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1
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

2
Guanajuato:
el paisaje antes de la Guerra
de Independencia

BICENTENARIO

3
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Imagen de cubierta:

4
José Luis Lara Valdés

• ••
Guanajuato:
el paisaje antes de la Guerra
de Independencia

5
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Lara Valdés, José Luis. Guanajuato: el paisaje antes de la Guerra


de Independencia. Ediciones La Rana/Guanajuato/2009.
120 pp.; 16.5×22 cm. 55 ilustraciones.
(colección Bicentenario)
ISBN 978-970-724-103-9
1. Historia. 2. Historia (1803) 3. Historia de México, Guanajuato.
Historiadores mexicanos. JoséLuis Lara Valdés.

LC D13.24L372009 Dewey M973.891 Lar318

Diseño de cubiertas e interiores: Tonatiuh Mendoza


De la imagen de cubierta:
©
Del texto:
© José Luis Lara Valdés
De esta edición:
D.R. © Ediciones La Rana
Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
Paseo de la Presa núm. 89-B
36000 Guanajuato, Gto.

Primera edición en la colección Bicentenario, 2009

Impreso en México
Printed in Mexico

isbn 978-970-724-103-9

Ediciones La Rana hace una atenta invitación a sus lectores para fomentar
el respeto por el trabajo intelectual, es por ello que les informa que la Ley
de Derechos de Autor no permite la reproducción de las obras artísticas
y científicas, ya sea total o parcial –por cualquier medio o procedimiento–,
a menos que se tenga la autorización por escrito de los titulares del copyright
o derechos de explotación de la obra.

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Introducción

El Bajío en el imaginario de la historia

Una historia del paisaje sobre el estado de Guanajuato no podía


iniciar sin abordar el equívoco historiográfico de referirse al todo
por la parte, cancelando la diversidad geográfica del territorio
donde prepararon, iniciaron, sostuvieron, fueron derrotados,
triunfaron y así hasta lograr la causa de la Independencia,
hombres y mujeres que vivieron a finales del siglo xviii y las
primeras décadas del siglo xix. También debe señalarse, aquí sí
con los teóricos de la geografía en tanto marco para la historia,
que mientras los hechos que distinguen a la sociedad suceden
en secuencia cronológica, por meses, años, décadas, siglos,
para cuanto connota al paisaje, relieve, hidrología, orografía,
incluso climatología y diversidad que aquí no se abordan salvo
en menciones, cambian en periodos de tiempo más distantes.
La historia del paisaje es una promesa para trabajos futuros
más que un logro en esta investigación; aquí se presentan in-
dicaciones que deberán seguirse antes de lograr una mayor y
mejor exposición de las razones naturales que compulsaron a
la sociedad hacia los derroteros que la distinguen, y para ello
utilizamos como guía las mismas historias de la Independencia
de México, apuntando hacia las transformaciones del paisaje,

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Jo sé Lui s L ar a Vald é s

con la sola exposición de los relatos, de las descripciones y de


las explicaciones que se han dado.1
Hemos tenido en la geografía otra explicación del territorio
ocupado por sociedades y expresado en el orden de las trans-
formaciones al medio, las alteraciones al paisaje, los elementos
de la naturaleza convertidos en recursos. Pero para estos temas
utilizamos descripciones realizadas en los siglos xvi, xvii, xviii
y xix, aunque para éste, el siglo principal objeto de estudio en
esta historia, en Guanajuato tenemos la Geografía local del estado
de Guanajuato de Pedro González, reunida en la última década
del siglo xix y publicada en 1903.
Mas cuando nos detenemos en proponer otra mirada a la
historia de la Independencia de México, se ha dicho es para
superar la sola explicación de que todo comenzó en el Bajío;
dando por sentado que por Bajío estamos expresando el total de
las sociedades regionales que tuvieron origen y desarrollo dife-
rentes justo por las características geográficas, geofisiográficas,
de relieve y de redes hidrológicas. Se lee en las historias que el
pueblo de Dolores, las villas de San Felipe y San Miguel, la ciudad
minera de Guanajuato, forman parte del Bajío. En realidad se
trata de entidades geofisiográficas en plena diversidad.
¿De cuándo proviene el nombre Bajío para designar un
territorio? Por cierto, más mediterráneo que otros, esto es,
justo en el centro de la Nueva España, donde hoy en día la
república mexicana tiene varias eminencias orográficas por
centro geográfico: el cerro del Cubilete, más emblemático, y

1
Sigo la exposición de Claude Cortez en la “Introducción” a su antología Geografía
histórica. El hecho geográfico tarda siglos en suceder, el paisaje permanece inalte-
rado durante generaciones de hombres y mujeres mientras los hechos históricos
se suceden más rápido.

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In tro du cción

El Gigante y La Giganta,2 al norte del Bajío justo donde no


hay razón para seguir pensando en el paisaje como si aún lo
fuera, ya que con ellos destaca el conglomerado orográfico
que llega a alcanzar 2 800 metros de altura sobre el nivel del
mar: las sierras centrales. Y éstas se ubican rumbo al sur del
Camino Real de Tierra Adentro, por el que discurre la historia
de asentamientos menos exitosos con la agricultura del Bajío,
con la minería de la serrana Guanajuato; poblaciones dentro
del orden económico de la ganadería y del comercio: el pueblo
de Nuestras Señora de los Dolores, la villa de españoles de San
Felipe y sus formidables haciendas, y otra villa, San Miguel el
Grande, junto a un camino que igual llevaba a San Luis Potosí
que a Zacatecas, Aguascalientes y San Juan de los Lagos, o
que a Celaya, Querétaro y la ciudad de México: las principales
poblaciones donde sucedieron conspiraciones antes del levan-
tamiento en armas por la Independencia.
El origen de la confusión, me parece, está en la publicación,
en 1811, del Ensayo político sobre el reino de la Nueva España,
donde Alejandro de Humboldt se refiere al Bajío como región
preeminente de la Intendencia Mayor de Guanajuato; por ello
habría sido que en la Europa testigo de las independencias de
la América hispana, donde fue traducido el Ensayo político…,
del francés al inglés, al italiano, al alemán, y por fin al español,
tomó paisaje la Independencia de México en Guanajuato, en
el Bajío. Como si no hubieran tenido importancia los caminos
al norte de los sistemas serranos centrales del territorio de la

2
Así los vemos en el plano de 1803 que levantó Cancelada para mostrar los llanos de
Silao y, figurada, la ciudad de Guanajuato: “Reyno de México. Guanaxuato: Real
de Minas el más rico del mundo que se ha descubierto hasta ahora”.

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Intendencia Mayor de Guanajuato, otras poblaciones de ca-


racterísticas distintas y sin embargo confundidas, en ocasiones,
con el Bajío mismo. Para dar un elemento de contraste acudimos
a las Minucias del lenguaje de Moreno de Alba, donde describe
bajío como las proximidades subacuáticas a los puertos, allí
donde se hunde la tierra, y llama la atención al autor que tal
término de navegantes haya sido establecido para designar a
una región de las más peculiares en el centro de la república
mexicana: la extensión territorial, entre sistemas serranos, de
valles y collados, montañas y llanos, cuencas y vertientes, arroyos
y ríos (el más conocido, el río Lerma, pero el más recurrente
en esta historia, el río Laja).
Actualmente, los estudiosos distinguen no uno sino varios
bajíos como relieve compartido por las entidades federativas de
Querétaro, Guanajuato, Jalisco y Michoacán, aunque la tradición
ubica en Guanajuato solamente al Bajío porque le reconocieron
como el granero de la Nueva España, lo cual no es tan exacto, ya
que también se sabe que cuando fuimos Nueva España hubo
otros afamados graneros en Oaxaca y en Puebla.3
¿Por qué llamar con una voz de marineros, bajío, lo que es
mediterráneo, la territorialidad centro-norteña de la república
mexicana entre las entidades mencionadas? No hemos encon-
trado referencias al Bajío antes de los primeros años del siglo
xix, cuando Alejandro de Humboldt estuvo en la región y viajó
por Celaya, Salamanca, Irapuato, las minas de Guanajuato, y
por el rumbo norte llegó por la sierra de Guanajuato a San

3
Para estas reflexiones lo mejor es volver a la lectura de la primera parte de
Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810) de David A.
Brading.

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In tro du cción

Juan de la Chica en San Felipe, mientras que por el rumbo sur


salió de la entidad por Valle de Santiago, Yuriria y Uriangato
camino de Valladolid. Escuchó informantes, leyó documentos
oficiales y descriptivos, los cuales vertió en su Ensayo político
que vió la luz en español hacia 1822, y ya con el mapa de la
república mexicana, declarada independiente en 1821, que
había sido realizado para mostrar la Nueva España. Entre 1803
y 1822 publicó o dejó copiar o realizó informes, a manera de
anticipos o de otras versiones y visiones, de su amplísimo viaje
por Sudamérica, México, la isla de Cuba y aquellos Estados
Unidos de recién adquirida independencia. Publicó dos cartas
que testimonian la historia del paisaje que conoció en los años
anteriores a la Guerra de Independencia, así como la “Carta
geológica de las minas de Guanajuato”, para cuya preparación
se apoyó en profesores y estudiantes del Colegio de la Purísima
Concepción hacia 1803 (antecedente éste de la Universidad
de Guanajuato).4
El Ensayo político fue conocido en Europa en distintas len-
guas, de allí que los descriptores geográficos, como para nuestro
caso el Bajío, pudieron haberse convertido en la expresión del
Guanajuato no minero, también muy próspero, como el teatro
donde se inició la guerra por la independencia. Aunque, lo
notamos, las obras que posteriormente abordaron esta historia
dieron lugar al Bajío como sinónimo de Guanajuato, nos propu-

4
Esquisse Géologique des environs de Guanaxuato fondée sur des mesures Géodésiques
et Barométriques es también la primera interpretación del relieve y del paisaje con
base en recorridos por las alturas que dan carácter a la ciudad de Guanajuato como
si de un anfiteatro se tratara. Salen del conglomerado montañoso las vertientes, el
agua del río principal que se abre hacia los llanos donde comienza, si se va hacia
el sur, el Bajío.

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Jo sé Lui s L ar a Vald é s

simos abordar el paisaje en partes: Bajío cuando se trata de las


sociedades en Acámbaro, Salvatierra, Yuriria, Valle de Santiago,
Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao y León, principalmente, que
han tenido procesos sociales, económicos y políticos, recogi-
dos en historias del arte, de las mentalidades, de la cultura; y
cuando se habla de las sociedades de San Miguel el Grande,
Dolores Hidalgo, San Luis de la Paz, San Felipe, Ocampo, San
Diego de la Unión, San José Iturbide, Victoria, Xichú, Santa
Catarina, Doctor Mora, Atarjea, Tierra Blanca, pensamos en
el Camino Real de Tierra Adentro, una de cuyas conexiones
es con el Bajío. Estas poblaciones corresponden al norte de las
sierras centrales; aquéllas, las del Bajío, al sur de las mismas; y
todavía más singular es la ciudad minera de Guanajuato, cuyo
nombre devino en significar a la entidad federativa.
Consideramos pertinente esta precisión para dar lugar al
marco teórico de la geografía en el planteamiento de las rela-
ciones entre estructuras espaciales. Otros son los procesos en
las regiones altas de las serranías que demarcan al Bajío en su
norte, y que se elevan más allá de dos mil metros sobre el nivel
del mar; otros climas, otras producciones con base en la materia
prima, otros paisajes, otros asentamientos. Otras historias: la del
Camino Real de Tierra Adentro en tiempos de los españoles, la
de los minerales a larga distancia en tiempos antiguos.
Dejar pasar el concepto como va es sostener el error de
Humboldt de introducir Bajío como si fuera el único paisaje
de la Intendencia Mayor de Guanajuato; y como consecuencia
de la confusión leemos cuanto escribió en referencia expresa a
la ciudad de Guanajuato, entonces la capital de la Intendencia
del mismo nombre, de la que hay otras descripciones. Mas no
sabemos el origen del nombre Bajío. Por no dejar pasar a otro
actor importante en estas historias, José Antonio de Riaño y

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In tro du cción

Bárcena, segundo intendente de Guanajuato, de joven, ma-


rinero que llegó a ser capitán de fragata dentro de la armada
española, y participó en el sitio de Nueva Orleáns y Panzacola;
fue nombrado el primer intendente de Valladolid, de donde
pasó a hacerse cargo de la Intendencia de Guanajuato. Acaso
este personaje haya referido el símil de los bajíos porteños
al estudioso Alejandro de Humboldt, a quien debió haberle
proporcionado información que él mismo ya había reunido
y enviado a otras instancias de gobierno, como el cuadro del
estado de la Intendencia que incluimos más adelante. No hay
ningún elemento para proponer que la palabra bajío devino
de la apreciación de marinero del relieve entre las minas de
Guanajuato y el río Lerma, para enmarcar en una palabra el
concepto y el territorio.

La región como espacio para la historia

Noticias y descripciones anteriores a Riaño y a Humboldt


cumplen con su papel para la historia de la trascendencia de la
región. Notamos y lo denotamos porque el nombre del espacio
territorial de Guanajuato es el de una más de las cuatro alcal-
días que prefiguraron la Intendencia, con Celaya, San Miguel,
León y sus respectivas jurisdicciones. Así tuvieron desarrollo
y espacio para el destino que fue compartido a partir de 1786
con la erección de la Intendencia Mayor de Guanajuato, poco
más de dos décadas antes del inicio de la insurgencia.
Dicho de otra manera, si se quiere buscar en las fuentes de
primera mano anteriores a Humboldt, la palabra bajío no se va
a encontrar, así que la búsqueda exitosa deberá ser guiada por
los nombres oficiales del territorio en su conjunto: Obispado de
Michoacán, Audiencia de la Nueva España, Alcaldía Mayor de

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Jo sé Lui s L ar a Vald é s

León, Alcaldía Mayor de San Miguel, Alcaldía Mayor de Celaya,


Alcaldía Mayor de Guanajuato (sólo referida a las montañas
de los reales de minas), y las haciendas y pueblos de indios de
Silao e Irapuato, su jurisdicción, como lo vemos en el plano de
Cancelada para Silao (para una reconstrucción de cómo era la
territorialidad de la Alcaldía Mayor de León, véase la imagen
1, y en cuanto al paisaje de Silao, la 2).
En tiempos modernos pareciera no tener sentido esta pre-
ocupación, con todo y que llaman la atención las características
de la asociación de poblaciones que constituyen la región, a la
vez por ser portadoras de procesos históricos que la distinguen
en la conformación del paisaje arquitectónico y urbanístico,
y por una tradición cultural notable cuando se recogen testi-
monios vía la palabra para asentarlos por escrito. Anticipando
una conclusión, me parece que es debido a estos usos de la
investigación practicados por las ciencias sociales que se vino
consolidando el concepto bajío significando en la parte al todo,
confundiendo las tres provincias geofisiográficas que, si bien
son una en la demarcación política del estado de Guanajuato,
son tres espacios distintos en altitud, relieve y características
sociales de sus respectivas poblaciones: las sierras y llanuras
de dirección noroeste a sureste.
No faltan autores que se detienen en el hecho de la con-
fusión historiográfica, como Eric Wolf, quien da a entender
la intrincada relación del Bajío y las sierras centrales con sus
mesetas del norte y ubica al Bajío entre León y Querétaro
(como Humboldt, sólo que éste en Celaya), como “el corazón
de un cambio cultural conducente a la formación de nuevos
grupos socioculturales”, donde una vez concluida la organiza-
ción eclesiástica del territorio, los grupos sociales alcanzaron
especialidades económicas de productividad agrícola, minera,

14
In tro du cción

ganadera y mercantil, de inversionistas y acumuladores de


riquezas.5
Hay quienes no se percatan e incluso no otorgan relevan-
cia al problema de si hay o no diferencia entre estas regiones.
Como quiera que haya sido, es la razón de esta historia del
paisaje �doscientos años después de la difusión de los datos
conque Humboldt integró el Ensayo político sobre el reino de la
Nueva España�: describir el territorio de la entidad federativa
guanajuatense con base en tres tipos de fuentes con que se
configuran otras tantas partes de esta publicación: las descrip-
ciones que desde el siglo xviii al siglo xix hay para establecer
lo singular de ciudades, villas, pueblos y caminos; el paisaje
urbanístico y arquitectónico de hace doscientos años; y los
croquis y mapas históricos, así como imágenes fotográficas con
las que se pretende asociar los textos con los objetos naturales
y culturales, integrantes todos de un paisaje que existía hace
doscientos años.

Hacia más conocimiento de la historia del paisaje

De esta manera cumplimos, desde el Seminario de Indepen-


dencias de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de
la Universidad de Guanajuato, con la búsqueda de más cono-
cimiento como una forma de participar en la celebración del
Bicentenario de la Independencia, desde nuestro privilegiado
espacio geofisiográfico, donde todo comenzó y tuvo notable
desarrollo; sin que esta publicación signifique que estamos

5
Eric Wolf, “El Bajío en el siglo xviii. (Un análisis de integración cultural)”, en David
Barkin, comp., Los beneficiarios del desarrollo regional, México, SEP, 1972.

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Jo sé Lui s L ar a Vald é s

satisfechos, ya que, se ha dicho antes, es sólo el inicio de otras


historias que mis colegas darán a la publicación en el futuro.
Para ello es necesario ponderar las posibilidades del mé-
todo de la historia del paisaje, pues estamos convencidos del
futuro que ofrece. La teoría de la historia del paisaje está basada
en preguntas sobre procesos sociales sucedidos en medios
naturales intervenidos, casi siempre, para ser aprovechados
por la diversidad de actividades; lo hemos visto resuelto para
otras naciones con las construcciones de historia del paisaje,
de geografía histórica, geografía urbana y geografía rural. Hoy
en día constituyen ejemplos a seguir las historias que hacen
resaltar procesos sociales en el marco teórico de la geografía:
Lucien Febvre, La Terre et l´évolution humaine, Fernando Brau-
del, La historia y las ciencias sociales y, muy destacadamente, El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II. En
cuanto nos dejan ubicar trabajos más propiamente derivados
de ciencias de la tierra están Pierre George, Geografía histórica y
Geografía rural, y Bernard Lepetit, Remarques sur la contribution
de l´espace à l´analyse historique.
Una importante vertiente historiográfica de estos estudios
que se entretienen en describir el método analógico para
explicar desarrollos sociales desiguales son los trabajos de
británicos, explicaciones de la transformación de los elementos
de la naturaleza en recursos naturales; me refiero a los trabajos
distintivos de David A. Brading, sus Ranchos y haciendas del
Bajío, así como el mencionado Mineros y comerciantes en el
México borbónico.
En nuestro país estas investigaciones distinguen al Centro
de Estudios Mexicanos y Mesoamericanos de la República
Francesa, al Colegio de Michoacán, en su campus La Piedad,
y al Colegio de México, donde existe la especialidad como

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In tro du cción

posgrado �aunque más dirigido a la currícula de ciencias de


la tierra, ya que tiene como objetivo atender el agotamiento
de los elementos de la naturaleza�. En el pasado han sido
cultivadas por José Joaquín Izquierdo y Claudio Arróniz, La
primera casa de las ciencias en México, Elí de Gortari y Arturo
Moreno, Historia de la astronomía, Elías Trabulse, Historia de
la ciencia en México, en varios tomos. Damos lugar dentro de lo
que conocemos a las propuestas teóricas para historiar el paisaje
hechas por estudiosos del Colegio de México, del Instituto
Panamericano de Geografía, así como por varias comunidades
de investigadores transdisciplinares como sucede en la Univer-
sidad de Baja California, según nos deja ver la compilación de
Bernardo García Martínez y Alba González Jácome, Estudios
sobre historia y ambiente en América.
La búsqueda de explicaciones y de interpretaciones resulta
en trabajos descriptivos de las relaciones entre las sociedades
con el medio ambiente. El historiador tiene mucho que aportar
desde la diversidad de fuentes documentales y del paisaje mismo
antes, durante y después de los acontecimientos de �como en
nuestro caso� la Guerra de Independencia en Guanajuato. Con
tal objeto de estudio, las descripciones son datos, evidencias
para diferentes encuadres espacio-temporales.
Cuentan, y mucho, los varios relatos de las gestas, del paso
de los combatientes, los testimonios del momento en diversos
archivos y las imágenes, la cartografía, los croquis, las fotografías
de aquellos lugares, espacios urbanos y edificios que fueron el
teatro de los acontecimientos. Cuenta mucho, pues, comenzar
con los antecedentes de la región, la llamada entonces Intenden-
cia Mayor de Guanajuato; ubicar la caminería que comunicaba
a ésta con otras vecinas: San Luis Potosí, Jalisco, Michoacán y
Querétaro, ya que, en teoría de la historia del paisaje, las de-

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Jo sé Lui s L ar a Vald é s

marcaciones políticas son una circunstancia temporal que es


necesario trasponer, y nada como la caminería para ello.
En cuanto al individuo y su medio, y como resultado inci-
piente aún, hemos derivado hacia una línea diferente que procura
a la arquitectura bicentenaria, aquella que constituyó el paisaje
urbano, en la cual podremos imaginar al paisaje humano antes,
durante y después de la Guerra de Independencia. En cuanto a
la región, nuestro objeto de estudio se ubica en el centro geo-
gráfico de la república mexicana, el estado de Guanajuato, con
características fisiográficas de valles y bajíos, red hidrológica,
mesetas, sierras abruptas, llanos y conglomerados rocosos. El
norte de la entidad es paso natural entre las sierras madre Oriental
y Occidental, y ha sido el camino entre el norte lejano y el centro
político y administrativo del país desde tiempos de la conquista
y la colonización.El sur del estado tiene al río Lerma por comu-
nicación natural con los valles de Toluca y de México, por un
lado, mientras que, por el otro, con la laguna de Chapala.
El estado de Guanajuato ha sido el centro de las comuni-
caciones del país, y su desarrollo social no escapa a un sistema
de ciudades dedicadas a diferentes rubros de producción desde
tiempos virreinales. Antes de la Guerra de Independencia,
quienes viajaron por la Intendencia Mayor de Guanajuato la
describieron puntualmente; dejaron retratos de aquella sociedad
plena de contrastes sociales, de los sistemas de producción que
sostenían una de las economías más importantes para el imperio
español; también algunos hicieron apuntes cartográficos, como
la Carta Geológica de Guanajuato de Humboldt, el boceto de
la ciudad de Guanajuato de Malaspina, entre otros.
Durante los once años de la guerra ocurrió el fin de la econo-
mía de Guanajuato; aunque las batallas principales no tuvieron
lugar en el territorio gracias al control del ejército realista, la

18
In tro du cción

actividad de guerrilleros en las sierras y bajíos impidió la pro-


ductividad. La sociedad resistió hasta lo posible, después otros
propietarios o nuevos capitales llegaron, con ello comenzaron
acciones de recuperación económica entre los antiguos y nuevos
propietarios de la tierra, de las minas, del ganado, de las plantas
manufactureras, del comercio en general.
Éstas son las historias de la Independencia que no han
sido escritas aún; los hechos del fin de la Nueva España y la
construcción del moderno Estado mexicano se han interpre-
tado y explicado desde la teoría de la historia política, de la
historia económica, de la historia de las ideas. Las fuentes para
estas historias han sido validadas por el hecho de haber sido
elaboradas durante la contienda por los contemporáneos a los
hechos: Carlos María Bustamante con su Cuadro histórico de
la revolución mexicana, más bien apologético, o Lucas Alamán
con más elementos de juicio por los documentos del Archivo
General de la Nación que organizó en Historia de México y Diser-
taciones; José María Luis Mora con mayor análisis de lo político,
México y sus revoluciones; y más descriptivo todavía, José María
Liceaga con sus Adiciones y rectificaciones a la historia de México
de don Lucas Alamán. Demos vuelta a las páginas de esta otra
propuesta para conocer la misma historia de la Independencia
de México que comenzó una noche de septiembre de 1810 en
el pueblo de Dolores.
En la construcción de esta historia del paisaje hay apoyos
que reconocer y asistencias que agradecer; por supuesto que
el Seminario de Independencia que coordina el Dr. Tarsicio
García Díaz en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas
de la UNAM ha sido inspiración para historiar con imágenes;
también colegas que me han hecho llegar sus publicaciones de
las independencias en otras regiones de nuestro país y de otras

19
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

naciones, facsimilares, traslados completos de documentos


de los siglos xviii y xix, materiales cartográficos que utilizo
extensamente para el análisis y la descripción, y en ocasiones
copias del documento. Entre otros, me considero en deuda
con Martín Sánchez Rodríguez, Carlos Peredo Martínez y
Jesús Martín Martínez Hidalgo; en mi gratitud están además
colegas de archivos y bibliotecas, como la bibliotecaria Claudia
Silver de la colección de fondos especiales de la biblioteca de
la Universidad de Texas-El Paso, por acceder y asistirme en la
consulta y reproducción de materiales.
El H. Ayuntamiento de la ciudad de Guanajuato 2006-2009,
el director de Ediciones La Rana, del Instituto Estatal de la
Cultura de Guanajuato, Juan José de Giovannini, y la rectoría
de la Universidad de Guanajuato han dado apoyo financiero
para la investigación de campo en fondos documentales de la
ciudad de México, de Cd. Juárez y de El Paso, Texas, así como
para la obtención de copias en formato digital o impresas. Y
en general, a los recursos de POA 2006 y 2007 de la otrora
Facultad de Filosofía y Letras para realizar trabajo de campo,
levantamiento de imágenes, entrevistas con lugareños, colegas
y estudiantes. A mi universidad, así como a hombres y mujeres
que en ella conviven, agradezco haberme propiciado el espacio
tan amplio y tan profundo para poder fincar este otro combate
por la historia en libro.

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El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

El paisaje de la Intendencia
de Guanajuato en 1803

En el año 1803, mientras viajaba por la Nueva España, Alejandro


de Humboldt llegó a la Intendencia Mayor de Guanajuato; le
acompañaba otro estudioso de la naturaleza, Aimée Bompland,
y un séquito de arrieros que cargaba el instrumental con que el
sabio prusiano realizaba observaciones de la naturaleza, además
de cuanta muestra reunía de minerales, vegetales, animales,
antigüedades, manuscritos, códices, bocetos del paisaje que
sabía captar mediante trazos y croquis. Las montañas de la
sierra donde estaban las famosas minas de Guanajuato fueron
el punto más septentrional de su recorrido por territorios de
la Corona española, por ello no es de extrañar que la visión
inmediata que dio fue haber viajado “sobre el lomo de la alta
cordillera de Anáhuac”.
Fue así que describió la provincia de Guanajuato como “la
más poblada de Nueva España”; con todo y ser la de menor
extensión territorial, la población estaba mejor distribuida
en las 911 leguas cuadradas en las que Humboldt calculó 586
habitantes por legua. La descripción del paisaje la construyó
con cuanto vio al pasar: los antiguos caminos que adelante
serán detallados, las alturas a las que subió, El Gigante, el
anfiteatro de la Bufa a Sirena y a Aldana rodeando la ciudad

21
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

de Guanajuato que plasmó en una carta geológica (véanse las


imágenes 3, 4, y 5).
Pudo detenerse a realizar apuntes, trazos y bocetos que luego
convirtió en lienzos o que dio a los grabadores de planchas;
conjuntó información testimonial de los vecinos que hablaron
con él; averiguó significados de los términos de referencia de
los oficios; conoció cifras y datos de cuanto expediente venía
siendo reunido por las autoridades de cada región donde es-
tuvo. En Guanajuato, su intendente Riaño y Bárcena le facilitó
información oficial de los menos de veinte años de existencia
de la provincia. Los herederos de Obregón y Alcocer le dejaron
copiar información del archivo familiar de la empresa minera
de la Valenciana.
La información reunida la analizaba en el alojamiento que
le dieron los herederos de las minas de Valenciana en la Plaza
Mayor de la ciudad de Guanajuato, después en sus aposentos de
la ciudad de México, mientras preparaba, a manera de síntesis,
lo que entregaría al virrey antes de salir de Nueva España. El
documento completo lo publicó en París en 1811.6
En el año que estuvo en la intendencia de Guanajuato, 1803,
apoyándose en los censos recién obtenidos calculó 517 300

6
El Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, pp. 161-162, fue primero publi-
cado en francés, cuando más llamaban la atención en Europa los acontecimientos
de insurgencia iniciados en el pueblo de Dolores de la provincia de Guanajuato.
En cuanto a las Tablas geográfico políticas del reino de Nueva España, si bien están
integradas al Ensayo político, las elaboró para entregarlas al virrey Iturrigaray en
enero de 1804, antes de que Humboldt dejara la Nueva España. Sigo la edición
de Porrúa, 1984, y las Tablas geográfico políticas… de la UNAM, 1993, también las
compilaciones Humboldt en Guanajuato (Universidad de Guanajuato, 1999) y
Bicentenario de Humboldt en Guanajuato, 1803-2003 (Ediciones La Rana, 2003).

22
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

habitantes en la provincia –nombre que también daba a las


intendencias–. Aunque los referentes de su extensión territorial
dejan ver algún desajuste a la hora de cuadrar la información,
la ubicación la hace desde “el lago de Chapala hasta el N. E. de
San Felipe […] 52 leguas” (aproximadamente 289 780.4 m),
y su ancho “desde la villa de León hasta Celaya, de 31 leguas”
(aproximadamente 172 753.7 m); nos parece que se trata de una
línea imaginaria desde un punto meridional en otro cuerpo de
agua, el lago de Cuitzeo, en la ribera que tiene con Acámbaro,
hasta el punto septentrional al noreste de San Felipe (véanse
imágenes 6, 7, y 8).7
Pese a ser la de mayor población que reconoció Humboldt,
en el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España identificó
la cantidad de habitantes de las otras provincias o intendencias
del virreinato de la Nueva España; en la tabla que anotamos
enseguida, Guanajuato ocupa el último sitio de extensión te-
rritorial. Mostramos en ella los nombres de las provincias que,
al menos para el caso de Guanajuato, prefiguran el territorio
de los estados del mismo nombre, también los números de
leguas cuadradas, ubicándolos de mayor a menor la extensión
territorial. Anotamos asimismo las cantidades de habitantes
cuando hay datos. Para el caso de Guanajuato se anotan dos.

7
Cuando vemos el mapa de la intendencia quedan fuera en ambos puntos, que podrían
ser limítrofes, Contepec al sureste de Acámbaro y el valle de San Francisco al norte
de San Felipe. Las equivalencias las tomo de la compilación de documentos de
finales del siglo xviii y principios del siglo xix de Enrique Florescano e Isabel Gil
Sánchez, donde para cada legua hay 5 572.7 m. Descripciones económicas generales
de Nueva España, provincias del centro, sudeste y sur, 1784-1817, p. 267.

23
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Provincia Leguas cuadradas Habitantes


Intendencia de San Luis Potosí 17 356 311 503
Intendencia de Sonora (los actuales 12 862 120 080
estados de Sinaloa y Sonora)
Intendencia de Durango (los actuales 10 781 157 970
estados de Chihuahua y Durango)
Provincia de Texas 7 006
Intendencia de Valladolid 6 556 371 975
(actual estado de Michoacán)
Intendencia de Guadalajara 6 381 623 572
(actual estado de Jalisco)
Provincia de la Antigua California 4 669 9 000
(el actual estado de California
en Estados Unidos)
La provincia de Coahuila 4 280
(la población está comprendida en la
de la Intendencia de San Luis Potosí)
Intendencia de México (los actuales 4 138 1 495 140
estados de México, Morelos, Hidalgo,
Guerrero, Querétaro, aunque
en algunos no en la actual totalidad)
Provincia de Nuevo Santander 4 280
(la población está comprendida en la
de la Intendencia de San Luis Potosí)
Intendencia de Mérida 3 823 460 620
(península de Yucatán)
Provincia de Nuevo México 3 616
(el actual estado del mismo nombre
en Estados Unidos)
Intendencia de Oaxaca 3 420 528 860
Intendencia de Veracruz 2 458 154 286
Intendencia de Zacatecas 1 681 151 749
Provincias del Nuevo Reino de León 1 623
(la población está comprendida en la
de la Intendencia de San Luis Potosí)
Intendencia de Puebla 1 575 821 277
Provincia de Nueva California 1 360 15 560
Intendencia de Guanajuato 468 [911]8 511 616

8
Nótese la diferencia del dato: en corchetes los habitantes asignados en el Ensayo

24
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

El periplo guanajuatense

Los viajeros llegaron de la ciudad de México a Celaya por el


Camino Real de Tierra Adentro, ancestral camino que iba y
venía hacia y desde el norte lejano, después de Celaya si se to-
maba la vía directa a San Felipe sin pasar por San Miguel, entre
serranías distantes con montañas que, algunas, fueron escaladas.
Conocieron llanos, valles y bajíos: Salamanca, Irapuato, Valle
de Santiago, Acámbaro, Guanajuato, Silao.
De los paisajes vistos reunieron evidencia escrita. A Hum-
boldt le parecía haber llegado al punto más alto de la cordillera
del Anáhuac, las sierras centrales; acaso le confirmó la impresión
haber visto la montaña en el Bajío, Culiacán, que no la menciona,
mas no pudo haber pasado sin verla por el camino de Celaya
a Salamanca. El mayor interés lo tuvo por las sierras centrales,
“un grupo de picos de pórfido […] la Sierra de Santa Rosa […]
montañas, en parte áridas y en parte cubiertas de madroños
y encinas siempre verdes […] rodeado de llanuras fértiles y
cultivadas con esmero. Al norte de la sierra se extienden, a
cuanto la vista alcanza, los llanos de San Felipe; al sur los de
Irapuato y de Salamanca presentan el risueño espectáculo de
una comarca rica y poblada”.9
Viendo tan sólo lo que anota el viajero, aclaramos que en

político; los del cuadro en general provienen de las Tablas geográfico políticas,
pp. 43-45; no cambia la última posición en extensión territorial con respecto a las
demás regiones de Nueva España.
9
Alejandro de Humboldt, Ensayo político, p. 343. Hay otros datos para la verificación
de la Intendencia Mayor de Guanajuato: 468 leguas cuadradas, 511 616 habitan-
tes, por lo que correspondían 1 093 individuos por cada legua cuadrada. Tablas
geográfico políticas, p. 43.

25
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

la demarcación de Celaya estaban entonces Apaseo el Alto y


Apaseo el Grande, colindantes con el estado de Querétaro;
hacia el sur Acámbaro y Contepec, Villagrán (El Guaje),
Cortazar (Amoles), Jaral del Progreso, Yuriria, Uriangato (La
Congregación) y Moroleón; en la demarcación de la villa de San
Felipe estaban en aquellos tiempos el valle de San Francisco,
Ocampo (El Vaquero) y San Diego de la Unión; en la villa de
León, Pénjamo, Purísima y San Francisco del Rincón, y las minas
de Comanja en las sierras centrales; en Guanajuato, Irapuato y
Silao. Queda fuera del relato la demarcación de San Luis de la
Paz, entonces ya importante subdelegación de la intendencia,
con las actuales municipalidades de Victoria, entonces Xichú
de Indios, y el Real de Minas de Xichú con otras parcialidades
de la Sierra Gorda, por donde acostumbraron transitar los via-
jeros hacia el Golfo de México, deteniéndose en donde podían
apropiarse de cuanto el paisaje serrano ofrecía.
Importantes también fueron entonces Salamanca, Valle de
Santiago, Salvatierra y San Miguel el Grande. No pudieron ver
más ni estar en otros lugares salvo los que menciona Humboldt,
de algunos incluso con la sola relación de datos; no subieron
a las alturas de la Sierra Gorda, donde para él “el punto más
elevado de este país montañoso parece ser el cerro de Los
Llanitos, en la Sierra de Santa Rosa”, una altura que calculó en
2 815 metros sobre el nivel del mar.10 Viajó de Guanajuato a la
región de San Felipe para conocer las minas de mercurio de San
Juan de la Chica en el mismo año en que el señor cura mudaba

10
En nota del editor de la versión de Editorial Porrúa se aclara que los datos ubican
en la actualidad la altura de Los Llanitos en 3 360 metros sobre el nivel del mar.
Véase Alejandro de Humboldt, Ensayo político, n.p.p. 229.

26
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

de parroquia, de la de San Felipe, a donde llegó en 1793, a la


del pueblo de Nuestra Señora de los Dolores.
La intendencia en el cambio del siglo xviii al xix había al-
canzado notable desarrollo porque el territorio estaba dedicado
a la agricultura, la ganadería y la minería, que potenciaban el
comercio para el mercado interno así como para las próximas
y remotas distancias. Eran tres las principales ciudades: Gua-
najuato, Celaya y Salvatierra; cuatro villas: San Miguel el Gran-
de, León, San Felipe y Salamanca; 37 pueblos, 33 parroquias
y 448 haciendas. En la intendencia había 225 individuos del
clero secular, 170 frailes de órdenes religiosas y 30 monjas. En
cuanto al paisaje humano, a Humboldt le resultó predominante
el mestizaje, el europeo americano o criollo, y pocos españoles,
pero tuvo datos sobre la cantidad de indígenas, más de ciento
ochenta mil indios, de los que había reporte de que 52 000 eran
tributarios de la Corona española.
El intendente José Antonio Riaño y Bárcena, segundo para
entonces,11 en 1803 tenía también información estadística e
histórica del territorio, rubros de producción y de cantidades
de habitantes. Ésta había sido una preocupación de los virreyes
de fines del siglo xviii, y así lo habían dispuesto al establecer las
demarcaciones territoriales; para ello se ordenó a los mandos
del ejército que reunieran la información, incluyendo mapas
(como los que se conservan de otras intendencias, no así,

11
El primer intendente Andrés Amat y Tortosa dispuso la reunión de información
sobre el territorio de la nueva demarcación, algunos documentos preparados para el
caso se utilizarán adelante. Los datos de la tabla de la Intendencia de Guanajuato se
encuentran en Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, Descripciones económicas ge-
nerales de Nueva España, provincias del centro, sudeste y sur, 1766-1827, pp. 34-35.

27
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

que se conozca alguno, de la de Guanajuato). La siguiente


es la relación de los poblados y su demarcación, así como los
habitantes en cada uno de ellos, como estuvieron antes de la
insurgencia.

Cabeceras Años de erección y Sus agregados Habitantes


cambios de estatuto
administrativo
Guanajuato • Villa el 16 de octubre Marfil, Santa Anna 55 631
de 167912 y Santa Rosa
•Ciudad el 8 de diciembre
de 1741
Silao Desde sus orígenes estuvo 28 631
adscrita a la administra-
ción de la Alcaldía
Mayor de Guanajuato
Pénjamo Desde sus orígenes estuvo 20 952
adscrita a la administra-
ción de la Alcaldía
Mayor de León
Piedra Desde sus orígenes estuvo 10 289
Gorda adscrita a la administra-
ción de la Alcaldía
Mayor de León
León Era un valle llamado San Miguel, el 23 736
Señora: se erigió villa el Cuisillo y el Rincón
12 de diciembre de 1575
San Luis En sus orígenes estuvo Atarjea, Xichú 30 759
de la Paz adscrita a la administra- (Victoria), Tierra
ción de San Miguel Blanca, Casas Viejas
(San José Iturbide)
y Pozos
Dolores Adscrita a la administra- 15 661
ción de San Miguel
San Miguel • Congregación del 22 583
el Grande propio nombre
• Villa el 17 de diciembre
de 1559
San Felipe En sus orígenes estuvo 17 721
adscrita a la administra-
ción de San Miguel
• Villa el 1° de enero
de 1562

28
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

Irapuato Desde sus orígenes estuvo 21 529


adscrita a la administra-
ción de la Alcaldía Mayor
de Guanajuato
Salamanca • Estancia de Barahona Valle de Santiago 27 234
• Villa el 16 de agosto
de 1602
Celaya • Villa el 12 de octubre Amoles (Cortazar), 11 814
de 1570 Rincón de Tamayo,
•Ciudad el 20 de octubre Santa Cruz, Guage
de 1655 (Villagrán),
Chamacuero
(Comonfort),
Jerécuaro, Apaseo
(El Grande y El Alto),
San Juan de la Vega
Acámbaro Desde sus orígenes estuvo 10 074
adscrita a la administra-
ción de la Alcaldía
Mayor de Celaya
Salvatierra •Pueblos de indios y 25 021
estancias de españoles
en el siglo xvi
• Ciudad el 12 de junio
de 1642
Población
total
388 883
[321 535]13

Historia de las regiones

Para entender la prevalencia histórica de cada región es nece-


sario ver desde el origen el desarrollo de las poblaciones. Al

12
Existen otros datos que adjudican el nombramiento de villa a principios del siglo
xvii, como en la relación de curatos del Obispado de Michoacán, hacia 1631 ya
se le distingue como villa. Véase López de Lara, El Obispado de Michoacán en el
siglo xvii.
13
El dato es corrección de los compiladores, Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez,
Descripciones económicas generales de Nueva España…, pp. 34-35.

29
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

parecer, con la configuración de la posesión y la convalidación


de la propiedad para la explotación de los recursos naturales
se configuró una identidad social dentro de la Nueva España,
donde mejor se ha definido la relación con las regiones geográ-
ficas: sierras, mesetas y bajíos, en una notable red hidrológica,
y un grupo de poblaciones, hoy ciudades en su mayoría, tan
próximas como no las ha habido en el territorio de la repúbli-
ca mexicana. De hecho, es la circunstancia geográfica lo que
ha dejado entender a Florescano que no podía haberse dado
otro movimiento social armado, en 1810, en otra región como
sucedió en Guanajuato.
Las poblaciones alcanzaron desarrollo porque su emplaza-
miento estuvo, desde los orígenes, en el aprovechamiento de las
condiciones geográficas. Desde el siglo xvi las poblaciones que
resultaron de expediciones y exploraciones fueron configuradas
casi como aún se encuentran,14 así como las que fueron asentadas
por vía del otorgamiento de estancias, mercedes reales de sitios
y pueblos de indios; proceso poblacional que determinó el sur-
gimiento de alcaldías con cabecera, inicialmente en San Miguel,
Celaya, Guanajuato y León, en distintas fechas del siglo xvi.
El proceso de colonización tuvo por recurso en gran parte
la ubicación del territorio hacia el centro geográfico del país,
le cruzaban antiguos caminos hacia ambas costas al oriente y
al poniente, hacia el noroeste o el sureste, al norte y al sur; a
rumbos tan distantes como se podía ir siguiendo los ríos Ler-

14
Las excepciones de esta demarcación actual, también con orígenes en el siglo xvi,
son el Valle de San Francisco, hoy dentro del estado de San Luis Potosí, Contepec
dentro de Michoacán, y parte de la Sierra Gorda que hoy está dentro del estado
de Guanajuato, que fue integrada a partir de 1857.

30
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

ma, Laja y Santa María. Acaso el hecho geográfico más notable


es que en San Felipe y San Diego de la Unión se encuentra la
deriva continental, accidente del relieve entre Aguascalientes
e Hidalgo que propicia, como vía natural, la separación de las
aguas superficiales hacia la cuenca del Golfo de México o hacia
la cuenca del Océano Pacífico. Es en parte el antiguo camino
que llamaron, durante la conquista y colonización, Camino Real
de Tierra Adentro (véanse mapa del Centro norte de México
en 1810, fig. 9).
Cuando los colonizadores ocuparon el territorio esta-
blecieron estancias agrícolas y ganaderas, construyeron una
infraestructura para la administración del agua, con lo que se
dio un notable beneficio en la asociación de la red hidrológica
con valles y bajíos, mesetas y sistemas serranos. Así se dio el
desarrollo que observó Humboldt, por las características de los
suelos. La ganadería también potenció la industria cárnica y la de
transformación de los huesos y el sebo, gracias a la abundancia
de vegetación forrajera. La minería incorporó otro elemento para
la diversidad en la economía regional. Pero fueron los caminos
los principales factores, ya que por ellos se realizó la conducción
de los efectos del comercio. Por eso destacamos la región desde
el origen de las actuales poblaciones hasta cuanto vieron los
viajeros de fines del siglo xviii y principios del xix.

El parteaguas continental y los ríos, base de la caminería

El potencial minero, agrícola y ganadero abasteció las necesida-


des de un mercado interno y se proyectó hacia las otras regiones
pobladas, sobre todo hacia el norte; el comercio aprovechó las
vías naturales del paisaje geográfico para ser convertidas en
caminos. El territorio se encuentra sobre el eje neovolcánico

31
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

cuyas topoformas propician la captación de aguas superficiales


y el transporte al subsuelo por ductos que la erosión logró o
cavidades del mismo manto volcánico que encapsularon aire en
tiempos antiguos. Del fondo del subsuelo emergen como géise-
res, manantiales o corrientes, algunas termales, otras habiendo
disuelto minerales de los que son portadoras las aguas. En 1803,
Humboldt, acompañado de alumnos y profesores del Colegio
del Estado, estudió en Silao las aguas termales de Comanjilla
donde hubo un géiser que mereció llevar el nombre del sabio
prusiano: “En esta provincia se hallan las aguas calientes de
San José de Comanjilla, que salen de una grieta basáltica y cuya
temperatura (según mis experimentos hechos conjuntamente
con el señor Rojas) es de 960,3 del termómetro centígrado.15.
El eje neovolcánico ha dotado al paisaje de cantiles, colados,
collados, escarpes y, por su alta condensación de minerales,
rocas en distintos grados de dureza que fueron aprovechadas
en las construcciones: basalto, riolita, andesita, tepetate. En sus
formaciones también estuvieron las depresiones del relieve que
dieron lugar a cuencas interconectadas, los valles y bajíos que
comienzan a ser percibidos desde Querétaro-Celaya, Salamanca,
Irapuato-Pénjamo y, en otro nivel, Acámbaro, Salvatierra, Yuriria,
Valle de Santiago. En la diversidad del paisaje hay elevaciones
rocosas, acantilados, escarpes, rocas ígneas en formas y com-
posiciones peculiares, rocas que el enfriamiento y cristalización
del magma dotaron de características atractivas.16

15
Alejandro de Humboldt, Ensayo político, p. 162.
16
Jorge L. Tamayo, Geografía general de México, t. I, p. 221. Distingue “el malpaís”, en
el centro del Bajío, donde hay dos cuencas, la de Valle de Santiago y la de la laguna
de Yuriria que se extiende en “20 km en dirección noroeste a sureste”.

32
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

En los relieves de estos lugares afloran con mayor o menor


presencia la lítica volcánica, y en los suelos quedaron deposi-
tadas las sustancias que dan color negro a la tierra; Humboldt
nos describió: “en el ameno Valle de Santiago […] los basaltos
y amigdaloides descompuestos han formado con el tiempo un
mantillo negro muy productivo, también los campos fértiles
que rodean la Alberca de Santiago”.17
Las sierras centrales dividen dos regiones, y son el lecho de
la mayor riqueza mineral del territorio; la región del norte tiene
como principal característica la cuenca del río Laja que forma
en parte el camino Real de Tierra Adentro; más allá hubo otra
antigua cuenca entre San Luis de la Paz y San José Iturbide, en el
subsuelo han sido detectados cuerpos de agua fósil, por lo que
postulan los geólogos que hubo una laguna que fue perdiendo
presencia al paso de los siglos. Acaso en los años finales del
siglo xviii y en los primeros del siglo xix se terminó de secar
el antiguo cuerpo de agua.18
Las poblaciones en el norte, San Felipe, San Luis de la Paz
y San Miguel, son de mayor altitud sobre el nivel del mar y les
corresponde un paisaje distinto a las del Bajío; hay llanuras,
mesetas y mayores alturas serranas entre los ríos Laja y el Santa
María; distintos destinos de las aguas y de los grupos humanos,
el Laja penetra en el Bajío para tributar al Lerma; el Santa María
va por el estado de San Luis Potosí, regresa a Guanajuato y sale
formando lindero con el estado vecino antes de unirse al sistema
de ríos Verde-Tamuín-Pánuco.
Los mantos minerales que propiciaron asentamientos en

17
Alejandro de Humboldt, Ensayo político, p. 259.
18
Instituto de Geología, UNAM, La cuenca de la Independencia, versión en dvd.

33
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

el siglo xvi para la extracción del oro y la plata dieron origen a


una industria de ingenios mecánicos que se compartieron como
tecnología, potenciando la agricultura que tuvo notable desa-
rrollo en llanos y mesetas del norte tanto como en los valles y
bajíos.
Así es la característica de esta caminería: en las proximidades
la deriva continental donde las aguas superficiales y aun las
subterráneas constituyen la vertiente del Golfo, en rumbo este,
y la vertiente del Pacífico, primero en rumbo sur y luego hacia el
rumbo oeste, siguiendo al río Laja. Es la característica al norte
de las sierras centrales, a través de las cuales se comunicaba
con otros destinos, contando que a éste se llegaba o se podía
partir por otros caminos naturales que cruzan el territorio, el
camino Real de Tierra Adentro era la principal vía de comu-
nicación entre sur y norte, pero no la única importante.19 Este
punto se encuentra dentro del actual municipio de San Felipe
en las proximidades del cerro Tepeaca, auténtica montaña de
agua con cantiles, escarpes y colados en su cima, y punto don-
de el camino natural que forman las sierras Madre Oriental y
Madre Occidental confluye para entrar, diríamos, al territorio
guanajuatense, aunque tiene en los estados de Aguascalientes y
Jalisco encrucijada hacia el Altiplano Potosino en rumbo oriente,
hacia los Altos de Jalisco en rumbo poniente y hacia San Felipe
en rumbo sur, donde están los ríos mencionados.
Por usos y costumbres fueron tales los caminos que siguieron

19
Los datos sobre el parteaguas continental los refiere Tamayo: El parteaguas trans-
versal va de las sierras de San Pedro en Aguascalientes a las sierras de Guanajuato,
a la Sierra Gorda, a la Sierra de Los Agustinos y al Monte Alto en el Estado de
México. Ibid., p. 416. Antes que este autor, así lo resaltaba el geógrafo local Pedro
González en su Geografía elemental de Guanajuato.

34
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

en la insurgencia unos, y otros por los que llegaron de San Luis


Potosí a Guanajuato los cuerpos militares organizados por Ca-
lleja, y por los que transitaron hacia Zacatecas, Aguascalientes y
Jalisco, Rafael Iriarte, Ignacio Allende y el Padre Coz. Caminos
muy recorridos y próximos a las sierras centrales donde pudieron
tener refugio los guerrilleros �desde tiempos del cura Hidalgo
hasta los de Francisco Javier Mina�, importantes para el surgi-
miento y sostenimiento de la guerra de guerrillas.
La red hidráulica da para imaginar a los llanos del norte
y a los valles y bajíos del sur como una serie de cuencas o
microcuencas interconectadas; así son el centro y el sur de
la entidad guanajuatense, divididos por las sierras centrales,
Codornices-Guanajuato-Santa Rosa-Comanja; en el sur una
conformación geofisiográfica de valles y bajíos contenidos entre
sistemas serranos, y en red hidráulica porque tanto el relieve
neovolcánico como las sierras constituyen recarga de acuíferos
en temporales, y en ellas se forman las vertientes que tributan
al río Lerma al sur y al río Laja al norte.
En el centro-sur ha existido otro camino natural, el río Ler-
ma en curso oriente a poniente, desde que inicia en las tierras
altas de los valles de Toluca, atraviesa la meseta de Ixtlahuaca
de donde sale por una garganta, hasta dar inclinación hacia el
oeste con rumbo a los valles y bajíos con variaciones notables
en su curso. A lo largo de 310 kilómetros recorre Guanajua-
to y recibe vertientes, arroyos y ríos de temporales fuertes:
Puruagua, Molinos de Caballero, Petemoro o Chupícuaro, San
Cristóbal, San Isidro, Urireo, Tarimoro, San José del Carmen,
Pejo, Eménguaro, Maravatío, Quiriceo, entre otros. Antes de la
montaña Culiacán, el curso del río forma un amplio meandro
para cubrir su base suroccidental, pasando la cual recibe las
vertientes de las sierras centrales, los ríos Laja, Temascatío,

35
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Silao-Guanajuato-Irapuato y Turbio. De otros sistemas serra-


nos, ya rumbo al sur, le tributan Peralta Huanímaro, Huáscato
y Cahuaro, hasta llegar a La Piedad, en Michoacán (véase ruta
del río Lerma y vertientes, fig. 10).
Esta red hidrológica natural fue aprovechada para la canaliza-
ción del recurso hídrico en otros usos además de cultivos, con-
sumo humano y animal. Otros recursos fueron implementados
para elevar el agua del nivel del suelo: ingenios como el tornillo
de Arquímedes o los acueductos para conducirla a estanques
o a caídas que dieran movimiento a molinos. Los molinos de
mineral, de trigo, de maíz, de caña de azúcar fueron parte del
paisaje en los campos de cultivo así como en las haciendas de
beneficio del oro y la plata.
Otra infraestructura que había también a lo largo de ríos y
arroyos, ingenios para controlar las aguas superficiales o mansas,
o en las proximidades, eran los bordos, diques, canalizaciones
y acueductos; con ello se realizaba el entarquinamiento o hu-
midificación de la tierra para que el humus propiciara mejores
cultivos: una etapa de economía agroganadera a la que corres-
ponde “la explotación de las aguas mansas” con el concurso de
las cosechas temporaleras.20
Así era la agricultura que le mereció a Humboldt llamar
al Bajío “el granero de la Nueva España”. Antes de la guerra
de insurgencia tuvo gran desarrollo, se ha dicho, por la red
de ríos, arroyos y vertientes de las sierras, pero no estaba en
dependencia de los temporales de lluvia y de sequías; cajas de
agua, diques, presas y represas fueron dispuestas por donde era

Martín Sánchez Rodríguez, El mejor de los títulos. Riego, organización social y ad-
20

ministración de recursos hidráulicos en el Bajío mexicano, p. 189.

36
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

necesario en todo el territorio para obtener cosechas destinadas


a los mercados interno y externo. Habían desarrollado técnicas
hidráulicas para riego con acequias, “sistema de canalizos se
sigue particularmente en los hermosos llanos que adornan las
márgenes del río Santiago, llamado Río Grande, y en los que
se encuentran entre Salamanca, Irapuato y León. Las acequias,
las presas y norias son objetos de la mayor importancia para la
agricultura mexicana”.21

Los otros caminos por donde sucedió


la insurgencia y la represión

Ruta de la guerrilla: San Felipe-Silao-Pénjamo

Como lo esencial del paisaje, los caminos eran conocidos


sobre todo por los lugareños, quienes supieron dónde ocultar
armamentos, cabalgadura, dónde vigilar, tender celadas, por
dónde las cabalgaduras tenían riesgos y por dónde no; y para
la sobrevivencia debían saber con qué especies animales se
topaban y en qué medio boscoso, matorralero, forrajero o de
otras características podían estar a buen resguardo.
Si se piensa en los diez años que duró el levantamiento
armado en la Intendencia de Guanajuato, aun cuando los cau-
dillos que iniciaron la insurgencia fueron faltando, se entiende
el surgimiento de la estrategia que llamó la atención de las
autoridades militares y la guerrilla: alturas serranas distantes,
ríos y arroyos desde ellas hacia llanos, valles y bajíos; caminos
rápidos, escabrosos, escarpados para jinetes experimentados y

21
Alejandro de Humboldt, op. cit., p. 251.

37
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

cabalgaduras acostumbradas al relieve agreste; recursos naturales


para sobrevivir. Acaso los guerrilleros, llamados bandoleros o
fascinerosos por las autoridades virreinales, conocían muy bien
el terreno que pisaban. La situación de guerra terminó con la
infraestructura productiva que conoció Humboldt y propició la
ruina económica del corazón geográfico de la Nueva España.
Los guerrilleros tuvieron como paisaje el conjunto serrano
entre los estados de San Luis Potosí, Jalisco y Guanajuato, al
norte de San Felipe, hábitat de animales silvestres como el
venado cola blanca, el cacomixtle, la zorra gris, el mapache,
el tejón, el águila, el halcón cola roja, la codorniz, entre otros;
con población de árboles de hojas perennes en las montañas
más altas, bosques de pino piñonero, bosque de encino, bos-
que de encino-pino y, por lo general, abundancia de matorral
espinoso; una llanura entre este sistema y las sierras centrales,
Guanajuato, Santa Rosa y Comanja, hacia el sur, en la franja de
Jalisco y Guanajuato, y en inevitable vertiente de aguas hasta el
río Lerma y, más allá, el norte de Michoacán.

San Felipe

Entre un gran llano y las sierras centrales están los poblados con
otras cordilleras al norte; ubicados entre San Luis Potosí al norte,
San Diego de la Unión al este, Dolores Hidalgo al sureste, Gua-
najuato al sur, León al suroeste, y al oeste Ocampo. Por el relieve
es que los viajantes desde y hacia el norte tuvieron por San Felipe
paso obligado y pudieron seguir las cuencas de los ríos para otros
destinos: el Verde o río de Lagos, el Laja hacia Celaya y el Bajío,
el Santa María hacia San Luis Potosí y el Golfo de México.
Entre Celaya y San Felipe, por el curso del río Laja y siguiendo
el relieve de la deriva continental hacia Jalisco y Aguascalientes,

38
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

está indicado el camino Real de Tierra Adentro por el que iban y


venían los cuerpos militares con destino a Zacatecas y San Luis
Potosí, y por donde llegaban a ocultarse en las serranías centrales
de Guanajuato los grupos de guerrilleros insurgentes.
Las fuentes del río Laja están en los alrededores serranos,
la mayoría de las corrientes de agua son numerosas aunque de
escaso caudal, casi todas fluyen hacia el Laja: arroyo El Ancón,
que nace en la barranca de San Juan; arroyo El Cocinero, de las
cañadas que bajan al cerrito del Fraile; arroyo Aranjuez, originado
en las cañadas de la Cofradía como el arroyo El Saucillo; arroyo
Rincón de Ortega al pie de las barrancas de Calzones y Mesa de
los Caballos; arroyos Las Alazanas y Cañada de León, que bajan
del cerro de Panales; arroyos El Salto, La Quemada, Chirimoyo,
El Molino, San Pedro de Almoloya, San Juan de Llanos y Arpe-
ros, que nacen en la vertiente de San Juan de Llanos y la Mesa
de los Caballos; los torrentes de Arroyogrande, Arroyoblanco
y Arroyohondo, del cerro de Tepeaca; de la Sierra del Cubo el
arroyo de Carreón o del Cubo, el del Salto o de Monjas y los de
Tierranueva y Jaralillo, que forman el de la Cieneguilla.
La expedición de Francisco Javier Mina llegó del oriente,
siguiendo, cuesta arriba, esta vertiente del Golfo: arroyo La
Chirimoya, que baja del cerro de Tepeaca, arroyo El Molino
que nace en el Puerto de Herrería, arroyos de la Sauceda y San
Pedro Almoloya, que se reúnen en los llanos del Jaral a donde
bajan los torrentes de la Sierra del Cubo llamados Puerto del
Freno, Carretero, El Cubo y Palmitas de San Felipe.

Silao

(Véase plano de la congregación de Silao, fig. 2.) Se ubica entre


los municipios de Guanajuato al norte y al este, Irapuato al sur,

39
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Romita al sureste, y al oeste León; está en una salida de drenaje


natural de las sierras, por lo que recibe torrentes de aguas broncas
en tiempos de mucha lluvia, como son Chichimequillas o Arpe-
ros, Comanjilla, Duarte que baja de Tlaquichera y El Capulín;
estos torrentes forman el río Silao, que cruza la mayor parte del
municipio; en su curso va engrosando por los arroyos Mague-
yes, Pascuales, Hondo y el Tigre. En los romances de fugas de
guerrilleros perseguidos desde San Felipe, están estos torrentes
y arroyos por los que al parecer se despeñaban los caballos, para
luego aparecer en los llanos y hondonadas del Bajío, Pénjamo,
Valle de Santiago, Salamanca, Irapuato, etcétera.

Pénjamo

Esta región ha sido notable por la presencia de sabinos entre


corrientes de aguas superficiales y manantiales donde terminan
los pliegues de la serranía y se abre al plan de Manuel Doblado y
Cuerámaro al norte; la hacienda de San Vicente y el pueblo de
Cuitzeo de los Naranjos, hoy Abasolo, al este; al sur, cruzando
el río Lerma, La Piedad, Michoacán, y al oeste, subiendo y
bajando su propia sierra, el camino La Piedad-Chilarillo-León,
y más allá Jalisco.
En esta sierra están las mesetas del fuerte de San Gregorio,
de donde bajan varios arroyos y torrentes de consideración:
el Aguacate, que trae siempre un caudal importantísimo, el
Tupátaro, el San Gregorio, que baja de Panzacola, el Corralejo,
el de Pénjamo, formado desde el Aguacate hace la presa de la
población, los de Churipitzeo, Sauz y Pastores, que abajo, en el
Llano, toman los nombres de las fincas por donde pasan, como
de Tacubaya, de San Marcos, etcétera.
En el fuerte de San Gregorio tuvieron refugio los guerrille-

40
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

ros largo tiempo. En la hacienda de Corralejo tuvo su fortuna


la familia Hidalgo y Costilla. Los insurgentes pudieron haber
transitado hacia el norte de Michoacán y el corazón de Jalisco,
así como los cuerpos del ejército realista hicieron patrullaje
por el territorio.

Ruta de las carretas: Acámbaro-Salvatierra-Celaya

Acámbaro, Salvatierra y Celaya son las tres poblaciones más


importantes del sureste de Guanajuato en el camino de Zi-
napécuaro a San Miguel el Grande, que se unía al curso del río
Lerma por Tarandacuao, Acámbaro, Eménguaro y Salvatierra,
aunque con variantes en destinos, como de Acámbaro a Jeré-
cuaro, los Apaseos y Querétaro; otra variación: de Acámbaro
directo a Celaya pasando por el piedemonte de la sierra de Los
Agustinos, propiamente la antigua ruta de las carretas (véase
Camino Real de Tierra Adentro, fig. 11).22

Acámbaro

Se ubica entre Tarimoro al norte, al este Jerécuaro, al sureste


Tarandacuao, al sur el estado de Michoacán y al oeste Salvatierra.
Hace notable a Acámbaro estar entre el río Lerma y el lago de
Cuitzeo y los sistemas serranos Los Agustinos y Piñícuaro. El
río Lerma entra al estado de Guanajuato en Acámbaro frente
al pueblo de Sirisícuaro, pasa al norte de la cabecera municipal
y sale por San Miguel Chamácuaro o La Trampa para seguir

22
Con tal nombre fue identificado el camino en el mapa de Celaya de 1580.

41
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

su curso rumbo al Bajío. El suroeste del municipio linda con


el lago de Cuitzeo.
Arroyos y manantiales hacen muy húmeda la temperatura
permanentemente, y es que las sierras constituyen recargas de
acuíferos, como Los Agustinos entre los municipios de Acám-
baro, Jerécuaro y Tarimoro, en un sistema orográfico constituido
por rocas volcánicas permeables con alto grado de fracturamien-
to. El tipo de vegetación en la zona es bosque de encino, bosque
tropical caducifolio, y destacan especies de encino, pingüica,
palo dulce, tepeguaje y chichote, entre otros.
Tanto Acámbaro como Salvatierra eran notables por sus
construcciones, la segunda como ciudad donde vivían los más
ricos hacendados agricultores y ganaderos, comerciantes de la
región más rica de la Intendencia de Guanajuato. En Acám-
baro, Miguel Hidalgo formalizó el ejército insurgente que, si
bien había sido establecido en Celaya antes de la toma de la
Alhóndiga de Granaditas, no había tenido otro momento de
agrupamiento en compañías; en Acámbaro se otorgaron rangos,
grados militares y se asignaron salarios. También en este lugar
fueron tomadas presas las autoridades militares de Michoacán,
el intendente y algunos jefes militares, en un ataque sorpresa
de ciudadanos que los detuvieron y llamaron a Miguel Hidalgo
para entregarlos.

Salvatierra

En el valle de Huatzindeo surgió en el siglo xvii esta pobla-


ción como la primera ciudad dentro de la Alcaldía Mayor de
Guanajuato; hoy colinda con los municipios de Cortázar al
norte, Tarimoro al este, Acámbaro al sur, así como el Estado de
Michoacán, al oeste Yuriria y Santiago Maravatío, al noroeste

42
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

Jaral del Progreso. Le atraviesa el río Lerma sobre el que fue


construido un notable puente con puntas de diamante hacia
la corriente del río, el puente de Batanes, lugar de defensa y
ataque entre la insurgencia y los realistas.
Desde sus orígenes las haciendas convirtieron vertientes
en canales para un mejor aprovechamiento, canalizaron los
sobrantes al río Lerma y, entre otros canales, a Maravatío,
Urireo y Tarimoro. También encauzaron agua para sus ha-
ciendas las órdenes religiosas, agustinos, mercedarios y demás
propietarios: San Nicolás, Santo Tomás, San Pedro, San Bue-
naventura, la fábrica de Batanes y la de Santiago Maravatío,
así como las haciendas agrícolas y ganaderas San Juan y San
José del Carmen.
En la perspectiva de Alejandro de Humboldt, y con base en
cuanta información reunió, el río Lerma, desde Acámbaro hasta
Salamanca, podría servir para el transporte de los productos de
la tierra, rumbo al occidente, utilizando caminos de tierra con
el camino de agua (véase Sistema serrano sureste, fig. 12).

Celaya

Se encuentra entre los municipios de Comonfort (Chamacuero)


al norte, Apaseo el Grande y Apaseo el Alto al este, Tarimoro
al sur, Cortazar (Amoles) y Villagrán (El Guaje) al suroeste, y
Santa Cruz de Juventino Rosas al oeste. El territorio es en su
totalidad llano, poblado intensamente de mezquites. El río Laja
es el camino principal que le atraviesa de norte a sur y sigue
con rumbo suroeste, pasa al oriente de la ciudad para hacer un
recodo donde se le une el río Apaseo o Querétaro.

43
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

La ruta del Bajío: Irapuato-Salamanca-Celaya

En Irapuato, Agustín de Iturbide estableció el cuartel general


del ejército realista por la proximidad de los caminos que podría
controlar y porque desde este punto se comunicaban, cabal-
gando con rapidez, a todos los rumbos: Silao, Guanajuato, San
Felipe, San Miguel, Sierra Gorda, Celaya, Querétaro, Acámbaro,
Zinapécuaro, Salamanca, Valle de Santiago, Valladolid, Pénja-
mo, León; casi a todos estos destinos por un camino directo,
además de otras rutas en combinación que podían hacer los
hombres a caballo.
La población de Irapuato ocupa el centro de un bajío al
que llegan arroyos, vertientes, ríos y canales. El Temascatío,
que nace en las sierras centrales, de donde baja a Salamanca,
sirve de elemento natural limítrofe y es el acceso a la sierra de
Guanajuato por los arroyos Lo de Sierra y El Copal, para la
arriería con rumbo a Dolores y San Felipe. El río Guanajuato
cruza desde el noroeste del municipio con sus afluentes, el
arroyo Tepalcatepec y el río Silao.

Salamanca

Se ubica entre Irapuato y Guanajuato al norte, San Miguel al


noroeste, Santa Cruz de Juventino Rosas y Villagrán (El Guaje)
al este, al sureste Cortazar (Amoles), al sur Jaral del Progreso y
Valle de Santiago, al oeste Pueblo Nuevo e Irapuato. Le cruza
el río Lerma que recibe en Las Adjuntas al río Laja. En el norte
está la Sierra de Codornices, por donde bajan los cauces de los
ríos Temascatío, Potrerillos y los arroyos La Joya, Peñas Prietas,
El Bordo y Ortega. De Salamanca, otro camino servía para ir a
Valle de Santiago y después, bordeando la laguna de Yuriria, a

44
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

esta población, así como a Cerano y a Puruándiro, en Michoacán.


Esta ruta a la inversa siguió José María Liceaga, quien se recu-
peraba en Cerano de heridas resultado de un enfrentamiento
contra los realistas; mientras éstos sitiaban Yuriria, él pudo huir
hacia la serranía central.

La ruta de la Insurgencia: Dolores-Atotonilco-San Mi-


guel-Chamacuero-Celaya

En las proximidades del Camino Real de Tierra Adentro sur-


gieron poblados de indios, inicialmente como estrategia de
colonización y para la congregación, el bautismo y la catequi-
zación, tanto como para el régimen de trabajo forzado a que
estuvieron obligados todos los pueblos de indios. Así surgieron
los pueblos de Analco, en San Felipe, y de San Miguel, antes
de ser también villas de españoles; Chamacuero permaneció
como tal, y la congregación de Nuestra Señora de los Dolores
vino a ser pueblo en el siglo xvii, aunque muy notablemente
con la traza de una villa, de anchas calles y edificios impor-
tantes para el comercio y viviendas; lo más sobresaliente es
la magnífica construcción de su parroquia con una de las
portadas barrocas más grandes de la región y en su interior
los altares de madera dorada, barrocos también, que, dos de
ellos, quedaron inconclusos.

El pueblo de Nuestra Señora de los Dolores

Entre 1803 y 1810 tuvo notable desarrollo de oficios entre los


descendientes de los pobladores. Centro productor de bienes
de consumo que pudieron ser comercializados en distintas
plazas, su ubicación entre San Felipe, San Diego de la Unión y

45
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

San Luis de la Paz al norte, al este San Miguel, al sur Guanajuato,


era otro más de los beneficios.
El río Laja atraviesa el municipio desde que entra por el
noreste y sale hacia el sureste. Otras corrientes que siguen los
pliegues de la Sierra de Santa Rosa y de la Sierra de Guanajuato
son los ríos Santa Bárbara (por donde habrían llegado las armas
que el cura Hidalgo mandó hacer y ocultar en la hacienda de
Santa Bárbara), Cañada de Laurel, Charco Azul y Santa Rosa.
Para recorrer la distancia entre la congregación y Atotonilco
se sigue el cauce del río de la Erre, otro afluente del río Laja,
aguas abajo llega al arroyo de la Venta, muy cerca del santuario
de Atotonilco.

San Miguel el Grande

Más conocido por el nombre del héroe de la Insurgencia,


Allende, se ubica entre Dolores Hidalgo y San Luis de la Paz al
norte, San José Iturbide (Casas Viejas) al noreste, Querétaro
al este y sureste, Apaseo el Grande, Comonfort y Santa Cruz
de Juventino Rosas al sur, Salamanca y Guanajuato al suroeste.
Por su ubicación en el cruce del camino que comunica a la
Sierra Gorda, Querétaro, Celaya, Guanajuato y San Felipe, fue
importante paso entre el norte próximo y remoto y la ciudad de
México atravesando por Querétaro, o hacia Valladolid cruzando
por Celaya. Se le representaba como paso de cuerpos armados
desde el siglo xvi.

Chamacuero

Se encuentra entre San Miguel al norte, Apaseo el Grande y


Celaya al sur, Santa Cruz de Juventino Rosas al oeste. La mayor

46
El p ai s aje d e l a Int endenci a de Gu anaj u at o en 1803

parte del relieve es montañoso, corresponde a las sierras cen-


trales y la Sierra de Codornices en el sur. El río Laja recorre de
norte a sur desde que entra al territorio por el Cañón de San
Miguel, y recibe vertientes de la Sierra de Codornices y otras
alturas menores.

47
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

48
Paisaje urbanístico y arquitectónico:
arquitectura bicentenaria

Paisaje urbano, ciudades, villas y pueblos en el cambio


a la intendencia y al neoclásico

Mientras los viajantes llegaban a la Intendencia Mayor de


Guanajuato, por el camino Real de México a la villa de Celaya,
notaron que el camino era un continuo ascenso, imperceptible
para Humboldt, que terminaba en las inmediaciones de la villa
de Salamanca, donde ya estaba al alcance la cañada de Temas-
catío, la cual, propuso, podría servir como dren para desaguar
las minas de Guanajuato, motivo principal de su viaje al centro
de la Nueva España.
La Intendencia Mayor de Guanajuato tenía dos ciudades: la
más antigua, Salvatierra, en el mismo momento de la fundación,
1642, la única que surgió con tal estatuto, en tanto que la de
Guanajuato, en 1741, lo hizo por méritos para la real hacienda.
El argumento de las autoridades fue la cantidad de habitantes,
próxima a los cien mil, y la necesidad de acrecentar la adminis-
tración. Para la ciudad en el valle de Huatzindeo la población
estaba dispersa en haciendas, ranchos y pueblos de indios, por
lo que requerían un centro administrativo.
Las otras poblaciones eran villas, cabeceras de las antiguas
alcaldías mayores desde sus orígenes –Celaya y Salamanca– o
habiendo tenido origen como pueblos de indios, pasaron a ser
villas de españoles para la sede de las autoridades peninsulares

49
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

o criollas –San Miguel, San Felipe, León, San Luis de la Paz–.


Guanajuato había tenido por origen el pueble para la extracción
del mineral con cuatro reales de minas: Santa Ana, Santiago,
Santa Fe y Tepetapa, con una república de indios tarascos, otomíes,
mexicanos y mazahuas. También desde sus orígenes seguían
como pueblos o congregaciones de indios Acámbaro, Irapuato,
Silao, Pénjamo, Chamacuero (Comonfort) y Yuriria.
La sociedad vivía en movilidad de economía y de prestigio
después de superar la crisis de abasto alimentario por sequía
de 1785 que la obligó a colocar fuera de la región los intereses
de capitales hacia actividades mercantiles o de agio. El orden
económico fue ponderado como muy principal, por lo que
el nuevo régimen, establecido en 1786, si bien no resultó en
la desaparición de las administraciones regionales alrededor
de las alcaldías, preparó la centralización administrativa en la
ciudad de Guanajuato, a la que se eligió como capital de la in-
tendencia.23 Cuando se viaja por el territorio del actual estado
de Guanajuato en casi la misma extensión de la Intendencia
Mayor de Guanajuato, todavía se aprecian usos y costumbres
de centralización en las ciudades que fueron cabecera de las al-
caldías entre el siglo xvi y 1786: Celaya, San Miguel y León.
El régimen de intendencias resultó en la movilidad de empleos
en la administración pública a favor de los oriundos, aquéllos ya
no fueron solamente para los enviados de la ciudad de México
o directamente de Madrid. A partir de 1787 los intendentes
tuvieron el privilegio de organizar su aparato burocrático y dar
los empleos a los habitantes del mismo territorio. En Guanajuato,

23
Estos aspectos han sido ampliamente expuesto por David A. Brading en Mineros
y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), 1971.

50
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

Andrés Amat y Tortosa, su primer intendente, debió sostener a


las autoridades regionales de las alcaldías para que no hubiera
conflictos; Riaño y Bárcena, segundo intendente, continuó con
la misma estrategia, tan sólo nombrando subdelegaciones, como
en Dolores, para fines de mejorar la justicia.24
Sólo no variaron los usos y costumbres así de las funciones
del espacio como de las relaciones entre los individuos, con todo
y que se presentaron notables cambios hacia las mismas fechas,
como las noticias de la revolución que derrocó la monarquía en
Francia y la que emancipó a las 13 colonias de Inglaterra; otro
tipo de cambios se hacían visibles en la sociedad de las antiguas
poblaciones novohispanas como resultado del gusto oficial. Se
tomaba casi por orden real el fin del barroquismo para cambiar
las artes –pintura, escultura, arquitectura– hacia la definición
plena del clasicismo; el gusto moderno hoy identificado como
estilo neoclásico se desarrolló a la vez que se imponía el régimen
de intendencias.
Un caso dramático de estos cambios son los altares de talla
barroca, leña dorada, que debieron ser sustituidos por altares
de cantera o permanecieron inconclusos, como los laterales en
la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en el pueblo del
mismo nombre. Si bien alcanzaron la obra casi final algunas
imágenes de bulto –el encarnamiento de rostros y manos, y los
colores del hábito–, otros representantes de vidas ejemplares
y el resto de la simbología quedaron con el tono ocre que dio el
tiempo al bol, la fase preparatoria para el encarnamiento. Uno

24
Es de notar que habiendo sido la ciudad de Guanajuato destacada por la resistencia
que opuso a la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, y José de Gálvez quien
la sitió por tres meses, él mismo la propuso como sede de la intendencia. Véase mi
libro Historia del ejército en Guanajuato. Primera parte, 1760-1810.

51
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

de los altares, o retablos barrocos, dedicado a Nuestra Señora de


Guadalupe, hace pensar que fue obra de la devoción a la imagen
mariana suscitada a partir del patronato extensivo a la Nueva Es-
paña después de 1730; otro luce insignias y hagiografía jesuitas,
por lo que, de haber sido así, habría quedado sin continuación
con motivo de la expulsión, en 1767, de la Compañía de Jesús.
Los señores curas, consecutivamente los hermanos Hidalgo y
Costilla, no tuvieron tiempo, o dinero, o interés en terminar lo
que habría sido de mayor esplendor en el interior del templo
principal del pueblo de Dolores (véanse figs. 13, 14 y 15).25

Ciudad de Santa Fe de Guanajuato, capital de la intendencia

Humboldt menciona que había 41 000 habitantes en el casco


de la ciudad; 29 600 en los reales de minas Marfil, Santa Ana,
Santa Rosa, Valenciana, Rayas y Mellado; y 4 500 indios.26 Una
vez que se estableció el régimen de intendencias en la América
española se tuvo la necesidad de actualizar la información sobre
las principales poblaciones, por lo que el primer intendente de
Guanajuato, Andrés Amat y Tortosa, obtuvo la siguiente descrip-
ción de la Ciudad y Real de Minas de Guanajuato en el año de

25
Respecto del altar mayor en la misma parroquia donde oficiaba el cura Miguel
Hidalgo, se puede apreciar que es de gusto neoclásico. Y las principales fincas del
centro de la población son, asimismo, de tipo palacio urbano con el gusto moder-
no, lo que no deja de llamar la atención si se piensa que el recinto urbano era una
población de indios otomíes.
26
La suma de 75 100 almas rebasa la cifra de Riaño en el cuadro presentado antes,
con todo y que incluye más pueblos mineros. Hay menciones de datos descuidados
o no cotejados que están en el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, acaso
sea éste uno de los que requieran verificación.

52
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

1788. Se ha dicho que era centro administrativo, cabecera como


entonces se llamaba a las alcaldías, al que estaban integrados
los pueblos de indios Irapuato y Silao, y fue elegido sede de la
administración regional “con sus respectivas jurisdicciones,
de la misma ciudad de Guanajuato, de la Villa de San Miguel
el Grande, de la de León, de la de San Luis de la Paz, y de la
ciudad de la Purísima Concepción de Celaya”, motivo por el
cual hubo necesidad de conocer y recorrer el territorio como
lo hizo Amat y Tortosa.27
Para el desempeño de las nuevas funciones de la intendencia
en Santa Fe de Guanajuato había oficiales en funciones. Con la
mención de edificios destinados a las funciones inicia la descrip-
ción de la ciudad: “Goza de una real Caja o tesorería principal
de la provincia, como su capital, para el recibo y despacho de
los haberes reales. Casa Fuerte y extensiva con dos ministros de
Hacienda, contador y tesorero, oficiales subalternos, escribano
y portero”.28 Este edificio estuvo junto a las Casas de Gobier-

27
Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, Descripciones económicas regionales, p. 15.
Esta función existió desde los inicios de la Alcaldía Mayor al principiar el siglo xvii,
en los mismos edificios, reconstruídos entre 1696 a 1706. El expediente y el plano
pueden consultarse en mi artículo “Cómo surge la historia desde un documento”.
28
Ibid., p. 22. En adelante se trasladan descripciones y definiciones que estos histo-
riadores dan sobre las instituciones de que se trata, a fin de esclarecer funciones de
recintos y oficios, así de la administración como de la vida cotidiana. Cajas reales.
Tesorerías y contadurías de Real Hacienda: A fines del siglo xviii había cajas reales
en las principales intendencias y cajas subalternas en algunas provincias; la más
importante era la de México, llamada caja general de ejército y Real de Hacienda.
Véase la Real Ordenanza para el Establecimiento e Instrucción del Ejército y Provincias
en el Reino de la Nueva España. Madrid, Imprenta Real, 1786; Ismael Sánchez Be-
lla, La organización financiera de las indias (siglo xvi). Sevilla, Escuela de Estudios
Hispano-Americanos, 1968, cap. II, pp.71-128. Tomado de Enrique Florescano e
Isabel Gil Sánchez, Descripciones económicas regionales, n.p.p. 21.

53
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

no cuya modificación a las funciones de la intendencia y la


adecuación al gusto moderno las vino a proponer el segundo
intendente, Riaño y Bárcena. Próximas a ésta, bajando la Plaza
Mayor, estaban las casas de la Real Aduana, “que produce a S(u)
M(agestad) cuantiosas sumas del real diario de las especies y
géneros que la adeudan” por el comercio tan intenso que era
necesario en la ciudad más poblada del centro de la Nueva
España y por la dinámica de capitales de mineros metidos a
comerciantes, con capacidad de exportar ganado y cereales a
sus haciendas agrícolas y ganaderas, así de la región como fuera
de ella. Otras construcciones estaban destinadas al suministro,
fábrica y recaudación de impuesto por “la renta del tabaco,
Naipes, pólvora, papel sellado y colores, que rinde crecidos
intereses, la de la Real Lotería, que da cantidades abundantes;
la de la Real Renta de Correos, que igualmente y a proporción
aumenta el erario; la de la bebida de pulques que, como usual
y regional a los del natural indio y otras castas, se agrega a las
expresadas”. El Real Estanco de la Pólvora había sido trasladado
extramuros, a resultas del motín de 1767, cuando sacaron la
pólvora y la echaron al río, entonces frente a la hacienda del
Señor Conde de Valenciana, después de Flores, lugar donde
quedó el estanco del tabaco (la Casa Mata y el cuartel que la
resguardaba en fig. 16. Otros planos y proyectos castrenses en
figs. 17,18 y 19).29

29
Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, op. cit., pp. 21-22. Tabaco: Organizado
como Real Estanco en 1768, fue un producto de extenso mercado y su control
directo por parte del Estado fue ideado para incrementar los ingresos del erario. El
estanco o monopolio del tabaco incluyó su manufactura (cigarros y puros), su venta
y comercialización y hasta el cultivo, que se restringió exclusivamente a las villas de
Córdoba, Orizaba, Huatusco y Zongolica. Véase Fabian de Fonseca y Carlos de

54
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

En los sótanos de las casas reales había mazmorras sin luz


ni ventilación, dos cárceles desde que la finca tuvo la función
de Casas Reales para el Ayuntamiento, en ellas quedaban res-
guardados quienes eran detenidos por cometer delitos, según
la costumbre de presunción de flagrancia por intervención de
la Acordada, y quienes ya estaban juzgados y sentenciados en
los tribunales civiles pero también en los eclesiásticos; había
una sección para hombres “de todos delitos y juzgados, y el
eclesiástico y Real Tribunal de la Acordada”, otra para mujeres
y “recogimiento de mundanas”. Sin embargo, en el plano del
proyecto para la reconstrucción de las casas reales, que promo-
vió el segundo intendente, José Antonio Riaño y Bárcena, no
figuran estas instalaciones (véase el proyecto en figs. 20, 21 y
22). Estuvieron destinadas a tales fines hasta la sexta década del
siglo xix, cuando fueron trasladadas la función y las personas
al edificio ex alhóndiga en el paraje de las Granaditas.30
Otra característica notable como equipamiento domésti-
co eran los aljibes y el abastecimiento de agua para consumo
humano en las viviendas, transportada de manantiales a lomo
de humano cuando se trataba de agua de buen gusto y calidad:
“por todas partes de sus serranías y a cortas distancias (hay)
diferentes fuentes u ojos de agua de buen gusto que conducen
los aguadores en barriles”; en viviendas de aquellos tiempos
había “más de cien aljibes o cisternas, labradas a mucho costo
para coger agua [de] lluvia, y usar de ella”, a los que se conecta-

Urrutia, Historia General de Real Hacienda, México, Imprenta de Vicente García


Torres, 1845-1853, vol. II, pp. 353-486. Tomado de Enrique Florescano e Isabel
Gil Sánchez, op. cit., n.p.p. 22.
30
Ibid., p. 22.

55
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

ban sistemas de canales para captación de agua de lluvia. Para


el abastecimiento del agua necesaria en el consumo doméstico
y para los animales los habitantes que no tenían aljibe al paso
del tiempo habían construido bordos, cajas de agua, represas y
presas en los parajes donde era posible retener el agua.
La obra pública se realizaba con recursos del impuesto
especial a la ciudad para que no olvidara cuando se pronunció
en contra del rey de España al no acatar la orden de expulsión
fulminante de la Compañía de Jesús,31 aunque también se
usaba el impuesto de propios y arbitrios. Así que para estos
tiempos había “dos presas o estanques de calicanto muradas y
estribadas con el mayor primor de la arquitectura (se trata de
Pozuelos y La Olla), capaces de abastecer por su magnitud y
recibo a dos poblaciones de igual extensión que Guanajuato.
Del agua llovida que guardan sacan diariamente, una estación
con otra, 400 burros que la acarrean, por buen cálculo, más de
70 000 pesos anualmente; sin que contribuyan paga alguna los
aguadores, por ser fábricas y obras públicas de la misma ciudad,
construidas de sus rentas y fondos propios.”32
La prosperidad minera de Santa Fe de Guanajuato, para
fines del siglo xviii y principios del xix, era una constante que
no se veía tuviera fin, hasta que sucedieron los hechos armados
de 1810 a 1821, en tanto no se veía la catástrofe se ponderaba

31
Véase mi Historia del ejército en Guanajuato, 2003.
32
Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, op. cit., p. 23. Fondos de propios: El
servicio de indios en los propios (tierras del municipio) y arbitrios (ampliación de
los propios, cuando resultaban insuficientes) consistía en una obligación o carga
personal: trabajo en beneficio del municipio. Véase Andrés Lira González, “Aspecto
fiscal de la Nueva España”, en Historia mexicana, col. XVII, núm. 3, enero-marzo de
1968, p. 383. Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, op. cit., n.p.p. 22-23.

56
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

el potencial minero: “Hay en la sierra principal y Madre que


rodea la ciudad por la parte del noroeste al sudoeste diferentes y
muchas minas descubiertas poco después de los primeros años
de la conquista de este reino. Las más célebres de ellas fueron
la nombrada San Juan Bautista de Rayas, con dos tiros de más
de doscientas varas de profundidad para extraer por ellos los
abundantes y ricos metales que sus vetas y veneros producen,
el agua y escombro; y la fábrica del más nuevo es suntuosa, de
mampostería y costosa arquitectura, con la máquina de siete
malacates”,33
La intendencia, se ha dicho, tuvo pronto imagen urbana y
paisaje arquitectónico propios, el antiguo orden, si hacemos
metáfora del estilo barroco, estuvo caracterizado por el rebus-

33
Se refiere al tiro general de Rayas con más de 500 m de profundidad y donde
primero se utilizó la pólvora para las explosiones subterráneas. Malacate: Este
aparato consistía en un cabrestante o eje movido por mulas. Dos largas cuerdas
atadas al eje sostenían sendas bolsas de cuero que subían y bajaban alternadamente
por medio de la acción rotativa del cabrestante. Probablemente el malacate fue un
invento alemán. La evolución del malacate, de un simple montacargas activado en
ocasiones manualmente, a la poderosa máquina activada por seis y ocho caballos
o mulas y capaz de transportar cargas hasta de 1 250 libras no puede explicarse
cabalmente porque se desconoce con claridad la fecha de su introducción en la
Nueva España. A finales del siglo xviii la mina La Valenciana empleaba no menos
de ocho malacates en un gran tiro central, cortado en forma octagonal para facilitar
su uso. En otras partes fue común su instalación de cuatro o cinco máquinas. De
acuerdo con un informante de Real del Monte, Pachuca, la capacidad de transporte
de los malacates de este real se cuadruplicó durante el curso del siglo. Véase David A.
Brading y Harry E. Cross, “Colonial Silver Mining: Mexico and Peru”, en Hispanic
American Historical Review, vol. 52, núm. 4, noviembre de 1972, p. 550; David A.
Brading, op. cit., p. 185; P. J. Bakewell, op. cit, pp. 133-134; y Robert C. West, The
Mining Community in Northern New Spain: The Parral Mining District., Berkely y
Los Angeles, University of California Press, 1949, pp. 23-24. Enrique Florescano
e Isabel Gil Sánchez, op. cit., n.p.p. 22-23.

57
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

camiento de formas y volúmenes; y el nuevo orden, en atención


a las artes decorativas en general, era el de la sencillez de la
línea recta con el abigarramiento sólo donde era necesario, en
el capitel de las columnas corintias que, si bien ya estaban en la
arquitectura novohispana, alcanzaron notable presencia con la
sustitución de los estípites, los fustes tetróstilos o helicoidales.
Así se vieron surgir los nuevos templos desde su paño o fachada,
incluso en los edificios de la administración religiosa o civil, y
en los edificios dedicados al culto religioso con la sustitución
de los altares barrocos que imponía el nuevo gusto. Es el caso
del proyecto que impulsó Riaño para los cuarteles en las po-
blaciones de León, Silao, Irapuato, Pénjamo y Guanajuato, y
para lo que podríamos considerar vino a ser el primer palacio
de gobierno regional, las Casas de Gobierno, sobre otra finca
preexistente, la Alcaldía Mayor de Guanajuato.
En la época corta de la intendencia, 1786 a 1810, es nota-
ble la actividad arquitectónica y de equipamiento urbano en
la construcción de puentes como buen ejemplo, como si con
ello se quisiera significar el nuevo estado, la misma casa que se
construyó el intendente Riaño en el paraje a donde llegaba el
camino de la garita de San Miguel; asimismo, las fincas próximas
tuvieron elementos neoclásicos en la decoración, pero la cons-
trucción más notable fue el granero cuadrangular, de enormes
proporciones en relación con las suaves y curveadas fincas del
entorno, en el paraje de las Granaditas, la alhóndiga que vendría
a ser a la vez tumba del virreinato (la casa de Riaño y otra anexa
en figs. 23 a 27. La Alhóndiga en figs. 28, 29 y 30).

La ciudad de Salvatierra

El valle de Huatzindeo se le llamaba a este sitio junto al río Lerma

58
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

donde se encontraron numerosos promontorios de piedra, que


es el significado de Huatzindeo, y donde fueron establecidos,
a la ribera del río, los pueblos de indios Santo Domingo y San
Juan, y las haciendas de Santo Tomás, así como las que here-
dó don Andrés de Alderete, quien obtuvo la fundación de la
ciudad a cambio de la donación de su heredad: una ciudad de
españoles, el 1o de enero de 1643.
En una descripción de fines del siglo xix podemos imaginar
el paisaje como en otros valles y bajíos: “altas montañas po-
bladas de vegetación, desde la de Culiacán […] con pequeños
cerros en las llanuras de San José del Carmen, Ojo de Agua y
Panales […] grupo unido al cerro de Urireo, apenas dividido
de la cordillera de Agustinos por la pequeña garganta o Puerto
de Ferrer; la continuación de la cordillera de San Andrés que,
para Salvatierra, comienza en la hacienda de Obrajuelo, sigue
por Pejo, cerro elevado con vírgenes criaderos metalíferos, hasta
el Timbinal, de donde pasa a terrenos de Yuriria”.
Entre el río Lerma y la montaña Culiacán, y contando con
canales y acequias para las haciendas donde había molinos,
como los batanes para textiles, de harina de trigo, de maíz,
trapiches para la caña de azúcar, era el valle de Huatzindeo
una red de irrigación que sostenía una importante producción
huertera. Los pueblos de indios, ex profeso para la mano de
obra que requerían las labores de la agricultura, como Urireo,
San Miguel Ménguaro, Cañada de Caracheo y las propiedades
de fundaciones de religiosos y religiosas, algunos con casa den-
tro de la nueva ciudad: carmelitas, franciscanos, mercedarios,
agustinos; todo hizo que las fincas tuvieran presencia como
palacios urbanos y la infraestructura hidráulica como símbolo
de la administración temprana del recurso hídrico.
Pero de esta ciudad nada se ha dicho durante la insurgencia,

59
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

sólo por la fuga y persecución que se dio después de la caída del


fuerte de Liceaga en Yuriria, que tuvo en Salvatierra secuela de
derrota; una columna que colocaron en la plaza de armas como
recuerdo de la Independencia, y hoy se encuentra en otro lugar,
es la presencia del gusto corintio. Una placa sobre el puente de
Batanes, cuya inscripción dice: “La Junta Patriótica de 1890
recuerda a los trescientos insurgentes, ejecutados en ʻla pared
que hace un costado de la fábrica, y continuación del pasamanos
del puente, por orden de Iturbide”, a quienes mató, según decía
en el parte que rindió al virrey, como a herejes excomulgados,
en un día que la Iglesia católica respeta, como es el viernes de
la Semana Mayor.34

Villa de Salamanca

La cuenca del río Laja era el camino hacia el poniente, hasta


Salamanca, en la junta de éste con el río Lerma. Había otro
camino, el del Guaxe, o Aguaje, por lomeríos de tierra blanca
y compacta que a otro viajero pareció del todo estéril: “tantas
tierras baldías que los ojos deseaban apartarse de aquellos ame-
nos dones de la naturaleza, pero una legua antes de mi arribo (a
Salamanca) entré en la hacienda de Olivos, perteneciente a don
Joaquín de los Ríos, a fin de respirar dando gracias al creador
la vista de aquellos ensayos de tan ricos frutos, donde también
había un molino que por falta de agua no trabajaba”.35
Esta villa de españoles también es un cruce de caminos: al
norte la vertiente del río Temascatío que lleva cuesta arriba a

34
Pedro González, Geografía local del estado de Guanajuato, pp. 234, 245.
35
Mourelle, op. cit., p. 30.

60
Pai s aje urb aní s tico y arq uit e ct ónico : arq uit e ct ura bicent enar i a

la Sierra de Codornices por un lado, y por el otro a la de Gua-


najuato, desde donde llegaban los arrieros con la leña y el carbón
y con las piedras para las construcciones, cuando no con los
metates y molcajetes que labraban en Neutla y Comonfort, a
través del camino que pasaba por Santa Cruz y el Guaxe. Hacia
el sur el camino a Valle de Santiago, Yuririahpúndaro, el lago
de Cuitzeo con su convento y después la sede del Obispado de
Michoacán, la ciudad de Valladolid; era éste el camino directo y
seguro para ir y venir hacia aquel sitio, por lo que debían acudir
a Salamanca quienes le tuvieran como origen o destino, desde
San Luis Potosí, Guanajuato, San Miguel y San Felipe, aunque
de aquí, por León podían utilizar otra vía más larga. Hacia el
poniente se llegaba a otro valle, el de Irapuato. A Humboldt,
Salamanca le pareció “pequeña pero bonita, situada en un llano
que insensiblemente va elevándose por Temascatío, Burras y
Cuevas, hacia Guanajuato”.36
En 1790 Mourelle mencionaba una cantidad de entre 13 000
a 14 000 habitantes, y encontraba la agricultura y la industria
como punto de subsistencia para todos ellos; sin embargo,
por las ruinas que vió, le pareció que antes era más próspera la
región. “No hay ricas cosechas de trigo –decía Humboldt– si
no se hacen sangraduras a los ríos conduciendo el agua desde
muy lejos por medio de acequias. Este sistema de canalizos se
sigue particularmente en los hermosos llanos que adornan las
márgenes del río de Santiago, llamado Río Grande, y en los que
se encuentran entre Salamanca, Irapuato y León.”37

36
Alejandro de Humboldt, op. cit., p. 229.
37
Mourelle, op. cit., p. 30-31. Alejandro de Humboldt, op. cit., p. 256.

61
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

62
La guerra en el contexto regional: sierras,
mesas, valles, bajíos y una laguna con dos
promontorios que hicieron isla

Ubicada la Intendencia Mayor de Guanajuato en el centro


geográfico, entre las principales ciudades de la Nueva España y
sobre el nudo de caminos por los que iban y venían los efectos
comerciales, desde el remoto Paso del Norte, de los puertos
de San Blas y de Manzanillo, de los emporios mineros de
Zacatecas y San Luis Potosí, de la esplendorosa Guadalajara
y de la no menos señorial Valladolid, la laguna de Yuriria es
obra artificial del siglo xvi; los religiosos agustinos dieron a
la depresión la función de contenedor del agua que vertían
arroyos de los alrededores y mandaron labrar un canal para
regular el caudal que extraían del río Lerma. A las colinas cuyas
puntas sobresalían de las aguas se les llamó islas: San Pedro, la
más próxima al embarcadero de Santa María, y más hacia el
interior del cuerpo de agua dos promontorios fueron unidos
por un dique, la calzada, para aprovechar en la edificación de
galeras. A esto se le llamó isla de Liceaga. La calzada o dique
era un muro de calicanto de 180 m de largo por 3 m de ancho
sobre el cual levantaron una cerca de piedra de 2 m de alto, y
para no acceder a él se construyeron fosas profundas bajo el
agua de la laguna y en las inmediaciones del piso firme de las
islas en las que levantaron estacadas que “abrazaron, en idén-
ticas condiciones, el perímetro rocalloso de los promontorios

63
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

ligados, los cuales quedaron convertidos en fortaleza lacustre,


única en su género”.38
En las galeras instalaron la forja para fundición de cañones, los
troqueles para acuñar moneda, el espacio para fabricar pólvora,
actividades que realizaron clandestinamente, lejos de la mirada
de curiosos, particularmente la impresión de documentos de
la insurgencia en una prensa pequeña enviada para la causa
por una asociación secreta, los Guadalupes, a la Suprema Junta
Nacional. En esta prensa fueron formados e impresos para su
difusión volantes, manifiestos, proclamas, partes con las que
José María Cos integraba la Gaceta del Gobierno Americano en
el Departamento del Norte, particularmente las fechadas en 23
y en 30 de septiembre de 1812.39
Otros impresos que habrían sido formados y editados en la isla
de Liceaga son los tres bandos que indican tal origen, Cuartel Ge-
neral de Yuririahpúndaro, 20 de julio de 1812, uno sobre alianzas
e indultos, otro en alusión a comportamiento escandaloso; y el de
10 de septiembre de 1812, que contiene diversas disposiciones
para cuando ya tenían a la vista a los contingentes realistas que
levantaban campamentos para establecer el sitio.40
También dispusieron la defensa de la isla con “más de ciento
cincuenta merlones dispuestos como parapetos para sus caño-
neras, y que fueron transportados” en balsas o pangas.41

38
Rodríguez, op. cit., p. 277.
39
El importante papel de la prensa insurgente sigue siendo asunto que da nuevos
enfoques cuando son localizados y preparados para su publicación, como ha sido
con el Despertador Americano, de Miguel Hidalgo, impreso en Guadalajara, y el
Correo Americano del Sur, de Oaxaca. De esta Gaceta del Gobierno Americano en el
Departamento del Norte faltan por reunir las partes, testigos de la historia.
40
Rodríguez, op. cit., pp. 264-272.

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L a g u e r ra e n e l cont e xt o or ig inal : sier ra s , m e sa s , v alle s , b aj í o s y una l ag una c o n do s p r o -
mon tor io s q u e hicieron i sl a

De cómo narraron la batalla por Yuriria


y la toma de la isla de Liceaga

La Suprema Junta Nacional, en Sultepec, el 16 de junio de1812


resolvió que la región de Yuriria fuera la sede del norte, para lo
cual envió a José María Liceaga, el Bronco, acompañado, entre
otros, de Miguel Borja, Joaquín Parres, Manuel Muñiz, María
Candelaria Borja, fray José Ledezma y Serapio Ibarrola.42

Reservé hablar de lo concerniente a Liceaga, quien a consecuencia de


su dispersión en el Valle de Santiago se retiró a la Laguna de Yuriria; y
como en el centro de ésta hay dos islotes, eligió el más grande, al que
dio su nombre, y construyó varias galeras para fundición de cañones,
fábrica de pólvora y acuñación de monedas. Iturbide trató de batir
previamente a las partidas enemigas que había en la circunferencia
de la Isla, de manera que en los cuarenta días que ocupó en esos
hechos de armas, desde el nueve de Setiembre en que los comenzó,
murieron varios insurgentes, y además hizo prisioneros al coronel D.
Francisco Ruiz y al teniente coronel de artillería D. Francisco Valle,
quienes en el acto fueron fusilados. Liceaga desde el principio de las
operaciones referidas se retiró de la isla, en la que quedó mandando
el padre D. José Mariano Ramírez. Iturbide se decidió a atacarla en la
noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, disponiendo las tropas
de modo que acometieran a un tiempo por cuatro puntos, y todas
sujetas a las órdenes del capitán D. Vicente Enderica; y habiendo
contribuido al desaliento de los defensores el haberse incendiado
una cantidad de pólvora dentro de la isla, fue fácilmente tomada a
causa de tal accidente. Desde luego se aprehendió al referido padre

41
Idem.
42
Ibid., p. 264.

65
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Ramírez, coronel y comandante de ella, a D. José María Santa Cruz,


que fungía de mayor de plaza, a D. Tomás Moreno, comandante de
artillería, al inglés Nelson, ingeniero, y a Felipe Amador, quienes
conducidos a Irapuato fueron pasados por las armas, corriendo
igual suerte todos los demás que fueron aprehendidos, escapando
únicamente de dicha aprehensión los que se arrojaron a el agua, y
concluyendo todo con la destrucción de la fortificación.43

La comarca lagunera, y por consiguiente las islas, no eran


atacadas por los realistas; el jefe García Conde consideraba
arriesgado meterse a la laguna y a sus islas, en particular la
que había sido fortificada, en cambio propuso bloquear toda
actividad de comunicaciones entre la isla y las riberas pobladas
de la laguna de Yuriria.
A partir del 9 de septiembre de 1812 se emplazó en las
proximidades del pueblo y la laguna el campamento realista
para hostilizar a los grupos armados de insurgentes y acabar con
la colaboración de los yurirenses con las dos islas dentro de la
laguna. Se concentraron efectivos militares que operaban en el
norte de Michoacán y en el Bajío mientras tenían en Irapuato el
cuartel general de operaciones para la región, al mando de Agustín
de Iturbide. Las operaciones definitivas de Yuriria estuvieron a
cargo de Diego García Conde y de Vicente Enderico. Agustín de
Iturbide reportó hasta 19 encuentros con partidas de insurgentes
en las inmediaciones, a quienes habrían derrotado.44

43
José María Liceaga, Adiciones y rectificaciones a la Historia de México que escribió D.
Lucas Alamán formadas y publicadas por José María Liceaga. México, INHRM, 1985.
[Edición facsimilar de la princeps, Guanajuato, Imp. de E. Serrano, 1868] p. 241.
44
Rodríguez, op. cit., p. 277.

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L a g u e r ra e n e l cont e xt o or ig inal : sier ra s , m e sa s , v alle s , b aj í o s y una l ag una c o n do s p r o -
mon tor io s q u e hicieron i sl a

El campamento realista se ubicó, según una versión, en el


sitio conocido como Santiaguillo, y dispusieron su artillería
en una colina ondulante desde la que disparaban hacia las
proximidades de la isla de Liceaga, sin que se conozca si era
ésta la estrategia desmoralizante que utilizaban o tenía efecto
en las vidas de los ocupantes de la isla. Se entiende que con esta
acción cortaron la vía menos larga para llegar por canoa entre
las orillas de la laguna y la isla.
Cuarenta días sostuvieron el sitio para que el desaliento y la
incomunicación produjeran la desmoralización de los sitiados,
hasta que de la noche del 31 de octubre a la madrugada del 1o
de noviembre sucedió el asalto a la isla. Los realistas utilizaron
canoas de los pescadores y balsas que habían construido para
el asalto. Llegaron sin encontrar mucha oposición. Un estallido
de pólvora en el baluarte insurgente había descontrolado las
operaciones de defensa, no pocos habían huido nadando hacia
las orillas más próximas de Yuriria.
El ataque a la isla había sido dispuesto por cuatro direcciones
para no dejar salir a nadie y ajusticiar a todos los que llegaran
por agua. Los primeros realistas en llegar a la isla fueron diez
granaderos del cuerpo asignado al sargento Juan Espinosa, y
enseguida los realistas de Silao con Gaspar López al mando.
No pocos de los que allí estuvieron salieron por el agua hacia
las orillas más próximas, otros fueron tomados presos, llevados
a Irapuato y ajusticiados en los primeros días de noviembre.
Del amanecer del 1o de noviembre de 1812 un escritor muy
posterior a los hechos, al recordar la etimología de Yuririah-
púndaro, ha dicho: “¡Lago de sangre! Afirmaban convencidos
los habitantes de la región, al despuntar el alba del día de los
difuntos, y contemplar con azoro las ruinas humeantes del fuerte
de Liceaga, azotadas furiosamente por las olas bermejas, que

67
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

devoraban al hormiguero flotante de cadáveres, desgarrados


con salvaje instinto.”45

Los participantes

Felipe Amador.46 Religioso que abrazó el partido de la Indepen-


dencia, en 1812 estaba en la región de Yuriria formando parte
del contingente de José María Liceaga, ordenado por la Junta
Suprema Nacional para sostener la insurrección en el Bajío.
Jose María Liceaga.47 Nombrado por Hidalgo como se-
gundo jefe del Ejército Insurgente y comandante militar de las
Operaciones del Centro, se destacó en las campañas del Bajío,
yendo y viniendo por los antiguos caminos de herradura o
entre la fragosidad de los montes como notable jinete que era,
y teniendo por centro a su natal Silao por las proximidades de
la sierras centrales que le daban resguardo. A sus acciones se
debe haber establecido el campamento clandestino de la laguna
de Yuriria, por lo que ha sido conocido como isla de Liceaga. Al
inicio del sitio se encontraba restableciéndose de una herida de
bala por los enfrentamientos en Uriangato, en los manantiales
de Cerano, de donde se trasladó a Silao.
Tomás Moreno.48 Era el comandante de artillería en el
baluarte, donde fue tomado prisionero y conducido a Irapuato
para ser pasado por las armas.
Nelson Buchanan.49 De nacionalidad inglesa, participaba en

45
Ibid., p. 278.
46
José María Miquel i Vergés, Diccionario de insurgentes, México, Porrúa, 1980, p. 33.
47
Rodríguez, op. cit., pp. 211 y siguientes.
48
José María Miquel i Vergés, op. cit., p. 408.
49
Ibid., p. 421.

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mon tor io s q u e hicieron i sl a

la Guerra de Independencia poniendo sus conocimientos de


artillería. En la isla de Liceaga tuvo a su cargo los trabajos de
fortificación, para lo cual ordenó la construcción de un dique
calzada que uniera con piso más firme a los dos promontorios
que así fueron una sola isla. Fue tomado prisionero y trasladado
a Irapuato para ser fusilado en el cuartel general de operaciones
del Bajío.
José María (o José Mariano) Ramírez.50 Tuvo el mando de la
isla al retirarse José María Liceaga rumbo a Silao, antes de que se
presentara el sitio de Yuriria, le acompañaban en la isla unos 200
efectivos. Ramírez era subdiácono cuando se lanzó a la guerra y
llegó a alcanzar el grado de coronel. Hecho prisionero en la isla
se le envío a Irapuato, donde fue pasado por las armas.
José María Santacruz.51 Era de grado militar mayor en la plaza
insurgente de Yuriria, hecho prisionero en la isla lo trasladaron
a Irapuato para ser fusilado.

Un mapa como parte de guerra

El mapa se encuentra en la Universidad de Texas, en la biblioteca


de Austin, no ha sido fechado ni se le adjudica autoría. Resulta
ser una parte de la batalla, como se deduce por las descripciones
y explicaciones que le dan nombre: “Mapa que manifiesta la
laguna de Yuriria e Ysla Liceaga ganada a los Ynsurgentes el día
1° de noviembre de 1812”; la relación de lugares identificados
mediante números es la siguiente:

50
Ibid., p. 481.
51
Ibid., pp. 541-542.

69
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

1. Laguna de Yuriria
2. Ysla de Liceaga
3. Calzada hecha a mano
4. Muelle
5. Cerrito de Bargas
6. …
7. Embarcadero de … Rey
8. Pueblo de Yuriria
9. … y convento de San Agustín
10. Campamento
11. Batería
12. Ranchos de Santiaguillo
13. Camino de Salvatierra
14. Hacienda de Zempoala
15. Hacienda de San Nicolás
16. Cerrito de id.
17. Monte de id.
18. Tierra de labor

En la descripción pictografiada está el paisaje que com-


plementa las explicaciones pintadas en el mapa. Así, vemos al
pueblo alrededor de la hacienda de San Nicolás de los Agustinos
(número 15) junto a grandes árboles, acaso los sabinos que le
distinguen, un camino y el cerrito de San Nicolas (al parecer
actualmente Cupareo), y un campo arbolado hasta el camino
de Salvatierra (13). Al centro las dos islas (2) y un islote (3)
rodeados de canoas (6).
Al oriente, próxima a la ribera de la laguna, se ve una caballe-
ría, dos colgados de un árbol frondoso, uno y otro de una horca,
también un fusilero como a punto de dispararle a un personaje
hincado y de espaldas. Al sur de la ribera de la laguna se ven

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canoas, el medio de transporte usual, y un regimiento en forma-


ción frente al campamento (7) junto a un camino (13) y unas
casas (12). Al poniente, en un cuadrante, el campo de cultivo
y debajo el pueblo de Yuriria (2), en las afueras (8) un colgado
de un árbol, entre el pueblo y la laguna un regimiento.
En tres recuadros a la base del documento, la siguiente
explicación:

Fábricas que se hallaron en las dos Yslas con expresión de sus ….


1 galera de … de… vs de longitud y… vs de latitud, paredes de
piedra … 3 cuartos … techos de tejamanil y 13 hornillas de los
mismos … para carpintería y … para fundir balas … con … de
vs longitud y … latitud… para la …. 2 piezas cuadradas para
despacho de 8 vs: otra id del mismo tamaño con cuatro troqueles
uno para …, otro para pesetas, otro para … y otro para . Una galera
cuadrada de… varas con sus partes y cuatro casas de … y … de
granero de piedra con el techo de tejamanil en … con un horno
y … fundir cañones.
Una casa con 3 piezas de diez varas de largo y ocho de ancho
para molienda y panaderías con horno y amasijo: dos piezas para
parque cuadradas de 6 vs con sus paredes de piedra: una casa sin
acabar para habitación del comandante Ysla con 3 piezas; una garita
de 12 vs de longitud y … de latitud para la fábrica de pólvora: …
de tule.

Hay una nota que dice:

La Ysla del este tiene mil sesenta y cinco varas en circunferencia


amurayada con una cerca de piedra de … vs de alto con 71 mer-
lones, y a la parte exterior de ella tiene un foso de 2. Vx de ancho y
2 de alto, y a la 15 vs una estacada entretejida con espinos. La Ysla

71
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

del oeste consta de 915 vs en circunferencia con su muralla, foso,


y estacada en la misma disposición que la otra y con 61 merlones.
La calzada tiene 187 vs de longitud y 3 vs de latitud, muralla, foso
y estacadas. El pueblo dista … de la laguna mil varas . A las orillas
de la isla hay un espesísimo …

El paisaje después de la batalla

El 16 de noviembre del mismo año, Liceaga redactó una larga


carta a Ignacio López Rayón, presidente de la Suprema Junta
Nacional, estando en el cuartel general de la Congregación de
Silao en el cerro del Cubilete. La carta resultó de la consulta que
Rayón hizo sobre una propuesta de armisticio que, después de
la acción de Yuriria, envió el virrey Venegas para lograr un plan
de paz y que los insurgentes depusieran las armas.
Después de una larga exposición del análisis, y planteando
escenarios diferentes del porvenir, de ser aceptada la propuesta
de Venegas y de no serlo, Liceaga se dirige a Morelos, a Verduzco
y a Rayón con tanto ímpetu que se nota un espíritu de lucha
muy competente y una capacidad de estratega en el análisis
que hace de la realidad y de las probabilidades. Es de pensar
que en el Bronco de Silao, Liceaga, no hubo derrota moral por
lo acontecido en Yuriria, sino por el contrario, sostenía los
anhelos de independencia, según podemos entender en los
siguientes párrafos:

¿Puesto en ejecución ese plan y retirados de la insurrección los


primeros jefes de ella, terminarán las diferencias, o se precipitaría
el Reyno en una anarquía más espantosa que la guerra?, ¿vistos a
buena luz se lograrán con él las pretensiones de la nación, o sólo es
un fantasma de libertad que alucina?, ¿los americanos quedarían

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mon tor io s q u e hicieron i sl a

contentos con que se pusiese a la frente del gobierno, un Venegas, un


Calleja y otros gachupines que por inicuos, sanguinarios y opresores
se han hecho el objeto del odio público?52

La sola solicitud del armisticio que les hizo llegar Rayón a


nombre de Venegas, a Liceaga le resultó ser el reconocimiento
de la causa justa de los americanos por la emancipación de la
conflictiva monarquía española en esos momentos secuestrada
por el imperio napoleónico. Era un reconocimiento que levan-
taba la causa del pueblo, por lo que Liceaga propuso se hicieran
públicas las negociaciones:

luego que el público vea que aquel mismo gobierno déspota y tirano,
que no había querido hablarnos, sino con la punta de la espada,
encorva ahora su orgullosa cerviz a solicitar las capitulaciones,
serán infinitos los comentarios que sobre esto haga el pueblo, al ver
que la causa de los americanos no estaba tan desesperada, como
intentaban persuadir nuestros opresores.53

Lo otro es el anhelo libertario a ultranza, dice Liceaga:

No obstante el adagio de que vale más mala composición, que buen


pleito, yo no suscribiré jamás a la opinión de largar las armas que
hemos empuñado contra nuestros opresores, exponiendo la patria a
peligro, de nunca volver a tomarlas para recobrar la libertad. Porque
hablemos claro; ésta es la alhaja preciosa porque anhelamos, éste
el objeto de nuestras pretensiones, cualesquiera que sean las apa-

52
Rodríguez, op. cit., p. 283.
53
Idem.

73
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riencias con que por ahora nos vemos precisados a conformarnos


con el idioma del fanatismo, que se alimenta de errores y no puede
concebir que haya hombres sin Rey.54

Liceaga se pronuncia por el fin de la Nueva España, por el


cese de los nexos con España: “debemos apresurarnos a influir
bajo de mano, en la pronta muerte de esta madrastra cruel, fo-
mentando la guerra, y estorbando el envío de auxilios de todas
clases, aunque la negociación es utilísima en cuanto podemos
sacar de ella todo el fruto que hemos menester en las actuales
circunstancias”;55 propuso la simulación del advenimiento, en
principio y con condiciones: hacer del conocimiento público
las negociaciones, inducir rivalidad entre Calleja y Venegas para
que resultara en la separación de ambos y en la disminución
de poderío militar de aquél, que se compartiera la ilusión de
que Fernando VII debe ser el monarca pero “Que en el fondo
y en la realidad jamás se pierda de vista una independencia
absoluta”. Otra variación de la resistencia es mencionada con
reiteración: las negociaciones con Estados Unidos de Nortea-
mérica para obtener la Declaración de Independencia, por lo
que recomienda se haga también del conocimiento público, y
que “si en este tiempo logramos en efecto un tratado con dichos
americanos, podemos descubrir un poco nuestras intenciones,
dando motivo a que los agentes de México se retiren”.56
Si se llegara a fracasar, quedaba ofrecerles a Venegas y a
Calleja la primera magistratura y el Congreso respectivamen-

54
Ibid., pp. 284-285.
55
Ibid., pp. 285-286.
56
Ibid., p. 286.

74
L a g u e r ra e n e l cont e xt o or ig inal : sier ra s , m e sa s , v alle s , b aj í o s y una l ag una c o n do s p r o -
mon tor io s q u e hicieron i sl a

te y “si no tuviéramos bastante sagacidad para hacer tragar el


anzuelo, volvamos a nuestra cantinela antigua de insurrección,
siguiéndola sobre el mismo pie que hasta aquí; pero hagamos
los últimos esfuerzos, para que se sisteme la guerra”.57

57
Idem.

75
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

76
Imágenes
1. Plano de la Alcaldía Mayor de León antes de la fusión de las alcandías
en la Intendencia mayor de Guanajuato

2. Plano de la congregación de Silao con la sierra central al fondo, 1803


3, 4 y 5 Plano de humboldt. Géologique des environs de Guanaxuato fondée sur des mesures
géodésiques et Barométriques faites en aout et September 1803. Par A. de Humboldt
6. Mapa de la Intendencia de Guanajuato
7. Mapa centro del virreinato
8. Primer mapa de la república mexicana, 1811, de Humboldt [humboldt, Ensa-
yo político sobre el reino de la Nueva España]
9. Centro norte de México en 1810

10. Camino del río Lerma


11. Camino Real de Tierra Adentro

12. Sistema serrano sureste


13. Retablo barroco inconcluso

14. Dolores Hidalgo, retablo inconcluso


15, Dolores Hidalgo, parroquia de portada barroca
16. Casa Mata y camino al fortín del cerro de San Miguel
17. Cuartel de San Pedro
18. Plano proyecto de cuartel
19. Plano proyecto de la garita de Marfil
20, 21, y 22 Proyecto para Casa Reales
23 y 24 Casa del Intendente Juan Antonio Riaño y Bárcena
25, 26, y 27 Casa del Intendente
Juan Antonio Riaño y Bárcena
28. Alhóndiga
29. Plano y alzado de la Alhóndiga

30, Alhóndiga de Granaditas


Fuentes en San Miguel de Allende
Casa de los Alamán
Casa Rul; acceso a capilla
y vista de ángulo de patio
Puerta de la Hacienda del Patrocinio
Balcón neoclásico en Plazuela de los Ángeles
Casa del Campanero

Plano Casco de la hacienda de Jaral de Berrio


Fuerte Isla de Liceaga

Sitio de la Isla Liceaga


Campamento en toma

Fuerte de Liceaga
Puente sobre Río Laja
Plano y croquis de pilastras para puente sobre Río Laja

Plano y croquis de pilastras para puente sobre Río Laja


Plano Tresguerras
Monumento a Francisco Tresguerras
Columna del centenario
Columna de la independencia utilizando el monumento que levantaron hacia
finales del virreinato, obra de Tresguerras
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116
Índice

Introduccción  •  7

El paisaje de la Intendencia de Guanajuato


en 1803  •  27
Paisaje urbanístico y arquitectónico:
arquitectura bicentenaria  •  49
La guerra en el contexto regional: sierras, mesas, valles,
bajíos y una laguna con dos promontorios
que hicieron isla  •  63
Imágenes  •  77

Bibliografía  •  109

117
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

118
119
Jo sé Lui s L ar a Vald é s

Para la elaboración de este libro se utilizó el tipo Arno Pro;


el papel fue bond crema de 90 g.

La impresión y encuadernación de Guanajuato: El paisaje antes de la Guerra


de Independencia fueron realizadas por Jesús Aceves Hinojosa,
José Ramón Ayala Tierrafría, José Román López y Michel Daniel
Rea Quintero en el Taller del IEC, en febrero de 2010.

Cuidado de la edición: Luz Verónica Mata González


Corrección: Julia Érica Negrete Sandoval
Formación: Héctor Hernández G.

El tiraje fue de 500 ejemplares.

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