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Mágico Yurécuaro
Poemas
Compilación
Yurécuaro, Mich.
2016
Portada: Diseño original del Pintor René Martínez Valadez
Que hermoso ramillete de palabras del ilustre poeta michoacano Don Austasio Zepeda. Cuando
mujeres y hombres bien nacidos, le cantan a su pueblo, le llevan mañanitas y en románticas
serenatas expresan todo el amor y la admiración que le tienen. Cuando describen con palabras
llenas de emoción, los lugares, costumbres y tradiciones de la tierra que los vio nacer… ahí hay
amor, amor al terruño, a la cuna, al hogar y a la madre que los recibió amorosa con calor y
ternura entre sus brazos.
Distinguidos lectores de todas las edades es un honor para mí presentar a ustedes y poner en sus
manos esta pequeña compilación de poemas que hace la cronista de la ciudad, la ingeniera María
Soledad Ramírez Sandoval, mujer inquieta y soñadora, responsable y activa que lo da todo a
cambio de nada en la biblioteca, en las escuelas, en sus investigaciones, en sus proyectos
buscando siempre formas de impulsar la cultura del buen leer en las escuelas y comunidades.
En hora buena Soledad, mujer de una sensibilidad humana extraordinaria, sigue dando lo mejor
de ti misma en favor de los niños, jóvenes y adultos.
La presente selección de poemas son emanados del sentir de un grupo de poetas yurecuarenses
que aman a su pueblo y que como buenos ciudadanos buscan la forman de preservar la cultura
en el arte de las letras con la finalidad de que Yurécuaro viva a través del tiempo dando a
conocer a las nuevas generaciones, la belleza natural y esplendorosa de esta tierra bendita,
prodiga, añosa y noble.
A todos los amantes de las letras no les bastan las palabras para describir a nuestro pueblo. Si
leemos el poema completo del gran poeta Don Austasio Zepeda, titulado “Yurécuaro y sus
tradiciones”, encontraremos una amplia descripción bellamente rimada, apreciaremos como el
autor mirando con los ojos del alma, nos lleva a conocer cada momento vivido y conocido por él,
ubicándonos en el tiempo y en el espacio de su época, logrando así viajar a través de un pasado.
En lo personal este poema es toda una selección poética.
Yurécuaro como dijera Alicia Gabriela es un pueblo mágico porque todo visitante se enamora de
la hospitalidad de sus moradores, de sus campos y de sus flores.
Hasta parece que escucho al Profr. Luis Rodríguez cantando con su orquesta esta bullanguera
canción.
De ninguna manera puede faltar EL YURECUARENSE corrido canción ranchera que exalta
costumbres de antaño y la devoción a La Purísima Concepción.
Y hablando de canciones, viene a mi mente aquel lindo corrido de Don Benjamín Guízar y
Guízar que habla de la emoción de viajar en tren y apreciar la belleza campirana de Yurécuaro.
O al señor Santiago Raúl Martínez pintando de verde a nuestro pueblo; porque así es Yurécuaro
es verde siempre lo será por el trabajo que realizan los hombres del campo.
Que decir de Francisco Murillo Méndez forjando con letras un monumento al amor, en su Amor
Mestizo.
“Desde que surgió el amor
presentándose en el mundo
sin lenguaje ni color
con sentimientos profundos.”
A que buen recorrido me hace dar le Profr. Martín Ángel Gaytán mi querido y recordado
maestro de sexto año; caminando por cada calle y barrio de mi pueblo, tales como La
Longaniza, La Tetilla, El Paso Verde, Los Tepetates, El Maluco, Las Cuatro Esquinas, El
Hacha, La Cucaracha, etc. Vamos queridos lectores a recorrer las calles, barrios y colonias de
este pueblo llamado Yurécuaro.
Como olvidar el Presidente Javier Ochoa Vaca cuando canta con palabras elocuente al pueblo
que desde el primer día lo recibiera con los brazos abiertos y llegó para quedarse con nosotros.
Sí, porque basta amar, amar a un hombre, a una mujer o algún lugar para que broten de lo más
hondo del alma palabras que elogien al ser amado.
Es hermoso leer la forma de pensar de pensar de hombres de la talla de Don Francisco Elizalde
García quien al visitarnos en noviembre de 1990 dedicara un bello pensamiento…
“Yurécuaro, yo te canto,
Yurécuaro mi canción
a tu río y a tu cielo
a tu Lerma, a un rosario
y a un sol cajetero…”
Es muy de tomar nota de la inspiración que nos deja ver el Profr. Plutarco Martínez Pérez al
describir con una sensibilidad exquisita la hermosura de la mujer joven yurecuarense.
En este momento elevo un recuerdo de felicitación postrera para el señor Manuel Cuevas
Ramírez por dejar un acróstico a Yurécuaro, Los invito a leer completo en las páginas
contiguas.
Leamos con cuanta delicadeza nos introduce en la historia, la gastronomía y la geografía
yurecuarense el Profr. Cutberto Raúl Rizo Navarro en su poema “A mi Yurécuaro”…
Que bien nos habla el Profr. Guadualupe García López del Yurécuaro de antaño, cuando las
mujeres muy de mañanita iban al molino; de las crecientes del Río Lerma, de las siembras, las
huertas y cosechas… de los naranjos de flor.
La nostalgia por estar lejos del terruño extrañar el campo, la familia, las tardes domingueras, la
alegría de las fiestas; el fervor de los feligreses por Cristo Rey y la Virgen Purísima hacen de este
ramillete de versos una herencia cultural que nos digan, el Sr. Gerardo López Vega, Don José
Bárcena Ayala, Salvador Álvarez García, el Profr. Vicente Medina Vivanco, Raúl Eduardo
González Hernández y Víctor Ramírez Angulo.
Con el Lic. Marco coincidimos todos los habitantes de este pueblo mágico “no olvidar el cachito
de suelo que pisamos, recibir las bendiciones de ”Conchita”, conservar la fe y el sueño de regresar
siempre al corazón de nuestra tierra”.
Ahora quiero mencionar que cuando personas de otro país nos visitan se van también
enamorados de este lugar, piensan en regresar y dejan su mensaje de amor y respeto:
“Lugar de crecientes, de belleza y tradiciones; pueblo mágico que duerme entre sabanas verdes bien
cuidadas por las manos de hombres y mujeres de corazón de campesino.
Yurécuaro de raíces purépechas y de sangre mestiza, de vecinos sencillos, de artistas que cantan con
los pies y con el alma al compás de las danzas y canciones, todos hablamos de ti porque Yurécuaro
eres tú, soy yo, somos todos, y seguiremos guardando tu mágico misterio de atracción hacia ti con
amor y respeto.”
Estoy segurísima que al leer este pequeño gigante folleto de pensamientos alusivos a mi pueblo
lo conocerán mejor, lo querrán más y al igual que yo quedarán más prendados de su magia, su
encanto y su esplendor.
Permítanme expresar felicitación para Soledad, para cada uno de los autores, por amar así a
Yurécuaro y dejarlo plasmado con la pluma en hojas de oro bellos versos que enaltecen la
hermosura de un pueblo.
Profra. Juana Barajas Paz
21 de Julio de 2016
Yurécuaro sus Tradiciones
Aquí en las riberas del Lerma onduloso Y en negra borrasca, cuando hórrido el trueno
que corre en un lecho de gala y verdor, las bóvedas hace del cielo temblar,
un pueblo se eleva: Yurécuaro hermoso él, siempre sus redes tendiendo sereno,
se arrulla entre flores con cantos de amor. no teme al peligro, no teme bogar.
Su sol es ardiente, sus tardes son bellas, Las cañas de azúcar flexibles se mecen;
los cielos se visten de rico tisú el verde naranjo derrama su olor;
sus noches le envuelven con manto de estrellas, frondosos guayabos sus frutos ofrecen,
qué trémulas vierten su nítida luz. y en ellos se anida el dulce gorrión.
No tiene palacios de grandes señores Las rosas purpúreas del monte en la falda
que hicieran el lujo aquí desplegar; la falda del monte se miran bordar,
mas tiene sus campos, sus aves, sus flores, y un campo cual cielo se ve de esmeralda,
que aspecto risueño en cambio le dan. en vez de luceros, con flores brillar.
¡Qué bello es sentarse al margen del río, De allá de su cumbre desciende sonoro,
allí donde se abre lozana la flor, saltando un arroyo de terso cristal,
y oír al tzentzontle que en sauce sombrío y al son de sus linfas modulan en coro,
remeda a las aves cantando su amor! las aves festivas su dulce cantar.
La linda cascada que llaman chorrera, Se olvidan entonces del alma las penas,
ya gime, ya brama, ó en blando rumor, ¡qué bello es entonces gozar y vivir
saluda á la aurora que viene hechicera, sintiendo las horas que pasan serenas;
los cielos tiñendo de claro arrebol. no ve uno el pasado, ni ve el porvenir!
Yurécuaro, yo te canto,
Yurécuaro, mi canción
a tu río y a tu cielo;
y te doy con mi canto mi anhelo
de que seas siempre fiel
a la vía de tu tren
que es el tren de mi México...
Yurécuaro, yo te canto,
Yurécuaro, y es mi amor
que te dice: te quiero,
yo te doy con mi canto mi ensueño,
mi rosario de fe
y el dulzor de la miel
de tu sol cajetero...
24 de noviembre de 1990
F. Elizalde García.
El Yurecuarense Y al pie de tus naranjales nacieron hombres
cabales
Yo soy un indio tarasco, traigo la Ley de Don porque Yurécuaro vales y hoy te doy todo mi
Vasco amor.
de ser ante todos un hombre cabal…
Soy del Lugar de Crecientes donde se dan los Con todo cariño para todos los de Yurécuaro.
valientes Benjamín Sánchez Mota
y siempre portamos pistola y puñal… Diciembre de 1958
¡Ah, Tierra, con tu vida histórica! ¡Ah, Tierra que me diste alojamiento!
que llenas de estampas provincianas y un lugar donde colgar el sombrero
que aún tocas campanas lejanas pues es el hogar, ahí mero,
en aquella iglesia categórica; donde nos llega el sentimiento;
mexicana, romana y apostólica con ese llorar de arrepentimiento
con tu Purísima La Concepción porque aquí yo no he nacido
Virgen de yurecuarense adoración aunque las raíces han crecido
que entre cohetes y tradiciones queda para mí también consuelo
los novenarios con peregrinaciones enamorado, Yurécuaro, de tu suelo
resaltan, aquí, la fe de Dios. tierra, tierra mía, yo te bendigo.
¡Ah, Tierra de fieles campesinos! ¡Ah, Tierra, con tus doce comunidades!
que dejan la vida en la parcela pintan tus cerros Blanco y Colorado
que consume el fuego a la vela San Antonio y Munguía en lo lejano
el sol consume los destinos; Destacan costumbres y variedades;
de los hombres de polvorientos caminos La Joya y El Refugio son singulares
que no conocen más modo que trabajar como “nacimientos” con lucecillas
con muy poco tiempo para pensar y en El Camiche y Mirandillas,
y poco les queda para la política como El Tequezquite y Monteleón,
pero ante una causa crítica la Emiliano Zapata son bastión
también luchan por la verdad. y con Guamúchil Grande: doce maravillas.
Es a ti mi Yurécuaro soñado
ciudad llena de sol y de recuerdo,
a quien brindo este canto emocionado
pues aquí siempre gano, nunca pierdo.
Y naciste pueblo
C onstruirte tu templo.
¿Dónde, Yurécuaro, te estás cual eres, (Dedicada a mi padre y a todos los amigos y
sino en mi ensoñación de quieto valle? familiares que viven lejos pero que no se
Tu guamúchil, tu río, tu sola calle, olvidan de su pueblo)
cauce del pedregal de las mujeres.
Extraño mi pueblo y su gente bonita,
¿Dónde están tus Hernández y tus Pérez, su plaza preciosa, sus calles tranquilas.
los que un día desbordaron de tu talle? Extraño mi pueblo con su cielo azul,
¿Dónde, sino en mis versos, puede que halle con tanto recuerdo que llevo en el alma
su silencio, su ayer, sus procederes? de aquellos amigos que dejé al partir,
mis primeros años, esa dulce infancia.
En tu adobe de un muro devastado
de un corredor vacío y un portal, Recuerdo su templo y la misa de gallo,
mi recuerdo te encuentra arrebolado los carros de mulas, las vías del tren,
los campos tan verdes, la milpa,
con un cine, un camino y un corral, las huertas y el portal aquel.
con un tren que se enreda con la vía
de un poema no escrito todavía. Les cuento a mis hijos de aquellos ayeres
y las tradiciones que no he de olvidar,
de las fiestas patrias, los amaneceres,
Raúl Eduardo González Hernández el sol sin igual.
Yurécuaro, ciudad dormida sobre sabanas verdes, en otoño amarillas, donde se alza su arquitectura
perene, de rocas que nos cuentan su historia que edifican nuestra identidad.
Lugar de crecientes, de belleza sin igual, donde la paz se respira en cada rincón de sus calles y
avenidas.
Tierra de tradición, de raíces purépechas y sangre mestiza; unión de dos reinos de antaño, donde la
tierra alimenta a sus hijos con pan y esperanza; orgullo de ser michoacano.
Una reina se levanta esplendorosa, la Virgen Purísima, tan radiante y hermosa que esta vestida de
cielo.
Yurécuaro, lugar donde se celebra la fiesta de la vida con música y danzas con trajes de mil colores
que engalanan sus noches.
El templo de la Purísima Concepción, una joya barroca de cantera roja, erigida con manos de tez
morena tan nobles como la azucena.
En esta tierra convergen cada día los tiempos pasados; el esplendor de sus haciendas y sus charros
pueden ser tocados.
Llovía a cántaros, parecía que el cielo estaba a punto de derrumbarse en aquel lugar junto al río.
Seguramente la tormenta anunciaba algún mal presagio. La niña María Gertrudis no dejaba de rezar
arrodillada frente a una imagen de bulto de la virgencita de la Purísima Concepción y parecía que la
lluvia también se había metido en sus ojos. A su lado, una criada trataba de consolarla, pero parecía
que su pena era muy grande. Sus padres, víctimas de una epidemia, habían muerto cuando apenas
era una niña y a falta de más parientes, se había quedado a vivir en el pueblo bajo la tutela de don
Nicolás, el hermano menor de su madre que vivía con su familia en el pueblo. Una joven alegre y
caritativa a quien le encantaba jugar y cantar con los niños mientas daba lecciones de catecismo y
parecía una luz que todo lo iluminaba con su sonrisa. De un tiempo para acá, se había apagado,
ahora se veía gris, su rostro reflejaba una gran tristeza. Ya no paseaba por las calles, ni por el
templo. Cuando tenía necesidad de salir, lo hacía de prisa, bajando la mirada, como si quisiera
esconder su rostro de las interrogantes miradas de los vecinos. A Don Nicolás Escobar y Llamas,
hombre español de los más ricos y poderosos del pueblo, la mayoría de las veces se le veía montado a
caballo y se mostraba despreciativo e intolerante con los nativos del lugar, aprovechando cualquier
ocasión para resaltar su origen puro, superior a todas las castas de la Nueva España.
En dicho pueblo, también vivía Ponciano, un gallardo mocetón, fuerte como un roble, pero de
sentimientos nobles y profundos. Su Madre, también española, Doña María Antonia De la Vega,
había enviudado muy joven y heredado una considerable fortuna que le permitía vivir con la mayor
decencia, convirtiéndola en una viuda respetable. Ponciano gozaba de una gran popularidad entre los
nativos, motivo por el que se había ganado la enemistad de Don Nicolás, con quien continuamente
tenía enfrentamientos por intervenir en su favor cuando eran castigados injustamente por aquel
hombre.
Ponciano había puesto sus ojos en la bella María Gertrudis y a diario merodeaba por el lugar con la
única esperanza de verla. Cuando al fin la bella niña asomaba con algún pretexto, Ponciano recibía
como recompensa una furtiva mirada acompañada de una sonrisa encantadora que poco a poco le fue
robando la calma, el sueño y el corazón. Desde entonces María Gertrudis acudía con más frecuencia
a escuchar misa y Ponciano se daba su tiempo para esperarla a la salida del templo y poder cruzar
con ella algunas palabras. Ponciano por fin se atrevió a pedirle matrimonio a su amada quien
correspondía a ese amor y le dio su palabra de aceptarlo como esposo.
Accediendo a los ruegos de su hijo y conociendo las dificultades que Ponciano había tenido con Don
Nicolás, Doña Antonia se presenta con recelo a la dicha casa para hacer de su conocimiento las
pretensiones de matrimonio de Ponciano con la niña María Gertrudis. Don Nicolás, sorprendido por
la nueva, llama a su sobrina para preguntarle si es verdad que es su deseo contraer matrimonio con
Ponciano, a lo que ella, con temor y cabizbaja, confirma su voluntad. Don Nicolás, encolerizado,
niega con vehemencia la mano de su sobrina a Ponciano por ser tan notoria la desigual duo y exige a
su sobrina obediencia absoluta, alegando que Ponciano es mulato lobo y ella española pura, libre de
toda mala raza, lo que probará ante el Subdelegado de la Jurisdicción y si es posible ante la Real
Audiencia de la Nueva España.
Madre e hijo se retiran profundamente desilusionados, llevando consigo la esperanza, de que poco a
poco la niña Gertrudis abogue por su felicidad ante su tío, consiguiendo así la imposible licencia.
De nada sirvieron los ruegos y el llanto de la hermosa niña; contrario a ello, don Nicolás presentó por
escrito la resistencia al matrimonio de su sobrina ante Don Juan Zárate y Manzo, Subdelegado del
pueblo, presentando cerca de cincuenta testigos que dieron fe de los antecesores de Ponciano. María
Antonia, considerando su deber de madre respaldar a su hijo, también acude ante su Merced,
exigiendo a Don Nicolás una prueba fehaciente del motivo por el cual se resiste al matrimonio. Su
corazón de madre quiere ayudar a su hijo, pero la cruel realidad le indica que no es posible demostrar
lo contrario. Aun así, lleva hasta las últimas consecuencias su defensa.
Desde el día del pedimento, don Nicolás ha prohibido a María Gertrudis trato alguno con Ponciano.
Ha transcurrido casi un año, el juicio ha llegado hasta la Real Pragmática en la Ciudad de México y
se espera que sea dada la sentencia en unos días. Desde ayer no ha parado de llover, María Gertrudis,
aprovechando la oscuridad de la noche, sin importar que la lluvia inunde su cuerpo, sale de su casa
sin que nadie la vea y como una sombra, va corriendo en dirección del templo, cruza por un lado del
cementerio, del otro lado está Ponciano, quien, como un cristo, la espera con los brazos extendidos y
ella solo con la mirada puede gritar a su amado: ¡Abrázame! Todo parecía dispuesto para emprender
un largo viaje.
A Mi Tierra
José Bárcena Ayala
Yurécuaro
Javier Ochoa Vaca
Yurécuaro
Francisco Elizalde García
El Yurecuarense
Benjamín Sánchez Mota
A Yurécuaro
Benjamín Guízar y Guízar
Canto a Yurécuaro
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A Mi Yurécuaro
Raúl Rizo Navarro
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Mi Pueblo Querido
Salvador Álvarez García
A Yurécuaro
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Raúl Eduardo González Hernández
A Yurécuaro
Marco Antonio González Jiménez
Amor Mestizo
Francisco Murillo Méndez
Mágico Yurécuaro
Alicia Gabriela Godínez Tovar
A Yurécuaro
Víctor Ramírez
Abrázame
Soledad Ramírez sandoval
FUENTES CONSULTADAS
Martínez Alcalá, Santiago Raúl. Poemario en Decaversos y un Poema Opcional. Morelia Mich.,
2003.
Martínez Alcalá, Santiago Raúl. Yurécuaro de Hoy 1559-2009. Yurécuaro, Mich., 2009.
Zepeda, Austasio. Selección de Poesías. Tipografía Ignacio Mendoza. La Piedad, Mich. México,
1896.
Carta del Teniente Coronel Gerardo López Vega a Don José Bárcena Ayala.
Archivo General de la Nación. Prueba dada por Don Nicolás Escobar y Llamas sobre la resistencia
que hace al matrimonio que su sobrina Doña María Gertrudis Dueñas pretende contraer con
Ponciano Belmontes. 1791
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