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9 20* conferencia. La vida sexual de los seres humanos* Sefioras y sefiores: Y sin embargo, se creeria que no pue- de dar lugar a dudas qué ha de entenderse pot «sexual». ¥ bien, ante todo, lo sexual es lo indecoroso, aquello de Jo que no’est4 permitido hablar. Me han contado que los alum- nos de un famoso psiquiatra se tomaron una vez el trabajo de convencer a su maestro de que los sintomas de las histé- ricas figuran con muchisima frecuencia cosas sexuales. Con este propésito lo llevaron ante el lecho de una histérica cuyos ataques imitaban indudablemente el proceso de un parto. Pero él dijo, meneando la cabeza: «Bueno, pero un parto no es nada sexual». No en todas las circunstancias, claro est un patto tiene que ser algo indecoroso. Ya veo que les disgusta que tome en broma cosas tan serias, Pero no es enteramente broma. En serio: no es facil indicar el contenido del concepto «sexual», Todo lo que se relaciona con. la diferencia entre los dos sexos: eso serfa quizé lo tnico pertinente, pero ustedes lo hallarén incoloro y demasiado ampli. Si ponen en el centro el hecho del acto sexual, enunciarén tal vez que sexual es todo lo que con el propésito de obtener una ganancia de placer se ocupa del ‘cuerpo, en especial de las partes sexuales del otro sexo, y, en ‘iltima instancia, apunta a la unién de los genitales y a la ejecucién del acto sexual, Pero entonces no estén ustedes muy lejos de Ia equiparacién entre lo sexual y Jo indecoroso, y_en realidad el patto no perteneceria a lo sexual, Ahora bien, si convierten a Ja funcién de Ia reproduccién en el micleo de la sexualidad, corren el riesgo de excluir toda una setie de cosas que no apuntan a Ja reproduccién y, no obs- tante, son con segutidad sexuales, como la masturbacién y aun el besar, Pero ya estamos al tanto de que ensayar defini- ciones nos acarrea siempre dificultades; renunciemos a tener 1 [La obra principal de Freud sobre este tema es, desde luego, Tres ensayos de teorta, sexual (1905d), a la cual hizo gran mero de agregados y enmiendas en las ediciones sucesivas durante. los vein- te afios posteriores a su publicacién, En un «Apéndicen a dicha obra dimos_una lista de sus otras contribuciones importantes al respect ci. AE, 7, pgs. 223-4. El material de este conferencia y de la guiente fue extrafdo bésicamente de los Tres ensayos.} 217 ° mejor suerte en este caso. Podemos vislumbrar que en el desarrollo del concepto de «sexual» ha ocutrido algo que, segdn una feliz expresién de H. Silberer, tuvo por consecuen- cia un «error de superposicién».? En general, no carecemos de orientacién acerca de lo que Jos hombres Hlaman sexual. Para todas las necesidades préc- ticas de la vida cotidiana, bastard algo que combine las re- ferencias a la oposicién entre los sexos, a la ganancia de placer, a Ja funcién de la reproduccién y al carécter de lo indecoroso que ha de mantenerse en’ secteto. Pero para la ciencia no basta con eso. En efecto, cuidadosas indagaciones, que por cierto sélo pudieron realizarse tras un abnegado ol- vido de sf mismo, nos han hecho conocer a grupos de in-- dividuos cuya «vida sexual» se apatta, de la manera més Hamativa, de Ja que es habitual en el promedio. Una parte de estos eperversos» than bortado de su programa, por asi decir, la diferencia entre los sexos. Sélo los de su mismo sexo pueden excitar sus deseos sexuales; los otros, y sobre todo sus partes sexuales, no constituyen para ellos objeto sexual alguno y, en los casos extremos, les provocan repugnancia. Desde luego, han renunciado asi a patticipar en la reproduc- cién. A estas personas las llamamos homosexuales o inver- {idos. Muchas veces —no siempre— son hombres y mujeres por Jo demés intachables, de elevado desarrollo intelectual y ético, y aquejados sélo de esta fatal desviacién. Por boca de sus portavoces cientificos se presentan como una vatiedad particular del género humano, como un atercer sexo» a igual titulo que los otros dos. Quizé tengamos después oportuni- dad de someter a critica sus pretensiones. [Cf. pég. 281.] Por cierto que ellos no son, como gustarfan proclamatse, tuna «cepa selecta» de la humanidad, sino que incluyen por Jo menos tantos individuos inferiores e inttiles como los que hhay en cualquier otra vatiedad en el orden sexual. De todos modos, estos perversos hacen con su objeto sexual ms o menos lo mismo que Jos normales con el suyo. Pero sigue luego una larga serie de anormales cuyas précticas sexusles se apartan cada vez més de lo que un hombre do- tado de razén considera apetecible, Por su diversidad y su anomalia sélo son comparables a los monstruos grotescos que Breughel ha pintado en La tentacién de San Antonio, © a los dioses y fieles olvidados que Flaubert hace desfilar en larga procesién ante su piadoso penitente.* Este tropel 2 [eOberdeckungsfeblern; véase Silberer (1914, pég. 161). Lo que aro querer decir Siberer cs que en certs ‘eakabcs Gon posens iense en sat ort co S'S aan tna sola coxa cumndo en wubert, La tent int Antoin ananaa ion de Saint Antoine, paste V de la versién 278 reclama alguna clase de orden; de lo contrario nos confun- dirfamos. Los dividimos en dos grupos: aquellos en que se ha mudado el objeto sexual (como en el caso de los homose- xxuales) y aquellos en quienes principalmente se alteré Ia meta sexual. Al primer grupo pertenecen los que renunciaron a Ia unién de los dos genitales y en el acto sexual los susti- tuyen, con un compafiero, por otra parte o regién del cuer- po; al hacerlo se sobreponen a la falta del dispositive orgé- nico y al impedimento del asco. (Boca, ano en lugar de la vagina.) Después siguen otros para los que cuentan los ge- nitales, mas no a causa de sus funciones sexuales, sino de otras en las que patticipan por rezones anatémicas y motivos de proximidad, En ellos advettimos que las funciones excte- torias, apartadas por indecorosas en la educacién del nifio, siguen siendo capaces de atraer sobre si el pleno interés sexual. Otros, todavia, han resignado enteramente como ob- jeto los genitales, elevando en su remplazo otra parte del cuerpo a la condicién de objeto anhelado: el pecho de la mujer, el pie, una trenza, Vienen después los que no se in- teresan ni siquieta por una parte del cuerpo, pues una pieza de indumentaria les Ilena todos Jos deseos: un zapato, una ropa intetior; son los fetichistas. Por wltimo, las personas que reclaman el objeto total, pero le hacen determinadss de- mandas, raras u hotrendas, incluida la de que se convierta en un cadéver inerme, y llevados por una compulsién criminal hacen lo preciso para poder gozatlo asf. ;Pero basta ya de crueldades por este lado! © Fl otto grupo est constituide por los perversos que han establecido como meta de los deseos sexuales Jo que nor- malmente es s6lo una accién preliminary preparatotia. Son Jos que anhelan mirar y palpar a la otra persona, o contem- plarla en sus funciones intimas; 0 Jos que desnudan las partes pudendas de su cuerpo con Ja oscuta esperanza de ser recom- pensados con una accién idéntica del otto. Después siguen Jos enigméticos sédicos, cuya aspiracién tierna no conoce otta meta que infligic dolores y mattirizar a su objeto, desde muestras de humillacién hasta graves dafios corporales; y, como para contrabalancearlos, sus correspondientes, los ma- soquistas, cuyo tinico placer es soportar de su objeto amado toda clase de humillaciones y martirios, tanto en forma sim- bélica como teal. Y otros todavia, en quienes varias de estas condiciones anormales se unen y se entrelazan; y por ultimo, tenemos que saber que cada uno de estos grupos existe de dos maneras: junto a unos que buscan su satisfaccién sexual en la realidad, existen otros que se contentan con imaginarse meramente esa satisfaccién; a estos no les hace falta ningéin objeto real, sino que pueden sustitufrselo por la fantasia. 279 ¥ en todo esto no puede caber a minima duda de que In préctica sexual de estos hombres consiste precisamente en tales locuras,'extravagancias y horrores. No s6lo que ellos la entienden asi y la perciben como un sustituto; tenemos que decit también que cumple en su vida idéntico papel que la satisfaccién sexual normal en la auestra; para obtenetla ha- cen los mismos sacrificios, a menudo muy penosos, y puede estudiarse tanto a grandes rasgos como con el més fino de- talle, dénde estas anormalidades se apuntalan en lo normal y dénde se apartan, No se les escapa a ustedes, tampoco, que vuelve a aparecer aqut el cardcter de Jo indecoroso, adherido a Je prictica sexual; pero 2 menudo se extrema hasta To salaz. Y hota, sefioras y sefiores, equé actitud adoptaremos frente estas maneras inusuales de Ia satisfaccién sexual? Nada lograremos, es evidente, con indignarnos, exteriorizar nuestra repugnancia personel y asegurar que no compartimos tales concupiscencias. Nada de eso se nos pide. En definitiva es un campo de fenémenos como cualquier otro, También seria facil rechazar el intento de no considerarlos so pretexto de que sélo son rarezas y curiosidades. Se trata, al contrario, de fenémenos muy frecuentes y difundidos. Pero si se nos alegase que no deben desorientarnos en nuestras opiniones sobre la vida sexual, puesto que todos y cada uno constitu- yen extravios y deslices de la pulsién sexual, una seria répli- a saldria a Ja liza. En efecto, si no comprendemos estas conformaciones patol6gicas de [a sexualidad ni podemos re- unitlas con Ja vida sexual normal, tampoco comprenderemos esta ltima. En suma: es una tarea insoslayable dar en la teorfa razdn cabal de la posibilidad de las Iamadas petver- siones y de su relacién con la sexualidad pretendidamente normal, Vendrén en nuestro auxilio, para esto, una inteleccién y dos nuevas experiencias. La primera la debemos a Iwan Bloch [1902.03]; rectifica le concepcién segin la cual todas estas perversiones son «signos de degeneracién» demostran- do que tales aberraciones de Ja meta sexual, tales afloja- mientos del nexo con el objeto sexual, ocurtieron desde siem- pre, en todas las épocas por nosotros conocidas y entre todos Jos pueblos, asi los més primitivos-como los de civilizacién més alta, y en ocasiones fueron tolerados y alcanzaron vigen- cia general. En cuanto a las dos experiencias, se han obte- nido a rafz de la indagacién psicoanalitica de los neurdticos; estén destinadas a influir'de manera decisiva sobre nuestra concepeién de las perversiones sexuales, Hemos dicho [pég. 273] que los s{ntomas neur6ticos son satisfacciones sustitutivas, y les he indicado que Ja confirmacién de esta tesis mediante el andlisis de los sin- tomas chocaré con muchas dificultades. En efecto, sdlo se cettifica si bajo «satisfaccién sexual» incluimos las necesida- des sexuales de los Hamados perversos, pues con sorprenden- te frecuencia tenemos que interpretar los sintomas en se sentido. La pretensién de excepcionalidad de los homosexua- les o invertidos cae por tierra tan pronto comprobamos que en ningén neurdtico faltan mociones homosexuales y que buen mimero de sintomas expresan esta inversién latente. Los que se autodenominan homosexuales no son sino los invertidos concientes y manifiestos, cuyo mimero palidece frente al de los homosexuales Jatentes. Ahora bien, nos ve- mos precisados a considerar la eleccién de objeto dentro del mismo sexo como una ramificacién regula: (regelmdssige Abzweigung) de la vida amorosa, ni més ni menos, y cada ver més aprendemos a concederle particular impostancia. No por ello, claro estd, se cancelan las diferencias entre la homosexualidad manifiesta y la conducta normal; su signifi- cacién préctica persiste, pero su volor teérico se reduce enormemente. Y aun respecto de una determinada afeccién que ya no podemos contar entre las neurosis de trasferencia, paranoia, suponemos que por regla general nace del inten- to de defenderse de unas mociones homosexuales hiperinten- sas. Quizé recuerden ustedes todavia que una de nuestras pacientes [pég. 239] actuaba {agieren} en su conducta ob- sesiva a un hombre, a su propio matido abandonado; este tipo de produccién de s{ntomas, personificando a un hom- bre, es muy habitual en las mujeres neuréticas. Si bien no puede imputdrselo en sf mismo a la homosexualidad, tiene mucho que ver con las premisas de esta. Como ustedes probablemente saben, la neurosis histérica puede hacer sus s{ntomas en todos los sistemas de drgano ¥, por esa via, petturbar todas las funciones. El andlisis muestra que en ello encuentran exteriorizacién todas las mo- ciones Ilemadas perversas que quieren sustituir los genitales pot ottos drganos. Estos se comportan entonces como geni- tales sustitutivos; y justamente la sintomatologia de a his- tetia nos Ilevé a comprender que a los érganos del cuerpo ha de reconocérseles, ademas de su papel funcional, una signi cacién sexual —erdgens——, y son petturbados en el cumpli miento de aquella primera misién cuando la tltima los re- 4 [Un examen més amplio de la paranoia se hallard en Ia 26* con- ferencia, pags. 385 y sigs.) 281 clama con exceso. Innumerables sensaciones e inervaciones ‘que encontramos como sintomas en érganos que nada tienen ue ver, en apariencia, con la sexualidad nos revelan asi su paturaleza: son cumplimientos de mociones sexuales perver- ‘as, con relacién a las cuales otros érganos han atraido sobre sf el significado de las partes genitales. Entonces advertimos también en qué gran medida los drganos de la recepcién de alimentos y de la exctecién pueden convertirse en portadores de la excitacién sexual, Es, por tanto, Jo mismo que nos hhan mostrado las perversiones, salvo que en estas se lo vefa sin trabajo y de manera evidente, mientras que en Ia his- tetia tenemos que dar primero el rodeo por la interpretacién de los sintomas y, después, no atribuir las mociones sexuales petversas en cuesti6n a la conciencia de los individuos, sino situarlas en el inconciente de ellos. Entre los muchos cuadros sintométicos en que apatece 1a neurosis obsesiva, los més importantes se revelan como na- cidos de la presién de unas mociones sexuales sédicas hiper intensas, vale decit, perversas en su meta; y por cierto, segdn cuadra @ Ia estructura de una neurosis obsesiva, los sintomas sirven preponderantemente para defenderse contra esos de- seos o expresan la lucha entre Ja satisfaccién y Ia defensa. Pero tampoco la satisfaccién se queda corta; sabe imponerse en la conducta de los enfermos mediante unos rodeos y, de preferencia, se vuelve sobre Ja persona propia, se trueca en automortificacién. Otras formas de esta neurosis, las cavic Tosas, corresponden a una cexvalizacién desmedida de actos que normalmente se insertan como predmbulos en la via hacia la satisfaccién sexual normal: ef querer ver y tocat, y el explorar. Aqui se nos esclarecen los vastos alcances de la angustia de contacto y de la compulsién a lavarse. Una parte insospechadamente grande de las acciones obsesivas, en cali- dad de repeticién disfrazada y modificacién, se remonta a la masturbacién, accién tinica y monétona que, como se sabe, acompafia a las més diversas formas del fantasear sexual. No me costarfa mucho trabajo exponerles més en lo {n- timo los vinculos entre perversién y neurosis, pero creo que To dicho ha de bastar para nuestros propésitos. Ahora bien, tras estos esclarecimientos sobre el significado de los sinto- mas hemos de guardarnos de sobrestimar la frecuencia y la intensidad de las inclinaciones perversas de los hombres. Ya 5 [Este pants se discute con més detalle en «La perturbacién psi- cégena deta visén segin el psicoanlisisn (1910)), AE, 11, pig. 213 © CEL mecanismo de desarrollo de Ins acciones obsesives se des- cribe més minuciosamente en «Acciones obsesivas y précticas religio- sas (19076), AE, 8, pfgs. 106 y sige.) 282 dijimos [pég. 274] que uno puede enfermar de neurosis por frustraci6n de la satisfaccién sexual normal. Ahora bien, @ rafz de esa frustracién la necesidad se lanza por los caminos anormales de la excitacién sexual. Més adelante podrén inte- ligir la forma en que esto ocurre [pags. 314 y sigs.}. De todos modos, comprenderdn ustedes que, en virtud de una retroestasis «colateral> de esa indole, las mociones perversas tengan que aparecer més fuertes de lo que habrian lucido si Ja satisfaccién sexual normal no hubieta tropezado con ni gin impedimento real." Una influencia parecida ha de admi- tise también, por lo demds, respecto de las petversiones manifiestas, En muchos casos, son provocadas o activadas por el hecho de que unas circunstancias pasajeras 0 ciertas, instituciones sociales permanentes ® opusieron dificultades excesivas a una satisfaccién notmal de la pulsién sexual. En otros casos, sin duda, las inclinaciones a la perversi6n son por completo independientes de tales condiciones favorece- doras; por asf decir, son el modo normal de vida sexual para ese individuo. Quizé tengan en este momento la impresién de que hemos confundido, mas que aclarado, el nexo entre sexualidad nor- mal y perversa. Peto reflexionen en lo siguiente: Si es cierto que el estorbo de una satisfaccién sexual normal o su pri- vacién en Ja vida real hace salir a Ja luz inclinaciones perver- sas en personas que nunca las habfan exhibido, es preciso suponer en estas algo que contrarrestaba esas perversiones; ©, si ustedes quieren, tienen que haber preexistido en ellas en forma Jatente, Por este camino Ilegamos a la segunda novedad que les anuncié [pdg. 280].* La investigacién psicoanalttica, en efec- to, se ha visto precisada a tomar en consideracién también le vida sexual del nifo, y ello debido, por cierto, a que en el anfllisis de los sintomas [de adultos], los recuerdos y ocurrencias por regla genetal reconducfan a los primeros afios de la infancia. Lo que as{ descubrimos fue corroborado después punto por punto mediante obsetvaciones ditectas de nifios.° Se llegé entonces a este resultado: Todas las incli- 7 [Esta analogfa de un flujo colateral a través de vasos comunican- tes se explica con ms claridad en el primero de los Tres ensayos (19054), AE, 7, pag. 155. Cf. también injra, pag. 314.) 8 [Esto ultimo es examinado detenidamente por Freud en_«La ‘moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna» (1908d), AE, 9, sp, pls 1785.) : ® {La primers habla sido el destacado papel que cumple Ia per- versiGn sexual en las neurosis, Lo que sigue fue abordado de modo ims somero en ‘la 13 conferencia, 15, ee 190 y sigs ] 20 [Las primetas de estas observaciones directas fueron las del caso del pequetio Hans (19096).) 283

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