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La Radiestesia y la Red Hartmann

Los defensores e investigadores de los efectos radiestésicos, sostienen que todos cuerpo
biológico emite ondas o radiaciones que pueden ser medidas a través de un instrumento
radiestésico (péndulo o varilla) el cual traduce esas ondas visualmente mediante una
serie de movimientos. Quienes sostienen estas teorías basa sus estudios en la
Geobiología ciencia que estudia la relación que existe entre las energías terrestres y
cósmicas, y la salud de todo organismo vivo en especial del hombre.

Es así que los geobíologos fueron clasificando todos los cuerpos según sus radiaciones,
y mediante esta clasificación aseguran que cada persona, planta, animal, piedras, u
objeto de pertenencia, así como enfermedades, medicamentos, líquidos, etc. emiten
ondas particulares propias del objeto o de su estado de vibración de equilibrio o
desequilibrio.

En el campo de la sanación se efectuaron ensayos y mediciones con algunos enfermos,


y comprobaron que al hacerles desplazar la misma, o cambiar de habitación, se
conseguían abundantes casos de mejoría y curación. Las radiaciones causantes de dichas
perturbaciones fueron llamadas “ondas nocivas”. Los primeros en hablar del tema
fueron los franceses; Mermet, Bovis, Martial, y Enel. En Alemania, destacaron
Kritzinguer y Gotsche primero, y luego Von Pohl, cuya obra “Erdstrahlen als
Krankheitserreger” (Los rayos terrestres como causa de las enfermedades), publicada en
1932.

Esas observaciones científicas sobre las influencias nocivas de los suelos de las
habitaciones, y las perturbaciones que provocan, se atribuyen a un sabio inglés, el
doctor Haviland, quien a finales del siglo pasado presentó varios de sus trabajos a la
Sociedad de Medicina de Londres sobre zonas geopatógenas que podían causar el
cáncer.

Un ingeniero francés, Henri Mager, constató la existencia y variaciones de radiación en


la medición de algunos terrenos el cual ejemplifico la misma como si se tratara de una
red de mallas regulares de frecuencias energéticas en las cuales su máxima intensidad
frecuencial se centraba en los puntos de intersección de las líneas de esa red. Luego la
posta de esa investigación fue llevada adelante por el francés Bagnoles-de-L’Orne,
apasionado por la radiestesia, quien enunció la hipótesis según la cual esa cuadrícula
energética circundaba todo el planeta: “Se trata de una radiación norte-sur,
aparentemente magnética y causada por el magnetismo terrestre, y una radiación este-
oeste, perpendicular a la primera y de apariencia eléctrica. Son radiaciones rectilíneas,
por lo que no pueden ser debidas a distintas influencias telúricas, como la composición
del suelo o a presencia en el subsuelo de fallas o corrientes de agua subterráneas, que
son siempre sinuosas y surcan la corteza terrestre siguiendo un recorrido variable, en
función de los accidentes del suelo. (Esas nuevas radiaciones) cubren nuestra esfera de
una red que marca zonas cuadradas neutras, compartimentando el suelo y elevándose en
la atmósfera, entrecruzándose en dirección norte-sur y este-oeste… “

Payré demostró que en los puntos de intersección de las líneas de la red que había
detectado, los vegetales se comportaban anormalmente. Realizó idénticas constataciones
en los hombres y los animales; sospechó que hay una relación entre la radiación y el
desarrollo de ciertos tipos de cáncer.

Por su parte, en 1935 el doctor Ernst Hartmann de origen alemán había estudiado e
investigado por más de diez años las influencias del medio ambiente en el hombre,
principalmente las derivadas del magnetismo terrestre. Sostenía Hartmann que la salud
física y mental de una persona depende del lugar en el que vive, duerme y ejerce su
actividad sostuvo que “la tierra está recubierta por una red global de ondas fijas que
parecen ser producidas por una radiación terrestre que proviene del interior del planeta y
que se ordena en forma de retícula al atravesar las capas de la corteza terrestre”

Al medir la resistencia del cuerpo humano y las variaciones que éste experimentaba al
desplazarse dentro de un área se detectó puntos de registros en donde se producían
interesantes alteraciones. Los puntos fueron marcados sobre un plano, y vieron que
estos conformaban una especie de cuadrícula o retícula, es decir, constituían los puntos
de intersección de unas hipotéticas líneas de fuerza o energía, dispuestas en forma de
malla o red.

La existencia de estas líneas ha sido comprobada con aparatos de mediciones de mayor


sofisticación tecnológica y son ahora conocidas como “Red Hartmann o Red H”. o
zonas perturbaciones cosmotelúricas, una inmensa telaraña tejida a escala de todo el
planeta. Esa extensa red estaría compuesta de varias rejillas que se superponen e
interfieren formando una rejilla global biológicamente activa.

Las líneas Hartmann se pueden concebir como paredes de energía sutil emanadas del
subsuelo y extendiéndose verticalmente hasta una altura de 2.000 metros. Esta red se
puede detectar en todas partes, tanto en terreno llano como en la montaña, en el agua, en
el exterior y en el interior de las viviendas. Estas líneas o bandas se orientan en función
de los polos geomagnéticos; corren paralelamente en direcciones norte-sur y este-oeste.
Su intensidad y densidad son muy variables, dependiendo de innumerables factores
como son la hora del día y los cambios atmosféricos. No obstante se establece una
constante de unos 21 cm de espesor y su disposición paralela a intervalos de 2.5 m en
las orientadas norte-sur y de unos 2 m en las orientadas este-oeste.
Se les ha llamado también “Constantes Vitales Terrestres”, pues su armonía o
distorsiones nos muestran el grado de equilibrio o de desequilibrio de un lugar o sus
alteraciones en un determinado momento. Por ejemplo, el espesor de las líneas puede ir
de 21 a 80 cm durante un eclipse solar o hasta 120 cm durante un movimiento sísmico.

Ahora bien hay cruces de ésta red que se consideran “negativos”. (zonas
geopatógenas).Esos puntos, desfavorables para la salud, son los cruces llamados “cáncer
point ” (a la vertical de ellos, acusa una potente radiación gamma). Por su lado “La red
Curry, – de la que luego hablaremos- de naturaleza cósmica, se presenta como una
trama diagonal a la “Red H”. El estudio de ambas redes es de importancia para
determinar los puntos favorables energéticos. (Tampoco hay que imaginarse la red
Hartmann como una trama geométrica que se proyecta en mallas regulares sobre la
superficie del planeta. Su trazado tiene múltiples ondulaciones, contracciones,
accidentes diversos e incluso interrupciones puntuales. Con lo que se compara mejor es
con una red o una rejilla.) En la Geobiología estos cruces negativos son llamados
Genopatías. Las genopatías son espacios o lugares en las cuales se hallan diferencias
importantes de emisión de radiaciones energéticas electromagnéticas que afectan
severamente la salud física y psíquica de las personas (zonas geopatógenas). En éstas
zonas se aprecian cambios en la frecuencia y amplitud de las ondas Schumann, este
cambio de frecuencia altera, como dijimos, el comportamiento biológico del hombre y
todo ser vivo: procesos químicos celulares, y los niveles hormonales. Se especula que
las radiaciones presentes en una genopatía alterarían los procesos bioquímicos y
energéticos del cuerpo humano afectando no sólo las células del sistema inmunológico
sino también incidiendo sobre el sistema nervioso, endocrino y hormonal.

Por otro lado, existen genopatías debido a especies de venas de agua subterráneas que
corren por debajo de la corteza terrestre superior y que generan campos eléctricos en los
rozamientos proyectados sobre su vertical. Las fallas geológicas y las vetas metálicas
alteran también el campo magnético en superficie. Donde estas líneas de radiación se
cruzan se crean puntos geopatógenos que de acuerdo a su tipo e intensidad pueden
desencadenar distintas alteraciones biológicas y reacciones en un organismo vivo.

Esta trama delimita zonas de distinta radiación: En la primera de ellas su intensidad es


demasiado débil para producir algún tipo de alteración biológica. Aunque en algunos
casos pueda percibirse una actividad nociva en su vertical procedente de una
interferencia entre las asimetrías del subsuelo y de la red H. La segunda es una zona
neutra: donde la parte delimitada por las “paredes”. En su interior se encuentra un lugar
particularmente benéfico.

Habíamos mencionado la Red Curry, diremos de ella que, posteriormente a las


investigaciones llevadas a cabo sobre la “Red Hartmann”, se han detectado otras redes
de energía más sutiles, llamadas “Red de Curry”, en honor a el Médico suizo Manfred
Curry, quién junto al Dr. Witmann detectaron, en el año 1954, unas líneas energéticas
que se despliegan formando una red similar a la de Hartmann pero diagonal a los puntos
cardinales. La separación entre las líneas Curry de orientación Noreste- Suroeste oscila
cerca de los 8m y entre las líneas Sureste-Noroeste es de 6m. El grosor de cada línea es
de aproximadamente 40cm. Con respecto a su origen, algunos especialistas formularon
la hipótesis que esta red se forma como consecuencia del efecto dínamo que se establece
por la constante rotación de la Tierra y la generación de fuertes campos energéticos
debidos a la fricción y resistencia entre la corteza terrestre y el núcleo del planeta.

En la práctica, la importancia de estas líneas sobre la salud sólo se detecta en la vertical


de los cruces Curry y sobre todo cuando éstos se encuentran superpuestos a genopatías
y/o cruces Hartmann.

Las genopatías más comunes son las provenientes de los cursos de agua subterráneos y
las fallas geológicas. Las venas de aguas subterráneas procedentes de las aguas lluvias o
de la fusión del hielo, en su recorrido a través del terreno o una vez acumuladas en los
acuíferos, provocan una ionización positiva a la superficie del suelo que se transmite
verticalmente y se encuentra de manera casi idéntica en cada piso de un edificio. Se
manifiesta por manchas de humedad en las paredes y las cargas eléctricas que nacen
sobre estas zonas atraen los rayos. El cruce de dos o varias venas de aguas subterráneas
constituye una zona portadora que amplifica los cruces telúricos y constituye un alto
riesgo para la salud. El grado de nocividad del agua subterránea es función de su
orientación y su calidad. En algunos casos el agua pasa por minerales radioactivos y
sigue acarreando esta radiactividad por varios metros y transmite a la vertical.

Sin dudas profundizar en el estudio de éstos fenómenos físicos es apasionante. En


nuestra búsqueda de mayor información sobre los mismos dimos con un artículo que
hace mención al conocimiento ancestral de éstos fenómenos. Dicho artículo publicado
en Oceanía comentaba que gracias a conocimientos ancestrales, no técnicos pero si por
la observación de señales biológicas, trasmitidos de generación en generación ha
permitido a los chamanes de unas tribus asiáticas poseer un conocimiento de cómo
actúa la “Red de Hartmann” en las alteraciones geofísicas de nuestro planeta. Seis tribus
primitivas de Asia que habitan las islas de Andaman y Nicobar sobrevivieron el pasado
diciembre del 2004 al Tsunami que asoló el Sudeste Asiático.

Los aborígenes de las comunidades Jarwas, Onges, Shompens, Sentenaleses y


Andamaneses pudieron predecir que un desastre iba a ocurrir en la zona que habitaban
con un par de días de anticipación y así buscar refugios en las zonas más altas, Estás
tribus poseen el conocimiento ancestral de descifrar el lenguaje de los animales y la
conducta que adoptan cuando la red energética de la que hablamos sufre alteraciones.
Estas tribus datan del alto paleolítico y del mesolítico, por lo que tienen una antigüedad
de entre 20.000 y 40.000 años y viven aún de una forma muy primitiva. A partir de
haber tomado público conocimiento éste hecho, los antropólogos se han abocado a
estudiar éstos técnicas ancestrales en busca de dar respuesta a algo que la ciencia
moderna aún no ha logrado a pesar de su tecnología, como lograr predecir un sismo.

A través de los años se han descubierto otras redes de energía sutil, pero no se han
detectado influencias notorias y no han sido investigadas con detalle, salvo las líneas
Curry. Estas líneas de energía fueron llamadas así en honor a su descubridor, el Dr.
Manfred Curry. Esta red se despliega globalmente de manera similar a la red Hartmann,
pero diagonalmente con respecto a los puntos cardinales. La separación entre las líneas
Curry de orientación Noreste-Suroeste oscila cerca de los 8 metros; y entre las líneas
Sureste-Noroeste es de 6 metros. El grosor aproximado es de 40 cm

Como conclusión podemos suponer que las técnicas de radiestesia poseen fundamentos
comprobables y de tradición ancestral. Los antiguos pobladores de China 4.000 años
atrás, usaban técnicas de radiestesia para ubicar yacimientos de minerales y de agua
subterráneas. En la Edad Media, siglos XVI y XVII, los yacimientos minerales fueron
localizados con la técnica de la biolocalización. También es conocida la existencia de
personas especializadas en éstas técnicas en el campo que por medio de varillas o
péndulos localizan cauces de agua potable subterráneos. Los Celtas, los Nórdicos, Los
Griegos, los Romanos construían sus santuarios u oráculos en sitios designados por
medio de las técnicas de radiestesia. En América, los mayas, los Aymarás y los Incas,
ubicaron sus pirámides y sus lugares sagrados a través de la misma técnica. Técnica que
hoy denominamos “Radiestesia”, lo que significa “Sensibilidad a las Radiaciones”.

El rasgo principal de ésta especie de «mitología científica» de aquella época, es la


concepción de los «fluidos» diversos bajo la forma de los cuales se representaba
entonces todas las fuerzas psíquicas; y es esta concepción la que fue transportada del
orden corporal al orden sutil con la teoría del «magnetismo»; si uno se remite a la idea
de la «solidificación» del mundo, se dirá quizás que un «fluido» es, por definición, lo
opuesto de un «sólido», pero por ello no es menos verdad que, en este caso, juega
exactamente el mismo papel, puesto que esta concepción tiene por efecto el de
«corporizar» cosas que dependen en realidad de la manifestación sutil.

Éstos magnetizadores fueron los precursores directos del «neoespiritualismo», sus


teorías influenciaron a todas las escuelas que tomaron nacimiento después, ya sea que
fueran abiertamente profanas y dudosas como el espiritismo, o las múltiples variedades
de las pseudoiniciáticas Hoy día, una parte de los magnetizadores continúan hablando
de fluidos y creyendo seriamente en ellos. Estos «fluidos» han sido reemplazados por
las «ondas» y las «radiaciones»; éstas no dejan de jugar el mismo papel en las teorías
inventadas más recientemente para intentar explicar la acción de ciertas influencias
sutiles; nos bastará mencionar la «radiestesia», como una de las técnicas más
representativa a este respecto.

La Radiestesia como instrumento para detectar Genopatías:

La detección de una genopatía es aplicada a la medición de frecuencias-longitudes de


onda de radiación electromagnéticas de lugares, plantas, animales y personas. Algunas
personas poseen una facultad natural para detectar genopatías, según el físico Zaboj
Harvalik esta sensibilidad natural parece estar localizada en las glándulas suprarrenales
y en la pineal o en la pituitaria. Este tipo de personas son comúnmente conocidos como
zahoríes o varilleros. La radiestesia es el término más adecuado para ésta praxis
generalmente llevada a cabo mediante un péndulo. No es que no se pueda llevar a cabo
mediante otros instrumentos sino que el péndulo resulta tan efectivo como lo podría ser
un ionómetro o un magnetómetro de protones. La radiestesia permite detectar fisuras
que favorecen el los escapes de radiación.

El giro del péndulo hacia la izquierda indica la existencia de zonas geopatógenas. A


partir de su detención los diferentes niveles de radiación son medidos a través de un
biómetro de Bovis, por medio de él son considerados zonas geopatógenas aquellas
donde la medición obtenida es inferior a los 6.000 U.B y de grave riesgo los que se
encuentren inferiores a los 3.500 U.B.. Los valores superiores a 6.500 U.B. son los
óptimos.

Bibliografía Consultada:
Guido S. Bassler: Geología, Geobiología y Radiestesia
Réne Guénon: El reino de la cantidad y los signos de los tiempos
Jordi Matamoros Navarro: Geobiología El Lugar y la Salud

— Visto en: http://www.facundoallia.com.ar/paginas/radiestesia.htm

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