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GEOLOGIA DEL FLANCO NORANDINO VENEZOLANO: Rasgos


Geomorfológicos. OMAR ANTONIO GUERRERO UNIVERSIDAD DE LOS
ANDES-VENEZUELA. FACULTAD DE INGENIERIA ESCUELA DE INGENIERIA
GEOL....

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GEOLOGIA DEL FLANCO NORANDINO VENEZOLANO:
Rasgos Geomorfológicos.

OMAR ANTONIO GUERRERO


UNIVERSIDAD DE LOS ANDES – VENEZUELA.
FACULTAD DE INGENIERIA
ESCUELA DE INGENIERIA GEOLÓGICA
GRUPO DE INVESTIGACIONES “TERRA”

INTRODUCCIÓN

Los Andes de Mérida es la gran cordillera del occidente de Venezuela que se extiende
desde la depresión del Táchira (cuya capital es San Cristóbal) al SO, hasta el NE del
surco de Barquisimeto en el estado Lara (Fig. I.1.1). La cadena montañosa es un
macizo bien individualizado, de orientación N45°-50°E y constituido por bloques
amalgamados de más de 400 Km de largo por 100 Km de ancho. El punto más alto es
el pico Bolívar (5.007 m de altura sobre el nivel del mar) ubicado en la sierra Nevada
de Mérida. La cresta de esta sierra forma la divisoria de agua entre la cuenca
hidrográfica del río Orinoco (Apure–Barinas) al SE y la cuenca de Maracaibo al NO (Fig.
I.1.2). Ambas cuencas limitan a los Andes definiendo sus dos flancos. El Flanco Nor-
andino (FNA) es la vertiente que mira a la cuenca de Maracaibo y ocupa el N de los
estados de Táchira, Mérida, Trujillo y parte de Lara; el Flanco Sud-andino (FSA) es la
vertiente que da a la cuenca de Barinas-Apure.

Los Andes se componen de dos unidades orográficas bien distintas: una zona
montañosa y una depresión interna (Fig.I.1.2C). La zona de montañas es la cordillera
de Mérida que nace en el páramo del Tamá (zona limítrofe con Colombia) y
comprende dos ramales: el sistema montañoso del N (macizo de Tovar y la sierra de La
Culata), y las montañas del S que comprenden la sierra Nevada de Mérida y la sierra
de Santo Domingo. Ambos conjuntos orográficos se fusionan en el páramo de
Mucuchíes, conformando el llamado nudo de Mucuchíes (Fig.I.1.3); allí se inicia la
cordillera de Trujillo que separa las cuencas hidrográficas del río Motatán al NO y la
del río Santo Domingo al SE. La depresión interna corresponde con la cuenca de
Maracaibo que tiene 60.000 Km2 –situada entre la cordillera de Mérida al S-SO y la
sierra de Perijá al O– y cuyo interior está ocupado por un gran lago conectado con el
mar Caribe.
Fig. I.1.1: Fisiografía de Venezuela

La zona estudiada está situada en el FNA hacia el margen SO de la cuenca de


Maracaibo, entre las coordenadas geográficas 8°30´ y 9°30´ de latitud N y 72°00´ y
70°30´ de longitud O. Los desniveles topográficos en el FNA varían desde 4.100 m de
altura en el nudo de Mucuchíes hasta el nivel del mar en la orilla del lago de
Maracaibo. Clásicamente se contemplan tres provincias de acuerdo con la altitud (Fig.
I.1.1), cuyos aspectos morfo-climáticos son bien

Fig. I.1.2: Esquemas que muestran la situación geográfica del Occidente de Venezuela (A y B). En (C) se
observa la localización de los sistemas orográficos andinos y las depresiones de Maracaibo y Barinas-
Apure. En (D) se muestra la vertiente del Flanco Nor-andino con la topografía resumida, los ríos y las
ciudades citadas en el texto.
distintos: a) la llanura aluvial–lacustre andina delimitada entre el nivel del mar y la
cota de 250 m de altitud; b) el piedemonte situado entre las cotas de 250 a 1.000 m; y
c) la montaña que comprende todo el territorio situado por encima de los 1.000 m de
altura; a partir de los 3.000 m la montaña alta se denomina páramo que está
caracterizado por la ausencia de vegetación (sólo hay plantas endémicas como el
Frailejón –spelletia-, Fig. I.1.4).

Fig. I.1.3. Panorámica de la cuenca alta del Río Chama en la Sierra de La Culata, sector denominado
Nudo de Mucuchíes. Se aprecian el núcleo de granitos, gneises y esquistos moscovíticos, biotíticos y
granatíferos del Precámbrico y la acumulación de conos de gelifractos coalescentes producto de los
cambios térmicos bruscos.

Fig. I.1.4: Vegetación endémica de los paramos andino denominada frailejón (espelletia), asentada
sobre un pergelisol. La planta ocupa un estrato entre los 3.000 a 4500 m de altitud y alcanza una
envergadura de 50 cm. Zona del pico El Águila (4.100 msnm).
El clima en el FNA es muy variado: entre tropical lluvioso de bosque, tropical lluvioso
de sabana y tropical templado. Las precipitaciones se distribuyen durante el año en
dos períodos que cubren los meses de mayo a junio y de septiembre a octubre, que
alternan con los períodos secos de diciembre a mayo y de julio a agosto. La
bimodalidad temporal de las precipitaciones es debida a la topografía, la latitud y los
vientos alisios del NE que convergen hacia la cuenca de Maracaibo. Por otra parte, el
clima y la vegetación también difieren según las provincias señaladas por la altitud.

En la llanura aluvial y lacustre el clima es tropical lluvioso de bosque con medias


anuales de 1.800 mm de precipitación y 28°C de temperatura; allí abunda la
vegetación de selva higrófila megatérmica. En la zona de transición y en el
piedemonte, el clima es tropical lluvioso de sabana y semiárido, con temporadas de
sequía bien marcadas entre los meses de marzo y abril. Las medias anuales de la
precipitación y temperatura son de 900 mm y 30°C, y la vegetación que allí vive es del
tipo selva tropófila de pisos macrotérmicos o de temperaturas altas. El clima de
montaña es tropical templado, mesotérmico, con promedios de precipitación anual
entre 800 mm y 2.100 mm, y temperatura media anual que alcanza los 17°C; la
vegetación allí es de selva higrófila o nublada, muy exuberante (Fig.I.1.5). Sólo se
alcanzan temperaturas cercanas a los 0º C en las zonas de páramo o montaña alta (Fig.
I.1.3; Fig.I.1.4).

En algunas zonas del FNA (p. ej. en las regiones de Agua Viva y Betijoque) el clima está
muy influenciado por el efecto barrera (Fhöen) que impide el paso de los vientos
húmedos y genera zonas áridas o semiáridas a sotavento de los relieves (Fig.I.1.7).
Esto influye en el aporte hídrico que no es uniforme a lo largo del FNA, en este sentido
hay que hacer notar que el incremento de los caudales de los ríos aumenta hacia el S.
Los ríos más importantes de la red hidrográfica son el Chama y el Motatán. El río
Chama nace en el páramo de Mucuchíes y discurre por la depresión central de la
Cordillera de NE a SO, girando hacia el N a la altura de El Vigía para desembocar en el
lago de Maracaibo. El trazado del río Motatán –que también nace en el Páramo de
Mucuchíes– es diferente, discurre hacia el NE y gira hacia el N a la altura de Agua Viva
para desembocar también en el lago de Maracaibo (Fig. I.1.2D).

Fig. I.1.5. Panorámica de la cuenca media del río Chama en la carretera que une a Mérida con El Vigía,
corresponde con la zona de selva nublada tropical de montaña baja. Afloramiento perteneciente a la
Formación Palmar (Mioceno inferior).
A la región se accede por varias vías asfaltadas, siendo las más importantes las
carreteras Panamericana y Transandina, que cruzan el área de NE a SO. La carretera
Panamericana bordea la cordillera de Mérida atravesando la zona de piedemonte del
FNA, mientras que la carretera Transandina es un eje que recorre la región central,
conectando los centros poblados de las zonas altas. Existen otras vías que cruzan el
FNA de E a O, entre las que destacan: la Variante, la autovía Estanques–El Vigía y
Valera–Sabana Grande.

Fig. I.1.7: Zona de Lagunillas de Mérida, en la Depresión Central de la Cordillera Andina en la cuenca
media del río Chama. Este sector tiene un modelado semiárido porque esta protegido de los vientos
húmedos alisios del NE, por la sierra de La Culata.

El FNA es la zona donde mejor afloran las secuencias sedimentarias del Neógeno de la
cordillera de Mérida, concretamente en los sectores de Estanques–El Vigía, Mesa
Bolívar en la cuenca del río Chama y los sectores de Agua Viva–Motatán y Betijoque–
Valera, en la cuenca del río Motatán.

I.2. MARCO GEOLÓGICO GENERAL

El NO de América del Sur está situado, desde el punto de vista geodinámico global,
entre las placas de Norte América, Nazca, Cocos y Caribe, por lo que la evolución de
esta región –a lo largo de los tiempos geológicos– ha sido solidaria con los procesos
que afectaron a esas placas y en especial con los movimientos relativos entre ellas.

A finales del Paleozoico, durante el Permo-Trías, la región estuvo afectada por la


orogénesis Hercínica, desarrollándose una fase comprensiva SE-NO que comprendió
una fase tectono-metamórfica con magmatismo asociado; a este plutonismo
corresponden los batolitos del N de la cordillera.

En este margen N de la placa, los territorios de Colombia, Venezuela y Trinidad-Tobago


se individualizaron durante el Triásico y el Jurásico separándose del resto de Pangea.
La causa fue un evento distensivo de rifting que organizó el O de Venezuela en un
sistema de horsts y graben orientados según la dirección NE-SO.

La tectónica compresiva NO-SE que sufrió el occidente de América del Sur a partir del
Cretácico Superior fue debida a la subducción de la placa Pacífica bajo ésta. El Arco del
Caribe se desplazó hacia el E en el transcurso del Cretácico Superior–Paleoceno,
provocando la colisión y obducción desde el Ecuador hasta Trinidad–Tobago. Al N
colisionaron las placas de América del Sur y del Caribe durante el Cretácico Superior-
Eoceno, desplazándose el Alóctono caribeño hacia el SE o SSE, cabalgando al margen
de América del Sur (Fig. I.2.1). Durante el Paleoceno-Eoceno se produjo la acreción del
Alóctono Caribe; este evento de arco de colisión diacrónico rompe el margen pasivo
del Mesozoico y los mantos centrales de la placa del Caribe cabalgan la placa
Sudamericana (Dewey & Pindell, 1986).

El levantamiento principal del margen NO de América del Sur ocurrió en el Neógeno


por la colisión entre el Arco de Panamá y la placa de Sudamérica. Aunque los primeros
impulsos en la cadena se iniciaron en el Eoceno superior, la etapa principal comienza
al final del Oligoceno, como respuesta a la aceleración de la velocidad de
desplazamiento de la placa Caribe que conllevó el cambio en la dirección de la
convergencia entre las placas del Caribe y Sudamérica, desde NE-SO a E-O (Pindell et
al., 1995)

Durante el Mioceno–Plioceno es cuando el levantamiento de la cordillera de los Andes


alcanza su paroxismo. La actividad tectónica compresiva continúa y se intensifica más
si cabe en el Plioceno. En el modelo de deformación juega un papel muy importante el
basamento a través del control de la cinemática de los cabalgamientos en los que está
involucrado, con vergencias hacia el NO. El modelo se completa con retro-
cabalgamientos asociados de la cuenca de antepaís que vergen al SE (Audemard,
1991). Así adquieren los Andes de Mérida su morfología actual.
80ºO 76ºO 72ºO 68ºO 64ºO
CARI BE

12ºN
1, 7 cm/año

FM
FO
CC
BM
BP *
Caracas FEP

CF
P anamá
* CO RDILLERA
8ºN DE MÉRIDA

BAN
1,0 cm/ año

AMÉRICA DEL SUR


6, 4 cm/año

NAZCA Bogotá
0 500

4ºN
* Km

Fig. I.2.1: Relaciones tectónicas generalizadas en el N de América del Sur. Bloque de los Andes del N
(BAN); bloque de Panamá (BP); bloque de Maracaibo-Santa Marta (BM); cuenca de Cariaco (CC);
corrimiento frontal (CF); zona de fallas de Bocono (FB); zona de fallas de Bucaramanga (FBU); zona de
fallas del Pilar (FEP); zona de fallas de Morón (FM); zona de fallas de Oca (FO); modificado de Kellogg et
al., (1985).

MODELOS ESTRUCTURALES DE LOS ANDES

La cordillera de los Andes está limitada al NO por la cuenca de Maracaibo, en cuyo


borde SE se sitúa la cuenca molásica andina de antepaís, con un foredeep paralelo a la
cordillera (SO-NE) cuyo relleno alcanza un espesor que supera 12 Km de sedimentos
(Fig. I.2.2A). Por el E los Andes están limitados por la cuenca de Barinas-Apure, que es
la cuenca de antepaís molásica del SE que separa los Andes del Escudo de Guayana.

Diversos modelos estructurales han sido propuestos en los últimos años para explicar
el levantamiento de los Andes. El modelo estructural de la cadena consistente en una
megaestructura formada por movimientos verticales, fue defendido por González de
Juana (1952); Martín-Bellizia (1968) y Shagam (1972). Según estos autores, los
movimientos verticales produjeron el abombamiento y escalonamiento del basamento
al fragmentarse en bloques. Este modelo también contempla que los flancos de la
megaestructura se encuentran limitados por fallas inversas de alto ángulo.

Para explicar el desarrollo de la cuenca flexural profunda a lo largo del FNA, algunos
modelos proponen que la corteza de la cuenca de Maracaibo tiene un componente de
empuje de ángulo bajo en el manto (underthrusts) (Kellogg & Bonini, 1982) o subduce
incipientemente por debajo de Sudamérica (Colletta et al., 1997). Los modelos de
subducción continental con dirección SE no consideran los desgarres de acomodación
dentro del cinturón montañoso producidos por la falla de Boconó, ni tampoco tiene en
cuenta el papel que juega la falla de Valera en este conjunto tectónico activo, debido a
que la cuenca flexural norandina finaliza contra ésta. Parece que el juego de los
desgarres y el acortamiento de los Andes fueron simultáneos y se iniciaron a partir del
Mioceno superior; por eso, algunos autores (Schubert, 1985; Monsalve, 1988; y Boesi
et al., 1998) interpretaron la estructura andina como un levantamiento transpresivo
con zonas de cizalla como la falla de Boconó y corrimientos imbricados hacia el
exterior de ambos flancos (Fig. 1.2.2A).

Actualmente el modelo más aceptado está basado en la asimetría del campo


gravitatorio y en las relaciones que existen entre los Andes y la cuenca de Maracaibo,
intentando integrar el modelo evolutivo en el marco de la Tectónica de Placas. El
modelo considera que la estructura andina es una mega-estructura anticlinal sobre un
sistema de rampas y planos asociados genéticamente a una estructura monoclinal que
cabalga los Andes sobre la cuenca de Maracaibo (Fig. I.2.2A).

Los modelos tectónicos sobre la vergencia de los Andes se apoyan esencialmente en


los datos gravimétricos. El mapa de la anomalía de Bouguer de Venezuela Occidental
(Fig. I.2.2B), está marcado según Hervoüet et al (2001) por valores negativos elevados
(-160 mgal), en el límite entre la cadena y la antefosa occidental; estos valores sólo
son explicables por el considerable espesor de sedimentos en la cuenca antepais (12
Km). Sin embargo para De Toni & Kellogg (1993) y Colletta et al. (1997) esos valores se
explicarían por la presencia de un cabalgamiento cortical de 20 a 25 Km sobre el
foredeep. No obstante, estos últimos autores admiten por un lado, la existencia de una
estructura tipo anticlinal de rampa (fault bend fold) deformada sobre una rampa
cortical que buza 20º hacia el SE, y por otro, la presencia de estructuras cabalgantes
en duplex con vergencia al NO que implican al basamento (Fig. I.2.3). Los niveles de
despegue, durante la deformación se situaron dentro de formaciones sedimentarias
del Cretácico, Eoceno y Neógeno.
Fig. I.2.2: (A) Corte estructural NO-SE de la cuenca de Maracaibo, desde la Sierra de Perijá hasta la cuenca Barinas–Apure pasando por los Andes Venezolanos, en el que se muestra la
situación estructural del Flanco Norandino (modificado de Schlumberger,1997). (B) Estructura cortical del Cretácico. (C) Estructura cortical profunda actual de los Andes de Mérida
(modificados de Toni & Kellogg, 1993; Coletta et al, 1997).
Por otra parte, el modelo de subducción continental con buzamiento hacia el NO de la
placa de Sudamérica (Audemard & Audemard, 2002) considera las diferencias
reológicas entre la corteza de la cuenca de Maracaibo y la placa sudamericana. La
corteza de la cuenca de Maracaibo ha tenido una historia termal y tectónica reciente,
debido al rifting continental del Jurásico; mientras que la corteza Precámbrica del
cratón de América del Sur es muy fría. Por tal motivo, debería imponerse la
flotabilidad de la corteza de Maracaibo con respecto a las áreas cratónicas estables
aledañas, previendo un hundimiento bajo el cratón de Sudamérica. Además, la corteza
continental adelgazada es más débil que una corteza continental normal, siendo más
susceptible de deformarse, lo que hace más difícil la subducción (underthrusting)

El modelo de Audemard & Audemard (2002) considera a los Andes como una cuña
amalgamada de corteza frágil que está parcialmente despegada de la corteza dúctil
por un desprendimiento a través de los Andes de Mérida (Fig. 1.2.4). Partiendo de esta
premisa, las cuñas corticales se construyen por despegues y pliegues entre grandes
corrimientos con buzamientos suaves al NO (underthrusting de ángulo bajo o
subducción incipiente) y un retrocabalgamiento cortical con buzamiento SE, lo cual
carga al Bloque de Maracaibo. Consecuentemente ambas fosas flexurales adosadas a
los flancos FNA y FSA pueden ser comparadas con una cuenca de fore-arc, en el caso
de la cuenca de Maracaibo, y un foredeep en el de la cuenca Barinas–Apure. Esto
explicaría las diferencias de profundidad y tamaño entre las secuencias sedimentarias
de ambas cuencas. Simultáneamente, la cuña cortical fue separada por dos sistemas
de desgarres subaxiales que permitieron el escape de la mitad occidental de la placa
sudamericana y del bloque triangular del Maracaibo hacia el NNE; al tiempo que la
cuña se separaba en láminas a lo largo del limite de la corteza frágil–dúctil.

Como ya ha sido citado, la cordillera comenzó a levantarse en el Mioceno superior por


la colisión entre el Arco de Panamá y la placa Suramericana. También durante el Plio-
Cuaternario otra fase compresiva se sobreimpuso a la del Mioceno superior,
produciendo la aceleración en el levantamiento de la cadena, por la transpresión
causada en la convergencia oblicua entre los bloques continentales de Maracaibo y el
escudo de Guayana. Resultado de esa convergencia continental es el cabalgamiento
cortical que ocasionó el engrosamiento de la corteza (Fig. I.2.2C). Por otra parte, esas
dos fases compresivas NO-SE y consecutivas produjeron, según Colletta et al. (1997),
la megaestructura andina, al invertirse tectónicamente el graben jurásico pre-
existente; proceso por el que se expusieron y erosionaron las rocas cristalinas y
metamórficas del Precámbrico y Paleozoico en el interior de la cadena. Por último, la
situación geotectónica actual de la cadena se debe a la compresión y al acortamiento
transversal de los Andes en la dirección NO-SE (Fig. I.2.2D), mientras que la falla
dextral de Boconó los desplaza lateralmente por la parte axial de la cadena (Fig. I.2.5).
A

S ubducción A Subducción B

SE NO

B Andes Sierr a de
de Mérida Cuenca de Peri já Santa Marta
Mar acaibo Mar Cari be
Cuenca Barinas - Apure

Prisma de
Reciente Antiguo acreci ón

Cinturón plegado

Antefosa origi nal

Fig. I.2.4: El modelo de orógeno de flotación de los Andes de Mérida. El corte transversal es de NO
(Bloque de Santa Marta) al SE (cuenca de Barinas). El esquema inferior muestra las estructuras y
unidades más importantes, mientras que la superior muestra las grandes estructuras como
cabalgamientos, desgarres y zonas triangulares. Basado en Audemard & Audemard, (2002).

Resumiendo, el FNA está constituido por un frente de cabalgamientos de las rocas del
basamento de los Andes hacia la cuenca adyacente de Maracaibo, con vergencia NO,
con retrocabalgamientos con vergencia SE, organizados sobre planos en distintos
niveles de la sucesión del Cretácico Superior, Eoceno y Mioceno (Fig. I.2.2A y D).

EL BLOQUE DE MARACAIBO

Los sistemas montañosos del NO de Ecuador, Colombia y Venezuela, revelan la


existencia de un mosaico de bloques limitados por zonas móviles que constituyen el
Megabloque Nord-andino, de los que uno de sus componentes es el bloque de
Maracaibo–Santa Marta en el que está incluida la cordillera de Mérida (Fig. I.2.1).

Durante el Neógeno, la colisión entre el entre las placas del Arco de Panamá y de
América del Sur, provocó el cambio de movimiento relativo entre ellas, que de NE-SO
pasó a ser E-O. A partir de ese momento, la zona de colisión se convierte en un
margen transformante. Como consecuencia de ese cambio la placa de América del Sur
se rompió, individualizándose entre otros el Bloque cortical de Maracaibo. El margen
transformante posee grandes zonas de fallas transcurrentes (fallas de El Pilar, de Oca y
de Boconó), cuyos movimientos de desgarre se superponen a los cabalgamientos hacia
el NO o SE (Kellog et al., 1985; Pindell & Erickson, 1995; Beltran, et al., 1996).
Fig. I.2.5. Contexto tectónico del NO de América del Sur según Dhont et al. (2005). Las flechas grandes
representan el movimiento relativo de las placas (en cm. por año).

El bloque de Maracaibo tiene geometría triangular y está limitado por los desgarres
sinistros de Santa Marta–Bucaramanga al O y de Oca al N, y la falla de desgarre
dextrorso de Bocono por el S. (Fig. I.2.1). Este último accidente tiene más de 500 Km
de longitud y corta a la cadena a lo largo de su parte axial siguiendo una trayectoria de
SO-NE, reuniéndose al NE con la falla de El Pilar. No hay acuerdo entre los
investigadores respecto a la edad de esta estructura; algunos piensan que es del
Mioceno superior (Audemard & Audemard, 2002), otros que es del Plioceno (Dewey,
1972) o del Pleistoceno (Schubert y Vivas, 1993). El único dato objetivo y cierto es que
el desplazamiento medido en algunas estructuras y depósitos cuaternarios afectados
por la falla puede cuantificarse entre 3-14 mm/año (Audemard et al., 2000).

Las fallas que limitan el bloque de Maracaibo, constituyen grandes fronteras


morfológicas coincidentes con conjuntos montañosos: el macizo de Santander al SO, el
macizo de Santa Marta (Colombia) y la Sierra de Perijá al NO y la Cordillera de Mérida
al SE. Estas unidades tienen entre ellas diferente relación y también es distinta la
evolución tectónica de cada una de ellas. Los primeros levantamientos de la Sierra de
Perijá y los Andes de Mérida fueron durante el Oligoceno-Mioceno inferior,
produciéndose las primeras molasas en esos tiempos, mientras que la Cordillera
oriental de Colombia se levanta durante el Mioceno medio siendo sus primeros
depósitos sinorogénicos diacrónicos, ligeramente más jóvenes, respecto a los de las
otras cordilleras (Pindell et al., 1995).
CRONOLOGÍA DE LA DEFORMACIÓN

El modelo de Dewey & Pindell (1986) fija seis etapas para la evolución tectónica del
Bloque de Maracaibo (Fig. I.2.6.). Desde el Cretácico al Paleoceno se emplazaron
diacrónicamente los mantos al N y NE del bloque de Maracaibo en el sentido SE (Fig.
I.2.6A). Debido al empuje de la placa del Caribe sobre este margen de América del Sur
se construyó la cuenca de Grenada y las Antillas Menores. En la cuenca de Maracaibo
el emplazamiento de los mantos y el desarrollo de un foredeep ocurrieron durante el
intervalo del Paleoceno al Eoceno inferior. También en aquellos tiempos se formó el
conjunto de fallas de desgarre (Boconó, Santa Marta y Oca) que se convirtieron en
cinturones móviles durante el Mioceno.

A D v
Placa del Av es ridge v
Caribe M ar Protocaribe v
Cuenca de Gr enada v
v Posible Fosa v
v lím ite del de Sinu
Antillas menores
v Continente
v
Napas de Lara
v

Reconstrucc ión del bloque


de A mérica del sur

B
A r co d e las Cinturón plegado Cuenca v
v A ntillas m enor es del Caribe La Orchila v
P lac a del v v Borde de
Ca ribe E Cadena v Plataforma
v
v
v FO

BM
FS M FB

Movimiento
de bloque

C F V
Arco de las V
Antillas menores V V
V
P lac a del
Car ibe V
V

Cordillera de
Mérida

N apas Corrimiento
de Lar a Cordillera oriental
de Colombia

Suturade Atrato
(Colisión de Panamá
con la Cordillera Occidental
de Colombia)
Corrim iento de corteza continental

Turbiditas de Barbados Bloque de Mar acaibo


BM

Ar co de islas volcánicas FSM Falla de Santa Marta


VVV
FB Falla de Boconó
Movimiento relativo de las placas
de Améri da de Sur y Caribe FO Falla de Oca

Flexura del antepaís

Fig. I.2.6: Esquemas de evolución geotectónica de Venezuela durante el Meso-Cenozoico, mostrando las
supersecuencias estratigráficas (A-F). M, Machiques; U, Uribante; T, Trujillo; L, lago de Maracaibo; CC,
cordillera Central Colombiana; G, Guajira; P, Paraguaná. Modificado de Pindell & Erickson, (1993).
Durante el Eoceno y Oligoceno los depósitos turbidíticos fueron acrecionados y
metamorfizados en los mantos de Lara, debido al avance hacia el E de la placa del
Caribe. El movimiento de esta placa continúa emplazando progresivamente los
mantos y complejos acrecionarios dentro del margen N de Venezuela, acompañados
por el cizallamiento dextrógiro de los conjuntos rocosos dentro de los mantos (Fig.
I.2.6B)
Fig. I.2.3: Interpretación estructural del FNA según el perfil sísmico de Friatas. Las unidades del Cretácico Superior y del Terciario están plegadas en el anticlinal de
Friatas por una serie de retrocabalgamientos. Basado en De Toni & Kellogg (1993)
El Mioceno inferior y superior se caracterizan desde sus comienzos por la orogenia
Andina, la cual movilizó bloques de los terrenos cordilleranos hacia el O, conformando
e individualizando el Bloque de Maracaibo. Los límites transformantes entre las placas
del Caribe y Suramérica se convirtieron en convergentes y las Antillas Holandesas, que
originalmente formaron parte de la placa del Caribe, fueron removilizadas hacia el N
dentro de la porción más oceánica de la placa del Caribe (Fig. I.2.6D y E). Finalmente,
en el Holoceno el Arco de Panamá colisionó con la cordillera occidental de Colombia lo
largo de la sutura de Atrato y continuó convergiendo hasta producir la topografía tan
accidentada de los Andes actuales (Fig. I.2.6.F).

Resumiendo, según los datos expuestos acerca de la evolución de la deformación de la


cadena andina y la estructuración del bloque de Maracaibo, se puede distinguir tres
etapas en la estructuración de la cadena (Hervoüet et al., 2001).

Los primeros efectos de la comprensión en el Mioceno se manifestaron por la


formación de un cabalgamiento imbricado que involucra al basamento y que tienen
como zona de despegue formaciones lutíticas del Cretácico Superior (formaciones La
Luna y Colón). El desplazamiento se efectuó de SE al NO y delante de esta estructura
cabalgante se instaló la antefosa nordoccidental andina que se rellenó en el Neógeno
con materiales detríticos sinorogénicos derivados de la erosión de los relieves que se
estaban formando.

El juego antitético del cabalgamiento cortical que se desplaza hacia el NO y los


desgarres de Valera aparentemente hacia el SE, activan el funcionamiento de fallas
inversas retrocabalgantes en el interior de la cuenca de antepais. Durante el depósito
de las rocas correspondientes al Mioceno superior–Cuaternario (Formación Betijoque)
la subsidencia se aceleró brutalmente y las unidades de la cuenca de Maracaibo
pueden despegarse y desplazarse hacia el SE relativamente.

Durante el Plio-Pleistoceno la corteza se rompe en profundidad siguiendo un ángulo


de 35º aproximadamente. Toda la estructura anterior cabalga hacia la cuenca de
antepais a través de la falla inversa de Las Virtudes y Arapuey. Como algunos
retrocabalgamientos continúan funcionando se crea una zona triangular. El juego de la
falla de Las Virtudes es variable, siendo máximo en la región de ese nombre donde el
desplazamiento horizontal sobrepasa los 4 Km, disminuyendo hacia el SO y NE.

ESTRUCTURA DEL FLANCO NORANDINO

La estructuración del FNA tuvo su inicio hace 25 Ma, con la reactivación de la falla de
Bocono, que divide a los Andes en dos bloques estructurales más o menos paralelos
entre sí, estrechos y alargados, de 50 Km de ancho respectivamente. Varios autores
que se han ocupado del estudio de la tectónica andina, coinciden en señalar una
estructura en flor, con un conjunto articulado de fallas que escaman progresivamente
bloques del basamento y de la cobertera a partir de la falla de Bocono. (Fig. I.2.2D y
I.2.3). En este modelo conceptual las fallas inversas de ángulo alto se disponen hacia el
núcleo del sistema andino subparalelas a la falla maestra, y las fallas inversas de
ángulo bajo en las zonas mas distantes de esta falla principal. Las fallas de ángulo bajo
NE-SO son longitudinales, tales como el corrimiento de Las Virtudes en la parte NE del
FNA y los corrimientos frontales de Onia en el bloque de El Vigía (Fig. I.2.7), que en
origen fueron probablemente fallas normales de crecimiento ya existente durante el
Cretácico y reactivadas durante la orogénesis Andina del Terciario.

Los esfuerzos transpresivos de la falla de Bocono, provocó el levantamiento del núcleo


de la cadena, erosionando casi la totalidad de los terrenos anteriores al Mioceno
depositados en su parte central y redepositándolos en las grandes fosas de
subsidencia alargadas de los flancos FNA y FSA.

El FNA fue dividido por MARAVEN (1991) de SO a NE en cinco bloques estructurales


con características litoestratigráficas propias (Fig.I.2.7): Seboruco–Las Hernández, Zea–
Río Mucujepe, La Azulita–Caja Seca, Caja Seca–Motatán y Valera-Río Momboy. Cada
uno de esos bloques limitan al S y en profundidad con la falla de Boconó y están
separados entre sí por fallas transcurrentes NO-SE con movimientos generalmente
sinistros.

Bloque Seboruco-Las Hernández

Se encuentra en el extremo S del FNA y está limitado por el O con una falla
transcurrente dextrorsa con rumbo NO, localizada al noroccidente del estado Táchira.
Este bloque se extiende alrededor de 65 Km hasta el contacto con el bloque contiguo
de Zea–Mucujepe. Los depósitos del Terciario y Cretácico tienen rumbo aproximado
N45°E, interrumpidos por una falla transcurrente dextrorsa con rumbo N30°O. Al S de
este bloque las capas del Cretácico Superior se encuentran falladas y/o volcadas,
sobrecorridas por unidades del Paleozoico, Jurásico y Cretácico Inferior.

Bloque Zea-Río Mucujepe

Es un bloque estrecho, con cerca de 28 Km de longitud, ubicado entre dos grupos de


fallas transcurrentes sinistras orientadas N30°W: al W las fallas de Zea y Río Escalante
y al E la del Río Mucujepe. En el extremo SE del bloque se extiende una zona de flexión
y el corrimiento de Mesa Bolívar, en el que el Paleozoico (Asociación de Tostós,
entiéndase el término Asociación (CVET, 1997) como la unidad litodémica suite del
NACS, 1983) cabalga sobre la Formación Palmar del Terciario. El límite S está
controlado por el sistema de fallas Chama-Mocotíes conectado con la falla de Boconó.
En general el bloque se caracteriza por esta sometido a una fuerte compresión, con
corrimientos yuxtapuestos y volcamientos generalizados. El desplazamiento hacia el
NO estimado por MARAVEN (1991) de secciones completas de basamento y cobertera
es del orden de 7-8 Km. En este bloque estructural se ubican las sucesiones
estratigráficas de Mesa Bolívar y El Vigía

La línea sísmica FN-83C-33 (Fig. I.2.8) se extiende por el flanco O del bloque, a lo largo
de una estructura anticlinal orientada al NO y desplazada por fallas N-S. La sísmica
muestra una tendencia a la verticalidad de las capas de las formaciones Palmar e
Isnotú, cuyas rocas disminuyen progresivamente su buzamiento hacia el NO;
constituyen en el subsuelo estructuras triangulares con escamas del basamento que
vergen desde el núcleo andino hacia la cuenca de Maracaibo a lo largo de todo el FNA
(Fig. I.2.9A).

Bloque La Azulita-Caja Seca

Tiene una extensión aproximada de 65 Km y está limitado al O por la falla de Río


Mucujepe y por el NE por la falla de Torondoy–Piñango. El bloque se encuentra
afectado al S por fallas secundarias de direcciones E-O a NE. En este bloque estructural
se encuentran dos de los principales corrimientos en el sector N del FNA: uno que da
origen al denominado Macizo La Avispa y otro que corresponde con el extremo
occidental del corrimiento de Las Virtudes. Ambos cabalgamientos transportan
escamas de varios kilómetros de longitud de rocas precámbricas (Complejo Iglesias) y
parte de la cobertera cretácica y terciaria, con desplazamientos estimados del orden
de 20 o 25 Km hacia el SO (MARAVEN, 1991).

65 Km 70 Km
28 Km

Bloque IV
?
Bloque II Bloque III
Bloque I

Betijoque Bloque V
El Vigía

Valera
Torondoy
Isnotú

Mesa
Bolivar

F. Cha ma - Moco ti es

Mérida
Falla de Boconó
50 Km. apro x.

Fallas geológicas asumida


Centro Poblado ?

Corrimiento Sinclinal

Fallas geológicas observadas Anticlinal

Fig. I.2.7: Distribución de bloques estructurales en el FNA. (Modificado de MARAVEN, 1991)

Bloque Caja Seca–Motatán

Tiene 70 Km de longitud y está enmarcado por el S por la falla de Torondoy–Piñango,


al E por la falla de Río Momboy y Valera–Agua Viva y al O por la falla de El Batey. El
núcleo de este bloque está controlado por el sistema de corrimientos de Las Virtudes y
Arapuey, que nace en la parte NO del bloque y se prolonga hacia la zona de Escuque–
Valera, donde es disectada por las fallas de Valera–Río Momboy. En este bloque se
estudió la sección de Betijoque entre las poblaciones de Betijoque y Sabana de
Mendoza.

Sobre la base de la interpretación de las líneas sísmicas realizadas por MARAVEN


(1991), en la parte NE de este bloque se han detectado una serie de corrimientos
secundarios a partir del corrimiento de Las Virtudes que trasladan hacia el N escamas
del basamento y bloques del Cretácico y Terciario (Fig. I.2.9B). En superficie no se
observan deformaciones importantes que afecten a los depósitos del Neógeno. Un
rasgo estructural importante es el anticlinal de Boscán, ubicado al SO de esta región.
Durante el Terciario superior–Pleistoceno se produjo, en el extremo occidental del
bloque, una antefosa con fuerte subsidencia denominada Depresión de Bobure.
Gu aruries 1X
(GUA-1X)
N0 SE
0.0

1.0

2.0 Leyenda

P-PL: Plioceno - Pleistoceno


3.0 Tm: Terciario Mioceno
To : Terciario Oligoceno
Te : Terciario Eoceno
4.0
Tp : Terciario Paleoceno
Ks : Cretácico Superior
Ki: : Cretácico Inferior
Jq : Jurásico (Fm. La Quinta)
5.0
- 30 - Limite de secuencia (Ma.)
38 Km
N0 SE
0.0

Form . Be tijoque 1.0 72º

P- Pl MA R CARIBE
12º
Tm
Tm 2.0 G OL FO D E VENEZU EL A
68º
5.5

Form . Be tijoque- Form. Isnotú 3.0


Tr uj i l o

15.525’ L a go
de

10. 5 (4.732 m) M a rac a i bo


N

Form . Isnotú- Form. Palmar


25.5 4.0 El Vi g ía
M é rid a

30.0 For m. León


58. 5 Ba ri n a s

Form . La Quinta 8º
Grupo Or oc ué Líne a sísmica
75.0 For m. C olón - Mito Juan
? CO L OM BIA
Sa n Cri sto b al
FN-8 8C-33 .

136.5
5.0
50 Km

Bas ame nto Metam ór fic o

Fig. I.2.8: La línea sísmica FN-83C-33 ubicada al sur del FNA y registra la disposición de cuerpos sedimentarios del subsuelo, que definen una estructura de
homoclinal y bloques triangulares con vergencia al NO. (Modificada de MARAVEN, 1993)
Bloque Valera-Río Momboy

Es el bloque más norteño del FNA y está limitado por el S y O por las fallas de Valera y Río Momboy respectivamente. La región está
dominada por afloramientos pertenecientes a la Formación Betijoque que presenta suaves buzamientos (10° a 15°) al N, que en ocasiones
son subhorizontales.

De manera general la estructura del FNA está caracterizada por un sistema de fallas transversales, verticales y subparalelas de dirección NO-
SE. Todo el conjunto forma un dispositivo estructural de horst y grabens escalonados sobre el borde de la cadena en contacto con la
antefosa, definiendo varios bloques (Castrillo & Hervouet, 1996). Según las características de la deformación Audemard & Audemard, (2002)
dividen el FNA en dos sectores: el segmento del SO o de El Vigía y el segmento de NE o de Valera (Fig. I.2.9; Fig. I.2.10).

Sector de El Vigía
Este sector corresponde con el bloque de Zea—Río Mucujepe ya descrito. Está vinculado a un gran retrocabalgamiento despegado a partir
de una formación del Cretácico superior (Fig. I.2.9A). Los retrocabalgamientos con vergencia opuesta nacen en la antefosa molásica andina
noroccidental (cuenca de flexión rellena por sedimentos que tiene más de 12 Km de espesor) y forman una zona triangular convencional
(estructura limitada por dos cabalgamientos con vergencia opuesta, ligados al mismo nivel de despegue y que convergen hacia la superficie).
La secuencia sedimentaria terciaria (growth wedge) en este sector buza hacia el NO con ángulos elevados y forma un cinturón de facies de
10 Km de anchura adosado al FNA. La parte superior de la secuencia comprende el Mioceno superior y Plio-Pleistoceno (Fig.I.2.3); sus
reflectores sísmicos convergen hacia fuera de la cuña, mostrando unos dispositivos de solapamiento (onlap) sobre el borde e indicando
también la presencia de algunas discordancias progresivas. Por debajo de esta cuña, y encima de los niveles más profundos despegados del
Cretácico Superior, hay otros dos niveles de despegue que según los marcadores sísmicos corresponden uno a la secuencia del Eoceno y otro
a la del Mioceno inferior y medio. Por último, la zona triangular está compuesta por cuatro láminas cabalgantes del basamento (cuña
intracutánica) que tienen vergencia al NO (Fig. I.2.9A).

El bloque de El Vigía se caracteriza por su complejidad, está limitado al S por un conjunto articulado de corrimientos en el que destaca el
corrimiento de Mesa Bolívar, que pone en contacto rocas paleozoicas con terciarias y produce pliegues con vergencias principales al NNE. El
Granito de El Verdalito aflora al SE inconforme bajo las rocas cretácicas. En la parte central y N del bloque se observa un conjunto de fallas
que disectan al bloque en el sentido E-O y SO-NE, individualizando bloques con rocas cretácicas y terciarias. De manera general las
secuencias sedimentarias más antiguas afloran al S y hacia el núcleo de los Andes, mientras que las rocas más recientes afloran hacia el N,
hacia la cuenca de Maracaibo. En este sector del SO del FNA (Fig. II.1.1) se estudiaron las sucesiones estratigráficas de El Vigía y Mesa
Bolívar. La primera a lo largo de la autovía Rafael Caldera, desde el sector El Caracol hasta la ciudad de El Vigía; la segunda desde el sector
Bolero Alto hasta la población de La Palmita.

9º30´

B et ijoque
B Valera

Arapuey

Las
Vir tudes
Torondoy 9º

A
Mérida
El Vi gía
B arinas 8º30´

La Frí a

72º 71º

EL VIG IA
NO SE

A 0 0

CUÑ A DE CRECIMIEN TO

2 2

ZONA
4 TR IA NGULAR 4

2 Km.

NO ARAPUEY - TORONDOY SE

LAS VIR TUD ES

B 0
0

2
2

4 4

6 COR RIMIENTO DE TRAN SPORTE NORTE 6


2 Km.

Fig I.2.9: Geometría del subsuelo en el sector de El Vigía al S del FNA (A) y en el área de Arapuey-Torondoy al N del FNA (B), mostrando el complejo de corrimientos con
vergencia NO, las cuñas de crecimiento y las zonas triangulares (Audemard & Audemard, 2002)
Sector de Valera

Este segmento NE del FNA corresponde con los bloques Caja Seca-Motatán y Valera-Río Momboy (Fig. I.2.7). Está definido por el
cabalgamiento más grande de todo el FNA que verge hacia el NO y que es conocido con el nombre de Las Virtudes (Audemard, 1991). Es una
zona estructuralmente muy compleja caracterizada por pliegues y fallas regionales. Entre los pliegues destacan un conjunto de anticlinales
como los de Escuque, Campo Alegre, El Baño y Jalisco. Las fallas son las de Río Momboy y Motatán que tienen dirección NE, pero que al
llegar a la región de Valera se unen y toman el rumbo NNO (Fig. I.2.9; Fig. I.2.10), conociéndose a partir de ahí con el nombre de falla de
Valera. Según Soulas et al. (1985) la falla de Valera alcanza 240 Km de largo, con un componente transcurrente dextrorso; al S de la ciudad
de Valera su orientación es de N30º E cambiando a N-S al norte de la misma.

Las consecuencias de esta complejidad estructural es la distribución de unidades en este sector. Al SO de Valera hay Miocenos discordantes
sobre el Paleozoico, mientras que al O de la ciudad, en ambos flancos del anticlinal fallado de Campo Alegre, el Mioceno se dispone
discordante sobre el Cretácico. Por último, al E de Valera las rocas miocenas de la Formación Betijoque están en contacto mecánico con el
Granito de Valera.
F alla d e F alla de Falla d e F alla de Falla d e Falla d e
Piñ ang o To ron doy R ío Ch irurí B uena Vist a Río Mimbo s Valera
NE
SO
Tmp Tm p Tmp
Tmp b Tmp b
Tmp b

Sec tor Torondoy Sec tor Buen a Vis ta Sec tor Betijoque - Is notú - Valer a

F alla d e Falla d e Falla d e Falla d e


Piñan go Toron do y B uen a Vist a Valera
SO NE

Tmp
Tmp
Tmp Tmp b Tmp b
Tmpb

Tmpb : Formación B etijoq ue (Mioceno superior - Plioceno)


Tmp : Formación Palmar (Mioceno inferior)

Fig. I.2.10: Bloques estructurales y fallas principales al N del FNA (Tomado de Castrillo & Hervoüet, 1996)
I.3.- ESTRATIGRAFÍA DEL FLANCO NORANDINO

En la cordillera andina afloran terrenos cuyas edades abarcan desde el Precámbrico al Cenozoico. Una síntesis cartográfica rá pida y muy
general de la distribución de los eratemas (Fig. I.3.1) muestra como los terrenos más antiguos (orógeno Hercínico) se encuentran en las
zonas centrales más elevadas, los terrenos mesozoicos prolongan por el N y S a aquellos y los cenozoicos ocupan los flancos de la cadena
Andina.

EL BASAMENTO

Las rocas del basamento son en gran parte las rocas madre de los depósitos Meso-Cenozoicos y pertenecen a los ciclos Precámbrico y
Paleozoico (Fig. I.3.2). En los Andes se reconocen durante el Paleozoico dos eventos orogénicos; uno denominado Caparoensis, ocurrido a
finales del Cámbrico y comienzos del Ordovícico y otro llamado Herciniano ocurrido a finales del Pérmico y comienzos del Triásico.

Fig. I.3.1: Síntesis cartográfica general de la distribución de los eratemas en los Andes de Mérida. Gran parte del Paleozoico corresponde a la Asociación Tostós en la zona
de Mesa Bolívar (Modificado de Bellizia, 1976).
Las rocas del Precámbrico y Paleozoico forman parte de tres bloques cuya estratigrafía es muy diferente: autóctono, alóctono y supraterreno
(Bellizia y Pimentel, 1994). El bloque autóctono denominado de Caparo está ubicado en el FSA y está formado por rocas metamórficas del
Precámbrico Superior y del Ordovícico y Silúrico. La Asociación Bella Vista del Precámbrico está constituida por esquistos y pizarras con
intrusiones graníticas. Las rocas del Ordovícico y Silúrico comprenden las formaciones Caparo y El Horno respectivamente, que consisten en
limolitas fosilíferas. Este bloque tectono- estratigráfico, formó parte de una gran cuenca sedimentaria formada en la periferia del Escudo
Precámbrico de Guayana.

Lago de Mérida
Maracaibo Trujillo
Apón Tibú

Cretácico
Temprano
Arco
Río Negro de
Mérida

Jurásico
La Quinta
? ?
Triásico ?
Río Momboy Palmarito Sabaneta
Mucuchachí
Los Torr es ?
Paleozoico ? Capar o- El Horno
Bella Vista
Com plejo Iglesias
Precámbrico ? ? ?
(Basamento de
edad incierta)

Fig. I.3.2: Cuadro cronoestratigráfico del basamento y de la supersecuencia A jurásica de los Andes venezolanos (Basado en Higgs et al., 1995).

El bloque alóctono de Mérida, situado en la región central y en el FNA está articulado por los grandes núcleos antiguos ígneo-metamórficos
de edad Precámbrico del Complejo Iglesias (Fig. I.2.2A) cuya unidad más característica es la Asociación Sierra Nevada, compuesta por
gneises, micaesquistos, mármoles y cuarcitas, afectados por un metamorfismo de facies anfibolita-almandino.
La sedimentación y el evento tectono-termal del Paleozoico Inferior estuvo caracterizado en la región central andina por la ausencia de
sedimentos del Cámbrico, marcando un gran hiato. Los periodos del Ordovícico y Silúrico están representados por intrusiones graníticas, así
como por levantamientos -principalmente hacia el SO de los Andes- que no se manifestaron hacia su parte central (Testamarck et al., 1991).
Este evento estuvo relacionado con la orogénesis Caparoensis, que produjo un largo hiato durante el Devónico y el Mississipiense, antes del
nuevo ciclo sedimentario del Paleozoico Superior.

Durante el Carbonífero Superior (Pennsylvaniense) y el Pérmico ocurrió una transgresión que cubrió la región central andina y dio origen a la
sedimentación de la Asociación Mucuchachí, Río Momboy y Los Torres. Para este periodo, se establece la cobertera sedimentaria del
supraterreno. En la cordillera de Mérida, la cobertera (supraterreno) esta formada por depósitos continentales (Formación Sabaneta) y
marino someros (Formación Palmarito), del Paleozoico Superior (Pennsylvaniense Superior–Pérmico). Estos depósitos sedimentarios son
transgresivos sobre los anteriores en ambas provincias geológicas (bloque de Mérida y bloque Caparo). Por esto, la historia geológica de la
cordillera de Mérida es diferente hasta el inicio del depósito de las formaciones Sabaneta y Palmarito.

El alto estructural denominado Arco de Mérida es un contrafuerte tectónico de edad Pennsylvaniense que corre en la dirección NO-SE,
perpendicular a la cordillera. El arco, de naturaleza metamórfica, no sólo afectó a la sedimentación del Paleozoico Superior, sino que
controló la paleogeografía posterior desde el Mesozoico hasta el Paleógeno (Lugo, 1984). Durante la orogénesis Hercínica en el Permo-
Triásico, todas las formaciones paleozoicas en la región central andina fueron plegadas y levantadas por efectos de una intensa tectónica
compresiva con magmatismo calco-alcalino asociado, ocasionando un metamorfismo regional y una intensa deformación.

LA SUCESIÓN PRE-OROGÉNICA

Los terrenos pre-orogénicos en el FNA que se iniciaron con la sedimentación post-hercínica, han sido divididos en cinco supersecuencias
denominadas con las letras A-E (Parnaud et al., 1995). Las supersecuencias cuyo origen es tectónico, están separadas por discordancias y
reflejan la dinámica en la evolución de la cuenca desde el Jurásico (Fig. I.3.3). Las cinco supersecuencias cuyo origen es tectónico, tienen en
su interior otras secuencias menores (Fig. I.3.4) cuya génesis reflejan otros procesos globales como los eustáticos y otros tectónicos propios
de la evolución estructural de cada bloque. Un hecho a tener en cuenta es que las secuencias cretácicas y paleocenas son mixtas
(carbonáticas y siliciclásticas), mientras que aquellas depositadas a partir del Eoceno son todas siliciclásticas. El significado estructural de
cada supersecuencia y sus características litoestratigráficas más notorias se exponen a continuación.
La etapa extensional del Jurásico (supersecuencia A)

Esta etapa se caracteriza por los depósitos de la Formación La Quinta (Fig. I.2.2). Son capas rojas continentales que rellenan fosas tectónicas
orientadas de NO-SE, que se originaron durante el episodio de rifting que afectó a este margen de la placa durante el Jurásico (Fig. I.3.3A).
Según González de Juana et al., (1980) el ámbito del FNA, era en aquellos tiempos un bloque elevado que constituía un pilar tectónico (horst)
que contribuía con sedimentos a las fosas adyacentes.

El margen pasivo del Cretácico (supersecuencia B) Su intervalo de depósito abarca desde el Cretácico Inferior al Superior y corresponde al
desarrollo de un margen pasivo (Fig. I.3.3B y C). Durante el Cretácico continua la disgregación de la Pangea que propicia el desarrollo de una
megacuenca que se extendió a lo largo del cratón sudamericano desde el NE de Venezuela hasta quizás el N de Argentina. A principios del
Cretácico el escudo de Guayana fue inundado por el mar y el arco de Mérida condicionó el avance transgresivo durante su inicio en la re gión
andina, depositándose las secuencias cretácicas mas completas en mares epicontinentales. Los depósitos que componen las secuencias
muestran un esquema relativamente simple, con cinturones de facies orientados NE-SO y que son más profundas hacia el NO. Esta
transgresión y las sucesivas se correlacionan con los cambios eustáticos globales que dejaron registro en la zona de varias secuencias (Fig.
I.3.4) depositadas en plataformas mixtas (carbonáticas y siliciclásticas).
A ) E tapa extensi on al (Jur ásico ) B) Etapa de margén pasivo (Cretácico)

G
P G P

VV
V
M ? L T
L
T
U
C. C
Aporte de
Terrígenos
U

C) Etapa de tr ansición de mar gén pasi vo a D) Etapa de cuenca de colisión (P aleoceno


margén activo (Cretácico Superior - Paleoceno) Superior - Eoceno Medio)

Plac a Caribe

G
P

M L
L T T

U
Aporte de Aporte de
Terrígenos Te rrígenos

F) Cu enca d e co li sió n (Mi oceno M edi o -


E ) C uenca de co lisi ón (E oceno S uper io r - P l eisto ceno)
M ioceno I nferi or)

Placa Caribe Placa Caribe

G P
G P

Lago
de Maracaibo Trujillo
L
T Mérida
M
Aporte de Táchira
Terrígenos U
Corrimient os
Area positiva
Fallas activas
Desplazamient o
de placas

Continental Costero P lataforma interna Batial Ar ea positiva


a externa

Fig. I.3.3.- Esquemas de evolución geotectónica de Venezuela durante el Meso-Cenozoico, mostrando las supersecuencias estratigráficas (A-F). M, Machiques; U,
Uribante; T, Trujillo; L, lago de Maracaibo; CC, cordillera Central Colombiana; G, Guajira; P, Paraguaná. Modificado de Parnaud et al. (1995)
Durante la secuencia Neocomiense-Barremiense comenzó la transgresión cretácica que hizo que se rellenaran los surcos de Uribante,
Barquisimeto y Machiques, con una secuencia fluvial conocida como Formación Río Negro (González de Juana et al., 1980), mientras que el
arco de Mérida continuaba expuesto sobre el nivel del mar y sometido a erosión (Renz, 1977). Durante la secuencia Aptiense continuó la
transgresión cretácica sobre el borde NO de los Andes, inundando grandes extensiones del arco de Mérida, de la cuenca de Barinas y de la
plataforma de Maracaibo; la sedimentación fue casi exclusivamente calcárea y está representada por la Formación Apón (Fig.I.3.5).
Lago de Andes
Ser ie s Perijá Maracai bo de Mér ida H aq, et a l
(198 8)

Cu ater nario F. El Mil agro


Super ior
Inf erior
F. L a Puerta F.Beti joque T7
Superior F. L a Vill a
F.I snotú
? /
F. Bach aq uero F
F. Los Ra ncho s MFS ?
M edio F.Laguna F.Lagunillas F.Palmar T6
F. Cui ba
F.Lagunillas
F.La R osa F. Leó n
Inferior F. Maco a SB 21? ?
Icotea F. Ca rbon era
S uperior F. Pero c T5
SB 30 ? E
I nferi or C eib ote
SB36 T4
Superior La Sie rra
? ?
T3
Medio F. C aús F.Pau ji
F. Mi soa T2 D
I nferi or S B50
F. Mirad or
F. Los Cu ervos T1
Superi or
SB 58
F. Barco K8
Inferior
S B61 ?
M SF 64? F. Gua sare K7
SB 68
Maas trich. MSF 69
C
F. Mito Jua n K6
F. Col ón M. So cuy SB75
Cam panie. MS F 79
K5
S ant onie. F. La L una F. La Lu na
Coniac ien. K4
Turoniens .
Cenom. F. Cap acho K3
MFS 92

A lbi ens e K2 B
F. A guar diente
SB 107
A ptiense
MSF 111 F. Peñas
SB 112 A lta s K1
Barrem. F. A pón

F. R ío Negro K0
?
? ? ?

Lutitas y areniscas cont inentales Lut itas batiales a plataforma externa

Carbonatos de plataforma interna y media Areniscas regresivas próximo costeras

Carbonatos y lutitas de plataforma externa y media Areniscas transgresivas próximo costeras

Fig. I.3.4.-Cuadro estratigráfico del Meso-Cenozoico de los Andes de Mérida y la cuenca de Maracaibo, mostrando las supersecuencias (B-F). Según Parnaud et al. (1995).
La secuencia Albiense-Cenomaniense inferior, refleja un flujo importante de arenas que se produjo hacia el N y cuyos depósitos se
interdígitan con lutitas y calizas, produciendo una secuencia de areniscas cuarzosas, lutitas y calizas grises de las formaciones Peñas Altas
(estado Trujillo) y Aguardiente (estado Mérida) (González de Juana et al., 1980) (Fig. I.3.6). Durante el Albiense la transgresión siguió
avanzando hacia el S hasta invadir la cuenca de Barinas y rebasar finalmente las mayores alturas del arco de Mérida. Es al final del Albiense
cuando se deposita un intervalo de calizas fosilíferas de ambiente nerítico-costero sobre los Andes y la plataforma de la cuenca de
Maracaibo (Formación Maraca).

Fig. I.3.5: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria Aptiense que pertenece a la supersecuencia B de margen pasivo: 1. Posición actual de los mantos de Lara; 2. Áreas
positivas; 3. Clásticos litorales; 4. Lutitas y carbonatos de plataformas internas; 5. Lutitas y carbonatos de plataforma media; 6. Isopacas en pies. Modificado de Parnaud
et al. (1995).
Durante la secuencia Cenomaniense superior-Campaniense se desarrollaron en este ámbito ambientes pelágicos, neríticos y costeros
(Zambrano et al., 1971; Schlumberger, 1997) con una polaridad bien definida. Los ambientes pelágicos se extendieron por gran parte del
occidente de Venezuela, el flanco NO de los Andes y la depresión de Barquisimeto; en ellos se depositaron lutitas negras calcáreas ricas en
materia orgánica y calizas marinas de fondos euxínicos, correspondientes a la Formación La Luna (Fig. I.3.7). Esta unidad forma la roca madre
de la mayoría de los hidrocarburos venezolanos. Por otra parte, en la base de la formación hay varios niveles volcánicos que sugieren, según
Parnaud, et al. (1995), la presencia de un arco volcánico al O que implica el inicio de la subducción de la placa Pacífica. Los ambientes
neríticos se situaban al SE de los pelágicos, en los flancos SE de los Andes y en la cuenca de Barinas. Las secuencias sedime ntarias
acumuladas en esta provincia se caracterizan por capas de arenas, con glauconita y fosfatos, y la ausencia de ambientes euxínicos (Miembro
Tres Esquinas de la Formación La Luna, Ghosh, 1984; Galea, 1989, Boesi et al., 1993), indicando un periodo de sedimentación reducida, o
probable ausencia de sedimentación. Los ambientes costeros, que dejaron una gruesa secuencia de areniscas, se situaron al S de los
neríticos, marcando el máximo transgresivo hacia el S.
72 º
M AR CARIBE N

1 2º 6 8º

GOL F O DE VENEZ UELA


C or o

50 0`
Ma ra ca ib o

L ag o
de T ru jil lo
Ma ra ca ib o 500 `

Fm . LA LUN A

5 00`

Bar in as
M ér id a
10 00`
F m . CA PACH O

500 ` 1 00 Km
100 0`

San Cr ist ob a l F m . ESCA NDAL OSA

2 000 ` 15 00`
5 00`
10 00`

Fig. I.3.6: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria Albiense – Cenomaniense inferior de la supersecuencia B del margen pasivo. Misma leyenda que la Fig. I.3.5.
(Modificado de Parnaud et al., 1995)
La Transición de margen pasivo a activo (supersecuencia C del Cretácico Superior–Paleoceno inferior)

Esta fase de transición tuvo lugar por la colisión entre el arco volcánico Pacífico con la placa de Sur América. Se creó una cuenca de antepaís
con un depocentro profundo (foredeep) en el área de Perijá y un forebulge en la zona de Barinas (Figs I.3.3C y I.3.8). Sin embargo hacia el N y
NE persiste el margen pasivo hasta el emplazamiento de los cabalgamientos y mantos de Lara, indicando un cierre en “tijera” para el margen
pasivo. Esta fase de transición se caracteriza por la regresión de finales del Cretácico que deja tres secuencias (Fig. I.3.4).

Fig. I.3.7: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria del Cenomaniense – Campaniense. Las líneas discontinuas indican lutitas marinas. Misma leyenda Fig. I.3.5.
Modificado de Parnaud et al. (1995).
La base de la secuencia Campaniense superior-Maastrichtiense es la Formación Colón que se extiende por toda la cuenca N del occidente de
Venezuela, la secuencia se caracteriza a techo por intervalos arenosos depositada en aguas someras y que componen la Formación Mito
Juan. Con esta secuencia depositacional termina el relleno mesozoico de las cuencas del occidente de Venezuela.

En las dos secuencias de depósito que pertenecen al Maastrichtiense Superior-Paleoceno, la orientación NE-SO del cinturón de facies del
Cretácico cambia en el Paleoceno, debido a que continúa la deformación en el SO de los Andes. La sedimentación durante el Paleoceno se
caracterizó por acuñamientos hacia la parte occidental de la cuenca de Maracaibo, influenciada por la paleogeografía del antepaís (Boesi et
al., 1992). Se formó un gran complejo deltaico progradante en la plataforma de la cuenca de Maracaibo que alternó con planicies costeras y
lacustres hasta el Mioceno Inferior (Testamarck et al., 1991). En la región ocupada por la cordillera andina, luego del retroceso de los mares
del Cretácico, emerge una nueva plataforma continental, donde se instalaron ambientes pantanosos deltaicos, planicies costeras de aguas
someras, representados por el Grupo Orocué (formaciones Catatumbo, Barco y Los Cuervos). Hacia el NE estos depósitos pasan a los de
plataforma interna de la Formación Guasare (Fig. I.3.4).

Fig. I. 3.8: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria del Cenomaniense superior – Maastrichtiense. Misma leyenda de la Fig. I.3.5 (Modificado de Parnaud et al., 1995)

Cuenca de colisión (supersecuencia D del Paleoceno superior al Eoceno medio)

Esta supersecuencia se depositó a causa de la colisión entre las placas del Pacífico y Sur América. Los mantos de Lara se emp lazan desde el N
de la cuenca del lago de Maracaibo a finales del Paleoceno. Los mantos fueron girando gradualmente hacia el E generando cuencas de
antepais (Fig. I.3.10). La plataforma del Paleoceno superior estaba interrumpida al NE por un alto estructural, donde actualmente se
encuentra el lago de Maracaibo (Fig. I.2.6B; I.3.3D), este alto es interpretado como un “forebulge” que migró hacia el SO y fue el responsable
de la discordancia entre la formaciones Guasare y Misoa en la cuenca de Maracaibo. La deformación por flexión se tradujo en una serie de
transgresiones y regresiones a nivel regional que produjeron una serie de ciclos regresivos y transgresivos en el Eoceno (Fig. I.3.4): una
secuencia del Paleoceno superior-Eoceno inferior y dos secuencias del Eoceno medio. En la zona del FNA que nos ocupa, la sedimentación se
inicia con los depósitos de plataforma mareal de la Formación Misoa (Eoceno inferior a medio). Esta unidad está recubierta en concordancia
por las arcillas -a veces areniscas- y calizas marinas poco profundas de la Formación Caús (Eoceno medio); la Formación Paují (también del
Eoceno medio) es una potente secuencia de arcillas de batimetría más profunda.

72 º 68 º

M AR CARIBE

1 2º N

GO LF O D E VEN EZ UEL A
C or o

50`
10 00`
M ar ac aib o

F m . T RUJ IL LO
La go T r uji llo
50 0`
de
500 `
M ar ac aib o 50`

. F m. . M A RC EL I NA
. . . ?
. . . .
. .
F m . G U AS AR E

F. Ba r c o / Mé r ida
F . L o s Cu er vo s B ar in as


500 `

10 00`
15 00`

San Cr ist o ba l
200 0`
10 0 Km
2 500 `

Fig. I.3.9: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria del Paleoceno-Eoceno inferior. Misma leyenda de la Fig.I.3.5. (Modificado de Parnaud et al., 1995)

Cuenca de colisión (supersecuencia E del Eoceno superior al Mioceno inferior)

Esta supersecuencia se deposita en la cuenca de antepais formada durante la colisión del arco de Panamá con la placa de Sur A mérica. El
Eoceno superior es un periodo de importantes pulsaciones orogénicas (epirogénesis Caribeana) que ocasionó extensas zonas de
levantamiento. Desde el punto de vista paleogeográfico se forma un relieve positivo al E-NE que separa la cuenca continental del lago
Maracaibo de la cuenca marina situada más al N (Fig. I.3.3E). Ese levantamiento provocó en gran parte del país una intensa erosión seguida
por una sedimentación continental y deltaica (Testamarck et al., 1991). Los levantamientos iniciales de la sierra de Perijá y la cordillera
oriental de Colombia, suministraron los sedimentos al sistema fluvio-deltaico del O de la cuenca (Fig. I.3.10). En la primera etapa la
circulación marina sólo afectó por el E a la cuenca de Apure-Barinas, y hasta el final del Oligoceno-principios del Mioceno no se extendió esta
influencia marina por la cuenca de Maracaibo. Se han reconocido dos secuencias depositacionales (Fig. I.3.4): una inferior que apenas tiene
representación en la sierra de Perijá, y otra transgresiva que abarca desde el Oligoceno superior al Mioceno inferior, siendo las formaciones
León y Palmar las más característica de esta última secuencia en el FNA según Zambrano et al. (1971) (Fig. I.3.11). Existen evidencias
sedimentológicas en la Formaciones León y Palmar de un levantamiento temprano en los Andes venezolanos durante el Oligoceno–Mioceno
Temprano, que conformaría la existencia de una antigua cuenca confinada similar a la de la cuenca de Maracaibo actual (Arminio y Allen,
1990; Higgs, 1993).

LA SUCESIÓN SINOROGÉNICA

Cuenca de colisión (supersecuencia F del Mioceno inferior al Pleistoceno)


La sucesión sinorogénica comienza con la supersecuencia F de Parnaud, et al. (1995) que está relacionada con la cuenca de antepais
generada durante la colisión del arco de Panamá con la placa de Sur América. La fase tectónica compresiva a gran escala se inició en el
Mioceno medio y es culminante en el Plio-Pleistoceno. Resultado de esta fase de deformación es el aislamiento de la cuenca de Maracaibo y
la de Barinas-Apure (Fig. I.3.12). El levantamiento tan rápido de los Andes está registrado por las discordancias angulares que se detectan
por sísmica en sus flancos, y la sedimentación molásica existente en los márgenes, que se articula en dos secuencias depositacionales.
Ambas secuencias en el FNA componen el Grupo Guayabo formado por las formaciones Palmar, Isnotú y Betijoque (Fig. I.3.4), que se
depositaron en el surco subsidente (foredeep) recién creado.
72 º

MAR CARIBE
N

1 2º
6 8º
GOL FO DE VENEZ UELA
C or o

. . .. .
. . . . 5. 00`. . . . . Ma .
. . . . . . . . . . . ra ca ibo
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. . . . .. . . . .. PAU J I
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. . . . .. . . . .. T ru jil lo
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. . . . .d.e. . . . .
. .M.ar. .ac. aib . . o. .
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DE LA RA

. . .. . 50 0`

. . . . . . . . . 5 000 `
. .. .
F m . PA GU EY
. . . .B . ar in as
M ér id a . .. .
. .. . .
8º . . . .. . . . .
F m . G O BE RN . .AD
. .OR . .. . . 0 `

. . . . . . . . .
Sa n Cr ist ob al . .. .
10 0 Km

.. . F m . C OB R E
. Ar e ni sc as d e la F . Go b er n ad o r
. . . Are n isc a s d e la F. Co b re
.

Fig. I.3.10: Paleogeografía de la secuencia sedimentaria del Eoceno medio. Las líneas punteadas representan areniscas continentales. Misma leyenda de la Fig. I.3.5
(Modificada de Parnaud et al. 1995)

El Grupo Guayabo

Resumiendo las ideas expuestas en los párrafos anteriores. Durante el Cenozoico del FNA hay tres grandes supersecuencias (en el sentido de
Parnaud et al., 1995) que están separadas por discontinuidades. La primera (supersecuencia D) marca la transición entre las sucesiones
cretácicas y las del Paleógeno. Estas últimas, están compuestas por areniscas y lutitas con carbones en proporciones menores, que parecen
representar el inicio de la regresión de los ambientes marinos previos. Las secuencias paleógenas aparentemente constituyen el último
episodio importante de sedimentación en ambientes marinos y de transición en esta faja montañosa. A techo de esta secuencia y
separándola de la inmediatamente superior se ha detectado regionalmente un hiato temporal que abarca desde el Paleoceno superior al
Eoceno medio. La segunda supersecuencia (E) pertenece al Eoceno medio y superior, y también está limitada a techo por otra
discontinuidad. Las rocas post-eocenas de la tercera supersecuencia (F) se restringen a una espesa sucesión molásica que bordean ambos
flancos, N y S, de los Andes y que constituye el Grupo Guayabo (Fig. I.3.4). Los ambientes sedimentarios que dominaron el FNA, fueron
mayoritariamente continentales, por lo que sus depósitos tienen gran variabilidad lateral de facies. Este hecho, unido a la intensa
deformación del Flanco, dificulta por una parte el reconocimiento de esas unidades y sus componentes, así como su correlación con las
existentes en el FSA y Cuenca de Maracaibo. Por otra parte las correlaciones entre los bloques estructurales son bastante dudosas y con
frecuencia contradictorias debido a la ausencia de fósiles diagnósticos que afiancen las superficies isócronas en el Flanco.
72ºO
70º

12º N MAR CARIBE

COLOMBIA

F. Peroc
Fluvial Trujillo
meandriforme

F. León

Mérida Barinas

8º Fluvial -deltaico
San Cristobal
Lacustre
50 Km Alto estructural

Fig. I.3.11: Paleogeografía de la secuencia de depósito Oligoceno – Mioceno medio. Se muestra la extensión y relación entre las formaciones León y Palmar (modificado
de Zambrano et al., 1971).

En el FNA, entre las regiones de Trujillo y Mérida, es donde las formaciones que componen el Grupo alcanzan su mejor desarrollo. Siguiendo
las ideas de Zambrano et al. (1971), González de Juana et al. (1980), Müller et al. (1987) y Higgs et al., (1995), la articulación de formaciones
en el FNA y regiones adyacentes es la siguiente: El contacto del Grupo Guayabo con la Formación León, del Oligoceno, en la cuenca del río
Chama es concordante, pero hacia Trujillo, la Formación Palmar, yace discordante sobre la Formación Paují del Eoceno Medio.
72º 6 8º

MAR C AR IBE N

12º

G OL FO DE VENEZ UELA
I N F L U EN C IA M AR I NA Co r o

F AL L A OC A
. .. .. .
. . . M ar ac ai bo
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.. . .. .
F m . L A VI L L A
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F m . L A PU ERT A
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. . ri na s
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Mé ri da

8º .. ..
.. .. .
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. . . . . . .. . ..
Sa n Cri sto b al .. F m . R I O YU C A
.. .
. . . . .
. . .
.. ... .
... 1 00 Km
..

Fig. I.3.12: Paleogeografía de la secuencia de depósito Mioceno superior - Plioceno. Se muestra la extensión y relación entre las formaciones León y Palmar (modificado
de Zambrano et al., 1971).

El techo del Grupo Guayabo en el FNA es una discordancia que lo separa de la Formación Carvajal del Cuaternario. En Mérida, el registro
sedimentario de esta secuencia se limita a la Formación Mucujún, que abarca desde Oligoceno medio-superior al Mioceno inferior, y que es
equivalente a las formaciones León y Palmar. En el FSA las unidades equivalentes al Grupo Guayabo son las formaciones Parángula y Río
Yuca, pertenecientes al Mioceno inferior-medio la primera y al Mioceno superior la segunda. Existe pues una laguna estratigráfica de
carácter regional que separa las dos últimas megasecuencias cenozoicas, que tiene distinta amplitud temporal. En la cuenca de Maracaibo
abarca desde el Eoceno medio hasta la base del Mioceno; Hacia las zonas más meridionales, hacia el FNA el hiato está más restringido,
limitándose al Oligoceno inferior-medio.

El Grupo Guayabo fue definido por Notestein et al. (1944) y fue dividido por Sutton (1946) en las formaciones Palmar, Isnotú y Betijoque. La
edad del grupo, Mioceno temprano-Plioceno, está basada en la escasa fauna que encierran sus sedimentos y en las relaciones estratigráficas
con otras formaciones. La F. Palmar es del Mioceno temprano, la F. Isnotú corresponde al Mioceno medio y la F. Betijoque al Mioceno
tardío-Plioceno (González de Juana et al., 1980; Lorente, 1986; Pitelli, 1990; Rull, 1997).

Trump & Salvador (1964) señalan que el Grupo Guayabo representa la sedimentación continental marginal a la cordillera en proceso de
levantamiento, y los ambientes de depósitos fueron continentales y costeros. Las direcciones de paleocorrientes y las relaciones de facies en
el Grupo, requieren de una provincia distributiva occidental (Van Houten & James, 1984), y el dispositivo sedimentario era una llanura aluvial
inclinada hacia el E, en un delta lobulado, que progradaba hacia el mar, donde el rango mareal era menor de 0,5 m. El episodio de máxima
progradación (Formación Betijoque) refleja un aumento en la sedimentación y el aumento en la tasa del levantamiento de la provincia
distributiva.

Una característica importante del Grupo Guayabo, es el aumento de la granulometría de los sedimentos hacia la parte superior de cada una
de las formaciones. Las areniscas de grano fino están bien calibradas y presentan frecuentes laminaciones y estratificaciones cruzadas. Las
arenas de grano medio a grueso tienen abundantes estratificaciones cruzadas y pequeños horizontes conglomeráticos de guijarros. Las
bioturbaciones son frecuentes también en muchas areniscas que no presentan estratificación. Un 25% de las areniscas del Grupo Guayabo,
son litarenitas ftaníticas; algunos conglomerados de guijarros contienen hasta 80% de ftanita; los feldespatos potásicos y las plagioclasas se
presentan en un porcentaje bajo (6,5% y 7%); son frecuentes los granos de zircón y turmalina y los fragmentos de rocas metamórficas
constituyen hasta el 10%. Las lutitas son de color marrón aunque también se presentan variedades con diversos colores; están bioturbadas,
son carbonáceas y contienen delgadas capas de lignito. Los minerales de arcilla más importantes son: montmorillonita, illita y caolinita.

Formación Palmar

Esta formación, cuyo nombre se debe a Sutton (1946), agrupa a todas las areniscas y lutitas intercaladas que componen las secuencias del
Mioceno inferior del FNA, desde Trujillo, Mérida y Táchira hasta la frontera colombiana, donde es posible su diferenciación con la Formación
Isnotú suprayacente; donde su diferenciación no es posible, se aplica el nombre de Grupo Guayabo a la sección completa. Esta unidad
estratigráficamente es la más inferior del Grupo Guayabo, y está concordante y en transición sobre la Formación León del Oligoceno. Esta
concordancia es general en todo el FNA salvo al NE del mismo, donde suprayace discordante a unidades más antiguas (Formación Paují,
Eoceno), Fig. I.3.4. Finalmente, la Formación Palmar en la zona de El Vigía, descansa en discordancia (¿SB-28.4?), sobre los depósitos
infrayacentes del Oligoceno (Arminio y Allen, 1990). El muro de la Formación. Palmar es equivalente a la Formación La Rosa y a la parte
superior de la Formación Lagunillas y el Grupo El Fausto (Fig. I.3.4). Por otra parte, en la ciudad de Mérida (región central de los Andes)
aflora una secuencia continental, de 610 m espesor denominada Formación Mucujún, de edad Mioceno-Plioceno que es equivalente lateral
de la Formación Palmar (Ghosh & Odreman, 1987).

Las areniscas que componen la unidad son mayoritariamente de grano fino, aunque también las hay de grano grueso y localmente
conglomeráticas; composicionalmente son muy cuarzosas y micáceas y los colores que presentan son blancos y grises. Las lutitas son en
general muy arenosas, carbonosas y están moteadas, sus colores varían desde el rojo hasta el verde oscuro y negro. Poseen restos de
plantas bioturbaciones por crustáceos y tienen intercaladas capas delgadas de lignitos (Trump & Salvador, 1964; González de Juana et al.,
1980; Pitelli, 1990 y Testamarck et al., 1991). Hacia la parte superior de la unidad, los paquetes de areniscas son más frecuentes, de grano
más gruesos (incluso conglomeráticas) y con fragmentos de chert (MARAVEN, 1991). En la localidad tipo se han descrito dos tramos (Mora et
al., 2005): uno inferior de facies heterolíticas con predominio de lutitas y niveles carbonosos -muy abundantes en la base-, y otro superior
compuesto por facies de areniscas bioturbadas, con estratificaciones cruzadas, laminaciones horizontales y restos de plantas.

Aunque las facies del dispositivo sedimentario son bastante constantes a lo largo de todo el FNA, parece que hay un afinamiento en el grano
de las areniscas en dirección al NE.

El espesor de la unidad también es variable de unas zonas a otras, mostrando la geometría en cuña de la unidad. En la localidad tipo el
espesor es de 570m en los estados de Mérida de Táchira se alcanzan potencias de hasta 790 m y 1300 m respectivamente, mientras que en
el sondeo de Guaruries -al NE de El Vigía- se ha medido 1460 m de espesor (ver el apartado correspondiente). En resumen, la Formación
Palmar se acuña progresivamente hacia el NE, del flanco norandino hasta desaparecer al NO de Trujillo, donde la unidad presenta un
carácter más lutítico.

La edad de la F. Palmar se enmarca entre el Mioceno Temprano a Medio sobre la base de foraminíferos, tales como: Siphogenerina,
Ammobaculites, Haplophramoides, Trochamina, Quinqueloculina, Nodosaria, Textularia y Spiroplectammina, Cassidulina chipolensis
Cushman y Ponton., (Sutton, 1946; Trump & Salvador, 1964; Pitelli, 1990). También soporta esa asignación temporal las zonas de
palinomorfos de Verrutricolporites y Psiladiporites-Echitricolporites (Lorente, 1986).

El ambiente sedimentario en el que se depositó la unidad corresponde a ambientes de transición y lagunares costeros. En el límite Oligoceno
(Formación León)/ Mioceno (Formación Palmar) el conjunto faunístico no es muy diversificado y abundante, caracterizándose por ambientes
de marismas y llanuras costeras con presencia de Chilogembelina sp., Jenkinsina samelli, Haplophragmoides sp y foraminíferos betónicos
calcíticos. El paquete de transición entre las formaciones León y Palmar en la zona de El Vigía que tiene características de llanura deltaica
lacustre con influencia marina ha sido denominado informalmente Miembro Caracol de la F. León (Arminio y Allen, 1990; Rull, 1992; Higgs &
Mederos, 1992). La presencia de fragmentos de rocas dentro de las lutitas ha sido interpretado como depósitos que han sido erosionados y
resedimentados como resultado de las primeras pulsaciones del levantamiento andino. En el techo la Formación Palmar aumenta la
influencia marina como muestran las especies Ammobaculites sp., Haplophragmoides sp. Ammomarginulina sp., Buliminellita sp. Ammonia
gr. Ammotium sp., Globigerinoides sp., y restos biogénicos, foraminíferos bentónicos arenáceos y calcáreos (MARAVEN, 1990)

La Formación Isnotú

El término Formación Isnotú fue empleado originalmente por Sutton (1946), para denominar los 1.100 m de depósitos lutíticos abigarrados
del Mioceno Medio expuestos a lo largo del FNA y cuya localidad tipo esta situada en el pueblo de Isnotú (carretera Motatán -Betijoque en el
estado de Trujillo). La Formación Isnotú es una secuencia de lutitas predominantes (65%), bioturbadas y abigarradas en rojo, púrpura,
amarillo y localmente carbonáceas, que tienen intercaladas areniscas en estratos de 2 a 3 m, de espesor. Estas últimas son de colores ocres,
rojos y blancos, de grano grueso a fino, con intraclastos de arcilla, cuarzosas y micáceas, con estratificación cruzada, restos de plantas y
trazas de hierro (Ramírez y Campos, 1972; González de Juana et al., 1980; Castro et al., 2005). En aquellos sectores del FNA donde esta
formación tiene características litológicas diferentes algunos autores han propuesto cambiar su nombre, p.ej. Arminio y Allen (1990) han
denominado en el sector El Vigía, como Formación Chama (informal) de edad Oligoceno–Mioceno a aquellos niveles que son
aproximadamente sincrónicos con la F. Isnotú. Actualmente, se acepta el término Formación Isnotú para designar a aquellos depósitos
lutíticos abigarrados del Mioceno Medio-Superior (CVET, 1997).

La Formación Isnotú en la localidad tipo es discordante sobre los depósitos eocenos (González de Juana et al., 1980). En las regiones centro
y sur del FNA, la unidad es concordante y transicional sobre la Formación Palmar (Mioceno Temprano), y difiere de esta última, por su color
y mayor contenido de areniscas y lutitas. La Formación Isnotú Infrayace concordante y transicionalmente a la Formación Betijoque (Mioceno
Tardío – Plioceno), que se diferencia por su abundancia de conglomerados, areniscas pardas y ausencia de colores abigarrados. En el
subsuelo de la Cuenca de Maracaibo se ha aplicado el nombre de Formación Isnotú a los sedimentos suprayacentes de la Formación
Lagunillas (CVET, 1997).

La Formación Isnotú contiene restos indeterminados de plantas y carece casi totalmente de fauna fósil, por lo que su edad (Mioceno medio a
tardío) ha sido asignada en base a su posición estratigráfica, datos de foraminíferos (Miliammina spp. y Miliammina fusca, Hedbergella spp
según MARAVEN, 1990) y de polen (Bombacadicites ciriloensis, Foveotriletes ornatos, Nijssenosporites fossulatus, Polypodiaceoisporites
pseudopsilatus y Polypodiaceoisporites pseudopsilatus, Polypodiisporites usmensis y Retitricolporites irregulariss, según Guerrero et
al.,2006).

La Formación Isnotú se caracteriza por tener en toda su extensión depósitos continentales, se inicia y culmina con depósitos de ambientes
aluviales controlados tanto por variaciones climáticas como por movimientos tectónicos del levantamiento andino del Mioceno tardío
(Fiorillo, 1976), entre los que se intercalan en la parte media de la unidad sedimentos de ambientes pantanosos costero–llanura de
inundación deltaica (MARAVEN 1990); también han sido descritos en la región de Trujillo depósitos de ríos meandriformes a muro de la
Formación (Higgs et al., 1995; MARAVEN, 1993).

La Formación Betijoque

El término Formación Betijoque fue propuesta por Garner (1926), en Betijoque (estado de Trujillo), pero fue Liddle (1946) el que lo aplicó
para los depósitos que representan la sedimentación del Mioceno superior-Plioceno en los Andes de Mérida (Fig. I.2.5), acepción que
actualmente tiene aceptación general (Miller et al., 1963; CVET, 1997). La F. Betijoque representa el techo del Grupo Guayabo, su muro es
concordante y transicional con la Formación Isnotú, aunque en algunas áreas está discordante sobre unidades más antiguas; el techo de
Betijoque está extensamente truncado por las gravas de la Formación Carvajal (Pleistoceno), o con sedimentos más recientes, conformando
una discordancia angular. La Formación se articula en dos miembros: el inferior, menos conglomerático se denominado Vichú, mientras que
el superior, se caracteriza por contener más conglomerados en capas macizas y se conoce con el nombre de Sanalejos (Mencher et al.,1953;
González de Juana et al., 1980).

La Formación está integrada por por tres tipos de facies interdigitadas conglomerados, areniscas y lutitas, que representan las molasas
andinas (Sutton, 1946; Ramírez y Campos, 1972; Jiménez y Guerrero, 2005). Los conglomerados forman 25% de la unidad y son clasto y
matriz soportados que se presentan en capas masivas de hasta 12 metros de espesor; en la mitad superior los conglomerados tienen peor
calibrado, están menos cementados y sus clastos son de mayor tamaño. Las facies arenosas son de grano medio, mal escogidas, con
estratificaciones horizontales y cruzadas que pasan a techo, a areniscas cuarzo–micáceas de grano más fino con clastos aislados y
laminaciones de ripples; la forma de estos cuerpos arenosos, es generalmente lenticulares amalgamados. La mayor parte de la unidad
consiste de arcillas macizas de color gris verdoso oscuro que pasan localmente a pardo y negro, generalmente arenosas, y loca lmente
carbonáceas y con restos de plantas. La distribución de facies a lo largo del FNA presenta variaciones; en la región de El Vigía–Estanques (sur
del FNA) esta compuesta por areniscas, conglomerados y lutitas, haciéndose progresivamente más conglomerática en dirección NE, hasta
convertirse en facies totalmente conglomeráticas en la región de Betijoque –Isnotú (estado Trujillo, norte del FNA, Fig. I.3.18). Asimismo,
parece que su disposición estructural varía en sentido perpendicular al FNA indicando la posible presencia de discordancias s intectónicas. En
efecto, entre los poblados de Betijoque y Agua Viva los paquetes de conglomerados forman grandes cuestas de buzamiento escarpados,
cuya inclinación decrece progresivamente hacia el NE, hasta comportarse casi horizontal en la zona de Sabana de Mendoza–Agua Viva
(estado de Trujillo).

El espesor máximo de la unidad es de 4.365 m (CVET, 1997) que corresponde a los espesores sumados de los Miembros Vichú (2.100 m.) y
Sanalejos (2.225 m.). Sin embargo la unidad sufre fuertes variaciones de los espesores, La Formación Betijoque en el Valle de Monay, estado
Trujillo tiene 2000 m., (Salvador, 1961), adelgazándose hacia el S de los Andes, hasta 650 m. (Ramírez y Campos, 1972). Sin embargo,
Zambrano et al. (1971) sugieren que los 5.000 m, que rellenan la antefosa de los Andes corresponden en gran parte a la Formación
Betijoque.

La edad de la Formación Betijoque es considerada como Mioceno tardío-Plioceno en base de correlación regional y apoyada por la
determinación de flora: Blechum betijoquensis, Ficus betijoquensis, y Entrada boweni, así como los datos de polen: Bombacacidites ciriloensis
y Polypodiaceoisporites pseudopsilatus (Guerrero et al., 2006).

La Formación Betijoque constituye una rápida sedimentación continental compuesta por sistemas de abanicos aluviales coalescentes de
cuencas intermontanas cuyos desarrollos están asociados al levantamiento andino; sus litofacies tienen una marcada heterogeneidad
interna que varían desde depósitos de coladas hasta canales fluviales arenosos de carga mixta y de alta sinuosidad, cuyas direcciones
preferenciales eran hacia el E y NE, y depósitos lutíticos de llanuras de inundación (CVET, 1997; Taheri et al.,1991; Aquino,1992).
Evolución paleogeográfica del Grupo Guayabo

A manera de conclusión, la paleogeografía de la cuenca de Maracaibo durante el Cenozoico se puede resumir en la Fig. I.3.11; Fig.I.3.12; En
ella se observa que la sedimentación del inicio del Terciario, fue continental con invasiones marinas que permitieron el depósito y
preservación de sedimentos hacia el SO y NE de la cuenca de Maracaibo, donde hubo creación de espacios por tectónica extensional
(Pestman et al., 1996); mientras que, la región central fue sometida a exposición por la formación de altos estructurales que generaron
importantes discordancias regionales.
El ciclo del Terciario Superior (Neógeno) se inicia con el levantamiento progresivo de los Andes de Mérida, de la Sierra de Perijá y de la
serranía de Trujillo la individualización definitiva de la cuenca de Maracaibo. La última invasión marina a la cuenca de Maracaibo tuvo lugar
en el Mioceno inferior a medio, proveniente del N–NE. Se depositó una secuencia marina, de aguas más profunda en la base y más somera,
salobre a continental, en el techo (formaciones La Rosa y Lagunillas del Mioceno temprano y medio respectivamente).

Hacia el borde S de la cuenca de Maracaibo y a lo largo del FNA, desde el estado Táchira hasta el estado Trujillo, se depositan las lutitas y
areniscas de la Formación Palmar, en ambientes marinos someros a lagunares salobres (Fig. I.3.19a). Se estima que durante la ocurrencia del
depósito sedimentario de la parte superior de la Formación Palmar, los “protoandes” de Mérida experimentaron un brusco levantamiento.
Este proceso continuó hasta la actualidad, depositando en la zonas subsidentes (foredeep) de los flancos, sedimentos continentales producto
del desmantelamiento de las partes centrales de los Andes de Mérida, de esta manera se depositan las secuencias terrígenas de las
formaciones Isnotú y Betijoque en el FNA, formación La Copé en la depresión del Táchira, Grupo Guayabo (Colombia) y las formaciones
Parángula y Río Yuca en la antefosa suroriental de la Cuenca de Barinas–Apure.

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