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2-9 “Las tres cosas más difíciles de este mundo son: guardar un secreto, perdonar un

agravio y aprovechar el tiempo”. Henry Havelock Ellis (Croydon, 2 de


febrero de 1859 - Hintlesham, Suffolk, 8 de julio de 1939).

Reflexión:

Seguramente hay muchas cosas difíciles en este mundo. Para algunos; algunas son más
difíciles que otras. En este caso, resaltamos tres, que para el autor de esta frase, son las
que a su juicio ocupan los primeros lugares.

Guardar secretos es algo realmente difícil. De hecho, si realmente quisiéramos que


quedaran guardados, no deberíamos compartirlos con absolutamente nadie. Cuando lo
hacemos, y pedimos la confidencialidad, realmente sabemos y reconocemos que el riesgo
de que la noticia o información sea difundida es muy alto. Incluso, cuando sabemos que
han defraudado nuestra confianza, de alguna manera reconocemos que eso podría pasar
y nos damos al dolor. Si realmente queremos que algo sea de conocimiento privativo, de
suyo es un riesgo que dicha información este en nuestro único poder; riesgo que se
potencializa cuando así sea, a una única persona, se la compartimos.

Perdonar agravios no es cosa fácil. No es el agravio en si mismo considerado lo complejo.


Es la sensación de impotencia de no haberlos podido evitar; o de sin quererlo, haberlos
provocado. Y aunque perdonar es un acto de grandeza, en ocasiones los agravios
comprometen las fibras más sensibles de nuestros sentimientos, produciéndonos una
afectación inconmensurable, que es por ende muy difícil de valorar o de medir. Dichosos
los que tienen la capacidad de perdonar de manera sincera, a tal punto que pasan la
página y se recuperan con extrema facilidad del dolor o afectación que han sufrido.

Finalmente algo que resulta exageradamente difícil es aprovechar el tiempo. El tiempo


como recurso no renovable se nos esfuma y dilata con enorme facilidad, mientras
perplejos advertimos como el mundo sigue avanzando de manera implacable a toda
velocidad. Lo malgastamos o desaprovechamos usándolo en cosas o asuntos sin
importancia, o en ocasiones, simplemente sin usarlo, de manera contemplativa. Deberían
enseñarnos como administrar el tiempo. Como usarlo. Como aprovecharlo. Como
disfrutarlo. Esas horas que se pudieran gastar en ese aprendizaje, si que serian una gran y
genial inversión.

Biografía:
Fue un sexólogo, médico y activista social británico. Ellis, hijo de Edward Peppen Ellis y
Susannah Mary Wheatley, nació en Croydon, entonces una pequeña ciudad al sur
de Londres. Su padre era capitán de barco, su madre hija de un capitán de barco y otros
parientes también tenían oficios relacionados con el mar. A los siete años de edad su
padre se lo llevó a uno de sus viajes, durante el que recalaron
en Sídney, Callao y Amberes. A su regreso, Ellis fue inscrito en un colegio de
extraordinaria calidad, el Colegio Francés y Alemán, cerca de Wimbledon, y
posteriormente asistió a un colegio en Mitcham.
En abril de 1875 se embarcó en el barco de su padre hacia Australia y, al poco tiempo de
su llegada en Sídney, obtuvo trabajo como maestro en un colegio privado. Descubrió que
no poseía ningún talento para ello y se hizo tutor de una familia que vivía a
pocas millas de Carcoar. Durante el año que ejerció de tutor aprovechó para leer
intensamente, hasta que obtuvo un trabajo en un colegio de Grafton. Tras la muerte del
director, Ellis ocupó su puesto durante un año, pero era demasiado joven e inexperto
como para tener éxito.
A finales de año volvió a Sídney, donde tras tres meses de estudio, se hizo cargo a tiempo
parcial de dos escuelas elementales, una en Sparkes Creek y la otra en Junction Creek.
Vivió en la casa de la escuela de Sparkes Creek durante un año - el año más productivo de
su vida según él mismo reconocería posteriormente: «En Australia mejoré la salud de mi
cuerpo; logré la paz de espíritu; el objetivo de mi vida me fue revelado; fui capaz de
decidirme por una carrera profesional; me convertí en un creador de literatura... estos
cinco puntos determinaron toda mi actividad posterior en el mundo. No creo que hubiera
podido lograrlos todos sin la ayuda del ambiente australiano, quizás ninguno de ellos si el
destino no me hubiera situado en medio de la soledad del Liverpool Range.»
Volvió a Inglaterra en abril de 1879. Había decidido dedicarse al estudio del sexo y creía
que lo podría conseguir mejor desde la perspectiva de la medicina. Estudió medicina en
el St. Thomas's Hospital, pero nunca practicó la profesión con carácter formal. Ingresó en
la organización The Fellowship of the New Life («La Hermandad de la Vida Nueva») en el
año 1883, donde tuvo la ocasión de conocer a otros activistas sociales, como por
ejemplo Edward Carpenter y George Bernard Shaw.
En noviembre de 1891, con 32 años de edad y todavía virgen, Ellis se casó con la escritora
y luchadora por los derechos de las mujeres Edith Lees (ninguna de sus cuatro hermanas
se casó). Desde el principio, su matrimonio no fue nada convencional (Edith Lees era
abiertamente lesbiana) y al final de su luna de miel, Ellis volvió a vivir en su apartamento
de soltero en Paddington, mientras que ella vivía en una comuna. Su «matrimonio
abierto» fue el tema central de la autobiografía de Ellis, My Life («Mi vida»).
Según cuenta el mismo Ellis en My Life, a sus amigos les divertía el hecho que fuera
considerado un experto en sexo, considerando que padeció de impotencia hasta los 60
años, cuando descubrió que podía tener una erección con la observación de una mujer
orinando. Ellis denominó este interés sexual en el acto de orinar undinismo, pero hoy en
día recibe el nombre de urolagnia.
Su obra Sexual Inversion («Inversión Sexual»), escrita en colaboración con John
Addington Symonds, fue el primer texto médico en inglés sobre la homosexualidad.
Describe las relaciones sexuales entre hombres homosexuales y jóvenes, lo que Ellis no
consideraba una enfermedad ni algo inmoral o delictivo. La obra afirma que el amor entre
personas del mismo sexo trasciende la edad, como lo hace con los tabús de género, de
forma que siete de los veinte ejemplos que pone son de relaciones intergeneracionales. A
pesar de que la autoría del término le es atribuida, Ellis escribió en el año 1897,
«"Homosexual" es un término bárbaramente híbrido y no soy el responsable». Entre otros
conceptos psicológicos que desarrolló, hay que mencionar el «autoerotismo» y el
«narcisismo», ambos posteriormente empleados por Sigmund Freud.
Ellis fue partidario de la eugenesia. Fue vicepresidente de la Eugenics Education Society y
escribió sobre el tema en The Task of Social Hygiene («La función de la higiene social»).

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