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Marfa: ayer, hoy, mafiana Verdad e Imagen minor 12 Edward Schillebeeckx — Catharina Halkes MARIA : AYER, HOY, MANANA En a colecién «Verda e Imagen minors 1h Walden, Dias. Lender dea Vida (em 1) TT Mima Oe es ot hay? in) GIA reac mse ce eds masa (Vln 3) TB. one talnesa ton dea Tad Cn) TG Gate 1d oda ln 3) Wee reac f Uno Balan Slo more go dee Ven) Ediciones Sigueme FX Durrcl Eds ld Mints einas ln 9) —————— J. Ratzinger, Introduccién at cristianismo (Velm 10) Salamanca 2000 1 Mat pean el de doe 1) ieee “alavinadelocihicenga) © Bicones Siguome SA, 2000 Is@n: 8430114004 “rfrexFeocomposce, SL Inpime: Gres Varna S.A Contenido Prélogo 1. ttroduccion (por Marianne Metkx) 1. concilio Vaticano I 2. La eologfa feminist, : 3. Sobre Maria Mariloge: Ayer, hoy. mana (por Edvard Schillebesskx) 1. Lumen gentium, capital 8: una via intermedia entre tliminimalismo y el maximalisto mariolésico 2, Mi pensamientoteolGgico sobre Maria antes y dest de Vaticano I 4, Neneracin y pritica mariana en tempo de Vaticano It 4 EL futuro de fos problemas actuals celatvos a Maria 5. La audacia de predicar sobre Mara hoy |, Meditaidn sobre la fiesta de Navidad (por Phe Peete) 4, Marta en mi vide (por Catharina Helkes) Maria del pasado a hoy. Busgueda tologica de una wneva» Maria Maria, ecncontrada y revalorizada “Anlecedentes y publicaiones. B 0 20 0 36 7 so 9 8 4 ie) 126 En los tiltimos decenios es mucho lo que ha ocurri- do con respecto a Marfa, tanto en el plano de la fe como en el de la teologia. Los criticos cuestionan cada ver mds el lugar de Maria dentro de la Iglesia catolica; Ta imagen unilateral de la madre humilde y pura es con- trapuesta a otras imagenes distintas que se utilizan para criticarla, ‘Los cuestionamientos y criticas obedecen a las nue~ vas concepciones y perspectivas de la Iglesia que han cundido a partir del concilio Vaticano I. Los dos autores de este libro vivieron el comienzo de todos estos cambios y, cada uno a su manera, son cono~ cidos por su compromiso teoldgico en la Iglesia y la sociedad Volviendo sobré sus publicaciones de ese tiempo, revelan aqui el origen de las cuestiones sobre Maria en los aiios sesenta y el significado que esto tiene para la reflexién acerca de ella. Luego estudian los cuestionamientos de hoy y pre- sentan sus propios puntos de vista. En 1990, en un simposio sobre Maria para religio- sos, Edward Schillebeeckx dio una conferencia que fue ‘muy bien recibida. Esto suscité la idea de publicarla en forma conve- niente. De algiin tiempo a esta parte, después del gran inte- rés que desperté en el pasado, los tedlogos han escrito ‘poco sobre Maria, A las tedlogas feministas en particu- lar se debe la reanudacién de los debates. De ahi que se pidiese a Catharina Halkes que escribiera un articw loa tono con el de Edward Schillebeeckx. Estos dos articulos constituyen una contribucién interesante al desarrollo de la mariologia, es decir, a la reflexién teoldgica sobre Maria. Este libro ha sido publicado por iniciativa de la Fundacién Edward Schillebeecks. Elfin de esta Funda- cién es poner la teologta de Edward Schillebeeckx al ‘aleance de un piblico mas amplio. No es su intencién aaislar la obra de Schillebeeckx, sino presentarla a dis- cusidn. De aht que la contribucién de Catharina Halkes sea importante para evitar una imagen unilateral de Marfa y para presentar las peculiaridades de estos dos tedlogos. Este libro estd escrito por tedlogos catélicos, pero va dirigido a cualquiera que busque 0 anhele conocer el significado de Marta ayer y hoy. Las colaboraciones ‘que aqut se recogen invitan no sélo al estudio y a la dis- ‘usin sino también a la reflexin personal. Marianne Meso Secretaria de Estudios, Fandacién Edward Schilleheecky 10 1, Introducci6n Marianne Merk ‘A lo largo de los siglos se han escrito sobre Maria bibliotecas enteras, en forma de setmones, escritos teo- lgicos, literatura devota y obras hist6ricas o literarias. Después de un breve periodo de notable silencio, en los ‘iltimos afios han aparecido nuevamente numerosas cobras, grandes y pequeflas, incluida ésta, ‘Quede claro que este no es un estudio exhaustivo sobre Marfa. Aqut presentamos los comentarios de dos te6logos para los que Marfa ya era un tema importante en el pasado. Ellos nos dicen eémo su pensamiento ha ‘cambiado y lo que Maria significa para ellos hoy. Maria’y las diversas imagenes que de ella se han for- ‘mado nos permiten ver Ia importancia de seguir abor- dando Ia tradicién en forma critica y de traducirla a la situacién actual, El completo abandono de las viejas imagenes comporta el riesgo de descartar lo esencial con lo superfluo por un exceso de celo: para la genera tién posterior al Vaticano II, Maria es ciertamente una ddesconocida. La antigua imagen haba desaparecido y apenas sf habfa sido reemplazada. Sin embargo, aferrar- ‘se a las imagenes ya existentes conduce a la margina- u cién y es causa de malentendidos. Muchas personas, sobre todo mujeres, han sufrido con la vieja imagen de virgen y madre, Felizmente esta imagen ha sido reduci- da a aflicos, si bien a costa de un distanciamiento de Maria, Del didlogo entre el pasado y el presente puede surgir una «nueva» Maria, Mi prop6sito en esta introduccién es aportar alguna luz a los articulos de Catharina Halkes y Edward Schi- Icbeeckx colocéndolos en su contexto para hacer ver la importancia de este material Aunque estos dos articulos son independientes, coinciden entre sf. Se refieren a un periodo que puede confrontarse: tanto Schillebeeckx como Halkes analizan sus publica- cones aparecidas en toro al concilio Vaticano Ml y desde ellas marcan pistas para los debates actuales. ASf se hace patente cémo ha cambiado el pensamiento sobre Maria, El concilio Vaticano II influy6 mucho en el desarro- Ilo teolégico de Schillebeeckx y Halkes, que estuvieron ‘comprometids en el proceso posconciliar de los Pafses Bajos. Los dos confiesan que su vision de Maria ha ccambiado debido a sus intuiciones teolgicas, pero que Marfa sigue ocupando un puesto importante en su fe. La Biblia desempefia un gran papel en su bésqueda de Maria. En cuanto al contenido hay también puntos de con- tacto, como la eritica de lo que significa Marfa «madre» y «virgon», y su papel en la redencién, Junto a estas coincidencias hay, no obstante, obvias divergencias, debidas a sus diferentes bases y puntos de 2 vista teolégicos. La diferencia mas sobresaliente es el ‘marco que utilizan para desarrollar el tema. Para Schi- Ilebeeckx es el concilio Vaticano II; para Halkes es la teologfa feminista. Pero aunque los marcos son diferen- tes, logran establecer puntos de contacto Para hacerse una idea de sus posiciones teol6gicas, presentaré las opiniones de los dos autores en funcién de estos marcos, ‘Luego ofreceré un breve examen de los avances mas importantes en los tltimos decenios con respecto a Maria, 1. El concilio Vaticano It Visto en retrospectiva, el concilio Vaticano Il fue un punto de partida de un nuevo periodo en la vida de la Iglesia cat6lica: desde entonces, tanto los aconteci ‘mientos como las opiniones se catalogan como precon- ciliares y posconciliares. Naturalmente, no es que haya habido un.cambio total en el pensamiento, pero en los afios del Concilio se elaboraron ideas y puntos de vista {que han sido determinantes para la teoiogia y la Iglesia. EI papa’ Juan XXHL anuncié el Concilio en 1959; éste comenzé6 cuatro alios después, en octubre de 1962, y fue clausurado en diciembre de 1965 con dieciseis ‘documentos. Entre tanto habia sido elegido otro papa, Pablo VI. El propésito del Concilio fue una reforma y una renovacién interior de la vida de la Iglesia catclica, To que servirfa al mismo tiempo de preparaci6n para un aacercamiento ulterior de las diversas Iglesias cristianas. Fue un concilio ecuménico en el sentido literal de la B palabra, esto es, «universal, una asamblea eclesial para toda la Iglesia cat6lica romana Los puntos centrales de esta asamblea eclesial fue ron la corresponsabilidad, en el bien o en el mal’, de todos los ereyentes dentro de la Iglesia y el interés por la sociedad y el mundo. El tema basico del Concilio fue cl problema de la creencia en medio de un mundo en el que la fe ha dejado de ser cada vez més una cosa que se da por supuesta’ ‘Aunque estas ideas fueron compartidas por la mayo- ria, se barajaron también otras doctrinas, tanto durante como después del Concilio. Ademds, los textos conti liares han sido interpretados de diferentes maneras! Estos afios fueron muy importantes para Schille beeckx, pero a su vez Schillebeeckx fue muy impor te para el Concilio y sus consecuencias en los Paises Bajos. Sin este Concilio no puede entenderse su teolo- fa, asf como, a la inversa, la acogida del Concilio por la Iglesia no puede pasar por alto su teologia’, E, Schillebeeckx, Her Tweede Vuicuons Conciie 1, Tilt 9-20. E EB 9, En este artculo Schillebesckx estudis dos puntos de vista Sobre Marta durante el Vatican I 5S. H. Hiring, Mer mensen op wes, voor mensen op wes, Over her haologich denken van Edbtand Schlebeccky, em tor Haat (01), Mensen maken de Kerk. Vrslag van het symposion ond de 75e verjaandag. van Edward Schillebeccks, BuarwNijmegen 1989, 27 1 1964, hillebeckx. Een democratsce kerk, Utrecht 1989, 5. Sehillebeecks, Het Tweede Vaicaans Conciie Ul, Tel 2 3 196, A 4 Schillebeeckx estuvo comprometido desde el princi- pio en los preparativos del Concilio Vaticano IL por parte de los obispos holandeses. Desde 1958 habia sido profesor de dogma e historia de Ia teologia en la Facul- ad teol6gica de la Universidad catélica de Nimega, Antes de esto, después de haber terminado los estudios de filosofia y teologfa en Lovaina y haber obtenido el lo de doctor en teologfa en Paris, ensefis en el cole- gio de dominicos de Lovaina En el Concilio no fue un «experto oficial» y, por tanto, no participé en sus sesiones. Pero su papel como consejero teolégico le hizo muy famoso. Su tarea con- sistié en dar conferencias a grupos de obispos sobre temas del Concilio. Schillebeeckx sefialé lo que desde ‘una perspectiva teol6gica consideraba bueno o malo en las propuestas de los documentos conciliares®, Adem, apeticién de los obispos holandeses, escribié sobre teo- logia moderna y elaboré un comentario sobre un esque- ‘ma preparatorio. Los dos escritos tuvieron una evidente influencia en el Coneilio’. De vuelta en los Paises Bajos, Schillebeeckx trat6 de transmitir el significado del Coneilio a través de muchas eonferencias y publica- clones, y traducir las ideas renovadoras a la situacién holandesa. Schillebeeckx describfa el Coneilio de esta manera: «La experiencia fundamental del concilio Vaticano I occ, God is New Bach Moment, H. Oosterhis- 1 thesgevewn (ede)y Edinburgh 1983, 121s 7. Schoot. = cen bina koorsachtge aandranes, Schill beech 25 jaar thealoog in Nijmegen, en H. Hiring ee), Mee- denen met Edward Schilebeecks, Baarn 1983, 21 15 no es tanto que la Iglesia tiene que adaptarse a los tiem- pos modernos cuanto que su verdadera y eterna dimen- sign es la renovaci6n evangélica, Tenemos que aprender luna vez mas a escuchar a Dios y al mundo y a rechazar seguridades que la Iglesia ha venido arrastrando desde antiguo»*, Ademés, pudo describir la dingmica de su hacer teol6gico?, El concilio Vaticano II ha tenido una gran influencia en Schillebeeckx. Eso le permitid establecer muchos contactos internacionales, que dieron por resultado la creacién de la revista teol6gica Concilium. Las revistas Tijdschrift Voor Theologie, fundada también por Schi Iebecckx en 1961, y Concilium estudiaron mas a fondo Ja reorientacidn de ia Iglesia y de Ia teologia impulsada por el Concilio. El Concilio Vaticano II fue un nuevo comienzo para su teologia. De hecho, Schillebeeckx lleg6 a abandonar todos sus logros teolégicos para empezar a investigar todo de nuevol”. En su pensamiento teolégico promo- vi6 el tema bésico del Concilio mediante un didlogo con ‘tras disciplinas. Esto tuvo consecuencias sobre todo en su forma de pensar y de trabajar. La relacién entre Dios y mundo, entre tradicién y situacién, entre Iglesia y Sociedad, ha sido siempre el punto central de la eologta de Schillebeeckx. La larga tradicién judeocristiana y todo tipo de experiencias humanas de hoy constituyen los puntos de partida de los cuales surgen constante- ‘mente nuevas cuestiones, 8. E.Schllebeockx, God i New Each Moment, 123s. 9. H. Hiring, Meedenken met Edward Scillebeecks, 27 10, 1bid, 36. 16 2. La teologia feminista La teologfa feminista tiene atin una corta historia, Ademés del movimiento feminista de los afios sesenta, el concilio Vaticano II tuvo que ver con su origen. El cambio de opinién, especialmente sobre el pape! del lai- cado, hizo que fuera posible discutir y examinar el lugar de la mujer en la Iglesia y en el mundo. La emancipa- cidn de la mujer ocup6 un lugar central En los afios sesenta Catharina Halkes publics" y hhablé mucho sobre este tema. Fue una de las pocas ‘mujeres que estuvo comprometida en el Concilio. Por ‘eso escribié un amplio trabajo sobre la situacién de la ‘mujer en la Iglesia cat6lica romana para el Centro de Documentacién Internacional (IDOC), establecido en Roma para los patticipantes en el Concilio y para las personas interesadas. Durante las dos primeras sesiones del Concilio pasé un mes en Roma como corresponsal del periddico holandés De Tijd, en el que escribio prin- cipalmente articulos sobre la situaci6n del laicado y a posicién de la mujer. Estudi6 lengua y literatura holandesa en Leiden, censefié holandés, y desde 1964 fue directora adjunta del «Maartenshof en Breda, un instituto para entrenar a los laicos en el trabajo pastoral. En 1970 obtuvo el puesto de supervisora de la Facultad teol6gica de Nime~ ga. Entre tanto habia terminado un estudio sobre teolo- fa pastoral. (S6lo desde los afos sesenta la mujer cat6- ica pudo estudiar teologia en los Paises Bajos). Fue una 11, Swobra de este tiempo mds conocida es Storm nade site. De plats van de rouw in de kerk, Utecht 1964. 7 de las primeras en poner Ia palabra «mujer» en la agen- da teolégica. ‘Su interés por el feminismo y la teologia surgié en Jos Paises Bajos a mediados de los afios setenta. Eman- cipacién y feminismo no son la misma cosa: las muje- res que piden emancipaci6n quieren la mitad del pastel ya existente; las feministas, por su parte, quieren un pastel muy diferente!2, La emancipacién de la mujer se ccontenta slo con exigir a los hombres una igualdad de derechos y deberes; no critica como tales esos derechos, deberes, valores y norms" Catharina Halkes fue también pionera en el campo de la teologia feminista en la teologfa cat6lica holande- sa. Fue la primera en unir feminismo y teologia. Inspi rada en las tedlogas feministas americanas, vio desde tun principio el feminismo y la teologfa feminista como tuna eritica de la cultura y de la religi6 ‘Comenzé dando algunas conferencias sobre el tema, pero desde 1977 esta labor se complet6 con el encargo fspecial que recibié para investigar y ensefiar sobre ‘afeminismo y cristianismo», materia que ensefié como profesora desde 1983, Define la teologia feminista como una teologia crti- cea de la liberacién que no se basa en la singularidad de Ja mujer en cuanto tal, sino en su experiencia histérica del suftimiento, en su opresién psicolégica y sexual, y 12 A van Heist, Prélago en R. Bons-Storm y ores (e.), Zi) waait waarheen ij wil. Opstllen over de Gees! aangeboden aan Catharina 1M. Hobbes, 7-8 13. C. Halkes, Mer Miriam is her begonmen. Opstandige vrow- ven op 200k naar un geloe. Kampen 1980, 8. 18 fen su infantlizacién y postergacién estructural como resultado del sexismo en las Iglesias y en la sociedad’ En un principio, se puso el acento en un intercambio cnire as experiencias de fe de la mujer y su conciencia de ellas. Toda la teologia era tema de feflexién. Entre tanto, en la teologfa feminista ya se habian desarrollado arias corrientes, posiciones y especializaciones, y habia habido més interés en los métodos de la investi- ‘gacidn teolégica feminista. De ah que sea preferible hablar de teologias feministas en plural, todas las cua- les han surgido de la critica « la forma en que la mujer ha sido eclipsuda y oprimida, si bien esa critica ha asu- mido distintas formas. Las obras de Catharina Halkes muestran una eviden te evolucidn'® que va desde ser una mujer emancipada, comprometida en la Iglesia, a una teGloga feminista eri tica'®. Sin embargo, la tradicién judeocristiana sigue siendo el punto de partida. Su preocupacién es enrique- cer por un lado la teologia ya existente, destacando y texpresando lo que implicitamente esta presente en la tradicin cristina, que ha permanecido oculto debido su contenido unilaieralmente masculino, y por otro lado introducir nuevas experiencias y reflexionar sobre ‘As{ las experiencias de la mujer en el presente y en el pasado no s6lo enriquecen Ia teologia sino que a la 14 C.Hatkes,Zoetend naar wat verloren ging. Entele ance ten voor een eministische theologle, Baar 1984, 1. Teta inma sent eso en nu teu w waves de us ess sole Mari 16. A. van Heit, Prolog 7. 17, ©: Halkes, Met Mirjom is her begonnen, 46, 19 ver la cambian. La perspectiva es ahora la de la mujer, y se reflexiona sobre Ia relacién entre Dios y el ser ihumano a la luz de las experiencias de la mujer. Esto tiene consecuencias tanto para el contenido de la teolo- ‘gia como para el hacer teolégico. 3. Sobre Maria Desde finales de los aifos sesenta, en Ia literatura twol6gica hay un silencio extraordinario acerca de Maria. En los Pafses Bajos Ia disminucién de public: cones fue muy sefalada, y en otros lados pudo detec- {arse una tendencia similar. En todas partes los congre- sos marianos eran mis reducidos'®, No es una casualidad que este silencio prevaleciese después del concilio Vaticano II. El Concilio inicié el debate sobre Marfa A partir de ahi, poco a poco pero con pasos seguros hhabfa surgido cierto escepticismo sobre algunas exage- ruciones mariolégicas”. En 1950, cuando la declara- cidn del dogma de la Asuncién de Marfa, todo parecfa estar atin en calma, pero en el fondo algo se estaba fra- guando. Maria habia Ilegado a ser de repente un pro- blema. Esto se hizo evidente en los debates del Con 18. A. Brats, Mariam de Aatolieke dogmatiek: en Tenminste \antbock. Voor informatie en gesprck over de verhouding Refor ni/Rave), Kate 1980, 29 19.'A. Brants, Mara, M4, 20. W. Logister,Tendensen inthe Marologe snds 1950: Ko: ‘mos en Oecumene 24/3 (1990) 62 20 Para situar los problemas en su contexto es necesa- rio hacer algunas observaciones sobre la prehistoria. ‘Aunque las Escrituras dicen poco sobre Maria, a Marfa se le han otorgado un sinntimero de atributos, privilegios y titulos honorificos. De aqui el lema: «De Marfa nunca se dice bastante». Tal era el caso frecuen- te antes del Concilio. Para muchos ereyentes la venera- cin a Maria era muy importante. Estas pricticas se desarrollaron incluso independientemente de las ense- jianzas dela Iglesia“. No deja de sorprender que dos de los dogmas acerca de Maria hayan sido proclamados en los siglos XIX y XX. Por parte de la Iglesia son relativamente pocas las declaraciones «oficiales» sobre Mara. La primera fue Ia contesién del concilio de Efeso (431) de que Marfa ¢s llamada con razén madre de Dios. Sin embargo, la ‘cuestién en estas afirmaciones no era tanto Maria cuan- to el modo correcto de pensar sobre Cristo. La doctrina de su virginidad fue la segunda declaracién sobre Marfa y desde antiguo ha constituido un elemento del simbo- Io apostslico, En 1854 se proclams el dogma de la Inmaculada ‘Concepeién (Marfa sin pecado original) y en 1950 el de Ja Asuncién de Marfa. En realidad, este dltimo dogma ¢s el tinico que tiene que ver directamente con Maria, pues su virginidad e inmaculada concepeién estin,ade- mas, claramente relacionadas con Crist. 21, A. Brants, Maria in de kathotie dogmatik, 33 20 Estas decisiones de la Igl sas pricticas devocionales pl {que no podemos discutir aqui B] lema «De Maria nunca se dice bastante» se con- vinié en «de Maria se ha dicho demasiado»; en conse- cuencia, los catélicos, al darse cuenta de este exceso, dieron radicalmente la espalda a Maria. En los primeros diez 0 quince aftos después del Concilio resulté dificil lograr un nuevo equilibrio en mariologia, Se buscaron nuevos caminos, pero la gente no se resignaba a aban- donar las tradiciones en las que las glorias de Maria ‘eran celebradas casi con exageracién. Fue dificil recon- ciliar la sobriedad ertica de los tedlogos con la fe popu- lar en ta cual Ia veneracién a Maria estaba estrecha- mente asociada con la creencia en las apariciones y los milagros”. Sin embargo, entre los protestantes hubo ‘is interés. El pueblo reformado descubrié de nuevo partes de la Biblia que durante mucho tiempo apenas si se haban tenido en cuenta” y tambien las numero- tean muchas cuestiones Después del concilio Vaticano Il decays entre los catélicos la a veces desbordante devocién a Maria, y ésta acabé ocupando el lugar sobrio que le dan las Escrituras; las Iglesias reformadas cayeron en la cuenta de que habian ignorado a Marfa como figura femenina cen la historia de la salvacién’, Pero ése no fue el final de la historia, 2. to ar yoegte eee 25, C. Hulkes, Inroductory preface, en R, Radford Ruether, ‘Maria, her vrowwelitegecicht van de kerk, Baarn 1979, 8 2 A finales de los aos setenta y durante la década de Jos ochenta surgieron nuevas iniciativas. Asf, a teolo- aia de la liberacion en Latinoamérica encontrd en el Magnificat una pauta importante para interpretar el pro- ceso de la liberacién y la devocién popular. Sin embargo, el impulso mis grande fue el de la teologia feminist. Esto, en realidad, es muy l6gico. Maria personifica cl tema central en la historia de la acttud occidental hacia la mujer”. La eritica de la figura de Marfa es al ‘mismo tiempo la erica de una manera de ver a la ‘mujer. Las mujeres descubrieron que la figura de Maria, tal como ells la sentian, era distnta de la presentada por la tradicién oficial de la Iglesia. Vieron que Maria estaba muy cerea de ellas; muchas mujeres se sintieron aceptadas y comprendidas por ella® ‘Al mismo tiempo Maria fue presentada alas mujeres como mujer de segundo plano, Ia figura humilde y vir ginal que se proponfa como modelo de toda mujer®. Esta ambivalencia condujo a una gran variedad de puntos de vista sobre Maria en las teologias feminists Para algunas te6logas feminists, el abuso de esa figura dde Maria es motivo mas que suficiente para dejarla a un lado. Pero un niimero cada vez mayor de te6logas comienzan a ocuparse de Marfa. En términos generales, éstas pueden dividirse en dos tendencias: las que ven 26, W. Logstr,Tendensen in the Mavolope sinds 1980, 68 27. Mi. Warmer clone of ll Her Sex, Londonow York 1976, 17 28. BL More, Marla, een vrouw am mee te praten: Kosmos en Occumene 24/3 (1990) 72. 29.-C. Halkes, Ineductory preface, 9. 23 Maria como una supervivencia de la antigua diosa: madre de las religiones precristianas, y las que, hacien- do hincapié en Maria como un creyente comiin, buscan dentro de la tradicién cristiana «otra» Maria, Asi, pues, los estudios sobre Maria estén de nuevo cen auge, pero, dada Ia incidencia del Vaticano Il y de la teologfa feminista, de manera esencialmente diversa a la del «periodo del silencio», Catharina Halkes y Edward Schillebeeckx, cada uno ‘2 su modo, muestran emo su pensamiento sobre Maria hha cambiado bajo Ia influencia de estos acontecimientos. a) Maria entonces Mediante un repaso de los debates en el concilio Vaticano II y en el contexto conciliar, Schillebeeckx muestra cémo habfa opiniones. encontradas sobre Maria. Habja una Iglesia o una mariologta teol6gico-ecle- sial que vefa a Maria como hermana nuestra, miembro eminente y ejemplar de a comunidad de fe de la Igle- sia; y habia otra mariologta cristol6gica que situaba a Maria al lado de Jesucristo hasta el punto de que Maria, madre de Jestis, que es la cabeza de su Iglesia redimida, cs llamada también «madre de la Iglesia». 20. G. van Duran, Maria heat gecichton; De Bazuin 27/29 (1991) 12.13: E, Maeckelberghe, «Mu wij once eigen weg gaan, ‘Maria in de feminisisch-sheologische discusses: Kosmos en Oc. mene 24/3 (1990) 7. 24 El primer punto de vista, que es también el de Schi- Hebeeckx, era el de la mayorfa. Schillebeeckx desarro- 116 esto en la primera y segunda redaccién de su obra Maria, madre de la redencién (originalmente Marta, la ‘ereacién mds bella de Cristo, Antwerp 1954). En su articulo mira retrospectivamente, en forma critica, a esta obra y descubre que los dos enfoques del Vaticano Il se entrecruzan en sus intuiciones y puntos. de vista. El primer enfoque ya esta presente en los afios cincuenta. Asi habla de la bésqueda de la Marfa hist6rica par- tiendo de la Escritura, y de los peligros que comporta la cconcesi6n unilateral del titulo de «madre» a Marfa. El punto més importante es el papel de Marfa en la reden- cién, No debe ponerse a Marfa a la par de Jests sino junto a Ta comunidad de fe de los redimidos. Halkes echa también una mirada retrospectiva a su obra sobre Marfa desde los atios 60, si bien comienza desde una etapa anterior. Describe lo que Maria sig 6 en su juventud y c6mo Maria lleg6 a ser una sombra en su existencia: habfa slo un modelo, a saber, la hhumilde y pura virgen Marfa, Revela eémo la domina ban el enojo y el distanciamiento. En los afios sesenta ‘ocurrié el cambio. Una visién teolégica diversa puso en primer plano una Marfa muy diferente: no Maria la madre pura, sino Marfa la primera entre los creyentes. En estas publicaciones desempefiaron un papel impor- ‘ante las nuevas interpretaciones en el terreno biblico, el significado de Maria en la redencién, el sentido de la Virginidad y humanidad de Marfa, y la relaci6n entre hablar sobre «Marfa» y la «mujer» 25 b) Maria ahora Después de estas publicaciones, para Halkes Marfa desapareci6 por algtin tiempo de la escena teolégica, pero desde los aiios setenta ha estado de nuevo plen: mente presente gracias al desarrollo de la teolog feminista. Halkes hace un balance personal y proviso- rio de una biisqueda del significado de Maria para las mujeres y los hombres, dirigida a disipar ambigiiedades de la fe cristiana, Hace esto combinando la critica de la teologfa feminista con diferentes perspectivas, como las del ecumenismo, la teologia de la liberacién en Latinoamérica, la psicologia de la religién y la psicolo- sfa profunda. De suerte que Maria puede llegar a ser en el cristia- nismo la imagen de la persona que més cercana ha esta- do de la divinidad. Virgen y madre adquieren también ‘otro significado, ya que Maria es vista como el simbo- Jo de apertura ai misterio de nuestra existencia y de fuerza profética, Mas que una madre, Marfa es ahora tuna hermana, Schillebeeckx reconoce que las ideas del ecumen mo y la teologia feminista han sido muy importantes para una nueva visién de Maria, pero no va més alld. Se dedica sobre todo a la exégesis, que desempens tam- bign un papel importante en 1a evolucién del pensa- ‘miento mariano, Su conclusién més importante es que hay que repensar de nuevo la relacién entre el Espiritu santo, Marfa y la Iglesia a la luz de la Eseritura y de la tradicién. El Espiritu santo es la fuente de toda vida, incluyendo la de la Iglesia. Schillebeeckx sefiala que, si 26 bien los titulos otorgados a Marfa habfan sido dados: anteriormente @ la Telesia, esos titulos fueron original ‘mente del Espiritu santo, Luego elabora su visin actual de Maria partiendo de un sermén sobre ella. Muestra cémo la Escritura presenta a Marfa como la «madre de todos los creyentes». 7 2. Mariologia: Ayer, hoy, mafiana Edward Schillebeeckx En octubre de 1990 la Curia general de fos domini cos organizé en Huissen (Paises Bajos) un congreso internacional para miembros de la orden sobre el tema «Maria» Los organizadores me pidieron que presentara un breve y sucinto boceto del desarrollo en mi pensamien- to teolbgico de los tltimos cuarenta afios sobre el pues- to que ocupa Maria en el plan divino de salvacién de Jess, confesado como el Cristo por las Iglesias cristia- nas; partiendo, pues, de mis primeras publicaciones ‘mariol6gicas, especialmente con ocasién del alo maria- no preconciliar de 1954, y luego durante el concilio. Vaticano It hasta 1990. Me pidieron tambien que expu- sieta mis actuales puntos de vista sobre el futuro de la ‘mariologta, esbozados a base de la Biblia a contraluz de mi trilogia cristol6gica’ TTomaré como punto de partda el concilio Vaticano 1, que introdujo una breve mariologfa en el ultimo capitulo de la constitucién dogmitica Lumen gentivm 1, Jesus, LondonNew York 1979; Christ, London/New York 1980; The Chur, London/New York 1990, 29 1. Lumen gentium, capitulo 8: una via intermedia entre el minimalismo y el maximalismo mariolégico Siguiendo el consejo de muchos tedlogos, la mayorfa de los padres conciliares propusieron una moratoria s«mariologica», una especie de tegua de reflexién. Para ‘muchos catélicos, la declaracién del dogma de la Asun- cin de Maria en 1950 no fue del todo satisfactoria. Ade- ‘mis, el aifo mariano de 1954, que surgié a propésito de esa declaracién, fue organizado unilateralmente por «Roma». Se decfa que la eologia mariana se estaba extra- limitando debido al creciente nimero de «matidlogos» {que querian una especie de dogmitica mariana apart, El deseo de algunos obispos de ver proclamado por cl Concilio el nuevo dogma de Maria como corredento- ra en la «redencidn objetiva»? de Cristo produjo en ‘muchos padres conciliares una reaccién contraria, Ade- ‘mas, muchos observadores cristianos no eatslicos (que fomaron parte muy activa en el Concilio) tenian sus emores sobre nuevas definiciones de dogmas maria- nos. Las posiciones extremas de la teologia conserva- dora reforzaron la uctitud antimaximalista de Ia mayo- rfa de los padres conciliares. Asi que habia dos posiciones opuestas que se encon- traron frente a frente en la discusién del esquema sobre Maria. En la preparacién del Concilio se habfa presen- tado un «esquema» aparte® sobre Marfa, un esbozo pre- 2 Lin termina tonic parn Is rdencién ralizada por Cristo, 3. Palabra usadaentonces en el lenguaje ecstatic. que hoy lamariamos un esquema prliminar @ aneproyestoelaborado por tuna pequenis Comision, par ser discutdo por dos los partiipantes. 30 Jiminar del todo independiente del esquema «sobre la Iglesia» que habia preparado otra comisidn, a) Primera sesién: debate pragmético En la primera sesién no se inici6 ningén verdadero debate sobre la doctrina mariana partiendo de cuestio- nes teolégicas te6ricas. Esto iba a desarrollarse en las sesiones segunda y tercera, El comienzo del primer debate fue puramente prag- mético. En Ia primera sesién del Concilio, el debate Ultimo de la Constituei6n sobre la liturgia habia con- cluido una semana antes de lo previsto; precisamente tuna semana antes de que terminase la primera sesi6n, el 8 de diciembre de 1962 (uma fiesta de Maria) La cuestion era la siguiente: ;deberia dedicarse Ia semana que quedaba al esquema més largo «sobre la Iglesia», © no seria més préctico comenzar el breve esquema «sobre Maria»? ‘Algunos pensaban que la «doctrina mariana», prepa~ rada por «Roma» podia despacharse en una semana, pues no era polémica, 4, G. Alberigo-F. Magisteti, Constitutionis Dogmaticae Lumen gention Synopsis Historica, Bologna 1975, cap. 8, 251-293 490-494, 358-566, Tambidn G, Bewut, Nota di cromca sul Cone lio Vaticano Ie lo schema «de B. M. Vrgine»: Maran 26 196) 1-42; 0. Semmeloth, en Lexikon fr Kirche und Theologie. Das -weteVattonische Koni, 326-387: G.Philips en lie ot son inystere au Me Concite du Vatican Ul, Paris 1968, 207-286: GC. Berkouwer, Varicaans conciieen nieuwe theologe, Kampen 1964, 274815, 31 Sin embargo, otros obispos se opontan en principio a este planteamiento. Vefan que esta decision, que en términos.prcticos pareeia Ia més razonable, era ya implicitamente una’ decisi6n teolégica espectfica ¢ importante. La mayora de los bisposquerian una doc- trina de Maria que fuera simplemente una subdivision de la Consttucion dogma «sobre Ia Tesi no una eonstiucion apart «sobre Marfa», como aparecta ene esquema preconciia. Tal como se vio en la segun- da sesion, este era el deseo de la mayorfa. La minorta queria una doctina mariana independiente y apare de Ihde la Iglesia, esio.es, que no fuera un capitulo de Ta Consttucién dogmitica «sobre la Iglesia» El resultado dela voaciGn sobre este problema Tue que se debia dar prioridad al debate ssobre la Iplesi>, Este dio lugar Gespués a la Consttucign dogmitica Lumen gentium. ‘Ast que el plan dela minoriaparecfa haber fracasado b) Segunda sesion: debate dogmético En 1963, durante la segunda sesién del Concilio, se presenté a debate oficial un esquema aparte sobre Maria. ‘Ahora hubo, en efecto, un debate dogmético: ;hay que tratar la doctrina de Marfa dentro de la Constitucién dog ‘tica sobre la Iglesia 0 fuera, por separado? ‘Sélo que de repente, nadie sabe por quién 0 por qué, se cambié el titulo, En los documentos todavia dist buidos en noviembre de 1962 y hasta abril de 1963, el titulo era espectficamente: Schema Constitutionis Dog- maticae de Beara Maria Virgine, matre Dei et matre 322 hhominum («Esquema para una Constitucién dogmética sobre la bienaventurada virgen Mari de los hombres»). Ahora el titulo d naventurada virgen Maria, madre de la Iglesia». Con el ‘cambio del titulo, una minora del Concitio, constituida sobre todo por elementos de los ambientes del Vaticano, pretendia tomar otra decisién teolégica.preliminar. ‘Aunque la mayorfa de los padres del Concilio crefa que cl titulo de «Marfa, madre de Ta Iglesia» era per se legt- timo, su opinion era que este titulo colocaba a Maria muy por «encima» y muy «fuera» de la Iglesia En una situacién densa incluso emocionalmente, se cencomendé al cardenal K6nig de Viena que presentara tuna propuesta sobre Ia cuestiOn de si la constitucién sobre Maria debfa estudiarse independientemente © constituir un capitulo de Ia eclesiologia, en concreto el ‘ltimo de Ia Constitucién dogmatica Lumen gentium sobre la Iglesia. El cardenal consult personalmente a muchos teélo- gos, asesores de varias conferencias episcopales. Yo fui Tamado a verlo junto con el tedlogo ecuménico holan- ‘dés monsefior Jan Groot. Le aconsejamos lo siguiente: Primero, que Ia “doctrina de Marfa’ deberia ser un capitulo de la eclesiologia de la Lumen gentium, y segundo, que debfa evitarse el titulo de “Marfa, madre de la Iglesia’ Luego nos enteramos de que otros te6logos le ha- bfan aconsejado Io mismo. Una propuesta al respecto, presentada por el cardenal Kénig a la asamblea plena- Fia, de que Ia doctrina de Maria debia ser incluida en la constitucién sobre la Iglesia, fue aprobada por una gran mayoria, 33 ©) Tercera sesién: :Maria, madre de la Iglesia? En la tereera sesién (1964) el problema central fue si ‘Maria debfa ser llamada «madre de la Iglesia. E129 de ‘octubre el Concilio rechaz6 esto por una mayoria de 1559 votos, Hubo slo 24 votos a favor y $21 votos que roponfan toda clase de enmiendas. Mientras tanto (en marzo, julio, octubre y luego el 21 de noviembre de 1964) se conserv6 el titulo oficialmente aprobado de De Beata Maria Virgine Deipara in mysterio Christi et Ecclesiae, cuya traduccién literal es «sobre la biena- venturada virgen Marfa madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia». Aparece asi evidente que la rela- cién de Maria con el misterio de Cristo era vista por la ‘mayoria del Concilio como el fundamento de su rela- cidn (de hermana) con la Iglesia. ‘Sin embargo, las dos posiciones contrastantes sobre Maria siguieron en pie hasta el final del Concilio. Pues Por un lado el Concilio rechaz6 rotundamente el nuevo titulo de «Marfa, madre de la Iglesia», que habfa sido introducido solapadamente, pero por otro lado hablé de Maria como «madre espiritual de todos los ereyentes». Pablo VI se sintié llamado a complacer la posicién minoritaria del Concilio en la reunién final de Ia terce- ra sesién proclamando a Maria, con su autoridad perso- nal, no conciliar, «madre de la Iglesia». ) Mirada retrospectiva Del andlisis del octavo capitulo de la constitucion Lumen gentium resulta definitivamente claro que, si bien las dos partes querfan evitar tanto el minimalismo como 4 ‘el maximalismo en asuntos mariol6gicos, en el Concilio ‘continuaron hasta el final dos mariologéas: 1. Una mario logia eclesiol6gica (Ia posicién de la mayoria): Maria es nuestra hermana, un miembro eminente y ejemplar de la comunidad de fe de la Iglesia, 2. Una mariologfa cristo l6gica (Ia posicién de la minoria) que sitéa a Maria a la par de Cristo, hasta el punto de que ella, Ia madre de Jess, que en cuanto Cristo es la cabeza de su Iglesia redimida, es llamada también «madre de la Iglesian. {Por qué el concilio Vaticano II fue tan cauteloso en aceptar el titulo de «Marfa, madre de la Iglesia» mien- ‘ras el papa, evidentemente indiferente y libre de toda restriccién teolégica, la declaraba al final de esta sesién del Concilio «madre de la Iglesia» ‘Ciertamente los no cat6licos, los cristianos que parti- ciparon en calidad de observadores en el Concilio se ‘oponian al uso del término «Maria, madre de la Iglesia, inaceptable, Esto también influy6, los te6logos presentaron un informe segiin el cual el término «Marfa, madre de la Iglesia» cra completamente desconocido en el primer milenio del cristianismo. Es un titulo medieval de Marfa raramente utilizado incluso en ese tiempo mariano, Encontramos el primer testimonio en el siglo XI, en una obra del Seudo- Ambrosio, muy probablemente un texto de Berengario de Tours, y atin aqui con alguna reserva. Pues el texto 5. El Vaticano I, que rhus6 declarar a Maria «madre de la Felesan, habla, no obstante, dos veces de Mara, «que es llamada I madre de la Ipisio» (Lamen gen 1.6; VIIL63). 35

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