Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tucker, K.A. - Ten Tiny Breaths 03 - Four Seconds To Lose
Tucker, K.A. - Ten Tiny Breaths 03 - Four Seconds To Lose
¡Disfruta de la lectura!
2
Juli Aleja E. Mel Markham
Marie.Ang Katita CrisCras
Majo_Smile♥ Liz Holland
AriannysG
Sofía Belikov
Amélie.
Anakaren
LucindaMaddox
Jaky Skylove♡
3
Valentine Rose Lizzy Avett' florbarbero
Cotesyta Jane Mel Markham
GypsyPochi Victoria Jasiel Odair
Michelle♡ Daniela Agrafojo SammyD
ElyCasdel Niki Meliizza
Key itxi Dannygonzal
Laurita PI NnancyC Dafne2
Gabbita pauloka Verito
Emmie Miry GPE Val_17
*Andreina F* Diss Herzig Aimetz Volkov
Karool Shaw Julieyrr
Anakaren Eli Mirced
francatemartu
Capítulo 1 Capítulo 28
Capítulo 2 Capítulo 29
Capítulo 3 Capítulo 30
Capítulo 4 Capítulo 31
Capítulo 5 Capítulo 32
Capítulo 6 Capítulo 33
Capítulo 7 Capítulo 34
Capítulo 8 Capítulo 35
Capítulo 9 Capítulo 36
Capítulo 10 Capítulo 37
Capítulo 11 Capítulo 38
Capítulo 12 Capítulo 39
Capítulo 13 Capítulo 40
Capítulo 14 Capítulo 41
Capítulo 15 Capítulo 42
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 43
Capítulo 44
4
Capítulo 18 Capítulo 45
Capítulo 19 Capítulo 46
Capítulo 20 Capítulo 47
Capítulo 21 Capítulo 48
Capítulo 22 Capítulo 49
Capítulo 23 Epílogo
Capítulo 24 Agradecimientos
Capítulo 25 Sobre el autor
Capítulo 26 Five Ways to Fall
Capítulo 27
Cuando una hermosa bailarina cruza su puerta, el propietario de
un club de striptease debe decidir si seguir sus reglas o a su corazón en
la tercera novela de la autora de One Tiny Lie y Ten Tiny Breaths.
Ser propietario de un club de striptease no es la fantasía que la
mayoría de los tipos esperan que sea. Con muchas horas, un personal
con suficientes problemas para mantener a una sala de psiquiatría en el
negocio, y la policía regularmente dando problemas, Cain, de
veintinueve años, está empezando a replantearse su misión tácita de
salvar a las mujeres a las que contrata. Y entonces la rubia de ojos
marrones, Charlie Rourke, cruza su puerta y las cosas se complican de
verdad. Cain se rige por una estricta norma de “no dormir con el
personal”. Pero estar alrededor de Charlie desafía el autocontrol de
Cain… y ha pasado mucho tiempo desde que una mujer ha hecho eso.
Charlie Rourke, de veintidós años, necesita mucho dinero, muy
rápido, con el fin de desaparecer antes de que sea demasiado tarde.
Quitarse la ropa para hombres hace que su estómago se retuerza, pero 5
Charlie se dice a sí misma que al menos está dándoles un buen uso a sus
habilidades de actuación y danza. Y aunque sus compañeras bailarinas
parecen ansiosas por atrapar a su sexy, sofisticado y verdaderamente
atento jefe, ella no está interesada. Después de todo, Charlie Rourke no
existe en realidad —y la chica que pretende ser no puede distraerse por
un romance.
Desafortunadamente, Charlie pronto descubre que desarrollar
sentimientos por Cain es inevitable, y que esos sentimientos pueden ser
correspondidos —pero perderle cuando descubra en qué está
involucrada será más doloroso que cualquier otra sentencia que esté
esperando por ella.
Ten Tiny Breath, #3
Creo que algunas personas son inherentemente malas.
Creo que la culpa es un gran motivador.
Creo que la redención es algo que se puede luchar por alcanzar pero
nunca plenamente.
Creo que existen segundas oportunidades solo en sueños, nunca en la
realidad.
Creo que no tienes años, o meses, o semanas para impactar en la vida
de una persona.
Tienes segundos.
Segundos para ganarlos,
Y segundos para perderlos.
—Cain.
6
Traducido por Mel Cipriano & Julieyrr
Corregido por AriannysG
7
Gotas de sangre decoran el polvoriento hormigón gris como una
obra de arte abstracta. El salvaje robusto frente a mí —con su labio
inferior abierto, y un fiero corte en su mejilla—, puede ser la causa de
algo de eso. Pero teniendo en cuenta la paliza descomunal que estoy
recibiendo de las manos de este violador recientemente puesto en
libertad condicional, la mayor parte de esa sangre debe de ser mía.
Sosteniendo mi codo izquierdo contra las costillas que él acaba
de romper con una serie de golpes fuertes, me cuesta no hacer una
mueca cuando mis pies trastabillan hacia las cuerdas del ring
improvisado. Gritos y gritos me bombardean desde todos los ángulos,
haciendo eco a través del aparcamiento subterráneo de este edificio
de oficinas en el centro. Por lo general, hay una cantidad decente de
perras ricas que me lanzan sus nombres, números y comentarios
halagadores. Sin embargo, esta noche no. Todas estas personas
apostaron veinte a uno en mi contra y están, sin duda, imaginándose
playas de arena blanca y autos brillantes.
Demonios, incluso yo casi apuesto en mi contra. Pero, no hay una
persona en el mundo en la que confíe esa cantidad de dinero. Excepto
tal vez, a Nate. Pero él tiene catorce años y es un conocido socio mío,
así que bien podría haberle pintado una diana en la cabeza si lo
enviaba a la casa de apuestas.
—¡Vamos, culo marica! —deja salir Jones, chocando sus carnosos
puños, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
Me quedo en silencio mientras Nate me salpica la cara con agua
fría y trago algunas gotas, tratando de despejar el sabor cobrizo de mi
boca. Oí que a este tipo le gusta arrastrar sus golpes, así que no me
preocupa que él me cargue como a un toro. Sin embargo, sí estoy
preocupado por la presión de la multitud. Puedo sentir su impaciencia
en el aire durante mi pausa. Quieren ver cómo cae al suelo mi cráneo.
Ahora. Es una lucha clandestina real. Del tipo que trae al elemento
criminal de alto vuelo y ávidas emociones como una familia en
navidad. Aquí no hay categorías de peso. No hay pruebas de drogas. Ni
reglas. Nada de arbitraje. La pelea no termina hasta que el cuerpo
destrozado de un combatiente sea recogido del suelo.
No es exactamente el mundo al que un padre amoroso
introduciría a su hijo. Pero no tengo un padre amoroso. Tengo uno
malvado con aires de mafioso, quien, después de estar conmigo lo
suficiente como para enseñarme a defenderme y a endurecer mis
músculos, decidió que podía hacer algo de dinero real y me tiró en la
escena de las peleas ilegales en Los Angeles. A la edad de diecisiete
años, cuando mi cuerpo todavía no se encontraba plenamente
desarrollado, pero era sólido a causa de entrenamientos agotadores, mi
padre insistió. No puedo decir que me fui de mala gana. Incluso lo
disfruto, la mayoría de las veces. Siempre es el rostro de mi padre el que
8
golpeo y sus huesos son los que rompo cada vez que levanto los puños.
Cada vez que pulverizo a mi oponente.
Y ahora, a los diecinueve años, estoy luchando por mi vida en el
escalón más alto de este mundo ilícito. Podría ganar a lo grande. O
podría terminar en una bolsa para cadáveres. Mientras miro al matón
en frente de mí, sus pectorales mejorados con esteroides crispados con
anticipación, venas feas que sobresalen de su cuello, y su rostro hecho
un lío horrible de sangre y tinta, acepto que probablemente esta noche
no vuelva a ser el último en pie. Soy un imbécil por presentarme a esta
pelea. Seguro que Jones está pasado en metanfetamina. Solo hacen
falta dos dosis de fentanilo para poner de rodillas al animal, y no tengo
tranquilizantes de elefante en mi bolsillo trasero.
—¡Zee! —La voz de Nate se quiebra detrás de mí, usando mi
nombre de combate. Echo un vistazo por encima del hombro al chico
escuálido en mi esquina. Mi único confidente confiable, el que está a mi
lado en cada pelea. Sostiene su celular en su oído; su piel de ébano se
vuelve de un tinte ceniciento enfermizo—. Algo va muy mal en Wilcox.
—Wilcox. La calle de mis padres. Los grandes ojos color melaza de Nate
parpadean hacia mi oponente, antes de volver a mi cara destrozada.
—¿Están peleando de nuevo? —le pregunto. No sería la primera
vez.
La cabeza de Nate se sacude lentamente, con expresión sombría.
—No, algo diferente. Benny vio que aparecieron dos tipos hace
unos veinte minutos. —Benny es un chico de quince años que vive en la
calle de mis padres y va a la escuela con Nate. Es un idiota, pero adora
a Nate por estar conectado conmigo.
—¿Para él o ella? —Tan inquietante como suena la pregunta, es
válida. Mis padres tomaron caminos empresariales por el lado
equivocado de la moralidad; mi papá se aventuró en el negocio de la
droga, y mi madre manejó un pintoresco negocio de contabilidad
empresarial/burdel en la casa de mi difunta abuela. Y ahora uno de
ellos ha cabreado a alguien, está claro, lo suficiente como para que le
sigan la pista hasta su puerta.
Normalmente, no me importa una mierda. Estaría en éxtasis. Tal
vez, si mi padre cabreaba a la gente adecuada, podrían deshacerse
de mi problema. Pero es la una de la mañana de un martes, y Lizzy, mi
hermana de dieciséis años, podría estar durmiendo en su cama. Y, si
estos tipos fueron en busca de dinero y papá va a la butaca ahuecada
para pagarles, va a descubrir que está vacía.
Porque robé hasta el último centavo para terminar con esta
pelea.
Una nueva imagen incendia mi cabeza. Alguno de estos
muchachos tomando su pago en Lizzy.
9
Eso es todo lo que toma para que aparezca mi adrenalina, y el
dolor paralizante en mi costado se desvanece al instante cuando miro a
mi oponente a través de nuevos ojos. Si entierro la aguja del
cuentakilómetros, puedo llegar a su casa en menos de quince minutos.
Puede ser suficiente. O no. Este matón es lo único que me impide
salir ahora mismo.
—Nate, dile a Benny que llame a la policía.
Lanzo mi botella de agua en el suelo y cargo hacia adelante.
Se acabó muy rápido, y ninguno de los espectadores parece
saber qué diablos pasó. El silencio llena el gran aparcamiento, mientras
todo el mundo espera a que se levante Jones. Todo el mundo menos
yo. Sé que no lo hará por un tiempo. Me pareció que sus huesos se
agrietaron en el momento en que su cabeza cayó a un lado con los
golpes venenosos que le di en una rápida sucesión.
Sigue sin moverse cuando mis neumáticos chillan por la rampa
subterránea.
***
—Quédate aquí —le grito a Nate mientras estaciono mi auto en el
medio de la calle. No estoy seguro de cómo no choqué, dado que
tengo un ojo cerrado por la hinchazón. Salto, corriendo más allá de la
multitud de curiosos, hacia los vehículos de emergencia y oficiales de
policía. Las luces intermitentes, los policías corriendo con radios en sus
manos. No podrían haber llegado más de diez minutos antes que
nosotros.
Lleva cuatro oficiales, un arma destinada a la frente, y un juego
de esposas para detenerme. No van a dejar que vaya adentro, no
responderán a la maldita pregunta que hago una y otra vez. ¿Lizzy está
bien? En su lugar, me martillan con una avalancha de palabras que no
registro, que no me importa reconocer.
—¿Qué te pasó, hijo?
—¿Quién te hizo esto, hijo?
—Necesitas asistencia médica.
—¿Cómo conoces a los ocupantes de esta casa?
—¿Dónde has estado desde la medianoche hasta tu llegada
aquí?
A pesar de mi advertencia, Nate se aventura a salir de mi auto y
de alguna manera se desliza a través de la cinta de la policía. Como
una sombra silenciosa, él espera mientras un joven paramédico cura el
10
corte por encima de mi ceja y me informa que tengo tres costillas rotas.
Apenas la escucho mientras observo el desfile dentro y fuera de la
puerta principal de mis padres.
Mientras veo aparecer al forense.
El comienzo del amanecer ilumina el cielo cuando una… dos…
tres camillas salen por fin.
Todas cubiertas con bolsas negras.
—Siento tu pérdida, hijo —me dice un oficial de policía fornido,
con voz áspera. No escuché su nombre. No me preocupo por eso—.
Este tipo de cosas no deberían suceder.
Él tiene razón. No deberían. Lizzy no debía haber estado allí. Si yo
no hubiera renunciado a ella, si no la hubiera echado de mi
apartamento, no hubiese estado allí.
Yo podría haberla salvado.
Pero ahora es demasiado tarde.
***
Presente
—¿Qué quieres decir con que no pueden entregarlo hasta
después del fin de semana? —A pesar de todos los esfuerzos por
mantener la calma, mi tono es mordaz.
—Señor, lo siento. Como ya he explicado, estamos
experimentando escasez de mano de obra. Estamos trabajando tan
rápido como nos sea posible para cubrir los pedidos. Le pedimos
disculpas por las molestias —recita de manera uniforme la representante
de atención al cliente, sonando como si hoy lo hubiese dicho cientos de
veces. Porque estoy seguro de que lo ha hecho.
Pellizco el puente de mi nariz para mitigar el repentino dolor de
cabeza que se forma, y lucho contra el impulso de golpear el tubo
contra el escritorio. Esta conversación es una completa pérdida de
tiempo. Es lo mismo que he tenido todos los días durante dos semanas.
—Dígale a su gestión que “inconveniente” no es la palabra
correcta. —Cuelgo antes de que tenga la oportunidad de arrojar la
respuesta ya escrita para eso.
Con un gemido, me recuesto en la silla de cuero y cruzo los brazos
detrás de mi cabeza. Examino las paredes de mi despacho forrado de
piso a techo con estantes, que hace las veces de sala de suministros.
Cinco semanas de noches anormalmente ocupadas en Penny, junto
11
con entregas esporádicas de cerveza significa que no voy a tener de
nuestras mejores marcas para el próximo fin de semana. Eso quiere decir
que tendré que pasar otra noche de sábado explicándoles a los
clientes por qué el hecho de que no tengamos Heineken, no les da
derecho a un baile de regazo gratis.
Algunos días, odio este negocio.
Últimamente, lo odio todos los días.
Abriendo una botella fresca de Rémy Martin de alta gama, vierto
el profundo líquido dorado en mi vaso. Es mi vicio: una copa antes de
que el club abra para tranquilizarme, y una al cerrar el lugar. Por
desgracia, los nervios no se van tan fácilmente y me encuentro
rellenando la copa. Es algo bueno que nuestras horas estén limitadas o
tendría un problema con la bebida. A doscientos dólares la botella,
también tendría un problema de dinero.
Se abre la puerta de mi oficina mientras la quemadura
reconfortante se desliza por mi garganta.
—¿Cain? —La profunda voz de Nate retumba un segundo antes
de que su metro ochenta y seis, y casi ciento treinta kilos, aparezca a
través de la puerta. Todavía me asombra en lo que se ha convertido de
la noche a la mañana ese niño flacucho; en el gigante que ahora está
de pie frente a mí. No debería sorprenderme, sin embargo, teniendo en
cuenta que yo era quien pagaba los altos recibos del supermercado
durante sus períodos de crecimiento en la adolescencia—. Acabo de
recibir un mensaje de Cherry. Está enferma.
—¿Te envió un mensaje?
Él asiente lentamente; sus ojos oscuros no dejan de mirarme.
—Es la tercera vez que se reporta enferma en dos semanas.
—Sí —coincide, y sé que sus pensamientos están en la misma
onda que los míos. Nadie me conoce mejor que Nate. De hecho, nadie
me conoce, excepto Nate.
Cherry ha trabajado para mí durante tres años y medio. Ella tiene
el sistema inmunológico de un tiburón. La última vez que empezó a
faltar porque se “enfermó”, la encontramos siendo maltratada y
golpeada por su novio idiota.
—¿Crees que él esté de vuelta?
Meto los dedos en mi cabello, apretando los dientes con el
aumento de la frustración. —Después de lo que pasó la última vez, si
aparece, sería el mayor idiota del mundo. —Como advertencia, él lo
mandó al hospital con una fractura de fémur y dos hombros dislocados.
Tengo que pensar que fue un medio eficaz de disuasión—. A menos que
ella lo haya invitado.
12
Pongo los ojos en blanco. Cherry es una buena chica con baja
autoestima y terrible gusto para los hombres. Aunque me sorprendería,
no pondría las manos en el fuego por ella. Ya he visto esto. Muchas
veces.
—Creo que voy a pasar por su casa para asegurarme de que no
se trata de nada más que un virus o una cuestión digna de sopa de
pollo. —Nate agarra las llaves del bastidor.
Con un suspiro, gruño—: Gracias, Nate. —La ayudamos durante
un año a mantenerse limpia y libre de su novio idiota. Lo último que
quiero ver es una repetición—. Y, toma. —Saco un billete de veinte
dólares de mi cartera y lo tiro en mi escritorio—. A su hijo le encantan las
Big Macs.
Nate frunce el ceño a mi dinero, dejándolo allí. Debería haberlo
sabido.
—¿Y si él está ahí?
—Si él regresó… —Me paso la lengua por los dientes—. No hagas
nada. Llámame. Inmediatamente.
Con un saludo perezoso, Nate sale de mi oficina, me deja con mis
codos sobre el escritorio y mis manos cruzadas contra mi boca
apretada, preguntándome qué voy a hacer si Cherry ha dado un giro
para peor. No puedo despedirla. No cuando necesita nuestra ayuda.
Pero… mierda. Si tenemos que pasar por esto de nuevo con ella…
Y tuve que convencer a Delyla para que volviera a la consejería
la semana pasada debido a que empezó a cortarse de nuevo. Dos
semanas antes de eso, llevamos a Marisa al hospital con
complicaciones posteriores al aborto clandestino que el estúpido de su
novio la convenció de hacerse. Aún ni siquiera ha podido volver a
trabajar. Y la semana antes de eso…
Un golpe en mi puerta, solo unos segundos más tarde, hace que
mi temperamento se encienda inesperadamente. —¿¡Qué!?
Se asoma el rostro de Ginger.
Respiro profundamente y gesticulo un “lo siento”, castigándome
en silencio por gritarle.
—Oye, Cain, mi amiga vendrá a reunirse contigo esta noche —me
recuerda con aquella voz ronca adecuada para las empresas de sexo
telefónico. A los clientes les encanta. Les gusta todo de ella, incluyendo
aquellos grandes pechos naturales y esa lengua perspicaz—. ¿Te
acuerdas? La que te mencioné a principios de esta semana.
Me quejo. Me había olvidado por completo. Ginger me lo sugirió
el viernes pasado mientras arbitraba una discusión entre Kinsley y China
en el pasillo. Nunca estuve de acuerdo en reunirme con esta persona, 13
pero no había dicho que no. Ginger está claramente tomando ventaja
de eso.
—Cierto. ¿Y quiere un trabajo de qué? ¿Bailarina?
La cabeza de Ginger sube y baja; su cabello salvaje y corto —
teñido de platinado, miel y rosa—, hecho un desorden. —Creo que ella
te gustará, Cain. Es diferente.
—Diferente, ¿cómo?
Sus calientes y rosados labios se tuercen. —Es difícil de explicar. Ya
verás cuando la conozcas. Te gustará.
Mi mano se abre camino a mi nuca, tratando de frotar la tensión
permanente. No va a funcionar. Los viajes semanales a un masajista no
hacen nada por el tipo de nudos que crea este lugar. —No se trata de
que me guste, Ginger. Tenemos mucho personal. No necesito más
bailarinas ni camareras en estos momentos. —Dada la reputación de
Penny, este lugar se ha convertido básicamente en la crème de la
crème de los clubes de entretenimiento para adultos. No tomo personal
al azar. Solo por referencia y la rotación es baja. Aparte de Kinsley, no
he contratado a alguien nuevo en casi un año. Demasiadas bailarinas,
significa más peleas entre mujeres que dinero.
—Lo sé, Cain, pero… Creo que realmente va a gustarte. —Ginger
ha atendido la barra durante años, más que cualquier otra persona.
Confío en su juicio. Las otras tres personas que nos recomendó resultaron
ser excelentes empleadas que ahora están en la trayectoria de una
vida saludable, lo que las aleja del negocio sexual. Demonios, ella fue
quien me presentó a Storm, ¡mi brillante historia de éxito!
Tras una larga pausa, pregunto—: ¿Y sus preferencias? ¿Es ella…?
No es que importe, por supuesto.
Sus ojos verde azulados, como los de un gato, brillan mientras me
sonríe. —Estoy bastante segura de que le gustan los tipos. Todavía no he
visto la prueba, pero eso es lo que me dice mi instinto. Por desgracia
para mí. —He aprendido a apreciar de verdad la orientación sexual de
Ginger. Nunca existió ese momento incómodo con ella, donde decidió
que yo agradecería tener su mano en mi polla. Es una de las pocas
empleadas mujeres de la que puedo decir eso. Es una de las razones
por las que me llevo tan bien con ella.
—¿Su nombre?
—Charlie.
—¿El real o el artístico?
Se encoge de hombros. —El real, creo. “Charlie” es el único
nombre que me ha dado.
Hago una pausa para tomar otro sorbo. —¿La apruebas? —
Ginger conoce los requisitos. Ni drogadictas. Ni proxenetas. Ni
14
prostitutas. Tengo cero tolerancia por las drogas y la prostitución. Si los
policías me atraparan me cerrarían en menos de un segundo, y muchas
personas dependen de Penny como para dejar que eso suceda.
Además, aquí no hay necesidad de ello. Me aseguro de que las chicas
puedan conseguir dinero de modo seguro, sin tener que vender los
últimos jirones de su dignidad.
Me responde su brusco movimiento de cabeza.
—¿Experiencia?
—Vegas. Tuvo un par de entrevistas aquí, incluyendo al Sin City. —
Arquea las cejas de forma significativa—. Sabes lo que les hace hacer
Rick.
Me recuesto en mi silla. Sí, he oído cuales son los requisitos de Rick
para conseguir y mantener un puesto de trabajo en su club. No ayuda
el hecho de que el tipo es un gordo con cabello grasoso. —¿No
cumplió?
Ginger ríe. —Por lo que me dijo, apenas logró salir sin vomitar.
Asiento lentamente. Eso sin duda le gana algunos puntos
conmigo. Quiero ayudar a cada mujer que siente que tiene que
quitarse la ropa para sobrevivir pero yo soy solo un hombre, y no todas
las mujeres son lo suficientemente fuertes como para evitar las trampas
de esta industria.
He visto a muchas de ellas caer muy rápido.
Y tratar de atraparlas una y otra vez es muy agotador.
Mirando la exóticamente bella cara de Ginger, al final hago la
gran pregunta.
—¿Cuál es su problema, Ginger? ¿Por qué desnudarse? —Con un
dedo, trazo lentamente el borde de mi vaso. Por lo general hay una
buena razón. O una mala, dependiendo de cómo se mire. Por las
proporciones de lo que completamente normal van los jodidos
empleados, los números generalmente pesan más por la última—.
¿Deserción escolar sin futuro? ¿Antecedentes de abuso? ¿Novio imbécil
con ganas de dinero extra? ¿Problemas con papá? ¿O es que solo
busca atención?
La cabeza de Ginger se inclina mientras murmura en tono seco. —
¿Muy hastiado?
Pongo mis manos en el aire. —Eres la excepción. Lo sabes. —
Desde el día en que entró en mi oficina, en su decimoctavo
cumpleaños, nunca he tenido que preocuparme por ella. Viene de un
hogar estable, libre de abuso y no le intimida el escenario. Su propósito
es directo y honesto: ahorrar suficiente dinero para abrir una posada en
Napa Valley. Con el tipo de dinero que recauda aquí, yo diría que
conseguirá pronto ese sueño. 15
Después de una pausa, se encoge de hombros. —Todo lo que sé
es que quiere hacer buen dinero. Pero parece tener la cabeza bien
puesta, ya que no tomó los otros trabajos.
Debido a que probablemente pensó que estaría chupando una
polla en la habitación privada… Con una exhalación profunda y mi
mano contra mi frente, frotando suavemente el ceño fruncido,
murmuro—: Muy bien. Ya veremos. —¿En serio voy a hacer esto ahora?
¿Y si es otra Cherry? ¿O Marissa? ¿O China? ¿O Shaylen? ¿O…
—Genial. Gracias, Cain. —Hace una pausa, apoyando contra el
marco de la puerta su forma curvilínea, vestida con pantalones cortos y
una camiseta sin mangas para la atención de la barra—. ¿Estás bien? Te
ves desgastado últimamente.
Desgastado. Es una buena manera de describirlo. Agotado
semana tras semana y mes tras mes por clientes descarados, problemas
diarios de propiedad y empleados que parece que no pueden
enderezar su vida sin alguien que interfiera. Tener la atención de la
policía porque suponen, en base a mi pasado y mi negocio actual, que
sigo los pasos de mis padres; y ese es el resumen de mi vida durante la
última década.
Es suficiente para hacer que cualquier persona racional
abandone.
Y lo he considerado. He pensado en vender Penny y alejarme.
Luego miro las caras de mis empleados, los que sé que sin mí van a
terminar en un lugar como Sin City, y los dientes de metal de la trampa
alrededor de mi pecho se vuelven más apretado.
No puedo abandonarlos. Todavía no. Si tan solo pudiera conseguir
este lote seguro, sin necesidad de añadir más problemas a mi plato,
podría vivir mi vida tranquilamente en algún lugar. Una remota playa en
Fiji suena bastante bien.
Sin embargo, ninguno de esos pensamientos son dichos en voz
alta. —No he estado durmiendo bien —le digo, poniendo la sonrisa falsa
que he dominado. Empieza a sentirse como una máscara de hierro
sofocante.
Por la forma en que se arruga su frente, sé que no me cree. —Está
bien, bueno, ya sabes que si los quieres, siempre tienes mis oídos —me
ofrece sonriendo juguetonamente mientras rueda sus caderas y guiña—
. Y nada más.
Su suave risa la sigue por la puerta, animando temporalmente mi
humor severo mientras me pongo a preparar la nómina para el
pequeño ejército de bailarinas, la seguridad, la cocina y camareros que
tengo empleados. Serge, un hombre de cuarenta y ocho años,
cantante de ópera italiano retirado, maneja mi cocina como si fuera
suya, pero yo manejo todo lo demás. 16
Por desgracia, veinte minutos más tarde cuando llega la llamada
de Nate, mi humor severo regresa con una venganza. —Su Dodge azul
está aquí.
Mi puño golpea contra el escritorio, haciendo vibrar todo. —Me
estás tomando el pelo, ¿verdad? —Me tomo un momento para
hacerme con el control de la formación de rabia que burbujea dentro
de mí. Nate no se molestó en contestar. Los dos siempre hemos tenido
una facilidad para las bromas, pero sabe sobre qué no debe bromear
conmigo. Los idiotas que toman ventaja sobre las mujeres es una de
esas cosas.
—¿Quieres que entre? —ofrece Nate.
—No, espera afuera. Si él regresó, seguramente se la está
llevando. —Tan estúpido como es este chico, debe haber aprendido
después de la última vez—. Voy en camino. No entres, Nate. —Doy esa
advertencia con una voz severa. No podría soportar la idea de perder a
Nate. Ni siquiera debería haberlo dejado participar. Debí haber hecho
que se fuera a la universidad y llevara una vida normal. Pero no lo hice,
porque es todo lo que tengo y me gusta tenerlo cerca.
En cuestión de segundos estoy fuera de mi asiento y en cuclillas
en la esquina, marcando la combinación de seguridad. Mis dedos se
envuelven firmemente alrededor del acero mordaz de mi arma. Me
desprecio por tocarla. Representa a la violencia, la ilegalidad… la vida y
las decisiones que he dejado atrás, que no iba a dejar que me volvieran
a consumirme. Pero si esto significa mantener seguros a Nate, Cherry y
su hijo de ocho años, que me llamó al celular desde el de su madre en
busca de ayuda cuando la encontró inconsciente en el sofá la última
vez, entonces voy a meter el cañón justo en la sien de esa basura.
Estoy a punto de deslizarla en la funda cuando se abre la puerta.
—¿Cain?
Tengo que empezar a cerrar la maldita puerta de mi oficina, me
digo. Reprimiendo una maldición, deslizo la pistola en la caja fuerte y
me paro, y luchando por reprimir el veneno de mi voz, gruño—: Ginger,
debes aprender… —A tocar, es como se supone que termine esa frase.
Pero en vez, termina en un silbido agudo, cuando me encuentro
mirando a mi pasado.
A Penny.
17
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Sofía Belikov
—Hola, Cain.
Empuja uno de esos grandes y rubios rizos hacia atrás sobre su
hombro desnudo, dirigiendo mi atención a su cuello. Es un movimiento
de coqueteo, pero con Penny, no creo que lo haga intencionalmente.
—¿Cómo estás esta noche? —Cierra la distancia y una mano delicada
tiembla sobre mi hombro, como hace siempre que me recibe antes de
su turno. Escalofríos recorren mi piel, como cada vez que me toca.
—Estoy bien, Penny. —Soy mucho más alto que ella; cuando se
para directamente frente a mí, necesita inclinar la cabeza para 26
mirarme. Eso me da la mejor vista de esa boca grande que estuve tan
cerca de besar anoche. Tan cerca de rendirme ante una urgencia
egoísta.
Ojalá las cosas pudieran ser diferentes entre nosotros, pero no se
puede.
Se merece mucho más que yo.
Saber eso fue lo que me detuvo de besarla anoche, a pesar de
que ella obviamente lo esperaba.
Me fuerzo a sonar como si me importara cuando pregunto—:
¿Cómo está Roger? ¿Espero que los dos tengan planes para las
vacaciones? —Él le dará una buena vida. Es un tranquilo plomero en sus
treinta, que la sigue por el club y quiere desesperadamente que
renuncie. Podrían tener juntos una linda vida. Ella estaría lejos de este
mundo.
No puedo darle nada de eso. Aquí es donde pertenezco.
Antes de que se vaya, veo la más pequeña arruga en su frente.
Atasca su cabello detrás de la oreja y retrocede, tragando antes de
hablar. —Oh… bien. Está bien. Sí, vamos a conocer a su madre. —
Asintiendo como para confirmar sus palabras, atrapa la misma hebra
una segunda vez—. Debería ir a vestirme.
La miro alejarse, ahogándome en mi decepción.
***
Sé que no es Penny.
Y aun así, mientras manejo a toda velocidad mi Navigator negro
por la calle, con el aire acondicionado al máximo, hacia el
apartamento de Cherry, para lidiar con el inminente desastre, se
reproduce una y otra vez en mi cabeza el nombre Penny . Esos rizos
rubios, esos carnosos labios rojos, ojos perfilados con delineador pesado
negro que me hacen preguntar cómo luce sin maquillaje. ¡Cuerpo
decente, mi trasero! La gente paga miles para tener esa hermosa figura
de reloj. Y esas tetas son malditamente perfectas. Cirujanos plásticos la
usarían como una modelo de diseño. Ni siquiera necesita sostén para
mantenerlas arriba. Obviamente no usaba uno hoy cuando se quitó el
vestido.
Justo como cuando Penny entró en mi club ese primer día,
pidiendo trabajo.
No follo con mi personal. Nunca. Estoy aquí para ayudarlos a
ponerse de pie y alejarse del comercio del sexo, no para enterrarlos más
siendo el jefe sórdido que los trata como putas. Desde ese día, hace
casi nueve años, cuando establecí el pago por The Bank —club que 27
poseía antes de abrir Penny’s—, he mantenido el código con resolución
estoica. Por supuesto, un chico joven rodeado de desnudistas que se le
lanzan a diario, fue una verdadera prueba de fuerza de voluntad.
Tomé un montón de duchas frías esos primeros meses.
Imaginé que estaría bien. Luego entró Penny y, bueno, era
imposible de ignorar.
Imposible no amarla en segundos.
Y si solo me hubiera apegado a mi política y permanecido lejos
de ella, no habría terminado con su cabeza golpeada a solo pasos de
mi oficina.
Si la muerte de Penny sirvió de algo, fue para evitar que vuelva a
distraerme de mi propósito en este negocio. Y seguro que no
enamorarme.
Aquí me encontraba, pensando que había puesto la tragedia
detrás de mí y seguido adelante. Hasta esta noche, entra una parecida
a Penny y vuela en pedazos mi recuperación.
¿Qué hice? Me quedé boquiabierto mirándola como un maldito
pervertido. Miré su cuerpo, evité su gentil saludo de manos, la hice
retorcerse bajo mi mirada.
Y ella dejó caer su vestido y esa chispa —la extraña conexión de
intriga, esperanza y lujuria fue mucho más fuerte de lo que debía
provocar solo un cuerpo desnudo en espera— me golpeó. La que había
sentido una vez. Cuando Penny entró en mi oficina.
Me puse duro como una roca al instante.
Sin embargo, Ginger tenía razón. Ella es diferente. Ilegible, en su
mayor parte. No fría, pero es o muy hábil escondiendo su expresión, o
no es expresiva para nada. Además de ese sonrojo cuando levanté su
vestido, parecía imperturbable durante toda la experiencia. Y eso no es
normal. En todos estos años, en todas las entrevistas, nunca había visto a
una mujer tan calmada mientras pedía trabajo en mi club. Las mujeres
siempre eran nerviosas. Usualmente, coquetean mucho. De vez en
cuando, me giraba por un segundo y las encontraba de brazos y
piernas abiertas sobre mi escritorio.
Sin embargo, esa mujer no…
Nunca ha trabajado en una habitación privada. Vi esa deglución
brusca cuando estableció que le gustaría trabajar en ambos. Ya fuera
eso o… trabajó en una habitación privada y pasó algo malo. La
mantendré afuera hasta ver que descubra que fue.
Le daré sus papeles a mi investigador privado. El que hace el tipo
de chequeos a fondo y profundos con el que no se molestan los
empleadores promedio. Sé que no es normal, pero no soy normal y no
28
dejaré que nada ilícito se arrastre en mi lugar, descarrilando todo lo que
he construido con tanto esfuerzo.
Hablando de ilícito… entro al estacionamiento afuera del
complejo de apartamentos de Cherry, preguntándome cuánto falta
antes de que esto se descarrile.
***
***
***
***
***
48
Traducido por BeaG
Corregido por GypsyPochi
56
Traducido por Vani & Julieyrr
Corregido por Michelle♡
Voy a vomitar.
El hecho de poder pasearme por una habitación de hotel y llevar
a cabo una operación de tráfico de heroína sin que me tiemblen las
manos no tiene importancia en este momento.
Ahora, mientras estoy parada detrás de una cortina de
privacidad en unos pantaloncitos negros, que muestran un poco mi
trasero, y un chaleco entallado que cubre la parte superior del
revelador bikini rosa —la cual apenas cubre más piel de la que está
próxima a ser expuesta a una muchedumbre de hombres burlones y 57
críticos—, parece que mis rodillas estuvieran a punto de torcerse.
Los tres tragos de tequila que tomé en mi camerino no hicieron
nada para calmar mis nervios. Solo me hicieron sentir más incómoda.
No estoy segura de poder hacer esto.
¿Y por qué esas luces tienes que ser tan brillantes? Parecen haber
un millón de focos por ahí, preparados para trasladarse hacia abajo y
resaltar cada centímetro de mi piel expuesta.
—¿Estás lista? —me dice al oído una voz ronca.
Con un salto de sorpresa, me volteo para encontrar a Ginger
detrás de mí. Lanzo de inmediato los brazos alrededor de sus hombros,
lo que nos sorprende a ambas. No soy amante de los abrazos y no
estamos en esos términos pero, claramente, estoy desesperada.
Ella ríe. —Oh, vamos. Estoy segura que esto no es nada
comparado a Las Vegas, ¿verdad?
Luego de apartar mis brazos, subo y bajo la cabeza y trago,
soltando la farsa de mi boca mentirosa sin problemas. —Tengo pánico
escénico. Eso es todo. Esto es lo mío.
Con una sonrisa suave y un apretón a mis bíceps, me guiña y
dice—: Bueno, ve a mostrar lo tuyo allí y yo voy a animarte. Te vi hacer
esto. Serás fantástica. —Desaparece por las escaleras al tiempo que el
DJ me hace señas.
Treinta segundos.
Tomo una respiración profunda y murmuro en voz baja—: Solo
unos meses de esto y luego soy libre.
No sabía en qué me metía cuando dejé caer ese bolso del
tamaño de un estuche en un estudio de baile en Queens; además de
un brillante Volvo plateado. Sam siempre me enviaba a hacer
pequeños recados. Ir a las tintorerías, recoger el correo, depositar
cheques. Me ocupaba de todas nuestras compras de comestibles. Las
diligencias era un modo para “ganar mi sustento”, me había dicho Sam
alegremente. Así que cuando me pidió que dejara un paquete en la
ciudad... lo hice.
Sencillo.
Cuando Sam me entregó una identificación con el rostro y
nombre de otra persona y dijo que me inscribiera en una clase de baile
semanal en ese mismo estudio en Queens, lo descubrí con bastante
rapidez. Aun así, lo hice, sin decir una palabra.
Él lo justificó diciendo que le hacíamos pasar un buen momento a
la gente y nos llevábamos un poco de dinero. No era diferente de la
venta de alcohol durante la Ley Seca. Me tragué esa mierda al 58
principio. Pero, de nuevo, solo tenía dieciséis años.
Era ingenua.
Estúpida.
No me pareció muy importante. Había visto a mis amigos
fumando después de la escuela. Estuve en fiestas donde alguien llevó
ocho bolsas de cocaína o un puñado de pastillas de éxtasis. Oí toda la
campaña de “di no a las drogas” alto y claro, pero las drogas parecían
estar en todas partes en la escuela secundaria. En todas partes, las
personas se divertían. Y cuando algo se halla en todos lados y la gente
se divierte, comienza a parecer menos inmoral. Casi... aceptable.
Y cuando tu padrastro —el hombre que te ha criado y dado
todo—, te pide que hagas algo, las líneas del bien y el mal se ponen en
unas poco más difusas, y se hace más fácil negar esa vocecita dentro
de tu cabeza. Supongo que al crecer no tuve el mejor ejemplo moral.
Sin embargo cuando vi el interior de la maleta en la primera
parada de Miami... por fin me di cuenta. Sam no negocia solo con ocho
bolsas y algunos puñados en las fiestas. Sino que trafica con cientos de
dosis de heroína.
Malditas maletas.
Él negocia con las cosas que convierten a las personas en adictos,
arruina las vidas, y por último las mata.
Y estoy ayudándolo a hacerlo.
Fue entonces cuando dejé de ignorar a esa vocecita. Al fin me di
cuenta que Sam me involucró en algo malo y que no importa la
cantidad de autos y vestidos de diseñador que me compre. La llamada
de atención trajo una ola de culpabilidad con la que todavía estoy
aprendiendo a lidiar. Ahora me esfuerzo para dormir, comer. He perdido
al menos cinco kilos de mi cuerpo ya delgado. Todas las mañanas me
levanto y siento el impulso de salir por la puerta y nunca mirar hacia
atrás.
Cuando escucho en las noticias otro caso de sobredosis, me
siento responsable. Las noticias no son las sobredosis recreativas; sino lo
realmente adictivo, como la heroína. Es como si los periodistas me
hablaran, juzgaran y condenaran. Con mi ayuda, niños de apenas
catorce años han tenido una sobredosis. En realidad no hay tal cosa
como un consumidor de heroína ocasional.
Pero no quiero pasar el resto de mi vida luchando
financieramente, así que supongo que mis sentimientos de culpa no son
lo suficientemente abrumadores. Eso, o soy una verdadera mala
persona.
Me merezco lo que me pasó con Sal en New York. Merezco
desnudarme delante de una muchedumbre de hombres pervertidos.
Me merezco lo peor. 59
Sam también merece ser castigado por todo lo que ha hecho; a
innumerables víctimas anónimas, y a mí. Por darme el amor y la
protección que parecía incondicional, pero en realidad me puso
cadenas.
¿Pero quién va a castigarlo?
Espío por la cortina, y veo todas las caras en la multitud;
esperando interesados. Todos esos ojos estarán puestos en mí. No creo
que haya estado en un escenario tan grande en mi vida. Por otra parte,
tal vez es solo porque voy a estar sola —básicamente desnuda— lo que
lo hace parecer aun más grande.
Observo mientras tres chicas bajan de las plataformas circulares
que sobresalen del escenario. En medio de los espectáculos principales,
las chicas se turnan para burlarse un poco de la audiencia. Pero saben
que deben dejarlo ahora.
Para permitir que todos los ojos caigan en mí.
Mi potencial jefe también se encuentra allí, luciendo elegante
con una camisa entallada de color azul oscura mientras se apoya sobre
una baranda, hablando con ese gorila gigantesco —Nate, oí que lo
llamaba alguien— quien vigila la puerta de atrás todas las noches.
Incluso en la oscuridad y a la distancia, puedo ver los músculos de sus
brazos. El hombre debe tener un cuerpo inmaculado debajo de esa
ropa.
Cuando me preparaba en el vestuario, oí un montón de
comentarios sobre Cain. Comentarios con respecto a que él es muy
temperamental, sugerencias sobre cómo animarlo, seguido de risas
malvadas. Es evidente que cada una de ellas daría su teta izquierda
para acostarse con él. No me sorprende. En otras circunstancias —tanto
mías como suyas— tal vez habría querido lo mismo. Una morena
llamada Kinsley comentó que él la “reconfortó” la semana pasada en
su oficina y en privado. Me pregunto cuántas de ellas se han acostando
con él. Sin embargo es confuso. Quiero decir, yo tiré mi vestido en el
suelo. Podría haber intentado algo conmigo, pero no lo hizo. Supongo
que no soy su tipo. Eso es lo mejor.
No sé qué pensar de las otras bailarinas. Me gané un par de
miradas de sorpresas, pero por lo demás prácticamente me ignoraron.
Ginger dice que es porque no han tenido una chica nueva por aquí en
mucho tiempo, que no sea Kinsley. Y a pocas personas les agrada ella.
Terry golpea la ventana de cristal de su pequeña cabina y apunta
hacia el escenario cuando los acordes iniciales de mi canción elegida
—“Coming Undone”, de Korn— suenan por los altavoces. Me gané un
guiño de aprobación cuando la solicité. Sé que probablemente no es la
primera opción para la mayoría de las bailarinas, pero me da energía, y 60
dado que esta es la canción con que trabajo normalmente, soy capaz
de moverme de manera fluida, casi como un una rutina.
Y una rutina estricta es lo que necesito.
Con una última respiración profunda, me las arreglo para meter
esa misma capa de confianza que asumo en cada entrega.
Y recuerdo que mi madre hizo esto.
Que yo puedo hacer esto.
Que voy a hacer esto, así muy pronto puedo librarme de las
cadenas de Sam.
Salgo de mi escondite, con la adrenalina a toda máquina y mi
corazón latiendo con fuerza. Me concentro en el poste en frente de mí y
mido mis pasos con el ritmo de la música —los acordes distorsionados en
mis oídos, compitiendo con los latidos de mi corazón—, en lo que espero
sea un pavoneo sexy. Incapaz de evitarlo, mis ojos van en dirección de
Cain por un momento y veo su oscura mirada intensamente fija en mí.
Quiero correr.
Pero no puedo. Me obligo a poner mi atención de nuevo al poste
y lo agarro con una mano determinada. Mi cerebro puede estar loco
pero mi cuerpo sabe lo que necesita hacer.
Empiezo.
Los años de gimnasia del nivel competitivo me han dado la fuerza
física, el equilibrio y la coordinación para acertar cada movimiento que
aprendí en clases de pole-dance y no me contengo ahora, ejecutando
las vueltas más complejas, caídas y transiciones con facilidad.
Se siente sorprendentemente orgánico y los movimientos me salen
con naturalidad. Y si mantengo la vista y mi atención en el poste, el
ritmo pesado de la música, y el tono azul suave de las luces del
escenario, casi puedo olvidar que estoy rodeada de miradas lascivas
de hombres.
Casi.
Pero no puedo quitarme la sensación de sus ojos en mí. Y Cain...
De alguna manera, su atención es más estresante que el de los cientos
de otros combinados. Probablemente debido a que su opinión es en
última instancia, la que importa. Cuando cometo el simple error de
dejar que mis ojos pasen por él durante un minuto, encuentro esa misma
mirada de acero en mí, pero más severa. Lo suficiente para paralizar mi
corazón acelerado. Y tan inquietante que mi agarre se resbala. Por
suerte, no estoy en medio de una caída que podría romperme la nariz u
otro movimiento peligroso, y por eso me recupero rápidamente.
Oigo un par de gritos y alaridos alentadores. No puedo detener
por más tiempo lo inevitable. Apretando los dientes, uso mi mano libre
para abrir los broches del chaleco. Lo deslizo por mis hombros y lo arrojo 61
a un lado, dejando al descubierto la parte superior. El murmullo de la
multitud me da punzadas de placer.
Ya no siento la agitación en mi estómago. Al segundo en que
esos broches se abrieron, el entumecimiento asumió el control. Lo tomo
con mucho gusto, porque queda un minuto y medio de esta canción y
el chaleco no es lo último que debo dejar en el escenario si quiero este
trabajo.
Y también bloqueo los silbidos y gritos mientras continúo con mis
movimientos bien practicados y dejo que mi mente derive hacia otro
lugar. A los valles de Toscana, donde podría gestionar en un pequeño
viñedo. A las colinas de África, donde podría observar a los leones
tomando el sol caliente; los Alpes Suizos, donde podría volar por el aire
en una tabla de snowboard. No sé cómo hacer snowboard. Pero tal vez
un día, voy a aprender.
Al instante en que alzo la mano para tirar de las cuerdas de la
parte superior del bikini, para dejar caer el trozo de tela, exponiendo mis
pechos a la habitación fresca por el aire acondicionado y los aplausos y
silbidos, estoy bronceándome en una playa privada en las Maldivas.
Estoy en cualquier lugar sin el tráfico de drogas. Sin desnudarme.
En cualquier lugar sin una vida vergonzosa.
Es cuando he escapado detrás del escenario —con mi cuerpo
tembloroso mientras se desvanece la descarga de adrenalina— que soy
capaz de respirar de nuevo. Lo hice. Superé mi primera presentación.
Me trago la repulsión. Acabo de desnudarme en el escenario. Acabo
de desnudarme en un club lleno de hombres. No me han tocado,
pero...
Tengo puesta la parte superior del bikini en segundos y sin
embargo, siento la necesidad de rodearme con los brazos, para abrazar
a mi propio cuerpo. Y deseo que Ginger estuviera aquí, porque sé que
podría venirme bien su consuelo amistoso.
Por el aspecto de la mujer morena con un traje de cuero azul que
me mira con una sonrisa torcida, no voy a obtenerlo de su parte. —
Nunca has estado en el escenario, ¿verdad? —Sus ojos se deslizan por
mi cuerpo rápidamente mientras abrocho mi chaleco.
Tomo una respiración profunda para calmar el temblor en mi voz y
aparento confianza. —En Miami no. ¿Por qué?
Levantando una ceja hacia mí, murmura—: Por nada.
Siento un escozor raro en mis ojos. No estuve bien. Estuve mal.
Estaba allí, en el escenario, pensando que podría estar haciéndolo bien,
pero no era así. Apestaba en lo amateur. Si no salgo de aquí ya, voy a
estallar en lágrimas mortificadas antes de que pueda controlarlo. 62
No voy a llorar delante de ella, ni de nadie.
—Siguiente... ¡China! —dice Terry en voz alta al tiempo que
suenan las primeras notas de “Like a Prayer”. Con una sonrisa, la mujer
—que supongo es China— pasa junto a mí para ocupar el escenario.
Lucho con el impulso de estirar el pie y hacerla tropezar.
Estoy completamente vestida de nuevo, corriendo por las
escaleras y dirigiéndome hacia la zona del bar, cuando me doy cuenta
que no recogí ni un solo billete. —¡Mierda! —maldigo y ahora las
lágrimas inflaman mis ojos. Acabo de desnudarme de forma gratuita. Un
viaje al infierno... ¡Para nada!
Parpadeo varias veces para no ponerme a llorar en medio del
club de striptease y, cuando me he reorientado, veo un puñado de
dinero, unido a un gorila sonriente alto, atractivo y rubio. —Toma... Es
posible que desees esto. —No estoy segura de si es porque me desnudé
delante de una multitud o la conversación con esa perra —quien ahora
se mueve por el escenario como si fuera la dueña del lugar— o la forma
en que me está sonriendo este hombre, pero me levanto y lo miro
fijamente, sin habla.
—Soy Ben.
Ben es mi caballero de brillante armadura.
Me toma un momento tranquilizarme. Ben espera pacientemente
mientras lo hago. —Lo siento. Eso fue estúpido de mi parte —digo con
las mejillas rojas, murmurando un “gracias” y aceptando el fajo de
billetes—. Guau.
—Sí, lo hiciste bien para tu primera noche. —Observa mi gesto de
confusión y pregunta—: ¿Qué pasa?
—No, es solo... —Echo un vistazo de reojo a China al tiempo para
ver como su vestido cae al suelo mientras ella sopla un beso a un
hombre bajo y calvo. No perdió el tiempo—. No creo haberlo hecho
muy bien. No me relacioné con nadie. —Hice exactamente cero
interacción.
Ben asiente. —Definitivamente harías mucho más si echaras
guiños y sonrisas. Pero Penny’s no es un club típico, y una gran cantidad
de estos tipos van a pagar por un buen espectáculo. Ese fue
un buen espectáculo.
—Gracias, Ben. —Ya me gusta este tipo. A pesar de que su
atención se ha desplegado a mi pecho, donde permanece con una
pequeña y astuta sonrisa. Cruzo los brazos sobre mi pecho y su sonrisa se
amplía. Me doy cuenta de que no tiene sentido cubrirme. Tal vez ha
aprendido de memoria lo que hay debajo de mi ropa, al igual que la
mayor parte de la multitud. Afortunadamente, Ben se da la vuelta y
encamina hacia la barra principal. Lo sigo mientras él me lleva a la zona 63
donde se encontraba Cain, con la cabeza hacia abajo para no atraer
la atención de nadie.
Creo que voy a derrumbarme en el suelo si alguien me dice una
sola palabra.
Necesito un veredicto feliz esta noche. Si voy a hacer esto, tiene
que ser en Penny's. Me lo dice mi instinto.
Ahora que me encuentro fuera del escenario, el lugar no parece
tan amenazador. Las luces no son tan brillantes, la música tampoco es
tan distorsionada y yo ya no estoy tan sola. Hay chicas en todas partes.
Debe haber cuarenta chicas en la pista. Mis ojos recorren el club para
mirar el mobiliario elegante, simple pero sofisticado y los accesorios que
no me di cuenta antes. El estilo, el ambiente, todo exuda lo poco que
he visto de Cain. Con clase, masculino, sin embargo, con una pizca de
algo incierto.
Hablando de Cain...
Echo un vistazo por los alrededores, buscándolo realmente, y
llamo la atención de Ginger desde detrás de la barra. Hace un gesto a
un vaso vacío y articula—: ¿Quieres un trago?
Asiento agradecida. Charlie Rouke tiene veintidós años y permiso
para beber legalmente, así que, ¿por qué no debo sacarle ventaja a
eso? Beber como menor de edad es el menor de mis problemas en lo
que se refiere al incumplimiento de la ley.
—¿Dónde está Cain? —pregunto a Ben cuando se sienta junto a
Nate.
—Se fue. —Una pequeña sonrisa toca sus lindos labios—. Creo que
tenía que ocuparse de algo. Algo que requería los cinco dedos de la
mano.
—Oh. —La decepción ahoga mis esperanzas. Ni siquiera se quedó
el tiempo suficiente para contratarme. Es mi culpa. No me relacioné con
la gente, después de todo. No como la bailarina que estuvo antes que
yo, que estuvo haciendo la postura de perro con un trozo de hilo
dental, a centímetros de la cara de hombre. Y sin duda, tampoco fui
como China, que parece dispuesta a quitarse su... Sip, ahí va su tanga.
Ni siquiera saqué mis pantalones cortos y ella está totalmente desnuda.
No sé cómo una persona hace eso. Tal vez es mejor actriz de lo que soy
yo.
Vuelvo a sentir una punzada de dolor en mi pecho, profundizando
el latido incesante que ha ido creciendo en las últimas semanas. Me
gustaría pensar que es un mal caso de ardor de estómago, pero estoy
bastante segura de que no es así. ¿Qué voy a hacer si no consigo este
trabajo? Por mucho que odie estar allí arriba, tan repulsiva como
todavía me siento, necesito una nueva identidad como la que Sam 64
arregló para mí; del tipo que permite iniciarte completa y
legítimamente.
Sin eso, me veré obligada a buscar trabajo clandestino. No voy a
ser capaz de conducir legalmente, abrir una cuenta bancaria, alquilar
un apartamento o inscribirme en la universidad. Ni viajar. Sin una tarjeta
legítima con un nombre y mi cara, no voy a ser capaz de empezar de
nuevo y llevar una vida buena y normal. Las personas no se dan cuenta
de lo vital que es una pieza de identidad.
Si Cain no me contrata, supongo que tendré que volver a Sin City
con el rabo entre las piernas. Con solo recordar a ese hombre velludo y
sudoroso con los pantalones alrededor de sus muslos hace que mis
piernas se cierren.
—¡Aquí tienes, querida! —canturrea Ginger, entregándome un
vaso de algo. Lo vacío con un gran trago—. ¡Lo hiciste muy bien!
—No estoy tan segura —murmuro, suplicándole a sus ojos bonitos,
delineados fuertemente con delineador azul ahumado, que me
convenza de lo contrario—. China no parecía pensar eso.
Ginger arruga su rostro. —No le hagas caso. Solo está dándote
problemas. Es una perra y no le gusta la nueva competencia.
Lanzo un suspiro reticente. De acuerdo, escuchar eso ayuda un
poco. Ginger siempre hace y dice cosas para tratar de hacerme sentir
mejor. Me pregunto si eso significa que es una amiga de verdad. No lo
sé. Solo he tenido amigos superficiales y conocidos casuales. Aquellos
donde la gente me hablaba porque soy guapa y rica. Nunca he tenido
un mejor amigo, uno con quien pudiera hablar de lo que sea. Sam lo
prefería así. Supongo que todo salía mejor, ya que no había nadie que
dejar cuando me fui de Long Island. —¿Crees que Cain me dará el
trabajo?
Se encoge de hombros. —No veo por qué no. —Inclinándose, ella
golpea a Nate en su caja torácica—. ¿Dónde está el jefe, hombre?
—Fuera.
Rueda los ojos. —Por…
—Por toda la noche.
—Gracias por explayarte, Nate. —Con un suspiro exasperado, me
ofrece una palmadita reconfortante en el hombro—. No te preocupes.
Tendremos una respuesta mañana y estoy segura de que será una
positiva. —Con un guiño, agrega—: Estarás trabajando en el bar
conmigo.
—Oye. —Ben se interpone entre nosotras, lanzando un brazo
fuerte y musculoso sobre cada uno de nuestros hombros—. ¿Tú la
trajiste, Ginger?
Ella lo mira con recelo. —Sí. ¿Por qué?
65
Una curiosa sonrisa aparece en su cara. —¿Cómo se conocen?
Él gruñe cuando el puño de Ginger le golpea en la costilla. —
Somos amigas, Ben —protesta, mientras se dirige de nuevo a la barra. La
sonrisa maliciosa de Ben la sigue, sin disimular su breve apreciación por
su culo, muy visible en un vestido rojo ajustado.
Esconde esa sonrisa amplia para mirarme, y con su brazo aún
sobre mi hombro, Ben murmura—: Entonces, Charlie…
Este tipo es increíble. No oculta el hecho de que es un jugador,
pero ese encanto juvenil y relajado, de algún modo hace que sea algo
lindo. Y hoyuelos. Hoyuelos profundos que ponen una cubierta temporal
sobre mi preocupación y me hacen sentir como si todo estuviera bien
en el mundo. Me pregunto si siempre es tan coqueto.
No soy muy experimentada en el departamento de coqueteo.
Tan anormal como es mi vida, mi experiencia en relaciones
probablemente coincida con el de la chica de secundaria promedio.
Salvo cuando otras chicas en la escuela secundaria estaban ocupadas
llorando por mensajes de textos sin respuesta y luchando contra
amenazas vacías, yo solo seguía adelante, más centrada en el teatro.
Así que tal vez no soy normal en ningún aspecto.
Dada mi natural actitud reservada y el modo en que me criaron,
soy generalmente la única que escucha más de lo que habla. Nunca
he perseguido a un chico. Tuve un par de novios en la secundaria.
Salíamos mucho en grupos. En los momentos en que estuve a solas con
un chico, no había mucha necesidad de coquetear; o de hablar, en
general.
Perdí mi virginidad con Ryan Fleming —el protagonista en la obra
de secundaria— durante mi primer año. Ni siquiera éramos novios
cuando sucedió, pero nos habíamos conocido durante meses y sabía
que yo le gustaba. Parecía gustarle a un montón de chicos en la
secundaria. Ryan dijo que se debía a que yo era “misteriosa” y “no
molesta”. Muchas de las chicas en la secundaria me odiaban y creo
que era por la atención que recibía de los chicos. Y porque me
marcaron como una esnob a causa de mi reserva.
Ryan fue el primer y único chico por el que sentí algo. Era dulce y
comprensivo. Muy bien educado. Sabía que en el futuro él sería de la
Ivy League. Habíamos estado saliendo por dos meses cuando me invitó
a su baile de graduación. Con mucho gusto acepté, ya tratando en mi
mente cómo podríamos hacer que una relación a distancia funcionara
el año siguiente.
Sin embargo, Ryan nunca vino a recogerme esa noche. No
contestó su teléfono ni mis mensajes hacia él. Cuando llamé a su casa, 66
su madre parecía sorprendida de que lo estuviera esperando. Ella
tartamudeó un poco, confusa, y al final admitió creer que habíamos
roto.
Me senté en esa escalera de caracol de nuestro vestíbulo durante
horas, con los hombros encorvados, la mente confundida y mi corazón
en pedazos abatidos.
Cuando Sam llegó a casa, su cara era una máscara de calma.
No revelaba nada; ni preocupación, ni simpatía. Tomando asiento junto
a mí, me explicó que esto era lo mejor, que yo era joven y no debía
atarme a alguien. No dije nada, simplemente lo miré. Y luego movió sus
ojos grises entrecerrados hacia mí y dijo, en un tono uniforme, que no le
agradaba la idea de que yo tuviera una relación seria. Que él mantuvo
su parte del trato al darme todo lo que deseaba, al protegerme, al no
dejarme sola en este mundo.
Siempre he tenido una necesidad visceral de complacer a Sam.
Escuché rumores de que Ryan terminó apareciendo en su baile
de graduación, llegando solo y yéndose con mi némesis de la infancia,
Becky Taylor. Cuando lo vi en el pasillo el lunes, pasó por delante de mí,
como si ni siquiera me conociera, pero no podía dejar de notar que su
espalda se veía rígida, sus pasos eran rápidos y su cara era de un tono
pálido que no me hallaba acostumbrada a ver en él. Como si estuviera
aterrorizado de verme.
Tuve un pensamiento en aquel entonces —que Sam podría estar
involucrado con este extraño giro en el comportamiento de Ryan—
pero lo deseché rápidamente. Es decir, Sam nunca permitiría que yo
saliera tan herida.
Ahora, sin embargo, no puedo evitar preguntarme si Sam fue la
única razón por la que estuve sentada en los escalones, sufriendo hasta
la medianoche con un vestido violeta y mi teléfono en las manos.
Me tomó un tiempo superar a Ryan, pero lo hice, y hubo otros
chicos. Todos efímeros, solo siendo muescas en mi cinturón de último
año. Todos los chicos que abandoné al segundo que sentí cualquier
atisbo de emoción. Y después de lo que pasó con Sal, no he tenido
mucho interés en nadie.
Ahora este rubio atractivo me está comiendo con los ojos como si
quisiera enseñarme todo lo que no puede un adolescente, y algo más.
—¡Ben! ¡Retrocede! —El vozarrón de Nate aparta su atención de
mi cara con una pequeña mueca.
—Sí, sí —murmura, apartando su brazo de mí. Pero me lanza un
guiño inmediatamente después. Nate parece no darse cuenta. Está
ocupado escuchando algo en su auricular. Algo divertido, al parecer,
ya que una amplia sonrisa divide su intimidante cara en dos.
—¡Oye, Ginger! Tu “cliente” está aquí. 67
Volteo a tiempo para ver la cara de Ginger arrugarse en
desagrado. Se toma un trago de algo y luego lo baja hacia el
mostrador mientras sale de detrás de la barra. Pasando a Ben, quien se
dobló de risa, ella señala con sus dedos a los dos gorilas divertidos y
dice—: Solo recuerden este sacrificio cuando más tarde esta noche se
estén tomando una cerveza fría. —Con una pausa y un guiño, añade—:
Tal vez la próxima vez ustedes puedan sacrificarse por el equipo.
Esto reduce la risa de Ben. —Oh, no —dice, sacudiendo la cabeza
con fervor—. Solo juego para un equipo, y King Kong y esa maldita
tercera pierna suya no están autorizados a participar en mi juego.
—¿Sintiéndote inadecuado? —responde Nate con una sonrisa y
una palmada sobre el hombro de Ben antes de que su tono se vuelva
serio una vez más—. Será mejor que la sigas allí atrás para esto.
Lanzando un saludo perezoso en mi dirección, Ben sigue a Ginger
al tiempo que agarra a su amiga bailarina de pelo castaño por el codo
y se dirige hacia las habitaciones VIP.
No hay necesidad de que me ponga cómoda aquí, sin saber si
voy a permitirme volver, así que decido ir a casa. De cualquier forma
prefiero estar sola. Y tomarme una larga ducha hirviendo para que tal
vez pueda deshacerme de este sentimiento vil antes de llegar a ese
escenario y desnudarme de nuevo mañana.
Y a la noche siguiente.
Y a la noche siguiente.
Espero.
68
Traducido por Mary Haynes
Corregido por ElyCasdel
71
Traducido por Val_17
Corregido por Key
***
81
Traducido por Adriana Tate
Corregido por Key
***
Unas horas y un bombardeo de preguntas de los policías más
tarde, me encuentro enfrentando a una muy callada Charlie en su
sofocante apartamento una vez más.
—Aquí, toma esto. —Sostiene una bolsa de hielo para mí. Pero no
la agarro. Todo lo que hago es extender mi mano y tocar su delicada
mano, unida a su delicado brazo, unido a su delicado cuerpo, el cual
habría caído al suelo si esa bala hubiese salido a sólo unos pocos
centímetros hacia la izquierda.
Ella se estremece por mi tacto, con cautela levanta la bolsa hacia
mi cabeza mientras se pone de puntillas. Me estremezco cuando toca
el chichón. —Lo siento, pero necesitas ponerle hielo. Ven y siéntate. Eres
demasiado alto para mí. —Envuelve sus dedos alrededor de mi bíceps y
me guía hacia la silla roja plegable al lado de la mesa del comedor. Es
una sensación extraña tener a alguien guiándome. Dándome órdenes.
Cuidándome.
Voy voluntariamente, encontrándome intrigado por esta inversión
de roles.
Sacando la otra silla, se apoya en ella con una rodilla y continúa
ocupándose en silencio de mi chichón. Afortunadamente, eso fue todo.
No quiero lidiar con puntos de sutura. La boca de Charlie se mueve
como si quiere decir algo pero duda. Así que no dice nada, conforme
con estar medio de pie, medio inclinada mientras yo simplemente miro
84
ese perfecto rostro proporcionado. Porque no puedo evitarlo.
Los ojos de Charlie no son de color marrón. Son de un profundo y
fascinante color azul-violeta. Nunca he conocido a nadie con iris de
color violeta. He escuchado que existen, pero que son una rareza.
Elizabeth Taylor aparentemente tenía ojos de color violeta. Si se veían
como los de Charlie, entonces no es de extrañar que continuara
consiguiendo maridos. Por qué demonios Charlie querría ocultar esas
cosas hermosas, me supera.
Todo acerca de Charlie se ve diferente de la mujer que se
presentó en mi oficina hace dos días. Sabía que esos grandes y mullidos
rizos probablemente no eran naturales, pero en realidad cambiaban la
forma de su rostro, haciéndola parecer más redonda de lo que
realmente es. ¿Y por qué demonios usa todo ese maquillaje? Es
despampanante sin él. Nunca he visto pestañas naturales de este largo
antes. Y su piel es lisa como la porcelana, como una de esas muñecas.
Así es como luce Charlie, como una perfecta muñequita. Excepto con
esa ultra grande y sexy boca.
Una joven y perfecta muñequita.
No estoy seguro de que tenga veintidós años. Es tan difícil de
decir con las mujeres de hoy en día. He visto a niñas de catorce años de
edad verse mayores. Podría ser posible que la licencia de Charlie sea
falsa y que sea menor de edad. Ya le he enviado sus papeles a mi
detective privado y estoy esperando una llamada de él en cualquier
momento. A parte de robar a su anterior jefe ciego o atacar a otras
bailarinas, no me importa demasiado su experiencia pasada en el club
de las Vegas. Pero estoy un poco preocupado por su edad… mierda.
¿Qué pasa si puse a una niña de catorce años en mi escenario?
Empujo ese pensamiento fuera de mi cabeza con fuerza. Ahora
sólo busco excusas, razones por las cuales contratarla es una
jodidamente mala idea. Razones además de mis propias razones
egoístas.
A menos que sea una menor de edad o una criminal, puede
tener un trabajo en Penny’s por el tiempo que lo necesite. De eso estoy
completamente seguro. Después de distanciarme —con la ayuda de
Rebecka— fui capaz de ver que exageraba. Pensé en decirle que solo
puede atender la barra, pero decidí no hacerlo. El escenario significa
una diferencia de unos cientos de dólares por noche. Estará bien. Solo
me tendré que adaptar a ver a Charlie con el pecho desnudo todos los
días. No voy a enviarla a chuparle la polla a Rick —o peor— porque
quiero evitar un caso de bolas azules.
Así que ahora aquí estoy, con esta joven mujer de aspecto
angelical de ojos color violeta, jugando a la niñera conmigo. Y todo lo
que quiero hacer es tocarla. 85
Mierda.
Ella se aclara la garganta y luego, con una ligera risita, dice—:
¿Puedes creer que se disparó a sí mismo en el pie? —El sonido de su voz
y la forma en que su rostro se suaviza son tan contradictorias dadas las
palabras que acaba de decir y por lo que pasamos. La mayoría de las
mujeres, y francamente los hombres, estarían nerviosos después de que
una bala apenas los rozara en su propia casa. Penny habría llorado.
Ginger estaría teniendo un ataque apropiado. Kacey, mi anterior
camarera, habría matado al hombre con sus propias manos. Pero
Charlie continua estando en una sorprendente e imperturbable calma
por toda la experiencia.
¿Es esta la forma en que siempre ha sido? ¿O algo o alguien la
hicieron ser de esta manera?
—Drogadictos —murmuro, causando que su risita muera
repentinamente. Ah, Cain. Si sólo tuvieras sentido del humor, como Ben,
ella todavía estaría riéndose.
Y probablemente tendida de espaldas en esa cama.
Pero nada de lo que pasó hoy es ni remotamente divertido. —
Charlie, realmente no me gusta la idea de que te quedes en un
apartamento al lado de vecinos que portan armas. Te podrían haber
disparado.
Sus ilegibles ojos parpadean hacia mí. —Y tú podrías haber sido
disparado.
Suspiro, sin estar seguro de qué más decir. Estoy haciendo mi
mejor intento de no convertirme en el controlador maniático que puedo
ser. Estas chicas no necesitan un jefe dominante, y no soy dueño de sus
vidas. Necesitan sentir que están tomando sus propias decisiones,
aunque sea con mi ayuda. Pero, en serio… una bala acaba de pasar
cerca de su cabeza ¿y aun así no se quiere mudar? ¿No tiene ningún
sentido común?
Un dedo frío de repente roza la piel detrás de mí oreja, donde
está mi tatuaje. —Ella debió haber sido alguien muy importante para ti
—murmura Charlie, trazando las letras suavemente.
No le respondo, la sensación de su piel contra la mía, a pesar del
recordatorio del pasado, enciende algo profundo dentro de mí.
No necesito que me toque de esta manera ahora mismo. La intensidad
del día está finalmente fundiéndose con mi testosterona, creando una
bola de tensión reprimida en mi interior. No lleva sujetador y esa camisa
tiene un corte demasiado bajo. Cuando me abrazó antes, podía sentir
sus pezones a través de la fina tela. Me sentí tan aliviado cuando se
alejó, antes de que tuviera la oportunidad de sentir mi respuesta en mis
vaqueros. Pero ahora básicamente está mostrándomelos en mi cara,
por la forma en que se ha posicionado. Me pregunto si eso es 86
intencional.
—Tienes sangre en la camisa —murmura de repente, su dedo
moviéndose de mi cuello para tocar mi hombro.
Mi piel comienza a hormiguear cuando me giro para, de hecho,
ver la mancha oscura marrón-rojiza. —Joder. Esa mujer debió haber
sangrado sobre mí cuando estuvo en mi espalda. Tengo que tener algo
en mi auto —murmuro, comenzando a levantarme cuando las primeras
gotas de sudor comienzan a formarse. No tengo muchas debilidades. La
sangre de otras personas sobre mí es una molesta debilidad. He tenido
suficiente experiencia con eso, pero nunca me molestó hasta la noche
en que Penny murió, cuando no me podía sacar la sangre de las
manos, sin importar lo fuerte que la restregué.
La mano de Charlie se presiona contra mi clavícula,
paralizándome al instante.
—Quédate. Yo lo buscaré. Necesitas sentarte por un rato. —
Sacando su mano de mi cuerpo, la tiende y arquea su ceja expectante.
Normalmente, desestimaría su firmeza con un suave movimiento
de cabeza y una sonrisa. Normalmente, no estaría en su apartamento, a
diez metros de distancia de su cama, en primer lugar. Pero estoy
demasiado agitado para concentrarme. Además, nada parece ser
normal hoy.
Los ojos de Charlie observan mi mano mientras la deslizo dentro
de mi bolsillo para sacar mis llaves. Espero que no se dé cuenta del otro
bulto en mis pantalones. —Navigator negro. Bolsa de golf en el asiento
trasero.
Estoy de pie y sacándome la camisa sucia sin pensarlo por un
segundo, tirándola al suelo. Es basura ahora. Ni siquiera me molestaré en
lavarla. Acomodándome mientras mis ojos recorren el espacio, me
pregunto dónde escondió esa arma. O más importante, por qué la tiene
en primer lugar. Por protección, probablemente. Es una mujer soltera en
Miami y vive aquí. Apostaría una gran cantidad de dinero que el
número de serie está rayado y no tiene una licencia para portarla. Pero
parecía saber cómo usarla, con la firmeza que tenían sus manos.
Ateo o no, necesito rezar una pequeña oración para que sus
vecinos no mencionaran que Charlie tiene una pistola cuando los
policías aparecieron. Dudo que incluso el prometido de Storm, el
detective Dan Ryder, tuviera suficiente autoridad para enterrar esa
cuestión jurídica.
Mis ojos aterrizan sobre la cama desecha otra vez, en las sábanas
de seda blancas donde Charlie duerme. Sin pensarlo, me paseo por
ella, agarrando el borde y deslizando el material a través de mis dedos.
Estas son caras. La gente que vive en los barrios de Miami no gasta
dinero en sábanas costosas a menos que sea un lujo al que estén 87
acostumbrados, un lujo en el que no piensan dos veces. Y sin embargo,
este no es un lugar donde alguien acostumbrado a los lujos se permitiría
estar internado. Quiero decir… ella sabe que está infectado. El
mostrador se encuentra lleno de recipientes de Tupperware y hay una
jodida lata de insecticida Raid al lado de su tostadora, por el amor de
Dios. Y para el colmo de la contradicción del buen gusto, un par de
tacones sofisticados —idénticos a los de Vicki— yacen al lado de su
cama. Soy un hombre de apuestas y apuesto que estos no son
imitaciones. Y si Vicki los usa, entonces son de uno de esos diseñadores
de alta gama.
Quizás Charlie es una ladrona.
Perfecto. He contratado a una ladrona menor de edad.
Saco mi teléfono de mi bolsillo para verificar la pantalla en busca
de alguna llamada perdida de mi detective privado. Nada. Dejo caer
el teléfono de regreso en mis vaqueros e instintivamente me muevo
para acomodarme otra vez, maldiciendo silenciosamente a mi polla por
no concentrarse en el asunto más apremiante entre manos.
El crujido de un pedazo de espejo perdido en la limpieza es la
única cosa que me advierte de la presencia de Charlie. Me doy la
vuelta para encontrarla de pie en la puerta, con los ojos abiertos como
platos del pánico mientras me mira, de pie junto a su cama con una
mano en sus sábanas y la otra sobre mí mismo. Suelto ambos, pero no es
lo suficientemente rápido.
En segundos, el pánico en su rostro se suaviza. —¿Qué estás
haciendo? —Su mirada se mueve entre mi rostro y su cama. Y la parte
superior de mi pecho, el cual ahora está desnudo.
Y mi ingle.
Por primera vez en no sé cuánto tiempo, siento el color quemar
mis orejas. —Nada raro. —Creo que puedo haber superado a Rick
Cassidy en términos de sordidez. Bravo, Cain—. Quizás un poco raro —
corrijo, sin tener nada mejor que decir para compensar la incomodidad.
Lentamente se acerca a mí, lanzándole miradas furtivas a mi
pecho. Estoy acostumbrado a atrapar la mirada de las mujeres en mi
cuerpo. Paso muchas horas en el gimnasio todas las mañanas, así que
sé que estoy en una jodida buena forma —incluso en mejor forma de la
que estaba cuando tenía dieciocho años y luchaba. Pero tener la
mirada de Charlie sobre mí hace que mis terminaciones nerviosas
chispeen como un circuito eléctrico fuera de control. Me hace incapaz
de pensar con claridad.
Ella agacha la cabeza, pero atrapo la adorable sonrisa curvando
sus labios cuando mira otra vez, y mis hombros se hunden aliviados por
que no la he asustado por completo. Tendiéndome la camisa negra
que había metido en la bolsa para una extraña mañana de golf, me
88
pregunta—: ¿Esta está bien?
—Perfecta. Gracias. —Nuestros dedos se rozan cuando me la
entrega, agitando más mi sangre. La observo mientras se gira para
caminar hacia la cocina, su perfecto trasero redondo meneándose en
esos pequeños pantalones cortos. Necesito salir de aquí antes de que
explote en mis pantalones.
Se inclina para sacar una pequeña botella de lejía de debajo del
fregadero. Obligándome a apartar la mirada, deslizo mis brazos a través
de las mangas y tiro de la camisa por encima de mi cabeza.
Charlie deja escapar un grito y da un salto lejos de la zona del
lavabo, lanzando un pequeño cepillo de limpieza junto con la lejía.
—Les gustan los lugares oscuros y húmedos —le digo en voz baja,
sumando dos más dos.
Asiente y se muerde el labio inferior, en una mezcla de disgusto e
ira estropeando su hermoso rostro mientras permite que su cuerpo se
estremezca una vez. Aprieto los dientes luchando contra la pequeña
sonrisa que amenaza con mostrase. No porque su situación sea
divertida, sino porque finalmente reaccionó de la forma que esperaba
que lo hiciera. Porque finalmente veo una expresión en su rostro que
parece espontánea y descontrolada.
El Cain persuasivo se ha ido. —No te vas a quedar en este
apartamento, Charlie. Ni por una noche más. —Saco mi teléfono de mi
bolsillo—. Empaca tus cosas. Ahora. —No puedo evitar la severidad en
mi tono de voz; tiende a escaparse en situaciones en las que tengo que
tomar el control.
Charlie se voltea para contemplarme con una mirada severa. Me
pregunto cómo reaccionará a mi lado más desagradable. No le doy la
oportunidad de discutir. —Esto no es negociable. Si quieres trabajar para
mí, no vas a vivir al lado de un montón de drogadictos. No te quiero
cerca de esa mierda. —Presiono “llamar” en mi teléfono, agrego—:
Conozco un buen lugar.
Dándole la espalda, espero. Quizás me va a lanzar algo a la
cabeza. No sería la primera vez…
La familiar voz ronca contesta al tercer repique. —Aquí Tanner.
89
Traducido por *~ Vero ~* & Mary Haynes
Corregido por Laurita PI
***
—¿Qué tal por aquí? —dice Ginger, con las manos haciendo un
gesto hacia la larga pared de mi apartamento. La sala es pequeña y sin
embargo se las arregló para hacer que los transportistas levantaran,
arrastraran y subieran el suave sofá gris de microfibra en cinco lugares
diferentes. Todo le ha costado un par de guiños, toque de “que-brazos-
tan-grandes-tienes”, y un trozo de su tarta casera de crema de
melocotón. Si no lo supiera, pensaría que está a unos segundos de
pedirle al rubio que vuelva a su apartamento para “mover” su cama.
Estoy segura de que, por la forma en la que la está persiguiendo, está
esperando lo mismo. La mujer es casi tan engañosa como yo.
En toda la tarde, Ginger no se ha alejado de mi lado. Insistió en ir
a comprar comestibles conmigo, lavar la ropa conmigo, esperar los
muebles conmigo, desempacar conmigo. O está mintiendo y realmente
está esperando que vire en su dirección, o ese susurro que cogí antes
de Cain hacia ella era una directriz para que no me deje fuera de su
vista.
Sigo a los transportistas, de mala gana les doy una propina de
treinta dólares a causa de las demandas de Ginger, y me quedo unos
minutos para mirar por encima de lo que me dijo que se llama “los
espacios comunes”. Gotas de sudor se forman instantáneamente en mi
piel por este calor loco del verano en Miami, y me recuerdo que debo
estar agradecida por el aire acondicionado en mi apartamento. Son
casi las seis y Tanner se encuentra ahí afuera —sus pantalones cortos a
cuadros mostrando aquellas nudosas rodillas— rociando una flamante
parrilla con pistolas infantiles de agua a dos manos. Se ve
absolutamente estrafalario pero bastante contento. El aire huele a
101
hamburguesas de nuevo. Supongo que Tanner es uno de esos solteros
con un plan de alimentación muy poco creativo compuesto por carne
a la parrilla.
Todavía lo estoy mirando cuando una puerta del apartamento de
enfrente se abre y sale un hombre de cabello oscuro.
Mi respiración se dificulta.
Cain.
No mira hacia mí, así que no me ve mientras camina rápidamente
pasando a Tanner con un medio saludo, al parecer con prisa para salir
de allí. Cuando miro hacia atrás, al apartamento que dejó, me
encuentro a China inclinándose en su puerta, en un muy pequeño y
apretado par de pantalones cortos y camiseta, mirando su espalda en
retirada, con el pelo alborotado y una sonrisa secreta suavizando sus
rasgos.
Se da la vuelta para regresar a su apartamento, pero se detiene,
sus ojos pétreos quedándose fijos en los míos. Una amplia sonrisa de
satisfacción se extiende por su rostro y asumo que ha descubierto que vi
a Cain dejar su apartamento. Estirando los brazos sobre su cabeza,
poco a poco se vuelve y camina hacia el interior. Me golpea al instante
una imagen de un gato, gratificado después de devorar una lata de
salmón y listo para deambular y bañarse en un parche de sol.
—Nunca, mi culo, Ginger —murmuro. Estoy bastante segura de
que Cain era su lata de salmón.
China puede ser antipática y arrogante, pero probablemente es
muy talentosa. No me sorprende, y sin embargo no puedo ignorar el
peso de la decepción, sabiendo que Cain estaría interesado en alguien
como ella.
—¡Oye! ¿Por qué tienes todas estas pelucas? —Escucho que
Ginger llama. Le niego a mi pánico salir a la superficie mientras me doy
la vuelta y regreso; la encuentro dando saltos con mi larga peluca
negra en la cabeza.
¡Maldita sea! Al menos no ha encontrado mi arma todavía. —
Estoy en teatro. Esas son accesorios —le respondo simplemente.
—Ajá… teatro. Sabes, tengo una cosa por las mujeres de pelo
oscuro —dice con un guiño exagerado.
Suspiro.
102
Traducido por evanescita
Corregido por Gabbita
***
***
***
112
Traducido por Valentine Rose & Vani
Corregido por Anakaren
—¡Cain!
—¡Dos semanas y media por una simple investigación de
antecedente! ¿Para qué mierda te estoy pagando, John? —Estoy
agradecido de haber tenido el buen juicio al instalar una barrera de
sonido en los muros de mi oficina. No ahoga por completo la palpitante
música del club, pero, al menos, puedo tener una conversación
telefónica sin gritar.
Una bocina resuena de fondo y me imagino el redondo
113
estómago de mi investigador privado presionado contra el volante de
su soso sedán negro, siguiendo a la infiel esposa de alguien o a un
estafador a través de las calles de Los Ángeles. Pasa la mayor parte de
sus días haciendo eso. Y son días pesados por lo que me cuenta. John
trabaja más que yo. Después que su tercera esposa lo dejara, se dio
cuenta que el matrimonio y su carrera no congeniaban.
Conocí a John hace diez años, cuando él aún era un policía. Es
muy informado, rápido, de confianza y —lo más importante— es muy
discreto en lo que a él respecta. También es caro, pero lo vale. Lo
contacto para revisar todos los expedientes de mis empleados.
Encuentra cosas que ningún investigador jamás encontraría, y
usualmente obtengo respuestas de su parte dentro de unos días.
—Sí, bueno, esto no es Backgrounds R Us3 —gruñe irónicamente;
las habituales indirectas que normalmente los empleados usan en
lugares así—. Este tomó un poco más de trabajo…
Mi estómago se tensa mientras espero silenciosamente por su
veredicto, preguntándome qué descubrió. He estado temiendo este
momento.
4Experimento que Ian Pavlov hizo con su perro con el objetivo de un entrenamiento
psicológico.
Con un gruñido, reporta—: Saqué a dos chicos, pero ha estado
bastante aburrido.
—Bien. —Mis ojos se dejan llevar al suelo, mentalmente
calculando cuánto se llevara una chica promedio a casa con esta gran
multitud. Afortunadamente, una gran cantidad. Miro al escenario
donde me muestra que Cherry está llegando al final de su show.
Ella es la siguiente.
La atención de Nate se centra en su auricular por un momento.
Con el ceño fruncido, lo escucho anunciar—: Kinsley y China están
discutiendo de nuevo. Ben se está dirigiendo al camerino ahora para
separarlas.
—Mierda —murmuro—. ¿Qué voy a hacer? Una de ellas tiene que
irse si esto sigue así. —Tendrá que ser Kinsley. La chica está pagándose
la universidad con este trabajo, pero no estoy tan preocupado por ella
tomando el tipo de decisiones estúpidas y desesperadas que China
haría. Ella terminaría de vuelta en algún lugar como Sin City si la
despido.
—Tal vez deberías ir y hablar con ellas —sugiere Nate.
—Tal vez tú deberías —respondo. La última vez que fui al camerino
para separar una pelea de gatas, terminó en lágrimas y las dos mujeres
desnudas sollozando, frotándose a cada lado mío y rogándome que las 117
perdone.
—Diablos, no. Yo me ocupo de la seguridad. Encuentra a un
mánager para que lidie con esa mierda.
—¡Por supuesto! Simplemente preséntame a alguien que no me
robe, o trate a mis empleadas como putas. —Dos veces en el pasado,
contraté a managers porque sabía que necesitaba ayuda dirigiendo un
club de este tamaño. Atrapé al primero echando un vistazo a los
depósitos de dinero nocturnos, e intentó culpar a los empleados. Al
segundo lo encontré en una habitación privada exigiéndole a una
chica bailes eróticos a cambio de un mejor puesto en el escenario. El
imbécil ni siquiera tuvo la decencia de apagar las cámaras. Cuando se
las reproduje para él, su única respuesta fue un encogimiento de
hombros y un—: Creí que bromeabas acerca de eso.
Sacudo la cabeza. —Necesito a una mánager que maneje esta
mierda. —Ginger ya se hace cargo de la mayoría del personal
femenino y sus horarios. Se ofreció para hacerse cargo hace un año,
después de que una de las bailarinas me tendiera una hoja de papel
con las fechas de su ciclo menstrual para planificar todo. Soy bueno en
ofrecer departamentos, y en espantar novios holgazanes. No soy el
chico que sigue la vía del calendario hormonal.
—Y a la vez una psicóloga —suelta Nate, escuchando mi gruñido
en consentimiento.
La voz de Terry suena por los parlantes mientras Ben se desliza
junto a mí. —Todo resuelto. Por ahora.
—¿Cómo lo hiciste?
Ben pasa sus manos arriba y debajo por su pecho. —Les dije que
no tienen que pelear por mí. Con mucho gusto me las llevaré después
del trabajo esta noche.
—Entonces las amenazaste…
Ben ríe ligeramente. Después de un momento de silencio,
casualmente dice—: ¿Qué estás haciendo aquí, jefe? —Echando un
vistazo a su inexistente reloj con un fingido ceño fruncido, continúa—:
¿Ya son las once?
—Puedes sacar esa sonrisa de mierda de tu cara en cualquier
momento, Morris.
Sólo provoca que crezca más.
—¿Cuándo vuelven esos resultados del bar? —Mantengo mi voz
plana cuando volteo a ver el escenario.
—¿Por qué?
—Así puedo despedir tu trasero de una vez.
—En septiembre. —Sonríe con suficiencia, ni siquiera un poco
preocupado—. Así que… ella aún está soltera, por lo que dicen por ahí
118
—remarca Ben mientras los primeros acordes de una fuerte canción
suenan. Cada una de las elecciones de Charlie es diferente a las
normales canciones pop. Las canciones son apresuradas y energéticas,
pero con una ventaja al igual que ella en el escenario. Es como si ella se
transformara en otra persona.
Por el brillo en los ojos de Ben, sé que me está observando. —No
tengo ni idea. —Es una mentira. Sí tengo idea. Estoy bastante seguro
que está soltera. Por lo que me ha dicho Tanner, no ha visto salir a nadie
de su casa.
Y por supuesto, le he pedido que mantenga un ojo.
—Ella es increíble —murmura Ben, yaciendo derecho cuando la
figura curvilínea sale en un nuevo vestuario —una pequeña falda
plateada y una remera hecha tiras— y va directo a un elegante giro
mientras sus ojos se fijan en los mío—. Mierda, ¿viste la mirada que
acaba de darme?
—Eso no era para… —Me muerdo la lengua para reprimir el resto
de mi respuesta. Mierda, mordí el anzuelo y Ben lo sabe, pero no dice
nada. Simplemente continúa siendo un gran imbécil.
—Quieta y calmada. Concentrada. Sin ser molesta y no se queja.
Simplemente tan… misteriosa. Puedo verme con ella. —Siento mi
mandíbula tensarse mientras Ben se inclina hacia mí—. Tienes un poco
más de tiempo para que le llegue una persona, pero cuando me
marche de aquí… no hago promesas. Excepto una. —Arquea las
cejas—. Ella no me va a rechazar.
—Vete a trabajar, Morris. —Estoy listo para sacarle los dientes
blancos de niño bonito de su arrogante boca, de un puñetazo. Pero
mayormente, quiero que se largue así puedo centrar toda mi atención
en mi chica.
Mierda, no es mi chica.
Ben se va con una triunfante sonrisa en su rostro. No sé si está
molestándome o si no está bromeando al decir que irá tras ella. Con
Ben, en realidad nunca se sabe. Pero, ¿qué pasa si el maldito engreído
tiene razón, y ella no lo rechaza?
Ah, mierda.
Me volteo para ver las caderas de Charlie rodar en un
provocativo giro; la pequeña tanga bajo su falda revela suficiente
trasero para provocar al muy conocido pulso entre mis piernas. Ni
siquiera tiene que estar desnuda para que pase. Está hermosa, de
manera que puedo morir, completamente vestida. Estoy medio
agradecido que se arregle de la manera que lo hace cuando va al
escenario, con los rulos y el intenso maquillaje y los contactos. Quiere
decir que el público no logra verla como es. La verdadera ella. Lo que
yo logré ver.
119
Y tal vez es lo que está escondiendo.
—Es tan buena como Penny lo era. —Aquellas palabras se sienten
como un puñetazo en mi estómago. Nate nunca trae a Penny a
colación. De hecho, apenas se refiere a este lugar por su nombre.
Simplemente, siempre es el bar, o el club.
—Lo es. —Tal vez incluso mejor. El público amaba a Penny. Era
hermosa y dulce, y, a pesar que trabajaba en las habitaciones VIP, aun,
de alguna manera, mantenía ese aire de inocencia. Creo que sólo
buscaba a alguien que la ame. Usando su cuerpo como incentivo era
la única manera que pensó que lo lograría.
—¿Esto es todo de lo que se trata? —incita Nate—. ¿Te recuerda
a Penny?
Paso la lengua sobre mis dientes, decidiendo qué quiero decir.
Nate no es un chico que lo deja ir. No después de todo lo que hemos
pasado juntos. No cuando trae a colación a Penny. —No. Quiero decir,
luce como ella y baila como ella, pero… —Charlie no parece tan
inocente. Y donde Penny era alegre, dulce y transparente, Charlie es
reservada e imposible de descifrar. No creo que esté desprovista de
emoción; creo que sólo lo guarda más que la mayoría. Pero, ¿por qué?
—Ella parece tener su cabeza clara, por lo que he escuchado. Y
no puede sacar sus ojos de ti.
Aquí vamos. Esto es por lo que me he puesto al día con Ben y
Ginger. Al parecer, ahora voy a hablarlo con Nate. —No sé cuándo este
lugar se convirtió en una maldita cafetería de secundaria, Nate.
Me ignora. —Sabes, todos aquí estarían contentos si te decidieras.
Saco mi atención de la atlética pierna de Charlie alrededor del
caño para mirar a mi importante confidente justo a los ojos ahora. —Oh,
claro. Estarían muy felices por ver al jefe aprovecharse de la refrescante
stripper de veintidós años —murmuro, mi voz llena de sarcasmo.
La voz de Nate se vuelve dura cuando cruza los brazos—. Sí, lo
estarían, Cain. Bueno —agrega—, quizá no China, pero lo superaría.
Ruedo los ojos. China ha tenido una cosa por mí durante años. Por
el momento, ella ha respetado la resistencia que mantiene nuestra
relación platónica, no soy idiota. Sé que sus intereses se irán.
—Mi punto es que has probado tu punto. No estás en esto por el
culo, el dinero o por dártelas de jefecito. No eres un jodido criminal. —
Me nivela con una mirada siniestra—. No eres como tus padres.
Me pongo a la altura de su mirada y bajo la voz. —Charlie no
tiene que estar atada a alguien como yo. No puedo hacerle eso. —
Sabe de lo que estoy hablando. Lleva mis secretos culpables con él
como si fueran los suyos propios.
Una ronda fuerte de aplausos estalla y me vuelvo a la escena a
120
tiempo para ver la parte superior de Charlie volar lejos, una tímida
sonrisa curvando su boca mientras me mira y toma su sujetador de
encaje negro. Debajo de eso... Mi respiración se engancha. Maldición.
Estoy bastante seguro de que podría tener eso. Esta noche, si quisiera. Si
fuera un completo idiota.
Gracias a Dios, mi oficina estaba equipada con un baño privado
con ducha. Tendré un grave caso de bolas azules esta noche. Al igual
que todas las noches desde que empezó todo este juego.
No esperaba esto de ella.
Y nunca esperé disfrutarlo tanto.
—¿Entonces por qué no la dejas trabajar en las habitaciones
todavía? —pregunta Nate.
Tomo un sorbo de mi bebida. El cuarto de la noche. —No creo
que jamás haya trabajado en un VIP antes.
—¿Entonces? Mercy tampoco. O Hannah. O Levi...
Sé exactamente a dónde quiere llegar Nate. Nunca he parado a
ninguna de las chicas de hacer lo que quieren por dinero, mientras
estén a salvo y sea legal, porque soy lo suficientemente inteligente
como para saber que si ellas han envuelto sus cabezas alrededor de la
idea, entonces lo que yo les diga no va evitar que suceda. Ellas solo van
a terminar en algún lugar de mala muerte como Sin City o Teasers. O
peor... en un callejón. En algún lugar donde nadie las busque. —Sabes,
para un hombre con una palabra diaria o máximo diez, has ido muy por
encima hoy.
La única respuesta que obtengo es un bufido. Y esa mirada letal.
—Está bien. No quiero a Charlie haciendo esa mierda con
alguien. —No juzgo a estas chicas por lo que hacen y no voy a tratarlas
con menos respeto a causa de ello. Demonios, se los permito. Pero, me
acuerdo de los nudos en mi estómago cada vez que veía a Penny
volver de una habitación VIP. Odiaba verla volver de allí. Odiaba la
idea de ella en el regazo de esos tipos.
Pero lo permitía.
Y cada vez que trataba de imaginarme con Penny, el
conocimiento de que le permití venderse a sí misma de esa manera se
deslizaba dentro de la imagen, como huellas digitales sucias en un
hermoso lienzo. Cuando me enteré que Charlie probablemente nunca
ha estado en un ambiente VIP antes... No voy a mentir, la emoción me
recorrió.
Ella no está contaminada por esas huellas sucias.
Todavía.
Y egoístamente no quiero dejar que suceda.
121
—Con nadie, excepto tú, quieres decir —Nate corta mis
pensamientos con ese tono de complicidad.
—No me he sentado...
—Pero quieres. Admítelo.
No digo nada.
—Ella es la primera persona que te he visto mirando en dos
ocasiones desde que Penny estaba alrededor. Y nunca acostumbrabas
a salir y ver a Penny en un escenario como este. Charlie se ha metido
debajo de tu piel. Eso tiene que significar algo, Cain.
—Eso significa que tengo que ser realmente duro. —Ese es el
eufemismo del maldito siglo. La noche que mudé a Charlie a su nuevo
lugar, Grace —una heredera de veintiocho años de un importante Valle
de Sonoma de viñedos— estaba en la ciudad y me hizo una visita
nocturna. No podía sacarme los ojos violetas de Charlie y su cara de
muñeca de mi cabeza. Eso habría estado bien, no había dicho su
nombre cuando me venía.
Después de esa noche, he evitado llamar a Vicki, Rebecka o
cualquiera de las otras chicas en mi marcación rápida, pensando que
tendría mi enamoramiento con la chica bajo control antes de
arriesgarme a insultar a otra mujer. Dos semanas más tarde, mis bolas
están a punto de estallar. No sé cómo los monjes sobreviven.
Probablemente no por ver show de strippers en vivo todos los días.
Inhalo bruscamente cuando Charlie desabrocha el sujetador del
cordón negro, estremeciéndome con un espasmo de dolor en mi ingle
ya que aparecen dos pezones de color rosa caramelo. Ben tiene razón.
Deben ser falsos, son tan perfectamente redondos y... perfectos. Amo y
odio que ella esté allí arriba en el escenario. Amor, porque es la única
manera en que voy a llegar a verla así y alimenta las fantasías enfermas
constantemente girando en mi cabeza. Odio porque todo el mundo
está viéndola de esa manera y con los malditos mismos pensamientos
sucios.
Mirando a sus miembros fuertes pero delicados, no puedo evitar
preguntarme si su padre abusivo tenía pensamientos sucios sobre ella.
Mis dientes se aprietan al instante por esa pregunta, mi deseo de tomar
medidas. ¿Cuántas veces fueron esas partes de su hermoso cuerpo
magulladas y rotas por ese idiota? Gracias a Dios que está en la cárcel
o lo perseguiría y lo haría sufrir realmente.
—John volvió a mí, Nate. Charlie tiene un pasado, lleno de
comemierda. Ella no necesita otro para añadirlo a su colección.
Nate suspira, sacudiendo la cabeza. —Mierda —lo oí murmurar en
voz baja. Si hay un tipo cuya debilidad por estas chicas tan sensible
como la mía, es Nate. 122
—Ella está aquí para hacer dinero, no para hacerle frente a su
jefe alcanzándola. —A pesar de que parece decidida a torturarme—. Y
tengo suficiente para hacer frente. No necesito añadir una aventura
con una empleada a mi propio plato. Estoy haciendo lo correcto al
mantenerme alejado de ella. —Puedo escuchar el tono de mi voz. Es
sólido y convincente. Pero no estoy tratando de convencer a Nate.
Soy yo quien se necesita convencer, mientras la veo, imaginando
cómo se siente su sudor.
—Tal vez no deberías estar de pie aquí como un niño muriendo de
hambre a la espera de un pedazo de pan fresco, entonces —hay
regaño en su tono seco—. Estás atormentándote, lo sabes.
—Vete a la mierda —devuelvo. Un hombre corpulento en el lado
del escenario me llama la atención. Está gritándole algo a Charlie. No
puedo escuchar, pero puedo leer sus labios, las palabras viles
formándose en su boca. La forma en que está haciendo un gesto con
crudeza en su regazo.
—Y saca al hijo de puta de la camisa amarilla de mi club, en este
momento. —Gruño. Normalmente, no boto a clientes por gritar cosas y
hacer gestos. Es un club de entretenimiento para adultos, donde las
mujeres muelen el regazo de chicos hasta que explotan en sus
pantalones, por el amor de Dios. Y sin embargo he estado echando
clientes todas las noches durante dos semanas, cuando Charlie los
enciende.
Nate no dice una palabra. Simplemente camina y con una
pesada mano sobre el hombro del hombre, y lo que imagino es una
instrucción contundente en su oído, acompaña al tipo sin argumento.
Nadie discute con Nate.
Desde donde Ben está de pie, lo sorprendo sacudiendo la cabeza
hacia mí.
Si, probablemente merezco eso.
123
Traducido por Diana
Corregido por Amélie.
—¿Viste cómo Cain echó a otro cliente? —dice una chica con un
brillante cabello rosado mientras se apoya en su silla para atar las
correas de sus absurdamente brillantes tacones, que combina con su
bikini absurdamente revelador de lunares plateados y negros.
—Seguro que estaba enojado por algo —dice la amiga de
Ginger, una dulce chica de pelo castaño llamada Ana. Después de una
pausa, analiza—: No puede ser dinero. Le llega por montones.
Me cambio en silencio, escuchando las conversaciones del
grupo, sin estar segura de qué añadir a la conversación. Espero que no
124
se den cuenta de que estoy aquí.
—Sólo necesita un buen polvo —bromea Kendra, una morena
bailarina con brillante cabello negro, mientras se quita su ajustado
vestido color verde lima a cambio de una mezcla de plumas y lazos —su
atuendo de escenario—. Levi, ¿por qué no dejas que se venga sobre
esas tetas?
La hermosa rubia con pechos muy grandes y muy falsos guiña un
ojo diabólicamente y el grupo de cinco mujeres estalla en risitas.
Están en racha con las historias sexuales a expensas de Cain esta
noche. Me pregunto si son realmente puras bromas inofensivas o si hay
una pizca de verdad en ellas, cuando Kendra susurra—: Alguien debe
estar provocando esa polla de ensueño para que no se corra... —Cinco
pares de ojos giran fuertemente a mirarme.
Ah, sí. Los rumores.
—Sólo estoy haciendo mi trabajo —me las arreglo para decir
después de tragar saliva, agachando la cabeza para ocultar mis
mejillas enrojecidas.
Las risas en el vestuario no me calman, incluso cuando se abre la
puerta y China entra, utilizando su traje de escena y llevando un bikini
hecho para una niña de ocho años. Me sorprende que se haya
molestado en poner nuevamente la ropa después de su show. Esa mujer
está perdiendo todo atisbo de modestia.
—¿Qué es tan gracioso?
—Oh, la chica nueva nos contaba cómo planea darle una
felación al jefe en su oficina esta noche.
Siento mi cara estallar de calor mientras niego con la cabeza.
Estas mujeres no sólo son groseras; son implacables.
—Por supuesto. —La risita amarga de China le sigue cuando toma
un asiento junto a un casillero—. Aunque estoy segura que la chica
nueva sabe que no tiene lo necesario para seducir a un tipo como
Cain. —Sus afilados ojos recorren de arriba a abajo mi cuerpo con una
acentuada sonrisa.
Hay un borde en su tono —casi una advertencia— que atrapo
inmediatamente. Y me molesta muchísimo. En lugar de ser decente,
esta mujer me hizo querer salir llorando del escenario la primera noche.
Desde entonces, no ha hecho nada más que dispararme feroces
miradas. Estoy segura de que ella comenzó el rumor de que soy terrible
en la cama. Y que tengo ladillas. Ahora, está tratando de ponerme en
mi lugar, y ese lugar es claramente debajo de ella y lejos de Cain.
No soy idiota. Traté con chicas celosas en la secundaria. Pero
probablemente debería tener cuidado a su alrededor. Sam me enseñó 125
a mantener siempre mis pensamientos para mí misma—. Guarda tus
palabras —decía—. Sólo revela lo que es absolutamente necesario. —
La manera que fui criada, la verdadera yo evita confrontaciones y
discusiones. Estaba satisfecha de dejar a los otros liderar, para ir con la
corriente.
Pero Charlie Rourke no lo va a aceptar con esta perra. Ella tiene lo
suficiente para aguantar. —Estoy segura de que si la chica nueva
tuviera interés, tendría su polla en sus manos en menos de dos segundos
—contesto dulcemente, mientras paso mi camisa sobre mi cabeza.
Silenciosamente agradezco a mi profesor de teatro de segundo
año por darme el papel de Regina George en la versión modificada
de Mean Girls de la escuela.
Por supuesto, no había ninguna charla sobre pollas en esa
actuación.
Pero Charlie Rourke puede adaptarse a cualquier situación.
Una fuerte erupción de silbidos y abucheos llenan la habitación, seguida
de palmadas en mis piernas. Supongo que me he unido oficialmente al
interno club de strippers. Por desgracia, la víbora de pelo negro me
mirara fijamente con una helada mirada que no está desplegando una
alfombra de bienvenida.
***
***
***
***
159
Traducido por Michelle♡ & Liz Holland
Corregido por Jane
***
—¿Charlie?
Abro los ojos y veo un masculino ceño fruncido y filas de estantes
y cajas. Estoy tumbada en el sofá de la oficina de Caín.
—¿Estás bien? —Caín está sentado en el sofá, su cuerpo
cerniéndose sobre mí de manera protectora. Siento el calor de su mano
que acuna mi cuello, y la intimidad de su pulgar mientras lo frota
suavemente hacia atrás y adelante, capturando la esquina de mi boca
—y mi respiración— en cada pasada.
¿Qué sucedió? Ah, claro.
Caín es amigo de un agente de la DEA.
176
Caín es un ciudadano respetuoso de la ley que odia todo lo que
tenga que ver con las drogas y es amigo con un agente de la DEA.
Y yo tráfico heroína.
—¿Charlie?
—Estoy bien —digo con voz áspera.
Ginger me alcanza un vaso de agua e inmediatamente me
siento. Con una mano deslizándose por debajo de mí a mis omóplatos,
Caín me ayuda, mientras su otra mano acomoda la corta falda de mi
vestido a un nivel respetable. Me estremezco en respuesta.
—Caíste como un saco de ladrillos. ¿Qué pasó? —Ginger frunce el
ceño.
Me encojo de hombros, tratando de restarle importancia. —No
estoy segura. Me mareé por un minuto. Ahora estoy bien. —No estoy
para nada bien. Mi corazón se acelera.
Se supone que debo irme. Debería estar en un autobús, cerca de
Louisiana o Alabama, donde sea que la suerte me lleve. Me hubiera ido,
si el banco hubiese liberado mi dinero. Me dijeron que tardaría
veinticuatro horas para que pudiera retirar una suma tan grande de mi
cuenta. Cuando argumenté que la suma no era tan grande, me enteré
de que Sam me depositó 25.000 dólares en lugar de los diez que
mencionó. Me pregunto si esa es su manera de disculparse. Así es como
opera por lo general Sam, después de todo.
Es gracioso... al segundo que el cajero me informó que no podía
retirar todo ese dinero —que no podría irme hoy, después de todo— una
repentina ligereza me inundó.
Alivio.
Alivio de tener una excusa válida para quedarme por una noche
más.
Era como una intervención del destino, señalándome una vez más
hacia Penny.
Puedo tener esta noche con Caín. Voy a tomar una noche con él,
con lo que esté dispuesto a darme, ganando recuerdos a los que poder
aferrarme.
La preocupación de Caín no ha desaparecido. —¿Está muy
caluroso? ¿Demasiado ruidoso? ¿Qué comiste hoy? —Hay un tono
frenético en su voz que me dice que el “no sé qué sucedió” o restarle
importancia no funcionará, él está verdaderamente preocupado por
mí.
—Oh, mierda. —Ruedo los ojos dramáticamente para que no se lo
pierda—. No he comido nada desde el almuerzo. Lo olvidé por
completo. —Eso es cierto en parte. No comí, pero fui muy consciente de
177
ello. Simplemente no tuve ganas de hacerlo, ya que mi estómago se
retorcía y revolvía por la ansiedad.
Caín suspira. —¿Puedes caminar? —Se para y levanta una mano.
La tomo, y una corriente eléctrica baila al instante a lo largo de mis
miembros y a través de mi núcleo.
—Bueno. —Sus ojos se desvían hacia mi boca—. No puedo tenerte
desmayándote detrás de mí bar. Tienes que comer.
***
¿Entendería Cain?
¿Vería mi situación como lo que es, que sigo ayudando a Sam
para sobrevivir? ¿Para darme la oportunidad de liberarme? ¿O me vería
tan débil?
Estuve tan cerca. Estuvo en la punta de mi lengua. Pero
simplemente no pude formar las palabras. No puedo correr el riesgo.
¿Qué haría? Después de todo lo he oído esta noche, no lo sé. Tal vez
me ayudaría porque anhela arreglar cosas, o tal vez se alejaría porque
195
es como un recordatorio de su pasado.
Sin embargo, no puede solucionar esto. Solo puede ponerse en
peligro por intentarlo. No, Cain necesita permanecer en la oscuridad. Y
me voy mañana, así que no hay razón de hacer añicos esa ilusión de mí
que se ha creado, la fugitiva abusada, en busca de un nuevo
comienzo. La mitad de eso es cierto, en cualquier caso. O lo será,
mañana.
Esta noche se trata de aceptar que el destino ha traído a un
hombre como Cain a mí. Creo que pude haber tropezado con un
santo. No lo merezco. Cain es un buen hombre, endurecido por
demasiados errores en su pasado. No sus propios errores, aunque es
claro que siente que tiene que asumir gran parte de la culpa.
Es tan víctima como su hermana, deduzco.
Tan víctima como lo soy, a veces creo.
Cain ha puesto todo eso en el pasado, sin embargo, y está
haciendo algo al respecto. Yo, todavía estoy en el centro del mal, y
todo lo que estoy tratando de hacer es huir y fingir que nunca sucedió.
—No te he contado todo aún —dice Cain en voz baja, como si
estuviera leyendo mi mente.
Hago una pausa, preguntándome qué otra cosa podría ser,
además de la enorme tragedia personal que acaba de compartir. En
verdad, no creo que me gustaría saber. —Me has dicho lo suficiente.
Y no te he dicho nada. Verdades a medias, eso es todo. Es cierto
que hay una pequeña lápida junto a la de mi madre que dice Harrison
Arnoni. Dejé fuera el hecho de que mi madre murió junto con él, y que
su padre es un traficante de drogas que ahora me manipula en cada
elección, cada decisión.
¿Y esa memoria de la señora rubia en el delantal a cuadros rojo?
Eso es real. Por supuesto, he dejado de lado la parte de la pelea a gritos
entre ella y mi madre, que me arrastró por el brazo, con una maleta en
la mano, unos pocos minutos más tarde. Recuerdo palabras como
cristiano y pecador saliendo de la boca de la señora rubia. Recuerdo a
un chico de cabello grasiento esperando por nosotras en el camino de
entrada azul que olía a cigarrillos de El Camino. Recuerdo despedirme
de mi abuela por última vez. Recuerdo las lágrimas en su cara mientras
agitaba su mano.
Para alguien tan joven, recuerdo muchísimo.
Pero no puedo compartir nada de eso con Cain ahora, porque
sería revelar mucho acerca de mi verdadero yo. Charlie Rourke es
simplemente un conjunto de mentiras con algunas verdades a medias
para apaciguar mi conciencia culpable. 196
Y ahora estoy ansiosa por acallar mi conciencia por completo.
—¿Cain? —Doy otro paso hacia adelante hasta que me
encuentro de pie entre sus piernas abiertas.
—¿Sí? —Está sentado, relajado, con una mano tendida a lo largo
del respaldo del banco y la otra descansando casualmente en su
rodilla. Sin embargo, la tensión en su mandíbula me dice que se siente
cualquier cosa menos relajado. Me pregunto si tiene alguna idea de lo
que viene. Debe ser así. Me he estado frotando contra él como un
animal en celo durante la última hora.
Es ahora o nunca.
—¿Siempre eres tan caballero?
Una sonrisa toca los labios de Cain. —No… no lo soy. Y tú
ciertamente no estás haciéndolo fácil para mí en este momento.
Tragando las conflictivas emociones y los nervios dentro de mí,
pregunto—: ¿Y cómo hago para hacerlo imposible para ti?
Ojos lujuriosos me miran y alcanzo a ver un destello en ellos que no
puedo describir. Hay una larga pausa, y luego sus manos se envuelven
alrededor de la parte posterior de mis muslos. Con un tirón enérgico,
pone primero una rodilla en el banco, seguida por la otra. Antes de que
sepa lo que está pasando, me encuentro a horcadas en su regazo con
mis manos apretadas alrededor de su cuello y mi vestido arrugado
alrededor de la parte superior de mis muslos. Las manos de Cain han
encontrado su lugar alrededor de mi cadera, y tira hacia adelante
hasta que estoy al ras con la suya, hasta que es imposible pasar por alto
su erección contra mí.
Otra ola de calor se extiende entre mis piernas. He estado caliente
allí desde el segundo en que me desperté en el sofá de su oficina, pero
la intensidad ha alcanzado nuevos niveles. No me sorprendería si lo
empapo a través de sus pantalones.
—¿Estás segura? —Sus ojos se clavan en los míos, sus labios—a solo
unos centímetros de los míos—se separan, su respiración entrecortada.
Dejo que mis ojos paseen sobre las líneas masculinas de su cara, y
mis dedos rozan el ligero rastrojo a lo largo de su garganta. Aspiro ese
delicioso aroma a limpio, a madera que siempre voy a relacionar con
él. Quiero memorizar cada momento de esto, porque nadie me ha
hecho nunca sentirme de la manera en que Cain me está haciendo
sentir en estos momentos.
Que lo que quiero realmente importa.
Y en este momento, no quiero nada más que a Cain.
Intencionalmente muevo mi pelvis aún más cerca de él, hasta que su
dureza se clava en mí, dejo que mis labios rocen su tan fuerte
mandíbula—algo con lo que he fantaseado hacer todas las noches
197
desde hace semanas.
Oigo el silbido del aire un segundo antes de que sus dedos se
cierren alrededor de las correas delgadas de mis bragas y tire de ellas.
Su erección está presionada contra mí. Sin embargo, con la misma
rapidez las suelta, y sus manos se abren paso a mi espalda—por debajo
de mi vestido—para presionar mi pecho contra el suyo. Siento su
corazón latiendo contra el mío mientras atrapa mi labio inferior con su
lengua, atrayéndome hacia adelante.
Acepto la invitación, cerrando mi boca sobre la suya con avidez,
sintiendo su lengua húmeda conectar con la mía en una danza
posesiva. Mis manos encuentran su cara y lo urgen más cerca de mí,
disfrutando del rastrojo varonil bajo mis dedos. Por mucho que quiera
todo de Cain, podría fácilmente sólo hacer esto hasta que salga el sol;
me encanta la forma en que su boca se mueve contra la mía, su sabor,
los pequeños gemidos que hace.
Pero solo tengo esta noche, me recuerdo a mí misma.
Sin que sus labios dejen los míos, sus manos emergen de debajo
de mi vestido para tirar de la cremallera. La tela cae. Con la habilidad
de un experto, tiene mi sujetador abierto en un segundo, exponiendo
mis pechos al aire fresco de la noche.
Y a él.
Sus dedos no pierden el tiempo para encontrar su camino a mi
piel desnuda, extendiéndose para acariciarme, frotando ambos
pezones endurecidos con las yemas de sus pulgares simultáneamente.
Escalofríos corren por mi cuerpo. —¿Tienes alguna idea de cuánto
tiempo he pensado en hacer esto? —susurra en mi boca.
—¿Semanas? —bromeo, pero mi corazón se acelera. No puedo
dejar de empezar a mecerme contra él, su confesión llevando mi propio
deseo a alturas desesperadas.
Se escapa del beso con un gemido, sus manos deslizándose para
agarrar mi culo. Levantándome por mis rodillas le da a su boca un
acceso más fácil a mis pezones. Aprovecha al máximo, tirando uno a su
boca. Inhalo bruscamente contra la succión casi dolorosa, pero
rápidamente la contrarresta con una lengua apacible.
Mis brazos instintivamente se envuelven alrededor de la cabeza
de Cain, apretándolo más cerca de mí mientras mis dedos se enredan
en su cabello. Está siempre tan perfecto que esperaba que estuviera
duro con productos. Estoy encantada de descubrir que es suave como
la seda.
Aprieto mi cuerpo más cerca del suyo. No puedo acercarme lo
suficiente.
—Joder, Charlie —gruñe, sus pulgares deslizándose debajo de las
correas de mis bragas jalándolas hacia abajo hasta donde sea posible,
198
hasta que escucho los primeros rasgados del elástico por haber sido
estirado demasiado.
No estoy muy segura de cómo Cain se mueve con tanta fluidez,
pero en cuestión de segundos me tiene de espaldas, tendida junto al
banco, mientras está encima de mí. No es lo más cómodo para
tumbarse en este momento pero realmente no me importa.
Con habilidad, baja sin esfuerzo mi ropa interior hasta llegar a mis
pies, me la quita, y la arroja casualmente al suelo. Agarrando mis
piernas por mis pantorillas, las dobla suavemente y las empuja hacia
atrás, dejando espacio para acomodarse con una rodilla en el banco y
una pierna en el suelo, frente a mí. Sus manos se posan sobre mis rodillas
y comienzan su descenso por el interior de mis muslos. El calor sube en
mi bajo vientre.
Y entonces empuja mis muslos. Bien separados.
De repente, el hecho de que he estado empujando mis límites en
un escenario durante varias semanas significa menos que nada. Estoy
tumbada completamente expuesta en un banco de un muelle en el
medio de la noche, para un hombre que toda mujer desea—que yo
deseo—y el solo pensamiento ya genera una repentina tensión a través
de mi cuerpo. No sé lo que esperaba, pero no era esto. No tan rápido.
Cain no estaba bromeando acerca de no perder el tiempo.
Se mueve sobre mí, los músculos de su cuello y hombros
estirándose hermosamente mientras se sostiene a sí mismo. —Estás
nerviosa —acusa con una pequeña sonrisa burlona antes de inclinarse y
dejar que su lengua se deslice hacia fuera para tomar mi labio.
—No, no lo estoy —miento, sintiendo mis mejillas sonrojarse.
—Te pusiste tensa —empuja, pellizcando mi labio inferior
juguetonamente antes de colocar un suave beso en mis labios—. ¿Estás
segura de que estás bien con todo esto? Podemos parar.
Es bastante dulce de su parte estar tan en sintonía con mi cuerpo
y preocupado por mí, pero no quiero parar. En respuesta, mis dedos
serpentean por la hebilla de su cinturón, desabrochando y haciendo un
trabajo rápido con sus botones y cremallera, mi mano desciende
debajo de sus calzoncillos para agarrar su pene más rápido de lo que él
esperaba que hiciera.
Un gemido escapa de los labios de Cain.
Y sonrío. Ben estaba tan equivocado. No hay nada tamaño
Hobbit o malformado aquí. Cain es perfecto.
—¿Qué pasa—seguro que estás bien con esto? —bromeo,
acariciando su longitud, sintiendo las gotas de humedad en la punta.
Gotas por mí. Saco mi mano y marco un punto lamiendo mi pulgar
mientras me asomo desde debajo de las pestañas pesadas—. ¿Estás 199
nervioso?
Se ríe. Aunque no es desagradable, hay una pizca de maldad en
el sonido que no le he oído antes. —¿Es este un nuevo juego tuyo?
Bueno, Charlie, sabes que me gusta jugar a tus juegos. —Desplazándose
fuera de mi alcance, las manos de Cain bajan mi vestido hasta los
tobillos y lo quita—. Iba a dejar que mantuvieras esto puesto, pero… —
De pie, dobla mi vestido en una pila ordenada y lo mete bajo mi
cabeza como una almohada. Luego, reanuda su posición en una
rodilla, admirando mi cuerpo sin reservas. No dudo de que la luz de la
luna sobre nuestras cabezas esté proporcionando mucha luz para su
escrutinio. Me niego a encogerme bajo ello, aunque esto es a la vez lo
más erótico y lo más vergonzoso que he experimentado jamás.
—¿Seguridad alguna vez camina por aquí? —pregunto, incapaz
de disimular el temor en mi voz.
Sus manos se mueven a mis muslos. Separa más mis piernas,
levantando una hasta dejarla sobre el respaldo del banco mientras insta
la otra hacia abajo, colgando fuera del borde. A pesar de mis intentos
de actuar indiferente, inhalo bruscamente, mi cuerpo comienza a doler,
en busca de un poco de alivio, tanto de él como de esta posición
comprometedora.
—No lo harán esta noche. Me he asegurado de ello. Se lo
contrario, no haría esto contigo aquí. —Confío en que no lo haría, lo que
me hace relajarme, levemente. Con las altas y gruesas barandas de
madera alrededor de nosotros y la pequeña estructura que sirve como
una barrera detrás, somos invisibles para todos.
Aun así...
No conozco muchos hombres que podrían sentarse allí y estudiar
a una mujer desnuda abierta como lo estoy yo, sobre todo teniendo en
cuenta que solo he confirmado que Cain está duro como roca y
empapado. Pero esto es lo que me pasa por tratar de burlarme de un
hombre con el auto-control de una máquina.
Me acuesto ahí, mirándolo—totalmente vestido—mientras me
mira con intensidad quemando dentro de esos ojos marrones por lo que
es probablemente solo un minuto, pero se siente como una eternidad.
Finalmente, ese gesto que me encanta toca sus labios. —No tengo
miedo de admitir que estoy un poco nervioso, Charlie. —Jadeo cuando
siento un dedo lentamente moverse por mi centro y mi cuerpo se
tensa—. ¿Puedes tú admitir eso? ¿O vas a seguir mintiendo?
¿Cain está nervioso? El caliente baja-bragas Cain, que tiene las
mujeres literalmente lanzándose hacia él, ¿se siente nervioso por estar
conmigo? —Sí, lo estoy —susurro finalmente.
—Bien. Sé cuando mientes, Charlie, así que muy bien puedes
decirme. —Siento la culpa tratando de abrirse camino de nuevo a la
vanguardia de todos mis pensamientos, todas mis palabras, con su
200
advertencia. Pero luego, sus dedos se deslizan sobre mí por segunda
vez, por mi parte cada vez más mojada, y la culpa desaparece al
instante—. ¿Sabes lo impresionante que eres? —Mi respiración se atasca
mientras siento la agradable intrusión, sus dedos moviéndose en un lento
movimiento circular mientras observa cómo responde mi cuerpo.
Cierro los ojos justo cuando su toque se desvanece y el calor de su
aliento patina sobre mí. Dejo escapar un gritito cuando siento su lengua
en mi contra, remplazando el trabajo de sus manos.
Es como nada que haya experimentado antes. Mis dedos una vez
más encuentran su camino a su cabello sedoso mientras lo siento gemir
contra mi, sus manos apretando mis muslos, y me muerdo el labio para
no gritar. Toda la intensidad de esas noches, los sueños, los bailes para
Cain—combinado con la realidad de que está aquí ahora, conmigo,
han producido una tormenta dentro de mí que está a punto de estallar.
Arqueando mi espalda contra el placer de su lengua—
ahondándose y deslizándose con experiencia y específicas
intenciones—siento una acumulación familiar en mi bajo vientre. No
tomará mucho tiempo antes de que los brazos de Cain se aprieten
alrededor de mi cuerpo para mantenerme quieta mientras me remata,
y tengo que apretar los dientes para no alertar a los guardias de
seguridad.
No hay tensión ni modestia en mí cuando termino y los labios de
Cain se mueven hasta arrastrar besos a lo largo de mi vientre, mis
pechos, mi cuello. Cuando llega a mi boca, no dudó en poner un suave
beso, a pesar de que puedo saborearme en él.
Nunca he probado eso. He tenido chicos bajando en mí antes,
pero se sentía como un juego previo necesario antes de tener sexo; no
fue hecho ni la mitad de bien, y nunca hasta el orgasmo.
Nunca he tenido un orgasmo con un hombre. Punto. Aunque no
creo que sea del todo sorprendente; solo tengo dieciocho años. Me da
la impresión de que podría experimentar casi todo con Cain si tuviera
más tiempo.
Deslizando una mano bajo mis hombros, Cain me tira hacia arriba
y sobre su regazo de nuevo, su erección clavándose en mí, por lo que es
muy claro lo que quiere. Lo que estoy dispuesta a darle. Mientras se
inclina hacia delante para tomar la billetera de su bolsillo trasero, mi
boca se adhiere a un lado de su cuello—a ese punto sensible donde su
tatuaje está—y mis dedos ansiosos trabajan en los botones de su camisa
para revelar el cuerpo esculpido debajo de ella. Me he estado
muriendo por tocarlo de nuevo desde ese día en mi antiguo
apartamento. Ahora, me maravillo de lo caliente que su piel está al
mismo tiempo que presiono mi pecho desnudo contra él.
Cuando oigo el paquete de aluminio rasgarse, decido ayudarlo 201
sacándole sus calzoncillos, mis manos calientes se envuelven
rápidamente alrededor de su longitud para comenzar a acariciarlo. —
Tranquila, Charlie. Estoy a punto de explotar —gruñe mientras me
levanta en mis rodillas otra vez. Mientras se libera rápidamente a sí
mismo de sus pantalones tirando hacia abajo más allá de sus muslos,
espero con impaciencia cuando se desliza un preservativo.
El ágil y enérgico Cain regresa, agarrando mi cadera y
poniéndola en posición por encima suyo. Ya no pregunta si estoy
segura. No pregunta si estoy nerviosa. Simplemente cierra los ojos
conmigo mientras empuja dentro de mí suavemente—estirándome,
llenándome por completo. Es casi demasiado para mí y tengo que
respirar por la presión.
Cuando está enterrado muy dentro de mí, detiene el movimiento
y me empuja a su boca, atrapando mi jadeo con sus labios, robando mi
aire, mis pensamientos, mi todo.
Y entonces, empezamos a movernos uno contra el otro.
Es un ritmo lento al principio, con sus manos agarrando mis
caderas para dictar la velocidad que quiere. Estoy bien con la lentitud
porque todavía estoy sensible, y tenerlo dentro de mí es simplemente
abrumador.
No pasa mucho tiempo para que mi cuerpo lo acepte, sin
embargo, y cuando lo hace, nuestro impulso se acelera rápidamente,
sus embestidas cada vez más duras, sus besos más hambrientos, su
tamaño dentro de mí aún más grande.
Finalmente, me aparto de su boca y aparto sus manos de mi
cadera, mirándolo a los ojos mientras le ofrezco una sonrisa burlona al
tomar el control del ritmo, mis fuertes músculos de las piernas trabajando
para él. Se inclina hacia atrás, sus labios se abren, mirando mi cuerpo
moverse por debajo de sus ojos entornados. Su mano encuentra su
camino de regreso y estoy a punto de alejarla de nuevo, hasta que me
doy cuenta de que no está ahí para dictar mis movimientos. Está ahí
para asegurarme de que estoy recibiendo todo el placer de esto
también.
—Charlie... —Oigo el nombre en su susurro, el deseo en él, y
realmente desearía que fuera mi nombre el que estuviera diciendo.
Estirando su mano libre, dobla los dedos alrededor de mi nuca. Tira de
mi lengua a su boca en un beso exigente, sofocando un gemido
profundo cuando siento su cuerpo ponerse rígido, lo siento latiendo
dentro de mí.
Hice eso por Cain. Yo. Lo encendí así de mucho. Esa comprensión
desgarra un segundo orgasmo en mí casi al instante y no puedo dejar
de gritar. 202
No hasta que sus caderas se detienen y su respiración se ralentiza
a un jadeo pesado es que nuestros labios se liberan. Enrosco mi cuerpo
desnudo—recubierto con una fina capa de sudor ahora—en su pecho,
con él todavía dentro de mí. Grandes y fuertes brazos me envuelven y
siento sus labios apretados contra mi frente. No hace ningún movimiento
para salir, aparentemente contento con quedarse donde está.
Me maravillo de esta nueva versión de Cain que he descubierto.
No es el hombre duro y agresivo con el que he fantaseado. No es el
Cain emocional que experimenté anoche.
Es agresivo y emocional. Es lo mejor de ambos mundos. Un tipo al
que ansiaré sin cesar cuando me haya ido.
—Prometo que la próxima vez será en una cama cómoda, Charlie
—murmura en voz baja. Lucho para evitar que mi cuerpo se tense por
sus palabras, pero no puedo, y estoy segura de que lo siente. Dejando
caer mi boca abierta contra su cuello, acepto con entusiasmo que
quiero una próxima vez. La quiero desesperadamente. La quiero ahora.
Probablemente fue un error dejar que esto sucediera.
***
Los comienzos del amanecer iluminan el cielo mientras Cain me
acompaña a la puerta de mi apartamento. Casualmente sugirió volver
a su apartamento pero lo rechacé, apenas capaz de pasar las excusas
a través del nudo punzante en mi garganta.
Tengo una cita con el dentista.
Necesito ir a hacer las compras.
Necesito recoger mi camioneta.
Mentiras. Todas mentiras.
Sin embargo, no insistió y no sé si es porque la sugerencia no
pretendía ser seria o porque tomó mis excusas como un rechazo hacia
él. O porque realmente puede decir cuando estoy mintiéndole y eso le
molesta.
El viaje en auto a casa fue inusualmente silencioso y, tan agotador
después de no dormir durante dos días, tan saciada como estoy, casi
me quedé dormida. Si no fuera por esa enfermedad agitándose dentro
de mí en el momento en que me puse mi vestido en el muelle, podría
haberlo hecho.
Mientras deslizo mi llave en la cerradura y abro la puerta, siento el
cuerpo de Cain un paso más cerca de mí y tengo miedo de que vaya a
invitarse a sí mismo a mi apartamento. Miedo porque voy a tener que
echarlo. Miedo porque preferiría mucho más sostenerlo cerca.
203
—¿Charlie?
Aprieto los dientes por un momento antes de ponerme una
máscara. O trato de hacerlo. Mi adrenalina finalmente ha
desaparecido, dejando una cáscara vacía de una chica que ha
experimentado demasiadas emociones paralizantes en las últimas
treinta y seis horas—tanto lo mejor como lo peor. Ni siquiera puedo
pensar con claridad. Afortunadamente, estoy muy cansada de llorar;
de lo contrario estaría llorando con fuerza ahora.
Estoy exactamente donde me encontraba ayer por la mañana,
solo que ahora el dolor en mi corazón es aún más pronunciado.
Finalmente, me doy la vuelta para hacerle frente a Cain, para
sumergirme en esos cálidos ojos marrones que me miran
detenidamente, su aprehensión pobremente encubierta dentro de ellos.
—Gracias por esta noche, Cain —empiezo, pero me atasco.
Componiéndome al tragar saliva, me las arreglo para decir—: Gracias...
por todo. —¿Por qué no puedo contenerme? ¡Solo por un poco más de
tiempo, maldita sea!
Un surco profundo aparece rápidamente por su frente, pero lo
suaviza. —Mi amiga Storm está teniendo una pequeña reunión en su
casa esta tarde. Es una especie de celebración para su novio, Dan. —
Sostiene su teléfono distraídamente—. Acabo de recibir el mensaje. De
todos modos… —Su voz se apaga mientras sus ojos van hacia mi boca—
. Deberías venir.
Le doy un patético intento de una sonrisa. —Claro, voy a pensar
en ello. —Voy a pensar en ello mientas estoy subiendo al autobús.
Algo parecido a la decepción destella en sus ojos y resisto al
golpe rápido de culpa en mi estómago. —Está bien, Charlie. —Se inclina
para rozar sus labios contra mi mejilla, cerca de mi boca, pero no
aterrizan allí, como si no estuviera seguro de que lo permitiría.
No dudo en voltear hacia él para robar un último beso, para tratar
de transmitir con mi cuerpo lo mucho que ha llegado a significar para
mí en un corto período de tiempo, lo mucho que me gustaría que esto
pudiera continuar.
Cuánto lo voy a extrañar.
Un fuerte brazo se enrolla alrededor de mi cintura mientras me
aplasta contra su cuerpo, emparejando y elevando mi nivel de pasión
con el suyo mientras me inclina, obligando a mi boca a abrirse mientras
su lengua se sumerge en ella.
Cain no parece tener cualquier velocidad, excepto “intensa”.
Combinando eso con mi propia confusión personal es un desastre
esperando a suceder. Cierro los ojos y me dejo hundir dentro de su
fuerza mientras me pierdo en él una vez más cuando la familiar ardor 204
comienza a recorrer mi cuerpo.
En algún momento, mis rodillas se doblan y me parece que no
puedo levantar los párpados. Apenas escucho la puerta cerrarse
cuando me vuelvo ingrávida dentro de los brazos de Cain. El suave cojín
de mi colchón es como una nube mientras Cain me acuesta.
—Charlie, ¿dónde están tus sábanas? —Le oigo preguntar, pero
no respondo.
Están empacadas en mi maleta, que está ubicada vanamente en
la esquina.
Esperándome.
Un momento después hay una mano alisándome el cabello de la
frente. —Duerme un poco.
—Está bien —murmuro con un suspiro, aunque todavía estoy
luchando contra la dulce atracción de olvido que me llama a ceder. Se
supone que debo estar yéndome en unas pocas horas, pero necesito
dormir. Solo un par de horas y luego me iré—. Adiós, Cain. —No puedo
conducir a cualquier sitio ahora mismo…
***
Alguien está golpeando mi puerta.
Mi cuerpo se siente como si estuviera encadenado a la cama
mientras lo levanto, reacio a abandonar la comodidad del sueño,
incluso desde un colchón vacío.
—¡Charlie! ¡Abre! —Es Ginger y suena frenética. Con
preocupación creciendo dentro de mí, me tambaleo hacia la puerta
principal con prisa, abriéndola sin precaución.
—¡Estás viva! —exclama, caminando por delante de mí, hacia mi
apartamento. Los lazos de su colorido traje de baño superior asoman
por debajo de un vestido de rayas rojas y blancas de verano—. Es la
cuarta vez que he venido hoy. ¡Pensé que estabas muerta! Ve y alístate.
—¿Qué? —Me rasco la cabeza con aire ausente, rebuscando
entre mis recuerdos borrosos. ¿Alistarme para qué?
—Son más de las tres y vamos donde Storm.
¿Más de las tres? —¿Qué? —No le creo. Lanzándome a sacar mi
teléfono de mi bolso, confirmo con una creciente burbuja de pánico
que no está mintiendo. No… Necesito ir al banco y luego vender mi
coche y después… dejar Miami. ¡No voy a tener tiempo suficiente!
Ginger se acomoda en mi sofá, control remoto en mano,
haciendo girar un mechón de cabello rosa brillante. Y sé que, con
excepción de ponerme de acuerdo para ir con ella, solo un incendio o
205
un montacargas harán que se vaya. Sus ojos van a la deriva sobre las
flores que adornan mi mesa. —Esas son preciosas. ¿Quién te las dio?
—Nadie —murmuro distraídamente mientras me tambaleo de
nuevo a mi habitación y cierro la puerta. Apoyándome contra ella con
un suspiro, cierro los ojos. ¿Qué debo hacer?
Sé que si pudiera quitarme a Ginger de encima, todavía podría
hacer que funcione. Solo llegaría a un estado extranjero y a la ciudad
en medio de la noche. Reviso el teléfono prepago ubicado en mi bolso,
una punzada de ansiedad agitándose por la posibilidad de haber
perdido una llamada de Sam.
Sin llamadas perdidas. Libero un suspiro.
Y si… ¿pudiera quedarme por otro día? Quiero decir, ¿en serio
hay algún peligro en permanecer aquí por solo un día más? Tengo
semanas antes de que pueda esperar otra solicitud de retiro y Bob ni
siquiera podría entrar en Penny’s si quisiera causarme daño hasta
entonces. Y Sam es… Tengo que creer que él no me haría daño por un
capricho o un presentimiento, incluso tan paranoico como es. Soy
demasiado valiosa para él. Soy su peón no sospechoso.
Habría venido aquí en primer lugar. Me visitaría en persona, verlo
por sí mismo. Tengo que creer eso. Después de todo, él me había
criado. Eso tiene que valer de algo.
Mi resolución se disipa en segundos, como si nunca hubiera
estado allí. O tal vez lo estuvo, hasta anoche. Las náuseas
arremolinándose en la boca de mi estómago finalmente ceden a una
explosión de anticipación. Abriendo mi maleta, busco rápidamente a
través de mi ropa por mi traje de baño.
De repente, no puedo ir donde Storm lo suficientemente rápido.
206
Traducción por Cris_Eire
Corregido por Itxi
215
Traducido por Vanessa Farrow & MiryGPE
Corregido por Mire
7
Fue un guerrero y conquistador fundador del primer Imperio mongol en Asia, el
imperio contiguo más extenso de la Historia.
Sin esfuerzo respondo—: ¿La Kacey? —Aunque siento un pequeño
malestar interior. No sé cómo me sentiría sobre ser un tema de
conversación entre toda esta gente que no conozco.
—La única —responde con una carcajada—. ¿Dime que no
viniste con ese idiota de ahí? —Su barbilla se mueve en dirección a Ben.
—No, pero se irá conmigo. ¿Cierto, Charlie? —Su pregunta es
para mí, pero sus ojos y su sonrisa torcida están en Cain, y me da la
impresión de que está provocando intencionalmente a su jefe sobre
algo.
Una risa profunda explota desde el normalmente reservado Nate.
Supongo que sabe más que Ben sobre lo que pasó entre Cain y yo
anoche. Eso o Ben es realmente muy odioso. Cualquiera de ellas es una
posibilidad. De todos modos, me sonrojo ante la idea de Cain dándole
a Nate demasiados detalles.
Ignorando a Ben, Cain les pregunta—: ¿Qué estaban haciendo
hoy? Lucen... —Su voz se apaga.
—¿Cómo si acabáramos de saltar de un jodido avión? —Los
grandes ojos atónitos de Livie me dicen que no está bromeando.
—¡Y fue una magnifica acelerada! —Kacey lanza un brazo sobre
el hombro de su hermana, su rostro radiante mientras la aprieta con
fuerza. Una pequeña ovación estalla alrededor del patio, todo el 223
mundo las felicita por algo que yo nunca podría hacer, con mi miedo
mortal a las alturas. Incluso la idea provoca que un temblor recorra mi
cuerpo. Por supuesto, Cain lo siente y me frota la pierna con dulzura.
—¡Buen trabajo, hermanas retorcidas! —grita Ben con la boca
llena de comida, sonando genuinamente impresionado.
Los ojos de Storm están brillando positivamente mientras las mira a
ambas. —¡No te acobardaste! Bien por ti, Livie. Voy contigo la próxima
vez.
—No, no hay próxima vez. —La cabeza de Livie se sacude una y
otra vez con firmeza.
—¡Oh, vamos! ¡Fue divertido! ¡Admítelo! —provoca su hermana.
—No. No es divertido. Tal vez diversión más tarde. Ahora mismo...
—Toma una respiración profunda y suspira—, voy a descansar un poco.
Necesito descansar. Y planear la muerte del Dr. Stayner.
Me pregunto quién es el Dr. Stayner. Suena como si tuviera algo
que ver con ella saltando de un avión.
—¿Quieres que te ayude a relajarte? —Esos hoyuelos profundos
de Ben se muestran con toda su fuerza.
—No, gracias. —La respuesta llega firme y rápida, sugiriendo que
ella esperaba su oferta y tenía el rechazo listo en la punta de la lengua.
Aun así, las mejillas de Livie se vuelven carmesí al instante. Girando sobre
sus talones, se ha ido en un instante.
—¡Dios mío, Benjamin Morris! —Storm lanza su servilleta sobre la
mesa—. Estás fuera de control últimamente. ¿Necesito arreglarte?
Rugidos de risas estallan de Nate y Trent. Incluso Ben y Cain
empiezan a reír. Estoy pensando que hay una broma escondida que
solo los hombres saben, porque las mujeres intercambian miradas
perplejas y ojos rodados.
No puedo dejar de envidiar a este grupo al escuchar la
conversación fluyendo fácil, las bromas amables de ida y vuelta, y risas
genuinas que recubren la atmósfera de calidez. Hay una conexión
profunda entre todos los presentes, y no puedo decir que he
experimentado algo parecido.
Por mucho que sé que no pertenezco, todos están haciendo su
máximo esfuerzo para hacerme sentir lo contrario. Y cuando los platos
están vacíos y recogidos, y la gente empieza a dispersarse en varias
direcciones, un rastro de tristeza se escurre a través de mí.
—Eso fue fantástico, Storm —exclama Ginger, de pie para
estirarse mientras un fuerte chapoteo proviene de la piscina. Trent y
Kacey, buceando juntos—. Voy a ir a flotar un rato antes de que sea
obligada a trabajar para mi jefe volviéndome esclava. —Le hace un
guiño a Cain antes de salir.
224
Los ojos de Ben siguen su camino, como si se preparara para
seguirla, cuando Storm le recuerda—: La cocina está al otro lado. —Le
esboza una sonrisa radiante mientras lo destierra a su castigo, y con
dulzura agrega—: y asegúrate de enjuagar bien los platos antes de
cargarlos en el lavavajillas. Tuve que conseguir un reparador aquí la
última vez.
—Sí, señora. —Ben está de pie rápidamente, esa sonrisa todavía
pegada en él cuando se inclina sobre su hombro y le planta un beso en
la frente—. Y siento lo de antes, con Mia. —Lo escucho ofrecerle en un
tono inusualmente suave. Por más tonto que sea, Ben no es un idiota. A
veces es difícil recordar eso. Sobre todo ahora, cuando lo veo echar un
vistazo bien dirigido al escote de Storm, que prácticamente se derrama
fuera de su vestido.
Si Storm se da cuenta—que supongo que lo hace, porque su
mano se extiende hasta abofetear suavemente su rostro—no se enoja.
No creo que Storm sea el tipo de enojarse fácilmente.
—¡Gracias por la comida! —grita Tanner, caminando sin prisa
hacia la casa—. Tengo que volver al apartamento ahora.
—¿No te vas a quedar para la torta de Dan?
Frotándose la barriga protuberante, Tanner murmura—: Oh, no.
Tengo que volver a mi, er... —Su voz se desvanece mientras recoge su
pistola de agua.
A tus tendencias antisociales.
Storm simplemente sacude la cabeza y se ríe. —Me alegro de que
hayas podido venir, Tanner. La próxima vez, ¿por qué no traes a esa
amiga tuya? —Su sugerencia solo acelera sus piernas flacas que lo
llevan a la casa—. Conoció a alguien en línea. —Storm agita las cejas
hacia mí—. Estoy tratando de conseguir que la traiga a la boda.
El calor de la mano de Cain desaparece repentinamente de mi
muslo y un pequeño gemido de desaprobación se escapa de mi
garganta, incluso antes de que lo note. Él nunca intentó nada más, y
eso me dejó aliviada y frustrada.
Con una risa oscura, Cain comienza a recoger una pila de platos.
Cuando empiezo a levantarme, con la intención de ayudar, me insta a
mi asiento con un empuje hacia abajo contra mi hombro. Mis ojos lo
siguen mientras acompaña a Ben a la casa, con los brazos llenos de
platos.
—Él es definitivamente una linda vista, ¿no? —Una sonrisa secreta
toca los labios de Storm mientras rompe un pedazo de corteza del pie
con los dedos. 225
Aclaro mi garganta mientras un ligero rubor se apodera de mis
mejillas. Storm probablemente puede ver eso. Afortunadamente, no
puede ver también el aumento de los celos en mi estómago. No quiero
que ella lo mire de esa forma, aunque su observación es verdad.
Cuando su risa suave y musical llena el aire, me doy cuenta de
que está bromeando conmigo. —Ve, Charlie —instruye Storm, moviendo
una mano, como espantándome, y una sonrisa, sus ojos hambrientos en
el pastel—. Me uniré a ti, pronto.
Con una inclinación de cabeza, me excuso, dirigiéndome
directamente a meterme en la refrescante piscina, consciente de que
el azul del traje de baño es lo suficientemente claro como para mostrar
cualquier mancha de humedad que pude haber adquirido debido a la
atención de Cain. Mi cuerpo se deleita con el leve choque de agua fría
mientras envuelve mi piel, bajando mi temperatura algunos grados. Me
gustaría no tener todo este maquillaje. Ojalá pudiera zambullir mi
cabeza.
Nado hacia el otro extremo de la enorme piscina para descubrir
un pequeño jacuzzi separado, complementado con chorros para
masajear mis músculos doloridos y cansados. Me elevo sobre la
separación y entro, me recuesto y silenciosamente absorbo la escena.
Kacey está flotando sobre su estómago en un colchón de aire, su
atención pegada a Trent, quien está descansando en una esquina.
Ginger parlotea con Nate, cuyo cuerpo enorme—sólido con músculo—
ocupa dos tercios de la escalera.
Storm y Dan realmente tienen una gran vida aquí. No puedo dejar
de sentirme como un intruso; aceptando su calidez y hospitalidad,
comiendo su comida, riendo con sus amigos.
Mantener el empleo de Dan.
Aun así, podría verme viviendo en este mundo—viniendo a
barbacoas, pasar tiempo con estas personas, trabajando con Storm en
su escuela.
Estar con Cain.
Si solamente pudiera alejarme de Sam, realmente poner todo en
el pasado.
Si solamente...
Veinte minutos después de chorros masajeando mis músculos,
mientras el sueño me burla entre los gritos ocasionales de Ginger,
escucho la puerta del patio abrirse y cerrarse. Levanto mi cabeza a
tiempo para ver un lado del perfil de Cain salir.
Mi cuerpo instantáneamente vuelve a la vida mientras observo los
músculos de su moldeado cuerpo—el cuerpo con el que estaba
entrelazada anoche—moviéndose con cada paso de su acercamiento. 226
Cambió su ropa por un traje de baño que cuelga peligrosamente bajo
sobre esa sexy pelvis en forma de V, la cual sabía que debía tener y de
la que ahora puedo conseguir un buen vistazo. Tan musculoso como
Cain es, de ninguna manera es fornido. Su forma se halla en el lado
atlético, con músculos pectorales que no se ven como senos, venas que
agregan dimensión a sus brazos y un exquisito paquete de ocho que es
casi irreal.
Me obligo a parpadear, fuerte, para aliviar la tensión repentina en
mis ojos.
Sus ojos de fijan en mi ubicación, y luego el elegante cuerpo de
Cain desaparece en la parte profunda de la piscina con un elegante
clavado. ¿Hay algo que él no haga extremadamente bien? Cruzo mis
brazos sobre la división y descanso mi barbilla sobre ellos, esperando
con anticipación embriagadora mientras su gran forma se mueve bajo
el agua hacia mí, emergiendo a menos de treinta centímetros de
distancia. Cruza sus brazos ligeramente sobre los míos. Está tan cerca de
mí que solo tendría que moverme un poco para darle un beso.
—¿Relajada?
No estoy segura de cómo responder a eso, porque estoy tanto
relajada como consciente, de repente, de cada terminación nerviosa
de mi cuerpo. Me atrevo a liberar una mano y trazar con un dedo su
barbilla. —Te ves bien con rastrojo —comento casualmente.
Con ese brillo peligroso en sus ojos que vi ayer en la noche, se
inclina para susurrarme al oído—: Te ves bien mojada.
Mi respiración se atasca. No esperaba ese nivel de descaro de él.
Después de anoche, no estoy segura de por qué no.
Utiliza sus brazos poderosos para levantarse sobre la pared. Me
muevo hacia atrás para darle espacio mientras ágilmente se desliza
hacia el jacuzzi conmigo. Rodea con un brazo mi cintura y me coloca
en su regazo sin demora, alcanzando el dobladillo de la parte superior
de mi traje de baño, para deslizar un dedo por debajo.
Creo que me encuentro por conocer otro lado de Cain. Uno
peligrosamente juguetón que se relaja con sus amigos y toma lo que
quiere. Y me hace bromas.
—¡Cain! —siseo, más sorprendida que otra cosa. Empujo su mano
mientras señalo a los demás con mi cabeza, aunque no hay forma de
que puedan ver lo que sucede en el pequeño jacuzzi, gracias a la
pequeña pared y el gran tamaño de la piscina. Dudo que alguno de
ellos diga nada, de todas formas. A excepción de Ben, por supuesto,
pero no ha salido de la casa todavía—. Contrariamente a lo
que obviamente piensas, prefiero la privacidad.
Un destello de diversión toca los labios de Cain antes de
desaparecer. Estira sus brazos a cada uno de sus lados a lo largo de la
pared curva, echa su cabeza hacia atrás y cierra los ojos. —No te
227
preocupes. No soy un pervertido.
Su manzana de Adán sobresale en un sexy ángulo agudo y no lo
puedo evitar. Me acerco y recorro lentamente con mi dedo el bulto,
sintiéndolo moverse cuando traga duro. Cuando llego a la base de su
garganta, no me detengo, continúo hacia abajo para empezar a trazar
sus duros músculos y los patrones de los tatuajes que adornan su pecho.
Lucho contra el impulso de deslizar mi mano más abajo, para ver
lo mucho que esto lo afecta. Sabiendo que puedo provocar tal
reacción en un hombre como Cain, me enciende tanto como si él
estuviera realmente tocándome.
Sus ojos se abren para verme mientras lo estudio tranquilamente.
—Me alegra que hayas venido hoy, Charlie. Pensé que tal vez... —Su voz
se apaga por un momento mientras veo su mandíbula apretarse—…
eso era todo. —Tiene esa mirada, la misma que vi anoche, cuando me
preguntó si me encontraba segura. Si me encontraba segura de
estar con él. Como si hubiera alguna razón posible para que alguien no
estuviera demasiado encantada por tener las atenciones de Cain.
Sus palabras se sienten como un puñetazo en el estómago
mientras que un remolino de emociones contradictorias choca contra
mí. Culpa porque él tiene razón; ¡se suponía que era así! Angustia
porque podría haberlo herido. Amargura por la fecha de caducidad
inminente que se cierne sobre nuestras cabezas. Abrumador deseo de
borrar sus dudas, justo aquí y justo ahora.
Egoísmo.
Egoísmo puro y crudo por aferrarme a él y nunca dejarlo ir, a
pesar de saber que no debería. Se arremolina en lo profundo de mi
vientre y es imposible de resistir.
¿Cómo sucedió esto tan rápido?
Mi situación es imposible y, peor aún, no puedo explicársela a él.
Sin embargo, ojalá pudiera. Desearía estar segura de que no pensará
mal de mí.
—Oye. —Una de las manos de Cain se eleva para cerrarse a un
lado de mi cuello, su pulgar frotando mi mandíbula
tranquilizadoramente—. ¿Está todo bien?
No, Cain. No está bien. Estoy colgando de un péndulo que se
balancea de atrás hacia adelante entre una pesadilla y un sueño. ¡Solo
que la pesadilla es real! Cuando estoy con Cain, nada más importa. Y
cuando no lo estoy, soy muy consciente de cuan estúpida soy por
encontrarme aquí. Cómo estaría tan cerca de ser libre de Sam y las
drogas para siempre, si solo lo dejara ir.
—Sí, estoy bien, Cain. —Un nudo doloroso se forma en mi
garganta de nuevo. Agacho la cabeza, porque temo que vaya a ver la
228
mentira en mis ojos. Me resulta más difícil fingir alrededor de Cain.
Tomando algunas respiraciones profundas, me cuesta colocarme la
máscara de calma. O juguetona. Me conformo con una máscara sin
emociones. Dudo que sea una convincente.
—¿Quieres hablar sobre eso? —pregunta en voz baja,
evidentemente no comprando mis palabras.
Distraídamente trazo las líneas del diseño decorando su hombro,
mientras un “no” huye desde mi lengua en un susurro. No hay mucho
que pueda decir sin levantar las sospechas de Cain, y por eso necesito
permanecer en silencio.
Como el pequeño ratón silencioso que Sam me enseñó a ser.
Me sorprendió que no preguntara sobre Bob. Ni siquiera ha
mencionado la otra noche, aunque mi instinto me dice que se halla en
su mente. Es como si esperara el momento oportuno antes de sacarlo a
flote.
Con un profundo suspiro, la cabeza y los brazos de Cain caen
hacia atrás una vez más. Esta vez sus ojos permanecen abiertos y veo la
frustración en ellos. —¿Por qué tengo la sensación de que realmente no
quieres estar aquí, Charlie? —Puedo sentir, más que percibir, la tensión
repentina canalizarse a través de su cuerpo.
—Sí lo quiero. Créeme.
Hay una larga pausa. —Comprendes que las cosas que te dije
anoche no se las admito a cualquiera, ¿cierto? —Levanta su cabeza de
nuevo, sus ojos suplicándome.
Puedo arreglármelas para solo realizar respiraciones cortas e
irregulares. Quiero estar emocionada por las palabras de Cain justo
ahora. También feliz de que Cain sea tan abierto conmigo, tan honesto.
Pero no puedo, y eso contrae mis pulmones dolorosamente. No sé
cómo responder, así que digo—: Sí. Me alegro de estar aquí, también. —
Porque no hay nada más verdadero que eso.
Ese ceño naturalmente fruncido, se arruga más. —¿Lo que pasó
anoche te molesta? Mira... —Veo los músculos de su mandíbula tensarse
mientras rompe el contacto visual, su mirada buscando en el agua
delante de nosotros—. Sé que puedo ser muy intenso a veces. E
impaciente. Y tal vez que eso sucediera en un muelle fue menos que
ideal para ti. —Ojos oscuros me miran—. En ocasiones soy más
desinhibido, cuando no pienso con claridad. —Una mano se eleva para
jugar con un mechón de mi cabello—. Tal vez deberíamos tomar las
cosas con calma de nuevo.
¿Qué? Siento formarse una mueca en mi rostro. ¡No! ¿Tomar las
cosas con calma? ¿Cuándo ese maldito reloj sigue con su Tic Tac? ¡No!
¡No! ¡No!
Él continúa, aparentemente inconsciente de mi pánico interno. — 229
Te advertí que no sé cómo hacer esto. Aun así…
Las palabras de Cain mueren con un siseo al segundo en que
deslizo la parte delantera de su traje de baño hacia abajo y lo tomo
con fuerza. Ya se encuentra duro. —No tengo ningún deseo de tomar
las cosas con calma —digo de forma neutra, sosteniendo su mirada
mientras comienzo a acariciarlo.
Fija su mirada de acero en mí y comienzo a pensar que podría
haber ido demasiado lejos. Pero no me detengo. —Gracias, maldito
Dios —murmura finalmente, alcanzando mi mano para quitarla de él
con una sonrisa—. Pero no creo que Storm apreciaría eso aquí. —
Después de una pausa, añade fingiendo seriedad—: Además, pensé
que preferías la privacidad.
—Y yo creía que no te gustaba perder el tiempo. —Me hago
hacia atrás y luego me encojo de hombros—. Tal vez fue una venganza
por el espectáculo que me hiciste hacer en el muelle.
Una ceja levantada es la única advertencia que llega antes de
que mi cuerpo sea movido, deslizándome fuera del regazo de Cain
para aterrizar en el asiento construido, con mi espalda hacia los demás
y el cuerpo de Cain entre mis piernas, sus rodillas dobladas y empujando
mis muslos hacia arriba, una sonrisa maliciosa en su rostro. —¿Quieres un
espectáculo? —Sus ojos miran hacia abajo, a mi cuerpo vulnerable,
fácilmente visible bajo el agua ahora que los chorros se apagaron. Ojos
ardientes regresan pesando sobre mí, ideas circulando en ellos que no
puedo descifrar, pero hacen que mi cuerpo se abra a él con
anticipación—. ¿Crees que yo merezco venganza? ¿Qué te parece una
venganza por las últimas tres semanas?
Resoplo. —¿Qué, vas a bailar en el escenario para mí esta noche?
—Una visión cruza por mi mente y, a pesar de lo increíblemente
masculino y sorprendente que es Cain, no puedo evitar soltar una
carcajada.
El agua comienza a salpicar mi cara. —¡Detente! —Levanto las
manos en defensa, tratando de protegerme a pesar de mi ataque
continuo de risa—. ¡Todo mi maquillaje se va a arruinar!
—Bien. —Lanza agua de nuevo, su sonrisa volviéndose tierna, su
voz volviéndose insoportablemente suave—. Entonces consigo ver a la
verdadera Charlie.
Mi risa se corta abruptamente cuando rompo el contacto con sus
ojos. Oh, Cain... el engaño es mucho más profundo que el delineador
de ojos y lentes de contacto de color.
—¿Charlie?
Lucho por tomar una respiración profunda mientras miro hacia él,
arriesgando una pregunta susurrada—: ¿Y si no te gusta lo que ves?
Hay una pausa larga, donde sus ojos serios exploran los míos y sé
230
que busca algo de verdad, alguna razón para mi miedo, y luego sus
manos se deslizan hasta mi nuca. —No me importa lo que has hecho,
Charlie. Debes saber eso. En lo que sea que estuviste involucrada para
arreglártelas está en el pasado. Lo que sea que tus padres pudieron
haber hecho. Estás a salvo aquí y puedes empezar de nuevo. Tu pizarra
está limpia conmigo.
Le creo. Si solo eso realmente estuviera en el pasado.
Acerca su boca sobre la mía, en un beso devastador, sacando el
aliento justo fuera de mis pulmones.
Desde algún lugar detrás de nosotros, lejos de esta nube de
euforia en la que me estoy hundiendo rápidamente, oigo la voz de Ben
retumbar de repente. —¿Cuándo jodidos sucedió eso?
***
***
8
Frase del cuento para niños The Little Pigs (Los tres cerditos)
No estoy segura de sí quiere que yo lo mire de esta forma. ¿Se
supone que debo hacer lo mismo? Echo un vistazo a la cama grande y
pulcramente hecha y me pregunto distraídamente si Cain ha tenido
mujeres de pie en este mismo lugar, viéndolo hacer lo mismo. Me
pregunto qué tan seguido.
Y entonces cierro los ojos con fuerza contra los pensamientos,
regañándome, sabiendo de que solo es mi subconsciente tratando de
sabotear mi tiempo con él. O tratando de protegerme de enamorarme
más.
Empiezo a creer que las profundidades a las que una mujer se
puede llegar a enamorar de Cain son infinitas. Un hoyo profundo, oscuro
e infinito, sin escaleras para escapar, sin cojines para amortiguar el
impacto.
Sin red de seguridad.
Sin escape.
Con una respiración profunda y calmada, abro los ojos. Cain se
encuentra de pie frente a mí.
234
Traducido por Anelynn*
Corregido por NnancyC
***
238
—¿Qué te enseñé? —Su voz se registra una fracción de segundo
antes de que fuertes puños bombardeen mi pecho, mis costillas, mi
estómago.
Mi cuerpo de quince años—ya endurecido para una buena
golpiza—ha llegado a rehusarse a más de cuatro horas de sueño a la
vez, siempre en guardia. Después de todo, siestas largas incrementan las
probabilidades de ser atrapado inconsciente. Sin embargo, debo haber
estado exhausto porque esta vez me atrapó en un sueño profundo.
En segundos corro fuera de la cama y levanto los puños, listo para
pelear. Los ojos oscuros de papá—todavía rojos y brillantes de lo que
sea que inspiró o fumó la noche anterior—me perforan. —Siempre
debes estar listo, hijo. Cada segundo cuenta.
Mi cerebro registra un peso contra mi pecho y mis ojos se abren
de golpe. Estoy a medio segundo de saltar en modo de defensa
cuando un perfume floral llena mis fosas nasales.
Suspiro. Nadie me está atacando. Es Charlie—su cuerpo
acurrucado en mi costado, su cabeza apoyada en mi pecho. Y se
siente jodidamente increíble.
—¿Pesadilla? —La oigo preguntar con su voz adormilada. Con la
luz de antes del amanecer atravesando la ventana, puedo apreciar sus
rasgos. Está en paz.
—Lo siento, ¿te desperté? —me disculpo, empujando un mechón
de pelo de su cara. Una mirada al reloj me dice que hemos estado
dormidos por unas pocas horas.
Dormidos.
Esta noche fue la primera vez que me he quedado dormido con
una mujer.
Casi tengo veintinueve años y nunca he dormido con una mujer.
Nunca siquiera he tratado.
Y ahora, sintiendo su piel sedosa contra la mía, su cuerpo relajado
y encontrando comodidad moldeado con el mío, sé lo que me he
estado perdiendo. Lo que nunca me quiero perder otra vez.
Su mano frota mi pecho cariñosamente. —Tu corazón está
latiendo muy rápido —murmura. Es casi un ronroneo.
—Estoy bien. —A menos que lo rompas. El pensamiento
repentinamente se cuela en mi mente sin invitación, haciéndome sentir
como si hubiera sido golpeado en el estómago.
Charlie podría romperme. Por la erupción volcánica de ansiedad
repentinamente reventando, me doy cuenta de que ella podría
hacerme añicos, peor que Penny.
Permanentemente. 239
Un segundo después, siento su lengua moverse sobre mi tetilla
antes de que su boca la cubra con un beso. Gimo, moviéndome a mi
costado para poder verla a la cara. Una diminuta risita se le escapa,
pero sus ojos aún están cerrados. Simplemente la observo, mientras su
respiración disminuye y se estabiliza, diciéndome que se ha vuelto a
quedar dormida.
Traducido por Anty
Corregido por pauloka
***
***
***
***
***
***
Malditamente perfecto.
Estaba a un segundo de la mover a la fuerza a la descarada
China de mi regazo porque no quería bajarse voluntariamente
―después de saltar sobre mí, sin invitación― cuando decidió plantar sus
labios en los míos, aplastando mi despido.
Y, por supuesto, ese es el momento exacto en que Charlie se
presentó sin previo aviso. Porque esa es la clase de suerte que tengo.
Por sus grandes ojos y mandíbula colgando, puedo decir que
Charlie está a la vez sorprendida y herida.
266
Y no puedo culparla.
En un rápido movimiento, quito a China de mi regazo ―tratando
de no empujarla demasiado duro cuando la muevo― y me paro,
enderezando mis pantalones. Los ojos de Charlie hacia abajo me dicen
que el bulto en los pantalones es notable. ¡Diablos! ¡Eso no era por
China! Eso era porque, mientras que China estaba trabajando en un
problema básico de matemáticas, yo estaba mirando el lazo de plata
que colgaba en mi puerta, recordando cómo entré para encontrar a
Charlie llevándolo ―y sólo eso― un par de noches atrás.
Esto es exactamente por lo que nunca debería tener relaciones
sexuales en mi oficina.
Aclarando su garganta, su voz es extrañamente tranquila. ―Lo
siento, debería haber llamado. Vine a decirte que necesito la noche
libre. No me siento bien.
No se siente bien. Mentira.
Yo tampoco. ¡Joder, China!
Me entretengo. ―¿Qué pasa, exactamente? ―Pregunta estúpida.
―Problemas femeninos ―Sus ojos se desvían al suelo y sé sin lugar a
dudas que está mintiendo.
Pero que puedo decir, excepto―: Claro, está bien. Te llevaré a mi
casa.
―No. Está bien ―dice rápidamente. Comienza a girar y mi mano
vuela instintivamente, apretando sobre su antebrazo. No con fuerza,
pero lo suficiente para mantenerla allí.
―Eso no era lo que parecía, Charlie. Lo juro.
Responde con una sonrisa tensa. Torciéndose fuera de mi
alcance, se vuelve sobre sus talones y rápidamente se va. Oigo el golpe
de la puerta de salida pesada cerrarse un momento después.
Y fue entonces cuando exploto. ―¿Qué demonios fue eso? ―Me
doy la vuelta y pongo una mirada asesina en China, que tiene la
decencia de mantener los ojos en el suelo mientras se muerde el labio―.
¿Qué te hizo pensar que estaría bien? ―Recogiendo mi vaso de mi
escritorio, me trago atrás el último sorbo, esos pocos segundos de
emoción en el rostro de Charlie repitiéndose en mi mente―. ¡Maldita
sea, China! ―El vaso vacío vuela de mi mano y choca con una pared
del fondo antes de que me diera cuenta de que lo tiré. Se detona en
innumerables fragmentos.
Nunca he perdido mi temperamento como esto con un
empleado, pero, esta noche, no puedo evitarlo. Me veo como un más
pulido pero igualmente fangoso Rick Cassidy. 267
Me toma un momento detener mi agitación, y, finalmente, doy la
vuelta para enfrentar nuevamente a China.
Y mi corazón se hunde.
Allí está, arrinconada detrás de mi escritorio, temblando, con los
hombros apretado cuando se encoge. Todo el color de su rostro, ha
desaparecido. La China que trabaja la multitud como si tuviera
marionetas colocadas en las espaldas ha desaparecido, reemplazados
por una joven lamentable cuyo padre solía gritar y lanzar platos hacia
ella. Justo antes de que él la violara.
Mi mano vuela sobre mi boca cuando me doy cuenta de lo que
he hecho.
Mierda.
―Cristo… ―Empiezo a correr, pero cuando se encoge más,
detengo mis pasos, sosteniendo mis manos en señal de rendición―. No
voy a hacerte daño. ―Me acerco con mucho cuidado, hasta que esté
lo suficientemente cerca que puedo envolver mis brazos alrededor de
su cuerpo tembloroso y tirar de ella contra mí, todo mientras el espesor
en mi garganta crece. Aliso su pelo negro hacia atrás con la mano
mientras las lágrimas comienzan a fluir, humedeciendo mi camisa.
―Lo siento ―ofrece entre sollozos, con voz tan lamentable, tan
débil, tan infantil―. Solamente siempre he querido hacerte feliz.
―Lo sé. ―Tiene que volver a la terapia. Lo estaba haciendo tan
bien. Entonces comenzó a concentrarse en vencer a su trastorno de
aprendizaje y dejó que la otra parte de la terapia deslizarse. No debería
haberlo hecho. No debí dejar que eso suceda. China aún necesita
ayuda profesional. Y mucho.
Cuando se calla, pero se mantiene presionada contra mi pecho,
pregunto, con una voz tan suave como sea posible―: ¿Qué te hizo
hacer eso? Ya hemos hablado de esto. Pensé que habías entendido.
Hay una larga pausa, durante la cual llega hasta secar algunas
lágrimas. ―No lo sé.
―China. ―Jugar al despistado nunca le ha convenido.
―Sólo pensé que lo necesitas.
Lanzo un suspiro y maldigo a mi puta polla por iniciar esto. La
chica hace dinero olfateando chicos cachondos con el suficiente
dinero para gastar en ella. Demonios, tiene un radar de erección.
―Lo que necesito ―digo mientras alejo a China para mirar
directamente a sus suplicantes ojos verdes―, es que sepas que nunca te
usaría para eso.
Deja caer su mirada hacia mi pecho y asiente. Con los labios
fruncidos, susurra―: ¿Es la que amas?
268
Por supuesto. Debería haber sabido que esto es lo que se trataba.
No aparto mi mirada cuando digo muy lentamente: ―No lo sé todavía.
Tal vez.
No puede evitar que las lágrimas brotando de sus ojos. ―¿Por qué
ella, Cain? ¿Por qué no yo?
Ahh… Jódeme… Todavía estoy enojado con ella, pero mi
compasión lo eclipsa. ―No lo sé. Estas cosas están fuera de nuestro
control, a veces. ―Tiro de su cuerpo mientras ella empieza a llorar de
nuevo, murmuro para mis adentros: No estoy seguro de que vaya a
importar de cualquier manera, ahora.
Le doy diez minutos más de mi tiempo.
Y luego se la doy a Nate ―quien no es muy feliz con la idea de
una China sollozando en él― y me voy tras Charlie.
Traducido por Sandry
Corregido por Jaky Skylove♡
271
Traducido por Val_17
Corregido por florbarbero
***
280
Traducido por Sandry
Corregido por Laurita PI
—Así que... —El brazo de Storm sigue ligado alrededor del mío
mientras caminamos por la acera, el calor sofocante del verano hace
nuestro ritmo extraordinariamente lento.
—¿Estás segura que deberíamos estar caminando por aquí? —
pregunto, deslizando mi mirada hacia su creciente barriga.
Aplasta mi preocupación con su mano libre. —Sí, estoy bien. Y si
no lo estoy, me puedes llevar de vuelta. Ahora, deja de tratar de
cambiar de tema. —Me observa atentamente con su linda y curiosa
mirada—. ¿Qué hiciste para que te presentaras en mi puerta esta noche 281
con esa mirada triste en tu cara?
Con un suspiro, murmuro—: No sé por dónde empezar, Storm. —
Storm es la persona más libre de prejuicios que he conocido. Sé que
puedo decirle cualquier cosa y no preocuparme por su desaprobación.
Tampoco lo divulgará. Elevando mi mano libre para frotarme la tensión
de mi cuello, le doy el resumen básico de las últimas semanas,
terminando en los eventos desastrosos de hoy.
Gime. —Oh, Cain. Lo siento mucho. Jodida China. —Suena tan
confuso escuchar a Storm maldecir. Por otra parte, nadie pensaría que
ella solía balancearse por un aro de metal encima de mi escenario
hace tan sólo unos años. Pero si alguien puede hacer que Storm
maldiga, es China.
—Lo sé. Pero China tiene problemas. Tú sabes eso.
—Todo el mundo tiene problemas, Cain. Deja de poner excusas
para ella. —Me regaña Storm—. Y si tienes alguna esperanza de una
relación con Charlie, entonces sabes lo que tienes que hacer.
Suspiro, lamentando las palabras. —China se tiene que ir. —Ya mi
pecho se aprieta, visiones de la mujer de pelo negro de rodillas sobre
una alfombra sucia delante de un idiota agrede mi conciencia.
Maldición—. Pero ella está tan cerca de…
—Tiene que irse, Cain —dice Storm con más fuerza—. Todos
tomamos nuestras propias decisiones. Tú la has ayudado más de lo que
nadie ha hecho y probablemente más de lo que nadie hará. Ahora
tiene que ayudarse a sí misma. —Se detiene y da unos pasos delante de
mí, empujando mi pecho con un dedo con manicura—. Y tú tienes que
dejar de vivir en el pasado o vas a morir como un hombre muy triste,
muy solo. La idea me rompe el corazón. —Retrocediendo, le da a mi
brazo un masaje suave y luego incita la conversación—. Así que viste a
Charlie en la cafetería, con una peluca, con este tío...
Le digo el resto, incluyendo la llamada de teléfono del sujeto que
supuestamente es su padre, "Sam”.
—¿Y no coincide con lo que Jonh ha averiguado para ti?
—No. —Una parte de mí se siente como si estuviera traicionando a
Charlie divulgando esto, incluso a Storm, pero no sé qué más hacer. No
sé qué pensar. Con un silbido a través de mis dientes apretados, sacudo
la cabeza y admito—: Estuve tan cerca de tirarla sobre mi hombro y
sacarla de allí.
—Estoy sorprendida de que el Cain Cavernícola no hiciera acto
de presencia —dice con una risa tonta, su visión se nubla mientras sus
pensamientos van a la deriva hacia el pasado, estoy seguro de que lo
hice con ella. Nunca me olvidaré. El primer día que Storm llegó con
mucho maquillaje alrededor de su ojo y una historia acerca de una 282
desafortunada caída en la pared, mi instinto me dijo que llamara a John
y le invitara a hacer una investigación sobre su marido. Cuando entró
con un labio hinchado una semana después, mi instinto dijo que a la
mierda la investigación. Nate y yo fuimos a su casa para encontrar a un
imbécil drogado en el sofá y a un niño pequeño llorando en la cuna.
Storm comenzó a balbucear acerca de cómo él estaba estresado,
cómo ella le había dicho algo estúpido, que él nunca le haría daño a
Mia. Todas las excusas típicas utilizadas por una mujer maltratada. Había
oído todo eso antes. Es por eso que recogí a Mia con un brazo y,
agachándome, alcé a una Storm asustada, con los ojos llorosos, por
encima de mi hombro. En retrospectiva, probablemente podría haberla
escoltado para que saliera por sus propios pies, pero en ese momento,
lo único que podía pensar era en llenar mis brazos, así que no tuve la
oportunidad de vencer a ese idiota sin sentido.
Pero no me atreví a hacer eso esta noche, a Charlie. Quería que
tomara esa decisión por su cuenta, que viniera a casa conmigo por su
propia voluntad. No quería forzarla. Nunca he querido forzarla.
Necesito saber que me elige.
Pero en lugar de eso, me pidió que la dejara ir.
Y lo hice. Con mis palabras, de todos modos. En esos pocos
segundos, quería que sintiera el dolor que yo sentía.
—Bueno, estoy segura de que lo hubieras descubierto, pero suena
como si estuviera metida en algo. La pregunta es en qué.
—Sólo hay unas pocas cosas que podrían ser. —La sola idea de
ella follándose a otro tipo hace que mis puños formen una bola. Pero mi
instinto me dice que no es eso. No tiene la práctica suficiente como
para estar haciendo eso profesionalmente. Si no es eso, ¿qué más?
¿Robo...extorsión...drogas?
Mierda.
Drogas.
—¿Qué?
—Nada. —Mientras echo un vistazo a Storm a través de la esquina
de mi ojo, su frente arrugada me dice que puede haber llegado a la
misma conclusión por su cuenta. Aún así, no voy a expresarlo en voz
alta. No puedo poner a Storm en esa posición. La conozco. Se lo diría a
Dan. No porque quiera meter a Charlie en problemas; pensaría que la
ayudaba. Pero Storm es ingenua en ese sentido. Obtener a la DEA10
involucrada sin saber exactamente lo que está pasando, podría poner
la vida de Charlie en riesgo. He visto todo esto antes. La pondrán en una
pequeña habitación y le sonsacaran la información, y le darán a elegir
si quiere pasar los próximos veinticinco años en la cárcel o confesar
quién le está haciendo hacer esto. 283
Confesar quiere decir testificar. Testificar significa que alguien va a
querer verla muerta.
Tengo que encontrar a Charlie. Ahora.
287
Traducido por CrisCras
Corregido por Mel Markham
—¿Cain?
El mínimo pelo que le queda a Tanner está de punta cuando
responde a su puerta, medio dormido, las noticias deportivas de la
jornada sonando a todo volumen en el fondo de su apartamento.
—Necesito una llave del departamento de Charlie.
Frunce el ceño. —Bien… er… la ley dice…
—A la mierda la ley, Tanner —espeto—. O me das la llave o
echaré la puerta abajo y entonces tendrás que lidiar con los contratistas 288
para arreglarlo.
Farfullando algo ininteligible, Tanner extiende la mano y agarra el
gigante anillo de llaves que cuelga en la pared al lado de la puerta. Me
recuerda a un carcelero en ese sentido, pero no digo nada. Empujando
hacia delante con el ceño fruncido, siento sus ojos en mi espalda
mientras camino hacia el 1-D. Tanner es un superintendente fantástico.
—¿Charlie? —llamo mientras entro en el oscuro apartamento.
Estoy casi seguro de que no se encuentra aquí porque su coche no está
afuera en la parte delantera. Aun así, sé que tiene un arma y preferiría
no ser disparado esta noche.
El silencio responde.
Podría volver en cualquier minuto, así que no pierdo tiempo,
encaminándome directamente a su habitación. No espero encontrar
mucho, ya que mi armario y mi tocador están llenos de su ropa y sus
cosas femeninas han invadido el armario de mi baño. De hecho,
basado en mi inspección superficial de su dormitorio, la habitación está
vacía, excepto por las sábanas sobre su cama.
Y el cajón inferior de la cómoda.
Empiezo a rebuscar en el surtido de ropa de entrenamiento
compuesta por pantalones cortos, camisetas, pantalones de yoga,
hasta que doy con una… dos… tres… saco cinco pelucas enterradas
por debajo. Rubia, morena, pelo corto, pelo largo. Los mechones son
sedosos entre las yemas de mis dedos. Estoy bastante seguro de que es
pelo de verdad, y si es real, eso significa que estas pelucas son caras.
Convenientes para disfraces de alta gama.
Y delitos de alta gama.
La castaña rizada hace un ruido fuerte cuando la estrello contra
la pared con ira. ¿Cómo no me di ni cuenta? ¡He estado durmiendo,
trabajando, enamorándome de esta mujer!
Tienen que ser drogas. No es de extrañar que ella haya sido tan
reservada. ¡Mierda! Dado quién es Dan, mi pasado… todo se añade.
Recuerdo cómo se quedó congelada cuando se dio cuenta de que
había hablado con este tipo, Sam. No hace falta ser un genio para
descubrir quién es él, él la está controlando —y ella está aterrorizada de
él. Tal vez él es su verdadero padre. Eso significaría que ella ha asumido
la identidad de otra persona, porque la que me dio es real.
Alguien se tomó muchas molestias para ocultar quién es ella en
realidad.
Rápidamente, busco en el resto del lugar, pero no encuentro
nada interesante. Y ningún arma. Debe de tenerla con ella.
No queda mucho que hacer excepto sentarme en su sofá —
inhalando el débil olor de su perfume floral que todavía permanece.
289
Deslizo mi teléfono fuera del bolsillo y marco su número. Y espero. Pero…
¿qué demonios voy a decir? ¿Acusarla de tráfico de drogas por
teléfono? Mierda. Debería haber pensado esto mejor.
Con un pesado suspiro, mi pulgar se acerca al botón de “finalizar”
cuando la dulce voz de Charlie me pide que deje un mensaje. Pero
descubro que no puedo pulsarlo. No puedo romper esta conexión con
ella. ¿Qué pasa si es la única que me queda? ¿Qué pasa si esta es mi
única oportunidad de sacar todo de mi pecho?
—Hola, Charlie. —Mi voz se quiebra con su nombre. Podría no ser
su nombre real, pero es el único que conozco. Para mí, ella es Charlie. Es
la mujer que me robó el corazón antes de que me diera cuenta siquiera
de que tenía sus manos sobre él. Me río en el teléfono, sin perderme la
ironía. Contraté a una ladrona, después de todo.
Como una compuerta, las palabras comienzan a verterse libre y
rápidamente mientras intento ganarle al límite de tiempo del sistema de
mensajería. Explico lo que sucedió con China y que voy a despedirla.
Explico cómo acabo de rebuscar entre sus cosas y que sé que está
metida en algo —o sospecho que está metida en algo— y cómo no me
importa, siempre y cuando me permita ayudarla a salir de ello. Haré lo
que haga falta para ayudarla a salir de ello.
Explico cómo me gustaría no haberle dicho nunca esas palabras
esta noche, cómo no podría dejarla ir nunca. Cómo podemos resolver
esto.
Cómo me he enamorado de ella.
No es hasta que el servicio contestador me corta que me doy
cuenta de que todo mi cuerpo está temblando.
Me inclino hacia atrás. Tomo una profunda y calmante
respiración.
Y espero a que ella venga a casa.
No va a salir de mí vista otra vez hasta que confíe en mi
completamente. Hasta que obtenga hasta la última confesión de su
hermosa boca.
Hasta que consiga sacarla de este jodido desastre.
290
Traducido por Juli
Corregido por Jasiel Odair
Gané el enfrentamiento.
Después de cuatro tazas de café y dos trozos de tarta de
manzana, vi el Sedan negro salir de la zona de aparcamiento y dirigirse
a la izquierda. Es probable que haya averiguado que me encontraba
detrás de él. Hay una buena probabilidad de que esté esperando en un
estacionamiento cercano hasta que salga con mi camioneta, así que
miro la ventana durante otras dos horas, hasta que mis ojos están
pesados y me debato seriamente acurrucarme en el banquillo.
Pero no puedo, porque todavía tengo mucho que hacer, 291
incluyendo la primera cosa egoísta que he hecho desde el día en que
entré en Penny’s. Tan pronto como la camarera regordeta de mediana
edad regresa de su descanso para fumar, le pido cortésmente un
bolígrafo y un papel.
***
***
***
298
*** 300
—¿Qué diablos te pasó anoche? —El rostro de Dan se arruga
mientras me mira, su mano moviendo la ahora vacía botella de coñac
en mi escritorio.
—No me casé anoche, eso es seguro —murmuro con una seca
carcajada, estirando los brazos por encima de mi cabeza. Asumo que
está hablando sobre mi ojo negro. Ronald Sullivan era más rápido de lo
que esperaba. El hijo de puta me dio un buen golpe al segundo que
abrió la puerta. Probablemente debería haber hecho que Nate se
quedara fuera de vista. Pero bueno, Nate no debería haber estado allí
en primer lugar. Me vio irme después de la cena y se subió al asiento del
pasajero cuando estaba a punto de partir.
Dan murmura algo incomprensible mientras mueve mi traje —
desparramado en el sofá— y toma asiento. —Mira, no tengo mucho
tiempo y estoy bastante seguro de que no debería estar aquí en primer
lugar. Podría perder mi trabajo por esto. —Con un pesado suspiro, saca
una carpeta blanca metida en la parte trasera de sus pantalones,
oculta—. Hace dos semanas, abrí la puerta para coger el periódico y
encontré un sobre con mi nombre en él, marcado como “Confidencial;
Departamento de Antidrogas”.
—¿Hace dos semanas?
—Sí. —Avergonzados ojos encuentran los míos—. Era de Charlie.
Estoy de pie en un segundo, mi voz repentinamente fuerte. —¿Y
me lo dices ahora?
—Cálmate, Cain. Sólo… —Su mano se mueve para borrar el ceño
en su frente—. Siéntate. —Tan relajado como lo es Dan, sabe cómo
parecer autoritativo cuando quiere. Hago lo que me pide porque sé por
lo tensa que está su mandíbula que no continuará de otra forma—. No
sabía qué hacer con él al principio. Para ser honestos, enloquecí. Es
decir, ¿quién diablos deja un sobre en mi puerta en medio de la noche?
Me uní al Departamento de Antidrogas hace sólo unas semanas. Pero
eventualmente lo abrí. —Se detiene—. Era una nota de Charlie para mí,
diciéndome que debería investigar a un tal Sam Arnoni de Long Island,
Nueva York, porque iba a traer grandes cantidades de heroína a Miami.
—¿Sam Arnoni? —¿El Sam con el que hablé ese día por teléfono?
¿Heroína?
¡Joder, Charlie!
—Sí. Venían otros nombres incluidos. Nombres de pila: Bob, Eddie,
Manny. Nombres de calle, sin duda. Inútiles. —Hace una pausa—. Pero
comencé a investigar a este tal Sam Arnoni y… —La cabeza de Dan
cae hacia atrás—. Cain, tienes la peor jodida suerte en el mundo.
Siento mis cejas fruncirse. —¿Qué se supone que significa eso?
301
—El gran Sam Arnoni ha estado en el radar del FBI por años, pero
no han podido atraparlo. —Rebuscando en la carpeta, saca una
pequeña pila de papeles apegados con un clip. Los lanza en mi
escritorio sin ceremonias—. El tipo tiene suficientes empresas legítimas —
algunas heredadas, otras hechas por sí mismo— como para hacer que
sea fácil para él limpiar su dinero y difícil para los federales atraparlo.
Además, es inteligente. Más inteligente que la mayoría de estas
escorias. Ha mantenido su organización pequeña. No hay ninguna
tribuna, ni ningún padrino.
—Hace seis años, los federales pensaron que finalmente habían
conseguido algo. Un tipo llamado Dominic estaba listo para delatarlo.
Pero desapareció antes de que consiguieran alguna información
concreta. Apareció muerto unos cuantos meses después. Después de
eso, este tipo, Sam, desapareció aún más.
Cogiendo la pila de papeles, comienzo a revisar las páginas. La
mayoría contiene imágenes de un alto y canoso hombre en chaqueta
de cuero. —Así que, básicamente es un mafioso de poca monta.
Dan me da un medio asentimiento, medio encogimiento de
hombros. —No diría de poca monta. Ya no, por cómo suena.
Sigo revisando, buscando por algo de valor para mí. —¿Y cómo
está Charlie involucrada en esto? ¿Estás diciendo que…? —Mis palabras
mueren cuando veo una fotografía del mismo hombre con su brazo
envuelto alrededor de una joven de cabello rubio mientras caminan por
la calzada. No puede tener más de diez, y está sonriéndole
ampliamente al hombre, un cono de helado en su mano.
Dan saca una segunda pila de papeles de la carpeta. —Sam
Arnoni se casó con una mujer llamada Jamie Miller hace dos años. La
imagen encima es de ella. Solía trabajar en The Play house en Las
Vegas.
Los pequeños vellos en la parte trasera de mi cabeza se erizan. Allí
es donde Charlie dijo que ella había trabajado. Estudio la fotografía de
la mujer en el revelador vestido plateado e instantáneamente veo el
parecido —los mismos rizos rubios, la misma boca, el mismo rostro de
muñeca, oculto bajo capas de pesado maquillaje.
Dan sigue hablando, pero ya sé a dónde se dirige todo esto. —
Jamie Miller murió dos años después de dar a luz al hijo de Sam, que
también murió. Tenía una hija. —Me muevo de fotografía en fotografía
de Sam y la joven. Ambos comiendo fritangas en una cena, él
empujándola en un columpio, animándola mientras le ponen una
medalla en el cuello, mientras hace una reverencia en un escenario.
Y Charlie está sonriendo en cada una de ellas. Como si estuviera
realmente feliz.
—Así que, Sam Arnoni crió a Charlie como su propia hija.
302
La boca de Dan se retuerce en una mueca mientras saca la
última pila de papeles, tendiéndomela. —Su nombre en realidad no es
Charlie, Cain.
—Lo sé. —¿Cuántas veces gemí su nombre mientras me venía?
¿Siquiera le importaba que no fuera el suyo?
Mi admisión me gana una curiosa mirada, pero no me explico,
aceptando el papeleo de Dan con una profunda inhalación.
¿Qué estoy a punto de descubrir?
Mi mano vacila en la primera página —una simple fotografía a
color de Charlie saliendo del gimnasio, su cabello en una cola de
caballo, su rostro limpio de cualquier maquillaje, sus ojos brillantes como
un campo de violetas bajo la luz del sol. Justo como lucía saliendo del
gimnasio en mi apartamento cada mañana, justo antes de que nos
ducháramos juntos.
El doloroso nudo que removí de mi garganta más temprano con
violencia física y grandes cantidades de coñac ha regresado para
vengarse. Estoy a punto de preguntarle a Dan si puedo quedarme con
este archivo cuando veo la copia de su licencia de conducir.
La petición muere en mis labios.
—¿En serio? —Cierro los ojos apretadamente y los vuelvo a abrir,
esperando encontrarme algo distinto.
Joder.
Suspira. —Al menos sabes que es legal, Cain.
—Apenas. —¿Soy once años mayor que ella?—. ¿Qué significa
esto? ¿Qué se graduó de la secundaria hace sólo unos meses? —No
recuerdo la secundaria; ocurrió hace una vida atrás. Aunque no sé qué
es lo que más me sorprende; si el hecho de que sólo tiene dieciocho o…
—Era una buena estudiante. Callada, e inteligente. Le gustaba la
gimnasia y la actuación. Fue aceptada por la escuela de artes de Tisch
para comenzar este otoño. Obviamente, los federales tenían sus ojos en
ella, pero era una menor, así que interrogarla era difícil.
Mayoritariamente la querían para reunir información. —Dan me mira
cuidadosamente mientras continúa—. No fue hasta la primavera
después de que cumpliera dieciocho, que comenzaron a sospechar
que Sam la usaba para entregar drogas. Y luego sólo se fue.
Aparentemente había aplicado para un año de aplazamiento así
podría viajar por Europa. Su pasaporte fue usado en varios hoteles en
Francia, Italia, Alemania… Parecía legítimo. Al parecer Sam está
realmente interesado en mantener su perfil bajo.
Alguien debía haberle avisado. Tendría que tener un topo en el
FBI como para que fuera así. —Así que, ¿alguien está viajando por
303
Europa bajo su identidad, mientras está aquí, haciendo de Charlie
Rourke y…? —Bloqueo mis ojos con los de Dan, esperando que confirme
mis sospechas.
—No admitió nada en la nota, así que no sé si es culpable. Pero sí
explicó cómo serán hechas las entregas, con detalles bastante
específicos. —Hay una larga pausa, y luego siento el aire en mi oficina
cambiando—. ¿Cuánto sabías, Cain? —pregunta Dan lentamente—.
¿Sabías lo que hacía cuando la llevaste contigo a mi casa? ¿Con mi
esposa y mi no nacido hijo y…?
—¡No! —Controlo mi tono rápidamente, porque no tengo
derecho de gritarle a Dan. Él, por otra parte, tiene todo el derecho de
golpearme. Repetidamente—. No lo sabía. —Suspiro—. Comencé a
sospecharlo el día antes de que se fuera. Y luego anoche… —Me
detengo, decidiendo si quiero compartir esto con Dan. Pero después de
todo lo que ha compartido conmigo, se lo debo—. Hay un tipo llamado
Ronald Sullivan que bien podría ayudarte. Con la suficiente presión,
hablará. Tengo su dirección. —Me tomó una docena de golpes y unas
cuantas costillas rotas que me contara lo que sucedió la noche que me
topé con Charlie en el café. Sobre cómo algún idiota llamado Manny
sostuvo un arma contra su cabeza, amenazando con matarla, y cómo
Ronald le dijo que huyera porque iba a hacer que la mataran. De
incluso pensarlo mi sangre se calienta.
—Así que, ¿realmente se ha ido? ¿Nunca mencionó a dónde iba?
Suelto la pila de papeles, oyendo la acusación entre sus palabras.
—¡No estoy escondiéndola, Dan! Desearía poder encontrarla, pero
ha desaparecido. ¿Y la culparías por huir? Probablemente te ha dado
todo lo que sabe y tú estás buscando una forma de interrogarla.
—¡Oye! —ladra Dan mientras se levantaba de golpe del sofá—.
Estoy de tu lado aquí. No le he dicho una palabra de Charlie a nadie.
Nadie sabe que trabajaba aquí, o que salía contigo. Si hubiera dicho
algo, tu vida sería un circo ahora mismo. —Aclarándose la garganta,
añade—: Podría perder mi trabajo por ocultar este tipo de información.
—Lo siento —murmuro, pasando las manos por mi cabello—. Es
sólo que no puedo creer que estuviera haciendo esto todo el tiempo
que estuve con ella.
—No eres el único. No puedo creer que tuviera una traficante de
drogas en mi propia casa y no tuviera ni una maldita idea. —Exhala—.
¿Quién usa a su dulce hija de dieciocho años así? ¡Y quién sabe por
cuánto tiempo ha estado haciéndolo! Las cosas siempre salen mal con
esas transacciones. Pon a una chica que luce como Charlie y está más
que garantizado que terminaría violada o muerta. O ambas.
Un frío sudor me recorre el cuerpo. ¿Charlie había sido violada
alguna vez? 304
—Desearía poder ayudarla, Cain —dice Dan con auténtica
preocupación en su voz, su ira desvaneciéndose—. Pero no puedo si ha
desaparecido. Si no sé lo mucho que lo quiere. Y si es suficiente.
Golpeo la pila de información. —¿Y si lo es? ¿En serio hay alguna
protección contra alguien así? Si es como dices, si probablemente mató
a su propio mejor amigo, ¿qué lo detendría de hacer lo mismo con ella?
Obviamente no valora su vida. Mientras este tipo esté en su vida, nunca
va a estar a salvo, ¿no?
—Mira, Cain, sé que nos has tenido la mejor experiencia con él,
pero tienes que confiar en el sistema de justicia. No sabemos…
—Si fuera Storm en lugar de Charlie, ¿dirías lo mismo?
Dan baja la cabeza en respuesta. Esa es toda la respuesta que
necesito.
Y Charlie sabe en cuánto peligro está. Lo ha sabido todo el
tiempo, desde el primer día que nos conocimos hasta la noche en que
se fue.
Probablemente nunca la voy a ver de nuevo.
—Esto es serio, Cain. Si este es el tipo del que hemos estado
oyendo alrededor de la ciudad, está moviendo grandes cantidades y
enfadando al resto. Cualquiera que esté dispuesto a hacer eso es o
bien realmente estúpido o realmente peligroso. Ya sabemos que no es
estúpido. Necesitas mantener un ojo abierto —advierte Dan—. No sé lo
que le habrá dicho de ti. Espero por todo lo santo que nada.
Tal vez ella no. Pero yo sí. Le di mi jodido nombre. Y ese “tío” de
ella tiene una descripción bastante buena de mí. Por lo que sé, también
tiene una fotografía.
No soy lo suficientemente estúpido como para creer que no
pueden encontrarme.
O que no lo harán.
305
Traducido por Val_17
Corregido por Dannygonzal
309
Traducido por Snow Q & Mary
Corregido por Dafne2
***
***
320
Traducido por Juli
Corregido por Verito
***
326
Traducido por Mel Markham
Corregido por Val_17
328
Traducido por Aleja E
Corregido por Aimetz Volkov
11Es un tipo de casa en que todos los cuartos están alineados, desde la puerta
principal hasta la puerta trasera. Se supone que se podría hacer un disparo de
escopeta desde la puerta principal que atravesaría el piso y saldría por la puerta
trasera sin tocar nada.
Escucho con una mezcla de emoción e inquietud mientras el alto
sonido hace eco dentro. Un momento después, la puerta se abre,
revelando a una versión mucho más vieja y gris de mi madre en una
simple blusa blanca y un par de pantalones oliva, un paño de cocina en
sus manos. —¿Puedo ayudarte? —pregunta, pero sus ojos ya están
entrecerrándose mientras examinan mis rasgos. De repente, sus manos
vuelan a su boca con un jadeo—. ¿Penny? ¿Eres tú? —Después de una
pausa, grita—: ¡Eres tú! —Sin otro momento de duda, me tira en un
apretado abrazo, justo como recuerdo que solía hacer mi mamá, sus
mejillas instantáneamente húmedas con lágrimas—. Feliz cumpleaños.
***
337
Escribir libros no parece estar volviéndose más fácil. Pensé que
este en particular iba a matarme. Gracias a algunas personas
maravillosas en mi esquina, no lo hizo. De hecho, salí siendo una
escritora más fuerte debido a ello.
En primer lugar, a todos mis lectores, que me han apoyado a lo
largo de los años. Sus palabras de aliento y su amor por mi trabajo es lo
que sigue empujándome hacia delante en los días más difíciles y me
ayuda a celebrar los mejores.
A todos los blogueros que continúan extendiendo la palabra y
leen mis libros, gracias. Gracias un millón de veces. Su apoyo al libro de
Cain ha sido abrumador.
A Heather Self, mi compañera crítica, mi correctora de términos,
mi amiga de Texas. Sabes lo mucho que he luchado a lo largo de este
libro (justo desde el título). Gracias por tus invalorables comentarios a mis
ideas y desafíos a todas horas del día y la noche. 338
A Autumn Hull, por ser una fantástica bloguera y amiga. No hay
nadie en quien confíe para hacer críticas de una de esas escenas
como confío en ti.
A K.P., no puedo creer que haya pasado un año desde la primera
vez que te pedí que me representaras por Ten Tiny Breaths. Hombre, ¿ha
sido un viaje salvaje? Aquí estamos ahora, con un tercer libro juntos. Un
día te conoceré en la vida real. Ese día te daré un enorme abrazo.
A Stacey, qué puedo decir, excepto que soy una escritora con
suerte por tener una agente que se reunirá conmigo para tomar café y
se sentará a través de horas de desvaríos al azar sobre argumentos. Y
luego irá a comprar a Target conmigo. Miedo irracional a las avispas y
todo, me alegro tanto de tenerte en mi esquina.
A Sarah, tú, más que nadie, sabes lo mucho que he batallado con
Charlie y Cain. Estabas allí conmigo a través de todo ello, leyendo los
primeros manuscritos feos, respondiendo mis preguntas, y calmando mis
preocupaciones mientras me dejabas escribir la historia que estaba
destinada a escribir. Tu talento e indefectible apoyo hicieron este libro lo
que es.
A mi editora, Judith Curr, y al equipo de Atria Books: Ben Lee,
Valerie Vennix, Kimberly Goldstein y Alysha Bullock, por trabajar con
tanta colaboración conmigo para conseguir que esta historia llegara a
manos de los lectores.
A mi familia y amigos, por tolerar mis ataques de reclusión
mientras me encontraba en las profundidades de mis libros.
339
K.A. Tucker nació en un pequeño pueblo de
Ontario, publicó su primer libro a la edad de
seis años con la ayuda de la bibliotecaria de la
escuela primaria y una caja de lápices de
colores. Es una lectora voraz y lo más alejada
de un género-snob, ama todos los géneros,
desde High Fantasy a Chick Lit. Actualmente
reside en un pequeño y pintoresco pueblo
fuera de Toronto con su esposo, dos hermosas
niñas y un agotador cachorro.
Para más información sobre los libros de K.A.
Tucker o contactar con ella, visite
www.katuckerbooks.com
340
Reese MacKay, de pelo morado y lengua
afilada, lo sabe todo acerca de tomar la
decisión equivocada; ha tomado muchas de
ellas en sus veintitantos años. Así que cuando
su impulsivo matrimonio de corta duración
termina en desamor, decide que es tiempo
de un cambio. Se muda a Miami con la
intención de pulsar “reiniciar” en su
irresponsable vida, y lo hace bastante bien…
aparte de la épicamente humillante
aventura de una noche en Cancún con un
sexy gorila rubio llamado Ben. Gracias a Dios
puede subirse en un avión y dejar ese error
detrás de ella.
¿Una beca de fútbol y fiestas de fraternidad 341
con chicas calientes? Parte del plan del
encantador Ben Morris. ¿Lesión de rodilla que mata cualquier esperanza
de una carrera profesional en el fútbol? No tan parte del plan.
Afortunadamente, Ben tiene cerebro para acompañar a sus miradas y
magnetismo arrollador. Después de tres largos años de hacer equilibrios
entre la facultad de leyes con su trabajo como gorila en Penny’s
Palace, está listo para llevar una vida más madura —hasta su primer día
de trabajo, cuando se encuentra en la oficina de esa chica loca y sexy
que conoció en Cancún. Esa en la que no ha parado de pensar.
Si Ben fuera verdaderamente un chico listo, se mantendría lejos de
Reese. Ella es la hijastra del jefe y se ha dejado muy claro que los
romances de oficina son motivo de despido. Además, corre el rumor de
que ella supone problemas. El único problema es, que a él le gustan los
problemas, especialmente cuando son tan atractivos…