Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En la década de los ochenta, los sólidos informes de ganancias de Tandem Computers la convirtieron en una de
las preferidas de Wall Street. Su CEO y cofundador James Treybig había sido pionero en la tecnología de punta y
quería hacer computadoras "a prueba de fallas" para empresas como bancos y compañías de telecomunicaciones
que efectúan operaciones de procesamiento de datos durante las 24 horas. Pero en 1983, se descubrió que
Tandem había cantado victoria antes de la gloria. Parte de la rentabilidad informada en sus estados contables
más recientes todavía no se había producido, y fue necesario reajustar las ganancias. La retribución de la Bolsa
fue contundente: el precio de la acción de Tandem cayó un 30%. Con el tiempo, la empresa se recuperó (y en
última instancia fue adquirida por Compaq), pero estos hechos dejaron una impresión perdurable. Cuando un
periodista del Wall Street Journal le pidió a Treybig que recordara su día más feliz en Tandem, él no pudo
recordar ninguno. Pero cuando le pidió que recordara su peor día, respondió sin dudarlo: "El día que tuvimos que
reajustar las ganancias".
La pesadilla de la contabilidad de riesgo está en aumento. En el clima económico actual, existe una presión
tremenda —y un incentivo financiero personal para los gerentes— para informar un crecimiento de las ventas y
satisfacer las expectativas de ganancias de los inversionistas. Según la SEC, se emiten informes financieros
engañosos, especialmente los que falsean las ganancias, con una frecuencia alarmante. Obviamente, es una
pesadilla que altera el sueño de más de un CEO. Los accionistas son los que más sufren —y la volatilidad actual
del precio de las acciones hace que la caída del 30% de Tandem parezca leve. No resulta sorprendente que los
juicios por informes financieros fraudulentos estén en aumento. En 1991, se presentaron 55 juicios de demanda
colectiva en los que se alegó fraude contable en los Estados Unidos. Para 1998, prácticamente esta cantidad se
había triplicado.
Para evitar esta calamidad, los accionistas y sus representantes en los directorios de las empresas deberían estar
muy atentos a los abusos en seis áreas distintas: medición y reconocimiento de las ganancias, previsiones para
costos futuros inciertos, valoración de los activos, instrumentos derivados, transacciones de las partes
relacionadas e información utilizada para comparar el desempeño con otras empresas. Si hay algún desastre, es
muy probable que ocurra en alguno de estos campos minados contables.
Determinar si una venta se ha concluido o si un servicio ha sido prestado cabalmente, es sencillo para muchas
empresas: muy a menudo se registra la ganancia cuando el producto es enviado o recibido, o cuando se presta
el servicio. Pero para algunas empresas, definir exactamente cuándo se ha percibido la ganancia requiere un
análisis considerable.
Por ejemplo, ¿cómo deberían imputarse las ganancias si un cliente acepta el envío de un producto pero hace
pagos respecto de este producto a lo largo de varios años? Una manera es considerar todas las ganancias como
percibidas en el momento de la entrega del producto. Otra forma es considerar la capacidad de pago del cliente
respecto de sus compromisos futuros. ¿Qué sucede si el cliente es un “puntocom” (pertenece a una compañía
cuyas operaciones tienen sede en internet) que tal vez no sobreviva?
También hace falta aplicar un juicio crítico sobre qué constituye una ganancia. Supongamos que una empresa de
subastas vende un producto por $100. De ese monto, $5 le corresponden al subastador como comisión. En sus
informes financieros, ¿el subastador debería incluir el monto total de la venta como ganancias y designar el pago
de $95 al propietario original del producto como gasto? ¿O debería computar únicamente la comisión como
ganancia y no indicar un gasto? La mayoría de los contadores diría que la segunda alternativa es preferible. Pero
algunas empresas de Internet que reconocen la importancia que los inversionistas le asignan al crecimiento de
las ventas, han aprovechado las ambigüedades en las reglas de imputación de las ganancias para hacer lo
primero.
Por el contrario, supongamos que Dell vende un monitor para computadoras que adquirió de un fabricante
independiente. ¿Debe solamente informar su ganancia por margen de rentabilidad, o el precio completo?
Obviamente, la ganancia se imputa sobre el precio completo, y el costo del monitor se considera un gasto. Pero,
¿qué sucedería si Dell dispone que el monitor sea enviado directamente del fabricante al cliente (como sucede a
menudo)? ¿Dell debe incluir el precio de venta del monitor en sus ganancias, o solamente la rentabilidad sobre la
transacción? En otras palabras, ¿las cifras de ventas de Dell deben sufrir únicamente por un acuerdo de logística
que resulta eficiente? ¿O debe asentarse la cuestión en algún aspecto técnico legal, por ejemplo, quién es
responsable si los productos se dañan durante el envío?
Las ambigüedades que estos ejemplos simples sugieren apenas explican cómo podría haber sucedido uno de los
más importantes debacles contables de la historia reciente. MicroStrategy, productor de software de minería de
datos, anunció en marzo de 2000 que reajustaría sus ganancias e ingresos para los años fiscales 1998 y 1999.
Un cambio en las políticas de imputación de las ganancias transformó sus ganancias declaradas de $12.6
millones de dólares en una pérdida de más de $34 millones de dólares.
¿Qué podría explicar semejante cambio abrupto? El problema surgió porque MicroStrategy por lo general vende
su software en asociación con contratos de consultoría de varios años de vigencia; personalizar el software a las
circunstancias propias del cliente es algo complejo. Pero en lugar de distribuir las ganancias obtenidas por ventas
de software a lo largo de la vigencia del contrato, la empresa las asentaba de inmediato. Se trataba de una
táctica que la SEC había empezado a ver con mayor frecuencia en las compañías de software, sobre la que se
había quejado. Cuando MicroStrategy anunció el reajuste, destacó que esperaba que no hubiera ninguna
reducción de las ganancias en última instancia. Incluso en este caso, el precio de sus acciones cayó un
sorprendente 62% en un solo día, lo que destruyó su valor de mercado de $12.000 millones de dólares, y siguió
cayendo. En resumen, las acciones cayeron de $333 en marzo de 2000 a menos de $22 en mayo de 2000, en
cuyo momento MicroStrategy enfrentó al menos tres juicios de demanda colectiva de los accionistas, y fue
investigada por la SEC.
Evidentemente, ningún integrante del directorio de MicroStrategy hizo las preguntas correctas —o nunca habría
sucedido lo que se conoce como "MicroTragedy". Los accionistas que desean evitar el mismo destino deberían
plantearle estas preguntas al comité de auditoría del directorio:
¿Esto representa una medición razonable de las ganancias obtenidas por la empresa durante el período
de informe? ¿Es coherente con los índices de medición de las ganancias de los competidores locales
e internacionales? ¿Y está claramente descrito en las notas al pie de la página en los estados
contables?
Si las ganancias se miden de maneras inusuales o novedosas, ¿se revela este método? ¿El enfoque está
justificado en términos de riesgos y ventajas?
Las empresas deben hacer previsiones de costos que saben que tendrán, incluso si no puede determinarse su
monto con certeza: pérdidas por obsolescencia del inventario, cuentas incobrables, devoluciones de productos,
costos de reestructuración, daños y perjuicios por retiro de productos del mercado —y la lista continúa. Pero
precisamente porque hay tanta diversidad en esta área, puede convertirse en un campo minado para la
gestión de las ganancias. Las estimaciones pueden ser infladas para crear reservas ocultas de modo que las
ganancias sean impulsadas en un período futuro para proyectar un cauce de ganancias fraudulento, o pueden
ser reducidas para destacar las ganancias informadas.
Recientemente Xerox se encontró en este campo minado; a pesar de las pruebas de un número creciente de
pagos demorados, la empresa no hizo una previsión más grande por deudas incobrables. ¿Algún integrante del
directorio podría haberlo notado y evitar la crisis? El anterior vicetesorero de Xerox pensó que podría haber sido
así, y así lo declaró al Wall Street Journal en un artículo que resultó muy perjudicial.
Una segunda forma habitual de declaración fraudulenta que debe tenerse presente son los costos de
reestructuración exagerados. En los estados de ganancias habituales, los gastos de reestructuración se informan
por separado de otros gastos. La idea es aislar el impacto de los conceptos no recurrentes sobre la ganancia
neta, y así ayudar a que el lector comprenda más fácilmente la rentabilidad de las actividades del negocio
habituales y recurrentes. Pero, ¿qué deben pensar los lectores si los cargos por reestructuración aparecen
durante varios años seguidos? Digital, ahora parte de Compaq, declaró gastos de reestructuración durante 3
años consecutivos a principios de la década de los noventa. Parece obvio que clasificar los cargos como no
recurrentes está diseñado para enmascarar los errores de la gerencia y exagerar la rentabilidad operativa
(recurrente). Se ha convertido en algo común entre las empresas emplear una estrategia de "batacazo" con sus
cargos de reestructuración, haciendo que sean tan grandes como para despejar todo posible impacto futuro
sobre las ganancias. Y mientras que las empresas no dudan en destacar estas pérdidas comerciales no
recurrentes, le otorgan una atención mucho menor a sus actos cuando necesitan revertir los cargos de
reestructuración. Por ejemplo, Heinz sobreestimó los costos de su reestructuración de 1997 en alrededor de $25
millones de dólares. Cuando posteriormente revirtió el monto, no lo informó en su estado de ganancias, con lo
que el ajuste mejoró las ganancias operativas. La SEC adoptó una posición tibia respecto de este tipo de
informes. En efecto, la SEC demandó a WR Grace por fraude en 1999 porque la compañía había omitido destacar
esta reversión.
Y, finalmente, los gerentes actúan como creativos con lo que se conoce como "ingresos integrales". Esta
categoría, que aparece en la sección del patrimonio neto del balance, ha sido diseñada para cubrir diversas
ganancias y pérdidas que no aparecen en la declaración de ganancias, debido a que el impacto real sobre las
ganancias aún no se conoce ni es irreversible. Algunos ejemplos incluyen las ganancias y las pérdidas causadas
por la conversión de los estados financieros de las subsidiarias de la moneda local a la moneda de la casa matriz,
y las ganancias y pérdidas no realizadas sobre las inversiones en títulos de valores financieros. Debe aplicarse el
juicio crítico para determinar qué ganancias y qué perdidas deben reflejarse en el estado de ganancias, y cuáles
deben incluirse en los ingresos integrales. Pero definitivamente existe un incentivo para incluir las pérdidas en el
concepto de ingresos integrales, debido a que el único ingreso incorporado en la cifra muy visible de las
ganancias por acción (la base de la relación precio-ganancia de la compañía) es la que aparece en el estado de
ganancias.
Por ejemplo, en el 2000, Coca-Cola agregó $965 millones de pérdidas por conversión en su declaración de
ganancias integrales, con una pérdida integral acumulada de $2.500 millones de dólares. En efecto, a medida
que la caída del valor del euro en el 2000 redujo las ganancias de las empresas estadounidenses en dólares por
las grandes ventas europeas, muchas de ellas pudieron diferir el impacto en las ganancias mediante un uso
inteligente del concepto de ganancias integrales.
Un director prudente ciertamente analizaría cómo este tratamiento afecta las percepciones de los inversionistas
respecto de la rentabilidad de la empresa. Para descubrir si una empresa está caminando sin rumbo en uno de
estos campos minados, formule estas preguntas:
¿Las estimaciones por hechos inciertos (como las cuentas morosas y las reservas por reestructuración)
¿Los estados contables representan una medida razonable de los gastos operativos y los ingresos en el
presente ejercicio, con una declaración suficiente en las notas al pie de la página de estas
ganancias y pérdidas por inversiones) y en las notas al pie de la página, en lugar de ser incluidas en
la ganancia neta del ejercicio?
En el nivel más básico, un activo es algo que tiene valor corriente o intrínseco, como el dinero en efectivo, o que
puede emplearse para generar ganancias futuras —como un edificio empleado para producir o fabricar un
producto, por ejemplo, o el inventario que se venderá con ganancia. Por lo general los activos se declaran al
costo menos la amortización o depreciación estimada —y la depreciación requiere un cálculo de la vida útil de los
activos. Pero la discreción asignada a la gerencia para hacer dichas estimaciones puede plantear cuestiones de
motivación cuando se alteran las estimaciones.
Por ejemplo, Delta Airlines revisó la vida útil de los aviones de su flota dos veces en 10 años; en ambos casos, el
cambio generó aumentos significativos en las ganancias informadas. ¿Estos ajustes estuvieron motivados por un
cambio real en la vida útil de los aviones, por un deseo de imitar los métodos contables de la competencia, o
por algún otro motivo?
Las empresas que usan los métodos contables para evitar que sus gastos de investigación y desarrollo
reduzcan las ganancias, también se encuentran frecuentemente en este campo minado. Una estrategia común
en casos en los que se ha efectuado una adquisición, es acelerar la imputación a gastos de todos los proyectos
de investigación y desarrollo en curso de la compañía adquirida. Otra es efectuar las actividades de investigación
y desarrollo por intermedio de inversiones en socios para evitar el tratamiento de los costos como gastos
corrientes. Si los analistas interpretan estos movimientos como motivados por el deseo de manejar las
ganancias, las empresas pueden dañar seriamente su reputación en el mercado de capitales. Elan, un laboratorio
farmacéutico irlandés sujeto a las revisiones de la SEC, espantó a algunos analistas e inversionistas por
simplemente usar este tipo de tratamiento para sus costos de investigación y desarrollo. Un director de Elan
debería haber preguntado si las prácticas contables que se aplicaban en una empresa que ocupaba una
posición sólida realmente brindaban una imagen más completa de las ganancias para los accionistas. En el
mismo sentido, deben formularse las siguientes preguntas:
¿Los valores de los activos tangibles e intangibles y las imputaciones a pérdida efectivamente reflejan
Estos instrumentos financieros complejos estuvieron notablemente implicados en la caída de Barings Bank, en los
problemas de Bankers Trust, y en la casi quiebra del Condado de Orange, California —pero la mayor
concientización de ellos no los convierte en más fáciles de ponderar para las personas no expertas. En realidad,
durante décadas se han empleado eficientemente los instrumentos derivados para cubrir riesgos relacionados
con los precios de los productos básicos, las fluctuaciones del cambio de monedas extranjeras y los intereses
sobre las deudas. La gran dificultad para los directores, gerentes y accionistas reside en reconocer cuándo su uso
introduce más riesgos de los que mitiga.
Para el conglomerado alemán Metallgesellschaft, esta ecuación de riesgo tuvo un resultado incorrecto. En 1992,
la división de energía de la empresa celebró un contrato con los clientes para la venta de petróleo a precios fijos
durante un máximo de 10 años. Debido a que la empresa perdería dinero si el precio del petróleo subía, decidió
cubrir el riesgo con una estrategia de "acumulación" de la cobertura que empleaba instrumentos derivados. Al
hacerlo, acumuló la plataforma en la dirección contraria, de modo que cuando el precio del petróleo cayó
repentinamente, las pérdidas comenzaron a crecer. La situación le costó a la compañía alrededor de $1.500
millones, lo que hizo que The Economist dijera: "Lo que Chernobyl supuso para la energía nuclear, fueron para
Metallgesellschaft los instrumentos derivados".
No obstante, los instrumentos derivados siguen siendo ampliamente utilizados por muchos motivos correctos, y
en muchas empresas su posible impacto sobre los ingresos es importante. Estas empresas deberían evaluar
continuamente su uso para asegurarse de que los riesgos se gestionen con responsabilidad, para determinar si
las ganancias y las pérdidas realizadas y no realizadas deberían incluirse en las ganancias, y para garantizar que
los riesgos y los tratamientos contables sean claramente informados, para que los accionistas puedan
comprender su posible impacto. ¿Cómo puede un avezado director defender los intereses de los accionistas en
este sentido? Nuevamente, el proceso comienza con algunas preguntas básicas:
¿Se han previsto las medidas de control adecuadas para proteger a la empresa de un posible abuso?
¿Cuál sería la peor situación respecto del uso de instrumentos derivados por parte de la empresa?
¿El tratamiento contable es completo y sigue el espíritu de los principios contables generalmente
aceptados (PCGA)? ¿El tratamiento según los PCGA es suficiente para describir el valor y los riesgos
del programa de instrumentos derivados para el negocio?
Las transacciones de las partes relacionadas son las efectuadas por entidades controladas por la empresa o que
controlan a la empresa, incluidas otras empresas, los accionistas, los directores, los acreedores, los proveedores
y los clientes. El informe de estas transacciones varía según el entorno reglamentario y las normas de cada
compañía. No obstante, los inversores siempre tienen un interés en conocerlo porque pueden permitir que la
compañía aumente o disminuya arbitrariamente las ganancias o desvíe los ingresos, en ocasiones para
enriquecer a un subgrupo de accionistas o gerentes.
Los inversionistas de la empresa belga Lemout & Hauspie Speech Products, fabricante de software de
reconocimiento de voz, conocieron este campo minado cuando sus acciones cayeron de $65 a $9 en la primavera
de 2000. Una auditoría interna descubrió que 30 clientes, todos ellos nuevos en el ramo y la mayoría con sede
en Singapur, representaban alrededor de un cuarto de las ganancias de la compañía. Resultó que L&H había
ayudado a crear dichas empresas —y muchas habían recibido capitales de inversión de una empresa de capitales
de riesgo vinculada a los fundadores de L&H. Desde entonces, la historia incluyó reajustes de las ganancias,
quiebra y la salida de las acciones de L&H del régimen de oferta pública del Nasdaq.
Esta área particular es la más peligrosa para las empresas que operan en países en los que las prácticas
empresariales y los requisitos de informe están menos reglamentados que en Estados Unidos o en Europa
Occidental. Algunas empresas coreanas, por ejemplo, han participado en prácticas dudosas como la compra de
activos no relacionados con sus necesidades empresariales para su venta futura con descuento a empresas
relacionadas o a los accionistas; habiendo revertido el cargo de préstamos a partes asociadas para mover el
efectivo de la empresa a las partes relacionadas; o habiendo vendido productos con descuento —o por encima
del precio de mercado— a las empresas relacionadas para transferir las ganancias entre las partes.
A pesar de que las formas más manifiestas de abuso pueden ser identificadas por las normas estadounidenses
estadounidenses o en las empresas que se consideran aptas para una fusión o adquisición. Incluso dentro de
cada país, las distintas prácticas e informes de los competidores pueden dar lugar a estados contables
engañosos. Para evitar la presentación de información que dé lugar a conclusiones erróneas y valoraciones
defectuosas, los inversionistas y sus representantes en el directorio deberían plantear las siguientes preguntas:
¿Se han revelado todas las transacciones y los compromisos importantes de las partes relacionadas?
¿Qué política determina las transacciones que se deben declarar, y qué nivel de detalle se incluirá en los
estados contables?
¿Existen conflictos de interés que pudieran perjudicar o beneficiar a grupos específicos de accionistas y
que deban declararse?
CAMPO MINADO 6. Información utilizada para comparar el desempeño con otras empresas
El último campo minado contable se relaciona con la manipulación de las cifras del desempeño de la
compañía en relación con los ejercicios anteriores, las expectativas de los inversionistas y la competencia. Este
campo minado es más explosivo a medida que las empresas salen a competir en el mercado global.
Imagine la dificultad que una empresa estadounidense de telecomunicaciones tendría para comparar su
desempeño, analizar la posible adquisición o intentar comprender el modelo de negocio de Deutsche Telekom en
Alemania. Según los informes financieros elaborados conforme a las normas contables alemanas, las ganancias
de Deutsche Telekom han aumentado "sin dificultades"; según los principios contables estadounidenses, su
progreso ha sido más errático. Según los principios alemanes, las ganancias prácticamente se duplicaron de 1996
a 1997; según los principios estadounidenses, cayeron. Así, si un competidor estadounidense, la casa matriz o un
socio registra un crecimiento de las ganancias del 50%, podría considerarse que fue malo según las normas
contables alemanas de Deutsche Telekom —o sobresaliente según las normas contables estadounidenses. En
una industria cada vez más global, ¿se debe permitir que los inversionistas malinterpreten esto, o debe tratarse
el asunto explícitamente en los estados contables?
Microsoft es una de las empresas que considera que las diferencias deben ser transparentes, así que
voluntariamente presenta la información sobre las ganancias según distintos métodos contables. ¿Deberían más
empresas seguir este ejemplo? Naturalmente, el desafío es presentar una visión ecuánime de los resultados
financieros sin proporcionar tanta información como para dañar la posición competitiva de la compañía.
Igualmente importantes son las necesidades de comprender el desempeño de una empresa en comparación con
sus competidores, y desarrollar sistemas de recompensas asociados con el precio de las acciones, que motiven a
los ejecutivos para tener un desempeño excelente. Las comparaciones del desempeño requieren una
comprensión de cómo miden las ganancias y los activos los competidores locales y extranjeros. Si Wal-Mart, el
minorista más grande del mundo, desea comparar su desempeño financiero con Carrefour, el segundo minorista
más grande del mundo, deberá convertir las ganancias, los activos y los pasivos de Wal-Mart a los métodos
contables de los EE. UU.—o reajustar sus informes según políticas de informes coincidentes con las que usa
Carrefour.
En todo el mundo, las empresas tienen distintas normas de informes en términos de frecuencia, detalle y
requisitos de auditoría, y es poco probable que incluso los directores con conocimientos financieros puedan
comprender todas ellas cabalmente. No obstante, los inversionistas deben ser capaces de comparar el
desempeño contra los ejercicios y los presupuestos anteriores, y contra los competidores locales y globales. Para
preservar estos intereses, es razonable esperar que los directores hagan las siguientes preguntas:
¿Existe algún aspecto de los métodos contables empleados que pudiera hacer que los inversionistas,
los analistas de riesgo, los comités de compensaciones del directorio u otras personas puedan sub- o
¿Existe alguna diferencia entre los estados contables de la compañía y los de sus competidores que
deba informarse?
Alfabetismo financiero
Los oportunistas en asuntos contables son hábiles —no hay duda, y la mayoría de los inversionistas y
directores creen que cada ladrón juzga según su condición. Pero es simplista —y peligroso— declararse
ignorante y desvalido contra estas elucubraciones.
No planteamos que los directores y los gerentes sénior deban convertirse en expertos en todos los aspectos de
los informes financieros. Esta sería una meta no razonable. No obstante, para ser eficientes, los directores —
especialmente los integrantes de los comités de auditoría— deben tener suficientes conocimientos de temas
relacionados con los informes financieros como para consultar a los expertos según sea necesario, y deben ser
capaces de formular preguntas clave para determinar si se están protegiendo adecuadamente los intereses de
los accionistas. En efecto, actualmente este es un requisito formal. En 1999, la NYSE, Amex y Nasdaq revisaron
sus requisitos para la oferta pública de acciones y explícitamente indicaron que algunos directores deben tener
conocimientos de finanzas.
El término “alfabetismo financiero” se define como la "capacidad de leer y comprender los estados contables
fundamentales, incluido el balance, el estado de ganancias y el estado de flujo de caja". También requiere una
comprensión de las notas que se presentan al final de las memorias y balances anuales. Pero el “alfabetismo
financiero” se extiende más allá de la comprensión de los estados contables. Los empresarios con conocimientos
financieros pueden emitir juicios razonados sobre la calidad de los estados contables de la compañía, la claridad
de sus informes financieros y el grado adecuado de agresividad o conservadurismo de sus políticas contables.
Este artículo tiene por objeto capacitar a más gerentes y directores con este tipo de conocimientos —además de
recordarles sus obligaciones. La cuestión para todas las empresas es si sus métodos contables presentan o no
presentan una imagen razonable de las ganancias en comparación con los ejercicios anteriores, y con sus
competidores locales y extranjeros. ¿Lo hacen los suyos?
Puede comunicarse con él en h.sherman@neu.edu. Este es su tercer artículo en HBR. S. David Young es profesor
en INSEAD en Fontainebleau, Francia, y coautor de EVA and Value-Based Management: A Practical Guide to
Implementation (McGraw-Hill, 2001). Puede comunicarse con él en david.young@insead.fr. ¿Son ilegales? Tal
vez no, pero muchos de los actuales movimientos contables son claramente agresivos. Los accionistas —y sus
representantes en los directorios— deben tener presente las seis zonas de peligro.
La historia reciente ha demostrado que las empresas con las siguientes características tienen una mayor
probabilidad de manipular las cuentas de la compañía. Preste atención si está asociado con una empresa que cae
dentro de una de estas categorías:
Compañías de alto crecimiento que ingresan en una etapa de bajo crecimiento. Los gerentes habituados a una
corriente aparentemente interminable de cifras cada vez mayores pueden sentirse tentados a enmascarar la
caída de las ganancias y el crecimiento de las ventas.
Compañías que reciben una amplia cobertura en la prensa empresarial y la prensa popular (como Priceline y
Amazon.com). En este caso, incluso los problemas más pequeños atraen una masiva cobertura de prensa, lo que
impone una presión adicional para manejar la declaración de los resultados comerciales que podrían resultar
desilusionantes.
Nuevas empresas en las que se observan ambigüedades sobre cómo se miden y cómo deben medirse las
transacciones clave. Las compañías en industrias nuevas, como las del sector de Internet, pueden participar en
transacciones comerciales que no eran comunes en la economía antigua, como los canjes de publicidad que son
tan frecuentes entre los sitios web. Las normas contables, que tienden a estar ancladas a la economía anterior,
pueden no pronunciarse, o al menos ser ambiguas respecto de transacciones importantes, lo que les otorga a los
gerentes un amplio margen para su manipulación.
Entornos con controles débiles en los que los gerentes pueden manipular los resultados financieros informados
con una cierta impunidad. La gravedad de este problema varía considerablemente en los distintos países, lo que
refleja la amplia diversidad entre las prácticas de gestión corporativa, las reglamentaciones sobre los títulos
valores y los requisitos de presentación de informes.
Empresas que son seguidas por un pequeño número de analistas. Un menor escrutinio del desempeño y de los
estados contables corporativos por parte del mercado de capitales aumenta el riesgo de que la manipulación
contable pase inadvertida hasta que eventualmente estalla.
Compañías con estructuras de titularidad y financieras complejas. Si las transacciones clave son menos
transparentes, estas estructuras dan lugar a transacciones con partes asociadas y a conflictos de interés.
Naturalmente, tener alguna de estas características no significa necesariamente que la compañía esté aplicando
prácticas contables objetables. Pero debería hacer que los directores actuaran con especial precaución cuando
analicen las prácticas de informes financieros de una empresa.