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Daño Ambiental

 Daño ambiental
            "El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer según lo establezca la ley".  La
Convencional por Buenos Aires explicó en  1994 que : “El concepto de daño ambiental tiene alguna particularidad
probablemente con respecto a la noción de daño que se maneja habitualmente a través del Código Civil. Cuando
decimos "prioritariamente" estamos haciendo un señalamiento en ese sentido. La primera prioridad sería recomponer el
daño volviendo a la situación ex ante, lo que suele ser sumamente difícil y casi todas las veces imposible en materia
ambiental. Sin embargo, se pueden conseguir situaciones nuevas que, si no equivalentes, por lo menos constituyan
situaciones en las cuales el daño sea menor o en las que el nuevo balance creado sea  aceptable o satisfactorio”.
La creciente irrupción de nuevos riesgos en el vivir comunitario  ha producido en el seno de la sociedad una
transformación frente al cual el Derecho no ha permanecido inconmovible.

El  progreso ha sido inexorable: el hombre ha sido capaz de liberar energías, cuyas fuerzas no domina plenamente y
así, como en el caso de la actividad hidrocarburífera, a la par que se consiguieron beneficios   se han sucedido una
multiplicidad de infortunios.

La responsabilidad que acarrea la actividad industrial, ha hecho modificar, inclusive, la concepción de la


responsabilidad en el ámbito civil, que pasó de un principio de responsabilidad dominado por la noción de culpa, a
una responsabilidad objetiva, donde gobierna una relación de causalidad material existente entre un determinado
quebranto y la actividad de aquel al cual el ordenamiento le imputa el resultado dañoso.

A partir de la incorporación de la noción de “riesgo creado” elaborada por Raymond Saleilles y Louis Josserand, se
ha pasado a concebir a la responsabilidad como una obligación de garantía. La consecuencia del acto dañoso debe
estar a cargo del que lo cumple y no del que lo sufre. La conciencia jurídica y social reacciona hoy frente al
desamparo que producen las lesiones producto de eventos de las modernas y complejas tecnologías donde el
accidente deviene anónimo. “Después de haber conocido la inseguridad material, la víctima del accidente padecerá la
inseguridad material”, dice Josserand.

La norma que establece la obligación de recomponer, según manda la Constitución Nacional, es la Ley General del
Ambiente, que abarca los hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u omisión, causen daño ambiental
de incidencia colectiva.

La misma Ley se encarga de definir al daño ambiental, concibiéndolo como toda alteración relevante que modifique
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o valores colectivos.

En su art. 28, esta Ley establece que el que cause el daño ambiental será objetivamente responsable de su
restablecimiento al estado anterior a su producción. Tal disposición es acorde al principio de responsabilidad
consagrado en el art. 4º de la ley: “El generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es
responsable de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición, sin perjuicio de la vigencia de
los sistemas de responsabilidad ambiental que corresponda n.

En cuanto a normativas aplicables al caso, la Ley 24.051, de residuos peligrosos definía el concepto de generador de
residuos peligrosos en su artículo 14: “Será considerado generador, a los efectos de la presente, toda persona física
o jurídica que, como resultado de sus actos o de cualquier proceso, operación o actividad, produzca residuos
calificados como peligrosos en los términos del artículo 2° de la presente.” El mismo cuerpo normativo 45 a 48
establece responsabilidad del generador por los daños ocasionados por los residuos peligrosos. En igual sentido, la
legislación regulatoria de los Residuos Industriales, Ley 25.612, (que la sustituye) establece como objetivos la
garantía de la preservación ambiental, la protección de los recursos naturales, la calidad de vida de la población, la
conservación de la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas. (Artículo 4) y los criterios sobre responsabilidad
en el Título II de dicha norma.

Las  reglas ambientales

 Derivada de la tradición del derecho romano de separar la función  administrativa que otorga la función de decir
derecho a un juez o tribunal, de los otros ramos de la administración pública, quedó establecido que esta función
debe ser claramente normatizada, porque el juez puede manejar a su antojo el poder  que posee, por
consideraciones ajenas al derecho. Los jueces, como parte integrante de una sociedad en la cual se educa y produce
su proceso de enculturamiento, no escapa a las influencias del medio. La subjetividad caprichosa es posible en la
administración del decir el derecho y dar a cada uno lo suyo. Se trata, entonces, de buscar los mecanismos para
marcar los límites donde el juez debe actuar y los fines que clara y certeramente tiene que tener cuando actúa en su
función y los medios para alcanzarlos.  El legislador es el que pone los obstáculos a la subjetividad por medio de
barreras que solo puedan franquearse rompiéndolas, es decir, dejando al descubierto la arbitrariedad. Para ello se
deben  fijar legalmente las reglas de procedimiento, y  establecer el derecho de fondo. Con estas condiciones se
obliga al juez a dividir igualmente aire y luz entre las partes y se lo aparta de la influencia de ideas y sentimientos
particulares.
De esta tradición románica nos viene la diferenciación entre el derecho de forma y el derecho de fondo, que se
explicita en el articulado de nuestra Constitución Nacional.
La incorporación de nuevos derechos y garantías en la Reforma Constitucional de 1994 desdibuja esta separación,
dándole extrema importancia al derecho procedimental, habida cuenta que los procesos, la carencia de ellos o el mal
uso, conduce a la injusticia. Es así que se incorpora mandato específico sobre la acción de amparo vinculado con los
derechos de incidencia colectiva, en los artículos 41, 42 y 43.
¿Existe un fuero especial donde se ventilen las causas judiciales ambientales? No.
¿Existe un proceso especial para las causas ambientales? Aquí hay que hacer algunas consideraciones.
Siguiendo el mandato del artículo 41 y 43 de la Constitución Nacional el Legislador sanciona en el año 2002 la Ley
25.675 llamada Ley General del Ambiente. En la misma se incorporan normas procedimentales, facultades para las
partes y los jueces. Por lo tanto la normativa aplicable en cuanto al proceso judicial en materia de naturaleza
ambiental será el del cuerpo normativo de forma, nacional o local,  de acuerdo a la competencia que se establezca.
Esta competencia surge de la propia ley ambiental en su artículo 7 que dice que  la aplicación de esta ley
corresponde a los tribunales ordinarios según corresponda por el territorio, la materia, o las personas.
En los casos que el acto, omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en
recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal.
En definitiva, el orden de prelación está dado por el ordenamiento constitucional de los artículos 41 y 43, los códigos
procedimentales del fuero de que se trate, con la aplicación primera, prioritaria y excluyente de las normas de la ley
general del ambiente.
En este aspecto la ley 25.675 establece en cuanto a los procesos judiciales y a la responsabilidad estas  reglas:
1.-La competencia judicial ambiental será la que corresponda a las reglas ordinarias de la competencia. (Art 7 LGA)
2.-En los casos que el acto, omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en
recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal. (Art 7 LGA)
3.-En el caso de los residuos peligrosos, es competente para conocer de las acciones penales que deriven de la  Ley
de Residuos Peligrosos, la Justicia Federal. (Art 58 LRP 24.051)
4.-El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá restricciones de ningún tipo o especie. (Art 32
LGA)
5.-La Ley ambiental se aplica los hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u omisión, causen daño
ambiental de incidencia colectiva. Se define el daño ambiental como toda alteración relevante que modifique
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o valores colectivos. (Art 28
LGA)
6.- Se presume, salvo prueba en contrario, que todo residuo peligroso es cosa riesgosa en los términos del segundo
párrafo del artículo 1113 del Código Civil, modificado por la Ley N° 17.711. (Art 45 LRP)
7.-A diferencia de la reparación del ámbito civil, el que cause el daño ambiental será objetivamente responsable de su
restablecimiento al estado anterior a su producción. En caso de que no sea técnicamente factible, la indemnización
sustitutiva que determine la justicia ordinaria interviniente, deberá depositarse en el Fondo de Compensación
Ambiental que se crea por la ley, el cual será administrado por la autoridad de aplicación, sin perjuicio de otras
acciones judiciales que pudieran corresponder. (Art 28 LGA)
8.- La exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando que, a pesar de haberse adoptado todas las
medidas destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente del responsable, los daños se produjeron por culpa
exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.(Art 29 LGA)
9.-La responsabilidad civil o penal, por daño ambiental, es independiente de la administrativa. (Art 29  párrafo 2 LGA)
10.- Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la recomposición del ambiente dañado,
el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé
el artículo 43 de la Constitución Nacional, y el Estado nacional, provincial o municipal; asimismo, quedará legitimado
para la acción de recomposición o de indemnización pertinente, la persona directamente damnificada por el hecho
dañoso acaecido en su jurisdicción. (Art 43 CN y 30 LGA)
12.- Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados, no podrán interponerla los
restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como terceros. (Art 30 párrafo 2 LGA)
13.-Sin perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante acción de amparo, la
cesación de actividades generadoras de daño ambiental colectivo.(Art 30 Párrafo 3LGA)
14.- Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más personas, o no fuere posible la
determinación precisa de la medida del daño aportado por cada responsable, todos serán responsables
solidariamente de la reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de repetición entre sí para
lo que el juez interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona responsable.(Art 31 LGA)
15.-En el caso de que el daño sea producido por personas jurídicas la responsabilidad se haga extensiva a sus
autoridades y profesionales, en la medida de su participación.(Art 31 Párrafo 2 LGA)
16.-El juez interviniente podrá disponer todas las medidas necesarias para ordenar, conducir o probar los hechos
dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente el interés general. (Art 32 Párrafo 2 LGA)
17.-En el ámbito de la responsabilidad extracontractual, no es oponible a terceros la transmisión o abandono
voluntario del dominio de los residuos peligrosos. (Art 46 LRP)
18.-El dueño o guardián de un residuo peligroso no se exime de responsabilidad por demostrar la culpa de un tercero
de quien no debe responder, cuya acción pudo ser evitada con el empleo del debido cuidado y atendiendo a las
circunstancias del caso. (Art 47 LRP)
19.- En cualquier estado del proceso, aun con carácter de medida precautoria, podrán solicitarse medidas de
urgencia, aun sin audiencia de la parte contraria, prestando debida caución por los daños y perjuicios que pudieran
producirse. (Art 32 Párrafo 2 LGA)
20.-El juez puede, asimismo, disponer medidas precautorias, sin petición de parte.(Art 32 Párrafo 2 LGA)
21.-Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental, agregados al proceso, tendrán la
fuerza probatoria de los informes periciales, sin perjuicio del derecho de las partes a su impugnación.(Art 33 LGA)
22.- La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la acción sea rechazada,
aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias. (Art 33 Párrafo 2 LGA)
Estas reglas no pueden ser dejadas de lado, cualquiera sea el código de procedimientos que se aplique, porque son
de orden público, reglamentación  directa del mandato de los artículos 41 y 43 de la Constitución Nacional.
Cabe mencionar que por un lado tramita el proceso donde se resuelve responsabilidad por el daño y perjuicio civil del
afectado por el daño ambiental y por otro la reparación, la recomposición al estado anterior, según la terminología de
la Constitución Nacional. Así lo ha dejado sentado definitivamente la Corte en el Caso Beatriz Mendoza y otros, c/
Estado Nacional y otros en la contaminación del Matanza Riachuelo, separando en procesos distintos los diversos
asuntos sobre lo que va a resolver: uno de ellos fue la indemnización por los daños individuales sufridos por cada
uno, para reparar los gastos por tratamientos médicos, daño moral y psíquico y la nueva radicación de las familias. La
Corte se declaró competente para estudiar el daño colectivo, es decir, la parte del reclamo que solicita que se
recomponga el medio ambiente y se realicen obras de saneamiento. "Tiene una prioridad absoluta la prevención del
daño futuro, ya que se trata de actos que seguirán produciendo contaminación. En segundo lugar, debe perseguirse
la recomposición de la polución ambiental y, finalmente, para el supuesto de daños irreversibles, el resarcimiento",
dice el Tribunal.
El proceso judicial
Rudolf Von Ihering  se preguntaba: ¿Por qué se juzga conveniente dictar reglas de procedimiento, si el propio interés
de las partes es buscar la verdad por el camino más seguro?  El iusfilósofo concluía que administración de justicia y
orden en los debates judiciales son sinónimos. La libertad en los debates, en cambio, equivale a la libertad del juez
para la arbitrariedad, a favorecer  las partes en su deseo de acomodar la verdad a su interés particular. Este
conocedor de la historia global del derecho nos dice que no ha existido ejemplo de pueblos que no hayan tenido
procedimientos establecidos.
Las medidas cautelares forman parte del llamado derecho de forma, plasmado fundamentalmente en los códigos
procesales, y leyes especiales, que de acuerdo a la Constitución Nacional han quedado dentro de los poderes no
delegados a la Nación por las Provincias, según reza su Artículo 121. Sin embargo los constituyentes del 53-60
dieron al proceso judicial una importancia extrema al punto de establecer que “Ningún habitante de la Nación puede
ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o
sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra
sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles
privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los
azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en
ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará
responsable al juez que la autorice.”
La ubicación de este artículo entre las garantías constitucionales, se debe a que el debido proceso  en el contexto
socio-político en el que sancionó la Ley Fundamental, resultaba esencial frente al atropello del poder del Estado
frente a los individuos.
 En nuestra historia jurídica, la justicia, como acto que trasciende el mero orden legislativo, ocupaba un importante
lugar en la tradición jurídica hispano-indiana. Las Partidas la consideraban como “arraigada virtud”, y además, “guía
de los gobernantes” para sus actos de gobierno y de los jueces para resolver pleitos. Esta idea trascendente nutrió
una actitud sentimental de la justicia, que vivía en el hombre común y que aparece también en la literatura del Siglo
de Oro y en nuestras letras costumbristas. La justicia era un sentimiento social, era concebida como la más esencial
y necesaria de las virtudes sociales.
La justicia, como estado afectivo era hondamente vivida. Pero era un concepto vago, difuso y generalmente
inabordable para los juristas, habituados al rigor intelectual, al ejercicio definitorio y al preciso encasillamiento legal.
Su difícil aprehensión hacía que su aplicación práctica tuviera severos defectos. En 1828 en un diario porteño se leía
que la justicia era: “Tela de araña en que se prenden los pequeños y pobres y que los grandes y ricos rompen y
despedazan”.
En las guerras civiles  de las décadas del veinte, treinta y cuarenta del siglo XIX ninguna de las partes de la contienda
facciosa y fraticida respetaba patrimonio, libertad ni vidas humanas.
El papel predominante de la ley es un antiguo rasgo del derecho de tradición romana e igualmente lo era en el
derecho indiano. En el Siglo XVIII la privilegiada situación de la ley se acentuó, entre otros factores, porque la misma,
emanada del monarca, debía ser respetuosamente aceptada y obedecida por los súbditos. Este mismo concepto
absoluto de la ley se ve brillar en los días de la Revolución de Mayo, con el importante cambio teórico referido a que
la autoridad de donde aquella emanaba no era el rey sino el pueblo, cuya soberanía se ejercía por medio de sus
representantes. Moreno decía en 1810: “Que el ciudadano obedezca respetuosamente a los magistrados, que el
magistrado obedezca ciegamente a las leyes, este es el punto último de perfección de una legislación sabia...”
La justicia, con el advenimiento del racionalismo sufrió amputaciones para hacer de ella un concepto más técnico,
donde empieza a regir el imperio de la ley, estableciendo un orden jerárquico en cuya cúspide se encuentra la
constitución.
 La fuente del artículo 18 es del Proyecto de Constitución, que adjuntó J.B. Alberdi a las Bases, quién las colocó en
un capítulo referido al “Derecho público argentino”,  bajo la denominación de Seguridad. Decía el artículo 19 de su
proyecto de constitución: Nadie puede ser condenado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso.
Ninguno puede ser juzgado por comisiones especiales, ni sacado de los jueces designados por la ley antes del
hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo. No es eficaz la orden de arresto que no
emane de autoridad revestida del poder de arrestar y se apoye en una ley.
El derecho de defensa judicial es inviolable.
Afianzado el resultado civil de un pleito, no puede ser preso el que no es responsable de pena aflictiva. El tormento y
los castigos horribles quedan abolidos para siempre y en todas circunstancias. Quedan prohibidos los azotes y las
ejecuciones por medio del cuchillo, de la lanza y del fuego. Las cárceles húmedas, obscuras y mortíferas deben ser
destruidas. La infamia del condenado no pasa a su familia. La casa de todo hombre es inviolable. Son inviolables la
correspondencia epistolar, el secreto de los papeles privados y los libros de comercio.
Como puede observarse, el fundamento de este artículo es el resguardo de los derechos individuales frente al poder
del Estado. Estos mandatos son reglas procesales, cuya importancia capital hizo que tanto el inspirador de la
Constitución como los constituyentes le dieran rango constitucional. Su importancia era tal para Alberdi que en el
artículo posterior a este colocó el 

Responsabilidad por daño ambiental de incidencia colectiva en el CCC


ARTÍCULO 1708.- Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la
prevención del daño y a su reparación.
ARTÍCULO 1709.- Prelación normativa. En los casos en que concurran las disposiciones de este Código y
las de alguna ley especial relativa a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente orden de
prelación:
a. las normas indisponibles de este Código y de la ley especial;
b. la autonomía de la voluntad;
c. las normas supletorias de la ley especial;
d. las normas supletorias de este Código.
Función preventiva y punición excesiva
ARTÍCULO 1710.- Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa,
de:
a. evitar causar un daño no justificado;
b. adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño
del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que
incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c. no agravar el daño, si ya se produjo.
ARTÍCULO 1711.- Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión
antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
ARTÍCULO 1712.- Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable
en la prevención del daño.
ARTÍCULO 1713.- Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de
parte o de oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para
asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad .

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