Está en la página 1de 9

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora

Administración. 1er Semestre.

Aula #2
Me acabo de despertar y todo está oscuro. Me siento oprimido. Incluso tengo miedo,
estoy sudando y tiemblo. Supongo que aún estoy bajo los efectos de lo que sea que esos
idiotas pusieron en mi bebida.
Estaba en una fiesta. Sí, lo recuerdo bien. Los de la universidad decidieron hacer una
fiesta en casa de Jorge y cualquiera que lo conozca bien sabe que Jorge está completamente
loco, y que sería capaz de inyectarse cloro directamente en las venas con tal de drogarse, de
no ser porque sabe que eso lo mataría y entonces no podría drogarse más; es un adicto sin
remedio. O al menos, eso me comentaban todos, pero al parecer yo, que soy el “nuevo”
─todo el mundo enfatizaba ese término como si de una academia militar se tratara─ en el
instituto, acabo de pecar por novato.

Este lugar es muy pequeño, apenas y toco las paredes y es como si la terrible oscuridad
me estuviera penetrando la piel. Debo de estar muy drogado todavía si estoy sintiendo algo
así. Ese imbécil de Jorge, en lo que salga de aquí me va a conocer.
Estoy tanteando los laterales. Las paredes son rasposas, sin embargo el piso es duro,
como de cerámica. No huele a nada, más que a mi propio hedor a alcohol, que de por sí es
bastante fuerte. Este sitio es demasiado reducido, si tiene uno o dos metros cuadrados en
verdad me sorprendería.
Continúo tanteando y de repente siento una superficie de madera, lisa y, al parecer, a
medio barnizar. Llevando mis manos hacia arriba toco una perilla y, casi por reflejo, la giré,
pero la puerta no abrió, estaba cerrada por fuera.
<<¿Qué tiene en la cabeza este idiota?>>, pensé, teniendo la imagen ostentosa y
antihigiénica de Jorge en mi mente.
He estado sentado todo el rato, me siento muy desorientado como para levantarme, y a
pesar de eso lo intento. ¡PUM! Al suelo, siento una gran presión dentro del cráneo que me
hace caer sentado. Diablos, ¿qué pusieron en ese trago?
Veo a los lados, arriba y abajo. Negro. Nada más que oscuridad pero, un momento, justo
en la parte de debajo de la puerta, en el umbral, se ve una luz, de afuera, aunque no se
escucha nada a través de ella. El calor es insoportable. La cabeza me da vueltas a la par de
mi estómago. Por favor, no quiero vomitar ahora, es tan pequeño aquí dentro que seguro me
vomito encima.
Estoy demasiado aturdido como para hacer memoria, pero si mal no recuerdo yo había
ido al baño y olvidé mi trago en la mesa, y lo posterior a eso sencillamente desapareció. Así
que ahí fue cuando lo hicieron, sabe Dios qué pusieron en ese vaso. Me preocupa que los
cavernícolas de Jorge y sus amigos me hayan metido aquí y se drogaran hasta morir y
entonces yo termine muriendo de hambre y sed esperando a que alguien me saque de esta
caja de fósforos, porque eso es lo que es, una diminuta y calurosa caja de fósforos. Carajo,
me pone claustrofóbico, incluso. Por otro lado, hablando de morir de hambre y de sed, no
creo que sea por lo segundo, quizás pueda beber mi sudor que no escasea para nada en este
momento gracias al terrible calor que hay aquí; nunca he estado en un sauna, pero apuesto
así es como se siente. Me están dando ganas de orinar. Mínimo, voy a expulsar una catarata
de cerveza. ¿En qué estupidez me metí?
¡Ah! Algo me acaba de pasar por la mano. De seguro fue algún bicho. Detesto los
insectos. Veo a la oscuridad hostigándome, y siento cómo invade mi mente y la v poniendo
negra poco a poco… poco a poco… poco a…

20 MINUTOS DESPUÉS.

¡BAM! Algo cayó muy fuerte contra el suelo de ahí afuera. Sonó como porcelana
quebrándose. El estruendo volvió a despertarme. Me dormí ─o desmayé─ como por veinte
minutos y sigo aquí, rodeado de oscuridad, aunque más altivo. Los efectos de la droga o lo
que fuera que colocaron en mi trago ya deben estar pasando. Intento levantarme.
¡Ouch! Me golpeé la cabeza contra la parte de arriba de este sauna en miniatura. En
verdad es muy pequeño este lugar, no es ni de mi altura. Tocando al frente mientras me
levantaba noto que poco más de la mitad de la puerta termina en la misma superficie
rasposa que pude sentir en las paredes. Me he vuelto a sentar, trato de pensar en cómo salir
de aquí.
Mi primera idea (demasiado obvia) es llamar afuera.
─¡Eh! ─llamo─ ¡Jorge, chicos! ¿Están ahí?
Silencio.
─¿Chicos? ─insisto─ Estoy aquí adentro. Soy yo, Jim. Ya no es gracioso, déjenme salir.
Más silencio. Qué fastidio con estos tipos.
─¡Jorge, maldición, ya no juegues! No sé ni qué hora es. Esto está oscuro y hace un calor
fatal. ¡Ya, abre!
Hay otro silencio por más o menos un par de minutos hasta que alguien tose. Es la
clásica tos de quien tiene más humo en sus pulmones que oxígeno.
─¡Ahhhgg! ─reconozco la voz de Jorge quejándose─ ¿Qué caraj…? No puede ser,
tumbé el jarrón de mamá. Diablos, esa señora va a matarme.
─¿Jorge? ─le hablo─ ¿Sí estás ahí? Hasta que por fin vuelves a la tierra. Vamos, ya
sácame de aquí.
─Jim, ¿eres tú? ─me habla. Su voz se oye tenue del otro lado de la puerta─ ¿Qué haces
metido ahí?
─Eso te pregunto a ti, estúpido. ¿Por qué diablos me metieron aquí?
─¿Te metimos? Nuevo, nosotros no te pusimos ahí, ¿estás loco?
─Por favor, ¿es en serio? ¿Tan ido del mundo estabas que no te acuerdas?
─No me fastidies, ¿acaso recuerdas tú que nosotros te metiéramos ahí?
Eso me pone a pensar. Tiene un punto, no recuerdo claramente muchas cosas de la fiesta,
y fácilmente pude emborracharme tanto que me metí aquí yo solo. Fue una noche intensa.
Como sea, el punto es que estoy aquí y sólo Jorge puede sacarme.
─Bueno ─comienzo a hablar─, entonces, ¿cómo…?
─¡AAHHH! ¡POR DIOS! ─Jorge grita muy fuerte, como si acabara de ver un espanto.
Me asusto.
─¿Um? ─le hablo─ ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?
Hubo una corta pausa antes de Jorge volviese a hablar.
─Jim… ─su voz se pone quebradiza y tiembla un poco al hablar─ están… ─se le
entrecortan las palabras.
─¿Qué ocurre, por Dios? ─digo y golpeo la puerta─ Habla de una vez.
─¡Están muertos!
<<Están muertos…>> Las dos palabras me retumban en la cabeza como si me las
hubieran gritado muy fuerte al oído. ¿En qué me metí, santo cielo, en qué me metí?
─¿Jorg… de qué…? ─hablo.
─¡Muertos, te digo, muertos! ─puedo escuchar cómo Jorge va entrando en pánico─ Hay
sangre por todas partes. ¿Qué diablos es esto? ¿Johny? ¡Johny!
─¿John? ¿También él? ¿Qué pasa ahí afuera? Por un demonio, sácame de aquí, me estás
asustando.
Jonathan (Johny, para los amigos), es el mejor amigo de Jorge y por lo que sé, se
conocen desde la escuela. No sé qué demonios ocurre fuera, pero con lo que escucho, de
verdad espero que sólo sean delirios de drogado por parte de Grizzly.
Grizzly es el apodo que le tienen a Jorge en la universidad, y con sólo verlo uno se da
cuenta del por qué: Jorge es corpulento, no obeso, sino corpulento, es alto y musculoso, y
usa un corte de cabello muy bajo que, si se lo ve de lejos, parece pelón.
Yo nunca he llamado a Jorge por su apodo. Primero, por la falta de confianza, y segundo
porque, no es que me desagrade, sino que no es exactamente el tipo de persona con la que
me gustaría entablar una amistad. Si termine en una fiesta en su casa es porque me vine con
mi grupo de amigos y mi hermana, y ellos sí se llevan muy bien con él. Me gustan las
fiestas y todo eso, si bien puede ser gracioso muchas veces, no soy como Jorge, en lo
absoluto, no soy él. Mezclar el alcohol excesivo con drogas y cosas así no es para nada lo
mío, pero bueno, a cada quien lo suyo, ¿no?
─¡JOHNY! ─escucho a Jorge gritar. En su voz puedo sentir el pánico─ ¡JOHNY,
JOHNY, JOHNY, JOHNY! ─lo oigo batir algo contra el suelo de afuera mientras grita.
Está desesperado.
─¡Maldita sea, Johny! ─exclama─ Tú no… ¡AH! ¿Qué demonios es todo esto, Jim?
─Jorge, cálmate ─le digo─. ¿Te sientes bien?
─¿Qué si me siento bien? Te acabo de decir que están todos muertos, carajo.
─¿Quiénes?
─¡Todos, te estoy diciendo! Minerva… Carlos… César… Laila… Johny… Johny, por
Dios, amigo, ¿por qué? ─se le vuelve a quebrar la voz.
Estoy dudando. No sé si confiar en el juicio de un adicto como Jorge.
─¿Estás seguro de lo que ves? ─le pregunto inquisitivamente.
─No estoy tan borracho ni tan drogado como para alucinar con gente muerta, Jim ─me
responde con desagrado─. Es en serio.
La verdad lo escucho bastante consciente. Muy asustado, sí, pero consciente, espabilado.
Sin embargo, aún no sé si creerle todo lo que dice. Aquí, recordando un poco, durante la
fiesta lo vi fumar mucha hierba y aspirar línea tras línea hasta que empezó a gritarle a las
ventanas. ¿Quién sabe? Puede que esté viendo cosas, pero sigue siendo el único que puede
sacarme de aquí.
─Bueno ─lo calmo─, está bien. Primero que nada, sácame de aquí, ¿sí? Ya luego vemos
qué hacemos. Pero tranquilízate y busca las llaves o algo.
─¿Las llaves? ─me pregunta.
─Sí, las llaves. Esta puerta tiene llaves, ¿no?
─Las llaves… Sí, las llaves. Deben estar en la cocina, pero, Jim, no sé si pueda
levantarme de aquí. ¿Qué pasa si en la cocina hay una escena peor? Los cuerpos… esto…
es una locura.
─No habrá nada ─no creo que haya algo ahora mismo en primer lugar─. Anda, no seas
gallina, quiero salir.
─Está bien, está bien…
No lo oigo convencido, pero igual escucho sus pasos dirigiéndose hacia la cocina.
Mientras Jorge está buscando las llaves, tengo algo de tiempo para reorganizar mi cabeza
y recordar, mejor cómo transcurrieron las cosas en la fiesta.
Llegué acompañado de tres amigos míos, quienes me ayudaron a adaptarme y ponerme
al día en cuanto a la vida dentro del instituto. La fiesta en casa de Jorge se llevó a cabo unas
semanas después de que ingresé, y mis amigos ya me habían contado historias sobre
Grizzly y su consumo de cosas extrañas, sin mencionar su mal comportamiento en la
universidad y sus calificaciones, las cuales dejaban mucho que desear.
<<El sujeto es gracioso, es un maldito drogo, pero es gracioso. Es de esos payasos de
instituto que nunca van a graduarse y siguen asistiendo a clases por mero amor al arte>>,
me decía mi amigo Carlos pero, un momento, ¿no dijo Jorge hace un rato que Carlos estaba
muerto? Diablos, en verdad espero que sólo sea su mente jugándole una mala pasada,
porque Carlos es muy buen tipo. Quiero salir de aquí e irme de una vez; darme un baño,
comer y dormir. Sí, eso sería perfecto.
En fin, cuando llegué a la fiesta todo transcurría con normalidad. La gente tomaba, reía
─algunos, más tarde, estaban vomitando─, bailaba y, Jorge, junto a Johny y César, soltaban
humo por la boca como un dragón que acaba de expulsar fuego, o una chimenea en pleno
invierno. El único roce que tuve con Grizzly fue a los pocos minutos de haber llegado,
cuando lo saludé, y básicamente no tuve nada que ver con él durante el resto de la noche,
hasta donde me acuerdo, al menos. Estuve contando chistes con Carlos y Minerva todo el
rato ─acabo de recordar que Jorge mencionó haber visto a Minerva tirada en el piso
también. Demonios, me estoy poniendo nervioso─. Había bastante gente en la fiesta puesto
que la casa de Jorge es bastante grande, con puertas aquí y allá y... ¡HEY! Me acuerdo:
cuando ya Carlos estaba un poco pasado de tragos quiso ir al baño, trató de abrir una puerta
que estaba cerca de un rincón de la sala de la casa y esta no abrió. Allí es dónde estoy
ahora.
─Ahí no hay nada, hermano ─le había dicho Jorge a Carlos─. Ha estado allí desde
siempre, tapando una parte de la pared que está sin terminar. El baño está por aquel pasillo
al fondo.
─O… ─decía Carlos con voz de borracho y señalando el pasillo por el cual dijo Jorge
que estaba el baño─ O… Okey.
─Ese cae temprano ─murmuraron entre carcajadas Jorge y sus amigos.
Entonces Carlos fue a orinar o a hacer del dos, lo que sea. La cosa es que, poco después,
como a las dos de la mañana, cuando ya se habían ido unos cuantos, yo también quise ir al
baño. Así que, descuidadamente ─y por novato─ dejé mi trago en la mesa y fui a orinar. En
lo que vuelvo, observo a Johny y a Jorge riéndose, pero no les presté atención, supuse que
sólo estaban hilarantes de tanta hierba, por lo que agarré mi trago y tomé un sorbo. A los
minutos de eso, todo a mi alrededor se empezó a poner borroso y los sonidos se fueron
aplacando. En ese instante no lo sabía pero ahora lo sé, estaba drogado. Lo demás es
confuso, recuerdo volver al baño, pasar por la cocina de la casa, una rápida discusión con
Carlos, Laila ─mi otra amiga─ y Minerva, tropiezo… mi trago se cae. Me molesté, busqué
una cerveza, vi a Jorge riéndose muy fuerte y sus carcajadas ejercían una gran presión
dentro de mi cabeza. Tomé un poco de cerveza… Caminé hacia donde estaban Johny,
César y Jorge muy rápido y sintiendo un tsunami reventando entre mis orejas, a la vez que
escuchaba a Carlos, Laila y Minerva llamándome desde atrás de mí.
─¡Jim! ¡Jim! ─me llamaban.
Y luego… Nada. Absolutamente nada. Consigo recordar solamente hasta allí. Lo demás
no está. De verdad que es muy molesto tener mi mente así.
─Aquí las tengo ─escucho a Jorge─. Ya tengo las llaves. Estaban por el pasillo del baño,
cosa rara.
Camina en mi dirección y oigo como introduce la llave en la cerradura y va girándola.
Siento que mi mente se oscurece de nuevo, pero esta vez no voy a desmayarme. Me
llegan más retazos de recuerdos… ¿Qué pusieron en ese trago? ¿Podría ser…?
La puerta se abre, la luz de la sala me encandila por un momento. Salgo a gatas con los
ojos entreabiertos, cuando logro acostumbrarme a la luz siento cómo Jorge me agarra por el
cuello de la camisa y me alza bruscamente.
─¡¡Fuiste tú, desgraciado!! ─me grita con una voz que irradia furia.
Pone su cara muy cerca de la mía y puedo ver sus negros ojos que me miran furiosos.
─¡TÚ! Ahora lo recuerdo todo muy bien.
Trato de organizar los retazos de recuerdos en mi cabeza. ¿De qué está hablando?
¡AHHG! Tengo náuseas de nuevo.
─¡TÚ LOS MATASTE! ─grita mientras me lanza hacia el piso.
Al caer me golpeo muy fuerte la cabeza y mareo, ¿qué es esta sensación de presión que
tengo? Estoy desorientado, los retazos de memoria se empiezan a organizar. ¡Sí, Dios, es
eso! Cerveza. Cuando tumbé mi trago busqué una cerveza y me acerqué hacia donde
estaban Johny, César y Grizzly, o más bien me tambaleé hacia ellos. Jorge me ve.
─Anda para otro lado, nuevo ─me dice. Agita su brazo alcanzando mi cerveza, se me cae
de la mano y se quiebra contra piso.
CRAAAASH! El vidrio se esparce por el lugar. Presión, presión, presión en mi cabeza.
Le arrebato la cerveza a Jorge y la quiebro con su cabeza, César y Johny vieron espantados
a Jorge caer en medio de quejidos. ¡SAS! Uno. ¡SAS! Dos. La media botella que alguna
vez fue la cerveza de Jorge… La veo roja y puntiaguda. Presión en mi cabeza, presión en
mí cabeza. ¡Quiero que se vaya! Carlos, Minerva y Laila vienen hacia mí. ¡SAS! Tres.
¡SAS! Cuatro. ¡SAS! Cinco. Ya no los veo… Gritos. No hay nadie en la fiesta. Camino de
nuevo a la cocina y consigo un manojo de llaves. ¿Qué pasa? Pongo llave tras llave y no
abre. Clic, al fin abrió una. Le pongo el seguro a la puerta por fuera, tiro el manojo de
llaves hacia el pasillo del baño, entro y cierro. Caigo inconsciente, inconsciente dentro del
mini-sauna donde desperté hace unos instantes.
Ya volví en mí. No veo a Jorge. Veo los cuerpos y la sangre, en el suelo, en mi ropa, en
mis manos. Supongo que el golpe que le di a Jorge en mezcla con todas las sustancias de su
cuerpo le afectaron la memoria por un momento. Maldición, ¿qué hice? ¿Por qué yo…?
Jorge sale desde el pasillo del baño con un arma en la mano. Me patea haciéndome caer
de nuevo al piso y me apunta.
─¡Lo recordé todo al ver tu ropa! ─me grita. Puedo ver el cañón del arma olfateando mi
muerte.
─¿Qué pusiste en mi trago? ─le pregunto.
─¡Nadie puso nada en tu trago! ¡Sólo enloqueciste de un momento para otro!
Un momento, ¿qué? ¿Sólo enloquecí de un momento para otro? ¿Estaba equivocado?
¿Nadie puso nada en mi bebida? ¿Le hice eso a mis amigos de un momento a otro? Pero,
¿por qué me encerré allí, en la caja de fósforos? Quizás… una parte de mí no quería
hacerlo, la parte de mí que no está… ¿Oscura? ¡Diablos! Malditas nauseas.
Jorge me apunta y yo lo miro. Mi mente se está oscureciendo de nuevo, todo a mi
alrededor se oscurece.
¡BAM! Silencio, oscuridad. ¿Y Jorge? Está en el piso, su cabeza sangra. El arma está en
mi mano. Nada a mi alrededor está oscuro. Ahora lo entiendo. Yo, soy yo el que está
oscuro.

También podría gustarte