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EN SALUD MENTAL
JOSÉ GUIMÓN
Catedrático de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco
Profesor Honorario de la Universidad de Ginebra
Adjunct Clinical Professor New York University
BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
DESCLÉE DE BROUWER
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derechos.
Prólogo........................................................................................................ 9
Introducción .............................................................................................. 11
El presente volumen, cuyo autor es uno de los psiquiatras europeos más pres-
tigiosos, presenta una perspectiva actual y de amplia envergadura de las Terapias
en Salud Mental. Ofrece al lector una visión equilibrada y claramente planteada
de hacia dónde se está actualmente moviendo el campo de los sistemas de asis-
tencia en Salud Mental, y del papel del psiquiatra y de los profesionales en Salud
Mental en general, en esta área profesional en continuo cambio. Su objetivo prin-
cipal, logrado con excelencia, es proporcionar al psiquiatra, al investigador bio-
lógico, al psicoanalista, al trabajador en Salud Mental, al educador y al investi-
gador en estos campos, una amplia visión de conjunto de los conceptos de Salud
Mental y de enfermedad, y de las controversias actuales en cuanto a etiología,
psicopatología, tratamiento y prevención. El texto del Dr. Guimón es uno de los
textos muy escasos que combina una comprensión profunda de los determi-
nantes biológicos de la enfermedad con el concepto psicodinámico de desarrollo
de la personalidad, y la contribución de las ciencias sociales en ambos.
Para el lector americano, la información acerca de desarrollos actuales en
Psiquiatría en Europa, integrada con una comprensión profunda de desarrollos
correspondientes en Estados Unidos proporciona una perspectiva crítica acerca
de las cuestiones a las que se enfrenta hoy en día la profesión psiquiátrica.
Ayuda así a transcender los puntos de vista potencialmente restrictivos deter-
minados por cualquier escena local. El hecho de que una amplia perspectiva
histórica introduzca muchas áreas de controversias actuales acerca de la etiolo-
gía, el diagnóstico, y el tratamiento, contribuye también a elevar el nivel del dis-
curso más allá de especulaciones estrechas. Guimón señala con elegancia cómo
10 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Salud Mental (UN, 1991) definen la “Asistencia en Salud Mental” como “el
análisis y el diagnóstico del estado mental de una persona, el tratamiento, la asistencia y la
rehabilitación de una enfermedad mental o supuesta enfermedad mental”.
El término “profesional de la Salud Mental” significa un médico, un psicó-
logo clínico, una enfermera, un trabajador social u otra persona cualificada y
formada de forma adecuada que posea “habilidades específicas útiles para los cuida-
dos en Salud Mental”. Un “establecimiento en Salud Mental” es definido como
“un establecimiento cualquiera o una unidad de un establecimiento cualquiera que propor-
ciona, como función primaria, cuidados en Salud Mental”.
El campo de la Salud Mental es más amplio que el de la Psiquiatría clínica
porque incluye, además de las labores de ésta, la detección de los casos no diag-
nosticados de la población y la prevención en los sujetos normales para evitar
que contraigan trastornos psicológicos. En efecto, en la encuesta realizada
durante el proyecto ECA (estudio epidemiológico norteamericano), alrededor
del treinta por ciento de la población general había presentado, en los seis meses
anteriores, un trastorno psiquiátrico catalogable como tal en el DSM III. La
prevalencia aumentaría al menos en un diez por ciento más si se consideraran
los abusos de substancias. Sin embargo, sólo aproximadamente un dos por cien-
to de la población padece un trastorno psiquiátrico grave (p. ej., una psicosis).
Por otra parte, sólo un uno por ciento de los pacientes con un trastorno
mental consulta al psiquiatra. Ello quiere decir que el resto de los pacientes no
son vistos y, si lo son, acuden principalmente al médico general quejándose de
trastornos somáticos. Como la capacidad de detección de los médicos genera-
les no supera el sesenta por ciento, un gran porcentaje de la población con pro-
blemas psíquicos queda sin diagnosticar adecuadamente.
Esta situación no se puede mejorar sólo con la ayuda de los psiquiatras,
sino que se requiere el concurso de otros profesionales, como sociólogos, edu-
cadores, clérigos, etc. y de los propios pacientes y sus familias. Por su parte, los
poderes públicos tienen que interesarse por los problemas de esta parte consi-
derable de la población y facilitar los recursos necesarios para que estas labo-
res de prevención y rehabilitación puedan ser realizadas. Como, además, los
enfermos mentales encuentran barreras difícilmente franqueables para el acce-
so a los servicios y son estigmatizados por el resto de la población, es indis-
pensable que se promulguen leyes que eviten o palien esas desigualdades.
El término de “Salud Mental pública” se emplea a veces para programas
exclusivamente oficiales, en contraste con los de la “Salud Mental de la comu-
nidad” que reciben fondos no sólo gubernamentales, sino voluntarios o priva-
dos. El término de “Psiquiatría de comunidad” se ha utilizado como sinónimo
de “Salud Mental de la comunidad”, pero ha adquirido connotaciones más con-
cretamente asistenciales y relacionadas con la llamada “Psiquiatría de sector”.
SALUD MENTAL Y PSICOTERAPIA 15
2. ¿Terapia o charlatanismo?
2.1. Las Psicoterapias
Distintos autores difieren a la hora de proponer una definición de la Psicote-
rapia. Así algunos (Storr, 1990) la describen como la actividad destinada a “ali-
viar las dificultades personales a través de la palabra y de una relación personal profesional”
mientras que otros (Holmes, 2001) proponen una definición más precisa como
“una forma de tratamiento basada en el uso sistemático de una relación entre el terapeuta y el
paciente (...) para producir cambios en el pensamiento, en los sentimientos y en la conducta”. El
“Aconsejamiento”, por su parte, ha sido definido como “una actividad voluntaria-
mente querida por la persona que busca la ayuda y que ofrece la oportunidad de identificar cosas
para el cliente (...) con un contrato específico y claro y con fronteras de relación identificadas. La
actividad ella misma está diseñada para ayudar en la autoexploración y el conocimiento propio.
El proceso debe ayudar a identificar pensamientos, emociones y comportamientos que, una vez
accesibles, pueden ofrecer al cliente un sentimiento mayor de los recursos personales y del cambio
autodeterminado”.
Muchos profesionales de la Salud Mental especialmente enfermeras psiquiá-
tricas comunitarias y asistentes sociales reciben ahora entrenamiento en Aconse-
jamiento y Psicoterapia cuyos límites no están muy claros (Freeth, 2001). Con
frecuencia se considera al Aconsejamiento como inferior a la Psicoterapia, aun-
que las diferencias se basan más que nada en la terminología: los psicoterapeu-
tas hablan más de paciente y de tratamiento y los consejeros de “clientes” menos
trastornados en general, y a quienes ven por menos tiempo.
En el contexto del Aconsejamiento se han incluido tendencias diversas como
“Aconsejamiento de resolución de problemas”, “Terapia cognitivo comporta-
mental” o “Terapia relacional emotiva comportamental”, que corresponden a
esas mismas variedades de las Psicoterapias.
Por otra parte, como herederas de las técnicas sugestivas, de larga historia,
en los últimos decenios han florecido numerosas “Medicinas paralelas” con
pretensiones terapéuticas (astrología diagnóstica, auriculoterapia, fitoterapia,
iridología, psicología neurofisiológica, etc.) que aprovechan el desencanto de
la población hacia una Medicina (o Psiquiatría) demasiado tecnificada, para
hacer su agosto. Más de doscientos son recogidas en una lista de la OMS y en
Francia (Rudinesco, 2004) cienmil “terapeutas” (médicos o no, diplomados o
no) han atendido alguna vez a treinta millones de pacientes.
Al igual que todas las materias humanas, la Ciencia está de todas formas
sujeta a las influencias de modas y a los factores económicos. En este sentido,
sea a causa de las nuevas clasificaciones psiquiátricas que subrayan más bien
los síntomas que la personalidad de fondo de los pacientes o por factores eco-
nómicos (Tuttman, 1997), la Psicoterapia analítica individual a largo término
se encuentra hoy en día desvalorizada (Rutan, 1993). El Psicoanálisis ya no es,
tampoco, como hace algunos años, el modelo alrededor del cual se desarrolla
la mayor parte de la formación de los profesionales en Salud Mental. Se bus-
ca ofrecer Terapias “rentables” (comportamentales, cognitivas) con la ayuda de
un personal poco formado, apoyado por supervisiones ocasionales.
Por otra parte, desde el punto de vista teórico, el modelo psicoanalítico atra-
viesa por una crisis en los últimos decenios. Fonagy y cols. (Fonagy, 1996),
revisando el Social Science Citation Index, vieron que las dos revistas psicoanalíti-
cas más importantes (International Journal of Psychoanalysis y The Journal of the
American Psychoanalytic Association) eran citadas por otras revistas muchos menos
que la revistas importantes de Psiquiatría o Psicología, lo que era un indicio de
que el impacto científico del Psicoanálisis sobre otras disciplinas puede estar en
declive. Ello no era debido a que los no-analistas (que publican en revistas de
estudios psiquiátricos) estén menos interesados que hace unos años, sino que
fueron precisamente los psicoanalistas quienes citaban poco a sus colegas en
las revistas psicoanalíticas. Se puede argumentar que las importantes Escuelas
psicoanalíticas que surgieron a lo largo de la última mitad del siglo XX se
están fragmentando: “Los psicólogos del Yo ya no son psicólogos del Yo; los Winnicottianos
ya no son sólo Winnicottianos; los psicólogos del self se han fragmentado; los Kleinianos-
Bionianos cada vez tienen menos en común más allá de estos dos gigantes en el campo; los
partidarios de Anna Freud fueron probablemente, ya incluso durante su vida, un grupo
improbable; y los inter-personalistas nunca tuvieron un tema coherente más allá de la cita de
Harry Stack-Sullivan (...). En ausencia de un lenguaje común, nos vemos forzados a ocupar
un territorio intelectual cada vez menor (...). Finalmente, nos quedaremos solos, protegiendo
ferozmente nuestra parcela psicoanalítica personal” (Fonagy, 2000).
Fonagy señala, por otra parte, que los psicoanalistas, al discutir sobre datos
obtenidos en sus investigaciones, no nos planteamos la consideración seria de
explicaciones alternativas procedente de marcos teóricos diferentes del que
adoptan. No hay, dice, “una tradición de “estudios psicoanalíticos comparativos”, donde
los marcos alternativos sean considerados uno al lado del otro dentro de un contexto específi-
co. Si eso ocurre con teorías psicoanalíticas discrepantes, el problema es mayor cuando nos
referimos a explicaciones alternativas provenientes de otras Ciencias”.
Kandel (1998) cree, en cambio, que, lejos de ser una amenaza para el
Psicoanálisis, una integración más estrecha con la Psiquiatría biológica podría
reforzar los ricos insights del Psicoanálisis. Basa su argumento en ciertos princi-
¿EXISTE UN MODELO UNIVERSAL DE TERAPIA EN SALUD MENTAL? 33
pios generales. Por una parte, todas las funciones de la mente reflejan funcio-
nes del cerebro, pero Kandel demuestra de forma convincente que la habilidad
de un gen determinado para controlar la producción de proteínas específicas
en una célula está sujeta a factores ambientales y el hecho de que tan sólo el
10-20% de los genes sean transcritos o expresados en cada célula deja mucho
capacidad explicativa a los factores sociales: “Por otra, los genes pueden contribuir a
la enfermedad mental pero la conducta en sí también puede modificar la expresión genética.
En efecto, estudios de aprendizaje en animales simples han demostrado que la experiencia
puede producir cambios duraderos en la eficacia de las conexiones neurales mediante la alte-
ración de la expresión genética. Estas interacciones sugieren que las distinciones tradicionales
entre trastornos funcionales y orgánicos no se sostienen. Hay que preguntarse cómo los proce-
sos biológicos modulan los sucesos mentales y cómo la estructura biológica es modulada por
los factores sociales. En buscar la respuesta a la segunda de estas preguntas, dice Kandel,
está el papel de un Psicoanálisis científico”.
A pesar de las críticas, la teoría y la práctica psicodinámicas siguen próspe-
ras. Las contribuciones de las Escuelas modernas de teoría dinámica son
importantes y abundantes. Existen numerosas elaboraciones, modificaciones y
mejoras de las teorías originales de Freud sobre la personalidad y algunas de
ellas, como hemos visto anteriormente, han obtenido excelentes resultados en
sus aplicaciones clínicas.
das en exclusiva por los psiquiatras. Por otra, el hospital psiquiátrico tradicio-
nal se ha visto sujeto a importantes modificaciones en la mayoría de los países
occidentales, transformándose progresivamente desde un simple reservorio de
enfermos más o menos “alienante” a un medio terapéutico activo. Pasados los
años, aceptada la existencia de trastornos mentales, las cuestiones puestas
sobre el tapete por la Antipsiquiatría fueron más allá de la discusión sobre el
valor heurístico de los distintos modelos de locura (biológico, psicológico,
social o incluso religioso y literario) que hemos mencionado antes. Psicólogos,
enfermeros y asistentes sociales comparten ya el “poder psiquiátrico” y son
ahora también objeto de las criticas actualizadas en las que no se pone en duda
si existe o no la enfermedad mental o si puede o no tratarse, sino “si debe” un
enfermo ser catalogado como enfermo o “si ha de” ser tratado.
Llegados a este punto, dice Berrios, es poco lo que la Ciencia, a través de
nuevas investigaciones, puede hacer. Los problemas que se plantean son de la
índole del “derecho a estar loco”, del “poder del paciente”, de la “democratiza-
ción de la gestión”, del derecho de la Sociedad a obligar a tratar al loco en vez
de dejarle “a su aire”, aunque se pueda demostrar que éste es un enfermo. El
psiquiatra, concluye, no sólo tendrá que convencer a los ciudadanos de que
hay enfermedades mentales, sino de que éstas deben ser tratadas, por el bien
del paciente y de la Sociedad.
profesión, sino también entre el público (England & Goff, 1993). Los psiquiatras
deberán en el futuro profundizar sus conocimientos en estos campos.
6. Modelos integradores
mente, la fiabilidad, es decir, la consistencia con que los sujetos son adscritos
a determinadas clases en la clasificación de referencia. Tradicionalmente, se
aceptaba que las clasificaciones psiquiátricas clásicas tenían una baja fiabilidad.
El primer trabajo que se centró exclusivamente en el estudio de la fiabilidad
entre jueces (Ash, 1949) abundó en que la fiabilidad era baja, aunque mejor en
las categorías más amplias que en los diagnósticos específicos. En un estudio
posterior (Schmidt & Fonda, 1956) se observaron correlaciones altas en sín-
dromes orgánicos cerebrales y en algunas de las psicosis funcionales y bajas en
las neurosis y los trastornos de personalidad.
Se estudió también (Hunt, Wittson & Hunt, 1953) la fiabilidad “test-
retest”, es decir, la estabilidad del diagnóstico, que resultó ser relativamente
alta para las categorías más amplias y menor para las específicas. En una
revisión crítica de la literatura (Kreitman, 1961) concluyó que la aparente fal-
ta de fiabilidad del diagnóstico psiquiátrico había sido exagerada y que se
había sobrevalorado la importancia de la fiabilidad al analizar la clasificación
psiquiátrica.
Se realizaron una serie de investigaciones en las que, utilizando el DSM III,
se entrenó a los psiquiatras y se uniformó el procedimiento de entrevista. Se
obtuvieron buenas correlaciones, especialmente cuando los clínicos evaluaron
su certeza de la presencia de una enfermedad como “alta”. El acuerdo peor se
obtuvo en los trastornos de personalidad. En cambio, en un estudio metodo-
lógicamente bien realizado en trastornos depresivos, se llegó a correlaciones
entre jueces de 57% que podrían haber alcanzado 84% si se hubieran solucio-
nado ciertos desacuerdos previos.
Varios estudios en los años sesenta y setenta investigaron la fiabilidad trans-
cultural entre jueces, como el célebre proyecto Gran Bretaña-Estados Unidos.
El mejor conocido de los estudios es el de Kendell y cols. (Kendell et al., 1971)
quienes demostraron que los americanos diagnosticaron más frecuentemente
esquizofrenia que los británicos y que éstos diagnosticaron más frecuentemen-
te psicosis depresiva.
Spitzer y Fleiss (R. L. Spitzer & Fleiss, 1974) subrayaron que la fiabilidad es
una característica necesaria a cualquier sistema de clasificación. Mostraron que
los estudios realizados antes de 1974 no eran fiables por la ambigüedad inhe-
rente al DSM I y al DSM Il y propusieron la utilización de la estadística kap-
pa como medida del acuerdo entre diagnosticadores. Sus afirmaciones fueron,
sin embargo criticadas por otros autores (Carey & Gottesman, 1978; Maxwell,
1977) porque una categoría diagnóstica determinada puede ser utilizada fia-
blemente con un propósito pero puede resultar no fiable si se utiliza con otro
propósito. Sin embargo,hay un acuerdo general en que, aunque no es siempre
48 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Para evitar los posibles abusos que puedan derivarse del establecimiento
de un diagnóstico psiquiátrico, diversas organizaciones señalan las exigencias
a tener en cuenta para realizar un diagnóstico sin lesionar los Derechos Huma-
nos del paciente
Los principios de las Naciones Unidas (UN, 1991) manifiestan que el diag-
nóstico de enfermedad mental debe hacerse “de acuerdo con los criterios médicos inter-
nacionalmente aceptados” y nunca “en base a un estatus político, económico o social, o a la
pertenencia a un (...) grupo, o cualquier otra razón no directamente pertinente”. Subrayan
que “la no conformidad (...) no será nunca un factor determinante a la hora de diagnosticar”
y que “(...) un tratamiento pasado (...) no (...) justificará (...) una determinación futura”.
Además, no se debe diagnosticar “que una persona padece una enfermedad mental
excepto por propósitos directamente relacionados con la enfermedad mental”.
En el mismo sentido, la Asociación Mundial de Psiquiatría, en Viena
(WPA, 1983), estableció que el diagnóstico indicando que una persona está
mentalmente enferma debe ser hecho de acuerdo con los criterios médicos
aceptados internacionalmente. La gravedad de la enfermedad mental y la gra-
vedad del daño que el paciente puede causarse a él mismo o a terceros debe-
rá poder evaluarse con criterios definidos por la legislación estatal. La dificul-
tad en adaptarse a valores morales, sociales, políticos u otros, no debe consi-
derarse en sí una enfermedad mental.
factores biológicos
Grado de influencia de
Estrés y trastornos traumáticos
Trastornos psicosomáticos
Trastornos de la personalidad
Grado de influencia de
1. Concepto
gida por Bion y descrita por este autor en “Experiences in Groups” (W. Bion,
1959). La segunda experiencia fue más el resultado de un esfuerzo de equipo
y duró hasta el final de la Guerra.
Después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar una verdadera explo-
sión de la Psicoterapia de grupo. En efecto, algunos psiquiatras ingleses (Rees
& Glatt, 1956) y de los Estados Unidos (W. C. Menninger, 1942) sintieron la
necesidad de romper su tradicional aislamiento de cara al público adaptando
las experiencias grupales adquiridas a lo largo de su práctica de guerra a las
necesidades de su trabajo cotidiano.
En Inglaterra, varios autores introdujeron las concepciones de Melanie
Klein en la teoría de los grupos. Wilfred Bion estableció una analogía entre la
relación del niño con la madre y la del “grupo como un todo” con el líder.
Por su lado, Irvin Yalom (Yalom, 1985) en los Estados Unidos desarrolló
un método de Terapia de grupo pragmática y poco teórica en la que se pres-
taba un interés fundamental a las relaciones interpersonales de los miembros
del grupo dentro y fuera de la sesión
Foulkes, (S. H. Foulkes, 1946a, 1946b, 1948) describió el “grupoanálisis”
como “el análisis del grupo por el grupo, incluyendo al conductor”. Los fun-
damentos teóricos (basados en la Neurofisiología, el Psicoanálisis, la Medicina,
la Neurología, la Psiquiatría, la Psicología de la gestalt, la Sociología) no están
aún muy desarrollados (Roberts, 1995). Para él, la enfermedad psíquica pro-
viene de una perturbación en la comunicación y de un apego excesivo a la
familia; estas dificultades son después reforzadas en los diversos grupos de per-
tenencia del sujeto a lo largo de la vida; resulta, por ello, que la Terapia del
adulto se haría mejor en un grupo (“Teoría reticular de la neurosis”).
Las ideas de Bion y de Foulkes abrieron camino a otros desarrollos impor-
tantes, como el trabajo llevado a cabo en las instituciones, que ampliaron las
nociones de estos autores respecto los fenómenos regresivos en los grupos
pequeños, al estudio de los procesos grupales, al rol del líder, a la autoridad y
a la estructura en las grandes organizaciones sociales. Se ha desarrollado tam-
bién un enfoque “sistémico” para la comprensión de las organizaciones.
Kernberg (Kernberg, 1978, 1979) aplicó estas contribuciones integrando la teo-
ría psicoanalítica de las relaciones objetales y la teoría de los grupos pequeños
a una teoría de la administración hospitalaria. Estas nociones inspiraron igual-
mente los trabajos de Maxwell Jones y de otros autores (Rickman, 1935;
Sivadon, Follin & Tournaud, 1952), que demostraron la utilidad, en los hospi-
tales psiquiátricos, de salas abiertas y de vías de comunicación más libres entre
los enfermos y los responsables de su tratamiento.
Paralelamente a los desarrollos anteriormente enunciados, a principios de
los años cincuenta, en Francia (Diatkine, 1958; Kestemberg & Decobert, 1964;
64 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
3.1.1. Grupo
Kaës (Kaës, 2000a) define al grupo como “un conjunto de individuos que inte-
raccionan (con roles, estatutos, etc) y comparten ciertas normas en la realización de una tarea”.
Considera que en todo grupo existe un tipo de relación que, “paradójicamente,
es una no-relación, es decir una no-individualización” que se impone como la matriz o
66 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
3.1.2. Organización
La corriente de la “Organización Científica del Trabajo” consideraba que
las organizaciones funcionan como una maquinaria cuyos engranajes se ajus-
tan perfectamente los unos a los otros, ignorando los factores afectivos conse-
cutivos a las relaciones entre sus miembros. En cambio, las llamadas teorías de
las “Relaciones humanas” enriquecidas por la corriente de las “Neo-Relaciones
humanas” muestran que las organizaciones originan una serie de satisfaccio-
nes e insatisfacciones en los seres humanos que en ellas participan.
En una organización, los individuos, grupos, locales y servicios que la com-
ponen se articulan en una interdependencia necesaria para la realización del
objetivo común de producir un bien o un servicio. Toda modificación de un
elemento conlleva la modificación de todos los demás.
El trabajo puede ser una fuente de expansión y de realización personal
cuando la organización funciona conforme a un ideal de “familia feliz”.
3.1.3. Institución
Una institución (que puede ser tanto un grupo como una organización) se
define como (Mendras, 1979, citado por Petit [Petit & Dubois, 1998]) “un conjun-
to de normas que se aplican en un sistema social, y que definen lo que es legítimo y lo que no
LOS CONTEXTOS TERAPÉUTICOS EN SALUD MENTAL 67
“estructuras sociales” que son el conjunto de roles ocupados por las personas
y la manera en la cual los roles son distribuidos en el interior de la jerarquía
ejecutiva; y el de “mecanismos culturales” que son las normas, tabúes, hábitos
que estructuran una institución determinada (Fornari, 2000).
El modelo de la Escuela Kleiniana considera a las instituciones como meca-
nismos de defensa contra la angustia primaria persecutoria y depresiva. Las
nociones de continente-contenido (Bion) y de función de contenedor (Kaës)
han promovido la reflexión acerca de la necesidad de encontrar un lugar (la
supervisión o la intervisión) en el que las angustias y los conflictos intrapsí-
quicos e intersubjetivos presentes en la institución puedan ser actualizados,
escuchados y pensados. Por su parte, los trabajos de D. Anzieu sobre el Yo-piel
y las envolturas psíquicas han fomentado investigaciones sobre las envolturas
grupales e institucionales (Anzieu, 1985).
La visión psicoanalítica tiene también en cuenta el “clima” característico de
cada institución: “la historia y la estructura de la institución, la naturaleza y las dificul-
tades de su tarea primaria, la infraestructura inconsciente, que organizan las relaciones en
búsqueda de satisfacciones” (Kaës, 2000c). En ese sentido, la “familia” surge como
referencia constante, ejemplo privilegiado e incluso justificación y legitimación
del recurso al análisis (Vidal, 2000).
Señala Kaës que las instituciones infligen a los profesionales varias heridas
narcisistas: deben darse cuenta de que la institución no “está hecha para cada uno
de ellos personalmente, como la Providencia”; por otra parte han debido admitir que
“la vida psíquica no está exclusivamente centrada en su inconsciente personal (...) su incons-
ciente no les pertenecen a ellos mismos sino a las instituciones sobre las cuales se apuntala y
que dependen de este apuntalamiento”. Sin embargo, dice “las instituciones no son inmor-
tales. El orden que imponen no es inamovible, los valores que proclaman son contradictorios
y niegan lo que las fundamenta”.
el proyecto inicial, que si fuera examinado cuidadosamente, mostraría las fallas e inconsis-
tencias que presentaba desde la génesis y que son el origen de las dificultades actuales; d.
fomentar las historias, las leyendas, las contra-verdades, los rumores más locos que atesti-
guan, por una parte la presencia subterránea de una escena primitiva insoportable reprodu-
cida con añadiduras de carácter dramático, y por otra parte la perpetuación de una serie de
“crímenes” diversos que pasaron en silencio y que, una vez evocados, aparecen como irriso-
rios en tanto que acontecimientos, pero que han servido para dar un aire trágico al conjunto
de la vida institucional”.
3.3.2. El pseudo-igualitarismo
Las instituciones asistenciales (y más las psiquiátricas) viven bajo la utopía
de una ideología “igualitaria”. Cada uno de los trabajadores sería un terapeu-
ta. La idea de una “cooperación entre iguales” se plantea (Enriquez, 2000)
como una necesidad que es, sin embargo, desmentida enseguida: “cada especia-
lista puede sucumbir al deseo de pensar que los progresos del paciente son debidos únicamente
a la técnica específica que él/ella utiliza y que la acción de los otros no es sino una traba.
Celos y rivalidad van a manifestarse en lo concerniente a las técnicas y en averiguar quién es
el “propietario” del enfermo”.
Jean Pierre Pinel (J. P. Pinel, 1996) señala que “las múltiples reuniones organi-
zadas en las instituciones para solucionar temas o conflictos no hacen más que reforzar las
vivencias paranoides o de vaciado psíquico. Esas reuniones, repetitivas y estériles, se limitan
a la organización de nuevas reuniones de análisis o de regulación, que no hacen más que
reforzar el proceso de entropía. La única “ventaja” que obtienen los profesionales de tanta
reunión es evitar la relación con los pacientes”.
que un profesional renuncie (o a que un paciente interrumpa su tratamiento), pero más fre-
cuentemente de la aparición de síntomas psíquicos o somáticos en ciertas personas que se con-
vierten en los porta-síntomas del conjunto”. Con frecuencia, se observan ataques envi-
diosos contra la institución idealizada o contra alguno de sus miembros, que
pueden provenir de los profesionales, de los administrativos o de los pacientes.
Se forman alianzas inconscientes que se actualizan en acciones perversas “des-
tructoras de los enlaces más elaborados y de la creatividad” (Klein, 1968).
1. La “desinstitucionalización”
2. La sectorización
1. La prevención
Existen tres principales tipos de programas preventivos en Salud Mental.
ción proyectiva masiva. “El predominio de la somatización, dice ese autor, se entiende por
el hecho de que el medio médico a través de su “labor apostólica” a menudo biologista favore-
ce el que los pacientes expresen sus ansiedades y conflictos por esa vía”. La primera parte del
trabajo con estos pacientes ha de basarse, pues, en la descontextualización de la
somatización de los conflictos para poderlos encarar después más directamente
en el ámbito intra e interpersonal.
Es necesario, luego, “identificar cuadro clínico, estructura de personalidad (vulnera-
bilidades) y el soporte social para influir donde podamos, aunque sólo las transformaciones
intrapersonales proporcionan la continuidad de la mejoría (...). Incluso en los casos más gra-
ves se puede proporcionar una contención y se pueden crear espacios para pensar y sentir sobre
uno mismo que actúan como una especie de cemento provisional u ortopedia que va rellenando
algunos de los agujeros e inseguridades de los núcleos autistas de la personalidad (Meltzer,
1975), favoreciendo el desarrollo de “la tercera piel contenedora”. Señala este autor que
“la labor básica del equipo en Salud Mental en la Atención Primaria es la de “médico de
cabecera”, ayudando en la integración del self corporal y sus perturbaciones,
favoreciendo la fantasía inconsciente de la piel secundaria o segunda piel con-
tenedora (Bick, 1968). En las consultas de Asistencia primaria, dice, dominan las
ansiedades persecutorias y las confusionales-primitivas o de diferenciación-indiferenciación, es
decir, los conflictos psicóticos, persecutorios y/o confusionales, estimulados por la transferencia
institucional y la masificación. A veces se elaboran esas ansiedades hacia ansiedades repara-
torias y depresivas, más relacionadas con la preocupación amorosa hacia el objeto y la culpa
reparatoria sentida hacia él”.
Los tratamientos formales son muy difícilmente aplicables en la atención
primaria de salud (Goldberg, Mann & Tylee, 2001) por lo que deben ser rea-
lizados en dispositivos “secundarios”. En Atención Primaria hay que aplicar
nuevas estrategias asistenciales como (Coderch, 1991; Pérez Sánchez, 1996)
Psicoterapias breves y focales, entrevistas de contención, entrevistas de elabo-
ración de duelos concretos, seguimientos psicológicos, los procesos de flash
psicoterapéutico, etc. Hay técnicas mixtas con referencia psicoanalítica utili-
zando elementos técnicos conductistas, cognitivos conductuales o psicodiná-
micos: protocolos para la enuresis funcional o para la autonomización progre-
siva o para las técnicas de relajación.
Tizón recomienda la utilización en la práctica clínica diaria la llamada “téc-
nica del flash” que mencionaron al final de sus vidas los esposos Balint (Balint,
Omstein & Balint, 1972). Mediante determinadas técnicas, se activa la produc-
ción en la entrevista de irrupciones repentinas y generalmente breves de senti-
mientos que colocan al médico y al consultante en la misma longitud de onda.
Ocasionalmente el paciente es capaz de aceptar un contacto emocional inten-
so, como el creado por el flash pero, por temor a la dependencia, se retrae lue-
go, por lo que el médico debe dejarle “retraerse”. La capacidad para desarro-
88 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
llar las disposiciones para el flash está descrita en algunas obras, pero ideal-
mente se adquiere a través de la participación de grupos Balint o mediante
Psicoterapias personales. El flash permite el establecimiento de una confianza
mutua, aunque su utilización inadecuada masiva puede ser peligrosa.
Del mismo modo, a veces, señala Tizón, “algunos pacientes nos piden exploracio-
nes para que les toquemos, les exploremos, les calmemos, como el moribundo o el paciente con
dolores que se calma cuando le cogemos la mano”. Sin embargo, añade, “el tolerar proble-
mas sin solución crea un sentimiento de impotencia, una herida narcisista. El profesional se
siente desesperanzado o despreciado pero el paciente puede seguir acudiendo a él porque ha
captado cierta capacidad de contención. Hay además que evitar que el paciente pierda su auto-
nomía, favorecer sus capacidades de autocuidado, de elaboración del dolor, la impotencia, la
frustración. Las organizaciones sanitarias no adjudican el papel que les corresponden a las téc-
nicas psicosociales y los consumidores buscan en Medicinas alternativas esotéricas esa conso-
nancia emocional”. Es imprescindible ser capaces de contener la duda y el temor del paciente.
El médico (J. L. Tizón, 1990; J. L. Tizón, 1992) “puede tener tendencia a la actua-
ción ante las dificultades de mentalización del conflicto, pasando a recomendar exploraciones,
cambios de medicación, críticas a los otros profesionales o más sutilmente favorecer en el con-
sultante esas mismas actuaciones. Debe evitar la actuación conteniendo la frustración y la
impotencia, la culpa y la depresión, la ira y la agresividad”.
4. La intervención en crisis
merece una atención particular en los servicios de Psiquiatría que tratan con
pacientes graves. En efecto, se ha demostrado que el riesgo de suicidio después
de un episodio psiquiátrico agudo es mucho más elevado que el riesgo exis-
tente en la población general (Fredenrich-Mühlebach, Rebetez & Andreoli,
1994) y esto en especial en los pacientes más refractarios a todo tratamiento
psiquiátrico y que presentan una alianza de trabajo menos buena (Mühlebach,
Gognalons-Nicolet, Abensur & Andreoli, 1993).
A partir del establecimiento de esa relación, poco a poco, se intenta facilitar
la introspección, modificando la actitud del paciente en relación a los síntomas,
de forma que estos sean percibidos como elementos a comprender más que a
eliminar (A. Andreoli et al., 1992). Se procura que comprenda que los sínto-
mas son en gran parte producto de la interacción con las personas significati-
vas del entorno. Esta condición previa permitirá luego favorecer el desarrollo
de las capacidades de insight del paciente, para lograr poner al día, al final de
la intervención en crisis, los conflictos intrapsíquicos, interpersonales o exis-
tenciales latentes que han desembocado en la descompensación psiquiátrica
actual (Dazord, Gérin, Reith, Iahns & Andreoli, 1992).
La intervención en crisis es, pues, considerada como un “pre-tratamiento
dinámico” limitado en el tiempo, cuya finalidad es la explotación de los procesos
psíquicos plasmados por la crisis psiquiátrica aguda. Mientras que la urgencia
implica una intervención inmediata debido al peligro potencial para el paciente
o para los demás, la situación de crisis permite un plazo (hasta veinticuatro horas)
en la respuesta. Si un paciente puede esperar más tiempo, su estado ya no será
considerado como una crisis psiquiátrica. La noción de crisis comporta intrínse-
camente la idea de una abertura posible a reajustes intrapsíquicos de importan-
cia (De Coulon, 1999). Es pues potencialmente un “momento fecundo” (An-
dreoli, Lalive & Garrone, 1986), y no sólo una descompensación psiquiátrica. El
objetivo de una intervención en crisis es preparar el terreno a un enfoque tera-
péutico ulterior actuando sobre diferentes factores que son indispensables a todo
trabajo de introspección. En la crisis, las relaciones interpersonales pueden ser
utilizadas a la vez para comprender y para tratar los trastornos psicológicos.
5. La hostipalización
1. Tratamientos biológicos
1.2.1. Antipsicóticos
Los efectos colaterales de algunos medicamentos fueron señalados desde el
principio de su utilización. Es así que, por ejemplo, los primeros medicamen-
tos eficaces para tratar la esquizofrenia recibieron la denominación de “neuro-
lépticos” en razón de sus efectos secundarios, lo cual ha hecho resaltar aún más
los inconvenientes.
LA FARMACOTERAPIA 101
1.2.2. Antidepresivos
Por otra parte, los efectos indeseados de los antidepresivos tricíclicos son,
en general, bien tolerados pero difíciles de evaluar objetivamente, ya que algu-
nos de entre ellos (fatiga, somnolencia, estreñimiento, sequedad de boca, dis-
funcionamiento sexual) remedan los síntomas depresivos. Se manifiestan en 10
a 15% de los pacientes pero solamente 5% de entre ellos se ven forzados a sus-
pender o a reducir el tratamiento a causa de esos efectos. Los antidepresivos
comercializados estos últimos años reducen al mínimo los efectos indeseables.
En lo que se refiere a los inhibidores de la mono-amina oxidasa (IMAO),
fueron objeto de serios rechazos iniciales debidos a la hepatotoxicidad de
ciertos productos precursores y por su peligrosa interacción con los alimentos
102 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
1.2.3. Ansiolíticos
En general, las benzodiazepinas son productos seguros, eficaces, y bien tole-
rados. Solamente 10% de sujetos presentan efectos secundarios, poco impor-
tantes dentro del conjunto, pero crean dependencia lo que obliga a prescribir-
los con prudencia.
2. Prejuicios y cumplimiento
plimiento no puede sólo considerarse como una falta de sumisión por parte
del paciente a la autoridad del médico sino que debe situarse en el contexto
de una negociación entre ambos.
En cualquier caso, la disonancia que existe entre la convicción terapéutica y
la conducta real del paciente respecto a la toma de medicación es tan grande que
las habituales recomendaciones (una relación de confianza, un lenguaje com-
prensible a la hora de comunicar con el paciente, la implicación del entorno) no
parecen ser suficientes para mejorar el cumplimiento. Hay que implicar lo más
posible al paciente en las decisiones que tome el médico, discutiendo con él sus
dudas acerca de la relación entre eficacia y riesgos del fármaco, los problemas
reales para cumplir la prescripción (por ejemplo, incompatibilidad con activida-
des diarias) y el apoyo familiar y social (DiMatteo, Reiter & Gambone, 1994;
Donovan & Blake, 1992; Lorenc & Branthwaite, 1993).
En una investigación (Lorenc & Branthwaite, 1993) se vio que tanto factores
cognitivos (comprensión y creencia en la conveniencia de la prescripción), como
afectivos (respeto hacia el médico, excesivo temor a la enfermedad), sociales (el
hecho de que el paciente no viva solo) o puramente prácticos (capacidad de leer
la etiqueta del frasco) estaban vinculados a un buen cumplimiento.
Angermeyer y Matschinger (Angermeyer, Däumer & Matschinger, 1993)
encontraron que la probabilidad de abandonar el tratamiento era mayor si el
paciente dudaba de los efectos beneficiosos del mismo. En ese mismo sentido,
con Georg y al. (Goerg et al., 1997), en Ginebra, vimos que la probabilidad de
dejar la medicación era también más elevada cuando los pacientes no compartí-
an los mismos valores que la institución psiquiátrica y cuando existía poca con-
gruencia entre las actitudes de los pacientes y las de los terapeutas. El hecho de
que un cierto número de pacientes mantuvieran el tratamiento a pesar de una fal-
ta de congruencia fue interpretado más en términos estructurales (conformidad,
sumisión, presiones diversas) que culturales (valores, expectativas, normas).
La falta de cumplimiento tiene relación con las prácticas prescriptivas de los
terapeutas, en particular de los médicos generalistas: posología, modo de admi-
nistración, dosis óptima para disminuir en lo posible los efectos secundarios, etc.
Se han llevado a cabo un número de estudios con la finalidad de identifi-
car los predictores de la conducta de cumplimiento. Hasta hoy, se ha centrado
la atención principalmente en las características del paciente (su estatus social,
su personalidad, su grado de insight), el tipo y la gravedad del trastorno men-
tal y los efectos deseados y no deseados de la Terapia farmacológica. El con-
texto social del tratamiento psiquiátrico y en particular las opiniones del públi-
co sobre los beneficios y riesgos del tratamiento farmacológico apenas han sido
puestos en relación con el cumplimiento.
Angermeyer y Matschinger estudiaron la actitud del público alemán hacia
el tratamiento de la esquizofrenia y vieron que la Psicoterapia e incluso trata-
104 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
vida, mientras que otra persona, en principio favorable a la práctica del aborto,
puede no realizarlo en un momento decisivo. Nosotros tenemos la impresión
de que lo que se consiguió con los grupos es una disminución de las actitudes
desfavorables y que el mismo hecho de la disminución está en relación con la
conducta adecuada de cumplimiento. Lo que llevaría a buen cumplimiento es
el proceso de reflexión sobre el hecho de medicarse y no la actitud en sí.
Es difícil saber el papel jugado por los grupos realizados con las familias de
los psicóticos en el resultado terapéutico. Por una parte, observamos que la
actitud negativa ante el consumo terapéutico de psicofármacos mejoró en los
familiares de ambos grupos de pacientes aunque sólo en uno de ellos se inten-
tó directamente modificarla. Sin embargo, en las entrevistas realizadas con el
resto de los padres dentro del programa terapéutico habitual del hospital de
día, el tema de la medicación era, obviamente, también discutido. No se hizo
un grupo de control en los que los padres no fueran entrevistados. Sin embar-
go, la mayor eficacia de las sesiones que realizamos con las familias hace pen-
sar que incluso sólo dos sesiones pueden tener un efecto significativo.
Otro factor a valorar es el que los efectos secundarios de la medicación,
ampliamente discutidos en el contexto de los grupos que se realizaban en el
programa experimental, pudieron ser mejor tolerados en los pacientes que
acudieron a ellos.
Finalmente, se ha subrayado la importancia de implicar lo más posible al
paciente en las decisiones que tome el médico, y que se le otorgue el derecho
a ser un personaje activo en cuestiones de consentimiento y de elección infor-
mada (DiMatteo et al., 1994). En cuanto a estos aspectos, en analogía con los
hallazgos (Schurmans & Duruz, 1999) acerca de las representaciones que los
padres tienen del trastorno psiquiátrico de su hijo, se ha definido (Thorne,
1990) la no observancia, no en términos de un acto sin sentido, sino más bien
como una elección racional basada en la experiencia y en el conocimiento del
paciente. En este campo, los pacientes también tienen una pericia obvia.
Dichas cuestiones no pueden considerarse ya como una falta de sumisión por
parte del paciente al mayor conocimiento y autoridad del médico; se han trans-
formado en elementos de negociación entre el terapeuta y el paciente a la hora
de decidir sobre los diferentes aspectos de la enfermedad donde el manejo de
la medicación deviene una cuestión integrante.
Estos cambios de perspectiva conciernen al cumplimiento del paciente y a
su relación con el tratamiento y con los medicamentos psicotrópicos en parti-
cular. Son un elemento del viraje que reducirá la brecha, ampliamente docu-
mentada en la literatura, entre enfermedad mental y normalidad.
En un estudio posterior (I. Eguiluz, González Torres & Guimón, 1999),
pudimos mostrar, mediante técnicas similares, que los pacientes que participa-
LA FARMACOTERAPIA 109
Si queremos, por otra parte, detectar lo que hay de novedoso en esas moder-
nas aproximaciones psicoterápicas, es conveniente caracterizarlas de acuerdo
con su derivación teórica. Algunos procedimientos psicoterápicos recientes deri-
van del Psicoanálisis y utilizan teorías de la personalidad humana cercanas a las
propuestas por Freud: Psicoterapia dinámica breve; Psicoterapia basada en las
relaciones objetales; Psicoterapia del desarrollo; Psicoterapia del self; y, en bue-
na medida la terapia gestáltica, la transaccional y la logoterapia. Otras propo-
nen modelos teóricos nuevos: conductismo; Terapia familiar sistémica; Terapia
centrada en el cliente. Muchas no son sino técnicas en busca infructuosa de una
teoría: Terapia de la realidad; Terapia racional-emotiva; y Terapia “primaria”.
Algunas, como los seminarios Erhard, no pretenden, de hecho, ser Terapias ni
contar con una base teórica propia y se limitan a ofrecer “experiencias de cre-
cimiento personal” (Guimón, 2001c).
En los años sesenta aparecieron numerosas técnicas de auto-actualización y
crecimiento personal. Un denominador común a todas estas técnicas es el anti-
intelectualismo, el acento que ponen en el desarrollo emocional y la involu-
cración más o menos intensa de la corporalidad. Algunas de estas técnicas
están basadas en el Psicoanálisis; otras tienen un fuerte sabor oriental. Algunas
técnicas centradas en el cuerpo han incluso introducido el uso de drogas y el
contacto sexual con los clientes.
establecer cierto número de sesiones para arreglar aspectos que no han que-
dado suficientemente tratados y considerar la posibilidad de un futuro trata-
miento, sea con el mismo o con diferente terapeuta.
Cuando son circunstancias del terapeuta las que le hacen interrumpir pre-
cozmente una Terapia la situación es siempre vivida como un abandono por par-
te del paciente. Es indispensable dejar que exprese sus sentimientos agresivos y
preparar adecuadamente la manera de referir al paciente a otro terapeuta
lo, todas lo hacen resaltar. Hay que señalar, en relación con esto, que Foulkes
(S. H. Foulkes, 1964) había hablado ya de “hambre social” (social hunger) para
describir una verdadera pulsión de interrelación.
Empleamos en este texto el concepto de “Psiquiatría relacional” para refe-
rirnos a los abordajes que se interesan especialmente por las teorías psicodiná-
micas y sociales en Salud Mental. Jorge Tizón (J. Tizón, 1982) había ya titula-
do uno de sus libros “Psicología basada en la relación”, como un concepto
alternativo al de “Psicología dinámica” y Juan Coderch (Coderch, 2001) des-
cribe ampliamente sus implicaciones en Psicoanálisis.
Además de la Psicología de orientación psicoanalítica, la Psicología de la
Gestalt y la derivada de la Bioenergética podrían ser consideradas también
“dinámicas”. El término de “Psicología dinámica” se apoya muy directamente
en el punto de vista de Freud y en la hipótesis energética. Esta hipótesis ana-
lógica de la energía psíquica debería para Tizón ser sustituida al menos en par-
te por postulados como los que Rapaport (Rapaport, 1960) llama “psicosocial”
y “adaptativo” con una intención “comunicacional”.
Por su parte, la Salud Mental relacional se apoya más bien en el paradigma
de las relaciones objetales, aunque mantiene como básicos los postulados del
determinismo psíquico, genético, dinámico estructural, interaccionista y de
“sobredeterminación por lo inconsciente”.
La Salud Mental relacional estudia las alteraciones de la conducta, pero
con “un nivel de minuciosidad interrelacional diferente” y realizando posteriormente
hipótesis respecto a la realidad intrapersonal (representacional) e interperso-
nal. Se basa, sobre todo, en las vivencias de relación con el medio interiori-
zadas (la “realidad interna”) y no tanto como la Psicología dinámica en la
“representación”. La obra de Melanie Klein (M. Klein, 1971) ha sido decisi-
va al señalar la importancia del primer año de vida en la estructuración de
su identidad psicobiológica tanto de las “características psicobiológicas reaccionales
fundamentales” (la constitución) como de las “ansiedades y defensas básicas” (la per-
sonalidad). Hay quien habla incluso de “troquelado” (imprinting) para referirse
a la importancia y la persistencia de las adquisiciones sociales del bebé, meta-
bolizadas y organizadas por un mediador, una barrera de contacto con el
medio (Bowlby, 1979; Lorenz, 1970). Entre los autores precursores de la
“Teoría relacional” se ha mencionado además a Ferenczi (Ferenczi, 1967) y
Fairbairn (Fairbain, 1962) y entre los contemporáneos a Greenberg (Greenberg,
1996; Greenberg & Mitchell, 1983; Greenberg, 2001) y Mitchell (Mitchell,
1988, 1993).
Por otra parte, los campos de aplicación de la Salud Mental relacional no se
limitan a la relación con el paciente y su familia sino que deben abarcar las rela-
ciones entre los profesionales y las de estos y de los pacientes con la Comunidad.
10 Las Terapias corporales
1. Cuerpo y Psicoanálisis
Willy Pasini (Pasini, 1997) realiza una tentativa de integración de las Tera-
pias corporales en un sentido analítico. Sugiere la existencia de cuatro niveles
sucesivos que corresponden, a la vez, al cuerpo y a su representación: a) un
nivel superficial en el que el cuerpo está presente por la piel y cuya principal
expresión es la sensualidad; b) un nivel muscular adyacente cuya función es la
movilidad; c) uno esquelético cuyo equivalente psicológico es la sensación de
estabilidad; y d) el representado por los órganos y cuyo equivalente psicológi-
co son las sensaciones profundas y la visceralidad.
Este esquema puede ser utilizado para la interpretación corporal desde un
punto de vista diagnóstico. Señala que más allá de la historia clínica, psiquiá-
trica y médica, puede ser de utilidad una evaluación del equilibrio, que es a
menudo descuidada. Desde un punto de vista terapéutico, piensa que puede
ser útil centrarse en utilizar algunos indicadores experienciales precisos: a)
renovación cenestésica con recuperación de sensaciones y su verbalización;
b) recuperación de energía corporal; c) regresión modulada beneficiosa en
momentos de expansión de uno mismo; y d) la utilización del cuerpo como
vehículo de comunicación verbal y no verbal.
K. Fortini y S. Tissot (Fortini & Tissot, 1997) distinguen dos tipos de Terapias
corporales. Por una parte, las terapias “a través del cuerpo” que se utilizan cuan-
do la Psicoterapia verbal es difícil de plantear, por ejemplo cuando no hay insight
suficiente. Se intenta entonces establecer un espacio intermedio que ayude al tra-
bajo terapéutico. Este espacio se construye en el contexto corporal de la relación
mediante una elección de material no verbal (apropiado por su naturaleza repre-
sentativa) que posibilite el tratamiento del área problemática y del conflicto
132 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
3. Masajes
3.1. Variedades
Al margen del masaje fisioterapéutico que no puede considerarse una
Terapia, existen una serie de técnicas de masaje que pueden ser utilizadas en
Psiquiatría y que consideran al individuo desde un punto de vista holístico,
tomando en consideración los niveles físico, emocional y psíquico. Su uso
está ampliamente difundido en relación con casi todas las patologías pero la
condición esencial para su eficacia es una evaluación rigurosa de las indica-
ciones.
Son numerosas las maniobras mecánicas que se pueden aplicar en diversos
masajes. El llamado “toque ligero” es una maniobra calmante que consiste en
un ligero contacto con la piel del sujeto dejando deslizar la palma de la mano
y la yema de los dedos sobre la piel. La técnica de la “presión” implica presio-
nar con ambas manos suavemente el área sobre la cual se ejerce el masaje y
luego, alternativamente, soltar la zona. En la “fricción”, la mano permanece
presionada sobre la zona del masaje, y ejecuta movimientos de forma circular
hacia superficies adyacentes. La “percusión” se hace mediante golpes rápidos
con las puntas de los dedos. Mediante el “kneading” se mueven las masas mus-
culares, se coge cada músculo con las dos manos, realizando un movimiento
de torsión la una con respecto a la otra. La “vibración” implica sacudir las
masas musculares transmitiendo sobre la piel rápidos y finos movimientos con
la mano o con la punta de los dedos.
Los masajes en sí adoptan diversas formas. El llamado masaje “california-
no” es el masaje de relajación más conocido. Pretende reducir las tensiones
conscientes o inconscientes del sujeto. Utiliza principalmente el masaje fino, la
presión profunda y el “kneading”. El “shiatsu” es un método japonés basado en
la Medicina china tradicional y pretende “armonizar la red de energía” corpo-
ral. Como resultado de la presión ejercida por los pulgares, las manos, los
LAS TERAPIAS CORPORALES 133
codos y las rodillas sobre las diferentes partes del cuerpo, la ki (fuerza vital) cir-
cularía de forma más armoniosa. El llamado masaje “biodinámico” fue desa-
rrollado por G. Boyesen, un psicólogo noruego. Siguiendo la tradición de la
bioenergética, combina el enfoque corporal en forma de masaje con el enfoque
verbal analítico.
El “rolfing” fue desarrollado por L. Rolf y persigue llegar a una fase en la
cual todos los segmentos del cuerpo están en perfecta alineación en relación
con el centro de gravedad. Utiliza manipulaciones que tienen elementos del
modelling y del masaje profundo y es eficaz en el tratamiento de la tensión
muscular.
Por su parte, la “reflexología” es el estudio y la práctica del masaje especí-
fico de los pies y de las manos con la finalidad de estimular determinados pun-
tos o áreas que corresponderían a los órganos o partes del cuerpo que necesi-
tan ser reequilibradas.
El “Do-In”, técnica de automasaje derivada de la tradición china, persigue
mejorar la circulación de una supuesta “energía corporal”.
En la práctica se procura utilizar el masaje individualizado según el pacien-
te y su problema. Aunque no existen contraindicaciones absolutas para una u
otra de estas formas de masaje, hay que tener un cuidado especial en algunos
casos, por ejemplo, en pacientes alcohólicos, debido a la excitabilidad del cuer-
po; en pacientes en los cuales un contacto cercano puede ser una fuente de
erotización; en pacientes deprimidos debido al riesgo de descenso del tono
vital y en pacientes esquizofrénicos, en los que existe el riesgo de facilitar la
aparición de síntomas de despersonalización. También se debe tener cuidado
con pacientes con problemas histeriformes.
El término “pack” se refiere a una envoltura húmeda con propósitos terapéu-
ticos. El desarrollo de este método fue influenciado por las concepciones de S.
Ferenczi (Ferenczi, 1930, 1990), W. Reich (Reich, 1949) y D. W. Winnicott
(Winnicott, 1975), así como por la práctica de la psicoterapia de relajación de De
Ajuriaguerra (de Ajuriaguerra & García Badaracco, 1953).
La metodología del tratamiento con envolturas comunes se puede resumir de
la siguiente manera: en una habitación tranquila, cálida y con luz tenue, los
miembros del equipo profesional –de dos a cuatro– invitan al paciente a tum-
barse, desnudo, en una cama, cubierto de diversas sábanas y envoltorios. Las
sábanas que estarán en contacto con el cuerpo del paciente están empapadas en
agua fría. Utilizando estas sábanas se envuelven primero los miembros superio-
res e inferiores, seguidos del tórax y de la pelvis y luego se utilizan envoltorios
secos y finalmente mantas calientes. La cara del paciente permanece todo el tiem-
po al descubierto.
134 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
4. Terapia psicomotora
5. Meditación
5.1. Variedades
La meditación tiene características parecidas al sueño fisiológico pero se dife-
rencia de éste desde el punto de vista neurofisiológico (Naveen & Telles, 2003).
La meditación incluye técnicas como el escuchar la propia respiración, repe-
tir mantras, distanciarse del proceso de pensamiento, concentrarse en percibir el
self y la calma interior, etc. Algunas se han desarrollado para su utilización clí-
nica y otras provienen desde antiguo de casi todas las Religiones. Se supone
que producen una relajación y una reducción del estrés por lo que tendrían un
efecto profiláctico y curativo sobre distintos procesos.
6. Hipnosis
6.1. Variedades
Magnetizadores e hipnotizadores han utilizado a lo largo de los siglos la
capacidad para inducir estados de conciencia particulares (que se conocían
también entre animales) para fines lúdicos, religiosos y curativos. Es bien sabi-
do que Charcot fue el primero en dotar a esta técnica de un reconocimiento
científico oficial y que Freud la utilizó más tarde, tras aprenderla con aquél, en
sus primeras experiencias de “cura catártica”.
El cuerpo está siempre implicado a diferentes niveles en la hipnosis. Como
comenta Philipe Bourgeois (Bourgeois, 1997), en la relación hipnótica, hay una
sensibilidad acrecentada hacia percepciones cenestésicas, propioceptivas, inte-
roceptivas y táctiles muy especiales que a menudo son inesperadas y a veces
permiten enfocar rápidamente la raíz de un conflicto del paciente que puede
ser la causa de un síntoma.
El hipnotizador puede hacerse una idea de los aspectos psicodinámicos de
un síntoma utilizando la disociación inducida de una parte del cuerpo, por
ejemplo los brazos. Mediante sugestiones adecuadas, el sujeto es inducido, por
ejemplo, a no percibir sus brazos y a hacer que sus músculos sean indepen-
dientes de su voluntad consciente. La hipnosis implica un instrumento de diag-
nóstico que permite una indicación terapéutica que requiere ser capaz de per-
cibir, analizar y controlar los componentes transferenciales y contratransferen-
ciales.
La conciencia que el terapeuta tiene de los límites de sus poderes y conoci-
mientos es fundamental para evitar situaciones que rápidamente pueden vol-
verse incontrolables. En efecto, como comenta Bourgeois (1997), los profesio-
nales de la Salud Mental están luchando para que este fenómeno sea excluido
de ámbitos teatrales, y luchan contra aquellas personas (hipnotizadores o mag-
netizadores legos) que proclaman que tienen un don especial y manipulan a la
gente prometiendo curas ilusorias. La historia de la hipnosis con sus periodos
de entusiasmo seguidos de periodos de declive es testigo de este riesgo de tri-
vialización.
7. Relajación
7.1. Variedades
La terapia de relajación se diferencia principalmente de la meditación (con
la que tiene muchos puntos en común) en que, aunque ambas pueden inducir
un efecto calmante o un estado particular de conciencia, la primera permite
que los pacientes, como decía De Ajuriaguerra, “pongan a prueba y sientan su cuer-
po mientras son mirados por el otro”. Marie-Lise Roux (1997) señala que esa situa-
ción constituye una experiencia compleja relacionada con lo que Winnicott lla-
mó la “capacidad de estar solo en presencia del objeto”.
7.1.4. Eutonía
La Eutonía, método propuesto por Gerda Alexander (Alexander, 1981),
es una forma de búsqueda que emprende el propio individuo tomando como
punto de partida la experiencia corporal y tendiendo hacia una conciencia
cada vez más amplia del self, integrando gradualmente la experiencia mental
y afectiva. Tiene por objetivo el control del tono (la palabra eutonía signi-
fica “tono bien adaptado”) y proporciona al individuo que lo practica los
medios para ajustar su tono a todas las necesidades de la vida. Tanto en
Terapia como en formación, la Eutonía de Gerda Alexander se basa en tres
principios fundamentales que permiten al tono ser influenciado: tacto cons-
ciente (se refiere a la conciencia de la piel y de sus funciones), contacto cons-
ciente (se refiere a la relación consciente con los objetos, el espacio y los seres
humanos) y transporte consciente (significa uso consciente del reflejo de
enderezamiento).
LAS TERAPIAS CORPORALES 141
8. Gestalt y Psicodrama
8.1. Variedades
La metodología de la Terapia gestáltica (Perls, 1978) integra y combina
técnicas verbales (de origen psicoanalítico) y corporales (de procedencia en
parte psicodramática) con actividades creativas (escribir, pintar, modelar,
música, baile). Permite el trabajo basado en el material que surge de la expe-
riencia del momento tanto a nivel de la percepción y de la emoción como al
nivel de la idea dominante, el revivir una situación pasada, el resolver un sen-
timiento desagradable o una representación del futuro. Este método también
permite trabajar sobre sentimientos no expresados, tales como la soledad, la
ansiedad en torno al abandono, la falta de seguridad en uno mismo, el enfa-
do reprimido y otros aspectos tales como la necesidad de ternura y la expre-
sión de la alegría de vivir.
144 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Baumhackl, Kopp & Gunther, 2003). Sin embargo, los mecanismos de acción y
la utilidad de estas técnicas están poco documentadas y sería conveniente la rea-
lización de estudios controlados.
9. Formación
Todos estos enfoques corporales sólo pueden ser utilizados por terapeu-
tas que los hayan experimentado ellos mismos y que hayan recibido una ade-
cuada formación teórica y la oportuna supervisión. Creemos, además, que
los individuos implicados en la Asistencia psiquiátrica pública que desarro-
llan estos tipos de Terapia deberían idealmente familiarizarse con varias téc-
nicas, de manera que pudieran adquirir un cierto grado de flexibilidad en el
tratamiento para no utilizar los enfoques corporales de una manera dema-
siado mecánica.
Sería de desear la creación de centros de formación que reúnan las anterio-
res condiciones, ya que permitirían el desarrollo de estas Terapias que, sin apo-
yo y supervisión institucionalizados, continúan viéndose rodeadas de un halo de
sospecha por parte de los profesionales y de cierta parte del público en general.
La existencia de un centro que aportara una formación variada permitiría,
por otra parte, facilitar el establecimiento de indicaciones adecuadas. En efec-
to, de cara a la indicación, hay que tener en cuenta: el diagnóstico; la perso-
nalidad; la demanda; las quejas; la forma en la que el paciente habla de su
enfermedad, y la capacidad de representación mental, simbolización y verbali-
zación. En el momento de la entrevista de evaluación se debe reunir, junto a
esa información, todo lo que pueda ser observado en la comunicación no ver-
bal, corporal (tono, respiración, esquema corporal, imagen corporal y relación
corporal en tiempo y espacio). Es sobre esta base que uno podrá decidir acer-
ca de una Terapia corporal así como respecto de los instrumentos y los objeti-
vos del tratamiento.
En la formación de los terapeutas, distinguen Fortini y Tissot (1997) cuatro
grandes grupos de abordajes:
• Formación en eutonía, bioenergética, yoga, Gestalt y en menor grado
sofrología.
• Formación en psicomotricidad, pudiendo elegir entre diferentes técnicas.
• Formación de psicoterapeutas, bien sean psiquiatras o psicólogos, pudien-
do también incluir varias técnicas.
• Práctica de una o varias técnicas con mediación corporal (masaje, reedu-
cación psicomotriz, envolturas) por personal no especialista bajo respon-
sabilidad médica.
11 La Terapia por el Arte
barracas de las ferias y de los niños) y afirmó que la producción de los artistas
consagrados no era más que una degradación del Arte “brut”. Ciertos artistas
vanguardistas buscaron su inspiración en las obras de enfermos mentales y lle-
garon a considerar el Arte como una reactivación del delirio. A lo largo de los
años treinta, la revista Minotauro de Skira publicó numerosos trabajos sobre
este tema. En 1946, tuvo lugar una exposición en el hospital Saint-Anne de
París, siguiendo la iniciativa de algunos psiquiatras.
Con frecuencia se ha considerado que la libertad de creación de los artistas
plásticos provenía de una patología psiquiátrica. El nazi Goebbels, por ejem-
plo, llamó “Arte degenerado” a la exposición que organizó en 1937 en Munich.
S. Freud manifestó poco interés sobre este tema y se mostró más bien reser-
vado respecto a las aproximaciones de los surrealistas, como lo expresó des-
pués de la visita que le hiciera Salvador Dalí. Otros psicoanalistas se han mos-
trado reticentes a entrar en materia afirmando, como lo hizo Oscar Pfister
(Pfister, 1920), que un pintor puede, por ejemplo, ser cubista sin que se sospe-
che que es enfermo mental. Finalmente, ciertos autores (Günter Brus, Otto
Muehl, Hermann Nitsch y Rudolf Schwarzkogler), han utilizado, con una fina-
lidad provocativa, su propio cuerpo como instrumento de creación o de expre-
sión de pulsiones “prohibidas”: sadismo, masoquismo, necrofilia, coprofilia,
zoofilia, etc.
2. Arte y diagnóstico
4. Mecanismos terapéuticos
Pero ¿cuáles con los ingredientes que hacen que una actividad artística
pueda ser terapéutica?
En primer lugar, se ha subrayado el efecto terapéutico vinculado al paso del
inconsciente al consciente, a la expresión directa de experiencias internas que
pueden más fácilmente ser traducidas en imágenes que en palabras porque
están menos sujetas a las reglas de la gramática o de la lógica. En efecto, el Arte
es un vehículo de comunicación menos corriente y, de ahí, menos sujeto a con-
trol, y en la terapia por el Arte analíticamente orientada, un sueño o una fan-
tasía, por ejemplo, pueden fácilmente ser expresados como imágenes antes que
traducidos con palabras. Formas o temas inesperados que a veces favorecen el
insight pueden aparecer en una obra.
Por otra parte, se ha invocado el efecto que la sublimación de las pulsiones
prohibidas puede tener como motor de la creatividad artística. Algunos inclu-
so creen que la calidad del producto artístico es reveladora del grado de subli-
mación alcanzado. El efecto de síntesis de la fuerza creadora sería el que pro-
duciría el efecto beneficioso de la Terapia por el Arte. Sin embargo otros, no
comparten esta idea y señalan que ciertos pacientes obtienen mejorías impor-
tantes con producciones de calidad mediocre.
Se ha señalado también el rol del insight obtenido a partir de asociaciones
de ideas que la obra de Arte evoca en el paciente (y en los demás pacientes
cuando se trata de un grupo), lo cual permite al terapeuta enriquecer sus inter-
pretaciones.
En cualquier caso, son numeroso los trabajos que proponen que la Terapia
por el Arte favorece el ambiente terapéutico de las unidades. Así, un trabajo
reciente mostró que mejoraba el trabajo de enfermería (Tate & Longo, 2002)
y otro el clima terapéutico en una clínica de memoria (Rockwood, 2004).
Los efectos beneficiosos de la terapia del Arte pueden confirmarse, en cier-
ta medida, desde el punto de vista biológico, porque se ha visto que se pro-
ducen en los pacientes cuando la practican determinadas modificaciones psi-
cofisiológicas. También se han observado modificaciones del EEG en niños
normales tras musicoterapia (Luo, Wei & Weekes, 1999).
rosos objetos, incluidos materiales empleados para producir Arte, con finalidad
recreativa, reeducativa, y si se quiere, hedonista, ya que también se fomenta acti-
vamente la satisfacción superficial de deseos inmediatos. Para algunos autores,
este tipo de utilización de materiales de Arte puede crear una confusión inútil
entre estas actividades y una verdadera Terapia por el Arte, y provocar en los
pacientes resistencias en contra de un trabajo psicoterapéutico verdadero. Por
otro lado, parecería que el trabajo hecho con este tipo de objetos intermediarios
no resulta más eficaz, comparado con la utilización de otros materiales “neutros”.
El terapeuta por el Arte tolera utilizaciones defensivas de materiales “de
Arte”; pero su finalidad primordial no es crear obras de Arte sino poner a dis-
posición de los pacientes cierto material y ciertas técnicas de base, a partir de
los cuales el Arte puede ciertamente surgir. Pero su objetivo es terapéutico de
manera inherente y del contexto en el que la experiencia tiene lugar depende
el que la producción pueda devenir Terapia.
Por otra parte, a menudo se ha planteado el problema de la calidad del Arte
terapéutico. En efecto, junto a ciertos autores que defienden su excelencia,
están aquellos que subrayan que, a pesar de la fascinación inmediata que pue-
den despertar las producciones de los enfermos mentales, la presencia de una
característica de “demasiado acabado”, “demasiado rematado” produce final-
mente en el espectador una impresión de aburrimiento ante estas obras.
En primer lugar hay que señalar que la mayoría de los estudios (ver capí-
tulo 15, apartado 4) muestran que la terapia por el Arte es útil en programas
integrados (Steinbauer & Taucher, 2001) con otros tratamientos.
La Terapia por el Arte se ha utilizado en la enseñanza de niños “normales”
y en experiencias de desarrollo personal de adultos mediante la auto-explora-
ción y la creatividad, en el contexto del Movimiento del Potencial Humano y
demás movimientos similares. De hecho, es cierto que toda Terapia exitosa
conduce a un aprendizaje y al crecimiento personal, y que toda buena ense-
ñanza conlleva un desarrollo en el individuo.
La Terapia artística se ha practicado con frecuencia (según la técnica de
Denner u otros procedimientos) con pacientes esquizofrénicos (Ruddy & Milnes,
2003; Ruddy & Milnes, 2003) y otros pacientes crónicos (B. Green, Wehling &
Talsky, 1987). Un ejercicio típico en los grupos terapéuticos con estos pacientes
consiste, por ejemplo, en coger un objeto (como una taza de café) como mode-
lo de dibujo. Tras la asimilación de la forma de la taza, el paciente hace ejerci-
cios repetitivos cuya finalidad es la de transferir el ritmo de las redondeces de
152 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
7. Política institucional
Cuando se incluye con Psicoterapia en las instituciones, hay que tener en
cuenta que se debe trabajar no sólo sobre los pacientes sino con y sobre los
profesionales. En lo relativo a la Terapia por el Arte, los miembros del perso-
nal pueden sentirse doblemente amenazados, ya que si la Psicoterapia crea
temores, el Arte puede también ser amenazador para aquellos que no se sien-
ten cómodos con esta forma de expresión. Así, las personas más inseguras tie-
nen más riesgos de sentirse amenazadas.
Hoy en día, se empieza a aceptar mejor la Terapia por el Arte, gracias a la
estrategia que consiste en implicar al resto de los miembros del personal en el
trabajo con los pacientes. La política de la institución determina el lugar más
o menos relevante que ocupa la Terapia por el Arte. Los terapeutas han de
intentar transmitir a la administración la idea de que la Terapia por el Arte es
una parte importante del tratamiento. Como la posición del terapeuta por el
Arte en la jerarquía es, en general bastante ambigua, (la mayoría de los
Terapeutas por el Arte, por ejemplo, son mujeres), resulta interesante recordar
que en las instituciones existe una red de poder no oficial que no corresponde
a la estructura explícita y que se puede utilizar.
El medio físico y el material son menos importantes en otras Terapias, pero
para la Terapia por el Arte es indispensable poseer un entorno adecuado. Hay
que contar, en efecto, con un espacio amplio, una luz adecuada, materiales artís-
ticos idóneos, material de limpieza, y una sala que no debe estar protegida con-
tra las manchas, para poder trabajar en libertad. Calma e intimidad, distancia
física conveniente entre los miembros, muebles y un lugar para almacenar los
productos artísticos son también necesarios.
En cuanto a los materiales a utilizar, se recomiendan soportes relativamen-
te rápidos (pasteles, lápices o rotuladores). En cambio, se deberían evitar los
materiales “frustrantes”. Se aconseja combinar la posibilidad del control de las
producciones con el garabateado. Hay que reunir medios justos, y por lo tan-
to no excesivos: una sobreabundancia de materiales puede, por ejemplo, ser
vivida como apabullante.
Finalmente, se deberían tener en cuenta ciertos aspectos éticos. Por ejemplo,
Schweizer (1998) señala que el Arte producido por los pacientes en el contexto de
la Terapia por el Arte se reconoce a veces como producto de valor en su derecho
propio, y esto plantea cuestiones de propiedad intelectual y de confidencialidad.
8. Aspectos técnicos
Se han utilizado técnicas expresivas muy diversas en la Terapia por el Arte,
desde la pintura a la escritura (Bolton, 2000), pasando por la escultura, la música
(De Backer & Van Camp, 1999), la danza, el juego (Cattanach, 2001) o el teatro.
154 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Para la formación en Terapia por el Arte, hay que enseñar todas las mate-
rias teóricas que cualquier psicoterapeuta debe aprender: desarrollo humano,
teoría psicológica, Psicopatología, sistemas de Psicoterapia, dinámica familiar
y grupal, etc. Además, es necesaria una supervisión del trabajo clínico. Pensa-
mos que son indispensables unas prácticas en un centro psiquiátrico para tener
conocimiento directo de la patología psiquiátrica. Por otra parte, el candidato
deberá poseer cierta competencia técnica en Arte.
Como experiencia personal, si no se ha tenido la experiencia de un análi-
sis, al menos se debería haber adquirido una experiencia de desarrollo de la
conciencia de sí mismo y una experiencia en la utilización del Arte para la
expresión de sí mismo. Ciertas universidades ofrecen programas para la obten-
LA TERAPIA POR EL ARTE 155
2. Indicaciones y selección
2.1. Indicaciones
S. H. Foulkes (Foulkes, 1946a, 1946b, 1948) había inicialmente propues-
to que, cuando un paciente presentaba problemas antiguos enraizados en la
infancia en forma de neurosis de transferencia clásica, es mejor el Psicoanálisis
individual. Así mismo recomendaba atención individual cuando el trastorno
era de tal naturaleza que la ventilación y el análisis en presencia de otras per-
sonas pudiera actuar como un factor inhibitorio. Dijo, por otra parte, que algu-
nas personas están “demasiado enfermas para tolerar una situación de grupo”. Por lo
demás, según él, el grupoanálisis podría resolver la mayoría de los problemas
si se realiza dos veces a la semana y sus indicaciones serían más amplias y sus
resultados mejores que con el Psicoanálisis individual. Consideró a los tras-
tornos neuróticos como multipersonales, creados en el contexto del “plexus
íntimo” del paciente, por lo que su tratamiento más directo sería el del “plexus
familiar”. Cuando no se pudiera reunir a la familia estaría indicada la Psicote-
rapia de grupo.
Toseland y col. (Toseland & Siporin, 1986), revisando la literatura al
respecto, dice que el tratamiento grupal estaría indicado para pacientes
social y psicológicamente aislados, tímidos e inhibidos. También para Northen
(Northen & Northen, 1983) el tratamiento grupal es el preferible cuando el
principal problema de un paciente reside en sus relaciones con los demás.
Frances y col. (Frances, Clarkin & Karachi, 1980) son de la misma opinión en
cuanto a las indicaciones de grupo y recomiendan, en cambio, el tratamiento
individual para problemas que tengan que ver con conflictos intrapsíquicos y
problemas en las relaciones de intimidad diádida.
2.2. Contraindicaciones
Yalom (Yalom, 1975) considera que son indeseables para la Psicoterapia
analítica grupal las personalidades esquizoides, los “yo caóticos”, los “iletrados
emocionales”, los monopolistas, los depresivos, los histéricos graves y los psi-
cópatas. Los trastornos psicosomáticos son contraindicaciones para algunos
autores, mientras que otros los han tratado con éxito. Los pacientes dementes,
paranoides, narcisistas, hipocondríacos, suicidas, adictos a las drogas o al alco-
hol, psicóticos agudos y sociópatas son también malos candidatos, dado que
no participan en la “tarea primaria” del grupo. Sin embargo, se han hecho gru-
pos homogéneos específicos para psicóticos, deficientes mentales, pacientes
crónicos y adictos al alcohol y otras drogas.
160 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Aquí describiremos sólo la estructura del programa grupal que hemos esta-
blecido en un sector de Ginebra.
1. La experiencia británica
desde el exterior “to see how the rest of the world lives”. Es a partir de ese rol que,
con posterioridad, se incluiría, en ciertas en ciertas actividades didácticas, la
figura del “hombre frontera”. Parece ser, sin embargo, que Bion y Rickman
tenían una actitud bastante arrogante frente a los otros psiquiatras de
Northfield y hacia el comandante militar responsable de la institución. No
tomaron en cuenta, pues, el entorno global del hospital, lo que puso fin a la
primera experiencia de Northfield, tan sólo seis semanas después de su inicio.
En efecto, súbitamente, los tres oficiales médicos responsables fueron transfe-
ridos a otras unidades por orden de la autoridad militar.
La “segunda experiencia Northfield” tuvo en cuenta este error y Foulkes,
que la lideró, hizo participar al comandante en jefe, buscando, además, el apo-
yo externo de Rickman que, aunque se había marchado de Northfield seguía
teniendo una gran autoridad moral sobre los responsables
Foulkes llegó a Northfield un mes después de la marcha de Bion. Comenzó
a enseñar la Terapia social al personal y pasó de un servicio a otro como un
terapeuta de grupo “peripatético”, iniciando, por ejemplo, discusiones espon-
táneas en las unidades a través de las actividades artísticas que los pacientes
realizaban o ayudando a resolver los conflictos que en un momento dado pre-
sentó la banda de música del centro. Se creó un club social y se iniciaron acti-
vidades artísticas en grupo, que han sido consideradas como las primeras
experiencias de Terapia por el Arte en el Reino Unido y aparentemente en el
mundo (Cunningham & al., 1978). Es a través de estas iniciativas que comen-
zó la “segunda experiencia de Northfield”. Trabajando mediante una forma
precoz de “Teoría General de Sistemas”, introdujeron métodos de Psicoterapia
grupal con un interés particular en el “aquí y ahora” y en el examen de las
relaciones interpersonales, trabajando al mismo tiempo con la transferencia
grupal (Harrison, 1999). Foulkes dudaba en clasificar este tipo de grupos que
se realizaban con duración breve y, a menudo con una orientación práctica,
como grupo-análisis (Foulkes, 1946a), pero, más tarde (Foulkes, 1964), los des-
cribió como tales.
El término de “comunidad terapéutica” fue propuesto para designar a las
instituciones que contaban con un “medio terapéutico” obtenido gracias al
empleo de técnicas grupales variadas. Aquellas organizaciones brindaban el
tratamiento más eficaz que existía por entonces para individuos inadaptados.
Maxwell Jones (Jones, 1952) puso en marcha en el Mill Hill Neurosis Center un
programa con pacientes que presentaban síntomas cardiacos de origen psico-
lógico y después, en el hospital Henderson, otra experiencia en la que se tra-
taba, sin prescripción de productos psicofarmacológicos ni electroshock, a cer-
ca de setenta enfermos de ambos sexos, jóvenes en su mayoría, que presenta-
174 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
3. Otras experiencias
6. El futuro
crear una “atmósfera” adecuada, señalando que cuanto más imitara el hospital
psiquiátrico al hospital general tal como existía entonces, menos éxito tendría
en la creación de una atmósfera adecuada. Muchos hospitales psiquiátricos,
dice el informe, “dan la impresión de ser un compromiso incómodo entre el hospital general
y una prisión, cuando, en realidad, el papel que deben jugar es diferente del de las dos insti-
tuciones. Su rol es el de una comunidad terapéutica”.
La finalidad principal de la llamada “Psiquiatría social” que, inspirada en la
comunidad terapéutica de Notrhfield, fue una aportación fundamental de la
Psiquiatría británica por aquellos años, era ofrecer a las personas que vivían
desde hace años en instituciones psiquiátricas un ambiente enriquecedor.
Determinada manera de vivir, de trabajar, de establecer relaciones, el régimen
de recompensas y de castigos establecido en las Instituciones resultaban de
mayor importancia para la rehabilitación de los pacientes que el tratamiento
médico que recibían.
Ciertamente, los tiempos han cambiado pero, en cualquier institución que
se dedique a prestar ayuda psicosocial a sus clientes es, a nuestro modo de ver,
de sumo interés el favorecer este tipo de ambientes.
14 Metodología de evaluación
de las intervenciones comunitarias
3. La evaluación dinámica
3.1.1. El pensamiento
El interés del psicoanalista durante la cura se centra en las “resistencias a
pensar” y en las “asociaciones” que el paciente hace tras sus interpretaciones.
En el pensamiento del paciente existe un “contenido manifiesto” y un “con-
tenido latente”, así como un “proceso secundario” y “primario” del pensa-
miento
4. Evaluación social
5. Evaluación de sistemas
5.1. Familias
La evaluación familiar realizada con orientación sistémica incluye la “pres-
cripción de tareas”, el “genograma” y la aplicación de técnicas como el “role pla-
ying”, o el “sculpting”.
atmosphere scale” (R. H. Moos, 1987) ha sido utilizada en las comunidades tera-
péuticas. Otro instrumento de ese autor (R. H. Moos, 1997), el “Multiphasic
environmental assessment procedure” evalúa los ambientes sociales y físicos de las
unidades de tratamiento.
6. La batería Bel-Air
table son predictores de mal resultado con Terapia cognitiva (Hamilton &
Dobson, 2002). Los pacientes depresivos con rasgos evitativos respondieron,
en un estudio, mejor a la Terapia cognitiva que a la interpersonal, mientras
que los pacientes con rasgos obsesivos respondieron mejor a la interpersonal
(Barber & Muenz, 1996). En otra investigación, los pacientes casados respon-
dieron mejor a la Terapia cognitiva mientras que los pacientes sin pareja mejo-
raron más con la interpersonal (Barber & Muenz, 1996)
En los pacientes neuróticos los estudios sobre predictores son también nume-
rosos. Los pacientes obsesivos con síntomas de comprobaciones y verifica-
ciones (limpieza y simetría) evolucionan mejor con Terapia de la conducta
(Mataix-Cols, Marks, Greist, Kobak & Baer, 2002) que con otras técnicas.
En pacientes con trastorno de pánico la presencia de depresión y un fun-
cionamiento neurótico fueron predictores de mala respuesta al tratamiento
cognitivo conductual (Heldt et al., 2003). En adolescentes ansioso-depresivos
con rechazo a la escuela,la presencia de ansiedad de separación y de trastorno
evitativo predicen mala respuesta (Layne, Bernstein, Egan & Kushner, 2003).
La existencia de agresividad elevada previa fue un predictor de buen pronós-
tico en un programa psicoterapéutico para veteranos de Vietnam con estrés
postraumático.
En lo que se refiere a los trastornos somatoformes, los pacientes hipocon-
dríacos que no respondieron a un tratamiento se caracterizaban por síntomas
más intensos al inicio, más somatización y más trastornos del esquema corpo-
ral (Hiller, Leibbrand, Rief & Fichter, 2002). La alexitimia es un predictor fia-
ble y estable de mal resultado terapéutico en pacientes con trastornos gas-
trointestinales funcionales (Porcelli et al., 2003). En el síndrome de fatiga cró-
nica el estar en beneficio de una renta, la poca motivación para realizar ejerci-
cio moderado y las ganancias secundarias fueron predictores de mala respues-
ta (Bentall, Powell, Nye & Edwards, 2002). La presencia de poca sofisticación
psicológica (psychological mindness) fue es un factor predictor de mal pronóstico
en pacientes con síntomas de fatiga crónica sometidos a terapia cognitivo-com-
portamental en atención primaria. (Chalder, Godfrey, Ridsdale, King &
Wessely, 2003). El inicio precoz y la restricción de dieta intensa después del tra-
tamiento fueron predictores de recaídas en la terapia dialéctica para el comer
compulsivo (Safer, Lively, Telch & Agras, 2002)
Finalmente, en trastornos de la personalidad, un metanálisis sobre la Psicote-
rapia psicodinámica mostró tuvo un “efecto talla” global más alto (1.46) que la
Terapia cognitiva (1.00) y ambas aproximaciones fueron útiles en distintos sub-
diagnósticos (Leichsenring & E., 2003) Otro estudio encontró que tanto la
Psicoterapia dinámico/interpersonal, como la cognitivo-comportamental, la mix-
ta y la de apoyo son eficaces en los trastornos de personalidad (Perry et al., 1999).
208 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
2.2.2. El terapeuta
Una investigación evaluó la conformidad de los terapeutas con las pautas
especificadas en los manuales de Terapia cognitiva, interpersonal y de gestión
clínica con una escala de valoración (utilizada en el Estudio colaborador de
Psicoterapia (CSPRS), confirmando que los terapeutas adoptaron más rasgos
característicos de su propia especialidad que de las otras especialidades (Hill,
O’Grady & Elkin, 1992).
En otro estudio (Blatt et al., 1996) con los datos del Programa Colaborador
de In vestigación de la NIMH sobre el tratamiento de la depresión, se vio que
los terapeutas más eficaces son los más orientados psicológicamente, los que
menos utilizan las intervenciones biológicas y los que esperaban que el trata-
miento ambulatorio de sus pacientes depresivos durara más.
Resulta difícil evaluar todos los costes y beneficios que conllevan los dis-
tintos programas de Asistencia. A la hora de determinar los efectos y resulta-
dos se pueden utilizar índices como la tasa de morbilidad, indicadores de esta-
do de salud que determinen el bienestar físico, psicológico y social o bien índi-
ces de mortalidad. Es necesario tener en cuenta que unos programas muestran
los resultados antes que otros. Los resultados deberían ser evaluados a corto,
medio y largo plazo.
Szymanski & Simon, 1982) que el total de días de estancia fue menor en los
pacientes que tuvieron una primera hospitalización corta.
En estudios posteriores, sin embargo, se vio que el tratamiento comunita-
rio de los pacientes mentales no ha demostrado siempre ser de mayor eficacia
y menor coste que la tradicional hospitalización psiquiátrica. Psiquiatras, polí-
ticos y responsables comunitarios expresaron ya en los años setenta su preo-
cupación por la “avalancha” de pacientes enviados desde los hospitales a la
comunidad, en la que no eran tratados adecuadamente. Como consecuencia
de la desinstitucionalización, muchos pacientes fueron a parar a las calles de
los grandes núcleos urbanos. Otros engrosaron los asilos y residencias, que no
estaban preparados para acoger pacientes psiquiátricos lo que tuvo como resul-
tado la “transinstitucionalización” de estos pacientes. Resulta irónico el hecho
de que las críticas al custodialismo promocionaran una política de desinstitu-
cionalización que, a menudo, resultó en una “transinstitucionalización” de los
pacientes a lugares en los que recibían una asistencia similar, cuando no peor
a la prestada en los hospitales psiquiátricos.
Dos nuevos síndromes aparecieron: el síndrome de la “puerta giratoria”,
que describe a los pacientes que reingresan repetidamente, y el síndrome de
los pacientes que se “caen por entre las grietas” del sistema, que se refiere a la
carencia de seguimiento y tratamiento posthospitalario. Por otro lado, han
seguido apareciendo “nuevos crónicos”, pacientes no institucionalizados pre-
viamente que, sin embargo, requieren asistencia y tratamiento con carácter
especializado y continuado.
Las críticas a la desinstitucionalización se sucedieron. En España, todos
tenemos en mente las desilusiones, los fracasos y las reacciones a menudo
negativas de la población y las autoridades ante tales intentos. Todo ello no es
ajeno a la frecuencia, cada vez más extendida, del “síndrome del quemado”
entre nuestras filas. También en nuestro medio, como en otros países, muchos
compañeros han abandonado las duras trincheras de los centros comunitarios
para pasar a las más resguardadas posiciones de los hospitales o a las oficinas
de planificación y gestión.
Sin embargo, en conjunto, hay que admitir que la desinstitucionalización ha
producido más beneficios que perjuicios.
16 Indicaciones según los diagnósticos
2.1. Alcoholismo
En el tratamiento del alcoholismo se acepta hoy que el mejor método es la
abstinencia total, aunque es difícil de conseguir si no es tras varias recaídas.
Para lograr la abstinencia se pueden asociar fármacos como la cianamida y el
disulfiran que producen efectos colaterales desagradables cuando se mezclan
con el alcohol. Actualmente se emplea menos frecuentemente la creación de
reflejos condicionados mediante la aplicación simultánea de alcohol con apo-
morfina.
Con estos pacientes es indispensable el apoyo individual y familiar y la
aplicación de técnicas cognitivos-conductuales de prevención de las recaídas.
La frecuentación de Asociaciones de enfermos rehabilitados es de máximo
interés por su eficacia.
La Psicoterapia analítica, principalmente de grupo, ha sido utilizada con
éxito para el tratamiento de pacientes alcohólicos ya abstinentes, pero es de
poca utilidad en pacientes que continúan bebiendo.
y miedos y que utilizan la violencia para esconder su debilidad; se cree que son
susceptibles de educación en el programa terapéutico.
La filosofía terapéutica proviene de distintas fuentes (cristianas, Alcohólicos
Anónimos, Synanon, humanista de Maslow y Rogers) basadas todas en la posi-
bilidad de crecimiento personal y cambio.
Las fases del tratamiento son: intervención en crisis (para desintoxicación
en unos días); ambulatorio (varias veces a la semana viviendo fuera); recep-
ción (ingresos en régimen poco exigente), para preparación para la comunidad
durante unas semanas; inducción en que se prueba la motivación; hospitaliza-
ción, en que se usa la comunidad como tratamiento durante un año en un
ambiente jerárquicamente estructurado; fase de aceptación y seguridad, apren-
diendo a expresar sus emociones y a modificar su conducta en grupos de
encuentro y otros contextos terapéuticos; reintegración social, a través de una
casa a medio camino o hacia su propio habitat.
Últimamente ha habido modificaciones en el sentido de que si han desa-
rrollado redes complejas que incluyen programas más flexibles y con adapta-
ciones de programas, por ejemplo para personas con doble diagnóstico u otros
pacientes crónicos que necesitan medicaciones.
Entre la nuevas comunidades terapéuticas cabe mencionar las especializa-
das en otros diagnósticos como en hijos de adictos, en pacientes con doble
diagnóstico, en personas “sin techo”, en trastornos por estrés post-traumático,
prisioneros, inmigrantes, prostitutas, pacientes con SIDA, etc.
miento del trastorno de personalidad. Parece que en Italia hay más comunica-
ción y solapamiento entre las comunidades terapéuticas democráticas y las
comunidades terapéuticas basadas en el concepto, en particular a nivel de los
directivos. Así, los directores y los psiquiatras pueden asistir a las mismas con-
ferencias y pertenecer a las mismas organizaciones profesionales.
Se pueden, sin embargo, distinguir dos diferencias importantes. Primero
está el hecho de que la “comunidad de concepto” está casi siempre destina-
da para personas cuyo problema primario es la toxicomanía, independiente-
mente de los problemas “secundarios” o de los incidentes que surjan a lo
largo del curso del tratamiento. En contraste, las comunidades terapéuticas
“democráticas” están casi siempre pensadas para personas diagnosticadas de
trastornos de la personalidad. Estas personas pueden también tener una
adicción a las drogas, pero no necesariamente. La segunda diferencia princi-
pal es que los trabajadores de las comunidades terapéuticas democráticas son
todos profesionales, mientras que los de una comunidad de concepto pueden
ser ex-residentes.
Mientras la mayoría de las comunidades terapéuticas para toxicómanos fue-
ra de Europa están altamente estructuradas con personal jerarquizado, muchas
comunidades terapéuticas europeas utilizan un modelo más igualitario. Estas
son más parecidas a las comunidades terapéuticas en el campo psiquiátrico, con
una estructura democrática. Sin embargo, las comunidades terapéuticas de más
de veinticinco residentes normalmente han adoptado la estructura jerárquica de
los programas americanos. Las comunidades terapéuticas europeas están aho-
ra a su vez influenciando a las comunidades terapéuticas de América del Norte,
subrayando por ejemplo, la importancia de introducir actividades artísticas en
el programa. Además, han mostrado que los residentes pueden aprender habi-
lidades tales como jardinería, agricultura e impresión durante su estancia en el
programa. En Europa, al igual que en los Estados Unidos, se han creado cen-
tros de desintoxicación vinculados a algunas comunidades terapéuticas, y en
algunos casos se han desarrollado centros de día y programas nocturnos, basa-
dos en el concepto de (comunidad terapéutica libre de drogas).
Las comunidades terapéuticas en Europa también han empezado a ampliar
su campo a pacientes con conductas auto-destructivas diferentes de la toxico-
manía. Los conceptos de las comunidades terapéuticas jerárquicas se han uti-
lizado, así mismo, con éxito en el tratamiento de alcohólicos.
Aunque las investigaciones han mostrado que el tiempo que se está en el
programa es el principal predictor de éxito, los programas han tenido que
reducirse. Se ha visto esta tendencia en muchos países durante los años noven-
ta. Programas psicosociales de auto-ayuda relativamente baratos son transfor-
mados en programas de corta estancia llevados según el modelo médico.
224 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
4.1. Farmacoterapia
Existen actualmente tratamientos cada vez más eficaces en contra de la
depresión, tanto desde el punto de vista biológico como del relacional.
En la depresión de intensidad moderada las Psicoterapias cognitiva e inter-
personal son tan útiles como los antidepresivos y la Psicoterapia analítica es
útil también aunque menos que las anteriores. En las depresiones de mayor
intensidad es más útil la medicación que la Psicoterapia. En cualquier caso, la
combinación de antidepresivos y Psicoterapia da mejores resultados que la uti-
lización de una sola de las técnicas.
A pesar de todo hay un cierto número de depresiones graves que no res-
ponden a tratamientos medicamentosos ni psicoterapéuticos llevando al suici-
dio, a la incapacidad o al sufrimiento psicológico crónico.
Existen, por otra parte, frecuentes problemas de cumplimiento que deben
abordarse con terapias psicoeducativas.
Los resultados son más constantes con la Farmacoterapia que con las
Psicoterapias. Con estas últimas hay que tener en cuenta que la personalidad
del terapeuta juega un papel relativamente importante. En el caso de pacientes
con trastornos mixtos de ansiedad y depresión, la Psicoterapia produce efectos
tan beneficiosos como la Farmacoterapia.
trol. Además, los pacientes que tenían padres con bajo nivel de “emoción expre-
sada” eran hospitalizados con menor frecuencia que los pacientes que vivían con
padres con alto nivel de “emoción expresada”. Los grupos multifamiliares fue-
ron bien recibidos por los participantes, y sólo hubo algunos abandonos.
En una revisión de la literatura, se sugiere que los pacientes bipolares pueden
ser tratados en grupos de Terapia homogéneos conjuntamente con el tratamien-
to con litio (N. I. Kanas, 1993). Se han utilizado técnicas interpersonales y psi-
codinámicas. Los objetivos de los grupos incluían la educación de los pacientes
en cuanto a la naturaleza de la enfermedad, una ayuda para enseñarles a mane-
jar los síntomas y animarles a discutir cuestiones interpersonales y psicodinámi-
cas. Para alcanzar estos objetivos, los terapeutas utilizaron técnicas que incluían
la educación y el apoyo, facilitando las discusiones en grupo.
5.1. Farmacoterapia
En el tratamiento de las crisis agudas de ansiedad (trastornos de pánico) se
han visto útiles la imipramina, los antidepresivos que inhiben la recaptación de
la serotonina y otros antidepresivos recientes. Se evita así, generalmente la apa-
rición de nuevas crisis y mejora la depresión frecuentemente asociada. Los
ansiolíticos pueden disminuir la ansiedad anticipatoria y también las crisis de
pánico, pero no las hacen desaparecer. Un estudio multicéntrico demostró la
eficacia de una benzodiazepina atípica (el alprazolam) a dosis elevadas en el
control de las crisis de pánico. Sin embargo, su uso ha ido disminuyendo para
esta indicación debido a la dependencia que esas dosis producen.
En las crisis de pánico son útiles las técnicas de “gestión de la ansiedad”,
basadas en las orientaciones cognitivo-comportamentales y que incluyen téc-
nicas de desensibilización, exposición, manejo cognitivo de la ansiedad y rela-
jación. En la agorafobia, frecuentemente asociada a las crisis de pánico, son úti-
les las técnicas de “exposición” con o sin “acompañante terapéutico”.
En la ansiedad generalizada son útiles los ansiolíticos, pero su utilización
queda limitada por el riesgo de producción de dependencia. La imipramina,
otros antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la recaptación de la seroto-
nina a dosis bajas han sido útiles en algunos casos. Sin embargo, en principio,
hay que procurar que el paciente controle su ansiedad con técnicas de relaja-
ción y de manejo del estrés.
En la neurosis obsesivo compulsiva la medicación más útil es la clorimi-
pramina a dosis medias o altas por vía oral o endovenosa. Algunos estudios
sugieren que los buenos resultados obtenidos con su administración gota a
gota dependen más de la relación con los profesionales que aplican la perfu-
INDICACIONES SEGÚN LOS DIAGNÓSTICOS 235
5.2. Psicoterapia
La Psicoterapia de apoyo de orientación dinámica y el Psicoanálisis son úti-
les, en ocasiones, para los trastornos de ansiedad, a medio o largo plazo.
Freud mantuvo siempre que un factor fisiológico, que un día las investiga-
ciones lograrían poner en evidencia, se relacionaba con el desarrollo de ataques
de pánico. Se supuso que en los pacientes con una tal predisposición biológica,
los conflictos psicológicos tomarían la forma de ataques de pánico, mientras que
en quienes no tienen tal predisposición se presentarían como “ansiedad señal”.
En cualquier caso, la Psicoterapia puede ser útil en los ataques de pánico y
conviene investigar las circunstancias desencadenantes del ataque y la historia
de cada paciente para ver los factores psicodinánicos. En efecto, se ha visto que
hay una relación entre éstos y la ansiedad de separación, porque se pone en
marcha frecuentemente tras sucesos estresantes como la pérdida de un ser que-
rido. Por otra parte, se sabe que existen numerosas respuestas placebo en estos
pacientes, lo que habla también de factores psicológicos. La Psicoterapia puede
ayudar a que los pacientes se enfrenten de nuevo al mundo o simplemente a
que acepten tomar la medicación.
En los trastornos fóbicos los antidepresivos y los ansiolíticos mejoran fre-
cuentemente la sintomatología, pero es necesario utilizar técnicas psicotera-
péuticas (exposición, desensibilización, sumersión) para modificar los síntomas
a largo plazo (Guimón, 1973). La Psicoterapia analítica tiene buenos resultados
a medio y largo plazo.
En la histeria, pueden ser útiles pequeñas dosis de ansiolíticos, pero el tra-
tamiento más indicado es la Psicoterapia de apoyo con intervención sobre la
familia. La Psicoterapia analítica y el Psicoanálisis producen buenos resultados
en las histerias llamadas “buenas” .
Las técnicas de relajación muscular ofrecen un alivio sintomático y se utili-
zan como coadyuvantes en las técnicas cognitivo-comporamentales.
236 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
la cirugía, el 68% de los sujetos habían mejorado pero un 16% tenía un resul-
tado insatisfactorio. Un único caso se arrepentía del cambio de sexo. La exis-
tencia de patología en el SCID resultó ser predictora significativa de resultado
negativo, así como el sexo biológico masculino y la ausencia de pareja.
está en régimen ambulatorio. Springer y Silk (Springer & Silk, 1996) proponen
un programa eficaz a corto plazo y discuten, en particular, sobre las ventajas y
de los inconvenientes de la Linehan’s Dialectical Behavior Therapy (Lineham, 1987;
Lineham, 1993). En efecto, la Terapia de grupo ofrece las ventajas de ser menos
costosa; de facilitar el manejo de la transferencia; de producir una mejoría del
funcionamiento del Yo (Kretsch, Goren & Wasserman, 1987), una mejoría del
funcionamiento interpersonal (Schreter, 1970, 1978; Schreter, 1979), y una dis-
minución de las tendencias regresivas del paciente (Horwitz, 1987). Por otra par-
te, los enfermos son más propensos a recibir consejos o a tener confrontaciones
con otros pacientes que con el terapeuta y tienen la posibilidad de relacionarse
con ellos a un nivel de igualdad.
La Terapia de grupo debe ser una parte de un programa multidimensional
y el grupo debe, en principio, ser heterogéneo. La orientación de los grupos
suele ser ecléctica y aunque los grupos psicodinámicos abiertos sean los más
frecuentes, otros (Klein, 1993) se centran en aspectos tales como los acting out,
la escisión, la contratransferencia, el encuadre y la erotización de las relaciones.
A causa de estos riesgos de actuaciones, hay que contar con el apoyo de un
dispositivo que ofrezca más contención para este tipo de pacientes, es decir, o
bien una unidad hospitalaria (que habrá que evitar en lo posible para no iniciar
una relación prolongada perversa con la institución), o bien una unidad de día.
Otro estudio controlado ha comparado la Psicoterapia individual y la Terapia
de grupo (Clarkin et al., 1991) basada en un enfoque llamado de “gestión de las
relaciones” (Dawson & MacMillan, 1993). La Terapia de grupo fue tan eficaz
como la individual y los pacientes que participaron en los grupos tuvieron
además mejor adhesión al tratamiento.
Un trabajo reciente de Bateman y Fonagy (Bateman & Fonagy, 1999) ha
mostrado resultados favorables con un tratamiento basado en Psicoterapia
dinámica, en régimen de hospital de día.
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274 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
A Adaptación, 111
Abandono, 160 social, 111
Probabilidad de, 160 Adicción, 104
Abordajes, 35, 81 Administradores, 45
«genérico», 81 Adolescentes, 152, 207
Afrontamiento, 193
políticos-administrativos, 35
estrategias de, 193
Abreacción, 143
Alcohólicos Anónimos, 222
autogénica, 143
Alcoholismo, 218
Abstinencia, 113
Alexitimia, 207
Abusos, 152
Alianza, 208
víctimas de, 152
terapéutica, 208
Acción, 134, 143, 144 Alianza terapéutica, 90, 115
mecanismo de, 134, 143, 144 Alma, 164
Aconsejamiento, 17 del grupo, 164
Acting out, 166, 240 Alteraciones, 127
Actitudes, 104, 105, 106, 229 de la conducta, 127
hacia los psicofármacos, 105 Altruismo, 165
modificar las, 106 Alucinación, 140
negativas, 104, 229 negativa, 140
Actitudes desfavorables, 108 Ambiente, 55, 126, 228
disminución de las, 108 social, 126
Actividades, 157 terapéutico, 55
grupales, 157 instituciones, 55
Acupuntura, 210 terapia por el, 228
280 EFICACIA DE LAS TERAPIAS EN SALUD MENTAL
Corporal, 130 D
experiencia, 130 Danza, 211
Costes, 36, 92, 122, 167 Datos, 187, 191, 192, 193
análisis de, 109 Analizar los, 187
contención de, 36, 92, 122 el análisis de los, 192
política de contención de, 167 el tipo de, 193
Coterapia, 161 Problemas en la recolección de, 191
Creencias, 27, 124 Defensa, 68, 70, 86, 114, 127, 190, 193
sobrenaturales, 27 básicas, 127
Crisis, 91, 170, 181, 222, 227, 234 interpretar las, 114
de pánico, 234 mecanismos de, 68, 70, 86, 190, 193
centro de, 170 Definiciones, 15
intervención, 91 Delirios, 230
intervención en, 222, 227 hipocondríacos, 230
tratamiento de las, 234 Demencia, 217
tratamientos intensivos de, 181 Dependencias, 218
Criterios, 45 Depresión, 109, 231
Freighner, 45 mayor, 109
Cronicidad, 95, 96 Derecho, 34
e incompetencia, 95 a estar loco, 34
Crónicos, 151, 216, 230 Desensibilización, 120
nuevos, 216 sistemática, 120
pacientes, 151 Descripción, 43
pacientes delirantes, 230 clínica, 43
Cuerpo, 131, 135, 137, 139 Desinstitucionalización, 34, 55, 75, 78, 93,
en el Psicoanálisis, 131 96, 97, 215, 216
movilización del, 135 eficacia de la, 215
se habla del, 139 Evaluación de los resultados de la, 215
Cuestionario, 201 psiquiátrica, 34
de Funciones Sociales, 201 Desintoxicación, 219
Cuidados, 175 Desviación, 160
continuidad de, 175 del grupo, 160
Cumplimiento, 99, 100, 102, 103, 104, Deterioro, 224
105, 107, 224 esquizofrénico, 224
de la prescripción, 107 Diagnóstico, 41, 46, 49, 50, 52, 53, 149,
falta de, 99, 100 158
mejorar el, 103, 104 abusos en el, 53
asegurar el, 105 criterios de, 46
Cura, 137 de las familias, 50
catártica, 137 Eficacia según los, 217
en Psicoanálisis, 49
mejorar el proceso, 149
CH opiniones del público sobre el, 52
Charlatanismo, 17 relacional, 49
ÍNDICE DE MATERIAS 283
Muestra, 188 P
selección de una, 188 Pacientes, 73, 162, 205, 206, 207, 209, 233,
Musicoterapia, 211 234
bipolares, 233, 234
N borderline, 162
Naltrexona, 219 deprimidos, 209
Naciones Unidas, 13, 53 esquizofrénicos, 205
Principios de las, 13, 53 hipocondríacos, 207
Negación, 102 la utilización de los, 73
de la enfermedad, 101 Las características de los, 206
Neokraepelinianos, 45, 186 neuróticos, 205, 207
y el DSM III, 45, paranoides, 162
Neurociencias, 10, psicosomáticos, 162
revolución en las, 10, Pack, 133
Neurolépticos, 100, 101, 104, 239 Pánico, 235
«atípicos», 101 ataques de, 235
Neurosis, 49, 115, 159, 165, 234 Parkinsonismo, 101
de carpacter, 49
Patología, 69
de fracaso, 49,
institucional, 69
de transferencia, 115, 159, 165
Pensamiento, 72, 189
fóbica, 49
obsesivo compulsiva, 234 ataque contra el, 72
Niños, 152 Perlaboración, 68
Normalidad, 20 Personalidad, 87
concepto, 20 estructura de, 87
Northfield, 172, 173 Personalidades, 174
la primera experiencia, 172 psicosomáticas, 174
la segunda experiencia, 173 Placebo, 100, 105
Nosología, 195 «efecto», 105
interpersonal, 195 Plexus, 159
«familiar», 159
O Popularidad, 161
Objeto, 126 del paciente en el grupo, 161
relaciones de, 126 Prácticas clínicas, 37
Objetos, 124 directrices de las, 37
acompañantes, 124 Predictores, 160, 206
OMS, 181 de eficacia, 206
Organización, 66, 198 en una situación grupal, 160
Científica del Trabajo, 66 Prejuicios, 78, 100, 102
institucional, 198 paradójico aumentos de los, 78
Organización Mundial de la Salud, 12, Prevalencia, 196
13, 19 Prevención, 83, 84, 85, 229
Orientación, 49 Estrategias de, 229
teórica, 49 primaria, 83, 84
ÍNDICE DE MATERIAS 289