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Pueblos Pre-Románicos:

Los iberos:
Quienes son?
Los iberos[1] o íberos fue como llamaron los antiguos escritores griegos a las
gentes del levante y sur de la Península Ibérica para distinguirlos de los
pueblos del interior, cuya cultura y costumbres eran diferentes. De estos
pueblos escribieron Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón o Rufo Festo
Avieno, citándolos con estos nombres, al menos desde el siglo VI a. C.: elisices,
sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos,
indigetes, castelani, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos,
suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos,
bastetanos y turdetanos.

Origen de los iberos:


Su origen se remonta al siglo V a.C y estaban influidos por las
colonizaciones griega y púnica además presentaban rasgos comunes y
culturales aportados por las migraciones indoeuropeas.

Teorías acerca de su llegada a la Península Ibérica:

 Una teoría sugiere que llegaron a la Península Ibérica en el


periodo Neolítico, y su llegada se data desde el quinto milenio
antes de Cristo al tercer milenio antes de Cristo. La mayoría de
los estudiosos que adoptan esta teoría se apoyan en evidencias
arqueológicas, antropológicas y genéticas estimando que los
iberos procedían de las regiones mediterráneas situadas más
al este.

 Otros estudiosos han sugerido que pueden tener su origen en


el norte de África pero se corroboró que esta teoría era errónea.
Los iberos inicialmente se habrían asentado a lo largo de la
costa oriental de España y, posiblemente, más adelante se
propagaron por todo el resto de la Península Ibérica.

 Otra teoría alternativa afirma que formaban parte de los


habitantes originales de Europa occidental y los
creadores/herederos de la gran cultura megalítica que surge
en toda esta zona, posiblemente, una teoría respaldada por
estudios genéticos. Los iberos serían similares a las
poblaciones celtas del primer milenio antes de Cristo de
Irlanda, Gran Bretaña y Francia. Posteriormente, los celtas
cruzarían los Pirineos en dos grandes migraciones: en el IX y el
VII siglo a. C. Los celtas se establecieron en su mayor parte al
norte del río Duero y el río Ebro, donde se mezclaron con los
iberos para conformar el grupo llamado celtíbero.

Cultura y Economía:
Su economía se basaba principalmente en la agricultura, especialmente
en el desarrollo de cereales, la vid y el olivo aunque también se
cultivaban otras plantas como uso textil por ejemplo : el lino y el
esparto. así como las leguminosas (garbanzos, guisantes, habas y lentejas). Y
por otra parte, se conocen diversas especies frutales, entre las cuales destaca
el manzano, el granado y la higuera.

Respecto a la ganadería, no parece haber tenido un papel


predominante, salvo quizá en regiones específicas, limitándose al papel
habitual complementario de la agricultura. Sí es necesario señalar la
importancia de ciertas especies como el caballo, utilizado en la caza y la
guerra y probablemente símbolo de determinado estatus social en
cuanto que da acceso a estas actividades. También debió tenerse en
gran estima al buey y de la abundancia de ganado bovino nos hablan
las frecuentes menciones del sagum o manto de lana ibérico en las
fuentes romanas.

La caza, parece haber tenido una cierta importancia, según se deduce


de su frecuente representación en la cerámica pintada, aunque quizá
más como actividad social que económica. El jabalí debe haber sido la
pieza reina, aunque junto a él se cazan igualmente cérvidos y varias
especies menores.

Los principales asentamientos iberos:

Las zonas que mejor se conocen son las del Alto Guadalquivir y del río
Segura, donde se distinguen tres tipos de poblados:

 los pequeños asentamientos, situados en zonas llanas y que


carecían de fortificación;
 los recintos fortificados, estructuras de dimensiones reducidas
con fuertes defensas que solían estar en zonas altas.
 los grandes poblados u oppida, centros que controlaban una
región o un territorio, donde se situaban los distritos poblados en
llano y sus recintos fortificados. Son las capitales mencionadas
por Estrabón.
Los celtas:

¿Quiénes son?
Con el término celtíberos suele hacerse referencia a las tribus celtas o
celtizadas de la península Ibérica, así como a los idiomas que estos grupos
hablaban, aunque, realmente, el término celtíbero se refiere únicamente a uno
de los pueblos célticos de la península Ibérica, existiendo otros con otros
nombres (vetones, vacceos, lusitanos, carpetanos, etc.). Este pueblo celtíbero
habitaba al oeste de la Cordillera Ibérica.[1] Los romanos los consideraban una
mezcla de celtas e íberos,[2] diferenciándose así de sus vecinos, tanto de los
celtas de la meseta como de los íberos de la costa. Hoy sabemos que los
celtíberos son un pueblo de lengua y cultura celta.

Organización sociopolítica
Las organizaciones sociales básicas, que sobrevivieron hasta la época
imperial, fueron las gens o gentes y gentilates. Las relaciones se
basaban en el parentesco; estos constituían grupos de consanguíneos
descendientes de un antepasado común, que recibían el nombre de
gens (gentes, familia) el grupo más amplio y gentilates las divisiones
menores de la gens.

La vida gentilicia se manifestaba en las comidas en común y por el


hecho de que todos los parientes dormían juntos, como
arqueológicamente lo atestiguan las casas de Numancia y Tiermes,
donde se comía en comunidad, sentados en bancos corridos, adosados
a las paredes, en torno a un hogar central, donde también dormía el
grupo. De los estudios epigráficos sobre los celtíberos, además de otros
pueblos de la Meseta y del norte de la península Ibérica, se deduce que
la pertenencia de los individuos a la gens o gentilates era más fuerte
que a la familia restringida. Es decir, que a la hora de expresar su
nombre era más importante pertenecer a un grupo amplio de
parentesco, que comprendería otros subgrupos, dentro de los cuales la
familia sería el menor. A mediados del siglo I a. C., otros factores
empiezan a tener importancia, se hallan menciones a la ciudad a la que
pertenece el individuo, y aparece la filiación paterna por la influencia
romana.

Cultura y Economía:
Su economía estaba basada principalmente en la agricultura y el
cultivo de cereales, mientras que los del Sistema Central e Ibérico se
dedicaban fundamentalmente a ser ganaderos. Elaboraban cerámicas y
tejidos y eran expertos metalúrgicos, sobretodo en la producción del
hierro y de bronce.

Una característica fundamental:


El espacio funerario:

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención, es la


peculiar organización interna del espacio funerario. Así algunas
necrópolis del Alto Tajo-Alto Jalón y Alto Tajuña y más raro en la zona
del Alto Duero, se caracterizan por la deposición alineada de las tumbas
formando calles paralelas, en algunas ocasiones empedradas, de
longitudes variables y formadas por grandes piedras a modo de estelas
indicando la localización de una tumba. No obstante, lo que Cabré[12]
denominó el rito céltico de incineración con estelas alineadas, no puede
considerarse como de práctica general en todas las necrópolis
celtibéricas, más bien al contrario la mayor parte de las necrópolis con
tumbas con estelas se caracterizan por carecer de cualquier orden
interno, siendo habitual en este tipo de cementerios que las tumbas
aparezcan agrupadas, localizandose zonas de menor densidad de
tumbas e incluso espacios libres de enterramientos. El numero de
enterramientos varía notablemente, así algunas necrópolis, como la de
Aguilar de Anguita alcanzan las 5.000 tumbas, otras tan sólo llegan a
las 100.

La conquista Romana:
Se conoce como Conquista de Hispania al periodo histórico
comprendido entre el desembarco romano en Ampurias (218 a. C.) y la
conclusión de la conquista romana de la Península Ibérica por César
Augusto (19 a. C.), así como a los hechos históricos que conforman
dicho periodo.

Etapas de la conquista Romana:

Primeras Etapa: La guerra entre Cartago y Roma

El primer combate importante entre cartagineses y romanos tuvo lugar


en Cissa (218 a. C.) probablemente cerca de Tarraco, aunque se ha
pretendido identificarla con Guissona en la actual provincia de Lérida.
Los cartagineses, al mando de Hannon Barca, fueron derrotados por las
fuerzas romanas al mando del propio Cneo Escipión. El caudillo de los
Ilergetes, Indíbil, que combatía en el bando cartaginés, fue capturado.
Pero cuando la victoria de Cneo era un hecho, acudió Asdrúbal Barca
con refuerzos y dispersó a los romanos, sin derrotarlos. Las fuerzas
cartaginesas regresaron a su capital Qart Hadasht (Cartagena), y los
Romanos a su base principal, la ciudad de Tarraco.

En 217 a. C. la flota de Cneo Escipión venció a la de Asdrúbal Barca en


el río Ebro. Poco después llegaron refuerzos procedentes de Italia, al
mando de Publio Escipión, y los romanos pudieron avanzar hasta
Sagunto.

A Cneo y Publio Escipión hay que atribuir la fortificación de Tarraco y el


establecimiento de un puerto militar. La muralla de la ciudad se
construyó probablemente sobre la anterior muralla ciclópea; se
aprecian en ella marcas de picapedrero ibéricas, ya que para su
construcción debió emplearse la mano de obra local.

En 216 a. C. Cneo y Publio Escipión combatieron contra los íberos,


probablemente de tribus del sur del Ebro. Los ataques de estos íberos
fueron rechazados.

En 215 a. C. los cartagineses recibieron refuerzos al mando de


Himilcón, y se dio un nuevo combate en sur del río Ebro, cerca de la
actual Amposta o de San Carlos de la Rápita, en la llamada batalla de
Ibera. La rebelión de Sifax, aliado de Roma, en Numidia (Argel y Orán),
obligó a Asdrúbal a volver a África con sus mejores tropas (214 a. C.)
dejando el campo libre en Hispania a los romanos. Asdrúbal Barca, ya
en África, obtuvo el apoyo del otro rey númida, Gala, señor de la región
de Constantina, y con ayuda de este (y del hijo de Gala, Masinisa),
derroto a Sifax.

En 211 a. C. Asdrúbal Barca regreso a la península. Le acompañaba


Masinisa con sus guerreros númidas.

Quizás entre el 214 y el 211 a. C., Cneo y Publio Escipión remontaron


el Ebro. Sabemos seguro que el 211 a. C., los Escipiones contaban en
su ejército con un fuerte contingente de mercenarios celtíberos,
compuesto de varios millares de combatientes. Los celtíberos actuaban
frecuentemente como soldados de fortuna.

Segunda Etapa: Viriato y la Rebelion Lusitana:

El 147 a. C., un nuevo líder lusitano llamado Viriato vuelve a rebelarse


contra el poder de Roma. Huido de las matanzas de Serbio Sulpicio
Galba tres años antes, y reuniendo a las tribus lusitanas de nuevo,
Viriato inició una guerra de guerrillas que desgastaba al enemigo,
aunque sin presentarle batalla en campo abierto. Condujo numerosas
incursiones y llegó incluso a las costas murcianas. Sus numerosas
victorias y la humillación a la que sometió a los romanos le valieron la
permanencia durante siglos en la memoria hispánica como el referente
heroico de la resistencia sin tregua. Viriato fue asesinado sobre el año
139 a. C. por sus propios lugartenientes, muy probablemente
sobornados por Roma. Con la muerte de Viriato desaparece también la
última resistencia organizada de los lusitanos, y Roma continuaría
adentrándose en la Lusitania, de lo que es buen testimonio el Bronce de
Alcántara, datado en 104 a. C.

Tercera Etapa: La guerra contra los pueblos Celtiberos

Entre el 135 y el 132 a. C., el cónsul Decimo Junio Bruto realizó una


expedición hasta la Gallaecia (Norte de Portugal y Galicia). Casi
simultáneamente(133 a. C.) fue destruida la ciudad celtíbera de
Numancia, último bastión de los celtíberos. Éste sería el punto
culminante de la guerra entre celtíberos y romanos, entre el 143 y el
133 a. C.; la ciudad celtíbera acabó siendo tomada por Publio Cornelio
Escipión Emiliano, cuando ya el hambre hacía imposible la resistencia.
Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la
población fue vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada.

Durante más de un siglo los vascones y celtíberos se disputaron las


ricas tierras del Valle del Ebro. Probablemente la celtíbera Calagurris,
hoy Calahorra, llevó el peso de la lucha, auxiliada por alianzas tribales;
por parte vascona debía existir algún asentamiento medianamente
importante situado al otro lado del Ebro, más o menos frente a
Calagurris, que obtenía también el apoyo de los vascones de otros
puntos. Seguramente los celtíberos llevaron la mejor parte en la lucha,
y destruyeron la ciudad vascona, ocupando tierras al otro lado del Ebro.

Pero los llamados «celtíberos» eran enemigos de Roma, y los vascones


eran (estratégicamente es lo más razonable) sus aliados. Cuando fue
destruida Calagurris por los romanos, fue repoblada con vascones,
probablemente procedentes de la ciudad vascona del otro lado del río,
destruida tiempo antes por los celtíberos (que habrían ocupado sus
tierras al Norte del Ebro), y por vascones de otros lugares.

Cuando el 123 a. C. los romanos ocuparon las islas Baleares, se


establecieron en ellas tres mil hispanos que hablaban latín, lo que da
idea de la penetración cultural romana en la Península en apenas un
siglo.

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