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La revolución social española de 1936, comúnmente conocida como revolución

española1 comenzó tras el intento de golpe de Estado del 17 de julio de 1936, que
desembocó en la Guerra Civil Española. Su principal base ideológica fue el
anarcosindicalismo y el comunismo libertario, con un componente marxista
revolucionario, caracterizado por el POUM y el ala izquierda radical del PSOE y UGT,
y se caracterizó, entre otras cosas: por su anticlericalismo en lo religioso, su
cantonalismo en lo administrativo, su racionalismo en la educación, asamblearismo,
avances en las libertades civiles, y el colectivismo autogestionario en lo económico.

Fases de la revolución [editar]

El 17 de julio de 1936, se inició el golpe de Estado militar. El 18 de julio, mientras los


militares golpistas prosiguen su sublevación, se produce el vacío de poder por parte del
colapsado Estado republicano (se suceden cuatro gobiernos en un solo día) que da lugar
a que las estructuras coercitivas del Estado se disuelvan o paralicen allí donde los
golpistas no se hacen con el poder. Para entonces, la CNT cuenta con aproximadamente
1.577.000 militantes y la UGT con 1.447.000 militantes. El 19 de julio la sublevación
llega a Cataluña, donde los obreros tomando las armas asaltan los cuarteles, levantan
barricadas y frenan a los insurrectos.

Primera fase de la revolución (julio-septiembre de 1936): El verano de la anarquía


[editar]

Cartel de la CNT-FAI y FIJL

Los sindicatos CNT y UGT convocan una huelga general del 19 al 23 de julio como
respuesta tanto a la sublevación militar como a la aparente apatía del Estado frente al
mismo. Pese a que ya existían antecedentes puntuales en días anteriores de distribución
de armas entre sectores civiles, es durante la Huelga General cuando grupos de
sindicalistas vinculados a los sindicatos convocantes y a grupos menores, asaltan
muchos de los depósitos de armas de las fuerzas del orden, independientemente de que
estén sublevados contra el Gobierno o no. Ya en estas primeras semanas, se establecen
dos matices entre los sectores revolucionarios anarcosindicalistas: el grupo radical,
vinculado fundamentalmente a la FAI y a través de ella a la CNT, aunque también
participen otras organizaciones menores, que entiende el fenómeno del que participa
como una revolución a la usanza tradicional; y el grupo posibilista, formado también
por miembros de otro sector de la CNT (y otros grupos revolucionarios más
moderados), que expresa la conveniencia de participar en un frente más amplio, el
posteriormente llamado Frente Popular Antifascista (FPA), resultado de sumar los
sindicatos a la coalición electoral Frente Popular.

Paralelamente, surge la formación de estructuras administrativas al margen del Estado,


la mayoría de las cuales tendrán carácter local o comarcal, sobrepasando en casos
puntuales estos límites; algunas de las más importantes serán:
Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña
Comité Ejecutivo Popular de Valencia
Consejo Regional de Defensa de Aragón
Comité de Salud Pública de Málaga
Comité de Guerra de Gijón
Comité Popular de Sama de Langreo
Consejo de la Cerdaña
Comité Antifascista de Ibiza

En todas estas estructuras queda reflejada la distinción anteriormente citada entre las
dos sensibilidades revolucionarias. En manos de los revolucionarios quedarán los
Comités de Guerra y de Defensa, de progresivamente menor importancia, en manos de
los posibilistas, el resto.

En pocos días se articulan los frentes de la Guerra Civil, de los cuales uno de los
principales en el contexto de la revolución es el de Aragón. El 24 de julio de 1936 parte
la primera milicia voluntaria de Barcelona en dirección a Aragón. Es la Columna
Durruti, de alrededor de 3.000 hombres, en su mayoría trabajadores coordinados por
Buenaventura Durruti, que van implantando el comunismo libertario por los municipios
por los que van pasando. Además, se formarán otras de estas estructuras militares de
carácter popular como la Columna de Hierro o la Columna Rojo y Negro que parten
también hacia Aragón. Todo este movimiento dará lugar a una extraordinaria
concentración de anarquistas en la parte no tomada por los militares alzados. La llegada,
por una parte, de los millares de milicianos anarquistas de Cataluña y Valencia y la
existencia, por otra, de una gran base popular rural aragonesa de filiación
anarcosindicalista permitirán el desarrollo progresivo de la mayor experiencia
colectivista de la revolución.

Durante esta primera fase la mayor parte de la economía española fue puesta bajo el
control de los trabajadores organizados por los sindicatos; principalmente en áreas
anarquistas como Cataluña, este fenómeno llegó al 75% del total de la industria, pero en
las áreas de influencia socialista la tasa fue bastante menor. Las fábricas fueron
organizadas por comités de trabajadores, las áreas agrícolas llegaron a colectivizarse y
funcionar como comunas libertarias. Incluso lugares como hoteles, peluquerías, y
restaurantes fueron colectivizados y manejados por sus propios trabajadores.
Las comunas fueron usadas de acuerdo al principio básico de «De cada uno de acuerdo
a su habilidad, a cada uno de acuerdo a su necesidad». En algunos lugares, el dinero fue
totalmente eliminado, para ser reemplazado por vales. Bajo este sistema, el costo de los
bienes era con frecuencia un poco más de un cuarto del costo anterior. Las áreas rurales
incautadas y colectivizadas durante esta fase de la revolución oscilan: más del 70% en
Cataluña, cerca del 70% en el Aragón reconquistado, el 70% en la provincia de
Badajoz, el 58% en Castilla-La Mancha, el 49% en la Andalucía no sometida a los
militares insurrectos, y cerca del 13% en la actual Comunidad Valenciana.

En el Aragón en el que se proclama el comunismo libertario al paso de las columnas de


milicias libertarias, se forman aproximadamente 450 colectividades rurales, la práctica
totalidad de ellas en manos de la CNT, con un número que rondará las 20 a cargo de la
UGT.

En el área valenciana se constituirán 353 colectividades, 264 dirigidas por la CNT, 69


por la UGT y 20 de manera mixta CNT-UGT. Unos de sus principales desarrollos serán
el Consejo Levantino Unificado de Exportación de Agrios (conocido por sus iniciales,
CLUEA)y la total socialización de las industrias y servicios de la ciudad de Alcoy.

En la industria catalana los sindicatos obreros de la CNT se hicieron con numerosas


fábricas textiles, organizaron los tranvías y los autobuses de Barcelona, implantaron
empresas colectivas en la pesca, en la industria del calzado e incluso se extendió a los
pequeños comercios al por menor y a los espectáculos públicos. En pocos días el 70%
de las empresas industriales y comerciales habían pasado a ser propiedad de los
trabajadores en aquella Cataluña que concentraba, por sí sola, dos tercios de la industria
de España.

A pesar de las críticas que clamaban por la máxima eficiencia, las comunas anarquistas
producían más que antes de ser colectivizadas[cita requerida]. Las zonas liberadas
recientemente trabajaron sobre los principios libertarios: las decisiones eran tomadas a
través de concilios de ciudadanos comunes sin ningún tipo de burocracia (cabe
mencionar que el liderazgo de la CNT-FAI en este periodo no fue tan radical como los
miembros responsables de estos drásticos cambios).

Sumado a la revolución económica, existió un espíritu de revolución cultural y moral:


los ateneos libertarios se convirtieron en lugares de encuentro y auténticos centros
culturales de formación ideológica, en los cuales se organizaban: desde clases de
alfabetización, a charlas sobre sanidad, excursiones al campo, bibliotecas de acceso
público, representaciones teatrales, tertulias políticas o talleres de costura. Se fundaron
numerosas escuelas racionalistas, que ampliaron la oferta ya existente en ateneos y
centros sindicales, en las cuales se llevaban a cabo los postulados educativos de Ferrer y
Guardia, Mella, Tolstoi o Montessori. Igualmente, en el terreno social algunas
tradiciones eran consideradas como tipos de opresión, e igualmente la moral burguesa
era vista como deshumanizante e individualista. Los principios anarquistas defienden la
libertad consciente del individuo y el deber natural de solidaridad entre los seres
humanos como herramienta innata de progreso de las sociedades. Así durante la
revolución por ejemplo, a las mujeres se les permitió abortar en Cataluña, la idea del
amor libre consensuado se hizo popular y hubo un auge del naturismo. De alguna
manera, la liberación fue similar a la de los movimientos de la «Nueva Izquierda» de la
década de 1960[cita requerida] con la diferencia que esta moralidad fue hegemónica, la
siguiente máxima podía indicar lo vivido en este periodo: "La utopía libertaria se hizo
realidad".

El orden público también varía sustancialmente, llegando prescindir de las fuerzas de


orden público clásicas (Policía, Guardia Civil, Juzgados y ejército) suplantadas por las
Patrullas de Control formadas por voluntarios, las milicias populares y las asambleas de
barrio en las cuales se pretendían resolver los problemas que pudieran surgir. Las
puertas de muchas prisiones fueron abiertas liberando a los presos entre los cuales había
muchos políticos pero también delicuentes comunes, siendo algunas prisiones
derribadas.

Pese a la situación de descomposición de facto del poder estatal, para el 2 de agosto el


gobierno toma una de las primeras medidas al objeto de recuperar el control frente a la
revolución, la creación de los Batallones de Voluntarios, embrión del Ejército Popular
de la República. También promulgará algunos decretos, más simbólicos que reales,
desbordado por el fenómeno revolucionario:
Decreto del Gobierno de la República del 18 de julio declarando cesantes a los militares
que participen en el golpe.
Decreto declarando cesantes a los empleados del Gobierno que simpaticen con los
golpistas del 25 de julio.
Decreto de intervención de la industria del Gobierno del 25 de julio.
Decreto de incautación de los ferrocarriles del Gobierno del 3 de agosto.
Decreto de intervención en los precios de venta de alimentación y ropa del Gobierno del
3 de agosto.
Decreto de incautación de fincas rústicas del Gobierno del 8 de agosto.
Decreto de clausura de instituciones religiosas del Gobierno del 13 de agosto.
Decreto de socialización y sindicalización de la economía del Gobierno autonómico
catalán del 19 de agosto.
Decreto de creación de los Tribunales Populares del Gobierno del 23 de agosto.

Surgen también ya las primeras tensiones entre la estrategia de la CNT (y el conjunto


del Movimiento anarquista) y la política del Partido Comunista y su extensión en
Cataluña, el PSUC, y el 6 de agosto salen los miembros del PSUC del gobierno
autonómico catalán por las presiones anarcosindicalistas.

Segunda fase de la Revolución (septiembre-noviembre de 1936): Primer Gobierno de la


Victoria [editar]

Escudo del Consejo Regional de Defensa de Aragón

Tanto en esta etapa como en la anterior, las estructuras del Estado se limitan a legislar
sobre una política de hechos consumados por la Revolución, aunque debido al
crecimiento de la escalada bélica contra los militares sublevados, los sindicatos
empiezan a ceder circunstancialmente el control de las columnas al Estado para la
Defensa de Madrid de octubre-noviembre, que fue dirigida por un organismo
semiindependiente, en el que estaban representados todos los partidos del Frente
Popular además de los anarquistas, la Junta de Defensa de Madrid, luego llamada Junta
Delegada de Defensa de Madrid. El inicio de todo este progresivamente mayor acuerdo
y acercamiento entre los partidos del Frente Popular y los sindicatos se plasma en la
formación del primer Gobierno de la Victoria (4 de septiembre) de Largo Caballero.

Entre las medidas destinadas a absorber o intentar legislar la actividad de los


revolucionarios destacan:
Decreto de incautación de fincas de condenados por los Tribunales Populares del
Gobierno del 17 de septiembre.
Decreto de creación de los Jurados de Urgencia del Gobierno del 10 de octubre.
Decreto de colectivizaciones y control obrero del Gobierno autonómico catalán del 22
de octubre.

A pesar de este aparente consentimiento a los revolucionarios, no interviene


activamente en el desarrollo de la revolución y su principal objetivo será potenciar y
fortalecer el Ejército como piedra base del Estado, a través de distintas medidas, entre
las que destacan, aparte de los intentos reiterados de disolución de los Comités de
Defensa y Comités de Guerra, los más radicales:
Constitución de la Milicia de Vigilancia de Retaguardia (16 de septiembre) con las que
el gobierno controla a las milicias de retaguardia, hasta ese momento independientes.
Decreto de transvase voluntario de jefes y oficiales de las milicias populares al Ejército
(28 de septiembre).
Decreto de aplicación del Código de Justicia militar a las milicias populares (29 de
septiembre).
Cuando la guerra se empieza a prolongar, el espíritu de los primeros días de revolución
afloja y comienza la fricción entre los muy diversos integrantes del Frente Popular
Antifascista, en parte debida a las políticas del Partido Comunista, las cuales eran
establecidas desde el ministerio del exterior de la Unión Soviética estalinista, la mayor
fuente de ayuda extranjera para una República que esos momentos comienza a
relevantarse y que necesita imperiosamente de la misma.

La política del PCE estalinista[cita requerida] proclamaba que la guerra civil en


desarrollo no era el momento adecuado para la revolución y que hasta que no se ganase
la guerra, la derrota de las fuerzas de Franco debía ser el principal objetivo y no la
abolición del capitalismo, lo cual se posponía al finas de la guerra. El PCE defendía la
teoría de que en ese contexto la revolución podría asustar a la clase media (una buena
parte de funcionarios, pequeños comerciantes, campesinos con tierra -sin llegar a ser
terratenientes- y buena parte de de la "arisocracia obrera"; los cuales formaban un parte
nada desdeñable de la militancia del propio partido[cita requerida]) lo que haría que la
clase media se decantase por el bando nacional. Los anarquistas, poumistas e incluso el
ala izquierda del PSOE, estuvieron fuertemente en desacuerdo con esto, al entender la
mayoría de ellos la guerra y la revolución como una prolongación la una de la otra. A
las milicias de los partidos y grupos que se habían situado en contra de la posición
soviética pronto se les obstaculizó desde el Estado la ayuda y recursos, viendo así éstos
reducida su capacidad de actuación, a causa de lo cual en la mayoría de las áreas
republicanas comenzaron lentamente a revertirse los recientes cambios realizados.

Durante este período algunas estructuras revolucionarias aprueban nuevos programas de


acción que los subordinan al Gobierno, lo que da lugar a la disolución o inicio de
absorción, apropiación e intervención de las estructuras revolucionarias por parte del
gobierno estatal republicano.

Una excepción la constituirá la consolidación del proceso colectivista en Aragón, a


donde llegarán miles de milicianos libertarios de Valencia y Cataluña, y en donde ya
antes del inicio de la Guerra Civil existía la más importante base obrera
anarcosindicalista afiliada a la CNT de toda España. La asamblea convocada en
Bujaraloz en las semanas finales de septiembre de 1936 por el Comité Regional de la
CNT de Aragón, con delegaciones de los pueblos y las columnas confederales,
siguiendo las directivas propuestas del 15 de septiembre de 1936 en Madrid por el Pleno
Nacional de Regionales de la CNT, de proponer a todos los sectores políticos y
sindicales la formación de Consejos Regionales de Defensa vinculados federativamente
a un Consejo Nacional de Defensa que haría las funciones del gobierno central, acuerda
la creación del Consejo Regional de Defensa de Aragón, que celebra su primera
asamblea el 15 de octubre del mismo año.

A pesar de ello, el 26 de septiembre los sectores más radicales y anarquistas (CNT-FAI)


de Cataluña, finalmente dominados por los posibilistas, inician una política de
colaboración con el Estado, integrándose en el gobierno autonómico de la Generalidad
de Cataluña, que renace frente al Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña,
autodisuelto el 1 de octubre. Por otra parte el Consejo Regional de Defensa de Aragón
es legalizado y regulado el 6 de octubre por decreto (aunque puede decirse que este se
mantuvo siempre "al margen de la legalidad republina", siendo esta quien lo aceptara).
También se regulará el propuesto Consejo Nacional de Defensa, abortando su
desarrollo. Frente a esta aparente tolerancia, un decreto de la Generalidad ilegaliza el 9
de octubre todos los Comités locales en Cataluña, sustituyéndolos formalmente por
Consejos Municipales del FPA. Todos estas concesiones a las instituciones suponen una
traición a los principios clásicos del anarquismo, y coartada para recibir duras críticas
por parte de compañeros, debates y reflexiones que marcarán el devenir de la
Revolución.
Tercera fase de la Revolución (noviembre de 1936-enero de 1937): Segundo Gobierno
de la Victoria [editar]

El 2 de noviembre el Comité Ejecutivo Popular de Valencia aprueba un nuevo programa


de acción que le subordina a la política del Gobierno de la República (segundo gabinete
de Largo Caballero el 4 de noviembre), en el que se integran como ministros Juan
García Oliver, Juan López, Federica Montseny y Juan Peiró, miembros destacados de la
CNT. Durante este mes, la Columna de Hierro decide tomar brevemente Valencia, en
protesta por la escasez de aprovisionamientos que le proporciona el Comité Ejecutivo
Popular, en manos de los posibilistas, produciéndose posteriormente enfrentamientos
por las calles de la ciudad entre milicias libertarias y grupos comunistas, con un saldo
de más de 30 muertos.

El día 14 de noviembre, la Columna Durruti llega a Madrid, después de ceder ante la


presión de los posibilistas, que exigen la colaboración con el Estado. El 20 de
noviembre muere en extrañas circunstancias Buenaventura Durruti combatiendo en la
Batalla de Madrid, a donde había llegado con más de mil milicianos desde el Frente de
Aragón.

El 17 de diciembre el diario soviético Pravda de Moscú publica un editorial donde se


lee: "Ya ha comenzado en Cataluña la depuración de trotskistas y anarcosindicalistas; se
ha llevado a cabo con la misma energía que en la Unión Soviética". La liquidación
realizada por los comunistas fieles a Stalin de numerosos antifascistas y de
colectivizaciones y otras estructuras surgidas espontáneamente desde abajo en
consonancia con la Revolución que no se sometiesen a las directrices de Moscú ya había
empezado. Por su lado, otra de las estructuras radicales, el Comité de Guerra de Gijón
es trasformado por decreto del 23 de diciembre en el Consejo Interprovincial de
Asturias y León, regulado por las autoridades gubernamentales de la Repúbica y más
moderado en sus políticas, al tiempo que reconoce oficialmente la formación del Comité
de Defensa Nacional. El 8 de enero de 1937 se disuelve el Comité Ejecutivo Popular de
Valencia.

Durante esta etapa el Gobierno pasa a controlar definitivamente las milicias populares
anarquistas, disolviéndolas para que se integren obligatoriamente en el Ejército Popular,
estructurado y jerarquizado bajo mando de oficiales profesionales. La revolución no
sobrevivirá como poder independiente tras el segundo gobierno de Largo Caballero.
El fin de la revolución (enero de 1937-mayo de 1937) [editar]

El 27 de febrero de 1937, el gobierno prohíbe el periódico de la FAI, Nosotros


(iniciando así el período durante el que la mayor parte de las publicaciones críticas con
el gobierno pasan a sufrir censura), al día siguiente prohíbe a los policías pertenecer a
partidos políticos o sindicatos, medida adoptada por el gobierno autonómico catalán el 2
de marzo. El 12 del mismo mes, la Generalidad aprueba una orden exigiendo la entrega
de todas las armas largas y materias explosivas a los grupos que no estén militarizados.
Empiezan más enfrentamientos entre los sectores del FPA, y el día 27 se produce la
dimisión de los consejeros anarquistas del gobierno autónomo catalán. Durante el mes
de marzo se completará la militarización de las milicias, transvasadas a un Ejército
regular y sujetas a los regímenes de disciplina y jerarquía de éste, contra lo que se
alzarán muchas voces del anarquismo.

El 17 de abril, al día siguiente de que los ministros de la CNT volvieran a la


Generalidad, una fuerza de carabineros en Puigcerdá pide a las patrullas obreras de la
CNT que les entreguen el control de las aduanas de la frontera con Francia; en
simultáneo la Guardia Civil y de Asalto es enviada a Figueras y otras localidades por
toda la provincia de Gerona quitarle a las organizaciones obreras el control de la policía,
disolviendo el Consejo de la Cerdaña, uno de los más autónomos. Simultáneamente, en
Barcelona, la Guardia de Asalto procede a desarmar a los obreros a la vista del público,
en las calles.

Durante el mes de mayo se agudizan los enfrentamientos entre los partidarios de la


revolución y los contrarios a ella. El 13 de ese mes de 1937, tras los sucesos de las
Jornadas de Mayo de Barcelona, los dos ministros comunistas, Jesús Hernández y
Vicente Uribe, proponen al Gobierno que se castigue a la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), iniciándose en la
práctica la represión contra este último partido. El 16 de mayo dimite Largo Caballero,
a lo que sigue la formación del gobierno del socialista Juan Negrín (aparentemente un
hombre de Prieto) pero sin apoyo de anarquistas ni de revolucionarios. La FAI es
declarada ilegal.
Sucesos posteriores relacionados [editar]

El día 25 queda excluida la FAI de los Tribunales Populares. El 8 de junio de 1937, el


gobierno (trasladado a Valencia), lanza un decreto por el que ilegalizaba temporalmente
las colectividades rurales que aún no habían sido disueltas. El 14 de junio, se forma un
nuevo gobierno de la Generalidad, también sin los anarquistas y los revolucionarios. El
15 es ilegalizado el POUM y su comité ejecutivo es detenido. El 16 se disuelve la 29ª
División (Ex División Lenin, del POUM).

En agosto, se prohíbe por medio de una circular del gobierno las críticas a la URSS. En
este mes también el gobierno central dispone la disolución del Consejo de Defensa de
Aragón, prácticamente el último órgano de poder revolucionario que quedaba, el cual es
ocupado militarmente por tropas del Ejército republicano el día 10. Joaquín Ascaso, su
presidente, es detenido. Asimismo, la undécima división comunista arremete contra
diversos comités de pueblo aragoneses y disuelve la producción agrícola colectiva, que
poco después se reorganiza en muchos casos. El día 7, el gobierno reautoriza el culto
religioso en privado, una de sus muchas medidas intentando restablecer el poder del
Gobierno en la zona republicana, al tiempo que en Barcelona se producen
manifestaciones contra la suspensión de la publicación anarcosindicalista Solidaridad
Obrera, disueltas con gran violencia. El día 16 se prohíben en Barcelona los mítines
políticos. El 26 del mismo mes, el Consejo asturiano se proclama Consejo Soberano de
Asturias y León, ente soberano e independiente de la República.

El 21 de octubre, se produce una manifestación de la CNT y de los militantes socialistas


ante la prisión de San Miguel de los Reyes de Valencia, amenazando con echar las
puertas abajo si no se liberaba a los presos. El 12 de noviembre, la CNT se retira de los
comités del FPA.
El 6 de enero de 1938, el Gobierno publica un decreto por el que se prohíbe toda nueva
emisión de billetes y monedas de comités, ayuntamientos, corporaciones, etc. y se da un
plazo de un mes para que sean retirados de la circulación, intentando acabar con los
últimos restos de la Revolución. Durante ese año regresan muchos de los grandes
terratenientes y exigen la devolución de sus bienes. La colectivización es anulada
progresivamente pese a la gran oposición popular que suponía.
Un ejemplo de una industria colectivizada por la CNT: la cinematográfica [editar]

El Sindicato Único de Espectáculos de la CNT fue en cierto modo un modelo de


organización y funcionamiento en los medios confederales. Resulta significativo que
fueran las salas de cine y teatro de Barcelona unas de las primeras y más rotundas
ocupaciones de los militantes cenetistas barceloneses entre el 20 y el 25 de julio.

No cabe duda del contexto de confusión que envolvía esta situación revolucionaria, pero
el 26 de julio se nombra una "Comisión de Técnicos" encargada de preparar un proyecto
que defina el nuevo marco de trabajo en las salas de cine y de teatro. Ese mismo día, la
Generalitat catalana, desbordada por los acontecimientos, crea la "Comisaría
d'Espectacles de Catalunya" que no llegó a funcionar en la práctica, acaparando por
completo la producción los trabajadores y trabajadoras organizados a través del
sindicato cenetista.

El entusiasmo revolucionario organizó y dinamizó todas las actividades


cinematográficas y teatrales de Barcelona desde el 6 de agosto hasta mayo de 1937. El
proyecto arrancaba uniformando los salarios para todas las características de trabajo de
las ramas de la industria del cine. Se estableció con carácter permanente el subsidio de
enfermedad, invalidez, vejez y paro forzoso. Todo este sistema permitió dar trabajo a
unas seis mil personas y sostuvo durante ese período 114 salas de cine, 12 salas de
teatro y 10 "music-halls". Incluso se creó una compañía de ópera en el teatro Tívoli, en
un intento de acercar el género grande al gran público.

Se puede decir que fue uno de los sectores que mejor funcionó a nivel económico,
construyéndose incluso algunas salas de cines como el Ascaso (hoy Vergara). Otros se
reformaron o se terminaron de construir como el cine Durruti (en la actualidad cine
Arenas).

A nivel político, la colectivización del cine fue una nueva forma de entender el arte
radicalmente opuesta al sistema burgués y capitalista. No hubo unidad de criterio en el
proceso creativo, el dogmatismo no se instaló entre bastidores ni detrás del objetivo, y
el séptimo arte incorporó una nueva forma de reporterismo al echarse con las cámaras a
la calle para rodar lo que ocurría a su alrededor. Se había puesto en marcha la
movilización popular para contar lo que veía su mirada y los mensajes surgían como
contrainformación. La información del pueblo sustituía así a la del poder.

Entre el 1936 y el 1937 se produjeron más de un centenar de películas impulsadas por la


productora y la distribuidora creadas por la CNT. El género documental fue
indudablemente el más realizado pues el marco de la guerra inundaba
irremediablemente cualquier actividad. Para la realización de películas se creó el SIE
Films (Sindicato de la Industria del Espectáculo) y también la marca Spartacus Films.
El Sindicato disponía de dos grandes estudios con tres plateaux para filmación, además
se acondicionó el Palacio de Bélgica en el recinto de Montjuïc, para servicios auxiliares
de decorados y figurinistas. Sin embargo, la represión de mayo del 37 estranguló la
Revolución Social en las calles de Barcelona y, aunque se siguieron haciendo películas,
disminuyó considerablemente el ritmo de producción anterior.

La producción cinematográfica anarquista fue una experiencia única. Fue una parte muy
relevante de la vida creadora en la Cataluña de la época y se extendió a Aragón, Madrid
y el Levante a través de diferentes modelos, probablemente adaptándose a las
circunstancias de pueblos y ciudades y a las gentes trabajadoras que las hacían posible.
Aunque en Madrid la actividad productiva fue menos importante que en Barcelona, se
rodaron 24 películas entre documental y ficción.

Dentro de la historia del cine, podríamos decir que en aquellos momentos se produce un
fenómeno que se iría extendiendo a lo largo del siglo XX y que actualmente tiene una
importancia enorme en la lucha contra la globalización capitalista: la contrainformación.
En la revolución rusa hubo un precedente similar. Los obreros dispusieron de cámaras,
pero tras la represión de Ucrania y de Kronstadt, con la instauración de la dictadura
bolchevique, el cine se convertiría en el principal instrumento de propaganda del
régimen. Cabe recordar la primavera de Praga o el Mayo francés del 68, donde la
contrainformación también jugaría un papel muy importante. El colectivo "Dziga
Vertov", con Jean Luc Godard a la cabeza, sacó las cámaras a la calle y tomó el cine
Odeón.
La revolución y la Guerra Civil [editar]
Artículo principal: Guerra Civil Española

La coincidencia en el tiempo de la revolución y la Guerra Civil hace que en el campo


militar se desarrollen diversas iniciativas coordinadas por las nuevas administraciones
establecidas por la oleada revolucionaria, la mayor parte de las cuales resultarán
fallidas.
La toma de Aragón [editar]

Mapa de la Toma de Aragón.

Esta probablemente sea la primera iniciativa, desarrollada a partir del 24 de julio de


1936 cuando parte la primera milicia voluntaria (la Columna Roja y Negra, también
llamada Sur-Ebro y Ortiz) de Barcelona en dirección a Aragón, concretamente hacia
Caspe. Al día siguiente sale la Columna Durruti hacia Zaragoza.

Una de las últimas columnas será la Columna Los Aguiluchos, salida de Barcelona el 28
de agosto en dirección a Huesca.

Las columnas de Barcelona y Lérida se dirigirán principalmente hacia Huesca y


Zaragoza y las valencianas hacia Teruel, asediando las tres capitales provinciales
reiteradamente.

A primeros de septiembre llega una pequeña columna: la de Carod-Ferrer, que se instala


en torno a Villanueva de Huerva.
Esta operación se prolonga hasta finales de septiembre, cuando ante el imperativo de la
inminente batalla de Madrid algunas de las columnas tienen que ceder su independencia
subordinándose a los requerimientos del Gobierno.
El desembarco de Mallorca [editar]
Artículo principal: Desembarco de Mallorca

La idea de una expedición a Mallorca había estado presente desde que el 19 de julio
fuera tomada por los sublevados, junto a Ibiza y Formentera. Menorca era la única isla
del archipiélago balear que no cayó en manos de los franquistas.

Consiguen tomar las islas de Ibiza, Formentera y Cabrera, desembarcando en la isla de


Mallorca por la zona de Punta Amer y Porto Cristo (luego rebautizado a Porto Rojo).

El 5 de septiembre ante la orden del gobierno de Largo Caballero de abandonar


Mallorca, la columna de Bayo comienza la retirada, que se prolongará hasta el 12 de
septiembre, cuando finaliza la expedición de Bayo en Mallorca, regresando a Barcelona.

El llamado Desembarco de Mallorca se podría dar por definitivamente concluido


cuando el 20 de septiembre tropas franquistas procedentes de Mallorca ocupan
Formentera.
La defensa de Madrid [editar]
Artículo principal: Batalla de Madrid

Esta operación será quizá la última, desarrollándose en noviembre de 1936. En ella


morirá el 20 de noviembre de 1936 Buenaventura Durruti, uno de los principales
protagonistas de la Revolución. La resistencia de las milicias populares, pronto
militarizadas para formar el Ejército Popular Republicano, unida a los refuerzos de las
Brigadas Internacionales, permitió que Madrid resistiera el ataque de los sublevados. En
la posterior defensa de la ciudad, intervinieron numerosos anarcosindicalistas como la
columna dirigida por el madrileño Cipriano Mera.

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