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MIRIAM PAOLA AGUIRRE ROJAS

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Estudiar la literatura no se trata solo de eso sino de acercarnos a ella como quien se
acerca a la imaginación, al pensamiento y a la sensibilidad de otra persona, en otro
espacio y en otro tiempo, ya que, al hacerlo, seremos nosotros mismos quienes
construiremos nuestra imaginación y sensibilidad. La lectura literaria se hará buscando
una educación sentimental y un estudio de las experiencias humanas.

En la literatura se dicen cosas como si fueran reales, pero solo existen en la ficción. Este
fenómeno se ha descrito como una “aserción fingida” porque entre el autor y el lector
media una especie de “pacto” donde el lenguaje literario imita el lenguaje real.

Las teorías formalistas y estructuralistas, así como las escuelas literarias, han influido en
la manera en que evaluamos el discurso literario, poniendo énfasis en los elementos
más “tangibles” del discurso.

La apreciación del lenguaje literario tiene estas dos variables: por un lado, es necesario
aprender a valorar un texto de acuerdo con ciertas convenciones del género; por el
otro, cada lector descubre bajo sus propios términos lo placentero del lenguaje literario.

Existen tres géneros literarios, según los modos de imitación: lírico, épico y dramático.
Desde el punto de vista de la recepción, el género permite organizar las obras literarias
de un determinado período en función de las características que comparten; esta
importancia de los géneros será crucial para la recepción y la precompresión del texto.

Los géneros literarios se pueden clasificar en: el género poético corresponde a la


poesía, el género narrativo a la novela y al cuento (algunos incluyen al ensayo); y el
género dramático corresponde la dramaturgia.

En cuanto a las características del lenguaje literario se puede emitir un juicio de


carácter meramente informativo, sin más, pero esa misma idea puede manifestarse de
otra forma. La información puede ser la misma en uno o en otro acto lingüístico, pero
no la realidad construida, ni tampoco, por supuesto, la reacción que debe sentir el
receptor de uno o de otro mensaje.

Si algo podemos aprender de la teoría literaria es que, dentro de la literatura, no


debemos abordar el lenguaje con intenciones reduccionistas. La lectura debe servir
para aprender a valorar las pequeñas cosas, las sutilezas de la existencia.
“Quien sea incapaz de discernir en sí mismo la insignificancia de las
grandes cosas, estará mal preparado para apreciar la grandeza de las
pequeñas cosas en los demás”

-Kakuzo Okakura

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