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El 

tratamiento de la narcolepsia debe ser individualizado, atendiendo a las


características del paciente, ya que la severidad y frecuencia de los
síntomas varían significativamente de una persona a otra.

Si el paciente puede efectuar siestas durante el día su rendimiento mejora,


pero en muchos casos esto no es suficiente, y por lo tanto se necesita
tratamiento farmacológico, que se centrará en el síntoma más invalidante,
ya sea la somnolencia, la cataplejía, o ambos.

Para disminuir la somnolencia se utilizan agentes estimulantes del sistema


nervioso central, que no alteren el sueño nocturno, por lo cual no se
tomarán después de las 16:00 horas.
Para la cataplejía se administran fármacos antidepresivos.
En los últimos años están aprobados para su uso en la narcolepsia
el modafinilo y el oxibato sódico, que aportan una mejoría notable a estas
personas, pero con un coste muy elevado.
Experimentalmente se han probado tratamientos con
inmunoglobulinas dado el carácter autoinmune de la enfermedad, con
resultados muy variables. 
Pero indudablemente el remedio definitivo sería aportar hipocritona a los
pacientes con narcolepsia, hecho que hasta ahora en animales sólo ha
conseguido mejorías muy breves por la escasa estabilidad de la molécula.
El objetivo de los ensayos en marcha es reproducir este neurotransmisor
con una vida media más prolongada para poder conseguir una posología
exitosa.
Es recomendable establecer unas normas para controlar los hábitos de
sueño, como acostarse y levantarse todos los días a la misma hora, y evitar
todos aquellos factores que puedan provocar insomnio (como comer mucho
o realizar alguna actividad estresante antes de irse a la cama). Cuando sea
posible, y siempre que no interfiera en el descanso nocturno, también
puede ayudar dormir siestas breves a lo largo del día, y practicar ejercicio
regularmente.
La narcolepsia puede tener graves consecuencias sobre la calidad de vida
de los enfermos, ya que interfiere en el desarrollo de sus actividades
escolares o laborales, así como en sus relaciones sociales. Los enfermos
pueden sufrir accidentes a causa de los ataques de sueño que les pueden
sorprender en cualquier momento, en situaciones como conducir o cruzar
una calle, por ejemplo. Por este motivo los pacientes no deben realizar
tareas que pudieran poner en peligro su vida en el caso de tener una crisis

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