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El centro del ciclón – John C.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

El centro del ciclón

John C. Lilly

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Agradecimientos

Deseo expresar mi reconocimiento a todos y cada uno de los donantes


por sus muchas y recién egresadas contribuciones a los experimentos aquí
registrados y las operaciones necesarias para la aparición del libro. Como el
amor cósmico han, la producción ha sido absolutamente arrolladora y mis
amigos pusieron de su parte toda la insistencia necesaria para su realización.
Jean Houston y Arthur Ceppos. Larry Kubie lo inició todo con una carta sobre el
hijo de un amigo, que había muerto después de tomar LSD. Meredith Wilson
hizo posible una ayuda para empezar. Dick Trice y Mike Murphy insistieron en
varios preliminares necesarios. Claudio Naranjo, con su amable insistencia, me
llevó a Chile y a Oscar. Fritz Perls e Ida Rolf se empeñaron en hacerme romper
las barreras de hormigón del cuerpo y del cerebro para que pudiesen surgir una
mariposa muy húmeda e incapaz de volar. Oscar Ichazo secó la mariposa y le
mostró que podía volar. Antonietta junto todas las piezas con amable
efectividad, y nos elevamos lenta y cuidadosamente en los primeros vuelos
juntos.
Joyce y Vance Norum cuidaron de la redacción a marchas forzadas. El
Doctor Phil Halicki contribuyó eficazmente en casos de emergencia.

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Prólogo

Los descubrimientos de gran importancia, en matemáticas y en otras disciplinas, parecen, cuando se


han hecho, sumamente simples y evidentes, hasta el punto de que todos, incluido el descubridor, se acusan de
estupidez por no haber dado antes con ellos.

Con frecuencia se olvidan del antiguo símbolo del prenacimiento del mundo es un tonto, y que la
tontería, por ser un estado divino, no debe ser motivo de orgullo ni de vergüenza.

Desgraciadamente, tenemos hoy en día sistemas de educación que se han apartado tanto de la pura
verdad que nos enseñan a enorgullecernos de lo que sabemos ni a avergonzarnos de lo que ignoramos. Esto es
doblemente pernicioso. Lo que es, porque el orgullo es un pecado mortal mundo, y además porque enseñar el
orgullo en el conocimiento equivale a levantar una barrera eficaz contra cualquier avance en lo que ya sabemos,
dado que nos hace avergonzar de mirar más allá de los límites impuestos por la propia ignorancia.

Los secretos del ser se manifestarán, a toda persona dispuesta a penetrar con respecto en el reino
de su grande y universal ignorancia, y lo harán en la medida en que aquella se haya liberado de la vergüenza
natural y aprendida con respecto a su revelación.

Dadas las fuertes, y sin duda violentas, presiones sociales contra ello, pocas personas se han
mostrado dispuestas a seguir este sencillo y satisfactorio camino hacia la cordura. Y en una sociedad donde un
eminente psiquiatra puede anunciar que, si hubiese tenido ocasión, habría aplicado a Newton la terapéutica del
electroshock, ¿cómo se puede censurar en un a los que en tienen miedo de hacerlo?

Para llegar a la más simple verdad, como sabía y practicaba Newton, se necesitan años de
contemplación. No de actividad. No de razonamiento. No de cálculos. No de comportamiento frenético en ningún
aspecto. No de lectura. No de conversación. No de esfuerzos. No de reflexión. Sólo es llevar en la mente lo que
uno necesita saber. Y sin embargo, los que tienen el Valor para emprender este camino hacia el verdadero
descubrimiento, no reciben prácticamente orientación alguno sobre la manera de hacerlo, sino que son
activamente desalentados y tienen que actuar en secreto, simulando entregarse en diligentemente en áreas
frenéticas desviaciones y conformarse en con las entorpecedoras opiniones personales que le son continuamente
impuestas. En las circunstancias, los descubrimientos que cualquier persona es capaz de acometer representan
los puntos en que, frente a una psicosis inducida, ha regresado a la cordura por su propio como, vacilante y
exclusivo esfuerzo. Tal vez dolorosa e incluso peligrosamente. Pero, a fin de cuentas, habrá regresado a ella,
aunque sea furtivamente.

G. Spencer Brown

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Introducción

Esta es la historia de mi búsqueda personal, durante unos cincuenta y


seis años, del sentido de la vida tal como la conocemos. A veces, en mi trabajo
psicoanalítico, en mis estudios del cerebro, ya en la soledad, ya en pruebas
interpersonales, he encontrado un hilo de verdad, de realidad y, por ende, de
significación. A veces, este hilo se ha perdido, para volver a aparecer en otro
contexto, en otro lugar, en otro espacio, en otro estado de conciencia. Otras
veces, he tenido la impresión de que el hilo era fruto de mi propia imaginación,
idiosincrásico, singularmente mío. Y en ocasiones he conocido a otras personas
que han encontrado independientemente hilos similares a la verdad. Estas
confirmaciones por parte de otros son provechosas y preciosas, pues de no
tenerlas uno se siente solo, aislado. Sin un consenso, uno vacila, se pierde.
He pasado mucho tiempo en estados, espacios, universos,
dimensiones y realidades desacostumbrados, nada corrientes; los jóvenes
norteamericanos lo llaman “far out”. En el extremo y en el próximo oriente,
recibe diversos nombres; frecuentemente aparecen los términos “Sartori” y
“Samadhi”. No hace mucho tiempo, antes de que los agentes psicodélicos se
convirtiesen en útiles instrumentos, en vez de ser productores de pesadillas o
ingredientes esotéricos secretos, no habría escrito este libro. Tenía mucha
información, pero no había llegado el momento de escribirlo. Ahora creo que
ha llegado. Estoy dispuesto, y creo que hay un público que lo necesita.
Existe una nueva ciencia natural, iniciada por William james y dirigida
por jóvenes tales como charles Tart y Carlos castaneda. Las realidades
interiores son ahora objeto de la exploración racional y del experto escrutinio
reservados antaño a las realidades exteriores. El estudio naturalista de nuestra
propia naturaleza interior está progresando.
La obra Journeys Out of the Body* de A. Monroe (*Doubleday, Garden City,
N. Y., 1971), es un ingenioso informe naturalista interior sobre la fauna, la flora, la
geografía y el suelo de algunos territorios interiores. Otro informe en este
sentido es Una realidad Aparte* (*Fondo de Cultura Económica, Madrid. 1978), de
castaneda. Charles T. Tart expone algunos de los métodos de esta ciencia y sus
teorías, en su trabajo, “sobre el estudio científico de estados de conciencia:

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hacia una metodología extendida y el desarrollo de las ciencias de estado-


específico”*. (*Distribuido en setiembre de 1971, en la reunión de la asociación)
Mientras escribía este libro, descubrir varios nuevos mapas y varios
nuevos espacios que expongo aquí. También me encontré con que había
estado en el mayor de los espacios más amplios descrito en la literatura místico
oriental, aunque sin su “equipaje” intelectual y sus detallados programas de
seguridad. Sartori, o Samadhi, o nirvana comprende vastos espacios de estados
conscientes, mucho más allá de lo que puede describirse con palabras. Cada
experiencia de alto nivel le convencía uno di la vastedad de sí mismo y del
universo directamente perceptible por él.
En este libro, habló de cómo alguien que se ha hallado en los más altos
estado de conciencia hubo de Sartori – Samadhi y que ha regresado de ellos
para informar aquellos a quienes interese. Algunos de los que llegaron a los
más altos niveles, se quedaron allí. Algunos volvieron y enseñaron. Algunos,
muy pocos, volvieron y escribieron. Y algunos volvieron para quedarse,
demasiados pasmados, espantados o arrepentidos para enseñar, informar o
volver allá. Otros, que no han estado en tan altos niveles, escriben
reiteradamente sobre ellos y sobre la manera de alcanzarlos. Estos escritos no
me parecen útiles: pienso que distraen. En mi opinión, sólo los que han estado
allí pueden ser útiles por su enseñanza directa, por su ejemplo, por sus estrictos
y por sus confirmaciones. Yo comprobé que la confirmación por otros me fue
muy útil en mi propio viaje.
Experiencias tales como las que expongo se hacen cada día más
corrientes, al menos entre los jóvenes de los Estados Unidos. Hay
probablemente muchas personas mayores que han resuelto al fin su
programación anti Sartori y viven, la mayor parte del tiempo en altos y positivos
estados.
Yo creo firmemente que la experiencia de estados superiores de
conciencia es necesario para la supervivencia de la especie humana. Si cada
uno de nosotros puede experimentar al menos los niveles inferiores de Sartori,
habrá todavía esperanza de que no haremos estallar al planeta, ni
eliminaremos de otro modo la vida que conocemos. Si todas las personas del

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planeta, y en particular las que ejercen el poder en los órdenes establecidos,


pueden a casa con regularidad altos niveles fue estados, el mundo será regido
con alegría y con eficacia relativamente simple. Problemas tales como la
contaminación, la destrucción de otras especies, la superproducción, el mal uso
de los recursos naturales, la superpoblación, el hambre, la enfermedad y la
guerra, serán resueltos por la aplicación racional de medios realizables.
Los estados superiores de conciencia y los medios de alcanzarlos son
un factor económico más valioso de lo que se puede corrientemente imaginar.
Una empresa que anime a su dirección y a sus trabajadores a alcanzar básicos
y más altos niveles de conciencia mostrará, en unos pocos meses, eficacia,
armonía y productividad crecientes, una política mejorada y unas relaciones
públicas mejores. Si una corporación puede lograr “la unidad del grupo”, se
convierte en una de nueva clase de entidad de establishment que rebasa sus
anteriores límites. Como dijo una vez que el Dr. Robert Waelder, los
norteamericanos intentaron el primer método consciente, fructífero y no letal
para realizar una continua evolución de revolución de las instituciones y los
estilos de vida humanos. Este método evolucionista está su sistema de empresa
privada y en su forma de gobierno el paso siguiente en el desarrollo de una
ulterior evolución es el logro de una más alta conciencia de grupo en todos los
estados unidos y, después, en todo el mundo. Las empresas, como de
costumbre, mostrar el camino y gobierno lo seguirá; el sistema educativo será
quizás el último en adoptar la nueva ruta.
Las viejas teorías sobre la acción del cerebro, de la mente y de la
inteligencia no parecen adecuadas. Tenemos que avanzar en nuestro punto de
vista, en nuestras teorías de nuestros actos antes de que podamos juzgar
adecuadamente los efectos de experimentos especiales sobre individuos y
sobre grupo. En este libro presentó una metateoría amplia de los estados de
supra conciencia y de conocimiento extendido. Esta obra puede contribuir a
orientar futuras exploraciones en estos campos. Confío en que servirá de carta
preliminar.
Pero necesario relatar las experiencias personales con LSD, en soledad
aislamiento confinamiento en estados alterados de conciencia en Sartori
personal y con mis instructivos experimentos en estados o espacios negativos.
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Aunque, a veces, estas informaciones pueden parecer idiosincrásicas, en


general no son tan únicas. Muchos escritores religiosos y místicos refieren
experiencias similares (San Juan de la cruz, Santa Teresa de Ávila, Yogananda,
Rama-Krishna, Ramana Maharashi, Sri Aurobindo). Creo que los ejemplos
concretos ilustran eficazmente los puntos generales de este terreno.
Los estados místicos, los estados alterado de conciencia, el Sartori
Samadhi y los estados LSD han servido todos ellos a los profesionales para
poner a prueba su teoría sobre el funcionamiento de la mente y del cerebro
humano. Han demostrado la necesidad de ampliar nuestras hipótesis actuales
para incluirse tales estados.
En este libro, se supone que el cerebro humano es una enorme
biocomputadora cuyas propiedades no sean que Lucy dado todavía ni se han
comprendido plenamente. La interrelación entre biocomputadoras en la acción
de grupos contiene también incógnitas. Si hasta propiedades pueden
especificarse, hasta cierto límite, para algunos individuos y algunos grupos.
Este enfoque no presume que todo puede explicarse. No es un sistema
cerrado de pensamiento. Lo que sean capaces de absorber esta técnica de
pensamiento e incorporarla a su propio equipo intelectual, podrán liberarse de
una gran cantidad de broza intelectual. Para lo que tan dispuesto a revisar esta
aproximación y posean una autodisciplina suficiente el empleo de técnicas
adecuadas podrá clarificar su pensamiento sus sentimientos y la maquinaria de
sus movimientos físicos.
Esta opinión biocomputadora evolucionó durante mis propias
experiencias. Realice experimentos conmigo mismo para ensayar la teoría, para
cambiarla, para absorber la y para integrarla a mí mismo y en mis propias
biocomputadora. Al plantearse la teoría y reprogramarse mi maquinaria de
pensamiento-sentimiento, mi vida cambió rápida y radicalmente. Se abrieron
nuevos espacios interiores; aparecieron una nueva comprensión y un nuevo
humor. Y surgió un nuevo escepticismo de los hechos anteriores. “Mis propias
creencias son increíbles”, dice una nueva metacreencia.
Citemos el texto: “En la región de la mente, lo que se cree que es
verdad es verdad o se verdad dentro de límites a descubrir por la experiencia y
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la experimentación. Estos límites son más creencias que es necesario


trascender. La región de la mente no tiene límites”.
Este es uno de los mensajes más importantes que deseo transmitirles
sobre los viajes interiores, ya sean por LSD, por meditación, por hipnosis, por
Gestalt-terapia, por trabajo del grupo, por el estudio de los sueños, por
aislamiento soledad confinamiento o por cualquier otro medio que se emplee.
De esto se va a tratar este libro.
J. C. L.
Nueva York, octubre de 1971.

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Mis dos primeros viajes:
Exploración de los espacios LSD
Y proyecciones

Me dirijo, en este capítulo, a los que todavía no han experimentado


los espacios, universos o viajes corporales exteriores interiores,
experimentados por otros a través de diversos medios. Introduzco los espacios
dando, por primera vez, un relato de primera mano. Muestro territorios que yo
mismo he explorado. Algunos de ellos resultaron ser callejones sin salida; otros
pueden ser útiles es para facilitar los avances por cuenta propia.
Ante todo, me encuentro en un buen espacio. Me gusta hablarles de
mí, de mis experiencias. Tengo la impresión de ser un maestro, un maestro
diferente de los que tuvieron ustedes en la escuela, en el colegio, en el instituto,
etc., Pero un maestro a fin de cuentas. Soy diferente de los otros porque he
“estado allí”. No lo he sacado de los libros. No es un repaso de literatura.
Procede directamente de mi interior y no me siento obligado a enseñar lo que
se.
Me pareció oír a mis colegas científicos y médicos, objetando que este
enfoque no es científico, pero los que leéis esto, los que busca es ayuda, sabréis
lo que quiero decir.
Antes de tener mis primeras experiencias profundas y elevadas, había
pasado varios años de práctica como psicoanalista, había trabajado varios años
en neurofisiología del cerebro. Había recibido la acostumbrada instrucción
médica y una buena educación científica fundamental en cal tech. Había
dedicado mucho tiempo a estudios sobre mí mismo en la soledad el aislamiento
y el confinamiento. Estos experimentos los realizada en la obscuridad en una
oscuridad total y en mi silencio total flotando en el ambiente neutral de un
depósito de agua. En tales circunstancias, “sólo con el Dios de uno no se tienen
coartadas”. Vista retrospectivamente, ésta resultó ser la mejor preparación
posible para mi primer viaje a la lejanía.
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A principio de los sin cuenta, tuve ocasión de tomar LSD, pero no lo


hice porque tenían la impresión de que todavía no está preparado. A principio
de los exenta me quedé y lo bastante preparado y encontré un día
experimentado y sensato que ni apreciaba lo suficiente para dirigir la cesión.
Durante aquellos años conocí a mucha gente que aplicaba la terapéutica del
LSD, y a muchos que habían pasado por esta. Había leído prácticamente todo
lo publicado sobre el ácido y su empleo.
Les digo esto para mostrarles lo cuidadoso tiempo y también para
iniciarles en alguno de los espacios en lo que me introduje, a pesar o a causa
de toda esta preparación.
El mito primeros viajes tuvo un acompañante, un guía, un ayudante,
alguien que estuvo allí sólo conmigo durante todo el viaje. Se eligió
cuidadosamente un lugar seguro y resguardado para el experimento. Me había
dado cuenta, durante mi trabajo en la soledad aislamiento confinamiento del
depósito de agua, de que un paso tan importante como el primer viaje en el
ácido debía realizarse sin interferencias, tales como una interrupción
accidental, una intervención o un parloteo entre colegas y amigos.
Como dijo Freud hace 70 años, al presentar el análisis de sus propios
sueños, a llegar a cierto punto, uno debe ser discreto consigo mismo, y yo
añadiría que también debe serlo con sus amigos. Así, mucho de lo que voy a
decir puede parecer indiscreto, pero creo que hemos avanzado mucho en estos
detenta años. Actualmente, la exposición de los sucesos interiores puede ser
más sincera y verás que los tiempos de Freud. Su obra abre nuevos espacios a
la sinceridad.
Procuraré ser en lo más bellas que pueda. Sin duda, algunos tratarán
de hacer mal uso de esta información, ya que existe un programa nacional
negativo contra el LSD. Sin embargo, son tanto lo que se hallan actualmente en
peligro que prefiero exponerme a algunas críticas sociales antes que permitir
que mi silencio se a causa de que se produzcan nuevas tragedias. Espero que
lo lean esto sean más cautelosos, estén mejor informados y tengan mayor
capacidad, si emprenden el camino del LSD u otros parecidos para ir al Sartori-
Samadhi-nirvana.

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Mi guía era una mujer de experiencia. Había pasado por un largo


periodo de muchos viajes en LSD, en plan terapéutico. Su tratamiento había
tenido lugar en los años cincuenta, cuando el ácido todavía estaba siendo
explorado en el medio terapéutico por los profesionales.
Toda sucesiones y viajes se habían realizado en presencia de
profesionales, y sólo se había empleado LSD 25 puro. En aquellos tiempos, la
dietilamida del ácido lisérgico tártaro, no contaminada con otras sustancias.
Entonces, uno sabía lo que compraba. Era antes del “ácido de la calle”, antes
de las situaciones fraudulentas, antes de que se vendiese el ácido falsificado.
En el lenguaje actual, era puro “SanDoz”.
Yo conocía a mi guía desde hacía años, confiaba en ella, respetaba su
experiencia y sabía que era capaz de llevar me hasta el fin de mi viaje, pasará
lo que pasará. Sabía que ella también me apreciaba, me respetada y confiaba
en mí. Eligió una casa en un lugar apartado, a orillas del mar. El viaje se dispuso
de manera y tuviésemos cuarenta y ocho horas para realizarlo sin
interrupciones y sin otros compromisos o responsabilidades por mi parte o por
la suya.
Antes del viaje, pasamos un día estudiando mis propósitos, lo que
quería ser bajo las acciones de ácido, los objetivos que perseguía, los sitios
adonde quería ir. Ella insistió en que me encontraría en espacios muy extraños
pero que, en definitiva, me resultarían en de algún modo familiares. Después
me indicó que probablemente me movería tan deprisa qué pasaría por alto
algunas experiencias, aunque recordaría las más importantes. Es más
importantes.
Había manifestado ya su confianza en poder dominar las emociones
negativas que yo experimentase. Comprendía y sabía lo que yo pretendía
hacer. Por último, podía dejar de realizar sólo mi viaje, una vez iniciado.
Convino en ello y yo sólo esto, sino que me propuso quedarse en
segundo término y ser mi “socorrista”, y sólo intervenir cuando hubiese que
ayudarme con alguna sugerencia. Yo no necesitaba ni siquiera un
“programador” que me diese orientaciones específicas y tratarse de moverme
en varias direcciones. No quería un terapeuta.
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El propósito de aquel primer viaje era experimentad el mayor número


de espacios y defectos del ácido sobre mí que pudiesen incluirse en aquella
sesión. Quería emplear todos mis conocimientos derivados del psicoanálisis, de
las ciencias y de cualquier otra fuente, para experimentar lo que podía hacer el
ácido. Más tarde descubrí que la mayor parte de lo que sabían por experiencia
u gracias a la experimentación sería utilizado, incluidos mis conocimientos de
matemáticas, lógica, biología, medicina, mecanismos del cerebro y
funcionamientos de la mente; todo lo emplee en aquella primera sesión.
La sesión empezó por la mañana, después de una noche de sueño
reparador. Estaba absolutamente descansado antes de tomar el LSD. Me puse
una inyección intramuscular de 1cc. En el muslo, la cual contenía sea en
microgramos de LSD buró. A los 20 minutos, me trasladé a los nuevos y
extraños espacios del LSD. Permanecí concentrado, consciente, despierto
durante todo el experimento. Al cabo de diez minutos de penetrar en estos
espacios, advertí de pronto que todo un entrenamiento conducente a este
punto, toda mi preparación, aquí han valido la pena. Me elevé y permanecí el
estado durante ocho horas. Me sentía competente, se entrado y capaz de
moverme por cualquier espacio que pudiese concebir.
Debido a mi interior adiestramiento en el depósito de aislamiento, de
signos llevar ropa alguna en este viaje en medio ambiente era tal que esto era
lo mejor que podía haber para desenvolverme. Había perdido mis prejuicios
sobre la desnudez y la necesidad de ir vestido, y quería sentirme
completamente libre y cómodo en aquellas especiales circunstancias. Mi guía
se había mostrado de acuerdo y, como también estaba libre de prejuicios, iba
igualmente desnuda. Esta libertad me permitió realizar ciertos avances
cognitivos, al ver varias proyecciones sobre mi cuerpo y sobre el suyo.
Al empezar a hacer efecto el LSD, dije de pronto, en voz muy fuerte,
mientras golpeaba un archivador: “todo psiquiatra, todo psicoanalista, debería
ser obligado a tomar LSD, para saber lo que hay aquí”. Lo cual quería decir que
cualquiera que tuviese algo que ver con la mente humana y su tratamiento
debería conocer estos espacios.

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Ocurrieron las cosas acostumbradas, cosas que habían sido muy bien
descritas en la literatura, por Aldous Huxley y muchos otros. La súbita
agudización y mayor relieve de todos los colores y formas, la transparencia de
objetos reales, la naturaleza aparentemente viva de cosas materiales, todo
estuvo apareció inmediatamente.
Empecé a mirar la superficie de una mesa de mármol y vi que el dibujo
del mármol se hacía vivo, plástico, móvil. Me introduje en el dibujo y me
convertí en parte de él, viviendo y moviéndome dentro de él. Me convertí en
el mármol vivo.
Me tumbé en la cama, entre dos altavoces estereofónicos, y escuché
la novena sinfonía de Beethoven. La música penetró en mi interior y me
programó en una experiencia profundamente religiosa. Toda la experiencia
había sido programada y almacenada en mi primera juventud, cuando era
miembro de la iglesia católica, ayudaba a misa y creía, con todas las fuerzas de
los jóvenes, en todo lo que me enseñaban en la iglesia.
Con la música, me trasladé al cielo. Vi a Dios en un alto trono, como
un anciano gigantesco y sabio. Estaba rodeado de coros angélicos, de
querubines serafines, y los Santos desfilaban en continua procesión ante su
trono. Y yo estaba en aquel cielo, adorando a Dios, venerando a los ángeles y a
los Santos, en un total arrebato de éxtasis religioso.
Mi guía me dijo más tarde en que me había arrodillado en la cama y
miraba hacia lo alto, con las manos cruzadas en ademán de orar. Interiormente,
me arrodillada en el cielo, y veía, sentía y vivía toda la escena, más tarde
descubrí que todo esto había tenido lugar durante los dos primeros
movimientos y la mayor parte del coro de la sinfonía. Y en el coro angélico que
alababa y adoraba a Dios. Después, cuando las voces de sopranos hicieron
demasiado fuerte y estridentes, volví de aquel espacio y pedí que cesara la
música. Había sido demasiado, y yo estaba agotado. Había gastado mi caudal
de energía. Entonces me tendí en la cama y dormir un poco.
Durante la siesta, volví a centrarme en el espacio de la habitación. Me
desperté y me dirigí al cuarto de baño. Iba a cerrar la puerta para orinar, cuando
advertí de pronto en que este acto de cerrar la puerta del cuarto de baño era
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uno de los prejuicios de la civilización. Solté la carcajada ante el puro y no


adulterado humor de la puerta cerrada: la deje abierta y seguía adelante y solté
un pedo.
Mi guía me preguntó de qué me reía. Pero ahora me traslada vaya a
otros lugares y ni siquiera podía contestar a su pregunta; por consiguiente, no
insistió.
Entonces completé mi cara en el Espejo y vi múltiples proyecciones
sobre mi propio rostro. Primero me di tal como era en aquel entonces, ni
después en una serie de instantáneas a razón de una por segundo vis cientos y
cientos de imágenes ni a algunas de ellas muy antiguas de los días de mi infancia
en otras se adelantaban evidentemente al tiempo y mostraron cómo sería yo
Aroldo venta años todo logrado, viejísimo, reseco. Otras eran de cuando estaba
enfermo, y mi cara tenía manchas púrpuras y de otros colores repelentes. Y
otras correspondían a mis yo idealizado. A veces aparecía como un Dios; a
veces, como un inválido. Lo positivo y lo negativo fluvial en las proyecciones,
saliendo de mis almacenes de depósito.
De pronto, vi cómo podían proyectarse, literalmente proyectarse,
imágenes visuales surgidas de la memoria. A llegar a este punto resolví emplear
este poder y proyectar la cara de mi Padre en la mía y después la cara de su
Padre. Así seguí retrocediendo en una serie de caras nuevas que creí que eran
de mis antepasados. Cada segundo aparecía una nueva cara.
Así me remonte, según cálculo, a unas dos mil generaciones atrás, y
de pronto la cara de un hirsuto antropoide apareció sobre la mía. Entonces
renació mi humor y dije “¡Oh! se puede proyectar cualquier cosa, incluso la
teoría darwiniana sobre el origen del hombre”.
Me eché a reír, gozando del espectáculo. Súbitamente, la cara de un
tigre de colmillos de sable apareció en vez de la mía los comicios sobresalían
quince cm de su boca, y, aunque sigue de parecía muy manso no dejaba de ser
una fiera de peligroso aspecto.
Entonces vi que esto admitía varias interpretaciones. Podría ser algo
temible, surgido de mi inconsciente, alguna cosa amenazadora del pasado, o
podía ser mi idea más de lo que fueron los peligros del antropoide. Podría ser
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un recuerdo racial, podía ser una cosa imaginaria, fundada en un conocimiento


previo, o podía ser sólo un suceso sin modelo contemporáneo que lo explicase.
Habiéndome remontado a tal altura, dictada plenamente que esta
experiencia y seguir elaborándola. No me detuve para explicar me lo que
ocurría. Observaba lo que pasaba, y, en cuanto pensaba que iba a ocurrir algo
nuevo, sucedía en seguida. Era una manera realmente satisfactoria de emplear
mi inteligencia y mi conocimiento.
Descubrí que había gastado una buena cantidad de mi energía y volvía
a la cama, me tumbé de espaldas y cerré los ojos. Volví al presente con mi guía,
y entonces emprendí un viaje hacia atrás a través del recuerdo.
Revive muchas escenas de mi infancia, escenas felices, escenas
satisfactorias, de cuando jugaba con los pequeños camaradas, de cuando era
amamantado por mi Madre, y cuando volví al útero y flote en un espacio vacío,
maravilloso, estático, rodeado de luz. Me hice más y más pequeño en el útero,
retrocediendo en el tiempo hasta mi estado de óvulo fecundado. De pronto,
me dividí en dos. Estaba en un espermatozoide; estaba en un óvulo. El tiempo
se invirtió, y los dos elementos se juntaron de pronto. Fue una fantástica
explosión de gozo, de consumación, de terminación, cuando me convertí en
uno y empecé a pasar, en sentido contrario, por todas las fases embrionarias.
Reviví mi nacimiento, experimentando la impresión de abandonar aquel
maravilloso lugar seguro, de salir y no poder respirar, jadeando, ahogándome
bajo la presión del útero que me expulsaba.
Cuando mi guía vio que estaba padeciendo, comprendió lo que pasaba
y me dejó terminar. Más tarde me dijo que tenía que volver a experimentar mi
nacimiento y comprenderlo. No intervino cuando empecé a jadear, pero me
observó cuidadosamente. Observó mi color y se aseguró de que yo o no iba a
ir demasiado lejos. Al salir al uso a través del canal de nacimiento, lance un
tremendo suspiro. El ahogo y la presión habían terminado; estaba a salvo.
Descanse, respirando tranquilamente sintiendo todas las nuevas impresiones
nacidas del estímulo de mi piel y de mis ojos.
Con la colaboración de mi guía, Reviví mi primera experiencia de
lactancia. Abrí la poca y entró en ella algo cálido, procedente de un objeto
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blando exterior; una experiencia realmente hermosa. Salí de aquel estado y


volví a la habitación, donde yací en la cama, sonriendo tranquilo y feliz, después
de la tormenta y del drama. Mi guía me dijo después que nunca me había visto
tan tranquilo desde hacía años.
El viaje duró exactamente ocho horas, porque esto era lo que
esperaba, por lo que había leído. Más tarde descubrí que mi predicción había
hecho caer los efectos del ácido precisamente en el momento esperado. Así
aprendí la “auto-metaprogramación”. Dicho en otras palabras, la propia
creencia de que uno preprograma hasta cierto punto lo que ocurre cuando está
bajo la influencia del ácido.
Después de diez años de trabajo en el depósito de aislamiento había
hecho una generalización de mis experiencias en aquel punto lo expondré con
la mayor sencillez posible. Lo que uno cree que es verdad, es verdad o se hace
es verdad en la mente de uno dentro de unos límites que hay que determinar
experimentalmente y por medio de la experiencia. Estos límites son creencias
que hay que trascender.
Esta es la situación cuando uno está harto de su medio ambiente, de
la realidad que lo rodea, y todas las formas y modelos de estímulo están
atenuados hasta el mínimo nivel posible.
Al volver a la realidad convencional ordinaria, casi la mente tener que
dejar el espacio del LSD, pero estaba fatigado por mi enorme derroche de
energía. Parecía haber actuado a diez veces ni velocidad normal. Ahora
necesitaba dormir. Aquella noche dormí como un niño, doce horas seguidas.
Me desperté sintiéndome absolutamente sólo, absorbiendo y observando lo
que había experimentado. “Grokking infullness waiting is.”* (*Robert A. Heinlein,
Stranger in a stranger land, G.P. Putnam and Sons, N. Y., 1961.)

Después de estos viajes, es absolutamente esencial pasar al menos


todo un día solo y observando lo que pasó y si es posible, escribiendo o
dictando lo sucedido, para ulterior referencia cuando uno quiera rehacer el
primer viaje.
Esta escritura, o dictado, tiene dos ventajas importantes. Una de ellas
es que le mantiene a uno orientado durante el periodo secundario, que viene
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desde la fase primaria el propio efecto del LSD. Después de una sesión, se
dispone a un tiempo de tres días a una semana para absorberlo, “to gro kit in
fullness”, para convertirlo en parte de uno mismo. Durante el segundo día,
había que reducir al mínimo cualquier actividad. No deberían existir
responsabilidades ni compromisos, al objeto de poder absorber lo ocurrido
durante el estado de LSD.
En cierto sentido, una sesión de LSD podría llamarse metafóricamente
un periodo de “crisálida”. La oruga forma el capullo y, entonces, procede a su
reorganización total como ninfa. Solo después de un periodo de aparente
desorganización y reforma, puede formarse la mariposa. Ha pasado de una
existencia en la que se arrastraba por el suelo aun existencia de vuelo en el aire,
pero antes de poder volar ha tenido que secarse y dejar que sus alas se
formasen y extendiesen. La sesión de LSD es la de formación de la crisálida, el
periodo de desorganización organizada en que las cosas se mueven de un lado
a otro con una fluidez y una plasticidad que no se experimentan normalmente.
A menos que se imprima alguna dirección a este proceso de formación de
crisálida, no se puede estar seguro de si no seguirá siendo oruga al salir de él,
o será mariposa, o bien se habrá convertido en una monstruosa combinación
de ambas cosas.
En mi experiencia, el día siguiente a la sesión es tan importante como
la sesión misma. En este segundo día, es necesario un movimiento dirigido,
auto-disciplinado. Si se trata de una persona dispuesta a ello, lo mejor es que
permanezca sola. Si no es así, deberá estar con otros a los que quiera bien, que
quiera “de corazón”, que crean en ella, que deseen verla evolucionar y que
puedan ayudarla a esta evolución.
Posiblemente, lo es que el guía esté al alcance de uno, por si le
necesita en este segundo día para comentar con él puntos que uno quiera
discutir. Pero el guía no debe dirigir en estas circunstancias, sino que debe ser
uno mismo que dirija. El guía puede advertir, puede ser un “testigo fiel”* (*El
“testigo fiel” es un modo de funcionamiento del Biocomputador en el que el autometaprogramador
permanece desinteresado y objetivo, registrando todo lo que ocurre sin provocarlo ni censurarlo; más
tarde, el registro es producido exactamente a voluntad, sin provocación y sin censura. Todo el mundo
tiene un testigo fiel; algunos deben desenterrarlo), puede dar información sobre lo que

18
El centro del ciclón – John C. Lilly

ocurre en el exterior mientras uno recorre los espacios interiores. Es útil y a


veces muy necesario lo que ocurre fuera mientras el sujeto se ve lanzado a uno
de esos espacios extraños.
Durante el segundo día, pasé mucho tiempo asociado a ideas y
tratando de determinar de dónde proceden las experiencias. Había oído hablar
de las experiencias religiosas místicas trascendentales escritas en la literatura
del LSD. Me había mostrado escéptico como científico y como explorador, y sin
embargo había pasado yo mismo por una de ellas. ¿Cómo podía explicarlo?
¿Cómo adaptar esto a mi persona y hacerlo parte de mí? Era, aparentemente,
una experiencia real de un viaje a un cielo real y de un fervor y una devoción
religiosos que no había experimentado desde hacía muchos años.
El segundo día, pude remontarme en el recuerdo y llegar al periodo
de mi infancia en el que creía en la iglesia católica. De pronto, empecé a
recordar que, cuando era pequeño y me preparaba para la confesión en una
iglesia oscura, había tenido visiones muy parecidas a las experimentadas bajo
la influencia del LSD. Estaba arrodillado delante del altar, había en este una sola
vela encendida y el resto de la iglesia estaba a oscuras, pues las ventanas, muy
altas, dejaban entrar muy poca luz del exterior. De pronto la iglesia
desapareció, sus columnas se hicieron confusas, y vi ángeles, vi a Dios en su
trono y santos que cruzaban la iglesia en otra clase de dimensiones. Como yo
tenía sólo siete años y había visto pinturas de conceptos artísticos de Dios, esto
fue lo que percibí en mis visiones. También vi su amor, su providencia y su
función de creador nuestro.
Con esta revelación de mis recuerdos, que habían estado reprimidos
durante mis años adultos, mientras seguía mis carreras científicas y médica,
comprendí súbitamente que con el LSD había pasado por una experiencia muy
energética y sumamente positiva, que, de algún modo, había sido extraída de
la memoria en mi vida adulta. Descubrí mi oposición a descartar esta
experiencia. Era reciente, sumamente positiva, sumamente valiosa y, de algún
modo, esto se me aparecía como una especie de lección. O todo sucedía dentro
de mi propio cerebro, y recordaba lo que había ocurrido en mi infancia, o bien
ocurría algo más. Algo de mayor alcance. Súbitamente, me di cuenta de que no
podía explicar tan cómodamente mi experiencia de la infancia o la experiencia
19
El centro del ciclón – John C. Lilly

del LSD. Y, de pronto, me vi liberado de toda explicación excesiva de esta


experiencia. Me di plena cuenta de que la experiencia de mi infancia y la de mi
vida adulta eran prácticamente idénticas. Tal vez esta última procedía de la
memoria y la había revivido porque antes estuvo reprimida. Pero, por algún,
razón, parecía haber algo más que esto.
Entonces recordé que había cometido el error de confiar mi visión a
una monja. Ésta se había horrorizado y me había dicho que solo los santos
tienen visiones, dejándome completamente humillado. Entonces, yo había
reprimido el recuerdo y esta clase de experiencia, pero no sin enfadarme antes
y decir: “Ella no me cree un santo”.
Volviendo a la vida adulta, me reí al descubrir todo esto; vi que podía
proyectar, de mi almacén, incluso experiencias místicas y religiosas, extáticas y
trascendentales. Di un salto hacia adelante y comprendí toda la belleza de
nuestro mecanismo.
Pero seguía sin tener una explicación real, una explicación satisfactoria
de ambas experiencias, la primera y la evocada. Traté de formularme la
cuestión en términos freudianos, diciendo que la primera visión había sido una
construcción caprichosa de una imaginación infantil y la segunda una mera
evocación de la primera experiencia. Esto era satisfactorio en una esfera de mi
pensamiento, pero no lo era en otra.
Había tenido otras experiencias en cuatro ocasiones, hallándome
cerca de la muerte, y que me había indicado: “Esto no es todo”.
Continuando mi integración y mi exploración del segundo día, volví a
una de mis experiencias al borde de la muerte. Como niño católico que era, me
habían familiarizado con la muerte. Cuando moría un paciente, teníamos que
ver el cadáver, asistir al entierro y presenciar los acostumbrados ritos fúnebres
católicos. Conocía perfectamente el concepto del alma que abandona el cuerpo
en el momento de la muerte. También me había imaginado, en la intimidad de
mi lecho infantil, a mi propia alma saliendo de mí y volando hacia Dios y hacia
el cielo.
Esto resultó ser también una preparación para aquella primera sesión
de LSD en que escuche la novena sinfonía de Beethoven. Porque salí
20
El centro del ciclón – John C. Lilly

literalmente de mi cuerpo y volé al cielo, tal como había deseado hacer y como
había hecho en mis estados oníricos de niño.
Seguí recordándome: “En la región de la mente, lo que uno cree que
es verdad, es verdad o se hace verdad dentro de unos límites que hay que
determinar experimentalmente”. Más tarde me daría cuenta de que lo límites
de las propias creencias marcan los límites de las experiencias. Y lo límites de la
propia imaginación creadora ¡Sea esto lo que fuere! Son una serie de creencias
que aún están por trascender. El proceso de aprendizaje se desarrolla en una
escala muy vasta.
En cuanto uno aprende sus propios límites, puede trascender esos
límites. Entonces, las propias creencias son más amplias y se forma una nueva
serie de límites con las nuevas creencias que están más allá. Las creencias
originales están incluidas como una subserie. Mi instrucción matemática en la
teoría de las series empezó a funcionar, y me di cuenta de que mi situación en
cada fase de mi vida había sido determinada por mis creencias en la respectiva
época. Cada serie de aquellas se convertía en una subserie de una serie mayor,
mientras yo avanzaba y aumenta mis conocimientos y mis experiencias.
Durante este segundo día, empecé súbitamente a recordar cosas que
habían ocurrido y que no había escrito antes. Por ejemplo, recuerdo haber
proyectado una cara sobre mi cuerpo en el espejo. Cuando uno ve esta
proyección “corporal” o de una cara sobre el cuerpo, advierte de pronto que
ya lo había hecho siendo niño. Si uno está de pie delante de un espejo grande,
de modo que pueda ver todo su cuerpo, se puede imaginar que no hay una
cabeza real en el espejo. Entonces, la cima de la cabeza “corporal” está en los
hombros, los pezones se convierten en los ojos; el ombligo, en la nariz, y el vello
del pubis, en la boca. En un varón, el pene es la lengua colgando de la boca; en
la mujer la lengua no asoma.
Una vez se ha visto esta cara, se puede proyectar toda clase de cosas
sobre ella. Puede parecer la cara de un idiota, si uno estima en poco su cuerpo.
Puede parecer una cara feliz, si uno está satisfecho con su cuerpo. Puede
parecer un animal en celo, si uno desprecia el propio sexo, pero está
sexualmente excitado.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Cuando yo vi esto en mi cuerpo, me volví, miré a mi guía y vi lo mismo


en el cuerpo de ella. Los ojos saltones estaban en los senos de la mujer, la
lengua no salía de la boca. Mientras la observaba, ella se convirtió de pronto en
una diosa de oro, de fantástica belleza.
Al sentir la excitación y el deseo provocados por la imagen, ésta
cambió de pronto; la emoción se transformó en miedo y pánico y la mujer se
convirtió en un furioso gorila hembra, cubierta de pelo y rezumando de su
aparato genital un loco deseo sexual de naturaleza bestial.
Mi guía advirtió mi miedo y vio que estaba proyectando sobre ella algo
procedente de mi parte oscura y negativa. Cuando le dije que estaba
proyectando la furiosa gorila hembra, resultó que había coincidido con una
parte muy oscura de ella, y ella se había identificado con mi proyección.
Había reaccionado a mi proyección con su propia predisposición en
esta zona, y me la había brindado. Se había visto arrastrada en mi viaje, y
reflejaba mi propia emoción con ira de que proyectarse en ella, a quien quería,
una imagen tan horrible.
Iniciamos el “efecto de oscilación de doble espejo”, proyectando cada
uno sobre el otro, y cada proyección ulterior hacia que el otro apareciese con
un impulso negativo. Entonces aprendí que uno tenía que contar no solo con
sus propias predisposiciones, sino también con las de su guía.
Llegamos a este punto, tuve que salir del estado de LSD para solventar
el trastorno de mi guía. Le recordé que era una proyección mía, no de ella, y
que habíamos convenido que no intervendría en mi viaje. Se estaba
desarrollando mucha tensión emocional entre nosotros.
Ella salió rápidamente de este estado negativo, al describirle yo la otra
imagen que había proyectado sobre ella. Entonces discutimos esta polaridad
de mi concepto de la mujer. Debido a la instrucción religiosa de mi infancia, me
imaginaba a las mujeres, como diosas remotas o como ángeles sin sexo, o como
animales peligrosos y sexualmente seductores.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Esta oposición de mi concepto de las mujeres era tan evidente que el


segundo día pasé mucho tiempo reflexionando sobre ello, y, por último, lo
asocié con mujeres que habían significado algo en mi vida.
Había empezado proyectando una imagen de dios sobre mis mujeres,
haciéndolas mucho mejores de lo que podían ser, o de lo que cualquiera podía
ser, en términos de pureza, de virtud y de todas las cualidades positivas.
Después de realizar el acto sexual con ellas, de experimentar el orgasmo con
ellas y sus propios orgasmos, las había censurado por haber cedido a su instinto
animal. Esto era consecuencia directa de las enseñanzas de la iglesia católica.
Era una vez más, una proyección en situaciones reales que tenían su origen en
mi pasado.
Me habían enseñado que los impulsos sexuales, la excitación, etc.,
formaban parte de la naturaleza animal y eran pecaminosos. Había que
despreciar y dominar a los “deseos carnales”, para poder alcanzar la santidad.
Este rompimiento se había producido en época muy temprana de mi vida, y
todavía lo llevaba conmigo en los días de mi primera sesión de LSD, a pesar del
mucho trabajo analítico realizado. El trabajo analítico que había hecho con
Robert Waelder había descubierto material suficiente para que pudiese ver
este rompimiento en acciones durante mi primera experiencia con el LSD. Sin
este análisis, habría tenido menos libertad y tal vez me habría identificado con
las proyecciones negativas y realizado un viaje inútil.
Gracias a esta preparación, podía experimentar libremente los polos
de mis deseos e idealismo, y los de mi miedo y horror. Por primera vez, era
capaz de ver el polo extraordinariamente positivo y el polo sumamente
negativo entre los que oscilaba mi vida. En lo tocante a la mujer, había oscilado
entre la diosa y la gorila. Evidentemente, llevaba en mis reminiscencias sexuales
que debía resolver. Tenía ideales que no estaban en consonancia con la
realidad, y había en mi interior espacios llenos de miedos, que se centraban,
alrededor del sexo, la agresión y de la amenaza.
Más tarde descubriría la naturaleza bipolar de las dicotomías entre
otras muchas zonas de mi existencia, de mi Ser y de mi conocimiento. Después
de esta sesión de revisión, sentí que podía comprender algo del concepto de:

23
El centro del ciclón – John C. Lilly

“más allá del bien y del mal”, mi “testigo fiel” se estaba desarrollando. Todos
tenemos dentro de nosotros un “testigo fiel” observador que percibe y registra,
fiel y objetivamente, lo que ocurre en realidad.
Mi situación elevada continuó por un periodo de dos semanas. Como
resultado de esta prolongada excitación, cometí otro error. En la euforia de
estos “tremendos descubrimientos” y con la arrebatadora confianza en mí
mismo que se desprendía de ella, caí en una de las trampas del LSD.
Tenía la impresión de que había dominado el conocimiento adquirido
durante mis experiencias con el LSD, pero, según resultó después, no tenía tal
dominio. Todavía había materiales malos que desbrozar, programas insensatos
que había en mi interior que debían ser sacados a la luz.
Después de este viaje, de esta sesión, hice, por primera vez, un viaje
verdadero a Hawái. Pase diez días allí, continuando a gran altura y
compartiendo mi recién adquirido conocimiento con mis amigos de Hawái. La
experiencia de las islas tropicales aumento mi elevación. Regresé
completamente preparado para un segundo viaje, pensando que mi elevación
continuaría y podría permanecer para siempre en el mismo nivel.
Emprendí mi segundo viaje con la misma guía, en otro lugar, dos
semanas después del primero. Las circunstancias no eran favorables como en
el primer experimento. Después de la segunda sesión, debía regresar a casa y
a una desgraciada situación familiar. Esto dominó la segunda sesión. Durante
toda ella, estuve preocupado por el problema que tenía con mi esposa. Paseaba
arriba y abajo por la habitación, culpándola primero a ella y después a mí
mismo, tratando de reformar su personalidad de acuerdo con líneas más
ideales. Al ver que yo tampoco alcanzaba mis ideales, bajé de mí altura durante
este viaje y me encontré en zonas muy viscosas, relacionada con mi actuación
en mis dos matrimonios y con mi familia de integración de la vida familiar en
mi vida profesional.
Así aprendí que las expectativas también conducen a la programación
de sesiones. Cuando uno busca la sesión con el propósito de hacer algo, puede
programarla hasta el punto de vivir algunas expectativas. En estas
circunstancias, el viaje puede ser un verdadero fracaso.
24
El centro del ciclón – John C. Lilly

Yo trabajé con una gran cantidad de material muy personal,


relacionado con mi esposa y mi hijo y con mi anterior esposa y sus hijos, y no
encontré ninguna solución a la verdadera situación existente. A pesar de
cuanto imaginase, y de cualquier teoría que construyese, los hechos de la
existencia, tal como los veía, no podían cambiarse. Además, estaba bajo la
presión de tener que programar una conferencia para la sociedad científica del
otro lado del continente.
La senda sesión no se realizó en el ambiente relajado de la primera. Yo
estaba bajo presión y esto se puso de manifiesto en la sesión. Estaba tan
preocupado por aquellos asuntos y tan empeñado en hablar conmigo mismo
ante un magnetófono, que mi guía perdió contacto conmigo, se marchó a la
otra habitación y dejó que me las entendiese solo con mi destino.
En este viaje, no llegué a aspectos internos muy remotos. Permanecí
con mi problema actual y lo discutí conmigo mismo y con personas reales
alucinadas, haciendo que estas me diesen su opinión y dándoles yo las mía. Salí
de aquella sesión sintiéndome bastante desanimado en cuanto a la posibilidad
de cambiar la manera de pensar, la personalidad o los conocimientos de mi
esposa.
No tuve tiempo de integrar las experiencias del LSD, de recapitular y
del “grok in fullness”, como lo había tenido en la primera sesión, porque al día
siguiente crucé el continente en avión. Aquella noche, pronuncié mi
conferencia en la Sociedad Científica. Terminando el discurso, abandoné el
salón del banquete y pulsé el botón del ascensor para ir a la habitación del
hotel. Esto es lo último que recuerdo hasta que recobré el conocimiento, tres
días después, en un hospital de aquella ciudad.
Mientras tanto, había estado a punto de morir. Había estado en coma
durante unas veinticuatro horas, y ciego durante dos días. Ignoraba,
literalmente, lo que había ocurrido en una semana. Yacía en aquel lecho de
hospital, tratando de imaginar cómo había llegado hasta allí. Podía recordar
que había pronunciado mi conferencia, que había apretado el botón del
ascensor, pero, a partir de aquí, se había borrado completamente todo lo
ocurrido. Recordaba algo sobre el LSD. Recordaba todo lo sucedido hasta el

25
El centro del ciclón – John C. Lilly

momento de apretar el botón; por consiguiente, sabía que mi trabajo había


quedado interrumpido. No estaba en condiciones de analizar, ni de tratar de
recordar. Estaba luchando por mi vida, por mi vista, por todo mi futuro. Cuando
recuperé la vista, en seis semanas de convalecencia tuve tiempo de recapitular,
de recordar y de reconstruir lo que me había pasado.
Una vez más, pude ver, durante aquel tiempo, que había pasado por
otra experiencia en las puertas de la muerte. Sin los cuidados médicos y
neurológicos que me prodigaron mis colegas y amigos médicos, no estaría hoy
aquí. Si salvé la vida, fue porque tuve la suerte de que un amigo me encontrase
en aquella habitación de hotel y me llevase a un hospital donde me conocían y
donde existía un alto nivel de competencia neurológica y cerebral.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

2
Un “accidente” casi mortal:
“ningún experimento es un fracaso”

En el uso y el mal uso del LSD hay que tener en cuenta que, si uno tiene
programas auto-destructores, debe procurar estrictamente contar con una
guía y un consejo adecuados, antes, durante y después de las sesiones. Debido
a la calidad liberadora del periodo de “crisálida” causado por el LSD, se liberan
programas por debajo de los niveles de conciencia. En el estado normal de
conciencia hay contraprogramas mortales que trabajan contra aquellos. En el
estado LSD, se pierden las conexiones entre los programas que aseguran la
supervivencia del organismo.
Durante la segunda sesión de LSD, se habían liberado grandes
cantidades de dolor, de ira, de culpabilidad. Durante aquella sesión, había
conseguido romper mis lazos emocionales con mi esposa. Esto causó la
liberación de un programa mortal, aunque no lo advertí hasta después de
pronunciar mi discurso y apretar el botón del ascensor.
En las semanas que siguieron a mi salida del hospital, pude reconstruir
el periodo de amnesia y saber lo que había pasado. Por lo visto, había subido a
mi habitación del hotel, sintiéndome sumamente solo y dolorido, lleno de
remordimientos y presa de un programa que no reconocí. La sesión de LSD me
había hecho perder muchas defensas contra este programa en particular.
Me resisto a entrar en detalles de este episodio, porque, como dijo
Freud, “al llegar a cierto punto, uno debe ser discreto con sigo mismo (y con
sus amigos)”. Solo daré los detalles orgánicos biológicos, sin mencionar los
significados psicológicos personales, para demostrar como un programa
almacenado que se impone puede causar “un accidente”.
Al ponerme una inyección de antibiótico, inyecté “accidentalmente”
bajo mi piel una espuma procedente de un detergente. La jeringuilla contenía
un residuo de detergente que yo no había limpiado bien. De algún modo, las
burbujas se habían introducido a mi sistema circulatorio, habían pasado a los
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El centro del ciclón – John C. Lilly

pulmones y se habían alojado en el cerebro, incluida la corteza visual. Entonces


había caído inmediatamente en coma. Más tarde, conseguí salir de las
profundidades del coma, llegar al teléfono de la habitación y llamar a la
telefonista, la cual envió al detective del hotel. Volví a caer en coma. Cuando
llegó el detective, me pidió que le diese el nombre de un amigo en el hotel.
Haciendo un esfuerzo, solo pude pensar en un neurólogo de Chicago. Mientras
tanto, sentía fuertes latidos en la cabeza y pensaba que se había roto algún
vaso del cerebro. Nunca había experimentado un dolor tan terrible. Me sumí
de nuevo en el coma, me esforcé por salir de él y nombre a un amigo que estaba
en el hotel. Éste me dijo más tarde que, cuando llegó a mi habitación, yo estaba
en coma, y que tardo seis horas en conseguir una ambulancia. Mientras tanto,
yo yacía en la cama del hotel. Recuerdo muy bien la experiencia interior que se
produjo mientras estaba en el llamado coma.
El dolor de cabeza, las náuseas y el vómito me obligaron a dejar mi
cuerpo. Me convertí en un centro enfocado de conciencia y viajé por otros
espacios y me encontré con otros seres, entes o conciencias. Dos de ellos se
acercaron a mí a través de un gran espacio vacío y vieron, sintieron y me
transmitieron ideas orientadoras e instructivas.
Es muy difícil esta experiencia en palabras, porque no se intercambió
palabra alguna. Solo pensamientos y sentimientos puros eran transmitidos y
recibidos por mí y por aquellos dos entes. Intentaré expresar con palabras lo
que ocurrió. (((Estoy en un gran lugar vacío, donde solo hay luz. Es una luz
dorada que viene del infinito y penetra todo el espacio en todas las direcciones.
Yo soy un solo punto de conciencia, de sentimiento, de conocimiento, y sé que
soy. Esto es todo. Me hallo en un espacio muy tranquilo, pasmoso, venerable.
No tengo cuerpo. No necesito un cuerpo. No hay cuerpo. Solo soy yo. Lleno de
amor, calor y radiación.
De pronto, aparecen a lo lejos dos puntos similares de conciencia,
fuentes de radiación, de amor, de calor. Siento su presencia, veo su presencia,
sin ojos, sin cuerpo. Sé que están allí; por consiguiente, están allí. Al acercarse
en mi dirección, me siento más y más cerca de cada uno de ellos, que penetran
mi propio ser. Transmiten pensamientos consoladores, reverenciales,
pasmosos. Me doy cuenta de que son seres mucho más grandes que yo.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Empiezan a instruirme. Me dicen que puedo permanecer en este lugar, que he


dejado mi cuerpo, pero que puedo volver a él si lo deseo. Entonces me
muestran lo que ocurriría si dejase mi cuerpo atrás, lo cual es una alternativa
que puedo seguir. También me muestran donde puedo ir si me quedo en este
lugar. Me dicen que todavía no es hora de que abandone mi cuerpo de un modo
permanente, que todavía tengo una oportunidad de volver a él. Me dan una
confianza total y absoluta, la certidumbre total de la verdad de mi ser en tal
estado.
Sé con absoluta certeza que ellos existen. No tengo la menor duda.
No necesito hacer un acto de fe; es así, y lo acepto.
Su amor magnifico, profundo y poderoso me abruma hasta cierto
punto, pero, en definitiva, lo acepto. Al acercarme más, me siento cada vez
menos yo mismo, y más de ellos en mi ser. Se detienen a una distancia crítica y
me dicen que, en este momento, sólo he alcanzado el desarrollo que me
permite que me permite aguantar su presencia a esta distancia particular. Si se
acercan más, me anonadarían, y yo me perdería como ente cognitivo,
confundiéndome con ellos. También me dicen que yo les he dividido en dos,
porque esta es mi manera de percibirlos, pero que, en realidad, son uno en el
espacio que me encuentro. Dicen que yo insto a ser todavía un individuo,
forzando una proyección sobre ellos, como si fuesen dos. Y además me
comunican que, si vuelvo a mi cuerpo y me desarrollo más, percibiré en
definitiva la unidad de ellos y de mí y de muchos otros.
Dicen que son mis guardianes, que han estado conmigo antes de
ahora, en momentos críticos, y que, en realidad, están siempre conmigo,
porque yo no me hallo de ordinario en un estado en el que pueda percibirles.
En el estado en el que puedo percibirles, es cundo estoy cerca de la muerte del
cuerpo. En este estado, no existe el tiempo. Hay una percepción inmediata del
pasado, del presente y del futuro, como en el momento actual.
Permanecí en este estado durante muchas horas, en tiempo de la
tierra. Después, volví a mi cuerpo en el hospital. Sentí un dolor distinto en la
cabeza y, al salir del coma, advertí que me estaban inyectando algo en las
arterias carótidas del cuello. Inmediatamente comprendí que estaban

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El centro del ciclón – John C. Lilly

buscando una lesión cerebral, una hemorragia en el cerebro, y que inyectaban


una sustancia radio-opaca para los rayos X. Una vez extinguido el dolor, caí de
nuevo en coma y volví junto a mis guardianes.
La próxima vez que volví a mi cuerpo y desperté, me hallé en una
habitación del hospital. El dolor de la cabeza había desaparecido, pero no podía
ver. Inmediatamente delante de mis ojos había una brillante y blanca cortina
de luz que llenaba todo mi campo visual. Podía sentir mi cuerpo y mover sus
diferentes partes. Descubrí que no estaba paralizado. Descubrí que podía
hablar y pensar con claridad y, que, por consiguiente, la lesión cerebral no era
tan extensa: como había temido. Pensé: “Mis guardianes tienen razón. Puedo
permanecer en mi cuerpo, pero ciego”.
Sufrí una reacción intensa de dolor por haber vuelto a un cuerpo ciego,
pero confié en la “declaración” de mis guardianes de que estaría
perfectamente. Yací en la cama del hospital, repasando mis conocimientos de
neurología y de mecanismos del cerebro. Presumí que estaba ciego debido a
una lesión irritante, más que destructora, de mi corteza visual. Los guardianes
tenían razón. Debía esperar hasta comprobar que cantidad de visión había
perdido cuando cesara la irritación, cuando se apagara la luz blanca y cegadora.
Cuando entraron los médicos y me hallaron despierto, discutimos mi
caso. Yo no sabía aun lo que había sucedido. Sabía quién era y, cuando me
dijeron dónde estaba, reconocí el hospital.
Un oftalmólogo examinó mis ojos. Dijo que no había en ellos lesión
visible. Esto me alivió muchísimo. La irritación no estaba en la retina; estaba en
el cerebro. Si hubiese estado en la retina, la esperanza de recuperación habría
sido menor.
Durante el periodo de la luz intensa blanca delante de mis ojos,
experimente algunos fenómenos nuevos. En primer lugar, no podía ver ninguna
luz en la habitación, ni de día ni de noche. La luz interior era tan brillante que
no importaba la clase de imágenes expuestas a mis ojos. Cuando el oftalmólogo
me examinó los ojos, no pude ver su luz, a pesar de que era muy fuerte. Mi
“Ordenador de visión central” actuaba con tal fuerza que los estímulos
exteriores que pasaban por los ojos no podían influir en el resultado. El
30
El centro del ciclón – John C. Lilly

observador de dentro solo estaba ciego porque la información que llegaba


hasta él (donde quiera que estuviese) desde la corteza visual era tan fuerte que
cualquier estímulo añadido de la periferia resultaba inoperante. Todas las
líneas estaban completamente ocupadas. Esto me demostró que los sistemas
de observación de mi gran ordenador no estaban en la propia corteza visual
irritada.
Estudié la intensa luz blanca y empecé a ver nuevos fenómenos.
Mientras yacía en la cama del hospital, se produjeron varias clases de visiones.
De pronto, vi un prado verde, pero la hierba parecía completamente
artificial, como de plástico. En este prado había un agujero, del que salió una
serpiente. La serpiente se alzó recta en el aire. Entonces me eché a reír, porque
estaba claro que era una serpiente artificial, de confección humana.
La serpiente estaba formada por un muelle que pasaba por su centro
y estaba cubierto de papel. La cabeza era de madera pintada. Sus mandíbulas
estaban articuladas sobre un solo eje. Un pájaro de madera venía de la derecha,
un pájaro pintado de brillantes colores, agitando las alas de madera y abriendo
y cerrando el pico de madera. La serpiente se erigió y mordió al pájaro de
madera con sus mandíbulas de madera.
Todo este episodio ocurrió mientras me hallaba en un estado de
relajamiento, solo observando lo que pasaba. Recordé que, siendo muy
pequeño, tenía una serpiente de madera y un pájaro de madera exactamente
iguales a éstos. De pronto, me di cuenta de que una parte de mi sistema de
almacenamiento de recuerdos disparaba y transmitía aquellas imágenes a la
parte de “exhibición visual” de mi ordenador. En cuanto advertí que esto no
era más que un recuerdo elaborado por mi imaginación infantil, me eché a reír.
Y, en cuanto me eché a reír, desapareció la imagen. Entonces me relajé y
aparecieron otros animales de madera. Cuando tenía dos o tres años, poseía
un arca de Noé de madera. Los animales cobraron vida y se movían sobre la
hierba artificial. Características de sus movimientos era la vacilación y el
bamboleo de los mismos, como si el niño imaginase estos animales y les
obligase a moverse. El niño creaba este movimiento en su imaginación. Y el
resultado no era muy bueno. Esta vacilación característica de las

31
El centro del ciclón – John C. Lilly

construcciones, por lo visto, una propiedad del cerebro infantil en épocas


mucho más tempranas.
Durante las siguientes cuarenta y ocho horas, el brillo de la luz blanca
fue menguando poco a poco. Desaparecieron las visiones infantiles y, en su
lugar, apareció un hervidero de puntos de luz y de oscuridad, parecidos a
insectos, que se movían en el campo visual. Descubrí que podía programar su
dirección de vuelo y su velocidad. Si pensaba que se moverían en una dirección
determinada, el hervidero se movía después en esta dirección.
Mi programación se anticipaba a los sucesos. Pensaba: “ahora se
moverán hacia la derecha” y, a los pocos segundos, se movían hacia la derecha.
Se mete un programa en el ordenador y este ejecuta el programa y produce el
resultado. Más tarde supe que, para un programa muy complejo, este
programa puede requerir de tres a cuatro minutos; en aquel hervidero de
puntos como insectos, la dilación era de unos pocos segundos.
Cuando el neurólogo de guardia me visitó, durante este periodo, le
dije algo de estas imágenes visuales que estaba viendo. “!Oh, son
alucinaciones!” –me respondió-. ¿Quiere que le vea un psiquiatra? “Esto no es
cuestión de psiquiatras” –le repliqué-. Esto nos dará información sobre que
parte del cerebro están irritadas. Y pensé: “Debería llamar a uno de mis amigos
neurólogos franceses, que comprende la producción de imágenes visuales por
irritación de diversas partes del cerebro”.
Esta antigua tendencia de los médicos a atribuir las alucinaciones
exclusivamente a personas mentalmente enfermas y a calificar de
“alucinaciones” las imágenes visuales, es algo que me preocupa desde hace
años.
Sin embargo, aprendí mi lección y no volví a hablar de estas cuestiones
con ningún miembro del personal que me atendía.
La brillante luz blanca decreció con intensidad y, después de dieciocho
horas, llegué a un punto en que los estímulos de los ojos podían penetrar en
mí. La primera vez que pude volver a ver fue en plena noche, cuando entró una
enfermera para ponerme una inyección. Había una sola luz en la habitación, y,
a través de la niebla de la luz blanca interna residual. Vi dos círculos negros y
32
El centro del ciclón – John C. Lilly

una cara borrosa detrás de ellos. Era la cara de la enfermera, y le dije, riendo
aliviado: “Parece usted una lechuza”.
“¿Ya ve usted?”, me preguntó. “sí”, le respondí, y ella salió y fue en
busca de uno de los médicos para que me examinara los ojos. Dentro de las
veinticuatro horas siguientes, recobré mi visión, casi totalmente intacta.
Solo había dos manchitas debajo de mi punto de fijación, una en cada
ojo, que persistieron. Sucesivas pruebas definieron estas dos lagunas en mi
campo visual y resultaron ser muy pequeñas. El oftalmólogo de servicio dijo
que podría remediarse en unas pocas semanas. Pero no fue así y, en los años
que siguieron, estas dos manchitas permanecieron continuamente para
recordarme los peligros que puede acarrear esta clase de experimentos.
Incluso hoy, después de cinco años, me resulta difícil leer columnas de
números. Las manchas están debajo de los puntos de fijación y no ve subir las
cifras al leerlas verticalmente. En cambio, puedo leerlas horizontalmente con
total facilidad.
Me dijeron que convenía una convalecencia de seis semanas sin leer
demasiado, dejando que mi sistema nervioso se recuperase completamente.
Un amigo me ofreció alojamiento en su casa durante algún tiempo. Fui al
campo y pasé las seis semanas siguientes recobrando fuerzas.
Durante este periodo de convalecencia, analicé lo que había pasado.
Recobré la mayoría de mis recuerdos y reconstruí la visión de mí mismo y mi
visión de donde quería ir.
Resultó que aquella experiencia de los guardianes era la cuarta vez
que se había producido. Con anterioridad, había abandonado tres veces mi
cuerpo, y siempre bajo amenaza de muerte.
La primera vez que pude recordar fue cuando tenía siete años y me
extirparon las amígdalas anestesiándome con éter. Estaba muy asustado
cuando me aplicaron el éter, e inmediatamente me encontré en un lugar con
dos ángeles, que me ampararon con sus alas y me consolaron. La forma
angélica era la proyección infantil sobre entes adecuados a un niño de siete
años educado en el seno de la iglesia católica.

33
El centro del ciclón – John C. Lilly

La segunda vez fue cuando tenía diez años y padecí una enfermedad,
posiblemente tuberculosis, que me debilitó mucho. Estuve en cama seis
semanas o más. Y cuando la habitación estaba en silencio y mi fiebre era alta
solía viajar por esta región.
La tercera vez fue cuando tenía veintidós años y me extrajeron las
cuatro muelas del juicio con anestesia local. Me asusté muchísimo al ver que el
dentista tenía un escoplo con el que me apuntaba directamente al cerebro. El
dolor y la imaginaria catástrofe que se produciría si aquel cincel resbalaba y
penetraba mi cerebro, me ocasionaron un shock primario. Sudé, palidecí y sentí
náuseas. El dentista lo advirtió y me dio óxido nitroso.
Bajo los efectos de óxido, entre en un espacio giratorio, en una
experiencia total en la que todo se arremolinaba. Giraban el sonido, la luz, mi
cuerpo y todo el universo. De pronto, pasé de aquel espacio a otro en el que
estaban los dos guardianes. En aquella ocasión me dijeron lo que iba a hacer, o
lo que debía hacer y no había hecho todavía. Cuando desperté de la anestesia,
me habían arrancado las muelas y sentí un inmenso alivio. Ahora sabía a donde
iba y lo que tenía que hacer. Fue cuando decidí que tenía que ingresar en la
facultad de medicina y aprender más sobre mi propia supervivencia y la del
prójimo.
Estos recuerdos que nacieron durante el largo periodo de autoanálisis
después del accidente, me mostraron la continuidad de este espacio, de estos
dos guardianes. Me di cuenta de que es un lugar al que probablemente pueden
ir otras personas, en circunstancias especiales. Durante aquellas semanas,
resolví volver a aquel lugar y tratar de hacerlo sin amenaza de muerte. Pensé y
en estados profundos de trance y en el empleo del LSD para alcanzar este nivel
de conciencia.
También reconstruí la manera en que había ocurrido el “accidente”.
Recordé que, durante la segunda guerra mundial, cuando investigaba la
formación, a grandes alturas, de burbujas que se introducen en la sangre,
descubrí que una espuma producida por un detergente puede ser mortal.
En aquella época estábamos tratando de descubrir el camino que
seguían las burbujas desde las piernas hasta los pulmones. Inyecté espuma en
34
El centro del ciclón – John C. Lilly

la vena de la pata de un perro y vi que desde los pulmones pasaba al cerebro.


Las burbujas de detergente bajan la tensión superficial hasta el punto de que
podían deslizarse por los pequeños capilares de los pulmones, llegar al cerebro
y alojarse en los capilares de éste.
Pero la mayoría de las burbujas quedaban atrapadas en los pulmones
y causaban un síndrome llamado de “ahogo”, en el que el sujeto comenzaba a
sentir cosquilleos en el pecho, tosía y, de pronto, adquiría un color azul intenso
al detenerse la corriente sanguínea en los pulmones. Para curar el ahogo había
que aumentar sencillamente la presión alrededor del sujeto. A fin de destruir
las burbujas. En la cámara de gran altitud hacíamos “descensos en picada” a la
atmósfera, a fin de destruir las burbujas.
Lo importante era que esta información la había almacenado hacía
veinte años. Y había olvidado que la información estaba aquí. Por lo visto, en la
angustia de dolor y de remordimiento provocada por la segunda sesión de LSD,
me había inyectado la espuma; algo dentro de mí, sabía que esta lesión era
letal. Lo más espantoso de todo este episodio era que una parte de mí podía
emplear información que tenía almacenada, para matar el resto de mí. Que
yo pudiese recordar, no había tratado suicidarme, sino que fue literalmente un
“accidente”.
Cuando me di cuenta de que tenía almacenados unos programas tan
letales que podían destruirme si cedía a ellos o no advertía su presencia, decidí
trabajar mucho más en mi autoanálisis y desarraigar esos programas.
Mi analista me había advertido acerca de la existencia, de tales
tendencias destructoras. Por lo visto, él lo sabía, aunque yo lo ignoraba.
En realidad, me había asustado tanto antes de este episodio, que
había llamado a mi analista y concertado una cita para ir a verle el mismo día
en que ocurrió el accidente. Después de mi autoexamen y de las seis semanas
de convalecencia, le visite y estuvimos dos horas debatiendo el programa. Le
conté lo que recordaba y, gracias a la asociación de ideas, recordé más cosas.
La única razón de este relato tan personal es que deseo ilustrar un
principio general.

35
El centro del ciclón – John C. Lilly

Pueden existir, delante del yo despierto, otros sistemas ocultos de


control del organismo que pueden programar pensamientos, sentimientos y
acciones encaminados a la destrucción de aquel organismo en particular.
El LSD puede liberar estos programas, puede fortalecerlos, y puede
debilitar al yo superviviente despierto hasta el punto de que haya peligro de
suicidio o de actividades autodestructivas.
Por consiguiente, cada uno ha de examinarse con gran cuidado. Hacer
un autoexamen muy crítico y pedir ayuda a alguien que le conozca bien. Si
alguien muestra algún indicio de tales programas debe colocar todas las
salvaguardas posibles a su alrededor, para evitar que estos programas sean
activados por el LSD hasta el punto de poner en peligro el propio cuerpo.
Mi error fue someterme a dos sesiones de LSD con poco intervalo
entre ambas y sin una adecuada preparación para el análisis entre las dos
sesiones y después de la segunda. El hecho de que tuviese que dar aquella
conferencia interrumpió el periodo de autoanálisis para la segunda sesión.
Posiblemente si hubiese podido realizar el análisis durante la semana que siguió
a la segunda sesión, habría podido evitar aquel episodio casi fatal.
Sospecho que cuando una persona bajo los efectos del LSD se cae de
un balcón o se cola delante de un automóvil en marcha, ello se debe a que se
ha dado rienda suelta a estos programas. Creo que es debido, más que a
ilusiones o engaños proyectados al mundo exterior, a la liberación de
programas auto-destructores. Durante periodos de intensa emoción, que cabe
provocar por técnicas que se expondrán más adelante, igual que con el LSD,
estos programas pueden activarse y llegar a dominar todo el sistema.
Así, entre los mapas y, la cartografía necesarios para una feliz
navegación por los espacios interiores, con LSD o con cualquier otro método,
se incluyen también programas destructores. Conviene explorar estas zonas
de peligro, no reprimirlas. Hay que explorarlas cuidadosamente y con una
ayuda adecuada. En estas zonas se necesita un guía que le conozca bien a uno
y que pueda hacérselas comprender, evitando de este modo que los programas
destructores dominen la situación.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Yo no tuve este guía y no utilicé el que estaba a mi alcance. Durante la


segunda sesión, mi guía se había marchado. Yo había entrado en los espacios
negativos sin nadie que me oriente, me corrigiese y me mostrase que había
activado aquellos sistemas letales. Había sentido la necesidad de acudir a mi
analista, pero el episodio se había producido antes de que pudiese hacerlo.
Al proyectar sucesivos experimentos con el LSD, me aseguré de que
una persona buena competente, bien asentada y bien centrada, estuviese
inmediatamente a mi alcance en el lugar del experimento. De este modo, si se
producía un pensamiento negativo de esta clase, podía acudir a esta persona y
enderezar las cosas antes de que escaparan a mi control.
Yo había aprendido mucho de este episodio, pues, como dicen los
círculos científicos, “ningún experimento es un fracaso”. Había aprendido que
la muerte no es tan terrible como me imaginaba, que hay otro espacio, un lugar
seguro más allá donde estamos ahora. En vez de asustarme y renunciar a
ulteriores experimentos, me sentí intrigado y decidí explorar esta región.
Monté experimentos, empleando el LSD en el depósito de soledad,
aislamiento y confinamiento, flotando en la oscuridad y en el silencio, libre de
toda presión de la realidad exterior sobre mi cuerpo. En estos experimentos,
descubrí otros espacios, encontré otros mapas y descubrí métodos
relativamente seguros de ir a aquellos lugares sin que los programas letales
volviesen a activarse con demasiada fuerza.
Afortunadamente, mi papel de explorador no se había visto
perjudicado, sino más bien fortalecido, por aquella lección. Digo
“afortunadamente”, porque sobreviví. Ya no temía las consecuencias últimas
de los programas negativos. Mi miedo a la muerte o a abandonar mi cuerpo
había disminuido. También había descubierto que mi misión era realizar
exploraciones en esta región. Esto significaba que debía limpiar mi vida y a
percibirme mejor para continuar mi trabajo.
Aquel episodio tuvo un efecto perturbador en mi reputación
profesional como científico. Circuló el rumor de que el incidente había ocurrido
como resultado de haber toma LSD en aquella ocasión, y de que el LSD había
lesionado mi cerebro. En el hospital habían encontrado LSD en mi cartera e
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El centro del ciclón – John C. Lilly

inmediatamente el personal facultativo atribuyó todo el episodio a que yo


había tomado LSD en el hotel.
Esto no era verdad. Y el rumor de que mi cerebro se había lesionado
quedó desmentido cuando más tarde me sometí a un examen neurológico, del
que resultó que aquel estaba intacto. Conté el número de ampollas de LSD
había seis ampollas –una caja entera-, y ahora quedaban cuatro.
En la medida de lo posible, he expuesto los hechos y las lecciones que
aprendí. Aplíquese el lector le cuento. Lea de nuevo el relato, póngase en mi
lugar, absórbalo, “grok in fullness”. Puede que algún día le sirva para salvar un
pasaje difícil en un viaje fallido.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

3
Retorno a los dos guías:
“depósito de agua más LSD”

A veces se oyen rumores de que existe un gran hombre, un gurú, un


maestro disponible, que dirige una escuela donde uno puede evolucionar y
alcanzar nuevos y más altos niveles. Oímos hablar de un remoto gurú en la
India, en algún lugar del Himalaya, que ha montado una escuela donde se
enseña la manera de lograr el Samadhi, un estado de conciencia total, acorde
con la mente universal. O escuchamos sobre rumores de una escuela Sufi que
enseña las doctrinas esotéricas tradicionales y ejercicios de los sufíes. O bien
oímos hablar de la última escuela terapéutica inventada por el doctor fulanito
de tal, con su nuevo concepto terapéutico. A veces, los amigos parecen
bombardearle a uno con la más reciente información sobre el último maestro,
gurú o terapeuta. ¿Cuáles son los fines de estas escuelas? ¿Por qué quiere la
gente asistir a ellas?
En mi propia cartografía de estas zonas de esfuerzo humano, en mis
propias exploraciones, he tropezado con muchas personas que han estado
sometidas a estos gurús o maestros. Y me ha impresionado ver lo que han
aprendido y como han evolucionado con esta clase de ayuda. También me ha
impresionado la publicidad con la que aclaman a su gurú o maestro y la gran
transferencia positiva, como se dice en términos freudianos, que se ha
producido. El estado en que se encuentran me recuerda mucho el estado
hiperentusiasta de algunos que han realizado sus primeros viajes en LSD. Creen
que conocen ahora las respuestas a la auto-evaluación. Son muchos más
felices. Se sienten mucho más eficaces. Irradian calor y amor y preocupación
por los demás.
De momento, no parece ser éste mi camino. Yo prefiero la
comprensión a la devoción. Prefiero los compañeros investigadores a los
discípulos carismáticos. Prefiero permanecer en mi propio centro, tocando los
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El centro del ciclón – John C. Lilly

pies en el suelo y ayudando a otros a hacer lo mismo, más que formar un grupo
que me venere. En el pasado, tuve periodos en los que deseé ejercitar mi
carisma personal para influir en otros. Esto me parece ahora un método poco
práctico, poco eficaz, de transmitir conocimiento y compresión. Uno puede
actuar mucho más eficazmente siendo lo que es, en vez de utilizar facultades
de seducción y persuasión para fomentar la ilusión de ser un “gran hombre”.
En vez de ser un gaitero de feria, prefiero ser un maestro eficaz para
aquellos que quieran comprender lo que tengo que enseñar. El gaitero pasma
y atrae a los niños del pueblo, y se los lleva sabe Dios a qué clase de misión. ¿Y
qué hacen estos niños cuando vuelven? No tienen conocimiento, no tienen
comprensión, no están centrados ni tocan sus pies en el suelo en el grado
necesario para seguir con el trabajo del mundo. Brillan estrellas en sus ojos,
tienen carisma. Pueden arrastrar a mucha gente en sus proyectos, pero, ¿Vale
la pena seguir estos proyectos?
Sí, hay escuelas esotéricas. Sí, hay gurúes eficaces. Pero yo apuesto
que estos hacen su trabajo sin bombos y platillos, sin buscar discípulos que
pregonen en su nombre desde los tejados. Evidentemente, estas escuelas no
estarían abiertas a cualquiera, tendrían “tapaderas” para disimular sus
operaciones reales. En otros casos, no podrían operar. Estarían atestadas de
hiper-entusiastas discípulos en potencia. Debieron enfrentarse hace ya tiempo
con el problema de selección de los discípulos, una selección minuciosa, sin
estruendo, sin publicidad.
Sin contacto directo con este tipo de escuelas, veamos lo que cabe
esperar, que haría tal escuela. Este puede ser por sí solo, útil ejercicio para
trazar el mapa de los propios espacios internos. Imaginemos lo que sería tener
la clase de ayuda que quisiéramos para trasladarnos a niveles más altos de
funcionamiento. Yo descubrí que esta meta-programación era una buena
ayuda para mi propia evolución.
Repetiré la cita: “Lo que se cree que es verdad, es verdad o se hace
verdad dentro de los límites a descubrir por la experiencia y la
experimentación. Estos límites son creencias que hay que trascender”.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

En mis experiencias remotas en el depósito de aislamiento con el LSD


y en mis próximos roces con la muerte, encontré los guías. Estos dos guías
pueden ser dos aspectos de mi propio funcionamiento a nivel del super-yo.
Pueden ser entes de otros espacios, de otros universos, diferentes de nuestra
realidad convencional.
Pueden ser construcciones útiles, conceptos útiles que empleo para
mi propia evolución futura. Pueden ser representantes de una escuela oculta
esotérica. Pueden ser conceptos que funcionan en mi propia bio-computadora
humana, al nivel de supra-especie. Pueden ser miembros de una civilización
que lleva un adelanto de cientos de miles de años sobre la nuestra. Pueden ser
una conexión con dos canales de comunicación de una civilización muy alejada
de la muestra, que radia información a través de la galaxia.
Sea cual fuere la alternativa que parezca acertada, lo esencial es tener
algo o alguien delante de uno, que marque los objetivos de lo que está
haciendo.
Con este conocimiento, con estas concepciones, con estas
imaginaciones, uno puede elevarse por sí solo a más altura de la que tiene,
actualmente, si uno puede creer que, con su esfuerzo, es capaz de establecer
comunicación con una ayuda que es más grande que él mismo; esto es de por
sí una gran lección. En otras palabras, uno tiene ayuda para trascender sus
propias creencias limitadoras actuales. Esta creencia es de ayuda en la
trascendencia.
En lo que a mí atañe, yo no había confiado en un maestro humano, en
un gurú, ni en ningún guía humano. En mi primera infancia, tuve bajo la
influencia de sacerdotes, monjas y otros que pretendían poseer el
conocimiento y tener contacto directo con Dios. Me volví escéptico siendo aún
muy joven. Encontré dentro de mí mismo una verdad más sincera que la que
había hallado en los representantes de la iglesia. Este escepticismo me apartó
de los conceptos místicos de la iglesia en favor de la investigación médica y
científica, en la búsqueda de un nuevo conocimiento.
Estoy seguro de que, si tropezase con una persona que pudiese
demostrar definitivamente que posee los poderes que pretende, seguiría
41
El centro del ciclón – John C. Lilly

siendo escéptico hasta quedar definitivamente demostrado que yo puedo


aprender lo que él saber y alcanzar los mismos lugares, los mismos espacios.
Mientras tanto sigo mi propio camino, en mis propios espacios interiores,
escéptico ante cualquier ayuda que no sea de la variedad arriba expresada. He
visto demasiadas pretensiones de “shamanismo” y grandes espectáculos, en
mí mismo y en otros, para creer en la iluminación inmediata por contacto con
un maestro gurú.
Expondré algunas clases de experimentos reivindicados por las
escuelas esotéricas, describiendo algunos de mis propios viajes en situación de
soledad-aislamiento, con o sin LSD. En el curso de estos experimentos, tropecé
con lo que podríamos llamar “súper-yo” y “metaprogramadores de supra-
especie”, que me parecían estar fuera de mí, no introducidos dentro de mí.
Empleando otro lenguaje, otra terminología, podríamos llamarlos gurúes
celestiales, o divinos maestros o guardianes. También llegué a espacios, donde
las energías o las fuerzas eran tan vastas que no había manera humanamente
concebible de traducir estas experiencias en palabras para un libro.
El experimento más definitivo lo realicé con LSD en el depósito de
soledad-aislamiento-confinamiento. Pero, primero, expondré el propósito de
los primitivos experimentos realizados en el depósito de agua.
Cuando estaba en el Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda,
Maryland, en 1954, trabajando sobre neurofisiología del cerebro, concebí una
nueva serie de experimentos.
Dicho en pocas palabras, unos neurofisiólogos anteriores, entre ellos
el profesor Frederic Bremer, de Bruselas, y el doctor Horace Magoun, de la
UCLA, habían formulado la hipótesis de que el cerebro permanecía en estado
de vigilia gracias a los estímulos externos que pasaban por los órganos
terminales del cuerpo. Dicho de otro modo: el estímulo externo era necesario
para mantener el cerebro en estado de vigilia. El experimento evidente era
aislar al ser humano de todo estímulo externo, en la medida de lo físicamente
posible, y ver qué estados resultaban de ello.
Decidí que la mejor manera de hacerlo era flotar en agua, empleando
una máscara para respirar, y permanecer en una flotación neutral dentro del
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El centro del ciclón – John C. Lilly

agua, de modo que se atenúen los efectos de la gravedad. Al propio tiempo,


había que impedir que llegase cualquier sonido a la persona suspendida en el
agua; había que atenuar cualquier cambio de temperatura, impedir la entrada
de luz y eliminar cualquier prenda de ropa estimulante.
Dio la casualidad de que había ya un depósito instalado en el Instituto,
en un pequeño edificio y dentro de una habitación a prueba de ruidos. El único
cambio que tenía que hacer era instalar una válvula de control de la
temperatura del agua en el depósito y de mantener ésta a 34º C. Hice muchas
pruebas para determinar esta temperatura particular, aquella en la que no se
siente calor ni frío cuando se descansa. Era la temperatura en la que el agua
parecía desaparecer cuando yo no me movía. La sensación resultante era la de
estar flotando en un espacio en el que casi no existiese gravedad.
Como yo había estudiado la respiración humana y las máscaras de
oxígeno durante la Segunda Guerra Mundial, sabía algo de las exigencias del
sistema respiratorio. Resolví los detalles técnicos de modo muy satisfactorio.
Probé quince o veinte clases diferentes de máscaras sumergibles,
proporcionadas por la Marina, y no encontré ninguna que fuese lo bastante
cómoda. Por consiguiente, tuve que inventar mi propia máscara, a base de
goma de látex, que cubría toda la cabeza y se cerraba herméticamente
alrededor del cuello. Tenía dos tubos para respirar, conectados con unas
válvulas especiales en el lado del depósito, que aseguraban un continuo
suministro de aire y recibían el expulsado de mis pulmones, impidiendo la
acumulación de anhídrido carbónico y la falta de oxígeno en el sistema.
Rápidamente descubrí que mi cuerpo tenía diferentes densidades,
que las piernas y la cabeza tendía a hundirse. Por consiguiente, tuve que
inventar unos soportes, a base de una goma sumamente fina empleada en
cirugía para mantener mis pies en la posición debida en el depósito, sin tocar
el fondo. El equilibro de la cabeza lo conseguí mediante la presencia de cierta
cantidad de aire en la máscara. Después de mucho trabajo técnico de esta
clase, pude alcanzar al fin un estado de flotación neutral exactamente por
debajo de la superficie del agua del depósito.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Más tarde, estos experimentos y experiencias recibieron el nombre de


“privación sensorial”, pero nunca percibí el menor efecto de privación.
Descubrí que, a falta de todo estímulo, uno compensa rápidamente mediante
una percepción sumamente elevada y una creciente experiencia sensorial en
ausencia de medios conocidos de estímulos externos. En las primeras horas,
comprobé que no tenía el menor deseo de dormir. La primitiva teoría era, pues,
equivocada. No se necesitaban estímulos externos para permanecer despierto.
Después de una decena de horas de experiencias, observe fenómenos que
habían sido previamente descritos en diversas obras. Pasé por estados
parecidos al sueño, al trance, al arrobamiento místico. E todos estos casos, yo
permanecía absolutamente intacto, centrado, en el sitio. En ningún momento
perdí conciencia de los hechos del experimento. Algo en mí sabía siempre que
estaba suspendido en el agua de un depósito, en la oscuridad y el silencio.
Pasé por experiencias en la que, aparentemente, otras personas se
reunían conmigo en este medio oscuro y silencioso. Podía verlas, sentirlas,
oírlas. En otros momentos, pasé por secuencias parecidas al sueño, soñar
despierto como se dice ahora, en las que podía observar lo que pasaba. Otras
veces, conectaba aparentemente con redes de comunicación, que están
normalmente por debajo de nuestros niveles de conciencia, redes de
civilizaciones muy alejadas a la muestra. Trabajé durante horas tratando de
vencer los obstáculos a la comprensión de mí mismo, de mi situación vital. Hice
horas de meditación, de concentración y contemplación, sin saber los que
estaba haciendo. Sólo más tarde, al leer ciertos trabajos, descubrí que los
estados que había conseguido se parecían a los alcanzados por otras técnicas.
En 1958, salí del Instituto Nacional de la Salud y me trasladé a las islas
Vírgenes, pero hasta 1964, no fui capaz de construir otro depósito y de
introducir el LSD en el experimento de soledad-asilamiento-confinamiento.
Rápidamente descubrí que el empleo de la máscara no era necesario con LSD.
Como podía disponer de agua de mar, empleé ésta y constaté que podía flotar
en la superficie, con la boca, nariz, y ojos fuera del agua. Vi que podía flotar con
las manos cruzadas debajo de la nuca y los codos extendidos debajo del agua.
Dejé que mis piernas colgasen de las rodillas y de las caderas en el agua salada.
Este procedimiento de aumentar la densidad del agua permitía un sistema de
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El centro del ciclón – John C. Lilly

respiración mucho más simple y una sensación de mayor seguridad. Este


segundo depósito tenía dos metros y medio de profundidad por otro tanto de
lado. Era, pues, era más espacioso que el del instituto. Una vez montado el
depósito y en las condiciones de funcionar con el adecuado sistema de control
de la temperatura, aire suficiente y una completa oscuridad en la estancia, me
preocupé de conseguir el LSD.
Gracias a la colaboración de colegas de profesión, me enteré de que
se podía conseguir legalmente el LSD, si se tenía un avala del Instituto de
Nacional de Salud Mental. Como yo tenía uno que duraba cinco años, pude
conseguir LSD directamente de la compañía Sandoz, haciendo los trámites
adecuados. Quería ensayar el LSD de los delfines, para una mejor comprensión
de la substancia y de alguno de los peligros fisiológicos inherentes a su empleo.
Estos experimentos interesan a este relato solo porque me permitieron
averiguar rápidamente que no entrañaban peligro alguno para la respiración
de los mamíferos y acuáticos. Los seis delfines con los que realicé el ensayo
viajaron visiblemente bien, sin ningún problema de respiración, de
funcionamiento cardíaco o de actividades natatorias. Estos experimentos me
infundieron confianza para seguir adelante y hacer yo mismo la prueba.
Por lo que sabía de la literatura, no existía constancia de nadie que
hubiese tomado LSD en la soledad y menos en condiciones tan severas como
el aislamiento físico. Recordé las instrucciones distribuidas a principios de los
años cincuenta por el INSM, en las que advertía que no debía tomarse a solas y
se detallaba la historia clínica de alguien que lo había hecho y se había vuelto
paranoico. Este había tenido la impresión de que el magnetófono que había
instado para registrar sus impresiones había tratado de devorarlo.
Una mala pre-programación para lo que yo intentaba hacer. Tenía que
vencer mi propio miedo de trabajar a solas. Conseguí la ayuda de un
“socorrista” capaz de mantener lejos del laboratorio a cualquier intruso
accidental del experimento. Nadie podía entrar en el laboratorio durante las
pruebas experimentales. En los dos años que siguieron pude realizar veinte
experimentos válidos.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

(Esta serie terminó con el programa nacional de prohibición del LSD


iniciado en 1966. Las nuevas leyes y los nuevos reglamentos no permitían estos
trabajos. Todos los investigadores debían devolver su LSD a la compañía Sandoz
sin pérdida de tiempo, y así lo hice yo.)
Como dije anteriormente, tenía mucho miedo en lo tocante al primer
experimento. Con anterioridad, había hecho dos viajes con un guía. Había
estado a las puertas de la muerte y, por consiguiente, sentía un profundo
respeto por los programas que, desarrollándose por debajo del nivel de
conciencia, podían descargar golpes mortales por su cuenta. Aparte de esto,
había superado mi miedo a la muerte. No temía la muerte corporal, estaba
llegando a espacios donde perdería el control y de los que talvez no podría
volver. Dicho en otras palabras, era el miedo a una psicosis, más que el miedo
a la muerte, lo que motivaba mis actos en aquella época.
Sin embargo, a pesar de estas dudas y de estos temores, tomé 100
microgramos y me metí en el depósito. En el primer experimento, dediqué la
mayor parte del tiempo a elaborar una estructura de creencias básicas, que
hiciese más seguros los futuros experimentos. Pasé casi una hora tratando de
averiguar si mi corazón y mi respiración seguirían funcionando, en caso de que
saliese de mi cuerpo. Rápidamente me enteré de que, bajo los efectos del LSD,
el corazón y la respiración se hacen automáticos, y no hay que preocuparse de
ellos con tal de que uno pueda relajarse y tomarle el gusto a la cosa. También
supe que, si mantenía las manos cruzadas bajo la nuca y extendidos los codos
hacia los lados, no había peligro de volcar. Y así mismo supe que, si uno volcaba
o echaba la cabeza demasiado hacia atrás, el agua salada se metía por los ojos
o por la nariz le hacía volver rápidamente del lugar extra-corporal donde
pudiese encontrarse. Si había algún peligro bajo los efectos del LSD, los
programas de “emergencia” del cuerpo, los llamados programas de
supervivencia, se activarían y yo volvería sano y salvo al depósito, de donde
quiera que estuviese. Esto estableció una confianza básica en mi propia
capacidad de supervivencia y en posibilidad de completar los experimentos.
Así pude establecer este principio fundamental: Confía en que tu
cuerpo realizará sus funciones, déjalo aparcado y vete a otros espacios; en
caso de alarma, serás devuelto a tu cuerpo.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Después de esta serie inicial de experimentos, perdí el temor a hacer


otros de mayor alcance.
En la serie previa de experimentos sin LSD en el depósito, había
descubierto que, aún sin ver mi cuerpo, no perdía la noción de su realidad.
Había otros modos de detectar mi cuerpo, distintos de la simple visión y del
simple oído. Esto también rige cuando se emplea el LSD. En el primer
experimento de veinticuatro horas, me metí en el depósito y salí de él cinco o
seis veces en doce horas, reafirmando mi total percepción de mi cuerpo y
aumentado mi percepción consiente de los procesos vitales.
Mucho antes, había establecido lo que llamo efecto vejiga automático.
Como el agua fluye en el depósito, orinar no es ningún problema. Uno orina, y
se acabó. En los experimentos anteriores de 1954-1958 había descubierto que,
si uno se despreocupa del problema de la micción, la vejiga se vacía
automáticamente cada quince minutos, más o menos. La primera micción
realizada en estas condiciones es deliciosa. Se experimenta una sensación de
gozo total, al fluir la orina después de esta reacción inicial a la liberación de las
inhibiciones civilizadas. Después, uno no advierte siquiera que su vejiga se está
vaciando. Como en el momento de hacer esto experimentos seguía una dieta
muy alta en proteínas, no tenía ningún problema con las heces fecales. Había
eliminado de mi dieta los hidratos de carbono y los almidones, para interrumpir
la producción de heces y de gases. Experimentos anteriores, realizados en Cal
Tech en mis días de estudiante y en la Facultad de Medicina, me habían
demostrado que una dieta rica en proteínas proporciona mucha energía al
cuerpo, una energía biológica que en el depósito de agua podía emplearse en
la región de la mente.
Durante aquel primer experimento con LSD en el depósito de agua,
descubrí rápidamente que era muy fácil abandonar el cuerpo y trasladarse a
nuevos espacios. Mucho más fácil que en los dos primeros viajes con el guía. La
ausencia de estímulos que distrajesen mi atención me permitía programar
cualquier clase de viaje que pudiese concebir. Esta liberación de la realidad
externa era tomada como un elemento muy positivo, sin nada de negativo. Uno
podía ir a donde pudiese imaginar que iría.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Si uno tenía la creencia de que sería sustituido, por otros seres, por
otros entes, por estados en los que perdería su control, ocurría así. Por
consiguiente, en los primeros viajes tenía que luchar con mi miedo a “perder el
control”.
Pronto descubrí que un poco de ansiedad es cosa buena. Si el miedo
aumentaba en aquellos extraños y maravillosos espacios hasta cierto nivel,
automáticamente yo volvía a mi cuerpo. El problema de la reentrada se resolvía
por el conocimiento o por la creencia básica de que, cuando tuviese demasiado
miedo, querría volver y volvería a mi cuerpo (véase el relato de R.A. Monroe,
citado en la bibliografía).
De aquí saqué dos postulados fundamentales para ulteriores viajes. El
primero es que el cuerpo puede cuidar de sí mismo, cuando uno lo abandona.
El segundo es que uno puede volver a su cuerpo cuando las cosas toman mal
cariz fuera de él. Más tarde descubrí que, al aumentar mi tolerancia al miedo,
podía permanecer más tiempo en aquellos espacios. También aprendí que no
tenía necesidad de volver a mi cuerpo en una situación de miedo intenso, sino
que podía capear el temporal y pasar a otro espacio sin regresar al espacio
corporal. Al mejorar mis dotes de navegante y de piloto, mejoró también mi
dominio sobre mí mismo. Así pude moverme empleando la energía del miedo,
convertida en otra clase de energía. Por último, pude eliminar el miedo como
necesidad y moverme sin él a través de los espacios. Nuevas motivaciones
sustituyeron a las antiguas fobias. Y fue posible la conversión de la energía
negativa en positiva.
En mi primer experimento con el LSD en el depósito de agua, el primer
espacio al que me trasladé era completamente negro, completamente
silencioso; era un espacio vacío en el que no había ningún cuerpo. La negrura
se extendía hasta el infinito en todas las direcciones. También el silencio se
extendía hasta el infinito en todas direcciones, y yo permanecía centrado en un
punto único de conciencia y de sentimiento. No había absolutamente nada en
el universo, salvo mi centro, salvo yo mismo, y la oscuridad y aquel profundo
silencio. En un estilo taquigráfico, lo llamé “el punto cero absoluto”. Éste se
convirtió en un punto de referencia al que podía volver si las cosas se ponían
demasiado caóticas o demasiado estimulantes en otros espacios. Era mi núcleo
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El centro del ciclón – John C. Lilly

central, mi esencia en el universo sin estrellas, ni galaxias, ni entes, ni personas,


ni otras inteligencias. Era mi lugar seguro.
Es muy difícil saber la duración, en tiempo de la tierra, de mi
permanencia en aquel lugar en ese primer viaje. Permanecí lo bastante para
acostumbrarme a él y emplearlo como un lugar de referencia al que podía
volver. Era el punto cero de un vasto sistema coordinado, que conducía a n¹ *
(*En matemáticas, n es un número arbitrario, generalmente grande. La dimensión n implica algo más que
las acostumbradas tres dimensiones de espacio), dimensiones diferentes, en n dimensiones
diferentes, a partir de este punto. Este punto parecía ser resultado de mi
adiestramiento científico. Tenía que poseer una referencia cero desde la que
podía moverme en varias dimensiones; un cero al que podía volver.
Quiero recalcar que este punto cero no estaba en el cuerpo, sino fuera
de él, en un universo en el que solo había oscuridad y silencio. Era algo definido
como fuera del cuerpo, fuera del universo tal como lo conocemos. Según había
de aprender más tarde, la ilusión de oscuridad y de silencio significaba que
todavía me hallaba sujeto a los acostumbrados espacios de cognición del
cuerpo. Todavía me aferraba a la idea de oscuridad, a la idea de silencio, a la
idea de un punto central de identidad y de conciencia. Más tarde, esto resultó
ser innecesario, excepto durante estados extremos en los que necesitaba un
descanso. En estas ocasiones, volvería al punto cero.
Este punto cero es un lugar útil. No es una separación completa de las
previas ideas de uno, sino su separación del cuerpo. Es un espacio que todavía
represente la oscuridad y el silencio del depósito de agua, pero con el cuerpo
no existente.
Durante el primer viaje, definí también otras clases de creencias con
las que podría experimentar. Trataría de ir a universos distintos del nuestro
convencional, universos en cuya existencia no creía necesariamente, pero que
podía imaginarme. Al principio, fue un ensayo de la hipótesis de lo que uno cree
que es verdad se hace verdad. Antes del viaje, no creía en estos universos o
espacios, pero los definía como existentes. Durante el viaje LSD en el depósito,
tomé estas creencias como verdaderas. Después del viaje, me desprendí y
observé lo ocurrido como una serie de experiencias, como una serie de
consecuencias de la creencia.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Presumí, por ejemplo, que había civilizaciones mucho más


adelantadas que la nuestra, que había en nuestro universo entes que
normalmente no podemos detectar, pero que están aquí y que tienen
realidades distintas de las nuestras.
De pronto, me vi precipitado en estos espacios. Me mantuve como
punto central de conciencia, de sentimiento, de registro. Me moví en universos
que contenían seres mucho más grandes que yo mismo, de modo que yo era
una mota en su rayo de sol, una hormiguita en su universo, un solo
pensamiento en una mente enorme, o un pequeño programa en un ordenador
cósmico. La primera vez que entré en estos espacios fui barrido, empujado,
arrastrado, retorcido y, en general, lanzado de un lado a otro por procesos que
no podía comprender, procesos de inmensa energía, de fantástica luz, de
terrible poder. Mi propio ser estaba amenazado al ser yo empujado a estos
vastos espacios por estos grandes entes. Ondas equivalentes a la luz, al sonido
y al movimiento, ondas de emoción intensa, eran llevadas a dimensiones que
estaban más allá de mi comprensión. La primera vez que ocurrió esto, sentí una
gran angustia y volví de un salto a mi cuerpo.
Entonces me regocijé intensamente y me elevé, estando en mi cuerpo.
Salí del depósito de agua, a la luz del sol, y contemplé el cielo, saboreando el
hecho de que era un ser humano en un planeta. Por primera vez desde mi
infancia, la vida me pareció preciosa; el sol, el mar, el aire, todo era precioso.
Mis sentimientos de energía y de alegría extraordinaria persistieron. Me senté
y presencié la maravilla de nuestra creación, de la creación de nuestro planeta.
Aproximadamente al cabo de una hora, volví al depósito de agua y me lancé a
otros espacios. De momento, tenía ya bastante en cuanto a vastos espacios y
grandes entes; ahora intenté conectar con otros sistemas de vida, más al nivel
del nuestro, pero ajenos a nosotros. Pasé a una región de extrañas formas de
vida, ni por encima ni por debajo del nivel humano. Pero de seres extraños, de
extrañas formas de vida, metabolismos y maneras de pensar. Estos seres me
recordaban a algunos dibujos que había visto de dioses y diosas tibetanos, e
imágenes de dioses griegos y monstruos de ciencia ficción. Algunas de estas
formas estaban constituidas por líquidos, otras por gases resplandecientes, y
algunas eran “organismos” en estado sólido. Desfiló ante mí la enorme
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El centro del ciclón – John C. Lilly

variedad de formas de vida posibles en el universo. En este espacio particular,


ellos y yo nos manteníamos apartados. Yo era un observador que los
examinaba. Ellos, aparentemente, no se daban cuenta de mi existencia; iban a
sus asuntos, sin meterse conmigo ni prestarme la menor atención. Yo era un
punto de observación en su universo, ajeno a ellos, limitándome a captar lo que
podía de su estilo de vida y a registrarlo de algún modo.
De aquella experiencia, volvía a mi cuerpo lleno de respeto por las
posibles variedades de formas de vida que pueden existir en nuestro universo.
Estaba pasmado por las variedades de creación, por las variedades de creación,
por las variedades de inteligencia que existen en nuestro universo.
Mi siguiente viaje lo hice a mi propio cuerpo, donde observé los
diversos sistemas de órganos, de conjuntos celulares, de estructuras. Viajé
entre células, observé su funcionamiento y me di cuenta de que, dentro de mí,
había un gran conjunto de organismos vivos, cuya suma era yo mismo. Viajé a
través de mi cerebro, observando las neuronas y sus actividades. Viajé a través
de mi corazón, observando las pulsaciones de las células del músculo. Viajé a
través de la sangre, observé el trabajo de los corpúsculos blancos. Viajé a lo
largo del conducto intestinal, y conocí a las bacterias y las células mucosas de
las paredes. Pasé a mis testículos, y vi la formación de las células espermáticas.
Después me trasladé a rápidamente a dimensiones cada vez más pequeñas,
hasta los niveles quantum, y observé el juego de los átomos en sus propios y
vastos universos, sus amplios espacios vacíos, con las fantásticas fuerzas
inherentes a cada uno de los lejanos núcleos con sus nubes orbitales de
electrones de campo de fuerza y las partículas primarias venidas de espacios
exteriores a este sistema. Era realmente espantoso ver los efectos de túnel, y
los otros fenómenos del nivel cuántico que se producían. Volví de este viaje
comprendiendo la enorme cantidad de espacio vacío que hay dentro de mí y
las inmensas energías encerradas en la materia de mi propio cuerpo. Después
de ver desintegrarse los núcleos ante mis ojos, desprendiendo fantásticas
energías de radiación a escala microscópica, sentí un nuevo respeto por lo que
llevaba conmigo y por lo que, en cierto sentido, era yo a estos niveles de
razonamiento y de funcionamiento.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Entonces volví a salir del depósito de agua y pase al cuarto de baño.


Sentía el vientre lleno y dilatado, como si estuviese encinta. Me convertí en mi
propia madre, embarazada, llevándome a mi propio seno. De pronto me di
cuenta de que estaba por darme a luz a mí mismo. Me senté en la taza y tuve
un gran movimiento de tripas. Que era yo mismo. Súbitamente, me chocó la
gracia de esta peculiar división de mi ser, eso de parirme a mí mismo. Tuve una
extática experiencia de sexualidad total, de ser un hombre y una mujer,
totalmente fundidos, que parían en el momento de caer la “criatura” en la taza.
Comprendí que no era yo, que no era una criatura, y sin embargo viví al mismo
tiempo mi propio parto como si yo fuese mi madre. Experimenté mi nacimiento
como lo había experimentado ella, como un suceso absolutamente feliz, que
daba origen a un nuevo ente vivo. Regresé al depósito de agua y pasé a otros
dos espacios, lejos de este planeta.
Más tarde habría de advertir que había un ritmo definidos por estas
salidas y en los regresos al cuerpo, y en el descubrimiento de algo nuevo cerca
del cuerpo, visto desde una nueva perspectiva en los remotos espacios. Estas
idas y venidas entre lo muy remoto y lo muy próximo tenían un ritmo que, al
parecer, había descubierto yo de un modo natural. Ésta parecía ser mi
tendencia: ir lo más lejos posible y, después acercarme lo más posible. Poco a
poco aprendí que el objetivo no era ninguna de ambas cosas, sino permanecer
simultáneamente lo más cerca y lo más lejos posible.
Con los años, pase gradualmente del “o esto/lo otro” al “ambos”, en
relación a estos espacios. Estoy lejos y cerca, simultáneamente. Después de los
primeros experimentos en el depósito de agua, las cosas comenzaron a tomar
forma de una manera mejor. Mi papel de explorador se hizo mucho más claro.
Estaba limpiando muchos materiales que me estorbaban. Descubrí que tenía
que eliminar los obstáculos imaginándolo o meta-programándolo todo. Todo
lo que uno puede imaginar existe. Uno está literalmente conectado al cosmos
con todas sus infinitas variaciones. Cuando hube alcanzado esta creencia básica
–la posibilidad de conectar con cualquiera de las infinitas variedades del
universo- me elevé, regocije extraordinariamente y me lance a nuevas
exploraciones.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Antes de mi segundo viaje en el depósito de agua, tropecé con un


obstáculo fantástico. Tuve un ataque de jaqueca, el primero en nueve meses,
desde mis dos primeros viajes LSD. Permítanme exponer lo que aquel ataque
de jaqueca significaba para mí. Sentí un dolor fortísimo en el lado derecho de
la cabeza, que duró ocho horas. En los últimos cuarenta años, había sufrido
estos ataques aproximadamente una vez cada 18 días. Mi pensamiento se
simplificaba muchísimo durante éstos ataques, hasta el punto de convertirme
en un ser humano excesivamente simplificado. Durante el periodo en que me
dominaba el dolor de jaqueca, no podía pensar eficaz y ampliamente. No podía
funcionar y tenía que yacer en una habitación a oscuras. Éste fue el primitivo
estímulo negativo para tomar LSD. Quería liberarme de mi jaqueca, resolverla,
no volver a tener otro ataque. Abandoné temporalmente el depósito de agua
e intenté un viaje tumbado en la cama, para estudiar mi jaqueca, Los hechos
que había aprendido en acerca de mi jaqueca, en tres años de análisis,
desfilaron ante mí de una forma muy gráfica. Primero apareció un espacio en
el que se resumía la teoría de la lesión neurológica en los ataques de jaqueca.
Hay una neurona roja muy grande, que es causa de la jaqueca. Es una
neurona de dolor que puede empezar a disparar y mantener su fuego durante
ocho horas. Sobre esta neurona hay terminaciones dendríticas amarillas,
axones amarillos que van a la corteza desde ésta localización en el mesencéfalo.
Son neuronas amarillas excitantes. Hay otra serie de dendritas, azules, que
terminan en esta neurona. Son las terminaciones de control que evitan los
disparos de la neurona roja. Éstas dos amarillas y azules, penetran en la corteza
cerebral. Sin embargo, cada una de estas series tiene, en otras partes del
cerebro, conexiones que no están bajo el control de la corteza, en la región del
hipocampo y en la arqueo-corteza, donde están almacenados los programas
básicos de supervivencia animal. Estos pueden activar la jaqueca cuando estoy
sobreexcitado.
Yací allí y seguí la pista de todos los circuitos, de todos los programas
que podía concebir como posibles causantes de la jaqueca, así como otros
programas que podían poner fin al ataque. Pasé algún tiempo estudiando esta
estructura teórica para la explicación de la jaqueca. Después la dejé a un lado y

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El centro del ciclón – John C. Lilly

pasé a otro espacio que tuviese que ver con la jaqueca. Esta vez, el lado de mi
cabeza donde estaba el dolor presentó un “agujero”.
Este agujero estaba en la cara intermedia entre nuestro universo y
otro que contenía extrañas formas demoníacas que caían sobre mi cabeza
desde su universo. Chillé horrorizado al acercarse ellas e introducirse ellas en
mi cabeza. Durante el viaje LSD tuve un verdadero y horrible ataque de jaqueca,
al ser atacado por éstos demonios. Entré en un espacio de terror pánico. De
pronto me di cuenta donde estaba, y salí de allí y terminé todo el experimento
cerrando el agujero de aquel universo.
Entonces pasé por una larga secuencia en la que Dios (“allí afuera”)
me había dado la jaqueca como aviso contra los excesos, como advertencia de
que no debía excederme yendo más allá de lo prudente, como castigo por
haber pecado.
Después, todo se enlazó con mi sexualidad y pasé por largas
secuencias relacionadas con los castigos por no haber alcanzado la iluminación
espiritual y por haberme adentrado en el mundo animal del comercio sexual.
Esto me recordó enseguida mi primer viaje LSD, en el que había proyectado la
diosa y la hembra de gorila en el cuerpo de mi guía. Entonces pude ver la
irracionalidad de aquellos programas pasados. Me di cuenta de que eran
todavía activos, de que no podría borrarlos, pero si permitir su existencia. El
lado bueno de mi cabeza se llenó de alegría, de entusiasmo y de un nuevo
sentimiento.
Temporalmente liberado de este viejo estorbo, pude volver a mis
experimentos en el depósito de agua. Armado con mi nuevo conocimiento de
cómo navegar en éstos difíciles espacios, inicié una serie de ocho experimentos
relativos a unos espacios sobrehumanos y superiores al yo.
Uno de mis principales objetivos era volver al lugar donde había
estado con los dos guías, durante aquel coma en el hospital que me había
tenido a las puertas de la muerte. Entonces tenido que meterme en aquel
espacio lleno de angustia y miedo, con mucho dolor en mi cabeza. Ahora quería
ver si podía llegar al mismo espacio sin estar amenazado de muerte. Todas las
veces anteriores en las que había encontrado a los dos guías, me hallaba en un
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El centro del ciclón – John C. Lilly

estado de miedo, de miedo a perder la vida. De algún modo, el conocimiento


que me habían dado los dos guías en esta última excursión a su región me había
hecho perder el miedo a la muerte. La seguridad que me habían dado de que
podría volver a su región cuando lo necesitase, y de que todavía no había
llegado la hora de abandonar mi cuerpo de modo permanente, me dieron
fuerza y valor para intentar este experimento.
Todos los experimentos anteriores los había hecho con cien
microgramos de pura dietilamida del ácido lisérgico tartratos (Sandoz). Para
este experimento resolví emplear una dosis mayor. Empecé con 100
microgramos, esperé una hora y tomé otros 100, y esperé otra hora más para
tomar otros 100. En total, 300 microgramos. Para fijar esta dosis aumentada,
me fundé en lo que había leído. Los trescientos microgramos habían sido
empleados para inducir profundas experiencias religiosas en alcohólicos. Dividí
la dosis, en vez de tomarla de una vez, para poder conservar mi habilidad de
navegación y dirección, y mi capacidad de almacenamiento. Quería estar en
condiciones de dominar mi movimiento fuera del cuerpo. Durante la primera
hora desarrollé el primer programa director de relajar mi cuerpo, dejando que
éste se encargase de sus funciones vitales. Después de la segunda dosis fui al
punto cero de la oscuridad infinita y de silencio infinito. Al terminar la tercera
hora, había tomado la tercera dosis, estuve dispuesto a intentar el viaje al
espacio de los dos guías.
Previamente había tratado de imaginar cómo ir a aquel espacio sin
miedo y sin dolor. De alguna manera, ellos me habían indicado que podía volver
siempre que quisiera. Por consiguiente, lo púnico que tenía que hacer era
relajarme completamente y “definir” el espacio al que quería ir. Como había
estado allí anteriormente, éste resultó ser el procedimiento adecuado. Me
definí yo mismo en su espacio y, de pronto, me encontré en él.
Me convertí en un punto de conciencia luminoso y brillante, que
irradiaba, luz, calor y conocimiento. Entré en un espacio de brillantez
asombrosa, un espacio lleno de luz dorada, de calor y de conocimiento.
Me senté en el espacio, sin cuerpo, pero con todo mi yo allí, centrado.
Me sentía fantásticamente entusiasmado, con un gran sentido de pasmo,

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El centro del ciclón – John C. Lilly

admiración y reverencia. La energía que me rodeaba era de una intensidad


incalculablemente alta, pero descubrí que esta vez podía resistirla. Podía sentir,
ver y saber en aquella inmensidad de espacio vacío y lleno de luz. Despacio,
pero con firmeza, los dos guías empezaron a acercarse a mí desde una gran
distancia. Al principio, apenas pude distinguirlos sobre el fondo de intensísima
luz. Esta vez, se acercaron muy despacio. Pero, a medida que se acercaban, su
presencia se hacía más y más poderosa, y advertí que penetraban cada vez más
en mí. Su pensamiento, su sentimiento, y su conocimiento, se introducían en
mí. Al acercarse, podía compartir su pensamiento, su conocimiento y su
sentimiento a una velocidad increíble. Esta vez pudieron acercarse más, antes
de que empezase yo a tener la impresión de ser anonadado por su presencia.
Se detuvieron precisamente cuando se me hacía casi intolerable su
acercamiento. Y en efecto, al detenerse me comunicaron: “No nos acercamos
más, pues, de momento, éste parece ser tu límite de proximidad con nosotros.
Has progresado desde la última vez que estuvimos juntos. Como te dijimos,
puedes volver siempre que quieras, con tal de que conozcas el camino. Hemos
sido enviados para instruirte”.
“Sabes que te queda un número de años por habitar el cuerpo que te
dieron. Si deseas quedarte ahora aquí, puedes hacerlo. Sin embargo, el
descubrimiento de tu cuerpo en el depósito del laboratorio de las islas vírgenes
dejaría allí un enredo que otros deberían aclarar. Si vuelves a tu cuerpo, esto
significará una lucha y mucho trabajo para superar los obstáculos que llevas
contigo. Todavía tienes algunas evasiones que explorar antes de que puedas
llegar al nivel en el que existes en éste momento. Puedes venir y quedarte
permanentemente en este estado. Sin embargo, es aconsejable que consigas
esto por tu propio esfuerzo, mientras estas en el cuerpo, para que puedas
existir aquí y en el cuerpo simultáneamente. Según como lo mires, tus viajes
aquí son evasiones de tu viaje en tu planeta. Visto de otra manera, estás
aprendiendo, y tu capacidad para venir aquí demuestra que has progresado
en este camino. Si lo has hecho sin dolor y sin miedo, es que has progresado.
Si lo deseas, tu próxima misión será conseguir esto por tu propio
esfuerzo más la ayuda de otros. Hasta ahora, has hecho tus experimentos en la
soledad y has aprendido alguno de los caminos que conducen hasta aquí. Tu

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El centro del ciclón – John C. Lilly

próxima misión es establecer contacto con otros semejantes a ti, que tengan
esta capacidad, y ayudarles y aprender de ellos la manera de llevar esta clase
de existencia. En tu planeta, hay algunos que son capaces de enseñarte y
también de aprender de ti. Hay niveles más allá de donde estás ahora y de
donde existimos nosotros, a los que puedes llegar con el trabajo adecuado.
“Así, como parte de tu misión, tienes que perfeccionar los medios de
comunicar, permaneciendo en tu cuerpo, con esta región, con este espacio,
con nosotros. Para conseguir estos resultados, hay otros medios, aparte de
LSD más la soledad. Hay otros medios distintos del miedo y el dolor.”
Me dieron muchas más informaciones adicionales, pero
imponiéndome silencio sobre ellas. Dijeron que las olvidaría al regresar a mi
cuerpo, hasta el momento que tuviese necesidad de ellas. Entonces estarían
allí y yo las utilizaría, “recordando” lo que me habían dicho.
Volví de este viaje completamente entusiasmado, sintiendo una
confianza extraordinaria y sabiendo exactamente lo que tenía que hacer, pero
había cierta tristeza en mi regreso, un poco de aflicción, porque sabía que aún
no estaba preparado para quedarme en aquella región. Pasé cinco días
estudiando lo que me habían dicho. Descubrí que el plan futuro de mi vida se
desplegaba de un modo completamente automático. Tenía que terminar el
trabajo con los delfines y ponerme a trabajar con los humanos. Para continuar
mi misión, tenía que eliminar otros obstáculos y descubrir algo más sobre mis
evasiones.
Entonces hice otros experimentos con LSD en el depósito de agua,
venciendo muchos de mis obstáculos y descubriendo más evasiones. Durante
estos experimentos, noté una especie de guía invisible que me decía lo que
tenía que hacer. Empecé a sentir la presencia de los guías, sin necesidad de ir a
sus espacios. En cada nuevo universo en el que penetraba, sentía su presencia,
que me protegía de los poderosos entes que habitaban aquellos otros espacios.
En el último experimento de esta serie, me fue mostrado todo el universo que
conocemos.
Estoy más allá de nuestra galaxia, más allá de las galaxias que
conocemos. Aparentemente, el tiempo se ha acelerado cien millones de veces.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Todo el universo se encoje en un mismo punto, hay una tremenda explosión


y, de uno de los lados del punto, brotan materia positiva y energías positivas,
que surcan el cosmos a velocidades fantásticas. Del otro lado del punto,
brotan antimateria en dirección opuesta. El universo se dilata hasta su
máxima extensión, se encoje de nuevo y se dilata tres veces. Durante cada
expansión, los guías dicen: “El hombre aparece aquí y desaparece allí”. Lo
único que puedo ver es un retazo del hombre. Pregunto: “¿Dónde va el
hombre cuando desaparece, hasta que está dispuesto a reaparecer de
nuevo?” Y ellos dicen: “somos nosotros”.
Durante este experimento, me sentí lleno de espanto, de devoción y
de una fantástica impresión de pequeñez, de no valer gran cosa. Todo sucedía
a tan gran escala que yo no era más que un observador de tamaño
microscópico, y sin embargo era más que esto. Era parte de una vasta red de
seres similares, todos ellos relacionados entre sí, de algún modo responsables
de lo que sucedía. Yo recibía una individualidad, con fines solamente
temporales. Cuando llegue el momento, sería reabsorbido por la red.
Después de este experimento, llegó la noticia de que no se podía
seguir empleando el LSD y de que los investigadores debían devolver el que
tuvieran a Sandoz. Entraban en vigor nuevas leyes, que declaraban ilegal el uso
del LSD, salvo en condiciones estrictamente limitadas. Ahora podía yo
comprender porque la gente le tenía miedo al LSD, y por qué se creía necesario
interrumpir su uso legal.
Mis interpretaciones de las experiencias reatadas variaban según mi
actual situación en el planeta. Había momentos en que negaba estas
experiencias, les negaba total validez, salvo moco fruto de mi imaginación.
Otras veces, tenía la impresión de que eran una realidad segura, y estaba
seguro de su validez. Los dos guías me habían advertido que pasaría por estas
fases de escepticismo, de duda. Pero siempre ha persistido el sentimiento de
realidad que tuve durante las experiencias. Sabía que esto era verdad. En otros
momentos, no he estado tan seguro. Por lo visto, estoy en la posición de
esperar a ver. Mientras tanto, he intentado otras maneras de llegar a los
mismos espacios sin emplear LSD en el depósito de agua, sino por otros

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El centro del ciclón – John C. Lilly

métodos, tales como el hipnotismo y los trabajos en grupo. Estos se examinan


en otra parte del libro.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

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Siguiendo las instrucciones y
dejándome llevar por la corriente

Al terminar las series de experimentos de 1964-1965, y con las nuevas


leyes sobre el LSD, se hizo muy difícil continuar la investigación del ismo en los
Estados Unidos. De los 210 investigadores originarios, sólo quedaron seis
dispuestos a seguir el trabajo y autorizados para ello. Dado el nuevo ambiente
de sospecha, desconfianza y miedo, resolví interrumpir el trabajo hasta que se
despeje la atmósfera. Aproveche este intervalo para seguir las instrucciones de
mis guías y aclarar los detalles confusos de mi vida.
En sus comunicaciones conmigo, los guías habían dejado bien claro
que existían muchos aspectos nada satisfactorios en mi vida; por ejemplo, que
había acumulado mucha responsabilidad, en forma de colegas profesionales,
empleados, familia e hijos. Antes de poder progresar y profundizar más y de
una manera más completa en aquellos remotos espacios, necesitaba solventar
los problemas de mis obligaciones en el planeta.
Mis obligaciones en el planeta consistían principalmente en el
bastante amplio “proyecto delfín” que estaba dirigiendo. Mis actividades
consistían en hacer, y animar a otros a hacer, investigaciones sobre el cerebro
y las comunicaciones de los delfines de nariz de botella. El karma que yo había
acumulado con respecto a los delfines era muy peculiar.
A comienzos de la investigación sobre el delfín, allá por el año 1955,
había comprobado que los delfines tienen un cerebro muy grande, más grande
que el nuestro, y que están mucho más desarrollados que nosotros en ciertos
extraños y desconocidos aspectos. Desde 1959 hasta 1966, había estado
trabajando en los problemas en comunicar con estos seres. Para ello, empleaba
métodos clásicos, consistentes en capturar delfines y confinarlos en un
laboratorio. El trabajo se hacía en dos grupos, uno en St. Thomas y el otro en
Miami, Florida. El grupo de Miami se ocupaba sobre todo de estudiar el
cerebro. El de St. Thomas se dedicaba principalmente a las comunicaciones.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Durante los experimentos con LSD en el depósito de agua de las islas


Vírgenes, de 1964 a 1966, había descubierto la poderosa serie de conceptos de
“dejarse llevar por la corriente”, de seguir las instrucciones de los guías y de
tomar el pulso al universo en el planeta Tierra. Esto viene en parte de uno
mismo y en parte de otras fuentes, actualmente desconocidas. Las
instrucciones de los guías resumían las fuentes desconocidas.
En el pasado, la devoción y la maravilla de explorar los muchos
espacios presentes dentro de mí mismo y en el universo, descubrí que me
estaba formando una ética muy poderosa, una ética que empezaba a regular
mi vida, mi actitud, mis relaciones con los demás y mi carrera profesional.
Resumí esta ética en The Mind of the Dolphin* (*Doubleday, Garden City, N.Y.,
1967), cuando dije que había adoptado la versión de Erik Erikson de las reglas
de oro: “Haz a los otros y no hagas a los otros lo que quisieras que los otros
te hiciesen y no te hiciesen. Entre los otros, hay que incluir otras especies,
otros entes, otros seres del universo”.
Terminé el libro The Mind of the Dolphin en 1966 y fue editado en
1967. En el momento de su publicación, tenía yo toda la información necesaria
para cumplir las instrucciones de los dos guías y seguir ésta nueva ética. Sin
embargo, el hacerlo así iba a costarme muchos inconvenientes, mucho dolor y
mi propia familia.
De pronto me di cuenta de que debía interrumpir el estudio del delfín.
Este no se hacía con la nueva ética, Lo que yo hacía, y lo que permitía que se
hiciese en mi nombre, era contrario al sitio donde quería ir y, por consiguiente,
debía ser eliminado.
Si tenía que realizar mi deseo de trasladarme a estas regiones, a estos
nuevos espacios, y comunicar con estos nuevos entes, había que terminar el
proyecto delfín. La única manera de hacerlo efectivamente era eliminar
completamente el proyecto delfín vigente en aquel entonces y esperar unos
cuentos años, hasta que fuese posible imaginar y realizar otro más adecuado.
Como escribí en The Mind of the Dolphin, el nuevo proyecto significaría una
absoluta libertad de los delfines para venir y marcharse cuando quieran, y
cuando quisiéramos nosotros. En aquel libro, propuse que se construyese una

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El centro del ciclón – John C. Lilly

casa a orillas del mar. Parte de la casa estaría inundada, de modo que los
delfines pudieran entrar y participar en la vida familiar de dicha casa. Margaret
Howe (mi colaboradora) y yo llegamos a esta conclusión después de los
abnegados esfuerzos de comunicación hechos por ella en el laboratorio de los
delfines, en las inundadas estancias de St. Thomas.
El día en que me comunicaron esta decisión, y antes de que pudiera
transmitirla a mis colegas, uno de los delfines del laboratorio de Miami dejó de
comer. Al cabo de tres semanas, a pesar de los enérgicos tratamientos médicos
para hacerlo recobrar el apetito, la vida de este delfín se extinguió. Durante las
tres semanas siguientes, otros cuatro delfines se suicidaron negándose a comer
o a respirar. Antes de que pudiesen suicidarse los tres que quedaban, decidí
soltarlos.
Los soltamos a una dársena que comunicaba con el mar por un
estrecho canal. Suponíamos que el delfín más viejo de los tres tendría unos
cuarenta años; los otros dos eran muy jóvenes, de tres a cinco años. El viejo,
antes de permitir a los jóvenes hacerse a la mar, les obligó a dar vueltas por la
dársena manteniéndose sumergidos. Ellos trataban de saltar para mirar los
botes y responder a los hombres que les llamaban, pero el viejo sabía que esto
significaría su muerte en el mar. Hay mucha gente que lleva fusiles en sus
barcas y dispara contra los delfines que se empeñan en mostrarse. Esta tarea
exigió unas tres horas al viejo delfín. Cuando al fin hubo conseguido que los
jóvenes se mantuviesen sumergidos, los tres salieron al mar por el canal y no
volvimos a verlos.
Nosotros nos ocultamos detrás de una pared para que no pudiesen
vernos, pues de lo contrario habrían vuelto y se habrían quedado. Habíamos
decidido acabar, y nos ocultamos para ver lo que pasaba.
Los primitivos proyectos de nuestro laboratorio se habían montado
sobre la premisa fundamental de que, hasta que no demostrásemos
científicamente y con todo detalle la calidad y el tamaño del cerebro del delfín
a la comunidad científica, careceríamos de base para que otros aceptasen
nuestra creencia de que son seres sumamente desarrollados. Son comparables,
sino superiores a los humanos, en unos aspectos extraños y distintos. Yo había

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El centro del ciclón – John C. Lilly

convenido con los neuroanatomístas sacrificar tres delfines, al iniciar el


proyecto, a fin de que tuviesen material de primera calidad suficiente para esta
demostración de anatomía cerebral. Incluso entonces, tenía yo mis dudas
sobre la corrección ética de permitir esta clase de trabajo; sin embargo, lo
aprobé como medio para obtener datos científicos y, por ende, de propaganda
para que se reconociesen los delfines como organismos biológicos de primera
clase. A pesar de ello, todavía siento cierta inquietud por esta justificación.
En el periodo culminante del estudio del delfín, teníamos treinta
personas que trabajaban en esta investigación. Éticamente, yo debía poner fin
al trabajo de manera que aquellas personas no se quedasen sin empleo.
Durante el año siguiente, encontramos puestos de trabajo para tales personas.
El grupo de estudio del cerebro del delfín pasó íntegramente a otro laboratorio
científico, en Worcester, Massachusetts. Devolvimos nuestro ordenador al
Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda, Maryland. El aparato científico
se dividió entre el grupo de investigación del cerebro, en su nuevo
emplazamiento, y el Centro de Estudios Psiquiátricos de Maryland, al que me
dirigí para continuar el trabajo con el LSD bajo auspicios legales.
Durante las series de experimentos de 1964-1966 con el LSD, las
relaciones entre mi esposa y yo se habían puesto muy tirantes. Después de la
retirada de todos los proyectos sobre el delfín, nos separamos. Las tensiones
acumuladas entre nosotros se habían hecho tan dolorosas que era necesario
terminar la relación.
En el verano de 1968, el último documento sobre el delfín, titulado
“Reprogramación de la energía sónica del delfín nariz de botella”, fue
publicado en el número de julio de Journal of the Acoustical Society of
America. Este articulo resumía mi posición con respecto al estado actual del
arte de comunicación con el delfín nariz de botella, y añadía muchos detalles
técnicos a lo que había escrito en The Mind of the Dolpin, publicado el año
anterior. Las nuevas ideas se derivan de los experimentos con el LSD en el
depósito de agua, mediante la aplicación a los delfines de la teoría del cerebro
como biocomputadora, programadora y metaprogramadora humana. Esta vez
de emplear el limitado marco de psicológico de los reflejos condicionados, del
refuerzo negativo y positivo, y del estímulo-respuesta, proponía una nueva
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El centro del ciclón – John C. Lilly

serie de teorías y de procedimientos fundados en la teoría llamada


“reprogramación”.
Esta teoría particular es tratada mucho más extensamente en este
libro. El postulado básico es que el delfín posee una biocomputadora muy
grande, que puede ser reprogramada a través de su natural adquisición y
entrega de información, en una continua relación de feedback* (parte de la
información suministrada que se aprovecha para alimentar de nuevo el ordenador. N. del T.) con el
hombre y su biocomputadora, ayudados por medios instrumentales. Wu
Durante, el periodo de transición, mientras transfería a otros el trabajo
sobre el delfín, seguí estudiando un efecto peculiar que habíamos observado al
tratar los sistemas de comunicación de este animal. A fin de estudiar las
vocalizaciones humanoides del delfín, grabábamos lo que decía este en una
cinta magnetofónica, donde pudiésemos estudiarlo. Entonces hacíamos que
varias personas tratasen de adivinar lo que había dicho el delfín y obteníamos
una lista, por ejemplo, de diez palabras, correspondiente a lo que creían que el
delfín había dicho. Para completar nuestro estudio, tomamos la vocalización de
los seres humanos, que habían procedido inmediatamente a la vocalización del
delfín, y la registramos en una cinta. En seguida descubrimos que, al escuchar
una palabra repetida en claro y puro inglés, se producían más alternativas que
en la emisión del delfín. Si uno escucha durante quince minutos, una palabra
repetida en un magnetófono, puede oír hasta treinta palabras diferente de la
grabada en la cinta. Hicimos un estudio muy extenso de la palabra “cogitate”
(meditar). Pusimos unos trescientos sujetos a la escucha de esta palabra,
durante el periodo de quince minutos a seis horas, y pedimos a cada sujeto que
escribiese la palabra que oía o que la pronunciase ante un micrófono de otro
canal del mismo magnetófono.
Estos trescientos sujetos nos dieron unas 2.300 palabras diferentes.
Trescientas de ellas estaban en el diccionario; las demás eran palabras que no
suelen usarse y a las que llamamos palabras de “no diccionario”. En este
trabajo, conté con la colaboración entusiasta de Margaret Naesser, estudiante
de lingüística de la Universidad de Wisconsin. Margaret tenía energía y una
iniciativa tremenda, y realizó el estudio empleando el sistema del ordenador
IBM 360 de la Universidad de Illinois para analizar nuestros resultados. El doctor
64
El centro del ciclón – John C. Lilly

Heinz Von Foerster, del laboratorio biocomputador, estaba muy interesado en


nuestros resultados, e hizo que pudiésemos utilizar el ordenador.
El análisis por ordenador nos mostró que, para cada sonido aislado de
la palabra “cogitate”, la biocomputadora humana, bajo la repetición, invierte y
selecciona otros sonidos que entonces se oyen como procedentes de la palabra
estímulo exterior. Cada uno de estos sonidos recibes el nombre de “fon”.
Descubrimos que una persona corriente tendía a hacer doce “fon” en la
primitiva palabra estímulo “cogitate”. El mínimo era de tres y el máximo de 26.
El número de sustituciones era diferente en cada uno de los doce sonidos. En
el primero había 13 sustituciones. En el segundo podían introducirse 44 sonidos
diferentes, y así sucesivamente.
Resultó que este efecto de palabra repetida permitía demostrar
rápidamente a los oyentes sus propias operaciones de biocomputadora. Por
esta razón, seguí con este trabajo e hice la traducción de los sonidos del delfín
a los humanos, por medio del efecto de la palabra repetida. Era una manera
sumamente adecuada de demostrar a la gente su propia metaprogramación y
los diversos conceptos de la biocomputadora.
Además de oír palabras alternativas al exponerlas al estímulo de la
palabra repetida, descubrí que ciertas personas realizaban diversa clase de
viajes. En un auditorio de doscientas personas, descubrimos que un 10 a un 12
por 100 se ausentaba y no informaba de nada sobre las alternativas que oían.
Cuando pude interrogar a dos de estas personas sobre lo que había pasado,
describieron viajes muy parecidos a los que había realizado yo en el depósito
de aislamiento. Además, descubrimos que podíamos programar por varios
medios las alternativas que oiría una persona.
Para averiguar la programabilidad de las alternativas que se oían, el
sujeto escuchaba la palabra repetida durante una hora, escribía todas las
alternativas que oía y las estampaba en tarjetas.
Después, el sujeto volvía a la palabra repetida y la escuchaba mirando
cada vez la tarjeta. Se relajaba y entonces, al volver una nueva tarjeta, oía la
alternativa impresa en la misma. Este experimento demostró que la
información visual puede programar lo que se oye.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

También descubrimos que la visión periférica, es decir, la visión que


está fuera del eje principal desde el que se está mirando, podía también
programar lo que oía. Escribimos palabras alternativas en las tarjetas, con letras
muy grandes, y las colocamos en la visión periférica del sujeto, mientras este
escuchaba la palabra repetida. Entonces él decía en voz alta lo que oía. La
palabra traída de la periferia empezaba a programar lo que él oía, a pesar de
que no podía leerla conscientemente. Era una “programación” gradual desde
el más lejano alcance de la visión periférica a 90 grados, hasta el eje óptico, en
la dirección del centro focal en éste. Justo antes de que el sujeto pudiese leer
conscientemente la palabra, es decir, cuando ésta se encontraba aún lo
bastante alejada deleje central para que no pudiese leerla conscientemente, la
palabra programaba el 90 por 100 de lo que él oía.
Este experimento demostraba que las personas están siendo
constantemente programadas, en niveles por debajo de su consciencia, por la
periferia de su visión. Probablemente, es buena cosa que esto sea así. Nos
permite conducir un coche, andar y hacer otras cosas, incluso leer en voz baja
sin tener que pensar en todo lo que sucede.
La biocomputadora humana es programada constantemente,
continuamente, de forma sencilla y natural, fuera de los niveles de consciencia,
por el medio ambiente circundante.
Advertimos que algunos sujetos se sentían fuertemente trastornados
por estos efectos, que estaban más allá de un control consciente inmediato. No
podían aceptar el hecho de que su cerebro leyese una palabra y registrase el
significado de esta palabra por debajo de sus niveles de consciencia. Por mucho
que se esforzasen no podían leer la palabra, a menos que pusiesen su eje visual
directamente sobre ella, estropeando así el experimento. Desde luego, para
evitar estos efectos, teníamos un observador que les miraba a los ojos,
descontando todos los casos en que desviaban la mirada. Dicho trastorno se
remediaba fácilmente continuando las demostraciones. Al acostumbrarse la
persona a estos resultados, y aceptarlos, dejaban de trastornarlas las
operaciones inconscientes de su biocomputadora. Más tarde emplearía este
efecto para mostrar a las personas algunos mecanismos de proyección de su
propia biocomputadora, en talleres del Instituto de Esalen.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Este efecto de la palabra repetida me enseñó a dejarme llevar por la


corriente, a relajarme y dejar que instrucciones procedentes de algún otro
lugar rigiesen mi biocomputadora. Si uno se relaja totalmente, mientras
escucha la palabra repetida, puede descubrir rápidamente todos los
fenómenos que he descrito más arriba. En cambio, si uno está “tenso” y se
niega a “dejarse llevar” realmente, aunque quiera hacerlo, estos fenómenos no
se producen con tanta frecuencia.
Las siguientes lecciones de cómo seguir instrucciones y dejarse llevar
por la corriente me fueron dadas por en Topeka (Kansas), por el doctor Ken
Godfrey y su colega Helen Bonny.
Empecé con Ken y Helen una serie de experimentos sobre el
hipnotismo. Quería descubrir si podía lograr, con hipnotismo, los mismos
resultados que había alcanzado en 1964-1966 con mis series experimentales a
base de LSD. También pasé, estas circunstancias por algunas experiencias muy
poderosa de telepatía mental, que constituyeron otra demostración de que, si
uno se deja llevar por la corriente y seguía las instrucciones de los dos guías,
podían ocurrir diversas cosas inexplicables por los métodos científicos
convencionales.
Lo primero que hicimos Ken, Helen y yo en Topeka fue conocernos
bien uno a otros, en una sesión de seis horas en la que no ocultamos nada en
lo tocante a quienes éramos y a lo que pretendíamos hacer. Esta clase de
conferencia preliminar profunda es muy importante para que frente a los otros
uno pueda relajarse lo bastante como para recibir los efectos de programación
del “trance hipnótico”. Para relajarse todo lo exigido para entrar en estos
estados de “trance” especial, cada cual debe conocer muy bien a los otros y
confiar en ellos.
En la primera sesión, decidimos que yo trataría de profundizar y que
ellos se mantendrían en niveles más superficiales de trance. Yo intentaría volver
a la región de los dos guías.
Sabía que podía llegar a aquella región en peligro de muerte o con el
LSD en el depósito de agua, es decir, en aislamiento combinado con un
producto químico. El objeto de este experimento era ver si podía llegar a dicha
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El centro del ciclón – John C. Lilly

región por métodos que no incluyesen las drogas ni el aislamiento, en presencia


de otras personas.
Ken hizo de programador y Helen me ayudó al sumirme en mayores
profundidades. En el primer experimento, tropecé con varios obstáculos para
llegar a los guías. Al profundizar, tratando de alcanzar la región de la clara luz
dorada, esta luz apareció a la izquierda, pero una nube muy oscura y
amenazadora surgió a la derecha. Sentí acumularse los males precedentes de
otras direcciones en el lado derecho.
El lado derecho es aquel en que se producen mis ataques de jaqueca.
Helen Bonny estaba en el lado derecho, y Ken en el izquierdo. Esta división se
eliminó al fin cuando Helen empezó a obrar sobre los entes y fuerzas que
venían de la derecha.
Esta experiencia fue muy parecida a aquella en que combatí mi
jaqueca con LSD. Entonces se abrió un “agujero” que daba a un universo, y
entes malignos entraron en aquella desde la derecha. Helen y Ken aceptaron
esta evasión en cuanto a seguir profundizando y me programaron para salir de
allí.
De pronto se retiró la oscuridad maligna, y la luz dorada ocupó su y
sitio sobre todo mi ser y mi campo visual. Los dos entes o guía no aparecieron,
pero sentí su presencia. Recibí diversas instrucciones de ellos, en el sentido de
continuar por el camino que había elegido. Sentí su gran aprobación de lo que
estábamos haciendo y una gran satisfacción, y experimenté algo parecido a un
estado de bienaventuranza. Me dejé llevar por la corriente e hice lo debido, de
acuerdo con sus anteriores instrucciones. Fue una experiencia muy
remuneradora.
Aquella noche volví a mi habitación del hotel después del
experimento. Antes de irme a la cama, no estuve pensando en mi guía humano
de los primeros viajes con LSD. Cuando me hube acostado, caí inmediatamente
en un profundo trance.
Me convertí en un punto central de conciencia, radiación amor y calor,
a cosa de medio metro sobre el suelo. Estaba en un dormitorio, junto a los pies
y en el lado izquierdo de la cama. Podía ver dos lámparas de mesa, una a cada
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El centro del ciclón – John C. Lilly

lado de la cama. En ésta, no había nadie. Estaba cubierta de una hermosa


colcha. Miré al lado izquierdo de la cama. Estaba embargado por un
sentimiento de amor y calor.
De pronto, el lado izquierdo de la sábana, que casi tocaba el suelo, se
inflamó. Las llamas subieron en dirección de la cabecera. Percibí un olor a humo
y me eché atrás, presintiendo un peligro. Volví a la habitación del hotel y,
súbitamente, me di cuenta de que había salido del cuerpo y viajado desde
Topeka (Kansas) hasta Beverly Hills (California) y que había estado en el
dormitorio de mi primera guía en el LSD.
La llamé por teléfono y le dije: “¿Qué ha ocurrido hace cinco
minutos?” Ella me respondió: “Estaba en la cama, rodeada de libros y leyendo.
Me levanté para ir al cuarto de baño, volví y no pude encontrar mis gafas entre
los libros; entonces tiré violentamente de las sábanas y arrojé todos los libros
al suelo. Me había enfadado momentáneamente. Encontré las gafas y volví a
tumbarme en la cama”.
Entonces le dije lo que me había pasado. Ella convino en informarme
de todo lo que ocurriese en los días siguientes. Estuvo de acuerdo en que lo
mejor era que me contase primero lo que ocurriese, en vez de hacerlo al revés,
para que no hiciésemos programaciones cruzadas o paralelas. Con estos
experimentos, yo quería ver si viajaba y detectaba lo que ocurría en sus
regiones particulares. Estos experimentos habrían sido mejores si hubiésemos
tenido un tercer observador al que informar cada uno de nosotros, pero
decidimos que de momento lo haríamos así.
Al día siguiente, Ken, Helen y yo repetimos nuestro experimento de la
víspera. Una vez más, se produjo una peculiar repetición del pasado y pareció
como si yo evadiese el encuentro con los dos guías.
Esta vez, al asumirme en un trance más profundo, me hallé de pronto
en otro planeta, distinto de la tierra, y en una cueva profunda, una extraña
cueva vertical con una cámara esférica en el fondo. Yo no sabía cómo salir de
esta cueva. Miré por aquella chimenea vertical y vi una luz azul en el extremo
del túnel. Me sentí amenazado por el hecho de que, en los bordes de la
chimenea, había lo que pensé eran “formas de vida en estado sólido”,
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El centro del ciclón – John C. Lilly

pequeñas criaturas cúbicas y rectangulares que realizaban alguna clase de


trabajo, que yo no podía comprender, alrededor de los bordes de la sima.
Calculé que ninguna de ellas tenía más de medio palmo en su dimensión más
grande.
Sentí, de algún modo, que estaba atrapado en aquella cámara esférica
y que no me atrevía a subir por miedo de lo que pudiesen hacerme aquellas
criaturas.
Habíamos arreglado las cosas de manera que yo pudiese informar
sobre lo que pasaba desde las profundidades del trance, y expuse lo que ocurría
a Helen y a Ken. Entonces, Helen dijo inmediatamente: “Te sacaré de ese
agujero sin que toques las paredes. No te apartes de mí. Deja que te levante y
saldrás de ahí”.
Inmediatamente empecé a subir por la chimenea, sal por la abertura
a la superficie de aquel planeta y vi el inmenso cielo azul sobre mi cabeza y el
suelo peculiarísimo del planeta.
Toma un color dorado. No había nada verde. No había nada que
pudiese describir en términos terrestres. Tenía una construcción muy
particular, muy suave, completamente distinta de la de cualquier escenario que
hubiese visto en la tierra. Había algunos otros seres en la superficie del planeta,
pero en aquel momento no me interesaba permanecer allí y volví a la
habitación en la que trabajábamos los tres.
Más avanzada la tarde, Helen Bonny quiso participar en el
experimento de la palabra repetida. Decidimos que aquella tarde sería ella el
sujeto y preparamos el experimento en la habitación a prueba de ruidos.
Mientras este escuchaba la palabra repetida por un altavoz emplazado cerca
de la cabecera de la cama en que yacía, yo estaba tumbado en otra litera, al
otro lado de la habitación, y me relajaba. Cuando ella oyese una palabra
alternativa, la repetiría en voz alta frente a un micrófono. Advertí que, al
relajarme más, yo también voy a palabras alternativas. Un efecto peculiar era
que, cuando ella decía una palabra alternativa, yo decía otra, que era en
respuesta a la suya. Lo único importante de esta observación era que revelaba
que yo estaba muy relajado. Me dejaba llevar por la corriente.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

De pronto, la fuente de la palabra repetida, el sonido, se trasladó


desde el lado izquierdo de la habitación, cruzó esta y se metió en mi cabeza
como si yo llevase auriculares. Una parte de mí sabía que él altavoz, del que
procedían las palabras repetidas, estaba en el otro lado de la estancia, por otra
parte, sabía que estaba dentro de mi cabeza.
Seguir con este efecto, dándome cuenta de que estaba en trance y de
que esta era una de las programaciones del campo perceptivo que pueden
tener lugar durante este particular estados de conciencia.
De pronto, aunque tenía los ojos cerrados, contemplé una habitación
llena de luz dorada. Vi una enorme lámpara, una lámpara hermosísima, colgada
del techo. Me invadió un cálido sentimiento y una impresión de entusiasmo
infantil y de pasmo ante la belleza de esta lámpara en la dorada estancia. Sentí
lo mismo que sentía en mi infancia ante la perspectiva de visitar el palacio, de
estar en un palacio como los que describían en los cuentos de hadas. La
lámpara tenía prisma de cristal, cientos de prismas colgados alrededor de las
luces. La luz desprendida tenía un suave brillo dorado.
Terminando este experimento, llamé por teléfono a California y
pregunté a mi antigua guía que le había ocurrido a las tres de la tarde. Ella me
dijo: “A las tres menos cinco miré el reloj y vi que era hora de ir a buscar a los
niños al colegio. Empecé a bajar la escalera y mide la lámpara colgada del techo.
Me sentí pasmada por su belleza y disfruten como una niña admirándola y
pensando que era digna de un palacio. Sergio observándola mientras bajaba la
escalera, admirándola y gozando con esta experiencia”.
Entonces le conté lo que había visto yo a aquella misma hora, a una
distancia de 2000 kilómetros del ella. Esto la satisfizo mucho y convinimos en
una reunión para ulteriores intercambios, cuando yo volviese a California.
Estos dos experimentos de telepatía mental me demostraron que, de
alguna manera, estaba yo en la mente de otra persona comprometida y
compartía su estado. En ambos casos, su particular estado de ánimo y de
emoción me había sido transmitida como si yo fuese aquella; la lámpara, como
directa experiencia mía, y la colcha ardiendo como una transferencia simbólica

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El centro del ciclón – John C. Lilly

de su irritación. En este mismo caso, es posible es que yo evitase experimentar


la irritación que ella sentía y crease por mi cuenta la representación simbólica.
El en el tercer experimento con Helen y ken, profundicé mucho más y
me acerqué a la región de los dos guías, pero no pude penetrar realmente en
esta región. Entonces pusimos fin a la serie de experimentos y me marché a
California.
Me reuní con mi guía (el terrestre) y discutimos los resultados de
aquellos experimentos. Ella quiso oír las grabaciones de las inducciones en los
experimentos hipnóticos. Puse una de las cintas y nos sentamos a escuchar.
En esta situación, yo sabía en todo momento lo que iba a seguir en la
grabación. Sabía quién hablaría, si Helen, Ken o yo. Mi guía lo ignoraba. De
nuevo me puse en un alto nivel de trance, y por lo visto ella hizo lo mismo, sólo
escuchando el procedimiento de inducción. En este caso particular, el
experimento había durado unos tres minutos, y el resto del tiempo Ken, Helen
y yo habíamos estado dice un siendo el experimento y otras varias cuestiones,
grabando lo en la cinta. De pronto, mi guía dijo: “creo que yo estuve con
vosotros tres en esa reunión”. Yo le pregunté: ¿cómo podías encontrar que allí,
si estabas en California?” y ella dijo: “sé exactamente quien hablará ahora y lo
que dirá”. Se dispuso a demostrármelo. Cuando una persona acababa de
hablar, ella nombraba a la siguiente y anunciaba lo que iba a decir. Mientras
hacía esto comprendí de pronto lo que sucedía; ella estaba dentro de mi
cabeza, escuchando mis recuerdos. Continuó así unos veinte minutos,
contando exactamente lo que iba a seguir en cada momento. De pronto se
interrumpió y dijo:”¡No creo en la telepatía mental! Es algo que no puede
suceder”. Yo exclamé: “¡Pero sucede!” Estas sin duda en mi cabeza, lo mismo
que estuve yo en la tuya a una distancia de dos mil kilómetros. Por fin se
convenció, y se echó a reír con regocijo infantil.
Estos experimentos y experiencias me demostraron que debía
investigar el hipnotismo más a fondo. Decidir a laboratorio de Ernest hilgard,
en la universidad de Stanford, que era el único laboratorio universitario para el
estudio de hipnotismo que conocía. Pasé dos semanas allí, examinando

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El centro del ciclón – John C. Lilly

literatura sobre el tema, habituándome al campo y sometiendo me ha algunos


experimentos.
Ante todo, tuvieron intereses en descubrir cómo respondía a varios de
sus tests. Me sometieron al tests de “susceptibilidad hipnótica”, al que yo ya
me más tarde de test de “talento hipnótico”. Mi puntuación era muy alta,
comparable a la de un grupo de estudiantes superiores a los que habían
examinado recientemente. Habían descubierto que, en General, al envejecer
el individuo de crecía su capacidad para ponerse en trance; era más reacio a
ser programado por un programador exterior.
Si uno se deja llevar por la corriente y sigue las instrucciones sobre
estados conscientes, no hay verdadero problema en permitir que alguien de
fuera haga la programación. En cambio, si uno teme la programación exterior
tiene miedo de que la otra persona abuse, o si teme simplemente la
programación en General, no puede sumirse en trance profundo en estas
circunstancias. Los estudiantes de escuela superior eran mejores que los de
segunda enseñanza, y éstos eran mejores que los grupos de edad avanzada,
para llegar a estados de trance. Por lo visto yo era un caso excepcional; había
experimentado ella LSD en aislamiento y había aceptado mucho más
fácilmente la programación desde fuera. También era más tolerante en el paso
a estos estados. Podía aceptar el trance con un grado de confianza mucho
mayor que otras personas de mi edad.
Di un seminario sobre el efecto de la palabra repetida, a un grupo del
laboratorio de hipnotismo. Recuerdo muy bien que el Profesor hilgard tuvo que
esperar ocho minutos para oír su primera palabra alternativa. Y, al oírla, sonrió.
Más tarde dijo que no había creído en el efecto hasta aquel punto, lo cual era
una buena actitud por su parte. En estas cosas, uno tiene que ser escéptico
hasta quedar las experimenta directamente. Sin embargo, me alegré mucho de
que quisiera llevar adelante el experimento y oír su primera palabra alternativa.
La rapidez con que las personas oían las palabras alternativas parecía
ser también reflejo de su facilidad en ser hipnotizadas o, dicho en otras
palabras, de su talento para relajarse y dejarse llevar por la corriente. Todos los

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El centro del ciclón – John C. Lilly

jóvenes oían inmediatamente alternativas, y las oían el número muchísimo


mayor que los más viejos.
Descubrí cierta correlación entre la capacidad de ponerse al trance y
la de oír alternativas a la palabra repetida. Conocí a estudiantes graduados en
el departamento frío y muchos relatos sobre sus experimentos con el trance y
los diversos efectos que se producían. Algunos de ellos tenían mucho talento y
podían experimentara salida del cuerpo y otros varios fenómenos de trance
profundo. En aquel laboratorio aprendí muchas dimensiones de experiencia
personal que pueden programar se en la biocomputadora propia. Aprendí que
hay muchos y muchísimos estados diferentes, y muchos, muchísimos
fenómenos diferentes que uno puede experimentar y que se agrupan bajo el
nombre de fenómenos de trance.
A mí no me gusta mucho la terminología del hipnotismo, porque
implica algo especial, algo apartado de experiencia ordinaria y sólo al alcance
de los profesionales. Según mi propia experiencia, tales estados son naturales,
simples, fáciles, evidentes… Si uno está dispuesto a dejarse llevar por la
corriente. El ordenador humano es capaz de muchos, muchísimos estados
diferentes de conciencia, y tiene un vasto panorama de estados que,
normalmente, no permitimos que ocurra.
Aprendí que lo que había experimentado bajo el LSD, en el aislamiento
y la soledad del depósito de agua, no estaba en realidad un lejos de lo que yo
pensaba que era entonces. Con técnicas de relajación y concentración se
pueden obtener probablemente resultados similares, por no decir idénticos.
Mientras estaba en Stanford oí hablar del instituto de Esalen y resolví ir a la
costa de Big Sur para ver lo que era Esalen. El fin de semana que decidí ir al ya
se celebraba un simposio sobre “la psicosis como experiencia autoevolutiva”.
Asistir a este simposio porque, a mi modo de ver, la psicosis se definía como
algo diferente de lo que había sido muchos años atrás. Según mi nueva manera
de pensar en lo tocante a los estados de conciencia, la psicosis no era más que
un estado desacostumbrados de conciencia al que había pasado uno y que de
algún modo entorpecía el camino de los temas, por lo cual se le encerraba.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Comprendía que la palabra “psicosis” era una denominación


sociocultural, tanto como un término relativo a estados internos. Como había
ocurrido a muchas personas, mi conocimiento aumento al leer las obras de dos
psiquiatras nada convencionales (Thomas Szasz, “The Myth of Mental Illness*
(*Harper and Row, N.Y., 1961. Dell Delta en rústica, N.Y., 1971) y Psychiatric Justice* (*MacMillan,
N.Y., 1965); y Ronal Laing, The Politics of Experience* (*Pantheon, N.Y., 1967. Ballantine,
en rústica, N.Y.),”). Los estados internos presentes en la psicosis pueden ser
múltiples.
En aquel simposio, la psicosis se discutió prolijamente en estos
términos, y entre los diversos oradores hubo un psiquiatra polaco, otro checo
y varios miembros del personal de Esalen. Sus conclusiones fueron que la
psicosis, clásicamente considerada, tenía muy poca significación. Son los
estados de conciencia y el confinamiento los que conducen a la evolución del
yo.
Varios de los presentes habían pasado por episodios psicóticos e
informaron sobre los beneficios que habían representado estos para su vida
subsiguiente. Lo que más me interesó fue que aquella gente había conseguido
colocarse en estados especiales de consciencia y permanecer en ellos un día,
semanas, o meses. Me pareció que demostraban una clase de talento
sorprendente. Yo lo había conseguido, con la ayuda del LSD, del depósito de
agua o de ambas cosas a la vez, o del hipnotismo, sólo durante unas pocas
horas. Durante estos estados, había comprendido perfectamente que, si los
prolongaba más del tiempo del experimento, mis parientes, amigos y colegas
tendrían un disgusto. Lo mejor que podía hacer era volver, en vez de quedarme
en aquellos estados. La esencia de la psicosis parece ser que uno se pone en
uno de estos estados especiales y se niega a salir de él. Incluso puede
aprovechar este estado para castigar a los parientes o amigos, obligándole es a
cuidar de su persona física para poder permanecer en aquel estado.
Más tarde, leería la biografía de Ramakrishna, por Christopher
Isherwood* (*Ramakrisna and his Disciples, Simon and Shuster, N.Y., 1965. Vedanta, Hollywood,
1966.), y me daría cuenta de que permanecer en estos estados especiales de
consciencia era mucho más fácil en la India que los Estados Unidos. En el caso
de Ramakrishna, éste tenía un templo, el padrino y muchísimos ayudantes, lo
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El centro del ciclón – John C. Lilly

cual le permitía permanecer en determinado estado durante horas, días o


semanas, sin que nadie se entrometiera en ello. En realidad, todos facilitaban
su estado, porque tenía fama de hombre Santo. Así aprendí que la duración de
un estado especial de consciencia es limitada por la sociedad en la cual se
desarrolla, por en medio ambiente social, por la familia y por los convenios
hechos en el mundo exterior mientras uno permanezca en este estado.
En los experimentos con el LSD en el depósito de agua, yo había tenido
suerte. Los había realizado en un lugar remoto en una isla remota del Caribe, si
imposibilidad de interferencias. Tenía control absoluto del medio y de las
personas que entraban en él, de modo que no había peligro de que
obstaculizasen los estados, ni de qué hiciesen mal uso de la información de
hallarme yo en tales estados.
Permanecí en Esalen los tres días que duró el seminario y me
familiaricé con personas y con el medio especial existente en la costa de Big
Sur. Aprendí algo de otras personas de Big Sur, así como las ventajas, para
ciertos fines, de vivir allí.
Después de Esalen, fui a Maryland, donde me esperaba mi nuevo
empleo, en el centro de investigación psiquiátrica de Maryland, del Sprint
Grove State Hospital.
Varios antiguos amigos y conocidos míos trabajaban allí, y me habían
pedido que fuese trabajar con ellos en problemas de investigación sobre el LSD
y el aislamiento. Línea Madre de todo ser Llegué a Maryland y me encontré con
que el centro de investigación no estaba todavía terminado. Celebramos
muchas conferencias, tuvimos profundas conversaciones y llegamos a
conocernos muy bien, como había hecho ya anteriormente con Helen Bonny y
Ken Godfrey.
Después de varias semanas, resultó que yo pasaba la mayor parte de
mi tiempo con el Dr. Sandy Unger. Discutimos prolijamente la manera de
proyectar y realizar experimentos para descubrir algunos de los mecanismos
de funcionamiento del LSD-25.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Este grupo era uno de los seis que estaban en los Estados Unidos
legalmente autorizados por varias agencias del gobierno para hacer
investigaciones sobre el LSD-25, dentro de cierto contexto de ilimitado.
El grupo de llevaba varios años trabajando con el LSD-25 para el
tratamiento del alcoholismo. Los del Sprint Grove State Hospital habían
seleccionado los peores casos de alcoholismo de la zona de Baltimore y los
habían tratado según los procedimientos que tan buenos resultados habían
dado a Humphrey Osmond y Abram Hofer en Sakatchewan, Canadá.
Dicho en pocas palabras, el método consistía en aplicar una
psicoterapia particular intensiva a cada paciente, una hora al día durante tres
semanas. Esto condujo a un experimento psicoterapéutico intensivo con LSD-
25, seguido de una psicoterapia continuada, durante una o dos semanas
después del experimento. La sesión propiamente dicha era de programación
de energía, y el psicoterapeuta hacia la programación. También se hacía un
empleo intensivo de la música durante la sesión.
Yo había observado varias de estas sesiones en película y en televisión.
Había leído todos los informes escritos por ellos sobre el tema y había
estudiado minuciosamente con ellos los resultados.
En General, los alcohólicos tan graves como los que había allí no
respondían a ningún tratamiento. Todos estos pacientes habían sido sometidos
a múltiples formas terapéuticas, y no habían renunciado al alcohol. Era
impresionante ver cómo, con un solo tratamiento de esta clase, se abstenía de
tomar alcohol durante periodos que oscilaban entre seis meses a cinco años.
El proyecto del experimento era tal que sólo se autorizaba un
tratamiento con LSD por paciente, y los resultados debían valorarse en un largo
periodo de tiempo. Para valorar científicamente si funcionaba o no el
tratamiento de inyección única, era necesario evitar la administración de un
segundo tratamiento durante el periodo de evaluación, que era al menos de
tres a cinco años.
Antes de la psicoterapia, y también en el periodo si siente a la
administración del LSD, se hacían extensas pruebas psicológicas.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Decidir que no podía saber lo que pasaba en este tratamiento hasta


que yo mismo me hubiese sometido a una sesión. No pensaba que pudiese
trazar ningún programa eficaz de investigación hasta que hubiese
experimentado, como sujeto, lo que experimentaban los pacientes. Ni
justificación para esto era un compromiso científico que había contraído
mucho tiempo antes, durante mi periodo de trabajo en psicología humana,
bajo H.C. Bazett, en la Universidad de Pennsylvania, cuando estudiaba medicina
y en los años que siguieron. En el principio básico de toda investigación
fisiológica y psicológica humana es como sigue:
Si eres un investigador científico, interesado en emplear sujetos
humanos, es necesario que sigas la máxima de J.B.S. Haldane: “No comprender
a ser necesario en el camino del control científico, a menos que seas el primer
sujeto de tus experimentos”. El Profesor Bazett me enseñó esto
inequívocamente.
Cuando quiso investigar que eran los órganos terminales
(terminaciones sensitivas dentro de la piel), realizó experimentos fisiológicos
en un baño frío, alternando lo con un baño caliente, para determinar las
terminaciones sensibles a la temperatura en su prepucio. Las marco con tinta,
se hizo circuncidar y, mediante cortes microscópicos y técnicas de coloración,
descubrió los órganos terminales que producían las sensaciones que había
registrado.
Más tarde, cuando quiso saber cuál era la temperatura dentro del
cerebro humano, hizo insertar un par de termómetros su propio cerebro a
través de la ventana yugular. Nunca pedía a nadie que hiciese algo que no
hubiese experimentado antes en sí mismo.
Esta era la misma política científica que observé al hacer funcionar el
depósito de aislamiento en el instituto nacional de salud mental de las islas
vírgenes. Seguí idéntica política cuando hice el trabajo de aislamiento con el
LSD. No pedir a nadie que lo hiciese sin haberlo hecho yo con anterioridad. A
veces, uno no emplea otro sujeto después de haberlo experimentado en él
mismo, ya porque se da cuenta de que no es necesario repetirlo, ya porque lo
considera demasiado peligroso para el segundo sujeto. Entonces, se espera que

78
El centro del ciclón – John C. Lilly

otro investigador científico maduro lo hará consigo mismo. Este punto de vista
fue observado por un Walter Reed en sus experimentos para averiguar la causa
de la fiebre amarilla. Es esta una tradición en la investigación científica y médica
que siguen los investigadores los maduros desde hace muchos años.
En tiempos recientes, esto ha sido muy comentado y regulado en los
institutos nacionales de salud y en sus subvenciones a las escuelas de medicina.
Prohíben el empleo de sujetos humanos hasta que un jurado competente
determina si puede o no hacer se los experimentos. Fue el tipo de restricción
que se impuso a los experimentos de psicoterapia a base del LSD en el Sprint
Grove State Hospital. El proyecto de los experimentos se exponía a varios
comités, que decidían autorizar o desautorizar al grupo que tenía que
realizarlos. Yo repase los proyectos del Sprint Grove State Hospital. En ningún
caso se proponía que los investigadores se sometiesen primeros al
procedimiento experimental.
Esta falta de compromiso que los investigadores en su propio estudio
científico, como primeros sujetos, procede de una niña de tradición distinta de
aquella en que yo me eduqué. La justificación de esta escuela opuesta es como
sigue. El paciente tiene una enfermedad, por ejemplo, cáncer. El investigador
no tiene esta enfermedad; por consiguiente, si uno ensaya un nuevo
procedimiento terapéutico para tratar de curar esta enfermedad, no puede
aplicarse lo él mismo, porque no padece la enfermedad a curar.
No estoy de acuerdo con este argumento. No hay que hacer a un
paciente lo que uno no quiere hacerse a sí mismo. Y uno no sabe si está o no
está dispuesto a hacerlo consigo mismo hasta el momento en que lo intenta.
Aunque uno no padezca la enfermedad, y sea cual fuere el procedimiento que
se propone utilizar, este no puede ser lo bastante prejudicial para impedir que
se lo aplique el mismo.
En los años sin cuenta empleé este argumento contra la aplicación de
electrodos al cerebro humano. Por mis estudios con animales sabía que, de
cualquier manera que se aplicasen los electrodos al cerebro, se le producía
alguna lección durante procedimiento de inserción. A menos que uno estuviese
dispuesto a soportar esta lección, insertando electrodos en el propio cerebro,

79
El centro del ciclón – John C. Lilly

no creía que estuviese justificada su inserción en un cerebro ajeno. Éste resultó


ser un argumento muy convincente para suprimir el uso de electrodos de
cerebro.
Empecé aplicando el mismo argumento al trabajo con el LSD. Descubrí
que, en realidad, nadie de Sprint Grove hacía trabajo terapéutico con LSD hasta
que él mismo se había sometido a una sesión de LSD por vía de adiestramiento.
Por consiguiente, cuando llegue a Sprint Grove, era evidente que seguían la
misma ética que yo, a pesar del protocolo oficial.
Aunque tenía una copiosa experiencia con LSD en el depósito de
aislamiento de condiciones particulares que había montado en las islas
vírgenes, no había tomado LSD en las circunstancias que imperaban en Sprint
Grove. En aquellos tiempos, sentía ya un gran respeto por lo que podía hacer
el LSD y por lo que pasaba bajo su influencia, que varía considerablemente
según lo que ocurra dentro de uno y lo que ocurre al mismo tiempo a su
alrededor. Por consiguiente, hasta que hubiese tomado LSD de la manera
“psicoterapéutica” empleada con los pacientes, no sabría lo que ocurría
realmente dentro de éstos. No sabría cómo reflejaba esto su liberación del
alcohol como principal soporte de su vida.
Después de varias semanas de preparación, Sandy y yo decidimos que
podría someterme a una sesión dentro de otras pocas semanas. En aquellos
tiempos, era muy difícil realizar sesiones con el personal profesional, porque
estaba prohibido por las agencias competentes. El gran programa nacional
contra el LSD estaba aún en vigor y sus normas eran sumamente restrictivas
(posteriormente fueron autorizadas la sesión este adiestramiento). Nosotros
seguimos la alta tradición ética médica, según la cual el científico médico debe
experimentar primero sobre sí mismo. Pensábamos que, en definitiva, los
comités y las diversas agencias competentes aceptarían este punto de vista. En
realidad, no hay otra manera de obtener la información de primera mano que
uno necesita. Las “sesiones de adiestramiento” eran una necesidad científica.
La razón de las restricciones en el empleo del LSD en el personal
profesional era el temor de que el LSD perjudicase el cerebro, y más tarde, el
miedo de que perjudicase en los cromosomas. En los primeros años sesentra,

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El centro del ciclón – John C. Lilly

propuse estudiar el problema de las elecciones cerebrales administrando


grandes cantidades de LSD a animales experimentales, durante un largo
período de tiempo. Cuando estábamos a punto de iniciar este proyecto, en
1966, el miedo nacional creció hasta el punto de impedir su realización.
Aquellos de nosotros que habíamos tomado el LSD muchas veces fuimos
sometidos a numerosas pruebas, y se comprobó que no parecíamos ninguna
lesión cerebral. Sin embargo, este dato positivo no podía presentarse ni
aceptará se en la atmósfera de histerismo provocada por los medios de difusión
nacionales contra el LSD.
También circulaban muchos rumores en el sentido de que unos
investigadores científicos que habían tomado LSD se habían vueltos psicóticos
o habían abandonado su profesión. Seguir la pista de algunos de estos rumores
y averigüe lo que les había ocurrido a aquellas personas. Por lo que pude saber,
algunos habían adoptado posiciones insostenibles en relación con el LSD. El
caso más famoso era del Dr. Timothy Leary, que no era científico médico, sino
un psicólogo sin adiestramiento médico, y no actuaba de acuerdo con la
tradición médica científica en sus posiciones de revisión de nuestra cultura para
incorporar el LSD como una especie de sacramento. Sin embargo, había
bastantes casos de este tipo para que los diversos comités y administradores
se diesen cuenta de que el LSD podía causar trastornos en sus propias
organizaciones. Yo sostuve la actitud de que esta era la primera serie de
investigadores que habían tomado la sustancia. En los rápidos y fuertes
cambios iniciales que podían recordar, habían juzgado mal el caso y
necesitaban tiempo para asimilar lo que había ocurrido.
Durante mis propios experimentos iniciales, también había
experimentado algunas reacciones demasiado entusiastas a ciertas clases de
experiencias en el depósito de agua. También había aprendido que, mientras
no se haya pasado mucho tiempo reflexionando sobre estos resultados, no es
conveniente presentarlos al público. En la época en que hice de estos
experimentos, hubo varios ejemplos públicos de personas que habían seguido
la otra senda y habían cometido esta clase de error, aunque en realidad no
debería decir que fue un error pues nos enseñaron lecciones muy valiosas. Si
no hubiesen hecho lo que hicieron, nosotros no habríamos podido hacerlo
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El centro del ciclón – John C. Lilly

quisimos; por consiguiente, tenemos una deuda con ellos. Cada una de estas
personas nos mostró cuál sería la reacción pública sido otro seguíamos un
camino parecido, y así pudimos evitar los escollos y continuar con el trabajo
hasta que la ley lo hizo imposible.
En lo que atañe a las elecciones cerebrales, tuve la impresión de que
no existían, como la tuvieron los otros que habían tomado el LSD. Replicaron
que no podíamos ver el daño de nuestros propios cerebros, pero pensamos
que esto eran tonterías producidas por el miedo, y lo mismo pensaron los que
nos examinaron para buscar las posibles lesiones cerebrales.
En cuanto los daños en los cromosomas, proyectamos experimentos
para ver si se había producido alguno. Los resultados fueron completamente
negativos. Aunque la evaluación de los daños fue realizada por un enemigo del
uso del LSD, no pudo encontrar ninguna lesión en los cromosomas producida
por éste. Y en lo que respecta a posibles daños sufridos por niños concebidos o
por madres embarazadas bajo los efectos del LSD, teníamos numerosos
ejemplos de personas que habían estado bajo tratamientos terapéuticos con el
LSD y que habían concebido y tenido hijos mientras tomaban este producto. Sé
que estos hijos son actualmente personas completamente normales. No
muestran señales de lesión alguna.
Recuerdo una historia publicada en aquella época en la revista
cavalier, cuando la controversia pública estaba en su punto culminante. Un
chico de largos cabellos contempla un rótulo y dice: “¡Si sólo pueden agarrarse
a esto!” el rótulo representa un adolescente con un gran anuncio que dice: “Él
LSD produce acné”.
En el auge del programa negativo nacional, el entusiasmo por
demostrar los daños causados por el LSD captó la imaginación de muchos
científicos, y éstos se empeñaron en probar los perjuicios, sin saber en realidad
lo que estaban haciendo. Minuciosas pruebas subsiguientes demostraron que
estas personas se habían dejado llevar por un entusiasmo excesivo y se
equivocaban de medio a medio en sus conclusiones. Si quieren ustedes
comprobar estos puntos, vean los artículos publicados en el grupo de
investigación del -LSD, del Sprint Grove State Hospital.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Este es, pues, el relato de mi período de transición entre las series de


experimentos de 1964-1966 con LSD, en el depósito de agua, y la suspensión
temporal de mis estudios sobre la comunicación de los delfines.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

5
Un viaje con guía al infierno

A primeros de enero de1969 sentí crecer el afán de proseguir mi


propia investigación, de seguir explorando el lado espiritual de la vida y de los
espacios especiales en los que había estado durante las series de experimentos
de 1964-1966.
Entonces resolví ir a hablar con Jean Houston y Bob Master, una pareja
que había trabajado antaño con el LSD, había escrito un libro sobre la materia
y estaba trabajando en el hipnotismo y los estados alterados de conciencia.
Respetaba su integridad, su interés y su competencia en estos temas. Lee llamé
por teléfono e hice el viaje de 400 kilómetros hasta su casa.
En los dos días siguientes, tuvimos dos sesiones de ocho horas
dedicadas a repasar los principios básicos de su trabajo y del mío. En el curso
de las conversaciones, ellos mencionaron que habían seguido una de mis
sugerencias. Durante las inducciones hipnóticas, en sus casos, más difíciles,
habían requerido auxilio de entes superiores al particular sujeto humano.
Esto se debía mi experiencia con los dos guías. Yo me había dado
cuenta de que la mayoría de las personas no aceptarían programaciones de sus
semejantes. No nos gusta que nos programen personas que consideramos
iguales a nosotros. Sabemos lo mismo que ellas y somos un poco escépticos en
cuanto a los resultados. Había comprendido que había apelado a entes o había
creado entes más grandes que yo, y de ahí que pudiese aceptar sus
instrucciones.
Desde la última vez que les había visto, Jean y Bob habían ensayado
esta técnica con sus quince sujetos más difíciles. La mayoría de estos sujetos
habían sido incapaces de sumirse en un trance de cierta profundidad. Con el

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El centro del ciclón – John C. Lilly

nuevo programa, todos cayeron en un trance profundo, recibieron


instrucciones y reorganizaron sus vidas tal como querían.
Este contacto con Jean y Bob resultó muy vigorizador, y en mi viaje de
regreso Maryland, encontré la confirmación que necesitaba para seguir
adelante y continuar mi exploración.
Después de los experimentos de Topeka, Kansas, Helen Bonny y su
marido se habían trasladado a Baltimore. En cuanto llegué a mi casa, telefoneé
a Helen y le pregunté si podía venir para hacer un experimento de hipnotismo
que me era necesario para continuar mis exploraciones. Dio la casualidad de
que estaba libre y podía pedir. Las coincidencias siguieron acumulándose.
Cuando los sucesos se acumulan favorablemente en rápida secuencia, y yo lo
llamo serie controlada de coincidencias. El siguiente relato muestra una de
estas secuencias.
Con nuestra acostumbrada técnica de inducción, Helen me llevó a la
región de los dos guías. Ella fue al mismo lugar, al mismo tiempo. En cuanto
llegue a esta región me dijeron, inequívoca y enérgicamente: “tienes un trabajo
que hacer en el planeta. Fue el de allá abajo y hazlo.” Volví a mi cuerpo, le di
una palmada a Helen en el hombro y le expliqué el mensaje que había recibido.
Ella volvió, y ambos estudiamos mis conflictos fundamentales con mi Madre
durante mi infancia. Este había sido un terreno muy resbaladizo durante algún
tiempo, y parte de ello tardaría aún dos años en aclararse. Desde luego, yo no
lo sabía entonces. Permaneciendo en un estado de trance, durante la profunda
impresión de estar muy cerca de mi Madre. Llegado a este punto, me sumí en
un espacio de profundo dolor y lloré durante media hora. Entonces llamo el
teléfono.
Era Sandy. Me pregunto: “¿tienes par de auriculares?” era una especie
de clave para indicar una sesión de adiestramiento, ya que durante estas se oye
música a través de auriculares. Le dije: “No, pero tengo dos altavoces muy
potentes.”
Esta llamada telefónica fue una sorpresa para mí. Sandy y yo no
habíamos hablado recientemente de hacer ninguna sesión de entrenamiento.
No habíamos convenido ningún tiempo concreto, y me pareció una inspirada
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El centro del ciclón – John C. Lilly

coincidencia que él hubiese llegado a la misma conclusión que yo. Los guías
acababan de decirme que volviese al planeta de hiciese la sesión. Era el trabajo
que debía hacer, el trabajo en el lado del planeta. Entonces le conté la sesión
con Helen, y él dijo, en son de chanza: “Por favor, cuando llores quédate en tu
cuerpo y no lo hagas en mi casa. Tengo goteras en el techo de la cocina y, para
entrar, tengo que cerrar el agua. Tus litros de lágrimas serían demasiado para
mí techo”.
Entonces Helen se marchó, y al cabo de una hora llegó Sandy. Pasamos
las seis horas siguientes haciendo la preprogramación de la sesión de
entrenamiento. El me sondeó una y otra vez, sobre lo que quería hacer durante
la sesión, adonde quería ir, que parte de mi vida pasada quería escudriñar,
quien me disgustaba en la manera de llevar mi vida. Tratamos de descubrir que
dictados inconscientes, más que opciones conscientes, determinaban mis
acciones. Hicimos un examen prolongado, profundo de intensivo de mi vida.
El problema principal giraba alrededor de lo que llamábamos mi
“ordenador de acero inoxidable”. Este operaba sin amor, de una manera
fríamente lógica y racional, sin esperanza y sin compromiso con una mujer
amada. Yo buscaba frenéticamente una, arrastrado por alguna motivación
inconsciente. No había gozo bastante en mi vida, ni suficiente humor
consciente. Estos eran dos puntos primordiales, sobre los que necesitaba
sumirme en regiones muy profundas. En esta particular sesión de
entrenamiento, yo no debía salir de mi cuerpo y marchar a espacios remotos,
sino que debía permanecer dentro del planeta y viajar con mis disgustos a
cuestas. No debía viajar a lugares lejanos como evasión para no realizar este
examen.
En esta sesión de preprogramación, Sandy me apretó de firme, como
solía hacer con sus pacientes alcohólicos. Cada vez que sentía que yo me evadía
como soslayada un tema desagradable, me lanzaba de cabeza en medio de
este. Se introdujo detrás de mis defensas y me convenció de que era
importante profundizar detrás de aquellas.
La habitación en la que íbamos a trabajar estaba montada de manera
que podía tenderme en el suelo, sobre una cómoda alfombra, entre dos

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El centro del ciclón – John C. Lilly

grandes altavoces. Seleccioné los discos que quería que Sandy tocase mientras
yo estuviese bajo la influencia del LSD, y los apilé y cuidadosamente al lado del
tocadiscos. La habitación había sido preparada de antemano, con alfombras
colgadas en las paredes para absorber el sonido, para evitar el eco y para
impedir el paso a cualquier luz del exterior, si la había. Para iluminar la
habitación, había una sola lámpara de pie. Habíamos procurado que en medio
distrajese lo menos posible la atención.
En esta sesión debía yo aprender cosas que no había aprendido en las
series de experimentos de 1964-1966, en las Islas Vírgenes, aunque había de
tardar unos dos años (1970) en comprender plenamente las implicaciones de
lo que ocurrió en esta sesión.
Habíamos convenido de antemano en emplear una técnica de dosis
dividida: 100 microgramos y, una hora más tarde, 200 microgramos. El LSD era
Sandoz puro.
Durante la primera hora, con los 100 microgramos, seguimos
trabajando en la preprogramación, y cuando empezaron a hacer efecto los 200
microgramos me tendí en el suelo, entre los altavoces, para escuchar la música.
El volumen de ésta era muy elevado.
De pronto, me vi precipitado en lo que más tarde llamé el “ordenador
cósmico”. Yo no era más que un pequeño programa en el enorme ordenador
de alguien diferente. En este ordenador, había tremendas energías. Fantásticas
corrientes de energía y de información pasaban a través de mí. Nada tenía
sentido. Estaba envuelto en un terror y un pánico totales.
Estaba siendo programado por otros programas insensatos por
encima de mí, y había otros encima de estos. Yo programaba programas más
pequeños por debajo de mí. La información que recibía no tenía sentido. Yo no
tenía sentido. Todo este ordenador era resultado de una danza insensata de
ciertas clases de átomos en cierto lugar del universo, estimulados y empujados
por energías organizadas pero que nada significaban.
Viajé a través del ordenador como un programa que flotase entre
otros programas. Llegué hasta sus límites extremos exteriores. En todas partes
encontraba entes como yo, que eran programas esclavizados en esta enorme
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El centro del ciclón – John C. Lilly

conspiración cósmica, en esta danza cósmica energía y materia sin ninguna


significación, sin amor, sin Valor humano. El ordenador era absolutamente
desapasionado, objetivo, terrible. La capa de programadores últimos en el
exterior eran personificaciones el propio diablo, y sin embargo también estas
eran meros programas. No había esperanza, ni oportunidad, ni posibilidad de
salir jamás de este infierno. Estuve enclavado en este ordenador, en medio de
un dolor y un terror nos fantásticos, durante unas tres horas en el tiempo del
planeta, pero una eternidad en tiempo de viaje.
De pronto, una mano humana se introdujo en el ordenador y me sacó
de allí. Al salir, pasé de un programa en una insensata danza de átomos a un
cuerpo humano en una habitación con Sandy. Resultó que Sandy, viendo mi
terror y mi pánico, había asido mi mano para tranquilizar.
Ante esta fantástica liberación, me eché a llorar y volví a ser un niño
en brazos de su Padre, y éste me acunaba.
Volví al interior. Esta vez observe como si yo estuviese fuera del
ordenador. Vi dos programadores con forma humana que tenían una figura de
robot sobre un banco. El robot era yo. Uno de ellos dijo; “Si eres reparador
(refiriéndose a Sandy) puede poner algo de amor en este modelo, tendremos
que convertirlo en chatarra.” Volví, me eché a reír y le dije a Sandy que no era
más que un reparador de robots. Entonces volví de nuevo dentro de mí mismo.
Los dos programadores volvían a hablar del robot, que era yo. ”Ese quiere un
pene erecto.” El otro programador cogió un pene erecto del armario y se lo
puso el robot. Volví, riendo y todos mis amores pasados fluyeron a través de
mí.
Sentí que me Madre pasaba a través de mi ser y que mi Padre en
pasaba a través de mi ser, y que lo mismo hacían todas las mujeres de mi vida
pasada, una después de otra, derramando amor, calor y radiación. Me sentí
lleno de amor y me confundí con esta visión de toda la historia pasada de mi
propio amor.
Volví a mi interior y vi aparecer una confusión computada llena de
energía centellante, con destellos de luces de diferentes colores. Muchas
hembras humanas sumamente atractivas caminaban contó negándose en
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El centro del ciclón – John C. Lilly

sensualmente a través de aquella confusión. Yo sabía que eran también robots.


Llevaban unas túnicas brillantes ceñidas a sus voluptuosas figuras y que hacían
resaltar sus rotundos pechos y caderas, sus finas cinturas y sus caras
extraordinariamente hermosas. Vi cinco o seis de ellas deslizándose en aquella
confusión. Oí las voces de los dos programadores que hablaban de la escena y
de mí. Esta vez, yo no estaba en el escenario, sino que sólo observaba, como
un testigo.
Uno de los programadores se le dijo al otro: “Si a hacer todo lo que
nosotros queremos que haga, le recomendaremos con el amor de una de esas
mujeres”. Yo me espanté, porque sabía que aquellas mujeres que eran robots
y no seres humanos. Regresé y le dije a Sandy que estaba dispuesto a aceptar
toda la programación de los dos guías, pero no la de Sandy.
Lo dice alegremente y en son de chanza, porque me daba cuenta de
que nuestra preprogramación funcionaba. Pero ahora empezaba a salir del LSD
y a volver al más lento tiempo normal. Todos estos episodios se habían
desarrollado en un alto nivel de energía y a gran velocidad. Aquí sólo puedo
referir los detalles más significativos y las cosas que me enseñaron algo nuevo.
Aprendí que ciertas pronunciaciones básicas estaban enclavadas en mi
biocomputadora humana. Estas presunciones procedían de ciencias aceptadas,
tal como las había aprendido en cal Tech y en mis lecturas.
La presunción número uno era que el origen del universo, ya se
aceptase la teoría de la gran explosión inicial o bien la de nueva creación de la
materia en un espacio vacío, era una pura cuestión de casualidad. No había
Dios. No había una inteligencia organizadora como la nuestra. Solo había la
agrupación casual de la materia en nubes de polvos que se concentraron en
estrellas, las cuales se agruparon en enormes cantidades para formar las
galaxias. Nuestros orígenes corporales eran resultado de ciertas clases de
moléculas, de ciertas clases de átomos, que se juntaron en un lugar dado de un
planeta, cuya atmósfera era producto de una serie de procesos automáticos.
Determinadas temperaturas, determinadas clases de material y de energía y de
radiación, y una determinada distancia del sol, no se engendraron a partir del
mar primordial del planeta, a través de un lento, lentísimo proceso de

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El centro del ciclón – John C. Lilly

evolución. Una vez realizadas las uniones vivas de materia, juntaron


gradualmente fuerzas y, en definitiva, produjeron las series antropoide es de
organismos cuyo resultado final fuimos nosotros. Así, pues, fue el “ordenador
cósmico” quien nos engendró.
No había creación por Dios. No había Dios. No había creación por
quien quiera que fuese. La propia materia y la propia energía se combinaron de
la manera adecuada para producir conjuntos vivos de materia. Estas eran mis
creencias básicas que había de desafiar a través de la sesión de LSD.
Para liberarme de estas creencias limitadoras tenía que construir las
en un modo completamente racional con toda la emoción negativa inherentes
a ellas. Como había de comprender más tarde, era una quemadura importante
de mi karma. Este episodio era lo que los sufíes llaman “ir al infierno para
realizar el cielo.”
A mi modo de ver, la exposición al ordenador cósmico fue la
experiencia más penosa que había tenido en toda mi vida. Más penosa que
cualquier pesadilla de mi infancia. Más penosa que cualquier experiencia
exterior sufrida a manos de cualquier ser humano. El dolor, el terror, los
sentimientos paranoicos, tenía en la máxima energía que sin duda había podido
soportar mi organismo sin reducirme a cenizas.
En análisis subsiguientes, resultó que los dos guías estuvieron
presentes durante todo el experimento. Los dos guías iban disfrazados de
programadores. Por fin sabía el trabajo que me habían dicho que tenía que
hacer. Por fin había sido expulsado de mí el último retazo de escepticismo
fundado en los limitadores campos científicos. Desde este punto sumamente
bajo, la única dirección a seguir era hacia arriba, hacia lo positivo, hacia el amor,
hacia la iluminación. No había elección. Yo había viajado una vez más a través
del valle de la muerte y salido entero de él.
Durante los días que siguieron experimentaría y sentiría un amor de
intensidad igual al que había sentido en mi infancia. Pasaría a través del dolor,
a través de todas las emociones que había rechazado y me había negado a
reconocer debido a mis “conocimientos científicos”. Por primera vez, empecé
a considerar qué Dios existía realmente en mí y que hay una inteligencia que
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El centro del ciclón – John C. Lilly

rige el universo. La experiencia positiva que había tenido en los experimentos


de 1964-1966 en el depósito de agua, “con inteligencias o entes superiores a
mí y con los propios dos guías” era un aspecto compartido y organizado del
universo, de la Red.
Durante los meses subsiguientes tenía que descubrir hasta qué punto
o me habían alejado de la humanidad los aspectos negativos de mi ciencia.
Ahora me reía fuertemente impulsado al viaje en el planeta con la especie
humana. Tenía que ver que, en cierto modo, había empleado los delfines para
permanecer alejado de mí propia especie. Empecé a ver que necesitaba más
ayuda para permanecer seguramente en tierra en este viaje en el planeta, y
para aprender más en lo tocante a mis evasiones del amor. Esta sesión de
entrenamiento me abrió toda una región de nueva experiencia. Me volví más
tranquilo, más contemplativo, más reflexivo, más considerado con mi prójimo
humano.
Tuve una oportunidad de viajar a California para una reunión científica
y la aproveché para conocer a algunas personas de la costa occidental,
personas que comprendían el LSD y los espacios del LSD. Viajé por la zona de
Berkeley (San Francisco) y por la de Menlo Park, y terminen en el Instituto de
Esalen, Big Sur, California.
En mi visita a California del verano anterior, había conocido a Alan
watts y había pasado iv horas con él, discutiendo los aspectos más profundos
del universo, las religiones básicas de oriente y los significados más profundos
de la vida como ser humano. Me encantó descubrir que aquel fin de semana
iba a dar un seminario en Esalen, al cual podría yo asistir. Me impresionaba el
dominio que tenía Alan del lenguaje y sus fluir las descripciones del estilo
místico de vida.
Durante mi estancia en Esalen, me sentí cada vez más interesado en
el medio ambiente, las personas y la posibilidad de trasladarme allí. En San
Francisco, había hablado con Dick Price y con Mike Murphy sobre esta
posibilidad. Ellos habían organizado un seminario bajo mi dirección, para
marzo, en Big Sur. Durante las primeras semanas de febrero, permanecí en Big
sur y, con ayuda de algunos miembros del personal, empecé a estudiar me a mí

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El centro del ciclón – John C. Lilly

mismo, así como las posibilidades de un cambio ulterior en mi estilo de vida.


Conocí al hoy difunto Fritz Perls y a los que le rodeaban; Virginia Sutton me
sirvió de gran ayuda al revisar algunas de mis cintas grabadas operando por
debajo de los niveles de conciencia.
Explicó inequívocamente algunos de mis procesos de proyección y, en
especial, los realizados sobre una mujer. Con su ayuda, estudie algunas zonas
muy dolorosas, lo que dio por resultado una mayor comprensión de mis juegos
inconscientes con una mujer. Monté un juego en el que, aparentemente,
amaba a una mujer, pero en realidad trataba inconscientemente de separarla
de otro hombre.
Este programa me llevó visiblemente a mi primera infancia, cuando yo
tenía dos años y medio y nació mi Hermano menor. El niño que era yo entonces
tuvo la impresión de que su Hermano menor le reemplazaba cerca de su
Madre, lo cual era verdad; esto le enfureció y le indujo a iniciar el feo juego de
tratar continuamente de reconquistar a su Madre a expensas de otro varón.
Con la ayuda de Virginia, pude ver también que mi vida tomaba la dirección del
estilo de vida de Esalen, más que del estilo de vida investigador de sprint Grove.
En mi viaje de regreso de Sprint Grove, resolví acabar con éste, lo cual disgustó
muchísimo a mis colegas del Centro de Estudios Psiquiátricos. Sin embargo, mi
decisión no era del todo inesperada.
Resolví ceder al centro todo el aparato científico que había llevado
conmigo. (Más tarde, esto permitió a uno de los alumnos presentes durante las
dos semanas que había pasado yo en el laboratorio de Hilgard, montar un
adecuado laboratorio de bio-feed-back y de hipnotismo.)
Dimití el 7 de marzo de1969 y me trasladé a Esalen, para empezar mi
nueva vida.
En una conferencia con Dick Price, éste organizó una serie de
seminarios de seis semanas de duración, a los que yo estaría. Durante el mismo
periodo, yo dirigiría un seminario por mi cuenta.
Mi primer fin de semana en Big Sur lo pasé en un seminario con Bill
Schutz y otras cincuenta y nueve personas. Ocurrieron muchas cosas
asombrosas. Me sorprendió ver como un programador tranquilo como era Bill
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El centro del ciclón – John C. Lilly

podía conseguir que la gente hiciese cosas que antes no se atrevería a hacer, y
que las hiciese con mucha rapidez para realizar una mayor libertad humana.
Por ejemplo, estábamos todos de pie en una habitación bastante
pequeña de Esalen, a la que llamaban Maslow. Había allí sesenta personas
bastante apretadas. Bill pronunció una tranquila charla de ocho minutos,
terminada la cual todo los que estábamos en la habitación, menos dos mujeres,
nos quitamos toda la ropa.
Una de las mujeres vestidas, que estaba cerca de mí, me dijo: ¿qué
debo hacer? ¿cómo puedo quitarme la ropa? Yo le dije en voz baja: “quítesela”,
y ella lo hizo. La sencillez y la tranquilidad de mi instrucción parecieron liberarla
de su resistencia anterior. Mientras tanto, la otra mujer armó mucho jaleo,
pero acabó también quitándose la ropa. Entonces, anduvimos de un lado a
otro, y nos miramos y nos tocamos, acostumbrándonos gradualmente a la
desnudez.
En mis previos viajes a Esalen había estado expuesto a la desnudez en
los baños, y no era particularmente reacio quitarme la ropa en aquellas
circunstancias. Hacía tiempo que había aprendido la lección de que los grupos
de personas desnudas daban muestra de una ética y de una cortesía
probablemente mayores y más restrictivas que cuando iban vestidas. También
había aprendido que, prácticamente, todo el mundo tiene conciencia de su
cuerpo, y que la mayoría no están satisfechos de su aspecto. Yo no era una
excepción.
Durante la semana siguiente asistió un seminario dirigido por Steve
Stroud con John Heider (dos jefes de grupo). Steve dirigía un grupo de
encuentro muy intensivo. Era mi primera participación en un encuentro a nivel
de alta energía. Saltaba a la vista que Steve no creía en las prolijas discusiones
verbales (“machacar la cabeza”). Creía, si, en el empleo de la comunicación no
verbal a alto nivel emocional. En otro momento, durante la semana, aprendí
otra lección fundamental.
En el grupo estaba el Hermano de Steve, Bill, que acababa de regresar
de Vietnam. Había un poco de rivalidad entre Bill y Steve, sobre cuál de los dos
debía dirigir el seminario. La semana anterior, Bill había terminado un
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El centro del ciclón – John C. Lilly

seminario con John Heider. Bill trataba de emplear las técnicas de Heider en el
seminario de Stroud, y en definitiva esto llevó a Steve a interpelar a Bill sobre
quién era el director.
Durante la subsiguiente discusión, un joven luchador de Cornell
participó en la disputa de Bill y Steve. Por fin resolvieron dirimir la cuestión
luchando entre ellos; primero Bill y Steve, y el que ganase pelearía contra el
luchador de Cornell. Llegados a este punto me impacienté un poco, y al mismo
tiempo me excité ligeramente y les grité: “¡cuando hayáis decidido quién es el
campeón de la lucha, tal vez podremos empezar nuestro trabajo!” Steve
respondió inmediatamente: “¡Ah! Esto quiere decir que también tú tienes que
luchar”. Me negué con vehemencia, pero ellos insistieron. Bill y Steve
celebraron su combate, y cuando el joven luchador venció a Steve, llegó mi
turno. Tenía que combatir contra luchador de Cornell.
Estaba muy asustado. En el fondo tenía tanto miedo de matar como
de que me matasen. Mi reacción ante la situación reveló la fijación que llevaba
desde la infancia. Tenía miedo de enfurecerme, de introducirme en el espacio
de la ira, el rojo espacio del furor.
Cuando tenía ocho años, mi Hermano mayor me había provocado. En
realidad, nos habíamos provocado mutuamente, hasta que yo llegue al rojo
espacio de la ira. Le arrojé con un cañón de juguete, que pasó rozando su
cabeza de pronto me di cuenta de que había intentado matarle, y sí es cañón
si hubiese desviado un par de centímetros tal vez lo habría hecho. En aquel
momento en resolví no volver a perder nunca más los estribos. El ordenador se
volvió a fijarse contra este espacio prohibido de furor.
Procedimos a la lucha con todos los minuciosos cuidados establecidos
en los grupos de Steve: sobre una esterilla, con personas colocadas entre
nosotros y las ventanas, las paredes y las puertas para que no pudiésemos
hacernos daño manteniéndonos de rodillas, nunca de pie, y sin emplear los
puños. Convinimos en seguir las reglas. Antes de empezar, Steve preguntó a
cada uno de nosotros lo que podía dar a su adversario en este combate. Yo dije
que podría darle un poco de comprensión y de prudencia al más joven, y él dijo
que podía darme juventud y fuerza. Y empezamos el combate.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Yo estaba muy asustado y, por consiguiente, actuaba con mucha


dureza y gastadas mis fuerzas rápidamente. Estaba mucho más tranquilo y
luchaba a la manera típica de las universidades, siguiendo las normas. En mi
desesperado estado le hice automáticamente una llave de judo en el brazo,
precisamente cuando él me creía atrapado. Sostuve vigorosamente su brazo, y
él se rindió, muy sorprendido. Yo no lo esperaba menos.
Ninguna regla impedía el empleo de las llaves de judo y de jiu-jitsu que
yo había aprendido en la universidad. Sentí inmediatamente un tremendo alivio
al ver que había funcionado el programa inhibitorio contra el espacio de la ira,
porque me sentía capaz de dominar mi alta emoción agresiva. Comprendí que
había toda una gama de reacciones ante el propio furor, que no eran
necesariamente la de matar. Me había evadido de una fijación que llevaba
conmigo desde los ocho años. Agradecía luchador de Cornell y a Steve aquel
profundo cambio en mi naturaleza más profunda.
Durante aquellas semanas de y muchos cambios profundos en muchas
personas. Por ejemplo, hubo la pequeña ama de casa de Florida, que formaba
parte del primer grupo de encuentro. Era católica, tenía cinco hijos y cuenta y
cinco años, y resultó estar muy rara Sada en un aspecto especial de la actividad
humana: podía ponerse en trance automáticamente.
Descubrí esto en mitad de una sesión de grupo, en el que alguien se
irritó sumamente contra ella; permaneció sentada en el suelo, sin moverse,
como si hubiese desaparecido. Su cuerpo estaba allí, pero era evidente que su
mente prestada. Comprende inmediatamente que se sumí en trance cuando
se asustaba.
Fuera de las horas de trabajo en grupo, Steve nos juntaba en parejas,
y cuando me tocó emparejar me con ella le pregunté si sabía lo que estaba
haciendo. Ella lo describió minuciosamente. Dijo que cuando se asustaba se
sumergía en un pequeño espacio gris, mirando a cualquier objeto brillante al
otro lado de la estancia. Fijaba la mirada en el objeto brillante y salía de su
cuerpo para entrar en el pequeño espacio gris. Me pareció una maniobra muy
interesante y le pregunté si podría reproducirla para mí. Lo intentó, pero no

95
El centro del ciclón – John C. Lilly

pudo. “Por lo visto tiene que asustarse para hacer esto”, le dije. Ésta era la
clave.
Conseguí asustarla lo bastante para que pudiese hacerlo. Mientras
estaba en trance, le sugerí que había otras maneras de emplear su miedo y su
furia. Le hablé mientras estaba en su pequeño lugar gris y ella confío en mí.
Dispusimos una serie de peldaños fuera de su pequeño lugar gris; diez
peldaños, mejor que un gran salto. “Cuando salga del trance –le dije-, subir a
los peldaños hacia la realidad convencional acostumbrada. Durante el camino,
habrá una excursión al universo y descubrir a lo que hay en todos estos otros
peldaños.”
Ella accedió y empezó a subir. Permaneció fuera de su cuerpo, viajó al
universo, volvió a este planeta y regresó a los baños y a su cuerpo. Repetimos
esto o varias veces y ella bajo los peldaños y volvió a subir los varias veces.
Todo esto duró unos tres días. El cuarto día, hallándose de nuevo con
el grupo, se enfadó con un hombretón muy refinado, que se negaba a moverse.
Su enojo creció hasta el punto de que la mujer cruzó corriendo la habitación y
le dio con la cabeza en el estómago, derribándolo. Entonces se quedó junto a
él, consolándole, cuidando de él y trabajando de firme con el resto del grupo
para lograr que se moviese. El hecho de emplear su energía del miedo y su
energía de ira, y de hacer después un trabajo eficaz con una persona, en vez de
ponerse en trance y salir de su cuerpo, representó un gran avance para ella.
Durante aquellas semanas descubrimos otras dos personas que hacían cosas
parecidas en situaciones amenazadoras. Por lo visto, sumirse en trance para
escapar a las consecuencias de lo que ocurre en el exterior es una reacción
civilizada y bastante común ante la ira o el miedo.
Durante la semana que siguió al grupo de encuentro de Stroud,
participe en una sesión de terapia Gestalt con Fritz Perls. Fritzs era iniciador y
veterano maestro de terapéutica Gestalt. Los miembros del grupo con el que
trabajaba se sentaba en sendas sillas alrededor de la estancia. Al lado de Fritzs
había una silla llamada “asiento caliente”. Si uno quería “trabajar con él”, debía
sentarse en aquella silla. Yo, antes de intentarlo, observé a algunos de los más
experimentados y vi lo que pasaba cuando se sentaban en la silla. Empecé a ver

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El centro del ciclón – John C. Lilly

que uno se sumergía en un lugar doloroso o negativo donde no era grato


entrar, y que una vez dentro del espacio emocional dejaba que Fritzs hiciese la
programación. Ésta fue de, en aquel entonces, ni versión de la base para
trabajar con Fritzs.
Lo primero que quise dilucidar fue un problema con el que me había
enfrentado a lo largo de toda mi vida profesional y al que llamaba “yo y mi
público”. En este modo de operación de mi biocomputadora, estaba en medio
de un grupo, que era mi público, y esperaba que reacciona se de cierta manera.
Desarrollaba lo que más tarde llamé un guión TV, que tenía que ver con mi
público. Esto era, para mí un juego de pérdida de tiempo y de pérdida de
energía que se desarrollaba dentro de mi cabeza.
Cuando me senté en la silla caliente, le dije a Fritzs que éste era mi
problema. Él me dijo: “Está bien; pon a tu público en aquella silla y quedarte tú
en la tuya. Ahora, habla a tu público”. Yo dije: ”¿por qué estáis siempre ahí?
¿Porque me molestáis? ¿por qué os sentáis ahí, a mirar y escuchar? ¿por qué
no me respondéis nada? ¿por qué no me dais la respuesta que quiero, que
necesitó de vosotros? ¿sois reales? ¿para qué os necesito? Marchaos. Estoy
enfadado con vosotros”.
Fritzs dijo: “Bueno, ahora pasa a la otra silla y se el público, y dile a
John lo que piensas de él”; entonces haciendo de público, dije: “Eres un tonto
engreído. Te plantas ahí para darnos lecciones. Nos cuentas lo que hace girar
el mundo. Nos cuentas lo que te hace actuar. Eres un gran analista y, sin
embargo, aquí estamos nosotros. Estamos aquí sentados, observando todo
esto, criticándote, y en realidad tú no sabes nada. Eres un fanático egocéntrico
que practique el juego de la ciencia, pero que en realidad no sabe lo que pasa.
No puedes entendernos. No puedes entender porque estamos en tu cabeza. Ni
siquiera sabes cómo liberarte de nosotros”.
Fritzs dijo: “Bien, vuelve a tu silla”. Por consiguiente, regresé a mi silla
y volví a ser John. Pero ahora estaba enojadísimo en mi papel de John, y dije al
público: “Malditos seáis” estoy harto de vuestra palabrería. En realidad, sois yo
mismo, disfrazado. Sé lo que estáis haciendo, me estáis dividiendo en pequeños
sistemas de control”. Después grité: “¡Id al diablo!”, y Fritzs me dijo: “Has al

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El centro del ciclón – John C. Lilly

público lo que querría se hacerle”. Levante las manos sobre la cabeza, cerré los
puños y los descargue sobre mi público con furia y satisfacción extraordinarias.
Fritzs observó todo esto. “¿cómo te sientes?”, me pregunto. Y yo respondí:
“Magníficamente”.
Él me dijo entonces: “Ahora ve a los del grupo y di a cada uno lo que
quieras realmente decirle”. Así lo hice, y di a cada cual un mensaje muy
personal y muy exacto sobre nuestra relación, lo cual me libero completamente
de mi público durante un tiempo.
Unos días más tarde es volví a la “silla caliente”, esta vez para tratar la
muerte de mi Madre. Era un asunto sin terminar que me causaba constantes
inquietudes, debidas a un sentimiento de culpabilidad sobre su muerte, que
giraba por debajo de mis niveles de consciencia. Había luchado siete años para
conservar su vida, hasta que al fin el cáncer le produjo la muerte por asfixia y
yo me culpe de haberla mantenido viva durante tanto tiempo por medios
artificiales.
Me senté en la silla caliente, y Fritzs me dijo: ”Bueno, vuelve a la
muerte de tu Madre”. Volví a aquel día particular y oí cómo se moría; me asusté
mucho y volví al grupo. Fritzs dijo: “Vuelve allá”. Volvía tras y pasé de nuevo por
el miedo, el dolor y la culpa, relacionada con los médicos y con mi propia
participación. Examine cuidadosamente toda la grabación relacionada con la
muerte de mi Madre. Lloré. Sentí mucho miedo, pánico, y volví a llorar de dolor.
Fritzs me hizo pasar trece veces por todo esto y, por último, dijo: “Está bien,
aún no has terminado con esto, pero has hecho ya lo más importante”. Y me
sacó de la silla caliente.
Pasé un total de dos semanas y un fin de semana en aquéllos
seminarios y aprendí mucho acerca de mí mismo, de los otros y de la técnica
de Fritzs. Me impresionó el hecho de que esté pudiese situarse en el lugar de
uno y programarle para que se adentrase más en el espacio en el que era reacio
a penetrar. Descubrí que, cuando uno estaba dispuesto a dejarse programar y
marchar a dondequiera que fuese, Fritzs se sentía contentos y uno hacía
progresos.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Después, me sometí a Ida Rolf durante una semana. Recibí mis tres
primeras horas del llamado “Rolfing”. Ida ha elaborado, durante un periodo de
más de cuarenta años, una técnica de trabajar los músculos profundos, las
aponeurosis y las articulaciones, de manera que se restaura la integración
estructural del cuerpo. Uno se pone de pie, camina y hace correctamente otras
cosas, tal como las hacía de chico, antes de que el trauma estropease la línea
del cuerpo. Ida libera el cuerpo, estirando la aponeurosis alrededor de los
músculos. Esto produce dolor, si uno se resiste a lo que ella hace o si son los
propios músculos los que ofrecen resistencia.
Durante la primera hora en que ella trabajó en mi hecho, opuse
resistencia y experimenté intenso dolor. La vi como una bruja, con alto un
sombrero negro y colmillos de animal. Se lo dije y ella me respondió: “No soy
más que una amable anciana de cabellos grises. El dolor es cosa tuya. Yo uno
causó el dolor. Lo causas tu”.
Durante aquellas semanas aprendí la manera de dominar la energía
en posiciones musculares que mantienen el cuerpo en ciertas actitudes
definidas como resultado de un trauma de la infancia, y que funcionan con
feedback cerebral repetido durante años.
Por ejemplo, ella trabajaba en mi hombro izquierdo, y de pronto yo
me veía a mis dos años y medio arrastrado por el prado por mi perro favorito,
que me había agarrado el hombro izquierdo con los dientes. Yo sentía miedo y
rabia, y tenía la impresión de haber sido presionado por mi perro predilecto.
De pronto, y ya como adulto, podía aterran la escena más completa y saber que
el perro me había arrastrado para alejarme de un muro del cual estuve a punto
de caer me. Entonces pude perdonar al perro y aceptar el dolor, y al seguir ella
trabajando en mi hombro ya no me dolió.
Así comprendí que la biocomputadora humana incluye los sistemas
musculares, y que la manera de ser gobernados por pautas del sistema nervioso
central es una función de fijación en la infancia. El trauma hace que se oculten
sus causas, estableciendo así un registro en el sistema nervioso central, que
sigue es siempre la actividad hasta que es roto, ya porque el extremo del
cerebro, y ya por el del músculo.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Cuando Ida realizar este trabajo, busca los músculos que están tensos
y los aprieta con fuerza, estirando la aponeurosis. Esto produce dolor, que
entonces le organice sistema nervioso central para aquella zona, rompiendo así
el enlace. Sentí un intenso alivio cuando se aflojó la tensión de mi hombro
izquierdo, tensión que ni siquiera sabía que tuviese.
Ida demostró que tenía vista, un sistema sensitivo te reconocimiento,
para los indicios de trauma. Podía mirar el cuerpo de cualquiera y palpar lo y
decidí inmediatamente donde estaban aquellos puntos y aquellos sistemas. De
pronto empecé a darme cuenta de que uno no debía hacerse necesariamente
viejo y volverse artrítico; de que, con Rolfing, podía conservar la juventud. En
aquella época, Fritzs Perls, a sus sesenta y cinco años, se había sometido a sin
cuenta horas de Rolfing y lo demostraba en su andadura juvenil y ágil.
Gracias al Rolfing, descubrí también otras importantes propiedades de
la biocomputadora humana. Cuando tenía 21 años, estaba en los bosques
próximos a Klamath Falls, Oregon, trabajando con un equipo de topógrafos. Yo
dirigía a los que cortaban los matorrales. Al abrir un sendero para el equipo a
través de un fangal, ni hacha resbaló sobre una raíz húmeda y le produjo un
corte profundo en un pie. Yo no sabía que me había cortado. Cuando vi la
sangre que tenía las hojas del suelo, pensé que había herido al perrito del jefe
del equipo. No podía ver mi piel. No sentía dolor, pero de pronto me di cuenta
de que me había herido. Me tumbé en el suelo, levanté la pierna en el aire y
grité, llamando al personal. Acudieron y me llevaron al hospital, donde los
médicos suturaron el corte en múltiples capas. La herida se infectó y tuve que
permanecer dos se días hospitalizado.
Durante la semana de Rolfing, Peter Melchior empezó a trabajar en mi
pie y descubrió la cicatriz. De advertir que era una zona peculiar de mi piel
donde las fibras nerviosas crecían de un modo especial y que era sumamente
sensible. Él dijo: “Está bien”, y continuó su trabajo con mucho cuidado.
Estábamos trabajando en una habitación situada sobre un risco que dominaba
el océano pacífico. En el momento en que Peter empezaba a pasar los dedos
por la cicatriz de pie, un reactor paso sobre el acantilado. El ruido del reactor
paso de mi pie a mi cabeza en el instante en que Peter reseguía mi cicatriz y
esta hacía un fantástico desprendimiento de energía. El ruido el reactor llevó
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El centro del ciclón – John C. Lilly

esta energía de mi tía mi cabeza y fuera de ésta, por la bóveda Craneana.


Mientras tanto, vi cómo el hacha caía sobre mi pie y, lentamente, cortaba la
piel, la primera capa del tejido subcutáneo, la aponeurosis y los ligamentos, y
penetraba en el hueso. Y ahora sentí el dolor producido por el hacha, cosa que
no había notado al producirse el accidente verdadero. Después sentí también
el dolor de la sutura realizada por el cirujano. (Peter dijo que había pensado
que había sido yo, y no el reactor, quien había hecho el ruido.)
De pronto me di cuenta de que había bloqueado el dolor en la
experiencia original. Desde entonces, la cicatriz había retenido el potencial de
aquel dolor. También tenía una memoria traumática básica, una grabación
sujeta a ella. Yo había mimado aquel pie, aquella región del pie, y no había
llegado el agujero que había quedado allí en mi imagen corporal. El Rolfing
permitió que se llenase este agujero, que mejorase mi posición con respecto al
pie, y que cesara con ello la realización del dolor.
En medio de estas lecciones bastante intensivas que tomaba de otros,
di un seminario de fin de semana por mi cuenta. Fue mi primera experiencia en
esta manera de presentar material a un grupo. Se programaron sesiones de dos
horas para el viernes por la noche, el sábado por la mañana, el sábado por la
tarde, el sábado por la noche y el domingo por la mañana.
Anteriormente yo había dado conferencias, pero no seminarios. La
diferencia está en que, en un seminario, uno participa con el público. El público
está al mismo nivel que el director y espera una experiencia directa, más que
una lección. Antes de empezar el seminario yo había tenido muchas dudas y
temores sobre mi capacidad de llevarlo a cabo. Era algo nuevo para mí, y había
una gran diferencia entre el papel de participar y el de director.
En Esalen me había esforzado mucho en cambiar toda mi actitud con
referencia a mi vida anterior y en abandonar mi identidad pasada en la medida
de lo posible. Cuando fui tratado en Esalen como “El John lilly que había
trabajado con delfines”, me pareció que esto era “rebajarme” y la mente la
interrupción de mi cambio de identidad al resucitar una identidad más antigua.
El seminario programado versaría sobre “Nosotros y los delfines”, con lo que
vigoriza haría la vieja imagen que normalmente me hacía sentirme incómodo.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

En la primera sesión dije los participantes que daría una conferencia y


que sólo contestaría pregunta sobre los delfines el viernes por la noche. El resto
de las elecciones se dedicaron a que ellos descubriesen, por experiencia de
primera mano, lo que era ser un delfín, en la medida en que fuesen capaces de
hacer esto.
Uno de los participantes, psiquiatra de los Ángeles, se opuso
rotundamente, diciendo que no esperaba que aquel fin de semana tuviese que
ser un encuentro. ”Esperemos a ver”, le dije. Y se quedó.
La primera noche de una conferencia sobre los delfines; con preguntas
por parte del auditorio. Tal como había prometido, el resto del seminario se
dedicó a una experiencia de primera mano sobre lo que representaría ser un
delfín. Yo observe que los seres humanos son animales de tierra, bípedos sin
plumas y con manos, que usan vestidos y hacen cosas y no pueden nadar muy
deprisa. Para que un ser humano aprecie la posición del delfín en el mar, debe
comprender sus programas de respiración y la necesidad de tener solamente
una respiración voluntaria cuando están en el mar. Este hecho, por sí solo, hace
que cada delfín de prenda de todos los demás. Hay una interdependencia
mutua, mucho mayor que la que existe entre los humanos. Sí, por cualquier
causa, un delfín se queda inconsciente, dejad a respirar y se hunde; su única
posibilidad de supervivencia es que sus camaradas delfines le suban a la
superficie y le hagan recobrar el conocimiento.
En el seminario es puse a los participantes que para ser como los
delfines tenían que dependen totalmente los unos de los otros. Tenían que
amarse, jugar entre ellos y experimentar los peligros de nadar juntos en el agua.
En una sesión empleamos los baños de Esalen para ilustrar estos
puntos. Cada miembro del seminario que participaba en este ejercicio se y
“hiperaireaba” hasta que su consciencia cambiada estando en agua caliente.
Mientras hacía esto, era observado por otros miembros del seminario. En sus
experiencias debidas a la hiperaireación era ayudado de diversas maneras por
otro miembro, como por ejemplo impedir que se hundiese. Todos se turnaban
en este ejercicio.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Previamente les había enseñado en tierra firme a respirar como los


delfines. Este es un método de respiración muy bueno para meditar. Uno se
tiende boca arriba, expulsa todo el aire de los pulmones, los llena de nuevo
hasta el máximo y contiene la respiración tanto como pueda. Esto retarda la
respiración y hace que uno pueda meditar libre de movimientos respiratorios.
Cuando no se puede retener más tiempo el aire, éste se expulsa muy deprisa y
vuelve absorberse rápidamente, de un modo breve e impulsivo.
Es necesario practicar esto en tierra antes de hacerlo en el agua. En
los depósitos de agua, los participantes se hacen de espalda y respiran de esta
misma manera. Cuando se han llenado los pulmones, uno flota gracias al aire
que hay en ellos. Cuando se agote el oxígeno y se acumula el anhídrido
carbónico, se expulsa rápidamente y se respira de nuevo antes de que uno se
hunda. La rapidez en el vaciado y el llenado de los pulmones de evita que el
cuerpo se sumerja. El periodo de no flotación es tan breve que uno no tiene
tiempo de hundirse.
Esta es también una buena maniobra de seguridad si uno se caí en el
agua por cualquier causa. Así puede descansar, es recobrar fuerzas y decidir lo
que tiene que hacer. Puede ser un método excelente de salvamento.
Uno puede cerrar los ojos, hacer esta maniobra en el depósito de agua
y meditar en él, de manera parecida a como se hace en el depósito de
aislamiento. Como el agua está en contacto con el tímpano, se amortigua
mucha la intensidad del ruido. Si se cruzan las manos debajo de la nunca, de
modo que los codos queden extendidos bajo el agua, se evita que el cuerpo de
la vuelta hacia un lado. Si el agua tiene 45 cm de profundidad se apoyan los pies
en el fondo del depósito, con las rodillas dobladas y el resto del cuerpo rígido.
Hay que hacerlo así en Aguadulce, pues la parte inferior o de cuerpo lo flota lo
bastante para sostener las piernas y los pies. En cambio, en el agua salada la
densidad es suficiente para que flote todo el cuerpo.
En esta clase de posición meditativa uno puede realmente “flotar”
fuera del cuerpo y hacer varias clases de maniobras en el espacio interior que
no podrían realizarse de otro modo, al menos al principio. Es un camino muy

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El centro del ciclón – John C. Lilly

rápido para entrar en los espacios interiores de flotación. Es la técnica que


emplee en el depósito de agua de St. Tomás en 1964-1966, por medio del LSD.
Trabajando con esta técnica sin LSD en Esalen, pude volver a muchos
espacios donde había estado con anterioridad. Varios de los participantes en el
seminario llegaron rápidamente a nuevos espacios. Y algunos de los más
capaces, que podían sumirse en trance, lo hicieron así y lograron experiencias
de gran amplitud. Pero tenía que insistir en que es todo se hiciese siempre en
presencia de otro participante o algún miembro del personal, pues el exceso
de entusiasmo habría podido provocar fácilmente un accidente.
Existe en Esalen una ley no escrita según la cual cada participante se
hace responsable de sí mismo y de su seguridad, y se compromete a no hacer
nada por encima de su capacidad. Ésta es una medida muy necesaria, ya que
uno se impulsa más allá de sus límites acostumbrados y asume riesgos a los que
no se expone normalmente. Fritz lo llamaba “capacidad de reacción”. Yo había
superado alguno de estos riesgos y pedía los partícipes del seminario que
hiciesen lo mismo.
Otros aspectos del seminario se referían a la imitación de los delfines,
que vivía de libres y alegremente juntos, sin inhibiciones sobre la defecación, la
micción y la vida sexual. Yo sostenía que los seres humanos podían permitirse
muy bien este estilo de vida. Algunas personas lo habían conseguido con mucho
más “amor objetivo divino” en sus relaciones y con esa especie de rectitud
desapasionada que se encuentra en los delfines. Yo tenía la impresión de que,
si nos amábamos los unos a los otros sin importarnos lo que pensasen los
demás, podríamos ir mucho más lejos en nuestro viaje espiritual. Y todavía
pienso actualmente que, imitando a los delfines, podríamos avanzar mucho
más rápidamente en el amor recíproco, en el disfrute de la vida y en la abolición
de las tensiones que se producen entre los grupos de personas. Espero que
podamos conseguirlo en un plazo de diez años. Cuando empecemos a tener
gente suficiente en este espacio, tal vez estaremos en condiciones de volver a
los delfines.
Varios miembros del personal de Esalen participaron en el seminario
ya expresaron más tarde su entusiasmo por qué les había expuesto y por lo que

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El centro del ciclón – John C. Lilly

habían experimentado. Al progresar el seminario, se extinguieron la mayoría de


mis temores. Vi que muchas personas querían aprender sobre los delfines y
sobre ellas mismas. A partir de entonces, el hecho de dirigir un seminario dejo
de ser problema para mí; al menos, deje de tener problemas dentro de mí.
Había empezado a ver maneras y medios de lograr que la gente experimentada
se nuevas experiencias con un nuevo formato. Presentaba la serie de conceptos
de la biocomputadora humana y la manera de manejarse uno mismo como una
ayuda para navegar en el espacio interior. En aquel primer seminario vi una
gran potencialidad para exponer aquel punto de vista en seminarios futuros.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

6
Otra visión del misticismo

Después de pasar seis semanas de trabajo sumamente intensivo en los


seminarios de Esalen, me sentí un poco cansado y decidí descansar en Gorda
Ranch. En los seminarios no había encontrado lo que iba buscando; no había
encontrado ayuda en mi busca de explicaciones o de otros accesos a los
espacios que había conocido en los experimentos con el LSD en el depósito de
aislamiento. Había encontrado nuevos espacios que tenían que ver con el viaje
en el planeta, con la ayuda de Fritz Perls y de otros dirigentes de Esalen. La
parte que faltaba estaba más allá de los límites que el grupo de Esalen ponía a
sus propias experiencias, en el entonces corriente énfasis sobre el “aquí y
ahora” y en sacarle el mayor partido al viaje en el planeta. En los seminarios a
los que asistir se había prescindido del aspecto místico.
Entonces se dio una coincidencia que me ayudó a moverme más
libremente en la dirección que buscaba. Baba Ram Dass llegó al rancho para
una estancia de seis semanas y allí le vi por primera vez. Había oído hablar de
él como Dick Alpert, psicólogo de Harvard, que en los primeros tiempos del LSD
había trabajado con Timothy leary hasta que ambos fueron expulsados de
Harvard por hacer experimentos con drogas. Después de pasar por el escenario
de las drogas, Dick se había marchado a la India, había estado un año con un
gurú estudiando yoga, y había vuelto a los estados unidos como Baba Ram Dass.
Había pasado por la mayoría de las disciplinas de yoga, persiguiendo el
Ashtanga o yoga de ocho ramas. Había vivido en condiciones bastante duras en
una pequeña choza, bañándose cada mañana con un helado torrente de
montaña y empleando la mayor parte del día en hacer los ejercicios prescritos
por su gurú.
Observando los ejemplos de Ram Dass y viéndole enseñar, recibir
mucha información de primera mano sobre el Yoga. El me dio a conocer los
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El centro del ciclón – John C. Lilly

escritos de Patanjali, que expuso los principios fundamentales de yoga,


sencillas declaraciones (sutras) escritas aproximadamente en tiempos de
Aristóteles (400 a.c.). Durante las semanas siguientes obtuve días traducciones
diferentes de Patanjali, incluidas dos que daban el original sánscrito. La más útil
era “The science of yoga*” (* Theosophical Pub., Wheaton, Illinois 1967, en rústica), por L.K.
Taimni un bioquímico de la India que estudió yoga durante cuarenta años.
Empecé mis primeros intentos en los diversos tipos de meditación.
Ensayan los ejercicios del tipo concentración-contemplación-samyama, de
Patanjali, en los cuales uno se concentren un solo objeto “externo”, ya en su
propia mente durante el tiempo necesario y con la intensidad bastante para
acabar fundiéndose con él, de modo que ”el que ve” se funde con “lo visto”.
También había leído a Rama Manjarashi y sus instrucciones, en las que dice que
hay que meditar sobre la pregunta “¿quién soy yo?”. Una respuesta es: “Yo soy
el que ve, yo no soy lo visto”. Siguiendo las instrucciones de Patanjalí y las
directrices que yo mismo había expuesto en The Human Biocomputer, descubrí
una mayor extensión del ejercicio de meditación.
El nuevo y más extenso tema de meditación era el siguiente: “Mi
cerebro es una gran biocomputadora. Yo soy el auto programador de estar
biocomputadora. El cerebro se alberga en un cuerpo. La mente contiene el
programa de la computadora”. Estas son las presunciones básicas propuestas
en The Human Biocomputer. La clave de la meditación era: “¿quién soy yo?”.
Respuesta: “No soy mi cuerpo, no soy mi cerebro, no soy mi mente; no soy mi
opinión de mi”.
Más tarde, esto debía extenderse a la más poderosa meditación en
cinco partes: “No soy la biocomputadora. No soy el programador. No soy la
programación. No soy el programado. No soy el programa”. Cuando la
meditación hubo progresado hasta el último., Pude súbitamente
desprenderme de la biocomputadora, del programador, de la programación,
del programa y de lo programado, sentarme a un lado de mi mente, de mi
cerebro, de mi cuerpo y verles operar y existir separadamente de mí.
De esta manera, las ideas de Patanjali se ampliaron y adquirieron una
terminología más moderna. El antiguo “que ve” era parte del programador; el

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El centro del ciclón – John C. Lilly

antiguo “visto” era uno de una serie de programas. Había alguna superposición
de conceptos, pero el nuevo concepto incluía más cosas que el antiguo. Lo
programado y el propio proceso de programación no estaban representados
en las formas de Patanjali. Otras meditaciones de otros escritores, tales como
“observar el paso de los propios pensamientos, se observará el proceso de
pensar y observar al pensador”, se aproximarían más, aunque de modo
incompleto, al nuevo punto de vista. El concepto de programación
(metaprogramación) es un punto de vista mucho más poderoso que cualquiera
de los antiguos. Tiene la ventaja de poder construirse en modernos
ordenadores para un ulterior estudio. También puede enseñar se fácilmente a
quienes sepan algo de ordenadores y de su programación.
Tras haber participado en varios seminarios y dirigido otros, empecé a
escribir una serie de metaprogramas en verso libre, que resumían donde
estaba yo en aquel momento y donde quería estar en el futuro. Los dicte al pie
de un monte que dominaba Gorda Ranch, una mañana temprano, después de
la aurora, mientras los pájaros cantaban en aquel inspirador lugar de Big Sur.
En el resto de este capítulo se consignan los metaprogramas del verano de
1969.
Sobre montañas y toperas
Donde hay una montaña tiene que haber
Una topera, en alguna parte.
John Hammontree, de Big Sur

A menudo uno tiene la impresión de que sube una montaña durante


semanas, meses, años, y después resulta que sólo era una topera. Se arrastraba
a nivel del suelo, y la empinada cuesta era imaginaria. Él mismo creaba la
empinada cuesta; la montaña era fruto de la imaginación, de las propias
directrices del trabajo.
Nosotros hacemos que nuestra vida nos parezca virtuosa, y la culpa
sea para otros, o debida a circunstancias de dinero y de cultura. El propio

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El centro del ciclón – John C. Lilly

orgullo, la vanidad y la preciosa opinión de lo que uno es y de lo que va a ser,


gracias a la ascensión de la montaña, crea la vertiente de esta.
“¡Miradme! ¡Mirad cuánto he trepado la montaña arriba! Estoy más
arriba que vosotros. Si vosotros estáis más arriba que yo es porque empecé
más abajo que vosotros, y en realidad es subido más. Mi montaña es la más
empinada.”
Para ver que todas las montañas son pequeñas toperas, que toda
sanción humana es la ilusión de un sueño, debes ponerte en órbita planetaria
y, al mirar hacia debajo veras que todas las montañas son toperas. Sube y
apártate de ti mismo.
Contempla el paso de ti mismo. No hay montañas, no hay toperas.
Sólo hay un sueño de pasados encuentros, ilusiones de pasados esfuerzos,
vertientes soñadas de oposición soñada. Sólo quedan huellas de
arrastramientos sobre la cara de un pequeño planeta.
Por consiguiente, ¿por qué no disfrutar de la bienaventuranza y el
éxtasis mientras eres pasajero de este cuerpo, de esta nave espacial? Dicta tus
propias condiciones como pasajero. La compañía de transportes tiene unas
cuantas normas, pero es posible que soñemos también con la compañía y sus
reglamentos.
Sólo hay paz interior, bienaventuranza interior, transformaciones
interiores de todo en alegría, en el único lugar donde uno vive realmente. No
hay montañas, no hay toperas… Sólo un número central de mí y
bienaventuranza trascendente.

Más allá de la vanidad

Cuando miro atrás, a mi aparente vida pasada, encuentro grabaciones


defectuosas de mi mente. Hice grabaciones; mejor dicho, algo hizo
grabaciones, probablemente muy buenas.

109
El centro del ciclón – John C. Lilly

Yo luché contra las grabaciones, las redacté para adaptarlas a lo que


esperaba de mí, vano en mi propio orgullo; creé “Mí falsa imagen”. Remendé y
reparé mí y yo roto, y sin embargo nunca estuve roto, nunca fui reparado, y sí
solamente esta imagen mía. Todo mi trabajo era ilusorio. El banco de
reparaciones, la imagen, era imaginado.
Siempre he sido yo, siempre seré yo. Las verdaderas grabaciones están
allí, si quiero sentirlas experimentarlas como realmente ocurrieron. Pero ¿por
qué mirar atrás, a lo no existente, a viejos archivos pasados hace tiempo? ¿Sólo
mirar atrás y saber que algo hizo un buen trabajo de grabación? ¿Grabación de
qué?
Mi futuro… ¿Hay alguno sin miedo, dolor, pesar? ¿Sin más redacción,
reparación, falsa grabación? ¿Acaso todo lo que hago… es convertir lo
verdadero en falso? ¿Es éste el trabajo para este viaje?
Dejo las grabaciones de falsedades junto a las verdaderas. Comparto
las dos. Sufro la comparación. ¿Por qué?
Valoró demasiado mi imagen, la cual encumbré demasiado. En la
comparación, la imagen grande se convierte en el hombre pequeño. El
hombrecillo sufre. El “gran yo” es una repetición de una vieja grabación, de un
registro falso. Falsificar el título; hacerlo grande e imaginarlo grande.
Aquí y ahora y en los futuros aquí y ahora, oigo y sé, en los aquí y en
los ahora… entonces.
Algo más quiso las buenas grabaciones que redacté. ¿Por qué no
dejarme hacer buenas grabaciones dimitiendo como redactor-reparador?
Dejadme ser como soy “aquí y ahora”, aceptando lo que es y lo que no es,
igualmente, como verdadero.
Más allá de mi hay muchas cosas que nunca había imaginado. Siempre
estuvieron fuera de mi alcance. Aquí está el alegre camino, más allá de aquí y
de ahora, hacia el infinito, hacia a la multiplicidad de vacío creador.

Inspección de expectativas

110
El centro del ciclón – John C. Lilly

Te espero, espero que tu hagas, espero que tú seas… ¿qué?


Tuvo me esperas, esperas que yo haga, esperas que yo sea… ¿qué? Yo
les espero, espero que hagan, espero que sean… ¿qué?
Yo espero, tú esperas… ¿qué?
Yo espero, ellos esperan… ¿qué?
Cuando tú esperas, yo espero que tú esperas lo que ellos esperan…
Preguntó: ¿por qué esperan?
Respondo: porque yo también espero.
Estoy aquí para vivir lo que espero de mí, ¿no?
Pero, ¿qué es lo que espero de mí?
Ellos esperan que yo… ¿Lo esperan?
¿De veras les importa? Tu esperas que yo… ¿Lo esperas?
¿De veras esperas y te importa?
¿Te importan las expectativas?
¿Esperando persistir en moldes pasados? ¿Míos, tuyos, suyos?
¿Esperando buscar? ¿Buscar nuevos moldes? ¿Nuevas expectativas?
¿Esperando la evasión de viejas expectativas? ¿Mías, tuyas, suyas?
Yo espero que mis expectativas sean las expectativas de otros, no
mías. Imagino lo que son tus expectativas. Y presumo que son mías.
Espero lo que escriba de las expectativas; espero que, cuando se lea
lo que escriba acerca de las expectativas, es todo iniciará expectativas sobre
mí, en ti, en ellos.
Busco, escribo, espero más expectativas. ¿Por qué buscar, porque
escribir, porque esperar? ¿Por qué, tú? ¿Por qué, ellos? ¿Por qué, yo?

111
El centro del ciclón – John C. Lilly

Grandes hombres, expectación, meditación, amor y levitación

¿Existe realmente el hombre grande?


¿No somos todos microbios en una bola de barro que gira alrededor
de una estrella tipo G, a dos tercios del camino del centro galáctico al borde
indefinido, en una pequeña galaxia del universo de galaxias…? Pero, ¿qué es un
gran hombre, un mesías, un avatar o un iluminado?
En la imaginación del microbio, hay una teoría según la cual él no es
un microbio. Su teoría dice: “Hay seres, más grandes que yo, de los que soy
parte. Todo lo que tengo que hacer es darme cuenta de mi verdadero yo, ver
mi alma, verificar mi Atman, unirme a la Mente Universal, integrarme en Dios,
extenderme a través del universo, acoplarme con el infinito, transformar el
barro en lo Divino, vivir y pensar bien, y unirme a Dios y los Ángeles”.
Desde luego, ya que sólo eres un microbio en una bola de barro, ¿por
qué no has de divertirte con el súper-juego, Microbio?
Unos microbios se dicen los unos a los otros dos. “Somos grandes.
Hemos encontrado un gran hombre. El gran hombre nos dice cómo hemos de
comprender nuestra verdadera naturaleza, como hemos de iluminarnos. Nos
dicen que cada uno de nosotros es grande y que Él no se enseñará la manera
de sembrar de ilusiones microbianas de ser un microbio”
“Uníos a mí; aquí está el sendero, seguid mi dirección; yo tengo la
verdad, pero vosotros debéis tener disciplina, mi disciplina. A través de en mí
se revela la Ley Universal. Esperad, a través de mí. Meditad, tal como os digo.
Amad y elevaos, como hice yo.”

Creer en algo

El algo en qué creer, de algún modo, en alguna parte, dentro del


espacio interior o fuera de él, en el espacio exterior, el problema de la
existencia, “Ello existe”, debe ser positivo total.
112
El centro del ciclón – John C. Lilly

Desde donde está uno ahora, uno cree que puede llegar a creer en
algo de alguna manera, por algún cambio o programa.
Sí se ve que la manera, el cambio o el programa incluye cambios en el
yo, ahí la nueva creencia de que uno puede cambiar. Uno cambia para creer en
algo.
La búsqueda de este algo no puede hacerse antes de creer que existe
algo. Algo en lo que creer. El algo en lo que creer es, en cierto modo, más
grande que el yo actual de uno. Este algo puede ser el futuro yo, cambiado.
Puede ser algo, o alguien humano fuera de uno mismo. Puede ser algo
allá fuera, entre los planetas, las estrellas. Puede ser algo en cualquier parte…
dentro y fuera. Algo mucho más allá del Hombre. Algo de lo que se aprende y
con lo que se comunica. Creer en algo concentrado, deliberado, determinado
es difícil. Una vez que se cree en algo más allá de uno mismo, resulta más fácil.

Bhakti Karma

Para llegar a nuestra cosa, hablemos en pareja, en nosotros.


Yo tengo mi cosa, tú tienes tú cosa, nosotros tenemos nuestra cosa.
Nuestra cosa no es mía, no es tuya; nuestra cosa nuestra.
Yo conozco mi cosa, tú conoces tú cosa, nosotros conocemos nuestra
cosa.
Tú no conoces mi cosa, yo no conozco tu cosa.
Yo conozco mi parte de nuestra cosa, tú conoces tú parte de nuestra
cosa, nuestra cosa existe sólo en nosotros.
Sin nosotros, nuestra cosa no existe. Nosotros somos nuestra cosa…,
sólo nosotros.
Para ir más allá de nuestra cosa, más allá de nosotros, hablemos de
Ellos más allá de nosotros.

113
El centro del ciclón – John C. Lilly

Imaginemos un ser humano, más allá de ti y más allá de mí.


Imaginemos un ser no humano más allá de un ser humano.
Imaginemos un ser más allá del ser no humano.
Imaginemos a Dios más allá de todos los seres, pero siendo todos los
seres y siendo el mismo.
Volvamos a nuestra cosa…, a nosotros.
Para el niño que hay en mí, yo soy un Dios, tú eres una Diosa. Para la
niña que hay en ti, tú eres una Diosa, yo soy un Dios. Para el Dios que hay en
mí y para la Diosa que hay en ti, yo soy un niño.
Para Diosa que hay en ti y para el Dios que hay en mí, tú eres una niña.
Para Dios, nosotros somos dos seres pequeños, que soñamos en Él.
Para Dios, somos una extensión de su ser, unos pequeños.
Por consiguiente, todos somos uno, en Dios. Nuestra cosa es parte de
Él; nuestra pequeña parte.
Volviendo nosotros, el niño Amadles niña, la niña ama al niño. El Dios
ama la Diosa, la Diosa ama al Dios.
Yo te amo, tú me amas, nos amamos en Dios.

Jnana – Etapa I

No tengo que entender; sé que ellos rigen el Universo, y me rigen a


mí.
No importa lo que yo piense de su trabajo; bueno o malo, no importa
lo que yo piense su trabajo; bueno o malo siguen haciéndolo. Hacen el trabajo
es siguen haciéndolo. Hacen el trabajo que les han asignado los que están por
encima de ellos.
Y yo os hago el trabajo que me asignan.

114
El centro del ciclón – John C. Lilly

En caso necesario, me lo dice.


Yo les escucho, les preguntó. Ellos me oyen, me ayudan.

Jnana - Etapa II

Yo soy tú, tú mueres yo, nosotros somos uno. Yo me amo, te amo, amo
al Uno.
Tutea más, me amas, a más al Uno.
El Uno nos ama.

Jnana - Etapa II I

Yo soy ellos, tú eres ellos, yo, tu, ellos, somos Uno. Yo les amo, te amo,
amo al Uno.
Tú les amas, me amas, te amas, amas al Uno.
El Uno ama a todos.

Jnana - Etapa IV

Tú eres yo, ellos son yo, ellos, tú, yo, somos Uno. Yo les amo, te amo,
amo al Uno.
Tú les amas, me amas, te amas, amas al Uno.
El Uno les ama, nos ama.
El Uno es amor.

Límites de la creencia trascendida


115
El centro del ciclón – John C. Lilly

Al principio, los límites de uno son fijados por la creencia “Yo estoy
centrado en mi cerebro físico”. (Lo que uno cree que es verdad, es verdad o se
hace verdad al principio dentro del límite a descubrir experimentalmente. Estos
propios límites son creencias que hay que trascender.)
Yo no estoy limitado por los sentidos físicos conocidos, por señales
físicas conocidas enviadas-recibidas por mi cerebro. (trascendidos, estos
límites se dejan atrás. Yo envío-recibo mensajes por medios desconocidos de
entes desconocidos más grandes que yo.)
Más allá de la trascendencia hay una variedad infinita de
desconocidos. (Yo me traslado desde mi cerebro a otros universos o espacios,
a otros estados del ser. Una vez vividos, estos desconocidos dejan de ser
desconocidos.)
En los otros universos y espacios, los otros estados del ser son
maestros, guardianes. (Más allá de estos desconocidos, ahora conocidos, está
toda la verdad completa.)
Los guardianes-maestros me advierten, me ayudan a estar alerta y me
ayudan a experimentar, cuando estoy dispuesto, realidades más allá de la
creencia, más allá de la prueba, más allá de la demostración, más allá de la
teoría, más allá de la imaginación. (Más allá de esta verdad, total y completa,
hay desconocidos.)
Los maestros de los maestros se encargan de mis lecciones, (Nuevos
desconocidos se hacen conocidos. El ciclo se repite. Enseñados, estos
desconocidos son trascendidos.)

Sutra I, Libro Cuatro, Patanjali

Las perfecciones proceden del nacimiento, o de las hierbas que


contienen luz, o de mantra, pude la autodisciplina, o del Samadhi.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

El Guyatri Mantra

Om, terrestres esferas atmosféricas celestiales, contemplamos el


maravilloso espíritu solar del divino creador. Que el dirija nuestras mentes. Om.

Brahma Guyatri Shastra

Que podemos conocer el espíritu supremo. Contemple moza suprema


realidad y que Brahman nos dirija.

117
El centro del ciclón – John C. Lilly

7
Más misticismo: Mentaciones

En septiembre de 1969 inició un gurú por el Centro de Estudios


Avanzados de Ciencia del Comportamiento, en Palo Alto, California. Con ello
pretendía disponer de tiempo y las facilidades de una secretaria para escribir
un libro. Por alguna razón pensé que el libro tenía que estar relacionado con
mis estudios de Patanjali y con las derivaciones de estos estudios. Los
comienzos del presente libro fueron fruto de esta hermandad.
Mientras estaba en el centro, mi amigo, el Dr. Lawrence Kubie, me
escribió para decirme en que un mutuo amigo nuestro había perdido un hijo a
causa del LSD. Por lo visto, él dijo había visitado otro colegio y había sido hallado
muerto en el suelo de una galería. El análisis demostró que había LSD en su
sangre. Esto me hizo recordar algo que ya sabía: que muchos Padres no
comprendían, ni querían tratar de comprender, los problemas de sus hijos,
especialmente los referentes a las drogas. De un modo casi agresivo, se
negaban a investigarlo los efectos del LSD. Los Padres tienen a su alcance
literatura y relatos de primera mano, pero están tan dominados por el negativo
programa nacional sobre el LSD que no pueden ver las realidades que se
ocultan detrás de esta programación. Mientras tanto, los jóvenes del país se
han aficionado al LSD con gran entusiasmo y hacen proselitismo entre sus
amigos.
Por esto o resolví escribir un libro y hacer cuanto pudiese para ayudar
a los Padres de los jóvenes a comprender se mutuamente y a comprender el
LSD y otros medios semejantes desde los puntos de vista positivo, negativo y
objetivo.
Cuando estaba a punto de terminar el libro, resolví dejarlo a un lado
durante un tiempo, para reconsiderar lo más adelante. Varios meses después
volví a leerlo y decidir conservar únicamente los tres primeros capítulos.
118
El centro del ciclón – John C. Lilly

Durante el verano y el otoño de 1969, Claudio Naranjo, psiquiatra de la costa


occidental muy versado en disciplinas místicas y miembro del personal
facultativo de Esalen, me habló de un Sufi chileno llamado Oscar Ichazo. Claudio
marchó a Chile y trabajó dos meses con Ichazo, los meses de octubre y
noviembre de 1969. Cuando regresó, en enero de 1970, todos sentimos mucha
curiosidad por saber lo que había pasado. Resultó que Oscar estaba dispuesto
a aceptar un grupo de sin cuenta norteamericanos para un curso de diez meses
que empezaría el primero de julio de 1970.
Antes de decidir si me interesaba participar en dicho curso, quise
saber lo que le había ocurrido a Claudio. Éste me había escrito una carta
diciéndome que buscar le había llevado a espacios en los que nunca había
estado hasta entonces, espacios que le parecieron lugares muy apetecibles. En
realidad, quiso quedarse en ellos, y Oscar le pidió que volviese de tales
espacios.
Esto me recordaba tanto a los espacios que yo había visitado gracias
al LSD y el depósito de aislamiento en las islas vírgenes que me sentí muy
intrigado. Por lo visto había un hombre capaz de mostrar el camino a nuevos
espacios, sin el depósito de agua y sin LSD. Yo había conocido dos de estos
espacios los llamaba espacio Mesiánico y espacio Misionero. En aquella época
me había dado cuenta de que había descubierto verdades muy profundas y
fundamentales sobre realidades que no se experimentan de ordinario. En mi
primer arrebato de entusiasmo extático, había pensado que debía proclamar
estas verdades al mundo y mostrar a la gente la manera de llegar a tales
espacios. Pensaba que era importante, para el futuro del progreso del mundo,
que todos pudiésemos alcanzar aquellos estados y compartirlos con otros.
Lo único que me había impedido convertirme en un mesías o un
misionero habían sido mis toros días motivaciones exploratorias científicas, que
no me permitían semejante empleo del conocimiento.
No podía ser un explorador desapasionado y proclamar, al mismo
tiempo, las ventajas del territorio que había descubierto. Me parecía que sólo
podría representar un papel: el de explorador, en el sentido científico. Si así
otras cosas, incluso enseñar, prejuzgaría lo que había descubierto en las

119
El centro del ciclón – John C. Lilly

exploraciones. En aquellos días, mi ambición era mantener un punto de vista


desapasionado y objetivo. Escribía esto en un pequeño volumen titulado: The
Human Biocomputer, programming and metaprogramming* (*Reeditado en 1970
por Portolo Institute, Whole Earth Catalolog Division, Menlo Park, California).

Para saber más acerca de los métodos de Oscar, hice un poco de


trabajo de grupo con Claudio.
En aquel trabajo del grupo, fundado en un programa de Ichazo
interpretado por Claudio, me habían enseñado mentaciones y empecé a
emplear las y enseñar las en mis seminarios. Resultaron ser una buena ayuda
en términos de pensamiento y de enseñanza. Cuando uno las conoce lo
bastante como para emplearlas rápidamente puede ser como una puerta
abierta a nuevos espacios espaciales.
En las mentaciones, uno coloca la propia conciencia más una idea
específica en una parte específica de su cuerpo, de la manera siguiente:
En los oídos coloca la idea de sustancia (La única realidad objetiva de
algo, como la sustancia de una persona); en los ojos, la forma; en la nariz, las
propias posibilidades (alternativas); en la boca, las necesidades de uno; en el
pecho, el propio impulso (energías automáticas); en el estómago, el proceso de
asimilación; en el vientre, el proceso de eliminación; en los órganos genitales,
la propia orientación (hacia la evolución o hacia la regresión); en los muslos y
los brazos, la capacidad de uno; en las rodillas y los codos, su carisma; en las
piernas y los antebrazos, sus medios; en los pies y las manos, sus fines.
Cuando uno está bien familiarizado con las mentaciones, pueden
abrirse nuevas zonas en su pensamiento. Si se halla en apuros o tiene dudas, o
se encuentra en un estado muy negativo de holgazanería, puede emplear las
mentaciones y descubrir caminos que le conduzcan a nuevos lugares.
Un metaprogramas que yo recuerdo constantemente es que las
mentaciones deben estar disponibles para ser introducidas automáticamente
siempre que se produzca una amenaza exterior, siempre que haya una
necesidad de reconsiderar algo, siempre que despacio en que uno se encuentra
Sea desagradable o indeseado, siempre que uno con sirva un uso para él. Es un

120
El centro del ciclón – John C. Lilly

metaprogramas tan automático que yo lo empleó siempre que me encuentro


en malas condiciones.
Cuando me hallo en posición de discutir la utilidad de las mentaciones,
inició una serie de mentaciones sobre las propias mentaciones, llegando así a
una posición de metaprogramación, en vez de someterme a los programas de
“downer” o de “ego” procedentes de mi biocomputadora.
Cuando quise dejar de fumar, en febrero de 1970, empleé las
mentaciones más o menos de la manera siguiente (aquellos de ustedes que
deseen dejar de fumar pueden encontrar aquí una buena fórmula de trabajo):
Pies y manos:
“¿Qué fines persigo al fumar?” (Placer y distracción.)
Piernas y antebrazos:
“¿Qué medios hay para dejar de fumar?” (Stop)
Rodillas y codos:
“¿Cuál es la relación con otros, mi carisma, que hace que siga fumando
y que me permitirá dejar de fumar?” (Fumadores contra no fumadores)
Muslos y brazos:
“¿Tengo yo capacidad para dejar de fumar?” (Una vez estuve días años
sin fumar; por consiguiente, tengo capacidad para dejar de hacerlo)
Órganos genitales:
“¿Cuál es mi orientación al fumar?” (Evidentemente, es hacia la
destrucción, a través de un placer temporal. Mi orientación al dejar de fumar
es así a una mejor evolución de mí mismo, hacia un aumento del poder de la
voluntad, hacia un mejoramiento de la salud física.)
Vientre:
“¿Qué debo eliminar para dejar de fumar?” (Todos los programas
relacionados con el acto de fumar.)
Estómago:

121
El centro del ciclón – John C. Lilly

“¿Qué debo asimilar para dejar de fumar?” (Algunos medios de


programarlo fuera de mi vida y de extirparlo como programa real.)
Pecho:
“¿Qué debo hacer para poner mis impulsos en línea con no fumar?”
(Eliminar el impulso de fumar, que es una construcción programática artificial
derivada del placer del humo que penetran mi pecho y de las sensaciones
inherentes: un impulso artificial.)
Boca:
“¿Qué necesito, en términos de fumar y no fumar?” (La necesidad, el
sabor en la boca, es un hábito artificial adquirido y debe ser eliminado como
una necesidad artificial. La necesidad de tener cigarrillos y encenderlos debe
ser eliminada.)
Nariz:
“¿Cuáles son las posibilidades con respecto al acto de fumar?” (He
estado fumando hasta cuatro paquetes al día. Tengo la posibilidad de un futuro
saludable si precinto de ellos. Incluso podría afición arme a fumar marihuana.
Sin embargo, esto sería sustituir la necesidad por otra necesidad. Por
consiguiente, no es una posibilidad.)
Ojos:
“¿Cuál es la forma de fumar?” (Es algo muy superficial: coger un
cigarrillo, encenderlos, aspirar profundamente, y seguir haciendo esto durante
todo el día.)
Oídos:
“¿Cuál es la sustancia de fumar?” (Es un estado tóxico muy venenoso.
Fumar no tiene nada que ver con mi propia sustancia, y portando el acto de
fumar debe ser eliminado.)
Como consecuencia de las mentaciones, establecí el pequeño
programa siguiente, para no seguir fumando. Cuando surgiese el impulso de
fumar, realizaría (con la imaginación) la operación de sacar el cigarrillo del
paquete, encenderlos, inhalar profundamente y disfrutar de las sensaciones
122
El centro del ciclón – John C. Lilly

inherentes de ello; pero debía continuar, con la imaginación, fumando un


cigarrillo tras otro hasta que me diese cuenta de los efectos negativos del acto
de fumar; el castigo que venía después del premio. Con este pequeño juego,
que al fin se convirtió en un brevísimo programa que sólo duraba uno segundos
cada vez, pude eliminar completamente el hábito. Dejé de fumar el 14 de
febrero de 1970; un triunfo de las mentaciones.
Aproximadamente la misma época tenía intención de ir a Chile en y
necesitaba aprender un poco de español. Y así, un Argentina encantadora,
Virginia Igonda, me enseñó las primeras frases en español: “Fumar que es muy
malo. No fumar es muy bueno”. Empleé estas frases como mantra, además de
los otros ejercicios que acabo de expresar.
Poco después de este periodo inicie en Esalen el curso de 4 meses de
instrucción como residente. Tenía que recibir instrucción de otros miembros
del personal de Esalen y, al mismo tiempo, dar algunas enseñanzas a los
residentes.

123
El centro del ciclón – John C. Lilly

8
Seminario de grupo en Kairos

Durante mi estancia en Esalen, y también un seminario de cinco días


en Kairos, en el rancho Santa Fe, California, cerca de San Diego. En él
participaron 18 personas de distintas procedencias, trece del personal de
Kairos y varias de los seminarios de Esalen que yo había dirigido con
anterioridad. Durante cinco días enteros Kairos sería nuestro, y todo el Wishing
Well Hotel estaría a nuestra disposición, sin que nos interrumpiesen otros
grupos.
Yo había oído decir que Oscar Ichazo quería que todo el mundo
observase una dieta rica en proteínas para el trabajo en su escuela. Yo estaba
de acuerdo con esta decisión.
Los que trabajan en la cocina de Kairos estaban dispuestos a colaborar.
Durante cinco días, seguimos esta dieta a base de queso, carne, huevos,
pescado y soja, con una comida experimental rica en hidratos de carbono.
Yo había conocido esta dieta en 1936, cuando estudiaba en cal tech,
en el departamento de bioquímica dirigido por el Dr. Henry Boorsook, cuya
principal tarea en aquel momento de establecer un mínimo diario de vitaminas
necesarias para el National Research Council. Para descubrir lo que pasaba en
un estado de privación de proteínas, fui sometido a una dieta de prueba, sin
proteínas, durante un periodo de seis semanas. Ese estado era muy bajo en
energía. Pronto supimos que, a las xxiv horas, uno empezaba a consumir
proteínas, de su propio cuerpo. A las dos horas de tomar proteínas del exterior,
uno dejaba de consumir las propias y consumía las de fuera. Más tarde,
hallándome con un exceso de peso, probé también una dieta proteínica pura y
perdí veinte kilos en seis semanas.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Para una escalada al monte Everest, se estableció una dieta adecuada.


Debido a la acción dinámica específica de las proteínas, se decidió que la dieta
para el Everest sería muy alta en proteínas, que suministrarían la energía
necesaria para soportar el frío y la constante actividad.
Todos los del grupo convinimos en comunicarnos todo lo que
ocurriese fuera de las actuales sesiones de grupo: sueños y demás. Iniciamos la
primera sesión con un repaso intensivo de los fines del grupo. Convinimos en
que trataríamos de lograr la integración de cada miembro del grupo en el
grupo, en la medida de lo posible.
El primer día, poco más o menos, se enseñaron las mentaciones del
grupo. Se realizaron muchos ejercicios a base de las mentaciones, hasta que
cada miembro del grupo las conoció perfectamente y las asimiló. Los fines de
las mentaciones se establecieron de antemano para el grupo. Cada persona así
a las mentaciones en su propio viaje espiritual, con el fin de alcanzar un nivel
más elevado que el propio, el nivel del Super-yo en su biocomputadora. Las
mentaciones se empleaban también como ejercicio para desarrollar la idea de
lo desconocido en uno mismo.
Entonces las mentaciones se hacían en combinación por pareja. Dos
personas se sentaban una frente a la otra y realizaban las mentaciones,
buscando sus fines como pareja, como un par. Estos fines se establecían a al
nivel de metaprogramas, de modo que cada miembro ayudas el otro, dentro
de la pareja, a alcanzar un estado superior de conciencia y, así, lograr un Super-
yo para la pareja. Cada persona hacía un par con cada otra persona, hasta haber
formado diecisiete parejas (máximo posible, ya que éramos dieciocho).
Terminando este ejercicio, cada cual conocía muy bien a los demás. Todos
estaban motivados para moverse en la misma dirección.
Entonces, sin las mentaciones se hacían para fines del grupo, más que
para fines individuales o por parejas. Todo el grupo tenía que moverse hacia un
Super-yo de grupo…, con un metaprogramas para entes superiores al grupo
que lo aconsejasen.
Empleando la música como estímulo primario, introdujimos en las
audiciones un ejercicio en el que partes del bolero se colocan en cada uno de
125
El centro del ciclón – John C. Lilly

los tres centros, a saber, el centro del movimiento, el centro de sentimiento y


el centro de pensamiento. Según Indries Shah, y también según Oscar Ichazo,
el bolero es una pieza musical Sufí, compuesta por el grupo Chuisti de sufíes
para inducir estados especiales de consciencia. Las notas medias (la melodía)
se colocan en el centro de sentimiento del pecho. Las notas muy agudas, en el
centro de pensamiento de la cabeza. Las notas muy graves, en el centro de
movimiento del abdomen. La mayoría de los componentes del grupo realizaron
este ejercicio. Más tarde, hicieron un ejercicio coordinado, a base de las
mentaciones y el bolero.
Repetimos varias veces el bolero con el ejercicio de meditación y muy
pronto tomó nuevos significados que no habíamos advertido con anterioridad.
El cuerpo empezó a cambiar, y cada uno recibió a nuevas maneras de pensar.
Durante el seminario utilizamos una grabación repetitiva de cogitate.
Nos tumbamos el suelo y escuchamos cogitate repetido cada tres cuartos de
segundo, durante un periodo de quince minutos. Después, cada miembro del
grupo dijo a los demás lo que le había pasado. La mayoría de los del grupo había
oído palabras alternativas a cogitate. Tres de ellos insistieron en que las
palabras alternativas estaban en la cinta. Cuando oyeron las explicaciones de
los otros y descubrieron que estos habían oído palabras que no estaban en la
cinta, se convencieron al fin de que sus propias biocomputadoras habían
introducido estas palabras. Sólo hubo una persona que sufrió una reacción de
miedo ante el experimento, cosa que se puso de manifiesto al discutirlo con el
resto del grupo.
Se emplearon otras grabaciones, como “Deeper and deeper mother
and I are fusing” (mi madre y nos fundimos más y más). La frase más larga y las
menores repeticiones por minuto hacían que se necesita hace más tiempo para
oír las variaciones proyectadas en la frase. También había más tiempo para
experimentar los cambios psicológicos resultantes de oír el mensaje a
diferentes niveles. El mensaje era una amenaza tanto para los hombres como
para las mujeres presentes. Fundirse con la Madre biológica era demasiado
para ellos. Algunas personas cambiaron la frase de modo que no tuviese el
sentido de fundirse con la Madre. Así apareció “keep her Deep, her mother and

126
El centro del ciclón – John C. Lilly

I are fusing” (su Madre y yo nos fundimos), evitando la fusión con la propia
Madre y fusionándose, en cambio, con la Madre de otra persona.
Se empleó el concepto de la Madre tierra. Parecía más seguro fundirse
con la Madre tierra que con la propia Madre. Algunos se fundieron con la
Madre cósmica y se quedarán extasiados.
Algunas personas del grupo transformaron la frase “Deeper and
deeper mother and I are fusing” en una razón social, “Deeper and deeper
mother and I”, en la que la persona se fundía con una entidad corporativa.
Gracias a esto o fueron capaces de “fundirse” con la Madre biológica y gozar
profundamente de la experiencia. Lo que se fundieron realmente con la Madre
biológica fueron uno con su Madre real, dándose cuenta de que la llevaban en
su cabeza y que ya no era la Madre exterior real, sino su propio concepto de su
Madre, el cual habían negado hasta aquel momento.
Cada vez más miembros del grupo vieron la finalidad de este ejercicio,
se dieron cuenta de que tenían conflictos internos y comprendieron que tenían
que luchar contra ellos y resolverlos. Encontraron mucha seguridad en las
discusiones de grupo, al revelar estos peculiarísimos programas interiores que
chocaban entre sí. Empleando esta técnica, pudieron ver sistemas de control
muy independientes, enterrados en su ordenador, que a veces se imponían sin
pedirles permiso.
Al empezar cada individuo a revelar los procesos de su propio
ordenador, en colaboración con el grupo, cada cual se entrelazó con los demás
presentes y compartió datos operacionales sobre la manera de operar su
biocomputadora con otras personas. La estructura de estos procesos empezó
a aclararse. Casi automáticamente, uno se sentía unido a los otros miembros
del grupo y compartía más cosas con ellos.
Es necesario que una clase de metaprogramas se desarrolle en el
grupo como totalidad, como preparación de un avance hacia el súper-yo. Uno
debe ser capaz de refundir sus propias presunciones básicas en una serie más
abierta de presunciones, una serie que no le prohíba pasar a nuevos espacios.
Yo continúe la exposición de mis conceptos sobre la biocomputadora
humana y su manera de funcionar, incluido los niveles del Super-yo y de las
127
El centro del ciclón – John C. Lilly

Super-especies. Recalque que uno mismo, el “yo”, es una entidad en la


biocomputadora. Con fines dialécticos, llamamos “auto-metaprogramador” a
esta entidad. Opera de una manera que parece ser independiente del resto de
la biocomputadora, en la medida de lo posible. La entidad de que uno habla en
otra persona, cuando dice “tu”, es también la entidad que habla cuando uno
dice “yo”. Estas entidades de habla se producen de esta manera cuando uno
tiene conciencia de que tal es el caso. Si uno tiene conciencia de sus propios
procesos, puede decir que el auto-programador funciona. Sin embargo, dentro
de la biocomputadora humana puede haber otros sistemas de control
independiente es que tomen el mando, y entonces el auto-metaprogramador
parece desaparecer.
Esto puede ocurrir, especialmente, en estados agudos de emoción y
en circunstancias especiales de tensión. El auto-metaprogramador puede
abdicar de su función y permitir que otros sistemas de rijan toda la
biocomputadora. Entonces es como si otra persona (del medio actual o del
pasado) se introdujese en la biocomputadora de uno y la gobernase. Para
programar en el sentido espiritual, es necesario tener conciencia de estos
procesos y aprender a respetar lo desconocido en el propio yo y en la propia
biocomputadora.
El siguiente ejercicio era el de las “creencias ilimitadas”, en el cual uno
intentaba pasar más allá de sus actuales estructuras de creencias. Escuchamos
una grabación programada de manera repetitiva (cinco presentaciones cada
vez) para aumentar al máximo la absorción. Para escuchar la grabación, había
que tumbarse cómodamente en el suelo, con muy poca luz, y dejar que la
metaprogramación entrase en la biocomputadora personal.

Creencias ilimitadas

En la región de la mente, lo que uno cree que es verdad es verdad, os


he vuelo de verdad dentro de ciertos límites que hay que descubrir por la
experiencia. Estos límites son creencias que hay que trascender.

128
El centro del ciclón – John C. Lilly

Oculta al propio yo, hay una encubierta serie de creencias que


controlan el pensamiento y los sentimientos de uno.
La serie encubierta de creencias ocultas es la serie limitadora de
creencias que hay que trascender.
Para trascender la propia serie limitadora, uno establece una serie
abierta de creencias sobre lo desconocido.
Lo desconocido existe en los fines para cambiarse uno mismo, en los
medios para el cambio, en el empleo de otros para el cambio, en la propia
capacidad de cambiar, en la propia orientación hacia el cambio, en la
eliminación de obstáculos cambio, en la propia asimilación de las ayudas para
cambiar, en el empleo del impulso para cambiar, en la necesidad de cambio, en
las posibilidades de cambio, en la forma del propio cambio y en la sustancia del
cambio y de la acción de cambiar.
Hay elementos desconocidos en mis fines del cambio. Los hay en mis
medios de cambiar. Los hay en mis relaciones con otros para el cambio. Los hay
en mi capacidad de cambiar. Los hay en mi orientación hacia el cambio. Los hay
en mi asimilación de los cambios. Los hay en mis necesidades de cambio. Los
hay en las posibilidades de que yo cambie. Los hay en la forma en que me
pondrá el cambio. Los hay en la sustancia de los cambios que sufriré y en la
sustancia después de los cambios.
Mi incredulidad sobre estos elementos desconocidos es una creencia
limitadora, que evita que trascienda mis límites. Mi incredulidad en lo que
respecta a todos estos elementos desconocidos es una creencia, una creencia
limitadora que impide que trascienda mis límites.
Consintiendo, no hay límites; no hay límites al pensamiento, no hay
límites al sentimiento, no hay límites al movimiento.
Lo que no es consentido está prohibido. Lo que es consentido existe.
Al consentir que no haya límites, no hay límites. Lo que está prohibido no es
consentido. Lo que no es consentido está prohibido. Lo que existe es
consentido. Lo que es consentido, existe.

129
El centro del ciclón – John C. Lilly

En la región de la mente, lo que uno cree que es verdad es verdad o


se vuelve verdad. En la región de la mente no hay límites. (Fin de la grabación
creencias ilimitadas.)
También se dieron al grupo algunas ideas sobre la manera de
trasladarse de un espacio a otro. La acción de trasladarme del espacio en el que
estoy ahora, al que llamaremos “espacio número uno”, a un nuevo espacio,
“espacio número dos”, requiere que despacio número dos exista. Por
consiguiente, mi primer problema es encontrar el espacio número dos al que
quiero ir.
Me siento o en el “espacio uno” y contemplo del “espacio dos”. Si la
operación tiene éxito, me encuentro de pronto o en el “espacio dos”. El
“espacio uno” ha quedado atrás. Esto demuestra que no existe una barrera
entre el “espacio uno” y el “espacio dos”, ya que, por definición, me he
trasladado de un espacio a otro. para ello no se requiere ninguna energía, salvo
la de concentración y contemplación.
Sin embargo, puede estar sentado en el “espacio uno” y ser incapaz
de contemplar el “espacio dos”. En este caso existe una barrera entre yo y el
espacio dos, y, sin que importe lo que me digan los demás, y yo veo esta barrera
y no veo el espacio. En vez de contemplar el “espacio dos”, contemplo la
barrera. La barrera puede ser un programa ego o una especie de estado
emocional, o prácticamente cualquier otra cosa que haya construido mi
biocomputadora. Lo importante es que la barrera es algo que yo he construido
en la biocomputadora. Yo debo asumir la responsabilidad de la existencia de
esta barrera. Si no asumo esta responsabilidad, el auto-metaprogramador no
puede borrar o desprogramar esta barrera.
Mientras estoy sentado, contemplando la barrera, me doy
súbitamente cuenta de que hay varias maneras de entrar en el “espacio dos”.
Una de ellas es desarrollar energía suficiente para poder saltar la barrera. Esto
puede hacerse provocando emoción, tomando LSD o empleando otra de las
innumerables técnicas para acumular energía en todo el sistema. Esta técnica
me permite entrar en el “espacio dos” a un nivel energético muy alto.

130
El centro del ciclón – John C. Lilly

Otro método consiste en ver súbitamente que la barrera tiene


agujeros que aparecen y desaparecen. Si me muevo gran velocidad, puedo
pasar a través de uno de estos “túneles”. Este efecto de túnel es verdadero en
todas las barreras, incluido el quantum de barreras mecánicas para los
electrones hubo otras partículas. En este método, me siento y contemplo la
barrera hasta que aparece en ella un túnel por el que puedo pasar. Esto
requiere menos energía que saltar la barrera. Sin embargo, requiere más
energía que el primer método, que es definirse uno en el espacio dos y
encontrarse en seguida allí.
El ejercicio expresado fue empleado para extender nuestra capacidad
de movernos más allá de las creencias ocultas. Las barreras al movimiento
consistían en una serie de creencias limitadoras que había que trascender. En
definitiva, uno puede trasladarse a espacios de super-yo con estas técnicas. Las
barreras al movimiento de un espacio a otro, en la dirección del super-yo, se
denominan ”programas ego” y se definen como lo que mantiene a uno fuera
de los espacios Sartori-Samadhi-Super-yo.
El grupo de Kairos pasó varias horas discutiendo y practicando estas
ideas. Sus componentes desarrollaron estas ideas con ejemplos específicos de
sus experiencias en los ejercicios previos de “cogitate” Y “Deeper and deeper”.
Al ser más conscientes de sus propias creencias y de sus manipulaciones de sus
creencias, empezaron a liberarse y a ser capaces de viajar a diferentes espacios.

131
El centro del ciclón – John C. Lilly

9
Ritmo de grupo y resonancia de grupo
En el seminario de Kairos

El principal resultado de los ejercicios del grupo fue el de estrechar los


lazos del mismo. Todos sentíamos una mayor consideración por las otras
personas del grupo. Compartíamos profundamente las experiencias y nos
dábamos cuenta de que cada persona tenía mayor profundidad y altura de las
que se le atribuían en un principio. El mutuo aprecio y el creciente amor entre
los miembros del grupo condujeron entonces a ciertos experimentos que más
tarde fueron llamados de Resonancia dentro del Grupo.
La resonancia es un concepto de mecánica eléctrica derivado de las
ondas de radio y electromagnéticas que viajan en circuitos. Si uno tiene un
circuito que oscila, unos y dador, puede llevar energía de este circuito a otros
especialmente distribuidos, tales como y los tendidos paralelamente, como en
los cables, y después a estructuras ad hoc, como una gran antena en el otro
extremo de los y los paralelos o cables. Ajustando adecuadamente los
parámetros físicos eléctricos del sistema, tales como la capacidad o el tamaño
de los hilos se puede “desentonar” partes del circuito para transmitir e energía
de un lugar a otro. Por ejemplo, un cable que vaya desde los y dador hasta la
antena puede ser “desentonado” para obtener una máxima transferencia de
energía a la antena.
La propia antena debe estar ajustada en su longitud y en su distancia
del suelo, de modo que se obtenga un tipo de onda estable en la antena. Las
ondas de la propia antena, de voltaje y corriente, deben estar quietas; por
decirlo así, y no viajar. Cuando existen estas ondas en la antena, el campo
oscilatorio distribuido sobre la antena excita las ondas viajeras del espacio
circundante, a las que llamamos ondas de radio. Entonces la antena “irradia”.

132
El centro del ciclón – John C. Lilly

De la misma manera, un receptor de ondas irradiadas de una antena


debe tener una antena ajustada sobre el suelo, separada de los objetos
circundantes, y una en India “desentonada” que vaya al receptor, para
transferir la energía recogida en la antena de resonancia a la frecuencia
adecuada. El receptor estar también ajustado a la frecuencia adecuada.
Montando unos osciladores, con sus antenas de transmisión, y unos receptores
con sus antenas ajustadas de recepción, se puede construir una red de
comunicación. En cada localización del receptor y el transmisor humanos debe
haber transmisores y receptores electromagnéticos de las conocidas
variedades de radio o televisión o frecuencia modulada. El “ajuste” de los
circuitos de transmisión y recepción a una condición de resonancia o de un
máximo flujo de energía es necesario para una comunicación óptima de
inalterada en el canal.
Yo aplique este razonamiento a los grupos humanos.
Presumiblemente, existen energías a las que son sensibles todos los seres
humanos que todavía no podemos detectar con nuestros instrumentos. En
nuestros cerebros y en nuestros cuerpos, a y receptores, es ajustables y muy
sensibles, de energías todavía desconocidas por nuestra ciencia, pero que cada
cual puede detectar en circunstancias adecuadas y en un adecuado estado
mental. Podemos ajustar nuestros sistemas nerviosos y nuestros cuerpos para
recibir estas energías. Y también podemos ajustar los para transmitir las propias
energías.
Presumiblemente, hay muchos, muchísimos estados ajustados a la
transmisión y a la recepción. Hay muchas, muchísimas bandas de energía a las
que podemos ajustarnos. Hay bandas emitidas primariamente por los seres
humanos y recibidas por los seres humanos. Hay bandas trasmitidas y recibidas
por inteligencias no humanas en nuestro planeta, las cuales podemos o no
podemos sintonizar. Hay bandas trasmitidas y recibidas por ntes muchos más
grandes que nosotros y que residen en otras partes de la galaxia. Algunas
recepciones pueden ser las misiones planetarias; otras, de las estrellas, de los
soles, de las nubes de polvo, etc. Otras, de inteligencia parecidas a la humana
en algún lugar de la galaxia, y otras de aparatos construidos por civilizaciones
muy bien ciencia nos lleva una ventaja de mil a un millón de años.
133
El centro del ciclón – John C. Lilly

Algunas de estas transmisiones pueden ser muy ruidosas para


nosotros. No podemos comprender el mensaje que contienen y, por
consiguiente, las detectamos como “ruidos” y las atribuimos a fuentes
naturales y pasivas, como atmósferas en movimiento en los planetas. También
décimo que cosas como los “silbidos” que se producen en nuestra atmósfera,
y que atribuimos a descargas eléctricas, no tienen nada que ver con un sistema
de transmisión inteligente.
Cuando un sistema está fuera de nuestra comprensión, decimos
siempre que se debe a “causas naturales”. Es muy posible que la atmósfera que
envuelve todo el planeta se aparte de una red de inteligencia cuya clave no
hemos podido descifrar y cuyas transmisiones estén fuera del alcance de
nuestros conocimientos actuales. Tal vez, si pudiésemos captar los “silbidos”
con los aparatos adecuados y con los adecuados procedimientos de descifrado,
descubriríamos que existe un tipo peculiar de señales entre entes que, en el
momento actual, no podemos comprender. Esto es, presumiblemente, lo que
entendemos por “causas naturales”. Y rechazamos a cualquiera que trate de
explicar estos sucesos como operaciones realizadas por agentes inteligentes.
Expliqué estas ideas al grupo que el seminario de Kairos y expuse la
hipótesis de que, con las adecuadas actividades de grupo, podríamos
establecer circuitos de grupo, y que entonces cada individuo podría
experimentar recepciones y transmisiones de nueva información. Senté la
hipótesis de que, si podíamos disponer el grupo en la adecuada configuración
física, conseguiríamos resonar con alguna de estas energías desconocidas y
crear nuevos tipos de energía detectables por cada uno de nosotros, y recibir
así nuevas y sorprendentes clases de información. También adelante que la
mejor manera de ver y detectar aquello era ponernos en resonancia los unos
con los otros, en una disposición física en una habitación, de modo que
constituyéramos un “circuito de grupo resonante”.
Si había el número adecuado de personas en el circuito, este
resonaría; en otro caso, habría ondas viajeras, pero ninguno de nosotros sería
capaz de detectar las. Cada persona es un elemento en el circuito oscilante, y
al añadir o sustraer elementos, se alcanza un número resonante de personas,
cada una de las cuales está conectada con las otras. Si se halla diese un
134
El centro del ciclón – John C. Lilly

elemento más después de alcanzar la resonancia, los fenómenos del grupo


deberían cambiar a una onda movediza en vestía una onda estable, pues el
mensaje no sería recibido con tanta claridad por cada miembro del grupo. Sólo
repitiendo los mensajes oscilantes el ahonde estable se podrían detectar estos,
a menos que una persona este adiestrada para captar los mensajes viajeros no
repetidos. La teoría propone también que un individuo sentado en la posición
del otro gua alguna otra semejante, y meditando, puede ponerse en resonancia
con estas energías y recibir mensajes de diversos frentes, humanos y no
humanos, terrestres y no terrestres; pero esto es más difícil que sea la misma
persona trabaja en un grupo. El grupo tiende a la resonancia, acoplando
íntimamente los individuos y llevándolos a las frecuencias correctas.
Además, un individuo determinado puede transmitir mejor que otros
individuos. Una persona dada puede ser mejor receptor a que transmisora, o
mejor transmisora que receptora. Estas diferencias pueden compensarse en
cierto modo disponiendo el grupo en un círculo. Los individuos transmisores
poderosos son colocados a intervalos definidos. Pueden enviar a través del
círculo y desarrollar el tipo de onda estable a alta energía, poniendo de este
modo a todos por encima del umbral de detección.
Como aún no conocíamos las leyes de la actividad del grupo, ni como
disponer este, decidimos ver lo que pasaba. Probablemente obtendríamos
alguna clase de dirección por debajo de nuestros niveles de conciencia (el
grupo arrastrado en la red cósmica). Sí estábamos en la corriente y dejábamos
que ocurriese la cosa, era probable que esta ocurriese correctamente por
primera vez. Entonces tendríamos el problema de descubrir qué era lo que
habíamos hecho correctamente.
En mis pasadas experiencias en trabajo científico de laboratorio, había
comprobado con frecuencia este caso. Cuando uno tiene la inspiración de un
nuevo experimento y lo realiza, éste suele dar resultado. Entonces, el científico
empleada varios cientos de horas y muchas semanas tratando de averiguar
consistentemente lo que hizo bien inconscientemente, con el objeto de
reproducir el primer resultado.

135
El centro del ciclón – John C. Lilly

Empezamos la operación sensibilizándonos y poniéndonos a tono con


la música. Nos sentimos en el suelo y escuchamos una grabación de Switched
On Bach, realizada en el Moog Synthesizer. Yo había descubierto previamente,
trabajando con grupos, que esta pieza musical aumentaba las energías
individuales, si cada persona dejaba que la música fluye ese a través de ella.
Después hicimos un ejercicio de audición con el bolero de Ravel, poniendo las
notas agudas en la cabeza, la melodía en el pecho y las notas graves en el
abdomen.
Después de varias horas de esta preparación formamos un círculo.
Eran dieciocho las personas que estaban en el círculo. El número de personas
entrantes y salientes había variado considerablemente durante la semana;
luego fue verdadera coincidencia que estuviéramos dieciocho personas, que
resultó ser exactamente el número adecuado para resonancia de grupo.
Hicimos varias clases de cosas en el círculo. Primero, hicimos
mentaciones juntos, como grupo. Las mentaciones del grupo consisten en
concentrar nuestra consciencia en nuestras manos y pies para los fines del
grupo; en nuestros antebrazos y piernas para los medios del grupo; en nuestros
codos y sus rodillas para las relaciones de unos con otros, para el carisma. La
capacidad el grupo estaba en los muslos y los brazos. La orientación del grupo
estaban los órganos genitales; la eliminación de grupo, en el vientre; la
asimilación de grupo, en la región del estómago; el impulso del grupo, en el
pecho; la necesidad del grupo, en la boca; las posibilidades del grupo, en la
nariz; la forma del grupo, en los ojos, y la sustancia del grupo en los oídos.
Mientras hacíamos esto, nos concentrábamos, pero no en nuestras
partes corporales individuales, sino a nuestras partes corporales más las partes
corporales de todos los demás del círculo. Entonces nos sentimos de espalda
estableciendo contacto con los pies, es decir tocando con el pie izquierdo del
pie derecho el compañero inmediato y así sucesivamente alrededor del círculo,
y con los pies apuntando al centro de este punto también tomábamos las
manos de los compañeros de ambos lados. De este modo establecíamos el
“circuito real” y el “circuito modelo programado” en el grupo.

136
El centro del ciclón – John C. Lilly

Se empezó a tocar el bolero e imaginamos que le energía era


transmitida de nuestra mano izquierda a nuestra mano derecha y alrededor de
todo el círculo, y también de nuestro pie izquierdo al pie derecho. Cada persona
ponía la música, según la fórmula de meditación arriba expresada, en el lugar
adecuado de su cuerpo. Durante los quince minutos de exposición al bolero,
todo permanecimos perfectamente inmóviles en la oscuridad. Cuando terminó
la música, nos sentamos todos y cada cual explicó su experiencia al grupo.
Mientras amo vueltas por la estancia y cada cual explicaba por turno
su experiencia, resultó que la se primeras experiencias eran todas diferentes.
Las heces experiencia siguientes se parecían a las seis primeras y las seis últimas
se parecían a los otros dos grupos de seis. Descubrimos que cada sexta persona
había tenido la misma experiencia, simplemente explicada con palabras
distintas. Esto significaba que, si se hacía un diagrama del círculo, se podía ver
que había grupos triangulares de tres, todos los cuales compartían la misma
experiencia. Esto demostraba que había una estructura de resonancia que se
desarrollaba en la habitación, con una serie de ondas que se repetía cada sexta
persona.
Hubo un grupo de tres que informó acerca de fantásticas corrientes
de energía a través de sus brazos y sus piernas, procedentes de la izquierda y
en dirección a la derecha. Estas tres personas estaban colocadas en los ángulos
de un triángulo equilátero. El siguiente grupo de tres dijo que había visto, en la
oscuridad de la estancia, una energía luminosa que fluía alrededor del grupo.
El grupo siguiente de tres hablo de una columna de energía en el centro del
grupo, que crecía en la obscuridad y salía por el techo de la habitación. Desde
luego, es en la obscuridad no podíamos ver el techo. El siguiente grupo de tres
dijo que había visto dieciocho luces alrededor de la habitación. Por lo visto,
había una luz sobre cada una de las personas que yacían en el suelo. Las luces
oscilaban y cambiaban de color al ritmo de la música. El quinto grupo de tres
dio entidades distintas que se movían en tropel en la estancia. Algunas de estas
eran humanas y otras no humanas; algunas eran luminosas, y otras opacas. El
sexto grupo percibió entes que pasaban a través del grupo por el suelo, pero
no los vio. Sintieron su presencia, pero sin verlos.

137
El centro del ciclón – John C. Lilly

Al exponerse la información de cada grupo particular al grupo total,


cada grupo recordaba cosas adicionales que habían ocurrido. Por ejemplo, los
que decían haber visto una columna de luz en el centro de la estancia tenían la
impresión de que esta columna era un ente inteligente que dirigía todo lo que
pasaba en la habitación. Todos nos excitamos bastante a causa de lo ocurrido.
Algunos se sintieron profundamente interesados y otros tuvieron un poco de
miedo, pero todos convinimos en que el experimento había dado resultado.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

10

Mi primer viaje a Chile:


Oscar Ichazo

Cuando el programa la residencia de Esalen tocaba a su fin, empecé a


pensar que debía ir a Chile y conocer a Oscar Ichazo, para ver qué clase de
persona era este y decidir si quería recibir sus enseñanzas. Por consiguiente, en
el mes tema yo salí de los Estados Unidos para pasar una semana en Arica,
Chile.
En aquella semana con Oscar, encontré, por primera vez en este
planeta, una persona que, por lo visto, había estado en los mismos espacios
que yo; una persona que podía discutir inteligente y objetivamente sobre estos
espacios y que, al mismo tiempo, me animaba a aceptar mi propia experiencia
como real. Nuestros contactos fueron casi inmediatamente de “Esencia a
Esencia”.
A primera vista, el aspecto físico de Oscar no corresponde al que
esperamos ver en un “santón”. Viste elegantes ropas de estilo moderno
occidental. Su guardarropa es muy variado. Lleva jerseys de colores y de cuello
alto, con pantalón haciendo juego, y traje con camisa y corbata cuando las
circunstancias así lo exigen. Tiene prendas de vestir especiales para ritos y
ceremonias particulares. Sin embargo, viste de una manera que no llama la
atención. Emplea el color en sus vestidos como expresión de la energía del día.
Es de mediana estatura, ni alto ni bajo. Tiene el cabello negro, relativamente
corto, bastante ralo en la coronilla. Usa bigote, negro. Tiene una calvicie
incipiente. Sus ojos son saltones y de color castaño muy oscuro.
Sus facciones son muy móviles cuando se expresa. Uno tiene la
impresión de que hay una conciencia genuina de feedback con otras personas
139
El centro del ciclón – John C. Lilly

en cara y cuerpo. Hay la economía del experto del movimiento, del empleo de
su energía, en el ejercicio facial y corporal.
Tiene una calma, un relajamiento meditativo del que derivan sus
movimientos. Su manera de hablar es igualmente eficaz y tiene su origen en un
centro unificado interior, que refleja el centro consciente exterior del oyente.
Al observar sus conversaciones con otras personas vi que se
acomodaba visiblemente a lo que era cada cual, y que empleaba el lenguaje, el
tono y el contenido más adecuado a las necesidades particulares de aquellas
personas. En la mayoría de sus comunicaciones expresa el lado positivo,
encontrando lo positivo dentro o detrás de lo negativo. Muchas veces me
demostró que mis experiencias más negativas (a mi modo de ver) eran ayudas
necesarias de enseñanza y, por lo tanto, positivas. Y muchas veces me mostró
que mi punto de vista negativo temporal no éramos más que esto: una creación
propia sin necesaria realidad objetiva.
Experiencias como éstas con Oscar me revelaron la utilidad de su tesis
fundamental: la consecución de estados deseables de conciencia, son en parte,
cuestión de técnica, empíricamente probada y demostrada por experiencia
propia.
En una ocasión, me inició en un ejercicio de doble fijación de mirada,
que es una poderosa técnica de programación interpersonal. Sentada e
inmóvil, cada una de las dos personas mira a los ojos de la otra. Al cabo de un
tiempo, de diez minutos a una hora, ocurren muchas cosas en la propia
percepción, en el propio sentimiento, en el propio ser.
En el primer experimento de esta técnica con Oscar tuve la impresión
de revivir con él pasadas experiencias vitales, a lo largo de decenas de vidas en
diversas partes del planeta, incluido has China, Arabia, la primitiva Europa.
También estuve en espacios donde reinaba una inmensa Paz, una gran quietud
y una luz dorada. Con Oscar, todas estas experiencias resultaban familiares,
seguras y remuneradoras.
Pasé mucho tiempo con Steve Stroud y Linda, y con Bob Jolly y Nancy,
que estudiaban con Oscar. Este les había dicho que podían hablarme de todo
lo que estaban haciendo. En cambio, le pidió que no trasmitirse su información
140
El centro del ciclón – John C. Lilly

al grupo de los Estados Unidos que iba a llegar. Estaba experimentando con
estas iv personas para descubrir que partes de su enseñanza les eran aplicables.
En cierto modo, los empleaba como conejillos de indias, como muestra de
norteamericanos y para saber lo que requería nuestro adiestramiento.
Me hicieron una exhibición de gimnasia y de los ejercicios físicos
especiales que estaban haciendo. Me enseñaron algunos cánticos y mantras, y
me hablaron de sus contactos con Oscar. En aquella época, Oscar hacía mucho
trabajo individual. Cada estudiante llevaba un magnetófono y registraba todo
lo que se decía en cada sesión. Estaban realizando un plan de trabajo
extraordinariamente intensivo.
Empezaban a las ocho de la mañana y terminaban sus deberes
escolares aproximadamente a medianoche. Tenían que hacer turnos para
diversas labores de la casa, tales como comprar comida en los establecimientos
de comestibles y cocinar los alimentos. Eran sus únicos ratos libres. También
me hablaron de los ejercicios de sobremesa, llamados “Pampas”, que se hacían
los domingos.
Durante aquella semana, resolví volver en julio. Dejé buena parte del
material de estudio para cuando empezase el curso del mes de julio. No sabía
qué parte de lo que había aprendido este grupo de ensayo de iv personas sería
empleada por Oscar con el nuevo grupo; por consiguiente, considere prudente
no anticiparme.
Continuando mi contacto personal con Oscar, le hable de mis
anteriores contactos con los dos guías a las puertas de la muerte, y de los
espacios en los que había estado con ayuda del LSD. Actos le conté mixto
infantil en el seno de la iglesia católica y de las experiencias visionarias de mi
juventud.
Oscar confirmó las partes de cada experiencia que yo había tenido la
impresión de que eran esenciales y reales. Eran partes reales de mí, realidades
que yo había explorado fuera de mí mismo, espero que estaban visiblemente
dentro de mí, en lo que Sidney Cohen llamaba “el más allá interior”. Después
de hacer a Oscar una exposición detallada de mi experiencia del ordenador
cósmico (véase capítulo 5), me dijo: “Has quemado una cantidad enorme de
141
El centro del ciclón – John C. Lilly

karma* con esta experiencia. (* quemar karma es adquirir conciencia de las consecuencias de
las acciones pasadas, sin vergüenza, sin miedo, enojo o censura.) Esta es la manera de quemar
karma entre aquellos que pueden hacerlo sin quemar su conexión con la
Esencia. Tienes que haber recibido ayuda de otros niveles para haber sido
capaces de realizar esta experiencia”. Algunas escuelas esotéricas emplean esa
técnica con raros individuos, pero no recomienda su uso en general.
Confirme el hecho de que había recibido ayuda de otros niveles.
Mención en los dos guías y la programación de Elena Bonnie para llegar hasta
los dos guías en aquel experimento. También vi, de manera bastante
inequívoca, caminos por los cuales habría podido extraviar me en el
experimento de la computadora cósmica. En cualquier momento, habría
podido cancelar la experiencia, empleé este guardarla en la memoria, porque
era demasiado dolorosa. Según la tradición esotérica, esto habría sido mala
cosa por qué habría pasado por la experiencia sin aprovecharme de ella, sin el
necesario esfuerzo negativo que traía consigo para mí.
Para quemar karma, uno debe estar completamente despierto, con
independencia de lo que le sucede. En ningún momento, durante una
experiencia negativa o positiva de alto nivel de energía, puede uno permitirse
apagar su propia conciencia. Si uno pasa por una experiencia puramente
negativa, hay que permitir que la extrema emoción negativa se grave en su
espacio negativo, a fin de que el auto-metaprogramador no vuelva allí. Sólo las
más puras experiencias negativas valen la pena de ser grabadas como rótulos
indicadores de que es necesario evitar completamente aquel espacio en el
futuro. Gracias a la pura experiencia grabada en la memoria, en cuanto esté
espacio negativo empieza a operar dentro de uno, se puede hacer lo necesario
para pasar a un espacio positivo o neutro.
Así vi, con Oscar, que el karma ardiendo consciente, al menos en parte,
en fijar en la memoria ciertas clases de experiencias con fuerte signo negativo,
para evitar su repetición. Dicho más sencillamente, si uno quiere permanecer
en espacios positivos, debe tener, dentro de su biocomputadora un programa
de evitación automática de los estados negativos. Una vez implantado, este
programa permite que el ordenador opere en el lado positivo.

142
El centro del ciclón – John C. Lilly

De manera parecida, durante los estados altamente positivos es


necesario recordar las experiencias como positivas y remuneradoras, de modo
que vuelvan a atraerle automáticamente a uno hacía estos espacios. Esto es
también parte del propio karma, en el sentido de que, sin experiencias
esenciales en los espacios altamente positivos, uno tropieza con muchas
dificultades para saber cómo volver allí. Si uno ha tenido experiencias en los
espacios altamente positivos, esto es lo bastante remunerador como para que
desee volver allí y aprenda los caminos.
Existe un sistema remunerador casi automático, construido dentro de
cada uno de nosotros, dado que en el útero y en la infancia estuvimos
continuamente en espacios positivos, aunque no necesariamente de modo
consciente. Tuvimos que ser sacados del estado positivo para que viésemos
donde estábamos y nos diese hemos cuenta de que era punitivo ser sacados
de él, y remunerador volver a él. Khalil Gibrán lo dijo en estos términos: “Para
conocer el gozo, hay que conocer el dolor”.
Oscar decía que karma era todo lo que nos sacaba de los lugares
positivos y continuaba haciéndolo. Así podían experimentarse el puro pánico,
el puro horror o la pura culpabilidad que servirían de futuros medios de
prevención. Con esta clase de adiestramiento repetido, pasando por el propio
material autobiográfico, cabía alcanzar en definitiva la positividad permanente
o Satori, conscientemente, en madurez, sin los rebajadores automáticos y sin
que el inconsciente automático permanezca en los estados positivos sin saber
uno donde está.
El hombre gurdjieffiano, el hombre alerta, el hombre de alto nivel,
tiene que permanecer despierto con el fin de almacenar experiencias
reforzadas positiva y negativamente. Quedarse definitivamente en estados
superiores, integrar definitivamente los estados superiores en la propia vida
corriente, tal es el fin del hombre despierto.
Esta manera de considerar el trabajo de desarrollo espiritual me
decidió a volver a Chile y seguir el curso. La manera empírica de abordar Oscar
el desarrollo espiritual me gustó, ya que también a mí me agradaba hacer las
cosas empíricamente. Oscar no me pidió que creyese cosa que no hubiese

143
El centro del ciclón – John C. Lilly

experimentado personalmente, y esto me intrigó. Al discutir mi papel de


explorador de espacios remotos, de investigador, resultó que este empirismo
era exactamente la posición que debía adoptar en el adiestramiento.
Podía empezar con la serie de creencias que desease, y
probablemente tendría que liberarme de algunas de ellas, sino de todas, al
progresar, pero esto sería de mi incumbencia. Oscar desea que él no trataba de
convencer a nadie, salvo por experiencia personal directa de los fenómenos. Vi
que el programa de Oscar estaba de acuerdo con lo que yo quería hacer.
Además, me había impresionado su personalidad.
Este método estaba de acuerdo con mis tendencias particulares.
Como declare en Human Biocomputer, soy un explorador. Si tratase de
explorar más que de explorar esto perjudicaría mis exploraciones. Toda
tendencia exploradora programa cualquier viaje que se emprenda y hace que
ciertos fenómenos se repitan una y otra vez. Si uno tiene programas de
repetición, por debajo de su propio nivel de conciencia, éstos tienden a
repetirse en estas circunstancias y evitan que uno encuentre nuevos espacios.
Así, en aquel viaje de una semana a Chile, en mayo de 1970, pude ver
algo del entramado de la enseñanza que Oscar se disponía a dar. Aunque no
podía ver todo el panorama, sí pude atisbar espacios a los que quería ir, así
como espacios en los que había estado y a los que deseaba volver.
Tenía alguna duda que guarde para mí. No me gustaba le idea de estar
en un grupo cerrado, esotérico o de otra clase. Yo estoy acostumbrado a seguir
mi propio camino, aprendiendo de todos y de todo en la medida de mis
posibilidades. Según mi experiencia, la política inherente a muchas decisiones
de grupo perjudica la calidad y la efectividad de la acción. El individuo
experimentado, prudente, enérgico e inteligente, que actúa en suelta coalición
con otros en una amplia red, es mucho más eficaz que cuando está en un grupo
estrechamente organizado. Al menos, éste es mi parecer.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

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Segundo viaje a Chile:


Definición de estados de conciencia

En mi segundo viaje a Arica pasé el primer mes en la hostería, hasta


que a mediados de julio encontré una casita nueva en una urbanización
próxima a la Universidad del Norte, junto a la carretera de Azapa.
Nuestras lecciones empezaron antes del primero de julio. Marcus
Llana (socio de Oscar) vino a enseñar los ejercicios gimnásticos al grupo. Los
que habían llegado primero Bob, Nancy, Steve y Linda conocían ya estos
ejercicios. El primero de julio nos reunimos por primera vez en el hospital local,
en el aula de enfermeras. Oscar inauguró oficialmente el curso con una
pequeña ceremonia, e inmediatamente entró en materia diciéndonos lo que
íbamos a hacer. El primer programa se componía de ejercicios físicos, llamados
“gym”, durante dos horas diarias, seréis días a la semana. Había, además,
audiciones durante una hora, cantó durante otra hora, mentaciones durante
una hora o dos, y por último ejercicios de grupo por la tarde, con Marcus e Iris,
también colaboradora de Oscar. En los primeros días del curso, nos reunimos
en el hospital para las conferencias y en una fábrica abandonada para el Gym,
el movimiento de grupo y los ejercicios de canto del grupo.
Los domingos, nos reuníamos en el desierto, en un lugar que Oscar
había empleado con anterioridad y que seguía usando con el grupo chileno.
Estos ejercicios eran llamados Pampas. Eran una serie de ejercicios son muy
fuertes que duraban de 2 a 3 horas, según nuestra condición física. Incluían
ciertas carreras especiales, transporte de piedras y rezos.
Oscar definió sus conceptos particulares de los “Satoris*”. (*Nota sobre la
utilización de la palabra Satoris: la utilización clásica tradicional del término parece limitar su uso al “+3”

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El centro del ciclón – John C. Lilly

de Oscar y a estados más elevados. Oscar parece utilizarlo para estados “inferiores”, con fines didácticos,
para marcar pasos de experiencia familiar en dirección positiva. Yo encontré o útil esta formulación, pero
Sus Satoris son
utilizó otro símbolo (estado “+”) para los cuatro estados de +3, +6, +12 y +24.)
diferentes niveles positivos (+24, +12, +6, +3) o estados de conciencia. Oscar
empleaba los números vibratorios gurdjieffianos* (*para un estudio más
profundo de los números vibratorios de Gurdjieff, véase de P.D. Ouspensky, The Fourth Way, knopf, N.Y.,
1957, y también In Search of the Miraculus, Harcourt Brace, N.Y.),
para especificar los estados
de conciencia. En la Tabla 1 podemos ver estos varios niveles vibratorios
positivos y negativos. Los niveles positivos son +3, +6, +12, +24. El nivel neutro
es 48. Los niveles de vibración de 96, 192, 384, o 768 corresponden a los
estados (anti-Satori) de -24, -12, -6, y -3, respectivamente.
Casi todo el mundo experimenta espontáneamente, alguna vez en su
vida, la mayoría de estos estados. el recuerdo de estas experiencias puede ser
activado Realizando un mapa de nivel 48. Es un cambio hacia uno de esos
estados. “Oh, sí, Yo estuve allí antes”, es una manifestación corriente expresada
en 48, al regresar de los otros estados. quisiera recalcar este punto: estos
estados son ciertamente parte de nuestra herencia humana, al alcance de la
mayoría de nosotros.
En las conferencias que dio Oscar sobre estos niveles de vibración y
estados de conciencia, vi claramente que muchas de mis experiencias
anteriores podían expresarse por medio de estos conceptos. Por
ejemplo, había pasado una gran parte de mi vida en 48, aprendiendo y
enseñando. Otra buena parte la había pasado en 24, haciendo Trabajo de
laboratorio, estudiando los delfines, escribiendo y realizando actividades
parecidas. A veces, mientras ejercía estas actividades, Pasaba a 96 o (-24) Y
continuaba haciendo mi labor, a pesar de que ya no me resultaba agradable.
Mi primer viaje con LSD fue principalmente en +12, Aunque parte de él, o sea
el episodio en que subí al cielo y vi a Dios en el trono parecía ser en +6.
Cuando estuve en coma a las puertas de la muerte, en 1964, estuve
en +3 y +6. Los episodios con los guías tuvieron todos lugar y en el nivel +6. El
viaje hipnótico fue +6. Mi episodio +3 fue aquel en que fui llevado fuera del
universo que conocemos y lo vi a sindicado cien mil millones de veces. Me fue

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El centro del ciclón – John C. Lilly

mostrada su creación, su expansión y su retroceso hasta un punto en el vacío.


Fui llevado allí por los creadores y me mostraron que yo era uno de estos.
Misa ataques de jaqueca; estaban definitivamente al nivel de -12. El
dolor era tan fuerte que me constriñó a pasar a +12, donde me expansioné
gracias al amor y la energía. En mi experiencia a las puertas de la muerte, en
1964, cuando pensé que estaba acabado, descubrí que había pasado
directamente a -6 y que, entonces, los dos días me habían llevado al nivel +6.
En mis experiencias en el depósito de agua de las islas Vírgenes, bajo el LSD,
estuve en +6 y -6. Yo como un punto, me introduje en regiones pobladas de
grandes entidades, “los carnívoros cognitivos”, como les llamé en aquel
entonces. A veces me vi retenido mucho tiempo en estados negativos, como
en el viaje -3, “El viaje con guía al infierno”, con Sandy Unger y en el hospital
estatal de Spring Grove. Los nuevos mapas de Oscar me permitieron
determinar dónde había estado e hicieron que las cosas ocupasen su sitio, para
que pudiese archivarlas sistemáticamente y considerarlas bajo una nueva luz.
Entre las demás actividades escolares hay que citar las sesiones
generales con Oscar, en las que nos instruía y enseñaba mantra, cánticos, etc.
Durante aquellas conferencias tomábamos notas y también llevábamos otra
libreta en la que escribíamos un diario de los acontecimientos internos de cada
uno de nosotros.
Oscar nos enseñó las “desviaciones del ego” y como las relacionadas
con las mentaciones y con nuestros signos astrológicos como determinados por
nuestra fecha y lugar de nacimiento. Los astrólogos tienen tablas muy sencillas
para determinar los signos dominantes. Si uno tiene su propio signo dominante,
puede determinar cómo se desvían sus mentaciones, es decir, como se desvía
el ego y como se cometen ciertos errores confundiendo ciertas ideas con otras
o ciertos acontecimientos con otras clases de acontecimientos. Cada signo,
salvo Aries, lleva asociadas desviaciones del ego.
Durante aquellas conferencias se activó mi incredulidad sobre la
astrología en General. A mí, el concepto de la position de las constelaciones y
de la posición de la tierra alrededor del sol, como determinantes primarias de
la personalidad y como fuerzas programadoras del curso de la vida de cada

147
El centro del ciclón – John C. Lilly

cual, me pareció siempre insignificante. La posición de las constelaciones


puede ser determinada exactamente, pero las variantes de una persona no
pueden expresar en términos cuantitativos. Decidí aceptar temporalmente la
teoría de Oscar para ensalzar la y ver si había algo en ella. Su teoría me condujo
a considerar ciertas ideas de una manera nueva. Esto no demuestra su
“verdad”, sólo su utilidad didáctica. Utilizando estas ideas asocie nuevas
conexiones entre viejos acontecimientos y elimine ciertos obstáculos para
trasladarme a nuevos estados. Aquí deseo exponer bastantes ideas de Oscar, a
fin de que él lector pueda ver cómo me moví en el sentido en que lo hice.
Para determinar las desviaciones del ego relacionadas con un signo
no-Aries, busque en la tabla 2 la meditación correspondiente al propio signo.
Por ejemplo, mi signo es capricornio y corresponde a carisma. Fórmese una
tercera columna en la tabla poniendo la mentación correspondiente al signo
zodiacal de uno frente a la mentación sustancia. En mi caso particular, como
capricornio es mi signo zodiacal, se pone carisma frente a sustancia en la
tercera columna. Sigase formando la columna 3 anotando por orden las
mentaciones dadas en la columna 2 que siguen a la mentación del signo uno.
Cuando se llegue al pie de la columna 2 de mentaciones, empiécese en la cima
de la columna 2 y continúese hasta alcanzar de nuevo la mentación del propio
signo. La tabla 3 muestra la columna 3 completa para un signo dominante
capricornio, y la tabla 4 para cualquier signo dominante.
Ahora se asigna cierta anchura a las mentaciones que están en las
citas. Esta anchura corresponde a la anchura de las casas astrológicas. Hay
cierta cantidad de su Perls posesión es en las mentaciones verdaderas de la
columna 2 y las mentaciones desviadas de la columna 3. Por ejemplo,
“capacidad” se superpone a medios y fines en mi caso particular. Por mi
nacimiento, en una hora particular del día y en un lugar particular, toma una
“falsa” capacidad para los verdaderos medios y los verdaderos fines. (para los
que sientan un mayor interés por estas ideas, los datos exactos son: 7:30 de la
mañana, 6 de enero de 1915, St. Paul, Minnesota. Creo que se pueden deducir
las superposiciones de estos datos más las tablas adecuadas. Aquí sólo con los
datos suficientes para mis propios fines narrativos.)

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Cada mentación es una variable totalmente independiente. Por


ejemplo, la sustancial de uno sólo depende de sí misma. Es realmente única y
absolutamente separada de todas las otras mentaciones. La sustancia de uno
no refleja necesariamente la forma de uno, ni la forma de uno refleja la
sustancia de este. La sustancia, la forma, las posibilidades, las necesidades, el
impulso, la asimilación, la orientación, la capacidad, el carisma, los medios y los
fines son completamente independientes entre sí. Sin embargo, en un caso
desviado cabe confundir algunas de estas ideas con otras y establecer
relaciones de dependencia que no existen.
En mi caso particular, la desviación más importante (según Oscar) en
la que confundía mi fuerza o capacidad con mis medios y mis fines. Oscar decía
que eso construía una falsa capacidad, una falsa fuerza, fundada en los medios
y los fines que elegía. Yo sentía que mi fuerza dependía de fijar mis fines y
establecer mis medios. Tenía que elegir mis medios de cierta manera.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

TABLA 1: Niveles de Conciencia


Nivel de Estados
vibración de Samadhi Descripción
de Gurdjieff conciencia
Hacer el Ma´hdi. Sartori clásico. Fusión con la mente
Dharma
universal, unión con Dios; ser uno de los creadores de
3 +3 Megha
energía del vacío, en el Ma´h, centro espiritual encima
Samadhi
de la cabeza.
Hacer el Buda. Fuente esencial de conciencia, energía,
luz y amor. Punto de conciencia, viaje astral,
Sasmitanir
6 +6 bija
clariaudición viajera, clarividencia viajera, fusión con
otros entes en el tiempo. En el Pah, centro mental de
la cabeza.
Estado de bienaventuranza, hacer el Cristo, el qutub
verde, realización de baraka, recepción de gracia
divina, amor cósmico, energía cósmica, alerta corporal
12 +12 Sananda aumentada, la más elevada fusión de la conciencia
corporal y planetaria, estar enamorado, estar en un
estado positivo de energía LSD. En el Oth, centro
emocional en el pecho.
Nivel de Sartori profesional o de Sartori básico. Todos
los programas necesarios están en el inconsciente de
la biocomputadora, operando suavemente; el yo se
24 +24 Vicara
pierde en las actividades agradables que uno conoce
mejor y que le gusta realizar. En el Kath centro
motrices en el vientre.
Estado neutro de la biocomputadora, estado para la
absorción y la transmisión de nuevas ideas; para la
recepción y transmisión de nuevos datos y nuevos
48 +48 Vitarka
programas; se enseñan y se aprende con facilidad
máxima, en estado neutro, ni positivo ni negativo. En
la tierra.
Estado negativo; dolor, culpabilidad, miedo, haciendo
lo que se tiene que hacer, pero en un estado de dolor,
96 -24² culpabilidad, miedo; el estado de un ligero exceso de
alcohol, de una pequeña cantidad de opio, de las
primeras fases de la falta de sueño.
Estado corporal sumamente negativo en el que uno
está todavía en el cuerpo, como en un ataque intenso
192 -12 de jaqueca, en el que la propia conciencia se hunde e
inhibe y sólo está presente en el dolor. El dolor es tal
150
El centro del ciclón – John C. Lilly

que uno no puede trabajar o cumplir sus deberes


acostumbrados. El propio yo, sufre una limitación y
uno está aislado; mal estado interior.
Parecido a +6, salvo que es extraordinariamente
negativo. Una situación como de purgatorio en la que
384 -6 uno solo es un punto de conciencia y de energía;
miedo, dolor y culpabilidad extremos; domina la
insensatez.
Como +3 en el sentido de que uno se funde con otros
entes en todo el universo, pero éstos son todos malos
y el propio yo es malo e insensato. Es la quinta esencia
del mal, el infierno más profundo que se puede
concebir. Puede ser un estado de energía
768 -3 extraordinariamente alta y que dura eternamente,
aunque, según el reloj terrestre, sólo se está allí unos
pocos minutos. En este estado, no hay esperanza de
escapar de él. Uno estaba allí para siempre. (véase el
ordenador cósmico referido en el capítulo titulado
“viaje con guía al infierno”.)

TABLA 2: “Verdadera” relación entre mentaciones y el signo del zodíaco


Signo Mentación verdadera
Aries Sustancia
Tauro Forma
Géminis Posibilidades
Cáncer Necesidades
Leo Impulso
Virgo Asimilación
Libra Eliminación
Escorpio Orientación
Sagitario Capacidad
Capricornio Carisma
Acuario Medios
Piscis Fines

151
El centro del ciclón – John C. Lilly

TABLA 3: Mentaciones desviadas para el signo de Capricornio


Signo Mentación verdadera Mentación desviada
Aries Sustancia Carisma
Tauro Forma Medios
Géminis Posibilidades Fines
Cáncer Necesidades Sustancia
Leo Impulso Forma
Virgo Asimilación Posibilidades
Libra Eliminación Necesidades
Escorpio Orientación Impulso
Sagitario Capacidad Asimilación
Capricornio Carisma Eliminación
Acuario Medios Orientación
Piscis Fines Capacidad

152
TABLA 4: Mentaciones desviadas en términos de varios signos dominantes
Aries Tauro Géminis Cáncer Leo Virgo Libra Escorpio Sagitario Capricornio Acuario Piscis
Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines
Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia
Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma
Necesidad Impulso Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad
Impulso Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad
El centro del ciclón – John C. Lilly

Asimilación Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso
Eliminación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación
Orientación Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Orientación
Capacidad Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Orientación Capacidad
Carisma Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Orientación Capacidad Carisma

153
Medios Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Orientación Capacidad Carisma Medios
Fines Sustancia Forma Posibilidad Necesidad Impulso Asimilación Orientación Capacidad Carisma Medios Fines
El centro del ciclón – John C. Lilly

12

Barreras físicas a estados positivos:


Ejercicios físicos

Ida Rolf y Fritz Perls me enseñaron que uno puede conservar


“grabaciones” de la primera infancia funcionando en sus circuitos de cuerpo
músculo cerebro. Son “fijaciones del ego” u órdenes de relajamiento en la
propia biocomputadora. Algunas de estas órdenes se pueden despejar siendo
“tratado” físicamente por alguien como Ida, y mentalmente por alguien como
fritz. Además de esto, se necesita un cuerpo que responda bien, muy
energético, para los estados positivos más elevados; de ahí los ejercicios o
“gym”, según los llamábamos nosotros.
La primera gran barrera a estados positivos de +24, +12, +6 y +3 es la
condición física de uno mismo. Para salvar esta primera barrera habíamos,
empezado el curso haciendo “gym”. Los cambios experimentados en mi
cuerpo, como resultado del “gym” y de los ejercicios pan para junto con los
cambios psicológicos que hice, me permitieron alcanzar el estado +3 (clásico
Sartori o dharma-megha Samadhi).
¿Qué es el gym? Es una serie de unas tres docenas de ejercicios físicos
fundados principalmente en Hatha Yoga y el Aikido, que afectan a todos los
músculos y a todas las articulaciones del cuerpo, dan masaje a los órganos
internos, entonan el aparato vestibular del oído interno y orientan de nuevo
toda la configuración del cuerpo-cerebro.
La descripción detallada de éstos, ejercicios escaparía el propósito de
este libro. Basta decir, para quienes interese, si hay varias posiciones del Hatha
Yoga (esfinge, cobra, position de hombro, posesión de cabeza, arado), algunos
ejercicios de las fuerzas aéreas (levantamiento de piernas sobre la espalda,
154
El centro del ciclón – John C. Lilly

tijeras, bicicleta, etc.), algunos movimientos de sobra modificados (parecidos al


grupo de ir al sol) y pasos de danza y de ballet. No hay posiciones o movimientos
nuevos. Posiblemente, un nuevo aspecto es la secuencia y el tiempo. La música
(como la de Santana en abraxas) es un elemento añadido de ritmo y de
velocidad, que me complace mucho. Realizado por la mañana, encuentro en el
“gym” una fuente de energía.
Empecé haciendo gym durante dos horas al día; al cabo de un año
pude hacer toda la secuencia en 20 o 30 minutos.
Al empezar los ejercicios, éstos me llevaron a algunos lugares muy
malos, porque mi cuerpo protestaba contra los nuevos movimientos y
posiciones. Al principio los propios ejercicios eran una barrera para los estados
positivos, en el sentido en que yo me quedaba en un estado negativo, como
resultado de la práctica temprana de los ejercicios. Sin embargo, al adquirir una
mejor condición física, aumentaron las probabilidades de elevación mediante
los ejercicios. En definitiva, haciendo sin alcance estados de +24 y +12.
Entre un ejercicio y otro, meditó brevemente en posición relajada,
hasta que sean calmado las reverberaciones de sensación a través del cuerpo.
Mantengo la mente en blanco como me es posible.
En definitiva, el gym pareció fusionar por sí solo, mientras yo
permanecía un lado y observaba lo que ocurría con absoluta tranquilidad.
Aproximadamente al cabo de un mes de este “gym”, pasé a mi primer
estado +12 y fui capaz de hacer gym durante este estado. Entonces descubrí lo
que eran en realidad algunos de estos movimientos. Hasta que uno hace el
“gym” y experimentar directamente del propio cuerpo todos estos
movimientos y las pautas generales que se derivan de los movimientos
individuales y de su relación recíproca, no puede predecir lo que ocurrirá en su
interior (ver capítulo 15).
Al realizar diariamente estos movimientos, parece producirse una
reprogramación total del cuerpo y de toda la mente. Cuanto más viejo es uno
más importa hacerlo todos los días. Yo descubrí que una interrupción de un día
produce una acumulación de rigidez casi excesiva. Los jóvenes no
comprenderán esta declaración, pero sí los viejos.
155
El centro del ciclón – John C. Lilly

Uno de los inconvenientes de los jóvenes es que el mero gozo de los


movimientos puede llevarles a un éxtasis que les desvíe de la parte más
importante del trabajo. Esto puede ser una etapa necesaria para determinados
jóvenes. Hay que observar que puede ocurrirles, y probablemente les ocurrirá,
a la mayoría de los jóvenes; por consiguiente, deben estar apercibidos para ello
y continuar a pesar de esta clase de seducción.
El resto del programa físico consistirá en los ejercicios Pampas, que se
hacían todos los domingos por la mañana. Estos éxtasis o tenían por objetivo
desarrollar todo el cuerpo como una unidad total de funcionamiento, incluidos
en la respiración, la circulación y el metabolismo General. Con la tensión
corporal y General de estas experiencias, yo vencí los estados negativos
generales del cuerpo y los temores a la muerte, que eran algunos de mis
programas negativos de rebajamiento.
El grupo se reunía en la pampa todos los domingos y se daba a cada
persona un programa particular que había que seguir para los seis ejercicios.
Cada ejercicio incluía un mantra o una oración, que había que coordinar con los
movimientos del cuerpo. Cada ejercicio se realizada en un lugar especial que
había sido marcado en el desierto.

Los pampas
Ejercicio de la elipse

Este ejercicio se realiza alrededor de la cima de una colina. Es una


colina cónica, con un camino elíptico trazado alrededor de la base en declive.
(la base de nuestra colina subía a unos quince metros, y la cima del cono tenía
unos 21 metros de altura.) Al empezar este ejercicio, igual que los ejercicios
sucesivos, pagó un Om, cruzando las manos y dedicando una reverencia a la
cima de la colina. Trepó lo más deprisa que puedo a la cima del cono y a otras
veces el ejercicio de la abertura del loto, de cara al sol. Para la abertura del loto,
levantó las manos por encima de la cabeza, con las palmas de cara al sol en un
ángulo de unos 45 grados, y cierro los ojos; después, bajó los brazos sobre el
156
El centro del ciclón – John C. Lilly

pecho, y con los antebrazos juntos, los dolosos de las manos unidas, inclinada
la cabeza sobre las manos. Al mismo tiempo, digo: “Venimos a ti, vamos a ti”.
Entonces, bajó corriendo la colina y vuelva a subir por el camino elíptico. Agotar
es veces este tras de todo, en el sentido de las agujas del reloj, una vez por cada
uno de los centros, o sea para el Kath, para él Oth y para el Path. Después de
cada uno de estos trayectos elípticos, hago una subida a la cima de la colina. (El
centro Kath está situado cuatro de dos encima del ombligo. El centro Oth lo
está en medio del pecho. El centro Path en mitad de la frente, junto a la línea
de los cabellos.)
Era un ejercicio muy fuerte. Cuando yo estaba en buenas condiciones,
tardaba unos 45 minutos en realizarlo. Al principio, me costaba una hora o una
hora y media. En buenas condiciones, podía hacer el trayecto con mucha
rapidez. Pero lo hacía lentamente si aquellas eran malas. Algunas de mis
experiencias más emocionantes se produjeron en la elipse.

Ejercicio de la colina Kath

En el suelo del valle, cojo una piedra que pueda reconocer más tarde.
Me pongo de cara a la colina Kath, que tiene unos 30 metros de altura y una
pendiente de 45 grados, y saludó con la piedra. Proyecto del centro de Kath
colina arriba, su bola cuesta llevándola tienen la mano derecha y, durante la
ascensión, me imagino que el Kath tira de mí. Cuando llegó a la cima, pongo
mis entró kath en la piedra. Arrojó la piedra con el Kath cuesta abajo y corro
detrás de ella, la encuentro y pongo de nuevo el centro Kath en el cuerpo. Es
un ejercicio relativamente breve, pero fuerte, y enseña a emplear debidamente
de la energía kath para el movimiento total del cuerpo. Me pareció un “cuasi”
programa interesante.

Ejercicio de Escuchó y Obedezco

157
El centro del ciclón – John C. Lilly

Saludo el camino de Escucho que Obedezco al pie de la colina, y aspiro


aire, permaneciendo inmóvil. Al exhalarlo, doy siete pasos. Pronunció una
sílaba a cada paso, dividiendo “Escuchó y Obedezco” en siete sílabas. Después
de dar los siete pasos, me paro, meditó y escuchó. Al hacerse el camino menos
empinado, abro los ojos. (En el borde de nuestra colina había un acantilado de
mil metros sobre el océano pacífico.) Cuando terminó en la cima, bajó
corriendo o andando, según prefiero. (Los hombres hacen este trayecto una
vez, y las mujeres tres veces. La razón de que Oscar lo recomiende tres veces a
las mujeres esquiar estas les cuesta mucho más escuchar.)
Este ejercicio es relativamente descansado, y lo hacíamos de buen
grado después de los más fuertes.

El lanzamiento

Empiezan con un saludo en el camino al fondo del valle. Cojo una


piedra de 2 a 4 kilos. Cinco el camino empleando si el brazo derecho para el
lanzamiento; al bajar, empleo el brazo izquierdo. En el momento en que lanzó
la piedra, a nivel del hombro, exhalarlo el aire ruidosamente, en una especie de
“Oh”. Doy todo mi impulso a la garganta. Hago un trayecto completo. Debo
tener cuidado de que no haya otras personas efectuando los dos ejercicios
siguientes, pues podría lesionarlas.

La marcha forzada

Empiezo con un saludo en el camino al fondo del valle. Hago tres veces
el trayecto de 800 metros. Coordino el mantra “Ten Piedad” con un paso por
sílaba. Aspiro aire en los tres pasos de “Ten piedad”. Con tengo la respiración
de los tres pasos siguientes. Exhaló en los siguientes seis pasos, diciendo “Ten

158
El centro del ciclón – John C. Lilly

Piedad, Ten compasión”. Hago vivamente este ejercicio, balanceando los


brazos de manera definida y marchando a un paso definido.

Ejercicio del peso muerto

Este ejercicio se realiza también en el camino del fondo del valle.


Escojo y saludó una piedra grande que puedes llevar cómodamente. Levantó la
piedra con las palmas de las manos, a la altura del pecho y a unos ocho
centímetros del cuerpo. Esta piedra es mi karma. Recorro tres veces el camino,
coordinando la oración “Todo es tuyo”. Si me fatigo, puedo acercarme más la
piedra al pecho.
Al principio, este ejercicio resultaba bastante cansador, pero
gradualmente en se fue haciendo más fácil. Yo podía aumentar la dificultad
eligiendo piedras más grandes y más pesadas.
Los ejercicios Pampas se realizaban a unos mil metros sobre el océano
pacífico y a unos ocho kilómetros de Arica.
Estos ejercicios empezaban al terminar la semana, todos los
domingos, como una especie de explosión, y nos proporcionaban una enorme
cantidad de energía que estábamos después durante toda la semana siguiente.
Cuando empecé los ejercicios Pampas en el mes de julio, tuve la impresión de
que me estaba destrozando, y sólo después de practicarlos cuatro fines de
semanas, me di cuenta súbitamente de la razón de su práctica, al alcanzar por
fin el estado +12. Mi cuerpo estaba en mejor forma de lo que había estado en
los últimos diez años. Por lo visto, la mejor condición física es necesaria para
llegar a +12.
Durante los Pampas, pasé por varias experiencias de “muerte-
renacimiento físicos”. Me impulse de Asia regiones que requerían un gran
esfuerzo y que estaban mucho más Alla de donde me imaginaba que estaban
mis límites. Me arriesgue, literalmente, a hacer lo que consideraba un esfuerzo
excesivo y del que podía resultar un “fallo cardíaco”, pero este “fallo cardíaco”
no se produjo. Descubrí que había cruzado una barrera de miedo corporal y me
159
El centro del ciclón – John C. Lilly

había adentrado a un nuevo espacio de funcionamiento físico de alta energía,


que era para mí un requisito previo para alcanzar el estado +12. Para ascender,
tenían que empujar y pasar a través de lo que me retenía en lo hondo “el miedo
a la muerte corporal”, un componente inconsciente de los programas de
rebajamiento, o según la expresión de Oscar, “ego cuerpo” o fijaciones
corporales del ego.

160
El centro del ciclón – John C. Lilly

13

Estado 48:
La biocomputadora humana

En este y en los siguientes capítulos sobre los diferentes estados de


conciencia doy mis descripciones de los estados tal y como yo los conozco, en
mi propio lenguaje. A pesar del frecuente empleo de la tercera persona y de la
oración en vos pasiva, se trata de mí, del explorador-científico, que os muestra
diseños de los territorios por él explorados. De este modo establezco el
contexto, los antecedentes de los relatos de mis propias experiencias, que se
dan en primera persona del singular. En cierto sentido, lo que expongo de
modo impersonal es metaprogramador para mí en el pasado y
metaprogramador para vosotros en el presente, para que podáis comprender
las descripciones personales.
Para los interesados en desarrollar su propia conciencia, consideró
que este capítulo y los dedicados a los estados +24, +12, +6 y +3, son pasos
fundamentales. Cada declaración o idea o metaprograma que se expresan en
ellos son fruto de profunda experiencia personal y de muchas horas de
concentración, contemplación, meditación y reflexión.
En conversaciones con Oscar Ichazo, les puse el contenido de mi
monografía Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer.
Leyó la monografía y las discutimos prolijamente. Como resultado de estas
conversaciones, definió el nivel de vibración 48 como el estado de conciencia
en el que uno operarme biocomputadora humana de un modo completamente
racional, sin emoción positiva ni negativa. Las emociones están en un estado
neutro; sin embargo la energía puede ser alta. A este nivel de conciencia, uno
absorbe datos, programas o metaprogramas, nuevos metaprogramas o ideas

161
El centro del ciclón – John C. Lilly

en los bancos de depósitos de la propia biocomputadora. Uno puede estar


también en 48 mientras da nuevas ideas a otra persona. Una de las maneras de
probarse esta en 48 es observar la interacción de uno con otra persona. Si no
hay ninguna emoción relativamente presente, sea en un sentido de placer
positivo buen un sentido negativo, uno puede estar en el nivel 48, sea cual
fuere su calidad.
A veces es difícil saber si las partes de la biocomputadora fuera del
propio nivel de conciencia, están operando realmente en 48. Si uno expresa de
algún programa higo y se identifica con él, el ego puede gritar: “¡Estoy en el
nivel 48!”, cuando uno está realmente en algún otro nivel, 96 o más bajo. Para
estar realmente a cualquier nivel, desde 48 hasta +3, se debe estar realmente
en aquel nivel y no pretender que se está en él. En un claro nivel 48, no queda
nada de esta basura.
Con sistemas de control separados, operando en un estado separado,
disociado o fragmentado, dentro de una biocomputadora humana dada, partes
de la biocomputadora pueden estar a diferentes niveles. Un centro de control
puede estar en 192, otro a 96 y otro a 48. El auto metaprogramador puede
moverse entre estos tres sistemas de control o puede identificarse
simultáneamente con cada uno de ellos. En este estado, la biocomputadora
humana no ha alcanzado todavía es grado de unidad requerido para designar
su propio estado de una manera pura y unificada.
Para estar en un 48 puro (energía neutra), se requiere la unificación y
la integración de los centros de control separados, de manera que al menos la
mayor parte de la maquinaria operacional de una biocomputadora dada se
incluya bajo el único auto metaprogramador central. Para alcanzar esta unidad,
el cuerpo y la mente deben estar en gran forma, y el camino espiritual, bien
definido y aceptado.
Si uno sabe lo que significa “óptima condición física”, esto es entonces
un fin físico. Si uno no sabe por experiencia personal lo que es la “óptima
condición física”, no puede saber lo que es un puro 48 de alta energía. En tal
caso, tendrá que hacer ejercicio físico de tipo corporal individual, como el Gym
de Ichazo o el Hatha Yoga, además de los ejercicios de tensión de todo el

162
El centro del ciclón – John C. Lilly

cuerpo, como los ejercicios Pampas u otros duros de movimientos. Si alguien


tiene que aprender lo que es la óptima condición física, tendrá que recorrer un
camino más largo y más pesado que los que ya han experimentado este
beneficioso estado del cuerpo. ¿Por qué es necesario este estado para lograr
un nivel unificado de 48?
La mala condición física significa que no hemos recibido diariamente
la energía suficiente para mantener la biocomputadora en un estado
controlable, tranquilo e inactivo, a nivel de alta energía. En la condición física
hay impulsos incontrolados que producen inquietud. Uno va de un lado a otro
y realiza acciones sin objeto, mientras deseos desconocidos toman la delantera
en momentos inadecuados.
Puede haber mucho ruido mental en la propia cabeza; uno habla
prácticamente sin parar consigo mismo y con otros dentro de su cabeza. Al
ponerse uno en buena forma física, esta clase de actividad impulsiva, interna y
externa, tienda menguar considerablemente. El propio 48 se hace más
integrado, más unificado y se utiliza una parte mayor de la propia
biocomputadora disponible. En mi General, los ejercicios físicos disciplinados
tienden a unificar las computaciones, la programación y los impulsos de la
biocomputadora. Uno se hace más total. Se hace más uno mismo y actúa
menos a los requerimientos de los desconocidos que lleva dentro y de otras
personas del exterior. A los pocos días de empezar una serie de ejercicios
disciplinados, realizados diariamente, se puede empezar a ver los resultados de
este creciente y casi inconsciente control sobre una parte mayor de la propia
biocomputadora. La paradoja parece ser aquí que uno se somete a un régimen
o a un programa de ejercicios para liberarse del ruido que hay dentro de sus
propios cuerpos y cabezas. En Chile, descubrí que en mis ruidos impulsivos
internos decrecían al mejorar mi condición física.
Al mejorar el 48 con el ejercicio físico, se deben hacer otras clases de
ejercicios para mejorar aún más la biocomputadora y su funcionamiento al
nivel 48. Los niveles de vibración 96 e inferiores son estados de acción divisiva
fuera del control de uno. A estos niveles, algo que está dentro de cada uno
lucha contra las leyes obvias de la propia naturaleza y de la naturaleza del
universo. Uno hace las cosas que le separan de su propia esencia, o está
163
El centro del ciclón – John C. Lilly

expuesto a ellas. La propia esencia es la expresión más alta de la ley universal,


aplicada a los humanos, a las personas, a los cuerpos y a las biocomputadoras.
Para limpiar la propia biocomputadora hasta el punto de que el propio
48 sea una cosa unificada, con una sola dirección bien organizada, hay que
hacer ejercicios mentales, además de los físicos. Hay, literalmente, miles de
estos ejercicios mentales. Algunos se expresan en el Jnana Yoga; otros en los
escritos de Gurdjieff y de sus seguidores, como Ouspensky y Orage. Algunos se
incluyen bajo títulos tales como “Oración Cristiana”, aunque se puede argüir
que éstos son ejercicios espirituales, más que mentales o intelectuales. Joe
expuesto algunos ejercicios mentales que me parecieron útiles en mi libro
Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer y también en
mis seminarios. Otros ejercicios mentales útiles, derivados de las enseñanzas
de Oscar Ichazo, son las mentaciones y las desviaciones ego de las mentaciones.
Reproduzco aquí la tabla 5 realizada del Human Biocomputer, que
muestra las diferentes fases de funcionamiento de la biocomputadora. La
propia tabla es un ejercicio intelectual capas de liberar a una persona
determinando lo que es en términos de ciencia moderna y de teoría científica
moderna.
En esta fórmula colocó lo desconocido en la cima. Esto resume mi
posición como explorador. Más allá de mí, más allá de nosotros, más alza de
nuestra comprensión corriente, está lo desconocido. Lo desconocido existe
dentro de nosotros, fuera de nosotros y entre todas nuestras ideas que tienen
algo que ver con todo esto; por consiguiente, lo desconocido ocupa el primer
lugar en la biocomputadora humana y sus operaciones. Yo calculo que, hoy,
comprendemos menos de una décima parte del uno por ciento de lo que pasa
en nuestro cuerpo, en nuestro cerebro o nuestra mente, y a nuestro espíritu.
En cualquier momento dado, un ser humano dado puede comprender
una milésima parte de las realidades existentes dentro de él mismo, en su
realidad externa y en otros seres humanos. Al aumentar la distancia de su
centro consciente, sabe cada vez menos, en un rápido, asintótico y logarítmico
descenso del conocimiento. Pero el principio del aumento de la ignorancia con
la distancia no rige si uno puede integrarse a una red cósmica y convertirse en

164
El centro del ciclón – John C. Lilly

parte de ella de una manera consciente y operante. La comprensión es


limitada, el conocimiento sigue siendo limitado; pero la conciencia puede
extenderse más Alla de dónde está normalmente en el consenso externo y en
las realidades internas dictadas por nuestra cultura.
La metaprogramación de Esencia es la que conducción a los estados
positivos más elevados de conciencia y de Sartori, explicados en otro sitio de
este libro. En la biocomputadora humana, cuando uno está al nivel 48, hay
ideas conectadas con la esencia que genera el yo, que el yo conoce de
anteriores experiencias, quien yo siguiente con certeza que son una realidad
absoluta, objetiva. En una biocomputadora dada, este nivel de
metaprogramación puede ser muy débil o faltar en absoluto.
Descubrí una idea útil: uno puede aumentar la fuerza de la
metaprogramación de Esencia en una biocomputadora dada, gracias a
experiencias técnicas, pragmáticas y empíricas, de los niveles positivos.
Entonces, aquélla biocomputadora particular puede avanzar más y más en
estados de Esencia y de metaprogramación de Esencia. En definitiva, una
biocomputadora dada puede construir y alcanzar, gracias a los esfuerzos del
nivel de autoprogramación, estados de los niveles más altos y hacía entrar en
la Esencia. Identificarse con la propia Esencia, con su metaprogramación. Sin
embargo, un autometaprogramador dado, una biocomputadora dada, no
puede pasar a niveles de metaprogramación de Esencia hasta que ha logrado
el almacenamiento de metaprogramación Esencial. Los primeros altos en la
metaprogramación de Esencia, las primeras experiencias de estados altamente
positivos, ofrecen un camino para volver a la metaprogramación de Esencia,
con tal de que se hagan conscientemente y estén suficientemente modelados
y almacenados dentro de la biocomputadora.
El nivel de autometaprogramación de estructura y de nivel vibratorio
48, es aquel en que eso me encuentro cuando escribo para vosotros y en el que
vosotros os en contra es cuando Leéis lo que escribo. (véase la tabla 6). En el
nivel 48 es característico del autometaprogramador en los mejores estados. Es
donde uno funciona como un agente neutro, como un testigo fiel de los
procesos mentales, reorganizándolos, adquiriendo nueva información y dando
nueva información. Cuando los niveles de estados positivos empiezan a superar
165
El centro del ciclón – John C. Lilly

los límites del autoprogramador, y uno se parece cada vez más a la Esencia, el
autoprogramador desaparece.
Al nivel estructural 9, metaprogramación de Esencia, uno tiene los
niveles de vibración de los estados +3, +6, +12, +24. Sólo hay una pequeña
fracción de Esencia en 24. Hay una gran fracción de Esencia, digamos un 99 por
100, en el estado 3. Por consiguiente, al nivel estructural 9 podemos considerar
que los estados de la biocomputadora, los estados conscientes del yo, están
más y más cerca del de Esencia en un aspecto cuantitativo: 99% de Esencia en
+3; 75% en +6; 25% en +12; 5% en +24 y 1% en 48. Sin embargo, en cierto
modo, este es un estado transitorio de la biocomputadora humana dada. Estas
pequeñas fracciones son los estados iniciales cuando se empieza a avanzar
hacia la Esencia.
Cuando el autometaprogramador decide el curso que va a seguir y
empieza a desarrollar el nivel de autometaprogramación de Esencia, empieza
a asumir los metaprogramación. “yo me dirijo a la esencia; yo estoy
proyectando mi vida para ver la realidad verdadera de la esencia; voy a hacer
todo lo necesario para entrar en la esencia”. Al producirse esto, los estados
positivos se desarrollan, el autometaprogramador pasa al metaprogramador
de Esencia y toda la cuestión del tiempo empleado de agenda de la semana,
etc., Decente de la cantidad del presente eterno propio que estará en la
verdadera esencia. Este es un problema pragmático y práctico dependiente del
viaje en el lado del planeta; no puede resolverse en 48. Se pone en la
biocomputadora como superautometaprogramador al nivel estructural 8.
El nivel de estructural 7, los metaprogramación ego, son los niveles
negativos de vibración por debajo de 48: -24, -12, -6 y -3. El nivel del ego es
aquel en que uno tiene el concepto de que es un ente poderoso e
independiente que no necesita la red, no necesita la Esencia, no necesita tener
idea de los creadores, no necesita los estados místicos. La lista sería
interminable, pero he aquí un ejemplo de programa ego (el mío propio):
“termino con la muerte de mi cuerpo. Mi origen se debió a la circunstancia de
que las moléculas adecuadas se encontraron en el lugar adecuado del universo
en el tiempo adecuado. No hay creadores, no hay principio rector, no hay una
ley que nos forme. No hay Esencia; sólo hay la danza térmica, la muerte
166
El centro del ciclón – John C. Lilly

termodinámica definitiva del universo con el lento aumento de la entropía. No


ha de reciclaje del universo; este perecerá en definitiva. No hay vida después
de la muerte, no hay vida eterna para ninguna porción de nuestra conciencia.
Nuestros orígenes, y los del universo, no tienen explicación. Somos un
accidente casual”.
Podéis añadir otras cosas que vuestra propia lista. Todo lo que os lleve
por debajo y fuera de los niveles de vibración +48, +24, +12, +6 y +3, es un
programa ego. Cualquier sistema de control independiente negativo, sobre y
por encima de vosotros mismos, es un metaprograma ego.
Hay una paradoja común en la comprensión de este ego como
opuesto a uno mismo. Es ego tanto en el sentido de “programas de
rebajamiento” como en el sentido del conocimiento y el sentimiento de que
uno es un ente independiente, voluntarioso, deseoso y poderoso, que emplea
la ley y la energía cósmica al servicio de su propio “viaje de poder”. La energía
cósmica y el amor cósmico son absolutamente imparcial es, inelegibles. Pueden
ser empleados por un individuo (como Hitler). Sin embargo, una vez usados de
este modo, las consecuencias negativas pueden ser abrumadoras para este ego
particular. Vivir en la ley, vivir en la corriente, dejándose llevar por ella,
cediendo la iniciativa a los niveles Sartori, a la esencia, a la red de la esencia en
el universo, es el único antídoto contra una acumulación de karma (para los
que creen en el karma) que puede destruirnos, una y otra vez, a lo largo de toda
la eternidad. Mientras uno se aferré a las creencias en el ego, como opuestas a
las creencias en la Esencia, estará al servicio de la autodestrucción; uno estará
bajo el dominio de las fuerzas fóbicas, de la verdadera paranoica de ser seguido
y perseguido por las fuerzas cósmicas.
Las tres horas que pase en -3 demostraron inequívocamente, por un
refuerzo extraordinariamente negativo, que nunca querría volver a las
creencias en -3 y a funcionar a este nivel. El terror, el pánico y el dolor, a este
nivel, son tan extremos que en mi autoprogramador no volverá jamás ha auto
imponerme este nivel a esta biocomputadora humana particular. En cambio,
las recompensas de +3 y de dejarse llevar por la corriente a +3 son tan grandes
que me veo arrastrado inevitablemente en esa dirección. La fuerza que me
aleja de -3 y la que me atrae hacía +3 son muy poderosas. Este es, pues, el
167
El centro del ciclón – John C. Lilly

principio de la metaprogramación de Esencia en mi biocomputadora humana.


La repulsión de -3 y la atracción a +3 conducen en definitiva a la identificación
del autoprogramador con la Esencia.
El miedo a la muerte estaba en -3; el gozo a la vida eterna es +3; las
dicotomías expresarlas aquí son características del autometaprogramador. En
esencia no hay tal dicotomía. Uno puede ver -3 y +3 como idénticos. La única
diferencia está en la actitud del autometaprogramador, llevado a los niveles de
esencia de funcionamiento. Visiblemente, la esencia pura incontaminada no
tiene estas dicotomías. El amor cósmico no se coloca en ningún bando; enseñar
por medio de sus agentes, inequívocamente, eternamente, irreversiblemente.
En este capítulo sobre nivel 48, yo funcionó el nivel 48 al daros las
ideas básicas de todos los demás niveles. La enseñanza explicatoria es una
función básica del nivel 48. Al mostrar los mapas con ambos extremos del
espectro de estados posibles, y al mostrar los sistemas de control que he
experimentado en mi propia biocomputadora humana, espero que os ayudaré
a analizar el funcionamiento de vuestra propia biocomputadora. Vuestra
biocomputadora humana puede tener que tomar estas ideas y otras y realizar
una integración 48 para vosotros, en vuestro propio lenguaje. Si no conoce es
el lenguaje que estado empleando, os aconsejo que leáis the Human
Biocomputer Programming and Metaprogramming, y otros libros que os darán
los conceptos necesarios para montar este metamodelo.
Mi biocomputadora humana dice que hay un cambio hacia Sartori que
es una ruta cerebral, que es un sendero intelectual, que es un camino del Jnana
Yoga, la manera de comprender en contraste con el camino del amor, Bakti
Yoga; el camino de la acción, karma yoga; el camino de la energía, tantra yoga;
el camino de la meditación, la senda Zen, etc. El camino del nivel 48 consiste
en limpiar la propia biocomputadora humana y los niveles superiores e
inferiores a aquel desde el que se tiene un claro punto de vista y una clara serie
de presunciones con las que trabajar. Uno puede empezar entonces a reducir
el poder de la metaprogramación ego, aumentar el poder de la
autometaprogramación y avanzar hacia la metaprogramación de Esencia.

168
El centro del ciclón – John C. Lilly

Así, en 48, yo, mi autoprogramador, os habla, habla a vuestro


autometaprogramador y os da algo de mi metaprogramación general, que es
todo este libro, todo este enfoque, a fin de llevar mi autometaprogramador y
vuestro autometaprogramador a estados positivos a niveles por encima de 48.
El hecho de escribir este libro, de describiros esto, me lleva al estado +24, que
es el estado básico profesional.

Tabla 5: Esquema de la biocomputadora humana


Niveles de
estructura
10 Lo desconocido
9 La metaprogramación de la esencia
8 La autometaprogramación
7 La metaprogramación del ego
6 Metaprogramación en General (sin referencia a sistema de control)
5 Programación
4 Acciones del cerebro
3 El Cerebro como estructura física
2 El Cuerpo como estructura física
1 La realidad externa en todos sus aspectos (Incluidos el cuerpo y el cerebro)

169
El centro del ciclón – John C. Lilly

170
El centro del ciclón – John C. Lilly

14

Estado +24:
El estado profesional básico

El estado +24, que corresponde al estado de conciencia de nivel


vibratorio 24, es llamado estado positivo básico. Yo lo llamo estado
“profesional” porque, en él, no se necesita nueva información; sólo se necesita
practicar su propia profesión. En el término profesión y incluyó todas las
actividades humanas que una persona conoce muy bien por propio derecho y
que puede practicar sin crear nuevos metaprogramas, programas o ideas.
El nivel 48 es el nivel para el pensamiento creador. Es el nivel al que
volvemos desde los niveles más altos, con el fin de integrar las experiencias de
éstos. Integramos, delineamos y almacenamos a nivel 48. A nivel +24
practicamos, hacemos lo que hacemos mejor. No se necesitan nuevos
programas; perdemos nuestro yo en la práctica. En nuestra cultura, esto puede
ocurrir en cualquier profesión. Cuando un contable compone las cifras que
conoce tan bien, cuando un tenedor de libros trabaja en sus libros, cuando
cualquiera cosa con el proceso de trabajo y deja de tener un ego o incluso un
yo, cuando funciona totalmente dentro del armazón de su disfrute de la
profesión, se encuentra en estado +24. El ebanista que hace una
ensambladura, el artista que pintó un cuadro, el hombre de negocios en su sala
de juntas, el cirujano en el quirófano, el ingeniero que diseñan y construye, el
político que organizar una legislación, el presidente que se reúne con su
gabinete, los militares que trabajan el pentágono, deberían ser, todos ellos,
ejemplos de estado +24.
Lo más importante de +24 es la satisfacción y la naturaleza automática
de lo que uno hace, más la pérdida de yo, del egoísmo, y la falta de
metaprogramación ego. En +24 se pasa el control de la biocomputadora a la

171
El centro del ciclón – John C. Lilly

tarea que se tiene entre manos, sea lo que fuere lo que esto pueda significar
en términos de la realidad de cuerpo, de mente y de espíritu.
El profesional de golf, en un torneo, se entrega al juego en cada
lanzamiento, en cada golpe, al manejar cada palo. Se planta con su kath e
impulsa la pelota con la fuerza necesaria para llevarla directamente hacia el
agujero. El mismo se pierde el proceso de coordinación de cuerpo y mente,
para llevar la pelota al sitio de debido, en el momento debido y a la velocidad
de vida, para no pasar sebo quedarse corto. Puede reprogramar el juego,
adquiriendo un buen conocimiento de un particular campo de golf, de sus
competidores, del público y de todo lo demás factores que intervienen en esta
competición. Preprograma en 48. Antes de pasar al nivel +24, hace sus planes,
modifica el programa en lo necesario para cumplir su objetivo y entra en el
juego en +24, momento en el que deja de ser creador, salvo en caso de absoluta
necesidad provocada por algo imprevisto durante el juego.
El campeón de esquí hace algo parecido en competición. En su caso
particular, debe aprender los detalles de una nueva pista de carreras en 48,
programándola cuidadosamente en su biocomputadora antes de lanzarse
cuesta abajo en el concurso. 48 es entonces la preprogramación de la carrera:
observar las condiciones de la nieve; buscar posibles obstáculos, como los sitios
en que el público puede invadir la pista, los lugares en los que están las barreras
de nieve, los agujeros que no han sido colmados, los cambios de pendiente en
los que hay que saltar y perder contacto con el suelo, los sectores donde que
girar a gran velocidad; decidir la velocidad que será necesaria. El programa está
grabado en su biocomputadora antes de que inicie el descenso desde la cima
del monte, de modo que más tarde hará automáticamente los movimientos
precisos, en +24. Se mantendrá en su Kath (centro de gravedad) unos si en
metros por delante del sitio donde están sus esquíes en la pista. Permanecerá
en +24 durante todo el descenso monte abajo. Sí, en algún momento, pasa a
48, se encontrará en peligro inminente; podrá matarse estrellándose contra un
árbol, contra una roca, o con una mala caída. Cuanto más rápido vaya, mayor
será su necesidad de permanecer en +24. Sí tiene la menor duda sobre su
habilidad, cualquier programa ego que le saque de +24 será sumamente
peligroso. Es en estas ocasiones, como las competiciones de descenso sobre
172
El centro del ciclón – John C. Lilly

esquíes, las carreras en automóviles veloces o en vehículos sobre hielo, o las


carreras de obstáculos a caballo, cuando uno debe permanecer completa y
absolutamente en +24 como profesional, a fin de evitar “accidentes” lesivos o
mortales.
Cuando el profesional realizar su trabajo particular, los programas
egos están inhibidos, son eliminados o dejados a un lado por aquel. Cuanto más
peligroso es el trabajo, mayor es la necesidad de prescindir de los programas
ego, de que sea parte de la escena y deje que la programación automática
ocupe su sitio. Debe confiar en la actuación automática que se exige de él en
estas condiciones particulares de realidad exterior. Uno se entrega a la
programación y no abusa del autoprogramador ni de los programas ego. Se
inclina más hacia el lado de su propia Esencia.
Sin embargo, no sé de pasar del estado +24 al más positivo de +12 en
estas condiciones. Esto es tan peligroso como pasar de 48 a 96. No hay que
sumirse en éxtasis ni en un estado de “amor cósmico excesivo a otros”, cuando
se marchan a 80 o 100 kilómetros por hora cuesta abajo sobre un par de
esquíes, o se conduce un coche de carreras en una pista difícil y mojada, o séase
el primer lanzamiento en un concurso internacional de golf, o sea colocada en
la línea de salida de una carrera de botes sobre hielo, donde es posible que se
alcance una velocidad de 120 km/h.
Aquí, el peligro es todo lo contrario del inherente a los programas ego.
Aquí, uno perdería demasiado de la programación de realidad exterior al entrar
en +12. En +12, el juego de dimensiones que se disfruta es diferente del
requerido por el viaje en este lado del planeta. El estado +12 debería reservarse
para condiciones específicas, controlables, en las que esto es lo que hay que
hacer y en las que existe un mínimo peligro para el ser físicos de cada uno. El
conocimiento de un estado positivo superior ayuda a comprender los niveles
Sartori por debajo de aquel nivel.
En contraste con +24, tenemos el nivel 96 o -24. Me remito a la tabla
de estados de conciencia del capítulo 11. Al nivel 96, uno se ve obligado a hacer
lo que conoce bien, pero alguna condición que lleva dentro así que el acto
resulte muy negativo. En vez de ser remunerador, como en +24, es perjudicial.

173
El centro del ciclón – John C. Lilly

En vez del esfuerzo positivo de la reducción del ego, se es un ego con toda su
alma.
Uno puede hacer un viaje de vagabundo con alcohol, barbitúricos,
heroína o morfina, o realizar simplemente un mal viaje creado por cualquier
medio. Sin embargo, es aún capaz de funcionar, debe trabajar, debe hacer la
tarea que sabe hacer. A pesar de uno mismo, la emoción negativa, la
motivación negativa, el esfuerzo negativo, el mal viaje se impone. Uno sigue en
su excursión a este lado del planeta. Hay las exigencias de este viaje; se debe
mantener su cuerpo en funcionamiento en condiciones peligrosas. Se debe
aceptar el mal viaje, el esfuerzo negativo, evitar hundirse más en la escala de
los estados, en los niveles violatorios más bajos. Uno es agudamente
consciente del propio ego y del hecho de que nada puede hacer acerca de ello.
Parece como si fuera a quedarse para siempre al nivel 96 o -24. Es como si uno
no pudiese hacer mover los metaprogramas a fin de alcanzar el nivel 48, el nivel
neutro.
Parte del presente eterno en -24 es producido por elección de que o
no se quiere realmente abandonar 96 o -24. Uno no puede conocer el otro
mapa porque se ha definido él mismo como ignorante de este estado. Puede
haber un sistema de control ejercido por el ego para -24, que dice, en efecto,
al autoprogramador: “no debes moverte de este estado; sólo empeorarías y no
mejoraría es nunca”.
En ciertos aspectos de las tradiciones judaicas, cristianas, católica y
sobre todo, calvinista, el hombre nace en 96 y, por consiguiente, este es su
estado natural, el estado de los condenados eternamente, que evitan
eternamente el infierno que se abre a sus pies.
El estado natural, simple, fácil, evidente y continuo, desde la infancia
en adelante, es hallarse en estados positivos. Están al nivel +24 y por encima
de este. Lo que hay que desarrollar es un buen 48.
-24 o 96 sólo sirven para enseñar lo que está por debajo del 48 y para
aprender lo suficiente sobre los estados negativos por debajo de 48, de manera
que en 48 uno tenga un buen mapa de ellos y sepa que la formar primordial es

174
El centro del ciclón – John C. Lilly

no ir a estos estados negativos, sino permanecer en 48 o estados positivos


superiores.

175
El centro del ciclón – John C. Lilly

15

Estado +12:
El cuerpo feliz en participación

Para tener una perspectiva del nivel del estado +12 en relación con
otros estados, puede revisarse la tabla de estados (tabla 1). Uno está en el
cuerpo en “+12”, pero no haciendo un trabajo en el viaje por el planeta. El hito
de “+12” es el amor cósmico, la baraka, la gracia divina, la energía cósmica que
uno siente. Uno funciona como agente, como válvula, como canal de ésta,
especial, excitante y deliciosa energía, bienaventuranza, Ananda.
Ilustraré el “+12” si con el relato de las partes de él que he tenido la
suerte de explorar. Mi relato está tomado de mis notas personales y de una
grabación de una conversación con Oscar. Los episodios son muy diferentes a
los que experimente con el LSD. Aquí, mi conciencia es mucho más amplia y
menos es “conducida”.
El primer episodio ocurrió después de que hube franqueado varias
barreras importantes; mis temores y mi condición física, ni estudio de las
completas relaciones entre las mentaciones y mi historia y problemas pasados.
Durante las cinco primeras semanas de adiestramiento, tuve grandes
dificultades físicas. Tenía 55 años y hacía muchos meses que efectuaba poco
ejercicio físico. Vivía en el pequeño hotel y hacía mucho frío en mitad del
invierno, por lo que no tenía manera de recobrar me cuando volvía a mi
habitación después de los nuevos esfuerzos físicos. Descendía más y más, y al
fin con traje una infección vírica y le vi obligado a guardar cama durante varios
días.
El 15 de julio pude trasladarme a una casita de una urbanización, y las
cosas mejoraron. En las semanas que siguieron recobre el terreno perdido y
me encontré en un estado mucho mejor. Mientras tanto, mi pareja y yo
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El centro del ciclón – John C. Lilly

habíamos estado haciendo una operación de “columpio”. Cuando yo subía, ella


bajaba; cuando ella subía, yo bajaba. De alguna manera, habíamos desarrollado
un programa en pareja inconscientemente… Muy poco satisfactorio para los
dos. En un momento dado, me encontré tan bajo en relación a la situación de
ella que pedía ayuda a Oscar. Este concertó una cita con ella para el martes a
las once de la mañana. Yo toque fondo el lunes por la noche y pensé que nunca
volvería a levantarme.
Cuando ella estuvo saliendo de la casa del marqués por la mañana,
empecé a analizar las desviaciones del ego. Oscar había dicho que todavía me
quedaba un poco de confusión de los medios y fines con una falsa capacidad, y
esto era lo que yo analizaba ahora. Por último, después de media hora, hallé la
solución a mi principal confusión de ideas en esta zona. Mediante ciertas
técnicas -ciertos medios- y fijando ciertos fines, había tratado de aumentar mi
fuerza o mi capacidad. Había confundido el viaje espiritual con los medios del
viaje espiritual, y había hecho que mi propia capacidad se confundiese con esto.
En realidad, los medios del viaje espiritual, los fines del viaje espiritual y mis
propias fuerzas y capacidad para trasladarme a nuevos estados y espacios eran
variables completamente independientes.
De pronto lo vi, lo comprendí profundamente, y comencé a subir,
entrando en un estado especial de conciencia que también había
experimentado bajo el LSD en las islas vírgenes. Entré en el espacio “+12”.
Fue como si dentro de mi hubiese hecho girar un conmutador y que
mi hubiese situado en un nuevo espacio. Fue un cambio súbito y abrupto: el
paso a un espacio nuevo. Todo se volvió brillante, reverberante y delicioso.
Quería traer a otras personas a este bello y bienaventurado estado. Vi cosas
que centellaban en el espacio como burbujas de champaña. La suciedad del
suelo parecía polvo de oro; un pájaro que cantaba se convirtió en una voz
procedente del cosmos que reflejaban el centro de la galaxia. Mi propia voz,
diciendo “Om”, producía el mismo efecto.
Todo se volvió transparente. Un día energía cósmica que penetraban
mi cuerpo y que era enviada a otros desde todo mi cuerpo. Vi mi propia aura;
vi el aura de otros. Me sentía perfecto; nada malo había en mí, ni en la tierra,

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El centro del ciclón – John C. Lilly

ni en su gente. Todo era perfecto, todo vivía, todas las personas eran preciosas
y deliciosas. Unas horas después cruce la ciudad en un taxi, para Raúl irme con
el grupo y hacer ejercicios juntos.
Entre en “el país idiota feliz”. Rey y grité de gozo. Nancy, una del grupo,
y yo tuvimos una conversación deliciosa y tonta. Comí una manzana… Sintiendo
que la energía de la manzana se transformaba en mi interior en energía para
mi gusto y para el uso de los demás. La manzana era “energía cósmica
almacenada”, para mí y otras personas. De pronto sentí una enorme compasión
por todos los del grupo, por todas las personas del mundo, y pasear a nuevas
zonas de apreciación de mi especie.
Después de nueve horas de bienaventuranza, durante la sesión de
movimiento, salí de pronto de este estado. Inmediatamente pase a un estado
doloroso, porque no podía continuar en aquel hermoso lugar. El jueves, 5 de
agosto, volví de nuevo a +12, por cuatro horas.
No podrá unirme con Oscar hasta una semana después, para hablar
de lo que había sucedido. La transcripción de la grabación de la conferencia (11
de agosto de 1970) entre Oscar y yo, sobre los dos primeros episodios Sartori
12¹ (¹ Ver nota del capitulo 11 sobre la utilización del termino “Satori” por Oscar). (3 de agosto y 5 de
agosto); es como sigue:

O: Bueno, John, a tus órdenes.


J: El martes pasado, hace una semana, pase nueve horas en lo que creo es
Satori 12. No sé lo que es 12. Sé que era más alto que 24 y que, de algún
modo, podía ir de 24 a 12. Pero entonces empecé a elevar me más (a más
de 12) y me volví muy cauteloso. De pronto, alguien dentro de mí me dijo
que todavía no estaba preparado para ir allí, para ir a la nueva fase, la 6, a
pesar de que creía haber estado en ella con anterioridad.
O: Sí, estuviste.
J: En el depósito de agua, con LSD. He estado en Satori 6; creo que tú lo llamas
6.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Sí-
J: Es donde el universo, lo que yo llamo el rugido del motor cósmico, se
apodera de mí y me arrastra, y estoy acabado.
O: Sí.
J: El jueves, estuve a punto de ir allá. Llegué al borde y me dije: “No, todavía
no”, y me quedé donde estaba. Me hallaba en un estado de gozo
extraordinario, de felicidad fantástica.
O: Esto es 12.
J: En todo.
O: Sí, esto es 12.
J: Mi cuerpo era transparente. Penetraban energías a lo largo de todo el
cuerpo. Había una corriente de energía arriba y abajo, que salía de la
cumbre, del fondo y entraba y salía por los lados.
O: Un 12 perfecto.
J: Y yo era luminoso y así a destellos de oro en todas las cosas: en el polvo del
suelo, en el aire. Entonces descendí, al enfriarme aquella noche durante la
clase de movimiento. No quería bajar. No quería volver. Nueve horas no
bastaban. Quería permanecer allí, y me sentí increíblemente contrariado y
dolorido… Y cansado.
O: ¿por descender?
J: Por salir de allí. No quería hacerlo.
O: Descendiste a 24; no fuiste a 48. En este mismo instante aquí, te
encuentras en un completo estado de 24.
J: Sí, pero, comparado con 12, 24 no es donde yo quería estar (río
tristemente.)
O: Sí, sí; una relación igual a la de 24 con otros estados.
J: 48.

179
El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Sí, 48. No estar en el estado superior y ver el estado superior, es una gran
contrariedad.
J: Yo me impaciente mucho por volver allí. Pero, ¿por qué de impacientó?
(ésta puede ser mi propia desviación). Me impactó porque otros no
quieren ascender conmigo; no quieren moverse de los niveles más bajos,
no quieren venir conmigo. Estoy impaciente porque mi pareja no quiere
moverse, no quiere ir a donde debiera, no quiere ir a 24 y permanecer allí.
Cae continuamente en 48 y a veces en 96. Me impacientó mucho, y esto
no me gusta. Es ego ¿sabes?
O: No, no lo es; no estoy de acuerdo contigo en este punto. Por el contrario,
es tu increíble amor a ese estado lo que hace que quieras que todo el
mundo esté allí.
J: Sí.
O: Ese estado es así. No es egoísta. Por el contrario, es caritativo. Tú quieres
que todo el mundo lo comparta.
J: El jueves volví a (12) durante cuatro horas, en la clase de ejercicio, durante
la audición, durante el canto. Esta vez, era todo el grupo, y yo estaba
acoplado con todo el mundo. Todos eran yo; yo era todos. Cuando
cantamos Rama krishna, yo era krishna, yo era Rama; y ellos eran yo, etc.
O: Sí, sí.
J: Identidad con todos en todas partes, y entonces conecté con mi pareja, la
subí. Pude sentir que la subí a 12.
O: Sí, sí, claro.
J: Y después, Marcus subió y yo empecé a gritar de gozo, de alivio, porque
volvía a estar allí. Estaba en la otra parte grande de la fábrica. Marcus
estaba allí. Estaba llorando, y ambos nos encontramos en 12, y esto era
increíble. Ver a alguien más también allí, en 12. ¡Es tan maravilloso! Uno lo
sabe, y los dos lo sabemos al mirarnos a la cara. Incluso ahora siento ganas
de llorar, al pensar lo magnífico que es.

180
El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Sí, lo es. Y ahora, he aquí la cuestión, John. Vamos a repetir este estado
más y más. Puedes hacerlo. Pero debemos hacerlo juntos. Porque la cosa
es que esta. En este instante, sólo hay tres personas en nuestro grupo que
pueden hacerlo. Tú, Marcus y yo. Somos los único que podemos hacerlo,
pero ahora somos tres.
J: Pero yo no lo he hecho a menudo. Sólo lo he hecho dos veces: nueve horas
y cuatro horas.
O: Pero lo has hecho.
J: Es verdad. El primer experimento tiene éxito siempre.
O: Tú lo has hecho ya. Ahora podrás estar todo el tiempo que quieras en los
estados. Tenemos que proceder así. Tendrás que armar te un poco de
paciencia con los otros. (No trates de darles demasiada prisa) en realidad,
van a la mayor velocidad posible. No puedo apretar les más; sé que no
puedo. Muchos de ellos pueden lograrlo; muchos, pueden lograr. Tal vez
más de un treinta por ciento.
J: Lo comprendo.
O: Hay un setenta por ciento que está ya muy bien. No para Satori 12; no, no.
Las cosas no son así. Pero sí para 24. Mira, después del shock (se refiere a
los días especiales de “shock” en la semana; martes y jueves), todo el
mundo está siempre más o menos en 24 durante un breve periodo de
tiempo. Yo no lo digo porque sí.
J: Pueden estar realmente en 12.
O: Probablemente siempre, y entonces vamos a probar el estado. Probar la
posición. Este es otro trabajo: probar el estado. Llevarlos a 24, 24, 24.
Después, el trabajo será sacarlos de 24 y hacerles bajar. Sí, harán mucha
fuerza por quedarse.
J: Hay que conocer las dos direcciones: entrada y salida.
O: Sí. La primera dirección es la entrada. La otra, la salida.
J: A pesar de que quieran permanecer allí.

181
El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Sí, pero diciéndoles todas las técnicas de estar en 24 todo el tiempo. Pero
lo primero es la desviación. Después las desviaciones del ego, esta labor o
será nuestra siguiente enseñanza. Después, trabajaremos en la manera de
hacer 24 todo el tiempo.
J: ¿Es esto protoanálisis… o desviaciones?
O: No; desviaciones, desviaciones. Con todo el protoanálisis estamos listos
para ir a 12. (El protoanálisis es la asignación del propio ego a uno de los
nueve tipos de ego.)
J: Muy bien.
O: Completamente a 12. En cuanto a ti, lo hiciste antes del protoanálisis. Esto
significa que ésta resuelto. Para ti, es ir a algo… a ver algo allí. Nada más.
J: Pero yo quiero fijarlo, quiero que sea consciente.
O: Sí.
J: Tal como tú lo dices, parece ser una manera mucho más sucinta y concreta
de expresarlo que cuanto yo conocía hasta ahora.
O: Sí quieres enseñarlo, conviene que lo aprendas tu primero. Porque es el
método que hay que enseñar. Es exactamente el mismo método que tú
empleaste en tu vida. No puede haber otro para ti. Pero este es un método
paso a paso y muy preciso; paso a paso. Es la única diferencia. Te lo digo
yo, John. Aquí lo encontraras exactamente como antes. Pero, esta vez,
aprenderás la manera de enseñarlo a otro.
J: Para mí, esto es lo más importante: que pueda enseñarse. Hay que poder
enseñar el método; en otro caso, no vale nada. Sri Aurobindo, Ramakrishna
y todos los de su clase no podían realmente enseñar el método.
O: No podían. Podían ir allí, pero no podían enseñarlo. Estaban diciendo
continuamente como lo hacían. Pero cada cual no era más que su propio
caso. Sí, cada cual su propio caso. Un caso propio muy especial. Y para
hallarte en este caso especial, deberías tener su vida… o, en tu caso, tener
tu vida. Esto es imposible para los demás. (copiar tu manera de ser).
Puedes acercarte más o menos, pero el caso exacto es imposible. No
182
El centro del ciclón – John C. Lilly

puedes repetirlo. Este punto es muy importante, John. Cuando llegas al


estado de 12, tienes que dar. Completamente. Tienes que dar. Es una
necesidad absoluta.
J: Lo sé.
O: Porque sabes, de alguna manera, que si das vas a recibir más. Esto es
también verdad. Porque es algo que tiene que trabajar. Es como un
músculo que hay que ejercitar continuamente para que esté más vivo.
J: Creo que esto es lo que me llevó a aquel estado. Lo que me puso en el 12,
el martes, fue mi preocupación por mi pareja. Mi deseo de que se moviese.
El domingo, en los Pampas, ella estaba en muy mal estado. Volvía atrás,
estaba dispuesta a morir; se rendía. El lunes estaba realmente muy lejos;
se hallaba en un mal espacio. Entonces yo acudí aquí llorando y te lo dije,
y te pedí que la vieses, y tú acudiste. Fue un tremendo alivio saber que tu
la verías, que compartirías esto.
O: Sí, sí.
J: Y que yo podría compartir esto contigo. Después, la mañana siguiente,
cuando me desperté, pude sentir a la media hora de despertarme mi
desviación, la última: confusión de capacidad por medios y fines. Así estaba
la cosa. Y mi pareja conmigo dentro de ello. Antes de que ella fuese a verte,
yo no sabía lo que era. Me hallaba en un lugar muy alto, y, mientras ella
estaba aquí contigo, me elevé más y más. Entonces, empezó el estruendo
y me eché atrás, pero seguí corriendo, compartiéndolo con ella;
compartiéndolo con todo el mundo, elevando a todos, pero especialmente
a ella, de su bajísimo lugar.
O: Ella venía realmente de muy, muy abajo. Pero se podía Perls por su cara
lo mucho que había cambiado. Era increíble. Sin embargo, como puedes
ver, ella tiene esta clase de estados. De pronto te está completamente
purificada, pero un segundo después empieza a pensar y desciende
inmediatamente.

183
El centro del ciclón – John C. Lilly

J: Cierto. Puede centrarse y ponerse allí y sentir que entra en 24 y se acerca


a 12, y de pronto sale. Fuera de 24 y de 12. Así sucede; puede estar en 24
durante diez minutos o cinco, o algo parecido.
O: Al principio ocurre así.
J: Entonces, ¿Por qué estuve yo nueve horas?
O: Porque eres así. Tú no eres patrón adecuado para este grupo, John.
J: ¿ocurre esto a la mayoría? ¿actúa la mayoría de la gente como ella?
O: Sí.
J: ¿Micro-Satori? (Episodios breves.)
O: Todo el mundo tiene micro- Satori, pero no siempre.
J: Estaba pensando en Steve Stroud, que dijo que cinco minutos es su tiempo
máximo.
O: Steve, sí. Y también a Linda le ocurre lo mismo, aunque tal vez está un
poco más, a causa de su estado, de su embarazo.
J: Buena manera de empezar… de empezar una criatura. ¡Qué niño va a ser!
O: Será un niño realmente maravilloso.
J: Los niños nacidos de mujeres en Satori deben ser extraordinarios.
O: El niño la ha ayudado mucho, muchísimo; además, ella cree realmente que
es así.
J: El niño la aconseja.
O: Mientras está dentro de ella. Es una vida pura, completamente nueva,
completamente sin pecado, sin desviaciones, sin ego, completamente
pura.
J: Así es como me sentí el martes: completamente puro, como un niño en el
útero. Absolutamente sin desviación ni pecado, sin responsabilidades y, sin
embargo, con una responsabilidad para con todo el mundo.
O: Sí, así es.

184
El centro del ciclón – John C. Lilly

J: Sin contradicciones; en armonía total con el universo. Antes, yo sabía lo


que significaba esto: estar precisamente en armonía con la materia, con el
cosmos y la naturaleza, con otras personas, exactamente en la misma
longitud de onda. Con todo.
O: Bendito seas, John; bendito seas.
J: Bueno, quiero volver allí. No quiero estar aquí… Presa de la emoción.
O: Volverás allí siempre que quieras.
J: Estoy ansioso.
O: Ten un poco de paciencia. Necesitamos que vaya todo el grupo. Lo sé; lo
vi.
J: Ahora sé lo que era mi karma, del que hablaste antes. No me desvanecí;
soporte el dolor, soporte el miedo de aquellos espacios exteriores del
cosmos con Shaitan (Satán); estuve conscientemente con él y nunca perdí
el sentido. Permanecí conscientemente allí. Y aprendí esto: mientras no
puedas ir conscientemente a las profundidades de Satán, no podrás ir
conscientemente a las profundidades ni a las alturas de Satori 6. (Efecto de
onda; bajar para subir, o efecto trampolín.)
O: Sí.
J: De allí proviene tu fuerza. Allá abajo, en lo más hondo, la verdadera
suciedad, la maldad que Shaitan (Satán) te arroja sin que pierdas la
conciencia, sin que te “duermas”, sin que olvides. Y ésta es la razón de que
te duermas. Es demasiado doloroso de estar despierto en estas
condiciones. El dolor es lacerante, el miedo es increíble. Terror y dolor.
Pero si no puedes estar despierto allá abajo, en -6 y -12, no podrás estar
despierto aquí arriba, en +6 y +12 Satori.
O: Exacto.
J: Está bien.
O: Mira, John, en este momento estás diciendo exactamente lo que le ocurre
a cualquiera que haga el Cristo en su interior. Tienes que hablar del
infierno. Recuerda lo que dice la Biblia: “… descendió a los infiernos”.
185
El centro del ciclón – John C. Lilly

Descendió al infierno y volvió a subir. Lo mismo que has hecho tú al bajar


al infierno.
J: Pero hay que permanecer consciente.
O: Completamente. Si no, te has fastidiado.
J: Bueno, o te fastidias o te devuelven a la inconsciencia.
O: Sí, tienes que conservar la conciencia y ver.
J: Con el LSD (1964-1966), me dije que tenía que ser responsable de mí
mismo. Yo cuido de mí mismo. Nadie más. Por consiguiente, tengo que
permanecer despierto y dirigir el espectáculo. Tengo que gobernarme,
donde quiera que esté. Con independencia de cuál sea el espacio, tengo
que seguir siendo un ser consciente. Lo único que me permitió seguir
adelante fue la resolución de no perder nunca la conciencia. En cuanto a
los otros, suben y, de pronto, desaparecen. No están en contacto; no están
en contacto conmigo, ni con la realidad ambiente, ni con otra cosa. Cuando
regresan, no recuerdan nada.
O: Exacto. Todavía no están dispuestos.
J: Así, cuando yo pensaba que iban a 12, iban hacia 12 y, por alguna razón, lo
dejaban estar. No sé cómo llamas a esto.
O: La cosa es así. Como carecen de experiencia, permanece la parte ego; ésta
no es eliminada. Necesitan tener más voluntad.
J: ¿Era de esto o de lo que hablabas la noche pasada, en la conferencia
general?
O: De esta clase de voluntad. Es muy especial. No tenemos una definición
para esta voluntad, para esta energía que podemos decir que es la
voluntad. No es una voluntad equivalente a una decisión, es una voluntad
que marcha, marcha; un continuó ejercicio de voluntad, de fuerza de
voluntad.
J: De esto hablaba yo hace unos minutos, cuando descendía con Shaitan. Lo
único a lo que podía aferrarme era “la voluntad de ser”. La voluntad de ser,
pasará lo que pasará.
186
El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Sí, exactamente está.


J: La voluntad de ser, pase lo que pase. Muy bien; esto tiene sentido.
O: Como ves, es exactamente el caso del Buda: un Satori 3, porque tú
recuerdas esto en el mismo momento en que él no creía en nada. Pero él
sabía completamente, como tú dices, sin voluntad…, sin voluntad. Esta
voluntad… es muy difícil tenerla. Todos sabemos lo difícil que es tener esta
voluntad. Porque en aquel mismo momento él no creía en nada. Ni siquiera
en Dios.
J: Pura soledad.
O: Estaba solo. En pura y completa soledad. Entonces llegó el espíritu. El
entró en otro espacio, y en otro, hasta que realizó “El Buda”. Después de
esto no permaneció continuamente en la posición del Buda, en el estado
del Buda. Bajó a su Satori 24, a su Satori 12, a su Satori 6, como nosotros.
Como verás, para vivir necesitamos estar en 12, en 6, en 3, no siempre en
3, no siempre en 6, no siempre en 12, no siempre en 24. Tenemos que
dividir nuestra vida entre los cuatro niveles diferentes, entre los cuatro
grados diferentes, podríamos decir, para no romper nuestros lazos con la
tierra.
J: Lo vi durante el 12, claramente expresado gracias a tu insistencia. Ante
todo, vi el ejercicio. Por primera vez el ejercicio tuvo para mí un sentido
profundo. Cuando hice la Esfinge me convertí en el primer gusano que
miraba de la Tierra al Sol, en el principio de la creación.
O: ¿quieres repetir esto?
J: Cuando hice la Esfinge me convertí en el primer gusano, que estaba en el
barro y levanta la cabeza y miraba y veía el Sol. Cuando hice la Cobra fui la
primera serpiente que sacó la cabeza entre la hierba y contempló el
mundo, etc. Era una serie vida de lo que Jung llamaba “arquetipos”. Era la
evolución, en todas sus fases pasadas. Cuando hacía el ejercicio horizontal
con el brazo era un guerrero cortando las cabezas de sus enemigos, y así
sucesivamente. Cada episodio era total y completo por sí solo. La magnífica
alegría de realizarlo. Y, de pronto, sentí que los ejercicios daban la vuelta.
187
El centro del ciclón – John C. Lilly

Los ejercicios son lo que uno hace cuando está en Satori 12, porque
hacerlos es divertido y profundamente significativo. No hay que hacer
necesariamente los ejercicios para llegar a 12, sino que son divertidos
cuando uno está en 12. Durante los ejercicios, sentí una vibración profunda
y gozosa de todo el cuerpo. Fue una experiencia increíble.
O: Me das una satisfacción, una alegría enorme, John.
J: Tú tienes algo, Oscar. De veras.
O: No, tú lo tienes ya. Lo sabes todo.
J: Sí, pero no lo sabía. Tú tuviste que decírmelo; tuve que venir aquí, a Arica,
Chile, para que me dijeses que los había. Él me envió a ti.
O: Siempre, John. Así, las cosas reales… Satori 24, 12, 6 y 3 para el ego, no
son reales. Ellos, los egos, están en el lugar, Satori, y dicen más o menos:
“¿Qué es esto?” es increíble; están en ello y no lo ven. Después de bajar,
no lo sienten. Tienen exactamente el mismo sentimiento al que tú te
referiste ante, de estar “en un espacio muy bello, maravilloso; pero, ¿cómo
ha sido?” ¿Cómo describirlo? En la mayoría de los casos en que les pongo
en aquel lugar, dentro de él, en el espacio, ellos no saben esto y sólo la
esencia lo sabe. La parte ego no sabe dónde están y quien le ayudó a entrar
en la Esencia.
J: Ya veo. En ciertos casos, uno adelanta al ego.
O: Sí.
J: Se da un rodeo al ego.
O: Sí, yo di un rodeo al ego, pero el ego sigue allí. Es más allá del ego,
alrededor del extremo de éste.
J: Comprendo.
O: Los que han sufrido mucho, muchísimo, pueden verse increíblemente
libres del ego. Con ellos, puedo trabajar muy, muy deprisa. Todo el mundo,
sin excepción, irá muy deprisa a 24. Ya lo verás. La única diferencia está en
el tiempo que pueden permanecer allí. Mira, el grupo se compone de
individuos muy diferentes. Gradualmente, se hace más homogéneo de lo
188
El centro del ciclón – John C. Lilly

que era antes. Todos comprenden ahora lo que yo digo. Yo siento que
aquella comprensión no es sólo comprensión porque ellos toman el
baraka. El baraka está siempre dentro, y es completamente necesario para
el trabajo. Para el trabajo personal, es absolutamente esencial la
comprensión de las desviaciones. La obra va a estar en sus vidas muchos,
muchos años; muchísimo tiempo.
J: Es sorprendente lo que puedes hacer en una hora, en el análisis de las
desviaciones.
O: No soy yo, compréndelo. Yo no podría entrar en todo aquello. Por esto
estoy muy cansado todas las noches.
J: Sí, es realmente una carga muy pesada para ti. Estos días estás trabajando
de firme.
O: Sí. Tengo que hacerlo, pero me recobró más o menos todos los días. Hoy
fui a hacer mi Pampa (los ejercicios del desierto); no pude, porque me
duele mucho el muslo izquierdo, debido a un accidente en la lucha marcial
del domingo.
J: Quiero conocer el camino para volver a 12. Parte de mi confusión puede
deberse a una desviación. ¿Era necesario que yo llegase a 12 el martes,
que experimenta se toda aquella cosa con mi pareja?
O: Son dos cosas. Ocurrió en el momento adecuado para ti. Tu pareja es el
conmutador que provocó la cosa. Pero fuiste tú; ella no fue el pequeño
conmutador. Tuvo el tras inmediatamente en 12 y sientes aquel deseo de
ayudar. El deseo de que todo el mundo comparta el 12. Esta podría ser la
explicación. Cualquier cosa podría ser el conmutador. Podría ser un pájaro.
Nosotros no sabemos lo que provoca el 12. Así, si estás en el umbral de
excitación del 12, incluso el menor estímulo puedes lanzarte allí. Además,
antes de entrar en 12, tienes aquella sensación de expansión.
J: y de movimiento.
O: Expansión y deseo de dar o de llevar a alguien, y de hacerlo por otro de
alguna manera; precisamente como decirte el momento en que estas sin

189
El centro del ciclón – John C. Lilly

ego. Así, aquel conmutador puede ser cualquier cosa: una flor, un pájaro,
de alguna, una persona.
J: “Luz de luna sobre el agua, y un pajarillo cantando”, como dijiste tú. Un
buen sentido increíblemente profundo. El pajarillo estaba allí, en el
cobertizo, y cantaba. El sol en mis párpados, el rugiente horno del sol. Me
convertí en el sol. Entré en él. Un poder increíble.
O: Ahora estás preparado para volver a Satori 12 muchas, muchas veces;
estoy seguro. Estoy completamente seguro de que, en los ejercicios que
vamos a hacer, volverás a alcanzarlo. Vamos a hacer un ejercicio con las
mentaciones. Y esta vez, con el ejercicio, estoy seguro de que cada uno de
vosotros llegará a 12. Esto es muy importante porque te das cuenta, en
cada mentación/Satori 12/salto, de que serás tú.
J: Dependerá de las mentaciones.
O: No dependerá de las mentaciones, sino que en las mentaciones lo fijarán
como una película. Como fijar una película; así, en aquel mismo momento,
las mentaciones se convierten realmente en ángeles. Ángeles que ayudan
a tu Maestro interior continuamente, de completo acuerdo con él: tu
Maestro interior con tu Esencia.
J: A propósito, los dos (guías) vinieron el martes. ¿recuerdas los dos guías de
que te había hablado? Volvieron por los dos lados y se quedaron allí.
O: Bendito seas. (aplaude) Esto es realmente maravilloso.
J: Fue algo increíblemente bueno. (largo silencio en la cinta. John pasó a
Satori 12.)
O: Ahora vas. (Ríe.) El cambio que has experimentado en una hora me ha
impresionado muchísimo. (silencio. Yo le está en 12, sin mirar.)
J: Ya he vuelto. Sólo fui (silencio) dentro. (Se retiene un poco, debido a la
presencia de Oscar.) Todavía queda un poco de ego allí.
O: No, no, John.
J: Algo me impide ir allí.

190
El centro del ciclón – John C. Lilly

O: Tal vez. Diego, tal vez. Parece que puede localizarse en el protoanálisis; no
creo que tengas ego. No lo veo. Pero tienes alguna clase de recuerdo.
Piensa. Debe haber aún algún recuerdo allí. No hay ego, que es el recuerdo
que anula tantas cosas. Son pequeños fragmentos de karma. Podemos
estar seguros, John, de que son fragmentos muy pequeños. Trocitos muy
pequeños pueden parar del todo una máquina perfecta. Tu máquina está
ya limpia. No sabemos lo que es; tal vez una pequeña tachuela impide que
funcione como debiera. Con el protoanálisis estaremos seguros. Ya lo
verás, y pronto.
J: Lo limpiaremos.
O: Y lo haremos con gran exactitud. Entonces podrás estar completamente
seguro de que no habrá más karma.
J: El marte descubrí lo que es respirar estando en 12. Es verdadera energía;
una energía increíble. Al respirar, ésta baja directamente a mis pies, se
metía en mi cabeza, y salía por mis dedos. Después subía de la misma
manera. Una fabulosa corriente de energía. El flujo del universo pasando a
través de mí.
O: Completamente; así viene el Baraka.
J: El poder inherente era maravillosamente suave. Ya no había el aspecto de
“relámpago”. Con el LSD me asusté un poco, porque a veces era como sí
estallase. El marte es no pasó nada de esto. Fue una construcción suave,
lenta.
O: Algo completamente tuyo, completamente tuyo.
J: Como si tuviese una válvula en alguna parte y pudiese controlarla. No yo,
sino alguien. Todo era muy suave, y no había relámpagos ni nada parecido.
Lo que yo tenía. ¡Esto es! Temo lo que pasé el 7 de mayo de 1964, cuando
estuve a punto de morir; estuve a punto de matarme inconscientemente,
porque había negado lo que había hecho. Dije: “No, no podía hacerme
esto”. Me negaba a permanecer consciente de lo que había hecho. Me
negaba a despertar.
O: Éste es uno de tus recuerdos; uno de los granos de arena en tu máquina.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

J: Necesito confiar en mí mismo cuando voy a Sartori 12; necesito confiar en


ti cuando voy a Sartori 12.
O: Pero, mira, esta confianza tiene que ser así, John. Tienes que confiar en
esto, y entonces verás que tu Esencia es realmente una parte de Dios. Dalo
por cierto.
J: Entonces, la responsabilidad no es mía. Esta es la parte importante.
O: No.
J: No es mi voluntad; es su voluntad.
O: Es su voluntad. El que quiere que sea así; por consiguiente, no necesitas
esforzarte, sino tan sólo dejar que ocurra.
J: ¡Oh!
O: Para esto tienes que ser completamente puro, sin lo otro, sin el miedo.
J: (respirando profundamente, vuelve Sartori 12.) Mucho de lo que has dicho
es ahora evidente para mí. Evidente, muy sencillo.
O: (En voz muy baja:) Sí, así es.
J: En cambio, antes de la experiencia del marte es era muy difícil.
O: La verdad es muy sencilla.
J: Es increíble.
O: Repito: en tu estado, si quieres decir lo mismo a otra persona, ésta debe
hallarse en tu estado. De lo contrario tienes que saber instruirle a su nivel,
en su grado.
J: En diferentes seminarios, siempre dije que los otros me rebajasen a su
nivel. Cuando estaba lejos de los grupos, yo subía muy alto. Quería que
ellos subiesen conmigo, elevar su nivel, y en definitiva ellos me arrastraban
a su nivel más bajo, cansado y desanimado, me daban ganas de renunciar.
De vez en cuando, tropezaba con un individuo elevado, que hacía las cosas
increíbles para subir. Los demás no estaban preparados.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

O: John, por algo Dios nos ha dado esta vida para sufrir. Para sufrir, para
aprender y para dejar que otros vengan a los mismos lugares. Sin este
pago, sufrimos y pagamos. Ellos no necesitan hacerlo. Creo que es así. Si
has visto tu propia vida, lo mejor que puedes hacer es enseñar.
J: Estoy de acuerdo.
O: Estás aquí no sólo por ti. Estás aquí, completamente, para aquello. Por
esto eres bienaventurado.
J: Para mí esto no es nada, a menos que pueda enseñarlo; los caminos a 12,
6, 3, etcétera. ¿Comprendes?
O: Lo comprendo.
J: Antes, llegué a la conclusión. Al leer Vivekananda, Ramakrishna y los
demás, Santa Teresa, San Juan de la cruz, vi que ellos no lo enseñaban.
Tengo la impresión que a esas personas les falta algo. Lo hicieron, son un
ejemplo. Pero necesitamos más que un ejemplo. Necesitamos un método,
un camino. Y necesitamos maestros de este camino, sin tener que poner
los sobre un alto pedestal, ni adorarlos. Esto es un grave error, porque si
adoras a unos seres humanos no puedes ir donde están ellos; es una
adoración mal empleada.
O: De acuerdo.
J: La veneración y el pasmo mal empleados son algo muy difícil de explicar a
los que no saben. Con frecuencia les sorprendo mirándome y les digo: “Por
favor. No, no, no hagáis eso. Si queréis hacerlo, ved a través de mi a aquel
que está detrás de mí. No soy yo”.
O: Exacto.
J: Y no creo que ellos sepan esto hasta que vayan allá ellos mismos y vean
que está en todas partes; que es todo el mundo, que es todo el universo,
está baraka, está gracia divina. Esta es la lección más importante que se
desprende del 12. No es ninguna persona.
O: Tienes razón. Así es.

193
El centro del ciclón – John C. Lilly

J: Las religiones han perdido esto, ¿no crees? Lo perdieron en sus luchas por
el poder.
O: Mira, John, en realidad estamos empezando una cultura completamente
nueva. El método es una cultura realmente nueva. Ahora bien, este
método no es un canal para alcanzarla. Es sólo un principio, porque es
ciencia. Es posible para nosotros.
J: Una cosa que me preocupa estar un nombre a tu método. Esto no importa
ahora, Pero importará más tarde, al final de los diez meses de instrucción.
¿Qué nombre le das tu? ¿Es esto el Sufí, o es otra cosa?
O: Nosotros lo llamamos siempre “La Escuela”.
J: La gente quiere un marbete. El nombre Sufí tiene mucho prestigio en los
Estados Unidos, y el de karma entre los jóvenes que cuentan. Nosotros
queremos hacer esto algo completamente nuevo. No sé; sólo pregunto. Y
no quiero respuestas.
O: Para nosotros, John, será mejor que el nombre sea algo nuevo, porque
nuestra enseñanza es completamente nueva. Sí confundimos nuestros
nombres, por ejemplo, con el sufismo, todo el mundo estará predispuesto
en relación a éste. Hagamos de ello algo nuevo. Un Sufí, un Derviche, lleva
su capa llena de remiendos. Se presumía que rayaba a gran altura, salvo en
lo tocante a su capa remendada. No se veía en él nada realmente especial.
Al hablar con él sólo vi una cosa. Le dije, refiriéndome a su capa: ”¿Por qué
llevas eso?” él respondió: “Porque me hallo en un estado de completa y
total humildad”. Inmediatamente le dije: “¿Por qué haces ostentación de
ella?” (fin de la grabación.)

Durante las semanas siguientes continué mi trabajo sobre las


desviaciones de mis mentaciones y, en general, seguía en la filosofía analítica
sentada por Oscar.
“Los estados positivos son naturales, simples, fáciles, evidentes y
continuos. Todo lo que saca a uno de Satori es ego.”

194
El centro del ciclón – John C. Lilly

Después de mixtos primeras experiencias en estado +12, empezó el


trabajo de encontrar la manera de volver a aquéllos hermosos lugares.
Entonces tuve la impresión de que había comenzado realmente mi trabajo.
Había varias barreras y evasiones que afectaban al problema.
Mi siguiente excursión importante al país del estado +12 tuvo lugar en
el desierto. Se había proyectado que cada miembro del grupo pasaría una
semana en el desierto, sólo, en una pequeña choza en forma de A. Como primer
miembro de este programa semanal, pase cinco días y cinco noches allí, tres de
los cuales lo fueron en una zona nueva (para mí) de +12.
Mientras observaba la puesta del sol, la segunda tarde, vi de pronto
una formación nubosa de tres capas sobre el océano pacífico, sumamente
brillante y extraordinariamente hermosa, con una columna vertical de brillante
luz blanca. La formación era una triple cruz. Me eché a llorar, de momento
solitario, por mí mismo. El dolor continuo. Después se transformó en dolor
gozoso por todos los humanos; primero en este planeta y después en toda la
galaxia.
Este llanto +12 duró tres días, incluida una visita de Oscar. Durante su
visita, no interrumpí mi llanto ni mi dolor gozoso, sino que los compartí con él.
Más tarde Oscar dio un nombre especial a esta región: “hacer el Cristo, el qutub
verde”, en estado +12.

195
El centro del ciclón – John C. Lilly

16

Estado +6: el punto en sí mismo

Todo estado positivo, incluido +6, se comprende mejor pasando al


próximo estado superior y también conociendo el estado inferior más próximo.
Si uno ha estado en +3, no puede pasar a +6 sin conocerlo. En otro caso, puede
pensar que +6 es simplemente una expresión de +12. Para quien no ha tenido
experiencias de +6, probablemente es buena idea aprenderse de memoria un
mapa referente a +6, separándolo de +12, +24 y +3.
Aquí, más que en todos los otros lugares que hemos examinado hasta
ahora, se aplican los ejercicios de las Creencias Ilimitadas. Deduje estas
declaraciones de mi experiencia en el depósito de agua, en el cual fui a +6.
“En la región de la mente, lo que creo que es verdad es verdad o se
hace verdad, dentro de ciertos límites a descubrir por la experiencia y la
experimentación. Estos límites son más creencias que hay que trascender.”
Examinemos +6 es un estado en el cual un huevo focal la propia
conciencia en un punto muy pequeño. La pequeña éste es cuestión de la
elección que haga uno, dependiente del lugar a dónde quiere ir. Uno se asegura
de que lleva a este punto sus recuerdos, sus sentimientos, sus procesos de
pensamiento, sus mapas de estos lugares, sus percepciones totales de lo que
pasa a su alrededor. Llevar todos sus mapas 48 a este punto, sin palabras, sin
experiencias directoras.
Uno deja totalmente atrás la pantalla de palabras que lleva
normalmente alrededor en 48 y en +24, y que ha abandonado parcialmente en
+12. Cuando alcanza +6, no hay palabras, no hay frases, no hay sintaxis, ni
gramática, ni lenguaje; no hay números, no hay escalas cuantitativas, no hay
computaciones, no hay lógica corriente, ni pensamiento corriente, ni realidad
196
El centro del ciclón – John C. Lilly

corriente. Uno está totalmente inmerso en una realidad no corriente, en un ser


no corriente, en una clase no corriente de percepción directa, de experiencia
directa y de almacenamiento directo de estas cosas en la memoria.
Después del accidente casi mortal que descubrí al principio de este
libro, pasé al estado +6, a un espacio de luz dorada particular. Encontré dos
guías, que eran puntos de conciencia, de calor, de amor y de radiación, igual
que yo. No teníamos necesidad de comunicación hablada, no teníamos
necesidad de la comunicación acostumbrada en el planeta, porque cada uno
de nosotros tenía una percepción directa del estado sentimental y del proceso
de pensamiento del otro. Podíamos intercambiar información directamente,
de mente a mente, sin necesidad de emplear los acostumbrados medios físicos.
Después de esta experiencia de nivel 6, volvía a captar las tres ocasiones en que
lo había hecho anteriormente, a los veintidós, siete y cinco años de edad. Pude
reproducir el estado +6 en el depósito de agua, con LSD, en las series de
experimentos de 1964-1966.
En cuanto uno se ha trasladado al punto, se ha convertido en el punto,
puede descender al cuerpo, a la cabeza o al cuerpo de otras personas, o salir
por el planeta, o al espacio exterior, a la galaxia, al cosmos. Mientras uno se
mantenga como una identidad, como un solo punto, permanece en estado +6,
con independencia de lo lejos que vaya o de la profundidad a la que descienda.
Si uno sigue como punto identificable que funciona por sí mismo, aunque se ha
programado por otros entes, se halla en estado +6. Encontré que esto era una
manera muy conveniente de distinguir +12 de +6, y +6 de +3. En +12, el cuerpo
todavía está presente; en +6, no lo está. En +6 uno sigue siendo, más o menos,
uno mismo; en +3, pierde este yo y se convierte en Esencia, uno de los pilotos
universales de vehículos.
Los viejos libros de texto o psíquicos dan instrucciones para llegar a
+6, mediante la creación de un cuerpo astral y de una cuerda astral, de modo
que uno puede seguir conectado al cuerpo físico. Esto es un exceso de equipaje
innecesario. Esto es emplear parte de la propia maquinaria de computación en
una operación de seguridad narcisista. El medio más eficaz de viaje está en el
punto, sin la construcción artificial de un cuerpo inútil a estos niveles (véase la
explicación de R. A. Munroe, citado en la bibliografía).
197
El centro del ciclón – John C. Lilly

La misma consideración es cierta para los entes que uno encuentra en


el estado +6. No interesa revestirlos con cuerpos de ángeles u otros tipos de
proyecciones humanas. Esto puede gastar la reserva de capacidad de
computación, necesaria para las tareas mucho más profundas en +6.
En +6 es donde una persona puede empezar a darse cuenta de su
propia naturaleza eterna. Aquí es donde puede encontrar sus vidas anteriores.
Aquí puede obtener información sobre el futuro, sobre los futuros probables,
o acaso un conocimiento seguro de cuánto va a durar su cuerpo o vehículo y
en qué circunstancias va a morir.
Aquí es donde uno experimenta el puro amor cósmico, con todo su
desapasionado interés y su inequívoca efectividad. Con los dos guías,
comprendía su fantástico poder y vi que empezaba a influye en mi hacia la
comprensión de las leyes universales del universo, incluidas las de mi propio
ser. Descubrí que aquellos eran unos maestros muy tolerantes, pero
absolutamente despiadados. Ellos me enviaron a -3 (nivel vibratorio 768)
(véase capítulo 5), para enseñarme que no necesitaba para nada los estados
negativos. Me pusieron en el estado más negativo que se podía concebir, más
negativo que todo lo que habría podido imaginar o construir dentro de mi
propio yo, de mi biocomputadora, y sin embargo no tan negativo que no
pudiese recordar lo que había ocurrido a mi regreso.
En +6, como tal vez hayáis comprendido ya, uno puede construir
cuerpos, puede construir cualquier cosa que desee. Tal y como expliqué en el
relato de mis experiencias -3 (768), en el capítulo “Viaje con guía al infierno”,
cuando volví al nivel robot estaba en +6; era o un observador que no perdía de
vista a los dos programadores, a los robots y al laberinto computado. Aquí, el
signo, es de motivación del espacio, pasaba de menos a más. En estos
experimentos, me trasladaba de -3 a +6.
En el experimento de hipnotismo con Helen Bonnie y ken Godfrey, en
Topeka, cuando “viajé” a California, estaba en +6. En todos estos casos, yo era
un punto que observaba lo que pasaba.

198
El centro del ciclón – John C. Lilly

En mis dos primeros viajes con el LSD, hice varias excursiones a través
de mi cuerpo. Aquí estaba también en +6, y era un punto observador que
descendía a través del cuerpo.
Al desarrollarse la propia experiencia con +6, uno se encuentra en un
espacio mucho más amplio de lo que se había imaginado al principio.
En Chile, durante mi experiencia en estado +12 a primeros de agosto,
hoy el estruendo que puede producirse cuando uno pasa de +12 a +6. Volví a
+12 y permanecí en mi cuerpo, como un cuerpo totalmente consciente y activo,
en vez de encoger me hasta el punto. Más tarde, tuve una experiencia
inequívoca en +6.
Aquel día particular, había recibido la orden de ponernos las capuchas.
Eran las típicas capuchas de fraile, confeccionadas Con paño de color castaño,
y las empleábamos para aislarnos visualmente de todo lo que nos rodeaba. No
se podía ver nada a través de ellas.
Yo me puse mi capucha y salí al campo, a orar bajo los últimos rayos
del sol de la tarde. Había discutido previamente con Oscar sobre la eficacia de
la oración, diciéndole que había rezado cuando era niño y que había
abandonado esta práctica. El solo me dijo: “Prueba”.
Al arrodillarme en el campo, aislado por mi capucha* y ponerme a
rezar, aparecieron de pronto los dos guías, uno a cada lado de mí. Un rayo de
calor, de radiación, de amor, bajó del sol. Los dos guías y yo nos fundimos, y el
ser fundido de los tres subió por el rayo de luz en dirección al sol. (* la capucha es
un instrumento de aislamiento físico visual; la caja de aislamiento que mencioné en otro lugar es un
aislador acústico, visual y táctil: el depósito de agua aislador todas estas sensaciones y, además, las fuerzas
gravitatorias.)

Me sentí caluroso, deseado, identificado con los guías,


completamente integrado en el universo. A pesar de esta fusión, mantenía mi
propia identidad, y con ella fui al sol y regresé a mi cuerpo. Y sin embargo,
nunca había abandonado mi cuerpo. Había una conexión entre +6, con la ayuda
de los dos guías, y el propio cuerpo. Yo tenía conciencia de estar
simultáneamente en +6 y en mi cuerpo.

199
El centro del ciclón – John C. Lilly

Bajo la dirección de Oscar yo luchaba precisamente por este tipo de


integración de los varios niveles. El mantenimiento del cuerpo en estado +12,
mientras desarrollaba simultáneamente el punto como yo mismo en +6, era la
clase de cosa que había esperado hacer y que al fin logre aquel día en el campo,
a través de la oración. Como han dicho prácticamente todos los autores que
han intentado descubrir experiencias en +6, es muy difícil regresar a través de
la pantalla de palabras entre +12 y +24, y traer adecuadas descripciones de lo
que ocurre. El proceso de conocimiento directo, sin intervención de procesos
de pensamiento, en +6, es muy difícil de describir con palabras, porque uno
emplea la pantalla de palabras para expresar lo que está más allá de esta
pantalla. Sospecho que “la más fílmica de las pantallas” de William james es
precisamente esto: una pantalla de palabras que describe procesos de
pensamiento totalmente inadecuados respecto a las otras realidades. Un
ejercicio para ir más allá de la pantalla de palabras, y directa y rápidamente a
+6, es: “Yo no soy la biocomputadora; no soy el programador, no soy el
programa, no soy la programación, no soy el que está programado”. Si los
conceptos de uno sobre los procesos de su propia biocomputadora incluyen
estas cinco regiones, y si uno puede hacer reales estas declaraciones, podrá
separarse muy rápidamente de la pantalla de palabras, del cuerpo, de la
biocomputadora, del viaje en el planeta. Con esta técnica descubrí que me
resulta relativamente natural hacer breves excursiones al estado +6.
También descubrí que, cuando se emplea esta técnica particular,
conviene mantenerse bastante cerca del cuerpo y observar lo que ocurre.
Generalmente, subo a dos o cuatro palmos por encima de mi cabeza y observo
como la biocomputadora y el autometaprogramador dirigen el espectáculo en
el cuerpo, por debajo de mí. A veces, esto puede producir resultados muy
divertidos.
En cierta ocasión, durante mi estancia en Chile, estaba haciendo una
reducción de ego con otro hombre. Él había encontrado un pedacito de mi ego,
y yo subí automáticamente a Sartori +6, pero manteniéndome en +24 y +12. La
parte de mí que estaba en +6 echó una mirada a su alrededor y vio que él estaba
llegando a +6, pero sin saberlo. Regresé y del informé de esto, añadiendo una
frase sobre un encuentro con él en una vida anterior. Por lo visto, no se había
200
El centro del ciclón – John C. Lilly

dado cuenta de que una parte de él había subido a +6, ni de qué otra parte
había estado en +12, y otra en +24. “Él” estaba en 48. Se enfadó muchísimo, y
pasó inmediatamente a 96, al hablar yo de unas vidas anteriores en las que no
creía su autometaprogramador. Rompió nuestro contacto.
En otra ocasión yo estaba haciendo unos ejercicios de grupo por la
noche; eran los llamados ritmos Kiné, y pase parcialmente a +6 pero
manteniendo conexión con el cuerpo. Este ejercicio es bastante difícil al
principio. Uno dice un mantra, colocar una mano en una posición definida,
mueve la energía del cuerpo en direcciones definidas y pone la propia
conciencia en una piedra que tiene en la mano. Mientras yo hacía todas estas
cosas, me desprendí de pronto y me elevé por encima de mi cuerpo. Observé
cómo el autometaprogramador regía el cuerpo y aprendí a que nada tenía que
hacer acerca de esto, que era un programa casi totalmente automático. Podía
estar allí sentado y observar cómo se desarrollaba todo el programa, dirigiendo,
por así decirlo, la representación. Añadí otras cosas a lo que hacían el cuerpo y
el autometaprogramador, hasta que ocurrieron unas 25 cosas al mismo
tiempo, en vez de cinco.
Esta experiencia me demostró que, cuanto más se acerca a uno a la
Esencia, verdadero piloto del vehículo, menos complicado es realmente el viaje
y más fácil resulta realizar los programas necesarios para la excursión en el lado
del planeta. La Esencia, como verdadero piloto, está en condiciones de
armonizar simultáneamente con todas las posiciones de control del
autometaprogramador, de la biocomputadora, del cuerpo y de todas las
realidades externas. Así, comprendí súbitamente que en el estado +6 uno se
identifica con la Esencia, aunque el autometaprogramador sigue estando
presente bajo el mando de la Esencia. Este suave traslado del propio centro de
conciencia del autometaprogramador a la Esencia, que observa al
autometaprogramador, es la clave para comprender el estado +6. En cuanto el
centro de conciencia de uno está en la Esencia, puede ocurrir cualquier cosa
relativa al cuerpo, al autometaprogramador o a la excursión por el planeta, o
bien pueden quedar atrás todas estas cosas e irse uno a cualquier otra parte.
De pronto me di cuenta de que todas las Esencias están relacionadas
entre sí al nivel 6 y mantienen comunicación, tanto si uno lo sabe cómo sí lo
201
El centro del ciclón – John C. Lilly

ignora. También comparten historias pasadas de cada cual. No se oculta nada


de las otras Esencias. La Esencia, por su propia naturaleza, es una totalidad
compartida de conciencia, de calor, de amor y de recuerdo. La energía cósmica
fluye a través del organismo biológico y a través de la Esencia como válvula del
amor cósmico, de la energía cósmica o baraka.
Es sumamente importante aclarar los propios conceptos en esta
región. Al aclarar cada uno sus conceptos, se purifican y facilitan los caminos
hacia +6. Al perfeccionarse la propia maquinaria, uno puede trasladarse más
fácilmente a +6. Al quitar intensidad y reducir los programas que le apartan a
uno de +6, resulta cada vez más fácil llegar allí siempre que convenga.
La frontera entre +6 y +3 puede comprenderse como la frontera entre
todas las Esencias y la Esencia particular de uno. Al adentrarse uno más y más
en su propia Esencia, descubre de pronto que hay una fuerte conexión entre
ésta y todas las demás Esencias del universo. La primera vez que uno hace este
descubrimiento, pasa al estado siguiente, +3, que es el clásico Sartori-Samadhi.

202
El centro del ciclón – John C. Lilly

17

Estado +3: Sartori clásico;


La Esencia como uno de los creadores

El estado +3 (que corresponde al clásico empleo del término “Sartori”)


es el estado más difícil de tratar, en el sentido de que es el menos familiar y el
más alejado de nuestra realidad convencional. Es el espacio próximo a la
muerte del vehículo. En un lugar al que la gente teme ir, porque puede no
volver de él al cuerpo. Yo había estado sólo un par de veces en +3 en mis
anteriores experiencias, y mi viaje a Chile se debió al hecho de que deseaba ir
a un claro y consciente +3 y averiguar lo que había allí.
Desde el estado +12, en agosto, hasta la primera experiencia de
estado +3, en noviembre, había tenido mucho que hacer al nivel del planeta.
Parte de esto era físico, otra parte era mental, y otra social e interpersonal.
Tuve que pasar cinco días y cinco noches en el desierto, solo, yendo al espacio
de dolor/gozo por un período de setenta y dos horas, abriendo mi centro de
sentimiento en el pecho.
Tuve que arreglar mis diferencias con mi pareja. Por fin convinimos,
hallando nos ambos en un estado de 48, en que ella se marcharía a vivir a otro
lugar. A las 24 horas de este acuerdo pude establecer mi primer contacto
realmente sólido, firme, consciente, con el estado +3.
Transcribiré algunas de mis notas de aquel periodo. Correspondiente
al miércoles 24 de noviembre de 1970, a las 4 de la mañana:
“Empezó el caos, (éste) separó mi ser, tanto en las realidades externas
como en las realidades internas. Tuve necesidad de centrar mi Kath en mi caja
de aislamiento* (* una caja de 60 centímetros de anchura, 60 de profundidad y 2,10 metros de
longitud, con un colchón y una tapa. Esta se baja y uno queda aislado en la oscuridad y en el silencio.)

203
El centro del ciclón – John C. Lilly

De pronto, estuve brevemente en -3. Estaba en las garras de la


conspiración cósmica paranoide, con un pequeño programa en el gran
ordenador; pero, esta vez, sabía dónde estaba. Volví a centrarme,
reconociéndome como parte del universo, como parte del cosmos.
Súbitamente, me convierto en uno de los programadores del ordenador
cósmico, como sí un Dios se uniese a los dioses regidos por Dios. El vacío y, más
allá, nosotros. Nosotros gobernamos el universo de todos los seres y materia,
incluso aquellos que aún no están despiertos.
Despiertos, estamos fuera del ordenador cósmico, ya no estamos en
él. Somos sus programadores; ya no somos programas en él (estamos “fuera
de la rueda de la vida”). Siento una inmensa alegría al unirme a los
controladores y quedar fuertemente acoplado a su red. El ordenador cósmico
estaba allá arriba. Nosotros estábamos allá arriba, gobernándolo. A la vez,
éramos programados por la voluntad de Dios, el programador último, en el cual
trabajábamos. Era un alto, entrelazado y dorado universo de energía del ser.
Yo sentí, vi, conocí un cristal que era los programas del Esencia. Este cristal era
los programas conectados del ordenador cósmico, brillando con energía
dorada, describiendo continuamente los límites de las operaciones del
programador de grupo. Estos programas eran los siguientes:
1. “Ley Santa” constituye los límites dentro de los que trabajamos,
pensamos, sentimos y somos; (es) una brillante frontera de
programación alrededor de nuestro espacio operacional.
2. “Perfección” es el ordenador haciendo programas perfectos y
programando perfectamente todo ser, toda materia, toda
conciencia.
3. “Trabajo Santo” es nuestra actividad y nuestro ser, como
Creadores, como Programadores.
4. “Libertad” es hacer las operaciones con alegría dentro de
nuestros límites definidos. Somos libres de ser dentro del
ordenador, libres de hacer la programación, libres de ser
metaprogramados por la voluntad de Dios.
5. “Amor Santo” es lo que recibimos, lo que damos al hacer nuestra
cosa perfecta. Como estamos ligados, así somos amados y
204
El centro del ciclón – John C. Lilly

amamos: objetivamente, efectivamente, esencialmente,


puramente.
6. “Omnisciencia” es un conocimiento seguro, transparente, de
todo el ordenador transparente que lo rige, que nos rige a
nosotros, al grupo; conocimientos del vacío del que procede
todo esto; los lazos con el vacío.
7. “Sobriedad” dentro de estas operaciones, es aquel estado mío
que es reverencia, amor y permanencia dentro de límites
conocidos. Es carencia de fantasía acerca de la verdad. Es
conocer directamente la verdad.
8. “Ecuanimidad” es un estado muy elevado en el que todo está
equilibrado en gozo supremo, y en el que las funciones se
realizan suavemente con los otros; la fuerza del cosmos fluye a
través de nosotros.
9. “Verdades Santas” todo esto, más el propio Dios, es la verdad
con certidumbre.
10. “Veracidad” vivo plenamente, ciertamente, mis verdades.
11. “Valor” no hay rastro de duda, de miedo o de -3; soy sostenido
por mi fuerza, por nuestra fuerza.
12. “Desprendimiento” es ser uno de los programadores fuera del
ordenador cósmico, programándolo tal como necesita ser
programado, objetivamente, prácticamente, de acuerdo con la
corriente creadora.
13. “Inocencia” la inocencia de la infancia, aceptando lo que
ocurre con abnegación y sin discutirlo, estando en el grupo
cósmico sin discutir.

Nosotros llamábamos cristal de la Esencia a esta descripción de partes


del programa incluido en el ordenador cósmico, más el metaprogramador
supremo con que lo gobernaba el grupo de programadores. Oscar nos había
dado estas ideas en forma de figuras de nueve lados llamadas eneagramas,
donde cada idea estaba en un punto del eneagrama. Yo vi cómo estaba todo
esto organizado en el ordenador cósmico, en mí, en el grupo que lo gobernaba.
205
El centro del ciclón – John C. Lilly

Cuando volví que sabes de +3, había muchas, muchísimas opciones.


“Yo estaba extendido sobre todos los caminos pasados, 10 millones de ellos.
Después fueron 10.000; después 100; después 10; después hubo fusión en un
solo canal, en mi cuerpo primitivo, y tuve la impresión de que había hecho esto
muchas, muchísimas veces antes de ahora, en otros cuerpos, en otras vidas, en
otros lugares del universo.”
En el ordenador cósmico están todas las repeticiones, todas las
grabaciones necesarias para mantener en marcha el cosmos; el ruido, la visión,
los sonidos, los sentimientos, los ritmos, son evidentes y plenos.
Entonces pase por otra experiencia. Me vi a mí mismo, el 11 de enero
de 1969, en -3; me vi como un pequeño programa, una lección enseñada y
aprendida. En aquel ordenador, el ordenador de la conspiración, todo es malo,
porque me veo obligado a ser programado; todo es insensato.
El verdadero ordenador cósmico, el que está en +3, cambió a “Todo
es significativo y poderoso en mí; no tengo miedo”. Y, al recibir fuerza, la pasaría
a los otros conmigo.
“Esta experiencia fue únicamente yo, integrado en las ideas y los
mapas de Oscar Ichazo. Para mí, +3 no es un lugar tranquilo, sino una
experiencia remuneradora de alta energía.”
Unos diez días después de esta experiencia hice un descubrimiento
que habría de conducirme de nuevo a +3, más poderosamente aún, más
centrado y con mayor fuerza. Este descubrimiento puede ser útil en un sentido
más General que el de tan sólo mis propósitos. Sito mis notas del sábado 5 de
diciembre: “Yo no soy mi opinión de mí mismo, no soy nada que pueda de
escribirme a mí mismo. Sólo soy una parte de un gran sistema que no puede
describirse plenamente; por consiguiente, me relajo y estoy en el punto fuerte
de conciencia, de delicia, de movilidad, en los espacios interiores. Entre mis
tareas, no figura la de escribirme, ni la de opinar sobre el sistema en qué vivo,
biológico, social o en pareja. Por consiguiente, declinó esta “responsabilidad”.
“Soy mucho más de lo que puedo concebir o juzgar que soy. Todas las
opiniones negativas o positivas que tengo de mí son marbetes, titulares falsos,

206
El centro del ciclón – John C. Lilly

programas limitados e innecesarios, escritos sobre papel fino que vuela y flota
de un lado a otro en la inmensidad de los espacios interiores.”
Como dice G. Spencer Brown en The Laws of Form* (* Geo. Alien & Unwin,
Londres, 1969.) (Pag. 105): “Podemos dar por sentado que el mundo es
indudablemente él mismo (a saber, es indistinto de sí mismo), pero, en
cualquier intento de verse él mismo como un objeto, debe actuar, también
indudablemente, de manera que se haga distinto de sí mismo y, por
consiguiente, falso para sí mismo. En esta condición, siempre se eludirá
parcialmente a sí mismo”. Lo propio ocurre con cada uno de nosotros. “En este
sentido, en lo que respecta a su propia información, el universo debe
extenderse para escapar a los telescopios a través de los cuales, nosotros, que
somos él, tratamos de capturarlo a él, que es nosotros.”
Mis notas continúan: “Por consiguiente, si me siento mal o eufórico,
en lo que respecta a mí, atribuyó falsamente omnipotencia a una parte del
sistema, como sí ésta pudiese conocer la totalidad, cosa que es imposible. Los
sistemas negativos del cerebro son sólo parte de los sistemas en que yo vivo,
como lo son los positivos; el estímulo del sistema positivo me obliga al efecto”.
Este punto de vista parece estar en contradicción con el estado +12
(samadi-sananda). No lo está, si uno experimenta el estado positivo sin apego
al él. Si yo permito la repetición del +12, sin procurarla, no estoy apegado a él.
+12 es un estado natural, simple, fácil, evidente. Cuando estoy fuera de él,
estoy juzgando en cierto sentido, por mantenerme fuera de él; lo natural, lo
simple, lo fácil y lo evidente se me escapan cuando me separo de él. Si soy él,
no estoy separado de él. Si lo persigo, hago una separación entre el perseguidor
y perseguido. Si soy él, soy él y nada más.
Con esta preparación, el domingo, 13 de diciembre, pasé por segunda
vez al estado +3. Empecé por cruzar los espacios de fuerza corporal y de sexo
corporal sin entregarme a ninguno de ellos. Deje que se produjese el
equivalente de un fuerte ataque, aunque conservando todo el conocimiento.
De algún modo, ahora podía aguantar esta actividad parecida a un ataque
mucho mejor de lo que había podido hacerlo con anterioridad.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

“De pronto me vi en el rincón de la estancia luchando contra las leyes


universales, mirándome a vivir dentro de los límites que había descubierto. Vi
súbitamente que esto era Shaitan (Satán) agazapado en el rincón. En otras
palabras, el diablo era yo mismo, luchando contra las leyes universales. En
cuanto vi esto, fui súbitamente lanzado al espacio de poder y creación del
estado +3.”
Mis notas siguen y diciendo: “En +3, estoy en una fina capa de todos
estos seres, mezclados, conectados entre sí en una superficie esférica
alrededor de todo el universo conocido. Damos la “espalda” al vacío. Estamos
creando energía, materia y vida, en el límite entre el vacío y toda la creación
conocida. Nos enfrentamos con el universo conocido, creándolo, llenándolo.
Yo soy uno con ellos; extendido alrededor de la esfera en una fina capa, con
una pequeña zona. Siento el poder de la galaxia filtrándose a través de mí. Estoy
siguiendo el programa, el programa de conversión de vacío en espacio, en
energía, en materia, en vida, en conciencia, en nosotros, los creadores. De
nada, a un lado, en el todo creado, al otro. Yo soy el propio proceso de creación,
increíblemente fuerte, increíblemente poderoso.
“Esta vez no hay evasión, ni retirada, ni unida, ni inconsciencia, ni
renuncia, ni negación, ni lucha contra nada. Soy uno de los chicos del taller que
bombea creación de vacío al universo conocido, que bombea de lo desconocido
a lo conocido”.
“No hay retraso de -3, ni Sheitan, ni efecto de trampolín o de muelle.
Este estado, lugar, espacio, universo galáctico, de +3, es n-dimensional y de
múltiples niveles, especificable”.
Vuelvo del nivel +3. Hay mil millones de elecciones sobre el camino de
regreso. Tengo conciencia, simultáneamente, de cada una de ellas. Por último,
estoy en mi propia galaxia con millones de opciones; en mi propio sistema solar,
con cientos de miles, en mi propio planeta, con decenas de millares; en mi
propio país, con unos centenares, y, de pronto, se han reducido a dos, una de
las cuales es mi cuerpo. En este cuerpo, miro atrás y hacia arriba, y veo, sobre
mí, el árbol de opciones por el que el ascendido.

208
El centro del ciclón – John C. Lilly

“¿Hice yo, esta Esencia, todo el camino de regreso a este es sistema


solar, a este planeta, a este lugar, a este cuerpo, o acaso crea esto o alguna
diferencia? ¿No puede ser este cuerpo un vehículo para cualquier esencia que
penetre en él? ¿No son todas las Esencias del nivel +3 universales, iguales,
anónimas e igualmente capaces? Las instrucciones para el uso de este vehículo
pueden ser leídas y absorbidas por cada Esencia desde el primer momento. El
nuevo piloto-navegante lee sus instrucciones almacenadas y se encarga del
vehículo, haciéndolo funcionar con competencia. (El libro de instrucciones para
este vehículo está en la guantera.)”
Así pues, soy una combinación de Esencia más vehículo, más su
ordenador, más el autometaprogramador como unidad. Los otros creadores al
nivel +3 son de todo el universo, no sólo del planeta tierra y del sistema solar.
Como cada uno de ellos es una unidad universal reemplazable, anónima, puede
trabajar en +3, o en un vehículo para viajes en el planeta, o en cualquier otro
lugar del universo que convenga, siempre conectado con todos sus
compañeros. La única cosa que me impide conocer mi Esencia en cualquier
momento es una pantalla de programas que no me permite ver.
Pasé unas seis horas en este trabajo, en estado +3. Parecía ser la
culminación de mi labor en Chile. Varios detalles se habían aclarado, y los días
25, 26 y 27 de enero hice tres jornadas de oración en soledad, siguiendo el
programa de Oscar. La cuestión era, me explico, seguir la oración divina para
saber sí debíamos seguir trabajando con el grupo o sea teníamos reservado
algo diferente. Durante aquellos tres días de soledad y de oración, tuve al fin
un sentimiento muy definido, como una instrucción, en el sentido de que debía
separarme de Oscar por el momento. Tenía que hacer algo en los Estados
Unidos.
Me pareció entonces que una de las cosas que tenía que hacer era
encontrar otras personas que conociesen ya +12, +6 y +3. Entonces no me daba
cuenta de lo difícil que era esto. Sin embargo, sabía también que tenía que
volver para encontrar, o al menos para buscar, a mi pareja femenina. El día de
mi regreso, el 7 de febrero de 1971, y se una serie de ejercicios y, estando
sentado en Zen, entré en un estado muy especial que era una integración de
+24, +12, +6 y +3.
209
El centro del ciclón – John C. Lilly

“Haciendo un esfuerzo, permanece concentrado y apoyado en el Kath,


y pongo el Kath en la tierra. Hay múltiples planos de ser, de energía, que se
cruzan a energía muy alta a través del eje vertical de mi cuerpo. Estoy en
posición Zen de rodillas. Una línea de mi Ma’h, mi Path, mi Oth y mi Kath cruza
todos los planos (véase la escala de niveles de vibración). Siento que, si me
aparto lo más mínimo de esta línea, caeré en uno de los muchos espacios
disponibles. Se conservó la línea vertical y hago la mudra de verdad (los dorsos
de las manos sobre las rodillas, el índice y el pulgar formando un círculo, y los
otros tres dedos extendidos), permaneceré centrado”.
Al principio, empiezan a producirse resbalones a otros niveles
positivos y negativos. Después, con la mudra, me mantengo en la línea. Fluye
una energía asombrosa a través de mí; hay conexiones directas con +6 y +3,
conocidas y sentidas sin salir del cuerpo. El sentimiento principal es: “Si luchó
contra las leyes, caeré en el programa insensato de -6, -3”, y entonces no seré
más que un pequeño programa. Si aceptó las leyes, estoy en el amor cósmico
divino. Pude tomar la energía y permanecer centrado en la línea.
“Inmediatamente después de esto, experimente que una luz líquida,
como de oro rojo, caía del cosmos y se filtraba en mí, mientras todas mis células
rebosaban de amor y gratitud. Me sentí iluminado, ilustrado de inmensamente
feliz.”
Dos semanas después de mi experiencia a múltiples niveles, el
domingo 21 de febrero, conocí en una fiesta a mi alma gemela, la otra mitad
(hembra) de mi Esencia.

210
El centro del ciclón – John C. Lilly

18

Sartori en pareja:
Unidad en la pareja

Con la enseñanza que había recibido en estado +3 y nivel -3,


comprendí que todavía tenía que vérmelas con una buena cantidad de karma
en lo relativo a mis relaciones con una mujer, con mi pareja. Volví de Chile a los
Estados Unidos para hacer este trabajo. En Arica había sido muy poco
satisfactorio para mí el trabajar en pareja. La labor de grupo y la labor individual
eran tan exigentes que apenas quedaba tiempo para el trabajo en pareja.
No quiero dar la impresión de que la labor individual, la labor en grupo
o la labor en pareja tienen preferencia entre ellas. Algunas de las parejas que
se instruyan en Arica trabajaban simultáneamente en los tres frentes. Ahora
estoy seguro de que sea una pareja está bien acoplada puede realizar todo el
programa simultáneamente, sin las divisiones que yo había sufrido.
Con la fusión en +3, podía aceptar la fusión en el viaje en el planeta,
una fusión contra la que antes había luchado. Había tenido la impresión de que,
si me fundía con una mujer, ésta tomaría el mando y yo perdería mi iniciativa.
Esto ya no era verdad. Sabía que los propios vehículos, el de ella y el mío, eran
independientes, que las Esencias estaban fundidas. El trabajo a realizar por los
autometaprogramadores en cada una de las biocomputadoras, varón y
hembra, era juntarse, enlazarse felizmente.
En el pasado, siempre había presumido que la unión genital era todo
lo que podía lograr una pareja. Había tenido unas pocas experiencias breves,
muy breves, de unión con una mujer de maneras más elevadas que la
meramente genital. Pero todavía no había encontrado la mujer adecuada.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Precisamente antes de conocer a Antonietta (Toni), acababa de


renunciar a toda esperanza de encontrar la mujer idónea. Y también ella
acababa de renunciar a encontrar el hombre adecuado. Precisamente entonces
nos conocimos. Cuando renunciábamos, nos resignábamos, habíamos dejado
de luchar y nos dejábamos llevar por la corriente, entonces ocurrió.
El encuentro tuvo lugar en una casa de las colinas próximas a
Hollywood, a la una y media de la madrugada. Yo había sido invitado a una
fiesta, después de una conferencia de Alan watts en aquella casa. El coche en
el que yo iba tuvo un pinchazo en una rueda; de ahí lo avanzado de la hora.
Alan se había marchado ya; en realidad quedaban pocos asistentes. Al entrar
por la puerta principal, vi una mujer de cabellos negros sentada en el suelo del
amplio vestíbulo. Después de saludar al anfitrión y a los pocos invitados que
quedaban, me dirigí a ella.
Al acercarme, sentí y vi su aura de amor y de influencia benéfica. Su
cara era interesante y nada corriente: había algo aguileño en sus ojos grises y
su nariz clásica, una calidad desapasionada, penetrante, analítica, con una
lucidez y un interés vivo que se mostraban franca y directamente. La sentís
entrada, firme, confiada, segura de sí misma, mientras, sentada en el suelo, me
veía cruzar el vestíbulo en su dirección.
Me senté junto a ella y la miré fijamente, lo mismo que ya mí.
Inmediatamente la conocí, y ella me conoció. Fuimos juntos a un
resplandeciente lugar cósmico de amor. Le pregunté su nombre, su edad, sus
relaciones y toda la información “48” necesaria. Ella hizo lo mismo.
Tuve la impresión de que habíamos estado juntos en vidas anteriores
y le dije: “¿Dónde has estado en los últimos quince años?” Ella me respondió:
“Instruyéndome”.
Ambos tuvimos el mismo sentimiento: nuestras vidas habían sido un
entrenamiento para cuando nos conociésemos. Teníamos Carré unirnos para
hacer juntos algún trabajo, un trabajo todavía por determinar.
Cuatro días más tarde fui a una fiesta en su casa. Empezamos a darnos
cuenta de nuestra nueva realidad, una verdadera realidad de los dos juntos. A
partir de entonces no hemos estado separados más de unas pocas horas.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Una vez, una amiga preguntó a Toni como había cambiado tanto
desde que habíamos formado nuestra pareja. Ella habló de su añoranza (alegre)
de su antiguo yo, y dijo: “Ella no era tan mala cuando estaba sola; ahora que
está en la unidad de la pareja se ha completado, somos nosotros”.
La naturaleza arrolladora del amor cósmico (baraka) se manifestó de
nuevo en nuestra pareja. El amor cósmico ama y enseña, tanto si uno quiere
como sino; tiene una inevitabilidad, una plenitud de apoderamiento, una
calidad de fatalismo alegre que se extiende y atrae a otros a uno, y enseña a
través de uno. Ahora, los dos sentimos esto vivamente.
Este encuentro con mi alma gemela, con todos sus fuertes tonos de
alegría, de aceptación y de dicha, presagio el principio de un nuevo ataque de
ego (karma). Como me había dicho Oscar en Arica: “Has liquidado la mayor
parte de tuvo ego. Sólo quedan unos cuantos granos de arena (y yo añadí:
“duros como el diamante”) en la máquina perfecta. Ahora todo lo que tienes
que hacer es limpiar esta máquina, para que corra suavemente a Sartori”.
Al reunirme con Tony, descubrí que la arena volvía a estar dentro de
mí. Afortunadamente, los dos éramos lo bastante fuertes para poder trabajar
juntos en esto. Esta empresa de colaboración mutua, (limpiar juntos nuestras
máquinas) es la naturaleza esencial de la pareja que formamos.
Ella me permitió enseñarle muchas cosas sobre Sartori, de las que
tenía ya algún conocimiento por experiencia propia. Le enseñé “gym” y las
mentaciones. Y ambos empezamos a enseñar a otras personas en mis
seminarios.
Ella tenía muchos amigos antes de aparecer yo; tuve la impresión de
haber ingresado en su “pueblo”. Ella tiene un aprecio sorprendente a la
humanidad como conjunto. Sus amigos cubren una gama de tipos de
personalidad mucho más amplia de la que yo había querido tener cerca de mí.
Ella me enseñó tolerancia, me enseñó que, detrás de cada fachada extraña, el
ser humano básico es siempre el mismo. Ella me enseñó que el viaje en el
planeta es muy hermoso, que un +12 compartido es muy superior a un +12
narcisista y solitario, que un +6 en pareja puede pasar a +6 universal y, de este
modo, llegar a +3.
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El centro del ciclón – John C. Lilly

Entre los dos descubrimos nuevos caminos a +12, +6 y +3; unos


caminos muy felices, simples, continuos y evidentes, que todavía no puedo
articular plenamente.
El centro del ciclón, en el más profundo análisis que yo haya realizado,
en el lugar de encuentro tranquilo, pacífico y creador para todos nosotros,
conectado a la Red Cósmica de Esencias.

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El centro del ciclón – John C. Lilly

Epílogo

Es necesario que declare claramente donde estoy, con respecto a esta


autobiografía y al tiempo en que la terminé. He llegado más allá de donde
estaba cuando experimenté los sucesos reseñados, y de donde estaba cuando
escribí acerca de estas experiencias. Uno se mueve inevitablemente. Nada de
lo que he escrito es definitivo, completo o terminado.
Como declaré en Human biocomputer, soy un explorador científico, ni
más ni menos. Soy fiel a la exploración objetiva, al experimento objetivo y a las
observaciones comprobables y que se pueden repetir. Aprecio, sobre todo, la
teoría operacional y verificable, que da una visión de la naturaleza universal y
de nuestras propias naturalezas interiores. Mis tests son pragmáticos,
empíricos, con una necesidad mínima de fe en las generalizaciones de los
demás. Aborrezco los dogmas y la dogmática y doctrinal “verdad única” de las
escuelas esotéricas. No admito los fanáticos, ni la tiranía sobre el individuo de
la agrupación anaclíctica.
El futuro del hombre está en los individuos despiertos, animosos,
informados, inteligentes y experimentados en una red de comunicación
exploratoria flojamente acoplada. Esta red existe y funciona muy bien, con
amable efectividad, en todo el planeta. Sospecho que se extiende más allá de
nuestra tierra, pero esto tiene que demostrarse aún, publicada e
inequívocamente, más allá de mi propia experiencia particular y de la de otros.
Mi propio escepticismo permaneció intacto; conservar el vuestro, por
favor. El escepticismo es un instrumento necesario en la exploración de lo
desconocido. El humor, es aún más necesario, especialmente en lo que
respecta al propio yo y a las propias observaciones y registros. El
desprendimiento desapasionado y pleno implica una comedia cósmica en la
que cada uno de nosotros debe ser un divertido actor. El amor cósmico es
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El centro del ciclón – John C. Lilly

arrollador; quieras o no, el de ama, te enseña, de hostiga, juega contigo, que


sorprende.
Es muy fácil predicar el “déjate llevar por la corriente”. El problema
principal es descubrir lo que es la corriente, aquí y ahora. ¿Es “la corriente” una
pauta que creo ver, o son mis limitadas creencias, operando con datos
insuficientes, las que forjan una corriente falsa? Los mapas y metamapas de
cada uno miden la corriente; la resistencia propia mide la dirección y la
velocidad. Sin mapas claros, no se puede ver siquiera la corriente, y menos
dejarse arrastrar por ella. Incluso cuando uno es llevado realmente por la
corriente, conviene que toque la orilla o el fondo de vez en cuando, para estar
seguro de que no flota simplemente en las aguas estancadas de las creencias
seguras.
A veces, la corriente conduce a rápidos y a remolinos; en tal caso,
aconsejó seguir el consejo de los piragüistas: si vuestra piragua vuelca en los
rápidos, liberaos de ella y nadad hacia la luz. Pase lo que pase, sea quien fuere
el que os dé este consejo, nadad hacia la luz de vuestra verdad.
En el libro, ilustró un principio General de vivir y ser. Es un principio
que escribí en Human Biocomputer. Aquí lo revisó hilo amplío. En una
exploración científica de todas las realidades interiores, sigo los siguientes
pasos metaprogramáticos:

1. Examina todo lo que puedas acerca de la situación de los nuevos


espacios, modelo que las ideas básicas serán allí.
2. Toma las ideas básicas de la nueva zona como si fuesen, verdad.
3. Ve a la zona completamente despierto, con alta energía, y
guárdalo todo, por neutro y estático que sea, o por muy
dolorosas que resulten las experiencias.
4. Vuelve aquí, a nuestras mejores realidades convencionales,
guardando temporalmente las creencias básicas de la nueva
zona, y toma las del investigador que examinan imparcial,
desapasionada y objetivamente las experiencias y los datos
registrados.
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5. Prueba tus modelos actuales de esta realidad convencional.


6. Construye un modelo que incluya esta realidad y la nueva de una
manera más comprensiva y sucinta. Por muy dolorosas que sean
estas revisiones de los modelos, asegúrate de que incluyan
ambas realidades.
7. No adores, veneres, ni temas a nadie, sea persona, grupo,
espacio o realidad. El investigador, el explorador no tiene sitio
para este equipaje.

Yo empleé este sistema muchas veces en mi vida: en los primeros


trabajos de aislamiento, en el depósito de agua con LSD, en los experimentos
de Esalen, en el trabajo de Chile. Cada vez reconocí el terreno como pude, entré
en la nueva zona con todo el entusiasmo y toda la franqueza posible, acepte las
creencias locales como verdaderas, experimenté intensamente la región y, por
último, volví a salir de allí, guardando las creencias, mientras estudiaba
críticamente los datos y reprogramada mis teorías.
A mi manera, descubrí que la comprensión profunda es para mí el
mejor camino hacia lo desconocido, los estados “más altos” de conciencia.
Confío plenamente en que podré continuar por este camino. Consideró todo lo
que he escrito como transitorio: a medida que profundice y se amplíen la
exploración, podremos trazar mejores mapas y seguir explorando y evaluando
mapas nuevos.
Como todavía no he encontrado respuestas definitivas, me propongo
continuar la investigación. ¿Acaso no soy más que el director de cien mil
millones de células conectadas? Si es así, ¿quién me eligió como director? Si
soy algo más que el resultado neto de cien mil millones de células que viven en
colaboración, ¿de dónde vine?
El milagro es que el universo creó una parte de él mismo para que
estudiase el resto, y que esta parte, al estudiarse a sí misma, descubre el resto
del universo en sus propias realidades naturales internas.

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Bibliografía

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INDICE

Prólogo 4
Introducción 5
Mis dos primeros viajes: exploración de los espacios LSD y
1 10
proyecciones
2 Un “accidente” “casi mortal: ningún experimento es un fracaso” 27
3 Retorno a los dos guías: depósito de agua más LSD 39
4 Siguiendo instrucciones y dejándome llevar por la corriente 60
5 Un viaje con guía al infierno 84
6 Otra visión del misticismo 106
7 Más misticismo: mentaciones 118
8 Seminario de grupo en Kairos 124
9 Ritmo de grupo y resonancia del grupo en el seminario de Kairos 132
10 Mi primer viaje a Chile: Oscar Ichazo 139
11 Segundo viaje a Chile: definiciones de estados de conciencia 145
12 Barreras físicas a estados positivos: ejercicios físicos 154
13 Estado 48: la biocomputadora humana 161
14 Estado +24: el estado profesional básico 171
15 Estado +12: el cuerpo feliz en participación 176
16 Estado +6: el punto en sí mismo 196
17 Estado +3: Satori clásico; la Esencia como uno de los creadores 203
18 Satori en pareja: unidad en una pareja 211
Epílogo 215
Bibliografía 218

220

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