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Aprendamos a Orar como Daniel

E l profeta Daniel hace una oración por la restauración de su pueblo, que se encontraba en cautiverio

en Babilonia. La disposición de Daniel, por interceder a favor de su pueblo y por los pecados de su nación
incluyéndose él mismo, es una acción motivadora y desafiante para nosotros en este tiempo (Daniel 9:3-19).

I. Una oración que reconoce la grandeza de Dios


…Dios grande, digno de ser temido… (v. 4).
A. La oración de Daniel está dirigida al verdadero Dios y en sus expresiones descubre el poder infinito e incomparable
del Señor. Reconoce la capacidad suficiente que tiene el Omnipotente para derribar a los enemigos más aguerridos o
malvados que puedan existir.

B. La oración de Daniel inicia exaltando la grandeza de un Dios que tiene vida en sí mismo y lo considera digno de toda
confianza. Habla de Jehová como el Todopoderoso y asegura que no hay quien lo resista.
…Dios grande… puede comprenderse como el Dios que no tiene comparación o similitud con otros dioses. Que no
existe ni existirá una deidad capaz de superar su poder. No hay otro dios que iguale sus obras y mucho menos
alguien que pueda estar por encima de él.

II. Una oración que reconoce y confiesa el pecado


Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho
impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado
de tus mandamientos y de tus ordenanzas (vv. 5, 6).
Daniel con toda humildad y temor se identifica con los pecados
de su pueblo. Reconoce que Israel estaba viviendo en
cautiverio, a causa de su desobediencia a los mandamientos
de Dios.
El escritor Evis L. Carballosa destaca el énfasis de Daniel
explicando la forma en que los judíos habían desafiado a Dios:
Hemos pecado… significa: Hemos fallado al blanco

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