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José Miguel Guitarte DIR Ag yeaah WA el $. €.U. & DISCURSOS Y ESCRITOS EN UNA ETAPA DEL 8. E. U. Se refieren los discursos y escritos recogidos en este tomo a una etapa del S. E. U. que comienza en e1 mes de septiembre de i339. Comprende, por tanto, Ia incorporacién de los es- tudiantes a sus tareas escolares, después de Ja guerra de liberacién Ilevada a término victorioso por nues- tro Caudillo Franco. La juventud que escuché las primeras consignas de José Antonio y estuvo en las filas del S. E. U. des. de los tiempos heroicos de la Falange, entré en Ila Ju- cha por Ia libertad de Espafia Ievando 1a seguridad inconmovible de su fe y el ardor entusiasta de su estilo. Durante toda la campafia el S. E. U. formé en Ias avanzadas de esa linea impar de los alféreces pro- visionales, Al regresar de los frentes de combate, en- tran los estudiantes del Sindicato Espafiol Univer- sitario, con igual ritmo decidido y resuelto, en Ia obra de reconstruccién que a todos alcanza. La tarea en Jas aulas se inicia con el trabajo inten- so de unos cursos que quieren recuperar las horas. A este periodo se refieren las directrices sefaladas en los primeros discursos. Conforme avanza el 1939, van cuajandose en obras Jas actividades del S. E. U. La realidad de los Albergues de Verano marca cla- ramente un segundo periodo de plenitud en esta eta- pa del Sindicato. El trabajo eficiente del S. E. U. se pone de manifiesto por entonces. Posteriormente, con Ja inauguracién del curso nor- imaZ 1940-41. al que se refiere el ultimo discurso, se abre para el Sindicato Espafiol Universitario una épo- ca de madurez. Integrando el Frente de Juventudes con toda la juventud espaiiola, tiene el S. E, U., por su historia y por su preparacién, una misién rectora que cum- plir y para la cual esta dispuesto a poner todo su es- fuerzo y capacidad de trabajo cada vez con mayor exigencia. Camarcda José Miguel Guitarte, Jefe Nacional del S. E. U. Fliseurse nraminoiado en of después de las duras jornadas de lucha en la calle o en ia trinchera, después de las horas amargas y dificiles de la persecucién demoliberal 0 roja, se vuelven a contemplar Ins rostros fan queridos de los que fueron nuestros com= pafieros en la pelea y de aquellos otros que, animados por el ejemplo de los primeros, estan dispuestos al duro trabajo de llevar a la realidad lo que un dia les parecia a casi todos ilusiones de pobres sofiadores. LA PRIMERA HORA 'ODOS sabéis cémo hemos nacido a la lucha; muchos, incluso, habéis tomado parte en aquellas jornadas de gloria y dolor. La juventud, ansiosa de atmésferas limpias y horizontes despejados, buscaba dvidamente, entre todas las panaceas que se le ofrecian como remedios al mal de este siglo, algo donde poder al menos col jarse y donde poder al menos respirar. Con mds intensidad que nadie, Jos estudiantes. Sugestionados unas veces, y autosugestionados otras, nos fuimos distribu= yendo por el amplio mosaico que formaban los partidos politicos y las organi= zaciones que bajo el hipécrita titulo de profesionales e independientes encu= brian el contrabando de la més baja de las politicas, y mientras unos optaban por aquello que se Ilamaba derechas, los otros se decidfan por las izquierdas. Pero esto duré poco tiempo; en seguida sobrevino una desorientaci6n y un caos ideolégico mayor que el anterior: los unos, creyendo servir a la Patria, se daban cuenta de que faltaba algo mas, algo de lo que no se les hablaba en sus organizaciones, pero que todos sentian echarse encima con aire amenazador; los otros, que intentaban conseguir una sociedad mds justa y més humana, se 3 encontraban sin base en que apoyar sus reivindicaciones: les faltaba la Patria y se sentian asfixiados en aquella atmésfera enrarecida. Y un dia surgié un hombre, joven y universitario también, que por esto mismo comprendié mejor que nadie la tragedia espafiola de aquella hora. Aquel dia nacié la Falange. Los estudiantes contems piamos su nacimiento con extrafieza; nos miramos unos a otros, y 1 exnresian de nuestro propio pensamiento y el augurio de un horizonte amplisimo. Ya no habia necesidad de se= parar ni contraponer la Patria a la Justicia. Luego... Kecordad aquel 29 de octubre. Estudiantes eran los que repartieron las primeras hojas de propaganda; estus diantes los que aseguraron el orden en el acto. Estudiante fué también el primer Caido. No habia transcurrido un mes de la fundacion de la Falange cuando nace junto a ella, y como su mas firme puntal, el Sindicato Universi= tario Espafiol, gérmen de lo que luego habia de ser el S. E. U. Y se ini= cia una etapa ardorosa, plena de entusiasmo y de sacrificio; desde este momento el Sindicato, avanzada de la Falange, lleva hasta los lugares mas reconditos la semilla fecunda de la Revolucién Nacionalsindicas lista. 5 Es imposible totalmente separar en estos primeros tiempos la historia dei S. E. U. de Ia de la Falange. Aquél proporciona a ésta sus mejores elementos para escuadras de choque, pata puesios de mando, para grupos de propaganda. Y como una gigantesca mancha de aceite se extiende la accién del Sindicato. todas vimns en ella Ia PRIMER CONSEJO NACIONA TIMPIEZA el curso siguiente, y todos los trabajos del entonces Jefe “4 nacional, camarada Alejandro Salazar, se dirigen a dar unidad al Movimiento Sindical en toda Espafia, dotandole de orientaciones pro= piamente profesionales que Neven a la préctica la teoria po! ica dela Falange. Por fin, en ei mes de abril de 1935 se ven coimadas sus aspiraciones con la celebracién del Primer Consejo Nacional de! Sindicato. Hubo infinidad de dificultades que vencer, gquién lo duda?, pero cuando una decisién firme se apoya sobre una sélida linea divectriz, por muchos obstéculss que biernos liberales, organizaciones enemigas o problemas econdmicos, se puede Hegar y se liega hasta el final. Este es el primer paso constructivo del S. E. U. en su marcha as= cendente. Gs: Se pone de manifiesto; en el Consejo, la pujanza del Sindi- cato; los Consejeros hacen una relacién de las actividades de 4 organizacién en sus provincias o distritos; se plantean los pros blemas pendientes en cada uno de ellos y las posibles solucio= nes; después son tos problemas existentes en cada una de las Universidades los que pasan a conocimiento del Consejo e ins. mediatamente se entra de Ileno en la discusién de las ponencias presentadas. Fruto de aquellas discusiones fué la aprobacién de varias de elias, entre las que destacan la presentada por la Jefatura Nacional para la aprobacién de los puntos basicos del S. E. U., otra que prevé la institucién de la Universidad Nacional Obrera, complementada con otra sobre la concesién de becas a los hijos de los obre= ros y destinadas las dos a aliviar el hambre de cultura existente entre los trabajado= res. También se aprueba otra que regula y especifica la misién de ia mujer dentro del Sindicate BO VY OPERCER CONSENS Saf ON ALES i. curso 1935=36 fué el de maximo esplendor, comprobandose en el I] Con= 4 seio Nacional, celebrado en diciembre del 35, que no habfa ya un solo cen= tro de ensefianza donde no existiese un S. E. U. Y el Consejo aprueba nuevas ponencias sobre cine y teatro universi= tario, sobre la creacion del Servicio de Trabajo obligatorio para todos los estudiantes y un amplio proyecto que trata de resolver el acceso ala Universidad de todos los espafioles capacitados, cualesquiera que sean sus medios de fortuna. 7 Prosigue el curso, y paso a paso el S. E, U. se va apoderando de la Universidad. Recordad, por no citaros mds que un ejemplo, la huelga general planteada como pro= testa contra el separatismo catalén. Arrecia la persecucién, pero el Sindicato no da un paso atrds; antes al contrario, va incorporando cada dia que pasa un néimero mayor de estudiantes. Y cuando nos disponemos a iniciar nuestra campafia veraniega de propaganda por todos los rincones de Espafia, un toque de clarin nos Hama para nuevas empresas: hay que hacer la guerra. Nuevamente todos los camaradas acuden, como siempre, a la primera linea hasta que las necesidades de la guerra nos pide un nuevo servicio: hacen falta oficiales que encuadren a nuestras juventudes en armas, y el S. E. U., como antes en ia Falange, proporciona los elementos nece= sarios para nutrir aquellas heroicas filas de alféreces provisionales, de oficiales aviadares v en general de todos aquellos puestos donde se requeria su presencia. En estas circunstancias fué necesario hacer un recuento de posibilidades para echar los cimientos de la futura labor una vez que acabara Ja guerra. La cétedra de Fray Luis, en la vieja Universidad salmantina, fué el escenario ade= 5 cuado para la reunién de! [11 Consejo Nacional. A primera vista se notaba la presencia de rostros nuevos, jévenes, y la ausencia de tantos queridos camaradas que mientras tanto, arma al brazo en las trincheras o perseguidos en la zona roja, sabian luchar como bravos y morir como héroes. Se amplié el estudio de ponencias ya aprobadas por Conses jos anteriores y se presentaron otras sobre temas de urgente tealizacion; deputaciOn universiiatia, abulicion del cégimen aus tonémico en la Universidad de Barcelona, encuadramiento de nuevos afiliados, etc. ALZAMIENTO NACIONAL UEGO el Sindicato se conserva como arca santa de las mas puras tradiciones falangistas, ensefiando a los estudiantes, casi nifios atin, que han abierto bruscamente los ojos a la vida con el estruendo de la guerra, el significado que tiene para nosotros un haz de flechas y una camisa azul, en espera de que la apertura de las Universidades, al fin de la guerra, le permita, con la experiencia de tantos afios de lucha y trabajo, el desarrollc maximo de la labor que le esta encomendada, Labor que se impuso desde sus comienzos cuando los estudiantes encontra= mos en la Falange-aquel algo vital que nos faltaba en medio de una sociedad vieja y decadente, que no nos comprendia ni queria comprendernos. El S. E. U. se sintié, y se siente, unido a la Falange como expresién de una misma generacién. Generacién que, si bien tiene la tara inicial de haber nacido en el ambiente malsano y enrarecido de principios de siglo, tiene también el mérito enorme de haber sabido liberarse de ellos y ser capaz de educar a las nuevas generaciones al aire puro y libre de los campos de Espaita. Labor educadora de ia juveniud que es el Unico medio de asegurar ia conti= nuidad histérica de ia doctrina de la Falange y de hacer fecunda y duradera su revolucién. Nadie mejor que el S. E. U. puede hacer esto. Nadie mejor que él los defectos de la mala educ. otros, después de soportar las experiencias mas 0 menos educadoras de un lado y de otro, sabe los motivos que nos indujeron a seguir ia linea recta del nacional= sindicalismo en contra de la opinién de los que a si mismos se calificaban de pedagogos profesionales, politicos 0 sociales. A primera vista y para un espiritu superficial es corta nue’ tra misién; acaba al dejar los claustros universitarios; sin em bargo, otra labor no menos importante nos incumbe: formar los intelectuales, auténticos, no falsificados, que sean capaces de ocupar los puestos rectores de la Falange y el Estado. Somos el plantel, el vivero donde, poco a poco, se van templando liberal pasada, ni nadie me} que nos= 6 hombres y forjando caracteres que han de dar el tono a la fu= tura vida nacional. MISION DE TUNE aqui la importancia del Sindicato como célula vital y regeneradora de la te” Falange y de aqui también Ia responsabilidad de todos y cada uno de los que en él militamos. No se olvide que no somos un servicio mas cuya eficacia puede depender de diferentes circunstancias de lugar y tiempo, un organismo auxiliar encargado de la resolucién de ciertos tramites mas o menos inter santes. No; somos, y lo decimos con la cabeza bien alta, el Sindicato mas antiguo de la Falange, la Seccién de Ja Falange con la historia mas gloriosa de todas, hasta tal punto que no se puede silenciar uno solo de sus detalies, por insignificante que pueda parecer, sin empaifiar el brillo inmaculado de la histcria de la Falange. Con respecto a la Universidad, nuestra tarea ha de ser andloga: una a corto plazo y otra a largo plazo. La primera consiste ni mas ni menos que en hacer nuevamente la Universidad. No es descubrir ningtin secreto decir que en Espafia no era la Universidad otra cosa que un recuerdo glorioso y unas ruinas no menos gloriosas, pero ruinas al fin y al cabo. Es necesario que la Universidad cumpla su doble misién de convertir al que entra en ella en hombre apto para enfren= tarse con la vida y de ser el foco de irradiacién de nuestra cultura—la antigua y la nueva que de ella tiene que salir—por todo el mundo, siguiendo sus glorio= sas tradiciones. 5 Provéase a la Universidad de todos los medios necesarios para llevar a cabo su cometido y exijase el maximo rendimiento de todos —profesores y alumnos—, con el fin de aumentar la cultura nacional y no con el de ejecutar el trabajo minimo im= prescindible para justificar un sueldo o conseguir un titulo. REVOLUCION NACIONAL-SINDICALISTA To en balde tenemos en uno de nuestros puntos la palabra «Revoluz a cién, que muchos, con aviesas intenciones, quieren hacernos olvi= dar. Revolucién total y totalitaria. Por mucho que pueda dolernos pare ticularmente, es necesario acabar de raiz con todo io que sea necesariv acabar, aplicar el bisturi con mano firme y pulso seguro, Ilegando incla- so a cortar por lo sano, siempre que preciso fuere. Dejar bien limpio de escombros el sitio donde hayamos de edificar nuestro Estado. Que nada ni nadie, al amparo de intereses creados, haga desviarse ni un miliz metro las bien trazadas lineas de nuestra serena arquitectura. Nada de dormirse sobre los laureles y creer que ya hemos acabado: ahora se inicia precisamente la etapa del trabajo continuo, pues el tiempo no da tregua. Dificil y heroica fué hasta ahora nuestra tarea; callada y poco lucida sera en lo sucesivo. Ya lo sabemos; que no venga ningtin agorero a pretender desmoral: zarnos hablandonos de esta y ane sepan los que cortapisas a nuestra obra que seguimos siendo los de siempre: prontos a cam= biar el libro o la herramienta por la pistola o el fusil, y si sangre y vidas nos costé ganar una guerra y una revolucién, sangre y vidas estamos dispuestos a ofrecer nuevamente para conseguir que no se malogre su fruto. Nadie crea tampoco halagarnos a la manera liberal con paz ternales sonrisas y palmadas en la espalda, ni mucho menos in= tente de ese modo desviarnos una sola pulgada en nuestro ca= mino o detenernos un solo instante en nuestro trabajo. Sabe= mos muy bien cuél es el uno y cual es el otro, y arrollaremos sin compasién al que intente interponerse. Revolucién a la que no vamos solos porque todos los que se sienten jévenes forman junto a nosotros. Los jévenes nos entendemos siempre sin fijarnos en nuestra condicién o naturaleza, todos tenemos los miss mos anhelos, las mismas esperanzas y los mismos trabajos, y todos lu= charemos juntos en apretadas filas hasta la total implantacién del Es= tado Nacionalsindicalista. Haremos liegar al obrero jos beneticios de ia cul= tura y haremos que el estudiante conozca también la vida del obrero por medio del Servicio de Trabajo obligatorio, y de esta manera, intimamente compenetra= dos unos y otros, bajo el severo aniforme de ia canusa acul, oividardn, ios pocos que atin Ja tuvieren, la idea de la separacién de clases, que para nosotros no es mas que separacién de especializaciones al servicio ico del interés de la Nacién, Es la nueva generacién que siente en si el palpito de las grandes empresas y se dispone, en todo el mundo, a dar la baz talla a los restos insepultos de la vieia concepeién de la vide. En aigunos paises ya han iogrado el triunfo y marchan con paso firme hacia s histéricos a! compas de las alegres canciones de la victoria. otros se lucha incansablemente para la consecucién del triunfo seguro, porque, come decfa Julio Ruiz de Alda, tel tiempo es nuestro aliado®, Un pais hay donde aparentemente ha triunfado la juventud, cuando la realidad es que Ja victoria ha sido para la vieja generacién. Los Soviets, «camuflando» de ju= venil una revolucién destructora, no han hecho mds que esclavizar y encadenar una juventud al servicio de turbios intereses hebraicos, no sélo distintos, sino opuestos @ los de esa juventud. No hace falta insistir mucho sobre el tema en esta Espaiia que ha sentido sobre si el peso de la hoz y el martillo. Pero atin quedan por el mundo infinidad de jévenes, muchisimos de ellos de buena fe, que, poco a poco y casi sin querer, van forjéndose paraisos artificiales a base de morfina soviética. Y el punto que paradéjicamente entenebrece con sus resplandores la hoguera sangrienta de la estrella de cinco puntas nos afecta directa= mente a nosotros, hijos de esta Espafia que no empieza en los Pirineos y acaba en el Estrecho, sino que empieza en los Pirineos y se extiende hasta los helados confines de la Patagonia y las verdes isias de Filipinas. j~ ._necesario dar a los universitarios de todas estas naciones espaiio= «las um vigorose y potente “Al cendidas de entusiasmo ante los monumentos de los descubridores, conquista= dores 0 libertadores; desterremos para siempre las iluminaciones patriéticas y las charangas tan ruidosas come inttiles, y con ef recio y sonore tone adquirids de estos afios tan intensos de vida mostrémosles el peligro y el camino para evitarlo. 6Quién mejor que nosotros para ello? En nuestro propio suelo hemos hecho los dos ensayos; con nuestra propia carne y nuestra propia sangre hemos pesado el pro y el contra. Es preciso decirles a los universitarios americanos: Sois tan espafioles como nosotros; nuestras virtudes y nues= tros defectos son los vuestros; si os apartdis de Espafia no ten= dréis otro destino que el de ser esclavos del marxismo ruso o lacayos del capitalismo yanqui, y nosotros, sin vosotros, perde= remos la inagotable reserva espiritual que acumuia la América espafiola; habremos dejado esterilizarse la ingente tarea del descubrimiento y la civilizacién del Nuevo Mundo, y sabemos también por experiencia, por dolorosa éxperiencia, que muchi= simo mas triste que una derrota es una victoria sin alas. Llevad a vuestros respectivos paises al puesto que les corresponde en el mundo y desintoxicadlos de todo el veneno liberal, burgués 0 marxista que las naciones en ello interesadas os llevan con el inconfesado fin de acabar con vues= tra independencia espiritual como primer paso para acabar con vuestra inde= pendencia material y fisica. No tenéis otro remedio, si queréis salvaros de este triste destino, que incorporaros totalmente, brazo con brazo y hombro con hombro, con la mirada tija en el mismo horizonte, a todas las Naciones de nuestra misma raza y de nuestra misma lengua para cumplir nuestro irrenuntiable des= tino hispanico, para cansegn Mundo Hispano marche a la cabeza de la civilizacién universal, arras= trando tras de si al resto del mundo por el peso de nuestra fuerza poz litica y espiritual. Ese mundo que hoy se encuentra tragicamente dividido en vencedores y vtat; suprimamos las huecas palabeas en= . . 9 vencidos, en naciones ricas y naciones proletarias, en opresores y oprimidos; en que se necesita recurrir a la violencia para reparar las injusticias y los deshonores * de lo que por inconsciente y sangrienta ironia se llamé «Tratados de paz». Espaiia, sin intervenir en esta guerra que se acaba de desencadenar, mante= niendo la mas completa neutralidad de acuerdo con sus intereses propios, con= templa atentamente, de frente, los resultados de la misma. Ha pasado el tiempo os gobernantes optaban nar segnie Ia eémada politica del avestruz, escondiendo la cabeza debajo del ala, mientras los conflictos en que se veian envuel= tas las demés naciones acababan ofreciendo al vencedor como victima propiciatoria algin trozo de nuestra pirpura imperial. Espaiia esta vigilante y no se encuentra dispuesta a tolerar la més minima ofensa a su honor o a su integridad territorial, porque, por duro que fuera el remedio, aqui hay una juventud que sabe empufiar las armas y defender palmo a palmo hasta el ultimo y mas insignificante rincén de su suelo. Aquellos tiempos acabaron. Espafia sabe hoy lo que cuesta cada uno de los centimetros de sus tierras, como sabe igualmente lo que han costado aquellas politicas pasadas que nos han dejado como herencia trozos de Espaiia todavia irredentos y heridas tan abiertas en las cars nes mismas de la Patria. en que iiué TAREA DE RECONSTRUCCION ER ahora nuestra misién es de reconstruccién interna. Reconstruccién no 4 solamente de lo que ha sido destruido, sinu de is que se ha dejade de cons= truir durante casi tres siglos de decadencia espafiola. A nosotros, camaradas, nos corresponde hacer de la Universidad caduca y gastada una nueva Universidad, coms os decia antes, que nos permita colocarnos a la ca= beza del mundo. Esta es tarea de mucho tiempo, pero no por eso podemos des= animarnos. Cada paso que demos hacia adelante es uno menos que nos falta para el final, y como primer pase de esta tercera etapa del Sindicato se hace pre= ciso la convocacién de un Consejo Nacional que marque las directrices a seguir durante este primer curso de ia postguerra y sirva al mismo tiempo de base para toda la futura actuacién sindical. En E/ Escorial, bajo la mirada muerta, pero vigilante, de ias antiguas glorias espafiolas y la mirada vive, pera no menos vigilante del Caudillo, se reunird por cuarta vez el Consejo Nacional del S. E. U. A él asistiran, no sélo los camaradas que por su significacién ostentan el cargo de Consejeros nacionales, sino también, y por primera vez, los elementos que por su preparacién politica o profesional han sido considerados como los mas aptos para ayudar al Consejo en sus deliberaciones; y todos bajo la presidencia del “Caudillo que, sin vacilaciones ni titubeos, nos condujo durante Ja guerra hasta 10 el buen puerto de la Victoria y que ahora, con el mismo paso recio e inmutable, se dispone 2 conducirnos al triunfo final de la Espafia Una, Grande y Libre. Come veis, camaradas, no es corta ni facil nuestra tarea, sino enor= memente ardua y agotadora. Pero équé nos importa dejar la piel y las entrafias entre las zarzas del camino y los guijarros de la pendiente si Dios nos concede, por lo menos, el supremo consuelo de mostrar a las generaciones que nos sucedan, desde la cumbre de la montajia, la tierra prometida que se nos ofrece como premio desproporcionado por lo y todos los sacrificiss que hagamos para sc a todos los conseguirlo? ARRIBA ESPANA W é “eas dial camaraderia como a antiguas conocidos que, desp: je largos y di ficiles afios, vuelven a encontrarse. Separados por la distancia y ias dificultades de todas clases, nos sentiamos unidos a vosotros por la misma fe y sabiamos que en esta Universidad, cara al mar latino, habia magnificos grupos de camara= das que arriesgaban su tranquilidad y su bienestar luchando con nuestro mismo uniforme y bajo nuestra misma bandera. Hoy, que el tiempo de la persecucién ha pasado y tenemos la posibilidad de vernos cara a cara, jcon’ qué satisfaccién podemos comprobar cémo ha fructificado la semilla que sembraran aquellos camaradas de la primera hora! 4A costa de qué se ha conseguido esto? {Qué im= porta si ha cafdo en buen suelo! Todos sabéis cémo y en qué circunstancias aparecimos simulténeamente en la calle y en la Universidad. Jovenes, recién entrados en las aulas la inmensa ma= yoria, sentfamos en lo mas profundo de nuestro ser el asco y el desprecio por todo aquel conjunto de viejas concepciones desmoronadas por el tiempo y roidas por la carcoma; que sentiamos en nosotros mismos el nacimiento de una nueva fe que nos impulsaba a ir a la montajia, ya que ella no iba a nosotros, formamos, apenas aparecido el hombre que supo plas= mar todos nuestros anhelos y todas nuestras aspiraciones, en la vanguar= dia de aquellas falanges que se aprestaban a Ia lucha. Un reducido local y un grupo no menos reducido de camaradas, era todo en aquellos tiempos; pero no importaba; teniamos fe y entusiasmo, y esto nos bastaba para ¢ comenzar nues= tro diario batallar. Inmediatamente prdimns eamprohar © aauel jévenes que silenciosamente se habian incorporade a nuestras filas eran estu= diantes, y automaticamente—quiza antes de que nadie pensara en ello—surgié un Sindicato Universitario que habia de ser—era ya en aquellos momentos—li= nea avanzada de la Revolucién Nacionalsindicalista. onary UID r = . 5 7 ESPLIES, lo sabéis todos también, viene una larga serie de trabajos y sacrifi= cios. Aquellos pobres sofadores que éramos nosotros, al decir de las personas sensatas, ibamos poco a poco, centimetro a centimetro y piedra a piedra, ganando la calle v la Universidad, ganandola material y espiritualmente. Los espfritus superficiales, incapaces de penetrar en las raiz ces de nada, no acertaban a comprendernos y veian, con evidente fracaso de sus sis= temas, que no cabiamos en el casillero artificial en que clasificaban, en sus ratos de ocio, a todo el mundo; no Jes cabia en la cabeza que fuéramos capaces, con las maz nos todavia tiznadas de pélvora y Ia sangre mal lavada de una herida reciente, de sentarnos tranquilamente alrededor de una mesa a discutir proyectos con los que se trataba nada menos que de cambiar radicalmente instituciones tan sdlidas y respetables, al parecer, como el viejo Estado y la vieja Universidad. Y asi alterné= bamos las campaiias de propaganda, que frecuentemente acababan de una manera violenta, con conferencias de formacién y Consejos Nacionales en que se dis= cutian ponencias para la futura estructuracién universitaria; ponencias tan cla= ras y exactas que hoy dia, después de la conmocién tan intensa que ha sufrido Espafia, atin quedan en pie como norma y ejemplo. Luego, durante la guerra, cuando toda la juventud universitaria estaba ocu= pada en la apremiante tarea de ganar fisicamente a la Patria, todavia se. encon= traba espacio para trabajar y ganarla espiritualmente. Pero es que la juventud no estaba dispuesta a dejarse morir por as= fixia o por consuncidn; la juventud necesitaba aire libre y campo des= pejads para sacar de su marasmo a una nacién gue agonizaba entre la indiferencia de todos. Y si esto pasaba con la juventud, gqué vamos a decir de la juventud universitaria? Los universitarios no podiamos vivir en el ambiente enrarecido de aquellos viejos caserones que ofi= cialmente se Ilamaban Universidades. La juventud—y si es universitaria con doble motive—necesita algo que hacer, aigo que encauce sus energias y las haga fecundas, y no se nos podia contentar diciéndonos gue después de conseguir—por buenas o malas artes—un titulo estabamos ya en condiciones de ser conside= ho a seguir una vida mise= rados come personas seri rable en medio de una sociedad mediocre y angosta. Y por eso nos hici= mos revolucionarios todos; unos—cegados por mitos brillantes de oropel—se desviaron hacia la revolucién destructiva; otros preferimos la severa disciplina del sacrificio, porque no sentiamos atan de destruir, sino de construir, aunque para eso fuera necesatio destruir todo lo viejo y lo caduco, despojar al Estado, y en especial a la Univer'sidad, de escombros y malezas, dejar al descubierto 14 las piedras antiguas y edificar sobre ellas el nuevo editicio. Y a eso fuimos, por eso luchamos y por eso también dejaron muchos camaradas su vida en el camino, A m8 EL S$. &. U. EN ESTA HO TAMICS ahora en un momento crucial de nuestra historia, en que a costa - de una guerra, a costa de cortar muchas veces por lo sano en nuestra propia carne, hemos logrado descombrar y limpiar el solar patrio; si dejamos que vuelvan a amontonarse en él los escombros de nuestro abandono y vuelvan a crecer las hierbas parsitas de los viejos vicios y ios viejos intereses, habremos hecho estéri! 1a sangre que ha costado. Hemes raido para siempre de la Universidad todo lo viejo, lo necio y lo inepto que en ella habia, y si alguien pretendiera resucitarlo 0 lo conservara oculto como mercan= cia de contrabando esperando tiempos mas faciles, que se retire a tiempo, antes de dar lugar a la aplicacion inexorable de auestra jus= ticia. Ha llegado el momento de no tolerar mas palabreria bri= liante, con ia sonoridad de jas cosas huecas y los manidos té= picos de siempre, facil pedestal para hermosos bustos sin seso, y dedicarse a la construccién revolucionaria. Introduciremos en la Universidad el estilo, ia armonia y la belleza de Ia juventud; abriremos de par en par sus puertas a todos los espa= fioles que deban ir a ella, y sus ventanas, con seculares telarafias, a los rayos de este sol que alumbra el espléndido resurgir de Espafia. Que se oreen bien todos sus rincones y se respire en sus aulas y en sus pasillos el aire puro y sano de los campos espafioles. Y cuando la Universidad sea una cosa viva y vivificadora no habra necesidad de mendigar apoyos y mejoras, porque como un milagro surgiraén nuevos edificios y nuevas instalaciones al solo impulso de su aliento vital. Y junto a las aulas habrd campos de deportes, donde el estudiante completardé su formacién para poder entrar en su vida profe= sional con el méximum de energias que requiera el servicio de la Patria. DISCIPLINA, ASCETISMO,; MILICIA TFay mucho que hacer en esta etapa que se inicia de construccién revolus = cionaria; hay un trabajo duro y abrumador que es necesario afrontar re= sueltamente, y para esto es necesario aceptar y adoptar integramente las virtudes castrenses que un dia nos Ilevaron a la victoria. Nadie crea que se puede volver a la espafiola costumbre durante casi tres siglos de dormirse sobre los laureles. 15 Ahora mas que nunca son necesarias estas virtudes, porque ahora se inicia una tarea sin ostentaciones ni exhibiciones. En primer lugar, es necesaria la disciplina. Obediencia absoluta al mando; tenemos un Caudillo en cuyas manos esta el timén de nuestra nave, y estando en sus manos équién puede dudar de que arribaremos a buen puerto? Y en segundo lugar, el ascetismo. La vida ha de seguir siéndonos incémoda y dura para seguir sintiendo esta ansia de Revolucién que nos permita Hevar hasta el fin la obra que a cada uno de nosotros nos esté encomendada. No olvidéis, camaradas, que somos Milicia y hemos de vivir con acendrado espiritu de servicio y sacrificio. La Milicia tiene siempre un sentido histérico, aun cuando sea anénimo en ei laborar cotidiano, pues éste es el modo mas sublime del heroismo. Y équién mejor que nosotros, que fuimos en todos los tiempos vanguardia de esta Milicia, puede entender esto? La vida es lucha y hay que tener la firme voluntad de vencer, condicién indispensable para obtener el triunfo. - No faltaran cantos de sirena, como no faltaron antes, que pretendan apartaros del recto camino y Ilevaros a cémodos y placenteros paraisos de felicidad burguesa, creyendo que se puede comprar con unas mo= nedas una sangre genergsa y una historia limpia e inmaculada. Es la revancha con que suefian los que fueron vencidos porque no se atrevieron a combatirnos cara-a cara. Cuando oigais esto acordaos de que, cuando todo eran espadas apuntadas a nuestro pecho, ellos eran la pared que nos cerraba el paso. Otra misién importantisima nos incumbe: hemos de ser la vanguardia de toda i ndo. Todos han estado pendientes de Espafia durante los tres afies de guerra; todos han mirade intensam surgir de Espanta. Es el momento propicio para colocarnos otra vez a la cabeza de él v demostrar a unos y a otros que su amor o su odio no son injustificados; que estamos dispuestos a ser la vanguardia del mundo civilizado y civilizador y voicar sobre éi todo ei raudai incontemibie de nuestro espiritu espanol, Volveremos a cumplir nuestra misién, que si un dia consi tié en ganar para la civilizacién un continente, hoy coa aciones a su comin destino hispanico for for glo pasado. 16 VICTORIA EN LA GUERRA Y EN LA PAZ Ese espiritu que hoy hace posible la guerra comozsinico medio para reparar 2 injusticias y que manda a morir estérilmente porque-asi conviene asus inte= reses a toda una juventud, quizé porque sus gobernantes ya no estén en edad mo= vilizable. Espafia, porque lo ha ordenado el Caudillo, siempre fiel guardador de los intereses nacionales, se mantiene neutral, pero vigilante. e acabaron aqueilos tiempos en que ser neutral queria decir cue al fin y a la postre vencedores y vencidos, de comun acuerdo, acababan repartiéndose los jirones de nuestra purpura imperial. No; que sepan aquellos que intenten ofender o dafiar fa integridad territuriai, espiritual o politica, de nuestra Patria, que este inmenso bosque de brazos de !a juventud de Espafia que hoy se alzan, mano abierta y hacia el cielo, esta dispuesto a crisparse de nuevo sobre el fusil para dar la suprema leccién a treidores 0 enemigos. Y que esta juventud, que supe ganar una guerra y una revolucién, esta dispuesta a mantenerla por encima de todo y de todos, se oponga quien se oponga. Para ello debemos prepararnos con todas nuestras fuerzas; si supimos iuchar para ganar ia guerra, sepamos luchar ahora pata ganar la paz; que si hemos necesitado dejar el libro para empufar la pistola o el fusil, hoy necesitamos recogerlo nueva= mente para ser capaces de llevar a la realidad constructiva lo que un dia proyectamos entre el olor de la pélvora y los fogo= nazos de los disparos. Y que cuando nos Ilegue la hora de rendir cuentas y aleguemos habernos portado como buenos en Ia lid, nadie pueda decirnos con tono de reproche: «No por buenos; por mejores os di yo» iARRIBA ESPANA! A 1 levantarme en estos tos para sa! ros primeramente y recoger 7% después todo lo que aqui se ha dicho, dos cosas me sobrecogen de maz nera excepcional: el recuerdo de ia fundacién de nuestra Falange y el acto que hace muy pocas horas~-tres dias justamente—-conmemoréd, en medio de un silencio impresionante, la iniciacién de un Movimiento a cuya madurez inten= tamos llegar. Nacié alli el S. E. U. porque tras las palabras de nuestro capitan sentimos unos cuantos la necesidad de levantar su barricada. Renace a los seis afios de conmemorar aquella iniciacién, porque el S. E. U. es, quiz, la institucién nacional que mas ha muerto, que mas ha sucumbido, que mas ha dado su vida en la pelea y, por lo tanto, la institucién que, en su renacimien= to, no puede consentir que suenen a tépico las palabras «caido», amuerte>, «vida», «Estado» y «Revolucién». NUESTROS CAIDOS: RECUERDO Y MANDATO TYESPLIES de la guerra, después de la hecatombe nacional a que tuvi mos que ir por dignidad y honor de espajioles, son muchos los sucios que especulan con la sangre de nuestros mejores, convirtiendo la alusién que de ellos hacen en sus actuaciones en una alusién propia de Juegos Florales. Para muchas gentes que nos miran como «demasiado jévenes», como «irresponsables», como «elementos inconscientes», los que cayeron, nuestros hermanos de Sindica= to que han nutrido como soldados y oficiales las filas del Ejército de la Victoria, se van convirtiendo en imagenes melodramaticas y latiguillescas. Da asco ob= servar cémo muchos mamarrachos remueven incesantemente la soledad fecunda 19 de nuestros muertos; como si nuestros muertos fueran suyos; como si la jus ventud espafiola que hubiera sucumbido hubiera muerto para la constitucién de una Espafia tan podrida como sus conciencias; como si nuestro cuidado no existiera y el renacimiento del S. E. U. pudiese abocar en la componenda y en la chapuceria de sus espiritus traidores; como si la juventud espaiiola no estuviera dispuesta a levantar otra vez su barricada en el caso de que intentase malocrar por todas esas tentase malcgrar por todas esas gentes para los que:bien caidos estan los que cayeron, a pesar de sus frecuentes IHantos farisaicos. Recordaba yo al empezar mis palabras la fundacién de nuestro Sindicato al calor de aquel grito de resurreccién que diera José Antonio, porque entre nosotros estan muchos de aquellos «locos», de aquellos «insensatos», de aque= las «pobres gentes» que no sabiamos adénde ir. Y recordaba también al comen= zar estas palabras el elocuente acto silencioso con el que conmemoramos en Madrid la fundacién de la Falange, porque los «locos», los «insensatos» y las “pobres gentes» hemos aumentado de manera maravillosa, y porque sélo nos= otros, la juventud revolucionaria espafiola, la juventud que fué a la guerra para cponerse al desenfreno capitalista y al desenfreno liberal, la juventud que encendida de amor a Espafia queria, como he recordado hace pocos dias, ‘abrazar sangrientamente a su enemigo», para que sintiese la verdad de nues= tro corazén, tenemos derecho a hablar de nuestros caidos, si con nuestra, actuacién nos hacemos acreedores de su muerte v del dolor de nuestra Patria TAREA REVOLUCIUNARIA VEL 8S. #,. UL A L volver de la guerra, al observar que los vencedores que nunca vencieron 27% intentan con sus patrafias desvirtuar con la pobreza de su espiritu y fa gran= diosa ambicién de sus almas fracasadas la victoria de los que vencimos porque merimes y perqu: sen | no ver terminacién de ia guerra sino ef principio de la revolucién nacionalsindicalista a que aspiramos, queremos que se in: voque el nombre de Espaiia y el de los espafioles muertos para que triunfe ia justicia, para que resplandezca de verdad nuestra victoria, para que de veras sintamos los espaiioies ei orguilo de serlo en el trabajo y en el estudic incansa= bles, pero no para que por un sistema de zancadillas y de adulaciones total- mente falsas se haga estéril el dolor de Espafia en la injusticia social a que aspiran muchos renégados. Nos vamos a reunir en El Escorial dentro de pocos dias, como sabéis, y han comentado los camaradas que me han precedido en el uso de la palabra, para discutir y furdamentar las normas por las que en el futuro habra de regirse 20 nuestro Sindicato. He de ser yo, al final de nuestras sesiones, el que en vuestro nombre, en ei nombre de la juventud revolucionaria espafiola, ofrezca al Cau= dillo nuestro servicio incondicional para la paz revolucionaria que ha comen= zado. Pero también quiero ser el que en esta ocasidén grite a Espafia entera gue la juventud sirve y vigila, obedece y enjuicia, se énnoblece en el trabajo y en el estudio, y estudia y trabaja para que llegue un dia en que la herman= dad de los espafioles lleve a Espaiia por rutas esplendoresas por las que nunca fué. Quiero ser en esta ocasion, como os digo, quien denuncie desde aqui a los traidores de Espaiia, a los que no desean nunca la termina= cién de nuestra guerra civil, a los que no nos comprendian cuando nacimos porque queriamos una Espaiia sin castas y jerarquizada por ia inteligencia y ei trabajo, y a los que hoy nos censuran cobardemente v aos consideran pasados a no sé qué estipido enemigo, cuando recla= mamos fa vigencia implacable de una justicia social sin la que el por= venir de Espaiia no se perfila determinado y claro. La juventud universitaria espafiola, en !a que estan integrados los espiritus més sanos de todas las tendencias que antes de la guerra no querfan una Espa: fia materializada, sino desbordante de la espiritualidad mas pura, no puede tolerar el delicadisimo materialismo de los que con su egoismo constante inten= tan superarnos. Queremos una hermandad, y en nosotros querer una hermit dad no suena a faiso, como en ciertos traidores las invocaciones a nuestros caidos. Queremos una hermandad porque sin ella Espafia no puede navegar, y porque nuestras consignas para la reconstruccién,de Espaiia son consignas para todos los espajfioles: trabajar, estudiar, no abandonar los puestos que se nos encomienden, cumplir gozosamente toda clase de servicios, y sacrificarnos y renunciar, porque en el sacrificio y en‘la renuncia nos templamos todos los espafioles que hemos querido de veras a Espafia. Pero nos parece intolerable que en la Espafia del amor se nos siga creyendo “excesivamente revolucionarios», por estimar inadmisible que haya una fraccién espafiola frivola y ruin, ¢ paz de hacer infecundo el dolor pasado e incapaz de compre der el dolor de los que sufren la humildad mas miserable y los resultados de esa situacién. UNA PATRIA QUE UNA A LOS ESPANOLKES EN UN DESTINO COMUN NLONAMOS los estudiantes con una Espafia mejor; pero nuestro sueiio esta ‘ . Fi ‘~" nublado por el dolor de Espafia, y ese dolor hay que acabar con él, para que Espafia pueda ser un pais de sofiadores. Para nosotros, afirmar esto no es hacer literatura. No somos de los que creemos en una Espaiia feliz ni en la pacifica= 2 cién de los espiritus. Pero necesitamos una Espajia en la que no puedan ponerse pretextos respetabilisimos para el cumplimiento del servicio en bien de su grandeza, y también una Espaiia en la que los espafioles se sientan unidos en un destino comun, que acabara una de sus etapas en su total reconstruccién. Hay que lograr la inteligencia entre los es= pafioles que estudiamos y los espafoles que trabajan. Y por eso somos revolucionarios. Hay que procurar que ia armonia fuiura espaiivia sea und armonia cuyos principales componentes resulten el intelectual y el trabajador. Y por eso somos revolucionarios. Hay que procurar que no piensen nuestras clases populares en una Espajia pobreta, ordinaria y con callos, como profetizé aquel monstruo cobarde, leno de aliento cerril y de resentimiento. Y por eso somos revolucionarios. Pero no es posible tampoco una Espafia dividida por el cerrilismo distinguido de muchos de sus hijos, porque somos espafioles y porque queremos un Estado en marcha permanente hacia la Revolucién por Ja que murieron nuestros mejores camaradas. * Para ello, los estudiantes del S. E. U. componemos y compondremos de ahora en adelante, con un afan de renovacién y de mejora perpetuos, la Milicia Universitaria. En una Espafia desmoronada y liberal, en la que eran posibles todas las cacicadas y todos los engaiios, exigimos rigor y reclamamos al encon= trarnos representados por la voz tan desoida desgraciadamente de José Antonio, la maxima disciplina. Se nos decia entonces que jugaébamos a los soldados. Se pensaba en aquellos tiempos por los mismos que hoy nos adulan y que—claro esti—piensan como nosotros mientras no les demostremos lo contrario, que nuestra pretensién era ridicula. Una voz ejecutiva y la voluntad de la ju= ventud, nuestro Caudillo y nuestros estudiantes, obreros y campesinos, muertos 0 victoriosos en los campos de batalla, les ha demostrado io contrario. Y por ello volvemos a reclamar disciplina y rigor. Nuestro acto de El Escorial tiene para nosotros la significacién de una resurreccién. Y al resucitar, al volver de a guerra victoriosus tos que quedaron, con e daz miento inexorable que la muerte de sus camaradas les legé, nos exigimos en permanente acto de servicio, inasequibles al desaliento, a pesar de la defeccién vida mas auténtica. COMPROMISO TF'ODAS nuestras palabras, todas aquellas palabras que sembraron * nuestros Jefes en medio de la indiferencia de una nacion desmoro- nada por el capitalismo y por el odio, tienen que volver a sonar, y no a li teratura ni a falsas, sino como suenan los latidos de las almas excepcio= 22 nales. Todos nosotros estamos un poco convencidos que con el uso y abuso de nuestras consignas muchas de ellas se han manchado en la bilis monstruosa de los labios que las han pronunciado con la ligereza de los que nunca se com= prometen con sus palabras. Nuestros Jefes, sin embargo, cuando las pronun: ciaban, en aquellos dias dificiles de nuestro Sindicato y de la Falange, querian comprometerse. Nosotros, en estos momentos en que se conmemora el sexto aniversario de nuestro nacimiento, hemos de imitarlos. Hémos de hacer que en el acto de El Escorial~ y de él en adelante nuestras palabras no se ennoblezcan por pronunciarse en la entrafia de aquella mansién, sino que su nobleza resulte hermana de ia nobieza rigorosa y eterna de uqueltas piedras. Hemos de iniciar el tercer ciclo del S. E. U. con la mayor de las exigencias, con la mds inconcebible de las aituras. Y asi demostraremos que tenemos derecho a que se nos oiga, que tenemos derecho a ser guardianes celosos de Espafia, porque queremos de verdad, para ser dignos hijos de ella, una vida dificil, fecun= da, preocupada, fértil y que todos los espafioles Hegue un dia que se sientan como un ténico eficaz de Espafia, como una corriente sanguinea, pujante y espléndida, al gritar: iARRIBA ESPANA! Ce la misma audacia con que se comienza una obra creadora; con la pre= ocupacién de que fulja limpia mi fe y sucumba malherido el atrevimiento en tode case, quisiera extraer de mi perplejidad unas palabras con jas que repre= sentar exactamente a la juventud de Espaiia, aun convencide como estoy de que representarla en nombre del S. E. U., y en un acto como el que celebramos, no sea tarea facil y airosa. Hasta hoy, ser portavoz de cualquier afan juvenil era ser portavoz de una nebulosa o de un fantasma. Hasta nuestros dias, sintetizar los anhelos de cualquier puitado de jévenes significaba demostrar al mismo tiempo la existencia de los mismos y la inexistencia de la juventud. Se hablaba para la ju= ventud, pero no en nombre de ella. Cuando un joven se denominaba su representante, queria Ilamarse, sin sqberlo, su creador, Existian iniciativas juveniles, propdsitos laudables, naturalezas interesantisimas; pero no, como actualmente en Espaiia, una generacién producida por la guerra, una corriente juvenil dinamizada por la guerra, una legién de jévenes victoriosos que en la conquista de Espaiia integraron afanes, propdsitos y anhelos, para que la juventud tuviese un‘ sentido revolucionario y creador y significase en la vida de la nacién, como no habia significado nunca, lo que la sangre en la vida de los seres. LA JUVENTUD ANTES DE LA GUERRA 7 J}ERIORMENTE a la guerra civil que acabamos de coronar, los jévenes que sofiaban con pertenecer a una juventud inexistente sdlo se interesaban por que este fantasma viviera enquistado y protestando en el cuerpo nacional. La violencia de aquellos jévenes era una violencia anarquizante, sin eficacia, disgre= 25

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