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COMUNICADO DE LA CANCILLERÍA SOBRE DEMANDA ANTE LA HAYA POR

CONTROVERSIA MARÍTIMA CON CHILE

Lima, 16 de enero de 2008

Ministerio de Relaciones Exteriores

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú emitió el comunicado oficial 001-08 sobre la presentación de
la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para resolver la controversia marítima de
naturaleza jurídica con Chile.

1. En la fecha el Gobierno del Perú ha presentado ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) la demanda
que da inicio al proceso dirigido a resolver la controversia marítima de naturaleza jurídica que sostiene con
Chile. El recurso del Perú al máximo órgano judicial de las Naciones Unidas, con sede en La Haya, se
ampara en el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas, más conocido como Pacto de Bogotá, mediante el
cual ambos países reconocen la jurisdicción obligatoria de dicha Corte.

2. La materia de la controversia jurídica bilateral se refiere a la delimitación de los espacios marítimos de


ambos países, tomando como punto de partida el punto en la orilla del mar denominado Concordia, de
conformidad con el Tratado de Lima de 1929.

3. Al respecto, el Perú ha solicitado que la Corte determine el límite marítimo entre ambos países sobre la
base de los principios y las normas de la costumbre internacional, tal como ésta es recogida en las
convenciones sobre derecho del mar y ha sido aplicada en la jurisprudencia en los casos de delimitación
marítima. La solicitud peruana se fundamenta en el principio de aplicar la equidistancia para la delimitación
marítima entre los Estados con costas adyacentes.

4. La controversia jurídica bilateral también comprende el área de mar peruano que se extiende más allá de
200 millas marinas del territorio de Chile y que ese país considera alta mar. En vista de ello, el Perú ha
solicitado que la Corte reconozca los derechos soberanos exclusivos que el Perú posee sobre dicha área
marítima, denominada “triángulo externo”.

5. Al recurrir a la máxima instancia judicial internacional se reafirma la histórica vocación pacífica del Perú y
su tradicional conducta de apego a los principios del Derecho Internacional que rigen las relaciones de
amistad y cooperación entre los Estados. De esta manera, el Perú reconfirma su firme compromiso con el
principio consagrado por las Naciones Unidas de resolver las controversias por medios pacíficos, a fin de no
poner en riesgo la paz y seguridad internacional ni la justicia.

6. El Gobierno peruano reitera su adhesión a la Declaración sobre el Arreglo Pacífico de Controversias


Internacionales, aprobada unánimemente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982, que
señala expresamente que el recurso al arreglo judicial de las controversias jurídicas, en particular su remisión
a la Corte Internacional de Justicia, no debe ser considerado un acto inamistoso entre los Estados.

7. El Gobierno del Perú considera que el recurso ante la Corte Internacional de Justicia permitirá solucionar la
controversia marítima entre el Perú y Chile, y continuar promoviendo la profundización de la relación bilateral,
dentro del marco de amistad y cooperación que corresponde a países vecinos que comparten visiones
modernas del futuro y aspiraciones de paz y desarrollo.

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EL COMPLEJO DE CASTRACIÓN: BREVE HISTORIA DE LAS PÉRDIDAS
TERRITORIALES DEL PERÚ

Por: Lic. Daniel Loayza Herrera1

Es común escuchar decir que nuestro país, desde la época en que se asentó el dominio español hasta la
actualidad, ha perdido una gran cantidad de territorio. Se ha creado una especie de ·”conocimiento popular”
al respecto eficazmente reforzado por el inconsciente colectivo que los peruanos tenemos con respecto a la
guerra con Chile.

La transmisión oral y la escuela han sido eficaces medios a través de los cuales se ha propagado la idea de
que nuestro país en algún momento alcanzó la extensión de casi toda Sudamérica, pero que debido a la
voracidad de nuestros vecinos, y por supuesto a nuestra condición de víctimas históricas e involuntarias,
hemos terminado siendo circunscritos a un “pequeño” territorio de aproximadamente 1´285 000 kilómetros
cuadrados. Esta idea ha creado, a nivel de la colectividad peruana, un sentimiento de insatisfacción y de
frustración que no solamente recorre lo fundamental del discurso histórico nacional, sino que también daña la
autoestima colectiva de los propios peruanos, contribuyendo a generar un injusto sentimiento de inferioridad,
con respecto a nuestros vecinos.

Esta visión “popular” y extendida de ver la historia del Perú como una sucesión de mutilaciones se expresa
en un discurso que empieza cuando el Virreynato del Perú (siglo XVI) comprendía prácticamente desde el sur
de Panamá hasta la parte más meridional de América del Sur, y que llega hasta el siglo XX, con las pérdidas
territoriales ante Brasil, Bolivia, Ecuador y Colombia.

¿Pero será posible pensar que tan extensos territorios realmente fueron peruanos? ¿realmente hemos sido
“tan grandes”?. Debemos decir ante todo que nuestro país si bien tiene una historia que se remonta a 14500
años de antigüedad (los restos de Pacaicasa, Ayacucho), su formación como Perú es muy posterior. Nuestro
país es más bien el resultado del choque socio-cultural que apareció como consecuencia de la conquista del
Tahuantinsuyo. El Perú tuvo un parto doloroso: la conquista y es a partir de ahí que puede hablarse
propiamente de lo que va a conformarse en lo que hoy conocemos como Perú.

Si bien es cierto que nuestro país ha perdido territorios que de manera innegable han sido nuestros, también
lo es, que aquellos espacios territoriales que el imaginario popular reclama como pretendidamente peruanos
y que supuestamente abarcaron la casi totalidad de los espacios que hoy ocupan nuestros vecinos en
realidad nunca fueron nuestros en el sentido moderno del término.

En un principio, debemos recordarlo de la mano del maestro Raúl Porras Barrenechea, el llamado Birú o Piru,
voz que dio origen al nombre de nuestro país, comprendía la costa colombiana al sur de Panamá. Fue el
territorio del Birú o Pirú hacia donde los españoles de dirigieron en búsqueda del ansiado y rico
Tahuantinsuyo, durante los viajes de Pizarro que desembocaron en la conquista del imperio.

Sometido el imperio a los dictados de los españoles y desaparecida la controversia que entre Pizarristas y
Almagristas existía sobre la delimitación de sus propios dominios personales, y especialmente a partir de la
aparición de las Nuevas Leyes de 1542 es que se puede hablar de la existencia política de un territorio que
formalmente, al menos, se llamaba Perú.

El Virreynato del Perú, en un inicio (siglo XVI), comprendía prácticamente toda Sudamérica, a excepción de
los dominios portugueses otorgados en virtud del Tratado de Tordesillas de 1494. Sin embargo era esta una
expresión política aún en formación, una simple aspiración española de imponer un orden y construir una
estructura política colonial que manejara económica, política y socialmente un territorio, que en la mayor
parte apenas estaba siendo explorado y que le era mayoritariamente desconocido. En este sentido, no había
ni el más remoto sentido de unidad en el espacio que fue llamado simplemente Perú porque estaba al sur de
Panamá y estaba sometido al dominio español. Lo que había era fundamentalmente la pretensión de
construir una unidad política que garantizara los intereses de España en estas tierras.
Fueron las reformas borbónicas, inauguradas con Carlos III, las que trajeron una nueva demarcación al
interior de los dominios españoles en Sudamérica. Así aparecieron el Virreynato de Nueva Granada, en 1739,
el Virreynato del Río de la Plata, en 1776, y la Capitanía General de Chile en 1789. Estos nuevos espacios
fueron la base sobre la cual se determinarían los territorios de las posteriores repúblicas del siglo XIX en
América del Sur.

1
Historiador y educador. Docente del curso de Realidad Nacional. Unidad Académica de Estudios Generales.
Universidad de San Martín de Porres. http://lapaginadedanielloayzaherrera.blogspot.com/
2
Hacia finales del siglo XIX no existía sino una vaga idea de lo que era el Perú. Así, los impulsores del
Mercurio Peruano, Baquíjano o Unanue, por ejemplo, consideraban al Perú fundamentalmente como una
realidad geográfica distinta de España, pero donde no se encuentra una mención clara sobre lo que es el
Perú en términos de definición territorial, y por supuesto mucho menos en términos sociales o culturales.

La independencia nos trajo por primera vez la necesidad de determinar que es el Perú en términos
territoriales. Los dos elementos que nos sirvieron de base para resolver este primer momento, con nuestros
vecinos, Fue el llamado principio de Utti Possidettis y el de la libre determinación. Los territorios
correspondientes a cada Virreinato, en 1810, servirían de base para determinar los espacios territoriales que
correspondían a cada nueva república.

Nuestro país, al alcanzar la independencia y


constituirse en república, heredó extensos territorios
que formalmente le correspondían, pero en los cuales
jamás se había ejercido algo parecido a la soberanía.
Tuvimos, al iniciar nuestra república, un extenso
territorio; pero en el papel. En realidad la presencia
del Estado peruano era sólo nominal. Grandes
extensiones de territorio eran peruanas sólo porque
estaban en el mapa, dicho sea de paso impreciso, no
existiendo ninguna presencia real de peruanidad ni
del débil Estado peruano del siglo XIX.

En realidad, el Perú, durante el siglo XIX, fue un país


que miró hacia la costa. La mirada hacia los Andes,
donde los ricos depósitos de plata y mercurio
generaron el interés político durante la Colonia, fue
eclipsada por la aparición del guano en el escenario
financiero de nuestro país. El guano y luego el salitre
pasaron a ser la nueva esperanza del Perú, pero
también su peor condena. Nuestros gobernantes y
los sectores sociales dominantes, caracterizados por
mirar en el tiempo corto, en lo inmediato y coyuntural
no tuvieron el interés y tampoco los medios para
peruanizar el Perú, para convertir a extensas zonas
que figuraban en el mapa como auténticamente
peruanas.

Gran parte de la amazonía estaba aún inexplorada y era absolutamente desconocida para los peruanos, era
simplemente inaccesible. La carencia de vías de comunicación, no ofrecía ninguna posibilidad para que el
Estado peruano pudiera mantener una presencia siquiera simbólica en aquellas regiones. No olvidemos que
fue Raimondi, un científico italiano y enamorado del
Perú, el que hubo de explorar y darnos a conocer los
recursos, durante la segunda mitad del siglo XIX, de
amplias regiones desconocidas para nosotros.

La incapacidad del Estado, durante las primeras


décadas del siglo XIX, para tener presencia en el
dilatado espacio territorial que heredamos en virtud
del Utti Possidettis, además de otros factores como
la escasa cohesión social, la baja densidad
demográfica, y la falta de interés de internarse en el
corazón de una geografía difícil e inhóspita, nos
llevaron a la necesidad de redefinir nuestra fronteras
con nuestros vecinos. La definición de nuestras
fronteras, durante el siglo XIX, nos enfrentó con la
realidad de hacer coincidir la soberanía con el mapa.

Durante el gobierno de Rufino Echenique, el Perú


definió parte de sus límites territoriales con el Brasil.
Con nuestro vecino firmamos el tratado Herrera- Da
Ponte Ribeyro (1851). En virtud de ese Tratado el
Perú “perdió” el territorio comprendido entre el
triángulo formado por los ríos Apaporis y Tabatinga.
Aparentemente el Perú perdió una enorme espacio
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territorial, pero si observamos que en realidad el territorio que formalmente “perdimos”, en realidad ya tenía
una anterior presencia brasileña y que no estuvimos en ninguna capacidad de revertir la situación ni de
peruanizar la zona, encontraremos que el Tratado no fue sino la mejor forma de detener el avance brasileño
en territorios que formalmente, al menos, estaban bajo la jurisdicción del estado peruano. En el caso del
territorio del Acre, cedido a Brasil a través del Tratado Velarde- Río Branco (1909), es pertinente decir que
muchas de estas zonas no tuvieron una presencia real del Estado, pero también que se careció de los
medios para conservarla

Los territorios de Tarapacá y Arica si fueron espacios donde existía la peruanidad y además había presencia
del Estado peruano. Si analizamos detenidamente un mapa del Perú de 1825 y lo contrastamos con uno
actual podremos observar que los territorios más extensos que hemos “perdido” han pasado a manos de
Brasil; pero sin embargo, el mayor dolor nos es producido por los que nos fueron arrebatados por Chile.

¿Entonces, por qué no tenerle rencor a Brasil? ¿Por qué no considerarlo peligrosos para el Perú? Se pueden
ensayar diversas respuestas y hasta destacar que los territorios perdidos con Chile fueron la consecuencia
de una guerra; mientras que los perdidos con Brasil no. Y este argumento tiene una enorme validez, pero
más la tendría si se observara que precisamente no hubo guerra alguna, ni resistencia, porque eran
territorios que en términos reales carecían de presencia peruana, y no estuvimos en condiciones de defender.
Fueron territorios peruanos en el papel.

El Estado es el poder político organizado, y en este sentido, su poder es anterior al Derecho. El Derecho
como espacio normativo no es sino una expresión jurídica del poder estatal, en este caso, de su capacidad
para ejercer soberanía. Los límites con los que el Perú nació, a través del Utti Possidettis y la libre
determinación, no correspondieron al espacio geográfico en el cual el Estado peruano podía ejercer su poder.
El espacio geográfico en el cual el Estado peruano estuvo en capacidad de ejercer soberanía fue mucho
menor.

Esto no nos debe llevar a pensar que todos los territorios que los peruanos consideramos como pérdidas, son
solo ficciones. Evidentemente las pérdidas territoriales frente a Chile, a consecuencia de la guerra de 1879; la
pérdida del Trapecio Amazónico y Leticia frente a Colombia, en virtud del tratado Salomón- Lozano (1922) y
la pérdida de territorios a favor de Ecuador, como consecuencia de la guerra de 1941 y del Protocolo de Río
de Janeiro de 1942 pueden mencionarse como tales. Sin embargo, es pertinente mencionar que el discurso
de que somos el país que fue víctima de la expoliación de todos sus vecinos, la víctima del continente, no
sólo no guarda correspondencia con nuestra real presencia en extensos territorios que el imaginario popular
ha considerado como peruanos, sino que es una forma de mantener un complejo de castración colectivo
sumamente pernicioso.

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ACTIVIDAD APLICATIVA 2

1.- Elabore un mapa conceptual sobre las ideas más importantes de la lectura

2.- ¿Considera usted que la idea de un Perú “victima” de sus vecinos contribuye a forjar un
sentimiento de inferioridad colectiva? Explique

3.- ¿Cuáles son las razones por las cuales el Perú ha visto alterado su espacio geográfico
durante su historia?

4.- Redacte su parecer personal sobre el tema expuesto en la lectura.

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