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Esta frase reproduce la visión del antropólogo Bronislaw Malinowski acerca de cuáles son los objetivos
del etnografía. Extraída del libro Los Argonautas del Pacífico Occidental (1995, pp. 504).
grupo fuertemente machista y racista existen personas que optan por adherir a grupos
no racistas y/o feministas.
Las fronteras de la cultura no siempre coinciden con las fronteras de la identidad y por
ello es interesante reflexionar sobre estos dos conceptos y no asimilar uno en el otro.
Podemos nacer en una cultura patriarcal (sociedades o grupos donde el poder y las
decisiones recaen sobre el género masculino) y sin embargo sentirnos identificados con
las ideas del feminismo y el movimiento de mujeres, por ejemplo. En este caso, no
coincide la elección identitaria (movimiento de mujeres y feminismo) con la cultura a la
que pertenecemos.
Para Todorov(1991) siempre existe la posibilidad de rechazar las determinaciones de
nuestra propia cultura, pero lo cierto es que la mayor parte de les personas más que
quebrar esas determinaciones vive en ellas. Los conceptos de cultura e identidad están
en el centro de los debates teóricos de la antropología y las ciencias sociales.
La identidad es una dimensión constitutiva de las prácticas y de la experiencia humana.
Si bien hay muchas maneras de definirla, en este texto nos centraremos en dos grandes
miradas, la esencialista y la relacional- situacional. Pero antes de comenzar conviene
aclarar algunas cuestiones en relación a la identidad:
1) Cultura e identidad están relacionadas, sin embargo no son lo mismo. La identidad
hace referencia a procesos de toma de conciencia, de elecciones, de autoafirmación, de
activación de afectividad y sentidos de pertenencia.
2) Otras disciplinas han hecho esfuerzos por definir el concepto de identidad (por
ejemplo, la Psicología) pero en el caso de la Antropología, el enfoque aborda cuestiones
grupales/ colectivas y no se centra en la identidad personal- individual. Transferir
características del individuo a la sociedad constituye un enfoque inapropiado y ambos
procesos identitarios tienen características diferentes.
3) No se puede hablar de identidad sin referirnos a la idea de diferencia. Es decir, una
forma de “producir” identidad es una forma de “producir” diferencia y definir lo que cae
dentro del propio grupo o quién/es lo integra/n, implica excluir a un “otro”, para lo cual
previamente hay que marcar/definir dicho “alter”. Según Denys Cuche (2002) la
identidad cultural, entonces aparece como una modalidad particular de categorización
de la distinción “ellos”- “nosotros”.
4) Si bien la identidad es un fenómeno que integra múltiples dimensiones o maneras de
definir el sentido de pertenencia (por ejemplo, la adhesión/adscripción a una clase
social, clase etaria, a un determinado grupo de acuerdo a las construcciones de sexo –
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género e inclusive en términos de adscripción racial , aquí nos referiremos a la identidad
cultural o étnico- cultural.
5) El término identidad tiene su historia y podemos comenzar a contarla desde la
década de 1950 cuando en EEUU, algunos grupos de profesionales de la Psicología social
comienzan a preguntarse por los problemas de integración de colectivos migrantes a la
sociedad mayor. Estos primeros enfoques consideraban a la identidad como algo
inmutable, independiente del contexto socio-histórico relacional y también como algo
que determinaba la conducta individual. Sin embargo, la Antropología cuestiona este
abordaje.
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En Argentina, por ejemplo, ocurre con el colectivo “Identidad Marrón” que lucha contra el racismo y el
colonialismo reivindicando un fenotipo al que llaman marrón, contra la prevalencia de lo “blanco”.
censo nacional (2010). A la vez, los 38 pueblos indígenas en nuestro país, son
reconocidos por el Estado y ellos se autoidentifican como indígenas y argentinos con lo
cual la doble identificación o adscripción como diríamos en términos Barthianos (ver
sección siguiente), no presenta una contradicción.
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Constitutivo del ser.
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La convención para la prevención del delito de Genocidio, aprobada por la ONU en 1948 estipula que se
considera como tal: cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de
destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de
miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c)
sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado
por fuerza de niños del grupo a otro grupo.
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Remite a prácticas tendientes a la eliminación de la cultura del “otro”. De todas maneras, algunos
autores, para el caso de los indígenas en Argentina, cuestionan la separación etnocidio- genocidio ya que,
- Los marranos (judíos ibéricos conversos al catolicismo durante el siglo XV para
escapar de la expulsión y persecución). Mantuvieron en secreto algunas de sus
costumbres y rituales transmitiendo la identidad judía de forma clandestina
hasta que pudo afirmarse públicamente más tarde.
- Las distintas oleadas migratorias de haitianos a EEUU marcaron la diferencia
cultural y construyeron su identidad de forma diferente en cada generación. Así,
por ejemplo, los primeros inmigrantes de la década de 1960 provenían de la élite
mulata de Haití y su estrategia fue la de la asimilación intentando separarse de lo
afro norteamericano y evocando toda “blancura” en su demarcación identitaria.
A diferencia de esto, los grupos de la segunda oleada, en la década de 1970,
compuesta principalmente por familias negras de clase media intentaron
diferenciarse de la población afro local, a través del uso del idioma francés y
reforzando estas diferencias idiomáticas.
a largo plazo, las prácticas tendientes a la eliminación de la cultura del otro (a través de la asimilación o de
la imposición cultural) contribuyen a la destrucción e impiden la supervivencia física del grupo étnico
como tal (Delrío, Escolar, Lenton y Malvestitti, 2018).
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Esto dice por ejemplo la Constitución Argentina de 1853.
fines del siglo XIX (y hasta las primeras décadas del siglo XX) que incluyó matanzas,
eliminación directa y violencia sobre los indígenas, la deportación de sus territorios y el
desmembramiento de familias, la incorporación de los varones como mano de obra
forzada para el trabajo en ingenios azucareros en el norte del país o peones de campo
en las estancias del sur y a las mujeres y niños como personal doméstico en las familias
de élite porteña. En ese contexto la estrategia indígena consistió en desmarcarse de los
atributos étnicos para poder sobrevivir.
Luego de un proceso complejo con muchos matices en décadas intermedias, a partir de
1983 con el retorno al sistema democrático en Argentina pero más aún en la década de
1990 con la adhesión al Convenio 169 de la OIT y la reforma constitucional de 1994,
entre otras medidas legales, se abre una fase de reconocimiento positivo del estado
argentino a los pueblos indígenas. En este punto, habría que agregar que si bien el
contexto favorable permitió la visibilización y el autoreconocimiento de muchos pueblos
indígenas en tanto tales, también cabe considerar las propias estrategias de lucha y
organización indígenas. Aunque silenciados e invisibles en décadas previas, logran en la
nueva coyuntura presentar sus intereses y presionar para lograr instalar debates en la
sociedad y hasta en el Congreso de la Nación dando cuenta del dinamismo y la
negociación en las estrategias de elaboración de identidad.
Para finalizar, me gustaría enfatizar en que no hay definiciones identitarias dadas de una
vez y para siempre. La identidad es producto de negociaciones y definiciones que varían
a lo largo del tiempo, que integran el conflicto y que para la ciencia el debate principal
no es saber quién es “verdaderamente” corso, vasco, huarpe, omaguaca o mapuche
sino que esto significa recurrir a ver qué significa, cuál es el significado de ser corso,
omaguaca o mapuche, etc.
Bibliografía utilizada
Cuché, Denis. 2002. La noción de cultura en las ciencias sociales, Nueva Visión, Buenos
Aires. Capítulo 2, pp. 19-28.
Delrío, Walter; Diego Escolar; Diana Lenton y Marisa Malvestitti (dir.) 2018. En el país de
no me acuerdo. Archivos y memorias del genocidio del Estado argentino sobre los
pueblos originarios, 1870-1950. Editorial UNRN. Viedma. [Edición en línea,
https://books.openedition.org/eunrn/1254?lang=es].