Está en la página 1de 16

Exactamente lo Opuesto que Dios

Dice [Parte 1]
MOISÉS PINEDO  SUSCRIPCIÓN

Cuando Dios puso al hombre en el huerto paradisíaco, le prohibió comer


del árbol de la ciencia del bien y del mal, diciendo: “De todo árbol del
huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis
2:16-17, énfasis añadido). Y cuando Satanás tentó por primera vez a la raza
humana, dijo a la mujer: “No moriréis” (Génesis 3:4). Como puede notar,
esto es exactamente lo opuesto que Dios dijo. Mientras que Dios dijo,
“Moriréis”, Satanás dijo: “No moriréis”.

Satanás todavía continúa engañando a la gente al declarar exactamente lo


opuesto que Dios dice en Su Palabra inspirada. Hay tres razones
principales por las cuales la gente acepta las mentiras de Satanás por
encima de la verdad de Dios: (1) Como Eva (Génesis 3:2-3), muchos saben
general o específicamente lo que Dios dice sobre un tema particular, pero
permiten que la seducción de Satanás contamine sus mentes a tal punto
de rechazar la verdad recibida (vs. 6; cf. Oseas 4:6). (2) Como Acab, otros
claramente no están interesados en la verdad de Dios, y prefieren el
engaño de Satanás que armoniza con sus deseos, intenciones y
razonamientos (1 Reyes 22; cf. Juan 10:24-25). (3) Y como la audiencia de
Pedro en el Pórtico de Salomón (Hechos 3:17), otros aceptan la mentira de
Satanás debido a su ingenuidad e ignorancia de las Escrituras (cf. Levítico
5:18). En cada caso, el engaño de Satanás produce esclavitud espiritual y
expone al crédulo a la condenación eterna (2 Tesalonicenses 2:3-12).

¿Cuáles son algunas de las mentiras modernas de Satanás que declaran


desvergonzadamente lo opuesto que Dios ha inspirado en Su Palabra?
Considere la siguiente lista breve como un ejemplo en el aspecto doctrinal.
[Esta lista puede sorprenderle, ya que muchos que reclaman creer en Dios
y la Biblia aceptan y promueven tales declaraciones como verdad divina.
Por ende, le pido que abra su corazón, mente y Biblia, y considere lo
que Dios realmente dice].

“El bautismo no salva”.


Esta es una de las declaraciones más comunes y aceptadas por la
comunidad protestante. De hecho, si hace una búsqueda rápida en el
Internet en cuanto al bautismo y su relación con la salvación, descubrirá
que los primeros resultados son respuestas que proponen que el bautismo
no tiene nada que ver con la salvación. Por ejemplo, Matt Slick, presidente
del Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana, escribió: “Una de
las preguntas más preocupantes en el cristianismo es si el bautismo es o
no necesario para la salvación. La respuesta es simple: ‘No. El bautismo en
agua no es necesario para la salvación’ (Slick, s.d.).

Pero ahora ponga a un lado lo que una gran mayoría de la comunidad


religiosa dice en cuanto al bautismo, y considere la Palabra inspirada de
Dios. El Señor mismo dijo:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado (Marcos 16:16, énfasis añadido; cf. Hechos 2:38).

Se debe señalar que muchos en el mundo religioso declaran que “el


bautismo no salva o no es necesario para la salvación” como si este fuera
un enunciado bíblico explícito o claramente deducible, pero lo cierto es
que no existe ningún enunciado bíblico que incluso declare algo similar. Si
Dios en la carne dijo que “el que creyere y fuere bautizado, será salvo”,
¿debería alguien atreverse a decir lo contrario?

La explicación más común que se ofrece como refutación del enunciado


del Señor en Marcos 16:16 es que Él no volvió a repetir “más el que no
creyere y fuere bautizado, será condenado” en la segunda parte de Su
enunciado, y que por ende, esta omisión significa que el bautismo
realmente no salva (cf. Rhodes, 1997, p. 178). Esta refutación terriblemente
pobre e irresponsable sugiere que Jesús dijo algo y que Se contradijo en Su
mismo enunciado. El lector imparcial puede entender que la inclusión del
bautismo en la segunda cláusula simplemente no es necesaria en vista de
la cláusula previa a favor del bautismo como un requisito para la salvación
(vea Pinedo, 2011a para una explicación adicional).

Adicionalmente, considere lo que el apóstol Pedro escribió en su primera


epístola:

El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las


inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia
hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo (1 Pedro 3:21, énfasis
añadido).

Es interesante notar que a pesar que el apóstol registró claramente que el


bautismo nos salva, hoy muchos líderes religiosos dicen exactamente lo
contrario (e.g., Hindson y Kroll, 1994, p. 2612). ¿Es el resto de este versículo
una contradicción de la primera parte? Desde luego que no. Pedro
simplemente estaba explicando “cómo” el bautismo nos salva (vea
Pinedo, 2011a).

¿Pero no somos salvos “por gracia”? Absolutamente; eso es lo que Dios dice
en Efesios 2:8. ¿No somos salvos “por fe”? Absolutamente; sin fe es
imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Pero así como la gracia no anula la
fe, la fe no anula el bautismo. Ya que la Biblia dice que la gracia de Dios es
para salvación, ¿se debería descartar la fe—incluso cuando la misma Biblia
también dice que la fe es necesaria? ¿Se debería descartar el
arrepentimiento (Hechos 2:38; 2 Corintios 7:10)? Entonces, ¿por qué se
debería descartar el bautismo—si la misma Biblia también declara que
este acto es necesario para la salvación, el discipulado cristiano, el perdón
de pecados, la entrada al reino y la adición al cuerpo de Cristo (Juan 3:3-5;
Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-16; Hechos 2:38; 22:16; Gálatas 3:27;
Colosenses 2:12; 1 Pedro 3:21)?

En este punto también se debe señalar que la esencialidad del bautismo


para la salvación no quiere decir que se entienda el bautismo como el
fundamento de la salvación; el sacrificio de Cristo lo es (Hebreos 9:14;
Apocalipsis 1:5; 5:9). El bautismo responde la pregunta “cuándo” en cuanto
a la salvación, no el “qué” de la salvación. El bautismo nos salva (o es
necesario para la salvación) ya que en este acto contactamos
espiritualmente la sangre salvadora de Cristo (Romanos 6:3-5; Colosenses
2:12-13; vea Pinedo, 2010).

“Somos salvos solamente por fe”.


En la misma línea de pensamiento en cuanto a la salvación se encuentra el
enunciado religioso común de que somos salvos “solamente por fe”. Esta
afirmación comenzó generalmente como una protesta contra las obras del
catolicismo, y ahora se ha extendido a cualquier obra de obediencia en
absoluto. Mucha gente ha escuchado esta afirmación tantas veces que
ahora piensa que es un enunciado inspirado.

En su libro de “respuestas bíblicas”, Ron Rhodes señaló que “la gran


mayoría de pasajes que lidian con la salvación en el Nuevo Testamento
afirma que la salvación es solamente por fe” (1997, p. 177, énfasis añadido).
Luego presentó Juan 3:16-17 como un ejemplo. Aunque es cierto que este
pasaje hace referencia a la esencialidad de la “creencia” (fe) en la salvación,
no afirma que “la salvación essolamente por fe”—como Rhodes sugirió. En
realidad, si este pasaje enseñara que la salvación essolamente por fe,
entonces tuviéramos que rechazar Efesios 2:8 que dice que somos salvos
por gracia, o Apocalipsis 1:5; 5:9 que dice que somos salvos por la sangre de
Cristo.
En otra respuesta popular en línea, se declara que
“Pablo dogmáticamente dice que la justificación es por fe
solamente (Efesios 2:8-9)” (“¿Es la Salvación…?”, s.d., énfasis añadido).
Pero el dogmatismo del autor (no de Pablo) realmente no le permite ver
que en ninguna parte de Efesios 2:8-9 el apóstol inspirado registró “fe
solamente”. De hecho, este pasaje incluye dos componentes de la salvación:
la gracia y la fe. Si es “solamente por fe”, entonces no puede ser “por
gracia”; si es también “por gracia”, entonces no puede ser “solamente por
fe”.

Como usted ya habrá deducido, el error es adjuntar la palabra “solamente”


para sugerir que la Biblia enseña que “somos salvos solamente por fe”.
¿Pero qué dice el Volumen Sagrado?

Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no
solamente por la fe(Santiago 2:24, énfasis añadido).

De manera interesante, Santiago 2:24 es el único pasaje bíblico que usa la


frase “solamente por la fe”, y en ese pasaje, se condena tal fe. Solamente el
prejuicio contra la verdad bíblica, o la ignorancia de la misma, pudiera
guiar a una gran parte del mundo religioso a creer y promover
exactamente lo opuesto que Dios dice.

“El cristiano no puede caer de la gracia”.


La idea de que los “elegidos de Dios” no pueden resistir la gracia de Dios y
caer de ella (perdiéndose eternamente) es un punto principal de la teología
calvinista que ha influenciado a una mayoría de la comunidad protestante.
A esta idea también se la conoce como “la seguridad eterna del creyente”,
“la perseverancia de los santos”, “la imposibilidad de apostasía” o “una vez
salvo, siempre salvo”.

Sam Morris, “pastor” bautista, expresó claramente las implicaciones de


esta idea:
¡Nosotros sostenemos la posición de que los pecados de un cristiano no
condenan su alma! La manera en que un cristiano vive, lo que dice, su
carácter, su conducta o su actitud hacia otras personas no tienen nada que
ver con la salvación de su alma (s.d., p. 1).

Aunque la mayoría de partidarios de la “gracia imperdible” no estaría


dispuesta a expresar esta creencia de tal manera reveladora, Morris
simplemente ha declarado la consecuencia lógica de esta doctrina.

La Confesión de Fe de Westminster provee el fundamento para esta creencia:

Aquellos a quienes Dios ha aceptado en su Amado, eficazmente llamados y


santificados por su Espíritu, no pueden caer totalmente o finalmente del
estado de la gracia; pero ciertamente perseverarán allí hasta el fin, y serán
eternamente salvos… Esta perseverancia de los santos no depende de su
propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de la elección,
que fluye del amor gratuito e incambiable de Dios el Padre (en Dods y
White, 1881, p. 110).

Pero ahora considere lo que la Palabra infalible de Dios dice. Al escribir a


los cristianos en Galacia en cuanto a la irrelevancia de la circuncisión en la
era cristiana, Pablo amonestó:

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud… De Cristo os desligasteis, los que
por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído (Gálatas 5:1-4, énfasis
añadido).

Cualquier intento de refutar la verdad bíblica al sugerir que el apóstol no


estaba hablando a cristianos salvos es improductivo; los oyentes gozaban
de un estado de libertad en Cristo, y no debían regresar al yugo de
esclavitud. Estaban ligados a Cristo, así que no debían desligarse. La razón
demanda que se entienda que para que alguien caiga de la gracia de Dios,
primero debe ser parte de esa gracia, es decir, debe ser un creyente salvo
por la gracia de Dios. Aparte de este enunciado explícito que afirma que el
cristiano puede caer de la gracia, cada libro del Nuevo Testamento revela
esta verdad bíblica (vea Webster, 2012).

El enemigo sabe que, si el hombre cree la mentira de que una vez salvo,
siempre será salvo, entonces no sentirá la necesidad de ocuparse en su
salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12), no sentirá la necesidad de
andar en santa y piadosa manera de vivir (2 Pedro 3:11), y no sentirá la
necesidad de auto examinarse para determinar si realmente está en la fe (2
Corintios 13:5).

“No tiene nada de malo inclinarse ante las


imágenes”.
No es un secreto que las imágenes religiosas ocupan un lugar especial en el
corazón de la comunidad católica. Los devotos las honran, veneran,
suplican, bendicen, exhiben, besan, compran y venden. Y aunque la Biblia
claramente dice, “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”
(Éxodo 20:4), los templos católicos están llenos de tales imágenes. El
catolicismo generalmente excusa la iconografía religiosa al declarar que
“[e]s correcto mostrar respeto a los retratos e imágenes de Cristo y Sus
santos, ya que estos son representaciones y conmemoraciones de ellos”
(O’Brien, 1901, p. 175). Sin embargo, el lector honesto de la Biblia puede
notar que las cláusulas, “arriba en el cielo”, “abajo en la tierra” y “en las
aguas debajo de la tierra”, no dejan espacio para la manufactura de alguna
imagen—sea de dioses falsos o de la Divinidad santa (cf. Hechos 17:29).

Pero no solamente se sugiere que “no es malo hacer imagen o semejanza”


religiosa, sino también se insiste en que “sialguien se arrodilla
simplemente haciéndolo como un gesto de respeto o cariño, no tiene nada
de malo” (Zabala, 2000, énfasis añadido). Pero considere lo que la Biblia
dice al respecto:
No te inclinarás a ellas [las imágenes], ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los
hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (Éxodo
20:5, énfasis añadido).

¿A quién se debe creer? ¿Debemos creer a Dios Quien dice, “No te


inclinarás y no honrarás”, o a algunos religiosos que dicen, “No tiene nada
de malo”? Ya que las opiniones de los hombres no tendrán audición en el
Juicio Final, entonces debemos creer en la Palabra de Dios que juzgará a
cada alma humana (Juan 12:48).

“Podemos saber el día y la hora de la Segunda


Venida de Cristo”.
Sin importar la cantidad abrumadora de intentos fallidos de predecir el
tiempo de la Segunda Venida de Cristo, en cada generación aparece un
“profeta” que reclama poseer nueva revelación o cálculos exactos para “el
fin del tiempo”. William Miller, un predicador bautista que comenzó el
movimiento adventista, predijo con “confianza infalible” que “el fin”
llegaría en 1843, y luego en 1844. Ellen White, otra líder adventista, ofreció
apoyo a los cálculos de Miller y también propuso otras fechas. Los
mormones, los Testigos de Jehová y otras religiones también han
contribuido con sus propias predicciones (Broadwater, 2014, pp. 35-43).

Se podría pensar que después de tantos fracasos repetidos, la “cristiandad”


en general ya debería haber aprendido a tomar en serio las siguientes
declaraciones del mismo Hijo de Dios en cuanto a Su Segunda Venida:

Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo
mi Padre (Mateo 24:36; cf. Marcos 13:32, énfasis añadido).
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al
anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana (Marcos
13:35, énfasis añadido).
Los escritores inspirados del Nuevo Testamento también concordaron con
el Señor (e.g., 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Pedro 3:10).

Sin embargo, al enemigo no le importa cuán antiguas sean sus mentiras; él


las seguirá repitiendo; le agrada continuar diciendo lo opuesto que Dios
dice. Algunos años atrás, Harold Camping se atrevió a promover una fecha
más. Él señaló que “[l]a Santa Biblia nos da…pruebas sorprendentes que
indican que el 21 de mayo del 2011 es muy exacto en cuanto a la fecha para
el Día del Juicio”, que los “verdaderos creyentes…saben el tiempo (la
hora) y muchas cosas acerca del Día del Juicio”, y que “ante toda esta
información increíble, ¿cómo puede alguien atreverse a disputar con la
Biblia en cuanto a la verdad absoluta de que el principio del Día del Juicio y
el Rapto ocurrirán el 21 de mayo del 2011?” (vea Pinedo, 2011b).

El hecho que usted y yo todavía estemos aquí es evidencia contundente de


que las declaraciones bíblicas continúan siendo verdaderas, y que los
enunciados del diablo—aunque populares y repetidos—continúan siendo
simplemente mentiras.

“Jesús no es Dios”.
La mayoría de personas informadas, religiosas o no, reconocen que Jesús
fue un personaje histórico real que vivió en Palestina algo de 2,000 años
atrás. Pero es una marca distintiva del cristianismo verdadero creer que
Jesús no solamente fue un hombre o profeta, sino también Dios
encarnado. Desde luego, esta creencia está basada en múltiples
enunciados de la verdad inspirada.

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su


hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6, énfasis añadido).
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios (Juan 1:1, énfasis añadido).
Porque deseara yo mismo [Pablo] ser anatema, separado de Cristo, por
amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son
israelitas,…de los cuales, según la carne, vinoCristo, el cual es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos. Amén (Romanos 9:5, énfasis
añadido).

Otros muchos enunciados bíblicos implican la deidad de Jesús (e.g., Mateo


28:19; Juan 5:58; 8:38; 20:28; Filipenses 2:6; Apocalipsis 5:11-14).

No obstante, entre los que reclaman lealtad a la Biblia, existe una religión
principal, los Testigos de Jehová, que declara exactamente lo opuesto en
cuanto a Jesús. Por ejemplo, El Atalaya, una de las revistas principales de
esta denominación, ha señalado varias veces que las Escrituras “muestran
que Jesús no es Dios Todopoderoso”. Su sitio web declara que los testigos
de Jehová “no adora[n] a Jesús, ya que no cree[n] que sea Dios
Todopoderoso” (citado en Lyons, 2005).

En sus esfuerzos por negar la deidad de Jesús, los Testigos de Jehová


incluso han hecho ajustes a los pasajes bíblicos relevantes en cuanto al
tema, incluyendo los pasajes que claramente indican que Jesús, como Dios,
recibió adoración de los hombres (vea Lyons, 2005).

¿Por qué quiere el enemigo que el mundo crea que Jesús no es Dios? El
Señor mismo indicó la razón: “porque si no creéis que yo soy [cf. Éxodo
3:14], en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24).

CONCLUSIÓN
¿Son estos todos los engaños que el enemigo ha causado que muchos en la
comunidad religiosa crean? No; las mentiras de Satanás son tan variadas y
numerosas como lo son las religiones en el mundo. Pero la lista anterior es
un ejemplo breve de creencias religiosas populares que declaran
exactamente (casi palabra por palabra) lo contrario que Dios ha revelado
doctrinalmente en Su Palabra.
Finalmente, considere esto: Si Dios dice, “El bautismo que corresponde a
esto ahora nos salva” (1 Pedro 3:21), “el hombre es justificado por las obras,
y no solamente por la fe” (Santiago 2:24), “de la gracia habéis caído”
(Gálatas 5:4), “No te harás imagen, ni ninguna semejanza… No te
inclinarás a ellas, ni las honrarás” (Éxodo 20:4-5), “Pero del día y la hora
nadie sabe” (Mateo 24:36), y “Cristo, el cual es Dios” (Romanos 9:5), ¿puede
el hombre concluir o creer exactamente lo opuesto? Si es así, ¿qué verdad
bíblica realmente podemos leer y entender de la misma manera en que se
registra?

Lo cierto es que si es aceptable creer exactamente lo opuesto que Dios dice


sobre un tema particular, entonces, también debe ser aceptable creer lo
opuesto en cada tema bíblico. La conclusión lógica entonces es que
solamente un paso hacia la aceptación de cualquier enseñanza contraria a
la Palabra de Dios, producirá caos lógico y finalmente la condena eterna
del alma (Apocalipsis 22:18-19).

Referencias
Broadwater, Billy (2014), La Exposición de las Falacias del Rapto Pre-
Tribulación  [Exposing the Fallacies of the Pre-Tribulation Rapture]
(Bloomington, IL: WestBow).

Dods, Marcus y Alexander Whyte, eds. (1881), La Confesión de Fe de


Westminster  [The Westminster Confession of Faith] (Edimburgo, Escocia: T&T
Clark).

“¿Es la Salvación por Fe Solamente, o por Fe Más Obras?” (sine data), Got
Questions, http://www.gotquestions.org/Espanol/Fe-solamente.html.

Hindson, Edward y Woodrow Kroll (1994), El Comentario Bíblico Paralelo de


la KJV [The KJV Parallel Bible Commentary] (Nashville, TN: Thomas Nelson).
Lyons, Eric (2005), “Los Testigos de Jehová y la Adoración de Jesús”
[“Jehovah’s Witnesses and the Worship of Jesus”], Apologetics Press,
https://www.apologeticspress.org/apcontent.aspx?
category=10&article=1481.

Morris, Sam (sine data), “Una Discusión que Involucra un Tema


Pertinente a Todos los Hombres” [“A Discussion Which Involves a Subject
Pertinent to All Men”].

O’Brien, Thomas, ed. (1901), Un Catecismo Avanzado de la Fe y Práctica


Católica [An Advanced Catechism of Catholic Faith and Practice] (Nueva York:
D.H. McBride & Company).

Pinedo, Moisés (2010), “‘¿Qué?’ y ‘¿Cuándo?’—Un Estudio Sobre la


Salvación”, EB Global,http://www.ebglobal.org/inicio/que-y-cuando-un-
estudio-sobre-la-salvacion.

Pinedo, Moisés (2011a), “Objeciones al Bautismo Desde el Campo de la


Exégesis Conflictiva y la Hipótesis Extremista”, EB
Global, http://www.ebglobal.org/inicio/objeciones-al-bautismo-desde-el-
campo-de-la-exegesis-conflictiva.

Pinedo, Moisés (2011b), “¡Podemos Saber el Tiempo del Fin!...¿o No?”, EB


Global,http://www.ebglobal.org/inicio/podemos-saber-el-tiempo-del-fino-
no.html.

Rhodes, Ron (1997), El Libro Completo de Respuestas Bíblicas [The Complete


Book of Bible Answers] (Eugene, OR: Harvest House).

Slick, Matt (sine data), MIAPIC, http://www.miapic.com/es-bautismo-


necesario-para-la-salvacion.
Webster, Allen (2012), “¿Puede un Cristiano Caer de la Gracia?”, EB
Global,http://www.ebglobal.org/inicio/puede-un-cristiano-caer-de-la-
gracia.html.

Zavala, Martín (2000), “Imágenes e Ídolos”, Defiende Tu Fe,


http://www.defiendetufe.org/idolos.htm.

Los Cristianos y la Lotería


DAVE MILLER  ENGLISH  SUSCRIPCIÓN

Mientras el carácter moral de la civilización norteamericana deteriora y los


valores bíblicos son “arrojados por la borda”, las actividades que una vez se
consideraban dañinas para nuestra sociedad ahora están llegando a ser
aceptables e incluso a tener apoyo legal. El juego de apuestas ha llegado a
ser una forma viable de entretenimiento para millones de
norteamericanos que desean llegar a ser “ricos rápidamente”. Incluso en la
iglesia, algunos cristianos poco informados consideran la adquisición de
boletos de lotería como algo inofensivo. Es tiempo de considerar
nuevamente los principios bíblicos que se relacionan al juego de apuestas.

Los diferentes diccionarios definen “apostar” como “jugar con la intención


de obtener dinero”; “arriesgar dinero por ganancia incierta”; “invertir o
arriesgar dinero, etc., con la esperanza de obtener gran ganancia”.
Considere las siguientes cuatro razones por las cuales se puede concluir
que el juego de apuestas es inconsistente con la vida cristiana.

Dios no autoriza el juego de apuestas.


Por definición, los cristianos son personas que regulan su
comportamiento según las Escrituras. Las Escrituras identifican tres
medios autorizados de transferir fortuna de una persona a otra: (1) el
trabajo para la recepción de un pago (e.g., Mateo 10:10; Lucas 10:7; Efesios
4:28; 1 Timoteo 5:18); (2) la venta de bienes o de la propiedad (Mateo 13:46;
Hechos 2:45; 4:34; 5:4; Santiago 4:13); y (3) regalos o donaciones voluntarias
sin la expectativa de devolución lucrativa (Lucas 6:30,35-35; 10:33-35;
Hechos 20:35; 2 Corintios 8:9). El juego de apuestas no calza en ninguna de
estas categorías. Entonces, la primera observación que un cristiano debe
hacer es que el juego de apuestas es una actividad que las Escrituras no
autorizan.

El juego de apuestas se encuentra en conflicto


con los principios cristianos.
El juego de apuestas (sea que se hable de loterías, carrera de caballos o
perros, casinos o el bingo) involucra a dos o más personas que compiten
mutuamente para quitar el dinero del otro. Note que los individuos
involucrados quieren el dinero de la otra persona, pero no están
dispuestos a simplemente donar tal dinero a la otra parte. Cada persona
que apuesta está esperando obtener el dinero de la otra persona; nadie
quiere perder el dinero que apuesta. Por ende, la misma naturaleza,
carácter y esencia del juego de apuestas se encuentra en conflicto directo
con el enfoque del cristianismo que Jesús expresó en Mateo 7:12. Por
definición, el apostador está tratando a otros de la manera que no
quiere ser tratado. Entonces, en el centro del juego de apuestas se
encuentran el egoísmo, la envidia y la codicia.

El juego de apuestas socava la ética de trabajo.


Una tercera consideración para el cristiano es el hecho que el juego de
apuestas debilita le ética de trabajo, la cual la Biblia enseña claramente.
Dios quiere que los seres humanos laboren, trabajen con sus manos, se
esfuercen con el sudor de su frente. Considere Efesios 4:28: “El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es
bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”.
(También lea Hechos 20:35; 2 Tesalonicenses 3:8-12; cf. Génesis 3:19). El
juego de apuestas es un intento claro de hacer a un lado el principio de
trabajar con fines nobles.

El juego de apuestas promueve la codicia.


Otro concepto bíblico que descarta el juego de apuestas es la enseñanza en
cuanto a la avaricia o codicia. Por una parte, Dios nos insta a “ganarnos la
vida”, i.e., trabajar para obtener los fondos necesarios para la vida diaria, la
familia y los necesitados (1 Timoteo 5:8; Gálatas 6:10). Por otra parte, la
Palabra de Dios registra una diferencia marcada entre “ganar dinero para
vivir” y “vivir para ganar dinero”.

Repetidamente, Dios insta a eliminar de nuestras mentes la avaricia, el


deseo de las cosas de la vida y las ansias por acumular riquezas (Mateo
6:19-21; Lucas 12:15-21; Efesios 5:3; Colosenses 3:1-5; 1 Juan 2:15-17). Pablo
escribió en cuanto a aquellos que codician ser ricos, que tienen amor al
dinero y que confían en las riquezas inciertas (1 Timoteo 6:10,17). Incluso si
alguien tiene la intención de usar la riqueza acumulada por medio de la
apuesta para el trabajo del Señor, el deseo de llegar a ser rico está lleno de
trampas sutiles. Independientemente de los motivos nobles que puedan
haber, la acción fundamental de enfocar la mente y el corazón en la
riqueza es por sí misma un comportamiento inadecuado y erróneo para el
cristiano.

CONCLUSIÓN
Aunque el fraude y la corrupción siempre han existido en cada sociedad,
un segmento sustancial de la población norteamericana anteriormente
entendía que las cosas como el baile, la bebida, el cigarro, las palabras
malas y el juego de apuestas eran equivocadas. Pero el tiempo, las
circunstancias y los sentimientos han cambiado. Sin embargo, la Palabra
de Dios no cambia. Oremos para que Dios nos ayude a regresar a la Biblia y
despertar nuestra conciencia a la realidad espiritual para presentar a
nuestra sociedad la voluntad de Dios para la humanidad.

También podría gustarte