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Lo Que El Cielo No Perdona
Lo Que El Cielo No Perdona
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■• Fidel Blandón Berrío
Lo que el cielo
no perdona
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(Novela histórica)
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Planeta
Santafé de Bogotá, 1996
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ISBN*: 958-614-516*6
Impreso en Colombia
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t ÍNDICE
I
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Prólogo 9
Lo que el cielo no perdona 19
Dedicatoria 21
Notas para la quinta edición 23
LOS DEDICADOS ~
ii »
DOCUMENTOS
" M o n se ñ o r A n d r a d e "
PorJ. MICHELIN
"El Diario" de M edeilín.
Julio 2S de 1953
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" E l r e g r e so d e l P a s t o r "
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" E l P adre G onzalo J iménez H errera "
A
C arta a l a u t o r
Al p a n , p a n , v a l v in o , v in o
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V o r á g in e p o l ít ic a
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Herminia Gutiérrez, quien aun me reveló órdenes secretas
que le había dado el inspector de policía. Al mismo tiempo
se cedulaban menores de edad con partidas de bautismo
fraudulentamente expedidas, se violó la ley domiciliaria y
hasta los muertos votaron.
Después de la inhabilitación política y electoral seguía
la inhabilitación moral. xMada más sencillo, pues ésta se
ejecutaba desde los pulpitos con arengas incendiarias en
contra de los liberales, en los confesonarios y en la recep
ción de los demás beneficios de la Religión. Y para que no
se crea que exagero, aunque todo el mundo sabe Ja ver
dad de estos horrores, voy a citar de carrera algunos casos.
En Medellín, por ejemplo, muchas gentes tenían que salirse
de los templos al oír semejantes cosas y los protestantes
grabaron más de cincuenta sermones de estos en las
diferentes iglesias de la ciudad. A mí personalmente me
tocó oír en una de sus reuniones una de aquellas cintas
que forman un opíparo repertorio radiofónico.
Respecto de las campañas en el confesonario, baste citar
la circular reservada dada en Santa Rosa de Osos el 9 de
junio de 1949, firmada por Mgr. Builes y publicada en la f
Tipografía "Marden" de Medellín. Y así, para no citar más,
se obró y se procedió casi en todas partes, dando por
resultado el que miles de personas, inclusive dam as que
antes eran piadosas, se vieran obligadas a retirarse de la
iglesia y de los santos sacramentos, pues fueron declaradas
condenadas en vida.
LO QUE EL CIELO .YO PERDONA 65
I 1
terror del conservatismo. El caso del Padre Millán es horró
os roso: vestido de civil asaltó una casa de gente liberal, como
'^ ^ .c a b e c illa de un grupo de bandoleros, asesinó él mismo a
'* una señora de edad, a un sirviente de la familia y dejó
¡ heridas a dos señoritas. Una de éstas logró reconocer al
\ cura y ya dio su declaración juramentada ante la justicia../'
Antes de hablar de las vías de hecho para inhabilitar
materialmente a los liberales en la época nefanda a que me
refiero, voy a transcribir algunos apartes de una comuni
cación de Juan de Jesús Franco al Coronel Pioquinto
Rengiío, Gobernador de Antioquia, con fecha 10 de julio
de 1953, y que dice:
"Ante la evidencia del régimen conservador que con
careta de unión nacional, presidía el doctor Ospina Pérez,
la república se preparaba para asistir a las elecciones del 5
r de junio de 1949. Las autoridades conservadoras, conven
cidas hasta la saciedad de que el partido liberal seguía
siendo la mayoría incontrastable de la nación, no vieron
/ otro camino para un posible triunfo que el de la matanza
sin fórmula de juicio. Con sus hechos criminales diezma
ban los efectivos de nuestro partido, y cuando no los ma
taban, atemorizaban a nuestros copartidarios para que no
se acercaran a las urnas. Los sistemas eran diversos. Les
destruían las cédulas de ciudadanía, único documento que
1 otorga en buena ley, título leal para ejercer el derecho del
sufragio. Los liberales eran arrestados sin motivo.. Les
quem aban sus propiedades.-Les asaltaban sus casas,
muchas veces a la medianoche, y exterminaban hogares
enteros. Era el juego decisivo y perverso po'rla obtención
de uña mayoría imposible, para el que no escatimaban
medios ni se tenía ninguna consideración".
Por último apareció en todos los rincones de la Patria la
famosa "plancha", sistema falangista al servicio de las
derechas colombianas.
LO QUE EL CIELO SO PERDONA 61
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A r r ec ia la lúcela
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L as papayas d el P a d r e R u iz L u ja n
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H uye el pa sto r
L as g u errilla s o y e n ‘m isa
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126 FIDEL BLANDÓN BERRÍO
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E ste era A n íb a l P in e d a
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‘los dem ás, con ayuda de algunos civiles, tom aron po
siciones en las esquinas de la plaza. Como estaban en
posición se limitaron a la defensiva, sin presentar combate,
y así pudieron resistir hasta las 10 de la m añana en que
comenzaron a ceder con algunas bajas, entre las cuales
estaba Francisco Tobón. La guerrilla no encontró quién le
hiciera frente y quiso avanzar hasta sacar al enemigo de
sus puestos, pero perdió tres hombres y un civil herido fue
sacado por el propio Aníbal hasta un kilómetro, donde
murió. Comenzó entonces a replegarse en orden, en una
retirada lenta, cubierta por fuego de grases, carabinas y
fusiles.
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E n el c o r a z ó n d e la g u e r r il la
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T r a g e d ia s e n el m o n t e
¡F altaba a l g o p o r h a c e r !
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CAPÍTULO XIII
P a d r e , presén tese a l g o b e r n a d o r
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|l) Ya sabemos que fueron tres, sin contar la primera víctima de ese
día que era un liberal — N. del A.
¡83 FIDEL BLANDÓNBERRÍO
P r o h ib id o e n te r r a r a lo s m u er t o s
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E l v ia c r u o s de U r a m a
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—Buenos días, Padre Jiménez.
—Buenos días, señora; ¿qué se le ofrece?
—;Ay, Padre! Me mataron mi maridito. ¿Usted no se
acuerda de aquel que andaba en muletas y que vivíamos :
allá en Urama, en la piadla, por la salida de La Cola?
—Cómo no, pero no recordaba que usted era la mujer
de Pablo Avendaño. ¿V cuántos hijitos le quedaron?
—Cuatro, Padre, pero estamos en la miseria.
—¿Y dónde lo mataron?
—Cayó en los 72 que asesinó la policía del Teniente
Rafael Mejía Toro.
En este momento se acercaron tres del grupo que había
asomado por la bocacalle de abajo, y la conversación siguió
con las cuatro viudas que venían a pedirle algún consisto *
y alguna limosna. El total de huérfanos de estas cuatro
viudas eran 21. Habían perdido sus anim ales y cuanto
tenían.
—Y ustedes ¿cómo se salvaron?
—A ellos los cogieron, dijo otra, sacándolos de las casas
o apresándolos en los trabajaderitos, pues ese tal Teniente
los mandó reunir a todos en la plaza. Después los arriaron
a todos cargando ese sargento y los fueron m atando por
todos los caminos.
—Hágase de cuenta, mi Pairecito, dijo la más campesina,
un reguero de calvarios que parece un viacrucis. Figúrese,
mi Pairecito, el pobre marido mío tan viejito y tan enjermo.
—Y el pobre Pablo, Padre, inválido y todo. ¡Que cosa
tan horrible!, dijo la primera.
—No se escapó, Padre, ni el pobre bobo Posso. Quién se
iba a imaginar que se atrevieran a matar semejante bobo
que vivía todo babiándose, volvió a decir otra. Todas
220 * • FIDEL BLANDÓN BERRÍO
***
I
por semana y empezaron las masacres colectivas. El sábado
27 de octubre iba hacia Juntas de Uramita el sanguinario y
criminal Teniente López Blanco, que tantas atrocidades
había cometido allí, y al saber que el cura Blandón había
DítíKlO (
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LO QUE EL CIELO NO PERDONA
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E l q u e a c u c h il l o m a ta , a c u c h il l o m u e r e . ..
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C A P ÍT U L O X V III
¡L o o r a la s F u e r z a s M il it a r e s !
C a m in o de la patria
Señor Gobernador:
V II
Oímos decir que eran seis pero que sólo habían hallado
estes dos. Un poco impresionados continuamos nuestro
viaje y en Orobajo nos encontramos con una patrulla de
soldados en una jaula, que venían a cuidar las familias del
lugar, pues en la tarde como que habían sido atacados y
habían pedido protección a Uramita. Los que venían en la
cabina se bajaron y nos hicieron ciertas preguntas, espe
cialmente el conductor, que se las daba de autoridad.
Antes de llegar a Uramita la jaula nos dio alcance y pasó
adelante. Allí ocurrió lo mejor, pues el inspector se presentó
a detener al chofer y a uno de los compañeros, que fueron
llevados ai cuartel. Eran las cuatro de la m añana y dicho
funcionario notificó a los clérigos que tema orden de no
dejarlos seguir y de detener a los acompañantes. El Padre
Blandón preguntó por los términos escritos de tal orden y
su procedencia, a lo que se le contestó que la orden la había i
dado verbalmente el sargento Claro, nuevo alcalde militar
y comandante de Peque. Que él no entendía qué términos
podía tener tal providencia, pues no constaba por escrito, |
pero él la acataba por ser de un sargento.
Con respeto pero con valor ambos sacerdotes explicaron r 1
lo viciado de tal orden, cuya investigación pasaría a las
altas jerarquías militares y a la Procuraduría de la Re
pública, pero que no teniendo términos definidos y por el
ordenante, la orden debía limitarse a la no entrada a Peque, i
por presión de origen conocido de sobra que también se
investigaría. Que en consecuencia, se reconocían en plena
lib ertad para seguir a d o n d e qu isieran y cuando lo
quisieran, m ientras no se presen tara o rden escrita y
debidam ente autorizada.
Tales argumentos no podían negarse y, ya en la mañana,
nos dispusim os a seguir. Los detenidos fueron vigilados,
interrogados y puestos en libertad a las 8 y 30 minutos del
dom ingo, a pesar de las intrigas del autoritario auriga.
u u v iIA /¿ » O C tíK iU
*
no han tenido otra misión que hacer el bien a los habitante
de toda aquella región, sin miras de ninguna clase y sin
interés alguno. Al fin, ellos han sido siempre perseguidos
per esto como su desterrado Obispo, M onseñor Andrade
Valderrama.
Olvidábamos decir que de paso por Uramita, uno de
los sacerdotes habló con el famoso "Costilla", y que las
gentes sindican como causantes de los crímenes recien
temente cometidos en la región a los señores mencionados
atrás en unión de Luis y Tulio Berrío, Ramón Graciano,
Jesús Díaz, Juan Luis Guisao y otros. Estos señores son lo
suficientem ente sagaces para esquivar toda responsa
bilidad, pues dicen: "nosotros no mordemos pero soltamos
nuestros perros". Parece que aun tienen un lema en sigla
que es: "M. s. q. s. s.", que traduce: "Maten sin que se
sepa...".
ni
Carta abierta del Pbro. Fidel Blandón
al Gobernador Militar de Antioquia,
del 13 de diciembre de 1953.
rv
"El Universo", diario de Guayaquil (Ecuador), publicó
con anterioridad al 13 de junio y firm ado por ADEL
CELIMAS, lo siguiente:
\
u
PROFANACIÓN CONDENABLE
El pueblo colombiano
retrocede en su historia una centuria,
pues sufre a la sazón la torpe injuria
del creciente furor ultramontano.
Igual que en remotísimas edades,
Colombia siente un puño que la espanta:
el puño que, oprimiendo su garganta,
le impide respirar sus libertades!
En acciones brutales,
por toda su extensión, de sur a norte,
UJ CLUCL<JIitu' «U f
* **
Un lúgubre episodio
es aquel que ocurrió en Buenaventura,
que muestra, con feroz desenvoltura,
el extremo bestial que alcanza el odio
a lo que es libertad o encarna altura.
Un grupo ha profanado con descaro,
llevado por el odio más violento,
el sencillo monumento
que erigió la colonia a Eloy Alfaro!
Es ofensa notoria
para la Patria nuestra
aquella empresa lúgubre y siniestra
de ultrajar a un titán de nuestra historia.
Compatriotas:
Hasta mi destierro forzado a que me he visto sometido
por quienes, amparados por la soldadesca, usurparon el
. « L /i-í. UUVILAJNHtliRJO
Laureano Gómez
Presidente de Colombia
VI
LA IGLESIA Y LA POLÍTICA
S. S. l e ó n x m
(Encíclica SAPIENTIAE CHRISTIANAE)
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