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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Maffesoli, Michel
NOMADISMO JUVENIL
Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 151-159
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115264013

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FLUIDOS
NÓMADAS 151
NOMADISMO JUVENIL

Michel Maffesoli*
Traducción Gisela Daza**

Escapar de las instituciones fundadas de la moderni- It seems typical for young people to escape from the
dad parece ser lo propio de los jóvenes. Ellos a fuerza de institutions founded by the modern age. They, through re-
rechazo y aparente indiferencia, pugnan por una expe- jection and apparent indifference, strive for a creative and
riencia creadora y fundante de lo que quizás sean en una founding experience of what maybe will be, in a near
temporalidad cercana, las formas de socialidad que abri- temporality, the forms of sociability that make way for new
rán paso a nuevos modos de ser comunes y comunitarios. ways to be common and communitarian.

* Profesor de Sociología en La Sorbona (París V), Director del Centro de Investigaciones


sobre lo Actual y lo Cotidiano y el Centro de Investigaciones sobre lo Imaginario (CRI)
y Jefe de Redacción de la Revista Sociétés.
** Investigadora en la línea Socialización y Violencia, DIUC.

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H ay varias maneras de si-
tuarse frente a un mundo que se ha
prender a los observadores sociales,
tan habituados como están a las ca-
dernos. En síntesis, hay que saber
ubicarse en perspectiva y darse
vuelto extraño y extranjero. Una, tegorías filosóficas heredadas del úl- cuenta que muy pocas cosas, o in-
bien conocida, frontal, organizada, timo siglo. cluso nada, son realmente nuevas
programada, que hizo los mejores bajo la luz del sol y que aquello que
días de lo político y de los partidos Demasiado obnubilados por los se creía superado tiende a volver
encargados de administrarlo, no pa- valores que rigieron la modernidad sobre la escena social.
rece ya estar de actualidad. Otra, y demasiado seguros justamente de
que de tiempo en tiempo vemos re- ese carácter moder- Escapar de las instituciones, re-
aparecer en las historias humanas, no que hace de chazar la explicación racionalista
insidiosa, desordenada, comparable estos valores insu- del mundo, no puede ser analizado
a esa actitud de los malos estu- perables, nos es simplemente como una regre-
diantes que, sordos a las muy difícil sión. Se trata más bien de una
conminaciones de sus maestros, especie de regrecencia, de un
muestran la réplica insolente retorno a arcaísmos fundadores
como único modo de partici- que se revelan portadores de
par. Es esta la respuesta de los una nueva socialidad. De he-
jóvenes frente a los principios cho, un reencantamiento
de realidad que la seriedad de por el mundo que se funda
un mundo que envejece inten- en una exigencia cualita-
ta imponerles. tiva, no puede ya satisfa-
cerse sólo con la certeza de
La protesta ya no es el no morir de hambre,
tema de discusión por ser de- cuando ésta hay que
masiado tributaria de aque- pagarla con otra, la cer-
llo a lo que se enfrenta. teza de morir de abu-
Quizás haya que estar aten- rrimiento.
tos al aparente conformis-
mo de los jóvenes, a su En la sensibilidad de
general aceptación frente a las jóvenes generaciones
lo que sucede. Fijarse si no hay un rechazo frente a
se trata de una especie de todo tipo de manipula-
artimaña que, de modo no ción o poder exterior:
consciente o en todo caso e c o n ó m i c o , político,
no dicho, disfraza una sed científico. Ello las condu-
Jim A mar al

de infinito, un deseo de lo ce a depositar la confian-


lejano, de contornos ne- za, preferiblemente, en la
bulosos, no por ello me- propensión natural carac-
nos exigente o intenso. terística de la auto or-
ganización, ya sea esta
El escapismo, el librar- natural o social.
se de todo, podría ser la
réplica singular del fin de Desde el “mochi-
siglo. No situarse ya a fa- imaginar que pue- lero” al “juerguista”,
vor o en contra de las dan ceder su lugar sin olvidar las diversas formas de in-
diversas instituciones a maneras de ser y diferencia política, social o religio-
sociales o políticas, de pensar que fue- sa, hay un hilo rojo, tenso e
sino escapar hacia otros ron propias de infranqueable, aquel de la solidari-
lugares, es algo que no deja de sor- períodos premo- dad de base y de los valores que le

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están ligados. Vagando o errando mativa, es ciertamente la conse- juvenil: ha tomado prestado de di-
fuera de toda institución, o por lo cuencia directa de la libertad de es- versas civilizaciones elementos que
menos no siendo esclavo de ningu- píritu, o de un escapismo que ya no el racionalismo triunfante había
na, unos y otros afirman la impor- puede reconocerse en ningún en- ocultado o marginalizado y que se
tancia de la experiencia vivida y el cierro institucional, sea cual fuere, están convirtiendo en el centro de
sentido concreto que ésta puede y cuyo origen se halla en el enfren- la socialidad contemporánea.
inducir. Ello es lo que está en juego tamiento común del destino vivi-
en las tribus postmodernas donde do de manera proxémica. Quizás Lo anterior quiere decir que el
la desconfianza hacia las ideologías todo esto sea lo que constituye la “yo” posee una multiplicidad de
y los valores universales se acom- potencialidad de una socialidad que facetas, tanto como la sociedad
paña con una innegable generosi- ya no tiene nada por hacer con los una sucesión de potencialidades.
dad de ser, aún si ésta tiene ciertos discursos catastróficos o con los El hecho de no adherir
acentos anómicos y algo incon- crispamientos dogmáticos y que se durablemente a ninguna institu-
formes. Tanto en la efervescencia expresa insolente y jubilosamente ción, de rechazar las diversas for-
de las situaciones de protesta, como a través de esos sorprendentes fe- mas de compromiso, no es más que
en la reiterada cadencia de la vida nómenos que, en tiempo de crisis, un modus operandi que permite vi-
cotidiana, se expresa, en filigrana, constituyen los movimientos cari- vir ese pluralismo estructural. Tam-
un potente intercambio simbólico tativos, las explosiones lúdicas, el bién un modo de asumirlo. En
donde lo material y lo espiritual sentido de la fiesta y otras tantas sentido estricto, un “éxtasis” que
encuentran su lugar, donde lo ima- acciones “benévolas” que bajo nin- permite escapar a la vez al encie-
ginario y lo real se acompasan guna circunstancia pueden reducir- rro del tiempo individual, al prin-
juntos y sobre todo donde, cual- se a la concepción económica y cipio de identidad y a la fijación
quiera sea la raza, la ideología o las política del mundo moderno. social y profesional. Éxtasis que en
convicciones, es la preocupación algún tiempo pudo acantonarse en
por el otro lo que prevalece. La libertad de tono y aspecto el orden de lo religioso, o que fue
Podría de- secretada por el ambiente liberta- relegado a un pasado caduco y
cirse que rio, no es, en ningún caso, obscurantista, pero que, nos damos
una to- índice de una ideolo- cuenta, contamina a sus anchas el
lerancia gía individualista o conjunto de los fenómenos socia-
así, en- de algún tipo de nar- les. Éxtasis que se encuentra en el
tendida cisismo. Es impor- origen de esas epidemias de masa,
aquí en tante estar atentos deportivas, musicales, religiosas,
su forma al hecho de que lo políticas, culturales, que descon-
afir- que está en juego ciertan a los observadores de lo so-
aquí no es un yo empí- cial al estar demasiado habituados
rico, correspondiente al ego a los comportamientos racionales,
de la tradición en general y no contradictorios, unificados,
del cartesianismo en particu- propios de la modernidad.
lar sino, por contagio, lo que
podríamos llamar un nosotros En la efervescencia de los jó-
original. Así lo testimonian venes, en las explosiones de las re-
los diversos sincretismos re- vueltas súbitas, en los amores y
ligiosos o filosóficos, las prác- desamores tan intensos como efí-
ticas de la Nueva Era, las meros, hay algo propio del gyro-
búsquedas espiritualo-corpo- vague.1
rales que muestran que esta-
mos confrontados a una A la imagen de esos éxodos
especie de orientalización del mun- inexplicables que pueden observar-
do. Es esto el fruto del escapismo se en las sociedades arcaicas, los

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movimientos pasionales que sobre- maba el “gasto” es lo que los anima interactivo a las redes de internet,
salen en la actualidad parecen es- profundamente. del intercambio sexual a la multi-
tar movidos por una especie de plicación de las parejas, del desa-
vagabundeo. Es una forma de lla- Hay en el ambiente algo eróti- rrollo de las perversiones a la
mado al infinito que surge de ma- co, una pulsión dionisiaca que el instrumentalización de la familia, -
nera regular, no por ello menos racionalismo prometeico había lo- únicamente considerada como un
caprichosa o, en todo caso, impre- grado ocultar y que vuelve a seguro frente a todo riesgo-, desde
decible. Lo cierto es que son efer- ponerse al frente de la es- la prostitución juvenil al turismo
vescencias que no se promulgan y cena. Así, a la imagen de sexual y la lista está lejos de aca-
que son difíciles de controlar o in- las bacanales antiguas, el barse, es necesario constatar el he-
cluso de interpretar políticamente. sexo no se asimila sim- cho de estar confrontados al
plemente a la repro- retorno del vagabundeo
Vagabundeo que podemos ducción y ya no sexual. Cada una de esas
comprender metafóricamente por se establece en formas no siendo, entre
cuanto señala que, en oposición la institución otras cosas, exclusiva.
a una visión histórica, acabada, económica de Así, una pareja bien esta-
orientada hacia un fin certero, vi- la familia nu- blecida de jóvenes que
sión cuyo fundamento hay que clear. Se vuel- cohabitan, puede ir a la
buscar en una perspectiva sote- ve errante. par con la práctica ocasio-
riológica propia de la tradición Sea para la- nal del sexo colectivo, o
judeo-cristiana y luego en aque- mentarse o con la asistencia a “boîtes
lla de la filosofía de la historia para à partouzes”2 . A la gene-
moderna (hegeliano-marxista o ración moral, anunciada
funcionalista), al opuesto en- en los diversos escritos de
tonces de esta linealidad, edificación moral, se opo-
está renaciendo algo ne lo que algunos jóvenes
más pagano, más relati- no dudan en llamar la
vo también: una idea “vergo-generación”. El
del destino en la que se denominador común ya
integran todos los aspec- no es la liberación tal
tos de la vida social y na- como fue reivindicada en
tural. En la insolente los años sesenta, sino for-
réplica de los jóvenes hay mas de libertades inters-
una unión de los contra- ticiales sin ideologías
rios, una especie de “razón afirmadas, empíricamente
sensible”. vividas. Libertades empa-
rentadas con aquellas del
El control técnico de la na- errante que encontramos
turaleza, viejo sueño de la mo- en diversos periodos his-
dernidad, ya no los satisface tóricos y en diversas civiliza-
totalmente. La economía política ciones y que traducen la necesidad
se ha convertido en una maquina- de la aventura, el placer de los en-
ria suspendida, de la que se pueden felicitarse, hay un cierto acuerdo cuentros efímeros, la sed de lejanías
servir pero a la que no adhieren. El entre los observadores sociales para y por último, la búsqueda de una
uso racional del mundo y de las afirmar que asistimos a una fusión comunitaria.
cosas, propio de una vida social relativización de la moral sexual. La
abstracta, los deja indiferentes. Por lista de sus manifestaciones es de- Curiosamente, una fuga así,
el contrario, conscientemente o no, masiado larga para abordarla fuera de lo institucional, por el as-
algo cercano a lo que Bataille lla- exhaustivamente, pero del minitel pecto trágico que es el suyo, con-

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frontada como lo está a encarar a muchos de los fenómenos
la muerte –aquella de la intensi- juveniles.
dad precaria de las relaciones o
aquella del riesgo omnipresente ¿Habría que hablar de la socie-
del SIDA- remite a un ideal co- dad desmoronada, en decadencia,
munitario. Esto se manifiesta en los o del fin de todos los valores co-
diversos signos tribales de recono- munes? No es seguro. La aventura
cimiento: aretes, vestimentas uni- existencial está ahí. Hay que inter-
formes, modos de vida miméticos, pretarla con audacia. Hasta enton-
hábitos lingüísticos, gustos musi- ces las diversas instituciones
cales y prácticas corporales, todo sociales, familiares, políticas, eco-
ello trascendiendo las fronteras y nómicas, sabían dar sentido e indi-
dando testimonio de una partici- car el sentido. Ya no es el caso
pación común en un espíritu del puesto que la energía (individual
tiempo hecho de hedonismo, de y colectiva), ya no se proyecta ha-
relativismo, de tiempo presente y cia lo lejano. Se agota en el acto.
de una sorprendente energía con- Se inviste únicamente en una serie
creta y cotidiana, que difícilmen- de presentes vividos como tantos
te se deja interpretar en términos otros instantes eternos.
de finalidad o de cualquier otra
categoría económico-política con Fue necesario largo tiempo para
las que acostumbramos a analizar que los pensadores instituidos reco-
las instituciones sociales. nociesen que el trabajo había deja-
do de ser un valor prospectivo, un
Hay pues una común partici- “imperativo categórico”, al que
pación en ese espíritu del tiempo. había que obedecer. El juego y la
Quizás sea esta la particularidad preocupación por lo cualitativo,
esencial de la época. Así, utilizan- han tomado su lugar. Quizás sea a
do la metáfora del tribalismo, o la la luz de lo que llamo escapismo,
expresión ideal comunitario, insisto como habría que analizar el gran
sobre la saturación del sistema fantasma del desempleo, que sólo
interpretativo ligado al individuo es verdaderamente un problema
o al individualismo como eje de la para los defensores de las institu-
vida social. Más allá o más acá de ciones sociales. La construcción de
las racionalizaciones o legitima- las situaciones, el deseo de vivir el
ciones a priori, lo que prevalece instante, o en el instante, sería a par-
empíricamente es el grupo fu- tir de ahí la réplica insolente, iró-
sional. Y como el apólogo dioni- nica a la todo poderosa sociedad
siaco nos lo puede ayudar a pensar, del trabajo, defendida con patas y
existe un lazo misterioso entre el manos por los políticos, tecnócra-
que escapa fuera del mundo esta- tas y otros responsables sociales,
blecido y la comunidad, entre la pues es ahí donde ellos encuentran
saturación de lo políti- su justificación.
co y el renacimiento de
lo tribal. En este senti- Quizás habría que ha-
do la figura de Dionisos blar de un inconsciente
podría ser el mito encarna- colectivo de la juven-
do de nuestra época. Su tud que funda el recha-
sombra se proyecta sobre zo a asimilar la creación con el

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trabajo. La creación es mucho más Podemos considerar entonces
vasta en cuanto integra parámetros que tanto como el juego o la pre-
tales como lo lúdico, lo onírico, lo ocupación de lo cualitativo ha
imaginario, que habían sido relega- participado en la construcción de
dos al orden de la vida privada algunas civilizaciones tradiciona-
pero que irrumpen, cada vez les, también participa en la cons-
más, en la escena pública. trucción de la realidad social
Parámetros que justifican la fuga contemporánea. Sobre todo cuan-
de todas aquellas instituciones que do se sabe que dicha construc-
reposan en una concepción econó- ción integra una parte nada
mica de la existencia. despreciable de lo simbólico, de
lo inmaterial. Al respecto, el én-
Quiero decir con ello que son fasis se hará más en una sensibi-
cada vez más numerosos los jóve- lidad ecológica que en una
nes para quienes la economía de concepción económica del mun-
sí, o la economía del mundo no es, do. Ecológica, strictu sensu, cuya
lejos de ello, el valor primordial. importancia tiende a crecer en las
En alguna época podían ser consi- diversas sociedades, pero tam-
derados como marginales con re- bién ecología del espíritu, que,
lación a la tendencia general. Pero desde un punto de vista episte-
se trataba de una marginalidad que mológico, tiende a considerar lo
señalaba ya una evolución futura. dado mundano de una manera
De hecho, con mucha frecuencia global, orgánica, o que empírica-
los valores que una vanguardia ela- mente tiende a poner el acento
bora discretamente, o de manera en las fuerzas de la vida o en el
extravagante, tienden a capilarizar dinamismo de la experiencia.
el conjunto del cuerpo social. Así,
el escapismo de la “bohemia” del Se trata una vez más de valores
siglo XIX parece en muchos de sus que habían sido marginalizados o
aspectos haberse convertido en por lo menos relativizados en el
moneda corriente a finales de este apogeo de la modernidad. El mito
siglo XX. Las maneras de ser y de prometeico triunfante no tenía
pensar que se podían calificar nada que hacer con lo que había
como confusas, flotantes, des- sido acantonado en la esfera de un
Jim A mar al

compuestas o simplemente aven- romanticismo decadente. Si mucho


tureras, en nuestros días son se lo podía admitir en el dominio
ampliamente vividas por parte de poético, mientras no hiciese inter-
toda una serie de marginalidades ferencia con lo serio y racional del
cuya tendencia es la de convertir- mundo productivo. Pero poco a
se en el centro de la socialidad que poco son esos valores marginales los
se está construyendo. Es en este que han hecho estallar el pro-
sentido que el escape de los jóve- ductivismo serio. Estamos confron-
nes, con relación a tados a lo que podríamos llamar
los valores burgue- un sensualismo ilumina-
ses establecidos, do, fundado en
puede ser una garantía una razón abierta
de creatividad en lo que que integra el sen-
concierne a la época que se tido del placer creativo. También
está anunciando. uniendo los contrarios.

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La sensibilidad ecológica, que social pasa por su radical puesta en puede considerarse como un retor-
es necesario comprender en su cuestión. Así, la indiferencia de los no a la fuente, a lo inicial, o a un
acepción más amplia, pone el acen- jóvenes con relación a ese juego vitalismo profundo que poco a
to en el surgimiento de la vida. Y para adultos que es la política, su poco contaminará el conjunto del
el desafío de los jóvenes frente a desafectación profunda por la cosa cuerpo social. En ese sentido, la
todas las instituciones económico- pública, debe ser comprendida juventud ya no es simplemente un
políticas, sería a partir de ahí, una como la réplica de lo instituyente estado específico, tampoco un asun-
actitud que yo denomino de “cons- sobre lo instituido. to de transición, sino una “cosa
trucción”. Construcción de situa- mental” fundante del “juvenilismo”
ciones, construcciones de Hay sueños que para nada son actual: símbolo, en el más fuerte de
presentes, construcciones de inten- individuales. Hay fuertes aspiracio- sus sentidos, de un mundo siempre
sidades y de cualitativos. nes comunes a las que es necesario y de nuevo naciente. Viejo mito del
estar atentos si queremos compren- “Puer aeternus” que resurge en
Construcciones como única sa- der las grandes evoluciones socia- nuestros días.
lida frente a una sociedad embru- les que se producen en los periodos
tecida. Construcciones plurales, de transición. Esos sueños, recorde-
expresándose en esas prácticas de mos esta banalidad, no necesaria-
contrabando que corporeizan al es- mente son conscientes, sino que Cita
píritu y espiritualizan al cuerpo. Lo constituyen una especie de infraes-
emocional, lo afectivo, trabajando tructura mental que sustenta el con- 1 N. de la T. Dícese del monje que por no
sujetarse a la vida regular de los anacore-
en las diversas formas de protesta, junto de una sociedad en un tas y cenovitas, vagaba de un monasterio
en las múltiples rebeliones de los momento dado. Por ello no hay que a otro. En castellano girovago.
jóvenes, que los hacen inapre- temer ser intempestivo al señalar su 2 Remito a mi libro, M. Maffesoli, L’ombre
hensibles por las instituciones y los importancia. La réplica de los jó- de Dionysos, contribution à une sociologie
teóricos. No hay que olvidar que venes, su secesión profunda con re- de l’orgie, 1982, Le Livre de Poche, 1991.
Cf. también I. Pennachioni, De la guerre
periódicamente la reforma del lazo lación a los modelos institucionales, conjugale, Mazarine, 1986, p. 89 y 91.

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ILUSTRACIONES
CREDITOS de las
David Bailey
Luis Caballero
Germán Londoño

Ruven Afanador Hermann Nitsch

Peter Bruegel: Se trata de detalles de su trabajo gráfico


(alegórico y “didáctico”), dedicado a «Las siete virtudes (más
Philippe Mohlitz una)» y a “Los siete pecados...” Tomados de la edición de
Arthur Klein, New York, 1963. Germán Londoño: Las obras
aquí reproducidas (ps. 57-62) pertenecen a su serie «Africa».
Humor, vitalidad y una aguda destreza para apropiarse los rasgos
de una personalidad, caracterizan su magnífico trabajo de
pintor, dibujante y escultor. Nació en Medellín en 1961. Diana
Arbus: Nació en Nueva York en 1923. En 1959 comenzó sus
estudios fotográficos. En 1963 obtuvo la beca Guggenheim y
en 1967 expuso en el MAM de New York. Murió en 1971.
Lunea Cornea
Las fotografías suyas que aquí reproducimos fueron tomadas
de la edición póstuma realizada en Italia en 1972 por Idea
Francisco Toledo
Books Edizioni (ps. 104-109 y 115). Lunea Córnea:
Importante revista mexicana dedicada a la fotografía. En su
género, es una de las publicaciones más interesantes de
Latinoamérica. Apareció en 1993. Fotoseptiembre: Catálogo
anual publicado desde 1993 por el «Centro de la Imagen» de
México. Anualmente reune los fotógrafos mexicanos y
extranjeros que exponen su trabajo en el país, que
aproximadamente son unos 250 cada año. Philippe Mohlitz:
De sus dibujos realizados entre 1965 y 1977, hemos reproducido
aquí “La muerte en México” (p. 70). “Caballero” (p. 65) y
Peter Bruegel algunos otros (ps. 66, 69 y 72). Nació en 1941 en Bordeaux,
es grabador e ilustrador, y expone su trabajo desde los años 60.
Pertenece a la vieja tradición de grabadores fantásticos, con
Fotoseptiembre
Goya, Ensor, Odilon Redón... y M. C. Escher, con quien
expuso en Estados Unidos. Su único libro apareció en 1977.
Jim Amaral: Nació en California en 1933. Expone
individualmente desde 1968 (pinturas). Con sus recientes
esculturas en bronce se ha convertido en una inquietante
interrogación de la condición del Hombre, alterando su
morfología devolviéndolo al mito y rompiendo brutalmente la
delgada corteza de su civilización. Ruven Afanador: Talvez el
más importante fotógrafo colombiano de los útlimos años,
que ha logrado una obra propia. Actualmente vive en Nueva
York. Luis Caballero: Litografía sobre papel, 70 x 100 cm, c.
1990. Sin título. Cortesía de sus herederos.
Jim Amaral Diana Arbus

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