3ra. edicién
Autismo infantil:
lejos de los dogmas
Jaime Tallis
coordinador
Pablo Bottini
Maria Marta Cerda
Juan Carlos Reboiras
Marisa Rodulfo
Mabel Tapella
Coleccién Retardo Mental y Educacién Especial
VINO y DAVILA
le
y
Corbalan JuanAUTISM® INFANTIL
lejos de los dogmas
Jaime Tallis * Marisa Rodulfo
Juan Carlos Reboiras * Pablo Bottini
Maria Marta Cerda * Mabel TapellaCAPITULO I
‘La hipotesis
bioldgica del autismo.
Mitos y realidades
Jaime Tallis
Ei autismo es un trastorno con una prevaiencia de alrededor del 4-5/
10.000, aunque a partir de los nuevos criterios diagndsticos estas ci-
fras se han duplicado. Los varones son afectados tres veces mds que
las nifias.
Fue descripto primeramente por Kanner (1943) y poco después
por Asperger (1944), con total desconocimiento de los trabajos entre
si. La obra de Kanner tuvo mayor trascendencia. Inicialmente llamé la
atencién del autor la precocidad de la aparicidn de los sintomas, por
lo cual esboz6 la posibilidad de existencia de factores constituciona-
les como causa del cuadro, idea que abandoné frente a la observa-
cién de ciertos rasgos de caracteres en los padres, que vinculd como
contribuyentes al desencadenamiento del trastorno, y que hoy se
piensa que indicarfan cierta carga genética familiar, o una reaccion
secundaria a la dificultad de comunicacién del nifio.
Cul es la realidad que subyace frente a esta descripcidén conduc-
tual familiar, que por otro lado estd lejos de ser constante. es parte de
un deh=* no resuelto, Dilucidar esto juega un papel en la interpreta-
cidn s.. iastorno como una patologia psicodindmica vincular 0 un
cuadro de origen bioldgico.16 Jaime Tallis
Por muchos afios las concepciones psicodindmicas dominaron fa
escena del abordaje del autismo hasta ef extremo de algunos autores
como Bettelheim (1967) que sostuvo que tras cada nifio autista habia
un deseo de muerte inconsciente en la madre.
Desde hace afios la neurologia ha ‘dado una interpretaciAn diol6-
gica del autismo: no lo considera una enfermedad Unica, sino un sin-
drome conductual, un criterio de agrupacién similar a los conceptos
de Retardo Mental, Pardlisis Cerebral Infantil, o Disfasia. Es decir que
existen un conjunto de sintomas que permiten la inclusién del nifio
dentro de la categoria diagnostica de Trastorno Autistico, pero las
causas que determinan el origen del trastorno son variadas, siempre
y cuando tengan por denominador comtin afectar una determinada
zona del sistema nervioso que da origen a esos sintomas.
En un planteo de este tipo, las causas de produccién de los dis-
tintos cuadros neurolégicos pueden ser similares, variando su expre-
sidn sintomatica con !a zona del sistema nervioso comprometida. Es
decir, la misma agresiOn encefdlica puede dar Retardo Mental, Autis-
mo, Pardlisis Cerebral o Patologia del Lenguaje, segiin comprometa
reas vinculadas con la expresion de esas funciones neurolégicas.
Por otro lado, diversas causas pueden ocasionar el mismo cuadro.
Como veremos, el autismo ha sido asociado a factores causales gené-
ticos. agresiones intrauterinas, trasiornos perinatales, etc.
También es necesario aclarar que la visién de la neurologia sobre
la expresin sintomatica del autismo es mds amplia que la de la psico-
logia clasica, describiendo una mayor variabilidad de las formas de
presentacién, con lo cual vuelve mds complejo el acto diagndstico,
separando el autismo de otras formas de psicosis infantil, distincion
que todavia no ha sido absolutamente aceptada desde el campo psi,
donde suelen superponerse los cuadros.
Nosotros utilizamos los criterios diagndsticos detallados en el
D.S.M. IV, Manual diagnéstico y estadistico de los trastornos men-
tales (Academia Americana de Psiquiatria, 1994). El autismo esté in-
cluido alli dentro de los denominados “Pervasive Developmental
Disorders”, término que ha sido traducido como “Trastornos profun-
dos y difusos del desarrollo” (Fejerman y col., 1994), y también como
“Trastornos madurativos generalizados” (Bauer, 1995); incluso nos
parecen adecuados los términos “Trastornos profundos del desarro-
QLA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO 17
ilo” (Massie y Rosenthal, 1986) o “Trastornos generalizados del de-
sarrollo” de ja traduccién al espafiol del DSM IV, editado por
Masson. En cambio, cuesta aceptar la denominacion “Trastornos
pervasivos dej desarrollo” (Tuchman, 1996), ya que el término
pervasivo no figura en el diccionario de la lengua espajiola.
Los cuadros agrupados en la categoria diagndéstica sefialada tie-
nen distintas modalidades de presentacién de los sintomas conside-
rados centrales.de! espectro autfstico: trastornos de la interaccidn so-
cial, de la comunicacién verbal y no verbal, del pensamiento simbdli-
co y del juego representacional. Hay una restriccién marcada de acti-
vidades e intereses, con tendencia a conductas estereotipadas y rei-
terativas, tanto motoras como verbales.
La distinta modalidad de presentaci6n cualitativa de estos sinto-
mas, de la intensidad con que se expresan los mismos, de la edad de
aparicion y otras diferencias especfficas o sutiles, determinan, la des-
cripcién de cinco entidades distintas: el “Trastornos autistico”, el
“Sindrome de Rett’, el “Sindrome de Asperger”, el “Trastorno
desintégrativo de la nifiez”, y el “Trastorno del desarrollo profundo
y difuso no especificado”. Al final de este capftulo se reproduce la
clasificacién del DSM IV tomada del texto de Fejerman y col. citado.
La prevalencia de todes estos trastornos se calcula en 15/10000,
aunque estudios recientes ienden a aumentar sensiblemente estas
cifras,
Esta forma de pensar el autismo lo separa de otras psicosis-de la
infancia, como ya hemos sefialado, y también de otro cuadro con el
que a menudo ha sido confundido desde la psicologfa y la neurolo-
gia, y que el DSM III (Academia Americana de Psiquiatria, 1987) de-
nomin6 “Trastorno de apego reactivo de la primera infancia”. Este se
presenta en los primeros meses de vida en nifios seriamente descui-
dados o abandonados, a partir de lo cual no son capaces de estable-
cer lazos afectivos. mirar el rostro de los otros encontrando su mira-
da, sonrefr, ni tender los brazos. Su llanto es débil, duermen excesiva-
mente, y son hipoténicos.
Este cuadro, que también puede llevar a afectar el desarrollo fisico,
se origina en factores vinculares, y no tiene causas biolégicas, como
lo muestra la notable recuperacién psicoffsica con los cuidados ade-
cuados, emparentandose mds con el cuadro de “hospitalismo” des-cripto por Spitz (1965) que con el autismo, con el cual comparte sdlo
algunos aspectos de {a falta de respuesta a los estimulos y la desco-
nexion:
Son numerosas las comunicaciones sobre las posibles relaciones
de dafio cerebral y autismo. Factores biolégicos han sido hallados
enun 10 aun !5% de los casos, asciendiendo obviamente en los au-
listas mds discapacitados. Las condiciones registradas representan
diversas causas genéticas, infecciosas, metabdlicas 0 agresiones di-
tectas al encéfalo, la mayor parte con un rol incierto en la etiologia.
Por otro lado, es dificil el diagndstico de autismo en presencia de
tetardo mental severo, ya oe las. caracteristicas conductuales del
————_.
“CONTACTS SOCTa Ce Ta ACV iad~
evaluacién, 1, en estas Siscapacidades profundas, “de. los. ‘impedimentos
cifalitativos del trastorno autistico. ~oeee
(aaa desde el ‘PSicoandlishs, Ja aparici
una situac: (
se acepta que lo b lo bio.
rrollaria [as as estrate; gias “adecuadas para - evitar esta * ‘caida” autistica.
K favor de €5ta cc Concepcion 3é alude a la inconstancia en la presenta-
cién de sintomas de autismo en similares cuadros neurolégicos, y la
disminucion de la incidencia con intervenciones tempranas. En pa-
Cualquier | hipétesis bioldgica deberfa superar esta concepcién
_gue surge de Ta observacién clinica y el trabajo terapéutico, pero que
) no tiene constatacién con rigor ciéntifico, ‘sino que es Una construc-
, rica, cuya validez depende de la ideologia de quien la juzgue.
“Solicitando el mismo rigor cientifico, la concepcién biolégica del"au-
tismo deberfa demostrar que la asociacién de una causa con el desen-
cadenamiento del cuadro esté mas alla del azar, que hay una zona 0
un determinado sistema del encéfalo que siempre que es afectado st
manifiesta con el sindrome cognitivo-conductual de! autismo, qué
hay marcadores biolégicos que nos permiten el diagnédstico certero-LA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO 19
yque °rtos abordajes terapéuticos de base bioldgica son efectivos
para atenuar 0 revertir el cuadro patolégico.
Sin pretender que todas las respuestas estén dadas, ya que el
camino de la investigacién se est4 recorriendo, debemos aceptar que
estamos lejos de tener todos los interrogantes resueltos desde ia bio-\ \,
togfa, por lo cual el debate sigue abierto, debate con interlocutores .
sordos a los argumentos contrarios, ya que los psicdlogos no escri
ben para los neurdlogos, ni éstos para el mundo psi. Los lenguajes
siguen siendo cripticos y sdlo entendibles en el contexto de la disci-)
plina que los formula. oa
Este capitulo pretende contribuir al debate, resurniendo con cierta
accesibilidad a los distintos integrantes del equipo interdisciplinario,
Jos dltimos avances en la constitucién de una hipétesis bioldgica dei
autismo, sus logros y limitaciones, mirados desde la neurologia, pero
sin criterio dogmatico.
Hemos trafdo datos de nuestra casufstica, constituida por 70 pa-
cientes asistidos en nuestro servicio en os ultimos tres afios. Hemos
tomado los nifios con sintomas del espectro autistico (autismo, sin-
drome de Asperger, trastornos desintegrativo de la nifiez, y trastor-
no profundo y difuso no especificado) por la sutileza de la diferen-
ciacién en algunos casos, y en otros por la dificultad de establecer la
edad de comienzo por el interrogatorio a los padres. Hemos dejado
de lado el sindrome de Rett, de mas facil individualizacién.
- La generalizacién de nuestros hallazgos debe hacerse con cautela,
ya que al ser un servicio de neuropediatria, la caracteristica de los pa-
cientes est sesgada por esta procedencia, por lo cual es posible una
mayor incidencia de patologias neurolégicas acompafiantes que en
las series provenientes de servicios de psicopatologfa. Tampoco he-
Mos separado la no clara diferenciacién entre supuestos autismos pri-
Marios y secundarios, aunque si hemos descartado los retardos men-
tales profundos por las consideraciones efectuadas anteriormente.
Bases genéticas del autismo
La hipétesis de un origen genético del autismo parece tener un
Sustento lo suficientemente sdlido para obligar a pensar que una20 JAIME TALLIS ~
parte significativa de los pacientes tiene esa euiologia, y por consi-
guiente debe integrar la busqueda habitual diagnéstica.
Folstein y Piven (1991) en una adecuada sintesis recuerdan que
Kanner en sus primeras observaciones penso inicialmente en un de-
fecto de nacimiento, y desarrollan tres gjes Sobre.las.cualesse.asen-
tarfa la-posibilidad de yn_origen genético
“D Incidencia de autismo en familiares del nifio.
2/Cuadros neuropsiquiatricos y caracteristicas conductuales afines
en la familia.
3 Asociacién con enfermedades genéticas.
1. Incidencia familiar de autismo
Mientras se estima que en la poblacién general la prevalencia es
de 4-5/10000, entre hermanos ésta se incrementa a un 2-3%. Si se tie-
nen en cuenta exclusivamente los hermanos nacidos posteriormente
al caso, el riesgo recurrente es del 8.6%, dada la tendencia a limitar la
procreacion luego de tener un hijo discapacitado.
Con respecto a los gemelos, las cifras son disimiles, variando de
acuerdo a la metodologfa aplicada, pero en todos los casos es signi-
ficativamente mds alta la presencia de una doble afectacién cuando
los pares son monocigotas (similar informacidn genética) que cuan-
do son dicigotas. Frente a esta realidad, pretender invocar una causa
ambiental y vincular como explicacién de la afectacidn de hermanos
suena caprichosa y poco cientifica.
2, Deficiencias y caracteristicas en familiares
Este apartado puede despertar mayores controversias, pues no
s6lo es diffcil ligar todas las patologias descriptas al autismo —por
ejemplo es forzada la relacién entre trastorno de aprendizaje de un tio
y sindrome autfstico—, sino que ademas pueden hacerse lecturas di-
similes de ciertas caracter{sticas de conducta de los padres segtin
apliquémos una mirada psicoanalitica o biolégica. El poco compromi-
shee!LA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO. 21
so emocional de los mismos puede significar una manifestacion in-
completa del autismo y ser vista como elemento a favor de un origen
genético, o ser visto como favorecedor de la instalacidn dei padeci-
miento del hijo desde un punto de vista psicodinamico.
Teniendo en cuenta estas objeciones, se han encontrado mayor
incidencia de alteraciones cognitivas en hermanos de nifios autistas,
deficiencias pragmaticas del lenguaje, y caracterfsticas especiales de
personalidad en los padres, asi como mayor presencia de trastornos
psiquiatricos en otros miembros de la familia.
3. Asociacién con cuadros genéticos
Aunque numerosos cuadros genéticos han sido asociados al
autismo, son pocos los que tienen una presencia estadisticamente
significativa, y aun en éstos es dificil encontrar el mecanismo de la
asociacion.
3.a. Enfermedades cromosémicas
Dentro de las distintas descripciones merece destacarse un cua-
dro vinculado ai autismo desde hace tiempo, la fragilidad dei cromo-
soma X, y otros de recientes comunicaciones relacionados a altera-
ciones del cromosoma 15.
3.a.l. Fragilidad del cromosoma X
La fragilidad del cromosoma X en la regién q27.3,-es un sindrome
resultante de una mutaci6n inestable que conduce a una serie de re-
Peticiones de los trinucledtidos CGG en el gen FMR1, que cuando
adquiere cierta envergadura no permite que el mismo se exprese en
forma de proteina. Para quienes no dominen esta terminologia, basta
saber que hay un gen que no puede expresarse.
Desde el punto de vista clinico, hay un retardo mental de grado
Variable acompafiado de trastornos psiquidtricos diversos y anoma-
fas antropométricas. De mayor manifestacidn en varones, los rasgos
dismérficos son poco notables e incluyen orejas grandes, frente y
OD22 . JAIME TALLIS
ment6n prominentes, macrogenitalia (testiculos grandes) y otras alte-
raciones variables y no constantes.
Desde el punto de vista psiquidtrico se encuentran agresividad,
irtitabilidad, hiperactividad con falta de atencidn, y conductas autis-
tas. También son significativas las alteraciones del lenguaje. Noso-
tros las hemos investigado en nuestros pacientes hace algunos
afios, encontréndolas mas pronunciadas de lo que corresponderia a
su retraso intelectual.
La asociacién de fragilidad del cromosoma X y autismo es lo su-
ficientemente frecuente para pensar en una simple relacién azarosa.
Un screening entre 614 autistas de 12 estudios encontré una inci-
dencia de fragilidad de 7.7 % (Brown y col., 1986), mientras que in-
versamente el porcentaje de pacientes con esta alteracién cromos6-
mica que presentan sintomas autisticos varia, segtin los autores, en-
tre un 10 y un 20 %.
Una conducta aparentemente autistica también fue inicialmente
descripta en otros cuadros neuroldgicos, hasta que observaciones
mas sutiles y detalladas diferenciaron la calidad de estos sintomas,
como sucediera con el Sindrome de Rett (Olson y Rett, 1987). Tam-
bién un andlisis mas detenido de la conducta de los nifios con fragi-
lidad del X, ha puesto en claro que el funcionamiento social esta me-
jor caracterizado por ansiedad exagerada en el contacto con extrafios
y evitacién de los mismos, distinto que el impedimento cualitativo de
interaccion social que tipifica el autismo (Bayley y col., 1993).
Esto significarfa que los sindromes conductuales de los dos cua-
dros son parecidos pero no similares. Estas observaciones coinciden
con la efectuada en nuestros pacientes, especialmente con el incre-
mento en la edad de los nifios con fragilidad del X. Si se toman en-
tonces criterios mas estrictos, la incidencia de esta alteracidn cro-
mos6mica en el autismo baja al 1.2 % (Bauer, 1995), cifra atin signifi-
cativa.
3.a.2. Trisoma del cromosoma 15
La dunlicacién del crom- ma 15 en q 11.13 (una ree'6n pequeiia
proxim. . del braz ‘argc ido sugerida por Bak ol. (1994)
como una alteracicii relat. —_.ente frecuente en el ai .0. Al pre-sentar sus dos casos, ambos con retardo mental importante y uno de
ellos con dismorfias, hacen una revision bibliografica aportando una
casuistica que presenta alteraciones numeéricas del cromosoma 15
(trisomias y tetrasomias), cursando con retardo mental, alteraciones
morfolégicas inconstantes, y parte de ellos con caracteristicas con-
ductuales autisticas.
La incidencia de autismo en las alteraciones del cromosoma 15 es
mucho més alta que en la poblacidn general, por lo que cabe supo-
ner una asociacién no azarosa, aunque no podemos determinar si
los rasgos conductuales son tipicos o son una variable parecida,
como se describio en la fragijidad de! X. También es importante se-
falar la presencia constante de retardo mental junto al sindrome au-
tista en todos los casos de la bibliograffa, lo que puede dificultar la
separacién de las manifestaciones comportamentales de las dos afec-
ciones.
Es interesante sefialar que esta regidn de! cromosoma 15 se en-
cuentra implicada en otros cuadros genéticos con patologia intelec-
tual y de la conducta, como el sindrome de Prader Willi y el de
Angelman, y que juega un papel en la codificacidn de una subuni-
dad del receptor GABA, el mayor neurotransmisor inhibidor de los
mamiferos.
3.a.3. Otras alteraciones cromosémicas
Se han descripto conductas autistas en diversas afecciones cro-
mosémicas que seria largo enumerar, entre ellas frecuentemente en el
Sindrome de Down, posiblemente por la alta incidencia de este ultimo
en la poblacion general, la presencia concomitante de retardo mental
severo y otras discapacidades acompaiiantes, asf como la incons-
tancia del sindrome autista, o la comunicacién de casos aislados, son
datos que no permiten marcar una verdadera relacién etioldgica.
3b. Desordenes genéticos
Son numerosas las afecciones genéticas en las cuales se han en-
Contrado trastornos autisticos. Podemos mencionar algunas, comofenilcetonuria, hipermelanosis de Ito, enfermedad de Soto, neuro-
fibromatosis, sindrome de Beckwits-Wiedman, etc. Sdlo nos deten-
dremos en dos enfermedades en las cuales parece mas constante la
presencia de autismo, y no meramente casos esporddicos sin mayor
significaci6n asociativa: la esclerosis tuberosa (enfermedad de
Bourneville) y el sindrome de Williams.
La esclerosis tuberosa es una enfermedad con una prevalencia
probable de 1/5800. Afecta principaimente la piel, el sistema nervioso
central, los rifiones y el corazén, provocando una amplia variedad de
problemas fisicos y mentales, entre estos ultimos retardo mental, epi-
lepsia grave y trastornos psiquidtricos severos.
Hunt y Dennis (1987), a través de encuestas telefénicas y Tevisio-
nes de historias clinicas, determinan que de 90 pacientes con esclero-
sis tuberosa, el 59 % presentaba conductas autistas ‘a la edad de 5
afios. Todos ellos habfan padecido alguna forma de epilepsia, no
siempre ‘deteriorante tipo West, pero no habia signo de autismo si no
habia habido alguna forma de crisis, y el 73 % de los que padecieron
sindrome de West y autismo habian tenido un desarrollo neurolégi-
co y psicoldgico normal hasta el comienzo de las crisis. Luego todos
quedaron con retardo mental.
Un trabajo més reciente realizado por uno de estos autores con
otro investigador (Hunt y Shepard, 1993), en 21 nifios de 3 a 11 afios
de edad con esclerosis tuberosa, la incidencia de autismo fue de |
cada 4 pacientes en la muestra total, y de |’cada 2 si se tomaba sola-
mente a los que padecian retardo mental; entre éstos no todos habian
padecido crisis convulsivas. Volveremos a analizar los vinculos del
autismo con el retardo mental y la epilepsia en otro momento de este
capitulo, pero es evidente que la relacién de esclerosis tuberosa y
trastorno autistico va mds alla de la presencia de la afectacion intelec-
tual y de las crisis.
El sindrome de Williams tiene una prevalencia de 1/20000. Los ni-
fios afectados tienen una cara especial que remeda la de un duende,
malformaciones cardiacas, alteraciones del calcio, un retardo mental
moderado, y habitualmente sus rasgos de conducta son totalmente
opuestos al de los autistas, ya que intentan permanentemente comu-
nicarse con los otros, y son socialmente afectuosos. Gillberg y
Rasmussen (1994) encuentran 4 nifios con sindrome de Williams en-
fomLA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO 25
tre 600 casos de autismo. Por otro lado, entre 60 pacientes con este
sindrome examinados por ellos, éstos eran los tinicos 4 casos de au-
tismo. Nosotros hemos encontrado esta asociacién en un caso de
nuestra casuistica.
La vinculacién posible de los dos cuadros seria por una altera-
cidn comun de neurotransmisores (,serotonina?), Otra posibilidad se-
rfa a través del cromosoma 5, vinculado a los dos s{ndromes. Por
ultimo, en los dos cuadros se han sefialado alteraciones morfoldgicas
en el cerebelo a través de resonancia magnética, pero los mismos son
opuestos (Wang y col., 1992).
3c. Otros hallazgos genéticos y estado actual de los
conocimientos
Ross y col. (1992) proponen la hipétesis de que ei autismo esta
mediado por una mutacién dindmica que presenta una expansi6n ines-
table de trinuciestidos repetidos. Este tipo de afeccién genética se.ha
encontrado en varios cuadros con compromiso neurolégico y psi-
quidtrico (entre ellos la fragilidad del X). En la mayorfa de ellos hay
un patron de herencia familiar llamado de “anticipacion”, con mayor
penetracién y comienzo mas precoz en sucesivas generaciones.
El tipo de patrén familiar parece ser comtin en otras enfermedades
psiquidtricas como el desorden bipolar, en el cual aparece el fenéme-
no de anticipacién en el 40 % de los casos y en la esquizofrenia. En el
autismo, los padres de los nifios afectados presentan trastornos en
el aspecto social del lenguaje y.tendencia al aislamiento,.signos que
evocan el cuadro en una forma incompleta. Ya hemos comentado la
doble lectura que puede hacerse de estos hallazgos, segtin la ideolo-
gia con la que se los aborde.
Hay que ser cautos en atribuir la responsabilidad a un solo gen
de los cuadros de conducta complejos. Ya ha pasado a descrédito el
supuesto gen de la depresién manjaca identificado en 1987, y el del
alcoholismo en 1990. En cuanto al de la esquizofrenia, individualiza-
do en 1988, su situacién es dudosa.
Cualquier hipétesis genética del autismo deberd explicar su ma-
Yor incidencia en el sexo masculino, por ello se lo asocia a una condi-26 JAIME TALLIS
cién dominante del cromosoma X, pero también se ha postulado la
transmision recegiva basada en el estudio de hermanos, !a tendencia
poligénica, y aun modelos multifactoriales que vinculan lo genético a
lo ambiental, todas teorfas que revelan lo poco que alin sabemos:so-
bre este topico.
Para quienes esta revisidn del estado actual de las hipdtesis gené-
ticas haya resultado compleja, valga esta conclusién como resumen:
hasta el momento, si bien la posibilidad de un origen genético en el
autismo es una posibilidad cierta, son mas las incdgnitas y las pre-
guntas a resolver que los hechos demostrados.
Refuerza esta conclusién la dificultad, ya enunciada, de diferen-
ciar la conducta del retardo mental severo de la del autismo, y la ma-
yoria de los cuadros genéticos cursan con esa afeccion intelectual y
otros compromisos neurolégicos. Tampoco podemos refutar (ni de-
mostrar) la aparicién del sindrome autista como sobreagregado al
cuadro neuroldgico a partir de un quiebre vincular. Por el contrario,
hay comunicaciones de mejorias significativas de conductas autis-
tas a partir de terapia psicoldgica (Massie y Rossenthal, 1986;
Tustin, 1987), y nosotros también las hemos observado, aunque no
sabemos si los efectos se deben a la instalacién de una relacién pri-
vilegiada entre paciente y terapeuta que sirve de base a un trabajo
de estimulacién, que se lograria también con otro abordaje terapéu-
tico.
Aun con estas aclaraciones, tomando el tripode planteado en el
trabajo citado de Folstein y Piven, la casuistica muestra una impor-
tante representacion de factores genéticos en la poblacion de autis-
tas. Gillbert y col. (1987) muestran que de 20 pacientes, 12 tenjan al-
giin rasgo familiar o afecciones genéticas. Mas recientemente.
Tuchman (1996) encuentra de entre 422 nifios con trastornos profun-
dos y difusos del desarrollo, un 11 % con trastornos genéticos 0 an-
tecedentes familiares.
En nuestra serie. sobre 70 nifios, encontramos antecedentes de
autismo en 3 famili de otras manifestaciones psiquidtricas 0 con-
ductualesen9.Doc _—cientes tenfan alguna +'" ~icién cromosémica
0 genética, y 3 malf: :naciones del sistema so central.Agresiones encefalicas pre, peri y postnatales.
Otras hipotesis etiolégicas
; La posibilidad de la existencia de causas exogénas, que a través
de una afeccién del sistema nervioso desencadenen un sindrome
autista, ha sido mencionada en distintos trabajos. También se ha ge-
nerado la hipdtesis de que una predisposicidn genética quede con-
solidada por un factor noxante ambiental.
» Dentro de los factores de riesgo pre y perinatales ligados ai cua-
dro se citan: edad materna aumentada, orden de nacimiento (mas en
el primer hijo o después del Cuarto), hemorragias en el embarazo, in-
fecciones congénitas (especialmente rubéola), pre 0 postérmino, uso
de medicacion durante la gestacion y parto instrumental. En nuestros
pacientes hemos encontrado antecedentes de Tiesgo pre y perinata-
les en el 37.1% de la muestra. Los mds frecuentes han sido cesdreas,
prematurez, anoxia neonatal y sepsis, siendo menor la presencia de
infecciones congénitas (rubéola y citomegalovirus), poliglobulia, dia-
betes, hipertension materna y parto por forceps. Por supuesto que
en algunos pacientes se sumaban factores.
Hay dudas generadas en los procedimientos metodoldgicos que
Cuestionan estas asociaciones, y otros trabajos no han podido repli-
car estos hallazgos, por lo cual varios autores concluyen que la aso-
ciacién de autismo y factores noxantes pre y perinatales no es real
(Cryan y col., 1996). Nelson (1991) en una revisién de distintas in-
vestigaciones, concluye que los problemas perinatales hallados aso-
Ciados al autismo no son consistentes y siempre replicables, tampoco
son especificos, y por lo tal no poseen valor predictivo.
Es posible pensar que las dificultades presentadas en el nacimien-
'o puedan relacionarse con una vitalidad ya afectada genéticamente,
no habiendo manera de afirmar que evitando estos factores de proba-
ble agresion pre y perinatales, el nifio hubiera sido indemne en rela-
cién al autismo.
Por otro lado, para que algun factor de riesgo pueda asociarse
claramente a una patologia y tener valor predictivo, el enfermo'sdlo
debe presentar esa enfermedad. En el caso que nos ocupa, deberia
haber manifestaciones autistas sin compromiso manifiesto de retardo
mental, epilepsia o patologia motora severa.Cambiando de enfoque causal, como no podia faltar, ai igual que
en otras enfermedades con manifestacién conductuai como ia esqui-
zofrenia, el sindrome disatencional, la depresion, etc., la hipdtesis de
una alteracién de los neurotransmisores ha sido postulada como cau-
sa del autismo. Son candidatos e! sistema dopaminérgico (Coleman y
Gillberg, 1985), la serotonina que ha sido hallada incrementada en
varios trabajos (Anderson y col., 1987), y otras catecolaminas que
presentaron alteraciones en su metabolismo (Martineau y col., 1994).
Estos hallazgos estan lejos de ser concluyentes y no son compie-
mentarios, por lo cual la hipotesis de la alteracién de algtin sistema de
neurotransmisién sélo persiste en el marco de la teoria.
La posibilidad de una disfuncién inmunitaria, de factores viroldgi-
cos, una alteracidén vitaminica o una intoxicacién plimbica, como
desencadenantes del cuadro, no son consistentes, y se basan en ca-
sos aislados, no replicables o en faz experimental.
Podemos decir, entonces, que la existencia de un factor noxante
ambiental como causa tinica o contributiva a la aparicién del sindro-
me autista no ha podido auin superar Ja etapa de la formulacion tedri-
ca, no siendo las asociaciones estadisticas suficientemente conclu-
yentes.
Vinculacién con otros cuadros neuroldgicos.
Retardo mental y epilepsia
Los nifios autistas suelen presentar signos de compromiso de
otras dreas del sistema nervioso. La presencia de éstos, en especial
retardo mental y epilepsia, es un elemento que se toma como eviden-
cia de la base neuroldégica del cuadro, ya que implicaria un compro-
miso extendido més alld de las zonas responsables del cuadro con-
ductual-cognitivo.
E] retardo mental se presenta en alrededor del 70 % de los pacien-
tes, es de grado variable, y en nuestra casuistica lo encontramos en el
61.4 % de los nifios. Un desarrollo mds extenso sobre la inteligencia
en el autismo sera efectuado en otro capitulo de esta obra.
La presencia de retardo puede ser interpretada como una exten-
sién del proceso mérbido a areas implicadas en el funcionamientoLA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO 29
intelectual, a mas de las responsables de !a sintomatologia autista;
pero también puede adoptarse la hipotesis psicodindmica de pensar
el retardo mental como la afeccién primaria y condicionante de una
dificultad vincular al no poder decodificar e1 nifio lag sefiales de reia-
cién gestadas en los padres, por lo cual secundariamente se produce
la caida en el autismo.
No podemos dejar de sefialar nuevamente lo dificil que resuita en
los retardos severos, separar los efectos que sobre la comunicacion,
ej juego y la interaccion produce el compromiso intelectual, de aque-
los sintomnas cualitativamente especificos del sindrome autista. Cree-
mos necesario volver a marcar las diferencias entre las lecturas de la
relacion retardo mental-autismo. La primera es una visién biologista.
neuroldgica: e! autismo se produce por una afectacién cerebral de
determinadas zonas que son dajiadas por el mismo proceso que !leva
al retardo. En la otra lectura, el padecimiento neuroldgico dificulta la
percepcién del nifio de los cuidados y afectos maternos, los cuales
no se han modificado en forma adecuada para compensar esta inca-
pacidad de recibir:‘a menudo se‘suma una situacidn emocional adver-
sa de estos padres frente al impacto de la enfermedad neuroldgica.
Aqui el autismo es una enfermedad psicoldgica secundaria a la rup-
tura vincular, y no un dafio neurolégico por un proceso mérbido.
En su momento también hemos marcado la necesidad de distin-
guir el trastorno autistico del trastorno de apego reactivo de ta infan-
cia (DSM III); de aparicién mds temprana, vinculado a la falta de cui-
dados maternos, cursa con retardo madurativo y detencién o demora
del crecimiento-y desarrollo fisico, siendo recuperable si se implemen-
tan prontamente los cuidados apropiados.
La epilepsia se presenta, segtin la bibliografia, en un 25 a 30 % de
los nifios autistas. Algunos trabajos recientes suben esta preva-
lencia al 47 % (Carod y col., 1995). En nuestra muestra tenian epilep-
sia el 25.7 % de los enfermos, la mayor parte con crisis parciales
complejas o sindrome de West.
“- La presencia de trastornos psiquidtricos en la epilepsia tiene co-
frelacicn con la extensién de las lesiones (especialmente la ‘bilaterali-
dad), con ciertas localizaciones (més en las de foco temporal expresa-
das en parciales complejas) y en las encefalopatia epilépticas tipo
West, donde la distorsién funcional cerebral es intensa y difusa.
hRe,30 JAIME TALLis
También existe una correlacidn entre epilepsia-retardo mentai-
autismo. En la serie de Tuchman y col. (1991), la presencia de epi-
lepsia en Ja totalidad de la muestra era dei 14 %, pero cuando se to-
maba solo a !os autistas con retardo, la representacion se elevaba aj
42%,
Desde lo bioldgico la asociacién de crisis y conducta autista pue-
de efectuarse ya sea adjudicando a una lesién comin la aparicién de
ambos cuadros o responsabilizando a las crisis epilépticas de pro-
ducir una afectacién del sistema nervioso que determine el cuadro
conductual. Pero también pueden jugar otros factores no solamente
bioldgicos. Rutter (1965) planteaba que aunque juega un papel impor-
tante la etiologia, la lesidn cerebral no puede ser aislada como tnica
determinante de los trastornos psiquicos, ya que actuaria junto a otros
factores emocionales, sociales y biolégicos del nifio y su medio.
Al decir de Mises (1977), las crisis epilépticas condicionan ano-
maifas funcionales en el desarrollo psiquico y en las relaciones
vinculares, con periodos de desconexi6n variables y confusién men-
tal que pueden determinar una ruptura con la realidad y una tenden-
cia creciente al aislamiento autista. Incluso Gastaud (1966), epileptd-
logo de renombre que no puede ser sospechado de psicologista.
vinculaba la aparicién de sintomas psicéticos en la encefalopatia
epiléptica por él] descripta, mas a la personalidad del enfermo que ai
cuadro convulsivo en curso.
La asociacién comin de epilepsia, retardo mental y autismo tam
bién nos permite pensar, a mds de un factor noxante comin, en una
articulacién en la cual la epilepsia condicione el retardo, y el autismo
se sobreagregue por un mecanismo psicodindmico ya planteado an-
teriormente.
Deonna y Ziegler (1994) recuerdan la asociacién de algunos
sindromes epilépticos con pérdidas de funciones cognitivas, espe
cialmente la afasia epiléptica adquirida (enfermedad de Landa
Kleffner), en la cual hay una pérdida progresiva del lenguaje con des:
cargas en el electroencefalograma (EEG) en zona temporal, las crisis
clinicas son esporddicas y aparecen “vos de conducta autistt
También en la enfermedad de Tassinari, 1 un EEG de espiga-ondé
continua durante el suefio, hay una pérdida de funciones intelectus
les y alteraciones severas de-la conducta.
macesLa presencia de anomalias electroencefalogrdficas frecuentes en
los nifios autistas, aun sin crisis clinicas, llevan a los autores a suge-
rir un mecanismo de regresidn cognitiva y afectiva motivada por la
distorsidn que en el sistema nervioso produciria un foco epiléptico,
especialmente si éste interesa el sistema limbico, como es habitual en
las crisis parciales complejas. Algunos casos de.autistas con franca
mejoria sintomatica con medicacion antiepiléptica apoyarian esta hi-
pétesis. Nosotros lo intentamos en dos pacientes con trastornos au-
usticos de buen funcionamiento, cuyo dnico hallazgo patolégico fue
un franco foco de espigas en dreas temporaies izquierdas. A pesar de
la ausencia de crisis clinicas utilizamos carbamacepina sin cambios
significativos en la evolucién del cuadro.
Damos por supuesto que se entiende que estas disquisiciones
tedricas sobre una determinaci6n epiléptica en el autismo no se refie-
re a autistas con crisis francas, en los que frecuentemente mejora
todo su cuadro clinico cuando se logra disminuir los ataques; por
eso es sorpresiva, y da margen a un cuimulo de teorfas, el fenémeno
de normalizacién forzada, la aparicién de sintomas psiquidtricos seve-
ros en pacientes epilépticos en el momento de un subito control de
las crisis y normalizacién del EEG con la introduccidn de una nueva
droga. Amir y Gross-Tsur (1994) describen la aparicion de trastorno
autistico en tres pacientes por este mecanismo.
El sindrome de West, encefalopatia epiléptica con crisis en fle-
xidn generalizada, trazado hipsarritmico y retardo mental si no se con-
olan adecuadamente los episodios, ha sido vinculado frecuente-
mente con el autismo. Riikonen y Amnell (1981) encuentran 24 autis-
fas en su serie de pacientes con West. Desde otro lado, Chugani y
col, (1996) tienen una prevalencia del 12 % del sindrome entre su gru-
po de autistas. En nuestra casuistica esta representacién era del 7.1 %
en la poblacién total y del 27.7 % entre los autistas con epilepsia.
Deonna y Ziegler, en el trabajo citado, advierten sobre el riesgo
de confundir como autistas ciertas conductas que aparecen en el
momento agudo del West, como la pérdida del contacto visual, la
apatia y la falta de sonrisa social; estos hallazgos retroceden total-
Mente conf el cur’. | adecuado y temprano de las crisis.
Fuera de esta reui advertencia, la asociacin de sindrome de West
y autismo es alta, por mecanismos atin no totalmente dilucidados,pero que de alguna manera deberdn vincularse ai especial efecto
encefalopdtico de esta epilepsia.
Un trabajo. con Tomograffa con emisién de positrones (PET)
(Chugani y col., 1996) parece ubicar un grupo especial de nifios
West, aquellos con hipometabolismo en ambas regiones temporales.
como los més ligados a la posibilidad de desarrollo de autismo, ya
que 10 de los 14 casos con esta anomalfa evolucionaron con retardo
mental severo y signos tipicos de trastorno autistico.
Desde el punto de vista anatomopatoldgico, parece también exis-
tir en ciertos casos coincidencias entre ambos cuadros, ya que en los
dos se describieron la presencia de displasias corticales. Por otro
jado, y esto lo profundizaremos més adelante, en algunos cerebros
de autistas fallecidos se encontraron anormalidades que a nosotros
(Tallis ycol., 1995) nos remedaban mds que una alteracién en el cre-
cimiento del sistema nervioso, una deficiencia correspondiente a los
fenédmenos regresivos; momento evolutivo posterior y cualitativa-
mente esencial para la especial diferenciacion individual del cerebro
humano. También Frith (1991) sugiere una interpretacién similar de
las anormalidades neuropatoldgicas.
Esta Jectura basada en las concepciones descriptas por la hipdte-
sis de la estabilizacién selectiva de las sinapsis, enunciada por
Changeux y Danchin (1976), parece tener cierta validez de acuerdo a
una experiencia realizada con SPECT (Tomografia por emision de un
solo foton) midiendo flujo cerebral en pacientes con sindrome de
West (Chiron y col., 1993). En estos casos aparecieron focos de hiper
e hipoperfusién cerebral localizados en corteza frontal y temporal res-
pectivamente. El flujo sanguineo, indicador de la actividad neuronal
y sindptica, es mayor en los primeros afios de vida, decreciendo con
la edad como indicador de la disminucién de los contactos interneu-
ronales. Estos hallazgos sugieren que en-el West habria una combi-
nacién de lesiones corticales que se expresa en el hipoflujo, mientras
que los focos de hiperactividad interfieren en la normal estabiliza-
cién sinaptica impidiendo la regresién de las conexiones redundantes
intra e interhemisféricas.
Para finalizar este apartado debemos reiterar la mayor incidencia
de alteraciones neuroldgicas en los nifios autistas. La verdadera
significacién de estos hallazgos puede atin ser objeto de interpreta-ciones disimiles segtin la mirada con que se aborden estos fendme-
nos.
Autismo y trastornos sensoriales
La presencia de sintomatologia autistica en nifios con depri-
vaciones sensoriales severas plantea una serie de interrogantes que
desafian las concepciones patogénicas del cuadro.
La presencia de sordera en el autismo ha sido sefialada en hasta
un 20 % de los casos (Frith, 1991). Las explicaciones de esta presen-
cia suele variar entre adjudicar ambos cuadros a una patologia de
base comun, sefialar una coincidencia fortuita, 0 plantear que la
deprivacién sensorial determina la aparicién de! autismo por e! mar-
cado aislamiento que determina. Por supuesto que es necesario no
confundir la sordera con la agnosia auditiva verbal. cuadro disfasico
grave también hallado en los nifios autistas.
En nuestra serie tenemos dos nifios con sordera, uno producto
de un accidente anestésico en el transcurso de una operaci6n cardia-
ca, que'lo llevé a los 29 dias de vida a permanecer 18 dias en respira-
dor; el segundo con un cuadro genético, el sindrome de Rubinstein
Taybi.
Con respecto ala ceguera congénita, !a relacién es mas compleja.
ya que sabemos que en este cuadro se presentan sintomas que pue-
den simular una conducta autista. Estos son caracteristicos de la ma-
yoria de los nifios ciegos congénitos y consisten fundamentalmente
en una dificultad de la adquisicién de la funcién simbdlica que lleva a
que el juego representacional aparezca recién entre los tres y cuatro
afios, y que luego de un desarrollo mas 0 menos adecuado del len-
guaje hasta los dos.o dos afios y medio, aparezcan alteraciones en el
uso'del yo-me-mi, y posteriormente en otros aspectos sintacticos y
Pragmaticos con presencia de ecolalias (Fiondella, 1995).
» Estas manifestaciones aparentemente autisticas del lenguaje de-
Saparecen, con apoyo adecuado, alrededor de los 6 6 7 afios. Por
otro lado, el juego inicial de los nifios puede aparecer estereotipado,
buscando auto-estimulacién no visual, golpeando rftmicamente un
Sonajero 0 al costado de su cuerpo. Si hay resto visual pueden agitarsu mano frente a los ojos para obtener un contraste claro/oscuro, y
con el aumento de la edad aparecen otros juegos citmicos, como re-
botar por largo rato la pelota contra el piso escuchando su sonido.
Estas auto-estimulaciones y el “blindismo” (comprimirse fuertemente
los ojos) se incrementan en situaciones de tensidn emocionail y mie-
do (Leonhard, 1992),
Es necesario sacar a los nifios de estos estados de ensimisma-
miento y auto-estimulacién, y si la familia funciona adecuadamente
puede lograrlo. La persistencia de estas conductas marca un camino
hacia una postura autistica definitiva; lo que era actividad estereoti-
pada y auto-sensorialidad se va transformando en aisiamiento cada
vez mds marcado.
La interpretacion de estas conductas acompaniantes habituales
del nifio ciego ha recibido una interpretacion distinta por Hobson
(1995), poniendo el énfasis en la dificultad del bebé de obtener una
coorientacién psicolégica y una correferencia con los otros. La falta
de vista le impediria apreciar las cualidades mentales que se expresan
a través de los gestos y p: corporales que acompajian el len-
guaje hablado, es decir lo que ilamamos lenguaje analdgico. Esta falta
de referencia también serfa hacia si mismo, por lo cual se dificulta la
adquisicién de la nocion del yo y las relaciones reciprocas y alterna-
tivas del lenguaje defctico, conduciendo a la alteracion en el uso de
pronombres que remeda formas de expresién autisticas.
Cuando el trastorno autistico se constituye realmente, siendo
uno de los signos de alarma precoz la pérdida del espiritu de investi-
gacién y la curiosidad, en algunos casos podria correlacionar con
otras afecciones neurolégicas que son causa 0 acompaiian su ce-
guera. De nuestros 4 casos de autismo y pérdida visual, 2 son con
secuencia de retinopatias del prematuro, ambos con retardo mental.
El mas severamente afectado intelectualmente tiene una tomografia
computada que muestra lesiones secuelares andxicas importantes.
mientras que en el otro que presenté sepsis neonatal, las imagenes
slo denotan hidrocefalia leve. Un caso fue consecuencia de infec:
cién congénita, secuela de rubéola intrauterina con cataratas }
microcefalia. E] cuarto nifio tenia una disminucién visual severa po
cataratas congénitas de las cuales fue operado en tres oportunidt
des; su cuadro autistico no se acompafiaba de ninguna otra manLA HIPOTESIS BIOLOGICA DEL AUTISMO 35
festacin clinica, y todos los estudios compiementarios fueron nor-
males.
Es decir que la ceguera congénita habitualmente acontece como
consecuencia de patologias que pueden dafiar el sistema nervioso,
* pudiendo ser éstas la causa del sindrome autista. Cuando ei nifio no
tiene manifestaciones neurolégicas ni factores de riesgo acompajfian-
tes, es dificil apartarse de la hipétesis de que su ceguera ha afectado
la posibilidad de desarrollar un vinculo adecuado.
Klaus y Kennell (1978), que tantos aportes hicieron al estudio de
la constitucién diddica madre-hijo, aconsejaban postergar la coloca-
cidn de gotas oftdlmicas a los recién nacidos para permitir las mira-
das reciprocas desde el comienzo. Con los ojos no sdio se mira sino
que se comunica. Como dice Fiondella, el bebé que no ve, no mira,
y como no mira, deja de ser mirado, es menos tocado, es menos ha-
blado, no hay sefialamientos para atencién conjunta, no se sabe
cémo jugar con él, y de alguna manera es abandonado, mo es esti-
mulado adecuadamente, con perturbaciones en su desarrollo emo-
cional.
Estos nifios con déficit de relacidn con sus padres se repliegan
sobre si mismos, acentuando asi sus trastornos emocionales y sus
conductas estereotipadas. La prevencién en muchos casos de esta
evolucién a cuadros autisticos a través de un adecuado sostenimien-
to con estimulacién temprana, apoyaria la hipotesis de una génesis
psicodindmica de la constitucién del trastorno en parte de la pobla-
cién deprivada sensorialmente.
Estudios electrofisioldgicos. Imagenes dinamicas
Ya hemos sefialado la alta incidencia de epilepsia en el autismo, y
es frecuente el hallazgo de electroencefalogramas patoldgicos atin en
aquellos casos que no se acompaifian de crisis clinicas. Esta frecuen-
cia varia entre un 32 y un 43 % de los nifios afectados, y la significa-
cién de este hecho esta sujeta a distintas interpretacionés. Las anor-
Malidades de un EEG dependen del método empleado y de la modali-
dad de la lectura. Esto equivale a decir que la asignacién de patolo-
gia a un trazado tiene que ver con quien lo interpreta. Cuando unEEG esta alterado y hay crisis clinicas, no hay discusién sobre la ne-
cesidad de tratamiento; cuando las anormalidades son francas-en
ausencia de fendmenos cifnicos. comienza el debate sobre la signifi-
cacion de las mismas en relacién al cuadro autista y la actitud tera-
péutica.
La tendencia general es no tratar fendmenos eicctroencetalogra-
ficos en ausencia de manifestaciones clinicas, aunque en algunos
casos hay dudas sobre lo absoluto de este criterio cuando las modi-
ficaciones dei trazado son muy significativas. De todas formas, la
electroencefalogratia dista de ser un elemento distintivo del sindro-
me autista, y no es indicacién permanente la obtenci6n de un traza-
do.
En cuanto a los potenciales evocados auditivos de tronco. los
trabajos iniciales daban cuenta de alteraciones importantes que sus-
tentaron la hipdtesis de una disfuncion del neuroeje como causa de
los sintomas del trastorno autistico. Cuando se exciuyeron los casos
con franco compromiso neuroldgico o sensorial, los hallazgos no pu-
dieron ser replicados, perdiendo valor como método diagnéstico dei
sindrome.
Los potenciales tardios 0 corticales se vinculan normalmente a
los aspectos cognilivos del procesamiento de {a informacién. Estos
potenciales se han encontrado aiterados en los escasos pacientes en
los cuales han sido investigados, pudiendo indicar estas alteraciones
una disfuncién en dreas frontales y parietales, como expresion de
deficiencias de la atencién selectiva o del trabajo cognitivo cortical.
Estos resultados son atin producto de muestras pequefias. Pueden
interpretarse como indicadores de fallas de dreas cerebrales que con-
dicionan la aparicion del sindrome autista, pero también como conse-
cuencias cognitivo-atencionales del trastorno instalado por factores
psicodindmicos.
Cuando hablamos de estudios dindmicos del sistema nervioso.
nos referimos a aquellos que como el PET (Tomografia por emision
de positrones) y el SPET (Tomografia con emisién de un solo
fot6n) permiten visualizar el cerebro durante la realizacién de distin-
tas tareas, lo que faculta a poner en evidencia sutiles malformacio-
nes, alteraciones del flujo sanguineo, o fallas funcionales de diver-
sas dreas comprometidas con esa funcién explorada. En estos estu-
kedios, !a mayoria atin en ctapa experimental, se han descripto distin-
tas alteraciones en el autismo, algunas de las cuales han sido cita-
das en esta obra. La escasez de los casos, la diversidad e inconsis-
tencia de los mismos, no nos permiten conclusiones acerca de la
validez de las mismas.
Neurorradiologia. Cerebelo y autismo
Los estudios neurorradiolégicos habituales no han arrojado ha-
llazgos significativos y especificos en los nifios autistas. Las des-
cripciones son inconstantes, menciondndose displasias corticales, le-
siones del I6bulo frontal, aumento del espacio subaracnoideo, atro-
fias corticales, etc. Podemos realizar sdlo una salvedad: en el 15 % de
los autistas hay agrandamiento de los.ventriculos laterales, que sue-
len estar asimétricos, o del tercer ventriculo, Este agrandamiento se
encuentra mds frecuentemente entre los autistas de mayor edad
(Hoschino y col. 1984), pero no supera esa frecuencia, no es especi-
fico del cuadro autista, ni puede conectarse con la sintomatologia.
A pesar de que habian existido algunos estudios anteriores, es en
1988 cuando Courchesne y col. describen sus primeros hallazgos de
anormalidades cerebelosas en los autistas. Sus comunicaciones fue-
ton recibidas no sdlo como una corroboracién de anormalidades
neuroldgicas en el sindrome, sino como la aparicién de un real marca-
dor bioldgico de la entidad. Courchesne y su grupo de colaboradores
No trabajaron con estudios comunes de resonancia magnética, sino
que sus hallazgos fueron efectuados con andlisis computarizado
cuantitativo de las imagenes obtenidas por esa técnica, por la cual
Puede evaluarse el real tamafio de los érganos explorados. Con este
Método se detectaron una hipoplasia (reduccién del tamaiio por fallas
del desarrollo) del neocerebelo del vermis (Idbulos VI y VID) y de los
hemisferios. Estos hallazgos coinciden con las descripciones anato-
Mopatolégicas que marcan una pérdida celular, especialmente de las
-células de Purkinje, en el cerebelo de los pacientes autistas. ‘
= La descripcién de anomalfas cerebelosas en un cuadro de mani-
‘festacién cognitiva-conductual no sorprendid, pues hace tiempo que
¢l cerebelo habfa cambiado su imagen de 6rgano vinculado exclusiva-mente al controi motor y ai equilibrio, adquiriendo representacién en
funciones cognitivas, en la atencidn y en el lenguaje. El roi que juga.
ria en el cuadro autista tiene que ver con sus multiples conexiones,
que determinan un control de la atencién que permite la integracion de
modalidades sensoriales y la significacion de esta funcién en las con-
ducias de intercambio social. Recordemos que la interaccién con los
otros tiene su génesis en las primeras modalidades de atencién con-
junta del nifio y su madre, y éstas estarfan afectadas en el autismo.
Los hallazgos de Courchesne y col. fueron replicados por ellos
mismos y otros autores. Inclusive en un reciente trabajo, Hashimoto
‘ol. (1995) encontraron en un numeroso grupo de autistas que esia
hpoplasia. no sdio interesa a la porcién vermiana del cerebelo, sino
también a la protuberancia, el neuroeje y el bulbo. Estos autores re-
cuerdan la conexién del cerebelo con el sistema limbico y el neuroeje
a través de circuitos que utilizan neurotransmisores que se encontra
ron alterados en el autismo. Por otro lado ratifican la idea de que ias
imagenes hipoplasicas conducen a pensar en una falla temprana dei
desarrollo de estas’ zonas mds que una regresion degenerativa posie
rior.
Dentro de las alteraciones cerebelosas, Courchesne y col. (1994)
describen hallazgos opuestos a los previamente comunicados. Es de-
cir que en un grupo de autistas, alrededor de un 13 % de los estudia
dos, hay una hiperplasia de estos lébulos vermianos. La explicacién
de que estos hallazgos serfan consecuencia de una falla de los meca-
nismos que regulan la proliferacién neuronal o 1a muerte celular pro
gramada, son construcciones hipotéticas y complicarian la correla
cion antes hallada entre pérdida neuronal y cuadro autista.
En reciente articulo, Courchesne (1995) revisa 16 trabajos de reso
nancia magnética cuantitativa o autopsias, encontrando 240 casa
de distintas anormalidades cerebelosas. Sin embargo, hay estudio:
que no pudieron replicar estos hallazgos (Garber y Ritvo, 1992
Holtum y col., 1992). Incluso dentro de aquellas investigaciones que
concluyeron que en promedio habfa una hipoplasia de Tegione:
cerebelosas en los autistas comparados con poblacién normal, ent
un 20 a un 50 % de los casos no presentaban alteraciones.
Por otro lado, la existencia de hipoplasia cerebelosa no parece st:
exclusiva del autismo; ha sido hallada en situaciones totalmente distintas, como en sobrevivientes de leucemia tratados con radiaciones
y medicacién intratecal (Ciesielski y Knight, 1994), y en un exhaustivo
estudio de 125 individuos normales y 102 pacientes con una variedad
de anormalidades neurogenéticas. Bradley Schafer y col. (1996) en-
cuentran esta anomaifa cerebelosa en un grupo disimil de patoiogias
sin conducta auusta, por lo que conciuyen que esta alteracion no es
un marcador neuroanatémico especifico del autismo, y la disgenesia
cerebelosa no parece. ser responsable de la clinica conductual de este
trastorno.
Como vemos, los hallazgos neuroradiolégicos, con la importancia
que revisten, no. son definitivos y estan sujetos a controversias so-
bre su especificidad, constancia e interpretacién de su relacidn con el
cuadro autista.
Hallazgos neuropatolégicos
Antes de avanzar en el resumen de los hallazgos neuropatoldgi-
cos en cerebros de nifios y adultos autistas fallecidos, lo cual puede
resultar complejo para quienes no sean médicos, es importante acla-
Tar que estas descripciones son resultado del andlisis de 12 casos so-
lamente, producto de estudios de 3 grupos distintos, de ahi que sea
necesario tomar las conclusiones con cautela.
El denominador comtin de estos hallazgos ha sido una reducci6n
significativa de células de Purkinje en determinadas dreas del cerebe-
lo y en menor proporcién de células granulosas tanto en adultos
como en nifios. En cambio, las modificaciones a nivel de los nticleos
del techo del cerebelo y de Ia oliva inferior eran disimiles segtin la
cdad, lo que dio pie a la hipdtesis sostenida por el grupo de mayor
experiencia en este campo (Bauman y Kemper, 1994), de que las ano-
malfas se constituirfan en una fase temprana del desarrollo, por lo
cual algunos circuitos conformados en forma inestable no podrian
Sostenerse a lo largo de la vida, entrando en estados regresivos.
La probable relacién de estas alteraciones cerebelosa$ con los
sintomas del autismo ya ha sido comentada: tienen qué vet con la
Posibilidad de que el cerebelo juegue un rol significativo en el con-
‘rol de la atencién, en el procesamiento del lenguaje,-en el planea-