Alicia Fernandez
LA
ATENCIONALIDAD
ATRAPADA
Estudios sobre el desarrollo
delacapacidad atencional
Ediciones Nueva Visién
Buenos Airespitulo 6
'ACIDAD ATENCIONAL 5
CAPACIDAD DE ESTAR DISTRAIDO
objetivo psicopedagégico procura condiciones que pro-
evan el desarrollo de las capacidades con las que cuenta
ser humano. La capacidad atencional es una de ellas.
Para estudiar su desarrollo es preciso hacer un viraje en
lestros modos de pensar, «desfocalizando» nuestra aten-
in de los «déficits». No puede atribuirse deficiencia —ni,
nos aun, tratar de «reparar» lo que supuestamente esta
inuido— sin detenerse a analizar cémo opera lo que se
tende «reparar».
No es suficiente la necesaria denuncia acerca de los
jusos que se cometen contra millones de nifos y adoles-
mtes medicados para aquietarlos, disciplinarlos y aca-
los en pos de que no inquieten a adultos atentos al
ercado y al imperativo del éxito. Debe ser una obliga-
m ética para el psicopedagogo abrir un espacio de
gunta en torno a qué se produce cuando un profesional
juncia que un nifio «no presta atencién» y/o que «es
iperactivo». {Qué efecto va a tener sobre los padres del
ino tal descripcién del psicopedagogo y/o el maestro?
é encadenamiento de circunstancias va a suscitar?
¢Cémo va a entrar esa «queja» dentro del mercado consu-
ista? {Va a ayudar a pensar y modificar actitudes? 0
tara el profesional, sin saberlo, aportando un nifio més
119a la medicalizacién? ,Qué esperan los adultos de los
ninos? £Qué atencién falta?
Conociendo el modo en que opera y se desarrolla la
capacidad atencional —no estudiada ni nombrada por quie-
nes diagnostican déficits segtin los manuales— estaremos
en condiciones de promover espacios grupales, familiares y
educativos favorecedores de su despliegue creativo.
Hasta aqui, el trabajo de escritura me permitié respon-
der algunas cuestiones y, a su vez, creé otras nuevas.
Transcribiré a continuacién una serie de esas preguntas,
tanto algunas que no he conseguido expresar atin con clari-
dad como otras que ya he comenzado a responder. Deseo
mantener abiertas todas ellas, pues pretendo hacerlas tra-
bajar tal como los nifios pequenios hacen trabajar sus insis-
tentes «por qué?». Continuar preguntando, aun después de
haber conseguido ciertas respuestas, permite clarificar las
preguntas y crear otras.
£C6mo precisar la terminologia de modo tal que posibilite
distinguir entre «capacidad atencional», «actividad aten-
cional», «prestar atencién», «espacios atencionales», «moda-
lidades atencionales», «atencionalidad» y «disponibilidad
atencional»? En qué se diferencian actividad atencional y
prestar atencién? {Puede considerarse el prestar atencién
como el aspecto consciente de la actividad atencional?
éPuede circunscribirse la actividad atencional al prestar
atencién? ¢Interviene lo inconsciente de algun modo en el
prestar atencién? {Se pueden distinguir periodos en la
construcci6n de la capacidad atencional? La capacidad de
atender de un nifo pequefio, es distinta a la de un nifio
mayor, a la de un adolescente y a la de un adulto? Esa
diferencia, si la hubiera, {supondria un aumento gradativo,
una disminucién 0 una transformacién? Si hubiese una
disminucién de la atencién, jvendria acompanada de un
aumento en la capacidad de distraerse? Atender, jsupone
una construcci6n inteligente? {Cémo se relaciona atender
con elegir y decidir? {Se elige slo lo que se atiende? ;Cémo
lograr que, en los estudios de la atencionalidad, los necesa-
rios recortes de esferas de andlisis (neurobiolégico, intelec-
120
, deseante, social) no conduzean a reduccionismos ted-
0 practicas manipuladoras del ejercicio de poder que
pone diagnosticar? {Cual es el «atender» que se requiere
a aprender? {Qué relaciones existen entre los procesos
ionales, la memoria y el recordar? {Cudles son las
erencias entre atender e incorporar informacién? {Cémo
atiende al objeto de conocimiento? ;Desde dénde se
ende: desde el sujeto, desde el otro, desde el objetoo desde
superficies de inscripcién-diferenciacién? gCémo se
los espacios atencionales? ,Hn qué sentido se puede
de «capacidad atencional» y de «capacidad de dis-
e»? La capacidad de atender, ,supone distraerse? {Se
truyen diversas «modalidades atencionales» en rela-
m con los diferentes modos de ser atendido? {Las moda-
ades con las caracteristicas de la cultura? {Se correspon-
sn con los modos de subjetivacion dominantes?
ar y atender se anclan .
la historia singular y colectiva
ensar y atender se correlacionan. Una actividad requiere
le la otra. Es imposible atender dejando de lado el signifi-
. La actividad atencional supone una cierta seleccion,
Jeccién que esta condicionada por nuestra historia singu-
ar y por las circunstancias. i tot
Asi como no escuchamos todo lo audible ni miramos todo
visible, no podemos «prestar» (entregar) atencién a todo lo
ue nos rodea. Aquello que lama nuestra atencién surge de
in Ilamado que, aun emergiendo del espacio exterior, nos
lama porque, podriamos decir, «conoce nuestro nombre».
Decimos «me llama la atencién», sabia expresién que
marca dos aspectos simultaneos: el abjeto que nos llama y
implicacién personal en la formulacién reflexiva me
a (soy llamado por el objeto y, al mismo tiempo, respon-
do al llamado).
q
121Las actividades pensantes y atencionales
nacen en la intersubjetividad
La actividad de pensar nace en la intersubjetividad. Esta
promovida por el deseo y la necesidad de «hacer propio» lo
que nos es ajeno y de donar al otro lo propio. gA qué me
refiero con «hacer propio»? Lejos estoy de una idea de
apropiacién privada, excluyente del otro; por el contrario,
solo en la medida en que el pensar se entrega a otro es que
puede hacerse propio, y asi el sujeto reconocerse autor y, por
ende, responsabilizarse.
El sujeto autor se constituye cuando los posicionamien-
tos ensenante y aprendiente al interior de cada persona
pueden entrar en didlogo. ;Cuando y como se produce la
apertura al didlogo desde el posicionamiento ensefante?
Cuando el sujeto se autoriza a si mismo a—y le permiten—
mostrar/mostrarse en lo que aprende. Interactuar con el
otro. A veces se puede conocer lo que se sabe sélo a partir de
mostrarselo a otro.
Cuando un maestro intenta ensenar una tematica es
cuando mas aprende sobre la misma, ya que ensenar supone
colocarse en el lugar de la pregunta del otro, pregunta que
simultaneamente abre la capacidad de preguntar/pregun-
tarse, impulsando un «pensar entre». Entre lo que se conoce
y lo que se sabe. Entre el saber y el reconocimiento de la
ignorancia. Entre la duda y la certeza.
Asi, el profesor —aun en el momento de preparar una
clase—, gracias al desconocimiento que le supone al otro, se
habilita para indagar su Propio desconocimiento y dejar
aparecer algo de sus dudas y, también, de su saber/expe-
riencia/intuicion. Juego entre dudas y emergencias de sabe-
res que se-sostiene en el deseo de conocer.
El pensar sealimenta del deseo de diferenciarse del otro y,
asu vez, del deseo de que ese otro nos acepte comosusemejante;
deseos\en apariencia contradictorios pero que, juntos, van
armando la trama de nuestro existir en sociedad.
La eficacia del pensamiento en su sentido mas radical
supera la racionalidad pragmatica. El sostén del pensar se
122
entre aquello a alcanzar y lo ya construido, vie
igue mantenerse vivo cuando se atreve a incursionar
: de lo ya pensado.
ce eaten la actividad de pensar? La =
de los pensamientos no se situa ni Ne « i *
ujeto pensante: se localiza «enire». Utilizo aq ota
bra «entre» como un concepto que hace rere Pa
cio subjetivo/objetivo e intersubjetivo. Si a rnd
pensante trabaja solidariamente con la See ae ;
al, y ambas se gestan en la intersubjetividad, su:
aci son diferentes. t
Feapitulos anteriores, analicé los espacios an
io diversas superficies de SE ee s
la escena del espejo, la nueva escena...) - e 5
farrolla la actividad atencional. Analizaré ahora e! as
pperar de la actividad atencional, y comenzaré — r
a partir de esa actividad se constituye la propia «cap
ad ncional». j eh
a ictividad atencional no es reductible a neds
ténoma, sino que se la reconoce por See a a
que no puede aislarse su incidencia de la ee
jultiples factores que intervienen cuando —— =
cién» a algo. La actividad atencional es mas abare:
¢ tar atencién. 2 k
Parti ee ousiideeee que, en algunas circunstancias,
atencién permite dejar en suspenso por unos
tas demandas internas (sensaciones corpora-
2 Ser fisi¢e.o psiquico) y otras tantas externas. Pero
mde se sittia‘esa suspension? {Quién la en cei
ermite? Esa suspensign se situa en ne zona interme
i6 i icional.
@ creacién, en el espacio transicior ;
Si bien Donald Winnicott no traté especialmente el am
la atencionalidad, aporté conceptos tedricos - expe! ae
clinicas que, entrelazados con nuestros saberes p:
edagégicos, nos permiten decir que la actividad atencio-
se sittia en el espacio transicional; espacio franaicional
e creacién constituido y constituyente de otras ae a
les estudiadas e interrelacionadas por él: «capacida
123estar a solas en presencia de otro disponible» («capacity to
be alone») y «capacidad de interesarse por el otro» («capaci-
ty for concern»), nutrientes ambas del espacio del jugar y
crear, al cual Winnicott se refirié como «espacio de confian-
za». Asu vez, la actividad atencional se imbrica también con
la «eapacidad de creer en...», descripta por el mismo Win-
nicott, con la «capacidad de estar en barbecho»"? referida
por Masud:R. Khan y, quizd, también con lo que llamamos
«capacidad de distraccién». En el transcurso de esta obra
trabajaré esas interrelaciones.
Capacidad atencional, actividad atencional
y «atender»
Estudiamos la atencionalidad como una capacidad y el
atender como un trabajo psiquico (inconsciente-precons-
ciente-consciente) inherente a la actividad pensante-de-
sgante y, por lo tanto, al aprender.
Al diferenciar actividad de capacidad atencional se evi-
dencia que esa actividad es producida en el terreno de la
dramatica intersubjetiva, utilizando los recursos cogniti-
vos a través de la corporeidad. ;
Atender es cuidar. Cuidar amorosamente algo. Escu-
char. Entender. Aguardar. Ser solicito. Asi lo senala la
etimologia de la palabra «atencién» (del latin attenio), que
se refiere a ‘cuidado, solicitud, esmero, cortesia’, y la pala-
bra «atender» (del latin attendere), que se refiere a ‘satisfa-
cer un deseo, ruego 0 mandato, aplicar el entendimiento a
un objeto espiritual o sensible, cuidar de alguna persona’.""*
"21D. Winnicott, Los procesos de maduracion... , ob. cit.
“8M. Masud R. Khan, Locura y soledad. Entre la teoria y la practica
psicoanalitica, Buenos Aires, Lugar Editorial, 1991.
‘4 J. Corominas, Diccionario critico etimol6gico...,ob. cit. Con respecto
a la etimologia de la palabra «atencién», Regina Orler Sordi y Maria
Helena de Nardin, recurriendo a Crary, sefialan que las raices de esta
palabra remiten a dos inflexiones: porun lado, ‘tensién’ y, por otro, ‘espera
sin tensién’.
124
Por eso se dice «fue bien atendido» para referirse a cémo
ien fue recibido y escuchado o «la empleada del local es
nuy atenta» o «el doctor atiende de 8 a 14 h». Pero, a su vez,
atenci6n» remite a estar alerta: «jAtencién! Peligro». La
alabra «atentado» tiene su origen etimolégico en «aten-
én». Varias tensiones entre sentidos opuestos se entrecru-
en el concepto de atender y en el origen etimolégico del
uno.
Cuando los maestros piden: «Presten atencién», gpreten-
en que los alumnos cuiden amorosamente algo o que se
efiendan de un peligro inminente? Cuando un profesor
olicita: «Atiendan, porque esto va para el examen», gcual
e las dos acepciones estard promoviendo? Cuando un
ecialista diagnostica «déficit atencional», gincluye en su
sis las multiples causas individuales y sociales que
eden alterar los modos atencionales?
osibles atrapes
de la actividad atencional
Debemos ser cuidadosos al momento de diagnosticar las
icisitudes de la atencionalidad.
Es necesario diferenciar modos y circunstancias en que
puede presentarse el estar desatento recordando que nin-
gun ser humano puede ser desatento. Un niio o joven puede
estar desatento en la escuela por multiples y diversos
motivos, algunos de ellos, circunstanciales, y otros durade-
os; algunos, saludables, y otros como efecto secundario de
patologias severas. Esto resalta la importancia de la mira-
da del maestro detectando situaciones de permanencia en
tiempo de un «estar desatento», actitud que puede ser un
ito mudo que denuncie la existencia de vivencias extraesco-
es o escolares (bullying, violencias 0 abusos, desarraigos...)
e atrapan su atenci6n o una simple reaccién ante un ambien-
e educacional que precisa modificar sus «modos de atender».
Es, por lo tanto, imprescindible diferenciar los «estares
desatentos» que dificultan el aprendizaje de otros modos de
125recepcién de ese dolor por parte del terapeuta puede conduy
cirlo a reforzar los cerrojos que inhabilitan los recursos
cognitivos o estéticos para expresarlo.
La psicoanalista Maud Mannoni considera la eficacia
terapéutica que tiene «dar a los nifios pequenos la posibilis
dad de pintar, de inventar un mundo», y dice que es «impor
tante, por cuanto asi pueden [...] volear en un lenguaje in
palabras aquello que los mortificé, y ello aun cuando ignos
ren lo que insiste en sus garabatos. Lo fundamental es que
su soledad, su desamparo y su ‘locura’ tengan la posibilidad
de expresarse, y esto sin que el adulto se ponga inmediata-
mente a darles sentido».'”'
Jorge Goncalves da Cruz amplia y redimensiona la cues+
tién, pues reconoce no sélo el valor de expresién que el
lenguaje grafico le otorga a algo no decible, sino que destaca
la importancia del dibujar como posibilitador de espacios
en los que el sujeto puede inscribirse en sus propias produc:
ciones. Dice que «los nifios no dibujan para otros, sino, ante
todo, para si mismos. Cuando muestran a otro sus dibujos
no es para que ‘los interprete’, sino para que, con su mirada,
ese otro sirva como companiia, soporte, testigo, legitimador
[...] del trabajo que el dibujo acarrea». «Pensar en ‘los nifios
en el dibujo’ implica que nuestra tarea principal es propi-
ciar y acompaiiar el proceso de apropiacién, de autoria [...]
del propio nino. Ayudar a crear un espacio para que el nino
pueda mirar su propio hacer, inscribirse en sus propias
producciones.»!?5
La actitud excesivamente locuaz del terapeuta puede
producir una cierta inhibicién atencional momentanea.
Nuestras propuestas hidicas o grdficas no se dirigen a que
el dibujo o el juego ocupen el lugar de la palabra, sino a crear
espacios donde el silencio pueda operar.
"7 M. Mannoni, Amour, haine, séparation..., ob. cit.
18 J. Goncalves da Cruz, «Nifios en el dibujo: entre ingenieria y arte»,
en Revista E. Psi. B. A.,n.° 11, Buenos Aires, mayo de 2004.
138
‘alor del silencio
pausas en las practicas pedagégicas
vez, cuando me retiraba de ofrecer una conferencia,
una asistente ala mismay yo se establecié el siguiente
0:
ASISTENTE (sorprendida). — Parece que usted pensara mien-
tras habla.
Auicia. — 4Y c6mo podria darse una conferencia sin estar
pensando mientras se habla?
ASISTENTE, — Es cierto... Sucede que... Es que, a mi lado,
algunas personas decian que parecia que usted no hubiera
preparado la conferencia porque hacia silencios mientras
hablaba... Yo, por el contrario, quiero decirle que sus silen-
cios me permitian ir recordando escenas mias y, asi, enten-
der. Pude prestar atencién.
Auicia. — Qué interesante, lo que dices. Eso es prestar
atencién. Prestar. Entregar. Prestarme a mi misma mis
propios saberes para permitir que el otro me preste los suyos.
Para prestar atenci6n al otro, tanto quien ensefia como quien
aprende precisan atender-se pensantes para producir algo
nuevo.
Recordé el anterior didlogo al leer un comentario del
icoanalista brasileno Gilberto Safra, quien relata cémo,
Tlegar a dar una clase, precisa unos cinco o diez minutos
propio silencio antes de comenzar para situarse, para
‘ar, para ver con quién esta. Dice, ademas, que muchos
fesores consideran que la falta de atencién de sus alum-
s en el aula se debe a la falta de silencio (entendiendo
lencio» como «estar callado»), y por eso exigen que sus
lumnos enmudezcan: para comenzar a hablar ellos.
piten constantemente, cada vez con voz mas alta,
gan silencio». Este silenciar no permite habitar el
lencio. Yo he observado por mi propia experiencia, tal
1 lo expresa Safra, que, cuando entro a un aula bulli-
osa, el s6lo hecho de quedarme en mi propio silencio,
endiéndolos con la mirada, va estableciendo la posibi-
139lidad de comunicacién. Puedo mirarme en ellos, y ellos,
probablemente, mirarse en mi.
Gilberto Safra considera que los profesores que no consi-
guen habitar espacios internos de silencio son aquellos que
suelen proveer en sus aulas un exceso de informaciones,
obstruyendo la necesidad de que sus alumnos puedan habi-
tar el silencio para poder pensar, para poder construir a
partir de lo que el profesor transmite.
Dice Affonso Romano Santana:
Se suele pensar que el profesor es aquel que «habla», que
llena con su discurso una clase de 50 minutos 0 un seminario
de tres horas. Este es un concepto de ensefianza como acti-
vidad «oracular» de parte del maestro, que se complementa
con pasividad «auricular» de parte del alumno. Sin embargo,
asi como un espacio en blanco es importante en el poema, asi
como la pausa organiza la musica, el saber puede brotar del
silencio. La catarata continua de palabras puede ostentar
ansiedad. El conocimiento se puede instalar en el entreacto
El silencio también habla.!”*
En La sexualidad atrapada de la sefiorita maestra”
relato el proceso de tratamiento psicopedagégico realizado
por y con una profesora universitaria. Siendo su terapeuta
aprendi del sufrimiento que genera, en quien la padece, la
modalidad ensefiante que se corresponde con no poder
habitar el silencio; modalidad ensefiante «bulimica», que
exhibe lo que, por no poder guardar, expulsa antes de
digerir. Cuando esta modalidad ensefiante se instala como
constante va minando la disponibilidad atencional tanto de
quien ensena como de quien aprende, produciendo una
petrificacién que, como posicién subjetiva, se asienta en el
desconocimiento del valor del silencio.
129 A. Romano Santana citado por Lucia Carvalho en «Desaprendendo
a ligdo», en Revista E. Psi. B. A., n.° 7, Buenos Aires, agosto de 1998.
A. Fernandez, La sexualidad atrapada de la sefiorita maestra,
Buenos Aires, Nueva Visién, 1992.
140
silencio le ofrece nido al pensar
l sitencio —como bellamente lo expresa Fernando Ulloa en
parrafo que luego citaré— ofrece nido al pensar. Un nido
‘0 produce la vida, pero la cuida, aun antes de que se haga
ible, para que pueda nacer. En el silencio anidan el
luctuar del pensar y de la atencionalidad errante.
_Dar lugar al necesario fluctuar del pensar permite tran-
itar entre la certeza y la duda, creer y no creer en lo que se
ituye, anclar en los deseos, aceptar las imprecisiones, huir
| rigor focalizante del raciocinio como condicién para que
autoria trabaje sin caer en la omnipotencia.
Un analista se abstiene artesanalmente de opinar. Asi ira
preparandoel nido afectivoen que anidardel propio pensamien-
to. Un pensamiento promotor de memoria; la de los recuerdos
personales posiblemente activados, la memoria casuistica que
recuerda casos semejantes y circunstancias parecidas en otros
momentos de ese historial. De todo esto se abstendré de hablar
y, sobre todo, no hablaré su memoria te6rica. El premio sera el
surgimiento de lo impensado como correlato y expresién de lo
impensable inconsciente, lo que no habia estado presente hasta
entonces. Loimpensado, asi entendido, podra surgir tanto en el
analista como enel analizante, siendo oportunidad de interpre-
tacién o la interpretacién misma. Es en esa estructura de
demora abstinente donde la clinica psicoanalitica se aleja de los
caminos médicos. '*"
Si lo que Fernando Ulloa llama «estructura de demora
stinente» es importante en la escucha del analista, cudn-
_mas lo es en la del psicopedagogo, cuya tarea esta
rientada hacia la creacién de espacios atencionales como
igares donde el pensar pueda anidarse.
Desde el andlisis del discurso —disciplina tan nueva
como la psicopedagogia—, Eni Puccinelli Orlandi estudia
«diversas formas» o tipos de silencio. Considera que algunos
1 F. Ulloa, «Del tiempo, sus contratiempos tedricos y sus saltos
conjeturales», en S. Bleichmar (comp.), Temporalidad, determinacién,
azar..., ob. cit. E] subrayado es nuestro.
141silencios interrumpen la palabra y la produccién de
sentido, en tanto que otros, por el contrario, son necesa-
rios a esa produccién y tienen cardcter de «espacio dife-
rencial» al permitir que el «sujeto» siga diferentes vias
sin perderse y sin quedar focalizada su atencién en un
unico centro, siendo, por lo tanto, el silencio un aconteci-
miento esencial de la significacién y materia significante
por excelencia. La citada autora nos dice que «es, asf, la
respiracién (‘el aliento’) de la significacién un lugar de
retroceso necesario para poder significar, para que el
sentido haga sentido. Reducto de lo posible, de lo multi-
ple, el silencio abre espacio para lo que no es ‘uno’, para
lo que permite el movimiento del sujeto».!
A veces, estar en silencio sin estar en,e/ silencio puede
ser tanto causa como consecuencia del propio silencia-
miento. Por el contrario, estar en el silencio, habitarlo
tanto al hablar como al escuchar, nos abre a la multipli-
cidad, nos conecta con nuestro saber y permite reencon-
trarnos con nuestras experiencias.
emtulo 10
MOVER EL «MOSTRAR-GUARDAR»
EVITAR EL «EXHIBIR-ESCONDER»
jaciones reciprocas entre modalidades de
isenanza-aprendizaje
modalidades de atender-ser atendido
icuentro necesario continuar los desarrollos acerca del
strar-guardar», caracteristico de las modalidades salu-
les de ensefanza, en contraposicion al «exhibir-desmen-
~-esconder», que hiere esas modalidades y, en consecuen-
, el aprender. Haré extensivo ese andlisis para compren-
cémo afectan no sélo a las modalidades de aprendizaje,
ino también a la actividad atencional.
_ El guardar permite compartir, el esconder nos aisla y el
ibir nos vacia.
Si bien guardar y esconder pueden aparecer superficial-
iente como movimientos similares, son gestos casi opuestos,
es implican diferentes posiciones subjetivas. El esconder
pe el espacio de encuentro, generando una situacién de
uso de poder de uno sobre el otro; el guardar, por el contrario,
inherente al mostrar, ya que nadie puede mostrar todo lo que
conoce —ni, menos aun, lo que sabe—. En el ensefiante, la
ptacidn del guardar (propio y del otro) supone el saludable
reconocimiento de su incompletitud y del conocimiento que
intenta transmitir, dejando asi abierto el espacio de la pregun-
ta y de la curiosidad; en consecuencia, abre el espacio atencio-
nal entre quien ensena y quien aprende.Ademas, el simple acto de transmisi6n de la informacion
implica una seleccién acerca de qué decir y qué no decir,
seleccién —a veces espontanea y otras veces propia del acto
de ensenar— que supone tener en cuenta a quiénes esta
dirigida esa transmision. Cuando muestro, elijo qué mos-
trar y qué no.
Cuando no existe un limite entre lo que se desea guar-
dar y lo que se elije compartir, paulatinamente se va
desgastando la capacidad de atender a nuestros pensa-
mientos. El pensar se diluye, se deshilacha, se va per-
diendo. A la vez, sino se puede elegir con quiénes compar-
tir qué cosas y con quiénes no, se van perdiendo los
vinculos subjetivantes con los otros. Cuando la singula-
ridad del otro se torna indiferente, se va apagando tam-
bién la propia singularidad.
Distintas modalidades ensenantes propician diferen-
tes efectos en las modalidades de aprendizaje y, conse-
cuentemente, en las modalidades atencionales.
Esquematicamente, podemos diferenciar tres posiciones
ensenantes atendientes hirientes' que suelen perturbar la
actividad atencional: esconder-exhibir-desmentir.
* Cuando quienes estan en funcién ensefante (padres,
profesores, medios de comunicacién) «esconden» la informa.
cidn, quienes estan en el lugar aprendiente estan en riesgo
de atrapar su pensar y su atencion. Hay diversos modos y
motivaciones para esconder (consciente 0 inconscientemen-
te): por superposicién, por omisién del contexto, por cobar-
dia intelectual, por temor al encuentro con lo desconocido,
por el deseo de manipular al otro... No s6lo omitiendo se
esconde, ya que la fragmentacion y la banalizacién son
" El dispositivo de andlisis psicopedagégico referido se encuentra
desarrollado en el libro de mi autoria Los idiomas del aprendiente, ob. cit.
Hablamos dela modalidad ensefante de quien —oloque—esta ocupando
laposicion y la funcidn de ensenar; por lo tanto, no hacemos referencia sélo
alos padres, hermanos y maestros: también cumplen funciones ensefian-
tes otras personas cercanas, los medios de comunicacion y las figuras
publicas (politicos, modelos, deportistas, cantantes, actores...).
178
modos mas camuflados de hacerlo. Otro modo de esconder (de
ino mismo) se origina al evitar el cuestionamiento. Por ejem-
p tuando no nos preguntamos por las causas humanas
‘as, econémicas. ..) que intervienen en el aumento de los
amados «desastres naturales», o al naturalizar o patologizar
os diversos malestares producidos por lo social.
* Cuando quienes estan en funcién ensenante-atendiente
hiben / se exhiben» (exhibir supone un exceso de informa-
ciones descontextualizadas, fragmentadas), quienes estan
en el lugar aprendiente estan en riesgo de inhibir defensi-
amente la actividad de atender y la actividad de pensar.
jurgen el desinterés, la indiferencia, el tedio y la desaten-
ein, con su contracara de «hiperactividad».
* Cuando quienes estan en funcién ensefante «desmien-
fen», quienes estan en el lugar aprendiente —asi como
quienes consumen acriticamente «noticias»— estan en ries-
go de oligotimizarse.''® Desmentir es un esconder y exhibir
simultaneo. que intenta que el que soporta la desmentida
desmienta-desatienda lo que sus experiencias le indican,
colocando otra falsa experiencia en su lugar: «Esto que ves
no cs lo que ves», «esta guerra que estas sufriendo no es
guerra, es ayuda humanitaria», «estos muertos no son muer-
tos, son danios colaterales», «esta invasion es ‘justicia infini-
’». Se corre el riesgo de atrapar masivamente el pensar y
illar la capacidad atencional, desvitalizandose, «aborre-
ciéndose», empobreciendo la relacion con el otro, la palabra
y el gesto. La desmentida proyoca perplejidad y confusién,
pudiendo conducir al sujeto a desatender/desentender-se
del mundo y de la conexién atencional necesaria para
moverse en él. Perturba el trabajo inteligente de desadap-
acién creativa y la necesaria dispersién creativa entre
distraccién y atencién.
m7
Un desgarrador ejemplo de desmentida: en enero de 2010, la
devastacién —evidenciada por un terremoto— del pueblo haitiano, que
fue el primer pueblo que se rebelé contra los colonizadores, dejé a cantidad
‘de nifos perdidos de sus padres, quienes los estaban buscando. En ese
‘momento, algunos extranjeros intentaron robar a esos nifos, ydeclararon
los medios que «estaban salvandolos».La desmentida es el mecanismo que actuia mas fuerte:
mente hiriendo la capacidad atencional cuando opera de
modo constante desde los personajes significativos que
atienden al nifio (padres, maestros, medios de comunica:
cién...). La desmentida no es simple superposicién entre
esconder y exhibir, tampoco es un doble mensaje entre lo que
alguien dice y lo que hace. La desmentida trabaja en el es-
pacio que precisa producirse entre quien atiende y aquel
que lo atiende. Opera tratando de que ese espacio desapa-
rezca y colocando otra cosa en ese lugar. Pretende anular la
experiencia que el sujeto vivencia, llevando a que deje de
atender a sus sensaciones y a sus sentimientos para injer-
tarle otra experiencia. Algo casi imposible de lograr, si no
es a costa de astillar la propia actividad atencional.
Los posicionamientos ensefiantes/atendientes (esconder-
exhibir-desmentir) que perturban el desarrollo de la capa-
cidad atencional operan tanto al interior de las familias
como de las escuelas y en la sociedad en su conjunto. Su
intervenci6n patologizante se acentua cuando se consolidan
al interior de las familias como un modo constante de
relaci6n con el nino, generando un molde relacional «rigidi-
zado».
El nino no es un sujeto pasivo: él puede operar de diferen-
te modo con las modalidades de ser atendido. Sin embargo,
en la forma en que cada sujeto tramita las modalidades de
ser atendido participan los contextos sociopoliticos en que
esta inserto. Tales contextos adquieren en la actualidad
una fuerza cada vez mayor, pues los «medios de comunica-
cién» hoy intervienen directamente sobre los ninos, sin
mediacién de padres o maestros.
El fluctuar entre decidir guardar
y poder mostrar
La potencia atencional de la actitud curiosa otorga energia
al pensar. El aprender surge a partir de la curiosidad ante
el misterio que las cosas guardan. Si se intenta calmar la
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suponiéndole al otro el saber de ese enigma, y si el
mante se coloca en ese lugar de poder/saber y pretende
todo esté visible (pre-visto por él) y que el aprendiente
dirija exclusivamente a lo que é] muestra 0 dice..., ,c6mo
a aparecer la curiosidad? {Dénde el desafio del deseo de
cubrir el enigma y la alegria de haberlo encontrado?
La curiosidad, promotora del deseo de aprender, surge a
ir del fluctuar atencional entre lo guardado y lo mostra-
. Tal fluctuar crea un espacio de libertad entre lo que
cisamos 0 se nos obliga a atender y la amplitud no de-
ida que llama nuestra atencién.
Existen ocasiones donde el apagamiento momentaneo
la potencia atencional de la curiosidad es necesario y
ludable. En las circunstancias de elaboracién de duelo,
cuando estamos expuestos al exceso de informacién,
los necesitamos realizar un transitorio movimiento
ibitorio del atender. Por ejemplo, ante la pérdida de
ser querido suelen presentarse dos actitudes defensi-
protectoras en apariencia opuestas: desatencién e
iperactividad. Tales reacciones momentdéneas no son
atolégicas, sino que, por el contrario, otorgan al sujeto
tiempo/espacio para comenzar a elaborar su duelo.
Claro que, para realizar el trabajo de duelo y no quedar
jado en alguna de esas dos actitudes, se requiere de un
biente amistoso que las permita y no las juzgue como
atolégicas. Muchos de los nifios y adolescentes que
ivianamente reciben diagnésticos de ADD/ADHD u ODD
sin atender al ambiente en que se desarrollé la «de-
tencién o la hiperactividad»— pueden estar padecien-
do de ausencia de ambiente facilitador. Lo que comenzé
mo proteccién necesaria puede derivar, entonces, ha-
cia una defensa rigida que deja de proteger.
Otra circunstancia que puede llevar al adormecimiento
evitativo de la potencia atencional de la curiosidad es el
exceso y la exhibicién de informacién. Si al mediodia se nos
impusiera dirigir la vista al Sol para verlo directamente,
necesitariamos cerrar los ojos por proteccién, para no que-
dar encandilados con nuestra vision atrapada. Pero si los
181mantuviéramos cerrados, para no lastimarnos, eso dejas
a ser una defensa. que,
ria de ser proteccién para pasar
por defendernos, nos ataca. Ademés, correriamos el ries
go de creer que no nos interesa mirar y/o que no hay nada
Una actitud semejante se pro»
cognitiva se instala o cuando
interesante para atender.
duce cuando la inhibicién
esta por instalarse. Entonces, el nifiio —o el joven— se
muestra desatento, abulico, desinteresado, Nada se gana
colocandole protesis atencionales medicamentosas, que
pueden enmascarar la génesis de una inhibicién cogniti-
va que podria haberse evitado.
Precisamos, entonces, posibilitar un entorno que permi-
ta que el sujeto se encuentre asi mismo interesante —que
no es lo mismo que importante—. Nuestra tarea es gene.
rar un ambiente de heteroestima, como dice Jorge Gongal-
ves da Cruz. Heteroestima que posibilitaré la autoria y la
emergencia de la potencia atencional de la curiosidad y
la alegria de sentirse gestor y creador de aquello que se
descubre.
éComo se aprende a prestar atencién?
La gestacién de espacios atencionales
A prestar atencién se aprende, pero, sin embargo, no
puede ensejarse. Lo mismo sucede con el jugar, el humor,
la espontaneidad, la alegria, el amor...
Podria pensarse que esta afirmacién desdibuja el lugar
del ensenante, pero, por el contrario, refuerza su impor-
tancia. Maestros, padres, familiares, amigos —y aun
diversos integrantes de los medios de comunicaci6n y
figuras ptblicas— Promueven o abortan las posibilida-
des de aprender ajugar, aamar,a atender y a pensar. No
Un ensefiante es alguien que cree que su alumno o su
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es un sujeto pensante y deseante. Creer es aqui sinéni-
de la capacidad del ensefiante para considerar que el
ndiente puede aprender y, asi, responsabilizarse en
ar las condiciones y el espacio subjetivo/objetivo —espa-
«entre»— que permitira el aprender y el atender.
Al crear ese espacio «entre», la responsabilidad por el
rendizaje es compartida entre quien ensena y quien
rende, lo cual retira culpas expulsivas e inmovilizan-
Desde la funcién ensenante, se requiere que quien la
Tza pueda
_* autorizarse a pensar, a atender y a estar distraido;
* permitirse preguntar y habitar el silencio;
* dejar espacio a la imaginacién y al placer de apren-
T; ‘ ;
* abrirse al jugar y a la alegria, dejarse sorprender;
* promover su autoria de pensar y su capacidad de
tar a solas; f ,
* atenderse y atender, estar disponible;
* prestar atencién atendiéndose; PLO
* promover los propios espacios de intimidad (guar-
-mostrar); y
* saber escuchar/escucharse,
para propiciar que quien se encuentre en posicién apren-
diente pueda también autorizarse a pensar, permitirse
preguntar, incluir la imaginacién yla alegria de apren-
der, nutrir los propios espacios de intimidad (poder
guardar, no estar obligado a mostrar), desplegar su auto-
ria de pensar, atenderse y prestar atencién. ei
En las relaciones asimétricas entre adulto y nifio sue-
len cometerse muchos pequefios errores que pueden ir
apagando la potencia de la capacidad atencional del
nino. La mayorfa de esos errores se producen en diferen-
tes escenas, para los adultos, triviales e intrascendentes,
pero que no son intrascendentes para el nifio cuando se
repiten e instalan como un molde relacional.