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LA GITANA
La esperanza alienta. La espera castiga, es una prueba de templanza, la
austeridad de un tiempo sin horizonte. La esperanza induce al engaño. Detrás de
la espera, se esconde la desilusión. Sin término medio, alejamos las dudas con la
magia de lo incierto, con la improbable predicción del oráculo. El Barroco inventó
el realismo, llevó la “naturalidad” más lejos del detallismo de la Edad Media, para
hacer de la carne y el espíritu un estado verosímil, capturar la apariencia de la
existencia. Bartolomeo Manfredi, pintor virtuoso y erudito, capta con una precisión,
que hoy se llamaría híperrealista, la esperanza que se confunde con más dudas,
en su óleo La Lectora de Cartas (1616-1617). La gitana está ciega, como Tiresias,
es capaz de conocer el destino con la mirada de la sabiduría que contiene el
tiempo, es la mente prodigiosa de los oráculos. La ceguera que es capaz de
percibir lo que la mirada mundana no alcanza. Sin