Está en la página 1de 4

La madurez social, la adquisición de normas de conducta y la restricción de

los impulsos no se desarrollarán sin educarlos. El niño no adquirirá control


sobre sus impulsos a no ser que se le Eduque. Fraiberg.

Las Rabietas
Es una forma de enfado violenta e intensa acompañada de
conductas de llanto, gritos, pataleos o agresiones hacia
sí mismo, hacia los objetos o hacia los demás. Cada niño las expresa
de una forma diferente.
Entre los 2 y lo 5 años pueden ser evolutivas, o sea normales en el
desarrollo de su personalidad teniendo por objeto marcar su propia
independencia respecto al adulto pero pueden convertirse en una forma
habitual de comportamiento si no se abordan convenientemente.

Suelen utilizarla para lograr sus deseos porque le ha resultado útil en


alguna ocasión.
Proceso que sigue la rabieta

El niño aprende
a enfadarse para
lograr lo que desea

A El niño recibe
n atención
Refuerzo +
t
e CTA
c El niño El adulto le
e se enfada para permite la cta
d conseguir algo
e El adulto evita el
enfado del niño.
n Refuerzo +
t
e
s
El adulto aprende
a prestarle
atención al enfado
1. Dar la importancia justa
Es una conducta evolutiva (2-5 años). Supone una afirmación de su personalidad. El niño tiene que aprender
que es una conducta inadecuada. Hay que adoptar medidas para que no se asiente como un estilo de
comportamiento habitual

2. Plantear límites seguros y claros


Normas consistentes, razonadas, conocidas, ajustadas
al niño ye invariables. Evitar que el estado de ánimo
del adulto dicte los límites.

3. Anticipar situaciones
Evitar situaciones propicias. Indicar al niño lo que se
espera de él. No temer la aparición de la rabieta. Es
una ocasión de aprendizaje.

4. No prestar atención
Resulta difícil, implica emociones en los padres. Solo podemos ignorar una conducta cuando no preocupa.
Asegurarnos de que el niño no corre peligro. No suele ser el mejor momento para razonar.

5. Controlar la situación emocional


Evitar sentimientos de incompetencia, inseguridad. No perder el control reaccionando violentamente.
No dejarse llevar por las manifestaciones de rechazo del niño “no te quiero”, “malo…”.
Usar claves de autorefuerzo como padres “ Es lo mejor para mi hijo”, “ le estoy enseñando a controlarse…”
Cuando se pasa la rabieta, recibirle afectivamente como si no hubiera pasado nada.
6. Si no se pasa, tiempo fuera.
Aislarle en algún lugar unos minutos con objeto de que se tranquilice.

7. No permitir que el niño logre sus propósitos


No ceder ante las presiones del niño aunque llore. Mostrarle las consecuencias de su conducta para él y
para los demás. Hacer que cumpla una consecuencia si así se ha acordado.
No bajar la guardia, actuar ocurran donde ocurran.

Lo más importante de todo es que no logre sus propósitos empleando una rabieta
para evitar que ésta se asiente como estrategia habitual.

También podría gustarte