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Noche de los cuchillos largos


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Para la matanza ocurrida en la Britania del siglo V, véase Noche de los cuchillos
largos (artúrica).
No debe confundirse con Noche de los cristales rotos.

Las Sturmabteilung promovían actos de violencia callejera contra judíos, comunistas


y socialistas que eran apoyados por una parte de la población.1
La noche de los cuchillos largos23 (en alemán: Nacht der langen Messer) u Operación
Colibrí fue una purga política que tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el
1 de julio de 1934, cuando el régimen nazi, dirigido por Adolf Hitler, llevó a cabo
una serie de asesinatos políticos. Se puede incluir dentro del marco de actos que
realizó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán para apoderarse de todas las
estructuras del Estado alemán. Muchos de los que fueron asesinados esos días
pertenecían a las Sturmabteilung (SA), una organización paramilitar nazi. Hitler se
opuso a las SA y a su líder, Ernst Röhm,4 porque percibía la independencia de las
SA y la inclinación de sus miembros hacia la violencia callejera como una amenaza
contra su poder. Hitler, además, quería el apoyo de los jefes de la Reichswehr, la
organización militar oficial de Alemania, que temían y despreciaban a las SA y, en
particular, la ambición de Röhm para que las SA absorbieran a la Reichswehr bajo su
liderazgo. Finalmente, Hitler usó la purga para atacar o eliminar a los críticos
con su régimen, especialmente contra aquellos que eran leales al vicecanciller
Franz von Papen, y para vengarse de sus antiguos enemigos.

Murieron en el suceso al menos 85 personas, aunque el número total de fallecidos


pudo ascender a cientos,56 y más de mil oponentes al régimen fueron arrestados.5La
mayor parte de los asesinatos los llevaron a cabo las SS (Schutzstaffel), un cuerpo
de élite nazi, y la Gestapo (acrónimo de Geheime Staatspolizei: ‘policía secreta
del Estado’), la policía secreta del régimen. La purga reforzó y consolidó el apoyo
de la Reichswehr a Hitler, aportando fundamentos jurídicos al régimen, ya que las
cortes alemanas rápidamente dejaron a un lado cientos de años de prohibición de
ejecuciones extrajudiciales para demostrar su lealtad al régimen.

Antes de la ejecución, quienes la planearon se referían a ella como «Colibrí» (en


alemán: Kolibri), ya que esta era la contraseña que se usaría para enviar a los
escuadrones de ejecución el día elegido.7 Parece ser que el nombre en clave de la
operación fue elegido arbitrariamente. La frase «noche de los cuchillos largos» en
alemán es anterior a esta masacre y se refiere en general a cualquier acto de
venganza. Su origen podría estar en la matanza de los hombres de Vortigern por los
mercenarios anglos, sajones y jutos del mito del rey Arturo, que recibió el mismo
nombre.8 Actualmente, los alemanes aún usan el término Röhm-Putsch («Golpe de
Röhm») para describir este suceso. Este es el nombre que usaron durante el régimen
nazi para indicar que los asesinados tenían que ser necesariamente eliminados para
evitar un golpe de Estado. Muchos autores alemanes suelen entrecomillar este nombre
o nombrarlo como el así llamado «Röhm-Putsch».9

Índice
1 Contexto histórico
1.1 Hitler y las Sturmabteilung
1.2 Conflicto entre el ejército y las SA
1.3 Aumento de la presión contra las SA
2 La purga
2.1 Contra los conservadores y los antiguos enemigos
2.2 El asesinato de Röhm
3 Consecuencias
3.1 Reacción
4 Principales víctimas de la purga
5 La noche de los cuchillos largos en el cine
6 Véase también
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Contexto histórico
Hitler y las Sturmabteilung
El presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler canciller el 30 de enero de
1933.10 A lo largo de los meses siguientes, durante la llamada Gleichschaltung
(«Sincronización» en alemán), Hitler logró prohibir todos los partidos políticos
rivales de Alemania, y en el verano de ese mismo año, el país se había convertido
en un Estado unipartidista bajo el control del partido único, el Partido Nazi. Sin
embargo, pese a la rápida consolidación de su autoridad política, Hitler no ejercía
el poder absoluto. Como canciller, no lideraba el ejército, que estaba subordinado
a Hindenburg, un respetado mariscal que se encontraba débil y senil. Aunque muchos
militares estaban impresionados por las promesas de Hitler sobre un ejército mayor
y mejor y una política exterior más agresiva, el ejército se mantuvo independiente
durante los primeros años del régimen nazi.

Logotipo de las Sturmabteilung.


Las SA, una organización paramilitar, se mantenían autónomas respecto al Partido
Nazi. Ésta evolucionó a partir del movimiento de los Freikorps surgido tras la
Primera Guerra Mundial. Los Freikorps eran una organización nacionalista compuesta
básicamente por veteranos alemanes desencantados y enfadados que creían que su
gobierno había traicionado a Alemania y los había vendido a los países enemigos al
rendirse y aceptar los humillantes términos del Tratado de Versalles. Los Freikorps
se opusieron a la nueva República de Weimar. Ernst Röhm era su comandante en
Baviera, donde recibió el sobrenombre del Rey de las metralletas de Baviera porque
era el responsable de almacenar y repartir metralletas ilegales a las unidades de
los Freikorps. Posteriormente se convirtió en jefe de las SA. Durante las décadas
de 1920 y 1930, las SA funcionaron como una milicia privada que Hitler usaba
preferentemente contra reuniones de comunistas. También conocidos como «camisas
pardas», los miembros de las SA se hicieron muy notables por sus batallas
callejeras contra los comunistas.11 Las confrontaciones violentas entre los dos
grupos contribuyeron a la desestabilización del experimento democrático de la
Alemania de entreguerras, conocido como República de Weimar.12 En junio de 1932,
uno de los peores meses de violencia política, hubo más de 400 altercados
callejeros, que causaron 82 muertes.13 Esta desestabilización fue crucial en el
ascenso de Hitler al poder, sobre todo porque aseguró que si llegaba a la
cancillería, acabaría con la violencia.

El nombramiento de Hitler como canciller, seguido de la supresión de todos los


partidos políticos menos el nazi, redujo, aunque no terminó, con la violencia de
los camisas pardas. Estos últimos, desprovistos de mítines comunistas que
interrumpir y acostumbrados a la violencia, a menudo protagonizaron altercados
callejeros. Golpeaban a los viandantes y posteriormente se enfrentaban a los
policías que acudían a terminar con los altercados.14 En 1933 hubo numerosas quejas
del comportamiento de los miembros de las SA; incluso el Ministerio de Exteriores
alemán se quejó de los ataques a diplomáticos extranjeros.15Este comportamiento
molestaba a los elementos más conservadores de la sociedad, como el ejército.

El siguiente movimiento de Hitler fue reforzar su posición con respecto al ejército


enfrentándose a sus enemigos, las SA.16El 6 de julio de 1933, ante un grupo de
oficiales nazis de alto rango, Hitler declaró que, tras el triunfo del
nacionalsocialismo en Alemania, debían consolidar el poder. En ese discurso afirmó
que «La corriente revolucionaria no se ha detenido, pero debe ser canalizada en el
seguro curso de la evolución».17
El discurso de Hitler señaló su intención de frenar a las SA, cuyo poder había
crecido rápidamente en los años 1930. Este no era un objetivo fácil, ya que las SA
habían aportado muchos de los votos que había recibido el Partido Nazi. Las SA
registraron un gran crecimiento en sus filas durante la Gran Depresión, cuando
muchos alemanes perdieron la fe en las instituciones tradicionales y habían
conseguido llenar de fervor nacionalista y solidario a la clase media.18 Muchos de
sus miembros creían en la promesa del nacionalsocialismo y esperaban que el régimen
nazi tomase medidas económicas más radicales, tales como acabar con las grandes
fincas de la aristocracia. El hecho de que el gobierno no llevase a cabo tales
reformas desilusionó a aquellos que esperaban una revolución económica ligada a la
política.19

Conflicto entre el ejército y las SA


La voz más disconforme con la situación y la que pedía con más insistencia la
continuación de la revolución alemana era la de Röhm.20 Como uno de los primeros
miembros del partido nazi, Röhm había participado en el Putsch de Múnich, el
fallido intento de Hitler de alcanzar el poder por la fuerza en 1923. Era un
veterano de la Primera Guerra Mundial que alardeaba de que ejecutaría a doce
hombres por cada camisa parda asesinado.21 Röhm veía la violencia como un medio
para alcanzar fines políticos. Se tomó muy en serio la promesa socialista[cita
requerida] del nacionalsocialismo y pedía a Hitler y al resto de los líderes del
partido que iniciasen una reforma a gran escala en Alemania.

No contento con la simple dirección de las SA, Röhm presionó al canciller alemán
para que lo nombrase Ministro de Defensa, un cargo que ejercía el general Werner
von Blomberg.22 Aunque algunos críticos lo apodaban el «León de Goma» por su
devoción a Hitler, Blomberg no era nazi y, por tanto, representaba el nexo de unión
entre el ejército y el partido. Blomberg y muchos de sus oficiales fueron
reclutados entre la nobleza prusiana y consideraban que los miembros de las SA eran
plebeyos que amenazaban el tradicional alto estatus del que gozaban los miembros
del ejército en la sociedad alemana.23

Ernst Röhm fue el principal dirigente de las SA. Sus ambiciones políticas y el
recelo que inspiraba en los líderes nazis fueron unos de los principales motivos
que llevaron a la «Operación Colibrí».
Si el ejército regular mostraba desagrado por las masas que pertenecían a las SA,
muchos camisas pardas sentían la misma aprensión hacia el ejército, ya que no lo
veían suficientemente comprometido con la revolución nazi. Max Heydebreck, un líder
de las SA en Rummelsburg, denunció al ejército ante sus compañeros, diciéndoles que
«Algunos de los oficiales del ejército son unos cerdos. La mayoría de los oficiales
son demasiado viejos y necesitan ser reemplazados por jóvenes. Nosotros queremos
esperar hasta que Papá Hindenburg muera, y entonces las Sturmabteilung marcharán
contra el ejército.»24

Pese a la hostilidad entre los camisas pardas y el ejército, Blomberg y otros


militares veían las SA como una fuente de reclutas para un mayor y revitalizado
ejército. Röhm, sin embargo, quería eliminar a los aristócratas prusianos de los
altos mandos, siendo las SA el centro del nuevo ejército. Limitado por el Tratado
de Versalles a 100.000 soldados, los jefes del ejército observaban nerviosos cómo
los miembros de las SA sobrepasaban los tres millones de hombres a principios de
1934.25 En enero de ese año Röhm presentó un memorando a Blomberg en el que pedía
que las SA reemplazasen al ejército regular como fuerza nacional y que la
Reichswehr se convirtiese en parte de las SA.26

En respuesta, Hitler se encontró con Blomberg y los jefes de las SA y las SS el 28


de febrero. Bajo la presión del canciller, Röhm firmó a regañadientes un documento
según el cual reconocía y acataba la supremacía de la Reichswehr sobre las SA.
Hitler anunció a los presentes que las SA actuarían como fuerza auxiliar del
ejército y no al contrario. Después de que Hitler y la mayor parte de los oficiales
del ejército hubieran abandonado la sala, Röhm afirmó que no aceptaría órdenes de
«ese ridículo cabo», en referencia a Hitler.27 Aunque Hitler no tomó ninguna acción
inmediata contra Röhm por su estallido impertinente, este suceso ahondó la brecha
entre ambos.

Aumento de la presión contra las SA


Pese al acuerdo con Hitler, Röhm seguía albergando la idea de un nuevo ejército
alemán dirigido por las SA. En la primavera de 1934, esta idea entró en conflicto
directo con el plan de Hitler de consolidar su poder y ampliar la Reichswehr.
Debido a que sus respectivos planes eran contradictorios, Röhm solo podría tener
éxito a expensas de Hitler. Como resultado, se produjo una disputa dentro del
partido entre Röhm y los más cercanos al canciller, incluidos el líder prusiano
Hermann Göring, el ministro de Propaganda Joseph Goebbels, el jefe de las SS,
Heinrich Himmler, y el ayudante de Hitler, Rudolf Hess.

Todos estos hombres eran veteranos del movimiento nazi y apoyaban a Hitler por ser
su líder. Sin embargo, Röhm continuó mostrando su independencia y su poca lealtad
al canciller alemán. La irritación de Röhm por la burocracia del partido molestaba
a Hess. La violencia de las SA en Prusia preocupaba en gran medida a Göring, Primer
Ministro prusiano.28 Para aislar a Röhm, el 20 de abril de 1934, Göring transfirió
el control de la policía política de Prusia a Himmler, quien, según creía Göring,
sería un buen apoyo contra Röhm.29 Himmler envidiaba la independencia y el poder de
las SA, aunque él mismo a la vez había comenzado la reconversión de las SS, desde
un grupo de guardaespaldas de los líderes nazis a un cuerpo de élite leal a él y a
Hitler. Esta lealtad se mostró muy útil cuando la cúpula nazi decidió actuar contra
Röhm y las SA.

Franz von Papen fue vicecanciller durante los primeros años del régimen nazi, y uno
de sus principales críticos.
Las peticiones a Hitler de que limitase el poder de las SA aumentaron. El ala más
conservadora del ejército, la industria y el partido pusieron a Hitler bajo presión
para que redujese la influencia de las SA y actuase contra Röhm. Lo que más les
preocupaba de Röhm eran sus ambiciones políticas, incluso más que su
homosexualidad, algo conflictivo para la tendencia nacional-socialista. El 17 de
junio, Franz von Papen encabezó estas demandas en un discurso en la Universidad de
Marburgo en el que avisaba del peligro de una segunda revolución.30 Privadamente,
Von Papen, un aristócrata católico con lazos con la industria y el ejército,
amenazó con dimitir si Hitler no actuaba.31 Aunque su dimisión como vicecanciller
no amenazaba la posición de Hitler, sería, sin embargo, una vergonzosa muestra de
discrepancias dentro del partido.

En respuesta a la presión conservadora, Hitler partió hacia Neudeck para reunirse


con Hindenburg. Blomberg, quien se encontraba con el presidente, reprochó a Hitler
no haber actuado antes contra Röhm. Le dijo al canciller que Hindenburg se estaba
planteando declarar la ley marcial y ceder el gobierno al ejército si Hitler no
actuaba contra los camisas pardas.32 Hitler llevaba meses dudando si enfrentarse o
no a Röhm, debido al gran poder de este último como líder de una milicia con tres
millones de miembros. Sin embargo, la amenaza de Hindenburg, única persona en
Alemania con autoridad para deponerlo, de declarar la ley marcial, fue crucial para
que se decidiese a actuar. Abandonó Neudeck con la intención de destruir a Röhm y
arreglar cuentas pendientes con antiguos enemigos. Tanto Himmler como Göring se
alegraron de la decisión de Hitler, ya que tenían mucho que ganar con la caída del
líder de las SA: Himmler, la independencia de las SS; Göring, la eliminación de
cualquier rival para conseguir el mando del ejército.33

Durante la preparación de la purga, tanto Himmler como su ayudante Reinhard


Heydrich, jefe del Servicio de Seguridad de las SS, redactaron un expediente con
pruebas de que Röhm había recibido de Francia doce millones de marcos para derrocar
a Hitler. Los principales oficiales de las SS recibieron el 24 de junio el
expediente falsificado, en el que se mostraba cómo pretendía usar Röhm a las SA
contra el gobierno, lo que pasó a conocerse como Röhm-Putsch, el Golpe de Röhm.34
Mientras, Göring, Himmler, Heydrich y Lutze -por órdenes de Hitler- crearon listas
de personas pertenecientes y sin vinculación a las SA que querían asesinar. El 27
de junio Hitler se aseguró la cooperación del ejército.35 Blomberg y el general
Walter von Reichenau consiguieron expulsar a Röhm de la Liga de Oficiales Alemanes
y pusieron al ejército en alerta.36 Hitler se sentía suficientemente seguro en su
posición como para acudir a una boda en Essen, aunque apareció agitado y
preocupado. Desde allí llamó al adjunto de Röhm en Bad Wiessee y ordenó a los jefes
de las SA que se reuniesen con él el 30 de junio.33

La purga
Aproximadamente a las cuatro y media de la mañana del 30 de junio de 1934, Hitler y
su entorno volaron a Múnich. Desde el aeropuerto se trasladaron al Ministerio del
Interior de Baviera, donde se reunieron con los líderes de las SA responsables de
los disturbios que se habían producido la noche anterior. Enfurecido, Hitler
arrancó las charreteras de la camisa de Obergruppenführer de Schneidhuber, el jefe
de la policía de Múnich, por haber fallado en su misión de mantener el orden en la
ciudad. Schneidhuber fue ejecutado el día siguiente.37 Mientras los «camisas
pardas» eran conducidos a la cárcel, Hitler reunió a numerosos miembros de las SS y
de la policía y fue al Hotel Hanselbauer (actual Lederer am See), en Bad Wiessee,
donde Röhm y sus seguidores estaban esperando.38

En Bad Wiessee, Hitler en persona arrestó a Röhm y otros altos cargos de las SA.
Según Erich Kempka, uno de los hombres presentes en la redada, Hitler encontró a
Röhm con dos detectives portando sendas pistolas con los seguros quitados, y las SS
encontraron al líder de las SA de Breslau, Edmund Heines, en la cama con un soldado
de las SA de 18 años.39 Goebbels hizo hincapié en estos datos en la propaganda
posterior para justificar la purga como un golpe a la inmoralidad.40Tanto Heines
como su compañero fueron asesinados en la habitación en la que fueron descubiertos
por orden directa de Hitler.37 Mientras tanto, las SS arrestaban a un gran número
de jefes de las SA cuando bajaban del tren que habían tomado para acudir a la
reunión con Röhm.41 El comandante de las SA en Berlín, Karl Ernst, fue ejecutado
por participar en la supuesta conspiración, aunque en ese momento se encontraba
pasando la luna de miel.37

El hecho de que no hubiese existido en ningún momento ningún plan de Röhm para
derrocar al régimen no evitó que Hitler denunciase a los líderes de las SA.40Al
volver a la sede del partido en Múnich, Hitler se dirigió a la gente allí
congregada. Consumido por la rabia, Hitler denunció «la peor traición de la
historia». El canciller contó a la muchedumbre que «los sujetos indisciplinados y
desobedientes y los elementos asociales y enfermos serían inhabilitados». El
gentío, que incluía a numerosos miembros de las SA que habían conseguido escapar de
las detenciones, aplaudieron estas palabras. Hess, presente entre la multitud,
incluso se ofreció voluntario para disparar él mismo a los traidores.41 Goebbels,
quien había estado con Hitler en Bad Wiessee, puso en marcha la última fase del
plan. Cuando volvió a Berlín, telefoneó a Göring y le dijo la palabra clave,
Kolibri, para ordenar la salida de los escuadrones de ejecución en busca de sus
víctimas desprevenidas.40

Contra los conservadores y los antiguos enemigos


El régimen no se limitó a purgar las SA. Habiendo encerrado previamente en prisión
o exiliado a los más destacados líderes socialdemócratas y comunistas, Hitler
aprovechó la ocasión para actuar contra los conservadores, en los que consideraba
que no podía confiar. Entre ellos figuraban el vicecanciller von Papen y los de su
círculo más cercano. En Berlín, una unidad armada de las SS irrumpió en la
vicecancillería por orden de Göring. Oficiales de la Gestapo que acompañaban a este
grupo de las SS dispararon al secretario de von Papen, Herbert von Bose, sin
molestarse en arrestarlo primero. La Gestapo no se detuvo y posteriormente ejecutó
a Edgar Jung, el autor del discurso de von Papen en Marburgo y se deshicieron de su
cuerpo enterrándolo en una zanja.42 La Gestapo también mató a Erich Klausener, el
líder de Acción Católica, muy cercano a von Papen.37 El vicecanciller fue arrestado
asimismo pese a sus protestas de que él no podía ser detenido. Aunque Hitler ordenó
que fuese puesto en libertad pocos días después, von Papen no volvió a atreverse a
criticar al régimen nazi.43

Hitler, Göring y Himmler también enviaron a la Gestapo contra sus enemigos


personales. Kurt von Schleicher, el canciller que había precedido a Hitler, y su
mujer fueron asesinados en su casa, como también lo fueron Gregor Strasser, un
antiguo nazi que había enfadado a Hitler al salirse del partido en 1932, y Gustav
Ritter von Kahr, el antiguo staatskomissar (comisario de Estado) de Baviera que
acabó con el golpe de Estado de 1923.44 La muerte de von Kahr fue especialmente
cruel: su cuerpo fue hallado en un bosque fuera de Múnich; había sido golpeado con
picos hasta la muerte. El asesinato incluyó, al menos, una víctima accidental:
Willi Schmid, el crítico de música del Münchner Neuste Nachrichten, un periódico de
Múnich. La Gestapo lo confundió con Ludwig Schmitt, un antiguo seguidor de Otto
Strasser, el hermano de Gregor Strasser.45 Esta ola de violencia desmedida fue uno
de los motivos por los que se temía a la Gestapo como policía secreta nazi.

El asesinato de Röhm
El líder de las SA fue retenido brevemente en la prisión Stadelheim de Múnich,
mientras Hitler decidía qué le sucedería. Por un lado, los servicios prestados al
régimen nazi estaban a su favor, y, por otro, no podía permanecer en la cárcel
indefinidamente y un juicio público podría abrir una investigación sobre la
purga.46 Al final Hitler decidió que Röhm debía morir. El 1 de julio, a instancias
de Hitler, Theodor Eicke, comandante del campo de concentración de Dachau, y el
oficial de las SS Michael Lippert visitaron a Röhm. Una vez dentro de la celda de
Röhm, le tendieron una pistola cargada y le dijeron que tenía diez minutos para
suicidarse o que ellos lo harían por él. Röhm objetó que «si tenía que morir, que
lo hiciese Hitler en persona».37 Al no haber oído ningún disparo en el tiempo
acordado, volvieron a la celda y lo encontraron de pie y con el pecho desnudo,
desafiándolos.47 Lippert le disparó a quemarropa.48

Consecuencias

Hitler triunfante pasa revista a los miembros de las SA con motivo del congreso del
partido en Núremberg en 1935, algo que el Führer hacía continuamente.
Como la purga había costado la vida a tantos alemanes importantes, fue imposible
mantenerla en secreto. En un principio, sus ideólogos no se pusieron de acuerdo en
cómo manejar el asunto. Göring ordenó a la policía quemar todos los documentos
relacionados con la masacre.49Goebbels, por su parte, intentó evitar que los
periódicos publicasen las listas de muertos, aunque el 2 de julio usó la radio para
describir cómo Hitler había evitado que Röhm y Schleicher diesen un golpe de Estado
y llevasen al país al caos.45 El 13 de julio, Hitler justificó la purga en un
discurso retransmitido a nivel nacional al ejército:50

En esta hora yo era responsable de la suerte de la nación alemana, así que me


convertí en el juez supremo del pueblo alemán. Di la orden de disparar a los
cabecillas de esta traición y además di orden de cauterizar la carne cruda de las
úlceras de los pozos envenenados de nuestra vida doméstica para permitir a la
nación conocer que su existencia, la cual depende de su orden interno y su
seguridad, no puede ser amenazada con impunidad por nadie. Y hacer saber que en el
tiempo venidero, si alguien levanta su mano para golpear al Estado, la muerte será
su premio.51
Interesado en presentar la masacre como una actuación legal, Hitler consiguió que
su gabinete aprobase un decreto el 3 de julio en la que se declaraba que «las
medidas tomadas el 30 de junio, el 1 y el 2 de julio para evitar asaltos
traicioneros son legales como actos de autodefensa por parte del Estado».52 El
ministro de Justicia del Reich, Franz Gürtner, un conservador que había sido
ministro bávaro de Justicia durante la República de Weimar, demostró su lealtad al
nuevo régimen redactando el decreto, lo que concedió carácter legal a la purga. Fue
convertido en ley por el ministro del Interior, Wilhelm Frick. La «Ley Referente a
Medidas de Autodefensa del Estado» legalizaba retroactivamente los asesinatos
cometidos durante la purga.53 La fuerza legal del régimen se hizo más importante
cuando el principal jurista de Alemania, Carl Schmitt, escribió un artículo
defendiendo el discurso del 13 de julio de Hitler. El artículo se titulaba «El
Führer defiende la Ley».54

Reacción
El ejército aplaudió casi por unanimidad el proceso llevado a cabo en la «noche de
los cuchillos largos» pese a que supuso la muerte de dos de sus generales, Kurt von
Schleicher y Ferdinand von Bredow, ambos notablemente reconocidos. El enfermo
presidente Paul von Hindenburg, el mayor héroe militar de Alemania, envió un
telegrama expresando su «profunda gratitud».55 El general Von Reichenau llegó a
confirmar públicamente la mentira de que Von Schleicher estuviera conspirando para
derrocar al gobierno. El apoyo del ejército a la purga, sin embargo, tuvo numerosas
consecuencias a largo plazo. La humillación de las SA puso fin a la amenaza que
suponía para la Reichswehr pero, al mantenerse al lado de Hitler durante la purga,
vinculó estrechamente al ejército con el régimen nazi.56 Un capitán retirado, Edwin
Planck, pareció darse cuenta de esto al decirle a su amigo, el general Werner von
Fritsch: «si miras sin mover un dedo, sufrirás la misma suerte antes o después».57
Otra excepción dentro del ejército fue el mariscal de campo August von Mackensen,
quien criticó los asesinatos de von Schleicher y Bredow en la reunión anual del
Estado Mayor en febrero de 1935.58

Sin una prensa independiente que informase sobre el suceso de la purga, los rumores
sobre la noche de los cuchillos largos se propagaron rápidamente. Muchos alemanes
escucharon las noticias oficiales, dirigidas por Goebbels, con gran escepticismo.
Al mismo tiempo, sin embargo, muchos otros aceptaron las palabras del régimen y
creyeron que Hitler había salvado a Alemania del caos.59Luise Solmitz, una
profesora de Hamburgo, reflejó los sentimientos de muchos alemanes cuando escribió
en su diario sobre la valentía, decisión y efectividad de Hitler, incluso lo
comparó con Federico II el Grande, el legendario rey de Prusia.5 Otros estaban
horrorizados por la escalada de ejecuciones y la relativa permisividad de muchos de
sus compatriotas. A muchos no se les escapó que la mayoría de las víctimas habían
jugado un papel importante en el ascenso de Hitler al poder.60 La importancia de la
masacre y la ubicuidad de la Gestapo llevaron a todos aquellos que no aprobaban la
purga a guardar silencio con respecto a ella.

Hitler nombró a Victor Lutze como sustituto de Röhm al frente de las SA. El
canciller le ordenó poner fin a la homosexualidad, al libertinaje y la embriaguez
en la organización.61Hitler le dijo expresamente que terminase con el uso de
recursos económicos de las SA en limusinas y banquetes, que consideraba evidencias
de la extravagancia del cuerpo.61Lutze, un hombre débil, hizo poco por conseguir la
independencia de las SA, que fue perdiendo poder progresivamente en la Alemania
nazi. El régimen hizo retirar el nombre de Un de todas las hojas de las dagas
decorativas de las SA y sustituirlo por las palabras Blut und Ehre («Sangre y
Honor», en alemán). El número de miembros descendió de tres millones en 1934 a 1,2
millones en 1938.62

La noche de los cuchillos largos representó el triunfo de Hitler y un punto de


inflexión en el gobierno alemán, estableciéndose la figura del canciller como «juez
supremo del pueblo alemán». Posteriormente, en 1942, Hitler adoptó formalmente este
título. Se suprimieron las leyes que prohibían los asesinatos extrajudiciales. Pese
a algunos esfuerzos iniciales de algunos fiscales de tomar acciones legales contra
aquellos que llevaron a cabo los asesinatos, las cuales fueron rápidamente
anuladas, parecía que ninguna ley podría limitar a Hitler el uso del poder.63 La
noche de los cuchillos largos también sirvió para enviar un claro mensaje al
público de que ni los alemanes más destacados eran inmunes al arresto o incluso la
ejecución si el régimen nazi los consideraba una amenaza.

Principales víctimas de la purga


Víctimas de la noche de los cuchillos largos
Ernst Röhm
General Jefe
de las SA.
Bundesarchiv Bild 102-15282A, Ernst Röhm.jpg Gregor Strasser
Presidente del NSDAP hasta 1925, ambiguo opositor de Hitler.
Gregor Strasser.jpg Kurt von Schleicher
General des Herees,
último canciller del Reichswehr.
KurtVonScheleicherEn1932.jpeg Erich Klausener
Líder católico,
opositor religioso al nazismo. Erich Klausener - Deutsche Bundespost Berlin
1984.jpg
Edgar Jung
Abogado y político alemán,
colaborador de Franz von Papen.
EdgarJung0002.jpg Ferdinand von Bredow,
Generalmajor des Herees y exjefe de la Abwehr.
FBredow.jpg Karl Ernst
Gruppenführer de las SA.
. Ernst Porträt.jpg Edmund Heines
Gruppenführer de las SA, miembro del Reichstag y jefe de Policía en Breslau.
Bundesarchiv Bild 119-1231, Edmund Heines.jpg
La noche de los cuchillos largos en el cine
Las escenas finales de La caída de los dioses (1969), de Luchino Visconti, recrean
el asesinato de miembros de las SA por parte de las SS.

Véase también
Noche de los cristales rotos.
Referencias
Kershaw (1998) p. 508
Max Gallo, La noche de los cuchillos largos. Bruguera, 1976. ISBN 84-02-04776-9
Karl von Vereiter. La noche de los cuchillos largos. Diana, 1983. ISBN 968-13-
1468-9.
Ernst Röhm era un antiguo oficial del ejército imperial y superior de Hitler
durante la Primera Guerra Mundial
Evans (2005), pág. 39. “Se sabe que, al menos ochenta y cinco personas fueron
asesinadas sin ningún procedimiento legal contra ellos. Göring arrestó a
aproximadamente mil personas”.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 517. «De las 85 víctimas, solo cincuenta de ellos
eran hombres de la SA. Algunas estimaciones, sin embargo, elevan el número total de
muertos hasta 150 o 200”.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 515.
«Sites of the King Arthur Myths». Archivado desde el original el 11 de abril de
2009.
""Röhm-Putsch"". Deutsches Historisches Museum (DHM), Museo Histórico Alemán.
Tras la instauración del régimen nazi, la política de Hitler se orientó a
congraciarse con los industriales y los militares con el fin de consolidar un
régimen que, aun gozando de un gran apoyo popular, no había obtenido la mayoría
absoluta en las últimas elecciones de 1932
Reiche (2002), págs. 120–121.
Toland (1976), pág. 266.
Shirer (1960), pág. 165.
Evans (2005), pág. 23.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 501.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 435
Evans (2005), pág. 20.
Schoenbaum, (1997) págs. 35–42. «La teoría más general, la que afirma que el
nacionalsocialismo era una revolución de la clase media baja, es defendible pero
inadecuada».
Bullock (1958), pág. 80. «Pero en origen el nazi era un partido anticapitalista, y
esta parte del programa nacionalsocialista no fue tomada en serio por muchos
miembros del partido pero tuvo gran importancia durante la depresión económica. La
seriedad con la que se tomó Himmler el carácter socialista del nacionalsocialismo
fue una de las principales causas de desacuerdo y división dentro del partido nazi
hasta el verano de 1934».
Frei (1987), pág. 126. La cita se le atribuye al jefe de la SA de Breslau, Edmund
Heines.
Frei (1987), pág. 13.
Evans (2005), pág. 24.
Wheeler-Bennett (2005), págs. 712–739.
Bessel (1984), pág. 97.
Evans (2005), pág. 22.
Wheeler-Bennett (2005), pág. 726.
Evans (2005), pág. 26.
Martin and Pedley (2005), pág. 33.
Evans (2005), pág. 29.
Papen (1953), págs. 308–312.
Papen (1953), pág. 309.
Wheeler-Bennett (2005), págs. 319–320.
Evans (2005), pág. 31.
Evans (2005), pág. 30.
O'Neill (1967), pág. 72–80.
Bullock (1958) pág. 165.
Shirer (1960), pág. 221.
Bullock (1958), pág. 166.
Entrevista a Kempka
Kershaw (1999): Hitler, pág. 514.
Evans (2005), pág. 32.
Evans (2005), pág. 34.
Evans (2005), págs. 33–34.
Spielvogel (2005) págs. 78–79.
Evans (2005), pág. 36.
Fest, Joachim (1974). Hitler. Harcourt, 458.
Evans (2005), pág. 33.
Años después, en 1957, las autoridades alemanas juzgaron a Lippert en Múnich por
el asesinato de Röhm. Fue uno de los pocos participantes de la purga que no escapó
de la justicia, pues Eicke había muerto en combate en Rusia durante la Segunda
Guerra Mundial.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 517.
Fest (1974), pág. 469.
Traducido del texto en alemán:
in dieser Stunde war ich verantwortlich für das Schicksal der deutschen Nation und
damit des deutschen Volkes oberster Gerichtsherr. Meuternde Divisionen hat man zu
allen Zeiten durch Dezimierung wieder zur Ordnung gerufen. Ich habe den Befehl
gegeben, die Hauptschuldigen an diesem Verrat zu erschießen, und ich gab weiter den
Befehl, die Geschwüre unserer inneren Brunnenvergiftung und der Vergiftung des
Auslandes auszubrennen bis auf das rohe Fleisch. Die Nation muss wissen, dass ihre
Existenz von niemandem ungestraft bedroht wird. Und es soll jeder für alle Zukunft
wissen, dass, wenn er die Hand zum Schlag gegen den Staat erhebt, der sichere Tod
sein Los ist.
Fest (1974), pág. 468.
Evans, Richard (2005). The Third Reich in Power. Penguin Group, 72.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 519.
Fest (1974), pág. 470.
Martin and Pedley (2005), pág. 33–34.
Höhne (1970), págs. 113–118.
Schwarzmüller, 299–306.
Kershaw (2001): Myth, pág. 87. Estaba claro que había una amplia aceptación de la
engañosa propaganda del régimen.
Klemperer (1998), pág.74. ¡Un canciller sentencia y dispara a los miembros de su
ejército privado!
Kershaw (1999): Hitler, pág. 520.
Evans (2005), pág. 40.
Evans (2005), pág. 72. Tras la noche de los cuchillos largos, el ministro de
Justicia Franz Gürtner cortó de raíz los intentos de algunos fiscales locales de
iniciar procedimientos contra los asesinos.
Bibliografía
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Von Papen, Franz (1953.). Memoirs. Londres: Dutton.
Enlaces externos
Britannica Concise — Night of the Long Knives (en inglés)
The History Place — Triumph of Hitler — Night of the Long Knives (en inglés)
German Culture — The Third Reich — Consolidation of Power (en inglés)
The German Embassy in the United States — The Era of National Socialism (en inglés)
The Holocaust Museum — The Third Reich (en inglés)

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