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Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani” Tercera Serie, nm, 3, 1° semestre de 1991 LA REVOLUCION FRANCESA Y LA EMERGENCIA DE NUEVAS PRACTICAS DE LA POLITICA: LA IRRUPCION DE LA SOCIABILIDAD POL{TICA EN EL RIO DE LA PLATA REVOLUCIONARIO (1810-1815)* Pitar GonzALez BERNALDO** INTRODUCCION UNA LarGa tradicién historiogréfica vincula a la Revolucién Francesa con los movi- mientos de independencia en Hispanoamérica. Los debates que en relacién a esta fi- liacién se han sucedido fueron subrayando —segiin las prioridades de los distintos “niveles” de la realidad que 1a historiografia iba marcando—, diferentes aspectos que corroboraban esta influencia. Por otra parte, si tomamos la corriente historiogré- fica de la “influencia” en su conjunto podemos notar que a pesar de los distintos as- pectos tratados, y las controversias suscitadas, existe otro punto de confluencia: dos coinciden cn considcrar, implicita o explicitamente, al movimiento de Indepen- dencia como una “revolucién” en los fundamentos del poder politico,! ‘+ Trabajo presentado en el Seminario Intemacional: “La Revolocién Francesa y Chile”, Santiago de Chile, 30 de agosto al I de septiembre de 1989. Agradezco 1 José Carlos Chiaramonte y Zacatias Mou- touk/as por la lectura del texto y vatiosas sugerencias. ** Universidad de Paris ISorbona Instituto de Historia Argentina y Americana/oontceT 1 Las controversias han girado en tomo de la naturaleza del movimiento de independencia y de las ccausas que lo originaron. En el primer caso el debate se centré entre aquellos que consideraban al proce- s0 abierio en mayo de 1810 en Iinea directa con el proceso revolucionario francés —véase, entre otras, para cl siglo x0 la tesis de Bartolomé Mitre sobre la “revolucién republicana” y para el siglo xa Is imer. pretacién de Puiggr6s sobre “la revolucién democritico-burguesa”—, y los que sostenian que sbto habia sido cuestiGn de un desplazamiento del sparato de Estado de un sector de Ia oligarqufa —Ja alta burocra- cia espafiola— en beneficio de las oligarqufas locales (entre otros la tesis de Alberti sobre la “insurrec- in oficial” y para el siglo xxa tesis de Milcfades Pefia sobre “Ia transferencia det poder dentro de una misma clase social”), Respecto de las casas que lo originaron, Ia historiograffa oscil6 entre privilegiar el aspecto intemo (véase entre otros La tesis de John Lynch) o sefialar la especificided de wna revoluci6n producto de repercusiones europeas (Ia tltima versiGn de Halperin Donghi). En ningtin caso se contesta el carécter netamente politico que uo la revoloci6n. Cf. Juan Bautista Alberdi, Escritas Péstumos, Imp. A. Monkes e Impr. J. B. Alberdi, 1895-1901, t. V, Tulio Halperin Donghi, Reforma y disolucién de los imperios ibéricos. 1750-1850, Madsid, Alianza Editorial, 1985, 383 pp.; John Lynch, Las revoluciones ‘Aispanoamericanas. 1808-1826, Barcelona, Ael, 1983 (i*ed., Londres, 1976); Bartolomé Mitre, Histo- ria de Belgrano y de Ia Independencia Argentina, Buenos Aites (1* ed., 1858, 24 ed. completa, 1876- 1878); Milcfades Peiia, Antes de Mayo. Formas sociales de trasplanie espaol al nuevo mundo, Buenos Aires, Ed. Fichas, 1973; Rodolfo Puiggtés, La época de Mariano Moreno, Buenos Aires, Parienén, 1949, dem, De ta colonia a la revolucién, Buenos Aires, Pancenén, 1949. Partiendo entonces de este punto de convergencia proponemos cambiar tam- bién los términos de esa proposicién, apuntando a una cuesti6n poco planteada pero no menos esencial: ghasta qué punto la revolucién de Ja independencia implicé, co- mo en el caso de la Revolucién Francesa, una revoluci6n en las practicas de la politi- ca, mediante la emergencia de formas de sociabilidad politica como las sociedades populares, clubes y sociedades patridticas?2 El propésito de la pregunta no es el de rastrear la irradiacién en el Rio de la Plata de una prdctica cuya difusién formara parte de la propia estrategia de sobrevi- vencia de la Francia revolucionaria, sino el de analizar y comparar las caracteristicas y el sentido que adquieren estas formas de sociabilidad —identificadas con los valo- res revolucionarios— durante los Primeros cinco afios de crisis del vinculo colonial. Propuesta que se justifica por varias razones, En primer término hay que recordar que la irrupcién de la sociabilidad politica en Hispanoamérica es tardia en relacién al proceso revolucionario francés. Para el caso que nos ocupa, hasta 1811 se desco- noce este tipo de formas de sociabilidad asociativa, y aunque se encuentran algunas referencias que seiialan para una fecha anterior la existencia de reuniones secretas con fines conspirativos, su carécter revolucionario es por demés cuestionable y en todo caso corresponderia a lo que Jean Boutier y Phillipe Boutry denominaron “un jacobinismo de opinién que tiende sélo a traducirse en entusiasmo o al extremo en reuniones informales”.3 En segundo término aunque asintamos en cuanto a la filia- cién del modelo, debe repararse en ciertas circunstancias que producen variaciones, como por ejemplo las caracteristicas de sus vias de difusi6n. En el Rio de la Plata és- ta se realiza de manera bastante indirecta ya que se opera via Espafia ¢ incluso, como fue el caso de la Sociedad Patriética de Buenos Aires de 1812, imitando a los patrio- tas caraquefios.4 Nuestro propésito no serd entonces el de corroborar la influencia de 2. Sobre el concepto de sociabilidad como objeto de Ia historia véase Agulhon, Maurice. Prefacio a a nueva ediciGn de Pénitents et francs-macons de i'ancieane Provence, Paris, Fayard, 1984; fdem, “La sociabilité, In sociologie et l'histoire”, en: L’Arc, nim. 65; idem, “La sociabilité est-lle objet d'Hisioire”, en: Frangois, E,, Sociabilité et Societé Bourgeoise en France, en Alemagne et en Suisse (1750-1850), Ac- tas del Coloquio de Badhomburg, 1986; Frangois, E. y Richart, R., “Les formes de sociebilité en Fran- ce", en: Revue d histoire moderne et contemporaine, t. 2200V, jolic-septiembre 1987, pp. 453-472. Para tun anélisis de la sociabilidad dentro de los procesos histéricos y particularmente las formas que surgen con la Revolucign Francesa vase ademés del clésico estudio de Albert Sobool, Les sans-culottes pari- siens en 'an II. Mouvement populaire et gouvernement revolutionaire (1973-1974), Paris, Ud. Seuil, 1968 (i# ed. 1958); Agulhon, Maurice, “Les Asociations depuis le debot du x1x siécle”, en: Agulhon y Bodiguel, M., Les associations au village, Actes Sud, Hubert Nyssen Editeur, 1981, pp. 11-38; "postr, Jean y Boutry, Phillipe, “La diffusion des sociésés politiques en France (1789-an If). Une enquete natio- nale”, en: Annales Historiques de la Révolution Prangaise, septiembre-octubre 1986, pp. 364-398 (todo 1 némero dedicado a las sociedades populares); idem, “Les rociéiés politiques en France de 1789 a Tan IIL: une machine?”, en: Revue d'histoire moderne et contemporaine, t. XXVi, enero-marzo 1989, pp. 29- 67; idem, “La sociabilité politique en Europe et en Amérique &l'époque de la Révotution Frangaise. Ele- ‘ments pour ona approche comparés”, en: ovelle, Michel, “L'lmage de la Revolution Pranqait, coma: nicacién presentada en el Congrés Mondial pour le Bicentenaire de la Révolution, Paris, Pergamon Press, 1989, tomo I, pp. 53-64. 3 Boutier, Jean; Boutry, Phillipe, “La sociabilité politique...”, cit. 4 Encontramos en Ia Gazeta Ministerial (La Gazeta de Buenos Aires, 1810-1821) vasias referencias a los acontecimientos en Venezuela ¢ incluso se reproduce un discurso expuesto en la Sociedad Patridtica de Caracas. “En qué se manifiesta el verdadero origen de las virtudes politicas y morales que caracterizan a las Repdblicas”, en: Gazeta Ministerial del 14 y 21 de agosto de 1812. Véase asimismo El Grito del Sur (Buenos Aires, 1812-1813) del 17 y 24 de noviembre y 1, 8 y 22 de diciembre de 1812. 8 Ja Revolucién Francesa demostrando la filiacién de un modelo asociativo, sino el de interrogamos sobre la particular relacién que se establece en esta provincia, entre ciertas prdcticas sociales y la nueva legitimidad politica, Si hemos elegido el perfodo que va desde 1810 a 1815, se debe a que es espe- cialmente durante estos afios que las nuevas formas de sociabilidad, creadas sobre la base de las redes de relacién que utiliz6 el sector politicamente mas radicalizado de Ta élite local, fueron rpidamente vinculadas con la alternativa mds claramente revo- lucionaria de la insurrecci6n. Las preguntas a partir de las cuales estructuramos nuestra investigacién fueron fundamentalmente dos, {Por qué el proceso revolucionario, que estuvo si no prece- dido al menos acompafiado por una mutacién en las formas de sociabilidad existen- tes, no generé un desarrollo de sociedades populares que apoyaran al gobiemo revo- lucionario, como fue el caso en Francia? Segunda pregunta, comptementaria de la primera: si la implantaci6n del nuevo modelo de sociabilidad asociativa modificé en algo la estructura y mecanismos de acceso al poder, al punto que esa modificacién nos permita identificar la instauracién de la repiblica con Ia creacién de un espacio publico en el seno del cual se producirian y transmitirfan los nuevos valores y préc- ticas democrdticas. Pregunta cuya aparente ret6rica apunta a reflexionar sobre la pa- radoja de la instauracién de los regimenes republicanos en las antiguas colonias espajiolas, para la cual Alberto Edwards encontré una simple y reveladora explica- cién: “la Repiiblica result6 aqui de la falta de dinastia, no de un movimiento demo- critico efectivo”.S Sin embargo su interpretacién, aunque contundente, no anula el problema aqui planteado. Pues desde nuestra perspectiva cabe preguntarse por el papel que juega en ese marco la implantacién de nuevas formas de sociabilidad, pricticas que en Francia significaron una verdadera revolucién en los cédigos culturales de relacién y en el imaginario que les daba sentido, asf como en las concepciones y las practicas de la politica, En otros términos, gen qué medida su difusién en el Rio de la Plata autoriza a hablar de una democratizacién de las estructuras del poder e incluso del surgimiento de un espacio piblico a partir del cual se abricra el juego politico? Y si no fue asf, gpor qué las mismas formas democrdticas funcionan como Ambito de aculturacién politica allende el océano y no en ultramar? El primer reflejo —adquitido a partir de las mdltiples lecturas de Los escritos de Maurice Agulhon— fue el de preguntarnos por el campo relacional en el cual las nucvas formas van a irrumpir. Aqui topamos con nuestro primer obstéculo que deri- va del poco interés que esta cuestién ha suscitado entre Ios colonialistas.6 De suerte que nos vemos en la necesidad de trazar unas primeras lineas generales a partir de Jos datos encontrados en investigaciones destinadas a otros problemas. Conviene re- 5. Edwards, Alberto, La fronda aristocrdtica, Santiago de Chite, Ed, del Pacifico, 1976, p. 32. © La bibliografia bisica sigue siendo José Torre Revello, principalmente Crénicas del Buenos Ai- res colonial, Buenos Aires, Ed. Bajel, 1943, 328 pp.; Del Montevideo del siglo xv: fiestas y costum- bres..., Montevideo, Imp. El Siglo Hustrado, 1929, 92 pp.; Los teatras en Buenos Aires del siglo Xvi, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras, Instituto de Filologias, 1945. Un anilisis tradicional pero bien documentado sobre la vida asociativa Io encontramos en Juan Canter, “Las sociedades secretas y li- terarias”, en: Historia de a Nacién Argentina, Buenos Aires, Imp. de In Universidad, Academia Nacio- nal de la Historia, 1939, vot. 5, sec. I, pp. 245-423; véase también Carlos Ibarguren, Las sociedades lite- rarias y la Revolucién Argentina (1800-1825), Buenos Aires, Espasa Calpe, 1937. cordar estas circunstancias que explican ef diferente grado de precisién en cl texto entre la primera parte introductoria y aquella destinada a presentar los resultados de nuestra investigacién, Para el desarrollo de Ja misma construimos un corpus’ docu- mental con fuentes de naturaleza bien diversa, como son la prensa periddica, las memorias y los archivos de las instituciones piblicas, aspecto que se ha tenido en cuenta en el tratamiento de dichas fuentes. I, La CIUDAD COLONIAL DE COMIENZOS DEL SIGLO XIX: PRIMEROS ATISBOS DE INSTAURACION DE UN ESPACIO POBLICO ‘Una de las condiciones necesarias para el desarrollo de la sociabilidad politica es la existencia de un espacio piiblico si no promovido, al menos tolerado por la autori- dad. Las investigaciones destinadas al estudio de este fendmeno en las sociedades europeas de Antiguo Régimen muestran que la creacion de un espacio Piblico no necesatiamente produce sociabilidad revolucion: Condicién necesaria pero no suficiente,.. ello nos ileva a dirigir nuestra atencién hacia la estructura de socia- bilidad portefia de comienzos del siglo xix. En Jo que hace a las formas de sociabilidad informal, junto a los tradicionales lugares piiblicos de reunién como plazas, mercados, iglesias y pulperias, vemos apa- recer hacia fines del siglo xvi nuevos ambitos de encuentro como los cafés, billares y hoteles que comienzan a adquirir especificidad en cuanto a su clientel’ ‘extranje- Tos y jévenes miembros de la élite colonial) y a su funcién social (relactonada con el surgimiento de la prensa periGdica), Es interesante sefialar que paralelamente a la implantacién de este nuevo espacio y hAbito de sociabilidad que pronto adquicre una definicién social, los encuentros en las pulperfas —que podrian considerarse como ¢l antepasado inmediato de la sociabilidad masculina en lugares de expendio de be- bidas— se distinguiran como practicas claramente popul ves... y delictivas, De este mado si la legislacién sobre “vagos y mal entretcnidos” es antigua como la colonia, las disposicioncs que comicnzan a prestar particular atencién a las pulperias datan de fines del siglo xvi, momento en que estos lugares comenzaban a ser desertados por la “clase decente”. Encontramos asi, en el Reglamento de Comercio que dicté et vi- rey Arredondo en 1790 una explicita alusién a las reuniones en pulperias: 1. No permitird en su casa personas vagas ni malentretenidas que conocicre sin oficio ni licito destino dard noticia al Alcalde de Barrio. [...] 3. No consentiré junta de gentes, guitarras, juegos de naipes ni otro alguno aun de los permitidos por Reales Pragmaticas ni mucho menos que hayan corrillos a su puerta pena de diez pesos al pulpero, al esclavo de cincuenta azotes y a cualquicra otra persona de veinte dias de cércel...7 Respecto de [a sociabilidad asociativa, prima hacia fines del xvi, tanto entre la cla- se “decente” como entre la plebe urbana blanca y de color, la participacién en aso- 7 Bossio, Jorge Alberto, Historia de las pulperias, Buenos Aires, Ed. Plus Ultra, 1972, pp. 65-96; dem, Los cafés de Buenos Aires, Buenos Aires, Ed. Shapire, 1968. 10 ciaciones religiosas de fines multiples. Ya sea las Cofrad{fas de oficio (éstas se desa- rrollaron principalmente entre la poblacién negra donde se encuentra buena parte del artesanado urbano)* como las Cofradias-asociaciones, destinadas a administrar los bicnes de la iglesia o a organizar la procesién de su santo patrono —¢s ¢l caso de la Hermandad de la Caridad, la Cofradia de Nuestra Sefiora del Rosario, la Archicofra- dia de Nuestra Sefiora del Rosario y la Hermandad del Santisimo Sacramento, En principio estas asociaciones agrupan distintos sectores sociales que comparten la de- vocin a un mismo santo. Sin embargo, Susan Socolow sugiere que hacia mediados del siglo xvut se perciben ciertas modificaciones dentro de las mismas, con la apari- cién de una nueva forma de asociacién religiosa: la Tercera Orden. La raz6n que ex- plica la creacién de una nueva asociaci6n que cumple la misma funcién que las co- fradias-asociaciones responde, segiin Susan Socolow, a un mecanismo de diferencia- cién social por el cual los integrantes de las altas jerarquias sociales abandonan aquellas asociaciones demasiado ampliadas en su base, para reproducir un mismo. h4bito asociativo entre pares. Para comienzos del siglo x1x alrededor del 40% de los grandes comerciantes pertenecfan a una Tercera Orden, acompafiados en ellas por los altos rangos de la oficialidad.? Podriamos preguntarnos si cl mismo mecanismo, descripto por Socolow,!° pucde explicar una importante innovacién que se opera en la estructura de sociabilidad de la clase decente hacia comienzos del siglo xix, con el proyecto de creacién de Ja primera forma asociativa de “tipo contractual” y con fines socioculturales. Es el caso dei proyecto de creacién de la Sociedad Patri6tico Literaria y Eco- némica de 1801, sobre cuya constitucién no tenemos pruebas efectivas. Poseemos sin embargo el proyecto de constitucién propuesto por Cabello y Mesa y Ia lista de los suscriptores al Telégrafo Mercantil, primer periddico aparecido en Buenos Aires en 1801 y redactado por el mismo autor. Lista dentro de la cual encontramos al gru- Po que, rcunido en tomo del periddico, proyecta la creacién de la Sociedad. En la lista figuran micmbros de [a alta burocracia colonial como Juan de Almagro, Martin Joseph de Altolaguirre, Matias de Bernal, Pedro José de Ballesteros, Antonio Ca- rrasco, Manuel Gallegos y Antonio Olaguer Felid, junto a los cuales encontramos exponentes del grupo de grandes comerciantes como Miguel de Azcuénaga, Juan Antonio Santa Coloma, etcétera.1t © CE. Andrews, George R., Forgotten but not gone: The Afro-Argentines of Buenos Aires, 1800- 1900, The University Ciscousin Press, 1980; Johnson, Lyman, “The artisans of Buenos Aires during the Viceroyalty, 1776-1810", Ph D dissertation, University of Connecticut, 1974 (inédita); (dem, “The Sil- versmiths of Buenos Aires: A Case Study in the Failure of Corporate Social Organization”, en: Journal of Latin America Studies, 8, pp. 181-213. 9 CE. Socolow, Susan, The marchats of Buenas Aires, 1778-1810, Londres, Cambridge University Press, 1978, p. 94. 19 Conviene recordar que ésta es una problemética secundaria dentro de su investigacién, y por lo tanto no suficientemente probada. Aclaremos por lo demés que las afimmaciones de Socolow no preten-

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