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RESUMEN
Este artículo discute los formatos socioculturales e históricos de construcción
de los espacios en el poblado de Huara, en la provincia del Tamarugal, Región
de Tarapacá. El objetivo es analizar, desde las disciplinas de la historia, la
antropología y la geografía cultural, cómo el espacio y los lugares públicos y
privados han generado una impronta cultural que caracteriza a esta localidad
del desierto de Atacama, para diferenciarlas de otros asentamientos humanos en
una serie de contextos históricos que arrancan con el ciclo salitrero, para poste-
riormente reconfigurarse en un sitio aledaño a la carretera Panamericana Norte.
Palabras clave: Huara, espacios, lugares, desierto, identidad.
ABSTRACT
This article discusses the sociocultural and historical forms of the construction
of spaces in the town of Huara in the province of Tamarugal Tarapacá Region.
The aim is to analyze from the disciplines of history, anthropology and cultural
geography such as space and public and private places have created a cultural
imprint that characterizes this region of the Atacama Desert, to differentiate
them from other human settlements in a series of historical contexts that iniciate
the saltpetre cycle, then reconfigured into a site adjacent to the North Panameri-
can Highway.
Key words: Huara, spaces, places, desert, identity.
“Los lugares son historias plegadas y Este trabajo, con cierta sonoridad de en-
fragmentadas, de pasados robados a una le- sayo, intenta reflexionar sobre la construc-
gibilidad otra, tiempo amontonado que se ción del espacio que se elaboró en la desér-
puede desatar, pero que está allí, como rela- tica pampa. No es un recuento histórico, ni
tos a la espera que resisten el estado de tampoco pretende ser una etnografía de la
desecho, como una simbolización enquista- vida en las salitreras. Interesa dar cuenta de
da en el dolor o el placer del cuerpo” (De que ciertos asentamientos humanos opera-
Certeau, 1990: 163). ron no solo en el formato industrial durante
el ciclo salitrero, sino que al mismo tiempo
permitieron articular una serie de vínculos y
redes sociales entre la pampa y los valles ta- Como es sabido, en el plano de Antonio
rapaqueños, siendo en tal sentido el pobla- O’Brien (1765) no se menciona a Huara,
do de Huara un nodo que redireccionó las solo existen referencias generales sobre un
actividades regionales, permitiendo fluir es- camino que baja de la quebrada de Tarapacá
pacios locales que se reconfiguraron en di- llamado Cataumano y otro sendero ubicado
ferentes ejes, siguiendo siempre el ritmo de al sur denominado camino de Cruz de Pie-
los contextos históricos que vivenciaron, so- dra (O’Brien, 1765; Bermúdez, 1975;
bre todo hacia la segunda mitad del siglo Núñez, 1989). Estas rutas solo describen
XX4. parcialmente sectores adyacentes a lo que
hoy es Huara, lo que presumiblemente po-
Los inicios de la comunidad dría constituir un sitio eriazo inhabitado
donde se desprendían caminos troperos y
El origen de Huara es incierto en cuanto senderos que disectaban la llanura salitrosa
a una fecha precisa de su fundación, al igual de la pampa del Tamarugal.
que Iquique, Tarapacá o Pisagua, lugares
que no precisan su partida fundacional En los mapas del siglo XIX de Carey y
(Díaz, 2007; Donoso, 2003). Pero este obs- Mathew en 1814, Carey en 1822, Colton en
táculo vinculado al dato descriptivo no pue- 1856, Bollaert & Smtih en 1851 y Beltrand
de impedir levantar algunas hipótesis. El en 1979 no se identifica un asentamiento o
análisis de mapas coloniales y republicanos, un sitio de descanso, tambo o aguada en el
puntualmente del periodo peruano (1821- área de Huara. Solamente en el mapa y per-
1883), no arroja ni ilustra algún tipo de fil topográfico de Bollaert & Smtih del año
asentamiento localizado en la pampa adya- 1851 se advierte un promontorio que recibe
cente al oriente de la cordillera de la costa la denominación de Huara, localizado en
tarapaqueña donde hoy se erige Huara. Asi- las serranías contiguas a la actual localidad,
mismo, no existen referencias documentales posiblemente en el cerro donde hoy se ubi-
sobre lugares que se encuentren distribuidos can las antenas de comunicación radial y te-
en la gradiente occidental altiplano-precor- levisión (Silva, 1977). Ahí podría encontrar-
dillera-quebradas-pampa-litoral, o que regis- se la relación denominativa con Huara.
tren tambos, posadas, paskanas, pukara u
otro sitio con una posible data precolombi- El vínculo nominativo con una entidad
na, vinculando a este circuito a un antiguo geográfica cercana parece ser la apuesta
recinto en el perímetro de Huara. más plausible que fundamenta la relación
identitaria entre paisaje y sociedad, la cual,
desde la perspectiva de la geografía cultural,
supone la construcción del medio ambiente
a imagen y semejanza de los grupos huma-
4 El poblado de Huara se localiza 75 km al noreste nos que inciden en el entorno natural, trans-
del puerto de Iquique, en la depresión intermedia formándolo en un paisaje cultural (Díaz y
del Norte Grande de Chile, entidad geográfica re-
conocida localmente como la pampa del Tamaru-
Mondaca, 1999).
gal, debido a antiguos bosques de prosopis que
existieron en la zona (algarrobos y tamarugos). El Pensar que Huara podría estar correla-
terremoto del 13 de junio del año 2005 dañó no- cionada con un sistema de postas preco-
toriamente la infraestructura del pueblo, siendo
lombinas sin evidencias parece una hipóte-
uno de los sitios más azotados por este evento te-
lúrico que diezmó al norte chileno. A partir de sis prematura, carente de antecedentes que
aquel año, diferentes discursos tanto de autorida- justifiquen dichas aseveraciones. En suma,
des locales como de entidades estatales hicieron creemos que la alternativa va por redirec-
referencia hacia el valor patrimonial del lugar y a cionar la discusión hacia épocas tardías,
una serie de propuestas reconstructivas. A la fecha
aún no se ha materializado ningún proyecto habi-
principalmente al periodo salitrero (1880-
tacional, ni estudios sistemáticos sobre el patrimo- 1930), sosteniendo que la antigüedad no
nio material de este pueblo y otras localidades de supone necesariamente valoración patrimo-
la precordillera tarapaqueña. Como nota aparte, se nial, sino que son los vestigios que dan
debe agradecer al licenciado en Historia Paulo La-
cuenta de manifestaciones sociales comple-
nas Castillo por su aporte en la revisión, ordena-
miento y comentarios del material bibliográfico jas los que deben valorarse de acuerdo a
aquí expuesto. los contextos y significancias comunitarias,
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rreos, telégrafos, registro civil), así como en cina al paradero o estación de ferrocarril,
espacios lúdicos dedicados a la compra-venta está en el cantón de su nombre; departa-
de productos y también a la diversión. mento y provincia de Tarapacá. Huara es el
tercer distrito de la 7ª subdelegación de
Para fines de la década de 1880, Francis- Pozo Almonte y tiene en el cantón de su
co Riso Patrón describía que Huara era un nombre las oficinas salitreras más valiosas
“pueblo nuevo, a orillas de la línea férrea, en explotación (las de su contorno) denomi-
en donde se ha formado una población, ve- nadas: Ramírez, Constancia, Santa Rosa, Ro-
Cuadro Nº 1
Departamento de Tarapacá, subdivisión administrativa, 1884
Subdelegación Distritos
sario de Huara, San Jorge, Tres Marías y Pri- estructura política, comunicacional y comer-
mitiva. Este pueblo está llamado a prosperar cial. Para dicho efecto se organizó el cantón
rápidamente, por tener en sus alrededores de Huara. De acuerdo con González (1991),
las oficinas más valiosas de la Pampa, así los cantones salitreros eran divisiones geo-
como la mayor población que tienen las gráficas de los terrenos salitrales que esta-
mencionadas oficinas, que no baja de 6.000 ban vinculados a un mismo puerto de em-
habitantes” (Riso Patrón, 1890: 74). barque; por tanto, las oficinas (Figura Nº 1)
que en ellos emergían tenían una identidad
Tal como lo expresa Riso Patrón (1890), territorial común. Generalmente se ubicaba
Huara se despliega tempranamente como un un pueblo en medio del cantón, asignándo-
nodo articulador en la pampa tarapaqueña, les el nombre. Los cantones salitreros para
cobijando a distintas oficinas que se encon- fines del siglo XIX eran el de Zapiga, Sal de
traban a sus alrededores, insertándolas en la Obispo, Pampa Negra, San Francisco, Ne-
Figura Nº 1
Oficinas salitreras de Tarapacá
6 El cantón de Huara, de acuerdo a Silva (1913), te- rraín, que hace sus visitas los días lunes, miércoles
nía bajo su administración las siguientes oficinas y viernes. La máquina tiene 12 cachuchos de 30
salitreras: pies de largo por 8 y por 7, cinco calderos por 28
- Constancia: oficina de la compañía salitrera pies de largo por 8 de diámetro, 5 acendraderas y
Constancia, representada por Gildemeister y Cía., 2 ascensores para el caliche y el ripio. Se usa úni-
con domicilio en Iquique; embarca por Caleta camente petróleo y el agua para todo el consumo
Buena. Administrador, don E. Von Schmeling; inge- la da un pozo de la pampa servido por tracción
niero, señor Fritz Weinert; contador, don J. Eduar- eléctrica de la oficina Rosario de Huara.
do V. Wood; fichero, don Manuel Villena Castro; - Ramírez: oficina de la The Liverpool Nitrate Cº
pasatiempo, señor Walter Krais; bodeguero, don Ltda., representada por Lockett BROS y Cía., con
Manuel Torres A.; ensayador, don Rodulfo Matis; domicilio en Iquique; embarca por este puerto.
corrector, don Leonidas Noumenn; jefe de máqui- Administrador, don R. T. Love; contador, don E.
na, don Fidel Gálvez; jefe de maestranza, don Li- Fergusson; bodeguero, don A. Meléndez; pasa-
borio Alday. La pulpería era arrendada a don Ju- tiempo, don A. Watkins; fichero, don E. Saill; jefe
lián Pérez Herreros. de pulpería, don E. de Castro; corrector, don M.
- Maroussia: oficina de Peretti, Jeffery y Cía., re- Zamorano; jefe de maestranza, don R. Ríos; jefe
presentados por ellos mismos, con domicilio y ge- de máquina, don F. Durán.
rencia en Iquique; embarcan por Caleta Buena. - Rosario de Huara: oficina de la The Rosario Ni-
Administrador, don Antonio B. Vernal R.; contador, trate Cº Ltda., representada por Gildemeister y
don Rogelio Gensollen; pasatiempo, don Arturo Cía., con domicilio en Iquique; embarca por Cale-
Merami; bodeguero, don Elías Cáceres; apuntador, ta Buena. Administrador, don T. Farquharson; con-
don Juan Ossa Ossa; jefe de pulpería, don Juan tador, don A. E. Nutter; pasatiempo, don V. Lema;
Brusacá. bodeguero, don G. E. Malcolm; fichero, don J.
- Mapocho: oficina de la The Liverpool Nitrate Cº Arredondo; jefe de pulpería, don Juan Petric. La
Ltda., representada por Lockett BROS y Cía., con máquina tiene 18 cachuchos, 7 calderos y 143 ba-
domicilio y gerencia en Iquique; embarca por este teas. Estacamento: 260 estacas peruanas.
puerto. Administrador, don A. H. Hoey; contador y - Santa Rosa: oficina de don Jorge Jeffery, repre-
cajero, don E. Jefferson; pasatiempo, fichero y bo- sentada por él mismo, con domicilio y gerencia en
deguero, don M. Quiroga A.; ingeniero, don C. Iquique; embarca por este puerto. Administrador,
Damon; jefe de pulpería, don Benito Casas B.; don Juan Hernández; contador, don H. B. Comber;
pulpero. Don Emilio Borrás; corrector, don Maria- pasatiempo y cajero, don Carlos Arce C.; bode-
no Cevallos; jefe de maestranza, don Adrián Ba- guero, don Carlos Rosas; fichero, don Luis Brada-
rrios; jefe de máquinas, don Lucindo Díaz. Médico novich; jefe de maestranza, don Santiago Macbri-
de la oficina, doctor Gordon Fowler. Estacamento: de; corrector, don César Angulo; jefe de máquinas,
38 estacas peruanas. don J. F. Lecaros. Estacamento: 964 estacas perua-
- Puntilla de Huara: oficina de la The Rosario Ni- nas.
trate Cº Ltda., representada por Gildemeister y - San Jorge: oficina de Moldes, Gajo y Cía., repre-
Cía., con domicilio en Iquique; embarca por Cale- sentada por ellos mismo, con domicilio en Iqui-
ta Buena. Administrador, don Guillermo Schroder; que; embarcan por Caleta Buena. Administrador,
contador y cajero, don Eduardo Romero; fichero y don Francisco de A. Camino; contador, don Hora-
pasatiempo, don Godofredo Vidal H.; bodeguero, cio Fernández; fichero, don Cayetano Alvarellos;
don Santiago Zavala; jefe de pulpería, don Antonio bodeguero don Atilano Beltrán; químico, don
Petric; pulpero, don Simón Jiménez; jefe de pam- Maximino Pizarro; jefe de pulpería, don Arturo
pa, don Ladislao Vernal; ingeniero, don Matías Vé- Sanjurjo; pulperos, señores Gaspar Lamas y José
liz; jefe de elaboración, don Anuario Órdenes. Viña; corrector, don Froilán Ayala; jefe de maes-
Médico de la oficina, doctor don Arturo Araos La- tranza, don Abelardo González; jefe de máquinas,
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don Idelfonso López; boletero, don Leonardo Del- la oficina por medio de una corriente de 3.000
gadillo. La máquina tiene 16 cachuchos y 78 ba- volts. Estacamento: 250 estacas peruanas.
teas. Estacamento: 85 estacas peruanas. - Tres Marías: oficina de Perfetti, Jeffery y Cía., re-
- Santiago: oficina de la The Santiago Nitrate Cº presentada por ellos mismos, con domicilio en
Ltda., con domicilio en Iquique; embarca por Ca- Iquique; embarca por Caleta Buena. Administrador,
leta Buena. Administrador, don S. P. Lowe; conta- don Tomás Hawieson; inspector e ingeniero, don
dor, don G. R. Watson; pasatiempo, don C. A. Pilade Ferro; contador, don Ricardo Arce; bodegue-
Rigden; bodeguero, don E. A. Colvin; ingeniero, ro, don Alcides Meriggio; jefe de pulpería, don Juan
don J. B. Coull; jefe de maestranza, don L. Collins; Catanzaro; jefe de maestranza, don Emilio Catalán;
jefe de máquina, don Arturo Cáceres; jefe de pul- jefe de máquinas, don Cornelio Lecaros.
pería, don J. Perón. La oficina dispone de 3 moto- - Valparaíso: oficina de la Compañía de Salitres y
res Diesel de 95 caballos de fuerza cada uno y Ferrocarril de Agua Santa, representada por ella
tres generadores eléctricos de corriente alternada misma, con domicilio en Valparaíso y gerencia en
de 220 volts, los cuales dan la fuerza necesaria Agua Santa; embarcan por Caleta Buena. Adminis-
para mover toda la maquinaria de la oficina. Tiene trador, don F. W. Corthorn; cajero, don C. Zavala;
seis acendraderas con plano inclinado para el aca- pasatiempo, don Juan Narea; pagador, don Jorge
rreo hasta la máquina. Para el transporte de mate- Zavala; bodeguero, señor Harry Humberstone;
rial desde la pampa, cuenta con cuatro locomoto- ayudante de bodega, Francisco Clavijo; jefe de
ras y setenta y cinco carros Lyons. La casa de Yodo pulpería, don Ismael Fernández. Profesor de la es-
consta de seis bateas y su respectiva retorta. Para cuela de niños, don Juan Pérez, profesora de la es-
el abastecimiento de agua a la oficina, hay un cuela de niñas, señora Isolina C. de Pérez. Médico
pozo de 84 m de profundidad, con bombas movi- de la oficina, doctor don José Quintana, residente
das por fuerza eléctrica, que es transmitida desde en Agua Santa.
36 R E V I S TA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE
Cuadro Nº 2 Cuadro Nº 3
Tarifa del ferrocarril de Iquique Estaciones recorridas de Pisagua a salitrera
Tres Marías
Distancia Nombre de Tarifa
(millas) oficinas (peniques) Distancia (millas)
Estaciones
Parciales Totales
31,78 Yungay 7,74637500
33,82 Santa Beatriz Pisagua 0 0
(Noria) 8,24362500
Hospicio 7 7
36,00 Paposo 8,775000
Arenal 4 11
36,13 Peruana 8,80668750
San Roberto 5 16
36,36 Sacramento 8,86275000
Nivel 2 18
37,02 San Carlos 9,02362500
Jazpampa 6 24
37,45 San Fernando (1) “
Zapiga 5 29
40,50 Argentina 9,75000
Dolores 2 31
40,50 Solferino “
San Francisco 2 33
40,50 San Pablo “
Porvenir 1 34
43,60 Esmeralda “
Camiña 1 35
43,65 Serena
Santa Catalina 1 36
(Pozo Almonte) “
Aurora 9 45
43,65 Tegethoff “
Abra de Ugarte 1 50
43,65 Normandía “
Abra de Quiroga 2 52
43,75 San Juan “
Tres Marías 4 56
44,15 Buen Retiro “
46,12 Cala-Cala “ Fuente: Espinoza, 1897.
47,00 San Lorenzo “
48,00 Virginia “
48,00 Santa Elena A este recorrido se debe considerar una
(Virginia) “ bifurcación en la milla 29, donde estaba la
48,06 La Palma “ estación central, punto donde partía un ra-
mal hacia el sur llegando a la oficina La No-
49,31 Peña Chica “
ria, dividiéndose en otros ramales para co-
51,02 San José
municar diversas salitreras del cantón
(de Aguirre) “ principal.
55,30 San Donato “
59,45 Ramírez “ Otras líneas de menor importancia reco-
63,34 Constancia “ rrían el desierto para que los carros planos
68,49 San Jorge “ pudiesen transportar el mineral. Principal-
mente destacaba la línea que exportaba por
68,56 Tres Marías “
el puerto de Junín, la que recorrería 35 km y
(1) Cuando esté concluido el ramal de esta oficina,
su principal característica era que desde el
el millaje será 39 y el flete de 9,506250 peniques. Alto de Junín existía un andarivel de 1.250
Fuente: Billinghurst, 1886. m de longitud, con una altura de 650
m.s.n.m., el que bajaba a la pequeña plani-
cie litoral que existe en ese lugar, donde se
encontraba habilitado un embarcadero de
En un sentido inverso, es decir, de sur a salitre (Espinoza, 1897).
norte, el mismo troncal partía desde el puer-
to de Iquique. Su recorrido comenzaba fal- Aprovechaban estas líneas las siguientes
deando los cerros hacia el norte de la ciu- oficinas: Carolina, Santa Rita, Unión, San
dad formando un ángulo, siguiendo después Patricio, San Francisco, San Antonio, Cruz
al sur hasta el Alto del Molle, donde partía de Zapiga, Patria, Reducto, Bearnes, Compa-
al norte hasta Tres Marías (Cuadro Nº 4). ñía, entre otras (Figura Nº 2).
EL ESPEJISMO DE LOS LUGARES . LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO 37
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Figura Nº 2
Distribución de oficinas y conexiones ferroviarias, fines del siglo XIX
Figura Nº 3
Estación del ferrocarril, Huara, inicios del siglo XX
Figura Nº 4
Estación del ferrocarril, Huara, alrededor de 1920
Figura Nº 5
Ubicación de antiguos tambos insertos en la trama urbana
Al escudriñar el pasado del pueblo, es ron y cómo van cargando con sentido cada
imperioso una aproximación a las formas de centímetro de los lugares en los cuales se
vida de los que habitaron esta localidad; sus desenvuelven en su quehacer cotidiano, ya
representaciones en el espacio que residie- sea al alero del ferrocarril pampino, como
Figura Nº 6
Tambo “San Juan”, década de 1920
Figura Nº 7
Plano de Huara hacia 1920
Más adelante se agrega: mo. A este paralelo entre el lugar como con-
junto de elementos que coexisten en un
“Este paseo es nuestro orgullo, sin em- cierto orden y el espacio como animación
bargo en muchas partes centrales la tie- de estos lugares por el desplazamiento de
rra la está cubriendo. Hace falta recoger un elemento móvil le corresponden varias
esa tierra y hoy que el agua salada es ba- referencias que los mismos tiempos preci-
ratísima, hacerla regar siquiera una vez a san” (De Certeau, 1990: 164).
la semana. Pedir esto y ser atendido, ¿se-
ría más fructífero pedir peras al olmo?” En definitiva, son los seres humanos (lu-
(Diario La Defensa, Huara, 7 de junio de gar antropológico) los que asignan el senti-
1935). do al lugar. Cada persona se reconoce en el
idioma del otro incluyendo sus silencios. En
Las anteriores citas describen cómo los otros términos, el lugar antropológico sería
espacios de convivencia se tornan significa- un universo de reconocimiento en el que
tivos del quehacer cotidiano de la pobla- cada uno sabe cuál es su sitio y el de los de-
ción. Las avenidas donde circulan diaria- más, así como también distingue los puntos
mente los habitantes, las plazas, los juegos de referencia espaciales, sociales e históri-
infantiles, las estaciones de ferrocarriles, en- cos que comparte con sus pares, pese a di-
tre otros sitios, son espacios cotidianos a los versas situaciones.
que los mismos habitantes le dan un sentido
de pertenencia, elaborando categorías según
la importancia y significación que ellos mis-
Huara como lugar o el lugar
mos saben otorgarle. El arreglo de edificios, de Huara
inmuebles o pintado de fachadas puede ser
un recurso utilizado por la autoridad para En una transecta de larga duración, los
impregnar cierto compromiso con los intere- sujetos (los huarinos en este caso) le dan
ses del Estado y el orden público, y que vida al lugar como “espacios vividos”; espa-
paulatinamente se convertirá en compromi- cios con sentido inscritos o simbolizados,
sos comunitarios en la construcción de es- transformando los lugares en espacios o los
pacios: espacios en lugares según sea la calificación
que se les puede otorgar. De esta manera,
“Huara, 6 de Septiembre de 1928 “los procesos sociales involucrados en ‘mar-
car’ espacios implican siempre la presencia
En el pueblo de Huara, todos los vecinos de emprendedores de memoria de sujetos
han accedido a pintar las fachadas de activos en un escenario político del presen-
sus propiedades, en obsequio a 118 Ani- te, que ligan en su accionar el pasado (ren-
versario de Nuestra independencia Na- dir homenaje a víctimas) y el futuro (trans-
cional. La escuela Nº 28 de Niñas, pro- mitir mensajes a las nuevas generaciones)”
piedad fiscal, se encuentra su fachada (Jelin y Langland, 2003: 4).
exterior bastante en desacuerdo con las
propiedades vecinas que la rodean. Los lugares manifiestan experiencias vi-
vidas con significados similares. Hacen po-
En consecuencia, a US. Ruego se digne sible la comunicación entre prácticas socia-
autorizar se pinte la fachada exterior de les desiguales, orientando las acciones de
este establecimiento que con 15 a 20 ta- los individuos; buscan regular el uso y apro-
rros de pintura, de 25 libras quedaría piación del territorio de manera legítima. El
hermoseado el edificio en referencia. sentido que los individuos le otorgan a un
lugar está dado por las representaciones que
Saluda mui atte a US” (AIT, 1928). le atribuyen a esos espacios, es decir, por
las imágenes, atributos, significados y usos
Sobre esto, De Certeau (1990) plantea determinados por la cultura.
que los lugares son “un cruce de elementos
en movimiento: los caminantes son los que Por lo tanto, se puede esbozar la idea
transforman en espacio la calle geométrica- de que el espacio es fundamentalmente
mente, definida como lugar por el urbanis- social, siendo construido a través de la
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participación que hacen de él los indivi- en las relaciones sociales que se dan en su
duos mediante prácticas sociales específi- interior, que son las tres características que
cas. En definitiva, se intenta comprender el autor le atribuye a este concepto. Augé
la vida cotidiana a partir de aquellas for- (2002) retoma la dicotomía lugar/no lugar y,
mas de sociabilidad que crean y dan for- posteriormente, realiza una nueva reflexión,
ma al lugar. en tanto que muchos espacios que podían
ser considerados como no lugares se trans-
Consideraciones finales forman en lugares para las personas que los
usan cotidianamente. Del mismo modo,
“El espacio captado por la imaginación aquellos lugares se pueden trasformar en no
no puede seguir siendo el espacio indiferen- lugares en la medida que las relaciones so-
te entregado a la medida del geómetra. Es ciales, la identidad y la historia que los con-
Vivido. Y es vivido, no en su positividad, forman se vayan debilitando.
sino con todas las parcialidades de la Imagi-
nación” (Bachelard, 1992: 175) De acuerdo a estas ideas, son las calles
o esos lugares de sociabilidad donde el
El concepto de espacio es definido y huarino, ya sea de origen chino, austriaco,
utilizado por diversas disciplinas y en dis- italiano, chileno, peruano o boliviano,
tintos contextos. Desde una connotación construye la percepción de sí mismo en las
convencional, ha sido comprendido como plazas, la iglesia, las calles principales, los
un “algo” que contiene objetos, como un sitios de ocio o de diversión. Su propio ho-
soporte de la naturaleza física sobre la que gar es para él significativo, ya que en ellos
el hombre interactúa. También desde el están impregnadas su historia o las historias
sentido común, el espacio es tomado como de sus pares, como en el negocio de la es-
un hecho de la naturaleza, como si fuera quina, la panadería, la botica, entre otros.
una característica objetiva de las cosas, Es el espacio vivido tanto real como imagi-
medible y cuantificable (Harvey, 1990). Al nado.
hablar de espacio, estamos haciendo refe-
rencia a algo que se produce, que es crea- Pasando a otro punto, el terremoto de
do. No es algo que exista anteriormente o 2005 dejó en evidencia no solo las precarias
algo natural; en tanto, es una construcción condiciones en las cuales vivían algunas fa-
humana. Lo interesante que se puede plan- milias en Huara, sino que de igual forma ha
tear es que el espacio social es un correlato permitido visualizar los grados de compro-
en el espacio físico, es decir, se puede ver miso que las familias huarinas de continui-
la posición de los agentes sociales en el lu- dad histórica poseen con el espacio social
gar que ocupan en el espacio físico (Jelin y en Huara, hoy antiguas viviendas que son
Langland, 2003). consideradas por las autoridades y las em-
presas turísticas como patrimoniales.
Partiendo de la base de que el espacio
debe ser leído más allá de sus características La comunidad histórica de Huara se ha
físicas y que se presenta como un texto en el conformado a lo largo del tiempo, integran-
cual podemos leer lo que sucede en la es- do a nuevos huarinos que han ampliado el
tructura social, es fundamental considerarlo universo de componentes sociales 7 . Hay
como algo que está en constante construc- nuevos integrantes de Huara, pero estos son
ción, significación y resignificación en la considerados afuerinos, ya que no partici-
medida que las posiciones diferenciales de pan del círculo que encierra socializar o
los sujetos se van transformando, conside- compatibilizar con las huellas del tiempo.
rando los distintos agentes que en él inter-
vienen.
La comunidad de Huara reconoce ciertos cia el occidente, ya que las serranías coste-
edificios como lugares colmados de tradi- ras no impedían a la gente disfrutar de un
ción. Se podría decir que aquellos recintos devenir económico auspicioso, aunque con
poseen “marcas o sellos de historicidad”, mucho sudor y esfuerzo, en cuanto a la
entendiendo la historicidad como la capaci- construcción de su comunidad. La vida so-
dad que poseen los actores sociales de re- cial giraba en torno a ese escenario, porque
flexionar y reevaluar su historia, recompo- un número no menor de población flotante
nerla, dramatizarla y dinámicamente transitaba por las calles polvorientas de
reconstituirla, impregnando el relato con Huara, por las líneas de los tres ferrocarriles,
emociones que surgen al recordar, no im- tanto para Zapiga o Pozo Almonte, para
portando si ellos fueron testigos o no. La Iquique o hacia el sur del país, o para la
historicidad se reinventa de generación en costa hacia Caleta Buena.
generación en los lugares que poseen nichos
memorísticos o mnemotécnicos del pasado, De igual forma, el camino fiscal, adya-
como verdaderos bolsones o relictos donde cente a la línea férrea, se localizaba al oeste
se puede aún embriagar de lo remoto, y sa- del pueblo, por lo tanto, la vía moderna por
ciar la sed desértica con epopeyas del ayer donde circularon los automóviles, entre ca-
(desfiles, fiestas patronales, entre otros). laminas y chusca por doquier, fue entre
Huara y otros lugares; incluso, hubo carre-
Evaluando la historia de Huara en cuanto ras de automóviles que desde Buenos Aires
a su conformación, se pueden apreciar tres venían compitiendo para alcanzar la meta
claros momentos que hipotéticamente grafi- en Caracas, Venezuela, hacia la década de
can el largo siglo XX que ha vivido la comu- 1940, donde los niños y la juventud de Hua-
nidad. ra, incluido los curas franciscanos, se agol-
paron a ver los bólidos, que eran más de
Primeramente, está la formación del es- 100, pasar raudos frente a ellos, cuando la
pacio social de Huara, que se circunscribe tarde recién caía.
al ciclo salitrero. Es el momento donde la
población se va asentando, construyendo los Pero el tercer momento marca un punto
sitios y lugares destinados al trabajo, a la re- de inflexión. Para 1962 se comienza a cons-
creación, a la venta y a las proclamas políti- truir la Carretera Panamericana (ruta 5 nor-
cas. Esta etapa dura hasta 1930 aproximada- te), la cual une in extenso infinitos territo-
mente, cuando se inaugura un declive en las rios de norte a sur del continente. Para
actividades laborales que la gente de Huara entonces, Huara ya ha sufrido los embates
desarrollaba en torno a la industria salitrera. de la migración, pero ahora su eje de socia-
En teoría, los efectos nocivos para la comu- bilidad se alterará. Ya no será más la calle
nidad se pueden resumir en una migración Arturo Prat (Figuras Nº 8 y Nº 9) la que dé
permanente hacia centros urbanos atractivos vida al poblado, o las estaciones de trenes
económicamente, como Arica y su puerto li- atiborradas de gentío. Ahora son el ruido de
bre, Iquique y la industria pesquera y mine- los camiones, de camionetas, buses y autos
ra, Calama y su porvenir minero u otras ofi- los que llamarán la atención de los huari-
cinas que siguieron operando hasta la nos, girando el eje ahora al este, mirando la
década del 70, como lo fue Victoria. Pero la cordillera andina, volteando a su centro fun-
gente puede abandonar Huara no solo por dante. En definitiva, dando la espalda a los
motivos económicos; algunos buscarán en edificios y vías que la vieron nacer y crecer
los puertos nortinos una amplia gama de en el pasado.
oportunidades para continuar los estudios.
Es este momento, “el segundo”, que metafó- Actualmente, Huara posee este eje social
ricamente hablando, se puede visualizar (Figura Nº 10), donde la carretera influyó
como el cambio de eje articulador de la so- para que se trasladaran algunos locales que
ciabilidad en Huara. antes estaban en calle Prat, pero ahora mi-
ran como posadas la circulación carretera,
Antes, Huara se había constituido como como es el caso del restaurante La flor de
un centro poblado que interactuaba con el Huara. Hay nuevas viviendas, incluida la te-
ferrocarril. Toda la vida de Huara miraba ha- nencia de carabineros, que se puede reco-
EL ESPEJISMO DE LOS LUGARES . LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO 45
E N E L D E S I E RTO TA R A PAQ U E Ñ O . HUARA, SIGLOS XIX-XX
Figura Nº 8
Calle Arturo Prat, Huara, 1942
Figura Nº 9
Calle Arturo Prat, Huara, 2007
Figura Nº 10
Plano de etapa salitrera y ruta 5, Huara