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Índice
1 Contexto histórico
1.1 Hitler y las Sturmabteilung
1.2 Conflicto entre el ejército y las SA
1.3 Aumento de la presión contra las SA
2 La purga
2.1 Contra los conservadores y los antiguos enemigos
2.2 El asesinato de Röhm
3 Consecuencias
3.1 Reacción
4 Principales víctimas de la purga
5 La noche de los cuchillos largos en el cine
6 Véase también
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Contexto histórico
Hitler y las Sturmabteilung
El presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler canciller el 30 de enero de
1933.10 A lo largo de los meses siguientes, durante la llamada Gleichschaltung
(«Sincronización» en alemán), Hitler logró prohibir todos los partidos políticos
rivales de Alemania, y en el verano de ese mismo año, el país se había convertido
en un Estado unipartidista bajo el control del partido único, el Partido Nazi. Sin
embargo, pese a la rápida consolidación de su autoridad política, Hitler no ejercía
el poder absoluto. Como canciller, no lideraba el ejército, que estaba subordinado
a Hindenburg, un respetado mariscal que se encontraba débil y senil. Aunque muchos
militares estaban impresionados por las promesas de Hitler sobre un ejército mayor
y mejor y una política exterior más agresiva, el ejército se mantuvo independiente
durante los primeros años del régimen nazi.
No contento con la simple dirección de las SA, Röhm presionó al canciller alemán
para que lo nombrase Ministro de Defensa, un cargo que ejercía el general Werner
von Blomberg.22 Aunque algunos críticos lo apodaban el «León de Goma» por su
devoción a Hitler, Blomberg no era nazi y, por tanto, representaba el nexo de unión
entre el ejército y el partido. Blomberg y muchos de sus oficiales fueron
reclutados entre la nobleza prusiana y consideraban que los miembros de las SA eran
plebeyos que amenazaban el tradicional alto estatus del que gozaban los miembros
del ejército en la sociedad alemana.23
Ernst Röhm fue el principal dirigente de las SA. Sus ambiciones políticas y el
recelo que inspiraba en los líderes nazis fueron unos de los principales motivos
que llevaron a la «Operación Colibrí».
Si el ejército regular mostraba desagrado por las masas que pertenecían a las SA,
muchos camisas pardas sentían la misma aprensión hacia el ejército, ya que no lo
veían suficientemente comprometido con la revolución nazi. Max Heydebreck, un líder
de las SA en Rummelsburg, denunció al ejército ante sus compañeros, diciéndoles que
«Algunos de los oficiales del ejército son unos cerdos. La mayoría de los oficiales
son demasiado viejos y necesitan ser reemplazados por jóvenes. Nosotros queremos
esperar hasta que Papá Hindenburg muera, y entonces las Sturmabteilung marcharán
contra el ejército.»24
Todos estos hombres eran veteranos del movimiento nazi y apoyaban a Hitler por ser
su líder. Sin embargo, Röhm continuó mostrando su independencia y su poca lealtad
al canciller alemán. La irritación de Röhm por la burocracia del partido molestaba
a Hess. La violencia de las SA en Prusia preocupaba en gran medida a Göring, Primer
Ministro prusiano.28 Para aislar a Röhm, el 20 de abril de 1934, Göring transfirió
el control de la policía política de Prusia a Himmler, quien, según creía Göring,
sería un buen apoyo contra Röhm.29 Himmler envidiaba la independencia y el poder de
las SA, aunque él mismo a la vez había comenzado la reconversión de las SS, desde
un grupo de guardaespaldas de los líderes nazis a un cuerpo de élite leal a él y a
Hitler. Esta lealtad se mostró muy útil cuando la cúpula nazi decidió actuar contra
Röhm y las SA.
Franz von Papen fue vicecanciller durante los primeros años del régimen nazi, y uno
de sus principales críticos.
Las peticiones a Hitler de que limitase el poder de las SA aumentaron. El ala más
conservadora del ejército, la industria y el partido pusieron a Hitler bajo presión
para que redujese la influencia de las SA y actuase contra Röhm. Lo que más les
preocupaba de Röhm eran sus ambiciones políticas, incluso más que su
homosexualidad, algo conflictivo para la tendencia nacional-socialista. El 17 de
junio, Franz von Papen encabezó estas demandas en un discurso en la Universidad de
Marburgo en el que avisaba del peligro de una segunda revolución.30 Privadamente,
Von Papen, un aristócrata católico con lazos con la industria y el ejército,
amenazó con dimitir si Hitler no actuaba.31 Aunque su dimisión como vicecanciller
no amenazaba la posición de Hitler, sería, sin embargo, una vergonzosa muestra de
discrepancias dentro del partido.
La purga
Aproximadamente a las cuatro y media de la mañana del 30 de junio de 1934, Hitler y
su entorno volaron a Múnich. Desde el aeropuerto se trasladaron al Ministerio del
Interior de Baviera, donde se reunieron con los líderes de las SA responsables de
los disturbios que se habían producido la noche anterior. Enfurecido, Hitler
arrancó las charreteras de la camisa de Obergruppenführer de Schneidhuber, el jefe
de la policía de Múnich, por haber fallado en su misión de mantener el orden en la
ciudad. Schneidhuber fue ejecutado el día siguiente.37 Mientras los «camisas
pardas» eran conducidos a la cárcel, Hitler reunió a numerosos miembros de las SS y
de la policía y fue al Hotel Hanselbauer (actual Lederer am See), en Bad Wiessee,
donde Röhm y sus seguidores estaban esperando.38
En Bad Wiessee, Hitler en persona arrestó a Röhm y otros altos cargos de las SA.
Según Erich Kempka, uno de los hombres presentes en la redada, Hitler encontró a
Röhm con dos detectives portando sendas pistolas con los seguros quitados, y las SS
encontraron al líder de las SA de Breslau, Edmund Heines, en la cama con un soldado
de las SA de 18 años.39 Goebbels hizo hincapié en estos datos en la propaganda
posterior para justificar la purga como un golpe a la inmoralidad.40Tanto Heines
como su compañero fueron asesinados en la habitación en la que fueron descubiertos
por orden directa de Hitler.37 Mientras tanto, las SS arrestaban a un gran número
de jefes de las SA cuando bajaban del tren que habían tomado para acudir a la
reunión con Röhm.41 El comandante de las SA en Berlín, Karl Ernst, fue ejecutado
por participar en la supuesta conspiración, aunque en ese momento se encontraba
pasando la luna de miel.37
El hecho de que no hubiese existido en ningún momento ningún plan de Röhm para
derrocar al régimen no evitó que Hitler denunciase a los líderes de las SA.40Al
volver a la sede del partido en Múnich, Hitler se dirigió a la gente allí
congregada. Consumido por la rabia, Hitler denunció «la peor traición de la
historia». El canciller contó a la muchedumbre que «los sujetos indisciplinados y
desobedientes y los elementos asociales y enfermos serían inhabilitados». El
gentío, que incluía a numerosos miembros de las SA que habían conseguido escapar de
las detenciones, aplaudieron estas palabras. Hess, presente entre la multitud,
incluso se ofreció voluntario para disparar él mismo a los traidores.41 Goebbels,
quien había estado con Hitler en Bad Wiessee, puso en marcha la última fase del
plan. Cuando volvió a Berlín, telefoneó a Göring y le dijo la palabra clave,
Kolibri, para ordenar la salida de los escuadrones de ejecución en busca de sus
víctimas desprevenidas.40
El asesinato de Röhm
El líder de las SA fue retenido brevemente en la prisión Stadelheim de Múnich,
mientras Hitler decidía qué le sucedería. Por un lado, los servicios prestados al
régimen nazi estaban a su favor, y, por otro, no podía permanecer en la cárcel
indefinidamente y un juicio público podría abrir una investigación sobre la
purga.46 Al final Hitler decidió que Röhm debía morir. El 1 de julio, a instancias
de Hitler, Theodor Eicke, comandante del campo de concentración de Dachau, y el
oficial de las SS Michael Lippert visitaron a Röhm. Una vez dentro de la celda de
Röhm, le tendieron una pistola cargada y le dijeron que tenía diez minutos para
suicidarse o que ellos lo harían por él. Röhm objetó que «si tenía que morir, que
lo hiciese Hitler en persona».37 Al no haber oído ningún disparo en el tiempo
acordado, volvieron a la celda y lo encontraron de pie y con el pecho desnudo,
desafiándolos.47 Lippert le disparó a quemarropa.48
Consecuencias
Hitler triunfante pasa revista a los miembros de las SA con motivo del congreso del
partido en Núremberg en 1935, algo que el Führer hacía continuamente.
Como la purga había costado la vida a tantos alemanes importantes, fue imposible
mantenerla en secreto. En un principio, sus ideólogos no se pusieron de acuerdo en
cómo manejar el asunto. Göring ordenó a la policía quemar todos los documentos
relacionados con la masacre.49Goebbels, por su parte, intentó evitar que los
periódicos publicasen las listas de muertos, aunque el 2 de julio usó la radio para
describir cómo Hitler había evitado que Röhm y Schleicher diesen un golpe de Estado
y llevasen al país al caos.45 El 13 de julio, Hitler justificó la purga en un
discurso retransmitido a nivel nacional al ejército:50
Reacción
El ejército aplaudió casi por unanimidad el proceso llevado a cabo en la «noche de
los cuchillos largos» pese a que supuso la muerte de dos de sus generales, Kurt von
Schleicher y Ferdinand von Bredow, ambos notablemente reconocidos. El enfermo
presidente Paul von Hindenburg, el mayor héroe militar de Alemania, envió un
telegrama expresando su «profunda gratitud».55 El general Von Reichenau llegó a
confirmar públicamente la mentira de que Von Schleicher estuviera conspirando para
derrocar al gobierno. El apoyo del ejército a la purga, sin embargo, tuvo numerosas
consecuencias a largo plazo. La humillación de las SA puso fin a la amenaza que
suponía para la Reichswehr pero, al mantenerse al lado de Hitler durante la purga,
vinculó estrechamente al ejército con el régimen nazi.56 Un capitán retirado, Edwin
Planck, pareció darse cuenta de esto al decirle a su amigo, el general Werner von
Fritsch: «si miras sin mover un dedo, sufrirás la misma suerte antes o después».57
Otra excepción dentro del ejército fue el mariscal de campo August von Mackensen,
quien criticó los asesinatos de von Schleicher y Bredow en la reunión anual del
Estado Mayor en febrero de 1935.58
Sin una prensa independiente que informase sobre el suceso de la purga, los rumores
sobre la noche de los cuchillos largos se propagaron rápidamente. Muchos alemanes
escucharon las noticias oficiales, dirigidas por Goebbels, con gran escepticismo.
Al mismo tiempo, sin embargo, muchos otros aceptaron las palabras del régimen y
creyeron que Hitler había salvado a Alemania del caos.59Luise Solmitz, una
profesora de Hamburgo, reflejó los sentimientos de muchos alemanes cuando escribió
en su diario sobre la valentía, decisión y efectividad de Hitler, incluso lo
comparó con Federico II el Grande, el legendario rey de Prusia.5 Otros estaban
horrorizados por la escalada de ejecuciones y la relativa permisividad de muchos de
sus compatriotas. A muchos no se les escapó que la mayoría de las víctimas habían
jugado un papel importante en el ascenso de Hitler al poder.60 La importancia de la
masacre y la ubicuidad de la Gestapo llevaron a todos aquellos que no aprobaban la
purga a guardar silencio con respecto a ella.
Hitler nombró a Victor Lutze como sustituto de Röhm al frente de las SA. El
canciller le ordenó poner fin a la homosexualidad, al libertinaje y la embriaguez
en la organización.61Hitler le dijo expresamente que terminase con el uso de
recursos económicos de las SA en limusinas y banquetes, que consideraba evidencias
de la extravagancia del cuerpo.61Lutze, un hombre débil, hizo poco por conseguir la
independencia de las SA, que fue perdiendo poder progresivamente en la Alemania
nazi. El régimen hizo retirar el nombre de Un de todas las hojas de las dagas
decorativas de las SA y sustituirlo por las palabras Blut und Ehre («Sangre y
Honor», en alemán). El número de miembros descendió de tres millones en 1934 a 1,2
millones en 1938.62
Véase también
Noche de los cristales rotos.
Referencias
Kershaw (1998) p. 508
Max Gallo, La noche de los cuchillos largos. Bruguera, 1976. ISBN 84-02-04776-9
Karl von Vereiter. La noche de los cuchillos largos. Diana, 1983. ISBN 968-13-
1468-9.
Ernst Röhm era un antiguo oficial del ejército imperial y superior de Hitler
durante la Primera Guerra Mundial
Evans (2005), pág. 39. “Se sabe que, al menos ochenta y cinco personas fueron
asesinadas sin ningún procedimiento legal contra ellos. Göring arrestó a
aproximadamente mil personas”.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 517. «De las 85 víctimas, solo cincuenta de ellos
eran hombres de la SA. Algunas estimaciones, sin embargo, elevan el número total de
muertos hasta 150 o 200”.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 515.
«Sites of the King Arthur Myths». Archivado desde el original el 11 de abril de
2009.
""Röhm-Putsch"". Deutsches Historisches Museum (DHM), Museo Histórico Alemán.
Tras la instauración del régimen nazi, la política de Hitler se orientó a
congraciarse con los industriales y los militares con el fin de consolidar un
régimen que, aun gozando de un gran apoyo popular, no había obtenido la mayoría
absoluta en las últimas elecciones de 1932
Reiche (2002), págs. 120–121.
Toland (1976), pág. 266.
Shirer (1960), pág. 165.
Evans (2005), pág. 23.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 501.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 435
Evans (2005), pág. 20.
Schoenbaum, (1997) págs. 35–42. «La teoría más general, la que afirma que el
nacionalsocialismo era una revolución de la clase media baja, es defendible pero
inadecuada».
Bullock (1958), pág. 80. «Pero en origen el nazi era un partido anticapitalista, y
esta parte del programa nacionalsocialista no fue tomada en serio por muchos
miembros del partido pero tuvo gran importancia durante la depresión económica. La
seriedad con la que se tomó Himmler el carácter socialista del nacionalsocialismo
fue una de las principales causas de desacuerdo y división dentro del partido nazi
hasta el verano de 1934».
Frei (1987), pág. 126. La cita se le atribuye al jefe de la SA de Breslau, Edmund
Heines.
Frei (1987), pág. 13.
Evans (2005), pág. 24.
Wheeler-Bennett (2005), págs. 712–739.
Bessel (1984), pág. 97.
Evans (2005), pág. 22.
Wheeler-Bennett (2005), pág. 726.
Evans (2005), pág. 26.
Martin and Pedley (2005), pág. 33.
Evans (2005), pág. 29.
Papen (1953), págs. 308–312.
Papen (1953), pág. 309.
Wheeler-Bennett (2005), págs. 319–320.
Evans (2005), pág. 31.
Evans (2005), pág. 30.
O'Neill (1967), pág. 72–80.
Bullock (1958) pág. 165.
Shirer (1960), pág. 221.
Bullock (1958), pág. 166.
Entrevista a Kempka
Kershaw (1999): Hitler, pág. 514.
Evans (2005), pág. 32.
Evans (2005), pág. 34.
Evans (2005), págs. 33–34.
Spielvogel (2005) págs. 78–79.
Evans (2005), pág. 36.
Fest, Joachim (1974). Hitler. Harcourt, 458.
Evans (2005), pág. 33.
Años después, en 1957, las autoridades alemanas juzgaron a Lippert en Múnich por
el asesinato de Röhm. Fue uno de los pocos participantes de la purga que no escapó
de la justicia, pues Eicke había muerto en combate en Rusia durante la Segunda
Guerra Mundial.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 517.
Fest (1974), pág. 469.
Traducido del texto en alemán:
in dieser Stunde war ich verantwortlich für das Schicksal der deutschen Nation und
damit des deutschen Volkes oberster Gerichtsherr. Meuternde Divisionen hat man zu
allen Zeiten durch Dezimierung wieder zur Ordnung gerufen. Ich habe den Befehl
gegeben, die Hauptschuldigen an diesem Verrat zu erschießen, und ich gab weiter den
Befehl, die Geschwüre unserer inneren Brunnenvergiftung und der Vergiftung des
Auslandes auszubrennen bis auf das rohe Fleisch. Die Nation muss wissen, dass ihre
Existenz von niemandem ungestraft bedroht wird. Und es soll jeder für alle Zukunft
wissen, dass, wenn er die Hand zum Schlag gegen den Staat erhebt, der sichere Tod
sein Los ist.
Fest (1974), pág. 468.
Evans, Richard (2005). The Third Reich in Power. Penguin Group, 72.
Kershaw (1999): Hitler, pág. 519.
Fest (1974), pág. 470.
Martin and Pedley (2005), pág. 33–34.
Höhne (1970), págs. 113–118.
Schwarzmüller, 299–306.
Kershaw (2001): Myth, pág. 87. Estaba claro que había una amplia aceptación de la
engañosa propaganda del régimen.
Klemperer (1998), pág.74. ¡Un canciller sentencia y dispara a los miembros de su
ejército privado!
Kershaw (1999): Hitler, pág. 520.
Evans (2005), pág. 40.
Evans (2005), pág. 72. Tras la noche de los cuchillos largos, el ministro de
Justicia Franz Gürtner cortó de raíz los intentos de algunos fiscales locales de
iniciar procedimientos contra los asesinos.
Bibliografía
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Fest, Joachim (1974). Hitler. Nueva York: Harcourt. ISBN 0-15-602754-2.
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O'Neill, Robert (1967). The German Army and the Nazi Party 1933–1939. Nueva York:
James H Heineman. ISBN 0-68-511957-2.
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Cambridge University Press. ISBN 0-52-152431-8.
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Toland, John (1976). Adolf Hitler: The Definitive Biography. Nueva York: Doubleday.
ISBN 0-38-542053-6.
Wheeler-Bennett, John (2005). The Nemesis of Power: The German Army in Politics
1918–1945. Palgrave Macmillan. ISBN 1-40-391812-0.
Von Papen, Franz (1953.). Memoirs. Londres: Dutton.
Enlaces externos
Britannica Concise — Night of the Long Knives (en inglés)
The History Place — Triumph of Hitler — Night of the Long Knives (en inglés)
German Culture — The Third Reich — Consolidation of Power (en inglés)
The German Embassy in the United States — The Era of National Socialism (en inglés)
The Holocaust Museum — The Third Reich (en inglés)
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