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Homeschool: claves para apoyar

emocionalmente a los niños


Francisca Urroz
8 JUN 2020 09:20 AM

Nadie nos preparó: adultos y niños nos enfrentamos por primera vez a este desafío. ¿A qué
actitudes ponerle atención o cómo reconocer las emociones de los escolares? Tres expertos
responden.

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Son días especiales para todos. Cuarentena, confinamiento, distancia social y
teletrabajo son solo algunos de los nuevos conceptos con los que hemos tenido que
relacionarnos en los últimos tres meses. Otro de ellos, pero no menos importante
para nuestros hijos, son las clases escolares a distancia. También conocidas
como homeschool.

En Práctico contactamos a tres expertos en la materia, quienes nos dieron sus


visiones y consejos para apoyar emocionalmente a los alumnos en esta realidad
para la cual nadie los preparó.

La salud de los cuidadores


Álvaro Chávez (@achavezpsicologo), psicólogo de la Universidad Diego Portales,
especialista en convivencia escolar y promoción del cuidado de la salud mental en
escolares, advierte que lo primero es tener en cuenta el contexto actual. “El hecho
de pasar forzosamente de la educación presencial a una online no permitió una
preparación previa que ayudara a desarrollar de una mejor forma la educación bajo
esta nueva modalidad”, explica.

Ante este escenario, agrega Chávez, las personas a cargo de los escolares en casa
pueden presentar cuatro actitudes a las que hay que prestar atención:

1. Sobreexigir: se manifiesta una excesiva importancia en el cumplimiento de


tareas y objetivos académicos.

2. Rechazar: negación a realizar las actividades escolares en modo colaborativo y


compartido.

3. Desorganizarse: es posible que no se establezcan rutinas y no se garantice el


acompañamiento, la calma y el espacio necesario para desarrollar una clase ni el
entendimiento de ésta.
4. Sobrepasarse: el cuidador, al estar afectado por una situación personal
(familiar, laboral, salud, pareja, entre otros), no es capaz de responder a las
necesidades de los niños para enseñar y acompañar afectuosamente.

Para enfrentar estas situaciones, Chávez comenta que “es importante ser pacientes
y flexibles en el logro de metas. También mantener un canal de comunicación con
los docentes, con la finalidad de lograr una coordinación constante en materias de
enseñanza, estableciendo una nueva rutina y un espacio de estudio regular”.

Entender y acompañar la situación


La psicóloga clínica Trinidad Silva (@psicologatrinisilva) es especialista en
psicoterapia estratégica breve, modelo de intervención focalizado, centrado en el
presente y en los recursos de las personas. Para ella, lo primero que necesitamos
para apoyar a los niños y niñas es conectarnos, y para eso se vuelve esencial
generar espacios para escucharlos y conversar. Instancias que nos permitan saber
qué están sintiendo, qué ha sido lo más difícil para ellos de esta pandemia o lo que
más han disfrutado. A partir de ahí, se abren espacio a conversaciones en donde
tenemos la posibilidad de acoger y contener sus emociones y, a su vez, enseñarles
que es parte de nuestro “ser humano” sentir emociones como la rabia, el miedo, la
tristeza o la frustración.

Para lograr este reconocimiento de emociones, es fundamental que como adultos


mostremos este ejemplo, permitiéndonos decir que estamos cansados, que
necesitamos ayuda, que este tiempo es difícil para todos y que todos los cambios
que hemos tenido que implementar también a ratos nos cuestan; que hay días que
estamos más tristes y a veces también tenemos miedo, ejemplifica Silva.

Otro punto importante, según explica la psicóloga, es que al estar 24 horas al día
todos juntos, sin salir, hay que elegir qué peleas dar. “No podemos pasar todo el día
peleando o corrigiendo o rogando porque hagan sus tareas o se sienten a trabajar o
dejen de pelear con sus hermanos”, comenta.

Algunas reglas del homeschool


Para Jessica Fuentes, directora de Colegio Online —quienes llevan 13 años con una
plataforma de homeschool (www.colegionline.com)—, una clave en este periodo es
poder mantener rutinas y horarios. “Para los niños y jóvenes la rutina les entrega
seguridad en su entorno y en su familia. Es importante, aunque sea en casa,
mantener horarios de estudios y de actividades recreativas, así no se altera su
equilibrio emocional ni sus hábitos de alimentación y sueño”, argumenta la
especialista.

Además de las rutinas, otra recomendación es tener, en la medida de lo posible, un


lugar de la casa establecido para estudiar. “Esto, por un lado, los ayuda a
mentalizarse con la clase y distraerse menos, ya que asocian ese lugar con su
momento de clases y, así mismo, cuidamos su postura física y su salud en general”.

Pero no sólo técnicas nos entrega Fuentes. Para esta educadora experimentada en
educación online, este es un momento perfecto para que cada niño descubra su
ritmo de estudios. “Intentar no presionarlo para que cumpla todo en cierta
cantidad de tiempo le permite estudiar relajado y que la adquisición de
conocimiento sea mejor”, plantea. También es la oportunidad ideal para resolver
sus dudas e incentivar a los más pequeños a que pregunten lo que no entienden, ya
que están en un ambiente contenido y familiar. Hay que convertir el momento de
estudios en casa en una instancia agradable y, en lo posible, entretenida, y no en
algo que provoque mayor estrés a las familias.
Ciencias sociales y humanidades: El
eslabón perdido de la pandemia
José Miguel Jaque
12 JUN 2020 03:00 PM

Foto: Patricio Fuentes


La interdisciplina en la ciencia ha sido foco de discusión durante esta crisis. En esta
entrevista, la socióloga Carolina Gainza dice que las ciencias sociales y humanidades han
sido las grandes ausentes en la toma de decisión para enfrentar la pandemia y que ésta
demostró la necesidad de una mirada integral. Explica que es clave abordar temáticas como
la desigualdad, el trabajo a distancia y la salud mental, por lo que adelanta que pedirán al
Ministerio de Ciencias promover el estudio de temas específicos para enfrentar la
pospandemia.
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Carolina Gainza es tajante. Las miradas sociales y culturales han estado ausentes
en la discusión y en la toma de decisiones sobre cómo enfrentar la pandemia, y eso
inquieta a los investigadores de estas áreas. “Esta crisis dejó en evidencia la
relevancia que tiene lo social, lo cultural y lo político, junto con lo
biomédico y lo económico, y la necesidad de que todas estas dimensiones
dialoguen entre sí”, sentencia.

Gainza es socióloga, doctora en Lenguaje y Literatura Hispana, académica de la


Escuela de Literatura Creativa y directora del Laboratorio de Investigación en
Cultura Digital de la Universidad Diego Portales. También es una de las fundadoras
y directoras de la Asociación de Investigadores en Artes y Humanidades, iniciativa
creada en 2016 para fomentar las condiciones de la investigación en esos campos, y
la influencia de estos académicos en el ecosistema de investigación y en la vida
pública.

Sin que lo pretendieran, la pandemia se convirtió en una especie de examen, una


prueba de fuego que sirvió para verificar si existe espacio para esos especialistas en
un momento relevante para el país.

-Desde que llegó la pandemia a Chile tuvimos la preocupación de que se


incorporara nuestra mirada. Lo hicimos ver en columnas de opinión, en entrevistas
y en conversaciones con autoridades del Ministerio de Ciencias. Con Claudio
Gutiérrez (académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de
Chile) y Mercedes López (investigadora de la Facultad de Medicina de la misma
universidad) hicimos el trabajo de mirar si había investigadores de las ciencias
sociales y de las humanidades en las mesas que se habían formado, incluso en la
mesa de datos, porque para mirar los datos también se requiere una perspectiva
social. No había ninguno. Y ahora se están viendo las consecuencias y la
necesidad de formar equipos multidisciplinarios para mirar las
problemáticas que enfrenta nuestro país.
La invitación a sumarse no llegó, pero el pasado 30 de mayo, un grupo de
científicos de diversas áreas, expertos y divulgadores publicó una carta
abierta dirigida al Presidente Piñera que se titulaba “Propuestas para evitar una
catástrofe por Covid-19”. Gainza y el resto de la directiva de la Asociación de
Investigadores en Artes y Humanidades, participaron en la elaboración de esa
misiva y algunas medidas que aparecen en ella van en su línea de investigación.

Entre ellas se propone transparentar la toma de decisiones para fortalecer la


confianza; un mayor contacto con las comunidades, donde se recojan sus
necesidades y prácticas culturales; eliminar el lenguaje que culpabiliza y poner
énfasis en uno que enfatice el cuidado comunitario; y reforzar esfuerzos en salud
mental. Además, se plantea incorporar perspectivas de género en las medidas y el
apoyo a las poblaciones migrantes.

“Una de las cuestiones que se han hecho patentes en la pandemia es la necesidad de


una mirada integral para enfrentarla”, insiste Gainza. “El virus no sólo afecta
nuestros cuerpos biológicos y la pandemia no sólo tiene consecuencias
económicas. Los investigadores de distintas áreas lo hemos entendido así y esta
crisis ha servido para generar comunidad”, agrega.

En otra línea de acción, Gainza y otros investigadores de estas áreas mantuvieron


conversaciones con la subsecretaria de Ciencias, Carolina Torrealba, y lograron que
se formaran cuatro mesas de trabajo donde participaron cerca de 25 integrantes.
Durante tres semanas abordaron temas como la salud mental, la brecha digital, la
relación con las instituciones, el ámbito laboral, la desigualdad y los derechos
humanos, entre otros. La sicóloga Mariane Krause, el filósofo Roberto Rubio, la
académica teatral Milena Grass y la propia Gainza están sistematizando ese trabajo
que se va a traducir en un documento para que el ministerio identifique y
promueva temas de investigación para enfrentar la pandemia y la pospandemia.
Ese documento se va a entregar a más tardar en dos semanas.

En mayo de 2016, los investigadores en Artes y Humanidades llegaron hasta La


Moneda sin delantal, pero con libros en las manos, pidiendo al gobierno tomar en
cuenta el rol de sus ámbitos de estudio en la institucionalidad científica.
-¿Cómo explicas que no haya representantes de las áreas más sociales
en las mesas donde se toman las decisiones?

-Pensamos que se consideran áreas de investigación secundarias o que se puede


prescindir de ellas. Si lo miramos en perspectiva, eso tiene que ver con un
debilitamiento de estos ámbitos durante la dictadura, donde fueron profundamente
perseguidos e incluso se cerraron las carreras. Durante los 90 fueron dejadas de
lado en las universidades con poco financiamiento y eso sigue hasta ahora. Tiene
que ver con un modelo económico de producción y de sociedad, que tiene como
centro la utilidad económica, y como estas áreas no producen ganancias
inmediatas, son consideradas prescindibles. El ministro Mañalich dijo en una
entrevista que este era el momento de la filosofía... ¿Y recién se dio cuenta de que
había que pensar la sociedad? Uno podría decir que el ministro no tiene por qué
saber de todo, pero hay estadísticas sociales. ¿Para qué está la Casen? ¿Para
qué están los investigadores que vienen durante años haciendo
estudios en temas como desigualdad, trabajo, derechos humanos,
alfabetización digital y salud mental? Hay múltiples temas que trabajan las
ciencias sociales y las humanidades que las hacían importantes en este momento y
que no se tomaron en cuenta.

-Hace poco publicaste el libro La batalla de Artes y Humanidades,


donde hay una cita de Adriana Valdés, de la Academia Chilena de la
Lengua: “Las humanidades no son prácticas, no entregan resultados
inmediatos; vistas desde afuera, son lo contrario de lo útil”. ¿Es esa una
idea enquistada en la sociedad?

-Depende de lo que tú entiendas por utilidad. La utilidad hoy está enraizada en el


discurso público y en la sociedad en términos económicos, y claro, si mides la
utilidad de esa manera, no sólo quedan fuera las humanidades -lo que no significa
que a ciertas áreas de las humanidades uno podría mirarles el lado económico-,
sino que también excluyes algunas áreas de la ciencia y de las ciencias sociales. Es
una trampa cuando te preguntan cuánto aportan la ciencia y la
investigación al producto interno bruto y desde ahí se mide su
utilidad. Yo también te podría decir ¿y cuánto aporta la cultura al producto
interno bruto? Pero esa no es la razón por la cual tú valoras la cultura o la
investigación.

La crítica no necesariamente es una cuestión negativa y aplacarla puede justamente


ser perjudicial para avanzar. La discusión en torno a modelos o soluciones es lo que
te puede permitir llegar a una respuesta óptima, mirando las distintas posturas.
-¿Debe ser útil la ciencia?
-Por supuesto, pero las ciencias, las humanidades y las ciencias sociales tienen que
ser útiles en distintas dimensiones. No negamos que puede haber ciertos productos
o resultados que generen un impacto en la economía, pero también hay una
utilidad social y cultural, y eso es lo que se releva hoy día en la pandemia.

-Alguien podría preguntarse por qué es importante tener a un sicólogo


social al lado de un biólogo y un epidemiólogo en esta emergencia si la
provoca un virus.

-Para mirar otras dimensiones de la pandemia. Un sicólogo social puede aportar


desde la salud mental de la población. En el caso de un sociólogo laboral, por
ejemplo, podría mirar el impacto que ha significado el trabajo online, que trajo una
serie de desafíos que se han visto en temas de cuidado -especialmente en las
mujeres- o en cómo se ha alargado la jornada laboral, porque la gente se queja hace
rato de que está trabajando más que antes. Un especialista en territorios podría ver
la necesidad de comunicarse con las comunidades; un especialista en temas
institucionales desde la filosofía podría preocuparse por la relación con las
instituciones que está tan quebrada y cómo generar un discurso en pro de generar
más confianza y no más desconfianza, que es lo que ha pasado ahora. Un
especialista en temas digitales podría haber hecho ver la necesidad de generar
políticas más a mediano y largo plazo para solucionar la brecha digital y tener
mejor conectividad, o también el tema de la alfabetización digital, que se convirtió
en un problema gigante.
TikTok: introducción para rezagados
 PRÁCTICO
 Tecnología
 TikTok

 ...
15 JUN 2020 04:25 PM

Mezclando elementos de Snapchat, Spotify y Vine, entre otras redes sociales, esta
plataforma china de breves contenidos audiovisuales es el último grito de la moda digital.
Aquí una explicación para quienes no la entienden —#okboomer— y tampoco se quieren
quedar abajo.

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Desde que explotaron, hace más de una década, las redes sociales —y el
intercambio de contenido digital en ellas— es algo que siempre se ha dado por
descontado. A través de los años, Facebook, Twitter e Instagram fueron
rápidamente acumulando usuarios hasta transformarse en acaso los tres pilares
fundamentales de la vida social digital. Eso, hasta que hace algunos años
entró Snapchat a la arena y cambió las reglas del juego. Se trataba de una nueva red
social que, por primera vez, establecía —sin quererlo— una línea etaria divisoria
entre usuarios veteranos y nuevas generaciones, que no tenían tantas ganas de
estar compartiendo el mismo espacio digital que sus papás, tíos o abuelos.

Con Snapchat, en cambio, tenían una novel red social, cuya mecánica era el posteo
de fotos y videos cortos por un máximo de 24 horas. Después de ese lapso,
desaparecían. Considerando que todo lo que se postea en internet se vuelve una
huella prácticamente imborrable, el concepto de contenido que se desvanecía
carecía de sentido común. O sentido digital. Y eso provocó que una gran parte de la
audiencia, mayoritariamente mayores de 30, sencillamente no lograra comulgar
con la idea, y Snapchat pasó a ser, por un tiempo, la red social de las nuevas
generaciones. “Es que no lo entiendo, no tengo claro cuál es la idea”, sentenciaron
muchos padres frustrados. Era entendible su falta de entendimiento.

Eso, hasta que el concepto de postear contenido por 24 horas fue adoptado por
otras redes sociales, como Instagram —las actuales “historias”— y la idea se
multiplicó en otras plataformas. Hoy, esa mecánica es un estándar digital. Y
Snapchat perdió su magia al ser lentamente absorbido por medios y público
general. Los tres gigantes seguían dominando el panorama de las redes sociales.
Eso, hasta que llegó un nuevo competidor, y no precisamente desde Silicon Valley.

El origen

Fue en septiembre del 2016, en China, que Bytedance, una empresa tecnológica
asentada en Beijing, lanzó una app social llamada Douyin, que fue un éxito
inmediato. Menos de un año después, se internacionalizó con un nuevo nombre
fuera de China, para penetrar de mejor manera el mercado occidental: se
llamó TikTok. En EE.UU. estuvo disponible a partir de agosto del 2018, después de
que la app se fundió con Musica.ly, otra aplicación de breves videos musicales que
estaba haciendo furor entre el público más juvenil. A partir de entonces, TikTok se
hizo rápidamente conocido. Hoy, está disponible en más de 40 idiomas a lo largo
del mundo.

El concepto de TikTok no es nuevo, pero está muy bien implementado: el objetivo


es crear videos “divertidos” de hasta un minuto, donde el usuario hace mímica de
una canción o un audio, con una importante cantidad de filtros y stickers, para
después compartirlos. Suena inocente, pero el impacto y el crecimiento que ha
tenido la aplicación ha sido brutal. Actualmente, está disponible en 155 países y
tiene más de 800 millones de usuarios activos (en comparación, Twitter tiene 330
millones de usuarios activos; Instagram, mil millones) y fue uno de las tres
aplicaciones más descargadas en el mundo durante el 2019. Es la primera
aplicación china que logra estos números.

Pero el detalle relevante es que el grueso de su base de usuarios sigue siendo un


público joven. Según Statista, el 41 por ciento de los usuarios de TikTok tiene entre
16 y 24 años de edad. La llamada Generación Z, básicamente. La diferencia con
Snapchat es que la adopción general de TikTok ha sido mucho más fluida y
democrática. Hoy, cualquier persona puede y es capaz de usar la app sin mayores
problemas.

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Los famosos, por cierto, también cayeron. Hoy, celebridades como Dwayne “La
Roca” Johnson, Selena Gómez, Jason DeRulo, Jennifer López, Camila Cabello
y Will Smith son algunas de las personalidades más activas y seguidas en TikTok.
Pero también las marcas han caído en el embrujo: Coca-Cola, Nike, Google y la
cadena ABC han hecho campañas publicitarias en la plataforma.

¿Cómo ocupar Tik Tok?

Si se tiene algo de experiencia en redes sociales, el proceso no debiese ser muy


engorroso. Especialmente para almas más jóvenes. La aplicación, gratuita, se
descarga normalmente desde las respectivas tiendas de Apple y Google. Una vez
instalada en el celular, se crea una cuenta (vía correo u ocupando credenciales de
otras redes sociales) y listo: se deja correr la creatividad y el deseo de hacer
mímicas o el llamado lip-synching.

Existe toda una biblioteca musical que puede ser utilizada para estos propósitos,
pero cualquier audio subido por el usuario también puede servir. Como el ya
famoso meme de la “Mariana”. De hecho, TikTok se transformado en la nueva
cantera de generación de memes que se han viralizado por cuanta red social y de
mensajería existe.

Pero la clave es el uso musical (o de audios). Existe un ícono en la parte inferior de


la interfaz que abre las posibilidades de búsquedas musicales, tal como sucede con
Spotify. También se pueden revisar canciones disponibles en Apple Music. Ojo: no
son canciones completas —por un tema de derechos, tal como sucede en las
“historias” de Instagram—, sino que trozos de algunos segundos los que pueden ser
editados y utilizados.
Posteriormente, si se quiere, el video en cuestión puede ser editado y modificado a
gusto del usuario. Al final, se sube a la red. También está la posibilidad de hacer
“duetos”, en pantalla dividida, con otros usuarios. A la larga, mientras más se usa la
plataforma, más personalizados serán los contenidos. Incluso, TikTok utiliza
inteligencia artificial para anticiparse a las necesidades y gustos que pueda tener el
usuario, cosa de ofrecerle la canción precisa o el filtro perfecto para su posteo.

Ahora, si la creatividad o las ganas de ser chistoso no abundan, sencillamente se


puede ver el feed de contenidos, de acuerdo a la gente que el usuario sigue, bajo la
misma mecánica de otras redes sociales: se pueden “favoritear” posteos,
compartirlos o comentarlos. Y como buena red social, obviamente es posible
revisar visionados y métricas por parte de la comunidad para sentirse popular. O
no.

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