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“Está muy claro que una vez que esta crisis haya terminado, muchas personas quedarán

desempleadas, muchas empresas habrán solicitado la insolvencia y se habrá incurrido en un

enorme costo económico. En el camino, las personas buscarán quién es el responsable y si no

tenemos mucho cuidado habrá un juego de culpa. Ese es el gran peligro” Esta frase del director

ejecutivo Bernhard Spalt de Erste group, deja mucho que pensar sobre el futuro económico del

mundo.

La crisis de salud en el mundo y gran desafío después de la segunda guerra mundial que se ha

enfrentado es la pandemia del Covid–19, que ha llegado a cada continente desequilibrando la

manera de vivir en el mundo actual. El mundo se encuentra en una carrera evitando el contagio

masivo de este virus que ha permitido hacer cambios del diario vivir como cancelar eventos

masivos, viajes, educación entre otras cosas que afectan no solo a la salud si no también la

economía de las naciones y generando más pobreza. A lo largo de este periodo se han

desencadenado factores que han ido afectando a diferentes sectores económicos: como a la

producción, ya que muchas personas permanecen encerradas tanto por precaución o por orden

del gobierno, reduciendo de esta manera la mano de obra llevando consigo falta de ingresos.

Como a los mercados financieros, ya que la desaceleración de los países por las exportaciones

está empezando a sentir un impacto muy grande en la economía, las mayores fuentes de ingreso

de los países provienen de las exportaciones de sus productos. Y por último a la producción de

suministros, ya que muchas empresas manufactureras dependen totalmente del insumo de

exportación, estas empresas dependen de las ventas dadas para alcanzar sus objetivos

financieros. 

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