Resolución: 2012- 1826 Expediente: 07 - 017676 - 0042 - PE (1 1 ) TRIBUNAL DE APELACIÓN DE SENTENCIA PENAL . Segundo Circuito Judicial de San José. Goicoechea, a las catorce horas diecisiete minutos, del catorce de setiembre de dos mil doce. - RECURSO DE APELACIÓN interpuesto en la presente causa seguida contra J , mayor , soltero, c ostarricense , portador de la cédula de identidad número […], po r el delito de VIOLACIÓN y ROBO AGRAVADO en perjuicio de L . Intervienen en la decisión del recurso, l o s co-jue ces Mario Alberto Porras Villalta y Jorge Arturo Camacho Morales, así como la jueza Frezie María Jiménez Bolaños. Se apersonaron en esta sede el licenciad o Alejandro Marín Pacheco como defensor particular del encartado, como representante de la Oficina de la Defensa Civil de la Víctima, la licenciada Cathering Aguilera González y en representación del Ministerio Público, los licenciados Álvaro Montoya Martínez y Gabriela Ugalde Pereira. RESULTANDO: I.- Que mediante sentencia número 0502 -201 2 , de la s ocho horas treinta minutos del día veintiuno de mayo de dos mil doce , el Tribunal Penal del Primer Cicuito Judicial de San José , resolvió: "POR TANTO: De conformidad con lo expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política; 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 8 inciso 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos; 1, 22, 30, 31, 45, 50, 51, 71, 72, 73, 74, 103, 156 inciso 3 y 213 inciso 2 del Código Penal; 1 a 15, 37 a 41, 70, 72 a 74, 111, 119, 124, 127, 141, 142, 143, 180, 184, 239, 240, 243, 258, 265 a 267, 360, 361, 363, 365, 367 y 368 del Código Procesal Penal; 122, 124 y 125 de las Reglas Vigentes sobre Responsabilidad Civil del Código Penal de 1941; 1045 del Código Civil; 18 y 43 del Arancel de Honorarios por Servicios Profesionales de Abogacía y Notariado número 32493-J, por unanimidad de los votos emitidos, se resuelve: EN CUANTO A LA ACCIÓN PENAL: Se declara a J autor responsable de UN DELITO DE VIOLACIÓN y UN DELITO DE ROBO AGRAVADO EN CONCURSO MATERIAL cometidos en perjuicio de L y en tal carácter se le impone el tanto de diez años de prisión por el primer delito y cinco años de prisión por el segundo delito, para un total de QUINCE AÑOS DE PRISIÓN, pena que deberá descontar en el lugar y forma que lo indiquen los respectivos reglamentos penitenciarios, previo abono de la preventiva que hubiere sufrido. Son las costas a cargo del condenado. Una vez firme la sentencia inscríbase en el Registro Judicial y envíense los testimonios de estilo para ante el Juzgado de Ejecución de la Pena y el Instituto Nacional de Criminología. Por haberse dictado sentencia condenatoria y estimarse que con ello se quiebra el estado de inocencia del que goza todo imputado y a efectos de hacer efectivo el cumplimiento de esta sentencia, se ordena la prisión preventiva del condenado a partir del día de hoy y por el lapso de seis meses que vencen el día 29 de noviembre de 2012. EN CUANTO A LA ACCIÓN CIVIL RESARCITORIA: Se declara con lugar en todos sus extremos la acción civil resarcitoria incoada por la actora civil L, representada por la Oficina de Defensa Civil de la Víctima del Ministerio Público, contra el demandado civil J a quien se condena a pagar los siguientes rubros: 1) La suma de DOS MILLONES DE COLONES por concepto de DAÑO MORAL; 2) La suma de TRESCIENTOS MIL COLONES por concepto de COSTAS PERSONALES en favor de la Oficina de Defensa Civil de las Víctimas del Ministerio Público. Se le condena además al demandado civil al pago de intereses a partir de la firmeza de este fallo. Por tratarse de sumas líquidas deben cancelarse las mismas por parte del condenado civil dentro del plazo de 15 días siguientes a la firmeza de este fallo. Caso de no hacerlo deberán las partes interesadas acudir a la vía correspondiente. Mediante lectura notifíquese. . (La transcripción es literal, incluidos los errores) - (sic., f. 223 y 224 )". II.- Que contra el anterior pronunciamiento interpuso Recurso de Apelación el licenciad o Alejandro Marín Pacheco como defensor particular del encartado y la licenciada Gabriela Ugalde Pereira. en representación del Ministerio Público. III.- Que verificada la deliberación respectiva de conformidad con lo dispuesto por el artículo 465 del Código de Procesal Penal, el Tribunal se planteó las cuestiones formuladas en los Recurso s de Apelación . IV.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes. Redacta el juez Porras Villalta ; y, CONSIDERANDO: Recurso de apelación del licenciado Alejandro Marín Pacheco, defensor particular del imputado J (cfr. folios 232 a 257). I.- CONTENIDO DE LA IMPUGNACIÓN (forma): Errónea valoración de la prueba, falta de fundamentación e irrespeto al in dubio pro reo. (1).- En este primer motivo se argumenta lo siguiente; 1.a.) "[...] Si bien la ofendida en su relato describe que en algún momento el imputado saca de una de las bolsas de su pantalón una especie de cuchilla y la pone en la mesita de noche, NO AFIRMA LA PROPIA OFENDIDA QUE LA HUBIERA AMENAZADO CON LA MISMA. No describe la ofendida ninguna conducta del imputado, ejecutada con el uso de la cuchilla capaz de considerarse como una amenaza LA OFENDIDA SOLO DESCRIBE QUE EL IMPUTADO PONE SOBRE LA MESA LA CUCHILLA y acto seguido toma su bolso (no se lo arrebata) y le saca una agenda y una pequeña suma de dinero, no dijo 6.000,00 mil colones. De esta descripción de hechos de la ofendida el Tribunal concluye en forma errada que el imputado cometió un robo agravado, por despojar a la ofendida de seis mil colones con el uso de un arma (cuchilla), conclusión que viola las reglas de la sana crítica, particularmente de la lógica [...] de ese mismo relato se desprende en forma clara que “sacar la cuchilla y ponerla en la mesa”, no tiene relación alguna con el hecho de tomar el bolso posteriormente, ya que es evidente que igual lo pudo tomar sin antes “poner la cuchilla en la mesa”, dado que la ofendida estaba sometida bajo violencia física [...]" (cfr. folio 232). 1.b.) En la denuncia, en forma clara y categórica , la ofendida señaló que , luego de sacar la cuchilla, el imputado la amenazó con la misma y que le dijo que la iba a matar. Sin embargo, en debate solo llegó a señalar que el imputado sacó la cuchilla y la puso en la mesa , y si la ofendida se sintió amenazada al ver la cuchilla en la mesa, eso no significa que esa fuera la intención del imputado . (2).- En el segundo apartado, y como una cuestión de forma, el defensor asegura que el fallo de mérito incurrió en falta de fundamentación. Para ello argumenta que n o se demostró que el dolo del imputado fuera dirigido a sustraerle a la ofendida " dicha " suma de dinero , pues ésta en juicio solo relata que aquel sacó una agenda y una suma de dinero (no dijo cuánto, solo que era una suma "baja", pese a lo cual se condena por la sustracción de ¢6.000,ºº) de su bolso, pero no señala qué h izo con esas cosas . Siendo claro , entonces, que el tribunal no establece la existencia del elemento objetivo en su doble modalidad, desapoderamiento y apoderamiento (este último no se demostró), como tampoco del elemento subjetivo o culpabilidad del imputado, al no acreditarse la intención de apoderarse con animus de disposición de la cosa . l a ofendida relató que antes de salir del lugar, el imputado le envió el bolso con la señora (se refiere a la testigo M) y ella se lo entregó, de donde resulta que esa tercera persona tuvo bajo su control el bolso y su contenido, por lo que no se puede afirmar en forma certera que el imputado se dejó para sí, se apoderó de esa suma de dinero . (3).- El defensor denuncia falta de fundamentación, para lo cual cita un extracto del fallo, donde se indicó que la ofendida “demostró ante este tribunal la veracidad en cada (sic) de sus palabras. El relato de la ofendida ARTOLA en el debate fue de absoluta credibilidad [ … ] ”. A partir de lo anterior, aduce dos errores: en realidad la ofendida no demostró la veracidad de sus palabras , pues no aportó prueba que confirmara su versión, y se le dio credibilidad a pesar de la ausencia de otros elementos de prueba que confirmen dicho relato. Además, e l tribunal no fundamenta por qué le da plena credibilidad a las afirmaciones de la ofendida . (4).- Aquí se cuestiona la afirmación del tribunal en cuanto tuvo por acreditado que las lesiones y marcas que el dictamen médico establece en el cuerpo de la ofendida ( cuello, pecho, espalda, brazo derecho y pierna izquierda ) , son el resultado del abuso sexual violento y no consentido del imputado en su contra. Al respecto el impugnante asegura lo siguiente: 4.a.) S alvo la versión de la ofendida, no hay otro elemento de prueba que así lo confirme . 4.b.) I gnoró el tribunal, conforme a las reglas de la experiencia , que d el dictamen psicológico practicado a la ofendida se desprende que ya desde antes de los hechos y durante la época de los mismos, vive en un ambiente de violencia física domestica con su pareja, por lo que la marcas y lesiones podrían ser el resultado de esa dinámica ; q ue la ofendida admite que su profesión es la prostitución y sabido es (reglas de la experiencia) que muchas veces los clientes las maltratan ; q ue el contacto sexual entre el imputado y la ofendida fue entre 8 a . m . y 9 a . m ., siendo que la ofendida ya había pasado toda la noche trabajando, lo que eleva las probabilidades de haber sido maltratada por algún cliente anterior ; q ue generalmente las víctimas de violencia sexual (reglas de la experiencia y la psicología) presentan la denuncia inmediatamente después de sucedido el ultraje, cuando el victimario es un desconocido, siendo que la ofendida presentó la denuncia 12 horas después del hecho, aceptó que ni siquiera se había bañado durante ese lapso y que solo se había cambiado la ropa , l o que significa que esas lesiones y marcas pudieron haber sido causadas posterior al encuentro sexual con el imputado . 4.c.) E l mismo informe de la pericia psicológica practicada a la ofendida señala que no se puede afirmar que los trastornos emocionales de ésta sean producto de los hechos denunciados . (5).- El recurrente estima que existe falta de fundamentación de la sentencia debido a la ausencia de prueba técnica que demuestre la agresión sexual alegada por la ofendida , pues el dictamen médico DML - 2007-10554 establece en cuanto al área paragenital : negativo ; y e n cuanto al área genital : sin evidencia externa de lesiones y a no sin evidencia de fisuras ni otras lesiones. Al respecto, el defensor indica lo siguiente: "[...] la ofendida, relata un ultraje sexual con mucha violencia física, no solo en las áreas extra genitales (cuello, pecho, brazos, etc.), sino en la áreas genitales. Señala que cuando el imputado intentaba meterle el pene por el ano, que ella forcejeaba, que él no podía, que luego le metió los dedos en la vagina fuertemente y que se los metió en el ano una y otra vez, PERO EL EXAMEN FÍSICO PRACTICADO A LA OFENDIDA DESMIENTE ESA VERSIÓN, NO ACUSA NINGUNA LESIÓN O EVIDENCIA DE VIOLENCIA FISICA EN LAS AREAS GENITALES Y EXTRAGENITALES [...]" (cfr. folio 243). (6).- Hay falta de fundamentación en la sentencia al desacreditarse la prueba testimonial de descargo, por lo siguiente: 6.a.) E l tribunal señala que los testigos del imputado son complacientes, pero no razona ni explica cuáles son los fundamentos de esa conclusión . De seguido, cita un extracto del fallo en el cual se indica lo siguiente: "[...] Ninguno de ellos le merece credibilidad a esta cámara por tratarse de testigos absolutamente complacientes, cuyo testimonio cae por su propio peso ante la contundencia de la versión de la ofendida L, sino también por ser testigos que tienen una relación de amistad o laboral de muchos años con el imputado J y cuya única finalidad es favorecerlo para que salga bien librado de estos graves hechos [.. . ] ” (cfr. folio 244). En criterio del defensor, no basta entonces que el tribunal se limite a señalar que los testigos son complacientes, sin justificar los argumentos de esa aseveración . L a relación de amistad o laboral de un testigo con una de las partes, de ninguna manera son circunstancias que los descalifiquen como tales o que permitan, per se, considerar sus testimonios como falsos o complacientes . 6.b.) Revisando el video del juicio se podrá notar la actitud desinteresada del Ministerio Público y de los jueces de hacer preguntas a los testigos de la defensa, como queriendo decir “no importa su testimonio, la convicción del tribunal ya está formada”. 6.c.) E l tribunal pretende descalificar a los testigos de la defensa, no por el contenido de sus declaraciones, sino porque no presenciaron los hechos, lo que resulta abiertamente ilegal . 6.d.) E l hecho de que en esta materia generalmente no hay testigos directos, eso no significa que la sola versión de la ofendida es suficiente en todos los casos y esta deberá ser analizada y confrontada con los otros medios de prueba aportados al debate. R esulta ilegal presumir que si la ofendida mantiene su versión en debate , es porque los hechos así sucedieron . (7).- Es erróneo el siguiente razonamiento del Tribunal: "[...] Señala seguidamente el encartado J que se percata que su dinero no está en su pantalón, lo cual también es inadmisible porque él mismo aceptó que nunca se había quitado el pantalón para tener la relación sexual, de manera que no había forma de que la ofendida le sustrajera su dinero [...] ” (cfr. folio 248), pues e l imputado refiere que en un primer momento él no se quita el pantalón, pero que luego , a solicitud de la ofendida , procede a quitárselo y cuando se va al baño y regresa ya no estaba su dinero en el mismo y que lo encuentra escondido entre la repisa de la cama y el colchón . (8).- Existe una errónea apreciación de los testimonios rendidos por A y Ó, ello en referencia al siguiente extracto de la sentencia: “ [...] Por último, en relación a los testigos H y O encuentra esta cámara que son enteramente complacientes, pero que además caen en contradicciones importantes. Dicen H y O que la ofendida L volvió al […] y duró allí como 20 minutos más, lo cual se contradice con el testimonio de A quien dice que salió del lugar ([…]) y abordó un taxi pirata, el cual era conducido por un sujeto llamado G [...] ” (cfr. folios 249 y 250). E l testigo A en ningún momento dijo que vi o a la ofendida salir del [...], s ino que estando él afuera de su negocio ([…]) la vi o pasar y abordar un taxi pirata. Siendo que más bien esta manifestación concuerda con lo declarado por los testigos H y O e incluso con lo manifestado por la misma ofendida que en debate dijo: “yo fui al bar[…] a pedir el nombre y apellidos del imputado, pero no me los dieron” . L a lectura correcta de esos testimonios (incluido el de la ofendida respecto a ese punto), viene a corroborar la versión del imputado, en cuanto señala que luego de que la ofendida salió del […], se fue de nuevo al Bar […] y ahí se mantuvo un rato, conducta que, conforme a las reglas de la lógica, la experiencia y la psicología , no sería l a normal de un a supuesta víctima de un ultraje sexual violento . E sta versión también es confirmada por el testimonio de M, quien señaló que una vez que la ofendida salió del […], al rato vo l vió para que el imputado le enviara un dinero y que efectivamente é ste se lo dio a ella (la testigo) y é sta se lo entrega a la ofendida , y que luego la ofendida llega dos veces más a preguntar por el " ofendido " (sic) , de donde se desprende que , diferente a lo señalado por el tribunal, los testimonios referidos se complementan y confirman la versión del imputado . El Tribunal insiste en descalificar a los testigos H y O porque no presenciaron los hechos. (9).- El impugnante se muestra inconforme con que se haya descalificado el testimonio de M por tener una relación de amistad y laboral con el encartado. Al respecto, señala lo siguiente: 9.a.) El Tribunal especula y presume situaciones sin ningún soporte probatorio, al haber afirmado lo siguiente: "[...] Además, como la misma ofendida L manifestó en su declaración, esta testigo M le dijo “que mejor regresara al cuarto, que no hiciera enojar a J porque andaba tomado”, lo cual es un indicio importante de que esta testigo M puede tenerle cierto temor al imputado J y por eso lo favorece y encubre con su relato [...] ” (cfr. folios 251 y 252). 9.b.) Se l e resta credibilidad al decir de esta testigo, porque a pesar de que ella dice que la ofendida regresó 3 o 4 veces más a buscar al imputado, no pudo describirla con precisión en el debate , siendo que tal análisis carece de todo fundamento pues l os hechos se dieron 5 años antes del debate y la testigo "[...] es la simple empleada doméstica de los cuartos contiguos al […], usados para encuentros de prostitutas y sus clientes, al igual que varios negocios ubicados en la misma zona y el tribunal pretende que la testigo recuerde las características físicas de una sola de esas mujeres, que ingresan ahí por grandes cantidades y que no merecía mayor atención [...]" (cfr. folio 252). (10).- Los dictámenes criminalísticos demuestra n que existía semen del imputado en el cuerpo de la ofendida, pero ambos admitieron que hubo sexo consentido, es decir, se justifica necesariamente que exista semen del imputado. E l uso del preservativo ( según la versión de la ofendida ) no es suficiente para descartar que se presente semen en el cuerpo de la misma, puesto conforme las reglas de la experiencia, el semen no solo sale en el momento de la eyaculación, también sale en momentos previos de excitación del hombre, como también pudo salir un poco al momento de quitarse el imputado el mismo . Así, es improcedente concluir que la existencia de ese semen, obedece ú nica y necesariamente a que la ofendida s í fue violada por el imputado, cuando hay otras muchas justificaciones para ese hallazgo . (11).- Se cuestiona el análisis vertido por el Tribunal de mérito en cuanto al dictamen psicológico forense, al haber indicado lo siguiente: "[...] Se contó luego con otra prueba trascendental, consistente en el Dictamen Pericial Psicológico Forense número SPPF-2011-0202, visible a folios 142 a 146, el cual dentro de sus conclusiones indica lo siguiente: 'E n cuanto a su condición psicológica, tanto por la observación como por el rastreo psicométrico realizado, se identifican importantes alteraciones psicológicas, tales como periodos de temblor, nerviosismo, timidez, preocupación excesiva, miedos de sufrir daño físico, gran tensión psicológica, respuestas exageradas a un estímulo de carácter intrusivo (repentino), hiperalerta e hipervigilancia ' . Si bien es cierto en esta experticia se señala que resulta altamente difícil poder establecer que estas alteraciones psicológicas encontradas correspondan a los eventos denunciados, también es lo cierto que el mismo dictamen señala que ' tampoco puede descartarse que, cuando menos, los mismos han podido colaborar en su configuración y mantenimiento ' [...] ” (cfr. folio 254) . E l tribunal admite y afirma que de la prueba psicológica se pueden extraer dos conclusiones diferentes : l a primera, que es altamente difícil poder establecer que las alteraciones psicológicas que acusa la ofendida correspondan a los eventos denunciados , y la segunda, que tampoco pued e descartarse que, cuando menos, los mismos han podido colaborar en su configuración y mantenimiento , siendo que el dictamen es claro al establecer la imposibilidad de ligar esas alteraciones psicol ó gi c as con los hechos denunciados. Además, el Tribunal también señaló lo siguiente: "[...] esta afirmación no es atendible porque si bien el Dictamen aludido señala que no se puede demostrar lo anterior, la misma experticia señala que tampoco se puede descartar. Si a lo anterior le agregamos la grave afectación emocional y moral que evidenció la ofendida L al momento de rendir su declaración en el debate, la cual pudo percibir y sentir este tribunal se evidencia sin lugar a dudas que existe una relación de causa-efecto entre estos hechos y esa afectación [...]" (cfr. folio 255). A pesar de que el experto de " medicatura forense " (sic) en psiquiatría y/o psicología, luego de los estudios y análisis profesionales correspondientes, afirma que no se pueden ligar de forma certera las alteraciones emocionales de la ofendida con los hechos denunciados, el T ribunal “realiza su propia experticia” y concluye lo contrario . (12).- En este último acápite el abogado defensor señala que tod o s los vicios reseñados en los puntos anteriores conllevan a que el tribunal no aplicara el principio de in dubio pro reo a favor del imputado , como corresponde en este caso . II.- Sin lugar los reclamos en todos sus extremos. Los reclamos del defensor no podrían prosperar, pues lejos de centrarse en establecer algún vicio lógico en los argumentos jurisdiccionales que sustentan la decisión condenatoria penal, más bien se estructura a partir de la propia y sesgada interpretación que expone dicho profesional en Derecho en torno a las declaraciones y prueba pericial evacuadas en el debate, para lo cual se ocupa de criticar manera aislada y segmentada los elementos probatorios de cargo, perdiendo de vista e ignorando que el análisis del Tribunal más bien parte de una visión conjunta, armónica y completa de ellos, todo lo cual permitió a los juzgadores establecer con plena certeza la responsabilidad en el hecho delictivo que se le atribuye al acusado J. En efecto, en el fallo se explica que la credibilidad de la ofendida se derivó de que su denuncia no varió en elementos nucleares con la versión en juicio, pese a que han pasado casi 5 años, de modo que no ha perdido congruencia ni consistencia a través del tiempo; cuando la persona ha vivido realmente el trauma (como en este caso la ofendida) resulta imposible olvidar lo vivido; ella demostró la veracidad de cada una de sus palabras, su relato en debate estuvo bien ubicado en tiempo y espacio, con lógica y coherencia, y sólidamente sostenido a lo largo de la investigación y el juicio, aun con el interrogatorio exhaustivo de las partes; el contacto sexual violento y no consentido que describió, le dejó marcas en su cuerpo (descritas en el dictamen médico de folios 23 a 25) y una afectación emocional (efecto post traumático: mostró fragilidad emocional que no solo fue detectada por el psiquiatra forense en el dictamen de folios 142 a 146, sino por el propio Tribunal al escuchar su relato en el debate, donde al llegar al núcleo de la acción, el ataque sexual, rompe varias veces en llanto, y se muestra nerviosa, ansiosa y deprimida); su declaración en debate fue contundente y sincera, al grado que ella misma indica que el primer encuentro sexual sí fue consentido, y que por el mismo cobró ¢10.000,ºº; identificó plenamente al encartado ante las autoridades como su agresor sexual, refiriéndose a él con su apodo de "Pato", sin ninguna duda (cfr. folio 204, línea 24 en adelante). Ahora bien, partiendo de lo anterior es necesario indicar que el defensor lanza varias afirmaciones e interpretaciones de la prueba y las circunstancias que mediaron en el hecho, las cuales no son compartidas por este Tribunal de instancia. En este sentido, y contrario a lo que estima el impugnante, la acción realizada por el acusado (al sacar de su bolsillo una especie de cuchilla, ponerla en una mesa y, de seguido, proceder a tomar el bolso de la ofendida, del cual toma una agenda y una pequeña suma de dinero) sí constituye una clara, evidente y notoria amenaza con dicha arma, de cara a la comisión del delito de robo agravado, sin importar, a efectos de establecer la tipicidad de dicha conducta, la cantidad exacta de dinero que tomó y del cual se apoderó, ni tampoco qué hizo con el mismo luego de ello. De este modo resulta explícita la intención del sujeto activo de apoderase de esta forma, mediante el uso de un arma (con la que amenaza a la víctima) de bienes que no le pertenecían. Asimismo, el defensor lanza varias afirmaciones especulativas e infundadas, mismas que sustenta en esa visión parcial, incompleta y subjetiva a la que se hizo mención supra, pues no existe elemento alguno que permita establecer, ni siquiera como probable, que no fue el encartado sino la testigo M quien tomó el dinero y la agenda del bolso de la víctima (conforme lo sugiere sutilmente el defensor). Contrario a lo que se sostiene en la impugnación, en este caso la ofendida sí aportó elementos probatorios adicionales a su declaración, los que, según se razona directa y expresamente en el fallo, permitieron corroborar la veracidad de su dicho, a saber, el resultado de la pericia médica que se le practicó, en la cual se dio fe de las lesiones que ella presentó en el área paragenital, esto es, en cuello, pecho, espalda, brazo derecho y pierna izquierda (cfr. folio 210, línea 25 en adelante). De igual modo, a dichos efectos se consideró la notaria afectación emocional que ella evidenció al declarar en juicio, la que fue percibida por el Tribunal gracias a la inmediación vigente en esa fase del proceso. Tampoco se comparten, por especulativas, subjetivas e infundadas, las afirmaciones que lanza el recurrente en el punto b) del cuarto motivo, al pretender que se avalen las hipótesis que ahí expone, mismas que -se reitera- no encuentran sustento y respaldo más que en su visión aislada e incompleta de los razonamientos que expuso el Tribunal en el fallo. El psicólogo forense que examinó a la denunciante concluyó que los rasgos o alteraciones psicológicas que la misma presentó durante la evaluación (temblor, nerviosismo, timidez, preocupación excesiva, miedos de sufrir daño físico, tensión, respuestas exageradas a estímulos intrusivos y repentinos, hiperalerta e hipervigilancia, conflictos, disfunción, insatisfacción, ansiedad y horror, todos de carácter sexual) "[...] no son exclusivos de eventos como los denunciados, ya que pueden derivarse de eventos de múltiple naturaleza. En ese sentido, al escrutar la historia de vida de la evaluada, se identifican otros sucesos que podrían resultar en promotores de tales eventos, como una historia de violencia doméstica en su contra, escenificada con quien vive en la actualidad, reportándose agresiones físicas y verbales, además de indicar que, durante algún período de la misma, sostuvo relaciones sexuales en contra de su voluntad con el mismo. Por tal razón, poder discriminar que las alteraciones encontradas corresponden a los eventos denunciados, resulta altamente difícil. Sin embargo, tampoco puede descartarse que, cuando menos, los mismos hayan podido colaborar con su configuración y mantenimiento [...]" (cfr. folio 145 frente y vuelto), siendo que tales conclusiones fueron analizadas por el Tribunal de mérito (cfr. folio 211, línea 16 en adelante), estableciendo que la afectación emocional que ella evidenció al declarar en juicio (sobre todo al momento de describir el ultraje sexual al que fue sometida) efectivamente provenía de los hechos aquí investigados: "[...] hace un análisis (el defensor) de la prueba pericial para llegar a establecer que del dictamen Psicológico Forense no se extrae de una manera certera que las afectaciones emocionales que presenta la ofendida L sean exclusivas de estos hechos. Esta afirmación no es atendible porque si bien el Dictamen aludido señala que no se puede demostrar lo anterior, la misma experticia señala que tampoco se puede descartar. Si a lo anterior le agregamos la grave afectación emocional y moral que evidenció la ofendida L al momento de rendir su declaración en el debate, la cual pudo sentir y percibir este Tribunal se evidencia sin lugar a dudas que existe una relación de causa-efecto entre estos hechos y esa afectación, de manera que aceptado por esta Cámara que los vejámenes sexuales a los que fue sometida la ofendida L por parte del imputado J, tuvieron consecuencias graves en su salud emocional [...]" (cfr. folio 213, línea 4 en adelante). Ningún yerro lógico se advierte en este análisis, no siendo cierto que el Tribunal se confeccione "su propia experticia". Nótese que al respecto el impugnante da a entender que en el dictamen psicológico forense se incluyen dos conclusiones incompatibles o excluyentes, cuando en realidad, conforme lo analizó el Tribunal, el profesional que lo confeccionó más bien alude a que sí es factible que las alteraciones emocionales que constató en la ofendida sean origen del evento traumático denunciado, haciendo notar, eso sí, lo "altamente difícil" que sería establecer con certeza dicha circunstancia (obviamente a partir de las pruebas psicológicas por él aplicadas), debido a que para esa época ella también era víctima de violencia doméstica de parte de la persona con la que convivía en ese momento. No obstante, el perito deja claro que "tampoco puede descartarse" que ese hecho denunciado (cuyo autor responsable fue el acusado J) haya podido colaborar con la configuración y mantenimiento de esas alteraciones emocionales. Es a partir de este contexto que, una vez recibida su declaración en juicio a partir del principio de inmediación, que el órgano de mérito llega a establecer con toda certeza que la afectación emocional que todavía presenta la víctima en efecto se deriva de la agresión sexual de la que fue objeto. Al respecto debe tenerse claro que tal conclusión jurisdiccional no se sustenta en la aplicación de test o pruebas sicológicas (conforme la disciplina desarrollada por el perito forense), sino, de manera esencial y determinante, en la impresión que les causó la testigo al declarar en la audiencia. Al respecto debe tenerse presente que dicha conclusión en nada contradice ni se aparta del criterio técnico expuesto en el referido dictamen, mismo que, de cualquier modo, tampoco resultaría vinculante para el órgano jurisdiccional. Por otra parte, tampoco comparten estos jueces de apelación el criterio del recurrente, quien de modo infundado asegura que la dinámica del hecho relatado por la ofendida necesariamente debió generar alguna lesión en el área genital de ésta. Este mismo alegato (lo mismo que el anterior) fue incluido en sus conclusiones por el defensor que atendió el debate, de modo que el impugnante ahora viene simplemente a reiterarlo en esta sede. Al respecto, de manera acertada y coherente, el Tribunal de mérito indicó en el fallo lo siguiente: "[...] Por otro lado, el Lic. Quesada hace un final análisis, y pone, según sus palabras la “cereza en el pastel” (sic), al pretender demostrar la inocencia de su cliente al indicar que el Dictamen Médico Legal señala que la ofendida L no presenta ninguna lesión en su área anal, razón por la cual no pudo haber penetración anal y por ende la versión de L es falsa. Este argumento se rechaza por varias razones. El primero de ellos es que el imputado J nunca le introdujo el pene en el ano a la ofendida L, sino su dedo. Esto es importante porque la diferencia anatómica (tamaño, grosor y forma) de un pene y un dedo son absolutamente diferentes. Tampoco podemos pretender que una persona que está siendo ultrajada analmente con los dedos por su agresor tenga que saber con exactitud cuántos dedos se le están metiendo en su ano, no solo por la incomodidad y humillación del acto en sí, sino también por la afectación emocional que ello implica, aunado al hecho de que es un órgano que se encuentra en la parte trasera del cuerpo y por ello de difícil visión para la víctima. L lo que siente es que está siendo ultrajada sexualmente vía anal con el dedo y ella no tiene porqué saber cuántos dedos le están introduciendo. La penetración del dedo fue tan real que producto del miedo y de la sensación humana normal de estimulación hace que L se defeque. Por otro lado, recuérdese que por reglas de la experiencia y de la lógica el esfínter anal es un órgano que se expande con la estimulación, sea está consentida o no, y eso lo podemos percibir y es algo de sentido común con sólo pensar en el proceso de excreción de las heces, que es cuando el esfínter se expande de manera natural aún y cuando las heces sean de gran tamaño. Esto lo dice el Tribunal porque si aceptamos la tesis del defensor, tendríamos que aceptar que cada vez que un ser humano realiza el proceso de defecación va a provocarse una herida en sus fisuras anales. De manera que entonces la introducción de un dedo en el ano (la ofendida L no tiene porqué saber cuántos eran) no implica per se que tenga que quedar alguna herida o lesión en el esfínter anal, no solo por la expansión natural de éste ante la estimulación sino también porque el dedo es una parte del cuerpo humano que no reviste gran tamaño ni gran grosor. De allí que su introducción en el ano de la L por parte de J no tenía necesariamente que haber dejado alguna lesión. Ergo, el que el Dictamen Médico Legal concluya que no hay lesión en la zona anal en ningún momento desacredita la versión de la ofendida L ni desacredita la existencia del hecho ilícito [...]" (cfr. folio 213, línea 16 en adelante). Es claro que la testigo L nunca mencionó que las acciones violentas ejecutadas en su contra por el encartado le hayan dejado alguna secuela física en el área genital (concretamente en el ano), siendo perfectamente posible que, conforme lo explica el órgano de mérito, ello no haya sido así, lo que permite comprender que el resultado de la pericia médica de ningún modo "desmiente su versión", por lo que debe rechazarse la afirmación en contrario que personal y subjetivamente lanza el defensor. Tampoco se constata error lógico o arbitrariedad algunos en los razonamientos que expone el órgano de mérito para desmerecer la prueba testimonial de descargo. Al respecto, no debe perderse de vista que, como base sobre la que se cimenta la decisión, los juzgadores expusieron con amplitud las razones que les llevaron a reconocerle plena credibilidad a la versión de la víctima, de modo que resulta acertado que se concluya que las declaraciones ofrecidas por la defensa (en cuanto pretendían desmentirla, pese a que no presenciaron los hechos) "caigan por su propio peso" frente a aquella. Además, y como un argumento adicional (no "per se"), en el fallo también se explica que los mismos tendrían sobradas razones para mentir en favor del imputado, por mantener con éste una relación de amistad o laboral de muchos años; que, conforme se dedujo del relato de la ofendida, la testigo M le tenía temor al acusado. Por otro lado, el hecho de que el Tribunal no le formulara preguntas a estos testigos, de ningún modo permitiría establecer un adelanto de criterio de su parte, conforme lo estima el defensor. En todo caso, no puede dejarse de lado lo notoria que resulta la técnica recursiva que utiliza el defensor en su sexto motivo, en el cual, de manera impropia, separa y critica de modo aislado los argumentos expuestos por el Tribunal para desacreditar la prueba de descargo, insistiendo en que cada uno de ellos, por sí solo, no permitiría respaldar la decisión adoptada. No obstante, debe volverse a indicar que los juzgadores realizaron un análisis conjunto, integrado, comprensivo y completo (no fragmentado como el que se expone en este punto de la impugnación), y a partir del mismo lograron establecer de modo suficiente y legítimo la veracidad del testimonio de la ofendida. Esto conllevó a que no se creyera al imputado en cuanto rechazó los cargos (cfr. folio 207, línea 27 en adelante), razonándose además que su dicho ni siquiera encontró respaldo en los testimonios de Ó y H, propuestos por él mismo, en cuanto pretendió hacer creer que fue la misma ofendida quien se acercó a ellos a ofrecer sus servicios sexuales (cfr. folio 208, línea 4 en adelante). La versión del acusado también fue calificada de ilógica, no reconociéndosele ninguna veracidad, no solo porque, correlativamente, se le otorgó pleno valor al relato de la ofendida, sino porque no resulta creíble que -según dijo- aquella le hubiera propuesto mantener un coito anal sin preservativo aduciendo que para ello el mismo no era necesario, y al no referirse a la razón por la cual la denunciante se defecó (cfr. folio 207, línea 27 en adelante). De acuerdo con ello, el otro argumento que cuestiona el defensor, según el cual "[...] Señala seguidamente el encartado J que se percata que su dinero no está en su pantalón, lo cual también es inadmisible porque él mismo aceptó que nunca se había quitado el pantalón para tener la relación sexual, de manera que no había forma de que la ofendida le sustrajera su dinero [...]" (cfr. folio 208, línea 29 en adelante), no resulta esencial, a tal punto que aun suprimiéndolo en nada se vería menoscabados los fundamentos del fallo. En lo relativo a la declaración de A, es claro que la misma resulta inocua, pues el Tribunal razona que, aun admitiéndola como cierta (refirió haber escuchado cuando la ofendida supuestamente le dijo a un taxista que el encartado no le había pagado sus servicios sexuales), la misma no excluiría los hechos (cfr. folio 209, línea 1 en adelante). Lo mismo ocurriría con la versión de los deponentes H y O, en cuanto aseguraron que la denunciante regresó al bar [...]. Y es que no concuerdan estos jueces de segunda instancia con la lectura e interpretación que expone el recurrente en torno a dicha circunstancia, la cual cita en el octavo motivo de su recurso, a saber, que luego de la agresión sexual la denunciante se dirigió al bar […], donde se mantuvo "un rato", pues estima que dicha conducta no sería normal para una víctima de ultraje sexual violento. No obstante, y según lo indica el propio recurrente, en efecto la ofendida explicó en el debate que luego del hecho, cuando por fin el encartado la dejó salir del […], ella cruzó la calle y se dirigió a ese bar y le preguntó al "bar-tender" por el nombre y apellidos de su victimario (obviamente con el objetivo de saber su identidad de cara a la denuncia que interpondría), sin que esta persona se los quisiera dar, pues simplemente le contestó "yo no conozco a nadie" (cfr. archivo digital en formato DVD, c00020521090001 del 21 /05/2012, a partir de las 09:59:15 según el contador horario). Esto permite comprender el por qué la ofendida fue a ese sitio, sin que pueda estimarse que ello desmerezca su relato de lo ocurrido ni mucho menos que confirme la versión de M, la cual fue razonada y legítimamente desmerecida por el tribunal, no solo por negar los hechos y contradecir a la víctima (a quien los jueces le reconocieron pleno valor), sino porque se constató que tenía motivos para mentir y favorecer al acusado, a quien no solo la liga una relación laboral y de amistad, sino también por el temor que le tenía, lo cual se dedujo del propio relato de L (cfr. folio 209, línea 12 en adelante). En este punto resulta inconducente el reclamo del recurrente al cuestionar el argumento expuesto en el fallo, según el cual esta testigo no resultaba creíble debido a que, pese a que dijo que la ofendida regresó varias veces a buscar al encartado, no pudo recordar sus características físicas. Aun suprimiendo este argumento del Tribunal, ello en nada deslegitimaría la sentencia. En lo relativo al alegato que se expone en el décimo motivo, nuevamente el defensor incurre en la impropia técnica recursiva de cuestionar la prueba de modo aislado y fragmentado, perdiendo de vista el análisis conjunto que desarrolló el Tribunal, donde se consideró que la existencia de semen del imputado en el cuerpo de la víctima constituye un elemento más que, valorado en conjunto con el resto de la prueba, permitió tener por cierta la conducta ilícita que se le atribuye a aquel. Con base en lo anterior, se declara sin lugar en todos sus extremos el recurso interpuesto por el defensor particular del imputado. Recurso de apelación (por adhesión) de la licenciada Gabriela Ugalde Pereira, representante del Ministerio Público (cfr. folios 263 a 270). III.- ÚNICO MOTIVO (fondo): Inaplicación del concurso material. Como un reparo por vicios in iudicando, la representante del Ministerio Público presenta un único motivo de apelación (formula dicha impugnación mediante el trámite de adhesión previsto por el artículo 461 del Código Procesal Penal) donde denuncia la falta de aplicación de concurso material previsto por los artículos 22 y 76 del Código Penal. Luego de citar el cuadro fáctico que se tuvo por demostrado en sentencia, explica que el mismo fue calificado por el Tribunal de mérito como configurativo de un delito de violación y un delito de robo agravado en concurso material, al estimar los juzgadores que la pluralidad de acciones que lesionaron la autodeterminación sexual de la ofendida, por ser sobre el mismo bien jurídico , por haberse ultrajado varios orificios anatómicos de ésta (boca, vagina y ano) , y además por la proximidad temporal entre los hechos, no configuró varios delitos de violación por cons titu ir una única acción y por ende un solo delito de violación. La impugnante mantiene la t esis contraria, al considerar que las acciones del imputado constituyen una pluralidad de acciones que violentaron en espacios temporales diferentes y por vías de acceso diversas , la libertad sexual de la ofendida . En sustento de su queja, la fiscal expone lo siguiente: "[...] El bien jurídico tutelado es la autodeterminación sexual, se lesionó cada vez que la ofendida fue objeto de penetración, independientemente de que no exista mayor separación temporal entre ellas, porque el tipo penal sanciona a quien accede carnalmente a la víctima contra su voluntad por diferentes vías de acceso, las cuales están incluso previstas en la norma como elementos de modo de la acción punible, mismos que sirven para diferenciar cuantitativa y cualitativamente el número de acciones delictivas perpetradas por el acusado [...] Nos encontramos ante 3 delitos de violación calificada y 1 delito de robo agravado, pues el acusado lesionó en cada una de esos delitos el bien jurídico que protege el tipo penal de violación (autodeterminación sexual, además de otros bienes como la tranquilidad, el honor, etc), en consecuencia surgieron tres acciones típicas, antijurídicas y culpables de interés para el sistema penal, y que además constituyen acciones independientes, pues nótese incluso que son vías de acceso diferentes que así mismo las identifica el tipo penal, y que por ende haya una lesión tanto cuantitativa como cualitativamente . Recordemos que la víctima cuando declaró en el contradictorio refirió que el acusado mediante la utilización de un cuchillo la amenazó y la obligó a practicarle sexo oral –luego de despojarla de manera ilegítima del dinero-, teniendo así el primer delito de violación en cuanto a la introducción del pene en la boca-; luego la penetró por la vagina –aquí tenemos el segundo delito de violación- siendo diferentes accesos carnales o vías de acceso con el pene (boca y vagina). Seguidamente le introdujo sus dedos en la vagina (sic) , de forma tan agresiva además, que ocasionó que la ofendida se defecara, teniendo así el tercer delito de violación, pues independientemente de que el fin del imputado haya sido satisfacer sus deseos sexuales, dicho fin no conlleva todos los vejámenes de índole sexual que sufrió la ofendida el día de los hechos [...]" (cfr. folio 267, línea 3 en adelante). En apoyo de la anterior tesis, la impugnante cita los votos de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, números 1999-00156 de las 09:54 horas del 12 de febrero de 1999, y 2001-00889 de las 09:05 horas del 14 de setiembre de 2001. Con base en lo anterior, la recurrente solicita que "[...] se declare con lugar el presente motivo de casación, y se declare la nulidad únicamente la nulidad (sic) de la calificación legal dada por el Tribunal a los hechos demostrados y la pena impuesta manteniéndose incólume el fallo, ordenándose además el reenvío para que se fundamente la imposición de la pena de acuerdo al cuadro fáctico tenido por acreditado y a la correcta calificación jurídica de los hechos [...]" (cfr. folio 270, líneas 10 a 15). IV.- Por las razones y de la forma que se dirán, se declara con lugar el reclamo. Las circunstancias particulares que se presentan en este caso, derivadas de la naturaleza y contenido concreto del recurso que aquí se conoce, imponen el análisis de tres cuestiones jurídicas bien diferenciadas, a la saber: (A).- Los alcances y naturaleza de la adhesión, de modo que se debe definir si a la misma debe negársele la condición de "recurso" por depender y estar condicionada necesariamente a los alegatos incluidos en el recurso principal, como si se tratara de una suerte de "coadyuvancia", o si, por el contrario, más bien se trata de una impugnación independiente que goza de una total desvinculación con respecto a aquel, a tal punto que -como sucede en este caso- la contraparte que la interpone está legitimada a formular alegatos que hasta perjudiquen directa y sensiblemente la situación del recurrente principal. (B).- La cuestión de fondo en torno a la cual gira concretamente la inconformidad de la fiscal, esto es, si en casos como el presente, donde se tiene por acreditadas diversas penetraciones en diversas vías corporales de la víctima (oral, anal y vaginal) en un corto espacio temporal, se está o no ante una unidad de acción, es decir, si con ello se configuran uno o varios delitos de violación. (C). Las consecuencias derivadas de acogerse un recurso por el fondo del Ministerio Público, esto es, si lo que procede es el reenvío (conforme a la jurisprudencia constitucional desarrollada con anterioridad a la promulgación y entrada en vigencia de la Ley Nº 8837 que crea el recurso de apelación se sentencia en material penal) o si es factible que el Tribunal de apelación rectifique por el fondo la sentencia del Tribunal de Juicio, recalifique el hecho y agrave la situación del encartado, elevando el monto de la sanción. Estos tres temas se desarrollarán por separado en los siguientes considerandos. V.- ACERCA DE LOS ALCANCES Y NATURALEZA DE LA ADHESIÓN. En este caso la representante del Ministerio Público, acogiéndose al instituto de la adhesión, procedió a formular un recurso por el fondo contra la sentencia de mérito, en el cual expone un reclamo que va abierta y directamente en contra de los intereses de su contraparte, el imputado. Así, se muestra inconforme con la calificación jurídica por la que optó el tribunal de mérito en cuanto a la agresión sexual acreditada, al estimar que no se está ante uno sino más bien ante tres delitos independientes de violación, en concurso material. Es claro que tal reproche no solo se separa y desborda por completo los alegatos que aparecen incluidos en el recurso principal al que la fiscal se adhirió (interpuesto por el defensor particular del acusado J), sino que, de llegar a acogerse, perjudicarían y desmejorarían sensiblemente la situación jurídica de éste, pues, aun fijándole los extremos mínimos, la recalificación pretendida necesariamente conllevaría a que la pena en su contra se eleve de 10 a 30 años de prisión. Con respecto a este tema en cuestión, es decir, los alcances y naturaleza de la adhesión, se han desarrollado últimamente dos tendencias jurisprudenciales contrarias. La primera señala que el adherente tiene limitados los aspectos en torno a los cuales puede impugnar, pues debe ajustar sus reclamos a aquellos alegatos formulados en el recurso principal al cual se adhiere. Con ello se le niega a dicho instituto la condición de un recurso propiamente dicho, dándole más bien la connotación de una especie de "coadyuvancia". En este sentido, citando amparada incluso en el voto de la Sala Tercera número 2007-001368 de las 08:45 horas del 23 de noviembre de 2007, esta tendencia jurisprudencial ha indicado lo siguiente: "[...] En este caso la adhesión que formula la defensa debe ser declarada inadmisible, conforme a las razones expuestas en el voto de minoría de la sentencia de este mismo Tribunal de Casación Nº 2008-00291 de las 10:30 horas del 27 de junio de 2008, donde se indicó lo siguiente: "[...] Este caso abre a discusión un aspecto realmente interesante y que, a criterio del suscrito, merece un replanteamiento en orden a un tema que, por lo menos en nuestro medio, se ha considerado pacífico por mucho tiempo, pero que, con una nueva perspectiva merece el ser traído a la palestra de la discusión. Concretamente me refiero a si el adherente debe cuestionar los mismos puntos de la resolución que fue oportunamente recurrida, existiendo así una especie de vínculo indisoluble entre el recurso que, presentado en tiempo, permite después la consecuente adhesión de la otra parte o, si por el contrario, la adhesión tiene la virtud de abrir un recurso extemporáneo y vinculado únicamente con el que le da cabida, en cuanto amplía el plazo para su formulación, sin limitación alguna en cuanto a los motivos de censura que plantea. Esta segunda posición es la que tradicionalmente se había aceptado en nuestro medio, tanto a nivel de doctrina como de la jurisprudencia, así, al respecto nos ilustra Javier LLOBET: "Se discute si el adherente puede impugnar los mismos puntos de la resolución que el recurrente, o bien puede introducir otras censuras, con lo que se ampliaría el ámbito de competencia del tribunal en cuanto a los puntos a los que se refieren los agravios. Nuestra ley no establece una limitación del recurso del adherente en tal sentido, por lo que el adherente puede impugnar puntos de la resolución no recurridos por el recurrente o invocar nuevos motivos (Art. 2 C.P.P.) (Así Vásquez/Castro. Procedimiento ..., T. IV, p. 444; Issa, Los recursos ...., p. 48; Fenech. Derecho ..., T. II, p. 1151; Jiménez. Derecho ..., T.II, pp. 363-369, Arce. Los recursos ...., pp. 704-705). Este criterio ha sido admitido por la jurisprudencia de la Sala Tercera (voto 514-A-90) y por la del Tribunal de Casación Penal (voto 631-2003 del 3-7-2003)." (LLOBET Rodríguez, Javier. Proceso Penal Comentado (Código Procesal Penal Comentado), Editorial Jurídica Continental, San José, Costa Rica, 3ª edición, 2006, pág. 521). Además de la citada resolución, hecha por el Doctor LLOBET, la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia en fallos del 2006 y 2007, había mantenido la misma tesis al decir: "..., no hay restricción alguna en la legislación procesal en lo que concierne a la índole de los alegatos que se pueden interponer en la adhesión, salvo las limitaciones generales válidas para cualquier impugnación (taxatividad objetiva y subjetiva). Por lo demás, es perfectamente previsible que el recurso y la adhesión no coincidan en cuanto a su contenido, porque no sólo se trata de sujetos procesales diferentes, sino porque, si fuera en los mismos sentidos, normalmente la adhesión sobraría, dado que los agravios serían conocidos por el a quem por vía de la impugnación ya planteada." Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia voto 801-2006 de las quince horas con diez minutos del veintitrés de agosto de dos mil seis, en igual sentido la resolución 518-2007 de las dieciséis horas con cinco minutos del veintitrés de mayo de dos mil siete. Este mismo Tribunal de Casación del Tercer Circuito Judicial de Alajuela, Sede de San Ramón, en resolución número 25-2006 de las 10:30 horas del 30 de noviembre de 2006, se perfiló por dicha posición al decir: "Al analizarse el artículo 424, en relación con el 445, ambos del Código Procesal Penal, se advierte, sin mayor dificultad, que las partes, cualquiera que éstas sean, pueden adherirse al recurso de otra durante la audiencia que se les concede para que se pronuncien en torno a lo impugnado. Dicha posibilidad además, conforme se aprecia en el numeral referido (Art. 424 C.P.P.), no establece ninguna limitación en cuanto a los aspectos o extremos que se pueden discutir o reclamar en el recurso por adhesión que se formula, pues lo único que señala es que: " Quien tenga derecho a recurrir podrá adherirse, dentro del período de emplazamiento, al recurso interpuesto por cualquiera de las partes, siempre que cumpla con los demás requisitos formales de interposición. " Como se deriva de lo anterior, se habla de que el adherente puede ser cualquiera de los intervinientes que tienen derecho a recurrir, es decir, cualquiera de las partes, sean éstas las que actúan en lo penal o bien en lo civil, lo esencial es que tengan el derecho de hacerlo. De igual forma, como el adherente puede ser cualquiera de aquellas, resulta claro que su queja puede también referirse a cualquiera de los extremos en los que no esté conforme con lo resuelto. Sobre este particular, se estima procedente transcribir lo que la Sala Tercera de la Corte ha expuesto sobre el fundamento jurídico de la adhesión, criterio que comparte este Tribunal, en el tanto dijo que: " (...) no puede obviarse que el fundamento histórico de la adhesión es el principio de igualdad procesal de oportunidades entre las partes, pues a través de ella se procura favorecer a quien no recurrió pudiendo hacerlo, permitiéndole que pueda impugnar la resolución fuera de término para recurrir (pero dentro del plazo del emplazamiento), cuando así se lo aconsejen los motivos del recurso concedido a la contraparte o coparte, y tal función dentro del sistema de los recursos no puede entenderse reformada o excluida –como pretende el quejoso- simplemente porque el nuevo Código se refiere al instituto con una redacción diferente (acerca del fundamento histórico de la adhesión véanse las siguientes obras: AYAN, Manuel: Recursos en materia penal, Editora Córdoba, 1985, pág. 238; De la RUA, Fernando: El Recurso de Casación en el derecho positivo argentino, Buenos Aires, Víctor P. De Zavalía Editor, 1968, pág. 238; CHAVES RAMIREZ, Alfonso: Algunas notas sobre recursos, en "Ensayos de Derecho Procesal Penal, Ilanud, San José, 1990, p. 157; FENECH, Miguel: Derecho Procesal Penal, Vol. II, Barcelona, Editorial Labor, 1960, pág. 1151; PRIETO CASTRO, Leonardo y otro: Derecho Procesal Penal, Madrid, Editorial Tecnos, 1976, pág. 384; VAZQUEZ ROSSI, Jorge: Código Procesal Penal de la Nación, Rubinzal-Culzoni Editores, Argentina, 1991, pág. 104; LAJE ANAYA, Justo y otro: Código de Procedimiento Penal de Córdoba, Argentina, Ediciones Lerner, 1965, pág, 298; MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal, t. II, Tirant lo blanch, Valencia, 1988, págs. 213 a 214). " ( Sala Tercera de la Corte , voto No. 748 de las 8:32 horas del 7 de julio del año 2000). De manera similar a lo señalado por nuestra jurisprudencia, resulta de interés también transcribir lo que la jurisprudencia procesal penal argentina indicó sobre este punto, en la medida que coincide con la posición antes indicada, conforme a la cita que de esta hace DE LA RUA en su libro sobre la casación penal, en cuanto señala que: " El instituto de la adhesión ha sido estructurado como un verdadero recurso, con subsistencia y efectos propios, por lo cual no sólo no afecta al adherente el desistimiento efectuado en el caso por el fiscal de cámara, sino que además quien adhiere puede ampliar la esfera cognoscitiva y esgrimir sus propios motivos [...] El artículo 439 del C.P.P. establece que "el que tenga derecho a recurrir, podría adherir, dentro del término del emplazamiento, al recurso concedido a otro, siempre que se exprese, bajo pena de inadmisibilidad, los motivos en que se funda". Si una parte deja vencer el plazo que tiene para recurrir, tiene la nueva oportunidad de hacerlo adhiriéndose al recurso concedido a otra parte, lo que puede hacer dentro del término de emplazamiento. Para ello debe expresar los motivos por los cuales recurre, bajo pena de inadmisibilidad. Es decir que se puede ejercer tardíamente un derecho utilizado en tiempo por otro [...] El Código Procesal Penal no distingue entre distintas partes para interponer la adhesión y solamente exige como condiciones: a) interés directo en la impugnación; b) que la adhesión se interponga dentro del término de emplazamiento al recurso concedido a otro; y c) expresión de los motivos en que se funda, (C.N.C.P., Sala II: David, Fégoli, Vergara. Causa 24, "Cevasco, L –recurso de casación", 16/9/93, Reg. 31). " (DE LA RUA, Fernando, " La Casación Penal ", Ediciones DEPALMA, Buenos Aires, Argentina, 1994, p. 251). Como se colige de lo anterior, la interposición del recurso por las otras partes, es lo que faculta a los demás intervinientes, dentro del emplazamiento concedido, a adherirse a la impugnación, y no el contenido o la naturaleza del reclamo que se plantea en aquella. De igual forma, y no menos importante a lo dicho, en cuanto a las razones históricas que justifican el instituto de la adhesión, nos dice Ayan que a través de este medio "(...) se permitió a la parte que no había recurrido adherirse a la apelación del adversario para solicitar que se reformara la resolución impugnada en lo que estimare perjudicial a su interés. Por tanto, el que apelaba y el adherente quedaban en igual de condiciones, como si los dos hubiesen recurrido ...", ( AYAN , Manuel. " Recursos en materia penal ", Editora Córdoba, 1985, página. 155). Esta posición también la mantiene la doctrina nacional, por ejemplo, el profesor JORGE LUIS ARCE VÍQUEZ, quien además de explicarnos que resulta válido que el recurso por adhesión trate sobre otros tópicos, señala que lo único que se exige para su aceptación es que se cumpla con cuatro requisitos, que son: " a) la parte que se adhiere deberá tener derecho a recurrir; b) la adhesión al recurso concedido únicamente es procedente dentro del emplazamiento; c) la parte que se adhiere deberá expresar los motivos o razones en que se funda la crítica, bajo sanción de inadmisibilidad; d) que la adhesión se produzca al recurso concedido a cualquiera de las otras partes. " (ARCE VÍQUEZ, Jorge Luis, " Aspectos básicos sobre el recurso de casación penal en el nuevo Código Procesal Penal ", en AAVV: " El recurso de casación en Costa Rica ", Taller de Publicaciones de la Editorial de la Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica, 2001, p. 14. Puede verse también LLOBET RODRÍGUEZ, Javier, " Proceso Penal Comentado" , Editorial Jurídico Continental, San José, Costa Rica, 2001, p. 398). Unido a lo anterior, cabe indicar que al no establecerse ninguna limitación en la norma citada que regula la adhesión, en cuanto a las partes que pueden adherirse al recurso de otro o lo que se puede discutir en él, no podría realizarse una distinción sobre tales extremos, máxime que toda interpretación referida a los derechos o facultades otorgadas a los que intervienen en el proceso, tiene que realizarse en forma restricta, conforme lo dispone el artículo 2 de la normativa procesal penal vigente, que señala la regla de interpretación que procede en estos casos." Sin embargo, la Sala Tercera de la Corte, cambió dicha tesis en el voto número 1368-2007 de las 8:45 horas del 23 de noviembre de 2007, con la integración de todos los titulares actuales de dicho órgano, fue así como resolvió: "En rigor técnico, la adhesión no es un recurso, sino un escrito en virtud del cual una de las partes se solidariza, respalda y ratifica las pretensiones del recurrente externando su propio interés procesal en cuestionar la resolución ante el agravio que ésta también le ocasiona, sin haber interpuesto un recurso en momentos previos habiendo tenido la oportunidad de hacerlo. De esta forma, incluso, el adherente puede exponer nuevos argumentos o motivos de impugnación que ofrezcan novedosas o mejores razones para discutir la sentencia, por lo que se comprende que la ley procesal exija el cumplimiento de los requisitos formales de interposición de un recurso, sin que ello convierta la adhesión en ese mecanismo impugnaticio, pues lo que se pretende es que quien se adhiere a un recurso también demuestre un interés legítimo, lo que se comprueba mediante el cumplimiento de la referencia y explicación de los específicos puntos del fallo que se cuestionan, de la normativa que se estime inobservada o aplicada erróneamente, del agravio que en especial le causa al adherente y de su pretensión. Además, la audiencia sobre la adhesión que se prevé en la ley procesal, constituye un mecanismo para asegurar la igualdad procesal entre las partes, ante los nuevos argumentos o motivos que el adherente exponga en su escrito. Por consiguiente, la finalidad de la norma que regula la adhesión a un recurso exige una similitud o parecido entre los intereses procesales del recurrente y del adherente, aún cuando este último dirija la impugnación en su propio favor. Por ello, la adhesión implica más que, simplemente, coadyuvar en la pretensión del recurrente; conlleva unirse a ésta para hacer valer intereses propios que, en definitiva, pueden conducir a la nulidad de la sentencia que ambos intentan desde una perspectiva similar. Y ello, sin carácter de dependencia, pues del artículo 430 del Código Procesal Penal deriva que el destino del recurso no afecta, necesariamente, a la adhesión. No en vano el término "adhesión", desde el punto de vista gramatical, supone la idea de una unión, solidaridad, conexión, conformidad, aprobación o consentimiento. Mas a ello debe sumarse que, en atención a criterios lógico-sistemáticos y teleológicos, no se puede permitir que a través de la gestión del adherente se encubra una oposición al recurso al que se dice adherido, pues ello supondría un fraude de ley, vedado por el artículo 20 del Código Civil (aplicable en materia penal conforme al artículo 14 de la citada ley civil)". Resulta evidente así el cambio de criterio al respecto que se gesta en la Sala Tercera de la Corte, sobre la posición previamente sostenida en torno a la adhesión, aunque expresamente no se refirió a esa variante en la posición jurisprudencial. Cabe hacer un análisis pormenorizado de los aspectos que enfocó la Sala en este fallo. En primer lugar, apunta que la adhesión no es un recurso. Sobre este particular la doctrina ha indicado: "Se ha sostenido que la adhesión es un "verdadero recurso" con sus motivos propios y con subsistencia y efectos propios (....); otros consideran que es "una especie de recurso incidental" (...); y, según otra posición, consagrada en un precedente jurisprudencial reciente (...), "la impugnación por adhesión" no es un recurso. La cuestión nos parece más didáctica que esencial, pero no dudamos en adherir a esta última tesis, pues es evidente que la adhesión no integra el taxativo elenco de los recursos a los que el Código Procesal Penal individualiza con el agregado que caracteriza a cada uno de ellos: reposición, apelación, casación, inconstitucionalidad, queja y revisión (....). La adhesión, por otra parte, no puede nunca ser considerada como un recurso en sentido propio, puesto que carece de autonomía que, desde el punto de vista subjetivo, singulariza a éste. Para demostrar tal aserto, basta señalar que, si en el Tribunal de alzada el recurso es declarado erróneamente concedido o rechazado por ser manifiestamente improcedente, ... la adhesión no subsiste y, por tanto, se extingue la pretensión impugnativa que con ella se procura hacer valer." (AYAN, Manuel, Recursos en Materia Penal. Principios Generales, Marcos Lerner, 1985, pp. 157 y 158). Como se verá más adelante, no estimamos que sea tan baladí el considerar o no a la adhesión como un recurso, pues si no lo es, esto podrá tener incidencia a nivel de otras consideraciones importantes. En segundo lugar, hace referencia la Sala Tercera, en la resolución de comentario, a la significación gramatical del concepto de adhesión, argumento, que estima este juzgador, no viene a ser el más determinante. En primer lugar, pues se centra en una de las acepciones del concepto. En este sentido tenemos que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (Edición de 1956) establece que Adhesión significa: "Acción y efecto de adherir o adherirse." y en cuanto a adherir se dice: "Pegarse una cosa con otra. Ú.m.c.r. 2. fig. Convenir en un dictamen o partido y abrazarlo. Ú.m.c.r. 3. r. For. Utilizar, quien no lo había interpuesto, el recurso entablado por la parte contraria." (página 26). Como puede verse, el significado propiamente forense es bastante polisémico y no es el que propiamente usó la Sala Tercera en su resolución, además, con texto idéntico la misma Sala Tercera había sostenido una interpretación diversa, de ahí que, no pueda afirmarse que la interpretación literal en este caso sea unívoca y sin discusión. En razón de ello, podría ser oponible a dicho criterio que no se estaría haciendo una interpretación restrictiva de conformidad con el artículo 2 del Código Procesal Penal, que aconseja en este tipo de supuestos el no limitar la facultad procesal concedida, vía interpretación. Ciertamente, la referencia al recaudo de no incurrir en fraude de ley que se realiza en el fallo comentado, es bastante confusa y, por sí mismo, no entendemos que agregue mayor peso a los razonamientos que se dan. Pese a lo dicho, considero que la solución proporcionada por la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, al hacer una interpretación restrictiva en cuanto a las posibilidades de abrir el thema decidendum mediante la adhesión es correcta en razón de otro orden de argumentaciones que de seguido paso a exponer. Estimo que efectivamente no se le puede dar a la adhesión el carácter de un recurso, pues, de lo contrario se incurriría en una violación a la garantía judicial de la prohibición de la reformatio in peius. Sobre este instituto procesal AYAN nos apunta: "Otra limitación a la competencia funcional del Tribunal de Alzada es la impuesta por la prohibición de la reformatio in peius, esto es, la prohibición de modificar la resolución impugnada en perjuicio del imputado, cuando aquella hubiere sido recurrida solamente en su interés (por él, su defensor o aún por el Ministerio Fiscal). En otras palabras: si únicamente recurre el imputado -cosa distinta si también lo hace el órgano de la acción penal para que agrave la resolución- queda abierta para él la perspectiva de la reformatio in melius y lo peor que podrá acontecer es que el juzgador ad quem confirme el pronunciamiento impugnado." (AYAN, Op. Cit., p. 166). Por ello, rescatamos aquí la importancia de determinar si la adhesión es un verdadero recurso tardío. Considero que la adhesión no debe tener tal carácter, pues abriría, contrario a los intereses del imputado, el thema decidendum y, consecuentemente, iría en contra del objetivo expreso de la prohibición de reforma en perjuicio del justiciable. En efecto, sobre la prohibición de la reforma en detrimento del imputado AYAN, nos dice: "Por nuestra parte, nos alistamos, sin reticencias, entre los que rechazan la posibilidad del empeoramiento o agravación de marras. Prestigiosos autores se han pronunciado en este sentido. Alcalá- Zamora, por ejemplo, sostiene que "es indudable que la fase impugnativa puede demostrar la pertinencia de la agravación, y entonces la citada prohibición militaría en contra de la justicia del fallo; pero si desaparece dicha restricción, el recurrente sería objeto de la más cruel de las burlas, puesto que habría puesto en marcha el instrumento que contra él se vuelve, y además por temor a la agravación - inmagínese un país con pena de muerte- podrían dejar de interponerse recursos perfectamente fundados. Por último, si esa situación se produce, es por error o desidia de los acusadores, al no recurrir a su vez, y exista o no principio acusatorio (con más motivo, claro está, si lo hay), no parece justo que las culpas de la acusación las supla el Tribunal en contra del acusado, a quien la actitud de aquélla no pudo menos de incitar al recurso" (...) Hemos transcripto extensamente la opinión de este autor por su incuestionable autoridad científica; pero no podemos dejar de citar el pensamiento de Beling, por ser, indudablemente, quien ha aportado uno de los más precisos y sintéticos argumentos en salvaguarda de la citada prohibición: "Lo peor que pude ocurrir al recurrente es que se conserve la resolución" (...)." (AYAN, pp. 166 y 167). Como puede verse, sería perfectamente factible, en el caso de admitir la tesis amplia de la adhesión, el imaginar la no interposición de un recurso perfectamente válido de parte de la defensa, por el resquemor de abrir la posibilidad de ampliación del thema decidendum de parte del Ministerio Público y contrario a sus intereses. La razón de ser de la prohibición de reforma en perjuicio es que el imputado, sin ningún tipo de cortapisa, pueda defender su causa y una interpretación abierta de la adhesión, como queda demostrado, puede implicar un reparo a ese ejercicio libre del derecho de impugnación. No es difícil prever una situación concreta en que el justiciable espere hasta el último momento del plazo para interponer su impugnación, con la esperanza de así garantizar una situación consolidada, el que sobre sí penda una espada de Demócles, por la reconsideración tardía de los intereses de la fiscalía, como lo hemos expuesto, estimamos que es contrario al principio de la prohibición de reforma en perjuicio y podría operar como un estímulo negativo para ejercer impugnaciones legítimas, con el fin de evitar, precisamente, abrir dicho portillo. El punto en cuestión no es ajeno a la doctrina y las legislaciones extranjeras, así, tenemos que la regulación procesal alemana no contempla ni siquiera el instituto de la adhesión, que parece ser una forma procesal muy acorde con la idiosincrasia latinoamericana. Por su parte Fernando DE LA RÚA relaciona: "En cuanto al recurso por adhesión, era admitido por el art. 522, Cód. Proc. Crim., según el cual el fiscal podía adherirse al contestar la expresión de agravios de la defensa. Muchos defensores debieron soportar un inesperado agravamiento de la pena, sólo por haber expresado agravios. Por ese riesgo, se dejó de expresarlos. La cuestión fue resuelta por el dectero-ley 2021/63, que derogó el art. 522, con lo cual la posibilidad de adherirse desapareció." (DE LA RÚA, Fernando, Teoría general del proceso, "Límites de los Recursos. La Prohibición de reformatio in peius en materia penal y civil", Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1991, p. 220). Sobre ese mismo punto de la relación entre la adhesión y la prohibición de la reforma en perjuicio del imputado, señala Fabricio GUARIGLIA, en una compilación de artículos hecha bajo la dirección de Julio B.J. MAIER: "Un problema particular lo constituye la posibilidad, admitida por la CSN, de que el acusador adhiera al recurso promovido por el imputado, ya vencido el plazo de impugnación correspondiente, promoviendo la revisión del fallo en su contra, y ampliando, en consecuencia el ámbito de conocimiento del ad quem. La adhesión, admitida por el CPP, 439, supone la facultad de impugnar, fuera del término, una determinada resolución, utilizando, para tal fin, el recurso concedido a otro, siempre que exista derecho a recurrir y que se expresen los motivos en que se funda la impugnación (agravio). Sin advertir la vinculación del problema frente a la prohibición de la reformatio in peius, la discusión ha girado en torno a si la facultad de adherir corresponde al adversario o solamente a la "co-parte", por un lado, y si los agravios pueden o no apartarse de los que motivaron el recurso al cual se adhiere. En verdad, si lo que se persigue con la prohibición es la previsibilidad de las consecuencias que puede acarrearle al imputado su actividad recursiva, es claro que no resulta tolerable la facultad del acusador de impugnar fuera de plazo, adhiriendo al recurso defensivo: los fines buscados por la regla -evitar que recursos procedentes contra las decisiones injustas no se interpongan por miedo a una agravación de las consecuencias- se ven igualmente frustrados en este caso." (GUARIGLIA, Fabricio, Los recursos en el procedimiento penal, obra compilada por Julio B.J. Maier, Editores de Puerto s.r.l., Buenos Aires, 1999, p. 15). El Código Procesal Penal regula específicamente la prohibición de reforma en perjuicio del imputado por las particulares implicaciones que en esta materia tendría, dado que la reforma a su favor aún y cuando se haya ensayado un recurso de partes antagónicas a sus intereses, siempre sería procedente. Sin embargo, la prohibición de reforma en perjuicio del impugnante es un principio general del proceso penal, así, el Código Procesal Civil en el artículo 565 expresamente dispone: "La apelación se considerará sólo en lo desfavorable al recurrente. El superior no podrá, por lo tanto, enmendar o revocar la resolución en la parte que no sea objeto del recurso, salvo que la variación, en la parte que comprenda el recurso, requiera necesariamente modificar o revocar otros puntos de la resolución apelada." . A propósito del tema que nos ocupa, sobre el carácter de la adhesión, resulta importante reseñar el diferente tratamiento que se le da a esta situación en el Proceso Civil. En primer término, debemos de destacar que en dicha sede si se le otorga a la adhesión el carácter de un verdadero medio impugnaticio, así, se dispone en el Título V de la "Impugnación de las resoluciones judiciales":"El apelado vencido en parte de sus pretensiones podrá adherirse al recurso formulado por la contraria, en cuanto a los extremos de la resolución que le sean desfavorables. La apelación adhesiva deberá presentarse ante el superior, dentro del emplazamiento otorgado por el juzgador de primera instancia. Será inadmisible la adhesión si la parte hubiere apelado y este recurso le hubiere sido rechazado en primera instancia o declarado desierto. El derecho establecido en esta disposición será extensivo a los terceros intervinientes." (Confrontar artículo 562 del Código Procesal Civil, la negrita no pertenece al original, se trata de un énfasis suplido). Como puede claramente verse, esa referencia o atribución de carácter de apelación a la adhesión implica una expresa y determinada voluntad legislativa en el sentido de otorgarle todas las implicaciones que un medio de impugnación conlleva, siendo determinante en cuanto a lo que a lo aquí respecta el ampliar el thema decidendum. Esa situación no se da en el Código Procesal Penal, pues ni en el artículo 425, ni en el 446, se califica la adhesión como un recurso. Al respecto, es importante también reseñar que el Código Procesal Civil, cuando utiliza el término de adhesión, sin calificar su carácter como un medio específico de impugnación, el significado que le asigna si es el mismo que en su oportunidad refirió la Sala Tercera, como coadyuvancia, así tenemos que al regular en el Título II lo referente a las partes, defensores y a la pretensión, en el numeral 112 en cuanto a la intervención adhesiva dispone: "Un tercero podrá intervenir en un proceso sin alegar derecho alguno, sólo con el fin de coadyuvar a la victoria de una parte, por tener un interés jurídico en ese resultado. El interviniente tomará el proceso en el estado en que se encuentre." Igualmente, en el artículo 402 ibídem, en este caso con respecto a la prueba pericial, hace una clara distinción desde el mismo nomen iuris, pues se titula "Adhesión o impugnación de la parte contraria", pues resulta evidente de la regulación que se cobija bajo tal epígrafe, que la "o" en este caso es disyuntiva, es así como se dice literalmente en este numeral: "La parte contraria a la proponente podrá, en la contestación de la demanda, o en la réplica, pedir que dicha prueba se amplíe en cuanto a los puntos del dictamen, los cuales expresará concretamente, o podrá impugnar todos o algunos puntos." Resulta claro así que la referencia a la ampliación, que iría en el mismo sentido del dictamen, estaría cobijada bajo el concepto de la adhesión, que se distingue clara y expresamente del concepto de impugnación. Así las cosas, considerando este amplio desarrollo precedente, estimo que la legislación procesal penal costarricense recoge la adhesión como un instituto procesal tendente a coadyuvar con un recurso procedente y no como una impugnación autónoma (legitimada por ley fuera del plazo ordinario, como lo había venido interpretando la jurisprudencia nacional hasta el fallo de la Sala Tercera número 1368-2007 del 23 de noviembre de 2007). Esta interpretación que proponemos considero que se impone en orden a respetar y hacer sistemáticamente consecuente el ordenamiento procesal penal con la garantía jurisdiccional de la prohibición de la reforma en perjuicio del imputado y, también, de la prohibición de la reforma en perjuicio del recurrente, cuando este no es el imputado. Por tales razones, estimo que en el caso concreto que nos ocupa no resulta admisible la adhesión de la representación del Ministerio Público. Ahora bien, siendo mi posición al respecto, en este caso, un criterio minoritario, en orden a la resolución escalonada de los asuntos, no habiendo triunfado mi tesis en cuanto al punto de la inadmisibilidad del recurso, concurro con mis compañeros jueces a resolver los motivos de impugnación de la representación fiscal [...]" (cfr. voto salvado en resolución de este Tribunal de Casación de San Ramón, Nº 2008-00291, de las 10:30 horas del 27 de junio de 2008). Adicionalmente, esta posición en cuanto a la adhesión se fundamenta también en los artículos 148 del Código Procesal Penal y 42 de la Constitución Política. Las resoluciones judiciales que resuelven varios puntos diferentes (como por ejemplo, condenatoria o absolutoria en lo penal y con lugar o sin lugar la acción civil; condenatorias o absolutorias por varios delitos; condenatorias o absolutorias en relación con varios imputados; etc.) realmente implican diversas resoluciones dentro de una misma sentencia, de ahí que si alguna de ellas (lo resuelto en relación con alguno de esos puntos) no fuera oportunamente recurrido, entendiéndose por tal, recurrido en casación en el plazo establecido en el artículo 460 ibid., lo resuelto en cuanto a ese punto quedaría en firme, con autoridad de cosa juzgada material, con la sola excepción de poder ser discutido cuando proceda la revisión. Precisamente, el citado artículo 148 dispone: " En cuanto no sean oportunamente recurridas, las resoluciones judiciales quedarán firmes y serán ejecutables, sin necesidad de declaración alguna. Contra la sentencia firme sólo procede la revisión, de conformidad con lo dispuesto en este Código". Consecuentemente, si por la vía de la adhesión se abriera la posibilidad de discutir lo resuelto en un punto de la sentencia que no fue oportunamente recurrido, violaría la autoridad de cosa juzgada de ese extremo del fallo, y si esa posibilidad se da en perjuicio del imputado, violaría el principio non bis in idem, consagrado en el artículo 42 de la Constitución Política [...]" (cfr. voto de mayoría Nº 2009-00521 de la sección segunda del antiguo Tribunal de Casación Penal del Tercer Circuito Judicial de Alajuela, San Ramón, de las 09:10 horas del 18 de diciembre de 2009). Esta tesis (sustentada incluso de la Sala Tercera número 2007-001368 de las 08:45 horas del 23 de noviembre de 2007, y en una referencia del tratadista Fabricio Guariglia, quien haciendo un planteamiento de lege ferenda califica de "intolerable" al instituto de la adhesión) no es compartida por este órgano de apelación, el cual más bien, partiendo de una interpretación de lege lata, así como del principio general de que no se puede distinguir donde la norma no lo hace, se inclina por la posición doctrinal tradicional o clásica, según la cual la adhesión, en esencia, participa de todas las características y condiciones de un recurso. En este sentido, se ha indicado lo siguiente: "[...] conforme a las razones invocados en el voto de minoría incluido en la sentencia Nº de este Tribunal de Casación de San Ramón, Nº 2008- 00291 de las 10:30 horas del 27 de junio de 2008, donde se interpreta que el adherente no puede formular un reclamo o recurso independiente sino que, a lo sumo, podría intervenir en la fase impugnaticia como una especie de "coadyuvante" del recurrente, a fin de reiterar o reforzar los reclamos que éste dedujo. Estimo que tal interpretación no sólo iría en contra de lo que dispone el artículo 2 del Código Procesal Penal, al restringir mediante una interpretación, los alcances de una facultad concedida a una de las partes, sino que contradice los fundamentos históricos y doctrinarios del instituto de la adhesión. Al respecto más bien comparto la posición que se asumió en el voto de mayoría de la resolución arriba citada (Nº 2008-00291, de las 10:30 horas del 27 de junio de 2008, de este Tribunal de Casación de San Ramón), donde se sostuvo lo siguiente: "[...] SOBRE LA ADMISIBILIDAD DEL RECURSO DE ADHESIÓN. Dentro del plazo de la audiencia sobre el recurso de casación presentado por la Defensa Pública, el Ministerio Público formuló recurso de casación por adhesión. La adhesión presentada no resulta coincidente con las pretensiones de la Defensa, pues mientras ésta última se alza contra la condenatoria, la Fiscal cuestiona que no se hayan tenido por demostrado (sic) los dos hechos acusados en concurso material, pidiendo la nueva realización del juicio por ambos. A pesar de ello, por mayoría, consideramos que es admisible la impugnación presentada. En tal sentido quienes suscribimos el presente voto, jueces ALPÍZAR y CAMACHO, consideramos que no es posible interpretar restrictivamente las normas que regulan el recurso de adhesión, estableciendo requisitos que no surgen del texto de la ley. El artículo 425 CPP únicamente dispone que “quien tenga derecho a recurrir podrá adherirse, dentro del período de emplazamiento, al recurso interpuesto por cualquiera de las partes, siempre que cumpla con los demás requisitos formales de interposición”; sin que tampoco se vengan a establecer ulteriores exigencias en el numeral 446 CPP, que se refiera a la adhesión al recurso de casación. Por ello se ha dicho que para la adhesión “se exigen cuatro requisitos: a) la parte que se adhiera deberá tener derecho a recurrir; b) la adhesión al recurso concedido únicamente es procedente dentro del término del emplazamiento; c) la parte que se adhiere deberá expresar los motivos o razones en que se funda la crítica, bajo sanción de inadmisibilidad; d) que la adhesión se produzca al recurso concedido a cualquiera de las otras partes” (ARCE VÍQUEZ. Los recursos en «Derecho Procesal Penal Costarricense», tomo II, p. 560). Por ello puede afirmarse que “nuestra ley no establece una limitación del recurso del adherente en tal sentido, por lo que el adherente puede impugnar puntos de la resolución no recurridos por el recurrente o invocar nuevos motivos” (LLOBET RODRÍGUEZ. Proceso Penal Comentado, EJC, 2006, p. 521). Lo anterior también ha sido recogido en la siguiente resolución del Tribunal de Casación de Goicoechea, la que indica: “De previo a su examen, en relación a lo que aduce la Licda. J.S. sobre dicha adhesión [...] hay que indicar que la adhesión no necesariamente debe versar sobre los mismos motivos del recurso interpuesto por la otra parte, no tratándose de una ampliación de motivos, sino de motivos propios, conforme al interés de quien se adhiere, constituyendo precisamente la adhesión una excepción al plazo de interposición del recurso, que le permite al adherente la presentación del mismo hasta el período del emplazamiento, art. 446 del Código Procesal Penal. De ahí que lo que aduce la señora defensora, respecto a la no reforma en perjuicio, no tenga ningún interés en esta fase, pues la adhesión presentada por el Ministerio Público, configura un verdadero recurso, por lo que no puede hablarse de una única impugnación por parte de la defensa” [...] Tal concepción del recurso por adhesión no se limita únicamente a nuestra legislación, encontrándose criterios coincidentes en la doctrina foranea (sic). Así lo entiende, por ejemplo, CLARIÁ OLMEDO para quien “abierta la instancia por el recurso de una de las partes, quien tuvo facultad de recurrir puede adherir al recurso con posterioridad, generalmente hasta vencido el plazo de comparecencia ante la alzada en el procedimiento oral, o hasta la constatación de los agravios en el procedimento escrito” (Derecho Procesal Penal, t. II, 2004, p. 286), no condicionando el medio impugnaticio a la concordancia con el recurso principal. También NÚÑEZ, en sus Comentarios al Código Procesal Penal, sostiene igual criterio, aunque menciona la existencia de la tesis contraria, en tal sentido indica: “Vale decir, los agravios que la decisión le acusa. Los agravios pueden no referirse a los mismos puntos que los del impugnante (en contra, en el sentido de que el adherente sólo puede invocar los motivos en que se base el recurso, el T.S., en el caso Piño y otro cit. Véase nuestra refutación el artículo citado). Los motivos o causales (Vélez Mariconde, Proyecto de 1968, p. 56) deben expresarse específicamente” (Comentarios al Código Procesal Penal, 1978, p. 445). El argumento opuesto ha sido avalado por la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia al indicar: “En rigor técnico, la adhesión no es un recurso, sino un escrito en virtud del cual una de las partes se solidariza, respalda y ratifica las pretensiones del recurrente externando su propio interés procesal en cuestionar la resolución ante el agravio que ésta también le ocasiona, sin haber interpuesto un recurso en momentos previos habiendo tenido la oportunidad de hacerlo. De esta forma, incluso, el adherente puede exponer nuevos argumentos o motivos de impugnación que ofrezcan novedosas o mejores razones para discutir la sentencia, por lo que se comprende que la ley procesal exija el cumplimiento de los requisitos formales de interposición de un recurso, sin que ello convierta la adhesión en ese mecanismo impugnaticio, pues lo que se pretende es que quien se adhiere a un recurso también demuestre un interés legítimo, lo que se comprueba mediante el cumplimiento de la referencia y explicación de los específicos puntos del fallo que se cuestionan, de la normativa que se estime inobservada o aplicada erróneamente, del agravio que en especial le causa al adherente y de su pretensión. Además, la audiencia sobre la adhesión que se prevé en la ley procesal, constituye un mecanismo para asegurar la igualdad procesal entre las partes, ante los nuevos argumentos o motivos que el adherente exponga en su escrito. Por consiguiente, la finalidad de la norma que regula la adhesión a un recurso exige una similitud o parecido entre los intereses procesales del recurrente y del adherente, aún cuando este último dirija la impugnación en su propio favor. Por ello, la adhesión implica más que, simplemente, coadyuvar en la pretensión del recurrente; conlleva unirse a ésta para hacer valer intereses propios que, en definitiva, pueden conducir a la nulidad de la sentencia que ambos intentan desde una perspectiva similar. Y ello, sin carácter de dependencia, pues del artículo 430 del Código Procesal Penal deriva que el destino del recurso no afecta, necesariamente, a la adhesión. No en vano el término «adhesión», desde el punto de vista gramatical, supone la idea de una unión, solidaridad, conexión, conformidad, aprobación o consentimiento. Mas a ello debe sumarse que, en atención a criterios lógico-sistemáticos y teleológicos, no se puede permitir que a través de la gestión del adherente se encubra una oposición al recurso al que se dice adherido, pues ello supondría un fraude de ley, vedado por el artículo 20 del Código Civil (aplicable en materia penal conforme al artículo 14 de la citada ley civil)” (V. 1368-07, el destacado es suplido). Ya se ha adelantado que tal posición no es compartida por la mayoría de esta Cámara. No cabe condicionar la interposición del recurso adhesivo al concierto con el recurso principal, pues la ley procesal no establece expresamente tal subordinación. Lo anterior sería una interpretación restrictiva que coarta el ejercicio de un derecho a las partes (art. 2 CPP), pues se impide el cuestionar puntos opuestos a los del recurso al cual se vincula. La posición criticada menciona la «finalidad de la norma» para sustentar la necesaria concordancia de intereses que debe guardar la adhesión con el recurso principal. Tal cuestión no queda debidamente explicada en la resolución de marras, pues luego de aludirse a un criterio teleológico se acude al sentido gramatical del término «adhesión», sin ahondarse más sobre la primera cuestión. No obstante debe indicarse que, conforme indica la doctrina, la adhesión “...se fundamenta en un criterio de igualdad respecto del agraviado que no apeló, quizás esperando que los demás no lo hicieran” (CLARIÁ OLMEDO. Derecho Procesal Penal, t. II, 2004, p. 288; en igual sentido ARCE VÍQUEZ. Los recursos en «Derecho Procesal Penal Costarricense», tomo II, p. 560). En cuanto al argumento gramatical, según el cual la expresión «adhesión» «supone la idea de una unión, solidaridad, conexión, conformidad, aprobación o consentimiento», debe indicarse que si bien el criterio linguístico resulta útil para discernir cuál es el sentido que ha de otorgársele a una determinada palabra (art. 10 C.Civil), los alcances de un determinado instituto quedan supeditados a lo establecido en la ley procesal correspondiente. Tal cuestión queda recogida en la definición del término «adherirse», pues se contempla una cuarta acepción del concepto netamente procesal: “4. prnl. Der. Dicho de quien no lo había interpuesto: Sumarse al recurso formulado por otra parte” (Real Academia Española http://www.rae.es/rae.html). A su vez, en concordancia con lo anterior, la segunda acepción del vocablo «adhesión» lo indica como: “Acción y efecto de adherir o adherirse, conviniendo en un dictamen o partido, o utilizando el recurso entablado por la parte contraria” (la letra negrita es suplida, Real Academia Española http://www.rae.es/rae.html). Así entonces, «adherirse», entendido linguísticamente desde el punto de vista procesal (que es el que aquí interesa), es «sumarse al recurso formulado por otra parte», sin más. Por ello existen dos formas de adherirse, una es conviniendo en un dictamen o partido y otra «...utilizando el recurso entablado por la parte contraria». La resolución de la Sala Tercera, arriba consignada, abandona la anterior delimitación del vocablo y adopta otra explicación del mismo, específicación que si bien es válida no es precisamente la que se ajusta al caso concreto, pues evidentemente el uso que aquí interesa es el procesal. Finalmente conviene referirse al principio de no reforma en perjuicio, pues el mismo ha sido esgrimido como criterio para limitar el recurso adhesivo vinculándolo a su concordancia con el recurso principal. Al respecto dispone la ley procesal “cuando la resolución sólo fue impugnada por el imputado o su defensor, no podrá modificarse en su perjuicio” (art. 432 CPP). Debe indicarse que, aún dando por supuesto que dicha norma tiene alguna relación con el recurso adhesivo, resulta claro que la misma es aplicable solamente a aquellos casos en que únicamente existe recurso del imputado o su defensor; así entonces no cubriría aquellas hipótesis que quedan fuera de tal situación. Pero además, cuando existe adhesión al recurso interpuesto y la misma no es coincidente con la primera impugnación, la discusión y por ende la competencia del tribunal de alzada (art. 431 CPP), se ve ampliada en los nuevos temas propuestos, razón por la cual debe conferirse nueva audiencia a las partes (art. 446 CPP). De allí que en dichos casos no estaríamos en presencia de una resolución que «sólo fue impugnada por el imputado o su defensor» y por ende no rige la garantía aludida [...] ". Aunada a estas razones, es conveniente que el suscrito juez disidente se refiere al menos a cuatro de los argumentos que expuso el juez Morales García en su voto salvado incluido en la resolución Nº 2008-00291 tantas veces citada, pues estimo que los mismos parten de premisas erróneas que de ningún modo permitirían sustentar válidamente la tesis que esgrime. (i). POSICIÓN DE GUARIGLIA. En sustento de que la adhesión no tiene un carácter de recurso independiente, a cuyos efectos se le relaciona con la garantía de la non reformatio in peius, se cita una referencia del tratadista GUARIGLIA, donde el mismo señala lo siguiente: "[...] Sobre ese mismo punto de la relación entre la adhesión y la prohibición de la reforma en perjuicio del imputado, señala Fabricio GUARIGLIA, en una compilación de artículos hecha bajo la dirección de Julio B.J. MAIER: "Un problema particular lo constituye la posibilidad, admitida por la CSN, de que el acusador adhiera al recurso promovido por el imputado, ya vencido el plazo de impugnación correspondiente, promoviendo la revisión del fallo en su contra, y ampliando, en consecuencia el ámbito de conocimiento del ad quem. La adhesión, admitida por el CPP, 439, supone la facultad de impugnar, fuera del término, una determinada resolución, utilizando, para tal fin, el recurso concedido a otro, siempre que exista derecho a recurrir y que se expresen los motivos en que se funda la impugnación (agravio). Sin advertir la vinculación del problema frente a la prohibición de la reformatio in peius, la discusión ha girado en torno a si la facultad de adherir corresponde al adversario o solamente a la "co-parte", por un lado, y si los agravios pueden o no apartarse de los que motivaron el recurso al cual se adhiere. En verdad, si lo que se persigue con la prohibición es la previsibilidad de las consecuencias que puede acarrearle al imputado su actividad recursiva, es claro que no resulta tolerable la facultad del acusador de impugnar fuera de plazo, adhiriendo al recurso defensivo: los fines buscados por la regla -evitar que recursos procedentes contra las decisiones injustas no se interpongan por miedo a una agravación de las consecuencias- se ven igualmente frustrados en este caso." (GUARIGLIA, Fabricio, Los recursos en el procedimiento penal, obra compilada por Julio B.J. Maier, Editores de Puerto s.r.l., Buenos Aires, 1999, p. 15) [...]". Nótese cómo, en este extrato, este autor de ningún modo incursiona en la interpretación que, con él, se pretende respaldar. Contrario a ello, dicho tratadista reconoce que (al igual que ocurre en el Código Procesal Penal costarricense) en la legislación procesal argentina está previsto el instituto de la adhesión, según el cual surge la posibilidad de que el acusador se adhiera al recurso promovido por el imputado, ya vencido el plazo de impugnación correspondiente, promoviendo la revisión del fallo en su contra, y ampliando, en consecuencia el ámbito de conocimiento del ad quem, con lo cual coincide con la posición tradicional sostenida históricamente por la doctrina, en cuanto a la naturaleza y alcances de dicho instituto como un medio de impugnación independiente (no vinculado a los alegatos del recurso original, al cual se adhiere), pues admite que la adhesión prevista por el artículo 439 del Código Procesal Penal argentino, supone la facultad de impugnar, fuera del término, una determinada resolución, utilizando, para tal fin, el recurso concedido a otro, siempre que exista derecho a recurrir y que se expresen los motivos en que se funda la impugnación (agravio). Partiendo de esta base teórica, este autor simplemente se pronuncia en contra del citado instituto, al que califica de "intolerable", con lo que obviamente estaría haciendo un planteamiento de lege ferenda, no de lege lata. Así las cosas, independientemente de que el suscrito juzgador esté o no de acuerdo con la existencia de esta norma (que en realidad no implica ninguna afectación, ni determina ninguna contradicción, con respecto al instituto de la non reformatio in peius, el cual supone la inexistencia de recurso de la parte contraria, siendo que tal situación no se da cuando existe adhesión), pues ello consistiría en un discurso que debería ubicarse en el plano del deber ser, atenido a la disposición del artículo 440 del Código Procesal, debe entenderse que el instituto de la adhesión sí está previsto en nuestra legislación, de donde deben reconocerse entonces sus alcances conforme lo hace la doctrina, incluido el tratados Guariglia antes citado; (ii). CARÁCTER DE RECURSO. Otro de los argumentos que se citan en el voto de mayoría que no comparto, alude a que, como el Código Procesal Penal no indica de modo expreso que la adhesión es un recurso, debe entonces negársele tal condición. Tal argumento no es compartido por este juzgador, pues se pierde de vista que el artículo 440 (que contempla dicho instituto) se ubica en el Libro III "sobre los recursos", de donde no se comprende cómo poder negarle, a pesar de ello, dicha naturaleza impugnaticia; (iii).- INSTITUTO DE LA "INTERVENCIÓN ADHESIVA". Tampoco comprende este juez de casación qué relación tendría el instituto de la "intervención adhesiva" de cara al recurso por "adhesión", por cuanto se trata de figuras diferentes, a tal punto que - según lo reconoce expresa y directamente el juez Morales García en su redacción- el mismo Código Procesal Civil contempla a la adhesión, a la cual se reconoce el carácter de "recurso"; (iv).- ARTÍCULO 402 DEL CÓDIGO PROCESAL CIVIL. El cuarto argumento del presente criterio de mayoría al que estimo necesario hacer referencia, alude al artículo 402 del Código Procesal Civil. Tal y como ocurre con el instituto de la "intervención adhesiva", tal artículo en realidad no tiene nada que ver con la adhesión pero, además, tampoco incluye la limitación que se trata de justificar, es decir, en ningún momento se dispone que la solicitud de ampliación del dictamen pericial deba limitarse a la línea impugnaticia esbozada en el recurso original, de donde (al igual que el recurso por adhesión) debe comprenderse que tal gestión podría pretender la ampliación incluso en cuanto a temas que podrían perjudicar a la parte que impugnó originalmente, lo que implica -entonces- que tal referencia de ningún modo podría apoyar la tesis que se sostiene en el voto de mayoría. Es con base en lo anterior que salvo mi voto y resuelvo admitir el recurso por adhesión [...]" (cfr. voto salvado incluido en la resolución del entonces Tribunal de Casación Penal de San Ramón, Nº 2009-00521 de las 09:10 horas del 18 de diciembre de 2009). Con base en lo anterior, la presente adhesión formulada por la representante del Ministerio Pública resulta admisible, pues la misma fue planteada en tiempo, por una parte legitimada, y en ella se definen de manera concreta y clara los agravios que se formulan, razones por las cuales se conocerá y resolverá conforme se indicará infra. VI.- ACERCA DEL RECLAMO SUSTANTIVO QUE PLANTEA LA FISCALÍA. Ahora bien, en lo que se refiere al alegato de fondo que en este caso se plantea en el recurso por adhesión, la representante del Ministerio Público se muestra inconforme con la calificación jurídica por la que optó el Tribunal de mérito, en cuanto estimó que, pese a la materialización de tres penetraciones en vías anatómicas distintas de la víctima, por haberse dado en un mismo lugar y en un corto espacio temporal existe unidad de acción, lo que conlleva a que los hechos probados configuran un único delito de violación, para sustentar lo cual cita y se apoya en el criterio desarrollado en el voto Nº 2007-00558 del entonces Tribunal de Casación Penal de Goicoechea. Contrario a ello, la fiscal estima que, a partir de ese cuadro fáctico, se está ante tres conductas independientes que concursan materialmente, por lo que se configuran tres delitos de violación. Al respeto, en la sentencia de mérito se razona lo siguiente: "[...] I V- EN CUANTO A LA CALIFICACIÓN LEGAL (FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA): C orre s ponde ahora establecer si esa s conducta s que se le atribuye n al imputado J se ajusta n a alguna s figura s pena les , y en este sentido, lo descrito por la ofendida de haber sido agredida sexualmente por el encar t ado en contra de su voluntad y penetrada oralmente, además de introducirle sus dedos en la vagina y en el ano, todo sin consentimiento alguno y por medio de la violencia , se ajusta en forma perfecta a los presupuestos objetivos y subjetivos del numeral 156 inciso 3 del Código Penal el cual indica: “Violación : ARTÍCULO 156.- Será sancionado con pena de prisión de diez a dieciséis años, quien se haga acceder o tenga acceso carnal por vía oral, anal o vaginal, con una persona de uno u otro sexo, en los siguientes casos: ... 3) Cuando se use la violencia corporal o intimidación. ..". La misma pena se impondrá si la acción consiste en introducirle a la víctima uno o varios dedos...por la vía vaginal o anal". Como se puede apreciar en cuanto a los elementos objetivos del tipo penal se cumple con el acceso carnal p or vía oral , además de meterle los dedos en la vagina y en el ano, utilizando p ara someter a la víctima la violencia, la mayor fuerza física, la agresión y hasta la utilización de una cuchilla o navaja, al ponerla sobre la mesa de la noche, con la finalidad de vencer la resistencia física y psíquica de la víctima. Se cumple además con el e lemento subjetivo en el caso de J , por cuanto el acusado con su comportamiento denota tener el conoc i miento y voluntad, elementos indispensables del dolo, necesario para este delito, de tener acceso sexual (oral, vaginal y anal) con la víctima, sin importarle la voluntad de ésta, sino que la somete a sus deseos y la accede carnalmente contra su voluntad por vía oral y le introduce sus dedos vaginal y analmente , intimid á ndola y agrediéndola con insultos, amenazas y golpes, sea que supo como (sic) manejar el evento, estar en control del mismo y lograr su objetivo sexual al penetrar a la víctima, llegando inclusive a burlarse de ella y reírse de todo este calvario a que la sometió. S u actitud muestra en forma clara el dolo necesario para establecer el elemento subjetivo del delito de Violación acusado, por lo que la conducta acusada en contra de J cumple con toda claridad con los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal de Violación acusado y que el tribunal comparte en su totalidad. En este momento esta Cámara desea hacer la siguiente observación: El Ministerio Público acusó al imputado de tres delitos de violación, sin embargo para estos juzgadores estamos en presencia de un solo delito por existir una UNIDAD DE ACCIÓN. Nótese que se trata de un mismo bien jurídico lesionado, el dolo del imputado fue el mismo, y la secuencia espacial y proximidad temporal entre cada de las penetraciones anatómicas en el cuerpo de la ofendida L hace que estemos en presencia de una UNIDAD DE ACCIÓN (A mayor abundamiento sobre este concepto véase el Voto 558-2007 del Tribunal de Casación de Goicoechea). Además, tampoco estamos en presencia de varios delitos por haberse ultrajado varios orificios anatómicos de la ofendida (boca, vagina y ano), ya que por la proximidad temporal entre los hechos y los otros elementos que ya se han mencionado se considera que constituye una única acción y por ende un solo delito. Por ello, deben recalificarse los hechos como constitutivos de un solo delito de violación. Al respecto se ha señalado lo siguiente: "Ahora bien , acorde con los hechos tenidos por demostrados , se arriba a la conclusión de que casi todas las acciones ejecutadas por el encartado en perjuicio de la ofendida, se dieron en un espacio temporal inmediato, una después de la otra empezando con el beso en la boca, continuando con el intento de introducirle el pene en la vagina, la introducción efectiva del órgano sexual masculino, el chupar la vagina para realizar una nueva introducción a nivel vaginal, seguido de otra introducción del pene al salírsele al imputado como consecuencia del propio movimiento corporal desarrollado, para seguir con la introducción del pene en la cavidad oral, con lo que el encartado vio por satisfecha su finalidad claramente exteriorizada en este caso desde un inició al manifestarle a la ofendida “que tenía que ser de él a las buenas o las malas” (folio 345) , así como su expresión posterior de que “él se había sentido muy bien y que sabía que ella también estaba bien” (folio 346). De los anteriores eventos, es claro que existió continuidad delictiva en la acción que se concreto en varias penetraciones por la misma o diferentes vías anatómicas acompañadas de actos de abusos deshonestos, que se produjeron entre los mismos sujetos activos y pasivo, ejecutándose en el marco de un mismo espacio físico y temporal, sin que exista prácticamente solución de continuidad entre unas y otras, correspondiendo el conjunto de éstas a un dolo unitario, no renovado, que abarca una misma situación, y no diversas ocasiones idénticas que caracterizan la continuidad, habiendo de entenderse que en dichas circunstancias no hay una pluralidad de acciones, sino una sola desarrollada de modo progresivo según el concepto de unidad natural de la acción. Tal conclusión resulta acorde a lo que ya ha señalado esta Cámara, en el voto 2008-0226 de las 19:50 horas del 8 de agosto de 2008 , oportunidad en la que citó lo resuelto por el Tribunal de Casación, quienes han señalado: “ Así por ejemplo en el Voto 2007-558 se dijo : Por ende , para determinar si hay un delito o varios, no basta atenerse a la cantidad de acciones naturales que desempeñe el sujeto activo sino que hay que tener en cuenta otros factores , entre los que se encuentran (sin carácter taxativo): a)- la voluntad final concreta del agente, es decir , su plan; b)- la cercanía o conexión tempo-espacial de los hechos; c)- el enjuiciamiento jurídico-social (concepción natural de la vida más valoración jurídica);d)- la homogeneidad del bien jurídico atacado; e)- la unidad del sujeto pasivo. Así ha indicado doctrinaria y jurisprudencialmente en otras latitudes con legislación similar a la nuestra: “…en muchos ámbitos vitales existen formas de conductas punibles que , aunque cumplan por sí mismas el (mismo) tipo, sólo pueden ser aprehendidas de modo adecuado en su conjunto” ( BGHSt , t.40 , p. 138 -162s-) citado por STRATENWERTH , Günter . Derecho penal , parte general I . Editorial Hammurabi , 4ª edición , Buenos Aires , 2005 , p. 536) “Por regla general, se suele admitir tal unidad de acción cuando varios actos individuales, similares y fundamentados en una voluntad unitaria, se hallan temporal y espacialmente en una relación tan estrecha que aparecen como una unidad desde la perspectiva de una consideración natural”, STRATENWERTH, Günter . Derecho penal , parte general I . Editorial Hammurabi , 4ª edición , Buenos Aires , 2005 , p. 536 citando BGHSt t. 10 , p. 230 (231); t. 22 p. 67 (76) , t. 43 p. 381 (386 s) y t. 41 , p. 368 (369) ( Res. 2007- 558 Tribunal de Casación del Segundo Circuito Judicial de San José). En otra sentencia ese mismo Tribunal dijo: “ Según la versión de la ofendida RChB , las dos acciones de acceso vaginal ocurren en el mismo lugar (el baño de la casa del menor infractor), y en un lapso de tiempo muy corto, es decir una seguida de la otra. Primero le introduce el lápiz y luego cuando ella se viste y se está subiendo el zipper, le mete el dedo encima del calzón. De manera que a juicio de ésta cámara estamos en presencia de una sola acción, precisamente por la finalidad única del autor, la proximidad temporal y espacial entre una y otra penetración y la valoración jurídico- social de ambas acciones, pues en el caso del acceso con un objeto, se trató de un lápiz flexible sin punta, de manera que no se trata de un acto con un contenido adicional y aberrante que merezca un reproche socio jurídico adicional al del acceso carnal mediante la introducción de un dedo. Es por ello, que estimamos que los hechos acreditados en el fallo son constitutivos de un solo delito de Violación” ( Res 2007-1610 del Tribunal de Casación del Segundo Circuito Judicial de San José).”. De acuerdo con lo expuesto, estima esta Cámara que en el presente caso, tomando en cuenta objetivamente las circunstancias temporales, e independientemente de que las penetraciones se hayan efectuado en diversas cavidades corporales acompañadas de delitos que en otras condiciones o supuestos configurarían abusos deshonestos independientes pero que en este caso abarcaban un misma finalidad, tomando en consideración que todos los movimientos corporales típicos se repitieron dentro de un mismo espacio y de manera temporalmente estrecha ciertamente y contrario a lo señalado por los juzgadores en el fallo , estamos en presencia de una sola acción en sentido jurídico , y por ende ante un solo delito de violación previsto en el numeral 156 del Código Penal. Así las cosas, en relación a los delitos contra la libertad sexual, procede apreciar la existencia de "una sola acción punible" en los casos de reiteración inmediata del acceso sexual con el mismo sujeto pasivo por parte de un solo sujeto activo, bajo la misma situación intimidatoria o de violencia, lo cual no supone la aplicación a dichos hechos de la continuidad delictiva, en tanto está última supone una pluralidad de acciones delictivas, lo que no sucede en este caso en que el sujeto activo, con inmediación temporal, realizó sobre la misma víctima varias penetraciones vaginales y una bucal, antecedidas, y precedidas de tocamientos abusivos (delitos de pasaje impunes), existiendo entre todos una unidad de hecho compatible con su fragmentación en variedad de actos utilizando la misma violencia e intimidación y con una única situación motivacional del autor, lo que permite afirmar una unidad típica" (Cfr. Votos 321-2008 y 362-2008 del Tribunal de Casación de Cartago) [...]" (cfr. folio 214, línea 21 en adelante). No obstante que éste es el criterio que se ha sostenido en algunas resoluciones (dependiendo de la integración en el caso concreto) del entonces Tribunal de Casación Penal del Segundo Circuito Judicial de San José, la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia ha mantenido una tesis diversa, según la cual en casos como el presente se está ante acciones independientes que determina la aplicación de las reglas del concurso material. Luego de analizar esta cuestión sustantiva que se expone en la impugnación, es criterio de este tribunal de segunda instancia que la recurrente lleva razón, por lo siguiente. Sabedores de que en torno al tema in iudicando que se cita la jurisprudencia nacional no ha sido pacífica, pues se han mantenido dos criterios más o menos diferenciados al respecto, es necesario hacer una reseña de ambos. Es así cómo, por una parte, se ha sostenido lo siguiente: "[...] Las reglas concursales fueron correctamente aplicadas por el Tribunal, de conformidad con los hechos probados, según los cuales el encartado interceptó a su víctima y mediante intimidación con un arma de juguete condujo a la joven hasta un predio solitario en donde le ordenó que se desnudara, luego la obligó a practicarle sexo oral, para lo cual le introdujo el pene en la boca; de seguido le indicó que se acostara boca abajo, procediendo a penetrarla analmente, por último la volteó y mantuvo relaciones sexuales vía vaginal. A partir de la teoría normativa, la determinación de unidad o pluralidad de acciones, implica el análisis en dos niveles a saber, factor final, entendido como la voluntad que rige la conducta del agente, que para el caso es indudablemente mantener relaciones sexuales con la víctima mediante intimidación, y el factor normativo, referente a la estructura de la norma expresada en la ley. En el presente caso la finalidad del encartado, orienta sus acciones y lo lleva a comprar un arma con la cual intimida a su víctima, y en ese estado de sometimiento la viola, introduciéndole en un primer momento el pene en la boca, posteriormente en el ano y luego en la vagina. Al trascender al análisis del factor normativo, debemos partir del propio tipo penal, a fin de establecer si la conducta cumple a cabalidad con todos los elementos objetivos, subjetivos y normativos comprendidos en la formulación legal, para de esa forma determinar la existencia de la acción penalmente relevante. En el presente caso, se sostiene que la conducta desplegada por el encartado realizó tres veces el tipo penal de violación, en el tanto las distintas penetraciones se vieron separadas no solo temporalmente –aunque fuera por un período sumamente corto- sino que además se concretaron en distintas partes del cuerpo de la víctima, a saber la boca, el ano y la vagina. Es comprensible y de tal manera lo acepta esta Sala, que varias penetraciones constituyen un solo delito de violación, en el tanto no exista entre ellas separación temporal -más o menos extensa- que implique la realización de una actividad diversa a la cópula. Esto por cuanto, cabe diferenciar las repeticiones de la penetración propias del acto sexual, que sin importar el número en que se den, configuran una sola acción en sentido jurídico penal; de la situación que se presenta una vez que el miembro es retirado de la cavidad que se trate –anal, vaginal o bucal según lo describe el tipo penal-, y el sujeto activo emprende de inmediato una acción cualquiera, diversa a la penetración que venía de ejecutar, ya sea levantarse, descansar, prender un cigarro, o bien realizar un nuevo acceso carnal a una zona distinta, como en el presente caso. De acuerdo con la dinámica de los hechos, no cabe duda de que se trata de acciones independientes una de la otra, pues cada una de ellas configuró de distinta manera el mismo tipo penal. Siguiendo a Zaffaroni “la actividad final de la que se debe averiguar si configura una unidad de conducta, puede integrarse con uno o con varios movimientos. Cuando se trata de una pluralidad de movimientos, que es lo que usualmente sucede en una acción, es necesario apelar a un factor normativo que diga cuándo una única resolución que da un sentido final a varios movimientos puede ser relevada como una unidad por el tipo.” (Derecho penal. Parte General, Ediar, Buenos Aires, 2000, p 821) En el presente caso, el tipo penal sanciona el “acceso carnal por vía oral, anal o vaginal” de donde se tiene que la violación puede ser cometida de varias formas, sin que pueda derivarse de tal redacción que en la primera penetración quedarán subsumidas las posteriores, pues “constituye siempre una única acción la realización de los requisitos mínimos del tipo penal, aunque el comportamiento físico pueda también descomponerse en varios actos parciales desde el punto de vista fenomenológico” JESCHEK, Hans Heinrich. Tratado de Derecho Penal, parte general. Editorial Bosch, Barcelona, 1981, pp 993. A los efectos del presente caso, cada una de las tres penetraciones, satisface individualmente de forma mínima los requisitos del tipo penal, pues sin lugar una sola de las penetraciones a cualquiera de las zonas, constituye una acción típica, de ahí que a partir de los hechos probados de la sentencia, es posible individualizar tres acciones en sentido jurídico. En anteriores ocasiones, se ha señalado por esta Sala que “Una interpretación como la que pretende el recurrente enerva la idea de protección que sirve de base al concepto del bien jurídico y pretende reducir en su favor la incidencia de su actuar en las posteriores penetraciones. El bien jurídico de la “Autodeterminación Sexual” protege concretamente la esfera de decisión frente a las relaciones sexuales, de tal manera que las mismas se produzcan por una decisión libre de los participantes. De allí que cada vez que se lesiona el bien jurídico antes mencionado se produce una acción en el sentido jurídico-penal del término”. Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, número 156-99, de las 9:54 horas, del 12 de febrero. También ha dicho esta Sala que por tratarse de un bien jurídico personalísimo cada acceso carnal lesiona íntegramente la autodeterminación sexual, al reducir a la víctima a una condición de objeto, que se ve agredida de forma repetida, resultando tan lesiva la primera como las subsiguientes penetraciones, pues cada una de ella realiza de manera integra la conducta típica. Los criterios esbozados en tales oportunidades, mantienen su vigencia por lo cual, procede declarar sin lugar el motivo alegado [...]" (cfr. Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, voto Nº 2009-001181 de las once horas y veinte minutos del dieciséis de setiembre del dos mil nueve). Este segundo criterio jurisprudencial es el que comparten y siguen estos juzgadores, pues a partir del cuadro fáctico que se tuvo por demostrado, y pese a que las agresiones sexuales se cometieron en el mismo lugar y en un estrecho margen de tiempo, una siguiendo a la otra, de la misma dinámica de la conducta desplegada por el sujeto activo se pueden diferenciar y distinguir con toda claridad y precisión cada una de aquellas, siendo que dichas penetraciones se ejecutaron en las distintas vías anatómicas de la víctima (oral, anal y vaginal), siendo claro que la introducción de dedos en la vagina y en el ano no se dieron en forma simultánea sino más bien sucesiva, pues la propia ofendida explicó: "él me metía los dedos en la vagina y luego en el ano" (cfr. folio 207, líneas 6 y 7), lo que determina que, en efecto, y según se reclama por la fiscal, en realidad se está ante tres delitos independientes (concurso material) de violación, y no ante una unidad de acción, según lo estimó el órgano de mérito a partir del criterio jurisprudencial que se ha expuesto en algunas resoluciones del entonces Tribunal de Casación del Segundo Circuito Judicial de San José, mismo que no es compartido por estos jueces de apelación. Ahora bien, todo lo relativo a las consecuencias derivadas de la declaratoria con lugar del presente reclamo sustantivo que plantea la representante del Ministerio Público, será analizado y desarrollado en el siguiente considerando. VII.- ACERCA DE LAS CONSECUENCIAS DE LA DECLARATORIA CON LUGAR DE UN RECURSO DE APELACIÓN POR EL FONDO DEL MINISTERIO PÚBLICO. El tema relativo a la dimensión y las consecuencias derivadas de la declaratoria con lugar de un recurso por el fondo del Ministerio Público, planteado contra la sentencia dictada por el Tribunal de juicio, no ha sido pacífico en la jurisprudencia, siendo que a partir de varios pronunciamientos de la Sala Constitucional (sobre todo los votos Nº 1998-001208 de las 15:47 horas del 24/02/08; Nº 1998-007497 de las 15:39 horas del 21/10/98; y Nº 2002-002050 de las 14:49 horas del 27 de febrero de 2002) se le fijaron varias limitaciones a dicha impugnación a efectos de buscar alguna armonía o congruencia con la garantía prevista por el numeral 8.2.h. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así, en términos claros se indicó que, al declararse con lugar el recurso de casación por el fondo del acusador penal, no podía condenarse directamente (en esa misma sede impugnaticia) a quien había sido absuelto en juicio, siendo que posteriormente, y como una declaración general de principio, se estableció que resulta inconstitucional (y contrario a la citada garantía convencional) que en virtud de ese recurso fiscal se agravara la pena en sede de casación. Lo anterior, entonces, llevó a criterios diversos en la jurisprudencia en cuanto a los dimensiones de la declaratoria con lugar de dicha impugnación sustantiva, pues anterior a esos pronunciamientos constitucionales, simplemente se declaraba la existencia del error in iudicando y de una vez, en la misma sede impugnaticia, se enmendaba el vicio aplicando la norma penal correcta, lo que implicaba agravar la situación jurídica del encartado sin que al mismo se le reconociera la posibilidad de recurso. Ante esa disyuntiva, al constatar una errónea aplicación de la ley de fondo, como una salida se optó por anular íntegramente el fallo de mérito como única forma de tutelar la citada garantía convencional, de modo que se disponía un juicio de reenvío donde, de manera originaria, se llevaba nuevamente al encartado a juicio. No obstante, también se optó por una solución diversa, esto es, anular sólo lo relativo a la "calificación jurídica" y la fijación de la pena, extremos en cuanto a los que se ordenaba el reenvío, manteniendo incólume el resto de la sentencia, esto es, la relación de hechos que se tuvo por demostrada. Es evidente que con esta segunda opción se vinieron a irrespetar, sutil pero materialmente, los lineamientos trazados por la jurisprudencia de la Sala Constitucional (de acatamiento obligatorio) en cuanto a la garantía penal de la doble instancia, que en realidad consiste en el derecho a que el fallo condenatorio penal sea revisado por un superior, que consagra la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su numeral 8.2.h ya citado. Así ocurrió, por ejemplo, en el voto de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia Nº 2005-396 de las 9:50 horas del 13 de mayo de 2005, mediante el cual se resolvió y declaró con lugar un recurso por el fondo del Ministerio Público, pues claramente se indicó que, al constatarse un yerro in iudicando y en acatamiento del voto de la Sala Constitucional Nº 2050-02, se anuló parcialmente la sentencia, únicamente en cuanto a la "condena" dictada en contra de un coimputado como cómplice del delito de tráfico internacional de drogas, siendo que en realidad (según se verá) lo que se anuló fue lo relativo a la calificación jurídica, manteniendo en firme la relación de hechos que se tuvo por demostrada (en torno a la cual se indicó que existía un error de fondo al haber sido erróneamente calificada como una "complicidad"). En dicho pronunciamiento la Sala de Casación ordenó, en cuanto a ese extremo, el reenvío: "... Así las cosas, con base en las directrices incluidas en el voto de la Sala Constitucional N° 2050-02, de las 14:49 horas del 27 de febrero de 2002, se acoge el presente alegato de fondo, en virtud de lo cual se anula parcialmente el fallo de mérito, únicamente en cuanto se condenó al coimputado A.R como cómplice en el delito de tráfico internacional de droga, ordenándose el reenvío a la oficina de origen para una nueva sustanciación conforme a Derecho. En lo demás, el fallo de instancia permanece incólume. Se aclara asimismo, que esta Sala no está prejuzgando en caso que aquí se conoce, pues la presente decisión en torno al recurso por el fondo del Ministerio Público se basó en el cuadro fáctico que se tuvo por demostrado en la sentencia aquí anulada. Lo anterior implica, entonces, que la situación jurídica del coimputado R.L. deberá ser definida de modo originario en el nuevo debate que habrá de realizarse [...]". Conforme a lo anterior, del contenido de este fallo parecía que la anulación ordenada abarcó en su integridad la condena que se dictó en contra de este coimputado como cómplice en el tráfico de drogas (única manera de darle efectivo cumplimiento a la garantía de la doble instancia aludida). No obstante lo anterior, al pronunciarse en cuanto a una gestión planteada por el Tribunal de Juicio, la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia indicó que el reenvío que se ordenó se refería a la fijación del monto de la pena "conforme a las reglas de la autoría y la participación": "[...] en el presente caso, una vez revisada la resolución 2005-396 de las 9:50 horas del 13 de mayo de 2005 dictada por esta Cámara, se entiende con plena claridad, que la razón del reenvío al Tribunal de origen, es únicamente para sustanciar el extremo referente a la penalidad conforme a las reglas de la autoría y participación. Con respeto al principio de doble instancia y del derecho de recurrir que tiene el imputado, por haberse acogido un motivo de fondo interpuesto por el Ministerio Público, es que esta Cámara se ve imposibilitada de modificar en forma definitiva la sentencia en sede de casación, requiriendo necesariamente, realizar el reenvío de la causa. No obstante, bajo ninguna interpretación, el fallo en cuestión permite la valoración probatoria de los hechos demostrados ni cualquier otro elemento distinto al punto por el cual se ordenó el reenvío del expediente [...]" (cfr. Sala Tercera, voto Nº 2007-906 de las 8:50 horas del 31 de agosto de 2007). Con este segundo pronunciamiento se indica que el reenvío sólo abarcaba la calificación jurídica y el monto de la pena, manteniéndose incólume el resto del fallo, esto es, en cuanto a los hechos que se tuvieron por probados. Esta segunda solución que se vino aplicando por parte de la jurisprudencia en casos como el presente, donde se declaraba con lugar un recurso por el fondo del Ministerio Público, se irrespetaron sutil pero materialmente los lineamientos trazados por la jurisprudencia de la Sala Constitucional (de acatamiento obligatorio) en cuanto a la garantía penal de la doble instancia o derecho a que el fallo condenatorio penal sea revisado por un superior, que consagra la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En efecto, en citados votos Nº 7497-98 de las 15:39 horas del 21 de octubre de 1998; Nº 1208-98 de las 15:47 horas del 24 de febrero de 1998; Nº 2050-02 de las 14:49 horas del 27 de febrero de 2002; Nº14.175-04 de las 9:27 horas del 22 de diciembre de 2004; y 1532-05 de las 14:50 horas del 15 de febrero de 2005, entre otros, en estricta aplicación de la garantía de la "doble instancia" o revisión del fallo condenatorio por un superior, la Sala Constitucional vino entendiendo que resultaba violatorio del derecho del derecho al recurso que garantiza el Pacto de San José, el que, en sede casación y con motivo de un recurso por el fondo del Ministerio Público (o del acusador penal en general), directamente se agrave la pena o, en general, la situación jurídica del encartado. A partir de este criterio de la jurisprudencia constitucional, se eliminó la práctica común que hasta ese entonces imperaba, de declarar la existencia del defecto o error de fondo, enmendarlo y ordenar, de una vez en sede impugnaticia la recalificación de los hechos probados e imponer a partir de ello, de una vez, una sanción más gravosa. No obstante el fin que se buscaba con dicha prohibición, la segunda alternativa por la que optó la jurisprudencia (anular solo lo relativo a la calificación jurídica y la pena, manteniendo firme la sentencia de juicio en cuanto a los hechos que se tuvieron por probados, en relación a los cuales, al acoger el recurso por el fondo del acusador penal, ya había emitido una valoración jurídica de naturaleza sustantiva), de hecho no hizo más que agravar indirectamente la situación del acusado, pues el juez de reenvío ya quedaba condicionado por el criterio que externaba su superior. Así, en estos casos el Tribunal de reenvío se limitaba a declarar formal y directamente lo que de hecho ya había resuelto y decidido el órgano de Casación, todo lo cual venía a afectar la garantía de la doble instancia (derecho a un recurso amplio y desformalizado) comentada. Es por ello que, se insiste, en casos como este la única forma de darle contenido a dicha garantía era disponer la nulidad integral de la sentencia. No obstante lo anterior, toda esta cuestión que se ha venido analizando ha sufrido una modificación sensible y esencial con la promulgación de la Ley Nº 8837 que crea el recurso de apelación se sentencia en materia penal, la cual entra en vigencia a partir del 09 de diciembre de 2011, pues a partir de entonces se contempla la posibilidad de que la resolución dictada por el Tribunal de Apelación (segunda instancia) pueda ser revisada a través del recurso de casación por la Sala Penal (cfr. artículo 467 del Código Procesal Penal), al cual -incluso- se le atribuyó la finalidad de garantizar el examen integral del juicio y la sentencia dictada en dicha etapa procesal: "Artículo 473.- Resolución y efectos extensivos. Si la Sala de Casación estima procedente el recurso por violación de ley procesal, anulará, total o parcialmente, la resolución impugnada y ordenará la reposición del procedimiento y resolución del tribunal de apelación de la sentencia. Cuando la anulación sea parcial, se indicará el objeto concreto del nuevo procedimiento o resolución. En los demás casos, la Sala, al acoger el recurso, enmendará el vicio y resolverá el asunto de acuerdo con la ley aplicable. Cuando lo estime pertinente, para tutelar el derecho del imputado a un recurso que implique el examen integral del juicio y la sentencia, la Sala podrá disponer la anulación del debate, las resoluciones que de él dependan y se ordenará su reposición mediante reenvío al tribunal de juicio [...]". A partir del segundo párrafo de esta disposición se comprende que "en los demás casos", esto es, en aquellos supuestos en los que se formule un recurso, no por violación a la ley procesal (hipótesis del primer párrafo), sino más bien sustancial, la Sala de Casación resolverá conforme a la ley aplicable. Asimismo, y conforme se establece en el párrafo tercero, el legislador le otorgó una gran amplitud a dicho recurso, a tal punto que le otorga competencia a la Sala Tercera para que, si ese fuera el caso, hasta pueda anular el debate y las resoluciones que de él dependan, todo con el objetivo de tutelar el derecho del imputado a un recurso que implique el examen integral del juicio y de la sentencia del tribunal de juicio. Este párrafo tercero ni siquiera aparece en el proyecto final que envió la Corte Suprema de Justicia al Congreso, siendo el propio legislador quien decidió incorporarlo a la nueva normativa. Lo anterior significa que contra la resolución que llegue a dictar el Tribunal de Apelación todavía existe la opción, sobre todo para el imputado, de una revisión amplia e integral del debate y de la sentencia de juicio, lo que implica, a fortiori, que con mucha más razón debe posibilitársele la revisión del pronunciamiento del Tribunal de Apelación. Dentro de ese orden de ideas, entonces, cambian por completo las condiciones y el contexto jurídico procesal dentro del cual surgieron los pronunciamientos de la Sala Constitucional antes citados y comentados, pues al contarse ahora con la casación, es decir, un recurso dirigido contra la resolución del fondo del Tribunal de Apelación de Sentencia, ningún menoscabo se le generaría al imputado al acogerse un reclamo por el fondo del Ministerio Público (a partir de lo cual se agrave su situación jurídica), pues contra tal pronunciamiento puede formular un recurso de casación. Además, atendiendo a los principios de celeridad y de justicia pronta y cumplida, no se justificaría en este caso disponer la nulidad integral de la sentencia y del juicio, sobre todo cuando se ha conocido, resuelto y declarado sin lugar el recurso que formuló la defensa (en donde cuestionó la fundamentación expuesta por el Tribunal de mérito para tener por acreditados los hechos acusados, la cual se valoró como legítima, adecuada y sin errores lógicos que la afecten), lo que asimismo implicaría una revictimización de la ofendida, a quien habría que someter nuevamente al juicio. De igual modo, no tendría sentido que al declarar con lugar el recurso por el fondo de la fiscalía, donde se razona y explica que la relación de hechos probados, en lo que a las agresiones sexuales se refiere, ha sido erróneamente calificada por el Tribunal de Juicio como configurativa de un delito de violación por mediar unidad de acción, siendo que en realidad la misma da cuenta de tres delitos de violación en concurso material, este órgano de apelación proceda a mantener ese cuadro fáctico y a anular sólo lo relativo a la calificación jurídica, pues con ello ya agravó (de hecho) la situación jurídica del encartado, condicionando de esa manera el resultado del juicio de reenvío, donde obviamente al tribunal de juicio no quedaría más opción que enmendar dicho yerro en los términos que le indica su superior jerárquico. Así las cosas, en el presente caso se declara con lugar el recurso de apelación (por adhesión) que por vicios in iudicando formula la representante del Ministerio Público, y en virtud de ello, en esta misma sede, se resuelve lo siguiente: (A) Parcialmente, sólo en lo que a las agresiones sexuales se refiere, se rectifica por el fondo el fallo de mérito, en el sentido de que se declara al encartado J autor responsable de tres delitos de violación en concurso material, en daño de L, imponiéndose 10 años de prisión por cada una de ellas, para un total de treinta años de prisión. Con base en las mismas razones invocadas por el Tribunal de instancia, se ha optado por imponer la pena mínima prevista por el artículo 156 del Código Penal, para lo cual se han tomado en cuenta las condiciones personales del encartado, que le favorecen: sin antecedentes, relativamente joven (de edad media), con un hijo y con obligaciones personales. Asimismo, estima este Tribunal que, pese a que se optado por los mínimos previstos, la pena resultante (treinta años de prisión) resulta de por sí gravosa, de modo que, atendiendo a los principios de razonabilidad y proporcionalidad, no se justifica elevarla aun más. (B) Tomando en cuenta que al encartado también se le condenó a 5 años de prisión por un delito de robo agravado (extremo del fallo que se mantiene incólume), en aplicación de las reglas de penalidad del concurso material previstas por los numerales 22 y 76 del Código Penal, en definitiva se fija la pena en treinta años de prisión. (C) En todo lo demás, la sentencia de mérito se mantiene incólume. VIII.- ACERCA DE LA PRISIÓN PREVENTIVA. En el voto de mayoría Nº 2012 - 007939 de las 16:00 horas del 13 de junio de 2012, la Sala Constitucional señaló lo siguiente: "[...] esta Sala advierte que en la especie, como en los antecedentes jurisprudenciales mencionados, existe una manifiesta necesidad procesal de asegurar la sujeción de los imputados al proceso, toda vez que al existir una sentencia condenatoria confirmada por el ad quem, se ha dado una variación medular de las circunstancias que aumentan el peligro de fuga y acrecientan la posibilidad de que los amparados rehúyan las resultas del proceso penal. Tal situación justifica que la prisión preventiva impuesta a los amparados se tuviera por prorrogada más allá del 12 de mayo de 2012, puesto que al interponer estos recurso de revocatoria, actividad procesal defectuosa y recurso de casación, inexorablemente se requería de ello para que el asunto, dentro de un plazo razonable, entrase a conocimiento del Tribunal de Apelación y de la Sala de Casación Penal con la presencia asegurada de los imputados. Una interpretación contraria no se justifica porque la situación de este último frente al proceso ha cambiado de manera esencial a partir del dictado de la sentencia condenatoria, lo que altera sustancialmente la relación de aquel con los fines del proceso, esto desde el punto de vista constitucional. De esta suerte, independientemente de los reparos que pueda tener la recurrente con la medida en cuestión, lo cierto es que, de conformidad con el artículo 153 de la Carta Fundamental, estos deben plantearse en sede de legalidad. En consecuencia, como no existe un quebranto directo de los artículos 20, 22 y 37 de la Constitución Política susceptible de ser conocido en la vía del hábeas corpus, se impone declarar improcedente este recurso [...]" (cfr. voto de la SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Nº 2012 - 007939 de las 16:00 horas del 13 de junio de 2012). Así las cosas, tomando en cuenta que en este caso se está confirmando por parte de este órgano de apelación la sentencia de mérito dictada por el Tribunal de Juicio, en lo relativo a la fijación del hecho tenido por probado y al juicio de culpabilidad, se entiende que la medida cautelar de detención provisional que pesa sobre el acusado queda prorrogada más allá del 29 de noviembre de 2012 , a efectos de asegurar su presencia en el proceso y cumplir así el trámite del eventual recurso de casación al que tendrían derecho las partes en cuanto a los extremos de la sentencia de mérito que se han confirmado. POR TANTO: Se declara con lugar el recurso de apelación por el fondo (adhesión) que interpone la representante del Ministerio Público, en virtud de lo cual, en esta misma sede, se resuelve lo siguiente: (A) Parcialmente, sólo en lo que a las agresiones sexuales se refiere, se recalifican los hechos acusados (y probados en juicio) cometidos en perjuicio de L, como configurativos de tres delitos de violación en concurso material, imponiéndose 10 años de prisión por cada uno de ellos, para un total de treinta años de prisión. (B) Tomando en cuenta que al encartado también se le condenó a 5 años de prisión por un delito de robo agravado (extremo del fallo que se mantiene incólume), en aplicación de las reglas de penalidad del concurso material previstas por los numerales 22 y 76 del Código Penal, en definitiva se fija la pena total en treinta años de prisión. (C) En todo lo demás, la sentencia de mérito se mantiene incólume. Se declara sin lugar el recurso interpuesto por el defensor particular del encartado. Con base en el voto de la SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Nº 2012 - 007939 de las 16:00 horas del 13 de junio de 2012, se entiende que la medida cautelar de detención provisional queda prorrogada más allá del 29 de noviembre de 2012 , a efectos de asegurar la presencia del encartado en el proceso y cumplir así el trámite del eventual recurso de casación al que tendrían derecho las partes en cuanto a los extremos de la sentencia de mérito que se han confirmado . NOTIFÍQUESE.- Mario Alberto Porras Villalta Jorge Arturo Camacho Morales Frezie Ma. Jiménez Bolaños Jueces y Jueza de Apelación de Sentencia Penal Expediente : 07-017676-0042-PE (11) Imputado : J Ofendido : L Delito : Robo Agravado y Violación. MSANCHEZVI