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El Árbol del Paraíso


Ioan P Culianu

Eros y magia
en el Renacimiento
1484

Prefacio de
Mircea Eliade
-., ~-

Traducción de
I
I .
Neus Clavera y Hélene Rufat

I
I


..
, .

I
I
I

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I Ediciones Siruela

j
UNAM
.,
BIBLIOTECA CENTRAL
560534
-IL2.,_~2._8
CL~SIF.
p ss If( _

Índice

Prefacio
.Mircea Eliade 11
Prólogo 15

Eras y magia en el Renacimiento


Introducción 21

Primera parte: Fantasmas en acción


1
..'t Capítulo 1: Historia de lo fantástíco
1. Sobre el sentido interno 29
Algunas consideraciones preliminares 29
El pneuma fantástico 32
2. Flujo y reflujo de los valores en el siglo XII 38
Aculturación de Occidente' 41
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de es~~._,-publicación
puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna Cómo una mujer, que es tan grande, penetra
ni por ningÚn medio. ya sea eléctrico, quimico, mccánico, óptico', por los ojos, que son tan pequef10s 49
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. 3. El vehículo del alma y la experiencia prenatal 51

Título original: Éros el 11l11gie ¿¡ la Renaissatlce,


Colección dirigida por Victoria Cirlot,
1484
1
•• Capítulo II: Psicología empírica y psicología
Amador Vega y Jacobo Siruela abisal del eros
DiscílO gráfico: G. Gaugcr & J. Sirucla
1. La psicología empírica de Ficino y sus orígenes 59
© Flammarion, París 1984
© De la traducción, Neus Clavera Y HélCne Rufat
2. El arte de la memoria 64
© Ediciones Siruela, S. A., 1999 3. Eros fantástico y apaciguamiento del deseo 71
Plaza de Manuel Becerra, 15. «El Pabellón» 4. Fantasmas en acción 74
28028 Madrid. Tcls.: 91 355 57 20/91 355 22 02
Tclcfax: 91 355 22 01 5. La psicología abisal de' Ficino 76
siruela@sirucla.com Descenso del alma 76
www.siruela.com
Melancolía y Saturno 80
Printed and made in Spain
•I

Capítulo III: Amistades peligrosas Los momentos oportunos 192


89
1. Juan "Pico, continuador de Ficino Capítulo VII: La demonomagia
95
2. Los dioses ambiguos del eros 1. Algunas nociones de demono]ogía 195
Giordano Bruno, el hombre del pasado fantástico 95 2. Los demonios y el eros 200
Escándalo en Londres 97 3. Brujas y endemo~iados 204
Fantasmas mnemotécnicos 102 4. La demonomagia desde Ficino hasta Giordano Bruno 210
AmbigÚedad del eros 105 Clasificaciones de ]a magia 210
En d corazón de la doctrina de Bruno 109 Trithemius de WÚrzburg 216
Acteón 116
Diana 119 Tercera parte: Final de partida
a) La naturaleza 119
'b) ta luna 120 Capítulo VIII: 1484
'c) La reina I
121 1. Una mosca áptera 235
La ,parábola' de los nueve Clegos 123 2. ¿Por qué fue tan temible el año 1484? 242
Circe 125
Capítulo IX: La gran censura de 10 fantástico
Segunda parte: El gran ma:nipul~dor 1. Abolición de lo fantástico 251
158 / \.
tI""
• , 2. A]gunas paradojas históricas 254
164
176
155
131
138
143
147l\
Capítulo IV: Eras y magia 129 ~ 3. La controversia en torno a ]a asnidad 257
1. Identidad de sustancia, identidad de operaClon 4. Las astucias de Giordano l3runo 260
153
2. Manipulación de las masas, y los individuos 5. Sólo hubo una Reforma 262
3. Vinculum vil1culorum 6. La modificación de la imagen del mundo 264
4. Eyaculación y retención de] semen'
5. De la magia como psicosocio]ogía general Capítulo x: El doctor Fausto, de Antioquía a Sevilla
1'. La permisividad de] Renacimiento 271
Capítulo v: La 'magia pneumática
, 2. ¡Más calor hará en el Infierno! 275
1. El grado cero de la magia 3. Un moralismo exhaustivo: ]a leyenda de Fausto 278
2. Magia «subjetiva» y magia «transitiva» 4. ¿Un producto final? 286
3. La conspiración de l~s cosas
4. La teoría de las radiaciones Apéndice I (al capítulo 1, 3):
5. Magia pneumática "' Los orígenes de la doctrina del vehículo del alma 289
Apéndice II (al capítulo II, 3):
Capítulo VI: La magia intersubjetiva Las delicias de Leo Suavius 299
179 Apéndice III (al capítulo II, 4) 303
l. Magia intrasubjetiva
187 Apéndice IV (al capítulo I1I, 1) 319
2. Magia intersubjetiva
188 Apéndice V (al capítulo I1I, 2) 323
Presencias superiores
Los cehos 191 Apéndice VI (al capítulo V, 4) 327

8 9
¡ I

Apéndice VII (al capítulo VII" 3):


La realidad de la brujería . 329
361
Apéndice VIII (al capítulo VII, 4): 397
403
357
347
353 i ~
El teatro mágico de Fabio Paolini 343

Apéndice IX (al capítulo VII, 4)


Prefacio
Apéndice X (al capítulo IX, 5)
Apéndice XI (al capítulo III): El eros, ahora'
Para Elena, Ana y TCodora
Notas
Bibliografía Historiador de las religiones, especialista en Antigiiedad tardía y en
Índice onomástico gnosticismo, pero a su vez balcanólogo y romanista (enseiia, entre otros
temas, la historia de la cultura rumana en la Universidad de Groninga), a
10an P Culianu se le conoce por haber publicado un gran nÚmero de ar-
tículos en revistas de prestigio y por la publicación de tres volÚmenes, el
Último de los cuales (Religione e polen:, Turín 1981) fue escrito en colabo-
ración con dos jóvenes investigadores italianos. Pero con Eros y magia -y
esperando que aparezca una amplia monografía comparada sobre los mi-
tos y las técnicas de la ascensión extática*- han empezado a salir a la luz
sus trabajos más importantes.
El autor me ha pedido que escribiera un breve prefacio para Eras y ma-
gia, recordando que el Renacimiento italiano había sido una de mis pa-'
siones de juventud y que había dedicado mi tesis de licenciatura al pen-
samiento de Marsilio Ficino, Juan Pico de la Mirandola y Giordano Bruno.
Era demasiado grande la tentación de tratar las etapas y los grandes nom-
bres de la historiografia moderna sobre el Renacimiento, insistiendo, en-
tre otros, en la revalorización reciente de las tradiciones herméticas, ocul-
tas y alquímicas. ¡Qué apasionante estudio de la historia de las ideas el
analizar las interpretaciones del Renacimiento italiano desde Jakob
Burckhardt y Giovanni Gentile hasta Eugenio Garin, P. Oskar Kristeller,
E. H. Gombrich, F. A. Yates, D. P. Walker, Allen G. Debus y OtroS'I11U-
chos inyestigadores contemporáneos eminentes!
¡Por desgracia, a mi edad, tant~ el tiempo como las fuerzas están la-

* Acaba de salir una versión inglesa abreviada de este trabajo en Leiden (Psyd¡anodia 1,

EPRO, 99, Leiden 1983) [Expériem-es de l'extase. Extase, asccllsion et récit visionnaire de
l'hellénisme au Moyen Age, prefacio de M. Eliade, Payot, París 1984. Experiencias del éxta-
sis, Paidós Ibérica, Barcelona 1994]. (N. de las T.)

11
'\

mentablemente calculados! Por ello no comentaré las interpretaciones definitivamente el culto a los iconos. Afortunadamente porque gracias a
niás significativfls de! autor; me basta con apuntar su novedad y origina- ]a contemplación de las imágenes, los fieles podían acceder a tod~ un
lidad. Me gustaría citar, por ejemplo, e! análisis de un escrito oscuro de universo de símbolos. En resumidas cuentas, las imágenes eran suscepti-
Giordano Bruno, De vínculís ín Óoenere (De los vínculos en general), que
,¡r!·
bles de completar y profundizar la instrucción religiosa de los analfabe-
16an P Culianu compara al Príncipe de Maquiave!o (ver pág. 131 Y ss.). tos. (Y, en efecto, este papel ha sido el propio de la iconografía en todas
Efectivamente, si Ficino había identificado e! eros con la magia (puesto las poblaciones rurales de la Europa oriental.)
que, según él, «la obra de la magia consiste en acercar las cosas una a Junto con la mayoría de los historiadores, Ioan P. Culianu está con-
otra»), Giordano Bruno siguió hasta sus últimas consecuencias las .posibi- vencido de que «en el plano teórico, la gran censura del imaginario con-
lidades operacionales de la magia erótica. TOdo puede ser manipulado por dujo a la aparición de la ciencia exacta y la tecnología moderna» (ver pág.
la imaginación, es decir por los fantasmas de naturaleza y origen er:óticos 286). Otros investigadores, por el contrario, han puesto de manifiesto el
f:isuscitados
.. en un sujeto o en una colectividad cualquiera, pero sólo con la "o papel de la imaginación creadora en los grandes genios de la ciencia oc-
¿\ondición de que e! operador esté inmunizado, gracias a la magia, con- cidental, desde Newton hasta Einstein. No se trata de considerar aquí es-
"tra'5us propios fantasmas. Con razób, e! autor reconoce en la técnica pro'- te tema tan complejo y delicado (ya que la imaginación creadora tiene un
puesta por el De vínculís e! antepasado inmediato de una disciplina mo- papel decisivo sobre todo en el progreso de las matemáticas y de la física
d~rna: la psicología aplicada. «El mago del De vínculís es e! prototipo de teórica, y menor en las «ciencias naturales» y en la tecnología). Recorde-
16's sistemas impersonales de los medios de comunicación,
;1 de la censu'i-a mos más bien las observaciones de Culianu sobre la supervivencia, o la
indirecta, la manipulación global y los equipos de expertos que ejercen reaparición, de una cierta «magia» en las ciencias psicológicas y socioló-
''su contra] oculto sobre las masas ... » (ver pág. 132). gicas contemporáneas. No deja de ser significativo que este libro empie-
He recordado este ejemplo por un lado porque el De víncu/ís es poco ce con la historia del concepto «sentido interno», desde Aristóteles hasta
conocido todavía, pero también porque, poco tiempo después de la' el Renacimiento, y acabe con la leyenda de Fausto interpretada por Mar-
muerte de Giordano 'Bruno, la Reforma y la Contrarreforma
Ir",
impusie- , Iowc y Calderón. Ahora bien, resulta que estos dos escritores ilustran,
,'ióh, con éxito, una censura radical del imaginario. El motivo era cierta- aunque sea de forma diferente, el auge del puritanismo: su imaginación
wente religioso: los fantasmas eran ídolos concebidos por el «sentido in-, literaria estaba fuertemente refrenada por lo que el autor llama «un mo-
ttrno»
l., (ver pág.
' 251 Y ss.). y, claro está, la censura consiguió eliminar las .1
ralismo excesivo».
«ciencias» que se basaban en el control del imaginario, especialmente el
,1 .,'(

gros t:lntástico, el arte de la memoria y la magia. Además, según el autor, Mircea Eliade
la'bfensiva victoriosa de la Reforma contra el imaginario acabó por des-' U niversidad de Chicago, febrero de 1982
t~iii~'la cultura del Renacimiento.' ,
Se podría comparar esta censura del imaginario, que animó a las Igle-
sias occidentales, con ]a crisis iconoclasta sufrida por la Iglesia de Orien-
te durante los siglos VIII y IX. El argumento teológico era el mismo: la
id~latría
,1",
implícita en la glorificación de las imágenes. Sin embargo, los te-
Ólogos iconófilos subrayaban la continuidad entre lo espiritual y lo natu-
lO

r:d: la encarnación había anulado la prohibición veterana y testamentaria


,il: rcpr~sentar lo divino. Afortunadamente, el sínodo de 843* restableció
11 de marzo de! año 843 para restablecer la validez del último concilio ecuménico, cele-
. Se refiere al sínodo que la emperatriz regente de Oriente, Theodora, convocó el día brado en Nicea en e! año 787, que autorizaba el culto a los iconos. (N. de las T.)

12 13

/
Prólogo

Un libro -siembra de fantasmas que va dirigida a un segador desco-


nocido- es ante todo el balance de unos estudios, unas conquistas y, so-
bre todo, unas derrotas. Por haberme ayudado a superar estas últimas,
tengo que agradecer a varias personas que hayan contribuido, a veces de
una manera decisiva, en la elaboración de la obra que el lector, por fin,
tiene ante sus ojos. Sin los ánimos, los consejos de una competencia ex-
cepcional y la ayuda efectiva de Mircea Eliade, quizás hubiera abandona-
do a medio camino estas investigaciones iniciadas hacia 1969. La imagen
de Christinel Eliade queda íntimamente unida, en mi afecto y gratitud, a
la del Maestro.
El hecho de que Yves Bonnefoy quisiera acoger este texto en su pres-
tigiosa colección «ldées et Recherches» no pudo sino aumentar mi feli-
cidad al ver que, después de doce años de investigación laboriosa, el ma-
nuscrito estaba listo, y que por fin había conquistado la libertad de
dedicarme a otro tema.
Fue entre 1970 y 1972 cuando presenté a mi directora de investigación
en la Universidad de Bucarest, la por desgracia malograda Nina Fayon
(1908-1974), dos trabajos sobre el pensamiento de Giordano Bruno. Esta
erudita rumana, perteneciente a una especie que en la actualidad se en-
cuentra en vías de extinción irremediable, no vaciló, con su sólida for-
mación universitaria, ante los peligros ideológicos que el título de mi te-
sis, defendida en junio de 1972, suponía: Marsílio Ficino (1433-1499) y el
platonismo en el Renacimiento. Estos tres estudios constituyen el núcleo del
presente libro. Gracias a mi querido profesor, Cicerone Poghirc, pude re-
cuperar mi tesis cuando creía que estaba definitivamente perdida; pero
aquel trabajo de juventud reveló ser demasiado imperfecto para formar
un sólido punto de partida.
Una primera versión rumana de la obra, acabada en 1979, se vio en-
frentada a las dificultades insuperables de la traducción; y sólo pude re-
solver estas dificultades preparando yo mismo una versión francesa. Esta

15
última fue corregida por Dominique G. Laporte, quien me indicó a' su leer la obra provocadora de Paul K. Feyerabend, me ofreció la posibilidad
vez ciertas lagunas en la obra y sugirió un título que gustosamente acep- de entender algunas de sus inconsistencias. En todo caso, Feyerabend es
té, ya que apunta una relacióq cuya pertinencia debo subrayar, entre la quien plantea hoy en día, quizás a pesar suyo, el problema de una nueva
utopía de George Orwell, 1984, y el año que iba a cambiar por comple- historia de las ciencias; una historia que sigue esperando a sus autores,
to el destino del viejo mundo: 1484. La nueva versión francesa no estuvo siempre y cuando estos autores ignoren las propuestas históricas de Feye-
'lista hasta que pasaron dos años más. Esta espera me permitió no sola- rabend, deudoras del mismo racionalismo que él pretende execrar.
mente esclarecer mis propios puntos de vista, en algunos artículos que Un último agradecimiento para Flammarion, cuyos colaboradores
no pasaron desapercibidos, sino también revisar de arriba abajo la biblio- " ,,,F' han demostrado no tan sólo su competencia sino también una exquisita
grafía, así como emprender tímidamente el camino de la historia de la amabilidad haciendo que mi colaboración con ellos fuera de las más agra-
ciencia en el Renacimiento con los problemas que éste presenta para los dables.
actuales investigadores. Tuve que observar, con cierto desencanto, que, Ioan Petru Culianu
excepto una pequeña cantidad de obras objetivas que no eran siempre su- Groninga, 3 de julio de 1983
gerentes, la mayoría de los estudios relacionados con esta époc~ se per-
dían en me"dio de pueriles prejuicios racionalistas. Dado que esta biblio-
grafía no podía ser utilizada, sólo quedaba armarse de paciencia y leer con
atención los textos originales.
Debo renunciar a ser exhaustivo en la enumeración de cuantos me (
ayudaron a realizar este trabajo, tanto en Italia como eU'Prancia y en Ho-
landa. En Groninga, H. G. Kippenberg me brindó la pos~bilidad de im-
partir una asignatura sobre la magia en el Renacimiento; el hecho de
que mis estudiantes quedaran encantados nle animó a c~eer,que el tra":'
bajo que ahora se publica no quedaría sin continuación; siempre y cuan-
do el lector sepa superar las dificultades de su primera parte*.
Por último, quisiera agradecer a mi mujer el estoicismo que demostró
mientras se preocupaba por la elaboración "de las dos versiones sucesivas
de esta obra -pues todo esto sólo representa una ínfima parte de los.tra-
pajas de estos últimos años durante los cuales se publicaron cuatro libros
y un centenar de artículos. Entre ellos, hay varios que tratan temas rela-
'cio'nados con el Renacimiento; sin embargo, ninguno ha sido retomado
en este libro.
','Uno de los primeros lectores de este libro, Hans Peter Duerr, ha con-
tÚsuido de manera decisiva con su obra a determinar algunos de mis
puntos de vista sobre el l~enacimiento: incitándome, implícitamente, a

• Recomiendo, sobre todo al lector menos' paciente, que deje para el final la lectura
del tercer capítulo de la primera parte (porque explora unos problemas bastante abstrusos
relativos al arte de la memoria),

16 17

'-- ___ o 1~ __
.__
Eros y magia
"f"¡' en el Renacimiento

'- -, ,'fJ..t,

1
.,

Introducción

• Todavía suele pensarse que un abismo separa la visión de! mundo que
. tenía e! hombre de! Renacimiento de la que tenemos nosotros mismos y
nuestros contemporáneos. La marca visible de esta fractura sería la tecno-
logía actual, fi·uto de la «ciencia cuantitativa», que empezó a desarrollar-
se a partir de! siglo' XVII. Sin embargo, y a pesar de que las mayores auto-
ridades de la historia de la ciencia nos informen sobre la inexistente
re!aci<;>nentre los propósitos de un Newton, un Kepler, un Descartes, un
Galileo o un Bacon y esta supuesta «ciencia cuantitativa», seguimos
perpetuando las mismas opiniones erróneas que nuestros antepasados ra-
cionalistas del siglo XIX. De hecho, estos Últimos creían firmemente en
"',w-
la idea de la razón y de! progreso, y la defendían a ultranza. Postular 1a
existencia de una ruptura entre una edad inf.'1ntil de la humanidad, que
se terminaba con el Renacimiento, y la edad de su madurez, que culmi-
naba con el advenimiento de la técnica moderna, era Útil, en aque! mo-
mento, para los objetivos sociopolíticos de nuestros partidarios del pro-
greso que se creían rodeados, o realmente lo estaban, por fuerzas hostiles.
Pero hoy en día, cuando las pruebas palpables de la tecnología quitan to-
da su eficacia a una mirada demasiado nostálgica hacia el pasado, se hace
indispensable revisar por completo esta actitud cuya intolerancia preten-
de esconder la falsedad.
La idea que el hombre moderno tiene de la magia es muy extraña: só-"
lo ve en ella un montón risible de recetas y de métodos que provienen
de un concepto primitivo, no científico, de la naturaleza. Desgraciada-
mente, los pocos «especialistas» que se arriesgan a explorar ese dominio
llevan, como Únicas herramientas para su viaje, los mismos prejuicios. Se
pueden contar con los dedos de una mano las obras que ror'npen con es-
ta persistente tradición.
Ciertamente, sería dificil sostener que el método de la magia tiene al-
go que ver con nuestras ciencias de la naturaleza: la estructura de la ma-
teria queda ignorada por completo, y los fenómenos fisico-químicos se

21
atribuyen a fuerzas ocultas que actúan en e! COSITlOS. A pesar de ello, la en e! Renacimiento y los cambios a los que se vio sometida en la época
magia tiene en común con la tecnología moderna e! ansia de llegar, por de la lz'eforma. Sin embargo, sería ingenuo pretender que nuestro libro
otros medios, a los mismos resultados: comunicación a distancia, trans- no 'se sitúe en la línea de toda una tradición de estudios dedicados a la
portes rápidos, viajes interplanetarios .forman parte de los éxitos corr~en- historia y filosofía de las ciencias, de los que intenta, a veces, corregir al-
tes de! mago. ~ gún error de enfoque.
Sin embargo, si la magia ha seguido existiendo, riéndose de cuantos La obra de Paul K. Feyerabend, aunque no haya inspirado nuestras in-
'" creían que ya llevaba tiempo desaparecida, no ha sido gracias a estos éxi- vestigaciones, se ve a menudo confirmada, en un sentido histórico, a tra-
tos. Más bien son las ciencias psicológicas y sociales ,contemporáneas las ·,:t'· vés de ellas. Efectivamente, Feyerabend debe mucho a los estudios de so-
que derivan directamente de ella. Por esta razón convendría, ante todo, ciología de las ciencias que surgieron en e! mundo anglos~ón como
restablecer una visión correcta de la esencia y la metodología de la magia'-,,- consecuencia de la influencia ejercida por Max Weber sobre la interpre-
para poder hacerse una idea de lo que todavía le debemos. tación de la aparición de las ciencias modernas en el siglo XVII. Robert
"En principio, la il1agia de la que nos ocuparemos aquí es una ciencia K. MertoN, sobre todo, constató un shift of vocational interest hacia la cien-
"de! imaginario; explora este imaginario' con medios propios y pretende cia en la Inglaterra puritana, relacionando las vocaciones científicas con
manipulado más o menos según su voluntad. En su desarrollo máximo, la influencia de! puritanismo religios01• Así fue como e! alcance del pu-
alcanzado con la obra de Giordano Bruno, la magia es un método de
ritanismo, que llevaría, según Weber, a la formación de! «espíritu del ca-
control sobre el individuo y los medios de comunicaci,ón, basada en e! pitalismo»2, se vio ampliado hacia la formación de las esferas de interés'
conocimiento profundo de las pulsiones eróticas perso,Bales y colectivas. ,social, aptas para explicar e! desarrollo de la ciencia y la técnica moder-
Se puede reconocer en ella el antepasado lejano, no sólo del'psicoanálisis nas. (Cierto es que junto al puritanismo, Merton sitúa los intereses mili-
sino también, y en primer lugar, del de la psicosociología aplicada y la tares entre los factores fundamentales que explican este fenómeno cuya
psicología de masas. importancia es incalculable. De esta manera, las bases tecnológicas ,de
Al ser una cien~ia de la manipulación de fantasmas, la magia va diri- nuestra sociedad parecen apoyarse en dos actividades humanas cuya re!a-
gida, en primer lugar, a la imaginación humana donde intenta suscitar ción con las ciencias casi parecía insospechable: la religión y la guerra.)
impresiones persistentes. El mago del Renacimiento es un psicoaf\alista y Max Weber, al que no obstánte se ha intentado atribuir un espíritu
un profeta, pero también se anticipa respecto a profesiones modernas, co- antipuritano, (para compensar las exageraciones inversas de su familia), fue
mo las d~ jefe de relaciones públicas, ,;gente de propaganda, espía, hom- el primero en sostener la necesidad de unas observaciones de orden so-
, bre político, censor, director de los medios de comunicación de masa, ciológico e histórico que fueran UJerifrei, esto es, sin ningún tipo de jui-
agente de publicidad. cio de valor. Merton, por su parte, se sitúa en esta perspectiva, pero cos-
. Las operaciones fan~ásticas que conoce el Renacimiento son más o taría no atribuirle una admiración implícita por este puritanismo inglés
¡ menos complejas: el eros es la primera que ya se manifiesta en la natura- que, al cabo de unas décadas, transformaría por completo el destino de la
leza, sin que intervenga la voluntad humana. La magia sólo es un eros civilización occidental. En cuanto a Feyerabend, no disimula sus prejui-
aplicado, dirigido, provocado por el operador. Pero también existen otros cios llegando así a unas conclusiones realmente extrañas3• En efecto, en
aspectos de la manipulación de los fantasmas: uno de ellos es e! maravi- una obra, cuyo mérito por haber puesto de manifiesto los límites de! ra-
ll6so arte de la memoria. La relación entre eros, mnemotécnica y magia cionalismo reconocemos con gusto, Feyerabend no duda en afirmar que
es hasta tal punto indisoluble que resulta imposible comprender esta últi-
r '
11
la intervención del estado es a menudo saludable para frenar la evolución
ma sin estudiar previa'mente los principios y los mecanismos de los dos unidireccional de la ciencia. Ofrece como ejemplo de operación conse-
prm1eros. I . guida con éxito para corregir el imperiálismo científico occidental, el re-
En cierto modo, obramos como precursores al estudiar la imaginación surgimiento de la medicina tradicional en China por orden de Mao, y

22 23

----------- -"--'--'---.
.t
r
también reCuerda la influencia de los puritanos en la Inglaterra del siglo los magos, hay que admitir que, desde el Renacimiento, han disminuido
XVII, que llevó a la aparición de las ciencias cuantitativas modernas. Cier- nuestras facultades para obrar directamente con nuestros propios fantas-
to es que la perspectiva de Feyerabend no es la única posible. Implica atri- mas, o con los de los demás. La proporción entre consciente e incons-
bu,ir un valor a un fenómeno histórico (en este caso, la apJrición de la ciente se ha modificado en profundidad, y nuestra capacidad para domi-
cienciil moderna bajo la influencia del puritanismo) que no posee ningu- nar nuestros propios procesos imaginarios se ha quedado en nada.
no. En el caso de Feyerabend, así como en el caso de todos los' historia- No sólo es interesante aprender cuál era la relación entre un hombre ,c.

dores racionalistas de 'las ciencias (de los cuales nuestro filósofo pretende del Renacimiento y sus propios fantasmas, sino que también interesa
distanciarse en varios aspectos), la influencia del protestantismo inglés so- ,~ comprender cuáles han sido las razones ideológicas que han favorecido la
bre el desarrollo de las ciencias se beneficia de una valorizaci6n qde,,:\es, . ~volución de dicha relación. De hecho, esto es equivalente a una justa
sin lugar a dudas, intensamente positiva. Con todo ello, es posible invertir comprensión de los orígenes de la ciencia moderna: esta última no hu-
esta óptica y afirmar, por ejemplo, que la humanidad moderna debe su biera podido aparecer si no hubiera existido una serie de factores capaces
mayor mal a los dos factores que lo produjeron, en el alba de la nueva de producir la nlodificación del imaginario humano. Ahora bien, estos
época tecnológica: la religión y la guerra. Está lejos de nosotros la inten- factores no fueron económicos y tampoco procedían de una pretendida
ción de seguir esta posición radical. Pero bien debemos constatar que no «evolución» de nuestra raza. Por el contrario, las fuerzas que los susci¡ta-
les menos legítima que la de los adeptos al «triunfalismo» cientificista, en- ron eran regresivas, en un plano psicosocial, e incluso «reaccionari,as», en
,tre los cuales hay que contar el que ha declarado formalmente ser su ad- un plano sociopolítico. ¿Cómo puede ser que, a pesar de ello, les deba:'"
versario: P~ul K~ Feyerabend. mas la aparición del espíritu que paulatinamente llevaría a la expansión
\En cllanto a nosotros, más bien nos inclinamos por seguir a Max We- de la ciencia modern~? Éste es el enigma de la historia que este libro se
ber y rechazar, por principio, cualquier juicio de valor sobre las c~nstata- propone resolver.
ciones históricas que se desprenden de los análisis contenidos en este libro. Para prevenir el malestar del lector ante unas afirmaciones demasiado
Es evidente que la m,ateria, cuyas vicisitudes históricas examinaremos chocantes, consistiendo la primera en que seguimos viviendo en un mun-
a lo largo de esta obra, es el imdginario humano tal como viene expresado do donde la magia todavía tiene un papel importante y ocupa un lugar
: en'los document9s relativos al eros y,a la magia en el Renacimiento. En preferente, hemos dejado que los textos hablaran por sí solos. Para él, he-
alguna ocasión, será imposible no enfrentarse con el tema de las preten- mos emprendido el esfuerzo de comprenderlos, tanto en su letra como
siones del'~l1ago cuando efectúa operaciones fuera de lo común. y, por en su espíritu. Finalmente, las conclusiones que hemos obtenido nos pa-
lo tanto, será imposible no comparar estas pretensiones -cuya validez no recen recompensar con creces unos estudiQs laboriosos, realizados duran-
tiene por qué set'"examinada- con las realizaciones de la ciencia y la tec- te doce ai'ios, casi sin interrupciones; estudios para los que la filología só-
nología modernas. Magia y ciencia represe,ntan, en última instancia, las lo fue un instrumento de acceso y no una finalidad en sí. El hecho de
necesidades imaginarias; y el paso de una sociedaddominada por la ma- que la meditación asidua sobre el s(¡;nificado de los documentos haya sus-
gia hacia una sociedad, d0tIlinada por la ciencia, se explica, en 'primer 11.1- tituido aquí la simple comunicación de su contenido, basta para explicar
I gar, por un _cambio del imaginario. En este sentido se concreta la novedad la singularidad de esta obra; singularidad por la cual no creemos que de-
de este libro: examina las transformaciones al nivel del imaginario mismo bamos pedir disculpas. Por lo demás, el lector está destinado a juzgar por
en lugar de hacerlo al nivel de los descubrimientos científicos, y lo hace par- sí mismo.
tiend,o de la idea de que un descubrimiento sólo es posible gracias a una Este libro, como cualquier otro, es una siembra de fantasmas que va
cierta perspectiva de conocimientos y creencias relativos a sú posibilidad. dirigido a un segador desconocido.
Si hoy en día podemos enorgullecernos de tener a nuestra disposición Él es quien decidirá sobre su so.
1,1

l1110S conocimientos y una tecnología que sólo existían en la fantasía de

24 25
Primera parte

./
Fantasmas en aCClon

Supprime gl'eminenti, e in alza i bassi


Chi l'infinite machini sustenta,
Et con veloce, mediocre, et lenta
Vertigine, dispensa
In questa mole immensa
Quant' occolto si rende e aperto stassi.

Giordano Bruno
Capítulo 1
Historia de lo fantástico

1. Sobre el sentido interno


Algunas consideraciones preliminares

Nuestra civilización nació del encuentro de varias culturas, cuyas in-


terpretaciones acerca de la existencia humana eran tan distintas que, para
realizar una sín~esis duradera, fue necesario un profundo cambio históri-
co, acompafíado de una creencia fanática. En esta síntesis, materiales de
origen diverso experimentaron una ,reconversión y una reinterpretación
que llevan las huellas de la cultura dominante de la época: la cultura de
un pueblo vencido, los griegos, reemplazada por un pueblo conquistador,
los romanos.
Para el p~nsamiento griego, la sexualidad sólo representaba, en'gene- '
ral, un componente secundario del am¿r. Admitiendo la relación causal
e~tre sexualidad, y reproducción, tampoco, se insistía en la existencia de
una «razón natural» que confiera a la primera una finalidad puramente
genésica; esto es tan cierto que el papel de instrumento de reproducción
reservado a la mujer no implicaba de ningún modo una relación de amor
entre ambos sexos, sino más bien una relación política: el fruto de la
unión conyugal iba a ser un n~evo ciudadano útil al estado, un soldado o
una productora de soldados. El amor profano, aquél de un Alcibíades por
ejemplo, era una mezcla de at:r:acción física, de camaradería y de respeto
suscitado por unas cualidades excepcionales, arrebato poderoso al cual se
prestaba más bien una relación homosexual. Platón, que se mantiene fir-
me en sus ideas ante el exilio de los poetas de su ciudad ideal, bajo el pre-
texto de que su furor poético incontrolable entrafía un peligro para el es-
, tado, se plantea el problema de la utilización social de este inmenso poder
emocional que constituye el eros. La clase de amor que Sócrates ensefía
en los diálogos de Platón representa una elevación gradual en el orden del

29
ser, a partir de la belleza de las marcas visibles impresas en el mundo físi-
co, hasta la~ formas conceptuales de las que derivan estas marcas, el cos-
l que el proceso del conocimiento sensible, deberá analizarse en relación a
la naturaleza pneumática y a la fisiología sutil del aparato que sirve de in-
mos no ético que, como fuente única e indivisible de lo Verdadero, del termediario entre cuerpo y alma. '
Bien y de lo Bello, representa también la finalidad última a la cual aspira Este aparato está compuesto por la misma sustancia -el espíritu (pneu-
el estar. Amor es el nombre de este deseo de múltiples manifestaciones, ma)- con la que están hechas las estrellas y cumpk la función de primer
el cual, incluso en su aspecto más degradado en el que se añade la atrac- instrumento (pro ton organon) del alma en su relación con el cuerpo. Tal
ción sexual, conserva aún su carácter de aspiración inconsciente hacia la mecanismo ofrece las condiciones requeridas para resolver la contra-
belleza transcendental. dicción entre lo corpóreo y lo incorpóreo: es tan sutil que se acerca a la
Platón, sin duda el filósofo más influyente en la historia del pensa- naturaleza inmaterial del alma; y sin embargo, es un cuerpo que puede
miento occidental, separa la esfera del amor auténtico de las esferas res- entrar, como tal, en contacto con el mundo sensible. Sin este pneuma as-
pectivas (y no superpuestas) de la sexualidad y de la reproducción, dando tral, cuerpo y alma serían cop<pletamente inconscientes uno de otro, cie-
al eros el estatuto -muy importante, aunque no definido en el orden con- gos como lo son cada uno del reino del otro. Esto se debe a que el alma
ceptual- de vínculo entre ser y estar en su esencia, ta onta ontos. El aman- no posee ninguna abertura ontológica que le permita mirar abajo, mien-
,te por excelencia es el philosophos, aquel que ama la sabiduría, es decir el tras que el cuerpo no es más que una forma de organización de los 'ele-
arte de elevarse hasta la Verdad que es también Bondad y Belleza, practi- mentos naturales, una forma que se disgregaría inmediatamente sin la
cando la indiferencia hacia el mundo. vitalidad que le garantiza el alma. jEn resumen, el alma sólo puede trans-
Atracción consciente y, al mismo tiempo, aspiración inconsciente, in- mitir al cuerpo todas las actividades vitales, así como la movilidad, me-
cluso el eros profano tiene, para Platón, algo de imponderable. Eil cual- diante el pro ton organon, el aparato pneumático situado éll el corazón. Por
quier caso, el deseo físico formulado por el alula irracional y saciado con otro lado, el cuerpo abre al alma una ventana hacia el mundo a través de
el cuerpo sólo r~resenta un aspecto confuso y secundario de éste en la los cinco órganos de los sentidos, cuyos mensajes llegan al mismo dispo-
tenomenología del eros. El cuerpo n6 es'más que un instrumento, mien- sitivo cardíaco, que se ocupa entonces de codificados de forma que sean
tras que el amor, incluso aquel con finalidad sexual, depende de los po- comprensibles.\ Bajo eln9mb,re._de phantasia, o sentido interno, el espíri-
deres del alma.'!Finalmente, el esfu~rzo mayéutico de Sócrates hace hin- tu sideral transforma,los mensajes de los cinco sentidos en fantasmas per-
capié en la convertibilidad de todo eros, incluso físico (es decir psicofísico), ceptibJes por el alma. Es así porque ésta no puede captar nada que no sea
en contemplación intelectual. convertido en una secuencia de fantasmas; en pocas palabras, no puede
Aristóteles no pone en; duda la existencia de la dicotomía platónica comprender nada sin ('mtasmas (aneu phantasmatosY. En latín, Guillaume
entre cuerpo y alma. Sin embargo, estudiando los secretos de la natura- de Mrerbecke, traductor de Aristóteles, reproduce así este fragmento:
leza, siente la necesidad de definir empíricamente las relaciones entre es- Numquam sine phantasmate intelligit anima. Y santo Tomás hace de ello un
tas dos entidades aisladas, cuya unión casi imposible desde el punto de uso casi literal en su Suma teológica3, cuya influencia fue inmensa durante
vista metafísico constituye uno de los misterios más profundos del uni- ~os siglos posteriores: Intell~rtere sine conversione ad phantasmata est (animae)
verso. La intervención de Aristóteles, inspirada muy probablemente en las praetcr naturam. El sensus interior, sentido interno o sentido común aristo-
teorías de la medicina siciliana o de EmpédoclesI, produce dos resultados télico, que se ha convertido en una noción indisociable no tan sólo de la
de una importancia incalculable para la historia del pensamiento occiden- escolástica, sino también de todo el pensamiento occidental hasta el siglo
[al: por un lado, se s;onsiderará el eros, del mismo modo que la actividad XVIII, conservará 'aún toda su importancia en Descartes, y aparecerá, po-
S\'llsori;¡],como una de las operaciones que implica la relación mutua ~l: siblemente por última vez, en las primeras páginas de la Crítica de la razón
111:1-111\111\10 scnsible, lo que hará que sea sustraído al dominio incondi- pura de Kant. Para los filósofos del siglo XIX ya ha perdido su credibili-
I illll.lll¡) d\'I :11111:1;i por otro lado, y como consecuencia, el erótico, igual dad, transformándose en una simple curiosidad histórica confinada a los

30 31

"'-
l
libros especializados o reservada a las palabras del espíritu, como prueba
de que no se había olvidado del todo en los medios intelectuales. Si no
supiéramos que, para Aristóteles, el propio intelecto posee un carácter de
.
"

,
El hecho de recordar aquí los grandes momentos de la historia del
pneuma fantástico no responde a una simple manía de coleccionista. Por
haberse contentado con Aristóteles, y haber perdido de vista esta histo-
fantasma, que es phantasmatis, jamás podríamos llegar a comprender el ria, los intérpretes del Renacimiento, incluso los más instruidos, nunca
significado de la ocurrencia de Kierkegaard: que el pensamiento puro es han captado la esencia de las múltiples operaciones pneumáticas, ni su
un fantasma. unidad fundamental. Mientras no se ha comprendido el propio fenóme-
En el fondo, todo se reduce a un problema de comunicación: cuerpo no, toda la erudición del mundo es inútil, ya que lo que ésta puede ha-
y alma hablan dos lenguas no tan sólo distintas o incluso incompatibles cer se reduce a poco, especialmente a perfeccionar nuestros conocimien-
entre ellas, sino también inaudibles una para la otra. El sentido interno es tos sobre la existencia y 1las manifestaciones de un fenómeno, sin abordar,
el único capaz de oírlasy comprenderlas, desempeñando también la fun-- sin embargo, el problema mucho más importante de los presupuestos cul-
ción de traducir, según la dirección del mensaje, de una a otra. Sin em- turales que garantizan su funcionamiento en una época determinada.
bargo, puesto que los vocablos del lenguaje del alma son fantasmas, todo Ahora bien, la doctrina del pneuma fantástico no es una curiosidad ais-
lo que recibe de parte del cuerpo -incluyendo el lenguaje articulado- lada producida por los tanteos de la ciencia premoderna; por el contra-
tendrá que trasponerse en una secuencia fantástica. Además -¿es necesa- rio, es el motivo central que nos permitirá comprender el mecanismo y
rio decirlo aún?- el alma tiene primacía absoluta sobre el cuerP9. Se des- el obje6vo de esta ciencia, así como el horizonte de esperanza" hacia el
prende de esto que el fantasma tiene también primacía absoluta sobre la pala- cual se encaminaba la existencia humana durante un largo período del
bra, que precede al mismo tiempo a la articulación y al entendimiento de pasado de nuestra especie.
todo mensaje linguístico. De aquí deriva la existencia de dos gramáticas Alcmeón de Crotona, médico siciliano del siglo VI, próximo a la en-
distintas, siendo.)a., primera mucho menos importante que la segunda: una señanza de los pitagóricos, ya habla del pneuma vital que circula por las
j gramática de la lengua hablada y una gramática de la lengua fantástica. El arterias del cuerpo humano. El parentesco de la sangre y el pneuma
intelecto, que proviene del alma y es a su vez fantástico en sí mismo, es -siendo éste la parte más sensible de la primera- se convierte en tema ba-
el único que disfruta del privilegio de comprender la gramática fantásti- nal de la escuela de medicina siciliana, dirigida por el célebre Empédq-
ca. Pqdrá hacer con ello manuales e incluso organizar juegos muy serios cles de Agrigento, chamán griego del siglo v. Como iatromante, curan-
sobre fantasmas. Pero todo esto le servirá sobre todo para comprendev el dero (iatros) y adivino (mantis), Empédoc1es era conocido como el más
alma y sondear sus posibilidades latentes. Esta comprensión, que es más grande especialista antiguo en el tratamiento de la catalepsia (apnou) o
arte que ciencia debido a la habilidad que debe desplegarse para sorpren- muerte aparenteo. No se sabe lo que pensaba Empédocles del pneuma vi-
der los secretos del país mal conocido donde viaja el intelecto, represen- tal, pero los miembros de su escuela consideraban el espíritu como una
ta el postulado de toda"s las operaciones fantásticas del Renacimiento: el exhalación sutil de la sangre, que se desplaza por las arterias del cuerpo
eros, el Arte de la memoria, la magia, la alquimia y la cábala práctica. IJl1l1lano, mientras que sólo la circulación venosa estaba reservada a la pro-
pia sangre. Al corazón, depósito central del pneuma, le corresponde el
El pneuma fantástico p:lpel principal en el mantenimiento de las funciones vitales del cuerpo.
La teoría aristotélica del pneuma fantástico no surgió de la nada. Al La doctrina siciliana, aunque más grosera que la teoría de pránas de las
contrario, se puede incluso afirmar que no tiene nada de original, salvo Upanishads, se le asemeja bastante por el hecho de utilizar el concepto de
el encaje de las piezas que la Componen. El sistema pertenece a Aristóte- los fluidos sutiles para explicar las funciones del organismo. Tal como he-
les, mientras que los elementos del sistema son preexistentes. Utilizando 1110S mostrado en otro lugar, a partir de esta fisiología sutil, o junto a ella,
la fórmula de Aby Warburg, se podría asignar a Aristótelesla «voluntad se desarrollan las teorías y técnicas místicas en las que el «corazón» o el
selectiva», pero no la invención de la materia de esta doctrina. -", • «enclave del corazón» deseÍ11peñan un papel fundamental".

32 33
La escuela de medicina de Cos, fundada por Hipócrates, contempo- •
casos en los que no se dispone de testimonios más directos, a veces, a tra-
ráneo de Sócrates, se empeñaba en distinguirse de la escuela siciliana,
vés de] estoicismo se puede reconstituir el pensamiento médico más an-
asignando al pneuma otro origen y otro sitio. SegÚn los hipocráticos, .~l tiguo.
pneuma arterial era sólo aire aspirado de] medio circundante y su centro
P]atón no adopta e! concepto de pneuma, pero la explicación que él
era el cerebro.
ofre'ce de los mecanismos de la vista (Timco, 45b-d) y del oído (Timco,
Esta doctrina fue transmitida por Praxágoras de Cos a su discípulo
67b), muy afin con las más tardías ideas estoicas y médicas, podría deri-
Herófilo de Alejandría y contribuyó sin duda a la síntesis realizada por
var de ]a enseñanza de los sicilianos. La formación de las imágenes ópti-
Erasístrato, conciudadano más joven de Herófilo. Erasístrato, cuyas opi-
cas tiene que ver con e! principio del radar: los ojos, depositarios de un
niones han llegado hasta nosotros gracias a los escritos de Galeno, inten-
"'fuego interior lanzan un rayo ígneo a través de las pupilas, e] cual en-
ta conciliar los puntos de vista de las dos escuelas de medicina proponien-
,cuentra e! «fuego exteriop) proyectado por los cuerpos sensibles hacia
do la descentralización del pneuma. Para contentar a los seguidores de
fuera de ellos. Aristóteles (Dc anima, 428a) reduciría a uno el nÚmero de
Ga]eno, coloca e] pneuma vital (zótikon) en el ventrículo izquierdo de]
«fuegos», e'specia]mente e! «fuego exterior» que, en e! acto de ]a vista, se
corazón y localiza en el cerebro el pneuma psíquico (psychikon), para no
refleja en las membranas oculares. Para P]atón, el oído resulta de! impac-
contrariar a los hipocráticos. El ventrículo derecho del corazón contiene
to de ]a onda sonora contra las orejas. Este impacto se transmite «a] cere-
sangre ven osa, mientras que el pneuma circula por las arterias, pero -segÚn
bro y a la sangre, para llegar de este modo a] alma»~(Timco, 67b). Esta ex-
la tesis hipocrática- se trata sólo de aire aspirado de fuera, teoría que no plicación es muy parecida a la que Zenón dará de este fenómeno, con ]a
halla ]a aprobación de Galeno, para quien las arterias contienen sangre y diferencia de que para los estoicos la onda sonora recibe e! nombre de
pneuma mezclados? pncuma vocal"'.
"t',¡..J
Sólo por la ~esonancia probable que tuvieron en Platón, 19s princi- Después de Platón, se establece un contacto más directo entre las doc-
pios de la escuela siciliana ya hubieran merecido un exameti •.atento. trinas médicas sicilianas y los grandes pensadores de ]a época, gracias so-
Además, dos de los pensadores más influyentes de la Antiguechd, Aris-
bre todo a la extraordinaria actividad de Diocles de Karistos, contempo-
tóte]es y Zenón de Citio, fundador del estoicismo, hicieron de estas ideas
ráneo si no antecesor de Aristóte!es11, Es aÚn prematuro para pronunciarse
e] fundamento de sus doctrinas respectivas del alma y, por añadidura, co-
sobre ]0 que Aristóte!es debe a Diocles; en cualquier caso, si se compara
mo sucedió con Zenón, de una interpretación integral y analógica del
la teoría aristotélica de! pneuma fantástico con la noción estoica de hccí!.c,
microcosmos y de! macrocosmos.
monikon o «Principa]» de! alma, noción elaborada por Zenón a partir de
)~xisten dos indicios, de valor desigual, que permiten establecer ,UQ los datos de la medicina de Empédocles, es posible, si no necesario, d~-
contacto entre Platón y la medicina siciliana. Hacia los años 370-360".uno
ducir que fue Aristóteles quien se inspiró en Diocles, y no a] revés.
de los representantes de ésta, Philistion, residió en AtenasR• Es un indicio
Para Zenón, los datos sacados de la enseñanza de Diocles, y especial-
histórico que no tendría ninguna otra consecuencia si no fuera confir- .~
l}¡,'" mente la noción médica de! pneuma, forman e! esqueleto de toda un~
mado por la presencia, en ]a obra de P]atón, de elementos extraídos de ,
artimología micro y macrocósmica, que representa e! intento más grande
las enseñanzas de los sicilianos y de los hipocráticos. Puesto que el pro-
del espíritu he!enístico para conciliar al hombre con e! mundo, el"arriba
blema sólo nos interesa bajo un aspecto más bien marginal, nos absten-
y el abajo. Construida a partir de ]a síntesis estoica, la magia de ]a Anti.,.
dremos de tratado aquí con más detalle9• E] interés de los estoicos por la
guedad tardía, cuyos principios se hallan perfeccionados en ]a magia de! i
teoría del conocimiento sensible es bien conocido y será abordado más
adelante. Se podría suponer que se trata de uno de los numerosos présta-
mos a la medicina siciliana, puesto que más tarde la medicina pneumáti-
ca y galénica se ocuparán de estos problemas de forma activa. En ciertos
Renacimiento, no es más que una. prolongación práctica de las teorías de
la medicina de Empédocles, ree!aboradas por Zenón.
Mientras que para Aristóte!es e] pneuma· no era más que una envoltu-
\
/

"', .ra sudl del alma, para los estoicos, igual que para los médicos, e! pneuma

34 \ 35
~
\

.es la propia alma, que penetra en todo el cuerpo humano y preside todas miento del siglo XIb> significó el redescubrimiento de la Antigl1edad grie-
sus actividades -ya sea la movilidad, los cinco sentidos, la excreción o la ga a través de la árabe. Galeno volvió a aparecer en la cultura el~ropea
secreción de esperma-o La teoI'Ía estoica del conocimiento sensible está mediante las traducciones en latín de autores árabesl8. Al comienzo del si-
relacionada con la de Aristóteles: un «sintetizador» cardíaco, el hegemoní- glo XIII, las enciclopedias medievales del saber introducen los nuevos co-
kon, recibe todas las corrientes pneumáticas que los órganos de los senti- nocimientos, que se convertirán en acervo común de la época.
dos le transmiten y produce «fantasmas comprensibles» (phantasia katalep- Una de las sumas más conocidas de la época era el De proprietatiuus re-
tíké) que son captados por el intelectol2. Éste sólo puede comprender ~as 1'1/111 libri XIX; redactado entre] 230 Y 1250 por--un hermano de una orden
«huellas sobre el alma» (t}'posis ell ps}'ché) producidas por el Principal, el menor, l3artolomé el Inglés, que había enseñado en Magdeburgo y en la
cual, como una araña en medio de su tela, controla desde su centro car- Sorbona. Los innumerables incunables, las dieciocho ediciones y la tra-
díaco -centro del cuerpo- todas las informaciones que le transmiten los ducción en seis lenguas vernáculas no bastan para dar una idea del pres- '.. "J

sentidos periféricos13• Para Crisipo, «la percepción de un objeto se haría tigio -desgraciadamente muy superior a su valor- de esta obra bastante
mediante una corriente pneumática que partiendo del hegelllollikoll, se di- mediocre. Como hecho significativo, al comienzo del siglo XIV, la copia
rige hacia la pupila del ojo, donde entra en contacto con la porción de que había pertenecido a Pierre de Limoges se hallaba atada con una ca-
aire situada entre el órgano visuai y el objeto perceptible. Este contacto dena al pupitre de la capilla de la universidad de ¡>arísl~.
produce en el aire una cierta tensión que se propaga siguicndo un-cono La psicología de las facultades o teoría de las «virtudes» del alma es
cuyo vértice está en el ojo, y la base delimita nuestro campo visua1»]4. Una expuesta por l3artolomé en el tercer libro de su suma211según traduc-
circulación pneumática igual anima los cinco sentidos, así como la pro- .ciones latinas del árabe como la H}'sac~oge ill lIIedícillalll de H unain ibn
ducción de la voz y del espermal5. Los estoicos más tardíos, como Epic- Ishaq, alias johannitius, médico iraquí del siglo IX, los escritos de Cons-
teto, inspirándose tal vez en el radar platónico, llegan incluso a admitir tantino el Afi-icano o compilaciones como el De motu cordis de Alfi-cdo
que, en el acto de la vista, el pneuma sobresale del órgano sensorial para el Inglés y el De espiritu et auima pseudo-agustiniano, un escrito dcl si-
entrar en contacto con el objeto sensible y llevar la imagen percibida al glo XII atribuido hoya Hugo de Saint- Victor o más bien a Alcher dc
hegel/lOllíkoll]6. Clairv~ux2] ..
Originaria de antiguas teorías medicinales, pero perfeccionada por Ze- En esta doctrina, resumida de forma bastante torpe por l3artolomé,
nón, la teoría del conocimiento pneumático regresa a la disciplina de la . en la que se mezclan galenismo y aristotelismo, el alma humana se divi-
que había surgido, a través de la escuela del médico Ateneo, establecido de en tres: alma racional o intelectual que es eterna, incorruptible e in-
I
en Roma durante el siglo después de J. c. Según la doctrina de los mé- mortal; alma sensible, hecha de sustancia espiritual, y alma vegetativa. El
dicos «pneumáticos», cuyo representante principal fue Arquígeno de Apa- alma vegetativa es común al hombre y a las plantas, el alma sensible es co-
mea en Siria, activo en Roma bajo el emperador Trajano, el hegemonikoll, mún al hombre y a los animales, mientras que el alma racional sólo per-
no interviene directamente en el proceso del conocimiento sensible. El tenece al hombre (I1I, 7). El alma vegetativa produce la generación, la
gran Claudio Galeno, autoridad en la medicina del siglo 11, se inspira en conservación y el crecimiento de los cuerpos; dirige las actividades de
los planteamientos de los «pneumáticos» al afirmar que el hegemollikon no nutrición, digestión y excreción (I1I, 8). El alma sensib~~ -aquella que nos
se sitúa cn el corazón humano, sinQ en el cerebro. A pesar de ello, le asig- interesa aquí- tiene tres facultades: liatural) vital y allimal. Parece que a tra-
na la importante función de s}'llaisthesis, de «sintetización» de las informa- vés de la [lCultad natural, situada en el hígado y que se transmite al cuer-
.\
ciones pneumáticas17• po por la circulación venosa, el alma sensible no hace otra cosa que to-
J
Nos resultaría imposible detenernos aquí sobre la fortuna de Galeno mar sobre sí misma las funciones del alma vegetativa, las de nutrición,
durante la Edad Media. Sus obras fueron utilizadas y preservadas por la generación y crecimiento (111, 14). La facultad vital o espiritual está en el
medicina árabe. El acontecimiento cultural que algunos llaman «re;;~ci- s..0razón, que propaga la vida en todo el organismo mediante el espíritu
~, 111

36 37
circulando por las arterias. En cuanto a la facultad animal, su localización cir segÚn el cuadro interpretativo que interpone entre un contenido pree-
está en e! cerebro. Ésta se divide en tres (IlI, 16): ordinatiua, sC11sitiua y mo- xistente y su resultado «moderno»23. El paso de un mensaje a través del
tiua. La distinción entre las dos primeras es bastante dificil de ver. Ade- filtro hermenéutico de una época produce dos efectos de orden semán-
más, e! mismo Bartolomé se olvida de ella, deteniéndose tan sólo en la tica: e! primero, apuntando a la propia organización de la estructura cul-
descripción de la facultad sensible22• tural de la época, y.situándose por ello en el. exterior de ésta, se define
La cámara, o ventrículo anterior del cerebro, sede de la imaginación c¿mo un mecanismo tan complejo como sutil de puesta ep relieve o, por
(o, segÚn e! lenguaje de Bartolomé, de la virtus imaginatiua, ramificación el contrario, de rechazo de ciertos contenidos ideológicos; el segundo,
de la ordinatiua), está llena de terminaciones nerviosas que establecen la , t que actÚa en e! mismo interior de la estructura cultural, se define como
comunicación con los órganos sensoriales;' El propio espíritu -llamado una distorsión sistemática o incluso una inversión semántica de las ideas
aquÍ«sensible»- ci!:.<;:ula
por los nervios y las arterias (IlI, 9), lo que nos ha- que pasan a través del cuadro interpretativo de la época.
ce creer que al inicio de las doctrinas que Bartolomé expone existía la Todo esto hace que e! deseo supremo del historiador de las ideas no
idea,-corriente en la medicina árabe, de que e! corazón es e! generador
\
sea, o no deba ser, la definición de los contenidos ideológicos de un pe-
Único de espíritu vital, e! cual, una vez que llega al cerebro, toma el nom- t ríodo determinado, los cuales tienen, en el fondo, un carácter recursivo,
l;m~de espíritu sensible. Los mensajes de los cinco sentidos «externos» son sino el de entrever sU.filtro hermenélftico, su «voluntad selectiva» que es, al
transportados por e! espíritu hasta e! cerebro, donde reside ,\1 sentido in- -
mismo .
tiempo, una voluntad deformadora.
temo o comÚn. La actividad de! sentido comÚn es, para Dartolomé, la de Una ideología se puede describir; un sistema interpretativo -el Único
la virttls ordinatiua, que ocupa los tres ventrículos cerebrales: e! atiterior, que cuenta, ya que es el Único que da la medida de la originalidad de un
sede de la imaginación, el mediano, sede de la razón, y e! posterior, sede momento cultural con relación a cualquier otro- es inaprensible. Se
de la memoria. La inldginación convierte e! lenguaje de los sentidos en muestra furtivamente en toda su complejidad como presencia tácita si no
lenguaje fantástico, de manera que la razón pueda captar y comprender • oculta, pero también objetiva e inexorable, para ocultarse justo después
los fantasmas. Los datos de la imaginación y de la razón son depositados de la miroda del investigador. Con el fin de que éste pueda tratar la his-
en la memoria (I1I, 10). toria de las ideas, es llamado a ver no solamente lo que se muestra, las pro-
Dartolomé no es más que la imagen, bastante fiel, de las concepciones pias ideas, sino justamente1lo que no se muestra, esto es, los hilos secre-
de toda una época, compartidas por Alberto e! Grande, Roger Bacon y tos que unen las ideas a la voluntad invisible del tit;mpo, su director. Las
Tomás. de Aquino. La mayoría de estas teorías ya eran accesibles en latín ideas son vistas por todo el mundo; se supone que el historiador de las ide-
desde la segunda mitad de! siglo XI, cuando el médico cartaginés Cons- as mira entre bastidores, contempla la otra cara del teatro, la escena vista
desde el interior.
tantino e! Africano, después de una vida de aventuras, encontró la paz en
los claustros de Montecassino y se consagró a la traducción de obras de Es impósible penetrar en los bastidores de! Renacimiento del siglo xv
tnedicina árabes, que circularon durante largo tiempo bajo su propio nom- sin haber echado antes un vistazo en las de! Renacimiento del siglox¡¡24.
bre. Por Último, en el siglo XII, el gran traductor Gerardo de Cr~mona, Las teorías del eros fantástico han sido elaboradas durante este Último, pa-
ra alcanzar su gloria, rápidamente degenerada en manierismo, en la poe-

,
instalado en Toledo en e! colegio del arzobispo Raimundo, ofreció, entre
sía del Dolce Stil Novo.
otras, una versión latina de las obras de Avicena, en la que la teoría del sin-
tetizador [1ntástico y de los compartimentos de! cerebro era ya comÚn .. " La «voluntad selectiva» de! Renacimiento italiano se ciirige en buena
parte a las, producciones, a menudo pesadas, de los precursores del siglo
2. Flujo y reflujo de los valores en el siglo XII XIII, para imponerles su propio sistema interpretativo. No es por pura
complacencia que Marsilio Ficino, cuyo tratado sobre el anlOr está redac-
La originalidad de una época no se calcula segÚb. el contenido -J" sus
sistemas ideológicos, sino más bien segÚn su «voluntad se!ectiva», es de- tado para e! uso de un descendiente de Guido, Cavalcanti2S, exponga con

.\
38 \ I 39
detalle algunas teorías eróticas de este último, Como uno de los principa-
Los eruditos modernos, que confunden a veces el redescubrimiento
les representantes de los Jedeli d' anlOre, Guido Cavalcanti elaboró una psi-
con el resumen o la recuperación literal de las mismas ideas, sólo atribu-
cología empírica del eros que no difiere esencialm~nte de la de Ficino,
yen esta prioridad a Mario Equicola, intérprete de la poesía provenzal en
El caso de Juan Pico, que analizaremos en el tercer capítulo de este li-
su Libro de Hatl/fa de amon', cuyo original latín, a partir del cual se efectuó
bro, es más complicado: parece una manifestación patente del complejo
la traducción italiana de 1509-1511 publicada en 1525, se remonta a los
de Edipo, si no fuera porque esta fórmula está en desuso, a fuerza de una
alios ·1494-] 49627, justo después de la muerte de Pico. Ahora bien, es cier-
abusiva repetición, Estimulado, o más bien enervado por la pequeli.a obra
to que Mario Equicola se refiere directamente a la lírica de los trovado-
maestra de Ficino sobre el amor, Pico se olvida de toda cortesía e inten-
.,/ res, mientras que Cavalcanti, en quien Ficino descubre a un precursor, no
ta rechazarla por completo', Por esta razón, se lanza sobre Guido Caval-
es más que el representante más tardío de una escuela italiana que, apro-
can ti, reprochándole su falta de profundidad, y propone como modelo de
vechándose también de las lecciones de la escuela siciliana2H y en compe-
poema de amor una Callzona de su amigo Girolamo Benivieni, de quien
t~ncia con' la escuela boloñesa, sustituye el código de los trovadores por
inicia el comentario. El ejemplo de Pico es muy significativo. El joven se
uno más rígido y «científico», Sin duda alguna, ambas experiencias no se
olvida de lo que en otra parte demuestra conocer de sobra: especialmen-
pueden superponer, pero el «stilnovismo» y la poesía provenzal reapare-
te, que una época cultural no se define por el contenido de las ideas que
. cen cn la misma raíz existencial, que es la del amor cortés,
vehicula, sino por el filtro interpretativo que propone, Exige de Guido
Cavalcanti lo que Ficino, más sutil en este aspecto, no hubiera nunca osa- Aculturación de Occidente
do pretender: a saber, ¡que ya utiliza la interpretación platonizante del
El espectador que observa las ideas y las corrientes ideológicas en el
siglo xv! La Canzona de Benivieni sólo difiere de una canzolw de Caval-
escenario del siglo XII se ve desconcertado por su variedad. Una incur-
canti por el hecho de que proporciona directamente a Juan Pico la inter-
sión muy rápida dentro de bastidores, que pocos se atreven aÚn a em-
pretación que éste habría producido incluso en ausencia del poema, ya
prender, nos revela que, tal vez, una misma mano, una misma «voluntad
que era Sl/ propia interpretación del eros en general. La lectura platoni- selectiva» sostiene los numerosos hilos2".
zante de Cavalcanti representaba,. para Ficino, un sesgo hermenéutica
El fenómeno que caracteriza los movimientos de ideas del siglo XII se
que le permitía también rendir homenaje a un precursor y al antepasado
podría comparar a un inmenso flujo y reflujo de informaciones y valores
de una persona a quien tenía en profunda estima. Ahora bien, al recha- culturales, La Espafía de los tiempos de la Reconql/ista3l1 es uno de sus prin-
zar un verdadero olu'eto de interpretación -puesto que la diferencia entre
cipales centros. A medida que el reino cristiano de Castilla avanza y los
su comentario y el texto comentado sólo es prosódica, el primero en pro-
árabes se retiran, los «especialistas» o aventureros afluyen en el acto, fasci-
sa, el segundo en verso-, Pico formula, en el fondo, un rechazo tajante
nados por la riqueza y la cultura de los musulmanes, y empiezan con su
de toda hermenéutica. Para Ficino, Cavalcanti existe, en la medida en
actividad febril de traducción' a la que se añade la admiración y la polé-
que ha dicho algo iHterpretable; para Pico, no existe, porque no le pro-
mica religiosa, Rápidamente, gracias en particular al colegio de traduc-
porciona algo ya illte/pretado, como sucedía con su amigo Benivieni. Por tores instalado en Toledo, el Occidente latino toma contacto con los
lo demás, ninguna gran diferencia de fondo separa las teorías de Ficino
principales monumentos de la cultura árabe (y de la Antiguedad griega)
. de las de Pico, aunque este último reproche constantemente al otro la
en los campos de la medicina, de la filosofia, de la alquimia y de la reli-
vulgaridad de su estudio de los problemas sutiles de,l amor6,
gión, La última sigue siendo materia de refutación, y Rodriga Ximénez
De manera respetuosa y positiva, como en Ficino, o desdeñosa y ne-
de Rada o Pedro el Venerable, abad de Cluny, cumplen concienzuda-
gativa, como en Pico, corresponde en todo caso al Renacimiento floren-
mente con esta tarea. La filosona da que pensar, y en cualquier caso no
tino la prioridad cronológica en lo que concierne al redescub~miento
.••...
es aceptada de entrada y sin enmiendas, salvo si, por casualidad, un filó-
del otro Renacimiento, el de los siglos XII y XIII.
sofo judío de Córdoba como Solomon ibn Gabirol no hubiese tenido la

40
41
mucho al de Orleans tanto por el carácter de las creencias como por el
suerte de pasar por cristiano -bajo el nombre latinizado de Avicebrón,
medio de extracción de los miembros del grupo. Anticlericales, docetis-
Avencebrol o Avemcembron-. Sin embargo, la escolástica había encon-
tas, antinomistas, encratistas y vegetarianos, los nobles de Monforte pre-
trado su hombre cuando el Aristóte!es árabe y e! Aristóte!es griego fue-
ron descubiertos. Ninguna autoridad, hasta e! redescubrimiento de Pla- figuran también eI.endura cátaro según la idea de que los miembros de su
tón y de!neoplatonismo pagano, pudo hacer la competencia a este maestro. s~cta que se acercan a la muerte deben ser matados ritualmente, para evi-,
t~rles los sufi-imientos de la agOl~ía34.Al comienzo del siglo XII, influen-
La medicina tuvo la misma suerte: fue abrazada en seguida, aún más por
e! hecho de que e! galenismo de los árabes concordaba en numerosos cias bogomiles están presentes en la herejía anticlerical e iconoclasta de
Pierre de 13ruis y del predicador itinerante Hend", así como en la profe-
puntos con las doctrinas de Aristóte!es. Había llegado el tiempo de las
grandes síntesis, de las sumas. sión de fe dualista de dos campesinos de Soissons, Clément y Ebrard

En cuanto a la cultura árabe de España, se hace más dificil precisar lo (1114?". Tanche!m de Amberes y Eudo (Eón) de la Estrella, personajes
que se llevó en su reflujo: quizás algunas huellas de misticismo cristiano, rrtuy extraños, parecen inspirarse ambos en el gnosticismo de los prime-
visibles en Ibn 'Arabi, e! gran maestro sufi del siglo XIII. De todas mane- ros siglos después de J. C. El primero se inspiraba más exactamente en Si-
ras, aquellos que pudieron aprovec.barse de este intercarnbio de valores món el Mago de Samaria; inspiración tal vez espontánea, procedente de
fueron, en primer lugar, los cristianos. las profundidades del inconsciente colectivo, puesto que ambos fueron ta-
Este proceso de aculturación que se efectuaba en la punta oeste de chados de locos por algunos de sus contemporáneos, al igual que lo ha-
Europa se acompañó también de la insistente penetración de elementos cen los eruditos de hoy.
Los cátaros, dualistas puritanos de los siglos XII y XIII, fueron los úni-
procedentes del este, amenazando con desintegrar las propias bases de la
sociedad medieval. Disimulada durante largo tiempo bajo otros nombres, cos que se organizaron, siguiendo e!mode!o de los bogomiles37,en po-
o manteniéndose simplemente escondida, la antigua gnosis universalista derosas Iglesias que, en e! sur de Francia y norte de Italia, constituyeron
de Mani reapareció en el siglo X en la enseñanza del pope búlgaro 130- una verdadera amenaza para la Iglesia católica. Fue en su lucha contra los
gomil. El bogomilismo, que llegó rápidamente a 13izancio, hacía alarde de cátaros como ésta creó y perfeccionó el inquietante instrumento de la In-
todo e! arsenal 'de gnosis dualistas: consideraba al adversario de Dios co- quisición.
La diferencia entre los cátaros y los herejes de Orleans y de Monfor-
mo creador del mundo visible e inspirador del Antiguo Testamento, que
te no se debe buscar en el plano ideológico, sino sobre todo en el de! po-
era rechazado por completo, o casi; predicaba e! encratismo o abandono
der efectivo que los primeros alcanzaron con su predicación activa. A pe-
del matrimonio y la abstención de las relaciones sexuales, para no perpe-
sar de sostener otras justificaciones doctrinales que las de las gentes de
tuar la creación malvada de Satán, y e! vegetarianismo, para evitar la incor-
poración del elemento satánico presente en el reino animal; recomenda- Orleans y de Monforte, los cátaros no dejaban de profesar e! anticosmismo
u oposición al mundo malo creado por Satán, el docetismo, el encratis-
ba también el antinomismo o desobediencia a las Jeyes-dictadas-por_Ja"
mo, el antinomismo, e! anticlericalismo y e! vegetarianismo (o casi, por-
autoridad civil y religiosa31•
- El catarismo, que empieza a manifestarse hacia finales de la primera que no excluían de sus comidas poco abundantes el pescado, que consi-
deraban creado espontáneamente, sin relación sexual, por e! agua).
mitad del siglo XII, representa la rama occidental del bogomilism032• Con
todo, ya aparecen huellas esporádicas de gnosis dualista a partir del co- l Más que la historia de! dualismo medieval, lo que nos interesa aquí es
la formación de las doctrinas del amor en los siglos XII y XIII. Ahora bien,
mienzo del siglo XI en Francia y en Italia. Un grupo de nobles y religio-
sos de Orleans profesaban, alrededor de! año 1015, el encratismo, el ve- lo que es muy importante, es que la moral de los cátaros, puritana en
principio, admitía sin embargo, en ciertos casos, e! libertinismo, forma
getarianismo y el .docetismo o idea según la cual Cristo nunca ha asum@o
un verdadero cuerpo humano, parte constituyente también de las doctri=- grave de antinomismo con relación a las reglamentaciones sociales de los
católicos. Los cátaros, encratistas, no admitían el matrimonio: Legitima
nas dualistas33• Un segundo caso, en Monforte, en el Piamonte, se parece

43
42
.,
conn'ubia damnant, Matrimonium est meretricium) matrimonium est lupanar, de- <Sólo la feminidad inaccesible puede ser divinizada, y R. Boase nos re-
claraban, oponiéndose a esta «legalización del concubinato». «Condenan cuerda, como un equivalente cátaro de la historia de Bashshár, que Ger-
totalmente el matrimonio [oo.]», nos dice el inquisidor Bernard Gui3K, vais de Tilbury envió a la hoguera a una joven sólo por e! hecho de que
«eHos afirman que con él se está e~l perpetuo pecado. Niegan que el Dios e]]a lo había rechazado en sus insinuaciones eróticas41•
bueno lo haya jamás instituido. Declaran que el hecho de conocer car- ¡ En e! Islam, la identificación mujer-entidad suprasensibJe era más o
nalmente a la esposa no es menor falta que el comercio incestuoso con menos corriente, sin estar por e]]o desprovista de ambiguedat!: ..EI mís-
madre, hija o hennana». tico sufí Saná'í, muerto hacia el 1050, representaba con los rasgos de una
Por otro lado, dado que el camino de iniciación cátara pasaba del sim- mujer a una Madonna In telligenza , guía de! peregrino en el cosmos de
ple creyente al peifecto, el que los creyentes sucumbieran al sexo era abier- los neopJatónicos del Islam42, siendo al mismo tiempo el autor de una
tamente (publice) admitido, siempre que no Hevase el seHo legal del ma- de las más terribles diatribas en contra de las mujeres que haya existido
trimonio, ya que era mucho más grave hacer el amor con su propia mujer j{¡llás'l.\. Se trata, sin duda, de! doble aspecto del femenino: el aspecto
que con otra, jacere cum lIxore slla quam cum alia muliere. Esto abría paso a natllral, que provoca y justifica la misoginia del asceta, y el aspecto esel/-
un libertinaje sexual que la Iglesia católica temía por lo menos tanto co- cial bajo el cual la mujer es la «otra mitad de! cielo», para tomar presta-
mo la doctrina dualista de los cátaros, debido a sus consecuencias antiso- do de Jas feministas una palabra que a su vez tomaron de Mao, y éste
ciales y antidemográficas3<J. del taoísmo.
I

El flujo cultural que invadió la Europa occidental del oeste y del este, Suavizando la contradicción entre estas dos caras separadas de lo fe-
cuyos result;ídos fueron la escolástica de la Baja Edad Media, así como las menino, el místico sufílbn 'Arabí de Murcia sólo conte.!!!p];t_aJa.mujer
sectas dualistas, puede no obstante ser juzgado como un fenómeno de irn- _bajo la especie ideal. En La Meca, en e! año 1201, compone un díwán de-
portación. Cuando la marea se retiró, las influencias procedentes del oes- dicado a Nezám ¡Armonía], hija de! no'ble imán de origen iraní Záhir ibn
te y las de! este se encontraron reunidas en la ideología, extraña y origi- RostamH• Bajo e! título El intérprete de los deseos ardientes, el prólogo del
''''t> nal, de! amor cortés. dí'wán contiene estas confesiones íntimas:
Ésta tiene en común con e! catarismo el desprecio por el matrimonio
y la ambiguedad de un mensaje que, hostil en principio al comercio se-'- Pero este jeque tenía una hija, una adolescente esbelta que atraía las miradas
xual, está sin embargo contradicho por las costumbres libertinas de los de todo aquel que la veía, cuya símple presencia era el ornamento de las asam-
troveros. Al igual que los creyentes,cátaros, algunos de eHos parece que se bleas y maravillaba hasta el estupor a cualquiera que la contemplara. Su nombre
permitieron sistemáticamente algunas libertades. El fenómeno dé:1 amor era Nezal11 ¡Armonía] y su sobrenombre Ojo del Sol y de la Belleza ¡'ayn al-
c.QrtéLtiene, con todo, muchos más elementos en común con la medici- shams \va'l-13aha'j. Sabia y piadosa, con la experiencia de la vida espiritual y mís-
na y la mística árabes, lo que no anula de todos modos la hipótesis de una tica, ella era la personificaciÓn de la venerable antiguedad de toda la tierra santa
doble fuente de inspiración. y de la juventud ingenua de la gran ciudad fiel al profeta. La magia de su mira-
La idealización e incluso la hi~ostatización de la mujer, componente da y la gracia de su conversaciÓn hechizaban de tal modo que, si le acaecía ser
importante de! amor cortés, estaban presentes desde hacía tiempo en la prolija, su palabra manaba de la fuente; siendo concisa, era una maravilla de elo-
poesía mística árabe. Por otro lado, ésta no estaba exenta de la acusación cuencia; cuando disertaba era clara y transparente (...). Si no fuera por las almas
de dualismo, fenómeno tan mal tolerado por los musulmanes como por mezquinas, prontas al escándalo y predispuestas a las habladurías, comentaría aquí
los cristianos. En e! año 783, el poeta Bashshár ibn Burd fue condenado la belleza que Dios concediÓ a su cuerpo tanto como a su alma, la cual era un
a muerte como zindíq o criptomaniqueo (por lo tanto cátaro antes de jardín de generosidad (...). En la época en que la traté, observaba con atenciÓn
tiempo), «porque había identificado a la mujer a quien había dedicado su los nobles dones que adornaban su persona, además de lo que Úiadía la compa-
poema con e! Espíritu o r('¡lz, intermediario entre el hombre y Dios»40. ¡'lía de su tía y de su padre. Entonces la tomé como inspiraciÓn de los poemas

44 45
que co~tiene el presente libro y que son poemas de amor, compuestos por fra- edad de noventa atlaS, tiene aÚn el aspecto de una joven4B• A] contrario
ses elegantes y dulces, aunque no haya logrado expresar ni siquiera una parte de'·
de Sana'i, que comprueba que el mundo sensible es una trampa, donde
la emoción que mi alma sentía ni lo que el hecho de encontrarme con esta jo- la belleza no corresponde a una cualidad ontológica, Ibn 'Arabi mani-
ven despertaba en mi corazón, ni el amor generoso que experimentaba, ni el re- fiesta un desinterés llevado al extremo hacia esta verdad, reteniendo sólo
.cuerdo que su constante amistad dejó en mi memoria, ni lo que eran la gracia la idea de la continuidad entre belleza sensible y Belleza inteligible.
de su mente y el pudor de su compostura, puesto que es el objeto de' mi BÚs- Después de estos apuntes sobre ]a idealización de los seres femeninos,
queda y mi esperanza, la virgen Muy-Pura [al-Adkril al-batúl]. Sin embargo, he es hora ya de volver aliado de nuestros fieles del amor de Occidente. Una
logrado poner en verso algunos de los pensamientos de mi nostalgia, como pre- de las características más destacadas del amor cortés consiste en la ~(voca-
sentes y objetos preciosos que ofrezco aquí. He dejado que mi alma apasionada ción del sufrimiento» que manifiesta el fiel. La ocultación del amor re-
se expresara claramente, he querido sugerir qué afecto profundo sentía, qué pro- presenta uno de los elementos esenciales del ritual erótico. En este pro-
.)
funda preocupación me atormentó durante este tiempo ahora caduco, y gué pe- ceso de alejamiento voluntario del objeto del amor, que produce ]a
sar me asalta aÚn al recordar la noble compañía de esta joven". suspensión indefmida de la realización del deseo, hay que ver uno de los
secretos de la tradición occidental. Ninguna barrera es lo suficientemen-
Aunque Ibn 'Arabi hubiera tenido el cuidado de precisar que sus poe- te fuerte en este caso, incluida aquella que crea e! mismo enamorado apa-
mas tienen un carácter simbólics\ que las bellezas visibles no hacen más rentando costumbres ligeras que conducen a la instauración de un clima
que evocar las realidades suprasensibles del mundo de las inteligencias an- de recelo pÚblico. No intenta obtenÚ con esto, de forma voluntaria, los
gélicas, un doctor de Alepo le acusó de haber disimulado en ellos un amor favores sino e] desprecio de su amada,. para que de este modo ]e sea más
sensual para salvar su reputación de austeridad. Este personaje, real o fic- inaccesible que, nunca. En lugar de apaciguar las ansias de su pasión, el
ticio, ocupa aquí el lugar debido: es el moralista que interviene para po- fiel se dedica por todos los medios a acrecentarlas. Es enfermo por voca-
ner en duda la pureza de intención del enamorado y que suscita por par- ción y rechaza la curación segÚn11a ley vulgar 'de la saciedad de! deseo, ya
te de éste las mismas protestas que forman la explicación de la esencia del sea furtivamente, como los amantés, o legalmente, como los esposos4'¡.
amor cortés. Más que de un personaje, se trata pues de una función en la E] hecho de que e! eros pueda asumir formas patológicas, no es nada
misma estructura del género literario (y existencial) cultivado por los fie- nuevo en la historia de la medicina. Una alusión a la Ii«witatio
Ó immoderata
les de amor, desde los trovadores hasta Dante. Para refutar estas insinua-
suscitada por una imagen femenina aparece incluso en el tratado conven-
ciones vulgares, Ibn 'Arabi se decide a escribir su largo comentario en el cionalísimo Sobre el amor de Andrés el Capellán) puritano de! siglo XII que
díwán, en el que explica lo que H. Corbin denomina el «modo de aper- tuvo la mala fortuna de ser tomado por un cátardo: «Cuando alguien ve
cepción teof:ínico» propio de los fieles de amor. Así, Nezam se convierte ,'(, a una 'mujer que merece atención erótica, empieza en seguida a desearla
en <<unaSabiduría [SophiaJ sublime y divina, esencial y sacrosanta, que se e)1 su corazón. Luego, cuanto más piensa en ello, más penetrado de amor
manifestó visiblemente al autor de sus poemas, con tal dulzura que engen- s~.siente, hasta el punto que consigue reconstituirla toda entera en su fan-
dró en él gozo y alegría, emoción y arrebato»4ú.
t.~sía. A continuación, se pone a pensar en sus formas, distingue sus
\ La bellez.~ inteligible manifestada en la belleza sensible del femenino miembros, los imagina en acción y explora [rimari, lit.: hender] ]~_partes
es la expresión conmovedora y optimista del platonismo del místico an- secretas de su cuerpo».
daluz. El corolario de esta concepción es doble: en primer lugar, lo que. El fantasma femenino puede entonces apoderarse del aparato pneumá-.;
pertenece al inteligible está dotado de belleza femenina, como eJ ángel ~~s:oentero del enamorado, produciendo -salvo si el deseo encuentra su
que aparece con los rasgos de una «princesa de entre los griegos»'I7; en se- sosiego natura]- unas perturbaciones somáticas bastante inquietantes. Con
gundo lugar, todo ]0 que aparece bajo el respL:¡.ndpr del inleligible es par- el nombre de 'ishq, este síndrome de amor ha sido descrito P9rAvicena,
tícipe de virtudes virginales, como la santa Fátima de CÚrd()ba que, a la cuyo Liber can~nis fue e! manual corriente de medicina de la Baja Edad

46 47

J
.:...a.
Media cristiana. Sin embargo, Constantino el Africano ya hablaba de ello, abandona todas sus actividades, de manera que, si alguienJe habla, ape-
en su traducción del Liber regius de 'Alí' ibn 'Abbas al-Majusí', conocido nas le oye. Y puesto que se trata de una cogitación ininterrumpida, pue-
con el nombre de Haly AbbasJIDespués de Constan tino, la semiología del de ser definida como una angustia melancólica. Se llama hereos porque
eros pat6fógico ha sido descrita por Arnau' de Vilanova y Vincent de Be- los sei'íores y los nobles, debido a la abundancia de delicias, caían a me-
auvais51, que lo clasific;m entre las especies de la melancolía52• nudo en esta afección [... ]». La semiología del síndrome es la siguiente:
., El nombre del síndrome es amor hereos o también, latinizad~~ heroyws, «Los signos son la omisión del sueño, de la comida y de la bebida. Todo
y su etimología sigue siendo dudosa: podría derivar del griego erós, por ei cuerpo se debilita, salvo los ojos». También menciona la inestabilidad
contaminación con herós53, o directamente de herós (hipótesis compartida emotiva, el pulso desordenado y la manía por deambular. El pronóstico
con Marsilio Ficin054), puesto' que los heros representaban, según una vie- es inquietante: «Si no son tratados, se convierten en unos maniáticos y se
ja tradición, a unos seres voladores maléficos, parecidos a los dem.~r:~]~ mueren». Finalmente, el tratamiento de la enfermedad debe empezar con
El hecho de que Ia melaneholia nigra et canina y el amor hereos estén em- lo/«medios suaves», como la persuasión, o «fuertes», como el látigo, los
parentados se explica porque, a partir de Aristóteles, se asocian fenóme- viajes, la cultura de los placeres eróticos con varias mujeres, las excursio-
nos eróticos anormales con el síndrome de la melancolía. Siguiendo es- nes al campo (coito, digiuno, cbrieta e cscrcizio, recomendará Ficino). Úni-
ta tradición, santa Hildegard von Bingen /m. 1179) atribuye a los camente «si no queda otro remedio», el doctor Bernard de Gordon, pro-
melancólicos capacidades sexuales ilimitadas: «Los ,melancólicos tienen. fesor y practicante, aconseja recurrir a los talentos de una vieja y
huesos grandes que contienen poca médula, la cual es tan ardiente, que .horripilante arpía. La vieja tendrá que llevar bajo sus ropas un trapo mo-
son igual de incontinentes con las mujeres que las víbpras [... ]. Son libi- jado con sangre menstrual. En primer lugar, ante el paciente, deberá pro-
dinosos en exceso y, al igual que los asnos, no tienen moderación, cob_ ferir las peores maledicencias acerca de la mujer que él ama y, si esto re-
las mujeres. Si detuviesen esta depravación, la locura continuaría [... ]. S~!. ,~~"
...

sulta inútil, tendrá que e.xtraer el trapo de su seno, exhibirlo bajo la nariz '
amor es odioso, tortuoso y mortífero como el de los lobos voraces [... ]. ,.1 del desafortunado y gritarle a la cara: «¡Tu amiga' es así, es así!», sugi-
Hacen comercio con las mujeres, y sin embargo las odian»56. El mismo riendo -como dirá el Malleus malc:fiearum- que ella no es más que un «mal "

Ficino reconoce el parentesco entre melancolía y patología erótica57, y de la naturaleza».


Me1anchthon las considera como una sola cosa en su fórmula melancolía , Agotado, el médico llega a la conclusión: «Si incluso después de esto
ílla hcro iea5B •
no se decide a cambiar de opinión, entonces no es un hombre, sino el
La etiología más completa de la enfermedad se halla en la sección «De diablo desnudo [... ]»"".
amore qui hereos dicitur» del Liliul11 medicinalc del doctor Bernard de
GOl,don (ea. 1258-1318), profesor en Montpellier5'!: «1"a enfermedad lla- Cómo una mujer, que es tan grande,
mada hcrcos es una angustia melancólica causada por el amor hacia una penetra por los ojos, que son tan pequeños
mujer. La causa de esta afección reside en la corrupción de la facultad de Examinando de cerca la larga descripción del amor hereos en Bernard
la estima por una forma y una figura que ha permanecido impresa en ella de Gordon, percibimos que se trata de una infección fantástica, que se
de forma muy intensa. Cuando alguien se apasiona por una mujer, pien- traduce en una consunción melancólica del sujeto, exceptuando sus ojos, , I
sa desmedidamente en su forma, en su figura, en su comportamient,o, que no se debilitan. ¿Por qué los ojos? La respuesta es la siguiente: la ima-
puesto que cree que es la más bella, la más venerable, la más extraordi- gen de la mujer penetra 'en el espíritu a través de los ojos y, mediante el
naria y la mejor hecha, tanto de cuerpo como de all1!:a. Por esta razón, nervio óptico, se transmite al espíritu sensible que forma el sentido co-
\;¡ desea_c<;>.n
ardor, oly'idando la mog~.I;!.<;iQ!?:
Y el sentido común, y P!eI1:: mún. '.Ia imagen obsesiva, transformada en fantasma, invade el territorio
sa qué, ~L él pudiera satisfacer su deseo, se..rXª,feliz. El juicio de su razón de los tres ventrÍculos del cerebro provocando la alteración de la virtllsfls-
{st(¡ tan alterado que l~Tlagina cOQ,stantemente la forma de la muj,e.r y... '. tinlativa o de la razón, que reside en la segunda célula cerebral. Si los ojos

48 ) 49

~ -
no participan en el debilitamiento general del organismo se debe a que los
,... preceptos de la ciencia médica, se ennoblece a medida que acepta sa-
el espíritu utiliza estas aberturas corporales para intentar recobrar contac:- c3r provecho de las delicias de la enfermedad que lo consume:..
to con el objeto que ha sido convertido en fantasma obsesivo: la mujer. Esta el1fermedad es justamente la experiencia descrita por~Guido Ca-
La segunda cosa digna de atención es que el síndrome erótico repre- valcanti, 'desde el momento en que el espíritu vis\lal intercepta la imagen
senta solamente la semiología médica -por fuerza negativa, ya que nos en- de la mujer y la conduce a la parte anterior del cerebro, en la que se ubica
contramos en el campo de la patología psicofisica- del amor cortés exal- la facultad imaginativa, hasta que el fantasma femenino ha infestado todo
tado por los «fLeles». Efectivamente, éstos parecen utilizar todos l,os el pneuma y se propaga ya por los canales espirituales del organismo fe-
medios, no para escapar de esta contaminación pneumáticaJunesta, sinq, 'bril. No debemos sorprendemos ante el hecho de que el poeta yiacomo
por el contrario, para prowrársela. Con toda la razón se ha hablado de una 'da Lentini pueda plantearse esta cuestión de apariencia pueril: ¿cómo es
«inversión semántica», dé una valorización inversa de los~.síntomas pato- posible que una mujer tan grande haya podido penetrar en mis ojos, que
lógicos descritos por la materia mediea grecoárabe61, Incluso el 10e.llsamoe- son tan pequeí'ios, y de ahí, a mi corazón y mi cerebro?"" Los médicos de
11/15, recomendado para el tratamiento del amor hereos, reaparece en la la Antig'Úedad, como Galeno, también estaban intrigados por el mismo
poesía provenzal, con la función que se le conoce. fenómeno: Si er;go ad visum ex re videnda aliquid dirigitur (... ) quomodo illum
Cabe deducir que el fenómeno del amor cortés es el resultado de una angustumforamen intrare poterit?"s, Averroes responde ante el asombro (fin-
voluntad deforman te' que ha ejercido una inversión de los valores en re- gido, por otro lado) de unos y de otrQs: no se trata de.unaimpresión cor-
lación al concepto de salud, tal como era definido por la ciencia médica Roral, sino fantástica. El sentido comÚn recibe los fantasmas del lado de la
de la época. Mediante esta Umwertung, el frágil equilibrio de las fuerzas retina y los transmite a la facultad imaginativa"".
psíquicas recomendado por los tratados doctos se transformó en una en- Dante va aÚn más lejos en su pneumofantasmología erótica. En el so'-
fennedad de la inteligencia, mientras que, por el contrario, la e~1ferme- neto XXI de su Vitd Nova, considera a la Dama como recipiente de espí-
dad espiritual provocada por el amor acabó siendo exaltada como la ver- ritu desbordando por los ojos y por la boca, miracolo ,gentil"7. Su experien-
d.adera salud del alma y del cuerpo. cia no se consume en un círculo pneumático interior, pero representa, en
Como única objeción a lo anterior -y aquí nos separamos del punto un cierto sentido, un trasvase de espíritu que presupone una cierta reci-
de vista de G. Agamben-, ¡esta inversión de valores no había tenido lugar procidad, aunque involuntaria, del deseo. Por una especie de s(gnificatio
en la poesía provenzal a partir del síndrome amor hereos, sino ya mucho passiva, aquello que es objeto de codicia se transforma en un sujeto del
antes, en la mística sufi, a partir del concepto equivalente a 'ishq descrito cual emana el Amor, aunque sin saberlo"". Es como una inocencia virgi-
por Avicen;:, Incluso la actitud antinomista del fiel de amor, que consis- nal que no hace más que aumentar las ansias de la pasión, el delicioso
te en aparentar unas costumbres ligeras y licenciosas para alimentar me- tormento del fiel de amor.
Con su Vita Nova, Dante también penetra en un campo misterioso
jor el fuego puro de la pasión, está prefigurada por la actitud llamada
~t
1,

malámatíya en el sufismo, que consiste -según la definición recibida por que nuestros mdimentos en psicología medieval no son aÚn suficientes
,. t
Ibn 'Arabi del taumaturgo Abu Yahya al Sinhachi('2- en «ocultar la santi- para explicado: el sueño, la visión.
dad por una aparente licencia en el comportamiento»63.
I La inversión semántica del concepto de salud psicofisica se vuelve del 3, El vehículo del alma y la experiencia prenatal
todo explícita en el Dolce Stil Novo, que se ocupa de describir minucio- Esta psic910gía empírica del eros, que también encontraremos en el
samente el proceso de infección bntástica producido por la imagen fe- pensamiento de Ficino, no era capaz de satisfacer las exigencias de pro-
menina. El secreto de los fieles de amor reside en el hecho de que este fundidad del Renacimiento. La teoría del conocimiento fantástico sólo
síntoma se convierte en la receta de una suprema experiencia espiritual;' representaba el Último anillo de una extensa doctrina referida al pneuma .
I() que equivale a decir que el «corazón gentil», lejos de tener que seguir ,y al alma.

50 51
(

Como veremos a continuación, el parentesco entre eros y magia es tan tierra ocupa la posición más baja, que se corresponde efectivamente con
estrecho que la distinción entre estas operaciones se reduce a una dife- su inferioridad onto16gica, ya que es el lugar de la impermanencia, de los
rencia de grado. La magia, como experiencia [1ntástica efectuada a través cambios rápidos, de la generación y de la corrupción. Todo lo que se en-
de los canales espirituales que ya conocemos, saca. provecho de la conti.:' cuentra de este lado de la esfera sublunar se ve relegado, por decirlo de
nuidad entre el pneuma individual y el pneuma cósmico. Es esta misma esta manera, a una especie de infierno cósmico, de donde sólo se sale
«conspiración» pneumática universal la que justifica la psicología abisal del' yendo más allá de la lunan. Por el contrario, las esferas planetarias son di-
eros (ver cap. IV, 2).1 . vinas, y más allá del cielo de los elementos fijos empiezan las residencias
La 10ctrina de la incorporación del alma no sólo demuestra la conti- de Dios.
nuidad del pneuma, sino también el carácter cósmico de toda actividad Tal vez como un juego, pero también como consecuencia del hecho
espiritual. Se trata, claro está, de una forma bastante refinada de especu- de que la tierra no era más que un astro «caído», Nicolás de Oresme ya
lación sobre las relaciones entre microcosmos y macrocosmos acompaña- se preguntaba (en el siglo XIV) si la idea de la.fijeza de la tierra no era in-
. d? de una doble proyección que conduce a la cosmizacíÓn del hombre y a compatible con su inferioridad. Efectivamente, fijeza significa estabilidad;
la antropomo~fizacíón del universo. Este principio, que los historiadores de la y fijas son las estrellas del octavo cielo, porque son superiores a los astros
ciencia no cesan de repetir sin darse cuenta de que se trata de lll1 simple .errantes. Por esta razón Nicolás de Oresme emite la hipótesis del movi-
esquema que admite innumerables variaciones, es tan genérico que no miento de la tierra, pues es demasiado vil para serinmóvil7.1.
consigue explicar nada. ¿Cómo es posible que el hombre~ea un com-_ La razón filosófica profunda por la que Nicolás deI Cusa sostiene la idea
pendio del cosmos, y a fin de cuentas, el compendio de qué cosmos? He del carácter infinito del universo responde a una concepción diametral-
aquí problemas cuya solución dista mucho de ser unívoca, y basta con ha- mente opuesta a la de Oresme. Ni.colás de Cusa rechaza la teoría arista té-
ber leído una buena historia de la filosofía para saberlo .. lica de los elementos. Según él, el cosmos no conoce distinción, ni onto-
El Renacimiento no sólo conoce uno, sino por lo. menos \ cuatro tipos lógica ni espacial, entre «arriba» y «abajo», «encima» y «debajo». No hay
de cosmos: el cosmos geocéntrico, finito, de Aristóteles, Ptolomeo y san- un mundo incorruptible de éter y de fuego puro más allá de la esfera lu-
to Tomás; el cosmos infinito de Nicolás de ..cusa, en el que Dios ocupa nar, ni un mundo corruptible formado por los cuatro elementos toscos de
el centro y está presente en todas partes; el cosmos de Aristarco y de los este lado de la luna. La tierra es esférica y gira alrededor de su eje. La con-
pitagóricos, ilustrado por la teoría «heliostática» de Copérnico""; por úl- cepción de Aristóteles de «que esta tierra es muy vil y terrenal», quod terra
timo, el universo infinito de Giordano Bruno, en el que se integr~ nues- ista sit vilissima et Ít!fima, no es verdad: «La tierra es una estrella noble, con
tro sistema planetario heliocéntrico. A esto podría afíadirse la antigua teo-
ría geoheliocéntrica del discípulo de Platón, Heráclides Póntico, que
, su luz, su calor y su propia influencia,
trellas»74:
que difieren de las de las otras es-

nunca se llegó a abandonar del todo durante la Edad Media70 y que sería El esfuerzo de Nicolás de Cusa, al igual que el de Giordano Bruno, su
recuperada más tarde por Tycho Brahe'. Ninguno de estos modelos cós- discípulo tardío, está dirigido, partiendo del hombre, a la revalorización
micos excluye la hipótesis de la magia, puesto que ésta se funda en la idea ~el prestigio metafísico de la tierra. Este prestigio le había sido arrebatado
de la continuidad entre el hombre y el mund(;, la cid a su vez no podría por la cosmología de Aristóteles y Ptolomeo. Esta nueva concepción del
ser turbada por un simple cambio en las teOl{ls referidas a la constitución mundo (plantea una reforma completa del cristianismo, pero una reforma
del mundo. Los magos como Giordano Bruno o los astrólogos pitagori- cuyo C<l~ácterhumanista, por no decir antropocéntrico, admite y fomen-
cos con;oKeplcr no tienen ninguna dificultad en adaptarse a la nueva fi- ta la magia.
losofía. Lo que cambia de un cosmos a otro es tan sólo la idea de la dig- Ficino, la fuente clásica de la magia renacentista, estaba muy poco al
nidad de la tierra y del hombre, y en este sentido también exist~n corriente de las ideas de Nicolás de Cusa75. Pero una vez admitido el he-
variaciones de doctrina muy apreciables. En el universo aristotélico, la cho de que no había incompatibilidad a~guna entre el sistema del mundo

52 53
que Nicolás de Cusa enunciaba y la antigua magia astrológica de la que
Ficino se había proclamado exégeta, tiene escasa importancia que el pro-
pio Ficino adoptara la cosmología y la astrología tradicionales de Ptolo-
meo. Con las ideas que defendía, Nicolás de Cusa76 habría podido cons-
truir muy bien una magia, pero esto sólo presentaba, probablemente, un
interés muy mediocre para un metausico puro de su especie. En cuanto
a Ficino, aparte de su tomismo y de su platonismo que le imponían la op-
ción del sistema cosmológico, no estaba tan lejos de Keplerquien, por su
parte, se ocupaba del estudio de la música astral pitagórica77• Las concep-
ciones del mundo, las aspiraciones y las motivaciones internas de un Fi-
cino y de un Kepler no presentan ninguna diferencia esencial entre ellas:
sobre este punto, los historiadores contemporáneos de la ciencia no tie-
nen ya dudas7H• En la segunda parte de este libro, intentaremos examinar
las verdaderas causas ideológicas que han producido esta modificación de
la imaginación humana sin la cual no habría sido posible el paso de los
principios científicos cualitativos a principios manifiestamente cuantitati-
vos.
Por el momento, regresemos a las fuentes de la;'doctrina de la incor-
poración en Ficino. Esta doctrina explica hasta ciert¿- punto el origen del
" ',.
parentesco estrecho entre hombre y mundo. Como en el caso de la pneu-
mofantasmología, una disciplina antigua -esta vez la astrología- ha en-
gendrado la hipótesis de una información cósmica prenatal impresa en el
alma y determinante del destino del individuo. A partir del siglo II des-
pués de J. c., esta idea se combinó con la historia de la incorporación del
alma, de su descenso a la tierra y de su regreso al cielo.! Ahora podemos
imaginar cómo el alma, penetrando en el mundo, asimila concreciones
planetarias que no abandonará hasta la salida del cosmos, durante la as-
censión que la conduce a su lugar de nacimiento
.9c:>ctrina del «vehículo del alma», perfeccionada
(ver Apéndice r). La
por los neoplatónicos, I
"
hará su entrada_gloriosa en la astromagia de Ficino y de sus discípulos.
La astrología popular helenística, cuya paternidad era atribuida al dios
egipcio Hermes Trimegisto o a personajes egipcios como el faraón Ne-
chepso y el sacerdote Petosiris, comprendía varios libros, la mayoría de
los cuales se han perdido o conservado solamente en sus versiones latinas
del Renacimiento. Ésta se ocupaba de diferentes problemas, como la ge- 1. Descenso y ascenso del a1111;1,

segÚn Rol-j'crt I:ludd, Ufriusqtu'


nik2I o astrología universal, los apokatastaseis o ciclos cósmicos, la brontolo-
ros/ni historia, 11, 1, OppcnhcillJ
gia o adivinación mediante la pólvora, las predicciones de Año Nuevo ', .•. t 62().

S4
del alm~. De una u otra manera, las vestiduras astrales del alma y el espí-
(kosmika apotelesmata),la astrología individual e iatrplogía (salmesehoi'niaka),
ritu sutil generado por el corazón humano se identifican uno con el otro,
las «suertes planetarias»' (kleroi), la melotesia o simpatía entre los planetas y
lo que permite a un Sinesio por ejemplo, alumno de la mártir neoplató-
la información astral contenida en el micro'~osmos (la rama propiamente
nica Hipatia y que se converti~á más tarde en obispo cristiano, conferir a
medicinal de esta disciplina se llama iatromatemática), la farmacopea y la
todo este proceso fantástico una dignidad cósmica. Efectivamente, el ór-
farmacología, etc79 •.
gano de la imaginación humana no es una sustancia desprovista de otras
En una serie de artículos, cuyo carácter demasiado especializado nos
cualidades; por el contrario, se trata de un aparato que lleva inscrito de
exime aquí de exponer su contenido (ver Apéndice 1), hemos demostra-
modo riguroso una información prenatal, procedente de los astros -los
do que la gnosis vulgar del siglo II después de J. c.'ya había incorporado
dioses cósmicos-o Ahora bien, este parentesco espiritual del hombre con
la doctrina astrológica de los kleroi o «suertes», transformándola en un
verdadero paso del alma a través deJos_pl;lnetas. El alma asimila a su ~;;.- 10 divino presenta dos caras: una, restrictiva, explotada en la doctrina de
Ficino sobre el eros, y la otra, de reciprocidad, que permite las operacio-
concreciones cada vez más materiales que la encadenan al cuerpo y al
nes de la magia.
mundo terrenal. El doctor alejandrino Basílides y su hijo Isidoro, así co-
~ El lado restrictivo consiste en el hecho de que la posición de los pla-
mo la gnosis popular de los siglos III y IV que ha llegado hasta nosotros a
netas a la hora de nacer representa una limitación inexorable de la libre
través de los tratados en lengua capta descubiertos en Nag Hammadi y
elección humana. En la teoría del amor, esto queda reflejado por la doc-
en otros sitios, nos proporcionan informaciones suficientes acerca de es:-
trina I de las compatibilidades e incompatibilidades eróticas.
te proceso de corrupción del alma. El Corpus hermeticum, una colección
. L~a reciprocidad o el principio de la inversión de la acción es la ga-
de escritos pseudoepígrafes compuestos entre los años 100 Y 300 después
rantía de que una operación desarrollada en el espíritu fantástico del in-
de J. c., nos cuenta también el descenso del hombre primordial en el
.dividuo tendrá como resultado la obtención de determinados dones que
cosmos y el trayecto del alma a través de los planetas durante su regreso
los astros nos conceden con motivo de la consustancialidad, y de los la-
a la patria celeste. Todavía se conservan resonancias de esta versión pura-
zos f:1miliares éxistentes entre nosotros y ellos.
mente negativa de la incorporación o ensomatosis en determinados frag-
En el caso del eros, la teoría del vehículo astral permite establecer no
mentos del comentario a la Eneida del gramático Servio que escrihía a fi-
sólo el eónlo, sino también su porqué. Ofrece las razones profundas, trans-
nales del siglo IV ..
cendentales, de nuestra elección.
Por el contrario, los neoplatónicos, de Porfirio a Proclo, no atribuyen
a los planetas ninguna influencia demoniaca, sino solamente ciertas cuali-
dades, como la facultad contemplativa, la inteligencia práctica, ete., hasta
la facultad de engendramiento y crecimiento del cuerpo; cualiq.aq~LQQD_
las que alma se reviste durante su descenso y que deposita de nuevo en
los planetas a lo largo de su regreso al cielo.
'Es muy importante que este vehículo (oehéma) neoplatónico del alma,
cuya historia ha sido descrita por G. Verbeke, H. Lewy, E. R. Dodds, ete.
(ver Apéndice 1), llegara a confundirse con el sintetizador pneumático de
i).ristóteles, eJ lJ11euma sideral, que es innato y se transmite en el acto de \\
la procreación (De partibus animalium, 659b 16).' Poca importancia tiene
que, para resolver la contradicción entre un vehículo adquirido en lo~_,~~-
tros y una ,envoltura del alma de origen puramente terrestre, los neopla-
tónicos tardíos, sobre tQdo Proclo, recurran a la teoría de dos vehículos

57
56
Capítulo II
Psicología empírica y psicología abisal del eros

1. La psicología empírica de Ficino y sus orígenes


Al ser una noción central en la astrología y la psicología ficinianas, e!
espíritu es objeto de una atención particular por parte de! platónico Ca-
reggi. Casi podría decirse que en cada uno de sus tratados formula una
definición, procurando siempre evitar la repetición literal y expresándo-
se con nuevos giros lapidarios y rebuscados.
En su Teolo,¡;ía platÓníca (VII, 6) dice así: «El alma, siendo purísima, se
acopla a este cuerpo denso y terrestre, que le es tan lejano [por su na-
turaleza], por mediación de un corpÚsculo 'muy sutil y luminoso, lla-
mado espíritu, generado por el calor del corazón en la parte más tenue
de la sangre desde donde penetra en todo e! cuerpo. El alma, insinuán-
dose con facilidad en este espíritu que se le parece mucho, se propaga
primero por él y, luego, habiendo penetrado por su mediación en todo
el cuerpo, confiere a este Último vida y movimiento, haciendo así que
sea vital. Y, a través del espíritu, reina sobre e! cuerpo y lo mueve. Y to-
do lo que se transmite de! cuerpo al espíritu lo percibe e! alma misma,
que está presente en él. A este acto lo llamamos percepción. Después,
el alma observa y juzga esta percepción, y esta observación se llama fan-
tasía!>.
Se dan más detalles en e! tratado De víta sana!: e! espíritu está «defini-
do por los médicos como un vapor sanguíneo, puro, sutil, caliente y lu-
minoso: Producido por e! calor de! corazón a partir de la sangre más su-
til, se eleva hacia el cerebro y sirve al alma para ejercer activamente los
sentidos internos así como los sentidos externos».
La definición más rebuscada es la del tratado De víta coelí{us compa-
randa2: e! espíritu es «un cuerpo muy tenue, casi un no-cuerpo y casi ya
alma; o casi una no-alma y casi ya cuerpo. En su composición, hay un
mínimo de naturaleza. terrestre, un poco más de naturaleza acuática y

59
más todavía de naturaleza aérea. Pero el máximo pertenece a la natura- Ficino sigue la opinión de Platón y Galeno: en la aCClOn de ver, el
leza del fuego estelar [... ]. Es todo él luminoso, caliente, húmedo y vi- «fuego interno» se exterioriza por los ojos, mezclado con el vapor pneu-
vificante [... ]». mático e inclÚso con la sangre sutil que ha dado consistencia al espíritu.
En cuanto a la teoría de la imposibilidad de conocer sine conversione ad Confirma esta teoría el mismo Aristóteles al relatar que cuando las mu-
fantasma, esto es, sin reducir el lenguaje sensible al lenguaje fantástico, jeres que tienen la regla se miran en un espejo dejan sobre su superficie
queda enunciado en este fragmento de Sopra lo Amore, o comentario so- unas gotitas de sangre. Y claro está, sólo puede tratarse de la sangre sutil
bre El banquete de Platón, (VI, 6): «Sirviéndose de los instrumentos de los que ha sido arrastrada por los ojos con el pneuma (Am., VII, 4).
sentidos, [el espíritu] capta las imágenes de los cuerpos externos; ahora Este fenómeno origina dos actividades espirituales emparentadas: el
bien, el alma por sí sola no puede percibir estas imágenes directamente ya mal de ojo y el amor. El profano, ya sea el que provoca la infección o
que la sustancia incorpórea, superior a la del cuerpo, no puede ser indu- el que la sufie, no es consciente de lo que ocurre. Basta con que alguien
cida por ellos a recibir imágenes. Presente en todo el espíritu, el alma le mire: el rayo pneumático lanzado por el otro penetrará por sus pupilas
puede con facilidad contemplar en él las imágenes de los cuerpos, que re- en su organismo espiritual y, al llegar al corazón, su centro, producirá una
lucen en él como en un espejo. Sólo a través de estas imágenes puede perturbación e incluso una lesión que puede degenerar en una infección
apreciar los cuerpos mismos». sanguínea. En el caso opuesto, cuando el sujeto queda fascinado, por
La metáfora del espejo aplicada al pneuma será objeto de nuestro es- ejemplo, por los bellos ojos de una mujer y no se cansa de conterilplar-
tudio, de manera más detallada, en el capítulo dedicado a las purifica- los, emite por sus pupilas tanto espíritu mezclado a la sangre que su or-
ciones teúrgicas (ver cap. IV, 1 Y 3). Pero no resulta inÚtil recordar que, ganismo pneumático se debilita y su sangre se espesa. El sujeto languide-
para que un fantasma pueda formarse sobre la superficie lisa y luminosa cerá por falta de espíritu y hematorrea ocular (Am., VII, 4).
del espíritu, es necesario, ante todo, que un objeto sea visto y que su Las «flechas de amor», que tanto considerarán los poetas de la Pléiade,
imagen sea llevada hasta el sentido común por los canales pneumáticos. no eran para Ficino meras metáforas: llevaban unas puntas pneumáticas
Es evidente que el fantasma no sólo es visual, o audiovisual, sino que se invisibles capaces de producir grandes estragos en la persona herida. ¿No
podría decir que es sinestésico: ha sido engendrado gracias a la colabora- había dicho ya Platón que el amor era una especie de enfermedad ocular
ción de varios sentidos o de todos ellos al mismo tiempo. Sin embargo, (ophthalmia: Pedro, 255c-d)? Y ¿no atribuía Plutarco a la vista una «fuerza
la vista tiene ciertamente el papel más importante en la formación del maravillosa»4?
fantasma: ésta es una de las razones que hacen que sea considerada, en En cuanto al «mal de ojo», fascinación o jettatura, su etiología es la
toda ]a tradición p]atónica, como «el más noble de los sentidos». misma: '«La fascinación es una fuerza que, partiendo del espíritu del fas-
Recordemos que, según ]a teoría óptica de Platón, la imagen se pro- cinador, eIltra en los ojos del fascinado y se introduce hasta en su cora-
ducía mediante un circuito que devolvía el rayo visual proyectado por los zón. El espíritu es pues el instrumento de la fascinación; emite, por los
ojos al lugar de donde procedía, y de allá, lo enviaba al cerebro. Aristó- ojos del cuerpo, unos rayos parecidos a él mismo y lleva consigo la vir-
teles simplificaba esta teoría, ya que no aceptaba que un rayo ígneo pu- tud espiritual. De este modo, los rayos que parten de ojos legañosos y
diese salir por los ojos. Los estoicos y los médicos pneumáticos han esco- rojos llevan consigo el vapor del espíritu y.la sangre corrompida cuan-
gido una de estas dos posibilidades. Para unos, como Epicteto o Galeno do encuentran los ojos del que mira y, por este contagio, estos ojos que
-pero también para un contemporáneo de Epicteto, el platónico Plut~r- miran quedan obligados a contraer la misma enfermedad»5. Así se ex-
co de Queronea (Quaestiones cOlwiv., V, 7)-, el pneuma va más allá del 61'- presa Agrippa de Nettesheim,' según Ficino; pero tanto Jerónimo Car-
gano sensorial para entrar en contacto con el objeto sensible y devolver dan o como Della Porta y Juan Wier(' comparten la misma opinión,
su imagen al hegemonikon3• Para otros, esta imagen se propaga por el aire mientras que Leonardo de Vinci, que también adopta los mismos pun-
circundante. tos de vista, nos informa sobre la existencia de aquellos que sostenían la

60 61
imposibilidad de tal fenómeno ya que, decían, «del ojo no puede ema- seer completamente al sujeto mismo, y este último teme angustiosamen-
nar ninguna fuerza espiritual porque esto gastaría su propia virtud visual te ser anonadado, porque se ha quedado sin su condición de sujeto, y re-
clama con desespero su derecho de tener alguna forma de existencia.
[... ]. Aunque fuera tan grande como el cuerpo de la tierra, se gastaría
mirando las estrellas». Leonardo opone a estas teorías, entre otros argu- El fantasma que monopoliza las actividades del alma es la imagen de
mentos, ]a creencia popular -compartida también por Ficino- de «que un objeto. Ahora bien, puesto que el.hombre es alma, pero un alma com-
las mujeres vírgenes tienen en sus ojos el poder para atraer el amor de pletamente ocupada por un fantasma, resulta que e] fantasma es, en ade-
los honlbres»7 .. _ lante, el alma. De ahí que el sujeto, desposeído de su alma, ya no sea un
La infección generalizada de la sangre y la hematorrea ocular sólo son sujeto: el vampiro fantástico lo ha devorado I interiormente. Pero también
los efectos menos sutiles del eros. Es cn elcstudio de los mecanismos fan- se desprende de estos hechos que el sujeto se ha transferido a] fantasma
tásticos donde la psicología empírica dc I~icino nos ofrece sus análisis más -que no deja de ser la imagen del otro, de! amado-o Así pues, metafóri-
interesantes. camente se puede decir que el sujeto se ha transformado en e! objeto de
su anlOr.
Siguiendo los mismos trayectos Imeulll:\ticos que la contaminación
sanguínea, circulan también im:ígencs que, en el espejo de] sentido co- Extraña situación, y sin ninguna salida, si continúa así: una persona sin
mún, se transforman en fantlSI1l;\s. Si elcros est:í obrando, e! fantasma de] alma languidece y se muere (suti]mente, Ficino no llega a representar lo
objeto amado lleva una existellci:¡ propia tanto II1:íSinquietante cuanto que ]e ocurre al alma después de su muerte; sólo afirma que el amado
que ejerce una especie de v:l1npirislllo sohre todos los otros fantasmas y existe por partida doble mientras que el amante ha dejado de existir). Sin
pensamientos dd sujeto. Ésta es una dilataciÓn Illórbida de su actividad embargo, existe una solución: que el amado acepte, a su vez, la oferta de
que, por sus efectos, puede 1I:l1narse :11111 iSIno ticlllpo concentración y amor. En este caso, perinitirá que el fantasma del amante penetre en su
posesión: concentración porque tod:l 1:1 vida illtl'rior del sujeto se reduce aparato pneumático, que se instale y ocupe el sitio de su alma; dicho de
a la contemplación de un solo f:1IItasI1l:l;poscsit)JJ porque este monopo- ·otro modo, concedería al sujeto aniquilado un lugar donde su sl~jetidad
lio fantástico es involuntario y porque Sll inllllcnci:1 colateral sobre las pudiera resurgir de ]a nada y adquirir existencia. Y esto no tendría nin-
condiciones psicofisicas del sujeto se encuentra ell(re las II1:íSdeletéreas. guna gravedad puesto que el amado, en calidad de sujeto, ya se había sus-
Ahora bien, resulta interesante que d objeto del :l1nor sólo tenga un tituido en el alma del otro: aunque le devuelva un alma, le queda otra.
papel secundario en el proceso de instauración del t:lI1tasllla: sólo es un pre- «A» se ha transformado en «B», «B» se ha transformado en «A», y todo e]
mundo está satisfecho.
texto, y no una presencia verdadera. El objeto verdadero del eros, siem-
Se trata de una dialéctica bastante rebuscada y, pensándolo bien, bas-
pre presente, es el fantasma que se ha apropiado del espejo espiritual y ya
tante materialista. Pero, al mismo tiempo, está muy cerca de la dialéctica
no lo deja. Pero este fantasma representa una imagen pcrcibida que ha ido
más allá de] umbral de la consciencia, aunque la causa de estas dimensio- anirnus-anima característica de la psicología analítica de C. G. Jung" que
considera la relación entre sexos en términos de dominación consciente
nes obsesivas se encuentre en la parte más profunda del inconsciente per-
sonal. Ficino piensa que no nos gusta otro objetivo, un ser que nos sea ex- de uno, compensada por una sujeción del mismo en el inconsciente. Las
metáforas pueden variar pero e] esquema general sigue siendo el mismo:
traño, y así anticipa lo que será la psicología analítica de C. G. Jung (Am.,
VI, 6): quedamos seducidos por una imagen inconsciente.
transferido a «B», «A» se quiere a sí mismo, y viceversa. Las relaciones he-
«El amante esculpe en su alma la cara del amado. De este modo, el al- tero-eróticas son, en el fondo, según Ficino, una forma de narcisismo.
ma del amante se convierte en el espejo donde reluce ]a imagen del ama- Cuando el objeto que ha sustituido al sujeto le niega a este último la po-
do»: Amans amati suo figuram scu/pit in animo. Fit itaque amantis animus spe- sibilidad de amarse a sí mismo, quitándole el espejo pneumático sin el cual
cu/um in qua amanti re/ucet imago (Am., n, 8). Esto nos lleva a una dialéctica
queda prácticamente reducido a] no-existir, se puede decir que el amado
es el asesino de su amante. Después de llamar desesperadamente a la puer-
amorosa bastante complicada: el objeto se transforma en sujeto al despo-

63
62
ta de los ojos del otro, este N arciso perecerá por sede denegado el acce- tudes de los antiguos. Mientras que la Edad Media había utilizado el trata-
so a la superficie lisa de un espíritu donde pudiera reflejarse. do seudociceroniano Ad maiorem ,,<loriam Dei, para tener mejoren cuenta
Un Narciso sin espejo es una contradicción en los términos. Por es- el majestuoso edificio de las nociones teologales, el humanismo reconoce
to, el significado de la locución espejo mortal no se refiere al aparato pneu- en el ars memoriae un arma importante para el éxito social, asegurándose
mático del otro sino al del sujeto mismo. Demasiado imprudente, por ha- una ventaja sobre los demás, gracias a una memoria infalible'l. En esta lí-
ber acogido al fantasma devorador, la imaginación del sujeto lo ha echado nea se. encuentra el tratado del jurista Pedro de Ravena (Venecia 1491).
de su propia casa, enviándolo a pasear por los caminos de la nada, allá El lector del libro de F. A. Yates probablemente recuerde el funciona-
donde los cuerpos no tienen sombra y los espejos sólo pueden reflejar la miento del arte; intentaremos ofrecer: aquí una reconstrucción libre, sin
nada.
tener en cuenta los detalles. Debido a que las percepciones tienen un ca-
rácter intrínseco fantástico, razón por la cual se memorizan con facilidad,
2. El arte de la memoria
se trata de superponer cualquier contenido linguístico o nacional -por
El arte de la memoria también es una operación fantástica que forma ejemplo un poema o la clasificación de las virtudes""7encima de una serie
un anillo intermediario entre el eros y la magia. F. A. Yates nos ha reve-
de imágenes. Ahora bien, estas imágenes pueden proceder de cualquier
lado, en su excelente obra, sus principios y su historia. Aquí nos intere- lugar, pero nada impide que sean fantasmas producidos, en esta ocasión,
saremos por él cuando necesitemos referencias para entender el horizon-
por la facultad imaginativa. En el primer caso, el lugar habrá sido escogi-
te ideológico de Ficino y otros teóricos del amor fantástico, tales como
do con sumo cuidado: efectivamente, este arte exige una concentración
Francesco Colonna y Giordano BrunoB•
integral que sólo puede obtenerse en soledad. Así pues, la actividad mne-
El arte de la memoria es una técnica de manipulación de los fantas- mónica deb~ ejercerse en una iglesia, un cementerio, un palacio abando-
mas que se basa en el principio aristotélico tanto de la precedenciaabso- nado o en casa, pero siempre evitando cualquier compai':ííao distracción.
luta del fantasma sobre la palabra como de la esencia fantástica del inte-
Las partes del lugar deberán memorizarse según un orden establecido.
lecto (ver cap. 1, 1). Su consecuencia rigurosa, expuesta por santo Tomás
Encima de cada parte se superpone una secuencia del mensaje o de la se-
en el comentario que hace del tratado de Aristóteles De memoria et remi- rie conceptual que se debe aprender de memoria. La unidad indisoluble
niscentia, afirma que lo que se ve, debido a su carácter intrínseco de ima-
formada por los dos discursos -el discurso fantástico y el linguístico- se
gen, se puede memorizar fácilmente, mientras que las nociones abstractas
imprimirá en la memoria para siempre gracias al carácter imaginario del
o las secuencias linguísticas necesitan un soporte fantástico para fijarse en
primero. No existe ningún tipo de limitación ni en lo que se puede me-
la memoria". Por esta razón santo Tomás recomienda utilizar las reglas morizar ni en la selección de fantasmas que se utilicen. Finalmente -y
mnemotécnicas contenidas en el escrito Ad' Herennium, erróneamente
he aquí el origen de los emblemas, impresae, y lemas del Renacimiento-,
atribuido a Cicerón, y también conocido bajo el nombre de Rhetorica se-
cunda.
los fantasmas pueden proceder directamente de la facultad imaginativa,
y no necesitan tener ningún soporte objetivo. De esta manera, habrán
No hay duda de que se utilizó el arte de la memoria en los claustros, ••

sido formados para recubrir, gracias a sus diferentes partes, los segmentos
durante la Edad Media, para facilitar la enseñanza de las nociones más del mensaje que debe ser memorizado.
abstractas, pero también como un elemento muy importante de la disci- El principio de la anterioridad del fantasma sobre la palabra ha con-
plina interior del monje. En el siglo XIV, dos tratados escritos en italiano
ducido, en ciertos casos, a unos resultados cuya utilidad y cuya aplicabili-
vulgar tratan el tema, e incluso Petrarca no ignora sus reglas1O. dad pueden parecer dudosas. Éste es el caso, por ejemplo, de los alfabe-
Pero los tiempos cambian y el descubrimiento en 1416 de la Institución
tos propuestos en 1520 porJuan Romberch, en su Congestorium artificiose
oratoria de Quintiliano (que por cierto no es favorable a la mnemotecnia),
memorie'2; uno de ellos propone sustituir cada letra del alfabeto por el
hizo que los humanistas se apoderaran de ella para exaltar las artes y las vir- nombre de un pájaro cuya inicial le corresponda: A = anser, B = bubo,
•••

64
65
etc. L1 El dominico florentino Cosmas Rossellius sustituye los pájaros por bolos del conocimiento inteligible. Pero los sucesores de Ficino van mu-
animales; de esta manera, la palabra «AER», aire, queda memorizada (gra- cho más lejos: llegan a afirmar que las reglas del lenguaje fantástico, uti-
cias a un Asno, un Elefante y un Rinoceronte!l~ lizado para traducir las relaciones inteligibles, pueden ser representadas
Éstos son unos ejemplos de extrema degeneración de la mnemotecnia bajo la forma de un tcatro, con el fin de poder ser contempladas y apren-
que no deben confundirse con los verdaderos procedimientos ni con las didas por cualquier persona que lo desee. La idea del teatro se le ocurrió
realizaciones sorprendentes de este arte. El humanismo puso en eviden- a Friulain Giulio Camilla Delminio, nacido hacia el Úio 1480, y no esca-
cia su vertiente utilitaria en lugar de su vertiente especulativa e intelecti- timó sus esfuerzos hasta verla cumplida. Profesor en Bolonia, Giulio Ca-
va, aunque parece que Marsilio Ficino la conozca y la aprecie. A pesar de milla no era un charlatán. Consiguió convencer a Francisco 1 del interés
ello, no puede descartarse la hipótesis de un arte de la memoria pareci- de su teatro y, con la subvención del rey, se instaló en París, en 1530. En
do, durante la Edad Media occidental -o, como mínimo, durante la Ba- 1532 se encontraba en Venecia donde fue a verle Viglius Zuichemus, que
ja Edad Media- a las etapas preliminares del yoga en la India: una técni- se carteaba con Erasmo. La carta que le escribió a Erasmo describe, con
ca perfeccionada de meditación, con soporte objetivo o sin él, que al crear tono burlón, el teatro de la memoria celestial de nuestro artista; pero el
un mundo fantástico según las reglas tradicionales aseguraba sin embargo humanista de Rotterdam no podía ni entenderlo ni apreciarlo. En 1534,
que, en su aproximación, este mundo cra un equivalente imperfecto de Giulio Camilla vuelve a estar en París, pero no consigue poner perfecta-
las realidades situadas en un nivel ontológico inaccesible para la expe- mente a punto su construcción; se trataba de una estructura de madera,
riencia directa. y ésta seguía existiendo en la corte de Franci;:¡, en 1558, tal como lo tes-
El Renacimiento conoce dos artes de la memoria: uno, estrictamen- tifica una carta de Gilbert Cousin, secretario de Erasmo. Entre estas dos
te utilitario, que degenerará muy rápidamente en los alf:1betos de Rom- feclus, Giulio Camilla sóio pudo lleg;:¡r hasta la corte de Alfonso de Á va-
berch y Rossellius, e incluso en algunos ímprcsae y emblemas de carácter los, marqués de los Vasto, gobernador esp;:¡ñol en Milán, desde donde le
exclusivamente lúdico; el otro, prolongación de la mnemotecnia medie- habían llamado en 1543, puesto que murió en 154415•
val y del arte universal de Raimundo Lulio, tiene como finalidad, utili- Giulio Camilla, hombre modesto y discreto, cuyo latín fue b causa de
zando diversos métodos, la constitución de un mundo de fantasmas que las burlas de Zuichemus, nos ha dejado pocos textos. Se interesaba por la
se supone pueden expresar, por aproximación, las realidades de orden in- retórica y l13bía traducido Le ídee overo forme dclla oratíol1c atribuido a Her-
teligible que nuestro mundo sólo refleja como una copia lejana e imper- mógenes"', pero también había estudiado, según parece, b obra de Pico
fecta. Qllidquid rccipituy, ad modum rccipícntís rccipítll/: «Todo lo que se re- de la Mirandob17, y probablemente la del fi-aile veI!eciano Francesco
cibe es recibido según la modalidad propia del o de lo que recibe». Ahora Giorgi1H, bas;:¡da en Ficino. Su principal preocupación era ofrecer la ex-
bien, la modalidad propia del hombre es el fantasma que se refleja en el presión apropiada para un modelo cósmico. Y, de hecho, este modelo
espejo del pneuma. Éste es el único medio del que dispone para conocer cósmico procede seguramente del platonismo florentino.
las realidades inteligibles. De hecho, se trata de llevar a cabo una opera- Camillo expuso su proyecto en un pequeño tratado oscuro, publica-
ción simétrica a la del procedimiento utilizado por el conocimiento sen- do en Florencia en 1550, L'ídea del teatro. Su edificio, que tenía la forma
sible. Este último es la traducción, en un lenguaje imaginario, del mun- de un anfiteatro con siete secciones, pretendía ser una ímago ml/ndí donde
do que nos rodea para que el alma pueda conocerlo. Por el contrario, el todas bs ideas y los objetos pudieran ocupar el sitio apropiado, según su
conocimiento inteligible representa la traducción, en un lenguaje fantás- pertenencia planetaria. Como cualquier sistema artificial, éste estaba con-
tico, de las realidades que se encuentran impresas en el alma para que la denado a dejar de ser entendido en cuanto bs series planetarias cayeron
razón discursiva -que es una instancia objetiva, aunque impotente- pue- en desuso. Seguidamente veremos que se constituían partiendo de co-
da captarlas y apoderarse de ellas. rrespondencias establecidas entre un pbneta y ciertos animales, plantas y
Los jcrogl(ficos de Ficino (luego nos ocuparemos de ellos) son los sím- piedras; b tradición había ido transmitiéndobs, con cambios inevitables,

66 67

Il
desde los principios de la astrología helénica. Para el hombre del Rena- no asume la forma de imaginaciones mÚltiples {excogitationem lilllltiplicem}
cimiento, seguía existiendo una especie de evidencia interna en la aso- refiriéndose a la cosa, sino la forma de la cosa simple y estable»24. Ficino
ciación establecida entre el león, el oro y el heliotropo porque pertene- no se queda aquí en su comentario a Plotino; sigue con una referencia
cían a la misma serie solar; pero sólo se trataba de una evidencia de orden -por cierto, arbitraria- a uno de los jeroglíficos de Horapoll025.
cultural que dejó de ser operativa en cuanto los principios de la astrolo- El escrito Hieroglyphica, atribuido a Horapollo y «traducido» al griego
gía empezaron a perder su credibilidad. El proyecto de Giulio Camillo, por un escritor desconocido llamado Felipe, representaba una atracción
tal como lo ha destacado con gran acierto F. A. Yatesl9, era mágico. En relativamente reciente en Florencia. El códice había sido descubierto por
lugar de las especulaciones de Pico de la Mirandola20, se inspiró en el tra- Cristoforo Buondelmonti en la isla
I de Andros, y traído a Florencia. El
tado ficiniano De vita coelitus comparanda (ver cap. IV, 3). La materia sim- texto griego no se publicó antes del año 1505, y le siguió, en 1515, una
bolizada por las figuras del teatro procedía también del platonismo flo- traducción latina; pero los coetáneos de Ficino lo conocían muy bien, ya
rCl1tino. Por ejemplo, la idea de la ensomatosis se representaba con las que Leon Battista Alberti extr3jo de él algunas explicaciones fantasiosas
figuras de Pasifae y el Toro, en la entrada del quinto grado; Pasifae sim- sóbre jeroglíficos en su De architectura (1452). La moda de la seudoegipto-
bolizaba el alma atraída por el cuerpo (el Toro). Este motivo se asociaba logía tuvo un éxito grandioso, sobre todo en el arte de los emblemas:
con facilidad, y lo hizo tanto Plotino como los Padres de la Iglesia, a la Giovanni Andrea Alciato (1492-1550), Emblel1latll/1l pater et princeps, lo de-
magia (negra), la goeteia2!. Se suponía que durante su descenso entre las sarrollaría, en el siglo XVI, inspirándose en su precursor Pierio Valeriano
esferas planetarias, el alma se cubría con un vehículo aéreo (el pneuma) quc (Giovan Fietro delle Fosse, 1477-1558), autor de los Hieroglyphica sive sa-
cris Aegyptiontm aliawmque genti/l//1 literis co en tarÍl'26.
le permitía encarnarse en el cuerpo material22. Se entiende f:1cilmente 111 111

que la realización de todos los detalles del proyecto, que incluía no sola- Los jeroglíficos gozaban de un doble privilegio: haber suscitado el in-
mente imágenes sino también fórmulas crípticas, haya sido imposible pa- terés de los divinos platónicos y estar de moda entre los coetáneos de Fi-
ra las fuerzas de un solo hombre. Cuando éste desapareció, nadie más to- cino, y tienen una importancia bastante particular en los conceptos de es-
mó su puesto para seguir su obra. De hecho, la ambición de Giulio te Último. André Chastel lo ha puesto de manifiesto en su bello libro
Marsile Fici/1 et l' arto
Camillo no consistía ni más ni menos que en fabricar una figura Imiversp3,
una figura cósmica ex qua tame/1 bemjiciul1l ab universo sperare videntur, gra- Ficino, tal como dice Eugenio Garin, consideraba que la filosofía era
cias a la cual se espera obtener un beneficio del universo. una iniciación a los misterios27 que consistía en una elevación intelectual
En cuanto a Ficino, que describe minuciosamente la realización de gradual, y recibía -como respuesta del mundo inteligil?le- una revelación
una IlIIiversi figura, no pertenecía a aquellos que, como Giulio Camillo, . fantástica bajo la forma de unas figurae2H• Estas .figllrae, personajes de una
cultivaban el arte oratorio. Probablemente por esta razón nunca se le fantasmagoría interior (activada por el alma misma), representaban la
ocurrió que la imago mlllldi pudiera tener el aspecto de un teatro. En su modalidad que utilizaba la visión del alma para abrirse hacia el owllls spi-
ritalis; órgano de cuya existencia el sentido interno ha quedado informa-
opinión, la expresión fantástica del mundo inteligible no podía asumir
unas formas tan concretas como los muñecos de Camillo; más bien de- do gracias a la meditación asidua29• Esta experiencia, que tan bien ha des-
crito P o. Kristeller'°, lleva a la formación de una «consciencia interiOr»
bía tener algo misterioso, inaccesible para el profano.
Los jeroglíficos egipcios se prestaban maravillosamente bien a este pa- que debe ser entendida como Ílna operación fantástica, como una visio
spiritalis, en el sentido agustiniano de esta expresión3!. Pues efectivamen-
pel. Ante todo, tenían el prestigio de la tradición: incluso Platón había
te se trata del descubrimiento de un medio de comunicación entre la ra-
hablado de ellos (Fedro, 274c-175b), y tamhén Plotino, en sus Enéadas (v,
8): «los sacerdotes egipcios, para simbolizar los misterios divinos, no uti- zón y el intelecto (el alma). Este medio de comunicación lo constituye el
lizaban caracteres minÚsculos sino figuras enteras de hierbas, árboles, ani- ojo espiritual, órgano misterioso, que nos permite echar una mirada ha-
males, porque está claro que el conocimiento que Dios tiene de las cosas cia arriba, hacia los niveles ontológicos superiores32•

68 69
A. Chastel no cree que el término hieroglypha se refiera, en la obra de procedía del niño asesinado, del niño divino cuyo juego es la imagen de
Ficino, a una figura comunicada a la razón por el alma, mediante el pneu- los siglos: «Aion es un niño que juega a damas: ¡reinado de niño!)37.
ma. Se trataría, más bien, de un símbolo de meditación, «que mantiene
el espíritu en una tensión Útil para la contemplación cercana al éxtasis, el 3. Eras fantástico y apaciguamiento del deseo
talismán del ocullls mentis»33. Allí donde se trate del eros, se trata también del deseo. Donde se tra-
Jeroglíficos seudoegipcios, emblemas e impresae convenían perfecta- te del deseo, se trata de su apaciguamiento.
mente bien al espíritu lÚdico del platonismo florentino, con el carácter Esto es tan válido para el doctor Freud como para los teorizadores del
misterioso y «mistérico» que Ficino le atribuía. amor que vivieron en ]a Edad Media y en el Renacimiento, pero con una
«Pitágoras, Sócrates y Platón solían esconder todos los misterios divi- diferencia: estos Últimos, que a veces demuestran unos conocimientos
nos bajo el velo del lenguaje figurado para proteger con modestia su sabi- sorprendentes, por su libertad y franqueza sobre la' sexualidad humana,
duría de la jactancia de los sofistas, bromear con seriedad y jugar asidua- también admiten otras formas de cumplimiento del deseo. Y en efecto,
mente, iocari serio et studiosissime luderc'4.»
como el eros tiene una naturaleza espiritual y está situado entre el alma y
Esta célebre fórmula ficiniana -traducción de una expresión de Je-
el cuerpo, entre el mundo inteligible y el mundo sensible, resulta que
nofonte relativa al método de Sócrates- representa la quintaesencia de puede inclinarse tanto hacia una de estas regiones cósmicas como hacia
cualquier operación fantástica, ya sea del eros, del arte de la memoria, otra. Pero como el deseo también es la acción de perseguir un fantasma
de la magia o de la alquimia -ludus puerorum, el juego de nií'í.ospor an- que pertenece al mundo imaginario -aquel mUlldus imagina lis cuyas altu-
tonomasia. ¿En el fondo, qué se hace en todos estos casos sino jugar con ras fueron tan bien descritas por H. Corbin, olvidando, sin embargo, sus
los fantasmas, intentar seguir su juego que el inconsciente nos propone sombras-, queda una tercera posibilidad que consiste en que el eros se
benignamente? Ahora bien, no es fácil jugar a un juego cuyas reglas no consuma por completo en un perímetro fantástico.
se conocen de antemano. Es necesario pues aplicarse a jugar con serie- El eros espiritual con función anagógica: ésta es la' problemática de
dad y asiduamente para intentar entender las reglas y aprendedas, para Dante, tal como muy bien expusiera R. Klein''". El amor natural, que va
que las revelaciones que se nos hacep no queden sin respuesta por nues- decayendo hacia los cuerpos, representa la experiencia de no pocos es-
tra parte. critores de la escuela de Boccaccio, cuya voluntad obstinada en reducir la
En elJuego de la bola (De ludo globi, 1463) de Nicolás de Cusa, se hán multiplicidad de las manifestaciones del eros a la unidad sigue encontrán-
adjuntado estos versos que quizás no le pertenezcan35: dose en el psicoanálisis freudiano. No cabe decir que. ~stas dos tradicio-
nes tienen un punto en comÚn: el recon()cimiento,' cuando no de la na-
Luditur hic ludus; sed non pueriliter, at sic turaleza, s·ícomo mínimo de los mecanismos fantásticos del eros. Tanto
Lusit lit orbe nava sancta sophia deo ... para unos como para otros, los preámbulos del deseo consisten en la ins-
Sic omnes lusere pii: Dionysus et qui tauración de un fantasma dentro del sujeto. Para los primeros, el fantas-
Increpuit magno mystica verba sano. ma tendrá el poder de despertar una voluntad adormecida que propulsa-
rá y acompañará al sujeto en su viaje a través del cosmos inteligible. Será
Elludus globi es eljuego místico por antonomasia, eljuego que los Ti- como un furor heroico que acabará en una fusión extática entre el mon-
tanes enseñaron al niño Dionisio para hacerse con él y amenazado de
tero y el objeto de su cacería -siguiendo la imagen utilizada por Ficino y
muerte3(,. De las cenizas de los Titanes, tocados por el rayo de Zeus, sa- retomada por Giordano Bruno-. Para los otros, .el fantasma sólo será el
lió la raza de los hombres, una raza culpable sin haber pecado, por causa síntoma de una necesidad de descarga fisica, tan fastidiosa como apre-
del deicidio de sus antepasados. Pero como los Titanes habían incorpo- miante, que" irá creciendo a medida que su cumplimiento vaya siendo
rado una parte del dios, los hombres heredaron también un destello que aplazado. '

70 71

¡
J
En este caso, tendremos una oposición fundamental entre el concep-
to médico, que considera que el eros fantástico perturba el equilibrio dd
organismo y se debe satisfacer il11Tlediatamentepara que este equilibrio se
restablezca, y ei concepto de los «fieles» (rechazo total del anterior), que
se traduce por una inversión semántica que valoriza el desequilibrio co-
\ 1110una experiencia espiritual completa. Esta voluntad deformadora que
primero se ejerce sobre la materia médica de la época, luego resulta que
provee múltiples ocasiones de burla contra los ad~ptos del amor místico.
En efecto, habiendo dejado sin sentido los conceptos de estos últimos, los
«fIeles»hacen que el amor místico sea sinónimo de una estrategia erótica
que utiliza la idealización puramente verbal de la mujer como un rodeo
para reducir lo más deprisa posible su oposición al silencio.
El conflicto entre estas dos grandes tradiciones también significa que
dependían relativamente la una de la otra. El misticismo erótico se defi-
nía oponiéndose a la dirección naturalista, mientras que ésta concretaba
sus posiciones creando polémica, explícita o implícita, contra el idealis-
mo y el intelectualismo de los fieles.
Existía una tercera tendencia, tan humilde y oscura como famosas y te-
naces eran las otras dos, que corría el riesgo de pasar desapercibida o de ser
asimilada con las dos primeras. Pues es posible que haya fantasmas que no
tengan relación con un objeto real, pero, debido a su naturaleza de imáge-
nes, no puede haber fantasmas sin un soporte físico, sea el que sea. Por es-
ta razón siempre se puede interpretar una historia de fantasmas, ya sea co-
mo el símbolo de unas aventuras en el cosmos inteligible, ya sea como una
alegoría de acontecimientos reales.
Desgraciadamente, si bien hubo muchos teorizadores del eros f:·ll1tás-
tico, es mínimo el número de escritores que intentaron describir cómo
obraban los fantasmas. Uno de ellos es sin duda el respetable fraile de Tre- 2. « ... las santas orgías

viso, Francesco Colonna, que siendo ya sacristán del convento de los san- bacanales ... ), HY/Jflerotoll/(l(!ii(J

Vcnccia 1499.
tos Juan y Pablo de Padua, murió en 1527, a la edad de noventa y cuatro Po/iphili,

aiios39• Es autor de una obra prácticamente única en este género, la Hyp-


nerotomachía Poliphíli que, según indica el autor en el explícít del libro, fue
terminada el 1 de mayo de 1467, pero no pudo publicarse hasta el año
1499 (por Aldo Manuzio), costeada por un magistrado de Verona llama-
do Leonardo Grass040•
El contenido del Hypnerotomachía concuerda muy bien con la fecha I
I
de 1467 puesto que la obra se sitúa al margen de la corriente ideológi-

72

¡.
ca promovida por Marsilio Ficino, más o menos a partir de 146341• Para
nosotros, el hecho de que esta obra no haya sido influida por Ficino le
concede un valor inestimable porque aun cuando tanto Pico de la Mi-
randola como Pietro Bembo, Baltasar Castiglione, León e! Hebreo o
Melanchthon expresan una opinión personal sobre el amor, lo que no
ocurre muy a menudo, siguen llevando la marca indeleble del pensa~~
miento ficiniano. Pero Colonna, que ilustra también el género del eros
fantástico, es original e inimitable, no tanto en sus ideas -que vienen a
ser una herencia común de la época, ordenada sistemáticamente por Fi-
cino- como por el carácter literario y didáctico de su obra (ver Apén-
dice II).

4. Fantasmas en acción
Conozcamos los fantasmas.
Tomándolo al pie de la letra, e! título Hypncrotomachia significa «com-
bate de amor en el sueño». Es pues de esperar que alguien sud1e con fan-
tasmas que entablan alguna disputa erótica, incluso quizá se trate de su
propio fantasma onírico. Y es exactamente lo que ocurre: dos fantasmas,
e! de! soñador Polifilo y el de la joven que él quiere, Palia, ocupan e! cen-
tro del escenario.
La estructura del relato no facilita su comprensión. Es un enigma que
queda sin solución al final. El lector quéda informado de que Polifilo bus-
ca a Polia, pero no sabe ni por qué ni cómo (en qué dimensión). De las
trescientas once páginas de la edición Guégan-Kerver, doscientas cincuen-
ta están dedicadas a la primera parte, mientras que la segunda parte, que
ofrece las explicaciones indispensables para la comprensión de la primera,
sólo cuenta con sesenta páginas. La primera parte relata cómo Polifilo va 3. « ••• dos doncellas miserables,
desnudas despeinadas ... »,
extraviándose sin fin entre las ruinas de la Antiguedad, entre triunfos, em- y

l-Iypl1crotom(Jc/¡ia Poliph¡li,
blemas e impresae, cada cual con su significado secreto. Tal como muy bien Vcnccia 1499.

ha indicado F.A. Yates, podría tratarse de una memoria artificial «que se ha


descontrolado y que ha degenerado en imaginación salvaje»42.En cualquier'
caso, esta aventura onírico-arqueológico-mnemotécnica, por muy fasci-
nante que sea, no nos retendrá en las páginas de este libro. Al final, Polifi-
lo encuentra a Polia, y los dos amantes defienden su causa ante el tribunal
celeste de Venus. La segunda parte, que contiene estos dos monólogos, es
pues un relato dentro del relato, y el final complica todavía más el enigma: nos
enseña que todo lo ocurrido era sólo el su6io de Polihlo y que, por con-

74
siguiente, tanto la búsqueda de Polia como el apaciguamiento del deseo só- 4. Pan itif:Uico, H}/pl1crotolllachia

lo eran aventuras fantásticas!'. (Ver Apéndice III.) Poliplijli, Venccia 1499.

Ni amor místico, ni amor vulgar: el sueño de Polifilo representa la his-


toria banal del deseo fantástico que consigue satisfacerse.
Lo que salva al relato de la insipidez y la indecencia es su carácter f'im-
tástico: el deseo, provocado por un fantasma, queda satisfecho por el fan-
tasma, después de un período de tribulaciones erótico-mnemotécnicas.

5. La psicología abisal de Ficino


Descenso del alma

Las almas descienden a los cuerpos de la Vía Láctea por ]a constelación de


Cáncer, envolviéndose en un velo celeste y luminoso del que se revisten para
encerrarse en los cuerpos terrestres. Pues el orden de ]a naturaleza exige que e]
alma purísima se una a este cuerpo tan impuro sólo por mediación de un velo
puro. Siendo éste menos puro que el alma y más puro que el cuerpo, los pla-
tónicos lo consideran como un modo muy cómodo para unir el Alma al cuer-
po terrestre. Por [este descenso], las almas y los cuerpos de los Planetas confir-
man y refuerzan en nuestras almas, y también en nuestros cuerpos, los siete
dones originales que nos fueron concedidos por Dios. El mismo ofi~io desem-
peñan las [siete] categorías de los demonios, intermediarios entre los [dioses] ce-
]estes y los hombres. El don de ]a contemplación queda fortificado por Satur-
no gracias a los demonios saturninos. La potencia del gobierno y del imperio,
por JÚpiter mediante e] ministerio de los demonios jupiterinos; así mismo, Mar-
te, a través de los marciales, favorece el valor del a]ma. E] Sol, con la ayuda de
los demonios solares, favorece aquella claridad de los sentidos y de ]as opinio-
nes que 'hace posible la adivinación; Venus, a través de los venéreos, incita al
amor. Mercurio, gracias a los mercuria]es,. despierta [la capacidad] de interpre-
tación y expresión. Finalmcnte ]a Luna, con los demonios lunares, aumenta ]a
generación (Am., VI, 4).

Dejando de lado la idea de que los planetas ejercen sus influencias res-
pectivas sobre el alma y el cuerpo humano mediante unos demonios, es-
te fragmento de Ficino se inspira en el Comentario al Sueño de Escipión del
neoplatónico Macrobio que, a su vez, debe mucho a un tratado de Por-
El escrito de Macrobio había circulado durante la Edad Media, y
firio44•
nada impide que Ficino hubiera tenido conocimiento de un comentario

76

••
atribuido a Guillermo de Conches, de quien se conserva un manuscrito agraciado se encontraran con un jupiterino que tuvo la suerte de coinci-
de! siglo XIV en la Biblioteca Nacional de Florencia45. El autor de la Phi- dir con un semen aceptable, quedaría prendado de su belleza, sin ser cons-
!osophia Inundi, al tratar de la generación, dividía la matriz en siete com- ciente de que la causa profunda de su afecto reside en la inclinación que
partimentos que retenían e! semen y I en los que «la figura humana queda se siente hacia el mismo arquetipo planetario, sobre todo cuando éste se
impresa como en una moneda»4". Es muy verosímil que las siete divisio- ha encarnado en un cuerpo terrestre con mejores resultados.
nes correspondan a los planetas, cuya influencia sobre el desarrollo de!
embrión estaría preparada de esta manera con antelación gracias a la sa- Aquellos que han nacido bajo una misma estrella tienen tal disposición que
biduría divina inscrita en la naturaleza. la imagen de! más bello de ellos, al entrar por los ojos en e! alma de! otro, se
Estos «sellos» que moldean la forma humana, las cellu!ae impressiol/e ¡/l/- ajusta por completo a una cierta imagen [preexistente] impresa, al principio de
I/Ia/laC formac s(~/wtae, se encuentran también en Ficino, pero no al niveJ la generación, en el velo celeste de! alma, así como en el alma misma (Am.,
de la matriz materna sino al de la matriz celeste. En efecto, es posibl6i VI,6).
comparar e! proceso de cosmización del alma y su entrada en el univer:'"
so físico, con la gestación que lleva al crecimiento de! embrión. Por un Las dos imágenes originales son copias del mismo arquetipo planeta-
lado se encuentra e! alma-nií'ía que se inclina hacia abajo y desciende has- rio, aunque una sea menos perfecta que otra. Se producirá un rccol/oci-
ta la matriz cósmica formada por los siete planetas, y por e! otro está e! micnto pro..fimdo y un deseo de emulación se apoderará de la figura jupite-
cuerpo del niño que se prepara para recibir e! alma. En el caso de Gui- rina más débil, que tenderá a perfeccionarse siguiendo el modelo del otro.
llermo de Conches, el paralelismo es completo ya que la matriz humana Ficino insiste en decimos que esta huella inconsciente en el alma no
está hecha a imagen del cosmos. es un f:'lntasma. Más bien es una matriz abisal que condiciona el proceso
Esta correspondencia también existe en Ficino, en e! marco de una psi- ,. fantástico al pedir imperiosamente a los fantasmas recibidos que se ajus-
cología abisal que e! autor no se esfuerza en hacer demasiado complicada. ten a un arquetipo prenatal.
En la base de todo esto se encuentra el concepto de huclla o .figura plane- Esta teoría de la facics, o imagen preexistencial de! individuo, provie-
taria; este concepto está combinado con una teoría algo rara (que no está ne de \111 estrato de creencias muy arcaicas que también existen entre los
confirmada por ningún tratado de astrología) que se refiere a la influencia I pueblos llamados «primitivos». Los neoplatónicos tardíos le han atribuido
de los astros sobre las combinaciones eróticas. Ficino comprueba (Am., VI, una base filosófica. Más tarde, el escrito cabalístico Zólzdr, compuesto por
5) que ciertos tipos planetarios -el jupiterino, e! solar, e! marcial y e! ve- Mosés de León, retomó la idea de una huella eterna en e! alma:
néreo- son más aptos que los demás para recibir las flechas del amor, y así
mismo, resulta que prefieren a una persona que pertenezca al mismo tipo Durante el apareamiento nupcial en la tierra, e! Santo, ete., envía una forn'¡a
que ellos: e! jupiterino a un jupiterino, etc. humana que Heva la hu~lla de! sello divino. Esta forma está presente en e! apa-
Para explicar la profunda e inconsciente atracción entre personas, ofi-e- reamiento y, si pudiéramos vedo, observaríamos por encima de nuestras cabezas
ce un ejemplo que es válido como modelo para toda la serie anterior. Su- una imagen que' se parece a una cara humana: en esta imagen estamos formados
pongamos que un alma desciende al cuerpo coincidiendo con el reinado (28Mr, 111, 104a-b).
de Júpiter en e! zodíaco: creará en sí misma una imagen jupiterina que se
imprimirá también en su vehículo pneumático. Otra figura de la misma A través de la doctrina neoplatónica, Ficino pretende basar la psicolo-"X'
especie debe quedar impresa en el ~men; para recibirla, éste debe dispo- gía empírica de! eros en un fundamento transcendental. El terreno de es-
ner de ciertas cualidades porque de no ser así los caracteres de Júpiter só- ta psicología queda limitado cuando, de una manera totalmente incons-
lo podrán ser transmitidos más débilmente; en este caso, el resultado sería ciente, el alma procede a escoger entre los fantasmas susceptibles de ser
una cierta falta de armonía en el cuerpo. Cuando este juiJiterino poco objeto de amor.

71\ 79
Melancolía y Saturno Los melancólicos son generalmente pessime complexiOl1ati: delgados y
Entre los diferentes tipos planetarios, e! saturnino ocupa un puesto sombríos son, además, torpes, sórdidos, apáticos, indolentes, cobardes,
realmente especial en las concepciones de Ficino. Sin duda se trata de un irreverentes, soñolientos, perezosos, en resumen, gente sin fe ni ley que
alegato pro domo sua porque Ficino se reconocía como saturnino ya que no tienen ninguna consideración para el trato humano. El emblema de!
en el día de su nacimiento (el 19 de octubre de 1433), Saturno entraba en temperamento atrabiliario es un viejo avaro que yace sobre la tierra yer-
su domicilio en el signo de Libra~7. El «ermitaño estético» víctima, pe- nla.
riódicamente, de momentos de exaltación y desamparo, catatónico y pcs- Esta caracterización poco halagadora del más desafortunado de los
sime col1lplexionatus, pero a su vez dotado para la contemplación de las ci- cuatro tipos psicosomáticos fundamentales correspondía, en astrología, a
mas del ser, sólo es el resultado de una introspección realizada por Ficino la que se atribuía tradicionalmente al planeta mal considerado: Saturno,
sobre sí mismo. e! seii.or de Capricornio y Libra.
Es evidente que la explicación ficiniana de! síndrome melancólico sa- Una descripción sistemática de las cualidades de los planetas y los sig-
le del molde de una cultura que ya no se corresponde con la nuestra. Pe- nos de! zodíaco nos la proporciona e! iatromatemático Juan de Hasfurt,
ro dado que la semiología ~e esta afección mórbida sigue siendo objeto admirador de Ficino, en su De cognoscendis et lIledendis lIlorbis ex corporlllll
de consideración en nuestros tratqdos de psiquiatría o psicoanálisis, tam- coelestilllll positione.
bién podemos apreciar unas relaciones enriquecedoras en las observacio- Saturno es un planeta frío y sec051• El saturnino «tiene la cara alarga-
nes de Ficino y las de nuestros observadores modernos, tales como Freud da, fea, ojos pequeños que miran hacia la tierra, uno mayor que otro, y
o Binswanger, por ejemplo~8. en el más pequeño tiene una mancha o una disformidad; las aletas de la
El problema de la melancolía saturnina ha sido estudiado con todo de- nariz y los labios son finos, las cejas se juntan, el cabello es negro, tupi-
talle por E. Panofsky y F. Saxl, en su célebre análisis de la Melencolia 1 de do, áspero, ligeramente ondulado, los dientes son desiguales. Su barba, si
Durero~9. Aquí no lo recuperaremos más que para añadir algunas preci- tiene, está despoblada, pero tiene e! cuerpo peludo, sobre todo el pecho.
SIOnes. Es nervioso. Su piel es fina y seca. Tiene las piernas largas, las manos y
La psicología de la Antigiiedad se basaba en una clasificación cuater- los pies deformes, con un corte en el talón. El cuerpo no es demasiado
naria muy interesante que deducía los principales temperamentos de uno grande, color miel, con un olor caprino [... ]. En su complexión predo-
de los cuatro humores según su predominio en e! organismo: la bilis ama- minan e! frío y la humedad [.. .]»52.
rilla, la flema, la sangre y la bilis negra, atra bilis, que en griego se llama Las cualidades psíquicas concedidas por Saturno .no son mucho más
melaina cholos, de donde viene también la palabra «melancolía». Los cua- atractivas: e! saturnino tiende a meditarse los consejos que le da la gente
tro elementos, los puntos cardinales, las divisiones del día y de la vida l1U- de bien, pero, al ser un misántropo, no los lleva a la práctica.
mana se corresponden con estos cuatro líquidos de! organismo. La serie Raramente le o~urre, pero si se enamora de alguien, es apasionado,
.de la bilis amarilla cuenta con e! fuego, e! viento Eurus, e! verano, e! me- como también lo es en su odio. Se encoleriza con facilidad, pero también
diodía y la madurez; la de la flema con e! agua, el viento Austro, e! in- sabe contener su rabia durante mucho tiempo. Al ser goloso, suele ser
vierno, la noche, la vejez; la de la sangre con e! aire, e! Céfiro, la prima- gordo y su paso es lento. Avaro, impostor, deshonesto, ladrón, brujo o
vera, la mañana, la juventud, y finalmente, la de la bilis negra cuenta con mago, seguramente ya habéis encontrado, en vuestras vidas, este tipo si-
la tierra, el viento Bóreas, la tarde y la edad de sesenta años. El hecho de lencioso, usurero de profesión, o agricultor, revolucionario, autor de se-
que predomine uno de estos humores deterinina los cuatro tempera- diciones. En conclusión, e! saturnino es triste y solitario, no confia en
mentos: colérico o bilioso, sanguíneo, flemático y melancólico. Los ras- Dios ni en sus allegados53.
gos somáticos o la complexión (en latín, «mezcla de humores») tienen una El signo de Capricornio, dominado por Saturno, «es desmesurada-
estrecha relación con los caracteres5". mente frío y seco, destructor, mortifica las hierbas, los árboles y las semi-

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.__----1. -
Has [... ]. Es un signo femenino, nocturno, corazón del Sur, del solsticio, les, confiere a sus sujetos una inclinación excepcional hacia la contem-
invernal, inestable, rebuscado, terroso, melancólico»54. plación metafísica y el razonamiento abstracto (sin soporte objetivo, esto
Los dos tipos psicosomáticos más desafortunados, cuyos caracteres son es, conformándose con un mínimo de actividad fantástica),' es una idea
tan cercanos que acaban confundiéndose, tienen sin embargo unas com- tan vieja como la astrología helénica. Al ser el planeta más alejado de la
pensaciones extraordinarias. tierra, Saturno ocupa, en el sistema aristotélico-ptolemaico-tomista, la
Teofrasto, seguido por Aristóteles55, ya había establecido una distinción posición más cercana a la esfera de las estrellas f0as, y por lo tanto al Em-
entre dos tipos de melancolía: una, producida por la bilis negra,fría, que píreo. Esta.posición privilegiada no concuerda bien con las cualidades ex-
responde a las características mencionadas anteriormente, mientras que la clusivamente negativas que le atribuía la astrología babilónica. La misma
otra, producida por el predominio del humor caliente, atribuye al sujeto ambigiiedad se mantiene en la doctrina del descenso del alma sobre la tie-
una labilidad y una inestabilidad psíquicas que van a la par con la genia- rra: Macrobio y Proclo atribuyen a Saturno la [1cultad contemplativa ."~'

lidad. Los síntomas siguientes son patentes en la melancolía «caliente), se- (theórétikon) y la razón (lo,(fistikon), mientras que Servio le aYhbuye la tor-
gún Aristóteles: «accesos de alegría, éxtasis, labilidad, genialidad). Las no- peza y el mal talante, el Poimandrés hermético, la mentira, así como el co-
tas excéntricas desaparecen del comportamiento del melancólico genial, mentario de Macrobio sobre el códice florentino, nada menos que la tris-
sin afectar sus extraordinarias facultades, si la temperatura de la bilis es ticia, sinónimo, en la Edad Media, de acidia o melancolía. En cuanto a
moderada56.
I Ficino, ya hemos indicado que sigue a Macrobio y Proclo.
¿Cuáles son estas disposiciones excepcionales del melancólico? Según Klibansky, Panofsky, Saxl y Wind nos han ensel1ado que la fusión en-
Alberto Magn05?, la melancolía caliente o melancholia f¡¡mosa tiene dos I tre el síndrome melancólico y el «saturnismo» fue realizada por Ficino.
efectos extremadamente importantes en la actividad fantástica del sujeto. G. Agamben se ha opuesto recientemente a esta idea sosteniendo que la
El primero consiste en la movilidad de los fantasmas dentro del organismo i'" ambigiiedad de la melancolía era ya un hecho conocido en la Edad Me-
sutil; el segundo reside en la gran capacidad que tienen los fantasmas pa- dia, justamente por no haber comprendido que la originalidad de Ficino
ra quedar impresos en el pneuma. Esto confiere, además de una memoria no consistía tanto en expresar conceptos nuevos como en combinar de
prodigiosa, unas capacidades analíticas fuera de lo común. Por esta razón, una manera original los ya existentesc,o. Y en efecto, la ambigiiedad de Sa-
nos dice Ficino, «cualquier gran hombre que haya destacado en un arte turno no era menos extraña a la Edad Media que a la Antigiiedad, pero
ha sido melancólico, ya sea porque nació así, ya sea porque una medita- probablemente Ficino se lleve el mérito de superponer las dos caras del
ción asidua le ha hecho volverse ash)58.Sin embargo, Enrique de Gante, «saturnislllo» a las dos caras -animal y genial- de la melancolía. Gracias a
que reconocía que los melancólicos tenían una aptitud especial para las esta identificación, el melancólico recibía de Saturno io que siempre se le
artes debido a su facultad fantasmagórica muy desarrollada, les negaba había negado en un principio: la aptitud para la metafísica. De este mo-
cualquier inclinación por el pensamiento abstracto. Ficino repara eS,ta in- do, el saturnino también podía alabar la facultad imaginativa y la disposi-
justicia identificando al melancólico con el saturnino. Si, por tradición, ción profética que le confería la melancolía: «el astro de la desgracia tam-
se consideraba al melancólico como una persona lábil y genial, el satur- bién es el del genio: desvincula con fuerza el alma de las apariencias, le
nino también presentaba su ambigiiedad fundamental al estar obligado abre los secretos del universo; mediante las pruebas de la melancolía, con-
por su planeta dominante a llevar una vida solitaria que iba acompañada fiere una sensibilidad más aguda, ad ,secretiora et altiora contemplanda cond¡¡cit»61.
o bien de perversidad o bien de las mayores aptitudes contemplativas: Agrippa de Nettesheim, en el cual se inspiró Alberto Durero para su
«Saturno no designa porque sí la calidad y la fortuna común de los mor- Melencholia 1, ya repetía las ideas de Ficino sin tener en cuenta las' divisiones
tales, sino que designa al hombre separado de los demás, divino o bestial, tradicionales. En su clasificación, el número 1, recuperado en el título del
satisfecho u oprimido por una miseria extrema»59. célebre grabado de Durero, hace referencia a los saturninos cuya imagina-
Que Saturno, además de una serie de inconveriientes físicos y mora- ción prevalece sobre la razón: los grandes artistas y artesanos. En otros tiempos,

"., 82
83 BtBUOTECA CENTRAL
UNA M
J.
esto hubiera sido una contradicción en los términos puesto que el punto
fuerte de Saturno era precisamente la razón, y no la facultad fantástica. Só- obnubila el espíritu] y entra en el espíritu y se sirve de él para horrorizar
lo la identificación establecida por Ficino entre el melancólico y el saturni- y frenar la razón, y goza del sitio extrallO [donde ha penetrado]»64. Por el
no permitía a Agrippa mezclar los caracteres de estos dos tipos distintos. contrario, la melancolía pura «es caliente e indica un espíritu sagaz, pe-
ro no lo causa: la causa de la sagacidad es la sutilidad y la posibilidad de
Por lo demás, ni Ficino ni Agrippa pretendían decir nada nuevo al afir-
los espíritus. Por esta razón los melancólicos son voluntariamente sohta-
mar que la melancolía, que es una especie de vacatío, de separación entre
el alma y el cuerpo, confería el don de la clarividencia así como el de la rios, porque: cualquier movimiento los perturba; se aíslan y piensan mu-
premonición. En las clasificaciones de la Edad Media, la melancolía se si- cho, porque su discernimiento es muy agudo. El melancólico tiene, más
tuaba entre las siete formas de vacatío, junto con el sueño, el desmayo y la que los demás hombres, la aptitud de la premonición por el sueño, ya que
soledad('2. Ahora bien, el estado de vacatío se caracteriza por un vínculo lá::' su espíritu es más sutil y por lo tanto más apto que el denso para recibir
bil entre el alma y el cuerpo, lo que permite que el alma sea más inde- los movimientos insensibles del aire». Pero ya sabemos que las ondas
pneumáticas, al producir una presión sobre el aire circundante, son sus-
pendiente respecto al mundo sensible, pudiendo desprenderse de su en-
ceptibles de ser captadas por otro espíritu. Si está suficientemente entre-
voltorio fisico para ocuparse mejor, por así decido, de sus propios asuntos.
Cuando toma consciencia de su libertad, el alma se dedica a la contem- nado, este otro espíritu será capaz de recordar no tan sólo las ondas cuya
plación del mundo inteligible; pero cuando sólo vagabundea por los en- longitud coinciden con las capacidades de los órganos sensoriales (la vis-
tre-mundos, tiene la facultad de recordar los acontecimientos que ocurren ta, el oído), sino también los movimientos pneumáticos imperceptibles,
como los del pensamiento, por ejemplo. Se trata sencillamente de tener
a una gran distancia, tanto en el espacio como en el tiempo. Porque se
puede decir, simplificando un problema que no es sencillo ni tiene una un aparato [,ntástico suficientemente «puro» (esto es limpío) para que
Única solución, que el tiempo, en el mundo inteligible, no está desple<í?ado: pueda vibrar en las longitudes de onda inferiores al límite de la percep-
pasado, preserite y futuro no se distinguen. Todo está en el mismo sitio sub ción. «De este modo», dice Campanella, «cuando ven a una persona, rá-
pidamente adivinan sus pensamientos, captando el movimiento insensible
specíe aeternítatís. Por esta razón, el alma que echa una mirada hacia el eter-
no arquetipo del tiempo puede obtener unos conocimientos sobre el pa- que su espíritu imprime en el aire al pensar, y también son capaces de
aprender rápidamente cualquier ciencia»"5.
sado y el futuro que no le llegan desde su experiencia sensible. Obvia-
Todo se paga en este mundo, y las facultades supranormales son las
mente, todo esto ocurre sólo si el envoltorio pneumático que protege el
que más caro se hacen pagar. Capaz de ejercer una percepción extrasen-
alma es suficientemente transparente para permitide ¡ler; esto puede ser un
don de la naturaleza, una cualidad adquirida o una cualidad accidental!». sorial, el melancólico ficiniano es un abÚlico, un marginado, y a menu-
Esta sagacidad pneumática de los melancólicos está muy bien explica- do está tentado por el suicidio del que se le disuade, segÚn el célebre
da por un escritor tardío del Renacimiento en plena Reforma: el fraile ejemplo de Porfirio.predicado por Plotino. La causa de su inaptitud para
Tommaso Campanella, autor del tratado Del sentido de las cosas y de la ma- adaptarse a su condición mortal es una nostalgia intensa de su patria ce-
gía, en el capítulo titulado «De la sagacidad de los melancólicos puros e leste, del mundo inteligible, nostalgia de un «objeto perdido» que tam-
bién se encuentra en la descripción freudiana del síndrome melancólic06".
impuros y de, la demonoplastia y del consentimiento del aire». En la tra-
En esta interpretación se confunden la herencia neoplatónica y la heren-
dición aristotélica, Campanella distingue la melancolía «caliente» (pura)
cia cristiana de Ficino. En efecto, el contraste entre melancolía «fría» o
de la melancolía «fría» (impura). Esta Última, «segÚn el docto Orígenes,
«impura}) y melancolía «cahente}) o «pura}) se había transformado, en la'
[... ] es el punto de origen de los espíritus malignos y del demonio. Éste
Edad Media, en una oposición entre dos «tristezas»: por un lado, una trís-
ve que el espíritu corporal está infectado por los vapores [melancólicos]
y que oprimen de tal manera la razón que debe resignarse a la inactivi- titía mortifera o díabolica, o también trístitia saeculí, que hace que el religio-
so busque distracciones seculares en lugar del tedio que, segÚn Guillermo
dad, y luego, siendo él impuro y pesado, se complace en este hollín [que
de Alvernia, le inspira cualquier materia teologal, y por otro lado, la trís-

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titiasall/tifera o I/tilis, o también tristitia seellfullll/1 Del/Ill, que nace del sen- Es muy probable que este holocausto se explique también por una so-
timiento de la privación de Dios67• Por esta razón, sigue diciendo Gui- lidaridad secreta establecida entre el paciente y la enfermedad: aspirar al
llermo de Alvernia, muchos hombres piissillli de religiosissimi de su época «sufi-imiento útil» no fue sólo propio a los coetáneos de Guillermo de Al-
deseaban ardientemente ser víctimas de la enfermedad melancólica, para vernia. También afectaba a todos aquellos que, por una razón o por otra,
sentir una nostalgia de Dios más intensa6H• no se sentían satisfechos con lo que les ofi-ecía su existencia en elmUlh
Cuando la idea de patria perdida se atrofia, sólo subsiten los síntomas do. Habían topado con los límites del estar aquí: todo es así, y no puede
ne(1stos de la melancolía. Kierkegaard, «confidente íntimo de la melan- ser de otro modo.
colía» nos ofrece una descripción magistral de ello, en sus Diapsállllata: Justificado ontológicamente, este estado de tedio disponible o de dis-
«No tengo ganas de nad~. No tengo ganas de montar a caballo, porque ponibilidad tediosa representa para Ficino la consecuencia de una feno-
es un ejercicio demasiado violento. Ni tengo ganas de caminar a pie, pues menología de la vida cotidiana que ya anticipa a Pascal y Heidegger.
me fatiga mucho. Tampoco me atrae meterme en la cama, porque una El hombre, exiliado (exlII) del mundo, vive en un estado continuo de
de dos: o debería permanecer tumbado, y esa posición no me gusta; o de- entorpecimiento o tristeza (lIIaerOl) cuyo origen sigue siendo un misterio.
bería levantarme de nuevo, y esto t:ullbil:n me disgusta. SI/Illllla SI/Ill/11<1- Al no poder vivir solo, siempre busca la compañía de los demás, procu-
mili: no tengo, en absoluto, ganas de liada»"". rando, gracias a las diversiones (oblcetamentd), oJvidar su inquietud. Se su-
Según André Chastel, el concepto del genio «romántico», desigual, merge así en una especie de delirio que da a su vida un carácter pareci-
do al de la irrealidad de un sueI1072.
catatónico, víctima de crisis de entusi:ISl110 que perturba su abulia, se ma-
nifiesta en el mundo moderno a tr:wl:s de 1:1obra de Ficino: «El genio Ciertamente le falta a este análisis el patetismo de un Pascal, pero el
que conoce alternancias de inspiraciÚl1 y desesj1L'ro, que es visitado por el concepto de este último es muy parecido al de Ficino:
jimn y luego abandonado por su fuerz:1 illlerior, 110 pertenece a ningún
tipo conocido: interesa por la intensilbd dr:III1;'11 ¡,':I de su aventura>/o. Que ¡Los hombres] tienen un secreto instinto que les lleva a buscar el diverti-
otorgue o no la genialidad, la melancolí;1 es :lllle lodo un síndrome pato- miento y la ocupación en el exterior, el cual procede deJ resentimiento de sus
lógico conocido tanto por el Corplls /¡iJl¡)errítie¡) y por !\ristÓteles como por continuas miserias. Y tienen otro instinto secreto que permanece como residuo
el doctor Sigmund Freud. Como la pesll', esle 111;d11:1atacado nuestro de la grandeza de nuestra primera naturaJeza, el cual les hace conocer que la fe-
continente en más -de una ocasión. !\rist{1Il,I"s Y:IIlolllbnba a algún me- licidad no está, en verdad, más que en e! reposo, y no en el tumulto. Y, de esos
lancólico (Hércules, Belerofonte, Heráclil (), 1)cIIIÚcrito, el poeta Mara- dos instintos contrarios, se forma en ellos un confuso 'proyecto, el cual se es-
cos) y Ficino añade otros tantos: Safo, SÚcr:11es y LllCn:cio71• Los claustros conde a su vista en e! fondo de su alma, que les lleva a tender hacia el reposo
de la edad media estaban invadidos por 1:1"e¡,di", y L'IIlos castillos, entre por ll~edio de la agitación y a figurarse siempre que la satisE1cción que no tienen
los siglos XI y XIII, resonaban los calltos y I()s vnsos ;Ilr:¡biliarios de los les llegará si, superando algunas dificultades que ven, pueden abrirse por ahí la
trovadores y de los fieles de amor; gell(L' l¡tl" sl1!i·j;¡'" sílldrome letal del . puerta de! reposo [... J. De tal manera que considerándolos seriamente, el hom-
alllor /¡ereos que también era una especie de 111l'1:l1i(',\lí:1
11llll1cante. En los bre es más de compadecer por poder divertirse con cosas tan frívolas y viles que
siglos XV y XVI, la moda de la bilis lIegra se (',11m') \\11bl1CII nÚmero de por compadecerse él mismo de sus miserias efectivas; y sus diversiones son infi-
víctimas; entre ellas: Ficino, Miguel Í\11¡.'.d, I )urelt) y l'ol1(OrJno. La In- nitamente menos razonables que su tedio (PC/1sol1liC/1tos, 26)*.
glaterra elisabetiana tuvo las suyas, COll1l1I()s IH)['t:,s .1<11111 IJonne y Ri-
chard Crashaw. En el siglo XIX, el d:uHlislll() lill' 1\11(':lllluil:tje púdico de
las heridas debidas a la melancolía; est;1 L'ItI~'rllll',l:ld :d,':11IZÚtanto a Bau- . La traducción que aquí se ofrece es,para la primera parte, de J. Llansó,en BlaisePas-
delaire como a Kierkegaard, De QlliIlCl'Y, Colnidw, Nerv;d, (-luysmans cal, Pensamiwtos, Alianza, 1981, pág. 58, fragmento (136), y nuestra para la segunda. (N.
de las T.)
y Strindberg.

116 87
Capítulo III
Amistades peligrosas

1. Juan. Pico, continuador de Ficino


E] perfecto entendimiento entre Ficino y Pico, donde cada llno pro-
digaba a] otro amabilidades más o menos sinceras, no duró mucho tiem-
po. A parte del hecho de que los dos pertenecían a] tipo saturnino, apto
para ]a contemplación penetrante de las verdades teo]oga]es, es difícil ima-
ginar dos personas más distintas.
Hijo del médico de Cosme de Médicis, Ficino fue destinado por su
protector a traducir a] latín la obra de P]atón. Durante su juventud, el agus-
••
tinianismo ]0 tentó, pero pronto se resignó a ]a escolástica de la cual será,
sin duda, e] representante más apreciado en e] Renacimiento. Era un hom-
bre colmado de defectos, físicos y psíquicos, era jorobado, tartamudeaba ]i-
geramente' y caía con fi-ecuencia en accesos de desespero melancó]ico tan
terribles que una vez estuvo a punto de morir de inanición. Aparte de eso,
fue director de ]a academia de Careggi y religioso, cualidades que no ]e
permitían abandonar las obligaciones pÚblicas que ]e correspondían. Se re-
signó a llevar llna vida sana y frugal, a engaÍ1ar a la meJanco]ía con ]a die-
ta, los paseos, ]a mÚsica, algunas manipulaciones rituales y la magia astro-
lógica.
Muy a] contrario de Ficino, Juan Pico, prodigioso filólogo y teólogo,
". poseía juventud, nobleza y riqueza. Debido a su espíritu más bien extre-
mista, aunque no ]e faltaban cualidades diplomáticas, tuvo sus aventuras y
desventuras. E] fina] de su breve vida estuvo marcado por su conversión
a] idea] puritano de Savonaro]a. Después de numerosas tribulaciones que
se prolongaron hasta ]a muerte de Inocencio VIII, obtuvo el perdón de]
papa A]ejandro VI, pero los servicios que rindió a ]a Ig]esia se limitaron
a una larga refutación contra ]a astrología. Su vida terminó a ]a edad en
]a cual otros apenas empiezan su actividad. ¿Podemos suponer que, llega-
do e] día, habría abandonado a Savonaro]a? No poseía ]a versatilidad de

89

___ l.
Ficino, capaz de todos los virajes políticos, pero había manifestado, sin registran la versión expl~rgada de! Com/1/ellto. Otra carta de I3enivieni, es-
duda, una gran voluntad igualada sólo por la de! papa. ta vez a Luca del1a Robbia, que figura como un apéndice de las Obras de-
En principio, la diversidad de caracteres no hace siempre imposible la plora de nuevo esa il1eptie puerili".
colaboración entre pares. Por una parte, el joven Pico es un gran admi- El malestar de Pico, la confusión de I3enivieni, la protesta de Ficino y
rador de! Platón florentino hasta el punto de que puede verse bien mar- la sana censura de I3uonaccorsi, hacen sospechar que se produjo una gra-
cada su huella en una buena parte de su obra, tanto en e! espíritu como ve ruptura ideológica, en el año 1486, entre el fogoso y joven conde y e!
en las palabras. Pero, por otra, se permite utilizar con frecuencia un tono ponderado canónigo de la catedral. ¿Que ocurrió?
polémico en donde mezcla e! sarcasmo para condenar la «vulgaridad» de Al leer la vcrsión completa del escrito, publicada en 1942 por E. Ga-
Ficino en las cuestiones filosóficas de mayor gravedad. De su lado, el pla- rin, sorprende la violencia de los ataques de Pico contra Ficin07: espíritu
tónico de Careggi que, con toda probabilidad, sólo veía en él a un discí- indigno de la delicada tarea de la q\le se había encargado al comentar El
pulo excepcionalmente dotado, un mirandus iuvenis altamente digno de su banquete de Platón, se acusa a «nucstro Marsilio» de mancil1ar (pcrvertel1do)
academia, le dirigía palabras cuya ironía casi imperceptible consiguió anu- el tema del amor de! cual se ocupa. Incluso admitiendo que e! espíritu
lar la extrema cortesía. A la larga, Pico, debió de encontrar insoportable sistemático de Ficino, herencia escolástica de la que tampoco escapa Pi-
e! paternalismo ficiniano y su rebelión con respecto a la interpretación de co, pueda irritar con frecuencia al lector, sólo resentimientos de orden
las cosas de! amor es la prueba de este estado dc irritablc dcpendencia. personal explican la agresividad de! joven émulo, puesto que, en e! fon-
Se trata de una discordia CO/1corsmás que de una discordia discors, puesto do, la «lección» que espera dar a Ficino no es más que una repetición ca-
que, aunque trataba de dar una lección de platonismo a Ficino, Pico, qui- si literal de las ideas y fórmulas ficinianas. Dejando a un lado la «volun-
zás a pesar suyo, no dejaba de estar b~o la influencia dominante de éste. tad deformadora) que se ejerce en especial sobre cuestiones marginales,
',"
En su excelente libro sobre Juan Pico, H. de Lubac considera ampliamen- sin tocar el conjunto de la visión de Ficino, se llega a una exposición gc-
te las circunstancias de la composición del COll1mC/1to sopra l/na CallZOl1a de neral que habría podido atraer la aprobación entusiasta de! Platón floren-
Amore de 14862, destacando, como otra de las razones que determinaron a tino, siempre que no hubiera contenido las invectivas ya mencionadas que
Pico a no publicar su escrito, su preocupación por no ofender a Ficino, le iban dirigidas.
«cuyas interpretaciones> criticaba el Commet1to en más de una ocasión». Fi- Siendo el eros un instrumcnto que ayuda a recorrer los escalones in-
cino, informado, sin duda por amigos comunes, de las impertinencias de! teligibles que separan a Dios de las criaturas, sería impensable tratar e! te-
joven al referirse a él, creyó oportuno escribir a Germain de Ganay di- ma de! amor sin ocuparse, en primer lugar, de la ontología. Por otra par-
ciéndole que, en cuanto a la edición de! COll1l11ento, había que respetar la te, e! hombre, que ocupa entre las criaturas una posicion privilegiada, es
Última voluntad de Pico que había renegado de su escrito de adolescen- el Único que resume en sí mismo todos los niveles de! cosmos, desde Dios
cIa.
. 4
hasta la materia. Ésta es la razón por la cual también es el Único ser capaz
A la diplomacia ficiniana, cuyo objetivo es, sin duda, salvar las apa- de ascender hasta la cima la escala criatural que se pierde en los mundos
riencias, responde la confusión de Girolamo I3enivieni. Gracias a Biagio invisibles. Este sistema de eslabones sucesivos de! ser que se comunica con
I3uonaccorsi, e! COll1mento fue incluido, en 1519, entre las obras del mis- niveles siempre inferiores l1eva el nombre de «esquema alejandrino), lo
mo I3enivieni quien, en una carta de introducción, hace recaer sobre ter- heredó Platino de los sistemas gnósticos contra los cuales combatió". El
ceros la responsabilidad de su publicación, tomando la distancia necesaria pensamiento del primer neoplatoniano comporta un apostrophé (en latín
en relación a un escrito que Pico, al iglÍal que él mismo, había compues- processio) o alejamieí1to de la esencia de! ser, que sólo e! hombre puede
to come Platonico, et non come Christian05• I3uonaccorsi retiró cuidado- colmar por e! proceso inverso de epistrophé (collversio) o retorno hacia e! ser.
samente de la edición de 1519 los pas~es menos respetuosos dirigidos a Fi- En la obra de Fícino, los grados de la procesión son los siguientes:
cino, y las Obras de Juan Pico, publicadas por su sobrino Jean-Franyois, Dios, intelecto angélico o universal, Razón, Alma, Naturaleza y Cuer-

90 91
po". Por su posición intermedia, el alma, segúnjal1us bifrol1slO, forma par- provista de todo fundament01(,. Sobre todo porque el Commento repite to-
te de manera simultánea tanto del mundo inteligible como del mundo da la historia de la incorporación, que Ficino había extraído de Macro-
sensible. Por esta razón recibe el nombre de copula mundi o l10dus mundi11, bio, con el descenso del alma por la puerta de Cáncer, la adquisición del
mientras que el hombre micro-cosmos, parvus mUl1dus, esvicarius Dei in vehículo astral y e! ascenso por la puerta de Capricornio17, añadiendo
terra, vicario de Dios en la tierra12. (Ver Apéndice IV.) también que la fisionomía astrológica se justifica por el hecho de que e!
Juan Pico reproduce literalmente las expresiones ficinianas y las etapas cuerpo terrestre está formado por e! alma18. Ahora bien, si él acepta la
del despliegue de! ser: el hombre es vincolo et nodo del mondo13, es e! vín- verdad de esta doctrina -que el mismo Ficino, a través de una fórmula
culo entre e! Mundo angélico y la Naturaleza. Posee, por supuesto, dos digna de su duplicidad, había calificado en su Teología, de «[1bula plato-
cuerpos: uno, llamado «vehículo ce!este» por los platónicos, es la envol- niana»-, es difícil que pueda rechazar en bloque todas las pretensiones de
tura imperecedera del alma racional; el otro, compuesto de cuatro ele- la astrología. Ciertamente, entre 1486, fecha de la composición del Com-
mentos y sometido a las leyes del crecimiento y de la decadencia14. El mento, y 1494, fecha de su muerte, que dejó in acabadas sus Disputationcs,
hombre posee también dos órganos de la vista: uno vuelto hacia el mun- Pico sufrió la furia de la curia, para encontrar a continuación la paz alIa-
do sensible y otro hacia el mundo inteligible, que corresponde al oculus do del predicador Savonarola. Su conversión, por auténtica que sea, po-
de Ficino. Pico resume fielmente el descenso de las almas hacia
spiritalis ne de manifiesto el problema de una ruptura entre sus escritos de juven-
el cuerpo de acuerdo con el comentario ficiniano a El banquete: «Entre tud y las Disputationes adverslls Astrolo~\!ialll; Después de la muerte de
las almas humanas a!gunas tienen la naturaleza de Saturno, otras tienen la Inocencia VIII, Pico recibió e! perdón del nuevo papa. Ahora bien, una
de Júpiter y así sucesivamente. Y [los platónicos] entienden con ello que vez alcanzada la edad de la razón, ¿no debía aspirar a redimirse definiti-
un alma puede estar más estrechamente emparentada y parecerse más al vamente a los ojos de Roma? Como no tenía la mentalidad mezquina de
alma del cielo de Saturno que al alma del cielo de JÚpiter o viceversa»1'. Ficino que, en 1490, «se informa de la fecha de nacimiento de Inocen-
Tenemos la impresión de que Pico trata de evitar las consecuencias poco cia VIII [...] para prepararle un remedio en agradecimiento (¡es el col-
ortodoxas de esta teoría ya que precisa que la única causa intrínseca de es- mo!) por no haberlo condenado por su uso de la astrología»1", Pico com-
tas diferencias reside en Dios mismo, Único productor de almas. Pero, in- pone, para poner término a sus errores de juventud, un enorme tratado
mediatamente después de hablar de! «vehículo del alma», añade impru- contra la astrología, corriendo e! riesgo de ganarse la oposición de Fici-
dentemente que «el alma racional desciende de su estrella» lo que parece no y de sus fieles. Cosa extraih, esta vez Pico trata con indulgencia al an-
contradecir la protesta de fe del artículo precedente. Puesto que la cen- tiguo maestro al que no había dudado en descalificado en el C011l11lento:
sura eclesiástica, que iba también a rozar ligeramente a Ficino, ya se ha- «Poseía [... ] suficiente discernimiento para no confun'dir al gran apolo-
bía inclinado con demasiada solicitud sobre su propia persona, tenemos gista, cuyo diseño apostólico era igual al suyo, con los hombres a los que
la impresión de que Pico ejerce aquí, conscienten'lente, una autocensura. tenía por enemigos de la fe cristiana»211.Pero H. de Lubac no deja de se-
Esta ingenua habilidad que le lleva a exponer de manera parcial un tema ñalar la solidaridad que unía a Pico con Ficino a causa de la condena que
. -
que el experto de Ficino ya había presentado con toda franqueza, sin la trilogía De vita había soportado entre 1489 y 1490, «y para los mismos
niiedo a posibles reprimendas, no ahorrará a Pico las dificultades que te- que dos al"ios antes habían hecho campaña contra Pico»21.
mía.
En cuanto al resto, continuando la lectura del Commento, no podemos
Ciertamente, podríamos ver aquí un preludio de la polémica antias- más que seguir sorprendiéndonos de la violencia de los ataques de Pico
trol6gica contenida en las Disputationes adverslIs Asfroh~\!iilll1 divinatricem. contra Ficino (¿había olvidado su discernimiento?). ¿No estaban de
Pero, en este caso, la hipótesis de que este escrito h:lhrÍa sido concebido acuerdo los dos en que la esencia de! amor es espiritual y que la especie
para obtener de la curia el perdón indispensable p:lr:l l'lll rar en la orden del objeto pasa a través de los ojos hasta e! sentido interno situado en el
dominicana y revestir, al parecer, la pÚrpura cmkll:dici:¡ 110 parece des- corazón?22 ¿No se habían dedicado los dos a describir los efectos dele té-

92 93
,1

reos de! anlOr hereos"" enfermedad fantástica «tan sumamente pestífera y fuente de toda sabiduría auténtica», Tiresias se volvió ciego, perdió el uso
venenosa que consiguió engendrar una debilidad casi incurable en las al- de la vista corporal, pero recibió e! don de! profetismo, de la vida incor-
mas más perfectas y más fuertes»? pórea. Lo mismo le ocurrió a Homero bajo el imperio de la inspiración,
Al~nque esta discordia concors entre Pico y Ficino no produjera en el que le hizo contemplar los misterios del intelecto. También Pablo, después
. primero ninguna nueva interpretación brillante de! amor, debemos a su de su viaje al tercer cielo, se volvió cieg02H. La morte di bacio, contempla-
obstinada voluntad deformadora uno de los motivos más interesantes y ción plenaria de las Inteligencias angélicas, es un arrebato celestial, una va-
persistentes de la especulación erótica de! siglo XVI: e! de la mors oscu/i o catio durante la cual el cuerpo permanece en estado de catalepsia; eso es lo
muerte de amor. El origen de este motivo es doble: su punto de partida que parece decimos Celio Agostino Curione que redactó el apéndice de
es la fenomen010gía de Ficino, con e! proceso de alienación del sujeto los Hiéro,(flyphica del Borentino Piero Valerian029• Con muy pocas variacio-
que busca desesperadamente un lugar para fijar su sujetidad. Era un sín- nes, la descripción de la binsica aparece de nuevo en Baltasar Castiglione,
drome bastante parecido al de! amor hereos que Francesco Colonna h2bía Egidio da Viterbo, Francesco Giorgio Veneto, Celio Calcagnini, León e!
sabido describir sin necesidad de! sistema ficiniano. Como en la mayoría Judío (Dialo,(fhi d' amore) y Giordano Bruno (Heroici juroriY".
de sus interpretaciones, Pico se opuso a la hermenéutica «vulgan> de Fi- Con este último, penetramos en los arcanos insondables del eros, don-
cino. Rechazando la exégesis intersubjetiva, se ocupa exclusivamente de de la pura teoría de los platónicos Borentinos reune varias finalidades baSe-
la muerte por amor como lTlOmento de la dialéctica de! eros místico. Por tante misteriosas, de las cuales por lo menos llna se refiere a las. relacio-
ello, adopta e! simbolismo de la cábala que nos revela la segunda fuente nes peligrosas a las que Bruno se entregó duraute toda, su vida hasta que
de! motivo.
el fuego de la hoguera, al que dio su consentimiento para no contradecir
Esta binsica, mors oscu/i o morte di bacio que Pico nos describe sobre cua- sus propias ilusiones, le devolvió la libertad final. En cuanto se disipó el
tro columnas24 es una extinción corporal que se acompaña de un éxtasis in- humo, Giordano Bruno, fue proclamado por unanimidad, o casi, «sím-
telectual. Nadie puede elevarse a la vida inteligible sin haber antes renun- bolo de la democracia». Extralla paradoja que coronó el desti~lo póstumo
ciado a la vida sensible. Pero cuando e! alma haya abandonado los despojos de aquel que fue «probablemente e! filósofo más antidemocrático que ja-
del cuerpo, será llamada a una nueva forma de existencia, por regeneración más haya existido»'1.
espiritual, como Alceste quien, como aceptó morir de amor, pudo resur-
gir por la voluntad de los dioses25• Haciendo uso de la interpretación cris- 2. Los dioses ambiguos del eros
tiana y cabalística de Shir ha-Shirim, Pico afirma que e! amante es e! sím- Giordano Bruno, el hombre del pasado fantástico
bolo de! alma, la amada es la inteligencia y su beso, la unión extática. El
beso oral, bacio, es, entre las posturas de! amor corporal, la última y la más Detenido en Venecia, antes de ser entregado a la Inquisición romana,
avanzada que figura como símbolo del amor extátic02(': «Binsica o morte di Giordano Bruno cuenta durante el interrogatorio del 30 de mayo de
bacio significa el raptus intelectual durante el cual e! alma se une con tanta 1592, que, habiendo reÓbido en París una lección extraordinaria:
fuerza a las cosas de las que ha sido separada que, saliendo del cuerpo, lo
abandona completamente». «Abraham, Jacob, Moisés, Aarón; María (o [H.] llegué a ser tan famoso, que el rey Enrique III me hizo llamar un día pa-
Elías) y algunos otroS»27tuvieron una experiencia como ésa. ra averiguar si la memoria que tenía y que profesaba era natural o mágica.
¿ Qué era esta misteriosa mors osculi? Pico y sus sucesores dan otros de- Lo satisfice respondiendo y demostrando que no era mágica sino científica,
talles que nos ayudan a circunscribir este fenómeno místico. Lo que Pico cosa de la cual él mismo se persuadió. Después de eso, hice imprimir un libro de
descubre en la tíbula de Tiresias contada por Calímaco, gracias a una in- memoria, titulado De umbris idearum, que dediqué a Su Majestad, quien me nom-
terpretación alegórica, es una visión fulminante de! mundo inteligible: por bró por ello lector extraordinario cstipendiado y continué mis lecturas en esa ciu-
haber visto a Diana desnuda, «cosa que no significa más que la Belleza ideal, dad [... ] durante cinco atlOS quizás. Después de eso y a causa de los desórdenes ci-

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;
viles me fui recomendado por el mismo rey a Inglaterra, al lado del emb~ador de un pasado demasiado sutil, demasiado complicado para e] nuevo espíritu
Su M~estad que se llamaba señor de Mauvissiere de nombre Castelnau32• racionalista: era descendiente de aquellos que profesaban los arcanos me-
nos accesibles de la época fantástica: los de la mnemotecnia y de la magia.
Como la memoria natural de Bruno no igualaba su memorja artifi-
cial, se equivoca sobre la duración de su primera estancia en París que Escándalo en Londres
empezó en 1581 y terminó en junio de 1583. Después, bajo la protección En Londres, Bruno se vio muy pronto metido, no en uno, sino en dos
de Michel Castelnau, se instaló en Londres hacta octubre de 158533 • escándalos.
Por un extraño error óptico, se vio en Giordano Bruno el paladín del .Ya en 1584, en la dedicatoria a sir Philip Sidney del Spacío della Bestia
futuro, de la Europa francmasona y liberal, mientras que este monje na- trionjante, se mostró tan sensible hacia las «ofensivas y graves faltas de edu-
politano exclaustrado no fue más que uno de los últimos defensores en- cación» de las que fue objeto que planeó abandonar el país. Con toda se-
carnizados de la cultura de la edad fantástica. Esto es lo que explica sus guridad, Sidney, y quizás el antiguo amigo de Bruno, Fulke Greville (Fo]-
desengafíos con los círculos protestantes donde no tardó en sentirse pt:;or co Grivello, ]0 llama él), intervinieron ampliamente por ]0 que resistió
que en el seno de la Iglesia que había cometido la imprudencia de aban- hasta el otoño del año siguiente.
donar'4: «Ni en Londres, ni en Marburgo, ni en Wittenberg, ni en El primer escándalo fue provocado por una desgraciada discusión en-
Helmsradt, ni siquiera en Francfort encontró la,acogida liberal y amplia tre dos doctores de Oxford que Bruno tuvo la idea de inmortalizar en el
con la que había soñado. Calvinistas y peripatéticos lo habían acosado sin opúsculo La cena de le ceneri, dedicada a Michel de Castelnau. Las dos par-
tregua. No le había ido mejor con los luteranos quienes, con la doctrina tes compitieron sin tregua y sin ningún tacto. Ciertamente, el Meridio-
de un hombre como Melanchthon3S, debían estar preparados para una nalse equivocaba ~l contar demasiado con el respeto de las leyes de la
mayor hospitalidad». hospitalidad, mientras que los bárbaros que vivían en esa isla tato orbe di-
Sólo la iconoclastia de juventud, causa de sus primeros conflictos con visa sólo se preocupaban de su dignidad y de su indepepdel}cia. Ta]es fue-
la autoridad religiosa, se parece de lejos al protestantismo. Por el contra- ron las expresiones de desprecio que Bruno prodigó a los dos oxonienses
rio, toda su cultura, de la q~e estaba tan orgulloso y que le había procu- -«imbuidos de griego, pero también de cerveza»- que hasta ]a sincera
rado una cierta fama, pertenecía a la esfera del pasado, de lo fantástico, de amistad de Fulke Greville se vio afectada. Su nombre se vio implicado en
la acrobacia espiritual, en suma, al ámbitO'del extraño funambulesco, co- esta ofensa sin precedentes dirigida, no solamente contra los sabios vale-
mo el teatro de Giulio Camillo. Para comprender algo de sus obras, la pos- rosos y el plebeyo chauvinista, sino también contra los transportes urba-
teridad que, curiosa debido a su martirio, se interesó por ellas con cierta nos británicos.
solicitud, se vio obligada a suprimir unas ocho décimas partes: todos los La escena de la disputa es memorable: después de haber respondido há-
opúsculos mnemotécnicos y mágicos. Sin embargo, se sentía satisfecha ya bilmente a un doctor inofensivo, un «asno doméstico», Bruno se encara
de que Bruno hubiera sido defensor de Copérnico e incluso el primero con otro «que era tan ignorante como presuntuoso». El napolitano no tie-
en asociar la idea de lo infinito del universo con el heliocentrismo. ¡Pero ne ninguna consideración con ese «asno salvaje», «puerco descortés y sin
qué abismo inmenso separa a este panteísta neoplatónico de los raciona- educación» cuya cadena académica podría reemplazarse por un cabestro.
listas como Spinoza! Aferrándose a la falta de interés especulativo que pa- «"Mira, cállate y aprende", ]e dice esa imponente bestia de carga, "yo
ra la Edad Moderna tenía la obra de Bruno, Hegel, que encontraba su te enseñaré a Ptolomeo y a Copérnico".» Evidentemente, el nolano se
doctrina espesa y repugnante, no dudó en co]garle el calificativo de «ba- enfurece tanto más cuanto que el otro quiere persuadido, ordenándole
cántico», excusa probable de su incapacidad de lectura. Todo esto prueba que se calle, de que la tierra en la obra de Copérnico ocupaba un lugar
que, lejos de ser el hombre del futuro, el incomprendido de su época, Bru- donde en realidad no cabía más que el trazo de la punta de un compás.
no era un incomprendido precisamente por pertenecer profundanlente a Todo esto puede parecer bastante extraño, si pensamos que Inglaterra

96 97

l
había sido el primer país donde el heliocentrismo había tenido éxito. En objetivo de Jas leyes no es el de buscar en primer lugar la verdad de las
1576, Thomas Digges, protegido del doctor John Dee, publicó una Pedit cosas y de las especulaciones, sino Ja bondad de las costumbres para pro-
descriptiall af the caelestiall Orbes according ta the mast allnsiente dactrÍ/le of the vecho de la civilización, el entendimiento entre los pueblos y la facilidad
en la que, según S. K. Hennin-
PythagarC(//lS, lately rC/li/lcd by Capcrnicus, del trato humano, el mantenimiento de la paz y el progreso de las repÚ-
ger, «gracias a un salto sorprendente de la imaginación [...], toma el audaz blicas. Con frecuencia y bajo muchos aspectos, es más tonto e ignorante
partido de postular un universo infinito»36. En realidad, parece que Dig- decir las cosas segÚn la verdad que segÚn la ocasión y la oportunidad», El
ges no defendía las mismas ideas que Bruno; para él, sólo el cielo empí- hombre del futuro no era Giordano Bruno, sino el puritano Smitho.
reo, habitáculo de Dios, no tenía límites, lo que no suponía la multipli- La discusión, sobre el heliocentrismo, que tuvo una repercusión enor-
cación indefinida del número de mundos37• ' me, hizo sombra durante mucho tiempo a otra controversia de Bruno
El azar hizo que el mismo año en que Bruno llegó a Londres, el doc- con los puritanos que era todavía más importante en varios aspectos: el
tor John Dee, el Único que habría podido comprenderlo y apreciarlo, se debate en torno al arte de la memoria.
expatriara. Por otra parte, era tan impopular que la multitud aprovechó la Poco después de su llegada a Londres, Bruno se apresuró a dedicar a
ocasión y devastó su casa en cuanto salió hacia Polonia38. El encuentro Michel de Castelnau e! opÚsculo Explicatia 7hginta sigilloYllI11, imprimido
malogrado con Dee, significó también para Bruno perder la ocasión de por John Charlewood junto con otros escritos mnemotécnicos. El em-
conocer a la familia de Digges. Tuvo que contentarse con dos doctores bajador de Francia debió de recibir esa donación con cierto malestar: era
oxonienses, lo que le valió el escándalo que ya hemos mencionado. Se nos bien acogido en los círculos puritanos como traductor al francés de un
dirá que Bruno actuaba en este caso como mensajero de la verdad cientí- escrito de Petrus Ramus que fue víctima en 1572 de la masacre de San
fica, pero la «verdad» de Copérnico y de Bruno no se corresponde en ab- Bartolomé. Ahora bien, ese pedagogo, cuya reputación de hugonote le
soluto con la imagen que nos hacemos de ella. Si Bruno concede a ese había creado una audiencia calurosa en Inglaterra, era adversario irreduc-
«alemán» una cierta perspicacia a la hora de hacer un juicio -sin olvidar tible de la antigua mnemotecnia.
sin embargo declarar que él mismo «no miraba ni con los ojos de Copér- Ramus, haciendo caso omiso de la psicología escolástica de las faculta-
nico, ni con los de Ptolomeo, sino con los suyos propios»-3Y, es por las des, no creía ni en la prioridad del fantasma sobre la palabra, ni en la e;;en-
mismas razones pitagóricas que habían llevado a Copérnico a reemplazar cia t'mtástica del intelecto. La condición primera de la memoria, la con-
el geocentrismo por su concepción helioestática. En este campo, Bruno versión en fantasma, resultaba abolida. Desde entonces, las gigantescas
sigue las huellas del «divino Cusano»40, de quien no hace más que repetir construcciones de fantasmas interiores se derrumbaban: eran reemplaza-
los argumentos, amenizándolos con una pasión polémica muy personal. dos por un arreglo de! sl~eto en «orden dialéctico», susceptible de ser me-
No olvidemos que a principios del siglo XVI, pensadores catÓlicos co- morizado a causa de Sl; carácter <matural»4!.
mo el cardenal Bérulle y el padre Mersenne -que ni siquiera era partida- El argumento principal de Ramus contra las t1ntasmagorías interiores
rio de la concepción heliocéntrica- se dieron cuenta de I:t enorme im- es sin embargo de orden religioso: es la prohibición bíblica de adorar
portancia que e! sistema copernicano podría tener para I:t illlaginación imágenes. El arte de Ja memoria está condenado por su carácter idólatra42.
teológica. Si su llamada fue poco escuchada, se debiÓ sohrL' todo a causa Es fácil comprender por qué los puritanos se adueñaron rápidamente de
de la actitud puritana que, por su rigidez en Ja interpl'\,l.lciÚn de la Es- este instrumento de lucha antieclesiástica, que completaba su iconoclas-
critura, obligó a la Iglesia católica a adoptar b llIiSIII:1ri¡"id\'% en su de- tia exterior con una iconoclastia interiol,43. Desde ese momento, el anti-
fensa de! tomismo. La causa de Bruno, que era :11:1Vl''!. LI dI' los cardena- guo arte de la memoria se asoció a la Iglesia católica mientras que la me-
les de Cusa y de Bérulle, también se había perdidu ClIII II)~ 1'111'it:1II0S que moria sin imágenes de Ramus fue adoptada por la teología calvinista44.
sólo se interesaban por el lado utilitario. La Ilihli,1 l", IIII~'II,I, IIUSinforma En Londres, donde Ramus era e! hombre de! presente y del futuro ra-
su representante Smitho en La ccna de le (('III'li, 1""'JlIi' .11'1.1leyes y «e!- cionalista, Bruno, como representante de un pasado caído en desuso, no

1)11 99
escribir esta Difence cif Poetrie, el manifiesto del Renacimiento en Ingla-
podía esperar un recibimiento favorable, especialmente porque otras perso-
nalidades de fuerte influencia en Inglaterra como Erasmo y Melanchthon terra que es una ardiente defensa de la imaginación contra los escrúpulos
también se habían pronunciado contra el arte de la memoria45. de orden moral de Perkins5]. Especulando con su indecisión, los dos cam-
Si Bruno consiguió, a pesar de todo, ganar un discípulo y asegurarse pos adversos trataron de ganado cada uno para su causa; además, el tiem-
po apremiaba, ya que el caballero murió en 1586; quizás no antes de de-
la indulgencia tácita de sir Philip Sidney, fue en gran medida gracias al re-
jar entrever discretamente su preferencia por el partido de Bruno y de
cuerdo de John Dee46.Éste había sido profesor de filosofia de Sidney,
Dicson.
Greville y Edward Dyer, lo que explica quizás por qué Greville se acer-
El fi'acaso humillante descrito en la Cena fue Útil a Bruno. Compren- ti
có a Bruno y por qué éste no se cansó de dedicar a Sidney escritos in-
festados de arte de la memoria, con la esperanza de conquistado. dió rápidamente la situación y se resignó al diálogo con los puritanos. Las ,1

El conflicto estalló en 1584, pero Bruno no participó personalmente. dos obras que dedica a Sidney llevan la marca de esta sabia decisión.
11
La segÚn da, De gl'heroicifurori, la Única que nos interesa aquí, no pue-
Su discípulo Alexander Dicson, que había publicado un tratado, De 11111-
de comprenderse sin una incursión en la cocina mnemotécnica del nola- 11

bris rationis, inspirándose en escritos mnemotécnicos de Bruno, suscitó los ,1

no. Aunque sin relación directa con el sistema utilizado en los Heroid fu- d
ataques repetidos del reverendo Guillenno Perkins de Cambridge, ramis-
ta convencido. Dicson, con el seudónimo de Heius Scepsius, que viene rori, el Spado nos ayudará de manera considerable a comprender la técnica 1:

de Metrodoros de Scepsis, autor del sistema mnemotécnico basado en el de Bruno y su esfuerzo de adaptación a las costumbres inglesas.
1:
El Spacio propone una memoria artificial donde el lugar y el orden,
zodíaco y también de uno de los sistemas utilizados por Bruno, le res-
según la antigua estructura de Metrodoros de Scepsis, son el zodíaco, no
pondió en su Difensio pro Alexandro Dicsono47• La voz profética de Perkins ,i

se hizo oír de nuevo en el texto Advertencia contra la idolatría de los tiempos en la versión de los doce signos o treinta y seis decanos, sino en la toma-
,]

modemos, en el cual esta terrible sentencia acompañaba los funerales pu- da de Hygin (Astro/1(J/llica, Venecia 1482) de las cuarenta y ocho constela- ]]

ritanos del arte de la lTlemoria: «Una cosa concebida en la razón por la ciones ya utilizada por Juan Romberch en su COllgestorillln. Pero, para res-
ponder a los posibles escrÚpulos del puritano Sidney y de los demás
imaginación es un ídolo»48. Ahora bien, los pelos del pastor se le ponen
lectores de su tratado, Bruno les advirtió de entrada que no quería man-
de punta cuando piensa que ciertos artistas de la memoria, como Pedro de
tener el sistema insensato de las constelaciones. Por el contrario, se trata-
Ravena, no dudan en recomendar el uso de imágenes libidinosas, capa-
ba de un Spacio, de una expulsión de los animales que la imaginación ab-
ces de despertar pasiones malsanas. Perkins se siente en la obligación de
surda de los antiguos había elevado a los cielos. Bajo la forma de una
desterrar para siempre a este arte perverso de Inglaterra, procediendo en
interés de cualquier persona piadosa49. fuerte sátira de la astrología y de la mitología clásica, sátira que sólo po-
No habría nada extraño en esta polémica si Dicson, que frecuentaba día complacer a su pÚblico inglés, el Spacio trata de respetar los principios
fundamentales de la mnemotecnia.
el círculo de Sidney, no hubiera hecho imprimir esos dos opúsculo s en la
casa de Thomas Vautrollier, el calvinista que también ~abía publicado en Las cuarenta y ocho constelaciones, ordenadas en cuarenta y seis sec-
tores, y asistidas por un cortejo de dioses -personificaciones de las facul-
Inglaterra las primeras obras de Petrus Ramus. Adei~~ás, aunque en el
tades psíquicas- que tienen a Júpiter como patrón, «representando a ca-
frontispicio de las dos obras que .Bruno dedicó a Sidney en 15H'¡ y 1585
da uno de nosotros», son reemplazadas por una cohorte de entidades
aparezca inscrito París, sin duda fueron imprimidas en L0l1c1res5".Por otra
morales, positivas y negativas, en número variable para cada sector, lo que
parte, Sidney tenía reputación de ramista y sir Willial11 Tl'llIple le dedicó,
en el mismo año de 1584, su edición de la Dial('(li({/(' li{¡ti ¡{I/t)dI.: Petrus comporta, sobre una figura circular, un arreglo en el espacio bastante
Ramus. complicado. Otra estructura que circula libremente por todos los campos
¿Cómo se entiende esta charada? E A, Yates pit'II"" tJlll" si Sidney hu- se superpone a ésta: está formada por la Fortuna, la RiqÚeza, la Pobreza
biera sido un puritano y un rall1isl:l COllVl'l1Iidt 1, 1111 11,11 111.1 ~¡d() capaz de y sus innumerables campañas (Spacio, I1, 2s).

IHH 101
El mismo Bruno explica que hay otros sistemas mnemotécnicos posi- Esta vez, el material utilizado por Bruno está lleno de emblemas fan-
bles y resume dos de ellos que, además, utiliza. El primero, que es el del tásticos cuyo prestigio deriva también de las estatuas herméticas. Estas'
Sigíllus sigillorum de 1583 y que se parece al tehro de Giulio Camillo, construcciones espirituales ¿no son a fin de cuentas figuras que la misma
comporta la disposición de figuras en siete campos planetarios (Spacio, m, magia utiliza? Es cierto que su uso se reduce en este caso a la memoriza-,
2). El otro, que él llama cabalística y que podría corresponder al ars com- ción de etapas del eros, pero ¿no es el mismo eros una potencia anagógi-
binatoria, prevé una multiplicación según una razón bastante sofisticada, ca que produce la unión extática del alma con Dios?
lo que da la siguiente serie de campos: 1 (Primer Principio), 4, 12, 72, A primera vista, De gl'heroicifurori, es una serie de sonetos comenta-
144, etc. dos, género ilustrado por Dante en su Vita nova. Como Juan Pico, de cu-
La'precaución que había tomado de burlarse de las fábulas de los an- yo Commento utiliza muchos aspectos, Bruno no duda en reproducir
tiguos y exaltar las virtudes, le permitía prevenir los ataques de cualquier también algunos poemas que segÚn F Fiorentino pertenecen a Tansillo
Perkins, sin por ello renunciar a su arte. Este procedimiento equivalía, de Ven osa, el personaje principal y el portavoz de Bruno en el diálogo.
además, a una semiconversión al ramismo, puesto que todos los fantasmas Pero la mayoría de los sonetos son invención del mismo autor tanto si se
que poblaban el zodíaco habían sido cuidadosamente desterrados: sólo trata de comentarios sobre emblemas del eras como de expresiones po-
quedaban las virtudes y los vicios. éticas de «furores heroicos».
En el Sigillus sigillonun, J?runo ya había explicado la razón profunda
Fantasmas mnemotécnicos del ut Pictura poesis, de la equivalencia entre pintura y poesía. Zeuxis es el
Después de esta hazaña diplomática, Bruno debió de sentirse animado pintor de imágenes interiores de la memoria; destaca por su poder ima-
en su proyecto. Era costumbre que el destinatario de la dedicatoria pagara ginativo en phantastica virtlts. A su vez el poeta posee una fucrza cogitati-
los gastos de impresión y, seguramente, Philip Sidney no faltó a esa regla. va fuera de lo común cuya fuentc también es espiritual. «El resultado es
Callando su propio nombre, el impresor prefirió eludir la responsabilidad que los filósofos son también pintores y poetas, y los poetas son pintores
de haber publicado la obra de un extranjero que había escandalizado a y filósofos»'''. Efectivamente, puesto que el intelecto es de naturaleza fan-
Londres. El silencio de Sidney acerca de Bruno (menos sorprendente aún tástica, cl filósofo debe ser capaz de manejar los fantasmas, de ser un gran
que el de Michel de Castelnau), dictádo por las mismas razones de conve- pintor del espíritu. ¿No decía Aristótcles que «comprender significa ob-
niencia, no significa que el caballero hubiera despreciado el Spacio. Por el servar los fantasmas»'"? Ya sabemos cuál es el lugar donde los fantasmas se
contrario, cualquier signo discreto de apreciición debió de inquietar a reflejan, es el espejo del pneuma ..
Bruno que se encontraba en el buen camino. La historia es muda a ese res- Filosofia, poesía, pintura: eso es lo que contiene De <~l'heroicifurori. Es-
pecto, pero sin el estímulo y la generosidad de Sidney, es impensable que tos tres momentos de la especulación fantástica están tan inextricable-
el impulsivo napolitano hubiera mantenido la promesa de cambiar de ai..: mente unidos que es imposible separados sin destruir la unidad del suje-
res y le hubiera incluso dedicado su siguiente libro, De gl'heroici furori. tó. Por desgracia, puesto que después de la victoria del racionalismo
En los Heroici jÍlrori (a disposición del lector francés en la traducción de somos incapaces de comprender las fantasmagorías de los grandes artistas
P. H. Michel), la mnemotecnia se pone al servicio del eros. El rhétodo ya de la memoria, nos veremos obligados a hacer una distinción neta entre
se indica en la segunda parte del tercer diálogo del Spacio, donde Bruno lo que podemos entender gracias a nuestros simples medios lógicos, his-
ofrece la traducción literal del célebre pasaje del Asclépius hermético con- tóricos y comparativo.~, y lo que hay que dejar de lado después de una
cerniente a las estatuas de Egipto, «animadas, llenas de sentido y de espí- breve descripción para que no nos arrastre la mnemotecnia renacentista.
ritu, capaces de varias operacione¿ importantes. Estas estatuas preven el fu- Después de todo, eso es lo que hizo Augusto Guzzo cuando, al editar He-
turo, provocan enfermedades y producen remedios, alegría y tristeza segun roicifurori, cortó los largos diálogos que sólo se ocupan de la d~scripción,
el Il1érito [de cada uno], en la parte afectiva y en el cuerpo humano»52. poética y filosófica, de imágenes de la memoria fantástica. Pracedimien-

102 103
to que comete sin duda todos los errores excepto el de no ser honesto. AmbigLiedad del eras
El quinto diálogo de la primera parte es un curso de arte de la me- Recientemente, un autor italiano creyó entrever en el título de los
moria aplicado a las operaciones intelectivas en quince capítulos. Las im- Heroici Jurori una alusión al síndrome medieval amor hereos o heroYClls56
presae que simbolizan los momentos de la casuística del amor se explic~n Ahora bien, incluso si Bruno estaba sin duda al corriente de la existencia
en los sonetos que, a su vez, son objeto del comentario en prosa. Para dar de esta forma de melancolía, planeaba una cosa completamente distinta
una idea de las operaciones que efectuaba el pintor Zeuxis, bastará citar cuando compuso su tratado ético.
la tercera imagen mnemotécnica que aparece sobre el escudo del «furor En la obra dé Bruno, el amor heroico se define por oposición explí-
heroico): «La tercera lleva en su escudo un adolescente desnudo, acosta- cita a, por una parte, el amor natural y, por otra, a la espera pasiva de la
do sobre un prado verde, apoyando su cabeza levantada sobre el brazo, los gracia que caracteriza un cierto tipo de misticismo.
ojos mirando hacia el cielo donde, por encima de las nubes, se ven edi- En primer lugar, el eros heroico establece su existencia positiva en con-
ficios con habitaciones, torres, jardines y vergeles; también hay un casti- traste con el erOs natural «que atrae dentro de la cautividad de la genera-
llo hecho de fuego y en el centro se ve una inscripción que dice: Mutuo cióm>. El objeto de éste es Llna ml~er, el objeto del otro es la divinidad en
Julcimur» .. O el séptimo de los escudos: «Un sol con un círculo en su in- sí misma. El mismo contraste lo separa de la afección lÚelancólica: «No se
terior y otro en el exterior, con el mofto: Circuit), etc. trata de un furor atrabiliario [... ] sino de un calor encendido en el alma por
En el primer diálogo de la segunda parte se comentan otras impresae, el sol inteligencial y un ímpetu [impetoJ divino que le da alas» (II, págs. 333-
doce de ellas. Sólo una, la que contiene la materia principal del tratado 334); alusión al mito de Fed,o y a las alas del alma que, estropeadas durante
de Bruno, abre el diálogo siguiente. el ruinoso acontecimiento de nuestra entrada en el mundo, sólo podrán re-
El abad Pluche se refería a este tipo de. imágenes cuando escribía en cuperar algunos elegidos, especialmente los filósofos57. En resumen, esta
• 1748: «Puesto que un cuadro sólo está destinado a enseñarme aquello que forma de entusiasmo erótico «propone, como obj'etivo principal, la gracia
no me dice, es ridículo que haya que esforzarse para entenderlo [... ], y del espíritu y la dirección de la pasión, no la belleza corporah) (11, pág. 330).
por lo general, cuando consigo adivinar la intención de esos personajes ¿Pero de qué gracia se trata? No es un don esperado y recibido pasi-
misteriosos, me doy cuenta de que lo que aprendo ni siquiera tenía el va- vamente, es una conquista de la contemplación activa. Bruno se ríe de
lor de la envoltura»55. buena gana del santo que, sin ningún esfuerzo personal, se tral~.sforma en
Aceptemos que nuestra mentalidad nos llevaría a dar antes la razón al vas electionis. El héroe (o incluso el demonio) que se pone en su contra no
abad Pluche que a los filósofos de las formas simbólicas del Renacin~ien- es un vaso, sino el artesano que lo f.1brica. Además, el santo se compara
to. El esfuerzo para cifrar y descifrar esos mensajes complicados, el ludus con un asno que transporta el sacramento, el héroe de las cosas que son
serius que encontraba su significado en la misteriosa combinación de ope- sagradas en sí mismas. En el primero podemos contemplar el «efecto de
raciones espirituales cuyo objetivo era enriquecer el conocimiento del al- la divinidad», en el segundo la «excelencia de la humanidad) (11, pág. 332-
ma, pierde su sentido desde el momento en que ya no compartimo.s ni 333). En el concepto bruniano de furor heroico, los comentaristas han
los principios ni la finalidad de este conocimiento. No solamente el «va- visto «la idea de la inmanencia universal de lo divino [que] tiende [... ] ha-
lor de la envoltura) es demasiado elevado sino que la misma envoltura no cia una conclusión uni~ersalista coherente que concierne a la voluntad y
está destinada a llegar a ninguna parte. Ya que esas imágenes de memo- " la capacidad humana de conocimiento)5H. «La proeza de los Heroici Jurori
ria artifIcial deben comprenderse en su justo contexto mental que éra es- es la cqpversión del hombre en Dios, la IlOlItoiosis theo), nos dice E. Ga-
piritual y fantástico. Por otra parte, el riesgo es muy alto si se ven como '. rin59; y G. G'entile: «La sublimació~' de la razón en el proceso de la ver-
una especie de crucigrama, un juego desprovisto por completo de serie- dad)/'(). Todo eso, como muy bien vio P. O. Kristeller, hace de Bruno un
dad que, consiguiendo la complacencia del buscador moderno, se trans- digno representante del platonismo del Renacimiento, un discípulo de la
forma en un laberinto sin fin donde se pierde todo sentido. ) escuela ftorentina de la cual Marsilio Ficino había sido maestro. Sin em-

104 105
bargo, la autenticidad y la originalidad de Bruno, que son difíciles de cla- El antipetrarquismo de Bruno"l representa, en el fondo, un esfuerzo
sificar, se imponen desde las primeras páginas de su escrito, en forma de que reivindica para la esfera de la consciencia pura las confusas compla-
alegres fuegos artificiales. cencias del subconsciente que, en los escritos de Petrarca, se ven sistemá-
Esta vez, la víctima de Bruno es Petrarca, representante de una pasión ticamente elevados a una dignidad intelectual que segÚn el no]ano no
amorosa, indigna y degradante: merecen. En la ética bruniana, no hay lugar para los fantasmas de una
imaginación degenerada.
Ese poeta vernáculo que suspira sobre las orillas del Sorgue por una niría de A esta actitud, no le faltan ambigiiedades: en primer Jugar, porque
Vaucluse [...J. Como no tiene suficiente fuerza de espíritu para ocuparse de al- acepta a la mujer como objeto de uso, siempre que no vaya acompañado
go mejor, se pone a cultivar asiduamente su melancolía, aceptando la tiranía de de producción fantástica; en segundo lugar, porque no duda en transfor-
una bestia indigna, imbécil y malsana (11, pág. 293). mar a una mujer en hipóstasis, sin dejar de tornar distancia con respecto
a Dante en quien no ve más que a un compaí1ero del desafortunado Pe-
y la obra de Petrarca se describe como el resultado de la contempla- trarca.
ción obsesiva de un objeto que no era digno de ella, como la pena per- La hipóstasis femenina de Bruno no es Beatriz, figura en la cual Dan-
dida de una imaginación enferma, contra cuya influencia perniciosa Bru- te no supo mantener separadas ]a esfera profana de la divina. E] precursor
no lucha con todas sus fuerzas: ignorado de Bruno parece, en este sentido, un místico misógino de la es-
pecie de Sana'í, para quien la hipóstasis femenina de ]a Inteligencia no es
Aquí tenenlOS escrito sobre papel, encerrado en volúmenes, puesto delante contingente.
de los ojos y entonado cerca de los oídos, un ruido, un bramido, un zumbido de Esta comparación, que no deja de ser pertinente, no nos dice nada
charadas, de historias, de retruécanos con sobrentendidos, de epístolas, de sone- acerca del contexto histórico que ejerce su influencia sobre Bruno. Aho-
tos, de epigramas, de libros, de informes prolijos, de sudores extremos, de vidas ra bien, hay que recordar que estamos en plena Reforma y que e! puri-
consumadas, con chirridos que ensordecen a los astros, lamentos que hacen re- tanismo -en su aceptación de categoría in temporal- se agrava, tanto del
sonar las cavernas del infierno, dolores que dejan estupefactas las almas de los vi- lado protestante como del cató]ico.Es cierto, que un ex monje no trata
vos, suspiros que hacen que los dioses misericordiosos se desvanezcan, todo es- en absoluto de csconder sus relacioncs carnales, cosa que es muy gravc
to por esos ojos, esos oídos, ese rojo, esa lengua, esos dieÚtes, esos cabellos, ese tanto para unos como para otros. Dc todas formas, su actitud cs digna de
vestido, ese abrigo, ese zapatito [... J, ese eclipse de sol, ese martillo, esa guarra, ser perdonada si rcconoce ese principio sacrosanto d~ la caza de brujas,
esa hediondez, esa tumba, esa letrina, esa menstruación, ese cadáver [...], que por enunciado,cn e! manifiesto trágico del puritanismo que fue e! MallClls ma-
una superficie, una sombra, un fantasma, un sueño, un encanto circense puesto leficarum de los inquisidores lnstitoris y Sprenger: «La mujer es un mal de
al servicio de la procreación, nos engaña al tomar la forma de la belleza (11, pág. la naturaleza, recubierto de bellos colores>/'". La misoginia de Bruno es
289)." herencia de su época, combinada con ]a intensa práctica mnemotécnica
de! ex dominico que ]e permitía ejercer un control absoluto o casi sobre
Bruno nos informa con franqueza en la dedicatoria a Philip Sidney los fantasmas del subconsciente. En ese sentido, ese «caballero del infini-
que esta misoginia a ultranza no se debe a la impotencia, ni al hechizo to» representa el producto más perfecto, por lo tanto el menos humano,
mágico ni a la frialdad de los humores. Por el contrario, nos dice sin va,.. de la edad fantástica: una persona capaz de un libre arbitrio que no apa-
nag]oriarse: con~í del fruto prohibido sin saciarme nunca, ya que ni las rece entorpecido por las confusas fuerzas de la naturaleza que ha apren-
nieves del Cáucaso ni las del Rifeo bastarían para apagar el calor de mis dido a dominar.
venas. Pero la esfera del amor físico debe separarse de ]a de la contem- Al igual que el prólogo de lbn 'Arabí en díwan, la dedicatoria de Bru-
plación divina con una lucidez que Petrarca, ese sensual inhibido, no tuvo. no a Sidney es una protesta de inocencia que, en su caso, termina por en-

106 107
gl'llllnll \111.1~II~'I""11.1,¿I)l' qué debía defenderse si nadie lo había acusa- esto es incontestable, pero la conclusión a la que llegan A. Sarna y F. Flo-
.1'1.1,· II,tI"'1 1\1'1I~.I,I()1'11uIJa mujer concreta, destinataria de sus poemas
:1,
ra es de una gran simpleza. En el instante en que creen cortar el nudo
.1,' .111\llIr ~'III '·lltll.II~'.O. Bruno rechaza esa hipótesis con tal energía que gordiano para conquistar la verdad, que en esencia debe ser simple, esos
1''\1", " 111'1',11,11 ,,1 In!'(;IJO a los biógrafos para quienes, por no dejarse en- dos autores no se dan cuenta de que se encuentran en medio de una red
F,'\ 11,\1 1"'1 '1m ,1", LIr:lciolJes t~antes, será fácil dar con alguna Beatriz, Pe- de significados muy complejos, muy cercanos a lo más 'profundo de la fi-
111 " 1 11111, 1"\1"111~:lhleinvoluntaria de los suspiros del nolano. ]osofía bruniana así como del espíritu de su época. Freudianos sin saber-
',,, 1'1111\11.1IIllt'IICiÚt1,nos dice Bruno, había sido]a de dar a su escri- ]0, Sarna y Flora persiguen una verdad «humilde» que creen descubrir en
1" , I Iltl ti" ,1, (:'/I/Iin), pero renunció a ello para que no lo acusaran de un sentimiento' amoroso que la gloriosa reina de Inglaterra habría inspi-
1"tI" 1" 111~1'1I,ldll,'11 un amor ,<ordinario» (es decir «natural», sexual) por rado en el filósofo napolitano. Ahora bien, como para demostrar que
11111111I~II",I .1," :ll'lle y hueso. Freud no siempre tiene razón, el desciframiento paciente de los signos de
1,,,1" "~,, ,ti1.I,jOlas sospechas, bien fundadas en su' esencia pero ridí- ]a historia prueba que aquí la verdad es de un orden completamente dis-
11I11~," '11.1111.,.1 sus resultados, d~ A. Sarna quien, en un artículo de tinto del que podrían esperar los partidarios del dogmatismo psicoanalí-
1'1'11',111111101,' ,1('lIlostrar que el objeto original de los poemas de am.or tico. Esta verdad es, por supÚesto, fantástica: pero los fantasmas no tienen
,1, 111111\11II.d111.1 sido nada menos ,que la reina Isabel I de Ing]aterra y que nada que ver con el aparato genital del otro sexo. Para decido todo, ]a
,.01" 111I~1(\Id,', /I,ISI./cstum, el ~utor las transformó en metafísica lírica por «carta robada» no se encuentra entre las piernas de la chimenea, como en
111,,11".1, l'III11'III:lrios filosóficos. Efectivamente, si Bruno rechaza co- ]a célebre novela de Edgar Poe comentada por Jacques Lacan. La «carta
111" 11111 1,'11d01,'ofcnsa la '~dea que los Heroici furori se hubieran· podido robada» es el sign[ficado que la historia se lleva, oculta, y transforma. No
1111'11'1' 111 '"111') confesiones poéticas de amor por una ll1ujer, excluye es e] contenido del significado, sino el concepto del significado en sí mis-
1'1>1,11111'lit, d"\j\lIés del ~oncepto «mujer» (que, para él, es -por desgra- mo; no es una verdad humilde en su esencia ]0 que se descubre de repente
, 11 , 1,P.I,\1L1111,'):1todas las 'represen tantes del sexo femenin o que viven cuando uno se da cuenta de que ]a carta está en el lugar menos indicado
'" 11 I~II l'lll.lllic:l, toto orbe divisa, que son ninfas y no mujeres (vol. n, para ocultar algo, sinO la humilde verdad de que hay que buscar un sign[fica-
1"11' "1 \) "'1"('liv:llIlent~, toto orbe divisa, no significa solamente «separa- do. E] psicoanálisis freudiano siempre construye sus esquemas a partir de]
,11,1, 1,"IIIIII('llll'» en unseritido espacia], sino también en un sentido misterio cristiano que, por otra parte, pretende desmontar. La idea de que
""1,01"1\11lO, 11I~',I:I(l'rraes alógena cCimrespecto a Europa (ya hemos visto la verdad debe ser simple y de orden inferior, equivale a decir que «el ú]-
11 111
d 'IH"" Lid :11:1que se presta esta aparente alabanza en las intenciones timo será e] primero», que el Mesías victorioso aparecerá b~o e] aspecto
,¡. 111111111. P 11' ¡;stá lejos de ser un admirador de ]a civilización })fitánica paradójico de un crucificado, que ellapis philosophoru¡;¡ será algo vilis, exi-
.111 ,¡p,III 'VI), !':lItre sus ninfas; la inigualable, ,da única Diana» -la reina lis, humilde y menudo que se encuenta in stercore, en la materia más
II.d" 1 1"~loI.IIHIeC¡; como el sol en medio de los astros: amorfa. Naturalmente, éste es un punto de vista como cualquier otro, un
punto de vista que, en todo caso, no funciona dentro del marco de ]a bús-
l·.,] l'unica Diana queda histórica donde la verdad, compleja en sus manifestaciones, se re-
Qual' e tra voi quel che trf gli astri il sale. vela igual de compleja en su esencia. Los signos de ]a historia no son sím-
Iscusazion del Nolano, alle piÚ virtuose bolos sexuales.
e leggiadre dame, vol. n, pág. 306; cf. pág. 302
En el corazón de la doctrina de Bruno
¡\ 11'",11,¡iclI,en absoluto inspirados por una mujer, los poemas' de Bru- En el centro de la doctrina moral de Bruno se encuentra el motivo fi-
1\1' l., 11.111sido, segÚn su propia confesión, por una diosa, una maestra de ciniano de la desposesión del sujeto, de la pérdida y de la transferencia de
111111.1\.I ¡i:III:1,que se identifica parcialmente con la reina Isabel I. Todo su sujetidad en el objeto. Por supuesto, todo esto se aplica exclusivamen-

108 109
te, como en la obra de Juan Pico, al caso de! amor místico cuyo objeto. pedantería. Esto se explica por la esencia fantástica de la cultura de Bruno
es la misma divinidad. De ahí, como veremos a continuación, la presen- salida, en el fondo, de la predicación ficiniana. Pero, mientras que los es-
cia de la lIlors oswli, igual que en la historia de los nueve ciegos que, in- critos ficinianos encerraban descripciones muy precisas y, con frecuencia,
cluso siendo una recuperación a veces literal de la égloga Cecaria del na- fastidiosas de los mecanismos fantásticos, los de Bruno son descripciones vi-
politano Marco Antonio Epicuro, también se inspira en la teoría de la vas de escenarios interiores. El manierismo de Ficino es un manierismo esco-
ceguera profética formulada por Juan Pico en su Commento. lástico que consiste en usar fórmulas buscadas para expresar co~ceptos in-
Sobre el tablero de esta memoria artificial erótica, la «estatua» de Dia- mutables; el manierismo de Bruno es mnemotécnico y consiste en la
na es, con diferencia, la más importante: la reina, tanto en sentido propio presentación escrupulosa y con fi'ecuencia también fastidiosa de fantasmas
como figurado. Pero la función de este fantasma no se reduce a repre- de la memoria artificial. El terreno donde Bruno y Ficino se encuentran
sentar Un personaje ilustre, en este caso Isabel I. El simbolismo de la cor- es en el estilo, muy rebuscado tanto en uno como en otro. Bruno siente
te de Inglaterra tenía en la obra del nolano una acogida tanto más entu- especial predilección por la moda del oximorón, muy desarrollada en e!
siasta cuanto que se entendía de maravilla con su propia metafísica, donde siglo xv!. Como san Juan de la Cruz, Bruno adopta expresiones del amor
una entidad femenina llamada Anfitrite, de quien Diana no es más que la místico como esta: [n viva lIlorte morta vita vivo (vol. 11, pág. 327).
hipóstasis manifiesta, tiene un papel de primer orden. Bajo la apariencia La explicación de esta fórmula nos lleva de nuevo a la teoría ficiniana
de una reina, Diana transciende no solamente la fenomenología del eros de la transferencia de la slljetidad: «[el sujeto] no está muerto porque vive
fantástico, sino también todo el campo de la imaginación humana. Su en el objeto; no está vivo porque está muerto en sí mismo» (ibid.). Otra
presencia no es el indicio de un amor inaccesible -el de un pobre cléri- expresión de esta consunción del amor es, por supuesto, la lIlorte di hacio,
go extranjero por la primera dama de un país extraiio-, sino el símbolo la binsica de Juan Pico, «donde el alma languidece, porque está muerta en
de aventuras espirituales así como de entidades metafísicas. sí misma y viva en el objeto» (vol. 11,pág. 351).
Bruno conocía a la perfección la teorÍ:l (ieillialla del :lIuor, así como Bruno no sería un verdadero artista de la memoria si no empleara
e! Comlllento de Juan Pico. Una parte de los /'[croicijilrori (11. p:íg. 3) con- «estatuas» y un escenario apropiado, para ilustrar ese momento crucial de
tiene un intercambio de preguntas y respuestas entre d coraz('JlI y los ojos, la dialéctica de! amor místico que es la pérdida de la slljetidad. El mito
órganos pneumáticos cuyo rol se conoce perfeet;ullcnlc l'll 1:1psicología que le parece más conveniente para ello es el de Acteón, el joven caza-
del eros. Sin embargo, la nueva escolástica, de la que l:jeiIH) 11:lhíasido el dor, que, habiendo sorprendido a Diana desnuda baíiándose en una
más ilustre representante, aparece voluntariamcnte t:Il:II:llh 1'01' IIrullo en fuente, es transformado en ciervo por la diosa y dev~)J"ado por sus pro-
la comedia Cande/aio, publicada en París en 15~2hl. 1:.11WIWIL¡jC, Scara- pios perros. La fábula de Acteón siempre se había prestado a los usos más
muro, mago y astrólogo charlatán, recita en la obr:1 l'Sl' I'.IS.I.I(·«Jlnado ca- diversos. El pobre poeta Ovidio, que la contó en sus Metamoifosis, se la-
si literalmente de las obras de Ficino: «La fascill:lei()1I se I"otlllce en vir- mentó en las Tristia de haber seguido la suerte de Acteón donde el des-
tud de un espíritu reluciente y sutil, generado PI)I" el "1 '1.I'/,l",. dc sangre membramiento fue sin embargo reemplazado por e! exilio a Tomis. Sin
más pura que, enviado bajo forma de rayos por los oil1~ ,d .inl I)S l...], hie- duda, debió de ver alguna cosa inconveniente referente a los amores de
re la cosa que se mira, tocando el corazón y COIII.IIIIIII.IIHI()1·1 cuerpo y una diosa, muy probablemente la hija de Augusto, En e! siglo de Bruno,
el espíritu de otro [oo.]) (vol. 111, págs. 48-4rJ). PiILtlllll·IIII'. 1.11110 aquí co- la historia se conocía tan bien como en e! de Ovidio. El autor que nos
mo en otro lugar, Bruno deja entrever que ellicilll''¡III' 1'" 1('s:ltisface. En proporciona el material para ilustrarlo es el gentilhombre de Poitiers,
el anteprólogo de la comedia (vol. III, pág. 27) SI' 1" ,1" Il1s Illclancólicos Jacques du Fouilloux (1519-1580), originario de Gátine, precursor de
contemplativos y de sus poderes excepciol1:l ,,"S ('1//1,/11 1... 1 " I/llai SatllYl70 Casanova y también -limitándose sin embargo a maltratar a su esposa-
ha pisciato il gilldizio in testa [. .. j). de! marqués de Sade. Du Fouilloux compuso un tratado de cinegética
Sin formular explícitamente su juicio, 111111111 ,1""1'1' t 1.1.1 ¡:icino por su· muy célebre en su época llamado La vénerie, impreso -seguido del poe-

110 111
ma erótico de Adolescense- por De Marnefz y Bouchetz hermanos, en
1561 en Poitiers65• \

Du Fouilloux era un experto en la caza del ciervo lo que le valió un;'


Complainte du ceif expresada en verso por Guillaume Bouchet y publica-
da al final de la edición de 1561('('. El ciervo defiende su causa contra el
cazador y profiere esta maldición fina]:

!VIais si tu demourois en tes maux courageux,


Despitan! la puissance, et le courroux des Dieux,
PlIisse-tu rencontrer Diane Cynthienne,
Tbute nue baigner dedans quelque fontaine,
Et ainsi qu'Actéon, coynme moy ceif tourné,
Bramer devant ton chien dessus toy attiné,
Qlli s1lcera ton sang [iluso 5], jusqu'atant q1le l'on pense
Ceste peine auelle esgaler ton oIfence.

[Pero si persistieras en tus valientes males/ Desafiando al poder y a la furia de


los dioses/ Te convendría encontrar a Diana Cintiana/ Bañándose desnuda en
alguna fuente/ Así como a Acteón, como yo ciervo atormentado,! Bramando
ante tu perro, saltando sobre ti,! Que chupará tu sangre hasta que se considere
que/Este castigo cruel iguala tu ofensa.]

El célebre soneto bruniano de los Heroici furori (1, pág. 4) está dedica-
do a esta' historia del cazador cazado de la cual damos aquí una traduc-
ción casi literal:

El joven Acteón, cuando el destino dirige su marcha incierta e imprudente,


deja en libertad a sus mastines y a sus lebreles entre los bosques, tras la pista de
la presa.
Vio entre las aguas el busto y el rostro más bellos que ningún mortal, ni si-
quiera un dios, habrían podido ver, hechos de púrpura y de alabastro y de oro
fino; y fue así como el gran cazador se convirtió en presa a su vez.
Los perros grandes y numerosos fueron con rapidez a comerse al ciervo que
dirigía sus pasos largos' y ligeros hacia lugares inaccesibles. Así es como yo, diri-
jo mi~,'pensamientos hacia una presa importante, pero se giran en mi contra, ma-
tándome con sus mordeduras crueles y ávidas (ver Apéndice V). 5. La caza del ciervo, Du
Foui11oux, La Jléllcrie, fig. 73.

112
En el poema de Bruno, no es el texto lo que cuenta sino los perso- ceptor fantástico obliga a que el mundo inteligible se muestre bajo el as-
najes. Ahora bien, esos personajes son estatuas de la ,memoria artificial. Hay pecto de fantasmas. No se trata de un conocimiento facie ad faciem del al-
que imaginarse Ja escena más o menos como en el grabado flamenco que ma, sino por el contrario, un conocimiento indirecto, pneumático.
acompaña la edición de Anvers de las Metamoifosis(1591, págs. 84-85): Aquí es donde interviene la unión extática: avanzando sobre el table-
una diosa que emerge medio desnuda de las aguas y un cazador trans- ro del conocimiento, el peón impotente se ve, de repente, transformado
formado en ciervo y devorado por sus propios perros. Diosa, cazador y en reina, en Diana, en la que era el objeto de su búsqueda. El intelecto
perros son los soportes fantásticos de un contenido mnemotécnico des- resulta anihilado, fulminado: la caza continúa soJamente «gracias a la ope-
crito por Bruno en su comentario. Diana parece de alabastro, los labios ración de la voluntad, cuya acción hace que el sujeto se transforme en
(o los senos) de púrpura y los cabellos de oro fino. Sólo su busto emer- objeto [... ], ya que el amor cambia y se transforma en la cosa amada» ..Se
ge del agua, lo que significa que posee una parte visible y una parte ocul- trata de un ritual escondido en el paso de una condiciÓn existencial a
ta. Las aguas simbolizan el mundo sensible, creado a imagen del mundo otra, simbolizado por la imagen del devorar, del desmembramiento: «Así
inteligible. La parte visible de Diana ,representa «la fuerza y la obra ex- es como los perros ,¡;randes y numerosos lo matan: así es como termina su vi-
tremas que los mortales y los dioses pueden ver gracias a la naturaleza y da según el mundo loco, sensual, ciego y fantástico y empieza a vivir una
l'
al acto de la contemplación intele~tual». El alaba~tro es el símbolo de la vida de dios, a nutrirse de ambrosía y a embriagarse de néctar» (vol. II,
belleza divina, la púrpura del poder vigoroso y el oro de la divina sabi- pág. 352)"7.
durla. ' Si hasta aquí el pintor y el poeta tienen ventaja, a continuación será el
Los perros se dividen en mastines y lebreles, cosa que no es del todo filÓsofo quien se tomará la revancha dando una explicaciÓn, por lo de-
accidental. Los mastines representan la voluntad del sujeto, los lebreles, el más, tan clara de la alegoría de ActeÓn, que es sorprendente que siempre
intelecto discursivo, la dianoia. La presa, detrás de la cual corren el caza- se haya interpretado tan mal:
dor y los perros, representa «las especies inteligibles de los conceptos idea-
les, ocultas, poca gente Jas sigue, menos todavía las alcanzan y no se ofre- No es posible ver el sol, el Apolo universal, la luz absoluta en su forma su-
cen a todos los que las buscan». prema y excelente. Sin embargo, es posible ver su sombra, su Diana, el mundo,
El poema de Bruno debe plantearse como un cuadro trazado bajo el universo, la naturaleza que se encuentra en Jas cosas, que es la luz en Ja opa-
nuestros ojos, un cuadro registrado para siempre entre las colecciones de cidad de la materia, reluciente en Jas tinieblas. Entre las numerosas personas que
la memoria artificial. recorren el camino de este bosque desierto, sólo unas pocas se dirigen hacia la
Representa en cierta forma la quintaesencia de las operaciones inte- fuente de Diana. Varias se contentan con cazÚ bestias salv~es y menos ilustres,
lectivas, cuyo objeto, esta Verdad que es a la vez Belleza, es también el mientras. que la mayoría no tienen qué hacer, ya que han hecho sus carreras en
objeto del eros. el viento y, por consiguiente, sólo han encontrado moscas. Los Acteones, que
Como en el grabado de las Metamoifosis, la estatua de Acteón, que J:¡ tienen la fortuna de contemplar a Diana desnuda, de enamorarse de tal forma de
memoria imagina, debe tener la cabeza de un ciervo para indicar el pro- la bella disposición del cuerpo de la naturaleza [...], que se ven. transformados de
ceso de transformación del sujeto en objeto. ¿Cómo y por qué el caz:\- cazadores en presa, son. escasos. Ya que el Último objetivo de la montería es el
dar se convierte en presa? «Por la operación del intelecto que le sirve P:I- de caer sobre esta presa escasa y salv~e que transforma al cazador en. el objeto de
ra convertir en una parte de sí mismo las cosas aprendidas 1... 1. Porque su caza: en cualquier otro tipo de caza,' en. las que el objeto son las cosas parti-
forma las especies inteligible s a su manera y las proporciona segllll SllS culares, el cazador empuila las cosas, Jas absorbe por la boca de su propia inteli-
capacidades, ya que el receptor las percibe según su capacidad, (/(II/Iodl/I/I gencia; mientras que en el caso de una presa divina y universal, se abre de tal for-
recipientis.» Sólo se debe a los límites del intelecto que el sujeto no pue- ma al saber que éste .10 asimila, lo absorbe, lo integra. De vulgar, ordinario,
da abrazar el esplendor completo de la verdad divina; en efecto, ese re- civilizado y social que era antes, pasa a ser salvaje como el ciervo yhabitante del

114 115
desierto. En este bosque inmenso, vive en los antros de las montÚias caverno- conocer el mundo exterior de la naturaleza y el mundo interior del al-
sas, antros que no pertenecen a la memoria artificial [stanze non art!f1ciose), donde ad- ma. Además, Acteón es una hombre social que participa en la vida públi-
mira los manantiales de los grandes ríos, donde vegeta en la pureza, lejos de la ca, con sus limitaciones, su necedad y sus prejuicios.
contaminación de los deseos ordinarios [...]. La contemplación de la diosa desnuda equivale a la muerte de Acteón:
éste pierde todos los atributos que caracterizan a la condición humana -la
Los dos fragmentos que explican el ritual del pa~p del sujeto a la con- sociabilidad, la sensibilidad y la fantasía-o Pero la muerte no es más que
dición intelectual se esmeran en precisar de man~,ra clara que este paso la parte terrible de la iniciación, de un ritual de paso hacia la condición
consiste en una superación del conocimiento fantástico. En el mundo sensible, intelectual del sujeto. Ésta está marcada por un conocimiento directo del
el hombre está condenado a conocer sólo fantásticamente; por el contra- mundo inteligible que transciende la opinión pública, la información de
rio, el iniciado bruniano, el que ha tenido acceso al mundo inteligible, los sentidos y las fantasmagorías pneumáticas.
conoce sin el intermediario de los fantasmas,fizcie ad facicni;,sin sentir por Acteón, el sujeto, será a partir de este momento un «muerto en vi-
más tiempo la necesidad de mediación espiritual entre el cuerpo y el al- da», un ser cuya existencia es paradójica puesto que no tiene lugar de
ma, p~~esto que sólo vive dentro y gracias al alma. Se tr~ta, por supuesto, acuerdo con las condiciones preestablecidas de su especie. En el fondo,
de una condición paradójica cuya extrañeza y carácte'r, ~xtraordinarios, la experiencia traumática por la que ha pasado lo ha transformado en el
Bruno nO trata de enmascarar:
objeto de su propia búsqueda, en la misma divinidad. Acteón ya no es
un hombre, se ha convertido en un dios. Ésta es la razón por la cual la
Así es ~omo los perros, es decir, los pensamientos de las c~sas divinas, devo- continuación de su existelicia social, entre los hombres que ya no son sus
ran a este Acteón, matándolo en su aspecto de hombre social, 'coniUn {facendolo morto congéneres, es una paradoja. Ésta es la razón por la cual los símbolos de
,al vols:o, al/a moltitudine), liberándolo de las ataduras de los sentidos perturbados"8, la coinciden tia oppositorum abundan en la obra de Bruno: porque, efecti-
,de la cártel carnal de la materia; de esta forma, una vez derrumbadas las mura- vamente, se plantea la posibilidad de existencia de un hombre que, va-
llas, ya no verá a Diana a través de huecos,Y ventanas, sino que se habrá converti- cío de su humanidad, pueda llenarse de divinidad sin tener que exiliar-
10" en el Único'ojo que ve todo el horizonte. Así, contempla el todo como una sola se por ello completamente de su lugar de permanencia terrestre. Como
cosa, ya no ve ni distinciones ni números, según la diversidad de los sentidos [... ]. el sujeto que pierde su sujetidad, es un muerto; pero, al igual que aquél,
Vea Anfithte, fuente de todos los 1.lúmeros, de todas las especies, de todas las ra- recupera la existencia en la medida y sólo ei1'la medida en la que el ob-
,zones, que es la mónada, verdader~ esencia de! ser de todo. Y si t~o puede veda
1,
jeto ]0 ama y se transforma de esta manera en sí mislpo. En el proceso
en su esencia bajo la luz absoluta, la ve sin embargo a través de su prole que se traumático que sufre Acteón cuando sorprende a Diana desnuda bañán-
le par,eec pu~sto que está heeha a su imagen; esta mónada, que es la naturaleza, dose en el manantial, la diosa se da, se deja poseer, pero de la única ma-
el universo, el mundo, procede de la otra mónada que es la divinidad. La últi- nera posible: transformando a Acteón en ciervo, en animal familiar, en
~a se refleja y se contempla en'la primera,como el sol en la luna [... ]. Ésta es Dia- personaje que ha abandonado el nivel de su antigua existencia para ac-
ria, e! Uno, la entidad, la verdad, la naturaleza comprensible
/11"
en la cual irr:ldi:111
, ceder a una forma de existencia dOnde pueda gozar de su compai'íera, la
el sol y el 'csplendor de la naturalez~ supcrior [... ]. diosa desnuda.
Comprendemos ya las presunciones de Bruno (limitémonos al sentido
Acteón
etimológico de esta palabra): afirma que este muerto en vida es él mis-
La «estatu~» mnelrtónica de Acteón es el fantasma del sujeto Cl] la hlls- mo, ese hombre liberado de las obligaciones de la especie humana. Se
qued*/~e la verdad, búsqueda en la que emplea todos los rccursos irr:¡- presenta como un líder religioso que, como santo Tomás, Zoroastro, san
cionales y racionales de su alma. Como cualquier hombre en el mundo, Pablo, etc.,-ha abierto el «sello de los sellos», ha sido amado por la diosa
!\cteó:i está dotado de sensibilidad y fantasía, que son sus dos mcdios p:¡r:l virgen, la inaccesible Diana69•

116 117
Desde esta perspectiva, se puede comprender fácilmente que la In- dia occidental. Tentativa que, de no haber sufrido un fracaso sangriento
quisición lo mandara a la hoguera. ¿No debería haber sido capaz, en prin- -la muerte atroz del protagonista-, se habría visto destinada a permane-
cipio, de un pequeño milagro para salvarse? y, la sabia y astuta Inquisi- cer enterrada entre las extravagancias de la historia alIado de produccio-
ción, ¿no estaba convencida de que un milagro así no había tenido éxito nes como las de un Giulio Camilla, un Pedro de Ravena o un Fabio
con nadie? En cada proceso de brujería -y, según mi opinión, el de Bru- Paolini.
no era uno de ellos-, la pasión de Jesús se repetía: ¿no se le había invita-
do a salvarse, si podía hacedo? Si bien es cierto que uno de los sentidos Diana
más profundos de la verdad cristiana reside en el hecho de que Jesús se Mientras que la estatua de Acteón era simple y unívoca, la de Diana
dob1ega a la voluntad de su Padre que decide, en vez de salvado, trans-
presenta múltiples aspectos susceptibles de ser analizados de uno en uno,
formado en víctima de un sacrificio que servirá para expiar los pecados aunque forman una unidad indisoluble. Por eso Diana es a ]a vez la natu-
de la humanidad (felix culpa, quia tamen ac tantum meruit habere redemp- raleza, la luna, pero también la reina Isabe! I de Inglaterra.
torem .. .).
No queda excluido que Bruno haya visto en su propia hoguera el ac- a) La naturaleza
to final de un proceso que, mucho antes, ya se había cump1ido en sí mis- Cuando Acteón se transforma en ciervo, en re;lidad conoce una reve-
mo: la desposesión de su humanidad, el paso a una condición divina. ¿No laciÓn: contempla a la diosa en su desnudez.
son, además, sus últimas palabras, que siempre se han malinterpre'tado, Ahora bien, Diana, que es «la naturaleza, e! universo, e] mundo», es
testimonio de ello? Maiori forsan cum,timore sententiam in mefertis, quam ego hija, es decir, imagen\ de Anfitrite, «fuente de todo número, de toda es-
accipiam, «tenéis más miedo vosotros de condenarme que yo de aceptar pecie, de toda razóm. La definición más completa de Diana es ésta: «Dia-
vuestra sentencia».
na es el uno, que es la entidad misma, ]a entidad, que es la verdad mis-
Si Bruno quiso ser apóstol de una nueva religión, sin duda lo con- ma, la verdad, que es la naturaleza comprensible en la cual reluce el sol y
siguió: su nombre ha exaltado a numerosos francmasones, librepensa-
el esplendor de ]a naturaleza superior, según la. distinción de la unidad en
dores, revolucionarios, materialistas y anarquistas del siglo XIX y ellu- generada y generante o productora y producida».
gar donde hoy se eleva la estatua de Bruno, delante del palacio de la No hay que concluir con demasiada rapidez que esta visión de la na-
Cancillería papa], en el Campo de: Fiori, donde antes estaba su hogue- turaleza corresponda más bien a las obras de magia de Bruno, que se ale-
ra, ha seguido siendo, por tradición, el Jugar de encuentro de los anar- jan de la doctrina filosófica expuesta en el diálogo De .la Causa, Principio,
quistas de l~oma. Desgraciadamente, todos aquellos que lo han trans- et Uno. Conviniendo en que quizás haya diferencias de vocabulario entre
formado en líder de su causa social y política han comprendido muy los tratados mágicos y la obra filosófica de Bruno, no encontraríamos
poco Sll obra y su personalidad, reteniendo tan sólo su martirio en \;¡
ninguna diferencia esencial de principio y método.
lucha antieclesiástica. Sirl embargo es cierto que Bruno se convirtiÓ ell Para Bruno la materia es el sustrato del cosmos y el cosnros es materia
profeta de una religión que, no solamente no habría querido nunca, si- animada. El universo es inconcebible sin el alma del mundo, como lo es
no que además sus ideales se oponían diam~t~almente a ella. ¡Él, el 111:ís la sustancia corporal sin la sustancia incorporal. Sólo cambia la forma ac-
antidemócrata de los pensadores, convirtiéndose en símbolo de 1:1 (k- cidental, exterior y material, mientras que la rnateria misma y ]a forma
mocracia!
sustancial, el alma, son «indisolubles e indestructibles'). Sin embargo, la
Ahora es posible reconstituir y comprender lo que Bruno <]lllTí:1. l.,' materia misma recibe «seres» (modalidades de existencia) diversos. La ma-
jos de ser un campeón del progreso, de ]a democracia, de 1:1 tcCllul()¡',í:1
teria en su unidad, como ]a chóra platónica, sólo se percib,e intelectual-
CI

de la ecología, Bruno no es más que un pensador que tra(:1 (k vI,lVl'1 ,1 mente. Sus' fuerzas son activas y pasivas; el acto, por ser único y limitado,
infundirlos valores más sofisticados, más abracadabralltes de I:t 1,:.1:1.1 I\IIt-
no coincide con la fuerza en lo que se refiere a los seres determinados. Ac-

118
119

~ w
to y fuerza sólo son perfectamente idénticos en el primer principio que es desposar a Poseidón, es otra figura muy importante en la memoria arti-
todo lo que puede ser. ficial de Bruno. Anfitrite tiene dos caras, según el tipo de discurso, en el
El universo (Diana), que aparece como un simulacro de la naturaleza cual se enmarque: en el discurso metafísico representa el mundo inteligi-
ble; en el discurso político, es la reina Isabe]?!.
primera (Anfi,trite), es todo lo que puede ser, puesto que contiene la ma-
teria entera, pero no es todo lo que puede ser debido a las diferencias en- La primera cara de Anfitrite se ve con mayor claridad en La Cabale du
cheval Pégasse (1585). Aquí, la diosa es una fuente de espíritu, de pneuma:
tre las formas asumidas por los seres individuales. No es más que la som-
bra del primer acto y fuerza; en él, acto y fuerza no son la misma cosa, ya
«Todos los espíritus vienen de Anfitrite, que es espíritu, y todos vuelven
a ella». La historia divertida del asno Onorio, que continúa la idea prin-
que sus partes no lo son. El universo aparece «des-plegado» (explica to) ,
sostenido, distinto, mientras que el primer principio aparece «in-plicado» cipal del diálogo Spaccio de la Bestia trionfante, se inspira libremente en las
obras morales de Plutarco.
(complicato)" uniforme, uno. La corrupción, la muerte, el vicio, el mons-
Onorio era originario de los alrededores de Tebas. Era goloso y, un día,
truo pro~ienen del defecto. y de la impotencia de las cosas, que se esfuer-
zan en se~',.varias cosas a la vez, tratando de alcanzar el ser segÚn su fuer- una vulgar verdura lo tentó. Tratando de cogeda, se cayó por un barran-
co y se rompió los huesos. Al morir, se dio cuenta de que su espírit~ no
za de ser; que, excede al acto y que por ello se ve realizada med{ocremente.
era en absoluto diferente del de los demás seres animados, como, por
Pero puesto que es absurdo que algo sea varias cosas a'la,vez, e] ser indi-
vidua] sólo consigue cambiar su ser por otro ser. ejemplo, el hombre. Una vez su cuerpo fue devuelto a la tierra, el alma
de Onorio, al igual que todas las otras almas, se elevó hacia las alturas.
A esto se debe el hecho ,de que el universo, Diana, sea]a sombra.del
alma universal, de Anfitrite:una sombra que abunda en seres, pero que, Cuando llegó al río Leteo, hizo como si apagara su sed, pero, en,realidad,
sin el1~bargo, puede,.ver~e'¡ en su unidad indistinta. Sorprender a Diana guardó intacta la memoria de sus aventuras extáticas.
desl1uqa, es percibir esta sombra, dejarse absorber por ella, renunciando a ¿Es posible identificar la Anfitrite de Bruno con la Perséfone lunar de
I~, ,1

las limitaciones propias de un estado particular. Acteón:, que creía existir Plutarco que es, a su vez, reina de las almas?72 Seguramente, existe una re-
lación entre las dos representaciones, pero la Anfitrite bruniana no pare-
~\pa~~e,finalmente se da c;uenta -mientras todavía tiene la posibi]idad- de
l. que no es más que ]a sombra de una sombra: uno ,con el todo. ce asumir un carácter demasiado explícitamente lunar, salvo en el caso
donde, para representar a la reina de Inglaterra, termina por identificarse
b) La luna con su propia hija, con Diana.
Que la]una sea'llOctumafi)rma Dianae, no es Ovidio efÚnico poeta que
c) La reina
lo dice (Met., XV, 196): se trata de una creencia con1Ún entre los roma-
La teoría ficiniana de la exteriorización del amor a través de los ojos,
d ~:OS,7(1.
Bn,lno parece compart;ir esta creencia en la pledida en que Diana,
que es el"uriiverso, tiene también un comportamiento lunar. imitada salvajemente en las letras francesas del siglo xv¡7\ tuvo una conse-
cuencia bastante extrai1a e inesperada. Puesto que la imagen de la mujer es
l\hora bie'J}, n~~ordemos que Diana es, en.De glJheroici furori, la hija dI.:
la de aquella que hiere el corazón del enamorado, las «imágenes guerreras»
Anfitrite: «ya que la ,mónada que es la divinidad pr()duce esta otra móna-
y el «vocabulario bélico» caracterizan por excelencia el ser femenin074• En
da que"es lan;tural~za: el;un~verso, el mundo,'do~de se contempla y se
la obra de Philippe Desportes, abundan fórmulas como «esta hermosa
refleja, corno el sol en la luna [...]». Dentro del sistema de esta COlllpar:l-
ción', que no pretende describir la e~tructura exacta de la realidad, Al di asesina», «mi guerrera», «mi bella homicida»7s. La otra tradición ricamente
trit¿'representa el papel del sol (= mundo'inteligible), mientr:IS qlle 1)1:1 ilustrada por Du Bellay, Ronsard, Grévin, Pontus de Tyard y Brantome,
transforma la mujer en «diosa», «divina», «dulce inhumana», ete.7!> Por su-
na repre~,~nta el papel de la luna (= mundo sensible), astro IJoclllrllP '1IIt'
refleja ,la luz del sol. puesto, las.dos tradiciones convergen con frecuencia, como en los versos
Anfitrite'; una nereida elevada al rango de diosa del 111:tr IlesII\I!'S ti,· siguientes tomados de Desportes:

121
120
Crf/t' 1It'IIr (/¡~esse,ah! Non seulemCllt belle, ción maravillosa para esa duda: mientras que el sol, por tradición, se aso-
/1 il/si I.kllol/c et guerriere, ainsi m' a surmonté77• ciaba al papado, la luna era símbolo del Imperio"7 (y viceversa, según la
conveniencia). De acuerdo con esta doctrina, la reina de Inglaterra, que
[Esta bella diosa, ¡:lld 110 solamente bella,! A la vez Bellone y guerrera, así me se confunde con la diosa Diana, se convierte en objeto de culto lunar per-
ha superado.] feccionado por toda una escuela poética llamada «School ofNight», de la
que W Raleigh y G. Chapman fueron los representantes más ilustres"".
La exaltación de la idea imperial se encuentra en su apogeo. Du Be- Giordano Bruno, partidario fanático de la idea imperial, se convirtió,
llay llama a Francisco 1 y a Enrique Ir «Hércules galos», «grandes Monar- en Londres, en un adepto ferviente del culto oscuro a la diosa Diana. Pe-
cas de! mundo» e «hijos de Dios». Enrique Ir es Júpiter y Catalina de Mé- ro el simbolismo que adopta tan rápidamente tiene para él un valor meta-
dicis, la «gran Juno, Sll compañera»7H. Brantome se complace en e! mismo fisico que escapaba, probablemente, a los adeptos de l<--aleigh y Chapman.
tipo de imágenes describiendo el aspecto de una princesa: «Un cuerpo de Con una audacia inaudita, Bruno, que sigue siendo un gran especialista y
la más bella, soberbia y rica talla que nunca se haya visto, acompañado de profesor de arte de la memoria, se dirige al público elegido con una len-
un porte y una gran majestad, que hará que la tomen siempre por una gua que a todos les era muy Úmiliar. La «estatua» de la memoria artificial
diosa del cielo más que por una princesa de la tierra», o en, otra ocasión: que domina los diálogos compuestos en Inglaterra es la de Diana. Ahora
«Una princesa [... ] sobrehumana y celeste, totalmente perfecta e impeca- bien, Sidney y Greville, para no hablar de los iniciados Raleigh y Chap-
ble»79.
man, asocian directamente a Diana con Ja reina Isabel, o, lo que es lo mis-
Esta atmósfera de cuento de hadas envuelve todo lo que trata de la mo, tCllían la capacidad de imaginarse a Diana sin nin,\(Ún eifuerzo partiClllar,
realeza. En tiempos de Enrique Il, «el Louvre, más que la casa de! rey, es puesto que ella asumía espontál1eamente, en su fimtasía, los ras.~os de la reina ve-
,;.
un santuario donde cortesanos, poetas y artistas adoran su divinidad si- nerada. La alegoría inventada por Bruno para introducir ideas metafisicas y
guiendo un rito que, con el tiempo, veremos con mayor precisióm80• técnicas mnemónicas personales también tenía la ventaja de procurar a su
Inglaterra, que veHesucitar todos los ideales de la monarquía univer- autor una muy buena reputación delante de la persona que en ellas exal-
sal en la persona de la reina Isabel, inventa siguiendo e! modelo francés, taba: la misma reina. Desgraciadamente, consideraciones políticas compli-
s9 propio culto real, formado, en parte, de elementos comunes, pero cadas, o más bien la desgracia del caballero Sidney, obligaron a Bruno a
también de elementos individuales sacados de la situación personal de Isa- alejarse de la corte inglesa, sin haber tenido tiempo de recoger los frutos,
bel. A ella, por supuesto, no se la puede' llamar «Hércules británico». Sin vanamente esperados, de sus alabanzas.
~'inbargo, por lógica, se impone otra comparación: como no está casada,
lo que equivale para la opinión pública a una vocación de virginidad La parábola de los nueve ciegos
pei'petua y de castidad, a la reina se la comparará con toda Virgen céle- La presencia de Diana en el teatro fantástico de Bruno no es el único
bre, se trate de AstreaHI, de una VestalH2, de Ariadna83, de la constelación indicio de su britanización. Por intermedio del embajador francés, que
de"la Virgen84, de la Virgen María Qugando así éon la similitud fonética tomó parte en ello, Bruno conoció sin duda la alegoría puesta en escena
e~tre!3eta y Beata María)85. La comparación preferida y, por decido de aí- en Woodstock en 1575 por el caballero Henry Lee en honor de la reina,
gu~~ manera, la más perfecta es la que la transforma en la diosa de la ca- contada en inglés, latín, italiano y francés por George Gascoine en un
za, Diana, conocida también con los nombres de Cintia y BelfebeH('. opúsculo que apareció a finales del mismo año. Henry Lee, el mejor
Esta elección, q~e queda perfectamente justificada por el car;ÍClcr a In hombre de armas de la época de Isabel, amigo de Philip Sidney, presen-
vez bélico y virginal de Diana, sólo es problemático en un PIIIII(\: s:dw tó un CIltertaimnent en e! que figuraba la historia de! ermitaño Hemeteo,
11j()S que Diana (Cintia, Belfebe, etc.) es una diosa lunar. Pero. ¿qllL- li('lll' que, habiendo perdido la vista, ]a. recuperó en cuanto llegó al mejor país
qll(' ver la reina 'Isabel con la luna? Un viejo simbolislJlo ofi'ec(,; 1I11~1 SI>III del mundo, gobernado por e! señor más sabios9.

122 123
'.¡

La probable lectura de esta alegoría transparente suscitó en Bruno una gremente (una rídda). Su canCión es un himno de agradecimiento a la
reminiscencia de su época adolescente: la égloga pastoral Díalogo dí tre cíe- suerte benigna que da vueltas eternamente: «La rueda cambia de direc-
chí o Ceca ría del napolitano Marco Antonio Epicuro, de la que, sin duda, ción, ahora está arriba, ahora cambia; siempre están el día y la noche».
sabía una buena parte de memoria. En los últimos diálogos de la segunda Existe otro himno célebre que sigue al nacimiento del llanto de la niña
parte de los Heroící furorí, imita libremente la égloga de Epicuro, teniendo divina Anadiómena, recibida por Júpiter en los cielos. Esta Venus oceá-
en cuenta la interpretación de la ceguera del profeta que había encontra- nica es otra «estatua» de la reina de Inglaterra, que recuerda el sexto libro
do en la obra de Juan Pico. de la Faeríe Queen (1596) de Spenser, cuya referencia, más o menos trans-
Los actores de la parábola de Bruno son nueve ciegos, «estatuas» mne- parente, es la misma corte de Inglaterra, con sus «ninfas» y su duei'ia, la
mónicas que representan las nueve clases de amor que, por debilidad in- faíre one.
terna o inducida desde el exterior, se inclinan hacia la sensualidad, inclu-
yendo el síndrome clásico del amor hereos, según la descripción de Juan Circe
Pico. Otra estatua de la memoria artificial de Bruno cierra la serie abierta
El primero es ciego de nacimiento; el segundo fue «m()rdido por la por Acteón: es la estatua de la bruja Circe, hija del Sol y divinidad lunar
serpiente de'los celos»; al tercero lo cegó la luz inteligible cuando salía de a la vez. Representa, además, la cara terrible de la Gran Diosa de la na-
las tinieblas; el cuarto perdió la vista porque no miró más que a esta luz; turaleza, que es Diana: Circe es la que ata, Diana, la que desata; Circe es
~Iquinto, por haber llorado demasiado impidiendo que ~Irayo visual sa-
<i -1,
la que vuelve ciego, Diana es la que cura.
liera pOr laspupil~s; el sexto, por haber malgastado todosu'humor en lá- Giovani Gentile creía que, en la obra de Bruno, Circe simbolizaba a
grimas, con lo que sus Ipembranas oculares se volvieron opacas if ya no la Iglesia católica~{I, b:uo cuyo yugo había entrado «en la bella Campanie»
pudieron reflejar más los rayos visuales; el séptimo sufrió del mismo mal, de la que sólo podría deshacerse en el país de' las ninfas británicas donde,
provocado esta vez por el terrible ardor de su corazón; el octavo, fue gra- por decido de alguna manera, había recuperado la vista'!!. En la época de
yem,ente alcanzqdo en los ojos por las flechas del amor lanzadas por algu- Gentile, se sabían muy pocas cosas del arte de la memoria y la gente no
"ha «bella homicida»;finalniente,
í:(," ,1 ',.,1'" la ceguera del noveno fue provocada por
.,
veía en Bruno más que al campeón de la causa antieclesiástica. Ahora
falta de confianza en sí mismo. bien, Circe no puede ser la Iglesia católica, puesto que no es más que una
¿Quéii~~urrió? «estatua» -bastante importante, además- en el sistema mnemónico del
Los nueve jóvenes, llenos de ímpetu, conjuran al cielo para encontrar nolano. Ella es quien posee «el sello de los sellos», la que dirige la me-
el amor: «¡Oh, plazca al cielo que, en eStos tiempos, aparezca como an- moria mágica y permite el cumplimiento de diversas operaciones por in-
tes, en lo~ siglos más felices, alguna bruja Circe que, gracia,s a sus plantas, termedio de demonios planetarios92•
s~s minerales, "sus venenos y sus hechizos, tenga el poder, o casi, de frenar Mientras que Diana representa el universo en su unidad, Circe es la
!¡,,~la natul:aleza misma!». Su ruego fue atsndido y, de repente, un maravi- señora de las operaciones mágicas cuya finalidad es la de reunir las partes
,fIloso castillo apareció sobre el monte Cirs:;eo. Entraro,r y se encontraron del mundo, de relacionadas entre ellas. Sin Circe, Diana no' existiría: el
delante de Circe, hija del Sol, díves Solís filía (Aen., VII, 11), que los vol- remedio no existiría sin el veneno.
vió ciegos. Los nueve se pusieron en camino durante diez años seguidos'
hasta llegar
;\ a la isla británica, al río «Tamesi» (Támesis) donde encuentran
a las ninfas loCales y les exponen su causa. Circe les ha dado un vaso pre-
cioso que sólo podrán abrir cuando hayan alcanzado «la más grande sabi-
duría, la noble tastidady la belleza al mismo tiempo». Una nint, abre el
«vaso fatal», los nueve se tapan la vista y empiezan a bailar en círculo ale-

124 125
Segunda parte

El gran manipulador
Vinculum quippe vinculorum amor esto

Giordano Bruno, De vinculis in ,Renere,


Opo lato, 1Il, págo 697
@'

Capítulo IV
Eros y magia

1. Identidad de sustancia, identidad de operaClon


A Ficino pertenece la paternidad de la ecuación eros = magia, cuyos
términos, sin duda, s,on reversiblesl. Él señaló, por primera vez, la iden-
tidad sustancial de estas dos técnicas de manipulación de los fantasmas así
como sus procedimientos operacionales.
El amor es, evidentemente, un mago -la invención de esta fórmula
también se la debemos a Ficino (Am., VI, 10, pág. 106)-. Esto es así por-
que «toda la fuerza de la Magia se basa en el Eras. La obra de la Magia
consiste en acercar las cosas unas a otras por similitud natural. Las partes
de este Mundo, como los miembros [en el sentido de los órganos] de un
mismo animal, dependen todas del Eros que es uno; las diferentes partes
están en relación una con otra debido a su naturaleza comÚn. De Ja mis-
ma manera, en nuestro cuerpo, e! cerebro, e! pulmón, el corazón, e! hí-
gado y los demás órganos establecen intercambios, se favorecen mutua-
J
mente y cada uno sufre del sufrimiento de! otro. Así mismo, los miembros ,1

de este gran animal, a saber todos los cuerpos de este mundo que de- J
penden el uno del otro, comunican entre sí y se trat1smiten sus naturale- j
zas. De este parentesco nace e! Eras, que les es comÚn; de este Eros na- .
ce su acercamiento mutuo: y en esto consiste la verdadera Magia» (ibid.). j
Lo que significa que, siendo la sustancia, donde se producen las ope-
raciones tanto de! eros como de la magia una sustancia Única, el pnclIma
universal (ver cap. v), estas dos técnicas quedan fuertemente emparenta-
das e incluso son idénticas. Además, el eros es e! que, al presidir en todas
las actividades espirituales, asegura la colaboración de los sectores de! uni-
verso. Este Último está animado por el mismo pnclIma en todas sus partes,
desde las estrellas-hasta la brizna de hierba más humilde. Amor es el nom-
bre que se otorga a la fuerza que asegura la continuidad de la cadena inin-
terrumpida de los seres; pnclIma es el nombre que se otorga a la sustancia

129

J
común y única que establece entre estos seres una relación mutua. Gra- que e! tema de la magia erótica es el más apropiado para asegurar la conti-
cias al eros, y debido a él, la naturaleza entera se transforma en una gran nuidad de lo que estamos exponiendo. Empezamos a tratado aquí avi-
maga (ibid., pág. 107). sando de que sólo podremos profundizar en él después de analizar el
Si la magia es amor, su inverso no es menos cierto. Las ecuaciones ma- mecanismo y las fuentes de la magia pneumática (ver cap. v). Los prin-
temáticas siempre son recíprocas y transitivas. Las ecuaciones filosóficas cipios de funcionamiento de esta última ya han sido enunciados, a gran-
no siguen la misma ley. Sin embargo, en este caso la identidad sustancial des rasgos, en las páginas anteriores. Para sacar provecho de la compren-
que permite presentar estos dos términos en una misma ecuación tam- sión, todavía liminar, de lo que viene a continuación, se ruega al lector
bién va acompañada de una identidad operacional que consiente en in- J. l· .,
que o tenga SIempre presente: a l1IagUl es lIna operaclOn.lantastlca r ,. que saca
«'

vertidos: el amor es a su vez magia puesto que sus operaciones son idén- partido de la contillllidad del pnel/1l1a individllal )' dcl¡J//ell/lla IIniversal. Más
ticas a las operaciones mágicas. En efecto, ¿qué hace el enamorado, con adelante, veremos de qué manera se asegura esta continuidad, y con qué
todos sus gestos, palabras, f:1vores y obsequios, si no crear una red mágica medios los magos confian poder granjear la colaboración de las presen-
alrededor del objeto de su amor? (ibid.). Todos los medios de persuasión cias sobrenaturales. Más allá de esta norma común a todas las magias, la
que pone en funcionamiento son otros tantos medios mágicos cuya fInali- magia erótica presenta otros aspectos, cuya modernidad es desconcertan-
dad es atar al otro. Ficino mismo utiliza, en una ocasión, el término rete, te, y que necesitan ser tratados aparte. Bruno fue el primero quc invcsti-
que significa «malla,>o «red». Hablando con propiedad, se puede dccir que gó el concepto de magia hasta sus últimas consecuencias, considerando cs-
el amante y el mago hacen lo mismo: lanzan sus «redes» para apoderarse ta «cicncia» como un instrumento psicolÓgico inf:11ible para manipular a las
de ciertos objetos, para atraedos y arrastrados hacia ellos. masas como sc manipula al individuo humano. El conocimicnto de los
Más adelante (ver cap. VI) tendremos ocasión de analizar el vocabula- «vínculos» (vinCIIla) apropiados, le permite al mago realizar su sueÍ10 de
rio de la magia: el término ficiniano rete (<<red»)no hace más que reto- DueÍlo univcrsal: podrá disponer como quiera de la naturaleza y la so-
mar otros vocablos acreditados, como illex, illecebra o esca, que significan ciedad humana. Sin embargo, esta operación resulta estar expucsta a unas
casi lo mismo: «cebo». Al igual que un cazador, el enamorado y el mago dificultades pr~'ícticamente insalvables.
-el mismo enamorado de la naturaleza, de Diana, diría Giordano Bruno-
tienden sus redes, instalan sus cebos y sus señuelos fantásticos para hacer- 2. Manipulación de las masas y los individuos
se con una caza muy preciada. Evidentemente, la calidad y las dimensio- De vinClllis in <!ZCllere(<<Delos vínculos en general»), de GiOI:dano l3ru-
nes de la caza son variables.; El enamorado despliega sus talentos para ob- no, pertenece a estos escritos oscuros cuya importancia en, la historia de
tener el control de! aparato pneumático del amad02• En cuanto al mago, las ideas supera de buen trecho la que tienen ciertas obras célebres. Por la
tanto puede ejercer su influencia sobre los objetos, los individuos y la so- fl-anqueza, e incluso el cinismo, que demuestra en el análisis de su mate-
ciedad humana, como invocar la presencia de los potentes seres invisibles, ria, podría compararse al Príncipe de Maquiavelo; además el tema de las
los demonios y los héroes" cuando espera obtener de ellos algún benefi- dos obras está emparentado: la de Bruno se interesa por la manipulación
cio. Para poder actuar en este sentido, debe acumular el conocimiento de psicológica en general, la de Maquiavelo se ocupa más especialmente de
las redes y los cebos que tiende para alcanzar el efecto deseado. Esta ope- la manipulación política. Pero (¡qué pálido y ridículo se ve, hoy en día,
ración se llama, según Giordano Bruno, «vincular» (vincire), y sus proce- al príncipe-aventurero maquiavélico comparado al mago-psicólogo de
dimientos reciben e! nombre genérico de «vínculos,> (vinCllla). Sólo Gior- Bruno! La popularidad del Príncipe ha favorecido su consideración du-
dano Bruno lleva la doctrina de la identidad entre e! amor y la magia rante sucesivos siglos, y le ha llevado, recientemente, hasta la moderna
11:1stasus últimas consecuencias. teoría del «Príncipe,> -el partido comunista-lanzada por A. Gramsci. Iné-
C0l110 hemos dedicado la primera parte de nuestro trabajo a los fan- dito hasta una fecha tardía, poco leído y siempre mal entendido, el De
I:ISI11:1S
del eros y, en cierta medida, a la memoria artificial, consideramos vinCll/is in genere es sin embargo el escrito que merecería ocupar, hoy en

130 131
día, el verdadero y Único puesto de honor entre las teorías de manipula- día podemos apreciar lo mucho que el De vinCl/lis supera al Príncipe, tan-
ción de las masas. Sin saberlo, los trusts de inteligencia que dominan el to por su profundidad como por su actualidad e importancia: hoy en día,
mundo se han inspirado en él: han llevado a la práctica las mismas ideas ya ningÚn jefe político del mundo occidental pensaría en actuar como el
de Bruno. Podría existir una cierta continuidad ya que Bruno parece ha- Príncipe de Maquiavelo, pero, en cambio, podría utilizar los recursos de
ber ejercido su influencia sobre el movimiento ideológico, a principios persuasión y manipulación tan sutiles como los que los trusts de inteli-
del siglo XVIl, conocido bajo el nombre de rosacruz, cuya repercusión fue gencia son capaces de poner a su disposición. Para comprender y poner
enorme4• Pero, por lo que sabemos, no ha existido, ni antes de Bruno ni de relieve la actualidad del De villCl/lis, deberíamos estar informados acer-
después de él, ningÚn autor que haya tratado esta materia b;~o su aspec- ca de la actividad de estos trusts, de los ministerios de Propaganda; debe~
to empírico, dejando de lado cualquier consideración de orden ético, re- ríamos poder echar un vistazo a los manuales de las escuelas de espiona-
ligioso o social. De hecho, a nadie se le hubiera ocurrido tratar un tema je, aunque ya podamos hacernos una idea de lo que contienen viendo lo
como éste desde el punto de vista del mismo I1wtlipulador, sin poner prime- que, a veces, se trasluce de estas organizaciones cuya finalidad ideal es ga-
ro, como principio fundamental de su investigación, algÚn derecho divi- rantizar el orden y e] bienestar comÚn, allá donde ya existe.
no o humano intangible en el nombre del cual la manipulación estaría E] Príncipe de Maquiavelo era el antepasado del aventurero político
condenada. cuya figura está desapareciendo. Por el contrario, e! mago del De vinCIIlis
En el siglo XIX, podemos encontrar, claro está, a unos ideólogos co- es el prototipo de los sistemas impersonales de los medios de comunica-
mo I{ad Marx o Friedrich Engels que creen que la religión es como un ción, de la censura indirecta, de la manipulación global y de los trusts que
«opio para e! pueblo». En este sentido, además, sólo repiten un enuncia- ejercen su control oculto sobre las masas occidentales. Desde luego, no es
do de! De vil1Cl1lísbruniano donde la religión está considerada únicamente el modelo seguido por la propaganda soviética porque a esta Última le fal-
en su calidad de instrumento de manipulación de las masas. Pero, mien- ta la sutileza que tan bien se aplica en Occidente. Por e] contrario, elma-
tras que Marx y Engels tienen unos ideales humanitarios y utópicos, go de Bruno es de! todo consciente de que, tanto para atar a las masas co-
Bruno no manifiesta ninguna preocupación por salvaguardar la dignidad mo para atar a un individuo, debe tener en cuenta toda la complejidad de
humana: e! único derecho que tiene ante sus ojos no pertenece ni a Dios las expectativas de los sl~etos, y debe crear la ilusión total de que está
ni a los hombres, sino al mismo IIwtlipulador. ofi-eciendo ulliClliqllC 51/1/111. Por esta razón, en ]a manipulación bruniana se
Hacia finales del siglo XIX, G. Le Bon sentó las bases de la disciplina necesita tener un conocimiento perfecto de! sujeto y sus deseos: sin te-
llamada «psicología de las masas) (PsycllOlogie des fo les, editado en 1895).
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nedo, no puede haber ningún «víncu]o». También por esta razón, el mis-
Más tarde, Sigmund Freud la desarrolló en su obra Psicología de las masas mo Bruno admite que se trata de una operación extremadamente dificil
y atlálisis del yo (1921) que tuvo grandes repercusiones. Pero tanto Le Bon que sólo puede realizarse desplegando unas [1cult-ldes de inteligencia,
como Freud tenían por objetivo determinar cuáles son los mecanismos perspicacia e intuición que estén a la altura de esta labor. Su complejidad
psicológicos que actúan dentro de una masa y dirigen su composición, y en nada queda disminuida porque la ilusión debe ser perfecta para satis-
no enseñar cómo domitlar una masa. La ciencia, con sus escrúpulos de or- facer las mÚltiples expectativas que se ha propuesto. Cuantos más cono-
den moral, se niega a seguir un punto de vista que gustosamente deja a cimientos tenga e! manipulador sobre aquellos que quiere «vinculan), ma-
cargo del hombre político (de un AdolfHitler, autor del Mein KampJ, por yor serán sus probabilidades de éxito puesto que sabrá escoger e!
ejemplo). Se deja al Príncipe lo que ]e pertenece, aunque después se momento propicio para crear el vinCllIlllI1.
proteste -como lo hizo Freud- contra los abusos de un Stalin y el «l1ue- Vemos que la magia erótica bruniana se propone ofi-ecer a un mani-
vo orde!1) establecido en la Unión Soviética. pulador los medios para que controle a unos individuos aislados así como
Toda la humanidad ha oído hablar del Príncipe de Maquiavelo, y nu- a unas masas. E] supuesto fundamenta] es que existe un gran instrumen-
merosos políticos se han esforzado en seguir su ejemplo. Pero sólo hoy en to de manipulación: el eros en su sentido más amplio, aquello qlle se quie-

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re, que va desde el placer nsico hasta las cosas más insospechadas, pasan..: meno artificial puede comprobarse cada día cuando los individuos o las
do probablemente por la riqueza, el poder, etc. Todo puede definirse en cosas que vemos provocan espontáneamente nuestra simpatía o antipatía,
relación con e! eros, puesto que la repugnancia y el odio sólo l'epresen- repugnancia o atracción (íbid., pág. 447).
tan e! lado negativo de la misma atracción universal: «Todos los afectos y La vista y el oído sólo son las puertas secundarias por las que el «ca-
vínculos de la voluntad se reducen y se refieren a dos: la repugnancia y e! zador de almas» (animarull1 venator), e! mago, puede introducir sus «víncu-
deseo, o el odio y el amor. Sin embargo, e! odio se reduce él mismo al
los» y sus cebos (De vinwlis in genere, I1I, pág. 669). La entrada principal
amor, y por ello resulta que e! único vínculo de voluntad es el eros: Está (porta et praccíplilis aditus) de todas las operaciones mágicas es la fantasía (De
demostrado que todos los otros afectos que una persona puede sentir só- 4., Magia, I1I, pág. 452); ésta es la Única puerta (sola porta) de todos los afec-
lo son, tanto fon,nalmente como fundamental y originalmente, amor. Por tos, o afecciones, internos y es el «vínculo de los vínculos» (Vil1WlulI1 vin-
ejemplo, la envidia es amor de alguien por sí mismo, y no soporta ni la wlon/m) (íbid., pág. 453). La fuerza del imaginario se multiplica por dos
superioridad ni la igualdad de! otro; e! mismo principio se aplica a la cuando interviene la f:lcultad cogitativa porque ésta es capaz de suby~¡gar
emulaciÓn. La indignación es amor por la' virtud [... ]; e! pudor y e! mie- al alma (ibid.). Sin embargo, el «vínculo» tiene que pasar obligatoriamen-
do ¡verewndia, timor] no son más que amor por la honestidad y por lo que te por la fantasía porque «no hay nada en la razón que no haya sido ante-
da miedo. Se puede decir lo mismo para los otros afectos. Por lo tanto, e! riormente percibido por los sentidos ¡quod prilis non jllerit irl scnsli], y no
odio no es más que amor por e! contrario o por lo opuesto, y así mismo, hay nada que, partiendo de los sentidos, pueda llegar hasta la razón sin
la ira sólo es una especie de amor. Para todos aquellos que están destina- pasar por la bntasía» (Theses de MaJzia, XLIII, vol. 111, pág. 481).
dos a la filosona o a la magia, es ,de! todo evidente que el vínC1llo más ele- Exceptuando al manipulador, porqne se supone que puede ejercer un
vado, más importante y el más general ¡vinwlulI1 SUlI1mlill1) praecípulim et gene-
control absoluto (por lo menos teóricamente) sobre su propia imagina-
ralíssimum¡ pertenece al eros: lo que explica que los platónicos llamaran al ción, el comÚn de los mortales está sometido a unas fantasías descontro-
amor el gran demonio, daemon magnus»5. ladas. Sólo las profesiones espe'ciales (como la de! poeta o artista) exigen
La acción mágica tiene lugar por un contacto indirecto (virtualell1 seu po- la aplicación voluntaria de la imaginación; para los demás, el campo de la
tentialem), a través de sonidos y fIguras que ejercen su poder sobre los sen-
imaginación queda abierto a cualquier causa externa. En este caso, hay
tidos de la vista y e! oído (171Cses de Magia, xv, vol. I1I, pág. 466). Pasan- que distinguir entre las f:lntasías provocadas por una acciÓn voluntaria del
do por las aberturas de los sentidos, imprimen en la imaginación ciertos sujeto, pero de otro orden, y las fantasías cuyo origen está en otra parte.
afectos que son de atracción o repulsión, de goce o repugnancia (ibid.). Estas últimas, a su vez, pueden haber sido provocadas por los demonios,
Sonidos y figuras no han sido escogidos sin falta de criterio: provie- o inducidas por una voluntad humana (De I\Ilac~ia, 111, pág. 449).
nen de!lengu,~e oculto del espíritu universal (De Magia, I1I, pág. 411). Ésta sería la voluntad del manipulador, que debe ser de tipo especial.
Entre los sonidos, e! manipulador debe saber que las ar~;onías trágicas En efecto, Bruno avisa a cualquier operador de fantasmas -en este caso al
provocan más pasiones que las cómicas (íbid., pág. 433) porque son capa- artista de la memoria- para q{¡e regule y controle sus emociones y sus
ces de actuar sobre las almas que dudan (ibid., pág. 411). En este caso tam- fantasías de manera que, creyendo ser su dueño, no sea, por el contrario,
bién, hay que tener en cuenta la personalidad del sujeto: se puede influir la víctima de sus habilidades. «Procura no transformarte de operador en
[kih'nente a ciertas personas, pero otras reaccionan de manera inespera-
instrumento de los bntasmas»: éste es el mayor peligro que e! discípulo
da a la magia del sonido. Éste es e! caso de aquel emperador bárbaro que tiene ante sí (S('.jillus s(f{illorum, 11, 2, pág. 193). El verdadero manipulador
al oír una mÚsica instrumental muy sofisticada creyó que se trataba de re-
debe ser capaz de «ordenar, corregir y disponer la fantasía, componer SliS es-
linchos de caballos (íbid., pág. 433). !
pecies segÚn su voluntad» (Tlzeses 'de Magia, XLVIII, vol. I1I, pág. 485).
A su vez, las .figliras son capaces de provocar la amistad o e! odio, la Parece ser que el hombre está dotado de un cerebro extremadamente
pérdida (pemicíes) o la disolución (ibid., pág. 411). De hecho, este fenó- complejo y desprovisto de cualquier tipo de dispositivo especial que le

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permita analizar los estímulos según su lugar de origen: resumiendo, no los (vinwlul1l vinwlorlll1l); de él provienen todos los demás: la esperanza, el
es capaz de distinguir directamente entre las informaciones oníricas y las amor, la religión, la piedad, el miedo, la paciencia, el goce [... ], la indig-
que le transmiten los sentidos, la imaginación de lo tangible6. Bruno exi- nación, el odio, la ira, el desprecio etc. [... ]» (Theses de Magia, UII, vol. 111,
ge del operador una labor sobrehumana: primero debe guardar inmedia- pág. 490). «Es necesario que el operador posea una fe activa y el sujeto de
tamente y sin equivocarse las diferentes informaciones ~egún su origen y, la operación una fe pasiva. Esta última, sobre todo, es un requisito para
después, debe hacerse completamente inmune frente a cualquier emo- cualquier sujeto, porque sin ella, ningún operador, ya sea natural, racio-
ción provocada por causas externas. En definitiva, se supone que ya no re- nal o divino, puede desempeñar nada [... ]>} (ibid.).
acciolla ante ningún estímulo externo. No debe dejarse conmover ni por Resulta evidente que los ignorantes serán las personas mejor dispues-
la compasión, ni por el amor del bien y de lo verdadero, ni por nada, para tas a dejarse convencer por los f.1ntasmas de la teología y los de la medi-
evitar ser «vinculado» a su vez. Para ejercer el control sobre los demás, hay cina: «Vincular [vincireJ a estas personas resulta todavía más fácil cuantos
que estar protegido ante cualquier control que venga de los demás (The- menos conocimientos tienen. En ellos, la fuerza del alma se' dispone y se
ses de Magia, XLVIII). abre de tal manera que deja el paso libre a las impresiones provocadas por
Con una lucidez extraordinaria, Bruno expone una clara distinción las técnicas del operador, abriendo así ampliamente aquellas ventanas que,
entre la teología (con los fundamentos de la moral que era, no lo olvide- en otras personas, siempre se mantienen cerradas. El operador tiene libres
mos, una materia exclusivamente teológica) y la «especulación laica» (ci- las vías para crear todos los vínculos que quiera: la esperanza, la compa-
vilis spewlatio), para la cual se ofrece personalmente como representante. sión, el miedo, el amor, el odio, la indignación, la ira, la alegría, la pacien-
Para la teología hay una religión verdadera y creencias falsas, hay un bien cia, el desprecio de la vida, de la muerte, de la fortuna [... ]» (De Ma,,!ia,
IIJ, págs.·453-454). El hecho de mencionar al profeta junto al mago yal
y un mal, y en gran parte tienen una naturaleza ideológica. En 'estas con-
diciones, no se puede realizar ningún tipo de manipulación de los indivi- médico, no es una casualidad. La consecuencia más evidente de las espe-
duos ni de las masas, sino que se trata más bien de cumplir una misión culaciones de Bruno consiste en que toda religión es una forma de ma-
cuya finalidad es convertir ala única verdad. Por el contrario, para Bru- nipulación de las masas. Utilizando técnicas eficaces, los fundadores de
no, sólo existe un principio válido, sólo hay una verdad: todo es Inanipula- religiones han sabido influir, de una manera duradera, en la imaginación
ble, no existe nadie en ahsoluto qlie pueda librarse de las relaciones interslllljetillas, de las masas ignorantes; han podido canalizar sus emociones y utilizadas,
ya sea un manipulador, un manipulado o un instrumento (De villwlis, 111, provocando sentimientos de abnegación y autosacrificio que no hubieran
manifestado de manera na tural.
pág. 654). lncluso la teología, la fe cristiana y cualquier otra fe sólo son
convicciones de masas instauradas por operaciones de magia. Enunciados como éste se prestan con facilidad a los malentendidos; el
Para que salga con éxito una operación -Bruno no se cansa nunca de más común sería considerar que Bruno realiza aquí una crítica sociológi-
decirlo-, tanto el operador como los sujetos deben estar plenamente con- ca de la religión. Y en verdad, Bruno se sitúa más lejos de la religión que
vencidos de su eficacia. LaJe es la condición previa de la magia: «No exis- de la teología, a la que no intenta «desenmascaran>, sino que únicamente
te operador -sea mago, médico o profeta- que pueda desempeñar nada procura mirada desde un punto de vista operativo más amplio. No con-
si no existe una fe previa en el sujeto» (De Nlagia, 111, pág. 452); lo que dena en absoluto a la religión en nombre de unos principios humanita-
también explica la frase de Hipócrates: «El médico más eficaz es aquél en rios que le son completamente ajenos. De hecho, no se interesa por la
quien más gente confía» (ihid., pág. 453). «El primer fundamento de la religión en sí, sino por la manera que emplea cualquier religión para ins-
unión universal [... ] es que haya credulidad no solamente en nosotros, los taurarse, siempre y cuando, por un lado, las masas estén dispuestas a acep-
que operamos, sino también en los pacientes. Ésta es la condición nece- tada y, por otro, el mensaje sea conveniente y tenga la capacidad de rea-
saria ya que sin ella no se puede obtener nada [... ]» (De Magia 11lathel1lati- lizar la conversión de las masas. En cuanto al manipulador, será todavía
m, VI, vól. 1Il, pág. 495). «La fe es el mayor vínculo, el vínculo de los víncu- más persuasivo, más firme en su fe y en su fuerza de convicción, cuando

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consiga apagar en él y en los demás la plzílalltia, e! amor por uno mismo, vínculos duraderos cuya finalidad es someter al individuo, o al grupo, a la
el egoísmo (De vil1culis, 111, págs. 652, 675). Todo es manipulable, enseña voluntad del manipulador.
El postulado de esta operación es que nadie puede librarse de! círcu-
Bruno; pero el manipulador no tiene derecho a utilizar su poder sobre las
masas con fines egoístas. Además, parece ser que la existencia del amor lo mágico: cada persona o bien está manipulada, o bien es un manipula-
propio en el sujeto f:1cilita de alguna manera la creación de «vínculos». dor. Para poder ejercer sus técnicas, después de conseguir un dominio ex-
De manera general, resulta más fácil ejercer una influencia duradera traordinario sobre su propia fantasía, y habiendo dejado de lado su amor
en las masas que en un individuo. Para las masas se emplean unos víllCll- propio, que le hacía vulnerable frente a las adulaciones y las injurias de
los que son de orden más general. En el caso de un individuo, es necesa-
los demás, e! manipulador se dedica a conocer y penetrar, gracias a la in-
rio conocer primero muy bien sus placeres y sus fobias, lo que suscita su tuición, tanto las propiedades como las reacciones y las emociones de! su-
interés y lo que le deja indiferente: «Resulta, en efecto, más fácil mani- jeto que quiere vincularse. Como si fuera un espía que quiere hacerse
pular fvillcíreJ a varias personas que a una sola» (ibid., pág. 688). con los documentos necesarios para un futuro chant~e erótico, el mago
Sin duda alguna existen diferentes categorías de edad, de fisonomía debe recoger todos los indicios que le permitan enmarcar a su sujeto en
ete., en las que cada individuo puede encontrar su sitio, pero, general- alguna categoría. Ésta es una labor dificil, pero una vez realizada, da lu-
mente, hay que tener en cuenta la diversidad de las disposiciones de ca- gar a los movimientos de! Vi/lCllltllll, que son cuatro: el primero es la apli-
da uno y, por lo tanto, considerar la diversidad de los «vínculos» que se le cación de! vínculo (iníectio seu invcctio), e! segundo es el vínculo propia-
pueden aplicar. No existe una correspondencia perfecta entre dos indivi- mente dicho (lígatio seu viI1Cl1lu/II), e! tercero es la atracción que resulta de
duos (ibid., pág. 646). ello (attractio) y el cuarto es el goce del objeto que ha provocado toda esta
Los diferentes individuos son manipulables segÚn diversos criterios: la operación (cojJIIlatio quaefruitio dicítllr). Se trata evidentemente de un vín-
belleza que subyuga a Sócrates no subyuga a Platón, la multitud tiene otras culo erótico que se consuma «por todos los sentidos con los que se ha
preferencias que las de los elegidos, los machos tienen otros gustos que las creado el vínculo [... ]. Por esta razón e! amante quiere trasponerse todo
I
hembras, ciertas personas tienen predilecciÓn por las vírgenes mientras él en el amado: por la lengua, la boca, los ojos ete.» (De vinculis, pág. 642).
que otras prefieren a las mujeres f:kiles (ibid., pág. 639). Lo que no varía El vínculo llega hasta el sujeto «por e! conocimiento en general, vincula
en todo esto es la calidad de! «vínculo de los vínculos», e! eros (o la vo- por el afecto en general, actÚa por el goce en general» (íbid., pág. 641).
luptuosidad y, en otros sitios, la fantasía, lo que viene a ser lo mismo). ¿Cuál es el objetivo de esta descripciÓn del vil1Cl1lum ClIpidinis, del víncu-
lo libidinal? Esta pregunta resulta ser más compleja d~ lo que parece por-
3. VíllCIIIlI1II VíllclIlorllltl que el tratado bruniano, en más de una ocasión, no resulta ser muy ex-
La fórmula «vínculo de los vínculos», Bruno la aplica -ya lo hemos plícito, ni mucho menos. Como ya le hemos dado una respuesta, todavía
visto- a tres cosas distintas: el eros, la fantasía, la fe. Ciertamente, como nos queda justificada.
sabemos que el eros es una operación f:tntástica, podemos reducir la lista Una primera posibilidad sería que Bruno, al tratar del amor como si
a dos términos. Después, aprendemos que la fe sólo puede formarse y fuera un vínculo natural, estuviera elaborando su fenomenología no tan-
prosperar en el terreno de la imaginación, lo que viene a significar que, to con la finalidad de manipular, sino más bien para establecer un para-
en el fondo, el Vil1Cl111l11lVil1Cl1lontlll es el sintetizador receptor y productor digma válido para cualquier otro vínculo artificial, mágico. Efectivamen-
de f:1ntasmas. te, en ningÚn momento dice expressís verbís que la finalidad del operador
Sin embargo, Bruno suele reservar esta fórmula para describir la fuer- sea explotar lo que se llama «las debilidades humanas», las disposiciones
Z;I extraordinaria del eros, dae/llOll lIIaglllls, que preside todas las activida- libidinales por naturaleza.
des mágicas. Estas últimas sólo son, finalmente, una explotación extre- Varios factores se oponen a esta hipótesis; ya hemos mencionado al-
11 I;Ú !:t 111 ente hábil de las propensiones y actitudes individuales, para crear gunos, pero todavía queda explicitar el más importante. En efecto, el ver-

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bo vil1cire, «vincular», está utilizado en conte~tosdonde su significado ac- «para vincular y liberar de cualquier manera». Queda pues bien claro que
tivo, operativo, no deja la menor duda: «Aquel que posee la razón ~mi- la actividad del operador comprende no tan sólo el ejercicio de una in-
versal, o como mínimo la naturaleza, la disposición, la actitud, el uso y la fluencia mágica sino también el contrario, a saber la liberación de los
finalidad de esta cosa particular
que debe vincular, sabrá vincular Ivil1cire vínculos que hacen sufrir al paciente.
e¡go novitJ» (ibid., pág.' 659; cf. también
pág. 638). Este fragmento parece En conclusión, e! tratado De vil1culis in genere debe ser considerado co-
ofrecemos la clave del tratado bruniano, porque ¿qué es sino el análisis de mo un manual práctico para magos que les sirve para aprender a mani-
las disposiciones y propiedades de las «cosas a vincular», de las particulares pular a los individuos segÚn sus disposiciones afectivas, para mantenerse
res vil1ciendae?
ellos mismos al margen de cualquier influencia peligrosa del eros y para
Una segunda hipótesis, todavía más caduca, sería que Bruno está sen- curar a los pacientes víctimas de un poderoso hechizo erótico.
c'illamente describiendo la fenomenología del eros, como Ficino y Juan La idea fundamental de! tratado es que «el amor domina todo e!mun-
'Pico. Se opone a esta hipótesis la idea fundamental del tratado que que- do», que «entre los vínculos, el más fuerte es el de Venus» (ibid., pág. 696):
da recogida en el título: no se trata de los mecanismos abstractos deleros el eros «es el duefio de todo el mundo: incita, dirige, regula y modera ca-
sino de los vinc~la, de la producción de los vínculos que se encuentra con- da persona. Todos los demás vínculos se reducen a éste, como se ve en el
siderablement~simplificada porque todos los «vínculos» se reducen al reino animal donde ninguna hembra ni ningÚn macho admiten cualquier
. vinculum erótico. Es pues cierto que la fenomen?logía del eros es un pa- otro rival, olvidándose incluso de comer y beber, y desdeñando hasta la
radigr11a de los vincula in genere; pero éstos son unos vínculos mágicos que vida misma [... ]» (ibid.). En conclusión, vil1cullll11 quippe vin(ll!orllll1 al/lOr
utiliza el ;11anipulador par~ manipular a los individuos o asociaciones de esl, [en efecto, el vínculo de los vínculos es el amor]. Y también: «Todos
individuos.
los vínculos se refieren al vínculo de amor, ya sea porque dependen de
Una tercera hipótesis, que no pone en cuestión la idea de manipula- él, ya sea porque se reducen a él». «El amor es el fundamento de todos
ción:, consiste en decir que el conocimiento de la fenomenología erótica los afectos. Aquel que no quiere nada, no tiene nada que temer, ni nin-
l~i si~ve, al operador, no tan sólo para ejercer su influencia sobre el mun- guna expectativa, ni razón para presumir, atreverse, despreciar, acusar, ex-
do exterior sino también para obtener una imnunidad perfecta en relación cusar, humillarse, igualarse, encolerizarse. En definitiva, nada de ningÚn
con los «vínculos» de cualquier tipo. Esto es muy probable, y vendría a de- modo puede afectarle» (ibid., pág. (84). Este Último es, evidentemente, e]
cir que el operador bruniano es aquel que sabe todo sobre el amor, para manipulador en persona que, al ejercer un control absoluto sobre la esfe-
aprend¿r a no amar. En efecto, el que ama está vinculado: «El amor del ra del eras, ha sabido resguárdarse de todos los Vil1C1¡/~, de todas las tram-
amante I
es pasivo, es un vínculo. El amor .. activo es otra cosa, es una fuer-
I
pas que tiende el amor.
za aétiva en las cosas, y es el que vincula test ille qlli vincit)>>(ibid., pág. 649). ¿Qué es el vinculum?
,L~ '0uarta y Última hipótesis, que tampoco pone en cuestión la capa- Es, evidentemente, la belleza en su sentido más amplio. Pero esta belle-
cidad'del operador para provocar los vínculos de amor o para defenderse za que vincula no consiste en una cierta proporción de los miembros7• Se
contra ellos, sería que Bruno tenía la intención de proporcionar a su dis-
,r,
trata de una «razón in corpórea» que difiere segÚn las disposiciones de ca-
cípulo-lector los conociinientos médicos que le servirían para tratar sin da uno. Puede ocurrir que una joven de belleza perfecta guste menos que
pr:ejuicios los problemas eróticos y poder, «desvincular», o romper los otra que, teóricamente, es menos bella. Esto se explica por una correspOfl-
/lil/(lIla imaginarios que atasen a sus pacientes. En ciertos casos, parece dencia secreta (ibid., pág. 641) entre el enamorado y el objeto de su amor.
IllUY probabls que así sea; lo confirmaría el uso del verbo exsolvere, antó- ¿Cómo funciona el vinculum?
lIilllO de vincire, que aparece al lado de este Último (ibid., pág. 675). El Obviamente lo provoca la fantasía, que tiene su autonomía y su reali-
fi';¡gJJ1cnto es interesante porque indica que el estado de, disponibilidad dad: «La fantasía es verdadera, áctÚa realmente, puede ejercer rea]mente
del sujeto es muy importantead quol11odolibet vil1ciendul11 et exsolvel1dul11, una fuerza sobre el objeto» (ibid., pág. 683). También penetra en el suje-

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to por la «puerta de la imaginación». Alcanza la facultad cogitativa, de- sidad en sí; no piensan en la propagación de la especie (ibid., pág. 677).
termina la afectividad e induce al sujeto al goce (ibid., pág. 641). La vista La fisonomía también permite al operador situar al sujeto en una ca-
tiene un papel esencial en esta operación y, a menudo, el amante langui- tegoría erótica. Por ejemplo, las personas que tienen tibias débiles y vi-
dece al no poder ver el objeto de su amor (ibid., pág. 648). gorosas, una nariz prominente y corva, que se parecen por completo a un
La parte más interesante del tratado bruniano está dedicada a los tipos macho cabrío, pertenecen a la especie de los sátiros, que son propensos a
de vil/CIlla. Son muy numerosos porque el afecto, que cada uno reparte a los placeres venéreos. Sus afectos no son duraderos y su ardor no tarda en
los que le rodean, varía según su destinatario: «El vínculo es otro cuando calmarse (ibid., pág. 678).
abrazamos a los hijos, al padre, a la hermana, a la mujer, a la amiga, al A la gente de buena condición social, le agrada recibir honores y ala-
juerguista o al amigo» (ibid., pág. 646). «El semen es de diferentes tipos, banzas. Sus aduladores lo tendrán f.ícil, siempre y cuando no exageren.
Venus es de diferentes tipos, el amor es de diferentes tipos, los vínculos Les bastará con «realzar las virtudes mediocres, atenuar los vicios, excusar
son de diferentes tipos» (Multiplex semCll, multiplex Vénus, multiplex amor, lo inexcusable y transformar los defectos en cualidades» (ibid., pág. (46)
multiplex ViIlCIIIIlI11;ibid., pág. 651). «La hembra se une a una hembra, el para «vincular» a su jefe (ibid., págs. 646, 666).
niño se une a un niño, el macho se une a un macho, el macho se une a Finalmente, existen goces psíquicos, llsicos o los dos juntos (ibid.,
una hembra, el hombre se une a los superiores, a los iguales, a los infe- pág. (45); hay un amor natural y un amor abstracto practicado por el /zer-
riores, a las cosas naturales, a las cosas artificiales. Las cosas se unen a las mita l11astllrballs (ibid., p·ág. 644). Junto a estas generalidades, Bruno tam-
cosas [... ]» (ibid.). En principio, el hombre es más libre que el animal pa- bién enuncia algunas reglas muy crípticas sobre el control de la sexuali-
ra escoger los «vínculos»: una yegua no creará ningún problema para en- dad; ahora intentarcmos interpretadas.
tregarse a un caballo cualquiera; por el contrario, una mujer no se ofi-e-
ce a cualquier hombre (ibid., pág. 648). 4. Eyaculación y retención del semen
Aunque sea prácticamente imposible determinar con exactitud la na- Algunos fi'agmentos del De villCIIlis son especialmente interesantes
turaleza de los «vínculos» capaces de atraer a tal o cual, existen algunas porque parecen indicar que la magia bruniana no desconocía la práctica
reglas generales que permiten clasificar a los sujetos por la edad, el tem- del mUtiS resen){/tlís. Ahora bien, se sabe que esta práctica cra el patrimo-
peramento, la fisonomía y la condición social. Estas categorías facilitan la nio de los taoístas en China", y de los yoguis tántricos en India y en el
elección del tipo (genere) de «vínculo», pero no son suficientes para esta- Tíbet9. Sería una gran sorpresa descubrir que no era una práctica desco-
blecer su especie. nocida en Occidente.
Por ejemplo, el niño es menos sensible a las seducciones eróticas. Só- Sin embargo, estos fragmentos de Bruno son tan lapidarios que habrá
lo al alcanzar su decimocuarto año de vida es susceptible de responder a que considerados muy detenidamente para establecer su significado sin
los estímulos eróticos. La gente madura es la más vulnerable porque su alterado. Como sólo se trata de algunas frases, podemos, excepcional-
fuerza genital está más desarrollada, y entre ellos, sobre todo los adoles- mente, omitir la regla general seguida en este libro, para ofrecer al lector
centes porque para ellos el eros representa una nueva experiencia, desea- la posibilidad de consultar él mismo el texto latín:
da durante mucho tiempo, y también porque, al ser más estrecho su mea-
lo genital, el placer erótico es más intenso (ibid., págs. 676-677). Iactll sel/lillis FillCIIla relaxa¡¡t/lr, retelltiolle Fero illtelldll/lt/lr; talitcr debet a.ffeetl/s ql/i
Entre los cuatro temperamentos, los melancólicos son los que rriás se ex- Filldre VI/lt, q/lalira qlli Filleere debet. Proptcrea ill col1FiFiis et post coIIFivia illspirare ill-
I \t )lIcn a padecer las seducciones de la voluptuosidad puesto que están do- trorll/dtllr in ossibl/s (~Ilelll CI/pido. Vide. Continelltia est prilldpil/l11 VillCIIli, abstillen-
I.Ií los de una gran fantasía, capaz de imaginar todo tipo de placer erótico. tia praeCllrrit jal/lelll, [La eyaculación del semen rel~a los
haee lIlelil/s dblllll attrahit
1"'11) l:sta aptitud para la especulación y la contemplación los hace más ines- vínculos, mientras que la retención los fortalece. Aquel que quiere vincular de-
1.11 ./"S l:11el nivel afectivo. Además, los melancólicos persiguen la voluptuo- be desarrollar los mismos afectos que aquel que tiene que ser vinculado. Por es-

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-
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ta razón, cuando durante los banquetes o después de los banquetes estamos enaC 1. be quedar hechizado por el eros? Como ya sabemos que el operador
decidas, Cupido penetra en nosotros. Ve. La continencia es el principio delvínr debe quedar libre de cualquier vínculo, es lógico considerar que le con-
culo, la abstinenci~ precede al hambre y ésta lleva hacia las vituallas] (De vine., viene más dejar salir el semen para que el vínculo -se debilite. Por el
. pág. 645). contrario, debe procurar que el sujeto no consiga satisfacer su deseo,
porque el goce conduce a la destrucción del «vínculo».
Vinculum fit ex prol!fico semine quod ad actum suum rapitur, nititur atque rapit; ideO De momento; todavía no hemos llegado al centro del mensaje de Bru-
hoe emissum secundum partem, perit secundum partem vincu/i vis [Se establece un vín' no. Uno de los fragmentos que hemos traducido podría orientamos: «Se
culo por el semen prolífico que es atraído, se esfuerza y atrae hacia su acto. Por establece un vínculo por el semen prolífico que es atraído, se esfuerza y
, esta razón, si sólo se ha emitido en parte, la fuerza del vínculo también desapa" atrae hacia su acto». Muy probablemente, esto significa que cuando al-
recerá parcialmente] (ibid., pág. 663). guien desea algo con ardor, tiene ]a fuerza (el poder) necesaria para atraer
en su órbita el objeto de su deseo. Pero si deja salir el semen, ]a fuerza de
Cupidinis vinmla, quae ante coitum intensa erant, modico seminis iactu sunt remisstl su deseo disminuye y, por consiguiente, ]a fuerza del «vínculo~) también
et ignes temperati, obiecto pulchro nihilominus eodem permanente [Los vínculos de Cl!" se reduce. Por todo ello, se considera que el operador debe r~forzar el víncu-
pido, que eran fuertes antes del coito, han disminuido después de la eyaculació¡t lo, retener el esperma, porque: «aquel que quiere vincular debe desarro-
moderada del semen, y los fuegos son templados, aunque el objeto atractivo nO 'llar los mismos afectos qlie aquel que tiene que ser vincu]ado».Éste es el
haya dejado de existir] (ibid). . ifecto transitivo de la magia: para provocar una emoción o un afecto, el ope-
rador debe primero desarrollado en sí mismo, desde donde, sin duda al-
Acordemos que los apuntes de Bruno, lapidarios hasta ser ininteligi' guna, será transmitido hasta el aparato [1ntástico de su víctima.
bles, pueden prestarse a varias interpretaciones. Ya hemos enunciado un;! Lo que Bruno quiere decir no tiene nada que ver con las prácticas del
primera hipótesis: que se trate de una práctica de retención del esperma, coilus reservatus: sencillamente recomienda la continencia al operador y, a]
de coi'tus reservatus. Es sabido que con tal práctica, acompañada por uno' mismo tiempo, que desee a] sujeto con ardor. De hecho, también dice que
ejercicios, de «respiración embrionaria», los taoístas perseguían la vitalidaO «cuanto más santo se es, más [1cu]tad se tiene para vincular [a los demás]»
y la longev~dad. Por el contrario, se suponía que los tántricos, enmarcán' (ibid., pág. 651). Sin embargo, también tiene que ejercer un tipo de amor
dos e en una fisiología sutil mucho más sofisticada, debían provocar, corJ fundamentalmente diferente del amor abstracto del «ermitaño que se mas-
el maithuna, el despertar de las energías cósmicas adormecidas para cana/ turba». En efecto, debe cultivar con cuidado ]a misma pasión que la que
lizadas hasta el «Loto de las mil hojas» de la parte superior de la cabeza- quiere despertar en su víctima, y a su vez tiene que pr¿curar que sus pro-
Tanto en un caso como en el otro, el coiÚ¡s reservatus representa uno de pios fantasmas no ]e posean, del mismo modo que jamás debe querer lle-
los medios indispensables para conseguir la finalidad de la operación- gar a satisfacer el deseo, porque esto disminuiría ]a fuerza de los vínculos.
Puesto que Bruno menciona, en un tratado de magia erótica, la reten./ La doctrina que establece una relación entre la continencia del opera-
ción del esperma, es legítimo que nos preguntemos si no se planteaba un?! dor y sus capacidades mágicas es muy antigua, prestigiosa y multiforme.
práctica del mismo tipo.' Ya hemos visto que ]a medicina de ]a Antigiiedad había establecido una
Rápidamente comprendemos que éste no es su propósito. Lo que le estrecha relación entre los cinco sentidos, la producción de voz y la se-
interesa, ya lo sabemos, es conocer la 'manera que permite seducir, creaí creción de esperma. También para ]a medicina del Renacimiento, estas
vínculos 'y uniones. Y Bruno 'observa que cuando se ha conseguido"go./ dos últimas están estrechamente relacionadas ya que representan las dos
zar, los vínculos se debilitan; por lo tanto, para mantener la fuerza de urJ únicas modalidades que permiten al espíritu salir del cuerpo de una ma-
vínculo, no hay que gozar de él. nera perceptible'o. Es evidente que una pérdida abundante de esperma afec-
Pero ¿a quién se refiere?, ¿al operador o al sujeto que se supone de./ taría no tan sólo la voz sino también todas las demás actividades espiri-

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tuales del sujeto; y, recíprocamente, hablar demasiado produciría el mis- :::ualquier pasión, continente y disoluto. De esta manera se entiende fá-
mo efecto!!. El contrario de la pneumatorrea es la acumulación del pneu- cilmente la abundancia de oximorones en su poesía así como la conti-
ma, que se consigue practicando la continencia sexual, entre otras mane- giiidad de imágenes y símbolos opuestos. De hecho, suele describir su
ras posibles. estado de ánimo como una mezcla de fuego y hielo; habiendo estudia-
Todas estas ideas están recopiladas por F M. van Helmont (1614-1698), do sus prácticas mágicas, huelga explicar por qué lo entendemos tan
hijo del célebre iatroquimista, seguidor de Paracelso, Juan Bautista van bienl4•

Helmont (1577-1644), en su tratado Alphabeti vere natura/is Hebraici brevis-


si1l1a Delineatio, publicado en 1657!2: «Si no se ha dejado salir el semen, se 5. De la magia como psicosociología general
transforma en una fuerza espiritual que preserva las capacidades de re- Aunque la magia erÓtica de Bruno sea poco ortodoxa, su estudio nos
producciÓn del esperma y aviva la respiración emitida al hablar»13. ha permitido conocer un poco mejor las consecuencias extremas a las que
Es muy probable que en su De VillWlis, Giordano Bruno esté refirién- puede llegar la identidad, tanto sustancial como operacional, entre eros y
dose a una doctrina parecida que exalta la continencia porque es capaz de magIa.
crear vinCllla, vínculos mágicos. No deja de ser curioso, sin embargo, que Tendremos que volver hacia atrás para considerar nuevamente cuál pue-'
sÓlo se trate de una continencia física, ya que, por el contrario, a nivel psí- de ser el parentesco entre eros y magia: ¿dónde acaba el eros?, ¿dónde em-
quico, Bruno aconseja producir fantasmas voluptuosos cuya finalidad se- pieza la magia? Parece que la respuesta sea sencilla: en cuanto se manifies:-
ría influir en el sentido interno del sujeto. ta el eros, la magia también se manifiesta. Por esto, finalmente, la magia
En resumen: el operador de Bruno debería realizar dos acciones opues- erótica representa el grado cero de cualquier magia.
tas. Por un lado, debe procurar no ser seducido y, para ello, debe extirpar ••
Todavía nos queda precisar la definición de la magia como operacióll es-
de sí mismo hasta la Última gota de amor, incluido el amor propio, y, por piritllal. En cualquier caso, se trata de un postulado transitivo, y podemos
el otro, no está libre de pasiones. En efecto, incluso se considera que de- afirmar que toda operación espiritual es al mismo tiempo una operación
be crear en su aparato f:lntástico pasiones formidables, siempre y cuando mágica. Como el eros viene a ser la actividad pneumática Ilatllralmás sen-
éstas sean estériles y se sienta desvinculado de ellas. Porque no existe otro cilla (aquella que interviene en cualquier proceso intersubjetivo), resulta
modo para hechizar: hay que experimentar en uno mismo lo que se que todos los fenÓmenos eróticos son al mismo tiempo unos fenÓmenos
quiere provocar en la víctima. mágicos en los que el individuo interviene en calidad de manipulador, de
Es un método algo extraílo, casi increíble, pero explica muy bien los manipulado o de instrumento de manipulaciÓn.
fragmentos lapidarios del De villClllis que hemos traducido. De hecho, las ~ara que un sujeto participe de las operaciones mágicas, la idea mis-
recomendaciones de Bruno, para los artistas de la memoria, en su Sigilllls ma ae magia no debe pasar el límite de su consciencia. De hecho, pues-
sigillortf1l1, lo confirman: «excitaos», les dice casi textualmente, «los pue- to que ningÚn acto tiene lugar sin un movimiento del pneuma, se pue-
blos más predispuestos hacia los placeres eróticos [libido] y el odio son los de decir que toda la existencia de un individuo queda circunscrita en la
más activos» (Sig sig., 22, vol. 11,2, pág. 166). No puede haber memoria esfera de la magia natural. Y como las relaciones entre individuos están
:lrtificial sin que haya una fuerte afectividad, sin que las imágenes vayan condicionadas por criterios «erÓticos», en el sentido más amplio de la pa-
cargadas emocionalmente. Así mismo, la inteligencia y la contemplación labra, resulta que la sociedad humana, en sus diferentes niveles, no es más
sllpcriores no pueden existir sin pasar por la puerta de las imágenes afec- que obra de magia.~I'Por mucho que no sea consciente de ello, todo ser que,
I¡vas (ibÚl., 22-23, págs. 166-167). debido a la constitución del mundo, esté integrado en un relevo inter-
Adivinamos, sin dificultad, que el método de Bruno exigía que el subjetivo también está participando en un proceso mágico. Únicamente
"1)l'I":ldor tuviera un gran discernimiento: debía estar, al mismo tiempo, el operador puede, primero, situarse como un observador de las relacio-
"1 ,dil'lllL'» y «frío», loco de amor y ser completamente indiferente ante nes intersubjetivas porque ha entendido el conjunto de este mecanismo,

146 147

~-~~ L
y puede realizar, simultáneamente, un conocimiento con la finalidad de brehumano. (Reconozcamos que, hoy en día, su situación sigue siendo la,
sacade provecho. " misma: un cirujano nunca dirá que un psicoanalista es su «colega», aun-
Todo esto recuerda curiosamente el concepto de «proceso de trapsfe- que tenga el diploma de médico.)
rencia» estudiado por Jacques Lacan: segÚn él, el mundo es un inmenso Como hoy en día se han especializado y delimitado las competencias,
aparato de intercambios intersubjetivos, donde cada uno hace a su vez el 'podríamos decir que los otros dos operadores de la magia bruniana (el
papel de paciente o el de analista. En cuanto al facultativo, aunque Lacan mago, propiamente dicho, y el profeta) han desaparecido. Es más proba-
no lo diga expressis verbis, se sitÚa en una posición parecida a la del ope- ble, sin embargo, que sencillamente se hayan caÍnuflado tras unas aparien-
rador de Bruno: ha aprendido los mecanismos del mundo, sabe que 'el cias sobrias y legales: el analista sólo sería una de ellas, y no precisamen-
mundo no es más que una máquina de transferencias, y observa todo es- te la más importante. Actualmente, el mago se encarga de las relaciones
to'para poder aprovechado. Ciertamente, también se supone que debe ,pÚblicas, de la' propaganda, de la prospección de mercados, de las en-
transferir en el paciente el provecho que haya sacado para poder curadol5• cuestas sociológicas, de publicidad, de la información, la contra informa-
Las posibilidades del mago son más amplias; las del médico están rela- ción y la des-información, de la censura, de operaciones de espionaje e
,tivamente más limitadas. Si tenemos dos individuos, A y B, Y la relación incluso de criptografía (esta ciencia fue, durante el siglo XVI, una rama de
entre ellos, que podemos llamar Y, y suponemos que A quiere a B pero ¡I la magia). Esta figura clave, para la sociedad contemporánea, sólo repre-
que B no le corresponde, resulta que su relación; y, queda definida con senta la continuidad del manipulador bruniano, cuyos principios va si-
estos términos. La labor del mago es modificar Y: si ofrece sus servicios guiendo, procurando presentados con fórmulas técnicas e impersonales.
a A, conseguirá para él los favores de B. Pero supongamos que la familia Los historiadores concluyeron sin razón que la magia había desaparecido
de A decide que, por algÚn motivo de interés, A debe abandonar su in- con la llegada de la «ciencia cuantitativa». Ésta sólo ha sustituido una par-
tensa pasión por B: poniéndose a su servicio, el operador modifica Y y te de la magia, prolongando sus sueños y sus finalidades, recurriendo a la
"«cura» a ,A. Ésta sería la labor del médico. También podemos imaginar tecnología. La electricidad, los medios de transporte rápidos, la radio y la
que A es un manipulador mágico quequier¡;; conseguir los favores de B. televisión, el avión ,y el ordenador no son más que las realizaciones de
"'Es mago, y n,o médic? De estos tres casos, dos pe~tenecen a la magia y aquellas promesas, formuladas por la magia, que respondían a los proce-
\1110 a la me\-licina. ¿Cuál es, exactainente, la frontera entre estas dos dis- dimientos sobrenaturales del mago: producir luz, desplazarse instantánea-
ciplinas? Podemos darnos cuenta de que las competencias, del médico se mente de un punto a otro del espacio, comunicarse con regiones lejanas
limitan,
l·' jurídicamente, a los casos I que presentan el afecto de A en con-' del espacio, volar por los aires y disponer de una mem?ria infalible. Po-
flictocon los intereses de la ,sociedad;! lo que significa que el afecto se si- demos sostener que la tecnología viene a ser una magia democrática que
tJai:"ía fuera de la normalidad. Por el. contrario, el operador de la magia permite a todo el mundo gozar de las facultades extraordinarias de las
erótica en general puede utilizar sus conocimientos en contra de la so- que, hasta ahora, sólo podía presumir el mago.
ci&'~ady en contra de la voluntad de un individuo. , Por el contrario, nada ha reemplazado a la magia en el terreno que le
Supongan,lOs ahora que A es un individuo mÚltiple, una masa que tie- es propio: el de las relaciones intersubjetivas. Al mantener una función
ne reacciones uniformes. B es un profeta, el fundador de una religión o operacional, tanto la sociología como la psicología y la psicosociología
un jefe político que subyuga utilizando procedimientos mágicos de per- aplicada representan, hoy en día, la continuación directa de la magia re-
suasión. Sus prácticas, como las del médico, se admiten porque al conse- nacentista.
guir el consenso social, el mismo operador dicta las reglas de la sociedad. ¿Qué se pretendía conseguir con el conocimiento de las relaciones in-
Tres hipóstasis: mago, médico, profeta. Su vínculo es indisoluble, y sus tersubjetivas?
límites no quedan bien definidos. El «psicoanalista» también pertenece a Una sociedad homogénea, ideológicamente sana y gobernable. El
este círculo porque sus actuaciones están en el límite de lo ilícito y lo so- manipulador de Bruno tenía la responsabilidad de impartir a sus sujetos

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una educación y una religión correctas: «Ante todo, hay que cuidar mu- bién representan una fuente considerable de prestigio y riqueza para sus
cho la manera de educar a alguien, vigilar el lugar donde sigue sus estu- creadores; y esto asegura el buen funcionamiento de todas las industrias
dios, vigilar el tipo de pedagogía, de religión, de culto, los libros y los· que están relacionadas con ellas: la imagen, el disco, la moda de la indu-
autores estudiados. Pues todo esto genera por sí mismo, y no por casuali- mentaria. A su vez, el éxito en el mercado de estas operaciones acaba
dad, todas la cualidades del sujeto [... ]» (Theses de Magia, LII). El control y siendo un peligro para el estado que, hasta este momento, había estado
la selección son los pilares del orden. No hace falta ten'er mucha imagi- ayudándolas discretamente con la finalidad de desviar la atención de los
nación para entender que la función del manipulador bruniano la ejerce, marginados. Pero resulta que e! fenómeno adquiere tales proporciones
ahora, el estado; este nuevo «mago integral» se encarga de producir los que prácticamente ya no puede ser controlado ni por los manipuladores
instrumentos ideológicos necesarios para conseguir una sociedad unifor- directos ni por el estado mismo. Surgen entonces nuevas modas que no
me. Cualquier educación crea unas expectativas que ni el mismo estado han sido inventadas por el estado para asegurar su propia subsistencia. Es-
es capaz de satisf."lcer. Para los fi-ustrados, existen unas celltrales ideológi- talla una nueva ola de violencia que el estado no había programado. Las
cas que crean expectativas alternativas. Digamos que si el estado produce prácticas autodestructivas acaban por afectar a los representantes de las
la «cultura>}, estos otros centros manipuladores producen la «contracultu- nuevas generaciones que hubiesen podido responder a las expcctativas
ra» que va dirigida, ante todo, a los marginales. más nobles de! estado. La situación se complica cada vez más, y las me-
No hay que engañarse en lo que respecta al carácter de las modas cul- didas que se toman exigen un gasto considerable de inteligcncia que l1U-
turales alternativas: en ciertas circunstancias, pueden resultar ser más po- biera sido más Útil para unos fines mejores.
tentes que la cultura del estado; en tal caso, acabarán sustituyendo a esta y nos prcguntamos si el estado occidental, hoy en día, es realmente
Última, ya sea siguiendo la evolución, ya sea creando una revolución. Por un mago o si sólo es un aprendiz de brujo que pone en movimiento unas
esta razón, el estado que quiera subsistir, debe tener la capacidad necesa- fuerzas ocultas e incontrolables.
ria para asegurar a sus ciudadanos una educación infalible, y, si puede, Es difícil contestar a esta pregunta. En cualquier caso, el estado-mago,
debe satisfacer sus deseos. Si no lo consigue, debe procurar producir él siempre y cuando no se trate de unos vulgares prestidigitadores, es prefe-
mismo su contracultura, cuyos componentes ideológicos deben estar or- rible al estado policial que es aquel que, para defender su propia «cultu-
ganizados de tal manera que impidan la cohesión de los marginados así ra» caduca, no duda en reprimir todas las libertades así como la ilusión de
como el aumento de su poder. El método más sencillo y más eficaz, pero las libertades, transform~1ndose en una cárcel donde ya no existe esperan-
también el más inmoral, consiste en dejar que vaya prosperando el mer- za. Demasiada sutilidad y demasiada flexibilidad son los. mayores defectos
cado de los fantasmas destructivos y autodestructivos de todo tipo, al mis- del estado-mago, que puede degradarse y transformarse en un estado-
mo tiempo que se va abonando la idea de que existen fuentes alternati- brujo. Una carencia total de sutilidad y de flexibilidad son los mayores de-
vas de poder, entre las cuales la más importante sería el «poder mental». fectos de un estado policial, que se ha transformado en un estado-carce-
Los' efectos de la violencia se vuelven contra los agresores, la auto des- lero. Pero la diferencia fundamental entre los dos, la que hace inclinar la
trucción anula otra parte de los marginados, y, mientras tanto, el tercio balanza a favor del primero, es la naturaleza de la magia: la magia es una
restante está ocupado nieditando y extasiándose ante las posibilidades des- ciencia de las metamorfosis, tiene la capacidad de cambiar, puedc adap-
conocidas, pero siempre inofensivas, claro está, de la psique humana. tarse a cualquier circunstancia, puede mejorarse. Por e! contrario, la po-
t\ lInque, en ciertos casos, algunos ritos violentos vayan asociados con licía jamás puede ser otra cosa que lo que es: en e! caso quc nos ocupa, es
pr:'lcticas mentales, resulta poco probable que realmente consigan atacar el defensor a ultranza de unos valores caducos, de una oligarquía política

l
1.1 wltura del estado. La ventaja de estas operaciones sutiles consiste en no inÚtil.y peljudicial para la vida de las naciones. El sistema de coacción es-
1('('IIlTir a la represión directa para salvar la idea de libertad, cuya impor- tá condenado a desaparecer porque lo que defiende no es más que un
1.111I·ia no debe ser desestimada. Por otro lado, las modas alternativas tam- montón de fórmulas sin ninguna vitalidad. Por su parte, el estado-mago

150 151

l J.
está esperando la posibilidad de desarrollar .nuevas oportunidades y nue-
vas tácticas, y precisamente el exceso de vitalidad puede interferir en su
funcionamiento. Seguramente él también sólo podrá explotar una ínfima
parte de sus recursos mágicos. Pero intuimos que éstos serán de una ri-
queza extraordinaria y, en principio, no deberían tener ninguna dificul-
tad en arrancar el árbol seco de la ideología policial. Capítulo V
¿Por qué esto no ocurre? Porque la sutilidad de sus juegos internos La magia pneumática
agota la atención del estado-mago, y éste resulta tener poca preparación
para enfrentarse al problema de una magia fundamental y eficaz en sus re-
laciones externas. Este monstruo de inteligencia se queda sin recursos en 1. El grado cero de la magia
cuanto debe proyectar operaciones a largo plazo o cuando tiene que po- El grado cero de la magia está representado por el eros, que da lugar
ner cara de «encanto) para las relaciones internacionales. Su pragmatismo a la construcción de una magia erótica -forma de la magia intersubjeti-
sin contemplaciones ni miramientos acaba creándole una imagen que, va- qué funciona en vir,tud de la ley de interacción pneumática entre in-
aun siendo más bien falsa, resulta repulsiva a la mirada de sus interlocu- dividuos. Esta interacción está predeterminada, en la teoría de Ficino, por
tores. Este defecto, hecho de promesas y discursos bizantinos, le perjudi- circunstancias de orden astrológico previas al nacimiento. Éstas desempe-
ca tanto como sus excesos de inteligencia y su incapacidad para proponer ñan un papel de menor importancia en las teorías de Giordano Bruno.
soluciones radicales. Desde Ficino hasta Bruno, la doctrina de la magia erótica sufi-ealgu-
Si nos extrañamos porque el estado policial todavía sigue funcionando, nas transformaciones análogas a las del concepto de «transferencia» desde
también podemos preguntamos por qué el estado-mago, que dispone de Freud hasta Lacan. Para Freud, la transferencia representa un fenómeno
una cantidad de recursos ilimitada, fvnciona tan mal; incluso parece que complejo, pero limitado a las relaciones entre el analista y su paciente; pa-
vaya perdiendo terreno, día a día, frente a los progresos ideológicos y te- ra Lacan, el mundo humano en su totalidad sólo es una función de traris-
rritoriales de! otro. ferencia de proporciones gigantescas, en el que cada uno, por turnos, de-
, La conclusión es evidente: e! estado-mago agota su inteligencia crean- sempeña e! papel de analista y de paciente. Así mismo, e! eras, para
do diversiones internas y demuestra ser incapaz de elaborar una magia a Marsilio Ficino, era la relación entre dos individuos, el amante y el ama-
,largo pla'zo para neutraJizar la hipnosis provocada por las cohortes poli- do; para Giordano Bruno, e! eras es el motor ,de las relaciones intersub-
ciales que van avanzando. Así y todo, parece que el futuro le pertenezca, jetivas en general, incluidos los fenómenos de masas..
,y aunque e! estado policial consiguiera una victoria provisional, no cabría Otra transformación esencial sufrida por e! eras de Ficino a Bruno tie-
,,,ninguna duda sobre esta cuestión: la coacción violenta deberá rendirse ne que ver con el papel asignado al operador en la producción o en la
moderación de las relaciones eróticas. Sin olvidar el síndrome del altlOr he-
"ante los proc~dimiento~ sutiles de la magia, la ciencia de! pasado, del pre-
" s~nte y del futuro. reos y sus funestas consecuencias, ni tampoco 1a importancia del médico
en su curación, Ficino descuida el aspecto de la producción del eras, cuyas
causas son, para él, transcendentales. Bruno se conc,entra, en cambio, en
la posibilidad de la manipulación erótica de! individuo y de las masas.
Ficino describe el fenómeno hipnótico que surge espontáneamente
en e! momento de 1amanifestación natural del sentimiento amoroso; Bru-
no se 'ocupa, sobre todo, de la hipnosis dirigida, activa y voluntaria" a un
sujeto individual o colectivo, hipnosis cuyas reglas de producción calcan

152 153
las del amor espontáneo. Se trata de un conocimiento y una intmclon 2. Magia «subjetiva)} y magia «transitiva~)
profundos, que escrutan e! inconsciente (o el subconsciente) del sujeto, Todo el mundo sabe que la magia pretende actuar no sólo en los in-
para extraer las «debilidades)} inconfesables: de ahí que pueda ser «atraí- dividuos dotados de un cuerpo pneumático, sino también sobre elmun-
do», manipulado, hipnotizado, puesto en estado de disponibilidad. No do inanimado y sobre los seres animados inferiores. No hay nada falso en
sólo la magia emplea este método «psíquico», sino también la medicina, esta opinión comÚn pero, para explicar e! vasto alcance de la magia fue-
puesto que su éxito no depende en primera instancia de la eficacia de los ra de las relaciones intersubjetivas, es necesario aportar otro principio que
remedios que administra, sino de la confianza del sujeto en la persona que justifique su acción.
lo cura. El investigador inglés D. P. Walker ha propuesto clasificar la magia en
De! mismo modo, la religión es también un fenómeno de hipnosis co- «subjetiva)} (que opera sobre el sujeto mismo) y «transitiva)) (que opera so-
lectiva, ejercida por un profeta sobre una masa de individuos. Un fund~- bre e! entorno). Así, lo que él entiende por fransitille I/Iagic debería más
dar de religión es, de algÚn modo, un instrumento transcendente, pues- bien llamarse, como ya hemos hecho, «magia intersubjetiva>): «El uso de
to que no actÚa con unos fines egoístas. La condición de su éxito consiste la magia transitiva dirigida sobre unos seres animados coincide en parte
en la creación de un clima de disponibilidad en su sujeto colectivo, suje- con la psicología práctica. Esta forma de magia tiene como objetivo con-
to al que capacita de una abnegación total. Una vez instaurada una reli- trolar y dirigir las emociones de otras personas mediante la alteraciÓn de
gión, ésta no puede subsistir si no es ejerciendo un control activo en la su imaginación de manera específica y permanente. Estas técnicas mági-
educación de los individuos, un control que debe también incluir una cas presentan una marcada tendencia a basarse en pulsiones sexuales,
parte represiva para evitar que el individuo pierda su estado de desperso- puesto que probablemente se les reconocía su propio poder y su particu-
nalización o que no pueda ser reprogramado. Por supuesto, e! mismo cri- lar importancia, pero también porquc son las que están, en efecto, más
terio regula la promoción de un individuo dentro de la jerarquía religiosa. estrechamente ligadas a la imaginaciÓn quc cualquier otro apetito natu-
De! amor-entre-dos de Ficino, que representa e! grado cero tanto de! ral. Los tratados de brujería se convirticron en un género casi pornográ-
eros como de la magia, hemos llegado hasta fenómenos de una comple- fico; y a Bruno (De llinClllis in genere) corresponde la notable tentativa de
jidad inaudita. La psicosociología de la pareja se transforma, en Bruno, en desarrollar una técnica de control emocional global explícitamentc
psicosociología general: una ciencia interdisciplinar de una desconcertante fundada en la atracciÓn sexua1»l.
modernidad, que ni la psicología ni la sociología «clásicas» habían sido ca- El esquema de Walker resulta, a juzgar por la exposiciÓn anterior, de-
paces ni de afi-ontar en todo su alcance ni de apreciar su «valor de uso». masiado simple. En tanto que forma de la magia transitiva, la magia in-
Puesto que, si algo tiene, hoy en día, un valor de uso que puede so- tersubjetiva difiere de otras operaciones por la cualida'd del objeto sobre
brepasar incluso el valor de la tecnología, es justamente la psicosociolo- el que supuestamente debe actuar: en efecto, su objeto es un sujeto por
gía general, ciencia de la formación del individuo segÚn y dentro de un sí mismo, cuya estructura es análoga a la del operador. Esto sÓlo es váli-
contexto preexistente, ciencia de la manipulación y de las relaciones in- do en parte para lo animales -también dotados de un sintetizador pneu-
tersubjetivas. No hay que juzgar su importancia a partir de la todavía dé- mático-, pero no se aplica en absoluto a las plantas y a los objetos inani-
bil representación que posee dentro de! mundo académico, que tiene, por nudos. Los principios de la magia subjetiva e intersubjetiva dejan de
definición, una fuerza de inercia muy superior a la de todo sistema social funcionar en los reinos inferiores de la naturaleza, puesto que éstos no
en movimiento. No obstante, dentro de los marcos institucionales exis- tienen la capacidad de producción fantástica y, en consecuencia, no pue-
tentes, hace tiempo que han penetrado los principios de la psicosociolo- den ser directamente influidos por la imaginación del manipulador.
gía. El antecedente de esta disciplina del presente y de! porvenir es, con Partiendo de los principios de clasificación de Walker, el esquema de
toda probabilidad, la magia erótica de Giordano Bruno. las formas de la magia debería resultar relativamente poco complejo. En
efecto, la magia subjetiva es una forma preliminar de toda magia, puesto

154 155
que aspira a transformar el pneuma individual de tal manera que sea ca- zación rigurosamente determinada, en la que sin embargo queda un mar-
paz de efec~uar operaciones mágicas. Además, la magia subjetiva es a la gen para el azar, sobre todo en los microsistemas complejos como el áto-
vez «intersubj etiva», con la única diferencia de que las influencias que mo. La palabra «azar» es igualmente aplicada (fortuitamente, por cierto) a
ejerce vuelven al mismo operador, que es, en el sentido literal del térmi- sistemas dependientes, como el de las especies animales o vegetales, que
no, su propio paciente. De ello se deduce que toda magia es, por esencia, demuestran una considerable capacidad de adaptación a los cambios eco-
transitiva, incluso en el caso en que su acción tenga lugar en un círculo lógicos. A menudo, eso ha permitido afirmar que la selección natural se
cerrado.
debía al «azar», lo cual sin duda es válido dentro de una categoría como
Según Giordano Bruno habría que distinguir, después, la magia pro- la de especie, pero no tiene ningún sentido si lo aplicamos al de ter mini s-
piamente dicha de la medicina, forma de curación espiritual, que presu- mo general de la naturaleza.
pone un sujeto cuyas funciones psicosomáticas están alteradas, y distin- En el pensamiento del renacentista, el concepto de «natura]eza» es mu-
guidas de la religión, forma de magia (altruista) que opera sobre un sujeto cho más amplio que el nuestro, puesto que abarca también todos los ti-
colectivo. Finalmente, la magia intersubjetiva no sabría producir cambios pos de existencia no cuantificables -desde los dioses, héroes y demonios
en los reinos inferiores, excepto si, mediante una corrección de sus prin- del neoplatonismo hasta los «seres elementales» de Paracelso- de los que
cipios fundamentales, esos reinos pudieran ser englobados dentro de una ya no tenemos idea alguna, debido a que jamás hemos podido observar-
teoría general de la magia. En walquier caso, dada la ausencia de pro- los. Sin duda, nuestro concepto de «naturaleza» ha sido cuidadosamente
ducción fantástica en los seres animados inferiores y en los inanimados, 'expurgado de estas entidades. Por el contrario, la «naturaleza» de! Rena-
no dejaría de subsistir la diferencia entre la magia intersubjetiva y la ma- cimiento estaba superpoblada, y la magia alardeaba de aprovechar sus cua-
gia general de la que forma parte. lidades excepcionales.
Estas conclusiones llevan a una clasificación de las formas de magia Además, e! determinismo natural no dejaba, en e! pensamiento rena-
nitiy distinta a la de Walker: centista, margen alguno al azar. Todo llevaba la marca rigurosa e impla-
/' Ll magia
¡',II general, que es una operación por esencia transitiva, se sub di- cable del destino, de modo que el libre albedrío no era más que una in-
vide en:
vención de los teólogos a la que uno sólo se podía suscribir ciegamente.
1) Magia íntersubjetiva, que presupone una identidad o una analogía de Hoy en día creemos que coincidencias y sentimientos se deben al azar;
estructura pneumática entre el operador y el paciente; en cambio, un hombre del Renacimiento nos demostraría, con nuestro
¡! ,2) Magia extrasubjetíva,
¡>i < cuya acción se dirige a los seres inferiores o horóscopo en la mano, que éstos estaban predetermina90s por la posición
qy,f' en todo caso, no proviene de la interacción pneumática entre dos de los planetas en el zodíaco desde el día de nuestro nacimiento. Podría
stljetos. ser incluso que aún hiciera más, ayudando a nuestra voluntad a realizar
su vez, la magia intersubjetiva conoce un caso especial, el de la magia
\i':::¡'J\ . sus inclinaciones secretas o públicas. Se recurre entonces a la magia:
intra.~~bjetíva
1',1 (subjetiva
para Walker), en la que el operador es su propio cuando alguien que se sabe pobre quiere ser rico, o se ama a una perso-
paciente. na que te desprecia, o se tienen enemigos poderosos que destruyen tus
"Finalmente; cuando la magia intersubjetiva se aplica a la curación de proyectos, cuando hace buen tiempo cuando debiera llover, etc.; pues el
un ~~g~nismo psicofisico alterado, recibe el nombre de medicina, mientras operador mágico, que es un experto del determinismo natural, conoce
que; si actúa sobre un sujeto colectivo, al que propone una orientación también la existencia de brechas, momentos adecuados en los que su vo-
general de la existencia y de las reglas especiales de conducta, entonces se luntad puede producir cambios en los acontecimientos del universo. La
confunde CO~l la religión. condición humana tiene unos límites que el mago puede transcender. Por
En genebl, la magia representa una técnica de manipulación de la ejemplo, puede circular sin las restricciones comunes en el tiempo y en
«1I:¡tura]eza». Para nosotros, el, término «naturaleza» significa una organi- el espacio, puede influir en las personas y en las condiciones meteoroló-

156 157
gicas, etc. ¿Acaso X trama algo en contra de Y? Podemos saberlo. ¿X gliedad tardía hasta e] Renacimiento. Es en cambio la pneumatologÍa es-
quiere suprimir a Y? Podemos hacerlo. ¿X quiere recibir noticias de Y, toica la que constituye el punto de partida de todas las especulacioncs
que se encuentra muy lejos? Nada más simple. ¿X quiere ser amado por concernicntes a ]a magia práctica.
Y? Nada se lo impide. ¿Deseamos lluvia o buen tiempo? Está hecho; y Para los estoicos, el cosmos fue concebido como un organismo vivo,
así sucesivamente. provisto de razón, capaz de engendrar microcosmos racionales: Al1il1ulIIS
La medicina también es una rama particular de la magia. Cuando el cst ~\ZitIlY 11ll/lldllS C011lposql/C ratiollis·'. La doctrina de la simpatía univcrsal fue
determinismo natural ha afectado al organismo psicofísico del paciente, , formulada por Zenón de Citio y desarrollada por Cleantes de Aso y por
apenas conocido el diagnóstico, la voluntad del practicante podrá inter- su sucesor Crisipo. A partir delmodc]o del hombre, que posee un !u:\Zc-
venir de manera eficaz para poner las cosas en orden. lIIollikol/ o «Principa]» (el sintctizador cardíaco), el macrocosmos está
¿Cuáles son los remedios propiamente dichos de la magia? Nos sería igualmente provisto de un hC.\ZCI110Ilikoll, situado en el sol, corazÓn del
imposible comprenderlos sin haber estudiado el determinismo natural en mundo". «E] acuerdo entre la psicología humana y la psicología del cos-
su totalidad. mos es, por tanto, total: así como e! pneuma psíquico anima nuestro or-
ganismo por cntcro, el pneuma cósmico penetra hasta las extremidades
3. La conspiración de las cosas más remotas de este gran organismo que llamamos mundo»".
La doctrina de la homología macro y microcósmica goza, en ]a cultu- Crisipo, autor de dos libros sobre adivinación1, se sirve de la teoría de
ra occidental, de una prestigiosa historia. Es raro que un filósofo griego la continuidad del pneuma para justificar los fenÓmenos mánticos. La
o un teólogo cristiano no haya sido profundamente influido por ella, y atención dedicada por Cicerón a este tema" parece indicar que los filóso-
H. de Lubac ha mostrado, recientemente, que no resulta en absoluto más fos del Pórtico se ocupaban activamente de la adivinaciÓn onírica. Du-
extraíb al pensamiento de la Edad Media occidental que a] de] Renaci- rante el sueí'ío, nos dice CicerÓn, el alma se separa «de! comercio con e]
mient02• Está claro que aquí resulta imposible trazar sus vicisitudes. cuerpo», ti wllto.\Ziollc COYJloyis, para circular en el ticmpo, dondc conoce las
Ya en ]a época del helenismo, la doctrina se manifestaba bajo dos for- cosas pasadas o por venir. A juzgar por su resultado, la operación efec-
mas de importancia relativamente similar dentro de toda su evolución ul- tuada por aquellos que duermen no se diferencia cn nada de la que los
terior. Ambas las reencontramos en los pensadores del Renacimiento. profetas cumplieron en estado de vigilia: NI1Il/ ql/tlC /ligiltllltibl/s accidl/l/t lJ,I-

Parece muy probable, tal y como ha demostrado Anders Olernd3, que tibl/s, ctldcI1l Ilobis dOYlIliclltiblls". Para pronunciar los oráculos, los /latcs se
Platón, al establccer la homología entre el universo y el hombre, se inspi- sirven de estímulos externos, sobre todo de ciertas exl.1alaciones (allhcli-
rase en el COl]J//s hipocrático. Sin embargo, la justificación teórica que tl/s) de la tierra"', en las que hay que reconocer e! «pneuma mántico», el
ofrece a la doctrina en su conjunto no deja de ser deudora de su propia espíritu adivinatorio del que habla el platónico Plutarco de Queronea 11.
teoría de las ideas. SegÚn ésta, el mundo sensible tiene un arquetipo -pre- De la actividad mántica a la auténtica magia hay sÓlo un paso. Mien-
existente, estable y eterno: el mundo intelectual o noético. A su v~z, el tras que la adivinación representa, a fin de cuentas, la habilidad de servir-
hombre, que está compuesto de alma y cuerpo, reÚne en sí mismo estos se de las fugas naturales de! pneuma, la magia de los papiros de la Anti-
"dos mundos: su cuerpo es, de algÚn modo, ]a imagen del universo sensi- giiedad tardía no son otra cosa que una serie de métodos prácticos para
ble; su alma es un compendio del mundo de las ideas. Puesto que el cos- atraer, nutrir y acumular o almacenar el espíritu divino. En la mayoría dc
mos noético encierra en sus matrices esenciales todo lo que se vuelve sen- los casos, el pneuma está encerrado cn un objeto material fabricado ex-
sible en el mundo inferior, de ello se deduce que la parte racional del alma presamente o dcntro de un animal. Con esta reserva de energía espiritual

l
humana no contiene menos que el modelo inteligible de la creación. a su alcance, el mago cuenta con procurarse tanto el conocimiento del
El postulado platónico no se ocupa directamente de la teoría de la ma- porvenir, como la realización de cualquier finalidad práctica 12.
gia, cuyos principios permanecen más o menos idénticos desde la Anti- El mérito de haber reunido en una original síntesis los elementos pla-

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tónicos, aristotélicos y estoicos que constituyen el fundamento teórico de magia espiritual será la de «limpiarse su pneuma», o su hegemoikon, o tam-
la magia renacentista corresponde a Sinesio de Cirene, quien, tras haber bién de «limpiarse su corazón».
sido el discípulo de la mártir neoplatónica Hipatia de Alejandría (m. 415), Es a partir de estos fundamentos teóricos como se llegan a compren-
acabó por convertirse al cristianismo y se hizo obispoD. der numerosas técnicas místico-mágicas orientales que conceden mucha
Para los estoicos, la relación funcional entre e! sintetizador cardiaco importancia a la transparencia, a la pureza y al resplandor de la «morada
(lze,gemonikol1) y el pneuma estaba muy bien determinada: el lzegemonikon del corazóm>, tales como el taoísmo, el yoga, e! sufismo o el hesicasmo.
«es como un lugar receptor, al que son comunicadas todas las impresio- Ya sea designado con los vocablos hsin, ákásá lzrdaya, qalb o kardía, este
nes recogidas por los sentidos»I •. Por otro lado, los filósofos del Pórtico «espacio cardíaco» representa siempre el sintetizador fantasmático cuya
elaboran también una teoría de los fantasmas producidos por ellze<,?emoni- pulcritud es la condición esencial de toda manifestación divina.
kon. Para Crisipo, la representación del objeto sensible que se forma en Mientras que la teúrgia ocupa un lugar de honor en Jámblico, Sinesio
e! sintetizador cardíaco se denomina phal1tasia kataleptiké o «representa- se ocupa más bien del papel del sintetizador pneumático en la adivina-
ción comprensiva» y conduce naturalmente a la adhesión racional (synlza- ción y en la magia. La síntesis que realiza en su tratado De insol11niis (tí-
tatlzéesisr. La principal diferencia entre Aristóteles y los estoicos consiste tulo que a veces aparece como De sOl11niis, que significa exactamente lo
en el hecho de que, para éstos, el pnellma es el alma misma, mientras que mismo), traducido al latín por Marsilio Ficino en 1489, será retomada
para e! primero no es más que un intermediario de naturaleza etérea en- dentro de la teoría de Ficino sobre la magia expucsta en el tratado De vi-
tre e! alma y el cuerpo fisico. Ésta es la razón por la cual la fantasía en los ta coelitlls conlparandalH•
estoicos es, según Zenón y Cleantes, una «imprenta en e! alma», una ty- SegÚn el dogma platónico, el alma contiene las huellas intelectuales de
posis en psyclzé. Más adelante, Epicteto comprobará que los fantasmas es- los objetos sensiblesl". El conocimiento se realiza por comparación: el ob-
tán influidos por e! estado del pneuma que los recibe o los conoce. Y re- jeto es reconocido por el alma a partir de la información preexistente que
curre a una comparación: «Así como las casas que están a la orilla de un contiene. Ahora bien, para reconocer un objeto es necesario, en primer
agua clara se reflejan en su límpida superficie, igualmente los objetos ex- lugar, percibido, cosa que podría realizarse únicamente en e! sintetizador.
teriores vienen a reflejarse en nuestro pneuma psíquico; de lo cual resul- Éste desempeña el papel de un espejo, pero de un espejo de doh/e cara, que
ta que están influidos por el estado actual de este pneuma»16. Para que las refleja tanto lo que está arriba (los arquctipos eternos del alma) como lo
imágenes reflejadas en el espejo del pneuma sean precisas y fieles a su ob- que está ab~uo (la información de los órganos sensibles)211. La naturaleza
jeto, es necesario que el mismo pneuma esté tranquilo y puro17. Así, es del sintetizador es pneumática: está formado por «e! c:spíritu f.lntástico
Epicteto quien, continuando y desarrollando las preocupaciones morales [plzantastikon pnellmal que es el primer cuerpo del alma, eil el que se for-
de los estoicos, las conjuga con la doctrina de! espíritu: poseer un pneu- man las visiones y las imágenes21. Éste reside en el interior [del cuerpo] y
ma limpio, un espejo cardíaco bien bruÍlido, equivale a ser virtuoso. El gobierna al ser vivo como desde lo alto de una fortaleza [akropolisl. Pues-
estoicismo coincide aquí con toda la tradición platónica, cuya finalidad to que la naturaleza le ha construido, en efecto, la cabeza como edificio
práctica más importante era la obtención, a través de una técnica apro- a su alrededoP)22.
piada, de la separación de! alma del cuerpo, para que aquélla no fuera A diferencia de la tradición estoica, Sinesio sitúa aquí el sintetizador
manchada por éste. A partir del siglo II después de J. c., una técnica de no dentro del corazón sino en el cerebro. No es a Galeno a quien cree
este tipo adopta el nombre de teúrgia, con el que se designa sobre todo seguir, sino al mismo Platón (del que toma también la metáfora de la for-
llna actividad de purificación del alma, con unos fines que podemos asig- taleza), para quien la cabeza del hombre-microcosmos tiene mucho más
llar a la adivinación y a la alta magia benéfica, pero también y principal- valor que el corazón2'>.
IlIente a la persecución de una mejor suerte póstuma. De este modo la Ya hemos visto cómo Epicteto comparaba el pneuma con un reci-
Il:Úrgia preliminar de todo proceso que se cuenta entre las prácticas de la . piente lleno de agua, con un espejo líquido. Plutarco de Queronea es el

161

160 L
primero en hablar de un espejo puro sin más"4• Para Sinesio, este espejo de tre el universo visible y su prototipo invisible, e! hombre podrá utilizarla
doble cara ofi-ece la posibilidad, a las imágenes reflejadas por las dos su- con la finalidad de captar las presencias desconocidas que acechan en el
perficies paralelas, de reencontrarse en un terreno neutro_ En tanto que umbral entre los dos mundos, los demonios e incluso los dioses hiperce-
intermediario entre e! mundo inteligible y el mundo sensible, este espe- lestes. Se trata de la doctrina de las sig/latl/ras de las cosas, de las homolo-
jo, si está perfectamente limpio, permitirá al sentido interno contemplar gías cósmicas, brillantemente analizadas por M. Foucault"7• Y es igual-
el mundo de arriba, compendiado por la parte racional de! alma y le da- mente la definición de la magia segÚn Sinesio:
rá la posibilidad de percibir y de juzgar los objetos sensibles cuya imagen
es transmitida al sentido comÚn por los sentidos externos. El sintetizador Es necesario que las partes de este universo, que simpatizan y cOllspi/'tl1l con el
pnel/mático se convierte, con Sinesio, en el terrmo por excelmcia de la adivinación hombre, sean reunidas por algÚn medio ¡...]. Y quizás los encantamientos mági-
Para poder obtener cualquier resultado, es necesario que e!
y de la ma,\;ia. cos constituyen un medio, puesto que no se limitan a significar, sino que tam-
pneuma sea puro, que nada carnal oscurezca la claridad de! espej025. La bién il/VO((lIl. Aquel que comprenda la relación entre las partes del universo es
adivinación a través de los sueños, de la que ya nos ha hablado Cicerón, verdaderamente sabio: puede atraerse los beneficios de los seres superiores cap-
está justificada por e! mismo principio: los acontecimientos del mundo tando, por medio de sonidos /p/wllas/, de materias /11)'/as/ y de figuras /scl1élllafa/

noético, que es estable y eterno, es decir, que no está sujeto a la dimen- la presencia de aquellos que están más a]ejados de éF".
sión de! tiempo, se reflejan en e! pneuma puro y forman unas imágenes
verídicas de sueño que el hombre podrá recordar durante la vigilia. «y yo Junto a esta expresión más sofisticada de la relación entre el hombre y
no sé si este sentido», dice Sinesio en su alabanza del sintetizador pneu- el mundo, Sinesio utiliza igu:tlmente la teorí:1 platónica tradicional, segÚn
mático, «no es más santo que todos los otros. Puesto que es gracias a él la cual «el intelecto humano contiene en sí mismo las formas de todas las
que nosotros podemos comerciar con los dioses, ya sea mediante la vi- cosas existentes»"". Ahora bien, mil ailos después de Sinesio, el cardenal
sión, la conversación o bien por otros medios. Así pues, no hay que ex- Nicolás de Cusa está todavía convencido de que el intelecto del hom-
trañarse de que los sueños sean, para ciertos hombres, su más preciado te- bre-microcosmos (j}(lr[Jl/s 1I/ll11dll) «es la viva descripción de la sabiduría
soro: ya que, por ejemplo, si alguien duerme tranquilamente y, durante eterna e infinita [... 1. A través del movimiento de nuestra vida intelectual
el sueño, habla a las M usas y escucha sus palabras, puede [al despertar] somos capaces de encontrar en nosotros mismos el objeto de nuestra bÚs-
convertirse de improviso en un poeta muy elegante. Por mi parte, todo queda»"".
esto no me parece insensato»2ú, termina por declarar e! arzobispo de To- Ficino, además de mago, es también platónico: «Platón tiene razón en
lemaida. su concepción de una máquina del mundo compuesta de tal manera que
Pero hay mucho más. Puesto que e! sintetizador fantástico ofi-ece la las cosas celestes tengan, en la tierra, una condición terrestre e, igual-
posibilidad de un encuentro con el mundo poblado de potencias divinas mente, que las cosas terrestres tengan en el cielo una dignidad celeste. En
y puesto que, segÚn el dogma platónico, este mundo es homólogo al la vida oculta del mundo y en la razón {me/ls], reina del mundo, {regilla
mundo inteligible, hay un medio de actuar sobre e! sintetizador para lla- I//II/ldij, hay cosas celestes dotadas de propiedades vitales e intelectuales, y
mar a las presencias numinosas. Esta invocación, cuyo resultado es el tra- excelsas capacidades. Además, esto confirma [el principio de] la magia,
to con dioses y demonios, puede obtenerse a través de! empleo de cier- que permite a los hombres atraer hacia ellos las presencias celestes a tra-
tas sustancias, formas y colores a los que los seres superiores son sensibles. vés de cosas inferiores utilizadas en ciertos momentos oportunos y que
Antes de tomar conciencia de sus propias posibilidades, e! hombre- corresponden a las cosas superiores {per i¡!fcriora (. . .) 511perioribll5 COllsentta-
microcosmos se encuentra dentro de un universo cuyas partes, abajo y /lea posse ad lIolllilles telllporibll5 opportllllis caelestia ql/odallllllodo tmlli}. .. »31.

arriba, conspiran entre ellas a sus espaldas. En el momento en que haya Es dificil enunciar más claramente el principio fundamental de la ma-
comprendido la estructura de esta conspiración, las correspondencias en- gia. Pero estamos todavía lejos de sospechar hasta qué punto se revela

162 163
complejo el estudio de las «cosas inferiores» y de los «tiempos oportunos»,
así como el de la multitud de ({dones celestes» a los que la magia preten-
de acceder.

4. La teoría de las radiaciones


El cstudio de ¡os papiros mágicos de la Antigiiedad tardía nos llevaría
fuera de! marco de este libro. No obstante, se imponen algunas observa-
ciones: las investigaciones recientes efectuadas de los PajJyrlls Crccac 1"\l1a-
Xicac publicadas por Preisendan-z12, de los que e! profesor H. Betz prepa-
ra una primcra tra~{ucciÓn completa a una lengua occidental, demuestran
que la magia representa una tradición de rasgos l/1/itarios, de una venera-
ble antigtiedalF'. Corrientes subterráneas desde la Antigiiedad tardía lle-
gan hasta Bizancio durante la época de Miguel Pselo y, por la tradición
árabe, penetran en Occidente durante e! siglo XII. Esto aboga en [¡vor
de una continuidad ininterrumpida de los métodos de la magia práctica,
que no cesa de perfeccionar sus principios y sus instrumentos, sobre to-
do en relación con la Única «ciencia» exacta de la época, que es la astro-
logía. La magia de! Renacimiento, si bien es más sofisticada, imbuida co-
mo está de teosofia y de antroposofia neoplatÓnicas, no deja de
rcconoccr, sin embargo, su deuda respecto a sus vcncrables prcdccesores
de la Edad Media, como Roger Bacon y Alberto Magno. A su vez, és-
tos son deudores de la magia árabe, de la que resulta indispensable anali-
zar dos obras fundamentales: el Picatrix del Pseudo-Madjrití y e! tratado
De los ro)'os de al-Kindí.
PiClltrix es el título de la traducción latina, realizada en 1256 en la cor-
te de Alfonso X e! Sabio, rey de Castilla, de la obra seu do-epígrafe Chá-
)'at al-J-fakílllj1'I-sihr o Fil1alidad dc los sabios cn la N1axia atribuida al mate-
m~ítico andaluz al-Malljrití (m. ca. 1004-1007)·'-1. Sería dificil negar la
influcncia del PíCi1tríx en la magia de! Renacimiento'''. Sin embargo, se
dcbe seijalar también que esta influencia es sobre todo de orden práctico
y no podría justificar la importancia que Marsilio Ficino o Giordano
Bruno conceden al aspecto puramente teórico de la magia.
Ciertamente, el mismo PíCi1trix hace una distinción entre «teoría» -que
es la asÚología- y «práctica» -que es la fabricación de talismanes- (1, 2,
pág. 256, Matton). Sin embargo, los autores de libros de magia de! Re- 6. El hombrc:-lIIinocoslJlos,

nacimiento no se contentan con tan poco: para ellos; la astrología tiene segÚn Robert Fiudd, UÚiHSqllC

(JSIIl; liis!tlria, 11, 1, Oppcnhcim


un fundamento y una justificación ontológicas, cuya explicación hay que 1610.

164

L
buscar, por un lado, en el neoplatonismo y, por otro, en la obra, mucho tiano proceden de! monumento pagano, con lo que se debería concluir
más penetrante, de al-Kindí. -segÚn los principios de la QlIeIlCf?forschll11g- que la basílica es, en un (¡()
Después de haber enunciado este principio general de la obra mágica por ciento, un templo mitraico; lo que la realidad no haría más que con-
que es la fe de! operador (1, 4, pág. 261), principio que es repetido ince- tradecir rápidamente, puesto que los dos edificios sólo tendrían en comÚn
santemente (pág. 293, cte.), e! Picatrix se limita a exponer recetas de fabri- la materia bruta, accesoria. Tan pronto como se tratara de establecer la di-
cación de talismanes, segÚn la posición de los planetas dentro de! zodíaco, ferencia de estilo y funciones entre ambas obras, la QlIellel?/Órsdlltl1g se re-
y a formular e! texto de las «oraciones planetarias» que hay que dirigir' a velaría totalmente incapaz de ser Útil a nuestros propósitos, puesto que, por
los astros personificados. Dentro de estas listas están intercaladas ciertas ba- un extraílo error de Óptica, es incapaz de percibir a los dos en su unidad.
nalidades de orden filosófico como la homología del nucro y el micro- Así mismo, e! elevado nÚmero de pasajes del Picatrix que han encontrado
cO,smos (pág. 297 Y ss.). Por lo que se refiere a los talismanes, se considera una utilización casi literal en la magia de Ficino no es suficiente para es-
que éstos tienen mÚltiples efectos, algunos de los cuales nos presentan los tablecer una influencia profunda de! primero en la segunda. '
dos primeros libros del Picatrix: provocar e! amor (duradero) o la unión en- Por e! contrario, a pesar de que Ficino, al igual que Roger Bacon, tie-
tre dos personas, procurar la protección de los grandes de la tierra o e! res- ne en alta consideraciÓn el tratado de al-Kindí sobre los rayos estelares,
peto de los siervos, aumentar la riqueza y e! comercio, llevar la felicidad a sólo muy de vez en cuando adopta expresiones literales, lo cual bastaría, a
una ciudad, destruir a un enemigo o una ciudad, impedir la construcción la Qllellci!f(JI'sdlllll{,z, para descartar a al-KindÍ de la lista de bs fuentes prin-
de un edificio, salvar a un prisionero de la prisión, echar a un hombre de cipales de Ficino. Sin embargo, es f:1cil advertir que la magia de Ficino,
~u morada, separar a los amigos, hacer que alguien se exponga a la cólera ciencia de las correspondencias ocultas de la naturaleza, se inspira en gran
de! rey, garantizar e! éxito de la pesca, ahuyentar a los escorpiones, curar medida en la teoría de las radiaciones universales de al-Kindi. Hay, desde
las heridas, asegurar el éxito (financiero) de un médico, multiplicar las co- luego, una diferencia importante entre ambos autores: fiel a la tradición
sechas y las plantas, curar diversas enfermedades, etcétera. platónica, Ficino concede a las radiaciones de al-Kindí el nombre gené-
La magia astrológica de Ficino se nutre ampliamente de las recetas del rico de «eros», y es a partir de esta concepción que Giordano Bruno de-
Picatrix, pero la influencia es sobre todo de orden cuantitativo, no cuali- sarrolla la magia erÓtica de la que nos hemos ocupado en el capítulo :111-
tativo. El imponente edificio de la magia espiritual dell~enacimiento no terior, y que tendremos ocasión de retomar.
podría compararse con la mediocre recopilación de procedimientos em- El tratado De radiis de! célebre astrÓlogo y filósoto Abú Y úsuf Yaqúb
I píricos que es e! Picatrix. No obstante, puesto que los filÓlogos lo tuvie- ibn Ishaq al-Kindi (m. ea. 873) ha llegado hasta nosotros a través de una
ron (-'tcil a la hora de descubrir en Ficino pasajes enteros tomados del J>i- traducción latina anónima de! siglo X¡¡3!,. La idea fundamental de este es-
catrix, se contentaron demasiado pronto con una explicaciÓn genética, (k crito, que sólo es uno de los doscientos setenta que el historiador
orden, muy general, segÚn la cual el tratado árabe traducido :,1 latíl) scrí:1 an-Nadim atribuye al autor, es la de que cada estrella posee una natura-
una de las principales fuentes del platónico florentino. leza propia, que comunica al mundo circundante a través de sus rayos. La
La insuficiencia de este tipo de QuellenJÓrschllllg, quc bUSC:l cxclllsiv:l- influencia de las radiaciones estebres sobre los objetos terrestres se modi-
. mente la copia literal efectuada por una obra a otr:1 obra alltcrior, cs I:ícil fica en función de los aspectos mutuos que entablan astros y objetos entre
de demostrar. Imaginemos a un sabio que, ocupado en scf'í:dar 1:1 iltflllCI}- sí. Además, las materias proyacel1tes reciben de modo diverso las cualidades
cia de orden artístico experimentada por un mOI1Umcnto de :mluitcc(lIr:¡ de los rayos, segÚn sus propiedades intrínsecas, que son hereditarias (de
cristiana, se dedicara, sabiendo que éste fue construido sobre las rllÍn:ls dc donde se ve, por ejemplo, que el hijo del rey tendrá la aptitud para go-
un antiguo templo de Mitra, a establecer un invcntario cxh:lustivo de las bernar y el hijo de un obrero para continuar el oficio de su padre).
piedras de! templo pagano que sirvieron para construir la nucva b:¡sílicl. Excepto e! vocabulario, de un elevado grado de tecnicismos, no hay
Hay que observar, por ejemplo, que el 60 I?{, dc bs picdr:ls dcledi{-icio cris- ninguna diferencia esencial, hasta aquí, entre al-Kindi y cualquier otro

166 167

.
tratado de magia astrológico, incluido el más tardío Picatrix. Pero al-Kindí Ina de SinesioJ posee rayos conformes a los rayos del mundo; también obtiene
sale rápidamente del estrecho marco de esta concepción. Para él, las es- de este modo el poder de mover, gracias a sus propios rayos, las cosas exterio-
trellas no son las únicas que emiten estos rayos, sino también los elemen- res, así como e! mundo, tanto e! superior como el inferior, agita con sus rayos
tos: «Todo lo que tiene una existencia actual en el mundo de los elemen- las cosas según diversos movimientos.
tos emite unos rayos en todas las direcciones, que cubren a su manera Además, cuando el hombre concibe una cosa material por la imaginación,
todo el mundo elemental» (III, pág. 88). Puesto que el mundo material esta cosa adquiere una existencia actual segÚn la especie en el espíritu f.1ntástico
en su totalidad representa una combinación de los cuatro elementos, esa (~piritlls )'lIIagillarills). Este espíritu también emite unos rayos que mueven las co-
es también la razón por la cual se diferencian entre ellos los rayos de los sas exteriores tal y como la cosa de la que es imagen. Así pues, la imagen con-
compuestos elementales, en los gue ninguno es igual a otro. cebida en el espíritu concuerda en especie con la cosa producida en acto sobre
Según al-Kindí, nosotros nos encontramos en medio de una red invi- clmodelo de h imagen por obra voluntaria o natural, o por ambas a la vez. És-
sible de rayos, procedentes tanto de las estrellas como de todos los obje- ta es la razón por la cual no hay que extrafiarse si e! tema de genitura (colIstclIa-
tos de la tierra. Todo el universo, desde los astros más alejados hasta la más tio) que produce una imagen en el espíritu de! hombre produce la misma ima-
humilde brizna de hierba, se hace presente mediante sus radiaciones en gen en otro sujeto, puesto que la una no difiere de la otra, excepto únicamente
cada punto del espacio, en cada momento del tiempo, y su presencia va- por lo que concierne a su materia (v, págs. 95-97).
ría, naturalmente, según la intensidad y las influencias mutuas de los ra-
yos universales, de tal manera que no puede haber dos cosas que sean ver- La fe previa del operador es la condición esencial para el éxito de su
daderamente idénticas. Además, las emociones psíquicas (alegría, dolor, acción mágica: «Sin duda, el primero y principal accidente necesario pa-
esperanza, temor) se transmiten también al mundo circundante bajo la ra la generación de una cosa mediante el modelo de la imagen mental es
forma de radiaciones invisibles que imprimen igualmente cambios, según el deseo del hombre que imagina que la cosa puede realizarse» (ibid., pág.
las disposiciones de cada materia preyacente. 97). La manipulación mágica se produce por el sonido (plegarias, co¡~u-
ras) y por los gestos: «Existen dos tipos de acción gracias a las cuales, si se
El hombre ¡...], por su complexión equilibrada, se parece al propio mundo. efectúan como es debido, una cosa concebida en espíritu se realiza en ac-
Así, es un microcosmos y así se explica por qué recibe, del mismo modo que to: a saber, la expresión verbal y la operación de la mano. Existe, en efec-
po~e~' el mundo, un poder para inducir por sus propios esfuerzos movimientos to, cierto discurso que, proferido por la boca del hombre -a la vez que,
en una materia adecuada, a condición, sin embargo, de que una imaginación, con él, se expresan la imaginación, la fe y el deseo- actualiza en elmun-
una intención y una fe hayan sido previamente formadas en el alma humana. En do movimientos en los seres individuales» (ibid., pági. 98-99). «Los soni-
efecto, el hombre que desea operar alguna cosa imagina en primer lugar la for- dos producidos en acto emiten unos rayos exactamente como bs otras
ma de la cosa que quiere imprimir mediante su acción en una mater~a dada; tras cosas en acto, y [... ] mediante sus rayos operan en el mundo de los ele-
haber concebido la imagcn de la cosa, según haya juzgado que esta cosa es útil mentos exacta¡;nente igual que las otras cosas indi·viduales. Y puesto que
o inútil, la desea o bien la rechaza en el interior de su alma. Y si ha juzgado la existen innumerables variedades de sonidos, cada sonido proferido en ac-
cosa digna de su deseo, desea largamente los accidentes gracias a los cuales, se- to ejerce su efecto sobre bs otras cosas elementales, y este efecto difiere
gún la opinión que se ha hecho, la cosa puede existir en acto. del efecto de los demás. Ahora bien, los sonidos, así como las hierbas y
,Ahora bien, las pasiones del alma son accidentes que contribuyen a producir las otras cosas, han recibido de la armonía celeste su propio efecto, e
un movimiento. Y a propósito de esto decimos que la imaginación y la razón igualmente una cualidad de efecto muy diferente lal efecto producido] en
humanas adquieren una semejanza con el mundo durante tanto tien'1po que, en las diversas cosas» (VI, pág. 100).
ellas;las especies de las cosas mundanas se imprimen en acto gracias al funciona- .Todo esto demuestra que al- Kindi está muy inspirado en la magia es-
miento de los sentidos, a causa de que el spiriws }'lIIagillarills [el phantastikon pnclI- piritual de un Sinesio que aconseja ]a utilización de los sonidos (pllOnai),

168 169

11 _~_ ~
materias (hylui) y figuras (schémata), a través de los cuales «el auténtico sonidos (íbid., págs. 119-123). E] tratado de al-Kindí termina con una teo-
ría extremadamente interesante sobre los sacrificios (IX, pág. 123). El ani-
sabio, conocedor de las relaciones entre las partes del universo, puede
mal es considerado como un microcosmos cuya muerte violenta produ-
ejercer influencias» sobre un objeto cualquiera37.
ce una brecha en el macrocosmos: por ella se inserta la voluntad del
Para volver a la magia sonora: hay dos tipos de sonidos mágicos, según
su correspondencia astrológica (según el astro, la finalidad de la operación y
operador, capaz de producir una modificación de las circunstancias y de
las cosas. El animal sacrificado está, por supuesto, en relación con el ob-
la posición del cielo) o elemental; éstos ejercen una influencia sobre los ele-
jetivo a conseguir.
mentos y los compuestos de elementos, como los cuerpos de las plantas y
Tendremos ocasión de apreciar el alcance de todo lo que Ficino toma
de los animales. «Por otro lado, para obtener un efecto, es necesario que
el que recita posea siempre contención de espíritu y representación de la prestado de al-Kindí. Ahora bastará con observar que el universo de
a]-Kindí, exactamente como el de la física moderna, está hecho de dos
forma que desea verse realizar en acto en la materia gracias a la emisión
estados de energía: el estado elemental y el estado de radiación. Los ele-
de sonidos» (íbid., pág. 101). Esta magia sonora está presidida por una teo-
ría sobre el origen natural de las lenguas. Cada sonido ha sido creado, se- mentos, a su vez, se combinan para formar agregados cuyas radiaciones
gún su destino, por la armonía celeste. El significado de las palabras no es tendrán propiedades nuevas. Cada objeto de! mundo se encuentra en el
centro de una transferencia universal de radiaciones, cuyo campo varía se-
.arbitrario en absoluto, pero su destino natural puede no coincidir con la
función significativa que les ha sido atribuida por el hombre. «Por otro la- gún la posición de! objeto en el espacio y en e! tiempo, de tal manera que
no puede haber dos objetos cuyo comportamicnto sea pcrfectamcnte
. do, cuando en un sonido coinciden la asignación de significado hecha por
idéntico por lo que respecta a la emanación y a la recepción de rayos.
la armonía y aquélla. realizada por el hombre, el poder del significado de
Cuando e! escritor italiano Dino Buzzati imagina que la agonía de una
este sonido es doble» (íbid., pág. 103). Aquí podemos reconocer el origen
de las teorías cabalistas más tardías del «lenguaje natural», que es el hebreo, simple cucaracha aplastada por descuido tiene consecuencias de orden
cósmico, se parece al mismo al-Kindí, para quicn todo acontecimiento,
«puesto que el hebreo, siendo el lenguaje de la creación, era una lengua
natural en la que las palabras indicaban las naturalezas esenciales de las co- incluso e! más insignificante, tiene una irradiación universal (particular-
mente intensa en e! caso de la muerte violenta). La magia obtiene de es-
sas que primero habían creado y luego representado»38.
Por supuesto, la magia sonora de al-Kindí utiliza tanto fórmulas con1- te principio incluso su posibilidad de existencia, que consiste en emitir
prensib]es, en lenguaje artificial, como fórmulas incomprensibles que, radiaciones cuya «longitud de onda» pueda alcanzar los sitios receptores
puesto que son pronunciadas en «lenguaje natural», doblan la eficacia de apuntados por el operador. Los destinatarios del mensaje estarán obliga-
la operación. dos a reaccionar según la intención impresa en la radiación. No hay que
¿Qué se puede obtener a través del empleo de sonidos mágicos? Casi olvidar que los rayos de al-Kindí son de naturaleza pneumática, que su ma-
todo: presagios, telequinesia, efectos psicosomáticos en los anim.ales y en gia es una rnagia espiritual que no hace más que continuar la de Sinesio de
el hombre, el hechizo de un ser humano, consistente en modificar la I Cirene. Esto significa que el hombre, dotado de un sintetizador fantásti-
l.
orientación de su voluntad, y, además, fenómenos paradójicos tales como co, podrá producir en él, de manera adecuada, emociones que lanzará en
I hacer flotar objetos pesados en el agua o hacer que se eleven en el aire, el espacio pneumático hacia e! espíritu receptor de otro individuo de su
provocar la lluvia, o relámpagos u otros fenómenos atmosféricos, apagar misma especie. La eficacia de esta magia intersubjetiva está garantizada
por la constitución de! agregado humano y por la fe del operador.
el f~lego a distancia, etc. (ibid., págs. 104-109). Las fórmulas más eficaces
son las fórmulas optativas, puesto que éstas proceden del comzál1, que es el Hoy en día, cuando una creencia de este tipo sale de las instituciones
centro del hombre-microcosmos (íbid., pág. 111). religiosas y reaparece en sujetos convencidos de que sus propias emocio-
nes son transitivas, que pueden actuar sobre otros individuos o sobre e!
Por lo que se refiere a las figuras y a los caracteres mágicos, sus pro-
mundo físico, consideramos generalmente que se trata de un estado de
piedades y sus facultades operativas resultan muy semejantes a las de los

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170
enfermedad mental y lo denominamos «esquizofrenia». Según la defini- sensibles, no habrá que extrallarse en absoluto de las correspondencias
ción de P. Janet, retornada por C. G. Jung y convertida ya en clásica, la entre los fantasmas de los esquizofrénicos y los fantasmas creados por los
esquizofrenia se caracteriza por un,,«rebajamiento del nivel mental» y, en magos. Al fin y al cabo, su procedencia es la misma, excepto que, en el
consecuencia,',por un cortocircuito entre la existencia onírica y la exis- caso del mago, los fantasmas son producidos voluntariamente y dirigidos
tencia diurna, el mundo de nuestros f~ntasmas interiores y el mundo real. por el operador, mientras que, en el caso del enfermo, se le imponen co-
Si creemos a Edgarp Morin, no es ClifIcil que este cortocircuito se pro- mo realidades extral1as, lo «poseen». La hipótesis de los «arquetipos» de
duzca, puesto que el cerebro humano, con toda su hipercomplejidad, no Jung, que son categorías prefonnativas de la producción fantástica, des-
dispone de ninglm instrumento especial que le permita distinguir el su e- cansa en buena parte en las analogías entre las fantasías de los pacientes y
110 del estado de vigilja3~. el repertorio mítico-mágico de la humanidad_ ¿Cómo se ven las cosas
Tras haber establecido las semejanzas entre el comportamiento mági- desde la antropología, que no está llamada a dar directamente su veredic-
co y e! cd'mportamiento esquizofrénico, el antropólogo de origen hún- to sobre el estado de salud mental de los personajes de los que se ocupa?
garo Géz:l Roheim ha abierto el camino a la interpretación de la magia El libro Ecstatic R.elÚ?ioll del antropó10go escocés 10an M. Lewis nos
como una «esquizofrenia institucionalizada». ofrece uila respuesta a esta cuestión40•
Ciertamente,'existe una lejana analogía entre el método de la magia y , Lewis traza una tipo10gía bastante instructiva del «operador de espiri-
1;\enfermedad mental llamada esquizofrenia. Sin embargo, no deberían tus» (entidades sobrenaturales), y llega a la conclusión de que existen tres
confundirse. Es verdad"que e! mago debe estar firmemente convencido clases:
de 'su capacidad para transmitir sus propias emociones a otro slueto o pa- a) el participante en los wltos extáticos (como el dionisíaco en la antigua
ra operar otras acciones trarlsitivas de este tipo, pero jamás deja de ser Grecia o el zar en Áf¡'ica de! norte), que es invo1untariamente poseído
consciente de qm; la fa'ntasmagoría que ha producido funciona exclusiva- por los «espíritus»;
mente en el terreno propio de los fantasmas, es decir, el de la imagina- b) el chamán, que, después de haber sufi-ido e! dominio de los espíri-
ción humana. Esto parece aún más cierto en los muy raros casos en que
~ ,1 I' tus, se convierte, a su vez, en su an10 (es un UJOImdcd Sll~¡;COIl, para reto-
un operador padece síntomas evidentes de esquizofrenia, cosa que los dis- mar la fórmula de T. S. Eliot);
tingue de entrad:l de los otros magos que, ellos sí, son individuos com- c) el brujo, que, dominando según su voluntad, los dirige contra el su-
pletamente sanos. El operador esquizofrénico es aquél sobre el que acaba jeto pasivo, que será poseído a pesar de su voluntad.
,por dominar 13 (,ntasmagoría interior, y se impone como una presencia ¿Quiénes son los «espíritus»? ¿No son acaso seres dotados de una exis;-
extralla (ver el caso de! sellar Berbiguier y sus duendes, pág. 207 Y ss.). tencia objetiva o son fantasmas, producciones cibjetivadas, en el plano
Recordemos que Giordano Bruno no paraba de llamar la atención del imaginario, procedentes del inconsciente?
manip'~1lador de fantasmas sobre los peligros que su actividad comporta- El próximo capítulo de este libro, que será dedicado a los demonios y
ba, cuya suma equivalía a la pérdida de la salud mental. Parece, pues, que a la demonomagia del Renacimiento, aportará muchas precisiones a este
! el nÚgc; no debe ser ~onsiderado en principio como un esquizofrénico, ni respecto. Los espíritus son fantasmas que adquieren una existencia autó-
la magia como una «esquizofrenia }nstitucionalizada». Por el contrario, noma por una práctica de visualización semejante en todo y para todo al
hay analogías entre ciertos tipos de magia y el mismo psicoanálisis, cuyo arte de la memoria. Sin embargo, no es extrallO que se manifiesten sin
métod~ admite, dentro de unos límites, una comparación con la de «cu- haber sido invocados de este modo -en el caso de la utilización de dro-
randeros» de Giordano Bruno.
gas a1ucinógenas de las que se servían los brujos, o en el caso de enfer-
Desde el momento en que el suel10 es considerado como una pro- medades menta1es-. Ciertamente, Lewis se equivoca cuando afirma que
ducción fantástica procedente del inconsciente, y la eSCluizofi-enia como los brujos dominan a su voluntad a sus espíritus familiares, puesto que es-
un estado de confusión entre los contenidos oníricos y los contenidos to no es en absoluto válido para la brujería occidental, en la que la re!a-

172 173
ción entre brujas y espíritus es más problemática. Así mismo, es difícil dis- de efectos psicodélicos. El mago es un analista que Únicamente puede
tinguir a los chamanes de los brujos, puesto que estos Últimos Únicamen- practicar su oficio después de haberse analizado a sí mismo. Pero el acce-
te no aprenden a dominar a sus espíritus más que después de que éstos se so al inconsciente puede ser adquirido de dos formas distintas: por «inva-
les hayan aparecido espontáneamente. Dicho de otro modo, podemos sión» patológica o provocada por medios externos, o por la asimilación
distinguir esencialmente dos clases de personajes que tienen relación con de la tradición. En este segundo caso, no está permitida ninguna analo-
los espíritus: una los invoca mientras los inventa; la otra los recibe y no gía con la esquizofrenia -no más que en el caso de toda persona que
podrá utilizados sino tras una actividad de ordenación consciente. aprende alguna cosa, incluido el hombre de ciencias.
No hay duda de que'los espíritus que imponen su presencia proceden Estas reflexiones, que desarrollaremos más adelante (ver cap. VII), han
del inconsciente; pero los otros, los que son «inventados», ¿de dónde pro- servido de preámbulo a la exposición de la magia intersubjetiva desde
ceden? Su fuente es la misma, puesto que sus modelos, transmitidos por al-Kindi hasta Giordano Bruno. El concepto de «radiación», fundamental
la tradición, brotaron antaílo en la f.1ntasía de otro operador. El mago o para el primero, es gradualmente reemplazado por el concepto de eros. La
el brujo del Renacimiento conoce su existencia a través de manuales de armonía pneumática del universo es el postulado general de Ficino a Bru-
alta magia, como la Stegallographia del abad Trithemius (aunque ésta cons- no, y su instrumento es el eros. A través de su acción, el universo conoce
tituya, en gran parte, un tratado de criptografía) o la Filosqfía oCIIlta de su un cierto conccntlls, que es orden, armonía, integración, y cuya definición
discípulo Cornelio Agrippa, o de manuales de baja magia, como los que más inquietante es la que Ficino formula en una de sus epístolas·ll: «Con-
fueron recopilados en el Antipallls lIlah:ficiorlll/l del mismo Trithemius, un sidero que hay, necesariamente, una ley ordenada y una cierta armonía
ocultista muy sabio (ver cap. VII y Apéndice VI). [concentol y consonancia en los elementos del mundo, en los humores de
En conclusión, hay sólo dos tipos de operadores de fantasmas: los"que los ;."\nimales, en la vida de las bestias e incluso en la sociedad de los ban-
han sido invadidos por la producción inconsciente y no han logrado mas doleros, puesto que éstos no podrían asociarse si no existiera un cierto or-
que a duras penas poner allí orden alguno; y aquéllos cuya actividad ha den en todo ello». Estamos lejos de las teorías de la autodestrucción del
sido plenamente consciente, y que consiste en inventar fantasmas mne- maL Al contrario, incluso en el mal hay orden, puesto que de otro modo
motécnicos a los que han prestado una existencia autónoma. Únicamen- los delincuentes no podrían permanecer juntos.
te los primeros pueden compararse con los esquizofrénicos, exceptuando . Esta armonía general en la que el eros es el principal instrumento no
la diferencia de que, mal que bien, han aprendido a encontrar un modus está enmarcada, en Ficino, en una teoría de una amplitud comparable a
vivendi con su producción inconsciente suscitada, en la mayoría de los ca- la de al-Kindi. Sólo Giordano Bruno restituye las cQsas a su complejidad
sos, por la utilización de alucinógenos. Entre ellos, hay también -y es per- real, en su visión de un universo en el que cada individuo e incluso cada
fectamente demostrable- auténticos esquizofrénicos, como el señor Ber- objeto está ligado a los otros por invisibles vínculos eróticos. La expresión
biguier a principios del siglo XIX o el doctor Ludwig Staudenmaier a vinCl/lum vinculon/m amor est es sustituida por una expresión análoga que
principios del siglo XX, que utilizan unas creencias y unas técnicas mági- podríamos atribuir a al-Kindi sin riesgo de desnaturalizar su pensamien-
cas para intentar poner orden en sus procesos mentales gravemente per- to: vil1Cl/lum villCl/lorul1l radiulll est, «el vínculo de los vínculos es el rayo».
turbados. En este caso, lejos de considerar la magia como una «esquizofre- El energetismo de al-Kindi introduce al psicologismo de Bruno, para
nia institucionalizada», hay que ver en ella, por el contrario, un remedio quien las cosas no sólo emanan radiaciones frías, estériles y casi inertes,
bastante potente contra la invasión devastadora de la enfermedad mental. sino rayos vivientes, coloreados de pasiones, inspirando ya, por su misma
La magia 110 es 1m Jactar de desordcn; por el contrario) es Ult 1//cdio para restable- existencia, la simpatía o la antipatía, el amor o el odio. A la transferencia
(('r una coexistencia pacífica entre el insconsciente y el collsciClltc, allí donde
esta objetiva de al-Kindi se opone la transferencia altamente subjetiva de
("oexistencia ha entrado en crisis, bien sea por la intervención de una en- Giordano Bruno; a partir de la magia universal se perfila y se precisa más
1~'l"Illedadmental, bien por el empleo voluntario de substancias químicas el concepto de magia intersubjetiva.

174 175
5. Magia pneumática intermediario entre el alma y el cuerpo de! mundo al igual que el espíri-
La magia espiritual del Renacimiento, de la que Marsilio Ficino es el tu humano entre el alma y el cuerpo individuales. Esta fuente de toda ge-
primer y más influyente representante; se constituye a partir del princi- neración y crecimiento, «podemos llamada tanto cielo como quillta cssen-
pio de la simpatía pneumática universal. El primer corolario de este prin- tia» (cap. m). «Ésta es la razón por la que los Platónicos res decir, los

cipio es que el hOlTlbre, dotado de un hege11lonikon situado, en general, en astrólogos y magos árabes, nota del autor] intentan, adaptando nuestro es-
el corazón, que es el órgano que corresponde al sol en el cosmos, tiene píritu al espíritu del mundo mediante la magia de los talismanes [ars phy-
la capacidad de imprimir cambios voluntarios en su propia fantasía. Estos sicaj y la emotividad JaIfcctu11lJ, dirigir hacia nuestra alma y nuestro cuerpo
cambios se transmiten, en virtud de la continuidad del pneuma, a los ob- los bienes del cielo. Esto produce el fortalecimiento de nuestro espíritu
jetos apuntados por la acción del operador. por el espíritu del mundo, a través de la acción de los rayos cstelares que
Este fenómeno es natural, se produce sin que exista una manipulación actÚan de forma benéfica en nuestro espíritu, hecho de la misma natura-
consciente por parte del emisor y/o del receptor de la corriente pneu- leza que estos rayos, lo cual le permite atraer hasta él las cosas celestes»42.
mática, y conoce un grado cero de autoconsciencia, que es el eros. Éste Ficino es un Sinesio, en lo que concierne a la teoría de! vehículo de!
establece unas relaciones entre los individuos, segÚn la información trans- alma, corregido por los neoplatónicos más tardíos como Praclo y Macro-
cendental que los vehículos pneumáticos de sus almas han acumulado bio y, en lo que respecta a la doctrina de las correspondencias universales,
desde su descenso a través de los cielos planetaries. por la teoría de las radiaciones de al-Kindi y por la magia astrológica de
En cuanto a la magia propiamente dicha, representa un saber que per- éste y del Picatrix.
mite al operador explotar las corrientes pneumáticas que establecen rela- Como hemos demostrado en otra parteH, la magia espiritual de Fici-
ciones ocultas entre las partes del universo. Estas relaciones son regulares no no conlleva menos operaciones con los demonios como intermedia-
y pueden clasificarse en siete grandes series planetarias, de tal manera que rios, pero la demonomagia propiamente dicha sólo la desarrolló el abad
la totalidad de la naturaleza, con sus reinos mineral, vegetal y animal -in- Trithemius de Wi.irzburg, personaje ambiguo al que hemos dedicado
cluida la especie humana- esté ligada a los siete astros errantes y a las de- parte del capítulo siguiente de nuestro libro. Una combinación de magia
más estrellas por vínculos invisibles. El mago es, ante todo, un conocedor ficiniana y de demonomagia trithemiana reaparece en los tres Jibros de la
de estos vínculos, capaz de clasificar cada objeto del mundo segÚn la se- Filos(!fía oCIIlta, obra poco original pero muy influyente de Camelia
rie que le corresponde y, de este modo, atraer los beneficios del astro que Agrippa. La magia de Giordano Bruno está inspirada en primer lugar en
preside la respectiva serie. Ficino, y utiliza como fuentes complementarias a Alberto Magno, Tri-
La multitud de representantes de la magia renacentista no debe es- themius y Agrippa. En cuanto a Tommaso Campanella, fraile calabrés di-
conder, a los ojos del investigador, las líneas principales de su desarrollo, sidente de principios del siglo XVII, cuya utopía política parece haber
que se revelan relativamente simples. Su punto de partida es el. tratado ejercido una influencia determinante en el grupo de amigos alemanes
De vita coelitlls co11lparallda de Marsilio Ficino (1489), que enuncia explíci- que puso en escena la «farsa» (ludibriu11l) de los rosacrucesH, cultiva igual-
tamente los principios siguientes: del mismo modo que el alma del mun- mente una magia pneumática de origen ficiniana, cuyos rituales (inofen-
do está concentrada en el sol, desde donde irradia hacia todas las partes sivos) fueron muy apreciados por el papa Urban045•
del universo a través de la quinta essentia (que es el éter, o el pncuma), el Entre Ficino y Campanella, numerosos autores están al corriente de la
alma humana está concentrada en el corazón y penetra cn el cucrpo a tra- teoría pneumática de Ficino, de la que no siempre explotan su vertiente
vés del espíritu. Las cosas tienen un grado distinto dc apetcncia con rcs- mágica. Entre ellos, citemos a Juan Pico, Francesco Cattani da Diacceto,
pecto a la quinta essclltia, lo cual significa que ciertas cosas ticnen una ca- Ludovic Lazzarelli, Jacques Gohory, Pomponazzi, Francesco Giorgi,
pacidad pneumática incomparablemente superior a otras. Pontus de Tyrad, Guy Lerevre de la 13oderie, etc.46
¿Qué es la quinta essentia? El espíritu cósmico, que ejercc la función de

176 177

--~~~~- ··L·
Capítulo VI
La magia intersubjetiva
I
1. Magia intrasubjetiva
En toda magia intersubjetiva que no presuponga la intervención de los
demonios es posible que la acción del operador sea dirigida sobre sí mis-
mo, en cuyo caso estamos ante un tipo de magia illtraslIIljctiva.
Esta rama de la magia es particularmente importante pues representa,
de algún modo, la propedéutica de todas las actividades m5s avanzadas del
arte pneum5tico.
Del mismo modo que hay fenómenos m5gicos en la naturaleza (la
atracción del im5n, por citar el m5s comÚn) y en la sociedad humana
(la atracción de los amantes), también existen operadores-natos, a pesar
de que su campo de acción es reducido y no sea sometido al control dc
su voluntad. Sin embargo, por lo general, con o sin disposición natural,
el mago se hace. Y como e] aprendiz de psicoanalista que no ticnc acceso
a la práctica del psicoanálisis sin haber sido previamente analizado, elma-
go capaz de ejercer su arte ]0 ha ejercido previamente sobre sí mismo.
Puesto que la magia en genera] es una operación e~piritual, aquel que
la practica debe poseer ciertas cualidades de las que carece el comÚn dc los
mortales. En estos, en efecto, el cuerpo etéreo, transparente y puro en su
origen, se ha vuelto opaco y espeso debido a] contacto con el cuerpo.
Todas las manchas materiales se han incrustado ené], comprometiendo
su luminosidad y su flexibilidad originales; y puesto que el espíritu es el
vehículo del alma, y el alma es el agente de la relación entre el mundo
intelectua] y el mundo natural, este contacto maravi]]oso se rompc en el
momento en que el vehículo se vuelve demasiado lento para permitir
viajar a] alma o demasiado sucio para que los mensajes fantásticos trans-
mitidos por el alma puedan acceder hasta el sentido interno .
. E] pneuma es un espejo de doble f.1Z en el que una cara refleja las per-
cepciones procedentes de los sentidos externos y la otra las f.1ntasmago-

179
rías del alma. Si la cara vuelta hacia el alma no está suficientemente lim- (Sol, jÚpiter, Venus), a los que Ficino llama «Las Tres Gracias». Sus in-
pia, el individuo queda reducido a una condición inferior, casi animal. fluencias, así como la de Mercurio, tienen una importancia fundamental
¿Qué se puede hacer para remediar esta situación prácticamente genera- en la purgación del pneuma.
lizada en el comÚn de los mortales? Pues bien, nada más simple: se trata Ya sabemos que hay series de objetos clasificados segÚn su pertenen-
de bruñir el espejo, sacar las impurezas adquiridas, no congénitas, y de- cia planetaria. Cuando es imposible exponerse directamente a los rayos
volver al espíritu obnubilado su transparencia, su pureza, su flexibilidad y de los planetas benéficos, bastará con utilizarlos. Para obtener la «solari-
su dureza originales. zación» de! espíritu, por ejemplo, habrá que seguir una dieta sana, dar pa-
seos en loci aJ/10Clli de aire dulce y puro, llenos de luz y de perfumes ve-
Pues e! espíritu es e! intermediario entre el cuerpo grosero de! mundo y e! getales, pero también será necesario utilizar sustancias como el vino y el
alma. En é]y a través de él existen las estrellas y los demonios l...J. El hombre azÚcar (ibid., 1), plantas, metales y piedras preciosas solares o jovianas.
se nutre por su propio espíritu, que está conforme con e! otro por naturaleza.
Pero esto puede hacerse sobre todo si este espíritu, gracias al arte, se hace más Cuando nuestro espíritu ha sido cuidadosamente preparado y purgado me-
compatible con e! espíritu de! mundo, es decir, más celeste. Se vuelve celeste si diante cosas naturales, entonces puede recibir muchos dones, por los rayos este-
está cuidadosamente expurgado de sus manchas y de todo aquello que lo ensu- lares, de parte del espíritu de vida cósmica. La vida cósmica se propaga visible-
cia -de todo lo que, en él, es diferente a su esen\=ia celeste'. Hay que tener el1 . mente en las hierbas y los árboles, que son como los pelos y cabellos del cuerpo
cuenta que no sólo los alimentos que penetran en las vísceras manchan e! espí- de la tierra; se manifiesta igualmente en las piedras y los metales, que son como
ritu, sino que las manchas están fi'ecuentemente causadas por el alma, por la piel, los dientes y los huesos de este cuerpo; circula en las conchas vivas de la tierra
la ropa, e! habitáculo y el aire circundante (Vitl1 cocl., IV). que se adhieren a las piedras. Sirviéndose con fi-ecuencia de plantas y de otros
seres animados, es posible obtener mucho de! espíritu de!mul1c!o l...
J (ibid., XI).
Se comprende [ícilmente que el aprendiz de Ficino deba someterse a
una rigurosa disciplina para mantenerse apartado de todo lo que podría Las piedras preciosas, transformadas en pociones o llevadas como ta-
infestar e infectar su pneuma. No sólo está obligado a seguir un régimen lismanes, imprimen en el espíritu humano las cualidades de los astros,
alimenticio muy selectivo sino que, además, debe practicar purificacio- prese.rvando al organismo de la peste y de! efecto de los venenos, etc.
nes, cuidar de la limpieza de su persona, de su ropa y de su hábitat, es- (ibid., XI-XII; XIV).
coger el lugar de sus paseos, las personas que fi'ecuenta, las conversacio- Podemos decir que la purgación pneumática es uno .de los temas cons-
nes que mantiene y, por supuesto, cultivar sus virtudes. Todos estos tantemente abordados por Sinesio, pero el obispo de Cirene no profun-
procedimientos que tienen como finalidad la cxpllrgatio a sordiblls, la «pur- diza en los procesos teÚrgicos a través de los cuales se supone que se de-
gación de la suciedad», están acompañados por medios externos. más es- be realizar la purificación. Estos procesos reaparecen en un contexto
pe<,:íficos: «En primer lugar, será necesario purificar el espíritu con medi- distinto, el de los Oráculos Caldcos redactados por Julián e! TeÚrgo, hijo de
cinas adecuadas, para quitarle los vapores que lo obnubilan. En segundo julián llamado e! Caldeo, durante la segunda mitad del s. 11 después de
lugar, habrá que devolverle su luminosidad a través de cosas relucientes. J. c., preservados en parte y comentados por los neoplatónicos y por el
En tercer lugar, habrá que tratarlo de tal mariera que se vuelva a la vez erudito bizantino Miguel Pselo. «La ciencia te!estésica», nos dice en su
más tenue y más duro. Y se volverá celeste al más alto grado [... J si se ex- COlllclltario, <'es aquella que se diría que inicia el alma a través de la po-
pone fuertemente a la influencia de los rayos del Sol, que domina las co- tencia de las materias de aquí abajo l...
J. SegÚn el Caldeo l...],
nosotros
sas celestes» (ibid.). sólo podemos subir hacia Dios a través de! fortalecimiento del vehículo
Entre los siete planetas de la serie llamada «caldea» (Luna, Mercurio, del alma mediante ritos materiales. En su opinión, en efecto, e! alma se
Venus, Sol, Marte, jÚpiter, Saturno), hay tres, particularmente benéficos purifica a través de piedras, hierbas, encantamientos y así es como llega a

180 181

L
estar preparada para su ascensión»2. La alusión al vehículo del alma no se
nismo sutil que responde al ákásá hrdaya. Los procedimientos de visuali-
remonta a la doctrina auténtica de los Oráwlos. Pselo debió de tomada de
zación que utiliza son análogos a los de! yoga y a los del arte occidental
los comentadores neoplatónicos que conocía muy bien. Sin embargo, los de la memoria.
procedimientos rituales de purificación de! alma, de modo que sea apta
En Irán, el místico sufí, emplea gran nÚmero de procedimientos para
para efectuar la elevación teÚrgica, están claramente expuestos en los Orá-
wlos3.
obtener la «limpieza de! corazóm> (qalb). De cntre ellos, el más importan-
te es la utilización de fórmulas rituales (zckr), de mantras persas.
Como hemos visto, el motivo de las purificaciones pneumáticas ya ha- A su vez, e] místico hesicasta en el cristianismo oriental efectÚa una
bía aparecido con e! estoicismo tardío. Los estoicos habían elaborado, a
operación llamada cardioscopia, consistente en visualizar el espacio del
partir de la medicina siciliana, una animología bastante compleja, con la
corazón (kardía) y en intentar devolvede toda su pureza y su transparen-
que también intentaban dotar de un fundamento empírico sus profundas
cia. También él utiliza una o varias fórmulas y ritmos respiratorios cada
preocupaciones de orden moral. Así, para Epicteto, ser virtuoso significa
vez más lentos, como e! yogui y el taoísta.
disponer de un pneuma calmado, puro y transparente; y, viceversa, la ob-
No nos detendremos largo tiempo en estas generalidades, pues inclu-
tención de este «espejo cardíaco» limpio y nítido depende enteramente
so un análisis aproximativo de estos problemas fundamentales de la histo-
de la vida moral del individuo.
ria de las religiones requeriría un espacio que aquí no le podemos con-
La «purificación del corazón» a través de la práctica de las virtudes, así
ceder. ¿Se puede deducir que la filoso Da india es la fuente a partir de ]a
como por el empleo de sonidos eficaces y de otros procedimientos más
cual se han desarrollado todas las especulaciones y las técnicas místicas
o menos <<'Jl1ágicos»,representa una preocupación muy antigua en Orien-
que se refieren a] «corazón»? Sin descartar esta posibilidad, parece sin em-
te. Las Upanishads ya elaboran una fisiología suti1 muy compleja, basada bargo poco probable.
en el papel de un sintetizador cardíaco llamado ¡nanas, cuya existencia ja-
El hombre reacciona a los estímulos externos con emociones que se
más ha puesto en duda ninguna escuela de la fi]osoDa india -a excepción, traducen en secreciones inmediatas de adrenalina. Toda investidura exter-
tal vez, de algunos materialistas-o Durante el sueiio, las energías o pránas
na ~stá acompañada por una pu]sión interna que es experimentada en e]
se retiran en e! manas o sentido interno (fenómeno llamado «telescopia de
«espacio del corazón». Ahora bien, «el primer "lengu;0e", el "verbo", es
pránas»); en estado de vigilia, circulan por e] cuerpo suti1. En las prácticas
expresión corporal» y los esquemas verbales «son ]a referencia capital de
místicas, ]a «cavidad de! corazón» o «cavidad etérea» (ákásá hrdaya) de-
todos los gestos posibles de la especie Horno sapícns»4. Tomemos a] azar al-
sempeí'ía un papel esencial: «El pequeño espacio dentro del corazón es tan
gunos esquemas verbales relativos al corazón: una perSOna incapaz de con-
''', grande como este vasto universo. Están los cielos y ]a tierra, el sol, la lu-
¡110Verse por ]a aflicción de! prójimo manifiesta una «dureza de corazón»,
na y las estrellas, el fuego y el relámpago, y los vientos también están ahí;
tiene un «corazón de piedra»; al contrario, una persona emotiva posee un
'y todo lo que hay ahora y todo ]0 que ya no está: pues todo el u1)iverso
«corazón tierno» y el que carece por completo de malas intencioJ.les en su
" ,está en É] yÉl mora en nuestro corazón» (Chándogya Upaníshad, VIII, 1).
actividad social, imaginando que los demás tampoco las tienen, es aquel
No hay que decir que depende de la transparencia del ákásá hrdaya la po-
que tiene un «corazón puro». Aquel otro habla con el corazón en la ma-
sibilidad de conocer en e! corazón la presencia de la divinidad o del in-
no, un corazón de oro, pero también puede ocurrir que tenga algo clava-
telecto, y numerosas prácticas místicas, incluidos los estadios preliminares do en e! corazón e incluso tener el corazón roto. Podemos hacer las co-
del yoga, tienen como finalidad la purificación del organismo sutil, la res-
sas de mal corazón o bien de todo corazón, pero también puede darse la
titución de su pureza original.
posibilidad de que alguien no tenga corazón. Hay cosas que nos llegan al
El hsín o corazón no es menos importante en el taoísmo y en el bu-
cor~zón y otras que nos encogen e! corazón; y juventud de ,corazón sig-
dismo z,en. Incluso cuando no se le nombra, comprendemos que el taoís-
nifica corazón inquieto. Por lo que se refiere a los asuntos del corazón, és-
la encuentra los dioses en el interior de una cavidad de su propio orga-
tos nos llevan a robar o a rechazar el corazón, y así sucésivamente.

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183 BtBUOTECA CENTRAL
UNAM
Ciertamente, debe existir una verdad de orden extralinguístic.o en to- Identificando las energías corporales con las emociones, la filosofía ,india
das, estas expresiones, una verdad que pretende decir que el corazón es allí y la medicina griega transformaron el corazón en depósito de unas y
donde mora la sensibilidad, todas las reacciones emotivas y el órgano mo- otras, en órgano principal de vida y de comunicación con el exterior. En
ral (o inmoral) por excelencia. cuanto a la actividad visionaria, se admite facilmente que no podía loca-
Si los franceses picnsan con la cabeza, hay pueblos como los manchÚ- lizarse sino allí donde los fantasmas se qlanifiestan por excelencia, es de-
es, que «piensan 19un 'imb'i] con el corazón {.;un'in]»>. ,Ellos están enfer- cir, en el mismo centro del organismo sutil.
mos cuando su corazón' «está a la sombra» [gun'in bur 'imb'i¡, mientras que ¿Qué ocurre con la «cabeza»? Podemos confiar ,todavía en la enorme
los que están san~s tienen «el corazón transparente». S. M. Shirpkogoroff documentación recopilada por Richard Broxton Onians7 y por Anders
no encuentra nada extraño cn estas concepciones: «Hay que tener erí OlerudH para hacemos una idea. Parece que la dignidad que Platón con-
cuenta que la percepción emocional del "estar a la sombra" es del todo fiere a la cabeza humana en el Timeo (44d, 90a) descansa sobre un com-
admisible ,y que la conc'epción del corazón como órgano del proceso del plejo arcaico que distingue dos órganos de 1a conciencia: el «corazón» (kcr
pensamiento es del todo positivista, pues el pensamiento es percibido, en o kradíc), morada de un alma vegetativa (thymÓs), y la «cabeza», donde
sus manifestaciones emocionales, por el corazón. (SegÚp la perspectiva mora la psyché. Para Onians, thymÓs sería el «blood-souI» y psyché el
positivista de los europeos, se trata de localizar el "pensamient'o" en scc- «breath-soul», pero la diferencia original entre ambas nociones no debía
ciones especiales y particulares del cerebro, lo cual es una concepción de de ser tan acusada, puesto que la misma palabra thYl1iÓs está emparentada
un positivismo ingenuo fundado en diversas hipótesis que descansan ,en con los vocablos indoeuropeos que indican el vapor o soplo (latín.fitmus,
la idea de un cerebro abstracto. En este aspecto, la perspectiva "positivis- sánscrito dlnlmah, eslavo dymu y duchu). En cuanto a la psyché, como el
ta" europea no se encuentra muy alcjada de la de los manchÚes, quienes a1limus latino, es un «soplo» por excelencia, puesto que deriva del verbo
pueden hablar con todo dcrccho de la localización del proceso del pen- psychó (<<soplan), pero su exclusiva localización en la cabeza es discutible9•
samiento en el c<2razón, puesto que lo siclltcn así)>>". Al contrario, en todo un complejo de creencias, la psyché representa toda
Aristóteles no admitía que se pudiera pensar sin f:lntasmas. No obs- respiración corporal, y está relacionada con el spérma, que, es una «respi-
tante, los fantasmas están coloreados cmocionalmcnte y, aunque pueden ración genital»I0.
ocupar cualquier sitio, el lugar que niás les conviene es el «corazóm, pues En la ontología y en la antropología p1atónicas aparece una distinción
es el corazÓn cl quc sicntc las clnocioncs. A partir de este elemento corporal precisa entre «cabeza» y «corazón» y se decanta claramente en favor de la
que es la manifestaci6n rcal de las reacciones emotivas cn el espacio dcl co- primera. «La cabeza humana, similar a una esfera, es l.a imagen del cos-
razÓn, no se excluye que diversos pueblos de la Antiguedad hayan cons- mos. La cabcza es el microcosmos por excelencia, el cuerpo y sus miem-
truido por separado teorías análogas, como la del manas en la India o la bros son un apéndice o, como dice e1 propio Platón, el cuerpo es un ser-
del he.gerllonikon en Grecia. ' vidor subalterno. En el Timeo (44d) recalca que el alma reside en la cabeza
Puesto que no podríamos negar a las emociones su carácter concreto, exactamente del mismo modo que el alma del mundo reside en el cos-
tampoco sabríamos discutir la existencia de un lugar donde se manifies- mos esférico»l1. Y más adelante (90a) añade: «Pues somos una planta que
tan, un lugar que corresponde más o menos a la localización anatómica no es terrestre, sino celeste. Y, en efecto, es desde arriba, desde la parte
" del corazón. En csta localización debe residir la explicación antropológi- donde tuvo lugar el nacimiento primitivo del alma, desde donde Dios
cadel génesis del organismo sutil llamado corazón, cuya antiguedad de-
\1- f colgó nuestra cabeza, que es como nuestra raíz y, de este modo, dio al
be sern1ucho más vcnerable que la del descubrimiento del órgano ana-, cuerpo entero la posición erecta»12. Y es dcbido a esta polarización onto-
tómico qU(~ responde al mismo nombre. lógica expresada en términos relativos al espacio (<<alto»vcrsus «bajo»), que
En t~nto que pantalla de proyección de las fantasmagorías internas, el es al mismo tiempo una polarización moral (<<bien»versus «mal» ), por lo
«corazóm debió de obsesionar nmy tempranamente al espíritu humano. que Platón postula la doctrina de un alma tripartita, a la que correspon-

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de la tripartición del cuerpo humano en «cabeza» (alma racional), «pe- lujo que se permitirá será el de algunas cucharadas de azúcar blanco y el
cho» o «corazóm (alma irracional) y «vientre) (alma apetitiva) (Tim., 69b de un vaso de buen vino, aunque si nos fijamos atentamente descubrire-
y ss.). Subordinado totalmente a la «cabeza), el «corazón» es, en Platón, mos que en realidad está mezclado con un polvo insoluble, en el que po-
la morada de las emociones, pero no constituye el órgano visionario por dríamos reconocer una amatista triturada, que le procurará a buen segu-
excelencia, pues éste se atribuye, de forma un tanto sorprendente, al hí- ro los favores de Venus. Veremos que su casa está tan limpia como sus
gado13• Hay que llegar hasta los estoicos para que las relaciones entre «ca- ropas y que nuestro teúrgo se lava sistemáticamente una o dos veces al día,
bez;v) y «corazóm) sean planteadas de una nueva forma, y para que las vir- a diferencia de la mayoría de sus conciudadanos, que no debían de seguir
tudes sean asociadas a la «pureza del corazóm. La magia del Renacimiento estas buenas costumbres.
es todavía deudora de esta concepción, haciendo de la «limpieza del co- No resulta sorprendente que este individuo tan atento en no moles-
razóm una de sus principales ocupaciones. tar a nadie y que, además, es limpio como un gato, no incurriera en la
cólera de ninguna autoridad, ni laica ni religiosa. Fue tolerado a la me-
Con el concepto «teúrgia» designamos a veces las purificaciones cuya dida de su propia tolerancia, más bien indiferencia, respecto a sus cofra-
finalidad es la de restituir al pneuma su transparencia, su tenuidad, su fle- des menos evolucionados, cuyo pneuma nunca estuvo tan transparente
xibilidad y su dureza originales. como el suyo.
La figura del teúrgo de Ficino, del practicante de la magia intrasubje-
tiva, no hacía nada que fuera contrario a las costumbres de la época. Le- 2. Magia intersubjctiva
jos de llamar a los espíritus de los difuntos a manifestarse, como el nigro- La magia intrasubjetiva constituye únicamente un caso especial del
mante descrito por Benvenuto Cellini, lejos también de volar por los aires circuito mágico intersubjetivo, que funciona según el principio de la
y de embrujar a los hombres y a los animales como las brujas tradiciona- continuidad del pneuma universal.
les, lejos incluso de dedicarse, como Camelia Agrippa, a la pirotécnica El enunciado de este principio cambia muy poco desde Sinesio hasta
o, como el abad Trithemius, a la criptografía, el mago de Ficino es un Ficino, Escuchemos a éste último:
personaje inofensivo, cuyos hábitos no tienen nada de reprensible o de «Nadie debe creer que, mediante la utilización de ciertas materias del
chocante a ojos de un buen cristiano. mundo, se atrae a la presencia de entidades numinosas que se desprenden
Se tiene la certeza de que si vas a visitarle -a menos que él no consi- al instante, Por el contrario, lo que se atrae son los demonios o, pre-
dere nuestra compañía poco recomendable, lo que es bastante posible- ferentemente {potiusj, los dones del mundo animado y. de las estrellas vi-
nos propondrá salir para acompañarle en su paseo cotidiano. Nos con- vas. Que tampoco se crea en la posibilidad de hechizar {al/icij el alma me-
ducirá furtivamente, para evitar encuentros indeseables, hasta un jardín diante fórmulas materiales. Pues es ella misma [el alma universal] la que
encantado, lugar agradable donde la luz del sol, en el aire fresco, sólo al- fabrica los cebos {I:scasj que le convienen y a través de los cuales se pue-
canza los perfumes de las flores y las ondas pneumáticas emanadas por el de hechizar, y vive ahí siempre gustosa. Pues no hay nada en el mundo
canto de los pájaros. Nuestro teúrgo, envuelto en su vestido de lana blan- vivo que sea tan deforme que no posea alma y, paralelamente, sus dones.
ca de una limpieza ejcmplar, empezará quizás a inspirar y a espirar el ai- Zoroastro llamó a estas correspondencias de las formas con las razones del
re rítmicamente, luego, tras descubrir una nube, volverá inquieto a su casa, alma universal por la fórmula de "cebos divinos" {dil1itlas il/iccs), y Sinesio
por miedo a resfi·iarse. Se pondrá a tocar la lira para atraerse la influencia igualmente confirmó su carácter de encantamientos mágicos [illagicas illc-
helH::fica de Apolo y de las otras Gracias celestes, y después se sentará an- ccbras{) (Vita coc/., 1). «Algunos afirman que la magia es [una técnica que
(l' lIna comida frugal en la que, junto a algunas verduras cocidas y unas pe~mite] que los hombrcs atraigan) cn ticmpos adcCllados, a las prcsencias celcs-
11< )j:ls de ensalada, consumirá dos corazones de gallo para fortalecer su pro- tes, a tral1és dc cosas inferiores que corrcspolldC/1 a las cosas superiorcs [ ... ]» (ibid.,
I,i,) corazón, Y unos sesos de cordero para fortalecer su cerebro. El único xv).

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Estos dos pasajes requieren varias aclaraciones. diversas categorías de demonios, seres pneumáticos de entre-mundos.
Ficin¿ afirma que el alma universal es en sí misma la fuente de toda Nos queda por definir aquí los «dones del mundo animado» y los «dones
magia, pues, en su libertad, eligió crear estas correspondencias entre el de las estrenas vivas».
mundo superior y el mundo inferior. En virtud de este principio, hay Los «dones del mundo animado» son recipientes naturales del pneu-
ciertos objetos con los cuales es posible invocar a las presencias superio- ma que tienen la propiedad de nutrir el espíritu humano, en virtud de la
res, y la tradición le ha dado el nombre de cebos, incentivos, reclamos, ley de solidaridad pneumática de las partes del universo.
encantamientos, seducciones, etc. (así es como podenlOs traducir las pala- «Podemos incorporar cada vez más quinta cssel1tia si sabemos aisJarla de
bras esea, illex, illeeebra). En su bondad, la misma alma ha creado la posi- los compuestos alimenticios de los que forma parte o utilizando con fre-
bilidad de ponerse en manos, en ciertas circunstancias, del hombre sabio cuencia bs cosas que abundan, sobre todo en espíritu, de un alto grado
qVe conoce el empleo de estos objetos. La naturaleza existe para que el de pureza, como el vino noble, el azÚcar, el bálsamo, el oro, las piedras
hombre disponga de ella: es como si el mismo pez, por deseo de nutrir preciosas, el mirobálano, las esencias que tienen los perfumes más suaves
al hombre, le enseí'iara a. fabricar el anzuelo. y las cosas relucientes» (Vita coe!., 1). «Así mismo, mediante el uso fre-
La definición de la magia en Ficino es concisa y clara: las operaciones cuente de plantas y de otras cosas vivas, es posible absorber mucho espí-
,mágicas tienen como finalidad la obtención de efectos alejados por cau- ritu cósmico l...]» (ibid., XI). «Si queremos que un alimento se apodere
sas inmediatas, en particular la acción sobre las cosas superiores de bs co- antes que otros de la forma del cerebro Irapiat prae eeterisforma1l1 eerebri tlIi:
sa~ inferiores que les sorresponden (p'ér iriferiora collsclltallca) y que sirven para ,decir que hay influencia sobre el cerebro, cte.,], del hígado o del es-
de «cebos» (csea, illíec.\~ illeecbrae), «atrayéndolos» (allíCl) en los momentos tómago, hay que comer tanto cerebro como podamos, hígado o estÓn¡a-
oportunos (te¡;¡porilms opportll1lis). ' go de animales que no difieran de la naturaleza humana» (probablemente
Se trata, más concretamente, de un mecanismo transitivo que, al prin- los mamíferos, pero no de un modo exclusivo) (¡'bid., 1).
cipio, pone en movÚhiento causas fisicas para obtener efectos hipe¡:físi- Pero la parte principal del opÚsculo ficiniano está dedicada a la des-
\{1 coso A s'u vez, los efectos se transforman en nuevas causas, que producen cripción de los (,dones de las estrellas vivas» (n1lmera stellarum vivelltium).
nuevos efectos de orden fisico. Nos limitaremos aquí a exponer los principios fundamentales de la astro-
Para hacernos una idea clara de estas operaciones, será necesario ana- magia, sin entrar en las cuestiones de detane.
lizar el significado de los tres componentes que constituyen la actividad Los astrÓlogos, llamados por Ficino, por respeto a la tradiciÓn, «filó-
,"1' de «seducción» (alliCl) mágica: bs presencias superiores (superiora), las co- sofos platónicos», han erigido figuras celestes universale? que, en su con-
I!, sas inferiores ql;e les corresponden o que «simpatizam con ellas (ír!feriora junto, contienen las especies de todas las cosas inferiores. Hay doce sig-
I j:ironscntanea) o los «cebos» (eseae, íl/iees, illeeebrae) y los momentos oportu- nos y treinta y seis decanatos en el zodiaco, lo que da un total de cuarenta
" """;10S (tcmpora opportuna). y ocho universales figurae, a las que se añaden además trescientas sesenta,
segÚn el nÚmero de grados del círculo zodiacal (¡'bid., 1). Estas .figurae
Presencias superiores constituyen el lugar donde circulan los siete planetas, que forman entre
¡ «l···] lo q~e se, atrae son los demonios o, preferentemente, los dones enos distintos aspectos. Los «dones de las estrellas vivas» son propiedades
del mundo animado y de las estrellas vivas» (sed dae1110nespotius anil1latiquc de los planetas segÚn sus respectivas posiciones, es decir, segÚn los «tiem-
mundi numera stcllarul1lque viventium), nos dice Ficino en el primer capítu- pos adecuados» (tempora opportuna).
lo de/su tratado De' /Jita eoelitus comparanda. 'Fórmula sintética, pero ex- En el cuerpo humano, que es una imagen del cosmos físico, cada uno
haustiva'; para describir el tipo de auxiliares de los que el mago piensa dis- de .los ~iete planetas tiene una zona de influencia particular. Estas corres-
poner. pondencias se denominan melotesia astral y constituyen el nÚcleo de la
El próximo capítulo de este libro estará dedicado, en gran parte, a las doctrina expuesta en la Iatromatemática atribuida a Hermes Trimegistol4:

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Soli oculus dexter, Lunae sinister. son maléficos, mientras que Mercurio se inclina tanto hacia uno como
Saturno auditus, auresque, Iovi cerebrum. hacia e! otro grupo. ¿CÓmo es posible atraer hacia el pneuma individual
CruoY, san,,?uisque Marti, Véneri olfactus, ,,?ustusque. las cualidades de los planetas benéficos?
Mercurio lin2.lIa, et gU/guliO'5. «Si quiere..s que tu cuerpo y que tu espíritu se impregnen de las cua-
lidades de uno de los miembros del cosmos [la palabra membrum signifi-
Éste es el principio teÓrico de la construcciÓn de los homines phleboto- ca, en Ficino, «Órgano»], por ejemplo del Sol, busca las cosas que son por
mici o de las imágenes que muestran exactamente la influencia de los pla- excelencia solares entre los metales y las piedras, y también entre las plan-
netas, de los signos y los decanatos sobre e! cuerpo humano. En realidad, tas, y además entre los animales y sobre todo entre los hombres. [Sigue
puesto que planetas, signos y decanatos forman unas combinaciones a una lista de metales, piedras, plantas, animales y hombres solares.] Asi-
veces m\JY complicadas, casi para cada posiciÓn planetaria, hay que re- mismo, si quieres impregnar tu cuerpo de la virtud de jÚpiter, desplaza tu
dactar una nueva lista de correspondencias y construir un nuevo hombre cuerpo al día y la hora de jÚpiter, bajo e! dominio de jÚpiter, y sírvete,
flebotÓmico'('. LoS remedios de la iatromatemática dependen enteramen- de entre todas las cosas, de aquellas que pertenecen a jÚpiter. [Sigue la lis-.
te de la redacciÓn exacta de esta figuras para determinar, segÚn los pla- ta.] En cuanto a las cualidades de Venus, éstas se atraen a través de las tÓr-
netas y los signos que gobiernan en tal momento tal parte del cuerpo, el tolas, las palomas y los aguzanieves, e igualmente por medio de otras co-
empleo de las plantas medicinales adecuadas. «Para conocer Ia suerte de sas que e! pudor nos impide revelan> (Vita cocl., 1)211.
un enfermo y para curarle, se continúan utilizando extrañas máquinas SegÚn el tipo de actividad que se trata de estimular, todos los planetas
de calcular, que se basan en los datos astrolÓgicos; C01110,por ejemplo, la son igualmente importantes: Saturno domina la alta filosofia y el ocultis-
"esfera de Petosiris", inventada, según HolI, durante e! siglo 1 de nuestra mo, jÚpiter la filosofia natural y la política, Marte los ccrtamina viriles, el
era. Para curarle, hay que recordar que, siguiendo e! principio griego de Sol y Mercurio la elocuencia, la música y la gloria, Venus las fiestas y la
Ia me!otesia, su anatomía y su fisiología están gobernadas por Ias estrellas: Luna la alimentaciÓn (íbíd., I1). La influencia de los planetas sobre las par-
cada signo de! zodÍaco gobierna una parte de! cuerpo; cada planeta reina tes de nuestro cuerpo determina el tipo de remedios astrolÓgicos que es
sobre un Órgano. Un cirujano no podrá operar un miembro enfermo si la necesario administrar segÚn el caso (íbíd., IV). La farmacología es, por lo
Luna está en e! signo del zodÍaco correspondiente a este miembro, pues demás, una de las ramas más importantes de la magia (íbíd., XI, XIII, XV).
Ia humedad del planeta determinaría inmediatamente las más graves Para resumir todo esto en una fÓrmula concisa: Res naturales otqlle etíom
complicaciones» 1). artificiosoe habent llírtutes o stcllís OCctlltos:per quas spirítlffll lIostnml stellís eís-
En el quinto capítulo de su De vita coelitus comparanda, Ficino descri- dcm cxpolmt [Las cosas naturales, así como las cosas artifiCIales, tienen cua-
be la doctrina de la me!otesia astral, y se ocupa del principio del hombre lidades ocultas que les confieren las estrellas: por estas cosas, nuestro es-
flebotÓmico en los capítulos sexto y décimo del mismo opúsculo; a pe- píritu atrae hacia él la influencia de las estrellas respec6vas] (íbid., XII). 1,\

sar de que no entra en detalles'K• Si comparamos e! espacio que él le re-


serva con las sabias construcciones de un auténtico iatromatemático co- Los cebos
mo johannes de Hasfurt'", podemos deducir que allí se trata de un tema El objetivo de la magia pneumática de Ficino consiste en mejorar las
marginal, si bien indispensable, dentro del conjunto de la magia de Fici- condiciones espirituales, fisicas, psíquicas y sociales del mismo operador
no. En efecto, lo que más le preocupa no es la curaciÓn de las enferme- y de su cliente. La teÚrgia y la medicina son las ac6vidades principales del
dades del cuerpo, sino la purificaciÓn de! espíritu y el provecho espiritual mago. Las plantas, las piedras, los metales y otras diversas sustancias utili-
que el practicante puede obtener de la posiciÓn de los astros. zad.as segÚn la posiciÓn de los planetas en el zodíaco éjercen una influen-
Recordemos que tres de los siete planetas, llamados por Ficino «las cia positiva en el espíritu del teÚrgo o en el estado de salud de un enfer-
Tres Gracias» (el Sol, jÚpiter y Venus), son benéficos. Marte y Saturno mo. Los aITlUletos, los talismanes y las imágenes pueden tener,_segÚn el

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caso, un efecto profiláctico o curativo. No hay que decir que los mismos grado de complejidad que varía segÚn el caso. Desde los más simples (cap.
remedios se pueden emplear para obtener resultados de orden distinto: el IV, VI, XV) hasta los más sofisticados (cap. XVIII), todos responden al mis-
éxito social, la facilidad para aprender o ejercer una profesión, la armo- mo principio que ha sido enunciado más arriba. Bastará ofrecer un ejem-
nía en las relaciones intersubjetivas, etc. Podemos imaginar fácilmente plo:
que, para toda empresa, exista una posición favorable de las estrellas y un
medio para utilizada. Por lo que respecta al propio Ficino, su principal Para conseguir una larga vida, f:1bricaban la imagen del viejo Saturno en pie-
interés está dirigido hacia la teÚrgia y la iatromatemática. dra de phcyrizcch, o sea, zafiro22, a la hora de Saturno, en posición ascendente y
El arsenal de la magia está formado por una serie de sustancias que se en aspectos h1vorables con el resto del cielo. La forma era: un viejo sentado so-
encuentran en una relación determinada con los astros. Su uso puede ser bre un trono elevado o sobre un dragón, con la cabeza cubierta con una tela de
directo o indirecto. En el primer caso, se trata de pociones o de talisma- lino de color oscuro, el brazo levantado, con una relinga o peces en la mano,
nes simples. En el segundo, se trata de objetos más complejos, fabricados vestido con una tÚnica también oscura (cap. XVIII).
segÚn los «tiempos adecuados» para almacenar la influencia benéfica de
una cierta configuración de la carta celeste. «Se atribuye una virtud a ve- Imágenes de este tipo son, en su mayor parte, tomadas del Picatrix.
ces maravillosa a las imágenes astrológicas hechas de metales y de piedras» Responden a los planetas y a las entidades personificadas del zodÍaco (sig-
(Vita cocl., XII). El uso de los talismanes no contraviene al libre arbitrio. nos, decanatos, grados), cuya invención el Picatrix atribuye a los Indios2.1.
«Alberto Magno dice en su Spewllllll que no se fuerza el libre arbitrio me- Un ejemplo será suficiente para mostrar las afinidades entre los dos tipos
diante la elección de una hora propicia, sino más bien que, si menospre- de representación: «En la primera cara de Aries sube un hombre con los
ciamos la elección de la hora favorable al principio de las grandes em- ojos enrojecidos, una barba grande y larga, envuelto en un ropaje de li-
presas, entonces no damos ninguna prueba de libertad: por el contrario, no blanco, haciendo grandes gestos al andar, c6iido con un chal rojo so-
no hacemos más que precipitar el libre arbitrio» (ibid.). «Ptolomeo dice bre un vestido rojo, erguido y apoyándose en un solo pie, como si mira-
en su Centiloqllil/lIl que las imágenes de las cosas inferiores están expues- ra lo que está delante de él»2".
tas a muchas influencias celestes. Ésta es la razón por la que los sabios an- Sin duda, se suponía que estas descripciones estaban impresas en la
tiguos estaban habituados a fabricar ciertas imágenes cuando los planetas fantasía del operador, cuando éste dirigía sus plegarias a los planetas. Las
entraban en figuras celestes cuya configuración era casi el modelo de las «oraciones planetarias» del Picatrix contienen, por lo demás, una enume-
cosas terrestres» (ibid., XIII)"'. ración de las cualidades atribuidas a los astros respectiv9s, que el opera-
No queremos entrar en la doctrina de las imágenes, que Ficino expo- dor pronunciaba, muy probablemente, con los ojos fijos en la imagen in-
ne a partir de fuentes herméticas, neoplatónicas y árabes. Ya sabemos que terior de la divinidad sideral: «¡Oh maestro de nombre sublime y de gran
cada planeta está relacionado, en la tierra, con toda una serie de cosas potencia, maestro supremo, oh maestro Saturno, tÚ, el Frío, el Estéril, el
(ibid., XIV, XV). Éstas son la materia prima para la fabricación de los ta- Triste y el Pernicioso; tÚ que tienes la vida sincera y la palabra verdade-
lismanes astrológicos. En cualquier caso, Ficino les atribuye unas cualida- ra, tÚ el Sabio y el Solitario,. tÚ el Impenetrable; tÚ que cumples tus pro-
des inferiores a las de los remedios y ungiientos (ibid., XV, adfinelll). mesas; tÚ que estás débil y cansado, tÚ que tienes más preocupaciones que
nadie, tÚ que no conoces placer ni gozo; astuto anciano, que sabes todos
Los momentos oportunos los artificios, tÚ que eres engañoso, sabio y sensato, que aportas ]a pros-
Los te/l/poYa opportl/na para coger una planta o para confeccionar una peridad o ]a ruina, y que haces a los hombres felices o desgraciados! Yo
poción o un talismán dependen enteramente de la posición de los plane- te conjuro, oh Padre Supremo, por tu gran benevolencia y tu generosa
tas en el zodÍaco y en las «casas» celestes (a propósito de las «casas», ver boi1dad, haz por mí esto y aquello [... )>>25.
Apéndice 1). Los preparativos de estas operaciones astrológicas tienen un Es f:-lci]imaginar que las relaciones entre la magia propiamente dicha,

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el arte de la memoria y la glíptica debían de ser estrechas. Se considera-
ba que los talismanes represaban entidades personificadas del zodíaco que
el operador había memorizado e impreso en su fantasía para hacer uso de
ellas a todos los efectos. Cada invocación de estas entidades debía ir
acompañada por su visualización instantánea. Dotadas de una existencia
Capítulo VII
autónoma y apareciendo realmente en el aparato pneumático del mago
La demonomagia
preparado, estos personajes extraños no son, en el fondo, otra cosa sino
los famosos demonios que habitan todas las zonas del cosmos.

1. Algunas nociones de demonología


¿Quién no conoce esas cohortes de demonios del cristianismo, cuya
actividad más benigna consistía en ejecutar continuamente los dictados de
la naturaleza (sueño, hambre, deseo erótico) sobre quienes tenían el or-
gullo de creerse por encima de ella? Sin duda, los demonios eran igual-
mente capaces de producir fenómenos cinéticos alarmantes, que estuvie-
ron a punto de acabar con más de un santo y que no se reducían a simples
alucinaciones.
El arte de la Edad Media y del Renacimiento les atribuye las formas
más extrailas y repugnantes, calcadas a las del mundo animal: desde cole-
ópteros a decápodos braquiÓpodos, de las holoturias rastreras a los batra-
cios, del pez oxirrinco a los saurios acorazados, sin olvidar los ofidios, los
quirópteros e incluso los reptiles aviarios, que anticipan de algÚn modo
los descubrimientos de la paleontología 1.
Los discípulos de los Oráwfos Cafdcos eran capaces de hacer aparecer
entidades numinosas, en particular a la diosa Hécate y ;,¡ las almas de hé~
roes griegos y de filósofos célebres como Platón.
La invocaciÓn a los dioses estaba a menudo seguida de su manifesta-
ción (autophanciaP. La aparición de Hécate es muy característica: «Des-
pués de esta invocación, contemplarás o bien un fuego que, como un ni-
i10, se dirige saltando hacia la masa del aire; o bien un fuego sin forma de
donde emana una voz; o una luz abundante que se enrosca alrededor de
la tierra con zumbidos; o uncabal10 más resplandeciente que la luz; o
también un nií10 montado sobre el rápido lomo de un caballo, ilumina-
do, o cubierto de oro, o por el contrario desnudo, o también, con el ar-
co. en la mano, de pie sobre ellomo»J.
En sus prácticas mágicas, los teÚrgos utilizaban con frecuencia un dis-
co de oro (strophalos) incrustado de caracteres místicos y con un zafiro en

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el centro. Se podía hacer girar con la ayuda de una tira de cuero, mien- Jámblico, distinguían entre dos clases de demonios: los que residían per-
tras el teúrgo pronunciaba fórmulas mágicas y, de vez en cuando, lanza- manentemente en las zonas supraterrestres y las almas humanas desencar-
ba sonidos inarticulados imitando los gritos de los animales para ahuyen- nadas que se transformaban en demonios durante mil ai10s, para después
volver al ciclo de la metensomatosis.
tar a los malo~ espíritus. El instrumento, utilizado todavía por Prodo, uno
de los últimos neoplatónicos, se llamaba Iynx, por el nombre de una es- La naturaJeza (phisis), es decir, la zona sublunar, estaba poblada de de-
monios aéreos, acuáticos y terrestres, que provocaban las calamidades cós-
pecie de pájaro de fuego que supuestamente transportaba mensajes entre
el mundo intelectual y el mundo sensible<. Con la ayuda de un 1ynx, Pro- micas y las pasiones individuales. Tenían formas animales -preferible-
do era capaz de producir la lluvia, como el creador de los OráCIIlos, Julián mente la de los perros: «Del seno de la ticrra saltan perros ctónicos, que
el Caldeo, que presumía de haberlo hecho en el aiio 174, cuando parti- jamás muestran signo verídico a un mortal»-x. El jefe de los malos de-
monios era Hades, cuyas cohortes infernales se intentaban derrotar me-
cipaba como soldado en una campai1a de Marco Aurelio. (Desgraciada-
mente, es dificil establecer con precisión quién fue el autor del prodigio, diante sacrificios de piedras (como Ja piedra 11I1li:?:ouris) y dc plantas, las
mismas que servían para Ja purificación del vehículo del alma. Se utiliza-
puesto que los combatientes cristianos de la Legión fulminada, el partido
ban igualmente amuletos, fiJacte;'ias y estatuillas apotropaicas, y se aleja-
pagano y un mago egipcio anónimo se disputan elmérit05.)
En todo caso, el disco de los teúrgos estaba sembrado de caracteres má- ban a los espíritus malos haciendo resonar instrumentos de brOllce".
Todas Jas fuentes principales de la demonología neoplatónica fueron
gicos -los mismos reaparecen en los talismanes caldeos- que representan,
traducidas por Marsilio Ficino al latín. Tratados de Porfirio (Sobre los sa-
probablemente en forma gráfica, los mismos símbolos que, habiendo sido
cr{ficios, los dioses)' los delllollios, Opera, JI, pág. 1.934 Y ss.), de Jámblico (So-
«sembrados» por el intelecto supremo en el mundo, podían igualmente ser
bre los lIIisterios de Egipto, 11, pág. 1.S73 y ss.), de Proclo (Sobrc el a/llla )' el
pronunciados en fórmulas solemnes (.~Yllthélllal'. En ciertos casos, se con-
dCIIIOllio, fi'agmento del comentario procliano al Alcibíadcs 1, 11, pág. l. 90S
sideraba que estas figuras reproducían el charaeta inscrito «en el corazón»,
es decir, en el alma humana, consistente en una combinación de semicír- y ss.; Sobre el sacrificio )' /a magia, pág. 1.928 Y ss.) Y de Miguel Pselo (So-
brc los dCIIIOllios, JI, pág. 1.939 Y ss.).
culos y de la letra griega X. Muchos héroes griegos tenían un diagrama
Porfirio nos informa de que, segÚn Platón, hay una multitud de de-
psíquico y un nombre místico que pcrmitían ser conjurados por los teúr-
monios, algunos de los cuales reciben un culto pÚblico igual al de los dio-
gos. Miguel Pselo, el platónico bizantino, explica que Julián el Caldeo ha-
bría invocado al alma de Platón y le habría formulado numerosas pregun- ses, y otros un culto secreto. Además, también hay otros, ignorados por
los hombres, 'que pueden vengarse ['ícilmente.
tas. Según Hans Lewy, uno de los más autorizados intérpretes de los
OráCllfos, el alma de Platón debió de aparecer como una figura geométri-
¿Qué se necesita para atraer los favores de los demonios? Piedras y sa-
ca luminosa. La idea segÚn la cual el alma humana está hecha de semicír- crificios, que se revelan extremadamente Útiles, puesto que los demonios
buenos, que residen en las alturas del espacio sublunar, pueden conce-
culos y del carácter X, deriva del Timeo platónico (34b, 36b), donde el al-
lila cósmica se describe como aquélla compuesta por dos ejes dispuestos dernos beneficios en toda la esfera de la naturaleza y de la existencia so-
('11 forma de X, doblegados en semicírculo y unidos p'or las puntas. Los cial. Por lo que respecta a los demonios malos, que residen cerca de la
'Tistianos, segÚn el testimonio de Justino el Mártir, sostenían que esta fi- tierra, es necesario obtener por lo menos su indiferencia, puesto que su
acción puede ser extremadamente perniciosa cuando están enfurecidos.
1',lIraimitaba la cruz de la serpiente de bronce de Moisés (Nm 21, 9r·
11Into a los dioses, los héroes y los grandes personajes como Platón, En efecto, están dotados de un cuerpo espiritual que es mortal y nece-
sita ser alimentado. Cuando están contrariados, no retroceden ante nin-
I¡,¡\,i:¡ otras entidades que, segÚn los caldeas, poblaban el mundo sobre-
II,tllll,l\' haciéndose a veces visibles alojo humano. Se trataba de los de- guna maldad y provocan pasiones funestas en la fantasía humana, y tam-
bién fenómenos fisicos como los terremotos o Ja destrucción de las
111"1111\5, que podían ser buenos o malos. Los platónicos Plutarco de Que-
1 "",",\ Y Apuleyo de Madaura, así como los neoplatónicos Porfirio y cosechas. ¿De qué se alimentan? Puesto que su cuerpo es una especie de

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vapor, se deleitan con el olor de la carne, de las fumigaciones y de la san- rarquía de estos seres. En particular, los principados actÚan con autoridad
gre.Ésta es 1a razón por la que acuden en masa a los lugares de los sa- y fuerza, mientras que los príncipes emplean un énfasis que sobrepasa el
crificios de anima1es.i.El hombre sabio, que sabe que aJJí donde hay car- efecto real de sus posibilidades.
ne sangrante hay también demonios malos, preferirá el régimen vegetal Las manifestaciones de los dioses ocupan el cielo entero y los morta-
al régimen carnívoro, imitando en esto la proverbial sobriedad de los les no pueden soportar su visión luminosa. Los arcángeles ocupan sólo
esemos. una parte del mundo, son muy resplandecientes y JJevan símbolos. Los
Jámblico nos proporciona informaciones todavía más preciosas sobre ángeles son menores y menos briJJantes. La forma de los demonios es más
los seres supraterrestres, a los que divide en varias clases: arriba están los reducida y perceptible y la luz que emana de ellos es más soportable. Los
dioses hipercelestes y las almas de los astros o dioses celestes; siguen los héroes tienen unas dimensiones menos imponentes y el aspecto magná-
arcángeles, los ángeles, .los demonios, los principados, los hérocs, los príll- nimo; los principados son muy grandes; los príncipes son engreídos,
cipes y las alnlas humanas desencarnadas '0. soberbios e insolentes, las almas son desiguales por lo que respecta a sus
El oficio de los demonios consiste en situar las almas dcntro ele los ClIl'!'- dimensiones, pero más pequ6ias que los héroes.
pos terrestres; por el contrario, el de los héroes consiste cn vivific:lr, C()II Del mismo modo hay demonios malos. Es verdad, nos dice Proclo,
ceder la razón, vigilar el rebaílo de las almas y libcrarlas de SIISl'lll'I'JH)S, que los héroes, los demonios y los ángeles son seres superiores que se
Hay que destacaí' del texto de Jámblico el hecho de qllc II()S illl()l'Illl' benefician de la visión de la belleza inteligible. Pero existen también de-
acerca de que «todas bs presencias superiores pucdcn scr illvocld:ls y :1/1a- monios malos, y éstos son tanto más peligrosos si pueden manifestarse
recer bajo aspectos variables», segÚn su categoría. Elllcopl:ll(')lIico se apli- b;~o la apariencia de demonios benéficos, para confundir al sacrificador
ca en describir minuciosamente las manifcstaciollcs de los seres de lo in- (I1, págs. 1.909-1.910).
visible. Los dioscs, los arc~ngeles y los ángeles liellen aspectos simples y Los magos, puesto que conocen las cualidades y los poderes de los
uniformes. Los demonios, los principados, los héroes y las almas huma- demonios, a los que pueden invocar con la ayuda de sustancias natura-
nas ticnen apariencias variadas y complejas. Las impresiones que produ- les, tienen la facultad de interrogarles sobre las clases de divinidades su-
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cen estas apariciones son igualmente distintas: los dioses son majestuosos periores. En parte, los demonios gozan de un conocimiento directo de I
y protectores, los arcángeles son terribles pero tiernos, los ángeles son los dioses y pueden transmitido a sus discípulos. ¡Qué suerte para un
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suaves, los demonios producen horror, los héroes inspiran menos venera- mago tener acceso a las divinidades, con los demonios como interme- )/

ción que eJJos, los principados son luminosos, los príncipes son pernicio- diarios! (11, pág. 1.929).
sos y hostiles, y las almas se parecen a los héroes. Los neoplatónicos distinguían los demonios benéficos, que habitan las
Las apariciones de dioses, arcángeles y ángeles no producen ningÚn ti- zonas superiores del aire, de los demonios maléficos, que habitan cerca
po de alboroto. Los demo~)ios, en cambio, perturban el orden e inspiran de la tierra. Para el platónico cristiano Miguel Pselo, todos los demonios
terror. Los principados son majestuosos y estáticos; en cambio los héroes son malos. Como los ángeles, disponen de un cuerpo pneumático muy
sqn dinámicos y presurosos. Los príncipes hacen ruido. Las almas se pa- tenue. Pero, mientras que el cuerpo de los ángeles es resplandeciente, el
re'~en a los dioses, pero tienen menos orden y estabilidad. cuerpo de los demonios está oscurecido. ,1
"

Los dioses, arcángeles y ángeles poseen una beJJeza maravillosa e in- Pselo nos dice que ha sido instruido en la doctrina, bastante extra- I

comparable. -Los demonios son beJJos en su esencia, los héroes en la ex- ña, de los demonios por el solitario Marcos de Queronea. Éste sostie-
l)resi6n de su coraje, los principados tienen la beJJeza como cualidad ne que los demonios son capaces de emitir el semen y de nacer en cuer-
principal, mientras que la belleza de los príncipes es artificial y elabora- pos de animales. Están provistos de miembros y, puesto que se
d:!. Las almas participan de la beJJeza demoníaca y heroica. alimentan, también excretan. Sus alimentos son el espíritu y los humo-
La rapidez y eficacia de sus respectivas acciones disminuye segÚn la je- res, que inhalan y absorben como esponjas. Marcos, el especialista en

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demonología, conoce muchos tipos de demonios, ya que su multitud es gendrar, aunque los tratados semi-oficiales, como el 1\;fallells lIIa/~ficarlllll
asombrosa: «todo el aire por encima y alrededor de nosotros, toda la tie- aparecido en 1486 y la suma del jesuita De1 Rio de fina1es del siglo XVI,
rra, el mar y las entrai1as de la tierra están l1enas de demonios» (11, pág. comparten esta idea.
1.940). Hay seis categorías: los que viven en e1 fuego que limita con la Tal vez Ja opinión más extendida, expuesta por el inquisidor de
zona superior dd aire (<<queen lengua bárbara se 11aman Lelillreoll, que Carcasona, lean Vineti, en su Tratado colltra los qlle invocan a los de1110nios
(ra. 1450), considera que los demonios son transexuaJes. 'Funcionan co-
significa "ígneos"»), los demonios sublunares; los demonios aéreos, te-
rrestres, acuáticos, subterráneos, y una Última especie constituida por mo sÚcubos con e1 hombre, recogen el esperma y posteriormente lo de-
los «que huyen de la luz, invisib1es, completamente tenebrosos, que positan en la vagina de la mujer, con Ja que actÚan como íncubos 11.Se
trata de una postura moderada, compartida, entre otros, por el padre Al-
provocan violentamente Ja destrucción mediante pasiones frías» (JI, pág.
1.941). Aunque todos estos demonios son maléficos, las tres Últimas ca- fonso da Spina en su Fortalitill111 .fidei compuesto hacia 1460. SegÚn Da
tegorías resu1tan particularmente pc1igrosas. En efecto, la acción de los Spina, las religiosas que tienen comercio con los íncubos se despiertan
«manchadas como si hubieran hecho el amor con un hombre»12.
demonios sublunares, aéreos y terrestres es exc1usivamente espiritual,
mientras que la acción de los otros puede ser directamente materia1. Los Pierre Naudé, autor de una Dérlalllatioll colltre l' Errellr cxérrablc dcs iVIl1-
I~ficicrs, Sorders [ ... ] a re qllc rerhcrr/¡e ct Plll1itioll d'ircitx soit.F1irte (París 1578)
primeros se limitan «a depravar el alma mediante fantasías y cogitacio-
nes» (en particular, los aéreos y los terrestres provocan las fantasías eró- está convencido de que casi todas Jas brujas tienen íncubos y los brujos
ticas). Todo esto es fácil de explicar, puesto que los demonios, cuya sÚcubos, así como de que comercian con los cadáveres animados por sus
esencia es pneumática, pueden asumir todas las formas y colores que diablos f:m1Íliares13.lean I30din nos informa, en su Dé11101l0111111/ie dcs Sor-
ciC1:~ (París 1580) de que los sÚcubos se llaman, en Valois y Picardia, cor/¡c-
quieran, mostrándose al espíritu humano bajo apariencias engai1osas.
«Adoptando estas formas, nos inspiran muchas acciones y decisiones y /llares [rallrhe11111r: pesadi11a]14.

nos sugieren muchos consejos. Suscitan en nosotros el recuerdo de vo- ]ordanes de Bergamo (Qllaestio de Strigis, manuscrito, ra, 1470) cuenta
luptuosidades pasadas y estimulan frecuentemente, durante el estado de que e1 obispo de Verona, el célebre humanista Ermolao Barbaro, le había
vigilia o de suei1o, simulacros de pasiones; excitándonos inc1uso en la explicldo el caso de un hombre que durante quince ailos tuvo un sÚcu-
zona inguinal y provocándonos, prestan sus cuerpos a acoplamientos bo como amante1'. Historias de este tipo abundan en los escritos de bru-
malsanos, sobre todo si nosotros nos dejamos 11evar por nuestros propios jería.
humores calientes y hÚmedos» (ibid.). ]ohannes Henricus Pott, cuando escribe, a finales dd siglo XVII Oena
1689) su Spcci111ell Jllridirllll1 dc N~fal1do Lall1iar/lll1 {/I1I1 Diabolo Coitll, ill qllo
2. Los demonios y el eras abstmsissill1a hace lI1ateria dclllcidc cxpliratll¡~ qllacstiones illdc cmc/ge/ltcs {({rata
Esta doctrina de sÚcubos e íncu bos dará lugar, hasta el siglo XVIII, a resolvllllt/lI; variisq/lc /1011 illjllrlll/disdefiende la postura
cxcll1plis i/lllstrator,

debates lo suficientemente específicos para estudiados aquí con mayor del Ma/lcIIs y de Del Rio, aiiadiendo «ejemplos graciosos» como éstos:
deta11e. puesto que los íncubos adoptan formas animalizadas, hay mujeres que,
A pesar de admitir que los demonios pueden afectar la posesión de ór- como consecuencia de sus abominables relaciones con los demonios, han

gilnos sexuales masculinos, el solitario Marcos de Queronea cree sin em- parido todo tipo de animales (leones, gatos, perros, etc.), y de monstruos.
b~árgo que todos los demonios son de naturaleza femenina y carecen de El caso más interesante, que cita siguiendo el testimonio de Philip-Ludwig
Elich (Dac11101l0Il1agia, Francfort 1607), es el de una mujer que, tras ha-
una forma fIja y que son capaces de producir, por voluntad interna, cual-
quier apariencia engañosa (JI, pág. 1.492). berse apareado, verosímilmente, con un demonio en forma de ga11o, po-
nía huevos a diari01{' ...
Los especialistas en brujería del siglo XV, y hasta el siglo XVII, no es-
!.(¡tl todos convencidos de que los demonios pueda,) clllitir el semen yen- El problema de la procreación de los demonios suscitaba todavía un
¡
1

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l.

gran interés en el siglo XVIII, puesto que la disertación académica que le Juges) en cra('{nez point de vous montrer séveres
dedica Johann Klein el 19 de noviembre de 1698 en Rostock se reimpri- Dans vos arréts portés pour punir les sorcíeres;
mió en.1731 bajo el título: Examen jllridicum judicíalis Lamiarum Corifessio- [. .. ] TOus les siceles loueront ces actes de jllstice.
nis se ex IlIfando cum Satana coitl4 prolem Sllscípisse humanul11. Klein, segÚn la
autoridad del A1alleus y de Del Rio, considera que los demonios pueden Dueces, no temáis mostraras severos/ En vuestros {¡¡IJospara castigar a las bru-
tener hijos con las desdichadas a las que seducen: «En los procesos verba- jas;/ [... JTodos los siglos alabarán vuestros actos de justicia.]
les judiciales podemos leer confesiones de brujas que obtenían más pla-
cer de Jos indecentes órganos de Satán, manteniendo un execrable co- Aun envidiando su seguridad, no dejaremos de s6íalar que, por suer-
mercio con este Espíritu impurísimo, que de la cohabitación lícita con sus te, Remy se equivocaba. En todo caso, tras haber estudiado, durante quin-
legítimos esposos; a pesar de que no siempre se deleitaban con el efecto ce años, unos novecientos procesos de brujería, nos ofrece una de las des-
de estas detestables depravaciones: a menudo, fruto de esta relación odiosa cripciones más vivas, interesantes y autorizadas ~obre la demonofilia:
y sodomítica, habían parido niños con vida»17.
Ludovicus Maria Sinistrari de Ameno, autor del tratado De Daemo- Todos aquelJos que han mantenido un comercio sexual con íncubos o sÚcu-
nialitate et Incubis et Succubis, 'escrito hacia finales del siglo XVII, traducido .bos declaran unánimemente que resulta dificil imaginar o describir cosa más re-
al francés por Isidoro Lisieux e impreso en París el año 1875, es mucho más pugnante e ingrata. Pétrone Annentaire declara que, desde que abrazó a su
\ '
original. SegÚn éste, los íncubos y los sÚcubos no son demonios sino Abrahel, todos ~l!.s!niembros se volvieron rígidos .. Hennezel afirma que su
unos seres llamados en francés follets, en italiano .fiJlletti y en espaíl0l duell- Scuatzebourg (estÓs eran nombres de sÚcubos) le daba la impresión de que tenía
..des. No se trata de espíritus hostiles a la religión cristiana, sino que sim- un agujero helado ¡en lugar de vagina[ y que debió abandonad e sin llegar al or-
plemente gozan con locura cuarido actÚan contra la castidad, contra casti- gasmo. Por lo que respecta a las brujas, éstas declaran que los órganos viriles de
tatenl. Sinistrari de Ameno sostiene una tesis contraria a la idea de la
los demonios son tan grandes y duros que resulta imposible introducidos sin un
transexualidad de los duendes. Éstos son capaces de emitir el semcn por dolor atroz. Alicc Drigée, en la asamblea, señalaba con el dedo cuánto superaba
sí mismos y, tras el comercio con el género humano, resultan criaturas cn longitud el pene en erección de su demonio a los encantos de un marmitón
con apariencia humana, dotadas de un alma que puede salvarse o conde- y contaba que no tenía ni escroto ni testículos. Claudine Fellée explicaba que I
narse, provistas de un cuerpo sutil y cuya longevidad es muy superior a ella había podido evitar el dolor lancinante de la relación mediante un movi- 1/1
I
la del hombre. Pueden ensanchar o estrechar sus cuerpos a discreción y miento rotatorio que realizaba a menudo para introducir esta.masa en erección,
pasar por los intersticios de la materia; forman sociedades organizad:ls,
y tienen gobiernos y ciudadesl".
que ninguna mujer, de cualquier capacidad, habría ,podido contener l...
J. Estas
desdichadas se lamentan lllUY fi-ecuentemente de que sus demonios las ahogan,
Los apologistas de la Inquisición no dejan de informamos con todo
detalle a propósito de las relaciones sexuales entre los brujos de ambos se-
pero jamás han podido poner fin a esta situación l...].
Y, sin embargo, hay quie-
nes alcanzan el orgasmo en este abrazo frío y execrable'".
xos y el demonio. Una dI:' las mayores autoridades del siglo XVI e¡¡ esl:¡
materia es Nicolas Remy, poeta y consejero privado del duque de LI )1'(' Al sur de los Pirineos, el demonio tiene un comportamiento violen-
na, autor de la Dael1lonolatria, ex judicíis capitalibus nongentorul11 pll/s IIlil/IIS to durante el aquelarre: tomando una bruja, con su mano yzquierda (a la
hOl11inum qui sortilegii crimen intra almos quindecim in Lotharinga capite hU'l1fl/f vista de todos) la tendia en el suelo boca abaxo) o la arrimaba contra un arbol, y
(Lyon1595).El trat;¡d(\ lerrllina con un poema en francés, en el que RI'IIIY allá la conocía somaticament¿-o. La relación no era menos dolorosa (El De-
se complace en 1:1 d,'s('ripI'\¡'JIl de torturas inauditas, de las que te¡¡í:1 1111:1 monio la trato carna1mente por ambas partes) y la desfloro) y padecía mucho ,do-
larg:¡ experienci:¡, \'01101 ,'(1lh'llIir: lorl\ pero tiene además la particularidad de precipitar a la desgraciada en
pecado mortal de sodomía.

202 203

dl!1
Podemos observar los estragos de orden moral (y físico) que se atri- de otro modo, el Callon negaba toda realidad física a las alucinaciones de
buían a los íncubos y a los sÚcubos. Todavía nos quedan por examinar los las brujas: «¿Quién es tan estÚpido y superficial como para creer que to-
estragos de orden social que provocaban, así como la procedencia de es- das las cosas que sólo ocurren en el espíritu pasan realmente en el cuer-
tos seres pneumáticos malignos. pO?»~5·.Aparte de Burchard y Graciano, un escrito muy influyente del si-
glo XII, el Liber de 5piritll et Allima, atribuido a san Agustín, refuerza la
3. Brujas y endemoniados indiscutible autoridad del Calloll bj;iscopi, haciendo de las brujas qlll1eda/ll
La acción de los demonios es particularmente intensa en la esfera del /lllIlierCIIll1e post 5ata/lam CO/lVerSI1C, daemo/Ill/Il illusiolliblls et J{lIItl1smatilms se-

eros ilícito, pero no se reduce a eJIa, contrariamente a lo que creía el opl i ductl1e~".Santo Tomás lo argumenta así: «Se dice que estas mujeres van [al
mista (o «minimalista») Sinistrari de Ameno. No es necesario llegar hast:1 (,1 aquelarre] en espíritu; pero no se trata del espíritu que, en tanto que sus-
J\1alleus o a la suma de Del Rio para ver que se imputaban a las brujas pI 1\" tancia del alma, opera en e] exterior del cuerpo. No, se trata más bien del
crímenes que perpetraban con los demonios como intermediarios. que se forma de las alucinaciones {visa} de este tipo en el espíritu que es
Johannes Nider, autor del For/llicarius. Dc Visionibus el Rcpelo/io//il'//I, la fantasía del alma [ill pha/ltastico allimacl»27.

obra compuesta en 1435-1437, durante el Concilio de Basika, y:\ ilidil ,1 Una historia que Nider relata por vez primera en su Fonnicl1rills, y que
ba siete formas en que los l11a/~fici o brujos de ambos sexos podí:111 1'\'11" será retomada a menudo a partir de entonces, nos oti-ece ya todos los ele-
dicar la sociedad humana: inspirando el amor o el odio, CHIS:llld" 11111'" mentos para comprender la manera en que las brujas obtenían sus visio-
tencia, enfermedad, trastorno mental, provocando la muertl' y (II'SIIII\' 1111" nes de vuelo y de aquelarre. Nider cuenta que un dominico, tras encon-
los bienes ajenos~2. Nider no pertenece a la corriente radi •. 1I '1'" 111'11 trar una de estas IIlttliaCIIlae que pretendía volar al aquelarre con la tropa
nos ail0s más tarde, recomendaría la pena de l11uerte (',\1111.1III~ 1"1'1" de Diana, le pidió permiso para asistir a su hazaña_ La mujer IIIztÓ Sil cuer-
que desembocaría, en 1468, en convertir el crimCl1 (le 1\1111\1I,1, 11,'1111 po con 11110pOllll1da, recitó una fórmula y se durmió al instante con un sue-

exceptllm, dejando paso a todos los abusos judiciales p\l"I1I,'\' 1'", 11 ño tan agitado que se cayó de la cama y su cráneo se "estampó contra el
trario, Nider reconoce la autoridad de un antigllP .1"1111111 111" 1111ti ,,1 suelo. Convencida de haber estado en regiones lejanas, no pudo más que
Callollo Capitllhllll Episcopi, exhumado por el es( 111< 11,,1, 11 11" 1 sorprenderse cuando el hermano le reveló que no había abandonado la
habitación~H.
no de Pri.im (De Ecclesiasticis Disciplillis, ea. 906; 1111,
11 1'" \" 1I 1, 1 1
01,

suntas actas de un «concilio de Ancira» del que 111'\, 1,1' "' "'11' 1 1, 11 Los nombres de pixidariae y baculariae que se daban a las brujas atesti-
tro. El obispo 13urchard de WornlS y Graci:lll" 1" '1" 1ti 11111 tllI 'ti 1 guan la importancia que tenían, en sus prácticas, la caja de ungi.iento y el
atribución fantasiosa, y santo TOlllás, que reCPllIII 1.1If'" .1,ti, tlll 11 "11 palo de escoba~~. Jordanes de 13ergamo dice explícitamente que monta-
ridad, cita un concilio en Aquilea, que t:Hlll\\1I'IIII,1 .1111"11111111111'1tItI ban a horcajadas sobre un palo untado con pomada o que utilizaban sus
escrito de este tipo. Por esta razón H. C:. 1.1':1(1111\111, 11 '1111 , 11111 ungi.ientos en las axilaslll• Si examinamos las recetas de los ungi.ientos,
una falsificación, a principios del siglo x, d,'1 IIIISIII'1 11, 1111'" comprendemos inmediatamente el motivo de estas aplicaciones.
Sea lo que fuere, el Canoll EpisWIJi, h:ISt.1\11 1\ 111l' '11 1"" ,1 '1 I Se conocen varias recetas'>] que contienen, junto a otros variados in-
mal~fiCt1rHl1l, e incluso después de éste, 111I1I'sll.1
1.11""01111 ,01, 1, I 1, ,,, gredientes cuya función debería ser cuidadosamente estudiada, unos cuan-
das las veces que un religioso o un biCI) 1.'111.111 , I ,"1 '1' 01. tltIl ti "ti tos elementos activos extraídos de plantas pertenecientes, en su mayor
asertos. parte, a la bmilia de las solanáceas, como el Datll/'l1 stralllonillllt, el H)'os-
El Canoll Episcopi no negab:\ Ili L, I'~"IIIII 11 ,1,1,1,.1·1 tlll, c)'al1lllS lIiga, la Atropa bclladonna, el acónito, el 50la/lll/1I /I~'.?rtllII, la Pltysa-
hrujos. Pero tenía la particubrid:ld d(', 1111'11111111 '1'" " 11. 111' lis sOIllIl{(era, el Helleborus 1I~~cr o la Cl1IlIIabis indica, empleados por separa-

j''rí:\ (aquelarre, vuelo 111:'¡gico),('1\'. III,I'I.,~ 1'''' ItllI Itltll I 11111 do o en combinación de dos o tres a la vez. Entre estos potentes
vlTtid:ls por el di:lblo», l'\,;1I1"iItISII)IIl" \ 111111tlll 01 ItI '1 narcóticos y alucinógenos, los más utilizados eran el Datl/ra, en fi-ancés

'tll 205

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llamado también «Hierba de los Magos» o «Hierba de los Brujos» o tam-


parecer los Jábiles y problemáticos límites entre el estado de suefío y e! es-
bién «Hierba del Diablo», y el So/anum n~¡;rum (<<Hierba de los Magos»,
'. tado de vigilia. Los brujos vivían cercados por sus propios fantasmas, que,
«Agraz del Diablo»)32.
para ellos, debían asumir rasgos reales y personales. No es nada extrafío
La Iglesia no ignoraba la relación causal entre la utilización de los un-
que hubieran mantenido una relación sexual con ellos, ni que ésta se de-
guentos hechos de extractos de plantas y el fenómeno de la brujería. En
sarrollara de una manera grotesca según nos describen Nicolas Remy y
1528, el Concilio provincial de Bourges decidió perseguir a los recolec-
otros. No hay que olvidar que, en las brujas, la vagina era una de las zo-
tores de plantas. En 1557, De Mouluc, obispo de Valence y de Die,
nas más solicitadas en la absorción misma de las drogas, de ahí la gran po-
prohibió a los sacerdotes administrar la comunión a los recolectores de
sibilidad de inflamaciones e infecciones que explican, muy probablemen-
hierbas, y la misma medida fue promulgada en 1618 por los estatutos si-
te, las características sensaciones de presión que, acompafíadas por una
nodales del obispo-gobernador de Saint-Malo, en 1638 por los estatutos permanente excitación, daban lugar a suefíos eróticos de un determina-
sinodales del ¿bispo de Cahors, y posteriormente por san Francisco de
do tipo. En el plano de la fantasmagoría, el sufrimiento fisico provocado
Sales y D'Aranton d'Alex, obispos de Ginebra, por Le Camus, obispo de
por el contacto con el palo de escoba y la absorción de! unguento se tra-
Grenoble, y por Joly, obispo de Agen33.
ducía en una relación penosa con un compafíero dotado de un órgano
Dentro del conjunto de las prácticas de brujería, la importancia del viril excesivamente grande, y a veces incluso escamoso.
palo de escoba resulta indudable. Diversas fuentes nos informan de que
La «fi'ialdad» de! órgano se explica probablemente por la rápida eva-
era éste el que se untaba con pomada, y velnos, en numerosos grabados
poración de ciertos componentes del unguento. En lo que concierne a
del siglo XVI, brujas desnudas despegando sobre su palo de escoba. Los ex-
las relaciones de los brujos con sus súcubos, la idea que nos podemos ha-
tractos de las solanáceas se caracterizan justamente porque son absorhidos cer está lejos de ser tan precisa como en e! caso de los demonios íncubos.
por la piel y penetran en el organismo, donde se vuelven inmedial':tllwll
Aun cuando se untaban sus órganos genitales con pomada, los brujos
te activos34• Las zonas n1ás sensibles de! cuerpo son precisamentei:J vulva
masculinos estaban a salvo de las sensaciones violentas que experimenta-
"
en las mujeres y las axilas, lo cual explica e! uso en aparienci:1 ill<'OII ban sus colegas femeninas, lo que explica el carácter mucho menos cho-
gruente de las baClllaríae35• La hipótesis de que los brujos «c1ásicos), ' Uy,l
cante de su relación sexual con los fantasmas. Por otro lado, se supone
'existencia se encuentra atestiguada por lo menos desde e! siglo X, 1.'1':111 1'11 que los súcubos tienen también la vagina fría (fr~\!,ída~pecu5) fenómeno cu-
realidad una combinación de farmacéuticos empíricos y de dI'OF,fldi,11I~
ya causa fisica debe de ser precisamente de la misma naturaleza que en el
no es nueva en absoluto. La farmacología actual la ha elevado :d 1':11t¡',O ,1,' caso de los íncubos.
certeza y los antropólogos han terminado por aceptari:J di', ,; 11'111:1I'fl';}
«El suáío de la razón produce monstruos.» Los alucinógenos se reve-
unánimeJ{,. Ciertamente, la uniformidad de los medios 110 es slili,'j"IIII'
lan como uno de los medios más potentes para suscitar t:1ntasmas, para
pa\a explicar la uniformidad de las alucinaciones de los hl'lljos. I'II<'SI" llamar a los demonios a la existencia. De ahí a que se les confieran for-
ql\~ éste es un problema demasiado interesante para ah:lIldoll:lIlo ~ill ,,1101' mas y atributos reales, no hay más que un paso.
precisiones, si bien, por otro lado, no encaja en esl'a SOIIIl'I':1.1 iSI'II~1< 111~" Un segundo método para invocar a los demonios -éste totalmente ar-
bre la demonología, hemos decidido dedicarle lIU :tPl'll<li,'" l'sl""'I.JI ,d 11 tificial- consiste en imaginarlos por los procedimientos mnemotécnicos.
Ilal de nuestra exposición (ver Apéndice VII). Finalmente, hay un tercera situación en la que se manifiestan los de-
Por el n10n1ento, podemos concluir: los hrujos (,,'I.~sj,',,qh ('1,111111,111\1 monios, esta vez sin ser llamados: la enfermedad mental.
II:des dé ambos sexos que provocaban, COIl :dtl<'jlll\f',I'III'~, ('1,11" .'0 d 111 L
Resulta muy instructivo el caso de Alexis Vincent Charles Berbiguier
'Ollsciente. Lo que experimentaban b:I.iO 1:1 illllil<'ll<1.1.1, 111'1,II"H"" 1"
de Terreneuve de Thym, rico gentilhombre nacido en Carpentras du-
'1lIlsideraban con10 real, imaginando hab\'I' l:i""III:1I11I , IIOIIII~l' ,1, '", rante la segunda mitad del siglo XV¡¡37,Él mismo nos lo describe en los
1"II'otipadas. El uso constante de dm¡.!;:ls"oIIS"glll.l, "111,111<1,1111I 1 1
tres tomos de su preciosa autobiografia publicada en París el año 1821, ti-
01,

201,
207
tulada Les Farfadets, 011 tOIlS les démol1s l/e sOl/i pas de l' autre mOl/de [Los nesta'proposición: entrar en sus filas. Nuestro protagonista lo rechazó con
duendes, o todos los demonios no son del otro mundo]. dignidad, y a partir de entonces se multiplicaron las reuniones de los duen-
De 1813 a 1817, el señor Berbiguier estuvo alojado en el hotel Maza- des. E~, ellas participaban e! seí10r Pinel en persona, provisto de una hor-
i"in, situado en' el nÚmero 54 de la calle Mazarine, en París, donde los ca, el Set10r Étienne Prieur, estudiante de derecho, disfrazado siempre de
«duendes)} no cesaron de perseguirlo. A su vez, él se especializó en su cap- cerdo, etc. (Étienne Prieur debía de ser el hijo del droguero Prieur, que
tura, lo que le valió el título de «Peste de los Duendes)}, que ostentó representaba a Lilit.) El esfuerzo por resistir a los enemigos obligó al Set10r
triunf.,lmente encima de su propio retrato. 13erbiguier a hacer fumigaciones impresionantes, que alarmaron a todo el
Es probable que los signos de su enfermedad mental ya se hubieran vecindario y le costaron la visita de un malvado capitán de bomberos.
manifestado antes de su estancia en París. En Aviñón, el seí10r Berbiguier Una prueba de que la enfermedad mental no escoge a sus víctimas:
fue a visitar a un tal doctor Nicolás, que debió aplicarle unos pases mag- nuestro segundo caso concierne a un científico de una cultura conside-
néticos que le horrorizaron. En París, fue a consultar a videntes y alma- rable. Se trata del doctor Ludwig Staudenmaier'", quien, tras haber obte-
go Moreau, que no era más que un potente representante de los duen- nido el diploma en una escuela de 13aviera en 1884, prosiguió sus estudios
des. Pero parece que la crisis no estalló hasta una sesión de adivinación dc durante cuatro at10S en una academia de filosofía y teología católicas. Po-
tarot, efectuada por dos videntes, Jeanneton la Valette y Le Manccot, quc, co después se matriculó en la universidad y, en 1895, obtuvo el doctorado
en connivencia con sus enemigos ocultos, vieron al señor Berbiguier «ha- en zoología y química en Munich, donde se quedó como asistente. En
jo la influencia de un planeta mal())}. A partir de entonces, el valicntc :,1111 1896 pasó a ser profesor titular de química experimental en el Instituto
yentador de los demonios no conoció momento alguno de tranqllilid.I.I, Royal de Freising, donde permaneció hasta su jubilación.
',Los duendes le acechaban en su habitación, le perseguían por el 1""11 En 1912 Staudenmaier publicó un libro muy interesante, titulado Die
Neuf, en la iglesia de Saint-Roch y hasta el confesionario de Ní'>, 1l' I ),1 klagie als cXjJeri111el1telle Natll1'1/lisscl1s(hafi, en el que describía escrupulosa-
me. No resulta extraño que decidiera visitar al profesor Pinc!. IIH'-tli.'", 11 mente una experiencia de algÚn modo análoga a la del señor 13erbiguier,
la Salpetriere, que vivía en el nÚmero 12 de la calle des Postes,.i 1111111 ,1 1.1 aunque abordada por nuestro estudioso desde una óptica totalmente
Estrapade. Cuál fue su angustia al advertir que el propio seillll 1'111\ 1 ~. científica. Staudenmaier había empezado a oír voces y a distinguir pre-
había transformado en un duende, en el que el señor Ikrhiglli,.'1 1"'"1111 sencias confusas sin asustarse. Dedicó toda su vida a establecer relaciones
ció la representación de Satán (el otro médico, Nicolás de AVIIIIIII, 111' amistosas con los seres que le frecuentaban, a conocerles y a lIamarlos por
proclamado representante de Moloc). Pinel no se contcI1''') ,""11,',11"1 '11 sus nombres. Además, el doctor Staudenmaier empezó a practicar una es-
su casa a nuestro héroe, sino que le fue a visitar de i111!)n,vi';1I,1'" 11d'l pecie de yoga y, tras su jubilación, aprovechó sus ahorros para exiliarse a
tación de hotel, donde entró por el agujero de la chil 1'11'1 11,1 1'111,1,1'"1 un país dotado de un clima más favorable, Italia. Murió en Roma el 20
lo demás, quién mató con un golpe calculado al pohn' e,,, ",1.111' I 11,11 de agosto de 1933, en el hospital de una orden religiosa, donde estaba rea-
l1a de! seí10r 13erbiguier. lizando una experiencia respiratoria para «suscitar el calor vitah}.
La abominable deserción del señor Pinelno fill' 1.111111'1 .1, 1111",," , El señor 13erbiguier y el doctor Staudenmaier son enfermos mentales
lo largo de la existencia de nuestro pobre desdil'h:I.lII, "1, 11d 111111111.1l. inofensivos que tuvieron la oportunidad de transmitir a la posteridad do-
solución de defenderse a toda costa de los :11:111'11'\ d. 1•.. 1, 111'011111 cumentos preciosos. En ambos casos, observamos cómo se imponen al
procuró plantas antiduendes, agujas, azufi·c y 1111,1\\11'" 111.11 '1" 111 1 enfermo unas p~'esencias extrañas, con las que entabla reJaciones más o
pL:rseguir sin piedad a los duendes, qUL:CII(',:I'III, ,1 IIldll1' '11 111'1 1111 menos curiosas, lo cual nos permite afirmar que la fuente principal de los
pk botella de cristal. démonios es el inconsciente, capaz de invadir, en ciertas circÚnstancias, la
Preocupados por los ataques de! ¡llIpl:Il':!hl,' "'11"1 11, 11'11"10 I 111'1 zona consciente del sujeto.
,I,'s le enviaron un centurión l1al11:Ido I~111,1, 11 1111'
11 , 1"' 1, I,¡ , 111111, La bn0ería utiliza alucinógenos para forzar la experiencia de una rea-

209

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lidad distinta a la de cada día; el enfermo mental es arrastrado a su pesar para ello. El esquema puede ser, por lo demás, simplificado: los cuatro
en medio de sus fantasmas. El mago es el único que utiliza técnicas del primeros tipos de magia utilizan medios Ilatl/rales, la magia matemática
todo conscientes para invocar y dominar a sus espíritus auxiliares. En su -la preferida por Bruno- es intermediaria, los cuatro Últimos tipos utili-
zan medios extra, sl/pra o trallsllaturalcs:
caso, la illVCllcióll de un demonio equivale a su entrada en la existencia.

4. La demonomagia desde Ficino Los procedimientos del quinto tipo de magia son las palabras, los encanta-
hasta Giordano Bruno mientos, las razones de los nÚmeros y de los tiempos, las imágenes, las figuras,
Clasificaciones de la magia los sellos, los caracteres o las letras. Esta magia es intermediaria entre la magia na-
tural y la magia extra o supranatural. El nombre que le es adecuado es el de /lIa-
gia II/atelllática o, mejor, jiJo.H?(ía omJta.
Los autores modernos están convencidos de que hay dos tipos de ma-
El sexto tipo se obtiene por el culto o la invocaciÓn de las inteligencias o de
gia, la magia «espiritual» o «natural», cultivada por Ficino, y la «demono-
los agentes externos o superiores, a través de oraciones, conjuros, sahumerios y
magia», cultivada por Trithemius.
Esta distinción es arbitraria y no descansa sobre ninguna base sólida. sacrificios, así como por ciertas costumbres y ceremonias dirigidas a los Dioses,
a los demonios y a los héroes. Su resultado es la contracciÓn del mismo espíritu,
Los demonios, puesto que son espíritus sin cuerpo físico, forman el obje-
de tal manera que el espíritu se transforma en recipiente y en instrumento, yapa-
to de la magia espiritl/al, como los «dones del mundo animado» y los «do-
nes de las estrellas vivas». El propio Ficino es un dcmonólogo, pues se ocu- rece dotado de la sabiduría de las cosas; pero esta sabiduría puede vaciarse fácil-
mente, del mismo modo que el espíritu, mediante los remedios adecuados. Ésta
pa de los demonios planetarios en su CO/l/clltario a «El bal1qlfete» y, si cvita
es la II/{~!Zia de los desesperados, que se convierten en los recipientes de los demo-
profundizar en el tema de la demonomagia, es porque teme por su vid:!.
nios malos captados con la ayuda del arte notorio IArs lIotoria/. Su objetivo es el
No se puede poner en duda e! carácter «natural» de la magia de Fici-
de dominar a los demonios inferiores por la autoridad de los demonios superio-
no, pero también hay que decir que existe igualmente otra magia natu-
ral: la de G. B. della Porta -una especie de repertorio de fenómenos cu- res; a los segundos, se les cultiva y se les seduce; a los primeros se les conjura y
se les oprime. Esta forma de magia es fransllatllral o II/e(¡!f/sica y su nombre pro-
riosos y de recetas populares-, que de ningún modo es «espiritual». Del
pio es felÍl;gia (ibid., pág. 389).
mismo modo, la magia de Trithemius se efectúa por mediación del in-
termediario de los demonios planetarios, sin ser ésta tampoco espiritual.
De entrada tenemos la impresión de que Bruno se ocÚpa de trazar un
Se llega a la conclusión de que hay muchas formas de magia que pue-
límite entre las formas de magia «natural», con las que ]a Iglesia se había
den ser espirituales y demoníacas a la vez, 10 cual invalida la pertinenci:,
de esta dicotomÍJ. mostrado más tolerante, y las formas de magia que actÚan con los demo-
Entre las clasificaciones de la magia de! Renacimiento, la más inten' nios como intermediarios, condenada por la Iglesia. Así, su esquema en
nueve tipos se transformaría de pronto en una jerarquía de la intoleran-
sante es, sin duda, la de Giordano Bruno. Éste distingue nueve categorí:,s:
cia, donde las formas que ocupan los sitios más elevados deberían de ser
sapicl1tia,
//lagia lIatura/is (medicilla, cll)'mia), praestigiatoria, una segunda fi 11
las más condenables. Esto vale hasta el octavo grado -los maleficios y los
ma de magia natural, //lathematica u oCCl/lta philosophia, una magia despcrdf,'
envenenamientos mágicos- pero queda invalidado de repente por e] no-
nl/n, que es la demonomagia, también llamada traI1Sllatl/ra/is seu metaJ)JI)'
veno, la adivinación. La adivinación es practicada por los adivinos (divini)
sica o bien thcourgia, lIecrolllalltia, /l/al~ficiu11l (del que el vel1~cium es UII.I
subclase) y divillatio o prophetia (De Magia, m, págs. 397-400). A pesar .1,- y es a ellos a los que Bruno remite todas las formas de la magia sobrena-
tural, que califica de divina. Las cosas resultan cada vez más embrolladas
quc los criterios de esta clasificación no siempre están claros, parece (',.
1\10 si Bruno hubiera, en primer lugar, tomado en consideración el til'" cuando se nos dice que las nueve especies enumeradas más arriba se di-
viden en tres categorías: magia physica, l1lathelllatica y divil1a, de las que la
.\,' illstrllmentos que e! mago quiere procurarse y e! método que utili'I,1

210
211
primera y la tercera son siempre benéficas, mientras que la segunda, la motivos de esta estrategia tan retorcida? Sí, si nos referimos a un docu-
magia matemática, puede ser benéfica o maléfica, según el caso (ibid., mento semi-oficial (como ellvlalleus), el ]/'atado de los Sortilegios de Paul
pág. 400; cf. Theses de i\ila,~ia, II, pág. 455). Hay que deducir o bien que Grillandi, escrito hacia 1525 y publicado en Lyon en 1536 bajo el título
Br11110renuncia' a enumerar la magia de los desesperados, la nigromancia Tmetatus de Haereticis et Sortile,ltiis, En este tratado, Grillandi afirma que las
y la magia maléfica entre las especies admisibles dentro de la magia, o invocaciones del demonio per lIIodlll/l imperii, las que Bruno reserva a los
bien que, esta vez, las incluye entre las amplias posibilidades de la magia pequeI10s demonios, no serían heréticas, sino sólo sacrÍlegas. Por el con-
matemática. trario, la adivinación del futuro es sielllpre herétiw"'.
Sólo el carácter esencialmente polémico de todas las obras de Bruno Bruno era una persona que poseía una cultura deslumbrante para su
nos dará la clave de este enigma. En efecto, en el mismo De ¡\1a,~ia, Bru- época, y es raro que los pasajes más insignificantes de sus escritos no con-
no no deja de lanzar una flecha contra el obscurantismo del /v!allells IlIa- tengan alguna alusión cuya fuente habría que estudiar para poder descri-
h;fi c,arUIII: frar su significado. En la Última parte de este libro, analizaremos e! alcance
polémico de uno de los motivos del autor que siempre se ha considera-
Últimamente, se han asignado a las palabras «mago" y «magia» significados ill- do original, el del «asno» y e! de la «asnidad» (asillitas) como atributos de!
dignos que no hemos tomado para nada en consideración. Se ha afirmado qlle santo. Dicho sea de paso que toda la teoría de la santidad y la heroicidad,
el mago es un brujo necio y malvado, que ha obtenido, mediante el COlllL'rej" y Bruno la desarrolla polemizando directamente con uno de los escritos
un pacto con el demonio malvado, la f:1cultad de hacer el malo de gozar de ejel del período reformado de Camelia Agrippa, autor que, por otro lado,
tas cosas. Esta opinión no se encuentra en las personas sabias ni ell los lil,')IIIF,"~ Bruno tenía en gran estima. Así pues, es muy posible que, en e! De l'vla-
{aplld sino en,tre los encapuchados
,í!rl1l1l1/llItieos{, [bárdoCl/Cl/lIi; o sca, los li'ail,'sl ,'" gia, se oponga implícitamente a Grillandi, demostrando que, lejos de ser
mo el autor del libro Sobre el martillo de las brujas. Hoy Cll día, L'S!":I d,'lilli,'j'\11 11:\ maléflca, la forma más elevada de adivinación es siempre benéfica. No
sido retomada por todo tipo de escritores, yo podemos hacerJIos 1111;1 ide:¡ de elb obstante, esto no' impide que, en la clasificación de las tres categorías y
si leemos las notas de los catecismos para los ignoralltes y !"lr:'1 los sacerdo\cs de las nueve especies de la magia, Bruno sea deudor de escritos semi-ofi-
adormilados (De Magia, 1II, pág. 400). ciales coino el 'frotado de los Sortilegios. En efecto, eI mismo Grillandi tra-
za una (~jerarquía de la intolerancia» de la Iglesia respecto a las formas
Al mismo tiempo, Bruno se previno COl1tra los :Itaqllcs dc los religio- de la magia en la que la adivinación ocupa, exactamente como en Bru-
sos al condenar ciertas formas de magia qllc actÍlan COI) los dcmonios co- no, el Último lugar, la cÚspide, como la más condenat11e de todas. Esto
mo intermediarios. Una de ellas, espcci:¡hllClltc la Iligromancia, es un:1 explica fácilmente la propia clasificación de Bruno, que se inspira en un
forma de adivinación que se obtiene nH:di:lntc conjuraciones e invoca- tratado contra la magia como e! de Grillandi, aunque proponga otros cri-
ciones dirigidas a las almas de los difuntos (ihid., p(¡g. 389). De este mo- terios para determinar el grado de culpabilidad de las disciplinas mágicas.
do comprendemos fácilmente que la nigrom:lI1cia formara parte de los Entre otros, está en desacuerdo con Grillandi a propósito de la adivina-
tres tipos de magia que el propio Bruno cOllsidera reprensibles. Pero Cll- ción y parece inclinarse a condenar h demonomagia más que el propio
tonces, puesto que la magia que él 11:1I11a di/lilla parece reducirse, en ('1 Grillandi, incluso si tiene lugar per modll/l1 imperii. Pero inmediatamente
fondo, a la adivinación, ¿por qué no reconocía que ésta podía ser, al igll:d después se arrepiente de ello, puesto que la magia matemática que pare-
que la magia matemática, de dos tipos: benéfica y maléfica? Parece con 111 ce cultivar él mismo no es en absoluto extraña a las operaciones realiza-
si Bruno, por un lado, renuncie a incluir la nigromancia y la magia maJ(' das a través de la intervención de los demonios. En este momento, no le
lica en su clasificación reducida de los tipos de magia y que, por otro, trallS queda más que aceptar la autoridad de Grillandi, que había contestado
ficra a la magia matemática una parte considerable de las opei-aciones IT:I implícitamente dos páginas antes. R.econoce que la magia matemática
Iizadas por la intervención de los demonios. ¿Es posible comprender I(I~ puede ser maléflca, pero espera, muy verosímilmente, que a juzgar segÚn

212 213

-- -_ --_.~------~----
.. .~---
('

los criterios de Grillandi no será más 'que un sacrilegio, pero no una he- fectamente como lo permite la condición de la vidJ presente [... ] (Op. lat., 11,
rejía. pág. 193).
Todas estJS sutilezJs doctrinales no son propias Únicamente de Bruno
sino de todos los Jutores que durante el siglo XVI se ocuparon de ]a ma- Pero volvamos J la magia de Bruno. Más adelante veremos que su ma-
gia salvando, no obstJnte, las apariencias. Entre ellos, Bruno pJrece, por gia mathcmatíca no es otra cosa sino una compilación demonomágicJ cu-
lo demás, rel más ingenuo. A pesar de estar dotado de un exceso de su ti- yas fuentes principales son Trithemius y Agrippa. En lo que se refiere a
leza, se las arregla muy mal con su propia impulsividad -rasgo de su ca- su magia natural, se trata simplemente de la magiJ espiritual de Ficino,
rácter que se revelará funesto para él-o Por el contrario, el abad Trithe- cuyas consecuencias extremas en ]0 que concierne a] eros son elaboradas
mius, que también dispone de muy altos protectores, constituye un en las dos redacciones del tratado Dc vínClllis in gcnere. Prueba de que pre-
ejemplo de habilidad. ¿Dónde reside el error táctico de Bruno? En que tendía aprovechar la clemencia de Grillandi, que distinguía la magia sim-
nunca es capaz de estar de acuerdo con nadie; cosa que todavía podría pa- p]emente sacrílega de la magia herética, es que, en el De Magia, presenta
sar si se esforzara en precisar en primer lugar que comparte las opiniones una doctrina de los demonios que, a pesar de estar inspirada en la obra
de alguien hasta cierto punto, aunque se distancie en lo que respecta a los de Pselo traducida a] latín por Ficino, no carece de elementos originales.
detalles -que es lo que ocurre a menudo-o Pero Bruno procede exac[":¡- Los demonios son espíritus invisibles que tienen la facultad de actuar
mente de manera inversa: a] principio lanza invectivas contra alguien p:1 en el sentido interno, Producen alucinaciones visuales, auditivas o ambas
ra, a continuación, precisar que, en el fondo, se trata sólo de un:1 ClICS a la vez. Bruno distingue cinco clases. Los primeros, que responden a los
tión de detalle.
demonios subterráneos y acuáticos de Pselo, son bruta animalia, y carecen
Si no esta,l'nos equivocados -y la clasificación del De Magía es igll,tI ,1 de razón. Los segundos, que viven en las ruinas y en las prisiones, son de
la de Grillandi o la de otro autor de tratados contra la magia y I:i 111'11.11' un género «tímido, receloso y crédulo». Se pueden invocar, puesto que
ría-, entonces tendremos que admitir que todo e] procedimien\!, di' 1\1'1I son capaces de oír y comprender e~lenguaje articulado. Los terceros son
no es extraño: ]0 que toma de las fuentes implícitamente incrilllill,III.I'; I'S <,de un género más prudente». Viven ene] aire; y son particularmente te-
mucho más importante que lo que'rechaza. Y sólo cabría POI\('rlo \'11I'vi mibles puesto que inducen a error a ]os hombres por medio de la imagi-
dencia para salvar las apariencias. nación y de promesas engal10sas. Los cuartos, que viven en el éter, son
En el siglo XVI ninguna iglesia cristiana era una inslitllt'i(1I1 dl'IIIIII'I'(¡ benéficas y resplandecientes. Los quintos, que viven en el fuego estelar,
tica, y ninguna de ellas manifestaba ningÚn tipo de si Illp:11ín 110r 1.1111,1 son llamados a veces dioses o héroes, pero no SOl~, en realidad, sino los
gia, Puesto que,Bruno cultivaba el Mallcl/s, las obr:ls 1:\I"(lí:ISd\' !\¡.'.ril'P:I. ministros del Dios Único. Los cabalistas ]os llaman Fissim, Seraphim, Che-
que revelan una fuerte influencia del protestantisll\(), y. IIIIIY 11rold,I,' rubim, etc. (Dc jVIa<~ía,III, págs. 427-428).
mente, de los tratados como el de Grillandi, nos SOQ11"l'lllk'1'11'110SI: 1111 «Cada orden de espíritus tiene sus jefes, sus príncipes, sus pastores, sus
hiera hecho una idea más precisa del cliIna de i11I(dCI'}III('i:1tic I:i ('P')( ,1, comandantes, sus rectores y sus guardianes. Los más sabios y potentes do-
:lIltes de experimentar las consecuencias en Sil 111<)pi:1vid:I, 1':11re:tlid:¡d, minan y rigen a los que son más imbéciles y rudos» (ibid., pág. 429). Vi-
IllrtSo menos abiertamente, él se veía como 1111prol~,t:l. y ellll:lrlirio 1111 ven en todas partes y son invisibles, a excepción de las primeras clases -las
le repugnaba en absoluto. Por lo demás, lo dicc l'l IIIislllO (;.11l:1 ,"'!~¡1l111 de los demonios acuáticos y terrestres-, cuyos cuerpos son más groseros
s!~¡llorllrn:
(crassíorcs), y pueden volverse visibles en determinadas circunstancias. Pro-
vocan enfermedades que ciertos personajes tienen la facultad de curar,
No estaré dispuesto a creer que alguiell '111('11'llg:1Illiedo :1los suli'¡I"il,'III'I como el rey Ciro «que curaba a los que les dolía el bazo tacán dolos con
1¡~¡"lJs11:IY:l tenido nunca la experienci:\ ínlinl:1 de 1:1divillill:id. El que es VI·I,1.1 el dedo», o el rey de Francia que curaba a los escrofulosos de la misma
dl'I':lIIIl'llle s:lbio y virtuoso no siente el dolor y es per!l:ct:llncllte feliz -1:1111"'1 manera (íbid., págs. 430-432).

2101
215
I
.,1t:Y;

Tendremos ocasión de volver a la demonomagia de Bruno. Lo que solemne profesión de fe, se convierten en propiedad de los demonios, a
aquí nos interesaba era examinar la validez de las clasificaciones de la ma- los que veneran perpetuamente». Como conclusión: «No hay que tole-
gia. Hemos podido ver cómo, a pesar de que la distinción entre magia radas, sino que es preferible exterminadas dondequiera que se encuen-
«espiritual» y magia «demoníaca» no se sostiene, sin embargo se remonta tren, pues Dios creador de todas las cosas así lo ordena: "No permitirás
a una antigua tradición. Durante la época renacentista tal distinción des- vivir a los brujos"» (Éx 22; Dt 18).
En el mes de octubre de 1508, cuando terminaba e! Antípa/us rnal~fi-
caÚsaba en la necesidad, que experimentaban tanto los representantes de
los provisoratos como sus víctimas potenciales, de establecer un límite en- cíorlll1f", Trithemius era, en la medida de lo posible, todavía más categó-
tre lo que era lícito en magia y aquello que era ilícito. rico, declarándose preocupado por e! escaso número de inquisidores y de
Puesto que la brujería era un crímen exceptum desde 1468, y puesto que jueces que se ocupaban de crímenes tan graves y numerosos como los que
a los brujos se les atribuía e! comercio con los malos demonios de las co- perpetraban las brujas.
hartes satánicas, era normal que toda forma de magia vinculada a los de- ¿Quién era este religioso que, no contento con reclamar la pen;¡ ca-
monios se considerara sospechosa y fuera perseguida. Ésta es la razón por pital para las mali:ficae y los nigromantes, llamaba a la Iglesia a doblar su
la que Marsilio Ficino, que sufrió ataques de la autoridad eclesiástica por su vigilancia?
tratado De víta coelitus comparanda, que el papa juzgó en última illstallcia Ciertamente, resultará sorprendente saber que este pilar de! orden es-
inofensivo, no sabía qué precauciones tomar para demostrar que I:t 11I:lgia tablecido pasaría él misnlO por ser uno de los mayores -si no e! más gran-
«natural» que cultivaba no era demoníaca. Sin duda, sólo tellÍ:l r:IZtJII CII de- brujo de! siglo XVI, cuya autoridad igualaba la de Hermes y la del rey
Salomón.
el sentido de que e! mago era capaz de poner límites a sus propi:ls (Jpcr:l-
ciones, lo cual no impedía que la demonomagia fuera en sí, CI! cicnos (':1- La leyenda surgió desde e! principio. Historias sorprendentes circula-
sos si no siempre, una forma de magia espiritual. ban y;¡ mientras vivía y se multiplicarían después de su muerte, así como
De! mismo modo, la división entre magia natural y magi:1 (nIfISI/(/(I//'tI/ los escritos seu do-epígrafes de! que era proclamado autor42.
es artificial, pero e! provisorato parece acepta.da en la Jllcdida (~,1!(jlll' se Agustín Lercheimer de Steinfelden es e! que parece mejor informado
esfuerza por establecer escalas de «culpabilidad» de las [()I"I11:1SdI; '11:¡gi:1. sobre los prodigios de Trithemius. Éste poseía un espíritu auxiliar que
En esta clasificación, Giordano Bruno utiliza fuentes clásic¡s (11,1oCl dIis- cuidaba de él atento a que su dueño no padeciera hambre ni fi-ío. Du-
mo, pero parece inspirarse igualmente en una de las <~jcr:lI"tl'lí~IS
lit; 1:1ill- rante un viaje a Fr;¡ncia, un consejero imperial alemán, envidioso y estu-
tolerancia», de la que no podría desaprobar el COlljlllit (), 11I1L'Slo(jIIC (;I pefacto, pudo ver cómo e! espíritu le había llevado un plato caliente y
midmo lo utilizaba. una botella de vino en una posada «donde no había nada bueno que co-
11len> .
Como conclusión, la distinción entre magi;¡ «1I:lllIr:1I»y ')I~I!',in«lr:IIIS-
natural» o demonomagia, siendo falsa en el pbllo cSlril'I~lllll'lill' (1)1I('Cp- Pero esto no es nada aliado de las otras hazañas de! abad, cuya espe-
tual, no está por ello menos acreditada por tod:1 1111:1 tr:Hli,'j(111"jsl(JriC~1 cialidad eran las obras de nigromancia. En efecto, cuenta Lercheimer que
en la que los potenciales culpables están de aCllcrdo c:lsi llt-lllHlo COIISllS e! emperador Maximiliano, que lamentaba la muerte de su esposa María,
acusadores. hija de Carlos de Borgoña, rogó a Trithemius que invocara su espectro
para poder verla por última vez. El abad se dejó convencer y, ante los ojos
Trithemius de W ¡i rzhll rg de ambos. y de un tercer testimonio, «apareció María, como e! espectro
Al responder a las ocho preguntas quc le f(lrllllll:lha 1;1clllpcr:Hlor Ma- de Samue! ante SaÚl, y se paseó ante ellos, tan parecida a la auténtica Ma-
ximiliano en 1508, el abad Trithemius 110 dlld:J!I:1 ell :Itacar a I:ts bruj;¡s, ría que entre ellas no había diferencia alguna»43.
siguiendo la doctrina de! Malleus I1wh:/iciorl/l/l''': <d..:IShrlljas fl/lIlh:/icacf son Lutero4., conoce esta historia, a la que añade detalles muy interesantes.
IIe lIaturaleza muy perniciosa, hacen pactos COI) los dCllHlIlios y, tras una Según éste, e! emperador no se habría limitado a deleitarse con la visión

216 217·
,
fugaz de su esposa, sino que también habría recibido la visita de otros es- pe¡fecto y un gran teólogo»" -según la fórmula de su biógrafo Ernest
pectros célebres, como los de Alejandro y Julio César. La historia está Heidel de Worms, que le dedicó una defensa y una apología en 1676.
confirmada por el médico Johannes Wier o Weyer, que no nlenciona el En efecto, el abad de Sponheim y, posteriormente, del monasterio de
nombre de Trithemius, pero cuenta con mucho detalle las apariciones Wi.irzburg fue el protegido del propio emperador Maximiliano I y de dos
que un gran brujo presente en la corte provocó ante el emper;1dor Ma- príncipes-electores, y su Stega/lographia fue dedicada a uno de dIos, en
ximiliano. Esta vez, los fantasmas invocados pertenecían a Héctor, Aqui- concreto a Felipe, conde del Palatinado y duque de l3aviera52• Por lo que
les y al profeta David"5. respecta a sus demás escritos -se trata de unos noventa opúsculos y com-
El primero en ofi'ecer una explicación plausible a estos fenÓmenos óp- pilaciones, por no contar sus numerosas epístolas-, tratan sobre temas di-
ticos fue el sueco GeorgWillin en 1728"6, cuya obra ha sido estudiada, en versos5.\. Una parte muy amplia está reservada a la brujería y a las supers-
nuestros días, por W. E. Peuckert y por K. Baschwitz"7. En esencia, el ticiones vulgares -en la que el abad se distingue por su notable celo en
abad habría dispuesto de una wmera obswra, o bien de un juego de espe- la lucha de la Iglesia contra la secta de las 111 alc;ficae. Sin embargo hay mo-
jos que le permitía engallar a la concurrencia. A juzgar por el A/ltipalus tivos suficientes para creer que la actividad de Trithemius estaba carac-
lIlalc;fiwnulI, Trithemius conocía el principio de la cámara oscura y era ca- terizada por una cierta duplicidad con respecto a la brujería. En efecto,
paz de construir una. Su discípulo Cornelio Agrippa cuenta también con W E. Peuckert ha observado que, en su Alltipalus, el abad no duda en re-
todo detalle cómo podía producir ilusiones ópticas con la ayuda de espe- comendar, contra los embrujamientos, remedios tradicionales que no de-
jos -fenómeno que, entonces, formaba parte de la magia natural y de la jan de remontarse al bagaje de la magia medievaP". A pesar de ello, Trit-
que Trithemius habría podido ser un gran especialista4K• hemius es ciertamente uno de los más grandes eruditos del ocultismo del
Ésta es la razón por la que Bartholomeus Korndorff parece estar en lo siglo XVI. Lejos de limitarse a estudiar para combatido, de acuerdo con
cierto cuando afirma ist lIichts lIlit tel!fiischem fM>rk gemischt gelllessel1, que allí su condición eclesiástica, el abad era, él mismo -le descubrió una indis-
no había obra diabólica alguna, a pesar de que él mismo, al igual que sus creción-, un ocultista muy activo. No se hará un análisis de lo que que-
contemporáneos, no pudieron comprender nada. Se trataba, esta vcz, de da de su St(:~al1(Jgraphia para invalidar esta hipótesis.
dos «luces inextinguibles» que Trithemius, según cuenta su anciano servi- No sólo los comienzos de la trayectoria de Trithemius, sino toda su
dor Servatius Hochel, habría preparado para el emperador. Las dos wlas actividad, segÚn el testimonio del propio abad, revelan una estrecha co-
quemaban todavía veinte aí10S después, en el mismo siti049• Aqucllo cr;1 lIll laboración con las t1.1erzassobrenaturales.
«milagro» del mismo tipo del que atribuyeron los redactores dc los 111:111 i Nacido en Trittenheim el 1 de febrero de 1462, el t1.1turOabad se lla-
fiestas de los rosacruces al padre Christian Rosenkreuz, cuya tlllllh:I, d\'s maba Heidenberg (<<deMonte gentili») por parte de1' padre, que murió
cubierta ciento veinte aí10S después de su fallecimiento, d~j:lh:1 V\'r, ,'11111 cuando su hijo tenía un allo. Su madre volvió a casarse y el nií1.o habría
otqs cosas, «espejos de mÚltiples propiedades, campanillas, I:'IIIII',II,I~,'11 debido adoptar, como su hermano, el nombre del padre político (Zell o
cendidas [... ]»5<'. Cell), que sin embargo rechazó a causa de los conflictos permanentes
que, hasta los quince allos, mantuvo con el cabeza de familia. En efecto,
¿Quién era Trithemius? La historia nos ofiu:c dos 1"'lldl" 11111\11111 Johannes quería estudiar, mientras que su padrastro, cuyos modestos in-
tradictorios: el primero es e] de brujo, el verdad\'m ':1111"1,11'1111.1 ,01'11 d, gresos probablemente le impedían satisfacer los deseos demasiado am-
trusa titulada StegarlOgraphia o «escritura sccrCI.P', ,,1 '"1'11' ,111 1111111 ,11 biciosos del adolescente, intentó disuadid e por medios que a menudo
gran cantidad de seudo-epígrafes miríficos y \'1 III,¡,'," d, 11111.11111,1'11,,11 debieron de ir más allá de la reprimenda puramente verbal. A Johannes
ción popular que le convierte en un Jligrlllll.llll,' y 1111111.11',"1'.11111 Id,ll sólo le quedó recurrir a los medios extremos de todos los oprimidos: el
mente hábil; el segundo es el dc «poCt:1 <,Í'ld"I', 1111"1,,,111111111)'1I1\'t'llli ayuno y la plegaria. Un régimen de mortificaciones muy severas le valió
vo, un filósofo sutil, un matclll(¡til'O 11111)'ilIF,I'1I11 >SII, 1111I1lslori:ld()r una visión nocturna que resulta bastante parecida a los sueí10s referidos

21M 219

L
por Dante en su Vita Nava: un joven vestido de blanco -verosímilmente
posible a un monasterio más próspero y acogedor. Esto es lo que explica
un ángel- le muestra dos tablas, una cubierta de signos de escritura y la
el cálculo de los monjes que se apresuran a elegir como abad al más jo-
otra de figuras pintadas. Entonces le ordena: E/(t¿e ex lzis dlla/Jlls tablllis ven de ellos, contando con su inexperiencia para proseguir sin trabas sus
IIl1am, qllalll va/lleris [Elige una de estas dos tablas, la que quieras]. Es de propias aficiones.
suponer que, de escoger la tabla pintada, Trithemius se habría convertido Trithemius no se desalienta ni ante el estado deplorable de los edifi-
en un gran artista de la mnemotecnia, como Giordano Bruno. Pero él e!i- cios, ni ante bs deudas de sus predecesores, ni tampoco ante la desobe-
gió la tabla con los caracteres de escritura, y e! joven le dijo: Ecce Dells diencia manifiesta de los monjes. Se revela como un excelente adminis-
aratianes tllas exalldivit, dabÍtqlle tibÍ IItrumqlle q1/od post1/lastÍ, et qllide/ll pllls,
trador y, hasta 1491, pone orden en bs cuentas de Sponheim. A partir de
qllam petere potllÍStÍ[Dios ha atendido tus plegarias y te dará las dos cosas
entonces, emprende incluso la reconstrucción completa del monasterio y
que has pedido, e incluso más de lo que has tenido la oportunidad de exi- no renuncia al f:1stO: decora las paredes de su habitación con cuartetas
gir¡Só. Su primer deseo era e! de conocer las Santas Escrituras, pero el se-
compuestas por el humanista Konrad Celtis y por é] mismo, y las paredes
gundo nunca se hizo público. Klaus Arnold debe por lo tanto de estar en
del refectorio con las armas de los veinticinco abades que le habían pre-
lo cierto cuando supone que se trataba «de conocer todo lo que puede cedido y con las suyas propias, que eran un racimo de uvas.
ser conocido en elmundo)5(" lo cual parece confirmado por el proyecto La nueva construcción resulta muy sorprendente, pero su atracclOn
de la StcJ;a1lOgraplzia as] como por su sed inextinguible de saber, traducida principal es la biblioteca, única a principios de! siglo XVI. Trithemius
en una intensa actividad bibliófila.
compra o cambia libros y manuscritos raros y constriñe a sus monjes a
Al día siguiente de esta visión, tuvo la ocasión de aprender e! alfabe- una actividad febril como copistas y encuadernadores. Si el monasterio
to, en casa de! hijo de un vecino. Al cabo de un mes lee pelfectamente poseía, en 14H3, cuarenta y ocho volúmenes, cuenta con mil seiscientos
alemán. Apreciando sus esfuerzos, su tío paterno, Peter Heidenberg, le
cuarenta y seis cuando se hace el inventario de 1502, para alcanzar, en
paga bs clases con el sacerdote de Trittenheim, donde aprende, muy pro-
1505, antes de la marcha del abad, los casi dos mil. Ya en 1495, el com-
bablemente, el latín. Más tarde prosigue sus irregulares estudios en T'rier, , positor holandés Mattheus Herbenus, rector de Saint-Servatius de Maas-
en Holanda y, finalmente, en Heide!berg. Aprende griego, pero 1IllnO tricht, expresaba su asombro ante la riqueza de esta biblioteca en un:l.
llega a obtener un título académico .. carta a Jodocus Beissel. Algunos aílOS más tarde, Sponheim se había con-
En enero de 1482, después de haber visitado el convento de Spollheilll vertido en un lugar de peregrin:~e obligatorio para todos los humanistas
con un amigo, una tempestad de nieve obliga a los dos jóvencs :t \'l'I; I
de paso por Alemania: «Así como, :l.principios del sigl'o XIX, ningÚn ex-
giarse allí durante una semana, que bastará a Johannes Ze11 p:lr:1 ti 111t:II 1.1
tr:l.lljero distinguido dej:l.ba de rendir homen:J.je :l.Goethe, en Weil1l:l.r, del
decisión de quedarse. Se hizo novicio el 21 de marzo e h izu lus VIIIII~ (·1
mismo modo, en Alemania era de buen tono, hacia 1500, haber visitado
21 de noviembre. El 29 de julio de 1483, a los veintitrés :ltluS, ('~ l'II'F,I,I" una vez a Trithemius en Sponheim»57.
abad de Sponheim. Esta rápida carrera resulta sjn dud:1 S\'I"I'I'I'lIdl'lIl; ',tI
La extenuante activid:l.d de copist:l.s y encuadernadores debió de pro-
bre todo porque b apología de W E. HejdcJ no IIUS1\'\'1'1.11,1\ \, 1,1.11 1,
vocar protestas entre los monjes, al igual que los gastos exorbit:l.ntes para
ros motivos de esta elección.
la bibliotecaós. Tales debían de ser los motivos que, a su pesar, alej:l.ron a
Sponheim era uno de los conventos 11I:IS1'"1111" .11·1 1',d,lllIlId"
Trithemius para siempre, en 1505, de su abadía. Los muy pícaros esco-
Rehuido por todo el mundo, poco antes de 1.1IIq'"IOI,1.1"1 1"\"'11 ¡,'III.I
gieron otro abad, mientras que el anterior tuvo que contentarse, a partir
sólo cinco ocupantes, que debían COIII:lrst.','11111'lu~ 1I11>lIII'S III,I~1'" ,d, I
de'1506, con el pequeílo convento de SanktJakob, en Wlirzburg. La bi-
trantes, atraídos hasta all] por la perspe\'tiv:, dI' 1111.1 Id'\·ll.ld ~III IIIIIIII·~.,',) blioteca de Sponheim le quedó casi inaccesible (sólo volvió a visitada en
1110 única compensación de la pobl"\'z:1 .Id III~.II', N" 11',"11.1~ul"prelldl'lI-
dos ocasiones, en 1508 y 1515), pero el bando trithemiano, que todavía
le que el Único objetivo de cada :111:111 1111'1.1
,,1 de 111:l1'I11.II"SI.: I() :IIIII.:S
funcionaba, débil pero eficazmente, en el lugar de su gloria pasada, im-

220 221

l
-----------
.
,~
Fía, un opÚsculo de magia compuesto por un tal Ganel, de origen hÚn-
pidió que fuera destruida hasta la muerte del antiguo abad, en 1516. Tri- garo o bÚlgaro, un t~atado demonomágico de Miguel Escota, dos trata-
themius propuso él mismo recomprar los volÚmenes en griego y en hebreo dos de magia atribuidos a Alberto Magno, el Elucidariulll de Pedro de Aba-
que los monjes querían vender, pero parece que en Wurzburg abandonó no, el Secreto de los .filósofos, el Schemhamp/¡oras, el libro Lamel/e de
la idea de habilitar una biblioteca comparable con la de Sponheim. Se en- Salomón, el libro anónimo Sobre la composición de los nom/¡res y los cal'arte-
contraba bastante enfermo, necesitaba reposo y, probabJemente, no se res de los espíritus mal(lt/!os, el tratado de demonomagia I<.ubells, otro seu-
sentía con fuerzas sufIcientes para dar al pequcoo convento de Sankt Ja- do-epígrafe atribuido a Alberto, Sobre el o.ficio de los espíritus atribuido a
kob el resplandor del que había tenido que abandonar. Salomón, Los IJÍnClllos de los espíritus, los Pentac/os de Salomón, varias obras
, •.. En la alabanza de su famosa biblioteca, el propio Trithemius nos ofi'e- atribuidas a Tozgrec, discípulo de Salomón, cuyo nombre varía en las trans-
rt: cripciones de Trithemius (Torzigeus, Totz Graecus, Tozigaeus, Thoczgrae-
'.
ce algunos datos importantes, en un latín que no necesita ser traducido:
Nec vidi il/ tota Germania, neque 1'551' audivi tam raram, tamque mira/!dam Bi- cus, ete.), otros libros atribuidos a Mahoma, Hermes, Ptolomeo, obí'as de
/J/iotlzecam, /icet plures viderim, il/ qua sit /i/¡rorul/I tal/ta copia 11O/! vltlgarillll/, autores árabes, occidentales o anónimos, ete.I'I.
I/eque col/l/lIl//lium, sed raron/m, a/¡ditorlllll, secretontm mira/ldorumque et ta- En 1508, Trithemius había ]eído todos estos opÚsculos, de los que él
liull1, quales a/ibi vix reperiantur;9. Por otro lado, no cabe la menor duda de resume la materia con algunos rasgos muy precisos. En la mayoría de los
que a menudo al abad no le había resultado difícil comprar libros raros en casos, se trata de los siete espíritus planetarios, de sus fisionomías, sus
los monasterios benedictinos u otros, en el caso en que «los monjes que los nombres y de los caracteres que sirven para invocados. En otros, como el
poseían temían que su posesión fuera peligrosa para la observancia mo- Spewlllm }oseph -cuyo itlcipit reza: Si ClIpis videre otllnia [Si quieres vedo to-
nástica»60. El catálogo de la biblioteca redactado en 1502 se perdió en do]- contienen recetas de catoptromancia o adivinación «por el espejo
tiempos del propio abad y ninguna fuente nos permite conocer todos los personal». El libro atribuido a Miguel Escoto, uno de los grandes traduc-
títulos de los libros y manuscritos que allí se encontraban. A pesar de es- tores del árabe del siglo XIII, que la tradición convirtió en un mago te-
to, no hay que descartar el hecho de que, entre los escritos raros Y «peli- mible, enseí'ia de qué manera puede uno procurarse un espíritu familiar.
grosos», se encontraran todo tipo de obras de ocultismo. Cuando redac- El libro Lamene o Lamel/ de Salomón trata sobre la adivinación del futu-
ta su Antipalm, Trithemius nos ofrece una descripción, admirable por su ro a través de la intervención de los demonios, ete.
precisión, de una buena parte de libros «contrarios a la fe». Se sabe que, Podríamos, sin duda, imaginamos a Trithemius como una especie de
justamente, había visitado Sponheim en 1508, lo cual encaja muy bien sir James Frazer del siglo XVI, de una erudición extra~rdinaria relativa a
con la fecha del A/ltipalrts (10 de octubre de 1508). Es muy probable que, las supersticiones populares o doctas, con la Única intención de denunciar
para refi-cscar sus conocimientos sobre ocultismo, Trithemius hubier:\ 111 i su inanidad. Sin embargo, no hay duda de que el abad no se limitó a de-
lizado una vez más su inestimable biblioteca. Si esta hipótesis es 1'\,\('1:1, senmascarar la magia, sino que él mismo la ejerció, mientras protestaba
entonces ésta contenía, entre otras, las obras siguientes, a veces SI,~~t'lllva en cada ocasión de su inocencia.
rias redacciones: Las clavÍwlas de Salomó/l, EI/i/¡ro de los l!/irios, ('1 1 'i,"II", El día después del Domingo de Ramos del aoo 1499, Trithemius en-
el Seplzer Razicl, el Libro de Hermes, el Li/¡ro de las jlurcz"s d,' 1 )i'l\, 1'\ 1 i/",' vió una carta a su amigo Arnoldus Bostius, carmelita de Gante, jefe de
de la peifecció/l de Satllmo, un libro de demonomagia :ltriIHlid" ,\ ~,,\\ ( I una «Hermandad de Joaquín» fundada en torno a 1497, cuyo objetivo era
priano, el Arte calwlatoria de f/i~e:ilio, el Li/¡ro de Silll<í/l d I\I",~'" 1111 11011.1.111 el de defender la idea de la concepción inmaculada de santa Ana y que,
de nigrol;1ancia atribuido a ltuperto de Lombardía, C'II 111111 ",I~ VI'I~I"I\('~, junto con Sebastián Brant y otros, contaba con el abad de Sponheim en-
un libro sobre los siete climas atribuido a Arisl()(I'l1's, 1.1 ¡;I,I/ 1/" ¡", 1/"1<'". tre sus miembros más fIeles. Por desgracia, cuando la carta llegó a Gante
el libro All1ladcl atribuido a Salomón, el libro lit- /:'/1111/1, 1111 Iil"" 111' .IS -poco después de Pascua-, Bostius ya había pasado a mejor vida y el prior
tromagia atribuido a Marsala, Los cuatro ,1I/i/los I¡'- ",,,/,,uH',,,. 1 :'/1','/'1:;" ell' .1" de su convento se creyó autorizado para leer el mensaje de Trithemius, e
sé, El espejo de Aleja/ldro lVIagllo, el U/no di' /"." S,'(lC(,'S ell' 1/''/IIII'S ell' / :S/l"·

223
222

incluso para mostrarJo a los curiosos. Éste fue el principio de la leyenda Bouelles había hojeado, hay que disponer de tiempo y perspicacia. Boue-
del brujo Trithemius. lIes, en dos horas, no pudo más que hacerse una idea muy alejada de la
En efecto, la carta era más sensacional que comprometedora. Trithe- verdad. Esta primera parte de la obra es un llldibri¡¡m, una farsa cuya in-
mius anunciaba a su amigo el proyecto ya definitivo de una obra cuyo tención es la de inducir a error al lector, de tal manera que todo el mun-
do podría disponer de las claves de la criptografia y ya nadie podría utili-
primer libro se titularía Stega/lograpilia (hoy diríamos criptografia), «que
cuando se publique producirá asombro en todo el mundo». Este primer zarJas con seguridad. Si el tiempo le faltó a Bouelles, la perspicacia le faltó
esbozo contenía cuatro libros (no cinco, como cree K. Arnold), los dos al médico Johannes Wier, discípulo de Agrippa, pues, en casa este últi-
primeros se ocupaban de criptografia y de escrituras al encausto, el ter- mo tuvo ocasión de leer el manuscrito con toda tranquilidad. Sin enten-
cero proponía un método acelerado para aprender una lengua extranjera der absolutamente nada, Wier suscribió las acusaciones de Bouelles y de-
y el cuarto trataba sobre otros procedimientos criptosemánticos así como dicó a Trithemius un capítulo muy malicioso de su célebre libro De
de temas ocultos «que no podemos proferir en público»62. Ciertamente, Praestigiis DaemOIll/m65. El erudito jesuita Del Rio se apoderó de esta ver-
Trithemius afirma que nada de lo que profesa es transnatural, pero, al sión y su autoridad fue suficiente para incluir la Stega/lographia, a partir de
escuchar cómo se jacta de que con su método un plebeyo podría en dos 1609, en ell/ldex librol'll11lprohibitol'llm. Pero, tras la primera edición de 1606,
horas dominar el latín, cabe la tentación de sospechar que esto es imposi- se multiplicaron las defensas: bastará citar ahora las de Adam Tanner6(', las
ble, excepto mediante la intervención de un espíritu muy potente. El au- del abad Sigismond Dullinger de Seeon67, Gustav Selenus6B, Juan Cara-
tor había adquirido este arte esteganográfico por una revelación noctur- muel y Lobkowitzlo9, J. d'Espieres70 y, finalmente las de Athanasius Kir-
na, que además completaba, probablemente, la promesa que las entidades cher71, W E. HeideF2 y Gaspar Schote3. Entre éstas, las más interesantes
sobrenaturaJes le habían hecho a la edad de quince años: «conocer todo son, sin duda, las de Juan Caramuel y Wolfgang Ernest Heidel.
Caramuel es e1 primer intérprete serio de la criptografia trithemiana,
lo que existe en el mundo», no en un sentido indirecto (acumular cono-
cimientos librescos sobre todas las cosas), s~no en el sentido más directo que reconoce como tal y descarga de toda acusación de demonomagia.
Caramuel seiiala que los «conjuros» demoníacos no son otra cosa que tex-
posible: el de saber, en cada momento, todo lo que sucede en otra parte,
tos cifrados, mientras que los nombres de los demonios representan el có-
y quizás también en el futuro.
Más adelante, Trithemius cometió la imprudencia de enseñar el ma- digo de los mensajes respectivos.
nuscrito incompleto de la Stega/lo<~raphia al picardo CharJes Bouelles, Caramuel no había analizado más que el primer libro de la StegallO-
graphia. W. E. Heidel, su predecesor, al que contradice a menudo y al que
quien, en 1504, le hizo una visita de cortesía de dos semanas. Bouelles
supera, aplica este método a los dos primeros libros, reconociendo, por lo
hojeó el manuscrito durante dos horas y se formó una opinión muy des--:
f.worable, que comunicó a Germain de Ganay, obispo de Cahors, en una demás, que lo que queda del tercero contiene procedimientos de orden
totalmente distinto.
carta fechada, según K. Arnold, el 8 de marzo de 150963(Peuckert la fe-
cha en 1506) . SegÚn Bouelles, la Steganograpilia no era más que un abo- El primer libro de la Stegal1ographia, terminado el 27 de marzo de 1500,
minable [-'¡rrago de conjuros demoníacos. Cuando se hicieron pÚblicas es- presenta al lector distintas maneras de cifrar un mensaje en apariencia in-
tas acusaciones, el abad debió de defenderse con un escrito que se ha congruente. SegÚn el nombre demoníaco que encabeza el mensaje, el re-
ceptor sabrá detectar el código, lo que significa desechar todas las letras
perdido, pero cuyos tonos amargos -reaparecen en el prefacio a su Poli-
que carecen de significado alguno y seleccionar las que sí lo tienen. Vea-
graphia dedicada al emperador Maximilian064. Esto no impide que nunca
se decidiera a entregar su Steganographia a la imprenta y, segÚn ciertas in- mos, ·por ejemplo, una «conjuración demoníaca» en la que hay que leer
formaciones, que incluso quemara el manuscrito en Heidelberg, lo que únicamente las letras pares de las palabras pares, o sea, las letras que ocu-
podría, efectivamente, atañer a la última parte de esta obra incompleta. pan los lugares 2, 4, 6, etc., de las palabras situadas igualmente en las po-
siciones 2, 4, 6, etc.:
\>;1ra comprender los dos primeros libros de la Steganograpilia, que

224 225
parmesiel oShUrMi delmuson ThAfLoln peano ChArUsTrEa melani LiA- pierta el interés del pÚblico: prueba de ello es que fue traducida al fi-an-
mUmTo colchan PaRoIs madin MoErLaI bulre aTlEoR don mElCoUe peloin, cés cn 1561 por Gabrie! de CoIJange. Lo que el abad Trithemius no sa-
IbUtSiL meon mIsBrEaTh alini DrIaCo persono TrIsOINaI lemom aSoSlE mi- bía cs que la Curia romana hacía mucho tiempo que le había encargado
dar iCoRiEl pean ThAIMo, asophiel IlNoTrEoN baniel oCrImOs estenor Na- a Leon Battista Alberti que le proporcionara un tratado de criptografia y
EIMa besrona ThUIAoMoR fi'onian bEIDoDrAiN bon oTaLmEsGo merof.1s que el humanista florentino se había librado de este asunto desde 1472.
EINaThln bosramoth. La idea de las permutaciones circulares de las letras del alfabeto pro-
ccde de los ejercicios de cábala cristiana que se remontan a Raimundo
Basta extraer las letras significativas y segmentarlas para obtener el si- Lulio. Bajo e! nombre de Ars illvellielldi o Ars cOlllbilll1foril1, éste había
guiente mensaje: compuesto figuras consistentes en dos o más círculos superpuestos y mó-
viles, a través de cuyo desplazamiento ;e podían obtener todas las sustitu-
SUM TAL! CAUTELA UT PRIME LITERE CUIUSLIBET DIC- ciones alf.1béticas que se quisieran. Encontramos todavía estas figuras, a
TIONIS SECRETAM INTENCIONEM TUAM REDDANT LE- . menudo muy complejas, en los comentarios de Giordano Bruno. La
GENTI. criptografia trithemiana, en el fondo, no hace más que explotar el aspec-
to «profano» de este método de combinación cabalístico -una especie de
El segundo libro, terminado un mes más tarde, contiene veinticuatro gellll1fríl1 cristiana.

series de permutaciones al[abéticas, organizadas segÚn los «espíritus» que Sin merecer e! título absoluto de «padre de la criptografia», Trithcmius
reinan sobre las veinticuatro horas del día y de la noche. Por supuesto, los dcbe ser considerado, no obstante, como el «padre de la criptografia mo-
espíritus no tienen nada que ver y las permutaciones se efectÚan a partir derna», en tanto quc autor de la primera obra relevante en este terrend4•
de una regla muy simple, que consiste t;n hacer deslizar dos series alfabé- Para voh'er a la Sf(:'S{/lIographia: sus dos primeros libros están lejos dc
ticas una al lado de otra, manteniendo fija la primera: contener cua]quier conjuro demoníaco, y los nombres de ]os espíritus
son, como muy bien ha visto Heidel, jiCfl1 ef pro bCllcpll1cifO l1SSlllllpfa, fic-
A ticios y arbitrarios75• Se trata, en el fondo, de una [;lrsa cuya finalidad es
B==A la dc confundir al pÚblico, para quc la criptografia, desvelada y divulga-
C==B da, no pierda su eficacia. Si todo e! mundo es capaz de leer un mensaje
etcétera. codificado, tanto vale renunciar a los beneficios de este arte. Por otro la-
do, TrithemÍus logró bril1antemente cumplir su intención: a excepción
De esta forma, 13 = A, C = 13, ete., hasta A = Z. Lógicamente, las vein- de Caramue! y de Heidel, los autores antiguos, así como la mayoría de
ticuatro permutaciones no son las Únicas posibles. sus cofi-ades modernos, han continuado viendo, en la Sf(:'SallO,'Sraphil1, una
El 21 de marzo de 1508 Trithemius acaba su Po ligraphia, que será de- de las obras más abstrusas de cábala y de ocultismo práctico.
dicada al emperador Maximiliano el 8 de junio del mismo año. Se trata Quicnquiera que se asome con una cierta curiosidad sobre los dos pri-
de una obra de criptografia y de estenografía que, esta vez, incluye tres- meros libros de la Sfe,gl1l1o,'Sraphil1 no podrá más que estar de acuerdo con
cientas ochenta y cuatro series alfabéticas, ~n las que cada letra es susti- Caramuel y Heide1. ·Pero la parte más interesante de esta obra Única re-
tuida por una palabra en latín. En realidad Trithemius no hace otra cosa sulta, sin duda, el fragmento de! tercer libro, que no admite en absoluto
quc I1evar hasta las Últimas consecuencias un método que ya había ex- esta intei'pretación, tan brillante c'omo verídica e inofensiva.
1"Icsto en la Stegmwgraphil1. El texto codificado tiene la forma inofensiva
di' 1111:1 larga plegaria en latín; pero si sustituimos cada palabra por una Ie- Trithemius ha tenido muchos apologetas, cuya incapacidad para com-
11,1. l'0dcl110S obtener el verdadero mensaje cifi-ado. La Poligraphil1 des- prender el fragmento del Último libro de la Sfegallographil1es de! todo ex-

22(, 227
tiene que modelar en cera o trazar sobre una hoja de papel una figura que
pJicable. Hablan de este pasaje con incomodidad y no vacilan en aceptar
representará un ángel planetario, dotado de sus atributos. Esta invenciÓn
las hipótesis más inverosímiles para justificar su existencia. Así, reciente-
mente, Klaus Arnold -que, por lo demás, se revela como un excelente del espíritu se supone que también il/voca su presencia, le somete a una
tarea que, en el caso en cuestiÓn, se refiere a la comunicaciÓn a distancia.
biógrafo de Trithemius-: «El tercer libro queda incompleto, bien porque
su autor nunca fue dueño de sus intenciones de enviar mensajes sin ca- Se requieren además otros conocimientos: las figuras y los nombres de
racteres y sin mens~~ero, queriendo esconder [este ti-acasoJ mediante in- todos los espíritus que representan a las entidades zodiacales, e igualmen-
dicaciones tan f¡-agmentarias como oscuras, bien porque -aunque parece te un cálculo astrolÓgic07H. Supongamos que el operador quiere enviar un
poco verosímil- esta parte Ide su obra] no debe considerarse auténtica>¡7". mens~~e a distancia con Orifiel, el ángel de Saturno, como intermedia-
Como representante de esta Última hipótesis, Arnold cita al estudioso in- rio. Deberá hacer lo siguiente:
glés D. P Walker, que sin embargo nunca 1a había f(mJ1ulado. ¿Cómo ha-
Haz una imagen en cera o traza sobre una hoja de papel virgen la figura de
bría podido hacerla si Agrippa, que había estado con Trithemius, nos
Orifie] bajo la forma de un hombre barbudo y' desnudo, erguido sobre un toro
asegura que practicó este método, )' I/"C csle método fil/lcionaba? Volvere-
mos más adelante a su testimonio. Por ahora, es suficiente concluir que de diversos colores, sujetando con ]a mano derecha un libro y con la mano iz-
las cinco líneas que Arnold dedica a la parte mágica de la Steganographia quierda una pluma. Tras haber hecho esto, di: «Que esta imagen de! gran Ori-
no contienen menos de tres inexactitudes: nadie ha osado pretender -y fiel sea íntegra, perfecta y apta para transmitir e] secreto de mis pensamientos de
tanto menos D. P. Walker, que es un especiaJista de la magia- que Trithe- manera segura, fiel y completa a mi amigo N., hijo de N. Amén». [Aquí hay que
mius no fuera el autor de este extraño método; el motivo por el cual el ter- ejecutar otra imagen que represente a] destinatario.] Escribe en ]a frente tu nom-
cer libro quedó incompleto no podría atribuirse a la ineficacia de sus bre con una en cáustica hecha de aceite de rosas diluido {telllperatoJ y en su pe-
cho el nombre de tu amigo ausente, diciendo: «Ésta es la imagen de N., hijo de
recetas, puesto que, segÚn Agrippa, eran infalibles; las indicaciones de Tri-
themius son quizás chocantes, pero no son oscuras en absoluto, y su ca- N., a] que es necesario que el designio concebido por mis pensamientos sea
anunciado por e! ángel de Saturno, Orifiel. Amén». Escribe en la frente de ]a
rácter ti-agmentario se debe Únicamente a la redacción incompleta de la
obra, al eslado ell ql/e el propio 'n-ilhell/i/IS la dejÓ cirClllar. imagen MENDRION y, sobre su pecho, THROESDE y luego une las dos
imágenes, diciendo: «En d nombre dd Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Que el lector se haga su propia idea ..
En un escrito de 1508, titulado De seplelll seCllndcis o C/zronologia III)'S- Amén. EscÚchame, Orifiel, príncipe de ]a estrella de Saturno: por ]a virtud de
tica77 , Trithemius desvela al emperador Maximiliano los secretos deluni- Dios todopoderoso, obedéceme. Yo te ordeno y te envío, por la.facu]tad de es-
verso. El abad afirma, en un espíritu muy ficiniano, que Dios gobierna el ta imagen, que transmitas a N., hijo de N. elmens;ue siguiente [que se formule
cosmos a través de siete «inteligencias segundas» (intellige/lliae sil/e spiritl/s el mensaje[, de manera segura, secreta y fiel, sin omitir nada de ]0 que quiero
que sepa y de ]0 que te he dado como consigna. En el nombre del Padre, del
orbes posl Dell/ll 1I1011C11tes), que no son otra cosa que los espíritus planeta-
rios: Orifiel, ángel de Saturno; Anael, ángel de Venus; Zacariel, ángel de Hijo y del Espíritu Santo. Amén». Después de esto, envuelve las dos imágenes
unidas con un trozo de tela limpia, lavada con agua blanca, e introdÚcelas en uno
Júpiter; Rafael, ángel de Mercurio, Samael, ángel de Marte; Gabriel, án-
de esos recipientes que los sabios indios llaman plramat ail·ollda. Cubre todo ello
gel de la Luna, y Miguel, ángel del Sol. A partir de esta misma doctrina
pacientemente, de corteza raspada y ponlo todo a ]a entrada de una casa cerra-
se precisa el sentido del tercer Jibro de la StegmlOgraphia, con la Única di-
ferencia de que los espíritus reciben aquí una identidad más marcada. En da, donde guieras. ¡Ésta es la traducción literal del pasaje; a decir verdad, se es-
peraría ver al operador introducir el recipiente bajo el umbral de su puerta.] Sin
efecto, pueden ser invocados trazando su fisionomía y añadiendo unas
f('¡l"Illulas. El proceso recuerda el arte de los emblemas y presenta analo- duda alguna, tu deseo será cumplido en el tiempo de veinticuatro horas.
f',í;\ssorprendentes con la mnemotecnia, excepto que, en nuestro caso, el
El espíritu podrá ser utilizado igualmente por el destinatario para en~
111"f',"St' Ir;\11sforma en pintor en el sentido más concreto del· término:

228 229
viar un mensaje en sentido inverso. «Pasadas las veinticuatro horas, retira posible de manera natural, lejos de toda superstición y sin la intercesión de
las imágenes del lugar donde las habías colocado y ponlas de lado, pues ningún espíritu, que un hombre transmita el designio de sus pensamien-
podrás utilizadas en todo momento para operar con Orifiel como inter- tos a otro hombre, a cualquier distancia y dondequiera que esté, en un
mediario, no sólo para transmitir mens~es al mismo amigo, sino a cual- tiempo muy breve. No podemos medir con precisión este tiempo, pero
quier persona, modificando únicamente el nombre del amigo [... ]>/9. sin duda todo esto tendrá lugar en el espacio de veinticuatro horas. Yo
Por este método, las presencias sobrenaturales habían revelado a Tri- mismo sabía hacer esto y lo he hecho a menudo. El abad Trithemius tam-
themius, en sueiios, lo que debió de ser el deseo más íntimo de su cora- bién lo sabía y lo hizo no hace mucho» (Occ. Pilil., 1, 6, pág. IX).
zón: saber todo lo que ocurre en el mundo. Lo dice él mismo, utilizando Por desgracia, existen razones bien fundadas para dudar de esta afir-
letras maylÍswlas, en la antepenúltima página de lo que nos ha llegado de mación perentoria de Agrippa. Al leer los mensajes desesperados que és-
su Stc,\ZallOgraphia: te dirige tan a menudo a destinatarios que no se molestan en responder,
'nos preguntamos a veces por qué nuestro ocultista no emplea el método
El' OMNIA, QUAE FIUNT IN MUNDO, CONSTELLATIONE infalible de Trithemius. Que Agrippa no supo obtener el socorro amable
OBSERVATA PER HANC ARTEM SCIRE POTERIS.
de ningÚn espíritu, hay muchos episodios de su biografia que lo de-
muestran. Al contrario, para descubrir la razón de su desgracia junto a
En los últimos pasajes del fragmento del tercer libro, Trithemius nos Luisa de Saboya, no duda en recurrir a los sortilegios bíblicos (que, ade-
informa de que, mediante procesos similares, es posible saberlo todo so- más, le revelan la causa), que podría háber evitado si se hubiese benefi-
bre cualquier persona. ¿Por qué se para ahí? ciado de la asistencia de un potente demonio planetarid2.
La hipótesis más plausible es que, por la cooperación de los podero- La indicación de Agrippa resulta en cualquier caso preciosa, pues
sos demonios planetarios, Trithemius se creía igualmente capaz de prever confirma ]a autenticidad del método trithemiano. En cuanto a su efica-
los acontecimientos futuros. Pero una vez más es Paul Grillandi quien nos ¿ia, una carta que Agrippa escribió el 19 de noviembre de 1527 al fraile
ofl-ece una explicación indirecta del motivo por el cual Trithemius jamás Aurelio de Aquapendente parece justificar un cierto escepticismo por
terminó este tercer libro, o -lo que es más probable todavía- por qué parte de sus lectores modernos:
quemó en Heidelberg toda la continuaÓón de su Steganographia. SegÚn
GrillandiK", todas las operaciones mágicas que invQcan la ayuda de un de- H umi]de mortal [confiesa AgrippaJ, caba]]ero consagrado en la sangre de los
monio ad lIIodlllll imperii no son heréticas, sino sólo sacrílegas. Por el con- combates, hombre de corte durante casi toda una vida, atado por ~os vínculos de
trario, la adivinación del futuro es siempre herética. Distinciones de este ti- la carne a una esposa amada, juguete de los caprichos de la fortuna, esclavo del
po debían de circular ya en tiempos de Trithemius y éste, experto en rp,undo y de las ocupaciones domésticas, no podía pretender los dones sublimes
ocultismo, n,o debía de ignorarlas en absoluto. Para no caer en el pecado de los dioses inmortales. No poseo nada de ellos. Me ofrezco solamente como
de herejía, destruyó la última parte del manuscrito autógrafo de la Stega- centinela ante la puerta para indicar el camino a los demás ¡ve/ut indicem qui ipse
nographia, que debía, lógicamente, de referirse a la adivinación. Pero no sempcr praejÓrtibus manens!'. (Ver Apéndices VIII y rx.)
se resignó a destruir esta parte que, aunque sacrílega, no dejaba de con-
siderar como uno de los métodos más útiles de comunicación a distancia.
Además, esto explica bastante bien por qué la Stc,,?anographia figuró, des-
de 1609 hasta el siglo XIX, en el lndcx librorllm prohibitorumK1•
Il1vitamos al lector a experimentar por sí mismo el método de Tri-
I hel]) iliS, para juzgar su eficacia. Tras referirse muy brevemente al carácter
,ql:ltllr:tI» de esta operación, Agrippa no dejaba de elogiar Sus méritos: «Es

230 231
Tercera parte

Final de partida
El Renacimiento es un renacimiento de las «ciencias ocultas» y no,
como se dice habitualmente en las escuelas, la resurrección de la
filología clásica y de un vocabulario olvidado. Lejos de ser esto, su
lucha apasionada puso sobre la mesa la recuperación de las «ciencias»
muertas o caídas en el olvido a causa del racionalismo escolástico.
Comprender las palabras «reforma» y «renacimiento» a partir de la
filología y tal vez de la técnica artística y negar todas las fuerzas
invisibles que estallan bajo las apariencias, es privar a estas palabras
de su sentido interno.

W E. Peuckert

-
Capítulo VIII
1484

1. Una mosca áptera


¿Es posible comprender las causas de la Segunda Guerra Mundial sin
saber nada de la ideología del nacional socialismo alemán? Ciertamente,
hay historiadores que no ven nada más allá de los móviles económicos. Y
con todo, ¿bastan estos móviles para explicar por qué Alemania no se
contentÓ con una expansión moderada en Europa central y en Áti-ica?
Los propios historiadores observan que Alemania no podía declararse en
absoluto satisfecha con la distribución de las colonias después de la Pri-
mera Guerra Mundial; pero, entonces ¿por qué no atacó a las colonias de
los países más ricos, para anexionarlas? Lo que ocurre es que justamente
el punto de vista econÓmico por sí solo es el que menos clarifica las cau-
sas de la segunda guerra. Si los objetivos perseguidos por la Alemania na-
zi hubieran sido Únicamente de orden económico y estratégico, la gue-
rra hubiera adoptado, desde el principio, un cariz muy diferente.
La misma observación podría aplicarse a la Revolución Francesa. En
una carta famosa, Friedrich Enge1s buscaba las causas en Ja pobreza de las
masas y en la maJa distl-ibuciÓn de la riqueza nacional. Sin embargo, pa-
rece que Francia nunca había conocido una prosperidad más generaliza-
da que la precedente al año 1789 e; incluso si este dato resulta verdadera-
mente discutible, ello no impide que la revolución fuera organizada por
intelectuales y que sus objetivos, antes que de orden económico, fueran
ideolÓgicos. En efecto, debía consistir en una renovatio de orden religio-
so, con implicaciones en todos los ámbitos de la existencia social; de lo
contrario, resultaría difícil explicar el culto al Ser Supremo y a Ja diosa
Razón, así como 'las extrafías modificaciones del calendario, fórmulas de
saludo, etc., que marcaban la llegada de una nueva era. Todo esto es, en
gran parte, válido para la Revolución Soviética. No olvideinos que los
,.rusos no habían conocido la «revolución burguesa» y que, cuando llegó a

235
1
Rusia, lo hizo con una particular lentitud. Los signos de la renovatio so- bían revelado más o menos correctas, o habían sido ajustadas posterior-
viética se inspiraban, en gran medida, en la renovatio francesa de 1789. mente de tal manera que parecieran aludir a acontecimientos recientes.
Con demasiada frecuencia el historiador tiende a conceder a los «he- .Del mismo modo que los fracasos individuales estaban lejos de desacre-
chos» y a las cronologías de los acontecimientos una importancia capital, ditar a un astrólogo, sus predicciones exactas o aproximativas podían pro-
olvidando que las causas de estos «hechos» son mucho más complejas y curade una reputación inmerecida. Verdad o leyenda, el astrólogo inglés
no se reducen a un denominador de naturaleza económica. J6hn de Eschenden asegura haber previsto la epidemia de peste de 1347-
No tenemos la intención de retomar aquí lo que ya hemos expuesto 1348; el astrólogo alemán Lichtenberger, el nacimiento y la actividad de
en otra parte con mayor detal1el. Lo que constituye ahora el centro de Lutero; y otro astrólogo del siglo XVI, Carian, al que se atribuyen nume-
nuestra investigación es el desarro]]o de la ciencia moderna. Tras haber rosos fracasos, parece haber predicho exactamente la Revolución France-
constatado que la ciencia moderna presupone una mentalidad muy dis- '~ade 1789 ... Lejos de ser una ciencia en declive, la astrología del siglo XVI
tinta a la que presidía las «ciencias» del Renacimiento, el historiador de inspiraba una confianza general que debía de superar de lejos su valor real
las ideas no sólo tiene el derecho sino también la obligación de interro- , de uso. No obstante, sólo a posteriori podemos comprobado; para la gen-
garse a propósito de las causas que produjeron este enorme cambio de ·la imagi- te del lZ.enacimiento, el valor relativo al uso de la astrología era tan ele-
nación humana, que condujo a la transformación de los métodos y los ob- vado como el que nosotros atribuimos, hoy en día, a la teoría de la radiac-
jetivos de las ciencias de la naturaleza. tividad o a la de la relatividad.
Por supuesto, existen cantidad de respuestas superficiales a esta pre- En cuanto a la medicina astrológica -ciencia muy compleja y rigurosa-
gunta fundamental de la historia de nuestra cultura. Sin el perfecciona- estaba quizás fundada sólo en premisas infantiles, pero sus remedios natura-
miento del anteojo astronómico, se dice, Galileo no hubiera podido con- les debían de resultar, en ciertos casos, eficaces, lo cual implica que su va-
tribuir a ofl-ecer una imagen más exacta del sistema solar. E]]o no impide lor relativo al uso no debía de ser inferior al de la astrología. Los propios
que, sin utilizar ningún instrumento óptico, Copérnico, mucho tiempo , médicos no tenían ningún motivo para despreciar sus propios conocimien-
atrás, ya hubiera concebido la idea de un universo heliocéntrico (o he- tos teóricos y prácticos; no cabe la menor duda de que tenían la misma se-
liostático), siguiendo un modelo pitagórico. Y, mucho antes que Copér- guridad y. el mismo aplomo que sus cofrades modernos que, en los casos
nico, Nicolás de Cusa había postulado, a partir de ideas extraídas de su menos graves, debía bastar para curar a los pacientes. Éstos eran, en su ma-
metafisica personal, el carácter infinito del universo. Esto demuestra fá- yoría, tan ignorantes que poco les importaban los métodos del médico, con
cilmente que los perfeccionamientos de la técnica han desempeñado un tal de que tuvieran en él una confianza de orden personal. En nuestros días,
papel sólo marginal en la formación del espíritu científico moderno., la situación ha cambiado sólo muy poco a este respecto y, si todos nuestros
Otra hipótesis, igualmente superficial, sostiene que las ciencias del Re- médicos fueran sustituidos, por milagro, por iatromatemáticos o iatroquí-
nacimiento habían demostrado plenamente que carecían de «valor de I micos, la mayor parte de los enfermos ni siquiera se daría cuenta.
uso». Así pues: era normal que fueran reemplazadas por ciencias cuyos re- Entre las ciencias del Renacimiento, la alquimia es la que sufrió el ma-
sultados de orden práctico -la tecnología moderna- se imponían a todo yor número de fracasos. No obstante, puesto que desempellaba un papel
el mundo por su «valor de uso». El postulado de esta tesis consiste en que importante en los remedios de la iatroquímica, e incluso en los de la me-
su propio método era el que condenaba al fracaso a las ciencias del Re- dicina astrológica, no se le podría negar todo valor de uso. En la medida
nacimiento como la astrología, la medicina, la alquimia y la magia. Resul- en que estaba íntimámente ligada a' unas ciencias cuya eficacia negaba
ta innegable que, en casos particulares bastante n~merosos, estas «ciencias» poquísima gente, la alquimia no tenía ningún motivo para sentirse ame-
habían fi-acasado. Sin embargo, no existe absolutamente ninguna razón nazada en sus fundamentos. El muy elevado número de charlatanes sin
p;\r;\ d\Hbr de la confianza general que inspiraban en la época. duda la ha desacreditado; pero las prácticas alquímicas de Newton nos de-
1;1 ;1,1 n )Iogia no era infalible, pero muchas de sus predicciones se ha- muestran que no había dejado de suscitar el interés de los espíritus más

236 237
brillantes del siglo XVII. Algunos historiadores de la cicncia se preguntan renacentista, se deleitaban con las sátiras de las ciencias contemporáneas
todavía por qué, si la alquimia constituía la preocupaciÓn fundamental de debían de ser mucho menos numerosas y poderosas que los grupos orga-
Newton, éste lo publicÓ todo excepto los materiales que se refieren a sus nizados que, hoy en día, protestan contra el uso de la tecnología moderna.
experiencias alquímicas2• La respuesta es tan simple que resulta sorpren- Otro ámbito en el que se traza una imagen muy falsa del Renaci-
dente que sea sistemáticamente evitada o deformada: Newton vivía en miento es en la enseñanza y la transmisiÓn de conocimientos. En aquella
una época caracterizada por el triunfo del puritanismo en el plano polí- época existían universidades muy célebres y orgullosas de sus tradiciones
tico. El puritanismo aborrecía las ciencias ocultas puesto que no estaban que expedían diplomas de gran valor. Éstos condicionaban el ejercicio de
conformes al espíritu de la Biblia. Newton no publicÓ sus experiencias la profesión hasta tal punto que Agrippa von Nettesheim se atribuye tí-
alquímicas porque tenía la cabeza en su sitio y prefería que no se movie- tulos que no poseía para ocupar un puesto e incluso, en presencia de un
ra de allí. Del mismo modo, su proverbial silencio no es en absoluto sig- privilegio real que parecía exonerarle, le era absolutamente necesario. Sin
no de un rasgo personal de carácter, sino de una prudencia impuesta por duda, un diploma de la Sorbona o de la Universidad de Padua constituía
las circunstancias de la época; puesto que las presiones psicolÓgicas e in- una garantía, pues estas altas instituciones tenían la reputación de trans-
cluso fisicas que ejerciÓ la Reforma de la Iglesia -tanto del lado protes- mitir conocimientos infalibles, cuyo valor relativo al uso sería ocioso con-
tante como del catÓlico- no fueron menores a las ejercidas por la Revo- testar en un determinado contexto social, del mismo modo que sería
luciÓn Francesa durante su apogeo o -1I11/tatis 11111ta 11 dis- por la revoluciÓn ocioso dudar del valor ahsolllto, ahora sí, de uso de los propios diplomas.
Soviética. El error de principio que cometen la mayor parte de los historiadores
En lo que concierne a la magia, no hay duda de que su valor de uso de la cultura, en el fondo, vuelve a negar la validez, hoy en día, de estos
fue, en tiempos del Renacimiento, tan importante como el de la astrolo- conocimientos y estos diplomas. Por supuesto, ninguna universidad del
gía. No olvidemos que, bajo la etiqueta de «magia naturah>, circulaban mundo aceptaría conceder la cátedra de fisica teórica o de semiología
conocimientos técnicos muy variados -desde la fabricaciÓn de los colo- médica a un diplomado de la Sorbona de 1500; pero este extraÍlo razo-
res animales y vegetales hasta la pirotecnia y los procedimientos Ópticos-, namiento no debe llevar a la convicciÓn de que, puesto que los conoci-
así como procedimientos teÚrgicos y médicos, métodos de criptogr:di:I, mientos de un diplomado en] 500 son rechazados en nuestros días, eran
estenografia y telecomunicación; sin olvidar técnicas de manipulacil') 1I dt'¡ igualmente rechazados por sus contemporáneos -sin contar con el hecho
individuo y de las masas que sólo han encontrado su plena aplicacil'JlI "11 de que hay disciplinas humanísticas en las que podríamos confiar más en
nuestros días. En cuanto al arte de la memoria, éste funcionaba tall l,il'lI un diploma del siglo XVI que en uno de 1980.
que resulta sorprendente que cayera en desuso durante el siglo X VI J, La sociedad renacentista no presenta más que muy pocos' síntomas de
Resulta del todo evidente que las ciencias del Renacimicl1l (1, 111\'1" decadencia: no está «en crisis», sólo abriga dudas muy superficiales acer-
cual fuese su valor real, no carecían en absoluto de valor re/,,/Í/'" ,11 1I\tI ca de sus propias instituciones y verdades de orden ideológico y práctico.
Todos los testimonios contrarios de los contemporáneos resllli :111,t'll ~II La hipótesis de falta de «valor de uso» de las ciencias del Renacimiento
mayor pa¡:te, sospechosos, puesto que proceden de escritores '11It' '11111'11 11 debe descartarse, puesto que no constituye más que una explicación a
obtener un efecto Lkil en su pÚblico. Giordano Bnll lO, '1"1' , 11'11111 postcriori de la transformación del espíritu científico y, en consecuencia,
memente en ellos, no dudaba en satirizar, en su cOlllcdi:1 (:""1'''/,11,'
J/ 1,
carece de toda verosimilitud.
teoría ficiniana del espíritu; pero la había puesto ell hO(':1dI' 1111• 1,,1¡J II 111 Por el contrario, si queremos comprender algo de este enigma de la
sin escrÚpulos. Las conclusiones que se ha]] s:\cado dI' I',I~n¡,,~ti, ,'~I, 11 historia que supone la aparición de la ciencia moderna -que surge preci-
po tonudos de los escritores italianos3 no SOII CII ah\, ti111 ti ¡,. 111111 111, samente cuando 1/0 era IIccesaria-, hay que penetrar primero en el corazón
como si se juzgara la personalidad de SÓcr:\tcs (1IIi,'!!III"III. 11',11111 .1,11 •• de las propias ciencias renacentistas, de las que la astrología, gracias a su
tro de Aristófanes. A fin de cuentas, las IllilltltÍ,l~ '1I1t, ,1'.111111'1I , 1' grado de universalidad, era la más importante (la magia, la medicina e in-

2,IM 239
cluso la alquimia pueden considerarse, en cierto sentido, como discipli- ca áptera empieza a multiplicarse. Las hogueras de brujas se extendían por
nas astrológicas). Otro factor fundamental en el conjunto de la ideología toda Europa; la Reforma religiosa habría preferido que el único libro que
del Renacimiento está constituido por la doctrina cristiana y por la ins- subsistiera en la tierra fuera la Biblia pero, en cualquier caso, no estaba
titución eclesiástica, que jamás acepta i sompletamente el mensaje de la dispuesta a tolerar ni el eros, ni la magia, ni las «ciencias» contiguas del
«ciencia»: la verdad revelada prima sobre toda verdad temp;,?ral, que pue- Renacimiento. Una invocación mágica o una experiencia alquímica po-
de tener sólo un carácter relativo con respecto a la primera. dían costar la cabeza. El terror acabó con todo, y ésta es la razón por la
La ciencia moderna surge de una interacción de fuerzas ideológicas que se renunció a la astrología, a la magia y a la alquimia o se encerrÓ,
muy compleja, por un proceso muy semejante a la selección natural de como Newton, en un silencio prudente sobre los intereses de orden
las especies. Sabemos que ésta no está determinada por una ley provi- oculto. La Iglesia católica no sólo pidió la transformación de las costum-
dencial, sino por los accidentes del entorno, estos accidentes que J. Mo- bres sino que se aplicó encarnizadamente a defender lo más precioso que
nod ha llam'ado, quizás injustamente, «azar». creía poseer, el tomismo. Galileo rozó la hoguera no porque fuera un re-
¿Qué posibilidad tiene una mosca áptera de procurarse el alimento en presentante de la «ciencia moderna» (que no lo era en absoluto), sino
nuestro clima? Ninguna, puesto que si no dispone de un medio de des- porque osó oponerse al tomismo. Bruno fue devorado por las llanras por-
plazamiento rápido, ni de un abrigo seguro como los gusanos subterrá- que era un mago impenitente, no porque defendiera las ideas del carde-
neos, será la presa [lcil de los pájaros. Este mutante genético será elimina- nal de Cusa. En todas partes, la gente se entregó a ocupaciones más ino-
do por la selección natural. No obstante, es la misma selección la que, en fensivas, que no podían contrariar la imagen que se hacían del mundo y
una isla muy ventosa del archipiélago de las Galápagos, ha aniquilado de la sociedad humana una u otra de las iglesias cristianas. La coacción les
completamente la raza «normal» de las moscas provistas de alas, que no tie- I obligó a expresarse con prudencia, a esconder cuidadosamente sus obje-
nen ninguna posibilidad de luchar contra el viento. Sólo se han salvado las tivos. Sobrevivieron algunos pitagóricos entusiastas como Galileo o Ke-
moscas ápterils, p:\lesto que se desplazan por el suelo y a los p;ijaros, por la pler, pero su raza estaba en extinción. Hubo muchos Descartes y Bacon
misma razón antes mencionada, les cuesta trabajo atrapadas. que son todavía muy sospechosos de haber mostrado simpatía por la far-
Una mosca ápted es, por definición, una mosca «enferma», cuya mu- sa de los rosacruces y cuyas verdaderas intenciones no son en absoluto fá-
tación debería impedide la facultad de sobrevivir. Sin embargo, en un de- ciles de descifrar. ¿Eran los representantes de un mundo nuevo? Si lo fue-
terminado reducto ecológico, estas mutaciones, estos productos aberrantes ron, no se trataba ciertamente del mundo que vendría, como tampoco su
de la naturaleza son los ú~icos que tienen la oportunidad de preservarse. filosofía fue una «filosofía moderna».
Es exactamente lo mismo que le ocurrió al espíritu científico moder- En un momento determinado, la censura había transformado la per-
no, al espíritu de experimentación que renuncia a los grandes postulados sonalidad: la gente había perdido la costmnbre de utilizar activamente su
para no construir más que razonamientos inductivos. No fue el pájaro del imaginación y la de pensar por «cualidades», puesto que ya no estaba per-
paraíso lo que la Providencia o las leyes (inexistentes) de la historia triun- mitido. La pérdida de la facultad de la imaginación activa arrastró nece-
fal del espíritu hegeliano ,dieron a luz de pronto para relevar a las ciencias sariamente consigo la observación rigurosa del mundo material y ésta se
del Renacimiento, sin valor y ya carentes de atractivo. Al contrario: nues- tradujo en una actitud de respeto por toda información cuantitativa, y de
tro espíritu científico moderno nació como una mosca áptera que, en los sospecha hacia toda aserción de orden «cualitativo».
grandes torbellinos de la hist~ria del siglo.XVI tuvo la oportunidad de pa- En cierto sentido, se puede decir que las moscas que vuelan tienen
sar desapercibida y no ser eliminada por la dura selección naturaL Ést:1 una imagen del mundo completamente distinta de la que poseen las mos-
:lzotÓ tan fuerte a las ciencias del Renacimiento que las privÓ de tod:i cas que se arrastran por el suelo, por no tener alas. Pero esta comparación
uportunidad de enderezarse. parece implicar un juicio de valor del que se quiere absolutamente exen-
¡':X:1I11inaremoscon mayor detalle la situación en la que Illlcstr:1 IUOS- ta. El hombre del Renacimiento y el hombre de nuestra época han con-

240 241
servado quizás la misma forma exterior, pero el último es una mutación tores modernos prefieren situada' en 1483, y el propio Lutero se inclina
psicológica del primero, dentro de la misma especie. Aquellos que afir- tanto por una fecha como por la otra.
man que el hombre renacentista sentía, pensaba y actuaba como nosotros Así pues, resultará sorprendente saber que los astrólogos de la época
se equivoca enormemente. Por el contrario, desde entonces, tenemos la atribuyeron al aÚo 1484 una importancia verdaderamente colosal. Por lo
costumbre secular de rechazar de nosotros mismos todo lo que constituía menos esta vez no se trata de un retoque a posterÍorÍ, puesto que los que
la imagen del mundo del hombre del Renacimiento hasta e! punto de que esperaban que ocurriera algo palpable y visible en 1484 quedaron muy
éste se confunde con nuestra «sombra», con aquello que hemos aprendi- decepcionados.
do, por educación, a extirpar y a mutilar en nosotros mismos. Es un cofra- AI-Kindi, de! que ya conocemos su teoría de las radiaciones estelares,
de débil que abrigamos todavía en nosotros mismos, porque no podemos había formulado igualmente una teoría de las conjunciones generales de
eliminado por completo. Si él es nuestra caricatura -puesto que acumu- los planetas y de su influencia en la suerte de las religiones. Las conjun-
la en él nuestros rasgos más infantiles y ridículos-, intentemos ponernos ciones generales dependen de las conjunciones periódicas de los planetas
por un momento en su lugar: ciertamente, es muy probable que no de- superiores, Júpiter y Saturno, puesto que éstos avanzan con mayor lenti-
ba tener sie nosotros una imagen más halagadora de la que nosotros nos tud. Según al-Kindi, existían «pequeñas conjunciones de planetas que se
hacemos de él. Pero toda comunicación es imposible, y las barreras del producían cada veinte ailos, luego las "medianas" cada doscientos cua-
tiempo nunca desaparecen. Éste es el motivo por el que existe poca es- renta aÚos, y finalmente las grandes, cada novecientos sesenta años. Estas
peranza de que un día se puedan con~prender y darse la mano. Pero hay últimas ejercían una influencia capital no sólo en la naturaleza percepti-
todavía menos esperanzas de que este huésped inquietante de nuestras ble, sino también en los hechos políticos y religiosos; cada gran conjun-
profundidades de~aparezca para siempre. ción inauguraba una nueva era de la historia»4. La Edad Media cristiana
A falta de llegar a un entendimiento cordial, hay que aprender a mi- estaba al corriente de esta teoría por e! Liber 111agnaru111conÍunctÍonu111 de
rado sin demasiada superioridad. Pues nosotros hemos perdido lo que él Albul11asar, discípulo de al-Kindi. Roger Bacon la aplica al nacimiento
tenía, y él no tiene lo que nosotros hemos conquistado. En total, estas de las grandes personalidades de la historia y de los auténticos (o [1Isos)
cantidades son iguales. y, si nosotros hemos realizado algunos de los de- profetas, con una periodicidad de trescientos veinte ailos. En su lista fi-
seos más ardientes de su imaginación, no hay que olvidar que también guran primero Alejandro Magno, luego Jesús, Mani y Mahoma'.
hemos destruido otros tantos y que éstos podrían revelarse irrecuperables. En efecto, una col1ÍlInctÍo l1laJZl1a había tenido lugar, en el ailo 7-6 antes
de J. c., en los signos de Piscis y Aries. Kepler, que había estudiado aten-
2. ¿Por qué fue tan temible el año 1484? tamente la coníunctío 1I1ac¡znade 1604 (en Sagitario), escribió dos tratados
En el tipo de historia que cultivan nuestros contemporáneos sólo se (De stella nova y De vero anno) en los que se ocupa de la «auténtica fecha»
da importancia a acontecimientos que, para el hombre del Renacimien- del nacimiento del Sefior.
to, debían de teneda únicamente desde un segundo plano. En cambio, ig- Cuando se produjo la conjunción de 1604, una estrella nova apareció
noramos de forma ostentosa lo que a sus ojos estaba dotado de una im- en el firmamento «en el mismo lugar donde los tres planetas [superiores]
portancia crucial. estaban reunidos»". Por este motivo. Kepler cree que una estrella nueva
Si miramos nuestras cronologías, el año 1484 no ofrece ningún interés había anunciado igualmente el nacimiento de Jesús -y ésta había sido la
particular: Colón todavía no había zarpado, los turcos no forzaban más estrella de los Reyes Magos:
que de costumbre las puertas de Occidente, aún no había estallado la
guerra de Nápoles, que produciría una de las enfermedades más' intere- ·Esta acción de las grandes conjunciones sobre la existencia humana no se ex-
santes,.la sífilis, y la Reforma estaba todavía lejos ... El único aconteci- plica lo suficiente por la naturaleza; ha sido necesario que el mismo Dios las co-
l11icnto atribuible a esta fecha es el nacimiento de Lutero, aunque los au- locara de alguna manera: la experiencia atestigua que Él puso en el firmamento

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estas grandes conjunciones con estrellas maravillosas extra ordinari u otras obras elIG, constituye un signo de que la empresa, sin ser común ni desprovis-
admirables de Su providencia. Por esto fijó el nacimiento de su hijo, Cristo, ta de peligro, no dejaba de ser posible dentro de unos límites. En efecto,
nuestro salvador, en el mismo momento de la gran conjunción que tuvo lugar si se admite la tesis de las dos naturalezas -divina y humana- de jesús, no
en los signos de Piscis y Aries, circa pUl1ctum equil1octialem, subrayando este doble es nada absurdo aplicar al hombre las limitaciones del destino astral. Lógi-
hecho, el acontecimiento que tuvo lugar en la tierra y las conjunciones que apa- camente, la Iglesia no miraba con buen ojo ni estas tentativas ni la astro-
recían en el cielo, a través de la aparición de una nueva estrella; por medio de logía en general.
ésta, Él condujo a los magos de Oriente hacia Palestina, la aldea de Belén y al D' Ailly, Gaurico y Cardan o habían calculado la carta astral del naci-
pesebre donde acababa de nacer el Rey de los Judíos7. miento de JesÚs según los datos convencionales; Kepler la calculó para la
primavera de! año 6 antes de la era cristiana, y Sibly, no sabemos decir
Kepler no fue el Único en seguir e! desarrollo de la conjunción de por qué, para e! 25 de diciembre de! año 45 de la era cristiana. Entre to-
1604; los redactores de los manifiestos de los rosacruces también especu- dos, Kepler, influido por los acontecimientos astrológicos del ~11101604,
larop sobre ello, puesto que situaron la fecha de la muerte de Christian es el más sutil, pues pone en relación el nacimiento del Salvador con una
Rosenkreuz en 1484 y la fecha del descubrimiento de su tumba en 1604, COIÚllllctío Inaglla y la aparición de una estrella Ilova.
lo cual representaba exactamente el intervalo entre dos grandes conjun- La doctrina de las conjunciones, derivada de al-Kindí y de Albuma-
cionesB• No nos debe sorprender que la «farsa» de los rosacruces animara sar, fue vinculada a muchas teorías de los ciclos cósmicos formuladas por
ardientemente a los grandes espíritus de la Europa de entonces: las fechas Roger Bacon, Pedro de Abano, el abad Trithemius, Adam Nachemoser,
coincidían perfectamente con los datos astrológicos y se esperaba una re- Kepler. .. No hay concordancia perfecta entre ellas, pero todas parten, no
novación del mundo después de 1604. La revelación de la orden secreta obstante, de los datos de al-Kindí que W. E. Peuckert resume en estos
fundada por Christian Rosenkreuz no hacía más que colmar la esperan- términos:
za despertada por el acontecimiento cuya importancia había sido desta-
cada por Kepler. Cuando johann Valentin Andreae, que era llno de los La conjunción de los planetas superiores se repite cada 20 aríos; cambia 4 ve-
principales autores, calificó los manifiestos de los rosacruces como ll/dí- ces seguidas entre los signos de una triplicidad, [triánguloJ; finalmente, al cabo de
bríl/In -cosa que efectivamente eran-, no se le quiso creer. Y la señora F. A. 240 años, pasa a la triplicidad siguiente en el orden de los signos y repite su ci-
Yates explica muchos datos de la vida de Descartes por una persecución clo; 10 mismo ocurre en las 3." y 4." triplicidades. Después de 4 veces 240 a¡"íos
obstinada de los rosacruces de los que, en un cierto sentido, encontró las (960), está en su punto de partida, el primer signo de la l." triplicidad, en el mis-
huellas'! .
mo grado que al empezar y, al pasar al grado siguiente, empieza Ull nuevo ciclo.
Kepler no era el primero ni e! último en ocuparse del horóscopo de Hay, pues, tres períodos o ciclos principales:
jesucristo. El cardenal Pierre d'Ailly (1350-1425) había marcado la tónica, 1. El pequeño, de 20 a11os,entre dos conjunciolles;
seguido, en la época renacentista, por el gran' astrólogo Luca Gaurico y 2. El mediano, de 240 años, de una triplicidad a otra;
por el no menos célebre Gerolamo Cardano. El horóscopo trazado por 3. El grande, de %0 a11os,hasta la vuelta de la conjunción al mismo lugar del
Pierre d' Ailly y retomado por Cardano formó la base de todas las tenta- zodíaco.
tivas sucesivas de este tipo, como la de Ebenezer Sibly (A Complete Illus- El Último, hace aproximadamente un mi]enio, indica una renovación com-
tratíoll (!{ the Occult Scíences, 1790). ¿Qué es lo que se podía leer en e! ho- pleta del mundo; esto impJica en particular una nueva religión. El mediano se
róscopo de ,jesús? La filiación divina, el nacimiento de una casa real, el reduce a grandes trastornos políticos, cambios de reinado, etc. El pequCI'io, fi-
nacimi'ento virginal, su humildad, su condena y su crucifixión\(}, dicho nalmente, indica en general acontecimientos importantes, sucesiones reales, re-
breve1:nente, toda la historia de su vida y de su muerte humanas. Cierta- vo]uciones y otras crisis de Estado ".
mente, que un carderial y un obispo (Gaurico) se hubieran ocupado de

244 245
Si tomáramos estos números al pie de la letra, los aíios 14H4y 1604 que- Esta destacable constelación y concordancia de los astros indica que debe na-
darían excluidos de la lista de todas las conjunciones. COI] todo, conjun- cer un pequeño profeta que interpretará excelentemente las Escrituras y también
ciones muy importantes tuvieron lugar en 1345 en Acu:¡rio, en 1484 en ofrecerá respuestas con un gran respeto por la divinidad y conducirá las almas
Escorpión y en 1604 en Sagitario. En diciembre de 134K, en su Summa iu- humanas hacia ésta. Pues lo astrólogos l1aman pequet'íos profetas a los que apor-
dicíalis de accídentibus I1lllndi, el astrólogo inglés John de Eschenden escribía, tan cambios en las leyes o cread ceremonias nuevas o dan una interpretación di-
a propósito de la gran peste que acababa justamente de devastar Europa: ferente a la palabra que la gente considera como divina [... ].
Yo digo que en la tierra sometida a Escorpión [Alemania] nacerá un profeta
Es exactamente ]0 que yo había escrito en el año 1345. Pues todo lo que ha- y que antes se verán en el cielo las cosas más extrafías y más raras, pero no es po-
bía predicho entonces en relación a los acontecimientos de ]os que acabo de ha- sible decir en qué extremidad de la tierra, si será hacia el mediodía o en el nor-
blar coincidía con la opinión de numerosos astrónomos. Los males que había te, tan numerosas y contradictorias son las opiniones de los sabios. Albumazar
anunciado se produjeron justo después de 1345 y a una gran escala. La mortaJi- IAlbumasar] piensa que será en el signo de Agua y hacia el mediodía. Pero la ma-
dad tlle tan grande en 1347 y 1348 que el mundo entero parecía revolucionado, yoría de los astrólogos piensan que esto se producirá hacia el norte. Sea donde
y en muchos países las ciudades y los pueblos habían sido abandonados; los ra- quiera, dice Messahala [Marsala], nacerá en un país medio en lo que concierne
ros supervivientes huían de estos lugares, dejando a sus espaldas sus casas y sus al calor y la humedad [.. .J.
bienes; no se osaba ni siquiera visitar a los enfermos, ni enterrar a los muertos, Se ve a un monje con una ropa blanca con el diablo de pie sobre sus hom-
pues se temía e] contagio". , bros. Tiene un gran manto que cue]ga hasta el suelo y que tiene anchas mangas
y un joven monje le sigue [... ].
Parece pues que la auténtica periodicidad de las conjunciones signifi- Tendrá una inteligencia muy viva, sabrá muchas cosas y poseerá una gran sa-
cativas no era de ningÚn modo de doscientos cuarenta, sino de ciento biduría; sin embargo, pronunciará a menudo mentiras y le quemará la concien-
veinte a ciento cuarenta aíi.os.
cia. Y como un EscorpiÓn, pues esta conjunciÓn se efectúa en la Casa de Mar-
Puesto que John de Eschenden se refería, en 1348, a una profecía an- te y en las tinieblas, lanzará a menudo el veneno que tiene en la cola. Y será la
terior que no poseemos, podríamos como máximo concluir que la había callsa de grandes efusiones de sangre. Y como Marte es su anunciador, parece
formulado posteriormente. Sin embargo, sabemos que en Italia, en el si- que confirmará 1a fe de los Caldeos, como da testimonio Messahala 15.
glo xv, se esperaba la llegada de un profeta13, que debía nacer o manifes-
tarse en 1484. En octubre de 1484 el holandés Paul de Middelburg, obis- Lutero nació, muy probablemente, e! 10 de noviembre de 1483, pero
po de Urbino, compuso sus Pronostica ad v(\?inti annos duratura, en las que Philipp Melanchthon, que creía firmemente en la astrología, atribuyó su
intentaba diluir el nacimiento del profeta, considerando que los efectos nacimiento a las profecías de Lichtenberger, hasta e! punto que aparecie-
de la conjunción se extenderían a lo largo de veinte ali.os. Por cOllSi- ron otras fechas alternativas, en concreto el 22 de octubre y e! 23 de no-
guiente, e! «pequeño profeta» habría debido nacer en 1503 y actuar dll- viembre de 1484. El astrólogo más en boga de la época, Luca Gaurico, cal-
rante diecinueve añosl4• P1agiado por el alemán Johannes de Cl:1ra MOII culó el horóscopo de Lutera para e! 22 de octubre a la una y diez minutos
te (Lichtenberger) en su Practica, Paul de Midde!burg lo delllllll;i/) l'll de la mañana; se veía con claridad el perfil y el destino de un hereje. Por
14,92, 20n una Invectiva in supcrstitiosum quemdam astrol!~\!fl1l1,lo CII:d 110i1]1 e! contrario, los astrólogos alemanes Carion y Reinhold, ambos favorables
pidió que las profecías de Lich~enberger tuvieran 111:'IS Link 1111:1 ('lImlll!' a la Reforma, lo calcularon para la misma fecha, pero a las nueve de la ma-
resonancia en la Europa de! Norte, puesto que en ell:ls s<.'IJ:tI)í.1 visl!) 1111.1 ñana, lo cual ofrecía un resultado absolutamente distinto.
anticipación verdaderamente extraña de la lIeg:ld:¡ dl: Lllll'IP, 1'::i'<I l'S 1" Todo esto revela simpatías de los mismos astrólogos con respecto a
que predecía Lichtenberger a propÓsito de 1:1cpnjllll<'i{\11 ik ,J1'lpil¡'1 y ~:oI uno u otro bando. Con todo, lo que no podríamos poner en duda es que
turno en Escorpión, el 25 de novielllhrl' dL' J'IH·I: se esperaba, en Italia y en Europa del Norte, la llegada de un «pequeño

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profeta» para el año 1484, a causa de la conjunción entre Saturno y Júpi- lenaristas y campesinos que representaban una amenaza grave e inmedia-
ter en el triángulo de Agua: los testimonios de Paul de Middelburg y de ta para e! orden establecido, religioso y social. Persiguiendo a los margi-
Johannes Lichtenberger son claros. nados, se pretendía, en realid!ld, instaurar un clima de terror cuyo obje-
Sin embargo, los efectos de la conjunción debían cubrir igualmente tivo era el de impedir la formación de grandes movimientos de opinión
otro ámbito. Esta vez, la explicación sólo podía ser a posteriori, lo cual no y de masa21•
impide que fuera generalmente aceptada y adoptada. Se sabe que, si la No creemos que las intenciones de! papa Inocencia VIII fueran tan
peste causó estragos durante el siglo XIV, la sífilis -en la que se veía igual- ambiciosas. Todos los historiadores están de acuerdo en e! hecho de que
mente una forma de peste- tal vez no causó menos entre los siglos XVI y .la señal de la caza de brujas fue la bula Summis desiderantes C!ffectibus. La fe-
XIX. Importado de América, el «mal francés» se desarrolló como epide- cha en la que fue promulgada es sorprendente: el 5 de diciembre de 1484,
mia terrible durante las campañas de Carlos VIII en Nápoles (1495)16. ¡justo después de la conjunción de! 25 de noviembre!
Desde el principio de! siglo XVI, Joseph Griinpeck, astrólogo en la corte Se sabe que Inocencia VIII había sido un temible adversario de la ma-
de Maximiliano de Austria, dio una explicación astrológica a este fenó- gia, de la astrología y de la cábala; había perseguido a Juan Pico y ame-
meno en su Tractatus de Pestilentiali Siorra sive Mala de Frantzos, Or(¡;inem nazado al canónigo Marsilio Ficino. Esto implica que estaba constante-
Remediaque fc..Jusdem Continens. Compila tus a venerabili viro Jvlagistro Joseph mente informado sobre las ciencias ocultas. Un acontecimiento tan
GrÚnpeck de Burckhausen super Carmina quaedam Sebastiani Brant utriusque importante como la conjunción de 1484, sobre la cual podía leer en la in-
Juris Prcifessorisl7• Esto es lo que escribía Griinpeck:
«Sobre el mundo se ha quietante obra de Paul de Midde!burg en e! mes de octubre, sólo podía
abatido esta enfermedad crue!, inaudita e increíble, el mal francés que la ~ doblar sus temores. Si se hubiera esperado unos años, e! opúsculo de
conjunción [de 1484] ha hecho pasar de Francia a Italia de! Norte y des- Lichtenberger le habría revelado que e! «pequeño profeta» del que se ha-
de allí a Alemania; esto se ha producido, como es sabido, porque Júpiter , bría tenido que defender era un monje vestido de blanco ... No obstan-
reina sobre Francia; Y Uúpiter] es un planeta caliente y hÚmedo»I~. La te, es probable que, en el caso en cuestión, Inocencia VIII estuviera c~m-
mis~l~ 'interpretación es retomad~ y profundizada por el astrólogo Astruc vencido de la inanidad de las invenciones de la astrología, que ten~~ tanta
(1684-1765); en su tratado' De morbis venereis de 17361". influencia en las masas y que era susceptible de ser utilizada contra' los in-
Lo que cabe destacar es qtie el tratamiento local con mercurio -que tereses de la Iglesia católica. Sin embargo, no podía afectar excesivamen-
"sigtie empleáhdose hoy en día, no sin eficacia- no es, en su origen, más te a las gentes doctas y potentes, algunas de las cuales ocupaban impor-
que un remedio astrológico y alquímico del malum de Frantzos20• tantes funciones eclesiásticas. Con todo, pensó en preparar el terreno para
La epidemia de sífilis y el nacimiento de! reformador Lutero, no fue- un sucesor más acertado, que habría podido permitirse, en otra coyuntu-
ron más que , los efectos
, palpables que, más ade!ante, se atribuyeron a la ra, hacerles callar (esto llegó un siglo más tarde, con Sixto V). Por elmo-
coqjunción del 25 de noviembre de 1484. Con todo, sus efectos impal- mento, Inocencia VIII se contentó con poner en marcha un potente
pables fueron de mucha mayor importancia. mecanismo de represión contra la magia popular, alil~lentando probable-
Marvin Harris, uno de los más brillantes representaptes de la antro- mente la sabia esperanza de que aquello acabaría, un día u otro, por afec-
pología ecológica amer:icana, ha interpretado reciente~hente la caza de tar igualmente a la magia de la gente cultivada.
brujas, que empieza a finales del siglo XV, como una táctica I de la Iglesia Las previsiones a muy largo plazo que e! papa Inocencio VIII debió
católica para despistar la atención de la opinión pública: en efecto, la sos- de 'hacer cuando promulgó la bula de 1484 se revelaron no sólo exactas,
pecha que' se insinuaba en todas las comunidades humanas europeas, se ,', sino que sobrepasaron, probablemente, sus mayores esperanzas. Pues el
convertía en el principal aliado de la Iglesia, al permitirle controlar me- papa no podía saber que recibiría una ayuda inesperada por parte del que
jor a sus sujetos. Harris cree que, en e! fondo, la Witchcraze sólo fue una tanto había temido, el pequeño profeta esperado en 1484: Martín Lutero.
respuesta, muy sutil, de las autoridades eclesiásticas a los movimientos mi- No hay que descartar que los sucesores de Inocencio hubieran tenido

248 249
b intención de continuar sus planes secretos. Para ello, necesitaban per-
sonas muy hábiles y doctas, como Pico de b Mirandola. Y no resulta sor-
prendente en absoluto que éste, que estaba bien informado sobre los pro-
yectos de la Curia romana, se hubiera puesto a redactar un gran tratado
contra la astrología. A principios del siglo XVI -como demuestran los es-
critos de! abad Trithemius y de Bernardo de Como-, la bula de Inocen- Capítulo IX
cio VIII había empezado a producir sus efectos, y la persecución de las La gran censura de lo fantástico
brujas había adquirido un carácter más sistemático. Parece, sin embargo,
que a partir de entonces la Curia les prestaba una menor atención, pues-
to que las profecías de 14K4 no se habían realizado y que un breve pe- 1. Abolición de lo fantástico
ríodo de calma reinó en Europa hasta 1517. Los juristas como Andreas Probablemente bajo la influencia de! protestantismo liberal ciertos li-
Alciato o Gianf]-ancesco Ponzinibio contestaban a la autoridad de la Iglesia bros de historia afirman todavía que la Reforma fue un movimiento de
en los procesos de brujería, y su postura liberal y escéptica habría preva- emancipación, cuya finalidad consistía en libcrar al hombre de la tute!a
lecido probablemente si Lutero no hubiera hecho su aparición. La pre- represiva de la Iglcsia católica. Dada la multiplicidad de sectas protestan-
sencia de este enemigo tan potente permitió a la Iglesia tomar las medi- tes, esta idea no puede ser totalmcntc falsa, pero de ningÚn modo co-
das extremas que Inocencio VIII había preparado desde 1484, con su bub rresponde a las intenciones originales de la Reforma, ni a las ideologías
SlII11111isdcsidcm/ltcs l!!li>rtilllls. de las principales denominaciones reformadas, el luteranismo y el calvi-
IJIsm o.
Si hojeamos manuales de historia, encontramos con fi-ecuencia la si-
guicnte cxplicación de la IZeforma: a principios de! siglo XVI había una
Iglesia rica, organizada en un potcnte Estado que actuaba como tal; tam-
bién e! clero y los monjcs se ocupaban, en su mayoría, de las cosas tem-
poraJes; prosperaba el tráfico de las cosas espirituales; Lutero llegó para
poncr fin a esta situación, a tr~lvés de una r~¡;>r1lla liberal: reconoció al cle-
ro el derecho al matrimonio, abrogó e! comercio de las indulgencias y e1
culto a las imágenes, redujo al mínimo las formas exteriores del rÍtual pa-
ra concentrarse en la experiencia religiosa íntima.
Es una explicación que surte efecto por las causas y se contenta con
un punto de vista moralizador que, si bien resulta Útil en un principio, no
resuJta por ello menos peligrosa en sus aplicaciones. Por el contrario, un
viento liberal había recorrido la Iglesia durante el Renacimiento lo que,
por el precipicio que se había creado entre la mentalidad moderna de1
clero y la moral cristiana, había conducido a numerosos abusos. Es en
aquel momento cuando intervino Lutero para restablecer la pureza del
mensaje cristiano.
Lejos de manifestarse como un movimiento liberal, la Reforma re-
presentó, por el contrario, un movimiento radicalmente conservador en

''',11 251
el seno de la Iglesia, donde había tenido numerosos precursores (de los to q//e los fantasmas no son otra cosa que ídolos concebidos por el sentido internoJ
que bastará citar al predicador Savonarola en Florencia). L3 cultura renacentista era una cultura de lo fantástico, ReconocÍ3 un
La Reforma no pretendía «emancipan> al individuo; al contrario, pre- peso inmenso a los [lntasmas suscitados por el sentido interno y había de-
tendía restablecer en el mundo un orden cristimlO que la Iglesia católica sarrollado hasta el extremo la f3cultad humana de operar activamente sobre y
-convertida a sUs ojos en una institución terl1poral- era incapaz de man- con los fantasmas. HabÍ3 creado toda una dialéctica del eros, en la que los
tener.
fantasmas, que se imponían primero en el sentido interno, acababan por
Esto explica ql!e los reformadores consideren la Iglesia como una su- ser manipulados a voluntad. Creía firmemente en b potencia de los fan-
perabundancia que no responde al espíritu del cristianismo y, por un re- tasmas, que se transmitían del aparato f.lntástico del emisor al del receptor.
torno a la Biblia, no pretenden sólo rechazar la institución católica, sino Creía igualmente que el sentido interno era e! lugar por excelencia de las
también restahlecer la pureza original de la comunidad cristiana. manifestaciones de las fuerzas tr3nsnaturales -los demonios y los dioses.
La renovación de las expectativas escatológicas, la iconoclastia, el re- Estableciendo el carácter idólatra, impío de los fantasmas, la Reforma
chazo de las prácticas eclesiásticas tradicionales, la participación general al abolió de un solo golpe la cultura del Renacimiento. Y, puesto que to-
culto y la aceptación del matrimonio en el clero como un malllln necessa- das las «ciencias» del Renacimiento eran edificios cuyo m3terial de cons-
rium permitido por san Pablo no son más que algunos de los aspectos de trucción eran precisamente los (lntasmas, tuvieron que sucumbir igual-
la Reforma. Su reflejo más importante que, bajo la influencia de Philipp mente b3jo el peso de la Reforma.
Melanchthon, acabará por manifestarse menos en la Iglesia luterana que Pero ¿cuál fue, nos preguntaríamos, la reacción de la Iglesia católica?
en la de Juan Cal vino en Ginebra y en los puritanos de Inglaterra, es el En el fondo, a parte de las desventajas manifiestas de una división inter-
rechazo en hloque de la cultura «pagana» del Renacimiento, cuyo único sustituto na, el espíritu dc la Reforma no podía sino convenirle. Para responder a
"es ,el estudio de la Biblia. Para conseguireste objetivo, las denominaciones Lutero y al puritanismo, 1a Iglesia puso en marcha su propia Reforma
protestantes no dudan en desplegar una intolerancia que, al principio, su- (que los historiadores tienen la costumbre de llamar Conu'arreforma). És-
peró ciertamente a la de la Iglesia católica que, tras la experiencia del Re- " ta, lcjos de consolidar las posiciones asumidas por el catolicismo en)a
nacimiento, se había vuelto más indulgente. época del Renacimiento, se alejó claramente de éstas para ir hacia el mis-
L~o que caracteriza la I~eforma es que ésta, a fuerza de no aceptar nin- mo sentido que e! protestantismo, La Reforma se desarrolló, tanto de! Ia-
guna referencia cultural a excepción de la Biblia, renovó una situaciÓn de , do protestante como del bdo católico, bajo el signo de! r(gor.
la historia del cristianismo primitivo correspondiente todavía a una f:1SC11:1- Sin embargo, la Contrarreforma tiene sus propias características que
ciente: la de una secta judía que entabla, con extrema reserva, el di:ílogo ofi'ecen una particular importancia. La Iglesia precisó. su nueva línea de
con los gentiles. Lejos de abrogar la Torah, el Antiguo Testamento, 1:1:in:p- conducta durante el Concilio de Trento, que tuvo lugar durante la se-
ta en bloque, dispuesta a anunciar que la vida del cristiano se sitÍi:1 110 h:¡ gunda mitad del siglo XVI. Decidió confiar el instrumento de la Inquisi-
jo el signo de la Ley, sino bajo el de la Gracia. La religión judí:l, 1¡:dl:IIHI\\ ción, creado en e! siglo XII durante las campañas 'anticá~aras y que, tralh-
su originalidad en la reacción contra los cultos canancos, ticne 1:1P:II'lil'll cionalmente, l13bía estado en manos de los frailes predicadores, a una
laridad de ser anicónica y esforzarse por dar un significado /¡iSláric(J :11,)(1111', nueva orden rigorista surgida en el siglo XVI: la CompaÍ'íía de JesÚs,
en los pueblos vecinos, no eran más que cultos pcriÓdicos de Il·l'tili.l:HII, fundada por Ignacio de Loyola. A partir de entonces, el nombre de la
Esto explica que uno de los motivos más importall les (k 1:1R('/; )1'11111 Santa Inquisición se confundirá con e! de los jesuitas.
consista en extirpar el culto de los ídolos en el SCIIOdc J:¡ Ig!c'si:IYI,as "'JlI En la práctica espiritual de los jesuitas, la cultura fantástica del Rena-
secuencias de esta iconoclastia son enormcs si PCIIS:1I110S ell LIS(""IIII"VI'I cimiento se muestra una Última vez con toda su potencia. En efecto, la
sias sobre el arte de la memoria suscitadas por IIl'lIllI) ell 1111',1:111'1'1'11:1('11,,1 educación del imaginario representa el método enseñado por Ignacio de
f()!Jdo, la Reforma llegó a producir IUIII C('IISIlI,(/ [,¡/I/iril/IM ill'¡,~/I," 1", 1'//1'1 Loyola en sus hjercicios espirituales, impresos en 1596. El discípulo es lIa-

2S2 253
mado a practicar una especie de arte de la memoria. En e! curso de los meno muy caractenstlCo, consistente en la ambivalencia de la cultura de
ejercicios, debe representarse las torturas atroces de! infierno, los sufri- ciertos personajes como Corne!io Agrippa o Giordano Bruno. Ellos son
mientos de la humanidad antes de la encarnación de Cristo, el naci- representantes de! renacimiento fantástico que no dejaron de recibir la in-
miento y la infancia de! Seil0r, su predicación en Jerusalén ~mientras que fluencia profunda de! protestantismo. En alguna ocasión, estas dos direc-
Satán, desde su residencia de Babilonia, lanza sus cohortes de demonios ciones inconciliables del espíritu permanecen una alIado de otra sin in-
por e! mundo-, y finalmente e! calvario, la crucifixión y la resurrección terpenetrarse: éste es el caso de Agrippa, que no es sólo uno de los más
de Cristo. No se trata de una simple meditación, sino de un teatro inte- famosos autores del ocultismo, ¡sino igualmente uno de sus más feroces
rior de fantasmas en el que el mismo practicante debe iil1aginarse como adversarios! Pero existen también tentativas sutiles de conciliación, como
espectador. No sólo es llamado a retener lo que ocurre, sino también a la de Bruno, que se revela imposible y que concluye, para su autor, con
percibir los actores por los sentidos de la vista, e! oído y el tacto (SeCllnda un sangriento fracaso.
Heb;¡ol11ada, dies ¡-VII). Interiorizado en su propio aparato fantástic~, e! En el siglo XVII se asiste a dos fenómenos curiosos: la Reforma da sus
tmtasma del practicante se supone que participa -de forma más o menos frutos, la gente empieza a pensar, hablar, actuar y a vestirse de forma to-
activa- en e! desarrollo del argumento. talmente novedosa, pero esto tiene lugar tanto en el campo protestante
Evidentemente, los ejercicios de Loyola sacan partido de las grandes, como en el campo católico; de tal manera que, a pesar de que subsiste
realizaciones del Renacimiento en e! plano de la manipulación de los la división exterior entre las Iglesias, las diferencias entre e! espíritu de la
tmtasmas. Pero aquí estos fantasmas están puestos exclusivamente al ser- Reforma protestante y e! de la Reforma católica se reducen a cuestio-
vicio de la fe, para realizar la Reforma de la Iglesia, lo que signifIca que nes más bien fÚtiles, como la administración de la comunión, la confe-
ellos se oponen activamente a la herencia del Renacimiento. sión de los pecados y e! matrimonio en e! clero. Se trata de un proceso
En Loyola, la cultura de lo fantástico vuelve sus armas contra ella misma. AI de normalizaciÓn, que se traduce en la aparición de una nueva cultura que
cabo de algunos decenios, este proceso de autodestrucción se habrá rea- presenta rasgos más o menos unitarios desde Londres hasta Sevilla, de
lizado casi por completo. Amsterdam a Wittemberg y de París a Ginebra. En e! mismo momento
en que las confesiones cristianas salidas del cisma de Occidente acabaron
2. Algunas paradojas históricas por aceptar sus antagonismos profundos, estos antagonismos acabaron por
No es nuestra intención permanecer en e! terreno de las generalida- limitarse a cuestiones de organización interna, que nada tienen que ver
des. El carácter y los progresos de la Reforma tanto por e! lado protes- con la cuestión fundamental de la esencia de! cristianismo. Sin renunciar
tante como por e! católico serán ilustrados mediante algunos ejemplos es- a sus tradiciones milenarias, la Iglesia católica se mueve en la dirección
cogidos al azar. Podrían ser indefinidamente multiplicados. No hemos de! protestantismo; éste, por su parte, sin renunciar a las reformas por las
intentado trazar la historia o la fenomenología de la Reforma. Este libru que había emprendido sus batallas victoriosas en e! plano local, se con-
se propone, en efecto, dar cuenta de las concepciones de una edad 1:11)- solida en grandes instituciones que acaban por parecerse cada vez más a
tástica, de su apogeo y de su declive. La Reforma nos interesa sólo el) 1:1 la Iglesia católica. Es e! momento en que la confesión católica y las de-
medida en que provocó la censura de lo fantástico y, en consecuellci:l, nominaciones protestantes se a'cercaron, sin darse cuenta, al máximo. Ya
una profunda modificación de la imaginación humana. no se trata, desde entonces, de Reforma y Contrarreforma; sin haber
En contraste con las dos primeras partes de este libro, no hell)OS SIl querido jamás reconocerlo, las grandes confesiones de Occidente ya no
metido la cultura de la Reforma a un análisis riguroso. Después de (od,., llevan una lucha solitaria. Aliado una de otra, construyen un edificio
aquí sólo será aborqada en la medida en que abriga to(L1ví:1l'elllillist'I'11 comÚn: la cultura occidental moderna. Los individuos podrán todavía
cias de! mundus ÍI¡w2,inalis de! Renacimiento, e intenta COII!Ot!:ISSIISfill'l alimentar sospechas profundas hacia los que creen que se encuentran al
zas exorcizarlas y aniquilarlas, Durante el siglo XVI se :Isistl: :1 1111 ,;,,,.') otro lado de la barricada. En su adhesión total a su partido, a su institu-

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ción, no se dan cuenta ni siquiera de que los que consideran como ad- misma esencia- por ganar una enorme influencia subterránea, b~o la for-
versarios se les parecen, y que el envite del conflicto ya no es la esencia ma de las sociedades secretas.
del cristianismo sino que se reduce a algunas cuestiones de organización El progreso del espíritu de las instituciones liberales constituye otro
interna. La cultura pagana del Renacimiento ha sido vencida: a ello con- enigma de ]~ historia, pero de esto no se ocupará este libro. En su origen,
tribuyeron católicos y protestantes en igual medida, sin darse cuenta de la autoridad protestante -ya sea el movimiento conservador de Lutero en
que, lejos de luchar entre ellos, habían librado batalla a un enemigo co- A]emania, el del terror calvinista en Ginebra, o bien el del terror purita-
mún. no en Ing]aterra- no fÚe ciertamente más liberal de lo que lo fueron ]os
Todo esto parece bastante simple, y sin embargo no es así. En el mo- jesuitas. y, con todo, eri Inglaterra se asiste a la aparición de las institu-
mento en que surgió la Reforma, atrajo hacia su órbita -con riesgo a ciones democráticas, mientras que los jesuitas, antes de ser expulsados de
condenarles casi inmediatamente- toda una serie de movimientos de «iz- América latina, organiz;l11 allí la primera experiencia comunista de la his-
quierda» extremadamente distintos, que se extendían sobre una gama que toria moderna. No hay que descartar que estas paradojas se expliquen co-
va desde~l liberalismo hasta el libertinismo, del utopismo al espíritu de mo pro]ongamientos tardíos -¿o como revancha?- de la cultura del Re-
nacimiento.
revolución, del antiautoritarismo al igualitarismo. Éstos habían aparecido
como consecuencia directa del Renacimiento y, en sus manifestaciones
más influyentes, actuaban en conformidad con el espíritu y las «ciencias» 3. La controversia en torno a la asnidad
del Renacimiento. Antes de hacer imprimir su tratado De la filos~fía owlta compuesto en
A principi¿s del siglo XVII, existe todavía un catolicismo liberal y utó- 1509-15102, Cornelio Agrippa publicó, en 1530, una obra de refutación
pico, representado por el fraile Tommaso Campanella que, después de de las «ciencias» renacentistas, b;~o e] título De il1certitlldille et vallitate sciell-
..más de veinte años de persecuciones, encuentra no obstante un papa que tiaw11I atqlfe artilll11\. Se trata de un panorama de las vanidades terrestres a
necesita sus conocimientos de magia espiritual. En su reclusión, Campa- las que no escapan ni la sociedad con sus defectos, ni las profesiones, ni las
nel]a recibe la visita de un miembro del grupo de amigos de Johann Va- ciencias de la época, y ni siquiera la teología y la religión.
]entin Andreae. No debe olvidarse la influencia del fraile calabrés en el Adoptando el espíritu de la Reforma, Agrippa se declara contrario aJ
movimiento protestante liberal que se escondía tras la «farsa» de los rosa- culto católico de las imágenes y reliquias. Reprueba la avidez del clero y
cruces. La particularidad de los grandes pensadores que gravitaron en tor- manifiesta una hostilidad intransigente hacia ]a Inquisición y hacia ,todas
no a este movimiento -un Robert Fludd, un Kepler, un Descartes o un las órdenes de monjes, «tropa inso1ente de monstruos encapuchados»4.«Es
Bacon-, ·consiste en su rechazo a someterse comp]etament~e a la piedad el mismo lenguaje», observa Auguste Prost, «de los más vio]en~os secta-
religiosa reformada y el1 continuar buscando sus fuentes de inspiración en rios de la Reforma en el siglo XVI y el tono genera] de los advel'sarios de
la cultura renacentista. Estamos en los albores de la ciencia moderna, que la Iglesia de Roma de ]a época»'.
representan a la vez una continuación del Renacimiento, en la medida en Pero Agrippa está lejos de limitarse a esto: en la mejor tradición re-
que los 'grandes descÚbrimientos del siglo XVII parten todavía del postu- formada, pretende que «no hay hombres menos adecuados para recibir ]a
lado de las analogías entre el microcosmos y el macrocosmos, de un com- doctrina de Cristo que aquellos cuyo espíritu está cultivado y es rico en
p]ejo de ideas pitagóricas sobre la armonía del mundo, y de una negación conocimientos»!'. Y emprende una larga alabanza de la sirnp]icidad de es-
del Renacimiento en el sentido de que el espíritu de la Refonl1a produ- píritu7:
ce una modificación sustancial de la imaginación humana.
En lo que respecta a los movimientos liberales y utópicos, persegui- y que 110 l
se me critique exclama] por haber dicho a propÓsito de los apÓs-
dos por las Iglesias oficiales, acabarán -en una EUroP;l rigorista y dividi- toles que SOIlUIIOSasnos. Quiero explicar los misteriosos méritos de! aSilo. A
da entre dos poderes que, aunque enemigos un principio, comparten una ojos de los doctores hebreos, e! aSilo es e! emblema de la fuerza y del coraje. Po-

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see todas las cualidades que necesita un discípulo de la verdad; se contenta con vre d' Estaples- de la monogamia de santa Ana. A propósito de esta cues-
poco, soporta el hambre y los golpes. Simple de espíritu, no distinguiría una le- tión, manifiesta un celo puritano que se explica, probablemente, por sus
chuga de un cardo; ama la paz, soporta las cargas, Un asno salvó a Mario, per- contactos con Trithemius una decena de años antes (Trithemius era
seguido por Sila. El filósofo Apuleyo, si no se hubiera transformado en asno, ja- miembro de una asociación fundada por Arnoldus Bostius de Gante, que
más hubiera sido admitido en los misterios de Isis. El asno sirvió para el triunfo
defendía la idea de la concepción inmaculada de la Virgen por santa Ana,
de Cristo; el asno supo ver el ángel que no veía Balaam. La mandíbula del asno y que llevaba el nombre de Joaquín).
proporcionó a Sansón un arma victoriosa. Jamás animal alguno ha tenido el ho- Pero ¿cómo explicar las ambivalencias de Agrippa, que se acentúan
nor de resucitar de entre los muertos, excepto el asno, a quien san Germán de-
desde el momento en que debió igualmente abandonar urgentemente
volvió la vida; y esto es suficiente para probar que después de esta vida el asno Pavía por haber expuesto un tratado del cabalista Reuchlin? Reuchlin
tendrá su parte de inmortalidad. formaba parte, sin duda, de la cultura mágica renacentista, mientras que
la cuestión de la monogamia de santa Ana revela ya una mojigatería pro-
Este pasaje nos revela la tradición cristiana en la que debió inspirarse pia de la cultura reformada. Lo que ocurre es que Agrippa -por 10 de-
Robert 13resson al filmar la película AII hasard Balthazar, Pero nos revela más como Trithemius- se encontraba a caballo entre dos épocas, cuyas
igualmente el significado de la polémica de Giordano Bruno contra la as- contradicciones no conseguía comprender: se imaginaba poder ser a la
nidad (asil1Ítas, la cualidad esencial de la especie asno). En efecto, Bruno se vez mago y piadoso, héroe y asno. Por desgracia para él, exhibió siempre
burla abiertamente de Agrippa en sus diálogos italianos Cabala del caval/o el lado malo en las situaciones en las que habría debido exhibir el otro:
pegaseo y sobre todo en De glJ/¡eroici jilrori. Como defensor de la cultura re- piadoso en Pavía y cabalista en Metz, quizás no habría incurrido en la ira
nacentista no puede aceptar la concepción de Agrippa. Según Bruno, hay de nadie ...
que distinguir cuidadosamente la gracia pasiva de la contemplación activa: Pero ¿creía en las ciencias del Renacimiento? También sobre esta
el santo es simple de espíritu como un asno que transporta los sacraml:l1- cuestión sus propios testimonios resultan ambivalentes. EI1 Lyon, Agrip-
tos de la gracia; el héroe, representa «la excelencia de la naturaleza h1l111:1- pa había encontrado un nuevo empleo estable como médico de corte.
na», y es una «cosa sagrada» por sí misma". Presionado por la reina madre, Luisa de Saboya, para trazar el horóscopo
Por otro lado, el propio Agrippa no hacía más que desmentir su pm- de Francisco 1, cometió la imperdonable imprudencia de escribir al se-
pio ideal de simplicidad de espíritu. Durante su juventud, había (mIl:'· nescal de Francia confesando que él no tenía ninguna confianza en la as-
do una sociedad secreta con sus colegas de la Sorbona que praclicah:111 1:1 trología y que, por 10 demás, si se creía en el horóscopo que él había tra-
alquimia. Parece haber logrado éxitos como pirotécnico en ESP:ltl:l, 11:1 zado, el adversario del rey, el duque de Borbón, saldría vencedor durante
bía estudiado ciencias ocultas y profesado -fingiendo títulos qUl: 110 1"\ aquel mismo aiJo (1526). No resulta extraño que el pobre médico fuera
seía- los oficios de consejero jurídico y de médico, era un apasiollad,. dI' privado de nuevo de su sinecura, ni que le hubiera sido necesario mu-
la cultura, y en consecuencia se situaba en las antípodas lkl «:¡Sll(»), (;( 111 cho tiempo para tener la certeza de ello -puesto que el partido del rey
todo, a veces manifiesta un celo reformado que, por l:st:lr illspir:l!lo ('11(·1 no quería que el duque de Borbón se atrajera un personaje cuya reputa-
círculo del abad Trithemius, resulta sin embargo extraí)o l'll 11111\('rSIII1,1
ción de especialista en máquinas de guerra se remontaba a su temprana
jl: como Agrippa. juventud y a sus aventuras españolas. A principios de 1527, el duque de
En 1519 era consejero asalariado en la localidad de Ml'I'/.., d"JIII(', ('11111 Barbón ofreció a Agrippa una prefectura en su misma armada, que éste
litros, se ganó el odio del inquisidor por habl:r illlervl'lli,lo ('011 IIIdn-, ~II~ rechazó, no sin haberle escrito un horóscopo favorable y, probablemen-
lilcrzas en defensa de una supuesta bruja del puehlo d(' Wllippy'J, 1'11101111
te, sin haber efectuado conjuros mágicos en provecho del enemigo del
1.,,10,110 dudó en abandonar esta sinecura hasl:lllll' s()lid.I, P,II,I IJI"·I,·I!.II
rey"', Por desgracia, el horóscopo se reveló incompleto en un punto: los
se ('(111el prior de los dominicos sobre la cUl'Sli(.11 ,1,'I;·llIlid.1 llill 1(1, muros de Roma se derrumbaron según la previsión de Agrippa, y el pro-

2511
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pio duque, e! 6 de mayo de 1527, ¡encontró la muerte en este derrum- al ejercicio de! arte de la memoria. Recordemos una vez más que su Spac-
bamiento! 11 do de la bestía tríolifallte era una «expulsión» de los signos del zodíaco de!
Cómo hay que interpretar las cartas de Agrippa al senescal de Fran- cielo, acompañada de su sustitución por una cohorte de vicios y virtudes.
cia: ¿despreciaba realmente la astrología, o bien era un astrólogo tan es- A través de esto, Bruno pretendía conceder al sistema de la memoria as-
crupuloso que no se sentía en grado de interpretar las informaciones que trológica un carácter más abstracto y más cristiano. Bruno no era en ab-
le comunicaban las estrellas de manera favorable al rey? soluto e! primero en haber tenido la idea de un «~cielo cristiano».
Como hemos visto, las ambigiiedades se acumulan en su persona:
Agrippa ya no es un hombre del Renacimiento, pero todavía no es un La Edad Media quiso reemplazar todos los signos de! zodíaco por otros, sa-
reformado. cados de la Biblia -lo que Hipólito rechazaba poniéndose en guardia contra los
astroteóso~os. Un poeta carolingio (como e! sacerdote Opicinus de Canistris, de
4. Las astucias de Giordano Bruno Santa Maria Capella) propuso reemplazar el signo de Aries por el cordero (Cris-
Giordano Bruno fue, sin duda, uno de los personajes más complejos to) y, en ló27, Julius Schil1er sugirió, en su COC//I/l1 ste//at//I/I cllristia/l/llll sustituir
de! siglo XVI. A diferencia de Agrippa, resulta [kil de clasificar: Bruno los signos del zodíaco por 105 apóstoles. El Astroscopi/lll/ de Wilhelm Schickhardt,
era un representante de la edad fantástica en la época de la Reforma. Con en 1()()5, reconocía en Aries al animal del sacrificio de ¡saac, en Géminis a Jacob
todo, no debe ignorarse la influencia que ésta ejerció sobre él. En Nola, y a EsaÚ y, en Piscis, a los peces de la multiplicación de los panes. A partir de
en e! convento dominico, se fanliliarizó con la iconoclastia, lo cual le aca- ahí, no había más que un paso hacia una interpretación completamente arbitra-

rreó persecuciones y problemas con las autoridades religiosas. En Ingla- ria. Opicinus de C:mistris lo realiza asimilándose a Capricornio, puesto que su
terra defendió e! arte de la memoria contra el ramismo. A ojos de los pu- pecado, el pecado de Opicinus, era el orgullo y la sensualidad".
ritanos, la mnemotecnia renacentista pasaba por ser un instrumento
caduco y diabólico, indigno de su reforma general de las costumbres, y No resulta sorprendente que estas tentativas se multiplicaran a lo lar-
tanto más porque parecía ligado de alguna manera a las actividades de la go de! siglo XVI1, cuando el espíritu del Renacimiento no había deserta-
Iglesia católica. Extranjero en Italia, Bruno no lo fue menos en Alema- do completamente de la Europa occidental y se esperaba todavía una re-
nia y en Inglaterra. conciliación entre los rigores de! cristianismo reformado y las «ciencias))
Agrippa y Bruno son ambos impulsivos y dan testimonio de una sor- de la edad [lntástica. Tenemos ante nuestros ojos un mapa de! cielo cris-
prendente inaptitud para comprender a la gente y las situaciones de S\l tiano redactado por Andreas Ce!larius para su Atlas Coelesís sell Har1l1onía
entorno. No obstante, mientras que Agrippa parece renegar (al menos Macrocos1l1íca (1 óó í). Sobre los coelí stcllatí ChL'itíaní hae1l1í.\]JheríIl1l1 prílls, ve-

formalmente) de su pasado ocultista y entrar en las filas de los reforl11:l- mos que Santiago e! mayor ha sustituido a la constelación de Géminis,
dos, Bruno tiene la ambición de defender sus ideas hasta e! martirio, COII san Juan a la de Cáncer, santo Tomás a la de Leo, Santiago el menor a
vencido de que las grandes personalidades del espíritu no retrocedel] :\11 Virgo, san Felipe a Libra, y san Bartolomé a Escorpión. Además, la Osa
te e! sufi'imiento fisico. Agrippa es demasiado ingenuo para ceder :1 II)s menor ha sido reemplazada por san Miguel, la Osa mayor por la barca de
compromisos, pero suficientemente realista para decidirse a retractar SIlS san Pedro, e! bóreas por e! propio san Pedro, el serpentario por san Beni-
ideas; por e! contrario, Bruno se siente demasiado orgulloso para reIr:\(' to, e! Centauro por Abraham e Isaac, etc.
tarse pero, tras haberse dejado llevar por su impulsividad hacia vías si 11 \l.' La empresa de Andreas Cellarius presupone un ejercicio de imagina-
torno, espera todavía poder encontrar un remedio en el COl11pn)111 iSI', ción muy próximo al arte de la memoria, que sólo podía ser concebido
Aquí, una vez más, no peca de ingenuidad, sino todo lo contrario, dl' 1111 desde el lado católico de la Reforma. Cabe recordar aquí que la propia
exceso de astucia que conduce, en el fondo, a un ¡nisl11o n:s\lltado. Inquisición se servía ampliamente del arma de! imaginario; sólo que lo
I-lemos citado algunas tentativas de Bruno p:lra convntir :\ S\I pt'd ,Ii. 11 había vuelto contra la cultura de la edad [,ntástica. La cristianización de

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los signos del zodíaco revela un proceso del mismo tipo. Sin embargo, matismo, había sido fundada en 1578 por Henri de la Tour, duque de
una tentativa de esta especie no tenía ninguna posibilidad de imponerse Bouillon. Estaba frecuentada por estudiantes calvinistas ingleses, holande-
entre los p'uritanos de Inglaterra, que habían sido conquistados por la ses y silesianos, cuyo profesor de filosofía había sido Pithoys. Éste conti-
mnemotecnia abstracta de Pierre de la Ramée. Para los puritanos, que nuó ocupando el puesto hasta 1675 (a los ochenta y ocho años), aunque
habían arrojado los iconos fuera de las iglesias, un apóstol o un animal del en 1651 Sedan había sido cedida a Francia y, bajo el gobierno del maris-
zodíaco no eran más que ídolos concebidos por la imaginación. Éste es cal Fabert, entró lentamente en las vías del catolicism01".
el motivo por el cual 13runa se dirige a ellos en un lenguaje que habría No obstante, el Traitté curieux fue publicado en 1641, año en que el
podido interesarles mucho más que las fantasías de Andreas Cellarius: sus- protector de Pithoys, Frédéric-Maurice de la Tour, duque de 13ouillon,
tituye los animales del círculo zodiacal por entidades abstractas. Pero, de había obtenido sobre las tropas realistas una victoria aplastante en La Mar-
este modo, las concesiones que hace al ramismo son tan grandes que las fée. Los argumentos de Pithoys contra la astrología carecen de toda ori-
características principales de su propio sistenla de memoria artificial se ginalidad. Se revela como. uno de los numerosos combatientes contra los
acaban difuminando. genetlíacos y «su fantasía aturdida y miserablemente prostituida por toda
suerte de imaginaciones extravagantes que los demonios han querido
5. Sólo hubo una Reforma pintar, para servir como coberturas de su imagen diabólica»17.Los acusa
A pesar de que la Iglesia católica no renunció en absoluto al culto de de pactar con el diablo (págs. 192-193) y afirma que es el demonio el que
las imágenes y al celibato de los sacerdotes, existen otros ámbitos en los sugiere a los adivinos todas sus predicciones: «Esto puede hacerse hablan'-
que la Reforma desembocó en unos mismos resultados tanto desde el la- do con ellos bajo una forma humana que les es fácil de representar, for-
do protestante como desde el católico. Basta pensar en la persecución de mando alguna palabra en el aire o en la oreja del adivino e imprimiendo
las brujas o en la lucha contra la magia y la astrología. en la imaginación del adivino los fantasmas de las cosas que conjeturan
En su decimC?ctavasesión, el Concilio de Trento ordenó a los obispos que deben suceder, de manera que al adivino le hacen encontrar letras,
suprimir todos los libros de astrología de sus diócesis. Esta decisión estu- caracteres, figuras, marcas y signos que saben que significan tales cosas pa-
vo seguida por la bula Cocli et Terrae Creator Deus de Sixto V (1586), de ra el adivino» (pág. 197) ..
la que nos ocuparemos en las páginas siguientes. Éstos son argumentos clásicos, que ya podemos encontrar en el Ma-
En este contexto, el Traitté curieux de l' astrologie judiciaire publicado por l/rus mal~ficaYllm, en la obra del médico protestante Jean Wier o en la del
Claude Pitboys en 1641, menos célebre que las Disputaciones de Juan Pi- jesuita Martin Del Rio. Pero lo que resulta más interesante de esta refu-
co o que el De lJarzitate scientiarum de Agrippa, tiene el mérito de mos- tación de la astrología publicada por li11callJinista en 1641, es que parece ha-
trarnos basta qué punto católicos y protestantes podían estar de acuerdo ber estado redactada cuando Pithoys todavía era fraile mínimo en 13ran-
en ciertos problemas fundamentales de la Reforma. cancour, provincia de Champaña1H. Esto resulta todavía más verosímil
Claude Pitboys (1587-1676), nacido en Virty-le-Fran<;:ois, en la piojo- porque Pithoys ni siquiera se molesta en cambiar sus referencias y cita, co-
sa Cbampaña, ingresó en la orden de los frailes mínimos. Su carrera reli- mo autoridad, la bula de Sixto V Caeli et Terrae Creator Deus de 1586, uti-
giosa no es lo que aquí nos interesa 13.En 1632 «renunció a sus votos, ab- lizando para su Traitté una traducción fi-ancesa1".No hay duda de que la
jl{ró de su fe y se hizo protestante de Sedam14. La comunidad protestante considera válida desde ambos lados de la Reforma: «He aquí una censura
de Sedan se había instalado allí a mediados del siglo XVI, e instauró un papal que confirma todo 10 que hemos dicho acerca de la astromancia y
clima totalitario que los términos de esta ordenanza del 20 de julio de los genetlíacos. En ella son declarados perlJersos, presuntuosos, ternerario~~ en-
1573 caracterizan muy bien: «Todos los ateístas, libertinos, anabaptistas y ,í?arlosos, miserables, su arte inlJcuciÓn diabÓlica y sus predicciones inspiraciones
otras sectas reprobadas son acusadas de lesa majestad divina y condenadas de los diablos. Son censurados y condenados ellos y sus libros como impíos,
:\ IlH](::rte»15.
La academia, que merecía su reputación de rigorismo y dog-

262 263

-----_ --- .....• ~


lo ellos y sus libros, sino también todos aquellos que los lean o posean. El responsable es una cierta concepción del progreso lineal de la his-
¿Qué podrán alegar a esto los genetlíacos? Quizás dirán que los padres, los toria, que busca en todas partes los signos de «paso,) y de «evolución». Por
concilios y los papas no les pueden excomulgar ni maldecir, ni censurar haber propuesto una imagen heliocéntrica de nuestro sistema solar, que
severamente por esta cuestión. A esto respondo que por lo que respecta a está más cerca de la verdad científica, Copérnico se identifica con un mo-
su censura, nunca podría existir objeto más legítimo, puesto que todo el mento clave del paso, de la evolución, en una palabra, del progreso. Ca-
cristianismo considera su arte como mágico» (pág. 209). be recordar que los que afirman todavía que el heliocentrismo y la infi-
Protestantes y católicos no coinciden en lo que respecta a las prácticas nitud del universo producen un efecto desastroso en el equilibrio psíquico
exteriores de! culto ni en la cuestión de! problema del celibato del clero. del individuo y de las masas, no dejan de compartir las concepciones ex-
Pero, en e! siglo XVII, parecen estar totalmente de acuerdo en e! carácter puestas más arriba, puesto que no dudan de que los «culpables» fueron
impío de la cultura de la edad fantástica, y de lo imaginario en general. personajes como Copérnico y Bruno ...
Los católicos y los luteranos, es cierto, son ligeramente más tolerantes que Al someter a un análisis más riguroso el marco histórico en que tu-
los calvinistas; pero no dejan de considerar que e! ejercicio de cualquier vieron lugar estos importantes cambios de perspectiva sobre el cosmos,
tipo de adivinación tiene lugar por inspiración demoníaca; y e! lugar descubrimos que ni el cardenal de Cusa, ni Copérnico ni Bruno tuvie-
donde se establece la comunicación entre e! demonio y e! hombre es e! ron nada que ver. \
aparato fantástico. Ésta es la razón por la que el principal enemigo que to- En primer lugar, preguntémonos si el sistema ptolemaico-tomista po-
do el cristianismo debe combatir es la fantasía humana. (Ver Apéndice x.) día tener alguna influencia psicológica equilibran te sobre el individuo. En
absoluto, puesto que éste sabía que se encontraba, de algÚn modo, en el
6. La modificación de la imagen del mundo vertedero del cosmos, en su punto más bajo. En la cosmología aristotéli-
La censura del imaginario y el rechazo en bloque de la cultura de la ca, lo importante no es que la tierra se encuentre en el centro del uni-
edad fantástica que ejercen los centros cristianos rigoristas consiguen ins- verso, sino que ocupe el lugar inferior; que es, por decir\o de algÚn mo-
taurar una modificación radical de la imaginación humana. do, el polo negativo de todo el cosmos y que, como tal, no se caracteriza
Una vez más, persiste en la literatura histórica y en las obras de cier- por una sobreabundancia del ser, sino casi por una privaciÓn del ser: es me-
tos historiadores de las ideas un prejuicio inextirpable: la creencia en que nos que todo lo que está por encima de ella. En contra de esta concep-
esta modificación fue provocada por la llegada del heliocentrismo y por ción se levanta la voz de Nicolás de Cusa, que quiere investir a la tierra
la idea de la infinitud de! universo. Además, hay autores que se permiten de una dignidad igual a la de cualquier otra estrella. En el cosmos ptole-
afirmar scriamcnte que Copérnico (o Bruno, lo cual sería mucho más co- maico, el individuo es, de algÚn modo -no esencialmente, sino ·acciden-
rrecto) estuvo en el origen de una «revolución» no sólo científica, sino talmente-, una basura en el vertedero del mundo. En cambio, en el cos-
también psicológica. SegÚn éstos, el cosmos tomista, finito, habría sido sus- mos infinito de Nicolás de Cusa el individuo es una piedra preciosa que
ceptible de acallar las inquietudes humanas, que estallaron desde que se contribuye a la belleza de la <00ya» (kos11los), a la armonía del todo. No sa-
generalizó la creencia en un universo infinito. bríamos decir por qué esta Última hipótesis tendría que haber sido más
Esto no tendría mayor importancia si sólo se enseñaran fantasías de es- «desequilibrante» que la otra.
te tipo en las escuelas, aunque también los alumnos merecen algo mejor. Hay que decir lo mismo acerca del heliocentrismo, que los teólogos
Por desgracia, circulan incluso en los tratados más doctos y sería una va- más inspirados del siglo XVII aceptaron de buen grado. El cardenal P. de
na esperanza creer en su disipación inmediata. Se trata de invenciones tan Bérulle escribía, en 1622, en su Discollrs de /' Estat ct des Grandcnrs de Jesns:
cómodas y superficiales que ya nadie se molesta en comprobar; continÚan
circulando de generación en generación, constituyendo una de las tradi- Esta nueva opinión, poco aceptada en la ciencia de los astros, es Útil y debe
ciones más persistentes de la cultura moderna. seguirse en ]a ciencia de la salvación. Pues JesÚs es el sol inmóvil en su grande-

264 265
za y mueve todas las cosas. Jesús es semejante a su padre y, sentado a su diestra, (1, 5-6) ¿habría podido expresarse así: «La tierra se vuelve hacia Oriente
es inmóvil como él y da movimiento a todo. Jesús es e! verdadero centro de! y sobrepasa el sol, que desaparece de la vista»? El auditorio le habría to-
mundo, y el mundo debe estar en movimiento continuo hacia él. Jesús es el sol mado, y con toda razón, por loco.
de nuestras almas, del que ellas reciben todas sus gracias, las luces y las influen- Es cierto, Smitho se detiene aquí, sin afirmar que la psicología huma-
cias. Y la tierra de nuestros corazones debe estar en movimiento continuo hacia na encontraba una sensación de comodidad en la idea de un cosmos or-
él, para recibir con todas sus potencias y partes los aspectoi"favorables e influen- denado con la tierra en el centro, sensación que el sistema de Giordano
cias benignas de este gran Astro'''. ' Bruno habría disipado para siempre. Pero le faltaba muy poco para llegar
a esta conclusión, pues ya se hallaba en el buen camino. El puritano Smit-
Dos aÍ'íos más tarde, en 1624, el padre Mersclllle, tradicional adversa- ho, que reconocía la autoridad de la Escritura, encontraba en el mismo
rio de Robert Fludd, retomaba más o menos los mismos argumentos, terreno a su cofrade, que se adhería al pensamiento de Tomás de Aqui-
aui1que no estaba convencido de la validez aslnJl)(JllIica del sistema he- no. Pero, en ambos casos, no era la búsqueda de la verdad la que les dic-
liocéntric021• Éste prueba, como nos ha enseií:1do 11I1IYbien Clémence tó esta actitud; la creían útil para no perturbar la paz del alma a través de
Ramnoux, que toda una imaginación teológiC:I IlIlhicra podido fácil- hipótesis demasiado audaces. Este razonamiento conviene mucho más al
mente desertar del tomismo para invadir el [CITCIII11:111magníficamente puritano que al tomista, pues el sistema ptolemaico, para ofrecer una ra-
preparado por el cardenal de Bérulle. Esto no o('\lll'i,'" Y Itle una lástima. zón de los movimientos aparentes de los planetas, resulta de una extrema
Cuando nos remontamos al corazón de la disl'"I':1 ;1I'("I"C:\ de los dos sis- complejidad, En comparación con éste, el sistema heliostático de Copér-
temas del mundo, encontramos los mismos :lrglllll"llIl1s lJl1L:se repetían nico es un juego de niÍ10s. Desde el momento en que esta simplificación
todavía hace un cuarto de siglo, hasta tal pllllll1 '1"" ICSIIII:1sorprendente -dejando a parte la contradicción entre el movimiento aparente y el mo-
que nuestros contemporáneos tengan tan P()(':I iIlHI¡',ill.l('I(III. vimiento real de los astros- sólo podía complacer alas masas y que -co-
En La Cena de le ccncri de Giordano Brllllll, ('11'1 11111'1' .1I'¡~lIl11entoque mo prueba el cardenal de Bérulle- no podía más que reforzar la teología,
Smitho, partidario del geocentrismo, OpOlll' :.\ '1h" "", ',l'V,11idor del he- resulta todavía sorprendente el argumento falaz que nos es presentado pa-
liocentrismo, es el siguiente: «La Santa Escrillll':\ 1, Ilílt'~I,\1())le un poco ra justificar lo que no fue más que un grave error de cálculo histórico.
en todas partes lo contrario» (Op. it., 1, p()g. '11), '1h" "" lI'pl ¡ca que la Bi- Por desgracia, el espíritu abierto de P. de Bérulle constituyó una ex-
blia no es un escrito filosófico (es decir, Cil'lIlllíl lO) l' '111",1'lIesto que es- cepción, o casi, dentro del panorama espiritual del siglo XVII. Sobre el
tá dirigida a las masas', se ocupa sólo de i:Js :'\',,111'111I'\~ \llIidlu le da la ra- juicio optimista y equilibrado del cardenal venció el miedo, del todo pu-
zón, pero observa igualmente que diril',il~' " I.,~ 111,1',,\',IIlcdiante un ritano, del alejamiento de Dios, que se tradujo en un endurecimiento de
discurso que contradice las aparienci:ls S,'II,\ 11111,11111'1111,'11 [uema (ibid., las actitudes tradicionales. El puritanismo, con sus excesos, se extendió y
pág. 92). Y toma de al-Ghazali un ar!'.IIIII"III" '1"' ~I l'lll'dc cncontrar llegó a invadir el campo contrario. Su clamorosa victoria fue también su
con frecuencia en ciertos escritos (1ll1lli,'"'''''' 1"'"'' "I'~I'""\ de la,Segun- derrota, pues, a fuerza de querer preservar el alma de la contaminación
da Guerra Mundial: «El objetivo de 1:lsI,'I"'~ "'" ,[ ,1, I,"s, :11'en primer y de los abusos de la ciencia para que pudiera estar más cerca de Dios,
lugar la verdad de las cosas y las eS!)(.'('III:1I",",,~ ~IIII' 1111I1I1I1fl,1 de las cos- no consiguió más que expulsar a Dios del mundo.
tun1bres; esto para beneficio de i:J ¡,ivili~,\, '''11 ,1, 111,11011111\"1110 entre los Blaise Pascal, nacido un ai10 después de la publicación del Discurso del
pueblos y la facilidad de la COIIVl'I',~:1\ 1"1111\1111111 \ I I 111,\111('lIil11iento de cardenal de Bérulle, es el mayor testimonio de este silencio de Dios, exi-
la paz y el progreso de las repílhli,'"", /\ 1111 111101" I ' 11111111III\s ~Ispectos, es liado de la naturaleza. ¿ Existe una intención polémica en las angustias del
cosa lnás absurda e ignorante d"I'il I.,~ '''~, "1'11111, \'I,I.,d que según convertido abandonado entre «estos espantosos espacios del Universo que
la ocasión y la oportunidad». 1':111111','\\01, .1, I Ii I I,,,I~, 1"valJta, el sol [le] rodea!}», en el sentimiento de estar rodeado de «infinidades por todas
se pone, se dirige hacia I1lcdi, 1111."\'1111\, 1", 1\ , 1 11'" I1", ,,1 Eclesiastés partes» (Pensamientos, 1)? ¿O bien la idea de infinitud del universo había

267

1I
sido aceptada unánimemente en la época en que Pascal escribía sus Pen- Podríamos decir que la angustia de Pascal está causada Únicamente por
samientos? Ni una cosa ni otra. Pascal, que incluso añade al gran infinito e] hecho de adherirse a una imagen del mundo demasiado abstracta e in-
e! pequeño infinito tan misterioso e inquietante como e! primero, pare- humana. No es el infinito lo que da miedo a Pasca] y a aquellos a los que
ce adoptar una actitud puritana y horrorizarse. ¿Acaso por nostalgia de la él se dirige, sino el hecho de scr puritano.
imagen finita de! universo tomista? No le podríamos imputar esto. ¿Es La idea de infinitud de] universo no es la Única que, exaltada durante
por temor a] efecto descarriante que e! nuevo sistema de! mundo tendrá el Renacimiento, produjo un horror considerable en épocas posteriores.
sobre las masas? También esto resulta improbable. ¡Qué diferencia entre la apología del libre arbitrio humano en la OraciÓn
Se dice que Pascal es de algÚn modo e! heraldo de una nueva época, sohre la d(r¿nidad humana de Juan Pico y la experiencia angustiosa de la res-
de una nueva experiencia de! mundo. Esta interpretación existencialista de ponsabilidad en e! protestante Kierkegaard! La idea de libertad, que per-
Pasca] comete e! error de descuidar la cantidad conocida en relación a ]0
mitía aJ hombre acceder a las naturalezas superiores, acaba por convertir-
que e! pensador se define, a favor de una cantidad ,que le era completa- se en un lastre aplastante, puesto que [,ltan los puntos de referencia.
,mente desconocida: e! futuro. Antes de adoptar una actitud «positiva» con Desde que Dios se retira del mundo en su transcendencia radica], toda
respecto a un futuro que no existía, Pascal adopta Úna actitud (negativa) tentativa humana de sondear sus intenciones choca con un silencio es-
con respecto al pasado, que debía de resultarle familiar. No es e! profeta pantoso. Este «si]encio de Dios» es, en realidad, silencio de! mundo, si-
de una nueva época más que en ]a medida en que é] mismo contribuye lencio de la naturaJeza.
a Slf'CO!1strucción.
La lectura del «]ibro de la naturaleza» había constituido la experiencia
Su opción no~ parece inequívoca: participa de esta revolución purita- fundamenta] del R.enacimiento., La Reforma jamás supo encontrar los
naque, en su volu,ntad de volver a los orígenes, ejerce una actividad nihi- medios para cerrar este libro ¿Por qué? Porque, para ella, lejos de ser un
'lista de amplitud extraordinaria sobre todo el período intermedio, que no [,ctor de acercamiento, la naturaleza era la principal responsable del aleja-
es sólo e! de la Ig]esia, sino el del pacto entrc cristianismo y.filoscifía pagana. 11liC/lto de Dios y del hombre.
El infinito de Pasca], que sólo horroriza porque Dios está ausente, se en- A fuerza de buscar, la Reforma encontró, finalmente, a] gran culpa-
cuentra en las antípodas metafísicas y existenciales del infinito de Nico]ás
ble de todos los males de la existencia individua] y social: la natu~a'eza pe-
de Cusa, del de Giordano Bruno, para el que la presencia divina se ma- cadora.
nifiesta en cada piedra, en cada grano de arena del universo. Proclama-
ción de ]a transcendencia infinita de Dios y rechazo del panteísmo, este
es el ,contenido puritano de] mensaje de Pasca!. Pero, en la medida en que
esta actividad nihilista se ejerce sobre e! cosmos platónico del Renaci-
miento, el Único representante de la filosofía moderna con quien Pascal
, puede ser comparado es Nietzsche, cuyo adveninlÍento parece estar pre-
parado por el primero.
No olvidemos que Nietzsche no establece ninguna distinción entre
platonismo y cristianismo. Para él, ambas tradiciones forman un bloque
compacto, y su negación de! cristianismo es, en realidad, una negación del
platonism022. Pase al le prepara el terreno en ]a medida en que, adoptando
el mensaje árido del puritanismo, reniega del platonismo, ese platonismo
que concebía el todo, incluso en su infinitud, como un organismo vivo.
Lo que horroriza a Pascal es justamente esta auscncía de vida del universo.

26H 269

J,I
1

lI
Capítulo X
El doctor Fausto, de Antioquía a Sevilla

1. La permisividad del Renacimiento


La identificación de la mujer con la naturaleza y del hombre con los
valores de la cultura constituye una concepción muy extendida en nu-
merosas sociedades antiguas. La ideología de la Edad Media cristiana no
estaba exenta de ella en absoluto y, cuando el j\1allclIs l11all!ficarlll11 afirma
I que la mujer es un «mal de la naturaleza», en el fondo no hace más que
retomar una idea de algÚn modo tradicional.
El clima en que surge el cristianismo se caracteriza por una tensión
dualista entre la divinidad transcendente y la existencia en el mundo na-
)1
tural. Ahora bien, puesto que el cielo es la verdadera parte del hombre,
su puerto de salud, la naturaleza es considerada como un lugar de exilio
del cuerpo -segÚn la máxima platónica- C01110 una tumba. Esta situación
I
implica, por un lado, que la naturaleza ejerce un;] seducción constante
sobre el hombre; seducción cuyo efecto consiste en una alienacióIi" cada
vez más marcada por la relación con la divinidad; por otro lado, implica ('
un esfuerzo constante -donde los principales instrumentos son la misma
religión y la moral religiosa- para escapar de las trampas de la naturaleza.
La naturaleza es un organismo sin reflexión, dotado de belleza y de
una enorme capacidad de f.1scinación, que engendra a los seres, los nutre
y los destruye. Por el contrario, la religión constituye un conjunto de re-
gias cuya finalidad consiste en preservar al hombre de la destrucción na-
tural, asegurándole la indestructibilidad en el plano espiritual. Por lo que
respecta a la división sexual, la mujer es quien desempeña el papel de la
naturaleza, y el hombre el de la religión y sus leyes. De ahí que cuanto
más bella sea una mujer, más presente las marcas de sus funciones natu-
rales (inseminación, fecundidad, nutrición), y i11ássospechosa resulte des-
de el punto de vista religioso. En efecto, la belleza supone una capacidad
aumentada de seducción con respecto a la inseminación y, en conse-

271
\ j

1)
cuencia, un potente peligro para e! hombre, que de he pn:servarse de las
En el siglo XV" si el topless no se adopta más que raras veces -como
manchas de':a\seo sexual. En lo que respecta a los SigllOSsomáticos de la
Simonetta Vespucci pintada por Piero di Cosimo-; surge un nuevo ideal
fecundidad ya la función nutritiva (las caderas, los sellos), estos mismos
.de belleza, que acentÚa los encantos de la naturaleza en detrimento de ~\ !
SOl~los que.engendran la concupiscencia y e! pecHlo. \'ista es la razón por
los encantos de la virtud. Jan Hus, el reformador de Bohemia, quemado
la qu~ la cultura medieval propone su propio idc:1I de belleza, que es e!
vivo en Constanza en, 1415, denuncia a estas mujeres que «]]evaban ves-
contrario a la belleza natural: se trata de la bellez;i de la virtu,d,que se ob-
.1¡Q

tidos con escotes tan profundos y anchos que casi la mitad de su pecho
tiene a través de! desprecio y la mortificación del cuerpo.'I~ ~i~ "~
quedaba al descubierto y todo el mundo podía ver su piel resplande-
1. .'

La historia de la moda femenina nos aport;l illi'orlll;;hones preciosas a


ciente en cualquier lugar, tanto en los templos de Dios, ante los sacer-
este respecto.. Más allá de sus variaciones, e1 vesl ido tiene li'funciÓn pri-
dotes y e! clero, como en e! mercado, y todavía más en casa. La parte del
'~

maria de esconder ents~~~~?er1.tee! cuerpo felllenino -incluidos los cabe-


pecho descubierta está tan puesta en evidencia, artificialmente aunlentada y pro-
-llos, si se trata' de u;;; ml~er casada. El busl(~ debe ser niveJado; plano,
puesto que el ideal de belleza virtuosa reqlliere unos senos 'casi. inexis-
minente, que parecen dos cuernos». y
explica: «Después, há'cen dos [... ] cuer-
,,",, • ..-"" .••• M o ••• r , .•.•

nos en el pecho, re";nontados muy alto y, por medio de artificios son pro-
fln.tentes. Lo que se admira todavía hasta el 1111;11 de la~.dad Media es el ta- yectados hacia delante, incluso c.,uando la naturaleza no los ha dotado de
lle fino de la mujer, su apariencia fi'(lgil y virginal: «Sabéis, cómo son de
atractivos tan importantes; finaln}ente, gracias a la forma de la blusa y al
-'finas las hormigas e~ su medio, dice Wolfi';1111d'EscJfenbach, p~ro las jÓ-
aumento de los vestidos, los cuernos de su pecho se enderezan»5. La pre-
ven~s lo son todavía más»'. La costumbre de que el marido y la mujer se
ferencia por las formas redondas y maduras se acentÚa a lo largo del Re-
acuesten desnudos en el lecho conyugal I]() aparece hasta el siglo XIV2• nacimiento.
Antes de esta época, existen testimonios f()l'Inales que nos obligan a cre-
er que no era raro que un marido 110 vier;1 jamás a su mujer compJct;l-
Los jóvenes e;;beltos y las ti'ágilesjóvenes del Trecento y de] Quattrocento se
1
r~ente desnuda. El poet:IIllÍstico de Un,bría]acopone da Todi no descu-
bre, hasta la muerte de su espnS:l, que ésta llevaba bajo sus vestidos UII han convertido en hombres fuertes y resueltos de anchos hombros y mujeres
adultas, vigorosas, de líneas amplias en el Cinquecento, tal y como las conoce-
cilicio rugoso que había producido proflll1das heridas en su cuerpo,
mos segÚn las obras maestras de Leonardo da Vinci, Raf;¡eI, Miguel ÁngeJ, 5an-
En el siglo XIV tiene lugar UII l.';ullbio radical de las costumbres, que St'
sovino, Giorgione, Tiziano, el Correggio y otros ..La forma del cuerpo era a ve-
traduce en la aparición de Un;) nlnda femenina igualmente revolucion:lri:I,
ces descubierta, otras acentuada por el vestido. Catalina de Médicis introdujo en
La Crónica de Limbou~,< nos dice que el escote se había vuelto tan prolllll
do «que se podía ver la mitad de los senos».'Isabel de Babiera introduce lus la corte de Francia una moda que recordab~ a la de Creta, El escote pr?fundo
valorizaba el pecho, escondido tras un tejido ligero y transparente o comp]eta~
«trajes de amplio escote», abiertos hasta el ombÚgo. Los senos qued;111;1V(' mente desnudo".
~es completamente descubiertos, los pezo¡{es son adornados de roj, 1, :'111¡
,Jios'coli'"'piedras preciosas e incluso agujeros para poder i1lsert:lr ('sLiI"" "'~
La moda italiana del siglo xv era de tane alto, 10 cual permitía poner
dy 6ro3. Esta corriente de la moda llega hasta los pueblos, h:tio 1111,11"1111,1
en evidencia los senos. Se encuentra incluso en el monumento funerario
ciertamente más moderada. También las campesinas :\d( 'pl:'1II Vl'~1idus .1,
de una matrona de la localidad de Lucca, realizado por Jacopo dena
colores vivos y escotados. Geiler de Keiserberg, U1l IllOI';di"1.1,1,' 1" 11 '11111. \1

Quercia (m. 1478), escultor de la maternidad de formas plenas7. En e! si-


del siglo XVI, se escandaliza de haber percibido 1111:1 V("/ 1", ~,'II"~ .1, '111,1
glo XVI, la moda italiana anticipa el talle bajo, dejando el pecho cubier-
jove~ a través' de la abertura de su escote. Pero lu '1"(' /,' "'"1 ,1, ''''1111'\,1
to con un «corpiño corto con un escote cuadrado»". El fresco Las t~iedo-
son las danzas campesinas, en las que, al LlIlZ:II'1111:11"1"'11 ,d 1111 ,.~, 1'"1
ras (1468-1469) de Francesco del Cossa en el palacio de Schifanoia de
de ver todo, por delante y por detrás. klst':1 (,1 l"illl~,,1 . '1"'" 111
Ferrara es una verdadera muestra de la moda italiana de talle alto; en cam-
11111

estos anlbientes no existía tOC1:1VÍ:I


1:1)'('1',1¡lIt"I" '1 t, 1111111111
bio, los retratos de mujeres de l:z.afael dan testimonio del descenso del ta-

"/'
273

- 11:
1 I
1"
lle y'de la evolución del escote; sus madonas y sus ángeles llevan a veces procesión hasta el cementerio. NingÚn monje vestido de negro debía ser
igualmente vestidos de talle bajo. admitido en e! cortejo; en cambio, e! catafalco debía ser transportado por
Estas variaciones de la moda femenina no están exentas de un cierto doce jóvenes vestidas de verde, entonando canciones alegres'2.
equilibro: el talle alto pone en evidencia el pecho, que sin embargo per- No podríamos decir si la permisividad de las autoridades llegó tan le-
jos para permitir que las disposiciQnes de Cortusio fueran realmente rea- ¡
manece cubierto; el talle b:uo lo aplana pero el escote, a veces suficiente- I
mente amplio para extenderse hasta los hombros, descubre en su parte lizadas. Pero la reacción a la emancipación sexual, a la moda exhibicionis- i1-
superiór esta «piel resplandeciente» que tanto había' escandalizado al re- ta y al anticonformismo no se hizo esperar. Los. sermones moralizadores '1

,formador Jean Hus. de un Jan Hus en Bohemia y de un Savonarola en Florenciau, cuya fuer- I

'-"En conclusión, la moda y las costumbres de finales de la Edad Media za de persuasión y eficacia fueron enormes, nos permiten vislumbrar lo I
y de la época renacentista ofrecen todos los indicios de una permisividad que, en el siglo XVI, sería la mentalidad reformada.
e incluso, en ciertos casos -en los baños ,pÚblicos mixtos o en las danzas
campesinas'!-,
" de una promiscuidad desconocidas hasta entonces. La li- 2. ¡Más calor hará en' el ·Infierno!
i!
teratura no viene a desmentir esta impresión general, puesto que, a ex- Allí donde se instaura la Reforma, cambian las costumbres. En la mo- ~ (

da femenina, esto se traduce en la desaparición compl~~a de! escote, que


I
cepción de 10sfablíaux1O,jamás los temas eróticos habían sido tratado's, du-
rante la era cristiana, con la franqueza de un Bocaccio, un Chaucer, un es sustituido por un cuerpo de cuello alto y por la aparición de una fal-
Maquiave!o, un Rabe!ais o un Bruno. El arte refleja igualmente este cam- da doble, una de las finalidades de la cual parece haber sido la de evitar
bio de costumbres: para no entrar en consideraciones demasiado genera- las miradas indiscretas durante la dimza'4. Los baños pÚblicos mixtos, que II

I les, baste recordar la enorme diferencia en el tratamiento del cucrpo hu-


mano entre el arte del gótico tardío y e! arte renacentista de! Quattroccnto,
se habían multiplicado durante e! Siglo XIV, son casi inexistentes en e! si-
glo XVI'5.
Pero la Reforma alemana no lanzó ninguna moda unitaria. Después
j ¡
en Masaccio, por ejemplo". Los temas inspirados en 1a mitología antigu:¡
~ se transforman -en Pollaiolo, Piero di Cosimo, Lorenzo di Credi, Luca , de 1540, la influencia dominante llega de Esparia y rápidamente se impo-
l'
I
Signorelli, Boticelli, Leonardo, Miguel Ángel, etc.- ell Ull pretexto par:] ne en toda Europa, incluidos los países protestantes.
I

I estudios de desnudos femeninos de una audacia increíble. EI¡ la ciudad de La ideología que preside la moda femenina española es simple y clara:
1

Florencia, dominada por las cortes báquicas de LÓrenzo de Ml~dicis, Si- la mujer es e! ciego instrumento de seducción de la naturaleza, el símbo-
I
monetta Vespucci posa en topless para Piero di Cosimo, y ltaf;¡cl no ten- lo de la tentación, del pecado y de! mal. Fuera de su rostro, sus encantos
I
I drá ninguna dificultad a la hora de encontrar modelos para sus desnudos. I principales son los signos de su fecundidad: las caderas y los senos, pero
Por todas partes soplaba un viento de independencia y la autoridad re- también cada milímetro que exhibe. Si bien la cara debe quedar al des-
I ligiosa no podía sino inquietarse. Luigi Cortusio, jurista de Pavía, nllllT- cubierto, es posible imprimirle una expresión rígida y viril. El cuello
to el 17 de julio de 1418, había dejado disposiciones testamentarias bas- puede ser cubierto con un cuello alto de enc:Ue. En cuanto al pecho, el
tante extrañas, que nos indican hasta qué punto la mentalidad privad:] se tratamiento que se le aplica recuerda mucho a la deformación tradicional
había liberado en relación con las tradiciones de la Edad Mcdi:]. ni lega- de los pies en las damas japonesas sin ser, por lo demás, menos doloroso
tario universal de Cortusio sería el miembro de su famili:l que, ell el c, )1'- y malsano. Esta costumbre, vigente hasta principios del siglo XVIII, es des-
tejo fÚnebre, se hubiera.mostrado más naturalmente alegre; el I ":111 d '¡()o crita en estos términos por la condesa de Aulnoy"':
aquellos que vertieran lágrimas serían desheredados. Cort Ilsi() rt,,'kll':d '.'
el duelo y las campanas fÚnebres; la casa y la iglesia dOlllk Sil "II"i'J'() ~, Se trata de una belleza entre [las mujeres españolas] consistente en carecer
ría depositado debían estar adornadas con gu irnald:]s y II()res y II(),I.I·! \','1 por completo de pecho, y pronto empiezan a tomar precauciones para impedir
des. Cincuenta mÚsicos interpretando e! :deluY:1 dd,í:111 :1('1111'1',111.11 1.1 su desarrollo. Cuando el seno empieza a aparecer, se ponen deb~o pequeñas pla-

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\ J
cas de plomo y se vendan como se tapan los nifios. En realidad tienen el pecho lle, se la cubre desde e! cuello hasta la punta de los dedos de los pies, en
casi tan allanado como una hoja de papel. pocas palabras, se intenta dotada de un aspecto lo más masculino posible.
La feminidad natural, desbordante, voluptuosa y pecadora es encerra-
Siendo tabÚ bs partes inferiores del cuerpo, se inventa un sistema pa- da en el campo de lo ilícito, A partir de entonces, sólo las brujas se per-
ra que la falda sea más larga que las piernas, en concreto se adoptan za- mitirán tener bs caderas anchas, los senos prominentes, el trasero salien-
patos de suelas altas de madera o de corcho. «Este tipo de zapatos encon- te y el pelo largo. Basta mirar los grabados de Hans Baldung Crien o los
tró unos aliados inesperados en los medios eclesiásticos de Italia, que que adornan la obra Die Elllcis (Estrasburgo 1517) de Johannes Ceiler de
veían en estos incómodos zapatos un arma eficaz contra los placeres de Keiserberg, para darse cuenta de la extraordinaria vitalidad de que disfru-
este mundo y sobre todo contra la danza. Aquellas que los llevaban te- tan las l11al~ficac. A esta imagen de lo .femenino natural, tentador, anti-
nían derecho a indulgencias'7.» El color de los vestidos era, por supuesto, conformista y destructivo se oponen la silueta rígida y uniforme y la ca-
el negro. ra demacrada de la mujer virtuosa espaflOla,
Ciertamente, la moda determina el umbral de la excitación sexual: La literatura y b imaginería relacion:idas con la brujería limitan con el
una moda permisiva que ofi-ece a la mujer la ocasión de exhibir todos sus género pornográfico: en ellas se vierten las inhibiciones de toda una épo-
encantos naturales conduce a una cierta indiferencia entre los sexos; en ca represiva. Todas bs perversiones posibles e imposibles se atribuyen a las
cambio, una moda represiva tiene como resultado un proporcional des- brujas y a sus compaí1cros diabólicos. Hans Baldung Crien no retrocede
censo de! umbral de excitación. Nos damos cuenta fácilmente al descu- ante la representación naturalista de un ClIll11ilillgllS entre una joven heré-
brir que, cuando triunfó la moda española, «e! Último favor» que una IIIU tica muy voluptuosa, sus cabellos largos en e! viento, y el dragón Levia-
jer concedía a su pretendiente, colmándole de felicidad, consist Í;¡ l'll tán, que arroja por su boca una especie de miembro viril en forma de Zar-
mostrarle el pie. En e! siglo XIX la situación no había cambiado dClll;lsi:¡ cillo (1515), Los cuadros de! aquelarre contienen escenas igualmente
do, puesto que Victor Hugo nos cuenta, en sus i\1iserables, que !\t1:lrills Sl' escabrosas, cuya intención manifiesta es la de edificar al lector sobre bs
quedó ensimismado en una larga ensoñación erótica tras haber l'llt rl'vi~ prácticas antisocia\es de las brujas, Pero e! contenido latente de toda esta
to, por azar, la cabilla de Cosette. iconografía resulta fácil de adivinar: tomando como pretexto las fmtasías
Italia fue el Único país donde la moda española no llegÓ:1 aSl'III:lr,S(', 1,;1 eróticas de los marginados surgidas durante e! proceso de transferencia
hecho de que Roma haya albergado siempre e! Vaticano y quc, l'llIl\' 1.1 puesto en marcha por la Inquisición, los propios perseguidores proyecta-
Curia romana, siempre haya habido gente dotada de una illlclig('III'¡,1 y ban sus fantasías personales.
escepticismo notables ha preservado Italia de los excesos dc illloll'l'illll 1.1: En los siglos XVI y XVII, es suficiente con que ciertas mujeres se mues-
por lo demás, fue la Única provincia de la Iglesia que casi 110 ('ollo,i" l., tren más despreocupadas de su comportamiento «para que \es sean pre-
impbcable persecución de las brujas. El arte barroco está illlprq',ll.leI" el. paradas en este mundo las torturas de! infierno»I", En los grabados de la
sensualidad y e! vestido femenino del Seicento está lejos lil' I\I'('S('III.II 1" época las vemos cómo se miran al espejo y, en lugar de su propia imagen,
misma rígida uniformidad que en el resto de Europa. perciben el trasero de un demonio. Cabellos en desorden y vestidos des-
El ideal femenino propuesto por la Reforma eIlCU('I,t 1':1 Sil I'I,I~ 1" I compuestos bastan para engendrar la sospecha de brujería. En Alemania,
fecta expresión en la moda española. Se trata de un;1 Illllj(', .1''',1. 1111111 , en e! siglo XVII, una mujer es entregada a las autoridades por su propio
da, virilizada, cuya función no es ya la de ejerccr s,,1>1('(,1 1"""1,,. 1111' marido, ,que la había sorprendido durante la noche, no desnuda, sino
seducción nefasta, sino la de ayudarle en los :m IIIIIS , ,111111" " •• 1, 1, 1" I ¡despeinada y desabrochada!1" Y si una coqueta,' aflojando su corsé, lanza
fección moral. La cultura tiende a destruir SIIS ('11,,1111.'\ .1. 1, 11'111101 un: «¿No le parece que hace mucho calor?» su interlocutor replicará:
mediante prácticas crueles y malsan:\s: se al,I.'II" (1 1".111' 1'''1 1111 It «¡Más calor hará en e! Infierno!»2t\.
placas de plomo, se anula la movilid;\(I"\I'"'\I\'" .1, 1,. ", ,. 111 l.

''11, 277
3. Un moralismo exhaustivo: la leyenda de Fausto VolksbllCh, Fausto obtiene mediante sus artes mágicas e! simulacro de He-
La expresión más perfecta de la Reforma es la leyenda de Fausto, en lena de Troya, episodio que se explica, en parte, a partir de la leyenda de
la que convergen todos estos rasgos ideológicos de los que ya hemos ofre- Simon-Faustos y, por otra, a partir de otra tradición antigua: la de san Ci-
cido algunos testimonios: la censura de! imaginario, la culpabilidad in- priano de Antioquía.
trínseca de la naturaleza y de su instrumento principal: la mujer y, final- La leyenda de Cipriano se remonta a una fuente encratita. Los encra-
mente, su masculinización. titas constituían una tendencia al interior del cristianismo oriental carac-
Existe igualmente una tradición histórica -documentada por Trithe- terizada por la represión absoluta de la sexualidad -incluido e! matrimo-
mius, Wier y otros- que no resulta demasiado interesante en este con- nio- y por un severo régimen de ascetismo. La primera versión de la
texto: la de! charlatán Jorg Faust, que fmgía poseer e! nombre latinizado historia aparece en las Actas apócrifas de! apóstol Andrés, escritas en grie-
de Georgius Sabellicus. Habría vivido entre 1480 y 1540, Y los habitantes go hacia e! afío 200, una traducción capta fi-agmentaria de la cual ha si-
de! pueblo de Kittlingen le consideraban todavía e! más célebre de sus na- do recuperada recientemente por Gilles Quispe! entre los manuscritos de!
tivos.
profesor Carl Schmidt27• En su forma canÓnica, la historia -muy célebre-
En cuanto a la leyenda, contamos con dos antiguas redacciones: la del data de! siglo IV, y cuenta por lo menos con tres redacciones: la Co/!fessío
«anónimo de Wolfenbiittel»21 y e! Volksbllch impreso por Johann Spies en sell poenítClltía Cypríaní, declarada herética por el papa Ge!asio 1, que con-
Francfort en 158722,cuyo compilador podría ser un tal Andreas Frei, prin- funde a Cipriano de Antioquía con otro Cipriano, este último obispo de
cipal en e! colegio clásico de Speyer. Cu"tago; fa Conversío Sanctae )llstínae vÍ/;'Sínís et Sanetí Cypríatlí cpíscopí, que
En 1592, e! Vofksfmdl fue traducido al inglés por P F. Gent bajo el tí-
perpetÚa el mismo error; y finalmente e! martirio de los dos santos. En
tulo Thc hístoírc oJ the dalllnabfe life alld descflled death oJ Doctor lO/lII Fallsts23. e! año 379, Gregario de Nazianzeno menciona la leyenda en uno de sus
Así pudo leerlo Kit Marlowe, autor dramático y tenebroso espía asesina- sermones, mientras que e! historiador Photius, más tarde, resume en sus
do en una taberna, que lo llenó de la doctrina calvinista de la predesti- escritos e! contenido de un poema heroico en tres cantos sobre san Ci-
nación, de la que se había embebido en Cambridge2". Adaptado para e! priano, compuesto por Eudoxia, hija de! filósofo Leoncias, que en el 421
teatro de actores y de marionetas, e! Pallstspícl fue en seguida exportado se convirtiÓ en emperatriz. La obra de Vincent de Beauvais y la LC)'CIlda
a Holanda25. Su enorme popularidad en e! lado protestante de la Refor- áurea de Jacobo de la Vorágine aseguraron al relato de Cipriano y Justina
ma no deja de recomendar este texto en los círculos católicos, y Calde- un importante éxito de público. Por otro lado, una segunda versión de la
rón de la Barca la adaptó libremente, en 1637, para e! pÚblico español. leyenda fue redactada durante el siglo X por Simeón Metafi-asto, .traduci-
Que e! autor de Vo/ksbuch fuera Andreas Frei u otro, se trata en cual- da al latín en 1558 por Aloysius Lipomanus y reeditada por Laurentius Su-
quier caso de un letrado cuyas invenciones piadosas se nutrían en fuentes rio en 1580 y 1618, en una obra edificante que ejerció una gran influen-
antiguas y combinadas con la tradición histórica alemana. Por extraño cia en la época28.
que parezca, e! nombre de Fausto no parece sacado de ésta, sino de! cé- Calderón parece haber conocido e! relato de Surio, pero sus dos fuen-
lebre Simón e! Mago, e! contemporáneo de los apóstoles llamado Faus- tes principales son la Lcycnda átirca y una recopilación de vidas de santos
tus. Éste era el héroe negativo de muchas historias narradas en los escri- titulada Has Sanetonlln2".
tos atribuidos a san Clemente de Roma y en otras fuentes de la Antigiiedad Más allá de las múltiples variaciones, la leyenda cuenta que Cipriano,
tardía, que Baronius, un autor del siglo XVI, había recogido paciente- un mago de Antioquía -o un amigo suyo, Agla"idas- suspira por la bella
l!lente en sus Anlla/es (68, n. 21). Por otro lado, Simón e! Mago pasaba
Justina, sin saber que ella es cristiana y que ha prometido su castidad al
igualmente por ser e! primer gnóstico y, como tal, pretendía ser divino y Señor. Sin duda, él es orgullosamente rechazado, y sólo le queda hacer
se había casado con una prostituta llamada Helena, que para él encarna- un pacto con e! demonio, que le promete a Justina a cambio de su alma.
1>:1 a He!ena de Troya y a la vez a la Sabiduría (c11I1Oía)de Dios26. En el Sin embargo, al no tener poder sobre los cristianos, e! demonio no pue-

278 279
de en realidad cumplir el deseo de CiprÍaJ}o; intenta engañarle, ponien- de Cipriano, la joven Justa se transforma en Justina cuando es bautizada.
do a su di;posición un simulacro que se parece de lejos a Justina, pero que Pero en la primera parte de la obra de Calderón ella no se llama Justa, si-
no }iJUstina.
es sólo una apariencia diabólica. Impresionado por la fuerza de Jl\stina y
de su Dios, el propio Cipriano se convierte y la sigue en su martirio. La historia de Cipriano y Justina había surgido, hacia finales del siglo II
A parte de la conclusión, la estructura del Vólksbuch de Fausto es bas- de la era cristiana, en los ambientes encratitas. El encratismo condenaba
tante similar,. y su adaptación para el teatro, despojada de las numerosas la sexualidad incluso en el caso en que su finalidad no fuera el placer si-
digresiones moralizantes de la versióÍ1 en prosa, debe parecerse todavía no la procreación. Ello explica por qué las actas apócrif;ls de los apósto-
más a la leyenda de Cipriano y Justina: se trata de un mago que recurre les Andrés y Tomás relatan diversas conversiones operadas por nuestros
al pacto con el diablo para obtener, entre otras cosas, los favores de una héroes entre las mujeres casadas, a las que inducían a practicar la conti-
joven y el simulacro de la bella Helena de Troya. nencia. Las reacciones brutales de los maridos y las persecuciones de los
-,\' Imaginemos que alguien haya tenido la ocasión de asistir a una repre- apóstoles no deben sorprendemos: su mens~e era un poco excesivo pa-
sentación teatral del Fausto, en inglés o en holandés, sin entender una so- ra este mundo.
la palabra .. La habría tomado por una versión pesimista de la leyenda de La moral de la historia del siglo IV era de orden apologético: demos-
Cipriano, en la que el mago, en lugar de seguir a Justina en el martirio, traba la fuerza del cristianismo. El demonio no puede nada contra una jo-
'sería condenado. Parece que éste fue el caso del propio Calderón, que, ven cristiana que recita sus plegarias. Convencido de haber servido a se-
según el testimonio de su amigo 'y editor]. de Vera Tassis y Villarroel, ha- IJores impotentes, Cipriano deserta de su oficio de mago para abrazar la
bría pasado diez años al servicio de Su M~estad, primero en Milán y des- fe de un dios triunfante: el Dios de Justina.
pués en el sur de Países Bajos. Más tarde, sus biógrafos redujeron este En la medida en que el amor de Cipriano por Justina busca su apaga-
período únicamente a los aJ'los 1623-1625. En 1623, compafiías inglesas miento, no podrá encontrarlo más que en la muerte, puesto que su ob-
ofi-ecieron numerosas representaciones en los Países Bajos. Sin dud~ algu- jeto se revela -gracias a la fuerza del mens,~e cristiano- inexpugnable.
"na, Calderón, aunque no comprendía ni el inglés ni el holandés, asistiÓ Cipriano está obligado al sacrificio, puesto clue su magia erótica no ha da-
, de todos modos·lo. El juego escénico le permitió identificar la leyenda de do fi·utos. Y razona como un brujo hasta el final: su fiacaso demuestra la
Ciprian6. Vio escenas que ya había encontrado en el teatro espafiol: el potencia 1Il~~ica de Justina, a la que sólo podrá obtener convirtiéndose
pacto con el diablo, que aparecía, entre otras, en las obras El esclavo del de- también él al cristianismo. Pero Justina lo llama igualmente a testificar (és-
monio y El amparo de los hombres de Mira de Amescua31, y la aparición del te es el sentido etimológico de la palabra «martirio») acerca de la su-
si~ulacro de Justina,
, que se parecía igualmente a una escena de El esc/cI- perioridad del Dios cristiano, y el ex mago no puede apresur-arse más a
va.¡¡ del demonio (1612Y2. Pero pudo también apreciar las diferencias, que responder a este gratuito ofrecimiento.
utilizó en su propia creación teatral: en la representación inglesa, pOI' Ciertamente, se puede comprender el sentido de este exemplul/l pia-
ejemplo, el pacto tenía lugar en escena, mientras que en Mira de Amcs- doso en aquel tiempo en que se exigía el martirio de los cristianos. Pero
cha ~e producía entre bastidores33• Además, el espectáculo inglés elllpez:l- ¿cuál podía ser su mens,~e en Yepes, el aIJO 1637 -cuando el M~~ico pro-
\",1
ba con ellllOnólogo de Fausto, este mismo monólogo que Goelhe (r:lIIS d(~ioso fue presentado por primera vez-? Esta vez, Cipriano -como Johan
formó" en el célebre «Monólogo de los grubelden Gelehrlm». C:ddn(111 o Jorg Faust- no representa un símbolo de la Antigi.iedad pagana venci-
creyó adivinar el contenido a través de la expresión escl:llicl y 1(\ Illi!i'/l', da por el cristianismo, sino el Renacimiento vencido por la Reforma. Su
]j'o sólo en, el Nlágico prodigioso, sino también en sus ohr:ls: 1.•',\' d.,,\' ,1/1/"1/ ejemplo constituye, así, la renuncia a los valores renacentistas y la con-
les del cielo, ,El José de las m/!jeres y El gran prÍl/cifJe di' I:,.'z-''', J~II '11.1111. I ,11 versión a los valores de la Reforma, representados por la joven de busto
lI1ismo nombre de Fausto, Calderón lo utilizÓ de f~)J'lIln ililH'J" 1,,,1,1 111 1.1 aplanado llamada Faustina-Justina.
primera vel-sión del Mágico prodigioso, inédito klst:¡ IKTI" ('.11 1.1 1, \" ",1., En la obra de teatro de Calderón, el brujo Cipriano se presenta de

2HO 281
pronto como un discípulo del Renacimiento que ve el mundo como una Faustina es una mujer, un producto de la naturaleza: y debe ser un pro-
f.lscinante obra de arte (v. 146-147, Morel-Fatio). A su vez, el propio de- ducto perfecto debido a su belleza, puesto que tiene muchos admirado-
monio no hace más que repetir las mismas concepciones (v. 355 y ss.), de- res y éstos no dudan en matarse entre ellos para acceder a sus gracias. Sin
mostrando que había sido alumno de Marsilio Ficino y de Camelia saberlo ni quererlo, Faustina ha sido creada por la naturaleza para ser un
Agrippa. Es como si éstos fueran ahora juzgados en su persona por la objeto erótico, una causa de concupiscencia y disensión. La contradic-
nueva interpretación pÚblica, la de la Reforma. El demonio de Calderón ción y la tensión entre el destino natural de Faustina y la aspiración wltu-
no es en absoluto una aparición transnatural; es sólo una ficción ideoló- mi, acósmica, de Justina se encuentran en medio de la escena de Calde-
f
gica que se expresa como Ficino y Juan Pico, acumul;indo en él lo esen- ,'. rón.
cial de una doctrina que el pÚblico reformado había aprendido a despre- Como el Fausto de Goethe, el Mágico prod(\!,ioso se abre con un «pró-
ciar y detestar. Es suficiente con escuchado hablar: Vienl En la fabr;CII logo en el cielo» en el que el demonio, que está bajo la dependencia del
};allarda I DellIll/ndo se be, pl/es fl/c I Solo un conccpto al obrarla./ Sola I/na 1'0- Señor, se propone poner a prueba Ja ciencia de Cipriano y la virtud de
lt//ltad 11/(01 Esa arquitectura mral Del ciclo, una sola al sol, I tUlla )' estrcll'¡5 Justina. Sigue el «Monólogo de los griibelndcn Gelehrte11», en el que el jo-
Ili(arms,l Y I/na sola al hOlllbre, que esl Peql/ciio I/lI//1do (0/1 alllla. La 'J¡'olc~\!íll ven Cipriano no se revela preocupado, como Fausto, por el problema-de
platónica de Ficino es la fuente en la que el demonio se nutre de su sahi- Ja vejez y de la vanidad de las cosas terrestres, sino simplemente por una
duría engañosa: allí también el mundo está considerado como una ohl':1 cuestión teológica que no llega a resolver: él quisiera comprender quién
maestra de arte (artíficiosissil11l1l1l ml/ndi opíficil/III) y el hombre-microcns- es este dios descrito en un pasaje de Plinio en términos de «belleza ab-
mas (parvl/s /I/Itl/dlts) como el artificio de una naturaleza audaz (/latl/1'<1e,//1- . soluta, esencia y causa, todo vista y accióm (todo vista y todo lIlallOS, v.
dmtissillllllll art{ficil/III). La ciencia que posee el demonio es el «arte», es de- 261-263). Intentando separar dos pretendientes furiosos de la bella Justi-
cir, la magia (v. 219): en particular, puede hacer descender los astros sohl'e na, hija de Lisandro, el propio Cipriano se enamora de esta maravillosa
Ja tierra (v. 1.790 y ss.) y convencer a Cipriano de sus posibilidades 1110- criatura. Pero él ignora que en realidad Justina es el nombre de bautizo
viendo una montaña (v. 2.579 y ss.). de Faustina, que ésta no es la hija de Lisandro y que, además, éste tam-
En cuanto al propio Cipriano, aprende nigromancia, piromancia y poco es lo que parece. Lisandro y Justina son ambos criptocristianos, cris-
quiromancia y, para operar, traza lllJOS caracteres, asegurándose la coo- tianos que se esconden en el interior de una sociedad que les es hostil;
peración de los astros, de los vientos y de los espíritus de los difuntos Lisandro ha adoptado a Faustina a Ja muerte de su madre, que había sido
(v. 2.720 y ss.), en la tradición de Marsilio Ficino, Camelia Agrippa y una mártir cristiana. Y lo que Cipriano ignora igualmente es que Justina
Giordano Bruno.
ha consagrado su alma y su cuerpo al mismo Dios por el qué su madre
A decir verdad, las operaciones mágicas no son descritas más que 111UY había sacrificado su vida.
superficialmente en el iWágico prodigioso. Lo que era importante era esta- En el fondo, Cipriano sólo ve en Justina lo que ya no es: la bella Falls-
blecer una relación directa entre la magia y el denlOnio, y entre éste y el tina, un producto perfecto de la naturaleza, que ejerce en él una profun-
Renacimiento, el enemigo nÚmero uno de la R.eforlna. C:dderón lo COII- da f.lscinación erótica. En el fondo, aunque inocente, Ja joven no puede
sigue sin ninguna dificultad. A continuaciÓIJ se concen(ra sobre 10 que impedir lanzar a su alrededor encantamientos i11ágicos naturales: ella es la
podríamos llamar el «significado libidinal» de la magia, l'n la ecuaci<'IIJ que fattstiza a Cipriano, la que lo transforma en Fausto, la que casi le obli-
eras = magia que también procede de la herencia del RCII:lcilniento. l~s ga a utilizar Ja magia erótica.
en este momento cuando entra en juego /';11/51;1111, cuyo Iltllllhre :ltlqllil;- Si comparamos el Mác\!,ico prodi.l!.ioso con la leyenda cristiana, vemos
re un simbolismo bastante preciso, desde que lo pOlleJIIl)S ('11 re !:Il'i<'11
1 ('1111
que, en Calderón, un juego erótico más sutil interfiere en Ja narración,
Fausto.
un juego que corresponde perfectamente a las concepciones de la Re-
Antes de ser esencialllle/tfc una cristiana (cosa que 110 \.tI 'e <: il' l'i:IIIII), forma; es la propia naturaleza la que es pecadora, la que engendra el eros;

2S2
':,. 283 etBLloTECA CENTRAL
UNAM
es Faustina la que, sin saberlo,Jaustiza todos los males a su alrededol', ¿CÓ- La meditación y la plegaria salvaguardan la libre voluntad de Justina,
mo salir de este dilema? La joven todavía no podría emplear los medios expulsándola del mundo natural y anclándola en el mundo de los valores
refinados de la cultura para debilitar sus encantos, para aplanar su pecho de la religión. Los d~manios «lascivos» del abismo no consiguen atraeda
y para adoptar un aire masculino, Para defenderse de los asaltos de Ci- hacia el munda de la naturaleza que, por sus «vínculos» mágicos, invita a
priano y de los demás, ella dispolle sÓlo del arma de la meditaciÓn y la todos los seres al apagamiento de su deseo, El demonio no consigue
plegaria, Pero el eros tiene sus propioS'Il1eClnismos: cuanto más es recha- transfa!'n1:1r a Justina en Faustina, al sujeto de la cultura en sujeto de la na-
zado Cipriano, tanto más aumel1ta su p;lsi,')I!. I);lra obtener el objeto que turaleza. Pero su fracaso no !Significa sÓlo el triunfo del espíritu de la Re-
desea, sólo le queda firmar, con su propi;1 S:lllgl'e, I111p:ICto con el demo- forma sobre el espíritu del Renacimiento, sino también el triunfo del
nio, prometiéndole su alma a cUllbio de .!ustill;!. !\ Sil vez, c1 demonio principio de la realidad sobre el principio del placer. En efecto, la magia
, despliega potentes operaciolles de 11I;lgiaerÓt ¡C;l, q 11,' del )Crí:111de COllSe- erÓtica, cuya presupuesto cansiste en la transmisiÓn de fantasmas del emi-
guir entregarle a Justina a pesar (k e\la, Lejos ,!lo \I:¡III,II','11Sil :¡Ylld:1:1 SIIS sor al receptor, no da ningÚn resultado: e! deinonio sólo puede ofi-ecer a
horribles cofrades de los abismos infcrn;¡\es, c.I dCII\()lIi() s,' CUII('llta COII Cipriano una apariencia harrible de Justina, un espectro demoníaco. Es-
provocar, por sus invocaciones mágicas, 1/1/ dl//cc }"11I1¡'ISI/Jlf I'/'álico ('(Iya 11- to significa que la magia erótica no es capaz de producir más que f.lntas-
nalidad sería la de turbar a Justina, despertar su ser lIatural ,klll;lsiat!o ador- mas y que el apaciguamienta del deseo que propone no es real, sino tam-
milado y suscitar,y animar su feminidad, El pl'incipio de esl:1 u!lel';\('i')ll bién }1I1Iástiw. Dicho de otro ma do, las operaciones de la magia tienen
des;~ansa en las leyes de la magia erÓtica enunciadas por r:icillU y desarro- lugar en un círculo cerrada: la magia erótica es 1I11I1,fimna de autismo,
lladas por Bruno: hay que actuar sobre la fantasía del sujeto, teniendo en Ciertamente, esta consecuencia sobrepasa de lejos las intenciones mo-
cuenta sus propias particularidades, Además de confiar excesiv;lInente ralizantes de Calderón, pero no deja de estar implícita en el desarrollo de
en el 'hecho de que Justina es también Faustina -es decir, Ull producto de la acción. Más adelante, cuando se apaga el fervar religioso de la Refor-
la nathralcza
¡~ tanto como un producto de la cultura, una mujer y adelnás ma, eso es todo lo que queda: el potente contraste entre la imaginación
\Ina cristiana-, el demonio había cometido el error irreparable de no ha- (principio del placer) y e! libre arbitrio (principio de la realidad) y la idea
hcr leída el 11/stitl/tio Si7ccrdotl/tn del cardenal Francisco de Tbledo (m, de que el autismo mágico carece de fuerza real.
15()6), que acababa de aparecer en 1~oma36, antes de que CalderÓn mar- A fuerza de triunf;lr sobre Faustina -su contrapartida «n:lturab, su pro-
( 1¡;lraI{~cia los Países Bajos, Si la hubiera leído, el demonio s:lbrí:l que le pia feminidad, su propio derecho de desear y de gozar-, Justina acaba por '
('1':"ilnposjb)e influir en e! libre arbitrio de alguien; todo lo que puede ha- triunfu sobre Cipriano. El final de b obra corresponde perfectamente a
i ,'1 selim~t,f a producir fantasmas para actuar sabre la imagillaciÓn, pero las intenciones de la l<..efarma y puede interpretarse tacilmelitc segÚn las
,,1 lihn;arbitrio persiste. Se puede acusar al demonio de un:l cierta igno- reaJidades históricas de la época: Cipriano y Justina serán unidos en la
1,1111j:1 en el;,ámbita de la teología, pero no de no haber aClu;ldo segÚn las muerte, lo que significa una victoria completa de la cultura sobre la natu-
1"1'.1.,,,de la magia fantástica. Había revelado aJustina ellllllndo de la na- raleza, de! libre arbitrio sobre la imaginaciÓn, del principio de la realidad
11I1.d('Z;I,bañado tatalmente par el saplo del eros, para despertar en el\;¡ sobre e! principio del placer, de Thanatos sobre Eros. El doble martirio n.o
III~ ,q '1'\ iIos carnales: Ea, infernal abismo, / Descs/lc/wlo il/l/)I'l'io dc li 111is1110,/ es más que un símbolo anacrónico: segÚn el ideal de la Reforma, si Ci-
/1, (1/ /,/'isiou il1grata/ Tz4S lascivios espiritl/s desata, / /111I('l/a(i1I/(lo rl/yna/ .11/ priana hubiera sido un joven sabia recuperado por la Iglesia y Justina una
1'/1\'/'1/ "d!l;cio de Justina. / Su casto peusal1liCllÚJ/ Dc l1Ii/IO/'/lI's.lill/lasl1li7s cu c/ joven virtuosa de senos aplanados, habrían podido contraer matrimonio y
1'1111("/ .
\i, sc il/fimna, su honesta , fáutasill/ Sc //euc. )' COI/ dl//cissimi7 armol/io/ tener hijos, puesto que el fuego del eros habría estado apagado entre ellos
/",/" "1"/'",/1/(' a/llores, / Los }h!Íayos, /0.1' /I/al/tlls )' /0.1' .1'01'1'.1', / N,/(/o mirel/ SIIS para sIempre.
"/,11 ()I/" l/O .1'('01/ d(' lI/IIor dl//ccs dcs/}(~ios. / N(/(/II ('):I!0l/ SIIS o)'dos/ Quc 1/" La revaluCión del espíritu y de las castumbres operada por la Refor-
,111/ d,' ,I/I/¡I/' liel'l/os gemidos (v. 2.~2:) y ss,). ma apuntaba a la completa destrucción de los ideales del Renacimiento.

2!H 285

••
Treinta Años (1618-1648) entre los estados católicos y los estados protes-
Éste concebía el mundo natural y social como un org:lIl iSlllO espiritual en
tantes, Glauber llegó a la conclusión -tanto de naturaleza religiosa como
el que había intercambios permanentes de mens:~es /:1I1t(¡sticos. Era el
práctica- de que sólo había una única potencia capaz de asegurar el or-
principio de la magia y del eros, que también consti tu ía ul1a forma de
den y la paz en Europa: Alemania. Para alcanzar este objetivo, era nece-
magIa.
sario que Alemania fuera proclamada monarquía ¡mmdial; y para ello tenía
La Reforma destruye todo este edificio de fantasmas ell movimiento,
en primer lugar que establecer su supremacía militar y económica sobre
prohíbe el ejercicio de la imaginación y proclama la necesidad de extin-
el resto de la tierra, cosa que sólo podría hacer mediante el desarrollo de
guir la naturaleza pecadora. Emprende incluso la uniformización artificial
una tecnología militar más avanzada. Dejemos de lado la solución eco-
de los sexos, para que las tentaciones naturales desaparezcan.
nómica de Glauber consistente en acumular productos para los años de
En el momento en que los valores religiosos de la Reforma pierden
carestía. Su solución estratégica es decididamente más interesante y nos
toda su eficacia, su oposición teórica y práctica al espíritu renacentista re-
ofrece la clave para comprender el origen de la «carrera de armamentos».
cibe una interpretación de orden cultural y científico. Pero se trata de una
Glauber postula e! uso de! arma química no sólo para garantizar la supre-
lección que Ja humanidad ya ha aprendido: lo imaginario y lo real son
macía militar de Alemania, sino también para frenar los progresos de los
dos ámbitos distintos, la magia es una forma de autismo, el principio de
turcos eI~ Europa. Él mismo crea un arma más eficaz que la pólvora de
la re~lidad se opone al principio del placer, etc.
fusil, en concreto unos tubos a presión por los que se pueden pulverizar
ácidos sobre la armada enemiga, así como granadas y bombas de un áci-
4. ¿Un producto final?
do que permiten conquistar las fortificaciones del adversario. El arma
La civilización occidental moderna representa, en conjunto, el pro-
química tiene, para Glauber, una doble ventaja: asegurar la victoria a la
ducto de la Reforma -de una reforma que, vaciada de contenido reli-
armada que la posee, y cegar a los soldados enemigos sin matarIos. Los pri-
gioso, conservó sin embargo sus formas.
sioneros podrán de este modo convertirse en una fuerza de trabajo a buen
En e! plano teórico, la gran censura de! imaginario conduce a la apa-
precio, que además garantizará la supremacía económica de Alemania.
rición de la ciencia exacta y de la tecnología moderna.
Glauber se da cuenta de que los secretos de las nuevas armas acabarán
En e! pJano práctico, su resultado es la aparición de Jas instituciones
modernas. fatalmente por ser conocidos por el adversario -ya sean los turcos o cual-
quier otro-o Ésta es la razón por la que prevé la existencia de un grupo
A nivel psicosocial, constituye la aparición de todas nuestras neurosis
de sabios -«gente dotada de una inteligencia rápida y penetrante»- dedi-
crónicas,' debidas a la orientación demasiado unilateral de la civilización
cados exclusivamente a desarrollar y perfeccionar un armamen.to cada vez
reformada, a su rechazo radical del imaginario.
más sofisticado. El carácter de la guerra cambiará por completo: ya no se
Vivimos todavía, por decido de algún modo, en un apéndice secula-
ganará por la fuerza brutal, sino por la inteligencia de sabios e ingenieros:
rizado de la Reforma y, en realidad, muchos fenómenos de nuestra épo-
«La fuerza dará lugar al arte, pues el arte consigue algunas veces vencer a
ca de los q~le nunca hemos buscado una explicación histórica se remon- la fuerza»37.
tan a los grandes conflictos espirituales y políticos de los siglos XVI y XVII.
Las previsiones de Glauber se revelarían exactas: no sólo Alemania in-
,~•.,.,pEstamos acostumbrados a considerar como totalmente normales los pro-
tentó muchas veces, sin éxito, obtener la «monarquía del mundo», sino
..•',..'•• g~esos de la tecnología militar y de la «carrera de armalllelltos», 11\.')'() est'a-
que efectivamente e! carácter de la guerra moderna cambió hasta tal pun-
ríamos tanto más sorprendidos de que éstos tambiél! SI; PII\.'dl'11 ¡llIputar
to que ya no se desarrollaría sobre e! terreno, sino únicamente en los la-
a,,]as ideologías de! siglo XVII, en primer lugar a 1111 IHTSOII:¡jl;II!UYcéle-
boratorios de las grandes potencias.
bre en su tiempo, p<;ro del que poca gente lTclll,:nl:i lod:lVí:1 1;1 110mbre:
Todo esto no constituye una curiosidad de orden histórico, sino la
el quíf!.1ico Johann Rudolf Glauber.
prueba fehaciente de que nuestra civilización se nlueve todavía dentro de
Profundamente afectado por los acollleci I11¡elll os dt; la guerra de los

287
2H(,

. , I!~- _
los surco.~ trazados por la Reforma y por los acontecimientos políticos
que le siguieron. El Occidente moderno aSUlne -como vio muy bien
Nietzsche- e! carácter de un prodl{cto fatal de la Reforma. Pero ¿consti-
tuye también e! producto final, cuyas líneas de desarrollo han sido fijadas,
de una vez por todas, en los siglos XVI y XVII?
Con esta pregunta se cierra nuestro libro, sin osar formular demasiado Apéndice l.
claramente una esperanza que sería sólo utópica: que !-Innuevo renaci- (al capítulo 1, 3)
miento del mundo pueda volver a motivar todas nuestras , neurosis, todos
nuestros deseos de supremacía, todos los conflictos y todas las divisiones Los orígenes de la doctrina del vehiculo del alma
existentes. Los neoplotinianos que utilizaron la doctrina del vehículo de! alma
Para que se manifestara un renacimiento semejante, sería necesaria la afirmaban que ésta existía ya en los escritos de Platón; pero los pasajes de!
intervención de una nueva reforma que produjera, de nuevo, una pro- maestro en los que se apoyaban (Fedón, 113b; Fedro, 247b; Timeo, 41e, 44e,
funda modificación de la imaginación humana para fijar otras directrices 69c) no guardaban relación alguna con el cuerpo sutil que reviste e! al-
y otros objetivos. Dudamos sólo de que ofrezca una apariencia amical y. ma. Con todo, es cierto que, en sus Leyes (898e y ss.), donde se discute
benigna para los que conozcan sus trastornos. la manera en que e! alma gobierna el cuerpo, Platón admitía, como sim-
A fin de cuentas, lo que importa es que prepare el clima ecológico pa- ple hipÓtesis lógica, la existencia de una envoltura ígnea o aérea del alma,
ra que unanuevá «mosc~ áptera» pueda crecer sin ser destruida; ¡ojalá fue- intermediaria entre ésta y el cuerpo físico.
ra ésa la mutación gen ética que nosotros deseáramos! Aristóte!es adoptaba esta concepción haciendo del pneuma el espíritu
Bucarest 1969-Groninga 1981. de fuego sideral, la morada de! alma irracional (Dc gen. animal., 736b, 27).
Esta parte de! agregado humano es innata (symphyton), en e! sentido de
que se transmite en e! acto de la procreación (De ,gen. animal., 659b, 16).
La expresión symphyton pnellma es atribuida por Galeno (Stoic. FetcrWI1)
Fragm. 11, pág. 715 Von Arnim) a todos los estoicos e igualmente a Estra-
tón de Lámpsaco, el segundo 'director del Liceo después de Aristóteles.
La expresiÓn symphyes hemll1 pnellma aparece en el doxógrafo DiÓgenes
Laercio (VII, 156), Ysu traducción latina (consitllm spiritllll1) en.el apologe-
ta cristiano Tertuliano (cf. Verbeke, pág. 24).
El mismo Diógenes Laercio atribuye a Epicuro la concepción del al-
ma como «un cuerpo muy sutil» (leptomcrcs; X, 63) Y el adjetivo «sutil»
(lcptotatol1) es igualmente empleado por los estoicos (cf. Verbeke, págs. 30-
31).
Con todo, las antiguas ideas acerca del pnellma sólo constituyen uno
de los componentes esenciales de lo que será la doctrina neoplotiniana del
vehículo del alma. El otro componente debe buscarse, por un lado, en la
astrología popular hermética, que se desarrolla a partir del siglo III a. C. y,
por otro, en la doctrina del descenso (kathodos) y de la ascensión (mlOdos)
del alma, que se forma en estrecha relación con los medios astrológicos y

288 289
cristaliza hacia mediados del siglo I! d. C Durante esta época es cuando los dioses [... ]. Dios inventó y nos concedió la vista para que, contem-
las preocupaciones ontológicas del doctor gnóstico Basílides encuentran plando las revoluciones de la inteligencia en el cielo, las aplicáramos a las
las del ~rudito ecléctico Numeni~ de Apamea y las del autor de los Orá- revoluciones de nuestro pensamiento que, aunque desordenadas, mantie-
culos Caldeos, Julián llamado el TeÚrgo, hijo de Julián el Caldeo. También nen una relación con las revoluciones imperturbables del cielo [... J» (Ti-
hacia esta época es cuando hay que situar la composición de una parte del l11eo, 47b, trad. de la trad. de E. Chambry). Ésta es la razón por la que la
Corpus hermeticul11, que no se debe confundir con la vulgata astrológica astrología no era una invención humana, sino una revelación uraniana.
hermética precristiana. En el Corpus hermeticum, la doctrina del descenso Así es como Nechepso, person;0e del primer escrito astrológico po-
(kathodo:,) y de la ascensión (anodos) del hombre primordial, así como del ¡miar (siglo Il a. C) que ha llegado fragmentariamente hasta nosotros (cf.
alma individual, desempeña un papel esencial. W Gundel y H. G. Gundel, págs. 27-32), tras una noche entera pasada
La astrología hermética popular constaba de varios libros, en su mayor en la contemplación del cielo, fue interpelado por una voz de arriba y re-
parte perdidos o conservados Únicamente en las traducciones latinas del cibió la revelación por medio de una vestidura que descendió y envolvió
Renacimiento, que trataban sobre astrología universal, los ciclos cósmi- su cuerpo (íbid., pág. 30). Perspicímus coelum, dirá Manilius, cur non et 1111i-
cos, la adivinación por el rayo, predicciones para el Año Nuevo, astrolo- nera cocli? La palabra «teoría» que, en general, relacionamos con una doc-
gía individual y iatrológica,
~ «clerología» o tirada de las suertes
.' planetarias trina abstracta, procede del griego theoria [contemplación de los dioses],
(k léroi) , melotesia o simpatía entre planetas y la información contenida en que, en el vocabulario de los estoicos, designaba la mirada llena de pie-
el microcosmos -base teÓrica de la iatromatemática o medicina astroló- dad y reverencia que la filosofía dirigía a los astros, a los dioses siderales.
gica- y, finalmente, de farmacopea y farmacología astrológicas (cf. W El famoso astrónomo Claudio Ptolomeo (ea. 100-178 d. C) tiene la
Gundel y H. G. Gundel, Astrologul11ena, págs. 15-19). Esta vulgata astro- sensación de abandonar la tierra y presenciar el festín de los dioses «cuan-
nómica proponía un método de adivinación basado en cálculos matemá- do IsuJ espíritu sigue el corazón de los astros» (cf. Cumont, Lux perpetua,
ticos. Como tal, reinterpretaba en clave astronómica técnicas adivinato- pág. 3(5). Vettius Valens, astrólogo de Antioquía del siglo I! d. C, pro-
rias muy antiguas. Los planetas, las casas y los decanato s del zodíaco, los mete, al lector piadoso que lea su antología, la relación directa con los
días de la semana planetaria, y también otras ficciones espa·cio-tempora- dioses siderales y la inmortalidad (W Gundel y H. G. Gundel, pág. 218).
les que formaban parte de la instrumentación conceptual de la astrología, Exactamente como Vettius, el autor pagano Firmico Materno, que aca-
estaban representados como entidades personales, demonios. Además, tan- bará por convertirse en apologeta cristiano (siglo IV), considera que la
to para los astrólogos como para los platónicos y los estoicos, la contem- condición indispensable para descifrar los misterios del cielo es el «cora-
plación del cielo no era una simple cuestión de bÚsqueda abstracta preo- zón puro» (ibid., pág. 229). Este misticismo astral que acompaña a la as-
cupada en establecer relaciones entre las respectivas posiciones de los trología, ya sea popular o culta, procede de creencias muy antiguas rela-
astros errantes, sino que consistía en un acto que implicaba profunda- tivas a la apoteosis de los dioses y de héroes y a los catasterismos
níente el propio ser del sujeto. Escrutar el cielo significaba en cierto mo- (transformaciones en astros o constelaciones) de diversos person~~es mi-
do W:l1ontarse a su propio origen, admirar la armonía de las revoluciones tolÓgicos o políticos.
siderales (Timeo, 34d y ss.), armonía que también ha sido encerrada en el Ciertas técnicas adivinatorias que la astrología utiliza en su provecho
alma humana. «A mi juicio, para nosotros la vista es la mayor causa de no son menos antiguas. Una de éstas consistía en echar las suertes.
bien, en el sentido de que ninguna palabra de las explicaciones propues- SegÚn la mitología grecorromana, los dioses olímpicos se consideran,
t;lS hoy <;., día acerca del universo jamas hubiera podido ser pronunciada en general, como responsables de una cierta esfera de la actividad humana:
si ¡io hubiéramos visto los astros, ni el sol, ni el cielo l ... ]. Gracias a la Marte preside la guerra, Venus el amor, Mercurio el comercio y el arte
vista nosotros disponemos de la filosofía, el bien más precioso que el gé- oratorio, etc. SegÚn W Gundel (Stem/?laube, Stemrel(¡;ion lmd Stcmorakel,
IlLTO humano haya recibido y pueda recibir jamás de la munificiencia de pág. 132), los nombres de estas divinidades estaban inscritos en suertes

290 291
que se tiraban sobre una superficie dividida en «campos» o porciones a los drado a partir de los puntos o las diagonales del gran cuadrado que tocan
que se atribuían significados especiales. La disposición de las suertes en los lados del pequeño, se obtiene el cuadro de las doce casas celestes.
los campos -que correspondían a las «casas» y a los «signos» zodiacales- se El significado fijo de las doce casas queda resumido en estos dos ver-
encontraban en un repertorio de todas las configuraciones posibles y, a sos latinos de la Edad Media:
cada una de las config~lraciones del sistema, correspondía un texto que
pronunciaba la sentencia oracular. Vita lucrum fratrcs genitor nati valetlldo
Este método fue traspuesto en la astrología adivinjtoria popular atribui- Uxor mors pictas regnum bemifactaque carcey.
da a Hermes TrÍ111egisto, de donde fue retomada por la astrología culta. Le- Boll-Bezold-Gundel, Storia dell'astrol., págs. RR-89
jo's de constituir una técnica auxiliar, la determinación del¡ locus fort¡mae te-
nía una importancia de primer orden, como prueba la historia de un Éste es el método de las «casas f0as», en las que se sitÚan los signos del
astrólogo egipcio que había predicho que la tyché y el dai"mon de César se- zodíaco segÚn el horóscopo del momento. El otro método consiste en si-
rían más fuertes que los de Antonio (ibid., pág. 134). Una variante de este tuar los doce signos zodiacales en los doce campos (<<signosfijos»), lo cual
método de las suertes astrales apareda ya en Nechepso y Petosiris, mientras da una disposición similar a la de las casas.
quc Serapion, Vettius Valens y Firmico Materno discuten acerca de otros. Probablemente el método elemental para tirar las suertes se practica-
I)cro los quc explican dctalladamcnte la obtención de los diversos «lu- ba sobre una mesa cuadrada con los signos [00s, o bien sobre una mesa
gares» sobrc el horóscopo SOI1Pablo de Alejandría, en sus Eisa<,?ogiká, es- circular que por encima contenía los treinta y seis decanatos. Las suertes
critos después del 37H,d. c., y su comentador Heliodoro, alumno de Pro- no eran más que ocho figuras que representaban las «suertes» de los siete
do en Atenas, activo entre los años 475 y 509. Pablo de Alejandría toma planetas de ]a Antiguedad, a los que se añadía el ascendente (horoskopos).
la doctrina y el método de las suertes (sortes, en griego kléroi) del tratado El lugar de la suerte del sol establece el ac\!,athos daimon, el buen carácter
hermético Panaretos, perteneciente a la astrología popular helenístico- del sujeto; el de la luna el agathé tyehé, la buena suerte; el de JÚpiter la po-
egipcia precristiana (W Gunde1 y H. G. Gundel, págs. 236-239). siciÓn social; e] de Mercurio las disposiciones naturales; el de Venus el
Ya hemos mencionado, de paso, la existencia de muchos procedi- amor; el de Marte el coraje y los riesgos y el de Saturno la f:1taJidad (n e-
mientos para determinar los loms fortunae y los lugares de las «suertes» de /11csis) (W. Gundel, Stcrngalllbe, págs. 132-133).
cada planeta. W. Gundel, en su excelente libro Stern/.;Iaube, Sternreli,gion El método expuesto por Pablo de Alejandría'y Heliodoro sustituye e!
IInd Sternomkel, expone dos de ellos con todo detalle. Serán necesarias al- de tirar las suertes por un cálculo astronómico bastante simple. El IOCllsfor-
gunas nociones preliminares de astrología para permitir al lector seguir tllnae viene determinado por las posiciones de! sol, la luna, y el ascenden-
, nuestra exposiciÓn. Los 360 grados del círculo que representa el cielo es- te en el horÓscopo natal (<<carta de la genitura»). En caso de un naci-
tán divididos en doce signos y cada uno de éstos en tres «decanatos» (10 miento diurno, se procede a una deducciÓn del nÚmero de signos y de
grados del d{culo). Además, la astrología adivinatoria divide el círculo en grados de la luna del mismo nÚmero relativo al sol. La operaciÓn es in-
ocho «campos», estableciendo ocho puntos sobre la circunferencia (octa- versa en el caso de un nacimiento nocturno. El nÚmero de signos y de
topos): el ascendente (h o roscopos, ascendens) y su opuesto, el descendiente grados obtenidos de este modo es deducido del ascendente, que da el kle-
(dysis, descende11.l), el cenit o apogeo del sol (mesllmnema, I1lcdinm coc/lIm) y rÓs o loms .!<JYtunae. Las suertes de otros planetas se obtienen por una sim-
el nadir o hipogeo' del sol (antimesllrancma, il1ll1llll/l COcllll/l); los otros cua- ple deducciÓn del nÚmero que expresa en grados la posiciÓn de! astro res-
tro puntos están situados a 45 grados con respecto a los cuatro prinleros, pectivo del ascendente (ibid., pág. 134). He!iodoro precisa, en e! orden
de tal manera que el círculo queda dividido en ocho sectores de 45 gra- siguiente, cuál será la esfera de actividad sobre la que cada suerte ejerce-
dos cada u~o. Los ocho puntos forman dos cuadrados, uno inscrito en el rá su influencia:
círculo y el otro que lo inscribe. Trazando el contorno de un nuevo cua- -la luna determina todo lo que concierne al cuerpo humano;

292 293
-el sol determina el «carácter personal» de cada uno, tanto la «imagen» de los muros del campo de concentración cósmico, custodiados por los
del destino humano, como también la posibilidad de ejercer el libre al- arcontes, hasta el padre que reside más allá de lo visible. El hermetismo,
bedrío; que muestra una actitud oscilante respecto al cosmos, reproduce a menu-
-de Júpiter depepden el rango y la gloria del sujeto; do los principios dualistas del gnosticismo.
-Mercurio determina las cualidades de la inteligencia y las capacida- En la orientación nihilista de su voluntad de invertir los valores de la
des expresivas del sujeto; filosofía griega, los gnósticos, que estaban al corriente de la astrología
-Venus reina sobre la esfera del amor; greco-egipcia, retuvieron de ésta la idea de que los planetas, según sus
-Marte sobre la de la agresividad; posiciones respectivas en el horóscopo, pueden ejercer una influencia ne-
-Saturno reina sobre la fatalidad (ibid., págs. 132-133). gativa sobre la suerte humana. Es probablemente en los círculc:s gnósti-
El orden de las suertes planetarias que nos ofrecen Pablo de Alejan- cos egipcios donde la vieja idea del descenso del alma del cielo se com-
dría y su comentador resultará de particular importancia aúpiter, Mercu- bina con un esquema cosmológico de origen griego. Por supuesto, la
rio, Venus, Marte y Saturno). Con una simple inversión de lugar entre selección cultural exige que el fundamento nihilista del gnosticismo esté
Mercurio y Venus, volvemos a encontrar el mismo orden en un ostrakon presente en la atribución a los planetas de efectos únicamente negativos.
demótico del siglo I d. C. y en las Apotelesmata del seudo Manetón, cu- Que los arcontes gnósticos son divinidades planetarias, hay muchos
yo autor, nacido en realidad en mayo del año 80.d. c., debió de ejercer te·xtos que lo confirman. Ireneo de Lyon lo dice expresamente cuando se
su actividad bajo el reinado del emperador Adriano (117-138 d. c.; cf. W refiere a los ofitas: sanctam autem hebdomadem septem stellas, quas dicunt pla-
. Gundel y H. G. Gundel, págs. 160-163). Según estos autores esta dispo- netas, esse IJolunt (Adv. Haer., 1, 30, 9). Los amos del mal son concebidos
sición de los planetas se remonta a un orden egipcio que encontramos en como personajes reales, provistos de nombres, con cuerpos terimorfos: de
los monumentos de la XIX." Y XX." dinastía (ibid., pág. 163). Hacia el si- león, de asno, de hiena, de dragón, de mono, de perro, de oso, de toro,
glo IV d. c., el orden Saturno, Mercurio, Venus y Júpiter reaparece en el de águila, etc. (cf. M. Tardieu, '[¡-ois Mythcs ,íZnostiqltcs, págs. 61-69). Estas
escrito gnóstico Pistis Sophia (IV, CXXXVI, págs. 234, 24 Y ss. Schmidt). representaciones proceden, muy probablemente, de la interpretación de
Lo volveremos a encontrar (en Servio) en las páginas siguientes. Es muy la propia astrología hermética, en la que todas las convenciones espacia-
probable que, hacia finales del siglo I d. c., Plutarco de Queronea lo ha- les estaban personificadas. La palabra «zodíaco» (zodiako.l) significa, por lo
ya encontrado y utilizado en la doctrina bastante original de los «colores demás, «círculo de animales», pues la mitad de los signos poseen una for-
del alma» desencarnada, ante el tribunal de los dioses (cf. Culianu, Iter in ma animal: morueco, toro, cangrejo de mar, león, escorpión y un animal
silvis, vol. 1, págs. 69-71). fantástico, el capricornio (mitad cabra, mitad pez). Estas entidades se con-
Durante el mismo período los gnósticos y los herméticos, autores cebían con}o vivas y provistas de una existencia autónoma. Podían ser in-
anónimos del Corpus hermeticum, adaptaban la doctrina astrológica de las vocadas mediante ritos mágicos, tal y como los astros en general, espe-
suertes al espíritu de su pensamiento. El gnosticismo se caracteriza por su cialmente la luna (cf. S. Lunais, Recherches sur la LltI1C, 1, págs. 221-223).
acosmismo antropológico y por su anticosmismo: el hombre es una cria- A los siete arcontes gnósticos corresponde una hebdómada de. vicios. El
,Jura arrojada al mundo maléfico que es el mundo natural. Sin embargo, alma del gnóstico, en su ascensión póstuma hacia el padre, encuentra pre-
por su origen, el h~mbre sobrepasa el del lugar maléfico donde está apri- cisamente en su camino a estos terribles aduaneros, a los que debe ablan-
sionado, pues contiene en sí mismo una chispa pneumática que procede dar por medio de contraseñas y de amuletos. Es probable que estos adua-
de la auténtica transcendencia. Esto significa que existe también una tr~ns- neros celestes no se contentaran con esto y, en ciertos casos, se consideraba
cendencia «falsa»:la del demiurgo malvado de este mundo y de sus ayu- que retenían el alma en la que encontraban el vicio que ellos mismos re-
dantes o «príncipes» (arconte~). La gnosis en sí misma constituye el cono- presentaban.
cimiento teórico y práctico del origen del hombre y del ascenso, a través Otro texto del gnosticismo popular, el Pistis Sophia, nos aporta más

294 295

l
I -=- --!.-. _~ _
precisiones acerca del proceso de cosmización y decosn1ización del alma. un cristiano muy erudito de! siglo 11, influido por el cristianismo egipcio,
El capítulo CXXXI de este escrito coptopublicado por C. Schmidt ex- la gnosis vulgar y e! platonismo medio. Para Dasílides, e! pneuma trans-
pli¿a cómo los arcontes, recibiendo el pneuma lumiribso que desciende, cendente pertenece al cosmos. Los vicios cÓsmicos atacan e! alma y se in-
lo ~orrompen «situando cada uno su parte en el alma».' El mismo capítulo crustan en ella bajo forma de concreciones o «apéndices» (prosartémata),
precisa que los cinco arcontes son los espíritus encargados de los plane- que se corresponden de cerca con el antímímon pneuma de! tratado copto
tas, a los que se añaden, cuando tiene lugar la formación de este revesti- Pístís Sophia. Una concepción similar debe de haber sido sostenida por su
miento negativo del alma (antímimon pneuma), las influe~cias del sol y de hijo Isidoro, autor de un tratado Sobre el alnla adventícia (cf. W Bousset,
la luna: «y los arcontes sitÚan el antimímon pnelllna en el "exterior del al- Hautproble/lle der Cnosis, pág. 365; sobre Basílides, cf. G. Quispe!, Cnostíc
ma [':.. ], lo atan al alma con sus sellos [sphra,,?ídesl y sus vínculos y lo se- Studies, 11; en general, Culianu, Psychanodía I, Leiden 1983).
llan Isphragízeínl sobre e! alma, de manera que empuja al alma a perseguir El Corpus hermetíwm no se limita a retomar los postulados gnÓsticos,
constantemente estas pasiones y sus injusticias! ... 1». Puesto que en el ca- sino que añade la descripción de la ascensión de! alma, después de la
pítulo CXXXVI de Pístis Sophia e! orden de los planetas es el mismo que muerte física, con e! abandono de los vicios respectivos en los sucesivos
aparece, en la exposición de la doctrina de las «suertes» del tratado Pana- planetas. El primer y e! décimo tratado de! Corpus se ocupan igualmente
retos, poden,los concluir que la idea de atribuir a los arcontes planetario~ de la cosmización y de la decosmización del hombre primordial, proce-
la facultad de depositar vicios en e! alma no era otra cosa que la versión so que constituye el modelo del destino de cada alma individual que des-
mitológic~ de ]a cleromancia astrológica. Tanto más cuanto que un tex- ciende a] mundo físico. Tras su incorporación, e! individuo lleva en sí
to más tardío, perteneciente a Servio, el comentador de Virgilio, nos mismo, de manera absolutamente concreta, la información astral que ha
, ofrece una prueba irrefutable que apoya nuestra tesis: quum descendunt aní- recibido en el momento de su pasaje planetario, bajo ]a forma de! heí-
mae ... «en su descenso, las almas reciben de Saturno la torpeza, de Mar- marméné o «destino estelar». A. J. FestugÚ~re (Hermetisme et mystíque pai'en-
te]a violencia, de Venus la lujuria, de Mercurio ]a avidez materia], de JÚ- ne, pág. 20) resume la historia de la ensomatosís, descenso en el cuerpo, in-
piter el deseo de poder» (Ad. Aen., VI, 714). Una doctrina similar, que sin corporación del hombre primordial: «Este hombre idea], en virtud de
embargo no implica e! proceso de cosmización de! alma, es expuesta por una caída cuyas peripecias varían de mito a mito, pero cuyo principio es
Servio en otro pasaje de su comentario a la Eneida, donde e! orden de los comÚnmente el eros, cae en el mundo de la materia, esto es, sobre ]a tie-
planetas es e! de los días de la semana astrológica (Ad. Aen" XI, 51). En rra. En el curso de su caída, el hombre empieza, en genera] [... ], por re-
]a primera parte de este Último pasaje, Servio no hace más que exponer vestir un cuerpo astral o pneumático, vehículo (ochéma) del noi1s (que no
e! principio de ]a cleromancia astrológica: la luna determina las cualida- puede estar en contacto directo con ]a materia), intermediario' entre e!
des de! cuerpo,¡Marte la sangre, Mercurio el intelecto, JÚpiter e! rango, liOlls inmaterial y las concreciones cada vez más hylíques que se incrustan
Venus e! deseo, Saturno e! humor. SegÚn su conclusión, «los difuntos se en él; después, a medida que atraviesa las siete esferas (donde, entre otros
liberan de todo esto en las [esferas] singulares [de los planetas]», que cons- mitos, se encuentran los doce signos del zodíaco), este hombre-nolls va
tituye una alusión a la ascensión de! alma, en un contexto bastante im- revistiéndose, a modo de tÚnicas, de los vicios de los siete planetas (o de
propio puesto que e! orden de los días de la semana no corresponde con los arcontes que presiden en ellos ... ); manchado de este modo, se encar-
e! orden de los planetas en e! universo. Pero, desde el momento en que na por fin en un cuerpo terrestre y se une a la naturaleza material».
se trataba de la misma teoría cleromántica que había servido como base a Los capítulos xxv y XXVI del Poímandrés hermético describen la de-
la elaboración de la idea de descenso y ascenso de] alma a través de las es- cosmización del alma individual, la deposición de los vicios planetarios
feras planetarias,
( .. :'
cabe suponer que Servio mezclaba conscientemente cuya suma forma el heimarméné, la fatalidad astral: «y de este modo e!
C;I lisa y efectos. hombre se lanza entonces hacia lo alto a través del armazón de las esfe-
r~1l el gnosticismo popular se inspira e! doctor alejandrino Dasílides, ras, y en la primera zona abandona la potencia de crecer y decrecer, en

296 297
la segunda las actividades de la malicia, pérfida en adelante sin poder al-
guno, en la tercera la ilusión del deseo ya sin efecto, en la cuarta la os-
tentación de poder desprovista de sus ambiciosos objetivos, en la quinta
la audacia impía y la temeridad presuntuosa, en la sexta los medios vi-
ciosos para adquirir la riqueza, ya sin efecto, en la séptima zona la men-
tira que tiende las trampas» (Corp. herm., 1,25, pág. 15; 15-16,4 Nock- Apéndice n
Festugiere, corregido por O. P. Festugiere, Révélatíon d'Hermes Thmégíste, (al capítulo n, 3)
. vol. I1I, págs. 303-3(4).
Las delicias de Leo Suavius
El autor del Pímandre, sin dar los nombres de las esferas, adopta en es-
te pasaje el orden «caldeo» de los planetas (Luna, Mercurio, Venus, Sol, La fortuna de la Hypnerotomachía en Francia constituye uno de los epi-
Marte, JÚpiter, Saturno), procedente del cálculo griego de las distancias sodios más interesantes de la historia del ocultismo parisino del siglo XVI,
medias de los «astros errantes» en relación con la Tierra, en razón de las vinculado a la personalidad del alquimista y hombre de letras Jacques Go-
duraciones respectivas de sus revoluciones. Este orden, cuya antiguedad hory, injustamente olvidado en nuestros días.
no debe ser menos venerable que la del orden «egipcio» preferido por. En agosto de 1546, Loys Cyaneus acababa de imprimir para Jacques
Platón, se había convertido en clásico para todos los tratados de astrolo- Kerver, «librero jurado de la Universidad de París!>, la Hypnérotomachíe 011

Díscollrs dll Songe de Políphíle, déduísant comme Amour le combat el l'occasíon


gía.
Finalmente, el término ochéma, «vehículo», se refiere ya, en un pasaje de Polia1• Este volumen se abría con la dedicatoria del traductor Jean Mar-
del segundo tratado del Corplls, al cuerpo pneumático que reviste el al- tin al cardenal de Lenoncourt, del que era secretario.
ma (x, 13). Sin embargo, ni Plotino ni su discípulo inmediato, Porfirio, En una nota. en latín at'íadida a la segunda edición, publicada por Ma-
dan todavía este nombre al cuerpo astral o cuerpo sutil que envuelve el rin Masselin para Jacques Kerver en 1553, el propio Jacques Gohory re-
alma, del que sin embargo conocen la existencia. Serán los neoplatónicos lata una historia que lo convierte en el presunto traductor de una prime-
tardíos quienes llegarán a formular la teoría completa del «vehículo del al- ra versión de la Hypnerotomachía, cincelada ulteriormente por Jean Martin.
ma», cuya expresión más elaborada se encuentra en los Elementos de teolo- Gohory habría recibido la visita de un caballero de Malta, «hombre de
gía de Proclo. espíritu y cultura» (vír íl/genío facifí Cltltoqlle), que habría puesto en sus ma-
[Para detalles mucho más precisos y una bibliogratla suplementaria, nos una traducción imperfecta del libro. Impresionado por su contenido
remitimos al lector a nuestro «Ordine e disordine delle sfere» en: Aevum iniciático, pero incapaz de llevar a cabo la revisión del manuscrito (sin du-
n.o 55 (1981), págs. 96-110, y sobre todo a Expéríences de l'extase, Payot, da a causa de sus mÚltiples actividades), Gohory lo puso en manos de su
París 1984.] amigo Jean Martin2•
La atención que Gohory prestó al libro de Colonna, adornado con
admirables grabados en madera atribuidos a veces a Rafael, a Jean Belli-
ni, a Carpaccio y a Mantegna3, merece aquí un análisis atento.
Letrado en el parlamento de París y diplomático, Jacques Gohory o
Gohorry, en latín Iacobus Gohorius, que también escribió bajo el seu-
dónimo de Leo Suavius, pertenece a la galería de los espíritus curiosos
del siglo XVI. Se interesa por las cosas del nuevo mundo, traduce al fi-an-
cés el Amadís de Caufa y a Maquiavelo, practica la alquimia y la magia, si-
gue los debates sobre el arte de la memoria, cree en la demonomagia de

298 299
,Trithemius y redacta un comentario de las obras de P:lr:lcdso, que inter- nudo se deleitan en el laberinto de árboles adornado con un torreón en el cen-
preta en términos ficinianos. Viaja, edita libros y firma IHllnerosos prefa- tro y con cuatro ton-etas de olmos inclinadas en las cuatro esquinas. Otros, en la
CIOS. fuente artificial que mana por conductos de plomo. Otros, con las frutas de los
Con todo, esta desbordante ,actividad responde a LIDdeDomiDador co- árboles que, de todo tipo y en gran nÚmero, están plantados en la línea de am-
mún: Gohory no se ocupa, excepto en contadas excepciones, más que de bos lados, junto a los caminos y senderos. Algunos en el linde de dos pabelJo-
textos de una desconcertante oscuridad4• Es aquí donde se impone el al- nes, uno cubierto de ciruelos y el otro de cerezos. Otros, en el ejercicio de la
quimista,que redescubre en cada obra abstrusa la alegoría de la Obra, ex- bocha o el bolo b:yo una larga y ancha glorieta emparrada. Y cuando alguna
plicandd obswrum per obscurius. Así es como el AlI1adís de Cal/la, el poema obligación les hace marchar, miran b hora en el cuadrante horizontal de] com-
medieval La ji/ente peligrosaS o los grabados que ilustran las gestas de Jasód' partimento. Otros se entregan a la mÚsica cara] y de intrllmentos en la galería
se transforman en «misterios secretos de la ciencia mineral». Esta tenden- historiada (., .)",
cia aparece también en la nota latina a la segunda ediciÓn de la Hypnero-
tomáchia, obra compuesta por los initiati sacris sal/ctioris Philosophiae, que «se lZesultaría poco sorprendente que los investigadores del futuro tuvie-
retiran en la contemplaciÓn de las cosas abstrusas», sese in rerum abstrusa- ran que seí'ialar que a este ocultista apasionad~ de farmacopea, traductor
mm contemplatione abdiderunt. Lejos de seguirles, el letrado Gohory parti- de una anÓnima Histoire de la Tcrre Neuve du PerÚ (1545), corresponde un
'cipaba activamente en la vida pÚblica. Entre 1554 y 1556 acompañÓ en una lugar como precursor en la sorprendente historia de la importaciÓn de la
n?isiÓn diplomática a Roma al emlx~ador Odet de Selve y, en la ciudad coca, cuyo profeta, un corso llamado Angelo Mariani, fue detenido de
santa, conociÓ a Joachim du Bellay y a Olivier de Magny. Había estrecha- pronto por la entrada en vigor de la «Pure Food and Drug Law» de 1906".
do amistad con muchos miembros y amigos de la Pléyade, como Dorat, • Sin embargo, sí quedÓ una de las más florecientes industrias de los Esta-
I3elleau, Balf, Jodelle, M. A. Muret, Denisot, Fauchet y Pasquier7. La Aca- dos Unidos, la de la coca-cola.
demia de poesía y música inaugurada por Baif en 1570, en cambio, no lo En cualquier caso, la rica personalidad de Jacques Gohory nos intere-
cuenta entre sus miembros, tal vez a causa de ciertas intrigas de corte a sa aquí por otros motivos. Traductor o, por lo menos, intermediario en
las que Gohory parece aludir con amarguras. Se afana en abrir él mismo, la ediciÓn [¡-ancesa de la Hypnerotol11achia, Gohory apreciÓ este escrito por
en 1571, el Lycium philisophal San Marcellin (en el barrio de Saint-Mar- los profundos misterios alquímicos intuidos entre el velo de su oscuridad.
ceau)'! y, en el jardín boticario que cultiva para disponer de la materia pri- Comentador de Paracelso, estaba acostumbrado a las más delicadas ope-
ma de sus experÚ:;ncias alquímicas, parece preferir la compañía de los mé- raciones hermenéuticas. Una de éstas consiste en la interpretaciÓn de Pa-
dicos. Ya muchos aI"ios antes, puesto que Jean Ferñel muriÓ en 1558, racelso a través de las obras, del todo transparentes, de Marsilio. Ficino 14.
había mantenido interminables discusiones con éste acerca de la medici- La claridad de este Último no le asegura en absoluto el f.wor de Jacques
na de Paracelso. En otra ocasiÓn' había coincidido con Ambroise Paré, Jean Gohory, que sÓlo encuentra en ellas una «versiÓn tímida y superficial de
Chapelain y Honoré Chastellan en casa de otro médico, Leonard Botal'°. Paracelso»15 pero, sin embargo, le permIte comprender la grandeza tene-
En su libro, dedicado a las propiedades del tabaco, publicado en 1572 ba- brosa del médico suizo. Según Walker, esta superposiciÓn no siempre
jo el título de lnstruction sur l'herbe Petum, Gohory nos ha dejado una me- funciona, puesto que Gohory le atribuye una teoría de la magia espiritual
morable descripciÓn de su parque, donde preparaba medicamentos de calcada de Ficino, mientras que Paracelso, en cambio, negaba la influen-
Paracelso, practicaba la alquimia y fabricaba talismanes «siguiendo la opi- cia de los planetas sobre el espíritu humano'''. En todo caso, Ficino, Pa-
niÓn de Arnau de Vilanova y de Marsilio Ficino»": racelso y Gohory comparten la idea del cuerpo astral que se interpone
entre el cuerpo físico y el alma. Esta asiduidad de nuestro person;~e en la
Espero que en primavera no habrá planta rara y extraña en este país que no aplicaciÓn de las teorías ficinianas explica por lo menos,su interés por
CSll'SClllbradao plantada para dar satisfacción a las personas de espíritu que a me- la Hypnerotomachia, si no toda su carrera como ocultista. Tratándose aquí

300 301
únicamente del primero, podemos concluir que, incluso si la interpreta-
ción de Gohory no resulta adecuada, éste sí estaba en lo cierto al consi-
derar este escrito como una descripción de acontecimientos que tienen
lugar en el mundus imaginalís. Justamente esto es en lo que consiste la
Hypnerotomachia: en una aventura fantástica que se consume entre fantas-
mas. Apéndice III
(al'capítulo 11,4)

Tout aussi tost que cest esprit angelicque se fut disparu de l11a fantaisie, se
pJaint Poliphile, je 111'esveillay, las et cassé par les estroictz ambrassel11ents dont
il m'avoit estrainct ií mon advis; et demouray plein d'al11ertume, voyant absen-
ter de moy celle par qui je devoye vivre, laquelle m' a conduict et eslevé á si hau-
tes pensées,

[Tan pronto como este espíritu angélico hubo desaparecido de mi fantasía,


se lamenta Polifilo, me desperté, cansado y fatigado por los estrechos abj'azos que
me parecía que me había dado; y permanecí lleno de amargura, viendo cómo sc
auscntaba aquella por la que yo debía vivir y quien me había conducido y ele-
vado a tan altos pensamientos.]

El pasaje relativo a los «pensamientos elevados», así como la tirada fi-


nal sobre la vanidad de «todas las cosas terrestres» no deben ser tomados
en serio; lo que más cuenta, en la segunda parte de la Hnmerotomachia
son, sin duda, «los estrechos abrazos» del súcubo Palia, su posesión fan-
tástica que provoca el cansancio de Polifilo.
Uno y otro habían sido separados en el curso de un acontecimiento
dramático: una epidemia de peste que dejó a Palia abandonada por todos
los suyos. Hizo un voto a la diosa Diana, a condición de que ella acudie-
ra en su ayuda: <~'alloyevouant et promettant que si par sa douce clémence
j'échappoye au'peril, je la serviroye en chasteté tout le demourant de ma
vie» [Yo iba profesando y prometiendo que si por su dulce clemencia yo
escapaba al peligro, la serviría en castidad todo el resto de mi vida], Salva-
da gracias a la intervención divina, ella renuncia al mundo y se retira a un
santuario de Diana, junto con «d'autres vierges religieuses» [otras vírgenes
religiosas]. Polifilo la encontró el mismo día de su profesión y, después de
numerosas teÚtativas, obtuvo de ella una cita cara a cara en el templo de
la castidad, donde rogó a Palia que se apiadara de él y de su pasión.

302 303
Su discurso, aunque cargado de emoción, resulta más realista que el sourde que la roche solide, persistant en severe volunté; parquoy le cceur ]ui cre-
de Palia. {É~ta, en razón de su voto, finge una total ihse;1sibilidad ante las va de duei], et en mourut. Je ne fu pour toutes ces choses esbran]ée de mon dur
humildes súplicas del amante. Lo que pasa es que ella jamás ha oído ha- courage, et sans Gire autre demonstration de pitié, pensay de m'en aller, apres
blar del principio psicoanalítico de la compensación, segÚn el cual toda que je l' eu tiré par les piedz en un coing du temple Otl i] demoura; cal' quant a
actitud corisciente inflexible será contrarrestada por una reacción de la mis- moy, j'avoye bien peu de soucy qui en ferit les funeraillcs; seu]cmcnt me retiray
ma fuerza y en sentido inverso por parte del inconsciente. Se espera que cn grande haste toute trcmblante, troublée de fi-ayeur, comme si j'eusse perpc-
las leyes,de la naturaleza, contrariadas por la decisión inapelable de Palia, tré queJquc grand crime.
tomen sil revancha sobre ella. Polifilo prevé de algún modo este desenla-
ce, puesto que se da cuenta de que la actitud de Palia va contra natÚra: [Cuando profería estas palabras, é] lanzó un profundo suspiro, y cayó como
muerto a mis pies, tras habcr perdido todos sus sentidos fucra de ]a lcngua, quc
Adoulci~sez quelque peu ]a dureté de votre cceur, essaie-t-i] de I'attendrir, ]e scrvía para pronunciar largos lamentos angustiados, de forma mucho más pia-
moderez l' obstination' de votre [,ntaisie; cal' votre noble nature en monstre point dosa dc ]0 ,que os hc sabido contar. Y, a pesar de ello, nunca encontró cn mí
d' estre rebelle. ninguna chispa dc dulzura; pues yo no me digné a responder una sola palabra,
ni a dirigirlc una sola mirada, sino que permanecí obstinada, con las orejas cc-
[Suavizad un poco ]a dureza de vuestro corazón, intenta en,terr:ecerla él, mo- rradas a sus plegarias y más sorda que una roca sólida, persistiendo en scvcra vo-
derad la obstinación de vuestd t\l1tasía, pues vuestra noble naturaleza no se Juntad; por esto su corazón se le partió de pcna y murió. Mi duro corazón no se
muestra rebelde en abso]uto.] estrcmeció con todas estas cosas y, sin dar otra muestra de picdad, pensé en mar-
charme tras haberlo arrastrado por los pics hasta un rincón de! templo, donde
,Traducido al lenguaje pneumático, esta plegaria sonaría más o menos permaneció. Pues, por lo quc a mí respecta, poco mc importaba quién ]e haría
así: «Abrid vuestros ojos y vuestro sentido interno, para que mi fantasma los funerales. Sólo me retiré a toda prisa temblando, turbada por el miedo, co-
pueda entrar en vuestro espíritu y llegar hasta vuestro corazón, del mis- mo si hubiera pcrpetrado un grave crimen.]
mo modo que vuestro fantasma ha entrado en el mío; además, todo de-
muestra que estáis hecha para el amor: no os obstinéis en rechazado, no Aquí, la hipotética comparación resulta impropia, puesto que Palia era
me matéis, pues.vos seréis castigada, a vuestro tur,no, como una asesina». verdaderamente culpable de un crimen fantástico y, como tal, debería
Polifilo sufre, lógicamente, del síndrome letal del amor hereos; el fan- rendir cuentas ante el tribunal de las divinidades oferididas. En efecto, por
tasma de Palia lo ha desposeído de su s'"yetidad y, puesto que no puede complacer a Diana, no había dejado de disgustar profundamente a Eros.
habitar en el corazón de lajoven, corre el riesgo de morir. Pero Palia, fiel Y, p'uesto que su actitud consciente, diurna, había sido coherente, en el
I a su voto de castidad, no puede hacer otra cosa más que proteger su apa- sentido de que no había dudado ante lo peor para no romper su voto de
rato pneumático contra los asaltos del amante. Todo ocurre como estaba castidad, es durante la noche cuando el inconsciente desencadena contra
previsto. Nos lo cuenta Palia: ella sus terribles fantasmas de compensación. La censura fantástica de Pa-
lia se revela incontrolable en el plano onírico. Justo al salir del templo don-
Lors en proferant ces parolles, i]jecta un grand soupir, et tumba comme mort de se había comportado de forma tan cruel, la joven cuenta cómo fue
a mes piedz,ayant perdu I'usage de tous sens, fors de la langue, qui. ]ui servoit , arrastrada por un torbellino de viento,
de faire ]ongues lamentations angoisseuses, trop plus piteusement que je ne vous
ay sceu r,acotÚpter. Et nonobstant cela, en trouva onques en moy aucun estin- leque! en moins de rien me porta au profund d'une forest obscure, sans me
celle de doulceur; cal' je ne ]uy daignay respondre un mot, ny abbaissermon fairc mal ni dou]eur, et me posa en un lieu desvoyé, encombré de buissons, ron-
oeuil vers ]uy, ains demouray obstinée, les oreilles closes ases prieres et plus ces ct espines. II en fau]t pas demander, o elles nymphes, si je me trouvay bicn

304 305
esbahie et environnée de toute frayeur; car incontinent commen<;:ay a entendre [que en menos de nada me llevó a lo más profundo de un bosque oscuro, sin
ce que je vouloie crier, asavoir: Las, malhereuse infortunée. Ce Cly procedant hacenne dal10 ni dolor, y me dejó en un sitio extraviado, lleno de matorrales,
d'une halte voix feminine accompagnée de dolentes lamentations. Bientost apres zarzas, y espinos. No hay que preguntar, oh bellas ninfJs, si yo estaba invadida y
je vey venir deux damoyselles miserables, nues et deschevelées, si que c'estoit presa de todo temor; pues, incontinente, empecé a entender lo que quería gri-
grand horreur, lesquelles trebuchoient souvent par se heurter aux racines des ar- tar, a saber: Triste, desdichada desventurada. Este grito procedía de una aguda
bres. Ces povres femmes estoient piteusement enchainées a chaines de fer ardent voz femenin;l acompal1ada por dolientes lamentos. Poco después vi que dos
et tiroient un chariot tout espris de feu, dont leur chair tendre et delicate estoit doncellas miserables se acercaban, desnudas y despeinadas, tan grande era el ho-
cruellement arse et grillée. Leurs mains estoient Iyées sur leurs doz, qui fumoient rror que a menudo se caían al tropezar con las raíces de los árboles. Estas pobres
et bresilloient comme le fer chault jecté en l' eau; grisant les dentz et laissant mujeres estaban piadosamente ligadas con cadenas de hierro ardiente y tiraban
plouvoir de grans ruysseaux de larmes sur les chaines dont elles estoient atta- de un carro encendido de fuego, que quemaba y abrasaba cruelmente su carne
chées.
ticrna y delicada. Tenían las manos ligadas a sus espaldas, que ahumaban y bra-
Dedans le chariot y avoit un en[,nt de feu, horriblement furieux qui les chas- seaban como el hierro caliente arrojado al agua, crujiendo los dientes y dejando
soit et battoit sans cesse a tout une escourgée faicte de nerfz, monstrant un visa- llover grandes ríos de lágrimas sobre las cadenas con las que estaban atadas.
gc cspouvcntablc et terrible sur toutes choses. Parquoy les povres -damoyselles Dentro del carro había un niño de fuego, horriblemente furioso, que las per-
alloicnt courant etjectant maintes va ix plainctives. Ce neantmoins tousjours leur seguía y las azotaba sin cesar, con un látigo hecho de nervios, que mostraba una
Gilloit fuyr atravers la forest et trebucher a chacun pas entre les ronces et espi- cara más horrorosa y temible que todas las cosas, por lo que las pobres donce-
nes, dont elles estoient escorchées et dessyrées depuis le pied jusques a la teste. llas iban corriendo y lanzando muchos lamentos. A pesar de ello debían siem-
13riefle sang leur plouvoit de tous costcz, si que la terre par ou elles passoient en pre huir a través del bosque y caer a cada paso entre zarzas y espinos, que las
devenoit toutc vermeille. Helas elles toroient ce chariot <;:aet Ja, tantost d'une despeHejab:m y desollab.an desde la cabeza hasta los pies. La sangre les llovía por
part, tantost d'autre, sans tenir voye ni sentier; ct a veoir leur povre charnure, je todas partes, de tal forma que la tierra por donde pasaban se volvía roja. Ellas ti-
la jugeoye cuytte et crevassée comme un cuyr ars et passé par le tan. Quant a raban del carro hacia aquí y hacia allí, tan pronto de una parte como de otra, sin
leurs gorgcs elles estoient si estrainctes, et leurs voix tant cassées et enrouées, seguir vía ni sendero; y al mirar sus pobres carnes, yo las juzgaba endurecidas y
qu'eHes ne pouvoient qu'á bien grand peine respirer. Ces povres langoureuses agrietadas como las pides quemadas y curtidas. Sus pechos estaban tan estrechos,
venues á I'endroict du lieu ou j'estoye, je vey arriver a I'entour du chariot plu- y sus voces tan rotas y enronquecidas, que a duras penas podían respirar. Ha-
sieurs bestcs cruelles, comme Iyons, loups, chiens affamez, aigles, corbeaux, mi- biendo llegado estas pobres lánguidas al lugar donde yo me encontraba, vi có-
llans, vaultours et autres, que ce bourreau arresta Ja. Bourreau, dy-je, non pas mo llegaban alrededor del carro muchas bestias crueles, como Jeones, 10.bas, pe-
en[,nt, comme il en monstroit l' apparence. Apres estre descendu de son chario(, ITOS hambrientos, águilas, cuervos, milanos, buitres y otros, cuando el verdugo
il dclya ccs deux povres martyres, puis d'une espéc trenchante leur perc;:l les se detuvo allí. Verdugo, digo, y no ni110, como mostraba su apariencia. Después
corps tout atravers du cceur. A ce carnage, accouroient toutes les susdic(es l1t's- de haber descendido de su carro, desató a las dos pobres nlártires y, con una es-
tes, et l'cnfant couppa les dcux demoyselles chacune en deux pieces, des(jllclks pada afilada atravesó sus cuerpos por el corazón. A esta carnicería se arrojaron
il tira les cccurs, et les jecta aux oyseaux de rapin&, ct pareillemel1t (ollles les CII- todas las mcncionadas bestias, y el nil10 cortó a las dos doncellas, cada una en
trailles; puis demembra en quartiers le demourant du corps. Alors ces hesles :11:' dos trozos, de los que arrancó el corazón y los lanzó a las aves rapaces, y lo mis-
famées accoururent incontinent pour devorer celle tendrc chair 1l:I1Jinill<':el mo hizo con todas las entrañas; luego, desmembró en cuartos lo que quedaba
dessyrer aux ongles et aux dentz. Helas,je regardoye ces miser:lhles 111<':1
IIhl"<':s(jlli del cuerpo. Entonces, estas bestias hambrientas se precipitaron de forma incon-
trem~loient enconre entre leurs gensives, et entendoye rOl1Jpr<.:el froisser les oz, tinente a devorar aquella tierna carne femcnina y desollarla con las uñas y los
si que j' en avoye la plus grande pitié du monde. Jamais 11<':filt pllls CJ"lIdlc bOIl- dientes. Yo miraba estos miserables miembros que temblaban todavía entre sus
cherie, ny spectacle plus piteux. encías, y oía cómo rompían y magullaban sus huesos, y sentía la mayor piedad

306 307
del mundo. Jamás hubo más cruel carnicería ni espectáculo más lastimoso] (ver
ilus. 7).

¿De qué eran culpables las doncellas descuartizadas por Eros? Evi-
dentemente, de no haber permitido al fantasma de sus pretendientes pe-
netrar en su pnClIrna, lo que debió conllevar la muerte de estos pobres dia-
blos, en las atroces torturas del amor hcrcos y la despersonalizaciób. Se
I espera que el dios irritado del amor administre a estas damas insensibles
un castigo equivalente a los que ellas mismas han hecho padecer a sus
inocentes amantes: ojo por ojo y diente por diente. Y Polia es llamada a
presenciarlo, para que conozca la suerte que le esper~.
Sin embargo, sin saberlo, con el cuadro de fantasmas despedazados por
las bestias sa]v,~es, Colonna se acerca a la fenomenología del eros místico
descrita por Juan Pico y Giordano Bruno, que tendremos oc~sión de co-
nocer en eJ próximo capít~L1lode este libro. El hecho de que, en dos his-
torias de [11ltasmas tan distintas entre sí, la de Colonna y la de Bruno, el
momento central sea marcado por la imagen de un desmembramiento no
es, quizás, fortuito. En el caso de Bruno, la analogía con la fenomenolo-
gía de la muerte y del renacimiento iniciático que Mircea Eliade nos des-
cribe en sus célebres Naissallccs j\I[ystiqllcs se impone por sí sola. En Co-
lonna no es posible hacer ninguna referencia a la iniciación, pero su
cuadro psicológico no carece de verosin1ilitud. No olvidemos que la «no-
ble naturaleza de Polia no se muestra rebelde en absoluto» a las insinua-
ciones que le hace Polifilo. La inflexibilidad de su actitud consciente es-
tá en flagrante contradicción con su destino y su suerte naturales.
Tampoco debemos olvidar que la experiencia onírica del desmembra-
miento es muy corriente y puede intervenir justo en el momento crucial
dos
de la dialéctica de amor donde el inconsciente debe marcar su elección. 7. « •• y el niCIO cortÓ a las
doncdlas, cada una en dos
Sin duda Palia ve, en las torturas infligidas a las dos doncellas por la trozos .. )), HypfJCrotOllldcfÚa

espada deJ dios enfurecido, amor, y en las abyecciones de los animales sal- Polip/¡ili, Vencei" 1499.

v~es, una advertencia de lo que ella deberá'padecer. Su situación no tie-


'n'e salida, porque no puede escoger mJs que entre el castigo de Diana y
el de Eros, entre la desobediencia a los imperativos de la conscienciq. 'y la
desobediencia a los del inconsciente. Ante esta horrorosa alternativa, ella'
pasa el resto de la jornada en gran angustia y melancolía, y la noche no
le ofrece ningún consuelo. En efecto, sin que su historia nos lo diga cla-
ramente, la joven es visitada por íncubos:

308
Il me fust advis que j' ouy rompre l'huys de ma chambre, et y,vey furieuse-
mente a dos grandes verdugos sucios y mal vestidos, rudos, crueles, con las me-
ment entrer deux grans bourreaux sales et mal vcstuz, rudes, cruelz;"les joues en-
jillas hinchadas, ]os ojos bizcos y hundidos, las cejas anchas y negras, la barba lar-
flées, les yeux louches et encavez, les sourcilz gros et noirs, la barbe longue et
ga y enredada y llena de mugre, los labios co]gantes, gruesos y espesos, los dien-
meslée et pleine de crassc, les levres pendantes, grosses et espoisses, les dents lon-
tes largos, raros, amarillos y babosos, el color pálido, la voz ronca, la mirada
gues, rares, jaulnes et baveuses, la coleur mortifiée, la voix enrouée, le regard
despiadada, la piel ruda, el pe]o erizado, graso, medio canoso, bs manos grandes,
despiteux, la peau rude comme baz~l!1ne, les cheveux herissez, gras, demy cha-
rasposas 'i sangrientas, los dedos curvos, las uñas rojas y Jas narices chatas y llenas
a

nuz, les mains grandes, raboteuses et sanglantes, les doigtz courbes, les ongles de mocos. En pocas paJabras, parecían sin duda gentes malditas, malvadas e in-
roux, les nez camus et pleins de morve. J3ref ils sembloient bien gens maudictz,
tunes. Sus cuerpos estaban envueltos con cuerdas que llevaban en bandolera y
mechans, inf:1mes. Leurs corps estoient environnez de cordes en escharpe et au-
otros utensilios de su oficio, para mostrar de qué se sabían servir. Estos grandes
tres outilz de leurs mestier, pour monstrer de quoy ils savoient servir. Ces grans
villanos, [¡-unciendo Jas cejas y mirándome de lado, empezaron a berrear, pues
vilains en fronceant les sourcils et me regardans de tr~vers, commencerent a bra-
no pronunciaban ninguna palabra humana, y me dijeron: Ven, soberbia y mal-
yer; car i]s n'avoient point parolJe humaine, et me dirent: Vien superbe et me- vada criatura, ven, rebelde, ven, enemiga de los dioses, ven, loca e insensata
chante crea tu re, vien rebelle, vien ennemye des dieux, vien folle et insensée pu- doncella, que desprecias Jas gracias y ]as bendiciones divinas. Ahora sufi'ir:ls un
celJe, qui desprises les graces et benedictions divines. Tantost sera faicte de toy
castigo cruel como mala mujer que eres, y tal y como ayer lo viste hacer a las
une punition cruellecomme d'une mauvaise femme que tu es, et telle que tu la
otras dos perversas doncellas orgullosas. Os dejo que penséis, oh nin6s, qué te-
veiz Elire hyer e deux autres perverses damoyselles orgueilleuses. J e vous laisse a
rror sufi'í a] oír cerca de mí a dos monstruos semejantes, que me despeinaron y
penser, o nymphes, que1 eff¡'oy ce me rut quand je senty auprez de moy deux
me agarraron por el pelo, queriéndome arrastrar no sé hacia dónde, pero yo me
teJz monstres, qui me descoifferent et empoignerent par les cheveux, me vou-
defendí segÚn mi pequefío poder, intentando resistir su esfuerzo. Pero todo fue
]ans trayner je ne s<;ay ou: dontje me ddfendoye selon mon petit pouvoir, cui-
en vano, pues eran demasiado rudos, por lo que yo empecé a gritar en voz alta:
dant resister ;\ leur effOJ;t. Mais c'estoit en vain, car ils estoient trop rudes; par-
por la gracia de Dios, pidiendo socorro. Pero ellos no lo tomaban en cuenta y
quoy je commen<;ay ;\ crier ;\ haulte voix; Helas, pour dieux mercy; en me tiraban más ultrajosamente para sacarme de la cama. Y cuando se esrorzaban
demandant secours. Mais ilz n'en' faisoient compte et me tiroient plus oultra-
en hacer esto, de sus cuerpos y de sus ropas emergía una peste tan fuerte, que no
geusement pour me mettre hors de mon lict. Et ainsi qu'ilz s'effor<;oient de ce
hay corazón que la pueda soportar. Fui durante mucho rato atormentada y mo-
fa'ire, de ]eurs corps et vestements sortoit une puanteur si grande, qu'il n'est cccur
lestada por este displicente altercado, durante el cua] yo me debatía muy ruda-
qui la peus endurer. Je ru longtemps travaillée et molestée de cette altercation
mente en mi cama, hasta tal punto que desperté a mi nodriza, que estaba pro-
desplaisante, pendant laquel1e je me debatoye trop rudement dedans mon ¡ict,
fundamente dormida. Con todo, fue ella quien oyó y, por suerte, ei1tendió
tant quej'esveiUay l11anorrice qui estoit rort endormie. Ce neantmoins elk SCII-
algunas paJabras mal formadas, y al venne tan atormentada me estrechó entre sus
tit et paraventure ouyt quelques parolJes mal fonnées; parquoy me vOY;1111
ell ,','
brazos y me llamó muy aho, por lo que yo me desperté con un sobresalto y es-
point tormenter, me serra entre ses braz, et m'appela bien hauhelllelll. !\, 1,111",i(' tuve mucho rato sin responderle, suspirando y lamentándome con tan grave an-
In'esv~illay en sursault, et fut longtemp~ san s luy respondre, sOllpir:1I11 ('1 1111'
gustia como jamás había tenido en mi vida, tan molida y cansada que no podía
plaignant en aussi grande angoisse queje fey enjour de n1:1vil', 1:11111IIIIIdlll' ('1
levantar los brazos; mi corazón latía desmesuradamente en mi pecho, y mi ca-
l:issée qhe je en povoye ]ever les braz, mon cceur battant ell 111:1!,lIi"llilll' IIldl re
misa tan mojada por las lágrimas que se me pegaba por todo el cuerpo. Mi pelo
IIlesure, et ma chemise tant mouillée de larmes, qll'e1k Illl' 1L'lIlIil !':IiIOIII ;111
estaba todo hÚmedo y revuelto; mi pulso agitado y alterado como si hubiese pa-
corps. Mes cheveux estoient tout moites et meslcz, IIIL'S1"\111.,,'SIlIL'IIZel :dl<.;- sado una gran fiebre.]
rey., comme si j'eusse esté en grosse fievre.

Todo esto resulta muy parecido a un intento de violación, pero tan


IMe pareció que oía romper la pllert:l de IIli l1:Ihil:lci()II, y vi el!!I':!1' flll'ios:l-
torpe que no deja a la víctima otra opción más que la de oponerse. Con

310
311
todo, el mensaje es claro: Palia ha aprendido que la naturaleza está deci- nalmente accede a abrir su cuerpo pneumático para albergar e! fantasma
dida a tomar su revancha y que, si ella no cede a las insistencias del dul- de Polifilo:
ce, limpio y simpático Poli filo, será poseída por fantasmas masculinos
mucho más desagradables. El castigo que le infligen1as fuerzas del in- En ces entrefaictes, Amour trouva une petite voye pour entrer en mon ccéur,
consciente a causa de! endurecimiento de su actitud consciente le parece qui jusques alors luy avoit esté interdicte. Par la passa ce petit dieu jusques au
insoportable. Después de esta lección, lo Único que le queda por hacer es fons de ma poictrine, Ol! il se norrit de consentemens, et feit en peu d'heure si
ceder al encantador joven, pero se defiende como puede ante este de- grand, qu'il en fut plus en moy de resister :\ sa puissance.
senlace inespehdo:
[Entretanto, Amor encontró una pequella vía para entrar en mi corazón, que
Comme donques j'eusse voué ma virginité a la deesse Diane, et me feusse hasta entonces le había sido prohibida. Por allí pasó este pequello dios hasta el
par profession abstraincte a la servir tou~e ma vie, le service de Venus me sem- fondo de mi pecho, donde se alimentó de consentimientos, y en poco tiempo
bloit grief et intolerable, comme du tout different a ma premiere institution. hizo tanto que no pude resistir más su potencia.]

[Puesto que había consagrado mi virginidad a la diosa Diana y estaba por pro- Deshecha por el amor y los remordimientos, Palia corre al templo de
fesión.obligada a servida durante toda mi vida, el servicio de Venus me parecía Diana e inunda de lágrimas el cuerpo sin vida de Polifilo. Evidentemen-
grave e intolerable, como algo totalmente distinto a mi pfimera institución.] te, éste no espera más que ser reanimado:

La nodriza, que tiene una larga experiencia de la vida, la ayuda a su- p~ Et cependant advint qu'en trebuchant sur luy, j'appuiay ma main droicte sur
perar estos Últimos escrÚpulos: i son estomach, et senty un poulx sourd et profond tan debile que rien plus. Ce
~ neantmoins il me sembla que son c<rur, sentant aupres de luy ce qu'il aymoit,
r
Davantage debez considere qu' Amour est un tyran cruel, doué d'une telle reprint un peu de vigueur, tellement que mon cher Polifile s'en esveilla, et en
ouvrant les yeux, jecta un soupir de plainte.
puissance, qu'j] blesse, brule sans aucun esgard ou misericorde, non seulement
les hommes mortelz, mais les dieux souverains, mesmement le grand Jupiter qui
!
t,ict la pluye et le beau temps. II n'est rien si vray qu'il ne s'est peu exempter de [Entretanto ocurriÓ que al caer sobre él apoyé mi mano derecha sobre su es-
ceste subjection servile, ains pour parvenir ases ententes, a esté contrainct de se tómago, y sentí un pulso sordo y profundo más débil que cualquier otra cosa.
transfigurer jusques en fimne de beste. Con todo, me pareciÓ que su corazÓn, sintiendo cerca lo que tanto alHaba, re-
cobraba un poco de vigor, hasta que mi querido Polifilo llegó a despertarse y,
[Debéis considerar en mayor medida que Amor es un tirano cruel, dotado abriendo los ojos, lanzÓ un suspiro de lamento.]
de tal poder que hiere y quema sin ningÚn miramiento ni misericordia no sólo
a los hombres mortales sino .también a los dioses soberanos, e incluso al gran JÚ- En los brazos de Palia, Polifilo retama sus colores naturales, por lo que
piter, que produce la lluvia y el buen tiempo. Nada es m:1scierto que ni él pu- los fieles de Diana intervienen para expulsar a los dos amantes del tem-
do escapar a esta sujeciÓn servil, antes bien, para alcanzar SllS intenciones se vio plo profanado de la diosa virgen (ilus. 8). Abandonando las obras de la
obligado' a transfigurarse hasta 'en forma de animaL] castidad, Palia no emplea nada de tiempo en acostumbrarse a la idea de
una existencia burguesa. Se pone a coser y a bordar todo tipo de objetos
Explicándole todo tipo de historias sacadas de I:ts /\;[diJI1l0ifosís de Ovi- que le recuerdan a Polifilo y a su amor, dedidida «de changer [ses] cou-
dio, la nodriza desplega toda la sutil persuasiÚIl que podemos esperar de tumes sottes et sauvages, en conditions gracieuses et humaines» [a cam-
su personaje. Su discurso llega a disipar las ídtilll:1S dudas de Palia, que fi- biar (sus) costumbres absurdas y salvajes por modos graciosos y humanos].

312 313

Hyméll
¿Qué le ocurre a Polifilo durante su breve muerte de amor?
Según e! motivo clásico' su catalepsia está acompañada por un viaje
de! alma hasta e! trono ce!este de la diosa Venus, ante la cual el joven pre-
senta una denuncia contra su asesina. La escena resulta interesante pues-
to que transpone en el campo de la visión extática la fenomenologÍa co-
ITiente del eros. Venus llama a Cupido, que conduce «!'effigie de Palia
exprimée au naturel» [la efigie de Palia al natural). Se trata, evidente-
mente, de un doble f:1ntástico, sobre el que las divinidades del amor ejer-
cen su magia:

Cupidon benda son arc, et print a sa trousse une fleche ferrée d'or, empen-
née d'espins de diverses couleurs, et tira droict au mylieu de la poictrine de I'i-
mage qu'ilm'avoit monstrée. Mais ja plustost ne fut le coup donné, que la pu-
ceUe se rendit ~)son obeissance, anclinant humblement la teste: qui fut signe
qu' eUe seroit desormais traictable, doulce, benigne et gracieuse, autrement qu' e-
lIe n'avoit été. Aussi e!Ie confessa son erreur, asseurant qu'eIle estoit vaincue, de
sorte que plus ne povoit contrevenir aux commandemens d'amouL
I
Vlt·
ICupido armÓ su arco, y cogiÓ de su estuche una flecha de oro, emplumada
con espinas de diversos colores, y disparÓ en el medio de! pecho de la imagen
que me había mostrado. Pero tan pronto como hubo dado e! disparo, la donce-
lla se rindiÓ a su obediencia, inclinando humildemente la cabeza: éste fue el sig-
no de que a partir de entonces ella sería tratable, dulce, buena y graciosa, a di-
ferencia de ]0 que había sido antes. Además, confesÓ su error, asegurando que
había sido vencida, de tal suerte que ya no podría contradecir los mandatos dd
amoL]

8. Polia L'xpulsJtia del templo de


El autor, el fraile Colonna, interviene aquí para st:lllbrar la eluda y pre- la casta 1 )ialla, Hypl/crMOII/tlrlJ;¡J

servar la ambigliedad de su relato, sin la cual éstt: h:lbrí:1 poelido ser atri- }'(I/i1'I1;/¡. Vt,'II(.'cia 14<N.

buido al género erótico ligero, es decir, pornogr:í 11,',). ¡\ flrllJa que Palia
no sería másque la «parte razonable» de! alma dt: !'()Iifll(), para sugerir que
la Hypllcrotolllachia debe ser interpretada. COIIIO 1111Ir:II:ld{) p:¡ra ilustrar los
fantasmas del eros místico. Se trata aqllí ,k 1111¡1I1l.'III,)dt: llJisticización
por mistificación, puesto que, entre las cxlT.csis !')()sihks. ésta resulta la
menos verosÍmiF.
Esta impresión está confirmada así 111
¡Sil \( I 1\(11 1111P:IS:\jt:perteneciente f

J 1·1
a ]a primera parte del libro, cuando las peregrinaciones de Poli filo entre tas leyes de amor a las que ya estaba sujeta, pero esto le ocurría por timidez vir-
los fantasmas de la memoria artificial concluyen en el encuentro con Po- gina1, y por su f:11tade experiencia. Cuando el gran dios se dio cuenta de esto,
lia. Habiendo llegado los dos al santuario de Venus, Polifilo desflora la sonrió un poco y de nuevo ordenó expresamente a la mencionada Sinesia que
cortina simbólica llamada IMHN, sin duda en lugar de YMHN, hYl11én. se Ja diera a Fi1eda y que ésta me la trajera, para que yo llevara a cabo lo que Po-
La explicación ofreci'da por Co]onna a esta palabra, siendo plausible3, no lia no osaba hacer. Incontinente, cuando este divino instrumento fue entre mis
responde a su significado de contexto: «La petite peau dont l' enfant est manos, sin osar contradecirlo o rechazarlo, ansioso por un ardiente deseo y cie-
entortille deda¡:ls ]e ventre de sa mere» Ua pequeña piel con la que está ga afección para ver a la diosa Venus, rompí la belJa cortina; y en ese instante me
envuelto e! nillo en e! vientre de su madre]. Pero e! hymen designa por pareció ver cÓmo Polia cambiaba de color y cómo se lamentaba su corazón. Y
]0 comÚn otra membrana, la de la virginidad, y es ésta a la que se refieren entonces se me manifestó la p1ena majestad de la diosa que se baIlaba en la fuen-
los siguientes pas;ues: te adornada con todas las bel1ezas que la natura1eza puede imaginar. Tan pronto
como hube puesto mis ojos sobre este divino objeto y gozado de una imagen
,Ceste cortine estoit tirée devant la fontaine pour couvrir ce qu'i1 y avoit des- tan inspirada, Polia y yo fuimos invadidos por una extrema du]zura y un placer
soubi, et afin qu' el1e fust ouverte, Poli a et moy estans á genoux devant Cupido esperado durante largo tiempo; permanecimos como arrebatados, fuera de todo
nostre maistre, il baiIJa sa fleche d'or á la nyrnphe Synesie, 1ui tlÍsant signe qu'eIJe conocimiento y casi en éxtasis, l1enos de miedo y de gran temor, al menos yo
se presentast á Polia pour en rompre et dessirer 1a courtine. De quoy la belle se especialmente ... 1

n)onstra aucunement mal con~ente, et sel11bloit qu'elle 1e feit l11a1voluntiers,


comme s'il luy eust depleu d'obeyr aux sainctes loix d'amour ausquelles desja E] contenido latente de este pas;ue es tan transparente que nos dis-
s'estoit assujectie; mas cela luyadvenoit par til11idité virginale, joincte á faulte pensa de toda explicación. Por pudor, el autor ha expresado el ritua1 de
d'experience. Lors ce grand dicu voyant cela, se print un peu á soubzrire, et de- la desfloración y de! acto sexual a través de una acción simbÓlica que pro-
rechcf commanda par expres ;1 ladicte nymphe Synesie qu' elle Ja consignast á duce en los dos actores los mismos efectos «d'unc extrcmc douceur et de
Philede POU]' la m'apporter, afms que j.'en meisse á effect ce que Polia n'osoit plaisin> Ide cxtrema dulzura y de placcrl que un acoplamiento,
entreprendre. Incontinent que ce divin instrument fut entre mes mains, sans user Otra acciÓn simbólica cs introducida aqui para permitir la descripción
de contredictc ou refuz, estant pressé par un ardant désir, et affection aveugle de escrupulosa de las sensaciones eróticas y de] proceso f:1ntástico provocado
voir la deesse Vénus, je rol11Pyla bel1e cortine; et en cest instant me semb1a que por 1a flecha de Cupido:
je vey Polia ch;mger de couleur et s'en dolo ir en son courage. Adonc me fut á
plein manifestée la m;~estée de Ja saincte deese qui se baignoiten 1a fontaine A peine eut jJ lasché la corde, que je senty passer la vire tout par 'le travers
garnye de toutes les beautez que nature peult imaginer. AÚssitost que j' eu jecté de mon cccur et d'un mesme coup donner dedans I'estomach de Polia, ou clIe
mes yeux sur c~ divin object, et jouy d'une veue tant inspirée, Polia et nJOY demoura fichée, apres m'avoir navré d'une playe en laquelle n'y avout plus lieu
meux d' ext;Tme doulceur et d'un plaisir longuement attendu, demollranles de medicine ou aucune guerison. Ce tlÍct, Cupido s'approcha de Polia, el reti-
comme ]:aviz, hors de cognoissance et quasi en ecstase, p1cins de peur el de ra la fleche qui sortoit á demy. Puis la lava en Ja fontaine, pour la nettoyer de
crainte grande, au moins Í110ipar especial. .. notre sang dont el1e estoit souillée. Helas, helas, je fu a ce coup tant espris d'u-
ne ardeur excessive qui se repandit tout au 10ng de mes veines, que j'en devins
[Esta cortin~ estaba colgada ante la fuente para cubrir lo que había debajo y, obfusqué de mon entendement. Ce neantmoins je me senty ouvrir le c(eur el y
para que se abriera, Polia y yo de rodil1as ante Cupido, nuestro dueiio, él oLe- engraver la figure de ma mieux aymée Polia, ornée de ses vertuz pudiques et
ció su flecha de oro a la ninh1 Sinesia, como signo de que debía presentarse jun- louables, et fut la trasse tant profonde qu'il n'est possible l'eft1cer, ains est une
to a Polia para romper y desgarrar Ja cortina. La bel1a se mostró disgustada por chose necessaire que I'emprainte y demeure tonte ma vie et nÚ dame en pren-
eIJo, y parecía que lo hacía a desgana, como si no le gustara obedecer a las sal!- ne posscssiol1 telle que nulle autre n'y puisse jamais avoir part, non seulement y

316 317
pretendre l' entrée. Sur moy n'y eut nerf ny artere qui de ce feu en feust bruslé
comme un paille seiche au milieu d'une grande fournaise, en sorte que quasi je
ne me cognoissoie plus, et pensoie estre rnué en autre forme.

[Apenas hubo dejado la cuerda, yo sentí pasar la flecha a través de mi cora-


zón y, de un mismo golpe, entrar en el estómago de P?lia, donde permaneció Apéndice IV
fijada, después de haberme desconsolado con una llaga para la que ya no servían (al capítulo 111, 1)
medicinas ni ninguna otra curación. Hecho esto, Cupido se acercó a Palia y reti-
ró la flecha que salía hasta ]a mitad. Después la lavó en la fuente, para limpiada Ficino piensa por tdadas, en las que el término medio, el que efectÚa
de nuestra sangre con la que se había manchado. Ay, ay, entonces yo fui preso el vínculo entre los dos extremos, es igualmente el que recibe los cali-
por. un ardor excesivo que se extendió por todas mis venas y mi entendimiento ficativos más halagadores. En el sistema de las tríadas de Ficino, casi to-
quedó ofuscado. Sin embargo, sentí cómo se me abría el corazón y quedaba gra- dos los términos medios se corresponden.
bada la figura de mi mejor amada Palia, adornada con sus virtudes púdicas y loa- El primero y más célebre ejemplo de tríada tiene el alma como tér-
bles, y la huella fue tan profunda que no se puede borrar, antes bien es necesa- mino medio. Ésta, como un janus bifrons, mira simultáneamente hacia el
rio que ]a impresión permanezca durante toda mi vida y que mi dama torne tanta mundo sensible y hacia el mundo noético: Anima Jani bifrontís ínstar vlll-
posesión de ella que ninguna otra no pueda jamás caber, y ni siquiera pretender· tlIm /Seminum habere videtur. Es «lazo del mundo» [copula mundij, puesto
la entrada. En mí no hubo vena ni arteria que no fuera quemada con este fuego que cumple la mediación entre las cosas superiores y las cosas inferiores,
como ulla p~ja seca en medio de una gran hoguera, de tal suerte que no me es inmóvil y móvil a la vez, desea al mismo tiempo lo alto y lo bajo, sin
recollozco y creo haber adoptado otra forma.] decantarse jamás hacia ninguno de los dos lados: Et dum aseendít il!feriora
non descrit) et d1lln dcsecndit sublimía IlOn rclíqllít; nam si altertltrtlm descrat, ad
La diosa Venus calma su ardor con agua salada surgida de la fuente de cxtrcml/l/l altertlm dcelinabit, nce pcra crit Illtcrills mundi copilla.
amor. Este episodio de iniciación a los misterios del eros fantástico está Otra tríada, que se sobrepone casi exactamente a la primera, traduce la
marcado por el cambio simbólico de las vestiduras de Polifilo. procesión en términos bíblicos: el Dios creador y la escala de las criaturas
(Dios-hombre-aninwl, donde animal significa todo organismo vivo, los seres
animados nG dotados de razón). El hombre se define en tanto que alma, de
modo que es nodus et copilla mundi, imagen microcósmica, «vicario de Dios
en la tierra». «El hombre es un gran milagro», dice Hermes Trimegisto en
el Asclepíus latino, puesto que representa la quintaesencia de todos los seres:
lleva la vida de las plantas, de los animales, de los héroes, de los demonios,
de los ángeles y de Dios. Omnís Izominis anima hace in se cuneta qllodammo-
do experitllr, liect aliter aliae. Por el mismo motivo, Zoroastro habría llamado
al hombre «artificio de naturaleza demasiado audaz», en el que Dios con-
templa satisfecho «la obra maestra del arte del mundo» que ha construido.
En su Oratío de hominis d(,?nitatc o Carmen de pace de 1486, Juan Pico
de la Mirandola utiliza formulas muy parecidas a las de Ficino. Cita el As-
clepius hermético y retoma, en un vibrante pasaje, el tema de la libertad
humana que Ficino había ya esbozado en su leología platónica: «Tú no es-

318 319
tás limitado por ningún a barrera, dice Dios al hombre primordial. Es por
En la columna de en medio, se trata de una escala de los elementos en
tu propia voluntad, en poder de la cual yo te he dejado, a través de la cual
la que Dios está enmarcado por la simetría; falta el éter, pero está el va-
determiqarás tu naturaleza. Yo te he instalado en medio del mundo para
por, inferior al aire. La vertical hacia abajo expresa la progresiva degrada-
que desde allí examines con mayor comodidad a tu alrededor todo lo que
ción de los elementos. En la columna de la izquierda se indican las fa-
existe en este mundo. No te hemos hecho ni celeste ni terrestre, ni mor-
cultades psíquicas que corresponden a la jerarquía de los elementos. En
tal ni i~mortal, para que, dueño de ti mismo y teniendo, por así decido,
la columna de la derecha están señalados lo rasgos «sutiles» del mundo
el honor y la carga de modelar tu ser, te compongas en la forma que pre-
sensible que el alma percibe a través de sus [lCultades. Ficino cita sólo dos,
fieras. Podrás degenerar en formas inferiores, animales; podrás, por tu
pero existen -tanto en Occidente como en Oriente (baste pensar aquí en
propia decisión, regenerarte en formas superiores, divinas»
, (trad. franco
el sistema Samkhya)- sistemas completos. ¿Quién no recuerda la figura de
citada según H. de Lubac). Es por esta capacidad de transformarse, de lle-
la cabeza del hombre-microcosmos en el Utrillsqlle cosmi historia de Ro-
var todo tipo de vida posible, por lo que podemosllamarle camaleÓn y Pro-
bert Fludd, en la que, junto al mundo elemental y a los cinco sentidos,
teo: Quis /UIIlC 1I0strum chamaeleo/;lta non admiretur? Que//! non immerito As-
hay también un lIulndlls itna,,<inabilis? Fludd -como la filosofia samkhya-
clepius [... ] per Proteum in mysteriis s(\{nificari dixit. Si las dos primeras tríadas
trab;ua con un sistema de quintetos; Ficino prefiere las tríadas. Su mode-
de Ficino se refieren a la entera procesión del ser y a toda la escala de las
lo común es la filosofia medieval, en la que este tipo de correspondencias
criaturas, hay otras (nosotros hemos contado por 10'menos cinco) que se
es objeto de clasificaciones más o menos rigurosas.
ocupan únicamente del paso de lo incorpóreo a lo corpóreo. El alma es
Una Última serie de tríadas de Ficino se ocupa de las corresponden-
una sustancia incorpórea que necesita un término 'mediano para encar- cias del eros:
narse. En principio, dice Ficino, retomando una idea de Platino, es la ca-
lidad (qua/itas) la que permite a lo incorpóreo pasar a lo corpóre'o. En la J erarquia del eras
incorporación del alma, el espíritu es el mediador entre ésta y el cuerpo. Plano crea tural
Especie de eros Facultad mediante la
Las demás tría das se integran en el mismo. esquema. Dentro de la tradi- que se realiza el eras
ción platónica (confirmada por Platino), Ficino establece una jerarquía DIVINO Co n tCIlJ p la ti vo RazÓn
de los sentidos: la vista, el más noble, corresponde al fuego; el oído al ai- HUMANO Activo Vista
re, y así sucesivamente, según el esquema siguiente: ANIMAL Voluptuoso Tacto

(S0l'ra lo Amorc, VI, 7-8)


Las dos tríadas de las facultades del alma
l. Tríada espiritual
Facultad Elemento Mundo fenoménico
Por encima y por debajo de la tríada erótica, hay otros dos términos:
Ca/odemon, che s(\{nifica buon Demonio, et Cacodemon) che s'intende malo De-
1. Razón (Dios)
2. Vista monio. Tienen que ser excluidos, para no perjudicar el esquema en tría-
Fuego Colores y formas
3. Oído Aire das. El término medio -luego el privilegiado- en el esquema es el hu-
Voz (sonido)
mano, al que corresponde el eros activo, que se realiza por el sentido de
la vista.
11. Tríada material
Pacultad Elemento
,l. OILlto I Vapor
h. (; II S lo Agua
Tierra
\.,

321
Apéndice V
(al capítulo 111, 2)

Como ya hemos dicho, la primera traducciÓn de! C011/el/tario jiril/illllO


al francés data de 1546 (Le COl/l/l/el/taire de MIII:~ile Ficil/ [... 1 s/lr le 13al/q/let
d'a11/ol/r de 1>latoll, traducido al fi-ancés por Symon Silvius, dice J. de la
I-Iaye, criado de cámara de 1 ... 1 Margarita de Francia, reina de Navarra.
Acabado de imprimir e! 16 de febrero de 1545 antes de Pascua. Se vende
cn Poitiers, con el letrero del Pelícano, 1546). A ésta siguiÓ -mucho más
cé]ebre- la de Cuy Lefevre de la 13oderie, dedicada a la misma Margari-
ta de Navarra (Lucas 13reyel, París 1578). En 1581, Cuy Lefevre de la 130-
derie publicaba así mismo la traducciÓn de los tratados De Vita (Les 'Ji-ois
Liurcs de la uie, le 1 pO/lr collserucr la sal/té des stl/die/lx, le II pOl/r prolol/ga la
uie) le III pOl/r I1cq/lérir la uie dI/ cicl. Con una apología de la medicina y la
astrología, todo compuesto primero en latín por Marsilio Ficino, sacer-
dotc, filÓsofo y médico muy excelente, y traducido al fi-ancés por Cuy
Lefcvre de la 13oderie, en París, para Abel ]' Angelier, 1581).
Los poetas influidos por la dialéctica ficiniana de amor fueron muy
numerosos en Francia. Bastará citar los nombres de Jean Lcmaire de 13e!-
ges, Jean Bouchet, A. I-Iéroet, M. Sct~ve, Jean de Tournes, Pontus de
Tyard, Cilles Corrozet, Margarita de Navarra, J. du Bellay y P. Ronsard
(cf. J. Festugiere, págs. 10 Y 78 Y ss.). El momento que ellos privilegiab:1l1
cra el de la transferencia del sujeto en el objeto de su amor y la pérdida
dc la s/!jetidad, que equivalían a una muerte. J. Festugiere (págs. 115-117)
ha mostrado que, cn el fondo, un poeta como A. Héroet (Plllfaicte A11/ye)
no hacía otra cosa que versificar los pasajes respectivos del Comel/tario fi-
cinano a El bal/q/lete, cn la versiÓn dc G. Lerevre de la 13oderie. Resulta
interesante comparar los tres textos:
1) Ficino, De am., Opera, 11, 290:

lvlorit/lr q/lisq/le alllat. Ej/ls enilll coy,itatio) s/li ob/ita sel11per in amato se versat. Si.
de se 11011 cogitat, in se 11011 cogitat. Q/lare in se l11ortll/lS est qllÍClInq/le amat [ ... ]. Ubi

323
vera amafrls in a1ll0re respondet, in eo saltem vitam agit amator [ ... ]. Hie eerte //lira res: Ainsi de II/Y pll/s ql/e de moy pensille,
En moy j'estois trop pll/s I/lorte ql/e vive.
ql/oties dl/o aliql/i //ll/frla se benelloli'lltia eOll/plectl/l/tl/r, lzie in il/o, i/le in llOe lIillit. Vi-
cissill/ h,Yl/slI/odi, hOlllines se eOlllll/lItanf, ef seipslllll Ilferql/e IItriql/e tribl/it, IIf aecipiallt Et rl/I/linois CII luy 11011al/ltremellt

altcrl/ln: sic l/terqlle a//lanfilllll, in se //lOrfrlIlS, in alio rellilliscit [ ... ]. O mirum eom//ler- QI/'ell me rendmlt nmtuel pensmnent.
COl1ll1le 110Z mel/rs a mOl/rir il1cités
ci,lln: qllo ql/is seipsl/lIl t/'lldit pro alio, /lec habet, 'lec l/abue se desinit. O illestilllabile
II/mllll, ql/a/ldo duo ifa IlIn/l/l.fil/llt, lit quisqlle dl/onlln pro 1//l0 dl/ofiaf: OIelieemlllor-
Se soiel1t 1'1/11 l'al/tre el1treressllscités,

tem quall/ dl/ae lIitae seqlll/IJtllr. C011ll1le le I/liel/ aymant al/ siel/ aymé
Ayt, sal/s chal/gel; sa forme tml/~flJ/'/l1é.

2) Traducción de G. Lerevre de la Boderie: / ... / O c!WllgCI11Cllf I/tile et precicl/x,


QlIalld le bOIl Ca!II1; d'l/lIg vOl/loir <'SraciellX,
EI1 se dOlll1al1t, l1'est de rien estollné
Quiconque aÚne meurt en aimant: d'autant que son penser s'oubliant se
retourne en la personne aimée. S'il ne pense point de soy, certainement il ne QI/e veoir cel/I/Y qlli le prel1d redonllé!

pense point en soy: et pourtant quiconque aime est mort [... ]. Mais la ou l'ay- O challgel/lCllt, 01/ 111/11'11se defoit,

mé respond en Amour, l'amoureux vit pour le moins qu'il soit en I'aymé [... ]. Faisallt presel1t 1110il1dre qll'ill1e refoit!

lcy chose merveilleuse avient quand deux ensemble s'entr'ayment, cestuy et O ClIellrs herCllx! Ó félicité d'eulx,

ce!uy, et celuy en cestuy vit. Ceux-cy font ensemble un contre-eschange, et Ql/al1d pOl/r 1I11~'S
sel/I 011 1'11recol/vre del/X!

chascun se donne a autruy pour d'autruy recevoir: ainsi I'un et I'autre des O beall mOl/ri/; pOllr 1'11cel/I/Y rellivre,

Amants, mort en soy, en autruy ressuscite l...].


O merveilleux contrat, auque! .'ti La l1/Ort dl/ql/el dOllble vie delivre, ete.

l'homme se donne pour autrui: et autruy,. ny soy n 'abandonne! gaing ines- ° IAsí pensando en él más que en mí! en mí estoy más muerta que viva.! Y
timable quand deux deviennent un en telle manicre, que chascun des deux
pour un seul devient deux:
29v-30r).
° mort heureuse que deux vies ensuyvent (fol. no de otro modo pienso en él! que volviéndome pensamiento 1/1IIt1lO.! Como
nuestros corazones incitados a morir! se han resuscitado llllO a otro,! como mi
amante en su amada/ ha transformado su forma sin cambiar./ [... ] ¡Oh cambio
[Quienquiera que ama muere amando: de tal manera que, olvidando su pen- Útil y precioso/ cuando e! buen corazón, de gracioso querer,! que al darse no se
samiento, se dirige a la persona amada. Si no piensa en sí, ciertamente no pien- sorprende/ de ver aque] que lo toma devolviéndolo!/ ¡Oh cambio, dor)de nadie
sa en sí: y, con todo, quienquiera que ama está muerto [... ]. Pero allí donde e! se decepciona/ haciendo presente mcnos de lo que recibe!/ ¡Oh corazones di-
amado responde en el Amor, el amante por lo menos vive en el amado [... ]. Es- chosos! ¡Oh felicidad de aquellos/ que por uno sólo se ganan dos!/ ¡Oh hermo-
ta cosa maravillosa sucede cuando dm se aman mutuamente, éste y aquél, y aquél so morir, para revivir en aquél,! cuya mucrte engendra doble vida!, ete.J
vive en éste. Ambos hacen un intercambio y cada uno se da para recibir del otro:
así, uno y otro de los amantes, muertos en sí, resucitan en e! otro [... ]. ¡Oh ma- (La infección fantástica de eras y la «muerte de amor» en Ficino son
ravilloso contrato por el cual el hombre se da por otro y el otro se abandona! descritas con vivacidad por J. Festugiere (págs. 37-38). Éste, traduciendo
¡Oh ganancia inestimable cuando dos se convierten en uno de tal suerte que ca- por «amie» la palabra latina al1latl/S -«aimé», empleado genéricamente pa-
da uno de los dos por uno solo se convierte en dos! ¡Oh muerte dichosa de la ra designar a los dos sexos-, cede, sin embargo, a una interpretación per-
que nacen dos vidas!] sonal que difiere de la de Ficino.)
Los franceses platonizantes del siglo XVI que se ocupan del eras ilus-
3) A. Héraet, Pmfilicte Amye, V. 123-131,37-47 Y Iwssim: tran, evidentemente, la misma tradición ficiniana. Será suficiente citar a
Symphorien Champier (La Nif des dames vertlleuses, 1502), Claude de

324 325
Cuzzi. (Philologue d'Honneur, 1537), Anthoine Vias (La DiffirÚtion et Pe~fec-
tion d'Amour, 1542), C. de Taillemont (Discours de Champs Faez, 1553) y
Jean de Tournes (Le premier Lívre de la belle et puissante histoire de Philandre
[... ] et de Passerose, 1544).
La génesis del mito de Acteón en Bruno parece explicarse por dos
f~ctores que todavía no hemos analizado. El primero consiste en la tradi- Apéndice VI
ción de origen ficiniano que ve en Sócrates el «montero de la verdad» por (al capítulo v, 4)
la fuerza del amor (cf. Nina Fa<,:on,«Activismul il gindirea Renasterii ita-
liene>:.en Conceptia omului activ, Bucarest 1946, págs. 7-35). El segundo es, Para comprender mejor la doctrina de las Jacies o figuras celestes, re-
probablemente, la práctica de las letras francesas durante su estancia en producimos aquí las figuras segÚn Teucro de Babilonia, a partir de la des-
París (1581-1583). En efecto, uno de los pasajes más importantes del co- cripción que hace Giordano Bruno, Imagines facierum sígnorum ex 1eucro
mentario al soneto de Los heroicos furores sobre Acteón parece traducido Babilonico, escrito que sirve de apéndice a uno de sus tratados mnemo-
directamente del francés, de La Nif de Symphorien Champier. Cham- técnicos (Op. lat., 11, págs. 135-141). Es en este tipo de facies en las que
pier, nacido ~n Lyon hacia 1471, polígrafo célebre a principios del siglo debía de pensar Ficino, aunque resulta bastante dificil, para nosotros, pre-
XVI, se ponía como defensor apasionado de Ficin6. La Nif des dames ver- cisar cuál era la relación entre estas imágenes y las situaciones de la vida
tueuses, aparecida en 1503 en Jacques Arnollet en Lyon, conoce un éxito humana a las que debían responder. La doctrina de los demonios, que
moderado, puesto· que registra otras dos ediciones, en París, en 1515 y tendremos o'casión de analizar con mayor detalle, veía en estas efigies as-
1531. Una de éstas debió de caer en manos de Bruno. En el cuarto libro trológicas descripciones de demonios que, después de todo, no debían de
de La Nif, se nos cuenta que Galesus, el yerno del noble Arístipo de Chi- alejarse mucho de las intenciones de sus inventores, para quienes todas las
pre, es llamado Cymon, «c'est a dire bestial» [es decir, bestial], por ser «in- entidades astrológicas estaban personificadas.
sensé e fol de nature» [insensato y loco de naturaleza]. Al contemplar la
bella joven lfigenia durmiendo sobre la hierba, Cymon se humaniza: «de I11IC(gines
facierll1l1s('¿llOrllmex Tellero Babilonico qllae ad IIStl/l1praeselltis artis qllam
rustique et bestial, il devient homme sage et discret» [de rÚstico y bestial, co1l1modetrahi po.mlllt. - Aries. AscCltdit in pri11lafacie arietis llOmo n~,¿er,i11lllJodicaesta-
se convirtió en un hombre sabio y discreto]. Ahora bien, esta expresión turae) arder/tilms owlís, severo vultu, stans candida precinctus palla. In seCllnda muNcr nOIl
designa en Bruno la transformación del «montero de la verdad» bajo la invenllsta) alba indllta tll/mica) pallio vero tyrio colore intincto superindllta, solllta coma, et
empresa de la contemplación de Diana, la diosa desnuda. lauro coronata. In tertia hamo pallidlls Y/1ffi capilN rllbris indutlls vestiblls, in si~istra allre-
a11l,,¿estansar11lillam)et ex roborebaClll1l11l
in dextra, inquieti et irascentisprae seferens vul-
tum alln ClIpita bona ncqlleat adipisci nce prestare. - Taurus. In prima Taurifacie Nudlls
arans, (fe paica pilelll11 il1textll1l1gestans) fusco colore, quem seqllitllr rustiCllsalterJánina
iaciens. In secunda Clav~,?crnudlls) et coronatllS allrellm baltheum in hllmeris gestans et in
sinistra sceptrum . In tertia vir sil/Ístra serpentem ,,¿estanset dextera hastam sive Sagittam,
ante qllem testa ignis) et aquae lagena. - Gemini. In prima geminorum facie, vir paratus
ad serviendum, vi~,?amhabens in dextera. Vultu hilari atqueiucundo. In seCllnda, homo
terramfodiClts et laborans: iuxta qllem tibicen nudis saltans pedibus el capite. In tertia Mo-
rio tibiam dextera gestans, Í/1 sinistra passerem et iuxta vir iratus apprehendens baculum. _
Cancel'. In prima Caneri coronata, optime induta o/ivan¡ Restans in dextra et phialam in
sinistra. In secunda vir cum muliere sedentes ad mensam et ludentes ante virul1¡'sunt indu-

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mentorum genera; ante mulierem mlrea mgenteaqtle /laso. 111 tertia vir venator quem ante-
ceduntiet consequuntur canes, cornu gerens et balistl1/lI, illcessu voltlcri et girovago. - Leo.
in prima Leonis Jade Ilir colore rt!ffus, cr(Jceis"indtlltls vestibus, coronatus atlro, gallumin
dextra gestans leonem equitans. In sewndaJoemirw ambulmls in coeltlm mm1Í/lIIs tensis, et
iJ'xta illa,rn vir quasi paratlls ad vindictam, gladiulII /1i1/JCIISdistrictum, atqilC swthum. In
tertia peram gestans setl scuticam; lli/lttl tris ti, demisso, e/ Ílwenusto, qtlem sequilur adoles- Apéndice VII
cens albis indutus (,e. vesti/ms). -'- Virgo. In prima Vi~¡zinisJade: Puellafloribus corollata, (al capítulo VII, 3)
et vir flores et.frondes spm;gens contra illam, indutus ves/e /liridi et discinctus. In sewnda ho-
mo n(¡zer corio vestitus, crumellam gerens in manu, pallÍlulI habens a capite demissum. 111 La realidad de la brujería
tertia senex duolJUs imlixus bawlis, incultis capillis alltefrontelll, dispersa barba, Jusco in- En suma, b explicación real del fenómeno de la brujería resulta más
dutus colore. - Libra. Primam librae Jaciem, habet homo lilm/III ill.ljJiciens, pugione111 ha- bien decepcionante, sobre todo si se tienen en cuenta las innumerables
, bCl1s in dextera vel stilum. TYlld illcedens vultu. Secundam duo altercalltes et turbati coram hipótesis fant~siosas que han sido formuladas desde hace más de mil
sede17tepro tribuna/i qui virgam in eos extensam in dextra, et sinistram elevatam habet. Ter- años. Entre éstas, la bibliografía del último siglo no constituye ninguna
tiqm Sagittarius ferox, quem sequitur vir manu panem gestans et scyphum vini; et homo excepción puesto que, junto a las pacientes investigaciones de un ]oseph
17udus totus antecedit. - Scorpius. Ascendit in prima scorpii Jade mu/ier fimnosa et optime Hansen o de un Henry Charles Lea, podemos encontrar igualmente las
¡¡Uluta pro qua duo iuvenes invicem ira ti se verberibus cedCl1tes Jatigantur. In secunda mu- célebres elucubraciones de la seil0ra Murray y del reverendo Montague
lier mtda penitus) et duo viri penitus
rra cubat cum cdne colludClts. [¡1 tertia vir exponens
Inmzibus ambos tenms pedes. -
nudi, quoYllm alter stat ad latus mulieris,

Sagittarius.
dorsum perwtienti
Sagittarii pri111amJadem
mulieri)
alter in te-

habet vir armatus


ambabus
to-
, Summers, así como la teoría «radical» que afirma que la brujería no es
más que una invención de la Inquisición ...
Hay que distinguir cuidadosamente las prácticas de brujería -atestadas
U'I, tus, parmam gestan.l· in sinistra) et in dextra /atissimum ensem, in cuius incessus terra tre- desde hace algunos milenios- del terror puesto en marcha por las iglesias
mere videtur. SeClmdam Joemina tristis, lugubri induta vestimento, puerum alterum intra cristianas entre los siglos XVI y XVIII. No, no es el sistema de las torturas
brachia gestans) alterum manu ducens. Tertia111 vir in terra cubans, baCtllum temere exagi- inquisitoriales el que creó el fenómeno de la brujería: éste existía ya des-
tans, VIi/tu pallidus et habitu sordido, et porcus adstat illi, fodiens terrae maniplos. - Ca- de hacía mucho tiempo como para que pudiera ser inventado ad Izor por
pricornus. Primam i
Cap ricom Jadem vir in habitu mercatoris turpis Jadei et tristis que111 perversos religiosos. Ciertamente, esto no justifica ni excusa el final atroz
sequitur iuvenis saltans et plaudens manibus. Secundam vir in columbam volantem intor- de un nÚmero impreciso de víctimas -las cifras varían entre quinientos
quens iawla: et dl/ae mulieres ad u~l/m se complexarltes virum. Tertiam vÍlgo albis indu- mil y dos millones-o Pero el análisis científico del fenómeno no debe ver-
tal pedibus concu/cans vulpeClllam, et librull1lectitalls . ...: Aquarius. Prill1am Aquariifadem se influido por el sentimiento natural de revuelta que nos sorprende des-
habet paterJamilias, et matro'na" in gestu co<Ritalltium: quorum ille calados habet in manu, de el momento en que pensamos en los abusos cometidos por las autori-
et ista colurn. Seamdam vir in habitu consiliarii atque sedens, schedulas memoriales in ma- dades en la mayoría de los procesos de brujería a partir del aI'ío 1468.
nu habens, e cuius mento prolixa'pendet barba) homoque videtur vultu severiore. Tertiarn Ciertamente, la brujería no tiene nada que hacer con la religión cris-
iuvenis iratu,s wiusJades ira videtllr inflammata: rnanibus quasi impetentibus, et digitis con- tiana: la precede, la a¿ompaña y ha tenido la mala suerte de caer bajo su
tortis. - Pisces. In prima pisdum Jade, figura homiñis sua bona transportantis, et novam legislación. Ésta es la razón por la que ha sido abusivamente transforma-
perquirentis habitati011em: quem sequitur 111ulier tripodem gestans et pertica111. In secunda vir da en herejía y castigada como tal. Pero este grave error de óptica no de-
acdnctus quasi et ad operandum, contractis vestibus, et denudatis brachiis agilitatem prae se be esconder a nuestros ojos que se trata de una pura invención de sus per-
ferens corporisi et vultus hilaritatem. In tertia adolescens ada111ans et complectens puellam et seguidores sádicos, inhibidos y misóginos.
iuxta,illos aves Iuncmiae duae collllctantes. - Habitus et actus i111aginum praedictaru111 licet El carácter sistemático de la gran caza de brujas europea debe, todavía
/wr se ad artem ~nCllt~rativam non conferant: complere tamen possunt imaginum rationes. menos, hacemos olvidar que el derecho consuetudinario de los países de

328 329
Europa les reservaba ya un tratamiento que no por haber sido aplicado da apología- nos informa acerca de que el príncipe Vladimir de Kiev re-
más que esporádicamente deja de ser menos atroz que las torturas acerca cibió la visita de los representantes de muchas religiones. En un princi-
de las que nos informan, o nos permiten intuir, los documentos de los pio se sintió atraído por el islamismo, que le prometía gozar de un harén
pro,cesos. Parece que las ordalías del agua y del fuego reservadas a las bru- no sólo en este mundo sino también en el más allá. El príncipe Vladimir
jas potenciales no es una invención de la Inquisición ni de la iglesia de sabía apreciar la belleza femenina, sin embargo, percibió rápidamente el
Bizancio, a pesar de que ambas se sirvieran gustosamente de ellas. De otro componente intolerable del mahometismo: ¡le habría sido necesario re-
modo, ~Sérapion, obispo de Vladimir (1274-1275), no habría protestado nunciar a la carne de cerdo y al vino! La circuncisión le repugnaba igual-
en sus' Sermones contra la práctica' bárbara y la superstición absurda del mente, y aceptó el cristianismo pronunciando esta frase memorable: «El
pueblo consistente en ver si, por azar, las mujeres sospechosas de brujería placer de Rusia es la bebida; quitádsela y no podrá subsistir». Fue más
flotabaÍ1 sobre el agua -lo cual constituía una prueba suficiente de culpa- bien un bautismo de líquido que de espíritu. No dejó de ser aceptado
bilidad- o en exhumar los cadáveres de los ahogados, cuyo espíritu era con gozo y no tuvo menores consecuencias. No obstante, esto nos per-
considerado como responsable del mal tiempo y de las malas cosechas. mite ver hasta qué punto los rusos permanecieron eslavos y en qué me-
Para comprender la esencia del fenómeno de la brujería no hay que dida sus creencias están lejos de las de los pueblos de Occidente. Nues-
dirigirse a los procesos verbales de la Inquisición puesto que, además de tras investigaciones no podrían partir de ahí.
que a veces sólo revelan los patterns <if mínd de los perseguidores, están El único pueblo que parece reunir todas las condiciones necesarias es
cargados a príorí de un valor emocional susceptible de influir al investiga- el pueblo rumano. Los rumanos eran cristianos ya en el siglo IV, cuando
dor que se ocupa de ellos. Indiscutiblemente, los archivos inquisitoriales los eslavos todavía no habían empezado sus migraciones hacia la Europa
nos reservan todavía algunas sorpresas -como fue el caso de los benandantí 4: oriental. Pero, en el territorio donde se habla rumano, la iglesia no pudo
del Friuli, redescubiertos por C. Ginz.burg-. Con todo, basta recorrer constituirse jerárquicamente hasta después de que hubieran surgido los
enteramente los tres volúmenes de los Matéríaux de H. C. Lea para dar- estados, y esto no ocurrió hasta el siglo XIV, tras mil aí10s durante los cua-
se cuenta de que no hay nada verdaderamente nuevo o excepcional: cla- les pueblos germánicos, mongoles, eslavos, turcos y ugrofineses habían
ses de brujos «buenos» y «malos» están bastante ampliamente atestados, así recorrido la antigua provincia rumana llamada Dacia. Ligada a los pue-
como las luchas que entablan entre ellos. Ésta es la razón por la que sólo blos occidentales por vínculos linguísticos y genéticos, Rumanía -por la
sabríamos acercamos efectivamente a la brujería con un espíritu objetivo que entendemos una entidad étnica que sólo durante muy poco tiempo
y científico en un área lateral de Europa donde la potencia de las iglesias constituyó una entidad geográfica- había abrazado el cristianismo orien-
cristianas no resulta suficiente para proceder a las persecuciones de los ma- tal, pero jamás había tenido una iglesia suficientemente fuerte para pro-
ltifici. ¿ Pero existe una semejante área lateral? ceder a las persecuciones contra la brujería. Esto explica que ésta no se
Podríamos, en todo caso, dirigimos a Rusia. Ciertamente, las creen- encuentre atestada por fuentes escritas procedentes de los perseguidores;
cias eslavas referentes a la brujería nos demuestran que se trata de un fe- está atestada únicamente como forma de una creenc'ia popular, en cuya
nómeno real y no inventado por las autoridades eclesiásticas. Sin embar- consolidación la Iglesia no intervino en absoluto.
go, la desventaja de una investigación en el área eslava consiste en que los Sin embargo, todavía hace un cuarto de siglo, los materiales relativos
rusos se han convertido al cristianismo demasiado tarde para poder me- a la brujería en los rumanos estaban encerrados en libros tan raros como
dir'la interacción entre sus creencias populares y la propaganda de una dudosos. Sólo muy recientemente se ha dado publicidad a materiales de
iglesia más tolerante que las de Occidente. Los rusos se convirtieron al un valor extraordinario: las respuestas a los cuestionarios distribuidos me-
cristianismo en el siglo x, porque se había convertido su príncipe, y esto tódicamente en todos los pueblos de Rumanía hacia finales del siglo XIX
ocurrió por razones distintas de las que habían impulsado a los primeros y realizados por dos destacados etnógrafos: B. P. Hasdeu, que también fue
111:lrtircsa abrazar el cristianismo. La leyenda -esta vez más creíble que to- un gran lingiiista, y N. Densusianu. Ambos actuaron de manera total-

330 331
mente in,pependiente y sus cuestionarios se complementan de maravilla, de las cuales llevan a cabo ciertas acciones fantásticas: vuelan a través del
ofreciéndonos un inventario prácticamente sin igual. sobre todas las aire, pueden transformarse en otros seres y se les atribuyen ciertos pode-
creen2ias populares vivas de ~n país de la Europa oriental. Los resÚmenes res sobre los hombres y sobre ]a naturaleza. Las categorías variables con-
sistemáticos de las respuestas al cuestionario de Hasdeufueron publicados sisten en una cierta ideología que las propias brujas se atribuyen o que les
en 1970 por e! folclorista o. Bírlea, que continuó el trabajo empezado es atribuida por sus contemporáneos y por sus jueces.
por su colega 1. Muslea (1. Musle~ y o. Bírlea, Típología'jolcloruluí. Dín E] erudito Henry Charles Lea ha trazado una distinción -todavía vá-
raspunsuríle la chestíonarele luí B. P Hasdeu, Bucarest 1970t Las respuestas lida, en el estado de las investigaciones actua]es- entre s()rcery, fenómeno
al «cuestionario histórico)}¡de N. Densusianu fueron sist¿tnatizadas por que se manifiesta en Europa entre el siglo X y la primera mitad del siglo
el folclorista A.i Fochi en 19?6 (A. Fochi, Datíní sí eresurí populare de la XV, y wítchcraft, o la brujería tal y como fue considerada y combatida por
sfirsítul secoluluí al XIx-lea: Raspunsuríle la chestíonarele luí Nícolae Densusía- la Inquisición en ]a época de la wítchcraze. La soreery era un fenómeno sin
nu, Bucarest' 1976). Mircea Eliade no dejó de señalar su importancia ex- consecuencias, que sus contemporáneos interpretaban como la f:lntasÍa de
cepcioria] para el estudio~e:'la brujería (cf. OccultísmeJ sorcel/eríe et modes los enfermos y que no comportaba ningÚn castigo -excepto en casos ais-
culturelles, ,París 1978), preparando de este modo las vías para una investi- lados-o La autoridad, reconociendo ]a existencia de personas que se creían
gación más detenida. brujos, les negaba toda capacidad de perjudicar a sus prójimos. En cam-
E] fenómeno de la brujería tiene como particularidad que no respon- bio, la wíthdm~ft tiene que ver con e! arsenal clásico que implica la pre-
de a datos psicofisiológicos constantes, sino que conoce igualmente cam- sencia de! diablo, de ]0 blasfemo, del aquelarre y de ]a misa negra. La sor-
bios históricos muy,importantes. cery se atribuía a ]a ignorancia del pueblo; ]a wítchcrqft se transforma en una
La maestra de Photis en las Metamoifosís de Apuleyo era una bruja que . ' herejía inspirada por e! diablo .
sabía preparar ungiientos de, propiedade~ psicodélicas extraídas de plantas; Los farmacólogos ya constataron hace cincuenta aíl0s que las brujas
y la vieja mujer del pueb]o'de Woippy, que e! inquisidor quería quemar y sabían servirse de muchos a]ucinógenos extraídos de plantas. Los antro-
, en cuya defensa salió vigorosamente Agrippa, era igualmente una bruja. pó]ogos sólo muy recientemente han aceptado esta evidencia, y el profe-
Por «brujas» se entienden, pues, dos categorías de personas: «farma- sor americano Michael Harner se ha convertido en su portavoz (M. Har-
céuticos drogadictos» pertenecientes a una tradición inmemorial y gente ner, «The Ro]e ofHallucinogenic Plants in European Witchcraft» en: M.
que, n1ás o menos a partir del siglo X d.C., además de servirse de aluci- Harner led.], Hal/ucínogens and Shamanísln, Oxford University Press,
nógenos, poseen también una ideología comÚn, consistente en atribuir 1973, págs. 125-150). Cuando e! profesor Hofinann de Base] descubrió el
contenidos,., más o menos constantes a sus fantasías en estado de trance: ácido lisérgico (LSD) en ]a clallíceps purpurea, una vegetación criptogámi-
vuelan por los aires, forman grupos dotados de ciertas particularidades «la ea que infecta el centeno (Secale cornutum) durante su crecimiento, recor-
Mesníe Sauvage [mesnada salvaje] o Wílde jagd», tienen una patrona llama- dó los fenómenos extraños que se habían verificado entre los campesinos
da Diana, Herodias, Domina Abundia, etc. y mantienen una estrecha re- de Polonia y Espafia que se alimentaban con pan de centeno (cf. R. E.
lhción con una suerte de procesión macabra llamada Famílía Herlechíní. Schu]tes y A. Hofinann, 171(' Botany and Chemístry (if Hal/ucínogens,
Más tarde, bajo'la influencia de la Iglesia, estas características cambian: la Springfield-IlIinois 1973). Y e! antropólogo holandés Jojada Verrips des-
M,esníe Sa;~va,~e se transforma en aquelarre, el patrón de las brujas se con- cubrió que unas epidemias de corea religiosa que habían tenido lugar du-
vierte en el propio Satán, cuyos secuaces le consagran un culto blasfemo rante la segunda mitad de! siglo XVlII en Nijkerk y se habían propagado
y obs~eno, etc. I por todos los Países Bajos no eran debidas, en realidad, más que a las muy
"Existen, pues, dos tipos de categorías fenomenológicas aplicadas a las malas cosechas de centeno con e! que se fabricaba el pan (J. Verrips, «De
bn{Jas: las constantes y las variables. Las categorías constantes conciernen Genese van een Godsdienstige Beweging: Het Nieuwkerkse Web en:
;¡ ]a capacidad de las brujas de extraer y fabricar drogas, bajo la influencia Tijdschrift Iloor Soda le Geschíedenís, junio 1980, págs. 113-138). M. van Os,

332 333

l i
¡
1
ex profesor de farmacología en la Universidad de Groninga, que ha teni- unos strigoi, que son brujos (o espectros) de ambos sexos. La palabra stri-
do la amabilidad de facilitamos informaciones muy interesantes acerca de /<,oique, en el uso moderno, significa Únicamente «espectro, espíritu de
la química de los alucinógenos, nos ha asegurado que, desde hace algu- un difunto», procede, en masculino singular, del femenino striga con el
nos años, las cosechas de centeno infectado de claviceps purpurea no apa- sufijo masculino -oi-. El plural es invariable, pero las brujas o]os espec-
recen más en e] mercado, y son destinadas Únicamente a la investigación: tros femeninos son designados a veces como str(~oaica (singular) y strigoai-
los junkies habían empezado a compradas al por mayor. .. ce (p]ural), segÚn la flexión normal de este sufijo.
Ciertamente, sería recurrir a un racionalismo fácil pretender que esto En el folclore rumano existen dos categorías de str(~oi: los «strigoi vi-
lo explique todo acerca de ]a brqjería. Ésta se constituye también a partir vos» -que simplemente son brujos de ambos sexos- y los «str((!,oi muer-
de categorías variables de naturaleza ideológica, cuyos elementos cons- tos» -que son vampiros, como el legendario Orácu]a.
tantes de ]a alucinación (e] vuelo, la asamblea) no forman más que el pun- Los str((!,oi vivos son hombres y mujeres nacidos en circunstancias es-
to de partida. Los materiales rumanos nos permiten sacar conclusiones pecia]es, cuyas particularidades varían segÚn la región. Así, por ejemplo,
muy importantes acerca de los rasgos ideológicos de la brujería y de su el séptimo o el duodécimo hijo cuyos hermanos mayores son todos del
origen. Esto es posible gracias a que el territorio rumano no constituye mismo sexo -masculino o femenino- será un strigoi, Pero, en genera], es
sólo un área latera] de Europa, un área donde el cristianismo ha existido suficiente con poseer ciertas marcas especiales en el nacimiento: un hue-
sin tener por ello el poder de ejercer actividades represivas, sino también so sacro parecido a] resto de una cola, pelo en el cuerpo o, en particular,
un área aislada, una isla ]ingiiística neolatina cercada por países de lenguas haber «nacido encapuchado», es decir, con la cabeza envuelta en una par-
es]avas o ugrofinesas. Esto no implica sólo un conservadurismo casi in- te de ]a membrana fetal. En ciertos casos, ellliño sólo se convierte en stri-
creíble en el plano 'lingiiístico, sino también la persistencia tenaz, en e] ,goi si ingiere la «capucha». La «co]a» y la «capucha» continÚan formando
folclore, de elementos romanos. Bastará decir que los rumanos, e] 1 de una de las partes más importantes del arsenal del futuro brujo: es en con-
marzo, se intercambian pequeñas figuras colgadas de dos hilos enredados creto en la «cola» donde almacena sus poderes ocultos, y es poniéndose
de color rojo y blanco. Son amuletos que se cuelgan en ]os abrigos y que sobre la cabeza la «capucha» (que, por supuesto, su madre ha guardado
se llevan hasta el1 de abril, cuando hay que depositados sobre las ramas después de haberla hecho secar) como puede volverse invisible y atrave-
de los árboles (en realidad, por razones económicas, el hilo ya no se cuel- sar las puertas cerradas. En principio, ]os strigoi son más bien malos -so-
ga). Dejemos de lado el hecho de que los hilos enredados formaban par- bre todo los muertos-, a pesar de que no se desprende ninguna sensación
te del arsenal de magia rumana, el hilo blanco representaba el aire y el hi- de horror de los materiales rumanos que hemos consultado. Pueden ha-
]0 rojo, e] fuego (falta el negro, que representaba la tierra). Pero toda la cer mal de ojo, producir enfermedades en los hombres y los animáles, ha-
costumbre de] martisor -así es como se llama el amuleto del mes de mar- cer cuajar ]a leche de las vacas y, por lo general, tienen poder sobre los
zo, el primer mes de la primavera, de ]a renovación de la vegetación- es. fenómenos meteorológicos. Éstos son algunos rasgos generales que se
importado de Italia, donde estos objetos se llamaban oscilla y eran igual- atribuían a los brujos en Europa occidental antes de que empezaran las
mente depositados sobre las primeras ramas florecidas en primavera .... persecuciones. En. resumen, se trata de personajes muy inquietantes aun-
Con todo"sÓlo,en Rumanía la costumbre resiste a veinte siglos de historia: que, en Rumanía, el miedo colectivo nunca debe de haber superado unas
en Italia y~ no queda ningÚn rastro de ella, no más que en las otras ex proporciones muy razonables, puesto que no se conserva ninguna perse-
prq,vincias del imperio romano. cución judicial fuera del territorio de ]a provincia de Transi]vania, que ha
Ésta es la razóÚ por la que no nos debe sorprender que, en rumano, estado, hasta 1918, bajo la administración austro-hÚngara.
la palabra que designa a la bruja sea la misma palabra latina: striga. Es cier- Los strÚ:oi mmanos, como las strigae latinas y las brujas de Europa oc-
to que ya no es una palabra corriente (la habitual es vrajitoare); pero, en cidenta], pueden transformarse, mediante el uso de ciertos ungiientos, en
las creencias populares, la realidad de la brujería se concentra en torno a diversos animales o insectos. Tampoco se debía abusar de ]a droga, pues,

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en la mayoría de,J?s casos, el «vue!o mágico» sólo es atestado dos veces al nacían ellas. Ellas lo utilizaban Únicamente dos veces al año: la primera,
año, la noche deh'San Jorge (el 23 de abril) y la de San Andrés (el 30 de durante la noche de San Jorge, no sólo se consideraba que volaban y se
noviembre). Los"strígoí rumanos estaban igualmente 'convencidos de que dirigían hacia el lugar de reunión general, sino que también efectuaban
J?-0 se trataba más que de un viaje en espíritu y que su cuerpo se queda- prácticas mágicas que deben tener un sustrato ritual de! todo real. Se creía,
ba prudentemente en casa hasta su vuelta. No dejaban de emplear, para en concreto, que se dirigían desnudas hacia los campos, con la intención
volar, palos d~ escoba, toneles y otros instrumentos pro~istos de un palo de almacenar la «potencia» de las siembras de sus vecinos y de transferir-
o fácilmente montables a horcajadas: se sabe que esto permitía a los com-- la ,en sus propios campos. En éstos, las cosechas eran abundantes; en aqué-
ponentes activos de los unguentos penetrar en e! organismo, por la pie! llos, resultaban escasas. Todavía hay más: efectuaban la misma operación
particularmente sensible de la vagina, en
, e! caso de las mujeres, de! es- en los establos de sus vecinos, transfiriendo la «potencia» de las vacas a su
croto y de! ano en e! caso de los hombres. Así liberado de! cuerpo, el es-- propio ganado, que producía más leche y de mejor calidad. Todo esto re-
píritu salía de casa por el agujero de la chimenea, por la cerradura, o por sulta más parecido a un ritual que a una actividad que tiene lugar sólo «en
las ranuras de la puerta y de las ventanas. A caballo sobre el palo de es- espíritu». Sin embargo, existen fuentes que nos informan acerca de que,
coba, ete., se dirigían hacia un lugar de reunión fijado con anterioridad, las brujas que realizan estas operaciones asociales durante la noche de San
donde recobraban su forma humana y entablaban entre ellos luchas -a Jorge no pueden verse a simple vista: para vedas es necesario recurrir a
menudo sangrientas- que duraban hasta el primer canto del gallo. En- un procedimiento muy complicado: hay que capturar una serpiente y
tonces se retiraban de nuevo hacia sus casas y re entraban en su cuerpo. cortar su cabeza con una moneda de plata, a continuación hay que in-
Ciertos infonnadores aí'íaden incluso que, si alguien se desplazaba duran- troducir un diente de ajo en la boca de la serpiente y esconder la cabeza
te este tiempo en que el cuerpo se encontraba en estado de catalepsia, el \ J así preparada bajo el umbral de la puerta. Aque! o aquella que coma o se
espíritu ambulante ya no podía encontrarle. El cuerpo se descomponía y lleve e! diente de ajo durante la noche de San Jorge podrá ver a lasbru-
e! espíritu se quedaba en e! estado de strigoi vagabundo y no dejaba de jas en acción. No resultará sorprendente que los str~([oí, vivos o muertos,
vengarse de los responsables de esta farsa atroz. tengan una gran aversión al ajo: éste es uno de los rasgos comunes con
Lo que resulta interesante de todo esto es que Plinio y Plutarco rela- las historias de vampiros.
tan una historia de este tipo que concierne al médium griego Hermoti- El corpus de informaciones acerca de los str(!foi se detiene aquí. Pero
mo (o Hermodoro) de Clazomenes, cuya mujer entregó e! cuerpo ina- existen otras creencias que nos indican que, en el terreno de la brujería,
"; nimado ~1sus enemigos Cantáridas, que lo quemaron y el espíritu de rumanos y romanos tienen mucho más en 'comÚn que e! simple nombre
Hermotimo no pudo volver a su «funda» -como dice Plinio-. Esta his- de str~i,!,ae.En efecto, hadas aéreas llamadas zlne son particularmelite po-
1 toria pertenece a la Grecia arcaica, donde las Cantáridas eran los repre- pulares entre los rumanos: pero su nombre deriva de! teónimo latino Dia-
i'I,:sentantes de una cofradía dionisíaca, celosa de las hazañas extáticas de na, tal y como el napolitano jánara [bruja], el sardo jarrá, dzana Ibruja], el
;' Hermotimo. Razón de más para sorprenderse de los rasgos muy antiguos albanés zanc [hada] y el serbio yana [hada]. Al igual que Diana, due¡'ía de
",que conservan todavía las creencias populares rumanas. las brujas de la Edad Media, las zlne rumanas ,guardan una estrecha rela-
,Existen otras infornÚciones recogidas en Rumanía que nos indican ción con una Mesnie Sauvage.
"que las brujas -esta vez sólo las mujeres- no actuaban aisladamente, si- Tienen muchos nombres (las Bellas, las Ventosas, las Pentecostés, etc.),
A'a
\~, que formaban cofi-adías. No resulta demasiado difícil deducir que se pero el más comÚn es el de Jefe: «Ellas», que alude a la prohibición de
trat;lba de cofradías iniciáticas, puesto que e! nÚmero de brujas era reduci- pronunciar su «verdadero» nombre (del mismo modo que se evitaba pro-
doeni:re!ación con e! nÚmero de mujeres de un pueblo o de un distrito; nunciar el nombre del diablo). Estos seres femeninos aéreos sólo se ma-
además,' se nos asegura que ciertas acciones sólo eran realizadas por las nifiestan durante la noche. Como la Mesnie Sauvage o la Wilde ja,i,!,d, tocan
brujas y se sabe igualmente que e! secreto de los unguentos sólo lo co- instrumentos de viento y bailan sobre la tierra. Aquel que tiene la mala

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-
suerte de estar en los campos cuando las hadas se manifiestan morirá en como sus futuras colegas para transformarse en pfúaro, y era igualmente
el acto o permanecerá paralizado hasta el final de los días (Muslea y Blr- capaz de cumplir otras hazañas, algunas de las cuales no se encuentran
lea, págs. 213-214). Además de esto, perderá la razón. atestiguadas ni en Rumanía ni en las brujas de Occidente. Por lo que se
Con todo, el folclore rumano no establece ninguna relación entre las refiere a Diana, su origen es sin duda romano, y la existencia de un cul-
zl/le-dímlae y las strígoí-strígae. Aquí reside justamente lo propio de la bru- to secreto de los militares, con Diana y sus ninfas como objeto principal
jería de la Edad Media descrita por el Capítull/m Epíscopí, por Graciano y de adoración, no podría constituir una fantasía desprovista de toda ver-
dad.
por Burchard de Worms: que reconoce en Diana (Herodías, Domina
Abunda, etc.) su patrona y que está relacionada con una i\1esníe Sauvage Las zl/le rumanas ejecutan una danza en círulo que no difiere de los
«COITOSde brujas» o «corros de hadas» del folclore francés. En principio,
que toca instrumentos de viento.
Esta diferencia parece indicar, por un lado, que los datos del folclore tiene lugar en el aire, aunque ello no impide que las zllle también pue-
rumano son anteriores al siglo X, puesto que las creencias en las strígae no dan descender sobre la tierra y dejar las marcas visibles que advertirán a
se han combinado todavía con las creencias que conciernen a las díanae; los pasantes de que ellas han estado en aquel lugar.
La explicación natural de los «corros de brujas» es tan decepcionante
por otro lado, significa que la versión de la Edad Media occidental pro-
cede de una fusión entre dos fenómenos separados: la brujería y la Mes- como la de la brujería en general. Se trata del desarrollo circular de mu-
níe SaI/lJage de Diana. Puesto que el folclore rumano no es datable, he chos tipos de setas, de las que ellVlaras111íus oreades es una de las más co-
aquí otra precaución para probar lo que de entrada ya nos muestra la lin- nocidas. Escuchemos a J. Massart: «Sobre los prados ricos donde la hierba
gliística: que la palabra stríga y 13 palabra zl/la derivan del latín y no han es corta y tupida y donde pasan las reses, se ven frecuentemente círculos
sido reemplazadas por otras palabras de origen eslavo, griego o turco. Es- cuyo contorno está jalonado por sombreretes de maras11líl/s oreades. Estos
to significa que la realidad aludida por estas palabras debe ser anterior a corros de brujas pueden alcanzar un diámetro de una decena de metros.
las migraciones de los eslavos, etc., puesto que las legiones romanas no se Cada una ha partido de un punto Único central. Es probable que la seta
detuvieron en Dacia más que entre los años 106 y 271. deje en el suelo una sustancia tÓxica por sí misma, de tal manera que le
No es nada nuevo afirmar que los militares romanos de Dacia mos- impida desarrollarse en el mismo sitio en los dos ai10S sucesivos; de ahí la
traban una particular reverencia por Diana y por sus ninf<ls. Numcrosas creencia en círculos que se ensanchan cada vez más. En otoño, cuando
inscripciones de Dacia están dedicadas a Díana regí/la, vera et bona, mel/ifi- un gran nÚmero de sombreretes se pudren en la circunferencia, ésta reci-
ea, y a las Nymphae salutiferae y sanctíssíl11ae (cf. N. Gastar, «Cultele au- be un abundante abono en sales minerales, lo cual permite que la .hierba
tohtone In Dacia romana» en: Af/llarull/lst. de lstoríc sí Arheologíe, II, Uni- crezca con más vigor que en otros lugares; la periferia del círculo es así
versidad de Jassy, 1965, págs. 237-254). Al sur y al norte del Da11ubio, esta marcada en toda estación por la mayor altura y el tono oscuro de la hier-
reverencia ha adoptado la forma de un culto cuyas características sería im- ba» O. Massart, Esqllísse de géographíe botaníqlle de la Be(IIíqlle, citado por I.
posible precisar, pero que no debe, en principio, ser extraño a las creen- . Teirlink, Flora lVlagíca. De plmlt ín de tOOlJenvercld, Amberes 1930, págs. 30-
cias locales en las zlne-día/lae aércas .. 31). Las setas Yi-ícllOlomía col/ll/lbetta y A~,<aríCllsca//lpestrís producen los mis-
Esto es suficiente para mostrar que el fenómeno de la bn~ería ha te- mos efectos. En Suecia, el «corro de hadas» llamado E!fdallser resulta par-
nido una existencia ininterrumpida hasta el siglo X y que, muy proba- ticularmente espectacular, puesto que es de color azul: esto se debe al
blemente, es de origen romano -cosa que no excluye la existencia, en los desarrollo centrífugo de la hierba Síslería coeYlllea L. En Holanda y en Bél-
pueblos conquistados por los romanos, de conocimientos de farmacopea gica muchas variedades de la hierba Lycopodí/ll/l COf/lpla/llltlll1J producen
popular y de alucinaciones provocadas por los extractos de solanáceas ab- iguah11el~te círculos en medio de los prados (Teirlink, pág. 31).
sorbidas por 13 piel-o Todavía nadie se ha propuesto reconstruir la figura ¿Admite el fenÓmeno del vampirismo una explicación de este tipo?
de la bruja romana. Sin embargo, ésta sabía emplear su ungiiento tan bien En Rumanía, los vampiros son llamados «str(\t0í muertos»; se trata de

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muertos cuyo cad;íver no se descompone en la tumba. Adoptan formas ga hablar de ellos y he leído toda una literatura acerca de sus experien-
de animales y chupan la sangre de animales y de hombres; a veces tam- cias. Por este motivo estoy convencido de que la utilización de alucinó-
bién se comen e! corazón. genos -bajo la dirección de «especialistas» y en e! seno de cofradías iniciá-
¿Cómo convertirse en vampiro? Es suficiente con haber nacido con la ticas- se encuentra en e! origen de numerosas creencias de la humanidad,
capucha o con haberla ingerido; pero esto no constituye la regla general. en particular de las que se refieren a la movilidad del alma y al vuelo má-
En principio, alguien se convierte en vampiro después de su muerte si los gico. En e! caso de la brujería, de esto no cabe la menor duda.
que deben ocuparse de vigilar su cad;Íver no hacen bien su tarea. Cuan-
do un animal -ya sea un gato, un perro, un ratón, una gallina, un pájaro (Este apéndice incluye e! texto inédito de una conferencia en lengua
cualquiera, una cucaracha o incluso un hombre- pasa sobre e! cadáver sin holandesa, titulada Dc hekerU ell de Rocl1lccl/sc folklore, pronunciada en el
que se lo impidan los vigilantes, el muerto tendrá todas las posibilidades Instituto de Documentación Visual de Historia dc las R.e!igioncs de la
para adoptar la apariencia del animal en cuestión y ejercer, bajo esta for- Universidad de Gronil1ga en marzo de 1981.)
ma, su nociva actividad. Por suerte, el vampiro no puede soportar e! ajo:
en cuanto se sospecha que un muerto se ha transformado en vampiro -y Nota

los indicios fisicos lo confirman-, hay que poner ajo en todos los orifi- Hans Peter Duerr ha sido uno de los primeros que se tomó la mo-
cios de su cuerpo (que son nueve) y atravesarle e! corazón con un obje- lestia de lcer eJ manuscrito de este libro. El autor de TIa U IIIZeit me ha
to punzante. comunicado sus observaciones con respecto a mi tratamiento de la bru-
Nancy Garden ha encontrado la explicación de todo esto. La repro- jería, observaciones que reflejan, a veces, puntos de vista distintos. In-
ducimos aquí porque, sin carecer por completo de errores, resulta tan de- tentaré resumidos aquí y ofi·ecer una respuesta, puesto que, en esencia,
cepcionante como nuestros alucinógenos, que arrebatan todo e! misterio mi perspectiva de! fenómeno en general no resultó alterada.
a la brujería, y como las setas o las hierbas de crecimiento centrífugo, que Duerr obscrva, en primer lugar, que durante la caza de brujas no se
difiul1inan e! encanto de los «corros de hadas». ¿La licantropía? Nada más trataba de la absorción de las drogas por la piel: el ungiiento se había
simple: se trata de una enfermedad llamada hipertricosis. La gente que la transformado en un estereotipo que, como taJ, no podía faltar en una
padece posee pelo abundante en todas las partes de su cuerpo, incluida confesión de brujería; víctimas y verdugos lo sabían igualmente bien. Por
la cara. Elemento suficiente para que la imaginación popular los convier- lo demás, dice Duerr, 'sólo Jos letrados como Porta proporcionan recetas
ta en hombres-lobo. de ungiientos que contienen agentes activos extraídos de las solanáceas;
En cuanto al vampirismo, se trata de una enfermedad todavía más vi- todas las recetas cuya fórmula fue revelada por las propias brujas dÚrante
sible: se llama porfiria, y los que la padecen tienen los dientes y las uñas los procesos carecen de agentes activos. En cuanto al Datllra stralllollilllll,
fluorescentes. Sus víctimas son hipersensibles a la luz solar: ésta es la ra- no aparece más que en una Única receta en Porta: no podríamos, pues,
,zón por la que sólo pueden pasearse durante la noche. La porfiria es he- considerarla como la planta m;Ís utilizada por las brujas. En consecuencia,
reditaria y, en los pueblos aislados donde las re!aéiones consanguíneas son segÚn Duerr, en tiempos de la Witchcrazc, sólo hubo una bruja entre diez
más o menos normales, puede afectar a toda la comunidad. (Nancy Gar- mil que se drogara; el resto pronunciaba sus confesiones segÚn el modelo
den, f,f!crc/Voll/cs- !/(¡lIIpircs, Filadelfia-Nueva York 1978.) convencional que se esperaba de ellas, donde el ungliento desempeíiaba
En la piscina pÚblica he visto enfermos de hipertricosis. Puedo en- un papel igualmente convencional.
tender que hayan podido ser confundidos con hombres-lobo. Los argumentos de Duerr me habrían convencido si, por azar, no 11l\-
No he visto a nadie que padeciera porf1ria, pero esto no significa que biera aíiadido que el estereotipo de!ungliento aparece incluso en los Bc-
11o existan. nandanti de Friuli. Siguiendo a Harner, yo había interpretado de un mo-
En cambio, he visto a muchos drogadictos, no hay día en que no oi- do completamente distinto la presencia del ungliento en las confesiones

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de los Benandanti: estaba convencido -y todavía lo estoy- de que los Be-
nandanti también se servían de una droga para acudir a sus reuniones noc-
turnas, ,pero que ni ellos mismos ni los inquisidores establecieron una re-
lación causal estrecha entre el unguento y la alucinación.
Estas dos lecturas son igualmente posibles; lo que resulta imposible es
demostrar cuál de las dos es la auténtica. Según una, la presencia del un- Apéndice VIII
guento pertenece al estereotipo de la confesión, uniestereotipo conocido (al capítulo VII, 4)
por todo el mundo; según la otra, el unguento se utilizaba realmente, pe-
ro lo que se ignoraba era su papel esencial en la formación de todo el El teatro mágico de Fabio Paolini
complejo de experiencias extático-eróticas y de creencias relativas a la En su excelente obra Spiritual and Demonic MaJ;ic from Ficina ta Cam-
brujería. pane/la, D. P. Walker concede a Fabio Paolini un sitio de honor entre los
Una segunda observación de Duerr se refiere a mi explicación acerca representantes de la magia espiritual del siglo XVI (cf. págs. 126-144). Por
de la frialdad del órgano genital de los íncubos; yo lo atribuía, en con- no haber tenido ocasión de realizar investigaciones específicas a este res-
creto, a la rápida evaporación de ciertos componentes del unguento, que pecto, en este apéndice nos limitaremos a exponer las observaciones de
creaba una sensación de frialdad en la vagina. Para Duerr, esta frialdad no Walker, reservándonos el derecho de retomar la cuestión cuando estu-
sería otra ,cosa que una metáfora linguística transpuesta en el campo de la diemos ]a obra y la carrera de Paolini.
experiencia: la alusión al frío aparece en diversas expresiones que indican PaoJini, como Giulio CamiJlo, nació en Udine. Estudió con Bernar-
un acto sexual consumado sin pareja. Yo no sabría subscribir esta inter- dino l3arthenio, que era un admirador de Camilla y asociaba su nombre
pretación. La posibilidad de que el efecto de la droga se traduzca en alu- con el de Hermógenes de Tarso, del que el autor del teatro de la me-
cinaciones eróticas es aceptada por la mayoría de autores que se han moria había traducido a] italiano Le Idcc, overo Porme della Oratione Da
ocupado de la cuestión (cf Louis Lewin, Phantastica, trad. franc., París Hermo};ene considerate, et ridotte in questa lingua ]ler M. Giulio Cami/lo Dcl-
1970, pág. 147;]. Finné, Ératisme et sarcellerie, Verviers 1972, pág. 202 Y ss; minio Friulano (Udine 1549). De ambos, Paolini heredó el gusto por la re-
R. Christinger, Le J/oyage dans l'imaginaire, París 1981, pág. 63). El carác- tórica mágica, que combinó con preocupaciones de orden médico (fue
ter helado del miembro viril y del esperma de Satán es uno de los ele- el editor de la versión latina de Gerardo de Cremona del CanMI medici-
mentos extrañamente constantes en toda descripción de amor brujo; por nae de Avicena e igualmente de la obra de Galeno, :llnbas publicadas en
lo demás, estas descripciones pueden resultar totalmente divergentes (cf. Venecia en 1595-1596). Además, Paolini había estudiado a Ficino; Tri-
Firmé, loc. cit.). Explicar esto como la traducción onírica de una metáfo- themius y Agrippa. De espíritu enciclopédico, fue el fundador de una
1:alinguística me parece un POc~)somero. Hasta nuevas pruebas, la hipó- Accademia de~¡;liUranicí en Venecia (1587 -antes de 1593) y uno de los nue-
tesis de la evaporación me parece la más plausible. En cuanto al palo, no ve miembros fundadores de la Seconda Accademia T/eneziana, puesta en
, podríamos exagerar su importancia: «El palo se cogía con la mano, como marcha en 1593.
el bordón del peregrino, o apretado entre los muslos. Nos podemos pre- En las asambleas de la Accademia degli Uranicí, Paolini expuso su obra
guntar a este propósito si no se ha utilizado a veces un bastón untado con de síntesis, que apareció en Venecia en 1589 bajo el título: Hebdomades,
un producto alucinógeno para provocar un orgasmo seguido de aluci- sive septem de Septenario libri, Habiti in Uranicorum Academia in unius T/e¡;gi-
naciones. SegÚn una expresión de argot que encontraría todo su sabor y Recordemos que la división septenaria constituía la
lii versus explicatione.
valor, la bruja se habría entonces verdaderamente envoyée en l' aiy,> (Chris- obsesión de Giulio Camilla; Paolini la respeta escrupulosamente y trans-
tinger, op. cit, págs. 53-54). forma su libro en un catálogo general de series de siete objetos, dividido
en siete libros de siete capítulos cada uno. Este sistema de memoria as-

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trológica' se presenta como un comentario a un único verso de la Eneida di numina perduci) vicissimque horum numinum motus per eandem animam, at-
de Virgilio (VI, 646): que vital11 ad nos trahi veZ ex ea ratio17Cqua diximus in Astrolo,~ia) quod scilicet
animi sensus quidam putant reddi ima,~inatione corporeos, et al(~erps) et,.ad pla-
Obloquitur [Orpheusl numeris septem discrimina vocum. netas evolantes) pro suo quosdam ordine) nempe joviales ad jOiJem) eorum affici
potestates, et ad nos reverti obseCllturos ad omnia (Hebd. págs. 216-217, citado
No obstante, la redacción de series septenarias no constituye el obje- por Walker, pág. 135).
tivo principal de Paolini. Lo que le interesa son' los fundamentos de la ¿Cómo hay que representar este proceso?
n'iagia extra-subjetiva: «¿Cómo puede la música de Orfeo producir efectos Se trata de desarrollar fantasmas pertenecientes a una serie planetaria
manifiestos no sólo en los hombres y los animales, sino también en las Uupiterinos, por ejemplo) . Éstos empiezan a conducir una existencia au-
piedras y en los árboles?» (Walker, pág. 130). Este problema había surgi- tónoma y, una vez transformados en volátiles, vuelan hasta e! planeta al
do en la discusión que siguió a una conferencia pronunciada por Paolini que pertenecen. Ahí abajo se cargan de potencia astral y vuelven al ope-
en la Accadel11ia degli Uranici. En la tradición ficiniana, que en realidad se
1 rador, dispuestos a obedecer sus órdenes. Reconocemos aquí reminis-
remonta a los estoicos, Paolini había explicado el efecto extra-subjetivo cencias de la teoría de Ficino del paso de! alma a través de los planetas
de la mÚsica de Orfeo a través de la existencia de un Soplo Universal (e! (ver cap. 1, 3 Y Apéndice 1), prácticas demonomágicas del tercer libro de
espíritu cósmico) que anima todos los miembros del mundo. Esto dio lu- la Steganographia de Trithemius y de la antigua doctrina de la capacidad
gar a una sesión apasionada, en la que e! peripatético Ottavio Ama1eto de las afecciones para transmitirse del emisor al receptor, desarrollada por
atacó las opiniones de Paolini, emprendiendo una polémica con Valerio Agrippa y sobre todo por Giordano Bruno en una singular técnica.
I
Marcellino, platónico, defensor de Orfeo y de Paolini. La redacción de i A partir de estos datos fundamentales, Paolini 'retoma la idea de! tea-
los Hebdomades parece haber sido suscitada por esta discusión. tro de Giulio Camilla, en la que todos los objetos del ,mundo debían es-
Ante la'magia, condenada en su época, Paolini muestra una actitud de tar distribuidos en siete series planetarias. Esta división tiene como fina-
indiferencia, con riesgo de adherirse a las concepciones de Trithemius y lidad indicar de entrada e! tipo de afecciones que e! operador debe
de Agrippa, sin pronunciar los nombres de sus autores (lo que le valió, suscitar con respecto a cada objeto. Escuchemos a Walker:
por lo demás, una refutación por parte del jesuita Del Rio). En el fondo,
la sobriedad aparente de Paolini esconde la ferviente pasión de! ocultista. Con la magia [de Paolini] como intermediaria, se concedía un carácter pla-
Como Ficino, adopta fórmulas prudentes (tradunt nonnulli, dicunt) assenmt, netario a un pensamiento o a una imagen mental, que Juego obedecería y haría
etc.), siempre impersonales, para evitar despertar las sospechas acerca de lo que quisiéramos. ¿Y qué es lo que quería un orador? En primer lugar, (jue es-
su imparcialidad y de una actitud favorable a la magia. te pensamiento o imagen estuviera siempre disponible cuando fuera necesaria;
En el fondo, está totalmente convencido de la posibilidad de que exis- en segundo lugar, que produjera un potente efecto sobre el auditorio. Median-
ta una magia intersubjetiva e incluso extra-subjetiva, provocada por las te la magia de Trithemius [¿Por qué de Trithemius? WaJker parece confundirse
mismas afecciones intensas desarrolladas por el operador en su aparato en este punto] se imprime a un fantasma [YOII a.tfcct a thou};ht, lo cual es impro-
fantástico: 'fradtmtque nonnulli, et assenmt animi nostri sensus, conceptionesque pio]-pongamos el de un león- el carácter planetario que le es propio -en este
reddi posse volatiles, corporeasque vi il11aginationis) eosque pro sui qualitate ad si- caso el sol- y lo introducimos en el esquema mnemónico planetario (el teatro
dera, et planetas ferri) qui rursus planetarul11 virtute aifecti, et corroborati descen- de Giulio Camillo). Activado por la potencia pJanetaria, [el L1ntasma] aparecerá
,dunt nobis obsecuturi in his, qui volumus (Hebd. págs. 206-207, citado por cuando pensemos o pronunciemos una sentencia solar (Walker, pág. 142).
Walker, pág. 135).
Y ,sigue: Volunt vehementes animae nostrae motus) at desiderium, per com- Walker observa igualmente que ahí había una «tentativa seria, aunque
l11unem mundi vitam) atque animam ubque vigentem [... ] díjfusa) ad ipsa mun- errónea, de utilizar estas fuerzas psicológicas que escapan al control cons-

344 345
,1

I1


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cien te» (ihid.). Por lo demás, las distinciones que establece entre e! uso de
la afectividad en Trithemius y en Ficino no nos parecen pertinentes.
¿Cuál era la ventaja de! sistema de memoria afectiva de Paolini? Que
en un teatro universal -por supuesto imaginario- dividido en series pla-
netarias, cada imagen, cada pensamiento y cada palabra habían sido aso-
ciadas con una emoción de orden general. Bastaba exhumar e! fantasma Apéndice IX
de su casilla, y e! orador se veía no en posesión de una palabra o de una (al capítulo VII, 4)
sentencia, sino de una fuerza planetaria que no dejaba de comunicar a su
auditorio. La convicción personal de que ni la «filosofía oculta» de Agrippa ni la
Resultaría muy interesante estudiar las relaciones que e! noble Gio- «magia pneumática» de Bruno aportan nada decisivamente nuevo en e!
vanni Mocenigo había mantenido con la academia de Paolini y frecuen- desarrollo de la magia renacentista después de Ficino y de Trithemius nos
tada, a decir deWalker (pág. 128), por filósofos, teólogos, juristas, histo- determinó a no reservarIes ningún sitio en e! propio texto de! capítulo.
riadores, oradores, embajadores y aristócratas venecianos. Quizás e! Ésta es la razón por la que ofrecemos en apéndice algunos datos esencia-
propio PaoJini había despertado en Mocenigo e! gusto por aprender e! ar- les acerca de estas dos formas de magia.
te de la memoria de Bruno en Venecia, por aprender e! secreto de! arte La bibliografía moderna sobre Agrippa se encuentra en W D. Mi.iller-
universal. Decepcionado, en 1592 lo denunció a la Inquisición. Jahncke, Magie als WissensclzCift im fr¡;¡hen 16. Jahrhundert. Die Bezielzun,¡zen
Éste fue un gran fracaso de la magia intersubjetiva de Bruno: que no zwischen Magie) Medizin und Pharmacie im VVérk des Agrippa von Nettesheim
llegó a ofrecer a Mocenigo lo que éste deseaba, que no logró manipular- #.' (1486-1535) (tesis), Marburgo 1973; cf. del mismo autor «Von Ficino zu
lo según los preceptos contenidos en De vinculis in ,<;enere. ¿No había re- Agrippa. Del' Magie-Begriff des Renaissance Humanismus», en R. C.
,
conocido, él mismo, que resulta mucho más fácil influir a una masa que Zil11mennann y A. Faivre (eds.), Epochen del' Natl/r1nystik, Berlín 1979,
a un sujeto individual? págs. 24-51, Y «Agrippa von Nettesheim et la Kabbale», en Kahba/ístes
chrétielis en Cahiers de I'Hénnetisme, París 1979, págs. 197-207.
Sobre e! De ocwlta philosophia, ver sobre todo W. D. Mi.iller-Jahncke,
«Agrippa. von Nettesheim: "De occulta philosophia"», en: Magia Natura-
lis) op. cit., págs. 19-29. Entre otros estudios recientes, podemos Jimitarnos
a citar e! de C. G. Nauert, Agrippa alld the Cris 4Renaissance J7101I,¡zht,Ur-
bana 1965.
La editio princeps de la obra de Agrippa, aparecida en Lyon (s. a., pero
hacia 1565 o después) ha sido reimprimida por procedimientos anastáti-
cos en Hildesheim-Nueva York 1970, en dos tomos. Así mismo, e! De oc-
culta philosophia ha sido reimprimida por de K. A. N owonty (Graz 1967).
El mejor biógrafo de Agrippa sigue siendo todavía Auguste Prost (op.
cit.), con todas sus limitaciones, sobre todo por lo que se refiere a su in-
terpretación de! De occulta philosophia. Citaremos con frecuencia la obra
de Prost en la última parte de nuestro libro.
La «filosofía oculta» de Agrippa es una audaz amalgama de teoría fici-
l.
niana y demonomagia.

346 347

I
1
La «magia matemática» de Bruno no es más que una mezcla de este- simpatía y antipatía son percibidas por el sentido interno, puesto que es-
ganografía y demonomagia calcada de Agrippa. Podemos hacemos una tán inscritas en el espíritu universal que está presente en todas partes
idea de ella leyendo)as notas de los editores al margen de la compilación (págs. 406-4(7). Virtutum seu fonnarum seu accidentium, qllae de subiecto in
anepígrafa De Magia Mathematica (Op. lat., 111, pág. 498 Y ss.), que inclu- subiectllm d~ferentur, aliae sunt lnanifestae, ut quae sunt in genere activarum et
yen citas literales de la Steganographia, del De occulta philosophia y de Al- passivarul11 qualitatul11, elearunl quae immediate conseqU/lIltur ea,~ ut slmt cale-
bertus Magnus, De Secretis Mulierum ltem de Virtutibus Herbarum Lapidum facere, frÚI~facere, hUl11ectare, siccare, mollfficare, indurare, congrc:\?are dis,í¿regare;
et Animalium (ed. utilizada: Amsterdam 1(62). También está presente Fi- aliae slmt ocwltiores iuxta ocwltos etiam ~tfectus, lit exhilarare contristari, appe-
cino (ibid., u: Quia ascensus et descensus per 1'xitlll11 et iné~ressum dllarlll11 por- titul11 vel taediul11 il11mitere, timoroll et audaciam, ut Sllllt motiva ab extrinsecis
tarum Cancri et 'Capricorni - quarum altera D1'orlll11 dicitur, altera hominllm - , .\peciebus peropus cogitativae in hOlltÍne et aestiimativae in brutis apellant, quibus
d1'signati sllnt ab antiquis pr'!Jundae philosophir/1' allthoribus. Sabemos que la puer seu il~fans viso serpente et O1lisviso lupo absque alia experientia cCJ//cipitima-
prime~a fuente de este pasaje es el Comentario de Macrobio al SlI1'Fio de /.:inem inimicitiae seu timorem 11l0rtis seu destructionis suae, quorum ratio r~fertur
EscipiÓn) . ad sensum , qui sane ex speciebus externis comm01letur, mediate tamen.
in ternu 111
" Por lo demás, la magia de Bruno, sin ser original, tampoco consiste La teoría, aunque inaceptable, no deja de ser menos interesante: Bruno
en una simple compilación. Se sitúa perfectamente dentro del pensa- cree en la existencia de pulsiones instintuales (sobre la diferencia entre
miento neoplatónico que, según Warner Beierwaltes, forma «la sustancia «instintual» e «instintivo» en biología, cf. nuestro ensayo Religione e accres-
del I<.enacimiento» (cf. W Beierwaltes, «Neuplatonisches Denken als cimento del potere, op. cit.).
Substanz der Renaissance», en Magia Naturalis, op. cit., págs. 1-16). La naturaleza está dotada, según Bruno, de rc:~ularidad y de diversidad,
La idea de procesión, que explica y justifica la cooperación de los di- lit lo cual implica el hecho de que el alma del mundo, si bien está presente
versos niveles ontológicos, deriva de Ficino (cf. De Magia, Op. lat., 111, el,) todas partes, lo hace en distintas formas. La regularidad consiste en el
I
págs. 401-402: Habent magi pro axiomate, in omni opere ante oculos habendlllll, hecho de que las especies quedan delimitadas, que una perra no podrá ja-
il!/lu1'r1' D1'um in 1)1'os, Deos in fcorpora celestia seu] astra, quae sunt corporea más parir un mono y viceversa. fta et magus quiCtltlque vult pefficI'Ye opera si-
11lII11ina,astra in daemones, qlli sunt cultores et incolae astrorum, quorum lmUlll milia lIaturae, est quod praecipue coglloscat ideale prinCl}?Í1un, spccffiCllm quidem
est t1'lllls, da1'lltones in elementa, elementa in mixta, mixta in sensus, sensus in a specie, moxque llulllerale ad lIumerUl1l, seu individuale ad individuum (pág.
anÍtnllm, animlllll in totlinl ~IÚmal, et IÚc est descensus scalae; 1110Xascendit ani- 408). Esto es importante porque la operación del mago puede ser dir(í¿ida
l11alper il/1Ímum ad sensus, per senslls in mixta, per mixta in elementa, etc.). La sobre (y limitada a) ciertos individuos, sin afectar a otros. Dada, la existen-
equivalencia entre los procesos de procesión y de conversión, así como la cia del espíritu universal (págs. 408-409) que establece una comuniéación
explicación de ambos en términos de luz, proceden igualmente de Fici- entre todos los niveles del universo, el principio de la magia es enuncia-
no. Bruno distingue tres tipos de magia (divina, física y matemática), se- do mediante una analogía: si una aguja pincha el dedo, el dolor se hará
gún los tres mundos: luxta tres praedictos magiae gradus tres mundi intell(í¿un- sentir por el cuerpo entero; así mismo, Clun animus wiusque U/1Íus conti-
, tur:,archetypus, physicus et rationalis. In archetypo est an1Ícitia et lis [es decir, la mwtiolle11l habeat Wl/l anima Imiversi, non sequitur ea impossibilitas, quaefertur
discorpia; cf. Empédocles], in physico ignis et aqua, in mathematico lux et te- in corporibus,' quae non se l11utuo penetrent; siqllidem in sllbstantiis spiritalibus
nebrae. Lux et tel1Cbrae descendunt ab igne et aqua, ignis et aqua a concordia et hllillsmodi alia est ratio, veluti si innumerae lampades sint accensae, quae COl1Cl1-
discordia; itaque primlls Il11mdus producit tertium per secundum, et tertiusper se- mmt in virtlitem IInius IUl1linis, 11011accidit ut alia alius ltm1el1 impediat vd re-
cundum rljiectitur ad primum (ibid., pág. 403). tundat vd excludit l...] ita innumerabiles spiritus et animal' pa idem .\pacíum
Bruno sostiene la idea de un instinto innato, inscrito en el sentido ir,- dff!Úsae non se impedillnt, ita ut diff¡lsio unius dftfusiol1em ir!fil1itarum aliarum
t CI'1IO, que produce las afecciones espontáneas y primarias (simpatía y an- impediat (págs. 409-410). El alma es mÓvil, es libre de operar fuera del cuer-
lil':\(Í;¡). ("\S(I,; es igualmente el fundamento de su magia erótica. A su vez, po: Ecce principium quo ilmumerabilium ~ectuul11, qui adl11iratiol1e111facíul1t,

348 349
causa adducítur, ratío et vírtus ínquírítur; neque deteríorís condítíonís debet esse la traducción de Marsilio Ficino); la segunda constituye una contribución
aníma et substantía haec dívína, quam accídentía quae procedunt ab ípsa tmlquam personal a la teoría y a la práctica de la magia, contribución que, sin du-
síne iffectus, vestígía et umbrae. Sí ínquam vox operatur extra propríum corpus, da, podemos calificar como genial.
ín quo enascítur, et est tota ín ínnumerabílíbus auríbus círcumcírca, cur non tota Para concluir este capítulo sobre la demonología, presentamos al lec-
debet 1'551' ín díversís locís et partí/ms ea substmltía quae vocem producít, et all(rsa- tor un último pasaje extraído de los escritos de Bruno (De rerum príncípiís,
ta certís membrís?(págs. 410-411). ¿Por qué no, en efecto? elementís et causís, ms. fechado el16 de marzo de 1590, Op. lat., m, págs.
Ahora bien, este espíritu universal de que se trata posee un lengu~~e 525-526): Et spírítus l...] est ille cuí operatíonís physícae seu rnagícae tríbuun-
oculto cuyo conocimiento permite actuar sobre las afecciones internas de tur. Hínc íllecebrae anírnalíum íllVisibilium, qui sibi cognato ve!uti nutrimento at-
un sujeto. Así, los sonídos -por ejemplo los coros trágicos- tienen la ca- que pa/JUlo ad certos lmiusmodi .'piritus accummt, hinc íl/ae sl!f!I11n(rsationes l...]
pacidad ¡de sembrar la duda en las almas sensibles, y los caracteres pueden quae acreos et aqueos et (rsneos spiritlls et daemones allícÍlmt. Ul1defertur certa ra-
inducir la amistad o el odio, la pérdida (pernícíes) y la disolución: Tales erant tÍOl1e ex medicamírle iecoris chamaeleontis combusto, ab altitudine tecti, corlcítari
lítterae commodíus definítae apud Aegyptíos, quae híeroglyphíeae appellantur seu tonitrlla et julmina; eiusdem qlloqlle gllttllre et capite accenso roboreis lignis im-
sacrí characteres, penes quo pro síngulís relms desígnandís certae erant íma,rsínes de- bres et tonitrua concítari. Et est hoc rationi C01l5entaneum et naturae, quia animal
sumptae e rebus naturae ve! eanl/n partíbus; tales scrípturae et tales vores usu ve- íl/lId omnio est acre 11 ni et spiritllale, spiritu et acre vívens, ideoque eius corporís
níebant, quíbus Deorum colloquía ad mírabílíum executíonem captabant Aegyp- materia aiircís impressioniblls innovandis commodior apparet, sí re!iquiae adenmt
tíí; postquam per Tcutum f171Ot?j ve! alíum ínventae slmt lítterae secundum hoc circumstantíae quas practici ma,rsi cognovenmt. 1tem jamosum et vulgatlllll est ex
geruls quíbus nos hodíe utímur cum alío índustríae ,rsenere, maxínia tum mCllIO- coriarldro, alío, hyoscyanlO cllln cícuta jacto jumigio daemones congregari; lmde
(págs. 411-412).
ríae tum dívínae scíentíae et ma,rsíae íactura jacta est lJll{rsariter <<llerbaespirituum» appellll1ltlu: 1tem ex cannae radice jálllae Cll111suc-
Los lenguajes que se hablan en la tierra no nos pueden procurar el co hyoscyami, cicutae, l...] et sarldalí rllbro et papavere n(rsrojacta col!fectione et
contacto con las entidades superiores. Et sícut homines unílls ,rsenerís cum 110- inde sl![fitu provocari./l}!,uras daelllOnes et extraneas; quibus si addatur apilllll, ./11-
míníbus ,alíus generís síne ídíomatum communíone non est conversa tío neque con- ,rsat daemOYles' et destrllít idola íl/orum.
tractío, nísí per nutus, íta et nobís cum certo nU11línu11lgenere, non lÚsí per d~fi- Con recetas de este tipo sería efectivamente imposible rlO ver presen-
níta quaedam s(rsna, sígílla figuras, characteres, gestus et alías ceremonías, nulla cias extrafías. Esto nos indica que la alta magia, como la brujería, no re-
(pág. 412). Por desgracia, los investigadores moder-
potest esse partícípatío trocedía ante el uso de alucinógenos. (Sería muy interesante analizar, a la
nos juzgan la magia de Bruno sólo a partir de este pasaje -a menudo re- luz de la química actual, la creencia popular según la cual el ;00 ahuyen-
producido-, y también a partir del siguiente: Quí noverít e~rsohanc anÍlnae ta a los demonios. ¿Acaso esta planta maravillosa, vermífuga, no conten-
contínuatíonem índíssolllbílem et eam corporí quadam necessitate adstríctam, ha- dría, por azar, algún componente cuya propiedad sería la de neutralizar el
bebít non medíocre príncípíum, tum ad operandum, tum ad contemplandum ve- efecto de los alucinógenos extraídos de las solanáceas? ¿O acaso era su
ríus círea rerum naturam. Corpus vere contímlllm est corpus ínsensibíle, spírítus olor penetrante el que aturdía a los espíritus? En cualquier caso, Bruno
nernpe acreus seu aetherells, et íllud est actívíssímu11l et iffieacíssímum, utpote aní- habla aquí del perejil japiumj, a menos que no lea erróneamente alium en
rnae coníunctíssírnurn propter sírnílítudínern, qua magís recedít a crassítíe hebetío- lugar de apium.)
rís substmztíae (págs. 414-415). Es cierto que la esen-
sensíbílís cornposítorum
cia de la magia bruniana está ahí, y que se revela dependiente de la teoría
ficiniana del espíritu; sin embargo, no podríamos negar a Bruno una no-
table capacidad para exponerlo.
Su demonología y la teoría de los víncula han sido discutidos en .otra
parte de este libro; la primera es, en general, copiada de Miguel Pselo (en

350 351

~
Apéndice X
(al capítulo IX, 5)

El texto completo en latín de la bula de 1586 lo reproduce Whitmo-


re en apéndice, págs. 239-247.
Ciertamente, el 'lYatado de Pithoys está lejos de ser la más interesante
refutación de la astrología del siglo xv hasta el siglo XVIII. Aqt;í lo hemos
mencionado sólo para ilustrar la postura de todas las confesiones cristianas
sobre esta cuestión. La historia de Pithoys es singular puesto que, tras
convertirse al protestantismo, creyó sin embargo oportuno publicar, sin
cambiar nada, un opÚsculo que había redactado cuando todavía era fi-ai-
le mínimo. Calvinista, no aceptará sin embargo la validez de la bula de
Sixto V contra la astrología y la adivinación en general.
Para conocer los principios serios de la refutación de la astrología, no
hay que dirigirse al provinciano Pithoys, sino a personajes como Juan
Francisco Pico de la Mirandola, el sobrino del más célebre Juan Pico. Da-
niel Pickering Walker incluye a Juan Francisco, junto con el médico Jean
Wier y Thomas Erastus, entre los El/angelical hard-heads, las «cabezas du-
ras del evangelismo» (Walker, pág. 145).
En su opÚsculo De rerull1 praenotione, Juan Francisco Pico ataca algu-
nas de las principales fuentes de la magia astrológica del Kenacin1"iento:
Orfeo (personaje importante desde Ficino hasta Fabio Paolini), Proclo,
al-Kindi, Koger Bacon, el Picatrix, Pedro de Abano, etc. Su refutación
de la teoría de las radiaciones estelares de al-Kindi resulta particularmen-
te interesante (cf. De rerum praenotione, VII, 6; Opera, 1I, pág. 651, en Wal-
ker, págs. 149-150). Sabemos que al-Kindi afirmaba que todos los obje-
tos del mundo lanzan radiaciones, y que las que son emitidas por el
sentido interno pueden transmitirse al aparato f:1ntástico de un sujeto re-
ceptor: 1II1aginatíonem deinde ponit radios habere, IIlltndi radiis appril11C confiJ/'-
mes, qltod fieri lit faCIlitas ei sit in rcm extrariam imprimere, qltodqlle in ea C011-
cipitllr actllalell1, lit inqllit, cxistential1l habere in spiritll imaginario, qllapropter
extra prodllci posse qltod conceptlllll est [... ]. Milita hic falsa, I1llllta il1lpossibilia,

353
ncquc cnim insunt imaginationi quos fingit radii: Scd qllÍcquid cx ab honlinc, cx
93-94, en Walker, pág. 109). Pero Pomponazzi está lejos de detenerse
corporeis spiritibus protJel1Ít, quiblls tanquam instrllmcntis utitllr anima: eo autcm
aquí; como 13runo, por el que podría haber sido influido, cree que toda
impmsiusJcl'llntur, et qlwdammodo Juan
proiicitllr, si vchcmclIs desidcriumfiterit.
religión no es sino una forma de magia. En cierto sentido, Pomponazzi
Francisco Pico no niega la existencia de! pneuma; pero rechaza su facul- va más lejos que 13runo, porque ya elabora una teoría del historiris11l0 in-
tad de lanzar mensajes fantásticos que puedan ser captados por un recep- tegral parecida a la de Benedetto Croce, sobre todo en la formulación,
tor. Negándose a admitir la validez de la teoría de al-Kindí, reduce la aplicada a la historia de las religiones, que ofreció el etnólogo Ernesto de
emisión de espíritus a sus dimensiones nsicas: hay, dice, afecciones que Martino (Ilmolldo magico, 2.a ed., Turín 1973). SegÚn Pomponazzi, la con-
secuencia radical de las teorías astrológicas y mágicas consiste en que no
provocan emanaciones de espíritu, como la cmisión seminal producida
por e! deseo ardiente o la fascinación ocular producida por la cólera. Pe- puede haber religión universal y eternamente válida: cada religión no pue-
ro e! efecto transititJo de todo csto es muy débil y depende de diversos fac- de durar más que un cierto tiempo, y sus símbolos sólo son eftcaces du-
tores, los más importantes de los cuales son las predisposiciones del suje- rante períodos determinados, hasta el momento en que las estrellas cesan
to y la distancia entre emisor y receptor. de conferirles fuerza y prestigio. Así es como, por ejemplo, la cruz y el
La contestación de la magia en general expresada por Juan Francisco nombre de JesÚs sólo tienen poder durante el momento en que las estre-
Pico se lleva a cabo desde una base racional y constituye un ataque con- llas le son f.worables, después de 10 cual cesarán automáticamente de po-
tra el ocultismo que procede, por decirlo de algÚn modo, de! interior. La der efectuar milagros. «SegÚn esta teoría, los himnos órftcos no tienen
idea de la necesidad de que operador y sujeto estén ambos convencidos efecto en la era cristiana» (Walker, pág. 110), Y los símbolos del cristia-
de la validez de las operaciones fantásticas se vuelve contra ella misma: nismo serán sometidos a la misma ley cuando surja una nueva religión.
El historicismo integral de Pomponazzi sólo fue parcialmente adopta-
puesto que, si es así, la validez de la magia no podría ser sino muy limi-
tada. do por Bruno, puesto que se puede objetar que, si Dios sólo es uno, exis-
Una postura similar, más concesiva en cuanto a los efectos de la ma- . ten concordancias en todas las revelaciones religiosas del mundo. Esta
teoría de la «revelación primordial» gozaba de un inmenso prestigio, pues
gia pero, en el fondo, de un escepticismo todavía más acusado, es defen-
dida por Pedro Pomponazzi, profesor en Bolonia, en su De natllra/illll1 había sido formulada por Agustín. Todavía encontramos sus huellas en los
primeros representantes de la fenomenología holandesa de las religiones,
~[fcctll/II musis, sil/c dc 11lcantationibus, Opus abstl'llsionis plcnum, compuesto
en 155(¡ en 13asilea, con notas de Gulie!mus Gratarolus, médico célebre P D. Chantepie de la Saussaye y C. P Tiele, y, a principios del siglo xx,
sobre todo debido a su interés por la alquimia (es e! editor de una reco- será retomada por el padre Wilhelm Schmidt y su escuela de Viena. És-
te es el motivo que explica por qué la postura de Pomponazzi queaó ais-
pilación muy importante, sin ftguras, titulada Vcrae Alchemiae artisquc mc-
ta/limc, citra clligmata, doctrÍ/w, ccrtusquc modus [... ], Basilea 1561, en dos
lada y, en nuestros días, sólo fue retomada por De Martino, en el marco
de una antropología empírica. Fue criticada por Mircea Eliade (cf. AspcclS
partes de 244 y 299 págs., in-4°).
Pomponazzi cree que los encantamientos y los caracteres tienen un dll mythc) quien, por su adhesión a la fenomenologÍa religiosa, pertene-
ce más bien a la otra escuela y es igualmente favorable a las teorías de
poder real, que les es conferido por la vis imaginativa. Pero dejarán de ope-
rar en el momento en que e! sujeto deje de creer en ellos, puesto que el W. Schmidt, a condición de eliminar el componente fideísta. En e! fon-
do, en el Renacimiento Pomponazzi era el representante de una teoría
espíritu del paciente rehusará dejarse influir por el de! manipulador. Ésta
es la razón por la cual e! valor de la magia está limitado por la necesidad racionalizada de los ciclos cósmicos; pero admitía igualmente la idea de
de u~a credulidad, una conftanza previa en ella, sin la cual resulta impo- un progreso inexorable de la humanidad, sin el que hubiera debido ad-
tcnte: Puto in causa essc lJchcmcntcm.fidcm habitam vcrbis i/lis, nOIl millus ex mitir, como el ftlósofo pagano Celso, que, «cuando las estrell.as, después
1'11/'((' /naccantati qllam praecantalltis: ex qua fidc l11aior et potentior fit evaporatio de un largo período, vuelven a la misma relación mutua que tenían en
,Ii,iol/(' ¡m/('calltalltis, et me/ior dispositio ex parte praccantallti (op. rit., págs.
tiempos de Sócrates, es necesario que Sócrates nazca de nuevo de los mis-

354 355

/
mas padres, sufra los mismos tratos, la acusación de Anito y Meleto, la
condena por el Consejo del Areópago». (Cf. Orígenes, Contre Celse, v,
21, 3-7, ed. Borret, vol. 111, pág. 66; cf. nuestros artículos «La Grande An-
née de la métempsycose», en: U. Bianchi [ed.], Actes dlt colloqlle sur la 50-
tériologie des cultes orientaux dans l'E11Ipire romain, Leiden 1982, Y «Un temps Apéndice XI
a l'endroit, un temps a l'envers», en: Le temps c1¡rétien, des origines alt Mo- (al capítulo m)
yw Áge, París 1984, págs. 57-61.)
El eras, ahora
Siendo toda cultura una manifestación fantástica, resultaría sin duda
interesante contemplar algunos de los fantasmas eróticos empleados por
la cultura de nuestro tiempo. Desde las películas hard hasta la novela rosa,
los hay para todo el mundo, y quien no esté satisfecho con nuestros pro-
ductos autóctonos, desde el Arte de amar de Ovidio hasta las variaciones
del marqués de Sade y de Sacher-Masoch, tendrá a su disposición una
vasta gama de productos exóticos, donde el tantrismo indio y los refina-
mientos técnicos chinos ocupan un lugar de honor.
La proliferación de imágenes eróticas y su libertad de circulación han
llegado a un nivel sin precedentes. Lo que algunos reprochan todavía a
una legislación demasiado permisiva se ha convertido en una necesidad
cada vez más acuciante de nuestra época. Para bien de los marginados de
las grandes ciudades, trab;uadores o no, emigrantes o no, los fantasmas
eróticos a buen precio se han transformado en una especie de pan espi-
ritual cotidiano. La imaginación es demasiado débil, o demasiado perso-
nal, para producir satisfacción; el objeto concreto se revela demasiad? po-
co manejable, inaccesible, completamente diverso en relación con las
secretas esperanzas del sujeto. La única solución para conciliar a ambos es
la de transferir el proceso erótico sobre un terreno intermedio, que sea
«objetivo» -es decir, extraño a las facultades e impulsos del propio suje-
to- y que, a la vez, responda a las expectativas del sl~eto.
Ciertamente, el punto de partida de esta operación constituye una in-
mensa frustración: descender al terreno fantástico significa, en la mayoría
de los casos, que el apagamiento real del deseo es imposible. El senti-
miento inicial del consumidor de fantasmas hacia éstos (que se considera
que representan a un objeto) será de odio y de venganza: pudiendo ma-
nejar y castigar a los fantasmas a voluntad, tendrá la posibilidad de com-
pensar, de este modo, las humillaciones reales que la intratabilidad del ob-

357
356
jeto le inflige cotidianamente. Éste es el origen de toda suerte de f:lnta-
sías, en su mayoría sádicas (pero también del proyecto de una nueva mu- de f:lntasmas. Esta libertad sin precedentes ha llevado hasta el extremo el
jer, mecánica y eléctrica, que sustituye a la auténtica mujer, demasiado umbral de la función de apagamiento que en un principio debía cumplir
vulgar en sus manifestaciones, concebido por Villiers de l'lsle-Adam en la consumación de las imágenes eróticas. Transformada en una indus-
1886) . tria sometida Útalmente a las leyes del mercado, la imagen erótica debe
Por otro lado, la actitud del sujeto con respecto al objeto y al fantasma además hacer fi-ente a la competencia, cosa que implica la búsqueda cada
vez más estéril de lo escabroso.
que lo representa resulta ambivalente: está fuertemente impresionado por
él, le muestra un impulso soberano de sumisión, que puede adoptar for- Además, la liberación sexual y la lucha antirrepresiva han desemboca-
mas inocentes, pero que también puede conducir a argumentos maso- do, en todos los dominios de la expresión erótica, en un mismo resulta-
quistas. do. Últimamente, en Alemania, ha gozado de gran éxito la novela auto-
En tercer lugar, existe una mitología erótica, que responde probable- biográfica So/!ja, de Judith Hoffinann, que cuenta una experiencia de
mente a una estructura cultural muy antigua, que organiza el interior de amor lesbiana ¡con una inválida que se suicida al final! (Es el «suicidio del
los relatos f:lntásticos según un modelo estable: el objeto (femenino) es sexo», habría dicho un escritor americano que ha señalado la gravedad
puesto en situación de peligro, y el sujeto (masculino), identificado con social e individual del problema.) Todo lo que cuenta Judith Hoffil1ann
elfll1tasma de! héroe, acude en su ayuda. El fantasma femenino, agrade- es, sin duda, verídico. Pero ya Aristóte!es nos había enseñado que la fun-
cido, recompensará al héroe cediendo a él, ofreciéndose. Este argumen- ción de la literatura, a Ja inversa que la de la historia, no consiste en des-
to permite un apagamiento fantasmático completo, equivalente a la sumi- cribir la realidad, sino sólo en la verosimilitud de los hechos. La lección
sión del objeto en los acercamientos sádicos. Además, la situación de de Aristóte!es está demasiado olvidada en nuestros días.
peligro implica de entrada una agresión a la mujer, ya sea atacada por La industria de la imagen erótica merecería, sin duda, un estudio psi-
monstruos desconocidos, martirizada por salvajes, por una rival enco- cosociológico muy atento. Pero, más allá de este ámbito, condicionado
mendada al malo por un pícaro. Invariablemente, el héroe .arquetipal en gran medida por las leyes de! mercado, existen razones suficientes pa-
acudirá en su ayuda. ra creer época.
que e! erotismo humano no ha cambiado de contenido durante
nuestra
Por supuesto, este estereotipo ha sido superado en la lucha de los pro-
ductores de fantasmas contra la represión y los tabú es. Una extrema li- La experiencia de! escritor Pierre Bourgeade, sin duda de! todo in-
bertad ha invadido e! mercado de las imágenes eróticas. Éstas, dirigidas a manente, no es, en e! fondo, más que la experiencia de Marsilió Ficino
consumi~ores diversos, deben lógicamente cubrir toda la gama de inte- y de los platónicos: la instauración del l1ntasma en e! aparato espiritual, a
reses posibles. Existe una producción de fantasmas burgueses, del mismo través de! pasadizo de los ojos. Esto es lo que confiesa, en un pasaje muy
modo que existe una producción de f:lntasmas que responde a las obsce- «petrarquizante», Como respuesta a la pregunta formulada por E. Alexan-
nidades, perversiones y situaciones psicológicas más extrañas. dre para l\IJaric-Clairc uulio 1980, pág. 31):
En este ~mbito, los cómics tienen la prioridad. Sin ningún medio téc-
nico costoso, pueden permitirse acoplar los efectos del género del horror Una manera simple de responder a su pregunta ¡¿Qué es lo que los hombres
con la pornografía sin ninguna inhibición. El personaje femenino es a encuentran erótico en una mujer?) sería decir: en una mujer, el cabeJIo es eró-
lIlenudo un vampiro (Vampirella, ]ocula, Blakula, etc.) lo cual responde tico. La ti'cnte cs erótica. Las orejas son cróticas. Los ojos son eróticos. Las me-
:t la Ilccesidad de martirio de! sujeto. Almismo género pertenecen los nu- jiJIas (las mejiJIas hundidas) son eróticas. La nariz es erótica, La boca es eróÚca.
Illl'I"OSOScómics en los que la heroína resulta inaccesible, autosuficiente y Los dientes son eróticos. La lengua es erótica. La voz es erótica. El Cue])o es eró-
III.dt(ica. tico. Las c1avículas son eróticas. Los brazos son eróticos. Las ll1uÍiecas son eróti-
'1: ,d:1 h ga lila de compensaciones eróticas es posible en la producción cas. Las manos son eróticas. Las axilas son e¡-óticas. La cintura es erótica. La es-
palda es erótica. Las nalgas son eróticas. El vientre es crótico, El exterior del sexo
358
359

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es erótico. El interior del sexo es erótico. Los muslos son eróticos. Las rodillas
son eróticas.
Las piernas son eróticas. Los tobillos son eróticos. Los pies son erótICOS -y
pido disculpas por las partes que he podido olvidar en el camino-o (Me doy
cuenta de que he olvidado, entre ellas, el olor de la mujer -o el perfume- que Natas
es, sin duda, extremadamente erótico.)
Pero esto pasa por los ojos. Los ojos de la \11ujer son largos corredores es- Introducción
maltados con diversos colores [... ] que conducen (a veces) al cerebro, que go-~ ]C( Robert K. Merton, Scierlcc, Tccl1I1ology & Socicty in Scventcentli Cellfllry ElIgland,
Nueva York 1970 (1.' ed. 1938).
bierna el acceso a todo el resto. En mi opinión, nada es más erótico que este co-
2 Ésta es la tesis enunciada por Max Weber en L'Ét/lÍqllc protestante el /'csprit dll capita-
rredor, y es en el viaje que realiza (o en sus paseos, pues no siempre' se trata de Iis1lle, Plon, París 1964.
largos vi~~es) antes de llegar allí donde la mujer quiere que llegue (habiéndole J Cf, sobre todo, Paul K. Feyerabend, Against ¡\lIet/lOd. Outline c:if mI ana/'e/listic tlicor)'
abierto los corredores que puede, segÚn su voluntad, dejar abiertos, entreabier- of knol/lledgc, Wiltshire 1982 (1975) [Tratado contra e/1IIétodo. Esquema de una teoría anarqllista
tos o cerrados) cuando el hombre se acerca al erotismo. de/ COllOci1lliwto, Tecnos, Madrid 1992], así como Sciwce i/I a F/'ee Societ)', Londres 1982
(1978) [La cie/lcia ell IIna sociedad libre, Siglo XXI, Madrid 1982]. Cf. también Hans Peter
Duerr, Ve/'sllcllllllgen. AlIftiitze zllr Plii/osophie Paul Fe)'erabellds, Francfort 1980,2 vol., que
contiene varias contribuciones. En su excelente libro T/'all1llzcit (Francfort 1978), Duerr
se convierte en el portavoz de Feyerabend para la interpretación del fenómeno de la bru-
jería.

Capítulo I
] La influencia del sabio W. Jaeger ha hecho pensar durante mucho tiempo que fue
el médico Dioc1es de Karistos quien se inspiró en las teorias de Aristóteles; al demostrar
que Dioc1es fue contemporáneo, o inc1uso antecesor de Aristóteles, F. Kudlien dio un
vuelco a ]0.1 datos sobre la cuestión: c( F. Kudlien, «ProbJeme um Diokles von Karystos»
(1963), en H. Flashar, AlItike Medizill, Darmstadt 1971, págs. 192-201. En cuanto a Kurt
Pollak (Die Hcilkllllde del' Alltike. IVissel1und Wcislieit del' allm A/'zte, 11, Diisseldorf-Viena

1969, pág. 140 Y ss.), reconoce que, segÚn toda probabilidad, Dioc1es fue un cbntempo-
ráneo más joven que Platón y, al igual que éste, estuvo profundamente influido por las
doctrinas de Philistion, el médico siciliano residente en Atenas. A través de Diocles, Aris-
tóteles también aprendió de la enseiianza de la medicina de Empédoc1es.
2 El intelecto también es phantasmatis: cf. De al1i1lla, 432a; c( 428b.
3 Sallfo Tomás de Aquino, SlI1III11a the,,/. 1, q. 89a 1. Es extraíio que en su libro sobre el
arte de la memoria (T11e Art (1Memory, Chicago 1972, pág. 71 [El artc de la 1l1C1l1oria, Tau-
rus, Madrid 1974]), F. A. Yates se olvide de citar el fragmento de santo Tomás de Aqui-
no. De igual modo, la traducción de la palabra plialltasl11a en Aristóteles (pág. 32) por 1IIW-
tal pictllre (<<imagenmentah,) no nos parece adecuada.
4 ¿Esperanza verdadera o esperanza falsa? El historiador de las ideas debe abstenerse de
fom1Ular un juicio de valor. Sin embargo, la mayoría de los historiadores de la ciencia
-inc1uso entre los más instruidos- exageran en sentido opuesto, negando a la ciencia del
Renacimiento todo «valor de uso». Trataremos hacia el fmal del libro la poca pertinen-

361
360
cia del concepto de «valor de uso». Bastará con precisar aquí que la defecciÓn de la cien-
cia prclI10derna no se debe a sus (l1l0S internos; se trata de un sistema cerrado que, in- BartoJomé, segÚn copias manuscritas de la obra, que habían pertenecido a dos doctores
cluso desprovísto de valor absoluto al uso, funcic)ha, a pesar de la falsedad de sus presupo- de la Sorbona, Pierre de Limoges y el doctor venerandus Godefray des Fontaines.
siciones: desde el punto de vista epistemolÓgico, haría falta reconocerle un valor relativo 21TraducciÓn del latín de Marcos de Toledo durante la primera mitad del siglo XII;
cf. ]). Campbell, vol. 1, págs. 61-63.
al uso, que equivale, en sus efectos, al valor de todo otro sistema científico, incluyendo
el de nuestra época .. cs la22Las coherente.
más clasificaciones de Bartolomé varían segÚn los capítulos; la que hemos recogido
5 Sobre Empédocles y su tratamiento de la catalepsia, cf. nuestro artículo «latrci kai
manteis. Sulle strutture dell'estatism? greco», en Studi Storico-Religiosi, N. S. IV, 2, Roma 2.1Las generaJizaciones románticas han hecho del Renacimiento una época definida de
1980, págs 287-303, especialmente págs. 293-294. A esto cabría añadir otras observaciones la historia universal, provista de su propia «esencia» quc difiere, por ejemplo, de la «esen-
contenidas en nuestro estudio Psychallodia l. A Survey o[ the Evidmce collcemillg the Ascen- cia» de la Edad Media o de la Reforma. En contra de esta concepción Etienne Gilson
sion of the Soul and its Relevame (EPRO, 99), Leiden 1983. \,\ afirmaba que la categoria cultural de «Renacimiento», tal como había sido descrita. por
"Cf. nuestro artículo «Magia spirituale e magia demonica nel Rinascimento», en I<.i- Sismondi, Michelet y 13urckhardt, podía aplicarse igual de bien a la cultura del siglo XI:
vista di Storia e letteratura Religiosa, n.o 17, Turín 1981, págs. 360-408, especialmente págs. «No hay una esencia de la Edad Media, ni del Renacimiento», afirmaba; «por esta razÓn,
373-374." no podría haber una definiciÓ!1I>(HéloL<e et Abélard. Études sl/r le Moyen ¿(!,le et l'lzlll1lanis-
7 Una exposiciÓn exhaustiva de estas teorías está contenida en la excelente obra de lile, París 1938, pág. 164). Ernst Cassirer le respondía indirectamente, escribiendo unos
Gérard Verbeke, L'Évolutioll de la doctrille du plleuma du stoidsme a saint Augustill, París-Lo- ••. aÍ'íos más tarde: «El historiador de las ideas no se pregunta antes que nada cuál es la SIIS-
vaina 1945, págs. 13-215; más recientemente, en M. Putscher, Pneuma Spiritus, Ccist, J ta/lcia de ciertas ideas. Se pregunta cuál es su dinámica. Lo que busca o debería buscar, no
Wiesbaden 1973. es tanto el contenido de las ideas como la dinámica)) (<<SomeRemarks on the Question of
"Cf. Verbeke, pág. 14; Pollak, pág. 140. the Originality of the Renaissance», enJournal o[ the History (1Ideas, n.o 4 /19431págs. 49-56).
')Sobre la influencia del Corpus hippocratiwm en las teorías formuladas ,por PlatÓn en 24En francés, inglés y alemán, la palabra «Renaissance» se aplica también a este perio-
su Ti/neo, véase la excelente obra de Anders Olerud, L' Idée de macrocosmos et de Inicrocos- do; va seguido de la especificaciÓn «del siglo XII». Los historiadores italianos tienen dos
l/lOS dans le T//née de Platoll, Uppsala 1951.
~ vocablos para distinguir los dos períodos: la Rillascita (romanica) e il Ril1ascilllellto. Aquí se
10 Cf. Aetius, Placita, IV, 19, 1.

11Cf. nota 1, sllpra. Los datos sobre la cuestiÓn son tratados con rigor en el artículo de
I trata de la Rinascita y de su importancia en la cristaJización del contenido idea] del Rillas-
cilllento.

F. Kudlien (1%3). osSobre las relaciones entre Ficino y el joven J. Cavalcanti, cf. el admirable estudio de
12Cf. Verbeke, pág. 76. Raymond Marce], Marsile Picill (1433-1499), París 1958; sucinto y prcciso, André Chastel,
l.) La comparaciÓn pertenece a Calcidio, Commentaire sur le Timée, cap. ccxx (cf. la Arte e Umanesimo a nrenze al tempo di Lorenzo il MaXI1i!ico (trad. italiana revisada y am-
pliada de la obra francesa homónima), Turín 1%4.
ediciÓn de J. H. Waszink). La fórmula typosis en psyehé pertenece a ZenÓn de Citio; cf.
", Trataremos de esta cuestiÓn más adelante.
Verbeke, pág. 32.
14Cf. Verbeke, pág. 74 Y ss.; cf. Aetius, Placita, IV, 15, 3. 27Cf. nuestro informe en R. Boase, «The origin and Meaning of Courtly. Love. A
15Cf. Verbeke, pág. 75 Y ss.; cf. también el estudio de G. Agamben, Stanze. Laparo- Critica] Study ofEuropean Scho]arship», en Aevum, n." 55 (1981), Manchester 1977, págs.
360a-363a, especialmente las págs. %Ob-361a.
la 'e ilfantasma nella wltllra occidentale, Turín 1977, pág. 108. Sobre este libro en general,
véase nuestro informe en Aevllm, n.o 54, Milán 1980, págs. 386b-387b. 2KLa escuela de poesía siciliana se formó en la corte de Federico 11, quien concediÓ
H'Epicteto, Diss.,'Il, 23, 3. Cf. también Plutarco de Queronea, platónico, contempo- asilo a muchos trovadores de Provenza, perseguidos por la Iglesia bajo la acusaciÓn de
ráneo del estoico Epicteto, en sus Qllaest. \onviv., v, 7. (cripto-) catarismo. De este modo existe una relación indirecta entre la poesía provenzal
y el Dolee Stil Novo italiano.
17Cf. Verbeke, págs. 214-215.
"Sobre estas obras de Galeno y los traductores latinos de la materia medica arabe, cf. "Nuestra exposiciÓn, demasiado breve, se limitará aquí a una incursiÓn muy rápida
D. Campbell, Arabiall Medicille alld its inflllence 011 the Middle Ages, 2 vol., Londres 1926 en el campo de las teorías erÓticas "de los siglos XII y XIII. Tarea harto dificil -a causa de
(reproducción anastática, Nueva York 1973), especialmente el segundo volumen. la extensión de esta materia y su importancia en esa época- que sólo se ve justificada por
el hecho de que el tema no podía ser dejado de lado en este libro.
1'1Cf. nuestro informe de Bartholomaeus Anglicus, 011 the Properties cif Soul alld Body .
De proprietatibus rerum libri 11let IV (Bibl. Nac., ms. latín 16098), edición de R. Jalpes Long, .I°Cf]. P. Roux, L'Islam en Occident. ElIrope-Afriqlle, Payot, París 1959, pág. 33 Y ss.
Toranto 1979, en Aevum, n.o 54 (1980), págs. 391b-392a. .11
Sobre el bogomilismo, cf. D. Obolensky, 771C Boxolllils. A Stlldy tll Halkall Neo-Ma-
20La ediciÓn reciente de R. James Long sólo contiene los libros III y IVde la suma de niehaeism, Twickenham 1972; sobre los elementos comunes entre catarismo y maniqueís-
mo, cf. H. Soderberg, La Religion des cathares, Uppsala 1949; sobre la cultura bogomilista,

362
363
r

I
, -1',
cf, H, Ch, Puech y A. Vaillant, Le traité contre les bogO/l/ilesde c;osmasl,e,prétre, Institut d'Etu-
"Es la hipótesis preferida de R. Boase; cf. también Ficino, 'De amore, VI, 5, pág. 90.
des Slaves, París 1945. Sobre el bogomilismo en el ¡narro global"de las «herejías» medie- s"Es la hipÓtesis recogida por G. Agamben.
vales, cf M. Lambert, Medieval Heresy, Londres 1<)77,p:ígs.-12-13:iDe gran importancia
Esta tradición se volviÓ banal en la demonología neoplatónica, en la que los héroes
es
para la historia de los bogomiles en Bizancio, J. Couillard, «Le ?ynodikon de l' orthodo-
.i
1,\,-';
son siempre mencionados al Jada de dioses y demonios. Ver cap. VII, 1.
xie», en Travallx et Mémoires dll Cnltre de rechcrclle d'llisloire et civilisation byzantines, n.O 2, ", Cal/sae et ctlme, citado por C. Agamben, pág. 20.
París 1967, particularmente pág. 228 Y ss.
,i7Sopra /0 amore, VI, 9, pág. 100: Le ql/ali cose osservando gli allliehi 1Iledicidissono /0 Amo-
32Esta teoría parece estar ya probada: cf L:uuIH:rt, pág. '32.
re essere I/na espezie di l/more malincollico e di pazzia: e Ra.fis medico colllalldá che e' si ctlrasse
33Cf Lambert, págs. 26-27. per il coito, d(..;iIIIlO,erbrieta e eserrizio.
341bid., pág. 28.
5X Melanchton, De amore, citado por Agamben,'pág. 22, n. 2.
351bid., págs. 49-54.
Sobre la vida y obra de Bernardus Gordonius, cf. L. E. Demaítre, Doctor Bernard de
59
y, lbid., pág. 55. Gordoll, Pr,![cssor ami Praetitioller, Leiden 1<)80.
lbid., pág. lO<).Los estudios sobre el catarisnlO han sido.tan desarrollados en Francia
37
,."Citado por Lowes, págs. 499-501.
q\~e sÓlo nos atteveremos a citar aquí la pCl]ueiÍ;¡obra nuestra de René Nelli, Dicti01Ulaire 'd Citado por Lowes, págs. 52-53.
des hérésies méridionales, Toulouse 1968, de una gran lltilidad para los lectores no iniciados. Asín, pág. 51.
102 ~,""
Incluye informaciones, sucintas pero fieles, sobre todas las «herejías» meridio~1ales, su his-
toria y su doctrina. ""Cf nuestro Itl'l' ill silvis. Sa,Z..;iscelti sullagnosi e altri Sllldi, vol. 1, Messina 1981, pág. 126.
"~e Poeti del Dlleeellto, ed. G. F. Contini, Milán-Nápoles 1960, vol. 1, pág. 4<).
•1Hl3emardus Guidonis, Practica inqllisitionis heretice pravilatis, París 1886, pág. 130. '" Agamben, pág. 94, n. 1.
La autoridad civil no estaba menos implicada en ello, ya que los perfectos, el día de
3"
(.,.lbid., págs. 94-95 .
. su consolamentum, prometían no prestar juramento y no matar nunca a nadie, lo que eql1i-
, valía a rechazar el servicio militar . ,,7Sobre el espíritu en 1a obra de Dante, cf Robert Klein, "Spirito peregrino», en La
.forme et l'illtell(~ihle, Gallimard, París 1970, págs. 32-64.
R. Boase, pág. 7<),'refiriéndose a J. C. Vadet, L' Esprit courtois en Orient dillls les cillq
,j"
(.,Sobre el significado erÓtico de la s(({nificatio passiva, cf. nuestro estudio "Les (;mtas-
premiers siecles de l'l'l~~ire, Maisonneuve-Larose, París 1968.
mes de I'éras chez M. Eminescll», en Néophi/oli~~IIS 1981, págs. 229-238.
,R: Boase, págs. 78-7<).
,11

(,',Heliosta(ie is a {¡etter word sillce Coperllictls did I/Vt placc the Sllll exactly at the cellter (de su
Cf H. Corbin, Histoire de la phi/osophie islamique, Gallimard, París 1964, pág. 282.
'12

universo): A. G. Debus, Mall ami lla tllre ill the Rmaissallce, Cambridge 1<)78,pág. 81.
43Traducción en H. Massé, Anthologie persane, Pal'Ís1950. '
7"Cf S. K. Henninger JI'., «Pythagorean Cosmology and the Triumph 01' He!iocen-
4·,Cf M. Asín Palacios, El Islam cristiallizado: d'tlldio del Sufisll10 a trallés de las obras de
trisn1» en Le Soleíl a la Rmaissallce. Scie/lce et mythes, Bruselas-París 1965, págs. 35-53.
Abellarabi de Mllrcia, Madrid 1931, págs. 83-84 [HiperiÓn, Madrid 1<)90'].
71Cf el excelente artículo de J. Flamant, "Un témoin intéressant de la théorie hélio-
45Cf H. Corbin, L'imaginatioll créatrice d~llS lc s0l-!/isme d'lbn 'Arabf, París' 1975, págs.
centric¡ue de Heráclides Póntico. Le ms. Vossianus lato 79 c¡-to de Leyde», en H011l1llages
I 110-111 [La imaginaciÓn creadora en el sllfismo de 11m 'Arabf, Destino, Barcelona 1994].
a M.] Vmnaseren, M. B. de Boer y T. A. Edridge (eds.), Leiden 1978, págs. 38)-391. Cf
lbid., pág. 112.
4(,

también r. P. Culianu, «Ordine e disordine delle sfere», en AeVIIl1l 55 (1981), págs. 96-110,
lbid., págs. 113-114.
47
especialmente págs. 103-104.
AS,ín,págs. 52-54.
4B
72Cf I. P. Cu!ianu «[)émonisation du cosmos et dualisme gnostique», en Revue de
",;'" Para una evocaciÓn sugestiva del amor cortés, el lector siempre podrá recurrir al
l'histoire des Religiolls 196 (1979), páh'S.3-40 (ahora en lter ill si/vis,
1, págs. 15-52).
gr~rt;libro de Denis'de Rougemont Camol/r et I'Ocridellt, Plon, París 1972.
7J Cf las observaciones de M. de Gandillac, en Le Soleil a la Renaissallce, pág. 58.
'8 Andreae Capellani Regis FrancortJl1I, De Amore libri tres. Recensuit, E. Trojel, Munich
74 De docta ignora¡¡tia, 11, 12; cf E. Cassirer, Individllo e COSII1V
llella .filosofia del Rillasci.
1964'(1892). El tratado fue escrito alrededor de] 170 (cf pág. v). mellto, trad. it., Florencia 1951, pág. 50.
",~f Agamben, págs. 21 y 133. Sobre ela'mor hereos en general ver nota siguiente. 75El nombre de Nicolás de Cusa sÓlo aparece una vez en la obra de Marsilio Ficino;
"R. Boase, op. cit., Apéndice 1, 2, págs. 132-133, con bibliografía. De especial interés
está alterado en «Nicolaus Caisius Cardina¡", cf Cassirer, pág. 76. Es un indicio que tien-
,,1 estl1dio"sie'John Livingstone Lowes, «The Loveres Maladye of Hereos», en Modem de a mostrar que Ficino no lo había leído.
I'/¡ilo/(~~y 1'í (1913-1914), págs. 491-546. Véase también H. Crohns, «Zur Geschichte del' 76Cf E. Cassirer, págs. 74-80.
li,'he; als "Krankheit"», en Archiv fuI' Kultur-Geschic/Zte 3 (Berlín 1905), págs. 66-86. La tra- 77 Cf A. G. Debus, págs. 92-95.

di,i/>II <id síndi-ome pasional remonta al médico griego Oribasios (ea. 360 d. C), cuya obra 7Xlbid., pág. 133.
I 11
VII dlls traducciones latinas, en los siglos V y x. 7"Cf W. Gundel y H. G. Gundel, Astrologumena.

364
365

•••
r

Capítulo lJ blicó por primera vez en Florencia en 1489, junto con los otros dos tratados De vÍfa.
1 Pa9.1a obra de Ficino, hemos utilizado las siguientes edicipnes: Ópera omnia (edición 2 Vila coe/., 111, Opera, pág. 535. El tratado está dedicado al Serenissilllo pall/lOniae Regi

de Basil~~ 1576, 2 vols.), en las J'v10l1umentapolítiea et philosophica'rariora, serie 1, 7-8, 2 vols., selllper illvicto, con fecha de! 10 de julio de 1489. El ProoemiulII contiene la inevitable «eu-
Turín 1962 (reproducción anastática de Marsi/ii Picil1i Plorel1til1i [... ] Opera, et quae hactem/s logía» así como las predicciones astrológicas sobre la suerte del soberano. Lo sigue una
exitere [... ] il1 dl40s Tomos digesta, Basileae, Ex Officil1a Hel1ricpetril1a, s. a.). Para la Teolo,~fa «Exhortación al lecton>, acabando con una Protestatio eatholíci al/claris. que contiene estas
platól1iea, podíamos escoger entre la .edición en dos volÚmenesge Miche!e Schiavione palabras: III o/l/IlÍbus quac llÍc attf alibi a /l/e traetantl/r, tantul11 assertl/III csse volo, quanflll11 ab
(Bolonia 19(5), donde algunos capítulos, especialmente importantes para nuestro estudio, eec/esia colIIJ!robatllr (cf. también nuestro artículo «Magia spirituale», pág. 368, n." 19). Esta
han sido omitidos, y la de Raymond Marcel (París 1964), que aun si~ndo incompleta, es protestación (de la fe) no le ahorrará a Ficino muchos problemas; reconozcamos que era
infinitamente mejor. Por esta razón hemos utilizado generalmente la edición de la Ope- muy cÓmoda ...
ra. Para e! Comentario a El hanquete de Platón o el tratado De amore, podíamos escoger en- 'Epicteto, Diss., Il, 23, 3.
tre la edición francesa de Raymond Marce! (París 1956) y la italiana, más reciente: Sopm Cf. Agamben, pág. 119, n. 1.
>

lo amore °ver' Convito di Platone, ed. G. Ottaviano, Milán 1973. En la mayoría de' los ca- ; Agrippa de Nettesheim, 65; cf Viviana Paques, Les Sciellees
De oewlta p/zilosop/zia, 1,

sos, las citas se refieren a esta Última. En cuanto al tratado De vita coe/itus comparal1da, que ocwltes d'apres les dOC/lmcl1tslíttéraires italíells, ll1Stitut d'Ethnologie,
París 1971, pág. 155. So-
analizaremos detalladamente en la segunda parte de esta obra, hemos consultado varias bre el «mal de ojo» segÚn los conceptos del Renacimiento, cf. también Dr. S. Seligman,
ediciones: la de la Opera, Basilea 1561, vol. 1, pág. 531 Y ss.; la de la Opera, Basilea 1576, Die Zauberkraft des Al/ges ulld das 13erllfcll (1921), reimpreso en La Haya s. a., págs. 458-465.
vol. 1, pág. 529 y, ss.; la de Venecia 1498, reproducida recientemente a cargo de Martin El autor no parece entender el significado exacto de la noción de espíritu en los autores
Plessner y F. Klein-Franke (1'v1arsiliusPicinus "De vita lihre tres», Kritischer Apparat, erklaren- del Renacimiento.
de An1l/erklm.~CI1, Namel1register und Nachwort van A1arin Plessner, Nach dem Mal1uskript ediert "V. Paques, loc. cit.
von F. [(Idn-Pranke, Hildesheim-Nueva York 1978. Cf también nuestra reseih en Aevu/n Leonardo de Vinci, Seritti letterari, Milán 1952, citado por V. Paques, op. cit., pág. 156.
7

n.O54 [1980], pág. 394a-b). !~inalmente, una edición que también hemos utilizado está in- Nuestro estudio sobre el arte de la memoria sólo contiene observaciones originales
<>

cluida en los tratados de iatromatemáticas que sirve de apéndice a la obra de Juan de Has- cuando se i'efiere a los escritos italianos de Bruno y su interpretación. Por lo demás, aun
furt, es decir ]ohannes Virdung de Hasfurt, que se carteaba con el abad Trithemius (10- habiendo empezado, ya hace tiempo, el estudio del Ars combinatoria de R.aimundo Lulio
an/lis I-las(l/rti Medir! ac Astrologi Praestantissimi De Cognoscendis et medendis morhis ex con sus comentarios (cf. Ra)'mulldi Lllilii Opera ea quae ad adinventa/l/ ab 11)50 artem I/l/iuer-
corpoYl/m coclestiul// positione lih. III. CI/m argumentis, et expositionihl/s loannis Paulli Calluc{j I-laeredClIlLazari Zetzlleri, 1651, 1110, lnc!ex, ISO págs., in-12),
salem ... , A~~elltorati-Su/l/ptilms
Saloensis ... , Vcnetis, Ex Officil1a Damiani Zenar{j, 1584, folio 118r y ss.). Como, en defini- el carácter incompleto de nuestras investigaciones nos obliga a ceder la prioridad a los co-
tiva, la edición de Plessner nos parece ser la más cómoda (a pesar de alguna incorrecciÓn mentarios de F. A. Yates (cuyo T/zc Art '?f Memor)', que citamos segÚn su segunda edición
y algÚn pas:ue incomprensible), la hemos seguido en la mayoría de los casos. Por esta ra- de 1972, ha sido publicado en traducciÓn ¡i-ancesa, París 1975) y los de E. Gombrich. Es-
zÓn no hemos indicado las páginas (ya que no están numeradas), citando directamente en ta parte de nuestro libro quizás hubiera tenido que aparecer junto con los apéndices de
el texto el capítulo del cual hemos traducido algÚn fragmento. Las traducciones de la Théo- no ser porque resulta indispel1Sab1epara la comprensión de todo lo que sigue.
logie platoniciCl1ne y del SI/r I'amonr, hechas por Raymond Marce!, son infinitamente me- ')Yates, pág. 71; ver Aristóteles, De anima, 432, 9a, y De memoria et reminiseciltia, 449,
jores que las nuestras. Si, a pesar de ello, hemos preferido utilizar las nuestras, es porque 31b; Yates, pág. 32.
resultaban más conformes al aparato conceptual empleado a 10 largo de este libro. Las mis- lOYates, págs. 86-103.
mas observaciones son válidas para las traducciones del tratado De gl'heroici filrori de Gior- 11lbid., pág. 112.
dano Bruno que el lector francés tiene a su disposición en la edición de P. 1-1.Miche!e; 12 Publicado en Venecia, en 1533; ver Yates, pág. 115.

I~¡ no la hemos seguido es porque una traducción literal presenta la ventaja de poner en Congestorium, pág. 119, segÚn Yates, fig. 6b en el cap. v.
1.1

evidencia ciertos términos técnicos que las preocupaciones "esti1ísticasdel traductor fran- 14 Rossellius, 77/esaurl/s artificiosae l11emoriae, Venecia 1579, pág. 119v, segÚn Yates, pág.

cés han deformado. En cualquier caso, hay que reconocer que nuestras traducciones de! 119.
latíri' o del italiano, aun siendo precisas, carecen de toda elegancia; y no sabríamos acon- 15 Yates, pág. 130 Y ss.
sejar,a los lectores mejores traduccíones que las que ya existen en francés. En cuanto a los 1<> Publicado en Udine, en 1594; ver D. P. Walker, Spiritual ami Demonic Magicfrom Fi-
de'talles técnicos, deberán remitirse a las obras como la presente para poder entender su cirIOto Campanella, Londres 1958, pág. 141.
significado en el contexto cultural de la época. 17 Ésta es la opinión de Yates, pág. 136.
El tratado De vita .la/la (Il, Opera, pág. 496), de donde proviene este fragmento, está Francesco Girgi Veneti Minoritae Familiae, De Harmonia Mundi .Tot!.us Cantiea Tria,
1X

dedicado (sin fecha) a Giorgio Antonio Vespuccí y a Giovan Battista Boninsegna. Se pu- Venecia 1525.

366 367
I

L
4"Cf. la reciente edición de G. Pozzi y L. Giapponi, HYPllerotomachia Poliphili, Ante-
1"Yates, pág. 155.
nore, Padua 1964.
2" Ibid., pág. 136.
41En 1463, Ficino, de 31Jai'íos de edad, tradujo e! Pi//lalldre atribuido a Hermes Tri-
21Cf. J. Flamant, lvlacrobe, Leiden 1977, pág. 544 Y ss.
"«L'ldea del Teatro», en Tutte le opere, Florencia 1550, pág. 67, cf. Yates, pág.'140. megisto. Por muy precoz que fuera, su f.·una no llegaría de FI<;>renciaa Treviso antes de
1467.
23Ficino, Vita coet., cap. XIX.
4'Yates, págs. 123-124.
"Opera, 11, pág. 1.768.
"Cf. E. Gombrich, «lcones Symbolicae», en Symbolic Images. Swdies itl the Art of the 43Cf. Hyplléroto/llacllÍe, ed. Guégan y Kerver, pág. 309.
H Cf. el comentario de la tesis de J. Flamant (Macrobe et le Iléo-platollis/lle latill, a la .Jill
ReIlaissatlce Il, Oxford 1978, pág. 222, n.o 82, y págs. 158-159.
du IV" siCde, Leiden 1977), en mi artículo ya citado «Ordini e disordini del1e sfere» (cf. tam-
Cf. E. lversen, 17¡e iV/yth of Egypt atld its Hierog/yphs Ífl EuropeQ/¡ Traditiotl, Copen-
2f,

bién nuestra reseña del libro de Flamant en AeV¡111l 11979]). Otros dos fragmentos de la
hague, 1961.
27 E. Garin, Storia del/a Jilt)s(!/ia ita/ialla, vol. 1, Turín 1966, pág. 383. obra de Ficino hacen referencia a la doctrina del descenso del alma entre las esferas pla-
netarias y la adquisiciÓn de vehículos. En su Teología pla/¡íl1ica (XVIII, 4-5), Ficino hace re-
21<«Comp. in Timeaum,>, pág. 27, en A. Chastel, Marsile Ficitl et l'Art, Ginebra 1954,
ferencia a tres vehículos del alma (celeste, aéreo y material), lo que parcce referirse a la
pág. 105, n.o 5.
distinción establecida por Sinesio dc Circne entre un VC/ziCIIIIIIII divillioris allilllac, que cs
?I Th. pl., XV, 13; cf. también Garin, op. cit., págs. 401-402. La tradición de este «ojo
interiop> viene de Plotino, Etléadas, 1, 6, 9. Para Ficino, se trata de un órgano farÚástico etéreo, y un vehículo material, que los animales y los hombres tienen en común (cf. nucs-
tra «Magia spiritualc ...», n. 1(3). Prodo también establcce csta distinción (cf. nuestro 01'-
que se abre hacia arriba (el mundo inteligible).
.••P. O. Kr~steller, Il pellsiero Jilos,!Jico di Marsi/io Ficillo (trad. italiana corregida y aumen- dillc e disordille dcl/e _~fcrc). Esta actitud no cs constante en Ficino ya que en su comcntario
de las Elléadas de Plotino (11, 6) encontramos el fragmento siguiente, muy cercano a 1'1'0-
tada), rlorencia 1953, pág. 218 Y ss.
11Cf. G. Verbeke, op. cit., págs. 498-507. clo, Macrobio y Servius: Ex COI'I1l1litcmlll allillla""s ill Ilostris il/lilllis a Satlmlo COlllclllplatio
"Para la historia de! oClllus spirita/is, cf. H. Lewy, Clwldeall Orae/es ami '11/{'urgy. Mys- calltioqll~ ct collscrvatio di/(IZCIlS il/(lZetl/l', ab j()[Je civilis ct prlldClls potissillllllll .\?lIbCnlalio, a IV/artc
lIIaglwllilllitas Illalol'l1ll1 illi,¡rial'lllllqllc e.'\')Jltltrix, a NlerCllrio illqllisitio qllac/ibet ct c;.:prcssio, a Ve-
licis/ll, Nlagic atld Platotlis/Il El Cairo 1956 (composiciÓn anastá-
itl the later RO/llall Empire,
Ilere charitas ct IlIllllallitas, a Sole IlOlIcstatis Cllra plldorqllc et gloriae stlldilllll vcrioris, a LIIII<l dc-
tica, París 1978, bajo la responsabilidad de M. Tardieu), pág. 370 Y ss.
lliqllC Imllll fJitac Il('{('ssarialll CII/'a ct profJidmtia di/(IZCIlS (Opel'll, 11, pág. 1.(19). El término ne-
33A. Chaste!, op. cit., pág. 147.
Prooel1l. ill Platollis Par/llellide/ll
11 (Opera, 11,' pág. 1.137). Se trata sencillamente de la oplotiniano «vehículo» no figura aquí, pero tampoco aparecen los demonios planetarios
versión latina de una expresión utilizada por jenofonte para designar e! método socrático que sí están presentes en el texto del COlllclltario a El /Jallqllcte. Resulta muy significativo
que, en el libra XVIII de su Teología p/atÓllica, Ficino afirme que no cree en la doctrina del
(paizeill spoudé). Referente a la moda del (~uego serio», en Ficino y sus coetáneos, cf
E. Wind, Pagall Mysteries ill the Rellaissllllce, Oxford 1980 (primera edición 1958), págs. paso del alma a través de las esferas, calificíndola de «f:111tasiade los platónicos». Ahora
236-238. bien, puesto que la expone en sus comentarios tanto de las Elléadas como de El ballqllete
,\5E. Wind los atribuye a su discípulo Juan-Andrés de l3ussi. de Platón, es muy probable que se adhiriera a esta teoría. Lo m;ís sorprendente es ,que ni
J(, Sobre este mito órflco, cf. W. K. C. Guthrie, Orphée et la religioll grecqlle, trad. fran- siquiera la menciona donde hubiese podido tener una importancia notable: en el libro Dc
vita coelitllS colllparallda. Efectivamente, ninguna justificación teÓrica de la magia es más
cesa, París 1956, pág. 253 Y ss.; H. Jeanmaire, DiollYsos. Histoire du ClIlte de Bace/lIIs, Payot,
sencilla que aquella que deriva de la idea de que, durante su descenso, el alma se ha re-
París 1950, pág. 383 Y ss. Y págs. 472-473.
"Herádito, fr. 52. Sobre la interpretación ('órfrca» de este fragmento, cf. V. Mac- cubierto con túnicas astrales que responden a las influencias momentáneas de los plane-
chiaro, Erae/ito, IIIwvi studi Sllll'O¡fiSI1IO, Bari 1922. Sobre la interpretación «iniciática» del tas. Walker (pág. 39) cree que Ficino evitaba esta explicación debido a su carácter heré-
tico: parecía presuponer la preexistellcia de las almas que se encarnan, lo que representaba
juego de Dionisio, cf. Andrew Lang, CustO/1l alld ¡'vlyth (1885), reprad. anastática, Ooser-
hout 1970, págs. 29-44, especialmente págs. 39-41, y R. Pettazzoni, I//Iistai. Saggio di II/Ja
un indicio de origenismo o predestinacionismo. No se puede rechazar la interpretación
teoria storico-rdigiosa, Bolonia 1924. Sobre e!ludus /IlII/ldi, en KarlJasper en particular, cf. de W~lker, pero la ausencia de la doctrina del vehículo del alma en el libro De vita coc/i-
tllS cOlllparil/uia -presentación de afirmaciones t~antes al límite de la herejía- no deja de
D. L. Miller, Cods alld Ca//les, Nueva York-San Francisco-Londres 1973, págs. 163-164.
sorprender.
Sobre la interpretación de! fragmento 52 de Heráclito, de Nietzsche a Heidegger, cf.
G. Penzo, I/ lIichilislllO da Nietzsche a Sartre, Roma 1976. 45Florencia, Biblioteca Nazionale, Conventi soppressi 1, 1, 28. El comentar~o del frag-
38 La Forme el l' Itltel/igible, París 1970, págs. 31-64. mento de Macrobio, ill SOIlIll. Scip., 1, 12, 13-14, se encuentra en los folios 57v-58r del
J9 Sobre la biografia del fraile F. Colonna, cf. M. T. Casella y G. Pozzi, Fratlcesco Co- manuscrito; cf. P. Dronke, Pabllla. Exploratiolls illto de Uses (if M)'t/z ill Medieval Platollislll,
10I1/Ia. Biografia e Opere, Padua 1959, 2 vols.
Leiden-Colonia 1974, pág. 112: A Satllmo CIIilll tristicialll, a IOfJe lIIoderatiMlclII, a IHarte alli-

368 369
,r
71 AI/I. VI, 9, págs. 100-101.
mositatc/Il, a Vmerc wpiditatc/Il, a A1erwrio i/lIl'rprl'frl/ldi possibilitale/ll, a Sale calorem qlli {esl]
72 711. p/., XIV, 7.
etiea, id esl se/Hicl/di vis, difÍI/Ir, a LUlla p/¡yliclIIII IIcfÍpil, q/lOd appeUalllr il/cre/llelllll/ll .
•1(, «Philosophia mundi", IV, 10, en 1'1IIro/,~~illl' LalÍ/lae, t. CLXXII, col. 88, en Dronke,
·Capítulo 111
pág. 171. La misma idea vuelve a encontrarse en d comentario sobre Macrobio, folio SOr,
¡ Es el retrato fisico que hace de él el biógrafo Ciovanni Corsi en su Vita, escrita en
citado por Dronke (ibid),
"Carta a Filippo Valori, el 7 de noviemhre de 1492, en Opera, pág. 888, citada por 1506 y publicada en Pisa en 1771: Statllra .fia adl/lodllll/ brevi, gracili [O/pare et aliqllal/IIII/I il/

Chastel, M. F. et /'Art, pág. 170. Iltrillsqlle illIl/leris gibboso: /il/glla pa/'l/I/Iper haesital/te, alqlle ill pro/alll dll/lllax,lI/illerae S ba/bll-
" Cf. nuestra reseña en Agamben, o}'. fÍI .• P;¡g· 387. liell/e: el IItraqlle sÍ//(' gralia: crurilJ//s, ac braciliis sed praeciplle /I//llIibllS o/J/ol/gis: facies illi obdll[-
la: et </lIae I/Iitel/l ac gratll1l1 adspecllll1l praebe/II COIM Sa/I,~lIilleIlS, capilli.flavi, /lC c,.ispalltes; /It qlli
49 E. Panofsky y F. Saxl, Dii/'ers Mcll'l/r!/(,1i1l /, Leipzig-Berlín 1923; cf. también E. Pa-
SIIperfrolllel1l Í/I altlll/l prol/linebal/t. Aparte de la biografia de Corsi, hay otra escrita proba-
nofsky, T/¡e /!fe atld Art oJ A/brec/¡I Diirl'r (1943), I'rinn,,](on )%5, cap. v; R. Klibansky; E.
blemente por Piettro Caponsachi que existe en una versión larga y una breve (cf. R. Mar-
Panofsky y F. Saxl, Satrlrn al/d lvlelallc/¡o/y, Londres 1%4 ISalllmo y la melal/C<Jlía, Alianza,
Madrid 1991]. cel, Marsilio PicillO, pág. 679 Y ss.). De ahí tomamos los detalles siguientes: Ficino estudia-
50Cf. Ficino, A/Il. VI, 9, págs. 100-101 (Ottaviano). ba en períodos de dos horas; en los intervalos tocaba la lira, para reposar su espíritu
(cuerpo etéreo). Cuidaba mucho su salud porque era frágil. Para reforzar su espíritu, be-
"Juan de Hasfurt, op. cit., folio 4.
52 lbid., folio 22v. bía vino a pequelios sorbos; a cualquier parte donde lo invitaran, llevaba con él una bo-
5.' lbid., folio 22r. tella de su «buen vino de Valdarno» ya que los cambios de bebida no eran buenos para su
54 lbid., folio 4r. complexión. Todo esto demuestra que seguía las recetas expuestas por él mismo en los
tratados DI' vita.
55 Probe/ll<1fa, XXX, 1: «¿Por qué los genios son 111elanc{,licos?». Una discusión exhaus-
'Para la obra de Juan Pico hemos utilizado la reproducción anastática: Ciovanni Pico
tiva del problema ha sido emprendida por W. Miiri, «MdnlcJ¡olie uml schwarze Calle»
.della Mirandolb y Cianfrancesco Pico, Opera onmia (1557-1573). Con IIlIa inlrodllziol/i di
(1953), en H. Flashar (ed.), AI/tike Medizil/, págs. 11,5-1')\'
"Cf. Miiri, pág. 167. Cesare Vaso/i, Hildesheim 1%1), vol. I (que reproduce la edición de 1351e: Opera onl/lÍa
57 De /Ile/lloria et Yi'IIIilliscl'lIlill, citado por Klih:lllSky-I':\llolsky-S.lxl. P:'lg. 119Y ss. 10(/lIis Pici A1iral/dlllae COl/cordiaeqne COlllitis ... ). Para el COlIIl/lento hemos utilizado además
b edición completa de E. Garin (Florencia 1942), b única donde los pas~cs relativos a
SR Teo/. plat., XIII, 2.
5" De vita C<Jel.,1I: Satrlm//s 1/011Jacile WII////////"III .'!~//UiC,1I ///"",,"i gl'//I'ris </IIII/illl/I'III /,1111- Marsilio Ficino no han sido expurgados. Encontraremos una bibliografia pu<:sta a] día so-
bre Pico de b Mirandob en el libro de Henri de Lubac, Pi[ de la Mira/Ido/c. ÓIIl/es et dis-
q//a/ll sorlell/ len Hasfurtius, hoja )(,2r, el texlo oli'ccc 1.1 k, 1\11.1, l'vidcnlt'(I\(:nle l'rr,,(ll'a
C1/SSiOlIS,Aubier-Montaigne, París 1974. En particular, hay una discusión sobre las cir-
atqlleJortl'/Il!, sed llO/Ilil/em ab aliis segregal//m, dil'illlllll, ,,/// bllll'lll', 1",,/1//111."'11 ('XI 1'<'1 11 " misl'-
cunstancias de la composición del COl/l/llelllo, pág. 84 Y ss. (para el texto del COl/nl//'I/lo,
ria I'rcss/IIII.
cf. Opera, 1, pág. 898-923). Cf también el estudio de E. Wind, «Amor as a God ofDeath»,
W Agamben, págs. 6-19.
en Pagan lvIysle,.ies, págs. 152-170, especialmente págs. 154-157.
(" Chastel, 01'. fÍt., pág. 165.
'De Lubac, pág. 85.
(" Kristeller, op. fÍt., pág. 230.
"J Carta a Matteo Corsino, en Tomo Pri/llo dl'III' dil'illl' 1,.1//'1" ,/1'1 ,~I"'I 1\¡,mili •• ¡:ifÍ//,', 1/,1
4 lbid., pág. 85, n." 2.
5 Op., 1, pág. 81)7a-b.
dotte il/ lillglla tosCa/la per 1\;[. Felice PiglillcfÍ se/lese ...• ¡II Vill':~" /I¡'f""s.'" 1 :,11./11'1 ( :1,·/,·/,· d,'
(. lbid., pág. 922a-b.
Perrari, 1546, 14r-v.
7 Edición de E. Carin, págs. 466, 488, 499 Y 559.
Campanella,
lo' en Opere di Giordal/o Bruno e 'J('/IlIIIIISS" 1 ;'lIl1f'''III''''', .1 (II/''' ,/; ;1, (:11 "
e R. Amerio, Milán-Nápoles 1956, pág. 1.053. , El tema de la collcordia discors entre Plotino y los gnósticos (contra los cuales comba-
tió -podríamos decir que por procuración- en sus Énl/éades, 11, 9; cf. nuestro «Vol magi-
.5 lbid., pág. 1.054.
que dans l' Antiquité tardive», en la Revne de l'histoi,.e des ,.el~io/1S, 11981], págs. 57-66, don-
(,(,Freud, Métapsyc/¡ologie, trad. francesa, Gallimanl. 1':\1 í, 1'1/0/\. 1'..,•...' I~ I,
de sólo se presentan los datos esenciales del problema), es uno de los temas preferidos de
.7 Agamben, pág. 13.
Hans Jonas que lo discute en la segunda parte de su Gllosis I/nd spiita/lliker Gl'Ísl (Cotinga
ó8Agamben, pág. 19, citando a Guillermo de i\lverllia, f ¡,' IIl/iI·"I'''. 1, 1,
)954 [La re/Wón gl/Óstica, de próxima publicación en esta misma colección], en realidad,
.9Soren Kierkegaard, EI/ten-EUer. Unfral/I/II/'1/I" di "illl. 11':"1/1,, 1",111.011.,/1" ,1, A ' ,,'
tese, vol. 1, Milán 1976, pág. 74. [Traducción de: I)el/lclii" (:/lti'~I¡('~ It 'v' '''. I ./I"fl.·, ,
se trata de la primera parte del segundo volumen de la obra que nunca se continuÓ) y en
algunos otros estudios publicados más tarde. Sin embargo, nos confiaba en 1975 que ya
téticos 1 (Diapsáll11ala. El Erolislllo /l/lIsical), Editoriall.ibr\'l'í., Ál\",,¡. r'v\ 0111" 1""1. I
no se siente con fuerzas para realizar su su6ío de juventud donde iba a demostrar que
70 Chastel, pág. 168.

:170 371

L.
-

pág. 155.
. , ¡bid.,
Plotino era el continuador metafisico de los gnósticos. En el excelente libro de J onas, La
.\1 G. de Ruggiero, RillascilllCl/lo, R.ifOJ'//Ia C COl/tror[fim/la, Bari 1966, pág. 454.
re/igioll
gl/oslique, que apareció recientemente en su traducciÓn francesa en Flammarion 31 Las obras italianas de Bruno fueron editadas en tres volÚmenes por G. Gentile y
(1978), se suprimió la parte que habla de Plotino (cf nuestra resei1a de la traducción ita- V. Spampanato: Opere ilalia/le (1: Dialoghi IIIct,!fisici, con notas de G. Gentile; I1: Dialo.~[¡i
liana de' Cuoslic Religiol/, en Aevull1, 11976]). Sobre las analogías entre la mitología gnÓsti-
1II0rali, con notas de G. Gentile; III: Cmule/ario. COlllllledia, con introd. y notas de V.
ca y e! pensamiento de Plotino, podemos leer el estudio sutil de H. C. Puech, «Position
Spampanato), Bari, 2.' ed., 1923-1925. Es la ediciÓn que hemos utilizado. Los diálogos ita-
spirituelle et signification de Plotin», en El/ quCte de la gl/ose 1: la gl/ose el le lelllps, Galli- lianos han sido reeditados en un volumen, segÚn la edición de Gentile, por G. Aquilec-
manl, París 1978, págs. 55-82. En cuanto a la tesis de C. Elsas, comentada y aceptada en chia, Florencia 1958, varias reediciones sucesivas. Para las obras latinas hemos utilizado la
nuestro artículo citado .wpm, hay que saber que los adversarios de Platino EIII/. 11, 9 Y los
reimpresión anastática de la ediciÓn nacional de Tocco, Vitelli, Imbriani y Tallarigo: Jor-
uiri I/ol/i del polemista cristiano Arnobe, en realidad, no son más que la misma gente agru-
dl1llÍ Bnl/lo Nolalli Opera Lalil/e cOl/s[/'ipla. Paksilllile-NClld,."ck da AlIsgabe, 1879-1891. Drej
pados alrededor de! discípulo de Plotino Amelio, que no podríamos suscribir ciegamen- Bii/lde il/achl Teilel/,Sttutgart-l3ad Cannstatt 1961-1962. También hemos consultado para
te. En esencia, los adversarios de Plotino profesan una doctrina que tiene los rasgos del
los diálogos italianos, la ediciÓn (incompleta) de A. Guzzo, Milán-Nápoles 1956. Para e!
gnosticismo valentiniano: creen que e! mundo y su creador son malos y que la misma al- diálogo De gl'heroici filrori, también hemos utilizado la edición de F. Flora, Turín 1928 y
ma del mundo ha sufrido una caída; para el mismo Plotino el creador del cosmos sÓlo
la de P. H. Miche!, París 1954 (con traducción francesa) [Los [¡eroicos.fllrores, Tecnos, Ma-
puede ser bueno, el cosmos necesario para la perfección de todo y e! alma de! mundo por drid 1987J. La bibliografia sobre Giordano Bruno es inmensa. Podemos hacemos una idea
encima de cualquier vicisitud. Sólo las almas individuales decaen. De todas formas, el es-
con la Bibliogrqfia di Ciorda/lo Bn/l/(J (1582-1950), Florencia 1958, escrita por V. Salvestri-
quema plotiniano de la procesiól/ del Ser (lo que se llama el «esquema alejandrino»), que ni (y sus suplementos). Hemos consultado muchas obras; después de una larga reflexión,
es al mismo tiempo un descenso gradual de! Intelecto hacia la materia, viene de un pro-
parece que Jas obras realmente importantes sobre Bruno no son numerosas. Aquí citamos
ceso de dellolllció" (término que pertenece a Hans Jonas) que es típico de los sistemas gnÓs-
algunas: Luigi Firpo, Il proccsso di Ciordl1llO 13,.,,110, Nápoles 1949, una excelente -pero in-
ticos «sirio-egipcios».
completa- reconstrucciÓn del proceso de Bruno; Antonio Corsano, 11 pCl/siero di C. B .
•Am., VII, 13.
l/e/ SI/O svo!gillle/llo slorico, Florencia 1940, una obra que, aunque Útil, descuida sistemática-
10 Cf. Kristeller, Il pel/sicro jilosqfiw, pág. 210. Pico re toma esta fórmula ficiniana en su
mente el pensamiento mágico y la mnemotecnia bruniana; este mismo defecto también
COI/I/lICIIIO, págs. 909b-910a.
es visible en los intérpretes más antiguos de! nolano: Erminio TroiIlo, La./ilos(!fia di C. B.,
11 ·nl. p/., 1Il, 2; segÚn Kristeller, pág. 102 Y ss., ese pasaje ficiniano se apoya en Plati- 2 vol., Turín-Roma 1907-1914, y Ciordalw B,.,,1I0, Roma 1918; Giovanni Gentile, C. B.
no, EI/II., IV, 2, 1.
e il pellsiero del Rillascil/lelllo, Florencia 1920; Leonardo Olschki, Giordl1lw Brlllw, Bari 1927;
12 T[¡. 1'1., XIV.
Edgar Papu, Ciordl1l/(J Brlllw. Vila si opera, Bucarest 1947; Bertrando Spaventa, gÍlll1sci-
11. pág. 901a.
IJ COI//Il/elllo,

pág. 901b.
" [bid.,
1,
I/ICIllo, Riforllla, COlllmrifomll1, Venecia 1928; Augusto Guzzo, ¡
dl/loghi di C. B., Turín
1932, etc. Encontraremos datos importantes sobre Bruno en la obra de P. O. Kristel1er
¡; [bid., lIl, 10, pág. 919b.
(Eighl Philosop[¡ers '1lhe Italiall Rellaissl1llce, Stanford 1964) Y en la de E. Garin (La él/ltllfa
De Lubac, pág. 3D8, n.o 1, aparta esta hipÓtesis: «Una obra tan importante no pue-
ilalil1llO, Florencia 1<)(, 1 Y Storia del/a filosqfica ilalialla, vol. 111, Tu-
1<,

.filosqfica de/ RillascimClllo


de explicarse, en todo caso, por motivos de este orden». rín 1966). La obra de Nicola Badaloni, La./ilosq/ia di Ciordal/o BrtIllO, Florencia 1955, es de
COIIIIII., pág. 920a.
17
inspiraciÓn marxista directa; de inspiración indirecta e! líbro de Hélene Védrine, La COI/-
[bid., pág. 919b.
ceplioll de la lIall/m chez C. B., Vrin, París 1967. También es muy importante el libro de
IH

"De Lubac, págs. 325-326.


F. A. Yates, Ciordal/o Brl/llo alld Ihe Hennelic Tmditiol/, Londres 1964, sobre todo comple-
¡bid., pág. 325.
tado por sus observaciones sobre Bruno contenidas en The Arl rif MelllOlY y, más re-
111

11 ¡bid.
cientemente, en Aslraca. El mérito incontestable de la Sra. Yates es el de haber integra-
11 COIl1I11., pág. 92la.
do la obra de Bruno en su propio contexto cultural; por primera vez en la historia de la
[bid., III, 10, pág. 921a-b.
filosofia moderna, ya no se veía como e! precursor torpe, grotesco y «bacántico» de! pen-
13

IIJid., III, 8, i/, Slal/za, IV, págs. 915b -917b.


samiento moderno, sino como uno de los grandes representantes de! pensamiento rena-
14

15 IIÚd., pág. 916b. centista. Se trata, en e! fondo, de aplicarle categorías diversas y de usar las medidas de otra
1<, [bid., 917a.
época, y los historiadores de las ideas nunca estarán lo suficientemente agradecidos a la
17 ¡bid.
Sra. Yates por haberles explícado pacientemente la diferencia. Eso no impide que aplique
"¡bid., pág. 910a.
la etiqueta de «hermetismo» a todas las doctrinas de la Antigiiedad tardía, donde el «her-
2') Cf. Wind, op. dI., pág. 154.

373
.\72
metismo» se utiliza, pero que no son, en absoluto, de origen "hermético». Las citas en el IIlclteriale pnncipitlln S//II1IIIcl/ll <Id virfllte/ll pariter proxinl//ln esse atq//e <Id viti/llll potcs agnoscere
texto y en las notas siguen las ediciones de Bruno mencionadas al principio de esta nota. (22). H//II[ alllorelll 01ll1li//11I affict///lI/I, st/ldio/'/ll1l et ajfect/lltl pare1ltel1l (q//i proxilllc allata ca/lsa
El pasaje que se refiere al interrogatorio del 30 de mayo de 1592 es reproducido por Gen- gClllilll/S est) daelllonelll lI1agl/lll1l appellavit a/ltiq/litas, q/lCIII si tibi a,{fabre c(>t/siliaveris, Ollllli pro-
ti]e, Op. it., 11,pág. 211, n. 1. Cl/I d/lbio tlil tibi s/lperent d[{ficile. ltaq//e, pro/lt cxpcdit, explicavi/ll1ls, 1II/lIc q/lasi pcr arte/ll 1IO/I
.1.\ Estos datos biográficos son incontestables. Aparecen en casi todas las obras citadas sol/lll/ rC/'////I IlIellll>rialll, sed ct veritatelll <ltque sapicllticllll per ullivcrSlll1/ h//lllcl1lalll possis asscqllÍ
SI/pra, n. 32 . (23), Bruno no niega que la emotividad abra la vía a l~s costumbres más nobles así como
.\1). R. Charbonnel, L 'Éthiql/c de G. B. et le dellxicllle dialoglle dll SpacfÍo ... COl/tributiol/ a las más perversas, sin embargo, es de la opiniÓn de que todas las emociones -incluso las
a l'étllde des cOl/ceptiol/s lIIorales de la RL'IIaiss(1Ilce, París 1919, pág. 35. que podríamos consíderar negativas o inmorales- son f..1vorables a la mnemotecnia.
.15 lbid., pág. 276. '"1'. H. Michel, segÚn Sellers, está seguro de que el impresor fue John Charlewood .
.l(, Henninger, art. citado, pág. 44. Cf. prólogo a Giordano Bruno, Des fl/rellrs héroi'qucs, BeBes Lettres, Paris 1954, pág. 8 .
.17 Cf. la observ~ciÓn de Keller, en Le Solei/ a la RL'IIaissallce, págs. 63-64. Sobre e] em- " Yates, pág. 184,
píreo Infinito de Digges -idea que, en e] fondo, sÓlo era en ~Iguna forma tradicional-, 52 Ascl., IX; cf. Ficino, Op., 11,pág. 1.865; Bruni, Op. it" 11, pág. 180.
cf. también Debus, op. cit., págs. 87-88 . 5.1 Op lat" 11, 2, pág. 133; e1 pas;ue entero dice: Prill1llS praecipuusque pictor cst phcllltasica
.1, Cf. Keith Thom~s, Re/(<.:iol/ (lIId the Dedil/e of Magic, Harmondsworrh 1978 (1971), vir/us, praccip"us prilllusque poi'ta eSI i1l cogitatilJae virtl/tis adp//Is//, /le! co/laflls /lcl i/lditus 1I01Ji-
pág. 412. Sobre John Dee en general ver Peter J. French, )01111 Del'. The ¡Vorld <?! <111Eli- tcr q//ida/ll wtll//siaslllus, quo /lel divino /lel huic silllili quodalll a.ffiatu ad couvelliCllter aliquid prae-
zabethall Maglls, Londres j 972. s('l/talldulI/ c."((ogitatullI wllcitalltur. Idelll ad ut/'/lll/que proxill/I/II/ est pril/cipiul//; ideoq//e philo-
.\')Op. ci/., 1, pág. 21. sophi SclIlt quadallll/lOdo pictores a/que poi'tae, poi'tae pictores et philosophi, pictores philosophi ,.t
40 lbid.; cf. De docta igl/oY<1I1tia, 11, págs. 11-12. portal', 1I/lItl/Oq/le ven poi'tac, veri pi[tores et veri philosophi se diligutlt et adl1lirallt/lr, I/On est e/lilll
11 Op. fÍt., 1, pág. 92. philosopll//s, lIisi quiJillgit et pillgit, 1II/lIe 11011telllere ill/ld: «illfelligere est plwlltaslllata speCl/lari,
42 P. R~mus, De re/(¡;iol/e christial/a, ed. de Francfort 1577, págs. 114-115, citada por y~- el illtelle(fIIS est ve/ phclllfasia /le/1I011 sille ipsaJ>; 11011est pictor lIisi q//odall/lllodo fi/l,<.:at et lIIedite-
tes, The Ar/ (!f Mm",ry, pág. 237. tUl'; et sille quadcll/l /IIeditatiol/e atque pict/lra po¡;(a 11011esto Phalltasiall/ e~!t0pictorelll, «~!(itatitJclIlI
n Yates, ibid., págs. 234-235. poi'tal//, rati'>1lelll philosopll//l1I prilll/IIII il/te!I(!(ito, qlli quidell/ ita ordillalltur et wpulalltur, lIf a(-
"lbid., pág. 237. tI/S wlIseq¡len/is a/¡ act/l pmcccdellfis llOlI absolvatur.
15 lbid., pág. 261. 54 La Sra. Yates, pág. 253, traduce así esta expresiÓn: «comprender significa especular
4" Cf. sllpra, n. 38. con los f..1ntasmas». Pero e1 verbo speCIIlari, en la expresiÓn illtell(<.:ere est phantasl/la spcCl/la-
17 Yates, pág. 266 Y ss. ri no podría tener otro sentido que el de «contemplar, observar, miran>. Efectivamente, e1
"Citado por Yates, págs. 277-278. intelecto comprende mirando los f..1ntasmas proyectados sobre la pantalla del sentido in-
")G. l'erkins Cantabrigensis, Aflfidicsolllis, Londres 1584, pág. 45, citado por Yales, terno.
págs. 274-275. En el fondo, Perkins tenía más razÓn de lo que la Sra. Yates creía; es cier- s; GOll1brich, op, cit" pág. 123.
to que en la obra de Pedro de Ravena, se trata de una práctica del todo inocente (CI",si 510 Se trata de G. Agamben. En el contexto de1 diálogo, cf. John Charles Ne1son, Re-
der~ que la imagen de un viejo amor es especialmente apta para ser registrada por 1" n,,· lIaissallce Theory of Love. 77le COlltext of Giordallo Br/lllo's «Eroici furori)), Nueva York 1958.
moria, gr~cias a su c~rga emocional). Sin embargo, en Bruno, la técnica asunle U" <,a1';'''', "1 Habrá que convenir que el título Fureurs héroi'ques recuerda el nombre de1 síndrome a/llor
sistemático; como prueba tenemos este pasaje extrem~damente inten:sal"e del S,:~ill", si hereos o heroyCIIs, Sin embargo, e1 significado de la palabra «héroe» en la obra de Gíorda-
gillorlllll (01'. lat., 11, 2, pág. 1(6): Excitel/t e~!(o, qllae collli/I/llte discII rs 11, ,.,~!(ill/li,'",' /;,,'i'II/" no Bruno -por lo menos en el contexto de este diálogo- no es e1 significado neoplató-
phal/tasil/ lI",vellt a,{fertlllll, ql/ilmsql/e ze/l/l1tes, COl1tL'lllllel/tes, I/II/,lIl/cs, "dimll's. 111",'1,'11/1'1,,:,1/1 nico corriente (un ser entre-mundos, un alma superior desencarnada, una especie de de-
dWles, adllliral1tes, et ad SeI1SII11111
tmtillllll1 referel1tes, Cll/II zcli. (,,"lml/,ll/s. ,//II,.,i" ",lIi, 111""'" monio). Por el contrario, e1 "héroe» de Bruno es, aquí, un personaje humano que puede
ris, gal/d;i, ad//liratiol1is et s(/'/Itil1ii specie/ms, CIIllllllelllllrilllll,lI' rl'iji,rrtll" ,://,illll/', /'""" 1.'/11""" manipular a su gusto a los f..1ntasmas y, gracias a ese procedimiento a ]a vez mnemotécni-
atql/e vehell1elltioresforlil/s cO/lScqllCfltia ql/adalll atqlle I'c!tm/('II/il/s ;/11/1/;1/111111
(,~1). //,/\ "'/1, 111 11 co y mágico, puede elevarse hasta el conocimiento del mundo inte1igible. El «furor he-
¡'el t¡Ja ve! reí wl1cil'imdae l1atl/m 1/011 ac!ferat, il/dllstrill ,.i/"I 't/);",I/\. /1/ im" "";111 ,'1"'''''''''' 1/1 roico» no es pues un síndrome atrabiliario, sino un~ f.1Cultad especia] que consiste en la
d,,/I/ lid optimos pessi//losql/e mores vialll aperit, st'l! el "d ill/l'll(~I'/I/¡'II/I ,'1 ('11'''11111111 /"1 1"'111111'111 canalizaciÓn correcta de la emotividad. Los que la poseen son los «violentos» (cf, s//pra,
.li,.r; ¡,,>tcst) 0111lli//1II pro virilJ//s eÍ//sdelll <I[ti"ila/,./II. (."'/llil/llo/lIl1 h,." ,/11"'/1"'1'1111 ,/ .,,1/1, , '11/1 n. 49), capaces de un amor y de un odio intensos que estimulan su imaginaciÓn y su me-
hll.'· /lnJ'"IJtior cst ¡¡bido el ira, ."tI,! drli"iorcs; ('/c.\' ;;.•i1/'1II ¡lIli'''\I 11/11,.,/11'\ .1 .IIl1d"/, ti/TUl/l. 'It, moria. EBos son los que pueden convertirse en «héroes», es decir, conquistar este acceso
I,i.,,\', .IIt1 si Se' se I'crtdll1 qlln di!';1111,\' ('os .~\!'" /1111(1/ 111./"" "'1/\, "/'/'U"" /1 ""/11 ,.': 11.11'1 ,,/1/ 1,/.,11 al mundo noético que los «santos» obtienen por gracia divina. El héroe se opone al san-

"/1 375
-- ~

Olschki, págs. 96-97; Spavena, págs. 224-225; Guzzo, págs. 153-155; Garin en Medioevo e
to y, para Bruno, es preferible ser un héroe que un santo. Por eso el título de FI/rel/rs hé-
Rillascilllelllo, Bari 1954, pág. 198 Y 210-211; Papu, págs. 98-100; Badaloni, págs. 54-63, etc.
roi"ql/es no tiene nada que ver con el amor /¡ereos.
~~Scialto du/li lIodi de' pertllrbati seusi; ]a expresión que se parece a la del polemista cris-
'7 Cf. nuestro artículo «Le volmagique ... », ya citado.
tiano Arnobe (siglo IV), liberali e Ilodis ule/lzbroralll, parece remontarse a los ame/es ehaldai"-
'HR. Mondolfo, ¡:(~lIYe e idce del1afilos,~fi.¡ del RiJlasci/Jlc/IfO, trad. it., Florencia 1970, pág.
ques de Julián el TeÚrgo (cf. nuestro artículo «Le vol magique ... »).
73.
,,<. Es la interpretación de 1a Sra. Yates, Thc Art (!f MCII/Ory, págs. 258-259. Se refiere al
"1 E. Garin, La ,.,i/II/ra .filos~fiea, pág. 703.
S(~il/I/S sigilloflUII, Op. lat., Il, 2, págs. 190-191. En este pas~e, Bruno. habla, efectivamen-
," G. Gentile, C. B. c ilpellSiero del RjJl.1SeimCl/lo, pág. 9l.
te, de santo Tomás, de Zoroastro y de san Pab]o, pero no afinna ser como ellos; los po-
'01Cf. V. Spampanato, L' aJllipelrare/¡ismo di CiordaJlo BruJlo, Milán 191)0.
ne como ejemp10s de personas que han alcanzado la forma suprema del éxtasis, aquélla
(" Cf. H. 1'. Duerr, Tral/mzeit. Ubcr die CreJlze zwisehC/l H/ildHis (/Jld ZiIJi/isalioJl, Franc-
donde la illlagi/lata/l/ coe/¡/111 (el mundo inteligible tal como lo imagina el operador en el
fort 1978, pág. 73.
curso de su práctica de manipulación de los f:1ntasmas) corresponde a la realidad trans-
(,' A. Sarna, «La genesí degli "Eroici furori" di G. B.», en CioY/lalc critico de/la.filos,!fia
cendental. Sin embargo, dos páginas más adelante (pág. 193), Bruno parece referirse a sí
italial/a, I~oma 1920, págs. 158-172; cf. también el prefacio de F. Flora en su edición de
mismo cuando escribe: E¡¿o 1'11/1/,qui li/l/el a corporcis, '1Il/Ilql/al1l difJil/isjil/'sse collil/llrllllu.faci-
Dc ,~I'IIeroici.li/l"(J/"i, pág. xx que aprueba la interpretación de Sarna.
le credideri/l/; verc ellilll sapiclIs et I/irtl/osl/s, (/ItIl dolorelll I/,J// sel/tiat, est peifeete (l/t praeselltis vi-
,,' Cal/delaio, Comedia del BruHo NolaJlo, Academido di /Jli/la Acade//lia, detto il Faslidito. b/
tae rOllditio .fare potest) beatlls, si re/l/ ratiollis o(/llto velis aspicere. Eso explica probablemente
Par(~i, Appresso CI/g/ielmo Cil//im/(1, Al SegJlo dc I'Amicizia, 1582 (al'. il., III, 1923). El hé-
su indiferencia delante df su condena a muerte.
roe de la comedia, un pintor (inculto) llamado Gioan Bernardo, ha sido identificado por
7" Cf. S. Lunais, Reeherehes Sl/r la LIII/e, 1, Leiden 1978, pág. 122 Y ss.
Spampanato (pág. XXXII) como el pintor napolitano Giovan Bernardo, alumno de Andrea
71 Cf. F. A. Yates, Astraea. "l11l~I/l/perial Thetlle il/ the Sixteellth CCl/tl/ry, Londres-Bos-
Sabatini, activo hasta 1600 y célebre en su tiempo. Sin embargo, no habría que descuidar
ton 1975, pág. 85.
el hecho de que Gioan Bernardo es el anagrama de Giordano Bruno y que a éste le gusta
n Cf. nuestro artículo <<lnter lunam terrasque ... Incabazione, catalessi ed estasi in Plu-
definirse como ('pinto!"», un pintor filósofo y poeta, en el que la tela es el pneuma y los co-
tarco», en: G. Piccall1ga (ed.), l'emlllitas. Stl/di il/ Ol/Ore di A. Brclirh, Roma 1980, ahora en
lores los 6ntasmas. Hay que precisar, además, que Bruno acepta sin comentarios, en sus
el volumen Iter il/ Silllis, 1, págs. 53-76.
obras de magia, la misma escolástica ficiniana de la que se burla en Calle/elaio. Bastará citar
7.1 Cf. J. Festugiere, La l'hilosophie de I'a/l/Ollr de J\1arsile Picill et .1011ÍI!//l/ellce Sl/r la litté-
aquí esta defmición del espíritu (T/¡eses de Magia, XII, al'. lat., III, pág. 4(2): AJlil/laper se el
ralllre ji"ill/faise al/ xvr siCele, París 1941.
i//lll1ediate 1")// esl obligala corpori, sed lI1edial/te spiri/ll, 1/(11'est Sl/bli/issill1a ql/ada//l sl/bslal/tia cor-
"Cf. Magel~die, La Po/ilesse I/Iolldoil/(~ et les Illéories de /'llOl/lleteté {'I/ Prallce illl x VIl' sÍl)-
porea, ql/ae ql/odmlJll/odo media iJller sl/bstmltia//l al/i//lale//l est el clelllelllarelll; ralio vero islil/s I/C-
de, Slatkine, París 1925, s. a., vol. 1, pág. 271; Émile Picot, Les Praillfais ita/iallisallts al/ XV
XI/S est, ql/i ipsa Jl,lI/ est o//ll/iJlo· Sl/bstaflfia illllllateria/is. Y también esta definición del espíritu
sÍl)c!e, París 1906-1907,2 vol.; E. 13ourciez, Les Mr{!//rs polies el la littératl/re de eOl/r .101/.1HCl/ri
universal págs. 408-409): Et ex haYlI//I ren//I/ experiel/lia,
(De ¡\;I,\~ia, ibid., aliís praelerlllissis /"ll-
n, Slatkine, París 1886.
tiol/il)//s, I/lal/![csllll/l est OJllllell1 al1illlal/l et spiritl/III /¡abere ql/a/lda/l COl/tilllwti'J/lel/l (1/1/1spirilll//I
75 Cf. G. Weise, L'ideale ('roico del Ril/asci/l/ellto e le sae pre/l/esse 1/II1tl/lÍstirhe, NápoJes
Il/lifJersi, I/t /101/ .1011/111ib¡ il/te/ligalur 1'.1.11'
et i/ldl/di, ubi sel/tit, ¡Ibi viv!fieat, sed elialll el i/II1/1ellSl/l/l
1%1, vol. 11, pág. 104.
per SI/i11/1 esseJllia", et substal/tia//l sil dijJilsl/s, I/t //II/Iti Plalol/icoYll/1/ el Pytha¡¿oricorulll sel/SCYll/lt
7(, /bid., págs. 52-103.
/ ... J. Porro al/i/I/I/s ipse (1/111sua fJirtute praeseJls est ql/odall1l11odo uJliverso, utpote ta/is Sl/bstaJllia,
77/bid., pág. ¡05.
ql/i1e 110/1 est i/le/I/sa corpori per ipsalll vipe/lti, ql/all1vis eidell1 obl(~ata, adslricta, Itaql/e eertis /"('/110-
7' /bid., pág. 49.
tis i/llpedill1el/tis, stati//l sl/bitoql/e praese/ltes /¡abel species rOlllotissilllas, ql/ae l10H per 1II0tl/lI1 illi (0-
'" /bid., pá~,'·s.76-77.
/1 il//lgl 1/1t I/r, I/t /11'//10 i/lficiabifllr, e~~o et per praeseHtialll ql/a/ldall/. (Pero cree, por ejemplo, que
'" Cf. H. Champion, Histoire poétiql/e dll xvr sice/e, París 1923, vol. 1, pág. 167, citado
se puede trasplantar una nariz nueva y que el trasplante tiene éxito por la virtud del ahm.)
por G. Weise, Il, pág. 45. J. Festugiere achaca este fenómeno a las traducciones de las no-
,,' Jacques du Fouilloux, La Vél/erie et I'adolesee/lse, editado por Gunnar Tilandcr,
velas cortesanas de la Edad Media: «El éxito fue tan grande que, de nuevo, [as Cortes de
Karlshanull 1967. Aparte de las muy numerosas ediciones francesas que se sucedieron sin
alllor se instituyeron alrededor de Francisco I y de Enrique n, con el código de las bellas
interrupciÓn hasta 1(,50, la obra se tradujo al alemán, al inglés y al italiano. Con freclIl'll-
maneras y toda la jurisprudencia amorosa tan querida por las damas de la Edad Media»
cia imitada, cayó en el olvido después de la publicación en 1655 de la Véllerie royale di'
(pág. 3). En cuanto a G. Weise, no establece la relación genética y sin embargo eviden-
I~()bert de Salnove.
te entre el platonismo ficiniano y la poesía de amor francesa del siglo XVI.
(1, Complaillte du mI a /uoI/siellr dl/ Fouil1ollx de Guillaume Bouchct, págs. 180-1 H.\, Ti
" Yates, Aslraea, pág. 52.
\.,nder.
Ibid., pág. 77.
'" A este soneto se le han dado numerosas interpretaciones. SÓlo citamos ;dgllll.I\
M2

376 377
I
,.·tl

g3 lbid., pág. 73.


rewllda, pia, Iniscricors, el i¡¡(emerata. laCIIlatrix, honesla, allimosa venatrix, YI;¡;ina cacli, malliul1l
"lbid.
gllbernatrix, dea IlOctis, rectrix clcmelllo/'/IIIl, lerra 111Itrix, allil1lanlium lactatrix) l1Iaris domilla, ro-
gS lbid., pág. 78.
ris /l/ater, ai'ris Ilutrix, CIIStOS llelllo/'/tl11, sylvarlll1l domillalrix, lartari dOl1lilrix, la/varu/l/ potentis-
g6 lbid., pág. 76. sima illsectalrix, coIISorsApollinis (pág. lHH). Observaremos que se trata de una verdadera le-
g7 lbid., págs. 76-77.
,g lbid.
tanía sobre Diam, al estilo de las letanías de la Virgen. Como Bruno ya había inventado
en 15H2 este culto a Diana, no podía hacer otra cosa que regocijarse cuando encontró en
lbid., págs. 94-96.
[ngl~terra a toda una escuela que veneraba a la misma diosa. Ésa es la razón por la cual el
H')

''''La Iglesia lunar (y e! Cristo solar) representa una tradición cabalística (cf F. Secret,
diálogo De gl'heroici jÍIYori no puede interpretarse simplemente como una alegoría de la
en e! Soleil la Rcnaissancc,
el pág. 225). reina Isabe]; entran en juego otros significados más sutiles. (Cf. también el arto citado .1/1-
"Bruno, Op. it., 11, pág. 479, n.o 1 y pág. 481, n.o 1. Sobre e! simbolismo de Circe, cf pm, n. 91.)
ahora mi artículo «Giordano Bruno tra la Montagua di Circe e il Fiume dalle Dame Leg-
giadri)" en: A. Audisio y R. Rinaldi (eds.), NIontogna e lelleratura, Turín 1983, págs. 71-75. Capítulo IV
La figura de Circe es muy importante en ]a nmemotecnia bruniana. Aparece por ]0
'!2
'Cf. nuestro artículo (,Magia spirituale e magia demonica», IJ. 118.
menos cuatro veces. En primer lugar en el S(¡;illlls sigillorllm, 30, Op. lat., 11, 2, pág. 171: 2 «amado», y anlllllS, "amante», son dos términos genéricos que incluyen a los
AlIIatlls,
A Circaeis demlllll vduti powlis absti/le/ltes, cavealllus /le animus a sell5ibilibus specieblls illectus) dos sexos. Ver sllpm, n. 73 del cap. 111.
ita sui il/ ipsi jÍxioncm faciat, ut intell(¡;ibilis vitae prÍlJetur dilitiis, vinoque affectllum corporeorum
.\Los héroes son unos seres pneumáticos superiores a los demonios; ver cap. VII, 1.
et vulgaris authoritatis [' .. J ebrius, perpetuo il/ praesllmtuosos, ignorantiae domicilium titubando
Sobre el rosacruz, se puede consultar, con prudencia, la obra (correcta en sn parte
4

pernoctct, ibidemque turbatae phantasiae ve/ut insol1lniis cxa,¡;Úatus, amissis connatis alis intclligen-
histÓrica pero muy genérica en el resto) de Pau] Amold, La Rose-Croix et .les rapports aLJec
tiac, promet et Protei contemplatus vultum, nunqual1l concinue formatam) iu qua couquiescat, spe- la Fmllc-Nh/(olllleric. Essai de SYIII/¡('se /¡istoriqlle, París 1970, y sobre todo F. A. Yates, La 111-
ciem inveniat. Ésta representa además la explicación de la figura de Circe en De ,¡;l'heroiei lIIihe des rose-croix, trad. fl"ancesa, París 1978, que también es bastante genérica. En cuan-
.furori. Es cierto que puede tener otra función, técnica, en el conjunto de! arte de la me- to a la paternidad de los manifiestos del rosacruz, no cabe duda de que fueron redactados
moria bruniano. En la Triginta sigillorum Explicatio (ibid., págs. 148-149), da el nombre ;1
por el círculo de amigos de )ohal1n Valentin Andreae, y que él fue e! cerebro dd grupo.
uno de los «sellos» -que son disposiciones espaciales de los fantasmas y, probablenlcll!(', s ni eses de I\iJIl,¡zill, t. l.VI, Op. lal., 111,pág. 491. La expresión daelllol1 IIli1gllllS viene del
figuras de meditación al mismo tiempo: Circaeorum campofl{m, hortorul1l et autro/'IIIU, I'i(¡'si-
COlllentario a El banqllete, de Ficino, y ha sido transmitida a consciencia por toda la tradi-
l1lisexli viddicet sWlii, explicatio. Los cuatro campos representan las cuatro cualidades (';1_ ción ficiniana, desde Juan Pico.
]iente-frio-seco-hÚmedo). Sigillum istul1l hoc iu aen(¡;l1late quandoque illl)llielli'ÍlII/ls, ;\Ibde "Cf. Edgar Morin, Le )Jarad(¡Zllle perdll: Senil, París 1973, págs. 12(,-
la I1lllitre hlllllaille,
Bruno. Circe aparece por tercera vez en las Am(¡;ma et Paradigma que abren el ;Irs lirn'is 140, e I. P. Cu1ianu, «Re1igione e accrescimento, del potere», en G. Romanato; R. c.
alia, que sigue al Ars NIemoriae y al Ars Brevis, integrados en De Umbris idellm, dedicado ;1
Lombardo y 1. P. Cu]ialJu, Rcl(¡;iol1e e potere, TnrÍn 198 1, págs. 173-252, y más especial-
Enrique III (Op. lat., 11,pág. 170-172). El significado de Circe aquí es elmisll10 quc en el mente págs. 1H2-1H5.
«se]]o» 26 de los xxx sigilo Explicatio.
Bruno reacciona aquí contra las teorías renacentistas de la be]]eza segÚn las cuales la
7

belleza consistiría en cierta proportio de las partes del cuerpo (Firenzuola ete.). Les opone
Coge potem Circe suecos tibi in atria septem
la idea de una be]]eza que sería una categoría subjetiva que depende de ciertos datos trans-
Quaeque .lit et species in genus acta suum.
cendentales. En este septido, se limita a seguir la línea de Ficino y otros platónicos rena-
centistas, sin insistir, sin embargo, en las correspondencias astrológicas que determinan la
Hi/lc mediea Circe brei'issimo levique studio memorial' ill5criptas atlixIIs 11<l("'1sillll,liriulII "//1_ atracción entre las personas.
I/iu/II qualitates, et qllalitatUlngradus (pág. 171). Finalmente, Circe es el pnson;\j, .. prillci¡¡;¡[
Sobre ¡as prácticas taoístas, cf. Henri Maspéro, «Les procédés de "nourrir le princi-
H

en e! diálogo de! Cantas Circaeus (ad eam mcmoriae pmxill/ ordilllll/lS <//111/11
i/'St' IlIdiei'¡/'ÍIIIII "/'.
pe vital" dans la religion taoi'ste ancienne», en Le TaoÚlIIe et les rcl(¡;iolls chinoises, Galli-
pellot). Ad a.ltissilllllm principelll Heuricum d'Ango/llcs/l/c /1I1(¡;II/1I/1 (;IIllillllllll 1'/'ÍOU·I/I. ill 1''o
mard, París 1971, págs. 467-5H9, y Robert van Gulik, La LJie sexllelle dans la Clline allciCl/lle,
vincia regis 10cumteI/CI1tcm ... Parisiis, Apud A(;¡;idi/llll Cillill/II. "ill S. 1""/lllis 1,'¡{I'/(III<'II~is, (111) trad. francesa, Gallimard, París 1971.
trium coronarum Sig'lO, 15H2; Op. lat., I1, págs. 17")-210). Es!1' 1',IS;~Ít' ,kl &\1"/-",, 1'11111't;ill'"
'Cf. M. E1iade, Le Yo,¡za. Imlllortalité et liberté, Payot, París 1977, pág. 253 Y ss.
y Moeris es muy interesante porque caracteriza ;1 I;¡dios;! 1);;111., d,' l., I'II'¡'" III.IIIt·,'f¡ 1)" W Cf. A. Coudert, «Some Theories of a Natural Langnage from the Renaissance to
sible: Te appello; Quam Hecatell, Latol/I/lII. /)illllll/ll. I'll,/{'/¡m. 1,11<111'11/1.
'f'd,'illlll. '1;·I.~I'/liÍlIlIlIl,
the XVII" Century», en NIagia Natllralis IInd die Entsteh/lng del' /l/odemen Naturwissell.dlilften
Deal1lque tr!formem dicil1l/ls. Si I(¡zilis, "/lllIil·,I,¡Zll, I'/I/¡/¡milll", ,1,/1", I,/lI<Ii,/II, ""''', ;U/lII/)I,I, ",' (Swdia Leibniziana, n.O 7), Wiesbaden 1978, pág. 63.

\'/11 379
r
.iI

11 pág. 64.
[bid., 21Esto es igualmente válido para el neoplatónico Jámblico, Sobre los lIIisterios de Egip-
12 pág. 63 Y ss.
[bid., to, III, 14.
[bid., pág. 63.
13 "Sinesio, De sOI/l/liis, 135d-136a, págs. 152, 17-53,5 (1'erzaghi).
Hace tiempo, habíamos creído que se trataba de u~a manera de expresar la coinci-
14 2-1
Cf nuestro artículo <,Inter lunam terrasque ...», ya citado.
dentia oppositoru/1l (cf Motitml «coincidmtia oppositoru/1l» la Giordano Brllno, comunicación 21De dlject/l orawlorll/l/, 41, 432f Y ss.
presentada en noviembre de 1970, en la universidad de Bucarest, inédito), sobre todo por- " De sO//I/liis, 137.

que en las obras filosóficas de Bruno abundan los ejemplos en este sentido. Pero esta in- 2I·lbid., 134-135.
terpretación estaba demasiado condicionada por la lectura de! Tratado de l1istoria de las re- 27M. Foucault, «La prose du monde» en: Les lIIotS et les dwses, GalJimard, París, págs.
ligiones de Mircea Eliade. La presencia 'del oximorón en las poesías de Bruno más bien 32-59.
indica una técnica mágica y una práctica de la magia. No se trata de figuras estilísticas si- 2K
Sinesio, De sOl/llliis, 132b-c, pág. 147, 1-7 (1'erzaghi).
no que son descripciones concretas de unas operaciones psíquicas dirigidas. ~) [bid., 134.
15 Evidentemente, hay que considerar la analogia entre e! mago y el analista w/n grano -lO Nicolás de Cusa, Idiota Irilllllpl1alls, 111;De /l/mIl', 5.
salis. .\1 De Vila cocI. COl/lp., xv.
-12
Karl Preisendanz, J'apyri Graewe A1<!\!iwe. Die griccl1iscl1l'11 Za/lberpapvri, 2 vols., ed. A.
Capítulo V Henrichs, Stuttgart 1973-1974.
1 Walker. Spiritllal al/d DeI1wnid\1a}~ic, págs. 82-83. Cf H. D. Betz, «The Delphic Maxim "Kno\V Yourself'
}.1 in the Greek Magical
2Cf 1-1.de Lubac. Pic de la Mirmtdole, pág. 130 Y ss. l'apyrj», en Histol"Y <?f Rel(\!iolls, n." 21 (19S1), 2, págs. 156-171.
-IOJerud, op. cit., passim. Edición árabe a cargo de H. Ritter, SllId. Hibl. Rarlll~~, XII, 1933; traducción ale-:
.11

1 Cf nuestro articulo «J'\;[agia spiritllale», n.o 85. mana a cargo de H. Ritter y M. Plessner, SllIdies <?f Ihe vVarllllX [¡/SIilllle, n." 27, 1962: los
5 Cf G. Verbeke, op. cit., pág. 53. dos primeros de los cuatro libros del Picalrix, segÚn una traducción fi'ancesa dcllatín, cu-
" lbid., pág. 55. yo manuscrito más antiguo se remonta a 1739, están incluidos en la rccopilación de Syl-
'])e lo que nos informa Cicerón, De divinatione, 1, 3, 6. vain Matton, La I/Iagie ara¡'e Iradiliollellc, Retz, París 1976, pág. 245 Y ss. El misterioso nom-
Klbid., 1, 30, 63. bre de «Picatrix» es, quiz;ís, una deformación de Buqratis, mencionado en el texto como
'. lbid., 1,51,115.
traductor de un tratado sobre los talismanes n.•dactado por Kriton: se trata, muy posible-
lU [bid., 1, 19, 37. mente, del médico griego Hipócrates, cuya autoridad l.'ra capaz de garantizar el prestigio
de obras de este tipo.
11

11 Cf G. Verbeke, pág. 267 Y ss., con una lista de autores que se refieren a este 1<',11<',-

meno. ~ .1; Cf. la edición de los tratados f!cinianos De /lila, a cargo de M. I'lessner y nuestra crí-
12[bid.,pág. 327: cf también nuestra «iHagia spiritllale», pág. 391. tica en: Ae/lIl/Il, n." 54 (19S0), pág. 397a-b.
IJ El tratado De (il/) sOI/II/iis de Sinesio está traducido en e! tomo 11de la obra dc I~ici- '\<'Cf S. Matton, La 1II<1,\!iearalle traditiollelle, pág. 71: texto i¡'id., pág. 72 Y ss.
no. También disponcmos de la edición moderna de este escrito realizada por Nicola Ter- .\7 Cf. Sinesio, De SOllllliis, en Ficino, Opel"l1, 11,pág. 1.9(,9.
zaghi (SYI/esii CyrClliel/sis Opllscula. Nicolaus Terzaghi recel15l1it, Roma 1944, p;ígs. '-1:1-1 Xl; \H Cf A. Coudert, arto citado, pág. 59. Se trata, en este caso, de la obra de Fran<;ois
texto griego, sin traducción). Es mejor que la de Patrologia Graeca, LXVI (con la tradllcci¡'," Mercare van I-Ielmont, para el que las letras del alt:lbcto hebreo representaban diagra-
latina). mas fonéticos que. indicaban la posición de la lengua en la articulación de los sonidos
Cf. Verbeke, p;íg. 32.
14
(ibid.). Una teoría similar ha sido expuesta por lo que se refiere al alf.1beto sánscrito de-
[bid., pág. 76.
15 vanagarí.
16lbid., pág. 161. }')Cf SIIpr", n. 6 al cap. IV.
17 Epicteto, Diss. 111,2, 20. ·111 Cf nuestro art. «Iatroi kai manteis», en el que se discute sobre esta teoría desde el
18 El texto De vita cocliflls colllpam/lda fue tenninado algunos meses despll~'s dI' l., 11.' punto de vista de su aplicabilidad en el caso de los extáticos griegos .
.!"rción de! tratado Dclos Sllcitos de Sinesio. Ésta (al'" 11,p;íg. 1.')(,1-{ y ss.) lil!' .I<-di.';"l.•.• 41 TOIllO Pril1lo delle Lellcre, pág. tlr.
" •.dm·'de Médicis el 15 de abril de 1489, mientras que la fecha d,' l., d •.dil'.llmi.1 d., 1)1' 1'1 "De Vila cocI. 111,cf Picatrix, pág. 171, 7 (Ritter-l'lcssner).
Id (1)t'litIlS CO/1lp. es del 10 de julio de 1489. 43 Cf nuestro «Magia spirituale», arto cit.
"'Sinesio, Peri enhypl/io/l, IV (134a y ss.), p;ígs. ,."), 1(, Y ss. (·I'¡'I~ar.J¡¡) "Cf. P. Arnold, op.cil.
'olbid. 43 Walker, 01'. cit., pág. 203 Y ss.

3t1U 381
.,~ -'·G;T ,-----4"

"1

y ss. Wo]fgang Hildebrand adaptó las recetas de Porta, que volvieron a entrar en la li-
.1/. págs. 54-145. Para Agrippa, podemos utilizar todavía la traducción francesa de
lbid.,
K. F. Gaboriau, 5.' ed., en cuatro volÚmenes, de La PllÍ/osopl,ie OCCII/tc, París 1979. Una teratura popular (en Alemania, bajo la forma de lo que Peuckert llama IlJagisclle Hal/sviiler-
litcmll/r -expresiÓn in traducible que indica estos repertOl~os de informaciones astrolÓgi-
edición práctica en alemán moderno es la de K. 13enesch, H. Cornelius Agrippa von Net-
cas, meteorológicas, médicas, ete., indispensables para los campesinos europeos «padres de
tesheim, Dic 11Iagisc/¡cll Werkcll, Wiesbaden 1982.
f:1miliall hasta principios del siglo xx).
Capítulo VI "Ver Apéndice VI.
"SegÚn M. Plessner. sc trata dc la piedra llamada en persaJirllz{% que es la turqucsa
, El adjetivo «celeste» (C<Jc/cstis)significa aquí «etéreo» o «quintaesencia].', puesto que el
éter era la sustancia del cielo. Recordemos que el pneuma humano era de la misma na- y no el zafiro. El ejemplo está tomado de! Picalr;x, págs. 120, 14 Y ss. (Ritter-Plessner).

turaleza. "Cf. La i\;[a~ie IIml)(' lrad;tiollllCl/c, p;\g. 311.


" Picatrix, ti, [bid.
2Psellus, «Commentaire des "Oracles chalda"iques"», pág. 1.132a; en Orae/cs e/za/dai"-
2; Piratl"i.\, traducido en J. Seznec, op. ril., pág. 53.
qucs. Avcc Ul/ el",i.\ dc W11I1IIclltaires al/CiCllS, ed. E. des Places, Les Belles Lettres, París 1971,
págs. 1(,8-1 (,9.
Capítulo VII
.lCf. H. Lewy, C/w/dacal/ Ome/es al/d Thcurgy, El Cairo 195Ú, pág. 178.
'Cf. G. Durand, «L'univers du symbole», en: Rcvllc dc Scicl/ces religicll5cs, n.o 49 (1975), , Por la calidad de las láminas, recomcndamos la edición inglesa de Emile Grillot de
GivIY, I/h,slralcd /IIItIIO/ogy <!f SOl"r('f)', MIIgic alld /I/chelll)', Nueva York 1')73; la iconología
págs. 3, 8-9.
relativa a los dcmonios está analizada en la obra maestra de Jurgis lhltrusaitis, Le JV[o)'l'Il
sS. M. Shirokogoro!T, PS)'d"'"lcl/ta/ C011lp/CXC 01 the TllIIgm, Londres 1935, pág. 243a.
" lbid.
¿(lIe .frllllasliqllc. A lltiq/lirés el e.YIIlislIlCS dllllS l' al"l .~othiqllc, Flammarion, París 19K1.
2 H. Lewy, op. cil., pág. 246.
7 R. B. Onians, 'J1JCOrigills of EumpcaIl 'J1",ug/¡t about dc Hody, Ihc Mil/d, ,hc Soul. 11/1'
Or. Cha/d., fi·. 144, pág. 102 (Des Places).
¡,flo"¡d, 'f'il/IC al/d Fatc. NCI/l ll/tcrpretatiol/ 01 Greek, al/d killdrcd Evid!'llrc, ,'/50 45(1-
.1
R.olllal/,
.,Cf. sobre los [)'lIgCS, Lcwy, págs. 132-135.
IIIC liIlsir)cl/lish alld C/I/"islial/ Belie[s, Cambridge 1951. Las interpretaciones de Oni;1I1s han
s [bid., pág. 4.
sido criticadas por varios estudiosos.
" [bid., págs. 190-192.
".A. Olerud, op. rir.
7 [bid., págs. 252-254 .
., Op. cit.
"Or. CI/(l/d., fi·. 90, pág. 88 (Des Places). Hemos modificado ligeramente la traduc-
11>
Onians, pág. 119 Y ss.
ciÓn. Estos mismos dllllOllio; k)'llcs vuelven a aparecer cn otro fi'agnleJ1to (91, pág. 89),jun-
" Olerud, pág. 23.
to a pel"ros aéreos y acu;íticos.
"lbid., p;íg. 23.
1.\A causa de una idea anatómica objetiva (asociada a elementos de la ;¡¡livinaci'Hl), l:1 ., Lewy, págs. 289-292. La práctica es anterior a los OráCII/os; es mencionada por Plu-
tarco (cf Cu]ianu, [lIIer hlllalll tel"msql/e ... ). Por lo que respecta a las estatuillas, éstas se
hígado tenía una superficie lisa y pulida que permitía a las «visiones" reflejarse en elLi.
,.,«He~metis Trismegisti Iatromathematica (Hoc est, Medicinae cum Mathematica CII- confeccionaban con tierra de tres colores (rojo. blanco. negro) que simbolizab;m el.éter
de fucgo, e! airc blanco y la ticrra negra. Para unirlas utilizaban grasa de buitrc y de cuer-
niunctio) ad Ammonem Aegyptum conscripta, interprete loanne Stadio Leonnouthesill",
vo. Representaban un águila y una serpiente. Se utilizaba cera de tres colores para con-
en Ioannis Hasfurti, De C<Jgnoswldis el IIledmdis 11I0rbis, op. cit., folio 113r.
feccionar las estatuas de Hécate; hilos rojos, blancos y negros formaban partc de! arscnal
15[bid., folio 113v.
de la magia. Cabe destacar que en Rumanía todavía existe la costumbre de regalar, ell de
1/,Un claro ejemplo de combinaciones iatromatemáticas en relación con el hllllllm'
flebotómico se encuentra en Hasfurtus, op. cil., folio 5r-8v. marzo, amuletos colgados de dos hilos, blanco y negro, enredados. El 1 de abril se cuel-
gan los hilos en los árboles que empiezan a reverdecer. Se trata de la supervivencia de una
17J. Seznec, La Surv;'Jallce des dieux al/tiques, Flammarion, París 1980, p;\g. 511.
1M Proilll/e I/ccCSSarill11lesl I/Ic11lil/issc ariele11l praeesse capiti alqllejarici, 1<111/"11111
,.01/0.. ~<'IlIill"" costumbre romana de primavera, que consistía en colgar unas oscilla -pequeí'ias figuras-
en los árboles. Los hilos de dos colores deben tener un valor apotropaico.
brachiis alquc 11II11Icris,[¡lIlenllll peclori, etc., hasta: pisces pedilws.
'o Seguimos la traducción latina de Marsilio Ficino, ti, pág. 1.879. Para una traducciÓn
19 Cf. Sllpra, n. 1Ú.
,,, Los encantamientos eróticos a los que parece hacer refen:nci;¡ I'icillll l'l'all ,1,. lI,i¡';I'11 moderna, ver Jamblique, U'S i\;[)'sleres d' 1~II),JJte, ed. Édouard des Places, Les BeJles Lettres,
París 1%6.
popular. El abad Trithemius habla sobre éstos en su escrito 1IIIIi/,.'/II< 11I"/':li""'"I11I. 1I1<¡¡
"Cf. Joseph Hansen, QllellCl/ l/lid Ulltersl/dlllllgell zlIr Gescllicllle des /-lexellllJa/lIlS, 130nn
cando así mismo remedios bastante extrai'ios, procedentes de \.¡ 111.IF.i:,'"I·dll·V;tI. 1111(;111
1901, pág. 125; Y también Henry Charles Lea, Materials IOllJard a /-listor)' 01 Witr/¡mift (ed.
tamientos y remedios son confirmados por elnapolit:tno (:. 1\. 1'1111":1:
' l. W. 1\. 1"'11' l.,'''.
Arthur C. Howland, 1939), Nueva York-Londres 1957 (1.' ed. 1939),3 vols., vol. 1, pág.
Pal/sophie. Ein Versue/, zur Geschidlte der I/lciss!'lllll/tl sdlll'''r:<'III\I''.~;I'. 111',1"11'1'",, I'fll" 11"

.\H:! 383
272 (citado a partir de ahora'como Lea, sin indicación de! volumen, puesto que las pági-
nas están numeradas consecutivamente de la 1 a la 1.548). 22 Nider, Pormicarius, V, 3, en Lea, pág. 261.
23Lea, pág. 244.
, 12Lea, págs. 288-:289. '
24 ¡bid., pág. 187.
"luid., pág. 553.
"luid., págs. 179-180.
14IUid., pág. 563.
15Hansen, Quellen ... , págs. 197-198; Lea, pág. 302. 26Ibid., pág. 181, citando al Pseudo-Agustín, Liber de Spiritu el Anima, cap. XXVIII.
16Lea, págs. 922, 926. ' 27¡bid., pág. 187, citando a Tomás de Aquino, QlIaestio unica, 2, ad 14.
17Klei;l, Examen ... , pref., n. 3-4, citado por Lea, pág. 929. "lbid., págs. 260-261, citando a Nider, Pormicarius, 11, 4.
'" Hansen, Quellcn ... , pág. 196.
Lea, págs. 919, 921.
'" luid., pág. 199.
IH

1')Remy, Daemonolatria, 1, 6, n. 7-13, según Lea, pág. 917 .


2" Citado por H. P. Duerr, Traumzeit, pág. 65. Para La¡:1Cre,la sodomía era la forma .\1 CI: Isidore T eirlink, Hora Ma.~ica. De plan! in de tooverwcreld, Amberes 1930, págs.
21-23 (seis recetas distintas).
de relación erótica preferida por e! diablo. Cf. J. Finné, Érotisme et sorcellerie, Verviers, Pa-
J2 luid., págs. 86 Y 90.
¡:ís 1972, págs. 167-168 .
.1J lbid., p:íg. 46.
21luid., pág. 262, n.o 30. Es una vez más Giordano Bruno quien nos informa acercá de
la existencia de una práctica de magia erótica (popnlar) que proyecta una luz inesperada ',1Debemos estas informaciones al profesor Van Os, que ense¡ló f.1nnacología en la
sobre las mismas prácticas de brujería. Reproducinlos aquí el pas:!je, sin alterarlo (op. lat., Universidad de Groninga. Ha tenido asimismo ]a amabilidad de tlcilitarnos elementos de
11, pág. 187; se trata de! Sigillus sigillorum, 45; De IIl1derilllllwlllrilcliollis specie, siendo las «con- bibliografía a este propósito (sobre todo R. E. Schultes y A. Hofinann, 17i(' Botany (/ml
tracciones» fenómenos espirituales cuyo efecto podía ser positivo o negativo): «Que se al1a- Che11listry <?l HaIlucilloge/1s, Springfield 1973). Los alcaloides contenidos en las solanáceas se
da la la lista de las contracciones de! espíritu] una especie condenable de contracciÓn, que diferencian de ]0.1alcaloides que contienen las plantas alucinógenas de México y Améri-
encontramos entre las gentes incultas, sucias e hipÓcritas, cuya bilis negra, más abundante ca del Sur por su facultad de ser absorbidas por la pieL Estas Últimas, en cambio, se ca-
y nJás espesa de lo que consiente la naturaleza, es la causa de la producción de voluptuo-- racterizan por la presencia, en su estructura química, de un grupo llamado illdol, que no
sidades y de relaciones venéreas, así COIllOde unas supuestas reve!aciones fútiles y bestia- penetra a través de la pieL Esto explica los diferentes usos de los brujos europeos con res-
les, procedentes de la perturbación de su f¡mtasíaporcina [... ]. Entre este tipo de personas pecto a los chamanes de América Central y MeridionaL
bestiales, los hay que se nutren con hierbas crudas y ásperas y con verduras que hi~?s;haI}y, .15Cf. M. Harner, «The IZo]e of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft», en
untados con grasa de nil10, se exponen desnudo.s, en e!,silegcio nocturno, al aire.fresco. 150. Harner (ed.), HaIlucin(~r;C1lSand Srha11lanism, Oxford University Press, 1973, págs. 125-
M.
Ocurre (]ue e! calor producido por las susodichas circunstancias se vuelve hacia e! ipterior
de sus cuerpos, y la grasa penetra por los poros de su pieL De este modo los receptáculos Cf. la postura de Harner y de Duerr, op. cit. A principios de siglo ya algunos cien-
:1,.

del deseo carnal se llenan fácilmente y producen lentamente un semen artificial [es d~cir, tíficos han experimentado la acción de los <lungi.ientosde los brujos», fabricados segÚn las
emitido fuera del acoplamiento sexual]. Estimulados por las meditaciones vt'néreas causa- recetas tradicionales. Escuchemos el relato de uno de ello:;, que empleÓ como ingredien-
das por su propósito inicial y por todos estos procedimientos, alcanzan lIlI débil estado li' de tes activos el Datllra strallU>1liurlly e! Hyoscyamus n(~er: «Poco después [de haberme u¡;ta-
excitación, en e! que creen que sus cogitaciones f:1ntásticas son :nllénl ic:\s :1Ccionss.Esto do], tuve la impresión de volar a través de un tornado. Cuando me hube untado las axi-
dura toda la noche, durante la cual eliminan esta infatuaciónlibidill:'¡ y el jugo, de(qu~ ya las, los hombros y las demás partes del cuerpo, caí en un largo sueI10 y las siguientes
no queda nada cuando se. han despertado. ',' Pero están convencidos de 'II'C realmepte 4~ han noches tuve sueiios muy intensos de trenes rápidos y de paisajes maravillosos de los tró-
pasado la noche en un acoplamiento voluptuoso con un hOlllhrc 11nll.l 111I!jCr. Y es vero- picos. V'lrias veces SOI1éque me encontraba en una montaña elevada y hablaba ~.la gen-
símil y'conforIne a la naturaleza que entretanto hayan expninlt·lIl.lIl11 1111 f\oce Ifantástic.o] te del valle, a pesar de que, a causa de ]a distancia, las casas de ab~o tuvieran para mí unas
muy potente. Pues la emisión seminalno ha madurado:l 111¡",Po",1,' Iln .ICIOsexllaÍ ordi- dimensiones minúsculas» (citado por Teirlink, op. cit., pág. 23).
nario, sino que se ha producido más tarde y con mayor 1"lli,"d, ,"11 ,,1"llcrp6 en e~tado J7Contado por Émile Grillot de Givry, op.cit.
de reposo, Únicamente por el movimiento de la inLlg;II.,,';/)II, l., ¡III.IIII,li"i(HI pasaj'~ra y el ·"Cf. H. Zimmer, <iOnthe Significance'ofthe Indian Tantric Yoga», en Spiritllal Dis-
\lImor externo penetrando continuamente por los ".111.,1,·,lil",IIII"III''', I~SIL' pasaje parece ErarlOsJahrbuch, n.O 4), Nueva York 1960, págs. 40-53.
ciplincs (Papersfrom
confirmar la idea de que ¡]1l1chos«brujos» no \1IIs,·:\h.III,.111,1\',.1, 1,1.d""l'ciÓn cu~ánea~.cje "Pau] Grillandi, Francotlmi ad Menum 1592, pág: 168, q. XI,
n.o 1, en Lea, págs. 409-410. r
Tractatus de Sortilegiis,
los alucinógeno~, más que pbceres sexuales. 1:11",11111""111.1, 111111111,1).'.IIIIrado
~asta aquí,
'sirve para verificar las hipótesis sobre la hrnjl'II.1 '1"' .IV'III """1' 11"11,' lil)ro (ve:tApéndi- 4°Johannes Trithemius Abbas, Liber Octo QuaestiOlnl1l1, Oppenheim 1515, q. 5, «De
ce VII). Izeprobis atque Maleficis», en Hansen, Quel/en ... , págs. 292-293.
41 Impreso en Ingolstadt en 1595; cf. Hansen, Quclbz ... , págs. 295-296.

\/11

385
Peuckert, Pamophie, pág. 76. Uno de estos seudo-epígrafes lleva, bajo un título ki-
42

lométrico, la fecha de 1482',Sin embargo, Trithemius, con apenas veinte años en 1482 ¡to- te aproximadamente dos siglos, y sobre todo el monasterio de Sponheim, están situados
davía no había escrito nada! cerca de Heidelberg en el Palatinado, donde se representará, a principios del siglo XVII, la
Peuckert, pág. 71.
,13
«f¡rsa» (ludibn'um) de los rosacruces. En el caso de las «lamparas inextinguibles» encontra-
Ibid., págs. 72-73. La bibliografia de Trithemius es muy rica. Aquí abordaremos úni-
44 das en la tumba del padre Christian Rosenkreuz, es probable que los autores de la Fama
camente las cuestiones relativas a su Steganographia. Para ello hemos utilizado la edición confraternitatis hubieran utilizado un elemento de 1a leyenda trithemiana, según la infor-
siguiente de W. E. Heidel:johannis Trithemii Primo Spanheimensis deinde Divijacobi Peapo- mación de Bartholomeus Komdorff heredada de Servatius Hochel.
litani Abbatis Steganographia. Quae HUCllSq; a nemine intellecta, sed passim ut supposititia per- 53 Su bibliografia completa 1a recoge [(1aus Amold, pág. 228 Y ss.
54 Peuckert, pág. 75.
niciosa, magica et necromantica, rejceta, elusa, dan1l1ata et sententiam inquisitionis passa; Nunc tan-
dem vil1dicata reserata et il/listrata. Ubi post vindicias Trithemii clarissime explicentur Conilirationes 55 Heidel, Vita johml. Trith. Abb., pág. 1.
5(,K. Amold, pág. 7.
SpirituÚm ex Arabicis, Hebraicis, Chaldaicis et Graecis Spirituum nominibus juxta quosdam con-
globatae, aut swmdum alios ex Barbaris et nihil s(<;nifieantibus verbis concinnatae. Deinde solvun- 57 Hans Ankwicz-Kleehoven, Der UJiener Humani.~t johall11es Cuspilliall, Graz-Colonia
tur et exhibentlir Artifieia Nova Steganographica A Tritemio in Literis ad Arnoldum Bostium et 1959, pág. 16, citado por K. Amold, pág. 56.
"K. Amold, pág. 62.
Polygraphia promissa, il1 lume diem a l1emine capta, sed pro paradoxis et impossibilibus habita et
En K. Amold, pág. 61.
5')
summc desiderata. Authore Woljgal1go Ernesto Heidel, Wormatiense. Mogul1tiae, SUlnptibus jo-
r.o Ibid., pág. 58.
mmis Petri Zubrodt. Anno 1676 (1 vol. de 397 págs.). La monografia moderna clásica sobre
Trithemius se debe a Isidor Silbernagel,johanl1es Trithémius. Eine Monographie (1868), Re- 6' 1, 3; una 1ista más o menos completa en Peuckert, Pallsophie, págs. 47-55.
A l1tipalus,
gensburg 1885. Ésta es superada por P. Chacornac, Grandeur et adversité de jean Trithe,ne, El texto de esta carta es reproducido por Heidel, págs. 50-51; está resumido y par-
cialmente traducido por Peuckert, págs. 82-83.
1"

bénédietin, abbé de Sponheim et de Wiirzbourg (1462-1516), Éditions Traditionnelles, París


1963, que se revela un buen intérprete de la Stcganographia, pero se limita a reproducir los ",113oue11es-13ovi11us
no es, en cualquier caso, el amigo de juventud de Comelio
datos bibliográficos -a menudo erróneos- proporcionados por Heidel. La mt.;jor mono- Agrippa, mencionado
sodalitium parisino. en la correspondencia que éste mantenía con otros miembros del
grafia es también la más reciente; se debe a [(laus Arnold,johannes Trithé/llil1s (/462- f 5 f 6),
Wiirzburg 1971. Arnold reconstruye bastante bien la historia persoual de Trithemius en 1,., La l'oly,graphie fue terminada el 21 de marzo de 1508 y consignada al emperador Ma-
el marco de la historia social de su época, pero se ocupa sólo superficialmente de la ma- ximi1iano el 8 de junio de 1508. En 1561 Itle traducida al francés por Gabriel de Co11ange.
gia trithemiana. Para ésta, podemos acudir todavía -si bien con cierta prudencia- a las ¡
65Joallllis ~Vieri Opera Omllia [···1 Editio nava l ... Amsteloda1l1i, apud Petr1l1l1vall den
ideas ofrecidas por W. E. Peuckert en su Pal1sophie, en el capítulo titulado «Del' Zaubc- Be~<;he, 1660, pág. 112 (De Pmest(~iis Daemollu1l1, II, 6: «De Johanne Trithemio, ejusque li-
bro Steganographia inscripto»).
rer Trithemius», págs. 70-84. Conocedor incomparable del ocultismo alemán, Peuckert
constituye la fuente más preciosa para establecer la leyenda de Trithemius; pero no pare-
1615/,/,
Adam
(cf Tanner, pág.
K. Amold, ASfrolo,gia sacra: Hoe est, orationes et quaestiones quil1que [ ...
190) J, Ingolstadt
o ce haber estudiado de cerca las interpretaciones de la Steganographia. El libro de N. 1. 13rann,
¡".f';" I

:1111'Abbot Trithemius (1462-1516), Leiden 1981, se ocupa exclusivamente de la carrera del /,7 Sigismund von Seeon, Trifhemius sui ipsus vindex, sive Ste,gano,graphiae joannis 'frithe-
11 .

inonJe. mii apologetica dqfC1lSio, Ingolstadt 1616 (K. Amold, pág. 190).
Peuckert, Pamophie, págs. 72-73.
45
/"Custav Selenus, Cryptolllenytices et cryptographiae libri IX. In quilms et planissirua Stc;<;a-
Ceorg Willin, Dissertatio historico-literaria de arte Trithemiana seribendi per igl1em, Upp-
4(, a Joharme Trithemio olilll conscripfae {'nodatio traditur, Liineburg 1624.
11O,<;raphiae

sa!,a,:,,1728,
pág. 33, citado por Klaus Amold,johal1/JCs Trithemius, pág. 180. "'Johannes Caramuel y Lobkowitz, Ste,ganographiae nee non claviC1llaeSalomollis Gcnna-
Kurt 13aschwitz, Hexen lmd Hexenprozesse. Die Geschiehte cines Massenwahns
47 1111d ni Jommis Trithemii Abbatis Spanheimensis Ordinis Sancti Benedicti (quae hucus a nell1ine il1te-
-'I'illser Bek~mpfimg, Munich 1963, pág. 17 Y ss. l/ceta, a multis jucf/1nt colldemllatae, et neeromalltiae nota illustae) gmuilla, jacilis, dilllcidaque de-
claratio, Colonia, s. a. (1635 según Amold, pág. 190).
18 9f. Peuckert, págs. 72-73.
" Ibid., pág. 77. 7l'J. d'Espieres, Specimm ste.garlOgraphiaeJoannis Trithemii [o,.] quo auctoris in,genuitas de-
'" «Fama confi:atemitatis», traducido en F. A. Yates, La Lumiere des rose-eroix, pág. 27'3. monstratur et opus a superstitione absolvitur, CUll1villdiciis Trithemianis, Douai 1641.
" Primo Poeta eeleberrimus [ ] Secundo [... ] OratorjilClmdissinuJs r .. ·] Tertio [... ] subtilissi- 71Athanasius Kircher, Polygraphia nova et ulliversalis, Romae 1663 (Appendix apolo,<;etica
l'/II'losophus [ ] Quarto [ ] Mathematiws illgelliosissim/ls [... ] Qliillto [... ] HistoriC1lSpl'Y- ad polygraphiam novam, in qua C,yptologia Trithemiana discutitur).
Heidel, op. cit.
11111'
72
1,',11Ii 1 ... 1 Sexto [ ] Theologus ills«;lIis: Heidel, Vita johalllles Trithemius Abb., págs. 34-35.
\.' La localidad de Wiirzburg, donde la tradiciÓn trithemiana permaneció viva duran- 7J Caspar Schott, ScllOla Steganographiea, Nuremberg 1680 (cf Klaus Amold, pág. 190).
74 Trithemills geh6rt das Verdiel1st, die erste umfássende Arbeit aI!f dem Gebiet der modemen

386
387

--
Kryptographie vÚÓffentlieh lmd danÚt Vorbild IInd Anregllngfiir die weitere Entwickhmg gegebC11 dice, por ejemplo, quod congruit planetae Satumi, quod omnes planetae iunguntur ei, et ipse ne-
ZII haben: K.,·Amold, pág. 192. La gematría es el sístema cabalístico de permutación de las mini il/orum (citado por Garin, loe. cit. Cf tambié~ T. Gregory, «Temps as-
iungitur [ ... ]
letras de! ~lfabeto .. trologique et temps chrétien», en Le Temps chrétien de la fin de l'Antiquité au MOYe/l Age,
"Heide!, pág. 111. París 1984, págs. 557-573).
7~K. Arnold, pág. 188. 6Kepler, De vera all/w (1613), citado por Peuckert, op. cit., pág. 148.
", De septem seCllndeis, id est irltcllígC11tiis sive spiritibus'orbes post Dellm movcrltibllS; cE. 7Peuckert, citando a Keplcr, ibid.
K. Amold, págs. ,162-163. Bajo el título de Traité des causes secondes (precedido por una vi- "Peuckert, pág. 192.
da del ,autor, u~a bibliografía y un prefacio acompañado de notas), este escrito apareció "Cf F. A. Yates, La Lumierc des rose-croix, págs. 144-148.
e¡{ París en 1898, constituyendo el primer nÚmerode la "Biblioteca resicrucienne». El tra- Peuckert, L'Astrologie,
111 págs. 151-152.
ductor es anónimo, 11lbid., pág. 190.
78 StegmlOgraphia, ed. Heidel, pág. 297 Y ss. 12En Peuckert, pág. 188.
7') [bid.', págs. 310-311. u Cf. las Disputatio!leS adlJerSUS Astr~logiam divinatricem de Pico de la Mirandola, V, 1.
Tractatus de Sortilegiis, pág. 168, q. XI, n. 1. 11Peuckert, L'Astralogie, pág. 120:'"
" "Cf K.. Amold, pág. 184. Lichtenberger, Practica, ed. de 1527, págs. 31-33, citado por Peuckert, ibid., págs.
15

H2 Agrippa, Epístola IV, 62, en Auguste l'rost, Les Scienees et les Arts oC[/Iltes mi XVI sic- 122-123.
ele: Comeille Agrippa. Sa vie et .les lt'uvres, 2 vols. (reimpresión anastática de la ed. d6 París I(,Cf. H. Brabant y S. Zylberszac, «Le soleil dans la ¡~lédecine a la Renaissance», en:
1881-1882), Nieuwkoop 1965, voL !, pág. 156. Le Solei!¿¡la l~enaissa¡l(e, op. cit., págs. 281-282. Esto explica sóJo en parte el nombre de
H'; Epístola IV, 19, en Prost, págs. 204-205. «mal francés», tal y como Peuckert, págs. 217-2\ 8, ha obse'rvado quizás correctamente.
17Brabant-Zylberszac, art. cit., pág. 282.
Capítulo VIII IHCitado por PeÚckert, pág. 217.
, Cf nuestro RelígiOlie e accrescimC11to del potere (op. cit.). 10Braba¡;t-Zylberszac, pág. 282.
2Cf A. G. Debus, qp. cit., págs. 140-141. Sobre la alquimia de Newton, cf B.]. T. 20 lbid., págs. 282-283. ,
Dobbs" The FOlllldations (~rNewtoll's Alchemy, or «The Huntincg of the Creene Lyon!>, Cam- 21 M. Harris, COUJs, Pigs, Wars & Witchcs. nle Riddles of Culture, Glasgow 1977, págs.
bridge' 1975; M. Eliade, «Le Mythe de l'alchimie» en: L'Herne, n.o 33, París 1978, págs. 158-169.
157-167.
" Cf Viviana Páques, Les SciC1/ces omiltes (0]J. cit.). Capítulo IX
"W. E. Peuckert, L'AstroloRie. Son histoire, .les doctrines, trad. fi·ane., París 1980, pág. 156. 'Cf. Mircea Eliade, Histoire des croyances et des idée,s rel(gieuses, voL 1, Payot, París 1976,
, 5 lbid., 'pág. l(,5: Sobre el ~ratamiento\de las conjunciones en la literatura de la Edad pág. 175 Y ss. [Historia de las crecl/cias y de las ideas religiosas, Cristiandad, Madrid 19781; cf.
Media, cf E. Gariu, La' [/Iltllra filosofica del Rillascimellto, pág. 157. Pedro de Abano escri- también nuestro Mircea Eliade, Asís 1978, págs. 139-140.
bía, en su COllciliator differelltiarum de 1277 (folio 15, citado por Can tu, Les Héretiqlles d'lta- 2 Lo hízo imprimir en 1531. Su cuarto libro es una falsificación, realizada -sin embar-
lie, VobI, pág. 386): Ex conilmctione Satiimi et Jovis ill principio Arietis, qllOd qllidem cirw fi- go por un plastógrafo qu~ conocía bastante bien ,los tres primeros. Figura en la edición
nenl 960 umtigit' amlOrUIll, totus Immdlls inferior COlllllllltatur, ita quod nOIl solulll regna, sed et de las Opera, 2 vok, F. Bering, s. a. Lyon (ca. 1565 o después), junto a los otros (voL 1,
leges et prophctae coll."'~gllnt in mundo [ ... ] siCllt ,;pparuit ill adventu NalJUehodonosor, !VIo)'sis, págs. 1-404).
Alexalldri !VIagl/i, Nazarei, Mahometi (hay que tomar su cronología nlln .RfIlI/O s"lis). En .; Opera, voL !l, págs. 1-247. La obra fue compuesta hacia 1526.

,!!,cuanto a Pierre (1' Ai11y,que parece haber predicho, en su Concordia astmllollli",' (¡1I11 Ilisto- Cap. LXII y XCVI; cf Auguste Prost, op. cit.', voL 1, págs. 110-111.
4

Wrica /Jeritate, grandes cambios para el todavía lejano año 1789 (Pierre d' i\illy vivi{, :q'roxi- ; lbid., pág. 11L
I'Cap. CI, enProst, pág. 112.
'1\WI~}l)adamente e!ltre 1350 y 1420), leamos lo que dice sobre la l1eg:l<Lidt' C,iSI" (V(Ril/tf.!0-
\11.quIOl, Venetiis \490, ci~ado por Garin, loe. dt.): Sille tell/Cf<lriil "SSITt!"",,, "',1 (¡/I/J II/llpili; 7Cap. ClI, ib'ld., págs. 112-\13.
revermtia dico qllod benedicta C/¡risti il1carnatio et nativitas, 1;«('( i/l /l1/lI/i'.li/l'lÚ /lII'/'/IId')Sil "Op. cit., voL 1, págs. 332-333.

periiaturalis, tamell etiam quoad multa II/Iie operi deifico (o/l(q'ti"/li, ,'/ II",I"I,,,,!, /I"f/lm 'il1/lquam 'Cf. Prost, 1, pág. 319 Y ss. Con una energía y sutileza jurídica notables, Agrippa ven-
ja'iriula DOl/lil/o suo et Creator; sllbserviens 1(11cuanto a
divilzae' o/l/l/il'0't'I/,idt' I¡J"I"'/,/Ji 1'1'/1'11, cerá al inquisidor Nicole Savini, que después se vengará (Prost, pág. 327). En una carta a
r('6'~er Bac~n , se hace intérprete de al-Kindí y de i\IIH'III.I~fll•• '11\1' /,',"1.' ,1<'Lis rc1acio-
,~, '
su amígo Chansonnetti (Calltiuncula; Ep. 11, 40), entonces en Basílea, Agríppa denuncia
lJes entre los planetas (o las conjunciones) y Lis f~':H"¡"S",1"',1'""" ,11111111,,,1,,: llldais'ma', los procesos irregulares de la Inquisición (cE. Prost, pág. 323). ' ,
"/. '(' ,,'J

,IHH 389
10 Sobre el «ji,suntode LY0ll», cf. Prost, II, pág. 119 Y ss. Satisfecho del 1r.ll.lllliel1toque la curaba; y cuando éste, durante un picnic, le ofreció un trozo de carne, ella empezó a
recibían él y su familia en Lyon, Agrippa rechazó en muchas ocasiones ah;lld,,"ar el par- sufrir convulsiones: la enfermedad psíquica, o los «siete a1'íosde posesión de Elisabeth de
tido real para ir con el duque de Barbón que, en Italia, gobernaba el ejércil" il1ll'crial de Ranfaing» (1618-1625), representaban la salida, el refugio de una persona cuyo deseo de-
Carlos V. Después de la historia del horóscopo, Agrippa fue abandonado ell I.Y"11por la bió de ser, por un momento, más fuerte que la inhibición religiosa. Resulta poco proba-
familia real y se vio privado de su sinecura. Necesitó tiempo para tener I:t Cl'III'~;1de ha- ble que Poirot le hubiera administrado una droga en e! trozo de carne; nunca se ha po-
cer esto, pues no querían que se pusiera en la soldada del duque. Privad" dI' 11ledios, dido probar y, por lo demás, se condenó a Poirot a partir de! testimonio de una tal
Agrippa envió a sus amigos mensajes desesperados. Será informado a través dI' 1111 desco- Anne-Marie 130uley que reveló que e! médico ¡la había acompa1'íado al aquelarre! En
nocido de la.irr<cmediable desgracia en que había caído junto a la reina Inadn', cuanto a las teorías de Pithoys relativas al sobreseimiento que debían dictar las autorida-
11 Prost, II, pág. 171. des eclesiásticas, se vuelven muy dudosas al saber que, durante sus delirios, estando Elisa-
12Peuckert, L'Astrologie, pág. 31. beth en estado de trance, mostraba una fuerza muscular extraordinaria, practicaba la xe-
13 Cf. P:} S, Whitmore, A Seventeenth-CenturY Exposure 01 Superstitioll: St'lt'(/t'd 'lI'xts noglosia (pasivamente más que activamente) y que los hechos de te]epatía, de videncia e
4Claude Pithoys (1587-1676), La Haya 1972. La carrera de Pithoys, sin ser 1\()lahi<:,pre- incluso de 1evitación completa que se le atribuían causaban sensación en la época. Misti-
senta sin embargo algunos episodios poco conmpes, Se 'trata de una historia de posesiÓn ficación o no, e! caso de Elisabeth Ranf:1ing era sin duda uno en ]os que la Iglesia debía
durante la cual su actitud fue similar a la de Agrippa en el episodio de Woil'I'Y· I'it!toys sentirse en su pleno derecho de practicar el exorcismo. Esto explica que el racionalismo
nos describe todo el caso en un libelo aparecido en 1621, titulado Desco/ll ICrfl/fl, dt'sJilllx de Pithoys parezca tener aquí sobreentendidos menos loables de los que le atribuye Whit-
possedez. Una joven viuda de Nancy, Elisabeth Ranbing, cayó en manos de nll doctor more: su propósito no era salvar a Elisabeth, sino condenar al médico. Admitiendo que
que, tras haber querido abusar de ella, le administró medicamentos que le C:llIS:lrOIICOI1- el médico hubiera administrado a la enferma Ul;a droga para abusar de ella, resulta no obs-
vulsiones, La viuda fue exorcizada en Toul del 9 al11 de noviembre de 1620. I)it!toys, allí tante poco verosímil que el efecto de esta droga hubiera podido durar durante un perío-
do de siete arios.
presente, llegó a la conclusión de que el exorcismo era inútil, puesto que el agente qlle
había provocado los tormentos de la mujer no era de orden diabólico, sino físico, Ésta es 14 Whitmore, pág. XVIII.
15 Ibid.
la razón por la que expresó su opinión en una carta a Jean de Porcelets, obispo de Tonl
Ibid., págs. XX-xxv.
(carta del 6 de enero de 1621). El obispo le convocó a su casa para informarle de que, 110 1<,

obstante, consideraba válido el exorcismo, con lo cual Pithoys no pudo más que «retirar- 17 Traitté mriellx, p;íg. 163 (Whitmore).
se religiosamente tras haber hecho la reverencia». Pero no se dio por vencido. Desple- Whitmore, pág, XVII, piensa que se trata de un libro seilalado por el Con'ector Ge-
IH

gando un saber apreciable, escribió la Descouuerture, en la que, sin negar los fundamentos neral de la Orden, Simon Bachelier, en una memoria encontrada en los Archivos de-
de la práctica del exorcismo en general, denunci~ba el carácter incongruente de los testi- partamentales de la Moselle, en Metz.
monios contra Elisabeth Ranf:1ing. El doctor replicó pero, convencido de mala jide, fue 1') Traitté mriellx, págs. 207-208 (Whitmore). Ver Apéndice IX.

quemado en la hoguera en 1622,junto a su asistenta. Elisabeth se curó y, después de ha- "'P. de I3érulle, Discollrs de rEstat des Gralldellrs'dejesus, n, 2, pág, 162, citado por Clé-
ber pronunciado sus votos, fundó, b~o el nombre de María Elisabeth de la Cruz, la Or- mence Ramnoux, «Héliocentrisme et Christocentrisme», en: Le Soleil a la Rel1aissa~lce) op.
den de Nuestra Sei'iora del Refugio (cf. Whitmore, op. cit., págs. XV-XVI). Ésta es toda la cit., pág. 450,

materia de la escasa información que Whitmore nos proporciona sobre uno de los casos 21 L'Impiété des déistes, París 1624, pág. 371, citado por F. Secret en: Le Soleil a la Re-
más célebres de posesión del siglo XVII. Sin embargo, al leer el estudio de E. Delcambre naissance, pág. 213.

y J. Lhermitte (Un eas de possession diabolíque: Élisabeth de Ra1'lfaing, Nancy 1956), nos for- 22 Ésta es la interpretación que Heidegger ofrece a la sentencia de Nietzsche «Dios ha
mamos una imagen muy distinta y llegamos a preguntamos si el papel de Pithoys no fue muerto», en Cl1C1nins qlli ne menellt nlllle part, trad. franc., París 1962, págs. 173-219. La
más equívoco de lo que parece. En efecto, Elisabeth, había recibido una educación pu- esencia de la interpretación de Heidegger se encuentra en este pasaje, pág. 20'!: «Lo que
ritana (pero puritana hasta tal punto que no soportaba que los sirvientes vieran otra par- precedentemente condicionaba y determinaba el modo, la finalidad y la medida de las co-
te descubierta de su cuerpo que no fueran la cara y las manos, y se había sometido a un sas, la esencia del hombre, ha perdido su poder de eficiencia absoluto e inmediato, este
cruel tratamiento para afearse y para reducir sus culpables. encantos de la naturaleza), ha- poder en todas partes infaliblemente eficiente. El mundo suprasensible de las finalidades
bía sido casada contra su voluntad con un soldado grosero 'y borracho que, con su muer- y de las medidas ya no se despierta y ya I!0 soporta la vida. El mundo mismo se ha que-
te prematura, le dejó tres ni1'íoscomo herencia. Las mortificaciones y fantasías oníricas de dado sin vida: muerto. Ciertamente hay fe cristiana aquí y allí, pero el amor desplegado
Elisabeth dejan traslucir todo lo contrario de la paz del alma: era una persona cuya frus- en semejante mundo no es el principio eficiente y operante de lo que ocurre en la ac-
traciÓn erótica había adoptado, desde la adolescencia, la forma de un peligroso síndrome tualidad. El fondo suprasensible del mundo suprasensible se toma como una realidad efi-
dc ahstinencia. Caída enferma, es muy probable que se enamorara del médico Poirot que ciente de todo lo real, que se ha convertido en irreal. Éste es el sentido metafisico de la

390 391
\~"
amor, establecer si una joven iba a ser fértil, si era todavía virgel!, o producir el sueño con
palabra pensada metafísicamente: "Dios ha muerto"». Para una interpretación histórico- la ayuda de la lira. Resulta evidente que la moda exigía que las jóvenes tuvieran los se-
cultural,d(, la proclamación de la '«muerte de Dios» en l~s románticos y en' Nietzsche, cf. nos totaItpente planos (cf. Peuckert, Pansophie, pág. 316).
nuestro artículo «Les fantasmes du nihilisme chez Mihai Eminescu», en: Cahiers d'histoire Encyclopédie du costume, pág. 164.
17

des liÚeratures romanes, n.O 4'(1980), págs. 422-433; y nu~stro ensayo Religione ed accrescimento I"La expresión pertenece al antropólogo H. P. Duerr, op. cit., pág. 75.
'del potcre, op. cit., especialmelite pág. 222 Y ss.
" 'i " 19 Ibid., pág. 77.

20 Ibid., pág. 75.

!, Capítulo x" h'"' 21 Evidentemente, no se trata de la obra de Reimarus comentada por Lessing. Nues-
1 e, Kybalová,O. Herbenová y M. Lamarová, Encyclopédie i/lustrée du costumé et de la tro anónimo se llama «el Faustbuch» (para distinguido de! Volksl!llch) y fue encontrado en
mode, trad. franco París 1980, pág. 114. \1' '¡
1892 por el bibliotecario G. Milschack. El mismo aiio lo publicó e! editor J. Zwissler de
2 Cf. H. P. Duerr, Traum;d;eit, pág. 67.
1") W olfenbutte!, bajo el titulo de Historia D. Johannis Faust des Zauberers.
3 Ibid., pág. 72. 22 Historia von D. Johalln Fausten, dcm weitbeschreytcll Zauberer ulld Swartskiinstler, Wie el'
4 Ibid.
sich gege¡¡ dem TeuJJel auffeine benandte zeit verschrieben [. .. J, Cedmckt zu Frallkfurt am Mayn,
s Encycl6pedie du costume, pág. 153. durch Johann Spies, 1587.
(,Ibid., pág. 139. 23Los dos textos alemanes y e! texto inglés han sido re,unidos recientemente en una
'Cf.G. C. Argan, Storia dell'arte italiana, vol. II, Flor~ncía 1968, fig. 133, pág. 134. misma edición y comentados por M. E. d'Agostini y G. Silvani. Paustbuch. Analisi C0111-
"ElIcyclÓpedie du costume, pág. 139. Este desplazamiento del talle delve~tído empieza a parata delle fonti inglesi e tedesche del Faust dal Volksbuch a Mar/owe, Nápoles 1978.
manifestarse hacia 1495, como se puede ver en el arte de la época, pero el escote cuadra- 24 La Tragical History of Doctor Faust de Marlowe ha sido redactada en dos versiones se-

do es anterior. ' paradas: cf. Mar/owe's Doctor paust 1604-1616. Parallcl Texts edited by W. W. Creg. Oxford
9 Cf. Duerr, op. cit., pág. 72. 1950.
,10 Cf.W. Noomen, «Structures narratíves et force comique: les fabliaux», en: Neophi- 2S Floris Groen ofreció una primera versión holandesa hacia 1650, revisada por Jacob

lologus (1979), págs. 361-373; del mismo autor, «"Le chevalier qui fisr. .. ": a propos du clas- van Rijndrop antes de 1689; cf. De Hellevaart van Dokter Joan Faustus. TOlleclspcl. Amster-
sement des genres narratifs brefs médiévaux», en: Rapports, n.O 50 (1980), 3, págs. 110-123. dam 1731.
Cf. la excelente comparación establecida por G. C. Argan entre las tres Adoraciolles
11
21·Cf.Gilles Quispe!, «Faust: Symbol ofWestern Man», en: Cllostic Studies, vol. 11, Es-
de los Magos, pertenecientes respectivamente a Lorenzo Monaco, Gentile da Fabriano y tambul 1975, págs. 288-307, especialmenté págs. 300-301.
Masaccio, op. cit., vol. II, pág. 98 Y ss. Cf. G. Quispe!, «An unknown Fragment of the Acts of Andrew», ibid.,
27 págs. 271-
12 Cf. Cesare Cantu', Les Hérétiques d'Italie, trad. frane., vol. 1, París 1869, pág. 334.
287. En la página 10 de! códex (líneas 6-37, trad. págs. 273-274), se trata de una virgen que
Sobre la' reforma de las costumbres operada por Savonarola en Florencia, existe un
1\
un mago quiere seducir con la ayuda de los demonios. E11a.se salva gracias a una plega-
texto muy ínteresante, la Riforma sallcta et pretiosa del florentino Domenico Cecchi, pu- nao
blicado en 1497. Cf. U. Mazz6'ne, «El buoll governoJ>. UII progretto di riforma generale lIella 2K
A. Lipornanus, Sanctorun priscorunz vitae, Venecia 1558, cf. De probatis sancton/nz histo-
Firenze savonarolilma, Florencia 1978. riis ab .Al. Lipoma11o olim conscriptis nrmc primull1 a Laur. Surio el1lendatis et auctis, Colonia
',' Enycl6pedi~ du costume, pág. 154.
14 1576-1581, vol. V (1580), págs. 394-402, y reimpresión de 1618, vol. 111,pág. 296 y ss.
ISDuerr, Traumzeit, pág. 73. 24 Alfonso de Vi11egas, Flos Sanctorum y Historia general de la vida y hechos de Jesucristo
\('Comtesse d'Aulnoy, Relation du voyage d'Epaglle, vol. n, La Haya 1715, citado por Dios y Se¡lor nuestro y de todos los Santos de que raza y hace fiesta la {¡;lesia CatÓlica, Madrid
ni!
Duerr, op. cit., pág. '73. 'En este sentido, es muy característíco que G. B. Porta, el autor de 1594, págs. 321-322.
una Magia Naturalis que no ha sido analizada en este libro, puesto que no pertenece a la Es la tesis de 'na11esteros-Barahona, Calderons crste Passung von r<EllVIa<¡;ico
30 Prodigioso»
'tradición Ctciniana de la «magia espiritual:;, "dedica un párrafo especial a las recetas que ha- und das Doktor-Faustus-Spicl del' englischen Komodianten, Berlín 1972, pág. 63.
c!~n dismi~uir el volumeh de los senos, (II, 15: Mamillarum incrementum prohibere, si volu- Ibid., pág. 77 Y ss.
31

mus).
I
'W:-,E:
', .. ,
Peuckert ha observado que se trata de una de las recetas de Porta que, con
,"1 .. ":' ' ;' Ibid., pág. 94 Y ss.
W olfgang' Hildebrand como iritermediario, ha' entrado en la «literatura de los padre.s de 13Ibid., pág. 77 y ss.
f:llnilia»en Alein¡;1ia, es decir, en e~tos'repertorios universal'~s cuyo conocimiento se con- 34 Ibid., pág. 67 Y ss.

sideraba indispensable para los campesinos. Den Jungfrawen zuverhiiten dass sie nicht gross~ 3SEl Mágico prodigioso, comedia famosa de Don Pedro Calderón de la Barca, publica-
nrt'lslc {l('kollllllen: «impedir que las doncellas tengan los senos demasiado grandes», a par- da según e! manuscrito origínal de la biblioteca del duque de Osuna con dos facsímiles,
tir di' la si:gllllda mitad del siglo XVI, no era menos importante que fabricar un filtro de

393
392
una introducción, variantes y notas de Alfred Morel-Fatio, París-Madrid 1877. La versión infiuence sur la littératurefran~aise au xvI' siecle, París 1941, págs. 58-61 y 156-158. Este libro
publicada en 1633 (<<Lagran comedia de!máxico prodigioso», en: Parte veinte de comedias de juventud de! gran erudito A. J. Festugiere contiene algunas inexactitudes que señala-
varias nunca impressas, compuestas por los mejores ingenios de España, Madrid) y reimprimida mos aquí puesto que, en e! fondo, no alteran su valor intrínseco. Así, e! autor cree que
en: Sexta parte de comedias del célebre poeta espaiiol Don P. Calderón de la Barca por J. de Ve- Juan Pico había publicado su Commento en vida [pág. 54], lo cual, por lo demás, es con-
ra Tassis y Villarroe! (Madrid 1683) difiere de la primera en numerosos aspectos, pa- tradicho incluso por la carta de Benivieni que precede la edición de las obras firmada por
cientemente analizados en la tesis de P .. Ballesteros-Barahona. Agradezco al Sr. Michae! J. F. Pico. Finalmente, e! autor cree que Pico habría sido el «discípulo bien amado» de
Metze!tin, profesor de civilización española en la Universidad de Groninga, que la ha Ficino [pág. 40], ignorando que este mismo Commento había constituido la manzana de la
puesto a mi disposición, como también ha hecho con la edición de More!-Fatio. discordia que había separado definitivamente sus respectivos caminos.) Resulta interesan-
36 Francisco de T oledo, lmtitutio Sacerdotttlll. Cum additionibus Andreae Victorelli Bassa- te saber que e! Comentario a «El banquete» de Ficino apareció en Francia e! mismo afio
niensis. Roma 1618. 1546 en el que Kerver pu blicaba la primera edición francesa de la Hypnerotomachia. La.tra-
37 Glauber, en A. G. Debus, Man and Nature, págs. 138-140. dición, por así decirlo, «clásica» de! tratado del amor ficiniano, debida a Guy Letevre de
la 13oderie, apareció en París el aÍ'io 1578. Una segunda edición de 1588 incluía también
Apéndice 11 e! Commento de Juan Pico, traducido por Gabrie! Chappuys (cf. Festugiere, págs. 5-6; ten-
1 La edición Kerver, con sus grabados sobre madera de Jean Cousin (y Jean Goujon), dremos ocasión de vo]ver sobre estos datos).
fue reimprimida por 13ertrand Guégan en Payot e! año 1926. Ésta es Ja edición que he- 3 Su autor, desconocido, pertenece probab]emente a 1a escueJa de Mantegna.
mos utilizado al redactar este capítulo de nuestra obra. ICf. Walker, pág. 102.
3 La rapidez de estas operaciones, incluso en e! caso de que el «caballero de Ma]ta» 5 Editado y comentado por Gohory en 1572: Livre cle la Pontaille Périlleuse avec la Char-
constituyera una simple ficción, resulta sorprendente: la segunda edición a]dina sobre la te d'amol1rs: aut1'f1l1ent intitrdé le Songe dl1 verga. CEr/Vrc tres-excellent de poésie antiql1e cOllte-
que se realizó la traducción de la edición francesa de 1546 ¡no había aparecido hasta 1545! nant la StégallOgraphie des m ysteres secrets de la science minerale (París). Gohory creía que La
No obstante, es posib]e que Gohory ya hubiera conocido la edición aldina de 1499 y se Pontaine périllel1se era la fuente de! Roman de la Rose; cf. Walker, pág. 98.
hubiera servido de ella; para los retoques, Jean Martin tuvo e! tiempo de consu1tar la edi- Livre de la Conql1este de la 7"ison d'Or, dedicado al rey por Jehan de Mauregard, con
1,

ción de 1545. En ]0 que concierne al traductor Jean Martin, sabemos que mostraba una introducción y notas versificadas de J. Gohory, París 1563.
marcada predilección por e] rel;to platónico y que no era la primera vez que se disponía 'Cf. Walker, págs. 97-98.
a realizar Ja revisión estilística de una obra en mal francés. En 1520, e] italiano Giacomo lbid., págs. 99-100.
K

Gaviceo había trazado una historia titulada Libro del Peregrino, inspirada en la Hypneroto- ')Cf. E. T. Hamy, «Un précurseur de Guy de La 13rosse:Jacques Gohory et le Lycil1m
machia de Colonna y en la tradición ficiniana. E] 1 de mayo, «día dedicado a los aman- Philosophal de Saint-Marceau-les-Paris (1571-1576)>>en: NOl1velles Archives dl1 Ml1sélm
tes» -y no por azar la fecha inscrita en e1 ú1timo folio de la Hypnerotomachia, es el 1 de d'histoire Natttrelle, 4.3 serie, tomo J, París 1899; cf. Walker, pág. 100.
mayo-, Peregrino va a la iglesia, donde encuentra a la bel1a Genevre: «L'age de quinze Leo Suavius, Theophrasti l'aracelsi Philosophie et Medicinne utririSql1e Imiversi compcll-
111

ans, de corpulante beaulte, de gestes elegante et seigneurial1e, de regard tres modeste, ]es dirUlr, 13ále 1568, págs. 147-149; lntroduction a l'lnstruction sur l'herbe Petl1111 , París 1~72, fo-
yeulx luisans, ]e cheminer humble, repose et a toute lyesse encline, avec ung doulx sor- lio 'Iv.; cf. Walker, pág. 101.
cieuil qui tout son front aornoit» [De quince años de edad, de corpulenta be]]eza, de ges- Irltroduction, dedicatoria.
11

tos elegantes y señori]es, de muy modesta mirada, los ojosre!ucientes, e1 caminar humil- 1l1troduction a l' lnstruction., folio 14r. Gohory poseía conocimientos musicales: había
13

de, tranquila y propensa a toda a]egría, con las dulces cejas que adornan su frente]. compnesto e! prefacio al Scctlndus Liber Modulortl1n de Orlando di Lasso, dedicado en 1571
Genevre se convierte en «su soberana y emperatriz»: «A partir de entonces é] quedó pri- a Carlos IX; cf. Wa]ker, pág. 99.
vado de sí mismo y se transformó en ]a imagen de esta dama». En 1527, e1 Libro del Pere- 13 Cf. M. Horowitz, prefacio a ]3, reimpresión anastática de! libro de W. Golden Mor-
grino fue traducido al francés por Franyois Dassy (París, Nicolas Couteau). Parece que la timer, History ofCoca «The DirJil1e Plant» ofthe lncas (1901), San Francisco 1974, págs. VI-
VIII.
lengua de la traducción era espantosa y, por esto, J ean Martin revisó y «corrigió» e] tex-
to (Dialogue l...] reveu au long et corrigé par Jehan Martin, Gaj]]ot du Pré, París 1528), que 14 Cf. Walker. págs. 102-104.
Suavius, pág. 187, citado por Wa]ker. pág. 104.
gozó de mucho éxito, contando por lo menos con siete ediciones hasta 1540. En 1545, e1 15

mismo Jean Martin tradujo del italiano al francés Gli Asolani, de Pietro Bembo (Venecia ](,Walker, págs. 102-103, comentando a Suavius, págs. 30 y 327.
15(5), una especie de Biblia de] amor platónico en e1 Renacimiento. No podía más que
St'lllirse afortunado de leer y revisar la traducción de la Hypnerotomachia que le había con- Apéndice 111

/1;1110 J;lcques Gohory. (Cf. Jean Festugiere, La Philosophie de !'am01ir de Marsile Ficin et son 1 Cf. nuestro artículo «latroi kai manteis» y Psychanodia 1, op. cit.

394 395
Sin embargo, fue adoptada por Jacques Gohory, que transformó el libro en una ale-
2

goría de la alquimia, líbrum hflhc magnae cuidam reconditaequc ilni vendicant.


3 Cf. el '~omentario a Macrobio atribuido a Guillermo de Conches, en P ~Dronke, Fil-
• ' -,1 0., ','

bu/a, pág. 179: Hymeneus


I
est meiñbranu/a in qua concipiuntur PIlClJ!eria, matrix videlícet.

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400 401
Índice onomástico

1. Autores antiguos Bacon, F., 241, 261


Bacon, R., 38, 164, 167,243,245,353,388
Abu Yahya al-Sinhachi, 50 Barbaro, E., 201
Aecio, 3(,2 Bartolol1lé el Inglés, 37, 38, 362, %3
Agrippa von Nettesheim, 61, 83, 84, 174, Bashsh5r ibn Burd, 44, 45
177,186,213-215,218,225,228, no, BasíJides de Alejandría, 56, 290, 2%, 297
231,23'), 255, 257-260, 262, 282, 332, Baudelaire, Ch., 8()
343-345,347, 348, 367, 382, 387-390 Bellay,j. du, 121,122, 30(J, 323
Agustin, 205, 355, 385 Bembo, P., 74, 394
al-Kindi, 1(A, 1()()-171, 175, 177, 243, 245, Benivieni, e., 40, 90, 91, 395
353, 354, 388 Berbiguier, A. V. c., 172, 174, 207-2(J9
Alberti, L. B., 69, 227 Bergal1lo, J. de, 201, 205
Alberto Magno, 82, 1(A, 177, 192, 223, 348 Bernard de eordon, 48, 49, 365
Albumasar, 243, 245, 247, 388 Bernardo de Como, 250
Alcher de Clairvaux, 37 Bérulle, P. de, 98, 265-2(,7, 391
Alciato, e. A., 69, 250 Bodin, j., 201
Alfi-edo el Inglés, 37 Bogol1li], 42
'A]i ibn 'Abbas a]-MajÚsi, 48 Bostius, A., 223, 259
Andreae, j. V., 244, 256, 379 Bota], L., 300
Andrés (apóstol), 279, 281 Bouchet, e., 112, 37(,
Andrés el Capellán, 47 Bouchet, j., 323
Apu]eyo de Madaura, 1%, 258, 332 Bouelles, Ch., 24, 25, 387
Aristarco de Sal1los, 52 Brahe, T., 52
Aristóte1es, 13, 30-36, 42, 48, 52, 53, 56, Brantól1le, abad de, 121, 122
60, (,1, 64, 82, 86, 104, 160, 184,222, Bruno, e., 11, 12, 15,22,27,52,53,64,
289, 359, 361, 367 71,95-111,114,116-121,123-127,
Arnau de Vilanova, 48, 300 130-133, 135-140, 143-14'), 153-156,
Arquígeno de Apamea, 36 1M, 167, 172, 175, 177, 210-216, 220,
Ateneo (médico), 36 227,238,241, 252, 255, 258, 2(,0-262,
Aulnoy, condesa de, 275, 292 2M-268, 282, 308, 326, 327, 345-351,
Averroes, 51 355,366,367, 373-380, 384
Avicebrón: ver 80101/1011 ilnl Gabirol Buondelmonti, c., 69
Avicena, 38, 47, 50, 343 Burchard de Worms, 204, 205, 338

403
Calcidio, 362 Dicson, A., 100 Gerardo de Cremona, 38, 343 HuysmaDs, j. c., 86
Calderón de i'aBarca, P., 13, 278-285, 393 Digges, T., 98, 374 Cennain de Ganay, 90, 224
Calvino, f', 252, Diocles de Karistos, 35, 3(> I Cervais de Tilbury, 45 Ibn 'Arabi, 42, 45-47, 50, 107
Campahelld,'T., 84, 85, 177,256,270 DomleJ: 8(, Ciacomo da Lentini, 51 Ignacio de Loyola, 253, 254
Ca~amJ'el y Lobko~vitz, J., 225, 227, 387 Dullinger de ,Seeon, S., 225, :\87 Ciorgi, F., 67, 177 Isidoro (gnóstico), 56, 297
Cardar:lO,J., 61, 244, 245 Durero, K,'so, 83, 86 Clauber, J. P..., 286, 287, 394
Carion, 237, 247" Codofi'oy des Fontaines, 363 Jámblico, 161, 196-198,381,383
Castiglione, B .., 74, 75 Elich, P. ~., 201 Coethe, l W. von, 221, 283 J enofonte, 70, 368
Cattani da Diacceto, F., 177 Empédocles de Agrigento, 30, 3:\, 35, 348, Cohory, l, 177, 299-302, 394-396 Johannitius: ver HUllaill ihll lshaq
Cavalc~nti,C., ~9-41, 51, 363 , 361',362 Craciano, 204, 205, 338 Juan de la Cruz, 111
Caviceo, C., 394 ,Epicteto, 36, W, 160, 161, 182,362,367, Crataroll1s, C., 354 Julián el Caldeo, 181, 196,290
Cellariu$,iA., :Ú,l, 262 380 Greville, F., 97, 100, 123 Julián e! Teúrgo, 181,290, 377
Celli;1i,B., 186 Epicuro, M. A., 110, 124, 289 Grévin, J., 121
Champier, S., 325, 326 Eql1icola, M.', 41 Grillandi, P., 213, 214, 230, 385 Kant, l., 31
Chapebin, J.,' 300 Erasístrato, 34 Griinpeck, J., 248 KepIer, j., 21, 52, 54, 241, 243-245, 25(>, 389,
ChapnlalJ', C., 123 Erasmo, 67, 100 Gui, B., 44, 364 Kierkegaard, S., 32, 86, 269, 370
Chappl1Ys, C., 395 Eschenden, J. de, 237, 246 Guillaullle de Ma:rbecke, 31 ¡{ircher, A., 225, 387
Chastellan, H., 300 Escoto, M., 223 Guillermo de Alvernia, 85-87, 370 Klein, j., 202
Cicerón, 64, 159, 162, 380 Espieres, J. d', 225, 387 , Guillenno de Conches, 78, 3% Korndorff, B., 218, 387
Cipriano de Antioquía, 279-285 El1do (Eón) de b Estrelb, 43
Cleantes de Aso, 159, 160 Haly Abba's: ver 'Alí ilm 'Abhas al-Majrlsí Lazzarelli, L., 177
Coleridge, S. T., 86 Ferne!, J., 300 Hasfurt, j. de, 81,190, 366, 370, 382 Lee, H., 123
Colonna, F:;164, 72, 74, 94, 299, 308, 314, Ficino, M., 11, 12,39-41,,48,49,51,53, Heidcl, W. E., 219, 220, 224, 227, 386-388 Lerevre de la Boderie, G:, \77, 323, 324,
316,368 54,57,61-64,66-71,74,76,78-94, Heliodoro, 292, 293 395
·Constantino el Africano, 37,38, 48 105,110,111,129,130,140,153,154, Helmont, F. M. van, 14(,,381 Lelllaire de Belges, j., 323
Copérnico, N., 52, ?6-98, 236, 264, 265, 161,1(,3,164,16(;,1(,7,171,175-177, Helmont, J. B. van, 14(, León el Hebreo, 74, 95
267 ' 180,181,186-192,197,210,215,216, Heráclides Póntico, 52 Lconardo da Vinci, 61, 62, 273, 274, 3(,7
,.\ .. "

Corrozet, C., 323 249,282,300,301,319-321, 323, 325~ Heráclito, 86, 368 Lercheirncr, A., 217
Cousin, C., 67, 394 327,343-348, 351, 353: 359, 363, 365- Herbenus, M., 221 Lichtenberger, J., 237, 246-249, 389
Crashaw, R., 86 369, 371, 375, 379-383, 395 Hermes Trimegisto, 54, 189, 223, 292, Lipomanus, A., 279, 393
Crisipo, 36, 159,Ú,O Finnico Materno, 291 319,369 L'!sle-Adalll, V. de, 358
Cuzzi, C. de, 325 Fludd, R., 258, 266, ;321 Hermógenes de Tarso, (,7, 343 Llull, R.: ver Lulia, R.
Fouillol1x, J. du, 111, 112, 376 Héroet, A., 323, 324 Lucrecio, 86
pante, 46, 51, 71, \03, 107,220,365 Francisco de Toledo, 284, 394 Herófilo de Alejandría, 34 Ll1lio, R., (,(" 227, 367
De Quincey, T., 86 Frei, A.; 278 Higinio, 101 Lutero, 217, 237, 242,243,246-251,253,
Dee, J., 98, 100, 374 Hildegard von Bingen, 48 257
! Del Rio, M.; 201, 202, 204, 225, 263, 344 Caleno, c., 34, 36, 37, 51, 60, 61,161, Hipatia de Alejandría, 57, 160
{Della Porta, C. B., 61, 210, 382, 383, 392 289, 343, 362 Hipócrates, 136, 381 Macrobio, 76, 83, 93, 177,348,369,370,
D~lmin'io, C. c., 67, r,8, 96, 102, 119, Calluci, C. P., 366 Hochel, S., 218, 387 396
343, 345 Cane!, 223 Horapollo, 69 Madjriti, Pseudo-, 164
Delllócrit6; 86 Gaurico, L., 244, 245, 247 Hugo de Saint-Victor, 37 Magny, O. de, 300
DescarteS, R., 21,31, 244,256 Geiler de Keiserberg, 272, 277 Hunain ibn !shaq, 37 Mani, 42, 243
Iksportes, P., 121 Gent, P. F., 278 Hus, j., 273-275 Maquiavelo, 12, 131-133, 274, 299

404 405
Maracos, 86 68, 74, 89-94, 103, 110, 111, 124, 140, Safo, 86 Tyard, P. de, 121, 177,323
Marcos de Toledo, 3(,3 177,249,250,262,269, 2H2, :\08, 319, Salol11Ón, 222, 223
Margarita de Navarra, 323 353, 371, 372, 379, 389, 395 Sana'í, 45, 47, 107 Valeriano, P., 69, 95
Marlowe, Ch., 13, 278, 393 Pico de ]a Mirandola, J. F., 911, :15:\ 354, Savonarola, J., 89, 93, 252, 275, 392 Vera Tassis y Vi11arroel, J. de, 280, 394
Marsala, 221, 247 371,395 Scepsius, H., 100 Vettius Valens, 291,292
Marrin, J., 299, 394 Pierre d'Ail1y, 244, 245, 388 Sceve, M., 323 Vias, A., 32()
Melanchthon, P., 48, 74, 96, 100,247, Yierre de Bruis, 43 ' Schickhardt, W., 261 Vil1egas, A. de, 393
252, 3(,5 Pierre de Limoges, 37, 363 Schi11er,J., 2() 1 Vincent de Beauvais, 48, 279
Mersenne, M., 98, 266 Pithoys, c., 262, 263, 353, 390, :1')1 Schott, e.; 225, 387 Vineti, J., 201
Metrodoros de Scepsis, 100, 101 Platón, 29, 30, 34, 35, 52, 60, ()1, ()H, 70, Selenus, e., 225, 387 Virdung, J.: ver Hc¡sfí¡rt, J. de
Mira de Amescua, 280 91,138,158,161,163, IH5, IH6, 195- Servio, 56, 294, 296, 3(,9
197, 289, 298, 362, 369 Sibly, E., 244, 245 Wier, J., 61, 218, 225, 263, 278, 353
Nachel11~ser, A., 245 Plotino, 68, 69, 85, 91, 298, 320, 3(,8, 36'), Sidney, P., 97,100-102,106,107,123
Naudé, P., 201 371, 372 SimeÓn Metafi'asto, 279 Ze11,J.: ver Trithc1I1ius de W¡'¡rzbll~!!
Nechepso y I'etosiris, 54, 291, 292 Pluche, abad, 104 SimÓn el Mago, 43, 278 Zenón de Citio, 34-3(" 159, 1(¡(), 1(,2
Nerval, e. de, 86 Plutarco de Queronea, 60, 61,121,159, Sinesio de Cirene, 56, 1(¡()-163, 1(,9, 177, Zoroastro, 117, 187,319,377
Newton, 1.,13,21,237,238,241,388 161, 196,294,33(,,362,383 181,187, 3()9, 380, 381 Zuichel11us, V., 67
Nicolás de Cusa, 52-54, 70, 98, 163, 236, POl11ponazzi, P., 177,354,355 Sinistrari de Ameno, 1. M., 202, 204
241, 265, 268, 365, 381 Ponzinibio, J. F., 250 So]011)0n ibn eabirol, 41,42
Nicolás de Oresl11e, 53 Porfirio, 76, 85, 196-198 Spenser, E., 125 2. Autores contemporáneos
Nider, J., 204, 205, 385 Pott, J. H., 201 Spina, A. da, 201
Nietzsche, F., 2()8, 288, 368, 391, 392 Praxágoras de Cos, 34 Staudenmaier, L., 174, 209 Agamben, e., 50, 83, 362, 3(,4, 3()5, 3(,7,
Numenio de Apamea, 290 Prodo, 56, 83,177,196,197, 199,292, Strindberg, A., 86 370
298, 353, 3(,9 Agostini, E. d', 393
Suavius, Leo: ver CoIIOI'Y, J,.,
Opicinl1s de Canistris, 261 Psc1o, M., 164, 181, 182,1%,197, 1')9, Surio, L., 279 Ankwicz-Kleeboven, H., 387
Oribasios, 364 215, 250, 382 Argan, e. c., 392
Orígenes, 84, 356 Ptolol11eo, c., 52-54, 'n, 98, 192,223,291 Tai11ell1ont, C. de, 326 Amold, K., 220, 224, 228, 379, 381
Ovidio, 111,120,312,357 Tanchelm de Al11beres, 43 Arnold, P., 386-388
Quintiliano, 64 Tanner, A., 225, 387 Asín Palacios, M., 364, 3(,5
Pablo (apÓstol), 117 Tansi110 de Venosa, 103
Pablo de Alejandría, 292-294 Raleigh, W., 123 Temple, W., 100 Badaloni, N., 373, 377
Paolini, F., 119, 343-346, 353 Ramée, P. de la: ver Ra1l1us, P. Teofi-asto, 82 Ba11esteros-Barabona, P., 393, 394
Paracelso, 146, 157,300,301 Ramus, P., 99,100,262,374 Tertuliano, 289 Baltrusaitis, J., 383
Paré, A., 300 Regino de Prtim, 204 Teucro de Babilonia, 327 Baschwitz, K., 218, 386
Pascal, B., 87, 267-269 Reinhold, 247 Tomás (apóstol), 281 Beierwaltes, W., 348
Paul de Middc1burg, 246, 248, 249 Remy, N., 202, 203, 207, 384 Tomás de Aquino, 31, 38, 52, 64, 117, Betz, H. D., 164, 381
Pedro de Abano, 223, 245, 353, 388 Reuchlin, J., 259 204,205,267, 361,377, 385 Bianchi, U., 356
Pedro de Ravena, 65, 119, 374 Rodrigo Ximénez de Rada, 41 Tournes, J. de, 323, 326 Bírlea, O., 332, 338
Pedro el Venerable, 41 Romberch, J., 65, 66, 101 Tozgrec, 223 Boase, R., 45, 363-365
I'nkins, e., 100-102,374 Ronsard, P., 121,323 Trithemius de Wurzburg, 174, 177, 186, Boll, F., 190, 293
¡','lr:1r(':I, ()4, 1()(), 107 Rossel1ius, c., 66, 367 210,214-228,230, 231,245, 250, 258, Bourciez, E., 377
1'11ili,li"ll, :\·1, 3()1 Ruperto de Lombardía, 222 259, 278, 3~~ 343-347, 366, 382, 385, Bourgeade, P., 359
I'i,,, .1,' 1.1Mil':l1Hlola,J., 11,40,41,67, 386 Bousset, W., 297

406 407
Brabant, H., 389 Finné, J., 342, 384
Hofmann, A., 333, 385 MiJler, D. L., 368
Fiorentino, F., 103
Brcsson, R., 25~ Horowitz, M., 395 Mondolfo, R., 376
Burckhardt, J., 11, 363 Firpo, L., 373
Morel-Fatio, A., 282, 394
Flamant, J., 365,,3'68, 369 [versen, E., 368 Morin, E., 379
Campbell,'D., 362, 363 Flashar, H., 361;'370
Miiller-Jahnke, W. D., 347
Cantu, c., 388, 392 Flora, F., 109, 373;'376
Janet, P., 172 Miiri, W., 370
Casella; M. T., 368 Fochi, A., 332
Jeanmaire, H., 3(,8 Muslea, 1., 332, 338
Cassirer, E., 363, %5 Foucault, M., 163,381 I
Jonas, H., 371, 372
Chacornac, P., 386 Frazer, J. C., 223
Jung, C. C., (,3, 172, 173 Nauert, C. G., 347
Champion, H:, 377 French, J., 374
Nelli, R., 364
Chantepie de la Salissaye, P. D., 3,55 Freud, S., 71, 80, 86, 109, 132, 153, 370
'" I Klein-Franke, F., 366 Nelson, J. Ch., 375
Clmbonnel, fR .. , 374 11,·\, , Klein, R., 71, 365, 384 Noomen, W., 392
Chastel, A., 69, 70, 86, %3, 368, 370 CandiJlac, M. de, 365
Klibansky, R., 83, 370
Christinger, R.,' 342 Carden, N., 340
Kristeller, P. 0.,11,69,105,368,370, Obolensky, D., 363
, Contini, G. F., 365 Garin, E., 11, 69, 91,105,368,371,373,
372, 373 Olerud, A., 158, 185,362,380,382
Corbin, H., 46, 71, 364 376, 377, 388, 389
Kudlien, F., 361, 362 Olschki, L., 373, 377
Genhle, C., 1 ¡, lOS, 125, 373, 374, 376
CO,~'sano,A., 373 Kybalová, L., 392 Onians, R. B., 185, 382
Coudert, A., 379, 381 Giapponi, L. A., 369
Crohns, H., 364 Gilso,n, E., 363
Lacan, J., 109, 148, 153 Panofsky, E., 80, 83, 370
Culianu, 1. P., 11-13,294,297,365,379, Ginzburg,C., 330
Lamarová, M., 392 Papu, E., 373, 377
383 Golden Mortimer, W., 395
Lambcrt, M., 364 Páques, V., 367, 388
Gombrich, E., 11,367,368,375
i~, I ¡ Lang, A., 368 Penzo, G., 368
De Martino, E., 355 Gostar, N., 338
Le Bon, G., 132 Pettazzoni, R., 368
Debus, A. e., 11, 365, 374, 388, 394 Gouillard, J., 364 Peuckert, W. E., 218, 219, 224, 233,245,
Lea, H. c., 204, 329, 330, 333, 383-385
Delcambre, E., 390 Gramsci, A., 131
Lewin, L., 342 382, 383, 386-390, 392, 393
'Demaitrc, L. E., 365 Grillot de Givty, E., 383, 385
Lewis, !. M., 173 Picot, E., 377
Densusianu, N., 331, 332 Guégan, B., 74, 369, 394 Places, E. des, 282, 283
Lewy, 1-1.,56, 196, %8, 382, 383
Dobbs, B. J.,T., 388 Gl;lik, R. van, 379
Lhermitte, J., 390 Plessner, M., 366, 381, 383
Dodds, E. rz.., 56 Gundel; H. G., 290-292, 294, 365
Lowes, J. L., 364, 365 Pollak, K., 361, 362
Dronke" P., 369,'370, 396 Gundel, W., 290-294, 365
Lubac, 1-1.de, 90, 93, 158, 320, 371, 372, Pozzi, G., 368, 369
Duerr, H. P., 16,341,342,361,376,384, I Cuthrie, W. K. c., 368
380 Preisendanz, K., 1()4, 381
, 385, 392, 393 Cuzzo, A., 103, 373, 377
Lunais, S., 295, 277 l'rost, A., 257, 347, 388-3<JO
Durand, C., 382 l'ucch, H. Ch., 364, 372
Hamy, E. T., 395
, Macchioro, V., 368 Putscher, M., 362
Eliáde, M., 14,308, 332,355, 379, 380, Hansen, J., 329, 383-395
Maree!, rz.., 363, 366, 371
}S8, 389 Harner, M., 333, 341, 385
Marx, K., 1"32 Quispel, G., 279, 297, 393
Elsas, C., 372 Harris, M., 248, 389
Maspero, H., 379
Engels, F., 132, 235 Hasdeu;' B. P., 331, 332
Massart, J., 339 Ramnoux, c., 391
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ISBN: H4-7H44-441-G
DepÓsito legal: M. 12.894-1999
Impreso en Anzos, S. L.

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