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convenciones gráficas \u
e imagen digital l
UJO y raoFESION 3
[
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1
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La imagen visual
del territorio: corografías
y panoramas
JuAN CARLOS OuvER ToRELLÓ
L
Ju_),N Cw.os ÜUVER ToREuó
- -- - -- - - - -- - -- ----..::_124
[ l J Dmrucrio lhero10/imt,
ilustración de las Crtlnica1 de
Niírembng, de Hartmann
Schcdd. 1493.
[6] Mdch.ior Lorichs, Panorama de primer ejemplo desracado de combinación de daros observados y
C,,1maminopla (decallc), 1559. compa ración con propuestas anreriores reun idas en un periodo de rrcs alÍos,
como indicaba el mismo editor d el mapa para justificar su importancia. Estos
primeros daros se adapraroo a la perspectiva constru ida en taller, asociada
desde entonces a una clara idealización de la visra urbana. Se conserva una
segunda edición d el mapa, de 1514, donde algunos de esros daros son
modificados para adaptarse al esrado en ese momento de la ciudad,
mostrando, entre orras cosas, la nueva cubierta del campanilc de San Marcos
reconstruida en l 513.
Junto a la anterior imagen, Panorama de Consrnntinopla [6], realizada por
Melchior Lorichs hacia 1565, resulta un ejemplo de primer orden para
constatar los orígenes de una larga vinculación enrre formato panorámico.
representación perspectiva e imagen ropográflca. Su carácter aparenmnente
preparatorio, el conrenido de las anotaciones indicadas por el auror o su
propia represenración ejecurando la obra frente a la ciµ1'.fad, dan a entender
cómo estas vistas eran tratadas a la manera de verdaderos compendios de
dacos, de modificaciones e invenciones del d ibujante y recursos
p
(8) Georg Hoefnagcl y Frans principales ciudades y desde puntos de visea elevados, remarcando
Hogenbcrg, •Barcelona., en Georg progresivamente los valores pcrceprivos, empíricos, como síntoma de
Braun, Civita1t1 orbium 1emzn1m, represcncación «fiel,, de la ciudad, por encima de las referencias narradas y
1572-1598. descriptivas de ella, aunque el resulrado final se adaptase hasta dC\·olver h
imagen •natural» a las reminiscencias del •prototipo•. La necesidad de map¡s
regionales y urbanos se hacía cada ve:z. más pacen ce en las extensiones y los
mapas actualizados de las sucesivas ediciones de la Geogmfia de Ptolomco
desde el siglo xv, en los que ya se delimitaban a gran escala los edificios
emblemáricos y los principales dos o accidences que condicionaban el trazado
de la ciudad. En el proceso de construcción de la imagen el valor cesrimoni~
de la presencia del cerógrafo era cada ve:z. más evidencc, y crecía la voluntad
de valorar este dibujo in si tu por encima de levantamientos y perspectÍ\'al
geométricas de planeas, pero las imágenes seguían recogiendo elementos
asociados a la concepción tradicional y heredada del lugar, y hasta el
siglo XVlll se movieron entre la concepción ciencifisca y técnica de su
represencación, su concreción arcíscica y la herencia recibida corno imágms
simbólicas y «communicas». Las clasificaciones llevadas a cabo para diferenciar
formas de mostrar y seleccionar la vista de la ciudad y su angulación
desarrollaron una imporcante terminología vinculada, precisamente, a la
relación enue observador e imagen percibida: perfiles, tscmm panorámi<asO
vistas tsttreogrtificas o vistas natt1rales, que mostraban el territorio desde el
nivel del suelo o ligeramente elevado, «como si el observador se esmvie:sc
acercando a pie», como en el célebre compendio de Georg Braun, Ovital(I
orbis te"arum (1572) (8 y 9); imágenes provenientes de la representación dd
horizonrc bajo asociado a las imágenes de los Países Bajos, las llamadas
propiamente perspectivas a vista de pdjaro, las más utilizadas para conferir un
scncido unitario y cartográfico de la ciudad, y las imágenes planímétri<asO
placaformas (II-87 y 88] (Marías, 2013), que escaparían ya de la retória
visual de las dos primeras, y por ello clasificadas como •iconográficas- por
autores como Skelron, en oposición a las reprcscncaciones tscmográfi<asque
comprenderían las dos primeras (Skelcon, 201 O).
131 U 1MAGEN VISUAL DEL TERRITORIO: COROGRAFÍAS Y PANORAMAS
.~
En el plano teórico se diferenció entre una concepción corográflca [9] Georg Hoefnagel y Franz
areís ti ca, di rectamente vinculada a la pintura de país, y una corografía Hogenberg, •Bilbao», en Georg Braw1,
utilitaria y geométrica concebida bajo la necesidad de obtener información Civirares orbium terrarnm, 1572-1598.
precisa de un rcrricorio abarcado por la vista que podría ejemplificarse en el
insrrwnenro de Baldassarre L111ci [l O), definido por su creador como «Útil
para la geografía y chorografía» y, por lo tanto, vinculado, tal como dejaba
entrever posreriormente Ludovico Cardi, a la obtención de vistas urbanas que
no debieran ser tomadas «a ojo» (Kemp, 2000). Asociado a la obtención de
imágenes en el ámbito de la topografía y la ingeniería mili tar, el instrumenco
de Lanci permitía dibujar imágenes sobre una superficie curva, aspecto
l11) Jan ''OJ\ der Stract, Asedio dr criticado por alguno de sus coeráneos, como el propio Danti, por no
Florrnria, 1530. adaptarse a los parámetros de la perspectiva alberriana. La noción de
corografía legitimaba en la prá:tica cartográfica el uso y la función de las
vistas urbanas y descripciones que se habían propagado en las tradiciones
descriptivas de la Baja Edad Media. Absorbían este interés hacia la
representación del paisaje sin que en ellas operase u na unificación metódica,
hasta que el término se fue concretando y su práctica se fue
instrumentafüando desde el siglo xvm.
Las imágenes corográficas pasaron a formar parte del repertorio iconográfico
demandado por la rcale?.a y el poder económico, mostrando el grado de
influencia del propietario o episodios vinculados a la historia de la institución
que promovía su realización, y;¡ sea en pinturas murales palaciegas como en la
extensa tradición de los arlas ilustrados. Tal es el caso de las representaciones
regionales de Italia dirigidas por lgnazio Dami en la Galería de los mapas del
Varicano (11-34) uno de los autores que citaban, precisamente, alguno de los
usos conocidos del instrumento de Lanci, al tiempo que distinguía entre
corografía geográfica, geométri:a y «mecánica• o arcística. Dispuestas para
•educación y deleite», mantienen un programa iconográfico propagandístico
sobre el papel central de lcalia m la hisroria, basado en la relación de
acomecimienros importantes de la historia de la Iglesia asociados con las
cuarenta regiones donde suced:eron, ubicando tales corografías, como vistas
aéreas de las ciudades más significativas, junto a plantas de las ciudades, viñecas
con información histórica y algunas informaciones de carácter topogr.ffico.
Parte de la importancia de las imágenes, más allá de las pretensiones y la labor
de compilación que supuso la articulación del programa iconogtá6co. se debe
también a la utili1,ación de vistas acordes a la representación pictórica
renacenrisra del paisaje, combinadas con las vistas aéreas, por un lado, y, por
133
LJ. IMAGfN \ l\l'.-.l o¡ iJ
- llJ!JtllOlJO:<DROt;R,.\.fh.\YllA.\ORA\!_A\ ('f
d
135 u IMAGEN VISUAL OEL TtRRITORJO: COROGRAfÍAS Y PA.'10RMIAS
'
Muestran, por un lado, la ciudad desarrollada en la lejanía y la variación
cromárica y acmosférica d e la perspecciva aérea, miencras que, por otro, como
queda reflejado en la escena d e la batalla de Breda, enfuti7,an las ubicaciones
estratégicas y geomerrfas d e los baluartes para dotar de información precisa al
conjumo, siempre haciendo uso detallado de los primeros términos del
cuadro como nexos enrre el especrador y la escena (13) .
En el comexto de escas primeras corograffas, encend idas como documento
cartográfico «propagandístico» y como imagen de deleaación y
conocim iento, han destacado en el ámbito español las imágenes de Amon van
den Wyngaerde (14 y 15), paisaj ista nacido en Ambercs que recorrió España
por encargo de Felipe U desde 1562 y realizó un vasco co njunto de viseas
elevadas de ciudades españolas, parcicndo de estudios preparatorios donde
locali.zaba sob re un formato panorámico los enclaves y consmicciones
emblemáticas de la ciudad para ir, posterio rmente, comp letando la visea.
Wyngaerde añadía en ocasiones a su firma la expresión fecit ad vivum o se
retrataba a sf mismo d ibujando in situ, remitiendo siemp re a una retórica de
la observació n que actuaba solo en el aspecto preparatorio, peco indicando la
progres iva imporcancia conferida a un co nocim iento di recto de la
representación (Kagan, 1986).
Emre 1572 y 16 17 se publican en Colonia los seis volúmenes que
imegran la obra de Brau n y Hogenberg, Civitates orbis terrarum, que junco a
..
e:¡
De Gc:nnarua j Líber 11 l.
Nonetum ciuitatisuerufüúirntpfl'<l,quam hodie uulgoSpiram appdlant.
{16] Scbastian Münstcr, ·Espira., la obra de Abraham Orcelius, Theatrum orbiJ terrarum, conformarfan dos de
Casmogrnphin, 1550. los compendios ejemplares en la ucil iiación de vistas urbanas en un contexto
cartográfico. Las dos partían, en cierro modo, de la cradición ilustrativa de la
célebre Cosmographie universelle de Sebasrian Münscer [ 1G], que ya contenía
de forma separada un capímlo dedicado a las viseas y paisajes urbanos.
InaugtLrando la línea de represencación wlificada de ciudades a visrn de pájaro
e inregradas en las figuras de los adas universales, las visras de las ciudades,
grabadas en el primer caso por Frans Hogenberg sobre imágenes tomadas por
Joris Hoefnagel, acompañaban los cexros descriptivos de Georg Braun sobre
la hisroria y las caracrerísricas de la ciudad. En las imágenes se incorporaban
práccicamence por primera vez personajes y rasgos que acompañarán en siglos
posteriores la concepción más pinroresca de las viseas, personajes en primer
término con indumentarias de la zona y accirudes de trabajo completando la
escena, o, más tarde, los propios autores contemplando o dibujando las viseas.
Li obra de Orrelius, donde hnbfo participado corno grabador Hogenb1rg,
publicada unos años antes, se siguió completando hasta 16 12, y desde 1735
fue romada como base del trabajo de Willcm Blaeu, en lo que conocemos
como Atlm novus o Atlas maior [17]. Sus carncrerísticas y exrensión
perduraron en la intervención de Laurens van der Hem en d conocido como
Eugenius-at!as [ 18], lo que dio como resultado un amplio abanico de
soluciones en el momento de ubicar y conjugar los elementos corográficos
enrre los mapas generales, udliiando viseas alejadas en la represen ración de las
islas para delim itar visualmenrc rodas sus coscas, integrando escenas de
crabajo y referencias a elementos arquirecrónicos propios de la región.
137 LA IMACEI' \1SUAI. Oll TEWTI>RJO: COROCRAFÍAS Y PA.-.:ORA.\V.S {(
~~..&.+ .........
·-.-· (17) Vm• de T;1Jw2n en d Ar"1 Bkuu·
#•-• TAIOAN .
• ., ...J Van Jrr Hnn. 1666.
A VISTA DE OJOS
• . . . . 1de l.,; vistJS •
En el cxrremo opuesro al caraccer regio e 1nsmuciona ,ción niáS
• 1 ' 1' la rcprcs<lll·
ubicadas en los grandes a das de los s1g os XVI }' ,..., • : d d wncu•OS
· y adminisrrariva de1rernrono
prácttca · · genero• un.a serte e Ot
/ J9 U. IMAGEN VlSUAJ. OEL TERRITORIO: COROGRAfÍAS YPANORA.\IAS t
gráficos, de utilidad pericial, catastral o de delim itación comercial muy (20] Plano de Mcnitlán, 1579.
punruales, que requcrfa cambién del apoyo de una imagen visual que
constataSe determ inados hechos. Si bien es cieno que hemos asociado, desde (21 J Plano de lo provincia de Loj.,
las propuestaS de Alpers, la funci6n más pr:ktica de los mapas al desarrollo de 1769.
sus convencionalismos y, por lo tamo, a su vcrtienre más conceptual y
absrracra, en ocasiones esras convenciones gráficas no funcionan como
•docwncntO• de una acción o de un estado concrero sobre lo que se quiere
del iberar. De ellos son un buen ejemplo los dibujos periciales conocidos en el
ámbito español como dibujos a visra de ojos [20 y 21]. destinados a dar
constancia y testimonio ocular de una siruación o un lugar donde se baya
podido desarrollar un conflicto, para cuya resolución se requiere una
•confirmación• visual de su estado. Su elaboración, por lo canto, no depende
dd oficio del cartógrafo ni del dibujante de vistas, sino que puede responder a
cualquier cipo de actividad que requiera suficienre capacidad técnica para
•explicaflt gráficamente la situación requerida en un pleito. Por dio mismo
han sido considerados como la reprcscnración histórica más •sincera y
efeaivv para complementar la cara desconocida en una información de una
hisroria gráfica de las •1!li1es-, independienremenre de los juicios sobre su
•·alar artístico. Esros dibujos han sido carcgoriiados como maplll cuadro
(Harley, 1988) distingui~ndolos de los maptll de propiedad, parcelarios o
1114pas de campo [22], viendo cómo se volvían frccucnres en Europa desde la
segunda mitad del siglo xv1 para identificar lindes y certificar medidas de
wnas o unidades econ6micas concreras, atendiendo a las necesidades de los
cerratcniences y a los sistemas de producción y delimitación parcelaria de cada
país, y que en ocasiones Ucgaban a reunirse en atlas que agrupaban las cierras
Yposesiones imporrances del poder nobi liario en una región concreta, como
es el caso de los veintiocho mapas que incegran las •rierras del Rigbr
\Xlorshipfiil si r Micbael Scanhope•, realizados en Inglaterra por el agrimensor
y topógrafo John Norden, hacia 1600. [22] Francisco Castellano y Gabriel
En una funció n semeja nte, los planos desarrollados para desenvolverse Álvarez, Dib11jo dr viJra de ojo1 del
en entornos desconocidos, donde los clcmenros no encuencran una co11ve1110 dt San }11t111 y San Pedro tlt
convención gr:ífica con la que expresarse, recurren en ocasiones a la Pe1ínfiel, Valladolid, 1713.
-¡f juAN 0.Rt.os Ouvu ToRtu.ó 140
(23, 24 y 25) Ilustraciones del Atlm de representación fi dedigna de elementos punrualcs del entorno como recurso
Francisco Rodrigues, 1525-1530. de orientación o mnemotécnico. Esre tipo de dibujo tuvo que tener una
importancia crucial en las primeras exploraciones y siguió manteniéndola
en una fase expedicionaria y de colonización. Sin que su función escé
relacionada co n los usos cartográficos descritos anteriormente, sino más
bien a los orígenes de un dibujo naruralisra, enconcramos uno de los
ejemplos d.esracados de esras vis ras de los nuevos territorios en las
represen raciones de las Islas Molucas en el Arlm de Francisco Rodrig11u (23,
24 y 25], reali zadas entre 1524 y 1530, como referencias «corográficaso del
territorio con connoraciones de apunte del namral. El atlas de RodJigues
muesrra un rempran o ejemplo de la distinción y la combinación emre
elemenros observados directamenre y dispuestos como apuntes paisajísticos,
y elementos gráficos convencionales adoptados de la tradició n c<1rrográfica
europea.
La imagen visual del rerritorio enrre el siglo xv y el siglo xvm aparece así
mediante su inserción en forma de vistas urbana~ y portuarias de los arlas
universales, formando parte de los reperto rios iconográficos propagandísticos
y nacionales en las pinturas murales palaciegas, bajo la acepción más
corográflca e ilusrrada de sus usos, mienrras que se desarrolla como elemenro
funcional y descriptivo, sin la necesidad de atender a los parámecros
perspectivo:s ni a las representacio nes desde puntos de visra elevados, en los
documcncos gráficos desarrollados para esrablecer, en realidad, un
conocimiento directo del terreno que pueda focaliza r una problem<Í!Íca
relacionada con sus usos o sus reco rridos. Desde el siglo XIX, gra11 parte del
senrido de estos dibujos fue perdiendo fuerla cuando los sistemas de
cenrralización y agencias carrográfkas se encargaron de realizar mapas de gl'3J1
formaro para uso de sus propietarios.
141 LA IMAGEN VlSUAL DEL TERRITORIO: COROGRAFÍAS Y PANORAMAS
[28] Las corbew Descubierta y margen de idealizaciones o :aspectos simbólicos [30 y 31], pero se
Arrcvida en la Costa noroeste, combinaban en las mismas publicaciones y diarios con escenas propias de la
expedición Malaspina, c. 1792. verriente más arrística y heredera de las pri meras corografías a aavés de visw
oblicuas y pumos elevados de bahías, puertos o ciudades emblemáticas y
129] Detalle del monre de San El fas,
exóticas, dispuestas como ilustraciones de viajes o para ser visualizadas como
c:xpedición Malaspina, c. 1792.
«viseas ópticas», progresivamente adaptadas durante el siglo XlX a las
convenciones pintorescas y románticas. Las primeras acenruaiban el lenguaje
de una imagen científica y neutra, y al mimo tiempo que se asentaba la
teorización geomécrica de la noción de proyección cilfndrica, mienrras que las
segundas prolongaban en su aspecro literario y narrativo las escenas y sucesos
de la historia de Iª c.:iudad, c;;omo m las primeras vistaS urbanas. A parrir de
145 LA !Mi.GEN VISUAL D~L 1 rRRJTORJO: COROGRAFÍAS Y PANORAMAS
finales del siglo xvm, el uso auxiliar de la cámara oscura debe considerarse [30) William AJlen, Panornma de
como factor condicionante para entender una nueva sistematización gráfica Ascensión, 1835.
del territorio, sin que por ello varíen, por su causa, los esquemas operativos
que identificábamos, por ejemplo, en Lorichs o Wyngaerde, la anotación de (31 J Will iam Allen, Panorama de
perfiles o relaciones de proporción, en forma de apunre preliminar. El uso de Georgc Town, 1835.
la cámara oscura no «aclara» o explica la noción de una transformación en la
imagen del territorio, pero pasa a formar parre del conjunto de mérodos que
denotan la radicaJización visual, cierto componente de objetivación que
acabaría asumiendo la forografía, así como una causa más de una
comemplación de la naturaleza como espectáculo. El cartógrafo y arquitecro
británico Thomas Sandby, junco a su hermano Paul, grabador y acuarelista,
uálizaron la cámara oscura para representar imágenes de ciudades a pie de calle,
como Wmdsor &om che Gossells o el panorama de Noctingham (32 y 33].
De forma paralela, la asociación de la captación del territorio a una forma
de observación directa y en ocasiones también mediada por el uso más
práctico de la cámara, había ofrecido los precedentes directos de la
concepción panorámica del siglo XlX en una práctica vedutista [34 y 35],
impregnada de nuevo de los valores de una representación «fata dal vero», y [32] Thomas Sandby, Nottingham,
del valor naturalista y sensible de la «impresión visual» del territorio de c. 1780.
b
juA.'< ÚRLO~ OuvrR TOREll.Ó - - - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 146
~~~~~~~~~-
[33] Thomas Sandby, El castillo de tradición flamenca. Las vedutas o «recraros paisajísticos» de Canalecco, Guardi
\Vindsor. 1770. o Belloto, precedidos po r la influencia holandesa de Hollar o II Giovanc,
prefiguraban, de fo rma más direcra que las anrcriores viseas urbanas, el modo
de ver propio de los primeros panoramas. Lo que conocernos como
panoramas pictóricos supieron aunar escas dos concepciones, la primera, pan
asegurar una ilusión espacial y guiarse geométricamente durante la realización
de las pinturas en los grandes espacios de exhibición; la segunda, para
adecuarse al carácter espectacular y mon umenral de escenas pintorescas e
históricas reclamadas por el público burgués. El primer ejemplo conocido de
este tipo de panoramas pensados para una exhibición masiva lo consriruye la
parenrc de Robert Barker, su panorama exhibido en Edimburgo y Londres
(36 y 37}. Concebido como nature a coup d'oeil, se trataba de una escena
urba na ca ptada de.~de la.~ ~ilmras y adaptada a ciercas estrategias gráficas de la
tradición de los trompe l'oeil, para inregrar plenamente la observación del
especrador, como la utilización de grandes elemenros en primer rérmino a
escala narural o la confusión entre elementos pictóricos y propiarnenre
[34] Dibujo de una cámara oscura, E. arqui tectó nicos. La arquitectura desempeñaría un papel desracado en la
Atkinson, Narural Phi losophy. 1900. impresión de inmersión óptica del especrador, co ndicionando las formas de
observar las pinruras dispuestas a su alrededor, así como en el propio proceder
[351 Gianfrancesco Cosra. Vedura del del dibujante, q ue requería mérodos mucho más sistemáticos para unificar
cana/e vmo ehiesa della Mira, c. 1750. una escena que no podía abarcar visualmente de forma instantánea. El
LA l\L\GU. \1\l'AI D!L TfRRJroRIO: COROGWÍAS y PA.~OIWL\5 t
ejemplo más claro de cómo esce espacio arquirectónico se preparó para dar (36) Roben Barkcr. Panorama de
paso a una noción concreta del espacio pictórico lo constituyen el llamado &linbur¡;o, 1792.
Colosseum de Regenr's Park (38] o la Ro1011nrk de Leicesrer Square [39),
guiados por la misma esuucrura que el de Barker pero llevados a escala (37) Oacs ,..,, \/Issclltf, Panorama ck
monumental y convertidos en una suerre de templo de la ilusión óptica 1.ondrc., 1610.
donde codo, desde la decoración que aguardaba en la entrada hasta las vistas
emblemáticas de la catedral que se podían contemplar en distintas
plataformas situadas en el eje central, estaba realizado para confundir el ojo,
para sumergí r al espectador en un espacio específicamente visual. Es
significativo que el propio Barker se propusiera al principio dar a conocer su
1111t11re ii coup d'oei/ como una prolongación lógica en la búsqueda del
ilusionismo, considerada mejora de la pintura de paisaje y proceso técnico de
representación sobre una superficie de 360 grados.
A medida que avanz.aba el siglo x1x se fue extendiendo y diversificando la
invención de «máquinas en rama», dioramas, cosmoramas y orros
espectáculos que incidían direcramenrc en los mismos principios. Se rrataba
normalmente de representaciones de vistas urbanas, paisajísticas, interiores o
escenas históricas dispuestas en grandes formaros para que el espectador
tuviera la impresión de estar inmerso en un espacio ilusorio que pudiera
recorrer sin que su mirada ruviese que escapar de los límires de la
representación, sin que necesicasc ser consciente del cuadro. Los panoramas
llevan a un punto culminante la relación entre los convencionalismos de la
perspectiva central y su asociación a la imagen óptica y trastocan al mismo
tiempo el sentido de la intersección csrárica de la pirámide visual e incorporan
una concepción global y dinámica, precinemacográfica, del acro de percibir la
im~gen del rerricorio. Las descripciones de espectadores q11<> ~rgnmentan
confundir representación y realidad son síntomas de esra identificación
ilusionista de las vistas urbanas: «Los cuadros exhibían ambas ramas de la
~rspectiva a la perfección, ya que me engañaron hasta el punto de que no
podría formar ninguna idea de la proximidad que había entre mi ojo y la cela.
En un punto la distancia parecía de creinra millas y en otro de pocos pies, cal~
'f!__ J· 4-' <~ Ou-1 t TotJ 1
148
d ele. to .L\<Unhroso <(UC i.c put'\f<' pnxlucir ¡~>r Ull.1 1tfcntlfi,.1t i6n tot.11 con lJ
11.1wr;,lc-u• (1.ll. f">f 1hJc, 1'188).
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'l\llJntc \'pintura. ¡:,,.,o el cJ.I<> Je loo fhlMT111nm mó111ki, ,(1mdc l.1 pinmu
, 1rculJb.i lcnumcntc cnrn: do. <..ilmdro:> pal':\ imroJucir un form.1m nm1mu
en IJ .--.;cnJ 11.>LiJ Li J(c¡d¡ Je 18.20 fueron proliferando en Jlf,lln.11 cip11.1la
curopc:l>. al mismo li<mpo que"'-" mrroJucún clememo1 mu.~1cilo y tc.1u.Jcs.
m1em:r:is que Urgado> J b d«ada Je 1850 incorporaban cuadr~ en
movimiento cmad1» por auconur.UtnO> o ÍW1\0> lumínic0$. faca progro iv.a
.._,fistiaciÓn de Jo. ffiCQllUffiO> p.ua Jibcrar la VbÍÓn Jei C'lpcctaclor IUVU lll
m.iximJ cxp~ón ro un tipo Je panoramas móviles lbmado• pkora11W1, donde:
el t'SJ'«Cldor era pucoco en escma mcdiamc la ;imulación de un víJ¡c o :il&Un
fenómeno mtteorológico. La rcp~macíón del ccrricorio en lo-. opnd.ulú!
prcdncmacogr.ifico> c...ndia progresivamente a una íJcmíficación viswl '1'" d
territorio tal que empezaba a abandonar su condición de mapa, y en c.unbw,
•ubiaba· al cspcctador en Las C)C.CllaS memorables y en Cludrai ·hl>1ór1co&> Je:
ciud.tdco miri~ o o.óúcas. Su conc.cpción ilU5ionisu es d fundJmrmo pm
entender parte de la U1iliLlción fotográfica en b concepción n:prrsemauva del
territorio dul'llntc d siglo XX. que ~in dudJ .1dquinó I~ n1ratrgu1 qur ic h.lbbn
ido ariadtcndo Jode I~ primeras corografh~. L1 rcpmencación p;inorJmki u
la imígcne> .uo.:iad.u .i un ~omrol visual amplio dd tcrriwriu \C~uirJn
p
(40] Joscp Torres i Clavé y GATEPAC, Panorama circular del Plan Macia, 1934.
[40] Josep Torres i Clavé y GATEPAC, Panorama circular dd Plan Macia. 1934.
representaciones de edilicios. cm bl
Alernancos isp h
urores an rna111Ie "scado su sorpresa
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1e un rnagnu1co
(Oecerrnann, 19971. No o scante. supoi 1d ¡ roceso de conrrol
podríamos consider:ir una i~agcn ~?n~:it~'l cc~aJor en los panoramas, una
panóptico que implicaba b 111rnersaon .P odo• lo que el espcccador
e , 1 na sola imagen «t . 1 (421 Pl.lllO dtl p.mor.ima
rorma cartográfic1 Je conceni:r en . • r de forma can ambigua ª
1
abarcaría •J coup d'oeil•. Ninguna v1st~ im.P ica ·uscándose a la imagen tÍI lt>111Ín1. 1792.
.. . · • 1 b · un rernrono, no ªJ • n le¡·os
noc1011 de domm 10 v1sua so re del panorama. no escan ra
.é d orno mapas
naturalista. Aun entcnd1 n ose c
d Vuu pcmwp1u Je llou¡:i<.
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