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EL CONTRATO DE MANDATO

Contenido
 
·         Introducción
·         Breves referencias históricas del Mandato
·         Distintas definiciones de Mandato
·         Sujetos que intervienen
·         Obligaciones del Mandante y Mandatario
·         Características del Mandato
·         Elementos de Existencia y Validez
·         Importancia
·         Diferencias entre Mandato y otras figuras contractuales
ü  Distinción entre Mandato y Poder
ü  Distinción entre Mandato y Prestación de Servicios
ü  Distinción entre Mandato y Representación
ü  Distinción entre Mandato y Arrendamiento de Servicios
ü  Distinción entre Mandato y Agencia Oficiosa
ü  Distinción entre Mandato y Depósito  
ü  Distinción entre Mandato y Contrato de Trabajo
ü  Distinción entre Mandato y Gestión de Negocios
·         Formas de extinguir el Contrato de Mandato
·         Bibliografía
·         Modelo del Contrato de Mandato
 
 
Introducción
 
El contrato de mandato reviste de mucha importancia, ya sea por la utilización
práctica, económica y social. Al igual que toda otra institución jurídica, producto del
hacer humano, con la evolución ha pasado por distintos matices. En el Derecho
Romano primitivo no fue conocido el mandato, tal como se concibe ahora, porque
las personas con plena capacidad de obligarse solo podían contraer obligaciones
por sí y para sí, es decir que una persona que contrataba en interés de otra,
primeramente adquiría la cualidades de dueño, acreedor  o deudor según la
naturaleza del acto o contrato celebrado, y después transfería esas cualidades al
en cargante. Tal sistema no permitía practicidad y rapidez en los negocios.
Fueron factores como, el incremento de las relaciones económicas y la expansión
territorial del imperio las causas para que se confiara a otros la gestión de
negocios propios que no podían efectuarse personalmente.
Motivados por tales importancias (económica, social y su utilización practica en los
negocios del mundo moderno) es lo que requiere un examen detenido y detallado,
en un primer lugar es importante tener una breve referencia histórica del mandato,
luego contar con un baraje de definiciones sobre el mandato, así como
sus  características, se enunciaran a modo de ejemplo, el mandato es un contrato
principal, bilateral, puede ser gratuito o remunerado dependerá de cada caso en
concreto. También veremos los derechos y obligaciones de los sujetos que
intervienen, consecuencias jurídicas más relevantes y finalmente formas de
terminación del mandato. Sin olvidar su regulación jurídicas en nuestras leyes.
Estos aspectos serán desarrollados en el siguiente trabajo de investigación.
 
Breves referencias históricas del Mandato
 
En la historia el contrato de mandato, ha tenido varios cambios, para sobrevivir
hasta nuestra época. El mandato tuvo que adaptarse a las circunstancias que le
exigían, factores como  la misma evolución del pensamiento humano, el desarrollo
económico y social.
En el Derecho Romano primitivo, se exigía que una persona para poderse
obligarse con otro necesitaba, la plena capacidad, es decir solo las personas
capaces podían obligarse recíprocamente, y solo podían contraer obligaciones por
sí y para sí mismas, no podía un tercero contraer una obligan en nombre de otra
persona.
Los factores determinantes como, la ampliación de las relaciones económicas y la
expansión territorial, estas causas dieron la existencia al hecho que se confiara a
otros la gestión de negocios propios que no podían efectuarse personalmente.
Mas por falta de normas jurídicas que rigieran el mandato se recurrió a personas
que prometían sobre la fe de su palabra y por la amistad que las unían al
mandante, realizar fielmente el negocio encomendado, obligándose asimismo a
rendir cuentas al mandante.[1]
Así el mandato en su origen era un compromiso de honor, un contrato de buena
fe, de confianza, y las consecuencias que generaba se arreglaban conforme a la
equidad. Se perfeccionaba en el acto de en que el comitente y mandatario se
daban sus manos.
Esto acto simbólico dio origen el nombre de mandato, manum- dare o manu-data,
que significa testimonio de fidelidad prometida por el mandatario al mandante.[2]
 
Distintas definiciones de Mandato
 
Ø  El mandato es un contrato por el cual una persona, da encargo a otra
persona, que acepta, de realizar gratuitamente un acto determinado o un
conjunto de operaciones.[3]
Ø  El mandato es un contrato por el que el mandatario se obliga a ejecutar
por cuenta del mandate los actos jurídicos que este le encarga.[4]
Ø  Por el contrato de mandato se obliga una persona a prestar algún
servicio o a hacer alguna cosa, por cuenta o encargo de otra.[5]
Ø  El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno
o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera.[6]
 
Sujetos que intervienen
 
1.     Mandante o Comitente
Es la persona natural o jurídica que confiere el encargo
 
2.     Mandatario, Apoderado o Procurador
Es la persona que acepta el encargo
 
Obligaciones del Mandante y Mandatario
 
Obligaciones del Mandate
 
Obligaciones civiles:
Estas se encuentran señaladas entre los artículos, 1918, 1920, 1921 inc. Primero.,
las cuales consisten en: proveer al mandatario de lo necesario para el
cumplimiento de su encargo; reembolsarle los gastos hechos; pagarle la
remuneración pactada o usual, si el mandato no fuere gratuito; pagarle los
anticipos al mandatario con intereses legales; adquirir los derechos y contraer las
obligaciones del mandatario cuando este hubiere contratado en su propio nombre
en interés y por cuenta y riesgo del mismo mandante y dentro de los límites del
mandato.[7]
 
Responsabilidad civil:
El mandate puede incurrir en culpa contractual y tener responsabilidad civil según
el art.1418., así como también por dolo.
Responsabilidad penal: esta puede surgir si el mandato lo hubiere otorgado para
perjudicar al mandatario y le causare daños, pérdida u otro menoscabo.
 
Obligaciones del Mandatario
Este adquiriré tales obligaciones, siempre que acepte el mandato, la doctrina las
divide en:
a)      Obligaciones de cumplir el mandato y
b)      Obligaciones de rendir cuentas del cometido.
 
Características del Mandato
 
Bilateralidad:
En nuestro derecho el mandato constituye un contrato por naturaleza bilateral,
pues sea de carácter gratuito o remunerado (oneroso) siempre se impone a las
partes, obligaciones que se pueden considerar de carácter recíproco; tanto así el
mandante está obligado para con su mandatario a brindarle todos los insumos
necesarios para la realización del mandato; por otra parte el mandatario está
obligado a rendirle cuentas al mandante al momento de la terminación del
mandato; además por la evolución de la sociedad principalmente en el ámbito
económico, el contrato degeneró su naturaleza gratuita en una naturaleza de
carácter remunerado u onerosa, salvo las excepciones en que las partes acuerden
lo contrario pero aun con tal determinación de forma general se fijan por acuerdo
de las partes algún honorario que no representa ningún tipo de remuneración
onerosa.
El mandato es, en principio, un contrato unilateral que solo obliga al mandatario,
aunque hechos posteriores pueden originar también obligaciones para el
mandante, razón por la cual se lo clasifica como "sinalagmático imperfecto". Sin
embargo, cuando el mandante ha prometido una remuneración al mandatario, el
contrato, según la doctrina dominante —sin que fallen discrepancias— es bilateral.
 
Contrato de Confianza:
Siendo un contrato que respondiendo a la adaptación de las condiciones
económicas a perdido su carácter de gratitud, a un no a degenerado su calidad de
un carácter de confianza pues atiende al principio básico de la búsqueda de una
persona que nos inspira seguridad en la cual se deposite nuestro nombre,
aplicándolo al caso del mandato con una fuerza de carácter de trascendencia
judicial o extrajudicial.
 
Eminentemente Consensual:
El mandato constituye un contrato de carácter consensual el cual se perfecciona
con el acuerdo de las partes que intervienen en su celebración, pero la doctrina
determina ciertas excepciones por las cuales el mandato no se verá perfeccionado
si no es por la puesta de algunas formalidades, en atención a dos momentos de su
necesidad, los cuales son:
 En respuesta al cargo que se determina al mandatario: Esto es
cuando por atención al cargo que se va a realizar se necesitan formalidades
sin las cuales las actuaciones se vuelven nulas o no darán origen a los
resultados presupuestados, por ejemplo: El caso del mandato con
representación judicial o para mostrarse parte en un proceso para el cual se
necesita su estipulación en una escritura pública, el cual debe presentarse
ante el tribunal que lo correspondiente.
 En respuesta al acto en concreto en que versa el mandato:
deduciendo entonces en caso que el acto de carácter jurídico a realizar
necesite de ciertas formalidades para su perfeccionamiento, se dirá
entonces que el mandato se entenderá perfecto cuando las formalidades
exigidas por el acto mandado se cumplan, tal es el caso del mandato de
constitución o resolución de hipoteca para el cual se requiere una
inscripción o una des-inscripción en el registro de raíces e hipotecas para
darse por perfecto.
 
Es Aleatorio:
El mandato por naturaleza constituye un contrato aleatorio pues en la puesta en
confianza de uno o varios negocios futuros a otra persona, se pierde la certeza del
fruto de los negocios, no es que si los negocios los realizara el mandante tendrían
una certeza absoluta de un beneficio, pues esto es también atendible al hecho de
que al  momento de determinar al mandatario se busca a la persona más capaz
para realizar el manato, sino que en esos casos que la perdida de certeza se
coloca en el momento en que se van a realizar los negocios pues estos responden
a un tiempo a futuro, por tanto, al mandatario solo se le pueden exigir el pago de
indemnizaron por perdidas en un negocio determinado solo cuando esa pérdida se
hubiera producido por culpa imputable al mandatario.  
  
 
Intuitus Personae:
Es un contrato que se celebra en calidad de la persona del mandatario, por eso se
termina con su muerte, pues la realización de actos jurídicos tiene que llevarse a
cabo personalmente  por el mandatario.
El mandato es, en principio, "intuitus personae " respecto de ambas partes, lo que
tiene consecuencias especialmente en cuanto a la relevancia del error en la
persona y en cuanto a la extinción del contrato.
 
Principal:
Pues este contrato no necesita la existencia previa de otro tipo de contrato para su
realización
 
Nominado o Tipificado:
Pues esto responde a su ubicación en la legislación abarcando del Art. 1875 hasta
el 1890 de nuestro Código Civil.
 
Gratuito u oneroso:  
Esto sirve para determinar la importancia que afecta al mandatario si obtendrá
responsabilidad o no de ser remunerado. Se dice que este contrato podrá ser
gratuito cuando así se estipule, de lo contrario por regla general será remunerado.
El mandato es, por su naturaleza, gratuito; pero nada obsta para que se convenga
lo contrario.
 
Otras Características:
El mandato puede ser de ejecución instantánea o de tracto sucesivo.
El mandato engendra obligaciones principales.
 
Elementos de Existencia y Validez
 
Los elementos de existencia y validez del mandato son los mismos del Derecho
común y de todos los contratos, pero hacemos algunas referencias al
consentimiento, capacidad y objeto en materia de mandato.
 
Objeto
O sea el contenido de las declaraciones de voluntad, lícitamente expresadas.
Aunque el mandato puede hacer nacer obligaciones para ambas partes, cada una
de las cuales tiene su objeto propio, el objeto del mandato por antonomasia es el
acto jurídico (o los actos jurídicos), que el mandante encarga al mandatario y que
este se obliga a ejecutar por cuenta de aquel.
El mandato da nacimiento a obligaciones de hacer, que son la realización de uno o
varios actos jurídicos.
Se requiere por lo tanto:
1. La realización de actos jurídicos
2. La licitud de los actos
3. La posibilidad jurídica
 
Consentimiento
Que no es otra cosa que las declaraciones reciprocas de la voluntad de los
contratantes.
El mandante expresa su voluntad de contratar y posteriormente la acepta el
mandatario en forma expresa o tácita. La aceptación expresa, es cuando en
algún documento se exterioriza la voluntad del mandatario de aceptar el mandato,
sea ésta en la celebración del contrato o diferida a otro tiempo.
Existe una aceptación tácita:
a)      Por el solo hecho de que no lo rehúse dentro de los tres días
siguientes
b)      Cuando el mandatario realiza actos en ejercicio del mandato.
 
Capacidad
Para la celebración del contrato de mandato, el mandante requiere de la
capacidad general o sea, la mayoría de edad, que no se trate de los mayores de
edad disminuidos o perturbados en su inteligencia, aunque tengan intervalos
lúcidos; y aquellos que padezcan alguna afección originada por enfermedad o
deficiencia persistente de carácter físico, psicológico o sensorial o por la adicción a
sustancias tóxicas como el alcohol, los psicotrópicos o los estupefacientes.
El mandatario también  tiene que gozar de la capacidad general y especial como
el mandante; especial, según el acto de que se trate.
 
Importancia
 
Su importancia radica en la cesión de la ejecución de ciertos negocios judiciales o
extrajudiciales a otra persona, por medio la cual se busca una mayor eficacia en la
búsqueda de resultados positivos o gratificantes, ya sea que esta persona sea un
profesional en su campo o sea una persona a quien se le posee una gran
confianza, en conclusión su importancia es la búsqueda de la eficacia en la
obtención de beneficios en un negocio cualquiera.
 
Diferencias entre Mandato y otras figuras contractuales
 
Distinción entre Mandato y Poder
La primera distinción se refiere a la fuente jurídica. El mandato es un contrato; el
poder, una declaración unilateral de voluntad. La segunda, en que el poder tiene
como objeto obligaciones de hacer, que consiste en la realización de la
representación en forma abstracta y autónoma, o sea, la actuación a nombre de
otra persona para que los actos efectuados surtan en el patrimonio del
representado, de tal manera que relación jurídica vincula directa e inmediatamente
al representante con el representado. Por su parte el mandato no es
representativo, sin embargo, puede ser lo si va unido con el otorgamiento de un
poder, es decir, el mandato siempre requiere del poder para ser representativo y
surta efectos entre mandate y tercero.[8]
 
Distinción entre Mandato y Prestación de Servicios
Estos dos contratos son de gran similitud, ya que el objeto de ambos es la
prestación de servicios. La diferencia consiste en que el mandato se refiere a la
realización de actos jurídicos; y la prestación de servicios profesionales, a la
ejecución  de trabajos que requieren para su desempeño, una preparación técnica
y en ocasiones, título profesional.
 
Distinción entre Mandato y Representación
Mandate y representación son nociones distintas. El mandato, de acuerdo con el
Código Civil es un contrato que puede conferir al mandatario el poder de
representar al mandante; pero que también puede no conferírselo. De modo pues,
que el mandate civil puede ser fuente de representación; Pero no lo es siempre.
Por otra parte, la representación puede tener una fuente distinta del mandato: la
ley, decisiones judiciales e incluso actos jurídicos que no constituyen mandato.
 
Distinción entre Mandato y Arrendamiento de Servicios
El arrendamiento de servicios recae sobre actos materiales mientras que el
mandato recae sobre actos jurídicos.
El mandato por lo general lleva la idea de representación lo cual no acontece en el
arrendamiento de servicios.
El mandato no lleva la idea que el mandatario este exclusivamente al servicio del
mandante ya que son servicios pasajeros mientras que el arrendamiento de
servicios por lo general el empleado dedica todo el tiempo al empleador.
No obstante la diferencia de los tipos existe un caso de tipificación dudosa cuando
alguien confía a otro un bien pactando la distribución de los frutos del mismo. El
interés práctico de la cuestión radica en que si se trata de un mandato, el
detentado del bien tiene que sujetarse en el uso del mismo a las instrucciones del
mandante.
 
Distinción entre Mandato y Agencia Oficiosa
Se diferencian en que el mandato es un contrato y supone voluntad del
mandante  en cambio la agencia oficiosa es un cuasicontrato en el cual una
persona gestiona los intereses de otra sin tener mandato para ello
Y se parecen en que ambas instituciones van a resultar obligadas en ciertos
casos, las personas cuyos negocios se gestionan.
 
Distinción entre Mandato y Depósito
La diferencia esencial reside en que el depositario no tiene otra obligación que la
de guardar, con cierto cuidado, las cosas que le entrega el depositante y
restituírselas en su oportunidad; mientras que el mandatario recibe cosas del
mandante, no para su guarda y cuidado, sino para que las emplee en interés del
mandante, en la ejecución del negocio cometido y según las instrucciones de éste.
El depósito es esencialmente gratuito, y por lo mismo, la responsabilidad del
depositario es menor que la del mandatario.
Aun cuando ambos tipos contractuales son fáciles de diferenciar, es dudosa la
tipificación del contrato por el cual se entrega a una persona una cosa para que
cuide de ella y a la vez realice determinados actos jurídicos relativos a la cosa por
cuenta de quien se la entrego. En nuestro criterio, la calificación del contrato
dependerá de cuál es la prestación principal (mandato con prestación subordinada
de depósito o deposito con prestación subordinada de mandate) y en caso de que
ninguna de él las sea principal, se estará frente a un caso de contratos
combinados o gemelos.
 
Distinción entre Mandato y Contrato de Trabajo
Aunque ambos tipos contractuales evidentemente no coinciden, es frecuente que
concurran ambos contratos, debido a que para mejor cumplimiento de las
obligaciones del trabajador, su patrono le confiere mandato. Así sucede, por
ejemplo, con los sirvientes domésticos en orden a ciertas compras; con los
empleados de comercio, factores mercantiles, gerentes, etc. En tales casos, lo que
suele existir es un contrato de trabajo con prestación subordinada de mandato.
 
Distinción entre Mandato y Gestión de Negocios
La diferencia entre los correspondientes tipos legales estriba en que en la gestión
de negocios no hay encargo, mientras que en el mandate sí. De allí que las
obligaciones del mandante frente al mandatario sean mayores que las del dueño
frente al gestor.
 
Formas de extinguir el Contrato de Mandato
 
CAUSALES.-
El mandato se extingue por diversas causas. El Art. 1923 las enumera de la forma
siguiente:
 
1° Por el desempeño del negocio para que fue constituido: Ej.: Se confiere poder
especial para hipotecar y se contrata la hipoteca; termina el contrato.
 
2° Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la
terminación del mandato.
 
3° Por la revocación del mandante: La revocación del mandante puede ser
expresa o tácita. La tácita es el encargo del mismo negocio a distinta persona. Si
el primer mandato es general y el segundo especial, subsiste el primer mandato
para los negocios no comprendidos en el segundo.
 
4° Por la renuncia del mandatario: La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus
obligaciones, sino después de transcurrido el tiempo razonable para que el
mandante pueda proveer a los negocios encomendados. De otro modo será
razonable de los prejuicios que la renuncia cause al mandante; a menos que se
halle en la imposibilidad de administrar por enfermedad u otra causa, o sin grave
perjuicio de sus intereses
propios.                                                                                             
 
5° Por la muerte del mandante o del mandatario: Sabida la muerte del mandante,
cesará el mandatario en sus funciones, pero sí de suspenderlas se sigue perjuicio
a los herederos del mandante, será obligado a finalizar la gestión principada. Se
extingue por muerte de ambos porque es un contrato intuito-personae; el
mandante confiere mandato porque tiene confianza en el mandatario, y puede que
no lo tenga en sus herederos; y el mandatario lo acepta en consideración a sus
herederos.
 
6° Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro: La ley considera que la quiebra o
insolvencia del mandante o del mandatario es un hecho que pone fin a la
confianza recíproca que debe presidir las relaciones de ambos.
 
7° Por la interdicción del uno o del otro: Que no es más que privar a una persona
de la facultad      de administrar sus bienes; si el mandante carece de esta
facultad, es lógico que tampoco pueda hacerlo su mandatario, ya que éste sólo
manifiesta la voluntad de su mandante. Además, al declararse la interdicción
deberá darse al interdicto un curador, y será éste el que entrará a representarlo.
En cuanto al mandatario, si ha sido colocado en interdicción es porque carece de
aptitudes para manejar sus negocios propios, y es razonable estimar que quien no
sabe administrar lo suyo tampoco sabrá hacerlo con lo ajeno.
 
8° Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en
ejercicio de ellas; pero las gestiones iniciadas o llevadas a cabo por el mandatario
mientras se haya podido ignorar la relevación de las funciones del mandante,
serán válidos respecto de terceros de buena fe. En cuanto a los asuntos judiciales
en que haya intervenido el mandatario, se observará lo dispuesto en el Código de
Procedimientos Civiles.
 
 
Bibliografía
 
- Tesis Doctoral, sobre el mandato civil. Zepeda, Manuel. Universidad de El
Salvador, 1963.
- Tratado Elemental de Derecho Romano de Eugene Petit.
- Del Castillo Fernández, Bernardo. Representación, Poder y Mandato.
- Borda, Guillermo A. Tratado De Derecho Civil - Contratos Tomo II, Editorial:
Abeledo-Perrot, 1999, Pág.: 693
- López de Zavalía, Fernando. Teoría De Los Contratos Tomo IV - Parte Especial
(3). Editorial: Zavalía. 2001. Págs.: 674
- Lorenzetti, Ricardo Luis. Tratado de los Contratos. Tomo 2. Editorial: Rubinzal-
Culzoni. 1ª ed. 1999. Paginas: 767
- Código Civil de 1860, Decreto Ejecutivo de 10 de Abril de 1860. Publicado en la
Gaceta Oficial Nº 85, Tomo Nº 8.
- Curso Derecho Civil: Fuentes de las obligaciones (contratos) Arturo Alessandri
Rodríguez,  Santiago de Chile: Editorial nascimento, 1942. 
       

[1]                    [1] Tesis Doctoral, sobre el mandato civil. Zepeda, Manuel.


Universidad de El Salvador, 1963. Pág. 7
 
[2]                    [2] Tesis Doctoral, sobre el mandato civil. Zepeda, Manuel.
Universidad de El Salvador, 1963.  Pág. 7
 
[3]             Tratado Elemental de Derecho Romano de Eugene Petit. Pág. 412
 
[4]             Tomado del artículo  2546, código civil para el Distrito Federal.
 
[5]             Tomado del artículo 1709 del código Español.
 
[6]             Esta es la definición de mandato que nuestro código civil nos
proporciona, en el artículo 1875, es  importante tomar en cuenta nuestra
regulación sobre el mandato para efectos prácticos, y una mayor interpretación de
nuestras leyes.
 
[7]             Manuel Zepeda. Tesis doctoral sobre el mandato civil, 1963. Pág. 30.
 
[8]             Del Castillo Fernández, Bernardo. Representación poder y mandato.
Pág. 17
 
 
 
 
 
Modelo del Contrato de Mandato

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Con un simple clicks podras tener en tus manos este importante Modelo de
Contrato de Mandato.
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ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS
Firma de un Contrato
Es conveniente antes de hacer un análisis de los elementos del contrato, tener
claro ¿Qué es un contrato?. El articulo 1309 del Código Civil nos da la respuesta,
´´ contrato es una convención en virtud de la cual una o más personas se obligan
para con otra u otras, o recíprocamente, a dar, hacer o no hacer alguna cosa´´.
Por otro lado existe una crítica a esta definición según Arturo Alessandri, no se
debe confundir el contrato con las obligaciones.[1]
Para introducirnos en materia de contratos debemos manejar, en principio los
elementos que le brindan validez y existencia plena, para que puedan dar origen a
las obligaciones y a su vez puedan volver exigibles las prestaciones que en éstos
se estipulan. Tales elementos son conceptos básicos de la materia Civil, por tanto
trataremos de explicar su aplicación y razón en los contratos.
Siendo un poco más específicos con el término de elementos de los contratos nos
referimos al tomo tercero de Derecho de obligaciones, con respecto al tema de
obligaciones y el contrato en general, de José Castan Tobeñas, quien define a los
elementos de los contratos como: “aquellas condiciones o elementos que
lo  integran y que contribuyen a la formación y validez del mismo. Mientras
que Silvia Contarino los define como “la porción de un todo”. En consecuencia,
tradicionalmente elemento de uncontrato ha sido aquel ingrediente o requisito que,
juntamente con otros, constituyen un contrato.[2]
Es importante también remitirnos a los aportes del autor Guillermo Alejandro
Borda quien se aboca a su realidad y su normativa correspondiente, por tanto sus
análisis no pueden ser tomados al pie de la letra, pero si con vista crítica en la
adaptación a nuestra legislación.
Por tanto, el autor se refiere en su libro “Manual de Contratos” a una clasificación
de elementos que se agrupan en tres tipos que son: los elementos esenciales,
naturales y accidentales, éstos retomados de la doctrina clásica y están regulados
en el art. 1315 del Código Civil. También da una definición de cada uno de ellos.
Los detallaremos a continuación:

[1] ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, Curso de Derecho Civil: fuentes de las


obligaciones. T.I Pag.17
[2] CONTARINO, Silvia. "Contratos civiles y comerciales". Ediciones Depalma
Buenos Aires, 2000, pp. 55 y siguientes. En el mismo sentido, López Santa
María,op.cit., p. 261 y siguientes.
 
Elementos esenciales: Son de esencia de un contrato aquellas cosas sin las
cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente. Otra
definición es, son aquellos sin los cuales el contrato no puede existir. Ellos son: la
capacidad de los contratantes, el consentimiento, la causa y el objeto. Siendo que
de estos términos la causa es el más duramente criticado.
Elementos naturales: Son de naturaleza de un contrato las que no siendo
esenciales en él, se entiende pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial.
Otra definición para una mayor compresión, son las consecuencias que siguen del
negocio, podemos llamarlas las consecuencias subjetivas inmediatas a la
contratación. Ejemplo: el elemento natural de la donación en caso del sujeto a
quien se le dona, es la gratitud y en caso del donante es la satisfacción
Elementos accidentales: Son accidentales a un contrato aquellas que ni
esenciales, ni naturalmente le pertenecen; y que se le agregan por medio de
cláusulas especiales. Es oportuno dar otra definición: son las consecuencias
nacidas de la voluntad de las partes, no previstas por el legislador, por ejemplo el
plazo, la condición y el cargo.
El autor José Castan también apoya esta posición pero desarrolla aún más esta
división ahondando en una sub-clasificación que queda da la siguiente manera:
1-   Los elementos esenciales:  éstos los subdivide en:
     a) Comunes: Son los propios de todos los elementos.
     b) Especiales: Existen en algunas clases o grupos. Ej. La entrega de una de
una cosa en los contratos reales, o la formalidad en los contratos solemnes.
    c) Espacialísimos: Sólo son necesarios para algunos contratos determinados.
Ej. El precio del bien en un contrato de compraventa.
Además los subdivide (los elementos esenciales) en base a su necesidad en:
Elementos esenciales para la existencia: Los que de llegar a faltar producen su
inexistencia, siendo entonces insubsanables.
ü     Elementos esenciales para su validez: Le dan continuidad en el tiempo
al contrato y si son alegados y probados pueden ser subsanados de lo
contrario producen nulidad.
En la llamada doctrina moderna, que será tratada en el desarrollo del trabajo se
visualizan los elementos naturales y accidentales como meros efectos de los
contratos, limitando entonces el estudio a los llamados por la doctrina clásica
como elementos esenciales.
El Código Civil, regula otros requisitos fundamentales, para poder crear un
contrato, pero también están relacionados con los sujetos, en tal caso con el
deudor y acreedor, estos requisitos se especifican en art. 1316 que literalmente
dice: ´´ para que una persona se obligue a otra por un acto de declaración de
voluntad es necesario:
1. Que se legalmente capaz;
2. Que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de
vicio;
3. Que recaiga sobre un objeto lícito;
4. Que tenga una causa licita.
5. Que cumpla con ciertas solemnidades.
Aclarando que en nuestro Código Civil no se enuncia o se explican quiénes son
los sujetos capaces pues resultaría una tarea demasiado tediosa por tanto,
empezaremos con la referencia de los Art.  1316, 1317 y 1318 todos del Código
Civil que son los encargados en decirnos que son todos los sujetos capaces pero
que existen sujetos quienes por ciertas condiciones se vuelven incapaces, ésto
para poder determinar qué sujetos son propensos o idóneos para que puedan
adquirir obligaciones.
 
 
 
Haremos un breve análisis según el orden de ellos.
Arturo Alessandri, a los primero cuatros les denomina internos y a las
solemnidades externos.[3]

[3] ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, Curso de Derecho Civil: fuentes de las


obligaciones. T.I Pag.76
 
 
1. CAPACIDAD
La capacidad debemos entenderla como: ´´ la aptitud de una persona para adquirir
derechos civiles y poder ejercerlos por sí misma ´´ [4].
La capacidad esta dividida en; capacidad de goce o adquisitiva y de ejercicio.
La capacidad de goce, es la aptitud de una persona para adquirir derechos, para
ser titular de ellos, para poder ser sujeto de derecho. Por otro lado la capacidad de
ejercicio se refiere a la aptitud legal de una persona para poder ejercer
personalmente, por sí mismo los derechos que le competen. Como lo regula el art.
1316 inciso final del Código Civil, la capacidad legal de una persona consiste en
poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o autorización de otra.
Existe un principio fundamental ´´ todas las personas son capaces ´´. Lo regula el
Código Civil en el art. 1317, y también establece quienes no son capaces,´´
aquellas personas que la ley declara incapaces ´´ . Las personas que son
declaradas por la ley como incapaces son: los dementes, los impúberes y los
sordos que no pueden darse a entender, establecido en el art.1318 del mismo
cuerpo normativo.
De ésto se desprende las diferentes tipos de incapacidades tales como;
Incapacidad absoluta: Es aquella de que adolece cierta persona que por causas
físicas o naturales carecen de voluntad o no pueden expresarse debidamente. Los
autores la denominan natural, porque proviene de causa naturales que el
legislador se limita a reconocer. Otro autores la definen así; son los sujetos por
nacer, los impúberes, los dementes, los penados y los sordomudos que no puedan
darse a entender de forma clara y precisa, siendo que el autor analiza el cuerpo
normativo vigente en su propio país existe gran similitud y comprensión en
relación al nuestro pues, en nuestro Código no se enuncian los sujetos por nacer,
aunque resultan de forma obvia incapaces de dar su consentimiento para adquirir
una obligación, además de ser insegura su continuidad en el plano de vida que le
otorga la madre

[4] José M. Lete del Rio, Derecho de las  obligaciones, volumen II. Pág.47 


 
Considerando que esta clasificación entra en la clasificación de infantes
encontrada en nuestro Código Civil en el Art. 26,
Incapacidad relativa: Aquellas personas a quienes la ley declara incapaces de
ejercer por sí mismas un derecho en razón de su edad, estado civil u otra
circunstancia. El por qué se les denomina así dice Arturo Alessandri, porque no
provienen de una causa física o natural, sino que son creaciones arbitrarias del
legislador para proteger a determinadas personas o determinados patrimonios.[5]
En relación a los sujetos que resultan relativamente incapaces, resulta llamativa la
figura presentada por el autor de la mujer casada, de la cual explica que, en la
época pasada, en la que la mujer no gozaba de igualdad derechos frente a la
sociedad, por orden de ley, no podía adquirir obligaciones de forma libre si no era
a través de la figura de su marido. Siendo ésto ya parte del pasado en teoría.
En relación a los sujetos relativamente incapaces podríamos hablar de acuerdo a
nuestra legislación  de los menores púberes o simplemente menores de
edad quienes  son sujetos que, dependiendo de la situación pueden ser sujetos
susceptibles de adquirir ciertas oblaciones como lo establece el Código de Familia
en su Art. 15 inc. Segundo; volviéndolos en caso especial capaces de unirse en
matrimonio.
Incapacidades especiales o particulares: Consisten en la prohibición que la ley
ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos.
Legitimación para contratar, pues el autor señala ésto como base para realizar de
forma correcta y válida un contrato pues se entiende como la posesión del
derecho sobre la cosa que se está contratando. Por ejemplo, si se debe realizar un
contrato de compraventa de un inmueble se debe de poseer el derecho de
propiedad sobre el bien y no se puede realizar si el bien pertenece a persona
ajena, que no a dado su consentimiento a la transacción.
La legitimación para contratar la clasifica en dos modalidades que son:

[5] Alessandri Rodríguez, Arturo, Curso de Derecho Civil: fuentes de las


obligaciones. T.I Pag.189
 
 Legitimación moral u ordinaria: Aquella que posee quien tiene el
derecho para disponer de un interés, no siendo igual al derecho de dominio,
pues se asimila con la mera posesión de la cosa capacitando para
depositarla o darla en locación o comodato.
 Legitimación extraordinaria: Reconoce a quien no es titular del
derecho del que dispone, no obstante la ley legitima contratar sobre éstos,
si se cuentan con los requisitos que la ley prescribe, además de contar con
el consentimiento del propietario del derecho.
La falta de la capacidad correspondiente para poder contratar, daría lugar a
nulidades sobre lo acordado en el contrato, devolviendo al estado en que se
encontraban las cosas antes de la falsa contratación.
Mientras que Castan, difiere en lo que puede considerarse como una incapacidad
pues distingue entre incapacidad y prohibición, diciendo entonces:
Las incapacidades son restricciones de la capacidad o capacidad de ejercicio. Se
fundan, pues, en circunstancias subjetivas de ciertas personas que obligan a la ley
a retardar o suspender por un cierto tiempo, o tiempo indefinido, la aptitud par
realizar actos jurídicos. Remediando entonces esta deficiencia con instituciones o
medios supletorios y complementarios. Mientras que las otras (prohibiciones) son
fundadas más en razones de moralidad.
Siendo entonces que las primeras restringen el ejercicio de los derechos, mientras
que las segunda restringen el goce de los mismos.
Es importante mencionar que ambos autores están de acuerdo con la incapacidad
relativa que poseen los menores de edad en versión de los pequeños contratos de
compraventa; pero difieren en lo esencial respecto de los privados de libertad y los
sujetos que están bajo concurso de acreedores, siendo apoyado por el jurista
Guarrigues, pues enuncian que ellos no son incapaces, más bien son sujetos que
tienen prohibido el goce de ciertos derechos.
 
 
2. CONSENTIMIENTO.
El consentimiento ha sido definido por José M. Lete,  como el acuerdo de las
voluntades de dos o más personas sobre un objeto jurídico.[6]
Etimológicamente la expresión consentimiento deriva del latín “concensus”, que
proviene a su vez de “cum” y “sentiré” lo cual supone en consecuencia el acuerdo
de dos o más voluntades sobre un mismo punto.[7]
Tenemos que tener claro que al acto unilateral se denomina voluntad, en cambio
el acto bilateral se le denomina consentimiento.
Para que el consentimiento genere un contrato y éste a su vez una obligación, que
puede consistir en dar, hacer o no hacer alguna cosa. El consentimiento necesita
de ciertos requisitos tales como: que la voluntad sea seria y que ese
consentimiento se exteriorice. Otra cuestión muy importan es, ¿Cómo se forma el
consentimiento? Según diversos autores son dos las etapas de su formación. La
primera etapa es la oferta, que consiste en el acto por el cual una persona
propone a otra la celebración de un contrato y la segunda etapa es
la aceptación, acto por el cual una persona a quien va dirigida la oferta, expresa su
voluntad de adherirse a ella.
La voluntad y la declaración:
Es normal el asimilar ambos términos lo importante es saber su aplicación en la
materia contractual, pues no es lo mismo la intención, a la declaración de la
voluntad, pues es necesario que ambas coincidan para su aplicación correcta en
los contratos.
Aunque se presentan ciertas hipótesis que ponen en tela de juicio la veracidad de
esta afirmación:
Cuando por error se manifiesta una cosa distinta a la que en realidad se desea,

[6] José M. Lete del Rio, Derecho de las  obligaciones, volumen II. Pág. 66


[7] Roque Fortunato y Jorge Alberto Zago. Contratos civiles y comerciales T.I
 
a)   En el caso de reserva mental o sea cuando se hace una manifestación
que deliberadamente no coincide con la intención, asiendo reserva interior
de que no se desea lo que se manifiesta desear,
b)   Cuando se manifiesta algo pero en intervención de la representación de
otro rol, como los actores teatrales,
c)    Cuando se simula un acto jurídico, o
d)    Cuando la manifestación se hace en momento de engaño o el uso de 
fuerza.
A pesar de las intervenciones de estas hipótesis se desarrollan un grupo de
teorías que buscan aclarar lo que se debe de entender por manifestación de la
voluntad, entre las cuales encontramos las siguientes.
- Teoría de la voluntad: Sostenía en el período de dominio de la doctrina clásica
la postura de una  voluntad interna; que al fin, es lo único que interesa, la intención
interna de llegar a un acuerdo; mientras los gestos y otras manifestaciones son
meramente los indicios que muestran a los demás la verdadera intención de
contratar.[8]
Esta teoría fue duramente criticada, por no saber determinar el método por medio
del cual se detectaría la manifestación interna de voluntad.
- Teoría de la declaración de la voluntad: Aquí no se roba valor a ninguna de las
manifestaciones de la voluntad, pues se entiende a una como suplemento de la
otra, diciendo entonces que las expresiones corporales o físicas son la muestra
real del consentimiento o intención interna de contratar no pudiendo dejar de lado
ninguna de las dos, para darle validez a un contrato.
A todo esto, sólo faltaba un detalle; la forma de darles validez jurídica a tales
manifestaciones de voluntad. Ésto lo logramos en primer punto con la
determinación de los sujetos que pueden o tienen la facultad de manifestar su
voluntad y éstos han sido especificados en el tema

[8] BORDA, Guillermo Alejandro. “Manual de Contratos” Titulo: Clasificación de los


Elementos de los Contratos.
 
anterior de la capacidad. Con ésto podemos decir que se pueden contraer
obligaciones de forma tácita o expresa dependiendo la materia en derecho en la
que se desarrolle, como la manifestación tácita de la paternidad en relación a la
materia de derecho de familia; expresa para consolidar un contrato de
compraventa brindando la manifestación ante los oficios de un notario.
En respuesta a esto, el autor Castan, no se manifiesta de la misma manera sobre
este elemento pues él dice, que el elemento en este caso no es la voluntad,
sino el consentimiento. Definiéndolo como, el elemento más sustancial, que
constituye el alma del contrato; además se auxilia de la argumentación de
Rugierro quien dice que para la perfección de los contrato se requiere el encuentro
de dos declaraciones de voluntad que, partiendo de dos sujetos diversos, se
dirigen a un fin común y se unen.
Determinando entonces que el consentimiento debe poseer los siguientes
requisitos o condiciones para que se vuelvan válidos los contratos:
1-     Pluralidad de sujetos o partes: Si bien la doctrina moderna admite,
con carácter más o menos excepcional la posibilidad de la llamada auto
contratación, a la que más tarde critica en cierto modo.
2-     Capacidad: Este término posee las características que anteriormente
hemos examinado.
3-     Voluntad: el consentimiento representa la voluntad conforme o
voluntad contractual, que se forma como resultado de la conjunción de las
voluntades singulares, y estas voluntades han de ser conscientes o
inteligentes y libres.
Declaración: No basta que se produzca el consentimiento como hecho interno o
psicológico, sino que hace falta que sea declarado o manifestado. Pero esta
manifestación puede, en general, ser expresa y tácita.
 
1-     Concordancia entre la voluntad interna y la declarada: Ésto con
respecto a lo explicado por Borda en el análisis de la Teoría de la
Declaración de la Voluntad.[9]
 
3. EL OBJETO.
El objeto de de los contratos es la prestación prometida por las partes, la cosa o el
hecho sobre los que recae la obligación contraída.
Dejando ésto de una forma básica esquematizada de la siguiente manera:
El contrato se funda en un objeto u obligación que debe dar origen a una
prestación que puede ser de dar, hacer o no hacer.
El objeto es el elemento que determina sobre qué recae la figura del contrato, si es
una prestación de dar, en caso de un contrato de compraventa en la postura de un
sujeto pasivo, de hacer en caso de una contratación de servicios de construcción
para una vivienda o de no hacer, en caso de cláusulas de los contratos laborales
de los cocineros en una determinada cadena de restaurantes quienes poseen una
patente sobre algún platillo.
El objeto es también susceptible de incurrir en ilicitud de acuerdo a lo establecido
por el Código Civil en su Art.1335; cuando en su ordinal primero dice, “de las
cosas que no están en el comercio”;  se refiere a los bienes que por alguna
situación ajena a los sujetos salen de las leyes del mercado. Ejemplo: la pega de
zapatos hoy en día es un bien que se puede comprar con cierta facilidad que tal  si
el día de mañana por criterios de prevención social se prohíbe para que las
personas no la utilicen como droga, la continuidad de este comercio se volverá
una conducta ilícita por razón de su objeto.

[9] CASTÁN TOBEÑAS, José. “Derecho de Obligaciones Tomo I” Tema de


Obligaciones y el Contrato General
En caso del ordinal segundo, “de los derechos y privilegios que no pueden
transferirse a otra persona”; por ejemplo el derecho al trabajo en el Art. 37 y 52 de
la Cn. Se especifica que no puede ser susceptible del comercio pues son parte de
la dignidad de los sujetos, y quien pretenda generar contratos con base en estos
derechos como bienes enajenados incurrirá en ilicitud y por tanto en nulidad.
El ordinal tercero de este Art. habla de los bienes que fuesen susceptibles de
enajenación si no estuviesen en calidad secuestrados, embargados o bajo pleito
judicial.
En otro caso el  Art. 1337 “sobre las deudas de juego de azar”, determina que las
adquiridas por juegos en lugares que no han autorizados por las entidades
competentes se vuelven imposibles de reclamar, por tanto no se pueden clasificar
las prestaciones económicas adquiridas por tales actividades como objetos ilícitos.
 
4. LA CAUSA.
En el derecho se sostienen dos acepciones de la palabra causa. Designa, a veces,
la fuente de las obligaciones, o sea, los presupuestos de hechos de los cuales
derivan las obligaciones legales; en otra acepción se puede entender como el fin,
para el cual las partes celebran el contrato, siendo esta la posición que nuestra
legislación acoge como referencia.
Castan, define la causa como la razón o el fin, el por qué de la obligación, siendo
este elemento la respuesta a la pregunta ¿qué es lo que se debe?. Otros juristas
como Planiol, definen la causa como “el hecho que justifica la creación de una
obligación por la voluntad de las partes”
La causa por la cual se contrata ha sido tratada por diferentes doctrinas y tesis
que se describen de la siguiente manera.
- La Doctrina Clásica: Desarrollada en su inicio por los jurisconsultos romanos
aunque no fue plenamente tratada, sino hasta que el autor Domatexpuso su
perspectiva. Esta doctrina tiene su fundamento en la acepción de la causa como el
fin del acto jurídico, ésto en su forma objetiva. Cuando se habla de la causa no se
debe entender como los móviles personales o psicológicos de cada contratante,
sino de los elementos materiales en todo contrato.
- La Tesis Anticausalista: Esta tesis tiene origen en Europa con el apoyo de un
grupo de juristas entre los cuales se encuentran Planiol, Bibiloni, Salvat, Galli, etc.
Éstos sostenían de una forma casi irrefutable que la causa no poseía valoración
como elemento de un contrato pues, la causa que dé origen al contrato no puede
decirse que lo constituye la creación de la figura del contrato, tampoco puede
decirse que el efecto está antes del fenómeno.
- La Doctrina Moderna: En la época actual la posición de la tesis anticausalista
posee aun una relevancia; por tanto se fuerza a los juristas de la época para
ahondar en el concepto y rol de la causa en aplicación a los contratos, llegando al
punto de aducir que la Doctrina Clásica nos brinda un planteamiento demasiado
estrecho para los fines que se requiere, por tanto los jueces continuaban con una
tendencia evolutiva del término de la causa deduciendo entonces que
la voluntad en ésto nos vuelve inútil. Dicho término, pues hay que fusionar la
voluntad con la aplicación práctica del derecho. Diciendo entonces, que todo acto
de voluntad puede ser considerado causa para la contratación si cumple con los
preceptos jurídicos apropiados como lo son: el ser un deseo lícito, que no esté en
contra de la buena costumbre y la moral y el perseguir un objeto lícito.
En la causa cabe la aclaración que no debe de confundirse con los motivos de una
contratación, pues un ejemplo básico puede ser el sujeto que acuerda un contrato
de compraventa de un inmueble. La causa para el vendedor es el precio que ha de
recibir; mientras que la motivación de la compraventa puede ser un viaje, la
compra de otro inmueble, pago de deudas, etc. Podemos decir entonces, que
tanto la causa como lamotivación pueden ser la mera liberalidad del sujeto pero
eso no indica que ambos términos  sean lo mismo.
Además en la teoría clásica u objetivista de la causa teniendo en cuenta que en el
obrar humano hay diversidad de móviles. Trata de precisar la noción de la causa
destacándola y diferenciándola de la serie de motivos que impulsan a los sujetos a
celebrar contratos, señalando entonces las siguientes diferencias.
Ÿ        Que la causa es el móvil o el fin inmediato, directo más
próximo; mientras que los motivos son móviles indirectos o remotos.
Ÿ        Como más fundamental que la causa es el fin o razón de ser
objetivo, intrínseco o jurídico del contrato, a diferencia de los
motivos, que son fines psicológicos, individuales o puramente
personales.
Ÿ        En consecuencia, la causa es siempre la misma en cada tipo
de contrato, mientras que los motivos son distintos para cada
contratante y variables hasta el infinito.
Es importante notar que la teoría moderna pretende impulsar el pensamiento, que
los motivos juegan el papel más fundamental  a modo que puede influir en la
ineficacia o en la persistencia de un contrato.
Para que la causa pueda considerarse como causa de contratos debe poseer
ciertos requisitos:
1.      Ha de existir: Pues un contrato sin causa no produce efecto alguno,
pero en ciertos casos la causa es presumible diciendo que una deuda es
presumible aunque no esté expresa aunque se puede probar que no existe.
2.      Debe de ser verdadera: La causa falsa puede ser falsa propiamente
dicha (cuando tiene por base la credulidad de un hecho no existente.) o
simulada (cuando se hace aparecer artificialmente una distinta de la
verdadera).
La causa falsa se confunde, en realidad con la inexistencia de la causa y produce
la inexistencia de del contrato; la simulada no siempre  produce este efecto,
porque puede suceder que la causa oculta, pero verdadera, baste para sostener
en contrato.
      3.   Debe de ser lícita: Si la causa es ilícita, es decir que es contraria a la ley o
a la buena moral. produce la inexistencia del contrato.
 
BIBLIOGRAFÍA
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MESA BARROS, Ramón. “Manual de Derecho Civil: De las Fuentes de las
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 Dr. GUEVARA PERLA, José Antonio. “Tesis doctoral: Consideraciones sobre los
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