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Agregado a esto se debe añadir la influencia de los medios de comunicación masiva en el
entorno familiar. Un padre de familia puede cerrar la puerta de su hogar para prohibir que entre
una persona con ideas de la nueva era; pero al encender la televisión está abriendo su casa a toda
una variedad de ideas no evangélicas. Las películas, por ejemplo, que se transmiten por cable
están construidas sobre los pilares de determinada filosofía de vida que se comunica a través de
la trama.
Así las cosas, es natural pensar que los miembros de nuestras iglesias tienen contacto frecuente
con ideas diversas y distintas a las que aprenden en la iglesia durante la escuela dominical o el
sermón. Cada domingo que el pastor sube al púlpito para enseñar lo que la Escritura dice tiene
que estar consciente que durante los seis días anteriores sus interlocutores han estado imbuidos
por toda una suerte de ideas distintas al pensamiento bíblico.
Dentro de esta variedad de ideas, concepciones de vida (cosmovisión), filosofías, etc. aparecen
las sectas que hemos estudiado en este curso. Con el tiempo, nuevas sectas han aparecido y otras
más están surgiendo. Incluso, algunas iglesias evangélicas corren el riesgo de caer en la categoría
de sectas. Puesto que los evangélicos son celosos guardianes de la fe, es justo y necesario prestar
atención a las cualidades que identifican a una secta; para poder, posteriormente, estar capacitado
para desarrollar el ministerio de manera más efectiva.
1. Las sectas surgen cuando el cristianismo nace. Antes del cristianismo los judíos reconocían
que los esenios, saduceos, fariseos, etc. eran grupos sectarios. Cuando el cristianismo nació,
muchos judíos pensaron que “los del Camino” era un tipo de secta mesiánica. Conforme la
iglesia crecía y se extendía empezaron a surgir grupos sectarios en su seno. Recordamos, por
ejemplo, a los seguidores de Montano o Marción allá por los siglos II y III. Hoy día, la
iglesia evangélica se encuentra inmersa en un basto panorama religioso en donde las sectas
abundan.
2. El tema sectario es tan común que a veces parece reacio a encajar en una sola definición. Por
ejemplo, los católicos les llaman a los evangélicos “sectas fundamentalistas”. Los
evangélicos llaman sectas a los mormones y testigos de Jehová.
3. ¡Las sectas poseen la verdad! Esta afirmación parece extraña; pero para ser entendida debe
tenerse en cuenta que Ûla mentira más peligrosa es aquella que tiene parte de la verdadÜ. Las
Movimientos no evangélicos
sectas poseen la verdad de manera incompleta, imparcial y tergiversada. Por eso son
atractivas, presumen de sustento bíblico.
5. Las sectas son atractivas porque dan a conocer más de lo que el cristianismo ofrece. Muchas
sectas tienen interpretaciones bíblicas “novedosas” que impresionan a los incultos.
Cuestiones escatológicas no reveladas en la Biblia son explicadas con lujo de detalle por las
sectas.
Propuestas para “ hacer el ministerio”
en un contexto plural
1. Ecumenismo evangélico. Para abrir este párrafo me gustaría hacer una pregunta que a
primera vista parece irreverente: Û¿Es Cristo polígamo?Ü. Hoy día hay tantas iglesias que a la
par de llamarse evangélicas se precian de ser la única iglesia verdadera, la verdadera esposa
del Cordero. Si es así, una de dos cosas debe pasar, o Cristo tiene muchas esposas o cada una
de estas iglesias tiene su “propio cristo”.
Tradicionalmente, la iglesia evangélica ha sido arisca al ecumenismo. Y no es para menos. El
movimiento ecuménico con la iglesia católica y con otras religiones no cristianas tiene serias
deficiencias. Pero esa alergia antiecuménica ha llevado a la iglesia a cerrarse a la comunión
con otras iglesias hermanas de diferente denominación. Esta desconfianza se debe, entre otras
cosas, al desconocimiento. Bien decía Tertuliano en el siglo III: ÛSe deja de odiar cuando se
deja de ignorarÜ. Si las iglesias locales hicieran un esfuerzo por conocer, acoger y
comprender a otras comunidades hermanas, un ecumenismo evangélico sería una realidad.
2. Evangelización dialógica. La iglesia, sin pedirlo, está viviendo en un contexto en el que la
libertad religiosa es un derecho. La comunidad cristiana no debe quebrantar las leyes. Por lo
tanto, debe ser creativa para desarrollar el ministerio en medio de una sociedad libre
religiosamente. Lo único que se me ocurre para hacer el ministerio en este contexto de
“tolerancia” y mutuo respeto es la evangelización dialógica. En otras palabras, la iglesia
evangélica está llamada a dialogar inteligentemente con aquellas personas que no son de su
persuasión. Por medio del dialogo fraterno y respetuoso se debe buscar que el interlocutor
conozca la verdad transformadora de Cristo contenida en el evangelio.
3. Comunidad histórica. Muchas iglesias han caído en el sectarismo por creer erróneamente que
son “independientes”. En otras palabras, consideran que ellas no tienen ninguna conexión
histórica con el cristianismo de antaño. Parece que el evangelio ha dado un salto abismal
entre el siglo I y el siglo XXI. Ante esto, la comunidad evangélica debe reconocerse a sí
misma como “heredera de la reforma” protestante del siglo XVI. Los lazos históricos siempre
son útiles para contrarrestar el peligro del sectarismo.
4. Ecclesia reformata semper reformanda. Unido con el punto anterior, la iglesia
evangélica está urgida de una reforma constante en su seno. La sacralización de formas
teológicas o litúrgicas de antaño puede llevar a la iglesia al sectarismo. Rendir obediencia a
la “tradición” evangélica en vez de a la palabra de Dios que es siempre nueva puede
considerarse una nueva forma de “idolatría”.
5. “Iglesia doméstica”. Una de las características de las sectas es que ocupa la mayor parte del
tiempo de sus adeptos. La “iglesia” está por sobre la familia, el trabajo o las amistades. Mal
que bien, las iglesias evangélicas muchas veces han imitado este patrón. El hermano o
hermana que asiste a todos los cultos y participa en todos los comités y todas las actividades
es calificada como “más consagrada”. No obstante, sería bueno considerar un momento el
gran daño que esto provoca en la familia. Muchas veces el padre de familia dedica su poco
tiempo libre a la iglesia y desatiende a sus hijos y esposa. La iglesia, tristemente, contribuye
a esto al programar actividades que dividen a la familia: reunión de jóvenes separada del
grupo de estudio bíblico de caballeros, etc. El ministro debe ser creativo para promover
actividades que unan más a la familia, en vez de propiciar la desunión familiar. Cuando la
familia no está unida es más fácil que uno de sus miembros caiga en las perversas garras de
una de las sectas.
6. Ministerio holístico. Con frecuencia se ha dicho que las sectas satisfacen las necesidades que
la iglesia no llena. Un solo ejemplo de este asunto bastará. Debemos preguntarnos si en
nuestras iglesias hay lugar para los intelectuales. ¿Satisface la iglesia evangélica las
necesidades intelectuales de su congregación? Si no lo hace las sectas están dispuestas a
hacerlo. Muchas veces me he preguntado que haría si un día de estos un doctor en filosofía,
un antropólogo y un sociólogo acepta a Cristo y se congregan en la iglesia. ¿Qué ministerio
les daría? ¿Podría satisfacer sus necesidades intelectuales? ¿Compete esta tarea a la iglesia
del Señor?
7. Liderazgo regulado. La gran tentación del ministerio es erigirse como el ungido de Dios que
tiene autoridad por sobre toda la congregación. Se puede llegar a caer en el peligro de
menospreciar la acción del Espíritu en cada creyente. Ante esto, sería bueno mantener un
liderazgo regulado. En otras palabras, se esperaría que el pastor no tuviera problemas en
admitir cuestionamientos en cuanto a teología o vida práctica. Para eso serviría la doctrina
del sacerdocio universal de todos los creyentes; para regular la autoridad del pastor.
8. Lectura “canónica” del texto sagrado. Las sectas construyen su doctrina sobre pasajes sueltos
de la Biblia. Igualmente, existe la tentación de formar una “teología evangélica” con los
textos favoritos o que ya conocemos. Ante este peligro debemos tener una teología sólida y
estable, pero a la vez abierta al cambio y a la confrontación constante con la palabra de Dios.
La iglesia está llamada a predicar “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).
9. Actualización constante. Finalmente sugiero algo que he mencionado en más de una ocasión
durante el tiempo de clase. El ministro del Señor debe mantenerse en un estado de constante
actualización. No es pecado estudiar en la universidad o leer un libro no cristiano. Al
contrario es pecado de lesa teología no mantenerse al tanto de los cambios que sufre el
mundo al que predicamos y que intentamos reconciliar con Dios.