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Anfibios:

Los anfibios y los reptiles aparecieron en la Tierra hace muchos años, y sus parientes
más cercanos son los peces, las aves y los mamíferos. A estos cinco grupos se les ha
denominado vertebrados, porque en su interior tienen esqueleto y, sobre todo,
porque poseen una parte muy importante: el cráneo.

Todos estos animales forman una especie de "cadena", pues los anfibios son peces
evolucionados. A su vez, de ciertos anfibios se derivaron los reptiles. Y de estos últimos
las aves y los mamíferos. Y como nosotros, los seres humanos, somos el último eslabón
de esta "cadena", o sea, mamíferos, mira nada más toda la historia que venimos
arrastrando

Los anfibios, llamados así porque pueden vivir de dos maneras: dentro del agua, como
peces, o sobre la tierra, como cualquiera de nosotros.

Cuando están dentro del agua, los anfibios adultos respiran a través de la piel, pero
hay algunos, como los ajolotes, que además respiran por las branquias.

En cambio, cuando salen a tierra, los anfibios toman aire por medio de sus pulmones y
también por la piel.

Aunque les gusta vivir tanto dentro del agua como fuera de ella, su existencia depende
más del medio acuático que del terrestre.

Por lo general, las hembras ponen sus huevecillos en los charcos, los pantanos, los ríos
o las lagunas. Pero espérate tantito. En realidad, lo que la hembra pone no son huevos
precisamente, sino que se trata de óvulos que ella deposita en el agua, después de que
el macho la ha estimulado.

Luego, el macho deposita sus espermatozoides, también en el agua, y éstos nadan y se


introducen en los óvulos. Es en este momento cuando la fecundación se produce. Y al
cabo de un tiempo, nacen las crías.

Otra característica curiosa de los anfibios es que son los únicos vertebrados capaces de
vivir en la tierra y en el agua que nacen en estado larvario. Es decir, cuando los
pequeños salen del huevecillo, la forma de su cuerpo es diferente de la que tendrán al
hacerse adultos. Tienen una cola similar a la de los peces; respiran solamente a través
de branquias, pues todavía no poseen pulmones, y además carecen de extremidades.
Después, cuando pasa el tiempo y van creciendo, adquieren su forma definitiva.

¿Has oído hablar alguna vez de "animales de sangre fría"?

Pues a los anfibios, y a los peces y los reptiles, se les llama así porque ellos no pueden
calentarse por sí mismos como lo hacen los mamíferos y las aves, los cuales producen
calor dentro de su cuerpo al quemar parte del alimento que consumen diariamente.
El hombre, como buen mamífero que es, genera calor dentro de su cuerpo y además
usa ropa, evitando que el calorcito se le escape.

En cambio, los anfibios siempre tienen el cuerpo a la temperatura del lugar donde
habitan.

Si los llevas a un clima muy frío, ¡pobres! Y si los cambias a una zona muy cálida
también sufren.

Como sucede con todos los animales, entre los anfibios existen diferencias. Sin
embargo, hay algunos que se parecen entre sí.

Tomando en cuenta estas semejanzas y diferencias, y para evitar que nos hagamos un
lío fenomenal, los especialistas hicieron la siguiente clasificación en subconjuntos:

a) Sapos y ranas

b) Salamandras y ajolotes

c) Cecílidos

En el lenguaje científico, el primer subconjunto se conoce con el nombre de anuros, lo


que significa "anfibios sin cola". El segundo se denomina urodelos, que quiere decir
"anfibios con cola". Y el tercero se llama ápodos, cuyo significado es "anfibio sin
extremidades".

Bueno, de todos ellos, nos resultan más familiares las ranas y los sapos. Tú ya los
conoces. Los podemos encontrar, sobre todo, en las épocas de lluvia. Y aunque a veces
no los vemos, sí podemos escucharlos, porque los sapos y las ranas tienen voz... ¡Y
además cantan! Su canto es utilizado por el macho para llamar a la hembra, y
aparearse cuando llega el tiempo de la reproducción. Cada especie canta de manera
diferente, ya que si cantasen igual se harían bolas. Podría suceder que una hembra
acudiera al llamado de un macho que no fuera de su especie, y éste habría gastado en
vano su voz de inspirado cantor.

El apareamiento de los anfibios parece ser más espectacular de lo que se pudiera


pensar. Los científicos han sorprendido a ciertas salamandras realizando danzas muy
complicadas antes de la fecundación.

También se ha visto, dentro del grupo de las ranas, que los machos pertenecientes a
ciertas especies son unos peleoneros. Cuando ven una hembra, todos se la disputan. ¡Y
se arman grandes pleitos!

En cuanto al cuidado maternal, existen unas ranas que, en vez de dejar sus huevos
fecundados en el agua, los cargan en el lomo, cubriéndolos con una capa gelatinosa. O
los esconden en una cavidad que tienen en la boca. De esa manera, impiden que sus
huevecillos sean devorados por otros animales, y así sus ranitas nacen a salvo.

Siguiendo con este asunto de las ranas y los sapos, sabrás también que son muy
buenos nadadores. Para impulsarse dentro del agua, utilizan sus patas traseras, cuyos
dedos están unidos entre sí por membranas. Posiblemente este sistema fue copiado
por el hombre cuando inventó las aletas para bucear.

Hay también ranas y sapos que habitan la mayor parte de su tiempo sobre tierra.
Éstos tienen dedos fuertes, terminados en punta, con los cuales cavan hoyos que les
sirven de guarida. Y además hay otras ranas que no viven ni en el agua ni en la tierra.
Sucede que decidieron pasarse la vida en los árboles, como los changos o los
papagayos. La forma de sus patas es diferente de la de las demás, pues las puntas de
sus dedos son anchas y en forma de ventosa; gracias a ellas pueden subir a los árboles
sin el menor riesgo de resbalarse.

En México también hay salamandras y ajolotes, o sea, esos anfibios que los científicos
denominan urodelos porque tienen cola. En realidad no son muy abundantes y se les
ve poco, porque parece que son muy huidizos.

La gran mayoría de las salamandras son de tamaño pequeño. Su cuerpo, que es


alargado y semicilíndrico, mide unos veinte centímetros con todo y cola. Sólo hay dos
especies que alcanzan los dos metros y medio: una en China y otra en Estados Unidos.

En cuanto a los ajolotes, son animales típicamente mexicanos, conocidos ya por


nuestros antepasados prehispánicos. Y la verdad, la verdad, el ajolote es uno de los
anfibios más extraños. Parece pez y hasta tiene branquias en forma de penacho, a cada
lado de la cabeza. Posee cola, con la que se impulsa al nadar. Tiene patitas como los
lagartos; y pulmones, como los mamíferos, las aves y los reptiles.
Casi siempre está en el fondo del agua. Pero a veces, cuando se le ocurre ver cómo
están las cosas en la superficie, asciende desde abajo como un submarino, e infla sus
pulmones para poder permanecer flotando.

Y por fin llegamos a los cecílidos, que son unos anfibios cilíndricos, alargados y sin
extremidades, parecidos a las lombrices. Su cuerpo vertebrado apenas llega a los ocho
centímetros de largo y su cola es muy corta.

Los cecílidos no habitan en el agua, pero tampoco sobre la tierra.

¿Y entonces, dónde?

Siempre enterrados en los pantanos. Para desplazarse, se encogen y se estiran como


acordeón, haciendo uso de la cabeza para abrirse camino. Y como son muy pocos los
cecílidos existentes en la actualidad y siempre están ocultos, sus costumbres son poco
conocidas. ¡Vete a saber qué harán ahí, debajo de tanto fango!

¿De qué se alimentan los anfibios?

Pues de insectos, principalmente. Sólo que cada quien tiene su propia estrategia.
Aquellos que cazan en la tierra, se aproximan con sigilo a su presa, y luego extienden
su lengua tentando al insecto. Y ahí se acabó la historia, pues como la lengua de los
anfibios secreta una sustancia pegajosa, los insectos quedan adheridos a ella y de
inmediato pasan al estómago del cazador.

Pues los insectos, principalmente. Sólo que cada quien tiene su propia estrategia.
Aquellos que cazan en la tierra, se aproximan con sigilo a su presa, y luego extienden
su lengua tentando al insecto.

¿Astutos, no?

Como ves, los anfibios no causan daño a los intereses del hombre. No molestan a
nadie, y hasta son beneficiosos, pues muchos de ellos se usan para controlar plagas de
insectos.

Y en el caso de ciertas ranas y salamandras, mucha gente guisa con ellas platillos
deliciosos.

Por otro lado, los anfibios no tienen manera de defenderse frente a los seres humanos.
Prueba de ello es que, cuando el hombre fue estableciéndose en lugares habitados por
anfibios, muchos de éstos fueron desapareciendo.

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