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Algunas consideraciones

comisionado Franco

El Código de la Niñez y la Adolescencia entrará en vigencia el 27 de


noviembre. A partir de esa fecha la Policía no podrá detener a ningún menor
de 18 años, salvo que lo encuentren "in fraganti" en la comisión de algún
delito, o mediante una orden judicial, únicamente.

Montealegre, es del criterio que el Código de la Niñez y la Adolescencia


representa sin duda un gran avance en el completamiento del marco jurídico
que sustenta el reconocimiento de niños, niñas y adolescentes como auténticos
sujetos de derecho.

"No obstante", dice, " creemos que aún no han sido visualizadas
objetivamente todas las implicaciones que conlleva la aplicación del Código y
esperamos que con el concurso de todos los interesados sean identificadas y
valoradas apropiadamente estas implicaciones".

Agregó que el Código "en el caso nuestro, en un primer momento puede


reducir nuestra capacidad de respuesta ante denuncias y demandas de la
ciudadanía afectada por acciones delictivas de menores".

El Director de la Policía reconoció que con frecuencia, algunos agentes


tienden a ver en un niño de la calle, o en un joven con ciertas características,
un transgresor o un delincuente.

Dice que el policía "actúa asumiendo de que en realidad se trata de un


transgresor o un delincuente. Más aún, esa actuación, en principio equivocada,
en ocasiones excede el uso de las facultades que las leyes confieren a la
autoridad policial".

¿CAMBIARAN ACTITUDES? Montealegre asegura que se está intentando


por diferentes mecanismos "llegar a tener cada vez más clara en nuestras
fuerzas la necesidad de una actuación diferenciada, alejada de los estereotipos
y ajustada a las características particulares que cada situación de intervención
policial plantea".

junio-2002

El doctor Juan Aguilar León, representante en Nicaragua de la Organización de las


Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), calificó los intentos de algunos diputados
por reformar el Código de la Niñez y Adolescencia como ignorancia de los
parlamentarios en torno a los alcances de esa ley.
El doctor Aguilar León agregó que aún si reforman el Código de la Niñez y la
Adolescencia el problema de la delincuencia juvenil continuará porque el problema no
está en el edicto, sino en las condiciones que vive la mayoría de la población infantil y
adolescente.

Para el representante de la UNICEF se ha demostrado que no son los adolescentes los


que cometen la mayor cantidad de delitos en el país, que solo es aproximadamente un
10 por ciento del total, sin embargo agregó que el desconocimiento de lo prescrito en la
ley y la falta de recursos, es lo que hace que haya oposición al Código de la Niñez.

Entre tanto, Carlos Emilio López, Procurador General de la Niñez, afirmó que la
aplicación del Código de la Niñez no es generadora de la delincuencia juvenil en
Nicaragua, antes bien son las pésimas condiciones de la población nicaragüense.

Para Carlos Emilio López la falta de empleo en los padres de los niños transgresores y
la reducción real de recursos destinados a este importante sector es la causa más visible
del incremento de la actividad de delincuencia juvenil.

EL CÓDIGO

Dicho código a partir de ahí, trata de romper los esquemas machistas y egocentristas
que habían predominado durante mucho tiempo alrededor de los niños, niñas y
adolescentes, en donde eran tratados como objetos, cosas híbridas, sin derechos y
obligaciones.

El 20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su


Resolución 44-25 aprobó la Convención de los Derechos del Niño, la cual entró en
vigencia el 2 de septiembre de 1990, y en la que Nicaragua fue Estado parte y
ratificante. Nuestra Constitución Política establece en su Artículo 71, párrafo 2º, la
plena vigencia de dicha Convención.

El pilar fundamental de la Convención es el interés superior del niño. Reconoce a los


niños y niñas derechos y garantías fundamentales para su desarrollo físico, económico y
social, así como su protección, cuido, educación integral, salud, entre muchos otros
aspectos familiares y sociales.

El 53% de la población nicaragüense, según datos proporcionados por


Naciones Unidas, son niños, niñas y adolescentes. Esta realidad hizo necesario
dotarlos de un instrumento jurídico que favorezca su maduración equilibrada y
a la vez brindarles una protección integral proveniente de todos los sectores
del país. Todo ello se logró con la aprobación y entrada en vigencia del
Código de la Niñez en 1998.

La primera gran tares fue la de lograr que la Asamblea Nacional introdujera a


Plenario, discutiera y aprobara el Código de la Niñez. La ley entró al
momento del cambio de gobierno. Entró con el gobierno de la Señora Violeta
de Chamorro y después hubo que alfabetizar a los nuevos diputados y
miembros del gabinete para que la aprobaran.
el Código de la niñez y la Adolescencia fue publicado en el Diario Oficial "La
Gaceta" No.97 del veintisiete de Mayo de mil novecientos noventa y ocho, e
iniciado su vigencia en el mes de noviembre de ese mismo año, fecha a partir
de la cual se estableció el primer tribunal para adolescentes en la ciudad de
Managua

El Código de la Niñez y la Adolescencia de Nicaragua retoma la Declaración


de los Derechos del Niño, proclamada por la ONU en 1959; las Reglas
mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de
menores (Reglas de Beijing), adoptadas en 1985; la Convención sobre los
Derechos del Niño, ratificada por la ONU en 1989 donde están suscritos 91
países, excuyendo ; las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención
de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad), adoptadas en 1990; y las
Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados de
libertad, aprobadas en 1991.

Después de 1990 el mundo vivió el boom de los derechos humanos. Surgieron


multitud de convenciones y de nuevas reglamentaciones. Y muchos gobiernos
se apresuraron a ratificarlas. Según Carlos Emilio López, quien recientemente
renunció al cargo de Procurador Especial de la Niñez y la Adolescencia, todas
estas convenciones han sido ratificadas porque los temas de niñez y derechos
humanos tienen buena venta nacional e internacional y es este contexto
internacional el que explica que se aprobara en Nicaragua el Código de la
Niñez y la Adolescencia. A la inserción comercial de los países en los
mercados mundiales, le sigue una inserción jurídica en la política y en el
derecho internacional. Se trata, naturalmente, de una inserción frágil y que en
el caso de Nicaragua obedece a los bandazos de oportunismo que caracterizan
la política nacional. 

Durante el gobierno de Alemán, la Procuraduría de Derechos Humanos y, en


ella, la recién estrenada Procuraduría Especial de la Niñez y la Adolescencia
recibieron un magro presupuesto. En el año 2000, apenas 20 millones de
córdobas (0.19 % del presupuesto nacional). En el año 2001 fue peor:13
millones de córdobas (0.09 % del presupuesto). En el año 2002, ya con el
gobierno de Bolaños, el presupuesto aumentó a 16 millones, pero en el 2003
se redujo nuevamente y quedó en 15.5 millones de córdobas (0.11% del
presupuesto nacional). 

Indudablemente, que el tema del Código, no puede, ni debe, ser agotado en un


solo momento pues por tratarse de una materia novedosa "reconocer a niños,
niñas y adolescentes, como sujetos sociales y sujetos de Derecho", resulta
hasta "normal", que haya suscitado tantas y controvertidas reacciones, ya que
históricamente y Nicaragua no escapa a ello, los niños, las niñas y los
adolescentes han sido considerados, como "sujetos de protección" y no como
sujetos de Derecho.

De tal manera que, tal como lo previó la ley, a finales del año pasado, empezó
a ser aplicado, contando con solo dos tribunales especializados en Justicia
Penal Juvenil.

Que bueno! me dije. Nicaragua da muestras convincentes de cumplimiento de


uno de los compromisos asumidos cuando suscribió y ratificó en 1990, la
CONVENCION INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO, y la
vigencia de la misma mediante el Arto.71 de la Constitución Política de la
República, reformada en julio del año 1995.

La Convención sobre los Derechos del Niño es el instrumento jurídico


internacional que fue adoptado unánimemente por las Naciones Unidas, y
luego en 1990 ratificado por Nicaragua. Sin embargo, fue puesta en práctica
hasta en 1998, cuando entró en vigencia el Código de la Niñez y la
Adolescencia.  

El 12 de mayo de 1998 fue aprobada en Nicaragua la Ley 287, Código de la


Niñez y la Adolescencia. Su existencia se apoyaba en la Constitución, que en
su artículo 71 establece la plena vigencia en el país de la Convención sobre los
Derechos del Niño. El Código de la Niñez y Adolescencia iba a ser la
herramienta legal para hacer operativos los derechos establecidos en esta
Convención, a fin de que niñas, niños y adolescentes, que constituyen más de
la mitad de la población nicaragüense, dispusieran de un instrumento jurídico
para favorecer su maduración equilibrada. 

El Código regula todos los aspectos referentes al desarrollo de la niñez y la


adolescencia. Tiene un énfasis evidente, y en él pondremos el acento.
Mientras los dos primeros Libros del Código -tratan de los derechos,
libertades, garantías y deberes, y de la política del Consejo de atención
integral a la niñez y adolescencia- no suman 90 artículos, el Libro tercero, el
que trata del sistema de justicia penal especializada tiene 132 artículos. Entre
las complejas y completas preocupaciones que plantea el Código, la
preocupación por los adolescentes en riesgo aparece desde las primeras líneas,
cuando establece que debe implantarse un nuevo modelo de Justicia Penal de
Adolescentes, garante del debido proceso y orientado a la integración de los
adolescentes a la familia y a la sociedad.

El Código regula la protección integral de niños -se considera así a los


menores de 13 años- y adolescentes -entre 13 y 18 años no cumplidos-.
Propone una normativa que sustituye a la Ley tutelar de menores de 1973, a su
reforma de 1974 y a su reglamento de 1975. Después de un cuarto de siglo de
reinado de esta legislación predecesora, la nueva normativa específica para
menores les ofrece notables ventajas. Y también llena un vacío porque la Ley
tutelar de menores no protegía a los adolescentes entre 15-18 años, que eran
“carne de cárcel” y estaban destinados a ir a prisión mezclados con todo tipo
de delincuentes. Al inicio de su aplicación, uno de los resultados efectivos del
Código fue que los juzgados de Distrito de lo Penal de Adolescentes
recibieron entre 1998-2001 en todo el país 15 mil 612 causas. Antes, todas
llegaban a los juzgados de adultos.

Para la aplicación de sanciones penales, el Código distingue entre menores de


13 años -no sujetos a la justicia penal especial de adolescentes y exentos de
responsabilidad penal-, adolescentes entre 13-15 años -a quienes se aplica el
Libro tercero, excepto la privación de libertad- y mayores de 15 y menores de
18 años. Entre las ventajas para los adolescentes acusados de cometer delitos,
el Código los protege contra la retardación de justicia y propone, como salida
siempre disponible, el trámite de conciliación entre las víctimas y el autor del
delito, lo que deja limpio el expediente del adolescente acusado.

El Código de la Niñez y la Adolescencia —aprobado en marzo de 1998 y en vigencia


desde noviembre del mismo año— es una forma de aplicación de la Convención de
los Derechos del Niño y la Niña en Nicaragua. Incorpora en su articulado los derechos
ya mencionados de la Convención. A su vez, consigna como parte de la prevención y
protección especial a niñas, niños y adolescentes, la prohibición de admitir a niñas,
niños y adolescentes en espectáculos y lugares públicos, programas de radio y
televisión que puedan lesionar o poner en peligro su vida o su integridad física,
psíquicao moral (artículo 65).

El Código establece asimismo la prohibición a agencias de publicidad y propietarios


de medios y a sus trabajadores, de difundir mensajes publicitarios de tipo comercial,
político o de otra índole que utilicen a niñas, niños y adolescentes, a través de
cualquier
medio de comunicación social, que inciten al uso de drogas, tabaco, prostitución y
pornografía infantil, alcohol, que exalten al vicio, o irrespeten su dignidad (artículo 68).
Se prohíbe también la difusión por cualquier medio de los nombres, fotografías o
señas
de identidad que correspondan a niñas, niños y adolescentes que hayan sido sujetos

activos o pasivos de infracción penal (artículo 71).

LOS TRES ARTÍCULOS MÁS POLÉMICOS

Desde que fue aprobado, el Código ha sido impugnado ampliamente, y no por


los derechos y los deberes o por la “filosofía” que sobre la niñez y la
adolescencia propone, sino por los planteamientos del Libro tercero,
considerados como una especie de barrera de impunidad para los menores
delincuentes. Incomoda especialmente el artículo 86, que prescribe que en
caso de que se imputase a un menor la comisión de un delito, la autoridad
judicial deberá remitir al menor infractor a la autoridad administrativa
competente para que ésta le brinde protección integral y vele y proteja que se
respeten sus derechos, libertades y garantías.

Aún más molesta el artículo 101, que establece que el adolescente tiene
derecho a no ser ingresado en una institución sino mediante orden escrita del
Juez competente, como medida excepcional y por el tiempo más breve
posible, y a no ser perseguido y procesado más de una vez por el mismo hecho
aunque se modifique la calificación legal. También se ve como un estímulo a
la impunidad el artículo 105, basado en el cual, cuando a un adolescente se le
puedan aplicar dos leyes o normas diferentes, siempre se le aplicará aquella
que resulte más benigna para sus intereses.

REFORMA
Periodistas, leguleyos, columnistas, diputados y muchos otros artesanos de la opinión
pública han inundado los medios de comunicación con críticas al Código. Una de las
posiciones más extremas y beligerantes fue la adoptada por los militantes de un partido
político en vías de extinción. En el año 2002, y aduciendo un alarmante incremento de
delitos cometidos por niños y adolescentes, el micropartido de bases evangélicas Camino
Cristiano presentó una iniciativa de reforma al Código proponiendo adecuarlo a una
corriente legal que sustituye la concepción tutelar de los derechos de los menores por una
concepción “punitivo-garantista” y así acercar a los menores de edad a la justicia penal del
adulto, hacerlos más responsables por sus actos delictivos y obtener una más amplia
gama de sanciones como respuesta jurídica a sus delitos.

La reforma proponía que para que el Código no operara como escudo de protección de los
menores delincuentes, se les aplicaran penas de privación de libertad incluso a los
adolescentes de 13-15 años, se incluyeran las categorías de cómplice y encubridor como
grados de participación en los delitos y se ampliaran los delitos que en los adolescentes
merecen la pena de privación de libertad, añadiendo: asociación para delinquir, amenazas,
daños, alteración del orden público, abigeato y tráfico, consumo y cultivo de drogas.
Durante las discusiones de esta iniciativa de reforma, se consideró la posibilidad de hacer
explícita la tipificación de las pandillas juveniles como una expresión del delito de
asociación para delinquir.

Tras bambalinas siempre estuvo el deseo de Camino Cristiano de nutrir su decreciente


base social con una propuesta a la que atribuía rentabilidad electoral.

Es en este momento que Nicaragua finalmente reconoce a la niñez como “sujeto de derecho”,
debido a que desde la aprobación y ratificación de la Convencion sobre los Derechos del Niño, en
Nicaragua aún imperaba una visión sesgada de la niñez como “objetos de protección”, definida
claramente

“La Ley Tutelar del Menor le daba amplios poderes a las


personas adultas y a las instituciones públicas y privadas
un dominio absoluto sobre la niñez y la adolescencia, y
generaba discrecionalidad, arbitrariedad y violaciones a
derechos fundamentales”, rememora López, quien llama a

ese periodo como una “esquizofrenia jurídica

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