EXPEDICIÓN ECHEVERRIA, LOS CAÑONES DE TARACAPA Y LA FOSA.
PASCUAL AHUMADA MORENO
Tras la batalla de Tarapacá, la presencia de numerosos desertores aliados en la región cordillerana hizo comprender al comando chileno la necesidad de limpiar la región de estos elementos, que podían constituir un peligro si se convertían en guerrilleros. Para realizar esta tarea se requería el despacho de numerosos destacamentos de limpieza al interior, con misión de recorrer los distintos poblados de los valles y arrestar a todo elemento sospechoso de actividades guerrilleras o subversivas. Dos fueron los principales destacamentos despachados por el general Escala para la limpieza del departamento. Uno de ellos era el destacamento Echeverría, agrupación formada por 200 jinetes de “Cazadores a Caballo” y 200 hombres del Batallón “Bulnes”, bajo el mando del teniente coronel José Echeverría, comandante del Batallón de Infantería Bulnes, con misión de recorrer las quebradas de Tarapacá y de Mamiña, eliminando cualquier foco guerrillero o subversivo y recogiendo toda información de interés para el Ejército, tanto de carácter militar, como económico y geográfico. Echeverría dispuso realizar una activa búsqueda en las quebradas que se señalaron y para ello dividió sus fuerzas de caballería en dos columnas; una, al mando del mayor Rafael Vargas, que penetró por la quebrada de Tarapacá y llegó hasta Sibaya, registrando minuciosamente a los lugareños y regresó por falta de forraje, sin traer informes positivos; la otra, al mando del capitán Rafael Zorraindo, tuvo igual suerte; ambas regresaron a Tarapacá, donde se reunieron con el grueso de sus fuerzas. Sin embargo, esta expedición tuvo un resultado positivo en Tarapacá, ya que por una serie de averiguaciones, se logró conocer el sitio donde estaban enterrados dos de los cañones de los cuales los peruanos se apoderaron en la batalla y que por falta de medios no pudieron llevar consigo. Posteriormente llegó un desertor peruano, enviado por el coronel Pedro Lagos, quien indicó el sitio en que estaban otros cinco cañones, con lo cual se recuperó la totalidad de las piezas perdidas el día 27 de Noviembre de 1879. Terminada su misión, Echeverría regresó con sus fuerzas a Dolores. El 21 de Diciembre de 1879, otra expedición del Batallón “Bulnes" realiza un reconocimiento a la Quebrada de Tarapacá. El comandante del “Bulnes”, don José Echeverría, toma el tren en San Francisco, con 200 hombres de su Batallón, en dirección a Negreiros. De Dibujo salen por tierra 200 “Cazadores a Caballo”, al mando del mayor graduado don Francisco Vargas; el capitán de bagajes don Segundo Fajardo le acompaña con una recua de 80 mulas, cargadas de agua y víveres para la expedición. Durante algunos días el comandante Echeverría ordenó al mayor Vargas hacer una batida general por las quebradas vecinas; los piquetes se internaron hasta los contrafuertes andinos sin encontrar enemigos. Durante los 17 días que permaneció Echeverría en Tarapacá, hizo desenterrar los cañones perdidos en la jornada del 27 de Noviembre de 1879 (Batalla de Tarapacá); se tomaron algunas decenas de caballos y mulas y se almacenaron bastantes rifles y cajones de municiones para Infantería. Además, dio piadosa sepultura a 549 osamentas, diseminadas en el valle. "Amigos y enemigos dormirán confundidos el eterno sueño en la misma fosa."