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El FMI ha aprobado una asignación extraordinaria de 

Derechos Especiales de
Giro (DEG), equivalente a 650.000 millones de dólares, los cuales suponen una gran
oportunidad para los países miembros. 

El pasado 23 de agosto, la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI),


Kristalina Georgieva, anunciaba la entrada en vigor de una medida sin precedentes en la
historia de la institución que preside. Se trata de una asignación extraordinaria de Derechos
Especiales de Giro (por sus siglas y en adelante, DEG), los cuales transfieren una cantidad
equivalente a 650.000 millones de dólares a los países miembros. 

Así pues, veamos, primero, las causas que han motivado una decisión de tal calado. 

Como todos sabemos, el mundo todavía sufre las consecuencias de la pandemia y la


economía es uno de los ámbitos más afectados. En este sentido, el impacto más directo es la
caída sin precedentes de la actividad económica, la cual aún no se ha recuperado del todo
en muchos países; pero no debemos olvidar que este factor, a su vez, ha derivado en otros
problemas, como puede ser el desequilibrio fiscal de los Gobiernos.

En un entorno en el que cae la actividad privada –y, por tanto, se reduce la capacidad de los
Gobiernos para recaudar impuestos– y se disparan los gastos sanitarios, parece evidente que
el único resultado posible es que las finanzas públicas se vuelvan deficitarias. Más todavía
si suponemos, como ha ocurrido en casi todo el mundo, que las autoridades políticas se
niegan a realizar recortes del gasto en otras áreas para equilibrar el presupuesto.

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