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Planificación y Ejecución de las Actividades

relacionadas con la formación de actitudes y el


fomento de valores

El deporte, como herramienta educativa, es capaz de promover la práctica habitual


de una educación en valores a toda la sociedad en su conjunto, a través de las buenas
prácticas y ejemplos positivos. Representa una magnífica preparación para la vida, ya que
es capaz de potenciar los valores humanos más nobles, ofreciendo la posibilidad de
redescubrir la confianza en uno mismo, el trabajo en equipo, la superación personal, el
valor del esfuerzo, la disciplina, el espíritu de excelencia y otras muchas virtudes
extrapolables a la vida diaria. Es decir, cualquier programa de educación en valores dirigido
al Sistema Educativo se debería tratar como una materia transversal con la que se efectúen
transferencias del deporte a la vida diaria. Los programas con la intención de educar en
valores a través de la actividad física y el deporte se plantean algunas reflexiones y
recomendaciones, basadas en la experiencia, para facilitar la creación de programas que
pretendan ser desarrollados en los centros educativos. La creación de estos proyectos
educativo-deportivos debe constituir un recurso didáctico para el profesorado con el fin de
fomentar valores como el respeto, la convivencia, el trabajo en equipo, el espíritu deportivo
y la superación personal a través de los contenidos del área de Educación Física con el
objetivo de transferirlos a todos los ámbitos de la vida. De este modo, se profundizará en la
Educación en Valores, reforzando el currículo formativo del alumnado de cualquier lugar
con los principios que inspira el juego limpio en el deporte.
La actividad física se divide en tres ramas: el juego, las disciplinas deportivas y el
deporte de competencia, y es importante tener claro que, aunque son distintas y buscan un
objetivo diferente, cualquiera de ellas ayudará a los niños a generar valores.
Al afianzar estos, fortalecerán su carácter y serán menos vulnerables frente a
situaciones de riesgo como el alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción, y a la vez
tendrán mayor criterio para seleccionar su grupo social.
Trabajo en equipo: El deporte fomenta en ellos la importancia de trabajar con sus
compañeros en un ambiente de solidaridad, con el objetivo de impulsar una competencia
sana y una hermandad que los una como familia, creando un apoyo frente a situaciones que
se le puede presentar a cada niño.
Tolerancia: La práctica de un deporte desde edades tempranas es un escenario ideal
para asumir los fracasos y los éxitos. La tolerancia apoya el aprendizaje de estrategias para
afrontar situaciones de frustración y para aceptar la diferencia de pensamiento y estilo de
vida de los demás.
Respeto: Incentivar el respeto por medio del deporte permite valorar al otro frente a
su condición social, religiosa, ideológica y en general su forma de ver la vida. Logrará
entender que otros niños y personas a su alrededor son diferentes a él y la importancia de
aceptar a los demás tal como son.
Excelencia: Se puede decir que la excelencia es el resultado de un trabajo
autodisciplinado, enfocado a objetivos claramente definidos. El deporte permitirá a los
niños afianzar este valor en otros aspectos de su vida.
Liderazgo: La práctica de un deporte es fundamental para fomentar en los niños el
liderazgo, que implica iniciativa, creatividad y proactividad, y les ayuda a promover la
autonomía y la toma de decisiones.  

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