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Crisis Asiatica
Crisis Asiatica
globalizados
A partir del 2 julio de 1997, se inicio la tan mentada CRISIS ASIATICA, esto comenzó
cuando se conoció la noticia en los mercados financieros internacionales sobre la
devaluación de la moneda tailandesa. Como una suerte de efecto dómino le sucedieron
agresivas devaluaciones competitivas en Malasia, Indonesia y Filipinas, repercutiendo
también en Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del sur. Lo que al principio parecía una
crisis regional, se convertiría con el tiempo en lo que se denomino “La primera gran crisis
de los Mercados Globalizados”.
Durante la crisis del tequila, el Sudeste Asiático había logrado diferenciase del resto,
constituyéndose en una región receptora de los capitales que huían en busca de una
mayor CONFIANZA. Los tigres asiáticos constituían un verdadero mercado emergente, un
mercado de crecimiento económico sostenible cuyo signo más significativo, además de la
estabilidad fue el de la previsibilidad económica. Sin embargo, fue este mismo modelo
sumado a la mala administración que género la crisis.
Las exportaciones hasta mediados de 1996 venían siendo elevadas, generando una
inyección de grandes prestamos los que fueron hacia inversiones especulativas
concentrándose en el sector inmobiliario. Como resultado de ello se produjo una burbuja
inmobiliaria, seguida por una debilidad de los sistemas bancarios, donde se otorgo
prestamos sobre los activos sobrevaluados.
En 1996 las exportaciones del Sudeste Asiático comenzaron a descender, entre otras
cosas por el posicionamiento competitivo de China en los mercados internacionales, un
déficit en la balanza de pagos, es decir un aumento de la importaciones por encima de la
exportaciones, sumado de un cambio de las monedas asiáticas frente al YEN japonés que
se había devaluado un 40%.
Ante este panorama, se imponía la necesidad de recuperar la competitividad perdida,
recurriendo a la devaluación de las respectivas monedas. Los acontecimientos que
sucedieron no fueron desconocidos, se derrumbaron los precios en dólares de los
inmuebles en un 30%, se paralizaron los megos proyectos inmobiliarios suntuosos
financiados con el ahorro externo que por años se canalizo al sector en cuestión. Se
produjo el deterioro de las carteras bancarias ante los préstamos incobrables, la cesación
del crédito internacional para la región y una recesión de las economías reales. De esta
manera la región entro en una crisis, a la cual se le puede denominar de confianza.
A mediados del mes de agosto la crisis se extendió a Rusia, devaluando el rublo como una
medida para frenar la huida de capitales, declarando también unilateralmente la cesación
de pago de la deuda (default) afectando la Unión Europea. Esta medida agravo aun más
la volatilidad de los mercados financieros internacionales pero no tardaron en hacerse
sentir en América latina. Brasil, con un déficit de la balanza de pagos lo dejo vulnerable
frente a la volatilidad de los mercados. Ello origino una salida aproximada de $ 30.000
millones apenas en dos meses.
La apelación de Clinton llamando a una reunión del G7 fue bien recibida en los mercados
financieros internacionales, lo cual hizo evidente la necesidad de una voluntad política
para comenzar a resolver los problemas macroeconómicos.
Por el momento, de acuerdo a una tendencia internacional, cuando las políticas internas
de los países afectados no logran convencer a los capitales internacionales a volver, la
ayuda internacional tarda en llegar. Este es el caso de Rusia, que se encuentra a medio
camino entre aplicar un ajuste propio de una economía de mercado o un retorno al
pasado de la era soviética. A partir de la reunión del G7, y sin hacer proyecciones del todo
positivas, la crisis financiera no ha desaparecido sino que ha entrado en un estado de
“meseta” o de “amainamiento”. De allí surgió un compromiso de los 7 grandes del mundo
para crear un Fondo de Contingencia destinado a los países en crisis, fondos que
provendrán de un aumento en la cuota l FMI, serian otorgados por este último siempre y
cuando los países con problemas cumplan con determinadas políticas. Por el momento,
Brasil es el primer candidato a recibir la ayuda internacional, a condición de aplicar una
severa política fiscal. Lo que hizo fue intentar recobrar la CONFIANZA de los grandes
mercados a través de una acción coordinada a nivel internacional, con el objeto de frenar
la extensión geográfica de la crisis.