Está en la página 1de 6

DERECHO PROCESAL CIVIL

PROCESO Y JUICIO

La palabra juicio parece equivaler a lo que hoy entendemos por proceso, otra acepción de juicio, distinta
de la anterior, es la que se le otorga cuando se quiere aludir a una parte del proceso. Y al mencionar las
etapas en las que se divide el proceso, se habla de una inicial a la que vamos a llamar instrucción y de
una segunda a la que se le llama juicio. Este es otro contenido de la palabra juicio como segunda parte del
proceso.
La palabra juicio procede de la lógica, entendida esta como ciencia del conocimiento, como ciencia del
razonar, como ciencia del pensar. Y es que, en su aspecto lógico, el juicio es un mecanismo del
pensamiento. El concepto original de la denominación de juicio corresponde o proviene de la lógica
aristotélica y no es, en este sentido, sino un mecanismo del razonamiento mediante el cual llegamos a la
afirmación de una verdad. Claro, a través de un proceso dialéctico que implica una premisa mayor, una
premisa menor y una conclusión.
Por lo que se refiere al proceso, resulta que la mencionada segunda parte que llamamos juicio es, un
verdadero juicio lógico, que se actualiza en el momento de dictar la sentencia, en cuya estructura están
presentes la premisa mayor, la premisa menor y la conclusión. La premisa mayor es la norma general, la
premisa menor es el caso concreto sometido a la consideración del tribunal y, la conclusión, es el sentido
de la sentencia.

Unidad fundamental del proceso

Los campos en los que se puede hablar de la unidad fundamental del proceso son el académico –
doctrinal, el legislativo y el jurisdiccional, la posición unitaria del proceso constituye la razón misma de la
existencia de la teoría general del proceso. Sostener la teoría de la unidad del proceso radica
fundamentalmente en postular que el proceso es un fenómeno común y que presenta las mismas
características esenciales, aunque los litigios que se ventilan tengan materias o sustancias diferentes o
distintas.
Para ello entablamos seis razones para precisar la unidad fundamental del proceso;
a) el contenido de todo proceso es un litigio;
b) la finalidad de todo proceso es la de dirimir o resolver un litigio;
c) todo proceso presenta una estructura triangular en cuyo vértice superior está el órgano jurisdiccional y
en los inferiores se encuentran las partes en contienda;
d) todo proceso presupone la existencia de una organización judicial con jerarquía y escalonamientos de
autoridad;
e) todo proceso está dividido en una seria de etapas o secuencias que se desenvuelven a su largo, desde su
principio o hasta su fin; y
f) todo proceso tiene un principio general de impugnación mediante el cual se postula la necesidad de que
las resoluciones del tribunal puedan ser reexaminadas o revisadas porque no estén apegadas a derecho,
porque sean incorrectas, equivocadas o ilegales.

Diversos criterios de clasificación de los procesos

Primera clasificación; Proceso civil, mercantil y familiar.


Al hablar de ésta clasificación tripartita la podemos llamar del derecho privado. En el citado criterio de
clasificación debe entenderse a aquella norma conforme a la cual sentencie el juez cuando resuelve el
conflicto. Briseño Sierra distingue la norma sustantiva de la norma procesal, y advierte que una es la que
sirve para conducir el proceso, y la otra, la aplicable para resolver el litigio. El proceso se caracteriza de
acuerdo con la norma sustantiva que se vaya aplicar al sentenciarse. Se entiende que el proceso es un
conjunto complejo de actos del Estado como soberano, de las partes interesadas y de terceros ajenos,
actos que tienden o que están proyectados a la aplicación de una ley general a un caso concreto
controvertido, para dirimirlo. La naturaleza de la norma va a ser la que calificará al proceso como penal,
civil, mercantil o familiar.
Segunda clasificación; Proceso oral y escrito.
En la actualidad no debemos entender el sentido puro del proceso oral o del proceso escrito, sino debemos
enfocar el encuadre a la tendencia hacia la oralidad o hacia la escritura, porque en un proceso puramente
oral solamente tendría sentido hablar dentro del enfoque histórico. Ahora, cualquier tipo de proceso lleva
alguna clase de registro escrito, es decir, algún expediente. Simplemente habrá que detectar la
prevalencia, o bien de lo escrito, o bien de lo oral para caracterizar al proceso como tendencia hacia la
oralidad o como de tendencia hacia la escritura.
Las características que la doctrina ha señalado al proceso con tendencia a la oralidad, también pueden
presentar el signo opuesto, o contrario, y ello implicaría que el proceso tenga una tendencia hacia la
escritura. Se dice que un proceso tiene tendencia a la oralidad cuando se inclina hacia los rasgos o
características siguientes: Concentración de actuaciones, identidad del juez de instrucción y el juez de
decisión, inmediatez física del juez con los demás sujetos procesales y restricción de los medios
impugnativos, sobre todo de los referidos a resoluciones intermedias o interlocutorias. Con este principio
de oralidad se busca postular un principio procesal determinado por la economía, por el llamado,
principio de economía procesal.
Tercera clasificación; Proceso uni-instancial y bi-instancial.
Los procesos uni-instanciales son aquellos que tienen una única instancia, entendiendo esto como el
grado, de tramitación procesal, según el órgano jurisdiccional a cuyo conocimiento corresponda dicha
tramitación, desde el planteamiento de la demanda hasta la sentencia definitiva. Los procesos que se
tramiten ante un órgano jurisdiccional, sin la posibilidad de sujetarlos a revisión mediante la interposición
de un recurso o medio impugnativo intrapersonal contra la sentencia definitiva serán uni-instanciales.
Son bi-instanciales aquellos en los que cabe la posibilidad de un reestudio o reexamen de la instancia
inicial por conducto de un órgano jurisdiccional jerárquicamente superior a aquel otro que hubiera
emitido la sentencia y por virtud de la interposición de un recurso en contra de ella.

FASES PROCESALES

El proceso no se produce en su totalidad de manera instantánea, sino que se despliega en el tiempo, es


decir, no se produce en un solo acto, de manera cabal, sino que se desarrolla a través de un conjunto de
actos que suceden en el tiempo. Se ha establecido que el proceso es un conjunto complejo de actos, ese
conjunto complejo de actos se despliega a lo largo de espacios temporales más o menos amplios. Como
tal, el proceso tiene, pues, un principio y un fin, y cada acto que la integra va sucediendo a otros, desde su
primer acto inicial hasta un último acto final.

En todo proceso cabe distinguir dos grandes etapas que son: la instrucción y el juicio. La instrucción la
primera gran etapa del proceso y el juicio es la segunda etapa final. Estamos empleando el término juicio
en su acepción como parte del proceso y no como sinónimo del mismo.

La instrucción

La primera gran etapa del proceso es la instrucción y esta se divide en tres fases: postulatoria, probatoria,
conclusiva.
La instrucción engloba, abarca y comprende todos los actos procesales, tanto del tribunal y de las partes
en conflicto, como de los terceros ajenos a la relación sustancial; actos por los cuales se precisa y se
determina el contenido del debate litigioso, y por los cuales también se desarrolla la actividad probatoria
y se formulan igualmente las conclusiones o alegatos de las partes, en esta etapa el objetivo que se
persigue es instruir al juzgador. Con esto se pretende provocarle al juzgador un conocimiento acerca del
litigo sobre el que en su oportunidad habrá de pronunciarse en la segunda etapa del proceso. Se trata de
poner al juzgador en posición de pronunciar o de dictar una sentencia jurisdiccional que venga a resolver
un conflicto de intereses, en resumen, el propósito que se busca, es allegarle al juzgador todo el material
informativo para que se produzca el juzgamiento con la propiedad jurídica y lógica debidas.

La fase postulatoría

La primera fase de la instrucción es la postulatoria, el juzgador solo administra justicia cuando se le


requiere para ello. La jurisdicción, como función estatal, solo se despliega cuando lo demando un
gobernado a través del ejercicio de su derecho de acción, y nunca antes. Por ello, el juzgador nunca puede
administrar justicia sin que se le requiera, sin que se lo soliciten a través del ejercicio del derecho de
acción. El juzgador solo puede resolver los litigios cuando se le ha pedido que ha si lo haga, y cuando se
ha informado que existen y se le han proporcionado datos e informes suficientes sobre ellos. Nunca
resuelve de oficio.
En la fase postulatoria, las partes exponen sus pretensiones y resistencias, sus afirmaciones y sus
negaciones acerca de los hechos, y finalmente invocan las normas jurídicas aplicables al caso concreto. El
objetivo que se trata de alcanzar es el de recoger el debate litigioso, tratando de precisar el contenido del
proceso, de determinar aquello que será objeto después de la actividad probatoria y de los alegatos, y por
último, objeto también de una resolución jurisdiccional definitiva, que es la sentencia. Se presenta la
demanda o se presenta la acusación y se responde a la demanda o se defiende contra la acusación.
La fase postulatoria puede ser simple o complicada y compleja; es simple cuando solamente se integra
por la demanda y por la contestación a la demanda, puede ser compleja cuando el debate litigioso se
completa, se precisa, además de la demanda y de la contestación de la demanda, con las llamadas réplica
y dúplica.

La fase probatoria

La necesidad de esta fase radica en el hecho de que el juzgador solamente tiene hasta la fase postulatoria
un conocimiento parcial y subjetivo de cada una de las posiciones de las partes contrapuestas en el
proceso. Esto es, el juzgador solo conoce la opinión personal respecto al litigio que le presentan tanto el
actor como el demandado. Por ello es indispensable e imprescindible que el juzgador se allegue un
conocimiento objetivo sobre la controversia de intereses. Este conocimiento lo obtendrá el juez mediante
la actividad probatoria que se desenvuelve en esta “fase probatoria”. El juez tiene necesidad de recibir
todos los datos suficientes y necesarios por los cuales venga a constatar, venga a corroborar y a confirmar
la posición o posiciones de las partes en el proceso. El juzgador va a recibir de las partes los medios de
prueba que apoyen, que apuntalen, que sostengan sus respectivas posiciones contrapuestas.
Ofrecimiento de pruebas: Es el primer momento en la fase probatoria. Las partes ofrecen al tribunal, al
órgano jurisdiccional, los diversos medios de prueba con los que se supone que llegarán a constatar o
corroborar lo que se ha planteado en la fase postulatoría, los medios de prueba que se pueden ofrecer son
entre otros los siguientes; confesional, testimonial, documental, pericial, inspección judicial, instrumental
de actuaciones y la presunción legal y humana. Las partes deberán de relacionar los medios de prueba que
ofrecen con cada uno de los hechos que han invocado en la fase postulatoria.
Admisión de pruebas: Es el segundo momento en la fase probatoria. En este momento, el juzgador es el
que califica la procedencia de los medios de prueba que han ofrecido las partes; en esta clasificación debe
atenderse a la pertinencia y a la utilidad de cada uno de los medios ofrecidos, así como a la oportunidad
del ofrecimiento (en tiempo).
Preparación de la prueba: Los actos de la preparación de la prueba suelen ser de origen complejo, ya que
participan en ellos tanto el órgano jurisdiccional como las partes e inclusive algunos terceros. Citar
testigos y peritos, formular interrogatorios o pliego de posiciones, fijar fechas para la celebración de
audiencia o diligencias, estos ejemplos son actos típicos de este momento procesal.
Desahogo de la prueba: Es en virtud de las cuales se asume la prueba y la adquiere el tribunal. Según el
medio de prueba de que se trate, así es el trámite y la naturaleza de los actos: las preguntas a las partes y a
los testigos; los cuestionarios a los peritos y las respuestas de todos ellos, así como la visita personal que
el juez haga a los locales o sitios para ver por sí mismo las cosas. Todo ello se debe levantar en actas que
consigna o se deje constancia en el expediente de los diversos actos de desahogo de las señaladas pruebas.
Valoración de la prueba: La valoración de la prueba, no pertenece en rigor a la etapa de instrucción sino a
la del juicio, puesto que la valoración de prueba se hace al sentenciarse. Sin embargo, es necesario
apuntar la tendencia a una valoración anticipada del material probatorio bajo los principios de la oralidad
cuando el juez, en virtud de la identidad y de la inmediatez, va apreciando el material probatorio
paralelamente al desahogo.

Fase conclusiva

La integran los actos de las partes que se han llamado tradicionalmente alegatos o conclusiones, estas son
las consideraciones, los razonamientos y las argumentaciones que las partes plantean al tribunal acerca de
lo que se ha realizado en las fases procesales anteriores.
Con tales elementos se persigue darle al juzgador una idea con respecto a lo que se ha afirmado o negado;
acerca de lo que las partes han pretendido y resistido, lo que es más importante, se trata de hacer ver al
juzgador aquellas afirmaciones y negaciones que han sido confirmadas o verificadas por los medios
probatorios desahogados. Como lo expresa Briseño Sierra “el alegato sólo debe ser un examen de la
prueba para orientar al juez, quien personalmente sacará de ellas las conclusiones que se consideren
pertinentes, porque el actor piensa que ha logrado su objetivo, sustentar el derecho que le asiste y
justificar la exigencia de su tutela y el demandado sostiene una posición similar. En otras palabras, al
hacer cada una de las partes, sus reflexiones acerca de la actividad procesal realizada hasta entonces, se le
está planteando al juzgador la manera como debe llegar a resolver la controversia. Es decir, se le trata de
plantear, un pronunciamiento que debe recaer en la controversia o sobre la controversia, se pretender
darle un proyecto de la sentencia, según entiendan las partes, que debe dictarse.

El juicio

Esta es la segunda etapa del proceso, en donde solamente se desenvuelve una actividad por parte del
órgano jurisdiccional, etapa donde el juzgador emite o se dicta la sentencia jurisdiccional definitiva que
viene a terminar el proceso y a resolver la contienda, el conflicto de intereses.
La etapa del juicio puede revestir caracteres de sencillez, simplicidad y rapidez, o también puede revestir
caracteres de complejidad y alargamiento. Es sencilla y breve con procesos tendientes a la oralidad, en los
cuales el juzgador dicta su sentencia definitiva en la misma audiencia en que se producen las pruebas y se
rinden los alegatos por las partes. También es sencilla cuando la sentencia la dicta el mismo juez que ha
seguido la instrucción, sin necesidad de una mayor complicación, puesto que lo único que debe hacer el
juez es leer, estudiar y analizar el expediente para posteriormente dictar su sentencia.
Por el contrario, esta segunda etapa reviste de carácter de mayor complejidad o alargamiento cuando se
trata de un órgano jurisdiccional de segunda instancia y de carácter colegiado.
La etapa de instrucción termina con lo que se ha dado en llamar el auto de citación para sentencia, esto es,
el auto que ordena cerrar la etapa de la instrucción, el cual dispone que se dicte sentencia definitiva.

LA DEMANDA
La demanda es el primer acto provocatorio de la función jurisdiccional, es el primer momento en el que se
ejerce la acción y debe entenderse como la actividad concreta del particular frente a los órganos de
administración, frente a los tribunales o jueces.

Concepto, forma y contenido de la demanda

La demanda se define como el primer acto de ejercicio de la acción, mediante el cual, el pretensor acude
ante los tribunales persiguiendo que se satisfaga su pretensión. Este acto debe desligarse del escrito
material de la demanda, porque hay ocasiones en que ni siquiera es necesaria una demanda escrita, sino
que puede haber una demanda meramente oral, por comparecencia, por cuyo medio, y en muchos
procesos así se contempla.
Si bien es cierto que las acciones se agotan con su ejercicio, de acuerdo con un viejo principio procesal,
también es cierto que no todo el ejercicio de la acción se agota en la pura demanda. La acción se
comienza a ejercer en la demanda, pero continua ejercitándose a través de todo el proceso; se sigue
ejerciendo la acción cuando se ofrecen pruebas, cuando se impugnan tales pruebas, cuando se alega,
cuando en cualquier momento del proceso se sigue empujando o impulsando el desarrollo o el
desenvolvimiento del mismo.
La demanda debe fundarse en la ley para que tenga éxito posteriormente y las pretensiones exigidas por
su medio sean reconocidas por la sentencia.
Una demanda ya sea escrita u oral, debe estar bien elaborada, o sea, una demanda ordenada, clara,
precisa, congruente, sistemática, bien expresada con ello se pretende que exista un propósito de claridad,
de fijeza en los conceptos que se exponen a través de la demanda, no se lograría si la demanda fuera
oscura, irregular, poco clara o incongruente. Ya que en algunas materias existe el término denominado
suplencia de la queja donde el Tribunal tiene la obligación y potestad de corregir dichos errores, pero en
materia de derecho privado esto es inoperante, por ello debe seguir una estructura y precisión la demanda.
En cuanto a la forma de la demanda esta puede ser oral o escrita. Implica una facilidad de la demanda en
que sea oral, se buscar dar acceso a la justicia a gentes que, sin ser necesariamente analfabetas, también
tendrán problemas para la redacción de una demanda, por ello se aplica la oralidad en las demandas.
La estructura de una demanda se forma por cuatro apartados:
. Preámbulo.
. La exposición de los hechos.
. La invocación del derecho.
. Los puntos petitorios.
A estas cuatro partes se le agregaría el rubro de la demanda, que es donde se identifica el asunto con
mención genérica del tipo de juicio, proceso o trámite, bajo la circunstancia de que es una práctica que no
está sancionada por el texto legal.
En el preámbulo se identifica el asunto, se dice quién es el actor, cuáles son sus generales, aquí de igual
forma se identificara al demandado y sus demás datos que sirvan para localizar o identificarlo. Dentro del
preámbulo debe precisarse que es lo que se pretende, que es lo que se quiere, que es lo que se está
demandado. Aquí también se incluyen los datos del representante, sea del actor o del demandado, así
como el tipo de acción que se intenta con la finalidad de identificar el asunto. (Es una introducción
general del asunto).
La exposición de los hechos; debe ser clara y sucinta. Esto quiere decir que tal relación, por ser un relato,
debe ser una narración histórica y detallada, en este punto de la demanda el actor da su versión de los
hechos.
Terminada la narración de los hechos que es la parte histórica de la demanda, sigue el siguiente apartado
que es la invocación del derecho, nótese que la invocación del derecho no solo es referirnos a los artículos
de los códigos o leyes en lo cual creemos que está fundamentada nuestra pretensión como actores, sino
que en realidad la parte del derecho deberá implicar todo un razonamiento, o sea la fundamentación, por
parte del actor, de su pretensión. En ella él debe decir porque considera que determinados artículos, o
principios jurídicos, apoya la posición que está sosteniendo como actor.
Al terminar con la invocación del derecho prácticamente la demanda está concluida y sólo falta lo que se
llama como puntos petitorios, que vienen a constituir un auténtico resumen muy condensado de lo que se
le está solicitando al tribunal. Se está pidiendo que decida con tal sentido, que condene a la parte demanda
al cumplimiento de determinada conducta, reconociendo así el derecho del pretensor.
Por lo que refiere a la contestación de la demanda se puede entablar que de forma paralela de reunir los
mismo requisitos del escrito inicial de demanda.
Revisar artículo 301, 302, 305, 312 y 316 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de
Michoacán de Ocampo.

Defectos de la demanda, subsanables e insubsanables

Los defectos normales o subsanables son aquellos en que incurre alguna parte por omisiones, ya sea
porque haya omitido el nombre, porque no haya citado el domicilio de laguna de las partes, etc. El
tribunal puede, inclusive en algunas ocasiones de oficio, señalar al actor que corrija o que complete su
demanda. El juez debe hacer esta prevención al actor solo una vez. Esto quiere decir que si una vez
prevenido el actor insiste en su posición, el juez tendrá dos caminos: si estima que el efecto hace
improcedente la admisión, rechazara o desechara la demanda; si considera que ello no afecta la
procedencia, la admitirá sin perjuicio del riesgo que para el actor implique el defecto de su demanda al
momento de dictarse la sentencia.
Revisar artículo 306, 307, y 308 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de Michoacán de
Ocampo.

Procedencia y fundamentación de la demanda

Es importante la distinción entre estos dos conceptos. Una cosa es la procedencia de una demanda, y otra
cosa es la fundamentación de la misma. En la práctica, jueces, secretarios y abogados suelen confundir
estos dos términos. Dar curso a una demanda o admitirla es reconocer que procede, más no anticipar que
está fundada o no, porque donde va a juzgarse si estuvo fundada es en la sentencia. Es donde el juez va a
decidir si lo que ha pedido el actor en su demanda estaba o no fundado. Pero en el momento de admitirse
la demanda lo único que tiene que analizar es si esta demanda es procedente o no.
Revisar artículo 309 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de Michoacán de Ocampo.

Fuente: Libro de Derecho Procesal Civil de Cipriano Gomez Lara.

También podría gustarte