es una pregunta tan
estúpida. Ginger lo estaba haciendo muy bien antes de que yo llegara.
Probablemente ni siquiera necesiten tres baristas. Como para demostrar
un punto, hunde su cabeza, su aliento dejando un rastro a lo largo de la
curva de mi cuello antes de presionar su boca contra mi oído y
susurrar—: ¿Realmente te importa?
—No. —Oh Dios. Sueno completamente sin aliento y necesitada.
Aclaro mi garganta para forzar algo de compostura en mi voz, y
agrego—: ¿Qué dirá mi jefe? —Es demasiado fácil caer en este rol
juguetón con Cain.
Agarrando mi cintura desnuda con fuerza, Cain hace una mueca
frunciéndome el ceño. —He oído que puede ser bastante imbécil a
veces.
Dejo que un momento de silencio se deslice, pero luego se
convierte en demasiado. —Está bien. —Oigo la rendición en mi propia
voz. Justo así, mi necesidad de dinero, el cómo luce mi futuro, mis varios
dilemas... todos son inconsecuentes al lado de pasar tiempo con Cain,
una vez más.
Quita las manos de mi cuerpo y toma varios pasos intencionales
hacia atrás, hasta que su espalda golpea una pared cercana, mientras
intenta un ajuste discretamente. —Deberías cambiarte para que
podamos salir de aquí. Ahora. 232
Y sonrío. Sé de hecho, por los suaves codazos y abrazos, que Cain
ha estado por lo menos semiduro desde la piscina. Tal vez incluso desde
que entré al estudio de Dan. Ahora, se encuentra luchando por
controlarse. Probablemente no debería disfrutar de eso tanto como lo
hago. Pero lo estoy disfrutando. Inmensamente. Es un instantáneo
subidón de adrenalina.
Tal vez soy adicta a la adrenalina.
En un impulso juguetón, me giro y entro caminando con
arrogancia en el baño, asegurándome de balancear mis caderas,
porque sé que Cain está mirando. Efectivamente, una mirada por
encima de mi hombro confirma sus ojos desviados hacia abajo, con sus
labios entreabiertos.
Permanece inmóvil, su cuerpo rígido, mientras camino hacia el
baño abierto. —¿Necesitas algo más? —Llevo mi mano hacia atrás para
tirar de los cordones, liberando la parte superior de mi bikini de mi
cuerpo. Sus ojos se ensanchan un segundo antes de que le lance el
material al rostro. Mientras lo está capturando, hago un trabajo rápido
con la parte inferior, tirando de los cordones a los lados. Me las arreglo
para lanzarle la parte inferior y cerrar de golpe la puerta, una fracción
de segundo antes de que él llegue a ella.
—Maldita sea, Charlie. —Lo escucho gruñir desde el otro lado—.
Abre la puerta. Ahora.
—No por el vello de mi barbilla8 —canto, pasando mi vestido de
verano por encima de mi cabeza. Aprieto los labios para evitar la risita
nerviosa que demanda escapar. Después de la tarde que tuvimos,
probablemente no estoy en una mucha mejor forma de lo que él está,
en lo que a frustración se refiere. Sin embargo, no se lo haré saber. Este
nuevo juego es demasiado divertido.
Además, de ninguna manera tendré sexo con Cain en la
encimera del baño del agente de la DEA Dan, y si abro la puerta, eso es
exactamente lo que sucederá.

***

Cain vive lujosamente. Quiero decir, en un último piso de dos


plantas, lujosas vistas panorámicas hacia el agua. El lugar es elegante y
moderno, escaso se puede decir, pero al segundo de entrar en él, se
siente como Cain.
—Vamos. —Me hace señas, alcanzándome para tomar mi mano
suavemente. Cain se calmó desde que me tomé mi tiempo, retocando
mi maquillaje y arreglándome el cabello, antes de finalmente emerger
233
del baño de Storm y Dan.
Me lleva a través de la cocina, hacia una magnífica sala de estar.
Mi estómago es un manojo de nervios y anticipación mientras subimos
las escaleras, me conduce a una habitación totalmente blanca con
una cama King size, una vista espectacular a través de una pared
entera de ventanas, la ciudad ofrece suficiente resplandor dentro de la
habitación, que no hay necesidad de luz adicional.
Observo cómo Cain cierra la puerta, mientras sus dedos giran el
seguro.
Se acerca a su cómoda. Sin una palabra, se desabrocha con
calma su reloj y lo coloca sobre la superficie de la cómoda. A
continuación saca el contenido de sus bolsillos; su billetera, llaves,
algunas monedas. Los coloca en el lugar en vez de lanzar cada
elemento. Es muy metódico, como si lo hiciera cada noche, y aunque
no hay nada particularmente atractivo sobre los pasos, la sangre
comienza a pulsar en mis oídos mientras observo a Cain hacerlo.
Agarrando el borde de su camiseta, la desliza por encima de su
cabeza.

8
Frase del cuento para niños The Little Pigs (Los tres cerditos)
No estoy segura de sí quiere que yo lo mire de esta forma. ¿Se
supone que debo hacer lo mismo? Echo un vistazo a la cama grande y
pulcramente hecha y me pregunto distraídamente si Cain ha tenido
mujeres de pie en este mismo lugar, viéndolo hacer lo mismo. Me
pregunto qué tan seguido.
Y entonces cierro los ojos con fuerza contra los pensamientos,
regañándome, sabiendo de que solo es mi subconsciente tratando de
sabotear mi tiempo con él. O tratando de protegerme de enamorarme
más.
Empiezo a creer que las profundidades a las que una mujer se
puede llegar a enamorar de Cain son infinitas. Un hoyo profundo, oscuro
e infinito, sin escaleras para escapar, sin cojines para amortiguar el
impacto.
Sin red de seguridad.
Sin escape.
Con una respiración profunda y calmada, abro los ojos. Cain se
encuentra de pie frente a mí.

234
Traducido por Anelynn*
Corregido por NnancyC

No le temo a nada, aunque creo que tengo miedo de Charlie.


No miedo de ella.
Miedo de tenerla.
De perderla.
Por qué, todavía no sé porque ella no me contará. Pero no puedo
ignorar la sensación enfermiza en mis entrañas de que Charlie está
profundamente contrariada y que podría perderla debido a eso.
Está ocultado algo. A ella misma, tal vez. Algo de verdad, sin
235
duda. Demonios, ni siquiera estoy seguro de estar viendo a la verdadera
Charlie la mitad del tiempo. No mucha gente ya me sorprende, pero
Charlie sigue haciéndolo. En las pasadas cuarenta y ocho horas, me ha
sorprendido al menos una docena de veces diferentes. En un segundo
está tímidamente tensa contra mi toque, al siguiente acaricia mi polla
cuando hay otras cinco personas en el otro extremo de la piscina. En un
segundo, su labio está temblando como si una silenciosa e inexplicable
batalla se estuviera desarrollando dentro de ella y en el siguiente, me
está lanzando la parte inferior de su bikini con una sonrisa lasciva.
Y ahora, está en mi habitación, sus ojos cerrados con fuerza. Y
siento que su humor ha cambiado una vez más. Parece cambiar con un
chasquido de dedos.
Algunas veces me siento atravesar el exterior superficial a la
persona que está debajo, sólo para preguntarme si es otra fachada.
Algunas veces me pregunto si conozco algo de ella en absoluto.
Algunas veces me pregunto si ella sabe quién es en realidad.
Nada de eso me ahuyenta. En cambio, me jala más hondo. Una
mujer nunca me ha desconcertado de este modo, o me hizo sentir
como si estuviera perdiendo el control.
Está escondiendo algo y supongo que es algo doloroso. Sé que le
dije que no me importa y no lo hace, pero joder, quiero saber qué es.
Preferiría conseguir sacarlo todo a la luz y seguir adelante. Claramente
sigue asustada. Quiero decir, si alguna vez hubo una oportunidad para
que me admitiera algo, ¿habría sido anoche, durante mi propia purga?
Debería haber sido tan fácil explicar quién es Ronald Sullivan para ella,
por qué él estaba listo para darle un puñetazo. Pero continúa fingiendo
que no pasó.
Estoy pensando en traer a John aquí para seguir a ese idiota
hasta que consiga respuestas. Estoy pensando en pasar por la casa de
Sullivan y sujetarlo en el suelo por la garganta hasta que consiga
respuestas, más rápido.
—¿Qué? —La pregunta se desliza suavemente de sus labios
mientras sus ojos se deslizan sobre mi pecho. No ha parado de hacer
eso toda la noche.
Levanto el brazo para pasar mis nudillos sobre su mejilla, recién
maquillada después de estar en la piscina. Ojalá se lo hubiera lavado
todo. Ojalá también se quitara esos malditos lentes de contacto. Mi
boca se abre, la demanda en la punta de mi lengua, cuando cierra los
ojos y se inclina a mi toque, sus labios llenos abriéndose ligeramente.
Siento su aliento caliente contra mi piel, trayendo una pulsación a mis
bolas, recordándome cuan largo ha sido el día de hoy.
Que puedo ser un idiota decidido, algunas veces.
Realmente no puedo esperar más. 236
Con mi ayuda, su vestido golpea el suelo ruidosamente. Se queda
quieta, observándome mientras desabrocho su sujetador y quito sus
bragas sin ceremonias hasta que, en menos de treinta segundos, está
desnuda para mí otra vez.
Prácticamente estoy salivando.
Sus dedos se estiran buscando mi cinturón, pero los agarro y la
siento con cuidado en la cama. Me observa mientras me quito mis
propios pantalones directamente enfrente de ella, deslizando mis boxers
cortos sobre otra erección embravecida que Charlie me ha causado.
Sus ojos destellan, ampliándose por un segundo antes de que los
entrecierre. Incluso en la oscuridad—iluminado sólo por las luces de la
ciudad—puedo ver el sonrojo.
La mujer se ha quitado su propia ropa en el escenario delante de
cientos de hombres y aun así se sonroja cuando me ve desnudo.
Lucho contra el impulso de reír. ¡Qué mujer tan impredecible! Es
frustrante, pero…también lo amo. —¿Me das un minuto? —pregunto, no
esperando una respuesta mientras me dirijo a la puerta. Trato de no
correr. Sigue sentada en el borde de la cama cuando regreso con una
tira de condones colgando de mi mano—. Lo siento, no guardo ninguno
aquí —explico.
Un ligero ceño aparece en su frente. —¿Dónde los guardas?
Suspiro mientras observo esos muslos tonificados y con piel de
porcelana, esperando ser abiertos. No quiero explicarlo ahora mismo. En
la habitación de invitados… en el armario de la cocina al lado del
refrigerador… en la mesa lateral de la sala de estar… en el balcón del
piso principal. En todos lados donde follo mujeres.
No follo mujeres en mi habitación.
Lanzándolos hacia la mesita junto a mi cama, me paro desnudo
enfrente de ella, dejándola asimilar todo de mí por un momento. Y lo
hace, sus labios se abren ligeramente. Puedo oír sus respiraciones
superficiales. Levantando su barbilla con mi dedo índice hasta que
encuentra mi mirada, explico en una voz mesurada—: Nunca he
invitado a nadie aquí. —Como si no fuera lo suficientemente claro,
agrego—: Eres la única mujer que alguna vez ha estado cerca de esta
cama.
Mantengo su mirada tratando de expresar la verdad de mis
palabras, sintiéndola tragar duro debajo de mi toque mientras un
sinnúmero de emociones comienzan a arremolinarse dentro de esos
ojos.
La tensión en el aire es repentinamente palpable y extiende los
dedos para deslizarlos a lo largo de mi estómago, subiendo por mi
pecho. Se pone de pie, llegando a nivel de mis ojos con una mirada
calculadora. Una que dice que está sopesando la verdad de mi 237
respuesta. —¿Por qué yo?
—Porque eres todo en lo que he pensado durante semanas.
—Es debido a que… quiero decir —Sus ojos se mueven
rápidamente a mi cuello—, ¿a qué te recuerdo a alguien?
Ginger le contó de Penny, obviamente. —No eres el remplazo de
nadie —respondo lenta y uniformemente. Con sinceridad. Charlie es
mucho más fuerte, más inteligente, con más confianza de lo que Penny
alguna vez tuvo.
Un brillo cubre sus ojos. Creo que está comenzando a entender…
esto. ¿Qué mierda es esto? Honestamente, no lo sé. ¿Cuándo comenzó
verdaderamente? ¿Fue anoche? ¿Fue cuando me lanzó su primer
guiño en el escenario? ¿Fue en el segundo en que cruzó mi puerta?
Siento un temblor en su cuerpo e instantáneamente la atraigo a
mis brazos. Una risita nerviosa me hace cosquillas en el pecho donde
está su boca. —Todo está pasando tan rápido. Yo… cuando tomé el
trabajo, no estaba esperando esto.
—Lo siento, soy yo. Te lo advertí. —Una suave risa se desliza de mi
boca—. No me gusta perder el tiempo.
—¿Crees en el destino, Cain?
Dudo. Algo me dice que Charlie sí. Odiaría decirle que yo no. Que
desprecio la sola idea del destino porque significa que estaba
destinado a esta vida en el segundo en que nací. Y que he sido un
idiota en pensar que tengo el control sobre cualquier parte él.
De pronto, se aleja. Inclinado la cabeza en esa manera
juguetona, se sienta en el borde y retrocede hasta que está en medio
del colchón, yaciendo sobre sus codos, las rodillas dobladas pero juntas,
su espalda arqueada naturalmente. Como un ángel seductor en medio
de un mar de sábanas.
No puedo evitar mirarla por un momento.
Y entonces sus piernas se derrumban a los lados y esa sonrisa
tímida curva sus labios.
Mis manos están aferradas a sus tobillos y jalándola hacia mí en un
instante.
Y sé en mis entrañas que cada beso, cada toque, cada embiste
de esta noche me hundirá más profundo.
Hasta que no haya escapatoria.

***
238
—¿Qué te enseñé? —Su voz se registra una fracción de segundo
antes de que fuertes puños bombardeen mi pecho, mis costillas, mi
estómago.
Mi cuerpo de quince años—ya endurecido para una buena
golpiza—ha llegado a rehusarse a más de cuatro horas de sueño a la
vez, siempre en guardia. Después de todo, siestas largas incrementan las
probabilidades de ser atrapado inconsciente. Sin embargo, debo haber
estado exhausto porque esta vez me atrapó en un sueño profundo.
En segundos corro fuera de la cama y levanto los puños, listo para
pelear. Los ojos oscuros de papá—todavía rojos y brillantes de lo que
sea que inspiró o fumó la noche anterior—me perforan. —Siempre
debes estar listo, hijo. Cada segundo cuenta.
Mi cerebro registra un peso contra mi pecho y mis ojos se abren
de golpe. Estoy a medio segundo de saltar en modo de defensa
cuando un perfume floral llena mis fosas nasales.
Suspiro. Nadie me está atacando. Es Charlie—su cuerpo
acurrucado en mi costado, su cabeza apoyada en mi pecho. Y se
siente jodidamente increíble.
—¿Pesadilla? —La oigo preguntar con su voz adormilada. Con la
luz de antes del amanecer atravesando la ventana, puedo apreciar sus
rasgos. Está en paz.
—Lo siento, ¿te desperté? —me disculpo, empujando un mechón
de pelo de su cara. Una mirada al reloj me dice que hemos estado
dormidos por unas pocas horas.
Dormidos.
Esta noche fue la primera vez que me he quedado dormido con
una mujer.
Casi tengo veintinueve años y nunca he dormido con una mujer.
Nunca siquiera he tratado.
Y ahora, sintiendo su piel sedosa contra la mía, su cuerpo relajado
y encontrando comodidad moldeado con el mío, sé lo que me he
estado perdiendo. Lo que nunca me quiero perder otra vez.
Su mano frota mi pecho cariñosamente. —Tu corazón está
latiendo muy rápido —murmura. Es casi un ronroneo.
—Estoy bien. —A menos que lo rompas. El pensamiento
repentinamente se cuela en mi mente sin invitación, haciéndome sentir
como si hubiera sido golpeado en el estómago.
Charlie podría romperme. Por la erupción volcánica de ansiedad
repentinamente reventando, me doy cuenta de que ella podría
hacerme añicos, peor que Penny.
Permanentemente. 239
Un segundo después, siento su lengua moverse sobre mi tetilla
antes de que su boca la cubra con un beso. Gimo, moviéndome a mi
costado para poder verla a la cara. Una diminuta risita se le escapa,
pero sus ojos aún están cerrados. Simplemente la observo, mientras su
respiración disminuye y se estabiliza, diciéndome que se ha vuelto a
quedar dormida.
Traducido por Anty
Corregido por pauloka

He renunciado a toda pretensión de irme hoy o mañana. Quizás


me vaya en una o en tres semanas a partir de ahora. Pero no me iré
hasta que sea absolutamente necesario.
Creí que la noche en el muelle había sido intensa, pero la noche
de ayer la sentí de alguna manera… vinculante. Cain me mostró que
podía ser exigente pero suave, apasionado y todavía considerado.
Emociones en carne viva, sentimientos que ni siquiera puedo
comprender, y mucho menos verbalizar, me traspasaron con cada
contacto íntimo cada vez que nos entregamos el uno al otro. 240
No entiendo cómo ni por qué he despertado el interés de Cain,
pero voy a aferrarme a ello tanto tiempo como pueda.
Cada centímetro de mi cuerpo duele. Y, sin embargo, si Cain
necesitara más de mí, se lo daría en este momento. Le daré todo lo que
me sea posible. Lo qué no parece mucho, especialmente en
comparación con lo que él me ha ofrecido libremente.
Me duele el corazón con ese conocimiento. No sé qué hacer. No
veo cómo esto puede durar para siempre. Y sin embargo, ninguna parte
de mí me permitiría irme en este momento.
Tal vez siente mi presencia porque Cain repentinamente se vuelve
para clavar sus ojos en mí. Un ligero jadeo sale de mis labios. Su mirada
se desplaza por mi cuerpo, sus labios curvados. —Espero que no te
importe que haya revisado tu armario. —Mis dedos estiran la simple
camiseta gris que estoy usando mientras avanzo por las escaleras. La
encontré perfectamente doblada en el cajón superior y no pude dejar
de ponérmela. Alcanza mis muslos, es suave, y, aunque obviamente
lavada, de alguna manera huele a Cain.
Coloca la taza que tiene en la mano sobre la mesa y en silencio
se acerca a esperarme en el rellano. Por la inclinación repentina de su
cabeza y su enfoque, creo que la camiseta no es lo suficientemente
larga como para cubrir el hecho de que no llevo nada debajo. Cuando
llego al rellano, su mano agarra la parte frontal de la misma, subiéndola
alrededor de mi cintura mientras me acerca hacia él. —Te prefiero sin
esto. —Sus manos se deslizan a lo largo de mi espalda para conseguir un
agarre sólido de mi culo desnudo.
—¿Qué?, ¿cómo una especie de esclava sexual? —bromeo
mientras aspiro el aroma a jabón. Cain se ha duchado. Yo,
definitivamente, no. Después de la maratón en el dormitorio de anoche,
estoy lamentando ese hecho. Sin embargo, no parece que le moleste.
Tira de mí hacia él con más fuerza.
—Traté de despertarte esta mañana pero dormías como una
muerta —dice con aire ausente, una suave sonrisa en sus labios mientras
su atención vaga por mi cara.
Me limpié el maquillaje antes de bajar. También me quité las
lentillas. Por lo menos, puedo hacer esto por él.
—Me vendría bien una esclava —murmura. Luego se inclina y se
pone sobre una de sus rodillas, dejando besos que hacen temblar mis
muslos, y en silencio doy gracias a Dios por haberme, al menos, lavado
los dientes.
—Mmm… creo que dijiste que no eras un pervertido —bromeo
contra su boca.
Su risa oscura envía escalofríos a lo largo de mi piel. Y de pronto,
estoy siendo volteada y mis pies se mueven hacia atrás para mantener 241
el equilibrio mientras su poderoso cuerpo me abruma. Antes de que
sepa lo que está pasando, mi camiseta se ha ido y estoy cayendo en el
sofá, justo cuando los pantalones de Cain caen al suelo.
La sonrisa en su cara es muy peligrosa. —Mentí.

***

—Realmente me gusta despertarme contigo en mi casa —dice


Cain mientras desliza una taza de café al otro lado del mostrador para
mí.
—Te creo —murmuro con sequedad, dejando que mis ojos
vaguen sobre los brazos de Cain, su pecho, su estómago. Los recuerdos
de cómo todos los músculos lucían esforzándose encima de mí hace
sólo veinte minutos están firmemente arraigados en mi cerebro. Con
una mirada, veo que me observaba con una sonrisa divertida, como si
supiera exactamente lo que estoy pensando. Rápidamente me
distraigo con una falsa picazón sobre mi muslo, enfocándome
intensamente en esta.
Podría hacerlo más fácil para los dos poniéndose una camisa.
Pero no lo hará.
Creo que le gusta verme boquiabierta frente a él.
No es suficientemente malo que Charlie Rourke sea una traficante
de drogas y una stripper retirada. Ahora la he convertido en una
maníaca sexual.
Con una sonrisa, Cain afirma más que pregunta—: Debes tener
hambre. Lo que tengo… —abre la nevera y mira de cerca el interior—
condimentos… zumo de naranja… pan… —suspira—. Lo siento, Karina—
mi ama de llaves—viene dos veces por semana para limpiar y reponer
lo básico. Rara vez estoy aquí para comer. Pero voy a tener esto
abastecido. —Cerrando la puerta, saca un pedazo de papel y un
bolígrafo de un cajón y pregunta—: ¿Qué te gusta?
Cain está haciendo la lista de la compra. Por mí.
Dudo un segundo y luego sonrío juguetonamente. —¿Una caja de
cereales?
Arquea una ceja. —¿En serio?
—Vicio de la infancia.
—Bueno... cereales para niños. Eso, sin duda, despertará la
curiosidad de Karina. —Una lenta sonrisa toca sus labios mientras lo
anota. Su caligrafía es excepcionalmente prolija—. Cuatro kilos de
café… tu propio cepillo de dientes, así no utilizas el mío de nuevo.
242
Siento la tímida sonrisa aparecer en mi cara. Por el guiño que me
lanza, creo que solo está bromeando.
—Postes de latón para mi dormitorio…
—¿Tienen eso en la tienda de comestibles local?
Su teléfono empieza a sonar cuando agrega mientras
garabatea—: Diez cajas económicas de condones.
—¿Qué?
Contesta su teléfono con una sonrisa y uso esa oportunidad para
arrebatarle el papel. Realmente escribió eso.
—Nate —le oigo decir mientras vuelca el resto de su café en el
fregadero y coloca el vaso en el lavavajillas—. Sip… bien. —Su mirada
parpadea hacia mí. Escuchando por un momento, sus ojos
distraídamente posándose en mis piernas desnudas, el rostro de Cain se
torna repentinamente serio. Se pone de pie, tenso—. ¿En serio? Mierda...
¿Por qué no me llamaste? … Sí. Voy a tener que lidiar con ella esta
noche. —Otra pausa mientras escucha rascándose la barbilla.
Finalmente, da un suspiro—. Sí, voy a estar a las cuatro. Tengo que llevar
a Charlie a su casa... Sí. —Puedo escuchar a Nate al otro lado de la
línea, pero no puedo entender lo que está diciendo—. Nos vemos más
tarde.
Siento la atmosfera en la cocina cambiar cuando el humor de
Cain se amarga.
Y lo odio.
—Debo llevarte a casa, Charlie —murmura, ahora centrado
intensamente en el patrón de las baldosas. Puedo decir que sus
pensamientos están en otra parte, saliendo por la puerta para volver a
su propia realidad. Todo en él—su lenguaje corporal, su expresión facial,
su tono de voz—me indican que se está cerrando. Cambiando de
nuevo al Cain que conocí. Es como si estuviera cerrando una puerta
para dejarme a mí, y lo que sea que hay entre nosotros al otro lado.
Separado de esa otra parte de su vida.
Cain y yo tenemos mucho en común.
Me meto de cabeza por esa puerta. —¿Qué pasó? ¿Asumo que
tiene que ver con Penny’s?
Después de una pausa. —Sí. —Se inclina sobre el mostrador y no
dudó en acercarme y empezar a frotar los músculos de su espalda,
sabiendo que su cuerpo de nuevo se encuentra tenso. Me he dado
cuenta de que cuanto más tiempo está lejos del club, más se relaja. —
China y Kinsley estaban con lo mismo de nuevo ayer por la noche,
peleando por un cliente como dos gatas callejeras. —Sacude la
cabeza—. China le lanzó una copa a Kinsley que accidentalmente
golpeó a un cliente. Ahora el tipo está amenazando con demandar.
243
—Mierda —gimo, entendiendo la conversación—. ¿Qué significa
eso? ¿Vas a despedir a China?
Frunce el ceño. —No... Kinsley. —Sus ojos se dirigen hacia la
ventana.
Guau. No dudo que Kinsley es por lo menos la mitad de culpable,
pero... incluso con China abusando físicamente de los clientes y
poniendo su negocio en riesgo, ¿no va a despedirla?
Tira de su labio inferior con los dientes. —Estoy empezando a odiar
ese lugar.
Me inclino para presionar mis labios contra su hombro, deseando
poder ayudarlo de alguna manera. —Pero no puedes alejarte.
—Pero no puedo alejarme —repite con una lenta inclinación de
cabeza, hablando para sí mismo. Respirando profundamente por la
nariz, dice entre dientes—: Odio despedir a la gente.
—¿Quieres que lo haga yo? —Ofrezco casualmente, dejando una
mano asentarse contra su pecho mientras paso suavemente el dedo
índice de la otra mano por su espina dorsal—. Puedo pretender ser una
jodida jefa perra por ti.
Obtengo una risa débil, pero la acepto. Después de una pausa,
vuelve a mirarme. —Iba en serio con ese trabajo de gerencia, cuando
te lo ofrecí. ¿Lo quieres?
—No sé, viéndolo como… —¿Debo aceptar esto, dada la
situación? O bien, las situaciones. No sólo llevo esta vida secreta que me
va a forzar a salir de Miami eventualmente, ahora estoy teniendo sexo
ridículamente caliente con el dueño del club. Mucho. Y él claramente
tiene la intención de tener mucho más, en base a la escandalosa lista
de compras que está preparando para lo que me imagino es una dulce
anciana.
Y mejor que no sea una joven zorra caliente en un traje de
sirvienta francesa.
Le preguntaré sobre eso más adelante.
—Bueno, me has estado dando mamadas cada noche antes de
la apertura del club durante semanas, así que no veo cuál es el
problema —bromea con sequedad. Y esos rumores probablemente se
conviertan en realidad...—. No vas a salir al escenario ahora, por lo que
funciona bien para ambos. De hecho —dice, repentinamente de pie
con la espalda recta girándose hacia mí—, tampoco te quiero detrás
de la barra.
Frunzo el ceño, tratando de averiguar si bromea. 244
Cain exhala un suspiro de exasperación. —El hecho de que no
hayamos hablado de ese maldito idiota de la otra noche no significa
que lo haya olvidado, Charlie.
Aparto los ojos pero siento la dura mirada de Cain sobre mí. —
Estoy tratando de respetar tu privacidad y darte la oportunidad de
contármelo cuando estés lista. Eso no significa que no vaya a hacer lo
que tenga que hacer para mantenerte a salvo.
El pánico me invade mientras mi cerebro procesa sus palabras.
¿Qué significa eso? Tragando el pequeño grito en mi garganta,
pregunto en voz decididamente temblorosa—: ¿Qué hiciste con él?
Cain me estudia—o más bien, mi reacción—durante un largo
momento. —Me aseguré de que supiera que no debe poner una mano
encima de ti otra vez.
—Eso es un poco vago. —Me asusta hasta el infierno. Lo último
que necesito es un cara a cara con un vengativo Bob en una entrega.
Si le hago otra entrega—. ¿Lo amenazaste?
Hace una pausa, como decidiendo si contármelo o no. —Nate
puede ser un tipo intimidante.
Algo me dice que hay más en esta historia. —¿Qué pasa si vuelve
y te hiere? —Me moriría si algo le sucediera a Cain o a Nate, por mi
culpa.
La suave risa de Cain sólo aumenta mi ansiedad. —No te
preocupes por mí, cariño. Se necesita mucho para derribarme.
Apoyo mi frente contra la barra. Fantástico. Cain tiene complejo
de Superman. Y ahora sé con certeza que Cain no puede saber nunca
nada de Sam. No puedo tenerlos a él y a Nate lanzando amenazas si
Sam aparece de improviso.
Porque Sam no se molestaría en intentar derribar a Superman.
Simplemente lo mataría.
—Entonces, ¿qué? —Cain espera con expectación, aunque su
tono se ha suavizado—. ¿El trabajo?
—¿Te puedes permitir pagarme?
—¿Oh? —Se gira hacia mí, su sonrisa ampliándose—. ¿Cuál va a
ser la tarifa?
—Mil por hora es lo que algunos están dispuestos a pagar.
—Cierto —Cain comienza a reír—. Vas a robarme todo, ¿cierto?
Me encojo de hombros. —¿Por qué más iba a estar aquí?
Cain planta un beso en cada mejilla, seguido por uno en la nariz,
y luego me da uno profundo en los labios, sacando un gemido de mi
garganta. —Estarás bien cuidada, puedo prometerte eso.
Una punzada de culpa me pincha. —Qué tal si vemos cómo va.
245
Asignación temporal, ¿de acuerdo? Puede que no seamos capaces de
soportarnos el uno al otro después de una semana.
Cain niega. —Claro, Charlie. Pero de alguna manera dudo eso.
Vamos. —Obtengo una palmada juguetona en el culo y me sacudo,
silenciosamente agradeciendo por poder mantener apartado a ese
oscuro y melancólico Cain, que me deja afuera—. Vamos a conseguirte
algo de ropa y luego podemos ir a comer.

***

—¡Hola, Kyle! —El guardia de seguridad algo torpe me ofrece una


sonrisa torcida mientras entro por la puerta giratoria del motel de
estadías prolongadas, como hago todos los lunes por la mañana desde
hace meses, un café en la mano y una camisa escotada.
—¡Hola, Charlie! —Me observa caminar, sus ojos apreciándome—.
No pensé que fueras a venir.
Las entregas llegan a las nueve de la mañana y siempre estoy
aquí exactamente a las nueve y cuarto. Echando un vistazo a mi reloj,
observo que son casi las diez y media. Es la primera vez que he llegado
tarde.
Tuve que alejarme de Cain, algo que no he hecho en días. Ha
estado al alcance de mi mano todo el tiempo y me ha encantado
cada segundo. La mayoría de las veces, estamos en Penny’s o en su
casa. Incluso he empezado a utilizar el gimnasio de su edificio.
No podía acompañarme a recoger el último teléfono
desechable, así que utilicé la excusa de que necesitaba la ropa de mi
apartamento. Me dijo que hiciera la maleta y llevara todo de una vez.
Cain decía la verdad. No sabía cómo tener citas y no toma las
cosas con calma.
—Lo sé. Tráfico. Biscayne Boulevard está lleno de obras.
—Uh… eso podría explicarlo. Tal vez el tipo de la entrega se ha
quedado atascado también, porque no hay un paquete todavía.
Mi estómago se aprieta. No se puede haber quedado atascado
porque no hay ninguna construcción en Biscayne Boulevard en este
momento, tan sorprendente como es eso.
Así que, ¿por qué no hay un paquete para mí?
Tratando de aparentar calma, dejo que mis ojos recorrieran la
zona del vestíbulo, en busca de algo sospechoso. Algo peligroso.
Cómo Jimmy.
O Sam. ¿Romperá su regla y volará hasta aquí por mí? 246
—Tal vez. ¡Oh, bueno! —Doy mi mejor risita de niña boba mientras
le entrego su café. ¿Qué quiere decir esto? Estoy segura de que
significa algo. ¿Tiro mi teléfono desechable actual? ¿Llamo a Sam? No
he hablado con él desde que lo confronté sobre la verdadera Charlie
Rourke y no tengo ni idea de lo que va a decir.
¿Debo correr como si el edificio estuviera a punto de explotar?
De repente me siento como un blanco fácil, como si estuviera de
pie en medio de un campo abierto con un montón de armas
apuntándome.
Kyle felizmente toma un sorbo de su café, ajeno al peligro y
fingiendo no estar mirando mi pecho. Empiezo a balbucear algunas
tonterías acerca de una fiesta a la que no fui el sábado, fingiendo no
notarlo.
Todo lo que quiero hacer ahora es salir de aquí.
No sé si puedo aguantar los quince minutos de cortesía. No sé si
puedo aguantar cinco minutos. Por suerte, no estoy obligada a
comprobarlo, porque el teléfono desechable en mi bolsillo comienza a
sonar.
—Tengo que tomar esta, Kyle. Lo siento mucho —digo
bruscamente girando y dirigiéndome hacia las puertas giratorias
mientras reviso mi bolso. Al segundo en que piso la acera, escaneo mi
entorno, en busca de algún indicio de que estoy siendo seguida. No
veo nada. No he visto nada desde hace una semana y he estado
observando con cuidado para detectar cualquier signo de una sombra.
En el quinto timbre, respondo, apretando los músculos para evitar
orinarme en los pantalones.
—¿Hola?
—Hola, ratoncito. ¿Cómo están las cosas? —Su saludo es mucho
más agradable de lo que había anticipado. Es como si nuestra última
conversación nunca hubiera sucedido.
—Bien. Excepto que la entrega no llegó esta mañana.
—Sí, lo sé. Quise llamarte antes por eso. Lo siento si eso te
preocupó. —Esto es extraño. Está actuando tan... considerado. Veo
destellos de los ensayos de gimnasia y obras de teatro escolares, de
Sam de pie con los brazos llenos de flores, atrayendo la atención de los
padres sobre el padrastro cariñoso. Levantándome sobre la silla de
Black Jack con un brillo orgulloso en sus ojos.
La calidez de esos recuerdos se propaga a través de mi pecho,
recordándome que hubo un tiempo en que nada manchaba nuestra
relación. Cuando pensé que yo era la chica más afortunada del
planeta.
—Hay algunos problemas con la competencia y tenemos que
247
mantener un perfil bajo durante un tiempo. Jimmy lo arreglará, pero
hasta entonces, solo disfruta. He visto que has dado uso al dinero que te
envié.
—Compré un par de vestidos nuevos —miento. Volví al banco la
semana pasada para drenar mi cuenta secreta y parte de la que Sam
conoce, poniéndolo todo en una caja fuerte a la que puedo acceder
en cualquier momento.
—Bien. Te voy a enviar más dinero para mantenerte ocupada. No
habrá más entregas de ningún tipo durante un tiempo.
Hay un silencio de muerte en el teléfono mientras espera mi
respuesta.
—¿Durante cuánto tiempo? —Me atrevo a preguntar.
—Meses. O más. Puede que tenga que encontrar otra forma de
entrar. Se está volviendo peligroso.
¿Otra forma de entrar? ¿Qué significa eso? Otra forma de entrar
que no me involucrara, ¿quizás?
¿No más teléfonos desechables?, ¿no más entregas de drogas?,
¿no más engaños a Cain?
¿Podría esto estar realmente sucediendo? Con mi mano libre, me
pellizco el antebrazo. Todavía estoy aquí. Mi teléfono está todavía en mi
oído.
En el fondo de mi mente, no puedo evitar preguntarme si hay
algo más. Si no es así de fácil, si Sam está, de hecho, reaccionando a
sus sospechas sobre mí. De cualquier manera, parece que no voy a
estar haciendo una entrega por un largo tiempo. Tal vez nunca más.
Esta vida puede ser realmente parte de mi pasado.
Y entonces podría mirar a Cain como parte de mi futuro. Tendré
que hablarle de este día. Pero, para entonces, tal vez realmente me
ame. Lo suficiente como para ser capaz de perdonarme.

***

No camino por la puerta de Cain.


Floto. En una nube blanca y esponjosa de conmoción y confusión,
posibilidades y esperanza que nunca existieron antes, floto a través del
condominio, en busca de un posible nuevo futuro. Lo encuentro en el
balcón, tendido en un sillón con un libro.
Cain levanta la vista para verme de pie delante de él. —¿Charlie? 248
—Me mira durante un momento y luego frunce el ceño—. ¿Qué está
mal?
Quitando el libro de su agarre, me subo a la silla para tumbarme
encima de él, ante su expresión de desconcierto.
Y las lágrimas comienzan a caer.
Cain está fuera de sí, su cuerpo rígido. —¿Qué pasa, Charlie? —
Sus manos, sus ojos, empiezan a revisar mis extremidades como si
buscara una lesión física. Y todavía lloro, solo que ahora mi risa
comienza a entretejerse, enviándome a un ataque histérico al límite de
los sollozos, mientras intento aguantar las lágrimas el tiempo suficiente
para decir—: No pasa nada.
Cain debe pensar que estoy loca.
Tal vez lo estoy.
O tal vez esto es lo que sucede cuando te liberas de una trampa.
Traducido por Juli
Corregido por Miry GPE

Cada vez que la miro, un ardor llena mi pecho.


No sé cómo he durado un día sin Charlie. En lo que respecta al
trabajo y la vida diaria, nunca he pasado tanto tiempo con otro ser
humano. Ni siquiera con Nate, que vivió conmigo durante varios años.
Ya ni siquiera me importa venir a Penny’s. El lugar se siente
diferente. Ya no se trata sólo de mí. Ahora tengo a Charlie a mi lado. ¿Y
esos nudos en mis hombros que nunca desaparecen?
Jodidamente desaparecieron. Por arte de magia. 249
Por la magia de Charlie.
Nunca me explicó lo que pasó ese día que llegó a casa y cayó
sobre mí echa un mar de lágrimas. Me tomó un minuto para aceptar
que no se encontraba herida sino muy feliz de hecho, pero cuando
traté de sacarle respuestas, me calló rápidamente deslizando su lengua
en mi boca.
—¿Algo que creas que necesitamos? —pregunta Charlie,
terminando otra programación de la semana en mi escritorio de la
oficina—. También incluí los pedidos de suministros. Y en un par de horas
debería llegar la cerveza. —Conoce a los representantes de los
distribuidores por su nombre y, de alguna manera, tenemos un mejor
servicio a causa de ello, sin los espectáculos de Ginger.
Con todo, Charlie es una rápida aprendiz y muy trabajadora.
Afortunadamente para mí, todavía no ha aprendido a no usar vestidos
para trabajar. —Quizás. —Me inclino para cerrar mi boca sobre ese
largo y delicado cuello.
—¿Qué pasó con tus reglas? —Se burla con una risita, arrojando
su bolígrafo—. Para ser tan exigente, seguro que has hecho esto unas
ciento ochenta veces.
—Nueva regla —murmuro—, no estás autorizada a usar aquí este
vestido amarillo. —Es el mismo que llevaba el día de su entrevista,
cuando lo dejó caer al suelo delante de mí. Desde donde estoy, tengo
la vista perfecta hacia la parte superior del mismo. Prefiero tener la vista
completa. Antes que tenga la oportunidad de oponerse, deslizo los
tirantes por sus hombros, su vestido y sujetador caen, dejando al
descubierto esas tetas perfectas.
—¡Cain! —exclama cuando acuno cada uno y su peso queda
perfectamente equilibrado dentro de mis manos. Conozco muy bien su
cuerpo.
—No debes usar vestidos si no quieres que haga esto. O esto. —En
segundos, tengo mis manos en su cintura para levantarla de la silla y
alejarla del camino. Me presiono contra ella, dejando que me sienta, así
sabe exactamente lo que viene—. Inclínate —susurro, empujando a un
lado todos los papeles de mi escritorio con un movimiento de la mano.
—Todos nos están esperando afuera —susurra sin aliento, pero
sigue las órdenes y extiende su parte superior desnuda sobre la fría
madera, mirándome por encima del hombro con esa diabólica sonrisa
que me encanta. A pesar de que en varias ocasiones me ha acusado
de ser insaciable, nunca se niega—. ¿Has asegurado la puerta?
—Por supuesto —murmuro, enrollando la falda de su vestido hasta
su cintura. Mi mirada encuentra sus nalgas redondas y musculosas. Sólo
la aseguro cuando ella está conmigo. Y cuando ella está conmigo,
siempre está asegurada.
Engancho un dedo alrededor de la tela fina de su tanga, la jalo
250
hasta que se desliza y cae al suelo. Corriendo una mano entre sus
piernas, le ofrezco una sonrisa, la cual acepta con una misteriosa
sonrisa. Siempre está lista para mí.
Sin perder ni un segundo más, bajo la cremallera de mis
pantalones y meto la mano en el cajón superior en busca de un
condón.
—Joder —murmuro, cerrándolo de golpe.
Ella frunce el ceño.
—No tenemos más. —No puedo creer que no me di cuenta de
eso. Me voy a quedar con una erección furiosa a menos... No he estado
dentro de una mujer, sin protección, desde que era un idiota de
diecisiete años. Sentir a Charlie, piel con piel, sería el éxtasis. En este
momento estoy pensando que me importa una mierda. Pero sé que
después me preocupará. No quiero hacerlo por primera vez en mi
escritorio—. Tenemos que hacer que tomes la píldora.
Atrapo la expresión cautelosa que destella sobre sus rasgos. Es la
misma que me dio cuando le sugerí que abandonara su apartamento.
Lo entiendo. Se pregunta si estoy loco. Si estamos yendo demasiado
rápido.
Sin embargo, ante mis ojos, sólo hay una velocidad con Charlie.
Ahora.
De pie, se vuelve hacia mí. Sus dedos se abren paso por mis
caderas, serpenteando bajo mi bóxer para relajar mi piel desnuda. Baja
todo, liberando mi erección. —Entonces parece que tienes un problema
—dice con una sonrisa—. Siéntate.
Lo hago y ella está de rodillas en un santiamén, colocándose en el
suelo delante de mí, entre mis piernas. Cuando sus delicadas manos se
enrollan alrededor de mi longitud, dejo caer la cabeza hacia atrás y
cierro los ojos.
Y espero.
Espero en agonía, sabiendo lo que viene, a punto de explotar con
tan sólo la anticipación de su aliento caliente. Es tan buena en esto. No
tiene tanta práctica como Vicki y Rebecka, pero estoy feliz por eso,
porque significa... que no tiene tanta práctica como ellas. Y hay algo en
la forma en que comienza esto que me dice que no es un medio para
su propia satisfacción. Charlie quiere hacer esto por mí. Ese
pensamiento casi me hace perder el control.
Cuando siento la humedad de su lengua en mi punta, casi
exploto.
Me cuesta controlarme para no venirme como un niño de trece
años, al ver el cuerpo de una mujer desnuda por primera vez.
Gimo cuando me toma por completo, mientras se burla de mí 251
con sus labios, su lengua, sus dientes. Dejo que mis manos caigan
alrededor de su nuca y le aparto el pelo suavemente para poder ver su
rostro. Ella debe oír mi ronca respiración y sentir mi tensión, porque su
boca comienza a trabajar más rápido, más ardientemente.
Normalmente me tumbo, cierro los ojos y voy a la deriva. Pero me
gusta ver a Charlie. Podría verla hacer esto todos los días durante el
resto de mi vida.
Y no puedo dejar de pensar que nunca más quiero la boca de
alguien más en mí.
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Diss Herzig

—¡Las puertas están cerradas! —Ben pone con fuerza el auricular


frente a mí—. ¿Debería entregarte mi pieza, Señorita Gerente? —Es el
último turno de Ben en Penny’s. Él está aparentando una gran
celebración, pero detrás de esos ojos azules, he captado algún vistazo
de tristeza. Sé que va a extrañar su trabajo aquí.
Sacudiendo mi cabeza, digo—: Entrégaselo a Nate. No quiero
tocar tu pieza cubierta de cera.
—¿No? —Lleva un pretzel a su boca, su sonrisa ampliándose—. ¿Y
mi pieza cubierta de látex? —Aparentemente Ben dejó de trabajar 252
hace más o menos dos horas y desde eso ha estado bebiendo en el
bar, celebrando con los clientes habituales, así que está bien y
preparado.
—Vete a la mierda, Morris —gruñe Cain, apareciendo detrás de
mí para sujetar mis caderas y empujarme contra él.
Ben mira de mí a su nuevo ex jefe con una sonrisa, como si supiera
lo que hemos estado haciendo en su oficina hace menos de quince
minutos. —¿O qué? ¿Vas a despedirme?
—No, voy a expulsarte de Penny’s.
Eso tuerce rápido la sonrisa de Ben. —Bueno. Maldición. Entonces
es mejor que encuentre mi satisfacción —murmura, corriendo para
agarrar a Mercy de los muslos y subirla sobre su hombro. Ella chilla y le
pega a su espalda, aunque no parece tener mucha fuerza detrás de él.
Con una risita y sacudiendo su cabeza, Cain se agacha para
besar la curva de mi cuello. Todavía estoy conmocionada por su
disposición de mostrar su afecto tan abiertamente. Ha sido un cambio
rápido pero dramático. Y todos parecen estar aceptándolo.
Casi todos.
En mi visión periférica, veo a China mirando la exhibición. Yo la
evito y ella finge que no existo. Es el nivel perfecto de interacción. Sé
que Cain ve un lado de ella que yo no. Que nadie más ve. Aun así, no
confío en ella. No puedo evitar preguntarme, si ella me atacara como
lo hizo con Kinsley, qué haría Cain. ¿Elegiría entre las dos? Y ¿Me
elegiría?
No dudo de que China tenga fuertes sentimientos por él. Es decir,
¿cómo no? Ella lo conoce por años, yo lo he conocido por seis
semanas, la mitad de eso íntimamente, y en este momento no puedo
imaginarme la vida sin él.
Por mucho que odie lo que he hecho, hay una cosa de la que no
puedo arrepentirme.
Entregarme a él.
No sé si las cosas están yendo demasiado rápido. Estoy muy
cómoda con este Cain dispuesto a apreciar las normas básicas y
parece desinteresado en disminuir la velocidad. Está llenando su cocina
de Zucaritas y cada tipo de comida que me pueda gustar, me está
hablando sobre mudarme, dándome las llaves de su apartamento,
prácticamente exigiéndome que tome la píldora.
Todo sobre él grita “futuro”.
Y no he escuchado ni pío de Sam. Aunque todavía mantengo los
ojos abiertos, siempre consciente de mis alrededores, no con el mismo
nivel de inquietud que antes. Es más por costumbre que por nada más.
—¡Mesera! —Escucho gritar a Kacey, golpeando sus manos contra
253
la barra como un redoble de tambor. Detrás de ella, Trent la sobrepasa,
con las manos alrededor de su cintura, esos hoyuelos profundos en todo
su esplendor mientras le hace un guiño a Ginger.
—Charlie. —Storm se acerca, luciendo fresca y hermosa, incluso
en mitad de la noche y cuando debería estar durmiendo. Ella no duda
en ofrecerme un abrazo—. ¿Cómo va todo? ¿Cómo es trabajar como
la gerente de Cain?
—Menos explosivo —respondo honestamente y luego no puedo
evitar sonreír con suficiencia, porque eso no es realmente cierto. Soy
menos explosiva para el resto de la gente. La regla de Cain de “no
tener sexo en el lugar de trabajo” ha sido abandonada. Todos los días.
—¿Dónde está el idiota? —Los ojos de Kacey vagan por el lugar
mientras Ginger hace una fila de tragos de tequila.
—¡Justo aquí! —grita Ben, segundos después de abalanzarse y
levantar a Kacey por detrás en un gran abrazo. Dejándola en el suelo,
golpea el hombro de Trent como saludo y agarra un trago de la barra
justo cuando las luces sobre su cabeza se apagan y las del escenario
destellan otra vez.
—¡Vamos a comenzar esta fiesta! —La voz de Terry sale por el
altavoz, seguido por—: Señorita Mermelada. —Un desfile de bailarinas
sale detrás de la cortina usando una variedad de brillantes y coloridos
disfraces de cabaret. La cara de Ben se ilumina como un niño en una
heladería. Ginger me dijo que estaban planeando algo súper especial
para despedir a su gorila favorito. Aunque nada está coreografiado, de
todas formas es un muy buen espectáculo.
—Por el abogado. ¡Dios nos ayude! —grita Kacey y todos, incluido
Cain, agarramos un trago y lo bebemos, la quemazón arde en mi
garganta. Nate y algunos de los otros gorilas arrastran a Ben, de manera
voluntaria, sobre la fila de pervertidos para que disfrute la presentación.
—¡Está bien, Dee! —exclama Ginger, aplaudiendo—. Vamos a
hacer que Ben vomite esta noche. Créanme, lo merecerá. Cain… —Se
inclina—. ¿Harás el honor de la primera bebida?
Miro con sorpresa mientras Cain se aleja de mí para rodear la
esquina. No creo que lo haya visto realmente detrás de la barra, pero
imaginaría que años de tener una le daría toda la oportunidad de
practicar. Se mueve fácilmente, ni siquiera lee las etiquetas antes de
tener cuatro botellas en fila frente a él. Sonríe así mismo mientras
hábilmente comienza a medir y chorrear el tequila dorado en tres
mezcladores diferentes.
Lo siguiente son dos whiskies americanos. Para el momento en el
que lo veo inclinando el whisky escocés, estoy muy segura de que
preferiría prenderle fuego a mi lengua que beber lo que está
preparando. Mirando a Ben, recostado sin camisa en el escenario con 254
sus brazos recogidos bajo su cabeza, una sonrisa soñadora un su rostro y
con Hanna y Mercy bailando provocativamente sobre él, me pregunto
si él tampoco debería tomarlo.
—Va a ser una presentación de mierda aquí, muy pronto. —
Escucho murmurar a Cain al tiempo que regresa y se sienta a mi lado,
empujándome hacia él de nuevo.
—Te das cuenta que tus reglas estrictas van a salir por la ventana,
esta noche, ¿verdad? —dice Storm con una sonrisa.
—Sí. —Cain desliza sus manos por su cabello, dejándolo en un
desorden sexy—. Ya he apagado todas las cámaras. De todas formas
esto es una fiesta privada.
Storm y Kacey se giraron al mismo tiempo para mirarme.
Inclinándose a mi oído, Storm dice en voz alta—: Lo que sea que estás
haciendo con Cain, sigue haciéndolo.
Ginger es implacable con sus brebajes. Cain ni siquiera se inmuta
mientras su súper licor disminuye. Storm confisca las llaves de todos, solo
en caso de que los invitados se confundan en cuanto a lo borrachos
que realmente están.
En algún momento, cuatro bailarinas llevan a Ben a la habitación
VIP. O quizá fueron dos. No estoy muy segura porque Ginger sigue
dándome esos cócteles rosados que prometió son suaves. Creo que me
está mintiendo, porque acabar con mi resistencia está siendo un
verdadero desafío.
Carcajadas y gritos explotan cinco minutos después cuando Ben
se presenta con el bikini verde de Mercy y la sonrisa del gato Cheshire9.
Lo que Mercy está usando, o no usando en este momento, por suerte no
es evidente porque se quedó en la habitación VIP. La vista es la cosa
más divertida que he visto y la más poco atractiva, su basura está
colgando por los lados de los estirados interiores. Así de atractivo y de
bien construido como es Ben, nadie puede quitar su mirada.
Kacey golpea el suelo de la risa, medio hundiéndose, medio
rastreando el teléfono de la mano de Trent para tomar fotos de su
amigo ebrio subiéndose al escenario, dándole a todos una muy poco
placentera vista de él en una tanga.
Aunque a él claramente no le importa.
—Está bien. El show es suficiente para mí. Estoy cansada y Dan me
está molestando para que lleve mi trasero embarazado a casa —
anuncia Storm—. ¿Vas a estar bien con este desorden?
Cain se ríe. —Sí, no te preocupes por eso.
—De acuerdo, bien. —Girándose hacia mí, Storm me sonríe
dulcemente—. Vas a venir a la boda ¿verdad?
—Yo… —Realmente no había pensado en eso y Cain no lo ha
255
mencionado. Sé que es en pocas semanas. Y también sé que es el
oficial de la DEA Dan con quien se va a casar. A pesar de que me
encantaría ir, una parte de mí no puede sacudir la sensación de que
sería demasiado irrespetuoso con ellos. Eso podría corromper su
matrimonio sin que ellos lo supieran.
—Por supuesto que va a ir. —El brazo de Cain hábilmente se
desliza alrededor de mi cintura para acercarme—. Si puede tener esa
noche libre, eso sí. Escuché que su jefe es un idiota.
—Sí. —Le doy mi mejor sonrisa evasiva—. Probablemente va a
darme un momento duro.
La mano de Cain aprieta mi muslo como respuesta.
—Con respecto a eso… —Storm se inclina para darme un
abrazo—. Buena suerte en la mañana, Charlie.
—Bueno, eso suena como el beso de la muerte si alguna vez he
escuchado uno.
Con risa, se estira sobre sus dedos de los pies para darle un ligero
beso en la mejilla a Cain. —Feliz cumpleaños.
Mi mandíbula cae cuando la conmoción me golpea.

9 El famoso gato sonriente de Alicia en el País de las Maravillas.


Por el guiño que me da, la retorcida Storm sabe que Cain no me
ha iluminado. Juzgando por el ceño fruncido en su rostro después de
que captura mi expresión, habría sido feliz de mantenerme en la
oscuridad.
—¿Hoy? ¿Así que es, hoy? —Finalmente me las arreglo para que
salgan.
—Justo ahora. —Storm tira un beso mientras sale.
—No es la gran cosa —murmura. Mira mi cara con seriedad, por
fin Cain quita su mano, haciéndome una seña. La tomo y me lleva de
nuevo hacia la oficina. El aire está mucho más frío aquí y lo agradezco,
prácticamente cayendo en el sofá negro de cuero. La lámpara de su
escritorio se enciende. Eso produce un brillo tenue y agradable, mucho
más agradable que la penetrante iluminación fluorescente de antes.
—Aquí, toma esto. Te ayudará mañana. —Cain sacó una botella
de agua del pequeño refrigerador. Se sienta a mi lado mientras me la
tomo toda.
—¿Soy yo o tu oficina gira después de horas?
Con una risita, gentilmente me baja hasta que mi cabeza está
descansando en su regazo. No puedo evitarlo pero inhalo
profundamente, su perfume lleva mi nivel de intoxicación a donde un
montón de tragos no pudo. Los dedos acarician mi cabello de una 256
forma relajante y gimo como reacción.
—¿Te divertiste esta noche?
—Sí. —Sonrío, una sonrisa perezosa escapándose—. De verdad,
aquí todos me gustan. Especialmente Ben en un bikini. —La mano de
Caín se detiene abruptamente. Yo por accidente me abofeteo en la
frente cuando levanto mi mano para golpear la suya, instándolo a que
continuara—. Sigue haciendo eso. —Creo que mi petición es lo
suficientemente coherente porque sus dedos comienzan a moverse de
nuevo, solo que ahora el dedo índice de su otra mano sube y baja por
mi mejilla en una manera íntima—. ¿Por qué no me dirías que es tu
cumpleaños? Es decir, somos… —Dejo el resto sin decir. Lo cierto es, que
él no sabe mi verdadero día de cumpleaños. O mi verdadera edad. No
tengo derecho a estar enfadada con él. Y no lo estoy.
Estoy dolida.
—No tiene nada que ver con no querer decírtelo, Charlie. Solo
que no me importa mi cumpleaños.
—¿Porque te estás volviendo viejo?
Resopla. —No, sabelotodo. Porque nunca crecí celebrándolos.
Fruncí el ceño, levantando el brazo para entrelazar mis dedos con
los suyos. ¿No celebrar nunca tu propio cumpleaños? Incluso Sam, un
despiadado asesino traficante de drogas, siempre se aseguró de que
cada uno de mis cumpleaños fuera especial. Pasaríamos todo el día
juntos y yo escogería las actividades. No importaba qué fuera. Él lo
haría.
—¿De qué te estás riendo? —pregunta Cain de repente.
No me di cuenta de donde me encontraba. —Oh, solo
imaginaba el año en el que hice que mi papá bajara conmigo por el
tobogán en una montaña empinada en mi cumpleaños. —Resoplo
cuando la visión me golpea—. Sam se salió a mitad de camino de la
montaña y dio volteretas el resto. Pensé que estaba enojado conmigo,
pero… —Recuerdo que veo su cara cuando finalmente paró de rodar.
Solo tenía diez años, pero por una fracción de segundo, estaba
aterrorizada de que estuviera enfadado conmigo por hacerlo salir—
…solo se rió. Terminó tirándose tres veces más antes de quejarse de que
su viejo cuerpo no podía manejarlo.
Siento los músculos de Cain tensarse debajo de mí. —Bueno, creo
que eres afortunada.
Ahora me siento como una completa idiota. Trato de enmendar
mi error desabrochando la mayoría de sus botones y deslizando mi
mano por debajo para tocar su piel desnuda. Cain parece responder
muy bien al afecto físico. Creo que no tuvo mucho de ello mientras
crecía. Entonces de nuevo, después de que mi madre murió, yo
tampoco. Ella me daba grandes y apretados abrazos. Pero Sam era 257
más de comprar regalos y decir cosas agradables que de repartir
abrazos todos los días.
Tal vez es por eso que Cain y yo no podemos mantener nuestras
manos fuera del otro. —Lo siento, Cain. No conozco la clase de padres
que no celebran los cumpleaños de sus hijos —ofrezco lentamente—.
Pensaba que era algo obligatorio.
La sonrisa triste de Cain está llena de oscuridad. —Ella celebró
uno. —Hay una pausa larga, tan larga que me giro para asegurarme de
que no haya perdido el conocimiento. Está despierto, sus ojos están fijos
en un lado del escritorio, su mente obviamente está lejos—. En mi
cumpleaños catorce, mi mamá me presentó a esta chica llamada Kara.
Dijo que era la hija de un amigo de las afueras del pueblo y me pidió
que la invitara a salir. La chica era caliente y mayor y yo no tenía
planes, así que pensé, ¿por qué no? Esa noche ella me recogió en una
camioneta. Manejamos alrededor un poco, hablamos sobre nada
importante, y luego entró a un estacionamiento oscuro y vacío.
Comenzamos a besarnos y tocarnos. Maldición, no iba a quejarme.
Todavía era virgen y ella parecía agradable contra mí. Las cosas se
pusieron pesadas y antes de saberlo estábamos en el asiento de atrás,
ella desnuda y colocándome un condón.
—Suena como un sueño hecho realidad a los catorce —suelto,
seguido por un—: Lo siento. —Esos son la clase de pensamientos que se
supone debo mantener dentro de mi cabeza.
Cain resopla. —Fue… hasta que me llevó a casa y vi las lágrimas
bajando por sus mejillas. No podía comprenderlo. Parecía que le
gustaba. Cuando llegué a casa lo primero que mi mamá me preguntó
fue “¿Estuvo bien?”. —Escucho los dientes de Cain rechinando—. En ese
tiempo no tenía idea en lo que mi mamá se encontraba involucrada.
Un año después, unos amigos y yo irrumpimos en la casa donde mi
mamá hacía funcionar sus negocio de contabilidad, la casa antigua de
mi abuela. No había estado allí en años. Era media noche, estábamos
tomados, y sólo queríamos un lugar para quedarnos. Resulta que el
negocio de contabilidad era más que un pasatiempo, y una fachada
para lo que realmente pasaba dentro de la casa. Encontré a Kara en
una habitación con un hombre casado y viejo. Después de que lo eché,
ella admitió que mi madre había armado todo, esa noche en la que
estuvimos juntos. Ella quería asegurarse de que Kara podía seguir
adelante con el sexo remunerado. Así es como perdí mi virginidad. A los
catorce, con una prostituta, dispuesta para mí por mi madre. —La
cabeza de Cain cae hacia atrás contra el sofá—. Kara terminó con una
sobredosis unos años después —ofrece con la mirada perdida.
—Oh Dios mío, Cain. —Mi pecho se aprieta. Tantos recuerdos de
la niñez de Cain que terminan con sexo, drogas, muerte o una
258
combinación devastadora.
Volteándome, me muevo para apoyarme sobre mi codo,
intentando distraerlo de sus oscuros pensamientos. Pero rápidamente se
sale de debajo de mí, murmurando—: Mejor voy a ir a revisar las cosas
afuera. —Sin una mirada atrás, se va.
Un bulto espinoso se sitúa en mi garganta. ¿Esto es por su
cumpleaños? O ¿Cain está molesto conmigo por algo? No puedo
soportar ese pensamiento. Quizá no debí haberlo provocado. Nunca
provoco. No debería comenzar ahora, murmurando y mareada por
esas estúpidas bebidas. Cuando regrese, me callaré, envolveré mis
brazos a su alrededor, y lo sostendré fuerte.
Hasta entonces, solo descansaré mis ojos por un momento. Se
siente tan bien cerrar mis ojos…
Traducido por Sandry
Corregido por Julieyrr

El lugar es un jodido desastre, vasos y botellas vacías en todas


partes. Nate está sentado en el escenario con la espalda apoyada en
la barra del striptease, encorvado. Centrándome en él, un poco más de
cerca, veo que sus ojos están cerrados.
Las risitas de la habitación V.I.P. me dicen que Mercy y los otros,
probablemente Ben incluido, todavía están ahí, profanando el espacio.
Aparte de ellos, el lugar está vacío. Enciendo las luces y agarro un poco
más de agua, luego compruebo las puertas para asegurarme de que
están cerradas y la seguridad establecida.
Charlie está roncando tranquilamente cuando vuelvo. Pongo una
259
manta sobre su cuerpo y paso un buen rato viendo a la mujer por la que
he llegado a preocuparme tan profundamente.
Y luego saco su archivo de mi armario. Compruebo la fecha de
nacimiento para confirmar que se trata del veintitrés de septiembre.
Nunca he estado en Indianápolis, pero me resulta difícil de creer que
tengan suficiente nieve para montar en trineo en septiembre. Esa es mi
primera pregunta. Sin embargo, tal vez haya una explicación. Tal vez lo
celebraron con unos meses de retraso. Tal vez fueron al Polo Norte para
su cumpleaños.
Aunque, más importante… ¿quién coño es Sam?

***

Sé que está despierta antes de que haga un sonido o mueva un


músculo. Lo noto en su cuerpo, la forma en que se pone rígido contra el
mío. Me las arreglé para deslizarme anoche por debajo de su comatosa
constitución y tomar unas cuantas horas de sueño con ella en mis
brazos. —¿Sabes qué hora es? —pregunta con voz ronca y la siento
tragar varias veces.
Agarro de nuevo mi teléfono que puse en la mesita de noche,
abriéndolo para comprobar. —Las once.
Ella deja escapar un pequeño lindo gemido. —Dios, bebí mucho
anoche. Nunca había bebido tanto.
—¿Cómo te sientes?
—Puede que esté todavía borracha.
Me río y luego hago una mueca de dolor, haciendo su aparición
el primer signo de mi propia resaca. La siento tragar de nuevo y me doy
la vuelta para tomar una botella de agua. —Toma, bebe esto.
Ella gime con aprecio, moviéndose en mi ingle. —¿En serio, Caín?
—niega con la cabeza.
—Lo siento —murmuro—. Es por la mañana y estás tumbada
encima de mí.
—Hmm... —Observo mientras se mueve despacio en una posición
sentada. No he olvidado lo que dijo anoche. Estaba borracho, pero no
estaba tan borracho. Sé que le dije que no me importa su pasado. Y es
verdad. Pero hemos estado juntos desde hace semanas. Me gustaría
saber quién coño es Sam y por qué se está refiriendo a él como su
padre, cuando el nombre de su padre es George Rourke.
¿O no lo es? 260
Parándose, se tambalea un poco, usando la pared para
apoyarse mientras se dirige hacia el cuarto de baño. —Sí, estoy
bastante segura de que todavía estoy borracha —anuncia,
toqueteando la luz interior antes de cerrar la puerta.
Si no fuera yo, tal vez no me preocuparía mucho acerca de esto.
Pero este soy yo y ella todavía no ha divulgado una maldita cosa
acerca de sí misma, incluso después de decirle mi historia para que ella
la juzgara. Me quedé despierto debajo de ella durante horas, tratando
de racionalizarlo, diciéndome a mí mismo que no me importaba. Aun
así, siento filtrándose una sensación de amargura. Un toque de traición
de esta mujer que no confía en mí o en mi palabra, que nunca podría
utilizar para echarle en cara su pasado.
Al mismo tiempo que escucho el tirar de la cadena del baño, su
teléfono empieza a sonar. Normalmente, no se me ocurriría meterme en
sus cosas. Ahora, sin embargo... no dudo. Abro su bolso. Saco su
teléfono fuera.
Y contesto.
—¿Hola?
Hay uno o dos segundos de aire muerto y luego,—¿Quién eres?
—Soy Cain. ¿Buscas a Charlie?
Otra pausa. —Sí. ¿Cómo la conoces?
No me gusta la calma, incluso el tono de su voz. Suena
manipulador. —Lo siento, ¿no tengo tu nombre? —El número está
marcado como "desconocido", por lo que no me ayuda.
Una risa suave y condescendiente me responde. —Eso es porque
no he dado un nombre.
Este debe ser el mismo tipo con el que Ginger habló. No tengo
paciencia para esto. —Bueno, entonces creo te puedes ir a la mierda.
Un silbido agudo llena mi oreja. —No pareces ser el tipo de
hombre con el que quiero a mi hija.
—¿Perdón? —No esperaba eso. Y el padre de Charlie está en
Pendleton, por lo que no puede ser verdad—. ¿Quién eres? —Espera...—
¿Eres Sam?
La línea se corta.
El teléfono se encuentra todavía en mi mano cuando Charlie sale
con la cara recién lavada. Se congela, sus ojos ahora violetas
deslizándose desde el teléfono en mi mano, a su bolso abierto y a lo que
supongo que es una expresión pétrea en mi cara.
—¿Qué haces? —está tratando de sonar casual, pero es
imposible. Casi puedo ver la onda de choque cuando ondula a través
de ella.
261
—¿Quién es Sam? —No puedo evitar mi tono mordaz.
Ella palidece, abriendo su boca para temblar por un segundo. —
¿Hablaste con Sam? —Su mandíbula se cierra al instante, como si no
hubiera querido decir eso en voz alta. Hay miedo innegable en su voz y
mi ira se tambalea mientras la preocupación se instala.
Así que Sam sí existe. Y ella tiene miedo de él. —No lo sé, Charlie.
El hombre con el que acabo de hablar dijo que era tu padre pero no
quiso dar su nombre. ¿Así que tu padre es Sam o George? —Puedo
decir por la mueca en su cara que está tratando de procesar la lógica
detrás de mis palabras. Suspiro—. Estabas hablando del trineo con tu
padre anoche. Lo llamaste “Sam”, pero el nombre de tu padre es
George. Así que...
Ella aparta los ojos para lanzarse en la oficina, en busca de algo.
Una respuesta. O un escape. Sus ojos de repente se abren mientras el
pánico vuela a través de ellos. —¿Le diste tu nombre?
—Sí, lo hice —respondo con calma.
De alguna manera, su rostro palidece aún más. —¿Por qué?
—¿Por qué no, Charlie? ¿Por qué no habría de hacerlo?
Su cabeza se sacude hacia atrás y adelante, liberándose del
pánico y del miedo y... de todo. —No tenías ningún derecho de meterte
en mis cosas o de contestar mi teléfono.
De pie, coloco suavemente el teléfono en el bolso. —Supongo
que no.
Me doy la vuelta y salgo al club.

***

—Algunas personas necesitan dormir —murmura John atontado.


—Entonces no duermas con el teléfono junto a la cama —replico.
Con un fuerte gemido, seguido de un ataque de tos que me deja
encogiéndome ante el sonido de la flema mañanera en los pulmones
de John, mi investigador privado demanda—: ¿Qué necesitas?
—¿Hay alguna posibilidad de que su identificación sea falsa?
—¿Supongo que te refieres a Charlie?
—Sí —espeto con impaciencia. Cuando regresé a mi oficina
después de media hora, Charlie se había ido. Cogió ya sea un autobús
o un taxi, porque ella no tenía su camioneta aquí.
Tengo casi decidido ir en coche a su casa y forzar la verdad.
Aunque no me atrevo a hacerlo todavía.
—Es malditamente buena si lo es. Ella tiene un pasaporte válido, 262
certificado de nacimiento... todo. Tal vez sea una identidad robada. Se
necesitaría una gran cantidad de dinero en efectivo y grandes
conexiones para lograr eso.
—Pero es posible. —¿Todo lo que sé acerca de Charlie es una
mentira? ¿Ha estado mintiendo todo este tiempo?
Sus exhalaciones fuertes golpean en el teléfono. —Sí, supongo.
—Bueno. ¿Puedes ver qué más se puedes obtener sobre Charlie
Rourke? Fotos viejas de la escuela, fotos de gimnasia, cualquier cosa. Y
averigua si hay alguien con el nombre de “Sam” en su vida.
—Lo haré.
Cuelgo. Me quedo mirando mi teléfono, el nudo en la garganta
asfixiándome. Quiero llamarla. Pero, ahora mismo también estoy
enfadado.
Además, sin embargo, siento algo que no he sentido en años.
Estoy herido.
Traducido por CrisCras
Corregido por Eli Mirced

Sabía que estaba viniendo.


Me senté en un banco del parque con vistas al agua durante
horas, mirando a todas las personas que viven sus propias vidas, que se
preocupan por pagar sus rentas y por el bar al que irían el fin de
semana.
Esperando a que mi teléfono sonara. Y ahora está sonando, en la
pantalla se lee “número desconocido”.
263
Él es cualquier cosa, menos desconocido.
Mi estómago se retuerce en nudos mientras respondo.
—Hola, ratoncito.
—Hola. —Todavía estoy asombrada por qué llamara a mi
teléfono. Está registrado bajo “Charlie Rourke” y estoy segura de que
está usando un teléfono desechable, pero aun así, está rompiendo una
de sus normas.
—¿Cómo van las cosas?
—Bien.
—Bien. El clima es encantador en casa. —Pequeña charla. A Sam
siempre le gustó mantenerlo simple.
—También es agradable aquí.
—Bien, bien. —Hay una pausa—. Necesito que revises tu correo
electrónico.
Mi estómago cae.
—¿Qué? —No… no oí eso bien. Han pasado solo unas pocas
semanas. Se suponía que tenía meses, o más. O para siempre. —Pensé
que estábamos bajo perfil.
—Estábamos. El problema ha sido resuelto.
¿Qué? —¡No! —Tomo una profunda y temblorosa respiración.
Nunca le he dicho que no a Sam. Jamás—. Quiero decir…
—¿Hay algo mal? —Hay una larga pausa—. ¿Es debido a Cain?
Él también podría haber extendido la mano a través del teléfono
y haberme arrancado las entrañas directamente de mi cuerpo.
Ahora Sam tiene el nombre de Cain. ¿Cuánto tiempo antes de
que tenga más? —No. —Mis manos nunca han temblado tanto como
ahora. Ni siquiera tengo la firmeza para empujarlas por mi cabello.
¿Por qué tenía Cain que hacer eso? ¿Por qué? Hoy tuve que
luchar para que no escapara un jadeo de mi boca cuando salí para
encontrar mi teléfono en su mano y esa extraña e inexplicable mirada
en su rostro. Fue como un puñetazo en mi estómago.
Y luego empezó a interrogarme, como había temido que hiciera
durante semanas. No sabía qué hacer, qué decir, así que… lo volví todo
contra él. Como si él fuera el culpable de todo esto.
Podía decir que estaba furioso conmigo. Peor, por la mirada en
sus ojos, podía decir que estaba herido. Cuando me dio la espalda y
salió, hice la única cosa que pude pensar. Salí a la calle y detuve un
taxi.
—¿Sabe él…? —la voz de Sam se desvanece, engañosamente
tranquila.
264
—¡No! —eso sale fuerte y rápido e inconfundible—. Nada.
—¿Entonces cómo tenía mi nombre? —Sospecha. La oigo filtrarse
de su voz. Él piensa que me ha atrapado en una mentira.
—Estaba borracha. Permití que se me escapara tu nombre. Sin
embargo, fue algo inofensivo, acerca de mi cumpleaños y…
—¡Nada es inofensivo! —suelta, y me estremezco. Con un suspiro,
ajusta su tono, aunque el hielo que desprende es inconfundible—. Estás
allí por una razón. ¡Harás lo que te pida y seguirás las normas! Y, si no
sientes que me lo debes por darte todo lo que tienes, entonces lo harás
por el bien de tu amigo, porque si tengo que ir hasta allí, me aseguraré
de que él no me cause más problemas. ¿Entiendes?
El terror se apodera de mis pulmones. De algún modo no creo que
una simple conversación con un chico adolescente —como tuvo más
que probablemente con Ryan Fleming— sea lo que Sam tiene en mente
ahora. —Está bien. —Me las arreglo para decir con voz rasposa.
—Muy bien, ratoncito. De inmediato. —La línea muere.
Entrando rápidamente en la cuenta de Gmail, encuentro la
carpeta de borradores. Efectivamente, las instrucciones están ahí.
Diez de la noche. Eddie y Bob. Joder… Bob. ¿Cómo va a ir eso?
Tengo la esperanza de que se dé cuenta de su propio error una vez esté
sobrio. ¿Tal vez se disculpará?
Tal vez soy la mayor idiota del mundo.
Tengo que salir del trabajo esta noche. Me pregunto si Cain me
querrá siquiera allí más.
Si Sam se apodera de él, deseará que yo nunca hubiera
atravesado su puerta.

***

Nunca me di cuenta de lo pesada que es la puerta negra de la


parte trasera de Penny’s.
Podría simplemente haber telefoneado a Cain. O haberle escrito
un mensaje.
Y aun así aquí estoy, caminando a través de ella, ansiando verlo,
lista para arrastrarme de rodillas para suplicar su perdón. No puedo
pensar mucho más allá de eso ahora mismo, excepto que necesito ver
a Cain. Y que estaré haciendo la caída esta noche, para hacer feliz a
Sam. Para encontrar algo de alivio. 265
Después de eso… no puedo pensar en ello. Sé qué tiene que
suceder y simplemente no puedo enfrentarlo ahora mismo.
Al tercer golpe, la puerta se abre y el gigante cuerpo de Nate
llena el marco de la puerta. Su cara se divide inmediatamente en una
gran sonrisa cuando me ve. Brilla la esperanza. Tal vez Cain no me odia,
después de todo. Si Cain me odiara, Nate lo sabría.
Camino por el pasillo hacia la oficina de Cain, las mariposas
agitándose, preparándose para hacer una interpretación ganadora de
calambres femeninos mortales, completada con manos presionadas
contra el abdomen y doblar la espalda. Eso es lo único que se me
ocurre y, dado que mi periodo debe llegar en cualquier día, debería
funcionar bien.
Abro la puerta para encontrar a China con su falda subida hasta
la cintura, sentada a horcajadas en el regazo de Cain en su silla, sus
labios unidos a los de él.
Y las mariposas caen muertas.
Traducido por Niki
Corregido por LucindaMaddox

Malditamente perfecto.
Estaba a un segundo de la mover a la fuerza a la descarada
China de mi regazo porque no quería bajarse voluntariamente
―después de saltar sobre mí, sin invitación― cuando decidió plantar sus
labios en los míos, aplastando mi despido.
Y, por supuesto, ese es el momento exacto en que Charlie se
presentó sin previo aviso. Porque esa es la clase de suerte que tengo.
Por sus grandes ojos y mandíbula colgando, puedo decir que
Charlie está a la vez sorprendida y herida.
266
Y no puedo culparla.
En un rápido movimiento, quito a China de mi regazo ―tratando
de no empujarla demasiado duro cuando la muevo― y me paro,
enderezando mis pantalones. Los ojos de Charlie hacia abajo me dicen
que el bulto en los pantalones es notable. ¡Diablos! ¡Eso no era por
China! Eso era porque, mientras que China estaba trabajando en un
problema básico de matemáticas, yo estaba mirando el lazo de plata
que colgaba en mi puerta, recordando cómo entré para encontrar a
Charlie llevándolo ―y sólo eso― un par de noches atrás.
Esto es exactamente por lo que nunca debería tener relaciones
sexuales en mi oficina.
Aclarando su garganta, su voz es extrañamente tranquila. ―Lo
siento, debería haber llamado. Vine a decirte que necesito la noche
libre. No me siento bien.
No se siente bien. Mentira.
Yo tampoco. ¡Joder, China!
Me entretengo. ―¿Qué pasa, exactamente? ―Pregunta estúpida.
―Problemas femeninos ―Sus ojos se desvían al suelo y sé sin lugar a
dudas que está mintiendo.
Pero que puedo decir, excepto―: Claro, está bien. Te llevaré a mi
casa.
―No. Está bien ―dice rápidamente. Comienza a girar y mi mano
vuela instintivamente, apretando sobre su antebrazo. No con fuerza,
pero lo suficiente para mantenerla allí.
―Eso no era lo que parecía, Charlie. Lo juro.
Responde con una sonrisa tensa. Torciéndose fuera de mi
alcance, se vuelve sobre sus talones y rápidamente se va. Oigo el golpe
de la puerta de salida pesada cerrarse un momento después.
Y fue entonces cuando exploto. ―¿Qué demonios fue eso? ―Me
doy la vuelta y pongo una mirada asesina en China, que tiene la
decencia de mantener los ojos en el suelo mientras se muerde el labio―.
¿Qué te hizo pensar que estaría bien? ―Recogiendo mi vaso de mi
escritorio, me trago atrás el último sorbo, esos pocos segundos de
emoción en el rostro de Charlie repitiéndose en mi mente―. ¡Maldita
sea, China! ―El vaso vacío vuela de mi mano y choca con una pared
del fondo antes de que me diera cuenta de que lo tiré. Se detona en
innumerables fragmentos.
Nunca he perdido mi temperamento como esto con un
empleado, pero, esta noche, no puedo evitarlo. Me veo como un más
pulido pero igualmente fangoso Rick Cassidy. 267
Me toma un momento detener mi agitación, y, finalmente, doy la
vuelta para enfrentar nuevamente a China.
Y mi corazón se hunde.
Allí está, arrinconada detrás de mi escritorio, temblando, con los
hombros apretado cuando se encoge. Todo el color de su rostro, ha
desaparecido. La China que trabaja la multitud como si tuviera
marionetas colocadas en las espaldas ha desaparecido, reemplazados
por una joven lamentable cuyo padre solía gritar y lanzar platos hacia
ella. Justo antes de que él la violara.
Mi mano vuela sobre mi boca cuando me doy cuenta de lo que
he hecho.
Mierda.
―Cristo… ―Empiezo a correr, pero cuando se encoge más,
detengo mis pasos, sosteniendo mis manos en señal de rendición―. No
voy a hacerte daño. ―Me acerco con mucho cuidado, hasta que esté
lo suficientemente cerca que puedo envolver mis brazos alrededor de
su cuerpo tembloroso y tirar de ella contra mí, todo mientras el espesor
en mi garganta crece. Aliso su pelo negro hacia atrás con la mano
mientras las lágrimas comienzan a fluir, humedeciendo mi camisa.
―Lo siento ―ofrece entre sollozos, con voz tan lamentable, tan
débil, tan infantil―. Solamente siempre he querido hacerte feliz.
―Lo sé. ―Tiene que volver a la terapia. Lo estaba haciendo tan
bien. Entonces comenzó a concentrarse en vencer a su trastorno de
aprendizaje y dejó que la otra parte de la terapia deslizarse. No debería
haberlo hecho. No debí dejar que eso suceda. China aún necesita
ayuda profesional. Y mucho.
Cuando se calla, pero se mantiene presionada contra mi pecho,
pregunto, con una voz tan suave como sea posible―: ¿Qué te hizo
hacer eso? Ya hemos hablado de esto. Pensé que habías entendido.
Hay una larga pausa, durante la cual llega hasta secar algunas
lágrimas. ―No lo sé.
―China. ―Jugar al despistado nunca le ha convenido.
―Sólo pensé que lo necesitas.
Lanzo un suspiro y maldigo a mi puta polla por iniciar esto. La
chica hace dinero olfateando chicos cachondos con el suficiente
dinero para gastar en ella. Demonios, tiene un radar de erección.
―Lo que necesito ―digo mientras alejo a China para mirar
directamente a sus suplicantes ojos verdes―, es que sepas que nunca te
usaría para eso.
Deja caer su mirada hacia mi pecho y asiente. Con los labios
fruncidos, susurra―: ¿Es la que amas?
268
Por supuesto. Debería haber sabido que esto es lo que se trataba.
No aparto mi mirada cuando digo muy lentamente: ―No lo sé todavía.
Tal vez.
No puede evitar que las lágrimas brotando de sus ojos. ―¿Por qué
ella, Cain? ¿Por qué no yo?
Ahh… Jódeme… Todavía estoy enojado con ella, pero mi
compasión lo eclipsa. ―No lo sé. Estas cosas están fuera de nuestro
control, a veces. ―Tiro de su cuerpo mientras ella empieza a llorar de
nuevo, murmuro para mis adentros: No estoy seguro de que vaya a
importar de cualquier manera, ahora.
Le doy diez minutos más de mi tiempo.
Y luego se la doy a Nate ―quien no es muy feliz con la idea de
una China sollozando en él― y me voy tras Charlie.
Traducido por Sandry
Corregido por Jaky Skylove♡

Tengo tantas ganas de agarrar ese teléfono.


Mi mano tiembla, imaginando la barba incipiente de Caín
presionada al otro extremo.
El lento y pesado latido de mi corazón se acelera con recuerdos
de Caín, de lo que pasó entre nosotros, de verlo con China. Aseguró
que no era lo que parecía... China dándole un baile privado, mientras
su lengua presionaba su garganta. Casi me retorcí al verlos. Sentí un
puñetazo en el estómago.
Me siento como una tonta.
269
¿Eso ha ocurrido antes, entre ellos? ¿Ha sucedido desde que está
conmigo? Envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, aplastado por
esos pensamientos. ¿Ha mentido todo este tiempo?
¿Tengo derecho a enfadarme con él, teniendo en cuenta la
forma en que le he mentido?
Quizás Caín estaría mejor con China. O una mujer como China. O
alguien que no sea yo, en serio. Cualquier persona que no lo pusiera en
peligro como yo lo hago, por ser tan egoísta y tan estúpida como para
creer que podía tener un futuro con él. Mi vida de mierda se siente a
punto de explotar, aquí, en el estacionamiento de una gasolinera.
No fui a casa. No pude. Caín me rastrearía, luego me
desmoronaría en un lío de sollozos. Tal vez incluso seria lo
suficientemente estúpida para decirle todo.
Y eso lo pondría en un peligro real.
No sé cuánto más de esto podré soportar.
Traducido por Juli
Corregido por Gabbita

—Espero que lo disfrutes —ofrece la joven detrás del mostrador,


lanzándome una sonrisa burlona mientras me entrega la tarta de lima,
rozando intencionadamente mis dedos. Es bonita, pero no puede tener
más de dieciocho años y eso es demasiado joven para mí. Además,
dudo mucho que yo sea lo que busca, a menos que tenga problemas
con su padre.
—Gracias —ofrezco cortésmente. No la reconozco, pero no he
estado en esta cafetería en meses. Cuenta con la mejor tarta de lima
en la ciudad y estoy en camino de ver a Storm. No sé qué hacer. Charlie 270
no está en su apartamento, ni en mi condominio. No contesta su
teléfono. Me voy a volver jodidamente loco.
Mientras atravieso la puerta principal y paso al patio, noto las
mesas recién ocupadas.
Una cara bonita atrapa mis ojos.
Es la gemela de Charlie.
Tiene la misma nariz, los mismos grandes ojos marrones, la misma
boca ancha. Pero su cabello no es rubio y rizado, es de color negro
azabache y largo, como el de China. Mis pies reducen la velocidad por
voluntad propia mientras parpadeo varias veces. Finalmente he
enloquecido. Finalmente me he obsesionado tanto con Charlie que la
estoy viendo en todas partes.
Está inclinada sobre una mesa, bebiendo una limonada, junto a
un hombre canoso con una remera roja de golf. No puedo ver su cara,
pero lo que él dijo debe ser gracioso porque ella ladea la cabeza hacia
atrás y se ríe.
Al igual que hace Charlie.
Sé que debería moverme, pero estar allí y ver como ella desliza la
pajilla en su boca para otro trago, dejando que su mirada pase sobre
las mesas a su alrededor, a un televisor en la esquina, a la pasarela
peatonal.
A mí.
Todo el color se drena de su cara. Su mandíbula cae cuando el
reconocimiento destella en sus ojos.
Y al instante, sé que estoy mirando a Charlie.

271
Traducido por Val_17
Corregido por florbarbero

Esto no puede estar pasando.


De todos los lugares en el mundo para que Cain esté en este
momento, la maldita cafetería donde me voy a encontrar con Jimmy
no debería ser uno de ellos. Esto está más allá de mal. Lo único que
podría empeorarlo es…
Esto.
Mi pulso comienza a golpear en mis oídos en tanto miro a Cain
caminar hacia el patio cubierto. Toma toda mi fuerza de voluntad el no
apretar los ojos y rezar. Rezar para que siga caminando. Que todo esto
272
sea una ilusión. Que Cain no esté realmente aquí. Que finalmente me
he vuelto loca.
—Charlie, ¿cómo estás? —Su tono es demasiado suave, como si
no hubiera nada inusual en esta situación. Como si yo no estuviera en
una cafetería, usando una peluca, claramente tratando de disfrazarme,
en lugar de estar en mi casa con una bolsa de agua caliente y una
botella de Midol. Está acostumbrado a mi nombre y no hay inflexión en
su voz, así que no hay dudas. Él me reconoce.
—Hola. —Me las arreglo para soltar, incapaz de calmarme para
actuar indiferente acerca de toda esta situación. No hay nada
indiferente sobre esta situación.
Esto podría hacer estallar todo.
Hay una pausa y luego Cain cambia su atención a Jimmy, quien,
aunque puedo decir está incómodo por cómo se mueve
repentinamente en su silla y me mira de esquivo, no está francamente
alterado, como yo. Estirando su mano, le da a Cain una amplia sonrisa.
—Hola, soy Jimmy. El tío de Charlie.
Las cejas de Cain se disparan. —Tío… —Pasa un momento antes
de que acepte la mano de Jimmy—. Mucho gusto. Soy…
—Dylan —grito. Cuando hablo de nuevo, me aseguro de ajustar
mi tono—. Tío Jimmy, este es Dylan. —Arriesgo una mirada hacia Cain
para ver sus ojos de acero sobre mí.
Por favor que él me siga la corriente.
—Sí… —dice Cain, la palabra flotando mientras su boca se curva
ligeramente, sus ojos nunca dejando mi cara—. Aunque algunas
personas me llaman Cain.
Mi corazón golpea en mi pecho. Debería haberlo sabido. Cain no
tiene miedo de dar su nombre. No tiene miedo de nadie.
Me pregunto si tendría miedo de Sam.
Sin preguntar, Cain retrocede para agarrar una silla de la mesa
junto a nosotros. Balanceándola alrededor, se sienta. Finalmente noto la
tarta de limón en su mano mientras se sienta a la mesa. Me hace pensar
en Storm. Debe estar yendo a verla esta noche.
—¿Vives por aquí, Jimmy? ¿O estás en la ciudad por una visita? —
La voz de Cain es tan suave. No parece en absoluto incómodo y no sé
por qué, solo al verlo quiero desgarrar mi propia piel y huir en este
momento.
Jimmy le da esa jovial sonrisa suya. —Oh, acabo de llegar de
Nueva York por la semana de negocios.
273
Asintiendo, Cain pregunta—: ¿Y qué es lo que haces?
—Soy dueño de una empresa de construcción por aquí. Enfocada
principalmente en lugares comerciales.
Los veo a ambos charlar casualmente ida y vuelta, Jimmy
mintiéndole fluidamente a Cain y Cain aceptando cada mentira sin
ninguna expresión en absoluto, aunque sé que él no le cree ni una
palabra. Me pregunto si la verdadera Charlie Rourke incluso tenía un tío.
No tengo idea. Pero apuesto que Cain lo averiguará, si ya no lo sabe.
Todo lo que sé es que esta conversación tiene que terminar
ahora. Simplemente no sé cómo terminarla. Mentir no es tan fácil para
mí como solía hacerlo. No desde que conocí a Cain.
Jimmy está tan consciente de la hora como yo. La llegada al
hotel es en diez minutos y tengo que estar allí en veinte minutos. No
puede haber retrasos. No quiero darle a Bob otra razón para estar
enojado conmigo. Él sorbe lo último de su limonada de forma grosera y
luego anuncia—: Bueno, fue un placer conocerte, Cain.
Sí, el tío Jimmy sabe que mentía sobre el nombre. Está
comprobando mentalmente a Cain ahora, notando su estatura, su
peso, su color de pelo, color de ojos, la cicatriz en su frente, el tatuaje
tribal en su bíceps asomándose por debajo de la camiseta gris.
Tal vez incluso el de su cuello. Si Jimmy le dice a Sam sobre ese…
Esa fue una despedida si alguna vez escuché una. El problema es
que Cain no está aceptándola. Desliza el brazo sobre el respaldo de mi
silla y extiende las piernas, poniéndose cómodo. Si no lo conociera
mejor, pensaría que es plenamente consciente del intento de
despedida y está dándole a Jimmy un cortés “vete a la mierda”. Me
sorprende que no le haya entregado una tarjeta de negocios.
—Sí, también fue un placer conocerte, Jimmy. —Se gira para
mirarme, sus ojos pasando sobre mi peluca por un momento antes de
ponerlos en los míos. Como si me estuviera haciendo saber que, sí, notó
mi peluca. En caso de que hubiera alguna duda—. ¿Me dejas darte un
aventón a casa?
Me voy a enfermar. Siento la sangre drenarse de mi cara. —No,
estoy bien, conduje hasta aquí —contesto en un tono cortante. Ni
siquiera estoy permitiéndome sentir la punzada de dolor por el incidente
con China en estos momentos. Sólo necesito que Cain se vaya. Él
estando aquí, hablando con Jimmy, es suficiente para causarme un
ataque.
—Así que, ¿cómo se conocen? —pregunta Jimmy, sus ojos fríos y
sombríos flotando entre mí y el brazo de Cain en mi silla.
Me aclaro la garganta, luchando por pensar en algo. No puedo
darle a Cain la oportunidad de responder. Todo lo que Sam tiene ahora
es un nombre. No puede averiguar acerca de Penny’s. 274
—Tenemos un amigo en común —responde Cain antes de que
pueda soltar una mentira. Esa no es una mentira, pero es una respuesta
intencionalmente vaga. Gracias a Dios, Cain no tiene interés en que
Jimmy sepa sobre él.
—Oh, en serio… —Jimmy se rasca la barba, nervioso, como si
estuviera pensando—. ¿Cuál es el nombre de este amigo? ¿Lo he
conocido a él? ¿Ella?
Y aquí vamos. Jimmy está reuniendo información.
—No, no podrías. Sólo es una chica que vive en mi edificio. —Para
tratar de alejarlo de cualquier suposición acerca de Cain y yo siendo
una pareja, añado con vacilación—: Ella es su novia.
Siento la mirada mordaz de Cain, pero no me giro para
encontrarla.
La mejilla de Jimmy se infla cuando presiona su lengua contra ella,
mirándonos y asintiendo lentamente. Decidiendo algo, le echa un
vistazo a su reloj y anuncia—: Bueno, mi querida Charlie. Creo que hay
un lugar en el que debemos estar. —Haciendo un punto al levantarse,
Jimmy estira la mano—. Encantado de conocerte. Ahora, si nos
disculpas.
Cain la toma. —Igualmente, Jimmy. —No oculta la frialdad en su
mirada.
Lo sigo, levantándome y agarrando mi bolso y las llaves del auto
rentado de la mesa.
—Charlie, ¿un momento por favor? —El tono de Cain es cortante.
Puedo ver el destello de molestia en los ojos de Jimmy, pero no
quiere hacer una escena… aún. Él pone una voz alegre y sonríe. —
Estaré por allí, Charlie —dice, moviéndose a no más de tres metros de
distancia, fingiendo comprobar sus mensajes.
Sé lo que está haciendo. Está tratando de conseguir una imagen
de Cain.
Sin duda, para Sam.
Agarro los brazos de Cain y lo giro de espaldas a Jimmy. —¿Qué?
—susurro con dureza. Mi nivel de pánico ha alcanzado nuevas alturas.
—Charlie… —Los ojos de Cain deambulan por mi cara y cabello
de nuevo. He experimentado muchos momentos íntimos con este
hombre, y sin embargo, en este momento no podría sentirme más lejos
de él—. Por favor, no hagas lo que sea que estás a punto de hacer. No
puedo… —se interrumpe abruptamente, tensando esa mandíbula que
he tenido en mi boca innumerables veces.
Un nudo doloroso llena mi garganta. Él lo descubrió. Tal vez no del
todo, pero sabe que es algo malo. —¿Podemos hablar de esto más
tarde?
275
Puedo ver la lucha interna dentro de él. ¿Aún querrá tener algo
que ver conmigo más tarde? Cain podría hacer un montón de cosas en
este momento. Podría dar la batalla. Podría tirarme en su auto.
O podría alejarse.
Finalmente, con los ojos entrecerrados, pregunta—: ¿Estás en
peligro?
—No —miento rápidamente, mis ojos parpadeando a donde se
encuentra Jimmy, su cabeza girada e inclinada como si estuviera
tratando de escuchar la conversación.
—¡Charlie! Tenemos que irnos. Tu padre está esperándote —grita
Jimmy con una voz más severa de lo que jamás lo escuché usar
conmigo. Tal vez ese es su tono normal. No sé nada sobre Jimmy. Podría
ser un asesino a sangre fría. Podría estar planeando la muerte de Cain
en estos momentos.
No tengo que mirar el rostro de Cain para saber que hay una
tormenta cíclica de preguntas sin respuesta girando en su cabeza. ¿Se
está preguntando por el padre que está en la cárcel? ¿O el que llamó
hoy?
No necesito mirar, y sin embargo lo hago. Mi corazón se detiene.
No me pierdo su sacudida sutil de su cabeza, con los dientes
apretados.
La decepción.
La ira, cuando se da cuenta que la mujer con la que no ha sido
más que amable, generoso y amoroso es una mentirosa.
Escucho la agonía en mi voz mientras susurro—: Tienes que
dejarme ir. —Para siempre. No soy buena para él.
—¿Quieres que te deje ir? Bien. —Lo veo tragar duro y luego su
rostro se vuelve piedra—. Considérate ida.

***

—¿Qué es esto? —El tipo voltea algunos mechones de pelo negro


entre los dedos—. ¿Una peluca?
—¿Quieres tomarla prestada? —pregunto suavemente, dejando
que mis ojos se muevan deliberadamente a su calvicie incipiente.
Consigo una mirada fría y pétrea a cambio. —Tienes una boca
inteligente, ¿no?
Es lo único evitando que me orine en mis pantalones justo ahora. 276
Me muerdo la lengua para no decir nada y escaneo la pequeña
habitación de hotel por algo importante que notar. Es un hotel diferente
al de antes, pero igual de lujoso. Eddie y Bob están aquí —sin ningún
tipo de familia como cubierta— pero también está este nuevo tipo. Él es
más pesado, con ojos saltones y barba oscura de un par de días que
disimula las marcas de viruela en sus mejillas. Se hace llamar Manny. Al
parecer, es el nuevo socio de Eddie. Tal vez lo es, pero hay un protocolo
estándar y Eddie claramente lo ha roto.
Manny no tiene que estar aquí. Al segundo en que lo vi sentado
en la cama, hice un movimiento para irme pero Bob estaba allí,
bloqueando mi salida, agarrando mi bolso antes de que pudiera pensar
en sacar la pistola.
Sabía que estaba atrapada.
El dolor en mi pecho inmediatamente floreció. No hay nada que
pueda hacer excepto rezar porque esto no sea una trampa, tratar de
no perder el control de mi vejiga, y salir corriendo de aquí al segundo en
que tenga la oportunidad.
Bob empieza su registro corporal de nuevo. Afortunadamente es
en silencio y rápido esta vez —con menos manoseo involucrado— y me
permito soltar un pequeño suspiro de alivio. No he recibido ni una
mirada, ni una palabra, ni un parpadeo de un ojo que tenga que ver
con “el incidente”. No puedo evitar notar que su nariz se ve de alguna
manera diferente. Un poco hinchada. Y hay un bulto en el puente. Me
pregunto si eso fue cortesía de Nate.
Me recuerdo que esto es un negocio. Un negocio repugnante e
ilegal pero, como Sam racionalizó antes, todos en esta habitación sólo
quieren hacer un montón de dinero. Sólo necesito calmarme y…
El sonido de un pequeño clic es la única advertencia que consigo
antes de que el frío metal de una pistola presione contra mi sien.
Un latido.
Dos.
Tres.
Cada uno más lento, más fuerte, más duro. Una extraña oleada
de calma me inunda por un momento. Y entonces mi estómago
abandona mi cuerpo, llevándose con él mi capacidad de hablar, de
pensar, de respirar.
—Así que, ¿qué clase de imbécil es este tipo Sam, de todos
modos? Quiero decir, ¿quién envía a una pequeña perra a este tipo de
tratos? Eres buena metiendo droga en tu coño y conduciendo para
cruzar la frontera. ¿Realmente pensó que no pondríamos una bala en ti
y nos alejaríamos con el dinero y la mercancía? Él no es el único que
puede traer esto para nosotros.
277
Lucho contra el temblor en mis piernas mientras Manny arrastra el
cañón de la pistola a lo largo de mi mejilla hacia mi boca, para trazar
mis labios. No puedo evitar que mis rodillas se tambaleen. Apenas me
están sosteniendo. —No eres tan respondona ahora, ¿verdad? —
Empuja el arma un poco, lo suficiente para que pueda saborear una
extraña mezcla de suciedad, metal, sal y aceite. El más pequeño
lloriqueo se me escapa—. Por supuesto, una bala es desastrosa. No me
gusta tratar con ese tipo de desastres. Toma horas limpiarlo.
No paso por alto sus palabras. La promesa en ellas hace que mi
corazón deje de latir por completo, como si alguien ha puesto la mano
sobre el péndulo para detener el tiempo. Mi tiempo, es decir.
Un tranquilizador entumecimiento comienza a inundar mi cuerpo,
mezclándose con el terror, y mis pensamientos derivan mórbidamente
lejos. Me pregunto qué cantidad de mi sangre realmente golpeará el
papel tapiz oro-y-marrón. Eso dejaría mucho que limpiar. ¿Van a
hacerlo aquí o en algún otro lugar?
Un fuerte chasquido suena en mi oído. No es el seguro, no es la
cámara cargando…
El gatillo.
Manny simplemente jaló el gatillo.
El frío me invade en una repentina oleada desde la cabeza hasta
los pies, cada parte de mi cuerpo paralizado a excepción de mis ojos.
Ellos observan la habitación de hotel, Eddie, Bob. Todavía estoy aquí.
Todavía estoy viva.
Tal vez no lo escuché. Tal vez sólo fue mi imaginación.
La boca de Manny se está moviendo de nuevo. Toma toda mi
atención escuchar sus palabras. —… o también podríamos cortar este
pequeño y apretado cuerpo en mil pedazos y alimentar a los caimanes.
—Me muestra dos dientes de plata cuando sonríe. Los miro fijamente,
preguntándome cuánto tiempo va a alargar esto, mientras mueve el
arma de mi boca, deslizándola por mi barbilla, siguiendo el contorno de
mi garganta. Trago con fuerza cuando sigue moviéndola del cuello a mi
pecho. El cañón de la pistola baja la parte superior de mi camiseta
hasta que expone el encaje en mi sujetador—. Por supuesto, haría un
buen uso de esto primero. Sería un desperdicio no hacerlo.
Mi atención se desliza a sus manos —grandes manos de aspecto
áspero con nudillos velludos. Estoy segura de que él no es suave. Un
único escalofrío recorre mi cuerpo. Estoy segura de que esto va a ser
diez veces más horrible de lo que viví con Sal.
Y no estaré alejándome esta vez.
Me pregunto qué pasará después de que me vaya. ¿Le importará 278
a Sam? ¿Buscará venganza? O… ¿este fue el plan desde el principio?
Incautación de drogas fallido que deja a chica muerta en hotel.
Tal vez Sam realmente me ama.
Tanto que de hecho no puede hacer lo de suicidarse por lo que
ha preparado a Manny para hacerlo.
Ojalá hubiera besado a Cain hoy. Sólo un último beso. ¿Le
importará que me haya ido? ¿Siquiera se molestará en tratar de
contactarme de nuevo? ¿Averiguará que estoy muerta?
Ahora puedo ver la pistola, ver las manos de Manny, ver su dedo
en el gatillo mientras lo tira. Salto con ese chasquido pero por lo demás
permanezco quieta. Me quedo congelada. ¿Cómo? No lo sé. ¿Cómo
no he perdido el conocimiento aún?
—Maldito cargador. No estoy seguro de cuántas balas tengo aquí
dentro —murmura Manny con una sonrisa cruel.
—Manny —escucho llamar a Eddie de algún lugar en el fondo. Al
menos eso creo. Mis sentidos están más agudos y al mismo tiempo se
sienten completamente poco confiables—. Deja de jugar juegos. Es
innecesario.
—Eres una excepción —murmura Manny, ignorando a su
compañero—. Tengo a un par de perras trayendo cosas desde México.
Se dejan caer de rodillas por mí tan pronto como les muestro mi arma,
arrastrándose y llorando. Pero tú… —Su mandíbula se desencaja
mientras me estudia, sus ojos moviéndose a mi pecho. Empuja el metal
más duro contra mi pecho… más duro… más duro… hasta que aprieto
mis dientes para no gritar de dolor—. Tratando de ser dura. Apuesto que
llorarías al final. Eso está bien, aunque… —Con la pistola aún presionada
dolorosamente en mi pecho, estira su mano libre para agarrar la parte
interna de mi muslo. Puedo sentir el calor de sus dedos mientras aprieta
mi carne dolorosamente fuerte—. Te haré gritar de una manera u otra.
La sensación de frío muy dentro de mí se extiende cada vez más
amplio, tomando plenamente el control de mis sentidos ahora, mientras
mi respiración se vuelve superficial.
Y sé que la conmoción se ha instalado.
La conmoción es buena.
La conmoción me hará atravesar esto.
Si algo puede hacerme atravesar esto.
Eddie sigue hablando en el fondo. —Esta es buena mercancía,
Manny. No quemes este puente para nosotros justo fuera de la puerta.
—Está sentado en la cama, su mano sobre la maleta, su rostro está
tranquilo, pero sus ojos llenos de cautela.
Al principio, no creo que Manny lo escuchara. Pero luego veo sus
ojos estrecharse, y puedo decir que está sopesando sus opciones. Me
279
imagino que sé cuáles son: por un lado de la balanza está una valiosa
mercancía de drogas que él podría sacar de aquí gratis, pero tiene que
lidiar con un cuerpo y posibles repercusiones; y por el otro lado hay una
relación de negocios a largo plazo. ¿Qué tan a largo plazo, en
realidad? ¿Habrá dos caídas o diez antes de que él haga cumplir su
promesa? Me imagino que es sólo cuestión de tiempo.
—Todo está bien. Todo aquí —dice Bob, moviendo la multitud de
frascos—. Vamos a terminar con esto y seguir adelante. No necesitamos
un desastre que limpiar.
—Sólo recuerda este momento si alguna vez piensas en venir aquí
con la policía en tu bolsillo. —Con un último vistazo largo y duro a mi
cara, Manny deja caer su brazo y se aleja. No me permito tomar una
respiración completa, incluso cuando Bob me entrega el bolso lleno de
dinero, abierto.
Lucho por mantener mi enfoque en el dinero mientras volteo
algunos manojos, asegurándome de que no son papel periódico o
papel en blanco. Aunque, la verdad, no veo cuál es el punto. Si estos
chicos quieren estafar a Big Sam, fácilmente pueden. Si quieren
violarme y cortarme en mil pedazos para los caimanes, también pueden
hacerlo. Manny tiene razón. Las mujeres jóvenes son utilizadas como
mulas sustituibles a través de las fronteras para entregas pequeñas, no
para completar transacciones masivas en habitaciones de hoteles.
Enviarme aquí sólo es un desastre inminente.
—Estamos bien —me las arreglo para soltar, aunque mi garganta
está seca. Tiro la correa por encima de mi hombro y me giro, mi
audición deformada, mi visión borrosa mientras me enfoco
intensamente en la puerta.
—Espero volver a verte —grita Manny con una voz malvada
mientras Bob me acompaña hasta la puerta. Cuando salgo, un puño
agarra mi muñeca—. Chica.
La última cosa que quiero hacer es hablar con él, pero no tengo
mucha opción. Está apoyado en la puerta, mirando sobre el hombro,
como si no quisiera que lo escuchen. —Si te vuelvo a ver, prometo que
haré un buen uso de esa cama, ¿lo entiendes? —Habla en un bajo,
rápido y áspero susurro—. Vete a la mierda de aquí y no regreses. No
voy a asumir la responsabilidad de tus amigos del club cuando
aparezcan muertos. —Libera mi muñeca de un tirón y vuelve a entrar,
cerrando la puerta silenciosamente detrás de él.
Dejándome de pie sola en un pasillo con una bolsa de dinero, una
burbuja de vómito subiendo, y el conocimiento de que estuve a
segundos de morir esta noche.

280
Traducido por Sandry
Corregido por Laurita PI

—Así que... —El brazo de Storm sigue ligado alrededor del mío
mientras caminamos por la acera, el calor sofocante del verano hace
nuestro ritmo extraordinariamente lento.
—¿Estás segura que deberíamos estar caminando por aquí? —
pregunto, deslizando mi mirada hacia su creciente barriga.
Aplasta mi preocupación con su mano libre. —Sí, estoy bien. Y si
no lo estoy, me puedes llevar de vuelta. Ahora, deja de tratar de
cambiar de tema. —Me observa atentamente con su linda y curiosa
mirada—. ¿Qué hiciste para que te presentaras en mi puerta esta noche 281
con esa mirada triste en tu cara?
Con un suspiro, murmuro—: No sé por dónde empezar, Storm. —
Storm es la persona más libre de prejuicios que he conocido. Sé que
puedo decirle cualquier cosa y no preocuparme por su desaprobación.
Tampoco lo divulgará. Elevando mi mano libre para frotarme la tensión
de mi cuello, le doy el resumen básico de las últimas semanas,
terminando en los eventos desastrosos de hoy.
Gime. —Oh, Cain. Lo siento mucho. Jodida China. —Suena tan
confuso escuchar a Storm maldecir. Por otra parte, nadie pensaría que
ella solía balancearse por un aro de metal encima de mi escenario
hace tan sólo unos años. Pero si alguien puede hacer que Storm
maldiga, es China.
—Lo sé. Pero China tiene problemas. Tú sabes eso.
—Todo el mundo tiene problemas, Cain. Deja de poner excusas
para ella. —Me regaña Storm—. Y si tienes alguna esperanza de una
relación con Charlie, entonces sabes lo que tienes que hacer.
Suspiro, lamentando las palabras. —China se tiene que ir. —Ya mi
pecho se aprieta, visiones de la mujer de pelo negro de rodillas sobre
una alfombra sucia delante de un idiota agrede mi conciencia.
Maldición—. Pero ella está tan cerca de…
—Tiene que irse, Cain —dice Storm con más fuerza—. Todos
tomamos nuestras propias decisiones. Tú la has ayudado más de lo que
nadie ha hecho y probablemente más de lo que nadie hará. Ahora
tiene que ayudarse a sí misma. —Se detiene y da unos pasos delante de
mí, empujando mi pecho con un dedo con manicura—. Y tú tienes que
dejar de vivir en el pasado o vas a morir como un hombre muy triste,
muy solo. La idea me rompe el corazón. —Retrocediendo, le da a mi
brazo un masaje suave y luego incita la conversación—. Así que viste a
Charlie en la cafetería, con una peluca, con este tío...
Le digo el resto, incluyendo la llamada de teléfono del sujeto que
supuestamente es su padre, "Sam”.
—¿Y no coincide con lo que Jonh ha averiguado para ti?
—No. —Una parte de mí se siente como si estuviera traicionando a
Charlie divulgando esto, incluso a Storm, pero no sé qué más hacer. No
sé qué pensar. Con un silbido a través de mis dientes apretados, sacudo
la cabeza y admito—: Estuve tan cerca de tirarla sobre mi hombro y
sacarla de allí.
—Estoy sorprendida de que el Cain Cavernícola no hiciera acto
de presencia —dice con una risa tonta, su visión se nubla mientras sus
pensamientos van a la deriva hacia el pasado, estoy seguro de que lo
hice con ella. Nunca me olvidaré. El primer día que Storm llegó con
mucho maquillaje alrededor de su ojo y una historia acerca de una 282
desafortunada caída en la pared, mi instinto me dijo que llamara a John
y le invitara a hacer una investigación sobre su marido. Cuando entró
con un labio hinchado una semana después, mi instinto dijo que a la
mierda la investigación. Nate y yo fuimos a su casa para encontrar a un
imbécil drogado en el sofá y a un niño pequeño llorando en la cuna.
Storm comenzó a balbucear acerca de cómo él estaba estresado,
cómo ella le había dicho algo estúpido, que él nunca le haría daño a
Mia. Todas las excusas típicas utilizadas por una mujer maltratada. Había
oído todo eso antes. Es por eso que recogí a Mia con un brazo y,
agachándome, alcé a una Storm asustada, con los ojos llorosos, por
encima de mi hombro. En retrospectiva, probablemente podría haberla
escoltado para que saliera por sus propios pies, pero en ese momento,
lo único que podía pensar era en llenar mis brazos, así que no tuve la
oportunidad de vencer a ese idiota sin sentido.
Pero no me atreví a hacer eso esta noche, a Charlie. Quería que
tomara esa decisión por su cuenta, que viniera a casa conmigo por su
propia voluntad. No quería forzarla. Nunca he querido forzarla.
Necesito saber que me elige.
Pero en lugar de eso, me pidió que la dejara ir.
Y lo hice. Con mis palabras, de todos modos. En esos pocos
segundos, quería que sintiera el dolor que yo sentía.
—Bueno, estoy segura de que lo hubieras descubierto, pero suena
como si estuviera metida en algo. La pregunta es en qué.
—Sólo hay unas pocas cosas que podrían ser. —La sola idea de
ella follándose a otro tipo hace que mis puños formen una bola. Pero mi
instinto me dice que no es eso. No tiene la práctica suficiente como
para estar haciendo eso profesionalmente. Si no es eso, ¿qué más?
¿Robo...extorsión...drogas?
Mierda.
Drogas.
—¿Qué?
—Nada. —Mientras echo un vistazo a Storm a través de la esquina
de mi ojo, su frente arrugada me dice que puede haber llegado a la
misma conclusión por su cuenta. Aún así, no voy a expresarlo en voz
alta. No puedo poner a Storm en esa posición. La conozco. Se lo diría a
Dan. No porque quiera meter a Charlie en problemas; pensaría que la
ayudaba. Pero Storm es ingenua en ese sentido. Obtener a la DEA10
involucrada sin saber exactamente lo que está pasando, podría poner
la vida de Charlie en riesgo. He visto todo esto antes. La pondrán en una
pequeña habitación y le sonsacaran la información, y le darán a elegir
si quiere pasar los próximos veinticinco años en la cárcel o confesar
quién le está haciendo hacer esto. 283
Confesar quiere decir testificar. Testificar significa que alguien va a
querer verla muerta.
Tengo que encontrar a Charlie. Ahora.

10Administración para el Control de Drogas es una agencia es la agencia del


Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha contra el
contrabando y el consumo de drogas.
Traducido por Niki
Corregido por Miry GPE

No me molesto en sonreírle al valet en este momento cuando me


subo a mi coche esperando. Ni siquiera pienso en ello. No corro del
lugar de entrega de efectivo. De hecho, si la aguja no me decía que
iba a sesenta y cinco kilómetros por hora, diría que mi coche se hallaba
aparcado en medio de la carretera.
El texto de Jimmy llega al teléfono prepago que me entregó esta
noche y hago lo que se esperaba, caminando con rigidez a mi Sorento.
Cuando estoy segura en su interior, con las puertas cerradas con llave y
la llave en el contacto, tengo el tiempo justo para coger y abrir la bolsa 284
de plástico de repuesto ubicada en la guantera, antes de que todo el
contenido de mi estómago salga al exterior.
Me encuentro sudando frío cuando el teléfono empieza a sonar.
—Hola. —Oigo el vacío en mi voz.
—¿Todo bien, ratoncito?
¿Acaso Sam sabía que Manny estaría allí? ¿Me hizo eso a
propósito, para asustarme? ¿O es Manny "la otra manera de entrar" que
Sam buscaba? No tengo que usar nombres y dar detalles, aunque es un
teléfono prepago y no se puede grabar esta conversación todavía. De
repente, no me importa. De todas las cosas que debía preocuparme,
policías escuchando esta conversación no es una de ellas. —Eddie tiene
un socio. Él se hallaba allí esta noche. Su nombre es Manny. Puso una
pistola en mi cabeza y apretó el gatillo, pero la cámara estaba vacía.
Luego me amenazó con cortarme en mil pedazos y alimentar a los
caimanes. Dijo que iba a robarte. —Las oraciones salen entrecortadas y
sin emoción.
Un silencio de muerte se establece con mis palabras. Espero. No
digo nada y escucho, hasta que oigo una inhalación aguda. Me
imagino a Sam sentado en su sótano, fumando un cigarro mientras me
habla.
—¿Todo lo demás salió como se planeó?
Sam no suena nada preocupado porque alguien estuvo a
segundos de matarme esta noche. Pero Sam es tan difícil de leer como
yo. He aprendido de los mejores, después de todo. —Sí. —Tienes tu
dinero, Sam—. No voy a hacer esto nunca más. Esta fue la última vez. —
Cierro mi mandíbula obstinadamente combatiendo la urgencia de dar
marcha atrás.
No voy a volver allí.
—Eso no es una opción. Tengo grandes planes para nosotros. Iba
a sorprenderte con esto, pero he guardado algo para ti, a través de
algunas empresas de bienes raíces. Un año con Manny y tendrás más
dinero de lo que puedes soñar.
—¿Un año? —Mi voz estalla con una estridencia que nunca he
oído en mi misma. No lo puedo controlar—. No voy a durar un año. ¿No
acabas de escuchar lo que dije? Manny va a mata…
Sam me interrumpe con un borde afilado. —Sabía que iba a estar
allí. Él sólo se aseguró de que eras de fiar, eso es todo. ¿De verdad crees
que alguna vez te mandaría a alguna parte donde pensara que te
harían daño?
—Ya lo has hecho. —Mi susurro frío es de alguna manera más duro
que la voz aguda de hace un momento.
—Ese fue un error por el que te compensé. ¡Con un gran riesgo 285
para mí, por ti! ¿Ya lo has olvidado?
—Nunca olvidaré lo que hiciste con él. —Me compensó. Porque la
ejecución de un hombre se supone que me haría sentir mejor.
—¿Y has olvidado todo lo que he hecho por ti?
Me trago la burbuja de culpa tratando de surgir, luchando por el
dominio de mi amargura. Pero no digo nada.
—Yo me encargo de Manny, Ratoncito —dice Sam en voz baja,
con dulzura—. Él sólo se mantenía en ascuas, pero me aseguraré de que
sepa que eres digna de confianza. Porque lo eres, ¿verdad?
Sam trata de apaciguarme. Me hace sentir como si en realidad
me estuviera haciendo un favor. —Sólo quiero salirme. No me importa el
dinero.
En un instante, su tono es glacial de nuevo. —En serio... la niña
mimada no se preocupa por el dinero. ¿Te va a importar cuando no
puedas pagar por tu educación? ¿O tus ropas de lujo y tu coche? Me
pregunto si te preocupará cuando estés prostituyéndote para poder
pagar las cuentas a fin de mes.
Demasiado tarde, Sam.
¿Cómo pudiste hacerme esto?
Sam nunca me ha hablado así antes. Hay una larga pausa. —
Vamos a hablar mañana, cuando hayas dejado de ser tan irracional. —
El teléfono pita, finalizando la llamada.
El shock por la experiencia cercana a la muerte no ha
desaparecido, pero una adrenalina familiar empieza a surgir de regreso
ahora: ese palpitante dolor familiar en mi cavidad torácica, la dificultad
para respirar, el alivio asociado a preguntarme cómo sería simplemente
caer dormida y nunca despertar de nuevo.
Todas las cosas de las que encontré un breve escape con Cain.
Pero fui una idiota. No hay un escape real.
Sam no me dejará ir. Nunca me dejará ir.
—Tengo grandes planes para nosotros. —Hago eco de sus
palabras en un susurro mientras envuelvo mis dedos alrededor del
volante, cuando absorbo la gravedad de la situación. Esas palabras son
como una pesada puerta de acero que se cierra por encima de mí.
Atrapándome de nuevo en esta jaula sofocante que es mi vida.
De alguna manera mantuve las lágrimas a raya mientras hablaba
por teléfono con Sam, pero ahora que me encuentro sola, se vierten
libremente, ardiendo contra mis mejillas.
Sam sabe de Cain.
286
Tiene un nombre, una descripción física. Tal vez incluso una
imagen, aunque no lo mencionó. ¿Cuánto tiempo tardará antes de que
Sam lo encuentre? Si me quedo aquí, le pondré una diana en el pecho.
No puedo poner a Cain en más peligro.
No le haces eso a la gente que amas.
Enciendo mi Sorento, salgo a la calle, las luces y señales están
borrosas por las lágrimas.
Sin destino, conduzco.
Sé a dónde mi corazón egoísta quiere que vaya. Ya ni siquiera me
preocupo por el incidente de China. Dado que acabo de tener un
arma apuntando a mi cabeza, parece trivial. No sé por qué China se
hallaba en su regazo. Él dice que tenía una buena razón y le creo.
Pero le pedí a Cain que me dejara ir. Y así lo hizo.
Lo que hace que lo que tengo que hacer sea más fácil.
Siento la libertad que he probado desvanecerse.
Mientras Jimmy me sigue.
Me sorprende que incluso lo haya notado. No lo habría hecho, si
no hubiera mirado en el espejo retrovisor en ese preciso segundo para
ver un sedán negro, tres coches atrás, hacer un giro a la izquierda, la
farola reflejando sus brillantes cubre rines personalizados.
Se veía muy parecido al coche en el que me subí al iniciar esta
noche. Siete minutos y tres vueltas más tarde, no puedo negar que es el
mismo coche.
Paso por la entrada de mi edificio de apartamentos —temblando
por la facilidad con que podría haber traído a Jimmy allí, entregándole
otro poco de información que le podría llevar a Caín— y sigo el camino
dirigiéndome a un restaurant de veinticuatro horas al otro lado de
Miami.
Lejos de todos los que he llegado a amar.

287
Traducido por CrisCras
Corregido por Mel Markham

—¿Cain?
El mínimo pelo que le queda a Tanner está de punta cuando
responde a su puerta, medio dormido, las noticias deportivas de la
jornada sonando a todo volumen en el fondo de su apartamento.
—Necesito una llave del departamento de Charlie.
Frunce el ceño. —Bien… er… la ley dice…
—A la mierda la ley, Tanner —espeto—. O me das la llave o
echaré la puerta abajo y entonces tendrás que lidiar con los contratistas 288
para arreglarlo.
Farfullando algo ininteligible, Tanner extiende la mano y agarra el
gigante anillo de llaves que cuelga en la pared al lado de la puerta. Me
recuerda a un carcelero en ese sentido, pero no digo nada. Empujando
hacia delante con el ceño fruncido, siento sus ojos en mi espalda
mientras camino hacia el 1-D. Tanner es un superintendente fantástico.
—¿Charlie? —llamo mientras entro en el oscuro apartamento.
Estoy casi seguro de que no se encuentra aquí porque su coche no está
afuera en la parte delantera. Aun así, sé que tiene un arma y preferiría
no ser disparado esta noche.
El silencio responde.
Podría volver en cualquier minuto, así que no pierdo tiempo,
encaminándome directamente a su habitación. No espero encontrar
mucho, ya que mi armario y mi tocador están llenos de su ropa y sus
cosas femeninas han invadido el armario de mi baño. De hecho,
basado en mi inspección superficial de su dormitorio, la habitación está
vacía, excepto por las sábanas sobre su cama.
Y el cajón inferior de la cómoda.
Empiezo a rebuscar en el surtido de ropa de entrenamiento
compuesta por pantalones cortos, camisetas, pantalones de yoga,
hasta que doy con una… dos… tres… saco cinco pelucas enterradas
por debajo. Rubia, morena, pelo corto, pelo largo. Los mechones son
sedosos entre las yemas de mis dedos. Estoy bastante seguro de que es
pelo de verdad, y si es real, eso significa que estas pelucas son caras.
Convenientes para disfraces de alta gama.
Y delitos de alta gama.
La castaña rizada hace un ruido fuerte cuando la estrello contra
la pared con ira. ¿Cómo no me di ni cuenta? ¡He estado durmiendo,
trabajando, enamorándome de esta mujer!
Tienen que ser drogas. No es de extrañar que ella haya sido tan
reservada. ¡Mierda! Dado quién es Dan, mi pasado… todo se añade.
Recuerdo cómo se quedó congelada cuando se dio cuenta de que
había hablado con este tipo, Sam. No hace falta ser un genio para
descubrir quién es él, él la está controlando —y ella está aterrorizada de
él. Tal vez él es su verdadero padre. Eso significaría que ella ha asumido
la identidad de otra persona, porque la que me dio es real.
Alguien se tomó muchas molestias para ocultar quién es ella en
realidad.
Rápidamente, busco en el resto del lugar, pero no encuentro
nada interesante. Y ningún arma. Debe de tenerla con ella.
No queda mucho que hacer excepto sentarme en su sofá —
inhalando el débil olor de su perfume floral que todavía permanece.
289
Deslizo mi teléfono fuera del bolsillo y marco su número. Y espero. Pero…
¿qué demonios voy a decir? ¿Acusarla de tráfico de drogas por
teléfono? Mierda. Debería haber pensado esto mejor.
Con un pesado suspiro, mi pulgar se acerca al botón de “finalizar”
cuando la dulce voz de Charlie me pide que deje un mensaje. Pero
descubro que no puedo pulsarlo. No puedo romper esta conexión con
ella. ¿Qué pasa si es la única que me queda? ¿Qué pasa si esta es mi
única oportunidad de sacar todo de mi pecho?
—Hola, Charlie. —Mi voz se quiebra con su nombre. Podría no ser
su nombre real, pero es el único que conozco. Para mí, ella es Charlie. Es
la mujer que me robó el corazón antes de que me diera cuenta siquiera
de que tenía sus manos sobre él. Me río en el teléfono, sin perderme la
ironía. Contraté a una ladrona, después de todo.
Como una compuerta, las palabras comienzan a verterse libre y
rápidamente mientras intento ganarle al límite de tiempo del sistema de
mensajería. Explico lo que sucedió con China y que voy a despedirla.
Explico cómo acabo de rebuscar entre sus cosas y que sé que está
metida en algo —o sospecho que está metida en algo— y cómo no me
importa, siempre y cuando me permita ayudarla a salir de ello. Haré lo
que haga falta para ayudarla a salir de ello.
Explico cómo me gustaría no haberle dicho nunca esas palabras
esta noche, cómo no podría dejarla ir nunca. Cómo podemos resolver
esto.
Cómo me he enamorado de ella.
No es hasta que el servicio contestador me corta que me doy
cuenta de que todo mi cuerpo está temblando.
Me inclino hacia atrás. Tomo una profunda y calmante
respiración.
Y espero a que ella venga a casa.
No va a salir de mí vista otra vez hasta que confíe en mi
completamente. Hasta que obtenga hasta la última confesión de su
hermosa boca.
Hasta que consiga sacarla de este jodido desastre.

290
Traducido por Juli
Corregido por Jasiel Odair

Gané el enfrentamiento.
Después de cuatro tazas de café y dos trozos de tarta de
manzana, vi el Sedan negro salir de la zona de aparcamiento y dirigirse
a la izquierda. Es probable que haya averiguado que me encontraba
detrás de él. Hay una buena probabilidad de que esté esperando en un
estacionamiento cercano hasta que salga con mi camioneta, así que
miro la ventana durante otras dos horas, hasta que mis ojos están
pesados y me debato seriamente acurrucarme en el banquillo.
Pero no puedo, porque todavía tengo mucho que hacer, 291
incluyendo la primera cosa egoísta que he hecho desde el día en que
entré en Penny’s. Tan pronto como la camarera regordeta de mediana
edad regresa de su descanso para fumar, le pido cortésmente un
bolígrafo y un papel.

***

Abrazo mi mochila a mi cuerpo. Hay cincuenta mil dólares en ella,


por lo que, naturalmente, me siento como un blanco con un letrero
encima de mi cabeza que dice “quítenme todo lo que tengo”. Esto es
todo lo que tengo, junto con algunos suministros básicos y algunos
artículos de ropa que recogí en el Wal-Mart de veinticuatro horas
mientras esperaba a que el banco abriera.
Tomó diez minutos vaciar mi caja de seguridad y mi cuenta
bancaria. Cuando fui a vender mi coche al concesionario, me dijeron
que tomaría unos días para darme un cheque. Coqueteé, grité, me
humillé. Saqué mis mejores habilidades de actuación. Finalmente les
pregunté cuánto costaría conseguirlo de inmediato.
Salí de allí con diez mil dólares en efectivo, a sabiendas de que
había sido engañada.
No me importó.
Ahora, mientras estoy sentada en un banco, esperando mi
autobús fuera de Miami, sólo hay una cosa por hacer. Bueno, dos cosas.
No estoy segura de cuál es más difícil.
Mi teléfono desechable suena. —Hola, ratoncito. ¿Hoy te sientes
normal otra vez?
Normal. ¿Qué es normal? ¿Mi aceptación tranquila de todo lo
que Sam me ha capacitado para ser? ¿De su amor corrompido, con
toda la fealdad que viene con él?
Tenía todo un discurso programado, sobre cómo él se había
aprovechado de mí, que no pones en peligro a tus seres queridos. Que
no creo que alguna vez pueda perdonarlo. Pero estoy cansada y se
siente innecesario. Sólo hay dos palabras que necesito decir.
Pueden salir tambaleantes, pero son inflexibles. —Adiós, Sam.
Apagando el teléfono desechable, lo tiro a la basura mientras me
inunda una ola de alivio.
He terminado con Sam.
Esa fue la parte fácil.
Sin perder tiempo, recojo mi teléfono real. Tomo una respiración
profunda para calmarme. Y pulso “enviar” en el mensaje que me he
esforzado por escribir durante toda una hora. Sé que él me llamó 292
anoche —veo la notificación del mensaje— y sin embargo no puedo
soportar la idea de escuchar lo que dijo. Sólo escuchar su voz podría
agrietar mi resolución, lo que sería catastrófico. Esta mañana ya he
puesto demasiadas ruedas en movimiento. Necesito un corte limpio.
Caín me lo dio anoche.
La única razón por la que ahora le estoy enviando mensajes de
texto se debe a que la voz en el fondo de mi conciencia me dice que
no quiero que se preocupe por mí. Porque, a pesar de lo que puede
pensar de mí en este momento, podría preocuparse cuando no vaya a
recoger mis cosas, cuando nadie vuelva a saber de mí.
Espero la indicación de que el mensaje ha sido entregado y luego
le saco rápidamente la batería, le quito el chip de memoria y lo tiro a la
basura.
Envuelvo los brazos alrededor de mi mochila y entierro mi cara en
ella para que nadie vea las lágrimas que comienzan a caer.
Esperando la segunda ola de alivio.
La que nunca llega.
Traducido por Mel Markham
Corregido por SammyD

El sonido de mi teléfono me despertó, sobresaltándome.


Las palabras mirándome desde la pantalla enfriaron mi sangre:
Espero que algún día me puedas perdonar. Por favor, dale mi
departamento a Ben y todas mis cosas en tu casa a Ginger.
Me toma unos minutos más procesar completamente lo que
ocurre.
Charlie se despedía.
No.
293
¿Siquiera ha oído mi mensaje? No podría haberlo hecho. No se iría
si lo hubiera oído.
Apresuradamente marco su número, el primero en mis favoritos.
Va directamente al correo de voz.
Joder. No.
Con dedos rápido, escribo otro mensaje.
Llámame. Ahora.
Recibo un mensaje de error, diciendo que el texto nunca fue
entregado.
Intento de nuevo.
Intento diez veces más.
Cada vez, el mensaje rebota. Es como si Charlie hubiera
desconectado el teléfono.
Como si nunca fuera a oír de ella de nuevo.
El pensamiento trae un ardor a mis ojos. No… esto no puede estar
pasando. Comprobando el reloj para ver que dice que son las diez de
la mañana —debo haberme quedado dormido en el sofá de Charlie a
eso de las seis— presiono el número dos en marcación rápida. Ni
siquiera espero que John salude. En el segundo en que oigo que alguien
contesta, lanzo mi demanda. —Trae tu trasero a Miami. Hoy.

***

—Todavía un maldito galán, por lo que veo —grita John, entrando


en mi oficina para golpear su mano carnosa contra la mía.
—Y tú todavía no, por lo que veo —respondo con una sonrisa
irónica, pinchando suavemente su estómago—. ¿Qué es esto?
—¡Las mujeres lo aman! —Con un estallido de risas, John se gira
para evaluar el tamaño de Nate con un silbido. La última vez que se
vieron, Nate todavía era un adolescente esquelético—. ¿Con qué has
estado alimentando a este enano?
La cara de Nate se divide en una amplia sonrisa mientras toma la
mano de John.
Asintiendo lentamente, John murmura—: Es bueno verlos a ambos
otra vez. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde…
—Nueve años —confirmo. Después de esa noche, John parecía
pasar deliberadamente por mi departamento todas las semanas,
ofreciendo pequeños trozos de información sobre el asesino de mi 294
familia. Trozos que no añadían nada, pero que los apreciaba de igual
forma porque significaba que los policías no había desechado el caso.
Venía lo suficiente, vio suficientes de mis ojos negros y nudillos
amoratados que tenía que saber que peleaba. Aunque nunca me
cuestionó.
La noche que John apareció en mi casa tres meses después del
asesinato con dos fotos policiales fue la noche en que se ganó mi
confianza. Lanzándolas sobre la mesa, me dijo que memorizara esas
caras y corriera en la dirección opuesta si los veía.
Les pertenecían a los hombres que la policía sospechaba que se
encontraban involucrados y algunas veces, especialmente en crímenes
relacionados con las drogas que involucraba dinero, los miembros de la
familia y amigos se volvían objetivos. Si sabía algo del dinero que robe,
nunca dijo nada.
Me advirtió que la pista era circunstancial como mucho y no se
sostendría en la corte pero quizás, sólo quizás, encontraran evidencia
concreta. Pero agregó que la fuerza policial se extendió demasiado,
que tenían algunos casos de alto perfil en su escritorio ya, que a veces,
a pesar de saber quiénes son los culpables, esos clavos en sus ataúdes
podrían seguir siendo difíciles de alcanzar.
Básicamente, John me decía que no tuviera muchas esperanzas.
Esa fue la última noche que hablamos del asesinato de mi familia.
Tirando la bolsa de lona al suelo —obviamente vino directamente
desde el aeropuerto— John se sienta en el sofá mientras le sirvo una
copa de coñac. Y se zambulle en los asuntos. —Entonces, su teléfono no
ha sido usado desde el mensaje de texto que te envió a las diez cero
cuatro de esta mañana, hora del este. Luce como si ya no funcionara.
Debe haberle quitado la tarjeta sim. Las cuentas bancarias fueron
vaciadas. Hice que monitoreasen su tarjeta de crédito y me notificarán
si la usa. Tengo gente buscando en las aerolíneas de por aquí. Pero si
tomó un autobús y pagó en efectivo, estamos sin opciones.
Nate y yo intercambiamos una mirada seria mientras John toma
un trago de su bebida. Cuando le informé de todo a Nate más
temprano, pensé que iba a estrangularme. Empezó a preguntar por qué
en el infierno la dejé irse con ese tipo, pero se detuvo, sabiendo que ya
me golpeaba por eso.
Nunca me perdonaría por eso.
—Oh, y ¿ese tío por el que me preguntabas? —John pone su
bebida en un costado de la mesa con un ceño mientras acerca su
bolsa. Sacando un sobre de manila que se hallaba metido en un bolsillo
lateral, confirma—: Su nombre es Phillip. Cincuenta años de edad.
Mecánico. Toma. —Me tiende una foto de un hombre delgado de pelo
castaño, confirmando cien por ciento que el hombre que conocí 295
anoche no es el tío de Charlie. O que todo lo que sé de su pasado no es
cierto.
Joder, ¿cuál es?
—Cain, ¿por qué rayos me hiciste venir hasta aquí para darte esta
información? Asumo que es algo bueno. Quiero decir, no me molesta
verte. —Su mano hace un gesto hacia el club con una sonrisita
conocedora—. Ciertamente no me molesta visitarte aquí. Pero podría
haberte dado esta información por teléfono.
Me detengo para tomar el resto de mi bebida. —Tengo otra pista
para encontrarla.
—Bueno, entonces… —Se mueve con sorprendente agilidad para
un hombre tan grande y fuera de forma—. Vamos a ponernos manos a
la obra.
A pesar de mi humor amargo, sonrío. —Gracias por dejar todo
para venir, John.
—¿Un viaje todo pagado a Miami? —se burla—. ¡¿Por qué habría
de negarme?! —Da unos pasos alrededor del escritorio y pone una
pesada mano en mi hombro—. A demás sabes que no puedo resistirme
al amor.
Traducido por Aleja E
Corregido por Victoria

Me pregunto si realmente alguien hizo el esfuerzo de cubrir este


pequeño y húmedo cuarto de motel con papel azul pavo real.
O tal vez así es como se adornan todos los moteles turbios en
Mobile, Alabama.
Me tomó un trasbordo y diecinueve horas, pero llegue a mi
destino, eligiendo al azar cuando compré mi boleto de autobús.
Después de pasar horas buscando un motel donde no requieran una
tarjeta de crédito o una identificación para alquilar una habitación,
finalmente encontré éste. Todo lo que el escuálido chico de la 296
recepción parecía querer era una camiseta y dinero.
Por suerte, tenía ambas cosas.
No he dormido en días.
Sigo metiendo la mano en mi bolso en busca de mi celular, sólo
para darme cuenta de que ya no tengo uno. Tampoco tengo licencia
de conducir, tarjeta de crédito, número de seguro social, ni un
pasaporte. Todo se ha ido, siendo cortado en trozos pequeños y
quemado.
No soy nadie.
Quito todas las cubiertas de la cama y me pongo la camiseta de
Caín que tenía en mi coche, inhalando el fresco olor a madera hasta
que mis pulmones se sienten como si estuvieran a punto de explotar.
Aparte de mis recuerdos, esto es todo lo que me queda de él.
Incluso si no la lavo, me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que
su olor se vaya.
Estallo en una nueva ronda de sollozos por el pensamiento, con
mis brazos aferrados en mi cuerpo como si esta acción me mantuviera
junta.
Como si evitara que mi corazón se rompiera.
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Meliizza

—He estado siguiendo al tipo por casi dos semanas, Cain. Te lo


digo, apenas y ha dejado su casa. Aparte de la prostituta que recogió
hace dos noches y la ida a la tienda para comprar dos bistecs, una
barra de cecina, casi un kilo de bacón, tres docenas de huevos, y un
paquete de hamburguesas… —John marca la lista de la tienda de
Ronald Sullivan con los dedos para probar cuán buen detective es en
realidad, añadiendo—: Oh, y un envase de jugo para completar sus
necesidades dietéticas. Aparte de eso, no ha dejado su apartamento.
Tengo un GPS en su auto para las veces cuando tengo cosas que hacer
como ir al baño o comer. O, me atrevo a decir, dormir.
297
He estado tratando a John realmente duro estas últimas dos
semanas. Se está quedando en mi apartamento, pero raramente está
allí. —¿No crees que es raro? —digo.
—¡Por supuesto que lo es! Pero a menos que me lleve a algún
lado, es inútil.
—¿Tiene teléfono?
—Uno que utiliza para llamar a su madre, que vive al norte del
estado. Si está metido en lo que dices, entonces no usará su propio
teléfono. No a menos que sea un idiota. —John se encoge de
hombros—. Ya sabes, si Charlie está involucrada y desapareció,
mantendrán el perfil bajo por un tiempo, hasta que sepan que no están
tan arruinados.
Tiene un punto.
—Sí… —Suspiro justo cuando un golpe suena en la puerta de mi
oficina. La cabeza de Ginger aparece. Le da a John una amplia y
juguetona sonrisa mientras entra, su voluptuosa figura en un vestido
rosado que mantiene su mirada pegada a ella—. Tenemos que irnos,
Cain. La ceremonia es en media hora. —Su voz ha tomado un timbre
inusualmente suave desde que Charlie se fue. No sé si tiene que ver más
con que se siente mal por mí o en general. Ambas se habían hecho
bastante unidas. No le he contado sobre mis sospechas acerca de
Charlie y, sorprendentemente, no ha preguntado.
La última cosa que quiero hacer ahora mismo es ir a una boda.
Ahora mismo preferiría entrar en mi auto y conducir a la casa de Ronald
Sullivan para sacarle la respuesta a golpes. Pero es la boda de Storm y
Dan. Nunca me perdería este día.
—Vamos, cita. —Ginger alarga una mano para ayudarme a
levantarme, tirando de mi brazo mientras la sigo de mala gana. Se
suponía que Charlie sería mi cita, y ambos lo sabemos. Creo que ese es
el por qué Ginger insistió en encontrarme aquí y viajar conmigo. Cerré
Penny’s por la noche. Ella probablemente pensaba que ya estaría
tomando para media tarde.
Tengo que admitirlo, la idea era tentadora.
Sus dedos alcanzan mi corbata, ajustándola. —Luce increíble esta
noche, jefe. —Sonríe, extendiendo el brazo. Lo tomo y dejo que me guíe
fuera dándole una deliberada mirada por encima de mi hombro a
John.
—Sabes dónde encontrarme —murmura con un gemido mientras
se levanta.

***
298

—Felicidades, hombre. —Paso un brazo sobre el hombro de Dan


en un abrazo. En serio quiero decirlo, a pesar de mis problemas
personales. Ver a Storm bajo el kiosco hoy, llevando un vestido blanco y
una radiante sonrisa, me dio un momento de alivio.
—Gracias —ofrece Dan con una risa mientras mira a su novia,
posando con Kacey y Livie —sus damas de honor— en la playa. Sólo
estamos nosotros dos, de pie a un lado, mientras una multitud de
invitados se mezcla y ríe. Se detiene como si quisiera decir algo, pero no
lo hace. Finalmente pregunta—: ¿Has oído de Charlie?
—No. —Todos saben que se ha ido. Incluso Ben no me ha
molestado, y dudo que tenga algo que ver con que esté tratando de
impresionar a la linda cita de la firma de abogados en la que trabaja
con su buen comportamiento.
Nadie sabe por qué se fue, y estoy bastante seguro de que no voy
a contárselo a un agente que trabaja en el departamento para la
lucha contra la droga.
—¿Y John no ha sido capaz de encontrar algún rastro de ella? —
presiona Dan.
Suspiro. Dan se pasó por el club el otro día para comprobarme y
John justo se encontraba allí. Lo presenté como un viejo amigo que se
hallaba de visita, pero Dan descubrió que era investigador en dos
minutos. También descubrió que John probablemente no usa los
métodos más convencionales y correctos para encontrar la información
que obtiene para mí.
—Se ha salido de su camino para asegurarse de que no la
encuentre, Dan. No hay mucho que pueda hacer ahora. —No hay
ninguna pista de Charlie. Literalmente ha desaparecido.
Dan asiente lentamente. Cuando me vuelvo para verlo, aparta la
mirada. El que comience a morderse el labio inferior hace que mis
instintos despierten. —¿Qué sabes, Dan?
Pasando una mano a través de su corto cabello, Dan finalmente
suspira. —Me pasaré por Penny’s mañana por la tarde, ¿bien?
Lucho contra la urgencia de cogerlo por la solapa. —¿Qué…?
—Es el día de mi boda. —Dan niega con la cabeza firmemente—.
Mañana. Lo hablaremos mañana. No esta noche. De todas formas,
nada de lo que sé te ayudará a encontrarla.
Lo observo alejarse, preguntándome qué demonios sabe.
¿Cuánto sabe? ¿Por cuánto tiempo ha sabido? ¿Lo sabía antes que yo
y no me dijo? 299
El silencioso bombardeo de preguntas aún me persigue cuando
mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo.
—¿Se ha puesto en movimiento?
—No, pero… ha surgido algo. —Una profunda inhalación en el
teléfono me dice que John tiene noticias para mí y no son buenas. Me
giro y comienzo a caminar por la playa, lejos de la multitud—. Acabo de
recibir una llamada de un compañero. Restos humanos fueron
encontrados hace seis meses en el parque nacional a las afueras de
Augusta, Maine. Los resultados acaban de llegar. Los registros dentales
concuerdan con los de Charlie Rourke de Indianápolis. Murió hace
aproximadamente cuatro años de una contusión en la parte trasera del
cráneo.
Mi estómago cae. Lo sospechaba, pero… ahora tengo la prueba.
Charlie nunca fue Charlie Rourke para comenzar.
Estoy enamorado de ella y ni siquiera me sé su auténtico nombre.
—Están tratando de fichar al padre, pero hasta ahora, no ha
admitido nada. De acuerdo a los reportes, parecía sorprendido cuando
comenzaron a interrogarlo. Dice que recuerda haber estado en el
trabajo la noche que su hija desapareció. Están comprobando su
coartada.
—Así que, Charlie… —Hago una mueca—. Mi Charlie de alguna
manera terminó con la identificación de una chica muerta.
—Sí. No es fácil de conseguirla, especialmente una tan buena
como la que tenía.
Miro a Dan mientras deposita un profundo beso en los labios de su
esposa frente a una entusiasmada multitud. ¿Qué sabe sobre ella?
¿Siquiera me lo dirá? Después de todo, nunca le he ayudado cuando
me pedía información. Joder, no lo culparía si no me dijera ni una
maldita cosa.
Esta noche va a ser la noche más larga de mi vida. Por una
fracción de segundo, pienso en ir a la casa de Vicki. Borré su número de
teléfono, pero sé dónde vive. Desecho rápidamente la idea. Ni siquiera
puedo creer que lo hubiera pensado.
Y tengo una mejor idea.
—John. Cuando veas mi Nav aparcando, conduce alrededor de
la manzana hasta que te diga que está bien que entres, ¿entendido?
—Cain, esa no es la mejor…
—¿Entendido?

*** 300
—¿Qué diablos te pasó anoche? —El rostro de Dan se arruga
mientras me mira, su mano moviendo la ahora vacía botella de coñac
en mi escritorio.
—No me casé anoche, eso es seguro —murmuro con una seca
carcajada, estirando los brazos por encima de mi cabeza. Asumo que
está hablando sobre mi ojo negro. Ronald Sullivan era más rápido de lo
que esperaba. El hijo de puta me dio un buen golpe al segundo que
abrió la puerta. Probablemente debería haber hecho que Nate se
quedara fuera de vista. Pero bueno, Nate no debería haber estado allí
en primer lugar. Me vio irme después de la cena y se subió al asiento del
pasajero cuando estaba a punto de partir.
Dan murmura algo incomprensible mientras mueve mi traje —
desparramado en el sofá— y toma asiento. —Mira, no tengo mucho
tiempo y estoy bastante seguro de que no debería estar aquí en primer
lugar. Podría perder mi trabajo por esto. —Con un pesado suspiro, saca
una carpeta blanca metida en la parte trasera de sus pantalones,
oculta—. Hace dos semanas, abrí la puerta para coger el periódico y
encontré un sobre con mi nombre en él, marcado como “Confidencial;
Departamento de Antidrogas”.
—¿Hace dos semanas?
—Sí. —Avergonzados ojos encuentran los míos—. Era de Charlie.
Estoy de pie en un segundo, mi voz repentinamente fuerte. —¿Y
me lo dices ahora?
—Cálmate, Cain. Sólo… —Su mano se mueve para borrar el ceño
en su frente—. Siéntate. —Tan relajado como lo es Dan, sabe cómo
parecer autoritativo cuando quiere. Hago lo que me pide porque sé por
lo tensa que está su mandíbula que no continuará de otra forma—. No
sabía qué hacer con él al principio. Para ser honestos, enloquecí. Es
decir, ¿quién diablos deja un sobre en mi puerta en medio de la noche?
Me uní al Departamento de Antidrogas hace sólo unas semanas. Pero
eventualmente lo abrí. —Se detiene—. Era una nota de Charlie para mí,
diciéndome que debería investigar a un tal Sam Arnoni de Long Island,
Nueva York, porque iba a traer grandes cantidades de heroína a Miami.
—¿Sam Arnoni? —¿El Sam con el que hablé ese día por teléfono?
¿Heroína?
¡Joder, Charlie!
—Sí. Venían otros nombres incluidos. Nombres de pila: Bob, Eddie,
Manny. Nombres de calle, sin duda. Inútiles. —Hace una pausa—. Pero
comencé a investigar a este tal Sam Arnoni y… —La cabeza de Dan
cae hacia atrás—. Cain, tienes la peor jodida suerte en el mundo.
Siento mis cejas fruncirse. —¿Qué se supone que significa eso?
301
—El gran Sam Arnoni ha estado en el radar del FBI por años, pero
no han podido atraparlo. —Rebuscando en la carpeta, saca una
pequeña pila de papeles apegados con un clip. Los lanza en mi
escritorio sin ceremonias—. El tipo tiene suficientes empresas legítimas —
algunas heredadas, otras hechas por sí mismo— como para hacer que
sea fácil para él limpiar su dinero y difícil para los federales atraparlo.
Además, es inteligente. Más inteligente que la mayoría de estas
escorias. Ha mantenido su organización pequeña. No hay ninguna
tribuna, ni ningún padrino.
—Hace seis años, los federales pensaron que finalmente habían
conseguido algo. Un tipo llamado Dominic estaba listo para delatarlo.
Pero desapareció antes de que consiguieran alguna información
concreta. Apareció muerto unos cuantos meses después. Después de
eso, este tipo, Sam, desapareció aún más.
Cogiendo la pila de papeles, comienzo a revisar las páginas. La
mayoría contiene imágenes de un alto y canoso hombre en chaqueta
de cuero. —Así que, básicamente es un mafioso de poca monta.
Dan me da un medio asentimiento, medio encogimiento de
hombros. —No diría de poca monta. Ya no, por cómo suena.
Sigo revisando, buscando por algo de valor para mí. —¿Y cómo
está Charlie involucrada en esto? ¿Estás diciendo que…? —Mis palabras
mueren cuando veo una fotografía del mismo hombre con su brazo
envuelto alrededor de una joven de cabello rubio mientras caminan por
la calzada. No puede tener más de diez, y está sonriéndole
ampliamente al hombre, un cono de helado en su mano.
Dan saca una segunda pila de papeles de la carpeta. —Sam
Arnoni se casó con una mujer llamada Jamie Miller hace dos años. La
imagen encima es de ella. Solía trabajar en The Play house en Las
Vegas.
Los pequeños vellos en la parte trasera de mi cabeza se erizan. Allí
es donde Charlie dijo que ella había trabajado. Estudio la fotografía de
la mujer en el revelador vestido plateado e instantáneamente veo el
parecido —los mismos rizos rubios, la misma boca, el mismo rostro de
muñeca, oculto bajo capas de pesado maquillaje.
Dan sigue hablando, pero ya sé a dónde se dirige todo esto. —
Jamie Miller murió dos años después de dar a luz al hijo de Sam, que
también murió. Tenía una hija. —Me muevo de fotografía en fotografía
de Sam y la joven. Ambos comiendo fritangas en una cena, él
empujándola en un columpio, animándola mientras le ponen una
medalla en el cuello, mientras hace una reverencia en un escenario.
Y Charlie está sonriendo en cada una de ellas. Como si estuviera
realmente feliz.
—Así que, Sam Arnoni crió a Charlie como su propia hija.
302
La boca de Dan se retuerce en una mueca mientras saca la
última pila de papeles, tendiéndomela. —Su nombre en realidad no es
Charlie, Cain.
—Lo sé. —¿Cuántas veces gemí su nombre mientras me venía?
¿Siquiera le importaba que no fuera el suyo?
Mi admisión me gana una curiosa mirada, pero no me explico,
aceptando el papeleo de Dan con una profunda inhalación.
¿Qué estoy a punto de descubrir?
Mi mano vacila en la primera página —una simple fotografía a
color de Charlie saliendo del gimnasio, su cabello en una cola de
caballo, su rostro limpio de cualquier maquillaje, sus ojos brillantes como
un campo de violetas bajo la luz del sol. Justo como lucía saliendo del
gimnasio en mi apartamento cada mañana, justo antes de que nos
ducháramos juntos.
El doloroso nudo que removí de mi garganta más temprano con
violencia física y grandes cantidades de coñac ha regresado para
vengarse. Estoy a punto de preguntarle a Dan si puedo quedarme con
este archivo cuando veo la copia de su licencia de conducir.
La petición muere en mis labios.
—¿En serio? —Cierro los ojos apretadamente y los vuelvo a abrir,
esperando encontrarme algo distinto.
Joder.
Suspira. —Al menos sabes que es legal, Cain.
—Apenas. —¿Soy once años mayor que ella?—. ¿Qué significa
esto? ¿Qué se graduó de la secundaria hace sólo unos meses? —No
recuerdo la secundaria; ocurrió hace una vida atrás. Aunque no sé qué
es lo que más me sorprende; si el hecho de que sólo tiene dieciocho o…
—Era una buena estudiante. Callada, e inteligente. Le gustaba la
gimnasia y la actuación. Fue aceptada por la escuela de artes de Tisch
para comenzar este otoño. Obviamente, los federales tenían sus ojos en
ella, pero era una menor, así que interrogarla era difícil.
Mayoritariamente la querían para reunir información. —Dan me mira
cuidadosamente mientras continúa—. No fue hasta la primavera
después de que cumpliera dieciocho, que comenzaron a sospechar
que Sam la usaba para entregar drogas. Y luego sólo se fue.
Aparentemente había aplicado para un año de aplazamiento así
podría viajar por Europa. Su pasaporte fue usado en varios hoteles en
Francia, Italia, Alemania… Parecía legítimo. Al parecer Sam está
realmente interesado en mantener su perfil bajo.
Alguien debía haberle avisado. Tendría que tener un topo en el
FBI como para que fuera así. —Así que, ¿alguien está viajando por
303
Europa bajo su identidad, mientras está aquí, haciendo de Charlie
Rourke y…? —Bloqueo mis ojos con los de Dan, esperando que confirme
mis sospechas.
—No admitió nada en la nota, así que no sé si es culpable. Pero sí
explicó cómo serán hechas las entregas, con detalles bastante
específicos. —Hay una larga pausa, y luego siento el aire en mi oficina
cambiando—. ¿Cuánto sabías, Cain? —pregunta Dan lentamente—.
¿Sabías lo que hacía cuando la llevaste contigo a mi casa? ¿Con mi
esposa y mi no nacido hijo y…?
—¡No! —Controlo mi tono rápidamente, porque no tengo
derecho de gritarle a Dan. Él, por otra parte, tiene todo el derecho de
golpearme. Repetidamente—. No lo sabía. —Suspiro—. Comencé a
sospecharlo el día antes de que se fuera. Y luego anoche… —Me
detengo, decidiendo si quiero compartir esto con Dan. Pero después de
todo lo que ha compartido conmigo, se lo debo—. Hay un tipo llamado
Ronald Sullivan que bien podría ayudarte. Con la suficiente presión,
hablará. Tengo su dirección. —Me tomó una docena de golpes y unas
cuantas costillas rotas que me contara lo que sucedió la noche que me
topé con Charlie en el café. Sobre cómo algún idiota llamado Manny
sostuvo un arma contra su cabeza, amenazando con matarla, y cómo
Ronald le dijo que huyera porque iba a hacer que la mataran. De
incluso pensarlo mi sangre se calienta.
—Así que, ¿realmente se ha ido? ¿Nunca mencionó a dónde iba?
Suelto la pila de papeles, oyendo la acusación entre sus palabras.
—¡No estoy escondiéndola, Dan! Desearía poder encontrarla, pero
ha desaparecido. ¿Y la culparías por huir? Probablemente te ha dado
todo lo que sabe y tú estás buscando una forma de interrogarla.
—¡Oye! —ladra Dan mientras se levantaba de golpe del sofá—.
Estoy de tu lado aquí. No le he dicho una palabra de Charlie a nadie.
Nadie sabe que trabajaba aquí, o que salía contigo. Si hubiera dicho
algo, tu vida sería un circo ahora mismo. —Aclarándose la garganta,
añade—: Podría perder mi trabajo por ocultar este tipo de información.
—Lo siento —murmuro, pasando las manos por mi cabello—. Es
sólo que no puedo creer que estuviera haciendo esto todo el tiempo
que estuve con ella.
—No eres el único. No puedo creer que tuviera una traficante de
drogas en mi propia casa y no tuviera ni una maldita idea. —Exhala—.
¿Quién usa a su dulce hija de dieciocho años así? ¡Y quién sabe por
cuánto tiempo ha estado haciéndolo! Las cosas siempre salen mal con
esas transacciones. Pon a una chica que luce como Charlie y está más
que garantizado que terminaría violada o muerta. O ambas.
Un frío sudor me recorre el cuerpo. ¿Charlie había sido violada
alguna vez? 304
—Desearía poder ayudarla, Cain —dice Dan con auténtica
preocupación en su voz, su ira desvaneciéndose—. Pero no puedo si ha
desaparecido. Si no sé lo mucho que lo quiere. Y si es suficiente.
Golpeo la pila de información. —¿Y si lo es? ¿En serio hay alguna
protección contra alguien así? Si es como dices, si probablemente mató
a su propio mejor amigo, ¿qué lo detendría de hacer lo mismo con ella?
Obviamente no valora su vida. Mientras este tipo esté en su vida, nunca
va a estar a salvo, ¿no?
—Mira, Cain, sé que nos has tenido la mejor experiencia con él,
pero tienes que confiar en el sistema de justicia. No sabemos…
—Si fuera Storm en lugar de Charlie, ¿dirías lo mismo?
Dan baja la cabeza en respuesta. Esa es toda la respuesta que
necesito.
Y Charlie sabe en cuánto peligro está. Lo ha sabido todo el
tiempo, desde el primer día que nos conocimos hasta la noche en que
se fue.
Probablemente nunca la voy a ver de nuevo.
—Esto es serio, Cain. Si este es el tipo del que hemos estado
oyendo alrededor de la ciudad, está moviendo grandes cantidades y
enfadando al resto. Cualquiera que esté dispuesto a hacer eso es o
bien realmente estúpido o realmente peligroso. Ya sabemos que no es
estúpido. Necesitas mantener un ojo abierto —advierte Dan—. No sé lo
que le habrá dicho de ti. Espero por todo lo santo que nada.
Tal vez ella no. Pero yo sí. Le di mi jodido nombre. Y ese “tío” de
ella tiene una descripción bastante buena de mí. Por lo que sé, también
tiene una fotografía.
No soy lo suficientemente estúpido como para creer que no
pueden encontrarme.
O que no lo harán.

305
Traducido por Val_17
Corregido por Dannygonzal

—Amor, ¿te importaría llevar a la mesa siete un pedido extra de


salsa de camino? —pregunta Berta con su pesado acento sureño que
podría escuchar toda la tarde. Sobre todo cuando se dirige a mí con un
sinfín de apodos. Mi turno comenzó hace una hora y ya he sido
llamada: “Cariño”, “Querida”, “Preciosa” y “Dulzura”.
Algunas personas podrían encontrarlo molesto, pero yo absorbo
cada una de ellas como una flor anhelando la luz del sol.
Porque ninguna de ellas suena en absoluto como mi antiguo
apodo. 306
—¡Claro que sí! —Le guiño el ojo a Herald, el cocinero, mientras
levanto del mostrador los platos cargados de comida.
—Oh, Katie, eres un ángel —canta la rechoncha morena,
palmeando mi hombro mientras agarra tres platos—. Sabía que mis
instintos sobre ti eran correctos.
Mostrando mi perfecta sonrisa de escenario, me paseo por las
mesas para entregar sus órdenes. Fue hace sólo dos semanas que me
senté en una de estas mismas mesas por horas, leyendo página tras
página, hambrienta de cualquier noticia que viniera de Miami,
preguntándome todo tipo de cosas.
¿Estaba Sam allí?
¿Me buscaba?
¿Buscaba a Cain?
Esperaba que la información que le dejé a Dan en su puerta,
apenas unas horas antes de tomar el autobús, fuera suficiente. No era
mucho, pero en realidad era todo lo que tenía. Si hubiera sido más
inteligente, si no hubiera creído que Sam nunca me apuñalaría por la
espalda, habría guardado las fotos de Bob y Eddie antes de que
desaparecieran de la carpeta de borradores.
Después de mi tercera taza de café, la camarera de mediana
edad con una larga trenza que llegaba hasta su trasero y con la
credencial etiquetándola como “Berta”, me preguntó qué hacía una
chica bonita como yo completamente sola.
No me sentía de humor para la charla ociosa o para inventar
mentiras, así que con toda sinceridad anuncié que necesitaba un
trabajo y un lugar donde vivir. Ella me preguntó dónde me estaba
quedando y, cuando le dije, su cara se apretó con disgusto. —Oh, será
mejor que no lo hagas más.
Ahora estoy aquí, sirviendo mesas en Becker’s Diner y alquilando
una habitación sobre el garaje de Berta, a una cuadra de distancia.
Fue casi demasiado fácil.
La habitación es pequeña, pero está limpia, segura y cómoda.
Sobre todo, es lo suficientemente privada para que nadie me escuche
llorar hasta quedarme dormida cada noche.
Berta es dulce. Es una mujer soltera de treinta y ocho años que
heredó el restaurante de la familia y ha estado luchando por encontrar
una buena ayudante para el turno de la tarde después de una serie de
intentos desastrosos. No confío totalmente en que no se entrometa,
pero mi arma y mi mochila están ocultos en un conducto de ventilación,
así que me imagino que estoy bien. 307
Y ahora soy Katie Ford de veintiún años que viene de Ohio. Tengo
un corte de pelo hasta mi barbilla de color castaño dorado, ojos violeta,
y uso solo maquillaje ligero. Tengo una familia normal de regreso a casa
que se siente orgullosa de mí por graduarme con un título en
Humanidades del Estado de Ohio y que me apoya totalmente mientras
experimento la vida en el Sur. Y mi billetera fue robada. Esa es la razón
por la que no tengo número de seguro social u otra identificación.
Temporalmente, por supuesto.
Incluso fui a la iglesia con Berta el domingo pasado por la
mañana.
Soy una persona nueva. Una buena persona que hace cosas
buenas.
Quien también esconde su silenciosa agonía.
—Aquí está tu sándwich de carne, Stanley. Ten cuidado, está
caliente. —Pongo el plato en la mesa delante de un cliente habitual, un
criador de cerdos de cuarenta y tantos años, con el pelo naranja y
tirantes verdes que viene a las seis cuarenta y cinco cada noche y
siempre ordena exactamente la misma cosa. Creo que siente algo por
Berta.
Muchos de los clientes aquí son regulares. Es agradable. Insisten
en decir hola, y eso me hace sentir que no estoy tan sola.
—¡Oye, Katie!
Me giro para encontrar a Will, el sobrino de Berta, asomándose
detrás de mí con su torpe sonrisa. —¿Qué vas a hacer esta noche
después del trabajo?
—Oh, probablemente sólo vuelva a casa. Estoy cansada. —Finjo
un bostezo, sabiendo que no puedo inventar una historia elaborada
con Berta atenta. Ella tiene la esperanza de que empecemos a salir,
prometiendo que aunque él pueda actuar como un holgazán, es un
buen chico que podría necesitar una chica como yo en su vida, en
lugar de esas “rameras” que sigue trayendo aquí.
Honestamente, no hay nada malo con él.
Aparte del hecho de que no es él.
En este momento, solo el pensamiento trae un bulto doloroso a mi
garganta.
—Está bien. Bueno, si cambias de opinión, mi amigo tiene una
fiesta esta noche en la calle Copper Mill. Una banda en vivo… barriles…
deberías venir. —Sus ojos bajan a mi pecho, acentuado por la ajustada
camiseta de “Becker’s”, antes de encontrar mi mirada y saber que lo
atrapé. Al menos tiene la decencia de sonrojarse.
—Gracias, Will. Lo tendré en mente. —Lo miro mientras regresa
para unirse en una cabina con un grupo de sus amigos universitarios. Y
308
eso me recuerda que se supone que debo estar en Nueva York en estos
momentos, asistiendo a Tisch, viviendo mi sueño. No sirviendo
hamburguesas y refrescos en un restaurante en Alabama.
Suspirando por un hombre del que sin querer me enamoré.
Con una profunda y tranquilizadora exhalación, empiezo a limpiar
y recoger los platos de una mesa. Katie Ford de Ohio nunca se matriculó
en Tisch. Nunca se desnudó para ganarse la vida. Nunca conoció a un
hombre llamado Cain.
Y tampoco nunca traficó drogas, jamás lo hará. No puedo dejar
que el rayo de luz desaparezca dentro de la sofocante nube negra.
Una ronda de carcajadas estallan desde la mesa de Will cuando
una de las chicas mueve su cabello juguetonamente en su oído, el
movimiento revela una raya de color púrpura en la parte inferior de su
cabello.
Sonrío por el recuerdo agridulce que eso desencadena.
Me pregunto cómo lo está haciendo Ginger. Me pregunto si Katie
Ford tiene alguna esperanza de volver a tener una amiga como ella. Ya
me reconcilié con el hecho de que nunca encontrará a un hombre
como Cain.
Me pregunto qué está haciendo él en este preciso momento. Si
está en el club o escondido en su oficina.
Si está pensando en mí.
Si me extraña.
O si ya ha seguido adelante.

309
Traducido por Snow Q & Mary
Corregido por Dafne2

Le tomó a Sam Arnoni exactamente veinticinco días encontrarme.


—Está preguntando por ti —anuncia Nate desde la entrada de mi
oficina mientras John y yo observamos al alto hombre en un traje de
color carbón en el monitor. Supe que era él al segundo de verlo. Dan
dejó sus archivos conmigo con el requisito de que se quedaran
encerrados en mi caja fuerte en todo momento. Gustosamente guardé
todo, excepto por esa única foto de Charlie, por supuesto. Esa única, la
doblé y metí en mi bolsillo, para sacarla cuando sea que sintiera la 310
necesidad.
Durante el día, siento la necesidad al menos cuarenta veces.
Memoricé cada detalle sobre el hombre que introdujo a su propia
hijastra dentro del tráfico de drogas. Conozco todo sobre sus muchos
negocios. Sé su peso aproximado, altura, cuidad de nacimiento. Podría
describir al detalle el blasón familiar tatuado en su pecho si tuviera que
hacerlo.
Sí, Sam Arnoni es mi enemigo y me gusta saber todo sobre mis
enemigos.
—Bien, voy para allá —le digo a Nate, agregando—: mantén a las
chicas lejos de él. —Me giro hacia John, quien decidió extender su
estancia en Miami y convertirla en unas vacaciones. Aparentemente sus
vacaciones significan observar desde las sombras para ver si alguien me
está siguiendo.
—¿Quieres que llame a Dan?
—No —respondo rápidamente. No hasta que decida qué hacer—
. Necesito saber dónde puedo encontrar a este tipo en cualquier
momento.
—Estoy en ello. —Sentándose en la silla extra, John se ubica frente
a la computadora, rebobina el video de vigilancia del estacionamiento
y empieza a avanzar. Asumo que es para localizar el auto de Sam—.
Puedes ir a cenarte esa basura.
—Gracias, John. Y sé cuidadoso.
—Tú también, Cain. —Hay una pizca de algo que no logro
descifrar en la voz de John. Me da curiosidad saber si está pensando en
la última vez que estuvo involucrado en una de estas situaciones
conmigo. Se debe estar preguntando que estoy planeando ahora.
Cuán lejos estoy dispuesto a ir para proteger a Charlie.
Me estoy preguntando lo mismo.
Me tomo mi tiempo, saliendo tranquilamente de la oficina con un
vaso en la mano. Deja que el hijo de puta se ponga ansioso. Sé que
Sam no está armado y no estoy preocupado sobre él adelantándome
físicamente. No estoy asustado de él, y punto. La mayoría de la gente
habría estado esperando con ansiedad para este momento. De hecho
estoy bastante feliz de que finalmente me encontrase. Ahora tengo que
evitar matarlo en mi propio club.
Su enorme cuerpo llena el sillón en el que se encuentra sentado.
No sé quién lo sentó en la sección V.I.P. pero si por mí fuera, el hombre
de cincuenta y ochos años estaría en la esquina de la parte trasera, al
lado del baño. Observo a Mercy merodeando, sus grandes ojos azules
destellando al verlo, pero Nate rápidamente se mueve para disuadirla.
Supongo que puedo entender el atractivo. El tipo apesta a dinero y,
311
con las rayas de color gris natural que atraviesan su pelo oscuro, la
mayoría de las mujeres le considerarían distinguido. Atractivo, incluso.
Todo lo que veo es una serpiente hambrienta rodeada de
ratones.
Concentrado en la presentación de Cherry, no nota mi llegada. O
quiere que piense que no lo hace.
—¿Estabas preguntando por mí?
Duros ojos se encuentran con los míos. Cuando sonríe, la alegría
no llega hasta ellos. —Hola, Cain. —Puedo escuchar el acento
neoyorquino arrastrarse por su lengua con esas dos palabras. Extiende
su mano y la estrecho, controlando el impulso de romper sus huesos.
—Lo siento, ¿te conozco?
La sonrisa de Sam me pone aún más en guardia. Él también luce
como alguien que investigaría a sus enemigos. Me pregunto cuánto ha
logrado desenterrar sobre mí. —Por favor, únete a mí. —Hace un gesto
hacia la silla vacía y no puedo evitar sonreír. Él viene a mi club, y me
invita a sentarme con él. Sepultando mi molestia, acepto la oferta con
una mueca desdeñosa. Nos sentamos en silencio mientras Cherry
termina su acto y Terri anuncia a Levi como la próxima presentación. A
pesar de la situación, una breve decepción sale a la superficie al
recordar que este solía ser el tiempo de Charlie.
Es la primera vez que me alegro que no esté aquí.
—Creo que mi hija trabajaba para ti hasta hace unas semanas
atrás —empieza, tomando un lento trago de su bebida—. Su nombre es
Charlie.
—Tu hija, Charlie.
—Sí. ¿Cabello rubio? Linda chica. —Toma otro trago—. Creo que
llegaste a conocerla muy bien.
Me pregunto si lo lastima el hecho de que me estaba follando a
su hijastra. Si el monstruo en él es capaz de sentirse molesto.
Me pregunto si alguna vez la tocó.
Saco ese pensamiento fuera de mi cabeza porque sé que nada
bueno saldrá de pensar en eso aquí mismo, ahora mismo, con su
garganta al alcance.
Dejo que mis ojos recorran el club y miro discretamente a Nate,
quien está observándonos sin intentar ocultarlo. Está a una buena
distancia, pero podría pasar por encima de la barandilla en una
fracción de segundo si fuera necesario. —Sí, lo hice—. Soy un maestro
en sostener mis cartas ocultas contra mi pecho. Ahora, sin embargo,
estoy luchando. Me encantaría asaltar verbalmente a Sam con todo lo
que conozco. Pero eso no sería ventajoso, y es por eso que reduzco mis
respuestas a lo más escuetas posibles.
312
—Ella se fue. No he sido capaz de encontrarla en semanas. —Sus
cejas se fruncen rígidamente—. Estoy muy preocupado por ella.
Por supuesto que lo estás. Doy un trago a mi bebida, forzándola a
través de mis desnudos dientes. —Ella me dejó hace un par de semanas.
No tengo idea de a dónde se fue. —Siento su cuidadosa mirada
estudiándome. Se lo permito. No encontrará nada además de la
verdad.
Ella sí se fue. Sucedió hace un par de semanas. Y no tengo ni una
jodida pista de a dónde fue.
—¿Dijo ella por qué?
Lo miro fijamente a los ojos. —No, no lo hizo. No me dijo una
maldita cosa.
Sam traslada su atención de regreso al piso. —Sabes, estuviste
saliendo con ella y entonces ella desapareció. Si tuviera que reportar su
desaparición, te convertirías en un sospechoso muy rápidamente. Las
cosas podrían llegar a ser… difíciles para ti.
—Por favor hazlo. —No puedo quitar la sonrisa maligna de mi
rostro—. No tengo nada que esconder. —Él no va a reportar su
desaparición y ambos lo sabemos.
—¿No? —Eleva su cabeza para finalizar su bebida y hay una
divertida mirada en su cara—. Para mí luce como que Cain Ford podría
tener mucho que esconder. Especialmente de mi chica Charlie.
Me está dejando saber que me investigó. Está tratando de
ponerme nervioso. Confundirme. Te deseo una jodida buena suerte. —
Charlie sabe todo lo que hay que saber sobre mí. —Casi todo.
—¿Oh? —Intenta sonar relajado, pero percibo la ligera tensión en
su voz—. ¿Qué sobre todas estas personas aquí? ¿Qué pensarían ellos
de su honrado jefe?
—Francamente, no me importa —afirmo sin ninguna duda, pero
es una mentira. Si mis trapos sucios deben ser ventilados, yo soy el que
las va a colgar fuera. Puedo decir que Sam suele utilizar esta táctica
para amenazar a la gente y salirse con la suya. Pudo haber funcionado
en su hijastra adolescente, pero le va a tomar mucho más que eso
salirse con la suya conmigo.
Se mueve hasta que está inclinado sobre la mesa. —¿No te
preocupa que sepan que eres un asesino?
—Cualquiera que subiera a ese ring conocía los riesgos —replico,
sin embargo mi sangre está congelada. ¿Está hablando sobre Jones?
O…
—¿Quién dijo que estaba hablando de adentro del ring? 313
Mierda.
¿Cómo lo descubrió?
Me escondo detrás de mi vaso, sin apartar nunca la mirada
mientras él mide mi reacción. Cuando no le doy nada que pueda
utilizar, continúa—: Parece extraño, ¿no? ¿Que los dos hombres
sospechosos de haber asesinado a tu familia aparecieran muertos seis
meses después? ¿Golpeados hasta la muerte? —Fríos ojos miran mis
manos—. Corre el rumor de que eras bastante buen luchador. Que no
tenías comparación en el mundo subterráneo.
Me esfuerzo por no develar el pánico mostrándose en mis ojos.
¿Cómo demonios sabe él sobre los asesinos de mi familia? ¿Qué clase
de conexiones tiene? ¿Quién más sabe? Indudablemente no consiguió
esta información de la policía. Nunca, ni una sola vez, aparecieron en
mi puerta para preguntarme. Si lo hubieran hecho, habría terminado
limpio. Les hubiera dicho como esos dos me siguieron a través de un
almacén abandonado la noche después de una pelea.
Cómo me amenazaron. Cómo apuntaron con un arma a mi
cabeza. A la cabeza de Nate.
John tenía razón. Ellos habían aparecido buscando el dinero que
mi padre correctamente me acusó de robarlo mientras trataba
infructuosamente salvarse. Aparentemente habían estado esperando
en las sombras, sabiendo que podían exigir una tasa de interés
exorbitante si me dejaban vivir para que ganara un par de peleas
primero.
No iba a darle a esos imbéciles un centavo, por lo que
únicamente tenía dos opciones en ese momento: pelear o morir.
Nate se dio cuenta. . . tan pronto como vio mis manos flexionarse
junto a mí, supo que tenía que moverse para cubrirse.
Podrían haber tenido una oportunidad de sobrevivir, yo no había
visto las fotos de la escena del crimen, leído los reportes gráficos.
No había sabido lo que le hicieron a Lizzy.
Llamé a John justo después. Me ordenó que fuera a casa, cerrara
la boca, y que él se ocuparía de ello. Supongo que lo hizo, porque
nunca lo mencionó otra vez.
—Supongo que alguien finalmente se defendió —respondo, la
ronquera en mi voz es imposible de suavizar.
—Sí…alguien lo hizo. —Se rasca la barbilla como si meditara sus
siguientes palabras, aunque sé malditamente bien que ya tenía esta
conversación planeada—. Escuché que cerraron ese caso. ¿Tal vez,
con la denuncia anónima correcta, lo volverían a abrir?
Dan dijo que Sam era un tipo inteligente. Veo la prueba de eso 314
ahora. Puede no saber exactamente lo que pasó, pero no es tan difícil
poner una imagen con mi cara en el centro de ello.
—Sería una pena que pierdas todo por lo que has trabajado tan
duro aquí.
Quiero agarrarlo y ahogar la vida fuera de este imbécil. —¿Qué
quieres? —espeto.
—Quiero que mi hija vuelva y creo que sabes dónde está. —Toda
cortesía en su voz ha desaparecido.
—Bueno, no lo sé, por lo que no puedo serte de utilidad. —
Vertiendo lo último de mi bebida en mi boca, me pongo de pie—. Si me
disculpas.
Se levanta de un salto, y puedo decir que está luchando para
mantener la compostura. Conozco esta clase de tipo. No está
acostumbrado a tener personas alejándose sin su consentimiento. —
Tienes un bonito club aquí. Unas chicas bien parecidas—reflexiona, sus
ojos vagando por el lugar. A Cherry… a Hannah… a Mercy… a otra
media docena de bailarinas—. He oído que deseas mantenerlas a
salvo. —Sostiene una tarjeta con un número de teléfono en ella y me
dice—:Si tienes noticias de Charlie, te sugiero que llames a este número.
Y que lo hagas pronto.
Miro la tarjeta, silenciosamente deseando que estalle en llamas,
pero no la agarro.
Finalmente la apoya en la mesa y lo observo marcharse.
No soy estúpido. Sé lo que significaba ese comentario casual.
Era una amenaza.
La rabia se dispara a través de mi cuerpo a la velocidad de una
sinapsis nerviosa, tomando la decisión por mí.

***

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —me pregunta Nate


mientras nos dirigimos hacia las destellantes luces de neón, un faro para
los pervertidos de la cuidad.
Suspiro pesadamente. —No, pero no tengo otra opción.
—No le va a gustar que estemos aquí —murmura Nate, pero luego
una sonrisa se extiende por su rostro. Tengo la sensación de que a Nate
no le importaría meterse en una pelea esta noche. Todo este lío con
Charlie hace que me sienta miserable, lo que a su vez le ha hecho
irritable. 315
Sin City tiene casi el doble del tamaño de Penny. Está lleno de
mujeres desnudas, pantallas planas, y más cuartos privados que algunos
hoteles. Cada mesa viene equipada con un pequeño monitor, donde
puedes ver introducciones de videos de cada bailarina. Con todo, Rick
lo hace bastante bien por su cuenta.
Nos saltamos la fila y caminamos en línea recta hacia la puerta.
Un gran gorila con una perilla quita la cuerda negra y nos deja pasar
con una expresión cautelosa. Él sabe exactamente quienes somos. Vino
a Penny, buscando trabajo, cuatro años atrás. Casi lo contraté, hasta
que John se enteró de que estaba conectado con un conocido
traficante de drogas, que a su vez tiene vínculos con el cártel. No hacía
falta ser un genio para darse cuenta de que yo estaría invitando al
cártel a Penny al contratarlo. Tampoco es de extrañar que ahora él sea
el gorila jefe en Sin City y que se sepa que los miembros del cártel
frecuentan el lugar cada tanto.
Gracias a mis conexiones, sé que el hombre con el que quiero
hablar está aquí esta noche.
Si bien el gorila tuvo que dejarnos entrar, también se aseguró de
avisarle a Rick inmediatamente. El jodido peludo está esperándonos,
con los brazos cruzados sobre el pecho, observando nuestro avance por
el club. Incluso cuando el hombre hace un esfuerzo por estar
presentable, no lo logra. La camisa que viste está arrugada y cuelga
sobre un par de pantalones mal ajustados, los cuales tienen una
destacada mancha amarilla en el frente.
—¿Vienen por algunos verdaderos traseros? —Sonríe
maliciosamente—. ¿O a robar a más de mis talentos? —Obviamente
sigue amargado por perder a China ante mí. Si supiera que la dejé ir, no
dudo que trataría de contratarla aquí otra vez.
—Rick. —Es todo lo que logro decir cómo saludo.
Él se burla de mí, pero mantiene su distancia. Después de la última
vez que nos vimos —en mi club, cuando me llamó proxeneta y le rompí
la nariz, además de sacarle cuatro dientes— él sabe que es mejor no
acercarse demasiado.
Nate se inclina para susurrarme—: No lo veo.
Maldita sea… eso significa que tengo que pedirle ayuda al
maricón de Rick. —Necesito ver a Mendez.
Un ceño se forma en la cara de Rick y no puedo evitar pensar que
es una mejora. —Él no está aquí.
No tengo tiempo para esto. —Sí, lo está. ¿Así que está en la
habitación Champagne o en uno de los otros cuartos privados? —La
boca de Rick se tensa pero permanece en silencio—. ¿O tendré que
asegurarme que los policías indaguen tan hondo en tu culo que no
podrás caminar derecho por un mes? —El club había sido asaltado una
316
vez, pero Rick tiene suficiente dinero y sentido común como para
contratar buenos abogados. De alguna manera, no pudieron encontrar
ninguna evidencia verdaderamente incriminatoria para condenarlo
permanentemente, lo cual me hace pensar que no es tan estúpido
como parece.
Tragando duro, murmura—: ¿Qué necesitas con él?
—Él es lindo. Pensé que podríamos salir —espeto. Rick es la última
persona a la que alguna vez le confiaría la verdad.
Después de una larga pausa, Rick se da vuelta y, con un gesto
reticente, nos lleva dentro de la habitación Champagne de Sin City:
una gran suite decorada de negro del piso a techo. Paredes negras,
sofás de cuero negro y alfombras del mismo color. El único toque de
color es la moldura de plata a lo largo de las paredes y en los cojines del
sofá, y un par de estatuas de metal que se encuentran en una
estantería.
Tres hombres se sientan alrededor de un gran sofá, emparejados
con chicas en distintos estados de desnudez, todas las cuales deberían
engordar al menos cuatro kilos. En un rincón, una rubia está de rodillas,
“ganando su dinero” con un cuarto tipo.
Estoy a segundos de golpear los dientes falsos de Rick por permitir
eso. Pero hacerlo no me ayudará, así que me contengo, con mis puños
fuertemente apretados contra mis costados, mientras él se inclina sobre
un hombre hispano con corto y oscuro cabello y marcas de viruela por
sus mejillas. Indiferente, la voluptuosa y desnuda chica asiática en su
regazo —quien muy posiblemente podría no ser mayor de edad y cuyos
ojos están nublados como si estuviera drogada—no ralentiza su ritmo
mientras Rick susurra lo que asumo son introducciones. Mi estómago se
aprieta instintivamente.
No puedo creer que me haya rebajado a este nivel, pero. . . a la
mierda. Esto es lo que hacen. Simplemente estoy ayudando a acelerar
las cosas.
Fríos y duros ojos se entrecierran mientras se sitúan primero en mí, y
luego en Nate. Obviamente no está impresionado, pero su curiosidad
ha sido picada. —Salgan —ordena, dándole a su chica una palmada
en el trasero mientras se baja de su regazo. Las otras chicas se ponen
rápidamente su escasa ropa de nuevo y se escabullen fuera—. Tú
también —dice, señalando con la barbilla a Rick, y no puedo evitar
sonreír.
Nadie confía en Rick.
Cuando la habitación está vacía, dos hombres se acercan para
revisarnos, despojándonos de nuestras armas.
—¿A qué debo la sorpresa de esta visita? —pregunta Mendez,
recostándose en el sofá como si estuviera completamente relajado. El
317
movimiento repetitivo de sus pies me dice que no es así.
Ladeo la cabeza hacia la cámara.
—Rick es más listo. —Pero después de un momento, asiente en
acuerdo y hace un ademán hacia el hombre ubicado a mi izquierda.
En pocos segundos, golpea la cámara—. No sé porque siquiera tiene de
esas aquí. —Señala la silla situada delante de la mesita de café, frente a
él.
Tomo el asiento que me ofreció, mientras que Nate permanece
de pie atrás mío. Él nunca se sienta. Lo hace sentir vulnerable, y en esta
situación, donde todos estos chicos obviamente tienen armas y miran su
altura sospechosamente, somos vulnerables.
—Entonces, el famoso Cain Ford —comienza Mendez,
descansando sus manos detrás de su cabeza—. Mi primo te vio pelear
una vez, hace años, en L.A.
—¿Sí? —Lanzo un brazo sobre la parte posterior de la silla cuando
me recuesto. Es mi propia versión de fingir tranquilidad. Puede que no
tenga miedo, pero no soy un idiota. Estoy sentado cara a cara con un
miembro del cártel, a punto de pedirle ayuda. No hay nada seguro o
inteligente en lo que estoy haciendo—. ¿Ganó algo de dinero?
—No, apostó contra ti y perdió.
—Yo podría haberle dicho que no hiciera eso.
La risa baja de Mendez llena la habitación y la charla casual
disminuye un poco de la tensión. —¿Por qué estás aquí?
Asumo que solo tengo minutos con él antes de que nos echen, así
que voy al grano. —Hay un hombre llamado…
—No he escuchado de él.
No dejo que su abrupta interrupción me desanime. De todos
modos, probablemente es más sabio que no diga el nombre de Sam en
voz alta. —Ha estado recibiendo una parte sustancial de tus negocios
últimamente. —No hay necesidad de ser más específico. Estoy seguro
de que eso es en todo lo que Mendez ha estado pensando. El fuego
repentino en sus ojos me lo confirma. Aunque se recupera
rápidamente—. ¿Mis contratos de pavimentación?
Contengo mi sonrisa. Grita negocios “legítimos” por todos lados.
Mendez nunca admitirá otra cosa. Eso está bien. Puedo bailar este
pequeño baile con él. —Está en Miami ahora. No sé por cuanto tiempo.
—Busco en el bolsillo de mi camisa y saco un pedazo de papel. En él
está el código para localizar el GPS que John adhirió al costado del
coche que Sam está rentando. Luego, saco la fotografía doblada de mi
bolsillo trasero. Con una extraña sensación de calma, la desdoblo y
arrojo ambos cosas a la mesita de café que se encuentra frente a mí. 318
Mendez frunce el ceño por un segundo pero no los toca.
—Los federales han estado tratando de capturarlo por años pero
no pueden —añado lentamente—. Es casi intocable.
Y mientras esté vivo, Charlie nunca estará a salvo. No hay
oportunidad de que regrese a mí alguna vez. Y la quiero de vuelta
desesperadamente. Haré lo que sea: vender mi club, alejarme de lo
que hago.
Delatarlo al cártel.
Eso, en el caso de que Mendez tome el señuelo. Estoy contando
con su codicia, su arrogancia, su sentido del derecho a hacer lo que
quiera.
Finalmente lo veo.
En sus oscuros ojos, los engranajes comienzan a girar. Sabe lo que
estoy esperando que haga con esta información. —¿Por qué? —Es una
pregunta sencilla. Una legítima.
Es seguro como el infierno que no le diré por qué me importa.
Información como esa podría costarme la vida. Parándome, la única
respuesta que le doy es—: Solo voy a decir que ambos saldremos
beneficiados de esto.
Salgo de Sin City, diciéndome una y otra vez que tomé la decisión
correcta.
No tenía otra opción.

***

—¿Siquiera quiero saber?


Cierro la puerta detrás de Dan mientras entra a mi condominio.
Nunca ha estado aquí antes. Supongo, por su tono extremadamente
calmado, que no está esperando un tour.
—No lo sé. ¿Quieres? —pregunto.
Dan se detiene a mitad de camino hacia la cocina y se gira sobre
sus talones para mirarme con ojos astutos. —El cuerpo de Sam Arnoni
fue encontrado un cuarto de hotel esta mañana por una camarera.
Decapitado.
Me obligo a beber un sorbo de mi café, tratando de ocultar la ola
de sorpresa que me acababa de aplastar.
Doce horas.
Me alejé de Sin City hace doce horas. Tengo que darle crédito a 319
Mendez. No desperdició ningún segundo. El hombre probablemente se
puso al teléfono con su “gente” tan pronto como la puerta se cerró a mi
espalda.
—¿Estás seguro?
Dan asiente lentamente. —Acabo de abandonar el hotel. Vi el
cuerpo con mis propios ojos.
Siento la culpa hormiguear dentro de mí. —¿Y nadie más salió
herido?
Todavía observándome con ojos atentos, me responde—: No.
Parecía un golpe profesional.
En un estado de entumecimiento, paso junto a Dan y camino
hasta la sala de estar para mirar a la bahía.
Sam de verdad está… muerto.
Y ayudé a asesinarlo.
—Yo… ¿Tú… —comienza a preguntar Dan y luego se detiene
abruptamente—. ¿Sabes qué? Te preguntaría si eras consciente de que
él estaba en la ciudad, pero no creo que incluso yo quiera saber tanto.
—Estuve con Penny hasta las cinco de la mañana, y luego en el
gimnasio hasta las ocho. Puedes comprobarlo con los de seguridad si no
me crees. No soy un asesino a sueldo —murmuro secamente,
añadiendo—: o un asesino.
—Sé que no lo eres, Cain. Y definitivamente fue un golpe del
cártel, por la firma. —Permanecemos uno al lado del otro en silencio
mientras observamos a un velero navegando. Probablemente no le
tomaría mucho a Dan descubrir que estuve en Sin City la noche anterior.
Probablemente podría exigir mirar las cintas de seguridad para
confirmar que Sam estuvo en lo de Penny anoche. Si de verdad quisiera
saber.
—Con Sam fuera de escena, Charlie es libre de volver a casa, ¿no
es así? —pregunta Dan finalmente. Me pregunto a dónde va con esto.
—Si se entera de que está muerto. Si supiera que no va a ser
arrestada por nada, entonces… sí, supongo que podría. —Suspiro. Casa.
¿Ella considera a Miami una casa? ¿Querría regresar?—. Aunque no sé
cómo localizarla. ¿Crees que esto llegará a las noticias?
Dan se frota la barbilla. —A las noticias locales seguro. Tal vez a
Nueva York. Veré lo que puedo hacer. Si está en algún pueblito en
Alaska, no es probable que vaya a escuchar sobre esto. —Él sonríe—.
Conozco a un chico que conoce a un chico… que conoce a un chico.

320
Traducido por Juli
Corregido por Verito

—¿Ves? ¿No te parece que él está usando rímel?


Berta tiene una obsesión con un reportero de cabello oscuro en
nuestra estación de noticias local.
—Probablemente —confirmo mientras cuento el dinero en mi
pequeño delantal de camarera. En promedio, hago cincuenta dólares
de propinas en la noche. Berta ha prometido que en una muy buena
noche puedo llegar a setenta. Si ella supiera lo que yo solía hacer, y
cuánto dinero solía ganar en una sola noche, tendría un infarto.
—¿Y también lápiz labial? —Sus ojos examinan mientras que mira
321
la pantalla—. Ayer, eran más rosas. Ahora están rojos. ¿Qué tipo de
hombre usa lápiz labial rojo?
—Supongo que el tipo que tiene que lidiar con una iluminación
fuerte y alta definición. —Empiezo a llenar rápidamente el salero y el
pimentero. Ya ha pasado la hora punta de la cena, pero es el fin de
semana del baile escolar. Molly y Teena, las camareras del turno de día,
están haciendo doble turno esta noche a cuenta de un ajetreo tardío.
—Doug está preguntando por ti —susurra Teena con un guiño
juguetón mientras pasa cerca, aunque es lo suficientemente fuerte y
áspero para que probablemente la escuchara la mitad del restaurante.
Afortunadamente, el mecánico de veintiséis años está sentado en el
rincón más alejado. La fantasía de Berta de casarme con su sobrino fue
efímera. Anoche ella me obligó a dejar el trabajo durante una hora
para mirar el desfile con Doug.
Su sonrisa me recuerda a la de Ben —amplia y con hoyuelos. Pero
él no es un idiota ofensivo como Ben. También se le parece un poco,
con su pelo rubio y mandíbula fuerte. Y es educado. Anoche fue un
perfecto caballero, acompañándome de regreso a Becker’s antes de
que cerrara y ofreciendo nada más que un “buenas noches” con la
cabeza gacha mientras se alejaba.
Me pregunto cuándo se encogerá este espacio vacío dentro de
mi pecho. Ha pasado un mes y algunos días creo que es más grande.
¿No se supone que el tiempo sana todas las heridas? ¿Después de
cuatro semanas no debería tener algo de alivio el dolor implacable y la
desconfianza en mí misma?
Me aferro firmemente a la creencia de que hice lo correcto. Aun
así, la misma nostalgia lamentable me golpea al segundo en que abro
los ojos de un sueño inquieto, enroscándose en mis pensamientos para
permanecer durante todo el día. Me persigue durante la noche,
dejando círculos oscuros debajo de mis ojos que el corrector no puede
cubrir lo suficiente. Me quita el apetito y mi cuerpo pierde el peso que
no tiene para perder.
Pero los sueños... son los peores. Todas las variaciones de terror
conducen al mismo resultado.
Cain, disgustado conmigo.
Cain, herido por mi culpa.
Cain insistente en ayudarme, por el hombre que es.
Y terminando muerto.
No... Hice lo correcto. El mismo cruel destino que nos unió estaba
destinado a separarnos. Era sólo cuestión de tiempo. Lo supe todo el
tiempo y sin embargo, me enamoré profundamente, a pesar de todo.
322
La voz alta de Berta me saca de mis pensamientos. —¿Ves, Katie?
Ya te dije que es mejor que te quedes aquí en lugar de mudarte a una
gran ciudad. —Berta está convencida de que debería establecerme en
Mobile, Alabama y trabajar con ella hasta que estemos viejas y grises—.
Uno de esos asesinatos de drogas al estilo de las película. Esta vez en un
hotel de lujo en Miami.
Un escalofrío irradia desde mi pecho mientras mis ojos parpadean
hacia la televisión, temiendo... esperando... El periodista habla sin parar,
pero las palabras no se procesan verdaderamente. —Parece una
ejecución... cartel... guerra por el territorio... heroína... traficante de
drogas...
Una imagen parpadea en la pantalla.
Me trago una exclamación. Es el hombre que me llevaba al
parque los domingos, que me alzaba encima de mi caballo, que
aplaudía cuando me paraba en los podios para mis medallas, que
pedía una repetición cuando me inclinaba en el escenario.
Que me utilizó como un peón.
Que me convirtió en una criminal.
Que me puso en peligro.
Que me robó la vida.
Mi padrastro, el hombre que me crió —está muerto.
Puedo oír a Berta hablando en alguna parte a lo lejos, pero su voz
está distorsionada. Puedo sentir su brazo sobre mi hombro, un poco
suave y a la vez tratando de romper mi súbito deslumbramiento
mientras veo la pantalla, mirando su nombre —el “Gran” Sam Arnoni—
en la parte inferior.
—¡Katie!
Mis ojos se ajustan por fin a Berta. Me mira con la frente arrugada.
Sin comprobarlo, sé que en este momento tengo los ojos de cada
persona de esta cafetería en mí. Al sentirlos se me ponen los oídos
caliente de vergüenza. —¡Lo siento! —me las arreglo para decir con una
risita débil—. Por un segundo pensé que era mi profesor de inglés de la
escuela secundaria. —Largo una gran bocanada de aire, fingiendo
alivio—. Eso habría sido raro.
Berta comienza a reírse. —Me asustaste mucho, muchacha. Ve a
tomar un poco de aire fresco. Limpiaremos aquí. —Al mirar hacia abajo,
veo los vidrios rotos y la sal esparcida por todo el suelo. El salero se me
debe haber resbalado de la mano. Abro la boca pero ella ya está
escoltándome más allá del mostrador hacia la salida trasera,
espantando mis protestas.
Gracias a Dios esa parte de Becker’s está vacía. Me apoyo en la
pared de ladrillo rojo intenso y una exhalación temblorosa abandona
323
mis pulmones. El aire de otoño, aunque todavía caliente para lo común
de Long Island, es más frío por las noches. No requiere un suéter, pero,
de todos modos, envuelvo los brazos alrededor de mi pecho.
—Sam está muerto. —Esas tres palabras salen de mi boca en un
susurro. Las dejo vagar en el aire libre, decidiendo exactamente cómo
debería sentirme acerca de la noticia repentina.
No hay duda de que estoy en shock. Es decir, en mi mente, Sam
era indestructible. Cain, yo y todos los demás estábamos en riesgo, pero
nada podía detener a Sam.
¿Podría ser un truco? ¿Podría Sam haber protagonizado su propia
muerte para atraerme? No. Sam nunca permitiría que su rostro
aparezca en las noticias con una etiqueta de “presunto traficante de
heroína”.
Sam está muerto.
Sospecho que, en algún momento, tal vez en una hora, o
mañana, o la semana que viene, esta realidad me va a impactar,
trayendo consigo un verdadero alivio. No porque esté muerto. A pesar
de todo lo que Sam ha hecho, a pesar de todo lo que era, debo admitir
que nunca le deseé la muerte. No, será un alivio porque soy
verdaderamente libre, que, lamentablemente, su muerte era la única
manera en que eso podría suceder.
Sin embargo, una preocupación subyacente está intentando salir
a la superficie, trayendo consigo oleadas de náuseas.
Sam llegó a Miami.
¿Y si él encontró a Cain? ¿Lo habría herido, a pesar de que me fui
hace mucho tiempo? La muerte de Cain no sería noticia en Mobile,
Alabama. En estos momentos podría estar añorando a un hombre
muerto.
Regreso corriendo al restaurante y agarro mi bolso. —¿Puedes
decirle a Berta que regresaré en unos quince minutos? —le pregunto a
Herald y corro por la puerta antes de conseguir su respuesta.
Ahora que Sam está muerto, yo, obviamente, no estoy
preocupada porque me encuentre. Pero no sé cómo se siente Cain por
mí. Le pedí a Dan que no le contara de mi nota, pero él no me debe
nada.
¿Qué pasa si Cain me odia?
¿Y si quiere que rinda cuentas por mi crimen?
Todo es posible, todo razonable.
Hacer esto es arriesgado. Aun así, tengo que saber si está vivo.
El teléfono público más cercano está a cuatro cuadras por la
calle y corro todo el camino, maldiciéndome por no comprar un 324
teléfono móvil de prepago. No sé cómo funciona el rastrear a alguien
mediante un teléfono público, pero espero que requiera más de dos
segundos de tiempo.
Cuesta hasta lo último de cambio en monedas y tres intentos,
pero finalmente logro marcar con precisión el número de celular de
Cain con la mano temblorosa.
Comienza a sonar.
Aguanto la respiración.
Un segundo timbrazo.
Un tercer timbrazo.
Una sensación de hundimiento surge en mi estómago, sabiendo
que su correo de voz va a contestar en el quinto.
Y entonces, de repente—: ¿Hola?
Su voz profunda me roba el aire de los pulmones.
Cain está a salvo.
Sam no lo encontró.
Alcanzo el conector del teléfono para finalizar la llamada, pero mi
mano se congela. No puedo encontrar el valor para hacerlo. Para
desconectar a Cain de mi vida.
Por unos pocos segundos, con este enlace débil, siento como si
Cain siguiera siendo una parte de ella. Puedo escuchar su respiración.
Puedo imaginar su teléfono pegado a esa barba de varios días que
sentí muchas veces contra mi piel.
—¿Hola? —pregunta de nuevo, esta vez con un toque de
incertidumbre en su voz.
Mis labios se separan ligeramente como si fuera a responder, pero
no puedo. Ni siquiera puedo formar una sola palabra. Y todavía no
puedo respirar. Todo lo que puedo hacer es escucharle mientras las
lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas.
Pasa otro segundo.
—Charlie, ¿eres tú?
Mi puño golpea el conector un segundo antes de que un sollozo
irregular escape de mis pulmones.

***

—Nuevo cliente en la mesa catorce, cariño —dice Berta en voz


alta, frotando mi espalda al pasar.
—¡Genial! —Por su mueca, he fracasado miserablemente en sonar
325
alegre. Debería intentar parecer contenida, a pesar de que también
estoy lejos de eso.
Hay una razón por lo que la gente dice que cortar de raíz es lo
mejor. Yo lo hice. Me dolió muchísimo. Y luego tuve que ir a llamar a
Cain, escuchar su voz, oírle reconocer mi existencia. Era como si alguien
hubiese agarrado una sierra eléctrica y metido en medio de mi corte
limpio para hacerlo irregular y fresco. Es el tipo de dolor que te deja
inconsciente.
El que se siente irreparable.
Eso fue hace tres días. Desde entonces, agarraba mi mochila
cada mañana, tomaba el autobús de la ciudad hasta la terminal de
Greyhound, y compraba un boleto a Miami.
Y me sentaba en el banquillo, viendo cómo se alejaba el autobús,
diciéndome a mí misma que sólo porque Sam ya no es una amenaza,
no significa que Cain quiere tener algo que ver conmigo. Que yo lo
dejé. Que le he traído suficientes problemas a su vida. Que el recuerdo
de aquellas maravillosas semanas con Cain tendrá que llenar de alguna
manera el gran vacío en mi corazón, porque las cosas nunca pueden
volver a ser como antes.
Por supuesto Berta no sabe nada de esto, porque regreso a
tiempo para mi turno de cada noche, plasmando una débil sonrisa.
Me dirijo hacia la mesa catorce. Hay un hombre grande sentado
allí con el pelo canoso y una barriga redonda. Deslizo un menú delante
de él y le doy mi mejor sonrisa falsa. —Hola, señor. Bienvenido a
Becker’s. ¿Qué puedo traerle esta noche?
—Oh... —Él acaricia su vientre, sin molestarse en abrir el menú—.
Un café negro y una hamburguesa.
—Eso es fácil.
—Soy un animal de costumbres. —Sonríe y la sonrisa llega a sus
ojos—. Y, por favor, llámame John.

326
Traducido por Mel Markham
Corregido por Val_17

No puedo creer que la encontráramos.


Teniendo en cuenta la vida que solía llevar, no puedo creer que
cometió un error tan novato. Mientras me siento en mi auto alquilado y
la observo tomar la orden de John a través de la ventana de la
cafetería, pienso en cuán jodidamente agradecido estoy porque lo
haya hecho.
Se lo debo a Dan… no sé lo que le debo. Un órgano vital, quizás.
A través de sus conexiones, CNN detectó la historia del asesinato, la
327
explotó como parte de un problema de drogas nacional. Desde ahí, se
filtró a un montón de estaciones de noticias más pequeñas.
Después de esa extraña llamada a mi celular hace tres noches,
John rastreó el número hasta un teléfono público en Mobile, Alabama
en minutos. Al otro día, se encontraba en el primer vuelo. También lo
hubiera estado, si no él no me hubiera convencido de que me quedara.
Dedujo que ella había usado un teléfono al azar y le tomaría semanas
—o más tiempo— encontrarla.
Pero no lo hizo. Usó uno a sólo cuatro cuadras de distancia. Y,
gracias a la debilidad de John por las cafeterías, se topó con ella dentro
de las cuarenta y ocho horas.
Tiene el cabello más corto. Luce realmente lindo. También la hace
lucir mayor, a pesar del leve maquillaje en su cara.
Todavía luce como una muñequita.
¡Joder, la extrañé!
Toma cada pizca de mi fuerza de voluntad no entrar allí justo
ahora. Estoy dividido. No sé por qué no regresó a mí, ahora que Sam
está muerto. Asumo que es por eso que llamó, pero no puedo estar
seguro.
Eso me hace pensar que tal vez no quiera volver a mí, de todas
formas. Tal vez quiere una ruptura limpia, sin recuerdos de su vida
anterior. Si ese es el caso, no quiero hacer una escena ahí y arruinar
todo lo que tiene en proceso. John confirmó que vive sobre la cochera
de la dueña de la cafetería, una mujer amable sin antecedentes, que
cierra el lugar para asistir a la iglesia los domingos.
Y por eso me siento. Y en silencio observo a la mujer sin la cual no
quiero vivir, ni que ella viva una vida sin mí.

328
Traducido por Aleja E
Corregido por Aimetz Volkov

Mis llaves hacen un fuerte ruido a medida que caen en la


cómoda junto a la puerta. Sigue mi delantal y mi bolso, y luego pateo
los zapatos. Es mi nuevo ritual nocturno. Después va la ducha, para lavar
el olor grasiento de mi cabello. Nunca me molesto en encender la
lámpara porque las bombillas fluorescentes iluminan demasiado y,
además hay suficiente luz brillando por la ventana desde la calle.
No sé cómo no lo vi sentado en mi cama.
—Simplemente no puedes dormir sin estas
extravagantes sabanas, ¿verdad? 329
Chillo por la sorpresa mientras salto hacia atrás, con mi espalda
estrellándose contra la pared. —¿Cómo has entrado aquí? —Apenas
puedo escuchar mi propia voz, con mi sangre corriendo por mis oídos.
Se pone de pie e instintivamente doy un paso hacia adelante,
hacia ese hermoso hombre que fue mío por un corto período de
tiempo, hasta que la realidad me alcanzó. Pero cuando mi pie se
asienta, la verdad de lo que le he hecho me hace preguntar si debería
prepararme para defenderme contra un ataque emocional.
Uno que me merezco.
Mi respiración crece superficialmente por el pánico creciente.
¿Está aquí para decirme que me odia? ¿Qué los policías estarán
aquí en unos minutos para arrestarme?
Caín no se detiene. Él sigue moviéndose más y más cerca, hasta
que su irresistible cuerpo hace que mis rodillas se debiliten y su
impresionante rostro hace que me acerque más.
Y esos oscuros ojos marrones provocan que me ponga a llorar.
Agarra mi muñeca y me jala contra su pecho sin dudarlo, sus
brazos definidos envolviéndome fuertemente. —Sabes que soy
ingenioso. —De alguna manera lo oigo decir sobre mis sollozos. Suelta
un suspiro profundo y tengo la sensación de la tensión en su cuerpo se
desliza fuera de él—. Dios, Charlie, me has hecho pasar un infierno.
—Lo siento. —Empiezo a llorar más fuerte con sus palabras—. No
tenía otra opción. Eso era…
—Lo sé. —Suelta su agarre y retrocede, inclinando mi cabeza
hacia atrás con una mano en mi barbilla. Sus dedos empiezan a limpiar
mis lágrimas. Si supiera cuántas lágrimas he llorado por él...—. Lo sé todo.
Tragando el enorme nudo en la garganta, repito—: ¿Todo?
Con una triste sonrisa, sus ojos bajan hasta mi boca. —Sé cómo tu
padrastro se aprovechó de ti. Sé hasta la última gota de lo que paso.
Me estremezco con el recuerdo de esa arma contra mi sien.
—Y supongo que no me lo dijiste porque estabas tratando de
protegerme. —Hace una pausa—. Viste las noticias, ¿verdad?
—Sí. —Cierro los ojos, el olor de su colonia es calmante como
intoxicante.
—Sabes que estás a salvo, ¿verdad?
Miro hacia esos ojos que pensé que nunca vería de nuevo. —¿Lo
estoy?
El guiño furtivo de Caín hace que me lo crea. —Dan no va a decir
ni una palabra. —Sus frunce el ceño profundamente—. ¿Es esa la única
330
razón por la que no regresaste a casa?
Casa. —No sabía si me querías ahí —admito mientras trago
fuerte—. Sólo llamé porque quería asegurarme de que Sam no te haya
encontrado.
Sus brazos me estrellan contra su cuerpo una vez más, sus fuertes y
protectores brazos se sienten como si nunca me fueran a dejar ir de
nuevo. Espero que nunca lo hagan. Y me deja llorar contra él sin decir
una palabra. Hasta que algo extraño sucede. Mis lágrimas comienzan a
transformarse de tristeza a alivio hasta alegría absoluta, intercaladas
con pequeñas risitas.
Mientras me doy cuenta de que esto finalmente ha terminado.
Caín sabe lo que he hecho y está aquí. Y creo que me ha
perdonado.
Por fin, realmente ha terminado.
—Tu cabello huele a papas fritas —murmura Caín, y siento sus
labios tocar la parte superior de mi cabeza.
—Lo siento. Estaba a punto de entrar en la ducha.
—En serio... —Capto la alegría en su voz y mis rodillas se
debilitan automáticamente. No quiero nada más que eso en este
momento. Pero, espera. Me alejo, aunque no estoy dispuesta a soltar
mis manos de sus costillas—. Caín. ¿Qué pasa con...? —Exhalo
profundamente—. ¿Sabes que use una identificación falsa?
Me estudia por un momento, como si estuviera decidiendo lo que
quiere decir. Y luego de que sus labios se curvan para arriba. —
Ciertamente tienes más talento que cualquier chica de dieciocho
años de edad que he conocido, aunque tus opciones dietéticas
deben ser un regalo de los muertos.
Agacho mi cabeza ligeramente. —¿Estás bien con eso?
Se ríe. —Sí, voy a sobrevivir. —La parte de atrás de sus dedos rozan
mi mejilla e instintivamente me giro para atraparlos con mis labios—.
Además, nunca viví mis veinte años como una persona normal. —
Inclinándose, los labios de Caín rozan los míos mientras susurra—: Tal
vez podemos hacerlo juntos. —Y entonces no hay nada más que hablar,
mientras Caín reclama mi boca como si no hubiera pasado el tiempo.
Como si le perteneciera a él y sólo a él.
Y lo hace. Debería haberlo sabido, a partir de ese primer beso,
que había caído en una trampa.
La diferencia es que de esta trampa no tengo ganas de escapar.
Nunca.
—Pero... —Retrocede un poco y mi boca se siente
inmediatamente fría—. Estoy enamorado de una mujer y ni siquiera sé
331
qué cómo llamarla.
Mi respiración se traba. ¿Acabo de oírlo bien? Presionando mis
dedos en sus fuertes músculos, me tomo un momento para calmarme
antes me echarme a llorar. Una vez más. —Quiero decir, cuando Dan
me mostró una copia de tu verdadera identidad... —Su voz se apaga
mientras sus ojos se abren en estado de shock. ¿Me pregunto qué pasó
por su cabeza cuando se enteró? ¿Lo vio inmediatamente como yo lo
hice? El destino juega su propio y extraño juego.
Está mirándome, esperando.
—Creo que para ti siempre me veré a mí misma como Charlie,
pero... —empiezo, con mis dedos recorriendo la tinta en un lado de su
cuello. Una coincidencia.
O tal vez no del todo.
—...También respondo al nombre de Penny.
Traducido por Mel Markham
Corregido por Val_17

Todo lo que puedo recordar es ese pórtico delantero.


Pero es exactamente igual que el de mi memoria, hasta los
tallados ornamentales a lo largo de la parte superior y un conjunto de
escaleras al final. La casa en sí es de un lindo tono azul. Persianas negras
enmarcan las ventanas y la puerta principal. Aparentemente es una 332
casa “escopeta11”, un estilo que es común en Nueva Orleans.
Y aparentemente yo no nací en Las Vegas.
Una mano fuerte y cálida se enlaza con la mía. —¿Segura que
estás lista? —Levanto la mirada para ver la sonrisa alentadora de Cain.
Me sorprendió con este viaje hasta aquí. En ese momento, me lo
presentó como una escapada de fin de semana por mi cumpleaños.
Pero entonces, esta mañana, Cain me explicó la verdadera razón por la
que eligió este destino.
John lo ayudó a localizar a mis abuelos. Ellos siguen vivos y viven
en la misma casa en la que creció mi madre.
Y estoy a punto de verlos de nuevo.
—Sí. —Con vacilación, agrego—: ¿Crees que me reconocerán?
Dirigiéndome hasta que alcanzamos la puerta principal,
amablemente me empuja frente a él. Con un suave beso en mi cuello
susurra—: Sólo hay una forma de averiguarlo. —Su dedo encuentra el
timbre.

11Es un tipo de casa en que todos los cuartos están alineados, desde la puerta
principal hasta la puerta trasera. Se supone que se podría hacer un disparo de
escopeta desde la puerta principal que atravesaría el piso y saldría por la puerta
trasera sin tocar nada.
Escucho con una mezcla de emoción e inquietud mientras el alto
sonido hace eco dentro. Un momento después, la puerta se abre,
revelando a una versión mucho más vieja y gris de mi madre en una
simple blusa blanca y un par de pantalones oliva, un paño de cocina en
sus manos. —¿Puedo ayudarte? —pregunta, pero sus ojos ya están
entrecerrándose mientras examinan mis rasgos. De repente, sus manos
vuelan a su boca con un jadeo—. ¿Penny? ¿Eres tú? —Después de una
pausa, grita—: ¡Eres tú! —Sin otro momento de duda, me tira en un
apretado abrazo, justo como recuerdo que solía hacer mi mamá, sus
mejillas instantáneamente húmedas con lágrimas—. Feliz cumpleaños.

***

—Sólo una rápida parada y luego nos vamos a casa —promete


Cain mientras apaga la camioneta en el estacionamiento de Penny’s.
Inclinándose para robar un beso, agrega—: Estoy ansioso por estar en
nuestra propia cama esta noche.
—Sí, no puedo esperar para dormir. Esos ancianos son agotadores
—respondo con un guiño juguetón.
Extendimos nuestros pasajes de avión y pasamos una semana
entera con mis abuelos. Insistieron en que nos quedáramos en su casa 333
en lugar de un hotel. Tenía miedo de que pudiera ser demasiado para
que Cain manejara, pero él y mi abuelo parecían bastante contentos
con sentarse en el pórtico cada tarde con una copa de ese caro
coñac.
Ese primer día fue extremadamente emotivo. No tenían idea de
que su hija había muerto. Las últimas palabras que se dijeron estaban
llenas de furia, miedo, y luego, arrepentimiento. Era el día que
recordaba. Mi mamá anunció que me iba a llevar y que nos
mudaríamos a Las Vegas para convertirse en corista. Le rogaron que me
dejara con ellos —sólo tenía tres años y no pertenecía a Las Vegas—
pero ella se negó, por el simple hecho de que le pertenecía.
Cuando las semanas se transformaron en meses, y los meses en
años, mi abuelo voló a Las Vegas. Buscó en todas las casas de
producción en la ciudad, con una foto en mano, sin suerte. Nadie con
ese rostro o nombre había trabajado como corista en Las Vegas. Así
que siguió por los clubes de desnudismo. Finalmente, descubrió por una
bailarina en The Playhouse que Jamie Miller se había casado con un
tipo rico y que se mudó lejos.
Eso era todo lo que alguien pudo decirle. Supongo que mi mamá
no hizo amistades profundas mientras se hallaba ahí. Mi abuelo regresó
a Nueva Orleans, con el corazón roto pero con esperanzas de que al
menos fuéramos felices y estuviéramos seguras. Y que ella llamaría. No
tenían dinero para contratar a un investigador.
Han estado esperando por un fantasma todos estos años.
También me hicieron muchas preguntas sobre mi vida. Intenté
responder todas tan sinceramente como pude, pero algunos temas
eran imposibles.
Como qué le pasó a mi padrastro.
Y cómo conocí a Cain.
Y por qué él me llama Charlie.
No quería mentir, así que respondí tan vagamente como pude.
Creo que finalmente se dieron cuenta, porque se enfocaron en
preguntar sobre mi futuro. Y esas, estaba muy feliz de responderlas.
Sinceramente. Saben que me mudaré a Nueva York en agosto para
poder empezar en Tisch.
Y que estoy locamente enamorada de Cain.
Y que él se mudará a Nueva York conmigo.
Prometí hablar por Skype con ellos una vez a la semana y vamos a
volver a verlos en mayo, para una gran reunión familiar. A pesar de que
mama no tenía hermanos, tenía muchos primos. En un día, descubrí que
tenía una familia entera. 334
Una con lazos de sangre. No puedo olvidar la otra familia que
llegué a conocer y amar.
Cain me toma de la mano mientras nos dirigimos hacia esa gran
puerta de acero negro. Lucho por recordar esa noche el verano
pasado cuando vi por primera vez esa señal brillante en la cima de este
edificio con mi nombre en él. Sabía que el destino, en una forma
retorcida, debía haberme guiado hasta ahí y que tenía que conseguir
un trabajo aquí.
Aparentemente el destino también me guió hacia el hombre que
me salvaría.
Dos días después de que Cain me encontró en Mobile, llamó a
Dan, quien no perdió tiempo en subirse a un avión para encontrarnos.
Fue más allá de incómodo al principio. Los tres nos sentamos en una
cabina en la esquina de Becker’s, lejos de los ojos y oídos indiscretos, yo
pegada contra el costado de Cain mientras esperaba que Dan pusiera
las esposas sobre la mesa.
Pero Dan prometió que mantendría mi implicación, mi identidad
falsa, mi paradero —básicamente mi existencia— para él mismo. Incluso
me ayudó a recuperar mi antigua identidad. Todo lo que quería a
cambio era un poco de ayuda.
Se las arregló para llevarme a la estación de policía sin causar
alboroto y nos sentamos allí por tres días, rodeados por cajas de comida
para llevar, escaneando entre foto tras foto en la base de datos de la
computadora. Fui capaz de identificar a Bob —a quien Cain conocía
por su nombre real— y a Manny, pero ni Eddie ni el tío Jimmy se
encontraban entre ellos. No me sorprende.
Cain se quedó conmigo por una semana y luego me pidió que
me quedara en Mobile hasta que Dan pudiera buscar a Manny y Bob,
para asegurarse de que no fueran una amenaza. Tan duro como era
despedirse de él en el aeropuerto, tenía razón.
Y esta vez, sabía que no era un adiós para siempre.
Unas semanas después, los policías atraparon a Bob en un delito
menor relacionado con drogas. No sé si fue pura suerte o la suerte
inspirada en John-y-Cain. Sinceramente, no estoy segura y no necesito
saberlo. De acuerdo con Dan, Bob chilló como un cerdo frente al
matadero, entregando a Eddie, Manny… incluso a su propia madre y la
pequeña planta de marihuana que cultivaba en su patio trasero con
fines medicinales.
Los federales encontraron a Eddie escondido en Missouri con un
pariente lejano, pero no pudieron rastrear a Manny.
Desafortunadamente para Manny —y Jimmy, quien al parecer entró a
los negocios con él— el cártel sí fue encontrado. 335
La amenaza para mí terminó allí.
Era mediados de diciembre cuando Cain estacionó su camioneta
fuera de Becker’s, y no ha dejado mi lado desde entonces.
Incluso ahora, mientras entramos en su oficina, su mano está
firmemente entrelazada con la mía.
Encontramos a Nate sentado detrás del escritorio, haciendo el
papeleo, y una ardiente Ginger pelirroja en un vestido plateado
microscópico, murmurando para sí misma sobre las habilidades de
mierda de Cain para organizarse y la falta de buen whisky escocés en
este lugar.
—¿Qué? ¿Todavía eres dueño de este lugar? —El guiño de Nate
hacia mí me dice que en realidad no está enojado por tomar el peso
mientras Cain se quedó en Nueva Orleans conmigo.
Cain le entregará el club en agosto, pero nadie salvo nosotros
cuatro y Storm lo saben todavía. Él simplemente iba a cerrarlo, poco
dispuesto a venderlo y que se convierta en otro Sin City, pero Nate se
interpuso, expresando su deseo de mantenerlo.
Cain cree que está loco pero aceptó, con la condición de que
Nate lo cierre en el momento que se vuelva demasiado.
—¡Regresaste! —La caza por el whisky es abandonada cuando
Ginger salta para lanzar los brazos a mí alrededor. Seguimos desde
donde lo dejamos el día que me mudé de regreso a Miami. La única
diferencia era que ella no quería saber absolutamente nada sobre
donde estuve o qué ocurrió.
Tomando mi mano izquierda, exclama—: Oh, gracias a Dios. Creí
que me habías traicionado y escapado.
Ruedo los ojos mientras el calor sube por mi cuello. Si dependiera
de Cain, mi nombre legal sería Penny Ford. Tanto como amo como
suena eso y tan segura como estoy de que nunca habrá otro hombre
para mí, no quiero apresurarme en la vida.
No cuando finalmente soy capaz de disfrutarla.
—Sólo recuerda dónde será tu boda —me recuerda meneando
un dedo en la cara de Cain.
Ginger compró una vieja casa en ruinas en el Valle de Napa, que
está renovando completamente. Tenía un montón de dinero ahorrado,
pero no el suficiente para su elaborado diseño de doble balcón de
cuatro lados, por lo que Caín y Storm intervienen como socios silenciosos
para ayudarla a salir adelante.
Cain de hecho está aventurándose en el mercado de bienes
raíces en una manera más grande, invirtiendo en más propiedades y 336
esperando un retorno lucrativo. ¿Su última compra? Un condominio
impresionante ya un precio exorbitante de dos dormitorios a pocas
cuadras de mi campus. No es exactamente la vida de un estudiante,
pero de nuevo, nada en mi vida ha sido normal alguna vez.
Y tengo la sensación de que con Cain, nada nunca lo será.
Pero será diferente en todas las formas buenas.
—¡De acuerdo, fuera! —vocifera Cain, pero no hay molestia en su
tono.
Nate cierra el libro de golpe y rodea el escritorio, chocando la
mano con Cain mientras pasa. —Ginger —dice, envolviendo una
enorme mano alrededor de su cuello—, voy a necesitar un gerente.
—Y yo voy a necesitar prenderme fuego —oigo su respuesta
mientras se alejan por el pasillo. Atrapo el guiño sobre su hombro un
segundo antes de que Cain cierre y bloquee la puerta.
—¿Dónde estábamos? —murmura Cain, sujetando mi cuerpo
contra la pared con el suyo. Estar en la casa de mis abuelos de alguna
forma limitó nuestras “actividades” nocturnas. Ya prometió que lo
compensaríamos. Por la sensación de su dureza contra mía, creo que
planea empezar justo ahora.
Estoy bien con eso. Le daré a Cain lo que sea que quiera, porque
él me lo ha dado todo.
Ya no hay secretos entre nosotros. Sabe sobre cada una de mis
entregas, y sabe sobre Sal Pal. Yo, a cambio, sé lo que le ocurrió a los
dos hombres que asesinaron a su familia.
Sé cómo el cártel encontró a Sam.
Y no pienso menos de Cain por eso. De hecho, si es posible, lo
amo aún más. Simplemente somos dos personas con pasados
igualmente imperfectos, buscando futuros perfectos.
Y creo que lo hemos encontrado, en el otro.

337
Escribir libros no parece estar volviéndose más fácil. Pensé que
este en particular iba a matarme. Gracias a algunas personas
maravillosas en mi esquina, no lo hizo. De hecho, salí siendo una
escritora más fuerte debido a ello.
En primer lugar, a todos mis lectores, que me han apoyado a lo
largo de los años. Sus palabras de aliento y su amor por mi trabajo es lo
que sigue empujándome hacia delante en los días más difíciles y me
ayuda a celebrar los mejores.
A todos los blogueros que continúan extendiendo la palabra y
leen mis libros, gracias. Gracias un millón de veces. Su apoyo al libro de
Cain ha sido abrumador.
A Heather Self, mi compañera crítica, mi correctora de términos,
mi amiga de Texas. Sabes lo mucho que he luchado a lo largo de este
libro (justo desde el título). Gracias por tus invalorables comentarios a mis
ideas y desafíos a todas horas del día y la noche. 338
A Autumn Hull, por ser una fantástica bloguera y amiga. No hay
nadie en quien confíe para hacer críticas de una de esas escenas
como confío en ti.
A K.P., no puedo creer que haya pasado un año desde la primera
vez que te pedí que me representaras por Ten Tiny Breaths. Hombre, ¿ha
sido un viaje salvaje? Aquí estamos ahora, con un tercer libro juntos. Un
día te conoceré en la vida real. Ese día te daré un enorme abrazo.
A Stacey, qué puedo decir, excepto que soy una escritora con
suerte por tener una agente que se reunirá conmigo para tomar café y
se sentará a través de horas de desvaríos al azar sobre argumentos. Y
luego irá a comprar a Target conmigo. Miedo irracional a las avispas y
todo, me alegro tanto de tenerte en mi esquina.
A Sarah, tú, más que nadie, sabes lo mucho que he batallado con
Charlie y Cain. Estabas allí conmigo a través de todo ello, leyendo los
primeros manuscritos feos, respondiendo mis preguntas, y calmando mis
preocupaciones mientras me dejabas escribir la historia que estaba
destinada a escribir. Tu talento e indefectible apoyo hicieron este libro lo
que es.
A mi editora, Judith Curr, y al equipo de Atria Books: Ben Lee,
Valerie Vennix, Kimberly Goldstein y Alysha Bullock, por trabajar con
tanta colaboración conmigo para conseguir que esta historia llegara a
manos de los lectores.
A mi familia y amigos, por tolerar mis ataques de reclusión
mientras me encontraba en las profundidades de mis libros.

339
K.A. Tucker nació en un pequeño pueblo de
Ontario, publicó su primer libro a la edad de
seis años con la ayuda de la bibliotecaria de la
escuela primaria y una caja de lápices de
colores. Es una lectora voraz y lo más alejada
de un género-snob, ama todos los géneros,
desde High Fantasy a Chick Lit. Actualmente
reside en un pequeño y pintoresco pueblo
fuera de Toronto con su esposo, dos hermosas
niñas y un agotador cachorro.
Para más información sobre los libros de K.A.
Tucker o contactar con ella, visite
www.katuckerbooks.com

340
Reese MacKay, de pelo morado y lengua
afilada, lo sabe todo acerca de tomar la
decisión equivocada; ha tomado muchas de
ellas en sus veintitantos años. Así que cuando
su impulsivo matrimonio de corta duración
termina en desamor, decide que es tiempo
de un cambio. Se muda a Miami con la
intención de pulsar “reiniciar” en su
irresponsable vida, y lo hace bastante bien…
aparte de la épicamente humillante
aventura de una noche en Cancún con un
sexy gorila rubio llamado Ben. Gracias a Dios
puede subirse en un avión y dejar ese error
detrás de ella.
¿Una beca de fútbol y fiestas de fraternidad 341
con chicas calientes? Parte del plan del
encantador Ben Morris. ¿Lesión de rodilla que mata cualquier esperanza
de una carrera profesional en el fútbol? No tan parte del plan.
Afortunadamente, Ben tiene cerebro para acompañar a sus miradas y
magnetismo arrollador. Después de tres largos años de hacer equilibrios
entre la facultad de leyes con su trabajo como gorila en Penny’s
Palace, está listo para llevar una vida más madura —hasta su primer día
de trabajo, cuando se encuentra en la oficina de esa chica loca y sexy
que conoció en Cancún. Esa en la que no ha parado de pensar.
Si Ben fuera verdaderamente un chico listo, se mantendría lejos de
Reese. Ella es la hijastra del jefe y se ha dejado muy claro que los
romances de oficina son motivo de despido. Además, corre el rumor de
que ella supone problemas. El único problema es, que a él le gustan los
problemas, especialmente cuando son tan atractivos…

También podría gustarte