La glucólisis es la principal vía de degradación de la glucosa, que transforma una
molécula de glucosa en 2 moléculas de piruvato, generándose una cantidad neta de energía (2 adenosina trifosfato [ATP]). El ATP es la unidad biológica de energía libre en los seres vivos, y ejerce un papel esencial en la conexión entre las vías metabólicas que producen energía (catabólicas) y las vías metabólicas que consumen energía (anabólicas). La glucólisis tiene lugar en el citoplasma de las células. Además de su función energética, también suministra intermediarios para las reacciones de biosíntesis de aminoácidos, glucógeno, y precursores de los ácidos nucleicos. El destino del piruvato será transformarse en acetil coenzima A (CoA), que iniciará el ciclo de Krebs. Otros monosacáridos –como la fructosa y la galactosa– también pueden incorporarse a la glucólisis mediante diversas reacciones de fosforilación. Vía de las pentosas Mediante la secuencia de reacciones de esta vía se producen dos moléculas muy importantes para la célula: – NADPH (nicotinamida-adenina dinucleótido-fosfato): esta molécula se utiliza para donar electrones y protones en la biosíntesis de ácidos grasos, colesterol, aminoácidos y ácidos nucleicos. Asimismo, se utiliza para proteger a la célula contra la oxidación de proteínas y enzimas, siendo además imprescindible para el funcionamiento del sistema microsomal del citocromo P-450, que detoxifica el organismo de algunas drogas y otras sustancias extrañas. – Ribosa 5-fosfato: es un precursor de los nucleótidos. La vía de las pentosas tiene lugar en el citoplasma de las células, y es muy activa en la glándula mamaria, tejido adiposo, corteza suprarrenal e hígado, y poco activa en músculo esquelético.