Estaba un cura predicando acerca del consuelo que proporciona la ferviente devoción que se tiene a los santos, y, después de citar varios ejemplos de consuelos que los fieles habían recibido de los santos de su devoción, recapitulando, decía:
De manera que San Juan consuela, San Pedro consuela,
San Miguel consuela, Santo Domingo consuela….
Y cátate que en éstas entra un arriero, que precisamente había ido
al pueblo aquel a vender suela para el calzado, y al oír que el predicador decía <>, creyendo el pobre hombre que a todos estos santos habían ido juntos a alguna feria a vender suela como él cuando vivían en el mundo, interrumpió el sermón gritando:
Pues los tonticos de Dios, ¿ánde todos con suela? ¿No podían haber llevado algún cordobán?.