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ARTÍCULOS

Trabajo Social en contextos de violencia política


Martha Nubia Bello Albarracín
Profesora Asociada
Departamento de Trabajo Social
Universidad Nacional de Colombia

Resumen

Este artículo identifica y analiza algunos de los impactos que la violencia sociopolítica genera en
los ámbitos social y comunitario, a fin de dimensionar y orientar el trabajo profesional desde una
perspectiva consecuente con el mandato de aportar al bienestar, a la profesión y defensa de los
derechos humanos y a la construcción de sociedades equitativas y democráticas.

Palabras clave: Derechos humanos, conflicto armado, intervención profesional, víctimas.

Abstract

This article identifies and analyzes some of the impacts of the sociopolitical violence over social
and community environments in order to measure and guide the professional work from a perspective
consistent with the demand to contribute to the well-being, the profession, the defense of the
human rights and the construction of fair and democratic societies.

Key words: Human rights, armed conflict, professional intervention, victims.

Artículo recibido: Agosto 31 de 2005. Aceptado: Noviembre 2 de 2005

Trabajo Social No. 7, (2005) páginas 9-20 © Revista del Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas,
Universidad Nacional de Colombia
Introducción

En Colombia afrontamos un conflicto armado in- ción a cometer atrocidades es una de las caracterís-
terno de más de cinco décadas, si bien sus orígenes ticas más estremecedoras de la guerra colombiana1.
han sido explicados por aspectos estructurales rela-
cionados particularmente, con la inequidad y la ex- El conflicto armado interno es un proceso dinámico y
clusión política, económica y cultural; las dinámicas cambiante, las estrategias de guerra, los intereses en dis-
internacionales y nacionales inscritas en los nuevos puta, los actores protagónicos e incluso los discursos
ordenamientos y ajustes demandados por los proce- para referirse a él, no permanecen inamovibles, por lo
sos de neoliberalización y de globalización, sumados que es preciso caracterizarlo constantemente.
al auge y proliferación de actividades ilícitas vincula-
das con el narcotráfico, dan como resultado un con- Este carácter dinámico se aprecia por ejemplo en el tipo
flicto complejo y degradado, que dista de las defini- de manejos y trámites que se dan desde el mismo Esta-
ciones de una guerra convencional. do. Hasta hace algunos años, el lenguaje, los documen-
tos y las políticas gubernamentales, daban cuenta de la
El conflicto armado colombiano ha configurado la vida existencia de un conflicto, incluso de la existencia de
política, social y económica del país, conllevando con- una guerra que permitió justificar desde ese diagnósti-
secuencias profundas a sus víctimas (individuos y co- co, el diseño de estrategias económicas, jurídicas y de
lectividades) y a la sociedad en su conjunto. Estas con- relaciones internacionales. En los últimos años, el con-
secuencias a su vez, construyen subjetividades y flicto ha empezado a ser negado e invisibilizado y los
realidades, que dan lugar a lenguajes y prácticas socia- términos empleados para referirse a él han sido trans-
les, las cuales a la postre, adquieren “dinámica” propia formados para “significarlo” como algo distinto.
y pasan a formar parte de las características del ámbito
social y comunitario en el cual se inscribe el quehacer El reconocimiento de la existencia del conflicto, llevó
profesional. a asumir a regañadientes las regulaciones consignadas
en tratados y protocolos internacionales, tales como
La relación violencia política – sociedad los tratados sobre el Derecho Internacional Humani-
tario. Asumir el conflicto, obligó a reconocer la exis-
Las violaciones del derecho internacional humani- tencia de grupos armados con el estatus de beligerancia
tario no son conceptos abstractos en Colombia, sino y la distinción entre civiles y combatientes.
la cruda realidad de la vida diaria. La guerra irrumpe
en las actividades cotidianas de una finca, una al- En este orden de ideas, desconocer el conflicto y aludir
dea, un autobús público o una escuela al ritmo de en cambio, a una “amenaza terrorista”, implica negar las
la llegada de combatientes armados por un sendero causas que le dieron lugar y en el mismo sentido, las
o en un vehículo todo terreno. A veces, los hombres
armados eligen con cuidado a sus víctimas en listas. 1
HUMAN RIGHTS WATCH. “Guerra sin cuartel. Colombia y el
Otras, asesinan sencillamente a los que tienen más derecho internacional humanitario”. New York: 1998. En http://
a mano, para sembrar terror. De hecho, la disposi- www.hrw.org/spanish/informes/1998/guerra.html#top

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dinámicas que lo mantienen y alimentan. Desde esta Obviamente, en esta intensificación y degradación del
nueva perspectiva, toda acción subversiva y de oposi- conflicto no hay consideración de los derechos de las
ción, incluso toda movilización social, es asimilada con víctimas o de los costos económicos y sociales del deli-
atentados en contra del desarrollo y la democracia, co- to político, “la voz de la víctima se silencia, o se pone
metidos por narcoterroristas y delincuentes y no por gru- en sordina, al convertírsela sea en recurso para obtener
pos subversivos, guerrilleros o críticos e inconformes. la integración, sea en sacrificio necesario para los obje-
tivos del bien común”.3 Así se configura y consolida la
Es claro que debido al cruce e interacción de factores impunidad no sólo como hecho jurídico sino cultural.
históricos y coyunturales, de dinámicas nacionales e Los culpables de las muertes son “sus propios errores
internacionales, de motivaciones económicas, políti- (de las víctimas), su incapacidad de aprender, no hubo
cas y socioculturales, sean más complejos y se ni agente ni víctima”. Los grupos armados “limpian y
desdibujen los bordes y los límites entre violencia po- enseñan no a alguien externo sino a la propia base so-
lítica y delincuencia común, entre móviles económi- cial que aún no sabe comportarse”.4
cos y móviles políticos, entre fines colectivos e intere- Esta complejidad, es aprovechada para introducir una
ses privados, etc. En el contexto actual, por ejemplo, serie de “disruptores conceptuales”5 a través de los cuales
las dinámicas del conflicto no pueden comprenderse se busca legitimar y deslegitimar acciones violentas y ar-
sin su estrecha relación con los procesos de “desarro- bitrarias a nombre de la seguridad, la democracia y el
llo”, modernización y globalización. Los territorios orden social. De igual manera, los discursos internacio-
objeto de disputas y de enfrentamientos armados, co- nales, permean los nacionales y al unísono, como voz y
inciden con los territorios, ricos en recursos y con va- consenso universal y de la mano de campañas mediáticas,
lor geopolítico, donde se proyectan o realizan se ganan cada vez más adeptos al autoritarismo y a las
megaproyectos. También coinciden con lugares de cul- carreras armamentistas, bajo el slogan de las guerras jus-
tivos de uso ilícito, lo cual permite afirmar que todos tas. En este contexto es comprensible la continua alu-
los grupos armados y enfrentados, se articulan alrede- sión al terrorismo el cual “…define la violencia de tal
dor de, o persiguen, como medio o fin, el control de modo que deja fuera de la misma a la acción violenta de
poderes económicos, situación que en ocasiones, des- los Estados dominantes. Y reproduce hasta el infinito la
figura, confunde o pervierte los llamados fines e idea- asociación entre violencia y contestación social, entre
les políticos. violencia y pobreza, violencia y debilidad”.6

El conflicto en Colombia es cada vez más complejo en 3


GUTIÉRREZ, Francisco. “¿Ciudadanos en armar?” En Jaime Arocha,
la medida que “se combinan viejos y nuevos actores Fernando Cubiles y Myriam Jimeno (comp) Op. Cit. Pág. 190.
(...) la guerra pierde la racionalidad de medio político 4
Ibidem. Pág. 197.
para convertirse en una mezcla inextricable de prota- 5
“Lo que vamos a llamar disruptores conceptuales tiene un efecto
gonistas declarados y ejecutantes oficiosos que combi- sobre un código o discurso determinado de tal modo que alteran el
campo semántico y pragmático de estos. El disruptor conceptual
nan objetivos políticos y militares con fines económi-
modifica la función semántica sin por ello modificar el significado
cos y sociales, lo mismo que iniciativas individuales expreso del término, se limita a introducir confusión y perversión en
con acciones colectivas y luchas en el ámbito nacional la función pragmática del discurso. El disruptor conceptual actúa
con enfrentamientos de carácter regional y local”.2 siempre en el interior de un discurso y nunca aisladamente. Por la vía
de la multiplicación de la capacidad de reproducción nemética de
un significado determinado acaba produciendo transformaciones
2
GONZALEZ, Fernán. “La violencia política y las dificultades de la en el discurso de tal modo que el uso pragmático es perverso (contra-
construcción de lo público en Colombia: una mirada de larga dura- rio al deseado o previsto expresamente)”. En Fernando Garrido Peña
ción” En Jaime Arocha, Fernando Cubides y Myriam Jimeno (comp.) “La guerra difusa, los disruptores conceptuales y el humanitarismo
Las violencias: inclusión creciente. Facultad de Ciencias Humanas. militar”. En www.ifs.csic.es/foro/Pena2.pdf. Julio 18 de 2005.
Colección CES. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1998. 6
Ibidem.

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Con la negación del conflicto, se pretende ignorar que dos en víctimas; las víctimas en su búsqueda de justi-
en Colombia, como en la mayoría de países donde cia, son presentadas y expuestas como portadores del
ocurre un conflicto, éste se origina por “... la desigual- odio y de la venganza; el autoritarismo, la mano dura y
dad, las trabas a que todos los ciudadanos tengan igual- la restricción de las libertades se exponen como bande-
dad de oportunidades, la pobreza, la corrupción, el ras democráticas; y la labor de las organizaciones de
clientelismo, la violación de los derechos humanos, la derechos humanos como perturbadora de la paz y crí-
represión de las elites sobre otros sectores, la falta de tica antipatriota.
vigencia de la justicia, el uso negligente de los recursos
naturales, y el papel distorsionado de los poderes ex- En aras de acabar y de combatir la guerra, se ganan cada
ternos aliados con los poderes locales”,7 y en conse- vez más adeptos, los cuales no se restringen a los go-
cuencia, que su superación implica un largo y comple- biernos o a los militantes, sino al conglomerado social.
jo camino de transformaciones, negociaciones y En nombre de la paz, del orden y de la seguridad, se
reconstrucciones. militarizan la vida social, las mentes, y se renuncia a la
libertad y a la autonomía. La democracia y sus precep-
En Colombia curiosamente, desde la perspectiva ofi- tos, pueden ser sacrificados o aplazados, en favor de la
cial se pasó del conflicto al posconflicto sin que hubie- estabilidad y la seguridad requeridos para el “desarro-
sen mediado los mencionados cambios y negociacio- llo” asumido como ingresos, empleo, crecimiento, etc.,
nes. Pareciera que por efecto de las acciones represivas o en nombre de la tranquilidad (movilidad por las ca-
y militares, un puñado de bandidos que atentan contra rreteras o salir en la noche sin ser perturbados por de-
un orden democrático, desaparecieron o están por la lincuentes, los cuales deben ser eliminados o permane-
senda del exterminio, dando paso a la normalidad. Así, cer en un mundo aparte).
sin que se hayan modificado o transformado las con-
diciones que dieron lugar al conflicto, se asume de Aunque el término conflicto armado se elimine de los
manera simplista que debe procederse, a través de leyes discursos, documentos y programas oficiales, es
de perdón y olvido, a la incorporación de unos sujetos inocultable la existencia de las víctimas del mismo. El
extraviados, a la senda de la vida “civil” y el orden de- conflicto armado en Colombia afecta fundamental-
mocrático, sin que esto exista. mente a la población civil. Entre los miles de muertos,
desaparecidos, torturados, asilados, se cuenta población
Esta nueva “mentira institucionalizada”,8 empobrece campesina, indígena, trabajadores, habitantes de secto-
la reflexión y la construcción colectiva y distorsiona a res populares, quienes en su mayoría son de escasos
tal punto la realidad, que lo victimarios son converti- recursos económicos, hecho por el cual se manifiesta
que la guerra afecta a los grupos sociales tradicional-
8
OSORIO, Tamara y AGUIRRE, Mariano. Un largo y dramático mente excluidos y vulnerados.
camino. En Después de la guerra. Un Manual para la reconstrucción
posbélica. Editorial Icaria, Barcelona.
La impronta de más de cincuenta años de conflicto, de
9
El termino mentira institucionalizada es utilizado por Ignacio
Martín Baró para referirse al ocultamiento sistemático de la reali- violación masiva y sistemática de los derechos huma-
dad que se refleja en cuatro aspectos: la creación de una versión nos, y de infracciones al Derecho Internacional Hu-
oficial que distorsiona la realidad, la imposición de un silencio manitario, deja huellas en la institucionalidad y en las
encubridor que busca ocultar y relegar los hechos que contradicen dinámicas y relaciones sociales. El exterminio de gru-
la versión oficial, la calificación como acto subversivo de todo aque- pos de oposición, la eliminación de líderes que encar-
llo que amenace con derrumbar la verdad oficial y la corrupción.
naron alternativas políticas y las prácticas de guerra su-
En “La violencia política y la guerra como causa del trauma psicosocial
en el Salvador”. En Selección Ignacio Martín – Baró. Psicología cia, han dado lugar, entre otros, a un miedo generalizado
social de la guerra. Trauma y terapia. 1990. UCA Editores. San y a un cierto rechazo hacia lo político, que llega a ser
Salvador concebido como lugar de enfrentamiento y por tanto,

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problemático, ineficaz e inseguro. Igualmente, las prác- guerra constituye un orden social implícito”.10 Diversos
ticas de la guerra socavan las posibilidades de asentar autores señalan entre las consecuencias de la guerra, tan-
las bases de construcción de un régimen democrático, to las de orden cognitivo y comportamental, que afec-
en tanto generan climas de miedo, intimidación y te- tan las capacidades del ser humano (pensamiento, capa-
rror que impiden la libre expresión de ideas y propues- cidad de comunicarse, sensibilidad, esperanza), como las
tas, y que debilitan las posibilidades de organización y referidas a las sensaciones de vulnerabilidad, estado exa-
el ejercicio de la oposición. Lo anterior da lugar a regí- cerbado de alerta, sentimientos de impotencia y altera-
menes autoritarios y homogenizantes. “..El daño que ción del sentido de la realidad y el miedo.11
se está causando no es simplemente a la vida personal
sino a las estructuras sociales mismas, a las normas que La guerra exige una serie de conductas y relaciones que
rigen la convivencia, a las instituciones que regulan la surgen como mecanismos adaptativos para vivir en ella.
vida de los ciudadanos, a los valores y a los principios En particular, autores como Samayoa destacan dentro
sociales en los cuales se está justificando la violencia de las principales conductas las siguientes: la desaten-
política”.9 ción selectiva y el aferramiento a prejuicios, la
absolutización, idealización y rigidez ideológica, el es-
Aún sin reconocimiento oficial, las dinámicas de la cepticismo evasivo, la defensa paranoide y los senti-
guerra, los desplazamientos forzados, las masacres, los mientos de odio y venganza.12
atentados terroristas, las desapariciones, las retenciones
y secuestros, los reclutamientos forzados, inundan las En un contexto de guerra las relaciones y vínculos so-
noticias cotidianas. Los líderes de los distintos grupos ciales, se estructuran en función de sus lógicas; los opo-
armados ocupan páginas de noticias en calidad de hé- sitores y los disidentes son enemigos, los “otros” son
roes o villanos, de manera que ningún colombiano pue- extraños amenazantes o agresores potenciales; las pro-
de situarse al margen y termina asumiéndose como vic- puestas alternativas son estratagemas y las opiniones
timario o víctima real o potencial. son verdades o mentiras. En contextos de guerra, la
mentira, el miedo, el silencio, el rumor y la venganza,
Las estrategias para enfrentar la guerra, para construir median las relaciones sociales y por lo mismo, simpli-
la paz (las salidas negociadas o militares), dividen y fican y empobrecen la vida social.13 Paradójicamente,
polarizan a la opinión pública y se convierten en temas contextos de guerra también dan lugar a la solidari-
centrales de campañas y de agendas públicas. A tal punto dad, la cohesión, la formación política y la afirma-
que podría afirmarse que la nacionalidad, la memoria ción identitaria.
y las perspectivas de futuro están ligadas a la guerra y al
conflicto y en consecuencia, que nos definimos y nos Cuando los conflictos son prolongados e indefinidos en
relacionamos en buena medida, a partir de ellas. el tiempo, los acontecimientos derivados de ellos (las
masacres, los asesinatos, la crueldad, la sevicia), se natu-
La guerra, como plantea Ibáñez, es un “fenómeno que ralizan. Cada evento va perdiendo dramatismo, capaci-
afecta a todos y cada uno de los elementos que constitu- dad de impacto y conmoción en la población. La socie-
yen la vida de un país (región, estado o territorio). Al
cambiar radicalmente las condiciones objetivas de la gen- 11
IBÁÑEZ, RojaVicente. “La sociedad ante la guerra”. Mimeo
te, cambian sus relaciones, sus sentimientos, sus formas 2000. En www.psicosocial.net. Julio 19 de 2005.
de entender el mundo y por supuesto sus conductas. La
12
MARTÍN – BARÓ, Ignacio. “La violencia y la guerra como
causas del trauma psicosocial en el salvador”. En Psicología social de la
guerra. Trauma y terapia, Op. Cit.
9
OSORIO, Flor Edilma. La violencia del silencio. desplazados del 13
SAMAYOA, Joaquín. “Guerra y deshumanización: Una perspectiva
campo a la ciudad. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de psicosocial”. En Psicología social de la Guerra: trauma y terapia. Op. cit.
Ciencias Económicas y Administrativas. Bogotá, 1993. 14
Véase Vicente Ibáñez, Op. Cit.

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dad deja de indignarse e incluso de horrorizarse frente a de ofertas de trabajo, las precarias condiciones de con-
la barbarie, que al ser cotidiana se vuelve normal. tratación, la búsqueda cotidiana de recursos para la
sobreviví encía y el continuo trasegar de un lugar a
La prolongación del conflicto crea también una sensa- otro escapando de deudas y buscando oportunida-
ción de impotencia, de inseguridad y de pérdida de des, dan cabida a encuentros esporádicos, a relaciones
confianza en el futuro. Para la sociedad colombiana, de competencia y de conflicto, así como al anonima-
cada día parece una afrenta al riesgo y un desafío a la to y al aislamiento.
amenaza. Las seguridades (las creencias y certezas) mí-
nimas para habitar el mundo son frágiles, el presente es A este contexto, de por si adverso y amenazador, en
vivido con angustia y desasosiego, y el futuro con in- Colombia se suma el conflicto armado, el cual incide
certidumbre y pesimismo. poderosamente en la vida comunitaria. En el país, las
comunidades en particular, las construidas sobre la base
La relación violencia política, comunidad y de una pertenencia territorial (barrios, pueblos indíge-
organización social nas, afrocolombianos y campesinos), requieren ser con-
troladas o desarticuladas, destruidas y desaparecidas a
La comunidad es el lugar (físico y simbólico), donde fin de facilitar nuevos procesos de producción y de
los individuos construyen las formas de relacionarse control político.
con el entorno, el tiempo y los otros; el lugar donde se
toma y en donde se recrean las costumbres, las nor- Las comunidades especialmente, las rurales, concebi-
mas, y los proyectos e intereses comunes definitorios das desde la lógica de la guerra, son tratadas como
de un “nos” que afirma y diferencia. bases de apoyo de uno u otro grupo armado. En este
sentido, son disputadas como estrategia para ganar
La comunidad, asumida como el espacio donde trans- mayor poder político y militar. A las comunidades “ene-
curren los aspectos significativos de la vida cotidiana migas” se les amedrenta, amenaza, desarraiga o se les
de las personas, como el lugar de los vínculos y de las imponen nuevos códigos y patrones de conducta que
relaciones en el cual se construyen los sentimientos de garanticen el control y adscripción funcional a las di-
identidad y de pertenencia, está particularmente afec- námicas políticas y económicas impuestas.
tada14 por las dinámicas de la violencia sociopolítica.
El ejercicio de control social y político de poblaciones
En la vida comunitaria convergen tanto las condicio- enteras precisa de un debilitamiento de los lazos de
nes de precariedad económica y las dinámicas propias confianza y de las relaciones y vínculos de las comuni-
de los procesos de modernización y “desarrollo”, como dades que se pretende controlar. De esta manera son
las situaciones relacionadas con la violencia política y más susceptibles de fragmentación, de dispersión y de
el conflicto armado. En tanto las dinámicas del con- expulsión, en tanto se afectan los soportes identitarios
flicto emergen y se retroalimentan de una serie de con- y los referentes de acción colectiva que puedan dar lu-
diciones económicas, políticas y sociales, las personas gar a la resistencia y a la defensa.
encuentran toda una serie de condiciones adversas para
mantener o para construir, lazos, vínculos, pertenen- La guerra en el ámbito rural no sólo ha dado lugar a
cias, proyectos y acciones colectivas tanto en ámbitos la destrucción de economías locales, al desalojo de
laborales como de hábitat. La inestabilidad y escasez pueblos enteros y a la desarticulación de dinámicas y
relaciones familiares y comunitarias; la guerra tam-
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El nivel de afectación esta mediado, entre otras cosas, por el grado bién ha destruido referentes de protección, ha genera-
de involucramiento de las comunidades en la guerra, esto es si han do crisis en las creencias, hábitos y costumbres de la
sido victimas directas o indirectas y el tipo de agresiones vividas. población, y ha impedido prácticas y rituales de pro-

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fundo valor simbólico. Todos estos aspectos impli- populares son también objeto de disputas y de ejerci-
can la destrucción cultural y por lo tanto, daños irre- cios diversos de control. Poderosos intereses económi-
parables para la sociedad. cos se apoderen de las ciudades de tal manera que los
grupos armados, en particular los paramilitares, des-
Estas pérdidas generan crisis de “sentido”, en tanto se pliegan su capacidad militar para controlar y someter a
derrumban las bases afectivas y culturales que funda- la población generando una permanente y masiva vio-
mentan la existencia individual y colectiva. La guerra lación de los derechos humanos, la cual afecta particu-
introduce cambios abruptos en términos del hacer, el larmente a la población juvenil y a los tradicionales
saber y las relaciones cotidianas, cambios que deterio- líderes comunitarios.
ran la autoimagen, así como la identidad personal y
colectiva que obligan a ingresar en lenguajes y prácticas La proliferación de actores armados, pertenecientes a
desconocidas signadas por la dependencia, la inactivi- estructuras paramilitares, a milicias urbanas, a bandas
dad, la tragedia y la desesperanza. Estas características de delincuencia común y a las mismas fuerzas
van dando lugar a nuevas identidades, a las postre leí- institucionales del orden, desplegando métodos de in-
das como “rasgos intrínsecos” o de personalidad de sus timidación para el reclutamiento forzado o “engaño-
portadores. so” de jóvenes a fin de engrosar sus filas; el cobro de
“vacunas” e impuestos a personas y empresas que reali-
El acumulado organizativo de las comunidades cam- zan actividades económicas lícitas e ilícita so pena de
pesinas e indígenas, la existencia de cosmovisiones al- no gozar de su protección; la incorporación de líderes
ternativas y enfrentadas al arrojo depredador del capi- y de habitantes a las redes de informantes y el control
talismo, y las posibilidades de articulación y de recursos de inversión o de carácter humanitario des-
construcción a partir de la multiculturalidad, se pier- tinado a algunos sectores; han generado un clima en el
den y desvanecen ante la eliminación física de líderes y que priman relaciones basadas en la fuerza, la descon-
figuras de gran significado y respeto para las comuni- fianza y el miedo.15
dades, así como ante el desarraigo que se impone a más
de tres millones de personas y a la violación de sus de- De esta manera, los sectores populares, caracterizados
rechos de autonomía e identidad cultural. La sumatoria además por la enorme movilidad de sus habitantes de-
de las violaciones a estas comunidades se “legítima” por bido a la permanente salida y llegada de población des-
la imperiosa necesidad de ingresar en dinámicas de plazada, de migrantes económicos, de desplazados
mayor productividad como los monocultivos de pal- intraurbanos, lentamente destruyen sus nociones de
ma africana, los proyectos turísticos, y en fin, el ingre- vecindad, en tanto se constituyen como aglomerados
so al “desarrollo” o como parte de la condena a su neu- de seres anónimos, que a diferencia de años a atrás,
tralidad o “alianza” con los grupos contrarios. están impedidos para construir identidades y pertenen-
cias, para actuar colectivamente y para organizarse más
Ante este panorama desolador y a pesar de los miles de allá de la respuesta ante la calamidad inmediata. Ate-
recursos que se destinan por la vía de la cooperación morizados y advertidos del riesgo que implica hablar,
para el desarrollo y la atención humanitaria, el país asiste opinar o actuar en el espacio público, las familias y
a un verdadero etnocidio con la acelerada destrucción
de comunidades ancestrales que hasta hoy y por más 15
La presencia y las pretensiones de control son dadas a conocer a
de 500 años, habían resistido embates “civilizadores” y las comunidades y a sus líderes a través de diversos recursos: Circu-
lación de panfletos, en donde se definen las practicas aceptadas y la
modernizadores.
condenadas como: horas de circulación pública, maneras de vestir;
inscripciones y graffitis que anuncian nombre y llegada de grupos;
Pero además, y dado que el conflicto armado en Co- rondas nocturnas de encapuchados; visitas de toma de cuentas a
lombia se ha posicionado a nivel urbano, los sectores lideres y funcionarios locales

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personas se repliegan al ámbito privado y adoptan como participación y de la organización, fines todos bastante
mecanismo defensivo la indiferencia, “no saber nada promocionados en el quehacer institucional guberna-
de nadie”, no comprometerse con nada y mantenerse mental y no gubernamental, y por tanto, objeto de
al margen de todo. contratación de muchos profesionales de trabajo so-
cial, encuentran en un contexto de guerra y de con-
Las nociones de acción colectiva caracterizada por la flicto, sus mayores obstáculos y profundas contradic-
continuidad, la definición de un horizonte común y el ciones éticas, teórico – metodológicas y políticas.
establecimiento de estructuras internas de estrategias
de acción y de reivindicación, encuentran sus mayores Por un lado resulta, comprensible y paradójico a la
obstáculos para concretarse en el actual clima de ame- vez, que la mayoría de programas de atención orien-
nazas, de controles armados y de extremas condiciones tados, al menos discursivamente a estos fines, surgen
de pobreza propias de la mayoría de barrios populares. del Estado y de la llamada Comunidad Internacio-
En consecuencia, los esfuerzos de formación para la nal, quienes intentan paliar las consecuencias de un
democracia, de participación y de organización que a conflicto que, o han generado o no han detenido y
diario persiguen diversas entidades, terminan siendo evitado desde su obligación para hacerlo. Diversos
remedos y distorsiones, en tanto no superan la reac- análisis y balances de la atención a las víctimas dan
ción ante la calamidad y la cooperación para la realiza- cuenta del carácter asistencial, fragmentado, residual
ción de obras y servicios de sobrevivencia. Estas accio- y desarticulado de los proyectos de atención, los cua-
nes importantes, pero limitadas resultan funcionales a les están lejos de inscribirse en una lógica de “repara-
las políticas residuales y asistenciales y por lo mismo, ción” de derechos y de reconocimiento del estatus po-
dejan intactas las estructuras que las producen. lítico de las víctimas. Por el contrario, están más
cercanos, a la provisión de bienes y servicios con ca-
En consecuencia, la posibilidad de sobrevivencia de las rácter humanitario, a través de los cuales los organis-
organizaciones parece depender de su capacidad para mos competentes dan respuesta a las demandas y pre-
mantenerse como “apolíticas”, y de actuar en función siones de las víctimas y de paso, intentan cooptar y
de intereses colectivos sin afectar grandes poderes polí- controlar sus procesos organizativos.
ticos y económicos. Es decir, de hacer despliegue de la
participación y del trabajo cooperativo en el ámbito En la realización de los proyectos es importante des-
más reducido, en medio de estructuras autoritarias, tacar dos aspectos que inciden poderosamente en sus
excluyentes y antidemocráticas. En otros casos, las or- precarios impactos positivos. De un lado, los proyec-
ganizaciones son desgastadas en el ejercicio de tos llamados de reconstrucción social, de reinserción
formalización que, por la vía de la contratación, se rea- o de reestablecimiento, se desarrollan en medio del
liza especialmente desde el gobierno. Las organizacio- conflicto, lo cual significa que las víctimas en la ma-
nes resultan entonces ejecutando recursos y coordinan- yoría de los casos siguen sometidas a la amenaza y a la
do la realización de obras, lo cual las sume en conflictos persecución, por lo que las posibilidades de
internos por los manejos de dinero y relacionándose reasentamiento, o de restablecimiento son práctica-
como el Estado y otras estructuras de poder, desde la mente nulas. De otro lado, la mayoría de las victimas
posición de contratistas. habitan en lugares donde se evidencia una histórica
exclusión, que hace que las posibilidades de
El ejercicio profesional sostenibilidad particularmente económica, de los pro-
yectos se vean notoriamente afectadas.
La construcción de comunidad, el fortalecimiento de
autonomías e identidades, la reconstrucción de tejidos Estos aspectos dan lugar a preguntas tales como: ¿Es
sociales y de sujetos comunitarios, el fomento de la posible reconstruir lo que no ha existido (derechos,

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ciudadanos, legitimidades, etc.)? ¿Es viable promo- que internacionalmente se han construido16 , al tiem-
ver la autonomía y la identidad en comunidades que po que contribuyen a remover los cimientos que han
permanecen amenazadas, atemorizadas y expuestas al dado lugar a los procesos de exclusión y de violen-
desarraigo? ¿Es coherente promover ejercicios de par- cia, así como asentar las bases de un orden democrá-
ticipación y de gestión comunitaria cuando las lógi- tico. Por el contrario, pueden terminar acentuándose
cas productivas y económicas sólo permiten aquellos procesos de exclusión, y de fragmentación
funcionales a sus prácticas? ¿Es posible promover va- organizativa y de autonomía que se articulan
lores de convivencia y de respeto por la alteridad, bá- funcionalmente a los poderes que generan y man-
sicos en la construcción de sociedades democráticas tienen la guerra.
en contextos donde no se garantizan la libre expre-
sión de ideas ni la construcción de alternativas de vida? Las respuestas a los interrogantes formulados no son
Estas preguntas en la mayoría de los casos, remiten a sencillas si se tiene en cuenta el complejo escenario des-
cuestionamientos acerca del carácter funcional y por crito. Los procesos de intervención o de acompaña-
tanto, perverso de intervenciones que buscan trans- miento profesional, se debaten en tensiones y contra-
formaciones en los ámbitos comunitarios, sin los de- dicciones entre las que se destacan:
bidos procesos de cambio en las estructuras econó-
micas y en las relaciones de poder que dieron y dan 1. Las demandas y necesidades inmediatas de las co-
lugar al conflicto armado. munidades y la construcción de respuestas a condicio-
nes estructurales a largo plazo
De manera más concreta también se plantean 2. La sobrevivencia, vía claudicación y sometimiento,
cuestionamientos frente a las posibilidades de “rehabi- y la resistencia bajo la amenaza y el riesgo.
litar” o de “reparar” a las víctimas en contexto en don- 3. La articulación funcional a proyectos inspirados en
de la verdad y la justicia son quimeras y por lo tanto, las nociones de “desarrollo y modernización” y los pro-
en donde no hay garantías para la no repetición de los yectos de vida que responden a otras lógicas y
hechos que dieron lugar a la violación y a la vulnera- cosmovisiones.
ción de los derechos. Asimismo, surgen preguntas frente 4. La construcción de participación, autonomía y de-
a cuál es el “orden” social en el que van a reinsertarse los mocracia en espacios micro-locales inscritos en
miles de desvinculados producto de los procesos de institucionalidades y órdenes autoritarios y excluyentes.
negociación con los paramilitares. 5. El despliegue de la agencia personal y la autogestión
comunitaria en detrimento de los derechos a la repara-
Estas preguntas son importantes, ya que en nombre ción y al reconocimiento de la ciudadanía.
de “la atención y la reparación”, muchos profesio-
nales de lo “social”, llevan a cabo proyectos que de 16
El término reparación se usa en un sentido amplio, para designar
un lado, legitiman e incluso hacen más eficientes las todas aquellas medidas que pueden ser utilizadas para resarcir a las
víctimas por los diferentes tipos de daños que hubieran sufrido
dinámicas económicas y políticas de poder, y de
como consecuencia de ciertos crímenes, estas incluyen: a) Medidas
otro, contribuyen a invisibilizar y vulnerar aún más de restitución (cuyo objetivo debe ser lograr que la víctima recupe-
a las víctimas, colocándolas en la condición de de- re la situación en la que se encontraba antes). b) Medidas de in-
positarios y asistidos de la beneficencia, o en otros demnización (que cubran los daños y perjuicios psíquicos y mora-
casos, dando lugar a una mayor estigmatización al les, así como pérdida de oportunidades, los daños materiales, los
asignar a las comunidades la responsabilidad de su ataques a la reputación y los gastos de asistencia jurídica). c) Medi-
das de rehabilitación (atención médica y psicológica o psiquiátri-
situación y el fracaso de sus proyectos. En el ejerci-
ca). NACIONES UNIDAS (1997). Comisión de Derechos Hu-
cio profesional, reflexionar sobre estas preguntas manos. Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y
posibilitará discernir si los procesos de atención per- Protección de las Minorías. 49 períodos de sesiones (E/CN.4/Sub.2/
miten reparar a las víctimas dentro de los parámetros 1997/20) 02/10/1997: C. Derecho a obtener reparación.

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6. La institucionalización y la formalización de los y confrontaciones con los grupos de poder y de pre-
liderazgos y de los procesos comunitarios, en detrimen- sión que los mantengan neutrales e imparciales.
to de la autonomía y de la identidad comunitaria y
política de los mismos. Los retos del trabajo profesional: El significado
7. La atención centrada en las víctimas, versus la aten- y los imperativos de un trabajo social
ción centrada en el fenómeno que genera las víctimas fundamentado en las nociones de dignidad
(el conflicto armado, sus causas y dinámicas). y libertad humana.

Estas contradicciones y tensiones se acentúan además, Es necesario reconocer que las características del con-
gracias al tipo de financiaciones de los proyectos de texto sociopolítico y económico, no son las únicas
atención a las comunidades y las personas afectadas por que determinan y definen el tipo de políticas, progra-
la violencia, los cuales se caracterizan por: mas y proyectos de atención, puesto que en la formu-
lación y ejecución se expresan diversas concepciones
• Recursos irrisorios para adelantar procesos que, relacionadas con aspectos tales como: las causas a las
según términos de referencia deben ser integrales, que se atribuye el conflicto, las maneras de afrontarlo,
participativos, con enfoque de género, generacional a quién se considera víctima y los procesos desarrollo y
y de derechos entre otros. de modernización, entre otros. Además de estas con-
• Períodos restringidos a tres, seis o doce meses, para cepciones, se expresan formas y maneras de entender la
incursionar en las comunidades y realizar proyectos identidad, la subjetividad, las relaciones individuo-co-
participativos y sostenibles. lectivo y la construcción de lo social, aspectos que por
• Ejecución a través de ONG operadoras, con visio- lo general son consecuentes con posturas políticas y
nes conceptuales y políticas heterogéneas y contra- definiciones metodológicas y técnicas.
dictorias, y en ocasiones, con cuestionable experien-
cia y conocimiento en los temas y comunidades de Desde estas consideraciones, no basta plantear que los
trabajo. proyectos buscan el bienestar, el restablecimiento, la
• Realización de procesos en contextos de alta pre- reconstrucción del tejido social, la participación, la
sión por parte de autoridades locales y de actores paz y el desarrollo; bien sabemos que estos términos
armados. cargan consigo significaciones diversas, ocultas o ma-
• Precaria institucionalidad local en muchos de los nifiestas, que obligan a escudriñar por sus sentidos e
lugares de ejecución, intencionalidades, y que exigen una permanente
explicitación, actualización y reconstrucción de sus sig-
Estas dificultades no son propias solamente del ámbi- nificados y de las prácticas que de ellos deben des-
to gubernamental o Estatal, pues también el quehacer prenderse.
de gran parte de las ONG (ámbito de desempeño de
muchos profesionales de trabajo social), que no se ins- Insistir en los preceptos de libertad y dignidad en el
criben como ejecutoras de la política gubernamental, ejercicio profesional, implica un continuo ejercicio por
sino más bien como alternativas a ésta, también se ve comprender la manera como estas nociones se concre-
condicionado y afectado por los criterios de las entida- tan en cada contexto, época y lugar. Si bien estas no-
des internacionales que las financian. En estos casos, es ciones abstractas y generales y por lo mismo, preten-
apreciable la presión para que los proyectos evidencien siones universales se reivindican con el liberalismo y se
amplias coberturas, impactos medibles, articulación a convirtieron en la posibilidad del establecimiento de
la institucionalidad local y nacional (aun en contextos los derechos humanos, con el transcurrir del tiempo, y
donde la institucionalidad esta comprometida en el en función de las dinámicas productivas y de configu-
conflicto), y posturas moderadas respecto a las críticas ración de los aparatos estatales, la libertad que ha “ga-

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nado terreno” ha sido la de mercado y la dignidad se ha priori de lo que estimamos como necesario, desea-
restringido a garantías precarias de subsistencia y ble y pertinente. Este análisis debe necesariamente
sobrevivencia. situar los hechos y significaciones dentro de proce-
sos históricos y sociales, en donde incluso lo “natu-
Diversos autores han contribuido a complejizar y a ral”, es construcción y configuración de las acciones
cualificar estas nociones. Así libertad y autonomía se y relaciones sociales.
constituyen en una díada indivisible. La posibilidad • Desde la perspectiva de un Trabajo Social en con-
de optar, de contemplar y de trazar una manera de vi- textos de conflicto, es necesario entonces interro-
vir acorde con determinadas concepciones, creencias y garse por las condiciones que hacen posible la gue-
valores, y de trabajar por ello, implica la construcción rra, por los intereses que se disputan, por el papel
de relaciones de dependencia e interdependencia que que desde la lógica militar adquieren las comunida-
permitan a los individuos contar con seguridades y cer- des, por la forma como las dinámicas de la guerra
tezas mínimas para habitar un mundo de incertidum- afectan los vínculos, los lazos, las creencias, las cer-
bres y para optar en medio de posibilidades cada vez tezas y las seguridades. Interrogarse por el tipo de
más diversas y variadas, cercanas y lejanas. opciones y necesidades que la guerra crea y en últi-
mas, por las situaciones que hacen posible que indi-
Los estándares establecidos por occidente acerca del viduos y comunidades sean despojados de sus re-
bienestar, la calidad de vida, además de no haber sido cursos (materiales y simbólicos), así como de sus
generalizables (no viables, ni alcanzables para las ma- redes de protección para caer en la dependencia, en
yorías), no son compatibles con la sostenibilidad am- la enfermedad, en la pasividad.
biental. Son cuestionados por sus pretensiones • Trabajar desde la perspectiva de libertad y de dig-
universalistas que se enfrentan a otras maneras y defi- nidad implica reconocer con las comunidades y
niciones construidas sobre la base de diferentes los individuos, los recursos despojados y expro-
cosmovisiones, ideales y fines. Sin necesidad de hacer piados, y también, los que se han mantenido y los
comparaciones en extremo de América a África, basta que están por desplegarse. Implica reconocer,
con mirar al interior del país y reconocer la existencia redefinir y reconstruir los proyectos truncados, en
de culturas diversas, de comunidades excluidas de los un ejercicio que permita el rescate y la emergen-
“beneficios” e incluidas como recurso explotable por cia de lenguajes que den cuenta de capacidades,
las dinámicas políticas y económicas que se construyen responsabilidades, recursos, y en donde las cate-
desde otros acumulados, otros déficit, otros potencia- gorías de “afectados”, “traumatizados”, “enfermos”
les, y que dan lugar a configuraciones distintas del estar y “desvalidos” sólo se usen para reivindicar los
bien, de la justicia, de la bondad, de la belleza. derechos a la reparación y a la restitución, y para
reconocer a través de ellos a los actores e intereses
Al enfocar el ejercicio profesional hacia la búsqueda de que dieron lugar a la vulneración.
condiciones que posibiliten a hombres y mujeres, in-
dividual y colectivamente, lograr la capacidad de ac- En consecuencia, la auto-dependencia, la autonomía,
tuar, de ejercer la autonomía y como mínimo, de estar la capacidad de agencia, no se “entregan” en paquetes
a cargo de su propia vida para elegir el tipo de vida que de alimentos, en capitales “semilla”, en bienes y en
desean, se plantean varias exigencias: servicios; se permiten, se hacen posibles, se dejan ser y
se potencian en la medida en que las comunidades y
• Comprender las formas y maneras de habitar el los individuos se auto-reconocen y son reconocidos
mundo por parte de comunidades e individuos, y por los otros como sujetos afectados por la acción de
desentrañar las cosmovisiones en las que se susten- la guerra, pero habilitados para determinar tanto el
tan, a fin de evitar la imposición o determinación a daño, como el proceso de recuperación; en la medida

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en que se reconstruyen y establecen nuevos vínculos Bibliografía
que hacen posible la protección y la seguridad para ha-
bitar el mundo; asimismo, en la medida en que se trans- BELLO, Martha y otras. Bojayá, memoria y río: violencia
forman las situaciones y dinámicas que permiten que a política, daño y reparación. Unibiblos. Universidad
nombre del “desarrollo” o la “seguridad”, se rompan Nacional de Colombia. Bogotá, 2005.
relaciones, se desestructuren vínculos, y se impongan GARRIDO PEÑA, Fernando. La guerra difusa, los
reglas, actividades, necesidades y consumos que vio- disruptores conceptuales y el humanitarismo militar. En:
lentan valores, costumbres y proyectos. www.ifs.csic.es/foro/Pena2.pdf. Julio 18 de 2005.
GONZALEZ, Fernán. La violencia política y las dificul-
La relación que se establece con comunidades y perso- tades de la construcción de lo público En Colombia:
nas afectadas por la guerra, implica reconocer en ellas una mirada de larga duración. En: Las violencias: in-
su condición de víctimas, termino que define un hori- clusión creciente. Facultad de Ciencias Humanas.
zonte metodológico y ético. Las víctimas, aquellos se- Colección CES. Universidad Nacional de Colom-
res humanos a quienes se les arrebata la posibilidad de bia. Bogotá, 1998.
contar con las certezas y certidumbres mínimas que GUTIÉRREZ, Francisco. “¿Ciudadanos en armas?”. En:
emergen de cierto ordenamiento institucional, social Las violencias: inclusión creciente. Jaime Arocha, Fer-
y simbólico, no son por lo tanto “pacientes”, “dolien- nando Cubiles y Myriam Jimeno (comp.). Facultad
tes”, “clientes”, con quienes nos podemos relacionar de Ciencias Humanas. Colección CES. Universidad
desde la distancia y la indolencia, desde la objetividad Nacional de Colombia. Bogotá, 1998.
y la asepsia. Las víctimas nos interpelan, nos revelan HUMAN RIGHTS WATCH. “Guerra sin cuartel. Co-
los quiebres éticos de la sociedad de la que hacemos par- lombia y el derecho internacional humanitario”. New
te, nos reclaman solidaridad, nos demandan “agencia”, York: 1998. En: http://www.hrw.org/spanish/infor-
nos despojan de seguridades y confianzas, y nos ponen mes/1998/guerra.html#top
de presente la vulnerabilidad de nuestras vidas, es decir, IBÁÑEZ ROJA, Vicente. La sociedad ante la guerra.
nos señalan nuestra situación de potenciales víctimas17 . Mimeo 2000. En: www.psicosocial.net. Julio 19 de
2005.
Desde la perspectiva del trabajo social, trata de com- MARTÍN BARÓ, Ignacio. “La violencia política y la
prenderse que las víctimas no existen por su “incapaci- guerra como causa del trauma psicosocial en el Sal-
dad”, por sus características “subjetivas”. El trabajo en vador”. En: Selección Ignacio Martín – Baró. Psico-
consecuencia, debe ser un aporte para que se identifi- logía social de la guerra. Trauma y terapia. UCA Edi-
quen las condiciones que los “colocan” en dicha situa- tores. San Salvador, 1990.
ción. Este reconocimiento implica por tanto un recha- OSORIO, Flor Edilma. La violencia del silencio. Des-
zo a la caridad y a la asistencia (que ve en el otro al plazados del campo a la ciudad. Pontificia Universi-
desvalido), a la imposición de modelos de otros con- dad Javeriana, Facultad de Ciencias Económicas y
textos y épocas, a la determinación a priori y desde Administrativas. Bogotá, 1993.
fuera (por otros) del daño y de la salida. Implica tam- OSORIO, Tamara y AGUIRRE Mariano. “Un largo y
bién un trabajo por ubicar y reconstruir las identida- dramático camino”. En: Después de la guerra. Un
des, a partir de las responsabilidades propias y de los Manual para la reconstrucción posbélica. Editorial
otros, lo cual supone desplegar y potenciar recursos y Icaria, Barcelona, 2000.
exigir derechos. SAMAYOA, Joaquín. “Guerra y deshumanización: Una
perspectiva psicosocial”. En: Psicología social de la
17
BELLO, Martha y otras. Bojayá, memoria y río: violencia polí- Guerra: trauma y terapia. UCA Editores. San Salva-
tica, daño y reparación. Unibiblos. Universidad Nacional de Co- dor, 1990.
lombia. Bogotá, 2005.

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