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Noticias de Salud Integrativa (marzo de 2011)

(¿Probióticos o Prebióticos para la cena?)


Giovanni Zapata Gutiérrez; DiHom, M.D.
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Lo que comúnmente se toma como enfermedad es un proceso adaptativo que
busca recuperar el balance y la integridad del cuerpo alterado, así sea con la
epidemia del siglo XXI: la obesidad. La enfermedad es el lenguaje del cuerpo
para decir que algo anda mal, pero son expresiones en un punto, por ejemplo
con la obesidad localizada, de alteraciones de todo el sistema y por eso la
solución más que manejar la llanta o el conejo, es corregir el sistema para
conseguir resultados estables.

Puede afirmarse sin dudas que la gente reconoce con más facilidad una
fotografía de la superficie de la luna que una del interior de su intestino.
Y es que esos siete metros escasos de territorio son algo desconocido
con el agravante que a pocos les interesa conocerlo, sin ser
conscientes que es un protagonista de primera línea de su salud.

El sistema digestivo es un ecosistema en toda la extensión de la


palabra, donde coexisten elementos vitales para el sistema nervioso e
inmune del ser humano.

Si se raspa el contenido del intestino y se examina al microscopio, se


encuentra una increíble cantidad de bacterias: es un uno seguido de
¡doce ceros!, en cada gramo de ese contenido.

Este grupo de bacterias se conocen como “flora” tiene una importancia


fundamental tanto en salud como en enfermedad. La siembra de estas
bacterias “buenas” se inicia desde la lactancia y se mantiene a lo largo
de la vida, en un estado que depende de muchos factores: la
alimentación, la cantidad de líquido consumido, el consumo de
medicamentos convencionales incluidos antibióticos y laxantes, que lo
cambian –para mal- dramáticamente y, por supuesto, el estado
emocional, ya que el estado de ánimo influye en la forma en que se
mueve el intestino y esto, a su vez, en las bacterias que viven en él.

El ácido que proviene del estómago y el movimiento que se hace para


completar el proceso digestivo, en el intestino delgado, limitan la
población bacteriana de esa porción del intestino.

En la medida que el intestino delgado se va haciendo grueso, es decir


colon, van cambiando el tipo de bacterias contenidas, en circunstancias
normales. (1)(2)
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La flora bacteriana está compuesta por residentes que se encargan de
hacer muchas tareas digestivas y de producción de sustancias benéficas
que el ser humano normal, no puede hacer solo, y esas bacterias las
hacen por nosotros en un intercambio por permitirles vivir allí (3)(4):

- Modificación –benéfica - cualitativa del intestino.

- Contribuyen a “moler” cáscaras vegetales y volverlas nutrientes.

- Por la misma vía, producen vitaminas esenciales para la coagulación


normal de la sangre

- La producción de algunas grasas muy especiales (ácidos grasos de


cadena corta) esenciales para el sistema nervioso.

- Desintoxican de algunos productos de otras bacterias – no buenas - o


sustancias ingeridas que pueden volverse tóxicas.

- Ayudan a controlar la fermentación y, por ende, la producción de


gases.

- Crean un ambiente ácido en el colon que dificulta el desarrollo de


aquellas bacterias que pueden causar enfermedades (patógenas).

- También producen las llamadas bacterocinas, que actúan como


antibióticos naturales e inhiben a las bacterias patógenas.

- Estimulan el sistema inmune, especialmente el intestinal.

- Sintetizan algunas vitaminas del complejo B.

Las infecciones persistentes por alimentos mal manipulados o el uso


indiscriminado de antibióticos alteran de manera apreciable el tracto
intestinal al punto de llevar a una inmunodeficiencia secundaria, que
implica un ciclo funesto de enfermedad diarreica y/o estreñimiento que
desestabilizan de forma temporal o permanente algunos componentes
de la inmunidad e incrementan la susceptibilidad a las infecciones.

Esa mayor probabilidad de infecciones, lleva a malnutrición que


perpetúa ese ciclo vicioso de diarrea, malnutrición, más infecciones, etc.
y aumento, de paso, de la población de bacterias “malas”, en detrimento
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de las “buenas”, alteración de los movimientos normales de los
intestinos, colon incluido.

La invasión de bacterias produce cambios que hacen que el tapete que


recubre el intestino (mucosa), se vuelva un mal colador que permite el
paso de sustancias que causan o facilitan las alergias y otras toxinas que
van a parar al resto del organismo (5) donde se pierden las propiedades
de selectividad de la superficie de la mucosa intestinal, de defensa, que
se les “olvida” discriminar adecuadamente entre las bacterias que
debería haber y aquellas que llegan de fuera a hacer daño (6).

El papel beneficioso de las leches fermentadas se conocía desde hace


varios siglos, pero no fue hasta 1908 cuando el científico ruso Ilya Ilich
Metchnikoff enfatizó los beneficios que proporcionaba el yogur a los
pobladores de los Balcanes, investigación que le representó el premio
Nobel de medicina en ese año.

Los Probióticos (pro: a favor; bios: vida) son microorganismos y


compuestos que participan en el balance y desarrollo microbiano
intestinal (7)(8)(9)(10).

La protección de estos microorganismos se lleva a cabo mediante dos


mecanismos: el antagonismo para impedir la multiplicación de los
patógenos y la producción de toxinas “buenas” que les dificultan a las
bacterias “malas” su acción perjudicial. Igualmente, tienen una acción
dramática sobre el conjunto de la función inmune del organismo, pues
funcionan como verdaderas vacunas “a las buenas” (11).

Por su función protectora, se pueden comparar a antibióticos, sin los


efectos dañinos de éstos, con efectos protectores en afecciones como
diarreas, vaginitis, infecciones recurrentes del tracto urinario,
desordenes inmunológicos, intolerancia a la lactosa, grasas de la sangre
elevadas y alergia alimentaria e, inclusive, asma y cáncer de mama (12)
(13).

Muchas de las supuestas intolerancias que hacen que las personas


terminen recibiendo instrucciones de su médico con extensas listas de
cosas que no pueden comer, realmente están expresando una alteración
significativa de esta población bacteriana del intestino, de manera que,
al corregirlas, las “intolerancias” desaparecen como por arte de magia.
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Las propiedades de modulación de la inmunidad, de las bacterias
presentes en leches fermentadas como kumis o yogur, en humanos han
sido descritas por varios grupos de investigadores, recientemente se
probó en un grupo de voluntarios sanos una leche fermentada
suplementada con varios tipos de bacilos fermentadores de leche
(lactobacilos) y luego se midió la capacidad de las células de la sangre
para “comerse” las infecciones, esta se encontró aumentada en ambos
grupos y coincidió con la colonización fecal por bacterias ácido lácticas
que permanecieron en el intestino 6 semanas después de haber
consumido el producto (14).

Se estudió el efecto del yogur frente a distintos compuestos que


pudieran producir cáncer en el colon y se encontró protección cuando se
consumía yogur (15).

Los prebióticos son esas cáscaras y las “envolturas” vegetales que se


incluyen en una dieta normal, comestibles como la que tienen los granos
(maíz, garbanzo, arveja,etc.) , las frutas (cáscaras de uva, manzana,
uchuvas, etc.) que nuestro intestino no puede digerir, pero les caen de
maravilla a las bacterias beneficiosas pues las alimentan y les permiten
darnos todas esas sustancias maravillosas de las que hemos hablado.

Así que, a consumir fermentados: kumis, yogur, masato, (naturales, sin


conservantes, colorantes y demás) para aportar un elemento más que
sustente la salud y ¡salud!
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Bibliografía

1-Roberfroid M. B. El rol de los probióticos en la alimentación humana.


Nutrición. Nestlé. Año 2. No 3. 2000. P6-11

2-Heller S. Microflora del tracto gastrointestinal en el niño. Simposio


sobre Utilidad de los probioticos en el manejo de las diarreas. Revista de
enfermedades infecciosas en pediatría. 1998 Vol XI, número 6, p 179.

3-Suárez L ; Perdomo M; Escobar H. Microflora bacteriana y ecosistema


intestinal. Fisiopatología del intestino delgado contaminado. Diarrea
aguda. Medio Ambiente en España. GEN. 1994, 48 (2): 61-64.

4-Wind P. La flore intestinale. Synthese Med, 1994 624: 22-24.

5-Arbo A; Santos JI. Diarrheal deseases in th inmunocompromised host.


Pediatr Infect Dis J . 1987 6: 894-906.

6-Blum S et al. Intestinal microflora and the interaction with


inmunocompetent cells. Antonie Van Leeuwenhoek. 1999 jul-nov 76 (1-
4): 199-205.

7-Lilly DM, Stillwell RH. Probiotics growth promoting factors produced by


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8-Fuller R. Probiotics in man and animal. Journal of Applied


Bacteriology. 1989, 66 365-378.

9-Penna FJ. Diarrea y Probioticos. Simposio sobre Utilidad de los


probioticos en el manejo de las diarreas. Revista de enfermedades
infecciosas en pediatría. 1998, Vol XI, número 6, p 182.

10-Pardio Sedas VT y cols. Los probioticos y su futuro. Archivos


Latinoamericanos de Nutrición. 1994 vol 46 No 1 p 6-10.

11-Schiffin EJ et al. Immune modulation of blood leukocytes in humans


by lactic acid bacteria: criteria for strain selection. J Dairy Sci Aug 1997,
66 (2): 515S-520S.

12-Mombelli B, Gismondo MR. The use of probiotics in medical practice.


Int. Antimicrob Agents 2000. 16 (4) 531-536.
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13-Mc Farland LV. Beneficial microbes. Health or hazard?. Eur
Gastroenterol Hepatol 2000, 12 (10) 1069-1071.

14- Schiffin EJ et al. Immunomodulation of human blood cells following


the ingestion lactic acid bacteria. J Dairy Sci 1995 Mar, 78 (3) 491-497.

15- Haller D et al. Activation of human peripheral blood mononuclear


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targets. Infect Immun 2000 68 (2): 752-759.

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